Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
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Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
Me calcé mis viejas converse, busqué un mapa de uno de los libros de cuentos de mi abuelo, la mínima ropa en la mochila y el espíritu de aventurera en los bolsillos. Y así emprendí mi viaje hacia Aerandir. No era el mejor calzado para la ocasión, pero era algo novatilla en estos temas de aventuras en mundos de fantasía épica y no sabía muy bien como encajarlo todo.
Tenía esa sensación de que me iba a comer el mundo, de que todos mis sueños se iban a hacer realidad tan solo pasar el portal, pero oye, que no todo es como lo pintan, y a mi Aerandir me lo habían pintado muy bonito, demasiado para lo que en realidad me encontré.
No había siquiera pasado el portal, una tormenta acechó con volcar mi pequeña balsa, aquello no era ni un barco ni una zodiac, nada, era un simple barquito con remos, no veía nada más que agua, así que temiéndome lo peor me puse el chubasquero y empecé a escribir en el diario, pensando en lo peor. ¿Había acabado ya mi aventura? era muy triste pensar que tanto esfuerzo había acabado en mitad del mar, con cuatro tableros de madera y una mochila llena de provisiones. Esto había comenzado como un cuento de hadas, pero por desgracia la vida real es algo más compleja, y estaba en un buen lío.
Era una bonita forma de resumir mi vida, de empezar mi historia ¿Verdad?. Bien pues al final no todo salió tan mal como pintaba, creo que me quedé varias horas inconsciente, me había quedado sin agua hacía varias horas ya, y no veía nada más que agua, pero cuando desperté, todo había cambiado, el paisaje al que estaba acostumbrado era diferente. ¿Dónde estaba? Era una pregunta retórica, la respuesta era obvia, era Aerandir. Mis ojos se inundaron de lágrimas de emoción, me puse de pie en el bote, medio hundido ya, con mis cosas en bolsitas herméticas de plástico flotando por el agua del bote.
Había perdido los remos, y la única manera de cruzar a la orilla sería remando con los brazos, desesperada, me puse a remar hacia la orilla. Miré el mapa envuelto en plástico, algo machacado ya por la aventura; No sabía dónde estaba, necesitaba ir a Lunargenta, ¿Seguiría vivo Alathos? Él conocía a mi abuelo, fueron buenos amigos en su época.
Al fin logré llegar a la orilla, arrastré el bote a la arena para que no se lo llevase la corriente, me quité las converse y me puse los brazos a ambos costados.
-.. Y ahora.. ¿Qué? -Me pregunté en voz baja. Llegar hasta allí había sido un sueño, pero ahora qué debía de hacer primero, tenía tantas cosas que explorar, tantas cosas que escribir que no sabía por donde empezar. Temía despertar y que todo aquello fuese tan solo un espejismo causado por la falta de sueño.
Guardé todas mis cosas en la mochila que llevaba, cargué las converse en la mano y me adentré un poco más en la playa, para después sentarme a reflexionar. Me tumbé en mitad de la playa, estaba amaneciendo, ¿Qué hora sería en el mundo real? ahora ya todo eso poco importaba. Saqué un plátano pachucho ya del tiempo y le di un mordisco. ¿Habría plátanos en Aerandir? ¿Fruta? ¿A qué sabrían los estofados de Lunamorf? Tenía tantas preguntas... Y temía que me faltase tiempo para responderlas a todas.
Tenía esa sensación de que me iba a comer el mundo, de que todos mis sueños se iban a hacer realidad tan solo pasar el portal, pero oye, que no todo es como lo pintan, y a mi Aerandir me lo habían pintado muy bonito, demasiado para lo que en realidad me encontré.
No había siquiera pasado el portal, una tormenta acechó con volcar mi pequeña balsa, aquello no era ni un barco ni una zodiac, nada, era un simple barquito con remos, no veía nada más que agua, así que temiéndome lo peor me puse el chubasquero y empecé a escribir en el diario, pensando en lo peor. ¿Había acabado ya mi aventura? era muy triste pensar que tanto esfuerzo había acabado en mitad del mar, con cuatro tableros de madera y una mochila llena de provisiones. Esto había comenzado como un cuento de hadas, pero por desgracia la vida real es algo más compleja, y estaba en un buen lío.
Hoy es viernes 13 de Noviembre de 2132. escribió:Llevo ya cerca de tres noches y dos días perdida en el mar, si he llegado o no llegado a Aerandir es imposible de adivinar; Todo lo que veo es agua, azul y salada. No escribo esto por casualidades del destino, escribo esto porque me hallo ahora aquí por ciertas circunstancias; Esto es para aquel que lea mi diario, y pueda entender qué hago aquí y cuál es mi historia.
Era una bonita forma de resumir mi vida, de empezar mi historia ¿Verdad?. Bien pues al final no todo salió tan mal como pintaba, creo que me quedé varias horas inconsciente, me había quedado sin agua hacía varias horas ya, y no veía nada más que agua, pero cuando desperté, todo había cambiado, el paisaje al que estaba acostumbrado era diferente. ¿Dónde estaba? Era una pregunta retórica, la respuesta era obvia, era Aerandir. Mis ojos se inundaron de lágrimas de emoción, me puse de pie en el bote, medio hundido ya, con mis cosas en bolsitas herméticas de plástico flotando por el agua del bote.
Había perdido los remos, y la única manera de cruzar a la orilla sería remando con los brazos, desesperada, me puse a remar hacia la orilla. Miré el mapa envuelto en plástico, algo machacado ya por la aventura; No sabía dónde estaba, necesitaba ir a Lunargenta, ¿Seguiría vivo Alathos? Él conocía a mi abuelo, fueron buenos amigos en su época.
Al fin logré llegar a la orilla, arrastré el bote a la arena para que no se lo llevase la corriente, me quité las converse y me puse los brazos a ambos costados.
-.. Y ahora.. ¿Qué? -Me pregunté en voz baja. Llegar hasta allí había sido un sueño, pero ahora qué debía de hacer primero, tenía tantas cosas que explorar, tantas cosas que escribir que no sabía por donde empezar. Temía despertar y que todo aquello fuese tan solo un espejismo causado por la falta de sueño.
Guardé todas mis cosas en la mochila que llevaba, cargué las converse en la mano y me adentré un poco más en la playa, para después sentarme a reflexionar. Me tumbé en mitad de la playa, estaba amaneciendo, ¿Qué hora sería en el mundo real? ahora ya todo eso poco importaba. Saqué un plátano pachucho ya del tiempo y le di un mordisco. ¿Habría plátanos en Aerandir? ¿Fruta? ¿A qué sabrían los estofados de Lunamorf? Tenía tantas preguntas... Y temía que me faltase tiempo para responderlas a todas.
Merié Stiffen
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
Ya estaba cansada de tanto verde, necesitaba respirar otro aire, caviló por un momento ir a la ciudad en busca de nuevos escenarios y esencias. Pero un suave brisa de aire salado le llenó los pulmones y añoró ver el azul profundo del horizonte marino. Si tenía suerte llegaría a ver los primeros rayos asomarse y recorrer la superficie espejada del agua extenderse al infinito.
Salió de la arboleda y vio como pocos metros delante la blanca arena comenzaba a usurpar el lugar de la hierba. Bajó de su montura y camino por la playa. Dejó suelto a Kay y se sentó a contemplar el crepúsculo sobre el agua. Se sacó el calzado para sentir la arena entre los dedos, no era una sensación a la que estaba acostumbrada, por lo que siempre que podía lo hacía para sentir algo nuevo al tacto. Permaneció recostada mirando a la lejanía… algo imprudente de su parte quizás, pero no sol no miró ni a su alrededor sino que tampoco tanteo el terreno. Estaba cansada de estar a la defensiva, necesitaba relajarse un poco… aunque sea por un tiempo quería quitarse la invisible armadura que la rodeaba y ser ella… un poco más libre.
Salió de la arboleda y vio como pocos metros delante la blanca arena comenzaba a usurpar el lugar de la hierba. Bajó de su montura y camino por la playa. Dejó suelto a Kay y se sentó a contemplar el crepúsculo sobre el agua. Se sacó el calzado para sentir la arena entre los dedos, no era una sensación a la que estaba acostumbrada, por lo que siempre que podía lo hacía para sentir algo nuevo al tacto. Permaneció recostada mirando a la lejanía… algo imprudente de su parte quizás, pero no sol no miró ni a su alrededor sino que tampoco tanteo el terreno. Estaba cansada de estar a la defensiva, necesitaba relajarse un poco… aunque sea por un tiempo quería quitarse la invisible armadura que la rodeaba y ser ella… un poco más libre.
Lys
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
Después de mi conversación con Elsa, estaba sumamente alterada. No quería pensar, y me sumí por tanto en un estado extraño: mis pensamientos y recuerdos estaban bloqueados, estaba en un modo completamente automático, no me importaba nada más que caminar y caminar hasta llegar a un sitio donde ya no pudiese andar más, hasta alcanzar un lugar donde mis pies fuesen inútiles. Mi cuerpo actuaba por propia cuenta.
Y acabé sin pensarlo en un punto desconocido de la Playa de los Ancestros. Más allá estaban las Islas de los brujos, aquel lugar al que jamás regresaría si podía evitarlo...
¿Realmente podría evitarlo? ¿Con el camino que había elegido?
Tras ese fugaz pensamiento que cruzó la barrera mental que me había impuesto, volví a cerrar las defensas. No quería pensar, había caminado y llegado hasta allí precisamente para evitar pensar.
Pero ahora que estaba quieta, sin nada que hacer, sin poder caminar sobre las aguas, mis pensamientos pasaban por encima de las murallas de mi mente, como el agua atravesando limpiamente mi mano, colándose por los resquicios que dejaba abiertos, sin posibilidad de bloquear más de lo que ya conseguía detener...
Era demasiado.
Me cogí la cabeza con las manos, tiré de mi pelo para tratar de pensar en el dolor y dejar de repetirme una y otra vez lo mismo. No podía con tanta presión. Necesitaba seguir en movimiento.
Así que salí corriendo, esperando que con eso, de alguna manera, pudiera dejar las palabras, los hechos y el destino atrás, como si pudiera alejarme de todo aquello. Cerré los ojos y seguí corriendo. Perdí primero un zapato, y luego el otro, pero seguí corriendo. Había empezado a llover.
¿O eran lágrimas?
Estaba a punto de amanecer, lo notaba bajo mis párpados, cómo la luz cambiaba poco a poco. El olor a mar se filtraba en mis pulmones y me renovaba por dentro. Era como un bálsamo purificador, como un remedio para las heridas. Aunque mis heridas fuesen más profundas que el mar, y tan incurables como la muerte.
Seguí corriendo hasta que tropecé con algo, y caí cuan larga era. Escuché un quejido, y me levanté como bien pude, secándome los ojos con rapidez. Me di la vuelta para pedir perdón a quien hubiese pisado, y ante mí vi una persona que hizo que se me borrasen todos los pensamientos de un plumazo, dejándome solo con curiosidad, expectación y dudas.
Ante mí tenía a una chica con el pelo del color del fuego; sus ojos parecían dos espejos que acabasen de robarle el color al océano embravecido, y no reconocí en sus rasgos los de ninguna raza sobrenatural. Era una humana, o una bruja. Pero lo que me dejó desconcertada no fueron sus características físicas, sino su ropa.
Parecía de hombre, pero no había visto en mi vida nada parecido. A su lado descansaban sus zapatos, o eso parecían. Y una especie de bolsa extraña.
¿Sería uno de esos humanos que tiempo atrás habían venido desde otro mundo? No podía ser, los humanos no son tan longevos. ¿Una partida nueva de ellos, quizás?
Descarté esa idea cuando vi el bote de remos. Estuve segura en ese momento de que estaba sola. Pero... ¿Venía del mar?
-Lo siento, siento haberte pisado. No miraba por donde iba... - No sabía si sonreír o no, pero el instinto me decía que sí. No me pareció que tuviese intención de atacarme, a mí o a alguien en general. - Perdona, pero tu aspecto es de lo más singular... ¿Vienes de...? - Vacilé un instante. - ¿Vienes de más allá de Aerandir? - Yo sabía la respuesta con una seguridad de casi el cien por cien.
Aunque no sabía si me entendía, yo pregunté igual. Con un poco de suerte, hablaría el mismo idioma. Y si no, siempre se puede comunicar uno con signos.
Mis preocupaciones se fueron, sustituidas por curiosidad. No podía irme sin intentar saber algo más de la extraña con la que había tropezado mientras trataba de huir de los gritos de mi mente.
Que curioso era que justamente ella hubiese conseguido acallar aquellas voces.
Y acabé sin pensarlo en un punto desconocido de la Playa de los Ancestros. Más allá estaban las Islas de los brujos, aquel lugar al que jamás regresaría si podía evitarlo...
¿Realmente podría evitarlo? ¿Con el camino que había elegido?
Tras ese fugaz pensamiento que cruzó la barrera mental que me había impuesto, volví a cerrar las defensas. No quería pensar, había caminado y llegado hasta allí precisamente para evitar pensar.
Pero ahora que estaba quieta, sin nada que hacer, sin poder caminar sobre las aguas, mis pensamientos pasaban por encima de las murallas de mi mente, como el agua atravesando limpiamente mi mano, colándose por los resquicios que dejaba abiertos, sin posibilidad de bloquear más de lo que ya conseguía detener...
Aureus ... Guerra ... Muerte ... Detener ... Yo ... Clan ... Familia ... Caeli ... Muerte ... Aureus ... Elsa ... Dorado ... Drake ... Shion ... Muerte ... Guerra ... Detener ... Dolor ... Renegados ... Familia ... Proteger ... Guerra ... Brujos ... Elfos ... Muerte ... Detener ... Yo ... Aureus ...
Era demasiado.
Me cogí la cabeza con las manos, tiré de mi pelo para tratar de pensar en el dolor y dejar de repetirme una y otra vez lo mismo. No podía con tanta presión. Necesitaba seguir en movimiento.
Así que salí corriendo, esperando que con eso, de alguna manera, pudiera dejar las palabras, los hechos y el destino atrás, como si pudiera alejarme de todo aquello. Cerré los ojos y seguí corriendo. Perdí primero un zapato, y luego el otro, pero seguí corriendo. Había empezado a llover.
¿O eran lágrimas?
Estaba a punto de amanecer, lo notaba bajo mis párpados, cómo la luz cambiaba poco a poco. El olor a mar se filtraba en mis pulmones y me renovaba por dentro. Era como un bálsamo purificador, como un remedio para las heridas. Aunque mis heridas fuesen más profundas que el mar, y tan incurables como la muerte.
Seguí corriendo hasta que tropecé con algo, y caí cuan larga era. Escuché un quejido, y me levanté como bien pude, secándome los ojos con rapidez. Me di la vuelta para pedir perdón a quien hubiese pisado, y ante mí vi una persona que hizo que se me borrasen todos los pensamientos de un plumazo, dejándome solo con curiosidad, expectación y dudas.
Ante mí tenía a una chica con el pelo del color del fuego; sus ojos parecían dos espejos que acabasen de robarle el color al océano embravecido, y no reconocí en sus rasgos los de ninguna raza sobrenatural. Era una humana, o una bruja. Pero lo que me dejó desconcertada no fueron sus características físicas, sino su ropa.
Parecía de hombre, pero no había visto en mi vida nada parecido. A su lado descansaban sus zapatos, o eso parecían. Y una especie de bolsa extraña.
¿Sería uno de esos humanos que tiempo atrás habían venido desde otro mundo? No podía ser, los humanos no son tan longevos. ¿Una partida nueva de ellos, quizás?
Descarté esa idea cuando vi el bote de remos. Estuve segura en ese momento de que estaba sola. Pero... ¿Venía del mar?
-Lo siento, siento haberte pisado. No miraba por donde iba... - No sabía si sonreír o no, pero el instinto me decía que sí. No me pareció que tuviese intención de atacarme, a mí o a alguien en general. - Perdona, pero tu aspecto es de lo más singular... ¿Vienes de...? - Vacilé un instante. - ¿Vienes de más allá de Aerandir? - Yo sabía la respuesta con una seguridad de casi el cien por cien.
Aunque no sabía si me entendía, yo pregunté igual. Con un poco de suerte, hablaría el mismo idioma. Y si no, siempre se puede comunicar uno con signos.
Mis preocupaciones se fueron, sustituidas por curiosidad. No podía irme sin intentar saber algo más de la extraña con la que había tropezado mientras trataba de huir de los gritos de mi mente.
Que curioso era que justamente ella hubiese conseguido acallar aquellas voces.
Stellae
Experto
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
Siempre pensé que la gente de Aerandir sería cuanto menos peculiar, no sé, no me esperaba gente normal en un sitio anormal, me explico; Mi primer contacto con los nativos fue cuanto menos extraño. Estaba allí sentada, reposando del viaje, no esperaba encontrarme a gente a aquellas horas intempestivas, a penas estaban saliendo los primeros rayos de sol, y la gente "normal" dormía, ¿La gente de Aerandir no dormía? Bueno, la cosa es que escuché el relinche de un caballo, claro, un caballo normal y corriente, entonces me asusté, vi a alguien no muy lejos de allí que "aparcaba" su caballo a su lado y se tumbaba tan feliz en la arena. "¿Y esta gente? ¿No vive demasiado feliz?" Pensaba mientras arqueaba una ceja, anonadada. Quizá, les gustaba mucho darse a la hierba a esos felices habitantes de un continente atrapado en una época arcaica, carentes de tecnología.
Más mi segundo encuentro fue más peculiar aún, puesto que me pisó una.. ¿Elfa? Emití un quejido, la verdad es que tenía una duda existencial. ¿Me veían? Digo, porque la otra persona había pasado de mi como si no estuviese, y la otra albina, venía hacia mi como si nada... Así que ni me moví, quería hacer una prueba.
Pero me pisó, y casi se cae encima de mi. Me empezó a hablar, pero no entendí absolutamente nada de lo que decía, entonces me acerqué de rodillas hacia mi mochila y saqué el diccionario de palabras clave que me había hecho. Le di tres o cuatro leídas rápidas al libro, pero de eso que estás tan nerviosa que no sabes ni por dónde has abierto el libro, y tan solo me salía balbucear.
-Ehm.. Veamos. Ablre adroe merlrejor. - No sabía ni qué había dicho exactamente, quizá habría dicho cualquier cosa parecida a una guerra o algo así. Ahora entendía el por qué los Romanos llamaban "Bárbaros" a los extranjeros, decir "barbar" habría sido mucho más fácil que aquel idioma carente de vocales.
Dejé el libro en el suelo intentando pronunciar las palabras, pero no había manera. Me tiré de los pelos, por cierto, ¿Sería la única pelirroja de bote de Aerandir? Me sentía importante.
-Y-O M-E-R-I-E- Deletreé a lo Tarzán golpeándome el pecho para que entendiese cuál era mi nombre. Juzgando sus rasgos físicos era una elfa, había encontrado una elfa, me sentía como una entrenadora pokémon en mitad de un gimnasio de mucho más nivel que el mío, vamos, lo que viene a ser una palurda elevado al máximo exponente.- ¿T-U?-Pregunté señalándole con el dedo índice, en tono más o menos entendible, si aquella elfa sabía humano terrestre, cosa que dudaba enormemente, pensaría que era mongólica perdida y que estaba haciendo la panoli.
Era una situación frustrante, además que teníamos a otra chica allá, en su mundo, mirando el infinito. ¿Qué lugar de locos era este? Toda mi vida quejándome de una sociedad anárquica en el que el consumismo era el culmen de todo, pero, ¿En qué pensaba esta gente si no era en comprar comprar y comprar? Recordé a una de mis amigas, historiadora, y sus explicaciones infinitas sobre la edad media, la mala leche que le entraba cuando no le escuchaba me hizo aprender muchísimas cosas que esperaba, ahora me pudiesen servir.
Merié Stiffen
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
Ensimismada con el cálido amanecer no presté atención alguna a lo que alrededor sucedía hasta que el susurro de unas voces me llamó la atención. Me senté rápidamente por la fuerza de la costumbre de vivir a la defensiva pero noté que el origen de la conversación se encontraba a escasa distancia de mí. Las miré un segundo, se trataba de dos figuras femeninas, una de ellas se encontraba de pie y su níveo cabello y orejas en punta hacían evidente que de otra elfa se trataba, y la otra mujer semi recostada en el suelo, bien podía ser elfa o tal vez humana, ya que no denotaba señales características en su cuerpo a causa de su espeso cabello que se mimetizaba con el rojo con que el naciente sol teñía la playa. Por algún motivo no me provocaron sensación alguna de peligro por lo que después de unos segundos decidí acercarme, ya me había cansado de estar sola y mi caballo no era muy propenso que digamos para entablar una conversación entretenida… por lo que me levanté con gracia del suelo, me sacudí la arena del vestido y fui calzándome mientras caminaba despacio hacia ellas. Observé como la pelirroja sacaba un libro y parecía leerle algo a la primera, lo que me llamó aun más la atención. Cuando entré en su campo de visión levanté una mano en gesto de saludo y sonriendo me acerqué a ellas. Ya a poca distancia y sin dejar de sonreír realicé una reverencia graciosa saludándolas alegremente:
- Buenos días señoritas – dije suavemente sin dejar de sonreir.
Logré ver que la pelirroja era al parecer humana o quizás una bruja, ya que al menos rasgos élficos no tenía. La otra tenía cierta sombra en la mirada de algún reciente llanto o pensamientos melancólicos. ¿Serían amigas y estaban discutiendo?.
- Perdón si interrumpí algo… - me limité a decir ante aquella escena.
- Buenos días señoritas – dije suavemente sin dejar de sonreir.
Logré ver que la pelirroja era al parecer humana o quizás una bruja, ya que al menos rasgos élficos no tenía. La otra tenía cierta sombra en la mirada de algún reciente llanto o pensamientos melancólicos. ¿Serían amigas y estaban discutiendo?.
- Perdón si interrumpí algo… - me limité a decir ante aquella escena.
Última edición por Lys el Mar Jul 23 2013, 02:44, editado 1 vez
Lys
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
La chica primero sacó un libro y lo hojeó un par de veces. Parecía un diccionario o algo así, para poder hablar el idioma. Me miró con cierta inseguridad.
-Ehm.. Veamos. Ablre adroe merlrejor. - No la entendí, y por la cara que puse, ella lo supo. Suspiré y sonreí, como disculpándome.
-Y-O M-E-R-I-E - Deletreó ella mientras se golpeaba el pecho.- ¿T-U? - Me señaló a mí con el dedo índice. Entendí casi al instante: Ella se llamaba Merié y me preguntaba mi nombre.
-Stellae - Hice el mismo gesto de golpearme el pecho y sonreí. -. ¿T-U N-O H-A-B-L-A-S M-I L-E-N-G-U-A? - Mientras decía esto con lentitud, gesticulaba: primero la señalé a ella, luego negué con la cabeza, después hice el gesto de hablar con la boca y por último me señalé.
Antes de que pudiera responderme, apareció otra elfa, que se acercó a nosotras. La miré cuando me preguntó si había interrumpido algo y sonreí.
-No, no - Contesté en la melodiosa lengua de los elfos. - Esta chica no habla nuestro idioma, e intento hacerme entender con ella. Creo que viene de más allá de Aerandir.
Volví a mirar a la chica y sonreí, esperando una respuesta por su parte. Aunque no era sencillo entenderse, poco a poco podríamos hacerlo. Y capaz una de las dos podría aprender el idioma de la otra, aunque fuese lo básico.
Era algo muy interesante.
-Ehm.. Veamos. Ablre adroe merlrejor. - No la entendí, y por la cara que puse, ella lo supo. Suspiré y sonreí, como disculpándome.
-Y-O M-E-R-I-E - Deletreó ella mientras se golpeaba el pecho.- ¿T-U? - Me señaló a mí con el dedo índice. Entendí casi al instante: Ella se llamaba Merié y me preguntaba mi nombre.
-Stellae - Hice el mismo gesto de golpearme el pecho y sonreí. -. ¿T-U N-O H-A-B-L-A-S M-I L-E-N-G-U-A? - Mientras decía esto con lentitud, gesticulaba: primero la señalé a ella, luego negué con la cabeza, después hice el gesto de hablar con la boca y por último me señalé.
Antes de que pudiera responderme, apareció otra elfa, que se acercó a nosotras. La miré cuando me preguntó si había interrumpido algo y sonreí.
-No, no - Contesté en la melodiosa lengua de los elfos. - Esta chica no habla nuestro idioma, e intento hacerme entender con ella. Creo que viene de más allá de Aerandir.
Volví a mirar a la chica y sonreí, esperando una respuesta por su parte. Aunque no era sencillo entenderse, poco a poco podríamos hacerlo. Y capaz una de las dos podría aprender el idioma de la otra, aunque fuese lo básico.
Era algo muy interesante.
Stellae
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
Todo seguía igual de loco que hacía unos momentos, no hacía ni un día que estaba en Aerandir y ya echaba de menos mi cama, un café caliente bien cargado y un buen libro debajo de mi edredón de plumas. Estaba algo cansada, pero tenía que aprender algo de su idioma puesto que debía de relacionarme con gente para llegar hasta Lunargenta, allí podría ponerme en contacto con Alathos, amigo de mi abuelo en sus años mozos. Rezaba porque aún siguiese vivo.
La elfa albina empezó a hacer gestos extraños con las manos y los brazos hablando, pude distinguir vagamente un "Tú"; Bien, ya tenía una palabra, ahora solo me faltaba aprender todas las conjugaciones de todos los verbos y sustantivos además de su gramática. Mi celebro empezó a funcionar rápido, si las teorías de los científicos eran ciertas aquel idioma era algo parecido a los idiomas "bárbaros", puesto que fueron los vikingos los primeros en saltar a este inhóspito mundo. Entonces recordé un par de clases de finés que me había dado la misma amiga que me daba lecciones enormes de historia, empecé a relacionar sonidos con lo que decía la albina con palabras sajonas y germanas que conocía.
Bien, ya sabía que la construcción de las frases era simple y no usaban declinaciones. Suspiré y negué con la cabeza, había entendido, más o menos, lo que me había dicho. Me incorporé ligeramente sentándome en la arena y sacudiéndome las manos, cuando me quise dar cuenta la otra elfa se había acercado a nosotras; Bien, segundo encuentro con los nativos, otra elfa. Sin duda estaba en la playa de los ancestros.
Comenzaron a hablar en otra lengua que sí era totalmente desconocida para mi, con muchas vocales y mucho más suave que la anterior; Supuse que era élfico, sonaba como una canción de cuna, era relajante escuchar hablar de esa manera. Sacudí con la cabeza, embelesada con la armonía de la gramática élfica y luego volví a mi mundo. Si algo me habían enseñado en la carrera es a hacer bien el trabajo de investigación y a aprender a fijarme en el mínimo detalle.
Fruncí el ceño y me levanté ligeramente, me había sentado encima de uno de mis libros, y allí estaba mi mapa. Miré a la albina y luego a la otra y señalé el mapa; Me señalé a mi y luego a la península de Verisar.
-Yo.. -Es la única palabra que había aprendido junto al "tú", el resto de la frase, un misterio. -V-E-R-I-S-A-R-Les señalé de nuevo con el dedo índice insistente. -L-U-N-A-R-G-E-N-T-A, A-L-A-T-H-O-S- Deletreé y luego las miré para ver su reacción.
La elfa albina empezó a hacer gestos extraños con las manos y los brazos hablando, pude distinguir vagamente un "Tú"; Bien, ya tenía una palabra, ahora solo me faltaba aprender todas las conjugaciones de todos los verbos y sustantivos además de su gramática. Mi celebro empezó a funcionar rápido, si las teorías de los científicos eran ciertas aquel idioma era algo parecido a los idiomas "bárbaros", puesto que fueron los vikingos los primeros en saltar a este inhóspito mundo. Entonces recordé un par de clases de finés que me había dado la misma amiga que me daba lecciones enormes de historia, empecé a relacionar sonidos con lo que decía la albina con palabras sajonas y germanas que conocía.
Bien, ya sabía que la construcción de las frases era simple y no usaban declinaciones. Suspiré y negué con la cabeza, había entendido, más o menos, lo que me había dicho. Me incorporé ligeramente sentándome en la arena y sacudiéndome las manos, cuando me quise dar cuenta la otra elfa se había acercado a nosotras; Bien, segundo encuentro con los nativos, otra elfa. Sin duda estaba en la playa de los ancestros.
Comenzaron a hablar en otra lengua que sí era totalmente desconocida para mi, con muchas vocales y mucho más suave que la anterior; Supuse que era élfico, sonaba como una canción de cuna, era relajante escuchar hablar de esa manera. Sacudí con la cabeza, embelesada con la armonía de la gramática élfica y luego volví a mi mundo. Si algo me habían enseñado en la carrera es a hacer bien el trabajo de investigación y a aprender a fijarme en el mínimo detalle.
Fruncí el ceño y me levanté ligeramente, me había sentado encima de uno de mis libros, y allí estaba mi mapa. Miré a la albina y luego a la otra y señalé el mapa; Me señalé a mi y luego a la península de Verisar.
-Yo.. -Es la única palabra que había aprendido junto al "tú", el resto de la frase, un misterio. -V-E-R-I-S-A-R-Les señalé de nuevo con el dedo índice insistente. -L-U-N-A-R-G-E-N-T-A, A-L-A-T-H-O-S- Deletreé y luego las miré para ver su reacción.
Merié Stiffen
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
-No, no ...Esta chica no habla nuestro idioma, e intento hacerme entender con ella. Creo que viene de más allá de Aerandir. - Respondió la elfa de pie sonriendo. Mientras me acercaba me pareció escuchar que su nombre era Stellae o similar al menos.
Miré con mayor curiosidad a la otra joven y noté que además de su extraño ropaje, sus pertenencias indicaban que recién llegaba de viaje, por lo que la teoría de Stellae tenía mucho sentido.
- ¿Viene del otro lado y no habla nuestro idioma? ... Que linda! - respondí en élfico mientras reía, ya que me pareció aun más graciosa tal escena - Intentemos en el idioma de las ciudades de ellos...- no tenía un amplio vocabulario en la lengua en que los humanos solían comunicarse, pero siempre supo manejarse correctamente entre ellos.
En ese momento la joven comenzó a levantarse suavemente y buscando algo entre sus cosas extendió un papel hacia nosotras. Miré con detenimiento mientras ella señalaba lo que podía notar era un mapa de Aerandir y mientras remarcaba las ciudades humanas de allí comenzó a deletrear sus nombres.
-Yo... V-E-R-I-S-A-R...L-U-N-A-R-G-E-N-T-A, A-L-A-T-H-O-S- La miré con cierta ternura y aún sonriendo a la joven que ahora no cabía duda era humana y al parecer quería dirigirse a Lunargenta, comencé a imitar el gesto de ella y señalando el centro del pecho al mencionar mi nombre intenté expresarme esta vez en la lengua de los humanos:
- Hola... Bienvenida... Mi nombre es Lys… ¿Puedes ahora entender lo que digo?- hablando lento por si aun así no comprendía, aunque con el timbre armonioso que mi especie daba a cada sonido, intenté nuevamente comunicarme con ella, pues desconocía los acentos o cambios del idioma con el correr de los siglos.
Miré con mayor curiosidad a la otra joven y noté que además de su extraño ropaje, sus pertenencias indicaban que recién llegaba de viaje, por lo que la teoría de Stellae tenía mucho sentido.
- ¿Viene del otro lado y no habla nuestro idioma? ... Que linda! - respondí en élfico mientras reía, ya que me pareció aun más graciosa tal escena - Intentemos en el idioma de las ciudades de ellos...- no tenía un amplio vocabulario en la lengua en que los humanos solían comunicarse, pero siempre supo manejarse correctamente entre ellos.
En ese momento la joven comenzó a levantarse suavemente y buscando algo entre sus cosas extendió un papel hacia nosotras. Miré con detenimiento mientras ella señalaba lo que podía notar era un mapa de Aerandir y mientras remarcaba las ciudades humanas de allí comenzó a deletrear sus nombres.
-Yo... V-E-R-I-S-A-R...L-U-N-A-R-G-E-N-T-A, A-L-A-T-H-O-S- La miré con cierta ternura y aún sonriendo a la joven que ahora no cabía duda era humana y al parecer quería dirigirse a Lunargenta, comencé a imitar el gesto de ella y señalando el centro del pecho al mencionar mi nombre intenté expresarme esta vez en la lengua de los humanos:
- Hola... Bienvenida... Mi nombre es Lys… ¿Puedes ahora entender lo que digo?- hablando lento por si aun así no comprendía, aunque con el timbre armonioso que mi especie daba a cada sonido, intenté nuevamente comunicarme con ella, pues desconocía los acentos o cambios del idioma con el correr de los siglos.
Lys
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
La elfa recién llegada se nos unió, mientras me decía:
-¿Viene del otro lado y no habla nuestro idioma?... ¡Que linda! - La chica se rió, y sonreí, aunque no entendía qué tenía de lindo que no pudieramos comunicarnos entre nosotras... - Intentemos en el idioma de las ciudades de ellos...
Pero antes de poder contestar a nada, de poder avisar que no hablaba Aerandiano, sino un idioma desconocido, antes de poder siquiera mover los labios, Merié intentó hablar de nuevo, y centré mi atención en ella para tratar de comprender.
-Yo... - Vi en ese momento que cogía un mapa y se señalaba a ella y al papel. Era un mapa de Aerandir. - V-E-R-I-S-A-R. L-U-N-A-R-G-E-N-T-A, A-L-A-T-H-O-S - Decía ella mientras golpeaba el mapa con insistencia.
-Hola... Bienvenida... Mi nombre es Lys… ¿Puedes ahora entender lo que digo? - Sonreía, y yo contuve la risa. La cara de Merié era un poema, o eso me pareció.
-No entiende tampoco el Aerandiano, Lys... - Miré a Merié y sonreí. Quería ir a Lunargenta a ver a Alathos, pero el rey había fallecido. - Alathos... - Pasé el pulgar por mi garganta, haciendo el gesto de muerte. - R-E-Y N-U-E-V-O. S-I-E-G-F-R-I-E-D - Me quedé pensativa unos instantes. -. Y-O T-E L-L-E-V-O. - Mientras decías esto me señalé a mí, luego a ella y por último al mapa, a la ciudad de Lunargenta. Sonreí.
En aquel momento, mi mente trataba de recordarme lo que tenía que hacer, pero lo acallé. Tenía que ayudar a aquella chica; quién sabe qué podría pasarle si tratase de ir sola. No, definitivamente buscar a Aureus podría esperar un poco.
-¿Viene del otro lado y no habla nuestro idioma?... ¡Que linda! - La chica se rió, y sonreí, aunque no entendía qué tenía de lindo que no pudieramos comunicarnos entre nosotras... - Intentemos en el idioma de las ciudades de ellos...
Pero antes de poder contestar a nada, de poder avisar que no hablaba Aerandiano, sino un idioma desconocido, antes de poder siquiera mover los labios, Merié intentó hablar de nuevo, y centré mi atención en ella para tratar de comprender.
-Yo... - Vi en ese momento que cogía un mapa y se señalaba a ella y al papel. Era un mapa de Aerandir. - V-E-R-I-S-A-R. L-U-N-A-R-G-E-N-T-A, A-L-A-T-H-O-S - Decía ella mientras golpeaba el mapa con insistencia.
-Hola... Bienvenida... Mi nombre es Lys… ¿Puedes ahora entender lo que digo? - Sonreía, y yo contuve la risa. La cara de Merié era un poema, o eso me pareció.
-No entiende tampoco el Aerandiano, Lys... - Miré a Merié y sonreí. Quería ir a Lunargenta a ver a Alathos, pero el rey había fallecido. - Alathos... - Pasé el pulgar por mi garganta, haciendo el gesto de muerte. - R-E-Y N-U-E-V-O. S-I-E-G-F-R-I-E-D - Me quedé pensativa unos instantes. -. Y-O T-E L-L-E-V-O. - Mientras decías esto me señalé a mí, luego a ella y por último al mapa, a la ciudad de Lunargenta. Sonreí.
En aquel momento, mi mente trataba de recordarme lo que tenía que hacer, pero lo acallé. Tenía que ayudar a aquella chica; quién sabe qué podría pasarle si tratase de ir sola. No, definitivamente buscar a Aureus podría esperar un poco.
Stellae
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
"¿Pero qué coño...? Esta gente está jodidamente loca, " Fruncía el ceño con una mezcla de desilusión, sorpresa y miedo en el rostro. ¿Esa gente estaba de broma? Seguro que me estaba tomando el pelo, la chica me empezó a hablar, la elfa del caballo en mitad de la arena ¿Me estaría insultando? La otra se estaba aguantando la risa, las miraba a ambas, miraba a una, luego a otra... Stella era la albina, pero la otra mujer ¿Quién era? ¿Qué hacía allí? Mi cabeza estaba llena de preguntas sin respuesta que parecía nadie entendería.
Vi el gesto de la albina y noté como el corazón me daba un vuelco, si Alathos estaba muerto yo... Yo no tenía esperanza alguna de completar mi trabajo de investigación. ¿Quién más conocería a mi abuelo a parte de aquel rey viejo? Entendí un hombre, ¿Siegfried? Sería el nuevo rey, no sabía ni qué clase de persona sería, ni si sabría de la existencia de gente más allá de Aerandir, antes de nada debía de empaparme bien de Aerandiano sino podrían tomarme por cualquier cosa menos una humana.
Me tranquilizó bastante saber que tenía la ayuda de Stella, o como se diga, porque quién sabe como se pronuncian los nombres en esta lengua tan extraña, no sabía si era de confianza, pero era el único clavo al que me podía agarrar sin volarme hacia la locura. En fin, hay veces que la confianza no es más que un medio para un fin.
Asentí con la cabeza al ver como me señalaba el mapa y me puse en pie recogiendo mis bártulos, entonces agarré el diccionario de Aerandiano y las miré a ambas.
-Yo, aprender. -Dije señalando al libro luego a ellas y luego a mi, era un juguetito más en Aerandir, vulnerable cual pequeño cervatillo y bueno, si quería defenderme en mi campo, la oratoria, primero debía de aprender a hablar.
Vi el gesto de la albina y noté como el corazón me daba un vuelco, si Alathos estaba muerto yo... Yo no tenía esperanza alguna de completar mi trabajo de investigación. ¿Quién más conocería a mi abuelo a parte de aquel rey viejo? Entendí un hombre, ¿Siegfried? Sería el nuevo rey, no sabía ni qué clase de persona sería, ni si sabría de la existencia de gente más allá de Aerandir, antes de nada debía de empaparme bien de Aerandiano sino podrían tomarme por cualquier cosa menos una humana.
Me tranquilizó bastante saber que tenía la ayuda de Stella, o como se diga, porque quién sabe como se pronuncian los nombres en esta lengua tan extraña, no sabía si era de confianza, pero era el único clavo al que me podía agarrar sin volarme hacia la locura. En fin, hay veces que la confianza no es más que un medio para un fin.
Asentí con la cabeza al ver como me señalaba el mapa y me puse en pie recogiendo mis bártulos, entonces agarré el diccionario de Aerandiano y las miré a ambas.
-Yo, aprender. -Dije señalando al libro luego a ellas y luego a mi, era un juguetito más en Aerandir, vulnerable cual pequeño cervatillo y bueno, si quería defenderme en mi campo, la oratoria, primero debía de aprender a hablar.
Merié Stiffen
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
Miré a Stellae que respondió a mi duda:
-No entiende tampoco el Aerandiano, Lys... - “Ushhh esto va ser complicado pensé…” luego miró a la joven y marcando una línea invisible en su cuello le indicó la muerte del antiguo rey
-Alathos... R-E-Y N-U-E-V-O. S-I-E-G-F-R-I-E-D – la cara de la joven se transformó pasando por varias emociones al mismo tiempo… Seguía pareciéndome tierna verla tan joven y valiente como para adentrarse en terreno desconocido sin saber nada del idioma… de ninguno de ellos.
- Y-O T-E L-L-E-V-O. – continuó Stellae unos segundos después y le señaló el mapa.
Las miré, para mí era bastante claro que si no hablaba el idioma, deletrearlo no tendría mucho éxito tampoco, pero mediante gestos seguramente entendería. La elfa se ofreció llevarla y a decir verdad yo no tenía nada que hacer tampoco y hace días venia cavilando la idea de ir a las ciudades de los humanos. En ese momento la recién llegada volvió a tomar el libro que hace momentos tenía y señalándonos y luego al libro musitó:
-Yo, aprender. – La miré con una tranquilizadora sonrisa en los labios como la que alguien muy mayor mira a una mucho más joven.
-Bien – Continué mirando a la muchacha, sabía que no me entendería si hablaba mucho pero aún así dije en la lengua de los humanos, después de todo era el idioma que tendría que aprender, -Lys – Dije señalándome el pecho –Cuenta conmigo- dije señalándola esta vez a ella y al mapa.
Silbé una dulce melodía y Kay se acercó galopando. Lo acaricié cariñosamente y él respondió golpeándome suavemente con su cabeza. La miré a la joven, señalé sus cosas con el dedo y sonriendo le marqué el lomo de mi amigo que nos ayudaría a llevar su equipaje.
-¿Rodeamos la playa o nos acercamos por Sandorai? – le pregunté a Stellae, señalando ambos lugares y estirando las palabras lo más posible para que la joven pudiera al menos seguir o dilucidar a lo que me refería. – Ella necesita agua y comida para el viaje, y la playa nos deja demasiado expuestas si viajamos siempre por aquí – dije esta vez muy despacio conociendo la capacidad auditiva de mi semejante.
-No entiende tampoco el Aerandiano, Lys... - “Ushhh esto va ser complicado pensé…” luego miró a la joven y marcando una línea invisible en su cuello le indicó la muerte del antiguo rey
-Alathos... R-E-Y N-U-E-V-O. S-I-E-G-F-R-I-E-D – la cara de la joven se transformó pasando por varias emociones al mismo tiempo… Seguía pareciéndome tierna verla tan joven y valiente como para adentrarse en terreno desconocido sin saber nada del idioma… de ninguno de ellos.
- Y-O T-E L-L-E-V-O. – continuó Stellae unos segundos después y le señaló el mapa.
Las miré, para mí era bastante claro que si no hablaba el idioma, deletrearlo no tendría mucho éxito tampoco, pero mediante gestos seguramente entendería. La elfa se ofreció llevarla y a decir verdad yo no tenía nada que hacer tampoco y hace días venia cavilando la idea de ir a las ciudades de los humanos. En ese momento la recién llegada volvió a tomar el libro que hace momentos tenía y señalándonos y luego al libro musitó:
-Yo, aprender. – La miré con una tranquilizadora sonrisa en los labios como la que alguien muy mayor mira a una mucho más joven.
-Bien – Continué mirando a la muchacha, sabía que no me entendería si hablaba mucho pero aún así dije en la lengua de los humanos, después de todo era el idioma que tendría que aprender, -Lys – Dije señalándome el pecho –Cuenta conmigo- dije señalándola esta vez a ella y al mapa.
Silbé una dulce melodía y Kay se acercó galopando. Lo acaricié cariñosamente y él respondió golpeándome suavemente con su cabeza. La miré a la joven, señalé sus cosas con el dedo y sonriendo le marqué el lomo de mi amigo que nos ayudaría a llevar su equipaje.
-¿Rodeamos la playa o nos acercamos por Sandorai? – le pregunté a Stellae, señalando ambos lugares y estirando las palabras lo más posible para que la joven pudiera al menos seguir o dilucidar a lo que me refería. – Ella necesita agua y comida para el viaje, y la playa nos deja demasiado expuestas si viajamos siempre por aquí – dije esta vez muy despacio conociendo la capacidad auditiva de mi semejante.
Lys
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
Merié asintió con la cabeza al ver como señalaba el mapa. Se puso en pie y recogió sus cosas. Después, Sujetó aquel libro-diccionario y miró hacia nosotras.
-Yo, aprender. - Señaló al libro, a sí misma y a nosotras. Asentí y me señalé a mi, y al diccionario después.
-Yo, aprender. - Dije imitando su pronunciación, que era casi tan brusca como la del Aerandiano. Creo que significaba que iba a intentar entender nuestra lengua, y yo quería también entender la suya.
-Bien – Dijo Lys en Aerandiano, lentamente. Parecía que entendía la situación. -. Lys – Se señaló a sí misma –. Cuenta conmigo. - Señaló a Merié y al mapa.
Lys silbó una melodía corta y un hermoso caballo se acercó galopando. Miré a Merié, que contemplaba al equino. ¿Habían caballos de donde ella venía?. La elfa señaló las cosas de la chica y después al lomo del caballo. Antes de que Merié pudiera decir nada, le dije en Aerandiano la palabra "caballo" a la vez que señalaba al soberbio animal.
Siempre hay que empezar por las palabras, luego llegarán las frases.
-¿Rodeamos la playa o nos acercamos por Sandorai? – Lys señalaba los lugares que mencionaba al mismo tiempo que estiraba las palabras para que, supuse al menos, Merié comprendiese algo. – Ella necesita agua y comida para el viaje, y la playa nos deja demasiado expuestas si viajamos siempre por aquí. – Bajó el tono un poco, y lo agradecí. Era cierto que los humanos hablaban muy alto...
-Sandorai es mejor opción, sin duda. Pero tendremos que buscar un pueblo para comprar ropa de su talla, con esa vestimenta llama la atención... - Me acerqué a Merié y sonreí. Cuando me miró, comencé a explicarme lentamente, gesticulando casi a cada palabra. - Comprar - junté mis dedos e hice el símbolo de dinero, frotando mi pulgar con los dedos índice y corazón. - ropa - Señalé sus prendas. - en un pueblo - Hice la forma de casa con mis manos, aunque este gesto no sabía si lo había entendido. -. Nosotras - Nos señalé a las tres. - vamos por Sandorai - Hice el gesto de caminar y señalé al bosque. - hasta Lunargenta. - Y por último señalé su mapa. Miré hacia Lys y sonreí. - ¿Estás de acuerdo, Lys?
Sabía que había comunicado el plan antes de ponerlo en común, y lo sentía, pero la advertencia de Lys me hizo recordar que la playa no era un lugar seguro, y que era necesario irnos cuanto antes. Estábamos de acuerdo en lo esencial, en ir por Sandorai, así que sonreí en un gesto de disculpa hacia Lys.
Esperaba que no se enfadase conmigo...
-Yo, aprender. - Señaló al libro, a sí misma y a nosotras. Asentí y me señalé a mi, y al diccionario después.
-Yo, aprender. - Dije imitando su pronunciación, que era casi tan brusca como la del Aerandiano. Creo que significaba que iba a intentar entender nuestra lengua, y yo quería también entender la suya.
-Bien – Dijo Lys en Aerandiano, lentamente. Parecía que entendía la situación. -. Lys – Se señaló a sí misma –. Cuenta conmigo. - Señaló a Merié y al mapa.
Lys silbó una melodía corta y un hermoso caballo se acercó galopando. Miré a Merié, que contemplaba al equino. ¿Habían caballos de donde ella venía?. La elfa señaló las cosas de la chica y después al lomo del caballo. Antes de que Merié pudiera decir nada, le dije en Aerandiano la palabra "caballo" a la vez que señalaba al soberbio animal.
Siempre hay que empezar por las palabras, luego llegarán las frases.
-¿Rodeamos la playa o nos acercamos por Sandorai? – Lys señalaba los lugares que mencionaba al mismo tiempo que estiraba las palabras para que, supuse al menos, Merié comprendiese algo. – Ella necesita agua y comida para el viaje, y la playa nos deja demasiado expuestas si viajamos siempre por aquí. – Bajó el tono un poco, y lo agradecí. Era cierto que los humanos hablaban muy alto...
-Sandorai es mejor opción, sin duda. Pero tendremos que buscar un pueblo para comprar ropa de su talla, con esa vestimenta llama la atención... - Me acerqué a Merié y sonreí. Cuando me miró, comencé a explicarme lentamente, gesticulando casi a cada palabra. - Comprar - junté mis dedos e hice el símbolo de dinero, frotando mi pulgar con los dedos índice y corazón. - ropa - Señalé sus prendas. - en un pueblo - Hice la forma de casa con mis manos, aunque este gesto no sabía si lo había entendido. -. Nosotras - Nos señalé a las tres. - vamos por Sandorai - Hice el gesto de caminar y señalé al bosque. - hasta Lunargenta. - Y por último señalé su mapa. Miré hacia Lys y sonreí. - ¿Estás de acuerdo, Lys?
Sabía que había comunicado el plan antes de ponerlo en común, y lo sentía, pero la advertencia de Lys me hizo recordar que la playa no era un lugar seguro, y que era necesario irnos cuanto antes. Estábamos de acuerdo en lo esencial, en ir por Sandorai, así que sonreí en un gesto de disculpa hacia Lys.
Esperaba que no se enfadase conmigo...
Stellae
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
- Por mí no hay problema… después de todo no llevo apuro alguno. – busqué algo entre mis cosas y saque una larga y sencilla capa con capucha que llevaba para las noches algo más frescas – Mientras tanto esto puede servir - se la extendí gentilmente a la joven señalándole que se la pusiera. – Quizás deberíamos ocultar el bote… que al menos no sea tan visible a la distancia –
Me acerqué a la barca y lo empujé para alejarlo de la orilla, no pude adentrarlo demasiado ya que la fuerza física no era una característica distintiva de los elfos, pero mi intención era simplemente que alguna crecida no lo arrastre fácilmente. Comencé a buscar algunas ramas que me permitieran camuflarlo aunque después de que la joven retirara todas sus cosas podríamos cubrirlo con arena también. Saqué mi daga de la cintura y corté algunas ramas que podrían servirnos y me acerqué a bote, miré a la humana y le indique con señas de que buscaba hacer mientras estiraba la palabra – Ocultar… –
En cuanto ellas estuvieran dispuestas podríamos comenzar el viaje, tenia algunos frutos secos en mis bolsas que podrían servirnos de alimento y siempre podría acercarme a la orilla y “pescar” a flechazos algún que otro pescado.
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Me acerqué a la barca y lo empujé para alejarlo de la orilla, no pude adentrarlo demasiado ya que la fuerza física no era una característica distintiva de los elfos, pero mi intención era simplemente que alguna crecida no lo arrastre fácilmente. Comencé a buscar algunas ramas que me permitieran camuflarlo aunque después de que la joven retirara todas sus cosas podríamos cubrirlo con arena también. Saqué mi daga de la cintura y corté algunas ramas que podrían servirnos y me acerqué a bote, miré a la humana y le indique con señas de que buscaba hacer mientras estiraba la palabra – Ocultar… –
En cuanto ellas estuvieran dispuestas podríamos comenzar el viaje, tenia algunos frutos secos en mis bolsas que podrían servirnos de alimento y siempre podría acercarme a la orilla y “pescar” a flechazos algún que otro pescado.
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Lys
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
La verdad esque después de la primera impresión de locas de la cabeza, aquellas dos chicas me hicieron un favor muy grande, si toda la gente de Aerandir era tan buena como ellas, no tendría ningún problema para lograr mis objetivos, pero sabía que aquello no iba a ser todo de color de rosa, puesto que ellas eran elfas, la raza más pacífica y amable de Aerandir, y bueno, un poco locas. Ladeé la cabeza intentando comprender cada palabra de lo que decían, en vano, podrían estar diciendo cómo cocinarme o cómo matarme, pero preferí pensar que estaban hablando sobre cómo llegar a Lunargenta.
En fin, Alathos estaba muerto y el nuevo rey, Seigfcomosea, esperaba que aquel hombre fuese amable conmigo y no me tomase como una loca más, al fin y al cabo él no había vivido la época de los terrestres. Asentí a todo lo que me decían, la elfa del caballo me dijo que recogiese mis cosas y luego subir al caballo o algo así.. Bueno, como fuese, tenía que recoger todo. Metí todo en la mochila de mala manera y me calcé las converse, asqueada, puesto que tenía los pies llenos de arena, muy molesto todo.
¿Cómo iba a estar en Aerandir con aquella ropa? Menos mal que me dejaron una capa, pude echármela por encima y me puse la capucha, seguramente porque mi pelo tan rojo oxigenado llamaría bastante la atención, así parecería una elfa más.
-Caballo... -Repetí con Stella. Estar en Aerandir era como volver a nacer, como olvidar todo lo que había aprendido y volver a aprender cosas diferentes, cosas.. Aerandianas. Debía de olvidarme de la civilización, de los juegos, de la play, de twitter, de internet.. Un momento ¿Podría twittear desde Aerandir? Saqué mi móvil disimuladamente, el icono de internet estaba encendido y parpadeando, rápidamente intenté enviar un WhatsApp a un amigo, pero la ruletita acechaba... Nada, no había manera. Apagué de vuelta el móvil, tenía dos baterías y no sabía cuánto tiempo iba a estar allí, así que guardé el móvil de nuevo en la mochila y la subí a lomos del caballo. Cómo me ardían las converse, me las saqué y las metí en la mochila en una bolsa de plástico, aquellas tenían más valor sentimental que otra cosa. Me acomodé la capa y me puse al lado del caballo para emprender nuestra aventura.
En fin, Alathos estaba muerto y el nuevo rey, Seigfcomosea, esperaba que aquel hombre fuese amable conmigo y no me tomase como una loca más, al fin y al cabo él no había vivido la época de los terrestres. Asentí a todo lo que me decían, la elfa del caballo me dijo que recogiese mis cosas y luego subir al caballo o algo así.. Bueno, como fuese, tenía que recoger todo. Metí todo en la mochila de mala manera y me calcé las converse, asqueada, puesto que tenía los pies llenos de arena, muy molesto todo.
¿Cómo iba a estar en Aerandir con aquella ropa? Menos mal que me dejaron una capa, pude echármela por encima y me puse la capucha, seguramente porque mi pelo tan rojo oxigenado llamaría bastante la atención, así parecería una elfa más.
-Caballo... -Repetí con Stella. Estar en Aerandir era como volver a nacer, como olvidar todo lo que había aprendido y volver a aprender cosas diferentes, cosas.. Aerandianas. Debía de olvidarme de la civilización, de los juegos, de la play, de twitter, de internet.. Un momento ¿Podría twittear desde Aerandir? Saqué mi móvil disimuladamente, el icono de internet estaba encendido y parpadeando, rápidamente intenté enviar un WhatsApp a un amigo, pero la ruletita acechaba... Nada, no había manera. Apagué de vuelta el móvil, tenía dos baterías y no sabía cuánto tiempo iba a estar allí, así que guardé el móvil de nuevo en la mochila y la subí a lomos del caballo. Cómo me ardían las converse, me las saqué y las metí en la mochila en una bolsa de plástico, aquellas tenían más valor sentimental que otra cosa. Me acomodé la capa y me puse al lado del caballo para emprender nuestra aventura.
Merié Stiffen
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
La joven comenzó a prepararse para continuar, sacó un objeto extraño de entre sus pertenecías y lo miro como esperando que hiciera algo, quizás debía ser algún dispositivo mágico de donde venía pero no sabía qué, lo guardó y luego se sacó aquello que llevaba como calzado. La miraba fascinada por las cosas extrañas que portaba consigo, quizás sean comunes de donde viene pero aquí no había visto nada parecido. Luego que pareció estar lista, le extendí unos frutos de los que llevaba conmigo por si estaba hambrienta. Le mostré uno y dije
- Comida – me lo llevé a la boca para que sepa que era confiable y le coloqué varios en la mano – Guárdalos – continúe y señalé un bolsillo interno de la capa que le había dado. Le sonreí y miré a la elfa a mi lado. – Vamos a ese poblado que decías si quieres.
No sabía que tenía Stellae en mente pero sea lo que sea no tenían un poblado tan cerca y el primero se encontraba hacia el norte. Por lo que comenzamos a caminar por la playa en esa dirección. Era una mañana bastante tranquila y era mejor que así continuara.
- Que pena no saber qué es lo que la trae hasta aquí- dije en casi un susurro para que solo la otra elfa me escuchara, ya que la joven no conocía el idioma y de esta manera se tornaba algo monótono.
Continuamos caminando una largo rato hasta que entrando al bosque apareció un sendero apenas marcado, era por allí donde debíamos entrar si queríamos acercarnos a algún poblado.
- Camino – dije señalando para que la humana lograra comprenderme.
- Comida – me lo llevé a la boca para que sepa que era confiable y le coloqué varios en la mano – Guárdalos – continúe y señalé un bolsillo interno de la capa que le había dado. Le sonreí y miré a la elfa a mi lado. – Vamos a ese poblado que decías si quieres.
No sabía que tenía Stellae en mente pero sea lo que sea no tenían un poblado tan cerca y el primero se encontraba hacia el norte. Por lo que comenzamos a caminar por la playa en esa dirección. Era una mañana bastante tranquila y era mejor que así continuara.
- Que pena no saber qué es lo que la trae hasta aquí- dije en casi un susurro para que solo la otra elfa me escuchara, ya que la joven no conocía el idioma y de esta manera se tornaba algo monótono.
Continuamos caminando una largo rato hasta que entrando al bosque apareció un sendero apenas marcado, era por allí donde debíamos entrar si queríamos acercarnos a algún poblado.
- Camino – dije señalando para que la humana lograra comprenderme.
Lys
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
-Por mí no hay problema… después de todo no llevo apuro alguno – Me dijo Lys mientras sacaba una capa con capucha para Merié –. Mientras tanto esto puede servir - Se la tendió a la chica. –. Quizás deberíamos ocultar el bote… que al menos no sea tan visible a la distancia.
Estaba de acuerdo con Lys, y antes de que fuese a ayudarla, ella ya había arrastrado la barca. Después nos pusimos las dos a buscar ramas para camuflar aquella balsa, aunque no del todo, pues las cosas de Merié seguían dentro. Mientras me ocupaba de poner todas las cosas recogidas por fuera, de manera que pareciese una barca olvidada tiempo atrás, Escuché cómo Lys le hablaba despacio a Merié.
–Ocultar…
Cuando terminé, me fijé en que Merié y Lys se preparaban para partir, y me puse a hacer lo mismo, hasta que me distraje cuando la chica de más allá del mar sacó un objeto pequeño y se quedó mirándolo, esperando algo. Tras unos segundos, y con gesto decepcionado, lo guardó y se quitó el extraño calzado que llevaba. Cuando me terminé de alistar para el viaje, vi cómo Merié le extendía unos frutos.
-Comida – Dijo mientras se lo llevaba a la boca, para después dejarle varios en la mano. –. Guárdalos – Señaló un bolsillo de la capa con una sonrisa y me miró después. –. Vamos a ese poblado que decías si quieres.
Sin saber qué más decir, comenzamos a caminar. Era una mañana clara, en calma, bastante agradable. El sonido del mar acompañaba a nuestros pasos, y el viento arrastraba el olor a sal y cargaba el ambiente, pero no me resultaba desagradable. Sobretodo porque mi mente bloqueaba de manera bastante efectiva los recuerdos que tenían que ver con el mar.
- Que pena no saber qué es lo que la trae hasta aquí... - Susurró Lys de pronto.
-Sí, pero ya lo averiguaremos... - Sonreí con intención de darle ánimos a la otra elfa.
Continuamos caminando en un silencio cómodo hasta que, al fin, encontramos un camino. No era un camino especialmente grande ni elaborado, aunque se notaba que se transitaba con frecuencia.
- Camino – dijo Lys mientras lo señalaba.
-Bueno, andando entonces. - Sonreí a Merié con calidez, no pretendía que pensase que estábamos locas o que queríamos hacerle algo.
Le levanté el pulgar, esperando que para ella significase lo mismo que para mí: que todo va bien. Después miré hacia delante, dispuesta a enfilar el camino de este improvisado viaje.
Estaba de acuerdo con Lys, y antes de que fuese a ayudarla, ella ya había arrastrado la barca. Después nos pusimos las dos a buscar ramas para camuflar aquella balsa, aunque no del todo, pues las cosas de Merié seguían dentro. Mientras me ocupaba de poner todas las cosas recogidas por fuera, de manera que pareciese una barca olvidada tiempo atrás, Escuché cómo Lys le hablaba despacio a Merié.
–Ocultar…
Cuando terminé, me fijé en que Merié y Lys se preparaban para partir, y me puse a hacer lo mismo, hasta que me distraje cuando la chica de más allá del mar sacó un objeto pequeño y se quedó mirándolo, esperando algo. Tras unos segundos, y con gesto decepcionado, lo guardó y se quitó el extraño calzado que llevaba. Cuando me terminé de alistar para el viaje, vi cómo Merié le extendía unos frutos.
-Comida – Dijo mientras se lo llevaba a la boca, para después dejarle varios en la mano. –. Guárdalos – Señaló un bolsillo de la capa con una sonrisa y me miró después. –. Vamos a ese poblado que decías si quieres.
Sin saber qué más decir, comenzamos a caminar. Era una mañana clara, en calma, bastante agradable. El sonido del mar acompañaba a nuestros pasos, y el viento arrastraba el olor a sal y cargaba el ambiente, pero no me resultaba desagradable. Sobretodo porque mi mente bloqueaba de manera bastante efectiva los recuerdos que tenían que ver con el mar.
- Que pena no saber qué es lo que la trae hasta aquí... - Susurró Lys de pronto.
-Sí, pero ya lo averiguaremos... - Sonreí con intención de darle ánimos a la otra elfa.
Continuamos caminando en un silencio cómodo hasta que, al fin, encontramos un camino. No era un camino especialmente grande ni elaborado, aunque se notaba que se transitaba con frecuencia.
- Camino – dijo Lys mientras lo señalaba.
-Bueno, andando entonces. - Sonreí a Merié con calidez, no pretendía que pensase que estábamos locas o que queríamos hacerle algo.
Le levanté el pulgar, esperando que para ella significase lo mismo que para mí: que todo va bien. Después miré hacia delante, dispuesta a enfilar el camino de este improvisado viaje.
Stellae
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Re: Después de la tormenta siempre llega la calma (Libre / Madrugada)
La verdad es que aquello era de locos, parecía sacado de un libro de literatura basura de principios del siglo XXI, como los de crepúsculo o como se escribiese. Me guardé todo aquello que me dieron, sinceramente todo lo que me decían y me daban era de muchísima utilidad. Me puse la capa, con la que parecía sacada del señor de los anillos, que no me pegaba nada con las vans, así que pronto debería de deshacerme de muchas cosas.
Emprendimos el camino, ¡Camino! ya sabía decir caballo, camino y comida, seguro que con eso podría subsistir... unas horas viva. Estuvimos charlando, más o menos charlando, de lo que podíamos, poco a poco iba enterándome de algunas palabras extrañas que asociaba por el contexto de las frases. Lys y Stellae, jamás olvidaría los nombres, y quién sabe, quizá podrían formar parte de mi historia más adelante.
Me llevaron hasta las mismísimas puertas de Lunargenta en unas horas, al parecer no estábamos demasiado lejos. Les agradecí con las manos, por signos, esperando que me entendiesen y saqué mi mochila, les regalé un reloj digital a Lys y una pulsera de bolitas a Stellae, seguro que les encantaría. Nos despedimos, como si nada, y yo me vi sola de nuevo en mitad de la nada. Ahora quedaba llegar hasta el castillo.
Emprendimos el camino, ¡Camino! ya sabía decir caballo, camino y comida, seguro que con eso podría subsistir... unas horas viva. Estuvimos charlando, más o menos charlando, de lo que podíamos, poco a poco iba enterándome de algunas palabras extrañas que asociaba por el contexto de las frases. Lys y Stellae, jamás olvidaría los nombres, y quién sabe, quizá podrían formar parte de mi historia más adelante.
Me llevaron hasta las mismísimas puertas de Lunargenta en unas horas, al parecer no estábamos demasiado lejos. Les agradecí con las manos, por signos, esperando que me entendiesen y saqué mi mochila, les regalé un reloj digital a Lys y una pulsera de bolitas a Stellae, seguro que les encantaría. Nos despedimos, como si nada, y yo me vi sola de nuevo en mitad de la nada. Ahora quedaba llegar hasta el castillo.
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FIN DEL ROL.
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Merié Stiffen
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