Recuerdos de una Mente Perdida [Libre]

Al principio la visión era solamente roja como brillante sangre hasta que lentamente imágenes de realidad se formaron, al principio difusas como alucinógenos sueños hasta que, después de un largo tiempo la realidad supero a los sueños y el joven logro recobrar la conciencia.

¿Quien era? ¿Donde estaba? No podia recordar nada, y aunque lo intentaba su mente solo le devolvía dolor como respuesta a todas sus preguntas. Ese dolor, era probablemente el único recuerdo real que aun quedaba en su mente. El dolor de una perdida y el dolor de la venganza y la muerte.

Miro sus ropas y su cuerpo, rojos, manchados con sangre. ¿Era su sangre? No tenia forma de saberlo con certeza. A segundos la desesperación atravesaba su cuerpo como un puñal y le daban ganas de gritar. De destruir, de matar. ¿Que eran esos sentimientos y de donde provenían?. La duda no hacia mas que acentuar su ya precaria situación.

Solo había pasado un día desde la última luna llena, y aún no se sentía del todo bien, aún tenía jaquecas y sentía aquella ira incontrolable de las noches de luna llena. Como cada semana de luna llena Nana había salido de Lunargenta antes de aquel día, y se quedaría tres días más a partir de ese día; Ya había pasado uno.
Caminaba tranquilamente por el bosque, buscando algo que cazar, aún se encontraba en los límites del territorio de los humanos, así que debía de alejarse aún más. Corrió en su forma de lobo, con aquella bolsa atada al cuello donde llevaba algo de ropa y de comida y se puso a correr sin rumbo.
Ya hacía un rato que había llegado hasta la arboleda, allí donde ni la luz de la luna conseguía filtrarse por los huecos entre los árboles, cuando un olor muy familiar llegó a su hocico, un olor que nunca había olvidado. Pese al agotamiento su instinto le decía que algo no iba bien, y que debía de llegar cuanto antes a la fuente de aquel olor tan familiar.

Cuando llegó a donde venía el olor, un pequeño claro al cual le había conducido el olor y un rastro de sangre de un jabalí que había visto muerto unos metros más allá, y en medio de aquella mancha de sangre y tripas, un hombre lleno de sangre, asustado. Se asomó entre las hojas a aquel pequeño claro donde la luz de la luna lo iluminaba. Se transformó en humana y corrió hacia él.
-¡Marth! -Le gritó atónita. De repente sintió como un puñal se le clavaba en la espalda, aquel hombre que la había abandonado tanto tiempo atrás, ahora le había encontrado, y no sabía si tenía ganas de matarlo o simplemente de olvidarle y empezar de cero. Pero una pregunta resonó en la mente de Nana ¿Por qué estaba tan asustado? Se paró en seco antes de llegar hasta donde él estaba y le miró atenta. -... ¿Estás bien? ¿Qué te pasa? -Le preguntó guardando aquella distancia prudencial por si el licántropo perdía el control.

(Hubiera estado bueno que no hubieras dicho de donde venia la sangre, tenia algunas ideas sobre eso y como que ya no las puedo usar)

Escucho una voz y vio un rostro, en ese momento algo en su interior se sintió raro, se sentia.. familiar, como si alguna parte de su cerebro intentara atravesar una barrera. Pero, únicamente recibió por su esfuerzo una considerable jaqueca, un agudo dolor de cabeza. La voz dijo un nombre, ¿acaso era su nombre?, solo pensarlo aumento aun mas el dolor.

Sus ojos se volvieron fríos y su mirada seria, no sabia quien era la persona pero no pensaba mostrarle ningún signo de debilidad.

-¿Quien eres?.- pregunto sin mostrar ninguna emocion mientras que en el interior de su mente recordaba el sonido de su propia voz, sorprendido. No podía recordar que significan todas las palabras, pero sabia que cuando fuera necesario podría usarlas fácilmente.

Miro su cuerpo y los alrededor, buscando algo, no muy lejos de la vista sintió que había encontrado lo que buscaba, dos espadas se encontraban apoyadas en un árbol, y algo le hacia creer fervientemente que era dueño de ambas. Habían sido su elemento de la venganza, ¿Pero de que venganza en particular?

Nana dio un paso más hacia atrás, al parecer su compañero se encontraba más o menos bien, por lo que no necesitaría su ayuda, pero por otro lado... Aquellos ojos almendrados lucían de un color diferente, un brillo inusual que nunca había visto desde que le conoció.
Le miró desde la penumbra, a ella le sucedía que después de una luna llena siempre olvidaba lo que había sucedido, sufría amnesia y se volvía agresiva. Por eso desconfió de su amigo.
-Marth... Soy yo, Nana, quién va a ser sino.. -Le dijo con una sonrisa amistosa.
Debía de transmitirle confianza si no quería acabar en una lucha, puesto que a ella aún la luz de la luna la atontaba y la volvía más violenta.

Se puso todo el pelo a un lado y a paso lento pero firme se acercó a su amigo y le tendió la mano, pero todo esto sin bajar la guardia, aún el olor a sangre la ponía aún más nerviosa, más eufórica, desconfiada, violenta...
-Venga, volvamos a casa...-Le dedicó una sonrisa un poco forzada a su compañero, no se encontraba muy bien, sus instintos la llamaban pero no podía responderlos, no ahora.

Miro a la mujer con seriedad, decía llamarse Nana, como si ese nombre pudiera significar algo para él. Sentía que estaba cerca de recordar a esa mujer, hasta que el dolor regreso y volvió a nublar sus recuerdos.

Al desprenderse de sus confusos recuerdos pudo sentir algo mas, algo en esa mujer no resultaba del todo agradable. Dio unos pasos hacia atrás, con cuidado.

-No parece un buen momento para que te acompañe.- dijo, sin pensarlo demasiado. Lanzo una rápida mirada hacia sus espadas, aunque algo le hacia pensar que aunque las alcanzara tendría pocas probabilidades.

Nana tragó saliva, aún estaba enfadada por haberla dejado sola durante tanto tiempo, suspiró y reuniendo la paciencia suficiente se acercó a su amigo y se puso de cuclillas frente a él mirándole fijamente a los ojos. No sabía si su compañero le estaba gastando una broma pesada, si simplemente no quería ir con ella o realmente no recordaba nada de lo que habían vivido.

-Marth, espero que esto no sea una broma, no tiene ninguna gracia...-Le dijo seria con los ojos llenos de preocupación. Reinó el silencio en el bosque, de repente se sintió confusa y no sabía muy bien que hacer, pero tenían que salir de allí; Y rápido. -Marth, ¿No recuerdas el lago, la cueva, la posada...? -Le observó de arriba abajo, no sabía si tendría alguna herida ya que estaba lleno de sangre.

Frunció el ceño preocupada, no podía permitirse perder a un miembro de su clan en esas condiciones, y estaba segura de que algo pasaría si se quedaban allí, rodeados de muerte y olor a sangre. Ni grillos ni luciérnagas, solo el brillo de la luna y la respiración del viento que agitaba las hojas de los árboles. El tiempo parecía haberles dado una tregua para reconciliarse a ambos.

Marth miro a la mujer, algo en ella resultaba extrañamente familiar, pero ninguna de sus palabras tenia ningún sentido para él. Ella hablaba de cosas que habían sucedido, pero él no recordaba ninguna de ellas. Pero, quizás estaba todo en su mente, quizás simplemente necesitaba creer que recordaba a alguien para no caer en la locura.

-Deberas darme algo mas de información si tienes la intención de que te siga.- Aun recordaba como comunicarse, eso era algo por lo menos. Aunque, no podia recordar el significa de todas las palabras, parecía que aun podía unirlas para formas frases mas o menos complejas.

Cruzo los brazos y espero que la mujer hablara.

Nana empezaba a perder los papeles, Marth estaba raro, parecía diferente, era más cabezón de lo normal. Los grillos se escuchaban por el bosque, pero el viento no movía las hojas de los árboles. El tiempo seguía sin avanzar y cada vez quedaba menos tiempo.
Suspiró hondo y se recogió el pelo llevándoselo a la parte derecha del cuello, se acomodó el flequillo y se sentó en el suelo.

-Tu nombre es Marth, no tienes apellidos, al menos que yo conozca. -Empezó cruzándose de piernas mientras le miraba a los ojos. Empezaba a hacer frío, así que se abrazó las rodillas para compensar el frío en su cuerpo desnudo. -Eres un licántropo, tu forma de lobo es blanca y roja... -Hizo una pausa para poder escuchar el entorno, no había peligro aparente. -... Te conocí una noche en el lago central, luego aceptaste acompañarme y formar parte de mi clan, vivimos un tiempo en Lunargenta y tú.. -Suspiró hondo, aquellas palabras le salían del corazón y le dolían. -Me abandonaste, bueno, no sé si fue así, simplemente desapareciste un día. -Le dijo con el ceño fruncido mínimamente y desvió la mirada al suelo con una expresión de tristeza.

Alzó la vista para volverle a mirar con una sonrisa y le puso la mano en el hombro sonriéndole amablemente. Seguramente no habría recordado nada, pero al menos podría haber visto que no mentía, que lo que le contaba era cierto, y que algún día podía llegar a recordar todo aquello.

Marth cerro los ojos y busco dentro de su propia mente. Las palabras de la mujer lo confundían, sentía que decía la verdad,pero no tenia la confianza suficiente como para aceptarlo fácilmente. Forzó su mente a recordar, a recuperar aquello que había perdido.

Solo pudo ver fragmentos, momentos desordenados, no conectados por el tiempo, solo una serie de imágenes inconsistentes. Pudo recordar su propio cuerpo, manchado por la sangre de los enemigos, y varias imágenes de la mujer. Sentía que en el pasado había sido importante para él.

-Voy a creer en tus palabras.- dijo mientras abría los ojos, esperaba que todo eso no fueran solo trucos de su mente, no podía siquiera confiar en si mismo. Sin recuerdos no era nada, solo la cascara vacía de un hombre.

Algo lo quebró en mil pedazos, pero había regresado, como una persona diferente.

Nana ladeó la cabeza, aburrida, no sabía realmente si Marth le estaba tomando el pelo, pero si aquello era una broma no tenía ninguna gracia. Pero no podía hacer nada, tenía que confiar en él, aunque estaba enfadada y confundida, debía de ayudarle. Se levantó sin hacer movimientos bruscos y le tendió la mano a su amigo. 

-Vamos, enserio, este sitio no es seguro para ninguno de los dos.. -Le dijo mirándole a los ojos, convencida de sus palabras, tenía que transmitirle confianza, porque si realmente no se acordaba de nada, ahora mismo desconfiaría de todo el mundo, y ella lo necesitaba a su lado, porque era uno  más, y no lo iba a dejar tirado así como así. 

Miró hacia todas partes, no se oía nada, ni lejos, ni cerca, solo el susurro del río a lo lejos, muy lejos. Demasiado lejos para su gusto, debían de recorrer bastante distancia hasta llegar hasta la cueva, y más aún para llegar hasta Lunargenta. 

-Mira, sé que no me abandonaste porque sí, no sé, tus razones tendrías... Solo intenta confiar en mi, te tiene que ser familiar, ya lo hiciste una vez. - No era hora de reproches, corrían peligro, mucho peligro si no se movían.

Un lobo perdido, manchado con sangre, ciertamente la situación era muy similar a aquella del pasado, donde se habían conocido por primera vez. Pero Marth no podía recordar ese hecho, mas que por unas pocas imágenes, que no cobraban sentido en su mente.

-Dije que creería en tus palabras, eso debería ser suficiente.- le dijo relajando su mente, no tenia sentido preocuparse por sus recuerdos, aun si regresaban nada cambiaría.

-¿Hacia donde debemos ir?.- pregunto mientras caminaba hacia donde se encontraban sus espadas, fueran a donde fueran, no podía irse sin ellas. Eran lo único que le quedaba. Por suerte ya se encontraban ambas enganchadas a algo que parecía un cinturón, eso le ahorraba trabajo.

Se mordió el labio al escucharle, estaba muy cabreada. Se dio la vuelta y se mordió el labio apretando los puños por no decir nada, ni hacer nada, mientras esperaba a que él recogiese sus cosas para poder emprender el camino. 

Se giró para mirarle de reojo, y frunció el ceño, se veía diferente a como lo recordaba, estaba más arisco, más frío que de costumbre, y le hacía perder los nervios. 

-Hacia allá, no tiene pérdida. -Le dijo seca y sin girar para verle se echó una manta por encima que siempre llevaba atada al cuello en su forma de lobo para estas ocasiones y se resguardó de la fría noche, más en su forma humana era débil al frío, lo odiaba con toda su alma, y su único abrigo era ese, una manta. - Llegaremos antes del amanecer. -Volvió a decirle en el mismo tono seco, no sabía qué decir realmente, estaba cansada, enfadada y tenía frío, parecía que el verano nunca iba a llegar aquel año a sus tierras. 

Tomó un atajo, se cubrió la cabeza con la manta para resguardarse mejor, y siempre andaba delante sin girar la vista, asegurándose de que su acompañante la seguía por el sonido de sus pisadas.

Marth se puso el cinturón, algo en el proceso le resultaba bastante familiar, tener sus espadas consigo le hacia sentir mas seguro, aunque no fuera mas que una falsa seguridad.

Miro a la mujer que comenzaba a avanzar, sin mirar hacia atrás. Viendo que no tenia ninguna otra opción comenzó a seguirla. Eso llevo a su mente la imagen de otro viaje, diferente, pero a la vez similar.

-El viaje mas largo comienza solo con un paso.- se dijo a si mismo, no sabia porque, pero esa frase hacia llegado a su mente. Bien podía representar su deseo de empezar una nueva vida, viendo perdida la anterior.

El frió era mas alto que el grado aceptable, pero sus ropas lo mantenían con cierta calidez, en parte agradecía al frió, sentirlo le demostraba que aun seguía con vida. Que aunque ya no supiera quien era ni que había hecho, aun estaba vivo, y todavía podía hacer mas cosas. Y generar nuevos recuerdos.

Seguía hacia delante, sin mirar atrás. Sabía que él había cambiado más de lo que se imaginaba, en otro momento la habría arropado con lo que fuese. Era inútil, aquellas palabras, aquella promesa se había perdido en el tiempo, en el espacio, en los recuerdos. No merecía la pena discutir, ni hablar, se sentía apática. 

Tras un rato andando se paró, se había clavado algo en sus pies descalzos, se apoyó en un árbol y se quitó la rama que se había clavado en la planta del pie. Hizo una pequeña mueca de fastidio y sin decir ni hacer nada continuó el camino hacia el riachuelo, aún quedaba un buen trecho hasta llegar hasta allí. 

Iba cojeando un poco, intentando pisar lo menos posible en la zona de la herida, haciendo muecas de dolor de vez en cuando cuando pisaba mal. Estaba acostumbrada a ir por el bosque, pero en su forma humana se le hacía muy complicado andar desnuda por ahí sin hacerse rasguños, pero sabía que si se transformaba en lobo podía ser fatal, la noche de luna llena se acercaba y no podía correr ese riesgo. 

Tenía las piernas rasgadas por los matojos de malas hierbas de los bosques del oeste, cómo odiaba aquel sitio. 
-Quién me manda meterme aquí... -Dijo en voz baja para ella misma, mordiéndose los labios y negando con la cabeza.

Marth miro a la mujer sin mostrar ninguna emoción, le resultaba interesante como seguía avanzando a pesar de que era obvio que se había hecho daño en uno de sus pies, y, a cada paso, seguía recibiendo daño. Pero una parte de él sabia que eso para la mujer no era nada.

No respondió a sus palabras, ya que era obvio no iban referidas hacia él. A diferencia de la mujer él si iba vestido, y no sufrió complicaciones mas allá de enganchar su ropa con una que otra rama molesta. Esquivaba la mayoría de las ramas con facilidad, manteniendo el paso de la mujer para no quedar atrás.

Nada de lo que veia le resultaba conocido, y no tenia idea de hacia donde quería ir la mujer. Pero no le preocupaba, no tenia un lugar mejor al cual ir.

Ahí seguían, andando, sin decirse nada, sin mirarse siquiera, se sentía indiferente, tenía un cúmulo de emociones pasándole por la cabeza. Por una parte estaba enfadada con el antiguo Marth por haberla dejado así, y por haberse perdido con sus promesas y sus momentos. Pero por otra parte había perdido toda la ilusión de recuperar a lo que antes fue un amigo y confidente, y el nuevo Marth le era indiferente. 

Habían llegado al riachuelo, se paró en seco, iba a girarse para decirle algo, pero decidió que era mejor no girarse, no decir nada, porque total, no iba a recibir ningún comentario agradable como antes. Ya nada era como antes. 

Se mordió el labio e hizo una señal con la cabeza señalando que tenían que cruzar el riachuelo. Ella pasó primero por unas rocas, la corriente era fuerte y si se caía podía ser arrastrada mucho más allá, y el agua no le hacía mucha gracia con el frío que tenía. 

Se mojó las piernas y gran parte de la manta por el choque del agua con las rocas, pero no se giró, no dijo nada, simplemente siguió caminando delante de él hacia la parte sur del lago.

Empezaba a amanecer y el ambiente se teñía de tonos rojizos y naranjas junto a ese espesor de niebla que acechaba a todo el bosque.

Marth se movía con agilidad siguiendo a la mujer, después de un tiempo habían llegado a un riachuelo. Era obvio solo con ver el agua que la corriente era fuerte, no le resultaría simple cruzar. Pero tampoco le resultaría simple, estaba seguro de que ese no era el primer rió que se veía obligado a cruzar.

Atravesó el riachuelo de la misma forma que la mujer, y el resultado de sus acciones fueron similares. Con parte de las ropas mojadas logro llegar hasta el otro lado.

-Hace demasiado frió.- fue lo único que dijo, por culpa del agua el frió que hacia poco resultaba aceptable se había convertido en una verdadera molestia. No esperaba que la mujer contestara, y para una parte de él era preferible que no lo hiciera. Estaba seguro de que sus palabras no lo ayudarían.

Pasaba el tiempo mientras caminaban y así también los colores que los rodeaban.