Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
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Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
Miles Charlesberg es un buen caballero dragón, aparenta unos veintitantos largos, pelo largo rubio y lacio, su armadura plateada de primera clase al igual que el filo de su espada, capaz de trocear un solo cabello en el aire a una distancia considerable. En vísperas de su compromiso con la hermosa doncella Alelí, el anillo destinado a ella le fue robado de su cabaña en medio de la Llanura Nevada. Gracias a sus conocimientos en el terreno, Miles llegó a la conclusión de que la joya fue tomada por un [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Algunos pelos cerca del rastro apuntaban a que el color predominante de la pequeña bestia es negro.
Miles estará dispuesto a pagar la suma de 500 aeros a quién le devuelva su objeto más preciado.
-500 aeros
-15 puntos de experiencia + 5 posibles de desarrollo para nivel cero, a medida que el nivel del personaje aumenta, disminuye la experiencia en la misma proporción hasta los 12 puntos.
Miles estará dispuesto a pagar la suma de 500 aeros a quién le devuelva su objeto más preciado.
- anillo:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Requerimientos
-Para completar la misión necesitarás un mínimo de siete respuestas de al menos veinte líneas cada una, por participante.
-Puede participar un máximo de tres personas.
- En esta misión participaré si lo considero necesario, de lo contrario, vendré a verificar la calidad del rol, la cantidad de líneas y post además de entregar la experiencia y los aeros.
-Mínimo de 10 posts on rol
Recompensa
-500 aeros
-15 puntos de experiencia + 5 posibles de desarrollo para nivel cero, a medida que el nivel del personaje aumenta, disminuye la experiencia en la misma proporción hasta los 12 puntos.
Thorn
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
Con el pasar del tiempo sus viajes lo llevaron al otro extremo de Aerandir, con una piel más curtida por los climas y una madurez en los ojos que sólo se gana con la vida, y que es más común en los humanos. Había sufrido toda clase de aventuras, y sabía perfectamente que aún le faltaban muchas más. Y eso, a pesar de que la mayoría no fueron agradables, lo llenaba de avidez.
Vagando en aquella zona fría, con sus botas de lana cubriendo las de cuero… caminaba al lado de Astaldo [su caballo], pues había llegado a una región de chozas distribuidas irregularmente en la llanura.
Se sentía aliviado, ya que sus víveres estaban por agotarse. Astaldo seguía teniendo su postura fuerte y llena de suficiencia, pero lo cierto era que tal como su Amo, poco bocado había consumido en los últimos días. No se alzaba ninguna especie de posada, solo cabañas que a simple vista no se diferenciaban por mucho entre sí. Se acercó a un portal, dejando a su caballo a unos metros, y luego toco suavemente la puerta. Era hora temprana de la mañana y no deseaba importunar.
Un hombre rubio, con el rostro claramente contrariado abrió de golpe la puerta
-¿Lo han encontrado?- mira al elfo con extrañeza luego de ahogar el volumen de su pregunta. -¿Qué desea?- pronunció con la misma contrariedad de su rostro. El elfo dudó, pero que más daba si ya le había molestado.
- Me disculpo si he llegado en mal momento, busco un lugar para abastecerme de recursos esenciales y seguir con mi marcha.
-¿es de por aquí?- preguntó el que parecía un recio caballero, conociendo ya la respuesta
-No, estoy de paso.
- Entre – indicó el hombre rubio como si de repente recordara algo, iba vestido a medias con una armadura algo aparatosa. El elfo lo siguió, esperando que él pudiera venderle lo poco que pudiera comprar con las pocas monedas que le quedaban, pero el rubio le dio la espalda y siguió vistiendo partes de su atuendo. –Estoy en una búsqueda, veo que es un elfo, y ustedes están sobrados de esas cosas sensibles con la naturaleza- dijo con un tono que pretendía ser despectivo y volteo a mirarlo–veo por tu apariencia, que no tienes mucho oro encima, corrígeme si estoy equivocado- Fedallah no respondió, solo ladeo su rostro con atención. El hombre sonrió de lado –Busco a un maldito Tanuri, se ha llevado algo de gran valor. Ayúdame a encontrarlo y te daré lo que has venido a buscar, más 500 aeros como paga.-
El hombre terminó de colocarse todo, listo para salir. Fedallah caviló unos segundos y asintió. Recordaba haber leído sobre esas criaturas en uno de los libros de la biblioteca de su padre en Sandorai. “Las criaturas del invierno”. –De acuerdo… voy a encontrarlo.-
-Me alegra, aquí solo hay muchachos idiotas que buscan enérgicos por la recompensa, pero no tienen idea de cómo hacerlo… y yo tardaría demasiado cubriendo toda la zona-
Para entonces Fedallah había emprendido camino hacia afuera, el rubio caballero parecía demasiado encolerizado y no tenía ganas de escuchar maldiciones. –¿Qué es el objeto y cuál es su nombre?-
-Miles Charlesberg, es un anillo… y si puedes tráeme al Tanuri de cabellos negros que lo tenga, alguien tiene que darles una lección a esos roedores-
Fedallah subió a su caballo –Estaré de vuelta, si es posible antes de que el sol se ponga-
Vagando en aquella zona fría, con sus botas de lana cubriendo las de cuero… caminaba al lado de Astaldo [su caballo], pues había llegado a una región de chozas distribuidas irregularmente en la llanura.
Se sentía aliviado, ya que sus víveres estaban por agotarse. Astaldo seguía teniendo su postura fuerte y llena de suficiencia, pero lo cierto era que tal como su Amo, poco bocado había consumido en los últimos días. No se alzaba ninguna especie de posada, solo cabañas que a simple vista no se diferenciaban por mucho entre sí. Se acercó a un portal, dejando a su caballo a unos metros, y luego toco suavemente la puerta. Era hora temprana de la mañana y no deseaba importunar.
Un hombre rubio, con el rostro claramente contrariado abrió de golpe la puerta
-¿Lo han encontrado?- mira al elfo con extrañeza luego de ahogar el volumen de su pregunta. -¿Qué desea?- pronunció con la misma contrariedad de su rostro. El elfo dudó, pero que más daba si ya le había molestado.
- Me disculpo si he llegado en mal momento, busco un lugar para abastecerme de recursos esenciales y seguir con mi marcha.
-¿es de por aquí?- preguntó el que parecía un recio caballero, conociendo ya la respuesta
-No, estoy de paso.
- Entre – indicó el hombre rubio como si de repente recordara algo, iba vestido a medias con una armadura algo aparatosa. El elfo lo siguió, esperando que él pudiera venderle lo poco que pudiera comprar con las pocas monedas que le quedaban, pero el rubio le dio la espalda y siguió vistiendo partes de su atuendo. –Estoy en una búsqueda, veo que es un elfo, y ustedes están sobrados de esas cosas sensibles con la naturaleza- dijo con un tono que pretendía ser despectivo y volteo a mirarlo–veo por tu apariencia, que no tienes mucho oro encima, corrígeme si estoy equivocado- Fedallah no respondió, solo ladeo su rostro con atención. El hombre sonrió de lado –Busco a un maldito Tanuri, se ha llevado algo de gran valor. Ayúdame a encontrarlo y te daré lo que has venido a buscar, más 500 aeros como paga.-
El hombre terminó de colocarse todo, listo para salir. Fedallah caviló unos segundos y asintió. Recordaba haber leído sobre esas criaturas en uno de los libros de la biblioteca de su padre en Sandorai. “Las criaturas del invierno”. –De acuerdo… voy a encontrarlo.-
-Me alegra, aquí solo hay muchachos idiotas que buscan enérgicos por la recompensa, pero no tienen idea de cómo hacerlo… y yo tardaría demasiado cubriendo toda la zona-
Para entonces Fedallah había emprendido camino hacia afuera, el rubio caballero parecía demasiado encolerizado y no tenía ganas de escuchar maldiciones. –¿Qué es el objeto y cuál es su nombre?-
-Miles Charlesberg, es un anillo… y si puedes tráeme al Tanuri de cabellos negros que lo tenga, alguien tiene que darles una lección a esos roedores-
Fedallah subió a su caballo –Estaré de vuelta, si es posible antes de que el sol se ponga-
Última edición por Fedallah el Miér Oct 01, 2014 12:50 am, editado 6 veces
Fedallah
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
El paisaje que la rodeaba apenas cambiaba con el paso del día, la nieve cubría hasta donde le alcanzaba la vista. Miró a su alrededor, no estaba segura de la hora que era pero habían pasado mucho en el campamento. Vince dormía junto a la hoguera, con aquel tiempo no conseguían avanzar mucho antes de verse obligados a refugiarse.
- Quizá las minas hubieran sido un mejor camino…- musitó y se abrazó las rodillas. No valía de mucho lamentarse en aquel momento, ya estaban en medio de la llanura nevada y debían avanzar hasta las montañas para alcanzar el poblado abandonado. Se levantó sin hacer ruido y salió al exterior, algo incómoda con las nuevas ropas que llevaba tras el incidente con los trasgos.
El frío aire le mordió las mejillas, se encogió y se alegró de que el abrigo de pieles la protegiese un poco. Sorprendida, vio la silueta de un hombre no muy lejos de ella, lo último que esperaba encontrar en un lugar tan inhóspito era gente. Movida por la curiosidad decidió aproximarse a él, quizá necesitara algo.
Se detuvo al ver su brillante armadura plateada y la espada que portaba, sería mejor mantener una distancia de seguridad. Parecía molesto, razón de más para ser cauta. El caballero de rubios cabellos la había visto, se giró y la examinó con la mirada. La bruja alzó una mano a modo de saludo…- Buenas, no esperaba ver a nadie por estos lares, ¿se encuentra bien?- dijo mientras vigilaba al extraño con atención.
- La llanura no es buen lugar para viajeros, ¿hacia dónde os dirigís?- echó un vistazo más allá de ella, al improvisado campamento. - Vamos al poblado abandonado de los dragones.- hizo hincapié en el plural, por si se le pasaba por la mente atracarla o algo semejante. - No llegaréis muy lejos con este frío, será mejor que vengáis conmigo. Hay un pequeño asentamiento de cabañas cerca de aquí. – la de ojos verdes dudó unos instantes, luego asintió con la cabeza y fue en busca de su hermano.
Elen suspiró aliviada al ver las casas…- Gracias por habernos guiado hasta aquí.- Vince se despidió y acudió a una de las cabañas en busca de cobijo, necesitaba descansar. Sin embargo, a la hechicera el simple agradecimiento le parecía poco, estaba en deuda con él. – Si hay algo en lo que pueda ayudarle…- el rubio la miró pensativo. - Puede que haya algo…- hizo una ligera pausa mientras sopesaba las opciones. - El caso es que pensaba comprometerme y un Tanuri me ha robado el anillo que pensaba entregar a mi amada. He intentado rastrearlo pero no tengo tiempo para ello, así que estoy dispuesto a pagar una recompensa de 500 aeros a quien recupere la joya.
No se lo pensó mucho, la recompensa les vendría bien para seguir el viaje así que accedió y el caballero, que se presentó como Miles Charlesberg le dijo todo cuanto sabía del Tanuri.
- Quizá las minas hubieran sido un mejor camino…- musitó y se abrazó las rodillas. No valía de mucho lamentarse en aquel momento, ya estaban en medio de la llanura nevada y debían avanzar hasta las montañas para alcanzar el poblado abandonado. Se levantó sin hacer ruido y salió al exterior, algo incómoda con las nuevas ropas que llevaba tras el incidente con los trasgos.
El frío aire le mordió las mejillas, se encogió y se alegró de que el abrigo de pieles la protegiese un poco. Sorprendida, vio la silueta de un hombre no muy lejos de ella, lo último que esperaba encontrar en un lugar tan inhóspito era gente. Movida por la curiosidad decidió aproximarse a él, quizá necesitara algo.
Se detuvo al ver su brillante armadura plateada y la espada que portaba, sería mejor mantener una distancia de seguridad. Parecía molesto, razón de más para ser cauta. El caballero de rubios cabellos la había visto, se giró y la examinó con la mirada. La bruja alzó una mano a modo de saludo…- Buenas, no esperaba ver a nadie por estos lares, ¿se encuentra bien?- dijo mientras vigilaba al extraño con atención.
- La llanura no es buen lugar para viajeros, ¿hacia dónde os dirigís?- echó un vistazo más allá de ella, al improvisado campamento. - Vamos al poblado abandonado de los dragones.- hizo hincapié en el plural, por si se le pasaba por la mente atracarla o algo semejante. - No llegaréis muy lejos con este frío, será mejor que vengáis conmigo. Hay un pequeño asentamiento de cabañas cerca de aquí. – la de ojos verdes dudó unos instantes, luego asintió con la cabeza y fue en busca de su hermano.
Elen suspiró aliviada al ver las casas…- Gracias por habernos guiado hasta aquí.- Vince se despidió y acudió a una de las cabañas en busca de cobijo, necesitaba descansar. Sin embargo, a la hechicera el simple agradecimiento le parecía poco, estaba en deuda con él. – Si hay algo en lo que pueda ayudarle…- el rubio la miró pensativo. - Puede que haya algo…- hizo una ligera pausa mientras sopesaba las opciones. - El caso es que pensaba comprometerme y un Tanuri me ha robado el anillo que pensaba entregar a mi amada. He intentado rastrearlo pero no tengo tiempo para ello, así que estoy dispuesto a pagar una recompensa de 500 aeros a quien recupere la joya.
No se lo pensó mucho, la recompensa les vendría bien para seguir el viaje así que accedió y el caballero, que se presentó como Miles Charlesberg le dijo todo cuanto sabía del Tanuri.
Elen Calhoun
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
Su memoria pocas veces distorsionaba la información que acumulaba en su mente, así fuera tan vieja como él mismo. Los Tanuri no eran criaturas malévolas, mucho menos peligrosas. Cualquier motivo que ese duendecillo de invierno tuviera para arrebatar aquella valiosa pieza al robusto caballero rubio estaba muy alejada de fastidiarle.
Astaldo se abría paso entre la espesa capa de nieve con sus cuatro patas, incansable como un potro en primavera. El elfo colocó los dedos entre sus labios, y elevó un silbido muy sutil, pero terriblemente agudo, el llamado a su halcón que pronto cortó la blancura del cielo con su aparición angulosa y plumaje oscuro. Fedallah estiró su brazo flexionado, en donde el ave fue a encajar sus garras, agresión indefensa sobre las capas tan gruesas de su vestuario en contra del frío hostil.
Murmuró suavemente palabras al Halcón, efectivo aliado en su búsqueda… con su visión privilegiada y su entendimiento a veces más elevado que el de muchos seres parlantes. Lo empujó nuevamente al vuelo entonando un grito que de no ser por la amabilidad del timbre pareciera de batalla.
-¡Fant invición!
Ore se elevó a considerable altura, y avanzó poco a poco haciendo círculo… mientras Fedallah y su caballo seguían el paso con paciencia. No había una sola alma en esos lugares de blanco virgen, a pesar de no haberse alejado demasiado de las cabañas. Apostaba que la “madriguera tanuri” estaba muy cerca de los humanos, pues se dice que mientras el frío muerde, se sirven de la supervivencia humana para satisfacer sus propias necesidades. Y dado su tamaño tan pequeño, y su falta de habilidades mágicas… su translado de un lugar a otro debía ser una distancia reducida y bastante accesible. Sólo era cuestión de buscar con una buena lógica.
Miró a su alrededor, pues escucho el crujir de capas finas de hielo… podrían ser pasos de humano muy lejanos, o desplantes inseguros de un Tanuri muy cercano, pero era demasiado pronto para tener éxito. Ore, ensimismado en su misión aún no daba alerta de ninguna pista que pudiera guiarlos hasta el pequeño ladronzuelo.
-Pequeñas criaturas, que es lo que buscáis entre la nieve... acercándose a los hombres que son capaces de asesinar a su sombra por un vano resentimiento?
Astaldo se abría paso entre la espesa capa de nieve con sus cuatro patas, incansable como un potro en primavera. El elfo colocó los dedos entre sus labios, y elevó un silbido muy sutil, pero terriblemente agudo, el llamado a su halcón que pronto cortó la blancura del cielo con su aparición angulosa y plumaje oscuro. Fedallah estiró su brazo flexionado, en donde el ave fue a encajar sus garras, agresión indefensa sobre las capas tan gruesas de su vestuario en contra del frío hostil.
Murmuró suavemente palabras al Halcón, efectivo aliado en su búsqueda… con su visión privilegiada y su entendimiento a veces más elevado que el de muchos seres parlantes. Lo empujó nuevamente al vuelo entonando un grito que de no ser por la amabilidad del timbre pareciera de batalla.
-¡Fant invición!
Ore se elevó a considerable altura, y avanzó poco a poco haciendo círculo… mientras Fedallah y su caballo seguían el paso con paciencia. No había una sola alma en esos lugares de blanco virgen, a pesar de no haberse alejado demasiado de las cabañas. Apostaba que la “madriguera tanuri” estaba muy cerca de los humanos, pues se dice que mientras el frío muerde, se sirven de la supervivencia humana para satisfacer sus propias necesidades. Y dado su tamaño tan pequeño, y su falta de habilidades mágicas… su translado de un lugar a otro debía ser una distancia reducida y bastante accesible. Sólo era cuestión de buscar con una buena lógica.
Miró a su alrededor, pues escucho el crujir de capas finas de hielo… podrían ser pasos de humano muy lejanos, o desplantes inseguros de un Tanuri muy cercano, pero era demasiado pronto para tener éxito. Ore, ensimismado en su misión aún no daba alerta de ninguna pista que pudiera guiarlos hasta el pequeño ladronzuelo.
-Pequeñas criaturas, que es lo que buscáis entre la nieve... acercándose a los hombres que son capaces de asesinar a su sombra por un vano resentimiento?
Última edición por Fedallah el Miér Oct 01, 2014 12:52 am, editado 2 veces
Fedallah
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
Con la información de que disponía, la bruja emprendió la caza de la pequeña criatura. Miles le advirtió que ya había mandado a un hombre en su busca no hacía mucho, pero la de ojos verdes decidió probar suerte igualmente. - Un Tanuri de pelo negro, son pequeños y no temen a los humanos, puede que no haya ido muy lejos…- debía encontrar el hogar del pequeño ser, pues seguramente allí se encontraba la valiosa joya del caballero.
Ató el cinturón en que portaba la espada cruzándole el pecho y el de la daga por encima de la cintura, no sabía que podía encontrar por el camino. Tomó su montura y se puso en marcha, a lomos de Sombra le resultaba más fácil avanzar, pero el caballo también estaba algo cansado después de tantos días de viaje por la llanura.
No se alejó mucho de las cabañas, teniendo en cuenta lo que sabía sobre el tanuri la mejor opción era revisar las zonas más cercanas. Decidió rodear por fuera el asentamiento, quizá encontrase algún rastro de pelos como los que había hallado Miles. Además tendría en cuenta que se trataba de una criatura pacífica, esperaba poder arrebatarle el anillo sin dañarlo.
Poco después de haberse puesto en camino un agudo silbido captó su atención, se giró en dirección al sonido y bajó del caballo. Avanzó con cuidado, intentando averiguar de dónde provenía. Parecía lejano, quizá el otro cazador le llevase mucha ventaja. Echó un vistazo pero no logró ver a nadie, alzó la vista y vio algo que volaba en círculos a lo lejos, ¿sería un halcón? No podía distinguirlo bien desde esa distancia, volvió junto al caballo y siguió buscando.
Los años la habían vuelto observadora, ya había seguido rastros de animales antes así que esperaba encontrar el del tanuri y pronto. Guiaba al negro corcel para que fuera a un paso calmado, así ella podía examinar con detenimiento los alrededores en busca de alguna pista.
- ¿Dónde haría madriguera un ser invernal?- preguntó en un susurro y se contestó mentalmente, quizá en un montículo de nieve o algún árbol, pero de los segundos no había por la zona. No había casi vegetación, sólo algunos helechos conseguían sobrevivir a las extremas temperaturas del lugar. Puede que la criatura tuviera su madriguera cerca de ellos, era una opción. Subió el cuello de su abrigo para protegerse un poco el rostro y siguió adelante, no podía perder tiempo.
Ató el cinturón en que portaba la espada cruzándole el pecho y el de la daga por encima de la cintura, no sabía que podía encontrar por el camino. Tomó su montura y se puso en marcha, a lomos de Sombra le resultaba más fácil avanzar, pero el caballo también estaba algo cansado después de tantos días de viaje por la llanura.
No se alejó mucho de las cabañas, teniendo en cuenta lo que sabía sobre el tanuri la mejor opción era revisar las zonas más cercanas. Decidió rodear por fuera el asentamiento, quizá encontrase algún rastro de pelos como los que había hallado Miles. Además tendría en cuenta que se trataba de una criatura pacífica, esperaba poder arrebatarle el anillo sin dañarlo.
Poco después de haberse puesto en camino un agudo silbido captó su atención, se giró en dirección al sonido y bajó del caballo. Avanzó con cuidado, intentando averiguar de dónde provenía. Parecía lejano, quizá el otro cazador le llevase mucha ventaja. Echó un vistazo pero no logró ver a nadie, alzó la vista y vio algo que volaba en círculos a lo lejos, ¿sería un halcón? No podía distinguirlo bien desde esa distancia, volvió junto al caballo y siguió buscando.
Los años la habían vuelto observadora, ya había seguido rastros de animales antes así que esperaba encontrar el del tanuri y pronto. Guiaba al negro corcel para que fuera a un paso calmado, así ella podía examinar con detenimiento los alrededores en busca de alguna pista.
- ¿Dónde haría madriguera un ser invernal?- preguntó en un susurro y se contestó mentalmente, quizá en un montículo de nieve o algún árbol, pero de los segundos no había por la zona. No había casi vegetación, sólo algunos helechos conseguían sobrevivir a las extremas temperaturas del lugar. Puede que la criatura tuviera su madriguera cerca de ellos, era una opción. Subió el cuello de su abrigo para protegerse un poco el rostro y siguió adelante, no podía perder tiempo.
Elen Calhoun
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
El sol avanzaba lentamente en su posición sobre su cabeza, bordeando la silueta del halcón cazador. Largos minutos pasaron en los cuales el silencio no volvió a violarse, y de esa manera el Elfo continuó sus lentos pasos, confiando en su inseparable Ore, pero sin desaprovechar la oportunidad de desenmascarar con sus ojos cada metro de nieve a su alrededor.
Astaldo seguía enérgico, a pesar de su restringida alimentación de los últimos días. Ciertamente, en aquella vista de sábanas blancas no existía demasiada vegetación, débiles ramas se alzaban ahí donde la nieve limitaba su presencia, y las corrientes gélidas de aire las hacían tintinear pareciendo a punto de dispersarse como hilos de polvo. De pronto, entre irregulares montículos de hielo, Fedallah se percató de una fina línea marcada por un paso constante… de agua quizás, pero tenía que asegurarse. Y mientras seguía aquella línea con lentitud, Ore dio un graznido de alerta… reduciendo la altura de su vuelo hacia una especie de montaña de nieve bordeada de amplias rocas.
Aunque dicha montaña se encontraba ligeramente alejada, a ella apuntaban las líneas marcadas ente la nieve, sin dudar, caballo y Amo se apresuraron hacia allí.
Efectivamente, había un pequeño hueco entre las rocas, demasiado pequeño. Fedallah bajó del caballo y observo de arriba abajo la mediana montaña, retirándose un par de pasos permaneció en silencio. Luego, se acercó a unas rocas que observo largamente, acaricio una de ellas y de pronto la golpeo con el costado de su hombro, una vez… dos veces, y se vino abajo con algo de nieve, pero mostrando un hueco más amplio. -Y la naturaleza muestra sus misterios a quien sabe buscar- alzó su vista para encontrar a su Halcón, y le sonrió con agradecimiento.
Hurgó en bolsa de cuero que le cruzaba el pecho, y sacó una roca gris a primera vista común y corriente… pero al acercarla a la oscuridad del hueco derramaba una intensa luz. Se mostraba ante el un pasadizo que descendía bajo tierra, una cueva. Dirigió una mirada a sus animales, indicándoles con ella que esperaran su pronto regreso, y se adentró en la cueva con pasos lentos y precavidos. De cierta manera se sentía un invasor...
Astaldo seguía enérgico, a pesar de su restringida alimentación de los últimos días. Ciertamente, en aquella vista de sábanas blancas no existía demasiada vegetación, débiles ramas se alzaban ahí donde la nieve limitaba su presencia, y las corrientes gélidas de aire las hacían tintinear pareciendo a punto de dispersarse como hilos de polvo. De pronto, entre irregulares montículos de hielo, Fedallah se percató de una fina línea marcada por un paso constante… de agua quizás, pero tenía que asegurarse. Y mientras seguía aquella línea con lentitud, Ore dio un graznido de alerta… reduciendo la altura de su vuelo hacia una especie de montaña de nieve bordeada de amplias rocas.
Aunque dicha montaña se encontraba ligeramente alejada, a ella apuntaban las líneas marcadas ente la nieve, sin dudar, caballo y Amo se apresuraron hacia allí.
Efectivamente, había un pequeño hueco entre las rocas, demasiado pequeño. Fedallah bajó del caballo y observo de arriba abajo la mediana montaña, retirándose un par de pasos permaneció en silencio. Luego, se acercó a unas rocas que observo largamente, acaricio una de ellas y de pronto la golpeo con el costado de su hombro, una vez… dos veces, y se vino abajo con algo de nieve, pero mostrando un hueco más amplio. -Y la naturaleza muestra sus misterios a quien sabe buscar- alzó su vista para encontrar a su Halcón, y le sonrió con agradecimiento.
Hurgó en bolsa de cuero que le cruzaba el pecho, y sacó una roca gris a primera vista común y corriente… pero al acercarla a la oscuridad del hueco derramaba una intensa luz. Se mostraba ante el un pasadizo que descendía bajo tierra, una cueva. Dirigió una mirada a sus animales, indicándoles con ella que esperaran su pronto regreso, y se adentró en la cueva con pasos lentos y precavidos. De cierta manera se sentía un invasor...
Última edición por Fedallah el Miér Oct 01, 2014 1:07 am, editado 1 vez
Fedallah
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
Una vez revisado el exterior del asentamiento de cabañas, la de cabellos cenicientos comenzó a alejarse paulatinamente del lugar. Avanzaba atenta a cualquier detalle que pudiera guiarla hacia la guarida del tanuri, tiró de una pequeña bolsa que colgaba de la silla de montar y la abrió. Dentro se encontraban algunos de los rastros que el caballero Miles había encontrado, unos largos pelos negros que se parecían un poco a finas plumas.
Tomó un par e intentó buscar algún aroma revelador en ellos, a hierba o algo así. Sin embargo lo único que destacaba era que se mantenían húmedos, tenía que ver con la nieve estaba casi segura. Se centró en esto y siguió su camino, en busca de algún montículo extraño o agujeros en el blanco manto que todo lo cubría.
No tardó en encontrar unas huellas, pero no pertenecían a la criatura que buscaba sino a un caballo. Parecían recientes pero las brisas empezaban a borrarlas, escrutó el paisaje con detenimiento, no alcanzaba a ver al causante de las mismas. Tomó aire, no pensaba desistir en su tarea así que prosiguió la marcha acelerando ligeramente el paso.
Con el paso del tiempo se fue acercando a una zona algo rocosa, aunque cubierta como el resto de la llanura. Entre las piedras se formaban huecos y unas grandes estalactitas cubrían las entradas, pero había espacio suficiente entre ellas para que algo de poco tamaño se colase. No era un mal sitio así que bajó de su montura para investigar la zona, empezó a acercarse cuando una silueta hizo que se detuviese.
- No puede ser...- dijo con un susurro apenas audible.
Subido en una de las rocas con la mirada clavada en la joven, un ejemplar tan extraño que Elen se frotó los ojos incrédula. Tenía una oscura cornamenta y el cuerpo cubierto de pelo blanco, se parecía un poco a un ciervo pero la bruja sabía lo que era, un Kirin. Su madre le había hablado de ellos, era muy difícil verlos pero solían ayudar a quienes se perdían en la nieve. También se consideraba que ver uno traía buena suerte, se mantuvo inmóvil para no espantarlo.
El animal la observó unos instantes y luego se internó entre las rocas, desapareciendo de la vista. Sin dudarlo, la hechicera ató el caballo y decidió seguir esa senda, esperaba que las creencias sobre prosperidad que contaban acerca de aquella criatura fueran ciertas.
Tomó un par e intentó buscar algún aroma revelador en ellos, a hierba o algo así. Sin embargo lo único que destacaba era que se mantenían húmedos, tenía que ver con la nieve estaba casi segura. Se centró en esto y siguió su camino, en busca de algún montículo extraño o agujeros en el blanco manto que todo lo cubría.
No tardó en encontrar unas huellas, pero no pertenecían a la criatura que buscaba sino a un caballo. Parecían recientes pero las brisas empezaban a borrarlas, escrutó el paisaje con detenimiento, no alcanzaba a ver al causante de las mismas. Tomó aire, no pensaba desistir en su tarea así que prosiguió la marcha acelerando ligeramente el paso.
Con el paso del tiempo se fue acercando a una zona algo rocosa, aunque cubierta como el resto de la llanura. Entre las piedras se formaban huecos y unas grandes estalactitas cubrían las entradas, pero había espacio suficiente entre ellas para que algo de poco tamaño se colase. No era un mal sitio así que bajó de su montura para investigar la zona, empezó a acercarse cuando una silueta hizo que se detuviese.
- No puede ser...- dijo con un susurro apenas audible.
Subido en una de las rocas con la mirada clavada en la joven, un ejemplar tan extraño que Elen se frotó los ojos incrédula. Tenía una oscura cornamenta y el cuerpo cubierto de pelo blanco, se parecía un poco a un ciervo pero la bruja sabía lo que era, un Kirin. Su madre le había hablado de ellos, era muy difícil verlos pero solían ayudar a quienes se perdían en la nieve. También se consideraba que ver uno traía buena suerte, se mantuvo inmóvil para no espantarlo.
El animal la observó unos instantes y luego se internó entre las rocas, desapareciendo de la vista. Sin dudarlo, la hechicera ató el caballo y decidió seguir esa senda, esperaba que las creencias sobre prosperidad que contaban acerca de aquella criatura fueran ciertas.
Elen Calhoun
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
Su avance en aquel pasaje húmedo, helado y cavernoso era lento, la piedra alumbraba tanto que se podían ver los recovecos entre las rocas. Cerró levemente sus dedos en torno a la materia luminosa, si aquel sitio era el lugar de descanso de cualquier ser vivo prefería no perturbarlo. El descenso se hacía cada vez más inclinado, temía que de pronto se convirtiera en un ángulo recto hacia cierto abismo.
Algunas diminutas partículas de los minerales que formaban aquel lugar, brillaban ante la luz visitante… y ante aquel brillo el Elfo distinguió aprisionados entre un par de rocas unos hilos negros bastante peculiares, que compartían su extrañeza con aquellos que Miles le mostrara como referencia al escurridizo Tanuri. Probablemente también podría ser el cabello de cualquier otro entre las decenas que seguramente habitaban en los al rededores. Pero valió mas esa pista que seguir sin nada.
Un sonido fino hizo eco en las paredes, como el desmoronamiento de pequeñas rocas, que bien podían dictar el movimiento de un pequeño roedor. Fedallah aceleró el paso sin llegar a trotar, llevaba la espada colgada a su cinturón de cuero negro, era muy inusual que anduviera sin ella y sin ese leve tintineo que provocaba de vez en cuando el choque da la guarda con el borde de su funda.
De pronto, una mancha parda Cruzó de un extremo a otro del túnel, ahí donde los caminos se bifurcaban en tres sendas. Abrió sus dedos sobre la roca luminosa que sostenía, y esta alumbró nuevamente con agresividad, pero con éxito vano, pues la mancha desapareció antes de que pudiera enfocarlo.
-Un tanuri?… no, era más grande- susurró como un pensamiento, basado en los escuetos detalles que pudo apreciar en aquella veloz mancha. A punto estaba de desviar su camino en la dirección en la que desapareciera, cuando escuchó pasos del otro lado. Colocó la mano sobre el mango de su espada y elevó el puño de la mano contraria que sostenía su mágica piedra, para regar luz en aquel agujero, alumbrando de lleno la silueta de una mujer, con largos cabellos blancos y con las claras facciones que a su parecer dictaban las de una guerrera. No soltó el mango de su espada, sabía desde hace mucho que no podía subestimar el poder ni las intenciones de una mujer… y menos aun cuando se veían como ella.
- Vais tras el roedor pardo? -- preguntó con cautela afable refiriendose a la mancha,en un tono exento de amenaza.
Algunas diminutas partículas de los minerales que formaban aquel lugar, brillaban ante la luz visitante… y ante aquel brillo el Elfo distinguió aprisionados entre un par de rocas unos hilos negros bastante peculiares, que compartían su extrañeza con aquellos que Miles le mostrara como referencia al escurridizo Tanuri. Probablemente también podría ser el cabello de cualquier otro entre las decenas que seguramente habitaban en los al rededores. Pero valió mas esa pista que seguir sin nada.
Un sonido fino hizo eco en las paredes, como el desmoronamiento de pequeñas rocas, que bien podían dictar el movimiento de un pequeño roedor. Fedallah aceleró el paso sin llegar a trotar, llevaba la espada colgada a su cinturón de cuero negro, era muy inusual que anduviera sin ella y sin ese leve tintineo que provocaba de vez en cuando el choque da la guarda con el borde de su funda.
De pronto, una mancha parda Cruzó de un extremo a otro del túnel, ahí donde los caminos se bifurcaban en tres sendas. Abrió sus dedos sobre la roca luminosa que sostenía, y esta alumbró nuevamente con agresividad, pero con éxito vano, pues la mancha desapareció antes de que pudiera enfocarlo.
-Un tanuri?… no, era más grande- susurró como un pensamiento, basado en los escuetos detalles que pudo apreciar en aquella veloz mancha. A punto estaba de desviar su camino en la dirección en la que desapareciera, cuando escuchó pasos del otro lado. Colocó la mano sobre el mango de su espada y elevó el puño de la mano contraria que sostenía su mágica piedra, para regar luz en aquel agujero, alumbrando de lleno la silueta de una mujer, con largos cabellos blancos y con las claras facciones que a su parecer dictaban las de una guerrera. No soltó el mango de su espada, sabía desde hace mucho que no podía subestimar el poder ni las intenciones de una mujer… y menos aun cuando se veían como ella.
- Vais tras el roedor pardo? -- preguntó con cautela afable refiriendose a la mancha,en un tono exento de amenaza.
Fedallah
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
El animal la guió hasta la entrada de una especie de cueva o galería subterránea. Se dio cuenta de que lo seguía y aceleró, internándose en la gruta. La bruja fue tras él, intentando no perderlo de vista mientras se abría paso por el túnel. Cuanto más avanzaba más oscuro era el lugar y eso no la ayudaba, buscó a tientas hasta dar con una pared y creó una pequeña esfera eléctrica que iluminase el camino.
Apenas podía distinguir ya la figura del Kirin, se movía tan rápido que parecía una mancha oscura. Estaba cerca de alcanzarlo cuando un destello apareció desde otro túnel, frenó y cerró el puño para que la bola de rayos desapareciese. No tenía más opción que seguir o perdería el rastro así que continuó hasta llegar al punto en que la galería se dividía en varios caminos.
Escuchó un movimiento y luego la cegadora luz le dio de lleno, haciendo que retrocediera un paso y alzara una mano para cubrirse los ojos. Sólo alcanzó a ver una oscura silueta antes de que se produjese el destello. - ¿Podríais tapar eso un poco? Apenas puedo ver…- habló con tono suave y lentamente notó como el fulgor se atenuaba hasta ser soportable. Apartó el brazo y echó un vistazo al hombre que tenía delante.
Era alto y tenía los cabellos oscuros, sujetaba la empuñadura de su espada pero sin desenvainarla aún. Debía tratarse del otro cazador, pues no había otra explicación para su presencia en un sitio como aquel.
- Vais tras el roedor pardo? – al menos su voz no denotaba amenaza alguna.
- ¿Roedor pardo?... ¡Oh, el Kirin! ¿Habéis visto por dónde se ha ido? - hizo una pausa mientras lo observaba. Miles había olvidado un detalle que quizá para él no resultaba importante, se trataba de un elfo.
La de ojos verdes sintió que su cuerpo empezaba a tensarse pero lo disimuló tanto como le fue posible. Conocía la mala relación que existía entre ambas razas por culpa de la guerra, a pesar de que ella no había participado y no tenía nada en contra de ellos. Decidió que no rebelaría su naturaleza si no era estrictamente necesario. Al igual que el caballero, muchos la tomaban por una simple humana y eso era en lo que debía confiar ahora.
- En realidad estoy buscando un Tanuri y supongo que sois el otro cazador…- se detuvo para ver su reacción y luego prosiguió. - Miles me avisó de que ya había enviado a alguien.- su voz sonaba tranquila y amigable, no quería un enfrentamiento. Echó un vistazo a los otros túneles, no sabía por cuál se habría ido el Kirin.
Apenas podía distinguir ya la figura del Kirin, se movía tan rápido que parecía una mancha oscura. Estaba cerca de alcanzarlo cuando un destello apareció desde otro túnel, frenó y cerró el puño para que la bola de rayos desapareciese. No tenía más opción que seguir o perdería el rastro así que continuó hasta llegar al punto en que la galería se dividía en varios caminos.
Escuchó un movimiento y luego la cegadora luz le dio de lleno, haciendo que retrocediera un paso y alzara una mano para cubrirse los ojos. Sólo alcanzó a ver una oscura silueta antes de que se produjese el destello. - ¿Podríais tapar eso un poco? Apenas puedo ver…- habló con tono suave y lentamente notó como el fulgor se atenuaba hasta ser soportable. Apartó el brazo y echó un vistazo al hombre que tenía delante.
Era alto y tenía los cabellos oscuros, sujetaba la empuñadura de su espada pero sin desenvainarla aún. Debía tratarse del otro cazador, pues no había otra explicación para su presencia en un sitio como aquel.
- Vais tras el roedor pardo? – al menos su voz no denotaba amenaza alguna.
- ¿Roedor pardo?... ¡Oh, el Kirin! ¿Habéis visto por dónde se ha ido? - hizo una pausa mientras lo observaba. Miles había olvidado un detalle que quizá para él no resultaba importante, se trataba de un elfo.
La de ojos verdes sintió que su cuerpo empezaba a tensarse pero lo disimuló tanto como le fue posible. Conocía la mala relación que existía entre ambas razas por culpa de la guerra, a pesar de que ella no había participado y no tenía nada en contra de ellos. Decidió que no rebelaría su naturaleza si no era estrictamente necesario. Al igual que el caballero, muchos la tomaban por una simple humana y eso era en lo que debía confiar ahora.
- En realidad estoy buscando un Tanuri y supongo que sois el otro cazador…- se detuvo para ver su reacción y luego prosiguió. - Miles me avisó de que ya había enviado a alguien.- su voz sonaba tranquila y amigable, no quería un enfrentamiento. Echó un vistazo a los otros túneles, no sabía por cuál se habría ido el Kirin.
Elen Calhoun
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
- ¿Podríais tapar eso un poco? Apenas puedo ver…-
...esa era mi intención. Pensó mientras volvía a cubrir la mayor parte de la roca y entrecerró los ojos ante aquella peliblanca mujer, que al descubrir su rostro reveló una fina cortina de melancolía proveniente del pasado, como si se le hubiera quedado inscrita en el rostro, tal como la cicatriz que le cruzaba un pómulo, o al menos, eso creyó percibir el elfo que gustaba enlazar conceptos a través de la observación.
- ¿Roedor pardo?... ¡Oh, el Kirin! ¿Habéis visto por dónde se ha ido? -
- Tomó esa senda – señaló luego de relajar su brazo y soltar el mango de viento.
Por fortuna los brujos no contaban con ninguna característica que los delatara ente los ojos de otras razas, no como él, cuyas orejas lo presentaban antes de que pudiera abrir la boca. A pesar de que no conservaba animadversión por esos a quienes la magia les corría en la sangre, por ahora era más cómodo que la mujer eludiera su origen, y que él no se preocupara por identificarlo. En un mundo más simple y correcto, de esa forma seria siempre, sin duda alguna.
- En realidad estoy buscando un Tanuri y supongo que sois el otro cazador…- El Elfo mostró una sonrisa en un asalto de obviedad. - Miles me avisó de que ya había enviado a alguien.-
Se sintió inocentemente paranoico al haberse puesto en guardia en contra de la mujer, era lógico que si Miles había dado el aviso general de su recompensa, se encontrara con más de uno corriendo tras de ella, tal como él lo hacía. Inclinó ligera y cordialmente su cabeza, indicando que estaba en lo correcto. –Mi nombre es Fedallah, no hace más de una hora que Miles me ofreció esta pequeña misión- la piedra brillante aún permanecía en su mano, sacó del bolsillo de su chaqueta de piel clara la pequeña maraña lacia de cabellos negros. –Aquí se asienta una madriguera Tanuri- le ofreció el pequeño hallazgo a la joven acercándose lo suficiente a ella.
-Podemos seguir la marcha del Kirin… los Tanuri suelen ser muy compartidos con otras razas pacificas.- la miró a los ojos, tratando de encontrar si su certeza de buscar juntos le molestaba –…a menos que estéis mejor a solas-
Dejó que la mujer conservara aquellos cabellos, y sin abandonar su afable expresión dio media vuelta para seguir el rastro de la mancha parda, que ahora confirmaba como un Kirin. Sus voces, por más suaves y finas que fueran… habían provocado un halo de vida dentro de aquel refugio de seres diminutos, una clase de vida que alertaría a los que ahí habitaran. El elfo esperaba que no se consideraran en peligro, y sentía un confortable alivio al ver que la esencia de la mujer no denotaba en absoluto violencia o amenaza, ya que los seres familiarizados con la naturaleza lo perciben tan intenso y veloz como el fuego en la piel.
...esa era mi intención. Pensó mientras volvía a cubrir la mayor parte de la roca y entrecerró los ojos ante aquella peliblanca mujer, que al descubrir su rostro reveló una fina cortina de melancolía proveniente del pasado, como si se le hubiera quedado inscrita en el rostro, tal como la cicatriz que le cruzaba un pómulo, o al menos, eso creyó percibir el elfo que gustaba enlazar conceptos a través de la observación.
- ¿Roedor pardo?... ¡Oh, el Kirin! ¿Habéis visto por dónde se ha ido? -
- Tomó esa senda – señaló luego de relajar su brazo y soltar el mango de viento.
Por fortuna los brujos no contaban con ninguna característica que los delatara ente los ojos de otras razas, no como él, cuyas orejas lo presentaban antes de que pudiera abrir la boca. A pesar de que no conservaba animadversión por esos a quienes la magia les corría en la sangre, por ahora era más cómodo que la mujer eludiera su origen, y que él no se preocupara por identificarlo. En un mundo más simple y correcto, de esa forma seria siempre, sin duda alguna.
- En realidad estoy buscando un Tanuri y supongo que sois el otro cazador…- El Elfo mostró una sonrisa en un asalto de obviedad. - Miles me avisó de que ya había enviado a alguien.-
Se sintió inocentemente paranoico al haberse puesto en guardia en contra de la mujer, era lógico que si Miles había dado el aviso general de su recompensa, se encontrara con más de uno corriendo tras de ella, tal como él lo hacía. Inclinó ligera y cordialmente su cabeza, indicando que estaba en lo correcto. –Mi nombre es Fedallah, no hace más de una hora que Miles me ofreció esta pequeña misión- la piedra brillante aún permanecía en su mano, sacó del bolsillo de su chaqueta de piel clara la pequeña maraña lacia de cabellos negros. –Aquí se asienta una madriguera Tanuri- le ofreció el pequeño hallazgo a la joven acercándose lo suficiente a ella.
-Podemos seguir la marcha del Kirin… los Tanuri suelen ser muy compartidos con otras razas pacificas.- la miró a los ojos, tratando de encontrar si su certeza de buscar juntos le molestaba –…a menos que estéis mejor a solas-
Dejó que la mujer conservara aquellos cabellos, y sin abandonar su afable expresión dio media vuelta para seguir el rastro de la mancha parda, que ahora confirmaba como un Kirin. Sus voces, por más suaves y finas que fueran… habían provocado un halo de vida dentro de aquel refugio de seres diminutos, una clase de vida que alertaría a los que ahí habitaran. El elfo esperaba que no se consideraran en peligro, y sentía un confortable alivio al ver que la esencia de la mujer no denotaba en absoluto violencia o amenaza, ya que los seres familiarizados con la naturaleza lo perciben tan intenso y veloz como el fuego en la piel.
Fedallah
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
El elfo soltó la empuñadura de la espada y le indicó el camino que había tomado el Kirin, quizá la pista no estaba perdida. Esbozó una sonrisa al escuchar las palabras de la bruja y asintió con la cabeza. – Mi nombre es Fedallah, no hace más de una hora que Miles me ofreció esta pequeña misión - dijo echando mano a uno de los bolsillos de su chaqueta. La de ojos verdes seguía sus movimientos con atención, por si acaso.
- Aquí se asienta una madriguera Tanuri. - Sacó una maraña de cabellos negros y se acercó a ella, ofreciéndole el descubrimiento. La hechicera los tomó con cuidado para examinarlos, eran idénticos a los que tenía ella y al igual que los encontrados en la cabaña del caballero Miles, estaban húmedos. - Soy Elen, espero que se trate del mismo que buscamos...- musitó en voz baja.
Dada la situación, tendría que haber estado más preocupada por la cercanía del elfo, pero por extraño que pareciera no era el caso. Se relajó y echó un vistazo en la dirección que le había señalado. - Podemos seguir la marcha del Kirin… los Tanuri suelen ser muy compartidos con otras razas pacificas.- se giró hacia él, extrañada porque usara el plural. Fedallah la miraba directamente, como si intentara averiguar algo por su expresión. ¿Quería que colaborasen en la misión de caza? Eso era algo que no se esperaba. –…a menos que estéis mejor a solas- añadió y se giró para buscar el rastro del Kirin.
Demostraba una confianza que pocos habrían tenido en su situación, dando la espalda a una desconocida. Aquello terminó de convencerla de sus buenas intenciones, además estaba segura que las habilidades del elfo serían muy útiles. – Por lo que sé suelen tener buen carácter, intentemos no sobresaltarlo…- avanzó junto al hombre, que iluminaba el camino con la piedra mágica que sostenía.
La bruja escrutaba con la mirada cada hueco mientras caminaba, haciendo el menor ruido posible. Miró de reojo a su compañero, puede que él supiera más de la criatura que ella…- ¿Habéis visto alguna vez a un tanuri?... yo sólo he leído algo sobre ellos.- habló en un susurró casi inaudible, lo justo para que Fedallah la escuchase.
Ruido de pisadas, se asomaron a una esquina y pudieron ver al Kirin que se había detenido por un momento. Les dirigió una mirada para luego volver a desaparecer dentro de otro oscuro túnel. Bajó la vista al suelo y observó que había más cabellos oscuros, acercó una mano al elfo para avisarle con un ligero toque en el hombro pero se detuvo, la retiró y se limitó a señalar el rastro para que lo viese. - No puede andar muy lejos…
- Aquí se asienta una madriguera Tanuri. - Sacó una maraña de cabellos negros y se acercó a ella, ofreciéndole el descubrimiento. La hechicera los tomó con cuidado para examinarlos, eran idénticos a los que tenía ella y al igual que los encontrados en la cabaña del caballero Miles, estaban húmedos. - Soy Elen, espero que se trate del mismo que buscamos...- musitó en voz baja.
Dada la situación, tendría que haber estado más preocupada por la cercanía del elfo, pero por extraño que pareciera no era el caso. Se relajó y echó un vistazo en la dirección que le había señalado. - Podemos seguir la marcha del Kirin… los Tanuri suelen ser muy compartidos con otras razas pacificas.- se giró hacia él, extrañada porque usara el plural. Fedallah la miraba directamente, como si intentara averiguar algo por su expresión. ¿Quería que colaborasen en la misión de caza? Eso era algo que no se esperaba. –…a menos que estéis mejor a solas- añadió y se giró para buscar el rastro del Kirin.
Demostraba una confianza que pocos habrían tenido en su situación, dando la espalda a una desconocida. Aquello terminó de convencerla de sus buenas intenciones, además estaba segura que las habilidades del elfo serían muy útiles. – Por lo que sé suelen tener buen carácter, intentemos no sobresaltarlo…- avanzó junto al hombre, que iluminaba el camino con la piedra mágica que sostenía.
La bruja escrutaba con la mirada cada hueco mientras caminaba, haciendo el menor ruido posible. Miró de reojo a su compañero, puede que él supiera más de la criatura que ella…- ¿Habéis visto alguna vez a un tanuri?... yo sólo he leído algo sobre ellos.- habló en un susurró casi inaudible, lo justo para que Fedallah la escuchase.
Ruido de pisadas, se asomaron a una esquina y pudieron ver al Kirin que se había detenido por un momento. Les dirigió una mirada para luego volver a desaparecer dentro de otro oscuro túnel. Bajó la vista al suelo y observó que había más cabellos oscuros, acercó una mano al elfo para avisarle con un ligero toque en el hombro pero se detuvo, la retiró y se limitó a señalar el rastro para que lo viese. - No puede andar muy lejos…
Elen Calhoun
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
La confusión que a la joven hechicera se le había venido encima luego de ver el comportamiento de nuestro pacifico Elfo, estaba muy a lugar. A pesar de que Fedallah tomara sus precauciones y alentara sus dudas cuando recién observo a la mujer, se había deshecho de ellas con demasiada facilidad. En tiempos pasados, su rápida confianza podía justificarse en la falta de conocimiento sobre el mundo y las razas que en él habitan, pero ni antes ni ahora era ese el motivo, pues la raíz de esa confianza en los seres y en los lugares nacía de lo contrario, un conocimiento difícil de adquirir. Tras el par de años de viajes solitarios y compañías efímeras, además de su propia naturaleza sensitiva que lo inclinaba inevitablemente a esos rincones de si mismo, podía juzgar casi siempre con certeza las intenciones de los seres gracias a su antigua formación. Desde su infancia en Sandorai, se había dedicado a formar un estrecho vinculo con la naturaleza, convirtiéndose en el zorro, en el árbol… en el viento, y eran precisamente esa clase de experiencias las que lo convertían en un ser hipersensible, capaz de ver más allá que un ser humano, bestia o brujo común. Aun cuando cada raza tenía sus excepciones.
- Soy Elen, espero que se trate del mismo que buscamos...-
-Un placer Señorita Elen, os agradezco que me acompañe... nunca se sabe cuando pueda hacer falta una mano.- dijo el elfo virando ligeramente su rostro tranquilo, recordando de pronto sus modales.
Alguna cuerda estaba tensa en el interior de Elen, una alerta continua pero demasiado tenue cuyo motivo aun estaba por revelarse ante él. ¿Será que le preocupaba el hecho de compartir la recompeza? Lo dudaba, pues era algo demasiado vano y ella no tenia una esencia frivola… a menos que de ello dependiera su supervivencia como en su propio caso, aunque él podía dejar de lado los Aeros, le interesaba forraje para el buen Astaldo, y uno que otro costal de granos.
Continuaron explorando aquellos túneles que de a poco volvían a bifurcarse sin revelar aun otra pista. Fedallah no dejaba de tomar en cuenta detalles que le ayudaran a encontrar la salida al estar de vuelta, ya que cualquier descuido de ubicación podría convertir aquello en un enrevesado laberinto.
- ¿Habéis visto alguna vez a un tanuri?... yo sólo he leído algo sobre ellos.-
Distinguió las palabras con claridad en aquellos cuidadosos susurros de la joven, y meditó un instante. –Nunca he tenido la fortuna de ver a uno real, tal vez ese sea el principal motivo por el cual estoy aquí- contestó con humildad, pues nada le fascinaba más que las nobles y diversas formas de vida que se las arreglaban para sobrevivir en un mundo como Aerandir.
–De niño tenía un libro de bestias y criaturas místicas, entre las ilustraciones que había dentro estaba la de un Tanuri. Es una pequeña criatura de largas y delgadas extremidades, como si fueran hijos de los arboles. Su rostro parece una máscara blanca, no estoy seguro si es así por naturaleza o ellos se las fabric…-
De pronto sus palabras se vieron interrumpidas por algo, que brincando de un lado a otro le arrebató la piedra luminosa, era un Tanuri que campante se mostraba ante ellos, tal como el Elfo comenzara a describirlo. Se detuvo a una leve distancia, manipulando curioso la piedra que se veía enorme entre sus manos.
- Soy Elen, espero que se trate del mismo que buscamos...-
-Un placer Señorita Elen, os agradezco que me acompañe... nunca se sabe cuando pueda hacer falta una mano.- dijo el elfo virando ligeramente su rostro tranquilo, recordando de pronto sus modales.
Alguna cuerda estaba tensa en el interior de Elen, una alerta continua pero demasiado tenue cuyo motivo aun estaba por revelarse ante él. ¿Será que le preocupaba el hecho de compartir la recompeza? Lo dudaba, pues era algo demasiado vano y ella no tenia una esencia frivola… a menos que de ello dependiera su supervivencia como en su propio caso, aunque él podía dejar de lado los Aeros, le interesaba forraje para el buen Astaldo, y uno que otro costal de granos.
Continuaron explorando aquellos túneles que de a poco volvían a bifurcarse sin revelar aun otra pista. Fedallah no dejaba de tomar en cuenta detalles que le ayudaran a encontrar la salida al estar de vuelta, ya que cualquier descuido de ubicación podría convertir aquello en un enrevesado laberinto.
- ¿Habéis visto alguna vez a un tanuri?... yo sólo he leído algo sobre ellos.-
Distinguió las palabras con claridad en aquellos cuidadosos susurros de la joven, y meditó un instante. –Nunca he tenido la fortuna de ver a uno real, tal vez ese sea el principal motivo por el cual estoy aquí- contestó con humildad, pues nada le fascinaba más que las nobles y diversas formas de vida que se las arreglaban para sobrevivir en un mundo como Aerandir.
–De niño tenía un libro de bestias y criaturas místicas, entre las ilustraciones que había dentro estaba la de un Tanuri. Es una pequeña criatura de largas y delgadas extremidades, como si fueran hijos de los arboles. Su rostro parece una máscara blanca, no estoy seguro si es así por naturaleza o ellos se las fabric…-
De pronto sus palabras se vieron interrumpidas por algo, que brincando de un lado a otro le arrebató la piedra luminosa, era un Tanuri que campante se mostraba ante ellos, tal como el Elfo comenzara a describirlo. Se detuvo a una leve distancia, manipulando curioso la piedra que se veía enorme entre sus manos.
Fedallah
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
La gruta volvía a bifurcarse un poco más adelante, tendrían que elegir un camino así que necesitaban alguna pista para no tomar el equivocado. Recorrió con la mirada las paredes, que mostraban sus relieves y cavidades ante la luz de la piedra. Cualquiera de ellos podría ser un buen escondite para el pequeño que perseguían. La bruja no se había parado a pensar en el mágico objeto que portaba su compañero hasta entonces, sin duda era muy práctico. Las esferas de electricidad que era capaz de crear también lo eran, pero la delataban ante los ojos de cualquiera.
- Un placer Señorita Elen, os agradezco que me acompañe... nunca se sabe cuándo pueda hacer falta una mano. - La de cabellos cenicientos quedó gratamente sorprendida con la amabilidad y educación del elfo. Había visto a otros antes durante su estancia en Lunargenta, pero Fedallah era el primero que trataba de cerca. Quizá aquella colaboración no fuera tan complicada como esperaba.
Se notaba que su compañero sabía lo que se hacía, examinaba de forma exhaustiva la galería conforme avanzaba, en busca de cualquier rastro que los condujese hasta la madriguera del tanuri. Además parecía sensible a todo lo relacionado con la naturaleza, algo que no sería extraño dada su raza. Tras meditar unos segundos, respondió a la pregunta que le había formulado.
- Nunca he tenido la fortuna de ver a uno real, tal vez ese sea el principal motivo por el cual estoy aquí - hizo una leve pausa y luego prosiguió en otro susurro. - De niño tenía un libro de bestias y criaturas místicas, entre las ilustraciones que había dentro estaba la de un Tanuri. Es una pequeña criatura de largas y delgadas extremidades, como si fueran hijos de los árboles. Su rostro parece una máscara blanca, no estoy seguro si es así por naturaleza o ellos se las fabric…- no pudo terminar la frase.
La criatura que le describía tomó forma ante ellos, llegó desde un rincón dando saltos y acercándose a ambos sin miedo alguno. Arrebató la piedra al elfo y se alejó ligeramente con otro brinco, para observar curioso el objeto que acababa de conseguir mientras lo manipulaba.
Era más pequeño de lo que Elen había imaginado, lo contempló con interés aprovechando que la luz permitía ver con claridad sus rasgos. Entre la negra maraña de cabellos tenía un par de pequeños cuernos, era delgado y llevaba una blanca máscara con líneas rosadas alrededor del hueco de los ojos.
Su aparición los había tomado por sorpresa, pero era un golpe de suerte. El Tanuri les dedicó una mirada, ladeó la cabeza y aferró la piedra entre sus manos. Comenzó a saltar hacia uno de los túneles cercanos. - ¡Sigámoslo!, puede que nos lleve hasta donde está el anillo.- exclamó, pero manteniendo un tono suave. Ambos avanzaron con rapidez, siguiendo la luz que ahora acompañaba los brincos del pequeño ser.
Ya estaban cerca de completar la misión, aunque tendrían que buscar la manera de recuperar la joya y la piedra de Fedallah sin hacerle daño, estaba segura de que el elfo opinaría del mismo modo.
- Un placer Señorita Elen, os agradezco que me acompañe... nunca se sabe cuándo pueda hacer falta una mano. - La de cabellos cenicientos quedó gratamente sorprendida con la amabilidad y educación del elfo. Había visto a otros antes durante su estancia en Lunargenta, pero Fedallah era el primero que trataba de cerca. Quizá aquella colaboración no fuera tan complicada como esperaba.
Se notaba que su compañero sabía lo que se hacía, examinaba de forma exhaustiva la galería conforme avanzaba, en busca de cualquier rastro que los condujese hasta la madriguera del tanuri. Además parecía sensible a todo lo relacionado con la naturaleza, algo que no sería extraño dada su raza. Tras meditar unos segundos, respondió a la pregunta que le había formulado.
- Nunca he tenido la fortuna de ver a uno real, tal vez ese sea el principal motivo por el cual estoy aquí - hizo una leve pausa y luego prosiguió en otro susurro. - De niño tenía un libro de bestias y criaturas místicas, entre las ilustraciones que había dentro estaba la de un Tanuri. Es una pequeña criatura de largas y delgadas extremidades, como si fueran hijos de los árboles. Su rostro parece una máscara blanca, no estoy seguro si es así por naturaleza o ellos se las fabric…- no pudo terminar la frase.
La criatura que le describía tomó forma ante ellos, llegó desde un rincón dando saltos y acercándose a ambos sin miedo alguno. Arrebató la piedra al elfo y se alejó ligeramente con otro brinco, para observar curioso el objeto que acababa de conseguir mientras lo manipulaba.
Era más pequeño de lo que Elen había imaginado, lo contempló con interés aprovechando que la luz permitía ver con claridad sus rasgos. Entre la negra maraña de cabellos tenía un par de pequeños cuernos, era delgado y llevaba una blanca máscara con líneas rosadas alrededor del hueco de los ojos.
Su aparición los había tomado por sorpresa, pero era un golpe de suerte. El Tanuri les dedicó una mirada, ladeó la cabeza y aferró la piedra entre sus manos. Comenzó a saltar hacia uno de los túneles cercanos. - ¡Sigámoslo!, puede que nos lleve hasta donde está el anillo.- exclamó, pero manteniendo un tono suave. Ambos avanzaron con rapidez, siguiendo la luz que ahora acompañaba los brincos del pequeño ser.
Ya estaban cerca de completar la misión, aunque tendrían que buscar la manera de recuperar la joya y la piedra de Fedallah sin hacerle daño, estaba segura de que el elfo opinaría del mismo modo.
Elen Calhoun
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
- ¡Sigámoslo!, puede que nos lleve hasta donde está el anillo.-
Efectivamente, el Tanuri escurridizo llevaría su nueva adquisición luminosa al lugar recóndito donde escondía sus tesoros y herramientas, y de ser él quién tomara el anillo ahí lo encontrarían. Solo quedaba emprender carrera tras él como lo dijera Elen y esperar que su escondrijo no fuera tan pequeño como su creador, ya que de otra manera les resultaría imposible acceder a él.
Fedellah siguió de cerca el paso de la peliblanco por si acaso sucediera un accidente, ya que pesar de que la piedra antes suya brillara en manos del Tanuri, la luz era desigual y desordenada. El suelo estaba cubierto por polvo de roca, y trozos amplios de diversos minerales, lo que hacía muy probable una caída ante tal premura. El elfo miraba sus pies, luego el camino frente a Elen invariablemente, mientras la luz permaneciera sabía que el Tanuri seguía cerca.
-Elen, ¡cuidado!- su voz de alarma se elevó mucho más grave que aquellos susurros con los que estuvieran comunicándose, el Tanuri se había ido por un camino demasiado pequeño, y en un ligero destello Fedallah distinguió una enorme piedra que se interponía en el camino de la mujer. Tras su aviso, se apresuró a ella pues apenas los separaban algunos pasos, y la tomo del brazo para detenerla mientras la luz se hacía paulatinamente tenue, encaminada a desaparecer.
- … tendremos que caminar en la oscuridad, tenéis problemas con ello?- pregunto de nuevo con la suavidad inicial y retiró su mano de aquel brazo femenino – Disculpad por el atrevimiento, pero temía que vuestra intensidad os estrellase contra la roca.-
Aun con tenues sobras de luz que dejara el avance del Tanuri, Fedallah puso sus manos sobre el muro que enmarcaba el pequeño pasadizo que el roedor utilizara, colocó su oído sobre el y escuchó murmullos agudos, que parecían tener alguna forma, la de un lenguaje extraño y aparentemente melodioso. Comenzó a remover las rocas que podían ser despojadas de su posición. –Hay más de uno ahí dentro, no recuerdo si entendían el idioma de los hombres, o de los Elfos… - si podían ganar una conversación, la negociación no era una idea tan descabellada, quizás cambiar un objeto por otro.
Fedallah se introdujo entre las rocas, apenas con el espacio necesario para cruzar el muro, rasgando sus ropas en la roca húmeda. La figura más menuda y delicada de una mujer como Elen tendría menores problemas. El elfo se había adelantado para corroborar que del otro lado había piso firme, y libre de peligros. Extendió su mano por el estrecho, ofreciéndola a la joven sin imaginar la poca inseguridad que le provocaba la oscuridad, pues su magia podía materializar la luz cuando lo deseara… -Vamos, de aquí en delante no os despeguéis de mi.- Del otro lado encontrarían, luego de caminar un rato, la fuente de tesoros tanuri, una pequeña cárcava de rocas lisas y cristales donde acumulaban material y herramientas para la construcción de su pequeña guarida iluminada por una sutil luz artificial.
Efectivamente, el Tanuri escurridizo llevaría su nueva adquisición luminosa al lugar recóndito donde escondía sus tesoros y herramientas, y de ser él quién tomara el anillo ahí lo encontrarían. Solo quedaba emprender carrera tras él como lo dijera Elen y esperar que su escondrijo no fuera tan pequeño como su creador, ya que de otra manera les resultaría imposible acceder a él.
Fedellah siguió de cerca el paso de la peliblanco por si acaso sucediera un accidente, ya que pesar de que la piedra antes suya brillara en manos del Tanuri, la luz era desigual y desordenada. El suelo estaba cubierto por polvo de roca, y trozos amplios de diversos minerales, lo que hacía muy probable una caída ante tal premura. El elfo miraba sus pies, luego el camino frente a Elen invariablemente, mientras la luz permaneciera sabía que el Tanuri seguía cerca.
-Elen, ¡cuidado!- su voz de alarma se elevó mucho más grave que aquellos susurros con los que estuvieran comunicándose, el Tanuri se había ido por un camino demasiado pequeño, y en un ligero destello Fedallah distinguió una enorme piedra que se interponía en el camino de la mujer. Tras su aviso, se apresuró a ella pues apenas los separaban algunos pasos, y la tomo del brazo para detenerla mientras la luz se hacía paulatinamente tenue, encaminada a desaparecer.
- … tendremos que caminar en la oscuridad, tenéis problemas con ello?- pregunto de nuevo con la suavidad inicial y retiró su mano de aquel brazo femenino – Disculpad por el atrevimiento, pero temía que vuestra intensidad os estrellase contra la roca.-
Aun con tenues sobras de luz que dejara el avance del Tanuri, Fedallah puso sus manos sobre el muro que enmarcaba el pequeño pasadizo que el roedor utilizara, colocó su oído sobre el y escuchó murmullos agudos, que parecían tener alguna forma, la de un lenguaje extraño y aparentemente melodioso. Comenzó a remover las rocas que podían ser despojadas de su posición. –Hay más de uno ahí dentro, no recuerdo si entendían el idioma de los hombres, o de los Elfos… - si podían ganar una conversación, la negociación no era una idea tan descabellada, quizás cambiar un objeto por otro.
Fedallah se introdujo entre las rocas, apenas con el espacio necesario para cruzar el muro, rasgando sus ropas en la roca húmeda. La figura más menuda y delicada de una mujer como Elen tendría menores problemas. El elfo se había adelantado para corroborar que del otro lado había piso firme, y libre de peligros. Extendió su mano por el estrecho, ofreciéndola a la joven sin imaginar la poca inseguridad que le provocaba la oscuridad, pues su magia podía materializar la luz cuando lo deseara… -Vamos, de aquí en delante no os despeguéis de mi.- Del otro lado encontrarían, luego de caminar un rato, la fuente de tesoros tanuri, una pequeña cárcava de rocas lisas y cristales donde acumulaban material y herramientas para la construcción de su pequeña guarida iluminada por una sutil luz artificial.
Fedallah
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
La luz llegaba hasta los cazadores de forma irregular, lo que les dificultaba la visión en el interior del túnel. La bruja, preocupada por no perderlo de vista, avanzaba con rapidez sin apartar la mirada de los intermitentes destellos. Su concentración era tal que no vio lo que tenía delante… - Elen, ¡cuidado! - escuchó la voz tras de sí, mucho más grave que antes. Sintió como la tomaba del brazo para detenerla, miró al suelo y vio la enorme piedra con la que, de no ser por el elfo, se habría tropezado.
- … tendremos que caminar en la oscuridad, tenéis problemas con ello? - preguntó al tiempo que la soltaba, volviendo al tono suave que había usado antes - Disculpad por el atrevimiento, pero temía que vuestra intensidad os estrellase contra la roca.- la luz empezaba a desvanecerse en la lejanía. - Gracias por evitar que me cayese, tendré más cuidado.- contestó con voz amistosa.
El pasadizo se estrechaba ante ellos, observó a su compañero mientras éste intentaba escuchar algo a través del muro que lo enmarcaba. Luego comenzó a retirar las rocas más sueltas para abrir el camino. - Hay más de uno ahí dentro, no recuerdo si entendían el idioma de los hombres, o de los Elfos… - si conseguían entablar una conversación o al menos que el tanuri los comprendiese, sería más sencillo obtener el anillo y la piedra, quizá mediante algún intercambio.
Hizo memoria de lo que llevaba encima, que no era gran cosa, casi todo lo que traía se había quedado en las alforjas de Sombra. Bajó la vista al cinturón de plata que tenía puesto, estaba adornado con pequeños orbes turquesa, puede que valiesen.
Una vez despejado, Fedallah se introdujo en la galería. El espacio era tan justo que pudo escuchar como se rasgaban sus ropas contra las rocas. Ahora que estaban casi a oscuras, sólo podía atisbar su silueta. - Vamos, de aquí en delante no os despeguéis de mi.- dijo extendiendo una mano hacia ella. La hechicera aceptó su ayuda mientras se debatía interiormente, de haber estado en la superficie se habría notado como su rostro palidecía.
¿Qué debía hacer ahora? Sólo tenía dos opciones, seguir adelante en medio de la negrura, sin poder ver los peligros que les rodeaban o delatarse ante el elfo. Las posibles consecuencias de ambas la abrumaban, se quedó inmóvil durante unos instantes. Un leve suspiro, se alejó un poco de su compañero pero quedando frente a él. Había demostrado sus buenas intenciones así que tendría que confiar en que aquello no las cambiase.
- Avanzar a ciegas es arriesgado, no puedo permitirlo…- su voz se fue apagando a medida que pronunciaba las palabras. Colocó una mano con la palma hacia arriba y de ella brotaron los rayos, que se fueron agrupando hasta dar forma a una esfera. La brillante luz azul que irradiaba los iluminó, ahora estaba expuesta. Observó el rostro del hombre para ver su reacción, pero no tenían tiempo que perder si querían encontrar al tanuri.
Se puso en camino sin saber qué decir, ahora le tocaba fiarse como él había hecho en un principio al dar la espalda a una desconocida. La bruja manipulaba la intensidad de la bola, adecuándola a lo que necesitaba. Escuchó los pasos de Fedallah que la seguía así que intentó calmarse. Unos melodiosos murmullos empezaron a escucharse cada vez con más claridad.
Seguro que ninguno de los dos había imaginado lo que estaban a punto de ver, se asomaron con cuidado y encontraron una cárcava de rocas que habían quedado lisas por la erosión de alguna corriente de agua. Allí se amontonaba una infinidad de pequeños objetos y otros que ya habían pasado a formar parte de la guarida.
Cerró el puño, haciendo que la bola se desvaneciera. Observó con interés a los tanuris, tal como había indicado el elfo, se trataba de varios que parecían vivir en algo semejante a una comunidad.
- … tendremos que caminar en la oscuridad, tenéis problemas con ello? - preguntó al tiempo que la soltaba, volviendo al tono suave que había usado antes - Disculpad por el atrevimiento, pero temía que vuestra intensidad os estrellase contra la roca.- la luz empezaba a desvanecerse en la lejanía. - Gracias por evitar que me cayese, tendré más cuidado.- contestó con voz amistosa.
El pasadizo se estrechaba ante ellos, observó a su compañero mientras éste intentaba escuchar algo a través del muro que lo enmarcaba. Luego comenzó a retirar las rocas más sueltas para abrir el camino. - Hay más de uno ahí dentro, no recuerdo si entendían el idioma de los hombres, o de los Elfos… - si conseguían entablar una conversación o al menos que el tanuri los comprendiese, sería más sencillo obtener el anillo y la piedra, quizá mediante algún intercambio.
Hizo memoria de lo que llevaba encima, que no era gran cosa, casi todo lo que traía se había quedado en las alforjas de Sombra. Bajó la vista al cinturón de plata que tenía puesto, estaba adornado con pequeños orbes turquesa, puede que valiesen.
Una vez despejado, Fedallah se introdujo en la galería. El espacio era tan justo que pudo escuchar como se rasgaban sus ropas contra las rocas. Ahora que estaban casi a oscuras, sólo podía atisbar su silueta. - Vamos, de aquí en delante no os despeguéis de mi.- dijo extendiendo una mano hacia ella. La hechicera aceptó su ayuda mientras se debatía interiormente, de haber estado en la superficie se habría notado como su rostro palidecía.
¿Qué debía hacer ahora? Sólo tenía dos opciones, seguir adelante en medio de la negrura, sin poder ver los peligros que les rodeaban o delatarse ante el elfo. Las posibles consecuencias de ambas la abrumaban, se quedó inmóvil durante unos instantes. Un leve suspiro, se alejó un poco de su compañero pero quedando frente a él. Había demostrado sus buenas intenciones así que tendría que confiar en que aquello no las cambiase.
- Avanzar a ciegas es arriesgado, no puedo permitirlo…- su voz se fue apagando a medida que pronunciaba las palabras. Colocó una mano con la palma hacia arriba y de ella brotaron los rayos, que se fueron agrupando hasta dar forma a una esfera. La brillante luz azul que irradiaba los iluminó, ahora estaba expuesta. Observó el rostro del hombre para ver su reacción, pero no tenían tiempo que perder si querían encontrar al tanuri.
Se puso en camino sin saber qué decir, ahora le tocaba fiarse como él había hecho en un principio al dar la espalda a una desconocida. La bruja manipulaba la intensidad de la bola, adecuándola a lo que necesitaba. Escuchó los pasos de Fedallah que la seguía así que intentó calmarse. Unos melodiosos murmullos empezaron a escucharse cada vez con más claridad.
Seguro que ninguno de los dos había imaginado lo que estaban a punto de ver, se asomaron con cuidado y encontraron una cárcava de rocas que habían quedado lisas por la erosión de alguna corriente de agua. Allí se amontonaba una infinidad de pequeños objetos y otros que ya habían pasado a formar parte de la guarida.
Cerró el puño, haciendo que la bola se desvaneciera. Observó con interés a los tanuris, tal como había indicado el elfo, se trataba de varios que parecían vivir en algo semejante a una comunidad.
Elen Calhoun
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
Un pequeño Tanuri se acercó a la frente de Fedallah, bajo esa máscara que tenía por rostro podían verse unos ojos inquietos e ingenuos. Parecía preocupado por lo que estaba sucediendo. Era robusto, quizás por ser el más viejo de ese pequeño asentamiento. El animalillo se subió a unas rocas para ganar más altura, y en el preciso instante que vio a Elen a los ojos se mantuvo estático. Parecía meditar algo…
Finalmente, encrespó su cuerpecito y tiró manotazos al aire, como queriendo rasguñar a los dos desconocidos. Una gran rata apareció desde las sombras y ofreció como montura al que parecía ser el líder rebelde. Mientras tanto, en sus reducidos hogares, podían verse varias siluetas atemorizadas, al igual que infinidad de ojitos moviéndose a gran velocidad.
Una brisa de aire frío bañó a los presentes y era tal su fuerza, que empujó violentamente el cuerpo del elfo y la bruja. Cuando observaran al pequeño infractor de pelaje blanco, le verían apretado contra la pared de roca con ayuda de la rata para no volarse por los aires. Sin dudas, la situación en esa cueva se estaba volviendo precaria por alguna situación desconocida.
Vaya, he estado siguiendo sus respuestas y han sido muy buenas. Me hubiera gustado intervenir antes, pero no había tenido tiempo y ustedes responden rápido. Amansen al Tanuri que está montando una rabieta. Quizás con un pequeño regalo quede contento o mejorando su calidad de vida. Este es el fin de mi intervención.
Finalmente, encrespó su cuerpecito y tiró manotazos al aire, como queriendo rasguñar a los dos desconocidos. Una gran rata apareció desde las sombras y ofreció como montura al que parecía ser el líder rebelde. Mientras tanto, en sus reducidos hogares, podían verse varias siluetas atemorizadas, al igual que infinidad de ojitos moviéndose a gran velocidad.
Una brisa de aire frío bañó a los presentes y era tal su fuerza, que empujó violentamente el cuerpo del elfo y la bruja. Cuando observaran al pequeño infractor de pelaje blanco, le verían apretado contra la pared de roca con ayuda de la rata para no volarse por los aires. Sin dudas, la situación en esa cueva se estaba volviendo precaria por alguna situación desconocida.
Vaya, he estado siguiendo sus respuestas y han sido muy buenas. Me hubiera gustado intervenir antes, pero no había tenido tiempo y ustedes responden rápido. Amansen al Tanuri que está montando una rabieta. Quizás con un pequeño regalo quede contento o mejorando su calidad de vida. Este es el fin de mi intervención.
Thorn
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
La oscuridad ocultaba incluso su propia mano frente a él, pero prestando la atención correcta a los sonidos podía apreciarse la posición los muros, de su compañera. Y por el silencio que la invadió se dio cuenta de que permanecía inmóvil. No puede ser miedo a este lugar… Pensó el elfo buscando un motivo, Elen tenía la esencia de la bella hierba que se busca paso entre lugares impensados y peligrosos, no de la rosa, esa que solo es bella para admirarse estática… no la clase de mujer simple. No podía tener miedo a la sensación de peligro.
Su reflexión se vió acallada - Avanzar a ciegas es arriesgado, no puedo permitirlo…- una luz que nacía frente a el, la mano de Elen generaba un bella luz azul que crecía en intensidad lentamente. Los ojos grises de Fedallah se iluminaron, y cayó en cuenta de todo. Tenía frente a una bruja, un miembro de esa raza que tantas tragedias trajo a su gente, y que tanto fastidiaba la paz de su padre. Había visto a brujos y grupos de ellos en partes de sus viajes, pero al igual que Elen jamás había tenido trato cercano con el “enemigo”. Por su parte, Fedallah nunca consideró adoptar los problemas del pasado, ni los de su padre como suyos, pues eso era, a su parecer… precisamente la razón de su prevalencia.
No había renegado de esos antiguos rencores, para ahora venir a crear conflicto sin razón, El elfo no hizo más que sonreír ante la belleza de la magia, y esperaba que esa bruja jamás utilizara su poder para la violencia y el sufrimiento de inocentes, por que se ser así, bruja o no, serían enemigos.
La siguió de cerca –Mucho más práctico que mi roca…- murmuró con cierta gracia, para romper la tensión cuyo motivo ahora comprendía.
Luego de avanzar por un rato sobre el camino, se encontraron con una visión peculiar y acertada, contemplándola mientras la luz de Elen desaparecía. Habían llegado a la guarida Tanuri, más a pesar de no llevar negativas intenciones, la invasión puso a las criaturas presentes en una alerta insegura… quizás nunca había sucedido que alguien llegara a sus territorios. Un Tanuri, que se observaba ligeramente mayor a los demás, en tamaño y edad, se colocó frente al elfo mirando con temerosa curiosidad, pero no fue hasta fijarse en Elen que comenzó a mostrarse agresivo. Fedallah frunció ligeramente el ceño sin abandonar la calma, y tras unos suaves pasos se colocó frente a Elen, extendiendo una mano hacia el Tanuri en señal de paz.
Pero antes de que pudiera pronunciar palabra, una ráfaga de viento azoto la guarida, empujando a los dos visitantes de una impresionante manera, Fedallah volvió a atajar el cuerpo de Elen para protegerla, pero esta vez sin disculparse con ella pues apenas pudo fue en dirección de la cual provenía el escape de la corriente, pues aquel viento era aún más dañino para los pobres y diminutos Tanuris. La agresiva corriente de aire le atacó el rostro y la frialdad le aguijoneó la piel. Aquello de mover rocas se había vuelto muy repetitivo en esa travesía, pues esa fue la manera en que duramente intento bloquear o aminorar la agresividad de la situación, pero la enorme roca cedía apenas ante su intento… hasta que luego de un terrible esfuerzo pudo colocarla en el lugar indicado, que si bien no evito que el aire entrara por completo, todo volvió a la calma relativa. Fedallah se tumbó con la espalda contra la roca y observó a su alrededor por si hubiera algún Tanuri herido…
-Nan Serë*…- habló, con un aliento que recobraba. El idioma elfico era más antiguo que el de los hombres, quizás estas criaturas pudieran comprenderlo.
*Vengo en paz.
Su reflexión se vió acallada - Avanzar a ciegas es arriesgado, no puedo permitirlo…- una luz que nacía frente a el, la mano de Elen generaba un bella luz azul que crecía en intensidad lentamente. Los ojos grises de Fedallah se iluminaron, y cayó en cuenta de todo. Tenía frente a una bruja, un miembro de esa raza que tantas tragedias trajo a su gente, y que tanto fastidiaba la paz de su padre. Había visto a brujos y grupos de ellos en partes de sus viajes, pero al igual que Elen jamás había tenido trato cercano con el “enemigo”. Por su parte, Fedallah nunca consideró adoptar los problemas del pasado, ni los de su padre como suyos, pues eso era, a su parecer… precisamente la razón de su prevalencia.
No había renegado de esos antiguos rencores, para ahora venir a crear conflicto sin razón, El elfo no hizo más que sonreír ante la belleza de la magia, y esperaba que esa bruja jamás utilizara su poder para la violencia y el sufrimiento de inocentes, por que se ser así, bruja o no, serían enemigos.
La siguió de cerca –Mucho más práctico que mi roca…- murmuró con cierta gracia, para romper la tensión cuyo motivo ahora comprendía.
Luego de avanzar por un rato sobre el camino, se encontraron con una visión peculiar y acertada, contemplándola mientras la luz de Elen desaparecía. Habían llegado a la guarida Tanuri, más a pesar de no llevar negativas intenciones, la invasión puso a las criaturas presentes en una alerta insegura… quizás nunca había sucedido que alguien llegara a sus territorios. Un Tanuri, que se observaba ligeramente mayor a los demás, en tamaño y edad, se colocó frente al elfo mirando con temerosa curiosidad, pero no fue hasta fijarse en Elen que comenzó a mostrarse agresivo. Fedallah frunció ligeramente el ceño sin abandonar la calma, y tras unos suaves pasos se colocó frente a Elen, extendiendo una mano hacia el Tanuri en señal de paz.
Pero antes de que pudiera pronunciar palabra, una ráfaga de viento azoto la guarida, empujando a los dos visitantes de una impresionante manera, Fedallah volvió a atajar el cuerpo de Elen para protegerla, pero esta vez sin disculparse con ella pues apenas pudo fue en dirección de la cual provenía el escape de la corriente, pues aquel viento era aún más dañino para los pobres y diminutos Tanuris. La agresiva corriente de aire le atacó el rostro y la frialdad le aguijoneó la piel. Aquello de mover rocas se había vuelto muy repetitivo en esa travesía, pues esa fue la manera en que duramente intento bloquear o aminorar la agresividad de la situación, pero la enorme roca cedía apenas ante su intento… hasta que luego de un terrible esfuerzo pudo colocarla en el lugar indicado, que si bien no evito que el aire entrara por completo, todo volvió a la calma relativa. Fedallah se tumbó con la espalda contra la roca y observó a su alrededor por si hubiera algún Tanuri herido…
-Nan Serë*…- habló, con un aliento que recobraba. El idioma elfico era más antiguo que el de los hombres, quizás estas criaturas pudieran comprenderlo.
*Vengo en paz.
Fedallah
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
La presencia de ambos llamó rápidamente la atención de uno de los Tanuris, que curioso se acercó al elfo. Parecía más mayor y fuerte que los otros, que observaban nerviosos desde sus pequeñas casitas. Desvió la vista hacia la bruja y se quedó inmóvil, mirándola directamente a los ojos. No sabía si aquella criatura era capaz de percibir el tipo de magia que tenía, pero repentinamente comenzó a lanzar manotazos al aire. Puede que ella no le agradase, o que la intrusión hubiera provocado aquel enfado.
Una rata, más grande de lo común, apareció desde un rincón y corrió hacia el agitado ser. Si no lo hubiera visto con sus propios ojos no lo hubiera creído, la tenía amaestrada para que fuese su montura. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para pensar en aquella idea. Una potente ráfaga de aire los alcanzó a todos, empujando con violencia a los visitantes contra una de las rocosas paredes.
La hechicera se cubrió la cabeza con los brazos instintivamente, en un intento por protegerse del fuerte impacto que iba a recibir. Pero el golpe no llegó como esperaba, Fedallah la rodeó con un brazo, evitando que su cuerpo diera contra el muro y llevándose él la peor parte. La liberó con cuidado y se dirigió tan rápido como pudo hacia el origen de aquel viento.
Lo siguió con la mirada, volvía a sorprenderla con su nobleza y preocupación por cuantos lo rodeaban, incluso a pesar de que ella perteneciese a la raza que tanto daño había causado a los suyos. Los murmullos de los tanuris, que se habían transformado en chillidos de terror, la sacaron de sus pensamientos.
Aunque no controlaba el aire tan bien como la electricidad, elevó ambas manos y se concentró en desviar la corriente lejos del pequeño asentamiento. Los daños que podría ocasionar si no lo conseguía serían terribles para unas criaturas de tan poco tamaño. Con esfuerzo logró mantener aquella destructiva fuerza apartada de la guarida, hasta que su compañero pudo bloquear la entrada.
Respiró agitada y dejó caer los brazos al suelo, el elfo apoyó la espalda contra la roca y recorrió con la mirada el lugar mientras recobraba el aliento. - Nan Serë…- dijo finalmente, en la antigua lengua de su raza, que la de ojos verdes no conocía. Varios tanuris salieron de sus casas, acercándose un poco a los extraños.
- No venimos a haceros daño…- no sabía si la entenderían pero debía confiar en que así fuera, o que al menos comprendieran a Fedallah. No sería extraño, los elfos estaban muy relacionados con la naturaleza y las criaturas que en ella moraban. Buscó con la mirada al que había adoptado una postura agresiva hacia ellos, seguía algo inquieto y no se bajaba de la rata.
Recordó algo, echó mano a la bolsa de cuero que colgaba de su cinturón y sacó un pequeño adorno que había comprado en Lunargenta tiempo atrás. Alargó el brazo en su dirección, ofreciéndole el colgante con forma de copo de nieve como ofrenda de paz. Si les atraían los objetos brillantes, aquel le gustaría. - Vamos tómalo...- El Tanuri la miró extrañado, inclinó la cabeza ligeramente hacia un lado. - No tengas miedo, es un regalo.- hablaba con suavidad para no alterarlo.
Tras dudar unos instantes, bajó de su extraña montura y se acercó curioso a ver de cerca lo que la hechicera sostenía. Avanzaba lentamente, sin fiarse del todo de aquella enorme intrusa que había aparecido en su hogar.
Una rata, más grande de lo común, apareció desde un rincón y corrió hacia el agitado ser. Si no lo hubiera visto con sus propios ojos no lo hubiera creído, la tenía amaestrada para que fuese su montura. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para pensar en aquella idea. Una potente ráfaga de aire los alcanzó a todos, empujando con violencia a los visitantes contra una de las rocosas paredes.
La hechicera se cubrió la cabeza con los brazos instintivamente, en un intento por protegerse del fuerte impacto que iba a recibir. Pero el golpe no llegó como esperaba, Fedallah la rodeó con un brazo, evitando que su cuerpo diera contra el muro y llevándose él la peor parte. La liberó con cuidado y se dirigió tan rápido como pudo hacia el origen de aquel viento.
Lo siguió con la mirada, volvía a sorprenderla con su nobleza y preocupación por cuantos lo rodeaban, incluso a pesar de que ella perteneciese a la raza que tanto daño había causado a los suyos. Los murmullos de los tanuris, que se habían transformado en chillidos de terror, la sacaron de sus pensamientos.
Aunque no controlaba el aire tan bien como la electricidad, elevó ambas manos y se concentró en desviar la corriente lejos del pequeño asentamiento. Los daños que podría ocasionar si no lo conseguía serían terribles para unas criaturas de tan poco tamaño. Con esfuerzo logró mantener aquella destructiva fuerza apartada de la guarida, hasta que su compañero pudo bloquear la entrada.
Respiró agitada y dejó caer los brazos al suelo, el elfo apoyó la espalda contra la roca y recorrió con la mirada el lugar mientras recobraba el aliento. - Nan Serë…- dijo finalmente, en la antigua lengua de su raza, que la de ojos verdes no conocía. Varios tanuris salieron de sus casas, acercándose un poco a los extraños.
- No venimos a haceros daño…- no sabía si la entenderían pero debía confiar en que así fuera, o que al menos comprendieran a Fedallah. No sería extraño, los elfos estaban muy relacionados con la naturaleza y las criaturas que en ella moraban. Buscó con la mirada al que había adoptado una postura agresiva hacia ellos, seguía algo inquieto y no se bajaba de la rata.
Recordó algo, echó mano a la bolsa de cuero que colgaba de su cinturón y sacó un pequeño adorno que había comprado en Lunargenta tiempo atrás. Alargó el brazo en su dirección, ofreciéndole el colgante con forma de copo de nieve como ofrenda de paz. Si les atraían los objetos brillantes, aquel le gustaría. - Vamos tómalo...- El Tanuri la miró extrañado, inclinó la cabeza ligeramente hacia un lado. - No tengas miedo, es un regalo.- hablaba con suavidad para no alterarlo.
Tras dudar unos instantes, bajó de su extraña montura y se acercó curioso a ver de cerca lo que la hechicera sostenía. Avanzaba lentamente, sin fiarse del todo de aquella enorme intrusa que había aparecido en su hogar.
Elen Calhoun
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
Con su atención puesta en el movimiento de la enorme roca, no advirtió el esfuerzo que Elen realizaba para someter las agresiones del viento, pero gracias a ella los Tanuris pudieron salvar la situación sin heridas realmente graves. Nunca se sabe cuando se necesite una mano, había dicho el elfo al inicio de su colaboración, y vaya que se habían necesitado.
- No venimos a haceros daño…-
Confirmó su compañera en la lengua común, para entonces los ánimos de las criaturas se habían atenuado. Además de que la voz de Elen no transmitía otra cosa si no empatía y buenas intenciones. La observó cuidadosamente, la manera en que ofrecía aquel adorno al líder de los Tanuri. - No tengas miedo, es un regalo.- Y tenia que ser el más hosco de todos, el inseguro líder que interponía la paranoia para proteger a su gente… sonrió, aquella comunidad no era muy distinta a las de los seres grandes, casi le recordaba a su propio padre.
Se puso de pie, al parecer él ya no representaba más una amenaza… así que comenzó a caminar lentamente en dirección al trueque cuyo beneficiado no se decidía a consumar. De pronto, un roedor familiar le pasó entre los pies, y lo trepó hasta ponerse en su hombro con una roca luminosa en sus pequeñas manos. Fedallah lo observó, primero con los ojos entrecerrados como un reproche… lo que provocó que el Tanuri bajara el angulo de su rostro amedrentado, pero luego el elfo le hizo un par de señas suaves… -Puedes quedártelo… ve y dile a tu líder que no hay peligro con lo que la mujer le ofrece, viene desde el otro lado del mundo.*- Fedallah habló lentamente en su propio idioma, sin dejar de acentuar con movimientos de sus manos el mensaje, lo cual pareció tener éxito.
El roedor, descendió del hombro de Fedallah para ir a encontrarse con el arisco Tanuri, indicándole con algunos balbuceos agudos que todo estaba bien, fue entonces que el ornamento de tierras lejanas termino por seducirlo.
El elfo se quito el anillo que llevaba en su mano izquierda, un regalo de su madre, para presentarlo como ejemplo. –La pasada noche un artefacto como este fue tomado de una casa humana, hemos venido a buscarlo… es de suma importancia emocional para su dueño *– volvió a hablar en élfico, mostrando el anillo ante todos. El líder Tanuri se acercó a sus pies, y lo observó en silencio largamente… para luego saltar hacia la roca que Fedallah colocara en el hueco riesgoso que seguro azotaba regularmente su guarida. Miró también a la joven bruja… que se esforzara por evitar daños mayores, y caviló... como si calculara fríamente si realmente esos dos intrusos merecían su cooperación. Se dirigió al Tanuri de la roca para murmurarle alguna indicación la cual acató de inmediato deslizandose a la cárcava de cristales.
Fedallah contempló aquello en calma, confiado del resultado de las cosas, y volvió a colocarse el anillo. Mientras esperaban lo que el Tanuri estuviera haciendo, aprovechó para acuclillarse en el suelo y llamar a las pocas criaturas que tenían la piel herida y los curó uno a uno. En ese transcurso, ya lE estaban ofreciendo el dichoso anillo de compromiso a la joven Elen.
- No venimos a haceros daño…-
Confirmó su compañera en la lengua común, para entonces los ánimos de las criaturas se habían atenuado. Además de que la voz de Elen no transmitía otra cosa si no empatía y buenas intenciones. La observó cuidadosamente, la manera en que ofrecía aquel adorno al líder de los Tanuri. - No tengas miedo, es un regalo.- Y tenia que ser el más hosco de todos, el inseguro líder que interponía la paranoia para proteger a su gente… sonrió, aquella comunidad no era muy distinta a las de los seres grandes, casi le recordaba a su propio padre.
Se puso de pie, al parecer él ya no representaba más una amenaza… así que comenzó a caminar lentamente en dirección al trueque cuyo beneficiado no se decidía a consumar. De pronto, un roedor familiar le pasó entre los pies, y lo trepó hasta ponerse en su hombro con una roca luminosa en sus pequeñas manos. Fedallah lo observó, primero con los ojos entrecerrados como un reproche… lo que provocó que el Tanuri bajara el angulo de su rostro amedrentado, pero luego el elfo le hizo un par de señas suaves… -Puedes quedártelo… ve y dile a tu líder que no hay peligro con lo que la mujer le ofrece, viene desde el otro lado del mundo.*- Fedallah habló lentamente en su propio idioma, sin dejar de acentuar con movimientos de sus manos el mensaje, lo cual pareció tener éxito.
El roedor, descendió del hombro de Fedallah para ir a encontrarse con el arisco Tanuri, indicándole con algunos balbuceos agudos que todo estaba bien, fue entonces que el ornamento de tierras lejanas termino por seducirlo.
El elfo se quito el anillo que llevaba en su mano izquierda, un regalo de su madre, para presentarlo como ejemplo. –La pasada noche un artefacto como este fue tomado de una casa humana, hemos venido a buscarlo… es de suma importancia emocional para su dueño *– volvió a hablar en élfico, mostrando el anillo ante todos. El líder Tanuri se acercó a sus pies, y lo observó en silencio largamente… para luego saltar hacia la roca que Fedallah colocara en el hueco riesgoso que seguro azotaba regularmente su guarida. Miró también a la joven bruja… que se esforzara por evitar daños mayores, y caviló... como si calculara fríamente si realmente esos dos intrusos merecían su cooperación. Se dirigió al Tanuri de la roca para murmurarle alguna indicación la cual acató de inmediato deslizandose a la cárcava de cristales.
Fedallah contempló aquello en calma, confiado del resultado de las cosas, y volvió a colocarse el anillo. Mientras esperaban lo que el Tanuri estuviera haciendo, aprovechó para acuclillarse en el suelo y llamar a las pocas criaturas que tenían la piel herida y los curó uno a uno. En ese transcurso, ya lE estaban ofreciendo el dichoso anillo de compromiso a la joven Elen.
Fedallah
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
Aunque sus ánimos se hubieran calmado, el Tanuri se mostraba cauto. Se había acercado un poco a la bruja, pero no se atrevía a tomar el presente que ésta le ofrecía. Escuchó a su compañero hablando nuevamente en su antigua lengua con otro más pequeño, que resultó ser el que le había arrebatado la piedra mágica en el túnel. Parecía que si podían entender lo que el elfo les decía.
Bajó saltando del hombro de Fedallah y se acercó al mayor, que seguía indeciso. Unos cuantos balbuceos fueron suficientes para que cambiase su actitud y tomase el colgante entre sus pequeñas manitas. Lo examinó con detenimiento, quizá el diseño le recordase las primeras nevadas del invierno. La de ojos verdes se levantó lentamente para no asustarlos y echó un vistazo al lugar por donde había entrado la ráfaga. Era muy probable que llevaran sufriendo esas corrientes desde hacía tiempo.
La enorme roca que ahora bloqueaba su entrada sería suficiente para que no volvieran a tener ese problema, pero por si acaso, usó la telequinesis para terminar de tapar algunos huecos y afianzar así el muro que protegería la guarida. Por suerte para ellos, los cazadores habían llegado en el momento más adecuado.
Observó a su compañero, que mostraba un anillo al tiempo que volvía a hablar usando el idioma élfico. Atrajo la atención del líder, que se le acercó y lo miró durante unos instantes. Luego se dirigió hacia la roca y echó un vistazo a la hechicera, probablemente valorando si ambos merecían su ayuda tras lo que habían hecho por proteger el asentamiento.
Finalmente se encaminó hacia unos cristales, parecía que por fin se habían ganado su confianza, aunque estaba claro que la presencia de Fedallah le agradaba más que la suya. Pero no podía reprocharle aquello, debía defender a su pueblo de los intrusos. Y aunque ellos venían con las mejores intenciones, otros podrían llegar movidos por intereses diferentes y causarles daño.
Mientras esperaban su vuelta, el elfo llamó a los que habían sufrido alguna herida por el incidente. Elen lo miró con interés mientras los atendía, no había visto antes la magia curativa que podían hacer y despertaba su curiosidad. El don de sanar era extraordinario a sus ojos, una pena que los brujos se hubieran quedado sólo con los que podían ser perjudiciales.
Aun así, ella pensaba que todo poder usado de la manera correcta podía servir para hacer el bien. Nunca se había valido de sus habilidades para causar daño a nadie, y no pensaba hacerlo a no ser que tuviera que defenderse. Incluso una destructiva fuerza como el rayo podía transformarse en algo distinto, volverse luz que guiase sus pasos por el buen camino.
Desvió la vista al sentir que algo le rozaba una pierna, el líder de los tanuris había regresado y le ofrecía el anillo que Miles había descrito. Se agachó con cuidado y tomó la joya, guardándola en la bolsa de cuero. - Cuando no estas enfadado eres un ser agradable.- esbozó una sonrisa y el pequeño pareció entenderla, junto las manitas y bajó el rostro ligeramente. Poco tardó en unirse al resto, que se habían congregado alrededor de su compañero.
La bruja volvió a levantarse y esperó a que Fedallah terminase de tratar a los heridos. - Ya tenemos lo que buscábamos. - dijo con tono suave cuando éste se incorporó. Echó un último vistazo, pocas personas tendrían oportunidad de ver algo como aquello. Se despidió de las pequeñas criaturas con un gesto y se acercó al túnel que los había traído hasta allí, era hora de volver a la cabaña del caballero.
Bajó saltando del hombro de Fedallah y se acercó al mayor, que seguía indeciso. Unos cuantos balbuceos fueron suficientes para que cambiase su actitud y tomase el colgante entre sus pequeñas manitas. Lo examinó con detenimiento, quizá el diseño le recordase las primeras nevadas del invierno. La de ojos verdes se levantó lentamente para no asustarlos y echó un vistazo al lugar por donde había entrado la ráfaga. Era muy probable que llevaran sufriendo esas corrientes desde hacía tiempo.
La enorme roca que ahora bloqueaba su entrada sería suficiente para que no volvieran a tener ese problema, pero por si acaso, usó la telequinesis para terminar de tapar algunos huecos y afianzar así el muro que protegería la guarida. Por suerte para ellos, los cazadores habían llegado en el momento más adecuado.
Observó a su compañero, que mostraba un anillo al tiempo que volvía a hablar usando el idioma élfico. Atrajo la atención del líder, que se le acercó y lo miró durante unos instantes. Luego se dirigió hacia la roca y echó un vistazo a la hechicera, probablemente valorando si ambos merecían su ayuda tras lo que habían hecho por proteger el asentamiento.
Finalmente se encaminó hacia unos cristales, parecía que por fin se habían ganado su confianza, aunque estaba claro que la presencia de Fedallah le agradaba más que la suya. Pero no podía reprocharle aquello, debía defender a su pueblo de los intrusos. Y aunque ellos venían con las mejores intenciones, otros podrían llegar movidos por intereses diferentes y causarles daño.
Mientras esperaban su vuelta, el elfo llamó a los que habían sufrido alguna herida por el incidente. Elen lo miró con interés mientras los atendía, no había visto antes la magia curativa que podían hacer y despertaba su curiosidad. El don de sanar era extraordinario a sus ojos, una pena que los brujos se hubieran quedado sólo con los que podían ser perjudiciales.
Aun así, ella pensaba que todo poder usado de la manera correcta podía servir para hacer el bien. Nunca se había valido de sus habilidades para causar daño a nadie, y no pensaba hacerlo a no ser que tuviera que defenderse. Incluso una destructiva fuerza como el rayo podía transformarse en algo distinto, volverse luz que guiase sus pasos por el buen camino.
Desvió la vista al sentir que algo le rozaba una pierna, el líder de los tanuris había regresado y le ofrecía el anillo que Miles había descrito. Se agachó con cuidado y tomó la joya, guardándola en la bolsa de cuero. - Cuando no estas enfadado eres un ser agradable.- esbozó una sonrisa y el pequeño pareció entenderla, junto las manitas y bajó el rostro ligeramente. Poco tardó en unirse al resto, que se habían congregado alrededor de su compañero.
La bruja volvió a levantarse y esperó a que Fedallah terminase de tratar a los heridos. - Ya tenemos lo que buscábamos. - dijo con tono suave cuando éste se incorporó. Echó un último vistazo, pocas personas tendrían oportunidad de ver algo como aquello. Se despidió de las pequeñas criaturas con un gesto y se acercó al túnel que los había traído hasta allí, era hora de volver a la cabaña del caballero.
Última edición por Elen Calhoun el Lun Oct 06, 2014 12:36 pm, editado 2 veces
Elen Calhoun
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
El ritual de despedida fue bastante simple y silencioso. Al terminar de curar las pocas y leves heridas de los Tanuris, el Elfo se puso de pie… acercándose lentamente a la mujer peliblanco que le acompañaba.
- Ya tenemos lo que buscábamos. -
La bruja había utilizado su poder para resanar cada rendija que quedara suelta tras la enorme roca que bloqueara la entrada peligrosa de corrientes, ahí estaba la prueba de que todo poder es virtuoso si te utiliza de la manera correcta. Los actos y condiciones representadas por los intrusos gigantes habian sido un desfile de magnificencias ante los ojos asombrados de los Tanuri, que agradecidos los observaban, ahora sin temblor alguno. –Regresemos…- fue lo único que dijo, volteando levemente hacia las criaturas del invierno, les hizo una reverencia sutil con su torso… a la cual sólo el líder respondió en nombre de todos, de una manera que se apreciaba graciosa y tierna en su cuerpecillo delgado y alargado.
Entonces, dio media vuelta y siguió los pasos de la mujer. La cual seguramente no tardaría en volver a materializar la luz que necesitaban para alumbrar su camino. El elfo observo la silueta de la mujer que se bordeaba con la aquella luz azulada y se cuestionaba por que una Bruja rondaba aquellos lugares tan lejanos. Aquellas Islas de las que su raza provenía estaban aún más alejadas que Sandorai.
–Raro encuentro el de una Bruja y un Elfo en un lugar como este… tan lejano e inclemente- Se adelantó algunos pasos, pues llegaban a las bifurcaciones en las que se apresuraran antes. Algunos segundos duró la divagación de la dirección correcta, para luego seguir marchando en silencio.
Aunque la velocidad de su paso se aminoraba de vez en vez, cuando el camino no parecía tan familiar, la salida hacia aquel blanco tan angelical como malevolente no se hizo esperar mucho. Aunque al momento de salir ni el caballo de la Bruja ni el propio Astaldo se encontraban a la vista. Podría ser que en verdad confundieran camino y salieran en una dirección equivocada.
El elfo se adelantó, y pisó la nieve notando como sus pies se hundían… el sol estaba poniéndose, sorprendido comprendió que habían sido varias horas las que invirtieran en el interior de aquella mística cueva… no cumpliría la palabra que le diera a Miles, si todo iba bien llegaría al oscurecer. –Es tarde… ¿tenéis montura? – elevó un silbido muy suave y afilado, sólo con sus labios juntos… cuando de pronto la mancha oscura que era su caballo apareció rodeando los montones de roca y nieve alrededor de la elevación. Esperó la respuesta de la joven, dispuesto estaba a llevarla con él sobre Astaldo.
off: Una disculpa por la demora, los fines de semana suelo estar algo escaso de tiempo. Adelanté tal vez demasiado... si desean que haga un cambio o modere mi descripción de actos ajenos estoy a la orden.
- Ya tenemos lo que buscábamos. -
La bruja había utilizado su poder para resanar cada rendija que quedara suelta tras la enorme roca que bloqueara la entrada peligrosa de corrientes, ahí estaba la prueba de que todo poder es virtuoso si te utiliza de la manera correcta. Los actos y condiciones representadas por los intrusos gigantes habian sido un desfile de magnificencias ante los ojos asombrados de los Tanuri, que agradecidos los observaban, ahora sin temblor alguno. –Regresemos…- fue lo único que dijo, volteando levemente hacia las criaturas del invierno, les hizo una reverencia sutil con su torso… a la cual sólo el líder respondió en nombre de todos, de una manera que se apreciaba graciosa y tierna en su cuerpecillo delgado y alargado.
Entonces, dio media vuelta y siguió los pasos de la mujer. La cual seguramente no tardaría en volver a materializar la luz que necesitaban para alumbrar su camino. El elfo observo la silueta de la mujer que se bordeaba con la aquella luz azulada y se cuestionaba por que una Bruja rondaba aquellos lugares tan lejanos. Aquellas Islas de las que su raza provenía estaban aún más alejadas que Sandorai.
–Raro encuentro el de una Bruja y un Elfo en un lugar como este… tan lejano e inclemente- Se adelantó algunos pasos, pues llegaban a las bifurcaciones en las que se apresuraran antes. Algunos segundos duró la divagación de la dirección correcta, para luego seguir marchando en silencio.
Aunque la velocidad de su paso se aminoraba de vez en vez, cuando el camino no parecía tan familiar, la salida hacia aquel blanco tan angelical como malevolente no se hizo esperar mucho. Aunque al momento de salir ni el caballo de la Bruja ni el propio Astaldo se encontraban a la vista. Podría ser que en verdad confundieran camino y salieran en una dirección equivocada.
El elfo se adelantó, y pisó la nieve notando como sus pies se hundían… el sol estaba poniéndose, sorprendido comprendió que habían sido varias horas las que invirtieran en el interior de aquella mística cueva… no cumpliría la palabra que le diera a Miles, si todo iba bien llegaría al oscurecer. –Es tarde… ¿tenéis montura? – elevó un silbido muy suave y afilado, sólo con sus labios juntos… cuando de pronto la mancha oscura que era su caballo apareció rodeando los montones de roca y nieve alrededor de la elevación. Esperó la respuesta de la joven, dispuesto estaba a llevarla con él sobre Astaldo.
off: Una disculpa por la demora, los fines de semana suelo estar algo escaso de tiempo. Adelanté tal vez demasiado... si desean que haga un cambio o modere mi descripción de actos ajenos estoy a la orden.
Fedallah
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
La de cabellos cenicientos esperó a que su compañero se despidiese de los tanuris, que ahora se mostraban tranquilos y agradecidos con ambos. - Regresemos…- dijo el elfo al tiempo que se giraba para hacer una reverencia a las pequeñas criaturas, el líder respondió con el mismo gesto. Elen se puso en marcha y volvió a hacer uso de sus poderes para crear la esfera luminosa.
- Raro encuentro el de una Bruja y un Elfo en un lugar como este… tan lejano e inclemente. - escuchó la voz tras de sí, mientras manipulaba la luz para que pudiesen ver con claridad el suelo y las paredes. Sin duda tenía razón, la casualidad había hecho que se encontrasen y ambos estaban muy lejos de sus hogares. La maga comenzaba a dudar si algún día volvería al suyo, su búsqueda iba a alejarla aún más de las islas.
Aquel pensamiento hizo que empezara a preguntarse cuál era el motivo que había llevado a un elfo tan lejos de sus bosques en Sandorai. Pero no quería parecer una entrometida, así que se abstuvo de formular la cuestión. - Tienes razón, cuando Miles me habló de otro cazador no esperaba que se tratara de uno de los vuestros. - hizo una pausa mientras Fedallah se situaba a su lado, habían llegado a una de las bifurcaciones. - Supongo que ha sido cosa del azar…- musitó en voz baja.
Tras unos instantes, su compañero tomó uno de los caminos. Elen se esforzó por mantener el túnel lo mejor iluminado posible, no quería más sustos como el de la piedra con que estuvo a punto de tropezar. Confiaba en el sentido de la orientación del de cabellos oscuros, así que siguió sus indicaciones. Pronto encontraron la salida a la llanura, respiró aliviada y cerró el puño, con lo que la azulada luz se desvaneció. El elfo se adelantó y ella avanzó tras él hacia el exterior.
Entrecerró ligeramente los ojos, el frío le mordió las mejillas así que tiró del cuello de su abrigo para cubrirse un poco. Echó un vistazo alrededor, aquella no era la entrada que había utilizado, Sombra no estaba por ningún lado. El sol empezaba a ponerse, tendría que darse prisa en encontrarlo para salir de allí. –Es tarde… ¿tenéis montura? – Fedallah emitió un silbido y su caballo apareció bordeando la zona rocosa.
- Si tengo, pero esta no es la ruta que tomé cuando empecé a seguir al Kirin…- avanzó unos pasos. - Al llegar no vi vuestro corcel así que supongo que el mío se encuentra en la dirección opuesta, no creo que este lejos. - Ojalá hubiera tenido al animal entrenado para acudir a una llamada como había hecho su compañero. Sería algo que tendría que hacer cuando tuviera un poco de tiempo libre.
- Raro encuentro el de una Bruja y un Elfo en un lugar como este… tan lejano e inclemente. - escuchó la voz tras de sí, mientras manipulaba la luz para que pudiesen ver con claridad el suelo y las paredes. Sin duda tenía razón, la casualidad había hecho que se encontrasen y ambos estaban muy lejos de sus hogares. La maga comenzaba a dudar si algún día volvería al suyo, su búsqueda iba a alejarla aún más de las islas.
Aquel pensamiento hizo que empezara a preguntarse cuál era el motivo que había llevado a un elfo tan lejos de sus bosques en Sandorai. Pero no quería parecer una entrometida, así que se abstuvo de formular la cuestión. - Tienes razón, cuando Miles me habló de otro cazador no esperaba que se tratara de uno de los vuestros. - hizo una pausa mientras Fedallah se situaba a su lado, habían llegado a una de las bifurcaciones. - Supongo que ha sido cosa del azar…- musitó en voz baja.
Tras unos instantes, su compañero tomó uno de los caminos. Elen se esforzó por mantener el túnel lo mejor iluminado posible, no quería más sustos como el de la piedra con que estuvo a punto de tropezar. Confiaba en el sentido de la orientación del de cabellos oscuros, así que siguió sus indicaciones. Pronto encontraron la salida a la llanura, respiró aliviada y cerró el puño, con lo que la azulada luz se desvaneció. El elfo se adelantó y ella avanzó tras él hacia el exterior.
Entrecerró ligeramente los ojos, el frío le mordió las mejillas así que tiró del cuello de su abrigo para cubrirse un poco. Echó un vistazo alrededor, aquella no era la entrada que había utilizado, Sombra no estaba por ningún lado. El sol empezaba a ponerse, tendría que darse prisa en encontrarlo para salir de allí. –Es tarde… ¿tenéis montura? – Fedallah emitió un silbido y su caballo apareció bordeando la zona rocosa.
- Si tengo, pero esta no es la ruta que tomé cuando empecé a seguir al Kirin…- avanzó unos pasos. - Al llegar no vi vuestro corcel así que supongo que el mío se encuentra en la dirección opuesta, no creo que este lejos. - Ojalá hubiera tenido al animal entrenado para acudir a una llamada como había hecho su compañero. Sería algo que tendría que hacer cuando tuviera un poco de tiempo libre.
Última edición por Elen Calhoun el Lun Oct 06, 2014 11:06 pm, editado 1 vez
Elen Calhoun
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
- Supongo que ha sido cosa del azar…-
El azar era una cosa extraña y caprichosa, en ocasiones es sólo nuestra manera de juzgar los eventos cuando no comprendemos el fin que los rodea, y otras… cuando son tan efímeros que preferimos no detenernos a analizarlos. Este caso pintaba para segunda opción, estos dos cazadores se habían encontrado por buscar un mismo fin… que era solventar las necesidades de sus incansables viajes, aunque por inspiraciones muy distintas cada uno de ellos. ¿Sería entonces que al terminar dicha empresa sus caminos sencillamente continuarían igual que antes? No nos encontramos demasiado lejos de comprobarlo.
Elen parecía una mujer demasiado contenida en sí misma y discreta, no hacia preguntas personales ni él se atrevía a romper esa linea de distancia, sin querer decir en absoluto que no sintiera curiosidad por ella. Fedallah nunca fue un ser de muchos amigos, ni siquiera en Sandorai… más su afable carácter le facilitaba el trato con las personas cuando era necesario… así como también adaptarse a otra clase de caracteres. Aunque, todo ello lo había ganado a base de largas meditaciones, aprendiendo a controlar aquello que buscaba ahora dejar libre con otra clase de conciencia… pero era difícil regresar a la materia natural su propio ser, quizás nunca se habían entrelazado las condiciones idóneas para ello.
Observó la piel de la joven sufriendo por el cambio de temperatura al abandonar la protección de las rocas, y entrecerró sus ojos preguntándose si aceptaría su chaqueta amplia de piel, mas sin embargo su cuestionamiento duró poco. De pronto se despojó de él y lo puso sobre los hombros de Elen.
-Vamos entonces- subió a su caballo, luego de caminar hacia el en un brusco movimiento… no dijo mucho, sólo le extendió la mano amablemente, para luego impulsarla hacia el lomo de Astaldo, detrás de él. Era siempre mejor proceder, y más cómodo para la mujer que poca confianza disponía para el jinete, colocarse a espaldas de él y sostenerse de su cintura. No quería en absoluto ofenderla, o que considerara sus actos impregnados de otras intenciones.
-Busquemos a vuestro caballo, y acabemos esto pronto- Sin su chaqueta, el frio era inclemente, pero lo soportaba con naturalidad… solo un par de minutos y su piel se familiarizaría con él.
Espoleó a su caballo, y avanzó sin despegarse del nacimiento de la pequeña montaña en busca del caballo ajeno.
El azar era una cosa extraña y caprichosa, en ocasiones es sólo nuestra manera de juzgar los eventos cuando no comprendemos el fin que los rodea, y otras… cuando son tan efímeros que preferimos no detenernos a analizarlos. Este caso pintaba para segunda opción, estos dos cazadores se habían encontrado por buscar un mismo fin… que era solventar las necesidades de sus incansables viajes, aunque por inspiraciones muy distintas cada uno de ellos. ¿Sería entonces que al terminar dicha empresa sus caminos sencillamente continuarían igual que antes? No nos encontramos demasiado lejos de comprobarlo.
Elen parecía una mujer demasiado contenida en sí misma y discreta, no hacia preguntas personales ni él se atrevía a romper esa linea de distancia, sin querer decir en absoluto que no sintiera curiosidad por ella. Fedallah nunca fue un ser de muchos amigos, ni siquiera en Sandorai… más su afable carácter le facilitaba el trato con las personas cuando era necesario… así como también adaptarse a otra clase de caracteres. Aunque, todo ello lo había ganado a base de largas meditaciones, aprendiendo a controlar aquello que buscaba ahora dejar libre con otra clase de conciencia… pero era difícil regresar a la materia natural su propio ser, quizás nunca se habían entrelazado las condiciones idóneas para ello.
Observó la piel de la joven sufriendo por el cambio de temperatura al abandonar la protección de las rocas, y entrecerró sus ojos preguntándose si aceptaría su chaqueta amplia de piel, mas sin embargo su cuestionamiento duró poco. De pronto se despojó de él y lo puso sobre los hombros de Elen.
-Vamos entonces- subió a su caballo, luego de caminar hacia el en un brusco movimiento… no dijo mucho, sólo le extendió la mano amablemente, para luego impulsarla hacia el lomo de Astaldo, detrás de él. Era siempre mejor proceder, y más cómodo para la mujer que poca confianza disponía para el jinete, colocarse a espaldas de él y sostenerse de su cintura. No quería en absoluto ofenderla, o que considerara sus actos impregnados de otras intenciones.
-Busquemos a vuestro caballo, y acabemos esto pronto- Sin su chaqueta, el frio era inclemente, pero lo soportaba con naturalidad… solo un par de minutos y su piel se familiarizaría con él.
Espoleó a su caballo, y avanzó sin despegarse del nacimiento de la pequeña montaña en busca del caballo ajeno.
Fedallah
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
Elen avanzó un poco más, esperando atisbar la silueta de su caballo en la lejanía. El oscuro color de Sombra destacaría entre aquel blanco manto de nieve. Notó el peso de una amplia chaqueta de piel sobre los hombros, se giró y vio que Fedallah se dirigía a su montura tras cederle su abrigo. La amabilidad con que la trataba volvía a sorprenderla, pocos habrían hecho lo mismo en su situación.
¿Qué pasaría cuándo llegasen a la cabaña del caballero y terminasen su misión? Aún no lo sabía, pero empezaba a acostumbrase a su presencia e incluso le parecía agradable. Siempre había tenido cierto temor a encontrarse con un elfo, pero con él había resultado de lo más natural. - Vamos entonces. - dijo el de cabellos negros mientras subía a su caballo.
Extendió la mano hacia ella y la hechicera la tomó para ayudarse a subir. Se impulsó ligeramente y quedó sentada tras él. - Gracias…- musitó, en parte por el abrigo y por no dejarla allí, otros lo habrían hecho sin pensarlo. Se sujetó de su cintura, esperando no incomodarlo. - Busquemos a vuestro caballo, y acabemos esto pronto. - debían darse prisa para evitar que la noche los alcanzase en medio de la fría llanura.
Por suerte estaba en lo cierto, poco después de ponerse en marcha la negra figura de Sombra apareció tras unas rocas. Bajó de la montura de su compañero y se acercó con rapidez, desató el corcel y se subió con un ágil salto. - Será mejor que aceleremos el paso. – Fedallah asintió con la cabeza y ambos espolearon los caballos para que trotasen a paso ligero.
Cuando por fin llegaron al asentamiento de cabañas, la noche casi se había cernido sobre ellos. Respiró hondamente y dirigió una mirada al elfo, el frío aumentaba por momentos y él estaba expuesto. Pararon cerca de la puerta del caballero y ataron los caballos, la bruja se quitó el abrigo y se acercó para cubrirlo. - ¿Os encontráis bien? - preguntó con un deje de preocupación en la voz.
Miles debió escuchar su voz desde el interior, se asomó por una de las ventanas y al reconocerlos acudió a la puerta para ver si sus cazadores habían recuperado el valioso objeto. - Por fin habéis vuelto, ¿qué tal ha ido?- una helada ráfaga alcanzó al caballero, que cerró su chaqueta. - Emm disculpadme, esta noche hace bastante frío, pasad y contadme qué ha pasado.- Se hizo a un lado y dejó que entrasen, guiándolos luego hasta un pequeño salón que se mantenía a una temperatura agradable gracias a la chimenea.
¿Qué pasaría cuándo llegasen a la cabaña del caballero y terminasen su misión? Aún no lo sabía, pero empezaba a acostumbrase a su presencia e incluso le parecía agradable. Siempre había tenido cierto temor a encontrarse con un elfo, pero con él había resultado de lo más natural. - Vamos entonces. - dijo el de cabellos negros mientras subía a su caballo.
Extendió la mano hacia ella y la hechicera la tomó para ayudarse a subir. Se impulsó ligeramente y quedó sentada tras él. - Gracias…- musitó, en parte por el abrigo y por no dejarla allí, otros lo habrían hecho sin pensarlo. Se sujetó de su cintura, esperando no incomodarlo. - Busquemos a vuestro caballo, y acabemos esto pronto. - debían darse prisa para evitar que la noche los alcanzase en medio de la fría llanura.
Por suerte estaba en lo cierto, poco después de ponerse en marcha la negra figura de Sombra apareció tras unas rocas. Bajó de la montura de su compañero y se acercó con rapidez, desató el corcel y se subió con un ágil salto. - Será mejor que aceleremos el paso. – Fedallah asintió con la cabeza y ambos espolearon los caballos para que trotasen a paso ligero.
Cuando por fin llegaron al asentamiento de cabañas, la noche casi se había cernido sobre ellos. Respiró hondamente y dirigió una mirada al elfo, el frío aumentaba por momentos y él estaba expuesto. Pararon cerca de la puerta del caballero y ataron los caballos, la bruja se quitó el abrigo y se acercó para cubrirlo. - ¿Os encontráis bien? - preguntó con un deje de preocupación en la voz.
Miles debió escuchar su voz desde el interior, se asomó por una de las ventanas y al reconocerlos acudió a la puerta para ver si sus cazadores habían recuperado el valioso objeto. - Por fin habéis vuelto, ¿qué tal ha ido?- una helada ráfaga alcanzó al caballero, que cerró su chaqueta. - Emm disculpadme, esta noche hace bastante frío, pasad y contadme qué ha pasado.- Se hizo a un lado y dejó que entrasen, guiándolos luego hasta un pequeño salón que se mantenía a una temperatura agradable gracias a la chimenea.
Elen Calhoun
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Re: Misión: ¡Atrapa al Tanuri! [libre]
¡Misión finalizada con éxito!
Hicieron un trabajo excelente, mucho mejor del que hubiese esperado para la primer misión.
Se llevan todos los puntos de experiencia,y los 500 aeros cada uno.
Además, como reconocimiento a su empeño y dedicación, se lleva cada uno un Muffin *Insertese un Thumbs up*
- Muffin1:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Muffin2:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Como verán tienen un solo uso y el efecto será una sorpresa hasta el día que lo usen en un on -de cualquier tipo- y me lo notifiquen.
Les recuerdo que como todos los objetos master, tienen que registrarlos.
Thorn
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