Viaje sin rumbo (Libre)

El sol ya se estaba ocultando, la tarde ya había llegado, y con ello comenzaba a surgir la incertidumbre de encontrar algún pueblo o casa donde poder pasar la noche, pues después de buscar todo el día algo para comer por todo el bosque aunque sin éxito alguno, debido a eso Karel ya se encontraba agotado, por lo que al pasar un rato comenzaron a surgir pensamientos negativos desde su mente, cosas como la muerte ya debe venir a por mi, cultivas lo que siembras, ¿no?, hasta aquí llego mi suerte... hacían eco en su cerebro; añorando volver a sus viejas andanzas como ladrón en la ciudad de Lunargenta, aunque sabia perfectamente que no podría regresar pues estaba el riesgo de ser arrestado y en el mejor de los casos ser sentenciado a vivir en una prisión el resto de sus días, pero, incluso a pesar de estar cansado y con unos pensamientos pesimistas repitiéndose constantemente en su cabeza, a pesar de todo, se negaba a rendirse y quedarse entre los arboles esperando a que todo acabara.

La noche ya había llegado y Karel continuaba vagando en búsqueda de una casa o un pueblo en el cual quedarse, forzándose a si mismo a caminar, pero aquellos esfuerzos le pasaron la cuenta y rápidamente sus piernas dejaron de hacer caso, Karel se desplomo al suelo con las piernas exhaustas. Sin sus piernas no había nada que pudiera hacer, si una bestia apareciera frente a el seria una presa fácil, cosa que no le gustaba para nada, pero por las circunstancias tuvo que resignarse a tener que descansar y esperar a que regresaran sus fuerzas por lo que se quedo junto a un árbol a contemplar el oscuro bosque iluminado por la luz de la luna


Pero a pesar de su animo destrozado y las preocupaciones que inundaban su cabeza, estas rápidamente desaparecieron pues la calma del bosque y la belleza de la luna ayudaban a cambiar sus ánimos y despejar su mente, cuando se sintió mejor decidió pararse del lugar en el que estaba para continuar buscando un lugar donde pasar el resto de la noche pues sabia que existía la posibilidad de ser atacado por una bestia salvaje, cuando ya estuvo de pie su su atención se centro en un punto que estaba entre dos arboles, pues había visto algo moverse por aquel lugar, rápidamente se puso en guardia y desenvaino su daga dirigiéndose hacia aquel misterio que apareció frente a sus ojos.

Llevaban menos de medio día de camino arriba de Ícaro, el caballo de Elëneidë, habían hecho una pausa para comer algo y reponer fuerzas para continuar el camino, pero aún se encontraban en territorio humano, no habían salido de la península de Verisar. Nana llevaba consigo un mapa, le tocaba manejar las riendas del caballo a Elëne, así que ella consultaba el mapa moviéndolo de un lado a otro, dándole la vuelta, buscando el norte. Miraba el cielo de vez en cuando, para orientarse. Estaba sentada de espaldas a Elëne, puesto que se mareaba si siempre iba mirando hacia delante, estaban ambas espalda con espalda. 

Cerró levemente los ojos mirando muy de cerca el mapa. No, no se habían perdido, pero hacía demasiado tiempo que la licántropa no iba a Sandorai. Se tiró del caballo y lo paró con tan solo una caricia, Ícaro y ella habían hecho muy buenas migas durante el viaje. 

-Es hora de montar campamento. -Le dijo a Elëne mirando hacia todas partes, aunque aquel no era buen sitio para acampar, habían recorrido más distancia de la que ella había calculado, y si todo salía según lo planeado podría volver a Lunargenta al día siguiente por la noche. Pero entonces escuchó algo, un crujir de hojas, y una voz, lejos, pero no muy lejos de allí. Le hizo un ademán con la mano a Elëne, poniéndosela delante para que se callase. 

-Sh.. -Le dijo a la elfa sin mirarla, analizando el terreno y mirando las huellas recientes. Algún humanoide había pasado por allí, un cazador quizá, o un ciudadano, puesto que las demás criaturas habrían sido cautelosas de borrar su rastro. Tomó las riendas del caballo desde el suelo, con Elëne arriba aún, por si pasaba algo poder echar lejos a la elfa, después el caballo la encontraría de nuevo. 

Dejó al caballo con Elëne un poco más atrás de su posición, y ella se acercó allí, había un hombre, o al menos eso le parecía desde aquella distancia. Escuchó aquella pregunta y apartó los arbustos que tenía delante para pasar frente al hombre. 
-Buenas noches. -Le dijo educada con una pequeña reverencia de cortesía. - Más creo que no será necesario usar las armas, caballero. -Le dijo mirando la daga y alzando una ceja y después le miró a los ojos, afable, pero a la vez con la mirada amenazante tan característica de la licántropa. No estaba tensa, sabía que si aquel hombre intentaba atacar, él sería el que saldría perdiendo, eso si no la reconocía nada más verla, como la mayoría de personas en Lunargenta.

Al presentarse la mujer frente a el, Karel solo se limito a verla de reojo, bajo la daga pero no por eso dejo de estar alerta, su instinto le decía que había posibilidad de peligro, y para el el instinto era lo que mas le movía, de no ser por ese instinto ya habría acabado tras una prisión hace mucho tiempo, es por eso que comenzó a analizar rápidamente la situación

*Iba entretenida dejándome guiar por las instrucciones de Nana. Solo seguía el ritmo y manejaba un poco las riendas sin enterarme de mucho, menos mal que guiaba Nana porque mi sentido de la orientación era realmente nulo con mapa o sin él.

Icaro se paro de golpe por orden de Nana aunque ni siquiera me entere de que había pasado con exactitud hasta que escuche las palabras de Nana. Las palabras acampar de Nana sonaron exquisitas para mi pues estaba bastante cansada, había sido un día muy duro. Me reconfortaba saber que no estaba sola.

Oí unos ruidos y un gesto de Nana fue suficiente para callarme y no volver abrir la boca. Me quede silenciosa y expectante, el sonido podía provenir de cualquier cosa y eso me inquietaba. 
Noto a Nana mirándolo todo y analizando el terreno, aquello me incomodaba, estaba segura que Nana apreciaba algo más que yo no podía ver.

Nana se adentro en el terreno y no pude alcanzar a ver más. Me tumbe un poco sobre Icaro para acariciarle las orejas y así poder calmarlo o calmarme a mi. Unas voces llegaban hasta mi pero no siquiera podía distinguirlas. 

Nana no me había dado ninguna orden más y la obedecería estando quieta y callada como ella me había ordenado. Algunas preguntas se formaron en mi mente, sin embargo todas se disipaban. Aún dudaba si era mejor bajar de Icaro o quedarme ahí arriba así que espere.*

Turnos: 

Karel
Elëneidë
Nana
____

Nana no se fiaba ni un pelo de aquel hombre, sabía diferenciar a la gente cuando la veía y aquel no era ni mucho menos un muerto de hambre, pero tenía que aparentar, no todos iban diciendo la verdad sobre su naturaleza a la primera de cambio. De una cosa sí estaba segura, era un humano. Se llevó las manos a los labios y emitió un silbido casi impredecible para los humanos, pero sí para el caballo de Elëneide, que se acercó hasta los matorrales tras la llamada de la licántropa. 

-A ambas nos espera un largo viaje, pero creo que podremos prescindir de un trozo de pan y un poco de vino. -Le dijo al extraño dándole la espalda. No todas las personas se atreverían a darle la espalda a alguien que acaban de conocer, pero ella era Nana y no tenía miedo a nada. Le acarició el morro a Ícaro y le guiñó un ojo a Elëne para que se tranquilizase. Inspeccionó el lugar con la vista mientras agarraba su bolsa de cuero con la comida que Fleur les había dado, con lo exagerada que era esa mujer tenían comida para una semana. 

Le lanzó un trozo de pan y la bota de vino, y le sonrió afable a la vez que comenzaba a descargar bártulos del lomo del caballo. Un par de mantas para pasar la noche al raso y lo indispensable para preparar algo de comida, fría, pues no podían encender una hoguera, era demasiado arriesgado. 

-Podemos acampar aquí, Elëneidë- Le dijo en élfico a la elfa, para que el otro individuo no se enterase. Después se giró hacia él con una sonrisa. -Oh, dónde están mis modales. Nana Black, un gusto. -Le dijo ladeando la cabeza suavemente en señal de saludo y después tendió una manta en el suelo. -Nosotras acamparemos aquí, puede pasar la noche con nosotras, si gusta. -Le volvió a decir con la misma seguridad en sí misma y en a situación que momentos anteriores, tenía vigilada en todo momento la daga, y prefería que aquel hombre se quedase allí y poderlo vigilar, que tener que estar atenta toda la noche por si volvía, o intentaba atacarlas. -Tenemos algo de jamón y embutido.. -Añadió sentándose en la manta y revolviendo entre todas sus cosas. Una cantidad importante de cuchillos de todas clases, la mayoría inútiles para el ámbito domésticos pero útiles a la hora de defenderse, pero ella no los necesitaba.

Al ver que su tercera opción resulto en un rotundo éxito, Karel se sintió bastante satisfecho, pues ya tenia algo para comer e incluso le habían invitado a pasar la noche, aunque al ver el vino se reavivo en el un viejo recuerdo y también un viejo rencor, pero ese rencor no eran para aquella mujer, sino para una persona en especial, aunque esa persona ya estaba muerta.


Después de decir aquello, intento quitar los recuerdos que habían llegado a su mente y presentarse adecuadamente


Después de presentarse recordó aquel idioma extraño en el que la la mujer llamada Nana no le parecía para nada familiar, eso solo le hizo sospechar aun mas de Nana, no sabia que era ni que intenciones tenia, solo estaba seguro de que esa persona era un peligro para el, aunque claro, solo estaba completamente seguro de algo, a pesar de todo, ella desconfiaba de el y era bastante obvio, nadie puede confiar en un extraño a primeras, eso solo hacia que mas dudas le surgieran aunque solo las acallo, no necesitaba mas preguntas que contestar, solo necesitaba dos respuestas para poder determinar sus siguientes acciones.

Cuando su mente se vio calmada de todas las preguntas que le surgían, a poca distancia vio venir una elfa, lo que no hizo mas que empeorar la cantidad de preguntas que su cabeza producía, aunque solo 2 eran las mas importantes para el, cuales eran sus intenciones y si era peligrosa o no, esas dudas eran las únicas que el necesitaba saber, el resto era completamente prescindible para el.

*Seguía con miles de dudas en mi mente pero estaba acostumbrada a ellas, sin embargo cuando decidí descender Icaro empezó a andar hacia los matorrales y no me dejo opciones. Podía haberle detenido pero sabía que debía ir y que seguramente aquello era cosa de Nana. Confiaba mucho en ella.

Cuando Icaro se acerco lo suficiente pude ver al otro hombre, no sabía si aquel hombre era peligroso o no pero decidí hacer caso a Nana, su guiño me tranquilizo y a su lado me sentía muy segura.
Nana me hablo en mi lengua, lo que supuse que era para que aquel desconocido no se enterase-De acuerdo- Conteste en elfico por la costumbre.

Baje con mucho cuidado del caballo muy atenta a los movimientos de ambos, ayude a Nana a descargar algunas cosas que llevaba Icaro. Mientras Nana hablaba con el desconocido ate a Icaro en el árbol más cercano y le acaricie oyendo la conversación de ellos. 

El desconocido ni siquiera se había referido a mi, así que a lo mejor era esperar y que se encargara Nana de aquello. Debía reconocer que la debía mucho a la muchacha y tendría que averiguar como compensar aquello. 

Me acerque timidamente a donde estaba Nana, no había comentado nada y ni siquiera me había presentado porque no quería interrumpirlos. Me sente al lado de Nana y alce mi vista hasta el cielo. Podía ver la luna entre los arboles y sentir la brisa nocturna.*

Había terminado de revolver toda la mochila hasta encontrar algo de queso, lomo y jamón, se había tumbado en la manta con la bota de vino en la mano. Podía pasar días sin comer, era su instinto, pero no sin beber, el vino era lo único que aliviaba el dolor de la herida de su costado. No le había comentado nada a Elëneidë, pues sabía que esta se iba a enfadar con ella si se enterase de que había acudido herida. 

Se tomó levemente el costado mientras le daba un buen sorbo a la bota de vino y le lanzaba un trozo de jamón al individuo, Karel. Nana paró un momento a ver si recordaba algo acerca de él, pero no había escuchado nada, además, sería de tontos dar el verdadero nombre a alguien que acabas de conocer. No confiaba en él, pero le daba igual sus actos, tenía la seguridad en sus ojos. 

-Ella es Elëneidë. -Dijo en perfecto élfico señalando a la elfa que se había acomodado a su lado y parecía exhorta del mundo, como de costumbre. Nana se echó el pelo hacia atrás, el flequillo le molestaba demasiado. Ladeó la cabeza y le hizo un ademán al hombre para que les acompañase en aquella velada. -Siéntese si gusta, no mordemos. -Sarcástica, como acostumbraba, con una sonrisa burlona. "Al menos no todavía" Pensó y rió para si misma ante la broma tan orignal que había hecho, y que solo ella entendería. Le pasó un trozo de pan a Elëne y algo de embutido con una sonrisa, después le tiró un trozo de zanahoria a Ícaro.  Si algo le preocupaba era la seguridad de su acompañante, pues era la que iba a pagarle al final de la misión. 

-Y no es por inmiscuirme en asuntos ajenos, pero ¿A dónde te diriges, Karel? -Había pasado a tutear a aquel hombre tan misterioso, si podía averiguar algo más de él y estar totalmente segura de sus intenciones, estarían mucho más tranquilas en el viaje. No podía permitirse el retrasarse en su misión.

Apenas se le dijo, Karel se sentó lentamente y comenzó a examinar a las dos extrañas ademas de sus equipajes, los cuales parecían algo grandes


Mientras comía del pan hubieron dos cosas que se le vinieron a la cabeza, la primera era que, había escuchado dos veces la palabra "Elëneidë" lo primero que supuso fue que era el nombre de la elfa o quizás un apodo, lo segundo que paso por su mente fue que Nana no tuvo reacción alguna al escuchar su nombre, después de todo su nombre era algo popular entre los del mundo criminal, alguien con un gran historial como el no pasa desapercibido entre guardias o ladrones, así que supuso que Nana no tenia afiliación alguna con guardias o el mundo del crimen, eso significaba que si le preguntaban sobre el podría inventarse una que otra cosa sobre el mismo.

Cuando Nana hizo su pregunta Karel no hizo mas que responderla con una parcial verdad


La verdad era que no tenia un destino al cual dirigirse, solo viajaba de un lugar a otro robando o aceptando trabajos que consistían en robar o asesinar al enemigo de alguien, esa era la única forma de vida que conocía. Después de responder aquella pregunta Karel dijo la suya


Fue la pregunta que hizo, una directa y con seguridad, sabia que necesitaba saber eso para poder responder otras preguntas que tenia divagando por su mente.

*Mire a Nana que me estaba poniendo nerviosa de tanto revolver en la mochila y arrugue la nariz. La verdad era que es extraño que fuera con alguien con la que no tenía  mucho en común pero ella había accedido ayudarme y la estaría eternamente agradecida por ello.

Mire al hombre sin atreverme a decir nada por mi timidez, esa timidez que salía a veces cuando había mucha gente o alguna persona que no conocía. 
Nana me presenta, dejando mis cavilaciones a un lado intento volver al mundo y a la realidad. Sonrío con dulzura al desconocido, no parecía mala persona pero a mi parecer si parecía algo perdido.

Nana me pasa pan y algo de embutido, arrugo la nariz- Nana...-La devuelvo el embutido. No me apetecía carne en ese momento, yo era muy exquisita con eso solo la comía cuando era necesario, me apetecía (lo cual era muy raro) o cuando estaba hambrienta pero ninguna de esas opciones estaba ahora en mi mente.

Me lleve el trozo de pan a la boca quizás si tenía un poco de suerte encontraría algún árbol frutal o cosas así, aprecie como Nana le dio una zanahoria al caballo y sonreí agradecida. 

¿Desconfianza? Deje de comerme el trozo de pan y le mire, yo no desconfiaba de él, aunque no podía decir lo mismo de Nana. No parecía un mal muchacho y negué con la cabeza con suavidad y una sonrisa- No desconfiamos de ti- Le respondí aquel hombre aunque no estaba segura de que Nana opinará lo mismo que yo y me calle.*

Se encogió de hombros al ver como Elëlene le devolvía el trozo de embutido y se lo tragó de un bocado, sin parar de beber de la bota de vino y comiendo pan. Entonces aquel chico dijo algo, algo que la puso de muy mal humor. Arqueó una ceja con la mirada puesta en él, y escuchó a la elfa, no pudo evitar echarse a reír, con su característica risa sarcástica y esbozó una pequeña sonrisa dejando entrever sus afilados colmillos a espalda de la elfa, aquellos ojos amarillos se clavaron en las pupilas de Karel. Se pasó la lengua por el gran colmillo que asomaba sobre su labio inferior sin quitar la sonrisa sádica y sarcástica. 

-¿Desconfiar? -Dijo con ironía y se puso a reír tomándose la barriga. Entonces tomó un cuchillo y lo lanzó contra él, no le llegó a dar, pues no quería darle, sino que el cuchillo le pasó por encima del hombro clavándose en uno de los árboles que tenía detrás. - Solo ándate con ojo, mesura tus palabras y muérdete la lengua. -Se volvió seria de repente y se levantó casi de un salto, con gracilidad, acercándose al árbol donde se había clavado el cuchillo, había una tarántula venenosa del tamaño de su pie, enorme, que agonizaba clavada en el árbol. Le dio la espalda a ambos, a Elëneidë y al Karel, pero le daba igual, una muestra más de valentía y de indiferencia hacia el desconocido. 

Metió el cuchillo en su bota y se acercó al hombre quedando a pocos centímetros de él, clavando sus ojos como dos puñales amarillos brillando a la luz de la reciente luna. 
-Si intentas algo, si me robas, si la tocas a ella, te arrancaré los ojos. -Le dijo en un susurro para que su compañera elfa no lo escuchase, asintió la cabeza en modo de ¿Entendido? y sonrió victoriosa. Volvió a darle la espalda para tumbarse de nuevo en la manta junto a Elëneidë, retomando su bota de vino y dando un trago largo. - ¿Qué? No me mires así, podía hacernos daño. -Dijo señalando a la araña a modo de disculpa para Elëne, sabía que a los elfos les disgustaba aquellos asesinatos a insectos y animalitos del bosque.

Después de ver como reaccionaron Elëneidë y Nana a aquella pregunta incomoda, Karel pudo responder varias de sus preguntas, la elfa era alguien de carácter amable e inocente, pues no le juzgo por su mal carácter y efectivamente no le parecía que ella desconfiara de alguien como el, en cambio, Nana era alguien agresiva y claramente no confiaba para nada en el, ademas sus ojos dejaban en claro su actitud, por lo que llego a la conclusión de que Nana no era no era una bruja, sino una licántropo y que era bastante agresiva, al menos aso fue lo que pensó de ella después recibir calmadamente todas las amenazas que esta le dio. Después de que Nana volviera a su asiento Karel ya había acabado de comer el pan que se le había ofrecido, por lo que se acomodo para decir algunas cosas que podrían resultar incomodas para aquellas dos extrañas, aunque esa era su forma de ser, no había otra forma en la que pudiera actuar.


Aunque claro, aquello era parcialmente una mentira, pues aun seguía siendo un ladrón y en muy pocas ocasiones asesinaba, pues cobraba bastante para cumplir ese tipo de encargos.

*Nana se tomo el trozo de embutido de un bocado y alucine de la rapidez. Parecía una bestia devorando su comida. Capte el mal humor de Nana y cerré los ojos haciendo una mueca, sabía un poco de lo que era capaz de hacer enfadada lo había visto la otra noche. Nana se ríe como una loca ante la respuesta que di, supe que tenía razón Nana no se fiaba del desconocido pero tampoco había motivos para desconfiar.

Casi me llevo un susto de muerte cuando Nana lanza al cuchillo, este sale zumbando muy cerca del chico y choca clavándose en el árbol. Me quede totalmente helada y de piedra. Para mi alivio vi a una tarántula venenosa muerta y clavada en el cuchillo. Respire bastante aliviada y mire a ambos aún callada del susto.

Nana se acerco al desconocido pero ni pude entender lo que decía, me quede completamente callada y paralizada jugueteando con mis dedos con las tiras de cuero del vestido. La chica se tumbo de nuevo cerca mia y no pude evitar lanzarla una mirada de reproche. La verdad es que la vida de la araña era importante pero si Nana no la hubiera matado a lo mejor les podía haber atacado por la noche mientras dormían.

Realmente la mirada de reproche no era por la arña sino porque podría haberle hecho daño al desconocido, no sabía si realmente Nana hubiera sido capaz pero sabía que si tenía que hacerlo la chica no vacilaría.

Comí un poco de pan y escuche las palabras del desconocido. Arrugue la nariz, no me gustaba que me llamaran elfa,sabía que lo era pero era como si me trataran como una cualquiera. - Si no te importa...la elfa tiene un nombre y me gustaría que me llamases así.- Intente responder calmadamente, solía llevarme bien con todas las personas pero no me gustaba la indiferencia con la que se dirigía hacia mi aquel muchacho. 
Dejando la conversación a Nana y algo ofendida decidí callar.*

Nana estaba comiendo como una cosaca mientras escuchaba a ambos, los ignoraba, les era indiferente, ella solo pensaba en ella misma y el dinero que iba a ganar con aquella misión tan fácil. No quería que la cosa se complicase y cobrar menos, o no cobrar nada si a la elfa le pasaba algo. 

Arqueó de nuevo una ceja mirando a Elëneidë, no esperaba la reacción de la elfa sumisa e inocente. Soltó una pequeña carcajada sarcástica y siguió comiendo pan y jamón. Al terminar el trozo de pan que le quedaba se sacudió las manos, terminó de tragar y se bebió la bota de vino de un trago. Tenía dos más en el equipaje. Escuchó aquellas palabras de Karel y ladeó la cabeza pensativa, intrigada. Si podía averiguar algo para decírselo a Siegfried sabía que sería de mucha ayuda para su amigo. Se echó el cabello hacia atrás y se recostó apoyando todo su peso sobre un brazo mirando al humano. 

-Dudo mucho que el destino sea de tu incumbencia. -Clavó de nuevo aquellos dos grandes ojos amarillos y sonrió burlona. Alzó la vista al cielo, noche cerrada, se podían ver todas las estrellas en el cielo, faltaban varios días para la luna llena, estaba a salvo. 

-No creo que sea muy inteligente hablar sobre un pasado conflictivo con dos extrañas, ¿No crees? -Le dijo de nuevo en tono de broma, pero no era una broma, lo que era, fue o fuese no le importaba más bien nada. -Quién sabe, podría ser una espía.. -Le guiñó el ojo volviendo a bromear, con tono irónico. Le gustaba irritar a la gente. Rebuscó con la otra mano en la mochila y le lanzó una manzana a Elënidë, sabía que los elfos no eran muy propicios a comer carne.

Al ver la rápida y clara respuesta de Nana, Karel vio que esta aun tenia evidentes sospechas de el, aunque claro, a el poco le importaba, pues nunca le importo que tan incomoda podía sentirse la gente con el, de alguna forma u otra, le gustaba hacer sentir incómodos a otros y que piensen miles de cosas extrañas sobre el, de alguna forma, eso le gustaba.


Después de decir aquello, Karel se levanto de su lugar y se acerco a un árbol para volver a sentarse y recostarse en el, después de acomodarse lo primero que hizo fue suspirar mientras miraba el cielo nocturno

*Nana seguía comiendo y decidí dejarlos en paz y seguir a lo mio, los temas de conversación de ambos me causaban aburrimiento a decir verdad. Se notaba la desconfianza mutua que tenían y a la que en vez de arreglarla o hacer algo seguían desconfiando así que nada captaba mi interés ahora mismo.

Satisfecha con las disculpas del desconocido, aunque no estaba segura de que lo fueran del todo, me tumbe al lado de Nana y mire hacia el cielo. 
De niña mi madre me había explicado todas las constelaciones y la historia de cada una de ellas. Todas eran historias fascinantes y  con diferentes aires.

La verdad es que a esas horas de la noche se me  empezaban incluso a entrecerrar los ojos y mi cabeza empezaba a quedarse dormida, aunque mi mirada quería seguir entre las estrellas, poco a poco me iba adormeciendo.
Me acurruque de lado sin darme cuenta en el resto del mundo adormeciendome, mi mente viajaba ya por rincones inhóspitos.

La noche era fría pero aquel frío ni siquiera era suficiente para no dejarme dormir. En los mundos se puede encontrar un mundo enteramente nuestro, y poco a poco al dormir y al quedarme dormida lo fui encontrando.

Quise luchar contra el sueño pero no fue suficiente y este acabo llevando hacía él. Oía voces a mi alrededor pero en unos minutos deje de oírlas y me dormí profundamente.*

Escuchó indiferente las reflexiones de Karel y asintió con la cabeza levemente como si realmente le importase de lo que le estuviese hablando. Iba a decirle algo a la Elfa, que se había recostado a su lado, pero esta se había quedado dormida. Suspiró hondo, no tenía remedio. La tapó con la otra manta y se levantó para agarrar otra bota, esta vez de hidromiel, de su mochila. 

Se acercó al chico y se sentó al lado de él en el árbol, miró a la elfa y encogió los hombros en señal de resignación, al parecer era verdad la confianza que había depositado ella en el desconocido, tanta para quedarse dormida en su presencia. Se sentó con la espalda en el tronco y las rodillas separadas, flexionadas, mirando el fondo de la bota de hidromiel, luego le dio un buen trago. 

-Vamos a Sandorai. -Confesó en un ataque de sinceridad sin mirar al extraño a la cara siquiera, después le dio otro trago al hidromiel. -Eres demasiado simpático para ser un ex ladrón. -Dijo clavando de nuevo los ojos en él con una media sonrisa. -No tienes por qué ir por ahí intentando aparentar algo que no eres. -Bebió de nuevo de la bota y se limpió la boca con el brazo, la noche empezaba a helar, sentía como se le metía en los huesos y la hacía estremecerse. -Todo el mundo tiene algo negro en su pasado, pero no todos se avergüenzan de ello. -Reflexionó y luego miró a la elfa, ¿Qué secretos ocultaría aquel ser tan débil, tan indefenso e inocente? Desconfiaba, de todo y de todos. 

Agitó levemente la cabeza bajando de sus cavilaciones en voz baja, la verdad es que le sorprendía que aquel hombre no supiese quién era ella, puesto que alguien que había vivido de la calle como él, tendría que haber escuchado más su nombre que cualquier otra persona. 
-¿Quieres? Es en lo único que se ahogan las penas.-Le ofreció la bota de hidromiel con una sonrisa un poco fingida pero amable. -Es hidromiel. -Puntualizó acordándose de que había dicho antes que no le gustaba el vino. ¿A qué clase de persona no le gusta el alcohol? hasta Elëneidë había acabado bebiendo hidromiel fuerte en aquella posada.

En efecto, Karel nunca había ido hacia tierras elficas, pues eran tierras bastante pacificas para su gusto, alguien quien gustaba de la adrenalina y emoción que le daba el arriesgar su vida constantemente no podía encontrar ese gusto en visitar tierras en las que habitaban seres tan nobles como los elfos, un ejemplo de aquello era Elëneidë, quien se veía tranquila y en paz mientras dormía.


Había recordado la marca que le definía como miembro de aquel presuntamente destruido gremio de asesinos, miro su mano izquierda y se quito el guante que llevaba, allí estaba, el extraño símbolo dibujado por una gran cicatriz.


La maldición de la cual hablaba no era otra mas sino, de que siempre viviría con aquella marca, recordandole cada vida quitada y cada error cometido, siempre estaba allí, incluso si intentaba taparla, a pesar de haber pasado años en aquel gremio nunca quiso terminar como un asesino, con robar era mas que suficiente para el, pero algunos eventos le llevaron a convertirse en aquello que nunca pensó

Extrañamente había comenzado a decir la verdad, tal vez por que se sentía a gusto compartiendo cosas de su vida o tal vez sea por un simple capricho suyo, lo cierto es que ni el mismo lo sabia, solo soltaba palabra tras palabra.


Cuando Nana le ofreció hidromiel, Karel solo le dirigió una mirada y dijo


Ya eran altas horas de la noche y a Karel ya comenzaba a darle sueño, su instinto decía que no importaba si dormía, no le sucedería nada malo, por lo que comenzó a pensar en que seria bueno dormir.

Había negado la invitación a un trago de hidromiel, ¿Qué clase de hombre era aquel? Nana frunció el ceño extrañada y luego arqueó una ceja en señal de sorpresa. Miró a Elëne mientras escuchaba a Karel hablar de todas esas cosas sobre marcas y demás, la elfa dormía plácidamente. Ella no tenía sueño, se podía pasar noches enteras bebiendo vino a la luz de la luna, o siempre le salían cosas mejores que irse a dormir. 

Sonrió, por el efecto del alcohol mezclado con el cansancio, y se giró hacia el desconocido después de darle otro trago al hidromiel.

-Prefiero la cerveza. -Dijo más para si que para él, y se echó el flequillo hacia atrás. Se recostó en el suelo a su lado, acercándose un poco más, apoyada sobre su lado derecho con las piernas ligeramente encogidas, apoyando todo su peso sobre uno de sus brazos. 

Alzó la vista a la luna, creciente, y después volvió a mirarle. Estaba muy cerca de él, pero sin tocarle, volvió la cabeza para mirarle alzándola levemente, pues ella era un poco más bajita que él y recostada como estaba quedaba un poco por debajo de su hombro. Se mordió el labio con aquella mirada sensual de la loba. 

-Puedes irte a dormir si quieres. -Le dijo  casi al oido en tono tranquilo y seductor, con una pequeña sonrisa amable, volviéndose a echar el flequillo hacia atrás. -O quedarte a hacerme compañía. -Susurró a su oído retándole, juguetona. Era un día aburrido, le esperaba un viaje demasiado aburrido para su gusto, tenía que divertirse con algo.

Cuando Nana comenzó a acercarsele pensó que ya estaba ebria, y para su infortunio cuando estuvo aun mas cerca de el el olor a alcohol era algo notorio, Karel detestaba el olor a alcohol, le traía malos recuerdos que aun permanecían en su memoria a pesar de todos los años que ya habían pasado.

Cuando la loba comenzó a tener un comportamiento mas extraño, pasando a ser sensual y seductora, Karel se sintió algo extraño, su primer pensamiento al ver aquel comportamiento de Nana fue


Aunque cuando la loba susurro a su oído solo pudo responder de una forma, con gran sorpresa


Lo primero que paso por su mente eran pensamiento obviamente indebidos, aunque sabia que aquello que en su mente pasaba no podría ocurrir en la realidad pues si por milagro aquello en lo que fantaseaba de hacia realidad no podria hacer nada pues su cuerpo estaba completamente exhausto

Siguió acercándose poco a poco hasta quedar muy cerca de él, le puso la mano sobre el muslo y después sonrió divertida a muy pocos centímetros de él. 

-Mejor me voy a dormir. -Le dijo en un susurro casi rozando sus labios y quitó la mano de su pierna para después alejarse. 

Se desperezó bostezando y se apoyó de nuevo en el árbol que tenía detrás, llevó su mano al bolsillo del pantalón, donde había guardado uno de los cuchillos, solo por prevenir. Podía dormir con un ojo abierto si era necesario, no estaba dispuesta a ponerse en riesgo ni a la misión. 

No solía dormir cuando salía, pero se había acostumbrado a dormir donde fuese. Tendrían que salir un poco antes de la salida del sol, de madrugada, para llegar en medio día a Sandorai, no sabía si aquello había cambiado demasiado, si los elfos se acordarían de ella, o peor aún, si aún quedaban elfos en Sandorai. 

-Buenas noches. -Mustió con los ojos cerrados. 
Flexionó las rodillas quedando casi pegadas a su pecho para dormir. Había desarrollado un instinto especial para aquellas noches, dormía y se despertaba por cualquier ruido, cualquier crujido la alarmaba enseguida, se quedó un rato cavilando en sus pensamientos para luego quedarse dormida.

Al ver que la loba estaba simplemente jugando con el, Karel se levanto de su lugar y trepo asta una gruesa rama del árbol en el que estaba apoyado para dormir.


Para el dormir en un árbol era lo mas seguro pues le protegían de animales salvajes al estar en un lugar alto y ademas ya se había acostumbrado a dormir en ellos, mientras intentaba conciliar el sueño miro al cielo nocturno lleno de estrellas.


Mientras se perdía en sus pensamientos lentamente se dio cuenta como sus ojos se comenzaban a cerrar por causa del cansancio hasta haberse quedado dormido.