Despertando muy lejos de casa [Nafen] [Castigo]

Igor Denebris:

Era un patio, donde habían varios postes con cadenas y manchados de sangre. En uno de ellos, estaba Nafen encadenado y tirado en el suelo, inconsciente con una poderosa droga y un brazalete que le impedía utilizar sus poderes de hechicero. Al otro extremo de ese patio con galerías de piedras blancas y ventanales, había una entrada a un edificio, donde seguro debían ser habitaciones, comedor y esas cosas. Pero estaba todo en ruinas y descuidado, y nadie se atrevía a acercarse a ese lugar.

Algunos viajeros, lo llamaban el lugar que no tenía salidas para los vivos.

Un hombre estaba delante de Nafen, caminando lentamente de un lado a otro, con un gato grande y peludo que lo seguía. En los alrededores había unos cuantos lobos también, con una capa sobre su lomo. Este hombre había enviado una carta a un joven al que conoció hace poco y le otorgó una misión. Esperaba que como hombre de confianza apareciera allí.

La carta era muy clara, debía acudir a cumplir con un encargo en un lugar especifico muy cerca de la parte oeste del lago, Leí el escrito con calma para después quemarla en una pequeña fogata que había hecho, para que nadie mas pudiera leer su contenido. No tarde mucho en dirigir mis pasos hacia la zona marcada.

Cuando llegue al sitio, me pregunte si realmente habría llegado al lugar correcto, ya que no había señas de que alguien lo habitara, aunque había escuchado algunos rumores sobre esta edificación y los horrores ocurridos a todo el que se atreviera ingresar. Al cabo de unos pasos acercándome al edificio, algunos sujetos salieron de la nada a recibirme, al parecer se trataba de un sitio muy bien vigilado y ahora era algo certero, me esperaban adentro.

Acompañado por un par de hombres ingresamos en el edificio, recorriendo sus habitaciones derruidas por la fuerza de la naturaleza y sus silenciosos y vacíos corredores llenos de polvo y maleza, hasta llegar a lo que parecía ser un claustro interior en medio de todo el lugar. Los hombres que me escoltaban desaparecieron para perderse nuevamente en el interior de la edificación y avance lentamente para encontrarme con el líder del gremio. - Saludos señor, como puedo servirle..? Ofrecí una reverencia hacia el líder, mientras de reojo pude notar a un sujeto en un deplorable estado, atado a uno de los postes ensangrentados del patio.

Lo último que recordaba era estar en el bosque, a las afueras de Lunargenta, cuando un grupo de hombres me tomó por sorpresa golpeándome y rodeándome. Sin saber exactamente cuándo ni cómo perdí el conocimiento, ahora despertaba con un importante dolor en varias partes de mi cuerpo pero sobre todo en mi cabeza.

Sentía mis extremidades pero era como si no estuvieran ahí, respondían con torpeza haciendo 'oídos sordos' a los movimientos que yo ordenaba. Eran cautivas del entumecimiento y una extrema debilidad, acompañando a la extraña bruma que sentía invadir mi mente, aprehendiendo a mis pensamientos, nublando mi razón. El frío del metal besaba mis muñecas con una helada apatía, presionando e impidiendo demasiado movimiento mientras la columna a mis espaldas potenciaba los dolores musculares que percibía en esa zona.

Abrí los ojos con lentitud, de una forma un tanto holgazana. La visión borrosa en conjunto al repentino brillo de la luz solar no me permitía distinguir con claridad dónde me encontraba, sin dudas era un lugar donde colores blancuzcos y grisáceos predominaban, junto a un curioso aroma a humedad que me recordaba a las costas de las Islas Illidenses. Giré mi rostro desde mi hombro izquierdo moviéndolo hacia adelante sin despegar el mentón de mi pecho, notando una silueta aparentemente humana que se paseaba de un lado a otro a metros de mi posición al levantar la mirada. Aturdido, pestaneé cabizbajo al apartar mi mirada hacia el suelo; recobrar la nitidez tomó más tiempo del que creí que tomaría y al alzar nuevamente mi vista, distinguí un voluptuoso gato en brazos del hombre que iba y venía frente a mí.

Con mi cabeza balanceándose de un lado a otro, tensé los músculos de mi mano derecha sin apartar la vista de aquél extraño. Para mi sorpresa, mi telequinesis no hizo acto de presencia. Fruncí el ceño y miré de reojo hacia la mano que colgaba de una cadena que gritaba desgarradores alaridos al moverse. Nuevamente, tensé mi mano con frustración para no recibir ninguna clase de respuesta. Entrecerré mis ojos y dirigí la mirada hacia arriba, buscando la del hombre que me acompañaba junto a numerosos caninos. No era necesario decir nada para que él comprendiera la clase de interrogantes que deseaba hacer, las cuales esperaba respondiera.

- Saludos señor, como puedo servirle..?-dijo Johannes cuando ingresó al patio.
Igor detuvo su paseo y el gato debajo de él empezó a ronronear mientras se sentaba. Se cruzó de brazos y miró a su soldado sin dar importancia a que el brujo ya estaba despertando. Sonrió con malicia y dijo con una sonrisa cruel, mostrando sus dientes amarillos.

-Hemos vigilado a este hombre en la ciudad, y no parece ser un humano común, pero no tiene aire de ser licántropo o dragón, sin embargo un brujo es peor, por lo que he preferido tomar precauciones- el hombre rebuscó en su bolsillo, y tomó un látigo triple, que tendió a las manos de Johannes de forma brusca-Quiero que me diga su nombre y todo sobre él, tú serás el “ejecutor”-ordenó y miró a unos hombres enmascarados que eran de su servicio y dijo-Quitadle la camisa chaqueta y ponedla con sus armas en mi habitación, y atadlo a los dos postes de allí para comenzar-se apartó para dejar hacer el trabajo.

Los hombres de él, unos cuatro, se acercaron al brujo, lo desencadenaron, y aprovechando su debilidad, le quitaron la ropa de la parte superior y lo llevaron a dos postes cercanos, donde lo encadenaron con los brazos extendidos de espalda al patio, y mirando hacia una pared. Todo había sido muy brusco, sin darle oportunidad de defenderse o resistirse por la droga que aun corría en su cuerpo.

Igor avanzó con el gato a su par, y rodeó la escena hasta enfrentar al hechicero, apoyando su espalda contra la pared, y sonriendo con malicia.

-Te preguntarás qué haces acá… Digamos que estaba aburrido, y que me han informado de un muchacho que parecía tener buenas habilidades para el arte de la sangre… ¿A cuántos has matado? ¿Cuál es tu nombre?... ¡Oh!-se disculpó mirando a Johannes-Esta pregunta la debías hacer tú. A partir de ahora manéjalo. Yo te diré cuando azotarlo-le guiño el ojo a su prisionero. El gato miró al hechicero y maulló ronroneando. Parecía disfrutar todo.

El viento del exterior hacia bufar los pasillos del edificio y los ventanales se agitaban con fuerza provocando un sonido estremecedor en el aire. Gire para dirigir mi mirada hacia el hombre cuyo cuerpo yacía atado en el suelo quien por fin comenzaba a mostrar signos de conciencia y se retorcía solo para descubrir que su cuerpo se llenaba por un molesto dolor y la incapacidad de efectuar cualquier movimiento.

Como su declaración, aquel sujeto se trataba de un brujo, y al parecer el líder tenia algún interés en tener la certeza sobre ello y aun mas averiguar toda la información posible que pudiera brindar nuestro prisionero acerca de el. Igor puso en mis manos de forma violenta un látigo triple que tome rápidamente y observe con detenimiento durante unos instantes, esto acompañado por la petición del líder de que yo debería fungir como el "ejecutor" de dicha acción ante el prisionero. Estaba muy claro lo que tenia que hacer, debía torturar a aquel hombre si este se negase a responder nuestras preguntas. Al parecer no tenia otra opción, debía llevar a cabo este encargo y lo haría pues después de todo, no seria ninguna molestia para mi.

Pronto los hombres al servicio del líder, desnudaron el torso del hombre y lo encadenaron a un par de postes altos con los brazos abiertos, justo debajo de una gran mancha seca de sangre donde seguramente, esta seria ya una practica rutinaria. Una ves que el hombre fue atado y colocado para la interrogación, me acerque lentamente hacia su espalda mientras el látigo rozaba el suelo del lugar, levantando un poco de polvo en el aire y haciendo sonar pequeñas piedritas que yacían en el suelo. Mis pasos y el rozar del látigo invadieron el silencio del patio mientras un bajo eco resonaba entre los pasillos y salones del lugar mientras todos esos Lobos permanecían quietos y observadores.

Finalmente me detuve de golpe, posicionándome a una distancia adecuada entre yo y mi victima. Apreté el mango del látigo provocando un escalofriante chirrido por parte del cuero que lo cubría y solté un fuerte golpe hacia el suelo para hacerle saber a nuestro prisionero que estaba listo para azotarlo si este se mostrara negativo.

Dirigí mi mirada hacia el líder quien se disculpaba por adelantarse, pero seria un buen inicio en el interrogatorio, asentí con la cabeza a su orden y lamí un poco mis labios para prepararme a hablar.- Escúchame bien... es algo muy sencillo, puede ser muy fácil o puede ser algo difícil, eso lo elegirás tu. Volví a apretar con fuerza el mango del látigo mientras alzaba un poco el brazo para tomar algo de impulso. - Ya has escuchado las preguntas del líder, realmente eres un brujo? así que respóndelas de forma adecuada, o adornaras el piso grisáceo con el intenso color rojo de tu sangre brotando por tu espalda...

El hombre frente a mí parecía ignorarme, y por más que esperase de él alguna clase de respuesta o palabra, no oí ninguna provenir de su boca. Pero sí la de un segundo hombre que allí se presentaba.

Parecía más joven que yo, o al menos eso supuse por el sonido de su voz. Entonces, el primer hombre comenzó a hablar, diciendo que yo había sido vigilado en la ciudad y que sabía de mi raza; no oí qué dijo después ya que comencé a pensar en las cosas que él podría saber o ignorar sobre mí, junto a los riesgos que esto implicaba para mi vida y mi misión. Debo decir que de no ser por la ausencia de mis poderes, no me habría sentido intimidado cuando observé el látigo que recibía el joven que acababa de entrar.

Un cuarteto de hombres, aparentemente subordinados, me desencadenaron, retiraron las ropas que cubrían mi cuerpo de la cintura hacia arriba, permitiéndome sentir el cariño del viento en mi espalda, calmando mis iracundos sentimientos. Acto seguido me encadenaron nuevamente, sólo que esta vez entre dos columnas, mirando hacia una pared, siendo yo incapaz de oponer resistencia por el abrumador entumecimiento producido por, según creí, algún hechizo o sustancia paralizante o somnífera.

El 'primer hombre' se situó frente a mí, explicando la situación. Ante sus interrogantes y explicaciones sonreí levemente, ya que sentí cierta simpatía para con él al recordar momentos en los que yo disfrutaba aplicar castigos o torturas por diversión.

Fue entonces cuando el hombre que había recibido el látigo anunció:

- Escúchame bien... es algo muy sencillo, puede ser muy fácil o puede ser algo difícil, eso lo elegirás tu. Ya has escuchado las preguntas del líder, realmente eres un brujo? así que respóndelas de forma adecuada, o adornaras el piso grisáceo con el intenso color rojo de tu sangre brotando por tu espalda...

Reí negando con la cabeza con la mirada clavada en el suelo. ¿Un joven humano se atrevía a hablarme así? ¿A mí? ¿Uno de los más importantes descendientes de la Orden? "Patético" pensé. Incontables veces yo me había encontrado en el mismo lugar que ocupaba aquél que me desafiaba, los miembros de mi Orden me habían entrenado para situaciones como ésta, por lo que preferí responder a sus preguntas sin sufrir ningún daño, aguardando el momento para contraatacar. Mi garganta se sentía rasposa con cada ronca risa que sonaba. El resecamiento de mis labios traía cierto ardor a mis sentidos con cada palabra que yo pronunciaba. -Mi... mi nombre es Nafen. Si quieres saber si soy un brujo, permíteme usar mis poderes y te aseguro que no olvidarás lo que soy. - Mi seria pero a la vez pícara mirada ahora se dirigía al hombre frente a mí. - Ya no sé a cuántos he matado o torturado. ¿Qué más deseas saber? -


[Off: Quiero recordarles que la personalidad de mi pj es así, arrogante, soberbio y orgulloso. Johannes, no te tomes las agresiones de Nafen de forma personal, sólo intento reproducir sus acciones apegado a su carácter. Lo digo porque, por experiencia propia, a algunos les pueden parecer ofensivas las acciones de un rol cuando es de hecho eso: un rol, no la realidad.]

-Mi... mi nombre es Nafen. Si quieres saber si soy un brujo, permíteme usar mis poderes y te aseguro que no olvidarás lo que soy. Ya no sé a cuántos he matado o torturado. ¿Qué más deseas saber? –respondió el brujo Nafen haciendo que Igor arqueara sus cejas con una expresión de asco al oír el tono que empleaba. Soltó un bufido de desprecio y una vez más una sonrisa malévola se dibujó en sus labios. Y dijo manteniendo su expresión mientras seguía de brazos cruzados frente a él.

-Nafen… y basta con tu respuesta y ver el color de tu pelo, o tu expresión de arrogancia para saber qué eres un bastardo asqueroso, despreciable y arrogante brujo, como debieron ser tus progenitores. Quizá me crucé alguna vez en la cama con tu madre…-guiño el ojo disfrutando de sus propias palabras al pronunciarla y mirando a Johannes, dijo-Quiero 5 latigazos para empezar-ordenó con frialdad ahora y retrocedió un paso. El gato, previendo lo que iba a ocurrir, retrocedió hasta posicionarse detrás de las piernas de su amo pero de allí continuó mirando al brujo.
Antes de que Johannes comenzara, dijo.

-Escoge con cuidado tus próximas palabras. No morirás pronto…-dijo con un tono de advertencia que no podría gustar nada a cualquiera que apreciara su vida-¿Cuál es tu apellido? ¿Hermanos, tíos…? ¿A quien fue el último al que mataste?¡Vamos Johannes! ¡Procede!-exclamó y soltó sus brazos para contemplar el sufrimiento del brujo-

El aire y todos sus ruidos se detuvieron de repente, parecía que incluso el viento se mantenía al pendiente de la tensa situación en el patio del edificio. Mientras el hombre contestaba a nuestras preguntas, escuche con atención sus palabras. Responder había sido algo inteligente de su parte pero debíamos recordarle que no se encontraba en la posición correcta para mostrarse fanfarrón.

Mire hacia arriba y al rededor de nosotros. No estaba seguro del todo, pero podría jugar que en el rostro de todos esos lobos, se dibujaba una mueca de desprecio y una ansia por ver sufrir a aquel sujeto, seguramente todos deseaban tomar un bocado después de flagelar la carne de nuestro prisionero. Desperté de mis pensamientos rápidamente mientras el líder hablaba, ambos sabíamos que no podría dirigirse a el de esa forma tan petulante, por lo que seria azotado en cinco ocasiones, tan solo para empezar.

abrí el compás de mis piernas y lateralice mi cuerpo un poco, alce mi brazo y apreté el mango del látigo con fuerza para prepararme a azotarlo.- Nafen... has respondido a las preguntas, pero no de la forma esperada. Me temo que tendré que recordarte que mientras te encuentres atado a ese par de postes, sin importar quien seas, Eres solo un cordero a la merced de un lobo.

Al terminar la oración, tome impulso con mi brazo derecho y gire un poco mi tronco para iniciar con lo inevitable. El trayecto del primer impacto, impregno el ambiente con un silencioso suspenso, hasta que este fue roto por el ruidoso sonido del cuero y el metal golpeando la carne desnuda de Nafen. Las macabras sonrisas de satisfacción afloraron en los rostros de mis compañeros, mientras el eco de los azotes resonaban en cada rincón del edificio y el patio. No tardo mucho cuando el segundo golpe provoco la abertura de la carne en la espalda de mi victima y su liquido vital broto delicadamente de sus heridas.

Me limitaba a azotar su espalda, apretando un poco mis dientes y la empuñadura de mi instrumento de castigo. Para mi ultimo golpe, hice girar sobre mi cabeza el látigo, haciéndolo rugir en el aire y aprovechando ese impulso para propinar un fuerte golpe en la carne abierta de nuestro prisionero. Al terminar, descanse la punta del látigo, manchada en sangre, en el suelo y volví a tomar mi posición original mientras sonreía de lado.

- Ahora, tienes nuevas preguntas y una mas mía, ¿Perteneces a algún clan? esta ves, limítate solo a responder de la manera adecuada nuestras preguntas...

-Nafen…  y basta con tu respuesta y ver el color de tu pelo, o tu expresión de arrogancia para saber qué eres un bastardo asqueroso, despreciable y arrogante brujo, como debieron ser tus progenitores. Quizá me crucé alguna vez en la cama con tu madre…- La voz de Igor, quien para mí en ese momento era un completo desconocido, imponía respeto y autoritarismo, un tanto intimidante. Cuando guiñó su ojo me resultó inevitable experimentar humillación y vergüenza; años atrás, antes de que que mis poderes fuesen arrebatados, yo habría sido capaz de derrotar a aquellos hombres y ser yo quien los armarrara contra una columna. Si los miembros de la Orden me hubiera visto en ese momento sería la desdicha de mi apellido. A su misma vez, me avergonzaba avergonzarme, ya que mi orgullo me impedía caer tan bajo, sometido a las decisiones de un líder tan soberbio como ese lo era. El hombre frente a mí volvió su mirada al ejecutor y ordenó: -Quiero 5 latigazos para empezar-

Inhalé aire a mis pulmones cuando pude escuchar la misteriosa picardía que develaba el látigo triple al sucumbir ante los movimientos de la mano de mi ejecutor, quien entonces tomó la palabra:

- Nafen... has respondido a las preguntas, pero no de la forma esperada. Me temo que tendré que recordarte que mientras te encuentres atado a ese par de postes, sin importar quien seas, Eres solo un cordero a la merced de un lobo.

"Mientras te encuentres atado a ese par de postes...". Esas palabras engrandecieron la ira en mi interior, retenida únicamente por la razón, sabiendo que abrir mi boca en un momento inadecuado podría significar mi fin. Sí, mientras me encontrase atado a aquel par de postes, drogado, sin la capacidad de usar mi magia, yo era inútil; qué cobarde el que me enfrentó cuando yo estaba en una total desventaja, si la situación hubiese sido diferente quizás el joven que me amenazaba ya no sería algo más que un cuerpo sin vida, la cual le arrebataría con placer. "Eres sólo un cordero a la merced de un lobo"; deseaba que no se refiriera a sí mismo, ese niño no era más que un joven aprendiendo a vivir, lo más cercano que tenía a un lobo sería su carencia de inteligencia.

Me sumí en mis pensamientos, cabizbajo, mi mirada en blanco situada en el suelo revelaba mi carencia de atención a la situación hasta que en un inmenso ardor las extremidades del látigo se arrastraron por la piel de mi espalda. Inhalé aire con violencia y sorpresa, ahogando un gemido de dolor. El proceso se repitió cuatro veces más, siendo la última la más grave de todas, la cual me forzó a gritar demostrando mi sufrir.

- Ahora, tienes nuevas preguntas y una mas mía, ¿Perteneces a algún clan? esta ves, limítate solo a responder de la manera adecuada nuestras preguntas...

Mis ideas sobre el humano se enfatizaron una vez más. ¿Un clan? Hacía las preguntas equivocadas. Casi ningún brujo pertenecía a un clan, nos caracterizamos por agruparnos en Órdenes en lugar de clanes. - No pertenezco a ninguno. - Aprecié el curioso croquis que dibujaban los espacios entre cada unidad del pedregullo en el suelo. - Mi apellido es Intelum. - mentí debido a que si decía la verdad quizás me castigarían por los supuestos crímenes que mis ancestros habían realizado. - ... soy hijo único. El último hombre al que maté era un criminal. Intentó secuestrar y esclavizar a un ser de una raza única de individuos pensantes, híbridos entre humanos y caballos. - Recordé a Philip el ecutauro, y aquella ocasión en el Hospital de Lunargenta. Aguardé la reacción de quienes me aprisionaban.

Igor disfrutó con una cruel sonrisa esos azotes que su súbdito le daba al hechicero y pareció gozar el grito último de él ante el dolor. Tras su carcajada, dejó que respondiera No tenía forma de probar si era cierto o no, pero tal vez con el tiempo.

-Dicen que uno aprende a pelear para al final no tener que usar las armas-habló Igor con los dientes apretados tomando el cuello de Nafen y obligándolo a alzar su cabeza para que lo mirara fijamente-Dicen que las palabras son las armas más letales que existen. Ellas ordenan las sentencias, ordenan la paz, ordenan la guerra, ordenan la sangre, la tortura y deciden la vida. Dan decisiones de la muerte sobre quien sea…-presionó la garganta de Nafen con fuerza hasta que le cortó la respiración pero cuando él creyó que se asfixiaría o perdería el conocimiento lo soltó y mientras recuperaba el aliento miró a Johannes y dijo-¿A qué se dedica este hombre? ¿Qué hace en su asquerosa vida?-preguntó y agregó con una sonrisa despiadada más-Dije que las palabras sentencian y torturan… Quiero diez azotes más-miró a Nafen tirando se su pelo hacia atrás con brusquedad, casi que podía degollarlo-Dirás ¿porqué?...-lo soltó con la misma brusquedad con que lo había tomado y  le dio la espalda para responder-Porque me gusta ver que un brujo bastardo sufra y grite de dolor mientras su carne se abre y la sangre se derrama en gruesos hilos hasta caer al suelo-cada palabra que pronunció estaba cargada de desprecio.

Volvió a girarse, esta vez para mirar otra vez el trabajo de Johannes con el látigo. Pero antes de que respondiera y que empezara a azotarlo, dijo.

-Después de los diez azotes, quiero que le saques toda la información que puedas. Dejaré que le hagas tú las preguntas y veré si vale por quince azotes más… ¡Empieza!-

Los hombres lobos se habían convertido a su forma humana de nuevo y vestido con sus ropas especiales para ello. Eran diseños para los licántropos, de modo que no debían hacer gastos en vestimentas. Hubo alguno que miró preocupado a Nafen y parecía estar angustiado, pero no se atrevía a hablar. Sin embargo Igor se dio cuenta y llamó.

-Patrick… acércate. ¿Sientes piedad por este hombre?... –miró amenazante y el joven respondió temeroso.

Patrick:

-No… no mi señor-hizo una reverencia arrodillándose el joven. Se arrodilló e inclinó hacia adelante, apoyando su frente en el suelo-estaba pálido y Igor lo notó. Sacó un cuchillo de su cinturón que cruzaba en su pecho bajo el abrigo. Nafen los tenía a la vista, podía ver que Patrick temblaba.

-No tengo piedad contra los débiles soldados como tú… No pidas piedad ni clemencia. No pidas perdón… Ya has sentenciado tu muerte tan solo con la mirada de pena hacia el brujo bastardo. ¡Levántate!-gritó y el hombre, pálido a punto de desmayarse del terror, obedeció. Tomó al joven del cuello que no se resistió y con la otra mano, llevó el filo del cuchillo a su garganta, clavando apenas para que saliera un pequeño hilo de sangre. Luego lo empujó contra la pared, donde habían más cadenas y ordenó.

-¡Encadénenlo y desnuden su torso!-pronto tres licántropos hicieron lo que les pedía, evitando mirar a su agonizante en vida compañero o amigo. No podían mirarlo ni sentir pena por él. Una vez hecho el trabajo, el muchacho cerró los ojos y él se colocó a un costado para que Nafen no pudiera perder detalle, y llevó el filo del arma al medio del pecho del joven, para luego presionar y trazar una línea recta en vertical en el medio hasta el ombligo. EL joven soltó un grito ahogado pero contuvo un alarido. Igor se apartó un poco y se inclinó y dio una puñalada brusca a sus piernas, y luego subió con una risa diabólica y trazó unas líneas poco profundas en los brazos de él, sobre la parte blanda de la carne. El cuerpo de él temblaba incontrolablemente y no podía dejarse caer al suelo porque colgaba de las muñecas encadenadas.

Sin aviso, llevó una puñalada más hacia el abdomen de Nafen, dándole de lleno, pero él solo sintió un puñetazo que lo dejó sin aire, además de lo que sentía después de los azotes. Igor había cerrado su mano y dejado que el filo del cuchillo resbalara por su palma para golpear solo con su puño sin que el filo lo tocara y soltó una carcajada burlona cuando lo tomó por el mango y guardó en su chaqueta. Miró a Johannes para que empezara el trabajo y no demorara más.

Cuando Nafen pego ese grito de dolor, sabia que mi trabajo estaría bien realizado, el hecho de fungir como castigador no me era bien visto, pero aun dentro de mi, aspiraba a hacer trabajos mas gratificantes, aunque castigar a un brujo ingerido, seria algo momentáneamente satisfactorio.

Si este sujeto, cuya vida dependía enteramente de nosotros, se atrevía a mostrarse fanfarrón a pesar de estar en su situación, entonces, seguramente tendría sus motivos. Quizás poseía habilidades grandes que pudieran beneficiarnos o perjudicarnos a la larga, quizás lo mejor seria centrarme en ese tipo de cuestiones al llevar a cabo el interrogatorio. Aun cuestionaba la inteligencia del sujeto, ya que como lo pensé anteriormente, no se encontraba en el momento para hacer alguna amenaza y aun así la había hecho, valiente..? claro que no, entupido...

Escuchaba las palabras del líder mientras se engalanaba al hacer uso de cada uno de sus recursos, sin lugar a dudas tenia razón, era una persona fría, despiadada y al parecer muy astuta. Cuando el me miro para hacer nuevas preguntas, asentí con la cabeza, sabia lo que debía preguntar e intentar indagar en la vida el hombre frente a mi. A su ves el líder demandaba diez azotes mas, me preguntaba si realmente obedeceríamos a lo que dijimos en un principio, si el respondiera adecuadamente, nos reservaríamos el derecho a azotarlo, o a pesar de que lo hiciera de la forma correcta, lo azotaríamos sin piedad... Supongo que daría lo mismo, si Nafen valora su vida, tendría que responder.

Me puse en posición para reanudar el castigo, cuando Igor detuvo mis acciones en seco. Voltee mi mirada hacia donde el veía y observe a un joven licántropo con una cara de angustia, Patrick era su nombre. Aun no tenia la oportunidad de hablar con los colegas del gremio, por lo que no conocía a ninguno de los presentes, por ahora mi trabajo era ir de un lugar a otro buscando, sin la oportunidad de viajar conjunto de los otros miembros, ni mucho menos quedarme durante un tiempo prolongado en la cede.

Me limite a observar al temeroso joven y como el líder le reprochaba aquella mirada compasiva, era como ver a un feroz lobo, regañando a un pequeño y desobediente cachorro, pero todo cambio en un instante, ya no se trataba de lobos, se trataba de algo con mucha mas malicia. Pensaba que el castigo del temeroso Patrick seria algunos azotes u otro castigo al igual que el del brujo, pero al parecer el líder no toleraba en lo mas mínimo las faltas de sus miembros ya que su sentencia había sido mucho peor que la del prisionero, a pesar de que este le había retado directamente. No di mucha importancia a este hecho y volví mi mirada hacia la espalda de Nafen.

Después del puñetazo propinado a Nafen, el líder me miro nuevamente e hizo una seña para continuar con los azotes. Asentí nuevamente con la cabeza y levante el látigo con mi brazo para comenzar. Nuevamente el látigo rugió durante el trayecto hacia la carne de nafen, mientras mi brazo lo impulsaba con una fuerza cada ves mayor y la sangre salpicaba las ropas del prisionero y el suelo gris del lugar. Intentaba hacer un largo intervalo entre cada azote para que el castigo pareciera cada ves mas largo y doloroso para Nafen. Uno a uno fueron rompiendo cada ves su piel y broto mas sangre de su espalda, sus ropas inferiores estaban casi empapadas por su liquido vital y por fin se derramaba en el suelo.

Al terminar con los diez azotes, volví a tomar una posición relajada y acomode un poco la bufanda roja sobre mi nariz. - Supongo que ya no puedo pedirte respuestas a cambio de no ser azotado, pero te aseguro que en esta ocasión tus respuestas tendrán mas valor, ya que ahora representan tu vida. Deberías sentirte agradecido de no haber terminado como aquel joven. Estire un poco mi cuello y tome un respiro antes de hablar. - Responde... ¿a que te dedicas o como haces para ganarte la vida? ¿cuales son tus habilidades? ¿de donde provienes? ¿tienes familia o amigos que esperen por ti, si es asi, cuales son sus nombres?

Responde correcta y francamente o tendré que sugerir un castigo mas severo. Tome una de mis dagas con mi mano izquierda y la hice girar sobre mi mano. - Como despojarte de uno de tus dedos, manos o pies...

El líder allí presente dio la orden de que yo recibiera una nueva decena de azotes, al oír esto fruncí el ceño deseando no estar allí, soporté dificultosamente el dolor de cinco azotes y no creí poder soportar más. Fue entonces cuando por supuesta cobardía, un joven aparentemente llamado Patrick fue sometido a un castigo del cual no era merecedor. Ver al joven ser castigado por sentir un poco de compasión me produjo dos importantes sensaciones, muy opuestas; por un lado experimenté cierto placer al contemplar el brote de la sangre, me recordó a cuando yo ejercí de verdugo ante traidores de la Orden, lo cual me simpatizaba y entretenía, sin embargo ese joven en particular me recordaba a mi difunto hermano Ariecan, por lo que me resultó inevitable sentir lástima por Patrick -un lujo que no me daba ante cualquiera-, me entristeció un poco recordar con nostalgia los tiempos en los que mi 'hermanito' aún vivía. Dije que era hijo único ya que nunca consideré a Ariecan como un hermano, no desde que le fallé, desde que murió por mi culpa.

Johannes, el joven que me torturaba bajo las órdenes de su superior blandió el látigo y salpicó sus extremidades sobre mi ya herida espalda. El ardor abrasaba mis nervios mientras las gotas -y a veces chorros- de sangre surcaban la piel de mi cuerpo hasta fundirse con el rojo de las manchas en mis ropas inferiores. Como la 'cereza en el pastel', Igor hizo un amague de apuñalarme, aunque me sorprendió que sólo fuera un puñetazo, el cual me dejo sin aire.

El que yo creí era un licántropo como los demás allí presentes dijo: - Supongo que ya no puedo pedirte respuestas a cambio de no ser azotado, pero te aseguro que en esta ocasión tus respuestas tendrán mas valor, ya que ahora representan tu vida. Deberías sentirte agradecido de no haber terminado como aquel joven.A esas alturas ya no me preocupaba vivir o morir, o al menos no la muerte en sí. Mi único temor era fallar mi misión, aunque me consolaba la idea de que otros como yo estaban tratando de cumplirla, por lo que mi muerte no significaba que la misión estuviese totalmente fallida. - Responde... ¿a que te dedicas o como haces para ganarte la vida? ¿cuales son tus habilidades? ¿de donde provienes? ¿tienes familia o amigos que esperen por ti, si es asi, cuales son sus nombres?

Responde correcta y francamente o tendré que sugerir un castigo mas severo. Como despojarte de uno de tus dedos, manos o pies... Hice una mueca de dolor ante esas palabras; quizás perder una extremidad podría ser solucionado por medios mágicos si no moría desangrado en el momento, pero lo que más temor me producía era la idea de sentir el sufrimiento y dolor de la amputación.

- Yo... he-heredé una fortuna de mis padres. - Mis jadeos eran constantes y estrepitosos, producto de lo sufrido. Era bueno notar que paulatinamente el efecto de la extraña sustancia en mí cesaba, quizás por el tiempo transcurrido, quizás por la perdida de sangre. - Así me he mantenido hasta ahora, pero me comienzo a quedar sin aeros. Por eso he estado realizando trabajos en Lunargenta, de hecho estaba por hacer un encargo en las afueras de la ciudad, donde me capturaron. Mis habilidades... tengo la habilidad de cualquier brujo... - Realicé una pausa. - ... mis poderes eran grandes y poderosos, pero me enfrenté contra un brujo que los bloqueó. La magia es como un músculo, si lo entrenas, su rendimiento aumenta... - No estaba seguro de por qué explicaba esto a quienes me castigaban, quizás deseaba que lo supieran para que consideraran ayudarme a entrenar, podrían ser de utilidad y ya habían demostrado la crueldad con la que contaban, algo que me podía llegar a resultar útil. Puede que pudiésemos llegar a algún acuerdo en un futuro, una especie de simbiosis: ellos me ayudan en mi entrenamiento y yo brindaba mis... "servicios". - ... siguiendo ese punto de vista, sólo necesito entrenar para recuperar mi máximo potencial. Vengo de donde vienen casi todos los brujos, las Islas Illidenses, pero ahora resido en Lunargenta. No tengo familia, están todos muertos, tampoco cuento con amigos.

Igor no volvió a reír con los próximos azotes. Se mostró asombrado de que Nafen aun se mantuviera despierto.

- Yo... he-heredé una fortuna de mis padres. Así me he mantenido hasta ahora, pero me comienzo a quedar sin aeros. Por eso he estado realizando trabajos en Lunargenta, de hecho estaba por hacer un encargo en las afueras de la ciudad, donde me capturaron. Mis habilidades... tengo la habilidad de cualquier brujo... ... mis poderes eran grandes y poderosos, pero me enfrenté contra un brujo que los bloqueó. La magia es como un músculo, si lo entrenas, su rendimiento aumenta... ... siguiendo ese punto de vista, sólo necesito entrenar para recuperar mi máximo potencial. Vengo de donde vienen casi todos los brujos, las Islas Illidenses, pero ahora resido en Lunargenta. No tengo familia, están todos muertos, tampoco cuento con amigos-

La voz de Nafen sonaba cansada, pero Igor endureció el rostro y se volteó con brusquedad, tanta que el gato se vio obligado a apartarse de él un momento y lo miró con las orejas hacia atrás y el cuerpo erizado ofendido. Patrick resistía el dolor, pero la sangre que corría en su cuerpo superaba la del brujo. El muchacho estaba pálido y con angustia contenida. Sabía que iba morir, pero lo peor era la espera. Mantenía sus ojos cerrados fuertemente y el dolor le hacía respirar con dificultad. Podía vérsele espasmos involuntarios.

-¡Johannes!-exclamó con voz potente, pero por algo ya no tenía esa sonrisa de placer maliciosa en su rostro. Miró a Patrick y le propinó un puñetazo del lado derecho, rompiendo su nariz e hizo que un hilo de sangre brotara de la comisura de sus labios.

-¡Ya, mátame!-suplicó el joven sin poder soportarlo más. Unas lágrimas surcaron sus mejillas, producto de la misma impotencia-¡Por favor mi señor! ¡Hágalo de una vez! ¡No me merece! ¡No merece un soldado como yo! ¡Máteme!-gritó con todas sus fuerzas hasta que pareció desgarrarse su garganta. No pudo evitar dejar escapar un sollozo e inclinar su cabeza hacia abajo. Empezó a temblar aún más.

Ojos de asesino se jactó en un resoplido y sacó su cuchillo. Acercó su rostro al joven y dijo con los dientes apretados. Se había olvidado de su soldado Johannes.

-¿Temes por tu rostro? Cerrar los ojos lo demuestra… y ¿qué tal si quiero arrancártelos? ¿O tu lengua y dársela de comer a Nafen?-preguntó y recordó a su soldado-¡Johannes!-llamó y se apartó para tener a la vista a los dos prisioneros-Si tienes algunas pregunta más para el brujo, hazla y evaluaré darle 15 azotes más… pero antes…-miró a Patrick que abrió los ojos. Ya no ocultaba sus lágrimas. Había súplica de muerte en sus ojos y era entendible-Córtale la punta de la lengua a Patrick y dásela a comer al brujo, ¡procura que la mastique! e insértale clavos entre uñas y dedos de las manos y los pies. ¡YA!-gritó con impotencia tensando su rostro-Luego veré si le corta algo más de abajo... o que alguno de mis hombres lo...-murmuró por lo bajo pero su última palabra fue ilegible.

Patrick tenía el cuerpo descontrolado, y miró con súplica a Johannes.
-Te lo ruego, por lo que más quieras, por tu madre, tu padre, hermanos… por favor, ¡sólo mátame! ¡Te lo ruego!-dijo entre llantos totalmente aterrado-¡Mátame! ¡Dios… mátame! ¡Quiero morir!-

Continué escuchando con especial atención cada una de las palabras que salían forzosamente por la boca de Nafen. Sus respuestas por fin daban cierto nivel de satisfacción a medida que contestaba, incluso ahora otorgaba algunos detalles mas aparte de lo que se le pedía, todo iba bien hasta ahora.

A cada momento los quejidos y alaridos de Patrick se volvían mas y mas molestos para mi, sus gritos y palabras me distraían un poco de mi objetivo primario, cuando Igor me llamo con voz autoritaria, di algunos pasos hacia el para acercarme y mirar con detenimiento la expresión en su rostro, que ya no era la misma de hace algunos momentos. Mi visión se desvió hacia Patrick para ver como el puñetazo del líder lo hacia caer hacia el suelo y como su sangre se derramaba en el piso.

El chico comenzó a rogar por su muerte y era algo bastante entendible, seguramente prefería morir ahora que continuar con aquel abrumante sufrimiento. Igor se dirigió nuevamente hacia mi y exclamo nuevas ordenes hacia Nafen y Patrick. Seguro tenia un par mas de preguntas para aquel individuo.

- Entendido... Uno de los hombres del líder se acerco a mi y deposito en el piso, frente a Nafen, un montón de clavos, para después volver a formarse con el resto de los hombres. Me acerque lentamente hacia Patrick, mientras este me imploraba por terminar con su vida. Me incline frente a el con mi daga y acerque mi mano hacia su boca para tomar su lengua. Su ruido me parecía muy molesto y si hubiese podido decidir por su vida, ya hubiera cortado su arteria yugular para terminar con ese escándalo, sin embargo solo me limite a tomar su lengua en mi mano sin decir nada y cortarla de un solo tajo. El cuerpo del muchacho se retorcía con violentos espasmos por el dolor, sus alaridos eran terribles y perturbadores.

puse la lengua sobre la punta de mi daga y me dirigí hacia donde Nafen para pararme frente a el, estire mi brazo con la daga y lo acerque lo mas posible a su boca. - El líder ha decidido alimentarte, así que, Come esto con gusto y gratitud. No olvides masticar bien, no queremos que te atragantes con este bocado. y ciertamente no queria que muriera ya que por mi mente crecía la idea de que quizás este sujeto podría servir en nuestro trabajo.

- Mi señor, si me permite decirlo, siendo mi trabajo reclutar nuevos miembros, pienso que quizás este sujeto podría pagar su derecho a vivir, sirviendo en nuestro trabajo. Dirigí una mirada burlona hacia Nafen y sonreí de lado. - O acaso prefieres morir Nafen, que dices, trabajarías por tu vida?

Preferí ignorar las indicaciones que Igor daba a sus súbditos, no quería siquiera imaginar lo que estaba a punto de suceder. Entonces, Johannes siguió la orden de su superior, tomando la lengua de Patrick y arrebatándosela de un corte rápido, para luego acercarla a mis labios sobre el filo de su daga. Fruncí la nariz ante dicha ofrenda, en señal de asco; ladeé mi rostro para contemplar detenidamente el trozo de carne sangrante que yo debía masticar. Desplacé mi mirada hacia Patrick, cuya sangre comenzaba a teñir el suelo de rojo, devolví nuevamente mi vista a la lengua extirpada y saboreé mi propia saliva abriendo y cerrando mis labios repetidamente. Inhalé y exhalé profundamente y luego de cerrar mis ojos acerqué mis labios para besar el metal de la hoja y concluir por abrir mi boca y arrastrar el pedazo de carne hacia el interior usando mis dientes. Hice una mueca de desagrado, sin embargo el sabor fue sorpresivamente más agradable de lo que creí que sería. La situación era sumamente peligrosa y desagradable, pero eran los clavos frente a mí los que me traían una vorágine de escalofríos y tortura sólo con verlos.

Johannes entonces tomó la palabra nuevamente.

- Mi señor, si me permite decirlo, siendo mi trabajo reclutar nuevos miembros, pienso que quizás este sujeto podría pagar su derecho a vivir, sirviendo en nuestro trabajo. Levanté mi mirada, extrañado por lo que oía, encontrándome con los ojos del ejecutor frente a mí. - O acaso prefieres morir Nafen, que dices, trabajarías por tu vida?

Enarqué ambas cejas, muy sorprendido por la propuesta que el joven realizaba; podía ser falto de experiencia, pero sabía aprovechar oportunidades, de eso no hay dudas. Una sonrisa se dibujó en la comisura de mis labios para luego responder - Sería un placer. - Bajé mi mirada hacia los clavos frente a mí, luego la trasladé a Patrick, ocurrente. - Si me lo permiten... puedo mostrarles... - no terminé mi frase ya que pensé que los demás serían capaces de inferir mi idea; unos clavos... un sujeto de tortura... sólo necesitaba mover mis manos empleando mi telequinesis. Patrick me dio lástima momentos antes, pero al ver la posibilidad de salvar mi vida y tener el empleo de asesinar gente (un deleite para mí), el egoísmo era mi comandante.

- Mi señor, si me permite decirlo, siendo mi trabajo reclutar nuevos miembros, pienso que quizás este sujeto podría pagar su derecho a vivir, sirviendo en nuestro trabajo... O acaso prefieres morir Nafen, que dices, trabajarías por tu vida?-

Johannes cumplió al pié de la letra con lo pedido haciendo que Nafen se hubiera metido a la boca el trozo de lengua del agonizante Patrick y saboreara. La boca del joven no dejaba de escupir sangre y había manchado bastante el suelo y salpicado a Igor y Nafen entre escupidas de sangre. Susurraba como podía que lo mataran.

Igor volvió a jactarse de las palabras del brujo cuando observó los clavos y negó con la cabeza. Tomó su cuchillo entre los dedos y se acercó al joven para dar una brusca puñalada a la garganta de Patrick Éste abrió los ojos y la boca, dejando que grandes borbotones de sangre escurrieran de su boca hacia el suelo. Quedó colgado de las cadenas que los sujetaban. Su cuerpo perdió fuerzas y pudo sentirse como sus muñecas se rompían con un crujido de huesos. Tembló con espasmos muy bruscamente unos momentos hasta que dejó de existir vida en él.

La mirada de Ojos de asesino fue clara: la muerte sin piedad, tortura y dolor. Sacó con la misma brusquedad con la que había clavado en la garganta al cuchillo, y se giró hacia Nafen llevando el filo empuñando con fuerza del mango, y sin previo aviso, dio una puñalada de verdad al medio del abdomen de él, provocándole un grito ahogado y que la sangre acariciara sus dedos. Había clavado el filo de lleno y entero. Miró a los ojos abiertos de Nafen por el mismo impacto, y dijo en un susurro fuerte, que Johannes pudo oír también.
-Si sobrevives esta noche, serás bienvenido... y te llevarán a casa-

Sacó el cuchillo con fiereza y limpió la sangre en la mejilla del hechicero, provocándole unos leves rasguños, para luego guardarla en su funda y dirigirse a grandes zancadas hasta la salida del lugar. No sin antes decir.
-Desmiembren al muerto y cocínenlo, que si el brujo sobrevive, desayunará a Patrick y si muere también él-aumentaba su tono de voz a la vez que se alejaba del brujo y el humano y llegaba hasta la puerta de hierro doble-Arrojen su cuerpo al pantano podrido!-

Poco después salía en su caballo seguido por algunos de sus guardias, habiendo dejado las puertas cerradas.

Retire mi daga del rostro del prisionero cuando tomo la lengua con su boca y comenzó a masticarla, La limpie un poco y volví a enfundarla mientras veía detenidamente como Nafen se esforzaba por tragar esa carne fresca de un joven que yacía en el suelo agonizando. Cuando por fin logro tragarla, el sujeto se mostró interesado en la propuesta que había realizado y después de todo, aceptarla seria lo mas sabio en el momento ya que no sabia si el brujo sobreviviría a cada uno de los tormentos que ejercíamos sobre el. Estaba convencido de que la resistencia de Nafen era algo sobresaliente y si realmente poseía las habilidades de las que hablaba entonces seria una adquisición valiosa para el gremio.

- Buena respuesta Nafen, pero veamos que opina el líder. Me aleje un poco del prisionero y preste atención para esperar la respuesta de Igor que finalmente terminaba con la patética existencia de Patrick y su agonizante sufrimiento. Igor volvía a incorporarse después de su despiadada acción y cuando creía que daría una respuesta a Nafen, Realizo algo totalmente inesperado para mi. Una puñalada en seco al vientre del brujo como parte de su prueba para ingresar al gremio, esta seria la primera o quizás ultima oportunidad que tendría para ingresar.

El líder disponía a marcharse por ahora, así que escuchaba con atención sus ultimas ordenes. Después de hablar se retiro rápidamente, cerrando las puertas tras de el. Me pare por un momento frente a Nafen y observe como la sangre salía de su vientre. - Felicidades Nafen... Has ganado una muy valiosa oportunidad, así que aprovéchala. Me dirigí hacia la entrada del edificio y deposite en las manos de uno de los hombres el ensangrentado látigo. - Vigílenlo y retiren los clavos del suelo. El sujeto salio al patio para cumplir con mi instrucción. Antes de entrar al edificio, mire nuevamente a Nafen. - Iré a relajarme un poco, que pases una buena noche... Al terminar la frase ingrese en el edificio, perdiéndome entre sus sombras.

Igor pareció tornarse pensativo ante mi respuesta, pensé que me aceptaría en ese momento, o bien iniciaría mi prueba luego de que me liberasen. Algunas gotas de sangre salpicaron mi torso cuando la agonizante vida de Patrick llegó a su fin entre quejidos ahogados y mucha sangre.

Me llevé una importante sorpresa cuando recibí aquella puñalada en mi abdomen, abrí los ojos como platos mientras miraba a Igor, quién me indicó cuál sería mi 'prueba'. Mi ahogado grito era evidencia del dolor que sentí en ese instante, la preocupación comenzaba a infectar mis pensamientos mientras me debilitaba cada vez más. Fue entonces cuando retiró la hoja de mi interior, para raspar mi rostro con ella, haciéndome sentir mi propia sangre.

Intenté musitar alguna palabra, siendo mis intentos en vano ya que el dolor en conjunto con la pérdida de sangre comenzaban a funcionar como un somnífero, sumiéndome en un desmayo.

De reojo observé al hombre que quizás había producido mi muerte retirarse de mi lado, mis ojos se entrecerraban mientras el sonido de los cascos de un caballo al trotar se oía cada vez más distante. Mi ejecutor se acercó a mí y comenzó a hablar; poco fue lo que entendí ya que sin ser capaz de resistirme, mis ojos se cerraron y perdí la consciencia al momento de desmayarme.

Antes de que Johannes ingresara a la entrada a las habitaciones, pudo oír un ruido de armadura pesada caer al suelo. Uno de los soldados, conocido como Sión, desató las cadenas que sujetaban las muñecas de Patrick y se dejó llevar por el peso se su cuerpo y cayó de rodillas al suelo con él en brazos. Tensó su rostro y cerró los ojos con fuerza. Estaba de espaldas a todos, presionando contra su pecho el rostro sangrante del joven muerto. Todos sabían que él y el joven eran hermanos excepto por Johannes, quien se enteró por un leve rumor de los soldados que estaban por allí.

Sión:

-Patrick…-musitó. Dos de los licántropos se acercaron a espalda de él  y uno ordenó.
-¡Levántate Sión!-todos sabían que la debilidad era castigada con muerte, ¿Qué haría Johannes al respecto?

Sión se levantó y con el rostro inmutable dio la espalda al cadáver de su hermano menor y caminó hasta las habitaciones, adelantándose a Johannes con un empujón de hombros que marcaba su odio. No se lo volvería a ver hasta la mañana siguiente. Los demás se encargaron de llevar el cuerpo muerto y hacer lo que les había ordenado Igor.

Nafen, el hechicero quedó inconsciente después de divisar borrosamente el dolor de Sión ante la muerte de su hermano. Despertaría cuatro días después sintiéndose bastante débil. La cantidad de sangre que había perdido había sido en demasía y causado la muerte, pero gracias al poder de una elfa del gremio, tuvo la oportunidad de salvarse. Al amanecer lo había encontrado en los últimos minutos donde su cuerpo logró resistir, y ella había acudido para salvarlo. Había tenido suerte.  


Off rol: Rol terminado, Felicidades Johannes y Nafen.
Nafen, puedes ir respondiendo en cuanto puedas ver el link.