León y sus niñas [Misión del gremio] +18
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León y sus niñas [Misión del gremio] +18
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Reb, Panda y Noctis se quedaron a cuidado de las sirvientas en las catacumbas. Mientras que desde el puerto, se había tornado un viaje de cuatro días. Había tardado mucho, además en el medio se habían detenido para buscar provisiones. Aunque en el cuarto día, poco antes de llegar al puerto, ordenaron a los viajeros ponerse sus respectivas vestimentas.
No les habían permitido salir de su camarote, les había hecho dormir a los tres en el mismo cuarto y todo a orden de Ambar. Los marineros del barco no eran de mucha confianza, y parecían que apenas era pagos y solo eran esclavos que vivían emborrachándose. Gabret capitaneaba.
Una vez que el barco encallara en un atardecer, Gabret, para fortuna de ellos, les indicaría al final del muelle antes de que bajaran:
-Ellas los están esperando, acá nos separamos, les deseo mucho éxito. En dos días al amanecer deben tener el collar, de lo contrario los guardias vendrán por el barco a inspeccionar y no podemos quedarnos acá-advirtió y dejó que se encaminaran a las dos jóvenes, quienes se presentarían sonrientes.
Anisa y Canda esperaban en el muelle a las tres nuevas muchachas que llegarían para servir a León. Charlaban entre risas y parecían ansiosas por conocerlas.
Los guiarían por las calles de Beltrexus hasta un callejón, donde ingresarían por la parte trasera de Estrella Azul, donde se encontraban Diones y Eris, que se presentarían y los conduciría hasta el salón principal de León, a un living de almohadas y sillones muy mullidos. Todo era lujo y riqueza. Allí indicarían que tomaran asiento y esperaban.
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- Puerto:
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- Niñas:
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Reb, Panda y Noctis se quedaron a cuidado de las sirvientas en las catacumbas. Mientras que desde el puerto, se había tornado un viaje de cuatro días. Había tardado mucho, además en el medio se habían detenido para buscar provisiones. Aunque en el cuarto día, poco antes de llegar al puerto, ordenaron a los viajeros ponerse sus respectivas vestimentas.
No les habían permitido salir de su camarote, les había hecho dormir a los tres en el mismo cuarto y todo a orden de Ambar. Los marineros del barco no eran de mucha confianza, y parecían que apenas era pagos y solo eran esclavos que vivían emborrachándose. Gabret capitaneaba.
Una vez que el barco encallara en un atardecer, Gabret, para fortuna de ellos, les indicaría al final del muelle antes de que bajaran:
-Ellas los están esperando, acá nos separamos, les deseo mucho éxito. En dos días al amanecer deben tener el collar, de lo contrario los guardias vendrán por el barco a inspeccionar y no podemos quedarnos acá-advirtió y dejó que se encaminaran a las dos jóvenes, quienes se presentarían sonrientes.
Anisa y Canda esperaban en el muelle a las tres nuevas muchachas que llegarían para servir a León. Charlaban entre risas y parecían ansiosas por conocerlas.
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Los guiarían por las calles de Beltrexus hasta un callejón, donde ingresarían por la parte trasera de Estrella Azul, donde se encontraban Diones y Eris, que se presentarían y los conduciría hasta el salón principal de León, a un living de almohadas y sillones muy mullidos. Todo era lujo y riqueza. Allí indicarían que tomaran asiento y esperaban.
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Última edición por Master2 el Sáb Mar 08 2014, 04:54, editado 1 vez
Ansur
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
Justo antes de partir de aquel lugar en dirección al puerto, el semielfo se acercó a la aspirante que de hacia llamar Mac y exclamó de forma un tanto desinteresada:
-Podéis llamarme Falcon, así al menos de me conoce en tierras de los humanos.-
Al decir esto, recogió su equipo y se dispuso a dormir un poco antes de partir a la mañana siguiente.
Cuando el sol se alzó por el horizonte anunciando la llegada de un nuevo día, Tarken abrió los ojos tras un descanso reparador. Los primeros rayos de sol juguetones, impactaron en el rostro de joven cazador de Sandorai y decidió que era un buen momento para afeitarse y evitar así que el engaño de vestirse de mujer fuera inútil. El plan a priori le parecía descabellado, sin embargo, como superior de las dos jóvenes que llevarían a cabo la misión, debía acompañarlas y velar por ellas.
Con su propio cuchillo de cazador, Tarken dio buena cuenta del pelo que poblaba su rostro. Mientras se deshacía del recio bello, recordaba cuando contemplaba a su padre hacer la misma operación cada dos o tres días. Una sonrisa melancólica se dibujó en su rostro con el recuerdo de su amado padre, con el recuerdo de años más felices y lejanos. Tras darse cuenta de que su mirada se había perdido en el tiempo, Tarken parpadeó y terminó de afeitar su barba y dejar sus mejillas como la misma seda. Cogiendo su vestido y útiles para la misión, el semielfo se despidió de sus animales y emprendió el camino para encontrarse con Gabret y partir dirección al puerto.
Cuatro días bastaron para llegar finalmente a su destino. Cuatro días en los que había compartido habitación junto a Eco y Mac observando cada gesto y expresión de sus cuerpos para poder interpretar bien su papel de mujer. Ya se había probado el vestido y, por suerte, Ámbar había elegido bien el velo pues cubría bien su rostro como para que sus rasgos férreos pasaran desapercibidos, al menos si se movía con suficiente estilo y delicadeza, nadie notaria que era un hombre. Igualmente, durante esos cuatro días intentó centrarse en su estudio del comoortamiento de sus dos compañeras así como hacer que Mac dejará a un lado su carácter reacio y, cuanto menos, se sintiera más relajada en su compañía.
El momento había llegado, Gabret le había dado la señal para salir de los camarotes y fue cuando Tarken se vistió con aquel exótico modelo. Tenían en su camarote un gran espejo y, una vez que tenía el vestido completamente ajustado, se miró sorprendiéndose con el resultado:
-Por los dioses, si no supiere que soy yo....incluso diría que aparento ser una hermosa doncella.-
Una vez sus compañeras listas, salieron y fueron directamente a la pasarela para desembarcar. Gabret les ido las últimas indicaciones a lo que Tarken asintió y prosiguió su camino. Su caminar era fluido y delicado, caminaba como lo había visto hacer a Mac pues quizá Eco, siendo una chica tigre, tenía una forma un poco más ruda, aunque ella no debía aparentar ser mujer, claro estaba. Al ver a las dos jóvenes que aguardaban su llegada entre cuchicheos y risas, Tarken inclinó la cabeza levemente y evitó cualquier tipo de presentación pues su voz seguía siendo profunda y masculina, así que dejó lo de hablar a Eco y Mac.
Al cabo de un rato, llegaron a la posada estrella. Tarken tenía un ligero entumecimiento en las caderas pues estaba esforzándose por caminar de aquella forma tan peculiar, incluso agradeció que los sentaran a esperar a Leon, al menos podría descansar un poco. Mientras aguardaban, Tarken miró a sus conoañeras y exclamó en un susurro:
-Comienza el juego...recordad que tenemos apenas dos días, debéis seducir a Leon y pasar la noche en su habitación para haceros con el collar, quizá pueda preparar algunas hierbas para adormecerlo pero nuestra primera opción es esa....-
Al decir esto, el semielfo se acomdó en su asiento intentando aparentar feminidad y sumisión con su postura, después de todo, se suponía que iban a ser nuevas doncellas para Leon.
-Podéis llamarme Falcon, así al menos de me conoce en tierras de los humanos.-
Al decir esto, recogió su equipo y se dispuso a dormir un poco antes de partir a la mañana siguiente.
Cuando el sol se alzó por el horizonte anunciando la llegada de un nuevo día, Tarken abrió los ojos tras un descanso reparador. Los primeros rayos de sol juguetones, impactaron en el rostro de joven cazador de Sandorai y decidió que era un buen momento para afeitarse y evitar así que el engaño de vestirse de mujer fuera inútil. El plan a priori le parecía descabellado, sin embargo, como superior de las dos jóvenes que llevarían a cabo la misión, debía acompañarlas y velar por ellas.
Con su propio cuchillo de cazador, Tarken dio buena cuenta del pelo que poblaba su rostro. Mientras se deshacía del recio bello, recordaba cuando contemplaba a su padre hacer la misma operación cada dos o tres días. Una sonrisa melancólica se dibujó en su rostro con el recuerdo de su amado padre, con el recuerdo de años más felices y lejanos. Tras darse cuenta de que su mirada se había perdido en el tiempo, Tarken parpadeó y terminó de afeitar su barba y dejar sus mejillas como la misma seda. Cogiendo su vestido y útiles para la misión, el semielfo se despidió de sus animales y emprendió el camino para encontrarse con Gabret y partir dirección al puerto.
Cuatro días bastaron para llegar finalmente a su destino. Cuatro días en los que había compartido habitación junto a Eco y Mac observando cada gesto y expresión de sus cuerpos para poder interpretar bien su papel de mujer. Ya se había probado el vestido y, por suerte, Ámbar había elegido bien el velo pues cubría bien su rostro como para que sus rasgos férreos pasaran desapercibidos, al menos si se movía con suficiente estilo y delicadeza, nadie notaria que era un hombre. Igualmente, durante esos cuatro días intentó centrarse en su estudio del comoortamiento de sus dos compañeras así como hacer que Mac dejará a un lado su carácter reacio y, cuanto menos, se sintiera más relajada en su compañía.
El momento había llegado, Gabret le había dado la señal para salir de los camarotes y fue cuando Tarken se vistió con aquel exótico modelo. Tenían en su camarote un gran espejo y, una vez que tenía el vestido completamente ajustado, se miró sorprendiéndose con el resultado:
-Por los dioses, si no supiere que soy yo....incluso diría que aparento ser una hermosa doncella.-
Una vez sus compañeras listas, salieron y fueron directamente a la pasarela para desembarcar. Gabret les ido las últimas indicaciones a lo que Tarken asintió y prosiguió su camino. Su caminar era fluido y delicado, caminaba como lo había visto hacer a Mac pues quizá Eco, siendo una chica tigre, tenía una forma un poco más ruda, aunque ella no debía aparentar ser mujer, claro estaba. Al ver a las dos jóvenes que aguardaban su llegada entre cuchicheos y risas, Tarken inclinó la cabeza levemente y evitó cualquier tipo de presentación pues su voz seguía siendo profunda y masculina, así que dejó lo de hablar a Eco y Mac.
Al cabo de un rato, llegaron a la posada estrella. Tarken tenía un ligero entumecimiento en las caderas pues estaba esforzándose por caminar de aquella forma tan peculiar, incluso agradeció que los sentaran a esperar a Leon, al menos podría descansar un poco. Mientras aguardaban, Tarken miró a sus conoañeras y exclamó en un susurro:
-Comienza el juego...recordad que tenemos apenas dos días, debéis seducir a Leon y pasar la noche en su habitación para haceros con el collar, quizá pueda preparar algunas hierbas para adormecerlo pero nuestra primera opción es esa....-
Al decir esto, el semielfo se acomdó en su asiento intentando aparentar feminidad y sumisión con su postura, después de todo, se suponía que iban a ser nuevas doncellas para Leon.
Tarken
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
- Haber empezado por allí querida...- respondí con brazos cruzados mientras Ambar se iba sonriéndole a su nuca. No se giró ni se detuvo. “Te enseñaré a quién pueden mirar con desprecio y a quién no...”- Bien, me han convencido – repliqué girándome a los otros dos – Falcon... Eco... Iré por algunas cosas y nos veremos luego.
Aceptaría el trabajo, pero debía hacer las cosas bien si no quería que me reconocieran. Antes de volver pesé por la tienda del alquimista, sabía que tenían unos tintes temporales para el cabello y necesitaba unas chucherías también. Junté mis cosas, pagué unos aeros a Thomas y me fui de la posada, prometiendo volver luego cuando hizo preguntas que no pensaba responder.
La mayor parte del tiempo la pasé apoyada contra la pared, abrazando mis rodillas mirando hacia afuera en una de las dos pequeñas ventanillas que tenía el camarote que nos dieron. “Tanto tiempo esperé para irme para volver un mes después”... no pensaba quedarme, eso era seguro, pero odiaba tener la excusa constante para recordar mis últimos días en Beltrexus y por sobre todo, la compañía. Cuando esos recuerdos venían a molestarme simplemente me levantaba e intentaba distraerme con algo más y era tan seguido que ya no tenía cosas nuevas con que entretenerme. Estábamos los tres encerrados en un mismo lugar durante todo el viaje y era al menos para mí, bastante incómodo. No eran personas del tipo con las que simplemente te llevas mal, él era más sociable que la chica llamada Eco, pero a decir verdad, intentaba no fraternizar mucho tampoco, y a eso se le sumaba que además no estaba acostumbrada a compartir tanto tiempo con un hombre en un mismo sitio, hubiese más personas allí o no. Fue cuando noté que buscaba imitar mis movimientos para desenvolverse luego que me relajé bastante. Bien... "me relajé" significaba reirme sin parar al verlo caminar como mujer, sobre todo cuando perdía aún más el equilibrio por el incesante movimiento del barco.
- Junta las rodillas un poco- … - Curva la espalda un poco.. - ...- Hombros caídos.. recuerda que debes suavizar tu postura – largaba cada tanto entre risas – Deja de contonearte tanto – tiré a carcajadas una tarde – Tienes suerte que tu vestido sea largo... sino tendrías que rasurarte esas piernas – no recordaba la última vez que había reído tanto ni ver ese tipo de vestido en una “mujer” con tanto músculo o cejas tan gruesas. Era demasiado gracioso verlo, tanto que por momentos olvidé a dónde iba y todo lo demás. La otra joven no tendría problemas para vestirse y yo tenía que teñir mi cabello el último día. Había conseguido un velo que me cubriría mucho mejor que aquel nos habían dado, pues a diferencia del resto, a mí podrían reconocerme y no iba a asumir ese riesgo.
Desperté la última mañana y vi a Falcon afeitándose. Caminé y me apoyé en la pared donde sostenía su espejo, intentaba no mirarlo mucho pues, aunque lo había visto contonearse e intentando parecer femenino, no podría evitar reir cada vez que lo veía. - ¿Sabes? - pregunté apoyada en la pared masticando una de esas cosas que él llevaba siempre y le había quitado del bolsillo – Tendrás que afeitarte también las axilas – terminé y me fui riendo par asentarme junto a Eco. - Espero poder conservar al compostura allí con él... es simplemente... gracioso – le comenté a ella con una enorme sonrisa.
Teñí mi cabello y me maquillé lo suficiente como para centrar la mirada en esos detalles mientras cubría la mayor parte del rostro con el velo. Me ofrecí a ayudarlos a maquillarlos un poco.. ella no lo necesitaba tanto porque ya era bonita y él no aceptó cuando propuse de buena gana ayudarlo depilándole las pobladas cejas. Estábamos los tres vestidos y arreglados. Me acerqué a Falcon por la derecha, le miré de arriba a abajo y agregué – Hay dos cosas que desde este ángulo sobresalen y dicen a gritos que eres hombre.. la de arriba cuida siempre taparla con el velo – le dije señalando su prominente nuez de Adán – y por la otra – moví el mismo dedo apuntando ahora hacia abajo – busca esconderla de alguna forma entre las piernas o algo... - Repito.. no recordaba haberme reído tanto en mucho tiempo.
El circo acabó cuando llegamos a las islas, unas chicas nos estaban esperando y agradecí no conocer a ninguna, mi cabello era castaño y sólo una parte de mi rostro estaba a la vista. El sonido del viento mover un pesado cartel hizo que levantara la vista.... “Estrella azul” apareció ante mis ojos y sin querer me detuve en seco, choqué contra alguien que me recordó seguir caminando. Era de día, por lo que no había mucha gente por allí. Punto a favor. Una de las jóvenes comentó que la dueña no estaba en casa. Dos puntos a favor. Cuando entramos nadie nos prestó mucha atención , pues tampoco había mucha gente, en el día siempre era así, pues era a la noche que la música, el perfume y las risas rebalsaban por cada uno de sus rincones. Falcon habló de engatusar de alguna manera a Leon para meternos en su alcoba, dejé los ojos en blanco medio segundo, sabía cómo hacerlo... Adularlo y hacerle creer el centro del universo era una buena forma de llegar al maldito engreído. Cuando las chicas se retiraron un momento, me acerqué a susurrar a Falcon mientras guiñaba un ojo.
- Saca al elfo que hay en tí y procura que no te crezca la barba en estos días – Me limité a esperar mientras ahogaba una sonrisa.
Offrol2: Tarken: No pude evitar tanto detalle en tu “trasformación” xD Y perdón pero dí por hecho que Marah te atosigó a preguntas durante cuatro días por tus orejas por lo que sabe eres medio elfo.
Offrol 3: Master2: León la ha visto a Marah, pero allí a ella la conocen como Marie (Si es confuso lo sé xD Sólo Sokotora sabe allí su nombre verdadero) No se si usarás o no ese detalle o si Leon hablara con ella enalgun momento, pero lo menciono por las dudas.
Aceptaría el trabajo, pero debía hacer las cosas bien si no quería que me reconocieran. Antes de volver pesé por la tienda del alquimista, sabía que tenían unos tintes temporales para el cabello y necesitaba unas chucherías también. Junté mis cosas, pagué unos aeros a Thomas y me fui de la posada, prometiendo volver luego cuando hizo preguntas que no pensaba responder.
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La mayor parte del tiempo la pasé apoyada contra la pared, abrazando mis rodillas mirando hacia afuera en una de las dos pequeñas ventanillas que tenía el camarote que nos dieron. “Tanto tiempo esperé para irme para volver un mes después”... no pensaba quedarme, eso era seguro, pero odiaba tener la excusa constante para recordar mis últimos días en Beltrexus y por sobre todo, la compañía. Cuando esos recuerdos venían a molestarme simplemente me levantaba e intentaba distraerme con algo más y era tan seguido que ya no tenía cosas nuevas con que entretenerme. Estábamos los tres encerrados en un mismo lugar durante todo el viaje y era al menos para mí, bastante incómodo. No eran personas del tipo con las que simplemente te llevas mal, él era más sociable que la chica llamada Eco, pero a decir verdad, intentaba no fraternizar mucho tampoco, y a eso se le sumaba que además no estaba acostumbrada a compartir tanto tiempo con un hombre en un mismo sitio, hubiese más personas allí o no. Fue cuando noté que buscaba imitar mis movimientos para desenvolverse luego que me relajé bastante. Bien... "me relajé" significaba reirme sin parar al verlo caminar como mujer, sobre todo cuando perdía aún más el equilibrio por el incesante movimiento del barco.
- Junta las rodillas un poco- … - Curva la espalda un poco.. - ...- Hombros caídos.. recuerda que debes suavizar tu postura – largaba cada tanto entre risas – Deja de contonearte tanto – tiré a carcajadas una tarde – Tienes suerte que tu vestido sea largo... sino tendrías que rasurarte esas piernas – no recordaba la última vez que había reído tanto ni ver ese tipo de vestido en una “mujer” con tanto músculo o cejas tan gruesas. Era demasiado gracioso verlo, tanto que por momentos olvidé a dónde iba y todo lo demás. La otra joven no tendría problemas para vestirse y yo tenía que teñir mi cabello el último día. Había conseguido un velo que me cubriría mucho mejor que aquel nos habían dado, pues a diferencia del resto, a mí podrían reconocerme y no iba a asumir ese riesgo.
Desperté la última mañana y vi a Falcon afeitándose. Caminé y me apoyé en la pared donde sostenía su espejo, intentaba no mirarlo mucho pues, aunque lo había visto contonearse e intentando parecer femenino, no podría evitar reir cada vez que lo veía. - ¿Sabes? - pregunté apoyada en la pared masticando una de esas cosas que él llevaba siempre y le había quitado del bolsillo – Tendrás que afeitarte también las axilas – terminé y me fui riendo par asentarme junto a Eco. - Espero poder conservar al compostura allí con él... es simplemente... gracioso – le comenté a ella con una enorme sonrisa.
Teñí mi cabello y me maquillé lo suficiente como para centrar la mirada en esos detalles mientras cubría la mayor parte del rostro con el velo. Me ofrecí a ayudarlos a maquillarlos un poco.. ella no lo necesitaba tanto porque ya era bonita y él no aceptó cuando propuse de buena gana ayudarlo depilándole las pobladas cejas. Estábamos los tres vestidos y arreglados. Me acerqué a Falcon por la derecha, le miré de arriba a abajo y agregué – Hay dos cosas que desde este ángulo sobresalen y dicen a gritos que eres hombre.. la de arriba cuida siempre taparla con el velo – le dije señalando su prominente nuez de Adán – y por la otra – moví el mismo dedo apuntando ahora hacia abajo – busca esconderla de alguna forma entre las piernas o algo... - Repito.. no recordaba haberme reído tanto en mucho tiempo.
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El circo acabó cuando llegamos a las islas, unas chicas nos estaban esperando y agradecí no conocer a ninguna, mi cabello era castaño y sólo una parte de mi rostro estaba a la vista. El sonido del viento mover un pesado cartel hizo que levantara la vista.... “Estrella azul” apareció ante mis ojos y sin querer me detuve en seco, choqué contra alguien que me recordó seguir caminando. Era de día, por lo que no había mucha gente por allí. Punto a favor. Una de las jóvenes comentó que la dueña no estaba en casa. Dos puntos a favor. Cuando entramos nadie nos prestó mucha atención , pues tampoco había mucha gente, en el día siempre era así, pues era a la noche que la música, el perfume y las risas rebalsaban por cada uno de sus rincones. Falcon habló de engatusar de alguna manera a Leon para meternos en su alcoba, dejé los ojos en blanco medio segundo, sabía cómo hacerlo... Adularlo y hacerle creer el centro del universo era una buena forma de llegar al maldito engreído. Cuando las chicas se retiraron un momento, me acerqué a susurrar a Falcon mientras guiñaba un ojo.
- Saca al elfo que hay en tí y procura que no te crezca la barba en estos días – Me limité a esperar mientras ahogaba una sonrisa.
- Spoiler:
- Maquillaje
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Offrol 1: Me reí mucho.Offrol2: Tarken: No pude evitar tanto detalle en tu “trasformación” xD Y perdón pero dí por hecho que Marah te atosigó a preguntas durante cuatro días por tus orejas por lo que sabe eres medio elfo.
Offrol 3: Master2: León la ha visto a Marah, pero allí a ella la conocen como Marie (Si es confuso lo sé xD Sólo Sokotora sabe allí su nombre verdadero) No se si usarás o no ese detalle o si Leon hablara con ella enalgun momento, pero lo menciono por las dudas.
Marah
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
Cuatro días. Cuatro largos días para confraternizar con una desconocida que al principio no me daba buena espina y con un maese al que admiraba… intentando comportarse como una mujer. Al final de aquél período ambos parecían llevarse bastante bien y Mac terminó disfrutando la travesía con Falcon de por medio.
En cuanto a mí, el tiempo se había convertido en un concepto abstracto, difuso. Al principio miraba para afuera por la ventana junto a Mac, pero descubrí que sin Panda a mi lado para cuidarle mientras navegábamos, yo me sentía mal. Preferí observar a mis compañeros. La joven era buena dando consejos de cómo ser más femenina/o a Falcon y pensé en tomar nota mental de uno o dos. En mi vida jamás me había planteado algo tan sencillo como eso, y tener que seducir a Leon me parecía una idea trágica. No le entregaría mi primer beso en bandeja de plata a un desconocido y quizás podría poner eso a mi favor. Usé gran parte del tiempo del encierro pensando en una buena estrategia con la cual jugar.
Nunca le había prestado demasiada atención a la naturaleza de los machos de ninguna especie en particular. Estaba acostumbrada a que me tratasen como una niña y que Panda siempre estuviera cuidándome. Esos días de reflexión me sirvieron bastante. Podía escuchar allí arriba como reían fuertemente, las mesas y las sillas u objetos contundentes arrastrándose además de insultos e improperios. También cuidé la forma en que el semielfo practicaba. Sin dudas, habían muchos estilos de hombres. ¿A cuál de ellos pertenecería Leon?
Al llegar al último día de nuestro viaje, Mac se dirigió directamente a mi por vez primera mostrando una sonrisa gigantesca que hizo que mi corazón volviera a calentarse. Dejé escapar una carcajada cuando Falcon dijo que parecía una bella doncella; asentí calladamente y tomé fuerzas para descender de la embarcación con una Mac cuasi irreconocible. Una vez que pisamos puerto, mis dudas se habían desvanecido, les había perdido en el barco que dejábamos a nuestras espaldas y, el juego así, daba comienzo.
Unas chicas, no más que cálidas niñas, nos esperaban en el puerto entre susurros y sonrisas. Rápidamente me hice de sus nombres y obvié nuestra presentación. No nos habíamos puesto de acuerdo en nuestros alias, o al menos en el de Falcon. Por mi parte, me presenté como “Mimi” y me pasee con las jóvenes tomadas de los brazos por las calles de la extraña y desconocida ciudad.
Anisa y Canda me adelantaron cosas que ya sabía acerca de Leon además de un poco de cuchicheo de chicas. Parecía que le gustaban las jóvenes fuertes y hermosas. Les guiñé un ojo al enterarme de eso y les dediqué una amplia sonrisa apartando el velo para que la vieran mmm maaaaw ¿creen que le gustaré al amo Leon? ¿saben miaw? Yo soy una tigresa… ¿Creen que le guste? de cierta forma me divertía con ellas e iba palpando el ambiente. No olvidé agregar un par de maullidos y hablar con una voz juguetona. Puse mis mejores ojos de chica buena y reí cuando acabé de hacer las preguntas. El gran acto había comenzado y la arena esta vez, sería un harem.
Al final del recorrido, las pequeñas se despidieron y nos dejaron con Diones y Eris. Falcon nos instó a recordar nuestros motivos y los tiempos acotados que teníamos para luego acomodarse en su posición de obediente mujer. Sentí que Mac le hizo un comentario que no llegué a escuchar. Por mi parte me quedé callada, observando la opulencia del lugar.
Después de un par de minutos sentada en aquél mullido sillón, me levanté para caminar en círculos y jugar con algunos chuches que aparentaban ser caros. Estaba nerviosa y no deseaba ocultarlo; en vez de eso, dejé que mis instintos felinos tomaran posesión de mi y ensayé mentalmente una presentación inocente y aniñada. Cuando escuché algunos pasos acercándose, me volví hacia mi compañía y gesticulé Mimi era un recordatorio y una advertencia.
En cuanto a mí, el tiempo se había convertido en un concepto abstracto, difuso. Al principio miraba para afuera por la ventana junto a Mac, pero descubrí que sin Panda a mi lado para cuidarle mientras navegábamos, yo me sentía mal. Preferí observar a mis compañeros. La joven era buena dando consejos de cómo ser más femenina/o a Falcon y pensé en tomar nota mental de uno o dos. En mi vida jamás me había planteado algo tan sencillo como eso, y tener que seducir a Leon me parecía una idea trágica. No le entregaría mi primer beso en bandeja de plata a un desconocido y quizás podría poner eso a mi favor. Usé gran parte del tiempo del encierro pensando en una buena estrategia con la cual jugar.
Nunca le había prestado demasiada atención a la naturaleza de los machos de ninguna especie en particular. Estaba acostumbrada a que me tratasen como una niña y que Panda siempre estuviera cuidándome. Esos días de reflexión me sirvieron bastante. Podía escuchar allí arriba como reían fuertemente, las mesas y las sillas u objetos contundentes arrastrándose además de insultos e improperios. También cuidé la forma en que el semielfo practicaba. Sin dudas, habían muchos estilos de hombres. ¿A cuál de ellos pertenecería Leon?
Al llegar al último día de nuestro viaje, Mac se dirigió directamente a mi por vez primera mostrando una sonrisa gigantesca que hizo que mi corazón volviera a calentarse. Dejé escapar una carcajada cuando Falcon dijo que parecía una bella doncella; asentí calladamente y tomé fuerzas para descender de la embarcación con una Mac cuasi irreconocible. Una vez que pisamos puerto, mis dudas se habían desvanecido, les había perdido en el barco que dejábamos a nuestras espaldas y, el juego así, daba comienzo.
Unas chicas, no más que cálidas niñas, nos esperaban en el puerto entre susurros y sonrisas. Rápidamente me hice de sus nombres y obvié nuestra presentación. No nos habíamos puesto de acuerdo en nuestros alias, o al menos en el de Falcon. Por mi parte, me presenté como “Mimi” y me pasee con las jóvenes tomadas de los brazos por las calles de la extraña y desconocida ciudad.
Anisa y Canda me adelantaron cosas que ya sabía acerca de Leon además de un poco de cuchicheo de chicas. Parecía que le gustaban las jóvenes fuertes y hermosas. Les guiñé un ojo al enterarme de eso y les dediqué una amplia sonrisa apartando el velo para que la vieran mmm maaaaw ¿creen que le gustaré al amo Leon? ¿saben miaw? Yo soy una tigresa… ¿Creen que le guste? de cierta forma me divertía con ellas e iba palpando el ambiente. No olvidé agregar un par de maullidos y hablar con una voz juguetona. Puse mis mejores ojos de chica buena y reí cuando acabé de hacer las preguntas. El gran acto había comenzado y la arena esta vez, sería un harem.
Al final del recorrido, las pequeñas se despidieron y nos dejaron con Diones y Eris. Falcon nos instó a recordar nuestros motivos y los tiempos acotados que teníamos para luego acomodarse en su posición de obediente mujer. Sentí que Mac le hizo un comentario que no llegué a escuchar. Por mi parte me quedé callada, observando la opulencia del lugar.
Después de un par de minutos sentada en aquél mullido sillón, me levanté para caminar en círculos y jugar con algunos chuches que aparentaban ser caros. Estaba nerviosa y no deseaba ocultarlo; en vez de eso, dejé que mis instintos felinos tomaran posesión de mi y ensayé mentalmente una presentación inocente y aniñada. Cuando escuché algunos pasos acercándose, me volví hacia mi compañía y gesticulé Mimi era un recordatorio y una advertencia.
Eco
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
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León hizo su aparición de forma majestuosa, con Hindi y Maia a cada lado de él abrazándolo. De escoltas, Anisa y Canda que se habían retirado al dejar a los tres misioneros con Dione y Eris, ésta última, la rubia que vestía con ropas muy menores. El hombre paseó su mirada por cada uno de los tres y fue aprobando con un leve arqueo de cejas.
Apartó a las dos mujeres y miró a Eco, a quien se quedó mirándola un momento, esperando que tomara asiento, pero al ver que no lo hizo, dijo con una voz suave y muy amable.
-Por favor, toma asiento junto a tus dos amigas…-cruzó sus manos al frente e inclinó su cabeza en saludo y agradecimiento y avanzó hasta el sillón que estaba, repletos de almohadillas, frente a ellos. Les sonrió pero no dijo nada, solo levantó su mano y chasqueó sus dedos pidiendo algo, porque las mujeres detrás se pusieron en movimiento.
-Buenas noches, ya veo que la gente de la península tiene buenos gustos para elegir a las niñas-comentó y sonrió cuando le acercaron una copa con una bebida espumante. A los tres también les dieron la misma copa para que bebieran.
No iban a poder negarse, porque se verían en una situación incómoda y eso lo marcarían las mismas mujeres con una mirada fría si rechazaban. Él bebió dos tragos de forma delicada, tal cual majestuosa presencia, y la dejó en una mesa plana que tenía velas encendidas en el medio-Es exquisito. No quiero que rechacen esta bebida, no es muy fuerte, pero pruébenla. Es conocida como Hipocrás, que lleva canela, vino, clavos, jengibre y especias. Les encantará-sonrió de nuevo y suspiró recostándose en su sillón hacia atrás y cruzando las piernas. Estiró sus brazos al respaldar del sillón a sus anchas. Dos de las chicas se sentaban cada una a un extremo y acariciaban sus manos y las otras estaban de pié detrás de ellos.
-Díganme sus nombres, el mío, como mis niñas les habrán dicho, es León. Prometo que gozarán mucho su estadía y no querrán irse jamás de mi lado-sonrió otra vez con orgullo. Sus ojos de celeste intenso se notaban claramente cada vez que alzaba la vista un poco. Prosiguió después de que contestaran los tres sus nombres-No me gusta andar de cháchara, por lo que pasaremos a la diversión. ¿Desean comer algo? Hay unos deliciosos bocadillos de camarones con rabas y aceitunas. Imagino que tendrán hambre-a los pocos segundos unas bandejas aparecieron a sus lados, con los bocadillos y les ofrecieron. Volvieron a llenar sus copas. No tenían nada malo, por lo que podrían beber tranquilos. Tarken, como era elfo y su olfato fino, reconocería si tuviera algún veneno o droga. León se inclinó hacia adelante y se levantó volviendo a hacer la reverencia que hizo al llegar-Cuando terminen, por favor, id por esa puerta que tomaremos un baño los cuatro-sonrió señalando una de las tres puertas que había pero ésta tenía un marco de piedras blancas.
Las otras mujeres, cuando los tres terminaran de comer y beber, levantarían las bandejas y copas y se perderían por una puerta cubierta con varias telas de seda y colores violeta, celeste y rojo.
Allí las estaría esperando él, con una bata color bordó, se seda, sentado sobre un asiento de piedra. El baño estaba bien decorado y con algunas plantas de jazmines que daban un aroma exquisito. Había velas y lámparas de aceite que iluminaban el lugar con una luz tenue y un vapor salía del agua inundando el ambiente de un aire espeso. A un rincón, había una mesa de piedra, sillones y estantes con botellas de diversas bebidas y copas. Las almohadillas, de los mismos colores que las cortinas, no faltaban tampoco allí.
La puerta de entrada había quedado bien asegurada para que nadie entrara ni saliera.
- mapa del edificio apartado especialmente para León:
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- baño, de un lado el agua, del otro las almohadillas y estantes similares junto a la 2da imagen:
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Ansur
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
Al fin hizo su aparición nuestro esperado anfitrión. Su ostentosa entrada así como su imagen pretendían mostrar cuán poderoso parecía ser así como la profundidad de sus arcas. Nada más tomar asiento, les ofrecieron unas copas las cuales rogó no rechazasen por lo que, alzando levemente el velo que cubría su rostro, el semielfo tomó un sorbo de aquel cocktail sin demorarse lo más mínimo, después de todo, debían cuidar muy bien sus acciones y Tarken más aún.
Cuando Leon pregunto por sus nombres y le llegó el turno de hablar al semielfo, este hizo acopio de voluntad para dulcificar todo lo que pudo su voz:
-Ehem....Melwyn mi señor.- ,dijo al tiempo que inclinaba la cabeza de forma servicial.
Lo cierto era que hasta ese momento no había pensado en cual sería su nombre, por lo que pronuncio aquel que primero recordó. Mientras sus compañeras contestaban, Tarken cerró los ojos disculpándose por tomar su nombre para semejante misión.
Tras las presentaciones, su anfitrión las invitó a comer algo mientras él se retiraba a prepararse para el baño. Aquella era la oportunidad perfecta para ponerse de acuerdo en como debían continuar, aunque no podían demorarse demasiado. Sin embargo, las sirvientas de Leon aguardaban allí echando por tierra cualquier opción de hablar pues, al encontrarse solos los tres, no los perdían de vista.
Tarken tomó uno de esos aperitivos, siempre asegurando ser de se el velo continuara cubriendo su rostro, y aguardó a que sus compañeras terminasen igualmente para proceder a la sala donde las esperaría Leon. Sin embargo, Tarken pensó en algo para entrar más tarde y evitar así que Leon pudiera percatarse de cualquier desliz que tuviera en tan comprometida sala. Acercándose a una de las sirvientas, le susurró algo al oído, igualmente intentando imitar la voz dulce de su personaje:
-Aham....disculpad pero necesito ir antes al excusado, no tardaré...-
Con aquel ardid, al menos pretendía entrar en último lugar y que Leon estuviera suficientemente distraído con sus compañeras como para entrar al baño y que no notara nada extraño.
Cuando Leon pregunto por sus nombres y le llegó el turno de hablar al semielfo, este hizo acopio de voluntad para dulcificar todo lo que pudo su voz:
-Ehem....Melwyn mi señor.- ,dijo al tiempo que inclinaba la cabeza de forma servicial.
Lo cierto era que hasta ese momento no había pensado en cual sería su nombre, por lo que pronuncio aquel que primero recordó. Mientras sus compañeras contestaban, Tarken cerró los ojos disculpándose por tomar su nombre para semejante misión.
Tras las presentaciones, su anfitrión las invitó a comer algo mientras él se retiraba a prepararse para el baño. Aquella era la oportunidad perfecta para ponerse de acuerdo en como debían continuar, aunque no podían demorarse demasiado. Sin embargo, las sirvientas de Leon aguardaban allí echando por tierra cualquier opción de hablar pues, al encontrarse solos los tres, no los perdían de vista.
Tarken tomó uno de esos aperitivos, siempre asegurando ser de se el velo continuara cubriendo su rostro, y aguardó a que sus compañeras terminasen igualmente para proceder a la sala donde las esperaría Leon. Sin embargo, Tarken pensó en algo para entrar más tarde y evitar así que Leon pudiera percatarse de cualquier desliz que tuviera en tan comprometida sala. Acercándose a una de las sirvientas, le susurró algo al oído, igualmente intentando imitar la voz dulce de su personaje:
-Aham....disculpad pero necesito ir antes al excusado, no tardaré...-
Con aquel ardid, al menos pretendía entrar en último lugar y que Leon estuviera suficientemente distraído con sus compañeras como para entrar al baño y que no notara nada extraño.
Tarken
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
“Niñas tus pelotas..” pensé y lo exterioricé como una dulce sonrisa con la mirada, pues eran mis ojos lo único que podía ver él por el momento. Si no hubiese sido así y tuviera el rostro al descubierto y me hubiese reconocido, le hubiese dicho lo mismo pero directamente. “¿Hipocrás?” Tomé el vaso y lo llevé a la boca, levanté apenas el velo y apenas también humedecí los labios, no conocía la bebida y no confiaba en él tampoco.
- Mmm... exquisito – exclamé casi susurrando. Pidió nos presentáramos y contuve la risa la oir la mejor voz femenina que Falcon podía lograr. “¿Melwyn? ¿Conocerá a peliblanco-Melwyn?” me quedé pensando en si era una coincidencia el nombre o realmente la conocería también. - Jaz... Jazmine – exclamé como nombre falso, todavía no había visto mi rostro y si realmente conocíamos a la misma Melwyn no quería confusiones en el futuro. Levanté la mano como agradecimiento por el ofrecimiento de comida, pues no iba a aceptarle nada por las dudas.
Nos invitó la baño e iríamos sólo los cuatro. “Muy bien... sólo nosotros y rodeados de agua... me encanta” pensé y sonreí sincera cuando nos indicaran el lugar. Falcon se excusó un momento, no sabía que estaba pensando pero esperaba que no tardara mucho... si las puertas se abrían cuando León ya supiera quien era, iba a ser complicado. Las chicas que lo rodeaban estaban instruídas en la pelea y una de mis ventajas estaba en mantenerlo en el agua.
Eco y yo ingresamos al elegante sitio y allí estaba el arrogante León sentado como un rey espera sus súbditos le alaben, con una enorme sonrisa en el rostro. Tenía que hacer tiempo hasta que llegara Falcon por lo que lo único que se me ocurrió hacer para continuar vestida una vez cerrada las puertas, era comenzar a bailar despacio. Siempre me gustó bailar y a pesar de la situación incómoda podía engatusarlo un baile lento y sensual desde donde estaba. Usaba los velos del vestido para acentuar los movimientos y me acerqué a Eco para que me acompañara. - Intenta apagar algunas de las las velas mientras bailas – susurré a su oído de pasada. Y así lo hice yo también... me movía despacio intentando captar su atención y mientras rogaba que Falcon llegara pronto me acercaba a León quien se encontraba sentado disfrutando el espectáculo.. giraba en torno a él observando el lugar cada vez que podía... me posicioné en su espalda y le acariciaba con el roce de mis dedos para entretenerlo.. cuando iba a tocar me o se estiraba para agarrarme huía riendo como si fuera él un cazador y nosotras sus presas... sabía que le encantaba sentirse todopoderoso.
______
Off: No aporté mucho porque ando algo complicada, pero no quería esperaran mucho hasta que postee.
- Mmm... exquisito – exclamé casi susurrando. Pidió nos presentáramos y contuve la risa la oir la mejor voz femenina que Falcon podía lograr. “¿Melwyn? ¿Conocerá a peliblanco-Melwyn?” me quedé pensando en si era una coincidencia el nombre o realmente la conocería también. - Jaz... Jazmine – exclamé como nombre falso, todavía no había visto mi rostro y si realmente conocíamos a la misma Melwyn no quería confusiones en el futuro. Levanté la mano como agradecimiento por el ofrecimiento de comida, pues no iba a aceptarle nada por las dudas.
Nos invitó la baño e iríamos sólo los cuatro. “Muy bien... sólo nosotros y rodeados de agua... me encanta” pensé y sonreí sincera cuando nos indicaran el lugar. Falcon se excusó un momento, no sabía que estaba pensando pero esperaba que no tardara mucho... si las puertas se abrían cuando León ya supiera quien era, iba a ser complicado. Las chicas que lo rodeaban estaban instruídas en la pelea y una de mis ventajas estaba en mantenerlo en el agua.
Eco y yo ingresamos al elegante sitio y allí estaba el arrogante León sentado como un rey espera sus súbditos le alaben, con una enorme sonrisa en el rostro. Tenía que hacer tiempo hasta que llegara Falcon por lo que lo único que se me ocurrió hacer para continuar vestida una vez cerrada las puertas, era comenzar a bailar despacio. Siempre me gustó bailar y a pesar de la situación incómoda podía engatusarlo un baile lento y sensual desde donde estaba. Usaba los velos del vestido para acentuar los movimientos y me acerqué a Eco para que me acompañara. - Intenta apagar algunas de las las velas mientras bailas – susurré a su oído de pasada. Y así lo hice yo también... me movía despacio intentando captar su atención y mientras rogaba que Falcon llegara pronto me acercaba a León quien se encontraba sentado disfrutando el espectáculo.. giraba en torno a él observando el lugar cada vez que podía... me posicioné en su espalda y le acariciaba con el roce de mis dedos para entretenerlo.. cuando iba a tocar me o se estiraba para agarrarme huía riendo como si fuera él un cazador y nosotras sus presas... sabía que le encantaba sentirse todopoderoso.
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Off: No aporté mucho porque ando algo complicada, pero no quería esperaran mucho hasta que postee.
Marah
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
“El nombre no le queda mal” pensé cuando le vi traspasar el umbral de la habitación. Sus pequeñas le seguían como animales salvajes, con su caminar sensual, fiero, pero al mismo tiempo sumiso. Era un hombre en la plenitud de su edad, grácil y dominante. Parecía territorial y controlador.
Sonreí mostrando todos mis dientes cuando indicó que me sentara; estaba segura de que el velo cubriría la verdad en mi rostro y ayudaría a encubrir las mentiras que se me antojaban muy graciosas mientras las pensaba. Una oración sencilla y educada había salido de aquellos labios delgados y firmes… pero con un matiz imperativo. La estrategia para él en mi mente ya estaba trazada. Caminé sin mucha gracia hacia donde me indicó y me senté sin más.
Alabó nuestra belleza. “Já, te sorprenderás de mis pequeñas sorpresas” espeté para mis adentros. Muchos de esos tipos solían reaccionar cuando veían que yo no era una “niña” ordinaria. “Si deseas niñas, niñas tendrás” dije dulcemente para mis adentros. “¿Hipocrás?... quién diría que vendría a probarlo aquí” ya había escuchado hablar sobre la bebida. Olfateé el dulce néctar de color ámbar y bebí un pequeño sorbo. Lo degusté lentamente y confirmé varios de los ingredientes que él había nombrado.
Moví mi cola de felicidad como lo hubiese hecho un cachorro bajo la pesada falda. Me tenía un poco perturbada el no poder moverla libremente, pero bueno… eran desgajes de la situación. En pocos minutos había acabado mi porción y buscaba la forma de beber un poco más, pero sabía que debía comportarme… observé la situación para distenderme un poco. Definitivamente era todo un “amo” y uno muy confiado además. Me mordí el labio en expectación cuando mis compañeros se presentaron. “Con que Melwyn y Jazmine” saboree sus nombres en mi lengua y luego pensé en el mio propio.
Cuando llegó mi turno, crucé de piernas, arreglé los pesados ropajes y susurré inocentemente Mi nombre es Mimosa, pero me llaman “Mimi” hice ademán de apartarme el velo del rostro y luego fingí arrepentimiento. Agaché la cabeza y así me quedé por un buen rato. Procuré moverme incómodamente de vez en cuando y no mirar al resto de las chicas que frente a su señor parecían más frías y reservadas.
Cuando volvieron a servirnos, comí muy poco. Los camarones estaban buenos, pero en realidad extrañaba demasiado a Panda como para tener el apetito abierto. Llevaba un par de días con el mismo problema… En cuanto al vino, me aproveché para tomar un par de rondas más. Cuando partimos hacia el baño, me encontraba lo suficientemente alegre como para no negarle demasiado, pero en mis plenas facultades. Estaba también ligeramente ruborizada.
Maese Falcon había desaparecido tras una de las chicas por una puerta distinta a la que nosotros ingresamos. No fue difícil dar con el baño, mejor dicho, con el suntuoso baño. Iba mirando las paredes y las decoraciones que jamás había visto antes en mi vida. Esto era muy diferente a lo que estaba acostumbrada, al ambiente en el que me había criado, pero tampoco estaba mal. Estaba pensando cómo hablar con las elfas esclavas de Leon para ver qué tanto podía sacar de ellas. Probablemente, si había alguien propenso a traicionarle ahí dentro, serían ellas.
El amo nos estaba esperando con una fina bata de seda bordó semi abierta. Estaba sentado como un rey sin importarle su desnudez. El ligero sonrojo se convirtió en una alarma de alerta y el calor subió hasta mi rostro. Tragué saliva y le seguí la corriente a “Jazmin” El bailar nunca había sido una dificultad para mí; de hecho, mi facilidad para contorsionarme me facilitó las cosas para poder hacerle mímicas al extraño ritmo de Mac. Probablemente ella sabía lo que hacía y al hombre no le disgustaba nada.
Hice lo que mi compañera me pidió y continué bailando cuando ella se le acercaba y le dejaba… con muchas ganas de ella. Sonreí cuando comencé a entender el juego de ella. No iba muy bien con lo que yo misma había planeado, pero ayudaría a Falcon. Cuando las velas apenas iluminaban la estancia me acerqué más al amo. Él parecía notar mi reticencia a allegarme.
Escuché unos pasos dirigiéndose a nosotros, supuse que se trataba de Falcon y disimuladamente le hice una seña a mi compañera que probablemente comprendería. Yo sería quien rompiera el hielo ya que supuse que ella misma, tampoco quería dar a conocer su identidad tan pronto. Me situé entonces frente a Leon y aún bailando y moviendo las caderas en un simple compás le maullé en el oído para después susurrarle.
Amo, mis ropas son extrañas… ¿puede ayudarme? la transparencia en mi voz, la ingenuidad o quizás su deseo hicieron que no se hiciera de rogar. Comenzó aflojando la parte superior y luego la inferior de mi ropaje. No se concentró en tocar mi cuerpo, sólo en quitar aquella molestia. “Bien… si sigues así no te odiaré brujo” pensé mientras me estaba quieta. Antes de que el hombre acabara, me puse de espaldas a él. No deseaba que viera mi cuerpo… no aún.
Nos manteníamos en un juego de tira y afloje. Cuando creí que el semielfo había llegado a la habitación me desembaracé de mis ropas quedando sólo con el velo semitapando parte de mis atributos. Estaba absolutamente avergonzada por lo que estaba haciendo, pero comprendía que la vida de los tres dependía de mi identidad. Como hembra y como desconocida. Me convertiría en el chivo expiatorio.
Me giré para enfrentar la mirada de Leon, sin saber realmente qué hacer y rogando a cualquier deidad que él estuviese admirando los dibujos sobre mi piel, más que "otras" cosas. Deseaba meterme al agua y esconderme bajo su manto para no salir de allí jamás.
Sonreí mostrando todos mis dientes cuando indicó que me sentara; estaba segura de que el velo cubriría la verdad en mi rostro y ayudaría a encubrir las mentiras que se me antojaban muy graciosas mientras las pensaba. Una oración sencilla y educada había salido de aquellos labios delgados y firmes… pero con un matiz imperativo. La estrategia para él en mi mente ya estaba trazada. Caminé sin mucha gracia hacia donde me indicó y me senté sin más.
Alabó nuestra belleza. “Já, te sorprenderás de mis pequeñas sorpresas” espeté para mis adentros. Muchos de esos tipos solían reaccionar cuando veían que yo no era una “niña” ordinaria. “Si deseas niñas, niñas tendrás” dije dulcemente para mis adentros. “¿Hipocrás?... quién diría que vendría a probarlo aquí” ya había escuchado hablar sobre la bebida. Olfateé el dulce néctar de color ámbar y bebí un pequeño sorbo. Lo degusté lentamente y confirmé varios de los ingredientes que él había nombrado.
Moví mi cola de felicidad como lo hubiese hecho un cachorro bajo la pesada falda. Me tenía un poco perturbada el no poder moverla libremente, pero bueno… eran desgajes de la situación. En pocos minutos había acabado mi porción y buscaba la forma de beber un poco más, pero sabía que debía comportarme… observé la situación para distenderme un poco. Definitivamente era todo un “amo” y uno muy confiado además. Me mordí el labio en expectación cuando mis compañeros se presentaron. “Con que Melwyn y Jazmine” saboree sus nombres en mi lengua y luego pensé en el mio propio.
Cuando llegó mi turno, crucé de piernas, arreglé los pesados ropajes y susurré inocentemente Mi nombre es Mimosa, pero me llaman “Mimi” hice ademán de apartarme el velo del rostro y luego fingí arrepentimiento. Agaché la cabeza y así me quedé por un buen rato. Procuré moverme incómodamente de vez en cuando y no mirar al resto de las chicas que frente a su señor parecían más frías y reservadas.
Cuando volvieron a servirnos, comí muy poco. Los camarones estaban buenos, pero en realidad extrañaba demasiado a Panda como para tener el apetito abierto. Llevaba un par de días con el mismo problema… En cuanto al vino, me aproveché para tomar un par de rondas más. Cuando partimos hacia el baño, me encontraba lo suficientemente alegre como para no negarle demasiado, pero en mis plenas facultades. Estaba también ligeramente ruborizada.
Maese Falcon había desaparecido tras una de las chicas por una puerta distinta a la que nosotros ingresamos. No fue difícil dar con el baño, mejor dicho, con el suntuoso baño. Iba mirando las paredes y las decoraciones que jamás había visto antes en mi vida. Esto era muy diferente a lo que estaba acostumbrada, al ambiente en el que me había criado, pero tampoco estaba mal. Estaba pensando cómo hablar con las elfas esclavas de Leon para ver qué tanto podía sacar de ellas. Probablemente, si había alguien propenso a traicionarle ahí dentro, serían ellas.
El amo nos estaba esperando con una fina bata de seda bordó semi abierta. Estaba sentado como un rey sin importarle su desnudez. El ligero sonrojo se convirtió en una alarma de alerta y el calor subió hasta mi rostro. Tragué saliva y le seguí la corriente a “Jazmin” El bailar nunca había sido una dificultad para mí; de hecho, mi facilidad para contorsionarme me facilitó las cosas para poder hacerle mímicas al extraño ritmo de Mac. Probablemente ella sabía lo que hacía y al hombre no le disgustaba nada.
Hice lo que mi compañera me pidió y continué bailando cuando ella se le acercaba y le dejaba… con muchas ganas de ella. Sonreí cuando comencé a entender el juego de ella. No iba muy bien con lo que yo misma había planeado, pero ayudaría a Falcon. Cuando las velas apenas iluminaban la estancia me acerqué más al amo. Él parecía notar mi reticencia a allegarme.
Escuché unos pasos dirigiéndose a nosotros, supuse que se trataba de Falcon y disimuladamente le hice una seña a mi compañera que probablemente comprendería. Yo sería quien rompiera el hielo ya que supuse que ella misma, tampoco quería dar a conocer su identidad tan pronto. Me situé entonces frente a Leon y aún bailando y moviendo las caderas en un simple compás le maullé en el oído para después susurrarle.
Amo, mis ropas son extrañas… ¿puede ayudarme? la transparencia en mi voz, la ingenuidad o quizás su deseo hicieron que no se hiciera de rogar. Comenzó aflojando la parte superior y luego la inferior de mi ropaje. No se concentró en tocar mi cuerpo, sólo en quitar aquella molestia. “Bien… si sigues así no te odiaré brujo” pensé mientras me estaba quieta. Antes de que el hombre acabara, me puse de espaldas a él. No deseaba que viera mi cuerpo… no aún.
Nos manteníamos en un juego de tira y afloje. Cuando creí que el semielfo había llegado a la habitación me desembaracé de mis ropas quedando sólo con el velo semitapando parte de mis atributos. Estaba absolutamente avergonzada por lo que estaba haciendo, pero comprendía que la vida de los tres dependía de mi identidad. Como hembra y como desconocida. Me convertiría en el chivo expiatorio.
Me giré para enfrentar la mirada de Leon, sin saber realmente qué hacer y rogando a cualquier deidad que él estuviese admirando los dibujos sobre mi piel, más que "otras" cosas. Deseaba meterme al agua y esconderme bajo su manto para no salir de allí jamás.
Eco
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
Mimí y Jazmine iniciaron una danza acorde a un plan improvisado mientras Melwin había mencionado de ir al excusado antes, pero la muchacha Eris, junto a Anisa, ambas rubias, siguieron a ésta última con una sonrisa y curiosidad, haciendo incomodar al semielfo. Antes de que cruzara la puerta para ir a una habitación donde no era el baño, Eris dijo pasando una mano suave por su hombro derecho para evitar que avanzara mientras que la otra lo rodeó y pasó un brazo por la espalda, empujando levemente hacia el centro del living de nuevo.
-Querida Melwin… entiendo que estés tímida-dijo levantando apenas el velo para observar mejor sus ojos-Pero no te preocupes, León es bueno con todas, y no tendrá problemas contigo, eso te lo aseguro-le guió el ojo y la otra prosiguió, Anisa, que tenía el rostro con una expresión más inocente. No sabían lo que estaría pasando el elfo, ni pensando, pero lo tenían acorralado. Sin embargo, cada palabra que decían, podía revelar quién era-En serio, tranquila, no aparta a nadie de su lado después de que entra a este lugar. Te aseguro que se encariñará mucho contigo-no le permitían hablar ni decir nada, por lo que lo obligaron a llegar al cuarto de baño. Ambas mantenían su cuerpo pegado a él, dejando que notaran cada uno de sus movimientos de músculos al mover caderas, piernas, torso y cada movimiento de sus brazos, aprecian caricias. Antes de entrar, Eris susurró al oído de él como si fuera un secreto-León nos deja jugar entre nosotras las veces que elige a una…-pareció recordar algo, pero en ese momento, estaba el joven poniéndose de pié para admirar maravillado el cuerpo de Mimí.
-Vaya… esto es algo impresionante-sonrió contento León y miró hacia la puerta y detrás ingresaron las otras chicas que venían susurrando cosas entre ellas, haciendo que Melwin, Eris y Anisa se adelantaran unos pasos. Algunas comenzaron a desprenderse sus ropas pero sin quitárselas del todo. La morocha Canda, chasqueó los dedos y las velas y lámparas volvieron a encenderse, para decir luego inocentemente.
-Todo este vapor hace que el lugar se vea muy penumbroso León…-dedicó una dulce sonrisa al joven quien se cruzó de brazos rodeando a Mimí y mirando con cierto reproche a las jóvenes-Quería estar a solas con ellas…-reparó en la tímida Melwin y tendió una mano para que se acercara, procuró tomarla y atraerla suavemente hacia él, para voltearla ya abrazarla por su brazo derecho y tocando su abdomen con una leve caricia. La apretaba contra su torso de forma muy cariñosa-Querida, estas tensa, relájate…-señaló al oído en un susurro al semielfo y volvió a dirigirse a las jóvenes que estaban en la puerta con poses sensuales-¿Qué les he dicho niñas…?-
Maia y Dione, las elfas esclavas, se adelantaron con un empujó de las otras detrás y la primera dijo con cierta timidez.
-No has elegido aún quien llevará el collar esta semana…-su compañera puso mueca de niña caprichosa.
-Y yo hace mucho tiempo no lo llevo puesto-agachó la mirada y León suspiró echando un vistazo a todas.
-Mañana al mediodía jugaremos, porque al collar no lo tengo. Por la mañana me lo traerán, sin embargo…-
-¿Podemos quedarnos ahora?-preguntó con tono de capricho Hindi.
-Por favor…-insistió Cande-Que nos aburrimos mucho sin ti-
Tras pensar un momento, León suspiró otra vez y asintió-Está bien, pero en la habitación, todas dormirán en los sillones, pero las nuevas niñas, conmigo-sonrió y sus niñas sonrieron alegre. Se apartó un poco y volteó con cuidado al semielfo y le dijo-No te he visto bailar querida Melwin… pero…-dejó de sonreír para volver a rodearla quedando de espalda a la puerta y pudo ver a Jazmine y a Mimí, dedicándoles un guiño, pero dijo-Continúen bailando, y tú sigue moviendo esas maravillosas curvas-Sin dar oportunidad, quitó el velo con brusquedad de la cabeza de Tarken y soltó una exclamación asombrado.
-Pero, ¡por todo el oro del mundo!-tocó suavemente sus orejas de elfo y desprendió las tiras que sujetaban la parte superior de la ropa de él. Lo tomó y abrazó por delante. Parecía fingir excitación o quizá estuviera en serio, pero llevó su mentón al cuello de él y sonrió. Parecía feliz. Las otras chicas miraban admiradas a Melwin y se pudo oír que alguna dijo. “¡Me gustará jugar con ella, la pido primero!” y otra “Esto me gusta, es el mejor regalo que nos han traído de la península”
León acarició en torso desnudo de Melwin y le susurró al oído sin prestar atención a Jazmine y Mimí por el momento-Me has encantado preciosa… Eres única y no debes avergonzarte de tu posición. No discrimino a nadie-pasó su lengua por los labios y el semielfo pudo sentir el aliento de León en su cuello y luego unos besos suaves además de las caricias y fue bajando hasta el brazo.
-Querida Mimí, sigue moviendo esas curvas y acércate… y Jazmine… hace mucho calor, puedes despojarte de las ropas. Ahora entraremos al agua-
Las otras chicas se metieron con delicadeza al agua y sonreían felices, susurraban entre risas y dedicaban dulces miradas a Melwin, Mimí y a Jazmine.
-Podéis preguntarme lo que queráis, mis bellas niñas. Nos les faltará nada, ni mucho menos, mi amor-
Se pudo ver que en la piscina, en algunas ocasiones, las otras niñas se acariciaban entre ellas y se besaban, o hacían algunos jueguitos atrevidos. León procuró tener a las tres nuevas a la vista y se apartó un poco del semielfo, diciéndole-por favor, no temas de desnudarte, y entra al agua, igual tú querida Jazmine, y Mimí…-se acercó a ella y miró su cuerpo desnudo con asombro, deteniéndose en cada detalle. Su expresión era de deseo, mucho deseo, y parecía un niño en una juguetería.Tocó las partes que más le llamaban la atención del cuerpo de Mimí con suavidad, que la caracterizaban como una mujer bestia, pero sin detenerse mucho, ya que no quería incomodarla y quería que entrara en confianza. Pero de pronto se acercó, y la rodeó con su brazo por la espalda, y sonrió antes de robarle un beso suave a sus labios. La muchacha pudo ver sus ojos celestes intensos y pícaros. Se apartó al momento e instó volteándola con cuidado hacia la piscina, para que se metiera al agua.
-No estaremos mucho niñas, estoy algo cansado y quiero jugar en nuestra habitación antes de dormir… -dejó caer su bata al suelo y entró a la vaporosa agua, e hizo gesto a Jazmine y a Melwin para que se pusieran a cada lado de él, para abrazarlas y dirigiendo a la mujer bestia-Por favor, nada un poco de forma sensual para mí hermosa-le guiñó el ojo.
-Querida Melwin… entiendo que estés tímida-dijo levantando apenas el velo para observar mejor sus ojos-Pero no te preocupes, León es bueno con todas, y no tendrá problemas contigo, eso te lo aseguro-le guió el ojo y la otra prosiguió, Anisa, que tenía el rostro con una expresión más inocente. No sabían lo que estaría pasando el elfo, ni pensando, pero lo tenían acorralado. Sin embargo, cada palabra que decían, podía revelar quién era-En serio, tranquila, no aparta a nadie de su lado después de que entra a este lugar. Te aseguro que se encariñará mucho contigo-no le permitían hablar ni decir nada, por lo que lo obligaron a llegar al cuarto de baño. Ambas mantenían su cuerpo pegado a él, dejando que notaran cada uno de sus movimientos de músculos al mover caderas, piernas, torso y cada movimiento de sus brazos, aprecian caricias. Antes de entrar, Eris susurró al oído de él como si fuera un secreto-León nos deja jugar entre nosotras las veces que elige a una…-pareció recordar algo, pero en ese momento, estaba el joven poniéndose de pié para admirar maravillado el cuerpo de Mimí.
-Vaya… esto es algo impresionante-sonrió contento León y miró hacia la puerta y detrás ingresaron las otras chicas que venían susurrando cosas entre ellas, haciendo que Melwin, Eris y Anisa se adelantaran unos pasos. Algunas comenzaron a desprenderse sus ropas pero sin quitárselas del todo. La morocha Canda, chasqueó los dedos y las velas y lámparas volvieron a encenderse, para decir luego inocentemente.
-Todo este vapor hace que el lugar se vea muy penumbroso León…-dedicó una dulce sonrisa al joven quien se cruzó de brazos rodeando a Mimí y mirando con cierto reproche a las jóvenes-Quería estar a solas con ellas…-reparó en la tímida Melwin y tendió una mano para que se acercara, procuró tomarla y atraerla suavemente hacia él, para voltearla ya abrazarla por su brazo derecho y tocando su abdomen con una leve caricia. La apretaba contra su torso de forma muy cariñosa-Querida, estas tensa, relájate…-señaló al oído en un susurro al semielfo y volvió a dirigirse a las jóvenes que estaban en la puerta con poses sensuales-¿Qué les he dicho niñas…?-
Maia y Dione, las elfas esclavas, se adelantaron con un empujó de las otras detrás y la primera dijo con cierta timidez.
-No has elegido aún quien llevará el collar esta semana…-su compañera puso mueca de niña caprichosa.
-Y yo hace mucho tiempo no lo llevo puesto-agachó la mirada y León suspiró echando un vistazo a todas.
-Mañana al mediodía jugaremos, porque al collar no lo tengo. Por la mañana me lo traerán, sin embargo…-
-¿Podemos quedarnos ahora?-preguntó con tono de capricho Hindi.
-Por favor…-insistió Cande-Que nos aburrimos mucho sin ti-
Tras pensar un momento, León suspiró otra vez y asintió-Está bien, pero en la habitación, todas dormirán en los sillones, pero las nuevas niñas, conmigo-sonrió y sus niñas sonrieron alegre. Se apartó un poco y volteó con cuidado al semielfo y le dijo-No te he visto bailar querida Melwin… pero…-dejó de sonreír para volver a rodearla quedando de espalda a la puerta y pudo ver a Jazmine y a Mimí, dedicándoles un guiño, pero dijo-Continúen bailando, y tú sigue moviendo esas maravillosas curvas-Sin dar oportunidad, quitó el velo con brusquedad de la cabeza de Tarken y soltó una exclamación asombrado.
-Pero, ¡por todo el oro del mundo!-tocó suavemente sus orejas de elfo y desprendió las tiras que sujetaban la parte superior de la ropa de él. Lo tomó y abrazó por delante. Parecía fingir excitación o quizá estuviera en serio, pero llevó su mentón al cuello de él y sonrió. Parecía feliz. Las otras chicas miraban admiradas a Melwin y se pudo oír que alguna dijo. “¡Me gustará jugar con ella, la pido primero!” y otra “Esto me gusta, es el mejor regalo que nos han traído de la península”
León acarició en torso desnudo de Melwin y le susurró al oído sin prestar atención a Jazmine y Mimí por el momento-Me has encantado preciosa… Eres única y no debes avergonzarte de tu posición. No discrimino a nadie-pasó su lengua por los labios y el semielfo pudo sentir el aliento de León en su cuello y luego unos besos suaves además de las caricias y fue bajando hasta el brazo.
-Querida Mimí, sigue moviendo esas curvas y acércate… y Jazmine… hace mucho calor, puedes despojarte de las ropas. Ahora entraremos al agua-
Las otras chicas se metieron con delicadeza al agua y sonreían felices, susurraban entre risas y dedicaban dulces miradas a Melwin, Mimí y a Jazmine.
-Podéis preguntarme lo que queráis, mis bellas niñas. Nos les faltará nada, ni mucho menos, mi amor-
Se pudo ver que en la piscina, en algunas ocasiones, las otras niñas se acariciaban entre ellas y se besaban, o hacían algunos jueguitos atrevidos. León procuró tener a las tres nuevas a la vista y se apartó un poco del semielfo, diciéndole-por favor, no temas de desnudarte, y entra al agua, igual tú querida Jazmine, y Mimí…-se acercó a ella y miró su cuerpo desnudo con asombro, deteniéndose en cada detalle. Su expresión era de deseo, mucho deseo, y parecía un niño en una juguetería.Tocó las partes que más le llamaban la atención del cuerpo de Mimí con suavidad, que la caracterizaban como una mujer bestia, pero sin detenerse mucho, ya que no quería incomodarla y quería que entrara en confianza. Pero de pronto se acercó, y la rodeó con su brazo por la espalda, y sonrió antes de robarle un beso suave a sus labios. La muchacha pudo ver sus ojos celestes intensos y pícaros. Se apartó al momento e instó volteándola con cuidado hacia la piscina, para que se metiera al agua.
-No estaremos mucho niñas, estoy algo cansado y quiero jugar en nuestra habitación antes de dormir… -dejó caer su bata al suelo y entró a la vaporosa agua, e hizo gesto a Jazmine y a Melwin para que se pusieran a cada lado de él, para abrazarlas y dirigiendo a la mujer bestia-Por favor, nada un poco de forma sensual para mí hermosa-le guiñó el ojo.
Ansur
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
En un primer momento, el plan de Tarken pareció surtir efecto. Leon y sus compañeras salieron primero de la sala mientras que algunas de las chicas del anfitrión rodearon al semielfo haciendo que apenas pudiera moverse. Sus movimientos sinuosos y suaves hicieron que Tarken se ruborizara, además, las cálidas palabras de las chicas y sus caricias provocaron al instante que todo su cuerpo se tensara como el acero.
Sin darse cuenta ni poder hacer nada por evitarlo, las chicas llevaron en volandas al semielfo al encuentro de Leon. Nada más entrar en la sala de los baños. Algo que llamó la atención sobremanera de Tarken fue sin embargo cuando una de las chicas chasqueó los dedos y se encendieron las velas de la estancia iluminando la sala por encima del vapor de agua. El calor comenzaba a ser sofocante y, tras el trayecto hasta aquella sala con los cuerpos de las doncellas pegados al suyo, el semielfo temió porque una parte muy concreta de su cuerpo llamara ahora demasiado la atención.
Todo aquello le estaba impidiendo siquiera pensar pues, antes de darse cuenta, Leon lo trajo haca si tomándolo de la mano y haciendo girar su cuerpo. Las palabras que le susurró al oído hizo que se tensara aún más aunque en esta ocasión por incomodidad más que otra cosa. Aún así sonrió levemente intentando mantener la compostura.
Las palabras que dijo aquel hombre a continuación fueron quizá las más importantes hasta el momento. El collar aún no se encontraba en los dominios de Leon y tendrían que esperar al menos hasta el día siguiente para hacerse con él. Aquel hilo de pensamientos dejó absorto al semielfo que volvió a la realidad cuando Leon le comentó que deseaba contemplar sus "maravillosas caderas". Aquello hubiera dejado estupefacto a Tarken si no hubiera sido por la brusquedad con la que le arrancó el velo del rostro.
Tarken abrió los ojos de par en par pensando en que el plan se venía abajo, en que lo habían descubierto y que tendría que huir de allí por las malas. Sin embargo, Leon llevó sus manos a las puntiagudas orejas de Tarken acariciándolas, como si estuviera maravillado. El semielfo estaba paralizado, ni siquiera acertó a moverse cuando Leon lo despojó de la parte superior de su vestido dejando su torso desnudo evidenciando sus músculos masculinos. El adinerado anfitrión lo estrechó entre sus brazos y el rostro de Tarken se desencajó del todo. Tenía la boca entreabierta totalmente atónito, no podía dar crédito a lo que sucedía, ni siquiera cuando bajó la mirada observando la mano de Leon acariciándole el pecho.
Ante las palabras de Leon, el semielfo sólo acertó a mirar a un lado y a otro intentando encontrar algo de razón en aquella locura. Aquel tipo era de todo menos usual y, cuando su lengua se paseó por los labios de Tarken, el semielfo se sintió como un cristal quebrado, como si todo su cuerpo se resquebrajara de la repulsión e incluso tuvo que contener una arcada pues, por mucho que intentó desconectar su cerebro, sintió el aliento y el húmedo órgano de Leon.
Jamás había vivido nada semejante y, pese a todo, logró reponerse de toda aquella locura pues tenía una misión que cumplir. Siendo así, Tarken entró en el agua mientras pensaba para si:
-Por los dioses......bendita locura de este majadero....al menos no nos ha echado el plan a perder...-
Tarken suspiraba aún estupefacto. No tenía la menor idea de cómo seguir actuando pues pareciese que a Leon le gustara de veras su masculinidad. No lograba entender si se trataba de que lo veía como una mujer con facciones andróginas o simplemente que también le atraían los hombres. De cualquier forma, el semielfo debía seguir con el engaño y, cuando Leon abrió sus brazos, Tarken se echó sobre el pecho de aquel hombre y de momento se quedó en silencio para comprobar como se desarrollaban los acontecimientos y cómo se desenvolvían sus compañeras, ahora centro de atención de Leon.
Sin darse cuenta ni poder hacer nada por evitarlo, las chicas llevaron en volandas al semielfo al encuentro de Leon. Nada más entrar en la sala de los baños. Algo que llamó la atención sobremanera de Tarken fue sin embargo cuando una de las chicas chasqueó los dedos y se encendieron las velas de la estancia iluminando la sala por encima del vapor de agua. El calor comenzaba a ser sofocante y, tras el trayecto hasta aquella sala con los cuerpos de las doncellas pegados al suyo, el semielfo temió porque una parte muy concreta de su cuerpo llamara ahora demasiado la atención.
Todo aquello le estaba impidiendo siquiera pensar pues, antes de darse cuenta, Leon lo trajo haca si tomándolo de la mano y haciendo girar su cuerpo. Las palabras que le susurró al oído hizo que se tensara aún más aunque en esta ocasión por incomodidad más que otra cosa. Aún así sonrió levemente intentando mantener la compostura.
Las palabras que dijo aquel hombre a continuación fueron quizá las más importantes hasta el momento. El collar aún no se encontraba en los dominios de Leon y tendrían que esperar al menos hasta el día siguiente para hacerse con él. Aquel hilo de pensamientos dejó absorto al semielfo que volvió a la realidad cuando Leon le comentó que deseaba contemplar sus "maravillosas caderas". Aquello hubiera dejado estupefacto a Tarken si no hubiera sido por la brusquedad con la que le arrancó el velo del rostro.
Tarken abrió los ojos de par en par pensando en que el plan se venía abajo, en que lo habían descubierto y que tendría que huir de allí por las malas. Sin embargo, Leon llevó sus manos a las puntiagudas orejas de Tarken acariciándolas, como si estuviera maravillado. El semielfo estaba paralizado, ni siquiera acertó a moverse cuando Leon lo despojó de la parte superior de su vestido dejando su torso desnudo evidenciando sus músculos masculinos. El adinerado anfitrión lo estrechó entre sus brazos y el rostro de Tarken se desencajó del todo. Tenía la boca entreabierta totalmente atónito, no podía dar crédito a lo que sucedía, ni siquiera cuando bajó la mirada observando la mano de Leon acariciándole el pecho.
Ante las palabras de Leon, el semielfo sólo acertó a mirar a un lado y a otro intentando encontrar algo de razón en aquella locura. Aquel tipo era de todo menos usual y, cuando su lengua se paseó por los labios de Tarken, el semielfo se sintió como un cristal quebrado, como si todo su cuerpo se resquebrajara de la repulsión e incluso tuvo que contener una arcada pues, por mucho que intentó desconectar su cerebro, sintió el aliento y el húmedo órgano de Leon.
Jamás había vivido nada semejante y, pese a todo, logró reponerse de toda aquella locura pues tenía una misión que cumplir. Siendo así, Tarken entró en el agua mientras pensaba para si:
-Por los dioses......bendita locura de este majadero....al menos no nos ha echado el plan a perder...-
Tarken suspiraba aún estupefacto. No tenía la menor idea de cómo seguir actuando pues pareciese que a Leon le gustara de veras su masculinidad. No lograba entender si se trataba de que lo veía como una mujer con facciones andróginas o simplemente que también le atraían los hombres. De cualquier forma, el semielfo debía seguir con el engaño y, cuando Leon abrió sus brazos, Tarken se echó sobre el pecho de aquel hombre y de momento se quedó en silencio para comprobar como se desarrollaban los acontecimientos y cómo se desenvolvían sus compañeras, ahora centro de atención de Leon.
Tarken
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
Intenté que le lugar quedara en penumbras pero apenas apareció una de las muchachas que acompañaban a León las encendió al instante. “Bruja...” pensé mientras me giraba para observarla, recordar quien podía manejar el fuego a su antojo podría servirme después. La miré con asco a decir verdad, ya teníamos bastante con la situación y había olvidado que nos habían dicho que algunas tenían habilidades. Si eso no era suficiente, acabábamos de enterarnos que el collar no estaba en su posesión y lo maldije mil veces por dentro. Al parecer se turnaban por llevarlo puesto... quitárselo a una de ellas podría ser sencillo si encontrábamos algún momento de distracción pero para eso el objeto debía al menos estar allí y eso no sucedería hasta el día siguiente.
Falcon llegó y cuando León se acercó demasiado a él temí que todo fracasara... busqué inconscientemente diferentes excusas que dar, cómo justificar que fuera “masculina”, que había nacido fallada o algo.. pero si llegaba al punto de quitarle toda la ropa, ya ser plana o musculosa no tendrían cabida pues el sexo le colgaba entre las piernas. ¿Y cómo justificábamos que entre tres mujeres de la profesión que supuestamente se conocen, una venía en realidad con sorpresa? No paraba de pensar qué hacer, por donde huir, a quien matar para salir de allí, qué otras habilidades tendrían las demás chicas del séquito de León, si Eco y Falcon sabrían defenderse... miraba a mi alrededor intentando disimular que buscaba en realidad una ruta de escape, cuando León quita la ropa al semielfo y para mi sorpresa, le besa... si no hubiese tenido tapado el rostro hubiesen visto la gran “o” que formaron mis labios la cual se deformó con una enorme sonrisa. Reí por dentro tanto que tuve que girarme un segundo para que no se note en mis facciones. “¡Con que León juega para ambos equipos! ¿Será el activo o el pasivo?” me pregunté y sacudí la cabeza por las imágenes que me invadieron un segundo y resultaron desagradables... graciosas pero desagradables al fin. Dos cosas eran seguras, la primera que con León entretenido con la chica-bestia y con la chica-chico, resultó ser mi día de suerte... y la segunda era que ya no miraría a Falcon del mismo modo.. lo llamaban Melwyn todo el tiempo y cuando lo ví luego arrimarse a su pecho, no pude evitar imaginarlo con peluca blanca en esa misma pose... le guiñé un ojo al elfo con una sonrisa enorme que se reflejaba en el marco de mi mirada.
Mi show personal acabó cuando el homenajeado pidió nos quitáramos la ropa y así lo hice. No tenía problemas con mi desnudez en realidad, pero debía controlarme, pues si él intentaba algo no podía asegurar que mi primer reacción no sea electrocutar a todos en ese baño, con mis compañeros inclusive... tenía un serio problema de actitud cuando me tomaban por sorpresa.. no podía aun manejar mi magia y estando todos en el agua podía ser catastrófico.. no para mí, no me dañaba mi propia magia... pero a ellos sí. Intenté controlarme, por el bien de Eco y Falcon, los cuales al parecer disfrutaban todo esto mucho más que yo y, si querían sacrificarse por la causa.. no tenía problema de darles el empujoncito que necesitaban para convencerse. Me quité casi todo.. pues llevaba una especie de elegante largas tiras muy delgadas pero que cubrían lo esencial, lo cual en realidad al entrar al agua flotó de tal manera que de poco sirvió llevarlo puesto. Oculté mi rostro lo más que pude hasta que finalmente no tuve otra opción que quitarme el velo, intenté mirar hacia otro lado mientras León se quedaba embobado con la chica bestia que se acercaba nadando.
Falcon llegó y cuando León se acercó demasiado a él temí que todo fracasara... busqué inconscientemente diferentes excusas que dar, cómo justificar que fuera “masculina”, que había nacido fallada o algo.. pero si llegaba al punto de quitarle toda la ropa, ya ser plana o musculosa no tendrían cabida pues el sexo le colgaba entre las piernas. ¿Y cómo justificábamos que entre tres mujeres de la profesión que supuestamente se conocen, una venía en realidad con sorpresa? No paraba de pensar qué hacer, por donde huir, a quien matar para salir de allí, qué otras habilidades tendrían las demás chicas del séquito de León, si Eco y Falcon sabrían defenderse... miraba a mi alrededor intentando disimular que buscaba en realidad una ruta de escape, cuando León quita la ropa al semielfo y para mi sorpresa, le besa... si no hubiese tenido tapado el rostro hubiesen visto la gran “o” que formaron mis labios la cual se deformó con una enorme sonrisa. Reí por dentro tanto que tuve que girarme un segundo para que no se note en mis facciones. “¡Con que León juega para ambos equipos! ¿Será el activo o el pasivo?” me pregunté y sacudí la cabeza por las imágenes que me invadieron un segundo y resultaron desagradables... graciosas pero desagradables al fin. Dos cosas eran seguras, la primera que con León entretenido con la chica-bestia y con la chica-chico, resultó ser mi día de suerte... y la segunda era que ya no miraría a Falcon del mismo modo.. lo llamaban Melwyn todo el tiempo y cuando lo ví luego arrimarse a su pecho, no pude evitar imaginarlo con peluca blanca en esa misma pose... le guiñé un ojo al elfo con una sonrisa enorme que se reflejaba en el marco de mi mirada.
Mi show personal acabó cuando el homenajeado pidió nos quitáramos la ropa y así lo hice. No tenía problemas con mi desnudez en realidad, pero debía controlarme, pues si él intentaba algo no podía asegurar que mi primer reacción no sea electrocutar a todos en ese baño, con mis compañeros inclusive... tenía un serio problema de actitud cuando me tomaban por sorpresa.. no podía aun manejar mi magia y estando todos en el agua podía ser catastrófico.. no para mí, no me dañaba mi propia magia... pero a ellos sí. Intenté controlarme, por el bien de Eco y Falcon, los cuales al parecer disfrutaban todo esto mucho más que yo y, si querían sacrificarse por la causa.. no tenía problema de darles el empujoncito que necesitaban para convencerse. Me quité casi todo.. pues llevaba una especie de elegante largas tiras muy delgadas pero que cubrían lo esencial, lo cual en realidad al entrar al agua flotó de tal manera que de poco sirvió llevarlo puesto. Oculté mi rostro lo más que pude hasta que finalmente no tuve otra opción que quitarme el velo, intenté mirar hacia otro lado mientras León se quedaba embobado con la chica bestia que se acercaba nadando.
Marah
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
“Impresionante” fue el calificativo que usó ese hombre para describir mi cuerpo, no dijo más nada, ¿cómo se suponía que debía tomarlo? Lo único que sabía, era que esperaba que el brujo desistiera de mí o que le llamaran la atención mis facciones tigresas pero ni lo uno ni lo otro. Se maravilló si, por las manchas de mi piel, por mis orejas y la cola.
Cándida volvió a encender las luces de la habitación sin previo aviso, entrecerré los ojos al percatarme de que ella era la bruja del grupo… y la bruja en varios aspectos. Leon dejó ver un lado ligeramente aniñado cuando le dejó hacer como quisiera pese a sus propios deseos. Mientras hablaba, me rodeó con sus brazos. Sus extremidades eran atléticas, ni muy musculosas ni muy blandas, sus músculos se tensaron ligeramente sobre mi piel y sentí una tenue corriente eléctrica recorriendo mi cuerpo. No pude evitar ponerme tensa y reprimir mis casi infinitas ganas de quitármelo de encima. Me estaba tocando Demasiado casualmente .
Creí que mis nervios se iban a terminar de masacrar entre ellos cuando abrazó a Falcon y empezó de alguna forma a coquetear con él también. Definitivamente ese tipo se creía que todas éramos de su propiedad, juguetes que podía utilizar sin ningún inconveniente. Me preguntaba si aparte de la maga alguna de las otras niñas podían con él y si una nueva idea que estaba pasando por mi mente habría de servir…
Procuré respirar lentamente para calmar el torrente de emociones encontradas que estaba viviendo. Dos hombres me estaban viendo desnuda en una situación… “Tensa” de ser circunstancias normales, ya habría armado un buen escándalo para entonces. Suspiré un poco aliviada con la intervención de las elfas esclavas. No pude dejar de observar que las otras, si bien parecían unidas, eran más bruscas con ellas. Pensé que después de todo, podríamos tener alguna esperanza; más aún si por gracia divina, Leon eligiera a alguna de nosotras tres.
Tragué saliva cuando escuché que dormiríamos con él, con que a eso se refería con elegirnos. Me estaba retractando de mis propios pensamientos. Aunque tampoco era tan malo tenerlo para las tres, solo, toda una noche… Quizá podríamos encontrarle un modo. Por ahora, debía intentar seguir con el espectáculo.
Melwin estaba siendo acechada por el Leon, no sabía si salir corriendo por la puerta o separarlos. Eso no estaba bien, nada nada bien. El vino, los nervios y el leve vapor del agua estaban haciendo que me sintiera un poco mareada e inestable. Observé a Mac cuando el hombre nos dedicó un guiño, seguro que esto no le estaba cayendo nada en gracia, aunque su rostro era como una máscara impenetrable. Me pregunté qué podría estar tramando…
Tampoco pude dejar de hacer un gesto de repudio ante las palabras de las chicas. Realmente estaban entregadas a esa vida de placeres fáciles y vida holgada. Agradecí llevar aún el velo que ocultaba mi rostro, al tiempo que comenzaba a reprimir arcadas ante el espectáculo que tenía enfrente y el que imaginaba en los aún vírgenes confines de mi mente.
¿Caderas? ¿acercarme? Entramos al agua, todos, entramos al agua. Me despojé del velo y me sumergí para espabilar un poco. La temperatura era la indicada y ahora mi desnudez era absoluta. Ahora hablaba de amor, un amor áspero y corroído pese a sus lujosas decoraciones de fantasía. Sonreí cuando estuve frente a él y le reverencié graciosamente, pero no supe qué hacer cuando comenzó a tocarme con suavidad.
Una parte de mí quería partirlo en dos, sacar mis garras y arrancarle los ojos y las manos con mis garras y colmillos. No parar hasta ver sus humores fundidos en el agua y que ésta abrazara a las perras en celo que nos rodeaban como lobos de juguete enjaulados en una preciosa caja de cristal. La otra parte de mí, quería estampar mi cabeza contra una superficie plana y dura tantas veces hasta que no parara de brotar la sangre; me sentía culpable, muy culpable porque sus manos, eran cálidas y experimentadas. Aunque el contacto fue mínimo, se sintió bien y por eso, quería matarle.
Cuando acabó su “exploración” aún me debatía y sentía que yo misma me traicionaba. Comenzaba a odiarme por querer que él no se detuviera, pero los gritos que la carne engendraba y que el alma acallaba se apagaron con el abrazo caliente de aquél hombre. Me miró a los ojos y me perdí en ellos, sonrió con picardía y me robó un beso.
Necesité varios latidos para poder pestañear y volver al agua. Se lo estaba ganando… definitivamente lo estaba haciendo. Dejé que un pequeño gruñido se escapara de mi pecho mientras me metía al agua a nadar por su propia petición egoista. Disimuladamente, llevé mis dedos hacia el lugar donde los labios de él habían tocado. Aún se sentían calientes…
Estuve algunos minutos nadando y haciendo piruetas mientras imaginaba como se desarrollaría la siguiente velada. En un momento imité a las niñas peligrosas que estaban desesperadas de atención y le tiré un beso. A Falcon. Aunque claro, lo disimulé para Leon. Fue un recordatorio y esperaba que surtiera efecto.
Cuando me aburrí me dirigí al trío y me puse frente al brujo. No es justo amo Leon dije haciendo un puchero sensual e inocente, mientras permitía que el agua escurriera por mi cuerpo. Mimi también quiere mimitos y regalarle… su primera vez sólo al amo.
A buen entendedor, pocas palabras bastan. Le miré con ojos muy muy grandes y dejé que las lágrimas inundaran mi rostro. Si él era un buen jugador, dejaría el postre para el final. Quizá tuviera suerte y me permitiera ir a “descansar” momento que por supuesto aprovecharía para buscar, familiarizarme con el lugar y observar… Si no, llegaría hasta las últimas consecuencias. Pensar en ellas, hicieron que me sonrojara y me alegré por ello, ese efecto haría más creíble la escena.
Maw dejé que el maullido sonara inocente y amargado cuasi lastimoso. ¿Sería sádico o se enojaría por mi “egoísmo”? las calles me habían enseñado muchas cosas que por primera vez comenzaría a poner en práctica.
Cándida volvió a encender las luces de la habitación sin previo aviso, entrecerré los ojos al percatarme de que ella era la bruja del grupo… y la bruja en varios aspectos. Leon dejó ver un lado ligeramente aniñado cuando le dejó hacer como quisiera pese a sus propios deseos. Mientras hablaba, me rodeó con sus brazos. Sus extremidades eran atléticas, ni muy musculosas ni muy blandas, sus músculos se tensaron ligeramente sobre mi piel y sentí una tenue corriente eléctrica recorriendo mi cuerpo. No pude evitar ponerme tensa y reprimir mis casi infinitas ganas de quitármelo de encima. Me estaba tocando Demasiado casualmente .
Creí que mis nervios se iban a terminar de masacrar entre ellos cuando abrazó a Falcon y empezó de alguna forma a coquetear con él también. Definitivamente ese tipo se creía que todas éramos de su propiedad, juguetes que podía utilizar sin ningún inconveniente. Me preguntaba si aparte de la maga alguna de las otras niñas podían con él y si una nueva idea que estaba pasando por mi mente habría de servir…
Procuré respirar lentamente para calmar el torrente de emociones encontradas que estaba viviendo. Dos hombres me estaban viendo desnuda en una situación… “Tensa” de ser circunstancias normales, ya habría armado un buen escándalo para entonces. Suspiré un poco aliviada con la intervención de las elfas esclavas. No pude dejar de observar que las otras, si bien parecían unidas, eran más bruscas con ellas. Pensé que después de todo, podríamos tener alguna esperanza; más aún si por gracia divina, Leon eligiera a alguna de nosotras tres.
Tragué saliva cuando escuché que dormiríamos con él, con que a eso se refería con elegirnos. Me estaba retractando de mis propios pensamientos. Aunque tampoco era tan malo tenerlo para las tres, solo, toda una noche… Quizá podríamos encontrarle un modo. Por ahora, debía intentar seguir con el espectáculo.
Melwin estaba siendo acechada por el Leon, no sabía si salir corriendo por la puerta o separarlos. Eso no estaba bien, nada nada bien. El vino, los nervios y el leve vapor del agua estaban haciendo que me sintiera un poco mareada e inestable. Observé a Mac cuando el hombre nos dedicó un guiño, seguro que esto no le estaba cayendo nada en gracia, aunque su rostro era como una máscara impenetrable. Me pregunté qué podría estar tramando…
Tampoco pude dejar de hacer un gesto de repudio ante las palabras de las chicas. Realmente estaban entregadas a esa vida de placeres fáciles y vida holgada. Agradecí llevar aún el velo que ocultaba mi rostro, al tiempo que comenzaba a reprimir arcadas ante el espectáculo que tenía enfrente y el que imaginaba en los aún vírgenes confines de mi mente.
¿Caderas? ¿acercarme? Entramos al agua, todos, entramos al agua. Me despojé del velo y me sumergí para espabilar un poco. La temperatura era la indicada y ahora mi desnudez era absoluta. Ahora hablaba de amor, un amor áspero y corroído pese a sus lujosas decoraciones de fantasía. Sonreí cuando estuve frente a él y le reverencié graciosamente, pero no supe qué hacer cuando comenzó a tocarme con suavidad.
Una parte de mí quería partirlo en dos, sacar mis garras y arrancarle los ojos y las manos con mis garras y colmillos. No parar hasta ver sus humores fundidos en el agua y que ésta abrazara a las perras en celo que nos rodeaban como lobos de juguete enjaulados en una preciosa caja de cristal. La otra parte de mí, quería estampar mi cabeza contra una superficie plana y dura tantas veces hasta que no parara de brotar la sangre; me sentía culpable, muy culpable porque sus manos, eran cálidas y experimentadas. Aunque el contacto fue mínimo, se sintió bien y por eso, quería matarle.
Cuando acabó su “exploración” aún me debatía y sentía que yo misma me traicionaba. Comenzaba a odiarme por querer que él no se detuviera, pero los gritos que la carne engendraba y que el alma acallaba se apagaron con el abrazo caliente de aquél hombre. Me miró a los ojos y me perdí en ellos, sonrió con picardía y me robó un beso.
Necesité varios latidos para poder pestañear y volver al agua. Se lo estaba ganando… definitivamente lo estaba haciendo. Dejé que un pequeño gruñido se escapara de mi pecho mientras me metía al agua a nadar por su propia petición egoista. Disimuladamente, llevé mis dedos hacia el lugar donde los labios de él habían tocado. Aún se sentían calientes…
Estuve algunos minutos nadando y haciendo piruetas mientras imaginaba como se desarrollaría la siguiente velada. En un momento imité a las niñas peligrosas que estaban desesperadas de atención y le tiré un beso. A Falcon. Aunque claro, lo disimulé para Leon. Fue un recordatorio y esperaba que surtiera efecto.
Cuando me aburrí me dirigí al trío y me puse frente al brujo. No es justo amo Leon dije haciendo un puchero sensual e inocente, mientras permitía que el agua escurriera por mi cuerpo. Mimi también quiere mimitos y regalarle… su primera vez sólo al amo.
A buen entendedor, pocas palabras bastan. Le miré con ojos muy muy grandes y dejé que las lágrimas inundaran mi rostro. Si él era un buen jugador, dejaría el postre para el final. Quizá tuviera suerte y me permitiera ir a “descansar” momento que por supuesto aprovecharía para buscar, familiarizarme con el lugar y observar… Si no, llegaría hasta las últimas consecuencias. Pensar en ellas, hicieron que me sonrojara y me alegré por ello, ese efecto haría más creíble la escena.
Maw dejé que el maullido sonara inocente y amargado cuasi lastimoso. ¿Sería sádico o se enojaría por mi “egoísmo”? las calles me habían enseñado muchas cosas que por primera vez comenzaría a poner en práctica.
Eco
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
-Eres una ternura divina mi vida-dijo León algo conmovido sinceramente y abrazó más con su brazo izquierdo a Melwyn y observó a Jazmine con una sonrisa y acarició su cabello pero se detuvo unos momentos sobre sus hombros y bajó la mano con unas caricias pensativo, pero no por mucho, porque luego sonrió y volvió la vista a su nadadora Mimí.
-No es justo amo Leon, Mimi también quiere mimitos y regalarle… su primera vez sólo al amo-dijo la joven cuando dejó de nadar y se detuvo frente a ellos. Unas lágrimas surcaron su rostro de niña virgen.
Algunas muchachas la vieron, las elfas que estaban al final de la piscina, nadaron hasta ella y la abrazaron por los costados, y cada una se turnó para tomar su mentón y hacer que las miraran a los ojos dedicándole una sonrisa piadosa. Pero por ser elfas transmitían una sensación de tranquilidad y calma, un sentir de que todo iba a ir bien.
-Déjenla…-dijo León sonriente y las elfas se apartaron. El joven soltó a Melwyn y a Jazmine con suavidad para dirigirse a ella, tomar sus manos y llevarlas a su pecho, apegándose a ella, al modo que ambos pudieran sentir los latidos del otro en sus manos. Acercó el rostro a ella y susurró mientras pasaba sus labios por una de las lágrimas de ella y la absorbía-Querida, prometo que estarás bien y te sentirás única. No te haré daño y haré que vivas como una reina…-pasó sus labios rozando el puente de la nariz de la joven hasta la otra mejilla para beber las otras lágrimas que habían recorrido el rostro-En este lugar no hay espacio para el sufrimiento-llevó sus labios una vez más a los de Mimí y tras un suave beso más, se apartó y dijo.
-Niñas, es hora de dormir, preparen todo mientras tanto-ordenó dando una palmada al aire cuando se colocaba su bata de seda luego de salir con un ágil salto de la piscina. Tendió una mano a Mimí para que saliera, luego ambas manos a Jazmine y a Melwin.
Tomó un toallón y se adelantó con caricias y agarres suaves de mano, para ayudarles a secar la espalda, pecho, vientre… Las demás muchachas habían ido al cuarto, pero solo quedaban las dos elfas esclavas que observaban como su amo secaba a las nuevas niñas.
-No vayan a tomarse un resfrío mis pequeñas-dijo terminando con Melwin en la nuca y antes de apartarse acercó sus labios a su cuello y dio un beso fuerte, donde el semielfo llegó a sentir los dientes, pero no fue mordida, sino de esos besos que quedan marcados. León pareció tentarse un poco y sonrió divertido acariciando su espalda y luego se inclinó para tocar sus piernas depiladas. Apartó una mano para tomar las vestimentas y mentiras las fue pasando entre caricias a las tres, y mientras empezaban a vestirse, decía en susurros:
-No teman... León no les hará daño, dejará que se entreguen solas al placer… al bello placer del amor y las sábanas de seda-se mordió el labio inferior con un pequeño ruido y se acercó al pecho donde el corazón de Mimí latía con una extraña fuerza, y dio otro beso más como al que le dio a Melwin.
Dejó que se vistieran y se giró, pero tomando la mano de Jazmine y trayéndola consigo con suavidad, para dar un beso más y miró su cuello con deseo. Sus ojos fueron a los de ella y murmuró.
-Querida Jazmine… -pausó brevemente para pensar con cuidado sus palabras-Tus ojos revelan que eres como una rosa blanca en un jardín de rosas rojas, pero donde dejes pétalos, siempre quedarán allí. Los pétalos que dejes esta noche… Jamás saldrán de aquí-su mirada se tornó seria un momento, mostrando profunda sinceridad. Hizo una reverencia pequeña con la mirada y la condujo de la mano hacia delante de él procurando que quedara de espalda, donde acomodó su vestido en los hombros. Miró a Mimí y a Melwin con una sonrisa y señaló la puerta, invitándolas a que lo siguieran hasta la habitación.
La habitación era inmensa, y tenía unos jardines internos, donde se podía ver el cielo y oír el sonido de la llovizna en el exterior. Las velas con llamas de colores violeta, rojo, verde y azul decoraban el ambiente dando colores extraordinarios al lugar. Habían dos pequeñas chimeneas en los dos rincones a cada extremo del cuarto y hacían que el lugar fuera verdaderamente acogedor. Allí recostadas sobre grande sillones estaban las niñas y dos de ellas haciendo unos jueguitos debajo de sus sábanas, entre risas. Dos en un sillón, Anisa y Eris, y otras dos en otro, Canda e Hindi que estaban separadas tratando de dormir.
Mientras que Dione y Maia, escoltaban a León que llevaba de sus manos a Jazmine y a Mimí, y Melwin con ambas elfas a cada costado con caricias y pellizcos de nalgas como bromas de picardías para ellas.
Una vez en la habitación, León se quitó la bata y la tiró a las dos jóvenes que jugaban y les dedicó una mirada cariñosa. Se acostó en la cama y cubrió sus partes con una sábana de seda blanca y apartó un poco las frazadas. Se extendió a sus anchas y de allí miró a las tres nuevas niñas e hizo señales con sus manos para que se acostaran junto a él. Pero dijo.
-Vengan mis niñas Jazmine a un lado y Melwin al otro, y tú, mi querida Mimí, tienes espacio en mi pecho, ladearé las piernas para que estés más cómoda. Quiero que me cuenten algo… divertido, o susurrármelo al oído-les guió el ojo y apremió con las manos para que fueran a su lado.
-No es justo amo Leon, Mimi también quiere mimitos y regalarle… su primera vez sólo al amo-dijo la joven cuando dejó de nadar y se detuvo frente a ellos. Unas lágrimas surcaron su rostro de niña virgen.
Algunas muchachas la vieron, las elfas que estaban al final de la piscina, nadaron hasta ella y la abrazaron por los costados, y cada una se turnó para tomar su mentón y hacer que las miraran a los ojos dedicándole una sonrisa piadosa. Pero por ser elfas transmitían una sensación de tranquilidad y calma, un sentir de que todo iba a ir bien.
-Déjenla…-dijo León sonriente y las elfas se apartaron. El joven soltó a Melwyn y a Jazmine con suavidad para dirigirse a ella, tomar sus manos y llevarlas a su pecho, apegándose a ella, al modo que ambos pudieran sentir los latidos del otro en sus manos. Acercó el rostro a ella y susurró mientras pasaba sus labios por una de las lágrimas de ella y la absorbía-Querida, prometo que estarás bien y te sentirás única. No te haré daño y haré que vivas como una reina…-pasó sus labios rozando el puente de la nariz de la joven hasta la otra mejilla para beber las otras lágrimas que habían recorrido el rostro-En este lugar no hay espacio para el sufrimiento-llevó sus labios una vez más a los de Mimí y tras un suave beso más, se apartó y dijo.
-Niñas, es hora de dormir, preparen todo mientras tanto-ordenó dando una palmada al aire cuando se colocaba su bata de seda luego de salir con un ágil salto de la piscina. Tendió una mano a Mimí para que saliera, luego ambas manos a Jazmine y a Melwin.
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Tomó un toallón y se adelantó con caricias y agarres suaves de mano, para ayudarles a secar la espalda, pecho, vientre… Las demás muchachas habían ido al cuarto, pero solo quedaban las dos elfas esclavas que observaban como su amo secaba a las nuevas niñas.
-No vayan a tomarse un resfrío mis pequeñas-dijo terminando con Melwin en la nuca y antes de apartarse acercó sus labios a su cuello y dio un beso fuerte, donde el semielfo llegó a sentir los dientes, pero no fue mordida, sino de esos besos que quedan marcados. León pareció tentarse un poco y sonrió divertido acariciando su espalda y luego se inclinó para tocar sus piernas depiladas. Apartó una mano para tomar las vestimentas y mentiras las fue pasando entre caricias a las tres, y mientras empezaban a vestirse, decía en susurros:
-No teman... León no les hará daño, dejará que se entreguen solas al placer… al bello placer del amor y las sábanas de seda-se mordió el labio inferior con un pequeño ruido y se acercó al pecho donde el corazón de Mimí latía con una extraña fuerza, y dio otro beso más como al que le dio a Melwin.
Dejó que se vistieran y se giró, pero tomando la mano de Jazmine y trayéndola consigo con suavidad, para dar un beso más y miró su cuello con deseo. Sus ojos fueron a los de ella y murmuró.
-Querida Jazmine… -pausó brevemente para pensar con cuidado sus palabras-Tus ojos revelan que eres como una rosa blanca en un jardín de rosas rojas, pero donde dejes pétalos, siempre quedarán allí. Los pétalos que dejes esta noche… Jamás saldrán de aquí-su mirada se tornó seria un momento, mostrando profunda sinceridad. Hizo una reverencia pequeña con la mirada y la condujo de la mano hacia delante de él procurando que quedara de espalda, donde acomodó su vestido en los hombros. Miró a Mimí y a Melwin con una sonrisa y señaló la puerta, invitándolas a que lo siguieran hasta la habitación.
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Cama con frazadas bordó y un cubrecama dorado, Las cortinas tienen un doble bordó y dorado haciendo juego tambíen.
La habitación era inmensa, y tenía unos jardines internos, donde se podía ver el cielo y oír el sonido de la llovizna en el exterior. Las velas con llamas de colores violeta, rojo, verde y azul decoraban el ambiente dando colores extraordinarios al lugar. Habían dos pequeñas chimeneas en los dos rincones a cada extremo del cuarto y hacían que el lugar fuera verdaderamente acogedor. Allí recostadas sobre grande sillones estaban las niñas y dos de ellas haciendo unos jueguitos debajo de sus sábanas, entre risas. Dos en un sillón, Anisa y Eris, y otras dos en otro, Canda e Hindi que estaban separadas tratando de dormir.
Mientras que Dione y Maia, escoltaban a León que llevaba de sus manos a Jazmine y a Mimí, y Melwin con ambas elfas a cada costado con caricias y pellizcos de nalgas como bromas de picardías para ellas.
Una vez en la habitación, León se quitó la bata y la tiró a las dos jóvenes que jugaban y les dedicó una mirada cariñosa. Se acostó en la cama y cubrió sus partes con una sábana de seda blanca y apartó un poco las frazadas. Se extendió a sus anchas y de allí miró a las tres nuevas niñas e hizo señales con sus manos para que se acostaran junto a él. Pero dijo.
-Vengan mis niñas Jazmine a un lado y Melwin al otro, y tú, mi querida Mimí, tienes espacio en mi pecho, ladearé las piernas para que estés más cómoda. Quiero que me cuenten algo… divertido, o susurrármelo al oído-les guió el ojo y apremió con las manos para que fueran a su lado.
Última edición por Master2 el Sáb Mar 15 2014, 00:54, editado 1 vez
Ansur
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
El semielfo seguía en estado de shock por lo que simplemente debía reordenar de nuevo sus ideas tras lo sucedido. Su participación en aquella misión debía ser de mero apoyo y quizá supervisión de Eco y la nueva aspirante al gremio, pero los últimos acontecimientos con aquel tipo lo dejaron totalmente descolocado y desubicado. Sin embargo, tuvo su momento para organizar de nuevo su cabeza pues la atención de Leon se centró exclusivamente en su compañera tigresa. La pequeña Eco utilizó sus bellas armas para encandilar al poderoso anfitrión, algo que le otorgó tiempo a Tarken para centrarse. Cuando Leon se acercó a Eco, el semielfo aprovechó para coger agua entre las manos y echársela sobre el rostro para luego espirar con fuerza. Luego miró a Mac y asintió para indicarle que todo iba bien y que debían continuar.
No tardaron en salir de las cálidas aguas y dirigirse a los aposentos de Leon para pasar la noche. Aquel tipo volvió a sorprender al semielfo cuando se dispuso a secar su cuerpo y más aún cuando besó su cuello. Tarken sin embargo, ya se había metido en su nuevo papel y giró su cabeza para sonreír con complicidad a su anfitrión, haciendo acopio de voluntad para interpretar algo que jamás había siquiera imaginado. Para reforzar su papel, incluso acarició el rostro de Leon con suavidad sonriendo de forma sensual....al menos lo que entendía como sensualidad femenina.
Tras terminar de secarse, Tarken emprendió el camino hacia la habitación de Leon. Las dos esclavas elfas lo flanquearon con rapidez y lo acompañaron por el pasillo entre risas y pequeños pícaros juegos los cuales el semielfo compartió con sus, pese a todo, hermanas de raza.
Cuando finalmente llegaron a la habitación, Leon se recostó en la cama invitando al semielfo y a sus compañeras a que tomaran posición sobre él. Tarken no se lo pensó dos veces y tomó su posición a la diestra de Leon mientras contemplaba como sus compañeras hacían lo mismo. Luego su anfitrión les "pidió" que le contaran algo, cualquier cosa divertida.....el semielfo tenía ya la certeza a esas alturas de que aquel tipo era el más "peculiar" que había conocido en su vida y que algo en su cerebro no debía estar del todo bien.
Estando allí, recostado en el peludo pecho de aquel tipo y viéndose en aquella situación, por un momento hizo que el semielfo suspirara con resignación mientras pensaba que no imaginaba qué había hecho mal en sus anteriores vidas para merecer semejante castigo. Aquello más que una prueba era una auténtica locura....pero una vez llegados hasta allí ya qué más daba, habría que continuar, después de todo el joven semielfo se debía al gremio y a sus compañeras:
-Mi señor....- ,dijo en voz alta para luego acercarse al oído de Leon y hablarle en voz baja con cálido tono, -....¿acaso sabe mi señor lo que es "el arte"?..."El arte" mi señor, es "morirte de frío"*.....-
*Off-rol: Reconozco que es lo único que se me ocurrió en el momento xD Un chiste malo de los míos
No tardaron en salir de las cálidas aguas y dirigirse a los aposentos de Leon para pasar la noche. Aquel tipo volvió a sorprender al semielfo cuando se dispuso a secar su cuerpo y más aún cuando besó su cuello. Tarken sin embargo, ya se había metido en su nuevo papel y giró su cabeza para sonreír con complicidad a su anfitrión, haciendo acopio de voluntad para interpretar algo que jamás había siquiera imaginado. Para reforzar su papel, incluso acarició el rostro de Leon con suavidad sonriendo de forma sensual....al menos lo que entendía como sensualidad femenina.
Tras terminar de secarse, Tarken emprendió el camino hacia la habitación de Leon. Las dos esclavas elfas lo flanquearon con rapidez y lo acompañaron por el pasillo entre risas y pequeños pícaros juegos los cuales el semielfo compartió con sus, pese a todo, hermanas de raza.
Cuando finalmente llegaron a la habitación, Leon se recostó en la cama invitando al semielfo y a sus compañeras a que tomaran posición sobre él. Tarken no se lo pensó dos veces y tomó su posición a la diestra de Leon mientras contemplaba como sus compañeras hacían lo mismo. Luego su anfitrión les "pidió" que le contaran algo, cualquier cosa divertida.....el semielfo tenía ya la certeza a esas alturas de que aquel tipo era el más "peculiar" que había conocido en su vida y que algo en su cerebro no debía estar del todo bien.
Estando allí, recostado en el peludo pecho de aquel tipo y viéndose en aquella situación, por un momento hizo que el semielfo suspirara con resignación mientras pensaba que no imaginaba qué había hecho mal en sus anteriores vidas para merecer semejante castigo. Aquello más que una prueba era una auténtica locura....pero una vez llegados hasta allí ya qué más daba, habría que continuar, después de todo el joven semielfo se debía al gremio y a sus compañeras:
-Mi señor....- ,dijo en voz alta para luego acercarse al oído de Leon y hablarle en voz baja con cálido tono, -....¿acaso sabe mi señor lo que es "el arte"?..."El arte" mi señor, es "morirte de frío"*.....-
*Off-rol: Reconozco que es lo único que se me ocurrió en el momento xD Un chiste malo de los míos
Tarken
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
A pesar de lo raro de la situación al parecer todo iba bien, pero cuando León tomó mi mano me tensioné sin poder evitarlo. No sabía qué podría llegar a decirme considerando que la última vez que lo había visto le había golpeado, pero para mi extrañeza me sostuvo la mano con delicadeza para dirigirse del mismo modo. “¿Pétalos?” Sonreía dulcemente. “No sé quién demonios crees que va a dehojarse aquí.. no seré yo de seguro...” Hice una leve y reverencia con la cabeza mientras le sonreía tímidamente bajando al suelo la mirada un segundo para volver a sus ojos. Me instó a caminar delante de él y así lo hice. Cuando su mano rozó mi hombro me estremecí un poco... en realidad fue porque no lo esperaba pero giré apenas mi rostro con una sonrisa por sobre mi hombro para que creyera habría sido por su toque.
Ingresamos al cuarto de él.. ya lo había visto en realidad, pues no había lugar en Beltrexus que yo no conociera, pero no tan ambientado como estaba ahora ni con gente. Me sentía envolver por el perfume del aire, cerré mis ojos un segundo para disfrutarlo y me adentré al lugar... si no fuera por la compañía podría descansar plácidamente en un lugar como ese. León se adelantó y se recostó abriendo los brazos para que nos acercáramos, al ver cómo Falcon simplemente se recostaba sobre el pecho peludo de otro hombre, me pregunté qué tan lejos podría llegar para mantener la farsa, yo era claramente una mujer pero para un hombre.. ¿Que tan delgada era la línea entre su hombría y su deber? Quizás no era tan hombre como me pareció al verlo.. después de todo era medio elfo... Le guiñé un ojo por mis pensamientos.
León pidió le contáramos una historia o algo. “¿Nos vió pinta de niñera como para contarle cuentos?”. Sonreí. Cuando escuché aquello que Falcon decía, tapé mi rostro con ambas manos.. podía parecer que reía por el “chiste” pero era por la vergüenza que me daría decir algo así, aunque le admiré un poco más por todo lo que estaba haciendo y poco miedo al ridículo que al parecer tenía. Cuando llegó mi turno no se me ocurrió ninguna historia... miré alrededor buscando algo que me fuera de ayuda pero nada. Una palabra me vino a la mente “Herrero... bien... ¿Y ahora?”... Me acurruqué en los brazos de León para contar mi historia., quería de alguna forma halagarlo y que saliera el tema del collar que habíamos venido a buscar.
- Cuentan las abuelas que existe un dios herrero llamado Gobinu... no era cualquier herrero, era fuerte y hermoso y por sobre todo... hábil. Los demás dioses le pedían creara sus armas pues no sólo eran hermosas sino que nunca erraban al objetivo y con apenas herirlo, caían sin vida... Todo lo que creaba sólo era comparable con el majestuoso azul de sus ojos ante el cual las doncellas caían a sus pies – me recosté sobre su hombro mirándole a los ojos con cierto embelesamiento en la mirada... obviamente fingido pero para él sería cierto – un día.. Aria, la diosa de la belleza, celosa de la admiración con las que veían sus creaciones, le pide que le haga una gargantilla sólo para ella.. pues no quería que tanto él como sus creaciones captaran la atención de todos los reinos. Él no podía negarse.. pues sabía lo que pasaba por la mente de ella y conocía su ira. Por lo que tardó años en crear la mejor gargantilla que jamás existiría. El mismo consideró quedársela al verla terminada aunque no pudiera usarla... pero sabía que ella no se lo perdonaría. Por lo que la colocó en un cofre en qué sólo él conocía la combinación de la cerradura para llevarsela a ella. Cuando la diosa la vio, casi se lanza encima, sabía de belleza más que nadie y comprendía que era una obra magnífica e inigualable – había desviado mi mirada y con mi última palabra volví a mirarlo – La llevó a una gran fiesta y si bien creyó que era el éxito, todos los ojos se desviaban a su cuello.. – pasé una mano suavemente por la curvatura del cuello de él, luego por el mío y tomé una punta de las sábanas y comencé a jugar con la tela entre mis dedos mientras continuaba con mi historia – Eso la carcomió por dentro... por ser un objeto quien la superara en hermosura. Se desató un gran pleito esa misma noche y se extendió por años... pues todos querían esa joya de una forma u otra, pero como la diosa la quería para ella o para nadie... la guardó en el mismo cofre en que se la habían dado. La envidia se extendió tanto que tuvo que llamar nuevamente al herrero para que la ocultara, pues muchos habían muerto por conseguirla sin éxito. Él la guardo en el interior de una volcán y se juró a sí mismo jamás crear otra joya, pues la guerra se había desatado en torno a ella. Así es... como cuenta la leyenda que la envidia nació a partir de la belleza y que jamás.. - enfaticé – nunca.. nadie fue digno de poseer una joya que se le asemejara en hermosura.
Ingresamos al cuarto de él.. ya lo había visto en realidad, pues no había lugar en Beltrexus que yo no conociera, pero no tan ambientado como estaba ahora ni con gente. Me sentía envolver por el perfume del aire, cerré mis ojos un segundo para disfrutarlo y me adentré al lugar... si no fuera por la compañía podría descansar plácidamente en un lugar como ese. León se adelantó y se recostó abriendo los brazos para que nos acercáramos, al ver cómo Falcon simplemente se recostaba sobre el pecho peludo de otro hombre, me pregunté qué tan lejos podría llegar para mantener la farsa, yo era claramente una mujer pero para un hombre.. ¿Que tan delgada era la línea entre su hombría y su deber? Quizás no era tan hombre como me pareció al verlo.. después de todo era medio elfo... Le guiñé un ojo por mis pensamientos.
León pidió le contáramos una historia o algo. “¿Nos vió pinta de niñera como para contarle cuentos?”. Sonreí. Cuando escuché aquello que Falcon decía, tapé mi rostro con ambas manos.. podía parecer que reía por el “chiste” pero era por la vergüenza que me daría decir algo así, aunque le admiré un poco más por todo lo que estaba haciendo y poco miedo al ridículo que al parecer tenía. Cuando llegó mi turno no se me ocurrió ninguna historia... miré alrededor buscando algo que me fuera de ayuda pero nada. Una palabra me vino a la mente “Herrero... bien... ¿Y ahora?”... Me acurruqué en los brazos de León para contar mi historia., quería de alguna forma halagarlo y que saliera el tema del collar que habíamos venido a buscar.
- Cuentan las abuelas que existe un dios herrero llamado Gobinu... no era cualquier herrero, era fuerte y hermoso y por sobre todo... hábil. Los demás dioses le pedían creara sus armas pues no sólo eran hermosas sino que nunca erraban al objetivo y con apenas herirlo, caían sin vida... Todo lo que creaba sólo era comparable con el majestuoso azul de sus ojos ante el cual las doncellas caían a sus pies – me recosté sobre su hombro mirándole a los ojos con cierto embelesamiento en la mirada... obviamente fingido pero para él sería cierto – un día.. Aria, la diosa de la belleza, celosa de la admiración con las que veían sus creaciones, le pide que le haga una gargantilla sólo para ella.. pues no quería que tanto él como sus creaciones captaran la atención de todos los reinos. Él no podía negarse.. pues sabía lo que pasaba por la mente de ella y conocía su ira. Por lo que tardó años en crear la mejor gargantilla que jamás existiría. El mismo consideró quedársela al verla terminada aunque no pudiera usarla... pero sabía que ella no se lo perdonaría. Por lo que la colocó en un cofre en qué sólo él conocía la combinación de la cerradura para llevarsela a ella. Cuando la diosa la vio, casi se lanza encima, sabía de belleza más que nadie y comprendía que era una obra magnífica e inigualable – había desviado mi mirada y con mi última palabra volví a mirarlo – La llevó a una gran fiesta y si bien creyó que era el éxito, todos los ojos se desviaban a su cuello.. – pasé una mano suavemente por la curvatura del cuello de él, luego por el mío y tomé una punta de las sábanas y comencé a jugar con la tela entre mis dedos mientras continuaba con mi historia – Eso la carcomió por dentro... por ser un objeto quien la superara en hermosura. Se desató un gran pleito esa misma noche y se extendió por años... pues todos querían esa joya de una forma u otra, pero como la diosa la quería para ella o para nadie... la guardó en el mismo cofre en que se la habían dado. La envidia se extendió tanto que tuvo que llamar nuevamente al herrero para que la ocultara, pues muchos habían muerto por conseguirla sin éxito. Él la guardo en el interior de una volcán y se juró a sí mismo jamás crear otra joya, pues la guerra se había desatado en torno a ella. Así es... como cuenta la leyenda que la envidia nació a partir de la belleza y que jamás.. - enfaticé – nunca.. nadie fue digno de poseer una joya que se le asemejara en hermosura.
Marah
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
¿Qué demonios estás haciendo Eco? Pensaba para mí misma mientras continuaba interpretando la farsa. Probablemente mi madre estaría muy enojada desde donde estuviera viéndome o el mismo Panda querría darme un zape. De pronto, sentí unas manos cálidas abrazarme y contenerme. La paz comenzó a aplacar a mi débil corazón, percatándome que Maia y Dione estaban tratando de consolarme con mucho acierto. Les dirigí una sonrisa un tanto tímida como devolución a sus sentimientos expresados a través de sus profundas miradas y un pensamiento fugaz y loco pasó por mi mente ¿ayudarles a escapar? Ellas no parecían ser como las humanas o la bruja Canda…
Cuando el brujo dio la orden, me giré hacia él con cierto odio encerrado en mi pecho, pero pronto se apaciguó cuando se dirigió a mi para… ¿qué intentaba? Alcé una ceja y me dejé llevar por él por mera curiosidad. Puso mis manos sobre su pecho velludo y buscó la forma de sentir mi errático corazón. El suyo, por el contrario se mantenía con un suave murmullo acallado, un poco rápido, pero ni cerca de frenético como estaba el mío. Sentí sus fríos labios sobre mi piel ardiente y se me aflojaron las rodillas. No pude evitar sentir sonrojarme nuevamente y creí que me moriría de vergüenza. “Cosecha lo que sembraste” pensé tratando de visualizarme en un lugar feliz. Seguro por ese camino no podría seguir…
Me distraje tan sólo unos segundos, para volver a la realidad con otro beso. Esta vez fue cálido y suave. Sus labios se amoldaron a los míos con algo similar a la ternura. Quería evaporarme en el aire, desvanecerme y desaparecer. Pero ahí estaba él, tendiendo su mano frente a mí para que saliera y me uniera a él. Agaché la mirada y acepté su ayuda obedientemente aún sintiendo el calor que se expandía ahora a todo mi cuerpo. Después de ayudar a Mac y “Melwyn”, Leon se dispuso a secarnos. Por supuesto que no quería que sus manos tocaran mi cuerpo y que desvelaran la pureza que tanto me había costado mantener, pero nuevamente ahí estaba yo. Sin control de mi destino. Me mantuve sumisa, viendo como el tiempo pasaba, devolviendo a las elfas una mirada compasiva de cuando en cuando.
¿Sábanas de seda? Por sólo un momento y tan sólo un momento me tenté de la risa. Seguro que las sábanas de seda tenían mucho que ver con el amor. Suspiré y volví a agachar mi cabeza y con ella mis orejas con cierta sumisión. Le escuché hacer un sonido como si estuviera gimiendo de expectación, alcé la vista y vi se dirigía a mí. Sentí que mis labios se humedecían de la expectación por otro beso, pero esta vez se dirigió a mi pecho y se agachó sobre él. Me tomó por sorpresa nuevamente cuando sentí su presión sobre mí. No pude hacer más que llevar mis manos a su nuca y luchar conmigo misma para no repelerlo. Ese hombre hacía que perdiera la seguridad en mi misma ya que era demasiado impredecible.
Al llegar a la habitación él tomó la palabra ¿Que me haría un lugar corriendo sus piernas? ¡Patrañas! Falcon fue el primero en situarse y luego Jazmin. Yo fui con un poco de desgana y me trepé lentamente a la cama para luego hacerme un lugar sobre su cuerpo. Sus piernas estaban abiertas permitiendome adentrarme hacia él con mayor facilidad. Mel suspiró y le observé con un poco de inquietud. Pobre maese Falcon… ¿hasta dónde podría llegar? El semielfo hizo un chiste y me costó bastante contener la risa. Escondí mi rostro con mis brazos sobre el pecho de Leon apagando mis risas allí.
Sentí que el hierro líquido de su masculinidad comenzaba a solidificarse en el espacio entre mi vientre y entrepierna y le miré profundamente a los ojos, con el brote de alegría apagado en un santiamén. Su mirada reflejaba sentimientos que no podía comprender, me revolví inquieta sobre él tratando de evitar aquella protuberancia dura que cada vez ocupaba más espacio. Me preguntaba cuándo pararía el suplicio cuando Mac comenzó a contar su historia; en realidad no pude prestarle demasiada atención porque estaba muy incómoda, aunque al parecer no estuvo nada mal por las miradas que recibió de los otros.
Finalmente llegó mi turno, pero no me sentía con el ánimo de contar chistes y las historias no se me daban bien… Quería apartarme de él por el mayor tiempo posible y una idea comenzó a crecer en mi mente. Levanté mi cabeza del torso del hombre y me acerqué a su rostro lentamente, con sigilo. En alguna parte de mi mente esperaba ver el dichoso diente de oro que me fastidiaba cada vez más. Me agaché sobre su clavícula poniendo todo mi peso sobre su cuerpo y lo lamí con mi rasposa lengua desde allí hasta su oreja, culminando exactamente igual a como él lo había hecho sobre mi pecho. Le miré sintiéndome realizada cuando vi una pequeña marca allí. Mordí con suavidad su labio inferior y comencé a recular hasta bajar de la cama manteniéndole la mirada.
Con picardía comencé a mover mis caderas y brazos al compás de una antigua música que sonaba en mi cabeza. Me detuve por unos instantes cuando me di cuenta que las elfas con su voz me acompañaban. No era mi imaginación, realmente conocían aquellas triquiñosas melodías del pasado. En la mitad de la ejecución di un traspié, era el momento esperado. Caí de cabezas al suelo, golpeándome la cabeza con la esquina de la cama en el proceso y apretando mi brazo diestro con mi cuerpo. Claro que era posible haber podido zafarme de esa, pero mi intención es que hubiera sangre y cuando comprobé que en efecto, un delgado hilo de ese líquido carmesí bajaba de mi nariz comencé a reír a carcajada partida.
Me enderecé con precaución exagerando un poco el dolor y luego puse una cara con muchas emociones encontradas, siempre claro, manteniendo mi cabeza un poco echada para atrás. Lo… lo siento amo Leon, quería… quería que disfrutara de un buen momento y lo he arruinado. Mimi merece ser castigada. Agaché la cabeza y de reojo miré caer la llovizna sobre el verde jardín. Respiré hondo y con toda la pega me sequé un poco de la sangre con mi atuendo. Mimi dormirá en los cojines de allá dije con fingido dolor, mientras me encaminé hacia unos almohadones tirados al costado del sofá donde se encontraban las elfas.
Cuando el brujo dio la orden, me giré hacia él con cierto odio encerrado en mi pecho, pero pronto se apaciguó cuando se dirigió a mi para… ¿qué intentaba? Alcé una ceja y me dejé llevar por él por mera curiosidad. Puso mis manos sobre su pecho velludo y buscó la forma de sentir mi errático corazón. El suyo, por el contrario se mantenía con un suave murmullo acallado, un poco rápido, pero ni cerca de frenético como estaba el mío. Sentí sus fríos labios sobre mi piel ardiente y se me aflojaron las rodillas. No pude evitar sentir sonrojarme nuevamente y creí que me moriría de vergüenza. “Cosecha lo que sembraste” pensé tratando de visualizarme en un lugar feliz. Seguro por ese camino no podría seguir…
Me distraje tan sólo unos segundos, para volver a la realidad con otro beso. Esta vez fue cálido y suave. Sus labios se amoldaron a los míos con algo similar a la ternura. Quería evaporarme en el aire, desvanecerme y desaparecer. Pero ahí estaba él, tendiendo su mano frente a mí para que saliera y me uniera a él. Agaché la mirada y acepté su ayuda obedientemente aún sintiendo el calor que se expandía ahora a todo mi cuerpo. Después de ayudar a Mac y “Melwyn”, Leon se dispuso a secarnos. Por supuesto que no quería que sus manos tocaran mi cuerpo y que desvelaran la pureza que tanto me había costado mantener, pero nuevamente ahí estaba yo. Sin control de mi destino. Me mantuve sumisa, viendo como el tiempo pasaba, devolviendo a las elfas una mirada compasiva de cuando en cuando.
¿Sábanas de seda? Por sólo un momento y tan sólo un momento me tenté de la risa. Seguro que las sábanas de seda tenían mucho que ver con el amor. Suspiré y volví a agachar mi cabeza y con ella mis orejas con cierta sumisión. Le escuché hacer un sonido como si estuviera gimiendo de expectación, alcé la vista y vi se dirigía a mí. Sentí que mis labios se humedecían de la expectación por otro beso, pero esta vez se dirigió a mi pecho y se agachó sobre él. Me tomó por sorpresa nuevamente cuando sentí su presión sobre mí. No pude hacer más que llevar mis manos a su nuca y luchar conmigo misma para no repelerlo. Ese hombre hacía que perdiera la seguridad en mi misma ya que era demasiado impredecible.
Al llegar a la habitación él tomó la palabra ¿Que me haría un lugar corriendo sus piernas? ¡Patrañas! Falcon fue el primero en situarse y luego Jazmin. Yo fui con un poco de desgana y me trepé lentamente a la cama para luego hacerme un lugar sobre su cuerpo. Sus piernas estaban abiertas permitiendome adentrarme hacia él con mayor facilidad. Mel suspiró y le observé con un poco de inquietud. Pobre maese Falcon… ¿hasta dónde podría llegar? El semielfo hizo un chiste y me costó bastante contener la risa. Escondí mi rostro con mis brazos sobre el pecho de Leon apagando mis risas allí.
Sentí que el hierro líquido de su masculinidad comenzaba a solidificarse en el espacio entre mi vientre y entrepierna y le miré profundamente a los ojos, con el brote de alegría apagado en un santiamén. Su mirada reflejaba sentimientos que no podía comprender, me revolví inquieta sobre él tratando de evitar aquella protuberancia dura que cada vez ocupaba más espacio. Me preguntaba cuándo pararía el suplicio cuando Mac comenzó a contar su historia; en realidad no pude prestarle demasiada atención porque estaba muy incómoda, aunque al parecer no estuvo nada mal por las miradas que recibió de los otros.
Finalmente llegó mi turno, pero no me sentía con el ánimo de contar chistes y las historias no se me daban bien… Quería apartarme de él por el mayor tiempo posible y una idea comenzó a crecer en mi mente. Levanté mi cabeza del torso del hombre y me acerqué a su rostro lentamente, con sigilo. En alguna parte de mi mente esperaba ver el dichoso diente de oro que me fastidiaba cada vez más. Me agaché sobre su clavícula poniendo todo mi peso sobre su cuerpo y lo lamí con mi rasposa lengua desde allí hasta su oreja, culminando exactamente igual a como él lo había hecho sobre mi pecho. Le miré sintiéndome realizada cuando vi una pequeña marca allí. Mordí con suavidad su labio inferior y comencé a recular hasta bajar de la cama manteniéndole la mirada.
Con picardía comencé a mover mis caderas y brazos al compás de una antigua música que sonaba en mi cabeza. Me detuve por unos instantes cuando me di cuenta que las elfas con su voz me acompañaban. No era mi imaginación, realmente conocían aquellas triquiñosas melodías del pasado. En la mitad de la ejecución di un traspié, era el momento esperado. Caí de cabezas al suelo, golpeándome la cabeza con la esquina de la cama en el proceso y apretando mi brazo diestro con mi cuerpo. Claro que era posible haber podido zafarme de esa, pero mi intención es que hubiera sangre y cuando comprobé que en efecto, un delgado hilo de ese líquido carmesí bajaba de mi nariz comencé a reír a carcajada partida.
Me enderecé con precaución exagerando un poco el dolor y luego puse una cara con muchas emociones encontradas, siempre claro, manteniendo mi cabeza un poco echada para atrás. Lo… lo siento amo Leon, quería… quería que disfrutara de un buen momento y lo he arruinado. Mimi merece ser castigada. Agaché la cabeza y de reojo miré caer la llovizna sobre el verde jardín. Respiré hondo y con toda la pega me sequé un poco de la sangre con mi atuendo. Mimi dormirá en los cojines de allá dije con fingido dolor, mientras me encaminé hacia unos almohadones tirados al costado del sofá donde se encontraban las elfas.
Eco
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
León rió con el chiste de Melwyn y en modo de agradecimiento, la trajo hacia él y mordió suavemente su mejilla, haciendo un gruido como si fuera un León.
-¡Grroar!, ¡Delicia! ¡Ricura!-susurró apasionado y acercó su frente a la de ella y la miró fijamente a los ojos. Podía sentir que su cuerpo no estaba muy a gusto, pero imaginaba que tenía sus razones, aun más, porque quizá era la primera vez que estaba en un lugar así con un desconocido. Luego se apartó un poco sin dejar de sonreír con gozo y escuchó las palabras de Marah, cada vez mas entusiasmado, arqueando las cejas de vez en cuando, aprobando la historia. Cuando terminó, volvió a decía una sonrisa y dijo:
-Me ha encantado, no esperaba que fuera larga, pero es fascinante. Me recuerda la gargantilla con las que juegan mis niñas. Mañana después del desayuno haremos un juego, me tendrán que divertir, pero porque son nuevas haré que participen ustedes tres nomás-las miradas de algunas de las otras niñas lanzaron ojeadas con cierto recelo hacia los cuatro que estaban en la cama y León sonrió y les dijo en secreto:
-Son un poco celosas, pero se les pasa enseguida-guiñó el ojo y besó rápidamente con picardía el cuello de Jazmine para luego sonreír. Ahora Mimí tenía el turno. Ladeó las piernas como había prometido y que ella pudiera recostarse sobre su pecho. Empezó a lamerle el rostro con su lengua y León quedó algo desconcertado y aun más cuando empezó a bajar. No sonrió, por lo que no se pudo ver si tenía su diente de oro, había que mirarlo bien cerca porque estaba en la parte de arriba al lado de una primera muela pero bajó más de lo esperado hasta caer de la cama.
León continuó mirando sin decir nada, aún estaba desconcertado. Miró a las elfas en cuanto la chica empezó a sangrar de donde se había golpeado su cabeza.
-Lo… lo siento amo Leon, quería… quería que disfrutara de un buen momento y lo he arruinado. Mimi merece ser castigada-miró hacia el jardín externo donde la llovizna, Mimi dormirá en los cojines de allá dijo realizando una mueca de dolor y antes de que pudiera irse a los sillones, una de las elfas la detuvo, Maia y la abrazó por detrás con una mano mientras con la otra acarició su herida y pronto dejó de sentir dolor.
-Descuida, León no te castigará por ello-la volteó para que mirara ahora al trío que la observa con cierto desconcierto y León guió el ojo sonriendo amable como para entender que Maia decía la verdad-Regresa y…-se acercó a su oído-ronronéale un poquito-le dio un empujoncito para que volviera a la cama y otro más para que volviera a su posición, insistiendo. Después regresó a su lugar para dormir.
León no volvió a pedir más nada, las luces fueron apagándose a media que el sueño empezaba a invadir el cuarto y la magia de las dos elfas influía mucho más.
A la mañana siguiente, amanecerían juntos los tres misioneros, con Mimí al medio, a su derecha, Jazmine, y su izquierda Melwin. Ninguna de las otras niñas estaba en el cuarto, ni León, pero había una mesa allí con tres bandejas de un exquisito desayuno con deliciosos pasteles, jugos de naranjas, té y rosas que terminaban de decorar. Ahora a la luz del día, se podía ver cuan amplio era el lugar y que del lado derecho, habían extrañas cosas, cadenas, látigos, una cama más y una mesa, con cinturones de cuero y cadenas.
Cuando comenzaran a desayunar, rato después en el que podrían aprovechar las chicas para planear algo sobre sus objetivos, aparecería las voz de León detrás de ellas.
-Espero que les guste el desayuno mis pequeñas princesas. Después quiero que una de ustedes-señaló a Mimí y a Jazmine-ate a una boca abajo en aquella cama y le dé látigos-sonrió-Descuiden, no dañan, pero duelen un poquito, aunque no dejan marca, solo quiero ver quién es la mas valiente para llevar el collar. Para ti, hermosa Melwin, te sentarás en mi regazo acá en aquel sillón y cada cinco azotes, quiero que le digas que pegue más fuerte a la ejecutora. Recuerdo, que no lastima, son de un cuero especial, pero no dejan marcas ni dañan la piel, y en el último caso, tenemos a nuestras bellas elfas-guió el ojo a las jóvenes que acaban de entrar junto a la morocha hechicera. Las otras ingresaron rato despues para tomar asiento en los sillones y observar a la valiente y a la ejecutora.
-¡Grroar!, ¡Delicia! ¡Ricura!-susurró apasionado y acercó su frente a la de ella y la miró fijamente a los ojos. Podía sentir que su cuerpo no estaba muy a gusto, pero imaginaba que tenía sus razones, aun más, porque quizá era la primera vez que estaba en un lugar así con un desconocido. Luego se apartó un poco sin dejar de sonreír con gozo y escuchó las palabras de Marah, cada vez mas entusiasmado, arqueando las cejas de vez en cuando, aprobando la historia. Cuando terminó, volvió a decía una sonrisa y dijo:
-Me ha encantado, no esperaba que fuera larga, pero es fascinante. Me recuerda la gargantilla con las que juegan mis niñas. Mañana después del desayuno haremos un juego, me tendrán que divertir, pero porque son nuevas haré que participen ustedes tres nomás-las miradas de algunas de las otras niñas lanzaron ojeadas con cierto recelo hacia los cuatro que estaban en la cama y León sonrió y les dijo en secreto:
-Son un poco celosas, pero se les pasa enseguida-guiñó el ojo y besó rápidamente con picardía el cuello de Jazmine para luego sonreír. Ahora Mimí tenía el turno. Ladeó las piernas como había prometido y que ella pudiera recostarse sobre su pecho. Empezó a lamerle el rostro con su lengua y León quedó algo desconcertado y aun más cuando empezó a bajar. No sonrió, por lo que no se pudo ver si tenía su diente de oro, había que mirarlo bien cerca porque estaba en la parte de arriba al lado de una primera muela pero bajó más de lo esperado hasta caer de la cama.
León continuó mirando sin decir nada, aún estaba desconcertado. Miró a las elfas en cuanto la chica empezó a sangrar de donde se había golpeado su cabeza.
-Lo… lo siento amo Leon, quería… quería que disfrutara de un buen momento y lo he arruinado. Mimi merece ser castigada-miró hacia el jardín externo donde la llovizna, Mimi dormirá en los cojines de allá dijo realizando una mueca de dolor y antes de que pudiera irse a los sillones, una de las elfas la detuvo, Maia y la abrazó por detrás con una mano mientras con la otra acarició su herida y pronto dejó de sentir dolor.
-Descuida, León no te castigará por ello-la volteó para que mirara ahora al trío que la observa con cierto desconcierto y León guió el ojo sonriendo amable como para entender que Maia decía la verdad-Regresa y…-se acercó a su oído-ronronéale un poquito-le dio un empujoncito para que volviera a la cama y otro más para que volviera a su posición, insistiendo. Después regresó a su lugar para dormir.
León no volvió a pedir más nada, las luces fueron apagándose a media que el sueño empezaba a invadir el cuarto y la magia de las dos elfas influía mucho más.
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A la mañana siguiente, amanecerían juntos los tres misioneros, con Mimí al medio, a su derecha, Jazmine, y su izquierda Melwin. Ninguna de las otras niñas estaba en el cuarto, ni León, pero había una mesa allí con tres bandejas de un exquisito desayuno con deliciosos pasteles, jugos de naranjas, té y rosas que terminaban de decorar. Ahora a la luz del día, se podía ver cuan amplio era el lugar y que del lado derecho, habían extrañas cosas, cadenas, látigos, una cama más y una mesa, con cinturones de cuero y cadenas.
Cuando comenzaran a desayunar, rato después en el que podrían aprovechar las chicas para planear algo sobre sus objetivos, aparecería las voz de León detrás de ellas.
-Espero que les guste el desayuno mis pequeñas princesas. Después quiero que una de ustedes-señaló a Mimí y a Jazmine-ate a una boca abajo en aquella cama y le dé látigos-sonrió-Descuiden, no dañan, pero duelen un poquito, aunque no dejan marca, solo quiero ver quién es la mas valiente para llevar el collar. Para ti, hermosa Melwin, te sentarás en mi regazo acá en aquel sillón y cada cinco azotes, quiero que le digas que pegue más fuerte a la ejecutora. Recuerdo, que no lastima, son de un cuero especial, pero no dejan marcas ni dañan la piel, y en el último caso, tenemos a nuestras bellas elfas-guió el ojo a las jóvenes que acaban de entrar junto a la morocha hechicera. Las otras ingresaron rato despues para tomar asiento en los sillones y observar a la valiente y a la ejecutora.
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Re: León y sus niñas [Misión del gremio] +18
Marah y Eco finalizan la quest, cada una con 20 pts de exp y 400 aeros+capa de gremio y con rango de soldado Cuando Tarken retome, evaluaré si tiene ascenso.
Ansur
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