Misión Imposible Mac-Eco[Misión de gremio]

-Insisto.. podríamos simplemente desmayarlas con algo.. total es de noche. nadie se dará cuenta - me encogí de hombros - pero como prefieras. - "No dejan de ser niñas"  dijo ella y el recuerdo de las gemelas vino a mi mente - Créeme.. hay cada niña por allí que preferirías tratar con adultos - Nos separamos para buscar y un sonido llamó mi atención. Caminé hacia su origen y casi resbalo por algo que había en el piso desparramado, miré y eran pétalos de rosas a modo de camino. ¡Ja!" pensé mientras abría la puerta para ver al pequeño que se había armado una escena "romántica" - ¡Ja! - dije esta vez en voz alta asomándome apenas hacia adentro  - Cuando tengas más años morirás de vergüenza al recordar esto - agregué - y tápate que hace frío .- finalicé y cerré al puerta de un portazo.  "Maldito niño... me hace perder el tiempo " pensé mientras corría por un pasillo en busca de las que me interesaban realmente pues tenían en su poder lo que veníamos a buscar desde un principio.

Corrí un poco y abrí la puerta de la biblioteca que chirrió un poco al hacerlo. Me asomé hacia dentro y miré por encima para ver que allí no había nadie, además si hubiesen entrado en la biblioteca tanto Eco como yo las hubiésemos escuchado. Me giré de repente pues las voces de las niñas se oyeron claramente a la vuelta de donde estaba, potenciadas claro está por la casa vacía y en silencio a esas horas de la noche, por lo que salí veloz hacia allí para ver donde estaban. Venían a mi mente los dos collares que ambas poseían, uno de ellos había quemado a Eco al tocarlo, pero a ellas no les hacían daño alguno. Miré a mi alrededor para buscar alguna especie de trapo que improvisaría como guante pero no vi nada a mi alcance. A pocos pasos estaban los baños y allí seguramente podría encontrar algo como eso.

Cuando giré a la derecha pude ver a las niñas forcejeando con algo intentando salir del jardín, miré alrededor en busca de Eco pero una columna me tapaba casi toda la vista. - Las encontreeee- comencé a decir en tono melodioso y las pequeñas me miraron. "¿Qué collar serviría?" me pregunté al verlas y no me quedé analizando mucho pues el primero que pudiera tomar sería el adecuado.. después de todo sólo tenía que ser de diamantes según la descripción de los inútiles jefes que nos buscamos. Puse cara de tristeza y preocupación de repente mientras me acercaba - ¿Estas bien dulzura? ¿Quieres que te ayude? - pregunté y miré a los lados en busca de Eco.. quizás si ella no me veía desmayarlas todo saliera bien después de todo...
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offrol: Marah es un amor con los chicos xDDD

Caminaba por el pasillo, olfateando y mirando con cautela. El sigilo era parte de mí, mucho más si se trataba de un juego. De pronto un pequeño bultito oscuro comenzó a desplazarse hacia lo que parecía el jardín que habían mencionado anteriormente. Sonreí para mis adentros y la perseguí como si de una pequeña presa se tratase: aunque realmente lo era.

La oscuridad reinaba, ni siquiera la madre luna parecía demasiado colaborativa en esa noche fresca. Me acercaba a ella, por el tamaño estaba segura de que era la más pequeña, mi linda Cloe. Pero no me esperaba que esos pequeños demonios me emboscaran. Probablemente los refuerzos hubieran estado ahí esperando, ya que no sentí ruido alguno tras de mí, solamente algunas hierbas atorándose en mi pelo y el olor a rosas. “ Mi pelo” pensé. Hacía nada lo había lavado con tanto esmero…

Las risas se alejaban rápidamente, “Já, se creen que serán más rápidas que una chica tigre…” dije para mi misma dándoles un poco de ventaja. De pronto escuché a Cloe quejarse y me apuré hacia ellas. Respiré aliviada cuando vi que no era nada importante. Solamente se había enganchado su collar en… ¿su propia manga?. Esto se ponía bastante bien. Me alisé el pelo lo mejor posible y quité algunos pétalos para parecer un poco más… adulta. Caminé lenta y sigilosamente.

Estando a un par de metros de la jovencita hice notar mi presencia con una voz gruesa y maléfica. Fih, fah, fuh, huelo a carne de niña. Y de Mac pensé atónita para luego parpadear un par de veces y verla casi frente a mí. Se había materializado de la nada. Ella miraba hacia los lados con algo de consciencia. Esperaba que no estuviera pensando en cosas malas. Avancé lenta y aparatosamente unos pasos Nadie se salvará, Yuliglieta tiene sed de venganza dije saboreando las palabras, aunque en realidad no lo sintiera.

Collar de Cloe:

Collar de Lana:

Collar que tiene de obsequio Mateo:

Mateo pareció decepcionarse con las palabras de Susan y se quedó mirando la cajita que tenía en sus manos, pensativo, tratando de formular un nuevo plan de conquista.

Mientras tanto, en el pasillo que estaba entre el patio y los baños, Lana terminó de desenganchar a su hermana del collar que llevaba puesto y miraran a ambas primas con una sonrisa traviesa, resignadas a que habían perdido el juego. Pero la hermana más grande se adelantó un paso y explicó.

-Se le había enganchado el collar, pero ya está-señaló a la pequeña que sonrió mostrando sus dientes para dar más simpatía. Uno le faltaba, demostrando que estaba saliendo de la edad de los dientes de leche.

-¿Te gusta?-preguntó Cloe al ver la mirada de ambas mujeres, mientras se desprendía el collar ante la mirada escandalizada de su hermana-Me lo dio tía Dilma, pero no me gusta mucho. Oí que necesitabas algo para una fiesta Susan…-dijo y tendió el colgante a las manos de la joven.

La niña había escuchado a hurtadillas la conversación de la sirvienta con su prima. El collar que entregó no quemaba y una vez que lo recibiera, Lana diría.

-No le gusta porque no son diamantes de verdad, y tía Dilma lo protegió para que no se lo robaran y gastó energía con todo su cariño en ese obsequio. Sólo será un préstamo, ¿no Cloe?-dijo fulminando a su hermana con la mirada, nada contenta con la acción.
-Claro, porque tiene preferencia porque Mateo le de el collar de diamantes a Elizabeth, y no entiendo porqué se lo da para que se lo obsequie si a él  no le gusta-replicó la niña, muy molesta pero volvió a mirar a Susan y cerro sus manos en el collar y con una sonrisa, diría-Pero… Puedo prestártelo… Mi hermana tiene razón…-diría apenada al no poder regalarle el collar a su prima. Miraría a Yuli luego-¿Tu necesitas algun collar? En mi habitación tengo más-

Mateo, en un acceso de rabia, había tirado muebles y ropas por toda la habitación, e incluso encerrado con llave la puerta y ventanas, para meterse después bajo las frazadas, sin querer atender a nadie, muy avergonzado de su actitud y la respuesta de Susan.

La conversación de las niñas sobre todo con Mac fue un tanto difícil para mi de seguir. Lo que pude sacar en claro fue que los collares que ellas portaban no eran los reales. Suspiré aliviada, realmente no me hubiera gustado tener que hacerles algo. Observé a mi compañera y como con efecto retardado le devolví la mirada. Como siempre, “Elizabeth” había podido salir del dilema sin inconveniente alguno. Incluso yo, casi me trago su estratagema.

Les acompañé cuando la bruja dijo de ir hacia la cama. Esta vez tenía que hablar con ella y estaba conforme con la decisión, aunque, pensándolo de otro modo, esta sería la última vez que vería a la pequeña Cloe y eso me dejaba un pequeño nudo en la garganta. Cuando Mac se volvió hacia mi, tragué saliva y pretendí que todo estaba en perfecto orden. Le escuché con tranquilidad e inferí que algo le habría hecho ella cuando nos separamos. Me mordí el labio superior, tratando de reprimir una sonrisa. Si él estaba enojado con ella, probablemente no le hubiera hecho nada malo a su cuerpo. Agaché las orejas involuntariamente, ellas sí se mandaban solas y se reían mucho.

El momento de distensión para mí acabó en cuanto ella mencionó la parte de la aplicación de electricidad. Estiré la cola y me froté las manos. Ser más derecha que tú no es tan difícil le dije con una sonrisa, tratando de aligerar la carga de lo que acababa de escuchar. Está bien, está bien. Le convenceré, pero le devolveremos el collar a Cloe. Sé que no lo tienes que hacer, pero te deberé una. Busqué sus ojos y esperé su respuesta.

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Una vez que me despedí de las pequeñas y cerramos la puerta de su cuarto, miré a Mac. Era ya la hora. Bien, si está enojado contigo no escuchará razones. Dale una descarga… moderada ¿quieres? le dije mirándola con ojos suplicantes mientras le entregaba la punta de mi cola Si, a la cola. Tengo que poner una voz lloricona y eso no me sale. Arqueé mis cejas, trabé los dientes y cerré los puños con fuerza esperando la no esperada respuesta.

La pequeña Cloe se apenó un poco de que el collar no fuera verdadero y soltó un suspiro, pero entendió las palabras de su prima Susan y tomó de regreso la joya. Lana sonrió contenta de que su hermana no pudiera lograr regalar el obsequio de su tía y la tomó de la mano, pero la pequeña se soltó y empezó a correr después de lo que habló Yuli.
-Va a decirle a Mateo que nos contarás un cuento-explicó Lana a ambas primas.

La pequeña no tardó en regresar y respondió algo frustrada, cruzándose de brazos.
-Mateo se quedó dormido parece, no me responde, pero iremos al cuarto y las esperaremos mientras buscan a Mateo-diría y sonreiría después con entusiasmo, ensoñando el cuento que escucharía.

Yuli y Susan las acompañan hasta la habitación e ingresan sin despedirse, esperando que pronto regresaran para el cuento.

Mateo se encontraría medio dormido, en el cuarto con las cosas tiradas, entre sillas, ropa y abrigos. La cajita con el collar la tenía en su mano, acostado boca abajo con una mano bajo el abdomen, donde tenía la joya de diamantes. La puerta estaba con cerrojo y llave. Deberían intentar convencerlo de alguna manera. Estaba todo oscuro, porque las lámparas de aceite estaban apagadas, y la cortina de la ventana cerrada.

Mac pareció alegrarse al escuchar lo de la descarga “realmente es torcida esta muchacha” pensé, pero luego pareció no resultarle del todo alegre la situación y se contentó con darme un buen toque. Había hecho bien en prepararme para psicológicamente para eso, aunque toda la predisposición del mundo hubiera resultado nada al momento de la verdad. Sentí la mano de Mac rodear mi tensa colita y luego una especie de patada que me sacudía todo el cuerpo violentamente. Mi corazón se aceleró en un par de latidos y allí me encontraba yo al acabar la experiencia, en cuatro patas en el suelo, respirando por la boca y con dificultades para concentrarme.

Wow, que subidón casi grité, la adrenalina bloqueaba un poco mis oídos y las lágrimas comenzaban a brotar. Me puse en pie y saqué una de mis garras, la del dedo meñique de la mano diestra, miré a mi compañera y susurré Olvídalo, no nos querrá hablar, yo me encargo. Con cierta parsimonia, mucha pericia y práctica, después de lo que parecieron tres o cuatro minutos largos en los que me chupaba los mocos para no limpiarlos y parecer más apenada escuché un “ka-chink” y supe que la puerta se abrió, giré el pomo aún en cuclillas y ésta cedió con el más mínimo movimiento.

Me puse de pie y abrí la puerta de par en par. La única luz que iluminaba la negra habitación era la que ingresaba desde el pasillo por nuestras espaldas y no era suficiente para un trabajo ágil. Lo poco que se veía delataba que o el niño testosterona tenía problemas con el orden o había tenido un acceso de ira. Miré a Mac No quiero imaginar qué ha pasado. Le despertaré, no hagas nada raro y mantente medio escondida, ¿si? mi voz aún estaba quebrada, sólo necesité imaginar a la bruja cerca de mi cola nuevamente y las lágrimas llegaron como cascadas golpeando mis mejillas sin piedad.

Me eché sobre el cuerpo de Mateo, podía sentir su calor, su suave respiración y el aroma dulce de rosas bañándolo. No me costó trabajo comprender esa rara posición en la que se mantenía ya que la oscuridad era un adorno más para mis félidos ojos. Le abracé por encima de los hombros y le susurré al oído, dejando que las lágrimas cayeran en su rostro. Mateo… querido, despierta repetí varias veces mis palabras hasta que pareció espabilar, momento en el que me arrastré contra la pared más cercana, buscando quedar iluminada por lo poco de luz que entraba desde fuera.

…Mi mente corría en círculos y no sabía que decir, por lo que me mantuve sollozante por unos momentos, luego se me encendió una idea y comencé a desarrollarla rápidamente. Elizabeth, ella… se ha enojado por su reacción más temprano y amenaza con marcharse. Parece arrepentida o algo. ¿Qué ha pasado? No… no me lo digas me sequé las lágrimas y mocos reservados con el antebrazo y le miré el rostro, tratando de escudriñar cómo debería seguir. Ayúdame Mateo o estaré en problemas chillé un poco y abracé mis piernas. Te necesito… Hice una última pausa y me tiré hacia sus pies Quizás podamos convencerla si encontramos el dichoso collar para gran baile.

Mateo se incorporó, volteándose en la cama y observó a donde estaba Yuli. Se cruzó de brazos, aun con la cabeza apoyada en la almohada sin deseos de levantarse. Parecía muy frustrado. Estiró un brazo hasta la lámpara de aceite donde giró una perilla y se encendió la vela. Luego volvió a cruzarse. Giró la cabeza hacia un lado ofendido y sonrjado cuando vi a Susan en la puerta.

-¿Elizabeth?-bufó el muchacho. Se había quedado un poco incómodo cuando Yuli lo abrazó por la espalda, tirándosele encima. Miró la cajita que portaba en sus manos y blanqueó los ojos-¿Cuando has hablado con ella? Ella vive casi en las periferias… No sé por qué demonios me busca tanto si la odio. Ti me dio este collar para que se lo regalara a ella, pero quería dárselo a Susan porque le quiero. Siempre me escribió diciendo que me quería…No se de que reacción hablas...-explicó en muchacho haciendo girar entre sus dedos la pequeña caja con la joya-Dilma quiere que me case con ella, pero no la amo a Elizabeth. No me importa si se marcha de la ciudad. Es demasiado pobre para mí y no sabe nada de clase-.

Yuli se lanzó a los pies del chico, pero restó importancia sumido en sus pensamientos. Miró hacia la puerta, donde suponía que estaba Susan pero no la vio por la poca luz que había. Estiró la cajita del collar hacia su prima para entregárselo.
-Dáselo tú, pero que tía Dilma no se entere, ya me encargaré yo de que Elizabeth no me arruine nada-luego de entregarle la joya, se giró de costado hacia la ventana, dándole la espalda a Yuli-Ella dijo que me quería… pero dale ese collar de mi parte…-terminó el muchacho, pero parecía querer decir algo mas, pero no se animaba.

Casi era el amanecer y un carruaje se detuvo en la entrada del lugar. El chofer dejó las riendas de los dos caballos para ir a abrir a las verdaderas primas Yuli y Susan totalmente cubiertas con abrigos. Caían los primeros copos de nieve y hacía mucho frío. Aun todo estaba muy oscuro.

Nota: buscar un modo de salir de la casa.

Por algún motivo misterioso y desconocido había nombrado a Elizabeth, un nombre que salió de alguna de las pequeñas minutos atrás y por gracia divina…¡había dado resultado! Asentí al chiquillo, le despeiné un poco, tomé la cajita que me estaba encomendando y partí hacia el lado de Mac para no volver a despegarme de ella. Debo admitir que me sorprendió verla besarle, pero me contenté con sonreír.

Te estás ablandando le dije dándole un pequeño empujoncito en el hombro. Los hechos subsecuentes llegaron muy rápido. Mi compañera habló de salir por la puerta principal, al principio me pareció una especie de sacrilegio, pero dado que esa mansión era como un laberinto sin salida acepté de buen grado. Con lo que no contaba era la pronta llegada de las verdaderas sobrinas. Tragué saliva y me dispuse a seguir a Mac hasta la muerte. Cuando ella le dijo a un guardia que podríamos solas con el equipaje yo me debatía entre salir corriendo o quedarme.

Mi vista fluctuaba nerviosamente entre los guardias y las jóvenes que se acercaban bajo finos abrigos de piel. Fuera de la verja y por algún motivo desconocido estaba Panda, esperándonos para partir. Se encontraba agazapado, como si estuviera acechando. Al encontrarme con su mirada, sentí que el mundo se detenía y que estaba preocupándome por nada. Respiré profundamente y ataqué con halagos a la sobrina que me quedó, la verdadera Yuli. Espero que todo sea de vuestro agrado, las habitaciones les esperan preparadas y el desayuno en breve estará en camino. Esperadnos enfaticé las últimas palabras con una sonrisa inocente y dulce. Les reverencié discretamente y atravesamos el portón que nos regalaba nuevamente nuestra libertad.

Cuando estuvimos fuera de rango de visión de nadie, me eché al suelo y abracé con todas mis fuerzas al tigre abandonado. Oh mi corazón, ¿te has escapado? Lo bien que has hecho, estaba tan preocupada…. Observé a Mac y entre sonrisas le guiñé un ojo. Lo habíamos conseguido.

Mateo sonrió con el beso de la muchacha, y los guardias nunca dejaron de mirarlas confusos a las dos que se dirigieron a lss carruajes para recibir a las verdaderas Yuli y Susan, quienes tambien miraron extrañadas a las jóvenes. Esa tarde sería una muy poco común en la mansión de la tía Dilma.

Un carruaje llegó después de dos horas, cuando el frío se intensificó. Ambar abrió la puerta trasera del coche y las llamó para que ingresaran. Sonrió con triunfo al ver que las muchachas habían logrado el objetivo.

Gabret no estaba esta vez.

-Buen trabajo muchachas. Han demostrado que son de fiar en el gremio, por ello quiero decirles que serán veteranas-tomó la caja con el collar y tras echar un vistazo rápido, lo guardó en el bolsillo de su chaqueta y agregó mirándolas a ambas. No tenia su aire altivo de costumbre-Cuando lleguemos a casa, os daré vuestra recompensa-

El carruaje comenzó a alejarse del lugar, en dirección a Lunargenta, a la entrada de una mansión donde estaban las habitaciones nuevas de ambas mujeres. Había una entrada de allí mismo hacia la guarida del gremio en las catacumbas. Allí Gabret ordenó que les dieran un buen desayuno, además de un cofre con la recompensa y que pudieran retirarse a descansar.


Marah: asciendes a rango de  Veterano

Guantes de cuero:

*Medalla de gremio
*800 aeros
*23 puntos de exp.

Eco: asciendes a rango de  Veterano

Guantes de cuero:

*Medalla de gremio
*800 aeros
*25 pts de exp.

Nota: los guantes son ipermeables del lado interno, pero por el lado externo apenas tienen una sustancia poco húmeda, con olor en uno de los dedos sonmífero, líquido paralizante, y un filo en otro que sirve de arma.