Cacería [Kalec-Epilor] [Misión de gremio de Luchadores]

Ben de Berberas, un joven no muy joven llevaba de las riendas a su caballo blanco. Tenía una ballesta a su espalda, una espada y sogas en su cinturón, y cruzado a su pecho, unas cuantas dagas y dardos alternados entre sí. Su rostro reflejaba el mal humor que llevaba consigo. Soltaba maldiciones a los cuatros vientos.

Cuando alguien se le acercara, diría de mal modo.
-¡¿Y tú qué ves?! -suavizaría la expresión al ocurrírsele una idea y en sus labios se formaría una sonrisa cruel-Ya que estáis... necesito ayuda para capturar vivo o agonizante a un jinete muy escurridizo-Advierto que está bien armado. Se dirige a Lunargenta... Es un sirviente de mi señora Chena de Berberas, que ha escapado... Si podéis ayudar, están seguramente tendrán lugar en nuestro hogar, pero advierto que no será fácil. Podrían resultar heridos o... morir-

-¡¿Qué esperan?! ¡Id por él maldita sea!-exclamaría el muchacho con furia-¡Es un jinete que lleva capucha marrón y una marca de fuego en su brazo con forma de dragón!-

Off rol: misión de riesgo. Deben estar conscientes que pueden morir o ser mutilados. Pueden responder en el mismo tema si aceptan o no la misión, y en caso negativo, rolear marcharse, y caso afirmativo, rolear ir en dirección al bosque que está antes de llegar a Lunargenta.

> Accediendo a la memoria de recuerdos.

> El "liberador de la puerta maldita" regresaba de los eternos bosques de Sandorai en dirección a Lunargenta. Allí sus sistemas de ubicación y localización funcionarían mejor al ser dicho lugar una zona tan familiar para él, y gracias a ello iba a ser capaz de dirigirse a la Base de los Bio para una revisión de sus sistemas.

> Como era usual, los lentos y pesados pasos de Épilor dejaban notables marcas al hundirse en la tierra, producto del gran peso que sus piernas robóticas cargaban. Su largo viaje llegaba a su fin, no faltaba demasiado para arribar a destino, y él lo pudo inferir al observar a un hombre junto a su caballo. Confiaba en que no era un viajero ya que no cargaba equipaje además de sus amenazantes armas. Con sus cuatro visores luminosos observaba al humano malhumorado.

> Este último habló, exigiendo respuestas. - Esta unidad analiza su procedencia con el fin de suponer una localización actual. - Explicó Épilor con voz grave y potente. El hombre volvió a hablar, solicitando ayuda, algo que el bio-cibernético procesó durante segundos. - El pedido es procesado como una orden. - Su voz artificial habló nuevamente.

> Los cálculos del hombre-máquina le indicaban que la posibilidad de ser herido era baja, puesto que su coraza era muy resistente. El humano habló en plural en su última frase, algo que confundió al bio ya que hasta entonces él no se había percatado de una tercera presencia.

> Entonces comenzó a caminar en dirección al bosque, en búsqueda del dichoso jinete.


Off: acepto la misión. Luego edito y agrego los colores.

El dragón había salido temprano a estirar las alas y volar, lo hacia todas las mañanas como un ejercicio para mantenerse en forma, volaba durante un par de horas, luego buscaba un lago donde nadaba durante otra hora, aprovechando para pescar el desayuno. Tras lo cual vuela hasta unos kilómetros de la ciudad, donde adopta su forma humana y se pone sus ropas. Llevaba ropa abrigada, con botas altas, espinilleras y brazaletes de metal. Su chaleco era de cuero, con refuerzos metálicos, lo suficientemente duro para aguantar un flechazo o el ataque de un arma blanca, o al menos en parte. Odiaba aquellas ropas, se sentía incómodo con ellas, pero suponía que todo era acostumbrarse, prefería algo de incomodidad que alguien le atravesara el pecho con una flecha o que en una pelea le sacaran las tripas con una espada o algún otro tipo de arma cortante. También tenía una espada, el único objeto que había conservado de cuando en su hogar aprendió a moverse con su cuerpo humano, a luchar con el y a aprender sus imitaciones, pero también sus ventajas.


Estaba a punto de abandonar el bosque, para coger el camino que se habría como una cicatriz negra en la tierra cubierta de hierba o nieve, cuando ve a un tipo montado en caballo, iba bien pertrechado, una ballesta, espada, dagas, un arma que no reconoce, pero también pequeñas y cuerdas. También ve que en el camino, había otra cosa, si, cosa, pues aquello no parecía ser humano, elfo, hombre bestia o alguna de las otras razas que él conocía. Parecía uno de esas criaturas robóticas de las que había oído hablar, encuentra a aquella cosa bastante desagradable, pero ninguna le había hecho nada malo, de modo que de momento no tenía nada en su contra. Se limita a apoyarse contra un árbol y ladear la cabeza para escuchar mejor, si el hombre o el cibernético, miraban lo verían, pues tampoco tenía porque esconderse. No presta demasiado interés hasta que escucha el hombre de Chena de Berberas. Con una mueca de disgusto se rasca la mejilla donde había empezado a crecerle una barba de tanto que usaba su forma humana y tenía miedo de afeitarse pues temía cortarse un trozo de cara y morir desangrado, había escuchado ese tipo de cosas y no sabía si eran exageraciones o historias reales. Eso de que podrían resultar mal heridos o incluso morir no le gusta nada, pues era un ser de carne u hueso como cualquier otro y no cree que un dragón sin un brazo o muerto pudiera servir de mucha ayuda a esa tal Chena ni demostrar así al viejo Raizo que él podría dar orgullo y honor a la raza de los dragones, las palabras del viejo aun le escocían en lo referente a aquel tema, el dragón azul siempre se había pensado un buen ejemplo de un miembro de su raza. Aprieta los puños con enfado.


-Maldito viejo… te demostraré que soy un dragón de verdad.- Dice con dientes apretados a si mismo.


Aun así su experiencia en el santuario o templo de la montaña donde Raizo lo había capturado por ser un estúpido y un confiado con un desconocido, lo había vuelto desconfiado y más precavido, por lo que tras escuchar la descripción del tipo que tenía que buscar, asiente para sí. Como dragón llamaría mucho la atención y aquel tipo del tatuaje de dragón, podría ser peligroso, ese tipo de marcas solían llevarla caza dragones, de modo que tendría que mostrarse mucho más cauto de lo que ya solía serlo. Probaría a buscarlo en forma humana, su aprendizaje de rastreo había sido bueno, pero hacía años que no rastreaba nada como humano, aun así lo intentaría. El primer sitio sería el bosque donde ahora mismo estaba, era el primer lugar donde alguien que huye se metería. Buscaría por los alrededores, en claros y sitios así en busca de pistas de alguien que hubiera acampado en las últimas horas o noches. Como siguiente recurso… adoptaría su forma de dragón, no cree que pudiera ver gran cosa con las copas de los árboles, pero podría ver columna de humo de alguna hoguera o algún rastro en algún claro libre de ramas. Tenía los sentidos más desarrollados que un humano normal, de modo que haciendo uso de su vista, olfato, oído y ese sexto sentido que te ponía los pelos de la nuca de punta cuando te sabias observado o en peligro. Se adentra a pie en el bosque, haciendo memoria de si cuando había estado volando en dirección al lago donde había nadado, había olido o visto algo inusual.




Off-rol: Acepto con algo de reticencia, mi personaje ira a investigar, pero si ve que el individuo le va a vencer de forma amplia, no se va a enfrentar a él. Primero investigara, observara y acechara. Pero si ve que capturar o matar al tipo del tatuaje y capucha marrón, supone un peligro muy alto no ara nada.

Cuerno de batalla y armas:

El sonido de un cuerno llamando a batalla sonó en algún punto del bosque. El jinete llamaba a otros. Quizá no se dirigía exactamente a Lunargenta, pero sí a su hogar que podría estar en las cercanías. Ese llamado podía significar compañía.

Epilor y Kalec lograron ver al jinete a todo galope y si miraban a la dirección en que iba, podrían observar que iba hacia unas ruinas. Cuanto más se acercaran, podrían percibir el peligro, y la alerta de enemigos. Se escuchaban muchos aullidos de lobos, sin embargo el jinete moreno a quien la capucha se le había caído dejándole al descubierto el rostro, era el único a la vista. Tenia un arma en sus manos, algo muy peligroso para quien se le acercara.

Ellos iban a pié, él a caballo y resultaría muy dificil igualar su velocidad, por lo que deberian resignarse a perderlo de vista y arriesgarse a entrar en la guarida de él para capturarlo... si es que lograban enfrentar a quienes estaba llamando con el cuerno.



Off rol: Kalec, puedes abandonar si quieres.

> Accediendo a la memoria de recuerdos.

> En la lejanía (irónicamente, una lejanía cercana) se oyó un sonido grave y seco. Por medio de un breve análisis y una revisión de su base de datos, el bio dedujo que aquel sonido probablemente provenía de un instrumento de aire, y más importante aún: el fin de ese sonido podía ser el de alertar a otros, y teniendo en cuenta la orden anteriormente recibida, aquello significaba un potencial peligro.

> Un jinete encapuchado apareció de manera repentina en el bosque, su caballo galopaba a una velocidad que Épilor no podría alcanzar a pie, de todas formas él comenzó a caminar en dirección al misterioso hombre -quien podía ser su objetivo- a un paso lento y ruidoso, como siempre lo hacía.

> A medida que avanzaba hacia el punto en el que el jinete se había perdido de vista oía varios aullidos que amenazaban al bio en un sonido agudo, debido a la alta frecuencia de estos sonidos los receptores auditivos comenzaban a fallar un poco, confundiendo al hombre-máquina y sus sistemas.

> A lo lejos observó al jinete, ahora con el rostro descubierto, revelando a un muchacho moreno que se adentraba en un grupo de ruinas. Épilor lo siguió y se detuvo en la entrada de la antigua estructura, procurando observar el panorama, medir riesgos, enemigos y los posibles inconvenientes que podrían ocurrir. Su coraza lo protegería -o eso creía el robot- ante cualquier ataque, siempre y cuando este no fuera excesivamente fuerte.

Cuando el muchacho estaba adentrándose en el bosque, ve entre la maleza a un jinete a todo galope por un sendero, no tiene mucho tiempo de ver los rasgos del jinete, alguien de piel bronceada y aspecto joven. En pocos segundos lo pierde de vista, pero al menos sabe por dónde seguirle la pista. Tras de sí, escuchaba los pesados pasos del hombre cibernético, pero no le hace mucho caso, aquella forma de vida, si es que aquella era una forma de definirlo, lo ponía nervioso y prefería no acercarse a una cosa así. Siguiendo las huellas del caballo que había pasado a galope, llega las cercanías de unas ruinas, usa un grueso árbol para ocultarse y espiar. Se escucha el sonido de un cuervo, el joven suelta un suave gruñido de disgusto, entre aquel sonido y el de aullidos de lobos, le hacen pensar que aquel tipo no iba a estar solo y la última vez que se adentró con confianza en un sitio como aquel, había acabado con un brazalete que lo había obligado a adoptar forma humana y lo había dejado indefenso, sin contar con las docenas de cuernas que unos arqueros ocultos le habían lanzado para inmovilizarlo.

Mientras sopesaba sus posibilidades, ve al cibernético emerger de entre la maleza del bosque ruidosamente y dirigirse hacia la entrada de las ruinas, el muchacho se encoge de hombros, genial, se mantendría oculto y observaría lo que pudiese para ver si al cibernético le pasaba algo, de todos modos se mantendría en el lugar vigilando, en algún momento tendría que salir alguien de aquellas ruinas, y con suerte se haría una idea de si allí había alguien más que la persona que perseguían o no. De todas formas el tipo de la ballesta a caballo que había hablado mencionado a Chena, no le había dado muchos detalles sobre al hombre que le habían ordenado seguir, no era un dragón estúpido y no se dejaría caer nuevamente en otra trampa, si Chena o aquel tipo querían que capturase a una persona necesitaría más detalles que una simple descripción vaga. Desenvaina su espada, manteniendo la hoja hacia abajo y la empuñadura sujeta con las dos manos, observa oculto tras el tronco de un árbol, al cibernético y esperando ver si sucedía algo.




Off-Rol: El rol me está resultando un poco difícil por la falta de información, supongo que es para mantener oculto las habilidades o cosas así sobre el personaje que nos han ordenado seguir, pero la falta descriptiva o la falta de más historia, me hace que me cueste responder a este rol de forma más elaborada y directa. Lo siento.

Epilor y Kalec habían quedado cerca de las ruinas, y pudieron escuchar el llamado lejano del jinete mientras se adentraba en el lugar.
-¡Elediric! ¡Elediric!-

De los muros más cercanos de esas ruinas, saltaron media docena de lobos y de dos edificios que estaban mas adentro, aparecieron en los techos, unos cuantos ballesteros examinando la zona. Vestían con pieles. Un remolino  de viento comenzó a formarse en lo lejos, quizá en lo que era el centro de ese lugar. Cobró fuerza y empezó a dirigirse a donde estaban Kalec y Epilor. ¿Magia negra? Posiblemente. Alguien venía a recibirlos.

Las ramas de los arboles donde estaban ambos comenzaron a agitarse con fuerza, y a golpearlos, como si tuvieran vidas propias. El dragón recibió un rasguño en su frente, y Epilor fue derribado al suelo al suelo al cáersele una gruesa rama encima. Necesitaría mucha fuerza para quitarsela de encima.

Los lobos comenzaron a acercarse a ellos, lentamente, gruñuendo y con deseos de despedazarlos. Tres se abalanzaron sobre el biocibernético, sobre él, pero sin morderlo aún. En tanto que los otros tres, arrinconaron junto al tronco del árbol donde estaba al dragón, y disfrutaban el miedo de él. Era licántropos.

El remolino dio paso a un manto de neblina que empezó a cubrir todo el lugar, y el sonido de dos caballos se acercaba. No habian solo licántropos en esas ruinas.


Nota: Busca una forma de librarte de los licántropos. Sienten el miedo y cualquier indicio de ataque, se defenderán.

> El bio era demasiado lento para reaccionar ante lo que sucedía, comprendía todo, sin embargo sus movimientos eran muy tardíos. La gran rama que presionaba su cuerpo lo aprisionaba contra el suelo junto a el trío de licántropos que lo amenazaban entre gruñidos. Se mantuvo varios segundos, alcanzando el minuto, contemplando las posibles maneras de liberarse de aquellas ataduras. Falto de ideas Épilor emitió un enérgico grito, un rugido que llegaría a escucharse desde lejos, cuya potencia era tal que producía una leve vibración en la maciza coraza del bio e incluso se podía detectar una leve saturación de sus emisores de sonido.

> Tras su potente grito de guerra Épilor sacudió su cuerpo cual perro se sacude el agua, procurando quitarse de encima a los individuos que cargaba sobre su cuerpo. Empujó la gran rama hacia un costado mientras se alejaba de ella, la forma redondeada en el pecho de su coraza agilizó el proceso.

> Al bio-cibernético no le preocupaba recibir daño, sin embargo le preocupaba que el humano siendo amenazado por los tres lobos sí lo recibiera. No era prudente atacar en una situación como aquella tomando en cuenta los ballesteros, los amenazantes lobos y el sonido de refuerzos arribando, aunque era necesario asegurar la salud del humano se mantuviera intacta, en los límites de lo posible.

El dragón escucha los gritos del jinete al que perseguían, no sabía si el grito era anunciando su llegada, si llamaba a alguien o si se refería a alguna otra cosa. Entonces, ve salir de entre las ruinas un grupo de lobos y hombres. Justo cuando había decidido que tenía que salir de allí lo antes posible, observa que los hombres iban armados con ballestas y se apostan en los tejados de los edificios, por lo que adoptar forma de dragón no era una opción viable. Echa a correr justo cuando aquella idea le llega a la mente, sabedor de que los ballesteros podían alcanzarlo, procura que a su espalda quede el árbol tras el que se ocultaba y el de otros árboles que había por la zona. En su mente no estaba caer de nuevo prisionero en manos de nadie. Mientras tanto, los lobos corrían hacia el cibernético y hacia él, mientras un remolino de viento se había formado en las ruinas y también se dirigían hacia ellos, como si los lobos y los hombres armados no fueran suficientes.


Las ramas de los arboles parecían querer agarrarlo e inmovilizarlo, y aunque alguna le hace algún rasguño en la cara o las manos, eso no lo iba a detener, se abre paso con la espada, cuya refulgente hoja azulada, cortaba las ramas como si solo la hendiera aire. Corre en el bosque, alejándose del lugar, pero en su maldita forma humana, pese a ser algo más rápido y fuerte que un humano normal, aquel cuerpo bípedo tenía un límite, y se ve rodeado por tres lobos que lo arrinconan o eso piensan estos. El dragón se había alejado lo suficiente entre los árboles para que los ballesteros no alcanzaran a verlo ni le alcanzaran sus proyectiles, pues el joven no se había quedado mirando verse venir los lobos y había corrido un buen trecho. Su piel humana se ilumina por los tatuajes luminosos que cubrían su cuerpo antes de transformarse, aunque aún no lo hace. Pues se había percatado que los lobos no eran tales, si no, licántropos.


-Sé que podéis entenderme.- Dice mientras mantiene la espada en posición, delante de él, sin atacar, pero manteniéndose alerta ante un posible ataque.- No quiero problemas, sólo estaba de paso, vi a un hombre galopar en su caballo a toda velocidad y me pareció algo extraño y decidí seguirlo para averiguar que sucedía. Mis intenciones solo eran satisfacer mi curiosidad y quizás ayudar en caso necesario.


El dragón estaba haciendo también uso de su poder, aún no había visto la neblina, pero el mismo estaba haciendo uso de su poder sobre el agua y estaba haciendo que se formara una densa niebla que empezaba a cubrir la zona donde él estaba y empezaba a alzarse en tentáculos fantasmagórico. Que no estuviera en su forma de dragón, no le impedían cosas como respirar bajo el agua o ver a través de la niebla, pues la niebla no era otra cosa más que agua. Tenía que huir, estaba en una clarísima desventaja, hombres armados, licántropos, y ahora escuchaba el sonido de cascos de caballos, señal de que uno, dos o más hombres se dirigían dónde estaba. Gruñe de frustración, si se transformaba en dragón, corría el riesgo, de que algún hombre apostado en la zona con una ballesta, lo hiriese, y por otro si seguía en su forma humana, no tendría oportunidad de huir del lugar. Entre la densa niebla, se iba acumulando agua, en última estancia, huiría en su forma de dragón, protegiéndose con un escudo de agua que frenaría o bloquearía los posibles proyectiles que le lanzaran, así podría ganar altura suficiente antes de ser alcanzado… La idea cada vez le gustaba más y sus tatuajes se intensifican, alzando un escudo de agua en torno a su persona, si los licántropos no lo permitían marcharse, se transformaría en dragón al instante.

Los lobos mantuvieron rodeados a Epilor. Todos vestían con una armadura especial, que cuando se transformaran, la ropa se adaptaría al cuerpo, por lo que no quedarían desnudos. Gruñeron y ladraron amenazadores al bio cibernético, siguiendo cada uno de sus pasos. Querían impedir que ingresaran a la ciudad. Uno de ellos olfateó el aire, había una magia que sólo le pertenecían a los dragones. Soltó un fuerte aullido y sus dos compañeros aullaron con fuerza también.

El aullido llegó a donde estaba Kalec, y éstos respondieron de la misma forma, aterrorizando al muchacho. Percibían su miedo, y ese aire que percibieron los licántropos, no les fue muy pacifico. De poco sirvieron las palabras del hombre, porque se acercaron más y uno de ellos atinó a dar una mordida.

Dos jinetes de piel morena habían salido por algún lado de las ruinas, y rodeado, para adelantarse a los dos extraños que perseguían al objetivo de ellos, y que les habían ordenado buscar. Llevaban arcos y flechas. La punta de éstas tenía cierta sustancias viscosas. Se adelantaron tanto que se uno de ellos encontró a los lobos gruñendo a Kalec, y apuntaron con sus flechas. Estaban medianamente lejos, a una distancia prudencial.
-Muchachos... capturen-ordenó uno de ellos, tomando el arco y cargándolo con una flecha. El otro lo imitó con la mirada amenazadora.

Mientras tanto, otro jinete con capucha negra, y gruesa armadura, con un bastón de hechiceros, apareció en la entrada. La neblina que había invadió todo el lugar y llegó hasta donde Kalec, los lobos que lo tenían acorralado a punto de capturarlos, y los dos jinetes.

El brujo, apenas salió, clavó la mirada en Epilor, y avanzó unos pasos con su caballo negro. El viento parecía ser mas intenso mientras él iba acercándose. El objetivo de los dos viajeros venía detrás de él, con una sonrisa satisfecha en su rostro.

> Las criaturas que lo rodeaban cubrían una importante porción de su cuerpo con armaduras que hasta entonces Épilor no había notado. Mientras giraba su mirada de un lobo a otro, observando detenidamente sus acciones, consideró el hecho de que no se tratara de lobos normales; las armaduras que llevaban eran comunes de ver en licántropos, puesto que se adaptaban a la fisionomía del usuario incluso cuando este cambiaba su forma.

> Uno de los lobos olisqueó el aire y luego emitió un longevo aullido comunicando a sus compañeros algo que estaba fuera de la comprensión del bio, mas otro grupo de lobos, situado junto al humano a varios metros de distancia, pareció comprender el mensaje al repetir el sonido. Los aullidos lograron desorientar los sistemas del robot, quien era perseguido por el miedo, que amenazaba con aparecer. El bio evitó exteriorizar los sentimientos que experimentaba.

> Mientras paseaba su vista por sus alrededores pudo ver cómo un lobo arremetía contra el humano, hiriéndolo. Era de suma relevancia protegerlo, pero ir directo a él podía aumentar el peligro.

> Para aumentar su confusión, la cabalgata de varios jinetes se escuchó entre los árboles. El bio se sintió perdido ante tantos sonidos y sucesos. La niebla nublaba la visión cada vez más a medida que un jinete se acercaba luciendo una reluciente armadura y un sorprendente bastón, característico de un brujo. Detrás de él se paseaba el primero de los jinetes vistos, su objetivo.

> - ¿Cuál es el motivo de tu presencia, brujo? - Cuestionó Épilor con un atisbo de desafío en sus palabras, sin quitar su fría mirada del hechicero.

El dragón en forma humana, murmuraba rabioso, los aullidos lo hacen estremecer y sentir algo de miedo, sus tatuajes se intensifican. El lobo que le lanza una dentellada no llegar a tocar su piel, se lleva un girón de tela de los bajos de sus pantalones, pero un chorro de agua golpea al lobo en el pecho, no para hacerle daño, solo para empujarlo hacia atrás, justo en ese instante una burbuja de agua furiosa, se alza en torno al muchacho. Escucha al trapaleo de los cascos de los caballos sobre las hojas  y la hierba del bosque, alza su mirada y sus ojos  pueden ver a través del muro de agua de la burbuja que lo cubría a dos hombres  a caballo, no distinguía sus rasgos, pero su qué cogían dos arcos y apuntaban con ellos hacia él, por suerte el muro de furiosa agua, desviaría cualquier proyectil que lanzaran hacia él.  La niebla que estaba en torno a la burbuja de agua, ya cubría hasta la cintura del muchacho, el cual seguía con la espada alzada.


Antes de llegar a ver al hechicero  de capucha negra, Kalec lanza un grito de sorpresa y sale lanzado hacia atrás varios metros y cayendo con niebla y burbuja de agua entre unos densos arbustos. Cuando cae entre aquella maraña, hay un intenso resplandor azul, al parecer el muchacho había sido golpeado por algún tipo de fuerza invisible. Pero tras el resplandor azul, se escucha el sonido de los arbustos, como si algo pequeño y apresurado, corriera entre ellos para huir, unos metros más allá, en un claro, hay otro resplandor más intenso y aparece el dragón en su tamaño normal de dragón. Este extiende las membranosas alas y se impulsa con sus poderosas extremidades y las alas hacia el cielo abierto, para huir de aquellos hombres que querían atraparlo… y al parecer, vivos, pues lo último que había escuchado de aquellos hombres había sido “capturen” y no algo como “mátenlos”.  Aquello de que lo capturasen, le habían recordado lo que había pasado con Raizo, ser sometido y dominado sin poder defenderse, pero aún más. Aquellos hombres tenían pinta de ser los que usaban hierros al rojo y cuchillos mal afilados para someter a sus víctimas, más que la magia o los objetos encantados como el viejo Raizo. El dragón no pensaba volver a pasar por algo así, aún tenía mucho que hacer, quería demostrar a Raizo su valía, pero no podría demostrar nada a nadie, si lo capturaban y lo metían en algún agujero oscuro y húmedo infestado de ratas, sometido a dios sabía que clases de torturas y abusos. Iría a buscar al anciano Raizo y le contaría lo que había descubierto en aquellas ruinas y esperaba poder llevar ayuda para el cibernético.


Sabía que aun tenía mucho por aprender, pero si alguien que lo guiara, se sentía desorientado y dando tumbos. De modo que buscaría a Raizo o de ser posible, mejor a Esdras de Rubes, el dragón rojo parecía mas accesible que el viejo Raizo. Sí, buscaría a Esdras de Rubes, o esos eran los pensamientos desesperados del dragón azul, que remontaba el vuelo, aterrorizado, rezando a todos los dioses porque ninguna flecha lo alcanzara en alguna zona vulnerable, como las alas o en el nacimiento de la cola, y que de ser victima de algún proyectil, estos rebotaran contra las duras escamas del resto de su cuerpo.


Off-rol: A no ser que todo sea una actuación por parte de los individuos que maneja Master2, creo que esos personajes están muy por encima de las posibilidades que tiene mi pj de vencerlos en un combate, sobre todo del hechicero o brujo de capucha negra, me a dado muy mal royo. Pues pienso dos cosas, que sea la guarida de Chena de Berberas y los haya puesto a prueba o lo contrario, que sean enemigos de esta. Y en caso de duda mi pj intentara huir en busca de ayuda para Epilor y advertir a Chena a través de Raizo o Esdras de la situación de aquel lugar.

Los dos jinetes vieron como el muchacho al que habían apuntado salió despedido por los aires. Pero uno de ellos alzó su arco y apuntó antes de que emprendiera el vuelo del todo y disparó al comienzo de su ala derecha. La flecha no era normal. Había una poderosa sustancia, capaz de traspasar la gruesa piel de él.

El dragón sólo podría haber sentido un pinchazo, pero al volar unas cuantas millas empezaría a sentir los primeros efectos, del veneno de nivel 3. El que usaban sus atacantes para defender a sus hermanos. Si bien la herida no era muy profunda debido a la misma piel de dragón, el joven empezaría a sentir fiebre alta, mareos, vómitos, pérdida de visión, fuerzas, sensibilidad, falta de respiración, aceleramiento de latidos, frío, pérdida de noción de lugar, delirios… Debería tratarse urgentemente en un hospital o alguien que supiera sanar heridas envenenadas. Podría morir en 4 horas. No tenía mucho tiempo.

En tanto los licántropos y brujos centraron la atención el vuelo del dragón, dejaron al descuido al bio cibernético. Podría aprovechar para huir o ir por el objetivo.


Kalec: Misión fracasada.

1-Has huido de la misión y si tratas de ayudar a Epilor en busca de Raizo o Esdras tardaráis mas de 4hs, donde estarías muerto, incluso él podría ser destruido.

2-No te adaptas a la situación, y usas magia como el hecho de salir despedido por los aires y yo no he puesto algo así. Los enemigos solo iban a atacar si los atacabas. Podrías haber intentado hablar con el brujo o seguirles el juego como Epilor.

3-Huir de toda situación que se te presenta y no poder resolverla, más que una transformación de dragón, te incapacita para ingresar al gremio de Luchadores. ¿Cómo sería en tu vida real si se te presentara algo similar? Porque no puedes transformarte en un dragón.

4-En cada rol que te he planteado un problema, recurres a la huida. Cuanto menos te guste algo, más lo impondré para que lo afrontes y aprendas, pero no dispongo del tiempo para alargar esta misión para lo que tú planteas con ir a buscar ayuda a las montañas, en el tiempo que a Epilor lo pueden destruir. Tu próximo post debe ser donde te curas porque tu personaje está muriendo envenenado.

Epilor: De acuerdo a tu próxima decisión, continuaremos el rol. Kalec ha huido, lo han herido y debe salir del tema.

> Épilor observó con desdén al dragón que emprendía vuelo. Se sentía traicionado, y el sabor del enojo lo recorrió por alguna parte de su cuerpo que no pudo identificar con exactitud. Entonces observó a los dos jinetes que disparaban sus flechas contra la criatura que se alzaba en el aire. La tensión se impregnó en el aire durante momentos hasta el impacto de los proyectiles en su objetivo.

> Aprovechando que la atención de los seres que rodeaban al bio se posaba en el dragón, Épilor emitió un bramido al correr hacia su objetivo a una velocidad mucho mayor a la que acostumbraba. A pesar de esto, no se podía decir que se movía rápidamente, pues su peso y la falta de preparación de sus extremidades para estas situaciones, le impedían llegar a grandes velocidades. De todas formas esperaba acercarse al jinete objetivo, para tumbarlo de su montura, atraparlo y escapar si le resultaba posible.

Epilor logró derribar del caballo al objetivo, y algunos tiraron sus armas contra él y aunque no pudieron dañarlo, lo dejaron "inconsciente" y lo último que pudo oír fue el intento de respirar del  muchacho.

Cuando volvió en sí, no estaba donde había perdido el sentido, sino en medio de una sala de piedra circular y una mujer de cabello rojizo en cuclillas hacia él, tocando su armadura y examinando extrañada sobre qué cosa era.

Chena de Berberas:

Cuando abrió los ojos, según lo que ella creía, se apartó de un salto, sobresaltada y desenfundó su espada en su dirección. Detrás de ella estaba el objetivo encadenado y sus dos guardias. El de pelo blanco y uno de piel morena.

-Según mi mano derecha, dicen que tú capturaste al objetivo, con valor y sin miedo… ¿Qué demonios eres?-preguntó acercándose un paso, al ver que no tenía intensiones hostiles-Llegamos antes de que te llevaran al templo en ruinas, y usando bombas de humo logramos sacarte a ti a nuestro esclavo, que pronto pagará sus actos con sangre-miró de reojo al prisionero.
-Bienvenido a l gremio de los Luchadores…-dijo el hombre de piel morena dando un paso hacia adelante-Korth de Berberas, fiel esclavo de mi Ladye, Chena de Berberas-se presentó y el otro sin mvoerse, recordó.
-Ben de Berberas, sirviente de mi Ladye Chena-



Bienvenido al gremio de luchares.

Recibes:

Soldado: Capa del gremio+400 aeros

Capa de gremio de los Luchadores que se consigue a partir del rango Soldado:

20 puntos de experiencia.