El llamado de un Dragón [Kalec]
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El llamado de un Dragón [Kalec]
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- Dragón verde, Raizo:
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Noche de tormenta de nieve, sumamente frío. La niebla impedía ver más allá de la punta de la nariz. Cualquier moriría de frío. Pero allí estaba, el anciano dragón verde abrigado con una armadura especial, totalmente cubierto de pieles. Había sido informado por Esdras, su compañero con el que actualmente tenía un inconveniente debido al antiguo Vigía, Alask Mortense.
Esperaba a un visitante y había decidido este lugar entre las montañas. No arriesgaría el secreto del templo por esta situación. Sin embargo, Raizo no parecía estar de humor. Algo de la visita que vendría no le gustaba, pero al menos contaba con apoyo de alguno de los suyos por si la situación se tornaba peligrosa. La puerta del lugar, gigantesca, estaba abierta, y se cerraría en cuanto ingresara con el que debía llegar. Según la información de Esdras, era un dragón que parecía un niño y tenía que instruirlo para que fuera valorado por los suyos y cualquier prójimo.
Raizo se apoyaba en su bastón, con la mirada pedida entre las nubes y la nieve de la noche, esperando a que este dragón apareciera de una buena vez por todas así podría tomar su té tranquilo junto a la chimenea.
Ansur
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Re: El llamado de un Dragón [Kalec]
El dragón no dejaba de maldecir y mascullar entre dientes, indignado porque el tiempo fuera tan espantosamente malo, él era un Dragón Azul Elemental del Agua, los elementos tenían que respetarlo como él pensaba que los respetaba a estos. Pero no era así, había estado durante unas dos semanas inquieto y algo nervioso por aquel encuentro, había estado sintiendo en todo momento una especie de quemazón o picor bajo las escamas que lo impulsaban a obedecer la promesa que había hecho de ir a aquel lugar desolado entre las montañas nevadas. Y cuando había intentado resistirse el picor había empeorado tanto que le había resultado realmente incomodo, sabía que todo estaba en su imaginación y que solo eran cosas suyas, pero finalmente, había emprendido vuelo de tierras más bajas, donde aunque el invierno seguía vigente, al menos podía uno caldearse un poco los días que brillaba el sol en el cielo y divertirse con la caza de la multitud de animales que poblaban llanuras y tupidos bosques. Pero en aquel maldito lugar hacia tanto frío que sentía como la punta de la cola se le iba entumeciendo, la nieve y la cellisca se iba acumulando en su lomo, y las alas crujían de vez en cuando, cuando el hielo que se formaba en ellas se partía al batir las alas, pequeños carámbanos de hielo se le habían empezado a formar en los extremos de las alas, en las garras de las cuatro patas y en la mandíbula inferior del hocico, donde le crecían unos cortísimos y flexibles pelillos escamosos, dándole la apariencia de que llevaba una puntiaguda barba blanca. Para protegerse los ojos llevaba cerrado los parpados protectores, que eran casi transparentes y también le protegía os ojos bajo el agua, la nieve se iba acumulando en estos y de vez en cuando tenía que parpadear. Como la nieve no era si no agua congelada, el dragón intentaba hacer lo posible porque la nieve y el hielo no se acumularan tanto, usando su poder, pero llevaba varias horas volando por aquellas montañas y aún no había encontrado señal alguna del enorme dragón rojo que lo había “asaltado” cuando intentaba dar una lección a unas personas que habían sido especialmente mal educadas y ofensivas con él. Sólo esperaba que el dragón tuviera un cálido cubil donde refugiarse de la tormenta, porque realmente se estaba casi congelando, por una vez entendía el por qué los humanos cubrían sus débiles y feos cuerpos con ropa, no solo por la vergüenza de sus extraños apéndices y piel sin escamas, si no, porque un humano normal no podría aguantar un frío como aquel. Justo cuando el dragón siente que iba a tener que buscar un refugio de la tormenta, pues se sentía realmente agotado y dolorido, ve una luz entre la tormenta de nieve que cubría todo como una cortina, vuelve a ver la luz parpadear debido a los copos de nieve que se interponían entre esta y su vista y el dragón pone rumbo hacia allí, no sabía si sería el lugar acordado, pero donde había luz quería decir que había civilización y quizás un lugar cubierto y cálido donde descansar sus doloridos y congelados músculos. Tras unos quince o veinte minutos de luchas contra el frío, la nieve, la niebla y el viento, el dragón consigue llegar a las cercanías, aterriza pesadamente y las patas se le doblan doloridas he insensibles por el frío, el dragón golpea el suelo cubierto de nieve con el pecho y el vientre al abrírsele las patas a los lados y doblarse bajo su peso, se queda allí, unos segundos, temblando y jadeando por el frío y el dolor de los músculos agarrotados, las alas extendidas le temblaban de forma incontroladas, le lleva unos minutos el lograr recogerlas poco a poco a los costados, cayendo fragmentos de hielo de estas. Se pone en pie costosamente y entonces se percata por primera vez de la presencia de un anciano con cabello y barbas blanco, recortado y cuidado. No era el mismo aspecto humano del dragón rojo, el dragón piensa que no había logrado encontrar su destino, pero entre la nieve y la niebla ve las enormes puertas que daban acceso a la promesa de un lugar cálido y seco donde descansar. Avergonzado porque el anciano haya podido ver su desastroso aterrizaje y su debilidad, el dragón intenta alzar la cabeza, con porte seguro y orgulloso, con las alas recogidas a los costados y moviendo la cola al andar para mantener el equilibrio.
-Disculpad anciano, busco un lugar… no sé exactamente dónde está, pero vive en él un dragón rojo. –Habla de forma respetuosa, pero algo entrecortada por el cansancio.- También quisiera saber si fuerais tan amable de decirme dónde encontrar un refugio de esta tormenta o si podríais ofrecerme vos mismo un lugar donde cobijarme, no os preocupéis, no necesito alimento, solo descanso.- Se apresura a decir el dragón que al parecer no se había dado cuenta de lo inusual que era que un viejo humano, estuviera allí plantado en medio de la tormenta de nieva por muy abrigado que estuviera, y al parecer tampoco lo había olido como dragón.
El dragón podía ser muy educado y formal cuando necesitaba algo de alguien, sobre todo porque se estaba congelando y aquel humano tener a mano un lugar dónde refugiarse, Kalec no era un dragón malvado o cruel, pero si aquel viejo le negase un refugio o no respondiera a sus preguntas, seguro que se molestaría mucho, solo espera que su forma educada y modales, pudieran valer para ganarse aquellos favores de aquel viejo cano. Se le notaba un poco incómodo, molesto quizás por tener que “suplicar” refugio, también se le notaba algo inquieto y desconfiado, pues no dejaba de echar rápidos vistazos alrededor, como si la idea de que un humano plantado allí en medio de la nieve con aquella tormenta no era muy normal.
-Disculpad anciano, busco un lugar… no sé exactamente dónde está, pero vive en él un dragón rojo. –Habla de forma respetuosa, pero algo entrecortada por el cansancio.- También quisiera saber si fuerais tan amable de decirme dónde encontrar un refugio de esta tormenta o si podríais ofrecerme vos mismo un lugar donde cobijarme, no os preocupéis, no necesito alimento, solo descanso.- Se apresura a decir el dragón que al parecer no se había dado cuenta de lo inusual que era que un viejo humano, estuviera allí plantado en medio de la tormenta de nieva por muy abrigado que estuviera, y al parecer tampoco lo había olido como dragón.
El dragón podía ser muy educado y formal cuando necesitaba algo de alguien, sobre todo porque se estaba congelando y aquel humano tener a mano un lugar dónde refugiarse, Kalec no era un dragón malvado o cruel, pero si aquel viejo le negase un refugio o no respondiera a sus preguntas, seguro que se molestaría mucho, solo espera que su forma educada y modales, pudieran valer para ganarse aquellos favores de aquel viejo cano. Se le notaba un poco incómodo, molesto quizás por tener que “suplicar” refugio, también se le notaba algo inquieto y desconfiado, pues no dejaba de echar rápidos vistazos alrededor, como si la idea de que un humano plantado allí en medio de la nieve con aquella tormenta no era muy normal.
Kalec
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Re: El llamado de un Dragón [Kalec]
Raizo lanzó una mirada asesina al dragón cuando escuchó la palabra “anciano” hacia su persona sin embargo hizo silencio frente a la puerta, hasta el punto en que quizá el dragón se sintió impaciente y podría haber pensado en entrar por la fuerza. Pero el sabio Raizo, supo cuando moverse y se apartó para que pasara con una mirada fría en su rostro.
Una vez que procuró que el dragón ingresara y pudo cerrar la puerta, desde la pared interna donde había unos balcones internos donde se podía ver desde lo alto, varias ballestas lanzaron flechas poderosas con cuerdas para sujetar al dragón. En el suelo, Kalec pisó una huella de dragón donde el piso cedió para dar paso a una máquina que se cerró sobre su garra para luego abrirse y dejar un brazalete que le hizo volver a su forma pequeña natural, adaptándose al empequeñecer. La máquina regresó a su lugar bajo la baldosa que había cedido.
La puerta se había cerrado. Kalec quedó atrapado en una red de cuerdas que los hombres soldados tiraron para sujetarlo e impedir todo movimiento. Tironearon de él hasta llevarlo al centro de la habitación, alfombrada en rojo, e iluminada con antorchas. En el techo sostenían una jaula y que dejaron caer con un sonoro ruido metálico y pesado para encerrar al nuevo prisionero. Raizo venía desde la puerta observando el trabajo de sus hombres, vestidos de armaduras metálicas y pieles. Tenía una expresión fría y pasos tranquilos.
-¿Cuál es tu nombre? Soy Raizo, amigo de Esdras de Rubes… Estoy para tomar su lugar. Él ya es un viejo y los años han trastocado su mente, haciéndolo un pobre débil y compasivo. He decido tomar su lugar. Ahora, dragón insolente… ¡habla! –exclamó el hombre fríamente-¿Cuál es tu nombre?-
El dragón había perdido todo poder de magia, y transformación. Quizá tenía planeado algo, o permanecer en su forma de dragón todo el tiempo, pero no en casa del Raizo. Lo observó dentro de los barrotes de esa jaula que se incrustó en el suelo con una baldosa especial. Kalec queda en su forma humana .
-Buen trabajo-exclamó a los hombres sin dejar de mirar a su prisionero-Manteneos en posición-los hombres salieron. Del otro lado de la jaula había una escalera grande y una galería que se abría en dos pasillos, hasta una escalera caracol hacia el piso superior. A ambos lados de la escalera, habían dos pasillos más, y en la sala, dos puertas en el medio a cada costado.
Una vez que procuró que el dragón ingresara y pudo cerrar la puerta, desde la pared interna donde había unos balcones internos donde se podía ver desde lo alto, varias ballestas lanzaron flechas poderosas con cuerdas para sujetar al dragón. En el suelo, Kalec pisó una huella de dragón donde el piso cedió para dar paso a una máquina que se cerró sobre su garra para luego abrirse y dejar un brazalete que le hizo volver a su forma pequeña natural, adaptándose al empequeñecer. La máquina regresó a su lugar bajo la baldosa que había cedido.
La puerta se había cerrado. Kalec quedó atrapado en una red de cuerdas que los hombres soldados tiraron para sujetarlo e impedir todo movimiento. Tironearon de él hasta llevarlo al centro de la habitación, alfombrada en rojo, e iluminada con antorchas. En el techo sostenían una jaula y que dejaron caer con un sonoro ruido metálico y pesado para encerrar al nuevo prisionero. Raizo venía desde la puerta observando el trabajo de sus hombres, vestidos de armaduras metálicas y pieles. Tenía una expresión fría y pasos tranquilos.
-¿Cuál es tu nombre? Soy Raizo, amigo de Esdras de Rubes… Estoy para tomar su lugar. Él ya es un viejo y los años han trastocado su mente, haciéndolo un pobre débil y compasivo. He decido tomar su lugar. Ahora, dragón insolente… ¡habla! –exclamó el hombre fríamente-¿Cuál es tu nombre?-
El dragón había perdido todo poder de magia, y transformación. Quizá tenía planeado algo, o permanecer en su forma de dragón todo el tiempo, pero no en casa del Raizo. Lo observó dentro de los barrotes de esa jaula que se incrustó en el suelo con una baldosa especial. Kalec queda en su forma humana .
-Buen trabajo-exclamó a los hombres sin dejar de mirar a su prisionero-Manteneos en posición-los hombres salieron. Del otro lado de la jaula había una escalera grande y una galería que se abría en dos pasillos, hasta una escalera caracol hacia el piso superior. A ambos lados de la escalera, habían dos pasillos más, y en la sala, dos puertas en el medio a cada costado.
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Re: El llamado de un Dragón [Kalec]
El dragón impaciente gruñe por lo bajo ante la falta de respuestas por el viejo humano, pero la forma que tiene este de mirarle le hace entender que lo había ofendido de alguna manera y también de que había llegado al lugar donde se suponía que tenía que llegar. El dragón espera gruñendo suave y bajo, impaciente, pero el viejo no termina por decirle nada, se limita a caminar hacia la puerta y tras permanecer ante ella sin decirle nada, decide terminar por apartarse justo cuando el dragón iba a decirle de malas maneras que le respondiera a sus preguntas, pues él había sido cuidadoso y educado, opinaba que no se merecía aquel mutismo he indiferencia de aquel, en apariencia, humano.
El dragón entra con ganas dentro del edificio, aunque lo cierto es que siempre los evitaba pues no le gustaba sentirse encerrado, entonces siente y escucha que la puerta se cierra tras el, lanza un rugido de sorpresa y se lanza hacia la puerta, frena bruscamente en el suelo, arañando la superficie con las garras.
-¡Abre las puertas! –Exige el dragón rugiendo, haciendo temblar la estancia, se dirigía amenazante hacia el viejo cuando escucha el sonido vibrante de las ballestas, se encoge y abre un poco las alas, mientras su cuerpo empieza a brillar con cientos de hermosos tatuajes de runas, como un extraño y olvidado lenguaje, estos dibujos recorrían todo el cuerpo del dragón, parecía que todos los tatuajes se continuaban y fundieran uno con otros, al menos en apariencia.
Justo cuando el poder empezaba a manifestarse, una especie de burbuja de agua para protegerse de los proyectiles, lanza un grito de sorpresa al sentir que una de sus patas se hunde en el suelo y algo se cerraba en torno a su pata izquierda delanteras, al instante los tatuajes se apagan y el poder invocado se desvanece, lanza un rugido de sorpresa y furia al sentir que es inmovilizado por cientos o quizás miles de cuerdas, empieza a lanzar maldiciones he insultos, contaminando el aire con apelativos hacia aquel anciano y los hombres que lo habían atrapado. Entonces su furia da paso a la sorpresa y el miedo, siente que sus tatuajes se vuelven a iluminar y en contra de su voluntad siente como su tamaño se reduce tras un intenso resplandor y se ve inmovilizado por las cuerdas, con aquella pulsera en su pata izquierda y en su forma reducida de dragón. Aquello lo deja tan sorprendido y desorientado que solo reacciona dando un respingo cuando la jaula metálica cae ruidosamente sobre él, atrapándolo aún más, desde luego aquel maldito viejo había tomado unas medidas realmente impresionantes, al menos sigue vivo he ileso y eso es algo que el dragón no puede apreciar en ese momento en que su mente solo rebulle la ira y la rabia.
-Pues a mí Esdras me parecía muy lúcido y para nada desvalido… me dio más respeto y confianza que tú, viejo sarnoso… .-dice el dragón con los diente apretados y el puente del hocico arrugado de forma amenazadora, era un dragón muy joven, se notaba en so forma impulsiva y alocada de comportarse con aquel hombre que lo tenía en la palma de la mano, pero el dragón azul no parecía percatarse de ese detalle. También había otros inicios, como su voz juvenil y la falta de púas en las placas azul oscuro de su columna donde solo había leves bultos, indicando donde nacerían las púas. –Mi nombre es Kalecxhian Fogonar Areyu . -Dice su nombre completo, con un deje de desprecio pero algo intimidado por la vos potente, fría y firme del anciano que tenía ante él, le daba la sensación de que aquel individuo no era un humano normal o ni siquiera humano.
Quizás su capturador hubiera escuchado aquellos apellidos, estaban relacionado con una antigua familia de dragones, los cuales creían en profecías y leyendas, sobre que un dragón de su familia estaría destinado a algo importante, desde convertirse en líder de todos los dragones, a poder controlar todos los elementos he inclinar la balanza de la Luz o la Oscuridad de un lado u otro.
Cuando la jaula parece encajar en las baldosas del suelo donde estaba, las runas o tatuajes de luz vuelven a cubrir sus escamas… y se ve en forma humana, era un joven de unos 16 o 17 años, con el pelo algo largo, de un tono azul oscuro, piel clara y completamente desnudo, señal de que o bien hacia mucho que no adoptaba aquella forma o que la última vez que lo hizo, no tenía ropas puestas. Era de físico atlético, tirando a delgado. El frío que aun sufría había afectado a ciertas zonas de su cuerpo. La reacción del dragón no se hizo de esperar, había pasado la mayor parte de su vida como dragón, de echo adoptar aquella forma le suponía un tremendo esfuerzo tanto físico como mental, se sentía seguro y el mismo en su forma de dragón, pero en su forma humana se sentía incómodo, débil e indefenso, y ahora uno de sus mayores miedos secretos se materializa, verse convertido en humano en contra de su voluntad. Lanza un grito de auténtico terror, de pánico, se abalanza sobre la jaula sujetando los barrotes hasta que los nudillos se vuelven blancos.
-¡Devuélveme mi poder! ¡Devuélveme a mi forma de dragón!. - Dice con los ojos saliéndose de sus órbitas por el miedo, echaba espuma por la boca lanzando insultos y suplicas a partes iguales, se balanceaba de forma tan violenta, que termina golpeándose con brusquedad en la frente con las barras, una ceja se parte y empieza a manar sangre escarlata que el cubre en un momento parte del rostro, se había rajado la ceja derecha. Cae de espaldas, tambaleante, golpeándose la espalda contra los barrotes de atrás, se desliza hasta el suelo, semiinconsciente y aturdido, se gira a un lado y empieza a vomitar, tanto por el golpe como al verse en aquella forma, termina por acurrucarse en forma fetal, mientras su cuerpo es víctima de terribles temblores descontrolados.
El dragón entra con ganas dentro del edificio, aunque lo cierto es que siempre los evitaba pues no le gustaba sentirse encerrado, entonces siente y escucha que la puerta se cierra tras el, lanza un rugido de sorpresa y se lanza hacia la puerta, frena bruscamente en el suelo, arañando la superficie con las garras.
-¡Abre las puertas! –Exige el dragón rugiendo, haciendo temblar la estancia, se dirigía amenazante hacia el viejo cuando escucha el sonido vibrante de las ballestas, se encoge y abre un poco las alas, mientras su cuerpo empieza a brillar con cientos de hermosos tatuajes de runas, como un extraño y olvidado lenguaje, estos dibujos recorrían todo el cuerpo del dragón, parecía que todos los tatuajes se continuaban y fundieran uno con otros, al menos en apariencia.
Justo cuando el poder empezaba a manifestarse, una especie de burbuja de agua para protegerse de los proyectiles, lanza un grito de sorpresa al sentir que una de sus patas se hunde en el suelo y algo se cerraba en torno a su pata izquierda delanteras, al instante los tatuajes se apagan y el poder invocado se desvanece, lanza un rugido de sorpresa y furia al sentir que es inmovilizado por cientos o quizás miles de cuerdas, empieza a lanzar maldiciones he insultos, contaminando el aire con apelativos hacia aquel anciano y los hombres que lo habían atrapado. Entonces su furia da paso a la sorpresa y el miedo, siente que sus tatuajes se vuelven a iluminar y en contra de su voluntad siente como su tamaño se reduce tras un intenso resplandor y se ve inmovilizado por las cuerdas, con aquella pulsera en su pata izquierda y en su forma reducida de dragón. Aquello lo deja tan sorprendido y desorientado que solo reacciona dando un respingo cuando la jaula metálica cae ruidosamente sobre él, atrapándolo aún más, desde luego aquel maldito viejo había tomado unas medidas realmente impresionantes, al menos sigue vivo he ileso y eso es algo que el dragón no puede apreciar en ese momento en que su mente solo rebulle la ira y la rabia.
-Pues a mí Esdras me parecía muy lúcido y para nada desvalido… me dio más respeto y confianza que tú, viejo sarnoso… .-dice el dragón con los diente apretados y el puente del hocico arrugado de forma amenazadora, era un dragón muy joven, se notaba en so forma impulsiva y alocada de comportarse con aquel hombre que lo tenía en la palma de la mano, pero el dragón azul no parecía percatarse de ese detalle. También había otros inicios, como su voz juvenil y la falta de púas en las placas azul oscuro de su columna donde solo había leves bultos, indicando donde nacerían las púas. –Mi nombre es Kalecxhian Fogonar Areyu . -Dice su nombre completo, con un deje de desprecio pero algo intimidado por la vos potente, fría y firme del anciano que tenía ante él, le daba la sensación de que aquel individuo no era un humano normal o ni siquiera humano.
Quizás su capturador hubiera escuchado aquellos apellidos, estaban relacionado con una antigua familia de dragones, los cuales creían en profecías y leyendas, sobre que un dragón de su familia estaría destinado a algo importante, desde convertirse en líder de todos los dragones, a poder controlar todos los elementos he inclinar la balanza de la Luz o la Oscuridad de un lado u otro.
Cuando la jaula parece encajar en las baldosas del suelo donde estaba, las runas o tatuajes de luz vuelven a cubrir sus escamas… y se ve en forma humana, era un joven de unos 16 o 17 años, con el pelo algo largo, de un tono azul oscuro, piel clara y completamente desnudo, señal de que o bien hacia mucho que no adoptaba aquella forma o que la última vez que lo hizo, no tenía ropas puestas. Era de físico atlético, tirando a delgado. El frío que aun sufría había afectado a ciertas zonas de su cuerpo. La reacción del dragón no se hizo de esperar, había pasado la mayor parte de su vida como dragón, de echo adoptar aquella forma le suponía un tremendo esfuerzo tanto físico como mental, se sentía seguro y el mismo en su forma de dragón, pero en su forma humana se sentía incómodo, débil e indefenso, y ahora uno de sus mayores miedos secretos se materializa, verse convertido en humano en contra de su voluntad. Lanza un grito de auténtico terror, de pánico, se abalanza sobre la jaula sujetando los barrotes hasta que los nudillos se vuelven blancos.
-¡Devuélveme mi poder! ¡Devuélveme a mi forma de dragón!. - Dice con los ojos saliéndose de sus órbitas por el miedo, echaba espuma por la boca lanzando insultos y suplicas a partes iguales, se balanceaba de forma tan violenta, que termina golpeándose con brusquedad en la frente con las barras, una ceja se parte y empieza a manar sangre escarlata que el cubre en un momento parte del rostro, se había rajado la ceja derecha. Cae de espaldas, tambaleante, golpeándose la espalda contra los barrotes de atrás, se desliza hasta el suelo, semiinconsciente y aturdido, se gira a un lado y empieza a vomitar, tanto por el golpe como al verse en aquella forma, termina por acurrucarse en forma fetal, mientras su cuerpo es víctima de terribles temblores descontrolados.
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Re: El llamado de un Dragón [Kalec]
Raizo lanzó un profundo suspiro cerrando los ojos, concentrándose en mantener su armonía interna ante tantos insultos y tanta rabieta. Observó como el dragón se transformaba hasta ser un humano joven y arrogante, desnudo e incapaz de medir sus fuerzas y cuerpo humano ante los bruscos movimientos que hacía, golpeándose en la frente y tirándose hacia atrás presa del pánico.
Cuando por fin silenció, el anciano se acercó hasta unos pasos de la jaula y miró al muchacho, pero no dirigió a él las palabras, sino exclamó una orden.
-Traigan una túnica para que se vista-ahora se acercó un poco más y mirando por entre los barrotes a su prisionero, dijo con cierto desprecio en su rostro-¿Viejo sarnoso? ¿No te han enseñado a respetar a tus mayores mocoso insolente desagradecido, que mancha el honro de sus padres? ¡Bastardo insensato ingenuo!-exclamó pero con tolerancia en sus palabras, sin perder el control a la ira y prosiguió con más calma-te quedarás acá por un buen tiempo, y olvídate de ser dragón o esa cosa aberrante diminuta. Ese brazalete, tiene una llave especial, es de material indestructible, ni el fuego más poderoso de la magia negra puede con él, ya que con magia negra está hecho-sacó la llave del bolsillo de su túnica, una pequeña, y la llevó a lo alto sobre su cabeza y abrió la boca para luego dejarla caer a ella y tragársela. Sonrió con malicia y terminó diciendo-Deja de tanto lloriqueo, aprenderás a ser un humano si quieres volver a ser dragón y te aseguro que te llevará un buen tiempo, meses o años…-dio un paso hacia atrás y empezó a rodear la jaula mirando burlón al joven-Deja de súplicas, de llantos, y madura un poco. Hay otra copia de esa llave, pero no revelaré donde está hasta cuando se me dé la gana. Y así es… me gusta atacar por lo débil, puesto que nunca tomaste el tiempo para fortalecerlo-sonrió y empezó a subir las escaleras hasta el pasillo que de dirigía a la derecha mientras se cruzaba con uno de los soldados que le trajo una bonita túnica para el ahora humano Kalec.
-Úsala y ya te traerán algo cómodo para que puedas dormir-dijo burlonamente el soldado tirando la vestimenta pro entre los barrotes a donde estaba el joven desnudo y se alejó.
-Buenas noches joven Kalec, este edifico es grande y mañana será un nuevo día en el que podrás pensar tu vida y reflexionar sobre tu ser. Un dragón no puede tener mujeres, ni puede pelear con honor ante otras razas… Adiós-dijo Raizo perdiéndose por detrás de un pasillo mientras otro soldado traía un plato de comida caliente rebosante en estofado y unas cuantas frazadas y almohadas para que el joven Kalec pudiera dormir cómodamente.
Más tarde, las antorchas fueron atenuando sus llamas hasta quedar solo unas débiles luces, quizá manejado por algún tipo de magia, pero seguido de la penumbra, todo fue quedando en silencio muerto, ya que los soldados también se retiraron a dormir dejando al joven en la jaula solo, haciendo caso omiso de toda palabra que pudiera decir.
Cuando por fin silenció, el anciano se acercó hasta unos pasos de la jaula y miró al muchacho, pero no dirigió a él las palabras, sino exclamó una orden.
-Traigan una túnica para que se vista-ahora se acercó un poco más y mirando por entre los barrotes a su prisionero, dijo con cierto desprecio en su rostro-¿Viejo sarnoso? ¿No te han enseñado a respetar a tus mayores mocoso insolente desagradecido, que mancha el honro de sus padres? ¡Bastardo insensato ingenuo!-exclamó pero con tolerancia en sus palabras, sin perder el control a la ira y prosiguió con más calma-te quedarás acá por un buen tiempo, y olvídate de ser dragón o esa cosa aberrante diminuta. Ese brazalete, tiene una llave especial, es de material indestructible, ni el fuego más poderoso de la magia negra puede con él, ya que con magia negra está hecho-sacó la llave del bolsillo de su túnica, una pequeña, y la llevó a lo alto sobre su cabeza y abrió la boca para luego dejarla caer a ella y tragársela. Sonrió con malicia y terminó diciendo-Deja de tanto lloriqueo, aprenderás a ser un humano si quieres volver a ser dragón y te aseguro que te llevará un buen tiempo, meses o años…-dio un paso hacia atrás y empezó a rodear la jaula mirando burlón al joven-Deja de súplicas, de llantos, y madura un poco. Hay otra copia de esa llave, pero no revelaré donde está hasta cuando se me dé la gana. Y así es… me gusta atacar por lo débil, puesto que nunca tomaste el tiempo para fortalecerlo-sonrió y empezó a subir las escaleras hasta el pasillo que de dirigía a la derecha mientras se cruzaba con uno de los soldados que le trajo una bonita túnica para el ahora humano Kalec.
-Úsala y ya te traerán algo cómodo para que puedas dormir-dijo burlonamente el soldado tirando la vestimenta pro entre los barrotes a donde estaba el joven desnudo y se alejó.
-Buenas noches joven Kalec, este edifico es grande y mañana será un nuevo día en el que podrás pensar tu vida y reflexionar sobre tu ser. Un dragón no puede tener mujeres, ni puede pelear con honor ante otras razas… Adiós-dijo Raizo perdiéndose por detrás de un pasillo mientras otro soldado traía un plato de comida caliente rebosante en estofado y unas cuantas frazadas y almohadas para que el joven Kalec pudiera dormir cómodamente.
Más tarde, las antorchas fueron atenuando sus llamas hasta quedar solo unas débiles luces, quizá manejado por algún tipo de magia, pero seguido de la penumbra, todo fue quedando en silencio muerto, ya que los soldados también se retiraron a dormir dejando al joven en la jaula solo, haciendo caso omiso de toda palabra que pudiera decir.
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Re: El llamado de un Dragón [Kalec]
El dragón bajo forma huamana, permanece tumbado, encogido, sufriendo fuertes convulsiones y temblores descontrolado, aquel ataque de pánico, pues no había sido otra cosa, lo había dejado exhausto y agotado, las palabras de Raizo u otras personas, llegarían como lejanas, confusas y sin sentido, su cerebro era incapaz de analizar y procesar ni siquiera aquella información. Pasa horas, encogido en posición fetal, acurrucado en el frío suelo, quizás hubiera dormido o quizás no, pero no es, hasta horas después de quedarse solo, cuando se mueve por primera vez y no hace caso de la comida, ropa de cama o la túnica que le habían dado.
La túnica yacía en el suelo, donde había caído, la mirada del muchacho era distante he inexpresiva, tenía oscuras ojeras bajo los ojos. Pasea la vista alrededor durante varios minutos, como si no supiera donde estaba y su cerebro fuera incapaz de procesar dicha información, permanece como una hora en aquella contemplación, viendo sin ver nada realmente, hasta que sus inexpresivos ojos se vuelven hacia el plato donde había alimentos, no repara en la comida, si no, en el plato, fuera de metal, madera o porcelana, el dragón bajo forma humana toma el plato derramando la comida por el suelo, sin importarle manchar la túnica o la ropa de cama. Entonces empieza a afilar uno de los bordes contra el suelo, cuando el borde tiene filo, empieza a intentar cortar el brazalete de su muñeca.Estaría así toda la noche, evidentemente el brazalete al ser indestructible, el filo de un plato no le iba a hacer absolutamente nada y lo único que conseguiría es que en su frustración, el plato resbalara por el brazalete y le hiciera cortes en la zona del antebrazo por debajo del brazalete y en la palma de la mano. Cuando alguien fuera a verlo al día siguiente se encontraría con todo aquello.
El joven dragón en su forma humana sentado con mirada perdida y ausente, inexpresiva y muy pálido por la pérdida de sangre, pues los cortes en su antebrazo y la palma de la mano habían formado un buen charco en el suelo, donde la sangre oscura, coagulada y pegajosa ensuciaba las ropas de cama, la túnica y al propio muchacho. El corte de su ceja también había dejado regueros de sangre por la parte derecha del rostro y ese ojo lo tenía medio cerrado. Tenía los brazos caídos a los costados, con las palmas de las manos hacia arriba, con el brazo izquierdo cubierto de sangre y apoyado sobre el charco de sangre que se perdía bajo su cuerpo y en la otra mano el plato afilado y manchado de sangre seca. Parecía al borde de la extenuación, como si cualquier cosa pudiera acabar con la poca cordura que guardara en el interior de su perturbada y confusa mente, aquella experiencia había sido mucho para el joven dragón.
Al principio, antes de que todo aquello pasara, había pensado que Esdras le daría un sermón, que lo reprendería severamente y quizás le proporcionaría un castigo físico o incluso alguna tarea para humillarlo y que aprendiera a controlar su orgullo, pero todo había sido totalmente distinto y el joven no estaba mentalmente preparado para todo aquello. En aquel momento estaba totalmente ausente y desconectado de la realidad, si alguien iba a verlo, tendría que hacer algo más que hablarle para llamar su atención, pues era muy dudoso de que el joven escuchara lo que le dijeran debido a su actual estado.
Kalec
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Re: El llamado de un Dragón [Kalec]
Una calidez interna surgiría en Kalec cuando una elfa se acercara por detrás de los barrotes de la jaula donde el joven estaba tirado. Una elfa vestida con un pijama y una bata gruesa, había realizado su magia para curarlo y darle fuerzas, pero cuando abriera los ojos, ésta diría. Aun era de noche y no faltaba mucho para el amanecer.
Mejor abrígate, o morirás de frío. Empieza a aceptarte como eres o muere-susurró con una mirada fría. La había llamado uno de los dos guardias nocturnos al ver lo que había hecho con el plato de comida. La joven elfa, antes de marcharse, dijo arqueando las cejas.
-Te quedarás acá por mucho, así que ponte cómodo. Tu elección es adaptarte o morir-se retiró sobre sus pasos hasta perderse en las penumbras del edificio. Se retiraba a seguir durmiendo, molesta por ese joven caprichoso y arrogante que llevaba un gran ego en su interior, según pensaba ella.
- Elfa:
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Mejor abrígate, o morirás de frío. Empieza a aceptarte como eres o muere-susurró con una mirada fría. La había llamado uno de los dos guardias nocturnos al ver lo que había hecho con el plato de comida. La joven elfa, antes de marcharse, dijo arqueando las cejas.
-Te quedarás acá por mucho, así que ponte cómodo. Tu elección es adaptarte o morir-se retiró sobre sus pasos hasta perderse en las penumbras del edificio. Se retiraba a seguir durmiendo, molesta por ese joven caprichoso y arrogante que llevaba un gran ego en su interior, según pensaba ella.
Ansur
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Re: El llamado de un Dragón [Kalec]
El joven no reacciona de ninguna manera, tras unos segundos de sentir la calidez de la magia curativa de la elfa en su cuerpo, se limitaría a volver su atención hacia esta, pero sus ojos seguirían inexpresivos, aunque era evidente que no tendría ninguna dificultad en oírla, eso no era indicativo que la escuchara, cuando ella se aparta una vez lo había curado y le dice aquellas palabras de adaptarse o morir, no reacciona de ninguna manera, se limita a clavar la mirada en el vacío en penumbra de la sala donde yacía. Como si su mente empezara a funcionar, pero de forma muy lente y retardada, responde a la oscuridad, tiempo después de que la elfa se marchara.
-Yo no soy esto…- Las palabras no podrían tener mucho sentido para un oyente, pero si para el pues se refería a ser un humano.
Tarda otro buen rato en reaccionar al resto de las sugerencias en las palabras de la elfa que lo había sanado, se pone la túnica sucia, manchada de sangre aunque se la pone del revés y con la parte de delante hacia atrás, señal de que no era consciente de lo que hacía, de que no le importaba demasiado o simplemente no tenía ni idea de cómo iba aquella prenda. De aquella guisa espera al amanecer, con la vista aun perdida en la nada, con las heridas físicas curadas, pero muy lejos de que las heridas que habían sufrido su mente o su espíritu hayan sido curadas, esas heridas seguían abiertas y sangrantes.
Kalec
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Re: El llamado de un Dragón [Kalec]
Habían pasado unas horas después del amanecer hasta que Raizo bajó las escaleras seguidos por dos de sus soldados y la elfa detrás. Mantuvo la mirada fija en la jaula y al joven con la túnica sobre las frazadas que tenía en el suelo para que pudiera dormir. Ni bien bajó el último escalón, susurró algo a la elfa e hizo señas para que los hombres se apartaran quedándose a un costado de la escalera.
-Espero que hayas dormido, o bien puedes seguir, Kalec. Pues te quedarás acá hasta que aceptes hablar como un humano decente y dejar tu egocentrismo caprichoso. De lo contrario conozco una forma para maldecirte y que te quedes convertido en esa miniatura de dragón para siempre, pero te aseguro que ya no serás dragón, sino un hombre bestia, sin ser humano ni dragón-pronunció Raizo potente y se acercó un poco más. Kalec podría haberlo oído, pues desde que empezó a bajar las escaleras fue ruidoso y lo habría despertado.-No te hagas el que no quieras oír. Ser humano es tu debilidad, y así me gusta tenerte. O te adaptas al cambio o mueres, ya que actualmente hay muchos cazadores de dragones y si no sabes luchar como humano, entonces como bestia tampoco podrás. ¡Y eres humano! ¡No manches a la familia!-exclamó-¡Fortalece tus debilidades!-
Raizo miró hacia atrás y chasqueó los dedos. Varios guardias más pronto se dirigieron a asegurar las salidas y cerrar todas las puertas que había cerca con fuerza. Era imposible abrirlas. La jaula se elevó liberando al joven Kalec vestido con túnica. Los dos guardias se acercaron al anciano y llevaron sus manos a la empuñadura de sus armas por si el muchacho quería atacar.
-Ponte de pié y mírame a la cara-ordenó Raizo fríamente, observando las leves manchas de sangre de la túnica. La elfa lo rodeó y sacó las frazadas sucias a un lado.
-Espero que hayas dormido, o bien puedes seguir, Kalec. Pues te quedarás acá hasta que aceptes hablar como un humano decente y dejar tu egocentrismo caprichoso. De lo contrario conozco una forma para maldecirte y que te quedes convertido en esa miniatura de dragón para siempre, pero te aseguro que ya no serás dragón, sino un hombre bestia, sin ser humano ni dragón-pronunció Raizo potente y se acercó un poco más. Kalec podría haberlo oído, pues desde que empezó a bajar las escaleras fue ruidoso y lo habría despertado.-No te hagas el que no quieras oír. Ser humano es tu debilidad, y así me gusta tenerte. O te adaptas al cambio o mueres, ya que actualmente hay muchos cazadores de dragones y si no sabes luchar como humano, entonces como bestia tampoco podrás. ¡Y eres humano! ¡No manches a la familia!-exclamó-¡Fortalece tus debilidades!-
Raizo miró hacia atrás y chasqueó los dedos. Varios guardias más pronto se dirigieron a asegurar las salidas y cerrar todas las puertas que había cerca con fuerza. Era imposible abrirlas. La jaula se elevó liberando al joven Kalec vestido con túnica. Los dos guardias se acercaron al anciano y llevaron sus manos a la empuñadura de sus armas por si el muchacho quería atacar.
-Ponte de pié y mírame a la cara-ordenó Raizo fríamente, observando las leves manchas de sangre de la túnica. La elfa lo rodeó y sacó las frazadas sucias a un lado.
Ansur
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Re: El llamado de un Dragón [Kalec]
El dragón había estado escuchando el sonido de las personas que iban de un sitio a otro, los criados haciendo recados y adecentando los aposentos de los que Vivian allí o preparando los desayunos de sus amos o señores. A los soldados cambiando el turno de lo que fueran que tuvieran que vigilar allí, como a el mismo aquella noche, su mente se había ido relajando muy lentamente, empezando a funcionar, a analizar de nuevo los sonidos y movimientos que se sucedían entorno a él. Para cuando Raizo baja las escaleras acompañado por sus guardias y la elfa sus sentidos y su mente ya estaban casi normalizados, aunque seguía pálido, ya fuera por la falta del sol en aquella forma, por la pérdida de sangre, la falta de alimentarse o una combinación de todo lo anterior. La magia de la elfa le había dado fuerzas cuando le curo las heridas, pero seguía débil, quizás más mentalmente que de forma física. Alza sus lánguido rostro con ojos aun inexpresivos hacia el anciano que le habla, al menos había reaccionado a su voz y parecía escucharle y entender lo que le decía.
-¿Egocentrismo?-La voz suena apagada he inexpresiva, Raizo lo ve fruncir el ceño como si su cerebro luchara en buscar el significado de aquella palabra, aún parecía conmocionado, pero era bueno que le siguiera hablando obtener respuesta del joven, eso ayudaría a que su cerebro terminara de arrancar del todo.
-No será necesario…-dice trémulo, respondiéndole a lo de maldecirlo, con los labios violáceos, es posible que tuviera frío, pues al no estar acostumbrado a aquel cuerpo humano, un día primaveral podría resultarle desagradable al joven.
No parecía poder responder rápidamente a tanta información pero se notaba que se esforzaba por entender lo que le decían y buscar una respuesta.
-Se luchar como humano… me enseñaron….- El dragón se pone torpemente en pie, ayudándose con los barrotes de la jaula, sus piernas temblaban de forma incontroladas, como el de un cervatillo recién nacido, tarda unos minutos en poder quedarse en pie sin apoyarse en la jaula.-¿Cazadores?.- La mirada del joven se oscurece por un momento y mira a su alrededor, como si esperase encontrar allí a algún cazador de dragones.- Los matare…-dice con convicción, al parecer rememorando algún momento doloroso del pasado y buscara venganza. Frunce el ceño al reflexionar en una de las cosas que el viejo le dice.- Tú no eres de mi familia…- El dragón no parecía querer insultar a Raizo, simplemente la mente del muchacho aun no reaccionaba bien y había tomado aquello de familia como algo literal, algo consanguíneo y quizás no que el anciano se refiriera a familia, como a todos los dragones en conjunto.-No soy débil…- Responde con un gruñido.
El muchacho se mantiene en pie, con aquella ridícula túnica puesta del revés y manchada de sangre, se tambaleaba como un borracho como si echara en falta el equilibrio que la cola le daba. Es posible que hubiera dicho la verdad sobre que se había entrenado como humano y había aprendido a combatir como tal, pero debía hacer mucho tiempo que el dragón no adoptaba su forma bípeda.
El muchacho se encoge cuando el anciano le pide que lo mirase, intenta hacerlo en un par de ocasiones, pero no se le veía capaz, sus manos temblaban incontrolables a sus costados, y su respiración se vuelve entrecortada y agitada, finalmente apretando los puños , clavándose las uñas en las palmas de las manos, levanta la mirada. Por fin sus ojos denotaban algún tipo de sentimiento y era ira, una ira tal que hacía que los remolinos de tonalidades azules que daban color a sus iris, se removieran y entremezclaran como si fueran una furiosa tormenta, el odio manaba del muchacho en oleadas intensas poderosas, si las miradas pudieran matar Raizo abría estallado en miles de fragmentos o habría caído fulminado, pero también se podía detectar miedo, miedo hacia el viejo que lo había engañado, y no solo Raizo, en su mente ya se había fijado la idea de que Esdras lo había engañado, que todo aquello estaba planteado. Solo mira a Raizo un par de segundos, enseguida baja la mirada, intimidado por aquel anciano, esperando que este no notase el odio que sentía.
-¿Egocentrismo?-La voz suena apagada he inexpresiva, Raizo lo ve fruncir el ceño como si su cerebro luchara en buscar el significado de aquella palabra, aún parecía conmocionado, pero era bueno que le siguiera hablando obtener respuesta del joven, eso ayudaría a que su cerebro terminara de arrancar del todo.
-No será necesario…-dice trémulo, respondiéndole a lo de maldecirlo, con los labios violáceos, es posible que tuviera frío, pues al no estar acostumbrado a aquel cuerpo humano, un día primaveral podría resultarle desagradable al joven.
No parecía poder responder rápidamente a tanta información pero se notaba que se esforzaba por entender lo que le decían y buscar una respuesta.
-Se luchar como humano… me enseñaron….- El dragón se pone torpemente en pie, ayudándose con los barrotes de la jaula, sus piernas temblaban de forma incontroladas, como el de un cervatillo recién nacido, tarda unos minutos en poder quedarse en pie sin apoyarse en la jaula.-¿Cazadores?.- La mirada del joven se oscurece por un momento y mira a su alrededor, como si esperase encontrar allí a algún cazador de dragones.- Los matare…-dice con convicción, al parecer rememorando algún momento doloroso del pasado y buscara venganza. Frunce el ceño al reflexionar en una de las cosas que el viejo le dice.- Tú no eres de mi familia…- El dragón no parecía querer insultar a Raizo, simplemente la mente del muchacho aun no reaccionaba bien y había tomado aquello de familia como algo literal, algo consanguíneo y quizás no que el anciano se refiriera a familia, como a todos los dragones en conjunto.-No soy débil…- Responde con un gruñido.
El muchacho se mantiene en pie, con aquella ridícula túnica puesta del revés y manchada de sangre, se tambaleaba como un borracho como si echara en falta el equilibrio que la cola le daba. Es posible que hubiera dicho la verdad sobre que se había entrenado como humano y había aprendido a combatir como tal, pero debía hacer mucho tiempo que el dragón no adoptaba su forma bípeda.
El muchacho se encoge cuando el anciano le pide que lo mirase, intenta hacerlo en un par de ocasiones, pero no se le veía capaz, sus manos temblaban incontrolables a sus costados, y su respiración se vuelve entrecortada y agitada, finalmente apretando los puños , clavándose las uñas en las palmas de las manos, levanta la mirada. Por fin sus ojos denotaban algún tipo de sentimiento y era ira, una ira tal que hacía que los remolinos de tonalidades azules que daban color a sus iris, se removieran y entremezclaran como si fueran una furiosa tormenta, el odio manaba del muchacho en oleadas intensas poderosas, si las miradas pudieran matar Raizo abría estallado en miles de fragmentos o habría caído fulminado, pero también se podía detectar miedo, miedo hacia el viejo que lo había engañado, y no solo Raizo, en su mente ya se había fijado la idea de que Esdras lo había engañado, que todo aquello estaba planteado. Solo mira a Raizo un par de segundos, enseguida baja la mirada, intimidado por aquel anciano, esperando que este no notase el odio que sentía.
Kalec
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Re: El llamado de un Dragón [Kalec]
-Ya, deja de lloriquear, pues te quedarás así hasta que aprendas, y sí eres lo que eres ahora! ¡Un cobarde, miedoso, arrogante y engreído! ¡Eres débil, incapaz de matar siquiera a una mosca, que alardea de quien no es! ¡No seré tu familia de sangre, pero eres de mi raza!-exclamó con calma Raizo, pero tan frío como el hielo.
Se acercó y tomó al joven de la pechera para levantarlo bruscamente y obligarlo a que lo mirara a los ojos fijamente para gritarle en la cara.
-Si no quieres ser humano, o mueres o te maldigo para que seas una bestia por el resto de tu vida. ¡Ser dragón para pelear contra los enemigos humanos es de cobardes! ¡Si eres hombre, pelea como tal! ¡Tú eliges tu destino!-soltó al joven y se apartó un poco para decirle- Serás un bípedo te guste o no, si no ya sabes que hacer. Ya sé cuál es tu punto débil y gozaré atacarte por este lado que ya conozco. Trabajarás para [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]una amiga mía a partir de ahora, una guerrera, líder de los luchadores…, y lo harás de forma humana hasta que ella vea que estás listo. ¿Aceptas?-propuso Raizo sin dejar de mirarlo a los ojos.
Kalec, estaba siendo invitado a formar parte del gremio de los luchadores, pero de forma humana. ¿Sinó como podría ser capaz de luchar?
Se acercó y tomó al joven de la pechera para levantarlo bruscamente y obligarlo a que lo mirara a los ojos fijamente para gritarle en la cara.
-Si no quieres ser humano, o mueres o te maldigo para que seas una bestia por el resto de tu vida. ¡Ser dragón para pelear contra los enemigos humanos es de cobardes! ¡Si eres hombre, pelea como tal! ¡Tú eliges tu destino!-soltó al joven y se apartó un poco para decirle- Serás un bípedo te guste o no, si no ya sabes que hacer. Ya sé cuál es tu punto débil y gozaré atacarte por este lado que ya conozco. Trabajarás para [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]una amiga mía a partir de ahora, una guerrera, líder de los luchadores…, y lo harás de forma humana hasta que ella vea que estás listo. ¿Aceptas?-propuso Raizo sin dejar de mirarlo a los ojos.
Kalec, estaba siendo invitado a formar parte del gremio de los luchadores, pero de forma humana. ¿Sinó como podría ser capaz de luchar?
Ansur
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Re: El llamado de un Dragón [Kalec]
El muchacho suelta un gruñido, manteniéndose erguido, con los puños apretados a los lados del cuerpo, hirviendo de rabia soportando los insultos de aquel maldito viejo sarnoso. Estaba seguro que la elfa que acompañaba al anciano calentaba su lecho todas las noches, si no, ¿Por qué otra razón iba a haber una elfa allí?. Además, el viejo se acaba de describir a sí mismo, si fuera valiente, él mismo lo habría capturado, no habría dependido de otros hombres para que hicieran el trabajo sucio, y el anciano era la misma personificación de la arrogancia y el engreimiento, lo trataba como a una niño pequeño y eso era algo que no soportaba, creyéndose superior con sus estúpidas ideas de cómo debían ser y comportarse los dragones, sus ideas estaban apergaminadas y apolilladas, pero el dragón no podía manifestar sus ideas en voz alta, incluso intenta no pensar en ellas, pues Raizo tenía el destino de su vida en sus viejas y asquerosas manos.
Cuando lo toma de la pechera sus manos van automáticamente a las muñecas del anciano, el joven reacciona por instinto y trata de soltarle las manos o incluso de partirle las muñecas, en aquel momento los ojos azules que miran al viejo no mostraban ira, solo pánico, pensando quizás que fuera a cumplir a algunas de sus amenazas o fuera a aplicarle algún castigo físico. Su intento de soltar las manos del viejo para cuando ve que este solo le habla y no trata de hacerle daño, se limita a poner una mueca de desagrado, no podía aquella pequeña manifestación de disconformidad con lo que balbuceaba Raizo.
-Eres un viejo retorcido.- Dice como si confirmara una idea, mas que por insultar al anciano. Gruñe entre dientes cuando le dice lo de usar el “punto débil”.
El dragón nunca había dicho que fuera débil en su forma humana, de echo lo había negado antes, ya que una cosa es que se sintiera indefenso, débil he incomodo en forma humana y otra muy distinta es que lo fuera. Lanza una carcajada seca y desprovista de toda gracia, solo llana de rencor y angustia.
-¿Para qué me preguntas? ¿Acaso tengo opción de negarme? Creo que has dejado claro que me pasaría si me negara…- Se muerde la lengua antes de seguir la frase, que hubiera terminado con algo así como “viejo senil”. Había puesto una mueca irónica ante eso de “una amiga mía”, el joven dudaba muchísimo que aquel viejo tuviera a alguien a quien llamar amigo, sirvientes y esclavos como lo había hecho a él, sí, pero amigos lo dudaba muchísimo.
-Antes de irme me gustaría hablar con Esdras de Rubes... por favor- Dice alzando la barbilla, quería hablar con el dragón rojo antes de trabajar con nadie, el dragón suponía que para mantenerlo vigilado tendría que vivir en aquel maldito lugar y se preguntaba si sería aquella elfa la tal Chena o si sería alguna de las sirvientas o esclavas que aquel viejo pudiera tener en aquel lugar, el cual parecía lo bastante inmenso para tener una ciudad en su interior o esa era la impresión que le daba.
Cuando lo toma de la pechera sus manos van automáticamente a las muñecas del anciano, el joven reacciona por instinto y trata de soltarle las manos o incluso de partirle las muñecas, en aquel momento los ojos azules que miran al viejo no mostraban ira, solo pánico, pensando quizás que fuera a cumplir a algunas de sus amenazas o fuera a aplicarle algún castigo físico. Su intento de soltar las manos del viejo para cuando ve que este solo le habla y no trata de hacerle daño, se limita a poner una mueca de desagrado, no podía aquella pequeña manifestación de disconformidad con lo que balbuceaba Raizo.
-Eres un viejo retorcido.- Dice como si confirmara una idea, mas que por insultar al anciano. Gruñe entre dientes cuando le dice lo de usar el “punto débil”.
El dragón nunca había dicho que fuera débil en su forma humana, de echo lo había negado antes, ya que una cosa es que se sintiera indefenso, débil he incomodo en forma humana y otra muy distinta es que lo fuera. Lanza una carcajada seca y desprovista de toda gracia, solo llana de rencor y angustia.
-¿Para qué me preguntas? ¿Acaso tengo opción de negarme? Creo que has dejado claro que me pasaría si me negara…- Se muerde la lengua antes de seguir la frase, que hubiera terminado con algo así como “viejo senil”. Había puesto una mueca irónica ante eso de “una amiga mía”, el joven dudaba muchísimo que aquel viejo tuviera a alguien a quien llamar amigo, sirvientes y esclavos como lo había hecho a él, sí, pero amigos lo dudaba muchísimo.
-Antes de irme me gustaría hablar con Esdras de Rubes... por favor- Dice alzando la barbilla, quería hablar con el dragón rojo antes de trabajar con nadie, el dragón suponía que para mantenerlo vigilado tendría que vivir en aquel maldito lugar y se preguntaba si sería aquella elfa la tal Chena o si sería alguna de las sirvientas o esclavas que aquel viejo pudiera tener en aquel lugar, el cual parecía lo bastante inmenso para tener una ciudad en su interior o esa era la impresión que le daba.
Kalec
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Re: El llamado de un Dragón [Kalec]
-¿Para qué me preguntas? ¿Acaso tengo opción de negarme? Creo que has dejado claro que me pasaría si me negara…-hizo un breve silencio el dragón- Antes de irme me gustaría hablar con Esdras de Rubes... por favor-dijo alzando la barbilla y que Raizo aprovechó para propinarle un puñetazo a la mejilla izquierda derribándolo al suelo con la fuerza, a pesar de ser un anciano de avanzada edad aparentemente para Kalec.
-¿Quién dijo que podrías marcharte?¡Esdras vendrá cuando se le dé la gana y tú, insolente, no puedes pedir su llamado!-exclamó potente, con tanta fuerza que hacía estremecer-¡Mírate! ¡Temblando en pánico en el suelo, que lo único tiene para defenderse son insultos sin razones ni motivos! ¿Qué clase de dragón eres? Podría maldecirte para siempre y quitarte de por vida tu transformación en dragón. Eres la deshonra de tu raza, ¡un niño que cree sabérselas todas cuando realmente no limpiarse ni los mocos!-uno de los soldados que llevaba su bastón, se lo acercó a Raizo quien lo tomó bruscamente y golpeó la punta en el suelo, al costado del joven, como si hubiera querido pegarle. La potencia había sido para dejarle una buena marca. La intensión había sido para intimidarlo aún más-Si no sabes ser sociable, ¿Para qué demonios quieres vivir? ¡Si no sirves para matar, ni para ayudar, ni para servir a nadie! ¿Quién querría a un dragón cobarde como tú? ¡Grisham!-llamó finalmente y esperó.
Un hombre llegó corriendo desde el pasillo de la izquierda de la escalera, vestido de negro cabello rubio y lacio.
-¡Lo que hemos hablado!-gritó Raizo y el hombre hizo una reverencia ante él. Llevaba consigo un pequeño bastón también con una esfera brillante en la parte de arriba. Tenía el color de sus ojos y ambos brillaban a la par como si se tratara de una conexión. Dejaba en claro que era un hechicero.
Grisham se interpuso con el anciano y miró a Kalec tirado en el suelo. Antes de hacer algo, dijo.
-Soy Grisham Engeruc… brujo experimentado en alto nivel, uno de los más poderosos en la magia banca. Me dicen que eres fanático de tu propio ser dragón. Pero me han ordenado revertir eso. Si antes de costaba ser humano, ahora será que te costará ser dragón y vivirás como humano…-el hombre no mostró sonrisa alguna, pero tampoco parecía lamentar lo que estaba por hacer. No conocía a Kalec, solo cumplía órdenes de su señor.
-¿Quién dijo que podrías marcharte?¡Esdras vendrá cuando se le dé la gana y tú, insolente, no puedes pedir su llamado!-exclamó potente, con tanta fuerza que hacía estremecer-¡Mírate! ¡Temblando en pánico en el suelo, que lo único tiene para defenderse son insultos sin razones ni motivos! ¿Qué clase de dragón eres? Podría maldecirte para siempre y quitarte de por vida tu transformación en dragón. Eres la deshonra de tu raza, ¡un niño que cree sabérselas todas cuando realmente no limpiarse ni los mocos!-uno de los soldados que llevaba su bastón, se lo acercó a Raizo quien lo tomó bruscamente y golpeó la punta en el suelo, al costado del joven, como si hubiera querido pegarle. La potencia había sido para dejarle una buena marca. La intensión había sido para intimidarlo aún más-Si no sabes ser sociable, ¿Para qué demonios quieres vivir? ¡Si no sirves para matar, ni para ayudar, ni para servir a nadie! ¿Quién querría a un dragón cobarde como tú? ¡Grisham!-llamó finalmente y esperó.
Un hombre llegó corriendo desde el pasillo de la izquierda de la escalera, vestido de negro cabello rubio y lacio.
- Grisham:
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-¡Lo que hemos hablado!-gritó Raizo y el hombre hizo una reverencia ante él. Llevaba consigo un pequeño bastón también con una esfera brillante en la parte de arriba. Tenía el color de sus ojos y ambos brillaban a la par como si se tratara de una conexión. Dejaba en claro que era un hechicero.
Grisham se interpuso con el anciano y miró a Kalec tirado en el suelo. Antes de hacer algo, dijo.
-Soy Grisham Engeruc… brujo experimentado en alto nivel, uno de los más poderosos en la magia banca. Me dicen que eres fanático de tu propio ser dragón. Pero me han ordenado revertir eso. Si antes de costaba ser humano, ahora será que te costará ser dragón y vivirás como humano…-el hombre no mostró sonrisa alguna, pero tampoco parecía lamentar lo que estaba por hacer. No conocía a Kalec, solo cumplía órdenes de su señor.
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Re: El llamado de un Dragón [Kalec]
No se esperaba un ataque de aquel viejo, y mucho menos que tuviera tan tremenda fuerza, el impacto le nubla la vista, haciendo ver chiribitas ante sus ojos, cae al suelo de forma brusca y al instante siente el sabor salado y metálico de la sangre en la boca. El joven se apoya sobre las manos para levantarse, palpándole la mandíbula dolorida y escupiendo sangre con una tos entrecortada por el dolor.
-Yo no me refería marcharme de este lugar, gran Raizo…-dice el muchacho tirado en el suelo, intimidado por la fuerza del viejo. – Me refería a antes de irme a cumplir con lo que me has ordenado, no a marcharme de aquí…- Escupe más sangre con un gesto de dolor.- No pretendía dar orden alguna.- dice con una mueca de disgusto mientras se pone en pie con algo de trabajo.- No he tenido nunca un padre que me educara, lo mataron los vampiros, solo una madre que estaba siempre ausente… No es culpa mía si mi educación resulta ofensiva o si no es la adecuada, pero aprendo rápido.-Asegura mientras aguanta los insultos y vituperios del anciano el cual ya sabía que no era tal.
Al recibir el bastonazo en las costillas lanza un quejido de color, mientras se cuerpo se dobla a la mitad y cae de nuevo a las rodillas, con los brazos rodeándose el estómago y las costillas, mientras se esforzaba por recuperar el aliento, pues el impacto del bastón él había vaciado de aire los pulmones. El golpe le revuelve el estómago al joven, pero por suerte lo tenía vacío pues aún no había comido nada desde hacía unos días, pues en su viaje no había encontrado que comer en las montañas nevadas. Cuando puede responder de nuevo, ve ante el a aquel brujo, había escuchado todo y la sangre se le había congelado en las venas.
-¡Por… por favor!- Suplica aun arrodillado en el suelo, sujetándose el estómago con los brazos, abrazándose.-¡ No lo hagáis Gran Raizo, no le permitáis a este brujo cumplir con lo que dice!.- Suplica con los ojos húmedos, era quizás la primera vez, que el dragón parecía hablar sincero, con el corazón, los ojos húmedos por la emoción de sus palabras.- Os suplico que no me maldigáis de ninguna forma… ¡enseñadme Raizo! ¡Enséñame,como ser un dragón, en como puedo ayudar a mi raza, pero por favor no me cambies… no lo hagas…!- El muchacho no puede evitar llorar, era normal, en humano aparentaba solo 16 años, poco más que un niño, aun no era un adulto y como dragón le sucedía exactamente lo mismo, un cambio así en su naturaleza podría matarlo.-Me esforzare por aprender, haré todo lo que me digas…-Dice tras un momento de llanto, controlándose.- Estarás orgulloso de mi, todos los dragones no estarán.- Asegura con vehemencia el muchacho.
-Yo no me refería marcharme de este lugar, gran Raizo…-dice el muchacho tirado en el suelo, intimidado por la fuerza del viejo. – Me refería a antes de irme a cumplir con lo que me has ordenado, no a marcharme de aquí…- Escupe más sangre con un gesto de dolor.- No pretendía dar orden alguna.- dice con una mueca de disgusto mientras se pone en pie con algo de trabajo.- No he tenido nunca un padre que me educara, lo mataron los vampiros, solo una madre que estaba siempre ausente… No es culpa mía si mi educación resulta ofensiva o si no es la adecuada, pero aprendo rápido.-Asegura mientras aguanta los insultos y vituperios del anciano el cual ya sabía que no era tal.
Al recibir el bastonazo en las costillas lanza un quejido de color, mientras se cuerpo se dobla a la mitad y cae de nuevo a las rodillas, con los brazos rodeándose el estómago y las costillas, mientras se esforzaba por recuperar el aliento, pues el impacto del bastón él había vaciado de aire los pulmones. El golpe le revuelve el estómago al joven, pero por suerte lo tenía vacío pues aún no había comido nada desde hacía unos días, pues en su viaje no había encontrado que comer en las montañas nevadas. Cuando puede responder de nuevo, ve ante el a aquel brujo, había escuchado todo y la sangre se le había congelado en las venas.
-¡Por… por favor!- Suplica aun arrodillado en el suelo, sujetándose el estómago con los brazos, abrazándose.-¡ No lo hagáis Gran Raizo, no le permitáis a este brujo cumplir con lo que dice!.- Suplica con los ojos húmedos, era quizás la primera vez, que el dragón parecía hablar sincero, con el corazón, los ojos húmedos por la emoción de sus palabras.- Os suplico que no me maldigáis de ninguna forma… ¡enseñadme Raizo! ¡Enséñame,como ser un dragón, en como puedo ayudar a mi raza, pero por favor no me cambies… no lo hagas…!- El muchacho no puede evitar llorar, era normal, en humano aparentaba solo 16 años, poco más que un niño, aun no era un adulto y como dragón le sucedía exactamente lo mismo, un cambio así en su naturaleza podría matarlo.-Me esforzare por aprender, haré todo lo que me digas…-Dice tras un momento de llanto, controlándose.- Estarás orgulloso de mi, todos los dragones no estarán.- Asegura con vehemencia el muchacho.
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Re: El llamado de un Dragón [Kalec]
Grisham levantó una mano para acallar las palabras del dragón. Raizo parecía agotado y por ello furioso. Discutir demandaba mucha energía de uno mismo. Por lo tanto, el brujo habló frente a Kalec.
-Si fueras valiente, un hombre de honor, y que no se valga de ser un dragón, podríamos grabar tu nombre en la familia de los grandes señores. Pero temo que no, no puedes ser digno de ello. Tus súplicas poco valen, así como tu rugido de dragón y batir de grandes alas. Tu destino es la adaptación a la vida, o perecer. -
El brujo retrocedió un paso y golpeó la vara en el suelo, haciendo un ruido seco. Y de la punta de la parte de arriba, la esfera, brotó un resplandor verde que se dirigió como rayo a Kalec, atravesándolo de lado a lado hasta las puertas de la entrada al edificio, que se abrieron de par en par. Kalec sintió un frio glacial atravesar su cuerpo, como si le hubieran lanzado un chorro de agua congelada de lleno.
Detrás Raizo, volvía a subir las escaleras molesto y disgustado. Había dejado el destino del dragón en el hechicero, quien se mantenía con la mirada fría y penetrante de ojos verdes.
-¡Vete!-la voz de Grisham sonó potente. El brazalete de la muñeca de Kalec se hizo trizas y cayó al suelo-¡Vete a seguir siendo dragón y lo que quieras! Tu estadía ha terminado acá, que la vida haga lo que el destino decida y que ojalá alguna vez crezcas y te des cuenta que no puedes llevar al mundo por delante cuando quieras. Gánate el respeto… ¡Vete antes que Raizo se arrepienta y yo te maldiga para siempre!-volvió a decir y esperó a que el dragón se marchara para cerrar las puertas del lugar.
Kalec se marchaba del lugar, con las manos vacías aún más de las que volvió. Quizá la experiencia con Raizo y el susto de la maldición le sirviera para ser una mejor persona en un futuro y que pudiera ver que un dragón no lo es todo, que solo demuestra cobardía y debilidad al no ser humano y enfrentar todo suciamente, ante humanos, elfos, vampiros, licántropos desarmados, que solo contaban con sus armas y combate cuerpo a cuerpo para atacar. ¿Dónde estaba la dignidad? Grisham se sentó en la escalera, mirando las puertas cerradas una vez que el dragón se retiró. Deseaba sinceramente que ese joven arrogante que creía que la vida era ser un dragón, se diera cuenta de lo equivocado que estaba, y que pudiera crecer internamente y dejar la niñez de una buena vez por todas.
-Si fueras valiente, un hombre de honor, y que no se valga de ser un dragón, podríamos grabar tu nombre en la familia de los grandes señores. Pero temo que no, no puedes ser digno de ello. Tus súplicas poco valen, así como tu rugido de dragón y batir de grandes alas. Tu destino es la adaptación a la vida, o perecer. -
El brujo retrocedió un paso y golpeó la vara en el suelo, haciendo un ruido seco. Y de la punta de la parte de arriba, la esfera, brotó un resplandor verde que se dirigió como rayo a Kalec, atravesándolo de lado a lado hasta las puertas de la entrada al edificio, que se abrieron de par en par. Kalec sintió un frio glacial atravesar su cuerpo, como si le hubieran lanzado un chorro de agua congelada de lleno.
Detrás Raizo, volvía a subir las escaleras molesto y disgustado. Había dejado el destino del dragón en el hechicero, quien se mantenía con la mirada fría y penetrante de ojos verdes.
-¡Vete!-la voz de Grisham sonó potente. El brazalete de la muñeca de Kalec se hizo trizas y cayó al suelo-¡Vete a seguir siendo dragón y lo que quieras! Tu estadía ha terminado acá, que la vida haga lo que el destino decida y que ojalá alguna vez crezcas y te des cuenta que no puedes llevar al mundo por delante cuando quieras. Gánate el respeto… ¡Vete antes que Raizo se arrepienta y yo te maldiga para siempre!-volvió a decir y esperó a que el dragón se marchara para cerrar las puertas del lugar.
Kalec se marchaba del lugar, con las manos vacías aún más de las que volvió. Quizá la experiencia con Raizo y el susto de la maldición le sirviera para ser una mejor persona en un futuro y que pudiera ver que un dragón no lo es todo, que solo demuestra cobardía y debilidad al no ser humano y enfrentar todo suciamente, ante humanos, elfos, vampiros, licántropos desarmados, que solo contaban con sus armas y combate cuerpo a cuerpo para atacar. ¿Dónde estaba la dignidad? Grisham se sentó en la escalera, mirando las puertas cerradas una vez que el dragón se retiró. Deseaba sinceramente que ese joven arrogante que creía que la vida era ser un dragón, se diera cuenta de lo equivocado que estaba, y que pudiera crecer internamente y dejar la niñez de una buena vez por todas.
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