[Misión del gremio de Ladrones] [Tarken-Marah-Eco]
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[Misión del gremio de Ladrones] [Tarken-Marah-Eco]
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Tarken
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Eco
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- León:
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- collar de diamantes:
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*No se debe estar participando en otra quest.
*No debe estar participando en duelo/entrenamiento.
*Si se abandona la quest, habrá consecuencia que afecte al personaje.
*Se debe notificar si no se responderá dentro de las 24hs en la quest.
Nota: Tarken participa en la misión pero no obtendrá puntos de experiencia. Será un rol para acompañarlas puesto que es el que tiene más rango en el gremio.
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Se ha visto tus movimientos y trabajos, y se te ha seleccionado para llevar a cabo una misión. Te ha llegado una carta que te da la dirección y los contactos por quienes debes preguntar: Gabret.
Para ello tienes que adentrarte en las catacumbas y recorrer varias calles, hasta llegar a un callejón donde hay una puerta de madera que podrás abrir girando el picaporte según lo indicado. Dos veces a la derecha, dos a la izquierda e ingresar a un hall con mullidos sillones donde estarán esperándote. Las cortinas cubren las puertas y paredes, por lo que no podrás ver más allá.
El lugar tiene pinturas estantes con pequeñas estatuillas y botella de licores de baja calidad, y unas copas.
Ansur
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Re: [Misión del gremio de Ladrones] [Tarken-Marah-Eco]
Hacía ya varios días que había regresado de su último viaje y el dolor constante de su torso le recordaba aún hoy todo lo sucedido. Acompañado por Reb y Noctis, el semielfo conocido como Falcon en aquellos lares se disponía a ejercer de protector y orientador en una nueva misión para el gremio.
Ambar había contactado con él por los canales adecuados para asegurarse de que estuviera en el sitio indicado a la hora indicada, sus líderes deseaban que recibiese, como rango superior, a la nueva incorporación así como a una aspirante al gremio de ladrones de Lunargenta. Siendo así, el semielfo llegó un par de horas antes a la conocida como sala del descanso, así al menos la llamaba él. Tras recorrer las calles y llegar a la puerta de madera, Tarken giró el picaporte de forma correcta para entrar y aguardar la llegada de la postulante y de Eco, la muchacha que hacía tiempo tenía ganas de volver a ver.
Nada más entrar y cerrar la puerta tras de sí, Tarken contempló los sillones donde antes había descansado alguna que otra vez para conversar con los líderes del gremio. Reb tomó posesión de un sitio cálido junto a uno de los sillones que se agazapaba en la penumbra de la sala mientras que Noctis lo ornamentó con su pose recia y diligente. Con una media sonrisa, Tarken atusó su capa y tomó asiento tranquilamente. Sin duda el semielfo había abrazado las bondades de la oscuridad en los últimos tiempos, había logrado una empatía con las sombras por la cual pasaba desapercibido incluso en los lugares más concurridos si así lo deseaba, algo que el pelaje negro de Reb no perturbaba.
Mientras esperaba cómodamente sentado en aquel sillón, Tarken sacó de una pequeña bolsa al cinto, un par de trozos de carne seca, la cual entregó a sus acompañantes animales para que también aguardaran tranquilos. Luego, sacó una rama de tomillo que se llevó a la boca para degustar su refrescante sabor. Apoyando la cabeza en su brazo mano derecha pensativo, Tarken quedó a la espera repasando los términos de la misión que le había adelantado Ambar en su carta.
La sala era amplia y la luz de varios candelabros en la pared la iluminaban de forma titilante. Aún hoy Tarken se preguntaba de donde habían salido aquellos cómodos sillones mas, como cualquier cosa que se había atrevido a preguntar, la respuesta era siempre: "no preguntes". Pese a todo, al semielfo siempre le había parecido un buen lugar para reunirse con sus jefes por lo que se tomó como un honor el que lo hubieran llamado para ser anfitrión con ellos. Aquello le hizo pensar en que aún no se encontraban allí y que seguramente lo habían dispuesto de tal modo que el joven semielfo las recibiera primero para después ir en su busca. Sin duda era un distintivo del gremio actuar siempre con algo de intriga, después de todo, eran artistas de las sombras...
Ambar había contactado con él por los canales adecuados para asegurarse de que estuviera en el sitio indicado a la hora indicada, sus líderes deseaban que recibiese, como rango superior, a la nueva incorporación así como a una aspirante al gremio de ladrones de Lunargenta. Siendo así, el semielfo llegó un par de horas antes a la conocida como sala del descanso, así al menos la llamaba él. Tras recorrer las calles y llegar a la puerta de madera, Tarken giró el picaporte de forma correcta para entrar y aguardar la llegada de la postulante y de Eco, la muchacha que hacía tiempo tenía ganas de volver a ver.
Nada más entrar y cerrar la puerta tras de sí, Tarken contempló los sillones donde antes había descansado alguna que otra vez para conversar con los líderes del gremio. Reb tomó posesión de un sitio cálido junto a uno de los sillones que se agazapaba en la penumbra de la sala mientras que Noctis lo ornamentó con su pose recia y diligente. Con una media sonrisa, Tarken atusó su capa y tomó asiento tranquilamente. Sin duda el semielfo había abrazado las bondades de la oscuridad en los últimos tiempos, había logrado una empatía con las sombras por la cual pasaba desapercibido incluso en los lugares más concurridos si así lo deseaba, algo que el pelaje negro de Reb no perturbaba.
Mientras esperaba cómodamente sentado en aquel sillón, Tarken sacó de una pequeña bolsa al cinto, un par de trozos de carne seca, la cual entregó a sus acompañantes animales para que también aguardaran tranquilos. Luego, sacó una rama de tomillo que se llevó a la boca para degustar su refrescante sabor. Apoyando la cabeza en su brazo mano derecha pensativo, Tarken quedó a la espera repasando los términos de la misión que le había adelantado Ambar en su carta.
La sala era amplia y la luz de varios candelabros en la pared la iluminaban de forma titilante. Aún hoy Tarken se preguntaba de donde habían salido aquellos cómodos sillones mas, como cualquier cosa que se había atrevido a preguntar, la respuesta era siempre: "no preguntes". Pese a todo, al semielfo siempre le había parecido un buen lugar para reunirse con sus jefes por lo que se tomó como un honor el que lo hubieran llamado para ser anfitrión con ellos. Aquello le hizo pensar en que aún no se encontraban allí y que seguramente lo habían dispuesto de tal modo que el joven semielfo las recibiera primero para después ir en su busca. Sin duda era un distintivo del gremio actuar siempre con algo de intriga, después de todo, eran artistas de las sombras...
Tarken
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Re: [Misión del gremio de Ladrones] [Tarken-Marah-Eco]
- ¿Qué demon..?- comencé a maldecir. Giré el sobre varias veces buscando algún otro tipo de indicio de qué significaba todo eso. Salí corriendo hacia abajo tan rápido que casi tropiezo en los escalones. Me apoyé furiosa en la barra con ambas manos haciendo un golpe tan fuerte que varios se giraron ante la sorpresa. Abrí la boca para gritar pero el murmullo de los demás llegó a mis oídos, giré levemente la cabeza con odio en los ojos para notar como varios carraspeaban y volvían, así sea forzadamente, a sus asuntos. Seguramente alguna que otra mirada seguiría pendiente de lo que haría, por lo que apretando los dientes con fuerza mee incliné hacia aquel se hacía llamar Thomas y atendía el local. - Se puede saber... ¿Quién demonios entró en mi habitación? -
Thomas se giró y al ver mi mirada retrocedió un poco quizás por instinto o la sorpresa de verme así – Nadie entró a ningún lado – entrecerré los ojos – Es cierto... es cierto Danielle, nadie entró.. no pueden.. una vez pago las llaves las lleva el cliente.. ¿Tú las tienes, verdad? - Las tenía, sentía el peso en mi bolsillo en este momento, entrecerré más los ojos y eran un delgada linea y casí que no lo veía por lo que me enderecé. - Llegó otra carta... dice Jazmine también – la buscó debajo del mostrador entre otras cosas y apenas la subió se la quité de las manos - ¿Quién es esa..? - comenzó mientras intentaba mirar lo que tenía.
- No es asunto tuyo – corté – y espero sea cierto que nadie haya ingresado a mi cuarto porque sino...
El joven levantó las manos – Nadie.. juro que nadie entró – Se equivocaba, claramente se equivocaba y la carta que descansaba sobre mi almohada era suficiente prueba de ello, pero no pensaba decírselo a él tampoco. Me guardé la otra carta para leerla luego y me dirigí a mi cuarto nuevamente. En el piso, cerca de una silla descansaba el misterioso sobre, me senté en la cama y lo ojee. Tenía indicaciones y el nombre de aquel a quién pensaba acribillar a preguntas. La dejé sobre la cama y me decidí a ir a la dirección donde me citaba. Busqué en mi baúl que ponerme, disponía de un guardarropa un poco más amplio, un tanto porque había comprado y la mayoría porque lo había “conseguido”... no me gustaba la palabra robar, conseguir quedaba más bonito. Me vestí de negro, con un vestido con bolsillos que hacía rato me negaba a usar pues me traía recuerdos, pero tenía un lugar donde enrollar mi látigo a manera de cinto y pensaba cargar con él. Me abrigué con una capa, conseguida también y salí veloz y furiosa al exterior. “¿Porqué no simplemente me citan en una plaza, una taberna o algo más sencillo de encontrar?” me quejé mientras seguía las indicaciones del mapa adjunto, estaba en la ciudad, aquí no me perdía, pero tanta vuelta terminaba por confundirme. Escuché que me seguían y apuré el paso, sabía quien era y no estaba de ánimos para lidiar con él. Me metí en un callejón y me detuve frente a una puerta de madera.
- ¿Derecha..derecha.. qué? - golpee y esperé. Nada pasó, luego del tercer golpe me decidí por patearla y aún así nada. El sonido de las botas de los guardias llegó nuevamente a mis oídos y entornando los ojos decidí finalmente seguir las indicaciones y entré. Caminé en silencio procurando no hacer sonido alguno, recordé que había pateado la puerta y anulé la posibilidad de que no supieran que había alguien. Me encogí de hombros y caminé despacio de todas formas. Estaba bastante oscuro pero todo se iluminó cuando ingresé a un salón amplio y elegante. Me quedé en la puerta observando todo, las paredes estaban cubiertas y eso no me agradaba, por lo me mantendría lejos de ellas mientras estuviera aquí.
Levanté una ceja. ¿Pájaros? ... fue lo segundo que noté... ¿Pájaros? Pestañee un par de veces, definitivamente eran pájaros pero no entendía qué hacían allí. De uno de los sillones pude observar un codo que sobresalía del lado derecho. Había alguien sentado allí, se movió y aún sin ingresar, desde la puerta pregunté.
- ¿Gabret? - Si lo era tenía varias cosas que preguntarle y no sería justamente donde consiguió los pajarracos o las cortinas.
Thomas se giró y al ver mi mirada retrocedió un poco quizás por instinto o la sorpresa de verme así – Nadie entró a ningún lado – entrecerré los ojos – Es cierto... es cierto Danielle, nadie entró.. no pueden.. una vez pago las llaves las lleva el cliente.. ¿Tú las tienes, verdad? - Las tenía, sentía el peso en mi bolsillo en este momento, entrecerré más los ojos y eran un delgada linea y casí que no lo veía por lo que me enderecé. - Llegó otra carta... dice Jazmine también – la buscó debajo del mostrador entre otras cosas y apenas la subió se la quité de las manos - ¿Quién es esa..? - comenzó mientras intentaba mirar lo que tenía.
- No es asunto tuyo – corté – y espero sea cierto que nadie haya ingresado a mi cuarto porque sino...
El joven levantó las manos – Nadie.. juro que nadie entró – Se equivocaba, claramente se equivocaba y la carta que descansaba sobre mi almohada era suficiente prueba de ello, pero no pensaba decírselo a él tampoco. Me guardé la otra carta para leerla luego y me dirigí a mi cuarto nuevamente. En el piso, cerca de una silla descansaba el misterioso sobre, me senté en la cama y lo ojee. Tenía indicaciones y el nombre de aquel a quién pensaba acribillar a preguntas. La dejé sobre la cama y me decidí a ir a la dirección donde me citaba. Busqué en mi baúl que ponerme, disponía de un guardarropa un poco más amplio, un tanto porque había comprado y la mayoría porque lo había “conseguido”... no me gustaba la palabra robar, conseguir quedaba más bonito. Me vestí de negro, con un vestido con bolsillos que hacía rato me negaba a usar pues me traía recuerdos, pero tenía un lugar donde enrollar mi látigo a manera de cinto y pensaba cargar con él. Me abrigué con una capa, conseguida también y salí veloz y furiosa al exterior. “¿Porqué no simplemente me citan en una plaza, una taberna o algo más sencillo de encontrar?” me quejé mientras seguía las indicaciones del mapa adjunto, estaba en la ciudad, aquí no me perdía, pero tanta vuelta terminaba por confundirme. Escuché que me seguían y apuré el paso, sabía quien era y no estaba de ánimos para lidiar con él. Me metí en un callejón y me detuve frente a una puerta de madera.
- ¿Derecha..derecha.. qué? - golpee y esperé. Nada pasó, luego del tercer golpe me decidí por patearla y aún así nada. El sonido de las botas de los guardias llegó nuevamente a mis oídos y entornando los ojos decidí finalmente seguir las indicaciones y entré. Caminé en silencio procurando no hacer sonido alguno, recordé que había pateado la puerta y anulé la posibilidad de que no supieran que había alguien. Me encogí de hombros y caminé despacio de todas formas. Estaba bastante oscuro pero todo se iluminó cuando ingresé a un salón amplio y elegante. Me quedé en la puerta observando todo, las paredes estaban cubiertas y eso no me agradaba, por lo me mantendría lejos de ellas mientras estuviera aquí.
Levanté una ceja. ¿Pájaros? ... fue lo segundo que noté... ¿Pájaros? Pestañee un par de veces, definitivamente eran pájaros pero no entendía qué hacían allí. De uno de los sillones pude observar un codo que sobresalía del lado derecho. Había alguien sentado allí, se movió y aún sin ingresar, desde la puerta pregunté.
- ¿Gabret? - Si lo era tenía varias cosas que preguntarle y no sería justamente donde consiguió los pajarracos o las cortinas.
Marah
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Re: [Misión del gremio de Ladrones] [Tarken-Marah-Eco]
Al regresar de la ciudad de los bios en las afueras de Verisar, me crucé en un camino con un hombre de mediana edad; al parecer iba farfarrullando sobre su corcel sobre alguna cosa extraña que debía hallar. Me encogí de hombros mientras intercambiábamos miradas con Panda y posé mi atención sobre la bestia que cargaba con aquel ogro. La yegua era hermosa, un bayo palomino de patas largas y pescuezo arqueado. Mientras que el humano que cargaba en su lomo, un tipo con barbas de días y semblante poco deseable, ensartado en un traje azul se quejaba de los problemas de ser parte del correo andante…
Estos fenómenos… tiene uno que andar buscándoles quién sabe dónde. ¿Por qué no podrían vivir en un solo lugar? Bueno, tampoco es malo que sea un fenómeno, una cosa rara… Así supongo que podré distinguirle más fácilmente.
Abrí mi boca y luego la cerré. Se me ocurrían un par de cosas que responderle a ese viejo panzón y bocón. Probablemente, su boca era más grande que su mente y por ello estaba donde estaba. Me preguntaba la razón de que un animal tan bello como aquella yegua se mantuviera en esas condiciones a pesar del bribón que traía encima.
El tigre y yo, continuamos nuestro camino ligeramente disgustados cuando una brisa hizo que algo se me enredara en el pelo. Lo tomé con mi diestra un poco apresurada, ya que no sabía de qué se trataba y cuando me disponía a mirarlo, desapareció de entre mis dedos como si se hubiera evaporado. El sonido de un papel crujiendo sonó sobre mi cabeza y a mis espaldas, por lo que me volví para ver de qué se trataba.
Cuál fue mi sorpresa al ver al mismo humano que habíamos cruzado momentos atrás a mi lado, frunciendo el ceño y viéndome fijamente con cara de alunado. Pfff, todo esto es lo que me faltaba, que una escuálida como tu viniese a manchar estos sagrados documentos con esa esencia de bestia que tienes impregnada desde el momento en el que te concibieron.
La desfachatez del tipo había comenzado a poder con mi usual buen humor. No pude evitar retraer mis orejas y encrespar la cola por unos instantes, pero luego le miré con ojos grandes y buenos por unos segundos para luego echarle la lengua y hacerle caras raras. Panda y yo salimos corriendo entonces riendo a carcajadas.
Minutos mas tarde, la tierra bajo mis pies temblaba acompañada con sordo “pataplás pataplás pataplás” el tigre y yo no sabíamos como reaccionar. Sin dudas, había algo tras de nosotros acercándose a gran velocidad. Entonces, desenfundé las cimitarras y me planté de cara al peligro. Nuevamente, me estaba sorprendiendo. El mismo hombre, sobre el mismo animal, pero con una expresión diferente en su rostro. Antes de que pudiera dar crédito a mis ojos, éstos casi se me salen de las órbitas cuando él mismo se apeó de su montura y se tiró al suelo en señal de sumisión.
Enarqué una ceja y le miré boquiabierta durante unos instantes sin moverme del lugar. Panda, un poco aburrido al cabo de unos instantes, le dio un par de palmaditas en la espalda y yo carraspee un poco para luego hablar.
Ehm… estoy segura que el trato que recibí recién es moneda común en vuestra vida, asique iré al grano: ¿qué le pasa? No creo que sus palabras no le dejen dormir esta noche… y no voy por la vida perdonando a la gente porque si bueno, en realidad sí, pero tenía que hacerme la interesante.
Después de un largo rato intercambiando acaloradas opiniones –se ve que le costaba expresar sus verdaderos sentimientos- me entregó una carta, repitiendo sus disculpas.
Guardé el papel con todas las instrucciones entre el peto y mi cuerpo una vez que se cerró la puerta tras de mí. El viaje hasta ese lugar había estado lleno de peligros potenciales, sonidos extraños y personas que bien serían prescindibles. Me quité la capucha de la capa y acaricié a Panda. Suspiré aliviada cuando sentí su piel suave y tersa bajo mis manos.
Nos encontrábamos en una habitación obscura, con poca iluminación y confinada. La noche jamás había tenido demasiados secretos para mí, pero eso era algo que muy pocos sabían. Más adelante, se encontraba Noctis en su posición estoica. Sonreí ampliamente al verle y busqué a su dueño con la mirada.
Estos fenómenos… tiene uno que andar buscándoles quién sabe dónde. ¿Por qué no podrían vivir en un solo lugar? Bueno, tampoco es malo que sea un fenómeno, una cosa rara… Así supongo que podré distinguirle más fácilmente.
Abrí mi boca y luego la cerré. Se me ocurrían un par de cosas que responderle a ese viejo panzón y bocón. Probablemente, su boca era más grande que su mente y por ello estaba donde estaba. Me preguntaba la razón de que un animal tan bello como aquella yegua se mantuviera en esas condiciones a pesar del bribón que traía encima.
El tigre y yo, continuamos nuestro camino ligeramente disgustados cuando una brisa hizo que algo se me enredara en el pelo. Lo tomé con mi diestra un poco apresurada, ya que no sabía de qué se trataba y cuando me disponía a mirarlo, desapareció de entre mis dedos como si se hubiera evaporado. El sonido de un papel crujiendo sonó sobre mi cabeza y a mis espaldas, por lo que me volví para ver de qué se trataba.
Cuál fue mi sorpresa al ver al mismo humano que habíamos cruzado momentos atrás a mi lado, frunciendo el ceño y viéndome fijamente con cara de alunado. Pfff, todo esto es lo que me faltaba, que una escuálida como tu viniese a manchar estos sagrados documentos con esa esencia de bestia que tienes impregnada desde el momento en el que te concibieron.
La desfachatez del tipo había comenzado a poder con mi usual buen humor. No pude evitar retraer mis orejas y encrespar la cola por unos instantes, pero luego le miré con ojos grandes y buenos por unos segundos para luego echarle la lengua y hacerle caras raras. Panda y yo salimos corriendo entonces riendo a carcajadas.
Minutos mas tarde, la tierra bajo mis pies temblaba acompañada con sordo “pataplás pataplás pataplás” el tigre y yo no sabíamos como reaccionar. Sin dudas, había algo tras de nosotros acercándose a gran velocidad. Entonces, desenfundé las cimitarras y me planté de cara al peligro. Nuevamente, me estaba sorprendiendo. El mismo hombre, sobre el mismo animal, pero con una expresión diferente en su rostro. Antes de que pudiera dar crédito a mis ojos, éstos casi se me salen de las órbitas cuando él mismo se apeó de su montura y se tiró al suelo en señal de sumisión.
Enarqué una ceja y le miré boquiabierta durante unos instantes sin moverme del lugar. Panda, un poco aburrido al cabo de unos instantes, le dio un par de palmaditas en la espalda y yo carraspee un poco para luego hablar.
Ehm… estoy segura que el trato que recibí recién es moneda común en vuestra vida, asique iré al grano: ¿qué le pasa? No creo que sus palabras no le dejen dormir esta noche… y no voy por la vida perdonando a la gente porque si bueno, en realidad sí, pero tenía que hacerme la interesante.
Después de un largo rato intercambiando acaloradas opiniones –se ve que le costaba expresar sus verdaderos sentimientos- me entregó una carta, repitiendo sus disculpas.
* * *
Guardé el papel con todas las instrucciones entre el peto y mi cuerpo una vez que se cerró la puerta tras de mí. El viaje hasta ese lugar había estado lleno de peligros potenciales, sonidos extraños y personas que bien serían prescindibles. Me quité la capucha de la capa y acaricié a Panda. Suspiré aliviada cuando sentí su piel suave y tersa bajo mis manos.
Nos encontrábamos en una habitación obscura, con poca iluminación y confinada. La noche jamás había tenido demasiados secretos para mí, pero eso era algo que muy pocos sabían. Más adelante, se encontraba Noctis en su posición estoica. Sonreí ampliamente al verle y busqué a su dueño con la mirada.
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Re: [Misión del gremio de Ladrones] [Tarken-Marah-Eco]
Antes de que Tarken pudiera responder, una cortina que cubría la puerta a un costado de la habitación, cerca de la chimenea donde el semielfo estaba sentado de espalda a la entrada, apareció Ambar, altiva y soltó un bufido al ver sentado al que recibiría a las nuevas reclutas.
-Soy Ámbar, la mujer de Gabret, y oí que pronunciaron su nombre-se jactó y apoyó su mano en el apoyabrazos, aferrando fuerte el brazo de Tarken y clavando sus uñas. Miró de arriba abajo con una expresión de asco a ambas muchachas y se detuvo en la que llevaba un tigre consigo. Bufó de nuevo y dijo-Acá dentro no se permiten tigres-señaló la puerta pero una mano se posó sobre su hombro y apareció Gabret, y con su otra mano quitó la que tomaba el brazo de Tarken contra el sillón.
-Buenas noches-dijo el hombre con una leve reverencia y miró a Tarken y dijo dirigiéndose a él-¿Podrás servirles alguna bebida?-volviendo la vista a las mujeres, se acercó y les estrechó la mano mientras hablaba-Tu mascota estará a buen cuidado, pero llamaría mucho la atención al lugar donde quiero que vayan. Soy Gabret, vuestro jefe, y mi esposa a su vez, jefa también-retrocedió unos pasos y se sentó en un sillón cercano e hizo gesto para que las mujeres tomaran su asiento. Ámbar se mantuvo al lado de su esposo, apoyándose en el respaldar del sillón sin dejar de lanzar miradas de desprecio a ellas.
-Mientras nuestro soldado les sirve la bebida, iré comentándoles que lo que les encomendaré no será pan comido-miró a Tarken-Él las acompañará para ayudarlas. Dice que sabe pelear, y por si las cosas se ponen feas… lo necesitarán. No estoy seguro que conozcan a, León, el millonario de Belletrux. Es un joven que tiene todo, riqueza, poder, mujeres… y hace tiempo tuve un inconveniente con él-se cruzó acomodó en el asiento antes de continuar explicando-Es un cliente de la Posada Estrella, y habitúa estar allí con mucha frecuencia. Lo que necesito es darle una lección, y que tomen su joya más preciada, y su diente de oro. Su joya, es un collar de diamantes, que perteneció a su madre y lo cuida más que a su propia vida. Las mujeres que tiene en el lugar, además de ser hermosas y seductoras… Saben pelear también. Creo que son media docena y entre ellas, dos elfas esclavas, una hechicera y las demás humanas-Volvió a mirar a Tarken algo incómodo y Ámbar sonrió burlonamente-Él tiene habitaciones, comedor y baño especial apartados… Pero el único hombre que hay, es él. Por lo tanto, si él los acompaña…-antes de continuar, la mujer lo detuvo tapándole la boca interrumpiéndolo y dijo:
-¡No se lo digas! ¡Yo misma lo he escogido especialmente!-la mujer salió a paso apresurado hasta la habitación de donde habían entrado al principio, y poco después regreso con una caja, que colocó en medio de una mesa y la abrió la tapa de madera, para luego levantar unas prendas…
Tras un silencio donde las invitadas y Tarken podrían observar las prendas elegidas cuidadosamente por Ámbar y perfumadas con un fuerte olor a lavanda, Gabret dijo.
-Mañana al amanecer partiremos rumbo a las Islas. Las acompañaremos hasta el muelle, donde allí tú, Eco, te separarás de tu tigre, y tendrán que estar vestidas con las ropas dispuestas a ir rumbo a la posada Estrella, con las ropas ya puesta para no levantar sospechas. Las estarán esperando seguramente alguna de las mujeres de León…-dijo el hombre no muy cómodo pero la mujer volvió a interrumpir y miró a Tarken de nuevo.
-Tendrás que afeitarte, y ustedes, a hacer bien el papel y rebuscárselas para conseguir el collar de diamantes y el cofre de monedas de oro. Pueden pasar a la habitaciones de huéspedes esta noche. No necesitan bolsos, solo la ropa puesta, sin otra prendas, y las armas…-
Un post más cada uno y pasamos a islas.
-Soy Ámbar, la mujer de Gabret, y oí que pronunciaron su nombre-se jactó y apoyó su mano en el apoyabrazos, aferrando fuerte el brazo de Tarken y clavando sus uñas. Miró de arriba abajo con una expresión de asco a ambas muchachas y se detuvo en la que llevaba un tigre consigo. Bufó de nuevo y dijo-Acá dentro no se permiten tigres-señaló la puerta pero una mano se posó sobre su hombro y apareció Gabret, y con su otra mano quitó la que tomaba el brazo de Tarken contra el sillón.
-Buenas noches-dijo el hombre con una leve reverencia y miró a Tarken y dijo dirigiéndose a él-¿Podrás servirles alguna bebida?-volviendo la vista a las mujeres, se acercó y les estrechó la mano mientras hablaba-Tu mascota estará a buen cuidado, pero llamaría mucho la atención al lugar donde quiero que vayan. Soy Gabret, vuestro jefe, y mi esposa a su vez, jefa también-retrocedió unos pasos y se sentó en un sillón cercano e hizo gesto para que las mujeres tomaran su asiento. Ámbar se mantuvo al lado de su esposo, apoyándose en el respaldar del sillón sin dejar de lanzar miradas de desprecio a ellas.
-Mientras nuestro soldado les sirve la bebida, iré comentándoles que lo que les encomendaré no será pan comido-miró a Tarken-Él las acompañará para ayudarlas. Dice que sabe pelear, y por si las cosas se ponen feas… lo necesitarán. No estoy seguro que conozcan a, León, el millonario de Belletrux. Es un joven que tiene todo, riqueza, poder, mujeres… y hace tiempo tuve un inconveniente con él-se cruzó acomodó en el asiento antes de continuar explicando-Es un cliente de la Posada Estrella, y habitúa estar allí con mucha frecuencia. Lo que necesito es darle una lección, y que tomen su joya más preciada, y su diente de oro. Su joya, es un collar de diamantes, que perteneció a su madre y lo cuida más que a su propia vida. Las mujeres que tiene en el lugar, además de ser hermosas y seductoras… Saben pelear también. Creo que son media docena y entre ellas, dos elfas esclavas, una hechicera y las demás humanas-Volvió a mirar a Tarken algo incómodo y Ámbar sonrió burlonamente-Él tiene habitaciones, comedor y baño especial apartados… Pero el único hombre que hay, es él. Por lo tanto, si él los acompaña…-antes de continuar, la mujer lo detuvo tapándole la boca interrumpiéndolo y dijo:
-¡No se lo digas! ¡Yo misma lo he escogido especialmente!-la mujer salió a paso apresurado hasta la habitación de donde habían entrado al principio, y poco después regreso con una caja, que colocó en medio de una mesa y la abrió la tapa de madera, para luego levantar unas prendas…
- Ropa para Tarken elegida por Ambar:
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- ropa elegida para la hechicera por Ambar:
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- Ropa para Eco elegida por Ambar:
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- velos:
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Tras un silencio donde las invitadas y Tarken podrían observar las prendas elegidas cuidadosamente por Ámbar y perfumadas con un fuerte olor a lavanda, Gabret dijo.
-Mañana al amanecer partiremos rumbo a las Islas. Las acompañaremos hasta el muelle, donde allí tú, Eco, te separarás de tu tigre, y tendrán que estar vestidas con las ropas dispuestas a ir rumbo a la posada Estrella, con las ropas ya puesta para no levantar sospechas. Las estarán esperando seguramente alguna de las mujeres de León…-dijo el hombre no muy cómodo pero la mujer volvió a interrumpir y miró a Tarken de nuevo.
-Tendrás que afeitarte, y ustedes, a hacer bien el papel y rebuscárselas para conseguir el collar de diamantes y el cofre de monedas de oro. Pueden pasar a la habitaciones de huéspedes esta noche. No necesitan bolsos, solo la ropa puesta, sin otra prendas, y las armas…-
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Off rol: puteos al master en 3,2, 1...Un post más cada uno y pasamos a islas.
Ansur
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Re: [Misión del gremio de Ladrones] [Tarken-Marah-Eco]
Al cabo de un rato esperando en aquel sillón, la puerta pareció abrirse finalmente. Al menos lo pareció desde luego pues fueron necesarios varios golpes en la puerta antes de que esta se abriera. Reb se acomodó en su posición y bufó ante el ruido que estaba formando la primera en llegar. El semielfo aún no se incorporó para recibirla pues restaba la llegada de la segunda en cuestión, ni siquiera contestó cuando aquella muchacha lanzó aquella pregunta al aire por si era Gabret el que asomaba por el sillón.
No se hizo esperar mucho la llegada de la que sería la segunda compañera en aquella misión para el semielfo y, antes siquiera de que pudiera abrir los labios para presentarse y recibirlas debidamente, Ambar hizo su aparición en escena. Como era habitual en ella, su expresión altiva y de desprecio a los demás era patente y sensible a las miradas de las recién llegadas. Los dedos finos de Ambar, curtidos en cientos de robos de bolsas de monedas y maniobras de ganzúa, se aferraron al brazo de Tarken por no haber recibido debidamente a las dos jóvenes a modo de reprimenda, algo a lo que el semielfo se limitó a coger la rama de tomillo de su boca con la otra mano y sonreír ante el carácter de aquella mujer.
Casi de inmediato, el viejo Gabret también apareció en escena poniendo un poco de orden y templando los desaires de su esposa. Aún hoy el semielfo se preguntaba cómo se había dado tal enlace pues sin duda no podían ser más distintos. Ante la reverencia de Gabret, Tarken se lo devolvió inclinando levemente la cabeza y se incorporó para servir algo de beber a las recién llegadas y para los anfitriones:
-Lo de siempre supongo jefe.-
Nada más levantarse, Tarken miró a la aspirante y volvió a inclinar la cabeza a modo de saludo cordial así como le guiñó el ojo a Eco, dibujando una media sonrisa en su rostro por verla de nuevo. El tigre de la muchacha se acercó al semielfo el cual le devolvió el saludo acariciando su cabeza para luego centrarse en servir varias copas para todos los presentes.
Acto seguido, Gabret explicó los pormenores de la misión que se traían entre manos mientras, poco a poco, Tarken iba dispensando copas con licores suaves para las recién llegadas así como una copa de aguamiel para Ambar y una jarra de cerveza para el líder del gremio. Mientras lo hizo, sus orejas de elfo captaron a la perfección las indicaciones de Gabret para la misión y como por último Ambar se adelantaba a su esposo para sacar de la habitación trasera una caja. El semielfo enarcó una ceja pues sospechaba de qué podía tratarse por la expresión de Gabret, sin embargo, cuando contempló los vestidos que la líder del gremio sacó de aquella caja, Tarken se llevó la mano a la frente meneando la cabeza con una sonrisa en sus labios:
-Casi era predecible.- ,pensó para si.
Tarken sostuvo las prendas de mujer que Ambar había elegido para él y suspiró mientras contestó ante las palabras de aquella mujer de que debía afeitarse para tal evento:
-Veo que al final lo has conseguido Ambar, y eso que tu marido aún luce esas mullidas patillas.- ,Tarken guardó de nuevo las prendas y se sonrió ante la mirada furibunda de su líder, sin embargo, antes de que pudiera replicar nada, el semielfo se giró de nuevo hacia las muchachas y exclamó, -En fin, de camino tendremos tiempo para presentarnos como es debido y tranquila pequeña...- ,dijo mirando a Eco, -...cuidarán bien de Panda, además tendrá buena compañía.-
Tras asentir a Gabret para indicarle que estaba más que preparado, cogió su equipo para luego acariciar de nuevo a Reb en espera de que llegara el cuidador del gremio para hacerse cargo de sus animales. Tarken acarició igualmente a Noctis que seguía firme sobre el sillón pues su disciplina era excepcional. Sin embargo, antes de que salieran de aquella sala para emprender el viaje, se acercó a Gabret y le dijo con confianza:
-Como siempre tu mujer haciendo de las suyas, ¿no te parece? Midiendo casi dos metros desde luego seré una mujer que destaque.- ,con aquel comentario estrechó la mano y antebrazo de su líder y se dispuso a abrir el camino hacia el puerto.
No se hizo esperar mucho la llegada de la que sería la segunda compañera en aquella misión para el semielfo y, antes siquiera de que pudiera abrir los labios para presentarse y recibirlas debidamente, Ambar hizo su aparición en escena. Como era habitual en ella, su expresión altiva y de desprecio a los demás era patente y sensible a las miradas de las recién llegadas. Los dedos finos de Ambar, curtidos en cientos de robos de bolsas de monedas y maniobras de ganzúa, se aferraron al brazo de Tarken por no haber recibido debidamente a las dos jóvenes a modo de reprimenda, algo a lo que el semielfo se limitó a coger la rama de tomillo de su boca con la otra mano y sonreír ante el carácter de aquella mujer.
Casi de inmediato, el viejo Gabret también apareció en escena poniendo un poco de orden y templando los desaires de su esposa. Aún hoy el semielfo se preguntaba cómo se había dado tal enlace pues sin duda no podían ser más distintos. Ante la reverencia de Gabret, Tarken se lo devolvió inclinando levemente la cabeza y se incorporó para servir algo de beber a las recién llegadas y para los anfitriones:
-Lo de siempre supongo jefe.-
Nada más levantarse, Tarken miró a la aspirante y volvió a inclinar la cabeza a modo de saludo cordial así como le guiñó el ojo a Eco, dibujando una media sonrisa en su rostro por verla de nuevo. El tigre de la muchacha se acercó al semielfo el cual le devolvió el saludo acariciando su cabeza para luego centrarse en servir varias copas para todos los presentes.
Acto seguido, Gabret explicó los pormenores de la misión que se traían entre manos mientras, poco a poco, Tarken iba dispensando copas con licores suaves para las recién llegadas así como una copa de aguamiel para Ambar y una jarra de cerveza para el líder del gremio. Mientras lo hizo, sus orejas de elfo captaron a la perfección las indicaciones de Gabret para la misión y como por último Ambar se adelantaba a su esposo para sacar de la habitación trasera una caja. El semielfo enarcó una ceja pues sospechaba de qué podía tratarse por la expresión de Gabret, sin embargo, cuando contempló los vestidos que la líder del gremio sacó de aquella caja, Tarken se llevó la mano a la frente meneando la cabeza con una sonrisa en sus labios:
-Casi era predecible.- ,pensó para si.
Tarken sostuvo las prendas de mujer que Ambar había elegido para él y suspiró mientras contestó ante las palabras de aquella mujer de que debía afeitarse para tal evento:
-Veo que al final lo has conseguido Ambar, y eso que tu marido aún luce esas mullidas patillas.- ,Tarken guardó de nuevo las prendas y se sonrió ante la mirada furibunda de su líder, sin embargo, antes de que pudiera replicar nada, el semielfo se giró de nuevo hacia las muchachas y exclamó, -En fin, de camino tendremos tiempo para presentarnos como es debido y tranquila pequeña...- ,dijo mirando a Eco, -...cuidarán bien de Panda, además tendrá buena compañía.-
Tras asentir a Gabret para indicarle que estaba más que preparado, cogió su equipo para luego acariciar de nuevo a Reb en espera de que llegara el cuidador del gremio para hacerse cargo de sus animales. Tarken acarició igualmente a Noctis que seguía firme sobre el sillón pues su disciplina era excepcional. Sin embargo, antes de que salieran de aquella sala para emprender el viaje, se acercó a Gabret y le dijo con confianza:
-Como siempre tu mujer haciendo de las suyas, ¿no te parece? Midiendo casi dos metros desde luego seré una mujer que destaque.- ,con aquel comentario estrechó la mano y antebrazo de su líder y se dispuso a abrir el camino hacia el puerto.
Tarken
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Re: [Misión del gremio de Ladrones] [Tarken-Marah-Eco]
Me hubiese molestado que no se molestara en contestar si no fuera que acababa de entrar una mujer con partes de animal y ¿Un tigre? “¿Esto es un maldito zoologico?... Si sabía me traía un perro..” pensé y miré al frente pues una alta y morena mujer entraba al salón. Estuve a punto de saludar, no con demasiada alegría pero si un saludo que me habilite preguntar qué demonios estaba sucediendo. Pero el gesto altanero con que nos miró sólo me permitió levantar una ceja de incredulidad, no la conocía y ¿Quién se creía para mirarme así? Entrecerré los ojos mientras buscaba algún comentario hiriente y sagaz que lanzarle pero el tal Gabret entró en escena.
Gabret calmó un poco mi tensión del momento hasta que pronunció algo de que sería mi jefe y lo que era peor, que la engreída también. - ¿Jefes? - susurré por el asombro y si bien abrí la boca para replicar, comenzó a hablar como si me conociera y yo no tenía idea de quienes eran todos ellos. El único detalle de allí que me importaba era quién demonios entró en mi cuarto y porqué, mi humor empezaba a caldearse pero cuando oí el nombre de León en Beltrexus decidí escucharlos. Lo conocía, claro que lo conocía y para mi poca y escasa fortuna, tuve una discusión con él hacía tiempo.
- Beltrexus – corregí mirándome las uñas – no es Belletrux y no es Posada estrella... es Estrella azul – levanté la vista y la mujer me miró con odio, le sonreí sarcásticamente de lado en respuesta. Y mientras me miraba como si valiera menos que la basura que debía ponerse en el pelo se alejó por unos vestidos. El que estaba sentado se dirigía a ellos como si los conociera pero al parecer la joven extraña tal y como yo, no lo hacía. Terminaron de hablar y el hombre.. ¿Hombre? “ ¿Que cosa era? Tenia orejas de elfo, pero … ¡Lleva barba! ¿En qué mundo había un elfo con barba?” Reí de la nada y me miraron como si estuviera loca y ciertamente lo parecía.
- Veamos... muy bonito todo... Pero tengo un pequeño problema aquí.. - comencé a enumerar con mis dedos frente a ellos ante cada cosa que decía - No tengo idea quienes son, ni porque esa mujer me mira como si ella valiera más que oro, que ciertamente no es así... Qué es esto de ir al Estrella ¿A robarle a León? ¿Acaso saben en qué se están metiendo? Conozco el estrella y créanme no será tan facil así como lo pintan... - caminé unos pasos – además .. todo esto es ..¿Pago? ¿Pueden explicarme por favor que significa todo esto? - casi grité la última pregunta – Por cierto.. pueden llamarme Mac si me dicen qué son ustedes – terminé como si nada mirando al joven del sillón y la chica-tigre.
Gabret calmó un poco mi tensión del momento hasta que pronunció algo de que sería mi jefe y lo que era peor, que la engreída también. - ¿Jefes? - susurré por el asombro y si bien abrí la boca para replicar, comenzó a hablar como si me conociera y yo no tenía idea de quienes eran todos ellos. El único detalle de allí que me importaba era quién demonios entró en mi cuarto y porqué, mi humor empezaba a caldearse pero cuando oí el nombre de León en Beltrexus decidí escucharlos. Lo conocía, claro que lo conocía y para mi poca y escasa fortuna, tuve una discusión con él hacía tiempo.
- Beltrexus – corregí mirándome las uñas – no es Belletrux y no es Posada estrella... es Estrella azul – levanté la vista y la mujer me miró con odio, le sonreí sarcásticamente de lado en respuesta. Y mientras me miraba como si valiera menos que la basura que debía ponerse en el pelo se alejó por unos vestidos. El que estaba sentado se dirigía a ellos como si los conociera pero al parecer la joven extraña tal y como yo, no lo hacía. Terminaron de hablar y el hombre.. ¿Hombre? “ ¿Que cosa era? Tenia orejas de elfo, pero … ¡Lleva barba! ¿En qué mundo había un elfo con barba?” Reí de la nada y me miraron como si estuviera loca y ciertamente lo parecía.
- Veamos... muy bonito todo... Pero tengo un pequeño problema aquí.. - comencé a enumerar con mis dedos frente a ellos ante cada cosa que decía - No tengo idea quienes son, ni porque esa mujer me mira como si ella valiera más que oro, que ciertamente no es así... Qué es esto de ir al Estrella ¿A robarle a León? ¿Acaso saben en qué se están metiendo? Conozco el estrella y créanme no será tan facil así como lo pintan... - caminé unos pasos – además .. todo esto es ..¿Pago? ¿Pueden explicarme por favor que significa todo esto? - casi grité la última pregunta – Por cierto.. pueden llamarme Mac si me dicen qué son ustedes – terminé como si nada mirando al joven del sillón y la chica-tigre.
Marah
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Re: [Misión del gremio de Ladrones] [Tarken-Marah-Eco]
Después de la pequeña estatuilla “Noctis” vi a un enorme lobo blanco; aunque aún no estoy segura de qué vino antes, si su figura o su olor. El animal despedía una fuerte esencia a naturaleza y a él mismo, que me dejó expectante aunque claro, si se trataba de Falcon, estaba segura de que no permitiría que su animal nos atacase. Di un paso al frente, hacia ambos, ya que el animal estaba a los pies de su amo.
Antes de poder siquiera hacer una reverencia, pronunciar un saludo, o lo que fuese; una mujer con la tez del color de la tierra hizo su aparición de tras las cortinas a las espaldas del susodicho. Se presentó como “Ámbar”, como la mujer de nuestro empleador “Gabret”-el contacto que tenía que buscar según la carta-. No me gustaba nada que esa “señora” se plantase ahí, haciéndole daño a Falcon y espetando aquellas palabras groseras con una lengua bífida. Casi podía vérsela. ¿Que no se permitían tigres? Entonces la carta no estaba dirigida a mí después de todo, se trataría de otra Eco, porque no podía encontrarle otra explicación por más que le buscara cualquier vuelta. Pensaba devolverle algún comentario y salir tranquilamente por la puerta, cuando una nueva figura aplacadora llegó a la habitación.
Se trataba del tal Gabret, un hombre que por demás contrastaba con su esposa, el físico: ella era delgada, él no tanto, la cantidad de pelo –sobre todo en la cara y la cabeza- el color de sus rostros y lo que era obvio, aquella aura serena y dominante. Además, mi conocido allí parecía tenerle cierta estima. Me relajé ante su aparición y me dispuse a escuchar tranquilamente lo que tenía que decirnos después de que estrechamos nuestras manos con cordialidad.
Falcon sonrió y me dirigió un guiño que devolví con una sonrisa disimulada. Panda, quien por su parte se había mantenido muy al margen de la situación, se acercó al semielfo y le saludó. No pude hacer más que sonreír, ya que no era común esa práctica en él. Sin dudas el joven le había caido muy bien… Aunque no dejaba de preocuparme mientras escuchaba las palabras del hombre y le daba pequeños tragos a aquel licor dulce y extraño que tenía entre las manos. ¿Separarme de Panda? Esa pregunta no dejaba de darme vueltas en la cabeza y nublaba ligeramente el resto de la situación.
“¿León?” Ese nombre no me sonaba para nada. “¿Las islas de los brujos? Sonreí mentalmente a la idea de que Less hubiera ido feliz a la misión sólo por tener una excusa de viajar a aquellas tierras, sobre todo de incógnito, como lo estaban sugiriendo esas personas.
“Mujeres hermosas y seductoras que saben pelear…” Aunque no puede no saber con exactitud cuántas habían… Ese pensamiento me frustró un poco. ¿Un collar y un diente?. Los collares no eran demasiado problema para mis garras, ahora, un diente sería bastante difícil, a no ser que se abordara el tema con propiedad. Se me estaba presentando un desafío y quería atacarlo desde muchos puntos de vista. Lo único que no me apetecía era dejar a Pandaman en las manos de quién sabe quién…
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por un comentario en tono sarcástico de la chica que estaba a mi lado. En realidad no había reparado en ella, había tenido muchas distracciones hasta el momento como para hacerlo. Me sorprendió el hecho de que era una conocedora del tema e incluso hiciera acotaciones, aunque su tono no me daba mucha confianza. Era bella, joven y engreída. Las personas más difíciles de hacer sonreír y quizá, las más tristes de todas. Sería difícil acercarme a ella, cuanto más, devolverle el brillo a aquél apagado espíritu.
Ámbar se ausentó por unos momentos del lugar de reunión, no sin antes mandarle una mirada mortífera a la joven a mi lado. Por unos momentos crucé los dedos para que las dagas de sus ojos no se posaran en mi corazón. La mujer regresó con gran caja de madera de la que Falcon sacó un traje de mujer. Más tarde y por comentarios terminé de darme cuenta de que era para él, lo que me pareció bastante… “arriesgado” él no tenía rasgos del todo femeninos, y ¿qué haría con… bueno, su entrepierna cuando estuviese entre mujeres hermosas o con la carencia de suaves pechos?
Estaba bastante ensimismada en mis pensamientos, cuando noté que antes de retirarse, el joven me dedicó un comentario que le dio un vuelco a mi corazón. Le miré con ojos grandes por un instante y luego sonreí complacida. Me dispuse entonces a tomar las prendas que me pertenecían y partir hacia las habitaciones de los invitados para pasar mi última noche con mi mejor amigo.
Segundos antes de traspasar la puerta, la desconocida volvió a tomar la palabra con una sarta de cosas cuasi desconcertante. Parecía que hablaba tanto o más que yo, pero en esos momentos no me sentía del todo bien anímicamente como para darle una respuesta tan efusiva que probablemente merecía.
Mucho gusto Mac dije haciendo una leve reverencia hacia ella Estoy algo cansada por el viaje, llevo un par de días corriendo para poder llegar a esta reunión, por lo que estoy algo cansada para la discusión dije exhalando el poco aire que quedaba en mis pulmones con cierto cansancio. Me restregué los ojos y continué Mi nombre es Eco, él es Panda y si nos permites iremos a descansar… tenemos una larga noche. Se que es absolutamente peligroso y por ello no quiero pensar en esta aventura hoy
La habitación, como la anterior era bastante cerrada, con un colchón más confortable de lo que esperaba. Me tiré sobre unos almohadones en el suelo y el tigre se echó sobre mí. Le acaricié entre lágrimas hasta cansarme y quedarme dormida. Cuando desperté –abrazada a él- nos miramos con infinito aprecio, contándonos nuestros pensamientos y deseándonos suerte.
Me cambié de ropa y dejé las armas a su cuidado. ¿Qué opinas Pandaman? ¿crees que pasaré desapercibida? Le esbocé una sonrisa cuando -se tapó los ojos con uno de sus brazos y arrugué la nariz al destapar el frasco con perfume. “Está bien el atuendo, dejar a Panda y las armas, pero no ponerme esto encima” dejé la fragancia sobre una pequeña mesa y salí por la puerta sin mirar atrás poniéndome el velo sobre la cabeza con algo de trabajo.
______________________
Off: Panda quedará en la habitación a no ser que haya algún inconveniente.
Antes de poder siquiera hacer una reverencia, pronunciar un saludo, o lo que fuese; una mujer con la tez del color de la tierra hizo su aparición de tras las cortinas a las espaldas del susodicho. Se presentó como “Ámbar”, como la mujer de nuestro empleador “Gabret”-el contacto que tenía que buscar según la carta-. No me gustaba nada que esa “señora” se plantase ahí, haciéndole daño a Falcon y espetando aquellas palabras groseras con una lengua bífida. Casi podía vérsela. ¿Que no se permitían tigres? Entonces la carta no estaba dirigida a mí después de todo, se trataría de otra Eco, porque no podía encontrarle otra explicación por más que le buscara cualquier vuelta. Pensaba devolverle algún comentario y salir tranquilamente por la puerta, cuando una nueva figura aplacadora llegó a la habitación.
Se trataba del tal Gabret, un hombre que por demás contrastaba con su esposa, el físico: ella era delgada, él no tanto, la cantidad de pelo –sobre todo en la cara y la cabeza- el color de sus rostros y lo que era obvio, aquella aura serena y dominante. Además, mi conocido allí parecía tenerle cierta estima. Me relajé ante su aparición y me dispuse a escuchar tranquilamente lo que tenía que decirnos después de que estrechamos nuestras manos con cordialidad.
Falcon sonrió y me dirigió un guiño que devolví con una sonrisa disimulada. Panda, quien por su parte se había mantenido muy al margen de la situación, se acercó al semielfo y le saludó. No pude hacer más que sonreír, ya que no era común esa práctica en él. Sin dudas el joven le había caido muy bien… Aunque no dejaba de preocuparme mientras escuchaba las palabras del hombre y le daba pequeños tragos a aquel licor dulce y extraño que tenía entre las manos. ¿Separarme de Panda? Esa pregunta no dejaba de darme vueltas en la cabeza y nublaba ligeramente el resto de la situación.
“¿León?” Ese nombre no me sonaba para nada. “¿Las islas de los brujos? Sonreí mentalmente a la idea de que Less hubiera ido feliz a la misión sólo por tener una excusa de viajar a aquellas tierras, sobre todo de incógnito, como lo estaban sugiriendo esas personas.
“Mujeres hermosas y seductoras que saben pelear…” Aunque no puede no saber con exactitud cuántas habían… Ese pensamiento me frustró un poco. ¿Un collar y un diente?. Los collares no eran demasiado problema para mis garras, ahora, un diente sería bastante difícil, a no ser que se abordara el tema con propiedad. Se me estaba presentando un desafío y quería atacarlo desde muchos puntos de vista. Lo único que no me apetecía era dejar a Pandaman en las manos de quién sabe quién…
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por un comentario en tono sarcástico de la chica que estaba a mi lado. En realidad no había reparado en ella, había tenido muchas distracciones hasta el momento como para hacerlo. Me sorprendió el hecho de que era una conocedora del tema e incluso hiciera acotaciones, aunque su tono no me daba mucha confianza. Era bella, joven y engreída. Las personas más difíciles de hacer sonreír y quizá, las más tristes de todas. Sería difícil acercarme a ella, cuanto más, devolverle el brillo a aquél apagado espíritu.
Ámbar se ausentó por unos momentos del lugar de reunión, no sin antes mandarle una mirada mortífera a la joven a mi lado. Por unos momentos crucé los dedos para que las dagas de sus ojos no se posaran en mi corazón. La mujer regresó con gran caja de madera de la que Falcon sacó un traje de mujer. Más tarde y por comentarios terminé de darme cuenta de que era para él, lo que me pareció bastante… “arriesgado” él no tenía rasgos del todo femeninos, y ¿qué haría con… bueno, su entrepierna cuando estuviese entre mujeres hermosas o con la carencia de suaves pechos?
Estaba bastante ensimismada en mis pensamientos, cuando noté que antes de retirarse, el joven me dedicó un comentario que le dio un vuelco a mi corazón. Le miré con ojos grandes por un instante y luego sonreí complacida. Me dispuse entonces a tomar las prendas que me pertenecían y partir hacia las habitaciones de los invitados para pasar mi última noche con mi mejor amigo.
Segundos antes de traspasar la puerta, la desconocida volvió a tomar la palabra con una sarta de cosas cuasi desconcertante. Parecía que hablaba tanto o más que yo, pero en esos momentos no me sentía del todo bien anímicamente como para darle una respuesta tan efusiva que probablemente merecía.
Mucho gusto Mac dije haciendo una leve reverencia hacia ella Estoy algo cansada por el viaje, llevo un par de días corriendo para poder llegar a esta reunión, por lo que estoy algo cansada para la discusión dije exhalando el poco aire que quedaba en mis pulmones con cierto cansancio. Me restregué los ojos y continué Mi nombre es Eco, él es Panda y si nos permites iremos a descansar… tenemos una larga noche. Se que es absolutamente peligroso y por ello no quiero pensar en esta aventura hoy
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La habitación, como la anterior era bastante cerrada, con un colchón más confortable de lo que esperaba. Me tiré sobre unos almohadones en el suelo y el tigre se echó sobre mí. Le acaricié entre lágrimas hasta cansarme y quedarme dormida. Cuando desperté –abrazada a él- nos miramos con infinito aprecio, contándonos nuestros pensamientos y deseándonos suerte.
Me cambié de ropa y dejé las armas a su cuidado. ¿Qué opinas Pandaman? ¿crees que pasaré desapercibida? Le esbocé una sonrisa cuando -se tapó los ojos con uno de sus brazos y arrugué la nariz al destapar el frasco con perfume. “Está bien el atuendo, dejar a Panda y las armas, pero no ponerme esto encima” dejé la fragancia sobre una pequeña mesa y salí por la puerta sin mirar atrás poniéndome el velo sobre la cabeza con algo de trabajo.
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Off: Panda quedará en la habitación a no ser que haya algún inconveniente.
Eco
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Re: [Misión del gremio de Ladrones] [Tarken-Marah-Eco]
Después de las respuestas, Ámbar se adelantó de nuevo a su esposo y respondió cruzándose de brazo en el acto antes de que se retiraran a dormir. Se había interpuesto en la puerta, impidiendo el paso. Dedicó una sonrisa maliciosa a Tarken, contenta con su maldad y la respuesta desafiante de él. Peo ahora miró a la joven que dijo llamarse Mac.
-¿Beltrexus? ¿Estrella Azul?-miró a su esposo quien asintió confirmando que así se llamaban los lugares, pero no iba a permitir sentirse humillada por no saber tales nombres y volvió a lanzar una mirada despreciativa-Parece que conoces mucho esos nombres, ¿cierto Mac? Ten han designado a un importante negocio, han visto tus movimientos y se nos ha informado de que podrías ser útil-habló antes que la chica reaccionara por su pregunta malintencionada. -Tendrás hogar donde alojarte, dinero, ropa, lo que desees, mientras trabajes para nosotros. No deberías desperdiciar esta oferta y aún más que ya conoces la entrada a este lugar-dijo y se apartó a un lado para que se retiraran todos a dormir, guiadas por Gabret.
A la mañana siguiente, la sirvienta les llevó el desayuno a sus respectivos cuartos y cuando estuvieron listos para partir al puerto y de allí a las islas. Tenían un carruaje listo en la entrada, esperándolos.
-¿Beltrexus? ¿Estrella Azul?-miró a su esposo quien asintió confirmando que así se llamaban los lugares, pero no iba a permitir sentirse humillada por no saber tales nombres y volvió a lanzar una mirada despreciativa-Parece que conoces mucho esos nombres, ¿cierto Mac? Ten han designado a un importante negocio, han visto tus movimientos y se nos ha informado de que podrías ser útil-habló antes que la chica reaccionara por su pregunta malintencionada. -Tendrás hogar donde alojarte, dinero, ropa, lo que desees, mientras trabajes para nosotros. No deberías desperdiciar esta oferta y aún más que ya conoces la entrada a este lugar-dijo y se apartó a un lado para que se retiraran todos a dormir, guiadas por Gabret.
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A la mañana siguiente, la sirvienta les llevó el desayuno a sus respectivos cuartos y cuando estuvieron listos para partir al puerto y de allí a las islas. Tenían un carruaje listo en la entrada, esperándolos.
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