Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
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Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Se habían introducido en lo profundo del bosque, más de los que el solía hacer, ya que era consciente de que por esos lares no era bien recibido. Tenía todos sus sentidos puestos en el entorno que le rodeaba: cada crujido, cantar de pájaro u rastro de olor no podía escapar a su atención. No paraba de mover la cabeza en todas direcciones, nada podría cogerlo por sorpresa.
Alzó las orejas al percatarse de que el viento les daba de cara. Puede que Eona no pareciese una persona muy en sus cabales, pero al menos sabía moverse contra el viento. La brisa arrastraba el olor de lobos; podría no ser un rastro reciente, pero era evidente que no iban en mal camino.
Movió la cabeza a ambos lados, pero no pudo detectar ningún sonido, y la dirección del viento le impedía averiguar si había alguien siguiéndoles. Cada vez se aproximaban más hacia el origen de aquel olor; se acercó a Nana, rozó su cuello con el hocico y soltó un leve gemido de disgusto. Ellos era tres, dos si su acompañante decidía traicionarlos, su número era tan inferior que nada podrían contra la cantidad de licántropos.
Por otra parte, aún quedaban unas horas de luz, por lo que su pelaje oscuro no le sería todo lo útil que le podría ser durante la noche. Parece que lo único bueno que sucedía a su alrededor era el viento, y también jugaba en su contra de vez en cuando. Tampoco perdía de vista a su acompañante, no habría tierra suficiente que pudiese alejarlos si decidía traicionarles.
Alzó las orejas al percatarse de que el viento les daba de cara. Puede que Eona no pareciese una persona muy en sus cabales, pero al menos sabía moverse contra el viento. La brisa arrastraba el olor de lobos; podría no ser un rastro reciente, pero era evidente que no iban en mal camino.
Movió la cabeza a ambos lados, pero no pudo detectar ningún sonido, y la dirección del viento le impedía averiguar si había alguien siguiéndoles. Cada vez se aproximaban más hacia el origen de aquel olor; se acercó a Nana, rozó su cuello con el hocico y soltó un leve gemido de disgusto. Ellos era tres, dos si su acompañante decidía traicionarlos, su número era tan inferior que nada podrían contra la cantidad de licántropos.
Por otra parte, aún quedaban unas horas de luz, por lo que su pelaje oscuro no le sería todo lo útil que le podría ser durante la noche. Parece que lo único bueno que sucedía a su alrededor era el viento, y también jugaba en su contra de vez en cuando. Tampoco perdía de vista a su acompañante, no habría tierra suficiente que pudiese alejarlos si decidía traicionarles.
Brendarid
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Ya habían cruzado al territorio de los lobos, enseguida se pudo advertir pues la vegetación había cambiado considerablemente, recordaba pues a los bosques de los elfos, con árboles extremadamente frondosos, musgo, vegetación abundante y el reciente olor a sangre. Nana se sintió a gusto allí, el ambiente era más húmedo que en el bosque de los humanos, y su hocico lo agradecía. Olisqueó el aire, no se escuchaba ningún ruido, tan solo el crujir de alguna rama al pasar.
Sintió el hocico de Brendarid y se giró bruscamente, estaba alerta, sabía que Markus sabría enseguida que ella estaba allí, no tardaría nada en olerla, y eso seguro que a Eona le encantaba. Ella conocía la "devoción" que sentía el lobo hacia su persona, y que si Markus la encontraba... No quería ni pensar qué haría con Bren y con ella.
Apoyó el hocico sobre el de Bren y asintió levemente, entendía el sentimiento del lobo, lo podía sentir por alguna razón, compartía su miedo y sus sentimientos a cada paso que daban. Después miró a Eona y gruñó.
-Espero que nos estés llevando por el camino adecuado, sino... -Le dijo aún mostrando sus dientes emitiendo gruñidos no muy altos, no quería llamar la atención de nadie más.
Alzó la mirada al cielo, no se veía nada más que unos pequeños rayos de sol que pasaban la espesura del bosque, aquel bosque tenía clima propio, las horas parecían no pasar jamás, estaba algo desorientada, ¿Cuánto tiempo llevaban andando?
Sintió el hocico de Brendarid y se giró bruscamente, estaba alerta, sabía que Markus sabría enseguida que ella estaba allí, no tardaría nada en olerla, y eso seguro que a Eona le encantaba. Ella conocía la "devoción" que sentía el lobo hacia su persona, y que si Markus la encontraba... No quería ni pensar qué haría con Bren y con ella.
Apoyó el hocico sobre el de Bren y asintió levemente, entendía el sentimiento del lobo, lo podía sentir por alguna razón, compartía su miedo y sus sentimientos a cada paso que daban. Después miró a Eona y gruñó.
-Espero que nos estés llevando por el camino adecuado, sino... -Le dijo aún mostrando sus dientes emitiendo gruñidos no muy altos, no quería llamar la atención de nadie más.
Alzó la mirada al cielo, no se veía nada más que unos pequeños rayos de sol que pasaban la espesura del bosque, aquel bosque tenía clima propio, las horas parecían no pasar jamás, estaba algo desorientada, ¿Cuánto tiempo llevaban andando?
Nana
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Corrimos, trotamos, caminamos, y de vuelta a empezar. Así todo el rato, conmigo a la cabeza del grupo. Sabía que eso no les gustaría a los otros dos, pero si querían que les guiara no había opción más que aquella y, como no, yo lo estaba disfrutando enormemente. Además, no era tan tonta como siempre me dejaba ver. Después de todo era lo que era y no lo sería si fuese una inepta. Expresamente había elegido el camino más largo para, además de cansarlos un poco, observar discretamente de lo que eran capaces.
Cuanto más nos adentrábamos en tierras del este más crecía la ansiedad de mis amigos. Estaban más atentos y más asustadizos. Hasta Nana empezaba a impacientarse, pero solo me limité a mostrar mis colmillos en un gesto burlón.
Llegamos a un lugar escondido entre los árboles, donde subí de un salto encima de un gran tronco caído y me paré, donde sin molestarme en avisarles inicié un largo y profundo aullido, el cual resonó por el bosque. Terminé y le devolví la mirada a la loba negra. - No pensarías que te llevaría a la base de la Manada, ¿verdad? - gruñí con un tono gracioso. Cumplir cumplí, pues el trato fue que hablase con alguien de la Manada y no tenía por que ser en la cueva principal.
No tardaron ni dos minutos y de la nada nos rodearon cuatro lobos imperfectos, los cuales sabía que estarían ahí montando guardia. Acudieron a mi llamada como buenos lacayos que eran, bajando sus orejas y escondiendo el rabo entre las patas ante mi presencia. - Que nadie nos interrumpa. - Rápidamente asintieron con la cabeza y salieron corriendo. No eran los únicos del lugar, así que más lobos se encargarían de que tuviésemos una charla tranquila bajo el agradable sol de la tarde. Ahora solo faltaba sentarse a esperar, pues conociéndolo él no tardaría en venir. No sabiendo lo interesante que se podría volver esta situación.
Cuanto más nos adentrábamos en tierras del este más crecía la ansiedad de mis amigos. Estaban más atentos y más asustadizos. Hasta Nana empezaba a impacientarse, pero solo me limité a mostrar mis colmillos en un gesto burlón.
Llegamos a un lugar escondido entre los árboles, donde subí de un salto encima de un gran tronco caído y me paré, donde sin molestarme en avisarles inicié un largo y profundo aullido, el cual resonó por el bosque. Terminé y le devolví la mirada a la loba negra. - No pensarías que te llevaría a la base de la Manada, ¿verdad? - gruñí con un tono gracioso. Cumplir cumplí, pues el trato fue que hablase con alguien de la Manada y no tenía por que ser en la cueva principal.
No tardaron ni dos minutos y de la nada nos rodearon cuatro lobos imperfectos, los cuales sabía que estarían ahí montando guardia. Acudieron a mi llamada como buenos lacayos que eran, bajando sus orejas y escondiendo el rabo entre las patas ante mi presencia. - Que nadie nos interrumpa. - Rápidamente asintieron con la cabeza y salieron corriendo. No eran los únicos del lugar, así que más lobos se encargarían de que tuviésemos una charla tranquila bajo el agradable sol de la tarde. Ahora solo faltaba sentarse a esperar, pues conociéndolo él no tardaría en venir. No sabiendo lo interesante que se podría volver esta situación.
Última edición por Eona el Lun Dic 23 2013, 02:23, editado 1 vez
Eona
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Era un buen día, aunque para él todos lo eran, pues él los hacía de esta forma si consideraba que eran malos, tenía una habilidad especial para darle la vuelta a las situaciones, o así lo consideraba, después de todo, su ingenio y galantería lo habían sacado de más de un aprieto o problema. Markus, sin embargo, estaba un poco nervioso pues desde hacía poco había comenzado a oler algo que hacía tiempo que no olía, un olor, dos olores que se habían marchado de aquellas tierras hacía un tiempo, además de un tercero que no conocía de nada, aunque estaba seguro de que Thorbald sabría quién era, su familia, descendencia, tipo de sangre y las veces qué había comido durante la última semana, realmente era un tipo bastante meticuloso con lo que hacía, y eso a Markus no le acababa de gustar, pues él era más de hacerlo todo a su modo y no tan sistematizado, sin embargo lo respetaba, pues era el jefe después de todo.
No podía dejar pasar, de cualquier forma, la ocasión de reunirse de nuevo con aquella mujer que lo había estado rechazando durante tanto tiempo, y también, aunque en menor medida, quería ver a Eona, pues por muy loca que estuviese, no dejaba de ser bastante atractiva.
No se encontraban demasiado lejos, parecía que se dirigían a la central de la Manada pero no era posible que la sombra los traicionase, así que algo raro pasaba y aquello hacía que su emoción creciese por segundos, ¿qué estaría ocurriendo?
Muchas preguntas entraban y salían de su cabeza, algunas con respuestas, algunas sin respuestas, pero una cosa estaba clara, y eran los lobos que había allí, pues su nariz era infalible y estaba bastante orgulloso de ello.
Pronto escuchó un aullido, era de Eona, ya no estaba muy lejos, a unos minutos, pero ese aullido significaba la traición de la loba hacia sus compañeros, y si uno de ellos era Nana, probablemente estaría en peligro, y por muy letal que fuese la asesina no podría compararse al fiero poder de la loba negra, así pues debía darse prisa, pero no pensaba romper la ropa transformándose en lobo, ni siquiera quitársela, pues como estaba cerca continuó andando.
Al llegar la situación era peculiar, no se molestó en esconderse y cuando salió de entre los matorrales todos lo miraron, aunque el único desconcertado era la carne fresca. Hubo gruñidos, aullidos e incluso algún intento de ataque, pero no se molestó en transformarse, pues no lo vio necesario. Miró la situación, la observó con detenimiento unos segundos antes de sonreir, pero vio que la cosa iba a ser bastante tranquila después de todo, aunque seguía molestándole el asunto del nuevo, pues aunque era alguien desconocido para él, muy probablemente inferior tanto en casta y mucho menos en poder, no sabía lo que hacía allí, y desconocer eso lo molestaba, y así es como comenzó a comprender a Thorbald.
Miró primero a Eona, pues iba a ser su aliada en este conflicto. - ¡Eona!, querida, cuánto tiempo sin verte, mi dicha a tus pies pues pensé que te habría pasado algo, y ya sabes que siempre estaré aquí para lo que me necesites, pero no era necesario aullar, pues en cuanto comprendí que estabas en los bosques vine hacia aquí para verte. - Sonrió falsamente, pues no era su verdadero propósito, pero este tipo de cosas eran las que lo mantenían con su singular jovialidad.
Seguidamente miró a los dos lobos. - ¡Y Nana! Qué grata sorpresa, hoy será un buen día definitivamente, y pensar que no te veo desde... ah sí, el tipo aquél desnudo que salió corriendo desde los matorrales, y el asunto de la loba cuyo nombre no recuerdo, una pena, no la hemos vuelto a ver. - Comenzó a acercarse poco a poco hacia ellos dos.
No podía dejar pasar, de cualquier forma, la ocasión de reunirse de nuevo con aquella mujer que lo había estado rechazando durante tanto tiempo, y también, aunque en menor medida, quería ver a Eona, pues por muy loca que estuviese, no dejaba de ser bastante atractiva.
No se encontraban demasiado lejos, parecía que se dirigían a la central de la Manada pero no era posible que la sombra los traicionase, así que algo raro pasaba y aquello hacía que su emoción creciese por segundos, ¿qué estaría ocurriendo?
Muchas preguntas entraban y salían de su cabeza, algunas con respuestas, algunas sin respuestas, pero una cosa estaba clara, y eran los lobos que había allí, pues su nariz era infalible y estaba bastante orgulloso de ello.
Pronto escuchó un aullido, era de Eona, ya no estaba muy lejos, a unos minutos, pero ese aullido significaba la traición de la loba hacia sus compañeros, y si uno de ellos era Nana, probablemente estaría en peligro, y por muy letal que fuese la asesina no podría compararse al fiero poder de la loba negra, así pues debía darse prisa, pero no pensaba romper la ropa transformándose en lobo, ni siquiera quitársela, pues como estaba cerca continuó andando.
Al llegar la situación era peculiar, no se molestó en esconderse y cuando salió de entre los matorrales todos lo miraron, aunque el único desconcertado era la carne fresca. Hubo gruñidos, aullidos e incluso algún intento de ataque, pero no se molestó en transformarse, pues no lo vio necesario. Miró la situación, la observó con detenimiento unos segundos antes de sonreir, pero vio que la cosa iba a ser bastante tranquila después de todo, aunque seguía molestándole el asunto del nuevo, pues aunque era alguien desconocido para él, muy probablemente inferior tanto en casta y mucho menos en poder, no sabía lo que hacía allí, y desconocer eso lo molestaba, y así es como comenzó a comprender a Thorbald.
Miró primero a Eona, pues iba a ser su aliada en este conflicto. - ¡Eona!, querida, cuánto tiempo sin verte, mi dicha a tus pies pues pensé que te habría pasado algo, y ya sabes que siempre estaré aquí para lo que me necesites, pero no era necesario aullar, pues en cuanto comprendí que estabas en los bosques vine hacia aquí para verte. - Sonrió falsamente, pues no era su verdadero propósito, pero este tipo de cosas eran las que lo mantenían con su singular jovialidad.
Seguidamente miró a los dos lobos. - ¡Y Nana! Qué grata sorpresa, hoy será un buen día definitivamente, y pensar que no te veo desde... ah sí, el tipo aquél desnudo que salió corriendo desde los matorrales, y el asunto de la loba cuyo nombre no recuerdo, una pena, no la hemos vuelto a ver. - Comenzó a acercarse poco a poco hacia ellos dos.
Fehu
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Lo sabía, nunca debieron fiarse de aquella mujer, era demasiado fácil. Todo el pelo de su lomo se erizó, agachó la cabeza para que su columna y su cabeza quedasen perfectamente alineadas, echó hacia atrás las orejas y enseñó los largos colmillos junto a potentes gruñidos. Debieron matarla cuando la tenían de espaldas y sin posibilidad de refuerzos, si salían de esta, se fiaría más de sus instintos.
El hombre que apareció después y sus extrañas palabras le desconcertaron aún más. Era un licántropo, de eso no cabía duda, y era probable que sus intenciones fuesen hostiles. Centró su atención en el, ni todos los lobos del bosque podrían hacerle retroceder, estaba demasiado cerca como para echarse atrás.
-Hazme un favor y atrévete a acercarte.
No tenía ni la más mínima intención de establecer una lucha justa: hallaría el mejor método para atacar por la espalda a todos y cada uno de los lobos que se lanzasen a el. Podía ver varias rutas de escape, no le sería difícil despistarlos en el bosque y pasar a ser el él el cazador. Pero aquel que no se había transformado era extraño, temía que no pudiese enfrentarse a el con facilidad.
Probablemente, amenazarle no fue la mejor opción, pero tampoco iban unas palabras a impedir que se acercase. Aunque centraba mucha de su atención en ese hombre, no perdía detalle de cada uno de los movimientos de sus lacayos. El primero que se acercase acabaría con un mordisco en la garganta; los siguientes tendrían que tratar de darle caza en un bosque que no tenía secretos para el.
Cuando todo esto acabe, asegúrate de huir lo más lejos que puedas, porque te encontraré, y cantaré tu canción junto a tu cadáver- le dijo a Eona sin ningún reparo. Ya había durado demasiado esa broma.
El hombre que apareció después y sus extrañas palabras le desconcertaron aún más. Era un licántropo, de eso no cabía duda, y era probable que sus intenciones fuesen hostiles. Centró su atención en el, ni todos los lobos del bosque podrían hacerle retroceder, estaba demasiado cerca como para echarse atrás.
-Hazme un favor y atrévete a acercarte.
No tenía ni la más mínima intención de establecer una lucha justa: hallaría el mejor método para atacar por la espalda a todos y cada uno de los lobos que se lanzasen a el. Podía ver varias rutas de escape, no le sería difícil despistarlos en el bosque y pasar a ser el él el cazador. Pero aquel que no se había transformado era extraño, temía que no pudiese enfrentarse a el con facilidad.
Probablemente, amenazarle no fue la mejor opción, pero tampoco iban unas palabras a impedir que se acercase. Aunque centraba mucha de su atención en ese hombre, no perdía detalle de cada uno de los movimientos de sus lacayos. El primero que se acercase acabaría con un mordisco en la garganta; los siguientes tendrían que tratar de darle caza en un bosque que no tenía secretos para el.
Cuando todo esto acabe, asegúrate de huir lo más lejos que puedas, porque te encontraré, y cantaré tu canción junto a tu cadáver- le dijo a Eona sin ningún reparo. Ya había durado demasiado esa broma.
Brendarid
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Nana miró a Eona, ¿Qué se pensaba, que era tonta? Nana no tenía ni un pelo de tonta, había estudiado todos y cada uno de los movimientos de la loba, así como cada uno de las rutas que había escogido para llegar, habían tomado siempre el camino más largo, era obvio, ella había hecho muchísimas veces el camino hacia la cueva y aquel no era el más apropiado precisamente. Nana sabía que él estaba allí, siempre acababan igual, cuando se intentaban no encontrar siempre se acababan encontrando, y cuando se encontraban, era cuando no querían encontrarse. Él también sabía que ella estaba allí, Nana lo podía notar, notaba sus ojos azules clavándose en su lomo desde hacía un buen rato, por muy lejos que estuviese.
Entonces Eona se subió a uno de los árboles, las patas de Nana temblaron, pero no de miedo, de excitación, hacía demasiado que no tenía un momento como aquel y quería aprovecharlo al máximo. Rió para sí misma, todo estaba saliendo como ella quería, quizá si todo seguía así Eona lo llamaría y entonces Nana podría acabar su plan. Aulló y cuatro lobos se acercaron, lacayos de la manada, simples peones, nada importante. Nana se paseó tranquila en círculos alrededor de Bren, a modo de juego. Pero entonces llegó él.
Nana clavó sus ojos amarillos en los de Markus, tanto tiempo hacía que aquel hombre intentaba ponerle la zarpa encima que se había olvidado de todos los momentos hostiles que habían pasado anteriormente. Nana estaba tranquila, ansiosa, pero tranquila, empujó con el rabo a Bren que se comportó de forma esperada, insultó a Eona y Nana rió situándose al lado del lobo y dándole un pequeño toque en el cuello con el hocico en señal de confianza. Le miró un segundo y se transformó.
-Markus, cuánto tiempo.-Se acomodó el pelo, rizado por la humedad, a un lado de la cabeza y luego le miró con una sonrisa. - Sinceramente, esperaba no volver a verte, pero mira, así es la vida. -Se encogió de hombros y se situó frente a Brendarid. -Perdonad las osadías de mi acompañante, no sabe con quienes están hablando, pero claro, vosotros tampoco sabéis mucho de educación por lo que veo. -Miró a los lacayos de la manada y se puso las manos en la cadera. -Quiero decir, saben quién soy, sabéis quién soy... No sé. -Se encogió de hombros y se acercó a Markus, no podía hacerle daño a Brendarid, ni a ella, pues si lo hacía ganarían puntos negativos en cuanto a la hegemonía de la raza, la manada últimamente no estaba demasiado bien vista por los licántropos en general, que empezaban a darse cuenta de las injusticias de sus líderes, y veían en Nana una salvación, por ello fue nombrada representante de los licántropos en temas interraciales.
-Eona, querida amiga, no esperaba menos de ti. -Sonrió ampliamente mirando a Eona, al fin y al cabo era eso, la putita de la manada, siempre podía llamar a sus superiores. -Gracias por la ayuda. -Hizo una pequeña reverencia a la loba y luego se miró hasta los pies. -Vaya, creo que esta no estoy en la mejor postura para que me invites a cenar. -Bromeó. Aquella no era una batalla de quién era más agresivo, ni más fuerte, era una batalla de habilidad, astucia, pues si alguno de los dos usaba la violencia daría puntos negativos y mala reputación a su propio clan, perjudicando su posición en la escala.
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Entonces Eona se subió a uno de los árboles, las patas de Nana temblaron, pero no de miedo, de excitación, hacía demasiado que no tenía un momento como aquel y quería aprovecharlo al máximo. Rió para sí misma, todo estaba saliendo como ella quería, quizá si todo seguía así Eona lo llamaría y entonces Nana podría acabar su plan. Aulló y cuatro lobos se acercaron, lacayos de la manada, simples peones, nada importante. Nana se paseó tranquila en círculos alrededor de Bren, a modo de juego. Pero entonces llegó él.
Nana clavó sus ojos amarillos en los de Markus, tanto tiempo hacía que aquel hombre intentaba ponerle la zarpa encima que se había olvidado de todos los momentos hostiles que habían pasado anteriormente. Nana estaba tranquila, ansiosa, pero tranquila, empujó con el rabo a Bren que se comportó de forma esperada, insultó a Eona y Nana rió situándose al lado del lobo y dándole un pequeño toque en el cuello con el hocico en señal de confianza. Le miró un segundo y se transformó.
-Markus, cuánto tiempo.-Se acomodó el pelo, rizado por la humedad, a un lado de la cabeza y luego le miró con una sonrisa. - Sinceramente, esperaba no volver a verte, pero mira, así es la vida. -Se encogió de hombros y se situó frente a Brendarid. -Perdonad las osadías de mi acompañante, no sabe con quienes están hablando, pero claro, vosotros tampoco sabéis mucho de educación por lo que veo. -Miró a los lacayos de la manada y se puso las manos en la cadera. -Quiero decir, saben quién soy, sabéis quién soy... No sé. -Se encogió de hombros y se acercó a Markus, no podía hacerle daño a Brendarid, ni a ella, pues si lo hacía ganarían puntos negativos en cuanto a la hegemonía de la raza, la manada últimamente no estaba demasiado bien vista por los licántropos en general, que empezaban a darse cuenta de las injusticias de sus líderes, y veían en Nana una salvación, por ello fue nombrada representante de los licántropos en temas interraciales.
-Eona, querida amiga, no esperaba menos de ti. -Sonrió ampliamente mirando a Eona, al fin y al cabo era eso, la putita de la manada, siempre podía llamar a sus superiores. -Gracias por la ayuda. -Hizo una pequeña reverencia a la loba y luego se miró hasta los pies. -Vaya, creo que esta no estoy en la mejor postura para que me invites a cenar. -Bromeó. Aquella no era una batalla de quién era más agresivo, ni más fuerte, era una batalla de habilidad, astucia, pues si alguno de los dos usaba la violencia daría puntos negativos y mala reputación a su propio clan, perjudicando su posición en la escala.
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Nana
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Como pensé, Markus no tardó mucho en venir soltando uno de sus largos monólogos y el cachorro, mal disciplinado que estaba, empezó a ladrar. "Al menos su amenaza es original." pensé quitándole importancia a las palabras de un niño, pues eso era para mí, un crío llorando bajo la protectora falda de su mamá, o en este caso, la loba negra.
No perdí más el tiempo y recuperé mi forma humana. Lo primero que hice, con el cuerpo que ahora tenía, fue sacarle la lengua al cachorro llorón, para después acercarme a Markus antes de que Nana se me adelantara. - Si me hubiese pasado algo lo sabrías, ¿no Markus? - Coloqué mis manos en sus hombros y le di un beso en la mejilla, juguetona. - Y si no recuerdo mal el nombre era Kaala. Por lo que oí, también era un caso de sangre pura perdida, como el cachorro mal hablado... Que gracia. Dos en tan poco tiempo. - Sonreí de oreja a oreja y me apoyé contra un árbol cercano al de mi recién llegado amigo, cruzándome de brazos.
Entonces me quedé observando la amistosa charla entre Nana y Mar, como le llamaba a veces en mi imaginación. Hasta que la loba vino hacia mí "agradeciéndome" la ayuda. Le devolví la misma sonrisa con la que me obsequió. - Eso querías, ¿no? Hablar con Markus. Pues aquí lo tienes. Lo que pase después no es cosa mía. - Acabé consiguiendo lo que quería y encima le había servido a Markus una Nana con lobito de guarnición en bandeja. Qué haría con ellos estaba a su elección, pero seguro que le alegraría el día.
Entonces continuó hablando con él sobre algo de una cena, ¡lo cual me pareció una gran idea! - ¡Sí, hagamos una cena! - dije con la ilusión de un niño despreocupado.
No perdí más el tiempo y recuperé mi forma humana. Lo primero que hice, con el cuerpo que ahora tenía, fue sacarle la lengua al cachorro llorón, para después acercarme a Markus antes de que Nana se me adelantara. - Si me hubiese pasado algo lo sabrías, ¿no Markus? - Coloqué mis manos en sus hombros y le di un beso en la mejilla, juguetona. - Y si no recuerdo mal el nombre era Kaala. Por lo que oí, también era un caso de sangre pura perdida, como el cachorro mal hablado... Que gracia. Dos en tan poco tiempo. - Sonreí de oreja a oreja y me apoyé contra un árbol cercano al de mi recién llegado amigo, cruzándome de brazos.
Entonces me quedé observando la amistosa charla entre Nana y Mar, como le llamaba a veces en mi imaginación. Hasta que la loba vino hacia mí "agradeciéndome" la ayuda. Le devolví la misma sonrisa con la que me obsequió. - Eso querías, ¿no? Hablar con Markus. Pues aquí lo tienes. Lo que pase después no es cosa mía. - Acabé consiguiendo lo que quería y encima le había servido a Markus una Nana con lobito de guarnición en bandeja. Qué haría con ellos estaba a su elección, pero seguro que le alegraría el día.
Entonces continuó hablando con él sobre algo de una cena, ¡lo cual me pareció una gran idea! - ¡Sí, hagamos una cena! - dije con la ilusión de un niño despreocupado.
Eona
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Markus ignoró completamente lo que dijo el lobito hacia él, pues realmente ni lo asustaba ni podía asustarlo, eran simplemente los ladridos de un perro perdido, pero luego amenazó a una mujer, aquello era imperdonable, pues después de todo estaba hablando hacia Eona, alguien muy superior a él en cuanto a casta y rango en la Manada, eso estaba seguro, y si no era más que un lobo vagabundo la cosa se ponía aún mucho peor para él, pues esos no eran los modales adecuados para hablarle a un superior, y mucho menos a una dama como era ella, aunque fuese como era y le faltase algo en la cabeza para poder actuar como la gente corriente en situaciones normales, pero después de todo, Markus estaba satisfecho con los trabajos que hacía y no lo escucharían quejarse de la muchacha, pues al fin y al cabo había realizado algún trabajo para él también.
La pelea, sin embargo, no era la solución, y Markus tenía demasiada elegancia como para pelearse con él por algo así, ya le llegaría su momento, estaba seguro, y si no llegase, él se ocuparía de lo contrario. Pero no era ni el lugar ni la hora de comenzar una pelea, pues la loba negra era casi su igual, aunque él no lo reconocería públicamente.
- ¿Poca educación? Hemos venido a darte la bienvenida como buenos anfitriones y así nos hablas, sobretodo tu amigo, que por cierto, ¿quién es? - preguntó algo interesado, pues parecían algo próximos y eso lo molestaba bastante, que otro consiguiese algo que él no había conseguido era algo inadmisible y esperaba estar equivocado, pues de otra forma tendría que actuar, aunque la idea de la cena no le había parecido mala, pero el chico sobraba, claro. - Bien, podemos hacer una cena los tres, Eona, Nana y yo, me ocuparé de organizarla. - Dejó claro los nombres de los participantes por si acaso el muchacho tenía la vana esperanza de estar en ella, cuya respuesta era claramente que no.
Hizo gestos con la mano a uno de los lobos que merodeaba cerca y éste se acercó silenciosa pero velozmente y Markus le susurró unas palabras que ninguno de los presentes pudo escuchar, pues él, como licántropo, era conocedor del buen oído de los presentes y supo adecuar el tono de su voz para que solo lo escuchase aquél que más próximo le era.
- Eona. - Se dirigió hacia ella con su mirada. - Ven aquí conmigo, que parece que el muchacho está agresivo, no quiero que te pase nada. - Seguidamente miró a Nana. - Podemos discutirlo aquí o mientras cenamos el motivo de tu visita a mis bosques, a los cuales sabes que siempre eres bienvenida. - Sonrió.
La pelea, sin embargo, no era la solución, y Markus tenía demasiada elegancia como para pelearse con él por algo así, ya le llegaría su momento, estaba seguro, y si no llegase, él se ocuparía de lo contrario. Pero no era ni el lugar ni la hora de comenzar una pelea, pues la loba negra era casi su igual, aunque él no lo reconocería públicamente.
- ¿Poca educación? Hemos venido a darte la bienvenida como buenos anfitriones y así nos hablas, sobretodo tu amigo, que por cierto, ¿quién es? - preguntó algo interesado, pues parecían algo próximos y eso lo molestaba bastante, que otro consiguiese algo que él no había conseguido era algo inadmisible y esperaba estar equivocado, pues de otra forma tendría que actuar, aunque la idea de la cena no le había parecido mala, pero el chico sobraba, claro. - Bien, podemos hacer una cena los tres, Eona, Nana y yo, me ocuparé de organizarla. - Dejó claro los nombres de los participantes por si acaso el muchacho tenía la vana esperanza de estar en ella, cuya respuesta era claramente que no.
Hizo gestos con la mano a uno de los lobos que merodeaba cerca y éste se acercó silenciosa pero velozmente y Markus le susurró unas palabras que ninguno de los presentes pudo escuchar, pues él, como licántropo, era conocedor del buen oído de los presentes y supo adecuar el tono de su voz para que solo lo escuchase aquél que más próximo le era.
- Eona. - Se dirigió hacia ella con su mirada. - Ven aquí conmigo, que parece que el muchacho está agresivo, no quiero que te pase nada. - Seguidamente miró a Nana. - Podemos discutirlo aquí o mientras cenamos el motivo de tu visita a mis bosques, a los cuales sabes que siempre eres bienvenida. - Sonrió.
Fehu
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
La sorpresa se había apoderado de el, de repente, todo había dejado de ser hostil. Retorno, pues, a su forma humana, sin apartar la vista de ese tal Markus, el cual presumía de educación cuando tenía una grave falta de ella. Dado que, por lo visto, no iba a cenar, miró a los lados lentamente en busca de olores conocidos. Esos bosques eran el hogar de múltiples presas, no tardaría más de tres horas en encontrar algo para comer.
No es que le importase lo más mínimo la indiferencia de ese licántropo, pues para el era igual de insignificante; sentimiento fruto de la ignorancia, claro está. Volvió a dirigir su mirada hacia Markus.
-Este no es quien se ha de hablar, no podría ser líder de nada, perdemos el tiempo
En su opinión, alguien tan poco serio no podía ser el líder de ninguna manada. Puede que fuese alguien importante, pero no tenía la suficiente carisma para imponerse sobre alguien. Avanzó hacia un árbol situado a unos diez metro, olisqueó la corteza y confirmó sus sospechas: no muy lejos, encontraría un rebaño de ciervos, tal vez se hubiesen parado a reposar en alguna charca cercana. Presas fáciles para una cena de verdad.
Volvió a mirar de reojo a Markus.
-Además, va vestido con ropas de humano... patético...- sin esperar siquiera una respuesta, volvió a su afán de rastrear el olor de los ciervos, con la esperanza de encontrar evidencias de que alguno de los miembros de su rebaño se encontrase enfermo o viejo.
No es que le importase lo más mínimo la indiferencia de ese licántropo, pues para el era igual de insignificante; sentimiento fruto de la ignorancia, claro está. Volvió a dirigir su mirada hacia Markus.
-Este no es quien se ha de hablar, no podría ser líder de nada, perdemos el tiempo
En su opinión, alguien tan poco serio no podía ser el líder de ninguna manada. Puede que fuese alguien importante, pero no tenía la suficiente carisma para imponerse sobre alguien. Avanzó hacia un árbol situado a unos diez metro, olisqueó la corteza y confirmó sus sospechas: no muy lejos, encontraría un rebaño de ciervos, tal vez se hubiesen parado a reposar en alguna charca cercana. Presas fáciles para una cena de verdad.
Volvió a mirar de reojo a Markus.
-Además, va vestido con ropas de humano... patético...- sin esperar siquiera una respuesta, volvió a su afán de rastrear el olor de los ciervos, con la esperanza de encontrar evidencias de que alguno de los miembros de su rebaño se encontrase enfermo o viejo.
Brendarid
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Nana miró a Markus y a Eona, Eona parecía una niña pequeña, pero ella era así. Después clavó sus ojos en Markus con una medio sonrisa, Eona se acercó´a Markus y le dio un beso, ¿Qué intentaban? Si era algo para ponerla celosa iban por muy mal camino, esa relación amor odio que tenía con Markus no iba a acabar bien. Bren al escuchar lo de la cena se puso a olisquear como un loco, Nana frunció el ceño extrañada, y volvió a ofender a Markus. Se echó a reír por las palabras de Brendarid.
Se acercó a él que parecía estar olisqueando a una manada de ciervos, que obviamente no estarían por allí, pues en la arboleda no habían muchos animales comestibles de ese tamaño, como mucho roedores o ardillas, no mucho más, por ello los licántropos no solían vivir allí.
-Cariño, deja de ofender a nuestros anfitriones.-Le dijo abrazándole por la espalda cariñosamente y dándole un suave beso en el hombro. Después le miró a los ojos, "Tranquilo Bren, no va a pasar nada... " Pensó mirándole a los ojos y después le soltó para girarse hacia Markus. -Si él no cena, yo tampoco. -Dijo con una sonrisa y le cogió de la mano.
La única manera de mantener a Brendarid con vida era hacer creer a Markus que este estaba dentro del clan del colmillo, aunque no fuese así, sino, acabarían buscándole y quién sabe qué más.
-Se llama Brendarid, ahora está conmigo. -Le dijo seria a Markus clavando sus ojos desafiantes en él. En el fondo Nana estaba disfrutando pues sabía que Markus estaba sufriendo por aquello, se retorcía en su rabia en esa fachada de lobo apuesto y elegante, y ella se regocijaba por ello. Se soltó de Bren y se adelantó a ellos y miró hacia todos lados dándoles la espalda a Eona y a Markus. -Bien, ¿Dónde es la cena? Estoy hambrienta, espero que esté ya todo hecho, no me gusta esperar. -Dijo poniéndose las manos tras la nuca esperando señalizaciones de los de la manada, mientras analizaba el lugar detenidamente.
Se acercó a él que parecía estar olisqueando a una manada de ciervos, que obviamente no estarían por allí, pues en la arboleda no habían muchos animales comestibles de ese tamaño, como mucho roedores o ardillas, no mucho más, por ello los licántropos no solían vivir allí.
-Cariño, deja de ofender a nuestros anfitriones.-Le dijo abrazándole por la espalda cariñosamente y dándole un suave beso en el hombro. Después le miró a los ojos, "Tranquilo Bren, no va a pasar nada... " Pensó mirándole a los ojos y después le soltó para girarse hacia Markus. -Si él no cena, yo tampoco. -Dijo con una sonrisa y le cogió de la mano.
La única manera de mantener a Brendarid con vida era hacer creer a Markus que este estaba dentro del clan del colmillo, aunque no fuese así, sino, acabarían buscándole y quién sabe qué más.
-Se llama Brendarid, ahora está conmigo. -Le dijo seria a Markus clavando sus ojos desafiantes en él. En el fondo Nana estaba disfrutando pues sabía que Markus estaba sufriendo por aquello, se retorcía en su rabia en esa fachada de lobo apuesto y elegante, y ella se regocijaba por ello. Se soltó de Bren y se adelantó a ellos y miró hacia todos lados dándoles la espalda a Eona y a Markus. -Bien, ¿Dónde es la cena? Estoy hambrienta, espero que esté ya todo hecho, no me gusta esperar. -Dijo poniéndose las manos tras la nuca esperando señalizaciones de los de la manada, mientras analizaba el lugar detenidamente.
Nana
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Sonreí y me acerqué más a Markus, el cual parecía haber echado de menos mi cercanía en este tiempo que estuve fuera. Así que di un par de pasos y me senté en el árbol caído, aún más cerca suyo de donde había estado apoyada antes, si es que era posible, como si me hubiese olvidado por completo de que estaba ahí. Tal vez estaba demasiado concentrada en no perderme ninguno de los talles de esa fiesta tan divertida. - Que galante. - me burlé de él. Hacía como si fuese un frágil pajarito al que proteger, y eso no era muy habitual a no ser que viniese de su boca. Pero no sería yo misma si no le devolviese las burlas. - También yo te protegeré. -
Aún sonriente observé al cachorro, el cual no había aprendido después de salir impune la primera vez. Notaba que Mar se estaba conteniendo esta vez, pero no quería ni imaginar qué cosas estarían pasando por su mente. Si tenía suerte, tal vez me encargarían otro "trabajo" pronto. Con el cachorro como objetivo, el cual empezó a olisquear un árbol cercano. - No se te vayan a escapar. - Solté entre risas. Era un ingenuo si creía que iba a cazar cerca de nuestro territorio. Pues todas las presas de valor nos pertenecían.
Entonces estalló la acaramelada escenita de aquellos dos y por primera vez escuché el nombre del bruto lobo que acompañaba a Nana. "Tantos secretitos para un nombre tan aburrido..." pensé decepcionada. Aunque pareció ser que a Markus le molestó un poco lo visto, ¿o solo me lo había parecido? Silenciosamente me rugió el estómago, dando a saber a los presentes que la cena no era solo una buena idea, sino una necesidad. Miré a Mar para tratar de intuir el resultado final. ¿Habría o no cena?
Aún sonriente observé al cachorro, el cual no había aprendido después de salir impune la primera vez. Notaba que Mar se estaba conteniendo esta vez, pero no quería ni imaginar qué cosas estarían pasando por su mente. Si tenía suerte, tal vez me encargarían otro "trabajo" pronto. Con el cachorro como objetivo, el cual empezó a olisquear un árbol cercano. - No se te vayan a escapar. - Solté entre risas. Era un ingenuo si creía que iba a cazar cerca de nuestro territorio. Pues todas las presas de valor nos pertenecían.
Entonces estalló la acaramelada escenita de aquellos dos y por primera vez escuché el nombre del bruto lobo que acompañaba a Nana. "Tantos secretitos para un nombre tan aburrido..." pensé decepcionada. Aunque pareció ser que a Markus le molestó un poco lo visto, ¿o solo me lo había parecido? Silenciosamente me rugió el estómago, dando a saber a los presentes que la cena no era solo una buena idea, sino una necesidad. Miré a Mar para tratar de intuir el resultado final. ¿Habría o no cena?
Eona
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Markus se puso al lado de Eona y la rodeó con el brazo, pasándoselo por la espalda y poniéndole la mano en la cintura. Miró a los presentes y suspiró, parecían realmente hambrientos después de todo, pero las palabras que utilizaba la loba negra con el muchacho no le gustaban, no era más que un mocoso sin modales, ¿qué podía ver en aquél cachorro que él no tuviese? Por favor, él era Markus, ninguna mujer se le había resistido tanto como aquella y no podía dejar de pensar en que un idiota así podría haber conseguido algo, inaceptable, inadmisible, y no solo había hecho eso, sino que encima había venido a sus bosques, se había mofado de él y había insultado a Eona, que era de su familia, a ese tipo de gentes, pensaba Markus, solo se le podía servir veneno en vez de comida, pero por suerte para él, el segundo lobo era mucho mejor que eso, prefería zanjar las cosas de otra manera.
- Claro, cenemos, pero no soy quién para ser el representante de esta mesa, pues ya que tenemos aquí a la gran Nana, señora del Colmillo, apuesta y bella como siempre, con su testarudo y bastante necio acompañante, sería menester que quien compartiese mesa con vosotros fuese el señor de los licántropos, a parte de mí mismo y nuestra querida Eona, por ello, espero que no os moleste, me he tomado la libertad de llamarlo, no creo que tarde mucho. - Nadie se reía de él, y era demasiado elegante como para ponerse furioso o atacar, sin embargo, la llegada de Thorbald, más poderoso que cualquier otro lobo, atemorizaría a cualquiera. Los pobres ilusos habían pensado que el lobo mensajero era para organizar un pequeño festín, pues así se lo había hecho ver él, parecía que poco lo conocían, de todos modos incluso podía ser mejor para nana pues si Nana buscaba a Markus era por algún motivo oculto, información probablemente, siempre había gustado de proporcionársela pues esa relación que mantenían los dos era bastante divertida, pero todo hay que decirlo, no le caía nada bien el chico, y en una mesa diplomática nada iba a pasar, pero no garantizaba, ahora sí, la seguridad del que parecía llamarse Brendarid. Debería habérselo pensado dos veces antes de hacer nada.
Markus suspiró y miró al cielo, parecía que el tiempo se había detenido, podía oler ya, escuchar, como el grande se acercaba, poco a poco, pronto estaría allí. De sus reuniones clandestinas con Nana Black todo lo sabía, pues él se enteraba de todos los asuntos de los licántropos, pero no podía dejar tirada a Eona, pues ella acababa de colaborar con los colmillos, aunque los había atraído a la boca del lobo, no sabía sus verdaderas intenciones. ¿Quién las sabría? quizá ni ella misma, tampoco conocía lo que buscaban los dos licántropos, pero seguro que cualquier cosa Thorbald la sabría, en cambio, si lo que buscaban era protección de paso, bueno, él tampoco se la podría haber dado. No se le ocurría nada más para lo que lo querrían. - Nana, no me mires así, lo hago por tu bien, pues quiero que llegues a buen puerto en lo que te traigas entre manos, descubrirás que Thorbald no es tan malo como piensas, ¿verdad Eona? - Sonrió ampliamente de nuevo, como solo él sabía hacerlo.
- Claro, cenemos, pero no soy quién para ser el representante de esta mesa, pues ya que tenemos aquí a la gran Nana, señora del Colmillo, apuesta y bella como siempre, con su testarudo y bastante necio acompañante, sería menester que quien compartiese mesa con vosotros fuese el señor de los licántropos, a parte de mí mismo y nuestra querida Eona, por ello, espero que no os moleste, me he tomado la libertad de llamarlo, no creo que tarde mucho. - Nadie se reía de él, y era demasiado elegante como para ponerse furioso o atacar, sin embargo, la llegada de Thorbald, más poderoso que cualquier otro lobo, atemorizaría a cualquiera. Los pobres ilusos habían pensado que el lobo mensajero era para organizar un pequeño festín, pues así se lo había hecho ver él, parecía que poco lo conocían, de todos modos incluso podía ser mejor para nana pues si Nana buscaba a Markus era por algún motivo oculto, información probablemente, siempre había gustado de proporcionársela pues esa relación que mantenían los dos era bastante divertida, pero todo hay que decirlo, no le caía nada bien el chico, y en una mesa diplomática nada iba a pasar, pero no garantizaba, ahora sí, la seguridad del que parecía llamarse Brendarid. Debería habérselo pensado dos veces antes de hacer nada.
Markus suspiró y miró al cielo, parecía que el tiempo se había detenido, podía oler ya, escuchar, como el grande se acercaba, poco a poco, pronto estaría allí. De sus reuniones clandestinas con Nana Black todo lo sabía, pues él se enteraba de todos los asuntos de los licántropos, pero no podía dejar tirada a Eona, pues ella acababa de colaborar con los colmillos, aunque los había atraído a la boca del lobo, no sabía sus verdaderas intenciones. ¿Quién las sabría? quizá ni ella misma, tampoco conocía lo que buscaban los dos licántropos, pero seguro que cualquier cosa Thorbald la sabría, en cambio, si lo que buscaban era protección de paso, bueno, él tampoco se la podría haber dado. No se le ocurría nada más para lo que lo querrían. - Nana, no me mires así, lo hago por tu bien, pues quiero que llegues a buen puerto en lo que te traigas entre manos, descubrirás que Thorbald no es tan malo como piensas, ¿verdad Eona? - Sonrió ampliamente de nuevo, como solo él sabía hacerlo.
Fehu
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Levantó la cabeza rápidamente, miró a Markus y luego a Nana. Su rostro reflejaba, al fin, interés en las palabras de aquel hombre.
-Es ese al que venimos a buscar, ¿no?- le preguntó a Nana, como si de un crío emocionado se tratase. Recordaba ese nombre, no podría olvidarlo.
Sí, alzó la cabeza y cogió aire con cortas y rápidas aspiraciones, el viento arrastraba un olor que se acercaba cada vez más. Volvió a su posición original, frente a Markus, aunque no sin antes lanzar una última mirada al débil rastro que había encontrado: en el fondo, le daba pena que se malgastase a unas posibles presas como esas.
Debería sentirse bien, pero su sexto sentido le informaba de que no debía dejar de estar alerta, pues no solo era posible que estuviesen rodeados, sino que además, fuese quien fuese el que se acercaba, no le transmitía tranquilidad. Pudo ver como Markus tocaba de una manera extraña a Eona; le resultaba curioso que alguien que no fuese el líder tuviese derecho a reproducirse. Sobre todo tratándose de alguien tan corto de miras.
¿Quién podía hacerse llamar a sí mismo "el señor de los licántropos"? menuda tontería. Cierto que tenía hambre, aunque ya había estado mucho más tiempo sin comer, deseaba comer, ya fuera en una cena con esos desconocidos, o una presa cazada por él mismo.
-Es ese al que venimos a buscar, ¿no?- le preguntó a Nana, como si de un crío emocionado se tratase. Recordaba ese nombre, no podría olvidarlo.
Sí, alzó la cabeza y cogió aire con cortas y rápidas aspiraciones, el viento arrastraba un olor que se acercaba cada vez más. Volvió a su posición original, frente a Markus, aunque no sin antes lanzar una última mirada al débil rastro que había encontrado: en el fondo, le daba pena que se malgastase a unas posibles presas como esas.
Debería sentirse bien, pero su sexto sentido le informaba de que no debía dejar de estar alerta, pues no solo era posible que estuviesen rodeados, sino que además, fuese quien fuese el que se acercaba, no le transmitía tranquilidad. Pudo ver como Markus tocaba de una manera extraña a Eona; le resultaba curioso que alguien que no fuese el líder tuviese derecho a reproducirse. Sobre todo tratándose de alguien tan corto de miras.
¿Quién podía hacerse llamar a sí mismo "el señor de los licántropos"? menuda tontería. Cierto que tenía hambre, aunque ya había estado mucho más tiempo sin comer, deseaba comer, ya fuera en una cena con esos desconocidos, o una presa cazada por él mismo.
Brendarid
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Nana se giró repentinamente al escuchar las palabras de Markus, por alguna razón no le impresionaba del todo que llamase a Thorbald, al fin y al cabo algún día tendrían que encontrarse ambos titanes de los licántropos. Nana sonrió de espaldas a Eona y a Markus y después se dio la vuelta casi de un salto, con cara de sorpresa, toda la que podía poner. Entonces se llevó la mano a la frente y se rascó la ceja.
-Vaya, va a venir el gran señor de los licántropos y yo con estas pintas... -Negó con la cabeza bromeando. -Bueno, así seguro que le gusto más, ¿Verdad, Markus? -Dijo bromeando mientras hacía gala de su cuerpo desnudo entre los árboles. Nana parecía ausente, abstraída de los asuntos terrestres, como en su mundo, pero ella lo calculaba todo, cada palabra, cada movimiento estaba allí por algo, no dejaba ningún cabo suelto.
Miró a Brendarid y se mordió el labio, si él la cagaba podían estar en peligro, pero aún así, después de que tanta gente viese a otro lobo negro con Nana Black del colmillo, les iba a ser demasiado difícil hacerle daño a Bren, eso la tranquilizaba.
-Bueno, pues sí que se hace esperar. -Dijo poniéndose las manos tras la espalda dirigiendo una furtiva mirada a Eona y a Markus. Nana no tenía miedo, había aprendido a mirar al miedo a los ojos y afrontarlo, le gustaban lo retos y las emociones fuertes, a veces rozaba lo suicida. Además, sería divertido encontrarse con alguien a su nivel tanto social como físicamente.
-Vaya, va a venir el gran señor de los licántropos y yo con estas pintas... -Negó con la cabeza bromeando. -Bueno, así seguro que le gusto más, ¿Verdad, Markus? -Dijo bromeando mientras hacía gala de su cuerpo desnudo entre los árboles. Nana parecía ausente, abstraída de los asuntos terrestres, como en su mundo, pero ella lo calculaba todo, cada palabra, cada movimiento estaba allí por algo, no dejaba ningún cabo suelto.
Miró a Brendarid y se mordió el labio, si él la cagaba podían estar en peligro, pero aún así, después de que tanta gente viese a otro lobo negro con Nana Black del colmillo, les iba a ser demasiado difícil hacerle daño a Bren, eso la tranquilizaba.
-Bueno, pues sí que se hace esperar. -Dijo poniéndose las manos tras la espalda dirigiendo una furtiva mirada a Eona y a Markus. Nana no tenía miedo, había aprendido a mirar al miedo a los ojos y afrontarlo, le gustaban lo retos y las emociones fuertes, a veces rozaba lo suicida. Además, sería divertido encontrarse con alguien a su nivel tanto social como físicamente.
Nana
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Al escuchar las palabras de Markus por poco no se me salen los ojos de sus cuencas. Aún acurrucada contra él lo miré para ver si no estaba bromeando, pero claro, él no bromearía sobre algo así. Poco a poco mi sorpresa fue cambiando en una sonrisa y me sumí en mi propio mundo de pensamientos. ¡No era muy común que el viejo saliese de la cueva principal! Estaba segura de que lo que se avecinaba estaría grabado en algún sitio, seguro. Y yo iba a contemplarlo todo. Nunca llegué a imaginar que las cosas saliesen de esta forma tan interesante. Debía felicitarme a mí misma.
Les eché una ojeada a los otros dos, sin separarme del calor que emanaba de mi amigo Mar. Después de todo el cielo ya empezaba a tomar un leve color anaranjado y la piel del cuerpo humano no era abrigo suficiente. Parecía ser que el cachorro estaba más feliz que aterrado por la noticia, pero si se presentaba ante el viejo tal y como lo había echo con Mar, ya no habría duda alguna, no iba a llegar al amanecer del día siguiente. En cambio, aunque con rastros de nerviosismo, Nana parecía estar muy segura de si misma, para lo que parecía ser un primer encuentro. Estaba actuando bastante altanera, pero por algún motivo tenía la impresión de que esa impaciencia que emanaba de su cuerpo era más bien algo de terror. Ni yo misma seguía sin entender como alguien tan joven como ella llegó a conseguir tal poder, pero ahora ya no se lo quitaba nadie, eso estaba claro. Pero aún así no tenía oportunidad alguna contra Thorbald, y el cachorro sería el primero en caer si llegaba a pasar algo.
Acomodé mi cabeza en el hombro de Mar e inspiré con tranquilidad el olor que estaba a punto de llegar. Ya me imaginaba al viejo saliendo de entre los arbustos, cosa que nunca antes había visto, la verdad, y como con su sola mirada se comía a esos dos. Varias veces había visto aquella mirada suya de cuando se enfurecía, y por suerte nunca fui tan tonta de ser su causante. Sería divertido ver a Brendarid causar la ira del señor de los lobos.
Me desperecé y me coloqué en pie. Mi sonrisa de embobada había desaparecido, dando lugar a un rostro serio. Mi señor estaba por llegar y, aunque sí lo recibiría con una sonrisa, no sería la graciosa y burlona de siempre, sino una la cual muestra respeto, el respeto que se le otorga a un padre querido y temido a la vez.
Les eché una ojeada a los otros dos, sin separarme del calor que emanaba de mi amigo Mar. Después de todo el cielo ya empezaba a tomar un leve color anaranjado y la piel del cuerpo humano no era abrigo suficiente. Parecía ser que el cachorro estaba más feliz que aterrado por la noticia, pero si se presentaba ante el viejo tal y como lo había echo con Mar, ya no habría duda alguna, no iba a llegar al amanecer del día siguiente. En cambio, aunque con rastros de nerviosismo, Nana parecía estar muy segura de si misma, para lo que parecía ser un primer encuentro. Estaba actuando bastante altanera, pero por algún motivo tenía la impresión de que esa impaciencia que emanaba de su cuerpo era más bien algo de terror. Ni yo misma seguía sin entender como alguien tan joven como ella llegó a conseguir tal poder, pero ahora ya no se lo quitaba nadie, eso estaba claro. Pero aún así no tenía oportunidad alguna contra Thorbald, y el cachorro sería el primero en caer si llegaba a pasar algo.
Acomodé mi cabeza en el hombro de Mar e inspiré con tranquilidad el olor que estaba a punto de llegar. Ya me imaginaba al viejo saliendo de entre los arbustos, cosa que nunca antes había visto, la verdad, y como con su sola mirada se comía a esos dos. Varias veces había visto aquella mirada suya de cuando se enfurecía, y por suerte nunca fui tan tonta de ser su causante. Sería divertido ver a Brendarid causar la ira del señor de los lobos.
Me desperecé y me coloqué en pie. Mi sonrisa de embobada había desaparecido, dando lugar a un rostro serio. Mi señor estaba por llegar y, aunque sí lo recibiría con una sonrisa, no sería la graciosa y burlona de siempre, sino una la cual muestra respeto, el respeto que se le otorga a un padre querido y temido a la vez.
Eona
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Thorbald estaba sentado en su silla de siempre revisando informes, lo habían alertado de que Nana Black había traspasado las fronteras de la Arboleda junto a Eona y un lobo desconocido, con pocos detalles sobre éste, claro que el señor de los licántropos ya tenía unas cuantas sospechas e investigaciones sobre quién era, hasta que poco después llamaron a la puerta del jefe de la Manada y esto hizo que Thorbald dejase de prestar atención a lo que leía para ver quién reclamaba su atención y qué grado de importancia tendría.
- Traigo un mensaje de Markus, señor. - Sonó la voz profunda de un lobo, por el tono, debía de ser Skell, todo un mariscal veterano.
Como los lobos imperfectos no tenían permitido ver a Thorbald, dejaban los mensajes a los grandes rangos en la Manada para que ellos les transmitiesen el mensaje, pues si no, a parte de pasar un largo tiempo en los calabozos por el mero hecho de atreverse a dirigir la palabra y molestar al Gran Señor, éste los ignoraba completamente.
- Qué raro, pasa. - Dijo con un leve tono de asombro, pues era conocedor de que había ido al encuentro con Nana, como muchas veces había hecho y luego trataba de ocultar infructuosamente, y a veces esos encuentros clandestinos le proporcionaban alguna información sobre la loba, como a dónde iba o qué hacía, pero era la primera vez que lo llamaba, algo debía haber pasado.
El hombre entró y le dio el mensaje tal y como el imperfecto se lo había transmitido, en el mensaje explicaba que Eona había atraído a los dos lobos a la Arboleda, que Nana buscaba un tratamiento diplomático, y que un lobo extraño del cual explicó los detalles en el mensaje, la acompañaba, pero que era un perfecto idiota y que no tenía modales ante sus superiores. - ¿Así que la loba quiere una comida diplomática? Interesante... - Murmuró.
Pero no se fue aún, pues quedaba algo que hacer. Buscó en los archivos información sobre el lobo y él, experto en esta tarea, logró rápidamente encontrar aquél lobo que escapaba de su conocimiento, aunque por supuesto lo tenía archivado, no tenía suficientes detalles hasta la explicación de Markus, el cual por muy estúpido que pudiese parecer a veces, era el más útil de sus licántropos, el más feroz y el más poderoso después de él, su segundo al mando.
Sacó unos papeles, ahí estaba. Brendarid. Lo leyó todo detenidamente y después volvió a dejarlo en su sitio.
Poco tardó en salir de la cueva, en la salida, donde sabía que estaría, se encontró de nuevo con Skell, al cuál le dirigió una rápida mirada que él entendió y comenzó a seguir al líder, después de él miró a otro que también era de alto rango, Rhent, el cual lo siguió también. El lugar no estaba muy lejos pero no quería cansarse, podían esperar, debían esperar, pues él era el anfitrión después de todo, y debía ser el último en llegar, así pues, fue en su forma humana y dejó que aquellos que estaban de pie o sentados por su llegada oliesen que se acercaba para inspirar el temor y nerviosismo que podía inspirar en sus corazones.
Thorbald pasó por los arbustos abiertos por sus dos acompañantes y después pasaron ellos dos, no le gustó mucho el lugar de la reunión, aunque supuso que la cena de la que le habían hablado sería otro lugar, le molestaba pensar que muy probablemente tendría que salir de sus arcas, arrugó la nariz al verlos a todos. Primero miró a Nana Black a los ojos, él no mostraba ningún sentimiento, pero ella parecía terriblemente emocionada, no dejaba de ser una débil loba que no tenía comparación con él, ni siquiera podía hacerle sombra, seguía sin entender como podían haberla elegido como representante licántropa, aquello lo molestaba muchísimo. Miró después a Brendarid, definitivamente era él, además era algo irascible por lo que ponía en los documentos, nada adecuado. Miró a Markus y Eona, hacía mucho que no veía a Eona, su sombra, quizá podía servirle de algo próximamente.
- Loba. - Dijo con una voz retumbante a la vez que profunda, luego mencionó a los demás. - Markus, Eona.... Brendarid.
Definitivamente iba a tocarle a él montar esa dichosa cena para hablar con gente despreciable que buscaba que los licántropos se separasen o secionasen en distintas facciones, cuando la vida en Manada hubiese sido mucho más sencilla, simplemente era despreciable, por lo que tanto había luchado, pero vería aquella noche dónde podían llegar. - Iremos a la Central, allí hablaremos lo que tengáis que hablar los colmillos. - Sentenció.
- Traigo un mensaje de Markus, señor. - Sonó la voz profunda de un lobo, por el tono, debía de ser Skell, todo un mariscal veterano.
Como los lobos imperfectos no tenían permitido ver a Thorbald, dejaban los mensajes a los grandes rangos en la Manada para que ellos les transmitiesen el mensaje, pues si no, a parte de pasar un largo tiempo en los calabozos por el mero hecho de atreverse a dirigir la palabra y molestar al Gran Señor, éste los ignoraba completamente.
- Qué raro, pasa. - Dijo con un leve tono de asombro, pues era conocedor de que había ido al encuentro con Nana, como muchas veces había hecho y luego trataba de ocultar infructuosamente, y a veces esos encuentros clandestinos le proporcionaban alguna información sobre la loba, como a dónde iba o qué hacía, pero era la primera vez que lo llamaba, algo debía haber pasado.
El hombre entró y le dio el mensaje tal y como el imperfecto se lo había transmitido, en el mensaje explicaba que Eona había atraído a los dos lobos a la Arboleda, que Nana buscaba un tratamiento diplomático, y que un lobo extraño del cual explicó los detalles en el mensaje, la acompañaba, pero que era un perfecto idiota y que no tenía modales ante sus superiores. - ¿Así que la loba quiere una comida diplomática? Interesante... - Murmuró.
Pero no se fue aún, pues quedaba algo que hacer. Buscó en los archivos información sobre el lobo y él, experto en esta tarea, logró rápidamente encontrar aquél lobo que escapaba de su conocimiento, aunque por supuesto lo tenía archivado, no tenía suficientes detalles hasta la explicación de Markus, el cual por muy estúpido que pudiese parecer a veces, era el más útil de sus licántropos, el más feroz y el más poderoso después de él, su segundo al mando.
Sacó unos papeles, ahí estaba. Brendarid. Lo leyó todo detenidamente y después volvió a dejarlo en su sitio.
Poco tardó en salir de la cueva, en la salida, donde sabía que estaría, se encontró de nuevo con Skell, al cuál le dirigió una rápida mirada que él entendió y comenzó a seguir al líder, después de él miró a otro que también era de alto rango, Rhent, el cual lo siguió también. El lugar no estaba muy lejos pero no quería cansarse, podían esperar, debían esperar, pues él era el anfitrión después de todo, y debía ser el último en llegar, así pues, fue en su forma humana y dejó que aquellos que estaban de pie o sentados por su llegada oliesen que se acercaba para inspirar el temor y nerviosismo que podía inspirar en sus corazones.
Thorbald pasó por los arbustos abiertos por sus dos acompañantes y después pasaron ellos dos, no le gustó mucho el lugar de la reunión, aunque supuso que la cena de la que le habían hablado sería otro lugar, le molestaba pensar que muy probablemente tendría que salir de sus arcas, arrugó la nariz al verlos a todos. Primero miró a Nana Black a los ojos, él no mostraba ningún sentimiento, pero ella parecía terriblemente emocionada, no dejaba de ser una débil loba que no tenía comparación con él, ni siquiera podía hacerle sombra, seguía sin entender como podían haberla elegido como representante licántropa, aquello lo molestaba muchísimo. Miró después a Brendarid, definitivamente era él, además era algo irascible por lo que ponía en los documentos, nada adecuado. Miró a Markus y Eona, hacía mucho que no veía a Eona, su sombra, quizá podía servirle de algo próximamente.
- Loba. - Dijo con una voz retumbante a la vez que profunda, luego mencionó a los demás. - Markus, Eona.... Brendarid.
Definitivamente iba a tocarle a él montar esa dichosa cena para hablar con gente despreciable que buscaba que los licántropos se separasen o secionasen en distintas facciones, cuando la vida en Manada hubiese sido mucho más sencilla, simplemente era despreciable, por lo que tanto había luchado, pero vería aquella noche dónde podían llegar. - Iremos a la Central, allí hablaremos lo que tengáis que hablar los colmillos. - Sentenció.
Fehu
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Es cierto que el pocas veces había sentido temor ante alguien de su propia especie, y no sería Thorbald el primero en provocar esa sensación, pero sí uno de los pocos que le hacían sentir de lo más incómodo. Era evidente que ese hombre poseía un poder inimaginable para un ermitaño como él.
Más le sorprendió todavía que conociese su nombre, eso podría ser tanto una buena como una mala noticia. Instivamente se acercó a Nana en busca de refugio, pues no le agradaba la presencia de Thorbald. Finalmente, se atrevió a alzar la voz:
-¿Cómo sabes quien soy?
Había dejado completamente de lado a la posibilidad de encontrar el rebaño de ciervos, delante de sus narices se encontraba el hombre que podría iluminar todo su pasado. Temía que el culpable de su soledad fuese el, ya que sabía de sobra que no podía plantarle cara ni aunque se entregase en cuerpo y alma.
Parecía como si los elementos respetasen la presencia de Thorbald, pues, al menos para él, el sol se había detenido en lo alto, las nubes no seguían su camino y el viento no soplaba en sus orejas. El mismo tiempo parecía haberse detenido para el joven lobo, acostumbrado a una vida tranquila, en los últimos días todo se había precipitado de una forma tan incontrolada que probablemente ahora se encontraba frente al asesino de su familia. Tenía la boca seca, no podría ni haber reaccionado si en ese momento quisiesen atacarle, era como un cachorro asustado.
Más le sorprendió todavía que conociese su nombre, eso podría ser tanto una buena como una mala noticia. Instivamente se acercó a Nana en busca de refugio, pues no le agradaba la presencia de Thorbald. Finalmente, se atrevió a alzar la voz:
-¿Cómo sabes quien soy?
Había dejado completamente de lado a la posibilidad de encontrar el rebaño de ciervos, delante de sus narices se encontraba el hombre que podría iluminar todo su pasado. Temía que el culpable de su soledad fuese el, ya que sabía de sobra que no podía plantarle cara ni aunque se entregase en cuerpo y alma.
Parecía como si los elementos respetasen la presencia de Thorbald, pues, al menos para él, el sol se había detenido en lo alto, las nubes no seguían su camino y el viento no soplaba en sus orejas. El mismo tiempo parecía haberse detenido para el joven lobo, acostumbrado a una vida tranquila, en los últimos días todo se había precipitado de una forma tan incontrolada que probablemente ahora se encontraba frente al asesino de su familia. Tenía la boca seca, no podría ni haber reaccionado si en ese momento quisiesen atacarle, era como un cachorro asustado.
Brendarid
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Nana miró a Markus, después a Eona, notaba cómo se acercaba, podía sentir su aura golpeándole en la nuca. Aquello ya lo había sentido otras veces, el eco de la muerte lo llamaba ella. Pero aquello no era ni la mitad de aterrador que el eco de la muerte, cuando la muerte se le pegaba a los tobillos y podía sentir su aliento en la nuca. No se giró, esperó paciente de espaldas. Notó como Bren se ponía a la defensiva y se ocultaba tras ella como un cachorro. "Quizá no esté preparado para esto..." Pensó Nana al verle tan asustado.
Se giró lentamente cuando la saludó, o al menos algo parecido a un saludo. Fijó sus ojos amarillos en los de aquel hombre, Thorbald.
-Mejor dicho qué no sabe. -Le respondió a Bren alejándose de él sin girar a mirarle y acercándose a Thorbald con una sonrisa en los labios. -Al fin nos conocemos, Thorbald. -Se dio ella misma la licencia para quitarle el título de "señor de los licántropos", y se tomó otra licencia para tratarle como un igual. Más Nana sabía que él tenía algo que ella no, experiencia. Pero aún así ella a sus meros veintitrés años había logrado más de lo que cualquier otro a su edad.
Caminó a paso lento hacia donde estaba aquel que se autodenominaba el señor de los licántropos. Por alguna razón no podía quitarse la sonrisa de la cara, la excitación y la adrenalina del momento. Sentía que las cosas iban demasiado lentas.
-¿Estás seguro de que quieres llevarme a tu preciado escondite? -Arqueó una ceja y preguntó casi en un susurro, juguetona. Quería probar hasta dónde podía llegar con Thorbald, puesto que con Markus sabía perfectamente hasta dónde podía llegar.
Se giró lentamente cuando la saludó, o al menos algo parecido a un saludo. Fijó sus ojos amarillos en los de aquel hombre, Thorbald.
-Mejor dicho qué no sabe. -Le respondió a Bren alejándose de él sin girar a mirarle y acercándose a Thorbald con una sonrisa en los labios. -Al fin nos conocemos, Thorbald. -Se dio ella misma la licencia para quitarle el título de "señor de los licántropos", y se tomó otra licencia para tratarle como un igual. Más Nana sabía que él tenía algo que ella no, experiencia. Pero aún así ella a sus meros veintitrés años había logrado más de lo que cualquier otro a su edad.
Caminó a paso lento hacia donde estaba aquel que se autodenominaba el señor de los licántropos. Por alguna razón no podía quitarse la sonrisa de la cara, la excitación y la adrenalina del momento. Sentía que las cosas iban demasiado lentas.
-¿Estás seguro de que quieres llevarme a tu preciado escondite? -Arqueó una ceja y preguntó casi en un susurro, juguetona. Quería probar hasta dónde podía llegar con Thorbald, puesto que con Markus sabía perfectamente hasta dónde podía llegar.
Nana
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Como supuse, la cara de la mascota de Nana fue todo un espectáculo, aunque no quisiese dejarlo ver. Saludé a Thorbald con una inclinación de cabeza en cuanto nombró mi nombre. Debía mostrar el respeto que le tenía por más de una razón; una era por el respeto en sí, el cual era verdadero, y la otra porque el echo de que yo era su sombra debía seguir siendo un secreto para la loba del Colmillo. Por ello, aún siendo cierto que conmigo era algo más permisivo, no dejé relucir mi personalidad despreocupada por esta vez. Quisiese o no, mi deber en esta situación era controlarme; algo realmente difícil para alguien como yo. O esa era mi intención, pues no pude evitar soltar una risita ante la estupidez de el cachorro mencionó. - ¿Que no es por ello por lo que estáis aquí? - Nana me dio la razón con su comentario y volví a pretender controlarme.
Después de eso no volví a intervenir en la extraña conversación que la loba negra mantenía con mi señor. Eso sí, miré a Mar de reojo para ver su expresión, tratando de descifrar lo que se le pasaba por la cabeza. Nana parecía estar pasándoselo bien a su forma y más aún, a costa de Thorbald. Me preguntaba si Mar le prestaba más atención a la palabrería de la mujer, pensando en ello como un insulto hacia el primero y señor de nuestra raza, o si más bien sentía celos de que su atención reposara por completo en otro que no fuese él. Después de todo, Markus es como es; nunca le gustó que una mujer escapase de sus redes, por eso me divertía tanto jugar con él.
Pasase lo que pasase, tenía tanta hambre que lo que fuese me parecía bien, mientras que empezara ya. Tanto si tenía que correr sangre o comida. Por ello, esperé pacientemente las órdenes que pudiesen ser dirigidas hacia mi persona.
Después de eso no volví a intervenir en la extraña conversación que la loba negra mantenía con mi señor. Eso sí, miré a Mar de reojo para ver su expresión, tratando de descifrar lo que se le pasaba por la cabeza. Nana parecía estar pasándoselo bien a su forma y más aún, a costa de Thorbald. Me preguntaba si Mar le prestaba más atención a la palabrería de la mujer, pensando en ello como un insulto hacia el primero y señor de nuestra raza, o si más bien sentía celos de que su atención reposara por completo en otro que no fuese él. Después de todo, Markus es como es; nunca le gustó que una mujer escapase de sus redes, por eso me divertía tanto jugar con él.
Pasase lo que pasase, tenía tanta hambre que lo que fuese me parecía bien, mientras que empezara ya. Tanto si tenía que correr sangre o comida. Por ello, esperé pacientemente las órdenes que pudiesen ser dirigidas hacia mi persona.
Eona
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Thorbald, ante el desprecio de las palabras que escupía la loba no mostró ningún rasgo de enfado, simplemente tranquilidad, con un rostro inflexible que no dejaba lugar a saber qué cosas pasaban por su mente. Miró al muchacho que se había armado de valor, al parecer, para dirigirle la palabra y simplemente le respondió con una mirada cansada, no tenía por qué seguir perdiendo el tiempo hablando de pamplinas, pues él no estaba allí principalmente por el asunto de Brendarid, pues podía ser un tema colateral, pero no el principal el cual era ella, la loba. Si el muchacho quería información, el señor de los licántropos la tenía, ahora bien, si Nana Black quería información para el muchacho la cosa cambiaba, pues las tensiones eran bastante grandes entre las dos organizaciones y Thorbald no era un alma caritativa. Algo buscaría de ella, pero quién sabía qué, sin un motivo no iba a acudir a la reunión, pues era un hombre ocupado, pero solo él conocía sus misterios y ni siquiera su mano derecha podía imaginar qué o cómo podía hacer las cosas el gran licántropo.
Se acercó a Markus y le susurró algo, un susurro más flojo incluso que el que el segundo había hecho minutos atrás, algo casi imperceptible que solo él pudo escuchar, y luego llegó el turno de su sombra, a la cual le envió otro mensaje. Solo los destinatarios eran conocedores de lo que decía cada información, no había manera lógica de poder escuchar la conversación si ya de por sí era difícil saber si les había dicho alguna cosa o no.
- Skell y Rhent os acompañarán, así como Markus y Eona, tengo otros asuntos que atender antes de reunirme con vosotros, e información que merece ser recogida personalmente. - Puso especial énfasis en esta última frase, dando a entender que era relativa a Brendarid, pues parecían realmente interesados. - Marchaos. - Ordenó finalmente antes de proseguir su camino en dirección contraria a la de la guarida.
Los cuatro licántropos de La Manada los condujeron a la base, todo el mundo al ver a la loba aguantó la respiración pues no se esperaban tal visita, después de todo Thorbald no podía verla tras que la escogiesen a ella como representante y no a él, pero allí estaba, y no en calidad de prisionera sino de invitada, quizá era que el viejo se estaba ablandando con el paso de los años, pero nadie conocía, ni si quiera el propio Thorbald, el rumbo que tomaría la conversación que pudiesen tener después de la comida.
Los condujeron a una sala en las profundidades de la guarida, tardaron un cuarto de hora en llegar tras entrar y salir del exterior para pasar al interior. La sala tenía grandes motivos festivos, grandes mesas adornadas y estandartes de La Manada en las paredes y sobre la silla presidencial de la mesa principal, no era para nada lupino, sino más humano que cualquier otra cosa, pero a Thorbald le gustaba mostrar su poder y esta sala era solo utilizada para grandes ocasiones aunque en este momento estaba vacía y pudieron sentarse todos en la mesa presidencial, reservando claramente la silla mayor para el señor.
Se acercó a Markus y le susurró algo, un susurro más flojo incluso que el que el segundo había hecho minutos atrás, algo casi imperceptible que solo él pudo escuchar, y luego llegó el turno de su sombra, a la cual le envió otro mensaje. Solo los destinatarios eran conocedores de lo que decía cada información, no había manera lógica de poder escuchar la conversación si ya de por sí era difícil saber si les había dicho alguna cosa o no.
- Skell y Rhent os acompañarán, así como Markus y Eona, tengo otros asuntos que atender antes de reunirme con vosotros, e información que merece ser recogida personalmente. - Puso especial énfasis en esta última frase, dando a entender que era relativa a Brendarid, pues parecían realmente interesados. - Marchaos. - Ordenó finalmente antes de proseguir su camino en dirección contraria a la de la guarida.
Los cuatro licántropos de La Manada los condujeron a la base, todo el mundo al ver a la loba aguantó la respiración pues no se esperaban tal visita, después de todo Thorbald no podía verla tras que la escogiesen a ella como representante y no a él, pero allí estaba, y no en calidad de prisionera sino de invitada, quizá era que el viejo se estaba ablandando con el paso de los años, pero nadie conocía, ni si quiera el propio Thorbald, el rumbo que tomaría la conversación que pudiesen tener después de la comida.
Los condujeron a una sala en las profundidades de la guarida, tardaron un cuarto de hora en llegar tras entrar y salir del exterior para pasar al interior. La sala tenía grandes motivos festivos, grandes mesas adornadas y estandartes de La Manada en las paredes y sobre la silla presidencial de la mesa principal, no era para nada lupino, sino más humano que cualquier otra cosa, pero a Thorbald le gustaba mostrar su poder y esta sala era solo utilizada para grandes ocasiones aunque en este momento estaba vacía y pudieron sentarse todos en la mesa presidencial, reservando claramente la silla mayor para el señor.
Fehu
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Brendarid no entendía de cortesía ni educación, por lo que no cuestionó la actuación de Thorbald. Realmente, estaba hambriento, pero observó que nadia optaba por tomar su forma lupina, lo que le sorprendió ampliamente. Sus sospechas se confirmaron cuando vio la amplia sala, claramente destinada al uso de humanos.
Qué extraño se le hacía todo aquello; observaba cada rincón, pero nada le recordaba a lo que el reconocía como licántropo. La humanización de esas gentes le desagradaba sobremanera. Obviamente, se sentó al la do de Nana, sin despegar la vista de Markus y Eona, así como del resto de licántropos.
Se inclinó ligeramente hacia Nana y le susurró:
-¿Estos también van a hacer eso de cocinar la comida?
Tal vez una de las cosas que más le haya llamado la atención fuese que, en presencia de Thorbald, la extrovertida y faltona Eona, se convertía en una sumisa sierva de su amo. Qué curioso comportamiento incitaba aquel hombre, definitivamente, su poder no era cuestionable. Decidió fijar su mirada en ella un instante para soltar una simple pregunta retórica:
-¿No te dejan bailar sobre la mesa aquí?
No esperaba una respuesta, ni le interesaba lo más mínimo, simplemente ansiaba poder dejarle claro a Eona que despreciaba su estatus de esclava de alguien que tenía la osadía de llamarse Señor.
Qué extraño se le hacía todo aquello; observaba cada rincón, pero nada le recordaba a lo que el reconocía como licántropo. La humanización de esas gentes le desagradaba sobremanera. Obviamente, se sentó al la do de Nana, sin despegar la vista de Markus y Eona, así como del resto de licántropos.
Se inclinó ligeramente hacia Nana y le susurró:
-¿Estos también van a hacer eso de cocinar la comida?
Tal vez una de las cosas que más le haya llamado la atención fuese que, en presencia de Thorbald, la extrovertida y faltona Eona, se convertía en una sumisa sierva de su amo. Qué curioso comportamiento incitaba aquel hombre, definitivamente, su poder no era cuestionable. Decidió fijar su mirada en ella un instante para soltar una simple pregunta retórica:
-¿No te dejan bailar sobre la mesa aquí?
No esperaba una respuesta, ni le interesaba lo más mínimo, simplemente ansiaba poder dejarle claro a Eona que despreciaba su estatus de esclava de alguien que tenía la osadía de llamarse Señor.
Brendarid
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Nana siguió a los vasallos de Thorbald de los cuales había escuchado el nombre, pero ahora ya ni recordaba. Miraba a todas partes quedándose no solo con las vistas, sino con el olor del escondite con el fin de poder volver algún día si era necesario. Cuando llegaron a la guarida los instintos de Nana se dispararon, tenía que estar totalmente atenta a cada paso que daba, podía ser una trampa. Aún así, estaba relajada, solía caminar con todos los instintos a flor de piel.
Rió ante el comentario de Brendarid y negó con la cabeza, ojalá acabasen todos borrachos, sería todo un punto. La gente se giraba a mirar a la loba, todos sabían quién era ella y los dolores de cabeza que le daba a Thorbald. Aún así, muy descortés que sus invitados aún fuesen desnudos y tuviesen que cenar desnudos con tanto lujo. Pensó en pedirle algo de ropa a Markus, pero sería inútil, así que se limitó a asentir con la cabeza mientras miraba el salón y después se sentó en una de las sillas de mala manera, apoyando uno de sus pies sobre la silla y abrazándose la rodilla.
-Hay que ver, qué mal gusto tienen estos de la manada. -Le dijo a Brendarid, todo era como muy humano en aquel antro, Brendarid odiaba lo humano, Nana prefería un término medio, su cueva por ejemplo, pero sobre todo aquel lugar era demasiado frío, nada hogareño, esos sitios le ponían nerviosa. Sonrió ampliamente, aunque con una mueca de fastidio, iba a ser una cena muy divertida. -Me temo que sí van a cocinar la comida. -Le comentó a Brendarid echando la cabeza para atrás, estaba eufórica, pero aquellas ansias poco a poco se calmaban conforme iba pasando el tiempo.
Rió ante el comentario de Brendarid y negó con la cabeza, ojalá acabasen todos borrachos, sería todo un punto. La gente se giraba a mirar a la loba, todos sabían quién era ella y los dolores de cabeza que le daba a Thorbald. Aún así, muy descortés que sus invitados aún fuesen desnudos y tuviesen que cenar desnudos con tanto lujo. Pensó en pedirle algo de ropa a Markus, pero sería inútil, así que se limitó a asentir con la cabeza mientras miraba el salón y después se sentó en una de las sillas de mala manera, apoyando uno de sus pies sobre la silla y abrazándose la rodilla.
-Hay que ver, qué mal gusto tienen estos de la manada. -Le dijo a Brendarid, todo era como muy humano en aquel antro, Brendarid odiaba lo humano, Nana prefería un término medio, su cueva por ejemplo, pero sobre todo aquel lugar era demasiado frío, nada hogareño, esos sitios le ponían nerviosa. Sonrió ampliamente, aunque con una mueca de fastidio, iba a ser una cena muy divertida. -Me temo que sí van a cocinar la comida. -Le comentó a Brendarid echando la cabeza para atrás, estaba eufórica, pero aquellas ansias poco a poco se calmaban conforme iba pasando el tiempo.
Nana
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Una vez que Thorbald desapareció entre los árboles iniciamos la marcha hacia la cueva principal, cada vez más perseguidos por las miradas curiosas respecto la distancia se iba acortando a nuestro destino. Una vez en la cueva, inspiré con fuerza el húmedo pero agradable olor y dejé salir un sonoro estornudo, pues la falta de ropa y pelaje se notaba, a lo que un lobo pura sangre de menor rango se acercó con cuidado indicándome que debía acompañarlo. Ni siquiera me molesté en despedirme, solamente sonreí al grupo y me fui; más adelante me volvería a unir a su graciosa celebración.
Cuando ya todos estaban en la sala más pomposa de la Manada, me uní a ellos, vestida con ropa similar a la que siempre solía usar; mayas negras, botas, camisa roja y chaleco de piel de lobo, cargando además algunos trapos para nuestros invitados. - ¿Me echasteis de menos? - proclamé con una sonrisa victoriosa. Le tiré el sencillo vestido; negro de mangas largas sin bolsillos ni adornos, a Nana, pues supe que lo cogería al vuelo. Entonces rodeé la mesa presidencial y justo antes de llegar al lado del cachorro de la loba negra le lancé un pantalón marrón y una camisa negra, ambos parecidos al vestido de su guardiana; sencillo y sin bolsillos.
Una vez que se hubiesen vestido, si aceptaban mi obsequio, me senté al lado de Brendarid, escuchando su picante comentario. Coloqué el codo derecho en la mesa, mientras apoyaba mi cabeza en la palma de la misma mano, quedando completamente girada hacia él, sonriendo. - Sería gracioso que tu lo probases. Así al fin harías algo divertido e interesante, que al parecer no puedes hacer nada sin el debido consentimiento. - solté lanzándole una sutil mirada a mi amiga, la cual al fin consiguió lo que quería; visitar la Manada. Después de aquello estiré los brazos hacia arriba y mi estómago volvió a gruñir, dejando ver una, casi, imperceptible sonrisa en los dos lobos que nos acompañaban, los cuales estaban atentos a cualquier movimiento de la lider del Colmillo. "Skell y Rhent... Buena elección, como siempre." pensé.
Cuando ya todos estaban en la sala más pomposa de la Manada, me uní a ellos, vestida con ropa similar a la que siempre solía usar; mayas negras, botas, camisa roja y chaleco de piel de lobo, cargando además algunos trapos para nuestros invitados. - ¿Me echasteis de menos? - proclamé con una sonrisa victoriosa. Le tiré el sencillo vestido; negro de mangas largas sin bolsillos ni adornos, a Nana, pues supe que lo cogería al vuelo. Entonces rodeé la mesa presidencial y justo antes de llegar al lado del cachorro de la loba negra le lancé un pantalón marrón y una camisa negra, ambos parecidos al vestido de su guardiana; sencillo y sin bolsillos.
Una vez que se hubiesen vestido, si aceptaban mi obsequio, me senté al lado de Brendarid, escuchando su picante comentario. Coloqué el codo derecho en la mesa, mientras apoyaba mi cabeza en la palma de la misma mano, quedando completamente girada hacia él, sonriendo. - Sería gracioso que tu lo probases. Así al fin harías algo divertido e interesante, que al parecer no puedes hacer nada sin el debido consentimiento. - solté lanzándole una sutil mirada a mi amiga, la cual al fin consiguió lo que quería; visitar la Manada. Después de aquello estiré los brazos hacia arriba y mi estómago volvió a gruñir, dejando ver una, casi, imperceptible sonrisa en los dos lobos que nos acompañaban, los cuales estaban atentos a cualquier movimiento de la lider del Colmillo. "Skell y Rhent... Buena elección, como siempre." pensé.
Eona
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Estuvieron un rato no muy largo esperando hasta que Thorbald entró en la gran sala. Todos lo miraron, iba vestido con unos ropajes blancos adornados con toques dorados y rojos, además llevaba en su mano unos papeles, no eran grandes documentos al parecer, sino dos o tres páginas que solo él sabía qué contenían.
El Gran Licántropo acercó su mano a la barba y la acarició lentamente mientras observaba el lugar, y satisfecho despidió a Markus, le pidió que se marchara amablemente pues sabía que con las tensiones que había tenido con Nana Black no haría más que causar problemas e interponerse en medio de las palabras que iban a tener, lo había sorprendido un poco que hasta el momento no dijese nada pero debía reconocer que se había comportado, al fin y al cabo era su segundo al mando, podía confiar en él, sabía que algún día aprendería a pensar como él, tenía dotes de liderazgo y carisma, solo le faltaba acabar de madurar.
Thorbald se acercó a la silla presidencial, la apartó y se sentó, pues era el último que faltaba para la comida.
- Espero que disfrutéis de los manjares de los cuales gozamos en nuestros bosques. - Dijo lentamente. - Pronto traerán el primer plato.
Dejó los papeles sobre la mesa boca abajo, era su gran baza después de todo, no podía permitir que los mirasen y se marchasen, primero necesitaba algo de ellos si querían la información que querían. Normalmente no hubiese dejado poner un pie a la loba negra en la guarida de la manada, pero lo que iba a encargarle a cambio de la información del lobo solo podía hacerlo alguien del colmillo, y no pensaba pedirle nada al mocoso malhumorado y desagradecido, después de todo dudaba que fuese capaz de comer sin la ayuda de Nana.
Trajeron el primer plato, era un gran venado asado y repartido en varios platos que fueron colocados en el centro de la mesa, aderezado con algunas verduras y salsas que le daban un buen sabor. El paladar de Thorbald era extraño, prefería la comida cocinada, pero eso se debía a que pasaba tanto tiempo en la guarida que tenía que comer comida cocinada ya que no le gustaba tocar lo que otros inferiores cazaban, era como una especie de respeto a si mismo, sin embargo si estaba asado la cosa cambiaba ligeramente, pues el fuego purificaba.
De beber sirvieron un vino especiado bastante bueno, más que bastante, pues era el mejor que tenian y Thorbald lo guardaba para una ocasión especial. Le daba lástima que el muchacho bebiese de ese vino, no se lo merecía, pero aquello no hizo que supiese más amargo, de hecho lo saboreaba y cada vez le parecía más y más delicioso.
Finalmente la comida acabó. Parecía que la comida al fuego no les gustaba, pero por lo menos Nana lo disimulaba bien, realmente no sabía si le había gustado o no, poco le importaba, pero el salvaje de su compañero estaba claro que mostraba desagrado a ese tipo de comida. Ya no le importaba, aquél muchacho había estado sacándolo de sus casillas con cada movimiento que hacía, fruncía el ceño con cualquier cosa, no le caía bien, desde luego, pero tenía que tragar con todo eso para que llegase ese momento, pero el momento había llegado. Levantó el papel y todos pusieron atención en los movimientos de Thorbald.
- Nana Black, líder del Colmillo de Hierro, voy a proceder a leerte algo, si cumples con lo que dice este papel que te dejaré después de que lo lea, os daré la información que buscáis. No hay otra manera de conseguirla. - Se aclaró la garganta y con un movimiento sutil con la mano derecha ordenó a Skell y Rhent que se colocasen en la puerta. - Bien, comienzo.
"Yo, Nana Black, líder del Colmillo de Hierro y representante de los licántropos, transfiero todos mis poderes políticos así como de representación al que los tuvo primeramente, Thorbald Bukhart, primer señor de los licántropos, líder de La Manada, debido a que ha demostrado ser el más capaz por su experiencia y organización. Así pues, con la firma que haré a continuación haré todo esto efectivo."
La parte de aceptación de Thorbald estaba ya firmada, solo faltaba la del cesionario. Rhent y Skell supieron de que iba el tema en seguida y se pusieron a la defensiva.
El Gran Licántropo acercó su mano a la barba y la acarició lentamente mientras observaba el lugar, y satisfecho despidió a Markus, le pidió que se marchara amablemente pues sabía que con las tensiones que había tenido con Nana Black no haría más que causar problemas e interponerse en medio de las palabras que iban a tener, lo había sorprendido un poco que hasta el momento no dijese nada pero debía reconocer que se había comportado, al fin y al cabo era su segundo al mando, podía confiar en él, sabía que algún día aprendería a pensar como él, tenía dotes de liderazgo y carisma, solo le faltaba acabar de madurar.
Thorbald se acercó a la silla presidencial, la apartó y se sentó, pues era el último que faltaba para la comida.
- Espero que disfrutéis de los manjares de los cuales gozamos en nuestros bosques. - Dijo lentamente. - Pronto traerán el primer plato.
Dejó los papeles sobre la mesa boca abajo, era su gran baza después de todo, no podía permitir que los mirasen y se marchasen, primero necesitaba algo de ellos si querían la información que querían. Normalmente no hubiese dejado poner un pie a la loba negra en la guarida de la manada, pero lo que iba a encargarle a cambio de la información del lobo solo podía hacerlo alguien del colmillo, y no pensaba pedirle nada al mocoso malhumorado y desagradecido, después de todo dudaba que fuese capaz de comer sin la ayuda de Nana.
Trajeron el primer plato, era un gran venado asado y repartido en varios platos que fueron colocados en el centro de la mesa, aderezado con algunas verduras y salsas que le daban un buen sabor. El paladar de Thorbald era extraño, prefería la comida cocinada, pero eso se debía a que pasaba tanto tiempo en la guarida que tenía que comer comida cocinada ya que no le gustaba tocar lo que otros inferiores cazaban, era como una especie de respeto a si mismo, sin embargo si estaba asado la cosa cambiaba ligeramente, pues el fuego purificaba.
De beber sirvieron un vino especiado bastante bueno, más que bastante, pues era el mejor que tenian y Thorbald lo guardaba para una ocasión especial. Le daba lástima que el muchacho bebiese de ese vino, no se lo merecía, pero aquello no hizo que supiese más amargo, de hecho lo saboreaba y cada vez le parecía más y más delicioso.
Finalmente la comida acabó. Parecía que la comida al fuego no les gustaba, pero por lo menos Nana lo disimulaba bien, realmente no sabía si le había gustado o no, poco le importaba, pero el salvaje de su compañero estaba claro que mostraba desagrado a ese tipo de comida. Ya no le importaba, aquél muchacho había estado sacándolo de sus casillas con cada movimiento que hacía, fruncía el ceño con cualquier cosa, no le caía bien, desde luego, pero tenía que tragar con todo eso para que llegase ese momento, pero el momento había llegado. Levantó el papel y todos pusieron atención en los movimientos de Thorbald.
- Nana Black, líder del Colmillo de Hierro, voy a proceder a leerte algo, si cumples con lo que dice este papel que te dejaré después de que lo lea, os daré la información que buscáis. No hay otra manera de conseguirla. - Se aclaró la garganta y con un movimiento sutil con la mano derecha ordenó a Skell y Rhent que se colocasen en la puerta. - Bien, comienzo.
"Yo, Nana Black, líder del Colmillo de Hierro y representante de los licántropos, transfiero todos mis poderes políticos así como de representación al que los tuvo primeramente, Thorbald Bukhart, primer señor de los licántropos, líder de La Manada, debido a que ha demostrado ser el más capaz por su experiencia y organización. Así pues, con la firma que haré a continuación haré todo esto efectivo."
La parte de aceptación de Thorbald estaba ya firmada, solo faltaba la del cesionario. Rhent y Skell supieron de que iba el tema en seguida y se pusieron a la defensiva.
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Offrol: Debido al giro de la trama y el mal orden del sistema de posteo el orden cambia a ser el siguiente:
- Brendarid.
- Eona.
- Nana.
- Master.
Fehu
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Tal y como había sospechado, la comida que le sirvieron estaba cocinada. No pudo evitar poner un gesto de desprecio frente a toda aquella comida que, a su parecer, había sido desperdiciada. Comió, pues, aunque no le agradase aquello, no podía evitar tener hambre; aun así, le llego con unos cuantos bocados. Tenía pensado que, una vez se fuesen de allí, podría ir en busca de algo de comer de verdad.
Seguía sin perder de vista a ninguno de los licántropos de la sala, prefería seguir alerta en todo momento. No le tomó por sorpresa cuando Thorbald alzó la voz para hablar, llevaba esperando ese momento mucho tiempo. Por desgracia, las palabras que pronunció no eran lo que quería oír, sino una especie de trato que él pretendía cerrar con Nana a cambio de la información. No entendió absolutamente nada de lo que dijo, pero era evidente que no era nada que agradase a Nana.
Dado que estaba empezando a aprender a no meterse en conversaciones que no le llaman, se giró hacia Eona y habló en voz baja:
-¿Qué está pasando?
Su voz era ahora más inocente y mucho menos amenazadora que otras veces. Al fin y al cabo, había empezado a comprender que Eona no le había hecho nada malo, además de ser una persona sorprendentemente excéntrica cuando su amo no estaba cerca.
Sólo un pequeño detalle de toda esa palabrería quedó grabado en su mente: que Thorbald se considerase señor de los licántropos. Hasta hace unas horas no sabía ni de su existencia, ¿qué clase de "señor" permite que la gente sobre la que gobierna viva aislada y separada? Brendarid vivió en una cueva toda su vida sin que ese hombre diese muestras de existir, no pretendía aceptar jamás que fuese señor más que de su propia arrogancia.
Seguía sin perder de vista a ninguno de los licántropos de la sala, prefería seguir alerta en todo momento. No le tomó por sorpresa cuando Thorbald alzó la voz para hablar, llevaba esperando ese momento mucho tiempo. Por desgracia, las palabras que pronunció no eran lo que quería oír, sino una especie de trato que él pretendía cerrar con Nana a cambio de la información. No entendió absolutamente nada de lo que dijo, pero era evidente que no era nada que agradase a Nana.
Dado que estaba empezando a aprender a no meterse en conversaciones que no le llaman, se giró hacia Eona y habló en voz baja:
-¿Qué está pasando?
Su voz era ahora más inocente y mucho menos amenazadora que otras veces. Al fin y al cabo, había empezado a comprender que Eona no le había hecho nada malo, además de ser una persona sorprendentemente excéntrica cuando su amo no estaba cerca.
Sólo un pequeño detalle de toda esa palabrería quedó grabado en su mente: que Thorbald se considerase señor de los licántropos. Hasta hace unas horas no sabía ni de su existencia, ¿qué clase de "señor" permite que la gente sobre la que gobierna viva aislada y separada? Brendarid vivió en una cueva toda su vida sin que ese hombre diese muestras de existir, no pretendía aceptar jamás que fuese señor más que de su propia arrogancia.
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