Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
La respuesta de la loba no le sorprendió, pero tampoco le agradó. Un vano intento de sonrisa irónico apareció en su rostro, y acarició su mejilla.
-También sé que no importa cuanto lo intente Thorbald, no podrá detenerte- dirigió su mirada hacía la luz anaranjada que teñía las ramas de los árboles. Podían volver ahora, antes de que decidiesen salir a buscarlos, pero no se atrevía. No era capaz de acercarse un segundo más de lo necesario al momento de tener que despedirse de ella.
No se imaginaba qué intentaría la manada; dudaba que fuesen tras él, al fin y al cabo no era más que un lobo más que no podría generarles más problema que un insecto molesto. De todas formas, había guardado en su mente cada uno de los olores que pudo. Incluso la pesada respiración de Thorbald rondaba por sus recuerdos, no permitiría que le cogiesen por sorpresa nunca más.
Los ojos de la loba parecían iluminar todo el bosque con su amarillento brillo. Sí que irían tras ella, eso era cierto, y no se atrevía a calcular con qué intensidad iban a hacerlo. Un impulso repentino casi le hace decirle que quería quedarse con ella, pero no, no podía permanecer allí; no sería otra cosa que un lastre para ellos. Tal vez el mar y sus gentes le enseñasen unos valores muy distintos. Tal vez, cuando volviese al bosque, podría unirse a Nana y a los suyos sin temer el contacto con esos extraños.
-Cuando pasen cuatro lunas llenas, volveré. Solo has de intentar mantenerte con vida hasta entonces. Y si puedes llevarte alguna cabeza como trofeo, no te lo reprocharía.
-También sé que no importa cuanto lo intente Thorbald, no podrá detenerte- dirigió su mirada hacía la luz anaranjada que teñía las ramas de los árboles. Podían volver ahora, antes de que decidiesen salir a buscarlos, pero no se atrevía. No era capaz de acercarse un segundo más de lo necesario al momento de tener que despedirse de ella.
No se imaginaba qué intentaría la manada; dudaba que fuesen tras él, al fin y al cabo no era más que un lobo más que no podría generarles más problema que un insecto molesto. De todas formas, había guardado en su mente cada uno de los olores que pudo. Incluso la pesada respiración de Thorbald rondaba por sus recuerdos, no permitiría que le cogiesen por sorpresa nunca más.
Los ojos de la loba parecían iluminar todo el bosque con su amarillento brillo. Sí que irían tras ella, eso era cierto, y no se atrevía a calcular con qué intensidad iban a hacerlo. Un impulso repentino casi le hace decirle que quería quedarse con ella, pero no, no podía permanecer allí; no sería otra cosa que un lastre para ellos. Tal vez el mar y sus gentes le enseñasen unos valores muy distintos. Tal vez, cuando volviese al bosque, podría unirse a Nana y a los suyos sin temer el contacto con esos extraños.
-Cuando pasen cuatro lunas llenas, volveré. Solo has de intentar mantenerte con vida hasta entonces. Y si puedes llevarte alguna cabeza como trofeo, no te lo reprocharía.
Brendarid
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Nana rió ante el comentario de Brendarid, incluso si habían conseguido salir de aquella, si Thorbald se lo proponía de verdad podía exterminar a su clan entero, incluso a los suyos si hacía falta, y él lo sabía y aún así le dedicaba palabras de ánimo. Cuántas veces le habían prometido lo mismo, había escuchado esas palabras tantas veces que ya era casi inmune a sus efectos, casi. Un pequeño cosquilleo le recorrió la espalda hasta la nuca, ilusión, hacía mucho que no sentía nada así.
-Claro que volverás. -Dijo despreocupada negando con la cabeza. -Si no vuelves, yo iré a por ti y te traeré a cachitos, si no lo hace antes Eona claro. -bromeó y le dedicó una sonrisa cálida apoyando la cabeza sobre su hombro y agarrándose de su brazo. -Creo que ya está todo dicho. -Desvió la mirada al suelo y se mordió la lengua. Claro que no estaba todo dicho, pero no se las diría ahora, no hasta que se volvieran a ver allí. -Bueno no, no está todo dicho. Pero no te lo diré hasta que te vuelva a ver. -Le dijo sincera y le cogió de la mano.
Hizo un pequeño ademán con la cabeza y dio un paso hacia delante. Tenían que volver al campamento. Le miró de nuevo a los ojos, no sabía cuándo volvería a verlos, aquellos ojos ahora lucían más humanos, con más brillo, pero la bestia seguía ahí dentro y Nana lo sabía bien, el potencial de Bren era algo por descubrir aún, y esperaba poder estar allí para verlo.
En el campamento todos ya dormían excepto Leo que hacía guardia frente al fuego partiendo pequeñas ramas con un "clack" muy molesto y monótono, mirando a las llamas mientras se mordía la parte interior de los labios, desesperado. Había pensado tantas veces en levantarse e ir a buscarlos, pero con tanto miedo de no saber qué podría encontrar, que siempre optaba por quedarse sentado en el tronco. Cuando Nana y Brendarid aparecieron por donde se habían ido Leo soltó un suspiro como si por fin pudiese respirar después de unos angustiosos minutos.
Nana se sentó al lado de Leo en el tronco y suspiró hondo poniendo los brazos cruzados sobre sus rodillas y la cabeza entre los brazos, hastiada de la vida.
-Duerme, ya hago guardia yo. -Dijo Nana imperante, pero Leo la abrazó por los hombros y negó con la cabeza.
-Estás loca, con todo lo que has pasado y aún quieres hacer la guardia. -Bromeó y le frotó el hombro para resguardarle del frío, y mientras la abrazaba le dedicó una mirada a Brendarid. -O también puede hacer Bren la guardia. -Miró a Nana con una sonrisa aún sabiendo la respuesta.
Nana empujó a Leo y se levantó del tronco negando con la cabeza, arrastrando los pies casi se encogió de hombros.
-Leo, cuando lleguemos a casa pienso darte una paliza. -Sentenció Nana y giró la cabeza alzando una ceja, retándole. Leo rió y siguió removiendo la tierra con un palo.
La loba miró a Bren y se tumbó en la manta que Rose había dejado en el suelo para dormir, casi se dejó caer sobre la manta y suspiró. Jamás un suelo había estado tan cómodo. Giró la cabeza y dio unas palmas al otro lado de la manta invitando a Bren a que se tumbase junto a ella. El adiós ya era inminente.
Nana
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Miro fijamente a Leo ante su comentario. No le gustaba aquel individuo; cierto que les había ayudado a escapar, pero no podía evitar el sentir recelo a estarle agradecido. Le hizo una seña a Nana para que esperase un momento y que iría enseguida. Se puso de cuclillas junto a Leo, mirando fijamente al fuego. Las llamas hacían crujir la madera, que era el único sonido que podía escucharse además de los grillos.
-Nos has salvado, y te estoy agradecido a ti y a los demás[/color]- susurró de forma que solo Leo pudiese oirlo.-. Pero vuelve a molestarme otra vez con tus comentarios estúpidos, y más te vale no volver a dormirte en lo que te resta de vida.
No esperó a la respuesta de Leo, se levantó y se tumbó al lado de Nana. La noche no era especialmente fría, pero debían dormir algo pegado para compartir calor, porque aunque no morirían de frío, tampoco tenían ningún tipo de pared para cubrirse. Aspiró profundamente el aroma de aquel cabello tan negro como la noche; no sabía cuando volvería a verla, pero no podría olvidar ese olor en lo que le restaba de vida.
-Volveré-le susurró muy cerca, al oído-, y lo haré con el conocimiento y el poder para matar a Thorbald. Solo debes esperarme.
Besó su mejilla y su hombro antes de volver a hundir su rostro en aquel oscuro mar que eran sus cabellos. Había hecho una promesa, y si algo recordaba de sus padres es que nunca se debía romper una promesa. Por eso le prometió a Thorbald que le mataría con sus propias manos.
-Nos has salvado, y te estoy agradecido a ti y a los demás[/color]- susurró de forma que solo Leo pudiese oirlo.-. Pero vuelve a molestarme otra vez con tus comentarios estúpidos, y más te vale no volver a dormirte en lo que te resta de vida.
No esperó a la respuesta de Leo, se levantó y se tumbó al lado de Nana. La noche no era especialmente fría, pero debían dormir algo pegado para compartir calor, porque aunque no morirían de frío, tampoco tenían ningún tipo de pared para cubrirse. Aspiró profundamente el aroma de aquel cabello tan negro como la noche; no sabía cuando volvería a verla, pero no podría olvidar ese olor en lo que le restaba de vida.
-Volveré-le susurró muy cerca, al oído-, y lo haré con el conocimiento y el poder para matar a Thorbald. Solo debes esperarme.
Besó su mejilla y su hombro antes de volver a hundir su rostro en aquel oscuro mar que eran sus cabellos. Había hecho una promesa, y si algo recordaba de sus padres es que nunca se debía romper una promesa. Por eso le prometió a Thorbald que le mataría con sus propias manos.
Brendarid
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Aguardó un segundo, reuniendo todas sus fuerzas para no caer dormida antes de que llegara Bren, todo un reto que con esfuerzo consiguió, pero no por mucho tiempo. Escuchó sus palabras y sonrió para si misma, volvería, y ella también lo sabía. Esperó unos minutos, en silencio, y se giró hacia Bren. Era esa sensación otra vez, le ahogaba el estómago y no le dejaba casi respirar, la sensación de despedida. Le miró a los ojos durante unos segundos y luego hundió la cabeza en su pecho acurrucándose junto a él. Quién sabe cuándo volverían a verse. Hizo otro esfuerzo más por no dormir, pero los párpados le pesaban demasiado y finalmente sucumbió frente a la dulce tranquilidad que le proporcionaba el sueño, allí sin ser consciente del hambre, la sed, el cansancio, ni del tiempo.
Las horas pasaron como agua que corre por el río, rápidas pero tranquilas. Leo se levantó de su guardia, aunque hubiese querido dormir, no hubiese podido, tenía demasiado ruido en la cabeza. Miró a Nana y a Bren y se mordió el labio, receloso. Se acercó a Alec, se agachó junto a él y lo zarandeó varias veces violentamente.
-Es la hora. -Dijo rotundo, y Alec se levantó frotándose los ojos y acarició la mejilla de Hera que dormía plácidamente a su lado. Después se giró hacia Rose e hizo lo mismo.
-Vamos preciosas, es hora de partir. -Les dijo a ambas y se levantó poniéndose al lado de Leo, le puso una mano en el hombro y rió negando con la cabeza, después se acercó a Brendarid y a Nana. -Jefa, si tardamos más en irnos será peligroso. -Le dijo Alec agachándose al lado de Nana.
Nana abrió los ojos torpemente, estaba demasiado cansada para no seguir durmiendo. Refunfuñó varias veces y volvió a girarse para volver a cerrar los ojos. No pasaron más de cinco minutos cuando Nana, consciente de la situación, abrió los ojos de golpe, sobre saltada con el corazón casi en la mano. Lo había olvidado, por un momento había olvidado que aquella mañana sería la última, ahora partirían en dirección contraria a Brendarid, y... Nana se mordió el labio, no quería ni pensarlo. Le dio un beso en la mejilla a Bren y sonrió.
-Debo marchar, y tú también. -Le susurró al oído para despertarle y le acarició la nuca. Después se puso en pie casi de un salto y se sacudió las hojas de la ropa. No podía alargar más ese momento, era ahora o nunca. Se puso el pelo a un lado sobre el hombro. Alec, Leo y Hera ya estaban preparando sus cosas y comenzando a quitarse la ropa para transformarse, Nana asintió con la cabeza y dándole la espalda a Bren comenzó a quitarse aquel vestido horrible que le había dado Eona.
Nana
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
En cuanto el primer rayo de sol asomó en el horizonte, Brendarid despertó de su sueño abrazado a Nana antes de que Alec la despertase.
Cuando ella le susurró al oído, un enorme peso le oprimió el pecho. Ya era la hora de la despedida. No podía creer que ahora, llevando toda la vida solo, desease con todo su corazón quedarse con ella, pero su destino no estaba allí, por el momento.
Cuando Nana le dio la espalda para transformarse, él hizo lo propio. Añoraba volver a caminar a cuatro patas. El suave cabello negro cubrió todo su cuerpo de lobo; ya estaba listo para la marcha.
Se acercó al hocico de la loba, olisqueó y acarició su cuello con el suyo en signo de cariño. Le miró a los ojos, no necesitaba nada más, ni una sola palabra.
Tras una última mirada, partió con las orejas agachadas hacia el sur. Sabía que la volvería a ver; no sabe ni cuando ni donde, pero lo haría. Y esperaba que ella no lo olvidase.
Cuando ella le susurró al oído, un enorme peso le oprimió el pecho. Ya era la hora de la despedida. No podía creer que ahora, llevando toda la vida solo, desease con todo su corazón quedarse con ella, pero su destino no estaba allí, por el momento.
Cuando Nana le dio la espalda para transformarse, él hizo lo propio. Añoraba volver a caminar a cuatro patas. El suave cabello negro cubrió todo su cuerpo de lobo; ya estaba listo para la marcha.
Se acercó al hocico de la loba, olisqueó y acarició su cuello con el suyo en signo de cariño. Le miró a los ojos, no necesitaba nada más, ni una sola palabra.
Tras una última mirada, partió con las orejas agachadas hacia el sur. Sabía que la volvería a ver; no sabe ni cuando ni donde, pero lo haría. Y esperaba que ella no lo olvidase.
Brendarid
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Re: Los gritos del ayer (Privado Eona-Nana-Brendarid)
Nana se transformó e imitó a Brendarid, Leo y los demás comenzaron a caminar lentamente rodeando a Rose, que se cubrió con su capucha. La loba se quedó mirando, allí quieta cómo aquel lobo grande y negro desaparecía entre la maleza hacia el sur, lejos de donde ella iba ahora. Agachó las orejas y el hocico y echó a caminar hacia el grupo que la esperaba no muy lejos. Los tres lobos se acercaron a ella y le hicieron gestos de cariño con el hocico, Rose con una sonrisa le acarició detrás de las orejas y Nana asintió con el morro.
Después se puso a la cabeza del grupo. Todos sabían dónde iban ahora, pero su futuro a partir de aquel momento era cuanto menos, incierto.
Nana
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