Dulce obsesión (Mastreado) [Sakun + Keyan] FINALIZADO

La tarde empezaba a caer sobre el húmedo pantano, y aunque habitualmente no llegaba a traspasar ningún rayo de sol en el mohoso suelo, ese día el sol brillaba con tanta fuerza que ni las espesas copas de los árboles  ni la leve niebla que fluía sobre los aguamales podían detenerlo.

En medio de un pequeño claro, iluminado por aquellos radiantes rayos de sol, yacía una casita de madera. A pesar de la humedad, esta parecía estar bien cuidada, con los tablones de madera fuertes y resistentes. En su interior, Gilda preparaba otro de sus sabrosos y humeantes cocidos, añadiéndole a este toda clase de ingredientes encontrados en el pantano. Esta vez tuvo suerte y consiguió cazar un upelero perdido al que desplumó y añadió a su plato estrella. Pero claro está, el ingrediente especial era y siempre será una jugosa seta paralizante, pero esta nunca la añadiría al cazo entero, sino como plus al plato de su amado huésped, al que tanto cariño le había cogido.

Gilda dejó el cazo al fuego y cruzó la pequeña cocina para entrar en la segunda y última habitación de la casa. En esta se encontraba, tumbado en la cama, su amado y cautivo invitado. Desde hacía semanas este se había visto obligado a hacerle compañía a la solitaria mujer y ya habían pasado unos días desde la última vez que había probado su delicioso estofado de setas, por lo que no solo podía girar su cabeza, sino hablar, lo cual a Gilda le encantaba. Eso sí, el resto del cuerpo permanecía inerte, pero eso a la mujer no le importaba, pues si alguna vez tuvo que hacer uso de su cuerpo, y creed que así fue, prefería emplear sus propias manos para hacerlo. - Amor mío, dentro de poco la sopa estará lista. Ya verás como te gusta, principito mío. -

Continuación de: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

Este es un Rol Mastreado, lo cual significa que no se entregarán puntos de experiencia a los participantes. Es posible obtener un objeto especial, pero no está asegurado de antemano. La que sí está asegurada es una historia interesante de la cual espero disfrutaréis. El posteo ha de ser fluido, con un máximo de 48 h entre respuesta y respuesta, de no ser así el infractor será castigado. Es posible, sin embargo, salir del rol como en cualquier otro rol corriente.

IMPORTANTE: En este caso se trata de un Mastreado privado, continuación de uno anterior. El orden de posteo será el siguiente:


- Sakun: Has de relatar en tu primer post estas semanas de cautiverio, de forma breve. Asegúrate de aprovechar el que se te haya concedido el habla en esta ocasión.

- Keyan: Tu trabajo es encontrar la forma de percatarte de lo que está sucediendo en la casa de Gilda. También te agradecería que me informaras si esto sucede antes o después de la Quest en el pantano, vía MP.

[Rol primera persona]

Las gotas caían en los charcos, haciendo ruidos bastante repetitivos y molestos, que solamente hacían levantar aún más el suspenso. Los arboles apenas se movían gracias a las fuertes ventiscas que habían no muy lejos de la zona. Algunos animales no se atrevían a acercarse a ese lugar y preferían jugar lejos de ese hogar, quizá porque desarrollaron miedo o podrían presentir que algo malo estaba sucediendo. Hacía frío, demasiado, era muy fácil tener un resfriado y poder morir de ello. Comenzamos a entrar por el lugar y vemos a alguien acostado... De un cuerpo musculoso y un aspecto asiático... Ese tipo soy yo.

Los primeros días de la semana solamente permanecí acostado, en el colchón sin hacer nada... Mi físico lo estaba perdiendo y algunas veces ella me llevaba a bañarme, arrastrándome siempre y algunas veces a que me diese el sol pero no duraba ni 5 o 10 minutos fuera. Los otros días me cubría hasta el rostro con las sabanas y me envolvía para asegurarse de que no escapase. Pero hoy había sido diferente, hoy sentía más incertidumbre porque la semana había pasado y además, si no hacía ejercicio, podría quedar inmóvil para siempre, y en un colchón. -*Necesito que alguien me libere... Ahora...*-Pensaba en mi cabeza, angustiado y ansioso de poder levantarme de nuevo... Sentir la brisa y seguir en aventura en este majestuoso mundo. Al menos esta vez podía mover la cabeza y pronunciar algunas palabras pero gastaba energía diciéndolas dado que forzaba mucho el mentón y la boca.

Desperté de nuevo y vi que la chica entraba... Apenas quería fruncir el ceño para verla, no sé como lograba seguir feliz, sabiendo que su "amor" tenía que estar inmóvil para estar con ella. -Déjame ir...-Decía sin fuerzas, con mi voz cortándose por cada frase, se notaba el estrés en el que me encontraba. Ella ya estaba preparando la sopa... Era lo bueno de estar allí, no podía negar, la comida que hacía ella era magnifica y deliciosa, me hacía sentir en forma pero... Debía irme, era el momento, solo esperaba que alguien me soltara. -dios del dragón... Necesito ayuda...-Hablaba, mirando al techo y esperando que pueda levantarme y pueda irme.

Gilda empezó a servir el caldo en dos cazos diferentes, añadiendo a uno de ellos el ingrediente especial que conseguía mantener a su invitado bajo su cuidado; la seta paralizante. Sonrió satisfecha y dejó los platos cerca de la ventana hasta que se enfriasen lo suficiente, pues no quería que su amado se abrasara la lengua, y fue entonces cuando escuchó un sonido extraño en el exterior, lejos, entre los árboles.

La mujer regresó a la habitación que compartía con el guerrero dragón y se dirigió a él sin detenerse, regalándole un beso en la frente. - No temas pichoncito mío, dentro de un ratito regreso y disfrutaremos juntos de la comida, como siempre hacemos. - se despidió y salió precavida de la cabaña, adentrándose entre los árboles.

Era cierto que Gilda no estaba muy bien de la cabeza, pero estaba claro que aquello no afectaba a sus capacidades, pues después de caminar por unos cinco minutos se topó con el sonido que la había desconcertado. Se trataba del ruido de unas pisada inexpertas, balanceándose por el pantano sin ton ni son. Gilda observó por unos segundos desde detrás de un árbol, a una distancia apropiada, pero finalmente decidió mostrarse ante el extraño. - Este no es un buen lugar para andar deambulando... - Si cualquier cosa sucedía siempre tendría la opción de echar mano al arco y flechas que reposaban en su espalda.

Off Rol: Es vuestra decisión el cómo tomar las riendas del Mastreado, pero a continuación os revelaré un par de acciones que podríais haber echo y que os podrían haber ayudado:

- Sakun podría haber gritado por ayuda ahora que tenía oportunidad y así llamar la atención de Keyan.
- Keyan podría haber relatado el toparse con la cabaña, para así poder pedir ayuda, encontrándose al final con la situación que ocurre en su interior.

Estas eran cosas que podríais haber echo, y habrían aumentado las posibilidades de lograr el rescate. En su lugar habéis elegido el camino más largo y difícil, lo cual está a vuestra elección, pero recordad que en un Mastreado no todo está decidido de antemano. Corréis el riesgo de quedar ambos atrapados. Pensad muy bien todas las posibilidades antes de escribir, pero sobretodo, nunca dejéis de ser fieles a las personalidades de vuestros personajes. Suerte a los dos.

Me estaba a comenzando a sentir muy triste dado que llevaba muchas semanas sin poder levantarme... Quería hacerlo pero me era imposible, mi cuerpo no correspondía aún con toda la fuerza que llevo allí. Sentía que mis músculos comenzaban a relajarse y a acostumbrarse de estar en reposo. El dolor también era inmenso dado que mi espalda no podía estar tanto tiempo en la misma forma siempre, al menos debía moverse un poco, se lo pediría a la señora pero no me haría caso, ella misma sabe que lo usaría para escapar o al menos para transformarme pero... Lo último sería buena idea aunque obviamente haría correr a la mujer... Siempre tienen miedo al ver un dragón.

Traté de forzar una sonrisa, exagerando mucho y viéndose como si hiciese una mueca. El calor era bastante y no aguantaba seguir dentro, necesitaba salir al menos para tomar un poco de aire. -*Si sigo así, obviamente me enfermaré y eso es lo que menos quiero... Necesito ejercitarme...*-Pensé mientras seguía tratando de forzar un músculo pero era imposible, estaba paralizado y por más que quisiera, no podría mover nada, absolutamente nada. Me arrepentí de haberle recibido la sopa a esa señora cuando apenas llegué... Nunca pensé que me iría a hacer algo como esto y todo porque confié en ella, porque quise pensar que todo estaría normal y ella me dejaría ir. Pensé que iba hacer algo bueno pero no. Igual si me soltaba y alguien le atacase, le defendería, tampoco soy muy rencoroso, eso lo aprendí de mi clan los Fairsteur, dragones inteligentes y sin ningún problema con la venganza... Solamente con el Honor, eso lo vemos demasiado y prefiero morir por ello a seguir vivo, si es lo que se me permite.

De repente escuché un sonido fuera de allí... Quizá era una persona o simplemente un animal del bosque. Ese momento era el indicado para hacer algo... No sé... Pero no podía hacer nada, aún seguía inmóvil. Apareció la muchacha diciéndome que no me preocupase, que comeríamos juntos y disfrutaríamos la comida, que ya regresaba... Yo no dije nada y preferí quedarme callado. Ella salió y comencé a pensar en algo, la única manera sería convertirme en dragón... Sabía que eso me gastaría energía pero serviría para algo.

Off: Como Dije, tengo planeado hacer una conversión en dragón, sería una buena idea pero primero esperaré a ver si me dejas Othel.

IMPORTANTE:

- Keyan: La lista de posibilidades que expuse en mi post anterior fue de "pudieron ser pero no fueron". Eso significa que ya era demasiado tarde para tomarlo desde esos puntos de vista. Ahora Gilda fue la primera en encontrarte, no al revés, por lo que tendrás que editar tu último párrafo para continuar con la historia ya planteada, en la que Gilda te encuentra en el bosque y te pregunta como la primera. Hasta entonces no podremos continuar.

- Sakun: Tienes la posibilidad de transformarte, sí, pero de hacerlo no cambiaría tu situación. Seguirías paralizado en tu forma de dragón. Aún así, estás en tu derecho de hacerlo si así lo quieres. Como mencioné, antes de volver a tomar el caldo de nuevo eres capaz de mover levemente la cabeza y hablar. Así sería también en tu forma de dragón.

Además, Sakun, todo apunta a que mis mensajes no puedan llegar a ti, por lo que no tengo forma de comunicarme contigo. Comprueba por favor tu bandeja de entrada, si esta está llena es posible que este sea el problema. De ser así tendrás que borrar los MPs anteriores para hacer sitio para los más nuevos, tanto en la "bandeja de entrada" como en "elementos enviados".

(Este mensaje será borrado una vez que todo se haya solucionado.)

Gilda se sorprendió, pues no recibió la reacción que esperaba. Lo cierto es que no recibió ninguna reacción. Por algún motivo se sintió hasta ofendida, pero después se le ocurrió algo descabellado. Ella misma le había contado al prisionero que tanto amaba que habían plantas en aquellas tierras que eran capaces de crear ilusiones con sus esporas, pero... Aún así no tenía sentido, pues estas alucinaciones siempre eran visuales, y había sido capaz de oír al viajero desde su propia cabaña. No, aquello no era una alucinación, y por lo visto, además de ser completamente real, estaba herido en la pierna.

Gilda frunció el ceño y sacó su arco, acompañado de tres flechas. Colocó la primera, apuntó y disparó cerca del desconocido. Le filo zumbó clavándose en el suelo a tan solo unos centímetros del pie sano del hombre que ahora se encontraba reposando en un tronco caído. La mujer estaba segura de que esta vez no iba a ser ignorada. - ¿Aparte de cojo eres sordo o qué? - exclamó colocando la segunda flecha para estar lista para el contraataque. - Fui tan amable de mostrarme ante ti, pero tienes la cara de pasar de largo. ¿¡Cual es tu problema?! -

Todo indicaba que GIlda estaba sufriendo uno de sus muchos cambios de humor repentinos. Todo dependía de la reacción del guerrero, pues todo podía pasar a continuación. Pero una cosa estaba clara, y es que el desconocido estaba en desventaja. Debido a su herida no sería capaz de reaccionar a tiempo ante las flechas de la mujer. Bastaba con que Gilda guardase las distancias y no tenía nada que temer.

Off Rol:

- Keyan: No estoy seguro de que haya sido un descuido o lo hayas interpretado así a propósito. Sea como sea te aconsejo leer mi post anterior, pues en el tuyo no mencionas en ningún momento la aparición de la mujer. De todas formas no es un gran inconveniente, el resultado es que tu personaje se llevará un susto mayor del planeado, eso es todo por el momento. Suerte.

- Sakun: Lamento la situación, pero tal y como está ahora la escena soy consciente de que no hay mucho que puedas hacer. Si quieres postear y encuentras algo para hacerlo estaré contento de que lo hagas. Por otro lado como las opciones que tienes son mínimas se te permite saltarte este turno. Dejaré que lo decidáis vosotros dos. Si lo prefieres puedes avisar a Keyan por ti mismo que puede postear en tu lugar. Espero que pronto la trama cambie a una en la que puedas participar más activamente. Suerte.

- Ya lo veo, ya. - respondió Gilda observando aún con cautela el filo de su espada, que ahora estaba alzada contra ella. - ¿Un caballero no debería de portarse así con una dama, no crees? -

La mujer siguió observando, pero pronto la agresividad se convirtió en curiosidad, y bajó poco a poco el arco con las flechas. Mirándolo bien, aquel era un hombre que Gilda definitivamente encontraría como apuesto. - Esa herida no tiene muy buena pinta. - comentó levantando un poco más la cabeza para ver mejor.

Gilda decidió que podría intentar comunicarse con aquel extraño, pues había algo que empezó a gustarle de él. Poco a poco bajó su arma por completo y la tiró cerca de sus pies, empezando a acercarse a el viajero con cuidado, mostrándose inofensiva. - Déjame echarle un vistazo, aunque no lo parezca soy bastante buena en estas cosas. -

Se acercó todo lo que le fue permitido y observó la tela manchada de sangre que cubría su pierna. Olisqueó a distancia y notó el olor característico de la podredumbre. - Una infección muy fea... - se dijo a si misma y con cuidado destapó la carne fresca. Rozó con cuidado la comisura del enorme agujero que tenía en la pierna y de inmediato de este salió una lágrima de pus. Gilda meneó la cabeza y sacó algo de su bolsillo; una hoja de dos puntas que desprendía un fuerte olor a limón. Se la entregó al desconocido, pues supuso que al ser la primera vez que se veían querría aplicársela él mismo, por el momento. - Esto te aliviará, pero deberías venir a mi cabaña. Ahí tengo plantas que serían más útiles que esta, que solo adormecerá un poco el dolor. -

- Sakun: Una vez más tienes la opción de postear o dejar que tu turno sea saltado, es tu elección.

- Keyan: Si no quieres dejar que Gilda se acerque a ti para inspeccionar la herida simplemente postea que no se lo permites, anulando evidentemente toda la conversación y acciones posteriores a que ella se acerque a ti.

No solo que su ofrenda no había sido aceptada, sino que el hombre no había bajado su espada en ningún momento, lo cual enfadó ligeramente a la mujer. - Ya no hay hombres como los había. - mencionó levantando una ceja mientras le pegaba un bocado a la hoja de dos puntas. Masticó casi la mitad de ella y después de unos segundos se la tragó demostrando que no había sido muy amable su desconfianza. Entonces se la entregó una vez más, metiéndola literalmente en su mano libre, para después recuperar algo de distancia. - Calma los dolores, y yo estoy en esos días, ya sabes. -

Se dirigió a por su arco y sus dos flechas, suficientes para defenderse si hacía falta. En comparación aquel no era un hombre como lo era el guerrero que la aguardaba en su cama, con el que tuvo varias oportunidades para "jugar" como pocas veces lo había echo. Pero qué sabía ella, tal vez este ser perdido en el pantano acabaría cambiando de parecer. - Bien, sígueme. -

Aquello que de ida fueron diez minutos se habían convertido en veinte, más que nada por la sangrante herida del viajero, pero al fin habían llegado a la puerta. Gilda tiró de la manilla y abrió un par de centímetros, pero entonces cerró de golpe, recordando que no estaba sola. Por unas milésimas de segundo no supo qué hacer o decir, pero recuperó rápidamente el control y se giró hacia el desconocido como si nada hubiese pasado. - Antes de que entremos he de confesarte una cosa... - Entristeció visiblemente sus grandes y cristalinos ojos. - Es mi marido... Él... Ha perdido la cabeza. - dijo con toda seriedad. - Los gases del pantano le han afectado y no solo que ya no puede mover un solo dedo, sino que el cerebro no le funciona como antes... No dice más que tonterías. Temo que ha enloquecido... Pero aún así le amo. - Sonrió con tristeza y abrió la puerta una vez más. - Por favor, no te asustes. -

Sakun, bienvenido al juego por fin. Podrás escuchar la conversación desde la habitación. Keyan, siéntete libre de entrar en la cabaña.

Me sentía demasiado mal allí, como si no tuviese respiración y me estuviera ahogando. Ya llevaba tiempo y mi cuerpo no quería despertar o mover algún huesos y aunque se fuera el efecto, me sería muy difícil levantarme, quizá ya estaba acostumbrado a posar en esa cama. Algo pasaba ahí. En fin, dejé de escuchar lo que sucedía y cerré mis ojos, quería tratar de lograr dormir al menos un poco dado que hace mucho que no lo hacía. Mis energías por algún motivo estaban bajas de tanto reposo, o ya me hubiera convertido en dragón y quizá ya habría escapado. Era oficial, este ha sido el peor siglo de mi vida.

-*¿Qué haré mañana?... ¿Seguir acostado y perdiendo las fuerzas que adquirí durante más de 100 años?. Espero que todo termine... No quiero seguir amarrado aquí.*-Pensé en mi cabeza, casi a punto de llorar y con ganas de desaparecer... Esperaba que una gran ventisca me sacase de aquí definitivamente. Todo me disgustaba demasiado y tan solo abrir los ojos me era muy molesto... Sé cuántas marcas tiene el techo y es más, las he contado por todo el tiempo que he permanecido acostado aquí.

No podía evitar que mi padre saliese en mis sueños, riendo muy malévolo como siempre, sabiendo que nunca sería capaz de matarlo por haber exterminado a mi clan natal. Me atormentaba en todas partes pero siempre me aliviaba cuando sentía la presencia de mi madre por allí... Y en ese momento sentí que apareció, tenía que decirme algo entre sueños. -*¿Madre?*-Hablé en el sueño, viendo su silueta muy parecida... Ella se acercó y tan solo llegó sonriente, acariciando mi rostro y abrazándome... Pareció tan real. Hijo... Todo estará bien... Saldrás de esto... Siempre te cuido.-Escuché resonar en mi oído pero cuando quise decirle algo... Simplemente desapareció y desperté del sueño.

No pude creer lo que oía... Alguien estaba por allí. Alcé mi voz con toda la fuerza que tenía y la hice sonar pero cuando escuché que ella me hizo tener como un "Loco", me enfurecí demasiado. -¡No le creas!... Soy un aventurero y ella me ha engañado... ¡NO SOY SU ESPOSO!.-Dije, tratando de convencer pero era algo estúpido... Sonaba en verdad como una persona loca y desquiciada. Lo pensé y dije algo que quizá lo convenza.

-¿Crees que un tipo tan feo como yo tendría esposa?...-Esperaba que me creyese aunque haya tenido que insultarme.

Gilda entró dejando el arco y las flechas en la mesa de madera en una de las esquinas de la habitación principal, la que constaba además de un par de muebles desgastados pero bien cuidados y la pequeña cocina en la esquina contraria. Observó con normalidad que el desconocido se acercaba a la habitación donde su amorcito reposaba. Cualquiera se pondría nervioso, y ella no sería la excepción, pero tenía confianza en su capacidad de camuflar sus inseguridades. Si todo le salía como lo planeaba no tendría tan solo un enamorado, sino dos.

Cogió uno de los cuchillos de la cocina y se acercó con tranquilidad hacia el aún desconocido, que ahora estaba en medio de la entreabierta puerta a la habitación de su compañero. - Espero que no te moleste que mantenga esto a mi alcance. - dijo alzando el filo del cuchillo. - Después de todo soy una mujer, y tu un desconocido con pintas no del todo fiables... Sin ofender. -

Rodeó a su visitante y se acercó a Sakun dándole un beso en la frente como saludo. - Angelito mío, ambos sabemos que eres hermoso. Después de todo te elegí a ti, y no a Gueri el panadero, él si que podría compararse con el mismísimo demonio. ¿No lo recuerdas? - soltó una risa, de entre la cual se escaparon un par de sonidos parecidos al gruñido de un cerdo hambriento. Aunque era cierto que aquella no era la historia auténtica, sí hubo un Gueri, el que ahora se encontraba enterrado en alguna parte del jardín trasero de la pequeña cabaña del pantano.

- Adelánte, sientate. ¿O no quieres que te cure esa herida? -

Parecía que todo iba en contra mía... Nada era normal en ese instante y todo lo que se llamaba "destino" quería que me quedara acostado por mi eternidad en una cama... Obligado a "amar" a una señora que conocí apenas una semana atrás y me encontró en un estado vulnerable solo para meterme en más problemas. No sabía si envidiar a los que podían caminar pero yo quería desaparecer de allí lo más pronto posible. Era mi única oportunidad, quizá no se presente nunca más, ese tipo debía caer en cuenta que no era un loco ni mucho menos un desquiciado, debía saber que era una persona cuerda y lo único que quería era escapar de las garras de mi peor villana en todo el universo... Gilda. Podían herirme, tratar de matarme o incluso torturarme cuantas veces sea pero... Privarme de mi libertad era algo muy ofensivo para mi. No sabía qué hacer en ese instante pero sabía que cuando recuperase mi movilidad... Escaparía de allí, no atacaría a la mujer ni nada por el estilo dado que aunque me hizo estar en su cama durante una semana, también me alimentó y curó mis heridas. Así que no tenía ningún rencor con ella.

Me daba ira estar sin movimiento y solo poder hablar pero más me daba cuando la chica fingía como si nada pasara. Esperaba que el tipo ese no cayera en su deliciosa sopa y que quede como yo... O sería algo muy tonto. No sabía qué más pronunciar y solo callé. Como suponía, tomó su cuchillo y al parecer sabía qué hacer. Debía aceptarlo también, la señora era muy fuerte al usar arcos o algún arma... Recuerdo que asesinó una mujer serpiente que casi me mata. Le dijo que no parecía muy fiable el tipo... Esperaba que el llegara y me sacara de ese lugar.

Ella se acercó a mi y me regaló un beso en la frente para luego reconfortarme, diciéndome que soy "hermoso" y que al final me escogió a mi que a Gueri el panadero... ¿Eh? ¿de qué hablaba?. Traté de enarcar una ceja pero solo la miré a punto de estallar de furia. -Entiende por favor... ¡Soy un guerrero, no un marido de casa!. Existo para aventurarme y no para estar amarrado a una cama... Sácame el veneno de una vez.-Dije furioso pero luego pensé en algo... Podría hacer el tipo no caer en las garras de ella, lo haría pensar.

-Oye humano, brujo... Lo que sea... No vayas a recibir nada de ella... Te puede paralizar... Así como hizo conmigo.-Hablé, tratando de que le sea audible para él.

Gilda forzó una sonrisa, evidentemente sospechosa, pero trató de enmascararla lo mejor que pudo. - Tontito, ¿acaso no lo dije ya? Ya te dije que los gases del pantano lo dejaron inmóvil, además de despistado. Ni yo misma conozco los efectos, pues este lugar hace lo que quiere. No se que es lo que te haya pasado, pero me imagino que fuese lo que fuese me creerás al decir que estas tierras están malditas. -

Pellizcó cariñosamente la mejilla del hombre tumbado en su cama y se alejó ignorando el cómo el viajero apretaba su espada con mayor fuerza. Pasó a su lado y se dirigió hacia la cocina sin decir palabra alguna. Ahí encendió el fuego debajo del enorme cazo con caldo con todo tipo de ingredientes y mientras se calentaba se dirigió a por un trozo de tela gris para remojarlo en el agua del barril. Llenó dos cuencos de madera con el líquido ya caliente y humeante, se colocó el trapo húmedo al rededor del brazo y se dirigió de vuelta al dormitorio.

- Aquí tienes. - dejó el cuenco en la pequeña mesita al lado de la silla donde el viajero herido decidió reposar su cuerpo agotado. Después colocó el segundo cuenco en la mesita al lado de la cama, sonriéndole a su enamorado. Paseó la mirada entre ambos hombres y con un humor algo enfermizo dejó salir una carcajada. - Vamos, ¿realmente te creíste las tonterías de mi amorcito? - Cogió el cucharón de madera y le pegó un sorbo al plato de Sakun. Después se acercó al del aún desconocido e hizo lo mismo. - ¿Ves? Nada. - Gilda se quitó el trapo del brazo y lo dejó en la misma mesita, pues suponía que no la dejaría tocarle la herida.

El caldo estaba delicioso, pues el ingrediente especial aún no había sido añadido, sino que estaba en el bolsillo de la mujer, a la espera de poder ser usado.

Consejo: Sed ingeniosos, aprovechad ese tiempo a solas.

El ardiente deseo de escapar se hacía más fuerte, tanto que era imposible reprimirlo y más por las pequeñas luces que entraban por el techo, tratando de iluminar el lugar... Más de lo que ya estaba. Aún me preguntaba sobre el tal Gueri, el panadero. ¿Acaso fue su novio o el esposo antes que yo?. No podía negar nada, porque aunque no quisiera aceptarlo, ella era muy astuta y le era muy fácil evadir cualquier verdad que dijese yo... También era muy sabia y tenía experiencia en combate, le fue tan fácil asesinar una mujer serpiente con tan solo un flechazo. No llevaba rencor en mi corazón...Gilda merecía vivir. No me había tratado de matar aunque tenerme aferrado a una cama es duro. Recordé que tenía que visitar Lunargenta, esa ciudad llena de individuos y seres, necesitaba comprar al menos algunas cosas como armaduras o forjar bien mi espada. Mis energías se agotaban a cada segundo y solo faltaría poco para quedarme ahora si inmóvil de por vida. Pensaba que cuando me liberara de mi parálisis, haría cuclillas y algunos abdominales para recuperar mi cuerpo porque sentía que ya no era mío... Lo único que tenía ejercitado era mi boca de tanto recriminar y pedir que me liberasen de esa maldita esclavitud... Porque a eso más se asemejaba.

Volvió a mentirle a ese hombre, diciendo que todo era del pantano. Eso me daba furia y quería salir de la cama... Quería volver a apretar mis puños y aumentar el flujo de mi sangre pero no podía... Solo se me enrojecía el rostro de la rabia, nada más. Me pellizcó la mejilla y traté de endurecerla para que no lo hiciera. La miraba con bastante odio y quería que entendiese esos ojos... Que radiaban odio, malestar y tristeza también. Las ojeras se expandían hasta el punto que ya casi cubría mi nariz y mis mejillas. Mis pestañas se notaban caídas y tenía la vista entrecerrada, se notaba como si estuviera cansado. El cuerpo me ardía, quería también quitarme las sabanas y sentir un poco de frescura.

Cuando se fue a la cocina... Murmuré algo para el viajero. -Por favor... Busca la forma de quitarme la parálisis. Te garantizo que saldrás sano de aquí. Soy dragón, puedo llevarte y escapar de aquí.-Dije casi susurrado, tratando de mirarlo y esperé a que viniera ella para traer los deliciosos caldos. -Me gustaría ayudar pero no puedo, como ves, sigo paralizado...-Hablé, esperando que el tipo me creyese y tuviese una buena idea

El olor exquisito recorría mi nariz y eso era lo único que me mantenía postrado en esa cama. Ella había puesto el cuenco al lado de mi cama... Veía el caldo con ganas de beberlo completo pero no podía, aún mis manos estaban paralizadas, solo podía hablar. Ella volvió a ser muy bromista y mentirosa, diciendo que lo hablaba era tonterías. Callé y solamente miré al tipo. Gilda quiso hacer una prueba de que en verdad no mentía... Bebió de los cuencos

Gilda empezaba a ponerse nerviosa. Ya se esperaba que el viajero tendría sus preguntas o, como mínimo, estaría a la defensiva, pero lo que era demasiado era demasiado. Cerró su mano derecha en un puño y arrugó visiblemente el entrecejo.

- ¿Te invito a mi casa y encima he de darte explicaciones? Si él está peor que yo es porque se pasó media vida explorando este maldito lugar, mientras que yo limpiaba y cocinaba para cuando viniese con el estómago vacío. ¿Tan malo es eso? ¿Soy una mala esposa por eso? - empezaba a ponerse paranoica. - Ah, y si te preguntas el por qué no hablé de este inútil antes tengo una respuesta para ti, pedazo de caradura, y es que no tengo por qué darte explicaciones, ¿entendido? -

En un arrebato de rabia cogió el cuenco con la porción de sopa del viajero y la tiró al suelo, para después llevar su mano hacia el cuchillo que llevaba todo el rato en su cinturón, el que cogió nada más llegar a casa.

- Si no te gusta lo que te ofrezco te aconsejo salir de esta casa, porque ni yo ni mi amorcito pensamos seguir aguantando tus insultos. Y no creas que solo por ser mujer voy a dejar que me levantes una sola mano. -

Gilda estaba claramente enfadada y, aunque su propósito realmente parecía ser el de echar al extraño de su casa, nada más este saliese por la puerta, tenía pensado echar mano a su arco y flechas para rematarlo por la espalda, tal vez, quien sabe, hasta hacerse de él un muñeco paralítico con el que divertirse. Desde luego no estaba en sus cabales, ya fuese por los gases o cualquier otra cosa.

Keyan: Tus opciones son pelear, tratar de convencerla de algún modo, irte sin el guerrero dragón o, si se te ocurre cualquier otra opción, adelante con ella.

Sakun: Hace ya bastante de tu última dosis de paralizante. Ahora ya puedes mover tu cuello, brazos y cintura; ello te permite sentarte, pero no caminar.

Este Mastreado esta llegando a su fin... Suerte.

La mujer había llegado para cenar con nosotros como si fuésemos una linda familia. Aún seguía paralizado y eso me molestaba demasiado, no aguantaría un día más así, menos de esta forma, si tenía el don o el talento de poder mover mi cuerpo, significaba mucho para mi pero estar privado de aventuras, me hizo pensativo y algo deribado a la claustrofobia. Además de todo, también quería saber donde se encontraba mi espada, esperaría que me la cuidara ella y no la deje oxidar... Años me costó tenerla sana y sin ningún rasguño literalmente. Era un milagro que pudiera hablar, siempre me tocaba estar callado frente a las tonterías que decía la mujer esa.

Cuando menos lo esperé, el tipo que venía a salvarme o bueno, así lo tenía, como un hombre enviado por el dragón del fuego para poder escapar de allí. Él comenzó a hacer una ráfaga de preguntas bastante inteligentes... Apenas pude sonreír y fruncí un poco el ceño, estaba bastante orgulloso. -*Este tipo es genial... Espero que siga así, y estaremos a punto de salir de allí.*-Pensé sonriendo, esperando a que respondiese todas esas preguntas mi "mujer". Tenía bastante coherencia en sus palabras... Deberíamos estar todos paralizados si el pantano hace eso... No había explicación para ello.

Cuando menos lo pensé, Gilda se enfureció bastante diciendo cosas que obviamente eran mentira... No soy un tipo que explora, soy un tipo de guerra... No un enfermero ni nada de eso. -Hmpf...-Inconscientemente moví mi cuello para luego quedarme perplejo... Había recuperado parte de mis movimientos.

Mientras que Gilda discutía con el otro joven, yo comenzaba a mover lentamente mis brazos sin que ellos se diesen cuenta para no conmocionar lo que sucedía. Moví luego mi cintura hacia los lados, como si estuviese danzando para ver que ya había recuperando gran parte de mi cuerpo. Los ejercité un poco moviendo de arriba abajo, calentado los músculos, recuperando mi velocidad.

Moví mi cuello para mirarlos y vi que todo se había salido de control, ya ambos estaban en defensa o bueno, la mujer ya lo estaba... Quizá también decidida a combatir. Apenas levanté mi torso y me senté en la cama para luego con lentitud y un poco de dolor extender mis brazos. -¡Esperen!-Grité esperando calmar todo. -No es necesario combatir...-

A Gilda se le salían las cosas de control. El guerrero dragón empezaba a recuperar su movilidad y el viajero entrometido la amenazaba con una espada. Para defenderse ella solo tenía un cuchillo, el cual podría arrojar, sí, pero no era tan buena lanzando cuchillos como flechas, así que decidió guardarlo tranquilamente en su cinturón, demasiado tranquilamente.

Sonrió de forma macabra y tras saludar con la mano a su enamorado salió de la habitación, cerrando la puerta tras de si con un fuerte portazo. Ahora que no podrían ver lo que hacía se dirigió directamente a por su arco, encima de la mesa. Lo agarró y sin piedad colocó una de sus flechas, para después volver como una bala a la habitación donde los dos hombres se encontraban.

- ¡Por el amor! - gritó histéricamente, apuntando al guerrero con la pierna herida. Si este no se defendía, si no contraatacaba o pensaba con rapidez, acabaría siendo atravesado por una flecha justo en el corazón, pues esa era la especialidad de la mujer.

IMPORTANTE: ¡Cambian los turnos! El siguiente en postear será Keyan y después Sakun, así continuará también de ahora en adelante.

- Keyan: Puedes matar a Gilda si quieres, pero si decides no hacer nada acabarás estando tu en peligro de muerte. Suerte.