[TERMINADO]Cazando a un cazador. [Interpretativo][Libre][Dia/Noche]

Trama:

Wallace ha sido contratado para cazar a una vampira llamada Ebano. A su lado, Leon, un hombre-bestia, lo acompaña. Lo que no saben es que a ellos, se uniran unos jovenes perdidos. Lo que no saben tambien, es que les espera una sorpresa en la mansión abandonada.

Orden: Wallace, Ebano, Leon, Amaranth, Vincent, Elen.


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La noche estaba cubierta de niebla. El bosque estaba frio y humedo. No se oian sonidos algunos, apenas insectos y algun que otro animal nocturno. Entre los altos y delgados arboles, una mansión se plantaba en el vacio, imponente, apesar de las paredes que ya le faltaban. Una sombra observaba el antiguo caserio. Encapuchada, la sombra se movia entre los arboles. La luz de la luna hizo brillar la hoja de su espada. El encapuchado se agachó y se apoyo en un arbol seco. Sacó de su bolsa el contrato. Una vampira. Parecia bastante peligrosa por la cantidad que le habian ofrecido. Incluso le habian dado el "chivatazo" de que la vampira se ocultaba en una mansión. Como si no hubieran pocas en Aerandir. Habia estado semanas buscando. Ningun cazador de vampiros o simplemente, algun oportunista habia aceptado jamas ese trabajo. Pero el no era como ellos. El no se dejaria seducir. Ya no tenia corazón. Se lo habia arrancado una de su especie.
2000 aeros por la cabeza. 3400 viva.  El encapuchado esbozó una leve sonrisa. Alguien la odiaba mucho. Sabia lo que era eso. Ser buscado y odiado. Se preguntaba como le daria caza a esa criatura.

Como se da caza a un cazador?Dime muchacho, como cazas a una criatura que ha sido creada para cazar, para azechar...facil, muchacho. Conviertelo en la presa. Se el cazador...

La voz de su cabeza tenia razon. Le habian enseñado a eso. A cazar.

El encapuchado carraspeo y acomo la espada en su hombro. Tenia que esperar a su contacto, un hombre felino que conocio hace muchos años, en Dundarak, en uno de los burdeles mas transitados. El gato estaba en problemas y el encapuchado, que en aquellos tiempos era un muchacho, no dudo en ayudarlo. La verdad, es que recordaba que habian salido muy mal parados. La cicatriz en el puente de la nariz era la prueba.
En encapuchado suspiro lentamente. Su mente estaba colapsada. Tenia demasiados pensamientos en ella. Ganas de matar, ganas de dinero, etc. Los ultimos acontecimientos le habian dejado echo polvo. Llevaba una venda en un brazo. Otra herida mas. Otra brecha mas.

El frio le calaba los huesos, el aire de sus pulmones era cortante como el hielo. Cerro los ojos y calentó su sangre, para entrar en calor. El uso del fuego no ayudaba en su recuperación. Lo unicó que lo mantenia en pie era su rabia interior. Volvia a ser ese asesino que todo el mundo odiaba.


Se hacia tarde, y el gato tambien. Wallace estaba impaciente. Nadie habia salido ni entrado del caserio. Almenos eso estaba controlado. Se rasco las marcas de colmillos. Le molestaban mas que nunca. Escuchó un ruido y se levanto de golpe, con la mano suavemente en la espada.

-Leon?...-susurro, mirando fijamente a la oscuridad, con sus ojos verdes brillando a la luz de la luna.


offrol: leed bien, coordinar lo que pondreis, que tenga sentido, cualquier duda, linguistica o del rol, MP. Espero que disfruteis.

La noche había caído. "Más lenta que nunca.. por todos los dioses..." -pensó Ébano.

Había cabalgado hasta la entrada de los bosques del Oeste, desde Sacrestic. Había pagado para dejar el caballo en el establo de una solitaria posada y se dirigía al punto de encuentro.

Se sentía inquieta, muy inquieta, y lo achacaba todo a su cita de esa noche. Su interior libraba una batalla: había jurado no volver a tener nada más que ver con aquella maldita hermandad a la que se dejó arrastrar, con pensamientos jóvenes de aventura, hacía tanto tiempo...

No quería tener nada que ver, pero la misiva de una antigua conocida había despertado su interés y llevaba un tiempo esperando algo de adrenalina. Ahora se arrepentía, no podía traer nada bueno. Amaranth, una de las chicas con las que coincidió un par de veces en las idas y venidas de la hermandad, una, si no la única de allí que no le guardaba rencor... Una de las escasas, por no decir ninguna, personas con las que a veces se carteaba. Se habían visto un par de veces desde entonces, aunque eso era lo de menos, los lazos permanecían ahí.

Miró nerviosa a la Luna. La niebla se extendía entre los árboles en girones, y las nubes amenazaban con descargar ingentes cantidades de agua. Esperó en el lugar acordado, un claro. Había concertado verse con Amaranth para ir a buscar algunos objetos importantes para ella en una de las mansiones de la hermandad, al parecer extinta, según le habían informado, al igual que el caserío, semiderruido según le dijo la chica.

Se apoyó en un árbol, y se miró las manos. La garra de dedo descansaba en su índice, una de sus dagas en sus altas botas por encima de la rodilla, oscuras en cuero como de costumbre. Portaba una capa normal esta vez, no aquella que le permitía salir a la luz del sol. Llevaba de nuevo unos vendajes en cuero negro alrededor de los pechos y una transparente tela de encaje, como una camisa muy ceñida al cuerpo, le daba el tono oscuro para mimetizarse con la noche. Se echó la capa por los hombros y localizó la otra daga en el pantalón corto en cuero negro.

Ignoraba qué les deparaba la noche, pero la comodidad y facilidad de movimiento era algo imprescindible. Suspiró y volvió a pensar que una parte de ella le dictaba que aquello no era buena idea...

Ansiosa la vampira esparaba a su unica amiga Eb...ella fue compañera de algunas aventuras en un tiempo pasado, ansiaba encontrarla mucho tiempo habia pasado desde que ella decidió abandonar la hermandad, un poco de nostalgia invadió sus pensamientos, muertes, amores truncados, duras lecciones aprendidas en aquella hermandad.

Caminaba entre la niebla tan caracteristica de los bosques del Oeste, cada vez se hacia mas espesa impidiendo ver con claridad, era casi una locura adentrarse en ese bosque bajo esas circunstancias. Un suave viento tibio movia las hojas de los arboles y barría con las que se encontraban en el suelo produciendo un sonido agradable que quebrantaba el silencio de aquella noche.

Aceleró el paso pues era casi seguro que vendría la lluvia, el viento se le habia desacomodado la capucha, se la volvió a acomodar de manera perezosa. Esperaba que su compañera acudiera al lugar, ella era la única persona que la podia ayudar a recuperar una añosa espada que habia sido regalo de su padre. La dejó olvidada en una de las mansiones de la hermandad, al parecer extinta, según le habían informado, al igual que el caserío.

Aquella arma en ese tiempo de irresponsabilidad no era cosa importante, sin embargo ahora sentia la necesidad de aferrarse a algo, pues lo había perdido todo. En un pasado lo tuvo todo incluso un hombre que la amó con el corazón y ella por miedo le abandonó, esa ha sido la peor decisión que ha tomado en su vida y debia aprender a vivir con las consecuencias, huía de ese pasado, no deseaba encontrarse nunca más con aquel hombre que abandonó poruque de seguro la mataría.

Daga en mano continuaba camino agarrando la capucha con una mano para impedir que el viento la desacomodara. Niebla espesa no la dejaba ver bien, pero entre los arboles pudo distinguir una silueta fina y tal vez se trataba de Eb. Se acercó con cautela sin soltar la daga, cuando estuvo lo suficientemente cerca pudo distinguirla....era ella.

Eb querida!!!!- le esbozo una sonrisa, -Gracias por venir- miró al cielo -Mmmm creo pronto comenzara a llover-...

- Maldita niebla-. Susurró el brujo con resignación mientras desmontaba de su caballo. - Desmonta hermanita, con este tiempo y terreno es más seguro que vayamos a pie,- dijo mientras le ofrecía una mano para que desmontase. Los hermanos habían llegado a ese bosque siguiendo el rastro de sus padres. Las cartas indicaban que se habían internado en el bosque desde el lago, aunque ello no tenía mucho sentido el poblado abandonado que buscaban estaba al norte.

Estaba preocupado por ello, que podía haber pasado para que tuvieran que desviarse por una ruta más larga y complicada en vez de seguir por la orilla del lago. No le gustaba. Ni el desvió de sus padres ni el suyo ahora. Se habían adentrado en territorio vampiro demasiado y con este tiempo tan desfavorable. Para más complicación se les había echado la noche encima al no encontrar un sitio donde poder acampar, y sobra decir lo peligroso que es andar en zona vampiresa de noche.

Avanzaba un poco adelantado a su hermana que a pie guiaba por las riendas a los caballos. Tenía el cordón de seguridad de su espada quitado pues no se fiaba de las sombras en este bosque. Confiarse aquí sería lo último que haríamos en esta vida así que le hizo un gesto a su hermana para que estuviera preparada para cualquier posible emboscada.

- Atenta Elen, este lugar es muy peligroso,- no estaba dispuesto  a ser la cena de ningún vampiro y mucho menos que su hermana lo fuera. Tenían que encontrar un refugio pronto pues la noche se estaba haciendo cada vez más oscura. Estaba pensando donde poder refugiarse cuando de repente vio un caserío en la lejanía.
- Elen, amarra a los caballos ocultos en el follaje, vamos a entrar en ese caserío a ver si podemos refugiarnos en él.- le susurró a su hermana. No le gustaba un pelo pero la tenían que encontrar refugio ya. Una mansión en territorio vampiro podía estar abandonada o infectada de vampiros. Desenvainó su espada y la embadurnó con el barro del camino para que no hiciera reflejos por culpa de la luna y le indicó a su hermana que hiciera lo propio. Un trueno resonó en la distancia, se avecinaba tormenta…

Cuando el felino lo abrazo, Wallace se dejo, sonriendo levemente. Era una de las pocas personas que permitia tener contacto fisico con el. La verdad es que con aquel individuo habia pasado muchas cosas. Fechorias, aventuras y lios. Se sentia viejo y cansado al recordar todo aquello. Habia luchado y huido tanto que no tenia, nisiquiera, consciencia de su propia edad.

-Tenemos compañía amigo, no viene desde la casona, hay 2 personas mas en el bosque, son livianos, casi no hacen ruido...

Las palabras de Leon lo hicieron reaccionar. Claro, siempre habia algo que les estropeaba el plan. Era algo que jamas pasaba por alto. Cogio su mochila y sacó dos objetos grandes, envueltos en tela. Incluso con la tela puesta, Wallace sentia el aura de esos objetos. Tan oscuros, tan mortales.

Mascara Wallace:

Mascara Leon:

-Las recuerdas?...nos haran falta...otra vez...- destapó uno de los objetos. Era una mascara de madera y acero. Su finalidad no solo era esconder una identidad si no propagar el miedo. Esas mascaras habian visto mucho. Habian presenciado asesitanos y mentiras. Wallace miro su mascara y los recuerdos lo inundaron. Agitó la cabeza y le dio la mascara a Leon. Se la puso, lentamente, como un ritual. Tenerla puesta de nuevo le daba una sensación oscura y poderosa.

Miro hacia el caserón y carraspeó. Se habian acercado dos personas, a caballo. No parecian vampiros, por su forma de actuar, con cautela y miedo. Una muchacha y un muchacho. Wallace se puso la capucha y se acomodo la capa. Ahora volvia a ser Rojo, el asesino.- Nos estropearan el plan...gato...-le susurró. Las mascaras estaban echas de una madera que distorsionaba la voz, perfecta para ocasiones asi.

Se acercaron, como las sombras, para tenerlos controlados. No sabian de la presencia de las dos mujeres, al otro lado del caserón. Esos muchachos debian irse de alli. Estaban en peligro, esos bosques no eran seguros para aventureros poco habituados a los chupasangre. Wallace gruño al recuerdo de la mujer. La rabia lo perseguia como a un perro. Debia controlarse, pues la vampira, su victima, valia mas viva que muerta. Aunque tenia muchas ganas de matar a una vampira. Sentia la sed de venganza en la garganta.

Queria matarla.

-Eb querida!!! Gracias por venir. Mmmm creo pronto comenzara a llover. -Ebano sonreia a Amaranth mientaa ésta llegaba. La muchacha se alegraba de verla.

-Amaranth.. Me alegro de verte. A punto he estado de no hacerlo... Algo va mal, algo me da mala espina.  -dijo Ébano con el gesto sombrío.

Además  no terminaba de confiar en Amaranth. Sí,  era su amiga y compañera de vida en su juventud en la hermandad, pero Ébano recelaba, le parecía raro que hubiese decidido a verse con ella ahora, sin razones, después de tanto tiempo... Y en aquel caserío.

La niebla se extendía más,  suspiró la rubia y pasó ante Amaranth, esperando que la siguiese. Empezó a chispear, Ébano apresuró el paso, dirigió una significativa mirada a Amaranth,  esperaba que entendiese que hablar podría delatarlas, queria hacer el menor ruido posible y acabar cuanto antes.

Rodearon un gran jardin marchito, trasero, con rejas desvencijadas. Búhos y grillos marcaban los sonidos nocturnos, ademas del constante goteo lluvioso.

Ébano paró ante la puerta de madera recia, pequeña, poco conocida y , miró con seriedad a su compañera:

-Dime, ? Por qué has decido esto ahora? Venir aqui... después de tanto tiempo... Ya sabes cómo acabé en la hermandad.

La miraba friamente, estaba nerviosa Y de pronto, silencio. Un olor peculiar llegó hasta Ébano: -Lo hueles?  Y no se oye nada, solo lluvia, No estamos solas... -dijo en un susurro abriendo mucho los ojos- Vamos.

Esperó la respuesta de su compañera, mientras entraba. La presencia de otros en un lugar que debería estar desierto la ponía nerviosa, era raro, muy raro.

Ya en el salón,  se quitó la capa y la dejó sobre la mesa. Escurrió el pelo, se mojó la ceñida blusa de encaje. Tenía la piel erizada en los muslos y la espalda, habia venido ligera, no pensó en que lloviera....
-Si precisas de luz, traje velas,  aunque no creo que sea bueno hacerlo...

Se apoyó en la mesa y esperó a que su compañera cumpliese su cometido.

Notó la expresión de desconfiaza tanto en su rostro como en sus palabras -Sé que es extraño para ti todo esto pero por favor confía en mi, eres la unica persona que me puede ayudar, pues yo tambien termine muy mal con la gente de la hermandad, - hizo silencio y siguió a su compañera con paso firme, entre el espeso bosque. Sólo se escuchaba solo el crujir de las hojas con cada paso que daban y el sonido de los truenos casa vez era mas fuerte. La lluvía comenzaba a intensificarse, miró a su amiga y se sujeto la capucha ya faltaba poco para llegar, estaba ansiosa por recuperar la espada que le habia regalo su padre, ahora la necesitaba mas que nunca.

La casa tenia una entrada principal con una gran cerradura y un oxidado candado cubierto de polvo y telas de araña, sin embargo los de la hermandad sabían que la casa contaba con otras entadas, bien lo sabían Ebano y Amaranth. Dieron vuelta a la casa buscando la entrada secreta . Ébano paró ante la puerta de madera recia, pequeña, poco conocida. -Dime, ? Por qué has decido esto ahora? Venir aqui... después de tanto tiempo... Ya sabes cómo acabé en la hermandad-.

-Tenemos mucho que hablar , pero ahora no tenemos tiempo, debemos entrar- la expresion de rostro era seria y fria. -Lo hueles?  Y no se oye nada, solo lluvia, No estamos solas... -susurró Ebano-. Agudizó su sentido del olfato, -Si, también lo huelo, hay que estar atentas...si alguien busca problemas los tendrá- dijo desafiante mientras ingresaban al salon.

La sensación de la ropa mojada en su cuerpo la hacia estremecer, se quitó la capucha y la dejó sobre la mesa. Aquel salón no era muy amplio, con muebles deteriorados por el paso de los años, algunos cuadros rotos en el piso, todo olía a humedad, polvo y recuerdos....

Su amiga le ofreció velas pues en el lugar reinaba la oscuridad, solo uno que otro destello de de luz de luna se colaba por la ventana. Sabía que no era una buena idea encender velas pero no tenia alternativa, necesitaba luz para poder buscar la espada.

Encendío la vela negra y la puso en un candelabro de hierro. -Eb, recurrí a ti, porque eres la unica persona que me puede ayudar, he perdido todo creeme, un gran amor, dinero, todo por insensatez y principalmente por miedo. Me convertí en victima de mi error, ahora huyo de intentando olvidar al hombre que abandoné- agachó la mirada -Necesito la espada pues es un valioso recuerdo de mi padre-.

Se desplazó sigilosamente con el candelabro en la mano buscando por los rincones. A ella tambien le inquietaba a sentir que no estaban solas, qué o quienes eran ...de seguro no será nada bueno.

Vinc se preparaba para buscar una entrada a la vivienda cuando Elen lo agarró por el brazo. - ¡Espera Vince!...no estamos solos… - le susurró. ¡Vaya! Eso no se lo esperaba, el brujo pensaba que podría encontrar resistencia en la casa pero fuera de ella no. Pensó en decirle si estaba segura de ello, pero lo cierto es que su hermana tenía un sexto sentido para esas cosas y sería una pérdida de tiempo.

- Seguramente nos estén vigilando ahora mismo, lo mejor que podemos hacer es entrar como teníamos pensado y esperarles dentro,- le dijo a Elen en voz baja y con una media sonrisa. Se aproximaron a la puerta y pudo comprobar que un candado se interponía en su camino. - Este candado es más viejo que nosotros dos juntos, lo mejor será buscar una entrada alternativa para no hacer más ruido,- y siguió en voz baja - Sabemos que fuera hay gente pero dentro también puede haber, actuemos con naturalidad pero a la vez cautela.

La lluvia había pasado de una pequeña llovizna a toda una tormenta a estas alturas. Se desplazó por el lateral de la casa sabiendo que su hermana lo seguiría y al poco encontró una posible entrada. Era una ventana y parecía que daba a una cocina. Intentó abrirla pero no cedió ni un poco. Clavó su espada en la tierra y con la daga hizo un corte horizontal al cristal intentando hacer el menor ruido posible. Una vez que se notaba un fino corte en él, guardó su daga, colocó su capa de modo que amortiguara el ruido del golpe y golpeó el cristal que cedió sin problemas. Metió su mano entre el cristal roto y abrió el pestillo.

Entró con sutileza y se quitó la capa empapada de agua. Se acercó a la puerta de la cocina y la entreabrió un poco. El pasillo había vivido momentos mejores pero se notaba en su bella factura lo impresionante que fue en un pasado remoto. El rubio susurró a su hermana sonriente - Casi como en casa, ehh, hermanita

Habian entrado. Los dos jovenes habian entrado en aquella mansión del demonio. La misión estaba dando un giro inesperado. La prioridad era la cabeza de la vampira, pero dos vidas inocnetes perdidas no era un buen resultado. Junto con su compañero Leon, se acercarón al caserio, observando por las ventanas sucias de polvo y moho. Seguian a los jovenes desde fuera, escalando la fachada de la mansión, intentando no pisar losas sueltas.

Un rayo. Unas sombras.

Dentro habia alguien mas. Wallace carraspeo y se cogio a una estatua de un angel caido. No podia dislumbrar las otras dos sombras, solo veia a los chicos. Estos se quedaron quietos, dijeron algo, armas en alto. Si, estaban en peligro, pero no conseguia ver mas. Las ventanas eran demasiado viejas y el tejado demasiado debil. Miro a su compañero, que tambien intentaba saber quien o que habia en esa estancia.

Un rayo. Las sombras mas cerca.

Wallace carraspea, cabreandose. Visibilidad cero. La lluvia se hace valiente y golpea la tierra. El agua ensordece sus oidos. Y tambien limpia las ventanas. Al fin, pueden ver.

Un rayo. Ella.


Wallace se queda quieto. Entre las rendijas de la mascara, sus ojos, se claban como dagas en lo que esta viendo. Luz de velas, dos mujeres. Los muchachos parecen alterados. Pero Wallace no les presta atención. La lluvia no de le deja ver lo que para su cerebro, cargado y lleno de odio y recuerdos, parece una ilusión. Reconoce a la vampira que debe cazar. La figura de la otra mujer lo perturba. Las marcas del cuello le arden, provocando un dulce dolor lleno de amargos recuerdos.

Un rayo. Venganza.

-Leon...si las cosas se tuercen...entramos...-le dice con voz ronca llena de colera contenida. Es ella. El picor de la sed de sangre y muerte le quema pro dentro. Suerte que la mascara tapa su rostro, lleno de ira. Apreta con fuerza los dedos apoyados en la estatua. Las ganas de saltar y rugir son insoprotables. El destino parece burlarse de el.

Un rayo. Amaranth.

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Off rol: Hola chicos. A ver... He metaroleado xD me he dejado llevar por el momento. He puesto que Éb actúa así para dar un motivo a Wall y Leon que están fuera para que entren, si no... No sabrían nada, así lo ven por las ventanas xD Por eso y para mover esto un poco. Pero me reitero, decidme por favor si os molesta, Elen y Vinc, que luego yo soy la primera que no quiere metarol.. ¡Espero que os guste!


Las palabras de su compañera resonaban en su cabeza aún, mientras se adentraba en el desvencijado interior: "Sé que es extraño para ti todo esto pero por favor confía en mi, eres la unica persona que me puede ayudar, pues yo tambien termine muy mal con la gente de la hermandad".

Ébano se cuestionaba si aquello era verdad. No dudaba de ella, no quería, Amaranth había sido un gran apoyo, una mano amiga, alguien con quien hablar. Desde que salió de la hermandad, el contacto con otras personas había estado completamente vacío de confianza, a excepción de un par... Y confiaba en ella..

Pero sumando la batalla del castillo, y los enfrentamientos con otros individuos, además de su estrepitosa huída de manos del Príncipe, se encontraba con un resultado muy adecuado para venganzas, ¿y si la estaban utilizando? Suspiró y decidió darle un voto de confianza, sacudió la cabeza y se centró en el momento nuevamente.

Amaranth cogió las velas que le tendía Ébano y se dispuso a encenderlas y a poner una de ellas sobre un candelabro. No le gustaba el fuego...

De pronto, la tormenta fuera, estalló de golpe. El agua cayendo a cantaros y los truenos acercándose eran perfectamente audibles. La vela titiló producto del viento mientras Amaranth volvía a hablarle:

-Eb, recurrí a ti, porque eres la unica persona que me puede ayudar, he perdido todo creeme, un gran amor, dinero, todo por insensatez y principalmente por miedo. Me convertí en victima de mi error, ahora huyo de intentando olvidar al hombre que abandoné. -hizo una pausa- Necesito la espada pues es un valioso recuerdo de mi padre.

-No te preocupes. Te creo. Al parecer sí que tenemos mucho de qué hablar... ¿Para qué la necesitas? -preguntó. Pensaba que algo más tenía que ver en todo aquello, o de lo contrario no habría sido tal su insistencia.

Miró alrededor. Una mesa en el centro de la estancia hacía de eje. Había manchones de cera sobre ella, multitud de marcas. Un armario, con cristalera guardaba el candelabro que había cogido Amaranth, y más cosas. Junto a él, un espejo con muchas manchas oscuras por el tiempo. Telas de araña poblaban las esquinas, las patas de la mesa... Cuadros caídos, y una chimenea, asombrosamente intacta, aunque bastante sucia. La madera estaba deshecha en su interior, así como la tela antaño aterciopelada de los dos sillones individuales, uno grande, y dos divanes. Sobre la mesita reposaba una planta mustia, y una jarra con agua ya estancada. La escalera al piso superior, parecía tener un boquete en la pared que daba ya al piso de arriba, con lo que el viento silbaba. La pintura de la pared caía desconchada, y la moqueta estaba en algunas zonas muy estropeada, y por supuesto, todo cubierto de polvo.

-Me apena que este sitio esté tan sumamente descu.. -abrió mucho los ojos y se giró hacia el pasillo, en cuyo otro extremo estaba la cocina. Agarró del codo a Amaranth y tensó los músculos. -Hay alguien. Ha entrado alguien. Han roto un cristal... Puedo olerlos. -miró inquisitivamente a su compañera, ¿sería verdaderamente una trampa? ¿Habría confiado en ella.. en vano? Estaba casi convencida de que no.. Sacudió la cabeza y agudizó el oído; no era momento para elucubraciones.

-Voy a ir. Lo prefiero antes que llevarme una sorpresa desagradable. -sacó una daga de los escandalosamente pequeños pantalones de cuero oscuro y se acercó por el pasillo hasta la cocina con el gesto gélido. Había dejado caer la melena rubia sobre la espalda y únicamente iba cubierta por vendajes de cuero para el pecho y una tela de encaje a modo de camisa. No sabía si Amaranth la seguiría. Por un lado agradecía su ayuda, por otro, quería que econtrase la espada rápidamente para que pudiesen largarse de allí. El lugar la estaba alterando y no soportaba verse indefensa ante su propia reacción.

Y... Sorpresa.

Dos individuos, aparentemente humanos. No dio lugar a nada, no bajó la guardia. Se echó sobre la muchacha y la atrajo hacia sí, pegandola a su cuerpo. Agarraba ambas manos de la chica con una mano y con la otra le tapaba la boca, agarrando también la daga.

-Chss chs chs chs todos tranquilos. No quiero hacer daño a nadie. Identificáos. Qué hacéis aquí, ahora. Vamos. -dijo con voz apremiante.

No solía actuar de ese modo, pero no podía correr ningún riesgo. Coger a la chica fue un acto reflejo, además de estar más cerca de ella en ese momento, solía ser el individuo más indefenso. Aunque en numerosas ocasiones fue así.

Sabía internamente que había cometido el error de comenzar con mal pie, y aquello la estaba poniendo más nerviosa, pues no tenía ni idea de quiénes y qué eran aquellos individuos.

Volvió a centrarse y aflojó la mano del rostro de la chica.
-Soy sincera al deciros que no me interesa pelear con nadie. Pero no es un buen momento para venir aquí. Y ahora iremos al salón, con cuidado. ¿De acuerdo? -hablaba pausadamente, con la voz algo ronca. Caminó hacia atrás de vuelta hacia el salón, donde estaba Ámaranth, y donde había algo de luz.

Esperó a que su compañera prendiese más velas, a pesar de delatar así su posición a los exteriores de la casa. No esperaba más visitas aquella noche...

Miró inquisitivamente a los dos. Ambos rubios, ella de un tono precioso, era realmente bonita, en consonancia con su cuerpo. El muchacho, rubio también, pero más oscuro, portaba barba de algunos días, y era corpulento. Ladeó la cabeza a espera de explicaciones, ansiosa por aclarar aquello y soltar a la chica.

-Para qué la necesitas?- Se quedó en silencio ante la pregunta de Eb, pues no sabia por donde comenzar, hacía el esfuerzo por ordenar su mente pero no podía, se sentía inquieta y ansiosa. Estaba por comenzar a contarle pero algo interrumpió la que sería una conversacion de amigas.
El ruido de un cristal roto llamo la atención de Eb clavandole una mirada intensa, como si buscara respuestas. -Voy a ir. Lo prefiero antes que llevarme una sorpresa desagradable.- le dijo mientras sujetaba la daga.

-Quizás sea algun animal, tranquila no debe ser gran cosa, ve mientras yo me encargo de ganar tiempo encontrare lo que vine a buscar, asi nos largamos rápido de aqui, este lugar no me agrada-.

Buscaba con ansiedad, por los rincones alumbrando con el pesado candelabro de hierro. En rincón se hayaba empotrada un mueble de grandes dimensiones cuya madera estaba deteriorada producto de los años y el clima. Con la mano lo depejó de las telarañas y acercó el candelabro para ver en detalle. Sobre el habián algunos cuchillos, dagas pequeñas oxidadas y gastadas se veía lo que el paso del tiempo habia hecho estragos en aquello objetos.

Recorrió una vez mas el mueble y un brillo intenso llamó su atención, se acercó para ver mejor, dejando el candelabro sobre el mueble. Ahi estaba, lo que tanto habia buscado, entre maderas rotas, vidrios, polvo. Comenzó a remover todo aquello que estaba sobre la espada descubriendola por completo. Sacándola de su empuñadura la alzó con ambas manos. Luego de contemplarla un momento se volvío al salón en busca de Eb.

Aún no regresaba al salón, pero sintío ruidos de pasos y susurros era que venía con "compañía" eran dos jovenes, Eb tenia a a la muchacha sujeta del cuello, la amenazaba con una daga, el joven desconcertado miraba la escena sin poder hacer nada pues corría peligro la vida de su compañera o lo que fuera de el.

Amaranth dejó la espada sobre la mesa y encendió mas velas para poder ver mejor, no dudo en ir por el muchacho sacando la daga y poniendosela en el cuello mientras miraba a su amiga. El panorama era tenso, pues no sabian las intensiones de los jóvenes, pero era mejor darles un buen susto.
De pronto la situación se complico mas, pues de manera violenta entró un hombre con rasgos felinnos con un hacha en la mano, haciendo volar en mil pedazos lo que hace unos segundos era una ventana.

No era posible era su amigo Leon, pero que hacía ahi? fue la pregunta que pasó por su cabeza, mientras mantenía la daga en el cuello del jóven. Sintío un frío que la hizo estremecer, hasta ella llegaba un olor que le hizo recordar a alguien...-Wallace- susurró,  pero eso era imposible, el destino no los podira volver a reunir de esa manera, hizo un gesto de negación con la cabeza pues debia concentrarse, tal vez sus sentidos y sus deseos de volver a verlo le jugaban una mala pasada.

Al reconocer a su amigo León le pregunto inquisitiva - Que haces aquí, se que no vienes sólo, quién más te acompaña, lo puedo oler  y me es bastante familiar-...

Su hermana le estaba comentando algo cuando de repente una rubia despampanante la atrapó por detrás. Era una chica joven en apariencia aunque debía tratarse de una vampiresa y, por tanto, no podía saber con exactitud su edad.
- Chss chs chs chs todos tranquilos. No quiero hacer daño a nadie. Identificaos. Qué hacéis aquí, ahora. Vamos. dijo la rubia caminando de espaldas al salón con Elen agarrada, - Soy sincera al deciros que no me interesa pelear con nadie. Pero no es un buen momento para venir aquí. Y ahora iremos al salón, con cuidado. ¿De acuerdo? prosiguió.

Vinc estaba a punto de parlamentar con la chica cuando de repente otra, suponía que vampira, le puso una daga cerca del cuello. Era morena y más alta que la otra con unos grandes… como decirlo… atributos. Estaba delante de él y sostenía la daga con firmeza.

La situación ya parecía bastante tensa pero para más extravagancia entró un ¿gato gigante? por la ventana. Suponía que se trataba de un tipo de hombre-bestia - Todo el mundo quieto, suelta a esa pobre chica, ella no te hará nada,- gritó nada más entrar y luego dijo con voz suave a la vampiresa que tenía la daga en el cuello de Vinc - No venimos a dañar a nadie, de verdad no queremos pelear  y dudo muchísimo que ellos también quieran hacerlo, suelta a la pequeña y no pasa nada ¿vale?

Ella respondió - Que haces aquí, sé que no vienes sólo, quién más te acompaña, lo puedo oler  y me es bastante familiar- Que mierdas pasa aquí pensó, pero antes de perderse en pensamientos que ahora carecían de importancia dio un paso atrás y se alejó de la daga de la vampiresa aprovechando su confusión.
- No tengo ni idea de qué coño pasa aquí pero mi hermana y yo solo veníamos buscando un sitio donde pasar la noche,- empezó a comentar el brujo y prosiguió manteniendo una postura lo más relajada posible - Si queréis mataros no es asunto nuestro, así que si nos dejáis marchar podréis seguir con vuestros divertimentos tranquilamente.

Cuando Leon salto, carrespeó. Ese no era el plan. Observó entre las sombras lo que ocurria. Leon queria intentar no desatar una pelea. El mismo se ponia en peligro. Y lo peor de todo...parecia familiar a Amaranth. Su cuerpo de lleno de ira al verla. Tenia que entrar.

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Espero a que un rayo lo acompañase y saltó. Su capa le protegio del salto cayendo justo detras del muchacho rubio, destrozando una humilde mesilla. Este pegó un brinco poniendose al lado de la vampira del susto. Con la oscuridad de su parte, la tormenta y la tensión en el aire, le daban a Wallace un aspecto intimidante. Gruño levemente, cogio a la chica de pelo cenizo del brazo con brusquedad y la lanzó a su compañero rubio. La sala se quedo en silencio, iluminada por las velas y en cuestion de minutos por los rayos.

Solto vao por la rendija de la mascara y rapidamente cogio el latigo que tenia en la cintura guardado. Lo chasqueo en el suelo y no dudo. Sin palabras. No tenia tiempo ni paciencia. En un segundo el latigo cogia el cuello de la rubia, fuerte, clavandose en su delicada piel. Con la espada larga de acero y plata en la otra, amenazaba a la otra vampira, directamente en el corazon. Las miro a las dos lentamente y luego al muchacho que estaba desconcertado. Leon lo miraba igual de confuso. Wallace no se estaba rigiendo por el plan. Era imposible. Siempre habia algo que lo estropeaba todo.

Respiraba entrecortadamente. Cargado de ira. Las gotas de agua fria caian por sus brazos desnudos y llenos de cicatrices. Debia hablar. Tenia que aclarar que solo ellos decian que hacer.
-...es facil...las vampiras se quedan aqui...la rubia debe morir...la otra...-miro a leon, ladeando la cabeza levemente.-...yo me encargo de ella...-la rubia se resistia. Sujeto con fuerza el latigo y la miro, clavando sus ojos verdes desde detras de la mascara.-...es un latigo inflamable, cortesia de un dragon que se paso de la lengua...te gusta jugar con fuego, verdad?...-le susurro con tono picaro y burlón en la voz. Sonrio dentro la mascara y le pego un tiron para que se estubiera quieta. Clavó los ojos a los de Amaranth. Ella sabia quien era. Por supuesto que si, el olor lo delataba, pero no le importó. Asi ella sabria quien le iba a matar.

La situación estaba mas o menos controlada. Que debia hacer con los muchachos. Matarlos injustificadamente no era una buena idea, por mucho que el quisiera. Leon se opondria, el es mas honorable. Y luego estaba el tema de Amaranth...


Encontrarla aqui era una maldición. La habia estado buscando para acabar con ella por lo que habia pasado, pero ahora mismo no eran ganas de matarla lo que tenia. Y eso le irritaba. Gruño y estiró mas del latigo. La maldita rubia tenia ganas de jugar.


offrol: a partir de aqui postear vuestra reaccion SIN SALIR DE LA SALA. cuando me toque a mi otra vez el suelo se va a la mierda xD cualquier cosa mp

Estaba tensa, a pesar de que la muchacha no se movía. Amaranth se dirigió hasta el muchacho y lo amenazó también con un arma. "No me gusta..." - pensaba refiriéndose al ritmo que tomaba todo aquello.

- Todo el mundo quieto, suelta a esa pobre chica, ella no te hará nada. No venimos a dañar a nadie, de verdad no queremos pelear y dudo muchísimo que ellos también quieran hacerlo, suelta a la pequeña y no pasa nada ¿vale?


Ébano siseó, y dio un paso atrás, enseñando los colmillos, toda ojos rojos, melena rubia y nervio. Su cabeza era un torbellino, ¡no lo había olido! Ni lo había escuchado llegar, "¡Joder, necia, eres estúpida! No debiste venir.." - pensaba hacia sí misma. Era un gato, una de esas bestias, le hablaba a ella y había roto una ventana para entrar.

Rió con un sonido gutural, profundo de la garganta y examinó el formado cuerpo de aquel felino con formas humanas bien definidas. Centró la cabeza. Tenían que salir de ahí, y deshacer todo el lío.

-Gato.. Claro que no va a pasar nada. Quiero saber qué es esto, y quiero saberlo ahora. Y por tu bien, si te aprecias un poco, espero que no mientas.

Echó la mirada a Amaranth, la miraba con decepción, confusión en los ojos. -¿Qué es esto? Me dijiste que habíamos venido solas. -le dijo, mirada gélida. No tenía clara la conexión que la hacía pensar que aquello era una trampa, pero había tenido todo el tiempo una sensación incómoda. ¿Le habría mentido de verdad?

Las respuestas llegaron poco a poco.

- Que haces aquí, se que no vienes sólo, quién más te acompaña, lo puedo oler y me es bastante familiar. -decía su amiga. Abrió Ébano mucho los ojos y la miró extrañada. Un sonido, una risa ahogada, como expulsando el aire, con decepción salió de los labios de la rubia ante la idea incipiente de engaño que empezaba a plantearse. Negó con la cabeza mirando a Amaranth. Se sintió expuesta durante unos segundos. Era su amiga... "¿Por qué hace esto...?" Escuchó las palabras del chico, que había quedado junto a Amaranth.

- No tengo ni idea de qué coño pasa aquí pero mi hermana y yo solo veníamos buscando un sitio donde pasar la noche. Si queréis mataros no es asunto nuestro, así que si nos dejáis marchar podréis seguir con vuestros divertimentos tranquilamente.

-Ya claro, y tenemos que tragar con esto, ¿no? -dijo mirándolo, aunque luego dirigió la mirada a Amaranth llena de sentimiento de traición- O más bien yo sola, parece. -volvió la vista al chico, mientras la muchacha intentaba convencerla también.

- Ya le has oído, no tienes razones para retenerme más. Vamos suéltame, no haré nada. -le decía. Pegó los labios a su oreja, inspirando su aroma, bastante atrayente. -Querida, con esas palabras, no esperes que me fíe de ti, igual que tu no te fías de mi, supongo. -tenía que ceder, o aquello acabaría....bueno, malamente. Quitó la mano de su boca, la daga, y la enfundó dentro de una de sus botas. Sostuvo las manos de la chica, no terminaba de confiar en ella.

Pero en vano, en vano, como siempre. Se había esforzado en creer a Amaranth, se había esforzado en pensar, en ignorar su hambre, y en confiar en palabras que pretendían calmar la situación, pero aquello, aquello fue demasiado.

Otro estúpido saltó por la ventana. "Llamarán la atención de más gente, si es posible eso, dioses" - pensaba para sí. Abrió mucho los ojos, mirándolo, rojos, rojos, hambrientos. Los colmillos presionaban en su boca, la entreabrió, dejandolos ver, y ladeó la cabeza, examinando el cuidado cuerpo del nuevo invasor, lleno de marcas. Portaba máscara.

Cogió la chica que tenía sujeta. ¿Por qué?
Y entonces alzó el látigo, y toda la confianza que trataba de demostrar, se esfumó, la olvidó, dejó de ser Ireth, se abandonó a la noche, y a su sed. La rodeaba del cuello, y ella lo miraba con ira. Quería soltarse y sus manos no eran capaces. "¡Joder!" Era arrogante, impulsivo, necio y arrogante otra vez. ¡Ah! Sí, y arrogante.

-...es facil... las vampiras se quedan aqui...la rubia debe morir...la otra.....yo me encargo de ella...

Se miraba con el gato, ¿se conocían?, se preguntaba Ébano. Apuntaba a Amaranth, ¿la conocía? Se le anegaron los ojos de lágrimas de ira, y negó lentamente hacia Amaranth.

Agarró con las manos nuevamente el látigo, él tiraba y se clavaba en su piel. No pensaba entrar en su maldito juego, no pensaba hablar más de lo justo. No quería dejarse ver dolida, ni dejarle ver su ira para dar un motivo de ataque a un estúpido gigante enfurecido de jodidamente atractivo cuerpo que estaba forzandola a quedarse quieta. "¡Joder!"

-..es un latigo inflamable, cortesia de un dragon que se pasó de la lengua...te gusta jugar con fuego, verdad?... -lo miró con ira más calmada ahora. Tensó los músculos cuanto pudo y centró la vista, la cabeza. "Ya, maldita sea, Ireth, ya basta"

-¿Y a ti, chaval? -le dijo con arrogancia, alzando el mentón y mirándolo. Tenía que llevarse la situación a su terreno. Soltó las manos del látigo e ignorandolo por completo sacó la daga de nuevo de la bota ceñida al muslo, la cual no tenía que haber guardado: No sabes dónde te metes, necio.. -musitó para si misma.

La mirada de decepción de su amiga Eb caló hondo en su interior, era obvio que ella pensaba que todo esto era una trampa. Todo estaba en contra de Amaranth, pero no podia enfocarse bien pues la mirada de su amiga la tenia clavada en las pupilas, los ojos los tenía vidriosos a puntos de escarparse una lágrima, deseaba explicarle que todo habia sido un macabro juego del destino.

Como era posible...¿Que hacia su amigo León junto a Wallace, se conocian de antes o sólo estaban juntos por la recompensa que habria luego de cazar a Eb?.  El estaba ahi....ocultó tras una máscara, lo sentía cada vez mas cerca, su olor le era inconfundible pero....porque precisamente debia aparecer ahí, justo ahora. Habia pasado todos estos meses huyendo de su recuerdo y ahora el destino lo ponia frente a ella.

El tiempo se paró al verlo, aunque su mirada ya no era la misma, ahora estaba llena de odio y resentimiento hacia ella...hacia los de su raza. Se estremeció al verlo castigar a su amiga, sintió decepción pués inconcientemente tal vez la estaba haciendo pagar por todo el daño que Amaranth le había hecho a él.

Entre tanto alboroto el hombre pudo librarse de la daga, se veía enfadado y confundido al igual que todos, cada segundo la situación se tornaba mas tensa. Amaranth corrió hacia donde estaba la vieja espada, la desevainó y volvío a la sala donde permanecían todos.  Aún tenía con los ojos vidriosos producto del las lagrimas contenidas al ver la decepcion de su amiga y la el odio reflejado en los ojos de él....aquellos que más de una vez la miraron con amor.

Sentía que la ira se apoderaba de su ser...estaba a punto de perder el control, respiraba agitada, su mente era un mar enbravecido, lleno de preguntas, recuerdos y miedos. Se dirigío hacia Wallace y lo amenazó con la espada. Queria enterrar en ese instante cualquier sentimiento de amor que haya existido alguna vez, ahora lo odiaria y asi de una vez saldria de su cabeza. La mas manos las mantenía firmes empuñando la espada sin dejar de mirarlo a los ojos -

Quizá debí matarte el dia que nos conocimos, recuerdas??, tal vez hubiera sido lo mejor, pues bien ahora pondré fin a esta situación....esta vez si, serás tu o yo, pero los dos, no saldremos con vida de aqui- miró un segundo a León y a Eb. -El asunto ahora es personal entre el y yo-. Su voz se quebró un poco, sin embargo su mirada reflejaba ira y dolor.

La situación se había complicado sobremanera. Por las miradas de todos en el salón era obvio que nadie entendía del todo lo que estaba pasando allí.

De repente, un sonido fuerte y acompañado de rotura de madera lo alertó. Se puso en guardia al girarse y comprobó que se trataba de un tipo fornido y enmascarado. De todos modos el nuevo “invitado” no le prestó atención pues solo tenía ojos para las vampiras. Sobre todo para la morena, cuando la miraba a ella sus ojos eran puro odio.

Lanzó a su hermana contra él y después de chasquear el látigo agarró a la vampiresa rubia por el cuello con él. Con su espada apuntó al corazón de la otra vampira. ¡Rayos! Pensó Vinc que le pasa a este tipo, estaba bajando la tensión del lugar para intentar calmar las cosas y acababa de entrar en el salón un meteoro de ira. Pero bueno, al menos ahora su hermana estaba liberada y a su lado. Si la cosa se ponía fea ya no tenía que luchar solo.

La situación entró en una fase de diálogo: el nuevo amenazó a las vampiras, el gato gigante hablaba con él como si lo conociera y con la vampiresa rubia como si fuese su objetivo, y la morena, bueno, la morena salió un momento de la habitación, volvió con una espada en las manos y por la frase que le dirigió al nuevo diría que tenía ganas de usarla con él.

- Joooooooooooooder, sois el grupo más amigable que he conocido por estas tierras,- dijo el rubio - En serio, creo que deberíamos dialogar un poco antes de pasarnos a cuchillo todos aquí,- prosiguió. Pero aparte de su hermana no parecía que nadie le hiciera mucho caso. Estaban todos ensimismados en sus peleas personales y viendo el cariz que estaba tomando la situación se preparó mentalmente para la lucha. No quería pelear pero si no le dejaban más remedio estaría preparado para ello.

Las palabras y los actos de Amaranth lo cegaron. Le estaba amenazando. Ella, quien lo habia abandonado e insultado consecuentemente. Wallace gruño dentro de la mascara. Su mirada estaba llena de odio y colera. Y muerte.

Aflojo el latigo del cuello de la rubia y lo dejo que resvalara por su cuerpo hasta llegar al suelo, camino lentamente hacia Amaranth. Ya no podia parar.
-Como osas....maldita mujer...-carraspeo con voz ronca de ira.-...amenazarme...ooh..tu cabeza sera mi trofeo esta noche...zorra.-Dicho eso, la atacó con la espada. Ignoro las palabras de Leon, para que parasen. Atacaba brutalmente. La vampira se movia con agilidad, haciendole pequeños cortes. Wallace estaba tan cabreado que el dolor no le importaba. Rugio, fuerte salvaje, y partio la mesa central en dos. Estaba tan furioso que no se dio cuenta que la vampira iba a atacarlo de nuevo. Y esta vez no puedo esquivar.

La mascara salto a un lado, rompiendose. La sangre empezo a gotear de su rostro. Wallace jadeo y respiro pesadamente. Una cicatriz mas. El corte de la vampira le habia alcanzado en el punte de la nariz, haciendole un corte largo, en horizontal. Wallace escupio sangre y la miro a los ojos. A pesar de sus ganas de acabar con su vida, algo se lo impedia. Se maldijo por ser tan debil en aquellos momentos. Volvio a rugir, listo para saltar sobre ella, matarla con las manos si hacia falta.

-JEJEJEJEJEJEE! -una risa decrepita y aguda inundo la sala. Wallace se paro en seco, confundido igual que todos los presentes. Miro en dirección a la risa. Un trasgo, pequeño, feo y brulon.- jejejee...malditoz humanoz! caer! caer en nombre del gey!

No tubieron mucho tiempo para reaccionar ante las palabras de la criatura odiosa. El suelo, literalmnete se hundio. Los muebles empezaron a caer junto a las losas. Tenia que actuar rapido. Salto hacia Amaranth y la cogio de la cintura ignorando cualquier signo de protesta. Yo no odiaba, ya no estaba enfadado. Tenia que salvarla, a ella, y los demas.

Segundos, eso tenia, para lanzar el latigo y agarrarse a la lampara de araña del techo. Sintio un dolor extremo en el hombro y pudo mirar abajo.
Un agujero enorme, oscuro y echo a mano. Los restos de la sala caian. Sus compañeros, colgado, en fila. Wallace soportaba el peso de todos, maldiciendoles, pero debia conservar la cordura. Miro a Amaranth a los ojos.-...no...te sueltes...-le susurro, suplicante.-...todo...dioses...ira bien...-gimio de dolor y vio que su amigo Leon tambien estaba a salvo.- Leon! ves algo?...dioses...maldito jodido trasgo del demonio...-gruño mientras agarraba como podia el mango del latigo.

-No caeiz? vaya vaya! al Gey le guztareis! ale! Adioz! -dijo el trasgo, en una brecha del agujero, mientras cortaba el latigo. Wallace rugio y cogio con fuerza a Amaranth. Ya esta, alli se acaba. La miro a los ojos y se olvido de todo.

Y cayeron.


Cayeron.