Misión: Recolectar flores
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Misión: Recolectar flores
Roberta Hackefield –en breve Ramsteim- se va a casar con un buen caballero de la guardia de la ciudad de Lunargenta. Es una hermosa joven de no más de dieciocho años y desea ser la novia más hermosa que se ha casado entre las dos familias. Para ello, ha hecho gastar a su padre una buena cantidad de aeros pero siente que le falta algo, un toque de gracia y femeneidad únicos y para ello les ha contratado.
Roberta Hackefield quiere portar entre sus manos un ramo de flores únicos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Introducción: Escucharás a las señoras que se encargan del arreglo de los detalles quejarse del asunto y te pedirán que vayas por las flores prometiendo una recompensa. Explicarás como llegas al bosque de Sandorai desde Lunargenta y posibles complicaciones.
La naturaleza de esta misión se definirá a través de las runas. Para quién no conozca acerca de este sistema, por favor, pinchar el siguiente [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Por lo que una vez hayas posteado tu llegada, abrirás un hilo y tirarás los dados para ver las dificultades que aparecerán en tu camino. Luego de eso, esperarás la intervención del master.
No hay peligro de muerte.
RequerimientosRoberta Hackefield quiere portar entre sus manos un ramo de flores únicos: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Introducción: Escucharás a las señoras que se encargan del arreglo de los detalles quejarse del asunto y te pedirán que vayas por las flores prometiendo una recompensa. Explicarás como llegas al bosque de Sandorai desde Lunargenta y posibles complicaciones.
La naturaleza de esta misión se definirá a través de las runas. Para quién no conozca acerca de este sistema, por favor, pinchar el siguiente [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Por lo que una vez hayas posteado tu llegada, abrirás un hilo y tirarás los dados para ver las dificultades que aparecerán en tu camino. Luego de eso, esperarás la intervención del master.
No hay peligro de muerte.
-Para completar la misión debes de tener en cuenta que necesitarás un mínimo de siete respuestas de al menos veinte líneas cada una, por participante.
-Puede participar un máximo de tres personas.
-Mínimo de 10 posts on rol
-No se permite que el/los participantes estén participando en un mastereado, duelo o quest.
-Se solicita fluidez, al menos dos posts por semana a determinar con los participantes.
Recompensas
-500 aeros
- 15 puntos de esperiencia, que disminuirán en la medida que el personaje sea de más nivel, es decir, nivel 0- 15 puntos, nivel 1-14 puntos y así sucesivamente.
-Bonus sorpresa por buen desarrollo y puntualidad. No será obligatoriamente para todos los participantes sino que debe de tomarse como un premio individual por el esfuerzo.
Thorn
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Re: Misión: Recolectar flores
Bodas... ¡Menuda pérdida de tiempo! Desconocía todos los detalles de cuan exageradas eran las ceremonias que no solo los humanos organizaban para esa clase de "día especial". Lo único que tal vez podía ver como una grandiosa idea era la música, pues una ceremonia de ese estilo sin cantantes y sus canciones no sería lo mismo, y aunque me hubiese alegrado el honrar a la joven casamentera con mi dulce voz, en su lugar me veía aquí rodeada de plantas exageradamente grandes. No teníamos de esas en el este y, la verdad, no envidiaba a los elfos por ello. Más que una bendición parecía una innecesariedad, pero bueno, cada uno cargaba con su propio muerto.
- Eona... ¿Por qué estamos aquí? Entiendo todo eso de las viejas, la boda y lo demás, pero... ¿Por qué flores? No necesitamos el dinero... - preguntó el enano confundido, con cara de estúpido.
- ¿Por qué dices? Bueno... Déjame pensar... - me rasqué la barbilla mientras rebuscaba con la mirada las copas de los árboles. - ¡Porque lo digo yo! - respondí risueña, pues no había mejor respuesta que aquella.
Keff estampilló su mano abierta en toda la cara, incrédulo de lo caprichosa e infantil que podía llegar a ser. - Eh, no te quejes, que fuiste tu el que me eligió para ir a la aventura. ¿O prefieres volver con Melwyn? - El niño abrió los ojos de par en par, recordando claramente el medio año que tuvo que pasar al cuidado de su segunda madre; terminó negando con la cabeza. - Eso creía yo. - me reí.
Hacía un rato que habíamos cruzado las fronteras, lo cual significaba que hacía rato ya que nos habíamos infiltrado en tierras de elfos orejudos. Lo cierto es que había conocido a muchos de su raza, en muchas clases de situaciones diferentes, y no era tan malo como algunos creían, pero al estar en su territorio la cosa cambiaba y era mejor estar al tanto. - Keff, no olvides que... - no terminé la frase, pues al echarle un vistazo al descerebrado que me tocaba tener bajo mi ala protectora dando saltitos con total tranquilidad entre las flores de colores le cayó una colleja que le dejó más despeinado que al despertar. - ¡Auch...! - se quejó agarrándose inmediatamente la cabeza, lanzándome una mirada asesina e interrogante. - Eso te pasa por no prestar atención. Si lo que quieres es terminar con una flecha en el trasero allá tu, pero no me vengas llorando después. Recuerda que podrían haber elfos en cualquier parte. Usa tu narizota de vez en cuando. -
Off: Espero que no sea un problema que me haya traído a mi PNJ :))
- Eona... ¿Por qué estamos aquí? Entiendo todo eso de las viejas, la boda y lo demás, pero... ¿Por qué flores? No necesitamos el dinero... - preguntó el enano confundido, con cara de estúpido.
- ¿Por qué dices? Bueno... Déjame pensar... - me rasqué la barbilla mientras rebuscaba con la mirada las copas de los árboles. - ¡Porque lo digo yo! - respondí risueña, pues no había mejor respuesta que aquella.
Keff estampilló su mano abierta en toda la cara, incrédulo de lo caprichosa e infantil que podía llegar a ser. - Eh, no te quejes, que fuiste tu el que me eligió para ir a la aventura. ¿O prefieres volver con Melwyn? - El niño abrió los ojos de par en par, recordando claramente el medio año que tuvo que pasar al cuidado de su segunda madre; terminó negando con la cabeza. - Eso creía yo. - me reí.
Hacía un rato que habíamos cruzado las fronteras, lo cual significaba que hacía rato ya que nos habíamos infiltrado en tierras de elfos orejudos. Lo cierto es que había conocido a muchos de su raza, en muchas clases de situaciones diferentes, y no era tan malo como algunos creían, pero al estar en su territorio la cosa cambiaba y era mejor estar al tanto. - Keff, no olvides que... - no terminé la frase, pues al echarle un vistazo al descerebrado que me tocaba tener bajo mi ala protectora dando saltitos con total tranquilidad entre las flores de colores le cayó una colleja que le dejó más despeinado que al despertar. - ¡Auch...! - se quejó agarrándose inmediatamente la cabeza, lanzándome una mirada asesina e interrogante. - Eso te pasa por no prestar atención. Si lo que quieres es terminar con una flecha en el trasero allá tu, pero no me vengas llorando después. Recuerda que podrían haber elfos en cualquier parte. Usa tu narizota de vez en cuando. -
Off: Espero que no sea un problema que me haya traído a mi PNJ :))
Eona
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Re: Misión: Recolectar flores
El miembro 'Eona' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Misión: Recolectar flores
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Keff, en medio de su réplica acalorada, rozó con su diestra una planta carnívora del tamaño de un hombre adulto. Ésta pareció lentamente dirigirse hacia él y con más velocidad de la esperada para una planta que se suponía debía yacer esperando para ser comida, cortada o mutilada se abalanzó sobre el chico una única vez. Afortunadamente nada malo resultó del enfrentamiento… no directamente.
Un [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] fue perturbado en su descanso y no tardó mucho en dar con la fuente del problema. Con sus ojos encendidos con la flama del odio y haciendo aspavientos con sus brazos, se acercó al par gruñendo y llevando todo por delante a su paso. El bosque parecía querer cerrarle el camino al par de desventurados viajeros que se había atrevido a entrar al territorio élfico sin un buen guía. De pronto los sonidos de los animales y pájaros parecían reunirse en un solo recurso para atacar sus oídos y darles miedo.
Varios metros por detrás del par, prácticamente inaudible se encontraba una sombra, vigilante de los acontecimientos que estaban desarrollándose.
Thorn
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Re: Misión: Recolectar flores
Seguía aún regañando la estupidez del mocoso, sin mirarle directamente, mientras caminábamos por el espeso bosque cuando escuché un ruido extraño. Me giré hacia mi derecha y vi como algo se abalanzaba sobre él. Sin saber aún de qué se trataba, instintivamente lancé una patada en la dirección de la espalda del enano, derribándolo sobre el suelo. El mocoso chilló de dolor, otra vez, y cuando quiso levantarse me encontró en una posición parecida a la suya, agachada y con una rodilla hincada en el húmedo suelo.
- ¿Pero qué haces? - preguntó agarrándose de la espalda al levantarse poco a poco, con el ceño fruncido pero interrogativo. Levanté una ceja y moví mi cabeza en la dirección donde un capullo de dos metros se revolvía en el suelo cual tortuga tumbada sobre su caparazón. Keff abrió la boca como atontado, incrédulo de lo que veían sus ojos. - ¿¡Pero qué es eso!? - preguntó esta vez alarmado, pero como si no fuese nada del otro mundo me levanté y seguí con el camino. - ¿No lo ves? Claramente es una planta. - Qué fácil era burlarse de él.
Seguimos caminando, el crío ahora algo más pendiente y asustado, y poco después de nuestro encuentro con el primero de lo que imaginaba serían varias monstruosidades apareció la segunda. Me giré en el momento en el que escuché el crujir de las hojas, antes incluso de que aquel "tronco" nos deleitase con sus chillidos. Le hice un barrido a Keff con el pie derecho, dirigiéndolo a su tobillo izquierdo haciéndole caer. Este volvió a gritar sorprendido, tumbado una vez más con la boca llena de barro, y aproveché el que no estuviese de por medio para pegar un salto concentrando un poco más de energía en la parte baja de mi cuerpo. Durante el salto contraje las piernas contra mi estómago y las empujé con rebote contra el ser del bosque antes de volver a caer sobre ellas, esperando que eso lo echase lo bastante para atrás para poder echar a correr en la otra dirección, cargando al estúpido de Keff si era necesario. Eso sí, ya hubiese sido yo u otra cosa la que despertó el corazón del bosque, este me recibió con una potente sonata de ruidos y sonidos de animales, algunos a los cuales ni siquiera podía reconocer.
Levanté al mocoso por el pescuezo y con cuidado pero sin pausa inicié la rápida marcha lejos de aquel tronco de árbol viviente. - ¿Dije elfos? Bueno, parece ser que hay más de una cosa peligrosa por estas tierras. - A pesar de la situación, no podía dejar de sonreír, emocionada. Keff se lo pasaría en grande recibiendo golpes, ya fuesen míos o de los demás.
Off: Concentrar energía en las piernas es una de mis habilidades, lo cual tiene varios efectos, todo está en mi firma ^^.
- ¿Pero qué haces? - preguntó agarrándose de la espalda al levantarse poco a poco, con el ceño fruncido pero interrogativo. Levanté una ceja y moví mi cabeza en la dirección donde un capullo de dos metros se revolvía en el suelo cual tortuga tumbada sobre su caparazón. Keff abrió la boca como atontado, incrédulo de lo que veían sus ojos. - ¿¡Pero qué es eso!? - preguntó esta vez alarmado, pero como si no fuese nada del otro mundo me levanté y seguí con el camino. - ¿No lo ves? Claramente es una planta. - Qué fácil era burlarse de él.
Seguimos caminando, el crío ahora algo más pendiente y asustado, y poco después de nuestro encuentro con el primero de lo que imaginaba serían varias monstruosidades apareció la segunda. Me giré en el momento en el que escuché el crujir de las hojas, antes incluso de que aquel "tronco" nos deleitase con sus chillidos. Le hice un barrido a Keff con el pie derecho, dirigiéndolo a su tobillo izquierdo haciéndole caer. Este volvió a gritar sorprendido, tumbado una vez más con la boca llena de barro, y aproveché el que no estuviese de por medio para pegar un salto concentrando un poco más de energía en la parte baja de mi cuerpo. Durante el salto contraje las piernas contra mi estómago y las empujé con rebote contra el ser del bosque antes de volver a caer sobre ellas, esperando que eso lo echase lo bastante para atrás para poder echar a correr en la otra dirección, cargando al estúpido de Keff si era necesario. Eso sí, ya hubiese sido yo u otra cosa la que despertó el corazón del bosque, este me recibió con una potente sonata de ruidos y sonidos de animales, algunos a los cuales ni siquiera podía reconocer.
Levanté al mocoso por el pescuezo y con cuidado pero sin pausa inicié la rápida marcha lejos de aquel tronco de árbol viviente. - ¿Dije elfos? Bueno, parece ser que hay más de una cosa peligrosa por estas tierras. - A pesar de la situación, no podía dejar de sonreír, emocionada. Keff se lo pasaría en grande recibiendo golpes, ya fuesen míos o de los demás.
- Patada:
- Algo como esto pero sin carrerilla, usando las dos piernas simultáneamente para golpear con una gran fuerza de impulso.
Off: Concentrar energía en las piernas es una de mis habilidades, lo cual tiene varios efectos, todo está en mi firma ^^.
Eona
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Re: Misión: Recolectar flores
La ira del Dríope parecía haberse incrementado cuando fue abatido por aquella mujer. Con los ojos encendidos como dos grandes hogueras el ser se levantó sacudiendo su cuerpo como un animal salvaje y desbocado y arremetió cual toro bravo hacia aquél par, los sonidos que producía con su gran caja torácica eran graves pero tan fuertes que probablemente se escuchaban en una buena parte del bosque. Su cuerpo al moverse sonaba como decenas de ramas rozándose entre ellas, más su agilidad era superior a la que cualquiera podría suponer por tal tamaño y complexión.
Aquella presencia que había estado siguiendo a Eona y Keff salió de entre las sombras en un claro en donde el monstruo del bosque había acorralado al par. Espinos y zarzos les rodeaban y un escape violento podría ocasionar algunas lastimaduras. -Calma amigo protector, debes marchar en paz- diría el elfo estirando una mano hacia el torso del Dríope a varios metros de distancia, interponiéndose entre él y su presa. El afectado se detuvo en seco al verle, su voz tenía un efecto relajante y parecía estar funcionando su plan, pero un simple chasquido de una rama rompió el trance y la caza nuevamente se había reanudado.
-¡Cuidado!- alertó el pelirrojo retrocediendo mucho terreno en pocas zancadas ágiles. Desenvolvía en el proceso una red y la lanzó en el aire, rematando con cuatro potentes flechas. La figura se detuvo en seco y comenzó a proferir alaridos además de atacar al enemigo invisible. -Esto no durará mucho, síganme- invitó el joven, mirando a Keff con ojos tibios. Sin esperar respuesta desapareció tras los arbustos y el par no volvería a verlo por un buen rato, sólo después que recuperara su juego de flechas. -Sí, le he liberado- contestó ante la interrogante en aquellos a los que había ayudado.
-Me llamo [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] pero me pueden llamar Fritz.- un asomo de sonrisa florecía en sus labios. -Es claro que no pertenecen al bosque. ¿En qué puedo ayudarles?- sus palabras fueron acompañadas por un tono educado y con una pizca de curiosidad, sin embargo, estaba siendo directo en el problema de fondo. Estaban invadiendo territorio de elfos.
Aquella presencia que había estado siguiendo a Eona y Keff salió de entre las sombras en un claro en donde el monstruo del bosque había acorralado al par. Espinos y zarzos les rodeaban y un escape violento podría ocasionar algunas lastimaduras. -Calma amigo protector, debes marchar en paz- diría el elfo estirando una mano hacia el torso del Dríope a varios metros de distancia, interponiéndose entre él y su presa. El afectado se detuvo en seco al verle, su voz tenía un efecto relajante y parecía estar funcionando su plan, pero un simple chasquido de una rama rompió el trance y la caza nuevamente se había reanudado.
-¡Cuidado!- alertó el pelirrojo retrocediendo mucho terreno en pocas zancadas ágiles. Desenvolvía en el proceso una red y la lanzó en el aire, rematando con cuatro potentes flechas. La figura se detuvo en seco y comenzó a proferir alaridos además de atacar al enemigo invisible. -Esto no durará mucho, síganme- invitó el joven, mirando a Keff con ojos tibios. Sin esperar respuesta desapareció tras los arbustos y el par no volvería a verlo por un buen rato, sólo después que recuperara su juego de flechas. -Sí, le he liberado- contestó ante la interrogante en aquellos a los que había ayudado.
-Me llamo [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] pero me pueden llamar Fritz.- un asomo de sonrisa florecía en sus labios. -Es claro que no pertenecen al bosque. ¿En qué puedo ayudarles?- sus palabras fueron acompañadas por un tono educado y con una pizca de curiosidad, sin embargo, estaba siendo directo en el problema de fondo. Estaban invadiendo territorio de elfos.
Thorn
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Re: Misión: Recolectar flores
- ¡Quiero irme a casa...! - lloriqueaba el mocoso mientras lo zarandeaba de un lado a otro aún cogido bajo mi brazo como si no fuese nada más que un saco de heno. Saltaba por encima de las imprevisibles raíces de árboles, molestas ramas llenas de hojas cegadoras y plantas de aspecto peligroso o encantador. Nunca hubiese pensado que aquella extraña criatura fuese capaz de correr tan rápido, y lo peor de todo es que parecía pretender reventarme los tímpanos. Pero la carrera pareció terminar en un pequeño claro sin escapatoria. - Mierda, ese bicho es más pesado que una Lamia. - maldecí por lo bajo.
Solté al enano con la intención de iniciar una pelea, de la cual no dudaba salir victoriosa, pues los humos altos me caracterizaban, no sin razón, pero algo o, mejor dicho alguien, intervino antes de que aquello llegase a más. Lancé al pobre de Keff, sin ninguna clase de arrepentimientos, al suelo justo después de que una vez más la criatura se saliese de control. Coloqué una mano encima de una de las tantas dagas de mi cinturón, preparada para defenderme, pero el elfo había sido más rápido esta vez.
- ¿Por qué yo...? ¿¡Por qué siempre yo!? - lamentaba Keff volviendo a levantarse lleno de polvo. Sonreí de medio lado ante sus lloriqueos y seguí al hombre de orejas puntiagudas con la mirada antes de hacerlo con los pies. - Recuerda, ten cuidado y no lo pierdas de vista... - le recordé al niño con voz confiada, pues por mucho que susurrase de todas formas el elfo lo oiría, así que para qué hacerlo. Lo seguimos y... Lo perdimos de vista... - ¿Decías? - contestó el mocoso burlón, y después de que le cayese una colleja de las grandes el elfo reapareció con las flechas en su mano. "La misericordia de los elfos..." suspiré sin bajar la guardia.
- Yo me llamo Keff y puedes llamarme... Keff. - sonrió el mocoso. - ¡Que raro! Nunca lo había pensado pero no hay otra forma de llamarme que Keff, pues mi nombre no se puede hacer más corto de lo que es. ¿No es gracioso? Ah, y ella es Eona. Aunque tenga el ceño fruncido la mayor parte del tiempo uno acaba acostumbrándose. El otro día, por ejemplo, tropezó con una piedra y casi se cae al suelo rompiéndose... - no terminó su enfermizo discurso pues, adivinad qué, le calló otra colleja que le echó todo el cabello hacia adelante. "¿A eso le llamas ser cuidadoso?" le regañé con la mirada.
Suspiré, poniendo los ojos en blanco. - Lo creas o no hemos venido a recoger flores... - acabé contestando, pues qué otra cosa podía hacer. Visto de cerca aquel elfo parecía un par de años mayor que el pesado de Keff, pero no me dejaría engañar por cosas de elfos; ya había conocido a varios de ellos tiempo atrás. - Una flor llamada Namarië . -
- ¡Sí, es para una boda! - siguió él sin haber aprendido a mantener la boca callada... Se merecía todos los golpes que había recibido y más.
Solté al enano con la intención de iniciar una pelea, de la cual no dudaba salir victoriosa, pues los humos altos me caracterizaban, no sin razón, pero algo o, mejor dicho alguien, intervino antes de que aquello llegase a más. Lancé al pobre de Keff, sin ninguna clase de arrepentimientos, al suelo justo después de que una vez más la criatura se saliese de control. Coloqué una mano encima de una de las tantas dagas de mi cinturón, preparada para defenderme, pero el elfo había sido más rápido esta vez.
- ¿Por qué yo...? ¿¡Por qué siempre yo!? - lamentaba Keff volviendo a levantarse lleno de polvo. Sonreí de medio lado ante sus lloriqueos y seguí al hombre de orejas puntiagudas con la mirada antes de hacerlo con los pies. - Recuerda, ten cuidado y no lo pierdas de vista... - le recordé al niño con voz confiada, pues por mucho que susurrase de todas formas el elfo lo oiría, así que para qué hacerlo. Lo seguimos y... Lo perdimos de vista... - ¿Decías? - contestó el mocoso burlón, y después de que le cayese una colleja de las grandes el elfo reapareció con las flechas en su mano. "La misericordia de los elfos..." suspiré sin bajar la guardia.
- Yo me llamo Keff y puedes llamarme... Keff. - sonrió el mocoso. - ¡Que raro! Nunca lo había pensado pero no hay otra forma de llamarme que Keff, pues mi nombre no se puede hacer más corto de lo que es. ¿No es gracioso? Ah, y ella es Eona. Aunque tenga el ceño fruncido la mayor parte del tiempo uno acaba acostumbrándose. El otro día, por ejemplo, tropezó con una piedra y casi se cae al suelo rompiéndose... - no terminó su enfermizo discurso pues, adivinad qué, le calló otra colleja que le echó todo el cabello hacia adelante. "¿A eso le llamas ser cuidadoso?" le regañé con la mirada.
Suspiré, poniendo los ojos en blanco. - Lo creas o no hemos venido a recoger flores... - acabé contestando, pues qué otra cosa podía hacer. Visto de cerca aquel elfo parecía un par de años mayor que el pesado de Keff, pero no me dejaría engañar por cosas de elfos; ya había conocido a varios de ellos tiempo atrás. - Una flor llamada Namarië . -
- ¡Sí, es para una boda! - siguió él sin haber aprendido a mantener la boca callada... Se merecía todos los golpes que había recibido y más.
Eona
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Re: Misión: Recolectar flores
-Keff, Eona- Su reverencia era limpia y formal. Abrió los ojos grandes cuando escuchó acerca de ese tipo especial de flor y de la boda. –Me sorprende que conozcan de la existencia de tan rara flor ¿Sabe usted donde encontrarla?- preguntaría con la cabeza ladeada para un lado, como poniendo una de sus orejas para escuchar los susurros del bosque. Esperaría la respuesta del par y escucharía con expresión serena e imperturbable.
-Bueno, sea como sea, quizás podamos conseguirlas más tarde. Por ahora tengo que hacer un par de rondas. ¿Les importaría acompañarme? en su rostro no se denotaba ninguna expresión traicionera ni tampoco algún deseo dañino. -Oh, no lo vayan a tomar a mal, es que creo que estarán más seguros conmigo, además, apuesto a que ya es hora de comer, sea donde sea que ustedes vengan- con media sonrisa comenzó a caminar hacia el Sur con total libertad y sin la necesidad de mirar el camino para llegar a su destino.
En este caso tienes dos opciones: 1) seguirle, describir la llegada hasta una casa del árbol, el almuerzo y el comienzo de una ronda. Puedes manejar a Fritz. 2) No seguirle y describir una complicación mientras buscas las flores. No podrás llegar a la ciudad o al árbol madre
-Bueno, sea como sea, quizás podamos conseguirlas más tarde. Por ahora tengo que hacer un par de rondas. ¿Les importaría acompañarme? en su rostro no se denotaba ninguna expresión traicionera ni tampoco algún deseo dañino. -Oh, no lo vayan a tomar a mal, es que creo que estarán más seguros conmigo, además, apuesto a que ya es hora de comer, sea donde sea que ustedes vengan- con media sonrisa comenzó a caminar hacia el Sur con total libertad y sin la necesidad de mirar el camino para llegar a su destino.
En este caso tienes dos opciones: 1) seguirle, describir la llegada hasta una casa del árbol, el almuerzo y el comienzo de una ronda. Puedes manejar a Fritz. 2) No seguirle y describir una complicación mientras buscas las flores. No podrás llegar a la ciudad o al árbol madre
Thorn
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Re: Misión: Recolectar flores
Todo lo que hice ante su pregunta fue negar con la cabeza. No tenía por qué contarle nada y, de todas formas, no era mentira. El plan consistía en tirarnos a ciegas sobre tierras de elfos y esperar que la suerte estuviese de nuestro lado.
- Unas ancianas no dijeron en Lunargenta que la novia quería esta y ninguna otra flor para su boda. - contestó el canijo más de lo que me habría gustado, pero le dejé hacer.
- No hace falta, podré defendernos a los dos. Tenemos pri... -
- ¡Sí! ¡Sí sí sí! ¡Tengo hambre y quiero ver una casa de elfos! - me interrumpió el enano saltando de alegría. Traté de detenerle pero se escabulló salturreando esta vez al rededor del enano orejudo; genial... Dos enanos...
Después de aquello ya no tuve ni voz ni voto en el asunto, por lo que me encontré siguiendo a aquel par de dos en silencio y con el ceño fruncido. Es cierto que ser invitados por un elfo era una oportunidad única, y sería de gran ayuda para mi investigación familiarizarme con todo lo que pueda presenciar estando a su lado, pero hacía un par de días que no había dejado de dolerme la cabeza y algo me decía que el estúpido de Keff tenía mucho que ver con la causa... Estaba de un humor de perros.
- Y dime, ¿cómo es la casa en la que vives? ¿Tiene puerta y ventanas? ¿Es una flor gigante? ¿O tal vez vives en una casa redonda bajo el suelo? ¿Hay arcoiris? - preguntaba hiperactivo, agobiando al pobre elfo que se había ofrecido imprudentemente a mostrarle el camino.
- Pues... No, nada de eso... - respondió con una sonrisa forzada. Pobre, no había nadie que aguantase a Keff cuando se ponía de ese modo, ni siquiera el paciente y armonioso elfo. - Es eso de ahí. - apuntó hacia arriba con la punta del dedo.
- ¡Woooooooow! -
Subimos una especie de escaleras colgantes, echas de lianas y ramas de árboles. Una vez arriba, en lo que parecía ser y era una modesta casa en lo alto de un árbol, una ardillita nos recibió con un molesto "ñic ñic". También había una elfa anciana, realmente anciana, pero con los movimientos de toda una jovenzuela. Después de discutir algo con Fritz en un idioma que evidentemente no entendíamos, probablemente sobre nosotros, ella misma fue la que nos sirvió una sopa de agua caliente; sí, agua caliente y ya está, y un plato lleno hasta arriba de hojas de diferentes formas y tamaños. - Delicioso... - dije una vez tuve el plato frente a mis narices, pero al parecer nadie captó la ironía.
Keff se había portado bastante bien durante la comida, más que nada porque no se cansaba de acribillar a los elfos con preguntas estúpidas. En parte era conveniente, pues podía disfrutar el interrogatorio sin mover un solo dedo, y tal vez, TAL VEZ, todas esas gilipolleces me sirviesen de algo en el futuro... "Los elfos usan los cambios de pieles de las serpientes para hacer calcetines para los más jóvenes..." Aquella frase entre todas se me había quedado grabada a fuego vivo en el cerebro...
- Bueno, ya va siendo hora de seguir con el trabajo. Tengo que patrullar los bosques. -
- ¿Qué? ¿Ya? - reprochó Keff con morros de pato degollado.
- Sí... Tal vez luego te responda a más preguntas... - trató de convencerlo el pobre elfo. La verdad es que tenía una paciencia de hierro.
Poco después nos encontrábamos paseando por el bosque, y solo la excusa de estar vigilando mantenía al cachorro en silencio absoluto.
- Unas ancianas no dijeron en Lunargenta que la novia quería esta y ninguna otra flor para su boda. - contestó el canijo más de lo que me habría gustado, pero le dejé hacer.
- No hace falta, podré defendernos a los dos. Tenemos pri... -
- ¡Sí! ¡Sí sí sí! ¡Tengo hambre y quiero ver una casa de elfos! - me interrumpió el enano saltando de alegría. Traté de detenerle pero se escabulló salturreando esta vez al rededor del enano orejudo; genial... Dos enanos...
Después de aquello ya no tuve ni voz ni voto en el asunto, por lo que me encontré siguiendo a aquel par de dos en silencio y con el ceño fruncido. Es cierto que ser invitados por un elfo era una oportunidad única, y sería de gran ayuda para mi investigación familiarizarme con todo lo que pueda presenciar estando a su lado, pero hacía un par de días que no había dejado de dolerme la cabeza y algo me decía que el estúpido de Keff tenía mucho que ver con la causa... Estaba de un humor de perros.
- Y dime, ¿cómo es la casa en la que vives? ¿Tiene puerta y ventanas? ¿Es una flor gigante? ¿O tal vez vives en una casa redonda bajo el suelo? ¿Hay arcoiris? - preguntaba hiperactivo, agobiando al pobre elfo que se había ofrecido imprudentemente a mostrarle el camino.
- Pues... No, nada de eso... - respondió con una sonrisa forzada. Pobre, no había nadie que aguantase a Keff cuando se ponía de ese modo, ni siquiera el paciente y armonioso elfo. - Es eso de ahí. - apuntó hacia arriba con la punta del dedo.
- ¡Woooooooow! -
Subimos una especie de escaleras colgantes, echas de lianas y ramas de árboles. Una vez arriba, en lo que parecía ser y era una modesta casa en lo alto de un árbol, una ardillita nos recibió con un molesto "ñic ñic". También había una elfa anciana, realmente anciana, pero con los movimientos de toda una jovenzuela. Después de discutir algo con Fritz en un idioma que evidentemente no entendíamos, probablemente sobre nosotros, ella misma fue la que nos sirvió una sopa de agua caliente; sí, agua caliente y ya está, y un plato lleno hasta arriba de hojas de diferentes formas y tamaños. - Delicioso... - dije una vez tuve el plato frente a mis narices, pero al parecer nadie captó la ironía.
Keff se había portado bastante bien durante la comida, más que nada porque no se cansaba de acribillar a los elfos con preguntas estúpidas. En parte era conveniente, pues podía disfrutar el interrogatorio sin mover un solo dedo, y tal vez, TAL VEZ, todas esas gilipolleces me sirviesen de algo en el futuro... "Los elfos usan los cambios de pieles de las serpientes para hacer calcetines para los más jóvenes..." Aquella frase entre todas se me había quedado grabada a fuego vivo en el cerebro...
- Bueno, ya va siendo hora de seguir con el trabajo. Tengo que patrullar los bosques. -
- ¿Qué? ¿Ya? - reprochó Keff con morros de pato degollado.
- Sí... Tal vez luego te responda a más preguntas... - trató de convencerlo el pobre elfo. La verdad es que tenía una paciencia de hierro.
Poco después nos encontrábamos paseando por el bosque, y solo la excusa de estar vigilando mantenía al cachorro en silencio absoluto.
Eona
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Re: Misión: Recolectar flores
Fritz se había mostrado cauteloso en todo el tiempo que habían estado compartiendo con los foráneos, sin embargo había comprendido que no perseguían ningún mal y que probablemente estuvieran diciendo la verdad acerca de sus intenciones, por lo que se relajó y continuó respondiendo las preguntas del joven Keff con mayor soltura, a veces, ni siquiera dándole tiempo para preguntar con sus explicaciones. Ambos eran muy similares en ese aspecto.
Luego de un buen rato a través de la espesura del bosque, el elfo se resguardó en un tronco hueco y mirando hacia ambos lados como si estuviera por cometer un pecado atroz e imperdonable sacó de un pequeño morral que llevaba a la espalda un atado muy bien sellado. -Esto es un obsequio de un buen amigo que vive en las afueras. Lo considero toda una exquisitez, aunque solamente me permito comer una o dos- desenvolvió el paquete y aparecieron media docena de albóndigas regordetas y bien formadas. Sin pensarlo dos veces, como acto de confianza Fritz se llevó una a la boca y le dejó el resto a sus acompañantes. -La señora Lehia es un poco tradicional y está bastante adulta- un amago de sonrisa se dibujó en su rostro -por lo que hay que dejarla ser y de vez en cuando permitirnos estas extravagancias- le entregó el paquete al chico con el alimento restante y se enderezó.
-La flor que están buscando crece al pie del árbol madre que está bien custodiado por centinelas además de toda una ciudad. Mi deber como ciudadano es escoltarlos fuera de la ciudad, pero una boda siempre es motivo de alegría y nuevas esperanzas, por lo que les ayudaré a conseguirla y les escoltaré a los límites del bosque- No esperó una respuesta, simplemente comenzó a caminar con un nuevo rumbo, ahora ágilmente moviéndose entre ramas y hojas. -No hay tiempo, debemos prepararlos-
Las siguientes horas las pasaron recorriendo partes del bosque, recogiendo enseres de algunos pasantes e intercambiándolos con elfos que tenían su casa o puesto en lugares específicos. Llegando a un curso de agua en medio de un claro en donde cálidos rayos de sol iluminaban intermitentemente el suelo el guía se detuvo y le entregó un gran atado que había negociado momentos atrás. -No es de la mejor calidad, pero no podíamos ir al mercado sin que estuvieran debidamente disfrazados- observó el brillo de los ojos en Keff y sonrió de lado. -Deberán darse un buen baño con estos jabones. No huelen precisamente a paz y gloria- intentó no arrugar la nariz ante el pensamiento. --Y deben de asegurarse de cubrirse bien con las capas. Las orejas…- diría señalando tímidamente a Eona.
Misión: entra encubierta a la ciudad ha comenzado! Es hora de disfrazarse y entrar a la ciudad. Deberás describirla y el camino hacia el árbol madre, pero aún no podrás llegar a él. En la ciudad, serán detenidos por la guardia y deberás solucionar la situación con sapiencia
Luego de un buen rato a través de la espesura del bosque, el elfo se resguardó en un tronco hueco y mirando hacia ambos lados como si estuviera por cometer un pecado atroz e imperdonable sacó de un pequeño morral que llevaba a la espalda un atado muy bien sellado. -Esto es un obsequio de un buen amigo que vive en las afueras. Lo considero toda una exquisitez, aunque solamente me permito comer una o dos- desenvolvió el paquete y aparecieron media docena de albóndigas regordetas y bien formadas. Sin pensarlo dos veces, como acto de confianza Fritz se llevó una a la boca y le dejó el resto a sus acompañantes. -La señora Lehia es un poco tradicional y está bastante adulta- un amago de sonrisa se dibujó en su rostro -por lo que hay que dejarla ser y de vez en cuando permitirnos estas extravagancias- le entregó el paquete al chico con el alimento restante y se enderezó.
-La flor que están buscando crece al pie del árbol madre que está bien custodiado por centinelas además de toda una ciudad. Mi deber como ciudadano es escoltarlos fuera de la ciudad, pero una boda siempre es motivo de alegría y nuevas esperanzas, por lo que les ayudaré a conseguirla y les escoltaré a los límites del bosque- No esperó una respuesta, simplemente comenzó a caminar con un nuevo rumbo, ahora ágilmente moviéndose entre ramas y hojas. -No hay tiempo, debemos prepararlos-
Las siguientes horas las pasaron recorriendo partes del bosque, recogiendo enseres de algunos pasantes e intercambiándolos con elfos que tenían su casa o puesto en lugares específicos. Llegando a un curso de agua en medio de un claro en donde cálidos rayos de sol iluminaban intermitentemente el suelo el guía se detuvo y le entregó un gran atado que había negociado momentos atrás. -No es de la mejor calidad, pero no podíamos ir al mercado sin que estuvieran debidamente disfrazados- observó el brillo de los ojos en Keff y sonrió de lado. -Deberán darse un buen baño con estos jabones. No huelen precisamente a paz y gloria- intentó no arrugar la nariz ante el pensamiento. --Y deben de asegurarse de cubrirse bien con las capas. Las orejas…- diría señalando tímidamente a Eona.
Misión: entra encubierta a la ciudad ha comenzado! Es hora de disfrazarse y entrar a la ciudad. Deberás describirla y el camino hacia el árbol madre, pero aún no podrás llegar a él. En la ciudad, serán detenidos por la guardia y deberás solucionar la situación con sapiencia
Thorn
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Re: Misión: Recolectar flores
Alcé las cejas ante el ofrecimiento del elfo y le arrebaté una de las albóndigas al mocoso una vez que este se apoderó del conjunto. Olfateé, no solo para comprobar que no hubiese rastro alguno de hojas u hortalizas, sino para, por si acaso, comprobar que no hubiese ninguna otra cosa, y finalmente la degusté con apetito. - Increíble... ¡No está echa de hojas! - contesté con una sonrisa de oreja a oreja y le quité una más al glotón de Keff; el resto se las dejé a él.
Escuché sus palabras con atención. El orejudo parecía estar más dispuesto a ayudarnos de lo necesario, pero en vez de resultar sospechoso me recordó un poco al propio Keff, metiendo las narices en todo lo que pareciese ser un poco interesante. Me levanté y le seguí el rollo. Lo cierto es que si tan prohibida nos era la entrada a su ciudad bien podría recoger él mismo las flores y entregárnoslas en los extremos, pero o no se le había ocurrido o no lo vio necesario, y yo no pensaba reprocharle una visita al llamado Árbol Madre. Lo seguimos por horas y horas recolectando todo lo necesario y una vez en el río el estúpido de Keff no dudó en saltar de cabeza al agua. - Es curioso que trates tan bien a aquellos que otros tratarían de enemigos. - comenté risueña una vez que recibí el apestoso jabón de manos del sonrojado elfo, pues después de todo, no podía decir que lobos y elfos tuviesen la mejor de las relaciones, pero... ¡Al agua patos!
Muchas fueron mis insinuaciones para que se uniese al baño, más para burlarme de él que por otra cosa, pero como buen elfo santurrón se negó a cada una de ellas y una vez la peste a perro mojado se vio casi extinta nos secamos colocándonos los trajes que nos había preparado; capuchas incluidas.
El camino hacia la ciudad no fue en nada diferente al paseo que durante todo el día recorrimos; árboles, plantas, flores, bichos, animales, más árboles... Todo se repetía una y otra vez, menos por las cada vez más frecuentes construcciones naturalistas; hoyos ocultos en los más robustos troncos, casas en las alturas, puentes naturales y demás. Y no hace falta mencionar que cuantas más casas más miradas clavadas en nuestras nucas. Tenía que admitir que Keff se había tomado en serio lo de mantener la boca callada, pues como habíamos discutido con el elfo con anterioridad, el élfico predominaba en aquellas tierras y sería raro escuchar algo diferente, pero eso no evitaba que muchas eran las veces en las que éramos el centro de atención, hasta que; al fin...
Al fin un árbol diferente de los demás, enórmemente deslumbrante. El tronco podría llegar a compararse hasta con el castillo de Lunargenta y la copa llena de coloridas hojas llegaba hasta las nubes. Desde donde estaba no podía apreciar todos los detalles, pero pareciese como si los elfos fuesen capaces de entrar en su interior mediante miles de pasadizos sin llegar a afectar su crecimiento. "Esto no lo tenemos en el este..." pensé maravillada, y eran pocas las veces que algo conseguía maravillarme.
- Wow... - susurró Kef con asombro, justo antes de que le metiese una colleja. Le dediqué una mirada de "¡calla idiota!" y pasó lo que no tenía que pasar...
- ¿Ergh ghaaënd naeïndur? - pronunció una voz con tono de pregunta a nuestras espaldas; se trataba de un guardia orejudo. Me aseguré de que mis orejas estuviesen bien tapadas y compartí una mirada con Fritz, pues si nos pillaban él estaría tan o incluso más involucrado que nosotros.
- Aërwegar de siën bah lun. Keh kaëld bag... - respondió él sin que pudiésemos entenderle una sola palabra, iniciando una conversación, pero el plan era claro. "Mudos y enfermos, mudos y enfermos..." repetía en mi cabeza, rezando para que fuesen cuales fuesen sus palabras surgieran efecto. Ambos, Keff y yo, permanecimos cabizbajos, con carita de pena sin hacer un solo ruido, esperando a que todo se solucionase y, de no hacerlo, correr a la mínima de cambio.
Escuché sus palabras con atención. El orejudo parecía estar más dispuesto a ayudarnos de lo necesario, pero en vez de resultar sospechoso me recordó un poco al propio Keff, metiendo las narices en todo lo que pareciese ser un poco interesante. Me levanté y le seguí el rollo. Lo cierto es que si tan prohibida nos era la entrada a su ciudad bien podría recoger él mismo las flores y entregárnoslas en los extremos, pero o no se le había ocurrido o no lo vio necesario, y yo no pensaba reprocharle una visita al llamado Árbol Madre. Lo seguimos por horas y horas recolectando todo lo necesario y una vez en el río el estúpido de Keff no dudó en saltar de cabeza al agua. - Es curioso que trates tan bien a aquellos que otros tratarían de enemigos. - comenté risueña una vez que recibí el apestoso jabón de manos del sonrojado elfo, pues después de todo, no podía decir que lobos y elfos tuviesen la mejor de las relaciones, pero... ¡Al agua patos!
Muchas fueron mis insinuaciones para que se uniese al baño, más para burlarme de él que por otra cosa, pero como buen elfo santurrón se negó a cada una de ellas y una vez la peste a perro mojado se vio casi extinta nos secamos colocándonos los trajes que nos había preparado; capuchas incluidas.
El camino hacia la ciudad no fue en nada diferente al paseo que durante todo el día recorrimos; árboles, plantas, flores, bichos, animales, más árboles... Todo se repetía una y otra vez, menos por las cada vez más frecuentes construcciones naturalistas; hoyos ocultos en los más robustos troncos, casas en las alturas, puentes naturales y demás. Y no hace falta mencionar que cuantas más casas más miradas clavadas en nuestras nucas. Tenía que admitir que Keff se había tomado en serio lo de mantener la boca callada, pues como habíamos discutido con el elfo con anterioridad, el élfico predominaba en aquellas tierras y sería raro escuchar algo diferente, pero eso no evitaba que muchas eran las veces en las que éramos el centro de atención, hasta que; al fin...
Al fin un árbol diferente de los demás, enórmemente deslumbrante. El tronco podría llegar a compararse hasta con el castillo de Lunargenta y la copa llena de coloridas hojas llegaba hasta las nubes. Desde donde estaba no podía apreciar todos los detalles, pero pareciese como si los elfos fuesen capaces de entrar en su interior mediante miles de pasadizos sin llegar a afectar su crecimiento. "Esto no lo tenemos en el este..." pensé maravillada, y eran pocas las veces que algo conseguía maravillarme.
- Wow... - susurró Kef con asombro, justo antes de que le metiese una colleja. Le dediqué una mirada de "¡calla idiota!" y pasó lo que no tenía que pasar...
- ¿Ergh ghaaënd naeïndur? - pronunció una voz con tono de pregunta a nuestras espaldas; se trataba de un guardia orejudo. Me aseguré de que mis orejas estuviesen bien tapadas y compartí una mirada con Fritz, pues si nos pillaban él estaría tan o incluso más involucrado que nosotros.
- Aërwegar de siën bah lun. Keh kaëld bag... - respondió él sin que pudiésemos entenderle una sola palabra, iniciando una conversación, pero el plan era claro. "Mudos y enfermos, mudos y enfermos..." repetía en mi cabeza, rezando para que fuesen cuales fuesen sus palabras surgieran efecto. Ambos, Keff y yo, permanecimos cabizbajos, con carita de pena sin hacer un solo ruido, esperando a que todo se solucionase y, de no hacerlo, correr a la mínima de cambio.
Eona
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Re: Misión: Recolectar flores
-No me malinterpretes Eona, no pienso dejarte sola en este bosque y creo que Keff no se da mucho para mentir… pero tú- le dijo dándole una ojeada exhaustiva -Es bueno tener a tus amigos cerca, pero más a tus enemigos, o posibles enemigos, y como no quiero perder mi tiempo en explicaciones innecesarias si no estás mintiendo… entonces te ayudaré- en ese momento le había sonreído con picardía y cierto orgullo. Por lo general los foráneos tendían a pensar menos de él por su linda cara de bebé elfo.
Fritz se maravillaba observando desde su posición las expresiones que se dibujaban en el rostro de sus acompañantes. Era la primera vez que se atrevía a entrar personas ajenas a la comunidad hasta ese lugar y había sentido culpa por unos momentos… hasta que se dio cuenta que había hecho lo correcto. Pensaba preguntar de qué región eran originarios, ciertamente le parecía curioso su comportamiento en general y más el que estaban llevando ahora pero una voz tras de sí se lo impidió.
Después de intercambiar algunas palabras con el desconocido, el elfo pelirrojo se reclinó con cierta elocuencia sobre el hombro de la rubia y le susurró con un soo aliento: -Señorita, es usted muda y se dirigirá al árbol para arrancar las flores. Sabrá cuales son, no hay cómo confundirlas. Yo les alcanzaré más adelante- y sin más soldado y elfo se dieron la vuelta para caminar hacia una puerta no muy lejos del lugar. Eona se encontraría sola con Keff para completar su tarea.
De camino al tronco del árbol madre se cruzaría con elfos preparándose para algo, las fiestas por fin de año parecían acercarse pero se vivía un ambiente tenso, era como si se preparasen para alguna especie de guerra. Una vez a los pies del gran árbol, el par encontraría un sinfín de flores dispuestas en pequeños jardines y tendrían que decidir cuál era la flor indicada. Pero antes de que pudieran tocar el primero de los pétalos, una voz a sus espaldas les llamaría la atención.
-Laëitam fus grähei- carraspeó un poco intentando con otros vocablos, su mirada puesta en Keff. -Supuse que se trataría de algo así. ¡A que ha sido Fritzen Fraguas!- diría perdiendo el aplomo y dando una patada al piso. Le tomó unos momentos tranquilizarse cuando vio que estaba causando alboroto, dejó salir el aire por la boca sonoramente y volvió a hablar -Supongo que no deseáis ningún mal. ¿Les puedo ayudar?.
Fritz se maravillaba observando desde su posición las expresiones que se dibujaban en el rostro de sus acompañantes. Era la primera vez que se atrevía a entrar personas ajenas a la comunidad hasta ese lugar y había sentido culpa por unos momentos… hasta que se dio cuenta que había hecho lo correcto. Pensaba preguntar de qué región eran originarios, ciertamente le parecía curioso su comportamiento en general y más el que estaban llevando ahora pero una voz tras de sí se lo impidió.
Después de intercambiar algunas palabras con el desconocido, el elfo pelirrojo se reclinó con cierta elocuencia sobre el hombro de la rubia y le susurró con un soo aliento: -Señorita, es usted muda y se dirigirá al árbol para arrancar las flores. Sabrá cuales son, no hay cómo confundirlas. Yo les alcanzaré más adelante- y sin más soldado y elfo se dieron la vuelta para caminar hacia una puerta no muy lejos del lugar. Eona se encontraría sola con Keff para completar su tarea.
De camino al tronco del árbol madre se cruzaría con elfos preparándose para algo, las fiestas por fin de año parecían acercarse pero se vivía un ambiente tenso, era como si se preparasen para alguna especie de guerra. Una vez a los pies del gran árbol, el par encontraría un sinfín de flores dispuestas en pequeños jardines y tendrían que decidir cuál era la flor indicada. Pero antes de que pudieran tocar el primero de los pétalos, una voz a sus espaldas les llamaría la atención.
-Laëitam fus grähei- carraspeó un poco intentando con otros vocablos, su mirada puesta en Keff. -Supuse que se trataría de algo así. ¡A que ha sido Fritzen Fraguas!- diría perdiendo el aplomo y dando una patada al piso. Le tomó unos momentos tranquilizarse cuando vio que estaba causando alboroto, dejó salir el aire por la boca sonoramente y volvió a hablar -Supongo que no deseáis ningún mal. ¿Les puedo ayudar?.
Thorn
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Re: Misión: Recolectar flores
La verdad, aún no sabía muy bien qué pensar del niño elfo... Evidentemente no era tan niño como aparentaba, al igual que los lobos puros de la Manada; yo incluida, pero eso no resolvía nada. ¿Podía o no confiar en él? Por el momento parecía cooperar y, fuese para bien o para mal se ocupó del guardia, dejándonos el resto del trabajo. "Podría ser una trampa, ándate con ojo" traté de enviarle telepáticamente a Keff con una mirada, pero solo los dioses sabrían si le habría llegado a ese pedazo de idiota...
Seguimos en silencio por la ciudad de los orejudos, si a aquello se le podía llamar ciudad para empezar. No es como si los elfos fuesen unos cabernícolas, al contrario, todos sabían que eran de los seres más inteligentes de Aerandir, pero dudaba que un hombre común de Lunargenta pudiese orientarse sin todas las cosas a las que estaba acostumbrado. Aquello era... Mucho más verde de lo que llegaría a ser cómodo, hasta para un lobo.
Impedí que el mocoso se detuviese empanado frente a un grupo de elfos que llevaban mercancía. Había muchos por esta zona y parecían estar algo ansiosos. Con el rabillo del ojo conseguí ver lo que parecían ser puntas de flecha y Keff y yo intercambiamos una mirada. Cada vez dudaba más de que no hubiésemos saltado al interior de la boca del lobo, y de lobos sabía lo mío, pero de nada servía detenerse ahora.
Al fin llegamos a la base del enorme árbol madre, que parecía ser el centro de su raza. Me habría gustado echar un mejor vistazo, pero lo más prudente sería no entretenerse demasiado, por lo que nos dirigimos directamente al enorme jardín de flores, hasta que un elfo bastante cabreado nos detuvo.
- ¿Fritzen? No se de quién me hablas... - respondí con una sonrisa, dando un solo paso hacia atrás. Ya de nada servía seguir interpretando el papel de elfos, y ya fuese nuestro aliado o un traidor, aquel elfo consiguió meternos bastante adentro de la ciudad, por lo que no iba a mencionar su nombre si podía evitarlo.
- Solo vinimos a por esas flores. - respondió Keff risueño apuntando hacia la flor por la cual arriesgábamos nuestras vidas. Puse los ojos en blanco y suspiré sin fuerza alguna. ¿Qué más daba? Este mocoso era inaguantable, pero al parecer, según el joven elfo, al menos era de confianza.
- Sí... Vinimos a por un poco de Namarië a pedido de una mujer de Lunargenta... - No me quedaba de otra que resignarme y seguir la corriente de lo que fuese que fuese a suceder. Pero eso sí, si algo salía mal estaba lista para echar a correr; atacar sería poco más que un acto suicida.
- Es para una boda. - continuó el mocoso como si nada, con una sonrisa de oreja a oreja. - ¿Podemos? -
Seguimos en silencio por la ciudad de los orejudos, si a aquello se le podía llamar ciudad para empezar. No es como si los elfos fuesen unos cabernícolas, al contrario, todos sabían que eran de los seres más inteligentes de Aerandir, pero dudaba que un hombre común de Lunargenta pudiese orientarse sin todas las cosas a las que estaba acostumbrado. Aquello era... Mucho más verde de lo que llegaría a ser cómodo, hasta para un lobo.
Impedí que el mocoso se detuviese empanado frente a un grupo de elfos que llevaban mercancía. Había muchos por esta zona y parecían estar algo ansiosos. Con el rabillo del ojo conseguí ver lo que parecían ser puntas de flecha y Keff y yo intercambiamos una mirada. Cada vez dudaba más de que no hubiésemos saltado al interior de la boca del lobo, y de lobos sabía lo mío, pero de nada servía detenerse ahora.
Al fin llegamos a la base del enorme árbol madre, que parecía ser el centro de su raza. Me habría gustado echar un mejor vistazo, pero lo más prudente sería no entretenerse demasiado, por lo que nos dirigimos directamente al enorme jardín de flores, hasta que un elfo bastante cabreado nos detuvo.
- ¿Fritzen? No se de quién me hablas... - respondí con una sonrisa, dando un solo paso hacia atrás. Ya de nada servía seguir interpretando el papel de elfos, y ya fuese nuestro aliado o un traidor, aquel elfo consiguió meternos bastante adentro de la ciudad, por lo que no iba a mencionar su nombre si podía evitarlo.
- Solo vinimos a por esas flores. - respondió Keff risueño apuntando hacia la flor por la cual arriesgábamos nuestras vidas. Puse los ojos en blanco y suspiré sin fuerza alguna. ¿Qué más daba? Este mocoso era inaguantable, pero al parecer, según el joven elfo, al menos era de confianza.
- Sí... Vinimos a por un poco de Namarië a pedido de una mujer de Lunargenta... - No me quedaba de otra que resignarme y seguir la corriente de lo que fuese que fuese a suceder. Pero eso sí, si algo salía mal estaba lista para echar a correr; atacar sería poco más que un acto suicida.
- Es para una boda. - continuó el mocoso como si nada, con una sonrisa de oreja a oreja. - ¿Podemos? -
Eona
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Re: Misión: Recolectar flores
-Entonces no puedo permitir que tomen esa flor- diría el elfo de mediana edad negando con la cabeza mientras se reclinaba pesadamente sobre su bastón que cargaba en la zurda. -Pero tampoco me gusta que me mientan, estoy algo viejo para eso- le diría a Eona viéndole a los ojos con el fantasma de media sonrisa dibujada en su rostro, simpático se dirigió al jovencito y echó su cabeza hacia adelante y atrás, luego dio un paso hacia atrás para observar al par en conjunto. Parecía cotejar algo en su cabeza.
- Namarië hay una sola jovencito y no es esa- cambió el peso de su cuerpo y levantó el bastón hacia un lugar alejado a los pies del mismo tronco del árbol madre. -puedo asegurarte que cuando vayas en esa dirección verás que la flor que estabas apuntando es bastante común por aquí, aunque probablemente una humana no sabría la diferencia entre las dos- se dio la media vuelta y comenzó a caminar rápidamente por donde había llegado.
- Aish mi bella dama, ya deberías de haber terminado tus negocios por aquí- diría la voz de un Fritz que se acercaba con un tulipán en la mano para entregárselo a la rubia luego de rozar su piel con él. Sin dudas el elfo se había pasado de copas y estaba siendo el blanco de varias miradas curiosas.
- Namarië hay una sola jovencito y no es esa- cambió el peso de su cuerpo y levantó el bastón hacia un lugar alejado a los pies del mismo tronco del árbol madre. -puedo asegurarte que cuando vayas en esa dirección verás que la flor que estabas apuntando es bastante común por aquí, aunque probablemente una humana no sabría la diferencia entre las dos- se dio la media vuelta y comenzó a caminar rápidamente por donde había llegado.
- Aish mi bella dama, ya deberías de haber terminado tus negocios por aquí- diría la voz de un Fritz que se acercaba con un tulipán en la mano para entregárselo a la rubia luego de rozar su piel con él. Sin dudas el elfo se había pasado de copas y estaba siendo el blanco de varias miradas curiosas.
- tulipan:
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Thorn
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Re: Misión: Recolectar flores
En cuanto aquel elfo se acercó a Keff no pude evitar no ponerme nerviosa. Preparé los músculos de mi cuerpo para lo que surgiese, pero pareció ser que solo quiso examinarlo, al igual que había echo conmigo rato atrás. Tal vez lo mejor no sería delatar nuestra verdadera identidad. Tenía bien sabido que los humanos no eran de sus razas favoritas, pero qué decir de los licántropos. Aquello sí que no llegaría a funcionar.
- ¿Esa no es? - gritamos ambos, Keff y yo, al unísono. Levanté las cejas y observé desde la distancia lo flor que teníamos en mente agarrar. Ciertamente no tenía mucha imaginación y me era imposible confirmar si era o no la flor que buscábamos con la vaga descripción de la que disponía. Pero me cago en... Por una vez que no quería hacer ninguna maldad y no tenía forma de desaparecer de aquella tierra de orejudos... Solo quería hacerme con la flor y marcharme, pero no solo que no sabía aún dónde buscarla sino que el anciano, ya fuese para bien o para mal, había desaparecido tan rápido como apareció.
- Eona... ¿Y ahora qué hacemos? - preguntó el descerebrado de Keff, pero por primera vez en mucho tiempo no tenía respuesta válida.
- Bueno, no nos queda de otra que seguir buscando... - suspiré. Aunque, la verdad, empezaba a desear cada vez más dejarlo todo y largarme de aquí. Pero no fue eso lo que pasó, pues como bien me lo merecía, una nueva sorpresa apareció. Una detrás de otra... Menuda casualidad.
- Ya veo lo ocupado que has estado... Tanto que no tenías más opción que dejarnos a nuestra suerte para ir a tomar un par de tragos. - levanté una ceja permitiéndole al elfo rozar la flor en mi cara, antes de que me la metiera entre las manos. - ¿Y bien? ¿Piensas ayudarnos o volverás a escapar? Si te soy sincera quiero encontrar la flor cuanto antes y largarme de aquí... - Estábamos llamando demasiado la atención...
- Tu aliento huele raro... Me recuerda a mis padres... - finalizó Keff con uno de sus comentarios estúpidos y cara aún más estúpida...
- ¿Esa no es? - gritamos ambos, Keff y yo, al unísono. Levanté las cejas y observé desde la distancia lo flor que teníamos en mente agarrar. Ciertamente no tenía mucha imaginación y me era imposible confirmar si era o no la flor que buscábamos con la vaga descripción de la que disponía. Pero me cago en... Por una vez que no quería hacer ninguna maldad y no tenía forma de desaparecer de aquella tierra de orejudos... Solo quería hacerme con la flor y marcharme, pero no solo que no sabía aún dónde buscarla sino que el anciano, ya fuese para bien o para mal, había desaparecido tan rápido como apareció.
- Eona... ¿Y ahora qué hacemos? - preguntó el descerebrado de Keff, pero por primera vez en mucho tiempo no tenía respuesta válida.
- Bueno, no nos queda de otra que seguir buscando... - suspiré. Aunque, la verdad, empezaba a desear cada vez más dejarlo todo y largarme de aquí. Pero no fue eso lo que pasó, pues como bien me lo merecía, una nueva sorpresa apareció. Una detrás de otra... Menuda casualidad.
- Ya veo lo ocupado que has estado... Tanto que no tenías más opción que dejarnos a nuestra suerte para ir a tomar un par de tragos. - levanté una ceja permitiéndole al elfo rozar la flor en mi cara, antes de que me la metiera entre las manos. - ¿Y bien? ¿Piensas ayudarnos o volverás a escapar? Si te soy sincera quiero encontrar la flor cuanto antes y largarme de aquí... - Estábamos llamando demasiado la atención...
- Tu aliento huele raro... Me recuerda a mis padres... - finalizó Keff con uno de sus comentarios estúpidos y cara aún más estúpida...
Eona
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Re: Misión: Recolectar flores
El elfo se hizo atrás para observar mejor a la mujer con su tulipán -Hush hush mi bella dama, no os apresuréis en vuestras conclusiones. Nuestros guardias desconfían de vos y lo que he hecho ha sido sola y exclusivamente aplacarles con algo de agua miel y otras hierbas. Por ahora, Keff, eres mi niño adoptado y Eona, la más hermosa flor de mi jardín- El elfo se echó hacia adelante para tomar por el cuello al chico y a la dama por el brazo, aunque con el mayor disimulo que le permitió su dignidad aprovechó la instancia para recargarse en ellos limpiamente.
-Veo que no dan con las flores aún, están más adelante, tenemos que acercarnos más al tronco- y con eso en mente, los tres pudieron dar rápidamente con la planta en flor. Con gracilidad Fritzen se hincó frente a la planta, oró y dio gracias a Imbar por sus frutos y con un sencillo pero elegante movimiento cortó un ramillete de flores que como por arte de magia fue reemplazado por nuevos tallos y bulbos.
-Con esto será suficiente mis queridos amigos- sentenciaría el elfo mostrando signos de mareo. Sin embargo, nada le impidió escoltar a sus nuevos conocidos a los lindes del bosque hasta un lugar seguro. Cuando se despidió, lo hizo rápidamente, un estrechón de manos, un par de buenos augurios con unos chuches élficos para la buena fortuna hasta llegar a casa y como el viento, desapareció como si nunca hubiese estado borracho. Una vez solos, Eona se daría cuenta que además de su flor, en su muñeca llevaba un nuevo brazalete.
-Veo que no dan con las flores aún, están más adelante, tenemos que acercarnos más al tronco- y con eso en mente, los tres pudieron dar rápidamente con la planta en flor. Con gracilidad Fritzen se hincó frente a la planta, oró y dio gracias a Imbar por sus frutos y con un sencillo pero elegante movimiento cortó un ramillete de flores que como por arte de magia fue reemplazado por nuevos tallos y bulbos.
-Con esto será suficiente mis queridos amigos- sentenciaría el elfo mostrando signos de mareo. Sin embargo, nada le impidió escoltar a sus nuevos conocidos a los lindes del bosque hasta un lugar seguro. Cuando se despidió, lo hizo rápidamente, un estrechón de manos, un par de buenos augurios con unos chuches élficos para la buena fortuna hasta llegar a casa y como el viento, desapareció como si nunca hubiese estado borracho. Una vez solos, Eona se daría cuenta que además de su flor, en su muñeca llevaba un nuevo brazalete.
Recompensas
-500 aeros
-13 puntos de experiencia
- Brazalete: Impide que mientas y que te mientan durante tres turnos. Es de un solo uso.
- brazalete:
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Thorn
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Re: Misión: Recolectar flores
Con una ceja alzada me dejé arrastrar en la dirección en la que el elfo nos hizo ir. Yo no estaba tan segura de sus palabras, pero estando borracho el arte de la mentira decaía más rápido que la lluvia primaveral. Keff también parecía estar pasándoselo bien por la reacción y las palabras de Fritzen, así que por qué no...
- ¿Y estás seguro de que esta es la flor? No se si fiarme de tu percepción en el estado en el que estás. - me burlé del orejudo, pero en cuanto cortó la planta con un pequeño cuchillo otra nueva creció en su lugar; si no era esa igualmente serviría. Me cago en... - ¡Wow! ¿¡Cómo hiciste eso!? - exclamó Keff, pero le di una colleja para que se quedase en silencio. ¡Nada de escándalos ahora que estábamos tan cerca de la meta!
Tambaleándose, agarrado de cada uno de nosotros, nos escoltó hasta los límites del bosque. No paraba de tener estúpidas habladurías de borracho, y aún así aseguraba que "estabah bihen". ¿Pero y qué? No solo Keff, sino hasta yo eché un par de risas escuchándolo, así que no tenía de qué quejarme.
Cuando llegamos hasta donde decidió acompañarnos hizo relucir la agilidad élfica y aún con las mejillas algo enrojecidas se colocó de pie como si nada hubiese bebido. Nos despedimos como buenos amigos, o bueno, Keff y él se despidieron como tal, y en cuanto se dio la vuelta me percaté de que había dejado algo olvidado en mi muñeca. - ¿Pero cuando...? - Seguramente ganaría más como ladrón que como vegetariano, pero qué se le va a hacer; era más complicado cambiar a un elfo que a un perro viejo.
- Y ahora qué? - preguntó el mocoso algo entristecido; seguro le habría gustado pasar algo más de tiempo con su nuevo amigo, pero la verdad, yo estaba contenta de que ya todo hubiese acabado. - ¿Cómo que qué? Pues tenemos que regresar a entregar estos hierbajos. - sentencié lanzándole las flores a Keff para que las cuidase, de nuevo emprendiendo el camino.
- ¿Y estás seguro de que esta es la flor? No se si fiarme de tu percepción en el estado en el que estás. - me burlé del orejudo, pero en cuanto cortó la planta con un pequeño cuchillo otra nueva creció en su lugar; si no era esa igualmente serviría. Me cago en... - ¡Wow! ¿¡Cómo hiciste eso!? - exclamó Keff, pero le di una colleja para que se quedase en silencio. ¡Nada de escándalos ahora que estábamos tan cerca de la meta!
Tambaleándose, agarrado de cada uno de nosotros, nos escoltó hasta los límites del bosque. No paraba de tener estúpidas habladurías de borracho, y aún así aseguraba que "estabah bihen". ¿Pero y qué? No solo Keff, sino hasta yo eché un par de risas escuchándolo, así que no tenía de qué quejarme.
Cuando llegamos hasta donde decidió acompañarnos hizo relucir la agilidad élfica y aún con las mejillas algo enrojecidas se colocó de pie como si nada hubiese bebido. Nos despedimos como buenos amigos, o bueno, Keff y él se despidieron como tal, y en cuanto se dio la vuelta me percaté de que había dejado algo olvidado en mi muñeca. - ¿Pero cuando...? - Seguramente ganaría más como ladrón que como vegetariano, pero qué se le va a hacer; era más complicado cambiar a un elfo que a un perro viejo.
- Y ahora qué? - preguntó el mocoso algo entristecido; seguro le habría gustado pasar algo más de tiempo con su nuevo amigo, pero la verdad, yo estaba contenta de que ya todo hubiese acabado. - ¿Cómo que qué? Pues tenemos que regresar a entregar estos hierbajos. - sentencié lanzándole las flores a Keff para que las cuidase, de nuevo emprendiendo el camino.
FIN
Eona
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