[EVENTO P.] Ayudar a los caidos.

Miré con pena al pequeño que se sujetaba la rodilla ensangrentada, había visto la pelea, pero no me había dado tiempo a intervenir antes de que se hicieran daño. El otro chico venía hacia mí corriendo contento con su recién ganada bolsa de, por lo que había alcanzado a oír de la pelea, chocolatinas. Le puse la zancadilla disimuladamente al tiempo que pasaba por mi lado. Cayó cuan largo era y la bolsa con el chocolate rodó por el suelo. Menos mal que iba cerrada. Me agaché y la cogí ganándome una mirada reprobatoria del segundo accidentado, que ahora tenía la rodilla igual que su compañero. -¿Por qué has hecho eso? Eres una abusona, ¿no deberías meterte con gente de tu tamaño?- Me dijo con lágrimas en los ojos. Me sentí mal por haberle hecho daño, pero tenían que aprender la lección. Si no, seguirían peleándose toda la vida por tonterías.

Vi una sonrisa triunfal extenderse por el rostro del otro niño, pensando equivocadamente que al haber perdido, había ganado la pelea porque me había dado pena. Se me acercó y me miró con los ojos aún brillantes del llanto, pero confiados en su victoria. -Me devuelves mis golosinas, por favor. -Mi respuesta fue tajante. -No. -Los niños cruzaron las miradas y llegaron a un acuerdo tácito, dejarían sus diferencias para luego, ahora se unirían para recuperar las golosinas de la malvada elfa que se las había quitado.

Viendo que si no hacía algo me iba a llevar una paliza, que con un niño podía, pero dos eran demasiados, lancé la bolsa al aire y Punch la cogió al vuelo alejándola de mis manos y de las de los niños. Los chavales me miraron con odio al ver cómo se alejaba volando el chocolate.

-Bien, ahora que el chocolate está a buen recaudo, podemos hacer dos cosas. O bien decidís compartir las chocolatinas, en cuyo caso Punch os las devolverá y yo os curaré los golpes, o bien podemos seguir peleando por ellas, en cuyo caso acabaremos los tres heridos y las golosinas irán a parar al estómago de halcón, vosotros decidís.

Los chicos se miraron un segundo divididos entre las dos opciones, pero al final parecieron decidir que tener la mitad del chocolate era mejor que no tener nada. Así que se rindieron a mis condiciones. -Está  bien, entonces lo primero será curar esas heridas. --Me acerqué a un arroyo que pasaba cerca de allí y les pedí que me siguieran, les lavé las heridas con agua del río y apliqué mis poderes élficos para curar la parte más aparatosa de la herida, luego los vendé usando un par de pañuelos, ya que no llevaba vendas encima, y poniéndoles unas cuantas hierbas medicinales para mitigar el dolor. -Bien, esto ya está. Espero que hayáis aprendido la lección y no volváis a pelearos, sobre todo cuando podéis compartir.

Por las miradas que se dirigieron no estaba muy segura de que les hubiese calado del todo el mensaje, pero era todo lo que podía hacer. Al fin y al cabo no era su madre. Silbé para que Punch soltara la bolsa y la cogí mientras caía. tendiéndose a los dos chicos. El que la cogió pareció evaluarme con la mirada, como pensando si le daría tiempo a salir corriendo de nuevo con el botín. Pareció decidir que no, porque abrió la bolsa y cedió la mitad del contenido a su compañero.

Todos los males parecieron desaparecer de sus cabezas cuando empezaron a degustar el dulce y se alejaron jugando como si nunca se hubieran peleado. Era lo bueno de los niños, se peleaban por tonterías, pero también olvidaban con facilidad. Silbé de nuevo a Punch que bajó a posarse en mi hombro y me alejé, pensando que probablemente al día siguiente se pelearían de nuevo y que pasado mañana volverían a ser amigos.