Serán los efectos del Aguamiel… [Quest]

•Nübian, debes explicar que haces en una taberna de Sacrestic Ville, y como has llegado.

•Despues, como indica en mi primer post, debes salir de la taberna, por le motivo que tu desees.



Este tema es solo para 1 personajes: Nübian
Los turnos serán: master, p1

*Los nuevos deben tener al menos 10 post on-rol antes de entrar en el mastereado.
*No se debe de estar participando en quest u otro rol mastereado
*Este rol no causará riesgos altos para los pjs.
*El rol debe ser fluido, se deben avisar las ausencias pasadas las 48h, de lo contrario, el pj será avisado, si tras esto no se tienen en consideración las advertencias, el pj será sancionado, expulsado del rol y algún castigo, como podría ser una herida que incapacite o una maldición.

Pues vaya… El viaje no había salido como esperaba. Había perdido a mi acompañante por el camino hacia el norte y me había decidido a internarme en los oscuros bosques de los terrenos vampíricos.

Desde siempre, se me había advertido de niña el peligro que entrañan dichos lugares, pero, estaba decidida a crecer como persona, a estudiar nuevas culturas, costumbres, y además, yo no era como el resto de elfos.. O así me lo habían hecho ver ellos mismos.

Había madurado justo el punto que me faltaba tras salir de los bosques. Después del exilio, había deambulado por aldeas, por ciudades.. Me había encontrado con Circenn y gracias a él, había prosperado en mi misma, había crecido como persona y me estaba labrando un porvenir, además claro está de la incipiente madurez mental..

..Aún así, nunca terminaría de tener esos días en que todo me parecía absurdo y me aislaba del resto del mundo. Hablar con la Madre y la recolección ya no era algo diferente, era mi día a día.. De modo que llevada por mi aguante ante sustancias… interesantes, dedicaba esos ratos libres al alcohol… Ese terrible y maravilloso néctar.

Había viajado al norte con la esperanza de prosperar en un par de días, instalarme y comenzar con mis investigaciones, pero, no había pasado ni tres horas en el archivo cuando me vi saturada. Por no hablar de los modales de algunos…

De modo que me dirigí a una de las tabernas de Sacrestic, esos lugares, eran lo que más se parecía, estuvieses donde estuvieses.
Llevaba allí horas, dos, o tres tal vez. Había hablado conmigo una muchacha, un señor mayor, y luego dos niños habían estado dando vueltas a mi alrededor… Era la quinta jarra de cerveza la que vaciaba. Fui a la barra pedí una última copa, algo fuerte. Quería dormir todo el día. Me iría descansada por donde había venido, de vuelta a Lunargenta. Aquel lugar era inaccesible…

Gracias.. ¿Qué le debo? – pregunté, tratando de enfocar la vista, reprimiendo el hipo. Escuché vagamente al tabernero y puse en la mesa un par de monedas – Bien… A-adiós…

Y serpenteé hasta la salida, esquivando a la preciosa muchacha que bailaba. Me pregunté si yo podría trabajar así algún día…

El frío y el aire helado me golpeó en el rostro. Tal vez no hacía tanto frío, pero yo estaba muy tibia por el alcohol. La puerta de la taberna estaba en las lindes de un bosquecillo, estaba algo alejada por los espectáculos que a veces daban, y por el tamaño de sus plantas, daba acogida a muchos viajeros, no solo turistas.

Me disponía a encaminarme hacia el puente de piedra que cruzaba un riachuelo, helado y enrevesado, hasta el otro lado, hacia la posada donde me alojaba;

“El paseo me vendrá bien…” – Hip. – Pensaba, mientras me colocaba el pelo en condiciones y me cubría con unas pieles que me había regalado Circenn. No iba borracha, para nada, aguantaba muy bien el alcohol, pero el contraste con el frío era importante, e iba con aquel puntillo de felicidad tan típico y recurrente en esa época del año.

¿Habría algo extraño en el aire? ¿O era solo el alcohol y sus efectos en mi sangre...? Como fuere, iba siendo presa de esa sinuosa sensación de sentirse observado, aunque por aquel momento, lo descarté.

Qué necia estaba siendo...

ATACANTE:

• Vaya… ¿pelea?

• Nübian, no puedes huir, solo defenderte, atacar, hablar… ¿razonar?

Tal vez eran mis sentidos algo atontados por el alcohol, o un conejo en la maleza. O tal vez era lo que parecía y yo no me estaba dando cuenta, pero absorta como estaba en mis pensamientos de una habitación caliente, un baño y algo para comer antes de dormir, me tenían -casi- entermante ausente.

Pero por suerte, o la Madre sabrá por qué... Pude notar el movimiento detrás de mi, aunque no fui suficientemente rápida.

El silencio había caído casi por completo, el crujir de mis pasos sobre la tierra compactada y luego, sobre la piedra, era toda la banda sonora para aquella noche, incluído el ulular de un búho lejano.

La noche era despejada, era perfecta.

Y aquel fue un precioso e inoportuno momento para -según parecía por el momento- arruinarla.

Una risa resonó en la oscuridad, con sorna, con un eco sordo y amortiguado en su propia garganta. Sin más sonido que una simple sombra, que la bruma haciéndose jirones a ras del suelo. Su olor, no era igual. Pero era yo, completamente.

Bueno, ella estaba mucho más sexy, claro que aquello no acudió a mi mente entonces. Empuñaba un cuchillo largo, avanzó sinuosa y rápida ante mi con una mirada salvaje, desde mis propios ojos.

No terminaba de asimilarlo, ¿me estaba volviendo loca? Debía de ser aquello. El alcohol...

¿Tus últimas palabras, elfa?

Como petrificada por momentos, se rompió el aura de impresión que me rodeaba por entonces; la sangre helada corrió y solté un chillido ahogado, sin saber qué hacer, o a donde ir. Desenfundé el hacha de mi espalda y la sujeté con ambas manos mirándola frenética-.

No, no van a ser hoy.. ¿¡Quién eres!? -dije, sin importarme gritar, aunque,... bien visto, no sabía si aquello pondría nerviosa a mi atacante y sería peor, o si por lo contrario alertaría a alguien que me pudiese ayudar- Oh.. Pero, vamos, ¿qué es esto? ¿Te envía alguien? Puedo... Pagarte. Puedo ayudarte en lo que quieras.

No sabía qué decir ni qué intentar.- Mira, no quiero pelea, pero veo que tu sí así que, ¿por qué no.. lo hablamos y vemos qué ocurre? -había estado bebiendo y no me apetecía nada de nada aquella situación, además me sentía por debajo de mis facultades. La miré con recelo esperando una respuesta y ver descender el cuchillo, pero no bajaría mi hacha aún, no antes que ella, y tampoco bajaría la guardia en ningún momento... No descartaba la pelea; por su parte, al menos.

"Lo único que quiero es matarte"

Sus palabras resonaban en mi cabeza. Había escuchado lo que había dicho pero eso era lo único que resonaba ahora de todo lo que había dicho por... mi.. mi boca.

Porque joder, era yo. Seguía mirándola asombrada, pero tenía que reaccionar. Tenía que hacerlo porque había esbozado un gesto salvaje y atrevido, pero esta vez, agresivo. Violento.

Enarbolaba ese cuchillo grande o esa... espada pequeña y se abalanzaba sobre mi.

La tensión, el miedo y alcohol acumulado se estaban haciendo una gran bola en mi cabeza y se estaba haciendo más y más grande hasta que...

Chillé.

Y fue como salir de la tensión, de lo abstracto y volví a poner los pies en la tierra; recuperé la movilidad, pues había estado atenazada hasta ahora y alcé el hacha con un gesto de ira y aprehensión, abriendo bien los ojos para no dejar escapar ningún detalle.

Interpuse el hacha entre ambas y traté de hacer fuerza para desviar el golpe. Después, con la mirada fija en sus ojos, tratando de medir sus movimientos, moví ambos brazos de nuevo para tratar de asestar un golpe mortal en su cuello, o al menos, para dejarls inconsciente.

Respiraba acelerada, estaba fuera de mi, no entendía nada. Como aquella situación durase demasiado, iba a volverme loca, iba a estallar. ¿Qué clase de brujería me convertía en mi adversaria...?

¿Me mataría a mi misma si la mataba yo a ella? Joder.

Paró mi golpe. Me empujó. Se me nubló la vista levemente y me arrastré hasta una esquina, desgarrándose mis ropas. Recuperé el hacha del suelo, aún desorientada, produciendo un sonido metálico contra las piedras del suelo. La cogí, sin saber muy bien por qué y logré enfocar la vista a lo que parecía una elfa, una Nübian cabreada, salvaje, que avanzaba de nuevo.

Ahora era una mirada letal, exultante y aterradora. Y la mía era terrible: asustada y a la vez envalentonada, pero atenazada. Tenía que pensar, y rápido. Me comencé a incorporar, en cuclillas, pasé un brazo por mi cara y desenfundé un cuchillo en mi pierna. Ella esperaba enfrentarse a mi..

¿Qué debía hacer? Dejar de ser yo. Yo me habría lanzado de nuevo, cabreada, y ella habría tenido la oportunidad de batirme.

De modo que me eché al suelo: Chillé, enfadada. Salté en cuclillas a un lado, giré y traté de tumbarla con una patada baja, para intentar acercarme, amenazarla con el cuchillo... evitar su ataque, y dispuesta a asestar el golpe en su clavícula con mi hacha.

Tenía que funcionar...


-------
PD: lo dejo abierto, por no hacer metarol.. *^*

...y el golpe, funcionó.

Aunque todo sucedió tan rápido, que apenas fui consciente de nada. Su rostro, su piel sufría fluctuaciones extrañas momentos antes de levantarse iracunda para atacarme y evitar mis armas de nuevo, pero yo no había sido consciente de nada, pasmada y cabreada como estaba.

Ella había querido adelantarse, y yo solo veía delante de mi la muerte inminente, de modo que...

...Cuando uno de sus pies tropezó, su cuerpo se fue tumbando hacia el lado opuesto del que fijaba su mirada como blanco. Caía a gran velocidad pero todo pasaba muy lentamente. Tanto, que cuando mi hacha pegó en su clavícula extrañamente tal como había planeado, volví a sacarla del mismo golpe tumbando a mi contrincante de nuevo en el suelo.

...La cámara lenta, el silencio sordo y la atmósfera extraña y ajena a mi se deshicieron conforme su cuerpo tocaba el suelo. Abrí mucho los ojos, respiraba entrecortadamente y mi cabello estaba agitado en torno a mi cabeza. Los sonidos volvían a mi, la respiración trabajosa, el chapoteo de mis pies en el suelo tras el golpe que me había hecho tambalearme y la sangre zumbando en mis oídos.

Cerré fuertemente y abrí los ojos, tratando de enfocar bien la vista mientras asía mi hacha como si de mi último baluarte protector se tratara y miré.

En el suelo había.... Había estado yo, y ahora estaba lo que empezaba a cambiar.. a mutar en... en... algo, que comenzaba por tener los pies peludos, grandes y fuertes. Fruncí el ceño y me acerqué con cautela, dando una patada a su mano para alejar su arma, hasta bien lejos y retrocedí, amenazante, pero tremendamente temerosa en mi interior. No dejaba de mirar a... aquella criatura, a la espera de algún gesto...