Pruebas de hechicería y alquimia [Trabajo][Vincent y Arygos]

Era oscuro, y las calles estaban notablemente vacías, pero la taberna seguía teniendo una vida animada, quizás mas que durante el dia, o puede que solo fuera el contraste entre el jolgorio y el silencio, pero de cualquier forma, las siluetas de la gente se recortaban animosamente contra las ventanas.
Si bien no guardaba especiales buenos recuerdos de las tabernas y posadas durante la noche, por su viaje a Lunargenta, sentía cierta curiosidad por ver cuan diferentes serian las costumbres de humanos y brujos, siendo criaturas tan similares, asi que una vez mas, la curiosidad guió sus pasos hacia el interior del edificio.

La gente comía, bebía alegremente, otos conversaban encorvados sobre sus mesas con sus más allegados, intentando hacerse oír por encima de la cacofonía de ruidos que inundaba el lugar. Arygos decidio seguir el ejemplo de un ultimo grupo, aquellos que se encontraban recluidos en las esquinas, observando en silencio el espectaculo de la gente, o, divagando en sus propios pensamientos.

No ardo demasiado en captar accidentalmente los rumores de una conversación, unos jóvenes hablaban de sus maestros, y sus descubrimientos, se jactaban de cuál de ellos trabajaba por el mas audaz y el mas listo, creaba las pociones más rentables, o los hechizos mas extravagantes.
- ..y puede dar la agilidad de un felino hasta al mas patizambo! .- La desafortunada frase llego a medias a los oídos de la dragona, cuya mirada se encendió como un farol ante esa perspectiva. No mas caidas desastrosas, ni tropezones infortunados.
La joven dejo de oir para fantasear sobre las mil utilidades que podría tener si se hacia con una pócima que le permitiese manejar bien su cuerpo. ¡Cuan sencillo se volvería viajar!

El ruido de las sillas separarse de la mesa, chirriando en el roce contra el piso, arañando los tablones, la sacó de su ensimismamiento, y dejando unas pocas monedas para pagar la cuenta, se levantó dispuesta a asaltar a preguntas al muchacho.
Salio precipitadamente, chocando con varias personas, que le respondieron con palabras inentendibles pro el abuso del alcohol, y tras una accidentada carrera pro las calles logró alcanzar al joven de las proclamas.

-D-disculpe.-alzó la voz, jadeando por el esfuerzo.- Le he..oído accidentalmente en la posada...y.. quisiera conseguir una de esas pócimas..de las que se jactaba..

El muchacho parpadeo con sorpresa en primera instancia, agradeciendo su suerte, pues tanto el como su maestro habían estado buscando sujetos en quienes probarla, ademas de personal para su pequeño laboratorio. Esbozando una sonrisa cortés, y bajando el tono, para no ser escuchado por terceros respondió a la joven.

-Si está dispuesta a trabajar con nosotros y probar tambien el resto de nuestras investigaciones, podríamos tratar ese tema.- Porque el muchacho, a fin de cuentas, no tenía la mas remota idea de cual de todas las cosas le había llamado la atención a la joven, pero necesitaban experimentar con varias de ellas.

-¿Me contratan?.-Parpadeó al dragona, quien, si bien no usaba mucho el dinero, había estado deliberando en buscar ne esta ciudad también, un trabajo provisorio. El joven asintió de forma escueta,
- Claro.-sonrió contenta por su suerte.

El ayudante se inclino y le susurro una dirección, y tras una breve despedida, volvió hacia su domicilio, procurando mantener el alcohol al margen para no dar mala imagen, esforzándose en caminar en línea recta.

Por su lado, la dragona, memorizo la dirección con una gran sonrisa, y se dispuso a volver a su cueva hasta el día siguiente, con el ansia viva por probar semejante remedio para su problema.





Era la media tarde para cuando conseguí encontrar finalmente la dirección, la ciudad era inmensa, y no estaba acostumbrada a caminar tanto tiempo, por lo que había tenido que tomar varios descansos, pero la perspectiva de semejante arreglo milagroso impulsaba mis piernas aun cuando fiblaban de cansancio.

Acomodé la correa del morral que cruzaba mi pecho con emoción ante la puerta, tome aire profundamente, y conteniendo mi emoción golpeé la puerta, anunciando mi presencia.
-Soy Arygos, vengo por las pruebas.- Me presenté cerca de la rendija de la puerta, para que mi voz llegara a la estancia que guardaba.

La puerta se entreabrió al dar los golpes, y al ver que tardaban en atender la misma, me adentre un par de pasos, buscando con la mirada a los moradores del lugar, aunque lo único que encontré al principio fue un notorio desorden de papeles, y una única precaria luz que permitía vislumbrar tanto los mismos como el viejo mobiliario. El lugar olía raro, una mezcla entre cerrado, papiro, y la tía abuela Syragoza. Arrugué la nariz.

-¡Fuera!¡Fuera ladronzuela!.-fue el preludio de una sarta de golpes de bastón que me acertaron de lleno, mientras miraba con estupefacción al vigoroso anciano que hacia de su baston todo un garrote, obligandome a recular hasta la puerta.

-D-Disculpe..¡Auch! ...vengo por el trab..¡Ai! Deje de pegarme hombre.- Me cubría como podía con mis brazos, aun que no es que estos fueran inmunes al dolor. -Vengo por el trabajo para ayudarles a probar unas pócimas.-Intenté pronunciarlo todo de una sola vez, rápido y claro, para disuadir a mi agresor.-La puerta estaba abierta, y como no respondian, pense que podian tener problemas..-me excuse, mientras anotaba mentalmente no entrar en lugares sin permiso, aunque tuviesen la puerta abierta, lo cual parecía una clara invitación, pero aparentemente, no lo era.

-Ah..si si, mi ayudante me comentó algo al respecto.- El anciano volvió a apoyar su bastón en el suelo para usalrlo como soporte y se meso la barbilla.-Ven, por aquí.-mencionó mientras me guiaba entre las pilas de objetos varios, todos relacionados con su trabajo, pero que a primera vista parecían fruto del sindrome de diogenes.

Llegamos a unas escaleras que se hundían en el suelo, cuando varios fuertes porrazos golpearon la puerta, el anciano tardo un rato en oirles, y ya estaba por advertirle cuando se giró hacia la entrada.
-Baja, baja, yo ahora vengo.- y se encamino hacia el pórtico.

Descendí por la escalera, sosteniendome en las paredes con una mano, y arremangando la falda del vestido con la otra para evitar tropezarme con las brocadas sedas verdes, que suerte que no llevaba calzado.
Finalmente logre hacer pie a tierra y atravesar la puerta abierta, cuyo margen estaba decorado con una inmensa hilera de candados y cerrojos.
La estancia estaba llena, pero mucho mas ordenada que la anterior, cosa que agradecí interiormente, pues hacia mas difícil que provocase un incidente con mi torpeza.

Examine el lugar y una silueta de un varón llamó mi atención, esperaba que fuere el hombre de la taberna, pero sus rasgos me resultaban desconocidos, así que incline levemente la cabeza, y me presente. Una de mis manos frotaba constantemente el antebrazo y el hombro intentando calmar el entumecimiento de la golpiza que me había propiciado el inventor como bienvenida.

-Buenas tardes.- saludé, como siempre, con ese extraño acento mio de alargar todas las letras, del que no lograba desprenderme pese mis esfuerzos. Me acerqué al muchacho, tropezando una sola vez, pero evitando estrellarme contra el suelo, y tal y como había observado en las calles, le extendí la mano.- Soy Arygos, gusto en conocerle.

El anciano y su ayudante, no se demoraron en llegar al laboratorio, cerrando a cal y canto, como si fuera una mazmorra.

Le devolví el apretón en la mano de forma discordé, sins aber bien que clase de presión debía ejercer mientras escuchaba descolocada sus palabras.
Alce las manos, mostrando las palmas y ladeando las de un lado al otro de forma descoordinada mientras me excusaba.

-No..yo no..

- Russell- El joven interrumpió, mientras saludaba a los dos recién llegados. Inesperadamente el ambiente se cargo con tanta tension que hubiera jurado que podía cortarla con mis garras de haberlas tenido. No me hacía falta una gran compresión de sus costumbres para notar el tono venenoso en sus voces al dirigirse el uno al otro, con latente rivalidad.

Russell le dedico una soberbia mirada por encima del hombro Vincent cuando este me tomó por otra ayudante, como si esa pregunta confirmase sus pensamientos y comentarios ponzoñosos. Decidí intentar ignorar esa lucha de egos, y centrarme en mi esperanzador nuevo trabajo. Noté el brillo de la curiosidad y esperanza asomándose en mis ojos al pensar nuevamente en esos brebajes.

-Soy el..sujeto de pruebas.-¿Lo había dicho bien?- Me alegro de trabajar contigo señor Calhoun.-añadí con sinceridad. De los tres sujetos de la estancia, era el que me daba mejor impresión, aunque solo fuera porque los otros dos habían empezado con mal pie, uno golpeándome y el otro con esos tonos sobrados que me desagradaban profundamente.

Desvié la mirada sobre los frasquitos, había una mesa preparada con varias probetas en distintos suspensores, con etiquetas, parecían versiones distintas del mismo experimento, pasee con cuidado de no caerme y hacer un estropicio por delante de la mesa leyendo los carteles.
"Agilidad felina" Rezaba el primero. Ese era el que mas me interesaba, y el gran motivo de aceptar esa propuesta.  "Vasto afecto" Su líquido anaranjado y burbujeante llamo mi atención por su poco apetitoso aspecto. "Apacible somnolencia" Visaba el ultimo lote de pócimas. Por el nombre parecía el ultimo que debía probar, si quedaba dormida, mejor que fuera cuando no pudiese interrumpir los ensayos.

Me di la vuelta hacia los magos, tomandome ambas manos por encima del regazo con expectación e impaciencia.
-¿Como empezamos?.- Mi mirada paseaba de uno a otro como saltos de rana, sin saber de quien esperar instrucciones.

Rusell se acercó a la mesa, omitiendo deliberadamente el suspensor con los viales de la poción que sabia de ante mano que me interesaba, probablemente para mantener un aliciente a que me prestara a ser usada como sujeto de experimentos, parándose ante los viales anaranjados de aspecto dudoso.
Tomo el primero con sumo cuidado y me lo extendió, luego se alejo, tomando utensilios de escritura y preparandolos en una mesa dispuesto a anotar los efectos que fuera a generar ese brebaje.

Olfateé el líquido y arrugué la nariz.
-¿Tengo que tomarme eso..?.- Podía parecer una pregunta estupida, pero nadie me había indicado que no fuera una loción...un alocion con burbujas.... El se limitó a asentir, y a mirarme como si me estuviese demorando demasiado. Así que contuve la respiración e hice desaparecer el liquido por mi garganta.

-Begh!.-empecé a toser en cuanto la sustancia amarga toco mi lengua, y tube que aguantar las aganas de vomitar, me encorve sobre la mesa, apoyando mis palmas sobre la misma, hasta que sentí que el líquido no iba a salir despedido igual que había entrado.

Me giré encarando nuevamente a los tres brujos, con aun una mueca de asco contorsionando mi rostro, y paladeando tratando de hacer desaparecer el horrible sabor de ese líquido. Un extraño aroma llamo mi atención, provenía de mi posición, era agradable, dulzón..¿A caso era una clase de perfume que lo bebias y lo emanabas? ¡Que bien les habría venido a Curgo y Nicolás cuando nos refugiamos en ese cuartucho!.

El ayudante simpático parecía tener recelos sobre las pócimas, pero el resto no estaban acorde, y si quería tomarme la ultima debía empezar por el principio.
Durante unos instantes que me resultaron interminables llegue a aguardar alguna clase de nefasto efecto, o que volvieran las nauseas, pero en lugar de eso, la voz de Russell captó mi atención con un tono meloso muy diferente al lleno de soberbia que había demostrado antes.

- Sois la mujer más bella que jamás haya visto-, Pronunció mientras se acercaba en mi dirección. instintivamente di un paso atrás chocando la mesa que hizo zarandearse los frascos, y que milagrosamente no se cayeron. Me aparte de la mes,a con notorio desconcierto.

-Eh..esto..gracias supongo..pero...no tiendo a ser una chica..-pase la mano por mi nuca- De hecho soy más un dragón..uno pequeñito..- Me excuse. Las palabras de ese joven me hacían acordar demasiado a la infortunada espera con Curgo y nicolás en el cuartucho de las escobas. -¿Esto no es otra forma extraña de cortejo de los humanos no? Los besos y acercarse con esa expresión velada digo...-Mi mirada se posó sobre los dos brujos restantes de forma alterna esperando una aclaración de alguno de ellos.

- Oh vaya, parece que esa pócima causa enamoramiento a la primera persona a la que observa la persona que la bebe.- Dijo el viejo como si fuera algo bueno, mientras se dirigía a anotar en su cuaderno los efectos que iba observando del potingue en cuestión. Mientras Vincent le recriminaba el poco conocimiento sobre los brebajes que tenia, al anciano que lo ignoro descaradamente.

- Oh bella dama, me gustaría saber vuestro nombre para escribir poemas de vos.

-Arygos.. pero no hace falta que me escribas ningún poema, estoy bien así.- Eso se estaba poniendo raro MUY raro, y mi sensación de incomodidad se acrecentaba por momentos a la par que los delirios de ese joven desconocido.

Para suerte mía, el otro ayudante se interpuso en su camino, y me apure en esconderme tras el mismo y agarrarme a la espalda de su camisa cerrando los dedos como si fueran garras entorno a la tela, para usarlo de refugio, por muy cobarde que pudiese parecer.

-Gracias.- murmure,a Vincent, poniéndome de puntillas para espiar por encima de su hombro al enajenado Rusell que ahora proclamaba cosas sobre una mujer de su pasado. Mi escudo humano trataba de tranquilizar al turbado ayudante.

-Es cierto, estamos en un laboratorio.-intenté aportar mi granito de arena.- De hecho, usted y yo apenas nos conocemos, se esta comportando raro porque me hizo beber uno de sus experimentos.  ¿Recuerda?  Y nadie va a robar a nadie, tampoco conozco casi a este señor.-señalé con la cabeza a Vincent.- Así que no tiene que enojarse con el por eso, solo esta intentando ayudarme. Cese en sus extrañas maniobras que presumo de cortejo..ni siquiera soy de su misma especie...

Mis palabras surgían atropelladas, lo cual era raro pues aun y hablando más rápido de lo que solía, no lograba evitar alargar cada letra que pronunciando, haciendo mi pequeño discurso mucho mas raro de lo que ya sonaba de por si.
Desvié la mirada hacia el brujo al que estaba aferrada.

-¿Tienen un plan por si las pócimas salen defectuosas?¿O hay que esperar a que se pase el efecto?...porque..¿se pasa no?.- Por un instante la imagen de ese señor persiguiéndome por toda la ciudad se formulo en mi mente probocandome desagradable escalofrío.

Pero el anciano seguía observándonos y anotando sin descanso detrás del escritorio que había preparado Russel poco antes, sin perderse un solo detalle de los efectos de su creación, y lo unico que salia de entre sus labios era un repetido.
-Muy interesante.- cada cierto tiempo sin ayudarnos en lo mas mínimo.

De los hombres de las tabernas nunca se saca nada bueno.

Esa frase se grabó a fuego en su mente, tres veces, las tres nefastas, y a cada cual mas inverosímil. Ni trabajos, ni bebidas, ni cartas, por muy tentadora que pudiera ser su oferta.

Russell seguía forcejeando con Vincent, y yo le golpeaba los dedos asomando las manos pro sus costados cada vez que lograba agarrarle de las ropas, ayudando sin ponerme a su alcance, y sin perderme un instante, intentando elucubrar algo que hacer para arreglar la situación, e implorando con la miada al anciano que hiciera algo para remediar ese barullo.

Entonces vi como el enajenado ayudante tomaba una pócima entre sus manos.
-Cuid..-Demasiado tardé, más rápido de lo que podía llegar a avisar, el vial impactó contra el rostro del brujo tras el que me escudaba, rompiéndose en este, y llenandole la mejilla y el pómulo de cristales y una goteante sustancia con un aroma horrible.

-¡Controle-lo!- Increpé al anciano.

-Nooo, mis preciosas fórmulas. Russell, Vincent, ¡idiotas! - El anciano dejó el escritorio y se acercó a sus ayudantes, alzando el bastón, y para gran sorpresa, golpeando con el mismo al dos brujos más jóvenes, que se protegían con las manos.

-¡A el no!¿A caso está ciego?!- Pero el viejo hacía caso omiso, quizás porque estaba algo sordo, o ciego, o, citando la frase de su hermana pequeña. "Las abejas zumban, los pájaros pían, y los viejos viejean."

-Sr. Vincent usted que sabe de estas cosas.- Porque si no no se encontraría allí ayudando a esos dos perturbados.- Busque algo que arregle esto, yo le cubro.- Y con una pequeña finta me puse delante del joven haciéndole esta vez yo de escudo contra los bastonazos, protegiéndome con los antebrazos mientras intentaba sin éxito tomar el bastón para retener al encolerizado anciano.

-¡Panda de zopencos!.-Rezongaba el anciano sacudiendo el bastón por encima de sus cabezas.
Pero pro si fuera poco, Russel empezaba a rodear al anciano entre bastonazos para alcanzarme, asi que empece a rodearlo en dirección contraria, dando vueltas ambos alrededor del alquimista, evadiendo, a su vez los golpes, uno mejor que otro.
-¡Quietos!.- se quejaba el viejo, algo mareado por nuestro movimiento.

Sin embargo, yo no tenia intención alguna de dejar de huir, ni Russell de dejar de perseguirme en un comienzo, aun que poco a poco, sus pasos se hicieron mas lentos, centrándose cada vez más en el terrible bastón que en que tan cerca o lejos yo me encontrara.  Y la fuerza de los golpes disminuyó, porque a fin de cuentas, al energía de ese señor a su edad, era limitada.
Una parte de mi deseaba verlo caer en los mismos problemas de la vejez que mi tía abuela, y que se quedara repentinamente dormido fuera lo que fuera que estaba haciendo, brindándonos un momento de paz.

-Si sigue golpeandonos lo voy a morder aun que sea un anciano.- Intenté disuadirle, apoyando las manos en los muebles, que hacían temblar los viales y frasquitos, para no caerme en mi huida circular, que empezaba a marearme a mi tambien. Eso no ayudaba a mi precario equilibrio, y terminé, como no, cayendo de panza contra el suelo, derrapando unos pocos centímetros por el enlosado suelo de piedra del sótano.

-Lo siento sr.Calhoun.- Sin mirar atrás, empecé a arrastrarme por el mismo, buscando refugio en algún lugar, escurriéndome por debajo de las mesas y los muebles, hasta llegar a una esquina de la sala, donde me hice un ovillo esperando que se calmase la tormenta. Había aguantado lo que había podido.  Observé en la penumbra mis brazos arremenagandome las mangas del vestido, que mostraba ronchas rojas, y solté un hondo suspiro, por suerte no era nada grave, y un moratón más un moratón menos, no suponían problema en mi dia a dia, ni cinco más ni cinco mentos, teniendo en cuenta la cantidad de incidentes que ya solía tener por mi propia cuenta.

Un silencio sepulcral reinó en el laboratorio, con espanto porque hubiera sucedido alguna desgracia, me asomé de debajo de los muebles, sin salir de su amparo para comprobar que todo estuviera bien. Quizás, con suerte, había terminado ese sinsentido ocasionado por el brebaje

- Noooo, mi amada, donde está mi amada- Gritó el trastornado Rusell, haciéndome notar al instante de que no había de albergar esperanzas tan pronto. -Se ha ido por vosotros, entrometidos. Vincent, maldito, he perdido a otra mujer por tu culpa.- Por lo menos, no tenia la mas remota idea de mi escondite, con suerte, se iría por la puerta persiguiendo fantasmas, y podría volver a aparecer, ayudar a ordenar todo ese desastre, e irme por donde había venido.
Pero no, por contra en vez de huir, las tomó con Vincent, arrojando contra el tanto su furia como cualquier objeto que tuviera a su alcance.

El anciano tomó cartas en el asunto, derribando y tirando al suelo a Rusell, que cayó al suelo por el impacto de una forma tan cómica que tuve que taparme la boca con ambas manos para que no se escuchara la ligera risa qe no pude contener. Su compañero, no fue tan prudente, y avivó las llamas de su odio con sondas carcajadas, que llevaron al ayudante principal a arrojarle los objetos mas grandes a su alcance con su magia.

El laboratoria había quedado destruido, había potingues, cristales, y madera rota por todos lados, y el anciano no estaba precisamente contento por ello, invocando su magia una vez más arremetió contra ambos jóvenes que se estrellaron estrepitosamente contra una de las paredes.
Vincent, des de su nueva postura, me saludó con la mano. Le devolví el gesto, sintiendo una punzada de culpabilidad, el pobre hombre estaba recibiendo una tremenda golpiza por interceder a mi favor, y yo no había hecho otra cosa que esconderme. Y como si el universo quisiera corroborar mi mala actuación, una rafaga de aire hizo rodar al pobre muchacho.

Inspiré profundamente, hice de tripas corazón y salí de mi escondite, parandome en pie para llamar su atención y dar la vuelta a la situación. Pero un mareo se apoderó de mi, como si me hubiera levantado demasiado rápido del suelo, y mi cuerpo se desplomó contra el suelo encharcado por pociones y pedazos de vidrios y maderas rotas.  Podía moverme, pero sentía el cuerpo embargado por una debilidad extraña, mi estomago revolverse de nuevo, y al observar mi entorno, este ondulaba como si se viera a través del reflejo de un lago.

-Uugh... .-parpadeé varias veces hasta sentarme en el suelo, apartandome la enmarañada melena blanca del rostro con las manos.- Sr. Calhoun...¿Es normal que todo esté moviéndose?.- Apoye las manos en el suelo para mantenerme sentada y no caerme hacia ningún lugar, aunque tenía la sensación de estarme balanceando de un lugar al otro.

-¡Querida!.-El enajenado Rusell fue a correr en mi dirección, o eso suponía, ya que según mi punto de vista, hacia eses cada vez mas cerca y una especie de baile raro mientras su cuerpo se distorsionaba y cobraba forma de nuevo. Hasta que pronuncie el nombre de su compañero, girándose a este con ira.
- ¡Tu!.-lo señalo acusadoramente con el dedo, extendiendo el brazo.-¡¿Que le has hecho a mi amada?!.- Solo entonces me percate de que tan mala idea había sido, aun que el fuera el unico que mas o menos se había dignado a responderme algo.

El aprendiz extendió los brazos, y murmuró algo que yo no lograba comprender, entonces sentí una fuerte corriente de aire en el laboratorio. Mire alrededor, sentía que me movía a cámara lenta mientras todo pasaba con extrema rapidez por todos lados, solo los sonidos resultaban medianamente claros.  Viento, mas cristales romperse, algo que sonó como una blasfemia con la voz del decrépito dueño del lugar, y el sonido del agua.

Parecía como si una batalla campal de elementos se estuviera desarrollando en esa mazmorra escondida. Debería haber buscado un trabajo más sencillo en la biblioteca y resignarme a aceptar mis debilidades como parte de mi, intentar mejorarlas con práctica, y no con un medio artificial, eso era un castigo por intentar tomar un senda fácil y provisoria.

Sin embargo, lamentarme no servia de nada, todo eso era en parte causa mía, y como tal, debía tomar mis responsabilidades e intentar solventar ese desastre. A cuatro aptas me aleje, buscando y tanteando un lugar lo suficientemente grande como para no destrozar mas mobiliario, escondí mi morral bajo un mueble, para evitar perderlo, o lo que supuse que era un mueble, y adopté mi forma dracónida, esperando que la debilidad remitiera, y me permitiera, pro lo menos, interponerme en el intercambio de hechizos que sucedía a pocos metros de mi persona.

Mi mirada se enfoco mas, y mi oído era algo mas preciso, la debilidad no era tan grande, pero las nauseas seguían persistiendo, y descubrí no tener control ninguno sobre mi cola que se zarandeaba de un lugar a otro, errática, causando mayor desorden.

Caminé, o me arrastré, la verdad no estoy demasiado segura, hasta interponerme entre los tres magos,  intentando retener la cola con mis patas traseras, que luchaba por liberarse y seguir causando estragos. Hacer de escudo humano no era lo más recomendable, pero mi cuerpo seria mucho mas resistente que el de cualquiera de los magos, y por lo menos, me encontraba menos magullada.

Efectos secundarios, que mal que sonaba eso, esperaba que fueran breves, mucho mas que los efectos que había propiciado es mejunje infernal al enajenado ayudante, que usaba sus poderes imprudentemente, lastimando tanto el mobiliario como a los presentes, con fuertes vientos que arrastraban los fragmentos rotos como metralla.

Por suerte Rusell no parecía haber procesado toda la información que le habían proporcionado, no reconociéndome como el fruto de su amor fraudulento,  y ras culpar nuevamente a su compañero, desapareció con presteza escaleras arriba. Con suerte, para no volver.

Vincent se acercó, pero atajandose a cualquier señal de recelo por mi parte, aclaro sus intenciones de aliviar el dolor de las múltiples heridas, poco profundas pero que permanecían en mi cuerpo fruto de las desventuras que acabamos de vivir.  Para mi gran sorpresa se puso a escribir algo sobre mis escamas que no podía reconocer, pero cuando las letras se fundieron con estas, el dolor empezó a remitir. Parpadeé con estupefacción de que un simple dibujo pudiera tener semejantes propiedades, aun que suponía, acertadamente, que era mas un hechizo que un dibujo lo que había logrado semejante hazaña.

-Espero que te encuentres mejor con esto.- Ante su deseo, asentí varias veces con la cabeza, incapaz de darle una respuesta mejor, puesto que el suelo de piedra, no se prestaba a mis dibujos.
Mientras seguía examinando la marca roja en las escamas, el anciano y el ayudante restante debatían, los escuchaba, sin prestar demasiada atención. Y pasado el peligro, empece a deslizarme por la habitación para poner en pie los muebles restantes, aprovechando la mayor fuerza de esta forma para ello, aun que sin dejar nunca de sostenerme la cola con una zarpa, que luchaba descontrolada por zafarse de la presa. Y avanzando con lentitud para aminorar el mareo y mis siseantes pasos.

Poco a poco fui levantando las mesas, los muebles y trasladando entre las fauces, los tablones y estantes rotos en una esquina apra que no molestasen, una vez había despejado, mayormente la parte central del laboratorio, abrí la boca y espute un buen chorro de agua fría varias veces y en diversas direcciones para sacar las pócimas de las losas del suelo, y por ultimo, poniéndome de espaldas, solté la cola aprovechando su movimiento errático, para que esta barriese y frotase con las escamas el suelo, terminando de sacar la suciedad del mismo.

Aunque cualquier tarea de limpieza solo acabase de empezar, había logrado despejar el grueso de la porquería que habíamos generado. Cuando vi que mi forma dracónida no podia proporcionar mas ayuda, volvi a mi cuerpo humano sentandome primero en el suelo para aparecer de esa forma, y ayudándome con las paredes, me levanté lentamente hasta quedar en pie, recostada contra uno de los muros. Avancé por la misma hasta la puerta y la cerré sin previo permiso.

-Sea donde sea que está Rusell, mejor que no vuelva por un buen rato hasta que se haya calmado.- Me deje caer en el suelo, recostando la espalda contra la puerta mientras miraba las borrosas siluetas que apenas podía distinguir en el laboratorio, y es que en mi cuepro humano de nuevo, los "efectos secundarios" de la pócima, volvían a estar tan acrecentados como al principio.

-¿Tienen alguna cosa NO EXPERIMENTAL que pueda solventar todos estos efectos?.- Enfoqué la mirada en varias estructuras altas, esperando que fueran los magos, y no mas muebles. Por lo menos, no estaba del todo ciega.

Cerré los ojos, centrándome en las voces, y los ruidos, para no contribuir mas al mareo, y respiré profundamente para mantener la calma, había aportado lo que había oído en el orden, y hasta que no desaparecieran esos inconvenientes efectos secundarios, no podría seguir ordenando bien, en todo caso, volvería a desordenar lo que había logrado poner en su lugar.

- ¿Estás mejor? - La cercancania de oven se podía intuir por el volumen de la voz. Ladeé la cabeza hacia ambos lados, sin negar ni asentir.

- Más o menos.- Verbalice para aclarar mi gesto.- Me siento algo indispuesta, espero que cese pronto.

Ante mi petición de un remedio, el anciano respondió y se puso, por los ruidos, a buscar algo entre lo poco que había quedado intacto en el lugar.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo, sin terminar de confiar en lo que fuera que me ofreciera aquel anciano. En el fondo, no urgía en ganas de consumir nada que perteneciese a aquel laboratorio. Y dudaba que alguien en mi situación hubiera opinado lo contrario.
Pronto Rusell volvió a salir como tema de conversación.

-Sinceramente, desearía no tener que verlo más después de lo que hizo hoy, aunque hayan sido los efectos de la pócima, ese muchacho me da escalofríos.-Arrugué la nariz con desagrado al mencionar al joven ayudante, aunque quizás en otras circunstancias podría llegar a ser cortés y educado, algo en mi interior no se desembarazaba de esa opinión,en parte por esa arrogancia que había demostrado antes de empezar con los experimentos, por otro lado estaba el escaso cuidado para con el sujeto de pruebas, cosa que compartía con el imprudente anciano, y por ultimo, la, asumo, deliberada omisión de datos sobre el tipo de trabajo que iba a desempeñar que me había proporcionado, ya que no me había dicho nada de la pócima que me habían hecho tomar, aprovechándose de mi entusiasmo por la otra.

Metí la mano en el morral hasta palpar uno de los trapos de lino, y me limpie con este lo mejor que pude de los restos de pócimas, y luego lo use, discretamente para atrancar la puerta, colando por la rendija de la misma a mi espalda para que los demás no lo vieran y evitar que si Rusell volvía, pudiera entrar entes de estar segura de que no se me iba a abalanzar encima.
Tras ese pícaro gesto, me dedique a sacar los restos de cristales de mi pelo, tanteando cuidadosamente con los dedos para no cortarme con ellos, y depositandolos en una pila a un costado de donde estaba sentada, para poder deshacerme de los mismos mas tarde.

Quizás fuere por mis ejercicios de relajación, o por tener los ojos cerrados, un poco de ambas, o que los efectos secundarios empezaban a remitir, pero el mareo que me estreñía la boca del estómago aflojó su nudo, y mi cuerpo se sentía levemente mas firme, mas similar a como era normalmente.
Sin embargo, no me atreví a abrir los ojos apra comprobar mi vista, temiendo que todo volviese a ser como antes, y que esas desagradables sensaciones me embargaran nuevamente al realizar esa sencilla acción, como si mi estado fuera más frágil que los viales de cristal que habían decorado toda la estancia con sus fragmentos y contenidos.

-¿Aunque solo haya probado uno de los viales, me van a pagar igualmente?.- No era que realmente me importase, aun que traté de sonar interesada sin éxito, mi objetivo principal era distraer la atención de los sujetos del paradero de Rusell antes de que alguno decidiera salir en su búsqueda.

- Por fin, lo encontré-, dijo el viejo con una sonrisa triunfal en sus labios. - Esto quitará el malestar de la dama y además será una segunda prueba.

Me sentí sumamente tentada a abrir los ojos para observar el anciano, como si eso pudiera ayudarme a corroborar si podía fiarme de la inmensa seguridad con al que pronunciaba sus palabras, como si supiese exactamente que estaba haciendo. Lo que me dejaba con dos opciones, o nunca había tenido al mas minima idea, pero poseía mucha seguridad sobre si mismo, o quizás se esperaba todo lo que le paso, pero no le importaba siempre que fuera en nombre de la ciencia, total, no era el el que tenía que beberse esos brebajes.

- Qué opinas jovencita. ¿Estás dispuesta a arriesgarte a una toma más?.- Era la primera vez en todo el dia que me preguntaban mi opinión como si realmente valiese para algo, y no me sorprendió que fuera del único miembro de laboratorio que parecía tener en consideración mi salud.

-Lo intentare... pero si sale mal, me comeré al anciano.- Aclaré, alzando el dedo por delante de mi rostro aun con los ojos cerrados. Claramente no lo decía en serio, era únicamente, para que el anciano se retractarse de dare esa cosa, si tenía la menor duda de que podía hacerme mal. Aunque tratándose de un brujo, quizas mi amenaza era vana confiado, en que entre sus conocimientos sobre magia y sobre alquimia, podría reducirme fácilmente.

Baje el dedo y junte amba manos como un cuenco, esperando que me tendiese el vial, prefería permanecer en esa postura hasta que todo se calmara, para evitar así, tropezar y volver a desordenar toda la habitación.
A los pocos segundos, noté algo apoyado sobre mis palmas, no era muy pesado, y por el tacto suave se trataba de cristal, al envolverlo entre mis dedos, parecía una especie de vial grueso. Tanteé hasta la parte superior, y tras destaparlo, lo baje de un trago y sin respirar, esperando toparme con la misma cacofonía de sabores que con la pócima anterior. POr contra, apenas tenia sabor, era suave, y paso fácilmente por mi garganta.

Le di unos minutos para hacer efecto, centrándome en las sensaciones de mi cuerpo, buscando cualquier señal de cambio, y lentamente las náuseas fueron disipándose, mi cabeza se notaba menos pesada, y cuando finalmente abrí un ojo, la imagen del laboratorio se dibujaba ante mi con la misma claridad de siempre. Abrí el otro ojo, y ningún rastro de mareo me volvió a embargar.
Me levanté con cuidado, y di un par de pasos, y para sorpresa no tropecé, no me costo, mi cuepro se sentia liviano, facil de mover y de manejar, como si me encontrase en mi forma dracónida de nuevo, pero no era así. Era mi aparatoso cuerpo humano, que ya no se sentía aparatoso precisamente.

Mire con una expresión de suma sorpresa a ambos señores.
-No me cai...- Mi voz era puro asombro, mientras caminaba por el laboratorio de un lugar al otro.- No me estoy cayendo!.-ahora la alegría acompañaba a la sorpresa en mis palabras, que por primera vez sonaban normales, las sílabas las letras todo tenia la extensión que tenía que tener, ya no arrastraba ni vocales ni consonantes.

Me acerque de un par de saltitos a cada uno y poniéndome de puntillas, les di un suave cabezazo, frotando escuetamente su frente con la mía en señal de gratitud, luego proseguí caminando y dando saltitos por la estancia son una gran sonrisa pintada en los labios. Recogí el morral colgandolo en cruz sobre mi pecho, y empecé a usar mi recién adquirida coordinación para terminar de poner orden al laboratorio para pagar ese grato momento a los alquimistas, quienes habían logrado barrer de un plumazo todo el mal recuerdo de hacia unos instantes con su ultima pócima.

-No se como han hecho eso, pero es maravilloso poder moverse con tanta facilidad así. Ahora entiendo porque no les resultan inconvenientes estas cosas- Parloteé mientras ordenaba, señalando gracilmente las extremidades al referirme a ellas.- Siempre me había parecido que era sumamente difícil usarlas, y que requerían de muchos años de práctica y disciplina para poder moverse de forma decente.

Una vez todo estaba en su lugar me mire de arriba abajo, intentando decidir que hacer para aprovechar eso antes de que se terminase mi suerte.

Podría intentar correr, o bailar si salía a tiempo, había visto a gente haciendo esas extrañas danzas cuando los pueblos estaban llenos de guirnaldas desde lejos mientras sobrevolaba algunas poblaciones, quizás trepar a un árbol como los niños de campo cuando juegan abandonando sus quehaceres...Aunque perder la agilidad en medio de cualquiera de esas actividades podría ser más inconveniente que empezarlas sin ello.

- Oye, cómo es que a una dragona le ha dado por viajar tanto al sur- La voz del ayudante rompió todo el hilo de posibilidades que estaba elucubrando, y alce la mirada hacia el, buscando de reojo al anciano que ya no se encontraba por ningun lado. Aun que la puerta abierta daba un claro indicio de donde podría haber ido.

-En realidad, estoy viajando por todo Aerandir, y llegué aquí por error.-ladeé la cabeza ligeramente hacia un costado, notando lo extraño que suena haber cruzado todo un mar por accidente. Buscando las palabras para resumirlo sin que quedara aun mas loco u inentendible.

-Tuve un percance en lunargenta, y buscando refugio, confundi un barco con otra cosa,.- Casi formúlo la palabra cueva, pero resultaba demasiado embarazoso, y probablemente, su imaginacio fuera mas indulgente conmigo de lo que era la realidead.- Terminé refugiándome en su bodega, cuando me desperté y me di cuenta ya no podía volver a la costa, ni pedir indicaciones para ir volando porque había un motín, y al final encallamos en una costa de las islas y el barco se hundió.- Me mordisqueé el labio pensando en si me estaba dejando alguna cosa importante, pero tras evaluar que haber sido perseguida por indígenas con otros dos polizones y comerme una pantera no añadirían color a la historia me limité a asentir un par de veces para reforzar mis palabras.

-Pensé que ya que había llegado aquí, en vez de volver rápido al continente, podría aprovechar para explorar un poco el lugar y sus costumbres. Y ud. ¿Lleva mucho tiempo trabajando con el anciano?.- No pude evitar lanzarle una mirada llena de compasión ante esa perspectiva, si eso era un dia normal de su trabajo, que los seis le ayudaran, porque yo me volvería loca en su lugar.

Miré de refilón hacia la puerta, comprobando que el anciano no estuviese bajando justo como para oír algún desafortunado comentario antes de añadir. No quería recibir otra golpiza, aunque de algún modo me sentía capaz de evitar cada uno de los embates de ese señor senil.

-No parece sencillo trabajar con tan...peculiares compañeros.- Tanto las incidencias como las desavenencias de Russell y los bastonazos de James vinieron a mi mente de forma simultánea, realmente compadecía a todo aquel que tuviera que hacer de dichas actividades su dia a dia.

Por suerte para el joven, esos dos no eran su dia a dia,  aunque el hecho de haber estudiado con ellos, marcaba que lo habían sido en algún momento, que esperaba, por el,  hubiera terminado mucho tiempo atrás. Debía de ser agotador trabajar con ese par, uno con sus comentarios soberbios y el otro con sus constantes bastonazos, tanto para expresar enojo como aceptación.
Sonreí ligeramente ante su desairada broma sobre mi accidentada llegada, habría preferido un viaje mucho mas tranquilo, pudiendo apreciar la travesía del mismo, pero como había visto ultimamente, las cosas nunca salen como uno planea, y por mucho que me quejara de la mayoría de cosas, lo cierto es que estaba aprendiendo mucho de ese viaje, y tendría una gran cantidad de aventuras que contar a mi vuelta.

El anciano no tardó en llegar con nuestras respectivas pagas, dándome la mía primero. Preferí no replicar sobre lo merecido de la misma, ya realmente el dinero lo tomaba para emergencias, no era como si hiciera realmente mucho uso del mismo comiendo animales del bosque y durmiendo en una cueva. Abrí el morral, saque la otra bolsa con la paga casi intacta de mi anterior trabajo en la biblioteca de Lunargenta, y uní ambas sumas en un solo paquete para posteriormente guardarlo en el morral y devolverle la bolsa vacía al anciano. Inclinando la cabeza unos pocos centímetros en señal cortés de gratitud.
El viejo la tomó, no sin cierta sorpresa por mi gesto.

Preferí no hacer ningún comentario al respecto de Rusell, y escuchar pacientemente hasta que el anciano se marchó por las escaleras. Esperaba no cruzarmelo mas, y que el mensaje se lo entregase otro, o que se percatase el al volver otro dia a trabajar. Si es que volvía.

- Que me dice jovencita, ¿le apetece dar una vuelta? Conozco buenas tabernas donde pasar una noche divertida, gastemos un poco de la paga- El joven me guiñó un ojo. - Anímese, la noche es joven.

Asentí, por curiosidad sobre que idea tendrían de diversión los magos, y porque tampoco tenia nada mejor que hacer con tanto dinero, que me empezaba a pesar mas en el morral que el aprecio que pudiera tener por el. Además el joven jovial y alegre me había caído bien, algo que no podía decir del resto.

- Vamos señorita, la sigo hasta afuera.

Siguiendo su indicación empecé a subir las escaleras, aprovechando que aun podía hacerlo sin torpezas, con cierto apuro para que no se pasara el efecto a la mitad, y una vez culminada su extensión mire hacia atrás buscando al muchacho.

-No parece una persona ruda, ¿Porque le llamaron cafre?.- Volviendo la vista al frente tras decir eso,  empecé a evitar el desorden de la planta baja para llegar hasta la puerta entreabierta del local, y pasado su umbral, me mantuve a un costado para asegurarme de cerrar una vez Vincent hubiera salido también.

-Por cierto... ¿Que significa ese gesto que hizo antes?.-señalé con el índice uno de los ojos, apoyando la yema en el pómulo, mientras intentaba cerrarlo manteniendo el otro abierto, consiguiendolo a medias, pero volviéndolo, a mi ver, lo suficientemente comprensible como para obtener una respuesta.

Tras cerrar la puerta y bajar los escalones del pórtico hasta la calle, acomode ambas manos entorno a la correa del moral cruzado sobre mi pecho, y me volteé sobre las puntas hacia mi acompañante, dejándome caer sobre el talón tras el pequeño giro, dedicándole una expectante mirada.

-Usted guía.- Incline la cabeza señalando el camino, para marcar que a partir de allí, era cosa suya conducirnos en esa "noche de diversión". Con una curiosidad latente y notoria por lo que podía significar eso, y lo que deparase lo que quedaba de jornada esbocé una sonrisa.- Será interesante ver como se divierten los brujos.