[QUEST] Bailando con el Sol.
Página 2 de 2. • Comparte
Página 2 de 2. • 1, 2
Re: [QUEST] Bailando con el Sol.
Lyanna no esperaba sola en la plaza, algunas de las damas que compraban los remedios de Karen se habían acercado para observar la escena, seguras de que bajo los efectos del alcohol, la mujer armaría un espectáculo, no se equivocaban. Elen la reconoció de lejos, y viendo el semblante que tenía supo que no sería una mañana tranquila, desvió la vista hacia su acompañante y le hizo un gesto para que se adelantase a atender a sus clientes en la posada, mientras ella intentaba averiguar a qué venía todo aquello.
- ¡Aquí está la traidora! ¡Te dije que acabaras con ella no que te hicieras su amiga! - espetó Lyanna, en cuanto tuvo a la de ojos verdes algo más cerca. - No te sienta bien la bebida, deberías dejarla. - contestó Elen, al percatarse del intenso olor que emanaba de la mujer. Sin duda llevaba días en la taberna, probablemente ahogando su pena en cualquier botella que tuviese al alcance, pero eso no podía seguir así. - ¿Qué sabrás tú? No eres nadie para decirme lo que tengo que hacer. - replicó la borracha, acercándose ligeramente.
Se tambaleaba con cada movimiento, y suerte había tenido de no tropezar ya con alguno de los adoquines que formaban la calle. - Ni tú para tratarme como a una mercenaria a la que puedas comprar, yo no mato a inocentes. - dijo la hechicera, con tono cortante. Lyanna bufó, mientras algunas de las cotillas que se habían congregado por los alrededores reían. - ¿Inocente? ¡Ja! Esa fulana no tiene ni un pelo de inocente, lleva por mal camino a los hombres y…. - comenzó a comentar una de las damas, pero Elen no le permitió acabar su frase.
- Curioso que sean ustedes las que la critican, he visto cómo compran los remedios que prepara para luego salir corriendo como alma que lleva el diablo, ¿qué tienen que ocultar a sus maridos eh? - inquirió, dejándolas calladas. - Ya decía yo, ninguna de las presentes puede negarlo, así que ¿por qué no cierran el pico de una vez y dejan de dárselas de señoras? Su vergüenza las delata. - añadió, lo que provocó que varias de ellas se marchasen de inmediato, ofendidas.
Los rumores ahora quedarían en boca de todo aquel que la hubiese escuchado, con lo que para las clientas no quedaba más opción que largarse del lugar cuanto antes e intentar que no las reconociesen, temiendo por lo que sus esposos pudiesen pensar. Ni siquiera Lyanna se quedó para seguir lanzando acusaciones, frunció el ceño y se marchó como buenamente pudo, en busca de otra taberna en la que pasar las horas. Elen esperó a quedarse completamente sola en el centro de la plaza, para luego dirigirse a la posada y encontrarse nuevamente con Karen, esperando que no se molestase por aquel pequeño incidente.
El resto de la jornada transcurrió con normalidad, dentro de lo que cabe, ya que no hubo tanto trabajo como los días anteriores. Tras despedirse de la bailarina, la bruja inició el camino hacia su modesta casa de las afueras, donde dedicó varias horas a seguir leyendo los libros que tenía a medias, en busca de ingredientes nuevos o recetas que aún no hubiese utilizando antes. Quería abarcar demasiado, desde el método de uso de la Osaris hasta descubrir componentes que sirviesen para mantener a raya a los seres sombríos que tarde o temprano terminarían apareciendo, pero esto no la ayudaba a avanzar en sus estudios, tenía que centrarse.
Las tierras de los dragones, ese sería su próximo destino, así que se interesó por el Aïnen, una seta que bien conservada, formaba parte de la elaboración de un remedio que ayudaba a soportar las bajas temperaturas, algo de lo más práctico si quería moverse por Dundarak y la llanura nevada. Sin embargo, hacían falta otros ingredientes para completar la poción, y en los libros que tenía no se hacía mención a ellos por ningún lado, volvía a encontrarse en un callejón sin salida.
Atascada como estaba, dejó de lado la alquimia y se acostó a dormir, para despertar bien descansada al día siguiente y acudir a la cala. Las dos jornadas que siguieron a aquella noche fueron mucho más relajadas de lo normal, algunas de las mujeres ya no aparecían para adquirir los brebajes de la rubia, y otras optaban por enviar a personas de confianza, con tal de mantenerse fuera de la vista.
Junto a la hoguera, la de cabellos cenicientos se lamentaba en silencio, culpándose por que aquella escenita redujese los ingresos de Karen. Un susurro de la anciana la hizo salir de sus pensamientos, quería pedirle algo. Había estado buscando durante mucho tiempo a la persona adecuada para ello, y viendo el parecido que existía entre ambas en cuanto a la pasión por la alquimia, la recolectora estaba segura de que Elen era la joven indicada. Un favor era cuanto necesitaba la anciana, y a cambio le transmitiría todos sus conocimientos, con lo que la decisión fue fácil de tomar.
- Por supuesto, ¿qué necesitas?...- preguntó la tensai, mientras desviaba la vista del fuego para dirigirla hacia su acompañante.
- ¡Aquí está la traidora! ¡Te dije que acabaras con ella no que te hicieras su amiga! - espetó Lyanna, en cuanto tuvo a la de ojos verdes algo más cerca. - No te sienta bien la bebida, deberías dejarla. - contestó Elen, al percatarse del intenso olor que emanaba de la mujer. Sin duda llevaba días en la taberna, probablemente ahogando su pena en cualquier botella que tuviese al alcance, pero eso no podía seguir así. - ¿Qué sabrás tú? No eres nadie para decirme lo que tengo que hacer. - replicó la borracha, acercándose ligeramente.
Se tambaleaba con cada movimiento, y suerte había tenido de no tropezar ya con alguno de los adoquines que formaban la calle. - Ni tú para tratarme como a una mercenaria a la que puedas comprar, yo no mato a inocentes. - dijo la hechicera, con tono cortante. Lyanna bufó, mientras algunas de las cotillas que se habían congregado por los alrededores reían. - ¿Inocente? ¡Ja! Esa fulana no tiene ni un pelo de inocente, lleva por mal camino a los hombres y…. - comenzó a comentar una de las damas, pero Elen no le permitió acabar su frase.
- Curioso que sean ustedes las que la critican, he visto cómo compran los remedios que prepara para luego salir corriendo como alma que lleva el diablo, ¿qué tienen que ocultar a sus maridos eh? - inquirió, dejándolas calladas. - Ya decía yo, ninguna de las presentes puede negarlo, así que ¿por qué no cierran el pico de una vez y dejan de dárselas de señoras? Su vergüenza las delata. - añadió, lo que provocó que varias de ellas se marchasen de inmediato, ofendidas.
Los rumores ahora quedarían en boca de todo aquel que la hubiese escuchado, con lo que para las clientas no quedaba más opción que largarse del lugar cuanto antes e intentar que no las reconociesen, temiendo por lo que sus esposos pudiesen pensar. Ni siquiera Lyanna se quedó para seguir lanzando acusaciones, frunció el ceño y se marchó como buenamente pudo, en busca de otra taberna en la que pasar las horas. Elen esperó a quedarse completamente sola en el centro de la plaza, para luego dirigirse a la posada y encontrarse nuevamente con Karen, esperando que no se molestase por aquel pequeño incidente.
El resto de la jornada transcurrió con normalidad, dentro de lo que cabe, ya que no hubo tanto trabajo como los días anteriores. Tras despedirse de la bailarina, la bruja inició el camino hacia su modesta casa de las afueras, donde dedicó varias horas a seguir leyendo los libros que tenía a medias, en busca de ingredientes nuevos o recetas que aún no hubiese utilizando antes. Quería abarcar demasiado, desde el método de uso de la Osaris hasta descubrir componentes que sirviesen para mantener a raya a los seres sombríos que tarde o temprano terminarían apareciendo, pero esto no la ayudaba a avanzar en sus estudios, tenía que centrarse.
Las tierras de los dragones, ese sería su próximo destino, así que se interesó por el Aïnen, una seta que bien conservada, formaba parte de la elaboración de un remedio que ayudaba a soportar las bajas temperaturas, algo de lo más práctico si quería moverse por Dundarak y la llanura nevada. Sin embargo, hacían falta otros ingredientes para completar la poción, y en los libros que tenía no se hacía mención a ellos por ningún lado, volvía a encontrarse en un callejón sin salida.
Atascada como estaba, dejó de lado la alquimia y se acostó a dormir, para despertar bien descansada al día siguiente y acudir a la cala. Las dos jornadas que siguieron a aquella noche fueron mucho más relajadas de lo normal, algunas de las mujeres ya no aparecían para adquirir los brebajes de la rubia, y otras optaban por enviar a personas de confianza, con tal de mantenerse fuera de la vista.
Junto a la hoguera, la de cabellos cenicientos se lamentaba en silencio, culpándose por que aquella escenita redujese los ingresos de Karen. Un susurro de la anciana la hizo salir de sus pensamientos, quería pedirle algo. Había estado buscando durante mucho tiempo a la persona adecuada para ello, y viendo el parecido que existía entre ambas en cuanto a la pasión por la alquimia, la recolectora estaba segura de que Elen era la joven indicada. Un favor era cuanto necesitaba la anciana, y a cambio le transmitiría todos sus conocimientos, con lo que la decisión fue fácil de tomar.
- Por supuesto, ¿qué necesitas?...- preguntó la tensai, mientras desviaba la vista del fuego para dirigirla hacia su acompañante.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1954
Nivel de PJ : : 10
Re: [QUEST] Bailando con el Sol.
La anciana sonrió levemente.
-Quédate escuchando hasta el final, no quiero que me interrumpas, ¿de acuerdo?- dijo antes de hacer una pequeña pausa, que tomó para respirar hondo un par de veces. –Elen, necesito que elabores para mí una poción. No quiero sufrir más, debe ser una poción que no haga daño, por favor te lo pido. No quiero enterarme, quiero morir plácidamente. Sé que tienes constancia de un par de plantas que causan ese efecto, incluso a consecuencia del abuso de algunas. Puedes usar la que quieras… pero la necesito cuanto antes. – calló. Parecía que el bosque se había enmudecido de golpe. Ya no se escuchaban pájaros ni animales, aunque quizás era por las altas horas de la noche. –Quiero tener que dejar esto, ya son demasiados años…- susurró tomándose las dos pociones que se tomaba cada noche. Un frasco verde, al completo, y tan solo un sorbito de un frasco con mucha luz. –Recuerda que has prometido…- musitó mirando a la de cabellos cenicientos a los ojos.
-Quédate escuchando hasta el final, no quiero que me interrumpas, ¿de acuerdo?- dijo antes de hacer una pequeña pausa, que tomó para respirar hondo un par de veces. –Elen, necesito que elabores para mí una poción. No quiero sufrir más, debe ser una poción que no haga daño, por favor te lo pido. No quiero enterarme, quiero morir plácidamente. Sé que tienes constancia de un par de plantas que causan ese efecto, incluso a consecuencia del abuso de algunas. Puedes usar la que quieras… pero la necesito cuanto antes. – calló. Parecía que el bosque se había enmudecido de golpe. Ya no se escuchaban pájaros ni animales, aunque quizás era por las altas horas de la noche. –Quiero tener que dejar esto, ya son demasiados años…- susurró tomándose las dos pociones que se tomaba cada noche. Un frasco verde, al completo, y tan solo un sorbito de un frasco con mucha luz. –Recuerda que has prometido…- musitó mirando a la de cabellos cenicientos a los ojos.
Wyn
Master
Master
Cantidad de envíos : : 882
Nivel de PJ : : 0
Re: [QUEST] Bailando con el Sol.
Elen jamás hubiese podido adivinar lo que Karen estaba a punto de pedirle, pero tras escuchar las primeras palabras de la anciana, que le pedía que no la interrumpiese hasta el final, supo que no sería algo bueno. Tras asentir con la cabeza en respuesta, toda su atención se centró en la bailarina, en cada gesto que hacía, su mirada, la forma en que respiraba hondo como si necesitase encontrar fuerzas para decir lo que tenía en mente… nada de aquello la tranquilizaba, y en cuestión de segundos confirmaría sus sospechas.
Una poción, eso era lo que quería, pero la de ojos verdes no pudo evitar que en su semblante se reflejase la preocupación al escuchar el efecto que deseaba conseguir con ella. Karen no quería seguir sufriendo más, llevaba a su espalda muchos años haciendo exactamente lo mismo, pero ahora quería terminar con todo aquello de la forma menos dolorosa posible. Todo el bosque se sumió en un extraño silencio cuando la vendedora dejó de hablar, mientras la de cabellos cenicientos cerraba los ojos y negaba con la cabeza cabizbaja, no podía hacerlo.
- ¿Por qué me pides esto? No puedo Karen…- musitó con voz apenas audible, mientras su acompañante tomaba de los dos brebajes cuyo contenido desconocía, como todas las noches. Ante su respuesta, la anciana optó por recordarle que había hecho una promesa, momento en que Elen alzó la vista para mirarla directamente. - Será mejor que me vaya, necesito tiempo para asimilar esto. - dijo con lentitud, para luego levantarse y despedirse de ella, antes de tomar su montura e iniciar el camino hacia su casa en las afueras de la aldea.
Trató de despejar su mente durante el trayecto pero fue en vano, no podía sacar las palabras de la joven de su cabeza, ni dejar de preguntarse a sí misma si debía hacerlo o no. No quería ser la causante de su muerte, sobre todo tras comprobar que las habladurías eran falsas y que no suponía una amenaza para nadie, pero por otro lado podía entender lo que le pedía, hasta cierto punto.
¿Cuánto tiempo llevaría así? Si tal como pensaba la hechicera, Karen había perdido a aquella persona especial siendo tan joven como la dejaban las pociones, eso supondría casi una vida, demasiados años. ¿Aguantaría ella tanto tiempo cuando no quedase nada ni nadie por lo que seguir adelante? Seguramente no. Eso la hizo pensar en su propia vida, en cómo se cerraba a las personas y solo dejaba que su familia la viese tal y como era. Era posible que algún día ni Yennefer ni Vincent estuviesen a su lado, aunque no quería ni pensar en esa idea, pero debía tener en cuenta la realidad que ella misma estaba creando, si ellos llegaban a faltar se quedaría completamente sola.
De llegar ese momento, la bruja dejaría de preocuparse por sí misma y seguramente buscaría el modo de acabar con todo, tratando de llevarse por delante a cuantos seres oscuros pudiese. No, las cosas no debían ser así, y aunque le costase abrirse a los demás tendría que empezar a hacerlo, por su bien. Para cuando llegó a la modesta casa familiar ya era bastante tarde, pero esa noche no podría dormir tranquila y lo sabía, así que se dirigió al estudio en que descansaban todos sus enseres de alquimia.
Ojalá hubiese tenido unas gotas de estrella del tiempo para borrar las últimas horas de su memoria, pero jugar con aquella flor no era recomendable. Revisó los diferentes frascos hasta dar con algo que había recolectado hacía ya algún tiempo, unas Eonishias. Aún se mantenían preciosas, y pasarían años antes de que eso cambiase. Tomó una y la colocó en su mesa de trabajo, dónde ya había varios recipientes con flores de Inhibis.
La infusión tardaba varias horas en elaborarse, así que separó las pequeñas y blanquecinas flores del tallo para irlas añadiendo al agua que ya había puesto al fuego. Karen no quería sufrir y no lo haría, el brebaje la sumiría en un profundo sueño del que jamás despertaría. Para ello debía añadir bastantes flores, muchas más de las que solía poner cuando fabricaba el remedio para tratar dolores o heridas.
Una vez terminó de añadir el ingrediente al caldero, buscó donde sentarse y pasó allí las horas, con la vista clavada en el fuego y un hervidero de pensamientos en la cabeza. Tenía que ponerse en el lugar de la bailarina para poder comprender lo que le había pedido, pero no quería que muriese, hecho que podía ser algo egoísta por su parte. La Eonishia giraba entre sus dedos, sin perder ni un ápice de su belleza a pesar de haber sido cortada hacía tanto.
El alba llegó y la hechicera no se presentaría en la cala aquella mañana, aún tenía que descansar tras todo lo ocurrido, para luego volver a ver a la anciana en cuanto cayese la noche. Con el frasco de Inhibis ya preparado, y tras haber dormido varias horas, Elen abandonó la casa antes de que el sol comenzara a ponerse, para alcanzar el bosque y la vivienda de Karen antes de que ella regresase de la ciudad. Ató su montura nada más llegar, para luego bordear la estructura y sentarse donde la hoguera, que en breve encendería haciendo uso de sus poderes.
Allí esperaría a que la bailarina apareciese, con la infusión y la Eonishia entre las manos.
Una poción, eso era lo que quería, pero la de ojos verdes no pudo evitar que en su semblante se reflejase la preocupación al escuchar el efecto que deseaba conseguir con ella. Karen no quería seguir sufriendo más, llevaba a su espalda muchos años haciendo exactamente lo mismo, pero ahora quería terminar con todo aquello de la forma menos dolorosa posible. Todo el bosque se sumió en un extraño silencio cuando la vendedora dejó de hablar, mientras la de cabellos cenicientos cerraba los ojos y negaba con la cabeza cabizbaja, no podía hacerlo.
- ¿Por qué me pides esto? No puedo Karen…- musitó con voz apenas audible, mientras su acompañante tomaba de los dos brebajes cuyo contenido desconocía, como todas las noches. Ante su respuesta, la anciana optó por recordarle que había hecho una promesa, momento en que Elen alzó la vista para mirarla directamente. - Será mejor que me vaya, necesito tiempo para asimilar esto. - dijo con lentitud, para luego levantarse y despedirse de ella, antes de tomar su montura e iniciar el camino hacia su casa en las afueras de la aldea.
Trató de despejar su mente durante el trayecto pero fue en vano, no podía sacar las palabras de la joven de su cabeza, ni dejar de preguntarse a sí misma si debía hacerlo o no. No quería ser la causante de su muerte, sobre todo tras comprobar que las habladurías eran falsas y que no suponía una amenaza para nadie, pero por otro lado podía entender lo que le pedía, hasta cierto punto.
¿Cuánto tiempo llevaría así? Si tal como pensaba la hechicera, Karen había perdido a aquella persona especial siendo tan joven como la dejaban las pociones, eso supondría casi una vida, demasiados años. ¿Aguantaría ella tanto tiempo cuando no quedase nada ni nadie por lo que seguir adelante? Seguramente no. Eso la hizo pensar en su propia vida, en cómo se cerraba a las personas y solo dejaba que su familia la viese tal y como era. Era posible que algún día ni Yennefer ni Vincent estuviesen a su lado, aunque no quería ni pensar en esa idea, pero debía tener en cuenta la realidad que ella misma estaba creando, si ellos llegaban a faltar se quedaría completamente sola.
De llegar ese momento, la bruja dejaría de preocuparse por sí misma y seguramente buscaría el modo de acabar con todo, tratando de llevarse por delante a cuantos seres oscuros pudiese. No, las cosas no debían ser así, y aunque le costase abrirse a los demás tendría que empezar a hacerlo, por su bien. Para cuando llegó a la modesta casa familiar ya era bastante tarde, pero esa noche no podría dormir tranquila y lo sabía, así que se dirigió al estudio en que descansaban todos sus enseres de alquimia.
Ojalá hubiese tenido unas gotas de estrella del tiempo para borrar las últimas horas de su memoria, pero jugar con aquella flor no era recomendable. Revisó los diferentes frascos hasta dar con algo que había recolectado hacía ya algún tiempo, unas Eonishias. Aún se mantenían preciosas, y pasarían años antes de que eso cambiase. Tomó una y la colocó en su mesa de trabajo, dónde ya había varios recipientes con flores de Inhibis.
La infusión tardaba varias horas en elaborarse, así que separó las pequeñas y blanquecinas flores del tallo para irlas añadiendo al agua que ya había puesto al fuego. Karen no quería sufrir y no lo haría, el brebaje la sumiría en un profundo sueño del que jamás despertaría. Para ello debía añadir bastantes flores, muchas más de las que solía poner cuando fabricaba el remedio para tratar dolores o heridas.
Una vez terminó de añadir el ingrediente al caldero, buscó donde sentarse y pasó allí las horas, con la vista clavada en el fuego y un hervidero de pensamientos en la cabeza. Tenía que ponerse en el lugar de la bailarina para poder comprender lo que le había pedido, pero no quería que muriese, hecho que podía ser algo egoísta por su parte. La Eonishia giraba entre sus dedos, sin perder ni un ápice de su belleza a pesar de haber sido cortada hacía tanto.
El alba llegó y la hechicera no se presentaría en la cala aquella mañana, aún tenía que descansar tras todo lo ocurrido, para luego volver a ver a la anciana en cuanto cayese la noche. Con el frasco de Inhibis ya preparado, y tras haber dormido varias horas, Elen abandonó la casa antes de que el sol comenzara a ponerse, para alcanzar el bosque y la vivienda de Karen antes de que ella regresase de la ciudad. Ató su montura nada más llegar, para luego bordear la estructura y sentarse donde la hoguera, que en breve encendería haciendo uso de sus poderes.
Allí esperaría a que la bailarina apareciese, con la infusión y la Eonishia entre las manos.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1954
Nivel de PJ : : 10
Re: [QUEST] Bailando con el Sol.
Karen observó como la joven bruja se iba de su propiedad, al parecer la noticia le había afectado, cosa que no le sorprendía. Tan solo esperaba que encontrase las fuerzas para realizar aquel pequeño, pero tan necesario, favor.
No se presentó en la cala a la mañana siguiente. La anciana hizo lo de cada día, sin mirar atrás por si la de cabellos cenicientos la estaba espiando como los primeros días. Sabía que no estaba.
Unas pociones esterilizantes, una infusión contra las migrañas, una bebida energética para poder trabajar todo el día y toda la noche en la época de grandes cosechas… Karen tenía ganas de terminar con aquello. Ya no sentía pasión y devoción por ayudar a los demás, tan solo quedaba el dolor y la pena. Sus ojos repasaban cada esquina y cada banco, tabernas y rincones, pero la joven bruja no iba a aparecer aquel día.
Aquella noche tardó un poco más de tiempo en llegar a su casa, las piernas le pesaban más de lo normal. Ya le quedaban pocas esperanzas de que Elen apareciese por allí, quizás no era la persona que ella pensaba.
Pero estaba equivocada.
La joven la esperaba junto a la hoguera, sentada, paciente. Portaba algo en las manos, quizás para Karen.
-Buenas noches, niña…- susurro la anciana con voz cansada. Tardó unos minutos en reunirse con la joven. Ya con ropas más cómodas, la anciana se sentó junto a ella, con un poco de dificultad, mirando como las llamas del fuego bailaban y saltaban sobre la madera.
-Déjame que te cuente para que sirve esto... –susurró con los dos frascos que cada noche se tomaba. –Esta, –empezó alzando el frasco de color verdoso.- es una fuerte poción que he creado yo misma, a base de Väruk, Acruire agria, Inhibis y Barrimorth. Algunos de los efectos de estas plantas curativas chocan entre sí, me costó mucho restablecer esos pequeños detalles. Si no tomase esto cada noche, por mucho que esta –alzó la poción brillante.- me haga ser joven de nuevo, mis huesos, enfermedades y dolencias lo estropearían todo.
>> Es muy doloroso perder a los seres queridos, Elen –continuó la mujer.- pero más doloroso es ver que te pierdes a ti misma sin poder hacer nada.
- Hayas lo que hayas decidido, ten. –Dijo alargando la mano para darle un papel.- Lee esto cuando estés sola, ya cuando yo no esté aquí. – el silenció reinó entre ellas. Karen ya lo había dicho todo, y lo que faltaba por decir estaba todo explicado en la carta, ahora le tocaba hablar a la joven.
No se presentó en la cala a la mañana siguiente. La anciana hizo lo de cada día, sin mirar atrás por si la de cabellos cenicientos la estaba espiando como los primeros días. Sabía que no estaba.
Unas pociones esterilizantes, una infusión contra las migrañas, una bebida energética para poder trabajar todo el día y toda la noche en la época de grandes cosechas… Karen tenía ganas de terminar con aquello. Ya no sentía pasión y devoción por ayudar a los demás, tan solo quedaba el dolor y la pena. Sus ojos repasaban cada esquina y cada banco, tabernas y rincones, pero la joven bruja no iba a aparecer aquel día.
Aquella noche tardó un poco más de tiempo en llegar a su casa, las piernas le pesaban más de lo normal. Ya le quedaban pocas esperanzas de que Elen apareciese por allí, quizás no era la persona que ella pensaba.
Pero estaba equivocada.
La joven la esperaba junto a la hoguera, sentada, paciente. Portaba algo en las manos, quizás para Karen.
-Buenas noches, niña…- susurro la anciana con voz cansada. Tardó unos minutos en reunirse con la joven. Ya con ropas más cómodas, la anciana se sentó junto a ella, con un poco de dificultad, mirando como las llamas del fuego bailaban y saltaban sobre la madera.
-Déjame que te cuente para que sirve esto... –susurró con los dos frascos que cada noche se tomaba. –Esta, –empezó alzando el frasco de color verdoso.- es una fuerte poción que he creado yo misma, a base de Väruk, Acruire agria, Inhibis y Barrimorth. Algunos de los efectos de estas plantas curativas chocan entre sí, me costó mucho restablecer esos pequeños detalles. Si no tomase esto cada noche, por mucho que esta –alzó la poción brillante.- me haga ser joven de nuevo, mis huesos, enfermedades y dolencias lo estropearían todo.
>> Es muy doloroso perder a los seres queridos, Elen –continuó la mujer.- pero más doloroso es ver que te pierdes a ti misma sin poder hacer nada.
- Hayas lo que hayas decidido, ten. –Dijo alargando la mano para darle un papel.- Lee esto cuando estés sola, ya cuando yo no esté aquí. – el silenció reinó entre ellas. Karen ya lo había dicho todo, y lo que faltaba por decir estaba todo explicado en la carta, ahora le tocaba hablar a la joven.
Wyn
Master
Master
Cantidad de envíos : : 882
Nivel de PJ : : 0
Re: [QUEST] Bailando con el Sol.
Aquella noche la bailarina regresó a su casa más tarde de lo normal, dando tiempo de sobra a la bruja para seguir debatiéndose interiormente entre darle el remedio o no. Elen comprendía su punto de vista y estaba segura de no ser capaz de pasar por algo como lo que Karen estaba viviendo día tras día, pero ser la causante de su muerte jamás la agradaría. Esperó junto al fuego con la mirada perdida en las oscilantes llamas, hasta que la voz de la anciana le indicó que ya había llegado.
Varios minutos pasaron antes de que se reuniese con ella junto al fuego, primero decidió cambiarse y ponerse algo más cómoda, para luego tomar asiento no sin esfuerzo, en una de las piedras. Elen esperaba que le preguntase por lo que sostenía entre las manos pero Karen optó por otra cosa, explicarle el contenido de los frascos que tomaba cada noche.
El líquido verdoso resultó ser un brebaje a base de varias plantas sanadoras, suficientemente fuerte como para curar enfermedades de casi todo tipo. Ella conocía bien todos los ingredientes, había trabajado infinidad de veces con ellos, pero le sorprendía que hubiese logrado reunirlos en una sola poción, dadas las pequeñas incompatibilidades que se presentaban entre algunos.
El segundo recipiente, cuyo contenido brillaba y despertaba el interés de la joven, era el remedio para devolver la juventud a la vendedora, aunque de éste último Karen no mencionó los ingredientes, quizá fuese mejor no saberlos. La de ojos verdes aún era una muchacha pero algún día envejecería, y era posible que también terminase usando algo similar para hacer frente al desgaste de los años, no por su imagen en sí sino para no perder la forma que tanto le había costado entrenar.
Tras desvelar los secretos de ambos brebajes, la bailarina aseguró que era muy doloroso perderse a sí misma sin poder hacer nada, motivo por el cual estaba decidida a acabar con su vida. Quizá deseaba reunirse con aquella persona especial que algún día tuvo, o simplemente descansar por fin tras tanto tiempo sufriendo su pérdida. Alargando una mano vacía, Elen tomó el papel que le tendía y lo miró con detenimiento durante unos instantes, debía leerlo cuando la anciana ya no estuviese así que tendría que esperar.
Depositó el papel sobre su regazo y luego desvió la vista hacia el frasco que sujetaba. - Entiendo los motivos que tienes para querer esto, sino no hubiese podido hacerlo. - comenzó a decir, con un tono de voz mucho más decaído que el que solía utilizar. - Te he traído un concentrado de Inhibis, pero ha de tomarse tibio para que su efecto sea mayor, tendrás que calentarlo un poco. - continuó, al tiempo que le tendía el remedio. - Tres tragos bastarán, con la cantidad de flores que he utilizado no volverás a despertar, ni sentirás ningún dolor. - añadió, antes de entregarle la Eonishia que aún le quedaba en la mano. - Esto es un regalo, puede que el cuerpo se deteriore pero la belleza de la Eonishia se mantendrá durante años. - dijo para terminar, mirando al rostro de su acompañante.
- Ojalá las cosas no tuviesen que ser así, pero respetaré tu decisión. - musitó, sabiendo que no podría convencerla de que dejase aquella idea de lado y buscase algo por lo que vivir. - Gracias por todo Karen, ha sido un placer conocerte. - añadió, antes de guardar silencio. Por su parte no quedaba más que decir, ahora era la anciana quien tendría que dar el siguiente paso hacia su libertad.
Elen esperaría a que todo terminase, para acompañarla en sus últimos momentos y que no se sintiera sola, ya había perdido mucho de joven. Luego cuando Karen hubiese expirado su último aliento, tomaría el papel que le había entregado y lo leería, para después darle un digno entierro a la mujer, si así lo quería.
Varios minutos pasaron antes de que se reuniese con ella junto al fuego, primero decidió cambiarse y ponerse algo más cómoda, para luego tomar asiento no sin esfuerzo, en una de las piedras. Elen esperaba que le preguntase por lo que sostenía entre las manos pero Karen optó por otra cosa, explicarle el contenido de los frascos que tomaba cada noche.
El líquido verdoso resultó ser un brebaje a base de varias plantas sanadoras, suficientemente fuerte como para curar enfermedades de casi todo tipo. Ella conocía bien todos los ingredientes, había trabajado infinidad de veces con ellos, pero le sorprendía que hubiese logrado reunirlos en una sola poción, dadas las pequeñas incompatibilidades que se presentaban entre algunos.
El segundo recipiente, cuyo contenido brillaba y despertaba el interés de la joven, era el remedio para devolver la juventud a la vendedora, aunque de éste último Karen no mencionó los ingredientes, quizá fuese mejor no saberlos. La de ojos verdes aún era una muchacha pero algún día envejecería, y era posible que también terminase usando algo similar para hacer frente al desgaste de los años, no por su imagen en sí sino para no perder la forma que tanto le había costado entrenar.
Tras desvelar los secretos de ambos brebajes, la bailarina aseguró que era muy doloroso perderse a sí misma sin poder hacer nada, motivo por el cual estaba decidida a acabar con su vida. Quizá deseaba reunirse con aquella persona especial que algún día tuvo, o simplemente descansar por fin tras tanto tiempo sufriendo su pérdida. Alargando una mano vacía, Elen tomó el papel que le tendía y lo miró con detenimiento durante unos instantes, debía leerlo cuando la anciana ya no estuviese así que tendría que esperar.
Depositó el papel sobre su regazo y luego desvió la vista hacia el frasco que sujetaba. - Entiendo los motivos que tienes para querer esto, sino no hubiese podido hacerlo. - comenzó a decir, con un tono de voz mucho más decaído que el que solía utilizar. - Te he traído un concentrado de Inhibis, pero ha de tomarse tibio para que su efecto sea mayor, tendrás que calentarlo un poco. - continuó, al tiempo que le tendía el remedio. - Tres tragos bastarán, con la cantidad de flores que he utilizado no volverás a despertar, ni sentirás ningún dolor. - añadió, antes de entregarle la Eonishia que aún le quedaba en la mano. - Esto es un regalo, puede que el cuerpo se deteriore pero la belleza de la Eonishia se mantendrá durante años. - dijo para terminar, mirando al rostro de su acompañante.
- Ojalá las cosas no tuviesen que ser así, pero respetaré tu decisión. - musitó, sabiendo que no podría convencerla de que dejase aquella idea de lado y buscase algo por lo que vivir. - Gracias por todo Karen, ha sido un placer conocerte. - añadió, antes de guardar silencio. Por su parte no quedaba más que decir, ahora era la anciana quien tendría que dar el siguiente paso hacia su libertad.
Elen esperaría a que todo terminase, para acompañarla en sus últimos momentos y que no se sintiera sola, ya había perdido mucho de joven. Luego cuando Karen hubiese expirado su último aliento, tomaría el papel que le había entregado y lo leería, para después darle un digno entierro a la mujer, si así lo quería.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1954
Nivel de PJ : : 10
Re: [QUEST] Bailando con el Sol.
La mujer aceptó la mezcla que la joven bruja le había preparado, agradeciéndoselo con una noble sonrisa.
-Flor de luna… siempre ha sido una de mis preferidas…-susurro- Gracias Elen, no sabes todo lo que significa esto para mí.
Las manos le temblaban, pero no tenía miedo. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no estaba triste.
La mujer se quedó unos instantes mirando el frasco, su mirada parecía perdida, distraída. Lentamente, con la mano que le quedaba libre, la mujer de cabellos canosos destapo el frasco, llevándoselo a los labios y bebiendo el contenido. Creía totalmente en la palabra de su acompañante, por lo que con tres tragas se dio por satisfecha. Después, con la misma lentitud, tapó el remedio y lo dejo en el suelo.
Tenía entre sus manos la precisa Eonishia, con los pétalos característicamente duros. Aquella flor duraría más tiempo que ella.
Notaba que los ojos le pesaban, como si un gran sueño se apoderase de ella. No pudo evitar bostezar, tapándose la boca con una mano.
-¿Elen, te importa si me tumbo a mirar las estrellas?
Con el cabello gris sobre el suelo verde oscuro, la mujer miraba las resplandecientes estrellas que parecían parpadear en el cielo. No soltó en un solo momento la flor que su nueva amiga le había regalado, ni siquiera cuando sus ojos se cerraron para siempre, antes de que un último exhalo de aire saliese de entre una tranquila y apacible sonrisa.
Por fin podía descansar.
-Flor de luna… siempre ha sido una de mis preferidas…-susurro- Gracias Elen, no sabes todo lo que significa esto para mí.
Las manos le temblaban, pero no tenía miedo. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no estaba triste.
La mujer se quedó unos instantes mirando el frasco, su mirada parecía perdida, distraída. Lentamente, con la mano que le quedaba libre, la mujer de cabellos canosos destapo el frasco, llevándoselo a los labios y bebiendo el contenido. Creía totalmente en la palabra de su acompañante, por lo que con tres tragas se dio por satisfecha. Después, con la misma lentitud, tapó el remedio y lo dejo en el suelo.
Tenía entre sus manos la precisa Eonishia, con los pétalos característicamente duros. Aquella flor duraría más tiempo que ella.
Notaba que los ojos le pesaban, como si un gran sueño se apoderase de ella. No pudo evitar bostezar, tapándose la boca con una mano.
-¿Elen, te importa si me tumbo a mirar las estrellas?
Con el cabello gris sobre el suelo verde oscuro, la mujer miraba las resplandecientes estrellas que parecían parpadear en el cielo. No soltó en un solo momento la flor que su nueva amiga le había regalado, ni siquiera cuando sus ojos se cerraron para siempre, antes de que un último exhalo de aire saliese de entre una tranquila y apacible sonrisa.
Por fin podía descansar.
- carta:
- Para Elen,
Siento mucho las molestias que te he causado estos días que hemos pasado juntas, mi pequeña Calhoun. Espero que este gran favor no caiga como un gigantesco peso sobre ti, sino al contrario, eres la causante de mi felicidad.
He aprendido mucho estando contigo, y espero que nuestro encuentro también haya sido de provecho para ti. Ojalá te hubiese conocido siendo yo unos años más jóvenes, podría haberte enseñado muchísimas d las cosas que sé, pero el tiempo me apremiaba.
Pero no quiero que pienses que no te voy a agradecer todo esto. No puedo dejarte dinero, puesto que no tengo, pero si poseo conocimientos. En mi casa, en el armario que hay al final del pasillo, ¿lo recuerdas? No es realmente un armario, sino una pequeña habitación con pociones, ingredientes y recetas. Espero que te sean de ayuda como a mí me lo fueron en su día.
Repito, muchas gracias Elen, nunca te olvidaré.
Pd: Se que habrá una cosa en aquella habitación que te llamará la atención, por favor, cuídalo bien, se que sabrás que hacer con ello.
Wyn
Master
Master
Cantidad de envíos : : 882
Nivel de PJ : : 0
Re: [QUEST] Bailando con el Sol.
Karen tomó el frasco y también la flor que Elen le tendía, añadiendo en un susurro que era una de sus favoritas, tras esto dio las gracias y se quedó mirando el contenido del pequeño recipiente, pensativa. Las manos le temblaban ligeramente, y en los ojos de la anciana las lágrimas empezaron a agolparse, por la emoción de tener tan cerca lo que tanto había esperado.
Bajo la atenta mirada de la hechicera, destapó el frasco y bebió los tragos que le había indicado, para luego volverlo a cerrar y depositarlo en el suelo. Elen no apartó en ningún momento la vista de ella, ni siquiera cuando el sueño empezó a apoderarse de la bailarina, haciendo que se tumbase para mirar las estrellas que decoraban el cielo nocturno. Pronto los párpados comenzaron a pesarle demasiado y terminaron por cerrarse, poco quedaba ya para que se marchase definitivamente.
La Eonishia seguía entre sus manos, y allí se mantuvo en todo momento, incluso cuando dejó de respirar y su pecho no volvió a moverse. Con lentitud, la de cabellos cenicientos se acercó para tomarle el pulso, comprobando al instante que el anciano corazón de Karen ya no latía, se había ido. El intenso verdor de sus ojos quedó empañado por las lágrimas, que le rodaron por las mejillas hasta caer al suelo y perderse entre la hierba. Era triste ver partir a alguien, pero en el rostro de la vendedora no se reflejaba el dolor por todos los años de sufrimiento, sino una sonrisa.
- Que los dioses acojan tu alma y encuentres la paz que buscabas. - musitó solemnemente, colocando por un instante su mano sobre las de Karen. Tras esto se levantó e iluminó los alrededores con su eléctrico elemento, para revisar el jardín de la casa hasta dar con lo que necesitaba, una pala. La bruja no estaba dispuesta a dejar el cuerpo de la anciana donde cualquiera pudiese ultrajarlo, así que le daría un entierro lo más digno posible, para que pudiese descansar debidamente.
No tardó en encontrar el lugar adecuado para tal cosa, en medio de las flores que decoraban las cercanías de la vivienda. Sin perder tiempo comenzó a cavar, tarea que requeriría de ella un gran esfuerzo pero que también la ayudaría a sentirse mejor consigo misma, al saber que estaría en un lugar bonito y fuera del alcance de alimañas y ladrones. Tardó bastante en conseguir el hueco que quería, pero teniendo en cuenta las características generales de los de su raza, que no destacaban en cuanto al físico, evitó presionarse en exceso.
Cuando por fin terminó de preparar la improvisada tumba, volvió junto a la anciana y se quedó observando su rostro durante unos instantes, antes de llevarla al lugar en que descansarían sus restos. - Gracias por todo Karen, Beltrexus pierde hoy a una gran persona. - dijo a modo de despedida, en cuanto la tuvo adecuadamente colocada. Una vez dicho esto tomó la pala nuevamente y empezó a cubrirla con la tierra que había sacado, sin dejar de fijarse en la apacible expresión de su rostro y la flor que sujetaba, ambos detalles quedarían en su memoria.
Para cuando acabó de darle sepultura el sol ya estaba saliendo, bañando el bosque con un bonito brillo anaranjado. La leña de la hoguera se había consumido, y en lugar de llamas ahora solo quedaba una fina columna de humo que en breve se desvanecería por completo, dando paso al nuevo día. También las esferas de energía habían desaparecido hacía poco, en cuanto los primeros rayos comenzaron a iluminar por entre los árboles.
Elen ya solo tenía una cosa que hacer allí, leer la nota que su amiga le había entregado antes de tomar el remedio, cosa que hizo de inmediato. La bailarina agradecía enormemente su ayuda para terminar con la vida que llevaba, y como recompensa le revelaba el lugar en que guardaba todo lo relacionado con la alquimia, esperando que le sirviese tanto como a ella. ¿Cuánto podría haber aprendido de la vendedora? Nunca lo sabría, pero al menos parte de su trabajo y conocimientos estarían plasmados en el contenido de aquella habitación que en breve visitaría.
Echó un último vistazo a la tumba antes de moverse, luego se acercó a la puerta y cruzó el umbral, con la vista clavada en el pasillo. Al final del mismo encontró el armario, que en realidad resultaba ser la entrada a un modesto cuartito repleto de ingredientes, enseres alquímicos y pergaminos. La pequeña de los Calhoun era capaz de reconocer muchos de los componentes que allí había, pero otros en cambio le resultaban desconocidos o solo los había visto en bocetos, sería interesante estudiarlos y experimentar con ellos.
Viendo todo lo que contenía la habitación, supo que tendría que visitar la casa en más de una ocasión para aprovechar cuanto pudiese, pero algo llamó especialmente su atención. Se trataba de un grueso libro de encuadernación bien cuidada que descansaba sobre una especie de atril, abierto por la mitad y con algunas planchas de papiro morado sobre sus páginas. En ellas había algunas notas de Karen, sobre remedios, cantidades y diferentes efectos asociados a ciertos tipos de plantas. Podía parecer una especie de diario en que la bailarina apuntaba sus descubrimientos, pero quizá contuviese más que eso, tendría que leerlo para descubrirlo.
Bajo la atenta mirada de la hechicera, destapó el frasco y bebió los tragos que le había indicado, para luego volverlo a cerrar y depositarlo en el suelo. Elen no apartó en ningún momento la vista de ella, ni siquiera cuando el sueño empezó a apoderarse de la bailarina, haciendo que se tumbase para mirar las estrellas que decoraban el cielo nocturno. Pronto los párpados comenzaron a pesarle demasiado y terminaron por cerrarse, poco quedaba ya para que se marchase definitivamente.
La Eonishia seguía entre sus manos, y allí se mantuvo en todo momento, incluso cuando dejó de respirar y su pecho no volvió a moverse. Con lentitud, la de cabellos cenicientos se acercó para tomarle el pulso, comprobando al instante que el anciano corazón de Karen ya no latía, se había ido. El intenso verdor de sus ojos quedó empañado por las lágrimas, que le rodaron por las mejillas hasta caer al suelo y perderse entre la hierba. Era triste ver partir a alguien, pero en el rostro de la vendedora no se reflejaba el dolor por todos los años de sufrimiento, sino una sonrisa.
- Que los dioses acojan tu alma y encuentres la paz que buscabas. - musitó solemnemente, colocando por un instante su mano sobre las de Karen. Tras esto se levantó e iluminó los alrededores con su eléctrico elemento, para revisar el jardín de la casa hasta dar con lo que necesitaba, una pala. La bruja no estaba dispuesta a dejar el cuerpo de la anciana donde cualquiera pudiese ultrajarlo, así que le daría un entierro lo más digno posible, para que pudiese descansar debidamente.
No tardó en encontrar el lugar adecuado para tal cosa, en medio de las flores que decoraban las cercanías de la vivienda. Sin perder tiempo comenzó a cavar, tarea que requeriría de ella un gran esfuerzo pero que también la ayudaría a sentirse mejor consigo misma, al saber que estaría en un lugar bonito y fuera del alcance de alimañas y ladrones. Tardó bastante en conseguir el hueco que quería, pero teniendo en cuenta las características generales de los de su raza, que no destacaban en cuanto al físico, evitó presionarse en exceso.
Cuando por fin terminó de preparar la improvisada tumba, volvió junto a la anciana y se quedó observando su rostro durante unos instantes, antes de llevarla al lugar en que descansarían sus restos. - Gracias por todo Karen, Beltrexus pierde hoy a una gran persona. - dijo a modo de despedida, en cuanto la tuvo adecuadamente colocada. Una vez dicho esto tomó la pala nuevamente y empezó a cubrirla con la tierra que había sacado, sin dejar de fijarse en la apacible expresión de su rostro y la flor que sujetaba, ambos detalles quedarían en su memoria.
Para cuando acabó de darle sepultura el sol ya estaba saliendo, bañando el bosque con un bonito brillo anaranjado. La leña de la hoguera se había consumido, y en lugar de llamas ahora solo quedaba una fina columna de humo que en breve se desvanecería por completo, dando paso al nuevo día. También las esferas de energía habían desaparecido hacía poco, en cuanto los primeros rayos comenzaron a iluminar por entre los árboles.
Elen ya solo tenía una cosa que hacer allí, leer la nota que su amiga le había entregado antes de tomar el remedio, cosa que hizo de inmediato. La bailarina agradecía enormemente su ayuda para terminar con la vida que llevaba, y como recompensa le revelaba el lugar en que guardaba todo lo relacionado con la alquimia, esperando que le sirviese tanto como a ella. ¿Cuánto podría haber aprendido de la vendedora? Nunca lo sabría, pero al menos parte de su trabajo y conocimientos estarían plasmados en el contenido de aquella habitación que en breve visitaría.
Echó un último vistazo a la tumba antes de moverse, luego se acercó a la puerta y cruzó el umbral, con la vista clavada en el pasillo. Al final del mismo encontró el armario, que en realidad resultaba ser la entrada a un modesto cuartito repleto de ingredientes, enseres alquímicos y pergaminos. La pequeña de los Calhoun era capaz de reconocer muchos de los componentes que allí había, pero otros en cambio le resultaban desconocidos o solo los había visto en bocetos, sería interesante estudiarlos y experimentar con ellos.
Viendo todo lo que contenía la habitación, supo que tendría que visitar la casa en más de una ocasión para aprovechar cuanto pudiese, pero algo llamó especialmente su atención. Se trataba de un grueso libro de encuadernación bien cuidada que descansaba sobre una especie de atril, abierto por la mitad y con algunas planchas de papiro morado sobre sus páginas. En ellas había algunas notas de Karen, sobre remedios, cantidades y diferentes efectos asociados a ciertos tipos de plantas. Podía parecer una especie de diario en que la bailarina apuntaba sus descubrimientos, pero quizá contuviese más que eso, tendría que leerlo para descubrirlo.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1954
Nivel de PJ : : 10
Re: [QUEST] Bailando con el Sol.
Tras el libro había una especie de vitrina cubierto con una tela de terciopelo de color negro. Sobre esta tela, descansaba un huevo de colores cálidos, brillante y llamativo. No era algo que la bruja pudiese haber visto nunca, era algo nuevo para una joven alquimista, incluso algunos conocedores en bestias asegurarían que aquello no era real, otros pondrían la mano en el fuego por decirte que aquel ejemplar no era real.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
_______________________________
· Recuerda que tu misión principal es que habías sido contratada por algunas mujeres de la ciudad, quizás deberías ir a hablar con ellas. (dependiendo de cual sea tu decisión y como la lleves a cabo las recompensas podrás variar, y tu reputación tambein)
· Te quedas con el libro, en el que hay recetas, dibujos y explicaciones de muchas plantas y pociones.
Puedes ver que una de las ultimas paginas esta dedicada al dibujo del huevo que te has encontrado, acompañado de un nombre: Kot'hiku
· Debes quedarte con el huevo. No puedes abrirlo. debes portarlo siempre encima. cuando hagas temas libres cronológicamente después de este, también deberás incluir el huevo.
Última edición por Wyn el Jue 31 Mar - 15:57, editado 1 vez
Wyn
Master
Master
Cantidad de envíos : : 882
Nivel de PJ : : 0
Re: [QUEST] Bailando con el Sol.
Mientras los ojos de la hechicera recorrían las notas de Karen, pasando cuidadosamente algunas de las páginas de aquel libro que tenía ante sí, otra cosa terminó captando su atención. En el interior de una vitrina, y colocado sobre una tela de suave terciopelo azabache descansaba un llamativo huevo, de colores vivos y brillantes. Elen nunca había visto nada semejante, hecho que de inmediato despertó su interés, haciendo que dejase el grueso tomo a un lado.
- Cuídalo bien…- eso había dejado escrito la bailarina en su carta de despedida, y viendo la delicadeza con que se había puesto el huevo allí seguramente se refería a él. Tras observarlo durante unos segundos, alargó los brazos y lo tomó con cuidado, fijándose en las diferentes tonalidades de color que lo rodeaban y su textura. Casi parecía estar recubierto de escamas, pero unas que hasta el momento no había visto nunca antes, ni siquiera en los mercados de artículos lujosos, donde podían encontrarse collares de serpiente dragón.
- ¿Qué puede haber dentro? - se preguntó, pero no trataría de abrirlo. Existía la posibilidad de que hubiese algo vivo en su interior, alguna criatura que tarde o temprano acabaría saliendo, y que por tanto no podía dejar allí abandonada en la casa. - No importa, te vienes conmigo. - musitó, al tiempo que tomaba la aterciopelada tela para envolverlo y mantenerlo a salvo de posibles golpes. Una vez protegido, guardó el huevo en el interior de su bolsa de cuero y echó mano al grueso libro del atril, que también se llevaría para estudiar con mayor detenimiento las anotaciones de Karen.
Sin querer, algunas de las planchas de papiro morado resbalaron y terminaron en el suelo, obligando a la hechicera a agacharse para volver a recogerlas y colocarlas en una parte del tomo que las mantuviese más sujetas. Se decantó por ponerlas al final, donde todo el peso del resto de páginas las retuviese, pero justo cuando pasaba las últimas hojas un dibujo la hizo detenerse. En el boceto podía verse el huevo que acababa de introducir en su bolsa, pero acompañado de una palabra, que probablemente correspondiese al nombre de lo que contenía. - Kot’hiku… - leyó en voz muy baja.
Tampoco le sonaba de nada, lo cual no hacía sino aumentar el misterio de qué habría dentro del huevo, pero quizá el nombre sirviese para que algún experto en bestias supiese decirle algo más al respecto, ya tenía algo con lo que empezar. Colocó las planchas y cerró el libro, para acto seguido abandonar la casa y dirigirse hacia su montura, depositando el tomo en una de las alforjas que colgaban de la silla de montar. Tendría que volver a por más cosas, pero además de eso no dejaría que la modesta y encantadora casa de la bailarina cayese en el abandono, visitaría de vez en cuando el lugar para adecentarla y dejar flores en la tumba de su amiga.
Aquel también sería un modo de recordarla sin importar el paso del tiempo, cosa que ayudaría a la de ojos verdes a aliviar su sentimiento de culpa por haberle dado el remedio que acabó con su vida. Sabía que era lo que ella quería, pero aun así la bruja tardaría algún tiempo en dejar de verlo de aquel modo, debía centrarse en otras cosas para no pensar en lo ocurrido. Sujetando las riendas de Sombra, Elen echó un último vistazo a la vivienda antes de iniciar el camino a Beltrexus, donde la esperaba un encuentro inesperado.
Nada más llegar a la aldea, en que tenía pensado adquirir algunos alimentos antes de marcharse a las afueras, una de las clientas más habituales de Karen le salió al paso. - ¿Dónde está? Tenemos una hora pactada para las entregas y hoy llega tarde, no puedo esperarla todo el día. - se quejó, cruzándose de brazos con nerviosismo. La de cabellos cenicientos había ofendido a aquella mujer días atrás en la plaza, pero tanta era su necesidad que no dudaba en acercarse a ella para preguntar por la vendedora.
- Pierde su tiempo, no va a venir. - respondió sin ganas la maga, sin duda lo que menos quería en aquel momento era cruzarse con las “damas” que habían criticado a Karen durante tanto tiempo. - ¿Cómo que no va a venir? ¡Necesito mis remedios! - exclamó la mujer, arrepintiéndose casi de inmediato por haber elevado la voz hasta llamar la atención de quienes pasaban cerca de ambas. La pequeña de los Calhoun sabía bien qué brebajes compraba, uno a base de Thomyr y otro para no quedar embarazada, lo cual delataba que se libraba de su estéril marido para reunirse con algún amante, del que evitaba quedar encinta a toda costa, pues eso la delataría como la adúltera que era.
- Vaya a buscarlos a otra parte. Karen no volverá a aparecer por aquí nunca más, seguro que eso alegrará a algunas…- espetó la de ojos verdes, conteniéndose para no parecer más hostil de lo necesario. Otras mujeres de la aldea escucharían sus palabras, y entre ellas Lyanna, que se permitiría esbozar una sonrisa triunfante desde la entrada de una taberna, sonrisa que de haberla visto, Elen se le habría borrado del rostro inmediatamente.
Sin dar tiempo a la dama que tenía al lado, la hechicera volvió a ponerse en marcha para llegar al comercio de los hechiceros cuanto antes, no era un buen día para acercarse a ella y probablemente terminaría respondiendo con más brusquedad a cualquiera que intentase sacarle el tema u obtener información acerca de lo que pudiese haberle pasado a la bailarina.
- Cuídalo bien…- eso había dejado escrito la bailarina en su carta de despedida, y viendo la delicadeza con que se había puesto el huevo allí seguramente se refería a él. Tras observarlo durante unos segundos, alargó los brazos y lo tomó con cuidado, fijándose en las diferentes tonalidades de color que lo rodeaban y su textura. Casi parecía estar recubierto de escamas, pero unas que hasta el momento no había visto nunca antes, ni siquiera en los mercados de artículos lujosos, donde podían encontrarse collares de serpiente dragón.
- ¿Qué puede haber dentro? - se preguntó, pero no trataría de abrirlo. Existía la posibilidad de que hubiese algo vivo en su interior, alguna criatura que tarde o temprano acabaría saliendo, y que por tanto no podía dejar allí abandonada en la casa. - No importa, te vienes conmigo. - musitó, al tiempo que tomaba la aterciopelada tela para envolverlo y mantenerlo a salvo de posibles golpes. Una vez protegido, guardó el huevo en el interior de su bolsa de cuero y echó mano al grueso libro del atril, que también se llevaría para estudiar con mayor detenimiento las anotaciones de Karen.
Sin querer, algunas de las planchas de papiro morado resbalaron y terminaron en el suelo, obligando a la hechicera a agacharse para volver a recogerlas y colocarlas en una parte del tomo que las mantuviese más sujetas. Se decantó por ponerlas al final, donde todo el peso del resto de páginas las retuviese, pero justo cuando pasaba las últimas hojas un dibujo la hizo detenerse. En el boceto podía verse el huevo que acababa de introducir en su bolsa, pero acompañado de una palabra, que probablemente correspondiese al nombre de lo que contenía. - Kot’hiku… - leyó en voz muy baja.
Tampoco le sonaba de nada, lo cual no hacía sino aumentar el misterio de qué habría dentro del huevo, pero quizá el nombre sirviese para que algún experto en bestias supiese decirle algo más al respecto, ya tenía algo con lo que empezar. Colocó las planchas y cerró el libro, para acto seguido abandonar la casa y dirigirse hacia su montura, depositando el tomo en una de las alforjas que colgaban de la silla de montar. Tendría que volver a por más cosas, pero además de eso no dejaría que la modesta y encantadora casa de la bailarina cayese en el abandono, visitaría de vez en cuando el lugar para adecentarla y dejar flores en la tumba de su amiga.
Aquel también sería un modo de recordarla sin importar el paso del tiempo, cosa que ayudaría a la de ojos verdes a aliviar su sentimiento de culpa por haberle dado el remedio que acabó con su vida. Sabía que era lo que ella quería, pero aun así la bruja tardaría algún tiempo en dejar de verlo de aquel modo, debía centrarse en otras cosas para no pensar en lo ocurrido. Sujetando las riendas de Sombra, Elen echó un último vistazo a la vivienda antes de iniciar el camino a Beltrexus, donde la esperaba un encuentro inesperado.
Nada más llegar a la aldea, en que tenía pensado adquirir algunos alimentos antes de marcharse a las afueras, una de las clientas más habituales de Karen le salió al paso. - ¿Dónde está? Tenemos una hora pactada para las entregas y hoy llega tarde, no puedo esperarla todo el día. - se quejó, cruzándose de brazos con nerviosismo. La de cabellos cenicientos había ofendido a aquella mujer días atrás en la plaza, pero tanta era su necesidad que no dudaba en acercarse a ella para preguntar por la vendedora.
- Pierde su tiempo, no va a venir. - respondió sin ganas la maga, sin duda lo que menos quería en aquel momento era cruzarse con las “damas” que habían criticado a Karen durante tanto tiempo. - ¿Cómo que no va a venir? ¡Necesito mis remedios! - exclamó la mujer, arrepintiéndose casi de inmediato por haber elevado la voz hasta llamar la atención de quienes pasaban cerca de ambas. La pequeña de los Calhoun sabía bien qué brebajes compraba, uno a base de Thomyr y otro para no quedar embarazada, lo cual delataba que se libraba de su estéril marido para reunirse con algún amante, del que evitaba quedar encinta a toda costa, pues eso la delataría como la adúltera que era.
- Vaya a buscarlos a otra parte. Karen no volverá a aparecer por aquí nunca más, seguro que eso alegrará a algunas…- espetó la de ojos verdes, conteniéndose para no parecer más hostil de lo necesario. Otras mujeres de la aldea escucharían sus palabras, y entre ellas Lyanna, que se permitiría esbozar una sonrisa triunfante desde la entrada de una taberna, sonrisa que de haberla visto, Elen se le habría borrado del rostro inmediatamente.
Sin dar tiempo a la dama que tenía al lado, la hechicera volvió a ponerse en marcha para llegar al comercio de los hechiceros cuanto antes, no era un buen día para acercarse a ella y probablemente terminaría respondiendo con más brusquedad a cualquiera que intentase sacarle el tema u obtener información acerca de lo que pudiese haberle pasado a la bailarina.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1954
Nivel de PJ : : 10
Re: [QUEST] Bailando con el Sol.
Las mujeres se quedaron ahí murmurando unas con otras, no pasó mucho tiempo hasta que casi todas las mujeres de la cuidad hablasen del tema. Algunas con pesar, otras escondiendo una felicidad maliciosa.
Eran pocas las personas que conocían realmente a Karen, pero estas se encargarían de cuidar de la casa de la anciana, e intentar continuar su legado de buenos productos y servicios. Al igual que con Elen, Karen había tenido un par de alumnas en toda su vida, personas muy especiales y muy buenas en su campo.
La ciudad de Beltrexus había perdido una buena persona.
La imagen de una mujer de cabellos blancos y ojos caros parecía dibujarse en el cielo.
Eran pocas las personas que conocían realmente a Karen, pero estas se encargarían de cuidar de la casa de la anciana, e intentar continuar su legado de buenos productos y servicios. Al igual que con Elen, Karen había tenido un par de alumnas en toda su vida, personas muy especiales y muy buenas en su campo.
La ciudad de Beltrexus había perdido una buena persona.
La imagen de una mujer de cabellos blancos y ojos caros parecía dibujarse en el cielo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
_________________________________________
·Obtienes el libro de apuntes de Karen, en el que podrás encontrar tres recetas:
- Poción de rejuvenecimiento; esta poción solo se puede elaborar por alquimistas de nivel 5. Dependiendo de la cantidad ingerida de esta poción, se conseguirá una edad u otra. (más cantidad mayor juventud)
- .:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
-Poción sanadora; Mezcla de diferentes plantas sanadoras con alto nivel curativo. Con apuntes de cómo contrarrestar los efectos que chocan entre las diferentes flores y plantas. Cura por completo todas las enfermedades y dolencias por un día, sean cuales sean. Solo puede ser elaborada por alquimistas de nivel 8, aunque en niveles inferiores se pueden ir tratando los diferentes ingredientes para ir conociéndolos mejor.
- .:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
-Poción de Thomyr
·Huevo desconocido
· +25 puntos de exp
· +5 puntos de hp
Recuerda registrar los puntos de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], así como los [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], en los apartados correspondientes.
Espero que te haya gustado, nos vemos pronto.
Wyn
Master
Master
Cantidad de envíos : : 882
Nivel de PJ : : 0
Página 2 de 2. • 1, 2
Temas similares
» El rescate (II) [quest]
» [Quest] La puerta
» Herencia [QUEST]
» El rescate [III] [quest]
» Herencia [QUEST]
» [Quest] La puerta
» Herencia [QUEST]
» El rescate [III] [quest]
» Herencia [QUEST]
Página 2 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 14:43 por Eilydh
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Ayer a las 23:14 por Iori Li
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Ayer a las 19:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Ayer a las 16:18 por Mina Harker
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Ayer a las 5:53 por Lukas
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Mar 19 Nov - 22:49 por Eltrant Tale
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Mar 19 Nov - 22:42 por Cohen
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun 18 Nov - 12:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Lun 18 Nov - 4:12 por Amice M. Hidalgo
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb 16 Nov - 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér 13 Nov - 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar 12 Nov - 4:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom 10 Nov - 13:36 por Tyr
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie 8 Nov - 18:40 por Lukas
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Vie 8 Nov - 1:19 por Tyr