Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
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Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
Llevaba días sin atender comunicados, no tenía ánimos para nada, pasaba los días andando como alma en pena sin que nada le llamase la atención, todo era aburrido. Poca gente de la guardia sabía sobre lo que había sucedido en su viaje, solo habían escuchado que La Gata había ido al norte, y, al volver, se encontraba diferente.
La frialdad y la agresividad que habían caracterizado desde su regreso, y una extraña pasividad la asaltaba tras la batalla en Terpoli, como si estuviera cansada de todo. Su mirada, se había vuelto fría, pesimista, y cuando alguien intentaba acercarse, la sonrisa que la había caracterizado, se había desvanecido, tomando su puesto una mirada asesina que hablaba con claridad de que todos eran una molestia.
Nadie sabría lo que había sucedido en el norte, al menos, no la gente de la guardia, no quería dar lástima, prefería que pensaran que simplemente estaba amargada. En el fondo, le gustaría encontrar algo que la sacase de ese estado de miseria en el que se había hundido por si misma.
Andando por las calles bajas, haciendo una ronda que había decidido cambiar a uno de los aprendices. Prefería trabajar por las noches, ya que era incapaz de dormir con la oscuridad. Solo descansaba por el día, cuando el sol ya estaba alzado, la noche solo oscurecía más su ánimo.
En su camino, comenzó a escuchar susurros, alguien hablaba sobre una nueva adquisición, una estatuilla por la que un noble estaba decidido a celebrar una fiesta. Con ceño fruncido, la joven se escondió a escuchar la conversación. El intercambio de frases cortas la hizo entender que las intenciones de uno de ellos era, nada más y nada menos, que robar la obra. Y, para ello, tenía pensado entrar a la fiesta que el gran hombre tenía planeada.
La joven, dispuesta a detenerlo, salió de su escondite en cuanto terminaron los susurros, demasiado tarde, ya no quedaba nadie en el lugar, y el único detalle que conocía del sujeto era la voz y que llevaría una rosa en el traje. Girando a ver si localizaba alguna pista de por dónde habían desaparecido, pateó algo que no llegó demasiado lejos. Se agachó a recogerlo.
Un sobre blanco, sellado con cera roja, se levantó abriéndolo para ver el contenido, una invitación a una fiesta. "Vaya" pensó con una sonrisa de medio lado, al parecer, podía decir adiós a su aburrimiento, era hora de ir de fiesta.
***********************************
Volvió a casa y dejó la carta sobre la mesa de comedor, a la tarde iría a informar acerca de lo que había oído, era muy posible que le fuera a caer una regañina, o algún castigo por no haber detenido a los sujetos, pero necesitaba escuchar todo lo que tenían que decir, saber todos los datos posibles para poder comunicarlo.
En cuanto hubo despertado, con el dolor de cabeza que acostumbraba a tener desde su regreso del norte, se dio un baño y salió hacia la guardia. allí, llamó al despacho del capitán, donde informó de los sucesos de la noche anterior, y enseño la invitación, ya que era ella la que había escuchado la voz del sospechoso, esperaba que la dejasen ir a ella.
Al finalizar la exposición, esperó ordenes:
- Gata- dijo el hombre con voz seria- esto es más complicado de lo que crees, llevamos tiempo buscando alguna razón, alguna excusa, para entrar a la mansión, sospechamos que el señor Ousborne hace contrabando de influencias, necesitamos sus papeles, sus datos, pero es una persona importante, no podíamos entrar así como así. Con esto, nos has dado la baza ganadora.- sonrió el hombre moviendo el sobre.- me da miedo mandarte, desde que volviste del norte hay algo diferente en ti, pequeña, pero confío en que serás capaz de cumplir la misión, ya mismo enviaré una nota informando a Lord de tu presencia, recuerda, no puede sospechar de ti, ve a prepararte, y no falles.
Alanna asintió con aspecto decidido y salió del lugar tomando la invitación y apuntando cada dato en su cabeza. Por fin pasaba algo interesante que le despertaba de su modorra. Confiaba en poder hacerlo bien, aunque, reconocía, que no soportaría muchas tonterías, tal vez tuviera que morderse la lengua más de una vez, pero fuera como fuera, lograría infiltrarse.
***********************************
Era de noche, la luna brillaba con fuerza en el firmamento surcado de estrellas, las calles de la ciudad de Lunargenta se encontraban en calma, los barrios ricos se habían visto desprovistos de sus habitantes para reunir a toda la jet set en un lugar en particular. Una enorme casa de ladrillo visto rodeada por jardines bien cuidados y una verja negra. Las puertas, abiertas de par en par, eran vigiladas por dos porteros engalanados de azul.
Muchos carromatos de aspecto pomposo se agrupaban en la entrada y una joven con vestido azul y mascara gatuna, con labios rosados y tacones negros, se acercaba a la puerta. Había seguido las instrucciones de la invitación, era un baile de mascaras. Respiró hondo y cruzó el jardín por el camino de piedra que llevaba a la entrada y que, en ese momento, se encontraba lleno de gente, mientras buscaba a alguien con una rosa en la solapa.
Decepcionada por no localizar a nadie de esa guisa, tomando su vestido, subió los escalones que llevaban a la puerta de entrada, también abierta, de la que salía una inmensa luz. Entregó al hombre de la entrada la invitación y su capa. Soltó su vestido, comprobando que sus dagas seguían bien aseguradas a sus muslos y respiró hondo adentrándose en el gran salón. Esa noche no le preocupaba correr, el vestido tenía truco, si tirabas de una flor en concreto, la tela caía y dejaba un vestido corto, con el que era muchísimo más fácil moverse.
Entró en el enorme salón, iluminado con una lampara central, que relejaba el blanco mármol dando luz a toda la sala, y haciendo brillar los pomposos vestidos de las damas. Al fondo, un hombre rechoncho con frac y mascara negra y llena de, lo que parecían, pequeños diamantes, hablaba animadamente con un hombre joven, bastante más alto y delgado que el primero.
Con calma y toda la elegancia de la que se veía capaz, la joven entro cruzando la sala con lentitud, para no desentonar en el ambiente, sin embargo, pudo notar varias miradas sobre ella, esperaba que, ese día, la curiosidad no matara al gato, o, en ese caso a la Gata. Pronto llegó al lado de los dos hombres, ante los cuales hizo una reverencia:
- Señores- dijo con voz amable.
El joven la miró y devolvió la reverencia para, después tomarle una mano y besársela, parecía curioso por saber quien se escondía tras esa mascara y esa voz, debía ser ese el encanto de las mascaradas, el rechoncho señor, Ousborne, despidió a su compañero y preguntó a la joven:
- ¿Y bien, Miss? ¿Qué desea del amo de la casa?- La chica frunció el ceño tras la mascara, ese hombre no le iba a caer bien, hablar de si mismo en tercera persona y con esa altanería.... tenía como para darle un guantazo en la boca; con toda la mano abierta; y hacerle rodar la cabeza.
- ¿Señor Osuborne?- esperó al asentimiento, efectivamente, cuadraba con la descripción que sabía del hombre- son la enviada de la guardia, me encargaré de detener el robo.- susurró con una amabilidad que no sentía hacia ese hombre.
En cuanto la despidió, con un simple asentimiento, como quien se cree con derecho a todo, Alanna se alejó crispando el gesto, por todos los... que persona más insoportable.
La frialdad y la agresividad que habían caracterizado desde su regreso, y una extraña pasividad la asaltaba tras la batalla en Terpoli, como si estuviera cansada de todo. Su mirada, se había vuelto fría, pesimista, y cuando alguien intentaba acercarse, la sonrisa que la había caracterizado, se había desvanecido, tomando su puesto una mirada asesina que hablaba con claridad de que todos eran una molestia.
Nadie sabría lo que había sucedido en el norte, al menos, no la gente de la guardia, no quería dar lástima, prefería que pensaran que simplemente estaba amargada. En el fondo, le gustaría encontrar algo que la sacase de ese estado de miseria en el que se había hundido por si misma.
Andando por las calles bajas, haciendo una ronda que había decidido cambiar a uno de los aprendices. Prefería trabajar por las noches, ya que era incapaz de dormir con la oscuridad. Solo descansaba por el día, cuando el sol ya estaba alzado, la noche solo oscurecía más su ánimo.
En su camino, comenzó a escuchar susurros, alguien hablaba sobre una nueva adquisición, una estatuilla por la que un noble estaba decidido a celebrar una fiesta. Con ceño fruncido, la joven se escondió a escuchar la conversación. El intercambio de frases cortas la hizo entender que las intenciones de uno de ellos era, nada más y nada menos, que robar la obra. Y, para ello, tenía pensado entrar a la fiesta que el gran hombre tenía planeada.
La joven, dispuesta a detenerlo, salió de su escondite en cuanto terminaron los susurros, demasiado tarde, ya no quedaba nadie en el lugar, y el único detalle que conocía del sujeto era la voz y que llevaría una rosa en el traje. Girando a ver si localizaba alguna pista de por dónde habían desaparecido, pateó algo que no llegó demasiado lejos. Se agachó a recogerlo.
Un sobre blanco, sellado con cera roja, se levantó abriéndolo para ver el contenido, una invitación a una fiesta. "Vaya" pensó con una sonrisa de medio lado, al parecer, podía decir adiós a su aburrimiento, era hora de ir de fiesta.
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Volvió a casa y dejó la carta sobre la mesa de comedor, a la tarde iría a informar acerca de lo que había oído, era muy posible que le fuera a caer una regañina, o algún castigo por no haber detenido a los sujetos, pero necesitaba escuchar todo lo que tenían que decir, saber todos los datos posibles para poder comunicarlo.
En cuanto hubo despertado, con el dolor de cabeza que acostumbraba a tener desde su regreso del norte, se dio un baño y salió hacia la guardia. allí, llamó al despacho del capitán, donde informó de los sucesos de la noche anterior, y enseño la invitación, ya que era ella la que había escuchado la voz del sospechoso, esperaba que la dejasen ir a ella.
Al finalizar la exposición, esperó ordenes:
- Gata- dijo el hombre con voz seria- esto es más complicado de lo que crees, llevamos tiempo buscando alguna razón, alguna excusa, para entrar a la mansión, sospechamos que el señor Ousborne hace contrabando de influencias, necesitamos sus papeles, sus datos, pero es una persona importante, no podíamos entrar así como así. Con esto, nos has dado la baza ganadora.- sonrió el hombre moviendo el sobre.- me da miedo mandarte, desde que volviste del norte hay algo diferente en ti, pequeña, pero confío en que serás capaz de cumplir la misión, ya mismo enviaré una nota informando a Lord de tu presencia, recuerda, no puede sospechar de ti, ve a prepararte, y no falles.
Alanna asintió con aspecto decidido y salió del lugar tomando la invitación y apuntando cada dato en su cabeza. Por fin pasaba algo interesante que le despertaba de su modorra. Confiaba en poder hacerlo bien, aunque, reconocía, que no soportaría muchas tonterías, tal vez tuviera que morderse la lengua más de una vez, pero fuera como fuera, lograría infiltrarse.
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Era de noche, la luna brillaba con fuerza en el firmamento surcado de estrellas, las calles de la ciudad de Lunargenta se encontraban en calma, los barrios ricos se habían visto desprovistos de sus habitantes para reunir a toda la jet set en un lugar en particular. Una enorme casa de ladrillo visto rodeada por jardines bien cuidados y una verja negra. Las puertas, abiertas de par en par, eran vigiladas por dos porteros engalanados de azul.
Muchos carromatos de aspecto pomposo se agrupaban en la entrada y una joven con vestido azul y mascara gatuna, con labios rosados y tacones negros, se acercaba a la puerta. Había seguido las instrucciones de la invitación, era un baile de mascaras. Respiró hondo y cruzó el jardín por el camino de piedra que llevaba a la entrada y que, en ese momento, se encontraba lleno de gente, mientras buscaba a alguien con una rosa en la solapa.
Decepcionada por no localizar a nadie de esa guisa, tomando su vestido, subió los escalones que llevaban a la puerta de entrada, también abierta, de la que salía una inmensa luz. Entregó al hombre de la entrada la invitación y su capa. Soltó su vestido, comprobando que sus dagas seguían bien aseguradas a sus muslos y respiró hondo adentrándose en el gran salón. Esa noche no le preocupaba correr, el vestido tenía truco, si tirabas de una flor en concreto, la tela caía y dejaba un vestido corto, con el que era muchísimo más fácil moverse.
Entró en el enorme salón, iluminado con una lampara central, que relejaba el blanco mármol dando luz a toda la sala, y haciendo brillar los pomposos vestidos de las damas. Al fondo, un hombre rechoncho con frac y mascara negra y llena de, lo que parecían, pequeños diamantes, hablaba animadamente con un hombre joven, bastante más alto y delgado que el primero.
Con calma y toda la elegancia de la que se veía capaz, la joven entro cruzando la sala con lentitud, para no desentonar en el ambiente, sin embargo, pudo notar varias miradas sobre ella, esperaba que, ese día, la curiosidad no matara al gato, o, en ese caso a la Gata. Pronto llegó al lado de los dos hombres, ante los cuales hizo una reverencia:
- Señores- dijo con voz amable.
El joven la miró y devolvió la reverencia para, después tomarle una mano y besársela, parecía curioso por saber quien se escondía tras esa mascara y esa voz, debía ser ese el encanto de las mascaradas, el rechoncho señor, Ousborne, despidió a su compañero y preguntó a la joven:
- ¿Y bien, Miss? ¿Qué desea del amo de la casa?- La chica frunció el ceño tras la mascara, ese hombre no le iba a caer bien, hablar de si mismo en tercera persona y con esa altanería.... tenía como para darle un guantazo en la boca; con toda la mano abierta; y hacerle rodar la cabeza.
- ¿Señor Osuborne?- esperó al asentimiento, efectivamente, cuadraba con la descripción que sabía del hombre- son la enviada de la guardia, me encargaré de detener el robo.- susurró con una amabilidad que no sentía hacia ese hombre.
En cuanto la despidió, con un simple asentimiento, como quien se cree con derecho a todo, Alanna se alejó crispando el gesto, por todos los... que persona más insoportable.
- off:
- Mascara y Vestido
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Mansión
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Interior sala de baile, por la derecha, la entrada, la izquierda, los balcones, y desde donde está hecha la foto, la escalera hasta el primer piso.
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Última edición por Alanna Delteria el Lun Jul 27 2015, 22:50, editado 4 veces
Alanna Delteria
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
Tras lo ocurrido en Terpoli, nombre que difícilmente la elfa podría borrar de sus recuerdos por muchos siglos que viviera, Níniel había decidido pasar unos días en su hogar de Sandorai para disfrutar de su paz y su tranquilidad, una difícil de tener en Lunargenta. Había necesitado despejarse y poder pensar en lo que había visto aquel día y los días siguientes atendiendo a los heridos, así como pedir consejo a su madre que, si bien había recibido información sobre lo ocurrido en aquella ciudad y la implicación de magia negra ella, desconocía que su amada hija hubiese participado en la misma. Níniel necesitaba saber cómo, siendo veterana y habiendo visto horrores como aquel y mucho mayores, podía seguir conciliando el sueño por las noches. Sus sabias palabras resultaron una gran ayuda y un gran consuelo que permitieron a la peliblanca volver a su vida cotidiana sintiéndose mas fuerte que nunca y con sus convicciones reforzadas. Solo entonces volvió a Lunargenta, de nuevo a servir de enlace entre los suyos y el hospital de la ciudad, trabajo que intercalaba con otras oportunidades de seguir creciendo y ayudar, cuando los líos se lo permitían claro.
Ya de vuelta a la que era su segunda casa y antes de poder subir a su habitación para descansar del viaje, el dueño de la posada, siempre amable con ella y pendiente de sus necesidades como un padre, aunque ningún padre miraría así el escote de su hija, le dijo que durante su ausencia había llegado una carta con membrete rojo y el escudo familiar de una casa noble de la ciudad, de hecho de una muy noble. Níniel se sorprendió y pensó en que quizá se tratase de una carta de Lady Jessica, la única noble con la que tenía trato, pero por lo que la peliblanca sabía, tras casarse, ella y su nuevo esposo se habían marchado de viaje sin intención de volver a corto o medio plazo por lo que rechazó aquella opción. Cuando tuvo la carta entre sus manos no reconoció el blasón familiar, el posadero pareció notar su incertidumbre y arrojó algo de luz sobre aquel punto.
-La familia Ousborne, tienen enormes extensiones de tierra de pastos y comercian con ganado. Lo reconozco porque la carne que compro es suya...Claro que no es como si tratase con los Ousborne directamente...Pero reconozco el símbolo-
-Ousborne...Pues yo no como carne, no sé qué pueden querer de mi-
Abrió el sobre con cuidado, el papel era bueno, podría reutilizarlo para escribir algunas recetas o apuntes y sacó de dentro de el lo que era una preciosa invitación hecha a mano. Tenía el dibujo de un par de máscaras realizadas con tinta negra. Rezaba lo siguiente:
"Señorita Thenidiel, en nombre de Lord y Lady Ousborne es para mi un honor invitarla al baile de máscaras que tendrá lugar el próximo sábado en la mansión Ousborne a las siete de la tarde. Esta invitación es un modo de agradecimiento a su incansable esfuerzo por el tratamiento de los heridos durante la batalla de Terpoli, en especial la atención prestada al primogénito de mis señores, que le debe la vida. ATTE: Rondulf Winterpie, mayordomo principal de Lord y Lady Ousborne"
-Es una invitación para un baile...De máscaras o algo así. -Comentó tras leer y no entender muy bien el concepto. - Para presentar una nueva y valiosa pieza recientemente añadida a la colección de Lord Ousborne-
-A los nobles les encantan esas fiestas. Siempre atados por las normas, la etiqueta, comportándose como un apellido y no como personas...Así pueden desmelenarse-
-¿Desmelenarse?- Preguntó alarmada, temiendo que aquella invitación fuese para alguna clase de sórdida reunión.
-No, no, no en ese sentido...Bueno no normalmente, pero si para decir lo que realmente piensan y divertirse sin temer al qué dirán-
-Entiendo, es una idea extraña, interesante y extraña. lamentáblemente no podré responder a su cortesía asistiendo, no tengo ninguna máscara-
-Ummm, mi hermano es sastre, quizá aún esté a tiempo de preparar algo ¿Cuándo es el baile?-
*******************************************************************************************************************************************************
Había oscurecido ya y el carro en el que la joven elfa viajaba avanzaba por las empedradas calles de la zona alta de la ciudad sin pausa pero sin prisa. Era la primera vez que viajaba en uno de aquellos carruajes por cuenta propia y no al acompañar a nadie, la verdad es que la elfa los veía todo un exceso pero no había tenido más remedio que contratar aquel servicio ya que no podía presentarse a caballo a una fiesta como aquella, y de haberlo considerado aceptable tampoco habría podido hacerlo, no con aquel vestido. Podría haberse acercado andando pero no le pareció una gran idea ir sola de noche por las calles de Lunargenta vestida así y llevando una máscara, la ciudad no era precisamente pequeña ni el trecho desde su posada hasta el barrio alto precísamente corto.
Allí estaba, ataviada con su vestido negro, con los labios pintados de rojo intenso, nerviosa pues se sentía extraña con aquel antifaz negro que cubría su rostro y por el hecho de que iba a estar sola y rodeada de otros que como ella ocultarían su identidad tras una máscara. En varios tramos del viaje a punto estuvo de pedir al cochero que diera media vuelta y regresasen a la posada pero aquello sería hacer un gran feo a la familia que la había invitado y al posadero y su hermano que habían trabajado contra reloj para arreglar un vestido y una máscara con el tiempo en contra. Además para qué negarlo, sentía mucha curiosidad por todo aquello de interactuar sin que supieran quién era, era algo totalmente nuevo para la peliblanca y algo que la emocionaba. ¿La tratarían de manera diferente sin saber quién era, sin saber que, ocultas bajo su peinado y los adornos de flores en su pelo, había unas largas orejas de elfa?.
Llegaron ante las imponentes rejas negras que delimitaban los suntuosos jardines de la mansión Ousborne y el cochero la ayudó a bajar. El lugar bullía de actividad y no paraban de llegar más y más invitados con sus rostros ocultos y sus lujosos vestidos y trajes, iniciando conversaciones tanto a la entrada como ya una vez cruzados los muros. Había máscaras de todo tipo, de animales, de rostros humanos con expresiones de alegría, tristeza, llorando...Con materiales que iban desde la tela al oro pasando por todos los materiales intermedios que se pudieran imaginar. Algunas eran ostentosas, otras eran sencillas pero todas eran magníficas.
La peliblanca se adentró un poco mas y un camarero, también enmascarado, le ofreció algo para beber o para comer. Recordó a los hombres que intentaron robar en la plaza un tiempo atrás, ellos también llevaban máscaras, pero se obligó a no pensar en que pudiera pasar algo como aquello otra vez. Níniel aceptó un refrigerio aunque rechazó de manera cortés el aperitivo. En ese momento un hombre con máscara de zorro se acercó a ella y tras una reverencia, respondida por la elfa, inició una conversación. Dado que los nombres no tenían sentido en un ambiente como aquel, el hombre se presentó como "Señor Vulpex" y parecía encontrar encantadora a Níniel, a la que a falta de un nombre mejor llamó "Lady de la rosa negra". Era un hombre joven y divertido y pronto a la conversación se unieron mas personas teniendo una amena charla en la que se ridiculizaban los convencionalismos y en la que las bromas y el tono distendido eran la tónica general.
Tras un tiempo en aquel monumento a un control absurdo sobre la naturaleza que era aquel jardín, Níniel se separó del grupo para entrar a la mansión propiamente dicha. en los escalones ante las puertas le pidieron su invitación y tomaron su capa para guardarla revelando al completo el vestido que llevaba. Acto seguido entró, notando enseguida que allí el ambiente estaba mas animado incluso que fuera.
Ya de vuelta a la que era su segunda casa y antes de poder subir a su habitación para descansar del viaje, el dueño de la posada, siempre amable con ella y pendiente de sus necesidades como un padre, aunque ningún padre miraría así el escote de su hija, le dijo que durante su ausencia había llegado una carta con membrete rojo y el escudo familiar de una casa noble de la ciudad, de hecho de una muy noble. Níniel se sorprendió y pensó en que quizá se tratase de una carta de Lady Jessica, la única noble con la que tenía trato, pero por lo que la peliblanca sabía, tras casarse, ella y su nuevo esposo se habían marchado de viaje sin intención de volver a corto o medio plazo por lo que rechazó aquella opción. Cuando tuvo la carta entre sus manos no reconoció el blasón familiar, el posadero pareció notar su incertidumbre y arrojó algo de luz sobre aquel punto.
-La familia Ousborne, tienen enormes extensiones de tierra de pastos y comercian con ganado. Lo reconozco porque la carne que compro es suya...Claro que no es como si tratase con los Ousborne directamente...Pero reconozco el símbolo-
-Ousborne...Pues yo no como carne, no sé qué pueden querer de mi-
Abrió el sobre con cuidado, el papel era bueno, podría reutilizarlo para escribir algunas recetas o apuntes y sacó de dentro de el lo que era una preciosa invitación hecha a mano. Tenía el dibujo de un par de máscaras realizadas con tinta negra. Rezaba lo siguiente:
"Señorita Thenidiel, en nombre de Lord y Lady Ousborne es para mi un honor invitarla al baile de máscaras que tendrá lugar el próximo sábado en la mansión Ousborne a las siete de la tarde. Esta invitación es un modo de agradecimiento a su incansable esfuerzo por el tratamiento de los heridos durante la batalla de Terpoli, en especial la atención prestada al primogénito de mis señores, que le debe la vida. ATTE: Rondulf Winterpie, mayordomo principal de Lord y Lady Ousborne"
-Es una invitación para un baile...De máscaras o algo así. -Comentó tras leer y no entender muy bien el concepto. - Para presentar una nueva y valiosa pieza recientemente añadida a la colección de Lord Ousborne-
-A los nobles les encantan esas fiestas. Siempre atados por las normas, la etiqueta, comportándose como un apellido y no como personas...Así pueden desmelenarse-
-¿Desmelenarse?- Preguntó alarmada, temiendo que aquella invitación fuese para alguna clase de sórdida reunión.
-No, no, no en ese sentido...Bueno no normalmente, pero si para decir lo que realmente piensan y divertirse sin temer al qué dirán-
-Entiendo, es una idea extraña, interesante y extraña. lamentáblemente no podré responder a su cortesía asistiendo, no tengo ninguna máscara-
-Ummm, mi hermano es sastre, quizá aún esté a tiempo de preparar algo ¿Cuándo es el baile?-
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Había oscurecido ya y el carro en el que la joven elfa viajaba avanzaba por las empedradas calles de la zona alta de la ciudad sin pausa pero sin prisa. Era la primera vez que viajaba en uno de aquellos carruajes por cuenta propia y no al acompañar a nadie, la verdad es que la elfa los veía todo un exceso pero no había tenido más remedio que contratar aquel servicio ya que no podía presentarse a caballo a una fiesta como aquella, y de haberlo considerado aceptable tampoco habría podido hacerlo, no con aquel vestido. Podría haberse acercado andando pero no le pareció una gran idea ir sola de noche por las calles de Lunargenta vestida así y llevando una máscara, la ciudad no era precisamente pequeña ni el trecho desde su posada hasta el barrio alto precísamente corto.
Allí estaba, ataviada con su vestido negro, con los labios pintados de rojo intenso, nerviosa pues se sentía extraña con aquel antifaz negro que cubría su rostro y por el hecho de que iba a estar sola y rodeada de otros que como ella ocultarían su identidad tras una máscara. En varios tramos del viaje a punto estuvo de pedir al cochero que diera media vuelta y regresasen a la posada pero aquello sería hacer un gran feo a la familia que la había invitado y al posadero y su hermano que habían trabajado contra reloj para arreglar un vestido y una máscara con el tiempo en contra. Además para qué negarlo, sentía mucha curiosidad por todo aquello de interactuar sin que supieran quién era, era algo totalmente nuevo para la peliblanca y algo que la emocionaba. ¿La tratarían de manera diferente sin saber quién era, sin saber que, ocultas bajo su peinado y los adornos de flores en su pelo, había unas largas orejas de elfa?.
Llegaron ante las imponentes rejas negras que delimitaban los suntuosos jardines de la mansión Ousborne y el cochero la ayudó a bajar. El lugar bullía de actividad y no paraban de llegar más y más invitados con sus rostros ocultos y sus lujosos vestidos y trajes, iniciando conversaciones tanto a la entrada como ya una vez cruzados los muros. Había máscaras de todo tipo, de animales, de rostros humanos con expresiones de alegría, tristeza, llorando...Con materiales que iban desde la tela al oro pasando por todos los materiales intermedios que se pudieran imaginar. Algunas eran ostentosas, otras eran sencillas pero todas eran magníficas.
La peliblanca se adentró un poco mas y un camarero, también enmascarado, le ofreció algo para beber o para comer. Recordó a los hombres que intentaron robar en la plaza un tiempo atrás, ellos también llevaban máscaras, pero se obligó a no pensar en que pudiera pasar algo como aquello otra vez. Níniel aceptó un refrigerio aunque rechazó de manera cortés el aperitivo. En ese momento un hombre con máscara de zorro se acercó a ella y tras una reverencia, respondida por la elfa, inició una conversación. Dado que los nombres no tenían sentido en un ambiente como aquel, el hombre se presentó como "Señor Vulpex" y parecía encontrar encantadora a Níniel, a la que a falta de un nombre mejor llamó "Lady de la rosa negra". Era un hombre joven y divertido y pronto a la conversación se unieron mas personas teniendo una amena charla en la que se ridiculizaban los convencionalismos y en la que las bromas y el tono distendido eran la tónica general.
Tras un tiempo en aquel monumento a un control absurdo sobre la naturaleza que era aquel jardín, Níniel se separó del grupo para entrar a la mansión propiamente dicha. en los escalones ante las puertas le pidieron su invitación y tomaron su capa para guardarla revelando al completo el vestido que llevaba. Acto seguido entró, notando enseguida que allí el ambiente estaba mas animado incluso que fuera.
- Vestido y máscara:
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Níniel Thenidiel
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
Esos ambientes tan fríos... "pufff" protesto en su mente, no sabía como aguantar, su cara se había vuelto bastante seria mientras observaba con curiosidad el lugar, que comenzaba a llenarse de gente, los camareros iban y venían, con bandejas repletas de copas, canapés, o postres varios. Parecían bailar por la sala, y eso que la música ni siquiera había iniciado su son todavía. Los trajes negros, las máscaras blancas, le recordaban a la ultima vez que había ido tan engalanada, pero, lo cierto es, que prefería no pensarlo, esa vez por poco no lo cuenta.
Cuando un camarero con copas altas llenas de liquido dorado se acercó, la chica tomó una dando una sonrisa amable, pero, cuando iba a dar un sorbo, la retiró de sus labios, no podía beber, estaba de servicio, y, para colmo, tenía una mínima tolerancia al alcohol "Oh, genial, ahora tendré que soportar las risas falsas, al gordo enano que me ha tocado de "jefe" esta vez y a las damas chillonas y ni siquiera puedo beber una copa, ojala estuviera borracha, sería más fácil de aguantar todo...." Rodó los ojos y dejó la copa en una de las mesas que rodeaban lo que más tarde sería la pista de baile. Tendría que empezar a investigar si no quería morirse de aburrimiento.
Andando con calma, comenzó a moverse entre la multitud, lo cierto es que los especímenes eran variopintos, de eso no cabía duda alguna, los hombres hablaban en corrillos, las mujeres reían mientras esperaban la propuesta de algún noble caballero, había muchas flores, algunas en las solapas de camisas, ostras en los tocados de las damas, parecía que la única que había decidido dejar su cabello suelto y recoger el flequillo con una trenza que se uniera en la parte trasera era ella, la mayoría de peinados eran muy elaborados, demasiado para el gusto sencillo de la chica, que sentía incomodo incluso llevar vestido, aunque era muy ligero a pesar de la apariencia, la chica estaba hecha para llevar pantalones.
Mientras andaba sin localizar voz rosa o signo alguno de sospecha en ningún hombre, salió a una balconada, a respirar y aire fresco y relajarse, tal vez no debería haber pedido que la mandasen, se sentía agobiada. Pero era famosa por saber tratar con la gente, por ganar su confianza, por dar la sensación de inocencia que la gente toma por debilidad y hace que hablen de más, tal vez pudiera, aunque fuera, fingirlo.
El aire fresco calmó un poco sus nervios, y pudo contemplar como entraban los últimos invitados a la fiesta por la enorme reja, y andaban con calma por el jardín iluminado, con eso, su cabeza se dirigió a un pensamiento "A Elise esto le habría gustado" sonrió con tristeza, para, en seguida, verse ensombrecida, cada pensamiento sobre su hermana, venía seguido por un pensamiento sobre su asesino...
La guardia notó como la ira volvía a su garganta y tuvo que respirar hondo para calmar su furia fría, pero no tuvo tiempo, algo se escuchó a sus espaldas, unos susurros amenazadores, al parecer, alguien había oído algo que no debía... Con ceño fruncido, Alanna entró de nuevo y vio a dos hombres de aspecto amenazante increpar a una chica vestida de negro, sabía que no debía meterse, no podía llamar la atención, pero no iba a dejar que molestaran a una joven que parecía claramente indefensa.
Tocó los hombros de ambos, que se giraron a mirarla con ira latente, estaba claro que esperaban a un hombre que fuera a defender a la dama en apuros, pues miraron arriba para, luego darse cuenta de que quien les había molestado estaba bastante más a abajo, intercambiaron una mirada, entre molesta y divertida, haciendo que Alanna tuviera que luchar por no poner los ojos en blanco "típico" pensó
- Necesito su ayuda, por favor, no tardarán mucho- pidió intentando fingir inocencia o preocupación, improvisando en el momento.
- Largo, no tenemos tiempo.- espetó uno con aspecto enfadado.
- Por favor.... es urgente, es que....- inundó sus ojos como si fuera a llorar, los hombres siempre se ponían nerviosos con las lágrimas, e intentaban evitarlas a toda costa, ellos no parecían querer un escándalo, y una chica llorando seguro que les metería en problemas.
- Vale, vamos- dijo el otro con aspecto molesto.- no te muevas,- amenazó a la mujer.
- Oh gracias gracias.- comentó la guardia siguiendo a los hombres cerrando la cortina a sus espaldas y tomando una de las duras decoraciones que colgaban de los lazos.
Cuando estuvieron fuera, mirando a su alrededor cual era el problema que tan nerviosa tenía a la joven, Alanna les dio un golpe en la cabeza a cada uno, logrando que cayesen desmayados en el suelo. "Gracias por ser idiotas" pensó con cara seria. Miró hacia la zona de entrada, por suerte estaban lo bastante alejados como para que nadie lo hubiera visto y, acercándose a la balaustrada, tiró la decoración al jardín de bajo, donde solo había arbustos que amortiguaron la caída.
Cuando un camarero con copas altas llenas de liquido dorado se acercó, la chica tomó una dando una sonrisa amable, pero, cuando iba a dar un sorbo, la retiró de sus labios, no podía beber, estaba de servicio, y, para colmo, tenía una mínima tolerancia al alcohol "Oh, genial, ahora tendré que soportar las risas falsas, al gordo enano que me ha tocado de "jefe" esta vez y a las damas chillonas y ni siquiera puedo beber una copa, ojala estuviera borracha, sería más fácil de aguantar todo...." Rodó los ojos y dejó la copa en una de las mesas que rodeaban lo que más tarde sería la pista de baile. Tendría que empezar a investigar si no quería morirse de aburrimiento.
Andando con calma, comenzó a moverse entre la multitud, lo cierto es que los especímenes eran variopintos, de eso no cabía duda alguna, los hombres hablaban en corrillos, las mujeres reían mientras esperaban la propuesta de algún noble caballero, había muchas flores, algunas en las solapas de camisas, ostras en los tocados de las damas, parecía que la única que había decidido dejar su cabello suelto y recoger el flequillo con una trenza que se uniera en la parte trasera era ella, la mayoría de peinados eran muy elaborados, demasiado para el gusto sencillo de la chica, que sentía incomodo incluso llevar vestido, aunque era muy ligero a pesar de la apariencia, la chica estaba hecha para llevar pantalones.
Mientras andaba sin localizar voz rosa o signo alguno de sospecha en ningún hombre, salió a una balconada, a respirar y aire fresco y relajarse, tal vez no debería haber pedido que la mandasen, se sentía agobiada. Pero era famosa por saber tratar con la gente, por ganar su confianza, por dar la sensación de inocencia que la gente toma por debilidad y hace que hablen de más, tal vez pudiera, aunque fuera, fingirlo.
El aire fresco calmó un poco sus nervios, y pudo contemplar como entraban los últimos invitados a la fiesta por la enorme reja, y andaban con calma por el jardín iluminado, con eso, su cabeza se dirigió a un pensamiento "A Elise esto le habría gustado" sonrió con tristeza, para, en seguida, verse ensombrecida, cada pensamiento sobre su hermana, venía seguido por un pensamiento sobre su asesino...
La guardia notó como la ira volvía a su garganta y tuvo que respirar hondo para calmar su furia fría, pero no tuvo tiempo, algo se escuchó a sus espaldas, unos susurros amenazadores, al parecer, alguien había oído algo que no debía... Con ceño fruncido, Alanna entró de nuevo y vio a dos hombres de aspecto amenazante increpar a una chica vestida de negro, sabía que no debía meterse, no podía llamar la atención, pero no iba a dejar que molestaran a una joven que parecía claramente indefensa.
Tocó los hombros de ambos, que se giraron a mirarla con ira latente, estaba claro que esperaban a un hombre que fuera a defender a la dama en apuros, pues miraron arriba para, luego darse cuenta de que quien les había molestado estaba bastante más a abajo, intercambiaron una mirada, entre molesta y divertida, haciendo que Alanna tuviera que luchar por no poner los ojos en blanco "típico" pensó
- Necesito su ayuda, por favor, no tardarán mucho- pidió intentando fingir inocencia o preocupación, improvisando en el momento.
- Largo, no tenemos tiempo.- espetó uno con aspecto enfadado.
- Por favor.... es urgente, es que....- inundó sus ojos como si fuera a llorar, los hombres siempre se ponían nerviosos con las lágrimas, e intentaban evitarlas a toda costa, ellos no parecían querer un escándalo, y una chica llorando seguro que les metería en problemas.
- Vale, vamos- dijo el otro con aspecto molesto.- no te muevas,- amenazó a la mujer.
- Oh gracias gracias.- comentó la guardia siguiendo a los hombres cerrando la cortina a sus espaldas y tomando una de las duras decoraciones que colgaban de los lazos.
Cuando estuvieron fuera, mirando a su alrededor cual era el problema que tan nerviosa tenía a la joven, Alanna les dio un golpe en la cabeza a cada uno, logrando que cayesen desmayados en el suelo. "Gracias por ser idiotas" pensó con cara seria. Miró hacia la zona de entrada, por suerte estaban lo bastante alejados como para que nadie lo hubiera visto y, acercándose a la balaustrada, tiró la decoración al jardín de bajo, donde solo había arbustos que amortiguaron la caída.
Última edición por Alanna Delteria el Lun Jul 20 2015, 16:58, editado 1 vez
Alanna Delteria
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
El lugar era magnífico, frió como un lecho de piedra, pero hermoso en sus formas, colores y diseños, muy el estilo de los humanos que podían permitirse algo mas que una mera utilidad en sus posesiones. Níniel estaba bastante segura de que una sola de aquellas columnas de mármol blanco bastaría para vivir cómodamente una buena temporada sin preocuparse por las monedas. La lampara de araña que colgaba del techo en el centro del salón y adornada con millares de cristales tallados que emitían destellos de luz era tan fastuosa como la que adornaba los salones de la Mansión de Lord Byron e incluso más. El lugar además era tan amplio que la peliblanca juraría que podría meter varias veces la posada entera donde vivía y aún seguiría sobrando espacio. Quizá los nobles competían en alguna clase de duelo por ver quien la tenía mas grande entre ellos, o al menos esa idea cruzó por la mente de la joven, si no tanta ostentación era difícil de entender.
Por doquier había grupos más o menos numerosos de invitados hablando mientras al fondo, bajo las escaleras de doradas barandillas que conducían hasta el primer piso del lugar, la parte privada de la mansión, un grupo de música tocaba una melodía suave para amenizar la velada mientras terminaban de llegar los últimos asistentes y terminaban de entrar lo que, como ella, se habían rezagado en el patio más de la cuenta, aunque solo lo justo para llegar encantadóramente tarde, algo que había leído en libros de etiqueta humana. Sin embargo, y a diferencia de los que ocurría fuera, allí dentro parecía que los grupos de conversación se separaban en función del género de los invitados. La mayoría de los grupos estaban compuestos enteramente por hombres que hablaban de la reciente batalla de Terpoli y de caballos, o bien enteramente por mujeres que se decantaban por comentar sobre sus vestidos, tocados y la última moda en la ciudad. Curiosamente Níniel sabía más de la batalla y de caballos que de moda humana, pero aún así se incorporó a un grupo de jóvenes que no dudaron en dar la bienvenida a la recién llegada.
-Rosas negras, que vestido mas delicioso. ¿Puedo preguntar quién es vuestro sastre?-
El hermano de su posadero le había dicho que aquella oportunidad de dar a conocer su nombre podría presentarse. De hecho el vestido no le había costado nada, solo la promesa de publicitarlo si esta se presentaba. Incluso se mostró agradecido por la oportunidad de que alguien luciera un vestido suyo en una fiesta de tanta categoría. Níniel no dudo en hablar bien del hombre y su trabajo y se aseguró de que aquellas mujeres supieran cómo encontrar su establecimiento.
-Pronto será la puesta de largo de mi hermana pequeña, necesito algo que haga que el centro de todas las miradas sea yo y no ella, ya me entendéis- Hubo un coro de risas que la elfa no entendió. Sabía lo que era una puesta de largo y ella nunca eclipsaría un día tan especial para nadie de su familia...Los humanos eran criaturas muy extrañas.
Tras un tiempo conversando sobre sombreros Níniel se disculpó y comenzó a caminar rumbo a un espacio abierto para tomar algo de aire. No es que no disfrutara de cuál era el color de moda de los lazos aquella temporada, pero todo tenía un límite. Dejó su copa vacía a un camarero y tomó otra atreviéndose a probar algo que nunca había probado. Era una copa alta con un líquido dorado burbujeante que al beberlo le hacía cosquillas en el paladar. No estaba mal. Iba a asomarse ya a la balconada cuando escuchó voces provenientes de la misma. Eran dos voces masculinas discutiendo, por lo que Níniel se decidió a buscar otro lugar donde tomar el aire sin interrumpir, al menos esa era su intención hasta que entendió algo de aquellos susurros que la hizo quedarse.
-La fuente es fiable, es un empleado de confianza. Los papeles están dentro de la estatua. Se cree muy listo con el truco de ocultar algo a simple vista, pero esta vez nosotros reiremos los últimos. Cuando terminé el primer baile los demás actuarán, ya deben de tenerlo todo listo-
Níniel entendió que aquellos tipos y otros como ellos estaban tramando perpetrar un robo. El de una estatua por que creían que contenía unos papeles para ser mas exactos. No podía creer su mala suerte, ¿Por qué siempre que se ponía guapa se topaba con ladrones que estropeaban la velada?. Debió de hacer caso a su instinto y decirle al cochero que diese la vuelta cuando aún estaba a tiempo. Entonces cayó en la cuenta de que aquella fiesta tenía como escusa presentar una estatua. ¿Qué otra estaría más a simple vista aquella noche?. Tenía que avisar a alguien, al dueño a los porteros...A quien fuera. Pero antes de dar dos pasos una fuerte mano la sujetó por el brazo.
-Mira qué tenemos aquí. ¿Donde vas tan deprisa encanto?- Níniel se dispuso a pedir ayuda, a voz en grito si era necesario, pero el hombre la amenazó. -Ni una palabra, monta un espectáculo y te mato, y quizá a algunos mas por arruinarnos el plan ¿Entendido?- Níniel asintió asustada, y más al ver como otro hombre salía de la balconada y ambos la miraban con cara de pocos amigos.
-¿Nos ha oido?. Maldita sea ¿Qué hacemos ahora?. Habrá que llevarla a algún lugar apartado.-Aquello casi basta para que a pesar de las amenazas la elfa gritase, pero un nuevo gesto de amenaza causó que se contuviera. Deseaba que alguien se percatara de todo aquello, que la ayudaran sin que ellos significase que aquellos hombres hicieran una barbaridad... Y entonces apareció.
Era una chica joven con un bonito vestido azul y una exótica máscara felina. Parecía conmocionada por algo y quería que aquellos hombres la ayudaran a solucionar un problema incluso quedando al borde del llanto. No parecía ir a ayudarla pero quizá su aparición le brindara a la peliblanca la oportunidad que necesitaba. Además, por curioso que pareciese, su voz le resultaba muy familiar.
Convenció a los hombres de que la siguieran hasta otra balconada y estos a su vez obligaron a Níniel a seguirles para tenerla controlada. Cuando llegaron al lugar todo parecía estar bien y tranquilo, no había nadie más allí, solo una mesa con dos sillas y una bandeja de bebidas. Nadie necesitaba ayuda salvo la propia Níniel y aquello puso de mal humor a los hombres.
-Aquí no pasa nada mujer, si querías compañía solo tenías que...- Un Dong interrumpió su frase cuando la mujer felina golpeó a aquel detestable sujeto con una parte de la decoración de aquel lugar y luego repitió el proceso con el otro para asombro de la elfa, ni la máscara podía ocultar que estaba sorprendida. Ambos quedaron inconscientes y la elfa no podía si no sentir un inmenso alivio. Al final aquella mujer si que había hecho todo aquello para ayudarla a ella. Lo extraño era que la joven de azul había cerrado las cortinas, como no queriendo que nadie se diera cuenta de todo aquello. ¿Por qué?.
-Gracias, me has salvado, estos dos querían...Matarme o algo peor, les oí decir que querían robar la...- Guardó silencio. Acababa de ayudarla pero no la conocía de nada y su comportamiento no era muy normal tampoco. Era mejor no decirle que querían robar la estutua por unos papeles que creían tenía dentro. Aunque seguía jurando que había reconocido aquella voz. Clavo sus ojos en los de la otra chica y entonces unió las piezas. Máscara felina, vestido azul, esa voz y esos ojos.
-¿Alanna?- Preguntó en voz muy baja entendiendo que todo aquello lo había hecho para no llamar la atención.
-¿Acabo de meterme en otro terrible lío ¿No es así?.-
Por doquier había grupos más o menos numerosos de invitados hablando mientras al fondo, bajo las escaleras de doradas barandillas que conducían hasta el primer piso del lugar, la parte privada de la mansión, un grupo de música tocaba una melodía suave para amenizar la velada mientras terminaban de llegar los últimos asistentes y terminaban de entrar lo que, como ella, se habían rezagado en el patio más de la cuenta, aunque solo lo justo para llegar encantadóramente tarde, algo que había leído en libros de etiqueta humana. Sin embargo, y a diferencia de los que ocurría fuera, allí dentro parecía que los grupos de conversación se separaban en función del género de los invitados. La mayoría de los grupos estaban compuestos enteramente por hombres que hablaban de la reciente batalla de Terpoli y de caballos, o bien enteramente por mujeres que se decantaban por comentar sobre sus vestidos, tocados y la última moda en la ciudad. Curiosamente Níniel sabía más de la batalla y de caballos que de moda humana, pero aún así se incorporó a un grupo de jóvenes que no dudaron en dar la bienvenida a la recién llegada.
-Rosas negras, que vestido mas delicioso. ¿Puedo preguntar quién es vuestro sastre?-
El hermano de su posadero le había dicho que aquella oportunidad de dar a conocer su nombre podría presentarse. De hecho el vestido no le había costado nada, solo la promesa de publicitarlo si esta se presentaba. Incluso se mostró agradecido por la oportunidad de que alguien luciera un vestido suyo en una fiesta de tanta categoría. Níniel no dudo en hablar bien del hombre y su trabajo y se aseguró de que aquellas mujeres supieran cómo encontrar su establecimiento.
-Pronto será la puesta de largo de mi hermana pequeña, necesito algo que haga que el centro de todas las miradas sea yo y no ella, ya me entendéis- Hubo un coro de risas que la elfa no entendió. Sabía lo que era una puesta de largo y ella nunca eclipsaría un día tan especial para nadie de su familia...Los humanos eran criaturas muy extrañas.
Tras un tiempo conversando sobre sombreros Níniel se disculpó y comenzó a caminar rumbo a un espacio abierto para tomar algo de aire. No es que no disfrutara de cuál era el color de moda de los lazos aquella temporada, pero todo tenía un límite. Dejó su copa vacía a un camarero y tomó otra atreviéndose a probar algo que nunca había probado. Era una copa alta con un líquido dorado burbujeante que al beberlo le hacía cosquillas en el paladar. No estaba mal. Iba a asomarse ya a la balconada cuando escuchó voces provenientes de la misma. Eran dos voces masculinas discutiendo, por lo que Níniel se decidió a buscar otro lugar donde tomar el aire sin interrumpir, al menos esa era su intención hasta que entendió algo de aquellos susurros que la hizo quedarse.
-La fuente es fiable, es un empleado de confianza. Los papeles están dentro de la estatua. Se cree muy listo con el truco de ocultar algo a simple vista, pero esta vez nosotros reiremos los últimos. Cuando terminé el primer baile los demás actuarán, ya deben de tenerlo todo listo-
Níniel entendió que aquellos tipos y otros como ellos estaban tramando perpetrar un robo. El de una estatua por que creían que contenía unos papeles para ser mas exactos. No podía creer su mala suerte, ¿Por qué siempre que se ponía guapa se topaba con ladrones que estropeaban la velada?. Debió de hacer caso a su instinto y decirle al cochero que diese la vuelta cuando aún estaba a tiempo. Entonces cayó en la cuenta de que aquella fiesta tenía como escusa presentar una estatua. ¿Qué otra estaría más a simple vista aquella noche?. Tenía que avisar a alguien, al dueño a los porteros...A quien fuera. Pero antes de dar dos pasos una fuerte mano la sujetó por el brazo.
-Mira qué tenemos aquí. ¿Donde vas tan deprisa encanto?- Níniel se dispuso a pedir ayuda, a voz en grito si era necesario, pero el hombre la amenazó. -Ni una palabra, monta un espectáculo y te mato, y quizá a algunos mas por arruinarnos el plan ¿Entendido?- Níniel asintió asustada, y más al ver como otro hombre salía de la balconada y ambos la miraban con cara de pocos amigos.
-¿Nos ha oido?. Maldita sea ¿Qué hacemos ahora?. Habrá que llevarla a algún lugar apartado.-Aquello casi basta para que a pesar de las amenazas la elfa gritase, pero un nuevo gesto de amenaza causó que se contuviera. Deseaba que alguien se percatara de todo aquello, que la ayudaran sin que ellos significase que aquellos hombres hicieran una barbaridad... Y entonces apareció.
Era una chica joven con un bonito vestido azul y una exótica máscara felina. Parecía conmocionada por algo y quería que aquellos hombres la ayudaran a solucionar un problema incluso quedando al borde del llanto. No parecía ir a ayudarla pero quizá su aparición le brindara a la peliblanca la oportunidad que necesitaba. Además, por curioso que pareciese, su voz le resultaba muy familiar.
Convenció a los hombres de que la siguieran hasta otra balconada y estos a su vez obligaron a Níniel a seguirles para tenerla controlada. Cuando llegaron al lugar todo parecía estar bien y tranquilo, no había nadie más allí, solo una mesa con dos sillas y una bandeja de bebidas. Nadie necesitaba ayuda salvo la propia Níniel y aquello puso de mal humor a los hombres.
-Aquí no pasa nada mujer, si querías compañía solo tenías que...- Un Dong interrumpió su frase cuando la mujer felina golpeó a aquel detestable sujeto con una parte de la decoración de aquel lugar y luego repitió el proceso con el otro para asombro de la elfa, ni la máscara podía ocultar que estaba sorprendida. Ambos quedaron inconscientes y la elfa no podía si no sentir un inmenso alivio. Al final aquella mujer si que había hecho todo aquello para ayudarla a ella. Lo extraño era que la joven de azul había cerrado las cortinas, como no queriendo que nadie se diera cuenta de todo aquello. ¿Por qué?.
-Gracias, me has salvado, estos dos querían...Matarme o algo peor, les oí decir que querían robar la...- Guardó silencio. Acababa de ayudarla pero no la conocía de nada y su comportamiento no era muy normal tampoco. Era mejor no decirle que querían robar la estutua por unos papeles que creían tenía dentro. Aunque seguía jurando que había reconocido aquella voz. Clavo sus ojos en los de la otra chica y entonces unió las piezas. Máscara felina, vestido azul, esa voz y esos ojos.
-¿Alanna?- Preguntó en voz muy baja entendiendo que todo aquello lo había hecho para no llamar la atención.
-¿Acabo de meterme en otro terrible lío ¿No es así?.-
Níniel Thenidiel
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
Estando ya noqueados, la joven de vestido azul se acercó a la mesa que se encontraba en el balcón y de ella tomó una copa de liquido dorado, siendo trasparente y oliendo con esa fuerza a alcohol, sería la perfecta coartada.
Como si fuera un perfume barato, tiró el liquido por el cuello de los hombres, haciendo que resbalase y el olor a etílico se pegase a los tipos. Después, tirando la copa, tomó otras dos, estas de vino, manchó con ellas las camisas de ambos y dejó sostenidas en sus manos.
Se levantó palmeándose las manos, intentando deshacerse de la sensación pegajosa que le daba el haber estado "jugando" con la bebida, y se giró a la chica que se había visto obligada a seguirlos. Escuchó como agradecía la ayuda y prestó especial atención a la explicación "¿Robar?" ¿Así que esos tipos a los que había noqueado formaban parte del plan de robo? En ese caso, la cosa era más grande de lo que la guardia se había planteado. Debía preguntarle a la mujer todo lo que había oído. Cuanta más información tuviera, mejor.
Sin embargo, aun no había preguntado nada, cuando la joven la reconoció y la llamó por su nombre, Alanna se puso pálida ¿Ya la habían descubierto? ¿Iba a tener que arrear también a la mujer? al parecer no, cuando la joven preguntó si se había vuelto a meter en un lío, Alanna la reconoció. Piel de porcelana, pelo de plata, ojos claros y voz suave, incluso sus maneras...
- ¿Niniel? - dio un suspiro aliviada.- ¿Qué haces aquí? no te haces una idea de lo peligroso que es esto- susurró acercándose a ella y tomándola del brazo para alejarla de las cortinas, no quería que les pasara como a esos hombres.- Nin, se está planeando un robo, y no solo eso, este lord no está limpio,"contrabando de influencias"- bajó aun más la voz haciendo gestos con las manos, separando las palabras.- Pero bueno, ya que estás aquí, puedes ayudarme, cuatro ojos mejor que dos,- dijo con un nuevo suspiro, tantos problemas... acabaría con dolor de cabeza- Dime todo lo que has escuchado.
Pidió mientras se agachaba junto a los hombres para revisarles las casacas, en uno de los bolsillos interiores encontró unas rosas rojas, igual que lo que ella había oído en el callejón. Le pareció lógico, si eran varios en el grupo, necesitarían alguna forma de distinguirse entre la multitud. En ese caso, iban a jugar un poco...
Se levantó con las rosas en las manos y puso una en el vestido de la joven de piel de porcelana y otra en el suyo propio. Y con una sonrisa decidida, cuando terminó de escuchar lo que la joven decía. La miró a los ojos cubiertos por la mascara y fue su turno de explicar:
- Busca a un hombre que tenga una rosa en la solapa y sácale a bailar, yo haré lo mismo, pensarán que somos parte del plan.- Para que la chica lo entendiese, le contó lo que había escuchado en el callejón.
Desde el interior, traspasando las cortinas, la voz del Lord gordo entraba gangosa, parecía que ya había bebido un poco de más, no si... ese tipo lo tenía todo.... idiota, creído, con negocios sucios y, encima, borracho... No le dispararían una flecha a la cabeza, no.
Con un nuevo suspiro, escondiendo su cara de asco tras la máscara, apartó un poco la cortina y salió del baño de luna para entrar en la estancia.
Si no fuera por ese ambiente cargado de falsedad, y por la misión en la que se encontraba metida, incluso disfrutaría,lo cierto es que le encantaba bailar, pero casi nunca tenía la oportunidad de hacerlo. El rechoncho señor, sobre las altas escaleras que llevaban al segundo piso, proclamaba:
- Esta noche, para celebrar la nueva adquisición de mi galería, os he invitado a observar la nueva obra. ¡Contemplad!- gritó alzando una tela roja que cubría una pequeña vitrina- "La Musa"- presentó.Era una estatua de no más de 20 centímetros de alto, de un mármol blanco puro como la nieve, unas formas sinuosas, curvilineas, trazos suaves, como si la hubieran tocado los dioses.- Sobre esta estatua corren leyendas, miles de hombres han muerto por conseguirla.- se notaba que se lo estaba inventando, pero a Alanna no le extrañaba que se quisiera hacer el interesante su perorata siguió sin que Alanna prestase mayor atención, ocupada como estaba en buscar a alguien con rosa roja.- pero hoy, en este momento, ocultando nuestros rostros igual que el artista ocultó su nombre, celebremos este baile, bienvenidos a mi humilde- "ya, humilde"- hogar, y diviértanse.- con una reverencia del hombre, comenzó a sonar un vals.
Alanna se comenzó a alejar de la pista mientras aun sonaban algunos aplausos, pero una mano la retuvo. Un joven moreno, con mascara negra de nariz puntiaguda, traje del mismo color, una flor en la solapa y una sonrisa ladina había tomado su mano con suavidad.
La Gata contempló curiosa, con ceño fruncido, al hombre que la retenía, sus ojos marrones recibieron como única respuesta la mirada de unos orbes negros y una sonrisa misteriosa y encantadora. El hombre, con unas perfectas maneras, hizo una reverencia y puso la frente sobre la mano de la joven, para alzarse al instante.
- Señorita, alguien tan hermosa como usted no debería alejarse de la pista de baile sin haber tenido la oportunidad de disfrutar, al menos, de una pieza- Educado, galante, todo un don juan, sin duda alguna, lástima que hubiera topado con un hueso duro de roer.- ¿me concede este baile?- preguntó con una nueva reverencia.
- Será un placer.- respondió la joven haciendo lo propio, desde la pista sería más fácil localizar a quienes se movieran de forma extraña. Lo que tenía claro es que, fuera como fuera, debía ser ella la que consiguiera la estatua.
Como si fuera un perfume barato, tiró el liquido por el cuello de los hombres, haciendo que resbalase y el olor a etílico se pegase a los tipos. Después, tirando la copa, tomó otras dos, estas de vino, manchó con ellas las camisas de ambos y dejó sostenidas en sus manos.
Se levantó palmeándose las manos, intentando deshacerse de la sensación pegajosa que le daba el haber estado "jugando" con la bebida, y se giró a la chica que se había visto obligada a seguirlos. Escuchó como agradecía la ayuda y prestó especial atención a la explicación "¿Robar?" ¿Así que esos tipos a los que había noqueado formaban parte del plan de robo? En ese caso, la cosa era más grande de lo que la guardia se había planteado. Debía preguntarle a la mujer todo lo que había oído. Cuanta más información tuviera, mejor.
Sin embargo, aun no había preguntado nada, cuando la joven la reconoció y la llamó por su nombre, Alanna se puso pálida ¿Ya la habían descubierto? ¿Iba a tener que arrear también a la mujer? al parecer no, cuando la joven preguntó si se había vuelto a meter en un lío, Alanna la reconoció. Piel de porcelana, pelo de plata, ojos claros y voz suave, incluso sus maneras...
- ¿Niniel? - dio un suspiro aliviada.- ¿Qué haces aquí? no te haces una idea de lo peligroso que es esto- susurró acercándose a ella y tomándola del brazo para alejarla de las cortinas, no quería que les pasara como a esos hombres.- Nin, se está planeando un robo, y no solo eso, este lord no está limpio,"contrabando de influencias"- bajó aun más la voz haciendo gestos con las manos, separando las palabras.- Pero bueno, ya que estás aquí, puedes ayudarme, cuatro ojos mejor que dos,- dijo con un nuevo suspiro, tantos problemas... acabaría con dolor de cabeza- Dime todo lo que has escuchado.
Pidió mientras se agachaba junto a los hombres para revisarles las casacas, en uno de los bolsillos interiores encontró unas rosas rojas, igual que lo que ella había oído en el callejón. Le pareció lógico, si eran varios en el grupo, necesitarían alguna forma de distinguirse entre la multitud. En ese caso, iban a jugar un poco...
Se levantó con las rosas en las manos y puso una en el vestido de la joven de piel de porcelana y otra en el suyo propio. Y con una sonrisa decidida, cuando terminó de escuchar lo que la joven decía. La miró a los ojos cubiertos por la mascara y fue su turno de explicar:
- Busca a un hombre que tenga una rosa en la solapa y sácale a bailar, yo haré lo mismo, pensarán que somos parte del plan.- Para que la chica lo entendiese, le contó lo que había escuchado en el callejón.
Desde el interior, traspasando las cortinas, la voz del Lord gordo entraba gangosa, parecía que ya había bebido un poco de más, no si... ese tipo lo tenía todo.... idiota, creído, con negocios sucios y, encima, borracho... No le dispararían una flecha a la cabeza, no.
Con un nuevo suspiro, escondiendo su cara de asco tras la máscara, apartó un poco la cortina y salió del baño de luna para entrar en la estancia.
Si no fuera por ese ambiente cargado de falsedad, y por la misión en la que se encontraba metida, incluso disfrutaría,lo cierto es que le encantaba bailar, pero casi nunca tenía la oportunidad de hacerlo. El rechoncho señor, sobre las altas escaleras que llevaban al segundo piso, proclamaba:
- Esta noche, para celebrar la nueva adquisición de mi galería, os he invitado a observar la nueva obra. ¡Contemplad!- gritó alzando una tela roja que cubría una pequeña vitrina- "La Musa"- presentó.Era una estatua de no más de 20 centímetros de alto, de un mármol blanco puro como la nieve, unas formas sinuosas, curvilineas, trazos suaves, como si la hubieran tocado los dioses.- Sobre esta estatua corren leyendas, miles de hombres han muerto por conseguirla.- se notaba que se lo estaba inventando, pero a Alanna no le extrañaba que se quisiera hacer el interesante su perorata siguió sin que Alanna prestase mayor atención, ocupada como estaba en buscar a alguien con rosa roja.- pero hoy, en este momento, ocultando nuestros rostros igual que el artista ocultó su nombre, celebremos este baile, bienvenidos a mi humilde- "ya, humilde"- hogar, y diviértanse.- con una reverencia del hombre, comenzó a sonar un vals.
Alanna se comenzó a alejar de la pista mientras aun sonaban algunos aplausos, pero una mano la retuvo. Un joven moreno, con mascara negra de nariz puntiaguda, traje del mismo color, una flor en la solapa y una sonrisa ladina había tomado su mano con suavidad.
La Gata contempló curiosa, con ceño fruncido, al hombre que la retenía, sus ojos marrones recibieron como única respuesta la mirada de unos orbes negros y una sonrisa misteriosa y encantadora. El hombre, con unas perfectas maneras, hizo una reverencia y puso la frente sobre la mano de la joven, para alzarse al instante.
- Señorita, alguien tan hermosa como usted no debería alejarse de la pista de baile sin haber tenido la oportunidad de disfrutar, al menos, de una pieza- Educado, galante, todo un don juan, sin duda alguna, lástima que hubiera topado con un hueso duro de roer.- ¿me concede este baile?- preguntó con una nueva reverencia.
- Será un placer.- respondió la joven haciendo lo propio, desde la pista sería más fácil localizar a quienes se movieran de forma extraña. Lo que tenía claro es que, fuera como fuera, debía ser ella la que consiguiera la estatua.
- Vals:
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
Níniel supo que había acertado con su suposición al ver la reacción de la joven de felina máscara y se alegró de no haber errado. Alanna era guardia y tenía contactos, ella sabría qué debía hacer con la peligrosa información con la que por accidente había tropezado, más aún, ella se ocuparía de todo y encerraría a cualquiera en aquella fiesta que tuviera una intención delictiva. En su mente la joven humana era capaz de todo aquello y de cualquier cosa que se propusiera. La peliblanca esbozó una sonrisa con sus labios carmesí mientras la joven la escrutaba y finalmente desvelaba la identidad de quién se escondía tras la máscara de la rosa negra, asintiendo efusívamente ante el nombre pronunciado aunque borrando la sonrisa de su rostro cuando la advirtió de que aquel era un lugar peligroso.
-Un par de tipos casi me raptan en mitad de la fiesta y me han amenazado de muerte a mi y a otros...Créeme, me hago una idea de que es peligroso- Comentó sin poder morderse la lengua. La escuchó mencionar el robo y no solo eso, que el Lord estaba metido en asuntos turbios. Aquello explicaba el por qué de aquella actitud tan misteriosa en la humana, no estaba allí para disfrutar de un baile y conversación, estaba trabajando, y el capricho de los dioses había querido que la peliblanca se topase justo con el problema sin proponérselo. No pudo evitar soltar un suspiro.
- Soy una simple sacerdotisa, no creo que pueda hacer mucho por ti, pero haré cuanto pueda por ayudarte- Respondió a su petición de ayuda pues en ningún caso iba a dejar a su amiga en la estacada, pero miedo le daba lo que pudiese pedirle que hiciera. Al menos al principio solo quería saber todo lo que por accidente había escuchado sobre el robo, en eso podía fácilmente complacerla. Comenzó a explicárselo todo bajando la voz para que nadie las escuchara.
-Estos dos estaban en aquella otra balconada, conversando. Uno de ellos le dijo al otro que alguien se creía muy listo por esconder algo a simple vista y que por una fuente fiable sabía que "los papeles" están dentro de la estatua. Entendí por sus palabras y su tono que estaban planeando robar una estatua por esos "papeles" y entonces caí en la cuenta de a qué estatua se referían. Debe de ser la que presenta el lord esta noche...¿Qué otra estatua va a estar más a simple vista?. También dijo que "los demás" actuarán cuando acabe el primer baile. Iba a avisar a alguien cuando ese bruto me cogió por el brazo y me amenazó de muerte si montaba un espectáculo, el resto ya lo sabes.-
Tras aquel relato Alanna, que había estado rebuscando en los bolsillos aquellos tipos inconscientes se incorporó de nuevo llevando dos rosas rojas de solapa en la mano, rosas que sin duda había obtenido de aquel par de energúmenos que parecían haber bebido más de la cuenta allí sentados, apestando alcohol y con las copas en la mano. Sin decir nada le puso una de aquellas flores a la elfa en el vestido y la otra en el suyo propio, no hacía falta que dijera nada, algo estaba tramando, Níniel lo sabía y pronto quedó demostrado que no se equivocaba.
-¿Bailar?.- Entonces la humana le contó lo que ella sabía sobre lo que estaba pasando aquella noche en aquella mansión y Níniel no pudo si no quedarse perpleja una vez todas las piezas estuvieron en su sitio. Ya había escuchado historias así sobre la gata, pero estar viviendo una parecía irreal. Ni en los libros se urdían aquellos planes. -Entiendo, es un buen plan pero hay un problema...Bueno Haré lo que pueda, pero no prometo nada-
En esos momentos la música cesó y se escuchó una voz, que debía de ser la del anfitrión de la velada dando el recibimiento de cortesía y ambas jóvenes volvieron al salón.
Allí, en las escaleras, en una vitrina visible tras retirar la tela roja que la cubría, Níniel pudo por fin ver la estatua de marras que tan importante era para tanta gente. Era una estatua bonita de una figura femenina desnuda de perfectas proporciones, algo obscena para su gusto pero hermosa. Dudaba mucho que tantos hombres hubiesen muerto por algo así como había dicho el rechoncho enmascarado pero con los humanos nunca se sabía, eran muy raros. Lo que sin duda era cierto es que con los que habría pagado por ella aquel Lord podría haberse dado de comer a mil personas. Entonces el discurso de bienvenida acabó y la música comenzó una vez más, esta vez si, apta para el baile. Alanna ya había empezado a buscar a alguien con aquella rosa roja en la solapa, ella debía darse prisa también.
Estaba nerviosa, había mucha gente y sentía que buscaba una aguja en un pajar, pero no era solo por eso. ¿Y si una vez que encontrara a dicha persona esta descubría el engaño? Y estaba el problema que al final no había compartido con Alanna. La etiqueta decía que eran los hombres quien debían sacar a bailar a las damas y no al revés. Ella jamás había llevado la iniciativa en algo así.
Poco a poco se fueron estableciendo parejas que se encaminaban hacia el centro del gran salón y comenzaban un lento baile al compás de la música. Con cada nueva pareja Níniel se ponía un poco más nerviosa al ver como disminuían las opciones de cumplir con éxito la tarea que Alanna le había confiado, pero justo cuando había perdido las esperanzas encontró lo que estaba buscando. Era un hombre alto, con una edad difícil de precisar pero muy posiblemente maduro. Parecía contentarse con mirar a otros bailar pues no hacía ademán de acercarse a ninguna dama. Llevaba una máscara que representaba un rostro sonriente y la rosa roja en su pecho. Ya lo había encontrado, era la hora de lo más difícil.
Se acercó hasta su lado con disimulo, como si solo fuese una invitada más disfrutando de ver la danza y escuchar la música hasta colocarse a su altura aunque a un par de metros de él. Se calmó mentalmente y se esforzó por controlar los nervios que sentía y cuando lo hubo logrado y vio que el hombre miraba en su dirección giró levemente la cabeza hacia él para que sus miradas se encontraran. Entonces volvió a mirar hacia la pista de baile y contó mentalmente. En el momento en el que su cuenta llegó a tres volvió a girar su rostro hacia el hombre y esbozó la sonrisa mas encantadóramente seductora que pudo acompañada con una intensa mirada de sus ojos. No podía creer que estuviera haciendo algo así, Alanna le debía una muy grande. El hombre respondió y también sonrió para luego comenzar a acercarse hacia ella. Se presentó con una galante reverencia a la que Níniel respondió y después la invitó a bailar.
-Puedo decir sin lugar a dudas que vuestra mirada es la mas hermosa y pura de cuantas haya contemplado en mis largos años de vida mi señora. Me haríais un gran honor si pudiera seguir contemplándola mientras bailamos-
No pudo evitarlo, la peliblanca sintió como el rubor subía por sus mejillas y dudaba mucho que su antifaz lograra disimularlo del todo. Aceptó el baile con con gesto de la cabeza y tomó la mano del hombre que la condujo hasta el centro de la sala. "Recuerda que es de lo malos y recuerda que ahora tu también eres una mala" Se repetía en su cabeza una y otra vez mientras caminaban hasta encontrar un espacio libre.
-Si hubiese sabido que contaría con tan hermosa compañera para esta noche no hubiese dudado tanto sobre mi participación- Dijo a la vez que realizaba una nueva reverencia, en este caso la que dictaba la etiqueta para comenzar el baile. Debía de referirse al robo sin duda, Níniel debía ser rápida y dar una respuesta que le satisficiera o empezaría a sospechar.
-Me atrevería decir que todos teníamos nuestras dudas mi señor- Respondió mientras contestaba a su reverencia haciendo lo propio. El hombre sonrió, había superado la primera prueba, pero el baile no había hecho mas que comenzar.
-Un par de tipos casi me raptan en mitad de la fiesta y me han amenazado de muerte a mi y a otros...Créeme, me hago una idea de que es peligroso- Comentó sin poder morderse la lengua. La escuchó mencionar el robo y no solo eso, que el Lord estaba metido en asuntos turbios. Aquello explicaba el por qué de aquella actitud tan misteriosa en la humana, no estaba allí para disfrutar de un baile y conversación, estaba trabajando, y el capricho de los dioses había querido que la peliblanca se topase justo con el problema sin proponérselo. No pudo evitar soltar un suspiro.
- Soy una simple sacerdotisa, no creo que pueda hacer mucho por ti, pero haré cuanto pueda por ayudarte- Respondió a su petición de ayuda pues en ningún caso iba a dejar a su amiga en la estacada, pero miedo le daba lo que pudiese pedirle que hiciera. Al menos al principio solo quería saber todo lo que por accidente había escuchado sobre el robo, en eso podía fácilmente complacerla. Comenzó a explicárselo todo bajando la voz para que nadie las escuchara.
-Estos dos estaban en aquella otra balconada, conversando. Uno de ellos le dijo al otro que alguien se creía muy listo por esconder algo a simple vista y que por una fuente fiable sabía que "los papeles" están dentro de la estatua. Entendí por sus palabras y su tono que estaban planeando robar una estatua por esos "papeles" y entonces caí en la cuenta de a qué estatua se referían. Debe de ser la que presenta el lord esta noche...¿Qué otra estatua va a estar más a simple vista?. También dijo que "los demás" actuarán cuando acabe el primer baile. Iba a avisar a alguien cuando ese bruto me cogió por el brazo y me amenazó de muerte si montaba un espectáculo, el resto ya lo sabes.-
Tras aquel relato Alanna, que había estado rebuscando en los bolsillos aquellos tipos inconscientes se incorporó de nuevo llevando dos rosas rojas de solapa en la mano, rosas que sin duda había obtenido de aquel par de energúmenos que parecían haber bebido más de la cuenta allí sentados, apestando alcohol y con las copas en la mano. Sin decir nada le puso una de aquellas flores a la elfa en el vestido y la otra en el suyo propio, no hacía falta que dijera nada, algo estaba tramando, Níniel lo sabía y pronto quedó demostrado que no se equivocaba.
-¿Bailar?.- Entonces la humana le contó lo que ella sabía sobre lo que estaba pasando aquella noche en aquella mansión y Níniel no pudo si no quedarse perpleja una vez todas las piezas estuvieron en su sitio. Ya había escuchado historias así sobre la gata, pero estar viviendo una parecía irreal. Ni en los libros se urdían aquellos planes. -Entiendo, es un buen plan pero hay un problema...Bueno Haré lo que pueda, pero no prometo nada-
En esos momentos la música cesó y se escuchó una voz, que debía de ser la del anfitrión de la velada dando el recibimiento de cortesía y ambas jóvenes volvieron al salón.
Allí, en las escaleras, en una vitrina visible tras retirar la tela roja que la cubría, Níniel pudo por fin ver la estatua de marras que tan importante era para tanta gente. Era una estatua bonita de una figura femenina desnuda de perfectas proporciones, algo obscena para su gusto pero hermosa. Dudaba mucho que tantos hombres hubiesen muerto por algo así como había dicho el rechoncho enmascarado pero con los humanos nunca se sabía, eran muy raros. Lo que sin duda era cierto es que con los que habría pagado por ella aquel Lord podría haberse dado de comer a mil personas. Entonces el discurso de bienvenida acabó y la música comenzó una vez más, esta vez si, apta para el baile. Alanna ya había empezado a buscar a alguien con aquella rosa roja en la solapa, ella debía darse prisa también.
Estaba nerviosa, había mucha gente y sentía que buscaba una aguja en un pajar, pero no era solo por eso. ¿Y si una vez que encontrara a dicha persona esta descubría el engaño? Y estaba el problema que al final no había compartido con Alanna. La etiqueta decía que eran los hombres quien debían sacar a bailar a las damas y no al revés. Ella jamás había llevado la iniciativa en algo así.
Poco a poco se fueron estableciendo parejas que se encaminaban hacia el centro del gran salón y comenzaban un lento baile al compás de la música. Con cada nueva pareja Níniel se ponía un poco más nerviosa al ver como disminuían las opciones de cumplir con éxito la tarea que Alanna le había confiado, pero justo cuando había perdido las esperanzas encontró lo que estaba buscando. Era un hombre alto, con una edad difícil de precisar pero muy posiblemente maduro. Parecía contentarse con mirar a otros bailar pues no hacía ademán de acercarse a ninguna dama. Llevaba una máscara que representaba un rostro sonriente y la rosa roja en su pecho. Ya lo había encontrado, era la hora de lo más difícil.
Se acercó hasta su lado con disimulo, como si solo fuese una invitada más disfrutando de ver la danza y escuchar la música hasta colocarse a su altura aunque a un par de metros de él. Se calmó mentalmente y se esforzó por controlar los nervios que sentía y cuando lo hubo logrado y vio que el hombre miraba en su dirección giró levemente la cabeza hacia él para que sus miradas se encontraran. Entonces volvió a mirar hacia la pista de baile y contó mentalmente. En el momento en el que su cuenta llegó a tres volvió a girar su rostro hacia el hombre y esbozó la sonrisa mas encantadóramente seductora que pudo acompañada con una intensa mirada de sus ojos. No podía creer que estuviera haciendo algo así, Alanna le debía una muy grande. El hombre respondió y también sonrió para luego comenzar a acercarse hacia ella. Se presentó con una galante reverencia a la que Níniel respondió y después la invitó a bailar.
-Puedo decir sin lugar a dudas que vuestra mirada es la mas hermosa y pura de cuantas haya contemplado en mis largos años de vida mi señora. Me haríais un gran honor si pudiera seguir contemplándola mientras bailamos-
No pudo evitarlo, la peliblanca sintió como el rubor subía por sus mejillas y dudaba mucho que su antifaz lograra disimularlo del todo. Aceptó el baile con con gesto de la cabeza y tomó la mano del hombre que la condujo hasta el centro de la sala. "Recuerda que es de lo malos y recuerda que ahora tu también eres una mala" Se repetía en su cabeza una y otra vez mientras caminaban hasta encontrar un espacio libre.
-Si hubiese sabido que contaría con tan hermosa compañera para esta noche no hubiese dudado tanto sobre mi participación- Dijo a la vez que realizaba una nueva reverencia, en este caso la que dictaba la etiqueta para comenzar el baile. Debía de referirse al robo sin duda, Níniel debía ser rápida y dar una respuesta que le satisficiera o empezaría a sospechar.
-Me atrevería decir que todos teníamos nuestras dudas mi señor- Respondió mientras contestaba a su reverencia haciendo lo propio. El hombre sonrió, había superado la primera prueba, pero el baile no había hecho mas que comenzar.
Níniel Thenidiel
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
La música ya había empezado a sonar con suavidad cuando en un perfecto giro de presentación, el hombro guió a la Gata hasta la pista, la mujer, mientras, intentaba buscar a su amiga con la mirada. Cuando estuvieron el posición, y comenzaron a dar pasos serenos junto a otras parejas, Alanna pudo ver como la elfa hablaba con un hombre con una rosa en la solapa, al menos, habría dos menos, y perfectamente podría urdir un despiste para salir corriendo en cuanto terminase la primera pieza, o, simplemente, seguir al hombre con quien bailaba.
El hombre era ágil, de brazos fuertes, movimientos sueltos, y aspecto centrado, su juventud y sus rasgos debían ser una muy buena distracción para algunos, estaba más que claro que había recibido entrenamiento, posiblemente por eso había sido seleccionado, además, era capaz de mantener la calma. Educado, apuesto, buen bailarín, el perfecto caballero. Había hecho bien aceptando el baile, con ello había podido descubrir ciertos puntos fuertes de uno de sus rivales, esperaba que Niniel pudiera sacar algo en claro también.
- Sois muy buena bailando.- susurró el hombre tras un contra check- no esperaba menos de alguien con su renombre...
- ¿Mi renombre, señor?- preguntó Alanna mientras volvía a centrar su atención, que había estado desviada hacia el resto de la pista, en busca de sucesos extraños, sacando una ligera carcajada del hombre.
- Se quien sois... Gata...- murmuró en su oído el hombre de forma suave.
- Me temo que os equivocáis.- sonrió la chica, mientras intentaba controlar su pulso, si el tipo era bueno, podría notar que la corriente sanguínea se le aceleraba. para evitarlo, la guardia soltó una de sus manos separándose del hombre para dar un giro, con eso tenía un poco más de tiempo para relajarse.
- No me equivoco, sois buena, incluso estáis controlando el pulso, no todos pueden...
- Sois gracioso.- fingió una risa suave.
- Ni siquiera rompéis el personaje en esta situación, si, definitivamente, muy buena- parecía divertirse, la chica, en cambio, intentaba controlar un ataque de pánico.- lástima que vuestra misión vaya a fracasar, esos papeles... no vais a lograrlos.- Eso, definitivamente, hizo que la gata tuviera que deshacer su fachada, si el hombre iba a darle información, debía soportarlo.
- ¿Por qué suponéis que no podré defender la estatua? ¿cuanta gente más sabe quien soy?- preguntó con seriedad, mientras seguían el baile.
- Tranquila, solo yo me he dado cuenta, llevo observándoos desde que habéis entrado, y no pienso decirle nada a nadie, el placer de vencerla lo reservo para mi mismo.- incluso con amenazas veladas tenía ese aire de seducción, lástima que no surtiera efecto con ella.
- ¿Vencerme?- preguntó la chica con ceño fruncido.
- Yo soy su rival, bella dama, vencer a la gata será todo un triunfo.- Sonrió el hombre de forma misteriosa mirándola de cerca a los ojos.
- Muy bien, acepto el reto, esto es una competición.- Genial, no solo la habían descubierto, si no que, encima, debía competir con otro, posiblemente igual o mejor que ella, por unos datos que podían significar la ruina o el ensalce de un hombre que cometía ilegalidades...
La pieza comenzaba a acabar era momento de avisar a Niniel y salir corriendo hacia las escaleras, contempló a la elfa algo más alejada, bailando con un hombre de pelo algo canoso, y, tomando el mando del baile, forzó un giro para acercarse a ella. Cuando los vestidos de ambas se rozaron, pudo pisar un poco la tela negra de la chica para que la mirase. Con disimulo, mientras giraba, señalo a la chica las escaleras y la orquesta.
La música paró, y, con una elegante reverencia, terminó la pieza. Las luces se apagaron, Alanna tiró de una rosa de su falda, haciendo que todo lo que cubría sus piernas más allá de unos centímetros por encima de las rodillas quedase al descubierto en a penas un segundo. saltó la pieza y la tiró de una patada frente al hombre que, a su lado, tropezó con la tela, ganando unos segundos de ventaja.
A su alrededor, la gente murmuraba asustada, sobre todos ellos, la voz borracha del Lord, se alzaba protestona. Los guardias del hombre se movieron con presteza, pero no suficiente, el plan de los ladrones había empezado, y la carrera contra reloj que ella había decidido iniciar contra su pareja de baile, empezaba a tomar forma.
**********************************
Off: Complicación: Descubren la tapadera y otro espía se interpone. Subrayado.
El hombre era ágil, de brazos fuertes, movimientos sueltos, y aspecto centrado, su juventud y sus rasgos debían ser una muy buena distracción para algunos, estaba más que claro que había recibido entrenamiento, posiblemente por eso había sido seleccionado, además, era capaz de mantener la calma. Educado, apuesto, buen bailarín, el perfecto caballero. Había hecho bien aceptando el baile, con ello había podido descubrir ciertos puntos fuertes de uno de sus rivales, esperaba que Niniel pudiera sacar algo en claro también.
- Sois muy buena bailando.- susurró el hombre tras un contra check- no esperaba menos de alguien con su renombre...
- ¿Mi renombre, señor?- preguntó Alanna mientras volvía a centrar su atención, que había estado desviada hacia el resto de la pista, en busca de sucesos extraños, sacando una ligera carcajada del hombre.
- Se quien sois... Gata...- murmuró en su oído el hombre de forma suave.
- Me temo que os equivocáis.- sonrió la chica, mientras intentaba controlar su pulso, si el tipo era bueno, podría notar que la corriente sanguínea se le aceleraba. para evitarlo, la guardia soltó una de sus manos separándose del hombre para dar un giro, con eso tenía un poco más de tiempo para relajarse.
- No me equivoco, sois buena, incluso estáis controlando el pulso, no todos pueden...
- Sois gracioso.- fingió una risa suave.
- Ni siquiera rompéis el personaje en esta situación, si, definitivamente, muy buena- parecía divertirse, la chica, en cambio, intentaba controlar un ataque de pánico.- lástima que vuestra misión vaya a fracasar, esos papeles... no vais a lograrlos.- Eso, definitivamente, hizo que la gata tuviera que deshacer su fachada, si el hombre iba a darle información, debía soportarlo.
- ¿Por qué suponéis que no podré defender la estatua? ¿cuanta gente más sabe quien soy?- preguntó con seriedad, mientras seguían el baile.
- Tranquila, solo yo me he dado cuenta, llevo observándoos desde que habéis entrado, y no pienso decirle nada a nadie, el placer de vencerla lo reservo para mi mismo.- incluso con amenazas veladas tenía ese aire de seducción, lástima que no surtiera efecto con ella.
- ¿Vencerme?- preguntó la chica con ceño fruncido.
- Yo soy su rival, bella dama, vencer a la gata será todo un triunfo.- Sonrió el hombre de forma misteriosa mirándola de cerca a los ojos.
- Muy bien, acepto el reto, esto es una competición.- Genial, no solo la habían descubierto, si no que, encima, debía competir con otro, posiblemente igual o mejor que ella, por unos datos que podían significar la ruina o el ensalce de un hombre que cometía ilegalidades...
La pieza comenzaba a acabar era momento de avisar a Niniel y salir corriendo hacia las escaleras, contempló a la elfa algo más alejada, bailando con un hombre de pelo algo canoso, y, tomando el mando del baile, forzó un giro para acercarse a ella. Cuando los vestidos de ambas se rozaron, pudo pisar un poco la tela negra de la chica para que la mirase. Con disimulo, mientras giraba, señalo a la chica las escaleras y la orquesta.
La música paró, y, con una elegante reverencia, terminó la pieza. Las luces se apagaron, Alanna tiró de una rosa de su falda, haciendo que todo lo que cubría sus piernas más allá de unos centímetros por encima de las rodillas quedase al descubierto en a penas un segundo. saltó la pieza y la tiró de una patada frente al hombre que, a su lado, tropezó con la tela, ganando unos segundos de ventaja.
A su alrededor, la gente murmuraba asustada, sobre todos ellos, la voz borracha del Lord, se alzaba protestona. Los guardias del hombre se movieron con presteza, pero no suficiente, el plan de los ladrones había empezado, y la carrera contra reloj que ella había decidido iniciar contra su pareja de baile, empezaba a tomar forma.
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Off: Complicación: Descubren la tapadera y otro espía se interpone. Subrayado.
Alanna Delteria
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
Su pareja de baile era un compañero de danza magnífico. No solo acompasaba cada movimiento a la música de manera perfecta sin el mas leve fallo y de una forma tan fluida que pareciera hacerlo sin ningún tipo de esfuerzo, si no que además se permitía seguir manteniendo una conversación con la peliblanca, aunque lo cierto es que de conversación tenía poco, mas bien se deshacía en halagos para la elfa que procuraba mantenerse centrada en el baile y la música y limitar sus respuestas a sonrisas y leves palabras de agradecimiento.
-Os ruborizáis, sin duda sois sensible a la verdad de mis palabras mi señora-
Había parte de razón en sus palabras, la rojez de sus mejillas tenía mucho mas que ver con la naturaleza cohibida de la elfa que con todas aquellas palabras, pero no podía negar que aquel hombre había demostrado uno modales exquisitos, era sumamente elegante y sabía como agasajar a una dama con sus palabras. Si no fuese porque sabía lo que estaba tramando junto con otros pensaría que estaba viviendo una velada de cuento.
Entonces notó como la mano que aquel hombre tenía en su espalda comenzó a moverse lentamente arriba y abajo, como si buscara acariciar su espalda en vez de solo mantener la postura correcta para el baile. Níniel miró a los ojos a su pareja de baile y percibió en ellos un deje de diversión, sin embargo ella no se estaba divirtiendo. ¿Qué debía hacer?. Debía mantener aquella mentira y permanecer junto al hombre, Alanna se lo había encargado, pero parecía que a aquel sujeto estaba empezando a gustarle demasiado. Sentía que ante aquel contacto no podría mantener la sonrisa mucho tiempo, que al final no aguantaría más y le daría una bofetada al hombre por su atrevimiento si su rostro no la delataba antes, poniendo con ello en peligro el plan de "la gata".
Un giro sobre si misma como parte de la danza apartó aquella mano de su espalda unos instantes pero lo que llegó después fue peor. Aquel hombre elimino toda distancia entre ambos y la pegó a su cuerpo haciendo que la peliblanca acabara con su rostro en su pecho, justo bajo su rostro. Aquello era demasiado y la elfa apretó los dientes para matar un chillido antes de que brotara de su boca, por fortuna su nueva posición ocultaba su rostro totalmente y nadie se dio cuenta, ni siquiera su compañero a pesar de que la elfa había dado mal un paso de baile tras aquel acercamiento no consentido. Para cuando pudo separarse del hombre había logrado concentrarse y mentalizarse lo suficiente como para sonreír de nuevo. Aquel sujeto nunca sabría lo cerca que estuvo de que cierta rodilla fuera a dar contra sus partes masculinas.
El baile tocaba a su fin cuando Alanna llamó su atención e indicó con un casi imperceptible gesto las escaleras. Níniel entendió el mensaje, los ladrones no tardarían en actuar, debía de estar preparada. Como única respuesta la elfa cerró sus ojos de forma deliberadamente mas lenta de lo normal, así sabría que podía contar con ella.
El baile termino y las parejas se saludaron nueva mente con reverencias y comenzaron a aplaudir. Entonces su compañero de baile musitó:
-Ha llegado la hora mi señora-
Las luces se apagaron dejando el gran salón en penumbra y causando que algunos invitados gritaran por la sorpresa, al menos la mayoría, ya que también se pudieron escuchar algunos gritos alegres y mas aplausos, como si algunos creyeran que aquello formaba parte del espectáculo.
Níniel siguió a su compañero de baile que sacó un par de dagas ocultas en su ropa y se lanzó a por los guardias que vigilaban la vitrina de la estatua. Todo era confuso y borroso pero la peliblanca podría asegurar que había mas figuras difusas moviéndose hacia la vitrina y no pudo si no pensar en cuántos de aquellos ladrones y conspiradores con la rosa en la solapa podría haber. Hubo gritos de dolor, voces de alarma y el sonido de un cristal rompiéndose. Alguien había llegado ya hasta la estatua. Cuando la elfa llegó hasta las escaleras y las subió, apenas unos segundos después del sonido de cristales rotos, vio a su compañero de baile con la estatua en la mano junto a uno de los guardias del Lord con una daga clavada en el cuello. Había llegado tarde, no había podido ser rápida con aquel vestido pero seguramente Alanna ya estaría también allí, seguro se ocuparía de él y tomaría la estatua.
Sin embargo ocurrió algo inesperado, aquel hombre le entregó la estatua a Níniel que la sopesó entre sus manos y deslizó los dedos por su suave contorno, sin más el hombre salió corriendo perdiéndose en las sombras, dejándola allí como si aquello formase parte del plan, uno que la elfa desconocía. Allí estaba ella, de pie, en penumbra y con la estatua que todo el mundo quería menos ella entre sus manos. Aquel hombre que se había propasado con ella debía de seguir pensando que era una auténtica partícipe del robo, sin duda...¿Y ahora que podía hacer?. Sin mucho tiempo, sin opciones y nerviosa, la elfa trató de ver cómo podía obtener los papeles que Alanna quería de dentro de aquel trozo de mármol tallado, pero no lo logró, tendría alguna clase de mecanismo o camuflaje.
El tiempo corría en su contra, no estarían a oscuras etérnamente, ya empezaba a ver guardias con lámparas de aceite y antorchas dispersándose por todo el salón y a otros que estaban bloqueando las puertas de salida del lugar, así que decidió esconder la estatua en un lugar donde luego fuese fácil recuperarla, el sitio que escogió fue dentro de un adorno floral al lado de una de las altas columnas del lugar. Pronto el lugar estuvo de nuevo iluminado.
Lord Ousborne estaba rojo de ira y gritaba a sus guardias que encontraran su estatua a cualquier precio incluso bajo la amenaza de no dejar a nadie salir de allí hasta que recuperase lo que era suyo. Poco parecía sufrir por los guardias muertos en las escaleras y que ahora regaban el mármol de su salón, sus delicadas alfombras y sus barandas de oro con sangre. Él solo tenía en mente aquella estatua.
Nín tenía que encontrar a Alanna, antes de que los ladrones se dieran cuenta de que no había cumplido con su parte del plan fuese la que fuese y volviesen a por ella. Se quitó la rosa roja del vestido y la tiró al suelo con disimulo, alejándose de allí.
-Os ruborizáis, sin duda sois sensible a la verdad de mis palabras mi señora-
Había parte de razón en sus palabras, la rojez de sus mejillas tenía mucho mas que ver con la naturaleza cohibida de la elfa que con todas aquellas palabras, pero no podía negar que aquel hombre había demostrado uno modales exquisitos, era sumamente elegante y sabía como agasajar a una dama con sus palabras. Si no fuese porque sabía lo que estaba tramando junto con otros pensaría que estaba viviendo una velada de cuento.
Entonces notó como la mano que aquel hombre tenía en su espalda comenzó a moverse lentamente arriba y abajo, como si buscara acariciar su espalda en vez de solo mantener la postura correcta para el baile. Níniel miró a los ojos a su pareja de baile y percibió en ellos un deje de diversión, sin embargo ella no se estaba divirtiendo. ¿Qué debía hacer?. Debía mantener aquella mentira y permanecer junto al hombre, Alanna se lo había encargado, pero parecía que a aquel sujeto estaba empezando a gustarle demasiado. Sentía que ante aquel contacto no podría mantener la sonrisa mucho tiempo, que al final no aguantaría más y le daría una bofetada al hombre por su atrevimiento si su rostro no la delataba antes, poniendo con ello en peligro el plan de "la gata".
Un giro sobre si misma como parte de la danza apartó aquella mano de su espalda unos instantes pero lo que llegó después fue peor. Aquel hombre elimino toda distancia entre ambos y la pegó a su cuerpo haciendo que la peliblanca acabara con su rostro en su pecho, justo bajo su rostro. Aquello era demasiado y la elfa apretó los dientes para matar un chillido antes de que brotara de su boca, por fortuna su nueva posición ocultaba su rostro totalmente y nadie se dio cuenta, ni siquiera su compañero a pesar de que la elfa había dado mal un paso de baile tras aquel acercamiento no consentido. Para cuando pudo separarse del hombre había logrado concentrarse y mentalizarse lo suficiente como para sonreír de nuevo. Aquel sujeto nunca sabría lo cerca que estuvo de que cierta rodilla fuera a dar contra sus partes masculinas.
El baile tocaba a su fin cuando Alanna llamó su atención e indicó con un casi imperceptible gesto las escaleras. Níniel entendió el mensaje, los ladrones no tardarían en actuar, debía de estar preparada. Como única respuesta la elfa cerró sus ojos de forma deliberadamente mas lenta de lo normal, así sabría que podía contar con ella.
El baile termino y las parejas se saludaron nueva mente con reverencias y comenzaron a aplaudir. Entonces su compañero de baile musitó:
-Ha llegado la hora mi señora-
Las luces se apagaron dejando el gran salón en penumbra y causando que algunos invitados gritaran por la sorpresa, al menos la mayoría, ya que también se pudieron escuchar algunos gritos alegres y mas aplausos, como si algunos creyeran que aquello formaba parte del espectáculo.
Níniel siguió a su compañero de baile que sacó un par de dagas ocultas en su ropa y se lanzó a por los guardias que vigilaban la vitrina de la estatua. Todo era confuso y borroso pero la peliblanca podría asegurar que había mas figuras difusas moviéndose hacia la vitrina y no pudo si no pensar en cuántos de aquellos ladrones y conspiradores con la rosa en la solapa podría haber. Hubo gritos de dolor, voces de alarma y el sonido de un cristal rompiéndose. Alguien había llegado ya hasta la estatua. Cuando la elfa llegó hasta las escaleras y las subió, apenas unos segundos después del sonido de cristales rotos, vio a su compañero de baile con la estatua en la mano junto a uno de los guardias del Lord con una daga clavada en el cuello. Había llegado tarde, no había podido ser rápida con aquel vestido pero seguramente Alanna ya estaría también allí, seguro se ocuparía de él y tomaría la estatua.
Sin embargo ocurrió algo inesperado, aquel hombre le entregó la estatua a Níniel que la sopesó entre sus manos y deslizó los dedos por su suave contorno, sin más el hombre salió corriendo perdiéndose en las sombras, dejándola allí como si aquello formase parte del plan, uno que la elfa desconocía. Allí estaba ella, de pie, en penumbra y con la estatua que todo el mundo quería menos ella entre sus manos. Aquel hombre que se había propasado con ella debía de seguir pensando que era una auténtica partícipe del robo, sin duda...¿Y ahora que podía hacer?. Sin mucho tiempo, sin opciones y nerviosa, la elfa trató de ver cómo podía obtener los papeles que Alanna quería de dentro de aquel trozo de mármol tallado, pero no lo logró, tendría alguna clase de mecanismo o camuflaje.
El tiempo corría en su contra, no estarían a oscuras etérnamente, ya empezaba a ver guardias con lámparas de aceite y antorchas dispersándose por todo el salón y a otros que estaban bloqueando las puertas de salida del lugar, así que decidió esconder la estatua en un lugar donde luego fuese fácil recuperarla, el sitio que escogió fue dentro de un adorno floral al lado de una de las altas columnas del lugar. Pronto el lugar estuvo de nuevo iluminado.
Lord Ousborne estaba rojo de ira y gritaba a sus guardias que encontraran su estatua a cualquier precio incluso bajo la amenaza de no dejar a nadie salir de allí hasta que recuperase lo que era suyo. Poco parecía sufrir por los guardias muertos en las escaleras y que ahora regaban el mármol de su salón, sus delicadas alfombras y sus barandas de oro con sangre. Él solo tenía en mente aquella estatua.
Nín tenía que encontrar a Alanna, antes de que los ladrones se dieran cuenta de que no había cumplido con su parte del plan fuese la que fuese y volviesen a por ella. Se quitó la rosa roja del vestido y la tiró al suelo con disimulo, alejándose de allí.
Última edición por Níniel Thenidiel el Sáb Jul 25 2015, 22:48, editado 1 vez
Níniel Thenidiel
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
La Gata comenzó a esquivar marujas, pasando entre sobre vestidos pomposos, dejándose deslizar entre las faldas provocando gritos de escándalo y sustos, saltó la espalda de algunos hombres, y llegó a las escaleras. comenzó a subirlas corriendo sin detenerse un solo instante, consiguiendo mantenerse en los tacones, y llegó a la vitrina.
Mientras alzaba el cristal, escuchó sonido a sus lados, el enmascarado había llegado después de ella y se había ocupado de acabar con los dos vigilantes. Bajo, se habían encargado de abrir las cortinas que cubrían los enormes ventanales, y la luz de la luna iluminó un instante la sonrisa del hombre enmascarado, que lanzó una daga ensangrentada contra la joven.
A penas pudo esquivarla, un corte en el brazo la hizo reaccionar, con mayor rapidez, sacó sus propias armas y comenzó a correr, tal vez pudiera dejarle la estatua a Niniel, que comenzaba a acercarse todo lo rápido que era capaz, y salió corriendo por un pasillo mientras el joven de mascara negra la perseguía, listo para lanzar una nueva daga.
Alanna debía despistarlo, necesitaba rebuscar por más papeles y volver a por la estatua, pero cómo. Siguió corriendo, pasando por los pasillos todo lo rápido que podía, pero mientras siguiera con los tacones, podría seguirla. Se detuvo un momento, perdiendo los segundos ganados, y se quitó los zapatos tirandoselos a la cabeza al tipo, que intentaba apuntarle con la daga.
"Ahora si" pensó, sin los zapatos iría mucho más rápida y sigilosa. Los hombres no sabían la suerte que tenían de llevar siempre calzado cómodo. Volviendo a iniciar la carrera a marchas forzadas, cruzó frente a varias armaduras, colocadas en fila, concentrándose, frunció el ceño y miró a sus espaldas, le llevaba bastante ventaja, tenía tiempo.
Colocándose entre la última de las armaduras y una columna, apoyó la espalda en esta última y empujó con los pies creando un efecto dominó, consiguiendo así, que las estatuas cortasen el paso del hombre. Respirando hondo por el esfuerzo, se apoyó en sus rodillas al tiempo que el rival la miraba sonriente, lanzando otra daga esta le rozó la mejilla.
Alanna volvió a iniciar la marcha, pensando en lo extraño de la situación, o bien el hombre no tenía puntería alguna, o no quería matarla, dos hilillos de sangre resbalaban, uno por su cara, otro por su brazo. En cuando la chica hubo girado una esquina, notó una puerta entre abierta. Allí, el organizador de la fiesta, ese Lord gordo e idiota, refunfuñaba a su jefe de seguridad por haber perdido la estatua, al parecer la última persona que la había tenido en su poder, había sido una mujer vestida de negro y de piel blanca, la cara de Alanna se iluminó por un segundo, "Niniel" estaba claro que la chica era estupenda, siempre se podía contar con ella.
Sabiendo que quien la perseguía la había perdido de vista, escuchando los pasos acercarse a la puerta, se escondió tras un jarrón grande, lleno de margaritas y esperó a que ambos hombres salieran, escuchando con molestia como el Lord daba más importancia a una estatua que a los guardias que habían arriesgado su vida por protegerla. Antes de que la puerta se cerrase del todo, lanzó una daga que bloqueo la puerta, y en cuanto hubieron desaparecido por el pasillo, se acercó a la puerta, quitó el bloqueo y entró en la sala dejando que se cerrase.
Empezó a acercarse con cuidado a la mesa, dos pasos cortos dio hasta que notó que el suelo tenía ciertos desniveles, ¿cómo podía ser eso posible? Estaba claro que era su despacho, y cuando el no estaba debía protegerlo de algún modo, si era un sistema de alarma y se activaba con los desniveles... debía haber algún modo de desactivarlo, él hombre no podía tampoco pasar mucho más dentro de la estancia, así que debía estar por la puerta, debía desactivar la trampa.
Buscó por la entrada un lugar que pudiera esconder un mecanismo, sin atreverse a levantar los cuadros se dedicó a mirar por el espacio que dejaban entre la pared. Uno en particular, llamó su atención, representaba un arpa y un piano que tocaban sin músicos. Estaba claro que a ese hombre le gustaba el arte, si en algún lugar se escondía el mecanismo era allí.Acarició el lienzo y notó que las cuerdas del arpa podían tocarse y emitir sonido,eran cuerdas de verdad, ya estaba, tocó todas las notas del arpa en una escala rápida y las piezas de suelo elevadas se dejaron caer en silencio, ya podía pasar sin problemas.
Se acercó a la mesa y abrió los cajones, encontró un par de cuentas extrañas, con ciertos "arreglos" sospechosos, que metió dentro de su liga, y volvió a salir del despacho. Era momento de buscar a Niniel, poco le importaba atrapar a los culpables, en ese momento su misión era conseguir los papeles que demostrasen las ilegalidades del Lord, ya tenía algunas, pero no era suficiente para encerrarlo, necesitaba la estatua.
Mientras alzaba el cristal, escuchó sonido a sus lados, el enmascarado había llegado después de ella y se había ocupado de acabar con los dos vigilantes. Bajo, se habían encargado de abrir las cortinas que cubrían los enormes ventanales, y la luz de la luna iluminó un instante la sonrisa del hombre enmascarado, que lanzó una daga ensangrentada contra la joven.
A penas pudo esquivarla, un corte en el brazo la hizo reaccionar, con mayor rapidez, sacó sus propias armas y comenzó a correr, tal vez pudiera dejarle la estatua a Niniel, que comenzaba a acercarse todo lo rápido que era capaz, y salió corriendo por un pasillo mientras el joven de mascara negra la perseguía, listo para lanzar una nueva daga.
Alanna debía despistarlo, necesitaba rebuscar por más papeles y volver a por la estatua, pero cómo. Siguió corriendo, pasando por los pasillos todo lo rápido que podía, pero mientras siguiera con los tacones, podría seguirla. Se detuvo un momento, perdiendo los segundos ganados, y se quitó los zapatos tirandoselos a la cabeza al tipo, que intentaba apuntarle con la daga.
"Ahora si" pensó, sin los zapatos iría mucho más rápida y sigilosa. Los hombres no sabían la suerte que tenían de llevar siempre calzado cómodo. Volviendo a iniciar la carrera a marchas forzadas, cruzó frente a varias armaduras, colocadas en fila, concentrándose, frunció el ceño y miró a sus espaldas, le llevaba bastante ventaja, tenía tiempo.
Colocándose entre la última de las armaduras y una columna, apoyó la espalda en esta última y empujó con los pies creando un efecto dominó, consiguiendo así, que las estatuas cortasen el paso del hombre. Respirando hondo por el esfuerzo, se apoyó en sus rodillas al tiempo que el rival la miraba sonriente, lanzando otra daga esta le rozó la mejilla.
Alanna volvió a iniciar la marcha, pensando en lo extraño de la situación, o bien el hombre no tenía puntería alguna, o no quería matarla, dos hilillos de sangre resbalaban, uno por su cara, otro por su brazo. En cuando la chica hubo girado una esquina, notó una puerta entre abierta. Allí, el organizador de la fiesta, ese Lord gordo e idiota, refunfuñaba a su jefe de seguridad por haber perdido la estatua, al parecer la última persona que la había tenido en su poder, había sido una mujer vestida de negro y de piel blanca, la cara de Alanna se iluminó por un segundo, "Niniel" estaba claro que la chica era estupenda, siempre se podía contar con ella.
Sabiendo que quien la perseguía la había perdido de vista, escuchando los pasos acercarse a la puerta, se escondió tras un jarrón grande, lleno de margaritas y esperó a que ambos hombres salieran, escuchando con molestia como el Lord daba más importancia a una estatua que a los guardias que habían arriesgado su vida por protegerla. Antes de que la puerta se cerrase del todo, lanzó una daga que bloqueo la puerta, y en cuanto hubieron desaparecido por el pasillo, se acercó a la puerta, quitó el bloqueo y entró en la sala dejando que se cerrase.
Empezó a acercarse con cuidado a la mesa, dos pasos cortos dio hasta que notó que el suelo tenía ciertos desniveles, ¿cómo podía ser eso posible? Estaba claro que era su despacho, y cuando el no estaba debía protegerlo de algún modo, si era un sistema de alarma y se activaba con los desniveles... debía haber algún modo de desactivarlo, él hombre no podía tampoco pasar mucho más dentro de la estancia, así que debía estar por la puerta, debía desactivar la trampa.
Buscó por la entrada un lugar que pudiera esconder un mecanismo, sin atreverse a levantar los cuadros se dedicó a mirar por el espacio que dejaban entre la pared. Uno en particular, llamó su atención, representaba un arpa y un piano que tocaban sin músicos. Estaba claro que a ese hombre le gustaba el arte, si en algún lugar se escondía el mecanismo era allí.Acarició el lienzo y notó que las cuerdas del arpa podían tocarse y emitir sonido,eran cuerdas de verdad, ya estaba, tocó todas las notas del arpa en una escala rápida y las piezas de suelo elevadas se dejaron caer en silencio, ya podía pasar sin problemas.
Se acercó a la mesa y abrió los cajones, encontró un par de cuentas extrañas, con ciertos "arreglos" sospechosos, que metió dentro de su liga, y volvió a salir del despacho. Era momento de buscar a Niniel, poco le importaba atrapar a los culpables, en ese momento su misión era conseguir los papeles que demostrasen las ilegalidades del Lord, ya tenía algunas, pero no era suficiente para encerrarlo, necesitaba la estatua.
Alanna Delteria
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
El salón donde se había celebrado el baile, o donde iba a celebrarse el baile mas bien pues una única danza no podía considerarse como un evento completo, estaba sumido en el mas absoluto caos. La gente asustada trataba de salir de allí y los guardias de impedirlo, otros entraban en shock por la visión de la sangre y los cuerpos sin vida de los guardias en las escaleras, los nobles se quitaban las máscaras y exigían que el anfitrión diera la cara y respondiera por aquel atropello gritando a los cuatro vientos que acudirían al mismísimo rey para que castigara a la casa Ousborne por aquel atropello. Pero no solo increpaban a Lord Ousborne, también se formaron corrillos de invitados que se acusaban entre si de toda clase vilezas ocurridas durante el tiempo que habían permanecido con las máscaras puestas y también durante el breve tiempo que el lugar estuvo en penumbra. Infidelidades, toqueteos inapropiados, honores y orgullos mancillados por empujones o por acusaciones de cobardía... Níniel escuchó como, al menos verbalmente, media decena de acuerdos comerciales se rescindían en medio de aquel griterío y eso que apenas habían pasado unos minutos.
La peliblanca seguía buscando a Alanna entre aquella tormenta, pero no había logrado encontrarla, cuando una mujer muy corpulenta con un vestido de colores chillones y una máscara de lupina comenzó a atraer la atención hacia la elfa gritando algo sobre un vestido negro y la piel blanca.
-!Aquí está, aquí!, !GUARDIAS! -
Otra gente comenzó a sumarse a aquella acusación y pronto la elfa estuvo en el centro de un corrillo de acusadores. ¿Alguien la había visto a pesar de la penumbra? ¿Qué podía hacer? Salir corriendo entre tanta gente no funcionaria y solo confirmaría su culpabilidad, tenía que pensar en algo. ¿Qué haría la gata en una situación así? Quizá escapara de alguna forma increíble e imaginativa pero eso era imposible para la peliblanca...No no huiría, mantendría la compostura y la calma, nadie podía haberla visto bien casi a oscuras y había muchas damas vestidas de negro aquella noche. Debía mantenerse tranquila y estaría a salvo o eso se esforzaba en creer pues era su única opción.
Cuando dos guardias se acercaron y la tomaron del brazo no forcejeó, simplemente se hizo la ofendida y como tantos otros hombres y mujeres allí comenzó a exigir responsabilidades, a hacerse la indignada y a pedir que la trataran con el respeto que una dama merecía. No tardó en saber que no había errado en su buen juicio y vio como otros grupos de guardias llevaban a otras mujeres vestidas de negro hasta la zona de las escaleras y eso aún se oían mas gritos indicando a los guardias que habían encontrado a "otra culpable". Níniel sintió un gran alivio aunque todavía no había eludido del todo el hacha del verdugo. No iban a por ella, no la habían descubierto.
Los guardias pusieron a las mujeres de negro en fila ante las escaleras aún manchadas de sangre aunque ya habían retirado los cuerpos de los guardias. Eran cinco en total a las que se sumó una sexta a la que pusieron al lado de Níniel. Hasta ahí llegaban las órdenes de los guardias que no parecían saber qué hacer a partir de aquel punto. Habían cogido a todas las mujeres que se ajustaban, o creían que se ajustaban, al testimonio de algún o alguna testigo, pero no se atrevían a hacer nada más y hablaban entre ellos evidentemente confusos. Al menos hasta que Lord Ousborne volvió a hacer acto de presencia allí, lo que volvió a causar que los gritos, las amenazas y los improperios dominaran el lugar.
-Calma amigos, calma- Comenzó a decir el rechoncho retaco perfumado mientras paseaba su mirada por el grupo de "acusadas" del robo. Le llevó un tiempo calmar los ánimos pero al final al menos su voz pudo oírse. -Sé que he abusado de vuestra amistad comportándome así y creédme que lo lamento y lo lamentaré siempre...Pero ¿qué mas podía hacer?. Alguien peligroso me ha robado algo increíblemente preciado. Su adquisición no solo ha costado una gran fortuna si no vidas. Incluso llegué a poner en peligro mis posesiones y el futuro de mi apellido para lograr completar mi colección con esa estatua. ¿Qué mas podía hacer?-
Aquello ayudó a calmar los ánimos, parecía que aquel hombrecillo al menos era hábil con las palabras y sabía qué debía decir y cómo, incluso Níniel casi se cree el tono compungido con el que hablaba. -Pero un testigo vio a la ladrona. Una mujer joven, vestida de negro y con la piel clara. Quitaos las máscaras si sois tan amables- Les pidió aunque era mas bien una orden dirigida a las seis mujeres.
Así lo hizo la primera, una chica joven pero con la piel morena y con la mirada teñida de desprecio. La segunda hizo lo mismo pero se trataba de una mujer mayor. Llegó el turno de la tercera y de la cuarta y para desgracia de Nín ninguna encajaba con la descripción. Entonces llegó su turno. Nerviosa se retiró el antifaz y con ello no solo quedó al descubierto su rostro si no sus largas orejas de elfa. Para su desgracia encajaba totalmente en la descripción. El noble la miró mal tras su máscara salpicada de diamantes pero sin decir nada prosiguió con la última mujer. También era joven y llevaba la piel que su vestido dejaba a la vista cubierto de un maquillaje que le daba un tono pálido.
-Lady Monfort, la hija de Lord Monfort...Y la señorita Thenidiel supongo, sois la única elfa invitada al baile. Una de las dos fue vista con mi estatua. Si la culpable me la entrega intentaré que la guardia de la ciudad no sea muy dura con ella-
La peliblanca se sintió estúpida por haberse sentido aliviada tan pronto, pues a pesar de todo volvía a estar con el agua al cuello. ¿A quién iban a creer? ¿A una noble humana o a una elfa?. ¿A quién había pretendido engañar? No era como Alanna, solo una sacerdotisa con el don de la sanación. Aquel plan estaba condenado al fracaso desde el principio por contar con la peliblanca. Al menos esperaba que no cogieran a su amiga por su culpa, no se lo perdonaría. El noble hizo un gesto y llamó al supuesto testigo, un enmascarado con máscara de zorro. Era el "Señor Vulpex".
-¿Reconocéis a la mujer que visteis con mi estatua mi señor?-
El Hombre las escrutó a las dos un tiempo que a la elfa se le hizo eterno y comenzó a señalar con el dedo a la peliblanca. Luego movió el dedo para señalar a la humana de forma meditativa y de nuevo hacia la elfa. Entonces de repente dejó de señalar y se separó de las mujeres.
-No, lo siento. Estaba oscuro y todo ocurrió muy rápido. El vestido me pareció negro...Pero ya se sabe que de noche todos los gatos son pardos. No obstante "Milady de la rosa negra" no pudo ser, estuvo a mi lado todo el tiempo, doy fe de ello. Solo nos separó el tumulto que se formó con el robo...Contra mi voluntad debo añadir- Níniel se sonrojó ligeramente por el comentario, además de que aquel hombre estaba mintiendo por ella.
Con la pérdida de su único testigo Lord Ousborne no podía mantener la acusación y dejó marchar a ambas jóvenes. Se quedaba sin pistas y de nuevo su rabia le traicionó y echó por tierra todo lo que había conseguido con sus anteriores palabras al volver a amenazar a todos los invitados si no aparecía su estatua. Debían de ser unos documentos muy importantes. Volvió a retirarse del salón, acompañado por el "señor Vulpex". Esta vez si, la peliblanca dejó escapar un suspiro de alivio y volvió a mezclarse con los invitados, buscando a Alanna, aunque no podía dejar de pensar en por qué aquel hombre con máscara de zorro la había ayudado.
No obstante, y a pesar de que al final el testigo dijo que ella no había sido y que de hecho hasta podría haberse equivocado sobre el color del vestido, notó como un par de guardias no la perdían de vista.
Subrayado el comienzo de una dificultad elegida. (Reconocen a Níniel y la llevan ante el verdugo, en este caso ante el Lord)
La peliblanca seguía buscando a Alanna entre aquella tormenta, pero no había logrado encontrarla, cuando una mujer muy corpulenta con un vestido de colores chillones y una máscara de lupina comenzó a atraer la atención hacia la elfa gritando algo sobre un vestido negro y la piel blanca.
-!Aquí está, aquí!, !GUARDIAS! -
Otra gente comenzó a sumarse a aquella acusación y pronto la elfa estuvo en el centro de un corrillo de acusadores. ¿Alguien la había visto a pesar de la penumbra? ¿Qué podía hacer? Salir corriendo entre tanta gente no funcionaria y solo confirmaría su culpabilidad, tenía que pensar en algo. ¿Qué haría la gata en una situación así? Quizá escapara de alguna forma increíble e imaginativa pero eso era imposible para la peliblanca...No no huiría, mantendría la compostura y la calma, nadie podía haberla visto bien casi a oscuras y había muchas damas vestidas de negro aquella noche. Debía mantenerse tranquila y estaría a salvo o eso se esforzaba en creer pues era su única opción.
Cuando dos guardias se acercaron y la tomaron del brazo no forcejeó, simplemente se hizo la ofendida y como tantos otros hombres y mujeres allí comenzó a exigir responsabilidades, a hacerse la indignada y a pedir que la trataran con el respeto que una dama merecía. No tardó en saber que no había errado en su buen juicio y vio como otros grupos de guardias llevaban a otras mujeres vestidas de negro hasta la zona de las escaleras y eso aún se oían mas gritos indicando a los guardias que habían encontrado a "otra culpable". Níniel sintió un gran alivio aunque todavía no había eludido del todo el hacha del verdugo. No iban a por ella, no la habían descubierto.
Los guardias pusieron a las mujeres de negro en fila ante las escaleras aún manchadas de sangre aunque ya habían retirado los cuerpos de los guardias. Eran cinco en total a las que se sumó una sexta a la que pusieron al lado de Níniel. Hasta ahí llegaban las órdenes de los guardias que no parecían saber qué hacer a partir de aquel punto. Habían cogido a todas las mujeres que se ajustaban, o creían que se ajustaban, al testimonio de algún o alguna testigo, pero no se atrevían a hacer nada más y hablaban entre ellos evidentemente confusos. Al menos hasta que Lord Ousborne volvió a hacer acto de presencia allí, lo que volvió a causar que los gritos, las amenazas y los improperios dominaran el lugar.
-Calma amigos, calma- Comenzó a decir el rechoncho retaco perfumado mientras paseaba su mirada por el grupo de "acusadas" del robo. Le llevó un tiempo calmar los ánimos pero al final al menos su voz pudo oírse. -Sé que he abusado de vuestra amistad comportándome así y creédme que lo lamento y lo lamentaré siempre...Pero ¿qué mas podía hacer?. Alguien peligroso me ha robado algo increíblemente preciado. Su adquisición no solo ha costado una gran fortuna si no vidas. Incluso llegué a poner en peligro mis posesiones y el futuro de mi apellido para lograr completar mi colección con esa estatua. ¿Qué mas podía hacer?-
Aquello ayudó a calmar los ánimos, parecía que aquel hombrecillo al menos era hábil con las palabras y sabía qué debía decir y cómo, incluso Níniel casi se cree el tono compungido con el que hablaba. -Pero un testigo vio a la ladrona. Una mujer joven, vestida de negro y con la piel clara. Quitaos las máscaras si sois tan amables- Les pidió aunque era mas bien una orden dirigida a las seis mujeres.
Así lo hizo la primera, una chica joven pero con la piel morena y con la mirada teñida de desprecio. La segunda hizo lo mismo pero se trataba de una mujer mayor. Llegó el turno de la tercera y de la cuarta y para desgracia de Nín ninguna encajaba con la descripción. Entonces llegó su turno. Nerviosa se retiró el antifaz y con ello no solo quedó al descubierto su rostro si no sus largas orejas de elfa. Para su desgracia encajaba totalmente en la descripción. El noble la miró mal tras su máscara salpicada de diamantes pero sin decir nada prosiguió con la última mujer. También era joven y llevaba la piel que su vestido dejaba a la vista cubierto de un maquillaje que le daba un tono pálido.
-Lady Monfort, la hija de Lord Monfort...Y la señorita Thenidiel supongo, sois la única elfa invitada al baile. Una de las dos fue vista con mi estatua. Si la culpable me la entrega intentaré que la guardia de la ciudad no sea muy dura con ella-
La peliblanca se sintió estúpida por haberse sentido aliviada tan pronto, pues a pesar de todo volvía a estar con el agua al cuello. ¿A quién iban a creer? ¿A una noble humana o a una elfa?. ¿A quién había pretendido engañar? No era como Alanna, solo una sacerdotisa con el don de la sanación. Aquel plan estaba condenado al fracaso desde el principio por contar con la peliblanca. Al menos esperaba que no cogieran a su amiga por su culpa, no se lo perdonaría. El noble hizo un gesto y llamó al supuesto testigo, un enmascarado con máscara de zorro. Era el "Señor Vulpex".
-¿Reconocéis a la mujer que visteis con mi estatua mi señor?-
El Hombre las escrutó a las dos un tiempo que a la elfa se le hizo eterno y comenzó a señalar con el dedo a la peliblanca. Luego movió el dedo para señalar a la humana de forma meditativa y de nuevo hacia la elfa. Entonces de repente dejó de señalar y se separó de las mujeres.
-No, lo siento. Estaba oscuro y todo ocurrió muy rápido. El vestido me pareció negro...Pero ya se sabe que de noche todos los gatos son pardos. No obstante "Milady de la rosa negra" no pudo ser, estuvo a mi lado todo el tiempo, doy fe de ello. Solo nos separó el tumulto que se formó con el robo...Contra mi voluntad debo añadir- Níniel se sonrojó ligeramente por el comentario, además de que aquel hombre estaba mintiendo por ella.
Con la pérdida de su único testigo Lord Ousborne no podía mantener la acusación y dejó marchar a ambas jóvenes. Se quedaba sin pistas y de nuevo su rabia le traicionó y echó por tierra todo lo que había conseguido con sus anteriores palabras al volver a amenazar a todos los invitados si no aparecía su estatua. Debían de ser unos documentos muy importantes. Volvió a retirarse del salón, acompañado por el "señor Vulpex". Esta vez si, la peliblanca dejó escapar un suspiro de alivio y volvió a mezclarse con los invitados, buscando a Alanna, aunque no podía dejar de pensar en por qué aquel hombre con máscara de zorro la había ayudado.
No obstante, y a pesar de que al final el testigo dijo que ella no había sido y que de hecho hasta podría haberse equivocado sobre el color del vestido, notó como un par de guardias no la perdían de vista.
Subrayado el comienzo de una dificultad elegida. (Reconocen a Níniel y la llevan ante el verdugo, en este caso ante el Lord)
Níniel Thenidiel
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
Volvía al salón de baile en busca de Niniel y la estatua, en los pasillos desiertos resonaba el viento al atizar las cortinas de una ventana abierta, los gritos desde el salón de baile, y una puerta al cerrarse. Se suponía que nadie estaba por los pasillos, todos se aunaban en el salón principal, ese no podía ese otro que el hombre de negro, que seguía buscándola, incesante.
SI quería un enfrentamiento abierto, Alanna se lo pondría fácil, no estaba para tonterías, prefería terminar con eso cuanto antes, confiaba en que Niniel mantendría la estatua a salvo. Comenzó a andar hacía el pasillo de las estatuas y caminó con cuidado de no pisar ninguna, sin zapatos sería doloroso, podría hacerse un corte y eso la retrasaría, ya se había arriesgado antes, al tirarlas, había sido un milagro que no hubiera sucedido.
Llegó hasta sus zapatos y se los puso, atenta a lo que la rodeaba, lista para sacar sus dagas, no las había usado antes para no quedarse desarmada, y eso le había costado varias heridas. A sus espaldas, muy cerca, donde se suponía que no debía haber nada, se escuchó el murmullo de unos pasos.
"Ahí está" pensó la chica sacando sus dagas y bloqueando con ellas el ataque frontal de la punta de una espada. Sosteniendo la posición, miró con rabia al hombre, que ya había tenido dos oportunidades de matarla, tres si se tenía en cuenta que la había advertido con el sonido de sus pisadas, pero había decidido jugar con ella. Sentía que la estaban tratando como a una novata, como si no se la tomaran en serio, y eso era algo que la sacaba de quicio.
Con fuerza, empujó hacia atrás al hombre de la máscara, que dio un salto alejándose de ella, sonriendo. Normalmente la joven era paciente, prefería esperar a recibir un ataque que atacar ella, pero ese tipo, es chico la ponía de los nervios, tan confiado, tan seguro de si mismo, de su fuerza y capacidad, tan seguro de que podría vencerla…
Alanna no tuvo paciencia, y se dirigió en ataque directo para acertarle en el pecho, hizo un amago hacia la derecha, confundiendo al joven y cuando ya estaba a escasos centímetros de él, cambió rápidamente y atacó por la izquierda cortándole en el costado. En cuanto estuvo a espaldas del chico, situó una de sus daga en la espalda del joven, que tiró la espada el suelo con una sonrisa.
- No me esperaba menos de ti, Gata.- dijo perdiendo el trato cordial anterior para tutearla.
- ¿Por qué?- preguntó furiosa- me has estado dando pistas de donde estabas todo el tiempo, has podido herirme de gravedad y no has podido, ¿por qué?
- Muy fácil.- dijo él con una sonrisa y, con un movimiento rápido, acorraló a la joven contra la pared, arrebatándole la daga que momentos antes había estado en su espalda. - Me interesas, se quién eres, llevo observándote desde hace tiempo, eres digna de ser mi rival.
- ¿Tu rival? Ni siquiera sé quién eres.- dijo entre dientes dándole una patada en la entrepierna. El otro se dobló sobre sí mismo, soltándola a ella y la daga. Alanna se apresuró a tomas su arma y lo miró desde arriba apuntándolo con ella.
- Eso no me lo esperaba.- dijo el tipo con voz dolorida.- Sueles ser más elegante, tener otro tipo de tácticas, pero veo que puedes salir de todo.
- No lo sabes bien…-murmuró para, rápidamente, darle un golpe con el pomo de la daga, dejándolo inconsciente.
Arrastró al hombre a la primera habitación que vio, y lo dejó atado dentro de un armario. En cuanto estuvo apañado, salió cerrando la puerta y volvió al salón, donde Niniel era el centro de atención.
Alanna se puso pálida, ¿estaría la chica en peligro? Rápidamente pensó una forma de sacarla de allí, la cabeza le volaba, pero no fue necesario, un hombre intercedió por ella, logrando que se la exculpase. Con un suspiro, buscó un modo de bajar para reunirse con la joven, no podía usar las escaleras, así que, al instante, pensó en descender usando los tapices.
Se sostuvo del que tenía más cercano, y, aprovechando la confusión aun reinando, cubriéndose con la pesada tela y usando la pared como punto de apoyo, bajó hasta tocar suelo.
Allí, lo primero que hizo fue recoger la parte de su vestido que había soltado, no podían verla sin ella, causaría sospechas, pasando desapercibida, recogió la tela y comenzó a andar hasta una cortina, donde se escondió y recolocó los enganches. Salió en busca de la elfa, sabía que estaba bien, ella misma había visto como se libraba de la situación, pero seguía preocupada, tal vez estaba nerviosa o asustada. Ella no acostumbraba a este tipo de situaciones.
SI quería un enfrentamiento abierto, Alanna se lo pondría fácil, no estaba para tonterías, prefería terminar con eso cuanto antes, confiaba en que Niniel mantendría la estatua a salvo. Comenzó a andar hacía el pasillo de las estatuas y caminó con cuidado de no pisar ninguna, sin zapatos sería doloroso, podría hacerse un corte y eso la retrasaría, ya se había arriesgado antes, al tirarlas, había sido un milagro que no hubiera sucedido.
Llegó hasta sus zapatos y se los puso, atenta a lo que la rodeaba, lista para sacar sus dagas, no las había usado antes para no quedarse desarmada, y eso le había costado varias heridas. A sus espaldas, muy cerca, donde se suponía que no debía haber nada, se escuchó el murmullo de unos pasos.
"Ahí está" pensó la chica sacando sus dagas y bloqueando con ellas el ataque frontal de la punta de una espada. Sosteniendo la posición, miró con rabia al hombre, que ya había tenido dos oportunidades de matarla, tres si se tenía en cuenta que la había advertido con el sonido de sus pisadas, pero había decidido jugar con ella. Sentía que la estaban tratando como a una novata, como si no se la tomaran en serio, y eso era algo que la sacaba de quicio.
Con fuerza, empujó hacia atrás al hombre de la máscara, que dio un salto alejándose de ella, sonriendo. Normalmente la joven era paciente, prefería esperar a recibir un ataque que atacar ella, pero ese tipo, es chico la ponía de los nervios, tan confiado, tan seguro de si mismo, de su fuerza y capacidad, tan seguro de que podría vencerla…
Alanna no tuvo paciencia, y se dirigió en ataque directo para acertarle en el pecho, hizo un amago hacia la derecha, confundiendo al joven y cuando ya estaba a escasos centímetros de él, cambió rápidamente y atacó por la izquierda cortándole en el costado. En cuanto estuvo a espaldas del chico, situó una de sus daga en la espalda del joven, que tiró la espada el suelo con una sonrisa.
- No me esperaba menos de ti, Gata.- dijo perdiendo el trato cordial anterior para tutearla.
- ¿Por qué?- preguntó furiosa- me has estado dando pistas de donde estabas todo el tiempo, has podido herirme de gravedad y no has podido, ¿por qué?
- Muy fácil.- dijo él con una sonrisa y, con un movimiento rápido, acorraló a la joven contra la pared, arrebatándole la daga que momentos antes había estado en su espalda. - Me interesas, se quién eres, llevo observándote desde hace tiempo, eres digna de ser mi rival.
- ¿Tu rival? Ni siquiera sé quién eres.- dijo entre dientes dándole una patada en la entrepierna. El otro se dobló sobre sí mismo, soltándola a ella y la daga. Alanna se apresuró a tomas su arma y lo miró desde arriba apuntándolo con ella.
- Eso no me lo esperaba.- dijo el tipo con voz dolorida.- Sueles ser más elegante, tener otro tipo de tácticas, pero veo que puedes salir de todo.
- No lo sabes bien…-murmuró para, rápidamente, darle un golpe con el pomo de la daga, dejándolo inconsciente.
Arrastró al hombre a la primera habitación que vio, y lo dejó atado dentro de un armario. En cuanto estuvo apañado, salió cerrando la puerta y volvió al salón, donde Niniel era el centro de atención.
Alanna se puso pálida, ¿estaría la chica en peligro? Rápidamente pensó una forma de sacarla de allí, la cabeza le volaba, pero no fue necesario, un hombre intercedió por ella, logrando que se la exculpase. Con un suspiro, buscó un modo de bajar para reunirse con la joven, no podía usar las escaleras, así que, al instante, pensó en descender usando los tapices.
Se sostuvo del que tenía más cercano, y, aprovechando la confusión aun reinando, cubriéndose con la pesada tela y usando la pared como punto de apoyo, bajó hasta tocar suelo.
Allí, lo primero que hizo fue recoger la parte de su vestido que había soltado, no podían verla sin ella, causaría sospechas, pasando desapercibida, recogió la tela y comenzó a andar hasta una cortina, donde se escondió y recolocó los enganches. Salió en busca de la elfa, sabía que estaba bien, ella misma había visto como se libraba de la situación, pero seguía preocupada, tal vez estaba nerviosa o asustada. Ella no acostumbraba a este tipo de situaciones.
Última edición por Alanna Delteria el Jue Jul 23 2015, 18:59, editado 1 vez
Alanna Delteria
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
En la puerta principal un grupo de invitados trataba de usar su mayor número para superar a los guardias que les impedían el paso y conforme la tensión aumentaba el riesgo de que ocurrieran mas desgracias lo hacía también. Escenas similares se vivían en las escaleras que subían a la primera planta e incluso en las puertas ahora cerradas que daban a las balconadas en ese nivel. Níniel, tratando de mantenerse alejada del lugar donde había escondido la pequeña estatua y siguiendo con la búsqueda de su amiga, pensaba en cuál sería el siguiente paso de Lord Ousborne en su desesperado intento por recuperar la estatua. No creía que simplemente se quedara esperando a ver si los guardias que seguían a la elfa peliblanca, y tal vea a las otras mujeres de negro, la vieran hacer algo sospechoso, no con el tiempo en su contra. Aquella situación no podía prolongarse eternamente ya que como mucho en unas horas los sirvientes, familiares y otras personas empezarían a preocuparse por la ausencia de los allí reunidos e irían a ver qué era lo que pasaba, el Lord tendría que hacer algo antes. ¿A qué se atrevería por salvaguardar esos papeles?.
La elfa, sin volver a colocarse su antifaz pues ya todos la habían visto sin el mismo y tanto si lo llevaba puesto como si no la mayoría de los invitados y guardias la reconocería igualmente, comenzaba a estar preocupada por Alanna. Ya debería de haberla encontrado incluso en aquel caos o al menos ella a la peliblanca. La idea de que le hubiese pasado algo comenzó a rondar por la cabeza de la joven y aquello la aterraba. Trataba de pensar en otras opciones que justificaran su desaparición que fueran mas alentadoras, como por ejemplo que se hubiera visto obligada a huir o que estaba intentando pasar desapercibida y no podía acercarse a la ahora desenmascarada sacerdotisa, pero aunque eso la animaba por su amiga significaría de ser cierto que estaba sola y dependía solo de si misma.
Deseaba salir de allí, buscar un sitio alejado de aquel gentío ruidoso y poder pensar tranquilamente en qué debería hacer. Por ello buscó la zona mas tranquila de aquel lugar, que curiosamente era cerca de una de las puertas a uno de los balcones custodiada por guardias y se apoyó contra la pared. De repente, y aunque físicamente estaba bien, se sintió agotada y por poco no decide saltarse totalmente el comportamiento de una dama y sentarse en el suelo sin preocuparse por su vestido. Se permitió una sonrisa al darse cuenta de que a su alrededor todo era un caos y ella seguía pendiente del protocolo. "Eres una gran maestra madre", pensó.
En ese momento y mientras aún sonreía, notó como algo se colocaba entre ella y la fuente de luz mas fuerte de la sala creando una ligera sombra sobre ella. Cuando la elfa alzó la mirada y vio de quién se trataba sus labios se fruncieron, era aquel hombre de la máscara sonriente y la rosa roja en el traje. A esas alturas ya debía de saber que entregó la estatua a quién no debía y seguramente querría recuperarla.
-Parecéis cansada mi señora-
-Asi es mi señor. Resulta agotador que te acusen sin pruebas de un delito del que no sabes nada-
-Me hago cargo- Acercó su boca hasta colocarla cerca de una de las orejas de la peliblanca. -Tienes algo que nos pertenece, dime dónde está y no te pasará nada. Nos ocuparemos del asunto y podrás marcharte sin más- Volver a tenerlo tan cerca era espantoso y aquella vez no tuvo fuerzas para fingir una sonrisa y su rostro mostró el desagrado real que sentía por su atrevimiento.
-No se de qué me habla caballero, pero yo que usted vigilaría lo que hace. Desde mi desafortunada vinculación con el robo, Lord Ousborne ha tenido a bien hacer que unos guardias me vigilen allá a donde voy...Y ahora te miran a ti con mucho interés-El hombre se retiró y se alejó de allí tratando de comprobar con disimulo si las palabras de la elfa eran ciertas, y lo eran. Al final aquellos guardias habían sido útiles y todo.
Níniel suspiró pero parecía que había al menos otra persona interesada en hablar con ella en aquellos momentos, se trataba del misterioso "señor Vulpex" que parecía haberlo visto todo aunque no podía haber oído el intercambio de susurros.
-Milady de la rosa negra.- Dijo con una reverencia. -¿Debo ponerme celoso o aceptar que una belleza como la vuestra siempre atraerá otros hombres como la miel a las moscas?. No parecíais muy contenta con su presencia, ¿Queréis que me bata en duelo con él por vuestro honor?.-
-Eso suena casi tentador señor Vulpex, pero creo que debe esperar-Dijo dedicándole una sonrisa al joven del que sinceramente no sabía qué pensar. Acababa de ver lo que sin duda era la prueba de que los dioses no le habían dado la espalda.
Por fin, tras tantos nervios, miedo y temores, Alanna apareció ante sus ojos, y no pasó desapercibido para la elfa que estaba herida. Si no fuera consciente de la situación se habría lanzado a abrazarla como si la misma sangre corriera por sus venas y no se hubiesen visto en años.
La elfa, sin volver a colocarse su antifaz pues ya todos la habían visto sin el mismo y tanto si lo llevaba puesto como si no la mayoría de los invitados y guardias la reconocería igualmente, comenzaba a estar preocupada por Alanna. Ya debería de haberla encontrado incluso en aquel caos o al menos ella a la peliblanca. La idea de que le hubiese pasado algo comenzó a rondar por la cabeza de la joven y aquello la aterraba. Trataba de pensar en otras opciones que justificaran su desaparición que fueran mas alentadoras, como por ejemplo que se hubiera visto obligada a huir o que estaba intentando pasar desapercibida y no podía acercarse a la ahora desenmascarada sacerdotisa, pero aunque eso la animaba por su amiga significaría de ser cierto que estaba sola y dependía solo de si misma.
Deseaba salir de allí, buscar un sitio alejado de aquel gentío ruidoso y poder pensar tranquilamente en qué debería hacer. Por ello buscó la zona mas tranquila de aquel lugar, que curiosamente era cerca de una de las puertas a uno de los balcones custodiada por guardias y se apoyó contra la pared. De repente, y aunque físicamente estaba bien, se sintió agotada y por poco no decide saltarse totalmente el comportamiento de una dama y sentarse en el suelo sin preocuparse por su vestido. Se permitió una sonrisa al darse cuenta de que a su alrededor todo era un caos y ella seguía pendiente del protocolo. "Eres una gran maestra madre", pensó.
En ese momento y mientras aún sonreía, notó como algo se colocaba entre ella y la fuente de luz mas fuerte de la sala creando una ligera sombra sobre ella. Cuando la elfa alzó la mirada y vio de quién se trataba sus labios se fruncieron, era aquel hombre de la máscara sonriente y la rosa roja en el traje. A esas alturas ya debía de saber que entregó la estatua a quién no debía y seguramente querría recuperarla.
-Parecéis cansada mi señora-
-Asi es mi señor. Resulta agotador que te acusen sin pruebas de un delito del que no sabes nada-
-Me hago cargo- Acercó su boca hasta colocarla cerca de una de las orejas de la peliblanca. -Tienes algo que nos pertenece, dime dónde está y no te pasará nada. Nos ocuparemos del asunto y podrás marcharte sin más- Volver a tenerlo tan cerca era espantoso y aquella vez no tuvo fuerzas para fingir una sonrisa y su rostro mostró el desagrado real que sentía por su atrevimiento.
-No se de qué me habla caballero, pero yo que usted vigilaría lo que hace. Desde mi desafortunada vinculación con el robo, Lord Ousborne ha tenido a bien hacer que unos guardias me vigilen allá a donde voy...Y ahora te miran a ti con mucho interés-El hombre se retiró y se alejó de allí tratando de comprobar con disimulo si las palabras de la elfa eran ciertas, y lo eran. Al final aquellos guardias habían sido útiles y todo.
Níniel suspiró pero parecía que había al menos otra persona interesada en hablar con ella en aquellos momentos, se trataba del misterioso "señor Vulpex" que parecía haberlo visto todo aunque no podía haber oído el intercambio de susurros.
-Milady de la rosa negra.- Dijo con una reverencia. -¿Debo ponerme celoso o aceptar que una belleza como la vuestra siempre atraerá otros hombres como la miel a las moscas?. No parecíais muy contenta con su presencia, ¿Queréis que me bata en duelo con él por vuestro honor?.-
-Eso suena casi tentador señor Vulpex, pero creo que debe esperar-Dijo dedicándole una sonrisa al joven del que sinceramente no sabía qué pensar. Acababa de ver lo que sin duda era la prueba de que los dioses no le habían dado la espalda.
Por fin, tras tantos nervios, miedo y temores, Alanna apareció ante sus ojos, y no pasó desapercibido para la elfa que estaba herida. Si no fuera consciente de la situación se habría lanzado a abrazarla como si la misma sangre corriera por sus venas y no se hubiesen visto en años.
Níniel Thenidiel
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
Mientras andaba en busca de la elfa, notó como, a su alrededor, varios guardias miraban en la misma dirección, ¿debía haber sucedido algo más?
No, miraban nada más y nada menos que a Niniel, que en ese momento hablaba con un hombre con mascara de zorro. Alanna frunció el ceño, no podía sacarla de allí con tanta gente vigilándola, tendría que hacer algo. Se dirigió al Lord con rapidez.
El hombre se encontraba junto a las escaleras, sosteniendo una gran copa de coñac entre las manos, con aspecto furioso, y su mirada se dirigía, de vez en cuando, a su invitada de orejas picudas. Estaba claro que seguían sospechando de la elfa. Cuando llegó al lado del rechoncho hombre, llamó su atención con voz suave. El hombre se giró molestó, y observó a la chica, que en ese momento estaba en una reverencia profunda.
- ¡¿Qué?!- Gruñó él.
- Señor, no se si es lo más conveniente que grite, llamará mucho la atención y para lo que le propondré necesito discreción absoluta.- dijo la Gata con voz suave haciendo que el hombre diera un respingo. No había mucha gente que se atreviera a ordenar a ese hombre, ni mucho menos a plantarle cara cuando se encontraba en ese estado de furia- necesito que me deje hablar con la joven de negro, a solas, he de ganarme su confianza para que me confiese si ha sido ella la ladrona, pero para ello ha de retirar a sus guardias y permitirme llevarla a un lugar apartado.- explicó.
El hombre pareció rumiarlo un instante, y, finalmente, accedió haciendo una señal para que sus vigilantes se retirasen. Alanna volvió a hacer una reverencia, de mala gana, y se alejó con premura hasta su amiga, se quitó la máscara y respiró hondo, era hora de actuar.
- Miss.- Llamó a Niniel con voz dulce y alterada, quitandose la máscara con ojos llorosos.- Lo siento, la perdí de vista..- dijo situándose frente a ella.- Que miedo he pasado, cuando la he visto ahí arriba, que horror, no han separado con la confusión y... y... no quiero ni pensar que habría hecho si le llega a pasar algo....- pronunció con voz tremula mientras una lagrimilla caía por su mejilla. Luego se giró hacia el hombre enmascarado con su cara de aspecto inocente y ojos grandes y llorosos.- Muchas gracias por cuidar de ella, se supone que era su acompañante, pero aun soy una novata y me despisto con facilidad, siento mucho las molestias.- se reverenció fingiendo estar nerviosa y asustada.- Ahora me llevaré a Miss a que tome el aire y se refresque, me han dado permiso para ello, le prometo que, si luego Miss se encuentra con menor estado de nervios, le buscaré para que la encuentre. Disculpe.
Se ponían tan nerviosos al ver llorar a una mujer que no decían nada. Alanna, aun con ese aire de inocencia y dulzura del que hacía semanas carecía, se llevó a Niniel hacia un pasillo lateral, dejando al hombre con aspecto sorprendido, pero sin mediar palabra alguna. Nadie sospecha de que una mujer de aspecto frágil pueda ser peligrosa.
Quienes vigilaban el pasillo les permitieron pasar sin problemas, ganar la confianza del Lord había sido todo un acierto. Cuando dejaron atrás el barullo pasaron a una puerta abierta. Daba a la cocina.
El lugar, grande y vacío, era perfecto para poder hablar. Con un suspiro, Alanna se dejó caer, rendida, sobre una banqueta, ese tipo de situaciones la agobiaban sobremanera. Recordó, de repente, que la joven a su lado había estado en gran peligro y dio un salto de su asiento, plantándose delante de la chica de pelo blanco.
- ¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado? ¿Te han hecho daño?- al comprobar que la chica estaba perfectamente, volvió a dejarse caer en la banqueta con ojos cerrados, se sentía agotada y aun no habían acabado, necesitaban recuperar la estatua.- ¿Te han visto con la estatua? Mientras te buscaba he oído algunos chismes, ¿eso quiere decir que la tienes tu?- Preguntó la Gata mirando a la chica con esperanzas, tal vez estuvieran más cerca de terminar de lo que creía, esperaba que Niniel le explicara lo que se había perdido, lo cierto es que, al volver al salón, se había sentido algo perdida.
Al moverse hacia delante, la sangre seca de la herida del brazo se agrietó dejando salir nuevamente el líquido rojo, la de la mejilla, en cambio, aun no había dejado de gotear. La guardia se miró la primera herida, con cara de disgusto, esperaba que no dejase marca.
No, miraban nada más y nada menos que a Niniel, que en ese momento hablaba con un hombre con mascara de zorro. Alanna frunció el ceño, no podía sacarla de allí con tanta gente vigilándola, tendría que hacer algo. Se dirigió al Lord con rapidez.
El hombre se encontraba junto a las escaleras, sosteniendo una gran copa de coñac entre las manos, con aspecto furioso, y su mirada se dirigía, de vez en cuando, a su invitada de orejas picudas. Estaba claro que seguían sospechando de la elfa. Cuando llegó al lado del rechoncho hombre, llamó su atención con voz suave. El hombre se giró molestó, y observó a la chica, que en ese momento estaba en una reverencia profunda.
- ¡¿Qué?!- Gruñó él.
- Señor, no se si es lo más conveniente que grite, llamará mucho la atención y para lo que le propondré necesito discreción absoluta.- dijo la Gata con voz suave haciendo que el hombre diera un respingo. No había mucha gente que se atreviera a ordenar a ese hombre, ni mucho menos a plantarle cara cuando se encontraba en ese estado de furia- necesito que me deje hablar con la joven de negro, a solas, he de ganarme su confianza para que me confiese si ha sido ella la ladrona, pero para ello ha de retirar a sus guardias y permitirme llevarla a un lugar apartado.- explicó.
El hombre pareció rumiarlo un instante, y, finalmente, accedió haciendo una señal para que sus vigilantes se retirasen. Alanna volvió a hacer una reverencia, de mala gana, y se alejó con premura hasta su amiga, se quitó la máscara y respiró hondo, era hora de actuar.
- Miss.- Llamó a Niniel con voz dulce y alterada, quitandose la máscara con ojos llorosos.- Lo siento, la perdí de vista..- dijo situándose frente a ella.- Que miedo he pasado, cuando la he visto ahí arriba, que horror, no han separado con la confusión y... y... no quiero ni pensar que habría hecho si le llega a pasar algo....- pronunció con voz tremula mientras una lagrimilla caía por su mejilla. Luego se giró hacia el hombre enmascarado con su cara de aspecto inocente y ojos grandes y llorosos.- Muchas gracias por cuidar de ella, se supone que era su acompañante, pero aun soy una novata y me despisto con facilidad, siento mucho las molestias.- se reverenció fingiendo estar nerviosa y asustada.- Ahora me llevaré a Miss a que tome el aire y se refresque, me han dado permiso para ello, le prometo que, si luego Miss se encuentra con menor estado de nervios, le buscaré para que la encuentre. Disculpe.
Se ponían tan nerviosos al ver llorar a una mujer que no decían nada. Alanna, aun con ese aire de inocencia y dulzura del que hacía semanas carecía, se llevó a Niniel hacia un pasillo lateral, dejando al hombre con aspecto sorprendido, pero sin mediar palabra alguna. Nadie sospecha de que una mujer de aspecto frágil pueda ser peligrosa.
Quienes vigilaban el pasillo les permitieron pasar sin problemas, ganar la confianza del Lord había sido todo un acierto. Cuando dejaron atrás el barullo pasaron a una puerta abierta. Daba a la cocina.
El lugar, grande y vacío, era perfecto para poder hablar. Con un suspiro, Alanna se dejó caer, rendida, sobre una banqueta, ese tipo de situaciones la agobiaban sobremanera. Recordó, de repente, que la joven a su lado había estado en gran peligro y dio un salto de su asiento, plantándose delante de la chica de pelo blanco.
- ¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado? ¿Te han hecho daño?- al comprobar que la chica estaba perfectamente, volvió a dejarse caer en la banqueta con ojos cerrados, se sentía agotada y aun no habían acabado, necesitaban recuperar la estatua.- ¿Te han visto con la estatua? Mientras te buscaba he oído algunos chismes, ¿eso quiere decir que la tienes tu?- Preguntó la Gata mirando a la chica con esperanzas, tal vez estuvieran más cerca de terminar de lo que creía, esperaba que Niniel le explicara lo que se había perdido, lo cierto es que, al volver al salón, se había sentido algo perdida.
Al moverse hacia delante, la sangre seca de la herida del brazo se agrietó dejando salir nuevamente el líquido rojo, la de la mejilla, en cambio, aun no había dejado de gotear. La guardia se miró la primera herida, con cara de disgusto, esperaba que no dejase marca.
Alanna Delteria
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
Alanna se acercó y de nuevo parecía que estuviera a punto de llorar de verdad, resultaba tan convincente que, incluso habiéndola visto ya hacer aquella escena de las lágrimas de cocodrilo con anterioridad,la peliblanca no supo si era de nuevo una treta o si aquella vez si que había pasado algo por lo que caer en el llanto. Desde luego algo le había pasado a su amiga en el tiempo que habían estado separadas, y algo incluso peor que a la propia Níniel ya que a ella no la habían herido. Entonces la humana comenzó a balbucear entre lágrimas toda una historia tan falsa que incluso la elfa estuvo a punto de arruinar su actuación antes de percatarse de que de nuevo estaba viendo a "la gata" en acción y que debía, seguirle la corriente.
-Ah, si, mi humana de compañía...Ha sido realmente aterrador, pero por suerte ya pasó gracias a la ayuda de este gentil caballero. No sé cómo pude ser confundida con una ladrona- El hombre asintió con la cabeza aceptando el agradecimiento de la elfa y miró a la humana que decía ser su acompañante con una profunda mirada a través de los huecos de su máscara de zorro, pero no dijo nada. De nuevo aceptó el agradecimiento, esta vez de Alanna con un nuevo y leve gesto con la cabeza. -No podía hacer otra cosa, me temo que yo mismo fui el causante del terrible equívoco al creer ver a una mujer de negro en posesión de la estatua de mi padre tanto aprecia. La oscuridad me jugó una mala pasada sin duda-
Parecía que sin darse cuenta el hombre de la máscara había revelado su identidad y sin duda resultó ser quién menos se esperaba la peliblanca. Parecía que estaba ni más ni menos que delante del hijo de Lord Ousborne y el único heredero de su gran fortuna y patrimonio, además de el motivo de que la invitasen a aquella fiesta. Era toda una casualidad, de hecho una tan grande que durante los siguientes instantes rondaría en la cabeza de la elfa haciéndola no prestar mucha atención a las palabras de Alanna. No reaccionó hasta que esta comenzó a instarla para ir a otro lugar.
-Ah si, necesito tomar el aire, si, vamos humana. Un placer "señor Vulpex"- Dijo sin atreverse a llamarlo por su auténtico nombre recién revelado y siguiendo a Alanna que parecía tener de alguna manera permiso para poder salir de la improvisada prisión en la que se había convertido el salón de la mansión, lo cual suscitó que otros invitados se quejaran pues a ellos no les dejaban pasar ni salir de allí. Cuando Alanna se detuvo habían llegado a una cocina tan grande como su casa en Sandorai y tan provista de todo que Níniel dudaba de que alguna vez hubiese sido necesario osar todo lo que tenía ante sus ojos.
Estaban solas allí, ningún guardia ni nadie del servicio parecía rondar cerca, y tras girar un par de veces sobre si misma mirando en todas partes para comprobar que así era y tras ver que Alanna se relajaba, Níniel se dejó caer al suelo y se tapó el rostro con las manos como si quisiera que con aquella acción el resto del mundo desapareciera de algún modo. Sin que su vida dependiera de seguir fingiendo se desplomó y por los dioses que deseaba hacerlo desde hacía un largo rato.
-Estoy bien, estoy bien...Es solo que necesitaba dejar de fingir por un momento.- Tomó aire y se incorporó recobrando la compostura y alisándose el vestido aunque se hacía patente que se tomaba demasiado tiempo para tan sencilla tarea y que parecía perdida en sus pensamientos. Era normal, ella no estaba acostumbra a aquellas cosas y tanto riesgo, tanta tensión y tanto actuar eran difíciles de sobrellevar. -No sé cómo lo soportas...Pensaba que lo de Terpoli fue malo, pero esto es incluso peor...Me duele la cara de tanto sonreír y fingir tranquilidad. Por no hablar de lo "Cariñoso" que aquel hombre de la rosa roja se puso durante el baile...Pero supongo que ha valido la pena. Si, tengo la estatua, bueno, sé donde está, la escondí. El hombre de la rosa creyó que era de los suyos hasta el final y fue tan amable de entregármela, pero el señor Vulpex, o mejor dicho el hijo del señor Ousborne, debió de verme cuando me la entregaron. Por suerte no me vio bien o seguramente no estaríamos teniendo esta conversación. Eso y creo creo que le caigo bien. He tenido suerte, claro que ahora siguen sospechando de mi y también me buscan los ladrones de la rosa...¿Cuál es tu historia? ¿Por qué desapareciste así?.-
Tras contarle a su amiga todo lo que la había pasado y sintiéndose aliviada por compartir aquella carga, la elfa escuchó cuanto tuviera que decir la humana a la vez que con cuidado, y pidiendo que se estuviera quieta, buscaba el mejor modo de atender sus heridas. Eras apenas unos rasguños y curiosamente la herida mas leve, la de la mejilla, era la que más preocupaba a la elfa por estética no por otra cosa. Mientras la joven guardia seguía hablando, Níniel colocó una de sus manos sobre su rostro, como si acariciara a la chica y usó su magia para cerrar aquella herida y que no dejara marca. El corte del brazo sin embargo prefirió tratarlo de otro modo.
Níniel sabía que muchos de los ingredientes que con suficientes conocimientos de alquimia podían acabar convirtiéndose en parte de potentes pociones con el proceso y los conocimientos adecuados, eran también habituales en la cocina a todos los niveles. Desde el campesino mas humilde al noble mas opulento los usaban como condimento, para dar mas sabor o la textura deseada a un plato, e incluso a veces, se ingerían a sabiendas de algunas de sus propiedades naturales, incluso a modo de juego. Ajo, orejas de elfo, la planta no orejas de elfos de carne y hueso, algunos tipos de hongo y así una larga lista. Por ello la peliblanca revisó por la cocina hasta encontrar en un armario varios ejemplos de aquellos ingredientes tanto alquímicos como de cocina. Como era de esperar la cocina de un noble estaba bien surtida, de hecho tenía algunos ingredientes muy raros y valiosos aunque no servían para lo que la elfa tenía en mente en esos momentos. Al final encontró algo útil, Barrimorth. Con tan solo seleccionar la parte de la planta que escoger, machacarla de un modo específico para conservar sus propiedades y mezclar con agua para tener un poco de ungüento Alanna podría casi olvidarse de aquel corte. Lo extendió con cuidado por la herida y después la vendó con un pañuelo de seda que portaba para que pareciera casi un adorno o un accesorio y no un vendaje, hasta hizo el nudo con forma de flor.
-Esto ya está, como nueva. ¿Ahora qué? ¿Podemos irnos ya?. Di que si.-
Subrayados conocimientos de alquimia y su uso
-Ah, si, mi humana de compañía...Ha sido realmente aterrador, pero por suerte ya pasó gracias a la ayuda de este gentil caballero. No sé cómo pude ser confundida con una ladrona- El hombre asintió con la cabeza aceptando el agradecimiento de la elfa y miró a la humana que decía ser su acompañante con una profunda mirada a través de los huecos de su máscara de zorro, pero no dijo nada. De nuevo aceptó el agradecimiento, esta vez de Alanna con un nuevo y leve gesto con la cabeza. -No podía hacer otra cosa, me temo que yo mismo fui el causante del terrible equívoco al creer ver a una mujer de negro en posesión de la estatua de mi padre tanto aprecia. La oscuridad me jugó una mala pasada sin duda-
Parecía que sin darse cuenta el hombre de la máscara había revelado su identidad y sin duda resultó ser quién menos se esperaba la peliblanca. Parecía que estaba ni más ni menos que delante del hijo de Lord Ousborne y el único heredero de su gran fortuna y patrimonio, además de el motivo de que la invitasen a aquella fiesta. Era toda una casualidad, de hecho una tan grande que durante los siguientes instantes rondaría en la cabeza de la elfa haciéndola no prestar mucha atención a las palabras de Alanna. No reaccionó hasta que esta comenzó a instarla para ir a otro lugar.
-Ah si, necesito tomar el aire, si, vamos humana. Un placer "señor Vulpex"- Dijo sin atreverse a llamarlo por su auténtico nombre recién revelado y siguiendo a Alanna que parecía tener de alguna manera permiso para poder salir de la improvisada prisión en la que se había convertido el salón de la mansión, lo cual suscitó que otros invitados se quejaran pues a ellos no les dejaban pasar ni salir de allí. Cuando Alanna se detuvo habían llegado a una cocina tan grande como su casa en Sandorai y tan provista de todo que Níniel dudaba de que alguna vez hubiese sido necesario osar todo lo que tenía ante sus ojos.
Estaban solas allí, ningún guardia ni nadie del servicio parecía rondar cerca, y tras girar un par de veces sobre si misma mirando en todas partes para comprobar que así era y tras ver que Alanna se relajaba, Níniel se dejó caer al suelo y se tapó el rostro con las manos como si quisiera que con aquella acción el resto del mundo desapareciera de algún modo. Sin que su vida dependiera de seguir fingiendo se desplomó y por los dioses que deseaba hacerlo desde hacía un largo rato.
-Estoy bien, estoy bien...Es solo que necesitaba dejar de fingir por un momento.- Tomó aire y se incorporó recobrando la compostura y alisándose el vestido aunque se hacía patente que se tomaba demasiado tiempo para tan sencilla tarea y que parecía perdida en sus pensamientos. Era normal, ella no estaba acostumbra a aquellas cosas y tanto riesgo, tanta tensión y tanto actuar eran difíciles de sobrellevar. -No sé cómo lo soportas...Pensaba que lo de Terpoli fue malo, pero esto es incluso peor...Me duele la cara de tanto sonreír y fingir tranquilidad. Por no hablar de lo "Cariñoso" que aquel hombre de la rosa roja se puso durante el baile...Pero supongo que ha valido la pena. Si, tengo la estatua, bueno, sé donde está, la escondí. El hombre de la rosa creyó que era de los suyos hasta el final y fue tan amable de entregármela, pero el señor Vulpex, o mejor dicho el hijo del señor Ousborne, debió de verme cuando me la entregaron. Por suerte no me vio bien o seguramente no estaríamos teniendo esta conversación. Eso y creo creo que le caigo bien. He tenido suerte, claro que ahora siguen sospechando de mi y también me buscan los ladrones de la rosa...¿Cuál es tu historia? ¿Por qué desapareciste así?.-
Tras contarle a su amiga todo lo que la había pasado y sintiéndose aliviada por compartir aquella carga, la elfa escuchó cuanto tuviera que decir la humana a la vez que con cuidado, y pidiendo que se estuviera quieta, buscaba el mejor modo de atender sus heridas. Eras apenas unos rasguños y curiosamente la herida mas leve, la de la mejilla, era la que más preocupaba a la elfa por estética no por otra cosa. Mientras la joven guardia seguía hablando, Níniel colocó una de sus manos sobre su rostro, como si acariciara a la chica y usó su magia para cerrar aquella herida y que no dejara marca. El corte del brazo sin embargo prefirió tratarlo de otro modo.
Níniel sabía que muchos de los ingredientes que con suficientes conocimientos de alquimia podían acabar convirtiéndose en parte de potentes pociones con el proceso y los conocimientos adecuados, eran también habituales en la cocina a todos los niveles. Desde el campesino mas humilde al noble mas opulento los usaban como condimento, para dar mas sabor o la textura deseada a un plato, e incluso a veces, se ingerían a sabiendas de algunas de sus propiedades naturales, incluso a modo de juego. Ajo, orejas de elfo, la planta no orejas de elfos de carne y hueso, algunos tipos de hongo y así una larga lista. Por ello la peliblanca revisó por la cocina hasta encontrar en un armario varios ejemplos de aquellos ingredientes tanto alquímicos como de cocina. Como era de esperar la cocina de un noble estaba bien surtida, de hecho tenía algunos ingredientes muy raros y valiosos aunque no servían para lo que la elfa tenía en mente en esos momentos. Al final encontró algo útil, Barrimorth. Con tan solo seleccionar la parte de la planta que escoger, machacarla de un modo específico para conservar sus propiedades y mezclar con agua para tener un poco de ungüento Alanna podría casi olvidarse de aquel corte. Lo extendió con cuidado por la herida y después la vendó con un pañuelo de seda que portaba para que pareciera casi un adorno o un accesorio y no un vendaje, hasta hizo el nudo con forma de flor.
-Esto ya está, como nueva. ¿Ahora qué? ¿Podemos irnos ya?. Di que si.-
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Níniel Thenidiel
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
La chica sonrió mientras Niniel protestaba, cierto, era muy difícil aguantar en esos ambientes, más de una vez le entraban ganas de darle patadas a más de uno, le resultaba muy complicado tolerar las idioteces de los nobles, todos tan altaneros, tan pagados de si mismos, mirando a todo el mundo por encima del hombro, creyéndose santos, casi divinos, cuando en realidad deberían mirar dos veces su cara en ele espejo y preguntarse si realmente eran tan puros como se consideraban. "Ellos ni siquiera se conocen a si mismos, se ven como quieren que les vena los demás, pero no son más que vampiros de energía, chupan la vitalidad de quienes los rodean" Alanna prefería mil veces los bandidos comunes, o los delincuentes de las zonas bajas, al menos ellos sabían que no eran perfectos, y actuaban a sabiendas, en cambio, los nobles... Alanna les daría dos bofetadas, del delante y del revés, a ver si despertaban y abrían sus ojos de una vez.
Notó entonces como Niniel comenzaba a tratar sus heridas, la de la cara, con su magia, la chica se tocó la mejilla, nada, ni siquiera se notaba, sonrió a sabiendas de porque lo había hecho la chica, "Nada de marcas" podía imaginársela diciendo. La del brazo, en cambio, hizo un potingue raro, y se lo aplicó con cuidado. Mientras la elfa juntaba hiervas Alanna le explicó como, escapando de un tipo que la había descubierto, había terminado por entrar al despacho del hombre y la pequeña pelea que había tenido con su competidor de la que, ciertamente, había salido bastante bien parada, si el otro hubiera querido, podría haberle hecho daño, y eso era algo que la Gata tenía claro. La guarda frunció el ceño cuando la chica de pelo blanco le puso la crema, escocía, pero pronto terminó de aplicarlo y le anudó un pañuelo en forma de una bonita flor. Casi parecía una decoración, un complemento del vestido, más que una venda.
- Gracias.- murmuró Alanna, intentando tramar un plan, ya poco les quedaba por hacer, simplemente debían recoger la estatua y salir de allí.- Bien, dime dónde la escondiste, tendremos que ir por los pasillos de servicio si no queremos que nos vean. Veamos...
Alanna se levantó, ni siquiera le había agradecido a la mujer la ayuda con lo de la estatua, definitivamente, el viaje al norte la había trastocado, aunque solo alguien que la conociera bien se daría cuenta de los cambios. Moviéndose por la cocina intentó encontrar alguno de los pasillos que usaba el servicio para entrar y salir de la casa y para llegar antes a los cuartos, recorrer toda la enorme casa para servir, por ejemplo, una comida, no debía ser agradable, así que Alanna suponía que,como en muchos hogares adinerados, había fabricado pasadizos.
Finalmente, encontró una puerta, cercana a la alacena, que tenía unas escaleras en forma de caracol. Llamó a la elfa, pidiéndole que la siguiera, y entró comenzando a subir por los estrechos escalones. Hasta la primera puerta. la abrió en silencio y asomó la cabeza. era el pasillo del primer piso, donde había hecho caer las armaduras.
Avanzó hacia donde Niniel le había dicho que había dejado la estatua, quitándose los tacones. Cuando estuvo cerca, se quedó quita un momento, y se deshizo, nuevamente, de la parte inferior del vestido, esta vez, de toda la falda, quedando con una especie de mallot y una ligera capa del vestido, así no abultaría cuando se acercase a por la estatua pasando tras los tapices.
Avanzó hasta la planta con cuidado, con una daga en la mano, y tomó la estatuilla, giró para mirar la base y palpó, era tela. La cortó con cuidado con una de sus dagas, solo una parte y metió la mano. Sacó unas hojas de papel y se retiró del tapiz. De vuelta a donde había dejado la falda miró los documentos, lo tenía. Los puso junto a lo que ella misma había encontrado y, dejando la estatua en el suelo, volvió a ponerse el vestido.
- Niniel, pronto podremos irnos.- dijo en un susurro, mirando la obra y girando para volver por donde había venido, estatua en mano.
Avanzando por el pasillo, de nuevo hacia el pasillo para volver a la cocina. Vio una puerta abierta. Al instante supo cual era, en ese cuarto, no hacía mucho, había dejado encerrado a un fuerte rival. Miró a su alrededor en busca del hombre, no debía estar muy lejos.
Notó entonces como Niniel comenzaba a tratar sus heridas, la de la cara, con su magia, la chica se tocó la mejilla, nada, ni siquiera se notaba, sonrió a sabiendas de porque lo había hecho la chica, "Nada de marcas" podía imaginársela diciendo. La del brazo, en cambio, hizo un potingue raro, y se lo aplicó con cuidado. Mientras la elfa juntaba hiervas Alanna le explicó como, escapando de un tipo que la había descubierto, había terminado por entrar al despacho del hombre y la pequeña pelea que había tenido con su competidor de la que, ciertamente, había salido bastante bien parada, si el otro hubiera querido, podría haberle hecho daño, y eso era algo que la Gata tenía claro. La guarda frunció el ceño cuando la chica de pelo blanco le puso la crema, escocía, pero pronto terminó de aplicarlo y le anudó un pañuelo en forma de una bonita flor. Casi parecía una decoración, un complemento del vestido, más que una venda.
- Gracias.- murmuró Alanna, intentando tramar un plan, ya poco les quedaba por hacer, simplemente debían recoger la estatua y salir de allí.- Bien, dime dónde la escondiste, tendremos que ir por los pasillos de servicio si no queremos que nos vean. Veamos...
Alanna se levantó, ni siquiera le había agradecido a la mujer la ayuda con lo de la estatua, definitivamente, el viaje al norte la había trastocado, aunque solo alguien que la conociera bien se daría cuenta de los cambios. Moviéndose por la cocina intentó encontrar alguno de los pasillos que usaba el servicio para entrar y salir de la casa y para llegar antes a los cuartos, recorrer toda la enorme casa para servir, por ejemplo, una comida, no debía ser agradable, así que Alanna suponía que,como en muchos hogares adinerados, había fabricado pasadizos.
Finalmente, encontró una puerta, cercana a la alacena, que tenía unas escaleras en forma de caracol. Llamó a la elfa, pidiéndole que la siguiera, y entró comenzando a subir por los estrechos escalones. Hasta la primera puerta. la abrió en silencio y asomó la cabeza. era el pasillo del primer piso, donde había hecho caer las armaduras.
Avanzó hacia donde Niniel le había dicho que había dejado la estatua, quitándose los tacones. Cuando estuvo cerca, se quedó quita un momento, y se deshizo, nuevamente, de la parte inferior del vestido, esta vez, de toda la falda, quedando con una especie de mallot y una ligera capa del vestido, así no abultaría cuando se acercase a por la estatua pasando tras los tapices.
Avanzó hasta la planta con cuidado, con una daga en la mano, y tomó la estatuilla, giró para mirar la base y palpó, era tela. La cortó con cuidado con una de sus dagas, solo una parte y metió la mano. Sacó unas hojas de papel y se retiró del tapiz. De vuelta a donde había dejado la falda miró los documentos, lo tenía. Los puso junto a lo que ella misma había encontrado y, dejando la estatua en el suelo, volvió a ponerse el vestido.
- Niniel, pronto podremos irnos.- dijo en un susurro, mirando la obra y girando para volver por donde había venido, estatua en mano.
Avanzando por el pasillo, de nuevo hacia el pasillo para volver a la cocina. Vio una puerta abierta. Al instante supo cual era, en ese cuarto, no hacía mucho, había dejado encerrado a un fuerte rival. Miró a su alrededor en busca del hombre, no debía estar muy lejos.
Alanna Delteria
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
Níniel trató de ayudar a la humana en su búsqueda de aquella puerta de servicio que había mencionado y que no parecía tan fácil de localizar como una puerta cualquiera, si no ya habrían dado con ella. La peliblanca había leído muchas historias que hablaban de esos pasadizos en castillos y villas pero allí no parecía haber ninguno de los elementos que normalmente se asociaban a ellos y servían para activarlos. No había ningún busto, ninguna estantería con libros en los una pareciera tener menos polvo que los demás y tampoco había ninguna chimenea ni candelabro sospechoso, quizá tenía demasiada literatura en la cabeza y debiera buscar de manera mucho mas mundana, como detrás de algún mueble o medio oculta entre algunas cajas. Por pura casualidad dio con una puerta poco visible aunque no totalmente oculta que daba a una despensa donde se guardaban algunas botellas de vino pero nada más. Por suerte la gata parecía tener una idea mucho más realista y clara de qué buscar y encontró una puerta que daba a unas escaleras ascendentes . No hizo falta que insistiera cuando pidió que la siguiera, no pensaba quedarse sola.
-¿Estás segura de que estas escaleras van a dónde queremos?. No me gustaría aparecer delante de los guardias o del Lord-
Cuando llegaron ante la primera puerta en aquel camino y al abrirla se encontraron en una parte de aquella enorme casa que Níniel no conocía, desde allí no podía ser de mucha ayuda para indicar el lugar exacto donde había dejado la estatua porque dudaba incluso de ser capaz de encontrar el camino de vuelta al salón desde allí sin desandar los pasos dados hasta las cocinas. Alanna por el contrario si que se veía capaz de obtener la estatua dese aquel punto así que fue en su búsqueda dejando a la elfa allí esperando.
-Ten cuidado, el Lord andaba por allí y él o alguno de sus matones podría verte- Y es que cuando la elfa escogió aquel lugar como escondite no se pudo haber imaginado la reacción del señor de la casa, ni que fuese a hacer de aquella zona concreta, cerca de las escaleras entre el primer piso y el salón, su puesto de vigilancia. Tampoco es como si hubiera tenido todo el tiempo del mundo para encontrar un mejor sitio, apenas tuvo en sus manos aquella pieza unos instantes y aún así casi la atrapan.
No había pasado demasiado tiempo, de hecho había pasado muy poco desde que la humana se había marchado, cuando la peliblanca, que había estado vigilando aquel pasillo con la puerta ligéramente entreabierta, comenzó a escuchar unos leves ruidos en el pasillo que temió estar imaginándose por los nervios pero que pronto dio por reales. Una puerta cerca de allí se abría chirriando ligeramente y luego se cerraba con un ligero golpecito. Dudaba que fuese Alanna, no podría haber vuelto tan rápido. Rápidamente la elfa cerró su propia puerta para evitar ser descubierta por quién fuera que anduviese por allí. Sin embargo no debió de ser lo suficiéntemente rauda o cuidadosa pues el picaporte de aquella puerta comenzó a girar y Níniel retrocedió hasta las escaleras ahogando un gemido. La puerta se entreabrió un poco y una figura que no correspondía con la de Alanna comenzó a entrar. Era una figura masculina y parecía tener una daga en la mano que ya había pasado la puerta.
-Gata. Vamos no te escondas, sé que estás ahí-Dijo una voz aterciopelada.
Parecía que aquel hombre, fuese quien fuese, la había visto, pero no lo suficientemente bien pues la había confundido con la guardia. El tono de su voz, entre la insinuación y la amenaza resultaba inquietante. Níniel no sabía si ser confundida con la gata era bueno o malo en aquellos momentos, pero no pensaba quedarse allí para averiguarlo. Comenzó a descender de nuevo las escaleras para volver a la cocina tan deprisa como pudo y una vez de vuelta allí buscó un lugar donde esconderse, temiendo que le siguieran los talones pero sin atreverse a mirar atrás. Recordó aquella pequeña despensa semioculta con la que se había topado solo unos minutos antes y se escondió en ella, tratando de sosegar su agitada respiración.
Por un instante pareció que aquel hombre del que apenas había visto el contorno no la había seguido, pues no se escuchaba ni el mas mínimo sonido en la habitación contigua. Tanto silencio lejos de calmar a la peliblanca la ponía mas nerviosa, hasta el punto de que cuando aquella voz volvió a hablar apenas pudo evitar dar un respingo por el susto.
-Ummm, salsa boloñesa, me encanta. Si esta fiesta en vez de haber sido un baile hubiese sido una cena lo hubiese disfrutado realmente, claro que entonces no habría podido bailar contigo.-
De nuevo el más absoluto silencio, ni una sola palabra ni una sola pisada sobre el suelo, nada, hasta que se oyó una puerta abrirse y cerrarse, la del fondo de la cocina seguramente, y Níniel se permitió volver a respirar. Había vuelto a librarse por los pelos. Pensó en quedarse allí un poco más y luego volver a la escalera de servicio para encontrarse con Alanna, era su mejor opción pues los guardias la dejaban pasar a ella y no a la elfa, volver al salón sin ella sería complicado. ¿Qué les diría a los matones del Lord?. Entreabrió la puerta de su escondite y con cuidado echó una ojeada fuera. De repente la puerta se abrió de golpe.
Antes de poder siquiera gritar una mano tapó su boca y otra puso una daga sobre su cuello mientras aquella voz aterciopelada la pedía que se callara entre susurros. Con fuerza y sin poder hacer nada para evitarlo la elfa fue sacada del pequeño almacén de vino y colocada contra una de las paredes de la cocina. A través de una máscara aquel hombre la analizaba de arriba abajo de manera determinada, aunque con un pequeño deje de sorpresa y quizá curiosidad.
-¿Y tú quien eres?. ¿Qué hace una elfa aquí?. Tengo una cita con la gata...¿Sabes de quién habló?. ¿Dónde está?- Con la boca tapada el intento de explicación de Níniel quedó en un mero balbuceo amortiguado y casi mejor así, seguramente su intento de explicación no hubiese hecho si no que la matasen.
-¿Estás segura de que estas escaleras van a dónde queremos?. No me gustaría aparecer delante de los guardias o del Lord-
Cuando llegaron ante la primera puerta en aquel camino y al abrirla se encontraron en una parte de aquella enorme casa que Níniel no conocía, desde allí no podía ser de mucha ayuda para indicar el lugar exacto donde había dejado la estatua porque dudaba incluso de ser capaz de encontrar el camino de vuelta al salón desde allí sin desandar los pasos dados hasta las cocinas. Alanna por el contrario si que se veía capaz de obtener la estatua dese aquel punto así que fue en su búsqueda dejando a la elfa allí esperando.
-Ten cuidado, el Lord andaba por allí y él o alguno de sus matones podría verte- Y es que cuando la elfa escogió aquel lugar como escondite no se pudo haber imaginado la reacción del señor de la casa, ni que fuese a hacer de aquella zona concreta, cerca de las escaleras entre el primer piso y el salón, su puesto de vigilancia. Tampoco es como si hubiera tenido todo el tiempo del mundo para encontrar un mejor sitio, apenas tuvo en sus manos aquella pieza unos instantes y aún así casi la atrapan.
No había pasado demasiado tiempo, de hecho había pasado muy poco desde que la humana se había marchado, cuando la peliblanca, que había estado vigilando aquel pasillo con la puerta ligéramente entreabierta, comenzó a escuchar unos leves ruidos en el pasillo que temió estar imaginándose por los nervios pero que pronto dio por reales. Una puerta cerca de allí se abría chirriando ligeramente y luego se cerraba con un ligero golpecito. Dudaba que fuese Alanna, no podría haber vuelto tan rápido. Rápidamente la elfa cerró su propia puerta para evitar ser descubierta por quién fuera que anduviese por allí. Sin embargo no debió de ser lo suficiéntemente rauda o cuidadosa pues el picaporte de aquella puerta comenzó a girar y Níniel retrocedió hasta las escaleras ahogando un gemido. La puerta se entreabrió un poco y una figura que no correspondía con la de Alanna comenzó a entrar. Era una figura masculina y parecía tener una daga en la mano que ya había pasado la puerta.
-Gata. Vamos no te escondas, sé que estás ahí-Dijo una voz aterciopelada.
Parecía que aquel hombre, fuese quien fuese, la había visto, pero no lo suficientemente bien pues la había confundido con la guardia. El tono de su voz, entre la insinuación y la amenaza resultaba inquietante. Níniel no sabía si ser confundida con la gata era bueno o malo en aquellos momentos, pero no pensaba quedarse allí para averiguarlo. Comenzó a descender de nuevo las escaleras para volver a la cocina tan deprisa como pudo y una vez de vuelta allí buscó un lugar donde esconderse, temiendo que le siguieran los talones pero sin atreverse a mirar atrás. Recordó aquella pequeña despensa semioculta con la que se había topado solo unos minutos antes y se escondió en ella, tratando de sosegar su agitada respiración.
Por un instante pareció que aquel hombre del que apenas había visto el contorno no la había seguido, pues no se escuchaba ni el mas mínimo sonido en la habitación contigua. Tanto silencio lejos de calmar a la peliblanca la ponía mas nerviosa, hasta el punto de que cuando aquella voz volvió a hablar apenas pudo evitar dar un respingo por el susto.
-Ummm, salsa boloñesa, me encanta. Si esta fiesta en vez de haber sido un baile hubiese sido una cena lo hubiese disfrutado realmente, claro que entonces no habría podido bailar contigo.-
De nuevo el más absoluto silencio, ni una sola palabra ni una sola pisada sobre el suelo, nada, hasta que se oyó una puerta abrirse y cerrarse, la del fondo de la cocina seguramente, y Níniel se permitió volver a respirar. Había vuelto a librarse por los pelos. Pensó en quedarse allí un poco más y luego volver a la escalera de servicio para encontrarse con Alanna, era su mejor opción pues los guardias la dejaban pasar a ella y no a la elfa, volver al salón sin ella sería complicado. ¿Qué les diría a los matones del Lord?. Entreabrió la puerta de su escondite y con cuidado echó una ojeada fuera. De repente la puerta se abrió de golpe.
Antes de poder siquiera gritar una mano tapó su boca y otra puso una daga sobre su cuello mientras aquella voz aterciopelada la pedía que se callara entre susurros. Con fuerza y sin poder hacer nada para evitarlo la elfa fue sacada del pequeño almacén de vino y colocada contra una de las paredes de la cocina. A través de una máscara aquel hombre la analizaba de arriba abajo de manera determinada, aunque con un pequeño deje de sorpresa y quizá curiosidad.
-¿Y tú quien eres?. ¿Qué hace una elfa aquí?. Tengo una cita con la gata...¿Sabes de quién habló?. ¿Dónde está?- Con la boca tapada el intento de explicación de Níniel quedó en un mero balbuceo amortiguado y casi mejor así, seguramente su intento de explicación no hubiese hecho si no que la matasen.
Níniel Thenidiel
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
La puerta estaba abierta, ¿cómo era posible? Alanna lo había encerrado, atado, en un armario, y amabas puertas estaban cerradas con llave...
La Gata se acercó a la puerta abierta y observó las marcas de la cerradura interior, había forzado el paño... Miró el armario, también abierto, ¿cómo? Tocó la puerta abierta no notaba marca alguna, sin embargo, se fijó en que el cerrojo de dentro estaba roto, eso no era posible romperlo con las manos, y con lo alto que era el hombre no podía haberle dado una patada, ¿o si? Se agachó a recoger las cuerdas, no estaban cortadas, simplemente... ¿se había desatado? ¿y ya?
Alanna se alzó con una cuerda en la mano y miró hacia la puerta, ¿De dónde debía haber salido ese tipo? Era demasiado, demasiado bueno, "¿Rivales? Ni hablar, no le llego ni a la suela de los zapatos" Pensó por un instante, admitiendo que el tipo era bueno. Con un suspiro soltó la cuerda, si no estaba ahí, debía estar en algún lado, solo esperaba que no hubiera encontrado a Niniel.
Salió corriendo del dormitorio y abrió la puerta que llevaba a la cocina, algo no iba bien. Bajó las escaleras con la estatua en las manos. A medida que se acercaba escuchaba una voz "¿Salsa boloñesa? ¿Qué?" Se preguntó la chica, ¿Quien era ese y dónde estaba Niniel? No tuvo que esperar mucho, lo descubrió todo de golpe, ahí estaba el tipo de la máscara y, con él, Niniel.
Salió de su escondrijo en las escaleras y dejó con un sonido sordo la estatua sobre una mesa de madera sin apartar sus ojos del tipo, que, al escuchar el golpe se giró a mirarla. El tipo le regaló una sonrisa, por qué demonios parecía tan feliz de verla. Sin embargo, la Gata no estaba feliz para nada, no le gustaban los rivales, y menos los rivales que eran mejores que ella.
- ¿Me buscabas?- preguntó Alanna con aspecto serio- aquí me tienes.- se recostó contra la mesa esperando que el tipo hablase, ya había quedado claro que no tenía intención de matarla, había tenido varias oportunidades, y no lo había hecho.
- Te buscaba.- comentó acercándose a ella, cerrando la puerta de la despensa donde, Alana deducía, debía estar Niniel, y atrancándola con una silla, la elfa no podría salir. Alanna frunció el ceño, pero no tenía tiempo para pensar en eso, la sacaría en cuanto pusiera. El tipo la apresó contra la mesa y se acercó mucho a ella, la guarda le debía seguir el juego.- dame esa estatua por las buenas, no quiero tener que hacerte daño para conseguirla.
- Me temo que...- ella desanudó los lazos de la mascara del tipo, descubriendo todo el rostro del joven.- eso no puede ser.- Dio un giro hacia atrás sobre la mesa vacía, quedando de pie en el suelo del otro lado, desde donde arrastró la estatua.- lo siento, la necesito para mi trabajo.
- Vamos... Gata, eres buena, podríamos hacer un trato...- comentó rodeando la mesa haciendo que la chica se moviera también.
- Debo pensarlo... a ver.. tengo algunas condiciones... primero, tu nombre.- siguió moviéndose, el tipo parecía receptivo, no sería difícil sacarle información.
- En nuestro gremio me llaman Velo, porque es imposible descubrir lo que hay detrás de mis personajes.
- He oído hablar de ti, aunque hacía tiempo que estabas desaparecido.- comentó Alanna recibiendo una sonrisa en respuesta.
- ¿Cual es la segunda condición?- esta vez fue el turno de sonreír de Alanna, al bajar había podido ver que, sobre la puerta de servicio de la cocina, en la zona de escaleras, había una especie de escalón, esa era su baza. La chica, por tercera vez esa noche, se quitó la falda y los tacones.
- Cógeme.- comentó comenzando a correr con la estatua.
Entró por el pasadizo y cerró la puerta dejando la estatua sobre el escalón y subiendo ella también ayudándose de una sujeción vacía para antorchas. Justo a tiempo, el hombre abrió la puerta y comenzó a subir, la Gata, a espaldas del hombre, sonrió, y llamó su atención con un silbido. El hombre se giró a mirar, pero lo único que pudo ver fue a Alanna cerrar la puerta con la preciada obra en brazos.
Fuera, la chica la atrancó con una silla, y abrió la puerta donde se encontraba Niniel.
- Vámonos.- urgió dándole la estatua y corriendo a por la falda, se la pondría mientras corrían.
La Gata se acercó a la puerta abierta y observó las marcas de la cerradura interior, había forzado el paño... Miró el armario, también abierto, ¿cómo? Tocó la puerta abierta no notaba marca alguna, sin embargo, se fijó en que el cerrojo de dentro estaba roto, eso no era posible romperlo con las manos, y con lo alto que era el hombre no podía haberle dado una patada, ¿o si? Se agachó a recoger las cuerdas, no estaban cortadas, simplemente... ¿se había desatado? ¿y ya?
Alanna se alzó con una cuerda en la mano y miró hacia la puerta, ¿De dónde debía haber salido ese tipo? Era demasiado, demasiado bueno, "¿Rivales? Ni hablar, no le llego ni a la suela de los zapatos" Pensó por un instante, admitiendo que el tipo era bueno. Con un suspiro soltó la cuerda, si no estaba ahí, debía estar en algún lado, solo esperaba que no hubiera encontrado a Niniel.
Salió corriendo del dormitorio y abrió la puerta que llevaba a la cocina, algo no iba bien. Bajó las escaleras con la estatua en las manos. A medida que se acercaba escuchaba una voz "¿Salsa boloñesa? ¿Qué?" Se preguntó la chica, ¿Quien era ese y dónde estaba Niniel? No tuvo que esperar mucho, lo descubrió todo de golpe, ahí estaba el tipo de la máscara y, con él, Niniel.
Salió de su escondrijo en las escaleras y dejó con un sonido sordo la estatua sobre una mesa de madera sin apartar sus ojos del tipo, que, al escuchar el golpe se giró a mirarla. El tipo le regaló una sonrisa, por qué demonios parecía tan feliz de verla. Sin embargo, la Gata no estaba feliz para nada, no le gustaban los rivales, y menos los rivales que eran mejores que ella.
- ¿Me buscabas?- preguntó Alanna con aspecto serio- aquí me tienes.- se recostó contra la mesa esperando que el tipo hablase, ya había quedado claro que no tenía intención de matarla, había tenido varias oportunidades, y no lo había hecho.
- Te buscaba.- comentó acercándose a ella, cerrando la puerta de la despensa donde, Alana deducía, debía estar Niniel, y atrancándola con una silla, la elfa no podría salir. Alanna frunció el ceño, pero no tenía tiempo para pensar en eso, la sacaría en cuanto pusiera. El tipo la apresó contra la mesa y se acercó mucho a ella, la guarda le debía seguir el juego.- dame esa estatua por las buenas, no quiero tener que hacerte daño para conseguirla.
- Me temo que...- ella desanudó los lazos de la mascara del tipo, descubriendo todo el rostro del joven.- eso no puede ser.- Dio un giro hacia atrás sobre la mesa vacía, quedando de pie en el suelo del otro lado, desde donde arrastró la estatua.- lo siento, la necesito para mi trabajo.
- Vamos... Gata, eres buena, podríamos hacer un trato...- comentó rodeando la mesa haciendo que la chica se moviera también.
- Debo pensarlo... a ver.. tengo algunas condiciones... primero, tu nombre.- siguió moviéndose, el tipo parecía receptivo, no sería difícil sacarle información.
- En nuestro gremio me llaman Velo, porque es imposible descubrir lo que hay detrás de mis personajes.
- He oído hablar de ti, aunque hacía tiempo que estabas desaparecido.- comentó Alanna recibiendo una sonrisa en respuesta.
- ¿Cual es la segunda condición?- esta vez fue el turno de sonreír de Alanna, al bajar había podido ver que, sobre la puerta de servicio de la cocina, en la zona de escaleras, había una especie de escalón, esa era su baza. La chica, por tercera vez esa noche, se quitó la falda y los tacones.
- Cógeme.- comentó comenzando a correr con la estatua.
Entró por el pasadizo y cerró la puerta dejando la estatua sobre el escalón y subiendo ella también ayudándose de una sujeción vacía para antorchas. Justo a tiempo, el hombre abrió la puerta y comenzó a subir, la Gata, a espaldas del hombre, sonrió, y llamó su atención con un silbido. El hombre se giró a mirar, pero lo único que pudo ver fue a Alanna cerrar la puerta con la preciada obra en brazos.
Fuera, la chica la atrancó con una silla, y abrió la puerta donde se encontraba Niniel.
- Vámonos.- urgió dándole la estatua y corriendo a por la falda, se la pondría mientras corrían.
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
Níniel pudo ver a Alanna en cuanto esta apareció en la cocina y deseó con todas sus fuerzas que su mirada no la traicionase y que el tipo siguiera centrado en ella un poco más, preguntándole cosas sobre la gata ajeno a que la tenía detrás y que muy pronto iba a saber cómo se las gastaba su amiga con los tipos de su calaña. Pero sin embargo la humana renunció al efecto sorpresa al dejar la codiciada estatua sobre una de las mesas con un sonoro y seco golpe. el enmascaro se giró y sonrió, como si en vez de ver allí a una enemiga estuviera viendo a una buena amiga o incluso a alguien más importante. ¿A qué venía aquella aptitud por parte de aquel par? ¿Por qué Alanna no se había limitado a apuñalarle por la espada mientras el enemigo estaba distraído? ¿Por qué el tipo parecía tan interesado en la gata?.
Como si la elfa careciera ya de importancia en lo que estaba por ocurrir, acabó encerrada en aquella pequeña despensa que antes había servido de escondite, uno no lo suficientemente bueno al final después de todo, sin explicaciones ni nada. Estaba cerrada con llave desde fuera y jamás conseguiría derribar aquella puerta por si misma por lo que rápidamente intento ver si en aquel pequeño espacio podía encontrar algo que le pudiera ser útil a parte caras botellas de vino y los muebles que las sostenían, pero la verdad es que no había nada más a parte de eso. Desde donde estaba podía oír la conversación de aquellos dos y no pudo si no pensar que aquel par se conocían de algo y tenían algún tipo de relación...Porque no era ni medio normal.
-Será posible...¿Cómo se atreve a encerrarme aquí y a despreciarme de ese modo?....-
Sin nada más que pudiese hacer, la peliblanca se agachó para intentar ver algo a través del ojo de la cerradura con una botella de vino en la mano por si tenía que rompérsela en la cabeza a alguien, el pequeño agujero no era muy grande por lo que la visibilidad desde allí era muy pequeña pero si que logró ver algo de lo que ocurría fuera. Aquel tipo tenía a Alanna contra la mesa...Y no parecía que a la humana le molestase mucho. Incluso le comenzó a quitar la máscara sin que el otro se resistiera...Sin lugar a dudas aquello formaba parte de un ritual de apareamiento...Pero ¿cómo era eso posible? ¿Allí?. Níniel apartó la mirada azorada pero tenía qué saber qué hacían por lo que volvió a mirar.
Ya no estaban en la misma posición de antes, ahora jugaban a una especie de pilla pilla alrededor de la mesa mientras seguían hablando, negociando sobre la estatua...Y al llegar a la segunda y última condición que la gata quería imponer se quitó los zapatos y la ropa, al menos parte de ella y salió corriendo. Les perdió de vista y la elfa se retiró un paso de la puerta sin poder dejar de pensar en lo raros que eran los humanos.
Poco después la puerta que la mantenía atrapada comenzó a abrirse y a punto estuvo la peliblanca de estampar un reserva sobre la cabeza de Alanna, pues cuando la elfa escucho que el pestillo se movía no sabía quién de los dos era el que estaba al otro lado. Níniel se asomó a la cocina y miró por todas partes buscando al otro tipo pero no lo pudo ver.
-¿Qué ha pasado?¿...Habéis..."Acordado" algo?.-
Por lo visto no había mucho tiempo para explicaciones y Níniel no quiso insistir, pero se prometió que ya le preguntaría luego sobre lo que había ocurrido en aquella cocina. De nuevo con la estatua en su poder, la peliblanca siguió a su amiga. No sabía hasta qué punto era buena idea salir al salón con aquella maldita cosa en la mano, en cuanto la vieran con la estatua todos los matones del Lord se lanzarían a por ella sin miramientos. Decidió confiar en Alanna, si se la había dado es porque tenía un plan.
Salieron de la cocina y recorrieron los pasillos hasta que de nuevo el salón visible, y audible, pues los invitados estaban siendo más ruidosos que nunca y sus quejas airadas estaban empezando a llegar a las manos. Los uardias del Lord que vigilaban aquella zona se giraron al oír pasos provenientes del pasillo y a la primera que vieron fue a Alanna, por lo que se relajaron e incluso preguntaron si había tenido suerte sonsacándole la información a aquella elfa. Su rostro cambió a sorpresa cuando vieron a la susodicha elfa justo tras la guardia, para cuando se dieron cuenta de sus intenciones, ya era demasiado tarde.
Como si la elfa careciera ya de importancia en lo que estaba por ocurrir, acabó encerrada en aquella pequeña despensa que antes había servido de escondite, uno no lo suficientemente bueno al final después de todo, sin explicaciones ni nada. Estaba cerrada con llave desde fuera y jamás conseguiría derribar aquella puerta por si misma por lo que rápidamente intento ver si en aquel pequeño espacio podía encontrar algo que le pudiera ser útil a parte caras botellas de vino y los muebles que las sostenían, pero la verdad es que no había nada más a parte de eso. Desde donde estaba podía oír la conversación de aquellos dos y no pudo si no pensar que aquel par se conocían de algo y tenían algún tipo de relación...Porque no era ni medio normal.
-Será posible...¿Cómo se atreve a encerrarme aquí y a despreciarme de ese modo?....-
Sin nada más que pudiese hacer, la peliblanca se agachó para intentar ver algo a través del ojo de la cerradura con una botella de vino en la mano por si tenía que rompérsela en la cabeza a alguien, el pequeño agujero no era muy grande por lo que la visibilidad desde allí era muy pequeña pero si que logró ver algo de lo que ocurría fuera. Aquel tipo tenía a Alanna contra la mesa...Y no parecía que a la humana le molestase mucho. Incluso le comenzó a quitar la máscara sin que el otro se resistiera...Sin lugar a dudas aquello formaba parte de un ritual de apareamiento...Pero ¿cómo era eso posible? ¿Allí?. Níniel apartó la mirada azorada pero tenía qué saber qué hacían por lo que volvió a mirar.
Ya no estaban en la misma posición de antes, ahora jugaban a una especie de pilla pilla alrededor de la mesa mientras seguían hablando, negociando sobre la estatua...Y al llegar a la segunda y última condición que la gata quería imponer se quitó los zapatos y la ropa, al menos parte de ella y salió corriendo. Les perdió de vista y la elfa se retiró un paso de la puerta sin poder dejar de pensar en lo raros que eran los humanos.
Poco después la puerta que la mantenía atrapada comenzó a abrirse y a punto estuvo la peliblanca de estampar un reserva sobre la cabeza de Alanna, pues cuando la elfa escucho que el pestillo se movía no sabía quién de los dos era el que estaba al otro lado. Níniel se asomó a la cocina y miró por todas partes buscando al otro tipo pero no lo pudo ver.
-¿Qué ha pasado?¿...Habéis..."Acordado" algo?.-
Por lo visto no había mucho tiempo para explicaciones y Níniel no quiso insistir, pero se prometió que ya le preguntaría luego sobre lo que había ocurrido en aquella cocina. De nuevo con la estatua en su poder, la peliblanca siguió a su amiga. No sabía hasta qué punto era buena idea salir al salón con aquella maldita cosa en la mano, en cuanto la vieran con la estatua todos los matones del Lord se lanzarían a por ella sin miramientos. Decidió confiar en Alanna, si se la había dado es porque tenía un plan.
Salieron de la cocina y recorrieron los pasillos hasta que de nuevo el salón visible, y audible, pues los invitados estaban siendo más ruidosos que nunca y sus quejas airadas estaban empezando a llegar a las manos. Los uardias del Lord que vigilaban aquella zona se giraron al oír pasos provenientes del pasillo y a la primera que vieron fue a Alanna, por lo que se relajaron e incluso preguntaron si había tenido suerte sonsacándole la información a aquella elfa. Su rostro cambió a sorpresa cuando vieron a la susodicha elfa justo tras la guardia, para cuando se dieron cuenta de sus intenciones, ya era demasiado tarde.
Níniel Thenidiel
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
- Eso ha sido que necesitaba información y la he conseguido, en este trabajo hay veces que he de hacer cosas que no me gustan.- Contestó Alanna poniéndose la falda y anudándose la mascara.- y ahora corre, no hay tiempo.
Salió al pasillo e inició la marcha con paso rápido, debían llegar al salón dejar la estatua donde fuera y salir de allí. No pasaron más de dos minutos entre que salieron de la cocina y llegaron a ver la luz del salón, con un arco custodiado por dos guardas. Estos, al escuchar el sonido de tacones, se giraron a ver quien se acercaba, su cara se calmó al ver a la Gata, aunque no les duró mucho la alegría.
Alanna pasó corriendo de largo y se introdujo dentro de la caótica e iluminada sala, situándose en el centro, buscando el lugar perfecto por el que salir, todo estaba absoluta y completamente vigilado, el único sitio que podía ser una opción era una ventana al otro lado de la sala, en la que solo un vigilante, bastante tirillas, temblaba como deseando que nadie se le acercara.
"Allí" Pensó tomando la estatua de las manos de Niniel para dejarla ahí en medio. Cuando, desde las escaleras, sonó un grito, llamándola por su seudónimo. Alanna se giró y vio a Velo bajar por las escaleras empujando al Lord que protestaba furioso y con la cara totalmente roja.
El tipo de movimientos elegantes decidió que era más rápido bajar al suelo de un salto, así que, saltó hasta el suelo, y se comenzó a acercarse a la chica.
- Gata, eres buena, pero no puedo dejar que me quites el encargo, así que dame ahora mismo esa estatua.
El pulso de Alanna estaba acelerado, tal vez fuera a hacer una estupidez, los guardias habían comenzado a acercarse a ellos, los nobles habían hecho un círculo a su alrededor observando la escena y el Lord, recuperando el equilibrio comenzó a observar a la chica con aires de furia. "Todos quieren la estatua, ¿no es así? Pues para ellos"
- Toda tuya.
La chica pasó la estatua al hombre que la perseguía y tiró del brazo de su amiga para acercarse a la ventana que había visto. Mientras tanto, guardias, nobles e incluso el Lord se lanzaron de cabeza contra Velo, que en ese momento sostenía la estatua con aire sorprendido al tiempo que la guarda reía mientras espantaba al tirillas con solo acercarse.
A sus espaldas, un par de guardas habían decidido asegurarse de que ella no llevaba nada de importancia y las seguían ganando distancia intentando pasar entre el barullo, a su frente, tres hombres con rosas carmesí en las solapas les cortaban el paso. Alanna sacó las dagas y se desvió hacia la escalera, dos de los hombres de la rosa la siguieron, otro intentó enfrentar a la elfa.
"No" pensó la guarda. Al llegar al primer escalón, tomó uno de los dos jarrones que decoraban la baranda y llamó a la elfa pasándoselo por el suelo, con eso podría atizar al tipo en la cabeza, o distraerlo, al menos, hasta que ella llegase. Sin embargo, a ella le costó un corte bastante feo en el brazo, muy cerca del anterior.
Molesta, dio una patada en el estomago al primero de los tipos, que se cayó al suelo cogiéndose la barriga, las patadas con un buen tacón fino no deben ser muy agradables, no. Le quedaba el otro, que la hizo retroceder varios pasos, en uno de ellos, doblándose el tobillo. La chica frunció el ceño, se iba a hinchar, intentando recuperar el equilibrio dio un corte hacia delante, golpeando al tipo en la cara. No le hizo un corté demasiado profundo, pero dejaría marca, ese despiste le valió la victoria, la joven golpeó la nuca del tipo, y lo dejó caer desmayado corriendo hasta la elfa.
Arrastró a Niniel, tirando sus zapatos a la cabeza del tio, prefería ir descalza, su tobillo se resentiría menos, y, mientras los guardas se acercaban, ella saltó por la ventana al césped del jardín, y espero a la elfa para, después, comenzar a correr hacia la puerta de salida enrejada, que, esta si, se encontraba abierta de par en par, escapando de los guardas que las seguían por detrás y a los que, tras cruzar la verja, perdieron de vista.
Ya en la calle, escondida en un callejón, se quitó la máscara respirando hondo, allí acudiría el mismo capitán para recoger los informes. Subió su falda y sacó los papeles para echarles un vistazo, ya estaban. Le dolía el tobillo, estaba empezando a inflarse, y el corte del brazo no dejaba de sangrar, no había misión en la que no le pasara nada, aunque, al menos, no había veneno de por medio.
Poco tardó en llegar el alto mando, su red de información nunca fallaba, ella misma había formado parte de esta en algún que otro momento, en Terpoli, sin ir más lejos, había actuado de mensajera, al fin y al cabo, era rápida, nadie dudaba de ello.
Con una reverencia, le informó de como había procedido, de los puntos buenos y malos de la misión, de los fallos y, finalmente, le entregó los papeles. La misión estaba completada. La chica suspiró y se giró a su amiga; a quien el capitán había hecho una reverencia, al parecer había escuchado sobre su ayuda en la batalla de Terpoli y de su relación con la guarda en su última misión; cuando ayudó a cuidar de una joven dama, y le dijo:
- Esta vez no te he roto el vestido, así que solo te debo uno.- bromeó apoyándose en la pared, agotada, dejándose caer al suelo frunciendo el ceño al notar el dolor del tobillo.
Salió al pasillo e inició la marcha con paso rápido, debían llegar al salón dejar la estatua donde fuera y salir de allí. No pasaron más de dos minutos entre que salieron de la cocina y llegaron a ver la luz del salón, con un arco custodiado por dos guardas. Estos, al escuchar el sonido de tacones, se giraron a ver quien se acercaba, su cara se calmó al ver a la Gata, aunque no les duró mucho la alegría.
Alanna pasó corriendo de largo y se introdujo dentro de la caótica e iluminada sala, situándose en el centro, buscando el lugar perfecto por el que salir, todo estaba absoluta y completamente vigilado, el único sitio que podía ser una opción era una ventana al otro lado de la sala, en la que solo un vigilante, bastante tirillas, temblaba como deseando que nadie se le acercara.
"Allí" Pensó tomando la estatua de las manos de Niniel para dejarla ahí en medio. Cuando, desde las escaleras, sonó un grito, llamándola por su seudónimo. Alanna se giró y vio a Velo bajar por las escaleras empujando al Lord que protestaba furioso y con la cara totalmente roja.
El tipo de movimientos elegantes decidió que era más rápido bajar al suelo de un salto, así que, saltó hasta el suelo, y se comenzó a acercarse a la chica.
- Gata, eres buena, pero no puedo dejar que me quites el encargo, así que dame ahora mismo esa estatua.
El pulso de Alanna estaba acelerado, tal vez fuera a hacer una estupidez, los guardias habían comenzado a acercarse a ellos, los nobles habían hecho un círculo a su alrededor observando la escena y el Lord, recuperando el equilibrio comenzó a observar a la chica con aires de furia. "Todos quieren la estatua, ¿no es así? Pues para ellos"
- Toda tuya.
La chica pasó la estatua al hombre que la perseguía y tiró del brazo de su amiga para acercarse a la ventana que había visto. Mientras tanto, guardias, nobles e incluso el Lord se lanzaron de cabeza contra Velo, que en ese momento sostenía la estatua con aire sorprendido al tiempo que la guarda reía mientras espantaba al tirillas con solo acercarse.
A sus espaldas, un par de guardas habían decidido asegurarse de que ella no llevaba nada de importancia y las seguían ganando distancia intentando pasar entre el barullo, a su frente, tres hombres con rosas carmesí en las solapas les cortaban el paso. Alanna sacó las dagas y se desvió hacia la escalera, dos de los hombres de la rosa la siguieron, otro intentó enfrentar a la elfa.
"No" pensó la guarda. Al llegar al primer escalón, tomó uno de los dos jarrones que decoraban la baranda y llamó a la elfa pasándoselo por el suelo, con eso podría atizar al tipo en la cabeza, o distraerlo, al menos, hasta que ella llegase. Sin embargo, a ella le costó un corte bastante feo en el brazo, muy cerca del anterior.
Molesta, dio una patada en el estomago al primero de los tipos, que se cayó al suelo cogiéndose la barriga, las patadas con un buen tacón fino no deben ser muy agradables, no. Le quedaba el otro, que la hizo retroceder varios pasos, en uno de ellos, doblándose el tobillo. La chica frunció el ceño, se iba a hinchar, intentando recuperar el equilibrio dio un corte hacia delante, golpeando al tipo en la cara. No le hizo un corté demasiado profundo, pero dejaría marca, ese despiste le valió la victoria, la joven golpeó la nuca del tipo, y lo dejó caer desmayado corriendo hasta la elfa.
Arrastró a Niniel, tirando sus zapatos a la cabeza del tio, prefería ir descalza, su tobillo se resentiría menos, y, mientras los guardas se acercaban, ella saltó por la ventana al césped del jardín, y espero a la elfa para, después, comenzar a correr hacia la puerta de salida enrejada, que, esta si, se encontraba abierta de par en par, escapando de los guardas que las seguían por detrás y a los que, tras cruzar la verja, perdieron de vista.
Ya en la calle, escondida en un callejón, se quitó la máscara respirando hondo, allí acudiría el mismo capitán para recoger los informes. Subió su falda y sacó los papeles para echarles un vistazo, ya estaban. Le dolía el tobillo, estaba empezando a inflarse, y el corte del brazo no dejaba de sangrar, no había misión en la que no le pasara nada, aunque, al menos, no había veneno de por medio.
Poco tardó en llegar el alto mando, su red de información nunca fallaba, ella misma había formado parte de esta en algún que otro momento, en Terpoli, sin ir más lejos, había actuado de mensajera, al fin y al cabo, era rápida, nadie dudaba de ello.
Con una reverencia, le informó de como había procedido, de los puntos buenos y malos de la misión, de los fallos y, finalmente, le entregó los papeles. La misión estaba completada. La chica suspiró y se giró a su amiga; a quien el capitán había hecho una reverencia, al parecer había escuchado sobre su ayuda en la batalla de Terpoli y de su relación con la guarda en su última misión; cuando ayudó a cuidar de una joven dama, y le dijo:
- Esta vez no te he roto el vestido, así que solo te debo uno.- bromeó apoyándose en la pared, agotada, dejándose caer al suelo frunciendo el ceño al notar el dolor del tobillo.
Alanna Delteria
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
Como era de esperar pronto la atención estuvo fija en las dos jóvenes que intentaban abrirse paso entre la multitud. No solo era porque los guardias que vigilaban el pasillo por el que habían salido habían avisado del extraño comportamiento de la gata y las persiguieran los matones del Lord, si no que también pronto comenzaron los gritos entre los invitados avisando de que la elfa tenía la valiosa estatua y por lo tanto el pasaporte para que la locura del señor Ousborne remitiera, les dejara por fin salir de allí y poner fin aquella velada de pesadilla. Desde luego pasara lo que pasara, se hablaría de aquella noche durante semanas. Tan pronto como aquellos griteríos llegaron a oídos del Lord este se abalanzó sobre la barandilla de su preferente puesto de observación sobre las escaleras y comenzó a vociferar órdenes.
-!Tienen mi estatua, mil monedas a quien me la traiga!-
Aquella cantidad no era la gran cosa para un noble, pero sin duda haría maravillas a la hora de motivar a los guardias que apartaban a los nobles para abrirse paso hasta las dos chicas con muy malos modos. Alanna se había quedado parada y parecía observar el lugar sopesando opciones pero no podían quedarse allí ni un segundo más o las atraparían, tenían que seguir moviéndose. La gata tomó la estatua de entre las manos de la peliblanca, seguramente con la intención de hacer algo con ella aunque la elfa no sabía qué, cuando la voz de aquel hombre que la había amenazado con una daga y la había encerrado en la despensa llamó a la gata, parecía enfadado. Saltó desde el primer piso de forma acrobática y, haciendo que la gente se apartara a su paso, exigió la estatua. Lord Ousborne miró a aquel hombre que no conocía mientras se limpiaba el abundante sudor de su rostro con un pañuelo, seguramente sin saber qué pensar sobre él. ¿Era amigo o enemigo de su familia? No lo sabía. Entonces Alanna le lanzó la estatua al tal Velo y el señor lo tuvo claro.
-!Otro maldito ladrón!. !Cogedlo! !Tiene la estatua!-
Velo se convirtió en el señuelo perfecto y aquello abrió un camino para Alanna y Níniel que no dudaron en aprovechar la ocasión y salieron corriendo. Seguro que aquel malnacido no se lo esperaba. Níniel solo hubiese deseado que aquella idea se le hubiera ocurrido a ella antes que a Alanna, pero aún así disfrutó del momento, aquel tipo se lo merecía. Aún así no todo eran buenas noticias, todavía las seguían un par de guardias y delante de ellas, su ruta de escape no estaba despejada. Tres hombres con rosas en la solapa se interponían entre ellas y la libertad. dos siguieron a Alanna, pero uno fijó su atención en la elfa a pesar del intento de la humana de proteger a la peliblanca.
Níniel lo reconocía perfectamente, era el hombre de la máscara sonriente sin duda decidido a ajustar cuentas con ella por haber logrado engañarle antes. Debían de haber supuesto que lo que ellos buscaban ya no estaba en la estatua pues sabían lo de los papeles. Esta vez no hubo reverencias ni palabras gentiles para la joven, por el contrario el hombre empuñó dos dagas que hizo girar con soltura y las lanzó. Las cuchillas volaron y pasaron rozando la cabeza de la elfa que al girarse vio como, lejos de errar su blanco, acababan de alcanzar a dos guardias que seguían a las chicas. Cuando Níniel volvió a mirar al hombre de la mascara sonriente ya tenía otra daga en la mano.
-Has jugado con quien no debías elfa. ¿Dónde están los papeles?. ¿Los tienes tú o tu amiga?-
Un jarrón llegó rodando hasta los pies de la peliblanca y lo recogió. Triste arma resultaba aquel trozo de cerámica contra la daga de aquel enemigo pero menos era nada. Se colocó en una posición agresiva ante la risa de su adversario y le arrojó el jarrón tan fuerte como pudo y echó a correr hacia la ventana. El hombre se protegió la cara con los brazos y el jarrón acabó hecho pedazos sin haber causado mas que una simple molestia y fue tras ella, cogiéndola sin mucho esfuerzo y arrojándola al suelo con violencia.
-Me hubiera gustado que esto hubiera acabado de otra forma...Incluso siendo elfa podríamos...Ya sabes...Pero mírate ahora-
Níniel se incorporó con las manos y notó como una de ellas sangraba. Había puesto la mano sobre un trozo del jarrón roto y se había cortado con su irregular y afilado borde.
-¿Y si te doy los papeles no podríamos aún...Ya sabes?- Dijo sin atreverse a mirar a los ojos a aquel hombre para que no se diera cuenta de lo que en realidad estaba pensando.
-Ummm, si ne das esos papeles...Quizá-
-Los llevo bajo el vestido- Dijo subiéndose la falda.
-Quieta ahí...No pienses que soy tan tonto como para dejarte coger una daga. Permíteme-
Níniel apartó las manos, mostrando indefensión allí en el suelo y aquel hombre se agachó ante ella y continuó subiendo poco a poco la falda de la elfa. Antes de que la falda llegase si quiera a la altura de los muslos Níniel le atacó con el fragmento de jarrón roto logrando hacerle un profundo corte y después dándole una fuerte patada en la cara que lo lanzó hacia atrás
-No sin mi permiso- Dijo en voz alta mientras Alanna la ayudaba a levantarse y la dirigía a la ventana por donde por fin lograron salir al exterior con un nuevo grupo de guardias siguiéndolas de cerca, aunque dejaron seguirlas en cuanto quedó atrás el recinto de la mansión. A pesar de ello las jóvenes no se detuvieron y siguieron alejándose y serpenteando por las calles hasta que la falta de resuello las hizo parar. Una vez recuperado el aliento se dirigieron a un lugar en concreto donde por lo visto iban a encontrarse con alguien de la guardia.
-Espero que esos papeles merezcan la pena- Le dijo a su amiga recuperando el aliento. -Déjame que le eche un vistazo a esa herida, no podemos dejar que tu contacto te vea así-
La elfa atendió sus heridas y poco después apareció por fin el contacto de la humana. Con sorpresa Níniel reconoció al mismísimo capitán de la guardia que también pareció reconocerla a ella. Respondió a su saludo como debía y lo vio marcharse satisfecho por el trabajo realizado una vez que Alanna le dio un informe con todo lujo de detalles sobre lo que había pasado.
-No, esta vez mi vestido ha sobrevivido...Pero aún así me debes una muy grande...Muy muy grande.-
En ese momento se percató de la inflamación en el tobillo de la humana. -Vamos a mi casa, allí tengo algo que te ayudará.-
-!Tienen mi estatua, mil monedas a quien me la traiga!-
Aquella cantidad no era la gran cosa para un noble, pero sin duda haría maravillas a la hora de motivar a los guardias que apartaban a los nobles para abrirse paso hasta las dos chicas con muy malos modos. Alanna se había quedado parada y parecía observar el lugar sopesando opciones pero no podían quedarse allí ni un segundo más o las atraparían, tenían que seguir moviéndose. La gata tomó la estatua de entre las manos de la peliblanca, seguramente con la intención de hacer algo con ella aunque la elfa no sabía qué, cuando la voz de aquel hombre que la había amenazado con una daga y la había encerrado en la despensa llamó a la gata, parecía enfadado. Saltó desde el primer piso de forma acrobática y, haciendo que la gente se apartara a su paso, exigió la estatua. Lord Ousborne miró a aquel hombre que no conocía mientras se limpiaba el abundante sudor de su rostro con un pañuelo, seguramente sin saber qué pensar sobre él. ¿Era amigo o enemigo de su familia? No lo sabía. Entonces Alanna le lanzó la estatua al tal Velo y el señor lo tuvo claro.
-!Otro maldito ladrón!. !Cogedlo! !Tiene la estatua!-
Velo se convirtió en el señuelo perfecto y aquello abrió un camino para Alanna y Níniel que no dudaron en aprovechar la ocasión y salieron corriendo. Seguro que aquel malnacido no se lo esperaba. Níniel solo hubiese deseado que aquella idea se le hubiera ocurrido a ella antes que a Alanna, pero aún así disfrutó del momento, aquel tipo se lo merecía. Aún así no todo eran buenas noticias, todavía las seguían un par de guardias y delante de ellas, su ruta de escape no estaba despejada. Tres hombres con rosas en la solapa se interponían entre ellas y la libertad. dos siguieron a Alanna, pero uno fijó su atención en la elfa a pesar del intento de la humana de proteger a la peliblanca.
Níniel lo reconocía perfectamente, era el hombre de la máscara sonriente sin duda decidido a ajustar cuentas con ella por haber logrado engañarle antes. Debían de haber supuesto que lo que ellos buscaban ya no estaba en la estatua pues sabían lo de los papeles. Esta vez no hubo reverencias ni palabras gentiles para la joven, por el contrario el hombre empuñó dos dagas que hizo girar con soltura y las lanzó. Las cuchillas volaron y pasaron rozando la cabeza de la elfa que al girarse vio como, lejos de errar su blanco, acababan de alcanzar a dos guardias que seguían a las chicas. Cuando Níniel volvió a mirar al hombre de la mascara sonriente ya tenía otra daga en la mano.
-Has jugado con quien no debías elfa. ¿Dónde están los papeles?. ¿Los tienes tú o tu amiga?-
Un jarrón llegó rodando hasta los pies de la peliblanca y lo recogió. Triste arma resultaba aquel trozo de cerámica contra la daga de aquel enemigo pero menos era nada. Se colocó en una posición agresiva ante la risa de su adversario y le arrojó el jarrón tan fuerte como pudo y echó a correr hacia la ventana. El hombre se protegió la cara con los brazos y el jarrón acabó hecho pedazos sin haber causado mas que una simple molestia y fue tras ella, cogiéndola sin mucho esfuerzo y arrojándola al suelo con violencia.
-Me hubiera gustado que esto hubiera acabado de otra forma...Incluso siendo elfa podríamos...Ya sabes...Pero mírate ahora-
Níniel se incorporó con las manos y notó como una de ellas sangraba. Había puesto la mano sobre un trozo del jarrón roto y se había cortado con su irregular y afilado borde.
-¿Y si te doy los papeles no podríamos aún...Ya sabes?- Dijo sin atreverse a mirar a los ojos a aquel hombre para que no se diera cuenta de lo que en realidad estaba pensando.
-Ummm, si ne das esos papeles...Quizá-
-Los llevo bajo el vestido- Dijo subiéndose la falda.
-Quieta ahí...No pienses que soy tan tonto como para dejarte coger una daga. Permíteme-
Níniel apartó las manos, mostrando indefensión allí en el suelo y aquel hombre se agachó ante ella y continuó subiendo poco a poco la falda de la elfa. Antes de que la falda llegase si quiera a la altura de los muslos Níniel le atacó con el fragmento de jarrón roto logrando hacerle un profundo corte y después dándole una fuerte patada en la cara que lo lanzó hacia atrás
-No sin mi permiso- Dijo en voz alta mientras Alanna la ayudaba a levantarse y la dirigía a la ventana por donde por fin lograron salir al exterior con un nuevo grupo de guardias siguiéndolas de cerca, aunque dejaron seguirlas en cuanto quedó atrás el recinto de la mansión. A pesar de ello las jóvenes no se detuvieron y siguieron alejándose y serpenteando por las calles hasta que la falta de resuello las hizo parar. Una vez recuperado el aliento se dirigieron a un lugar en concreto donde por lo visto iban a encontrarse con alguien de la guardia.
-Espero que esos papeles merezcan la pena- Le dijo a su amiga recuperando el aliento. -Déjame que le eche un vistazo a esa herida, no podemos dejar que tu contacto te vea así-
La elfa atendió sus heridas y poco después apareció por fin el contacto de la humana. Con sorpresa Níniel reconoció al mismísimo capitán de la guardia que también pareció reconocerla a ella. Respondió a su saludo como debía y lo vio marcharse satisfecho por el trabajo realizado una vez que Alanna le dio un informe con todo lujo de detalles sobre lo que había pasado.
-No, esta vez mi vestido ha sobrevivido...Pero aún así me debes una muy grande...Muy muy grande.-
En ese momento se percató de la inflamación en el tobillo de la humana. -Vamos a mi casa, allí tengo algo que te ayudará.-
Níniel Thenidiel
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Re: Ladrón de musas [Trabajo][Niniel Thenidiel+Alanna Delteria][Cerrado]
El desarrollo de la historia me parece bueno y adecuado. El hecho de añadir encuentros y momentos inesperados mantiene interesante la historia y los han usado de forma equilibrada y gratificante. Ambas se apegan bien a la personalidad de su personaje, dejando una interpretación de estos en un nivel muy satisfactorio.
Niniel: No pude evitar pensar a lo largo de la lectura que tu personaje se quedaba rezagado constantemente como si la elfa siempre hubiera estado en el lugar y momento equivocados o fuera victima solo de las consecuencias por los actos de Alanna. Tengo perfectamente entendido que el personaje no esta acostumbrado a este tipo de situaciones a diferencia de "la gata" pero también posees aptitudes que pudieron llevarte a un mejor desarrollo dentro de la trama, lo sé, en algunos casos supiste sacar partido de ellas y me hubiera gustado ver más de ese protagonismo de tu parte.
Ambas tienen algunos errores de dedo, aunque Niniel tendió a acumular más, entre otros tipos de errores como no cambiar el color de texto entre personajes, usar tildes en lugares erróneos o definitivamente no añadir donde si deben ser colocadas.
Como observación y sugerencia, ambas omiten el uso de comas donde deberían ser usadas y algunos otros casos donde no, dejando oraciones y mensajes confusos al lector. También son redundantes con algunas frases y palabras, quizás con la intención de remarcar alguna característica pero siempre podemos hacer uso de sinónimos y adjetivos.
Recompensas:
+10 puntos de experiencia base
+ 8 puntos por desarrollo
+ 400 Aeros
+ 3 puntos de habilidad pasiva (Alquimia / Trampas y venenos)
Niniel: No pude evitar pensar a lo largo de la lectura que tu personaje se quedaba rezagado constantemente como si la elfa siempre hubiera estado en el lugar y momento equivocados o fuera victima solo de las consecuencias por los actos de Alanna. Tengo perfectamente entendido que el personaje no esta acostumbrado a este tipo de situaciones a diferencia de "la gata" pero también posees aptitudes que pudieron llevarte a un mejor desarrollo dentro de la trama, lo sé, en algunos casos supiste sacar partido de ellas y me hubiera gustado ver más de ese protagonismo de tu parte.
Ambas tienen algunos errores de dedo, aunque Niniel tendió a acumular más, entre otros tipos de errores como no cambiar el color de texto entre personajes, usar tildes en lugares erróneos o definitivamente no añadir donde si deben ser colocadas.
Como observación y sugerencia, ambas omiten el uso de comas donde deberían ser usadas y algunos otros casos donde no, dejando oraciones y mensajes confusos al lector. También son redundantes con algunas frases y palabras, quizás con la intención de remarcar alguna característica pero siempre podemos hacer uso de sinónimos y adjetivos.
Recompensas:
+10 puntos de experiencia base
+ 8 puntos por desarrollo
+ 400 Aeros
+ 3 puntos de habilidad pasiva (Alquimia / Trampas y venenos)
* No olviden solicitar las recompensas en el tema indicado y registrar la suma de Aeros en su lista de tareas.
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