Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
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Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
¿Traición? No, Adrian de Castegliani no iba a traicionar a su padre para quedarse con su herencia, con su poder y contactos, no. Él iba a vengarse, una venganza fría y meticulosamente planeada desde el mismo momento en el que recobró la consciencia encerrado en aquél cuarto. Su cuarto, un espacio grande, iluminado, lleno de libros, mapas y conocimiento. Así como también ojos que lo vigilaban a cada paso que daba. Sin embargo su fiel sirviente Amhuj se encontraba allí, trabajando de encubierto para él. Simulando ser un trabajador más de la casa que le debía lealtad a Heber cuando en realidad estaba dispuesto a clavarle un puñal por la espalda.
La tarea era sencilla, las órdenes estaban dadas. Adrian estaba en cama, muy enfermo como para tener alguna acompañante esa noche, necesitando los atentos cuidados de los sirvientes. Con las ventanas cerradas por las brisas, no tendría forma de saber lo que estaba ocurriendo y la forma en la que matarían a su padre ¿o sí?.
Misión: Mata a [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. La tarea era sencilla, las órdenes estaban dadas. Adrian estaba en cama, muy enfermo como para tener alguna acompañante esa noche, necesitando los atentos cuidados de los sirvientes. Con las ventanas cerradas por las brisas, no tendría forma de saber lo que estaba ocurriendo y la forma en la que matarían a su padre ¿o sí?.
En el rol deberán seguir el siguiente cronograma:
Primera parte fuera de la casa (3 turnos máximo)
- Se reúnen si es que venían de lugares distintos (deberán acordarlo previamente) y trazan un plan de acción, entonces se darán cuenta que:
- Una guardia que rodea la mansión. No pueden matarlos a todos o sería demasiado sospechoso. Tendrán que encerrar algunos, tomar rehenes y dejar alguno que otro medio muerto.
Segunda parte dentro de la casa (1 turno problema con runas+ 1 turno luego de Thorn)
- Alguien alertará al viejo, quién llamará a su guardia personal e intentará escapar. Tendrán que enfrentarse 1-1 a un integrante de dicha guardia –sólo posteen la acción y tiren las runas aquí mismo, participaré para atar o desatar nudos-
Tercera parte el gran problema (2 turnos como en el bloque anterior)
- El viejo resultó tener dos dobles y entre los tres desaparecen dentro de la mansión, la que está llena de trampas.
- Caen en una trampa que será desarrollada por ustedes, aquí pueden desarrollar sus habilidades pasivas –nuevamente se tiran las runas y ahí vemos sus lesiones y cómo saldrán-
Final (1 turno)
- En grupos o individualmente encuentran a un Heber y le matan –nuevamente runas- para saber quién cortó la verdadera cabeza.
La idea es que desarrollen solos este hilo excepto en las tres partes de las runas donde intervendré para moderar las acciones. Seguiré el hilo y avisaré por privados si hay algún inconveniente.
Los turnos serán por orden de llegada y se mantendrán. No quiero metarrol ni cosas raras. Suerte
Thorn
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
La enorme mansión se protegía de las estaciones con amplios tejados compuestos por resistentes vigas y bloques de pizarra. Innumerables chimeneas se erguían sobre las detalladas y coloridas baldosas colocadas en distintas zonas de la ostentosa vivienda. Sus paredes, pulidas en la más costosa y clara piedra, poseían amplias vidrieras revestidas por gruesos marcos confeccionados por la más fina madera. La vieja construcción se mantenía tal y como la recordaba. Tras su firme y enorme portón negro, labrado por algún herrero de habilidades sublimes, la casa se envolvía entre aquella atmósfera de solemnidad y grandeza, de misterio e intriga entre su estilo ecléctico. Erigida sobre su propio parque, parecía no pertenecer a su entorno, como sí habría sido lograda incluso antes que la primera piedra de las murallas de Lunargenta hubiese sido colocada. Los limites del lugar eran fuertemente delimitados por su propia barrera con acabados escarpados, lo cual, expresaba que ninguna visita indeseada sería bienvenida.
Naturalmente, nuestro viaje había sido largo pero finalmente arribaríamos hasta las faldas de la mansión. Como el escarchado manto del cielo, aparecimos cubiertos por el abrigo de la noche, provistos de una profunda y oportuna oscuridad. El cielo nublado se abría de vez en cuando, tan solo lo necesario para que la luna se hiciera notar en algunos cuantos minutos, iluminando el páramo con sus rayos plateados. Sí, ya estábamos cerca, el aroma de las flores que solo abren de noche comenzaba a invadir el ambiente. El jardín se abría sin reparos a nuestra vista, amplio terreno que se extiende al este y oeste de la mansión, poseedor de un gran numero de diversas especies, incluso de aquellas que no pueden ser encontradas en el territorio humano, uno de los naturales y maravillosos trofeos de su excéntrico dueño.
Tras los barrotes, pude divisar algunas tenues luces, producto de las calidas y suaves flamas de las velas, emanando tras las blancas cortinas de seda. Ahí, al lado del muro que es cubierto sin limitaciones por frondosas enredaderas, si estaba en lo correcto, el despacho de Heber se conservaba iluminado al igual que la habitación de aquel que fue mi objetivo la primera vez que estuve en este lugar. La única señal que necesitaba para proceder.
Antes de de que estuviéramos más cerca, me detuve y gire sobre mis tobillos para dirigir la atención a mis compañeros. Guarde el silencio y la calma mientras buscaba en sus rostros la misma decisión y enfoque con el que habíamos dejado la cede del gremio, solo así podríamos seguir con esta encomienda. - He ahí, tal como se los dije. Mencione guardando el sigilo. - El interior de la casa es tan extravagante como su exterior. Largos pasillos alfombrados por terciopelo, jugando exquisitamente con el tapiz de los muros y los candelabros de oro que penden de techos y algunos otros que se mantienen firmes, empotrados en lugares específicos. Sus rincones son revestidos por extraños e inusuales objetos que, probablemente, el viejo ha coleccionado a lo largo de su vida. El conocimiento no es un tema ajeno a la familia Castegliani, no. Los libros se apelmazan sobre los muebles más caros y finos, probablemente traídos hasta aquí desde las tierras del norte, o al menos eso es lo que mi escaso conocimiento me dicta.
Bajé la mirada para intentar extraer cada recuerdo que había absorbido en mi breve estadía en su interior. - Como se lo imaginarán, la mansión posee un gran numero de puertas, entre bibliotecas, salas de estancia, dormitorios, comedor, cuartos de servicio, estudios, hay algunas otras que se mantuvieron siempre cerradas. ¿Por qué se los digo? Probablemente lo que se estarían preguntando. - Deben darse cuenta con el tipo de persona con la que estamos lidiando. Tal como su costoso y excéntrico modus vivendi lo indica, los muros de su personal utopía deben estar llenos de secretos.
- Acercarnos en grupo podría ser peligroso, quizás debamos asegurar el perímetro de la entrada con una acción previsora. Debo advertir que comúnmente, por las mañanas, la casa esta llena de vida, los sirvientes y guardias se pasean por los jardines y cada vestíbulo para mantener impecable y cumplidos los estrictos deseos de su patrón. Si tenemos suerte, la servidumbre estará ahora descansando, pero los guardias en cambio, quizás estén al pendiente de cada hoja que se mueva ante el viento. Busque en la mirada de mis colegas alguna respuesta, era el momento perfecto para comenzar a dejarse envolver por la mente de un asesino.
Naturalmente, nuestro viaje había sido largo pero finalmente arribaríamos hasta las faldas de la mansión. Como el escarchado manto del cielo, aparecimos cubiertos por el abrigo de la noche, provistos de una profunda y oportuna oscuridad. El cielo nublado se abría de vez en cuando, tan solo lo necesario para que la luna se hiciera notar en algunos cuantos minutos, iluminando el páramo con sus rayos plateados. Sí, ya estábamos cerca, el aroma de las flores que solo abren de noche comenzaba a invadir el ambiente. El jardín se abría sin reparos a nuestra vista, amplio terreno que se extiende al este y oeste de la mansión, poseedor de un gran numero de diversas especies, incluso de aquellas que no pueden ser encontradas en el territorio humano, uno de los naturales y maravillosos trofeos de su excéntrico dueño.
Tras los barrotes, pude divisar algunas tenues luces, producto de las calidas y suaves flamas de las velas, emanando tras las blancas cortinas de seda. Ahí, al lado del muro que es cubierto sin limitaciones por frondosas enredaderas, si estaba en lo correcto, el despacho de Heber se conservaba iluminado al igual que la habitación de aquel que fue mi objetivo la primera vez que estuve en este lugar. La única señal que necesitaba para proceder.
Antes de de que estuviéramos más cerca, me detuve y gire sobre mis tobillos para dirigir la atención a mis compañeros. Guarde el silencio y la calma mientras buscaba en sus rostros la misma decisión y enfoque con el que habíamos dejado la cede del gremio, solo así podríamos seguir con esta encomienda. - He ahí, tal como se los dije. Mencione guardando el sigilo. - El interior de la casa es tan extravagante como su exterior. Largos pasillos alfombrados por terciopelo, jugando exquisitamente con el tapiz de los muros y los candelabros de oro que penden de techos y algunos otros que se mantienen firmes, empotrados en lugares específicos. Sus rincones son revestidos por extraños e inusuales objetos que, probablemente, el viejo ha coleccionado a lo largo de su vida. El conocimiento no es un tema ajeno a la familia Castegliani, no. Los libros se apelmazan sobre los muebles más caros y finos, probablemente traídos hasta aquí desde las tierras del norte, o al menos eso es lo que mi escaso conocimiento me dicta.
Bajé la mirada para intentar extraer cada recuerdo que había absorbido en mi breve estadía en su interior. - Como se lo imaginarán, la mansión posee un gran numero de puertas, entre bibliotecas, salas de estancia, dormitorios, comedor, cuartos de servicio, estudios, hay algunas otras que se mantuvieron siempre cerradas. ¿Por qué se los digo? Probablemente lo que se estarían preguntando. - Deben darse cuenta con el tipo de persona con la que estamos lidiando. Tal como su costoso y excéntrico modus vivendi lo indica, los muros de su personal utopía deben estar llenos de secretos.
- Acercarnos en grupo podría ser peligroso, quizás debamos asegurar el perímetro de la entrada con una acción previsora. Debo advertir que comúnmente, por las mañanas, la casa esta llena de vida, los sirvientes y guardias se pasean por los jardines y cada vestíbulo para mantener impecable y cumplidos los estrictos deseos de su patrón. Si tenemos suerte, la servidumbre estará ahora descansando, pero los guardias en cambio, quizás estén al pendiente de cada hoja que se mueva ante el viento. Busque en la mirada de mis colegas alguna respuesta, era el momento perfecto para comenzar a dejarse envolver por la mente de un asesino.
Johannes
Aerandiano de honor
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
El camino no nos había tratado exactamente bien. La tensión estaba en el ambiente, Paul con ese carácter suyo parecía imperturbable, igualmente el elfo, pero se sentía, las cosas estaban tirantes. Johannes se volvía un verdadero asesino en estos casos, de esos que solamente se enfrascan en su trabajo y yo me sentía como un eslabón más de la cadena, atada entre el mando, la amistad y el deber, además con la presión de cierto líder de velar por aquél nuevo par. Pocas palabras fueron compartidas en el trayecto. Procuré siempre estar atenta a todo, pero era tedioso… había nacido para ser una asesina, no una nana. Y aunque el tiempo me estuviera poniendo más dura y más serena, habían cosas que nunca cambiaban…
Talonee a Furia para acercarme a Johannes cuando estuvimos lo suficientemente cerca de la mansión. Escuché sus palabras con interés mientras le observaba a él y la casa que tenía a sus espaldas. Me apee de la yegua y até las riendas a su cuello, ella sabría qué hacer. Supongo que no es momento de llevarnos recuerdos comenté seguidamente a la explicación de Joh ¿Sugieres entonces que nos separemos? pregunté arqueando una ceja. Lo haría gustosa en cualquier otra ocasión, pero tener a los reclutas me generaba algunas incomodidades. Supongo que es lo correcto… ¿deberíamos de tener una especie de señal?, una vez ahí dentro todos serán nuestros enemigos. Debemos ser rápidos, no perder tiempo. Dejar inconscientes a los enemigos es rápido y fácil, ahorra la sangre y los rastros comenté.
Se que todos tenemos experiencia en esto, pero no perdemos nada con poner las reglas en claro. ¿Tenemos algún chivo que no se toca? pregunté a Johannes, volviéndome hacia él. No sabía cuándo, pero mi hermano se había vuelto un hombre, se había forjado… ya no tenía aquél semblante vivo y juguetón, algo había cambiado… ¿habrían sido los muertos vivientes?. Me mordí una mejilla obligándome a volver a la realidad. Solo para estar segura, el objetivo: hombre viejo, no muy alto, supongo que irá armado con un libro o algo así. ¿Algo más que debamos saber? pregunté levantando la nariz y caminando unos pasos hacia delante, donde el viento parecía arremolinar.
Luego de la batalla y todo aquello con el Rey, mi armadura había quedado casi inutilizable, por lo que ahora vestía con mi antiguo vestido de tela. Me quité las botas y se las colgué en la montura a Bravía. De ese modo sería más sencillo… haría menos ruidos y me movería más rápido. Si lo íbamos a hacer al modo de él, entonces tenía que meterme en el personaje y la forma. Podía sentir mi respiración volverse más rápida y mis sentidos agudizarse. Era una especie de punto medio justo antes de la transformación. El gusto y sabor de la sangre humana siempre eran atrayentes… el hecho de volver a tentarme solamente incrementaba mi necesidad por asesinar.
Talonee a Furia para acercarme a Johannes cuando estuvimos lo suficientemente cerca de la mansión. Escuché sus palabras con interés mientras le observaba a él y la casa que tenía a sus espaldas. Me apee de la yegua y até las riendas a su cuello, ella sabría qué hacer. Supongo que no es momento de llevarnos recuerdos comenté seguidamente a la explicación de Joh ¿Sugieres entonces que nos separemos? pregunté arqueando una ceja. Lo haría gustosa en cualquier otra ocasión, pero tener a los reclutas me generaba algunas incomodidades. Supongo que es lo correcto… ¿deberíamos de tener una especie de señal?, una vez ahí dentro todos serán nuestros enemigos. Debemos ser rápidos, no perder tiempo. Dejar inconscientes a los enemigos es rápido y fácil, ahorra la sangre y los rastros comenté.
Se que todos tenemos experiencia en esto, pero no perdemos nada con poner las reglas en claro. ¿Tenemos algún chivo que no se toca? pregunté a Johannes, volviéndome hacia él. No sabía cuándo, pero mi hermano se había vuelto un hombre, se había forjado… ya no tenía aquél semblante vivo y juguetón, algo había cambiado… ¿habrían sido los muertos vivientes?. Me mordí una mejilla obligándome a volver a la realidad. Solo para estar segura, el objetivo: hombre viejo, no muy alto, supongo que irá armado con un libro o algo así. ¿Algo más que debamos saber? pregunté levantando la nariz y caminando unos pasos hacia delante, donde el viento parecía arremolinar.
Luego de la batalla y todo aquello con el Rey, mi armadura había quedado casi inutilizable, por lo que ahora vestía con mi antiguo vestido de tela. Me quité las botas y se las colgué en la montura a Bravía. De ese modo sería más sencillo… haría menos ruidos y me movería más rápido. Si lo íbamos a hacer al modo de él, entonces tenía que meterme en el personaje y la forma. Podía sentir mi respiración volverse más rápida y mis sentidos agudizarse. Era una especie de punto medio justo antes de la transformación. El gusto y sabor de la sangre humana siempre eran atrayentes… el hecho de volver a tentarme solamente incrementaba mi necesidad por asesinar.
Woodpecker
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
El oscuro manto dela noche silente había dejado caer sobre el grupo de asesinos una cortina natural que facilitaba su llegada en secreto, el viaje, aunque largo y silencioso, había mantenido viva la curiosidad de saber a dónde los llevaría esta misión, el objetivo era un simple humano, además viejo, y además, sin registros de ser un combatiente, parecía muy fácil, demasiado fácil incluso, si se analizaba desde un punto de vista un tanto pesimista, llegar al lugar fue imposible de pasar por alto, apenas ver el lugar, el elfo supo que ahí se dirigían, el hombre que los había guiado hasta este lugar, parecía ser apenas un chico, sin embargo, Wood lo seguía, y eso ya significaba algo; Destino había procurado caminar cerca de la licántropa, pues la sentía como su líder, aunque a ratos se alejaba de manera intermitente para que la chica no se sintiera como una niñera.
Al igual que los otros, el elfo no era muy conversador, ni siquiera estaba acostumbrado a viajar en grupos, por lo que el largo viaje le resultaba en algunos instantes, incómodo. Una vez en el sitio, el joven líder se giró hacia el grupo para darles la información que consideraba más relevante, entre ellas, que sin la debida preparación, el lugar se podría convertir en un laberinto para los visitantes indeseados, incluso podrían haber trampas, por lo que lo mejor sería estar preparados y atentos ante cualquier cosa sospechosa.
Antes que los novatos lograran decir palabra alguna, Wood se pronunció en busca de información más específica y sugiriendo una señal, lo cual era bastante apropiado, el objetivo era acabar con un hombre y salir, entre menos obstáculos aparecieran en el camino, mejor sería, para entrar y para salir - Destino apoya la idea de Wood - Dijo el elfo con su calmado tono de voz - Es necesario tener una señal, de ese modo se establecerían las posiciones para luego iniciar todos el ataque al mismo tiempo - Dijo el elfo manteniendo la mirada fija en los altos muros de aquel imponente lugar, observó entonces al vampiro por unos instantes, seguramente tendría algo que decir, luego de eso volvió la vista hacia los muros.
Aún sin voltear a ver al grupo agregó otro detalle - No todos en este grupo tienen la misma experiencia, por lo que podría ser que algunos vayan más a prisa y otros queden rezagados - Aclaró el de los ojos grises mientras se ajustaba el guante metálico de la mano izquierda - Sería prudente, además de la señal de inicio, dividir el trayecto en fases, y asignar tiempos para cada una, de ese modo se mantendrá un ataque más coordinado - Volteó por fin a ver a todos con un toque de malicia brillando en sus ojos grises - Llegar todos a la vez, por sorpresa, desde diferentes puntos, permitirían acorralar al oponente, mientras que llegar de uno en uno, le daría siempre rutas a donde huir - Señaló hacia la mansión - La pesa conoce el terreno más que sus cazadores, y eso le ofrece una gran ventaja estratégica, por eso es importante eliminarlo sin que tenga cómo escapar - Concluyó el elfo mientras les daba la espalda y seguía observando los altos muros en busca de puntos vulnerables para ofrecer posibles entradas.
Al igual que los otros, el elfo no era muy conversador, ni siquiera estaba acostumbrado a viajar en grupos, por lo que el largo viaje le resultaba en algunos instantes, incómodo. Una vez en el sitio, el joven líder se giró hacia el grupo para darles la información que consideraba más relevante, entre ellas, que sin la debida preparación, el lugar se podría convertir en un laberinto para los visitantes indeseados, incluso podrían haber trampas, por lo que lo mejor sería estar preparados y atentos ante cualquier cosa sospechosa.
Antes que los novatos lograran decir palabra alguna, Wood se pronunció en busca de información más específica y sugiriendo una señal, lo cual era bastante apropiado, el objetivo era acabar con un hombre y salir, entre menos obstáculos aparecieran en el camino, mejor sería, para entrar y para salir - Destino apoya la idea de Wood - Dijo el elfo con su calmado tono de voz - Es necesario tener una señal, de ese modo se establecerían las posiciones para luego iniciar todos el ataque al mismo tiempo - Dijo el elfo manteniendo la mirada fija en los altos muros de aquel imponente lugar, observó entonces al vampiro por unos instantes, seguramente tendría algo que decir, luego de eso volvió la vista hacia los muros.
Aún sin voltear a ver al grupo agregó otro detalle - No todos en este grupo tienen la misma experiencia, por lo que podría ser que algunos vayan más a prisa y otros queden rezagados - Aclaró el de los ojos grises mientras se ajustaba el guante metálico de la mano izquierda - Sería prudente, además de la señal de inicio, dividir el trayecto en fases, y asignar tiempos para cada una, de ese modo se mantendrá un ataque más coordinado - Volteó por fin a ver a todos con un toque de malicia brillando en sus ojos grises - Llegar todos a la vez, por sorpresa, desde diferentes puntos, permitirían acorralar al oponente, mientras que llegar de uno en uno, le daría siempre rutas a donde huir - Señaló hacia la mansión - La pesa conoce el terreno más que sus cazadores, y eso le ofrece una gran ventaja estratégica, por eso es importante eliminarlo sin que tenga cómo escapar - Concluyó el elfo mientras les daba la espalda y seguía observando los altos muros en busca de puntos vulnerables para ofrecer posibles entradas.
Última edición por Destino el Lun Feb 15 2016, 05:45, editado 1 vez
Destino
Maestro de las Mil Espadas
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
Finalmente estábamos allí después de varios minutos caminando, resistiéndonos a varias cosas. Eran pocos los descansos, y en ese viaje tan largo para mí, me había acompañado una buena botella de vino. No quería parecer alcohólico, pero era mi único fiel compañero que me libraba de cualquier provocación vampírica, teniendo en cuenta que han sido demasiadas, desde beber del cuello. Eran días que no veía a mis secuaces, y había prometido dirigirme a Sacrestic cuando terminara con la reunión de los asesinos. En fin, no debía arrepentirme por cosas como esa, dado que acompañaba a tipos más poderoso, más diestros, y más conocidos en la tierra aerandiana. Teníamos a Destino, un ser bastante misterioso, que en ocasiones suele idear estrategias sorprendentes, como la vez que derrotamos al gran troll. Woodpecker también era poderosa, y su actitud tan atractiva la hacía más interesante, incluso quedaba cautivado con sus ideas. Johannes era mi nuevo mentor, y aunque no quisiera aceptarlo, era un hombre muy fuerte, que si se decidiera a luchar contra mí, ganaría sin ningún problema. A pesar de tantas diferencias, nuestro trabajo era cuidarnos la espalda, ahora pertenecíamos a una hermandad inmensa. Los conflictos iniciaron, desde el momento que quedaban los últimos sorbos de mi licor, ya nada sería igual. -Hmpf... Lo que me faltaba, un vino precoz.-Susurré por lo bajo, y sin otra opción, lo lancé lejos, pero justo a una zona donde hubiese pasto, así no llamaba la atención de los guardias que cuidaban la mansión.
Al levantar mi mirada, quedé maravillado con la majestuosidad del castillo. Era tan colosal que la luna debía estar justo en el centro del firmamento, para que su esplendor diese contra la piel colorida de cada uno. Ni siquiera el montón de basura posicionada en el suelo, lograba traspasar las cercas construidas justo a los extremos, con la altura perfecta por si alguien se decide en escalarla. Forcé mi vista, con la intención de ver alguna dama en la ventana, pero mis deseos quedaron rotos, nadie se asomaba por ahí. Parpadeé lentamente, y al estar a punto de decir otro de mis comentarios sarcásticos, mis oídos captaron la voz del asesino con el rango más alto presente. Dio una explicación extensa sobre la construcción dentro del palacio. Nos informaba de las personas que veríamos allí, y por consiguiente, una advertencia para afrontar. Todo estaba bien asegurado, así nadie era capaz de entrar, y si alguien lo hacía, su destino sería ser masacrado o descuartizados, conforme a la gravedad de sus actos.
De repente, él optó por separarnos, un criterio el cual me parecía correcto. Alisté mis armas, y acomodé mi abrigo alrededor de mi cuerpo, manteniendo la calor en éste. La loba interrumpió, sin embargo, fue una buena intervención, en verdad necesitábamos una señal. Destino apoyó aquella idea, manifestando que no todos tenían experiencia en eso, aunque también aconsejó en atacar conjuntamente, quizá al mismo tiempo, y obviamente no lograrían reaccionar, gracias al shock que se llevarían, teniendo a favor el poder impactar y nadie lo esperaría, ni el tal barbudo ese. -En ese caso, ¿Cuál señal?. Se podría tirar una piedra al cielo, como una forma de dar la respectivo permiso.-Musité, luego de tragar un poco de saliva. -Usaría una bomba de humo, pero causaría mucho revuelo, pero si desean, con gusto.-Aporté, levantando un poco mi prenda, mostrando los objetos que llevaba en mi cinturón.
-Y conforme a lo que dice mi compañero, podríamos entrar por diferentes direcciones, por lo cual podríamos tener en cuenta...-Arrugué mi nariz. -Las alcantarillas. Aunque suene repugnante, suelen dar dentro de las mansiones, es obvio.-Terminé con el discurso, y me crucé de brazos delante de los tres. -Ustedes deciden. Yo acataré lo que les parezca conveniente.-Sonreí ladinamente, a cada uno de los presentes, para después llevar mis manos justo detrás de mi cintura, con el fin de buscar con mi mirada alguna "princesa" en aquel castillo.
Al levantar mi mirada, quedé maravillado con la majestuosidad del castillo. Era tan colosal que la luna debía estar justo en el centro del firmamento, para que su esplendor diese contra la piel colorida de cada uno. Ni siquiera el montón de basura posicionada en el suelo, lograba traspasar las cercas construidas justo a los extremos, con la altura perfecta por si alguien se decide en escalarla. Forcé mi vista, con la intención de ver alguna dama en la ventana, pero mis deseos quedaron rotos, nadie se asomaba por ahí. Parpadeé lentamente, y al estar a punto de decir otro de mis comentarios sarcásticos, mis oídos captaron la voz del asesino con el rango más alto presente. Dio una explicación extensa sobre la construcción dentro del palacio. Nos informaba de las personas que veríamos allí, y por consiguiente, una advertencia para afrontar. Todo estaba bien asegurado, así nadie era capaz de entrar, y si alguien lo hacía, su destino sería ser masacrado o descuartizados, conforme a la gravedad de sus actos.
De repente, él optó por separarnos, un criterio el cual me parecía correcto. Alisté mis armas, y acomodé mi abrigo alrededor de mi cuerpo, manteniendo la calor en éste. La loba interrumpió, sin embargo, fue una buena intervención, en verdad necesitábamos una señal. Destino apoyó aquella idea, manifestando que no todos tenían experiencia en eso, aunque también aconsejó en atacar conjuntamente, quizá al mismo tiempo, y obviamente no lograrían reaccionar, gracias al shock que se llevarían, teniendo a favor el poder impactar y nadie lo esperaría, ni el tal barbudo ese. -En ese caso, ¿Cuál señal?. Se podría tirar una piedra al cielo, como una forma de dar la respectivo permiso.-Musité, luego de tragar un poco de saliva. -Usaría una bomba de humo, pero causaría mucho revuelo, pero si desean, con gusto.-Aporté, levantando un poco mi prenda, mostrando los objetos que llevaba en mi cinturón.
-Y conforme a lo que dice mi compañero, podríamos entrar por diferentes direcciones, por lo cual podríamos tener en cuenta...-Arrugué mi nariz. -Las alcantarillas. Aunque suene repugnante, suelen dar dentro de las mansiones, es obvio.-Terminé con el discurso, y me crucé de brazos delante de los tres. -Ustedes deciden. Yo acataré lo que les parezca conveniente.-Sonreí ladinamente, a cada uno de los presentes, para después llevar mis manos justo detrás de mi cintura, con el fin de buscar con mi mirada alguna "princesa" en aquel castillo.
Paul Brown Moreau
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
Una noche más, la luna en toda su grandeza y esplendor había relevado al sol de sus labores para iluminar al mundo, tal y como debía ser. Había estado esperando al último rayo solar en el salón de Manuela, con las cortinas corridas, y una vez se hubo percatado de que su enemigo había desaparecido, quedando muerto hasta que la luna quisiera marcharse, las abrió de par en par para contemplar el espectáculo. Las estrellas cubrían el oscuro manto con su belleza y, caprichosas, se extendían más allá de lo que los ojos le permitían ver. Con la llegada del ocaso empezaba el largo y tedioso viaje de Erzsébeth, ya que su nueva clienta no había tardado ni dos minutos en encomendarle una misión de, cómo no, espionaje.
Erzsébeth estaba acostumbrado a ir con sus compañeras vampiras, las súbditas de Cassandra, pero la soledad era algo que anhelaba desde hacía mucho tiempo. Si quieres algo bien hecho, tienes que hacerlo tú, los demás solamente representarán un estorbo que bien te arruina la aventura o le quita toda la diversión. Al parecer un viejo de Lunargenta, cuyos negocios eran conocidos por su prosperidad y su fortuna por increíble, estaba a punto de ser asesinado en su propia casa, sin que a nadie le inquietara. Bueno, a Manuela. Pero ella tenía sus dudas bien fundamentadas acerca del crimen que iba a cometerse, y quería que le informase de cualquier acontecimiento que tuviera lugar en la mansión Castegliani en las próximas horas.
Accedió el vampiro sin hacer más preguntas, cada cliente tenía unos motivos diferentes y seguramente lo que le preocupaba no sería el anciano, sino más bien a dónde iría a parar el dinero con su muerte. Un hombre tan rico y prestigioso seguramente tendría un testamento, o a algún benefactor. Exacto, alguien que disfrutase con su muerte... La vida era poco menos que curiosa, era tan famoso que las habladurías manifestaban que el Rey había pedido su consejo en alguna ocasión. No podía acabar de una forma tan triste. Mas la misión de Erzsébeth no era impedir su muerte y recibir, a cambio, una recompensa en forma de aeros; su cometido era entrar, recolectar información y escabullirse sin que le viesen. Y era justo lo que iba a hacer.
Tras mucho recorrido y acompañado bajo la sombra de la noche, logró alejarse de las afueras donde se encontraba y adentrarse en la zona comercial de Lunargenta, buscando la tal mansión Castegliani. Sacó de su pequeña mochila un mini-mapa que Manuela le había otorgado, lo desplegó y lo observó con paciencia. Una casa así de grande y ornamentada como la que salía en la imagen no podía ocultarse. Siguió su recorrido hasta que por fin alcanzó a ver en la lejanía lo que parecía ser dicha morada. Corrió, guardando el mapa y asegurando que tuviese las dagas bien ocultas, mas al llegar se encontró una decepción total. Una verja impedía el paso a los no deseados.
Ruidos. Giró sobre sí mismo y se escondió tras unos arbustos. Voces provenían desde una distancia considerable, siguió el bullicio y discernió a cuatro figuras en frente de los barrotes. Tenía toda la pinta de que también querían entrar. Lo que no tenían claro era cómo. ¿Ladrones? ¿Asesinos? Erzsébeth no tenía tiempo para eso, al final acabaría por descubrirse a sí mismo, así que bien agachado y a hurtadillas corrió sin hacer ruidos hasta un punto lejano de la misma verja. Había algún que otro guardia, pero estaban muy lejos unos de otros. Avanzó hasta que logró ver a uno que estaba a solas, y llamó su atención para que se acercase a la verja. Sacó una cuerda de varios metros de su mochila y aguardó.
Una vez estuvo frente a él, no le dejó hablar, lanzó la cuerda por encima de los barrotes, el guardia levantó la cabeza para ver qué había arrojado dejando el cuello al descubierto y, aprovechando el despiste y el hueco entre los barrotes, metió una mano y le cortó la garganta, tapándole la boca con la otra mano, seguidamente la cuerda terminó de caer al lado de la cara del difunto, esperó a que la vida abandonase su cuerpo con un último aliento y ató el cuello del mismo con la cuerda haciendo un fuerte nudo. Agarró el extremo que había dejado en su lado de la verja y respiró profundamente.
—No sabes cuánto me alegro ahora mismo de pesar poco —susurró, a la vez que empezaba a trepar por la cuerda. El cadáver se movía pero hacía de contrapeso perfectamente. Dio un salto ágil para esquivar las puntas afiladas del final de las verjas y se dejó deslizar por la cuerda hasta tocar el suelo. Se aseguró de no haber sido visto y se relajó finalmente.
Llevaba unos zapatos planos, ya que unos tacones no vendrían bien sino para que le arrancasen la cabeza. Se despidió del cuerpo del guardia recogiendo su cuerda y dejándolo por ahí, ya que seguramente culparían a otra persona y no a él. Esa noche, Erzsébeth no era un asesino. Bueno, matar a ese guardia no contaba. Avanzó con máximo sigilo entre los arbustos del jardín y logró llegar hasta una ventana que no estaba iluminada. Intentó abrirla, fallo al primer intento. Puso los ojos en blanco y volvió a intentarlo. Bingo. Parecía que se habían olvidado de cerrar las ventanas intencionadamente... mejor para él. Cerró la ventana después de colarse en la casa.
Estaba en medio de un pasillo iluminado únicamente por la luz de la luna. Lo complicado empezaba ahora.
Erzsébeth estaba acostumbrado a ir con sus compañeras vampiras, las súbditas de Cassandra, pero la soledad era algo que anhelaba desde hacía mucho tiempo. Si quieres algo bien hecho, tienes que hacerlo tú, los demás solamente representarán un estorbo que bien te arruina la aventura o le quita toda la diversión. Al parecer un viejo de Lunargenta, cuyos negocios eran conocidos por su prosperidad y su fortuna por increíble, estaba a punto de ser asesinado en su propia casa, sin que a nadie le inquietara. Bueno, a Manuela. Pero ella tenía sus dudas bien fundamentadas acerca del crimen que iba a cometerse, y quería que le informase de cualquier acontecimiento que tuviera lugar en la mansión Castegliani en las próximas horas.
Accedió el vampiro sin hacer más preguntas, cada cliente tenía unos motivos diferentes y seguramente lo que le preocupaba no sería el anciano, sino más bien a dónde iría a parar el dinero con su muerte. Un hombre tan rico y prestigioso seguramente tendría un testamento, o a algún benefactor. Exacto, alguien que disfrutase con su muerte... La vida era poco menos que curiosa, era tan famoso que las habladurías manifestaban que el Rey había pedido su consejo en alguna ocasión. No podía acabar de una forma tan triste. Mas la misión de Erzsébeth no era impedir su muerte y recibir, a cambio, una recompensa en forma de aeros; su cometido era entrar, recolectar información y escabullirse sin que le viesen. Y era justo lo que iba a hacer.
Tras mucho recorrido y acompañado bajo la sombra de la noche, logró alejarse de las afueras donde se encontraba y adentrarse en la zona comercial de Lunargenta, buscando la tal mansión Castegliani. Sacó de su pequeña mochila un mini-mapa que Manuela le había otorgado, lo desplegó y lo observó con paciencia. Una casa así de grande y ornamentada como la que salía en la imagen no podía ocultarse. Siguió su recorrido hasta que por fin alcanzó a ver en la lejanía lo que parecía ser dicha morada. Corrió, guardando el mapa y asegurando que tuviese las dagas bien ocultas, mas al llegar se encontró una decepción total. Una verja impedía el paso a los no deseados.
Ruidos. Giró sobre sí mismo y se escondió tras unos arbustos. Voces provenían desde una distancia considerable, siguió el bullicio y discernió a cuatro figuras en frente de los barrotes. Tenía toda la pinta de que también querían entrar. Lo que no tenían claro era cómo. ¿Ladrones? ¿Asesinos? Erzsébeth no tenía tiempo para eso, al final acabaría por descubrirse a sí mismo, así que bien agachado y a hurtadillas corrió sin hacer ruidos hasta un punto lejano de la misma verja. Había algún que otro guardia, pero estaban muy lejos unos de otros. Avanzó hasta que logró ver a uno que estaba a solas, y llamó su atención para que se acercase a la verja. Sacó una cuerda de varios metros de su mochila y aguardó.
Una vez estuvo frente a él, no le dejó hablar, lanzó la cuerda por encima de los barrotes, el guardia levantó la cabeza para ver qué había arrojado dejando el cuello al descubierto y, aprovechando el despiste y el hueco entre los barrotes, metió una mano y le cortó la garganta, tapándole la boca con la otra mano, seguidamente la cuerda terminó de caer al lado de la cara del difunto, esperó a que la vida abandonase su cuerpo con un último aliento y ató el cuello del mismo con la cuerda haciendo un fuerte nudo. Agarró el extremo que había dejado en su lado de la verja y respiró profundamente.
—No sabes cuánto me alegro ahora mismo de pesar poco —susurró, a la vez que empezaba a trepar por la cuerda. El cadáver se movía pero hacía de contrapeso perfectamente. Dio un salto ágil para esquivar las puntas afiladas del final de las verjas y se dejó deslizar por la cuerda hasta tocar el suelo. Se aseguró de no haber sido visto y se relajó finalmente.
Llevaba unos zapatos planos, ya que unos tacones no vendrían bien sino para que le arrancasen la cabeza. Se despidió del cuerpo del guardia recogiendo su cuerda y dejándolo por ahí, ya que seguramente culparían a otra persona y no a él. Esa noche, Erzsébeth no era un asesino. Bueno, matar a ese guardia no contaba. Avanzó con máximo sigilo entre los arbustos del jardín y logró llegar hasta una ventana que no estaba iluminada. Intentó abrirla, fallo al primer intento. Puso los ojos en blanco y volvió a intentarlo. Bingo. Parecía que se habían olvidado de cerrar las ventanas intencionadamente... mejor para él. Cerró la ventana después de colarse en la casa.
Estaba en medio de un pasillo iluminado únicamente por la luz de la luna. Lo complicado empezaba ahora.
Bathory
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
Cruce los brazos frente a mi pecho y baje la mirada mientras escuchaba con atención y cuidado las aportaciones de mis aliados. Estaba complacido de ver que todos tendrían algo que decir, sin duda, todos tenían un punto a su favor dentro de esta diligencia. Mire de nueva cuenta hacia el cielo para ver como una nube recorría el cielo en dirección hacia la cara de la luna, sería ese el momento oportuno para iniciar el asalto. - Ahora que lo mencionas... Tome la palabra mientras intentaba hacer memoria. - Hay algo importante sobre ese chivo que mencionas, en realidad es un par. Uno de ellos es un hombre alto, corpulento y musculoso. Su piel pálida es comparada al blanco papiro y sus ojos van perturbadoramente adornados por un matiz negro bajo sus parpados. Responde al nombre de Amhuj, fiel sirviente de nuestro empleador. El segundo es el mismo, nuestro cliente. Un chico precoz de tez clara con una cabellera rizada en un tono castaño llamado Adrian. Su mirada y sonrisa juvenil se ve mermada ante la presencia de una terrible maldición que le obliga a mantener el reposo. Sera fácil reconocerles en caso de encontrarlos en nuestro camino.
Inquieto, volvi la mirada hacia el cielo. la nube, como un galeon fantasmal, navegaba por el cielo preparando su eclipse. - Dentro de poco esa gran nube ocultará la palidez brillante de la luna, será esa la primera señal que tomaremos para avanzar, la oscuridad será la encargada de guiar nuestros pasos. Como lo ha dicho wood, no debemos causar un baño de sangre, no queremos llamar la atención de la guardia. Una masacre de grandes proporciones pondría el dedo en la hermandad y eso comprometería nuestros negocios. Deje la charla a un lado mientras daba un par de pasos hacia la mansión buscando a la lejanía del jardín algunos especímenes que pudieran servirme en la preparación de una llamativa pero discreta seña. - Creo que lo tengo. Sí les parece, yo me encargaré de la señal, no se preocupen, podrán reconocerla. Propuse con entusiasmo y decisión, dejando en la frase un deje de misterio sobre mi futura creación.
- El momento se acerca, me las ingeniare para entrar por la parte frontal. En la parte este de la mansión crece la enredadera frondosa, posible herramienta para sobrepasar la barrera de acero. En el oeste, hay un invernadero donde su cultivan vegetales, en esa sección la protección esta reducida debido a las altas cristaleras que proporcionan temperatura a las hortalizas, será otro punto vulnerable. Paul... Busque sus ojos con una leve sonrisa. - En la parte trasera de la mansión se encuentra la fosa séptica. Esta desemboca en el sistema de riego del jardín, puedes usar ese camino para ingresar. Ahora cada uno tenía un camino a seguir y en caso de ser descubiertos, los guardias no tendrían más opción que dividirse inútilmente para frenar alguno de nuestros avances o concentrar sus fuerzas en un solo punto.
- Tomaremos la sugerencia de Destino. La primera fase será ingresar en la mansión. Nos encontraremos en el interior del lugar, justo en el salón principal. El cumulo estaba casi en su posición, era momento de actuar. -No tenemos mucho tiempo antes de que la cara de la luna emerja tras las nubes, hasta ese entonces, debemos volver a reunirnos. Que la suerte los acompañe y madre sea piadosa con todos ustedes. Envolví mi rostro tras la bufanda y partí en dirección hacia el gran portón. Confiaba en la actuación de mis compañeros. Si habían sido seleccionados por Wood, entonces tendrían sus propios trucos bajo la manga. La oscuridad había llegado, ahora todo estaba envuelto en tinieblas.
Ajuste mis armas para que se mantuvieran silenciosas mientras me aproximaba a paso rápido hacia mi primer obstáculo. La estructura metálica representaba un gran reto. - Ojala tuviera el gancho de ese odioso y maldito perro. Pensé recordando al infeliz que había escapado de mis garras antes. Antes de que pudiera pensar en un plan, me percate de la presencia de un número considerable de guardias, tal como lo sospechaba, los sujetos se mantenían firmes cual centinelas, con ojos vigilantes y movimientos previsores. Sin dudas, otro inconveniente que tendría que superar.
Inquieto, volvi la mirada hacia el cielo. la nube, como un galeon fantasmal, navegaba por el cielo preparando su eclipse. - Dentro de poco esa gran nube ocultará la palidez brillante de la luna, será esa la primera señal que tomaremos para avanzar, la oscuridad será la encargada de guiar nuestros pasos. Como lo ha dicho wood, no debemos causar un baño de sangre, no queremos llamar la atención de la guardia. Una masacre de grandes proporciones pondría el dedo en la hermandad y eso comprometería nuestros negocios. Deje la charla a un lado mientras daba un par de pasos hacia la mansión buscando a la lejanía del jardín algunos especímenes que pudieran servirme en la preparación de una llamativa pero discreta seña. - Creo que lo tengo. Sí les parece, yo me encargaré de la señal, no se preocupen, podrán reconocerla. Propuse con entusiasmo y decisión, dejando en la frase un deje de misterio sobre mi futura creación.
- El momento se acerca, me las ingeniare para entrar por la parte frontal. En la parte este de la mansión crece la enredadera frondosa, posible herramienta para sobrepasar la barrera de acero. En el oeste, hay un invernadero donde su cultivan vegetales, en esa sección la protección esta reducida debido a las altas cristaleras que proporcionan temperatura a las hortalizas, será otro punto vulnerable. Paul... Busque sus ojos con una leve sonrisa. - En la parte trasera de la mansión se encuentra la fosa séptica. Esta desemboca en el sistema de riego del jardín, puedes usar ese camino para ingresar. Ahora cada uno tenía un camino a seguir y en caso de ser descubiertos, los guardias no tendrían más opción que dividirse inútilmente para frenar alguno de nuestros avances o concentrar sus fuerzas en un solo punto.
- Tomaremos la sugerencia de Destino. La primera fase será ingresar en la mansión. Nos encontraremos en el interior del lugar, justo en el salón principal. El cumulo estaba casi en su posición, era momento de actuar. -No tenemos mucho tiempo antes de que la cara de la luna emerja tras las nubes, hasta ese entonces, debemos volver a reunirnos. Que la suerte los acompañe y madre sea piadosa con todos ustedes. Envolví mi rostro tras la bufanda y partí en dirección hacia el gran portón. Confiaba en la actuación de mis compañeros. Si habían sido seleccionados por Wood, entonces tendrían sus propios trucos bajo la manga. La oscuridad había llegado, ahora todo estaba envuelto en tinieblas.
Ajuste mis armas para que se mantuvieran silenciosas mientras me aproximaba a paso rápido hacia mi primer obstáculo. La estructura metálica representaba un gran reto. - Ojala tuviera el gancho de ese odioso y maldito perro. Pensé recordando al infeliz que había escapado de mis garras antes. Antes de que pudiera pensar en un plan, me percate de la presencia de un número considerable de guardias, tal como lo sospechaba, los sujetos se mantenían firmes cual centinelas, con ojos vigilantes y movimientos previsores. Sin dudas, otro inconveniente que tendría que superar.
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Off: Quizas fui un poco radical con el post. En caso de que haya cometido un error, favor de avisar y edito con gusto.
Johannes
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
Sabía que ese elfo sería de gran ayuda pero no esperaba que resultase tan rápido. Ese Destino se compraría a Igor antes que yo misma si continuaba así, aunque me daba un poco de cosita, era muy meticuloso, me preguntaba cómo asesinaría... Me volví hacia el grupo luego de cerciorarme de aquello que me intrigaba. Asentí a las palabras del orejón y escuché a Paul, sus ideas eran buenas, pero no pude evitar arrugar la nariz. Yo solía ser una guerrera que se le prendía a todo sin vacilar, aunque la idea de las cloacas hacía que se me pusiera la piel de gallina, eso no era lo mío, además mi olfato sensible me lo resentiría por un buen tiempo. Negué enfáticamente con la cabeza tratando de descartar esa idea mentalmente… ni siquiera quería imaginarlo. Era el peor escenario posible. Entrar a una casa con mi principal sentido inutilizable. No. Definitivamente no.
Johannes me despertó de aquella pesadilla mental, así que sí teníamos un chivo… o mejor dicho, más de uno. Am…huj susurré “iuuug, no podia tener un nombre de peor gusto, no quiero topármelo” pensé “Enfócate Wood”. La enredadera es mía, me gusta ese tipo de retos me permití darle una palmadita en el hombro al vampiro Suerte por ahí comenté y le guiñé un ojo, realmente no me imaginaba a ese cazador de mujeres en una alcantarilla… lo recordaría por mucho tiempo, eso sí. Te espero dentro le dije a destino a modo de despedida. Observé por breves instantes la espalda de Johannes, era bueno contar con aliados tan fuertes como él. Subí la vista a la madre luna, tenía unas ganas incontrolables de aullarle, pero en su lugar le sonreí, casi como una reverencia y partí hacia mi destino.
El olor a sangre lo inundaba todo y me atraía naturalmente. Caminé decidida hacia aquella pequeña muralla de acero y allí estaba, a la vista de todo público la primer muerte. Pasé mi mano al otro lado y toqué su garganta, la sangre se estaba condensando en el aire. Llevaba poco de muerto. Esto no está bien mascullé mientras miraba a los alrededores en busca del asesino. Me transformé y corrí sigilosamente hacia el punto indicado. No fueron necesarios más de dos saltos con la ayuda de la enredadera y ya estaba dentro. Me apresuré a volver donde el cadáver y esconderlo tras unos arbustos. Me hubiera gustado perder un poco más de tiempo, disfrutando de él… pero trabajo era trabajo y aquello no me había gustado nada.
Había un rastro fresco pero si lo seguía la misión podría ponerse en peligro. Mejor sería avisar al resto una vez reunidos. Con eso en mente, corrí al refugio de las sombras de los árboles que rodeaban aquel pequeño palacete, justo a tiempo antes de que un par de guardias me vieran. Estaba haciendo una ronda, mi respiración era rápida, sentía que en cualquier momento se percatarían de mi presencia, pero no fue así. Respiré aliviada y me apoyé contra el tronco del árbol que estaba tras de mi. Suspiré y me asomé un poco para buscar un lugar por donde entrar. Al parecer el tal Amhuj había dejado las cosas fáciles. A menos de cincuenta metros de mí, en el segundo piso, por sobre unas rejillas que ofrecían de guías a los helechos estaba una ventana abierta. “Perfecto” pensé y me moví como para avanzar, pero unos nuevos pasos se escucharon cerca. Demasiado cerca como para evadirlos, tendría que actuar.
Johannes me despertó de aquella pesadilla mental, así que sí teníamos un chivo… o mejor dicho, más de uno. Am…huj susurré “iuuug, no podia tener un nombre de peor gusto, no quiero topármelo” pensé “Enfócate Wood”. La enredadera es mía, me gusta ese tipo de retos me permití darle una palmadita en el hombro al vampiro Suerte por ahí comenté y le guiñé un ojo, realmente no me imaginaba a ese cazador de mujeres en una alcantarilla… lo recordaría por mucho tiempo, eso sí. Te espero dentro le dije a destino a modo de despedida. Observé por breves instantes la espalda de Johannes, era bueno contar con aliados tan fuertes como él. Subí la vista a la madre luna, tenía unas ganas incontrolables de aullarle, pero en su lugar le sonreí, casi como una reverencia y partí hacia mi destino.
El olor a sangre lo inundaba todo y me atraía naturalmente. Caminé decidida hacia aquella pequeña muralla de acero y allí estaba, a la vista de todo público la primer muerte. Pasé mi mano al otro lado y toqué su garganta, la sangre se estaba condensando en el aire. Llevaba poco de muerto. Esto no está bien mascullé mientras miraba a los alrededores en busca del asesino. Me transformé y corrí sigilosamente hacia el punto indicado. No fueron necesarios más de dos saltos con la ayuda de la enredadera y ya estaba dentro. Me apresuré a volver donde el cadáver y esconderlo tras unos arbustos. Me hubiera gustado perder un poco más de tiempo, disfrutando de él… pero trabajo era trabajo y aquello no me había gustado nada.
Había un rastro fresco pero si lo seguía la misión podría ponerse en peligro. Mejor sería avisar al resto una vez reunidos. Con eso en mente, corrí al refugio de las sombras de los árboles que rodeaban aquel pequeño palacete, justo a tiempo antes de que un par de guardias me vieran. Estaba haciendo una ronda, mi respiración era rápida, sentía que en cualquier momento se percatarían de mi presencia, pero no fue así. Respiré aliviada y me apoyé contra el tronco del árbol que estaba tras de mi. Suspiré y me asomé un poco para buscar un lugar por donde entrar. Al parecer el tal Amhuj había dejado las cosas fáciles. A menos de cincuenta metros de mí, en el segundo piso, por sobre unas rejillas que ofrecían de guías a los helechos estaba una ventana abierta. “Perfecto” pensé y me moví como para avanzar, pero unos nuevos pasos se escucharon cerca. Demasiado cerca como para evadirlos, tendría que actuar.
Woodpecker
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
La breve conversación había servido al elfo para terminar de conocer un poco más a sus compañeros, de algunos ya había visto las capacidades, pero el líder de la misión le había resultado hasta ahora un completo misterio, sin embargo, su manera de describir la misión y la rapidez de sus respuestas al momento de trazar un plan efectivo e improvisado en base a solo algunas sugerencias, le habían dado una muy buena impresión al pelinegro; observó hacia el cielo en busca de la nube mencionada por el líder de cabello gracioso y asintió con la cabeza al encontrarla y comprender el plan, de entre los lugares señalados, Wood ya había elegido uno y al vampiro le habían asignado otro, uno nada envidiable, así que solo restaba -Destino entrará por el oeste- Afirmó para luego continuar guardando silencio durante el resto de la explicación -Tal vez Destino sea quien te espere a ti- Dijo a la licántropa con una sonrisa desafiante mientras se preparaba al ver que la oscuridad que daría comienzo al plan estaba ya casi sobre ellos, se detuvo apenas un instante para verificar su equipo y ajustar el guante de su mano izquierda -Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla- Susurraba casi para sí mismo antes de iniciar su camino.
Tras rodear la enorme casa pudo llegar por fin al lugar indicado, y tal como había dicho el sujeto de la bufanda, la vigilancia parecía ser menor que en otros lugares, como el frente, que estaba mucho más custodiado, el primer objetivo sería atravesar los altos y molestos barrotes que terminaban en afiladas púas, respiró profundamente y se aseguró que no hubiese nadie cerca, un guardia caminaba a paso lento cerca del punto que había elegido para entrar, así que decidió esperar unos instantes, una vez que lo notó lejos, quitó el guante de su mano izquierda para evitar el sonido metálico del guante contra los barrotes y sujetándolo en su cintura corrió hasta la verja tomando velocidad suficiente como para lograr alzarse y alcanzar la cima de un buen impulso; el salto no había sido tan alto como esperaba, pero al menos logró sostenerse con una mano, lo cual le dio tiempo para lograr apoyar la otra mano y halar su cuerpo hacia arriba, finalmente usó las púas para sostenerse de ellas mientras se dejaba caer hacia el otro lado y corría de prisa hacia dentro del invernadero antes que el guardia regresara; sorpresivamente el vigilante decidió regresarse antes de lo previsto, por lo que Destino aumentó la velocidad llevando su destreza al máximo y finalmente dio un salto hacia adelante que tras una voltereta en el piso acabó refugiado dentro del invernadero, ahora solo debía mantenerse agachado, pues de la cintura hacia arriba sería visto fácilmente a través de los cristales que rodeaban los cultivos.
El guardia se acercaba dudando si realmente había visto algo o solo había sido su imaginación, así que daba su recorrido sin confiarse pero al mismo tiempo, sin causar una gran alarma que seguro atraería a más guardias -Es mejor conservar a un enemigo intacto que destruirlo- Musitó el elfo mientras veía al sujeto acercarse peligrosamente, se alejó de la entrada del invernadero lo suficiente para estar seguro pero bastante cerca como para seguir los pasos del guardia que ahora se había detenido justo en la entrada y miraba hacia adentro en busca de algo sospechoso -¿Qué ocurre?- Le gritó otro guardia desde cierta distancia mientras Destino ajustaba el guante en su mano izquierda en caso de tener que actuar -Es que vi... Me pareció ver...- Intentaba explicar el sujeto a su colega aunque sin encontrar la manera de hacerlo sin parecer un tonto -Olvídalo, no ha sido nada- Dijo finalmente al tiempo que se alejaba de la puerta para continuar su recorrido.
Desde dentro del invernadero podía ver la mansión a través de los cristales, así que aprovechó de buscar alguna posibilidad rápida y cercana como para poder pasar sin llamar la atención de los guardias cercanos, lo negativo era que tal como él podía ver hacia la casa, también desde la casa podrían verlo a él, si algún guardia miraba con atención desde los pisos más altos de la casa, seguro podrían notar su presencia, no sería conveniente pasar mucho tiempo ahí, y además de eso, salir por donde había entrado sería complicado, pues tendría que rodear todo el invernadero evadiendo a los guardias para poder ir luego hacia la entrada que pudiera lograr; caminó a hurtadillas hasta el final del invernadero llegando a un lugar un poco diferente al resto, las plantas de ese lugar parecían ser algo diferentes, notaba algo especial en ellas así que arrancó unas cuantas para luego revisarlas y verificar que realmente eran lo que imaginaba, fue entonces cuando pudo verlo, había una sala con una gran ventana que habían dejado abierta con un poco de comida puesta seguramente para enfriarla un poco, sería la entrada indicada, además las personas en dicha sala parecían haberse ido a otro lugar, ahora solo necesitaba buscar la manera de evadir o silenciar a los guardias cercanos y llegar sigilosamente hasta ese lugar y colarse a través de la ventana.
Tras rodear la enorme casa pudo llegar por fin al lugar indicado, y tal como había dicho el sujeto de la bufanda, la vigilancia parecía ser menor que en otros lugares, como el frente, que estaba mucho más custodiado, el primer objetivo sería atravesar los altos y molestos barrotes que terminaban en afiladas púas, respiró profundamente y se aseguró que no hubiese nadie cerca, un guardia caminaba a paso lento cerca del punto que había elegido para entrar, así que decidió esperar unos instantes, una vez que lo notó lejos, quitó el guante de su mano izquierda para evitar el sonido metálico del guante contra los barrotes y sujetándolo en su cintura corrió hasta la verja tomando velocidad suficiente como para lograr alzarse y alcanzar la cima de un buen impulso; el salto no había sido tan alto como esperaba, pero al menos logró sostenerse con una mano, lo cual le dio tiempo para lograr apoyar la otra mano y halar su cuerpo hacia arriba, finalmente usó las púas para sostenerse de ellas mientras se dejaba caer hacia el otro lado y corría de prisa hacia dentro del invernadero antes que el guardia regresara; sorpresivamente el vigilante decidió regresarse antes de lo previsto, por lo que Destino aumentó la velocidad llevando su destreza al máximo y finalmente dio un salto hacia adelante que tras una voltereta en el piso acabó refugiado dentro del invernadero, ahora solo debía mantenerse agachado, pues de la cintura hacia arriba sería visto fácilmente a través de los cristales que rodeaban los cultivos.
El guardia se acercaba dudando si realmente había visto algo o solo había sido su imaginación, así que daba su recorrido sin confiarse pero al mismo tiempo, sin causar una gran alarma que seguro atraería a más guardias -Es mejor conservar a un enemigo intacto que destruirlo- Musitó el elfo mientras veía al sujeto acercarse peligrosamente, se alejó de la entrada del invernadero lo suficiente para estar seguro pero bastante cerca como para seguir los pasos del guardia que ahora se había detenido justo en la entrada y miraba hacia adentro en busca de algo sospechoso -¿Qué ocurre?- Le gritó otro guardia desde cierta distancia mientras Destino ajustaba el guante en su mano izquierda en caso de tener que actuar -Es que vi... Me pareció ver...- Intentaba explicar el sujeto a su colega aunque sin encontrar la manera de hacerlo sin parecer un tonto -Olvídalo, no ha sido nada- Dijo finalmente al tiempo que se alejaba de la puerta para continuar su recorrido.
Desde dentro del invernadero podía ver la mansión a través de los cristales, así que aprovechó de buscar alguna posibilidad rápida y cercana como para poder pasar sin llamar la atención de los guardias cercanos, lo negativo era que tal como él podía ver hacia la casa, también desde la casa podrían verlo a él, si algún guardia miraba con atención desde los pisos más altos de la casa, seguro podrían notar su presencia, no sería conveniente pasar mucho tiempo ahí, y además de eso, salir por donde había entrado sería complicado, pues tendría que rodear todo el invernadero evadiendo a los guardias para poder ir luego hacia la entrada que pudiera lograr; caminó a hurtadillas hasta el final del invernadero llegando a un lugar un poco diferente al resto, las plantas de ese lugar parecían ser algo diferentes, notaba algo especial en ellas así que arrancó unas cuantas para luego revisarlas y verificar que realmente eran lo que imaginaba, fue entonces cuando pudo verlo, había una sala con una gran ventana que habían dejado abierta con un poco de comida puesta seguramente para enfriarla un poco, sería la entrada indicada, además las personas en dicha sala parecían haberse ido a otro lugar, ahora solo necesitaba buscar la manera de evadir o silenciar a los guardias cercanos y llegar sigilosamente hasta ese lugar y colarse a través de la ventana.
Última edición por Destino el Lun Feb 15 2016, 05:48, editado 1 vez
Destino
Maestro de las Mil Espadas
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
Me quedé pensativo por varios segundos, revisando la mansión con solamente la mirada. Antes de que pudiera volver a musitar otra palabra, el encargado de nosotros volvió con sus discursos, dando información de los enemigos y el cliente, describiéndolos, por si quizá nos los encontramos. No coloqué mucha atención, porque al fin y al cabo, solía perder la atención, revisando la luna brillante, las pocas aves que pasaban, cantando de la manera más alegre del mundo... Qué tontería, prefería a los cuervos de Sacrestic, eran más tenebrosos y andaban comiendo por doquier, como cada chupasangre que habitaba en esa zona. Sinceramente, ya quería largarme del lugar, porque a decir verdad, lo único que me agradaba en esa escena, era el cielo y sus estrellas. Todo era aburrido, ni siquiera podía usar mi espada, por miedo a que si decapitaba a alguien, fallaría la misión. -Le escucho.-Respondí a Johannes, luego que mencionó mi nombre. Me pidió que usara la entrada por la fosa séptica, algo que me hizo fruncir el ceño, pero también hice un gesto, fingiendo alegría. No habían palabras para describir al de cabellos blanquecinos, y si las habían, era mejor no pronunciarlas. Sin abrir mis boca, asentí con mi cabeza por varios minutos, hasta que decidí en hablar. -Vale. Cuídese, mentor de los mentores...-Musité sarcástico, y acomodé mi abrigo. No deseaba el mal, pero tampoco el bien, es más, no me importaba.
Sentí la mano de la licántropa, deseándome suerte. Le devolví el guiño, pero no murmuré nada al respecto, simplemente comencé a alejarme del grupo. Al estar varios metros lejos, revolví mi cabello, sin embargo, luego acaricié mi mentón, hasta llegar a la parte trasera del castillo. Solté un suspiro con fuerza, empuñando mis manos, mientras que en la mitad de mis cejas, que emanaban enojo, se brotaban varias venas, al igual que mi mano. Mis tendones se expandieron, y en serio me sentía enfurecido. Revisé por el lugar, hasta que encontré la parte baja donde podría descender. Subí mi barbilla, observando el firmamento del mismo color de mis ojos. -*Como sea... Quizá mejore mi suerte.*-Vi el fondo de la zona, y reflexioné en mi mente, buscando la forma de bajar. Me hice de cuclillas y saqué una moneda, para dejarla caer, con el fin de saber la altura de ésta. Escuché el ruido en la profundidad. Salté, sin más preámbulo, cayendo de pie, aunque el impacto hizo que mis huesos se estremecieran, y el dolor fue terrible. Me recuperé rápido, para luego ver el pasillo tan extendido. No pasaron más de algunos segundos, cuando capté el hedor de allí. Imaginé que sería horrible, pero al menos lograba respirar y sin tener que taparme la nariz. -Vaya... Al menos son algo higiénicos...-Susurré por lo bajo, dando pasos hacia adelante, con los brazos cruzados. Avancé con calma, revisando a mis alrededores. La familia de ratones del tamaño de un perro se desplazaban con suma tranquilidad. Los ignoré, siguiendo con el trabajo. La oscuridad no me dejaba ver absolutamente nada, no teniendo otra opción que buscar algún palo.
Agarré una barra de madera que estaba en el suelo, y con velocidad, empecé a rasparla contra el asfalto enrocado, que hacía chispas y finalmente se hizo el fuego. Lo coloqué en una pared, esperando saber a cuántos radios alcanzaría la luz. ¿Por qué no la llevé conmigo, como una antorcha?. Fácil, un vampiro no debería estar tan cerca de una llamarada y también llamaría mucho la atención. Mi paciencia se estaba terminando y nada que cruzaba todo el túnel. Decidí en correr, pero cuando mis pasos hicieron eco, un guardia se asomó por el pasadizo, haciendo que mi cuerpo se pegase contra la pared, inclinado bajo una caja que reposaba a la izquierda. Respiré agitado. El soldado se acercaba lentamente, algo inseguro de lo que vio. -¿Quién está aquí?, muéstrese, por favor.-Vociferó el tipo, que temblaba con suma exageración... Lo alcanzaba a oír, sus inhalaciones eran de un crío miedoso. -¿A...Agard?, ¿eres tú?. No juegues conmigo, por favor...-Tartamudeó, acercándose con una vela. Su espada se escuchaba, haciendo un sonido consistente... Eso daba a entender que las piernas del pobre muchacho tenían un seísmo. Iba a soltar una carcajada... ¿En serio mandaron a un hombre como éste a cuidar de las alcantarillas?, ¿Qué clase de idiota escogió eso?. Ahora era el momento de decidir en qué haría con el joven. No sabía si matarlo, o dejarlo inconsciente. Sea cual sea, desenvainé mi espada hasta la mitad, con intención de luchar si era necesario.
Sentí la mano de la licántropa, deseándome suerte. Le devolví el guiño, pero no murmuré nada al respecto, simplemente comencé a alejarme del grupo. Al estar varios metros lejos, revolví mi cabello, sin embargo, luego acaricié mi mentón, hasta llegar a la parte trasera del castillo. Solté un suspiro con fuerza, empuñando mis manos, mientras que en la mitad de mis cejas, que emanaban enojo, se brotaban varias venas, al igual que mi mano. Mis tendones se expandieron, y en serio me sentía enfurecido. Revisé por el lugar, hasta que encontré la parte baja donde podría descender. Subí mi barbilla, observando el firmamento del mismo color de mis ojos. -*Como sea... Quizá mejore mi suerte.*-Vi el fondo de la zona, y reflexioné en mi mente, buscando la forma de bajar. Me hice de cuclillas y saqué una moneda, para dejarla caer, con el fin de saber la altura de ésta. Escuché el ruido en la profundidad. Salté, sin más preámbulo, cayendo de pie, aunque el impacto hizo que mis huesos se estremecieran, y el dolor fue terrible. Me recuperé rápido, para luego ver el pasillo tan extendido. No pasaron más de algunos segundos, cuando capté el hedor de allí. Imaginé que sería horrible, pero al menos lograba respirar y sin tener que taparme la nariz. -Vaya... Al menos son algo higiénicos...-Susurré por lo bajo, dando pasos hacia adelante, con los brazos cruzados. Avancé con calma, revisando a mis alrededores. La familia de ratones del tamaño de un perro se desplazaban con suma tranquilidad. Los ignoré, siguiendo con el trabajo. La oscuridad no me dejaba ver absolutamente nada, no teniendo otra opción que buscar algún palo.
Agarré una barra de madera que estaba en el suelo, y con velocidad, empecé a rasparla contra el asfalto enrocado, que hacía chispas y finalmente se hizo el fuego. Lo coloqué en una pared, esperando saber a cuántos radios alcanzaría la luz. ¿Por qué no la llevé conmigo, como una antorcha?. Fácil, un vampiro no debería estar tan cerca de una llamarada y también llamaría mucho la atención. Mi paciencia se estaba terminando y nada que cruzaba todo el túnel. Decidí en correr, pero cuando mis pasos hicieron eco, un guardia se asomó por el pasadizo, haciendo que mi cuerpo se pegase contra la pared, inclinado bajo una caja que reposaba a la izquierda. Respiré agitado. El soldado se acercaba lentamente, algo inseguro de lo que vio. -¿Quién está aquí?, muéstrese, por favor.-Vociferó el tipo, que temblaba con suma exageración... Lo alcanzaba a oír, sus inhalaciones eran de un crío miedoso. -¿A...Agard?, ¿eres tú?. No juegues conmigo, por favor...-Tartamudeó, acercándose con una vela. Su espada se escuchaba, haciendo un sonido consistente... Eso daba a entender que las piernas del pobre muchacho tenían un seísmo. Iba a soltar una carcajada... ¿En serio mandaron a un hombre como éste a cuidar de las alcantarillas?, ¿Qué clase de idiota escogió eso?. Ahora era el momento de decidir en qué haría con el joven. No sabía si matarlo, o dejarlo inconsciente. Sea cual sea, desenvainé mi espada hasta la mitad, con intención de luchar si era necesario.
Paul Brown Moreau
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
En medio de un largo y amplio pasillo, el vampiro se incorporó para levantarse del suelo y echó un vistazo general a la estancia, al menos hasta donde le llegaba la vista. Las enormes paredes que poseía aquella mansión estaban adornadas con los más clásicos y distinguidos cuadros, aunque Erzsébeth poseía pocos conocimientos acerca de pinturas gracias a las enseñanzas de Cassandra, podía deducir que, sin duda alguna, muchas de las mejores obras de arte de toda Lunargenta descansaban colgando de los fuertes muros que protegían aquella casa. El dinero mueve montañas, pensó, a la vez que deslizaba los dedos por uno de los cuadros, en los cuales se detallaba una batalla de proporciones épicas. Se decidió a caminar, encontrando a su paso muchas mesillas en las que estaban dispuestos jarrones con excéntricos dibujos, vasijas de todo tipo, más grandes unas y más diminutas otras, pero siempre igual de sofisticadas, incluso alguna estatuilla reposaba, silenciosa, bajo el manto nocturno sobre aquellas mesas de ébano, como deseando pasar desapercibida para los ladrones.
A medida que avanzaba, iba encontrando puertas. Algunas abiertas, otras cerradas, pero todas eran investigadas por igual; en las abiertas entraba por un segundo y escudriñaba la estancia hasta decidir si valía la pena o no entrar e inspeccionar, y en las cerradas, una vez forzada la cerradura y pudiendo entrar, tomaba la dura decisión de ignorar las cajas fuertes y blindadas que esconderían las ganancias del tal Heber. En la mayoría de habitaciones no había nada que investigar, la mayoría estaban repletas de artilugios y preciosidades que bien valdrían en un mercado, pero que poca información podían brindarle al vampiro. Suspiró con vehemencia y de la frustración casi pasa por alto que el pasillo había terminado.
Una puerta de madera ornamentada con dibujos abstractos se alzaba imponente ante él. Pegó la cabeza a la puerta, tratando de escuchar si alguien se escondía tras ella, mas no oyó un ruido y trató de abrirla. Estaba cerrada y no fue tan fácil de forzar como las otras. Una vez logró su cometido, la abrió con sumo cuidado, siempre yendo a gachas para evitar ser visto por algún indeseado escurridizo, y por fin encontró algo de su gusto.
Era, al parecer, la sala de reuniones. Una alfombra roja serigrafiada con el apellido de la casa en sus bordes hacía de anfitrión para la entrada del cazador noctívago, cerró la puerta tras de sí y caminó por fuera de la alfombra; sus zapatos podían dejar huellas y no quería que, de momento, nadie supiese de su existencia en aquella mansión que en unos momentos podía ser la testigo de una catástrofe familiar en toda regla. Varias estanterías de metros de longitud plagadas de dossieres y carpetas estaban ancladas a las paredes, y justo detrás del escritorio una ventana dejaba ver las afueras de la casa. Si te asomabas, a lo lejos, podías ver otra parte de la mansión. Erzsébeth deseaba que nadie viese su figura moverse desde la lejanía, o estaría en serios problemas. De todas formas, llevaba un rato escuchando estruendos que le perturbaban, y la prisa se apoderaba de él.
Lo primero que analizó fueron los documentos que yacían sobre el escritorio. Eran contratos firmados y sin firmar de hacía varios días y semanas, al parecer todavía estaban llegando a acuerdos y solo uno de los de la mesa era relevante, el que llevaba la firma de Heber y que tenía anotado "concretado". Lo tomó entre las manos, lo dobló en dos y lo guardó en su mochila, junto con la nota que Bio le había dejado al anochecer para reencontrarse tras sus respectivas misiones de espionaje. No vio nada de vital importancia en el escritorio, registró las gavetas y solo encontró plumas y papeles en blanco, algunos documentos de contabilidad y nada más.
Las estanterías ofrecían dossieres completos de negocios pasados, pero que tenían relevancia y seguían vigentes hoy por hoy. Le llamó la atención uno en concreto que ponía en negras y delicadas letras "Sacrestic", el cual hablaba de unos negocios que habían resultado muy fructíferos, la forma en la que había ejecutado "el trabajo" y cuánto y cómo había cobrado. Se lo guardó también en la mochila, además de otras cuantas carpetas acerca de la fortuna Castegliani y sus socios habituales, seguramente Manuela los investigaría y sabría darles uso.
Unos ruidos empezaban a inquietarle. Corrió hacia la puerta del final de la sala de reuniones y, con cuidado, la cerró, apoyando su espalda contra la misma y suspirando con alivio. O alguien seguía sus pasos o es que estaba realmente paranoico. Cuando quiso darse cuenta, se encontraba ante otro pasillo igual que el anterior, aunque este presentaba nuevos cuadros y jarrones. Y un guardia estaba asomado por una ventana abierta, observando el cielo nocturno y, quizá, buscando intrusos. Con sumo cuidado y sigilo, se aproximó hasta la espalda del joven soldado. Como no sabía si abajo habría alguien observando, clavó sus colmillos en el cuello del hombre a la vez que tapaba su boca suavemente con su mano, una vez la parálisis hizo efecto, utilizó el cuerpo del guardia de escudo para no ser visto y poder asomarse hacia abajo.
No había nadie a los alrededores, y unos arbustos estaban perfectamente colocados bajo la ventana. No se lo pensó dos veces y, tras succionar todo lo que quedaba de sangre del pobre muchacho, lanzó el cadáver con precisión hacia los setos, cayendo y ocultándose entre las hojas y el manto de la noche. El ruido que hizo el cuerpo al impactar contra las hojas se disimuló con perfección con el viento que acechaba la mansión de Castegliani, para cuando lo hubiesen descubierto él ya se habría ido. Se limpió con los guantes la boca y el éxtasis no tardó en llegar.
Ahora caminaba más rápido a través de los pasillos, se sentía más seguro y, sobretodo, era letal.
A medida que avanzaba, iba encontrando puertas. Algunas abiertas, otras cerradas, pero todas eran investigadas por igual; en las abiertas entraba por un segundo y escudriñaba la estancia hasta decidir si valía la pena o no entrar e inspeccionar, y en las cerradas, una vez forzada la cerradura y pudiendo entrar, tomaba la dura decisión de ignorar las cajas fuertes y blindadas que esconderían las ganancias del tal Heber. En la mayoría de habitaciones no había nada que investigar, la mayoría estaban repletas de artilugios y preciosidades que bien valdrían en un mercado, pero que poca información podían brindarle al vampiro. Suspiró con vehemencia y de la frustración casi pasa por alto que el pasillo había terminado.
Una puerta de madera ornamentada con dibujos abstractos se alzaba imponente ante él. Pegó la cabeza a la puerta, tratando de escuchar si alguien se escondía tras ella, mas no oyó un ruido y trató de abrirla. Estaba cerrada y no fue tan fácil de forzar como las otras. Una vez logró su cometido, la abrió con sumo cuidado, siempre yendo a gachas para evitar ser visto por algún indeseado escurridizo, y por fin encontró algo de su gusto.
Era, al parecer, la sala de reuniones. Una alfombra roja serigrafiada con el apellido de la casa en sus bordes hacía de anfitrión para la entrada del cazador noctívago, cerró la puerta tras de sí y caminó por fuera de la alfombra; sus zapatos podían dejar huellas y no quería que, de momento, nadie supiese de su existencia en aquella mansión que en unos momentos podía ser la testigo de una catástrofe familiar en toda regla. Varias estanterías de metros de longitud plagadas de dossieres y carpetas estaban ancladas a las paredes, y justo detrás del escritorio una ventana dejaba ver las afueras de la casa. Si te asomabas, a lo lejos, podías ver otra parte de la mansión. Erzsébeth deseaba que nadie viese su figura moverse desde la lejanía, o estaría en serios problemas. De todas formas, llevaba un rato escuchando estruendos que le perturbaban, y la prisa se apoderaba de él.
Lo primero que analizó fueron los documentos que yacían sobre el escritorio. Eran contratos firmados y sin firmar de hacía varios días y semanas, al parecer todavía estaban llegando a acuerdos y solo uno de los de la mesa era relevante, el que llevaba la firma de Heber y que tenía anotado "concretado". Lo tomó entre las manos, lo dobló en dos y lo guardó en su mochila, junto con la nota que Bio le había dejado al anochecer para reencontrarse tras sus respectivas misiones de espionaje. No vio nada de vital importancia en el escritorio, registró las gavetas y solo encontró plumas y papeles en blanco, algunos documentos de contabilidad y nada más.
Las estanterías ofrecían dossieres completos de negocios pasados, pero que tenían relevancia y seguían vigentes hoy por hoy. Le llamó la atención uno en concreto que ponía en negras y delicadas letras "Sacrestic", el cual hablaba de unos negocios que habían resultado muy fructíferos, la forma en la que había ejecutado "el trabajo" y cuánto y cómo había cobrado. Se lo guardó también en la mochila, además de otras cuantas carpetas acerca de la fortuna Castegliani y sus socios habituales, seguramente Manuela los investigaría y sabría darles uso.
Unos ruidos empezaban a inquietarle. Corrió hacia la puerta del final de la sala de reuniones y, con cuidado, la cerró, apoyando su espalda contra la misma y suspirando con alivio. O alguien seguía sus pasos o es que estaba realmente paranoico. Cuando quiso darse cuenta, se encontraba ante otro pasillo igual que el anterior, aunque este presentaba nuevos cuadros y jarrones. Y un guardia estaba asomado por una ventana abierta, observando el cielo nocturno y, quizá, buscando intrusos. Con sumo cuidado y sigilo, se aproximó hasta la espalda del joven soldado. Como no sabía si abajo habría alguien observando, clavó sus colmillos en el cuello del hombre a la vez que tapaba su boca suavemente con su mano, una vez la parálisis hizo efecto, utilizó el cuerpo del guardia de escudo para no ser visto y poder asomarse hacia abajo.
No había nadie a los alrededores, y unos arbustos estaban perfectamente colocados bajo la ventana. No se lo pensó dos veces y, tras succionar todo lo que quedaba de sangre del pobre muchacho, lanzó el cadáver con precisión hacia los setos, cayendo y ocultándose entre las hojas y el manto de la noche. El ruido que hizo el cuerpo al impactar contra las hojas se disimuló con perfección con el viento que acechaba la mansión de Castegliani, para cuando lo hubiesen descubierto él ya se habría ido. Se limpió con los guantes la boca y el éxtasis no tardó en llegar.
Ahora caminaba más rápido a través de los pasillos, se sentía más seguro y, sobretodo, era letal.
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
La oscuridad se había extendido sobre la casa y sus territorios aledaños. La operación había comenzado. Sin poder hacer más al respecto, esperaba que nuestros más recientes integrantes pudieran desempeñar un buen papel dentro de este trabajo y sus habilidades fueran optimas y adecuadas para llegar a concluir el primer paso. Una vez que estuve cerca de la entrada, agaché la cabeza y proseguí con pequeños y silenciosos pasos hasta llegar a uno de las grandes columnas de roca para cubrir mi posición. Con cuidado, asomé la mirada hacia el interior del jardín, pero antes de que pudiera analizar el terreno, me percate de la cercana presencia de un guardia quien bostezaba y estiraba sus brazos para ahuyentar la pereza, hecho que me tomo por sorpresa y me obligo a retroceder. La columna de roca y la estructura de metal era lo que nos separaba, lo único que garantizaba su seguridad solo por ahora.
Sin una herramienta que sirviera para la diligencia ni algún objeto cercano que me ayudara a superar la altura y amenazante estructura de la cerca, tenía que buscar otras opciones. A algunos metros, no muy lejos de ahí, un árbol se erguía apacible, cuya frondosidad solo era superada por su altura, pero había un problema. Si bien su estatura era mayor a la de la cerca, su posición se mantenía demasiado alejada como para intentar saltar y así llegar hasta el interior del jardín. Sin dudas, pensar en ello solo podría llegar a la trastornada cabeza de un suicida o mejor aun, a la mente de un asesino. En poco tiempo, mis ideas enlazaron al guardia al otro lado de la cerca del cual podría sacar provecho ante el inminente peligro de la caída.
Sin perder más el tiempo, me dirigí hacia el árbol para trepar sus ramas con cuidado. Debía encontrar el lugar indicado para posarme. Las ramas más altas representaban un riesgo mayor debido a la poca resistencia en su cuerpo. Solo un par de ramas parecían las perfectas candidatas para mi travesía, ahora solo debía aguardar hasta el momento indicado. El centinela se movía de un lado hacia otro de vez en cuando para descansar de su posición y mantener el estado de alerta. El despistado sujeto comenzó con su marcha tranquilamente sin sospechar lo que pronto vendría. Respiré hondo y mantuve serenidad hasta el momento preciso. Un paso en falso y pondría en riesgo a mis compañeros y terminaría como una brocheta sobre uno de los terribles filos del acero.
Mis pies despegaron como una hoja agitada por una ráfaga de viento, la rama tembló violentamente, amenazando con romperse mas no lo hizo. Haciendo acopio de todas mis fuerzas, el impulso de mi carrera apenas fue suficiente para superar el peligro. Aterricé justo sobre el cuerpo del guardia quien quedo atónito ante mi caída. Los dos caímos al suelo con fuerza, pero mi objetivo se llevaría el mayor daño. Sosteniendo su cabeza, el sujeto intentaba reincorporarse torpemente. - ¿Qué..? Mascullo mientras se tambaleaba. En mejor estado, me adelanté a sus acciones y lo tome por el cuello con la diestra mientras mi mano libre se encargaba de cubrir su boca y nariz. El sujeto forcejeo por liberarse con admirable determinación, pero sus intentos fueron en vano. Poco a poco, su conciencia se desvaneció por la falta de oxigeno hasta que su cuerpo permaneció inerte. No estaba muerto, solo había perdido la conciencia. Lo tomé por los brazos y lo arrastré hasta los arbustos para ocultar su rastro.
Ahora estaba en los territorios de la mansión. Debía encontrar una forma de entrar en la casa, pero antes iría hacia el jardín a intentar recolectar algunas muestras. El calzado de los guardias emitían un claro sonido a través del golpe contra el empedrado camino, eso facilitaría conocer su posición y mantenerme fuera de su alcance. Procuré avanzar sobre la hierba para amortiguar mis pasos. Sorteando mi posición entre arbustos frondosos y cúmulos de flores, me escurrí hasta la proximidad del [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], árbol caracterizado por su peculiar aroma y la abundancia de sus pétalos. Solo necesitaba un puño de sus pequeñas florerillas y podría continuar. Inquieto al cerciorarme de la posición de las nubes, me apresuré a ir por el siguiente espécimen. Cerca de los guardias, la [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] crecía majestuosa en la tierra. La presencia de los hombre me mantenía alejado, mi cercanía a ellos podría delatarme y entonces la misión mermaría. Por suerte, tras ellas, una hilera de arbustos retocados en figuras geométricas se posaban a modo de un perfecto escondite. En silencio, me aproximé hasta los arbustos sin ser descubierto. Tomé uno de mis cuchillos y lo adelanté con mi brazo para cortar un par de flores. Uno de los guardias giro la mirada. - ¿Has oído eso? Pregunto a su compañero. - No ha sido nada, debes calmar tus nervios. Aseveró él mientras se rascaba la barbilla.
Respiré aliviado cuando el estado de alerta murió y me apresuré hacia la casa. Ventanas y puertas se mantenían cerradas, naturalmente. Debía encontrar la forma de entrar a la casa. La puerta principal estaba altamente custodiada para intentar forjar la cerradura, por lo que rápidamente descarte esa opción. Tardé algunos momentos inspeccionando los alrededores, pero finalmente, pude divisar una pequeña trampilla justo al pie de la mansión. Me aproximé hacia ella e intente comprobar si estaba cerrada. - Perfecto, alguien olvido cerrar el sótano. Susurré con crudo disimulo. Me senté frente a la rendija y adelante mis pies hacia la apertura. Con precaución, me colé hasta el interior con astucia. Según lo dictaba mi percepción, caí por un par de metros hasta encontrar el suelo. La habitación se mantenía oscura y la humedad abundaba en su interior. En el otro extremo, una delgada línea de tenue luz se infiltraba por algunas hendiduras a un par de metros sobre el suelo, probablemente la puerta. Ahora solo debía salir de ahí, encontrar algo de luz para hacer mi preparación y reunirme con el resto en el salón principal.
Sin una herramienta que sirviera para la diligencia ni algún objeto cercano que me ayudara a superar la altura y amenazante estructura de la cerca, tenía que buscar otras opciones. A algunos metros, no muy lejos de ahí, un árbol se erguía apacible, cuya frondosidad solo era superada por su altura, pero había un problema. Si bien su estatura era mayor a la de la cerca, su posición se mantenía demasiado alejada como para intentar saltar y así llegar hasta el interior del jardín. Sin dudas, pensar en ello solo podría llegar a la trastornada cabeza de un suicida o mejor aun, a la mente de un asesino. En poco tiempo, mis ideas enlazaron al guardia al otro lado de la cerca del cual podría sacar provecho ante el inminente peligro de la caída.
Sin perder más el tiempo, me dirigí hacia el árbol para trepar sus ramas con cuidado. Debía encontrar el lugar indicado para posarme. Las ramas más altas representaban un riesgo mayor debido a la poca resistencia en su cuerpo. Solo un par de ramas parecían las perfectas candidatas para mi travesía, ahora solo debía aguardar hasta el momento indicado. El centinela se movía de un lado hacia otro de vez en cuando para descansar de su posición y mantener el estado de alerta. El despistado sujeto comenzó con su marcha tranquilamente sin sospechar lo que pronto vendría. Respiré hondo y mantuve serenidad hasta el momento preciso. Un paso en falso y pondría en riesgo a mis compañeros y terminaría como una brocheta sobre uno de los terribles filos del acero.
Mis pies despegaron como una hoja agitada por una ráfaga de viento, la rama tembló violentamente, amenazando con romperse mas no lo hizo. Haciendo acopio de todas mis fuerzas, el impulso de mi carrera apenas fue suficiente para superar el peligro. Aterricé justo sobre el cuerpo del guardia quien quedo atónito ante mi caída. Los dos caímos al suelo con fuerza, pero mi objetivo se llevaría el mayor daño. Sosteniendo su cabeza, el sujeto intentaba reincorporarse torpemente. - ¿Qué..? Mascullo mientras se tambaleaba. En mejor estado, me adelanté a sus acciones y lo tome por el cuello con la diestra mientras mi mano libre se encargaba de cubrir su boca y nariz. El sujeto forcejeo por liberarse con admirable determinación, pero sus intentos fueron en vano. Poco a poco, su conciencia se desvaneció por la falta de oxigeno hasta que su cuerpo permaneció inerte. No estaba muerto, solo había perdido la conciencia. Lo tomé por los brazos y lo arrastré hasta los arbustos para ocultar su rastro.
Ahora estaba en los territorios de la mansión. Debía encontrar una forma de entrar en la casa, pero antes iría hacia el jardín a intentar recolectar algunas muestras. El calzado de los guardias emitían un claro sonido a través del golpe contra el empedrado camino, eso facilitaría conocer su posición y mantenerme fuera de su alcance. Procuré avanzar sobre la hierba para amortiguar mis pasos. Sorteando mi posición entre arbustos frondosos y cúmulos de flores, me escurrí hasta la proximidad del [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], árbol caracterizado por su peculiar aroma y la abundancia de sus pétalos. Solo necesitaba un puño de sus pequeñas florerillas y podría continuar. Inquieto al cerciorarme de la posición de las nubes, me apresuré a ir por el siguiente espécimen. Cerca de los guardias, la [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] crecía majestuosa en la tierra. La presencia de los hombre me mantenía alejado, mi cercanía a ellos podría delatarme y entonces la misión mermaría. Por suerte, tras ellas, una hilera de arbustos retocados en figuras geométricas se posaban a modo de un perfecto escondite. En silencio, me aproximé hasta los arbustos sin ser descubierto. Tomé uno de mis cuchillos y lo adelanté con mi brazo para cortar un par de flores. Uno de los guardias giro la mirada. - ¿Has oído eso? Pregunto a su compañero. - No ha sido nada, debes calmar tus nervios. Aseveró él mientras se rascaba la barbilla.
Respiré aliviado cuando el estado de alerta murió y me apresuré hacia la casa. Ventanas y puertas se mantenían cerradas, naturalmente. Debía encontrar la forma de entrar a la casa. La puerta principal estaba altamente custodiada para intentar forjar la cerradura, por lo que rápidamente descarte esa opción. Tardé algunos momentos inspeccionando los alrededores, pero finalmente, pude divisar una pequeña trampilla justo al pie de la mansión. Me aproximé hacia ella e intente comprobar si estaba cerrada. - Perfecto, alguien olvido cerrar el sótano. Susurré con crudo disimulo. Me senté frente a la rendija y adelante mis pies hacia la apertura. Con precaución, me colé hasta el interior con astucia. Según lo dictaba mi percepción, caí por un par de metros hasta encontrar el suelo. La habitación se mantenía oscura y la humedad abundaba en su interior. En el otro extremo, una delgada línea de tenue luz se infiltraba por algunas hendiduras a un par de metros sobre el suelo, probablemente la puerta. Ahora solo debía salir de ahí, encontrar algo de luz para hacer mi preparación y reunirme con el resto en el salón principal.
Última edición por Johannes el Mar Ago 18 2015, 22:36, editado 1 vez
Johannes
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
Se trataba de un guardia, uno solo que se había rezagado de los dos anteriores que ya habían pasado. Llegaba jadeante y bastante sucio. Podía ver como su transpiración se elevaba de su cuerpo en medio de la oscuridad, apestaba como un chivo. Arrugué mi hocico, si había algo en un humano que me quitaba las ganas, era que apestara de ese modo. Me mantuve quieta, respirando profundamente para acallar mi corazón. Se veía exaltado, por unos instantes había sido lo suficientemente tonta como para creer que su apuro y aquél estado de excitación se debía a un problema doméstico… no, claro que no.
Cuando pasó frente a mi vi sus manos, tenían tierra… tierra y sangre, sangre que claramente no era de él, sino del muerto que había escondido. Detenganse, deten… gritaba casi sin aliento, entre parándose cada pocos pasos. Se veía joven, no más de veintiocho años. Más atlético que el tipo fuerte. Los otros dos que habían pasado antes se habían peridod de vista tras el recodo de la casa. Salí como una sombra bajo el velo de las nubes que cubrían a la Luna y como una sombra le abracé, cubriéndolo todo, eclipsando su luz. Su última expresión fue una de sorpresa y miedo entremezclados. Petrificados eternamente en su rostro que no volvería a dejar de estar pálido jamás. La sangre lentamente se filtraba por el agujero que había quedado en su garganta mientras sin demora lo cargaba a mi espalda y lo llevaba al lugar donde yo me había escondido minutos atrás.
Todo iba bastante bien. Excepto porque ya llevaba un muerto y uno que no era mío a mis espaldas. Lo bueno era que el que yo había despachado estaba a buen resguardo. Me relamí el hocico observando el perímetro alrededor. Olfatee con precaución el aire en busca de algo que mis ojos hubiesen dejado pasar y al no encontrar nada, comencé a trepar hacia el primer piso a través de las guías. Era un trabajo difícil, eso de escalar no era algo para lo que los licántropos estuviésemos hechos. Meter las patas entre las guías era una ardua labor, no hacer ruido era peor, como gruñir estaba prohibido me contenté con apretar los dientes y escalar como si mi vida dependiese de ello. Estando por la mitad del camino, los dos guardias que mi finado había estado persiguiendo pasaron hacia atrás, al parecer buscaban al tercero. Más les valía que no lo buscaran demasiado o se les unirían pronto en el más allá que en el más acá.
Traté de mantenerme lo más quieta posible, el viento estaba algo fuerte y no sería difícil que levantasen sus cabezas por algún miedo infundado y encontrasen a una mujer lobo escapando por su ventana. Lo más común y corriente en la vida. Entonces, la frágil celosía que ofrecía de guía cedió bajo el peso de mi pie derecho, con un fuerte “crack” mierda pensé agarrándome fuertemente y cambiando mi peso. El pequeño pedazo de madera cayó al vacío a un par de metros de ellos. La caída era lenta y mientras lo veía girar y trazar el ángulo antes de caer pensaba en tirarme sobre ellos y hacer un ataque sorpresa. No esperarían a un licántropo volador… esperaba.
Pero nada de eso fue necesario, puesto que la madera cayó tras ellos justo cuando retomaban su camino en medio de una conversación en voz baja. Volví a respirar profundamente, levanté la cabeza y busqué mi objetivo. Me quedaban unos tres metros en diagonal hacia la derecha y arriba para llegar al balcón y luego a la ventana. Pan comido. Una vez puse un pie en la casa, sentí que la mitad de la misión estaba realizada. El aire estaba cargado de esencias, casi tanto como la habitación donde me encontraba de objetos poco prácticos e inútiles, puros adornos vanidosos de la sociedad humana. Trofeos por llamarlos de algún modo. Que mal… su dueño no podría llevárselos al lugar a donde se mudaría.
Sigilosamente abrí la única puerta que daba a un pasillo y siguiendo mi olfato me dirigí hacia el lugar de donde provenía el aire más fresco: la recepción.
Cuando pasó frente a mi vi sus manos, tenían tierra… tierra y sangre, sangre que claramente no era de él, sino del muerto que había escondido. Detenganse, deten… gritaba casi sin aliento, entre parándose cada pocos pasos. Se veía joven, no más de veintiocho años. Más atlético que el tipo fuerte. Los otros dos que habían pasado antes se habían peridod de vista tras el recodo de la casa. Salí como una sombra bajo el velo de las nubes que cubrían a la Luna y como una sombra le abracé, cubriéndolo todo, eclipsando su luz. Su última expresión fue una de sorpresa y miedo entremezclados. Petrificados eternamente en su rostro que no volvería a dejar de estar pálido jamás. La sangre lentamente se filtraba por el agujero que había quedado en su garganta mientras sin demora lo cargaba a mi espalda y lo llevaba al lugar donde yo me había escondido minutos atrás.
Todo iba bastante bien. Excepto porque ya llevaba un muerto y uno que no era mío a mis espaldas. Lo bueno era que el que yo había despachado estaba a buen resguardo. Me relamí el hocico observando el perímetro alrededor. Olfatee con precaución el aire en busca de algo que mis ojos hubiesen dejado pasar y al no encontrar nada, comencé a trepar hacia el primer piso a través de las guías. Era un trabajo difícil, eso de escalar no era algo para lo que los licántropos estuviésemos hechos. Meter las patas entre las guías era una ardua labor, no hacer ruido era peor, como gruñir estaba prohibido me contenté con apretar los dientes y escalar como si mi vida dependiese de ello. Estando por la mitad del camino, los dos guardias que mi finado había estado persiguiendo pasaron hacia atrás, al parecer buscaban al tercero. Más les valía que no lo buscaran demasiado o se les unirían pronto en el más allá que en el más acá.
Traté de mantenerme lo más quieta posible, el viento estaba algo fuerte y no sería difícil que levantasen sus cabezas por algún miedo infundado y encontrasen a una mujer lobo escapando por su ventana. Lo más común y corriente en la vida. Entonces, la frágil celosía que ofrecía de guía cedió bajo el peso de mi pie derecho, con un fuerte “crack” mierda pensé agarrándome fuertemente y cambiando mi peso. El pequeño pedazo de madera cayó al vacío a un par de metros de ellos. La caída era lenta y mientras lo veía girar y trazar el ángulo antes de caer pensaba en tirarme sobre ellos y hacer un ataque sorpresa. No esperarían a un licántropo volador… esperaba.
Pero nada de eso fue necesario, puesto que la madera cayó tras ellos justo cuando retomaban su camino en medio de una conversación en voz baja. Volví a respirar profundamente, levanté la cabeza y busqué mi objetivo. Me quedaban unos tres metros en diagonal hacia la derecha y arriba para llegar al balcón y luego a la ventana. Pan comido. Una vez puse un pie en la casa, sentí que la mitad de la misión estaba realizada. El aire estaba cargado de esencias, casi tanto como la habitación donde me encontraba de objetos poco prácticos e inútiles, puros adornos vanidosos de la sociedad humana. Trofeos por llamarlos de algún modo. Que mal… su dueño no podría llevárselos al lugar a donde se mudaría.
Sigilosamente abrí la única puerta que daba a un pasillo y siguiendo mi olfato me dirigí hacia el lugar de donde provenía el aire más fresco: la recepción.
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
Los guardias, que habían tomado caminos diferentes, habían llegado al final de sus recorridos, ambos miraban hacia direcciones puestas, quedando completamente de espaldas al elfo, era el momento indicado, Destino corrió de prisa hacia la única ventana en el extremo final del invernadero, justo al lado contrario de la pequeña puerta por donde había entrado y que ante la falta de tiempo no era una buena opción, pues quedaba justo en dirección opuesta y perdería demasiado tiempo, la pequeña ventana era la mejor opción, además el elfo era ágil y delgado, podría atravesar la ventana de un rápido salto así que sin pensarlo dos veces calculó la distancia mientras corría y se lanzó a través de la ventana intentando no chocar con nada hasta que cayó del otro lado donde acabó dando una voltereta en el piso y luego se levantó de inmediato corriendo hacia la ventana que había visto antes.
No tenía mucho tiempo que perder, los guardias iban a voltear en cualquier momento, así que debía llegar a la ventana tan pronto como fuera posible y saltar a través de ella, sin embargo, al estar cerca de la ventana una figura apareció dentro de ella, Destino había dado por hecho que la habitación estaba vacía, gran error, y ahora debería enfrentar las consecuencias, sin embargo, el sujeto en la ventana parecía estar tan sorprendido como el elfo, pues lo miraba acercarse sin señales de poder hacer nada, Destino por su parte, ya no podría detenerse, estaba demasiado cerca y a mucha velocidad, además, detenerse implicaría ser visto por los guardias que ya comenzaban a girar sus cuerpos; en unos instantes que parecieron eternos, el asesino decidió lanzarse contra el sujeto y tras cruzar la ventana lo llevó consigo al piso y antes que pudiera gritar pidiendo ayuda estiró los dedos de la mano izquierda y usó las filosas agujas del guante metálico para perforar y destruir la garganta de aquel hombre que murió en unos instantes ahogado en su propia sangre.
Ahora el problema era otro, la escena resultaba demasiado llamativa, así que se giró en el piso hacia un lado y se levantó pegado a la pared para evitar ser visto por los guardias que hacían recorridos afuera, a unos pocos metros, en un rincón de aquella habitación, habían algunos barriles rebosantes de harina, pero un par de ellos parecían estar vacíos, así que llevó al sujeto hasta allí tan rápido como pudo, pues el precio de su velocidad y destreza era la poca fuerza con la que había sido premiado, dejó caer al sujeto en el barril y luego lo empujó para que los pies, que hasta ahora se habían resistido a entrar, se dejaran ocultar igual que el resto del cuerpo, finalmente tras el sonido de algunos huesos rotos el cadáver contorsionado quedó oculto dentro del barril, pero tal vez eso no era suficiente precaución, necesitaba llenar ese barril con harina para terminar de ocultar el cuerpo, y levantar uno de los barriles llenos era una locura, así que haló uno de los barriles inclinándolo hasta vaciar una parte del contenido en el suelo, justo sobre el pequeño charco de sangre que había dejado el sujeto, ya con menos peso, puso vaciar la harina del barril sobre el cadáver cubriéndolo por completo, ahora ya no habría ningún rasgo, aunque se encontraba casi cubierto de harina.
Finalmente estaba dentro de la casa, pero había perdido demasiado tiempo, seguro al llegar ya todos le estarían esperando, así que abrió la puerta de aquella sala y pudo ver frente a él un largo pasillo con algunas puertas alrededor, donde al final, se podía ver una sala grande y muy ornamentada, seguro era el salón principal, aunque había otro problema, un nuevo guardia venía corriendo por el pasillo justo hacia donde el elfo se encontraba -Maldición- Murmuró el elfo mientras retrocedía para esconderse detrás de la puerta hasta que el sujeto entrara, pensaba matarlo también, aunque perdería demasiado tiempo escondiéndolo también, en lugar de eso, miró alrededor buscando algún objeto contundente con lo que pudiera golpearlo y lo encontró colgando muy cerca de él, una dura y pesada sartén sería el arma indicada, el guardia abrió la puerta sin prestar atención a la amenaza que le aguardaba y al notarlo ya fue demasiado tarde, la sartén se estrelló violentamente contra su cabeza desmayándolo al instante, afortunadamente el metal de la sartén era grueso y el ruido no fue mucho, dejó al guardia recostado a la pared como si solo durmiera y tras asegurarse de que no había nadie más, se dispuso a cruzar el pasillo hasta llegar al salón principal donde debía reunirse con sus compañeros...
No tenía mucho tiempo que perder, los guardias iban a voltear en cualquier momento, así que debía llegar a la ventana tan pronto como fuera posible y saltar a través de ella, sin embargo, al estar cerca de la ventana una figura apareció dentro de ella, Destino había dado por hecho que la habitación estaba vacía, gran error, y ahora debería enfrentar las consecuencias, sin embargo, el sujeto en la ventana parecía estar tan sorprendido como el elfo, pues lo miraba acercarse sin señales de poder hacer nada, Destino por su parte, ya no podría detenerse, estaba demasiado cerca y a mucha velocidad, además, detenerse implicaría ser visto por los guardias que ya comenzaban a girar sus cuerpos; en unos instantes que parecieron eternos, el asesino decidió lanzarse contra el sujeto y tras cruzar la ventana lo llevó consigo al piso y antes que pudiera gritar pidiendo ayuda estiró los dedos de la mano izquierda y usó las filosas agujas del guante metálico para perforar y destruir la garganta de aquel hombre que murió en unos instantes ahogado en su propia sangre.
Ahora el problema era otro, la escena resultaba demasiado llamativa, así que se giró en el piso hacia un lado y se levantó pegado a la pared para evitar ser visto por los guardias que hacían recorridos afuera, a unos pocos metros, en un rincón de aquella habitación, habían algunos barriles rebosantes de harina, pero un par de ellos parecían estar vacíos, así que llevó al sujeto hasta allí tan rápido como pudo, pues el precio de su velocidad y destreza era la poca fuerza con la que había sido premiado, dejó caer al sujeto en el barril y luego lo empujó para que los pies, que hasta ahora se habían resistido a entrar, se dejaran ocultar igual que el resto del cuerpo, finalmente tras el sonido de algunos huesos rotos el cadáver contorsionado quedó oculto dentro del barril, pero tal vez eso no era suficiente precaución, necesitaba llenar ese barril con harina para terminar de ocultar el cuerpo, y levantar uno de los barriles llenos era una locura, así que haló uno de los barriles inclinándolo hasta vaciar una parte del contenido en el suelo, justo sobre el pequeño charco de sangre que había dejado el sujeto, ya con menos peso, puso vaciar la harina del barril sobre el cadáver cubriéndolo por completo, ahora ya no habría ningún rasgo, aunque se encontraba casi cubierto de harina.
Finalmente estaba dentro de la casa, pero había perdido demasiado tiempo, seguro al llegar ya todos le estarían esperando, así que abrió la puerta de aquella sala y pudo ver frente a él un largo pasillo con algunas puertas alrededor, donde al final, se podía ver una sala grande y muy ornamentada, seguro era el salón principal, aunque había otro problema, un nuevo guardia venía corriendo por el pasillo justo hacia donde el elfo se encontraba -Maldición- Murmuró el elfo mientras retrocedía para esconderse detrás de la puerta hasta que el sujeto entrara, pensaba matarlo también, aunque perdería demasiado tiempo escondiéndolo también, en lugar de eso, miró alrededor buscando algún objeto contundente con lo que pudiera golpearlo y lo encontró colgando muy cerca de él, una dura y pesada sartén sería el arma indicada, el guardia abrió la puerta sin prestar atención a la amenaza que le aguardaba y al notarlo ya fue demasiado tarde, la sartén se estrelló violentamente contra su cabeza desmayándolo al instante, afortunadamente el metal de la sartén era grueso y el ruido no fue mucho, dejó al guardia recostado a la pared como si solo durmiera y tras asegurarse de que no había nadie más, se dispuso a cruzar el pasillo hasta llegar al salón principal donde debía reunirse con sus compañeros...
Última edición por Destino el Lun Feb 15 2016, 05:48, editado 1 vez
Destino
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
El anochecer me favorecía bastante, y de alguna manera recibía energía, la que justamente necesitaba para seguir con aquel alocado trabajo. Seguía recostado en la reluciente pared, completamente empapada de un líquido extraño. Mis piernas también estaban en cuclillas y con solamente una mano, lograba mantenerme equilibrado, sin caer de espalda. El guardia daba sus pasos con muchísima inseguridad, y cada vez que la punta de su pie tocaba el suelo, se estremecía con la misma intensidad que un temblor. Sus gemidos desestabilizados cubrían todo el ruido de la zona, creándose un eco molesto y largo. Para mi mala suerte, ese idiota dejó caer su vela al fragmento de charcos posicionados en el suelo, logrando que todo se encendiese en expansivas llamas, coloreando la fosa de color naranja. -Menudo imbécil, ¡Por dios!.-Vociferé, dándome una palmada en mi frente. El fuego se encargó de tapar cualquier sonido, aunque en la distancia, se oían los gritos desesperados del soldado. -¡No sabía que había alcohol!. ¡Ayud...!-Antes que pudiera terminar su frase, apareció su gran amigo, el cual estaba llamando desde hace varios instantes. -¡Vaya mierda que has hecho, Kao!.-Agard esfumó el elemento en unos segundos, extendiendo sus manos y ejecutando un hechizo de agua. Aproveché toda la conmoción, suficiente para saltar por encima de la caja donde me estaba escondiendo. Corrí con suma velocidad, aunque sin hacer mucho estruendo. Después de terminar, quedé inmóvil, viendo un sólido muro delante de mí, pero dos opciones; Izquierda, o derecha.
Pensé detenidamente, con mis brazos cruzados. ¿Hacia qué dirección estaba posicionada la mansión?. Rememoré que era a mi siniestra, así que seguí con el viaje, ahora más tranquilo, sin ninguna amenaza. Subí mi camisa hasta el inicio de mi pecho, observando una herida justo en la parte extrema de mi abdomen, la cual sangraba lentamente, palpitando mi flanco diestro. Me mordí el labio, frunciendo el ceño. -Ya me lo arreglará M...-Iba a decir el nombre de un secuaz. No estaba ahora, es más, lo enfrentaba todo solo, como fue al principio. -Podré aguantar.-Musité en un tono cómico, avanzando hasta una puerta envuelta en cadenas, oxidada gracias a su material de acero y repleta de ratas que luchaban a muerte contra gigantes arañas, quienes eran inmensas y ya tenían varios roedores obesos, aplastados en sus telas blanquecinas. Me paré justo en el frente, acariciando mi mentón con las uñas. Golpeé el objeto con la yema de mis dedos, notando que una infinidad de polvo se esparció en un derrumbamiento. -Buff... Semejantes descuidados.-Me quejé, y luego de ésto, encontré la chapa. Usé el caso de mi índice, e improvisé una llame, ejecutando movimientos circulares, hasta que la puerta se abrió, saliendo un montón de arena que sepultó a todos los insectos y animales vivos. Pegué unos tosidos, y entre éstos, maldecí a mi adorado mentor.
Lo escalé con agilidad, llegando a la cima. Definitivamente entré al castillo, de la forma menos esperada que pensé. Olía horrible, creo que no iba a ser necesario asesinar a alguien, porque apenas me cruzara con él, caería inconsciente. Ahora debía inclinarme, y caminando de modo gatuno, entrar por una especie de hoyo inmenso, el que me llevaría hasta la sala de provisiones, donde estaba las comidas, desde carne hasta bebidas alcohólicas. Solté una carcajada con picardía, y acto seguido, empecé a desplazarme por la zona, bailando sin ningún control, moviendo mis caderas como un péndulo. ¡Al fin!. -Pagarán por ello...-Removí mis sucias ropas, y las torcí en los banquetes, regando la suciedad en el pollo, la ensalada y todo lo que "era comestible" dándole una fragancia desagradable, para que cuando alguien lo digiera, terminara vomitándose. Entretanto, tomé una botella de vino, la destapé con un colmillo y me deleité con el piso, los tapetes y la buena decoración de la mansión. Aunque apenas entré, ya me sentía como en casa, por lo tanto, deambulé desnudo por la casa, con licor en la mano.
-Bueno, ¿A dónde tenía que ir?.-
Pensé detenidamente, con mis brazos cruzados. ¿Hacia qué dirección estaba posicionada la mansión?. Rememoré que era a mi siniestra, así que seguí con el viaje, ahora más tranquilo, sin ninguna amenaza. Subí mi camisa hasta el inicio de mi pecho, observando una herida justo en la parte extrema de mi abdomen, la cual sangraba lentamente, palpitando mi flanco diestro. Me mordí el labio, frunciendo el ceño. -Ya me lo arreglará M...-Iba a decir el nombre de un secuaz. No estaba ahora, es más, lo enfrentaba todo solo, como fue al principio. -Podré aguantar.-Musité en un tono cómico, avanzando hasta una puerta envuelta en cadenas, oxidada gracias a su material de acero y repleta de ratas que luchaban a muerte contra gigantes arañas, quienes eran inmensas y ya tenían varios roedores obesos, aplastados en sus telas blanquecinas. Me paré justo en el frente, acariciando mi mentón con las uñas. Golpeé el objeto con la yema de mis dedos, notando que una infinidad de polvo se esparció en un derrumbamiento. -Buff... Semejantes descuidados.-Me quejé, y luego de ésto, encontré la chapa. Usé el caso de mi índice, e improvisé una llame, ejecutando movimientos circulares, hasta que la puerta se abrió, saliendo un montón de arena que sepultó a todos los insectos y animales vivos. Pegué unos tosidos, y entre éstos, maldecí a mi adorado mentor.
Lo escalé con agilidad, llegando a la cima. Definitivamente entré al castillo, de la forma menos esperada que pensé. Olía horrible, creo que no iba a ser necesario asesinar a alguien, porque apenas me cruzara con él, caería inconsciente. Ahora debía inclinarme, y caminando de modo gatuno, entrar por una especie de hoyo inmenso, el que me llevaría hasta la sala de provisiones, donde estaba las comidas, desde carne hasta bebidas alcohólicas. Solté una carcajada con picardía, y acto seguido, empecé a desplazarme por la zona, bailando sin ningún control, moviendo mis caderas como un péndulo. ¡Al fin!. -Pagarán por ello...-Removí mis sucias ropas, y las torcí en los banquetes, regando la suciedad en el pollo, la ensalada y todo lo que "era comestible" dándole una fragancia desagradable, para que cuando alguien lo digiera, terminara vomitándose. Entretanto, tomé una botella de vino, la destapé con un colmillo y me deleité con el piso, los tapetes y la buena decoración de la mansión. Aunque apenas entré, ya me sentía como en casa, por lo tanto, deambulé desnudo por la casa, con licor en la mano.
-Bueno, ¿A dónde tenía que ir?.-
Última edición por Paul Brown Moreau el Mar Dic 29 2015, 19:08, editado 1 vez
Paul Brown Moreau
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
La excitación que estaba sintiendo el vampiro en aquellos momentos era indescriptible, gracias a la sangre joven que bajaba por el camino de su garganta y el misterio que encerraba aquella familia dentro de la lujosa mansión. Cada misión guardaba su propio encanto y uno nunca se sentía igual, sobretodo después de tomar un trago de aquel líquido carmesí, sin sentir necesidad de la misma, solo por el placer de acabar con alguien de una forma tan deliciosa y silenciosa como aquella. Si me dieron armas naturales en forma de dientes y no de pechos, pensó, acariciándose la punta de los colmillos, pinchándose un dedo sin querer, será para usarlas.
Aunque aquella sala de reuniones había sido una auténtica mina de oro para la información que debía presentarle a Manuela, el trabajo de un buen espía no acababa hasta que investigaba cada una de las habitaciones que se encontraba. De tal forma que siguió avanzando por aquellos interminables pasillos, rebuscando en cada estancia, esperanzado por hallar algo de utilidad. Algunos papeles le parecían interesantes y los guardaba junto con los que ya había recolectado, otros eran insignificantes e incluso encontró dibujos firmados por el tal Castegliani que no tenían pinta de valer una fortuna. Pero cada uno tenía sus aficiones. Su expedición por el pasillo se acabó y no por culpa de una puerta que lo delimitara, sino por una pared. Solo podía bajar por unas escaleras de caracol o volver hacia atrás, y si estabas dejando cadáveres a la deriva nunca era buena idea retroceder.
Lo bueno de las escaleras de caracol es que dejaban un hueco entre piso y piso lo suficientemente grande como para ver si alguien subía o bajaba, y en aquel momento un guardia estaba llegando a donde se encontraba el vampiro. Se escondió tras la pared, esperó a que se alejara y fue a bajar corriendo por las escaleras, evitando un encontronazo por si este volvía por donde había venido. El piso en el que se hallaba ahora parecía ser el primero, estaba mucho más iluminado por candiles y no tenía tanta penumbra en la que refugiarse, sin embargo un reto siempre era bien recibido por alguien atrevido como Erzsébeth.
En aquel piso no todo era pasillo y puertas a los lados, esta vez el pasillo quedaba en un segundo plano. Las habitaciones colindaban entre sí a través de puertas, por lo que ahora avanzar sería mucho más difícil que en el piso superior, ya que estar abriendo y cerrando puertas era ruidoso incluso haciéndolo despacio y con cuidado. Entró en una habitación un poco menos formal que el resto, con un sofá enorme y una mesa de trabajo llena de plumas y escritos sin acabar, un armario entreabierto lo suficientemente grande como para meter un cuerpo ya que lo habían vaciado recientemente y un par de macetas con plantas secas y mustias. Escuchó voces a través de la puerta y decidió apoyarse para escuchar, con tan mala suerte que se encontraba medio abierta y por poco la abre del todo.
No se descubrió por poco, pero pudo ver a través de la cerradura a cuatro hombres. Tres de ellos eran casi idénticos, y uno era un mayordomo que aguardaba órdenes de pie. Los tres tenían ya el pelo cano, eran bajitos para ser hombres y poseían una enorme e incipiente barriga. Uno de los trillizos empezó la charla que marcaría el resto de la expedición de Erzsébeth.
—¿Crees que esto es suficiente para engañar a ese hijo de perra? —preguntó, hablaba con autoridad y se sentó en un gran sofá de cuero justo en frente de la puerta que ocultaba al vampiro.
—Sin duda, señor de Castegliani —musitó el mayordomo, que indicó a los individuos que dieran varias vueltas para que el señor les observase con detenimiento, buscando algún fallo del que quejarse. Sin embargo se llevó las manos al pelo, lo echó hacia atrás y agarró una botella de vino. Tomó un trago.
—Ese maldito se arrepentirá de haber intentado matarme... —lo dijo en un tono muy bajo, como pensando dos veces lo que estaba a punto de decir— vosotros dos, iros de aquí y pasead por el primer piso junto con dos guardias cada uno. Quiero que os separéis lo suficiente como para que no se os pueda ver juntos, ¿ha quedado claro? —los dos idénticos asintieron y fueron directos hacia la puerta de Erzsébeth.
Se pegó a la pared, dejando que la puerta se abriese y los dos individuos salieron sin volver la vista atrás, atravesando la puerta que le había llevado hasta allí y cerrándola. El vampiro estaba teniendo demasiada suerte. Siguió escuchando la conversación.
—¿Seguro que esos inútiles piensan que están aquí por meros motivos burocráticos, y no para que los hagan picadillo pensando que soy yo? —preguntó, ofreciendo un vino carísimo al mayordomo, siendo rechazado al instante con un gesto.
—Puede estar seguro de ello, señor de Castegliani —contestó— están convencidos de que volverán a su casa sanos y salvos. Así, cuando uno de los dos muera, o los dos, usted podrá salir de su escondite, ya que los asesinos se habrán ido con las manos llenas de sangre... pero no de la que venían a buscar. Y podrá usted tomar venganza del que ha maquinado su asesinato.
—Ya que todo parece correcto —dijo, dándole un apretón en el hombro— me dirijo a mi despacho del piso de arriba, avísame cuando encuentren mi cadáver —y se levantó, Erzsébeth aprovechó para meterse en el armario y no jugársela dos veces con la misma carta, cerró la puerta dejándola un poco abierta para ver cómo se marchaba el tal Castegliani.
El orondo señor miró por unos instantes el armario, se rascó la cabeza, abrió la puerta y se fue. El mayordomo cerró la puerta de la habitación contigua y el vampiro salió agitado en busca del rastro del señor de la casa. Lo siguió a través de las habitaciones hasta la escalera de caracol, escondiéndose en lugares poco llamativos para no alarmarle, pero una vez llegaron algo cambió en el semblante del viejo. No subió escaleras arriba, Erzsébeth se escondió en el hueco de las mismas y vio cómo marchaba hacia otras habitaciones. ¿Por qué se quedaba en el primer piso, si era donde iban a matarle? Además, le había contado a su mayordomo de confianza que estaría en el piso superior. No lo comprendió, pero siguió sus pasos para ver de qué se trataba.
Aunque aquella sala de reuniones había sido una auténtica mina de oro para la información que debía presentarle a Manuela, el trabajo de un buen espía no acababa hasta que investigaba cada una de las habitaciones que se encontraba. De tal forma que siguió avanzando por aquellos interminables pasillos, rebuscando en cada estancia, esperanzado por hallar algo de utilidad. Algunos papeles le parecían interesantes y los guardaba junto con los que ya había recolectado, otros eran insignificantes e incluso encontró dibujos firmados por el tal Castegliani que no tenían pinta de valer una fortuna. Pero cada uno tenía sus aficiones. Su expedición por el pasillo se acabó y no por culpa de una puerta que lo delimitara, sino por una pared. Solo podía bajar por unas escaleras de caracol o volver hacia atrás, y si estabas dejando cadáveres a la deriva nunca era buena idea retroceder.
Lo bueno de las escaleras de caracol es que dejaban un hueco entre piso y piso lo suficientemente grande como para ver si alguien subía o bajaba, y en aquel momento un guardia estaba llegando a donde se encontraba el vampiro. Se escondió tras la pared, esperó a que se alejara y fue a bajar corriendo por las escaleras, evitando un encontronazo por si este volvía por donde había venido. El piso en el que se hallaba ahora parecía ser el primero, estaba mucho más iluminado por candiles y no tenía tanta penumbra en la que refugiarse, sin embargo un reto siempre era bien recibido por alguien atrevido como Erzsébeth.
En aquel piso no todo era pasillo y puertas a los lados, esta vez el pasillo quedaba en un segundo plano. Las habitaciones colindaban entre sí a través de puertas, por lo que ahora avanzar sería mucho más difícil que en el piso superior, ya que estar abriendo y cerrando puertas era ruidoso incluso haciéndolo despacio y con cuidado. Entró en una habitación un poco menos formal que el resto, con un sofá enorme y una mesa de trabajo llena de plumas y escritos sin acabar, un armario entreabierto lo suficientemente grande como para meter un cuerpo ya que lo habían vaciado recientemente y un par de macetas con plantas secas y mustias. Escuchó voces a través de la puerta y decidió apoyarse para escuchar, con tan mala suerte que se encontraba medio abierta y por poco la abre del todo.
No se descubrió por poco, pero pudo ver a través de la cerradura a cuatro hombres. Tres de ellos eran casi idénticos, y uno era un mayordomo que aguardaba órdenes de pie. Los tres tenían ya el pelo cano, eran bajitos para ser hombres y poseían una enorme e incipiente barriga. Uno de los trillizos empezó la charla que marcaría el resto de la expedición de Erzsébeth.
—¿Crees que esto es suficiente para engañar a ese hijo de perra? —preguntó, hablaba con autoridad y se sentó en un gran sofá de cuero justo en frente de la puerta que ocultaba al vampiro.
—Sin duda, señor de Castegliani —musitó el mayordomo, que indicó a los individuos que dieran varias vueltas para que el señor les observase con detenimiento, buscando algún fallo del que quejarse. Sin embargo se llevó las manos al pelo, lo echó hacia atrás y agarró una botella de vino. Tomó un trago.
—Ese maldito se arrepentirá de haber intentado matarme... —lo dijo en un tono muy bajo, como pensando dos veces lo que estaba a punto de decir— vosotros dos, iros de aquí y pasead por el primer piso junto con dos guardias cada uno. Quiero que os separéis lo suficiente como para que no se os pueda ver juntos, ¿ha quedado claro? —los dos idénticos asintieron y fueron directos hacia la puerta de Erzsébeth.
Se pegó a la pared, dejando que la puerta se abriese y los dos individuos salieron sin volver la vista atrás, atravesando la puerta que le había llevado hasta allí y cerrándola. El vampiro estaba teniendo demasiada suerte. Siguió escuchando la conversación.
—¿Seguro que esos inútiles piensan que están aquí por meros motivos burocráticos, y no para que los hagan picadillo pensando que soy yo? —preguntó, ofreciendo un vino carísimo al mayordomo, siendo rechazado al instante con un gesto.
—Puede estar seguro de ello, señor de Castegliani —contestó— están convencidos de que volverán a su casa sanos y salvos. Así, cuando uno de los dos muera, o los dos, usted podrá salir de su escondite, ya que los asesinos se habrán ido con las manos llenas de sangre... pero no de la que venían a buscar. Y podrá usted tomar venganza del que ha maquinado su asesinato.
—Ya que todo parece correcto —dijo, dándole un apretón en el hombro— me dirijo a mi despacho del piso de arriba, avísame cuando encuentren mi cadáver —y se levantó, Erzsébeth aprovechó para meterse en el armario y no jugársela dos veces con la misma carta, cerró la puerta dejándola un poco abierta para ver cómo se marchaba el tal Castegliani.
El orondo señor miró por unos instantes el armario, se rascó la cabeza, abrió la puerta y se fue. El mayordomo cerró la puerta de la habitación contigua y el vampiro salió agitado en busca del rastro del señor de la casa. Lo siguió a través de las habitaciones hasta la escalera de caracol, escondiéndose en lugares poco llamativos para no alarmarle, pero una vez llegaron algo cambió en el semblante del viejo. No subió escaleras arriba, Erzsébeth se escondió en el hueco de las mismas y vio cómo marchaba hacia otras habitaciones. ¿Por qué se quedaba en el primer piso, si era donde iban a matarle? Además, le había contado a su mayordomo de confianza que estaría en el piso superior. No lo comprendió, pero siguió sus pasos para ver de qué se trataba.
Bathory
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
Un incomodo cosquilleo se coló hasta el interior de mi nariz, amenazando con hacerme estornudar. Cada paso que daba levantaba una pequeña pero basta nube de polvo que se elevaba desde el suelo hasta mi nariz y ojos. El oscuro y abarrotado lugar estaba repleto de abandono y descuido. Las telarañas se aferraban con firmeza a mis ropas mientras encontraba un holgado camino despejado a través de la habitación. Estaba tardando más de lo deseado, pero tenia que guardar cautela. Un paso en falso podría ocasionar la caída de alguna de las pilas de objetos que ahí se encontraban. No quería ni imaginar el estruendo que pudiera causar ante una acción precipitada y desmedida. Continué andando, solo cubriendo mi nariz con la ayuda de mi gastada bufanda.
Finalmente, luego de algunos minutos, mis pies encontraron las viejas escaleras de piedra que parecían conducir a la salida de este desolado agujero. Paso a paso, ascendí por la fría y húmeda escalinata hasta que las puntas de mis dedos se toparon con lo que podría ser un picaporte. Jale con fuerza, venciendo el oxido acumulado por el tiempo que se había formado en torno a las piezas metálicas que mantenían unidas la vieja madera de la puerta. Las bisagras cedieron ante mi fuerza hasta que pude percibir por fin un clima más seco y libre. La nueva habitación a la que había llegado también estaba oscura, solo iluminada por un par de ventanillas enmarcadas en madera por donde se filtraba el lazo plateado de la luz lunar.
La habitación no era muy grande. Ahí se albergaban algunos menesteres dedicados a la limpieza y mantenimiento de la mansión, solo amueblada por una modesta silla en mal estado tristemente apostada frente a una pequeña mesa con algunas grietas. Del techo yacía colgando una pequeña lámpara de aceite, que al juzgar por su gruesa capa de polvo, deduje no habría sido utilizada en una larga temporada. Me acerque a ella y estire los brazos para darle alcance. - Espero que tenga combustible. Masculle mientras revisaba su interior. Otro golpe de suerte en esa noche. La pequeña lámpara poseía en su interior una generosa cantidad de aceite. Su mecha se encendió luego de un considerable numero de golpes de un par de pedernales. Con luz y un lugar para trabajar, puse manos a al obra con mi pequeña preparación.
Tomé un par de cuencos rotos del suelo para colocar en ellos la Eonishia, la cual machaqué de inmediato con el mango de una de mis dagas mientras ponía sobre la llama uno de mis pequeños cuchillos. El metal debía alcanzar una temperatura considerablemente alta, pero primero debía curar y tratar los pétalos de Kyyneleet. Tomando una porción del aceite en el interior de la lámpara, añadí los pétalos sobre un pequeño recipiente de metal y los mezclé con cuidado con el aceite. Mientras el líquido se impregnaba con la esencia de los pétalos, desenfunde mis bombas de humo. Estaba casi seguro de que no las utilizaría, en cambio podría darles un buen uso. Sequé una gota de sudor que se escurría desde mi frente y con cuidado desarmaba poco a poco la composición de la bomba con un par de mis pequeños cuchillos. No debía apresurarme, no debía perder la calma. Una acción errónea y podría estropear el mecanismo que detona el humo en su interior, dándome una mala experiencia en un lugar tan confinado y poco oxigenado. - Perfecto. Ovacioné a mis acciones cuando pude retirar el compuesto del humo en el interior de las bombas. El cuerpo metálico del cuchillo había llegado a tomar un color rojo intenso, había alcanzado la temperatura deseada. Con una pequeña pala que había encontrado en la habitación, lo tome y lo coloque dentro del recipiente con los pétalos y el aceite. El líquido rápidamente absorbió la temperatura del metal, apropiándose de su calor y fundiéndose con los pétalos de la forma que había esperado, solo bastaba agregar la Eonishia y mezclar todo en su interior. Una vez que la preparación estuvo lista, vertí su contenido en cada una de las bombas vacías. Los dispositivos estaban listos para estallar de ser necesario, pero ahora tenían un uso diferente.
Todo estaba listo. Ahora debía ir al lugar de reunión y encontrarme con mis compañeros a quienes esperaba no haber hecho esperar demasiado. Abrí la puerta lentamente, intentando evitar el rechinido de las bisagras. Para mi fortuna, al parecer no había nadie próximo a la habitación. Salí hacia el pasillo agachado, fundiéndome entre las sombras proyectadas por la luz tras las ventanas. La suave alfombra amortiguaba el sonido de mis pasos, pero podría también enmascarar las presencias indeseadas por lo que debía proceder siempre alerta. Ni la noche había logrado confundirme, después de todo, ya había estado aquí antes, así que no fue difícil orientarme dentro de la mansión para llegar hasta el punto de reunión, el primer paso para esta mortal emboscada. Luego de cerciorarme de que no hubiera guardias, cruce la puerta que llevaba a la recepción, esperando encontrar a mis compañeros.
_____________________________________Finalmente, luego de algunos minutos, mis pies encontraron las viejas escaleras de piedra que parecían conducir a la salida de este desolado agujero. Paso a paso, ascendí por la fría y húmeda escalinata hasta que las puntas de mis dedos se toparon con lo que podría ser un picaporte. Jale con fuerza, venciendo el oxido acumulado por el tiempo que se había formado en torno a las piezas metálicas que mantenían unidas la vieja madera de la puerta. Las bisagras cedieron ante mi fuerza hasta que pude percibir por fin un clima más seco y libre. La nueva habitación a la que había llegado también estaba oscura, solo iluminada por un par de ventanillas enmarcadas en madera por donde se filtraba el lazo plateado de la luz lunar.
La habitación no era muy grande. Ahí se albergaban algunos menesteres dedicados a la limpieza y mantenimiento de la mansión, solo amueblada por una modesta silla en mal estado tristemente apostada frente a una pequeña mesa con algunas grietas. Del techo yacía colgando una pequeña lámpara de aceite, que al juzgar por su gruesa capa de polvo, deduje no habría sido utilizada en una larga temporada. Me acerque a ella y estire los brazos para darle alcance. - Espero que tenga combustible. Masculle mientras revisaba su interior. Otro golpe de suerte en esa noche. La pequeña lámpara poseía en su interior una generosa cantidad de aceite. Su mecha se encendió luego de un considerable numero de golpes de un par de pedernales. Con luz y un lugar para trabajar, puse manos a al obra con mi pequeña preparación.
Tomé un par de cuencos rotos del suelo para colocar en ellos la Eonishia, la cual machaqué de inmediato con el mango de una de mis dagas mientras ponía sobre la llama uno de mis pequeños cuchillos. El metal debía alcanzar una temperatura considerablemente alta, pero primero debía curar y tratar los pétalos de Kyyneleet. Tomando una porción del aceite en el interior de la lámpara, añadí los pétalos sobre un pequeño recipiente de metal y los mezclé con cuidado con el aceite. Mientras el líquido se impregnaba con la esencia de los pétalos, desenfunde mis bombas de humo. Estaba casi seguro de que no las utilizaría, en cambio podría darles un buen uso. Sequé una gota de sudor que se escurría desde mi frente y con cuidado desarmaba poco a poco la composición de la bomba con un par de mis pequeños cuchillos. No debía apresurarme, no debía perder la calma. Una acción errónea y podría estropear el mecanismo que detona el humo en su interior, dándome una mala experiencia en un lugar tan confinado y poco oxigenado. - Perfecto. Ovacioné a mis acciones cuando pude retirar el compuesto del humo en el interior de las bombas. El cuerpo metálico del cuchillo había llegado a tomar un color rojo intenso, había alcanzado la temperatura deseada. Con una pequeña pala que había encontrado en la habitación, lo tome y lo coloque dentro del recipiente con los pétalos y el aceite. El líquido rápidamente absorbió la temperatura del metal, apropiándose de su calor y fundiéndose con los pétalos de la forma que había esperado, solo bastaba agregar la Eonishia y mezclar todo en su interior. Una vez que la preparación estuvo lista, vertí su contenido en cada una de las bombas vacías. Los dispositivos estaban listos para estallar de ser necesario, pero ahora tenían un uso diferente.
Todo estaba listo. Ahora debía ir al lugar de reunión y encontrarme con mis compañeros a quienes esperaba no haber hecho esperar demasiado. Abrí la puerta lentamente, intentando evitar el rechinido de las bisagras. Para mi fortuna, al parecer no había nadie próximo a la habitación. Salí hacia el pasillo agachado, fundiéndome entre las sombras proyectadas por la luz tras las ventanas. La suave alfombra amortiguaba el sonido de mis pasos, pero podría también enmascarar las presencias indeseadas por lo que debía proceder siempre alerta. Ni la noche había logrado confundirme, después de todo, ya había estado aquí antes, así que no fue difícil orientarme dentro de la mansión para llegar hasta el punto de reunión, el primer paso para esta mortal emboscada. Luego de cerciorarme de que no hubiera guardias, cruce la puerta que llevaba a la recepción, esperando encontrar a mis compañeros.
Off: Habilidad pasiva usada: Alquimia
Johannes
Aerandiano de honor
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
Se retoma la misión para finalizarla. Los usuarios tienen una semana para comenzar a responder o reportarse por mp conmigo.
Thorn
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
Sigilosamente y con cuidado de no ser vista, bajé las escaleras justo a tiempo para la reunión. Mi olfato me había ayudado a evadir a tiempo los posibles problemas que se presentaban en mi camino con relativa facilidad. En el punto de encuentro ya se encontraba Joh, Paul y más o menos al mismo tiempo que yo llegó Destino. ¿Estamos todos bien? pregunté en susurros, levanté la nariz para cerciorarme del tiempo con el que contábamos, aún podíamos intercambiar algunas palabras antes que los guardias que me había cruzado llegasen. Ugh, parece que algunos no caminaron por un campo de flores comenté alejando mi nariz del vampiro. Su esencia naturalmente era repulsiva por la cuestión esa del odio racial, era algo más allá de mi poder pero que podía tratar de ignorar sin embargo… adornado con olor a cloacas y otras cosas…
No tenemos mucho tiempo, hay otro asesino en la mansión, alguien que no conozco. Por el rastro juraría que es un vampiro. Debemos movernos con cuidado y rápidamente. Cuatro guardias se aproximan informé. Intercambié una rápida mirada con todos los presentes y sin más me transformé a mi forma bípeda, desenfundando el hacha larga. Los únicos tres ruidos que ahora podrían delatarme eran cuanto menos imposibles para el oído de un humano: mis garras acariciando la madera, la respiración y el más factible de todos, mi peso sobre las tablas del segundo piso. Claro, las más viejas, por mi experiencia de unos minutos atrás me di cuenta que, aunque se viera muy bien y estuviese mantenido estupendamente, era un edificio viejo, donde las tablas que estaban débiles habían sido reemplazadas en distintos tiempos, alternando así, suelo nuevo y viejo.
Me volví a unos pasos desde donde me había apartado del grupo e hice una seña por si todavía había alguien que pensara en ir en grupo. Moví mi mano de forma tal que todos entendiesen que debíamos ir apartados para aprovechar mejor el terreno y la noche. Luego de esa acción, levanté mi hocico y volví por el camino conocido: las escaleras. Mi rastro estaba fresco, también los de un par de guardias de los que me había escondido anteriormente. En el pasillo, alfombrado y tapizado, cubierto de olores innecesarios habían muchas puertas, tal vez demasiadas. Abrí una de ellas por mera curiosidad, se trataba de una habitación finamente decorada. Arrugué el hocico y la volví a cerrar, el pestillo hizo un suave “click” nada de chirridos o arrastres. Era una casa de ricos.
Cuando retomé el camino, sentí un olor nauseabundo y casi en el mismo instante una soga enlazarme el cuello. Solté mi arma en seguida para desocupar los puños, pero recordé la parte de “ser sigilosos” por lo que metí la pata para amortiguar el golpe justo a tiempo. Con las manos ocupadas en la soga no podía contraatacar y el muy maldito tenía mucha fuerza. Me costaba respirar, intentaba volverme hacia mi captor pero era una tarea casi imposible, siempre encontraba la forma de esquivar cualquier ataque y se posicionaba detrás de mi, en un punto ciego. Mi espalda estaba arqueada hacia atrás, el atacante debía ser bastante más pequeño que yo. Ambos forcejeábamos: yo por mi vida, él por la de su señor. Tenía los dientes apretados al punto que podía degustar algo de sangre. Quería decirle unas cuantas verdades o al menos ladrarle, pero aquello estaba totalmente prohibido.
Al cabo de un buen rato una de mis patadas surtió efecto en una parte blanda. Se escuchó un “uuurrrg” y la presión sobre mi garganta había desaparecido. Yo respiraba con dificultad y me dolía el lugar donde la soga había abierto su camino entre mi pelambre. Me voltee para ver al agresor. Era un hombre mono, mediría alrededor de metro sesenta, con garras en sus manos y una temible cola que se balanceaba como si tuviese vida propia. Entonces me di cuenta, él no había estado detrás de mí, sino sobre mí y eso que me estrangulaba era parte de su trasero. Los hilos de baba bajaban a por los lados de mi mandíbula, levanté el hacha y atiné a cortarle el cuello de un solo golpe, pero él fue más ágil. El hacha se clavó en la alfombra con un fuerte “thuck”, como si alguien hubiese tirado algo al suelo. Giré hacia él, esperaba que hubiese huido, daba esa impresión, pero no… se había quedado a enfrentarme.
El monito era valiente y bueno en lo que hacía, definitivamente se estaba ganando el pan. Si salía vivo su jefe tendría que aumentarle su ración. Ah no… cierto, mi deber era matarlos a ambos. Sonreí con malicia mientras bajaba el hacha y caminaba directamente hacia él. Mi contrincante captó el cambio y aprovechando un mueble en el pasillo dio un salto y quedó colgando de un candelabro en el techo. Afortunadamente para él, no todas las velas estaban encendidas. Afortunadamente para mí, la cera de las que sí lo estaban se ocuparían de hacerle bajar a no ser que… “¡No! Espera pequeño… grrr” dije para mis fueros internos cuando apagó la luz. Perfecto… Guardé el hacha larga y desenvainé la corta. Mi vista nocturna en mi forma feral era buena, pero ese hombre bestia era demasiado rápido y ágil como para seguirle el juego solamente con ello. Levanté el hocico y esperé que pareciese para asestarle un golpe en donde pudiera.
No tenemos mucho tiempo, hay otro asesino en la mansión, alguien que no conozco. Por el rastro juraría que es un vampiro. Debemos movernos con cuidado y rápidamente. Cuatro guardias se aproximan informé. Intercambié una rápida mirada con todos los presentes y sin más me transformé a mi forma bípeda, desenfundando el hacha larga. Los únicos tres ruidos que ahora podrían delatarme eran cuanto menos imposibles para el oído de un humano: mis garras acariciando la madera, la respiración y el más factible de todos, mi peso sobre las tablas del segundo piso. Claro, las más viejas, por mi experiencia de unos minutos atrás me di cuenta que, aunque se viera muy bien y estuviese mantenido estupendamente, era un edificio viejo, donde las tablas que estaban débiles habían sido reemplazadas en distintos tiempos, alternando así, suelo nuevo y viejo.
Me volví a unos pasos desde donde me había apartado del grupo e hice una seña por si todavía había alguien que pensara en ir en grupo. Moví mi mano de forma tal que todos entendiesen que debíamos ir apartados para aprovechar mejor el terreno y la noche. Luego de esa acción, levanté mi hocico y volví por el camino conocido: las escaleras. Mi rastro estaba fresco, también los de un par de guardias de los que me había escondido anteriormente. En el pasillo, alfombrado y tapizado, cubierto de olores innecesarios habían muchas puertas, tal vez demasiadas. Abrí una de ellas por mera curiosidad, se trataba de una habitación finamente decorada. Arrugué el hocico y la volví a cerrar, el pestillo hizo un suave “click” nada de chirridos o arrastres. Era una casa de ricos.
Cuando retomé el camino, sentí un olor nauseabundo y casi en el mismo instante una soga enlazarme el cuello. Solté mi arma en seguida para desocupar los puños, pero recordé la parte de “ser sigilosos” por lo que metí la pata para amortiguar el golpe justo a tiempo. Con las manos ocupadas en la soga no podía contraatacar y el muy maldito tenía mucha fuerza. Me costaba respirar, intentaba volverme hacia mi captor pero era una tarea casi imposible, siempre encontraba la forma de esquivar cualquier ataque y se posicionaba detrás de mi, en un punto ciego. Mi espalda estaba arqueada hacia atrás, el atacante debía ser bastante más pequeño que yo. Ambos forcejeábamos: yo por mi vida, él por la de su señor. Tenía los dientes apretados al punto que podía degustar algo de sangre. Quería decirle unas cuantas verdades o al menos ladrarle, pero aquello estaba totalmente prohibido.
Al cabo de un buen rato una de mis patadas surtió efecto en una parte blanda. Se escuchó un “uuurrrg” y la presión sobre mi garganta había desaparecido. Yo respiraba con dificultad y me dolía el lugar donde la soga había abierto su camino entre mi pelambre. Me voltee para ver al agresor. Era un hombre mono, mediría alrededor de metro sesenta, con garras en sus manos y una temible cola que se balanceaba como si tuviese vida propia. Entonces me di cuenta, él no había estado detrás de mí, sino sobre mí y eso que me estrangulaba era parte de su trasero. Los hilos de baba bajaban a por los lados de mi mandíbula, levanté el hacha y atiné a cortarle el cuello de un solo golpe, pero él fue más ágil. El hacha se clavó en la alfombra con un fuerte “thuck”, como si alguien hubiese tirado algo al suelo. Giré hacia él, esperaba que hubiese huido, daba esa impresión, pero no… se había quedado a enfrentarme.
El monito era valiente y bueno en lo que hacía, definitivamente se estaba ganando el pan. Si salía vivo su jefe tendría que aumentarle su ración. Ah no… cierto, mi deber era matarlos a ambos. Sonreí con malicia mientras bajaba el hacha y caminaba directamente hacia él. Mi contrincante captó el cambio y aprovechando un mueble en el pasillo dio un salto y quedó colgando de un candelabro en el techo. Afortunadamente para él, no todas las velas estaban encendidas. Afortunadamente para mí, la cera de las que sí lo estaban se ocuparían de hacerle bajar a no ser que… “¡No! Espera pequeño… grrr” dije para mis fueros internos cuando apagó la luz. Perfecto… Guardé el hacha larga y desenvainé la corta. Mi vista nocturna en mi forma feral era buena, pero ese hombre bestia era demasiado rápido y ágil como para seguirle el juego solamente con ello. Levanté el hocico y esperé que pareciese para asestarle un golpe en donde pudiera.
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Woodpecker
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Tyr
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
Finalmente el elfo había logrado salir en dirección al salón principal donde podía ver a un par de figuras conocidas y oler a una de ellas, cubrió su nariz con una mano ante tan desagradable olor aunque se limitó a evitar hacer comentarios al imaginar que el vampiro dueño de tan repulsivo olor ya la estaba pasando bastante mal; asintió con la cabeza a la pregunta de la loba quien también venía llegando en ese momento y de inmediato pareció tomar el mando de la misión, su liderazgo era incuestionable, por lo que el elfo no dudó en seguir sus instrucciones.
De nuevo era necesario ir por separado, así que el elfo no dudó en dirigirse a las escaleras para ir al segundo nivel, no pensaba perder tiempo en búsquedas, la lógica decía que el objetivo debía estar en el piso superior para hacer más difícil el acceso a él, Destino estaba determinado a ser quien encontrara y eliminara al objetivo, las escaleras pasaron bajo sus pies en un parpadeo y en apenas unos instantes estuvo en la parte superior donde le esperaba un largo pasillo el cual se dedicó a recorrer en apenas unos instantes, llegó a una puerta que abrió sin mucho problema encontrando otro pasillo con varias puertas a lo largo del recorrido, caminó un poco más despacio evitando caer en alguna trampa, todo parecía misteriosamente fácil hasta que de pronto las sospechas de una emboscada se hicieron evidentes, una serie de cuchillos que se dirigían hacia el elfo controladas por una suerte de telequinesis fueron esquivadas con mucho esfuerzo aunque algunos de estos cuchillos consiguieron rasgar las ropas del elfo, sin embargo, antes de impactar contra los muros o caer al piso simplemente desaparecieron -(¿Ilusiones?)- Pensó el elfo aunque los daños en su ropa dejaban claro que presentaban una amenaza real ¿A qué se enfrentaba?
El pelinegro sacó su espada preparado para lo peor y esta vez tuvo que ser más rápido lanzándose a un lado pues ahora otros cuchillos venían desde el lado contrario -¿Hay más de uno?- Murmuró el elfo intentando comprender lo que estaba sucediendo y nuevamente, los cuchillos desaparecieron justo antes de impactar contra el suelo, en cierto modo representaba una ventaja, sería una batalla silenciosa, pero a la vez no era normal, Destino llegó a creer que algunos cuchillos podrían ser auténticos y otros falsos, pero todos desaparecían por igual -Muéstrate- Dijo el elfo intentando descubrir a su oponente pero fue en vano, aunque esta vez pudo ver como tres cuchillos se materializaban justo frente a él y luego avanzaban en su dirección; usó su espada para bloquearlo y sintió como si impactaron contra su arma, eran reales, pero luego desaparecieron tal como habían llegado -Destino no sabe cómo haces eso, pero ese truco no te dará la victoria- Dijo el elfo con su característica arrogancia, ante lo cual un extraño sujeto con una tétrica máscara apareció frente a él completamente desarmado -¿Ponemos a prueba tus reflejos?- Dijo el sujeto con una voz tan tétrica que haría erizar a cualquiera, extendió sus manos hacia el pelinegro e hizo aparecer múltiples cuchillos desde varios ángulos para luego dirigirlos hacia el elfo con telequinesis; Destino reaccionó de prisa agachándose y rodando por el piso hasta que su espalda impactó contra la pared, algunos cuchillos habían cambiado de dirección y aún venían hacia él, así que usó el guante metálico de su mano izquierda para bloquear cuanto pudo pero un par de cuchillos consiguieron impactar en su pierna derecha y su hombro izquierdo, había intentado detener ambos aunque sabía que solo podría detener uno, en consecuencia, apenas desvió uno que iba a su pecho, el cual acabó en el hombro, y sin tiempo para detener ya el otro, acabó incrustado en la pierna.
El elfo arrancó ambos puñales pero mientras se levantaba estos se desvanecieron en sus manos, colocó su mano en la pierna para sanar esa herida, la otra podía esperar un poco más -Ahora es el turno de Destino- Dijo mientras iniciaba su ataque, el poco tiempo que había invertido en sanar la pierna le había alcanzado apenas para frenar la hemorragia y garantizar sus movimientos, pero no se encontraba del todo bien; aun así avanzó de prisa hacia el brujo desarmado que parecía muy relajado, el elfo dio un salto mientras levantaba su espada y lanzaba un corte directamente hacia el cuello del brujo pero éste fue interrumpido cuando apareció un escudo flotando frente al brujo, Destino retrocedió un poco pero luego fue golpeado por el escudo que con telequinesis había sido lanzado hacia él; el elfo cayó de bruces al suelo y apoyando sus manos e impulsando sus piernas se puso de pie en un parpadeo dispuesto a atacar de nuevo, ésta vez no sería tan descuidado y evitaría dar un salto, sabía que era un enemigo al que no podría vencer de un solo golpe, sin embargo una especie de báculo apareció en las manos del brujo, el cual usó para bloquear los ataques del elfo; desde la derecha, izquierda, abajo, al frente, todos los ataques de la espada del pelinegro encontraban la defensa del brujo que no solo gozaba de su poder, sino de una gran habilidad defensiva en cuerpo a cuerpo.
Mientras tanto, una espada había aparecido también en la cintura del brujo y ahora se encontraba flotando con telequinesis y lista para dar una estocada contra el elfo; al darse cuenta, Destino procuró girarse hasta quedar justo en medio del brujo y la espada; sin dejar de atacar se mantenía alerta al movimiento de la espada y cuando la sintió venir, se apartó hacia un lado dejando que ésta pasara directo al pecho del brujo, aunque con su habilidad, tal vez podría desaparecerla antes de ser alcanzado por su propia creación ¿Conseguiría ser tan rápido o acabaría derrotado por su propio poder?
De nuevo era necesario ir por separado, así que el elfo no dudó en dirigirse a las escaleras para ir al segundo nivel, no pensaba perder tiempo en búsquedas, la lógica decía que el objetivo debía estar en el piso superior para hacer más difícil el acceso a él, Destino estaba determinado a ser quien encontrara y eliminara al objetivo, las escaleras pasaron bajo sus pies en un parpadeo y en apenas unos instantes estuvo en la parte superior donde le esperaba un largo pasillo el cual se dedicó a recorrer en apenas unos instantes, llegó a una puerta que abrió sin mucho problema encontrando otro pasillo con varias puertas a lo largo del recorrido, caminó un poco más despacio evitando caer en alguna trampa, todo parecía misteriosamente fácil hasta que de pronto las sospechas de una emboscada se hicieron evidentes, una serie de cuchillos que se dirigían hacia el elfo controladas por una suerte de telequinesis fueron esquivadas con mucho esfuerzo aunque algunos de estos cuchillos consiguieron rasgar las ropas del elfo, sin embargo, antes de impactar contra los muros o caer al piso simplemente desaparecieron -(¿Ilusiones?)- Pensó el elfo aunque los daños en su ropa dejaban claro que presentaban una amenaza real ¿A qué se enfrentaba?
El pelinegro sacó su espada preparado para lo peor y esta vez tuvo que ser más rápido lanzándose a un lado pues ahora otros cuchillos venían desde el lado contrario -¿Hay más de uno?- Murmuró el elfo intentando comprender lo que estaba sucediendo y nuevamente, los cuchillos desaparecieron justo antes de impactar contra el suelo, en cierto modo representaba una ventaja, sería una batalla silenciosa, pero a la vez no era normal, Destino llegó a creer que algunos cuchillos podrían ser auténticos y otros falsos, pero todos desaparecían por igual -Muéstrate- Dijo el elfo intentando descubrir a su oponente pero fue en vano, aunque esta vez pudo ver como tres cuchillos se materializaban justo frente a él y luego avanzaban en su dirección; usó su espada para bloquearlo y sintió como si impactaron contra su arma, eran reales, pero luego desaparecieron tal como habían llegado -Destino no sabe cómo haces eso, pero ese truco no te dará la victoria- Dijo el elfo con su característica arrogancia, ante lo cual un extraño sujeto con una tétrica máscara apareció frente a él completamente desarmado -¿Ponemos a prueba tus reflejos?- Dijo el sujeto con una voz tan tétrica que haría erizar a cualquiera, extendió sus manos hacia el pelinegro e hizo aparecer múltiples cuchillos desde varios ángulos para luego dirigirlos hacia el elfo con telequinesis; Destino reaccionó de prisa agachándose y rodando por el piso hasta que su espalda impactó contra la pared, algunos cuchillos habían cambiado de dirección y aún venían hacia él, así que usó el guante metálico de su mano izquierda para bloquear cuanto pudo pero un par de cuchillos consiguieron impactar en su pierna derecha y su hombro izquierdo, había intentado detener ambos aunque sabía que solo podría detener uno, en consecuencia, apenas desvió uno que iba a su pecho, el cual acabó en el hombro, y sin tiempo para detener ya el otro, acabó incrustado en la pierna.
El elfo arrancó ambos puñales pero mientras se levantaba estos se desvanecieron en sus manos, colocó su mano en la pierna para sanar esa herida, la otra podía esperar un poco más -Ahora es el turno de Destino- Dijo mientras iniciaba su ataque, el poco tiempo que había invertido en sanar la pierna le había alcanzado apenas para frenar la hemorragia y garantizar sus movimientos, pero no se encontraba del todo bien; aun así avanzó de prisa hacia el brujo desarmado que parecía muy relajado, el elfo dio un salto mientras levantaba su espada y lanzaba un corte directamente hacia el cuello del brujo pero éste fue interrumpido cuando apareció un escudo flotando frente al brujo, Destino retrocedió un poco pero luego fue golpeado por el escudo que con telequinesis había sido lanzado hacia él; el elfo cayó de bruces al suelo y apoyando sus manos e impulsando sus piernas se puso de pie en un parpadeo dispuesto a atacar de nuevo, ésta vez no sería tan descuidado y evitaría dar un salto, sabía que era un enemigo al que no podría vencer de un solo golpe, sin embargo una especie de báculo apareció en las manos del brujo, el cual usó para bloquear los ataques del elfo; desde la derecha, izquierda, abajo, al frente, todos los ataques de la espada del pelinegro encontraban la defensa del brujo que no solo gozaba de su poder, sino de una gran habilidad defensiva en cuerpo a cuerpo.
Mientras tanto, una espada había aparecido también en la cintura del brujo y ahora se encontraba flotando con telequinesis y lista para dar una estocada contra el elfo; al darse cuenta, Destino procuró girarse hasta quedar justo en medio del brujo y la espada; sin dejar de atacar se mantenía alerta al movimiento de la espada y cuando la sintió venir, se apartó hacia un lado dejando que ésta pasara directo al pecho del brujo, aunque con su habilidad, tal vez podría desaparecerla antes de ser alcanzado por su propia creación ¿Conseguiría ser tan rápido o acabaría derrotado por su propio poder?
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Última edición por Destino el Lun Feb 15 2016, 05:33, editado 2 veces
Destino
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
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Tyr
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
Llegué a la sala de reuniones. No necesité un mapa ni nada por el estilo, puesto que mi hediondo olor se encargaba de llevarme a donde quisiera. Debía aceptarlo, mi nariz ya estaba completamente muerta, ni siquiera lograba detectar otra fragancia, sólo la mía, que por cierto era un desastre. Estuve a punto en decidir sobre derramarme el alcohol en todo el cuerpo, así probablemente olería mejor, a cereza, una dulce fruta muy difícil de encontrar en la infinidad de objetos en Aerandir. Disfruté de la bebida y me fui acercando lentamente, asesinando las narices de mis compañeros. La chica se percató del olor, e hizo un comentario cómico al respecto, a lo que simplemente levanté las cejas y pegué un sorbo a la bebida. -Bueno, obviamente no iba a oler a fluidos.-Comenté sin tanto enfoque. -Me encantan las cosas sucias, pero las cloacas no era a lo que me refería.-Sin darle más importancia, seguí al equipo de asesinos.
Pegué un suspiro, quizá el único más agradable y delicioso del día. Llegamos a un punto donde debíamos separar nuestros caminos por segunda vez. Yo no me preocupé demasiado, aunque antes de que todos se apartaran, no pude resistirme en continuar con mi sarcasmo. -Espero encontrarme con los perfumes del "rey".-Contraje los glúteos como símbolo de preocupación y seguí con mi desnudez para atravesar un pasillo lleno de antorchas a los costados. Probablemente llegaría a un segundo o tercer nivel, ni idea, tampoco me interesaba saber dónde depararía. El lugar iba a ser destruido, sea hoy o en un siglo. Le di un beso al objeto de mis manos y me terminé todo el líquido de vino, que pasó rápidamente por mi garganta, embriagando mi mente y mi hermosa manera de comportarme.
Sin embargo, al salir del frondoso lugar, me encontré con una especie de cuarto bien ordenado y con un extraño aroma a claveles. Me quedé estupefacto sólo por el hecho de que la esencia lograba opacar la mía, y en gran forma, podría decirse que desapareció mi hediondez mientras pasaba el tiempo y seguía refugiado en la pieza. -Vaya, ¿Y quién es el príncipe, dueño de ésta belleza?.-Cuestioné con fuerza, similar a que lo estuviera invocando. Me trasladé hasta la mitad del lugar y esperé que apareciese el tal consentido. Me dolían las piernas, era obvio frente al tiempo que me encontraba de pie, esquivando, siendo sigiloso, torciendo ropas, alzando el brazo para derramar la última gota de alcohol en mi boca, en fin... Mucho trabajo. Como si fuese un anciano, me apoyé en los muebles hasta llegar al cómodo sofá, allí coloqué mis glúteos y terminé de descargar mis hombros a los lados, soltando una exhalación brusca gracias al exhausto ejercicio de hoy.
Todo parecía tranquilo, mis ojos empezaban a entrecerrarse, la tibiedad del amuleto me hacía sentir confiado, no pasaría más de una hora para que ya estuviese durmiendo profundamente. Descargué todo el peso de los músculos y bajé mi guardia. De repente, mientras que seguía en el limbo, oí el silbido de una cuchilla que se acercaba hacia mí. No podría evadirla, así que ejecuté un movimiento con mi brazo y cubrí mi rostro. -¡Argh!, ¿Pero qué demonios?.-Fruncí el ceño e inicié una búsqueda con mi vista, hasta descubrir la silueta de alguien con un torso bastante flaco. Me levanté y me encargué de dar unos pasos más hacia adelante, observando el rostro del asesino, o más bien, la asesina.
No sé a qué o a quién le doy las felicidades...-Desenterré la cuchilla y sin más preámbulo, corrí de frente hacia la dama, pero ésta se defendió con una daga, así que cuando mi rostro estaba cerca, desenvainé sigilosamente mi espada y la sacrifiqué para mandar a volar los dos objetos filosos. Después, aprovechando la cercanía, preparé mis nudillos para tratar de propinarle un puñetazo en el mentón. No podía perdonar ese ataque tan sucio...
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Off: Si no se puede usar a Quiet de Metal Gear, buscaré otra imagen. Lo edito, sólo un mp. Un saludo.
Pegué un suspiro, quizá el único más agradable y delicioso del día. Llegamos a un punto donde debíamos separar nuestros caminos por segunda vez. Yo no me preocupé demasiado, aunque antes de que todos se apartaran, no pude resistirme en continuar con mi sarcasmo. -Espero encontrarme con los perfumes del "rey".-Contraje los glúteos como símbolo de preocupación y seguí con mi desnudez para atravesar un pasillo lleno de antorchas a los costados. Probablemente llegaría a un segundo o tercer nivel, ni idea, tampoco me interesaba saber dónde depararía. El lugar iba a ser destruido, sea hoy o en un siglo. Le di un beso al objeto de mis manos y me terminé todo el líquido de vino, que pasó rápidamente por mi garganta, embriagando mi mente y mi hermosa manera de comportarme.
Sin embargo, al salir del frondoso lugar, me encontré con una especie de cuarto bien ordenado y con un extraño aroma a claveles. Me quedé estupefacto sólo por el hecho de que la esencia lograba opacar la mía, y en gran forma, podría decirse que desapareció mi hediondez mientras pasaba el tiempo y seguía refugiado en la pieza. -Vaya, ¿Y quién es el príncipe, dueño de ésta belleza?.-Cuestioné con fuerza, similar a que lo estuviera invocando. Me trasladé hasta la mitad del lugar y esperé que apareciese el tal consentido. Me dolían las piernas, era obvio frente al tiempo que me encontraba de pie, esquivando, siendo sigiloso, torciendo ropas, alzando el brazo para derramar la última gota de alcohol en mi boca, en fin... Mucho trabajo. Como si fuese un anciano, me apoyé en los muebles hasta llegar al cómodo sofá, allí coloqué mis glúteos y terminé de descargar mis hombros a los lados, soltando una exhalación brusca gracias al exhausto ejercicio de hoy.
Todo parecía tranquilo, mis ojos empezaban a entrecerrarse, la tibiedad del amuleto me hacía sentir confiado, no pasaría más de una hora para que ya estuviese durmiendo profundamente. Descargué todo el peso de los músculos y bajé mi guardia. De repente, mientras que seguía en el limbo, oí el silbido de una cuchilla que se acercaba hacia mí. No podría evadirla, así que ejecuté un movimiento con mi brazo y cubrí mi rostro. -¡Argh!, ¿Pero qué demonios?.-Fruncí el ceño e inicié una búsqueda con mi vista, hasta descubrir la silueta de alguien con un torso bastante flaco. Me levanté y me encargué de dar unos pasos más hacia adelante, observando el rostro del asesino, o más bien, la asesina.
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No sé a qué o a quién le doy las felicidades...-Desenterré la cuchilla y sin más preámbulo, corrí de frente hacia la dama, pero ésta se defendió con una daga, así que cuando mi rostro estaba cerca, desenvainé sigilosamente mi espada y la sacrifiqué para mandar a volar los dos objetos filosos. Después, aprovechando la cercanía, preparé mis nudillos para tratar de propinarle un puñetazo en el mentón. No podía perdonar ese ataque tan sucio...
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Paul Brown Moreau
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
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Re: Misión [gremio asesinos] Haciendo nuevos lazos
El viejo había confundido a Erzsébeth por completo. Deambuló durante un rato por el piso inferior, meditabundo, inmerso en sus pensamientos, no lograba ver su rostro ya que le seguía por la espalda, mas sabía que la presión estaba pudiendo con él. Caminaba casi en círculos y cada vez que aparecía una puerta o ventana daba un brinco. Tras unos diez minutos de persecución estúpida y de la que no obtuvo nada más que un dolor de pies, el ricachón decidió detenerse al llegar a las escaleras del final del pasillo.
El vampiro, oculto tras una puerta y sin perder de vista al señor de la casa, sintió que el piso de arriba se removía. Escuchaba pasos, pesados, apresurados, y en algún momento creyó escuchar gritos. Recordó a las personas que vio al principio de la noche, y supo que eran ellas. Le restó importancia, ya que aquella no era su lucha, y contempló la oronda figura de Heber.
Apoyó su mano en la barandilla e inspiró profundamente, y como en una misión suicida, comenzó a devorar los escalones de dos en dos. Erzsébeth no tuvo tiempo de reaccionar, no se esperaba aquella actuación, y salió corriendo desesperado hasta las escaleras... o lo que debían ser escaleras. Una vez llegó al lugar por el que Heber había subido al piso superior, lo único que encontró fue una pared. Como si nunca hubiesen estado. Palpó la pared repetidas veces, parecía consistente y uniforme, no encontró las típicas palancas de "ábrete, puerta secreta", ni siquiera una irregularidad por la que tirar del papel que cubría la pared y encontrar una salida.
Maldijo por lo bajo y se dio la vuelta con urgencia al escuchar movimientos cerca de él. Con los ojos bien abiertos, avanzó nuevamente por aquel interminable pasillo, y a medida que se acercaba a las escaleras más próximas, los ruidos en el piso superior se volvían más y más intensos: golpes, armas, gritos. Y sangre, pensó, podía olerla desde donde se encontraba. Se había relajado demasiado y no había percibido a un ser delante de él cuando llegó a las escaleras.
Parecía un hombre lobo, su figura enorme le delataba entre las sombras, y escuchaba unos gruñidos ininteligibles que provenían de su dirección. Sabía que le había visto, era imposible no verle con la luz que alumbraba los escalones para no tropezarse, aquel candil le había dificultado la huida. Tragó saliva y cuando el enemigo comenzó a aproximarse, hizo una leve reverencia y corrió escaleras arriba. No podían pillarle, no debían verle: debía despistar a aquel perro pulgoso antes de que le pusiera en un apuro y se topase con los otros asesinos de la casa.
Al llegar al piso superior lo escuchó claro: estaban teniendo lugar una serie de sucesos de los que no quería ni debía formar parte, el sonido de la piel al ser magullada no tenía comparación, aquella tensión palpable en el aire, sería capaz de desgarrarla con sus colmillos. Aquel olor penetrante, hermoso y melódico para sus entrañas, estaba comenzando a tentarle en demasía cuando escucho los pasos frenéticos a su espalda, pisándole los talones. Echó un vistazo rápido y encontró una pequeña recámara al final del pasillo, a la izquierda. Habían intentando disimularla poniéndole un armario delante, pero eran un poco chapuzas: todavía se veía la cerradura de la puerta.
Corrió hasta llegar hasta la misma, separó el vacío armario de la puerta y, para su sorpresa, estaba abierta. Como si hubiesen querido ayudarle a esconderse. Miró a su espalda, el lobo estaba desconcertado, intentando perseguir su rastro con aquella enorme nariz que les caracterizaba y les afeaba tanto el rostro, sin embargo Erzsébeth ya había conseguido colarse en la recámara y todo intento de entrar sería inútil: había vuelto a pegar el armario a la puerta y aquel hombre transformado no tenía pinta de ser demasiado inteligente.
—Bien, ahora solo queda esperar a que las cosas se tranquilicen y saldré como si nada por la puerta principal... —se interrumpió al percibir una respiración agitada y dolorida... y también un olor a sangre muy violento. Se giró y contempló una escena que no imaginaba: un muchacho que apenas rozaría la mayoría de edad yacía sobre una cama deshecha y muy pequeña para su gusto. Se acercó con intriga y una vez lo tuvo a distancia de contarle las pestañas, supo que algo no iba bien. Tenía la tez tan pálida como él, un aspecto de salud mediocre y, lo más preocupante, sus ojos estaban abiertos pero miraban al infinito, carecían de vida y su pecho no subía ni bajaba, por mucho que le escuchase intentando respirar.
Quitó con suavidad las sábanas que cubrían su cuerpo, intentando buscar el origen de la peste a sangre recién extraída. Le escudriñó de pies a cabeza, mas lo único extraño que pudo observar era que dormía sin camiseta, solo con pantalones de pijama, y que tenía un abdomen curtido y ni un solo vello en todo el pecho. Volvió a taparle y se chocó con un objeto que no supo identificar, se agachó para comprobar de qué se trataba.
Un taburete se escondía un pobo bajo la sábana de la cama, justo a su derecha, y como no tenía nada mejor que hacer en aquellos momentos, se acercó y se sentó, observando al pálido muchacho. Si le quitabas los signos obvios de la enfermedad, parecía un chico esbelto y atractivo. Inhaló con vehemencia y creyó encontrar la sangre que tanto le estaba inquietando: posó sus ojos en la mesita de noche y encontró una jarra de cristal rellena de un líquido carmesí, con un vaso al lado que tenía restos de saliva y algunas gotas de sangre. Tomó la jarra entre sus manos, olió nuevamente y sonrió de oreja a oreja, mirando al chico.
—¿Desde cuándo los niños de papá se entretienen bebiendo sangre? —Preguntó al aire, observando que el pequeño tenía un rastro rojo en la comisura de los labios. Y esperó, con las dagas en sus manos y dando sorbos de aquella delicia sin poder contenerse, a que cesaran los gritos de los alrededores.
El vampiro, oculto tras una puerta y sin perder de vista al señor de la casa, sintió que el piso de arriba se removía. Escuchaba pasos, pesados, apresurados, y en algún momento creyó escuchar gritos. Recordó a las personas que vio al principio de la noche, y supo que eran ellas. Le restó importancia, ya que aquella no era su lucha, y contempló la oronda figura de Heber.
Apoyó su mano en la barandilla e inspiró profundamente, y como en una misión suicida, comenzó a devorar los escalones de dos en dos. Erzsébeth no tuvo tiempo de reaccionar, no se esperaba aquella actuación, y salió corriendo desesperado hasta las escaleras... o lo que debían ser escaleras. Una vez llegó al lugar por el que Heber había subido al piso superior, lo único que encontró fue una pared. Como si nunca hubiesen estado. Palpó la pared repetidas veces, parecía consistente y uniforme, no encontró las típicas palancas de "ábrete, puerta secreta", ni siquiera una irregularidad por la que tirar del papel que cubría la pared y encontrar una salida.
Maldijo por lo bajo y se dio la vuelta con urgencia al escuchar movimientos cerca de él. Con los ojos bien abiertos, avanzó nuevamente por aquel interminable pasillo, y a medida que se acercaba a las escaleras más próximas, los ruidos en el piso superior se volvían más y más intensos: golpes, armas, gritos. Y sangre, pensó, podía olerla desde donde se encontraba. Se había relajado demasiado y no había percibido a un ser delante de él cuando llegó a las escaleras.
Parecía un hombre lobo, su figura enorme le delataba entre las sombras, y escuchaba unos gruñidos ininteligibles que provenían de su dirección. Sabía que le había visto, era imposible no verle con la luz que alumbraba los escalones para no tropezarse, aquel candil le había dificultado la huida. Tragó saliva y cuando el enemigo comenzó a aproximarse, hizo una leve reverencia y corrió escaleras arriba. No podían pillarle, no debían verle: debía despistar a aquel perro pulgoso antes de que le pusiera en un apuro y se topase con los otros asesinos de la casa.
Al llegar al piso superior lo escuchó claro: estaban teniendo lugar una serie de sucesos de los que no quería ni debía formar parte, el sonido de la piel al ser magullada no tenía comparación, aquella tensión palpable en el aire, sería capaz de desgarrarla con sus colmillos. Aquel olor penetrante, hermoso y melódico para sus entrañas, estaba comenzando a tentarle en demasía cuando escucho los pasos frenéticos a su espalda, pisándole los talones. Echó un vistazo rápido y encontró una pequeña recámara al final del pasillo, a la izquierda. Habían intentando disimularla poniéndole un armario delante, pero eran un poco chapuzas: todavía se veía la cerradura de la puerta.
Corrió hasta llegar hasta la misma, separó el vacío armario de la puerta y, para su sorpresa, estaba abierta. Como si hubiesen querido ayudarle a esconderse. Miró a su espalda, el lobo estaba desconcertado, intentando perseguir su rastro con aquella enorme nariz que les caracterizaba y les afeaba tanto el rostro, sin embargo Erzsébeth ya había conseguido colarse en la recámara y todo intento de entrar sería inútil: había vuelto a pegar el armario a la puerta y aquel hombre transformado no tenía pinta de ser demasiado inteligente.
—Bien, ahora solo queda esperar a que las cosas se tranquilicen y saldré como si nada por la puerta principal... —se interrumpió al percibir una respiración agitada y dolorida... y también un olor a sangre muy violento. Se giró y contempló una escena que no imaginaba: un muchacho que apenas rozaría la mayoría de edad yacía sobre una cama deshecha y muy pequeña para su gusto. Se acercó con intriga y una vez lo tuvo a distancia de contarle las pestañas, supo que algo no iba bien. Tenía la tez tan pálida como él, un aspecto de salud mediocre y, lo más preocupante, sus ojos estaban abiertos pero miraban al infinito, carecían de vida y su pecho no subía ni bajaba, por mucho que le escuchase intentando respirar.
Quitó con suavidad las sábanas que cubrían su cuerpo, intentando buscar el origen de la peste a sangre recién extraída. Le escudriñó de pies a cabeza, mas lo único extraño que pudo observar era que dormía sin camiseta, solo con pantalones de pijama, y que tenía un abdomen curtido y ni un solo vello en todo el pecho. Volvió a taparle y se chocó con un objeto que no supo identificar, se agachó para comprobar de qué se trataba.
Un taburete se escondía un pobo bajo la sábana de la cama, justo a su derecha, y como no tenía nada mejor que hacer en aquellos momentos, se acercó y se sentó, observando al pálido muchacho. Si le quitabas los signos obvios de la enfermedad, parecía un chico esbelto y atractivo. Inhaló con vehemencia y creyó encontrar la sangre que tanto le estaba inquietando: posó sus ojos en la mesita de noche y encontró una jarra de cristal rellena de un líquido carmesí, con un vaso al lado que tenía restos de saliva y algunas gotas de sangre. Tomó la jarra entre sus manos, olió nuevamente y sonrió de oreja a oreja, mirando al chico.
—¿Desde cuándo los niños de papá se entretienen bebiendo sangre? —Preguntó al aire, observando que el pequeño tenía un rastro rojo en la comisura de los labios. Y esperó, con las dagas en sus manos y dando sorbos de aquella delicia sin poder contenerse, a que cesaran los gritos de los alrededores.
Bathory
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