Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
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Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
El trabajo en el campo era más duro que me había imaginado. Sin embargo, tenía que hacerlo. Si dejaba mis tareas a medias estaba seguro que me quedaría sin una cómoda cama donde dormir cuando llegase la noche.
Cargado con un capazo en la espalda lleno de los cultivos del huerto de Evelyne, caminé perdido entre las casas de los hombres salvajes. Todos los edificios, si les podía llamar así, me parecían exactamente iguales. Eran réplicas exactas una de la otra, como los nidos de los pájaros que hacían con saliva y palitos. Era fácil perderse y difícil encontrarse. Comenzaba a echar de menos la civilización; casas de diferentes colores, tiendas, señales… lo que sea para poder orientarme entre las calles de la ciudad. El pueblo de los salvajes, por no tener, no tenía ni calles. Las casas parecían haberse construido sin ningún orden, los pocos caminos que había serpenteaban entre las granjas y los cultivos.
Llamé de casa en casa esperando a que, detrás de alguna de las puertas estuviera esperando Evelyne, si era posible, sin su padre. Sin embargo, la chica salvaje no apareció detrás de ninguna de las muchas puertas que llamé. Definitivamente me había perdido. Suspiré muy cansado y algo desesperado, pues sabía que si no llegaba a tiempo a casa de Evelyne me quedaría sin una cama donde dormir.
Al final, decidí sentarme a descansar en un banco del pueblo. Un banco que más que un asiento parecía dos trozos de piedra mal elaboradas. Me quedé sentado observando más detenidamente a todos los que pasaran entre las calles del pueblo de salvajes. Mejor dicho, me quedé esperando a que pasara un solo salvaje a quien pensaba en acosarle hasta que me dijera dónde estaba la casa de Evelyne, al fin y al cabo, era un pueblo, todo el mundo debía saber donde vivía todo el mundo.
En todo el rato que estuve sentado en el banco vi pasar a un caballo, dos perros, tres gatos y cuatro patos, una pata con tres patitos tras de sí. No encontraría la casa de Evelyne pero por lo menos aprendería a contar hasta cuatro. Cuando menos esperaba encontrarme a alguien vi a un hombre escuálido y pelo castaño corriendo con una rosa en la mano, parecía algo nervioso. Era la primera persona que veía en mucho tiempo, sin pensarlo más me levanté y fui tras de sí.
-¡Ehhh! –Grité. - ¡Espera!- El hombre me vio, estaba seguro que había girado su cabeza para verme. - ¡EHHHH!- El hombre fue todavía más rápido que en un principio. Tenía la impresión de que estaba huyendo de mí. –Tú lo has querido.- Removí mis manos para formar un pequeño calambre, lo suficiente para paralizarle, y se lancé sin la menor vacilación. –Ahora que he llamado tú atención me gustaría poder tener una agradable conversación contigo.- Le dije acercándome al cuerpo paralizado con un tono que era una mezcla perfecta entre la broma y la amenaza.
-Por favor no me hagas nada…- Suplicaba.– No quería hacerlo….- Hablaba con gran dificultad pues tenía la lengua paralizada.
-No voy a hacerte nada. Solo quería preguntarte si…-
-¡No!- Sentenció sin dejarme acabar la frase. - ¡No!- Se levantó con ayudándose en un palo que encontró en el suelo como si fuera bastón. -¡No!- Se marchó cojeando sin despedirse si quiera.
-En este pueblo están todos locos.- Suspiré agotado.
El hombre estaba tan nervioso que se había dejado su rosa tirada en el suelo. La cogí sin dudar. Era una flor magnífica. No todos los días se veía una rosa escarlata abierta de par en par como aparecían en los cuentos infantiles. Cogí la flor y aspiré su aroma. Si existían los ángeles deberían oler como esta rosa.
Durante un instante de unos pocos segundos cerré los ojos. No me di cuenta que los había cerrado para prestar más atención al perfume de la rosa. Dejé de ver, dejé de escuchar e incluso dejé de notar como las espinas de la rosa pinchaban mis manos al mismo tiempo que los pétalos la acariciaban. Era parecido a estar inconsciente o en trance.
Cuando abrí los ojos todo cambió. No estaba en el mismo lugar ni siquiera veía las cosas con la misma perspectiva. Era extraño, como si todo se hubiera hecho solo un poco más grande o yo me hubiera hecho un poco más pequeño. Agaché mi mirada para intentar ver directamente la rosa que seguía sosteniendo con ambas manos. Sin embargo, mi pecho se había hecho tan grande que no me dejaba ver gran parte de la rosa.
-¡ME HAN CRECIDO TETAS!- Grité sorprendido al mismo tiempo que me tocaba los pechos para comprobar que eran de verdad. En cambio, no sonó mi voz varonil y seductora, en su lugar apareció la voz de una mujer. Me había convertido en una mujer.
Cargado con un capazo en la espalda lleno de los cultivos del huerto de Evelyne, caminé perdido entre las casas de los hombres salvajes. Todos los edificios, si les podía llamar así, me parecían exactamente iguales. Eran réplicas exactas una de la otra, como los nidos de los pájaros que hacían con saliva y palitos. Era fácil perderse y difícil encontrarse. Comenzaba a echar de menos la civilización; casas de diferentes colores, tiendas, señales… lo que sea para poder orientarme entre las calles de la ciudad. El pueblo de los salvajes, por no tener, no tenía ni calles. Las casas parecían haberse construido sin ningún orden, los pocos caminos que había serpenteaban entre las granjas y los cultivos.
Llamé de casa en casa esperando a que, detrás de alguna de las puertas estuviera esperando Evelyne, si era posible, sin su padre. Sin embargo, la chica salvaje no apareció detrás de ninguna de las muchas puertas que llamé. Definitivamente me había perdido. Suspiré muy cansado y algo desesperado, pues sabía que si no llegaba a tiempo a casa de Evelyne me quedaría sin una cama donde dormir.
Al final, decidí sentarme a descansar en un banco del pueblo. Un banco que más que un asiento parecía dos trozos de piedra mal elaboradas. Me quedé sentado observando más detenidamente a todos los que pasaran entre las calles del pueblo de salvajes. Mejor dicho, me quedé esperando a que pasara un solo salvaje a quien pensaba en acosarle hasta que me dijera dónde estaba la casa de Evelyne, al fin y al cabo, era un pueblo, todo el mundo debía saber donde vivía todo el mundo.
En todo el rato que estuve sentado en el banco vi pasar a un caballo, dos perros, tres gatos y cuatro patos, una pata con tres patitos tras de sí. No encontraría la casa de Evelyne pero por lo menos aprendería a contar hasta cuatro. Cuando menos esperaba encontrarme a alguien vi a un hombre escuálido y pelo castaño corriendo con una rosa en la mano, parecía algo nervioso. Era la primera persona que veía en mucho tiempo, sin pensarlo más me levanté y fui tras de sí.
-¡Ehhh! –Grité. - ¡Espera!- El hombre me vio, estaba seguro que había girado su cabeza para verme. - ¡EHHHH!- El hombre fue todavía más rápido que en un principio. Tenía la impresión de que estaba huyendo de mí. –Tú lo has querido.- Removí mis manos para formar un pequeño calambre, lo suficiente para paralizarle, y se lancé sin la menor vacilación. –Ahora que he llamado tú atención me gustaría poder tener una agradable conversación contigo.- Le dije acercándome al cuerpo paralizado con un tono que era una mezcla perfecta entre la broma y la amenaza.
-Por favor no me hagas nada…- Suplicaba.– No quería hacerlo….- Hablaba con gran dificultad pues tenía la lengua paralizada.
-No voy a hacerte nada. Solo quería preguntarte si…-
-¡No!- Sentenció sin dejarme acabar la frase. - ¡No!- Se levantó con ayudándose en un palo que encontró en el suelo como si fuera bastón. -¡No!- Se marchó cojeando sin despedirse si quiera.
-En este pueblo están todos locos.- Suspiré agotado.
El hombre estaba tan nervioso que se había dejado su rosa tirada en el suelo. La cogí sin dudar. Era una flor magnífica. No todos los días se veía una rosa escarlata abierta de par en par como aparecían en los cuentos infantiles. Cogí la flor y aspiré su aroma. Si existían los ángeles deberían oler como esta rosa.
Durante un instante de unos pocos segundos cerré los ojos. No me di cuenta que los había cerrado para prestar más atención al perfume de la rosa. Dejé de ver, dejé de escuchar e incluso dejé de notar como las espinas de la rosa pinchaban mis manos al mismo tiempo que los pétalos la acariciaban. Era parecido a estar inconsciente o en trance.
Cuando abrí los ojos todo cambió. No estaba en el mismo lugar ni siquiera veía las cosas con la misma perspectiva. Era extraño, como si todo se hubiera hecho solo un poco más grande o yo me hubiera hecho un poco más pequeño. Agaché mi mirada para intentar ver directamente la rosa que seguía sosteniendo con ambas manos. Sin embargo, mi pecho se había hecho tan grande que no me dejaba ver gran parte de la rosa.
-¡ME HAN CRECIDO TETAS!- Grité sorprendido al mismo tiempo que me tocaba los pechos para comprobar que eran de verdad. En cambio, no sonó mi voz varonil y seductora, en su lugar apareció la voz de una mujer. Me había convertido en una mujer.
Última edición por Gerrit Nephgerd el Vie 25 Sep - 9:01, editado 3 veces
Gerrit Nephgerd
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Re: Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
Se había separado del grupo para tener algo de calma, un día descansando no era nada en un viaje tan largo como les esperaba, y, además, no podía estar tanto tiempo con tanta gente, se estresaba y le subía dolor de cabeza y mal humor, no quería que la gente con la que llevaba viajando tantos días, por no hablar de los que les quedaba, comenzara a molestarse por su mal humor. Fire se había quedado revoloteando con ellos, al parecer le había tomado bastante cariño al mago que la había ayudado en Dundarak.
Por lo que podía notar, no debía estar lejos de un pueblo, Ulmer, lugar de lobos, podía ser peor. Avanzó por el bosque, intetando llegar hasta el lugar, cuando un tipejo enjuto de pelo castaño se acercó a ella.
-Señorita.- dijo con un tono de voz agudo y molesto. Keira le dió una simple mirada y pasó de largo, no le interesaba lo que ese tipo con cara de rata tuviera que decirle. - Señorita, por favor, solo quiero su consejo.- pidió el tipo
Keira lo ignoró nuevamente y siguió avanzando hacia el poblado, parecía que no le quedaba demasiado, a penas pasar unos cuando tramos de árboles más, notaba como el hombre la seguía dando tumbos, llamandola de vez en cuando, empezaba a echar humo, solo quería tranquilidad, pasear un poco tal vez comprar algo de comida y estar tranquila, no soportar a un pesado. que la perseguía con una rosa en la mano, agitandola como si fuera una varita.
- Vamos a ver, ¿que demonios quieres?- preguntó, ya cansada.
- Solo quería que oliera la flor, quiero regalarsela a una joven, pero no se si le gustará.- pregunto volviendose pequeño.
Keira rodó los ojos, se agachó y respiró el aroma de la rosa. Era enorme, aunque no tuviera aroma cualquier mujer se sentiría alagada con tal presente, los petalos parecía hchos de la más fina seda, el color escarlata que bañaba toda la corola podría competir con el del fuego más fuerte, mientras respiraba el aroma, notó que alguien rebuscaba en su bolsa, frunió el ceño, molesta.
- Ladronzuelo....- murmuró encendiendo una llama en su mano.- corre o muere.- amenazó.
Se alzó en su altura, y comenzó a lanzarle bolas de fuego a ese idiota, que salió corriendo sin lograr llevarse nada, Keira salió corriendo tras el, completamente furiosa, no pensaba permitir que nadie que intentara tomarle el pelo se quedase tan tranquilo, logró quemarle parte de la ropa, pero al entrar en el pueblo lo perdió de vista. "¿Dónde demonios se ha metido ese maldito ladronzuelo?" Preguntó recuperando el aliento, menos mal que el dinero lo solía llevar en una bolsa escondida en el pecho.
Se volvió a alzar, y notó como si hubiera crecido, frunció el ceño, y movió la cabeza, nah', no podía ser posible. Con un suspiró se llevó la mano al pacho para sentir la cuerda de la bolsa, al moverse escucho un "rash" se le había roto el vestido. ¿Cómo podía ser? Se mrió a si misma, "¿qué demonios?" No tenía pecho, era el doble de alta que antes, notaba la espalda mucho más ancha las piernas más grandes los zapatos le quedaban diminutos. ¿Qué acababa de suceder? De pronto escuchó un grito "Me han crecido tetas"
Con ceño fruncido, se quitó los zapatos y corrió con torpeza, debido a las nuevas piernas, demasiado largas y el peso, se notaba mucho más pesada, estaba acostumbrada a ser tan liviana como una pluma, hasta el punto de ser comparada con un hada, con ese cuerpo se sentía torpe, sin embargo logró llegar, finalmente, al lugar del que procedía el grito, y se vio. Es decir, la vio, o se vio, no sabía como expresarlo, era ella, pero ni de lejos lo era, el tipo se miraba los pechos como si nunca hubiera visto unos.
La chica se acercó a si misma, y tosió, le salió una tos grave, profunda.
- Perdona, pero... ese cuerpo, es mío.- pidió con una voz que correspondía totalmente a la tos, pero que nada tenía que ver su su suave meloso y armonioso tono normal.
Por lo que podía notar, no debía estar lejos de un pueblo, Ulmer, lugar de lobos, podía ser peor. Avanzó por el bosque, intetando llegar hasta el lugar, cuando un tipejo enjuto de pelo castaño se acercó a ella.
-Señorita.- dijo con un tono de voz agudo y molesto. Keira le dió una simple mirada y pasó de largo, no le interesaba lo que ese tipo con cara de rata tuviera que decirle. - Señorita, por favor, solo quiero su consejo.- pidió el tipo
Keira lo ignoró nuevamente y siguió avanzando hacia el poblado, parecía que no le quedaba demasiado, a penas pasar unos cuando tramos de árboles más, notaba como el hombre la seguía dando tumbos, llamandola de vez en cuando, empezaba a echar humo, solo quería tranquilidad, pasear un poco tal vez comprar algo de comida y estar tranquila, no soportar a un pesado. que la perseguía con una rosa en la mano, agitandola como si fuera una varita.
- Vamos a ver, ¿que demonios quieres?- preguntó, ya cansada.
- Solo quería que oliera la flor, quiero regalarsela a una joven, pero no se si le gustará.- pregunto volviendose pequeño.
Keira rodó los ojos, se agachó y respiró el aroma de la rosa. Era enorme, aunque no tuviera aroma cualquier mujer se sentiría alagada con tal presente, los petalos parecía hchos de la más fina seda, el color escarlata que bañaba toda la corola podría competir con el del fuego más fuerte, mientras respiraba el aroma, notó que alguien rebuscaba en su bolsa, frunió el ceño, molesta.
- Ladronzuelo....- murmuró encendiendo una llama en su mano.- corre o muere.- amenazó.
Se alzó en su altura, y comenzó a lanzarle bolas de fuego a ese idiota, que salió corriendo sin lograr llevarse nada, Keira salió corriendo tras el, completamente furiosa, no pensaba permitir que nadie que intentara tomarle el pelo se quedase tan tranquilo, logró quemarle parte de la ropa, pero al entrar en el pueblo lo perdió de vista. "¿Dónde demonios se ha metido ese maldito ladronzuelo?" Preguntó recuperando el aliento, menos mal que el dinero lo solía llevar en una bolsa escondida en el pecho.
Se volvió a alzar, y notó como si hubiera crecido, frunció el ceño, y movió la cabeza, nah', no podía ser posible. Con un suspiró se llevó la mano al pacho para sentir la cuerda de la bolsa, al moverse escucho un "rash" se le había roto el vestido. ¿Cómo podía ser? Se mrió a si misma, "¿qué demonios?" No tenía pecho, era el doble de alta que antes, notaba la espalda mucho más ancha las piernas más grandes los zapatos le quedaban diminutos. ¿Qué acababa de suceder? De pronto escuchó un grito "Me han crecido tetas"
Con ceño fruncido, se quitó los zapatos y corrió con torpeza, debido a las nuevas piernas, demasiado largas y el peso, se notaba mucho más pesada, estaba acostumbrada a ser tan liviana como una pluma, hasta el punto de ser comparada con un hada, con ese cuerpo se sentía torpe, sin embargo logró llegar, finalmente, al lugar del que procedía el grito, y se vio. Es decir, la vio, o se vio, no sabía como expresarlo, era ella, pero ni de lejos lo era, el tipo se miraba los pechos como si nunca hubiera visto unos.
La chica se acercó a si misma, y tosió, le salió una tos grave, profunda.
- Perdona, pero... ese cuerpo, es mío.- pidió con una voz que correspondía totalmente a la tos, pero que nada tenía que ver su su suave meloso y armonioso tono normal.
Última edición por Keira Brabery el Lun 21 Sep - 19:58, editado 1 vez
Keira Brabery
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Re: Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
Son podía salir de mi asombro. No solo tenía tetas, tenía todo lo que debía tener una mujer. Seguía teniendo la misma ropa, la que le pertenecía al padre de Evelyne. Sin embargo, todo mi cuerpo había cambiado. No eran los edificios los que se habían vuelto más grandes, como me había imaginado al inicio de mi transformación, más bien, fue mi cuerpo el que se hubo vuelto más pequeño. Unos veinte centímetros más pequeño para ser más exactos. La ropa, que ya me venía ancha cuando era yo, siendo mujer me venía enorme.
Con un trozo de cuerda me ceñí la ropa todo lo que pude. Lo último que hubiera querido era que se me cayera la ropa mientras estaba caminando y que, al mismísimo instante levantase las pasiones de todos los hombres salvajes del pueblo. No quería imaginarme lo que serían capaces de hacer a una chica inocente como yo; bueno, como mi nuevo yo. Me puse la amplía camisa dentro del pantalón y, con la cuerda, lo apreté todo cuanto podía. Mi nuevo cuerpo estaba demasiado delgado para esta ropa, tuve que dar dos vueltas completas a la cuerda para no ir tropezando con los extremos. Cuando me até bien atado, intenté ceñir los hombros de la camisa para que no se me saliera ninguna teta por el camino.
Al acabar de vestirme como era debido, me acerqué a la ventana de una de las casas del pueblo para poder ver mi reflejo. –Soy hermosa.- Me burlé de mi mismo al mismo tiempo que me apretaba las tetas como solían hacer las prostitutas para llamar la atención de los hombres. ¿Y si todo eso era un castigo por haber dejado tirado a tantas mujeres? Imposible, de ser así no me hubieran castigado con un cuerpo tan llamativo como éste, hubiera sido un cardo malayo con dos granos retorcidos como pezones.
Mientras me veía en el reflejo del cristal escuché una voz terriblemente conocida que me hizo girarme de inmediato. Era yo. O la propietaria de este cuerpo bajo mi piel. No dejaba de toser, parecía un viejo fumador. Seguramente, sería porque no se acostumbraba a tener nuez.
-Eso es lo que les gustaría a todos los hombres: poseer mi cuerpo durante una noche.- Me esforcé por marcar más la voz aguada de las mujeres. No podía aguantarme la risa. Mi cuerpo estaba comprimido en una especie de telas rasgadas que querían aparentar ser un vestido. No me sentía cómodo con el cuerpo de una mujer, por lo que cambie el tono de guasa por un tono más serio. - ¿Cómo sé qué es el tuyo?- Si ella tenía mi cuerpo, era lógico pensar que yo tenía el de ella. Sin embargo, era la única pregunta medianamente sería que se me había ocurrido hacer.
Con un trozo de cuerda me ceñí la ropa todo lo que pude. Lo último que hubiera querido era que se me cayera la ropa mientras estaba caminando y que, al mismísimo instante levantase las pasiones de todos los hombres salvajes del pueblo. No quería imaginarme lo que serían capaces de hacer a una chica inocente como yo; bueno, como mi nuevo yo. Me puse la amplía camisa dentro del pantalón y, con la cuerda, lo apreté todo cuanto podía. Mi nuevo cuerpo estaba demasiado delgado para esta ropa, tuve que dar dos vueltas completas a la cuerda para no ir tropezando con los extremos. Cuando me até bien atado, intenté ceñir los hombros de la camisa para que no se me saliera ninguna teta por el camino.
Al acabar de vestirme como era debido, me acerqué a la ventana de una de las casas del pueblo para poder ver mi reflejo. –Soy hermosa.- Me burlé de mi mismo al mismo tiempo que me apretaba las tetas como solían hacer las prostitutas para llamar la atención de los hombres. ¿Y si todo eso era un castigo por haber dejado tirado a tantas mujeres? Imposible, de ser así no me hubieran castigado con un cuerpo tan llamativo como éste, hubiera sido un cardo malayo con dos granos retorcidos como pezones.
Mientras me veía en el reflejo del cristal escuché una voz terriblemente conocida que me hizo girarme de inmediato. Era yo. O la propietaria de este cuerpo bajo mi piel. No dejaba de toser, parecía un viejo fumador. Seguramente, sería porque no se acostumbraba a tener nuez.
-Eso es lo que les gustaría a todos los hombres: poseer mi cuerpo durante una noche.- Me esforcé por marcar más la voz aguada de las mujeres. No podía aguantarme la risa. Mi cuerpo estaba comprimido en una especie de telas rasgadas que querían aparentar ser un vestido. No me sentía cómodo con el cuerpo de una mujer, por lo que cambie el tono de guasa por un tono más serio. - ¿Cómo sé qué es el tuyo?- Si ella tenía mi cuerpo, era lógico pensar que yo tenía el de ella. Sin embargo, era la única pregunta medianamente sería que se me había ocurrido hacer.
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Re: Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
Quien fuera que estuviera dentro de su cuerpo era, simplemente, un idiota, Keira tenía unas ganas tremendas de darle una hostia, pero se golpearía a si misma, y no podía permitirse herir su fina piel, y menos con esas manazas, con lo grandes que eran podría coger la cintura de la chica, que ahora estaba delante, solo con la palma. La chica en el interior del cuerpo del tipo rodó los ojos, no podía tener peor suerte, siempre se topaba con idiotas.... y quedó comprobado cuando quien estuviera en su cuerpo hizo su voz aun más aguda.
La joven se escandalizo, por dios que no forzase así su garganta, su voz era parte de ella, del espéctaculo, de su vida, no podía permitirse dañarse la garganta. Por suerte, se detuvo, haciendo que la chica lanzara un suspiro, no reclamaría un cuerpo ageno así como así, es más nunca pensó que debiera reclamar un cuerpo.... la situación era tan inverosimil que se sentía estúpida, tanto como el suceso.
Ella no tenía nada especial que pudiera hacerle pensar a quien poseía su cuerpo que decía la verdad, así que, quisiera o no, iba a tener que hablar de esa marca esa única marca que profanaba el templo que era su cuerpo. Estiró una mano, en un gesto totalmente femenino apuntando al hombro izquierdo, y pronuncio con su voz atronadora.
- Ahí, en el hombro izquiero, una enorme cicatriz, está cerrada, pero la piel es roja, brillante, es una quemadura muy fea...- dijo con cierta reticencia.- ¿me devuelves mi cuerpo, por favor? Antes de que sigas tocando donde no debes tocar.- exigió más que pidio.
La gente del pueblo que pasaba, observaba a Keira con curiosidad, lógico, un tipo rubio, grande como un armario, guapo, porque la chica reconocía, al mirar su reflejo en el cristal, que atractivo no le faltaba al hombre, con un ajustado y roto vestido de color rojo y falda vaporosa, era, sin duda un espectaculo, por no hablar de la voluptuosa y sinuosa figura de la joven con quien hablaba, que, por si fuera poco, segundos antes estaba tocandose los pechos como quien amasa pan.
La bailarina se sentía de los nervios, tenía ganas de quemar a quien fuera que le hubiera arrebatado el cuepo, si seguía las leyes de la lógica, si es que había algo lógico en toda esa situación, si ese tenía su cuerpo, ella debía tener el de él, "Bueno, podría ser peor" pensó, al menos incluso en cuerpo de hombre seguía siendo atractiva, que no era malo ser feo, pero no era lo que acostumbraba, además necesitaba recuperar su cuerpo, quería volver a ser ligera, liviana como una pluma, y poder moverse con la soltura y gracilidad de una mariposa batiendo las alas, no por nada la llamaban "Hada"
La joven se escandalizo, por dios que no forzase así su garganta, su voz era parte de ella, del espéctaculo, de su vida, no podía permitirse dañarse la garganta. Por suerte, se detuvo, haciendo que la chica lanzara un suspiro, no reclamaría un cuerpo ageno así como así, es más nunca pensó que debiera reclamar un cuerpo.... la situación era tan inverosimil que se sentía estúpida, tanto como el suceso.
Ella no tenía nada especial que pudiera hacerle pensar a quien poseía su cuerpo que decía la verdad, así que, quisiera o no, iba a tener que hablar de esa marca esa única marca que profanaba el templo que era su cuerpo. Estiró una mano, en un gesto totalmente femenino apuntando al hombro izquierdo, y pronuncio con su voz atronadora.
- Ahí, en el hombro izquiero, una enorme cicatriz, está cerrada, pero la piel es roja, brillante, es una quemadura muy fea...- dijo con cierta reticencia.- ¿me devuelves mi cuerpo, por favor? Antes de que sigas tocando donde no debes tocar.- exigió más que pidio.
La gente del pueblo que pasaba, observaba a Keira con curiosidad, lógico, un tipo rubio, grande como un armario, guapo, porque la chica reconocía, al mirar su reflejo en el cristal, que atractivo no le faltaba al hombre, con un ajustado y roto vestido de color rojo y falda vaporosa, era, sin duda un espectaculo, por no hablar de la voluptuosa y sinuosa figura de la joven con quien hablaba, que, por si fuera poco, segundos antes estaba tocandose los pechos como quien amasa pan.
La bailarina se sentía de los nervios, tenía ganas de quemar a quien fuera que le hubiera arrebatado el cuepo, si seguía las leyes de la lógica, si es que había algo lógico en toda esa situación, si ese tenía su cuerpo, ella debía tener el de él, "Bueno, podría ser peor" pensó, al menos incluso en cuerpo de hombre seguía siendo atractiva, que no era malo ser feo, pero no era lo que acostumbraba, además necesitaba recuperar su cuerpo, quería volver a ser ligera, liviana como una pluma, y poder moverse con la soltura y gracilidad de una mariposa batiendo las alas, no por nada la llamaban "Hada"
Keira Brabery
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Re: Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
De haber conocido a la chica que poseía mi cuerpo con su propio cuerpo no hubiera duda un segundo en conocerla de una forma más íntima. Tenía un cuerpo hecho para la pasión y la lujuria. Sus pechos eran grandes y turgentes no como muchos otros que había visto en los cuales la gravedad había dejado su huella. Su cadera era amplia y seductora, me recordaba a las bailarinas que había visto siguiendo el ritmo de las canciones más picantes de los bardos; de ser así explicaría la indumentaria con la que ahora veía mi cuerpo. Su piel no se quedaba atrás; podría apostar a que todos los hombres del mundo, y también las mujeres, desearían tocar su piel. A mí lo que más me gustaba eran sus labios rojos y carnosos; no necesitaba ninguna clases de potingues para mantenerlos así, eran perfectos; unos labios hechos para ser besados.
Se notaba conforme hablaba que su cuerpo era aquello que más apreciaba. No me contestó ni a mi mofa ni a mi pregunta casi seria, no me hizo ni caso, por lo único que se preocupó era por una cicatriz, una especie de quemadura mal curada que tenía en el hombro izquierdo, que hacía de su piel un poco menos atractiva.
En cierto modo, me sentí identificado con ella. A mí también me gustaba mantener mi cuerpo en su mejor estado posible. Era capaz de perder la cabeza por una pequeña herida, aunque fuera un simple corte. Dejé el capazo que cargaba en la espalda, el cual se había vuelto mucho más pesado con este nuevo cuerpo, y rebusqué entre los cultivos de Evelyne pudiera tapar la herida.
-¿Por qué hablas como un cibernético mal fabricado?- Pregunté mientras buscaba entre el capazo. –Me…Devuelves…Mi…Cuerpo….- Dije imitando la voz mecánica de un biocernético. No pensaba en decirle nada sobre mi idea de taparle la quemadura, era de la opinión que nunca había que decir ninguna “buena” obra. Que sea una sorpresa, algo que nunca se esperaría. De esta forma conseguía que fuera mucho más especial, luego ya tendría tiempo de fardar por mi buena obra.
Al fin lo encontré, sabía que había cogido por los menos unas veinte flores de algodón entre los tomates, guisantes, pimientos y demás hortalizas del huerto de Evelyne. Cogí una de las flores y la puse con sumo cuidado en la quemadura. Acto seguido, corté un trozo de uno de los extremos de la cuerda que usaba de cinturón y la usé para atar la flor en la cicatriz. – ¿Contenta?- Los labios rojos y carnosos de la mujer que ahora poseían hacían que mi sonrisa fuera más picara de lo que era con mi verdadero cuerpo.
-Por cierto.- Dije fingiendo que me había venido una idea de repente. – Para devolverte algo, primero debí de haberte quitado ese algo y yo no te he quitado nada. – Hizo una pausa para buscar entre mis recuerdos que es lo que había sucedido. – O eso creo.-
Se notaba conforme hablaba que su cuerpo era aquello que más apreciaba. No me contestó ni a mi mofa ni a mi pregunta casi seria, no me hizo ni caso, por lo único que se preocupó era por una cicatriz, una especie de quemadura mal curada que tenía en el hombro izquierdo, que hacía de su piel un poco menos atractiva.
En cierto modo, me sentí identificado con ella. A mí también me gustaba mantener mi cuerpo en su mejor estado posible. Era capaz de perder la cabeza por una pequeña herida, aunque fuera un simple corte. Dejé el capazo que cargaba en la espalda, el cual se había vuelto mucho más pesado con este nuevo cuerpo, y rebusqué entre los cultivos de Evelyne pudiera tapar la herida.
-¿Por qué hablas como un cibernético mal fabricado?- Pregunté mientras buscaba entre el capazo. –Me…Devuelves…Mi…Cuerpo….- Dije imitando la voz mecánica de un biocernético. No pensaba en decirle nada sobre mi idea de taparle la quemadura, era de la opinión que nunca había que decir ninguna “buena” obra. Que sea una sorpresa, algo que nunca se esperaría. De esta forma conseguía que fuera mucho más especial, luego ya tendría tiempo de fardar por mi buena obra.
Al fin lo encontré, sabía que había cogido por los menos unas veinte flores de algodón entre los tomates, guisantes, pimientos y demás hortalizas del huerto de Evelyne. Cogí una de las flores y la puse con sumo cuidado en la quemadura. Acto seguido, corté un trozo de uno de los extremos de la cuerda que usaba de cinturón y la usé para atar la flor en la cicatriz. – ¿Contenta?- Los labios rojos y carnosos de la mujer que ahora poseían hacían que mi sonrisa fuera más picara de lo que era con mi verdadero cuerpo.
-Por cierto.- Dije fingiendo que me había venido una idea de repente. – Para devolverte algo, primero debí de haberte quitado ese algo y yo no te he quitado nada. – Hizo una pausa para buscar entre mis recuerdos que es lo que había sucedido. – O eso creo.-
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Re: Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
El chico dejó el capazo, sacando un nuevo suspiro por parte del cuerpo masculino, si esa cosa hería su piel... patearñia el culo del tipo aunque ello le costase que le doliera a ella, o... algo similar, era todo tan confuso que la joven no era capaz siquiera de explicarlo. Fruncio el ceño sobre el que caían mechones rubios, se burlba de ella por su voz, pero... era la de él... ¿es que acaso ese chico era retrasado?
No, no lo parecía, por la cara de aspecto firme, pómulos fuertes, rasgos marcados, los ojos que veía en su cuerpo expresivos, sinceros, puede que, demasiado sinceros, no, solo era un idiota normal.
- No es que hable así, es que es así como suena tu voz, no tengo la culpa.- respondió cruzandose de brazos mientras su cuerpo rebuscaba en el capazo y sacaba varias flores.
Extrañada, guardó silencio mientras esperaba a que el chico terminase con lo que fuera que estaba haciendo. Lo vio sacar varias flores de color blanco que situó sobre el hombro herido, que quedaba descubierto por esa enorme camiseta de tirantes que llevaba ahora su cuerpo, que resultaba diminuto metido en esa ropa tan grande, lo vio atar las flores con la cuerda que había usado al hombro herido.
La expresión en la cara del chico rubió se suavizó, y dio una pequeña sonrisa, lo cierto es que eso había sido un detalle, era una bonita forma de tapar esa herida que tanto la acomplejaba, no era mal chico, al menos mientras no abría la boca, porque en cuanto volvió a hablar, volvió a soltar una tontería.
- Al parecer no tienes ni idea de lo que quiere decir leer entre lineas.- protestó- me refiero a que quiero recuperar mi cuerpo, y supongo que tu también querrás recuperar el tuyo, así que necesitamos saber como demonios hemos acabado así. Algo debe haber que hayamos hecho ambos y nos haya metido en este lio, este tipo de cosas no pasan así porque si.
Miró a su alrededor, seguían atrayendo las miradas, debían salir de allí. Puso los ojos en blanco y cogió el capazo con un brazo, tener un cuerpo así también resultaba útil, al menos, era fuerte. cuento lo tuvo cargado en un hombro, sabiendo que era ella misma quien iba a tomar su propio cuerpo, por raro que sonase así dicho, hizo lo mismo y lo colgó cual saco de patatas en el otro hombro, alejandose con las grandes zancadas que el cuerpo del chico le permitía dar, de miradas indiscretas.
Cuando quedaron escondidos tras una casa, bajó el capazo y hizo descender el cuerpo con sumo cuidado, asegurandose de no hacerse daño a si misma con las grandes manos del chico, comprobó, de cerca, que su piel estaba ilesa, y se cruzó de brazos poniendo la amplia espalda en la pared.
- A ver, cuentame que has hecho, con detalles, por si algo coincide.- pidió poniendo un par de dedos sobre la sien, acabaría por dolerle la cabeza.
No, no lo parecía, por la cara de aspecto firme, pómulos fuertes, rasgos marcados, los ojos que veía en su cuerpo expresivos, sinceros, puede que, demasiado sinceros, no, solo era un idiota normal.
- No es que hable así, es que es así como suena tu voz, no tengo la culpa.- respondió cruzandose de brazos mientras su cuerpo rebuscaba en el capazo y sacaba varias flores.
Extrañada, guardó silencio mientras esperaba a que el chico terminase con lo que fuera que estaba haciendo. Lo vio sacar varias flores de color blanco que situó sobre el hombro herido, que quedaba descubierto por esa enorme camiseta de tirantes que llevaba ahora su cuerpo, que resultaba diminuto metido en esa ropa tan grande, lo vio atar las flores con la cuerda que había usado al hombro herido.
La expresión en la cara del chico rubió se suavizó, y dio una pequeña sonrisa, lo cierto es que eso había sido un detalle, era una bonita forma de tapar esa herida que tanto la acomplejaba, no era mal chico, al menos mientras no abría la boca, porque en cuanto volvió a hablar, volvió a soltar una tontería.
- Al parecer no tienes ni idea de lo que quiere decir leer entre lineas.- protestó- me refiero a que quiero recuperar mi cuerpo, y supongo que tu también querrás recuperar el tuyo, así que necesitamos saber como demonios hemos acabado así. Algo debe haber que hayamos hecho ambos y nos haya metido en este lio, este tipo de cosas no pasan así porque si.
Miró a su alrededor, seguían atrayendo las miradas, debían salir de allí. Puso los ojos en blanco y cogió el capazo con un brazo, tener un cuerpo así también resultaba útil, al menos, era fuerte. cuento lo tuvo cargado en un hombro, sabiendo que era ella misma quien iba a tomar su propio cuerpo, por raro que sonase así dicho, hizo lo mismo y lo colgó cual saco de patatas en el otro hombro, alejandose con las grandes zancadas que el cuerpo del chico le permitía dar, de miradas indiscretas.
Cuando quedaron escondidos tras una casa, bajó el capazo y hizo descender el cuerpo con sumo cuidado, asegurandose de no hacerse daño a si misma con las grandes manos del chico, comprobó, de cerca, que su piel estaba ilesa, y se cruzó de brazos poniendo la amplia espalda en la pared.
- A ver, cuentame que has hecho, con detalles, por si algo coincide.- pidió poniendo un par de dedos sobre la sien, acabaría por dolerle la cabeza.
Keira Brabery
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Re: Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
Fuera quien fuera la chica que estaba en su cuerpo no dejaba de protestar. Comenzaba a molestarme que a cada cosa que dijera me tuviera que corregir como si fuera un retrasado, casi prefería que me ignorase antes que me corrigiera. Hacía muchos años que había dejado la escuela, no necesitaba a otra profesora que me enseñase a leer . En una cosa sí tenía que darle la razón; costase lo que me costase, deseaba volver a mi cuerpo. Me gustaba más tocar las tetas de las mujeres que tener las mías propias. ¿Qué le vamos a hacer? Manías que tiene uno.
De pronto, sin avisar ni nada, la bailarina que estaba en mi cuerpo cogió el capazo que había dejado en el suelo con un brazo mientras en el otro me cogió a mí y me llevo detrás de una casa del pueblo. Las cosas se pendían con un por favor y gracias . "Por favor te puedo coger y llevarte lejos donde nadie pueda ver como te violo, gracias."
Mientras me llevaba cogido al hombro como si fuera un saco de patatas comencé a pensar qué pasaría si no conseguíamos volver a nuestros cuerpos. Sobre todo, pensaba en qué diría Evelyne si me presentase a su casa con el cuerpo de la mujer pechugona. Puede que le gustase, eso explicaría por qué no entró a mi habitación la noche anterior.
-¡MOZA, DEJA QUE SEA YO QUIEN TE LLEVE!- Dijo salivando un hombre salvaje al verme en los brazos del cuerpo que fue mío.
-¡MOZA, VEN AQUÍ!- Dijo otro salvaje igual de desagradable.
Mejor mañana chicos.- No pude evitar resistirme a tomarme mi pequeña venganza personal sobre la chica que poseía mi cuerpo. – Sí, mañana dejaré que me deis todo vuestro amor, ¿vale chicos?.- Dije esforzándome para ensalzar la voz femenina del nuevo cuerpo. Para el día siguiente esperaba poder haber vuelto a mi cuerpo por lo que sería la bailarina la que recibiera el duro amor de esos hombres. – Hasta luegui.- Me despedí con un beso al aire, era la única forma de que nos dejasen en paz y, a la vez, de vengarme de la bailarina por haberme tratado como un estúpido.
Lo sabía, la chica que estaba en mi cuerpo me llevó a un rincón apartado del pueblo. Un sitio íntimo donde nadie podía vernos ni oírnos. Aunque eso era relativo. Mi idea de posponer una violación en masa por parte de los salvajes para el día siguiente no era del todo efectiva. El cuerpo de la chica llamaba demasiado la atención. No me extrañaría ver a uno de esos hombres escondido tras las ventanas con el fin poder ver un minuto más a la chica. De ser así, yo no era quien para culparle, seguramente hubiera hecho lo mismo o peor. Decir que era hermosa sería decir poco sobre ella.
-¡Moza!- Imité el saludo de los salvajes cuando por fin la bailarina quiso dejarme en el suelo. Era una lástima que una palabra tan graciosa no se utilizase como era debido. – Solo por curiosidad, ¿te suele pasar a menudo. Ya sabes, que los hombres te acosen como una panda de animales en celo. -
Como siempre, lo suyo era lo primero. Con dos dedos en el aire me preguntó sobre todo cuanto lo que había hecho antes de cambiarnos los cuerpos, detalles incluidos. Me rasqué la barba que ya no tenía intentando hacer memoria de cada cosa que había hecho desde que me había levantado hasta ese momento. –A ver… Déjame pensar. Me desperté, me duché, me vestí, desayuné junto a Evelyne y su padre y me fui a trabajar al huerto. –Dije relatando mecánicamente cada cosa que hice. - Ya está, seguro que es eso. ¿Has recogido esta mañana la cosecha? Seguro que ha sido culpa de haber tocado la misma patata. Eso ha hecho que nos cambiásemos los cuerpos.- El tono agudo del cuerpo de la chica hacía que tono de voz no sonase tan burlón como habría podido esperar.
De pronto, sin avisar ni nada, la bailarina que estaba en mi cuerpo cogió el capazo que había dejado en el suelo con un brazo mientras en el otro me cogió a mí y me llevo detrás de una casa del pueblo. Las cosas se pendían con un por favor y gracias . "Por favor te puedo coger y llevarte lejos donde nadie pueda ver como te violo, gracias."
Mientras me llevaba cogido al hombro como si fuera un saco de patatas comencé a pensar qué pasaría si no conseguíamos volver a nuestros cuerpos. Sobre todo, pensaba en qué diría Evelyne si me presentase a su casa con el cuerpo de la mujer pechugona. Puede que le gustase, eso explicaría por qué no entró a mi habitación la noche anterior.
-¡MOZA, DEJA QUE SEA YO QUIEN TE LLEVE!- Dijo salivando un hombre salvaje al verme en los brazos del cuerpo que fue mío.
-¡MOZA, VEN AQUÍ!- Dijo otro salvaje igual de desagradable.
Mejor mañana chicos.- No pude evitar resistirme a tomarme mi pequeña venganza personal sobre la chica que poseía mi cuerpo. – Sí, mañana dejaré que me deis todo vuestro amor, ¿vale chicos?.- Dije esforzándome para ensalzar la voz femenina del nuevo cuerpo. Para el día siguiente esperaba poder haber vuelto a mi cuerpo por lo que sería la bailarina la que recibiera el duro amor de esos hombres. – Hasta luegui.- Me despedí con un beso al aire, era la única forma de que nos dejasen en paz y, a la vez, de vengarme de la bailarina por haberme tratado como un estúpido.
Lo sabía, la chica que estaba en mi cuerpo me llevó a un rincón apartado del pueblo. Un sitio íntimo donde nadie podía vernos ni oírnos. Aunque eso era relativo. Mi idea de posponer una violación en masa por parte de los salvajes para el día siguiente no era del todo efectiva. El cuerpo de la chica llamaba demasiado la atención. No me extrañaría ver a uno de esos hombres escondido tras las ventanas con el fin poder ver un minuto más a la chica. De ser así, yo no era quien para culparle, seguramente hubiera hecho lo mismo o peor. Decir que era hermosa sería decir poco sobre ella.
-¡Moza!- Imité el saludo de los salvajes cuando por fin la bailarina quiso dejarme en el suelo. Era una lástima que una palabra tan graciosa no se utilizase como era debido. – Solo por curiosidad, ¿te suele pasar a menudo. Ya sabes, que los hombres te acosen como una panda de animales en celo. -
Como siempre, lo suyo era lo primero. Con dos dedos en el aire me preguntó sobre todo cuanto lo que había hecho antes de cambiarnos los cuerpos, detalles incluidos. Me rasqué la barba que ya no tenía intentando hacer memoria de cada cosa que había hecho desde que me había levantado hasta ese momento. –A ver… Déjame pensar. Me desperté, me duché, me vestí, desayuné junto a Evelyne y su padre y me fui a trabajar al huerto. –Dije relatando mecánicamente cada cosa que hice. - Ya está, seguro que es eso. ¿Has recogido esta mañana la cosecha? Seguro que ha sido culpa de haber tocado la misma patata. Eso ha hecho que nos cambiásemos los cuerpos.- El tono agudo del cuerpo de la chica hacía que tono de voz no sonase tan burlón como habría podido esperar.
Gerrit Nephgerd
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Re: Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
Mientras llevaba su cuerpo en brazos, escuchó la conversación que tenía con unos asquerosos, como siempre, no sabían comportarse, cerdos, ni siquiera los animales eran tan guarros. Si supiera que demonios era capaz de hacer ese cuerpo, y si no hubiera tenido que soltar el suyo pudiendo hacerse un moreton, habría ido a darles una paliza, y, si hubiera tenido sus poderes, les habría quemado cierta parte que parecían ansiosos por usar.
Lanzó una mirada de reojo que el idiota que estaba metido en sus curbas pareció no notar, pero que, los tipos, claramente vieron, pues se alejaron cabizbajos, estaba claro que, por muy travestido que pareciera en ese vestido, el cuerpo del rubio parecía una estatua esculpida en marmol, demasiado perfecto como para que nadie se treviera a competir. Antes de girar la esquina pudo escuchar murmurara a uno.
- Bah, la tia iba de farol, solo quería poner celoso a su novio.
Al menos se había librado de ellos, el cuerpo del chico tenía alguna ventaja. Cuando dejó con cuidado el cuerpo en el suelo, tuvo que aguantar las bromitas, cortandolas de raiz con su pregunta, era algo serio, quería recuperar su cuerpo.
- Si que suele pasarme, por desgracia, es bastante... estresante, se piensan que solo soy un culo que se mueve...- confesó en voz baja mientras pensaba en que coincidían sus historias.- No, no puede ser nada de eso.- dijo sin pillar el chiste, pensando que era de forma seria.- no recojo cosecha, he salido de una caravana, ibamos hacia el sur, he dejado a Fire en allí, he paseado por el bosque... y entonces me he topado con el pesado ese, que no paraba de decirme que oliese una rosa que quería regalarle a nosequien... le he perseguido porque ha intentado robarme y... y después era tu.- murmuró pensativa.
Apoyó la ancha espalda en la pared, cruzando los brazos frente al pecho con ceño fruncido, le resultaba extraño no notar la zona blanda, lo cierto es que, puede que los pechos fueran una de la pocas cosas que no echase en falta de su cuerpo, eran pesados, ciertamente, y para bailar, bastante molestos, si fueran más pequeños se movería incluso mejor de lo que lo hacía, sin embargo, si hechaba en falta su cintura delgada, sus piernas finas, su agilidad. A ver si lo arreglaban pronto, quería su cuerpo de vuelta.
Lanzó una mirada de reojo que el idiota que estaba metido en sus curbas pareció no notar, pero que, los tipos, claramente vieron, pues se alejaron cabizbajos, estaba claro que, por muy travestido que pareciera en ese vestido, el cuerpo del rubio parecía una estatua esculpida en marmol, demasiado perfecto como para que nadie se treviera a competir. Antes de girar la esquina pudo escuchar murmurara a uno.
- Bah, la tia iba de farol, solo quería poner celoso a su novio.
Al menos se había librado de ellos, el cuerpo del chico tenía alguna ventaja. Cuando dejó con cuidado el cuerpo en el suelo, tuvo que aguantar las bromitas, cortandolas de raiz con su pregunta, era algo serio, quería recuperar su cuerpo.
- Si que suele pasarme, por desgracia, es bastante... estresante, se piensan que solo soy un culo que se mueve...- confesó en voz baja mientras pensaba en que coincidían sus historias.- No, no puede ser nada de eso.- dijo sin pillar el chiste, pensando que era de forma seria.- no recojo cosecha, he salido de una caravana, ibamos hacia el sur, he dejado a Fire en allí, he paseado por el bosque... y entonces me he topado con el pesado ese, que no paraba de decirme que oliese una rosa que quería regalarle a nosequien... le he perseguido porque ha intentado robarme y... y después era tu.- murmuró pensativa.
Apoyó la ancha espalda en la pared, cruzando los brazos frente al pecho con ceño fruncido, le resultaba extraño no notar la zona blanda, lo cierto es que, puede que los pechos fueran una de la pocas cosas que no echase en falta de su cuerpo, eran pesados, ciertamente, y para bailar, bastante molestos, si fueran más pequeños se movería incluso mejor de lo que lo hacía, sin embargo, si hechaba en falta su cintura delgada, sus piernas finas, su agilidad. A ver si lo arreglaban pronto, quería su cuerpo de vuelta.
Keira Brabery
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Re: Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
Si, como ella dijo, los hombres pensaban que ella solo era un culo que se movía estaban muy equivocados. Como experto en mujeres que era podía afirmar y reafirmar que la chica no solo era un culo, también tenía tetas. Para ser sinceros, aquella chica lo tenía todo lo que un hombre podría desear y quien solo mirase un culo o un par de tetas estaba muy equivocado. Todo ella, todo el conjunto era perfecto. No había detalle que no mereciese la pena valorar ni más ni menos que su culo. Lástima de la quemadura de su brazo. –Son unos ignorantes si solo se fijan en tus posaderas.-
Escuché con atención las instrucciones de la chica que poseía mi cuerpo. No sé quién era ese tal Fire, si lo había dejado esperaba que fuera su novio. Una cosa sí conocía, o por lo menos me sonaba de algo. ¡El tipejo de la rosa! De ser así tendría sentido que lo hubiera visto huyendo, huía por haber intentado robar a la chica. Debía de ser eso, no teníamos otra cosa en común, a parte de la belleza.
-¡La rosa!- Grité al darme cuenta qué teníamos en común. – Antes de transformarme olí una rosa.- Hice una pausa para hacer memoria de cada detalle. – Había un tipo muy feo, estaba corriendo. Parecía miedo de algo, de ti seguramente. – Me reí levemente con miedo por la haberla molestado sin querer. Si la quisiera molestar de verdad lo haría plenamente consciente de hacerlo. – Le lancé un pequeño calambre para que se quedara quieto y se le cayó una rosa. Olía bien, la flor no el tipo. Él daba asco.-
De repente, habíamos descubierto qué era lo que nos había cambiado de cuerpo. Sin embargo, no sabía que más hacer. Era como haber encontrado una bolsa repletas de aeros y no saber qué hacer con ellos. Lo lógico para cualquiera sería irse a buscar al tipejo de la rosa. Pero yo, había visto como huía corriendo como si le quemaran los pies. No sabía qué hacer, ni cómo hacerlo. Ver mi cuerpo vestido como si fuera una bailarina tampoco ayudaba. Era de lo más desconcertante y gracioso al mismo tiempo.
-¿Qué te parece si antes de irnos a buscar nada nos cambiamos de ropa?- Dije como si fuera la mejor idea que se me hubiera ocurrido en años. – No creo que estés muy cómoda vestida así.-
Escuché con atención las instrucciones de la chica que poseía mi cuerpo. No sé quién era ese tal Fire, si lo había dejado esperaba que fuera su novio. Una cosa sí conocía, o por lo menos me sonaba de algo. ¡El tipejo de la rosa! De ser así tendría sentido que lo hubiera visto huyendo, huía por haber intentado robar a la chica. Debía de ser eso, no teníamos otra cosa en común, a parte de la belleza.
-¡La rosa!- Grité al darme cuenta qué teníamos en común. – Antes de transformarme olí una rosa.- Hice una pausa para hacer memoria de cada detalle. – Había un tipo muy feo, estaba corriendo. Parecía miedo de algo, de ti seguramente. – Me reí levemente con miedo por la haberla molestado sin querer. Si la quisiera molestar de verdad lo haría plenamente consciente de hacerlo. – Le lancé un pequeño calambre para que se quedara quieto y se le cayó una rosa. Olía bien, la flor no el tipo. Él daba asco.-
De repente, habíamos descubierto qué era lo que nos había cambiado de cuerpo. Sin embargo, no sabía que más hacer. Era como haber encontrado una bolsa repletas de aeros y no saber qué hacer con ellos. Lo lógico para cualquiera sería irse a buscar al tipejo de la rosa. Pero yo, había visto como huía corriendo como si le quemaran los pies. No sabía qué hacer, ni cómo hacerlo. Ver mi cuerpo vestido como si fuera una bailarina tampoco ayudaba. Era de lo más desconcertante y gracioso al mismo tiempo.
-¿Qué te parece si antes de irnos a buscar nada nos cambiamos de ropa?- Dije como si fuera la mejor idea que se me hubiera ocurrido en años. – No creo que estés muy cómoda vestida así.-
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Re: Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
¿Lo diría en serio? la primera impresión no era la de que fuera un tipo que se fijase en algo más que el cuerpo, y menos cuando lo primero que le había visto hacer al encontrarse en el de la bailarina, era mesarse los pechos, no se olvidaba de eso, y, en cuanto tuviera oportunidad, se lo pagaría caro. Nadie la tocaba así y salía indemne, aunque, lo cierto es, que con lo que ella cuidaba del cuerpo, sería una lástima herir la cara del chico, tal vez si n fuera atractivo, o si pareciera que no se cuidaba, sería más sencillo, pero así resultaba dificil, parecía que, al igual que para ella, su cuerpo era un templo.
Terminada su explicación, parecieron llegar a una buena conclusió, era cosa de la rosa, y del tipejo que había intentado robarle. No volvía a ser amable con nadie, ni loca, vamos. Debían encontrar a ese asqueroso, y sacarle la cura a tortas, si fuera necesario. Que mal le estaba saliendo todo últimamente, se metía en medio de una guerra de dragones, la secuestraban, se enfrentaba a un bicho de las nieves, y, para colmo, perdía su cuerpo, Si fuera otra persona y no la orgullosa bailarina que era, seguramente lloraría, era increible que alguien pudiera tener tan mala suerte.
La conclusión era clara, debían encontrar al tipejo y que les diera la solución para que recuperasen sus cuerpos, de lo contrario, y aunque no pudiera usar su magia, y no supiera controlar la del chico, que había dicho que le lanzó un calambre, con la fuerza que tenía en ese momento en los brazos, no le costaría darle una paliza de muerte al asqueroso.
Levantó una ceja ante la propuesta del chico, cambiarse.... no era mala idea, le costaba mover el cuerpo en el vestido, de buena talla para su pequeña y esvelta figura, pero demasiado estrecho para la ancha espalda y la gran altura del tipo. Pero ni de broma iba a dejar que él la viera desnuda, si se tenían que cambiar, o lo haría ella o, en su defecto, con ojos vendados.
- Si lo hacemos, tendrá que ser con ojos vendados, y no tocaras el cuerpo, yo misma lo haré, no voy a dejar que me veas desnuda así como así.- dijo rebuscando en su petate un pañuelo con el que taparle los ojos a su cuerpo y la ropa que siempre llevaba por si acaso tenía algún accidente, era raro, pero todo podía pasar, y, en ese momento, se sentía agradecida por ser tan precavida.- ¿lo tomas o dejarás que tu cuerpo se pasee con estás pintas más tiempo?- sonrió de medio lado con ojos entrecerrados, de forma bastante pícara, estaba claro que, si se preocupaba por su aspecto la mitad de lo que ella lo hacía, no iba a ser capaz de rechazar su oferta.
Terminada su explicación, parecieron llegar a una buena conclusió, era cosa de la rosa, y del tipejo que había intentado robarle. No volvía a ser amable con nadie, ni loca, vamos. Debían encontrar a ese asqueroso, y sacarle la cura a tortas, si fuera necesario. Que mal le estaba saliendo todo últimamente, se metía en medio de una guerra de dragones, la secuestraban, se enfrentaba a un bicho de las nieves, y, para colmo, perdía su cuerpo, Si fuera otra persona y no la orgullosa bailarina que era, seguramente lloraría, era increible que alguien pudiera tener tan mala suerte.
La conclusión era clara, debían encontrar al tipejo y que les diera la solución para que recuperasen sus cuerpos, de lo contrario, y aunque no pudiera usar su magia, y no supiera controlar la del chico, que había dicho que le lanzó un calambre, con la fuerza que tenía en ese momento en los brazos, no le costaría darle una paliza de muerte al asqueroso.
Levantó una ceja ante la propuesta del chico, cambiarse.... no era mala idea, le costaba mover el cuerpo en el vestido, de buena talla para su pequeña y esvelta figura, pero demasiado estrecho para la ancha espalda y la gran altura del tipo. Pero ni de broma iba a dejar que él la viera desnuda, si se tenían que cambiar, o lo haría ella o, en su defecto, con ojos vendados.
- Si lo hacemos, tendrá que ser con ojos vendados, y no tocaras el cuerpo, yo misma lo haré, no voy a dejar que me veas desnuda así como así.- dijo rebuscando en su petate un pañuelo con el que taparle los ojos a su cuerpo y la ropa que siempre llevaba por si acaso tenía algún accidente, era raro, pero todo podía pasar, y, en ese momento, se sentía agradecida por ser tan precavida.- ¿lo tomas o dejarás que tu cuerpo se pasee con estás pintas más tiempo?- sonrió de medio lado con ojos entrecerrados, de forma bastante pícara, estaba claro que, si se preocupaba por su aspecto la mitad de lo que ella lo hacía, no iba a ser capaz de rechazar su oferta.
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Re: Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
La idea de vendarnos los ojos para cambiarnos de ropa fue… ¿cómo decirlo sin ser extremadamente grosero? Más estúpida que una mosca en una fiesta de arañas. Ella no iba a ser la primera mujer desnuda que veía y estaba seguro que yo tampoco sería el primer hombre desnudo que hubiera visto. Aunque ella era mucho más joven que yo no era ninguna cría. Era mayorcita para saber lo que era un pene y lo que se hace con él.
-¿Por qué? – Pregunté ladeando levemente la cabeza. – No eres la primera chica hermosa que veo desnuda. Tampoco espero que seas la última. – Le ofrecí una de mis mejores sonrisas que, con sus labios, hacían parecer menos picaresca de lo que podría parecer en los míos. –Además si me cambias tú, técnicamente, sería mi cuerpo quien toque al tuyo. Te estaría tocando igualmente, ¿verdad?- Suspiré sonoramente cansado de discutir. La chica era demasiado orgullosa para hacerla entender nada por medio de la lógica.
Hablando no íbamos a llegar a ninguna parte, debía pasar a la acción. Sin haber terminado la conversación y con cierto temor a que se enfadase de tal manera que hasta los dragones se arrodillasen en por miedo a que les hiciera daño me fui desabrochando lentamente la camisa. Fui con cuidado a la hora de llegar al hombro donde estaba la quemadura, ese era el mayor punto débil de la chica, y no solo físico, también moral. Estaba seguro que si le hubiera abierto sin querer la herida me hubiera cortada la cabeza. Mejor dicho, se la hubiera cortado ella misma estando en mi cuerpo.
-¿Lo ves? No ha pasado nada.- Dije con voz suave y tranquila. Tiré la camisa a un lado del callejón sin importarme de que se ensuciase más de lo que ya estaba, cosa difícil pues si algo sobraba en el huerto de Evelyne era el barro y el polvo. – Ahora te toca a ti. No creo que necesites mi ayuda para quitarte la ropa aunque, si la necesitas, deberías saber que soy un experto desabrochando sostenes. – Dije con la misma sonrisa que antes, la misma que, en los labios de la joven chica, resultaba más atractiva que pícara.
No fue sencillo mantener la mirada fija en sus ojos cuando unos maravillosos pechos desnudos lucían justo a unos pocos centímetros bajo mis ojos. Sin embargo, me enorgullecí al ver que lo estaba logrando.
-¿Por qué? – Pregunté ladeando levemente la cabeza. – No eres la primera chica hermosa que veo desnuda. Tampoco espero que seas la última. – Le ofrecí una de mis mejores sonrisas que, con sus labios, hacían parecer menos picaresca de lo que podría parecer en los míos. –Además si me cambias tú, técnicamente, sería mi cuerpo quien toque al tuyo. Te estaría tocando igualmente, ¿verdad?- Suspiré sonoramente cansado de discutir. La chica era demasiado orgullosa para hacerla entender nada por medio de la lógica.
Hablando no íbamos a llegar a ninguna parte, debía pasar a la acción. Sin haber terminado la conversación y con cierto temor a que se enfadase de tal manera que hasta los dragones se arrodillasen en por miedo a que les hiciera daño me fui desabrochando lentamente la camisa. Fui con cuidado a la hora de llegar al hombro donde estaba la quemadura, ese era el mayor punto débil de la chica, y no solo físico, también moral. Estaba seguro que si le hubiera abierto sin querer la herida me hubiera cortada la cabeza. Mejor dicho, se la hubiera cortado ella misma estando en mi cuerpo.
-¿Lo ves? No ha pasado nada.- Dije con voz suave y tranquila. Tiré la camisa a un lado del callejón sin importarme de que se ensuciase más de lo que ya estaba, cosa difícil pues si algo sobraba en el huerto de Evelyne era el barro y el polvo. – Ahora te toca a ti. No creo que necesites mi ayuda para quitarte la ropa aunque, si la necesitas, deberías saber que soy un experto desabrochando sostenes. – Dije con la misma sonrisa que antes, la misma que, en los labios de la joven chica, resultaba más atractiva que pícara.
No fue sencillo mantener la mirada fija en sus ojos cuando unos maravillosos pechos desnudos lucían justo a unos pocos centímetros bajo mis ojos. Sin embargo, me enorgullecí al ver que lo estaba logrando.
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Re: Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
Así que no era la primera chica guapa a la que veía desnuda, la chica puso los ojos en blanco, si, no le extrañaba, atractivo, guason, muchas chicas cabeza hueca podían caer en ese tipo de cosas, lástima, se había topado con la unica chica a la que el atractivo no le afectaba, así que no iba a permitir que el tipo hiciera lo que le diera la gana, y, mucho menos, que la viera o la tocase.
Su razonamiento, a pesar de sesr complicado, era cierto, pero ella no dejaba de ser ella, no importaba el cuerpo en que estuviera. Pero, lo que llegó a continuación, no lo esperaba, abrió los ojos como platos al ver como, sin pudor alguno, el que manejaba su cuerpo empezaba a quitarse la camisa con sumo cuidado, ¡¿Pero que demonios hacia?! No sabía que decir, se había quedado muda, y, cuando toda la calma del mundo, como quien habla del tiempo, le dijo que ya estaba, Keira se sonrojó por, seguramente, primera vez en la vida.
No podía evitarlo, ¿a que idiota se le ocurría hacer eso? por no hablar de que acababa de quedarse con el cuerpo semidesnudo en medio del bosque, al menos no había nadie que los pudiera ver. Se apresuró sin mediar palabra, con un enfado oculto por culpa de la vergüenza, a taparle los ojos al tipo con el pañuelo que llevaba en la mano. ¿Quien se creía ese que era? Nadie, nadie la había visto nunca desnuda ¿¿por qué había hecho eso el tipo?!
Con cuidado para no dañar su cuerpo, le puso el vestido en los brazos.
- Vale, pontelo tu, pero no mires- pronuncio con firmeza.- por favor- se le escapó, no le gustaba eso. Quería recuperar su cuerpo, y olvidarse de lo que acababa de suceder.
Ella, por su parte, esperaría a cambiarse a que él acabara, quería vigilar que no le hiciera nada raro a su cuerpo. Ya había tenido bastante con ver como se quitaba la camisa, no quería más espectáculos similares, ¿era tanto pedir que las cosas le salieran bien por una vez en su vida? Al parecer, si, por que, si no, no habría sucedido nada raro en su paseo por el bosque, pero, no, tenía que oler una maldita rosa, definitivamente, comenzaba a odiar a los hombres, entre Peter, el ladrón, los babosos, y, el baboso supremos, que tenía delante, acabaría por hacer vida de celibato con tal de no toparse con ninguno. A ese paso, acabaría encerrandose en un convento.
Su razonamiento, a pesar de sesr complicado, era cierto, pero ella no dejaba de ser ella, no importaba el cuerpo en que estuviera. Pero, lo que llegó a continuación, no lo esperaba, abrió los ojos como platos al ver como, sin pudor alguno, el que manejaba su cuerpo empezaba a quitarse la camisa con sumo cuidado, ¡¿Pero que demonios hacia?! No sabía que decir, se había quedado muda, y, cuando toda la calma del mundo, como quien habla del tiempo, le dijo que ya estaba, Keira se sonrojó por, seguramente, primera vez en la vida.
No podía evitarlo, ¿a que idiota se le ocurría hacer eso? por no hablar de que acababa de quedarse con el cuerpo semidesnudo en medio del bosque, al menos no había nadie que los pudiera ver. Se apresuró sin mediar palabra, con un enfado oculto por culpa de la vergüenza, a taparle los ojos al tipo con el pañuelo que llevaba en la mano. ¿Quien se creía ese que era? Nadie, nadie la había visto nunca desnuda ¿¿por qué había hecho eso el tipo?!
Con cuidado para no dañar su cuerpo, le puso el vestido en los brazos.
- Vale, pontelo tu, pero no mires- pronuncio con firmeza.- por favor- se le escapó, no le gustaba eso. Quería recuperar su cuerpo, y olvidarse de lo que acababa de suceder.
Ella, por su parte, esperaría a cambiarse a que él acabara, quería vigilar que no le hiciera nada raro a su cuerpo. Ya había tenido bastante con ver como se quitaba la camisa, no quería más espectáculos similares, ¿era tanto pedir que las cosas le salieran bien por una vez en su vida? Al parecer, si, por que, si no, no habría sucedido nada raro en su paseo por el bosque, pero, no, tenía que oler una maldita rosa, definitivamente, comenzaba a odiar a los hombres, entre Peter, el ladrón, los babosos, y, el baboso supremos, que tenía delante, acabaría por hacer vida de celibato con tal de no toparse con ninguno. A ese paso, acabaría encerrandose en un convento.
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Re: Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
No sabía qué cojones había podido ocurrir en su mente para que la chica que ocupaba mi cuerpo, una bailarina ni más ni menos, cambiase tan radicalmente como había hecho. Era la primera vez que veía mi cara sonroja, parecía un tomate. Cambió de tal manera que, incluso, empezó a pedir las cosas con un “por favor”. Eso era nuevo en ella, como también fue nueva la voz suave y delicada con la que dijo sus dos últimas palabras después de su firme orden; ese tono tampoco me la conocía. Debió de ser esa voz lo que me hizo cambiar de opinión sobre la bailarina.
-Vale, está bien.- Suspiré, no cansadamente como antes. Era más como un suspiro que hacía una madre cuando le deja una hora más jugando a la calle a su hijo. Aunque, en mi caso, debería decir “una tata” en lugar de “una madre”. Me ajusté la venda que me había puesto en los ojos para que no pudiera ver nada en absoluto pues ella me la había puesto tan deprisa que podía verlo absolutamente todo. – ¿Mejor ahora? - Dije alzando los brazos para que viese que no había ningún truco en lo que había hecho. – No vayas aprovecharte que no veo nada para largarte y dejarme desnuda. – Bromeé con la sonrisa atractiva de la chica dibujada en mis labios.
A la chica probablemente no le gustaría pero, si quería que se quitase los pantalones con los ojos vendados tenía que sentase en el suelo. Más polvo y más barro para la colección. Si fuera mi cuerpo el que se ensuciase no me hubiera importado demasiado pues después me esperaba un buen baño caliente en casa de de Evelyne. Pero tratándose del suyo estaba convencido que se iba a molestar por ello. Me saqué el pantalón y los calzones y me quedé sentado, o mejor dicho, sentada en el suelo con las piernas cruzadas esperando a que ella me diera la ropa que me faltaba.
-¿Sigues ahí?- Pregunté dubitativo. – Deberías empezar a darme la ropa que está empezando a refrescar. – Sin darme cuenta, hice el gesto de cubrirme el pecho para calentarme. No recordaba que, en aquel momento, era portador de dos tetas que parecían un tesoro de los dioses. Rápidamente retiré los brazos dejándolos en alto antes de que la chica se enfadase de nuevo. – ¡No he hecho nada!- Grité. –No recordaba que ahora tenía tetas.- Parecía más bien una mala excusa que otra cosa. - Te juro que es verdad. No lo recordaba.- Era consciente que no había dicho en ningún momento que lo sentía. Sería absurdo sentirlo por haber tocado sus pechos.
-Vale, está bien.- Suspiré, no cansadamente como antes. Era más como un suspiro que hacía una madre cuando le deja una hora más jugando a la calle a su hijo. Aunque, en mi caso, debería decir “una tata” en lugar de “una madre”. Me ajusté la venda que me había puesto en los ojos para que no pudiera ver nada en absoluto pues ella me la había puesto tan deprisa que podía verlo absolutamente todo. – ¿Mejor ahora? - Dije alzando los brazos para que viese que no había ningún truco en lo que había hecho. – No vayas aprovecharte que no veo nada para largarte y dejarme desnuda. – Bromeé con la sonrisa atractiva de la chica dibujada en mis labios.
A la chica probablemente no le gustaría pero, si quería que se quitase los pantalones con los ojos vendados tenía que sentase en el suelo. Más polvo y más barro para la colección. Si fuera mi cuerpo el que se ensuciase no me hubiera importado demasiado pues después me esperaba un buen baño caliente en casa de de Evelyne. Pero tratándose del suyo estaba convencido que se iba a molestar por ello. Me saqué el pantalón y los calzones y me quedé sentado, o mejor dicho, sentada en el suelo con las piernas cruzadas esperando a que ella me diera la ropa que me faltaba.
-¿Sigues ahí?- Pregunté dubitativo. – Deberías empezar a darme la ropa que está empezando a refrescar. – Sin darme cuenta, hice el gesto de cubrirme el pecho para calentarme. No recordaba que, en aquel momento, era portador de dos tetas que parecían un tesoro de los dioses. Rápidamente retiré los brazos dejándolos en alto antes de que la chica se enfadase de nuevo. – ¡No he hecho nada!- Grité. –No recordaba que ahora tenía tetas.- Parecía más bien una mala excusa que otra cosa. - Te juro que es verdad. No lo recordaba.- Era consciente que no había dicho en ningún momento que lo sentía. Sería absurdo sentirlo por haber tocado sus pechos.
Gerrit Nephgerd
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Re: Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
No se esperaba que fuera a aceptar, ¿qué le habría dado para acceder tan de repente? Se quedó boqueabierta un segundo, viendo como el chico se apretaba la venda que ella misma había puesto sobre sus propios ojos, notó una especie de tirón de pelo suave, pero no tenía nada detrás, y se dio cuenta de que, esa sensación no provenía del cuerpo que ocupaba ahora, si no del suyo porpio.
¿Podría ser eso cierto? Se sintió tentada a pellizcar el brazo del chico, quería comprobar la teoría, eso explicaría porque seguía sintiendo el brazo de forma extraña a pesar de que el chico no tenía nada en el hombro y porque cuando había levantado su propio cuerpo no había sentido del todo el peso, explicaría e picor de garganta cuando el otro había forzado su voz, y que la había hecho toser.
La voz del chico, en realidad, la suya, la devolvió a la realidad, se había quitado los pantalones y los calzones y esperaba a que ella le diera el vestido, cuando se cruzo de brazos, notó el movimiento de su propio pecho, no podía ser, negó con la cabeza y se apresuró a poner el vestido sobre su cuerpo, luego, enganchó la ropa interior y acabó de cerrar los cierres. No tardó demasiado, siendo delgada como era, y el vestido de gasa, en su mayoría lazos, era bastante fácil de atar, tal vez, lo más complicado, fue atar el sosten, no solía tener problemas, pero tampoco sabía que su pecho costase tanto de atrapar, seguramente porque ella, en su cuerpo, si estaba acostumbrada a vestirse.
Posiblemente el chico sintiera como si el peso del pecho disminuyera, también notaría algo más de presión, pero no debería costarle respirar, al contrario, debería ir más cómodo, al igual que con el vestido, liegro y con el que era facil moverse, ella, al menos, solo con ver su cuerpo ya vestido se sentía más tranquila.
Pasó por alto la "torpeza" del tipo, que "sin querer" le había tocado el pecho, su excusa era una soberana estupidez y no le había hecho gracia, pero, cuanto más discutieran, más tiempo perderían y más cosas raras podría hacerle él a su cuerpo, con cuidado, retiró la venda de sus ojos y se aseguró de tapar bien el hombro con los tirantes anchos, el azul profundo del vestido no dejaría ver el rojo de la marca. Rozó la piel demasiado suave, demasiado tirante, y dio un suspiro entristecido. En los dedos de ese cuerpo la sensación era igual de mala que cuando era ella misma quien rozaba la piel. ¿Acaso nunca podría curarla por muchos potingues que tirase encima? Bueno, al menos no había costra.
- Vale, ¿me tapo también los ojos, o simplemente me cambio?- preguntó intentando ser paciente, mientras sostenía el pañuelo en una de las enormes manos.
¿Podría ser eso cierto? Se sintió tentada a pellizcar el brazo del chico, quería comprobar la teoría, eso explicaría porque seguía sintiendo el brazo de forma extraña a pesar de que el chico no tenía nada en el hombro y porque cuando había levantado su propio cuerpo no había sentido del todo el peso, explicaría e picor de garganta cuando el otro había forzado su voz, y que la había hecho toser.
La voz del chico, en realidad, la suya, la devolvió a la realidad, se había quitado los pantalones y los calzones y esperaba a que ella le diera el vestido, cuando se cruzo de brazos, notó el movimiento de su propio pecho, no podía ser, negó con la cabeza y se apresuró a poner el vestido sobre su cuerpo, luego, enganchó la ropa interior y acabó de cerrar los cierres. No tardó demasiado, siendo delgada como era, y el vestido de gasa, en su mayoría lazos, era bastante fácil de atar, tal vez, lo más complicado, fue atar el sosten, no solía tener problemas, pero tampoco sabía que su pecho costase tanto de atrapar, seguramente porque ella, en su cuerpo, si estaba acostumbrada a vestirse.
Posiblemente el chico sintiera como si el peso del pecho disminuyera, también notaría algo más de presión, pero no debería costarle respirar, al contrario, debería ir más cómodo, al igual que con el vestido, liegro y con el que era facil moverse, ella, al menos, solo con ver su cuerpo ya vestido se sentía más tranquila.
Pasó por alto la "torpeza" del tipo, que "sin querer" le había tocado el pecho, su excusa era una soberana estupidez y no le había hecho gracia, pero, cuanto más discutieran, más tiempo perderían y más cosas raras podría hacerle él a su cuerpo, con cuidado, retiró la venda de sus ojos y se aseguró de tapar bien el hombro con los tirantes anchos, el azul profundo del vestido no dejaría ver el rojo de la marca. Rozó la piel demasiado suave, demasiado tirante, y dio un suspiro entristecido. En los dedos de ese cuerpo la sensación era igual de mala que cuando era ella misma quien rozaba la piel. ¿Acaso nunca podría curarla por muchos potingues que tirase encima? Bueno, al menos no había costra.
- Vale, ¿me tapo también los ojos, o simplemente me cambio?- preguntó intentando ser paciente, mientras sostenía el pañuelo en una de las enormes manos.
Keira Brabery
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Re: Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
Me sentía un muñeco de trapo de esos que tenían las niñas para vestir y lavar como si fueran sus propios bebes. Visto desde fuera, hubiera sentido lástima por mí. Con lo que yo había sido… Era el líder de una rebelión de brujos, uno de los guerrilleros más poderosos de toda la rebelión… Y, en aquel momento me había convertido en una muñeca a la que había que ponerle los vestiditos para sacarla a la calle. Si lo pensaba bien, la culpa era mía, fui yo quien insistió en cambiarse de ropa. Sin embargo, jamás hubiera pensado que sería tan remilgada para que no me dejase hacerle nada. Una bailarina puritana. Vamos, lo que me faltaba por ver.
Muy lista, me preguntó si se tapaba los ojos cuando mi cuerpo ya estaba completamente desnudo. No es que me importase demasiado pero, al igual que yo no había visto su conejo ella no tenía por qué ver mi pajarito. “Pajarito” por decir algo pues, todas las que lo han visto, lo llamarían buitre y con razón. El tamaño de mi miembro es algo que, prácticamente, lo llevo inscrito en mi apellido.
-Haz lo que quieras. Por mi puedes tocar todo lo que quieras. – Dije con una sonrisa traviesa cruzándome de brazos.
Era gracioso pues hasta aquel momento no me había dado que podía sentir lo que sentía mi cuerpo y no el de la bailarina, como hubiera esperado. Mientras me cambiaba tenía la sensación de estar en mi cuerpo. Podía notar el tacto con la suave piel de la chica sobre mis manos; mis verdaderas manos que estaban bajo la voluntad de la joven. Con los ojos cerrados, al no ver nada en frente de mí, creí que volvía a tener mi cuerpo. Era una sensación extraña, un nuevo descubierto que, de no ser por haberme vendado, probablemente no me hubiera dado cuenta de ello.
Entonces, por esa regla de tres. Si yo sentía lo que sentía mi cuerpo, ella tendría que sentir lo que sentía su cuerpo aunque esté bajo mi control. Decenas de ideas se barajaron por mi cabeza, cada una peor que la anterior. Desde pellizcarle el hombro para comprobar mi teoría que ella podía sentir el dolor de su cuerpo, hasta pellizcar otras partes de su cuerpo para que note otra clase de dolor. Mi idea preferida de todas las que se me habían ocurrido era la de estimular su sexo con un simple movimientos de piernas. Era algo complicado pero se podía hacer, y tanto que se podía hacer. Según me dijo Sarah, ella lo hacía cada vez que se aburría en las reuniones de Samhaim. Abrí un poco las piernas, tampoco mucho para no llamar demasiado su atención y subí una pierna sobre la otra para que hiciera contacto con su clítoris. Era sorprendente todo lo que podía hacer una mujer con un cuerpo tan elástico como el de la bailarina. Sin dejar de disimular, continué con mi idea de estimular echando la espalda un poco la espalda hacia atrás como si me estuviera estirando después de llevar largo rato echado en el suelo. Mientras, con las manos, acariciaba levemente la suave piel del interior de su muslo. Todo detalle era importante para seguir estimulándola. Lo más importante era disimular para que no se diera cuenta de lo que le estaba haciendo sentir. Era imposible que, desde fuera, alguien supiera lo que estaba haciendo. Sin embargo, ella estaría deseando que le diera más.
No sabía si mi teoría era del todo cierta. Yo por lo menos, solo de pensar en lo qué estaba haciendo ya me estaba excitando. Me preguntaba qué haría la chica cuando viese que una enorme bestia crecía en su entrepierna.
Muy lista, me preguntó si se tapaba los ojos cuando mi cuerpo ya estaba completamente desnudo. No es que me importase demasiado pero, al igual que yo no había visto su conejo ella no tenía por qué ver mi pajarito. “Pajarito” por decir algo pues, todas las que lo han visto, lo llamarían buitre y con razón. El tamaño de mi miembro es algo que, prácticamente, lo llevo inscrito en mi apellido.
-Haz lo que quieras. Por mi puedes tocar todo lo que quieras. – Dije con una sonrisa traviesa cruzándome de brazos.
Era gracioso pues hasta aquel momento no me había dado que podía sentir lo que sentía mi cuerpo y no el de la bailarina, como hubiera esperado. Mientras me cambiaba tenía la sensación de estar en mi cuerpo. Podía notar el tacto con la suave piel de la chica sobre mis manos; mis verdaderas manos que estaban bajo la voluntad de la joven. Con los ojos cerrados, al no ver nada en frente de mí, creí que volvía a tener mi cuerpo. Era una sensación extraña, un nuevo descubierto que, de no ser por haberme vendado, probablemente no me hubiera dado cuenta de ello.
Entonces, por esa regla de tres. Si yo sentía lo que sentía mi cuerpo, ella tendría que sentir lo que sentía su cuerpo aunque esté bajo mi control. Decenas de ideas se barajaron por mi cabeza, cada una peor que la anterior. Desde pellizcarle el hombro para comprobar mi teoría que ella podía sentir el dolor de su cuerpo, hasta pellizcar otras partes de su cuerpo para que note otra clase de dolor. Mi idea preferida de todas las que se me habían ocurrido era la de estimular su sexo con un simple movimientos de piernas. Era algo complicado pero se podía hacer, y tanto que se podía hacer. Según me dijo Sarah, ella lo hacía cada vez que se aburría en las reuniones de Samhaim. Abrí un poco las piernas, tampoco mucho para no llamar demasiado su atención y subí una pierna sobre la otra para que hiciera contacto con su clítoris. Era sorprendente todo lo que podía hacer una mujer con un cuerpo tan elástico como el de la bailarina. Sin dejar de disimular, continué con mi idea de estimular echando la espalda un poco la espalda hacia atrás como si me estuviera estirando después de llevar largo rato echado en el suelo. Mientras, con las manos, acariciaba levemente la suave piel del interior de su muslo. Todo detalle era importante para seguir estimulándola. Lo más importante era disimular para que no se diera cuenta de lo que le estaba haciendo sentir. Era imposible que, desde fuera, alguien supiera lo que estaba haciendo. Sin embargo, ella estaría deseando que le diera más.
No sabía si mi teoría era del todo cierta. Yo por lo menos, solo de pensar en lo qué estaba haciendo ya me estaba excitando. Me preguntaba qué haría la chica cuando viese que una enorme bestia crecía en su entrepierna.
Gerrit Nephgerd
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Re: Rosa escarlata (+18) [Interpretativo] [Libre 1/1] [Cerrado]
Poder tocar todo lo que quisiera... la chica puso los ojos en blanco, por dios, hata que punto de idiotez podía llegar una persona, porque ese tipo era lo más estúpido que había visto en su vida, y, por desgracia, estaba en su cuerpo. Suspiró y ya con el cuerpo del tipo desnudo, sin querer siquiera estar en esa situción y alejandose todo lo que podía de el mastodonte colgante, tomó la ropa que el tipo había tirado por el suelo.
De repente, sintio una pequeña presión en el bajo vientre, como caricias, y un cosquilleo, frunció el ceño, sintiendo que se ponía roja. ¿Qué era eso? soltó un sonido entre molesto y... otra cosa que la chica no acababa de distinguir. Se sentía molesta, no era algo desgradable, por supuesto que no, pero no le gustaba no saber que sucedía. Tomó aire y se apresuró a ponerse los calzones y los pantalones mientra intentaba dejar de removerse.
Tomó aire con fuerza, sintiendo como el frío inundaba los pulmones y notando descender ligeramente el rubor en sus mejillas. De forma inconsciente, juntó las piernas y mientras se ponía la camiseta, notó que algo había crecido allí abajo. Aun intentando no dejar escapar ninguno de los sonidos que forzaban por salir de esa boca, miró hacia bajo y vio, no sin sorpresa y cierto desagrado que el tipo se había empalmado.
La rabia sustituyó cualquier otro sentimiento o sensación que la chica estuviera experimentando, unas pequeñas chispas salieron de los brazos musculosos del tipo, y su expresión se tornó seria y oscura.
- ¡PERO TU! ¡PEDAZO DE PERVERTIDO! ¡¿ QUÉ DEMONIOS PIENSAS QUE LE HACES A MI CUERPO?!- preguntó furiosa acercandose a la chica con cuidado, intentando retener los temblores furibundos para no dañar su cuerpo con las manazas de ese asqueroso.
Las chispas seguían saliendo del cuerpo del tipo, movidas por la rabia de la chica, que no era capaz de controlar las habilidades de otra persona, aunque, si hubiera estado en su propio cuerpo, posiblemente habría empezado a rodearse de pequeñas llamas. Mientras intentaba controlarse, vió tras un árbol, escondido mirandolos, al tio que la había hecho oler la rosa. Ya sabía con quien iba a descargar su rabia.
- ¡TU PEDAZO DE CABRÓN!- el tipejo los miró a ambos, y, con un ápido movimiento, hecho a correr.- ¡NO TE ESCAPAS!- gritó saliendo tras el tipo- ¡ Y tu! quiero verte delante, como se te ocurra hacer algo raro me da igual que estés en mi cuerpo, te mato y me quedo con el tuyo- amenazó antes de volver a correr tras el tipo, con pasos torpes a causa de la rabia y el cuerpo que aun no dominaba.
De repente, sintio una pequeña presión en el bajo vientre, como caricias, y un cosquilleo, frunció el ceño, sintiendo que se ponía roja. ¿Qué era eso? soltó un sonido entre molesto y... otra cosa que la chica no acababa de distinguir. Se sentía molesta, no era algo desgradable, por supuesto que no, pero no le gustaba no saber que sucedía. Tomó aire y se apresuró a ponerse los calzones y los pantalones mientra intentaba dejar de removerse.
Tomó aire con fuerza, sintiendo como el frío inundaba los pulmones y notando descender ligeramente el rubor en sus mejillas. De forma inconsciente, juntó las piernas y mientras se ponía la camiseta, notó que algo había crecido allí abajo. Aun intentando no dejar escapar ninguno de los sonidos que forzaban por salir de esa boca, miró hacia bajo y vio, no sin sorpresa y cierto desagrado que el tipo se había empalmado.
La rabia sustituyó cualquier otro sentimiento o sensación que la chica estuviera experimentando, unas pequeñas chispas salieron de los brazos musculosos del tipo, y su expresión se tornó seria y oscura.
- ¡PERO TU! ¡PEDAZO DE PERVERTIDO! ¡¿ QUÉ DEMONIOS PIENSAS QUE LE HACES A MI CUERPO?!- preguntó furiosa acercandose a la chica con cuidado, intentando retener los temblores furibundos para no dañar su cuerpo con las manazas de ese asqueroso.
Las chispas seguían saliendo del cuerpo del tipo, movidas por la rabia de la chica, que no era capaz de controlar las habilidades de otra persona, aunque, si hubiera estado en su propio cuerpo, posiblemente habría empezado a rodearse de pequeñas llamas. Mientras intentaba controlarse, vió tras un árbol, escondido mirandolos, al tio que la había hecho oler la rosa. Ya sabía con quien iba a descargar su rabia.
- ¡TU PEDAZO DE CABRÓN!- el tipejo los miró a ambos, y, con un ápido movimiento, hecho a correr.- ¡NO TE ESCAPAS!- gritó saliendo tras el tipo- ¡ Y tu! quiero verte delante, como se te ocurra hacer algo raro me da igual que estés en mi cuerpo, te mato y me quedo con el tuyo- amenazó antes de volver a correr tras el tipo, con pasos torpes a causa de la rabia y el cuerpo que aun no dominaba.
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