Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
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Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
¡Tenía razón! Mi “pequeño experimento” fue todo un éxito. Ya no había duda de que la chica podía seguir sintiendo lo que siente su cuerpo. Pronto, veía mi cara más roja que cuando me quité la camisa dejando sus pechos al descubierto. Estaba empezando a suspirar muy lentamente, como pequeños gemidos de placer. Parecía no entender lo que estaba pasando, y eso le molestaba. Fuera como fuera, tan solo de oír como jadeaba y de pensar en todo lo que estaba haciendo bajo la entrepierna de la joven me estaba excitando. La chica, al ver que mi polla se estaba poniendo más dura que una roca, cambió de nuevo su expresión. Pasó de estar roja por la vergüenza a estar roja por pura ira. Conocía muy bien mi cuerpo y sabía los distintos rojos que podía tomar mi cara en cada momento. El rojo de aquel momento era el resultado de sobre pasar el límite de mi enfado. Era el mismo rojo que tomé cuando maté a Samhaim. Miles de millones de chispas salieron por todo mi cuerpo. Otro gran descubrimiento, en el cuerpo de la chica no tenía mis poderes eléctricos.
Estaba a punto de contestarla cuando, el tipejo asqueroso de la rosa apareció a lo lejos. Se podía decir que me salvó la vida. De no ser por él, hubiera matado a la chica que poseía mi cuerpo. No soportaba que nadie me gritase como ella lo estaba haciendo. Si algo odiaba con todo mi ser era que se creyeran mejores que yo. Nadie era mejor que yo. Nadie tenía derecho a levantarme la voz. Mi padre recibió el frío beso de Suuri justo por aquello.
-Da gracias que quiero recuperar mi cuerpo.- Dije con un tono suave y amenazante. – De no ser por eso estarías muerta.- Mientras hablaba noté como la temperatura de mi cuerpo estaba subiendo. Era parecido al estar muy cerca de una hoguera, tan cerca que me sentía como el mismo fuego.
Me levanté conforme pude e intenté correr tras aquel maldito y asqueroso tipejo. No sabía correr con el cuerpo de la bailarina. Por un lado, sus grandes y maravillosos pechos desequilibraban todo el cuerpo; pero, por otro lado, su cuerpo era más ágil y flexible que el mío. En una carrera, cada uno con sus cuerpos, estaba casi seguro que ella no me adelantaría, pero tampoco quedaría tan atrás.
Instintivamente, levanté mi brazo con la intención de lanzarle un calambrazo para paralizarle como había hecho horas antes aquel mismo día. Sin embargo, no fue un relámpago lo que salió de mi mano, fue una llama de fuego. Me alegré de saber que la bailarina era una bruja, por lo menos así no cambiaba mis rayos a cambio de nada. La bola de fuego alcanzó de golpe la camisa del tipejo. El rayo lo hubiera paralizado por completo, hubiera estado mucho mejor que el fuego, pero esto no quería decir que la bola que lancé no pudo hacer que se detuviera. El asqueroso hombre, se quitó la camisa y la tiró al suelo pisándola para apagar las llamas.
Había ganado el tiempo que necesitaba para acercarme al tipejo de las rosas. Estaba furioso por la manera que me había hablado la chica con mi propia voz y él iba a pagar por ello. Mientras estuvo entretenido mirando a mi cuerpo amenazador dirigiéndose hacia él, tomé la delantera y le cogí del cuello. Cuánto echaba de menos mi fuerza en aquel momento, las manos de la bailarina no eran suficientes para levantar al hombre del suelo. Sin embargo, tenía otros métodos. Mis manos estaban calientes como las brasas de un fuego. El cuello de aquel tipo estaba quedándose negro por las zonas donde le estaba apretando. Si la quemadura en el hombro de la bailarina era fea, el cuello del hombre se estaba haciendo horrendo.
-No te lo diré dos veces.- Dije con la misma voz amenazadora con la que hable a la chica después de que me gritara. - ¿Cómo vuelvo a mi cuerpo?- Le solté de un golpe empujándolo contra el tronco de un árbol para que pudiera hablar. – Dímelo. Ahora.-
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Estaba a punto de contestarla cuando, el tipejo asqueroso de la rosa apareció a lo lejos. Se podía decir que me salvó la vida. De no ser por él, hubiera matado a la chica que poseía mi cuerpo. No soportaba que nadie me gritase como ella lo estaba haciendo. Si algo odiaba con todo mi ser era que se creyeran mejores que yo. Nadie era mejor que yo. Nadie tenía derecho a levantarme la voz. Mi padre recibió el frío beso de Suuri justo por aquello.
-Da gracias que quiero recuperar mi cuerpo.- Dije con un tono suave y amenazante. – De no ser por eso estarías muerta.- Mientras hablaba noté como la temperatura de mi cuerpo estaba subiendo. Era parecido al estar muy cerca de una hoguera, tan cerca que me sentía como el mismo fuego.
Me levanté conforme pude e intenté correr tras aquel maldito y asqueroso tipejo. No sabía correr con el cuerpo de la bailarina. Por un lado, sus grandes y maravillosos pechos desequilibraban todo el cuerpo; pero, por otro lado, su cuerpo era más ágil y flexible que el mío. En una carrera, cada uno con sus cuerpos, estaba casi seguro que ella no me adelantaría, pero tampoco quedaría tan atrás.
Instintivamente, levanté mi brazo con la intención de lanzarle un calambrazo para paralizarle como había hecho horas antes aquel mismo día. Sin embargo, no fue un relámpago lo que salió de mi mano, fue una llama de fuego. Me alegré de saber que la bailarina era una bruja, por lo menos así no cambiaba mis rayos a cambio de nada. La bola de fuego alcanzó de golpe la camisa del tipejo. El rayo lo hubiera paralizado por completo, hubiera estado mucho mejor que el fuego, pero esto no quería decir que la bola que lancé no pudo hacer que se detuviera. El asqueroso hombre, se quitó la camisa y la tiró al suelo pisándola para apagar las llamas.
Había ganado el tiempo que necesitaba para acercarme al tipejo de las rosas. Estaba furioso por la manera que me había hablado la chica con mi propia voz y él iba a pagar por ello. Mientras estuvo entretenido mirando a mi cuerpo amenazador dirigiéndose hacia él, tomé la delantera y le cogí del cuello. Cuánto echaba de menos mi fuerza en aquel momento, las manos de la bailarina no eran suficientes para levantar al hombre del suelo. Sin embargo, tenía otros métodos. Mis manos estaban calientes como las brasas de un fuego. El cuello de aquel tipo estaba quedándose negro por las zonas donde le estaba apretando. Si la quemadura en el hombro de la bailarina era fea, el cuello del hombre se estaba haciendo horrendo.
-No te lo diré dos veces.- Dije con la misma voz amenazadora con la que hable a la chica después de que me gritara. - ¿Cómo vuelvo a mi cuerpo?- Le solté de un golpe empujándolo contra el tronco de un árbol para que pudiera hablar. – Dímelo. Ahora.-
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Última edición por Gerrit Nephgerd el Sáb Dic 05 2015, 21:44, editado 1 vez
Gerrit Nephgerd
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
Por suerte para el idiota que tenía su cuerpo, la bruja no llegó a escuchar su amenaza, si lo hubiera hecho, estuviera en su propio cuerpo o no, habría acabado muerto. La chica corría tropezandose con esos enormes pies, ese tipo no podía ser más lento, viendolo de forma justa y equilibrada, sin mostrar preferencia alguna, estaba más que claro que la bruja lo vencía en velocidad, y eso quedó demostrado más que de sobra cuando el tipo la adelanto aun siendo igual de torpe que ella en un cuerpo desconocido.
De sus manos, es decir, d las de su cuerpo, vio salir una fuerte llamarada que se dirigió al tipejo que corría, quemándole la camisa y obligandolo a detenerse si no quería morir incendiado. Mientras el tipo saltaba sobre su camisa, el cuerpo de la chica llegó al ladronzuelo y, tomandolo por el cuello, dejando su piel negra, comenzó a interrogarlo de una forma que, para ella, aun resultaba suave.
Cuando llegó a la altura de ambos, sabiendo que, le gustase o no, el cuarpo en el que estaba en ese momento era más fuerte que el propio, y notando la electricidad recorriendole los brazos, apartó con suavidad su propio cuerpo y tomó el lugar que este ocupaba antes, esta vez, apretando con la manaza y dejando la la electricidad penetrase por los poros del tipo, dandoles calambres usndo como conductor el liquido que, por naturaleza, tiene en su interior el cuerpo humano.
- Tienes a penas un minuto para dar tu explicación, a no ser que quieras morir electrificado por tu propia sangre.- murmuró con una ira fría y ojos de odio mientras el tipo se retorcía, dolorido por las descargas que sentía recorrer su cuerpo.- 20... 21...- contó los segundos.
- ¡La rosa!- terminó por gritar-¡ la rosa es la cura, hay que beber una mezcla de sus petalos con esa especie de semilla en forma de corazón!- gritó en tono doloroso.- ¡por favor, para!- suplicó.
El bello de los brazos del tipo estaba de punta, su piel, de gallina, y su corazón podía escucharse acelerar de forma poco sana, estaba al borde del paro cardiaco, su pelo empezaba a ponerse de punta y unos temblores lo sacudían con suavidad, sus rasgos faciales perdían fuerza, y sus extremidades se ponían rígidas. La chica esperó unos segundos más y, cuando vio que al tipo comenzaba a acelerarse demasiado el pulso, lo soltó dejandolo caer al suelo.
El hombre se retorcía cogiendose el pecho, gritando y llorando, pero los ojos de Keira, en el cuerpo de Gerrit, no reflejaban compasión alguna, reflejaban tanto odio y crueldad como en el momento de su enfado. Dejandolo retorcerse, más calmada al haber podido liberar parte de su furia, se girño a mirar con asco al tipo.
- Supongo que se refiere a la amortentia.- razonó- tú- llamó al ladronzueo sin girarse a mirarlo siquiera.- dame esa rosa ahora mismo o acabo lo empezado, y de forma aun más lenta...- amenazó logrando oir un sollozo por parte del tipo, que aun seguía en el suelo.
De sus manos, es decir, d las de su cuerpo, vio salir una fuerte llamarada que se dirigió al tipejo que corría, quemándole la camisa y obligandolo a detenerse si no quería morir incendiado. Mientras el tipo saltaba sobre su camisa, el cuerpo de la chica llegó al ladronzuelo y, tomandolo por el cuello, dejando su piel negra, comenzó a interrogarlo de una forma que, para ella, aun resultaba suave.
Cuando llegó a la altura de ambos, sabiendo que, le gustase o no, el cuarpo en el que estaba en ese momento era más fuerte que el propio, y notando la electricidad recorriendole los brazos, apartó con suavidad su propio cuerpo y tomó el lugar que este ocupaba antes, esta vez, apretando con la manaza y dejando la la electricidad penetrase por los poros del tipo, dandoles calambres usndo como conductor el liquido que, por naturaleza, tiene en su interior el cuerpo humano.
- Tienes a penas un minuto para dar tu explicación, a no ser que quieras morir electrificado por tu propia sangre.- murmuró con una ira fría y ojos de odio mientras el tipo se retorcía, dolorido por las descargas que sentía recorrer su cuerpo.- 20... 21...- contó los segundos.
- ¡La rosa!- terminó por gritar-¡ la rosa es la cura, hay que beber una mezcla de sus petalos con esa especie de semilla en forma de corazón!- gritó en tono doloroso.- ¡por favor, para!- suplicó.
El bello de los brazos del tipo estaba de punta, su piel, de gallina, y su corazón podía escucharse acelerar de forma poco sana, estaba al borde del paro cardiaco, su pelo empezaba a ponerse de punta y unos temblores lo sacudían con suavidad, sus rasgos faciales perdían fuerza, y sus extremidades se ponían rígidas. La chica esperó unos segundos más y, cuando vio que al tipo comenzaba a acelerarse demasiado el pulso, lo soltó dejandolo caer al suelo.
El hombre se retorcía cogiendose el pecho, gritando y llorando, pero los ojos de Keira, en el cuerpo de Gerrit, no reflejaban compasión alguna, reflejaban tanto odio y crueldad como en el momento de su enfado. Dejandolo retorcerse, más calmada al haber podido liberar parte de su furia, se girño a mirar con asco al tipo.
- Supongo que se refiere a la amortentia.- razonó- tú- llamó al ladronzueo sin girarse a mirarlo siquiera.- dame esa rosa ahora mismo o acabo lo empezado, y de forma aun más lenta...- amenazó logrando oir un sollozo por parte del tipo, que aun seguía en el suelo.
Keira Brabery
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
Me gustaba aquella chica, todo lo que tenía de guapa también lo tenía de cruel e inteligente. La idea de usar la propia sangre del tipejo como conductora de la electricidad me había impresionado. Estaba deseando tener la oportunidad de, ya en mi cuerpo, poder usar aquel mismo trucocon algún que otro tipejo similar. -Eres buena.- Felicité a la bailarina. Era guapa, inteligente y cruel. ¿Qué más podía desear para una mujer? - Pero que muy buena.- Mi comportamiento hacía ella debía cambiar. No me arrepentía de haberla molestado; como yo lo veía, la estaba enseñando a disfrutar un poco más de su cuerpo cosa que necesitaba con extrema urgencia si quería de dejar de ser tan agría como lo era. De lo que sí me arrepentía era de haber puesto un muro de molestías y piques que me alejaba de sus labios. Viéndola como hervía la sangre del tipo asqueroso comencé a pensar en cómo besaría. Con ese cuerpo, esa inteligencia y esa violencia mezclada con la delicadeza de sus labios estaba seguro que ella estaría en mi lista de mejores besos. puede que en el sexo fuera muy diferente, todavía recordaba lo roja que se puso cuando me quite la camisa dejando sus perfectos pechos al descubierto o cuando la mastubé; pero, en los besos, estaba seguro que sería de las mejores.
La rosa...Lo último que olí cuando todavía estabe en mi cuerpo era la rosa. sin embargo no podía llegar a creer que algo tan simple como una flor puediera cambiarnos de cuerpo. Como gran aficionado a la alquimía que era sabía que, mezclando ciertas sustancias podía llegar a crear pociones de diferentes índoles. No es tan difícil como parece, todo depende de la naturaleza de cada ingremente y como ambos se mezclan entre sí. Un poco de cloro mezclado con alcohol, preferiblemente uno de alto grado, y... ¡Tachan! Tenemos una explosión que ni los dragones de antaño podrían conseguir. El caso es que, una flor por si sola no podía habernos cambiado de cuerpo. Había algo más en aquella rosa y quería saber que era. En mi lista de prioridades en aquel momento, saber que tenía la rosa era lo segundo más importante, justo por encima de encontrar una cura y por debajo de poder besar a la chica.
-Nuestro amigo ya ha sufrido suficiente.- Me adelanté a contestar a la chica que poseía mi cuerpo.- ¿No crees?- Le guiñé un ojo que solo ella pudo ver para que entendiera que iba de farol.- Mira amigo, entiendo que en un momento dado un asqueroso hombre de mierda como tú tuviera la necesidad de cambiarse el cuerpo con una bella dama. La gente como vosotros estáis enfermos.- Sin decir nada explicatamente le estaba llamando violador y salido.- ¿Cuántas mujeres has controlado para que hicieran todas tus fantasías?-
-Mentira...- Intentó gritar pero las quemaduras de su garganta se lo impidieron. - Solo quería robarla...-
-Mucho más noble robarla que violarla, ¿dónde va a parar?- Poco a poco comencé a controlar mejor la voz de la chica, en aquel momento el tono sarcástico me había salido a la perfección. - Hola guapa, toma una rosa huelela.- Dije imitando su asquerosa voz. - Huele, huele que pronto te vas a quedar sin ningún aero en la cartera y nunca sabrás el por qué.- Hice una pausa para volver a la voz a la voz original de la joven. -¿Es así cómo lo haces? Pero hay una cosa que no entiendo. ¿Cómo la rosa puede ser enfermedad y cura al mismo tiempo?- El tipejo no contestó. -¿No dices nada? Lástima, ahora que sabemos la cura ya no nos sirves para nada. - Formé una bola de fuego en mi mano derecha y corrí hacía el ladrón de pocamonta.
-Esta bien.... Esta bién.- Suplicó a medida que le volví a agarrar del cuello con la mano izquierda. -Tiene una runa... Arcano...- Apreté con fuerza su cuello con una mano mientras la otra incrementabael poder la llama. -La rosa es como un cáliz. Da ese poder al aroma de la amortentia.-
-¿Lo ves? No ha sido tan difícil.-Desvanecí la bola de fuego y solté al infame tipejo con un fuerte empujón.- ¿Quieres hacerle algo más a esta rata o le dejamos libre?-Pregunté a la chica que poseía mi cuerpo. No me importaría matarlo, por mí, uno menos. Pero, me había propuesto un objetivo y para ello, tenía que comportarme de forma cordial con la bailarina.
off rol, señalo uso de la pasiva.
La rosa...Lo último que olí cuando todavía estabe en mi cuerpo era la rosa. sin embargo no podía llegar a creer que algo tan simple como una flor puediera cambiarnos de cuerpo. Como gran aficionado a la alquimía que era sabía que, mezclando ciertas sustancias podía llegar a crear pociones de diferentes índoles. No es tan difícil como parece, todo depende de la naturaleza de cada ingremente y como ambos se mezclan entre sí. Un poco de cloro mezclado con alcohol, preferiblemente uno de alto grado, y... ¡Tachan! Tenemos una explosión que ni los dragones de antaño podrían conseguir. El caso es que, una flor por si sola no podía habernos cambiado de cuerpo. Había algo más en aquella rosa y quería saber que era. En mi lista de prioridades en aquel momento, saber que tenía la rosa era lo segundo más importante, justo por encima de encontrar una cura y por debajo de poder besar a la chica.
-Nuestro amigo ya ha sufrido suficiente.- Me adelanté a contestar a la chica que poseía mi cuerpo.- ¿No crees?- Le guiñé un ojo que solo ella pudo ver para que entendiera que iba de farol.- Mira amigo, entiendo que en un momento dado un asqueroso hombre de mierda como tú tuviera la necesidad de cambiarse el cuerpo con una bella dama. La gente como vosotros estáis enfermos.- Sin decir nada explicatamente le estaba llamando violador y salido.- ¿Cuántas mujeres has controlado para que hicieran todas tus fantasías?-
-Mentira...- Intentó gritar pero las quemaduras de su garganta se lo impidieron. - Solo quería robarla...-
-Mucho más noble robarla que violarla, ¿dónde va a parar?- Poco a poco comencé a controlar mejor la voz de la chica, en aquel momento el tono sarcástico me había salido a la perfección. - Hola guapa, toma una rosa huelela.- Dije imitando su asquerosa voz. - Huele, huele que pronto te vas a quedar sin ningún aero en la cartera y nunca sabrás el por qué.- Hice una pausa para volver a la voz a la voz original de la joven. -¿Es así cómo lo haces? Pero hay una cosa que no entiendo. ¿Cómo la rosa puede ser enfermedad y cura al mismo tiempo?- El tipejo no contestó. -¿No dices nada? Lástima, ahora que sabemos la cura ya no nos sirves para nada. - Formé una bola de fuego en mi mano derecha y corrí hacía el ladrón de pocamonta.
-Esta bien.... Esta bién.- Suplicó a medida que le volví a agarrar del cuello con la mano izquierda. -Tiene una runa... Arcano...- Apreté con fuerza su cuello con una mano mientras la otra incrementabael poder la llama. -La rosa es como un cáliz. Da ese poder al aroma de la amortentia.-
-¿Lo ves? No ha sido tan difícil.-Desvanecí la bola de fuego y solté al infame tipejo con un fuerte empujón.- ¿Quieres hacerle algo más a esta rata o le dejamos libre?-Pregunté a la chica que poseía mi cuerpo. No me importaría matarlo, por mí, uno menos. Pero, me había propuesto un objetivo y para ello, tenía que comportarme de forma cordial con la bailarina.
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Gerrit Nephgerd
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
Escuchó mirando de reojo al tipo en el suelo la felicitación que le daba su propia voz y rodó los ojos con disimulo, claro que era buena, no tenía idea alguna de como ese tipo idiota podría haberlo dudado. Pero estaba claro que, por mucho que reconociera su ingenio, no iba a perdonarle fácilmente lo que le había hecho, incluso, si tenía la oportunidad, se lo haría pagar caro.
Observó como el tipo, que ya empezaba a entender las ventajas de su cuerpo, fingía amabilidad con el que aun se retorcía en el suelo, estaba cansada, otro idiota que solo veía en ella un cuerpo, ni que no tuviera cerebro... Esperó hasta que acabó el teatro, escuchó con atención a explicación, runas... estaba claro.
El que ocupaba su cuerpo debía estar bromeando, estaba insultando al tipo por algo que el mismo había hecho, a Keira le hervía la sangre, la piel del cuerpo que ocupaba volvió a chisporrotear, pero aun así se concentró en la explicación. Las runas potenciaban en efecto del polen de la rosa y la amortentia dando como resultado ese maldito cambio de cuerpos.
Cuando por fin terminó todo, le extrañó la propuesta del hombre, hacerle algo o dejarlo libre, bromeaba, ¿cierto?
- Si estuviera en mi cuerpo le metería fuego por la boca para que se quemase por dentro, pero como no es el caso....- comentó girándose por fin a ver al tipejo, que se retorcía asustado. Se agachó a su lado y con una sonrisa aparentemente amable dijo.- di, ah.....
La cara del hombre fue un poema, dolorido, asustado, sin entender nada, no esperaba lo que sucedió a continuación. Keira con una de las enormes manos de Gerrit en la mejilla de ese asqueroso, paso la electricidad hasta su boca, todo empezó de forma suave, como pequeños chisporroteos, a continuación se retiró del contacto y, perdiendo su sonrisa, aun conectada por las chispas, aumentó la cantidad y la fuerza de estas haciendo que, lo que pareció ser un enorme trueno, entrase en la boca del ladronzuelo y lo electrocutase por dentro, muriendo al instante, al detenerse con la corriente todos los órganos.
Cortó la corriente con un delicado gesto, como quien recoge un pétalo que flota en el aire, y, soplando para hacer que los últimos rastros de la corriente desaparecieran del aire, se giró a mirar a su propio cuerpo.
- Vamonos, hay que buscar la rosa y la amortentia.- comentó empezando a andar dejando tras de si un cadaver de ojos abiertos, pelo de punta y humos saliendo de su boca.
Observó como el tipo, que ya empezaba a entender las ventajas de su cuerpo, fingía amabilidad con el que aun se retorcía en el suelo, estaba cansada, otro idiota que solo veía en ella un cuerpo, ni que no tuviera cerebro... Esperó hasta que acabó el teatro, escuchó con atención a explicación, runas... estaba claro.
El que ocupaba su cuerpo debía estar bromeando, estaba insultando al tipo por algo que el mismo había hecho, a Keira le hervía la sangre, la piel del cuerpo que ocupaba volvió a chisporrotear, pero aun así se concentró en la explicación. Las runas potenciaban en efecto del polen de la rosa y la amortentia dando como resultado ese maldito cambio de cuerpos.
Cuando por fin terminó todo, le extrañó la propuesta del hombre, hacerle algo o dejarlo libre, bromeaba, ¿cierto?
- Si estuviera en mi cuerpo le metería fuego por la boca para que se quemase por dentro, pero como no es el caso....- comentó girándose por fin a ver al tipejo, que se retorcía asustado. Se agachó a su lado y con una sonrisa aparentemente amable dijo.- di, ah.....
La cara del hombre fue un poema, dolorido, asustado, sin entender nada, no esperaba lo que sucedió a continuación. Keira con una de las enormes manos de Gerrit en la mejilla de ese asqueroso, paso la electricidad hasta su boca, todo empezó de forma suave, como pequeños chisporroteos, a continuación se retiró del contacto y, perdiendo su sonrisa, aun conectada por las chispas, aumentó la cantidad y la fuerza de estas haciendo que, lo que pareció ser un enorme trueno, entrase en la boca del ladronzuelo y lo electrocutase por dentro, muriendo al instante, al detenerse con la corriente todos los órganos.
Cortó la corriente con un delicado gesto, como quien recoge un pétalo que flota en el aire, y, soplando para hacer que los últimos rastros de la corriente desaparecieran del aire, se giró a mirar a su propio cuerpo.
- Vamonos, hay que buscar la rosa y la amortentia.- comentó empezando a andar dejando tras de si un cadaver de ojos abiertos, pelo de punta y humos saliendo de su boca.
Keira Brabery
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
-Buen truco.- Dije después de que la bailarina usase mi magia para acabar con la vida de aquel repugnante tipo. –Lástima que ya lo hiciese yo cuando tenía dieciséis años; de no ser así me habría impresionado.- Mi tono de voz de sonó burlón ni socarrón como en otras ocasiones; era un tono de sincera decepción. Me esperaba mucho más de alguien que había amenazado usando la sangre como conductor de electricidad. Meter rayos por el gaznate de los elfos era mi deporte preferido cuando era joven, a Samhaim le encantada presenciar mis brutales torturas. A él, le gustaba más el fuego, como a la bailarina. Sin embargo, me confesó en privado que el poder de la electricidad, en ocasiones, podría superar con creces el poder de sus llamas. –Aunque, bien pensado. No está mal para una novata.- Dije acabando con una leve sonrisa de aceptación. - La tortura un nueve y la muerte un siete.-
Una vez cayó el cuerpo del hombre al suelo, me arrodillé a su lado para buscar en los bolsillos una bolsa de monedas o algún que otro tesoro de ladrón que tuviera escondido. –Espera un segundo, quiero sacar un par de monedas de esto.- Si era un arcano, por lo menos debería tener un cuchillo para dibujar las runas, y eso se podía empeñar. Entre los bolsillos de su degastada camisa encontré una nota. Una especie de receta en la que ponía cómo se hacía la mezcla para fabricar la cura. La nota estaba firmada por un tal “El Genio”; estaba claro que no era él.
-Este tío no tenía ni idea.- Dije dándole una patada a la cabeza del cadáver chamuscado. – Quien hizo la rosa era el mismo que quien escribió esta nota. ¡Mira!- Le ofrecí la receta a la chica que llevaba mi cuerpo para que la leyera con detenimiento. – Nuestro amigo hervido estaría buscando a “El Genio”.- Dije el nombre con marcada burla, era un nombre estúpido. ¿Quién demonios se hacía llamar a sí mismo como “El Genio”? – Tú busca la amortentia, estarás cansada después de todos esos rayos. Y, aunque digas que no, créeme que sé que lo estás; es mi cuerpo. Yo iré a buscar a “El Genio”.- Cada vez que decía ese nombre me hacía sentir más estúpido que el propio nombre. – Él nos hará un par de rosas nuevas.-
No sabía qué cara podía tener “El Genio”, una muy absurda a juzgar por su nombre. Sin embargo, a la hora de buscar un hombre, siempre era mejor que lo buscase una chica con la ropa rasgada que un hombre que se dedica a meter rayos por la boca de la gente y secuestrar mujeres indefensas para llevárselas a un callejón. Esta vez, usaría mi nuevo cuerpo para algo mejor que sacar de quicio a la bailarina.
Una vez cayó el cuerpo del hombre al suelo, me arrodillé a su lado para buscar en los bolsillos una bolsa de monedas o algún que otro tesoro de ladrón que tuviera escondido. –Espera un segundo, quiero sacar un par de monedas de esto.- Si era un arcano, por lo menos debería tener un cuchillo para dibujar las runas, y eso se podía empeñar. Entre los bolsillos de su degastada camisa encontré una nota. Una especie de receta en la que ponía cómo se hacía la mezcla para fabricar la cura. La nota estaba firmada por un tal “El Genio”; estaba claro que no era él.
-Este tío no tenía ni idea.- Dije dándole una patada a la cabeza del cadáver chamuscado. – Quien hizo la rosa era el mismo que quien escribió esta nota. ¡Mira!- Le ofrecí la receta a la chica que llevaba mi cuerpo para que la leyera con detenimiento. – Nuestro amigo hervido estaría buscando a “El Genio”.- Dije el nombre con marcada burla, era un nombre estúpido. ¿Quién demonios se hacía llamar a sí mismo como “El Genio”? – Tú busca la amortentia, estarás cansada después de todos esos rayos. Y, aunque digas que no, créeme que sé que lo estás; es mi cuerpo. Yo iré a buscar a “El Genio”.- Cada vez que decía ese nombre me hacía sentir más estúpido que el propio nombre. – Él nos hará un par de rosas nuevas.-
No sabía qué cara podía tener “El Genio”, una muy absurda a juzgar por su nombre. Sin embargo, a la hora de buscar un hombre, siempre era mejor que lo buscase una chica con la ropa rasgada que un hombre que se dedica a meter rayos por la boca de la gente y secuestrar mujeres indefensas para llevárselas a un callejón. Esta vez, usaría mi nuevo cuerpo para algo mejor que sacar de quicio a la bailarina.
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
El tono sincero del tipo no la molestó, si era capaz de toquetear a una persona a la que acababa de conocer, también debía ser capaz de hacer ese tipo de cosas, aunque que le diera solo un siete era insultante, e no había sido ni la mitad de original o espectacular con su poder, que, por otro lado, daba para mucho más de lo que él había hecho.
Notaba que tanta descarga a había dejado cansada, quería sentarse a respirar, pero no iba a darle la satisfacción al tipo de verla agotada. Sin embargo, había olvidado que no era su cuerpo, si no el del chico, y que era el quien mejor sabía sus restricciones, por ello, cuando el tipo le aconsejo que fuera ella quien buscara la amortentia, y mientras tanto el se encargaría de localizar a ese tal Genio, que había escrito l receta en el papel que el hombre había encontrado al buscar entre las pertenencias del muerto, no dijo nada.
Sin embargo, no se fiaba de dejar su cuerpo colo bajo las ordenes de ese bruto, "ojala hubiera traido conmigo a Fire" pensó en su fuero interno, si lo hubiera hecho, podría mandarla con su cuerpo a vigilarlo. Ni loca iba a separarse de su cuerpo.
- Debes estar bromeando, después de lo que ha pasado antes no pienso dejarte solo con mi cuerpo, si vas a ir a buscar a ese tal Genio, yo voy contigo, la amortentia no es dificil de encontrar, pero bajo ningún concepto te dejo solo.- Comentó levantandose y avanzando varios pasos hacia el pueblo.
El genio debía estar por allí, era el único lugar cercano en el que podían encontrarse ingredientes para ese tipo de venenos. Con un suspiro, esperó al tipo mirando con fijeza, empezaba a estar totalmente cansada de esa situción, cuanto antes acabase todo, mejor, ya no tenía ganas ni de vengarse del cerdo, solo quería volver a su cuerpo y largarse de allí cuanto antes. Estaba mucho más cómoda con Vincent y sus bromas que con este idiota y su narcisismo.
No tendría que haberse separado del grupo, y mucho menos sin Fire, se había encontrado con un estúpido y con un capullo integral, quien, para colmo, pensaba que podía andar con su cuerpo por ahí tranquilamente, no sabía si el tipo era simplemente idiota o si se había fumado algo, pero estaba claro que muy mal debia estar para creer que confiaba en él.
Avanzó con calma, a pesar de ser un pueblo Ulmer seguro tenía al menos, un par de tiendas de arcanos, boticarios y demás, cualquiera de esos lugares podía tener escondido a alguien con capacidades como las que había mostrado la rosa. En su defecto, bien podría ser un cocinero en un restaurante, los cocineros también eran capaces de mezclar sustancias con pericia, esas eran las mejores opciones, además, sería útil mirar los jardines para localizar un rosal. Con esas cosas claras, no sería complicado localizar al creador de esa mierda y poder recuperar su cuerpo.
Notaba que tanta descarga a había dejado cansada, quería sentarse a respirar, pero no iba a darle la satisfacción al tipo de verla agotada. Sin embargo, había olvidado que no era su cuerpo, si no el del chico, y que era el quien mejor sabía sus restricciones, por ello, cuando el tipo le aconsejo que fuera ella quien buscara la amortentia, y mientras tanto el se encargaría de localizar a ese tal Genio, que había escrito l receta en el papel que el hombre había encontrado al buscar entre las pertenencias del muerto, no dijo nada.
Sin embargo, no se fiaba de dejar su cuerpo colo bajo las ordenes de ese bruto, "ojala hubiera traido conmigo a Fire" pensó en su fuero interno, si lo hubiera hecho, podría mandarla con su cuerpo a vigilarlo. Ni loca iba a separarse de su cuerpo.
- Debes estar bromeando, después de lo que ha pasado antes no pienso dejarte solo con mi cuerpo, si vas a ir a buscar a ese tal Genio, yo voy contigo, la amortentia no es dificil de encontrar, pero bajo ningún concepto te dejo solo.- Comentó levantandose y avanzando varios pasos hacia el pueblo.
El genio debía estar por allí, era el único lugar cercano en el que podían encontrarse ingredientes para ese tipo de venenos. Con un suspiro, esperó al tipo mirando con fijeza, empezaba a estar totalmente cansada de esa situción, cuanto antes acabase todo, mejor, ya no tenía ganas ni de vengarse del cerdo, solo quería volver a su cuerpo y largarse de allí cuanto antes. Estaba mucho más cómoda con Vincent y sus bromas que con este idiota y su narcisismo.
No tendría que haberse separado del grupo, y mucho menos sin Fire, se había encontrado con un estúpido y con un capullo integral, quien, para colmo, pensaba que podía andar con su cuerpo por ahí tranquilamente, no sabía si el tipo era simplemente idiota o si se había fumado algo, pero estaba claro que muy mal debia estar para creer que confiaba en él.
Avanzó con calma, a pesar de ser un pueblo Ulmer seguro tenía al menos, un par de tiendas de arcanos, boticarios y demás, cualquiera de esos lugares podía tener escondido a alguien con capacidades como las que había mostrado la rosa. En su defecto, bien podría ser un cocinero en un restaurante, los cocineros también eran capaces de mezclar sustancias con pericia, esas eran las mejores opciones, además, sería útil mirar los jardines para localizar un rosal. Con esas cosas claras, no sería complicado localizar al creador de esa mierda y poder recuperar su cuerpo.
Keira Brabery
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
Después de todo ya suponía que la chica no me iba a dejar solo con su cuerpo. Ya había descubierto por la importancia que le daba a la quemadura de su hombro que ella le gustaba mucho su cuerpo. ¿Y a quién no? Había probado todo lo que gustaba a los hombres el cuerpo de la bailarina estando yo en ella. Era francamente, fue muy incómodo tener que vivir esa parte de si día al día. Prefería que me persiguiesen las mujeres, como era normal, a que me persiguieran los hombres. Pero, sin duda alguna, a quien más le gustaba el cuerpo de la bailarina era a ella misma.
-Si insistes.- Dije cediéndole el paso a ella primero de forma muy sobreactuado. - El “damo” primero. –
La chica pasó primero, despacio pero con paso severo. Igual que cuando yo me había enfadado con el asqueroso tipejo no había alzado la voz para llamar su atención, ella no acelerado el peso. Mientras ella caminaba perfectamente con mi espalda recta y avanzando un paso tras otro, yo con su cuerpo seguía siendo un negado. Varías veces tuve el impulso de sujetar mis nuevas tetas para mantener mi espalda recta, pero, esta vez fui un poco más inteligente y evité tocar el cuerpo de la bailarina. Lo único que me permitía el lujo de tocar era la quemadura de su hombro y solo para mantener el algodón sujeto.
Buscar un hombre en la ciudad de los salvajes con mi nuevo cuerpo no debería ser difícil. En cuanto llegué acompañado con la chica que llevaba mi cuerpo, los hombres babosos levantaron sus miradas para verme. Preguntar uno por uno si eran “El Genio” que buscaba era una pésima idea, ya me imaginaba la respuesta: “Sí preciosa, seré lo que tú quieras.” Y pensar que de estar en mi verdadero cuerpo, seguramente, respondería igual con aquellos babosos… Tal vez por eso mi cuerpo se cambió con la de la chica; tal vez y solo tal vez, era todo una especie de castigo formulado por el destino con el fin de mostrarme mis errores… Aunque, visto de otra manera, si nunca me hubiera cambiado con la chica no la hubiera visto desnuda. No creía que ese fuera mi castigo.
De entre todos los hombres solo había uno que no me miraba las tetas como si nunca hubiera visto ninguna. Nos seguía mirando, pero a los dos a la vez. Tanto a la chica que poseía mi cuerpo como a mí. Los otros hombres no hacían eso, ellos solo me miraban a mí. El hombre salvaje estaba sentado en un banco de la plaza, parecía estar observándolo todo y a la vez no parecía ver nada salvo a nosotros dos. Era una extraña mirada de locura que no llegaba, no tampoco me importaba, entender.
Me puse de puntillas para acercarme a hablar a mi oído que, en aquel momento, era de la chica. – Creo que es ese.- Odie tener que poner de puntillas. Me hacía recordar que era más pequeño y más débil de lo que era en mi verdadero cuerpo. – Es el único perro que no babea.- No me preocupe por disimular mi ira hacia aquel hombre y hacia todos los demás que me desnudaban con la mirada. – ¿Estás preparada?-
Tan rápidamente como mi torpeza con el cuerpo de la joven me podía dejar, fui hacia el banco donde estaba sentado aquel hombre tan extraño. Tenía una extensa barba descontrolada de color castaña, acompañada de una melena con las mismas características y unos ojos verdes repletos de locura. No se parecía en nada a mí, a mi verdadero mí no al mí que era en aquel momento.
-Sabemos quién eres.- Dije esforzándome por mantener mi tono serio. Al contrario del tipejo asqueroso, necesitaba a “El Genio” con vida.
-¡JAJAJAJA!- Contestó con una loca risotada mientras, en lugar de verme a mí directamente, veía los ojos azules de mi verdadero cuerpo. –Ya sé que sabes quién soy. No estás aquí por nada. Pero, ¿sabes realmente quién soy?- Cambió su mirada para dirigirse directamente hacía los ojos de la chica que, en aquel momento eran míos. -¡JAJAJAJA!- Volvió a reír con su loca risotada. De tener mi magia en mis manos le hubiera dado tal calambrazo que le hubiera quitado las ganas de reír.
-No estoy para bromas.- Confesé con la voz más amenazadora que pude lograr. - ¿Vas a decirnos cómo se hace?- Dije al mismo tiempo que le mostraba la receta que había encontrado en el cuerpo del asqueroso tipejo. -¿O vas a decir adiós a tu vida?- Con la otra mano formé una llama de fuego lo suficientemente para que el loco entendiera el mensaje que le estaba dando. –Elige.-
-¡Pues claro! Tú eres el chico.- Solté de repente como si hubiera descubierto un tesoro.- Y entonces él es ella. ¡JAJAJAJA!- Me irritaba que no me hiciera caso. - Es tan gracioso. Esto me pasa por confiar en alguien que no sabe que el queso sabe mejor si lo bebes en un vaso de plata. ¡JAJAJAJA!-
-Entonces, ¿ni fuego ni receta? Tú te lo has buscado. ¡Muñeca!- Dije llamando a la bailarina la cual todavía desconocía su nombre. - ¡Ataca!- Ya había visto lo que era capaz con un tipo la mitad de irritante que aquel, estaba seguro que el loco dejaría de reírse en cuanto empezase a formar el primer rayo.
-Si insistes.- Dije cediéndole el paso a ella primero de forma muy sobreactuado. - El “damo” primero. –
La chica pasó primero, despacio pero con paso severo. Igual que cuando yo me había enfadado con el asqueroso tipejo no había alzado la voz para llamar su atención, ella no acelerado el peso. Mientras ella caminaba perfectamente con mi espalda recta y avanzando un paso tras otro, yo con su cuerpo seguía siendo un negado. Varías veces tuve el impulso de sujetar mis nuevas tetas para mantener mi espalda recta, pero, esta vez fui un poco más inteligente y evité tocar el cuerpo de la bailarina. Lo único que me permitía el lujo de tocar era la quemadura de su hombro y solo para mantener el algodón sujeto.
Buscar un hombre en la ciudad de los salvajes con mi nuevo cuerpo no debería ser difícil. En cuanto llegué acompañado con la chica que llevaba mi cuerpo, los hombres babosos levantaron sus miradas para verme. Preguntar uno por uno si eran “El Genio” que buscaba era una pésima idea, ya me imaginaba la respuesta: “Sí preciosa, seré lo que tú quieras.” Y pensar que de estar en mi verdadero cuerpo, seguramente, respondería igual con aquellos babosos… Tal vez por eso mi cuerpo se cambió con la de la chica; tal vez y solo tal vez, era todo una especie de castigo formulado por el destino con el fin de mostrarme mis errores… Aunque, visto de otra manera, si nunca me hubiera cambiado con la chica no la hubiera visto desnuda. No creía que ese fuera mi castigo.
De entre todos los hombres solo había uno que no me miraba las tetas como si nunca hubiera visto ninguna. Nos seguía mirando, pero a los dos a la vez. Tanto a la chica que poseía mi cuerpo como a mí. Los otros hombres no hacían eso, ellos solo me miraban a mí. El hombre salvaje estaba sentado en un banco de la plaza, parecía estar observándolo todo y a la vez no parecía ver nada salvo a nosotros dos. Era una extraña mirada de locura que no llegaba, no tampoco me importaba, entender.
Me puse de puntillas para acercarme a hablar a mi oído que, en aquel momento, era de la chica. – Creo que es ese.- Odie tener que poner de puntillas. Me hacía recordar que era más pequeño y más débil de lo que era en mi verdadero cuerpo. – Es el único perro que no babea.- No me preocupe por disimular mi ira hacia aquel hombre y hacia todos los demás que me desnudaban con la mirada. – ¿Estás preparada?-
Tan rápidamente como mi torpeza con el cuerpo de la joven me podía dejar, fui hacia el banco donde estaba sentado aquel hombre tan extraño. Tenía una extensa barba descontrolada de color castaña, acompañada de una melena con las mismas características y unos ojos verdes repletos de locura. No se parecía en nada a mí, a mi verdadero mí no al mí que era en aquel momento.
-Sabemos quién eres.- Dije esforzándome por mantener mi tono serio. Al contrario del tipejo asqueroso, necesitaba a “El Genio” con vida.
-¡JAJAJAJA!- Contestó con una loca risotada mientras, en lugar de verme a mí directamente, veía los ojos azules de mi verdadero cuerpo. –Ya sé que sabes quién soy. No estás aquí por nada. Pero, ¿sabes realmente quién soy?- Cambió su mirada para dirigirse directamente hacía los ojos de la chica que, en aquel momento eran míos. -¡JAJAJAJA!- Volvió a reír con su loca risotada. De tener mi magia en mis manos le hubiera dado tal calambrazo que le hubiera quitado las ganas de reír.
-No estoy para bromas.- Confesé con la voz más amenazadora que pude lograr. - ¿Vas a decirnos cómo se hace?- Dije al mismo tiempo que le mostraba la receta que había encontrado en el cuerpo del asqueroso tipejo. -¿O vas a decir adiós a tu vida?- Con la otra mano formé una llama de fuego lo suficientemente para que el loco entendiera el mensaje que le estaba dando. –Elige.-
-¡Pues claro! Tú eres el chico.- Solté de repente como si hubiera descubierto un tesoro.- Y entonces él es ella. ¡JAJAJAJA!- Me irritaba que no me hiciera caso. - Es tan gracioso. Esto me pasa por confiar en alguien que no sabe que el queso sabe mejor si lo bebes en un vaso de plata. ¡JAJAJAJA!-
-Entonces, ¿ni fuego ni receta? Tú te lo has buscado. ¡Muñeca!- Dije llamando a la bailarina la cual todavía desconocía su nombre. - ¡Ataca!- Ya había visto lo que era capaz con un tipo la mitad de irritante que aquel, estaba seguro que el loco dejaría de reírse en cuanto empezase a formar el primer rayo.
- El Genio:
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Gerrit Nephgerd
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
La chica se soprendio de forma bastante grata por la pasividad que de pronto mostraba el idiota, parecía más respetuoso de repente, y ya no pretendía toquetear su cuerpo como antes, era un cambio agradable, pero no por ello iba a fiarse, si hacía caso a lo que ella decía, mejor, si no, solo tendría que recibir un castigo apropiado cuando recuperasen sus cuerpos.
Avanzó sin dejar de mirar de reojo su cuerpo frunciendo el ceño cada vez que veía su mano acercarse al hombro rojo, y respirando aliviada cuando lo único que hacía era recolocar las flores para asegurarse de que no se viera ni una pizca de rojo. Aunque la chica empezaba a pensar que, tal vez, si dejase a la vista esa herida más a menudo, se le acercarán menos babosos.
Al llegar al pueblo las miradas se giraron hacia ellos, en concreto hacia su cuerpo, molesta la chica puso los ojos en blanco, acostumbrada como estaba a esas cosas, le bastaba con lanzar una mirada amenazante para que dejasen de mirarla, aunque parecía que el chico que ocupaba su cuerpo estaba aprendiendo una buena lección, ya que parecía bastante incomodo con las atenciones, tal vez sirviera de algo, y, si, como parecía, era igual de molesto con todas las mujeres, dejase de lado su actitudo de gigolo idiota y descerebrado para mostrar algo más de respeto, no todas las personas llamativas han pedido o disfrutan de serlo. En su caso, al menos, no, aunque reconocía que no le había venido mal su cuerpo en más de una ocasión, y que ya que tenía algo así mejor cuidarlo cuanto más mejor, no era plato de buen gusto recibir atenciones no pedidas, incluso yendo taada hasta el cuello, solo con su cara ya llamaba la atención, y, en la mayoría de ocasiones, era algo muy molesto.
Le extrañaba que el chico no supiera lo que es ser acosado por miradas furtivas, y no tan furtivas, por muy desagradable que le resultase su caracter, el chico era guapo, un idiota, pero guapo, debía levantar la pasión en más de una chica, aunque, viendo el comportamiento que había tenido con ella, como si fuera una mera acosadora con la que pasarlo bien, el tipo no debía sentirse precisamente irritado por la atención femenina.
Cansada de que no dejaran de mirar su cuerpo como si quisieran llevarla a un rincón a hacerle los dioses sabrían que, lanzó una furiosa mirada chispeante que, siendo incluso más útil de lo usual por el enorme cuerpo que portaba en ese momento, espantó a los mirones. Notó entonces que el tipo del que aun no sabía el nombre se apoyaba en su hombro y, con la fina voz de su cuerpo, susurraba que había descubierto a quien buscaban.
Keira miró en la dirección que el chico marcaba, y no tardo más de un segundo en entender de quien hablaba, un hombre barbudo, con aspecto alocado y ojos perdidos miraba hacia ellos. Empezó a andar hacia él con paso firme, dejando que el chico electrico se adelantase, y, alejada a penas dos pasos, escuchó la conversación del brujo y el loco.
El segundo confirmó totalmente ser el hombre a quien buscabamos, y, riendose como un loco, hablaba a trozos, ignorando incluso las amenazas, poco originales, de quien ahora, a regañadientes, tanto suyos como propios, era su compañero, podría haberle amenazado con derretirle el cerebro, pero ya que él no lo había hecho, lo haría ella.
- Muñeca tus muertos.- murmuró ella en una ligera queja, acercandose lanzando pequeñas chispas- Señor, ¿alguna vez ha tenido un infarto cerebral o un corte nervioso?.- el hombre le devolvió una mirada atontada, como quien no entiende o no quiere entender.- muy bien, probemoslo en ese caso.- sonrió de medio lado, sacando todo el atractivo del hombre.
Las chispas se metieron por los oidos del hombre lentamente, provocando pequeños y dolorosos calambres, sin embargo, a pesar de que debería ser terriblemente doloroso, el hombre unicamente comenzó a reirse y a rascarse las orejas por dentro, como si le hiciera cosquillas, Keira, molesta, aumentó la pontencia, pero las risas solo aumentaron nuevamente, al final, aburrida paró su ataque mientras el hombre se revolvía de risa, ya en el suelo.
- Este tio ya tiene las neuronas fritas, por eso no le hace nada, es idiota hasta la médula y está como una auténtica cabra.- protestó molesta mientras miraba con asco al tipo que se reía como el loco que era.
Avanzó sin dejar de mirar de reojo su cuerpo frunciendo el ceño cada vez que veía su mano acercarse al hombro rojo, y respirando aliviada cuando lo único que hacía era recolocar las flores para asegurarse de que no se viera ni una pizca de rojo. Aunque la chica empezaba a pensar que, tal vez, si dejase a la vista esa herida más a menudo, se le acercarán menos babosos.
Al llegar al pueblo las miradas se giraron hacia ellos, en concreto hacia su cuerpo, molesta la chica puso los ojos en blanco, acostumbrada como estaba a esas cosas, le bastaba con lanzar una mirada amenazante para que dejasen de mirarla, aunque parecía que el chico que ocupaba su cuerpo estaba aprendiendo una buena lección, ya que parecía bastante incomodo con las atenciones, tal vez sirviera de algo, y, si, como parecía, era igual de molesto con todas las mujeres, dejase de lado su actitudo de gigolo idiota y descerebrado para mostrar algo más de respeto, no todas las personas llamativas han pedido o disfrutan de serlo. En su caso, al menos, no, aunque reconocía que no le había venido mal su cuerpo en más de una ocasión, y que ya que tenía algo así mejor cuidarlo cuanto más mejor, no era plato de buen gusto recibir atenciones no pedidas, incluso yendo taada hasta el cuello, solo con su cara ya llamaba la atención, y, en la mayoría de ocasiones, era algo muy molesto.
Le extrañaba que el chico no supiera lo que es ser acosado por miradas furtivas, y no tan furtivas, por muy desagradable que le resultase su caracter, el chico era guapo, un idiota, pero guapo, debía levantar la pasión en más de una chica, aunque, viendo el comportamiento que había tenido con ella, como si fuera una mera acosadora con la que pasarlo bien, el tipo no debía sentirse precisamente irritado por la atención femenina.
Cansada de que no dejaran de mirar su cuerpo como si quisieran llevarla a un rincón a hacerle los dioses sabrían que, lanzó una furiosa mirada chispeante que, siendo incluso más útil de lo usual por el enorme cuerpo que portaba en ese momento, espantó a los mirones. Notó entonces que el tipo del que aun no sabía el nombre se apoyaba en su hombro y, con la fina voz de su cuerpo, susurraba que había descubierto a quien buscaban.
Keira miró en la dirección que el chico marcaba, y no tardo más de un segundo en entender de quien hablaba, un hombre barbudo, con aspecto alocado y ojos perdidos miraba hacia ellos. Empezó a andar hacia él con paso firme, dejando que el chico electrico se adelantase, y, alejada a penas dos pasos, escuchó la conversación del brujo y el loco.
El segundo confirmó totalmente ser el hombre a quien buscabamos, y, riendose como un loco, hablaba a trozos, ignorando incluso las amenazas, poco originales, de quien ahora, a regañadientes, tanto suyos como propios, era su compañero, podría haberle amenazado con derretirle el cerebro, pero ya que él no lo había hecho, lo haría ella.
- Muñeca tus muertos.- murmuró ella en una ligera queja, acercandose lanzando pequeñas chispas- Señor, ¿alguna vez ha tenido un infarto cerebral o un corte nervioso?.- el hombre le devolvió una mirada atontada, como quien no entiende o no quiere entender.- muy bien, probemoslo en ese caso.- sonrió de medio lado, sacando todo el atractivo del hombre.
Las chispas se metieron por los oidos del hombre lentamente, provocando pequeños y dolorosos calambres, sin embargo, a pesar de que debería ser terriblemente doloroso, el hombre unicamente comenzó a reirse y a rascarse las orejas por dentro, como si le hiciera cosquillas, Keira, molesta, aumentó la pontencia, pero las risas solo aumentaron nuevamente, al final, aburrida paró su ataque mientras el hombre se revolvía de risa, ya en el suelo.
- Este tio ya tiene las neuronas fritas, por eso no le hace nada, es idiota hasta la médula y está como una auténtica cabra.- protestó molesta mientras miraba con asco al tipo que se reía como el loco que era.
Keira Brabery
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
Sabía que la chica no me iba a defraudar. Después del notable que le había puesto y teniendo en cuanta lo importante que era para ella ser perfecta, estaba seguro que me sorprendería en su próxima tortura sería más espectacular que hervir la sangre. La chica golpeó con un par de calambrazos introducidos por las orejas del loco directos al cerebro. Ya lo tenía, nunca persona normal podría resistir tan severa descarga.
-Ahora sí que tienes tú diez.- Celebré demasiado pronto nuestra pequeña victoria. El salvaje loco continuó riéndose, parecía disfrutar de los calambrazos como un niño cuando llegan los trovadores a la plaza del pueblo para cantar sus historias. Mi cara cambió de la alegría a la desilusión en menos de un segundo. La chica tenía razón, el idiota ya tenía las neuronas fritas. –Un diez pero sin el uno de delante.- ]Rectifique rápidamente. - Un cero. Prueba la próxima vez.-
-¡JA, JA, JA! No has dicho la palabra mágica. ¡JA, JA, JA!-
-Lo has dejado peor.- ]Suspiré. - Déjamelo a mí, tengo una idea que estoy seguro que a nuestro “genio” particular le va a encantar.-
La idea de hervir la sangre del tipejo fue realmente buena, lástima que necesitásemos al loco con vida. De ser así usaría como fuente de calor su propio cuerpo para asarlo por dentro como si fuera un pavo. Eso no me impedía usar otro tipo de magia para hacerlo sufrir. Si la chica era una bruja, también tendría mi poder de telequinesis. Con la mente, arranqué una pequeña hoja del árbol más cercano para comprobar con precisión y exactitud lo fuerte que era su poder sin necesitad de hacer algo extraordinaria mente llamativo, cualquiera que hubiera visto la hoja caer hubiera pensado que sería el viento y no yo. Una vez comprobé que su poder se parecía bastante al mío, di un paso hacia delante para poderme al frente del barbudo.
-Tú te lo has buscado.- Dije con una sonrisa amenazadora al mismo tiempo, con las manos, me movía la cabeza para estirarme. – Si no quieres hablar seré yo hablaré por ti.- Controlé su lengua con mi mente estirando hasta sacarla, tanto como podía sin llegar a arrancársela. Como si fuera la rueda de un molino, hice girar su lengua cada vez más y más rápido. En cierto momento tuve que controlarme para que su lengua no saliera despedida por los aires por la fuerza centrifuga del movimiento. – Estos son solo los estiramientos para que aprendas a usar tu lengua.- La voz de la chica sonaba melodiosa, suave y plagada de amenaza, me gustaba su voz. De un fuerte golpe devolví la lengua hacia el interior de su boca. –Si he hecho con tu lengua imagínate lo que puedo hacer con tu polla.- La respuesta del salvaje solo fue una risa ahogada por los múltiples estirones de lengua que le había hecho.
Me imaginé dos puños fantasmas creados por mi vil imaginación. Iba a disfrutar torturándole como hacía mucho tiempo que no lo hacía. El primer puño apreté las tráqueas del interior del cuerpo del hombre dejándolo unos segundos sin respiración para luego soltarle de golpe y apretarle otra vez. Intentar ahogar a alguien estaba bien, dejarlo sin respiración y dejarlo respirar de forma intermitente estaba mejor. El hombre se pondría más nervioso y el dolor era inmensamente mayor. El segundo puño se dedicaba a jugar por el interior del cuerpo de El Genio; un puñetazo en el bazo, otro en el estómago… Su cuerpo era mi parte de atracciones.
-Y bien…- ]Dije mientras dejaba sueltas sus tráqueas para dejarlo hablar. - ¿Qué me dices ahora? ¿Nos vas a hacer unas rosas nuevas o prefieres que continúe con mis juegos?- Di un golpe con los puños de telequinesis directo al corazón. - Puedo estar así todo el día, no te puedes ni imaginar lo mucho que me estoy divirtiendo.-
-Ja… Ja…- El Genio intentó reír de nuevo, pero no puedo hacerlo. - Sois buenos brujos. ¡Sí! Brujos…-Tosió sangre por los golpes que le había dado. - Muy buenos…-Miró hacia al cielo meditando unos minutos sin dejar de toser. – Pero no sabéis la palabra mágica.- Apreté lo más fuerte que pude su tráquea para impedir que riera. Estaba poniendo furioso, jamás había tratado con alguien así. Le solté de nuevo de golpe, si continuaba así le acabaría matando. - La huella también sirve como contraseña.- ]Se rindió y yo me alegré mucho por ello.- Esa es mi casa. – Allí tengo los ingredientes que necesitáis. ¡Y rosas! Tengo muchas rosas.- Miró directamente a los ojos de mi cuerpo bajo el control de la chica. - Tendrás que llevarme, estoy débil. La mujer que antes era un hombre me ha dejado débil. ¡JAJAJA!- Me daba igual que siguiera riendo, ya había ganado.
-Ahora sí que tienes tú diez.- Celebré demasiado pronto nuestra pequeña victoria. El salvaje loco continuó riéndose, parecía disfrutar de los calambrazos como un niño cuando llegan los trovadores a la plaza del pueblo para cantar sus historias. Mi cara cambió de la alegría a la desilusión en menos de un segundo. La chica tenía razón, el idiota ya tenía las neuronas fritas. –Un diez pero sin el uno de delante.- ]Rectifique rápidamente. - Un cero. Prueba la próxima vez.-
-¡JA, JA, JA! No has dicho la palabra mágica. ¡JA, JA, JA!-
-Lo has dejado peor.- ]Suspiré. - Déjamelo a mí, tengo una idea que estoy seguro que a nuestro “genio” particular le va a encantar.-
La idea de hervir la sangre del tipejo fue realmente buena, lástima que necesitásemos al loco con vida. De ser así usaría como fuente de calor su propio cuerpo para asarlo por dentro como si fuera un pavo. Eso no me impedía usar otro tipo de magia para hacerlo sufrir. Si la chica era una bruja, también tendría mi poder de telequinesis. Con la mente, arranqué una pequeña hoja del árbol más cercano para comprobar con precisión y exactitud lo fuerte que era su poder sin necesitad de hacer algo extraordinaria mente llamativo, cualquiera que hubiera visto la hoja caer hubiera pensado que sería el viento y no yo. Una vez comprobé que su poder se parecía bastante al mío, di un paso hacia delante para poderme al frente del barbudo.
-Tú te lo has buscado.- Dije con una sonrisa amenazadora al mismo tiempo, con las manos, me movía la cabeza para estirarme. – Si no quieres hablar seré yo hablaré por ti.- Controlé su lengua con mi mente estirando hasta sacarla, tanto como podía sin llegar a arrancársela. Como si fuera la rueda de un molino, hice girar su lengua cada vez más y más rápido. En cierto momento tuve que controlarme para que su lengua no saliera despedida por los aires por la fuerza centrifuga del movimiento. – Estos son solo los estiramientos para que aprendas a usar tu lengua.- La voz de la chica sonaba melodiosa, suave y plagada de amenaza, me gustaba su voz. De un fuerte golpe devolví la lengua hacia el interior de su boca. –Si he hecho con tu lengua imagínate lo que puedo hacer con tu polla.- La respuesta del salvaje solo fue una risa ahogada por los múltiples estirones de lengua que le había hecho.
Me imaginé dos puños fantasmas creados por mi vil imaginación. Iba a disfrutar torturándole como hacía mucho tiempo que no lo hacía. El primer puño apreté las tráqueas del interior del cuerpo del hombre dejándolo unos segundos sin respiración para luego soltarle de golpe y apretarle otra vez. Intentar ahogar a alguien estaba bien, dejarlo sin respiración y dejarlo respirar de forma intermitente estaba mejor. El hombre se pondría más nervioso y el dolor era inmensamente mayor. El segundo puño se dedicaba a jugar por el interior del cuerpo de El Genio; un puñetazo en el bazo, otro en el estómago… Su cuerpo era mi parte de atracciones.
-Y bien…- ]Dije mientras dejaba sueltas sus tráqueas para dejarlo hablar. - ¿Qué me dices ahora? ¿Nos vas a hacer unas rosas nuevas o prefieres que continúe con mis juegos?- Di un golpe con los puños de telequinesis directo al corazón. - Puedo estar así todo el día, no te puedes ni imaginar lo mucho que me estoy divirtiendo.-
-Ja… Ja…- El Genio intentó reír de nuevo, pero no puedo hacerlo. - Sois buenos brujos. ¡Sí! Brujos…-Tosió sangre por los golpes que le había dado. - Muy buenos…-Miró hacia al cielo meditando unos minutos sin dejar de toser. – Pero no sabéis la palabra mágica.- Apreté lo más fuerte que pude su tráquea para impedir que riera. Estaba poniendo furioso, jamás había tratado con alguien así. Le solté de nuevo de golpe, si continuaba así le acabaría matando. - La huella también sirve como contraseña.- ]Se rindió y yo me alegré mucho por ello.- Esa es mi casa. – Allí tengo los ingredientes que necesitáis. ¡Y rosas! Tengo muchas rosas.- Miró directamente a los ojos de mi cuerpo bajo el control de la chica. - Tendrás que llevarme, estoy débil. La mujer que antes era un hombre me ha dejado débil. ¡JAJAJA!- Me daba igual que siguiera riendo, ya había ganado.
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
¿Un cero? ¿ ella que culpa tenía de que el viejo estuviera loco? Nadie en su sano juicio disfruta de un maldito infarto cerebral, pra los nervios, destroza conexiones a no ser que no se tenga cerebro, es imposible quedarse riendo tan tranquilo... Con paciencia y un tic nervioso en la ceja, fruto del estres que le provocaba toda esa situación, observó los pasos ue seguía su cuerpo intentando sonsacar lo que los poderes de electricidad no habían podido del Genio, aunque más que Genio tendría que llamarse Loco.
En lugar del fuego, usó telequinesis, no era algo que Keira hubier apracicado, por ello, su cuerpo tenía bastante poco control, sin embargo, eso debía proceder de la mente, pues el chico no pareció tner problemas para usarlo. La amenaza de usar ese truco contra la entrepierna del tipo era, cuanto menos, divertido, no supo que sucedió a continuación, pero algo debía estar apretando la garganta del tipo, porque parecía estar asfixiandose.
La chica se cruzó de brazos, divertida por la situación, tendría que apreder a aprobechar más su telequinesis, debía tener infinitias posibilidades, si se paraba a pensarlo. Solo con imaginarlo, parecía que podían hacerse cosas solo imaginandolas, eso podía ser bastante útil, incluso en escena si convinase ambas cosas tal vez consiguiera trucos mejores de los que ya hacía.
La información no se hizo esperar, sin embargo necesitaban llevarlo con ellos, "Genial, más cargas" pensó la chica molesta, agachandose para arrastrar al tipo cogiendolo solo de un camal, dejando que el cuerpo se moviera por la arena. Avanzaron hacia la casa que había señalado y dejó caer la pierna por la que había estado tirando del tipo instandolo a abrir la puerta con un gesto.
- Abrete, por favor.- pidió el hombre mirandolos con aires de superioridad, mientras ponía la palma sobre la puerta como si la acariciase.
La entrada cedió y se abrió con suavidad, al entrar, como bien había diho el hombre, había rosas, muchisimas rosas, cientos de ellas, demasiadas, el lugar atufaba, había traspasado el punto ese en el que el aroma se vuelve demasiado fuerte y por muy bueno que sea no es agradable. Se tapó la nariz con la camiseta y, desenroscando con increible soltura uno de los pañuelos que caía del vestido que llevaba ella, tapó la de su cuerpo. "Esto es exagerado, ¿cuántas rosas puede necesitar una persona?"
Se preguntó sin a la espera de que el loco dijese algo más, buscar la rosa seía como buscar... una aguja entre agujas, no entre un pajar, no, era buscar una aguja concreta entre miles de agujas iguales... parecía tarea imposible.
En lugar del fuego, usó telequinesis, no era algo que Keira hubier apracicado, por ello, su cuerpo tenía bastante poco control, sin embargo, eso debía proceder de la mente, pues el chico no pareció tner problemas para usarlo. La amenaza de usar ese truco contra la entrepierna del tipo era, cuanto menos, divertido, no supo que sucedió a continuación, pero algo debía estar apretando la garganta del tipo, porque parecía estar asfixiandose.
La chica se cruzó de brazos, divertida por la situación, tendría que apreder a aprobechar más su telequinesis, debía tener infinitias posibilidades, si se paraba a pensarlo. Solo con imaginarlo, parecía que podían hacerse cosas solo imaginandolas, eso podía ser bastante útil, incluso en escena si convinase ambas cosas tal vez consiguiera trucos mejores de los que ya hacía.
La información no se hizo esperar, sin embargo necesitaban llevarlo con ellos, "Genial, más cargas" pensó la chica molesta, agachandose para arrastrar al tipo cogiendolo solo de un camal, dejando que el cuerpo se moviera por la arena. Avanzaron hacia la casa que había señalado y dejó caer la pierna por la que había estado tirando del tipo instandolo a abrir la puerta con un gesto.
- Abrete, por favor.- pidió el hombre mirandolos con aires de superioridad, mientras ponía la palma sobre la puerta como si la acariciase.
La entrada cedió y se abrió con suavidad, al entrar, como bien había diho el hombre, había rosas, muchisimas rosas, cientos de ellas, demasiadas, el lugar atufaba, había traspasado el punto ese en el que el aroma se vuelve demasiado fuerte y por muy bueno que sea no es agradable. Se tapó la nariz con la camiseta y, desenroscando con increible soltura uno de los pañuelos que caía del vestido que llevaba ella, tapó la de su cuerpo. "Esto es exagerado, ¿cuántas rosas puede necesitar una persona?"
Se preguntó sin a la espera de que el loco dijese algo más, buscar la rosa seía como buscar... una aguja entre agujas, no entre un pajar, no, era buscar una aguja concreta entre miles de agujas iguales... parecía tarea imposible.
Keira Brabery
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
Empezaba a dudar de que la chica cogiera al loco en brazos como él le había propuesto, era demasiado orgullosa para tener que cargar con nadie. Si fuera yo quien le pidiera que me aupara y me llevase a mi casa su respuesta iba a ser una patada en el culo. Con lo poco que pesaba con el cuerpo de la bailarina, con una de mis patadas bajo el control de la chica podría llegar hasta Lunargenta. Sin embargo, con el loco barbudo que se creía un genio, la bailarina parecía obedecerlo, se agachó delante de él seguramente para llevarlo como si fuera un bebe. No sabía cómo sería capaz de poder llevar a tal engendro en brazos y a mí me tratarme como si fuera un vulgar saco de patatas. Creo que El Genio era más asqueroso que cualquier otro hombre del pueblo de los salvajes; mejor dicho, que cualquier otro hombre que me estuviera mirando las tetas. Las apariencias engañan. La bailarina no se agachó delante del hombre para alzarlo como si fuera un bebe como era lo que había pensado, lo hizo para cogerle una de sus piernas y arrastrarlo hasta la casa que había señalado. La risa del barbudo se esfumó y, a cambio, apareció la mía bajo la dulce voz de la joven. No podía dejar de reír, era tan divertido ver a la chica tomar usar mi fuerza que me hacía imposible disimular mi risa.
Al llegar a la casa que había señalado, el loco puso la palma de su mano en la puerta, dijo unas palabras y ésta se abrió sin necesidad de usar ninguna clase de cerradura, picaporte o manivela. ¿Magia? No, era algo más. Lo más seguro es que la puerta estuviera ligada a una runa que podía reconocer la voz del no tan loco arcano. Había que reconocerlo, era un gran trabajo. Más de un marido celoso le gustaría poder esas runas la entrepierna de su mujer.
La casa estaba repleta de rosas del mismo color escarlata que la que se le cayó a aquel tipejo ya chamuscado. El barbudo tenía obsesión mal sana con esas flores. Rosas y rosas y más rosas se enredaban por todos los muebles de la casa. Ni siquiera los pájaros que tenía en una jaula estaban a salvo de las rosas. Lejos de ser hermoso como el sueño de una fina princesita, era perturbador como la pesadilla de un psicópata.
-Bienvenidos a mi hogar. El más dulce y el más maravilloso hogar de los hogares.- Dijo el loco al entrar. Por lo visto, el viaje que le había dado la chica no fue suficiente para calmar sus aires.
-Sí; muy horrible, apestoso y todo lo que tú quieras. Ahora las rosas.- Dije usando la telequinesis de la bailarina para hacer un poco de presión en el pecho del loco. Una pequeña amenaza de lo que le esperaba si no obedecía mis órdenes.
-¡NO!- ¿Cómo se atrevía a contestarme de tal manera? Era él quien me obligaba a ser cruel y dar un fuerte puñetazo fantasma en su bazo. –Quiero decir… no puedo. Me habéis hecho mucho daño. No me puedo moverme de lo herido que estoy.- Se sentó en una mecedora recubierta de rosas con una sonrisa diabólica bajo su barba. Era un pésimo actor. -¡JAJAJA! Tendréis que hacer el trabajo por mí. Os diré cómo se hace. Sí, eso haré y vosotros obedeceréis. Las rosas están preparadas solo tenéis que mezclar los ingredientes para la pócima.- Hizo una pausa para mal fingir que estaba tosiendo por hablar demasiado. - ¿Podréis? ¿Sabéis? Ya veremos. Empecemos por ti.- Señaló a mi cuerpo bajo el control de la chica. - Tú serás quien prepare la amortentia. Debes picarla. Hacerla trozos no demasiados grandes ni demasiados pequeños. Solo pícala. ¡Pícala! Y tú.- Me señaló a mí sin dejar de señalar a la chica dejando sus dos brazos en forma de cruz. - Prepara la pócima. Debes disolver la amortentia en alcohol. Hay una botella de wisky en algún lugar bajo las rosas. Disuelve y mezcla en la rosa. ¡Ya está! Las runas harán el resto. ¡JAJAJA!-
Al llegar a la casa que había señalado, el loco puso la palma de su mano en la puerta, dijo unas palabras y ésta se abrió sin necesidad de usar ninguna clase de cerradura, picaporte o manivela. ¿Magia? No, era algo más. Lo más seguro es que la puerta estuviera ligada a una runa que podía reconocer la voz del no tan loco arcano. Había que reconocerlo, era un gran trabajo. Más de un marido celoso le gustaría poder esas runas la entrepierna de su mujer.
La casa estaba repleta de rosas del mismo color escarlata que la que se le cayó a aquel tipejo ya chamuscado. El barbudo tenía obsesión mal sana con esas flores. Rosas y rosas y más rosas se enredaban por todos los muebles de la casa. Ni siquiera los pájaros que tenía en una jaula estaban a salvo de las rosas. Lejos de ser hermoso como el sueño de una fina princesita, era perturbador como la pesadilla de un psicópata.
-Bienvenidos a mi hogar. El más dulce y el más maravilloso hogar de los hogares.- Dijo el loco al entrar. Por lo visto, el viaje que le había dado la chica no fue suficiente para calmar sus aires.
-Sí; muy horrible, apestoso y todo lo que tú quieras. Ahora las rosas.- Dije usando la telequinesis de la bailarina para hacer un poco de presión en el pecho del loco. Una pequeña amenaza de lo que le esperaba si no obedecía mis órdenes.
-¡NO!- ¿Cómo se atrevía a contestarme de tal manera? Era él quien me obligaba a ser cruel y dar un fuerte puñetazo fantasma en su bazo. –Quiero decir… no puedo. Me habéis hecho mucho daño. No me puedo moverme de lo herido que estoy.- Se sentó en una mecedora recubierta de rosas con una sonrisa diabólica bajo su barba. Era un pésimo actor. -¡JAJAJA! Tendréis que hacer el trabajo por mí. Os diré cómo se hace. Sí, eso haré y vosotros obedeceréis. Las rosas están preparadas solo tenéis que mezclar los ingredientes para la pócima.- Hizo una pausa para mal fingir que estaba tosiendo por hablar demasiado. - ¿Podréis? ¿Sabéis? Ya veremos. Empecemos por ti.- Señaló a mi cuerpo bajo el control de la chica. - Tú serás quien prepare la amortentia. Debes picarla. Hacerla trozos no demasiados grandes ni demasiados pequeños. Solo pícala. ¡Pícala! Y tú.- Me señaló a mí sin dejar de señalar a la chica dejando sus dos brazos en forma de cruz. - Prepara la pócima. Debes disolver la amortentia en alcohol. Hay una botella de wisky en algún lugar bajo las rosas. Disuelve y mezcla en la rosa. ¡Ya está! Las runas harán el resto. ¡JAJAJA!-
Gerrit Nephgerd
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
El loco estaba cada vez peor, no podía moverse, ella lo haría moverse, a hostias, estaba de los idiotas hasta los mismisimos, y si estuviera ya en su cuerpo haría arder esa asquerosa casa hasta os cimientos, y si el anciano arapiento se quedaba dentro, mejor que mejor, matarlo sería hacer una labor social, un favor al mundo.
¿Quién querría estar en el cuerpo de otra persona? ella, al menos, no, no negaba las ventajas de ser un hombre, no tenía a pesados encima, su fuerza se había vuelto mucho mayor, y, por supuesto, la magia de electricidad era mucho más práctica de lo que jamás hubiera llegado a creer, si embargo, quería su cuerpo de vuelta, no podía aguantar la incomodidad de ser tan grande, todo el mundo podía verla por la altura, prefería ser algo más baja, le gustabaa ser ligera, sentir que flotaba a cada paso, no notar la tierra bajo sus pies como si fuera tan pesada como una losa. Estaba ya que se subía por las paredes, y, para colmo, el Genio, que de genio tenía poco, la sacaba aun más de sus casillas, no sabía como acababa siempre rodeada de idiotas.
Antes de seguir protestando, y acabar dandole un tunda, prefirió aislarse, como había visto hacer al otro cn su cuerpo, uso su telequinesis y creó un par de tapones dentro de sus oidos, no quería saber nada de nadie, y, cuanto más lejos le pareciera el mundo mejor, sin escuchar más que lo que parecían murmullos lejanos, comenzó a tararear para terminar de alejar a todos de ella, su cerebro necesitaba un descanso, o acabaría por hacer la casa pedazos con un solo rayo.
Se metió por entre las rosas, buscando la amortentia por entre los estantes y notó rozarla un par de espinas que no llegaron a clavarse en su piel, qué tenía ese chico, ¿piel o piedra? Si de su cuerpo se tratara, ya estaría llena de heridas, esperaba que al otro genio que la acompañaba no se le pasara por la cabeza cruzar esa barbaridad de rosas espinadas.
Tomó el tarro de amortentia y despejó una mesa que parecía haber bajo ese jardín roto, tomó un cuchillo y comenzó a picar, como el loco mayor había dicho. Mejor eso que oirlos. El aroma a las rosas se había pegado al cuerpo del chico y subía hasta su nariz, que, se encongía molesta, ¿es que no había una maldita ventana por allí?
¿Quién querría estar en el cuerpo de otra persona? ella, al menos, no, no negaba las ventajas de ser un hombre, no tenía a pesados encima, su fuerza se había vuelto mucho mayor, y, por supuesto, la magia de electricidad era mucho más práctica de lo que jamás hubiera llegado a creer, si embargo, quería su cuerpo de vuelta, no podía aguantar la incomodidad de ser tan grande, todo el mundo podía verla por la altura, prefería ser algo más baja, le gustabaa ser ligera, sentir que flotaba a cada paso, no notar la tierra bajo sus pies como si fuera tan pesada como una losa. Estaba ya que se subía por las paredes, y, para colmo, el Genio, que de genio tenía poco, la sacaba aun más de sus casillas, no sabía como acababa siempre rodeada de idiotas.
Antes de seguir protestando, y acabar dandole un tunda, prefirió aislarse, como había visto hacer al otro cn su cuerpo, uso su telequinesis y creó un par de tapones dentro de sus oidos, no quería saber nada de nadie, y, cuanto más lejos le pareciera el mundo mejor, sin escuchar más que lo que parecían murmullos lejanos, comenzó a tararear para terminar de alejar a todos de ella, su cerebro necesitaba un descanso, o acabaría por hacer la casa pedazos con un solo rayo.
Se metió por entre las rosas, buscando la amortentia por entre los estantes y notó rozarla un par de espinas que no llegaron a clavarse en su piel, qué tenía ese chico, ¿piel o piedra? Si de su cuerpo se tratara, ya estaría llena de heridas, esperaba que al otro genio que la acompañaba no se le pasara por la cabeza cruzar esa barbaridad de rosas espinadas.
Tomó el tarro de amortentia y despejó una mesa que parecía haber bajo ese jardín roto, tomó un cuchillo y comenzó a picar, como el loco mayor había dicho. Mejor eso que oirlos. El aroma a las rosas se había pegado al cuerpo del chico y subía hasta su nariz, que, se encongía molesta, ¿es que no había una maldita ventana por allí?
Keira Brabery
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
El Genio era un auténtico cara dura. Se estaba aprovechando de nuestra “bondad” y “misericordia” (si es que teníamos de ello) para que fuéramos sus esclavos personales. No le habíamos hecho ni la mitad del daño que decía. Estaba fingiendo y, lo peor, él sabía que nosotros sabíamos que estaba fingiendo por lo que disfrutaba cien veces más de sus artes de manipulación. Por mucho que deseara coger a Suuri y reventarle la cabeza allí mismo, le necesitábamos con vida. Teníamos que hacer todo cuanto nos pedía si queríamos regresar de nuevo a nuestros cuerpos; además, estaba seguro que los delgados brazos de la joven bailarina no serían suficientemente fuertes como para levantar mi martillo. Otra razón por la cual no poder reventarle la cabeza. Lástima.
La chica que poseía mi cuerpo fue la primera en obedecer las órdenes del loco obsesionado por las rosas. Me fijé en su cara, era totalmente inexpresiva; como si estuviera en otra parte y todo lo que estuviera en la casa de las rosas fuera algo insignificante para ella. “Alguien la debería enseñar a divertirse.” Pensé en aquel momento. Estaba seguro que si esa chica no conseguía sonreír, algún día explotaría en un arma de llamas. Puede que ya hubiera explotado y la marca del hombro sea una causa de ello. No me importaría ser yo quien la hiciera disfrutar como es debido pero, visto lo visto, sabía que no me iba a dejar acercarme a más de veinte metros de distancia.
Mientras la bailarina se metía entre las rosas buscando la amortentia, yo busqué por otro lado el alcohol. - ¿Dónde guardaría una botella de whisky un loco?- Me pregunté para mí mismo mientras apartaba con cuidado los tallos de las rosas para no pincharme con las espinas; mejor dicho, para que no se hiriese el cuerpo de la chica. Notaba como mi cuerpo, bastante más duro que el de ella, se estaba hiriendo. Ella no tenía cuidado por mi cuerpo, lo maltrataba, se adentraba en las rosas sin ni siquiera fijarse en las espinas de los rosales. ¿Por qué debería tener cuidado por el suyo? Muy sencillo, porque un cuerpo tan bello como el suyo no debía de herirse en ningún otro lugar que no sea mi cama.
-¡Te encontré!- Dije con una sonrisa al ver la botella de whisky escondida detrás de un armario. -¿Creías que te ibas a esconder de mí?- Alargué el brazo todo lo que pude para intentar alcanzar la botella que se encontraba al otro lado de la pared. Si usaba la magia de telequinesis podría llevarme espinas con el alcohol y no quería herir el delicado brazo de la joven más de lo que ya estaba por la cicatriz en el hombro. -No escaparás.- Refunfuñé entre dientes al darme cuenta que no llegaba.
Pensé en usar el fuego para quemar los rosales, pero aquello solo haría una gran explosión. El alcohol y el fuego son grandes enemigos, una chispa, por pequeña que sea, y PUM. Adiós botella, adiós rosales, adiós armario y adiós cuerpo de la bailarina. No era para menos, el fuego es el elemento que los alquimistas más avanzados temen a manejar. Gran parte de lo que toca el fuego lo hace explotar. Recordé lo que siempre decía mi maestro de alquimia cuando era pequeño, “Si quieres mezclar necesitas fuego. Pero si quieres morir, también necesitas fuego.” Para mi maestro, el fuego era un arma de doble filo, podría dar el suficiente calor para disolver una sustancia y también podría dar el suficiente calor para hacerla explotar. Por eso prefería mi magia con la electricidad, con ella podría controlar mucho mejor el calor.
-Tu cuerpo es demasiado pequeño.- Le dije a la bailarina con un bufido tras haber intentado mil maneras posibles de alcanzar la maldita botella. -¿Me la podrías coger, por favor? Y luego la botella.- Le dije con una sonrisa picarona aunque estaba seguro que no entendería la broma.
Offrol: Subrayo la parte en que usó la pasiva de alquimia
La chica que poseía mi cuerpo fue la primera en obedecer las órdenes del loco obsesionado por las rosas. Me fijé en su cara, era totalmente inexpresiva; como si estuviera en otra parte y todo lo que estuviera en la casa de las rosas fuera algo insignificante para ella. “Alguien la debería enseñar a divertirse.” Pensé en aquel momento. Estaba seguro que si esa chica no conseguía sonreír, algún día explotaría en un arma de llamas. Puede que ya hubiera explotado y la marca del hombro sea una causa de ello. No me importaría ser yo quien la hiciera disfrutar como es debido pero, visto lo visto, sabía que no me iba a dejar acercarme a más de veinte metros de distancia.
Mientras la bailarina se metía entre las rosas buscando la amortentia, yo busqué por otro lado el alcohol. - ¿Dónde guardaría una botella de whisky un loco?- Me pregunté para mí mismo mientras apartaba con cuidado los tallos de las rosas para no pincharme con las espinas; mejor dicho, para que no se hiriese el cuerpo de la chica. Notaba como mi cuerpo, bastante más duro que el de ella, se estaba hiriendo. Ella no tenía cuidado por mi cuerpo, lo maltrataba, se adentraba en las rosas sin ni siquiera fijarse en las espinas de los rosales. ¿Por qué debería tener cuidado por el suyo? Muy sencillo, porque un cuerpo tan bello como el suyo no debía de herirse en ningún otro lugar que no sea mi cama.
-¡Te encontré!- Dije con una sonrisa al ver la botella de whisky escondida detrás de un armario. -¿Creías que te ibas a esconder de mí?- Alargué el brazo todo lo que pude para intentar alcanzar la botella que se encontraba al otro lado de la pared. Si usaba la magia de telequinesis podría llevarme espinas con el alcohol y no quería herir el delicado brazo de la joven más de lo que ya estaba por la cicatriz en el hombro. -No escaparás.- Refunfuñé entre dientes al darme cuenta que no llegaba.
Pensé en usar el fuego para quemar los rosales, pero aquello solo haría una gran explosión. El alcohol y el fuego son grandes enemigos, una chispa, por pequeña que sea, y PUM. Adiós botella, adiós rosales, adiós armario y adiós cuerpo de la bailarina. No era para menos, el fuego es el elemento que los alquimistas más avanzados temen a manejar. Gran parte de lo que toca el fuego lo hace explotar. Recordé lo que siempre decía mi maestro de alquimia cuando era pequeño, “Si quieres mezclar necesitas fuego. Pero si quieres morir, también necesitas fuego.” Para mi maestro, el fuego era un arma de doble filo, podría dar el suficiente calor para disolver una sustancia y también podría dar el suficiente calor para hacerla explotar. Por eso prefería mi magia con la electricidad, con ella podría controlar mucho mejor el calor.
-Tu cuerpo es demasiado pequeño.- Le dije a la bailarina con un bufido tras haber intentado mil maneras posibles de alcanzar la maldita botella. -¿Me la podrías coger, por favor? Y luego la botella.- Le dije con una sonrisa picarona aunque estaba seguro que no entendería la broma.
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Gerrit Nephgerd
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
Haciendo sitio en la mesa que había bajo una enorme capa de rosas, y sacudiendo la silla que había tras ella, se sentó y, tomando una de sus dagas, inició la tarea de picar, tomó una de las flores y, calculando más a menos la distancia adecuada, inició el primer corte. Se sentía lenta y torpe, sus finas manos serían muchisimo mejores para la tarea encargada, y no esas enormes manazas de dedos largos pero gruesos.
Aun con los tapones que tenía en los oidos creados por la telekinesis, y ya sin tararear, continuó la tarea, las tiras se convirtieron en taquitos, y estos, en un pefecto picado que el cuerpo del chico dejó dentro de la tapa del tarro. Acabada la tarea, alzó la vista y se encontró con su propio cuerpo, que, con mirada exasperda, parecía haberle pedido algo. deshizo la telekinsis de sus oidos, y alzó la vista a tiempo de escuchar que le pedía la botella de alcohol.
Miró hacia el sitio señalado, y luego a su cuerpo, y lo entendió, ella no iba a llegar a ese sitio de ninguna de las formas, y entrar entre las rosas heriría su fina piel, no si, aun tendría que agradecerle a ese idiota la consideración. Se levantó despacio y, como había intentado anteriormente el brujo con su cuerpo, estiró el brazo para alcanzar el licor.
Cuando lo tuvo en sus manos, sonrió de medio lado, era útil ser tan grande, aunque para hacer cosas delicadas fuera un total y absoluto incordio. Sonrió de medio lado y se giró cediendole el licor a su cuerpo.
- Recuerdame que si vuelve a pasar algo así, aproveche más esto de ser tan alto.- comentó volviendo junto a la mesa para tomar la tapa del bote con las flores picadas.
Aun con los tapones que tenía en los oidos creados por la telekinesis, y ya sin tararear, continuó la tarea, las tiras se convirtieron en taquitos, y estos, en un pefecto picado que el cuerpo del chico dejó dentro de la tapa del tarro. Acabada la tarea, alzó la vista y se encontró con su propio cuerpo, que, con mirada exasperda, parecía haberle pedido algo. deshizo la telekinsis de sus oidos, y alzó la vista a tiempo de escuchar que le pedía la botella de alcohol.
Miró hacia el sitio señalado, y luego a su cuerpo, y lo entendió, ella no iba a llegar a ese sitio de ninguna de las formas, y entrar entre las rosas heriría su fina piel, no si, aun tendría que agradecerle a ese idiota la consideración. Se levantó despacio y, como había intentado anteriormente el brujo con su cuerpo, estiró el brazo para alcanzar el licor.
Cuando lo tuvo en sus manos, sonrió de medio lado, era útil ser tan grande, aunque para hacer cosas delicadas fuera un total y absoluto incordio. Sonrió de medio lado y se giró cediendole el licor a su cuerpo.
- Recuerdame que si vuelve a pasar algo así, aproveche más esto de ser tan alto.- comentó volviendo junto a la mesa para tomar la tapa del bote con las flores picadas.
Keira Brabery
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
-Tranquila, si vuelve a pasar jugaremos un partido de baloncesto.- Le contesté a la chica con cierto enfado pero sin abandonar mi tono jocoso en el mismo momento que cogí el alcohol para preparar la mezcla.
Si creyese que hubiera algún ser superior dirigiendo nuestras vidas hubiera creído que el cambio de cuerpo no fue una casualidad. Como dirían los hombres de fe: “Esto era un castigo por haberme mofado de las mujeres y usar su sexo a mi favor”. No solo tenía que aguantar las obscenidades de los hombres salvajes y las constantes alusiones a lo que la chica tenía baja sus piernas, sino que además tenía que moverme con un cuerpo pequeño y desequilibrado, todavía se me hacía difícil hacerme a la idea que tenía dos hermosos y molestos pechos enfrente de mí. Seguramente más de un hombre hubiera deseado tener el cuerpo de la bailarina para hacer realidad sus más perversas fantasías sexuales… No sabían cuán equivocado estaban.
Pero ya todo eso estaba a punto de terminar, solo quedaba mezclar los ingredientes en la rosa y oler su interior. Como dijo el loco, “las runas harán el resto”. Fui hacia la mezcla de trabajo con la botella de whisky en mis manos. Junto con la dos rosas y la amortentia que la chica había preparado ya estaba todo listo para empezar.
Un viejo truco para disolver cualquier cosa era poner primero el soluto y luego el disolvente en un frasco. Ya lo decía mi tata sin saber nada de alquimia: “primero el cacao y luego la leche”. Eso mismo es lo que hice, cogí una pizca de la amortentia y la introduje en el interior de los de dos flores, a continuación introduje la suficiente cantidad de whisky para poder disolverla y, para acabar el toque del chef, una ínfima cantidad de energía proveniente del calor de la magia de la bailarina.
-JAJAJAJA. ¡Listo! Sí, ya tenéis preparada la mezcla. – Se adelantó al decir el loco. - Ahora olerla. Olerla y volveréis a vuestros cuerpos. JAJAJAJA.-
-¡Cállate de una vez o como tumba tendrás que usar un cenicero!- Ese tipo me sacaba tan de quicio que ya empezaba a hablar como la bailarina. Me pregunté si, además de nuestros, también se nos hubiera cambiado algo de nuestra personalidad. – A tú salud.- Le dije ya más calmado a la chica ofreciéndole la rosa que ella tenía que oler.
Cogí mi rosa y aspiré el aroma al mismo tiempo que lo hacía la chica. En lo que apenas duró un segundo, pude sentirme como si no estuviera en ningún lugar y en todos a la vez al mismo tiempo. Luego vino el cambio de visión, una distante altura y una distante perspectiva de todo cuanto me rodeaba era la prueba de que el cambio de cuerpo había sido un éxito. Bien, por fin un golpe de suerte.
-Guau, Guau, Guau.- Por alguna razón que todavía desconocía, el loco comenzó a imitar a un perro. - Pio, Pio, Pio.- Y luego a un pájaro.
“Ya no me sirves de nada, prepárate a recibir uno de mis jugosos rayos.” Quise decir, mas solo salieron unos ladridos tan agudos que casi parecía un lamento. ¡No puede ser! No estaba en mi cuerpo. Estaba en el cuerpo de un perro y no el mío. ¡Aquel asqueroso loco nos había engañado! “¿Esas tenemos? Ahora probarás los dientes de un chucho” Me intenté levantar del lugar dónde estaba pero no podía. El perro era tan viejo y tan débil que ni siquiera podía mantenerse en pie.
-Guau, Guau, Guau.- Volvió a repetir el loco. - Pio, Pio, Pio. JAJAJAJA.-
El perro que ahora era mi cuerpo estaba enterrado en un matorral de rosales. Con razón no lo había visto cuando había entrado en la cabaña del loco, era imposible verlo bajo todas aquellas rosas. La buena noticia es que, por muchas espinas que me clavase mientras me arrastraba torpemente por el suelo para buscar la luz bajo el manto de rosas, no sentía ningún daño. Gracias al experimento que realicé con el sexo de la chica en el callejón sabía que todo lo que le pasase al cuerpo del perro lo sentiría el propio perro allá donde esté, que por cierto, todavía no estaba seguro si el chucho estaría en mi cuerpo o el de la bailarina. Lo lógico sería que estuviera en el de la chica pero con la clase de loco con la que estábamos tratando no sabía qué podría estar tramando.
Al fin alcancé un agujero entre el manto de rosas que yacía en mi lomo. Por fin pude verlo todo, mi cuerpo intentando volar, el de la bailarina a cuatro patas dando vueltas sobre sí misma como haría un perro buscando su cola y al loco de pie haciendo un movimiento con las manos que me resultaba muy familiar. Intenté ponerme en pie, pero el perro seguía estando demasiado gordo y viejo, era imposible incluso levantarse. El barbudo nos la había jugado, había que reconocerlo. Había jugado con nosotros como si fuéramos meros muñecos de trapo.
Estaba furioso. Muy furioso. Nadie jugaba conmigo. ¡Nadie! Yo era Gerrit Nephgerd, sobre mi martillo habían perecido más de cien elfos. No me rendiré por un loco de mierda.
-Las damas primero. JAJAJAJA.- Dijo el loco a medida que una bola de fuego se formaba entre sus manos. Iba a lanzarla contra la jaula donde estaban los pájaros. Si no hacía algo pronto la matará. ¿Cuántas personas tenían que morir delante de mí sin que pueda evitarlo para que me diera cuenta? Era un peligro para todos. Para mi familia, para la rebelión y para todos. Que mi madre muriese el mismo día que me dio a luz fue solo un preámbulo de toda la gente que murió a mi lado.
“¡No!” Dije con un ladrido al mismo tiempo que usaba todas las fuerzas con las que el perro viejo disponía para saltar hacia el loco. La llama de fuego topó contra mi lomo. La cabaña dejó de oler a rosas para oler a pelo quemado. Estaba muriendo. Mejor dicho, el cuerpo del perro estaba muriendo. Era él quien, en el cuerpo de la chica, gritaba y gemía de dolor. Yo, sin embargo, no sentía nada. Solo notaba como el cuerpo del chucho se hacía cada vez más y más pesado. Usé las pocas fuerzas que me quedaban para levantar una de las patas delanteras y señalar la flor que había olido minutos antes. Esa era la única esperanza de poder recuperar mi cuerpo. Tenía que recuperarlo….
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Si creyese que hubiera algún ser superior dirigiendo nuestras vidas hubiera creído que el cambio de cuerpo no fue una casualidad. Como dirían los hombres de fe: “Esto era un castigo por haberme mofado de las mujeres y usar su sexo a mi favor”. No solo tenía que aguantar las obscenidades de los hombres salvajes y las constantes alusiones a lo que la chica tenía baja sus piernas, sino que además tenía que moverme con un cuerpo pequeño y desequilibrado, todavía se me hacía difícil hacerme a la idea que tenía dos hermosos y molestos pechos enfrente de mí. Seguramente más de un hombre hubiera deseado tener el cuerpo de la bailarina para hacer realidad sus más perversas fantasías sexuales… No sabían cuán equivocado estaban.
Pero ya todo eso estaba a punto de terminar, solo quedaba mezclar los ingredientes en la rosa y oler su interior. Como dijo el loco, “las runas harán el resto”. Fui hacia la mezcla de trabajo con la botella de whisky en mis manos. Junto con la dos rosas y la amortentia que la chica había preparado ya estaba todo listo para empezar.
Un viejo truco para disolver cualquier cosa era poner primero el soluto y luego el disolvente en un frasco. Ya lo decía mi tata sin saber nada de alquimia: “primero el cacao y luego la leche”. Eso mismo es lo que hice, cogí una pizca de la amortentia y la introduje en el interior de los de dos flores, a continuación introduje la suficiente cantidad de whisky para poder disolverla y, para acabar el toque del chef, una ínfima cantidad de energía proveniente del calor de la magia de la bailarina.
-JAJAJAJA. ¡Listo! Sí, ya tenéis preparada la mezcla. – Se adelantó al decir el loco. - Ahora olerla. Olerla y volveréis a vuestros cuerpos. JAJAJAJA.-
-¡Cállate de una vez o como tumba tendrás que usar un cenicero!- Ese tipo me sacaba tan de quicio que ya empezaba a hablar como la bailarina. Me pregunté si, además de nuestros, también se nos hubiera cambiado algo de nuestra personalidad. – A tú salud.- Le dije ya más calmado a la chica ofreciéndole la rosa que ella tenía que oler.
Cogí mi rosa y aspiré el aroma al mismo tiempo que lo hacía la chica. En lo que apenas duró un segundo, pude sentirme como si no estuviera en ningún lugar y en todos a la vez al mismo tiempo. Luego vino el cambio de visión, una distante altura y una distante perspectiva de todo cuanto me rodeaba era la prueba de que el cambio de cuerpo había sido un éxito. Bien, por fin un golpe de suerte.
-Guau, Guau, Guau.- Por alguna razón que todavía desconocía, el loco comenzó a imitar a un perro. - Pio, Pio, Pio.- Y luego a un pájaro.
“Ya no me sirves de nada, prepárate a recibir uno de mis jugosos rayos.” Quise decir, mas solo salieron unos ladridos tan agudos que casi parecía un lamento. ¡No puede ser! No estaba en mi cuerpo. Estaba en el cuerpo de un perro y no el mío. ¡Aquel asqueroso loco nos había engañado! “¿Esas tenemos? Ahora probarás los dientes de un chucho” Me intenté levantar del lugar dónde estaba pero no podía. El perro era tan viejo y tan débil que ni siquiera podía mantenerse en pie.
-Guau, Guau, Guau.- Volvió a repetir el loco. - Pio, Pio, Pio. JAJAJAJA.-
El perro que ahora era mi cuerpo estaba enterrado en un matorral de rosales. Con razón no lo había visto cuando había entrado en la cabaña del loco, era imposible verlo bajo todas aquellas rosas. La buena noticia es que, por muchas espinas que me clavase mientras me arrastraba torpemente por el suelo para buscar la luz bajo el manto de rosas, no sentía ningún daño. Gracias al experimento que realicé con el sexo de la chica en el callejón sabía que todo lo que le pasase al cuerpo del perro lo sentiría el propio perro allá donde esté, que por cierto, todavía no estaba seguro si el chucho estaría en mi cuerpo o el de la bailarina. Lo lógico sería que estuviera en el de la chica pero con la clase de loco con la que estábamos tratando no sabía qué podría estar tramando.
Al fin alcancé un agujero entre el manto de rosas que yacía en mi lomo. Por fin pude verlo todo, mi cuerpo intentando volar, el de la bailarina a cuatro patas dando vueltas sobre sí misma como haría un perro buscando su cola y al loco de pie haciendo un movimiento con las manos que me resultaba muy familiar. Intenté ponerme en pie, pero el perro seguía estando demasiado gordo y viejo, era imposible incluso levantarse. El barbudo nos la había jugado, había que reconocerlo. Había jugado con nosotros como si fuéramos meros muñecos de trapo.
Estaba furioso. Muy furioso. Nadie jugaba conmigo. ¡Nadie! Yo era Gerrit Nephgerd, sobre mi martillo habían perecido más de cien elfos. No me rendiré por un loco de mierda.
-Las damas primero. JAJAJAJA.- Dijo el loco a medida que una bola de fuego se formaba entre sus manos. Iba a lanzarla contra la jaula donde estaban los pájaros. Si no hacía algo pronto la matará. ¿Cuántas personas tenían que morir delante de mí sin que pueda evitarlo para que me diera cuenta? Era un peligro para todos. Para mi familia, para la rebelión y para todos. Que mi madre muriese el mismo día que me dio a luz fue solo un preámbulo de toda la gente que murió a mi lado.
“¡No!” Dije con un ladrido al mismo tiempo que usaba todas las fuerzas con las que el perro viejo disponía para saltar hacia el loco. La llama de fuego topó contra mi lomo. La cabaña dejó de oler a rosas para oler a pelo quemado. Estaba muriendo. Mejor dicho, el cuerpo del perro estaba muriendo. Era él quien, en el cuerpo de la chica, gritaba y gemía de dolor. Yo, sin embargo, no sentía nada. Solo notaba como el cuerpo del chucho se hacía cada vez más y más pesado. Usé las pocas fuerzas que me quedaban para levantar una de las patas delanteras y señalar la flor que había olido minutos antes. Esa era la única esperanza de poder recuperar mi cuerpo. Tenía que recuperarlo….
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
Cuando el chico tuvo preparada la poción y la situó sobre la rosa, la olió con calma, sintiendose atufada con tanto olor, empezó a marearse y, al poco, se sintió pequeña, diminuta y ligera, demasiado, intentó mover sus piernas, pero unicamente fue capaz de dar un par de saltos, tenía las piernas muy cortas, miró hacia abajo, pero algo no le permitía ver, y no, no eran sus pechos, era una tripita emplumada, cuando intentó mover los brazos, comenzó a flotar. Era un pájaro.
Se movió por la jaula, nerviosa, protstando enfadada, golpeó la puerta, intentando salir, mientras en el cuarato el caos se volvía mayor, Gerrit se había vuelto un perro, y el loco era cada vez más insoportable, tras unas burlas infantiles comenzó a formar una bola de fuego que, en el diminuto cuerpo del gorrión de le anojaba inmensa. Aleteó con más fuerza, asustada, e nintentó pensar en como saldría Fire de ese lugar, metiendo su delicado pico por un pequeño resquicio entre los enganches de la puerta de la jaula, logró abrir la puerta y salir, seguida del resto de aves, al tiempo que el estallido daba a parar al perro que era Gerrit en ese momento.
Con prisa, olisqueó la flor volviendo a su cuerpo, con prisas, miró al perro que se retorcía en el suelo, y vio como una de sus patas señalaba a una flor, la misma que ella acababa de olisquear, la tomó y se la enchufó en el ocico para, en seguida, repetirlo con el cuerpo del hombre. Se quedó quieta aguantando la cabeza de ese estúpido en el regazo, demasiado ocupada como para notar que había vuelto a su cuerpo.
Su vientre plano, sus piernas largas, sus brazos finos, su rostro delicado, sus labios carnosos, volvía a ser ella, y no tenía ni idea de porque se preocupaba de tal modo por un pervertido que solo la habia metido en lios y que, para colmo se había atrevido a tocarla. No entendía como había acabado así, estaba lejos de la trayectoria del proyectil, la unica explicación posible era que había intentado salvarla.
- Al final eres más idiota de lo que yo pensaba.- medio sonrió negando con la cabeza- pero gracias- murmuró viendo que el tipo rubio empezaba a abrir los ojos.
Se movió por la jaula, nerviosa, protstando enfadada, golpeó la puerta, intentando salir, mientras en el cuarato el caos se volvía mayor, Gerrit se había vuelto un perro, y el loco era cada vez más insoportable, tras unas burlas infantiles comenzó a formar una bola de fuego que, en el diminuto cuerpo del gorrión de le anojaba inmensa. Aleteó con más fuerza, asustada, e nintentó pensar en como saldría Fire de ese lugar, metiendo su delicado pico por un pequeño resquicio entre los enganches de la puerta de la jaula, logró abrir la puerta y salir, seguida del resto de aves, al tiempo que el estallido daba a parar al perro que era Gerrit en ese momento.
Con prisa, olisqueó la flor volviendo a su cuerpo, con prisas, miró al perro que se retorcía en el suelo, y vio como una de sus patas señalaba a una flor, la misma que ella acababa de olisquear, la tomó y se la enchufó en el ocico para, en seguida, repetirlo con el cuerpo del hombre. Se quedó quieta aguantando la cabeza de ese estúpido en el regazo, demasiado ocupada como para notar que había vuelto a su cuerpo.
Su vientre plano, sus piernas largas, sus brazos finos, su rostro delicado, sus labios carnosos, volvía a ser ella, y no tenía ni idea de porque se preocupaba de tal modo por un pervertido que solo la habia metido en lios y que, para colmo se había atrevido a tocarla. No entendía como había acabado así, estaba lejos de la trayectoria del proyectil, la unica explicación posible era que había intentado salvarla.
- Al final eres más idiota de lo que yo pensaba.- medio sonrió negando con la cabeza- pero gracias- murmuró viendo que el tipo rubio empezaba a abrir los ojos.
Keira Brabery
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
-¿Y todavía no has visto nada muñeca?- En mi vida había echado tanto oír mi propia voz al decir mis propias palabras. Me costaba hablar, sentía algo extraño en mi cabeza. Había muerto en vida, en la vida del perro para ser más exactos. Sin embargo yo estaba vivo. Era un sentimiento tan extraño que no podía explicarlo con palabras, tampoco me importaba por ello. Estaba vivo y era lo que importaba. – Pensé que me ibas a dejar tirado.- Dije abrazándola por el cuello. –Gracias por salvarme.- Quizás de no haber sido quemado minutos antes y muerto en el cuerpo de un perro le habría dicho alguna cosa más a la bailarina, incluso puede que la haya besado para agradecer que me haya salvado como era debido.
Miré la habitación con otros ojos, con mis ojos. Rosas, pájaros, un perro muerto, un loco echando chispas y, ahora, un pájaro intentando ladrar como un perro. Todo era un caos, uno del que yo ya no quería participar. Me puse en pie con cierta dificultad apoyándome en el hombro de la bailarina. Había pasado al cuerpo delgado y gentil de la muchacha al cuerpo masacrado por la vejez del perro para acabar de nuevo a mi cuerpo fuerte y esbelto. Demasiados cuerpos a la vez y demasiados cambios…. No me sentía bien, pero tampoco mal. Era confuso.
-Arriba.- Moví el brazo derecho abajo señalando el ombligo del loco. –Abajo.- Alcé el brazo y señalé a su cabeza. –Al centro.- Por último señalé su boca. - Y pá dentro.- Un rayo, nace de mis dedos entrando en el estómago del barbado destrozando todo lo que se encontrase por ahí. –Por fin se ha callado. Muerto y callado.- Suspiré. - Ahora nos podemos ir a tomar a un helado y charlar de nuestras cosas, ¿qué te parece si empezamos por presentarnos? Me llamo Gerrit Nephgerd.-
Miré la habitación con otros ojos, con mis ojos. Rosas, pájaros, un perro muerto, un loco echando chispas y, ahora, un pájaro intentando ladrar como un perro. Todo era un caos, uno del que yo ya no quería participar. Me puse en pie con cierta dificultad apoyándome en el hombro de la bailarina. Había pasado al cuerpo delgado y gentil de la muchacha al cuerpo masacrado por la vejez del perro para acabar de nuevo a mi cuerpo fuerte y esbelto. Demasiados cuerpos a la vez y demasiados cambios…. No me sentía bien, pero tampoco mal. Era confuso.
-Arriba.- Moví el brazo derecho abajo señalando el ombligo del loco. –Abajo.- Alcé el brazo y señalé a su cabeza. –Al centro.- Por último señalé su boca. - Y pá dentro.- Un rayo, nace de mis dedos entrando en el estómago del barbado destrozando todo lo que se encontrase por ahí. –Por fin se ha callado. Muerto y callado.- Suspiré. - Ahora nos podemos ir a tomar a un helado y charlar de nuestras cosas, ¿qué te parece si empezamos por presentarnos? Me llamo Gerrit Nephgerd.-
Gerrit Nephgerd
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Re: Rosa de sangre [Libre 1/1][Interpretativo] [Cerrado]
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