Viejos conocidos [Interpretativo][Libre][1/3] [Cerrado]
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El manto de estrellas era un precioso lienzo en la noche cerrada. La luna solo hacía acto de presencia a medias, dejando la mayor parte del protagonismo a sus compañeras en el firmamento. Era una noche perfecta para tumbarse en algún claro del bosque cercano contemplando el cielo; pero el motivo para su viaje distaba de ser ocioso, así que no se podía permitir perder el tiempo en nimiedades.
Al cabo de media hora alcanzó la aldea que buscaba. No estaba demasiado lejos de la capital, por lo que había decidido ir a pie. Aunque los motivos para llegar de noche no era que hubiese calculado mal los tiempos, simplemente tenía que encontrarse con alguien a esas horas. Y ese alguien seguramente no podía encontrar un momento mejor para salir sin levantar sospechas, pues dicha persona era un infiltrado de la guardia en un grupo de ladrones, que estaba ocasionando graves problemas en los pueblos cercanos a Lunargenta.
Bueno, un infiltrado o un informante, no lo tenía del todo claro, aunque esto carecía de importancia. Lo más probable es que ni siquiera fuera de la guardia propiamente dicho, sino alguien contrado como él. Solo sabía que el sujeto sabía su descripción física, y que este se le acercaría dentro de la taberna. Por tanto su labor era tan simple como llegar al pueblo, coger sitio en la taberna, y esperar que la otra persona apareciera contándole la localización de la banda.
No fue difícil para el brujo encontrar el establecimiento. El pueblo era pequeño y solo tenía una posada abierta. El gran bullicio que escuchaba, le indicaba que las gentes del pueblo no tenían nada mejor que hacer aquella noche, salvo llenarse el gaznate de todo el hidromiel que pudieran. Al entrar la mayoría de los parroquianos lo miró para luego volver a lo que estaban haciendo. La mayoría beber, aunque había un grupo numeroso de hombre y mujeres bailando alegremente en uno de los extremos del salón, mientras otros tocaban diversos instrumentos dándoles el ritmo.
Saludó cordialmente al dueño del establecimiento, y después de conversar un rato con él mientras se tomaba una pinta en la barra, pidió una cena ligera y otro vaso de hidromiel. Estaba fuerte como le gustaba, y ya que tenía que esperar al menos lo haría de la mejor manera posible. El rubio escogió con la mirada una mesa en la esquina cercana a la chimenea, antes de dirigirse hasta ella. Degustó con rapidez su cena y se llevó su nueva copa de hidromiel a los labios, recostándose un poco en su asiento.
Desde allí podría observar a todo el que entrase. Esto le hacía pensar de quien se podría tratar. ¿Un hombre? ¿Una mujer? Alguien joven seguramente para poder ser aceptado en el grupo de ladrones, y sobre todo, con grandes habilidades para el sigilo. No sabía si llevaba mucho tiempo infiltrado el miembro de la guardia, aunque tanto si llevaba poco tiempo con ellos, como si llevaba mucho, debía ser muy habilidoso. Si había entrado en un plazo corto, por convencer al líder de ser de confianza rápidamente, y si había entrado hacía mucho tiempo, por conseguir mantener su tapadera durante tanto.
Tomó otro trago del contenido de su vaso, aún con la curiosidad en la mente sobre su contacto. Ya no debía faltar mucho para que sus preguntas encontraran respuesta.
Al cabo de media hora alcanzó la aldea que buscaba. No estaba demasiado lejos de la capital, por lo que había decidido ir a pie. Aunque los motivos para llegar de noche no era que hubiese calculado mal los tiempos, simplemente tenía que encontrarse con alguien a esas horas. Y ese alguien seguramente no podía encontrar un momento mejor para salir sin levantar sospechas, pues dicha persona era un infiltrado de la guardia en un grupo de ladrones, que estaba ocasionando graves problemas en los pueblos cercanos a Lunargenta.
Bueno, un infiltrado o un informante, no lo tenía del todo claro, aunque esto carecía de importancia. Lo más probable es que ni siquiera fuera de la guardia propiamente dicho, sino alguien contrado como él. Solo sabía que el sujeto sabía su descripción física, y que este se le acercaría dentro de la taberna. Por tanto su labor era tan simple como llegar al pueblo, coger sitio en la taberna, y esperar que la otra persona apareciera contándole la localización de la banda.
No fue difícil para el brujo encontrar el establecimiento. El pueblo era pequeño y solo tenía una posada abierta. El gran bullicio que escuchaba, le indicaba que las gentes del pueblo no tenían nada mejor que hacer aquella noche, salvo llenarse el gaznate de todo el hidromiel que pudieran. Al entrar la mayoría de los parroquianos lo miró para luego volver a lo que estaban haciendo. La mayoría beber, aunque había un grupo numeroso de hombre y mujeres bailando alegremente en uno de los extremos del salón, mientras otros tocaban diversos instrumentos dándoles el ritmo.
Saludó cordialmente al dueño del establecimiento, y después de conversar un rato con él mientras se tomaba una pinta en la barra, pidió una cena ligera y otro vaso de hidromiel. Estaba fuerte como le gustaba, y ya que tenía que esperar al menos lo haría de la mejor manera posible. El rubio escogió con la mirada una mesa en la esquina cercana a la chimenea, antes de dirigirse hasta ella. Degustó con rapidez su cena y se llevó su nueva copa de hidromiel a los labios, recostándose un poco en su asiento.
Desde allí podría observar a todo el que entrase. Esto le hacía pensar de quien se podría tratar. ¿Un hombre? ¿Una mujer? Alguien joven seguramente para poder ser aceptado en el grupo de ladrones, y sobre todo, con grandes habilidades para el sigilo. No sabía si llevaba mucho tiempo infiltrado el miembro de la guardia, aunque tanto si llevaba poco tiempo con ellos, como si llevaba mucho, debía ser muy habilidoso. Si había entrado en un plazo corto, por convencer al líder de ser de confianza rápidamente, y si había entrado hacía mucho tiempo, por conseguir mantener su tapadera durante tanto.
Tomó otro trago del contenido de su vaso, aún con la curiosidad en la mente sobre su contacto. Ya no debía faltar mucho para que sus preguntas encontraran respuesta.
Última edición por Vincent Calhoun el Mar 23 Feb - 23:44, editado 1 vez (Razón : Cerrar tema)
Vincent Calhoun
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Llevaba con ellos seis días, casi una semana. Después de estar desesperada y amargada en el Castillo de Arathon durante un tiempo por el asunto... El asunto del Nido... Me había decidido a salir, a... buscar lo necesario para la botica del castillo o lo que fuese. En definitiva, estaba claro que el contacto con otras personas no siempre me salía bien, muchos pensaban en mi como un monstruo, así que las primeras salidas eran hacia los bosques,a recolectar, a pensar.
Pero pronto me di cuenta de que no me hacía pecisamente bien estar a solas con mis pensamientos.
Temía volverme loca, era demasiado vulnerable y para alguien como yo, entrenada entre hombres certeros, asesinos, ladrones de alto standing, era una desgracia ser vulnerable cuando lo habías sido todo en cuestión de autoridad... digamos.... legalmente independiente. Criminal, para qué engañarnos.
Cuando era joven no entendía, quería mi hogar en el mundo y aquella hermandad me había acogido. Después llegó mi cruz, la que arrastraría para siempre. Lo único de aquellas vivencias que guardaba como algo bueno eran las enseñanzas, y si ya es horrible para alguien bien preparado ser vulnerable (encima, por asuntos del corazón... jamás debí meterme en eso), peor era saberse, vulnerable. Y lo peor de todo es que a fin de cuentas, aún era joven; y mi confusión actual no era tan distinta a la que tenía cuando era niña.... Temía hacer alguna gilipollez, asi que lo mejor fue volver a trabajar.
Y así es como había terminado con aquella banda, en aquella aldea cercana a Lunargenta. Escuché que la guardia buscaba a alguien con mi perfil, necesitaban atajar un problema con una banda, así que allí estaba.
Aquello me permitía mantener la cabeza ocupada y obligatoriamente fría: un descuido y todo se iría a la mierda, prácticamente. Actuaban de noche, aquello era bueno para mi. Tenían su refugio en un casón de madera al final de una aldea, llamaba un poco la atención, pero se movian por los sótanos, así que no había problema... Para mí estaba bien, los pisos de arriba estaban atrancados de dia, así que podía dormir bien. Tampoco me molestaban; al ser vampiresa, algunos se apartaban, no me importaban sus razones. Había humanos, había algún lobo e incluso algún brujo, unos más jóvenes y otros más mayores pero poco me importaba.
Aquella noche les había dicho que saldría por mis necesidades; nadie puso objecciones, y tenía que reunirme con otro contacto de la guardia para informarle de lo que requiriese.... Me sentía como en otros tiempos, con la adrenalina circulando, y el alcohol sobre la mesa.
Estaba sentada en un rincón, en una mesa con una camisa rojo oscuro muy voluminosa y unos pantalones de cuero ceñidos, oscuros, como mis botas. No podía negarme que tenía hambre, así que había pedido como de costumbre hidromiel, para aplacar mi otra sed.
Lo vi cuando entró, al principio no me di cuenta, ni le presté atención... Pero cuando me levanté hacia la barra rodeando el barullo de gente bailando, vi cómo se alejaba y cómo encajaba en mis indicaciones: rubio, alto, bien formado, curtido... Con ropas de viaje, estaba claro. Pero esa espalda.... Entrecerré los ojos y cogí una botella de la barra, dejé un par de monedas y me acerqué a él. Cuando se sentó le vi la cara, y acto seguido me senté con él.
- Ohhhh, no... No me lo puedo creer. Tu eres el rubito que cayó con los demás en el nido asqueroso aquel... - esbocé una de mis mejores sonrisas y me mordi el labio antes de dar un trago a la botella y ofrecerle mi mano. Me gustase o no, me alegraba ver una cara conocida. Luego, le dije un poco seria antes de continuar la conversación con normalidad- Encajas con lo que me dijeron, no hablemos más del tema aquí, arriba después, o fuera. Dime querido, ¿cómo te va todo? Y a la chica esta.... ¡la del pelo de ceniza!
Pero pronto me di cuenta de que no me hacía pecisamente bien estar a solas con mis pensamientos.
Temía volverme loca, era demasiado vulnerable y para alguien como yo, entrenada entre hombres certeros, asesinos, ladrones de alto standing, era una desgracia ser vulnerable cuando lo habías sido todo en cuestión de autoridad... digamos.... legalmente independiente. Criminal, para qué engañarnos.
Cuando era joven no entendía, quería mi hogar en el mundo y aquella hermandad me había acogido. Después llegó mi cruz, la que arrastraría para siempre. Lo único de aquellas vivencias que guardaba como algo bueno eran las enseñanzas, y si ya es horrible para alguien bien preparado ser vulnerable (encima, por asuntos del corazón... jamás debí meterme en eso), peor era saberse, vulnerable. Y lo peor de todo es que a fin de cuentas, aún era joven; y mi confusión actual no era tan distinta a la que tenía cuando era niña.... Temía hacer alguna gilipollez, asi que lo mejor fue volver a trabajar.
Y así es como había terminado con aquella banda, en aquella aldea cercana a Lunargenta. Escuché que la guardia buscaba a alguien con mi perfil, necesitaban atajar un problema con una banda, así que allí estaba.
Aquello me permitía mantener la cabeza ocupada y obligatoriamente fría: un descuido y todo se iría a la mierda, prácticamente. Actuaban de noche, aquello era bueno para mi. Tenían su refugio en un casón de madera al final de una aldea, llamaba un poco la atención, pero se movian por los sótanos, así que no había problema... Para mí estaba bien, los pisos de arriba estaban atrancados de dia, así que podía dormir bien. Tampoco me molestaban; al ser vampiresa, algunos se apartaban, no me importaban sus razones. Había humanos, había algún lobo e incluso algún brujo, unos más jóvenes y otros más mayores pero poco me importaba.
Aquella noche les había dicho que saldría por mis necesidades; nadie puso objecciones, y tenía que reunirme con otro contacto de la guardia para informarle de lo que requiriese.... Me sentía como en otros tiempos, con la adrenalina circulando, y el alcohol sobre la mesa.
Estaba sentada en un rincón, en una mesa con una camisa rojo oscuro muy voluminosa y unos pantalones de cuero ceñidos, oscuros, como mis botas. No podía negarme que tenía hambre, así que había pedido como de costumbre hidromiel, para aplacar mi otra sed.
Lo vi cuando entró, al principio no me di cuenta, ni le presté atención... Pero cuando me levanté hacia la barra rodeando el barullo de gente bailando, vi cómo se alejaba y cómo encajaba en mis indicaciones: rubio, alto, bien formado, curtido... Con ropas de viaje, estaba claro. Pero esa espalda.... Entrecerré los ojos y cogí una botella de la barra, dejé un par de monedas y me acerqué a él. Cuando se sentó le vi la cara, y acto seguido me senté con él.
- Ohhhh, no... No me lo puedo creer. Tu eres el rubito que cayó con los demás en el nido asqueroso aquel... - esbocé una de mis mejores sonrisas y me mordi el labio antes de dar un trago a la botella y ofrecerle mi mano. Me gustase o no, me alegraba ver una cara conocida. Luego, le dije un poco seria antes de continuar la conversación con normalidad- Encajas con lo que me dijeron, no hablemos más del tema aquí, arriba después, o fuera. Dime querido, ¿cómo te va todo? Y a la chica esta.... ¡la del pelo de ceniza!
Ébano
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Re: Viejos conocidos [Interpretativo][Libre][1/3] [Cerrado]
El alcohol se mezclaba con su sangre como una mujer que anhelaba el abrazo de su amante. El viaje hasta el poblado había transcurrido sin incidentes y con un bello cielo despejado, pero las noches ya eran algo frías por esa época del año, así que a su cuerpo le sentó de maravilla el calor de la bebida.
Mientras el rubio tomaba otro trago de su vaso, una mujer se sentó a su mesa. Sin duda debía ser el contacto. Eso, o se había vuelto mucho más apuesto durante el viaje, para que sin mediar palabra, una chica de su belleza se sentara junto a él. Algo improbable, aunque no imposible, bromeó mentalmente. Al principio no cayó en lo que le comentaba la señorita, pues divagaba en lo estúpido que había sido, al no pensar que el infiltrado podía haber estado dentro de la taberna desde antes de su llegada. Se había centrado en un nuevo visitante, sin ojear con mayor detenimiento las personas dentro del salón.
- Ah, eres una de las chicas de aquella mansión-, asintió recordando al fin. - Debo estar bajo de facultades para no haberme fijado en una dama tan guapa al entrar a la posada-, le sonrió, para luego besar el dorso de la mano que le ofrecía.
Había pasado mucho tiempo de la última vez que había visto a dicha vampiresa, y como era propio en los de su raza, estaba como aquel día. Su rostro inalterado por el tiempo como el cuadro de un pintor de manos hábiles.
- La señorita de pelo blanco seguramente esté electrocutando a indeseables por ahí. Ya sabes. Cosa de brujos-, bromeó mientras acariciaba el contorno superior de su copa. - Pensaba que una casualidad del destino nos había reunido en la misma posada, pero ya veo que sois la persona que ando buscando-, susurró. - Alquilaré una habitación, sígueme dentro de un rato para no levantar sospechas-, continuó en el mismo tono bajo.
El brujo le guiñó un ojo y se tomó el resto de su vaso de un trago. El golpe seco de su moneda contra la barra despertó la curiosidad del posadero, que lo guió hasta su habitación con la alegría del que era un poco más rico que hacía unos minutos. El hombre no tardó en marcharse de nuevo hacia el piso de abajo, dejando a su nuevo inquilino con la privacidad que necesitaba. Dejó la puerta algo entreabierta como señal de donde andaba a la vampiresa, largó el petate a un lado y se recostó en la cama. Cruzó las piernas enfundadas en sus botas de caña alta, y las apoyó sobre una de las escuadras del bajo de su cama para no ensuciar la manta.
Pronto empezaría la verdadera aventura de esa noche, así que por qué no relajar los músculos un rato mientras esperaba las indicaciones de su futuro destino. Algo conocía del combate o eso decían, y por lo que él sabía, un hombre descansado luchaba mejor que uno cansado.
Mientras el rubio tomaba otro trago de su vaso, una mujer se sentó a su mesa. Sin duda debía ser el contacto. Eso, o se había vuelto mucho más apuesto durante el viaje, para que sin mediar palabra, una chica de su belleza se sentara junto a él. Algo improbable, aunque no imposible, bromeó mentalmente. Al principio no cayó en lo que le comentaba la señorita, pues divagaba en lo estúpido que había sido, al no pensar que el infiltrado podía haber estado dentro de la taberna desde antes de su llegada. Se había centrado en un nuevo visitante, sin ojear con mayor detenimiento las personas dentro del salón.
- Ah, eres una de las chicas de aquella mansión-, asintió recordando al fin. - Debo estar bajo de facultades para no haberme fijado en una dama tan guapa al entrar a la posada-, le sonrió, para luego besar el dorso de la mano que le ofrecía.
Había pasado mucho tiempo de la última vez que había visto a dicha vampiresa, y como era propio en los de su raza, estaba como aquel día. Su rostro inalterado por el tiempo como el cuadro de un pintor de manos hábiles.
- La señorita de pelo blanco seguramente esté electrocutando a indeseables por ahí. Ya sabes. Cosa de brujos-, bromeó mientras acariciaba el contorno superior de su copa. - Pensaba que una casualidad del destino nos había reunido en la misma posada, pero ya veo que sois la persona que ando buscando-, susurró. - Alquilaré una habitación, sígueme dentro de un rato para no levantar sospechas-, continuó en el mismo tono bajo.
El brujo le guiñó un ojo y se tomó el resto de su vaso de un trago. El golpe seco de su moneda contra la barra despertó la curiosidad del posadero, que lo guió hasta su habitación con la alegría del que era un poco más rico que hacía unos minutos. El hombre no tardó en marcharse de nuevo hacia el piso de abajo, dejando a su nuevo inquilino con la privacidad que necesitaba. Dejó la puerta algo entreabierta como señal de donde andaba a la vampiresa, largó el petate a un lado y se recostó en la cama. Cruzó las piernas enfundadas en sus botas de caña alta, y las apoyó sobre una de las escuadras del bajo de su cama para no ensuciar la manta.
Pronto empezaría la verdadera aventura de esa noche, así que por qué no relajar los músculos un rato mientras esperaba las indicaciones de su futuro destino. Algo conocía del combate o eso decían, y por lo que él sabía, un hombre descansado luchaba mejor que uno cansado.
Vincent Calhoun
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- Ah, eres una de las chicas de aquella mansión. Debo estar bajo de facultades para no haberme fijado en una dama tan guapa al entrar a la posada.
- Ah... Sí, ya veo. Por lo visto tendré que hacer más de recordar, ¿no te he calado lo suficiente? - sonreí, dejando ver mis dientes afilados; no pretendía nada, aunque cierto lugar en mi ego se sentía ofendido por ello. Me eché hacia delante en mi silla con mi botella recién adquirida en la mano apoyando un brazo en la rodilla y ladeé el rostro - Sinceramente, yo recuerdo con gran nitidez aquella noche, no fue de mis favoritas...
- La señorita de pelo blanco seguramente esté electrocutando a indeseables por ahí. Ya sabes. Cosa de brujos.
Reí ante ese comentario, en cierto modo me alegraba, la situación de aquel nido fue inquietante y desagradable pero la compañía había aminorado el mal trago: siempre podían haber sido otras personas, gente desagradable en lugar de ellos. Mi recién hallado contacto siguió hablando, sobre el tema, con gran naturalidad supuse que para no levantar miradas indiscretas- Pensaba que una casualidad del destino nos había reunido en la misma posada, pero ya veo que sois la persona que ando buscando. Alquilaré una habitación, sígueme dentro de un rato para no levantar sospechas.
Abrí la boca para contestar que ya tenía una habitación pero, el brujo se levantó rápidamente y fue hacia la barra, pagó al posadero que hacía las veces de tabernero y se perdió por las escaleras.
Puse los ojos en blanco; me irritaba que las cosas no saliesen como Yo quería, pero, tenía que aprender a serenarme, sobre todo si quería llevar a cabo aquel trabajo de forma satisfactoria... Me interesaba mucho más por ese proceso de recuperación de mi misma que por el dinero.
Di otro trago a la botella, ya iba por la mitad. Me levanté, cogí mi abrigo de caftan y cuero, y salí de la sala, pisando con cuidado los escalones de madera que crujían inevitablemente... Me colé por la puerta entreabierta, la que desprendía luz de algún candil.
Estaba tendido, sobre la cama, cuan largo era. Me paré a mitad de camino en la habitación, escueta, con una gran ventana en celosia, un mueble, la cama y una tina en un espacio contiguo. Observé al brujo detenidamente y sin reparos rodeando la cama y sin perder detalle de su expresión, rostro, atuendo..... Puede resultar un gesto de invitación a ... la.... intimidad, por así llamarlo, pero enmascara un arduo examen pues infinidad de detalles siempre, siempre dan pistas sobre tu compañero ya sea oponente o amigo; costumbre que no había dejado en todo aquel tiempo y que en ocasiones aún ponía nerviosas a las personas.
- Quería deciros que ya tenía una habitación alquilada aquí, pero sois... Más rápido de lo que se espera en un hombre - ladeé media sonrisa, pequeña, casi para mi a causa de mi propia broma. Caminé por el cuarto sopesando la ventana; había un resplandor anaranjado al fondo, hacia la espesura en el bosque. Me giré y me apoyé en el cristal botella en mano- Disculpad mi cabeza, pero he olvidado cómo dirigirme a vos, así que seréis vos hasta que me déis vuestro nombre, y una prueba de que puedo confiar. ¿Cómo sé que no sois trabajador doble para la banda?
"Si es así, tendré que hacer algo al respecto.... Con las pocas ganas de ensuciarme las manos..." - pensé.
- A fin de cuentas un brujo tiene sus más, sus menos.... No es nada malo necesitar un dinero extra; no sería reprochable, por muy apuesto que seáis. - alcé una ceja, divertida. Realmente no sabía hasta qué punto estaba bromeando o no. Estaba cumpliendo mi trabajo y eso me bastaba... Así que tenía derecho a divertirme.
- Ah... Sí, ya veo. Por lo visto tendré que hacer más de recordar, ¿no te he calado lo suficiente? - sonreí, dejando ver mis dientes afilados; no pretendía nada, aunque cierto lugar en mi ego se sentía ofendido por ello. Me eché hacia delante en mi silla con mi botella recién adquirida en la mano apoyando un brazo en la rodilla y ladeé el rostro - Sinceramente, yo recuerdo con gran nitidez aquella noche, no fue de mis favoritas...
- La señorita de pelo blanco seguramente esté electrocutando a indeseables por ahí. Ya sabes. Cosa de brujos.
Reí ante ese comentario, en cierto modo me alegraba, la situación de aquel nido fue inquietante y desagradable pero la compañía había aminorado el mal trago: siempre podían haber sido otras personas, gente desagradable en lugar de ellos. Mi recién hallado contacto siguió hablando, sobre el tema, con gran naturalidad supuse que para no levantar miradas indiscretas- Pensaba que una casualidad del destino nos había reunido en la misma posada, pero ya veo que sois la persona que ando buscando. Alquilaré una habitación, sígueme dentro de un rato para no levantar sospechas.
Abrí la boca para contestar que ya tenía una habitación pero, el brujo se levantó rápidamente y fue hacia la barra, pagó al posadero que hacía las veces de tabernero y se perdió por las escaleras.
Puse los ojos en blanco; me irritaba que las cosas no saliesen como Yo quería, pero, tenía que aprender a serenarme, sobre todo si quería llevar a cabo aquel trabajo de forma satisfactoria... Me interesaba mucho más por ese proceso de recuperación de mi misma que por el dinero.
Di otro trago a la botella, ya iba por la mitad. Me levanté, cogí mi abrigo de caftan y cuero, y salí de la sala, pisando con cuidado los escalones de madera que crujían inevitablemente... Me colé por la puerta entreabierta, la que desprendía luz de algún candil.
Estaba tendido, sobre la cama, cuan largo era. Me paré a mitad de camino en la habitación, escueta, con una gran ventana en celosia, un mueble, la cama y una tina en un espacio contiguo. Observé al brujo detenidamente y sin reparos rodeando la cama y sin perder detalle de su expresión, rostro, atuendo..... Puede resultar un gesto de invitación a ... la.... intimidad, por así llamarlo, pero enmascara un arduo examen pues infinidad de detalles siempre, siempre dan pistas sobre tu compañero ya sea oponente o amigo; costumbre que no había dejado en todo aquel tiempo y que en ocasiones aún ponía nerviosas a las personas.
- Quería deciros que ya tenía una habitación alquilada aquí, pero sois... Más rápido de lo que se espera en un hombre - ladeé media sonrisa, pequeña, casi para mi a causa de mi propia broma. Caminé por el cuarto sopesando la ventana; había un resplandor anaranjado al fondo, hacia la espesura en el bosque. Me giré y me apoyé en el cristal botella en mano- Disculpad mi cabeza, pero he olvidado cómo dirigirme a vos, así que seréis vos hasta que me déis vuestro nombre, y una prueba de que puedo confiar. ¿Cómo sé que no sois trabajador doble para la banda?
"Si es así, tendré que hacer algo al respecto.... Con las pocas ganas de ensuciarme las manos..." - pensé.
- A fin de cuentas un brujo tiene sus más, sus menos.... No es nada malo necesitar un dinero extra; no sería reprochable, por muy apuesto que seáis. - alcé una ceja, divertida. Realmente no sabía hasta qué punto estaba bromeando o no. Estaba cumpliendo mi trabajo y eso me bastaba... Así que tenía derecho a divertirme.
Ébano
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Re: Viejos conocidos [Interpretativo][Libre][1/3] [Cerrado]
La dama de la noche no tardó demasiado en hacer acto de presencia. Botella en mano inició un escrutinio por su parte del mobiliario de la habitación, y sobre todo del huésped de esta. No era nada extraño, ya tenía experiencia en este tipo de trabajos como para saber lo importante que era conocer todo lo posible a tus nuevos aliados. Uno inevitablemente acababa poniendo en parte su vida en manos de sus compañeros; por ello no se podía ser demasiado confiado, pues no todos en este mundo era, gente con bondad, o al menos con honor. Un traidor en el momento menos inoportuno, y adiós a la paga y a la vida.
La chica mostraba inteligencia y sabiduría solo por tantearlo, aunque no era algo que no supiera. Ya lo había demostrado en el pasado en aquellas malditas cuevas infectadas de trasgos.
- Para algunas cosas, para otras… soy más lento-, bromeó desde su posición. - Si te acordases de mi nombre entonces sí que me asustaría-, sonrió. - No te preocupes, ha pasado mucho desde aquello como para que no lo hayas olvidado. Solo fue una noche intensa-, se incorporó para quedarse sentado al borde de la cama - Me llamo Vincent Calhoun-, miró hacia la mujer - ¿Y vos? ¿Cómo os llamáis?
El brujo no pudo evitar sonreír, cuando la mujer le preguntó si sería un agente de los ladrones jugando a dos bandas.
- Lo mismo me podría preguntar yo de vos ¿no? - comentó sin perder la sonrisa. - Mucho me temo que debemos correr el riesgo de confiar el uno en el otro. Al menos tenemos una noche donde cada uno cumplió su parte. Y esta vez tengo hasta ropa, que más se puede pedir-, rió su propia broma.
Se levantó para colocar su petate debajo de su cama, solo cogió alguna cosa valiosa como alguna runa y dejó el resto. Luego comprobó el filo de sus armas, viendo que estaban en perfecto estado las envainó, y las colgó al cinto.
- Creo que es un buen momento para que compartas conmigo lo que sabes-, dijo mirándola de soslayo. - Porque cuando yo me pongo en movimiento, ya no hay marcha atrás señorita-, volvió a sonreír como tenía por costumbre.
Así era el fuego. Indomable en su avance, siempre deseando devorar un poco más de espacio, de aire, solo pudiendo ser detenido con su muerte. El fuego que alimentaba su vida desde que solo era un niño.
La chica mostraba inteligencia y sabiduría solo por tantearlo, aunque no era algo que no supiera. Ya lo había demostrado en el pasado en aquellas malditas cuevas infectadas de trasgos.
- Para algunas cosas, para otras… soy más lento-, bromeó desde su posición. - Si te acordases de mi nombre entonces sí que me asustaría-, sonrió. - No te preocupes, ha pasado mucho desde aquello como para que no lo hayas olvidado. Solo fue una noche intensa-, se incorporó para quedarse sentado al borde de la cama - Me llamo Vincent Calhoun-, miró hacia la mujer - ¿Y vos? ¿Cómo os llamáis?
El brujo no pudo evitar sonreír, cuando la mujer le preguntó si sería un agente de los ladrones jugando a dos bandas.
- Lo mismo me podría preguntar yo de vos ¿no? - comentó sin perder la sonrisa. - Mucho me temo que debemos correr el riesgo de confiar el uno en el otro. Al menos tenemos una noche donde cada uno cumplió su parte. Y esta vez tengo hasta ropa, que más se puede pedir-, rió su propia broma.
Se levantó para colocar su petate debajo de su cama, solo cogió alguna cosa valiosa como alguna runa y dejó el resto. Luego comprobó el filo de sus armas, viendo que estaban en perfecto estado las envainó, y las colgó al cinto.
- Creo que es un buen momento para que compartas conmigo lo que sabes-, dijo mirándola de soslayo. - Porque cuando yo me pongo en movimiento, ya no hay marcha atrás señorita-, volvió a sonreír como tenía por costumbre.
Así era el fuego. Indomable en su avance, siempre deseando devorar un poco más de espacio, de aire, solo pudiendo ser detenido con su muerte. El fuego que alimentaba su vida desde que solo era un niño.
Vincent Calhoun
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Re: Viejos conocidos [Interpretativo][Libre][1/3] [Cerrado]
Dejé que hablase mientras sopesaba la situación y escuchaba sus palabras. Realmente no desconfiaba de él, pero no estaba en posición de tenre el mínimo desliz. No por lo que pudiese pasarme en caso de quedar descubierta ante la banda, no, aquello realmente entraba en las posibilidades pero al ser un grupo de gente que se deja llevar por sus ansias de dinero sin importar cómo conseguirlo... Yo jugaba con la frialdad de cabeza y los pasos bien calculados a mi favor.
Lo que realmente me importaba es que mi reputación -que recientemente intentaba reparar porque puede que muchos ni me conociesen o que otros no notasen cambio, pero yo sí me sentía insatisfecha con la vulnerabilidad a la que me había dejado- se viese de nuevo minada. Quería volver a ser yo, a ser buscada para esos quehaceres más.... delicados, por así decirlo. Tenía muy claro cuál era mi precio, qué necesitaba para sobrevivir y necesitaba mi reputación intacta, porque, ¿quién diablos contrata a alguien de quien no se tienen buenas referencias...?
Senté la cabeza otra vez y los ojos en él. Me había preguntado mi nombre mientras yo pensaba en todo aquello. Le sonreí de lado examinando sus gestos y me acerqué al otro lado de la cama, abriendo un par de cajones.
- Sí, me temo que nos veremos obligados a confiar en nuestros actos, en que estamos aquí al fin y al cabo. - le di un trago más a la botella y la dejé en la madera mientras examinaba el mueble.- Al menos no me ha tocado ningún imbécil, al menos tú sabes trabajar. Ébano, tu me conoces como Ébano, querido.
Dije, para mi, aunque en voz alta. Saqué un manojo de cuerda que había al fondo del armarito de la mesilla, un par de velas de cera llenas de polvo y dos láminas de metal. Me incorporé e hice un gesto de complicidad, viendo que se había levantado y se estaba preparando para irnos.
- Creo que es un buen momento para que compartas conmigo lo que sabes. Porque cuando yo me pongo en movimiento, ya no hay marcha atrás señorita.
- Muy agudo Calhoun. Si no fuese usted un caballero lo tomaría por una interesante proposición indecente. -uní los labios en un mohín y guardé la cuerda, el metal y las velas en distintos lugares de la cintura de mi pantalón; la blusa y las botas estaban ocupadas por mis armas- Podría pasarme la noche contándote todo lo que sé, pero... - guiñé un ojo - sobre los individuos entre los que me he metido, es otra cuestión. Vamos, te iré contando por el camino. ¿De qué has sido informado tú? Si me cuentas tu base podré cubrir las lagunas que tengas.
Salí entre divertida y exaltada por la inminente actividad criminal- Una pena que yo no sea para nada una dama. - dije más bajo, llegando a las escaleras con media sonrisa y sin poder evitar pensar en que no estaba mal trabajar con alguien atractivo y que además... Se prestaba al coqueteo de palabra.
Lo que realmente me importaba es que mi reputación -que recientemente intentaba reparar porque puede que muchos ni me conociesen o que otros no notasen cambio, pero yo sí me sentía insatisfecha con la vulnerabilidad a la que me había dejado- se viese de nuevo minada. Quería volver a ser yo, a ser buscada para esos quehaceres más.... delicados, por así decirlo. Tenía muy claro cuál era mi precio, qué necesitaba para sobrevivir y necesitaba mi reputación intacta, porque, ¿quién diablos contrata a alguien de quien no se tienen buenas referencias...?
Senté la cabeza otra vez y los ojos en él. Me había preguntado mi nombre mientras yo pensaba en todo aquello. Le sonreí de lado examinando sus gestos y me acerqué al otro lado de la cama, abriendo un par de cajones.
- Sí, me temo que nos veremos obligados a confiar en nuestros actos, en que estamos aquí al fin y al cabo. - le di un trago más a la botella y la dejé en la madera mientras examinaba el mueble.- Al menos no me ha tocado ningún imbécil, al menos tú sabes trabajar. Ébano, tu me conoces como Ébano, querido.
Dije, para mi, aunque en voz alta. Saqué un manojo de cuerda que había al fondo del armarito de la mesilla, un par de velas de cera llenas de polvo y dos láminas de metal. Me incorporé e hice un gesto de complicidad, viendo que se había levantado y se estaba preparando para irnos.
- Creo que es un buen momento para que compartas conmigo lo que sabes. Porque cuando yo me pongo en movimiento, ya no hay marcha atrás señorita.
- Muy agudo Calhoun. Si no fuese usted un caballero lo tomaría por una interesante proposición indecente. -uní los labios en un mohín y guardé la cuerda, el metal y las velas en distintos lugares de la cintura de mi pantalón; la blusa y las botas estaban ocupadas por mis armas- Podría pasarme la noche contándote todo lo que sé, pero... - guiñé un ojo - sobre los individuos entre los que me he metido, es otra cuestión. Vamos, te iré contando por el camino. ¿De qué has sido informado tú? Si me cuentas tu base podré cubrir las lagunas que tengas.
Salí entre divertida y exaltada por la inminente actividad criminal- Una pena que yo no sea para nada una dama. - dije más bajo, llegando a las escaleras con media sonrisa y sin poder evitar pensar en que no estaba mal trabajar con alguien atractivo y que además... Se prestaba al coqueteo de palabra.
Última edición por Ébano el Miér 11 Nov - 15:36, editado 2 veces
Ébano
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El brujo sonrió ante los comentarios bromistas de la mujer. Esa chica tenía un toque burlesco, sin llegar a perder la seriedad necesaria para no perder la concentración. En ese aspecto le recodaba a él mismo. Muchos tendían a confundirlo con alguien poco fiable por su modo de hablar, y hasta que no participaban en un trabajo con él, no se daban cuenta de su potencial real.
- Yo te conozco como Ébano, y el resto de los mortales también supongo-, bromeó.
Ya había conocido a personas en el pasado que no les gustaba airear su nombre real, así que el rubio no insistiría en conocerlo. Ébano era un nombre tan válido como otro cualquiera, servía para poder referirse a ella y con eso era suficiente. Aunque no entendía mucho el motivo para tal apodo, teniendo en cuenta su piel de alabastro y sus cabellos de oro. Seguro que la historia de ello daría tiempo para una buena conversación con buen alcohol para acompañar, no obstante, no era momento para ello. Ya habría ocasión para socializar.
- ¿Desde cuando una proposición es indecente? Yo pensaba que el cortejo, y lo que sigue, eran algo de lo más decente. Menos mal que me ha corregido señorita Ébano-, bromeó. - Aunque veo que aún me recuerda. Sabe perfectamente seguir las verdaderas intenciones de mis palabras-, comentó a la vez que abría la puerta, y dando el paso a la chica.
El rubio cerró la puerta y se puso al compás de los pasos de la rubia por el pasillo de vuelta al comedor.
- Pues yo diría que la guardia no tiene ni puta idea de lo que pasa en este pueblo, salvo lo de los robos claro. Mucho me temo que solo sé que debo encontrarme con una persona que estaba con ellos, es decir, vos. Y no sé nada más-, rió ante lo estúpido que debía parecer. - Estos uniformados es que no se enteran de nada, eh. Supongo que solo esperaban que un loco con barba y poderes los despachara. Así que aquí estoy, la paga es la paga.
Vincent se acercó a la barra y pidió dos vasos de hidromiel. El mesero no tardó casi nada en sacar los recipientes repletos hasta arriba del preciado líquido. Casi parecía que los tuviera preparados de antemano.
- Seguro que podemos tomarnos una copa antes de salir-, le sonrió. - Y dime, ¿son muchos? ¿Me ganaré el salario en unas horas o me costará algo más que eso? - bromeó con la segunda pregunta. - Brindemos, por los buenos momentos, que son los que hacen que la vida merezca la pena-, chocó su taza con la de la mujer, para luego beberse todo el contenido de un trago.
Se quitó los restos de espuma en la barba con el dorso de la mano, se limpió en un trapo que pilló por allí, y lo dejó donde lo encontró. Felicitó al dueño por el tan buen licor que despachaba, para luego encaminarse hasta la puerta.
El aire nocturno lo devolvió a la realidad de la noche. Se acabó el calor de la chimenea y del alcohol. A partir de ahora la cosa se pondría seria. Se apoyó con la espalda y la pierna diestra en la fachada del edificio, a la vez que metía sus manos en los bolsillos del pantalón. Miró al cielo para comprobar que las constelaciones seguían vigilantes desde su privilegiada posición. Era una bonita noche para pasear después de todo.
- Yo te conozco como Ébano, y el resto de los mortales también supongo-, bromeó.
Ya había conocido a personas en el pasado que no les gustaba airear su nombre real, así que el rubio no insistiría en conocerlo. Ébano era un nombre tan válido como otro cualquiera, servía para poder referirse a ella y con eso era suficiente. Aunque no entendía mucho el motivo para tal apodo, teniendo en cuenta su piel de alabastro y sus cabellos de oro. Seguro que la historia de ello daría tiempo para una buena conversación con buen alcohol para acompañar, no obstante, no era momento para ello. Ya habría ocasión para socializar.
- ¿Desde cuando una proposición es indecente? Yo pensaba que el cortejo, y lo que sigue, eran algo de lo más decente. Menos mal que me ha corregido señorita Ébano-, bromeó. - Aunque veo que aún me recuerda. Sabe perfectamente seguir las verdaderas intenciones de mis palabras-, comentó a la vez que abría la puerta, y dando el paso a la chica.
El rubio cerró la puerta y se puso al compás de los pasos de la rubia por el pasillo de vuelta al comedor.
- Pues yo diría que la guardia no tiene ni puta idea de lo que pasa en este pueblo, salvo lo de los robos claro. Mucho me temo que solo sé que debo encontrarme con una persona que estaba con ellos, es decir, vos. Y no sé nada más-, rió ante lo estúpido que debía parecer. - Estos uniformados es que no se enteran de nada, eh. Supongo que solo esperaban que un loco con barba y poderes los despachara. Así que aquí estoy, la paga es la paga.
Vincent se acercó a la barra y pidió dos vasos de hidromiel. El mesero no tardó casi nada en sacar los recipientes repletos hasta arriba del preciado líquido. Casi parecía que los tuviera preparados de antemano.
- Seguro que podemos tomarnos una copa antes de salir-, le sonrió. - Y dime, ¿son muchos? ¿Me ganaré el salario en unas horas o me costará algo más que eso? - bromeó con la segunda pregunta. - Brindemos, por los buenos momentos, que son los que hacen que la vida merezca la pena-, chocó su taza con la de la mujer, para luego beberse todo el contenido de un trago.
Se quitó los restos de espuma en la barba con el dorso de la mano, se limpió en un trapo que pilló por allí, y lo dejó donde lo encontró. Felicitó al dueño por el tan buen licor que despachaba, para luego encaminarse hasta la puerta.
El aire nocturno lo devolvió a la realidad de la noche. Se acabó el calor de la chimenea y del alcohol. A partir de ahora la cosa se pondría seria. Se apoyó con la espalda y la pierna diestra en la fachada del edificio, a la vez que metía sus manos en los bolsillos del pantalón. Miró al cielo para comprobar que las constelaciones seguían vigilantes desde su privilegiada posición. Era una bonita noche para pasear después de todo.
Vincent Calhoun
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– Pues yo diría que la guardia no tiene ni puta idea de lo que pasa en este pueblo, salvo lo de los robos claro. Mucho me temo que solo sé que debo encontrarme con una persona que estaba con ellos, es decir, vos. Y no sé nada más. Estos uniformados es que no se enteran de nada, ¿eh? Supongo que solo esperaban que un loco con barba y poderes los despachara. Así que aquí estoy, la paga es la paga.
Me mantuve en silencio mientras él me contaba aquello, y mi mente trataba de trazar un esquema con un salvoconducto. Él me estaba contando aquello y no dudaba de que fuese sincero, pero en aquel mundo lleno de trampas y falsas apariencias había aprendido a no fiarme de nada, pues no siempre es como se muestra, sea o no consciente de ello.
Sonreí ante aquella última frase, complaciente, pero solo con la boca, mis ojos estaban inmersos en mis pensamientos. Le ayudaría, claro que sí, también como a él me habían contratado para terminar con la amenaza que suponía aquella banda para los caminos y para cualquiera que se adentrase un poco en las zonas boscosas cercanas a Lunargenta, pero si algo salía mal… Tenía que trazar un plan B. Ya fuese para mi sola, o para ambos; a pesar de la incertidumbre propia de aquellos trabajos, no pensaba que Vincent fuese otra cosa si no lo que aparentaba. Y no me gustaba la idea pero… Tal vez atraer a alguna bestia nocturna fuese un buen proceder en caso de que todo saliese mal. O incluso, llevarlos hasta una de tantas trampas naturales que tenía el bosque…
Llegado el caso tendría que ejercer como lo que soy, pero esa idea no me gustaba tanto. Sin embargo era mi baza; la clave era que nadie sabía de mi desagrado hacia ello.
Me senté junto a él. – Seguro que podemos tomarnos una copa antes de salir. Y dime, ¿son muchos? ¿Me ganaré el salario en unas horas o me costará algo más que eso? – bromeó, a lo que sonreí del todo, con sinceridad y alcé la copa contra la suya con su siguiente frase. Tenía ganas de trabajar de nuevo, y me alegraba de que fuese con él, a pesar del pequeño problemilla con el fuego. – Brindemos, por los buenos momentos, que son los que hacen que la vida merezca la pena.
– Ahh, sin duda, no imaginas cuánta razón hay en tus palabras. ¿Qué sería de la gente como yo sin veladas interesantes…?
Apuré copa como si un hombre fuese y la dejé de nuevo en la mesa, pasando la lengua por mis labios. Dejé unas monedas en la mesa por los dos hidromieles y para que guardase mi capa, no la necesitaría allá donde íbamos. Seguí a mi compañero al exterior y mientras caminaba comencé a relatarle.
– Verás, el estado de la cuestión… – Suspiré, salí por fin fuera y estiré el cuello a ambos lados, haciéndolo crujir, seguido de mis hombros. – Es sencillo. Son ocho. El cabecilla es un brujo, su mano derecha es una mujer con el pelo oscuro y corto, y la piel parda, también hay un lobo con ellos, y el resto son… bueno, ya se sabe, el trabajo sucio. Son cinco humanos, aunque sospecho que uno de ellos es distinto a los demás, tal vez sangre mestiza.
Miré a Vincent, anudando mis mangas a los codos y comprobando que ambas dagas estaban donde tenían que estar, además de aquellos objetos que había cogido en la habitación. –Cuando quieras, Calhoun. – dije con ambas manos en jarras, tomando el camino que se perdía hacia nuestra izquierda. – Están alojados en un caserón algo viejo al término de una aldea cercana, cerrado, se mueven de noche, en el sótano tienen su base por así decirlo… Así que con suerte los pillaremos desprevenidos; podríamos ir de día pero estarían durmiendo y los cogeríamos a todos, tal vez ocho sean muchos, al menos el líder y su señora son fuertes. De noche cogeremos a unos pocos, y podremos esperarlos allí, dentro de su propia madriguera.
Me giré para mirar su expresión. – ¿Cómo lo ves?
Supuse que me haría más preguntas, al menos había más cuestiones. Armas, estado o forma de la casa, coartada por si nos veían entrar… ¿Entraríamos a saco o con sigilo? ¿O tal vez con alguna treta? Y la que me rondaba todo el tiempo por la cabeza. ¿Habría que deshacerse literalmente de todos…? El hecho de matar, siempre acarrea consecuencias. Por no mencionar el cargo de conciencia y la verdad… La mayoría eran sólo una panda de insensatos…
Off: como siempre, si no te parece bien algo, mp y edito. ^^ Te he dejado muchas sugerencias que podemos tratar para alargarlo.. O si se te ocurre algo mejor, adelante. *^* me guzta.
Me mantuve en silencio mientras él me contaba aquello, y mi mente trataba de trazar un esquema con un salvoconducto. Él me estaba contando aquello y no dudaba de que fuese sincero, pero en aquel mundo lleno de trampas y falsas apariencias había aprendido a no fiarme de nada, pues no siempre es como se muestra, sea o no consciente de ello.
Sonreí ante aquella última frase, complaciente, pero solo con la boca, mis ojos estaban inmersos en mis pensamientos. Le ayudaría, claro que sí, también como a él me habían contratado para terminar con la amenaza que suponía aquella banda para los caminos y para cualquiera que se adentrase un poco en las zonas boscosas cercanas a Lunargenta, pero si algo salía mal… Tenía que trazar un plan B. Ya fuese para mi sola, o para ambos; a pesar de la incertidumbre propia de aquellos trabajos, no pensaba que Vincent fuese otra cosa si no lo que aparentaba. Y no me gustaba la idea pero… Tal vez atraer a alguna bestia nocturna fuese un buen proceder en caso de que todo saliese mal. O incluso, llevarlos hasta una de tantas trampas naturales que tenía el bosque…
Llegado el caso tendría que ejercer como lo que soy, pero esa idea no me gustaba tanto. Sin embargo era mi baza; la clave era que nadie sabía de mi desagrado hacia ello.
Me senté junto a él. – Seguro que podemos tomarnos una copa antes de salir. Y dime, ¿son muchos? ¿Me ganaré el salario en unas horas o me costará algo más que eso? – bromeó, a lo que sonreí del todo, con sinceridad y alcé la copa contra la suya con su siguiente frase. Tenía ganas de trabajar de nuevo, y me alegraba de que fuese con él, a pesar del pequeño problemilla con el fuego. – Brindemos, por los buenos momentos, que son los que hacen que la vida merezca la pena.
– Ahh, sin duda, no imaginas cuánta razón hay en tus palabras. ¿Qué sería de la gente como yo sin veladas interesantes…?
Apuré copa como si un hombre fuese y la dejé de nuevo en la mesa, pasando la lengua por mis labios. Dejé unas monedas en la mesa por los dos hidromieles y para que guardase mi capa, no la necesitaría allá donde íbamos. Seguí a mi compañero al exterior y mientras caminaba comencé a relatarle.
– Verás, el estado de la cuestión… – Suspiré, salí por fin fuera y estiré el cuello a ambos lados, haciéndolo crujir, seguido de mis hombros. – Es sencillo. Son ocho. El cabecilla es un brujo, su mano derecha es una mujer con el pelo oscuro y corto, y la piel parda, también hay un lobo con ellos, y el resto son… bueno, ya se sabe, el trabajo sucio. Son cinco humanos, aunque sospecho que uno de ellos es distinto a los demás, tal vez sangre mestiza.
Miré a Vincent, anudando mis mangas a los codos y comprobando que ambas dagas estaban donde tenían que estar, además de aquellos objetos que había cogido en la habitación. –Cuando quieras, Calhoun. – dije con ambas manos en jarras, tomando el camino que se perdía hacia nuestra izquierda. – Están alojados en un caserón algo viejo al término de una aldea cercana, cerrado, se mueven de noche, en el sótano tienen su base por así decirlo… Así que con suerte los pillaremos desprevenidos; podríamos ir de día pero estarían durmiendo y los cogeríamos a todos, tal vez ocho sean muchos, al menos el líder y su señora son fuertes. De noche cogeremos a unos pocos, y podremos esperarlos allí, dentro de su propia madriguera.
Me giré para mirar su expresión. – ¿Cómo lo ves?
Supuse que me haría más preguntas, al menos había más cuestiones. Armas, estado o forma de la casa, coartada por si nos veían entrar… ¿Entraríamos a saco o con sigilo? ¿O tal vez con alguna treta? Y la que me rondaba todo el tiempo por la cabeza. ¿Habría que deshacerse literalmente de todos…? El hecho de matar, siempre acarrea consecuencias. Por no mencionar el cargo de conciencia y la verdad… La mayoría eran sólo una panda de insensatos…
-
Off: como siempre, si no te parece bien algo, mp y edito. ^^ Te he dejado muchas sugerencias que podemos tratar para alargarlo.. O si se te ocurre algo mejor, adelante. *^* me guzta.
Ébano
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La mujer de cabellos dorados no tardó mucho en salir tras sus pasos. Su exposición de lo que sabía solo hacía pensar al brujo que no sería tan fácil como llegar, golpear y cobrar. Según sus palabras, los más preocupantes eran el brujo y su chica, más no había que descartar al lobo, pues eran unas verdaderas fortalezas de combate cuando se transformaban. Los cinco humanos parecían que eran solo unos pandilleros de poca monta, pero ese mestizo… No, no se fiaba en absoluto de que fuera una empresa sencilla, aunque era algo propio en él, y algo que lo había mantenido vivo todo este tiempo por otro lado.
- Interesante-, comentó acariciándose la barba pensativo. - ¿Qué quieres decir con que la chica tiene la piel parda? ¿Qué es morena? O se trata de una mujer bestia-, se separó de la pared y giró el cuello lentamente provocando unos crujidos leves en las vertebras. - Y el mestizo, ¿con que crees que está mezclado? No es que no me gusten las sorpresas, pero prefiero solo llevármelas en mi cumpleaños-, bromeó.
El rubio no tuvo que calibrar demasiado el resto de cosas que le había comentado la mujer, Lo tenía bastante claro. No le importaba atacar con violencia cuando era necesario, aunque prefería usar la fuerza bruta como algo secundario. Por eso a los de la guardia le gustaba que aceptara sus trabajos, en cierto modo no era muy distinto a ellos en su forma de actuar.
- No, todos no. Mejor hacerlo esta noche. Ya se sabe. Divide y vencerás-, siguió desentumeciéndose los músculos del hombro, preparándose para el combate. - Atacarlos a todos juntos nos da la posibilidad de atraparlos a todos, pero siendo nosotros tan pocos, acabará en un inevitable combate. Como me expones los hechos, parece que la mayoría solo son unos tipos intentando sobrevivir de alguna forma. Prefiero evitar el combate si es posible.
Inició el camino por la calle sin dirección alguna, ya que la vampiresa era la que realmente sabían a donde iban. Simplemente prefería andar a quedarse parado más tiempo. Y aún tenía que pensar como entrarían al sitio. ¿Aprovechar la doble identidad de la mujer o hacerlo de modo sigiloso? Lo primero lo haría más sencillo, aunque podría poner sobre aviso a los demás que no estaban, si alguno escapaba, perdiendo esa carta para más adelante.
- ¿Hay algún cuartel de la guardia por aquí? Algunos milicianos tal vez. Si conseguimos algunos efectivos más, será más fácil convencerles de que depongan las armas sin derramamiento de sangre-, A estas horas si había alguien de guardia, serían pocos, incluso solo uno. Pero menos da una piedra. Eso si realmente había algún tipo de destacamento en ese lugar. - Si no es así, opto por el sigilo. ¿Qué opinas?
- Interesante-, comentó acariciándose la barba pensativo. - ¿Qué quieres decir con que la chica tiene la piel parda? ¿Qué es morena? O se trata de una mujer bestia-, se separó de la pared y giró el cuello lentamente provocando unos crujidos leves en las vertebras. - Y el mestizo, ¿con que crees que está mezclado? No es que no me gusten las sorpresas, pero prefiero solo llevármelas en mi cumpleaños-, bromeó.
El rubio no tuvo que calibrar demasiado el resto de cosas que le había comentado la mujer, Lo tenía bastante claro. No le importaba atacar con violencia cuando era necesario, aunque prefería usar la fuerza bruta como algo secundario. Por eso a los de la guardia le gustaba que aceptara sus trabajos, en cierto modo no era muy distinto a ellos en su forma de actuar.
- No, todos no. Mejor hacerlo esta noche. Ya se sabe. Divide y vencerás-, siguió desentumeciéndose los músculos del hombro, preparándose para el combate. - Atacarlos a todos juntos nos da la posibilidad de atraparlos a todos, pero siendo nosotros tan pocos, acabará en un inevitable combate. Como me expones los hechos, parece que la mayoría solo son unos tipos intentando sobrevivir de alguna forma. Prefiero evitar el combate si es posible.
Inició el camino por la calle sin dirección alguna, ya que la vampiresa era la que realmente sabían a donde iban. Simplemente prefería andar a quedarse parado más tiempo. Y aún tenía que pensar como entrarían al sitio. ¿Aprovechar la doble identidad de la mujer o hacerlo de modo sigiloso? Lo primero lo haría más sencillo, aunque podría poner sobre aviso a los demás que no estaban, si alguno escapaba, perdiendo esa carta para más adelante.
- ¿Hay algún cuartel de la guardia por aquí? Algunos milicianos tal vez. Si conseguimos algunos efectivos más, será más fácil convencerles de que depongan las armas sin derramamiento de sangre-, A estas horas si había alguien de guardia, serían pocos, incluso solo uno. Pero menos da una piedra. Eso si realmente había algún tipo de destacamento en ese lugar. - Si no es así, opto por el sigilo. ¿Qué opinas?
Vincent Calhoun
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– Interesante. ¿Qué quieres decir con que la chica tiene la piel parda? ¿Que es morena? O se trata de una mujer bestia. Y el mestizo, ¿con que crees que está mezclado? No es que no me gusten las sorpresas, pero prefiero solo llevármelas en mi cumpleaños.
Me volví para contestar y sonreí ante su comentario, pero antes de que dijese nada, siguió hablando. – No, todos no. Mejor hacerlo esta noche. Ya se sabe. Divide y vencerás. Atacarlos a todos juntos nos da la posibilidad de atraparlos a todos, pero siendo nosotros tan pocos, acabará en un inevitable combate. Como me expones los hechos, parece que la mayoría solo son unos tipos intentando sobrevivir de alguna forma. Prefiero evitar el combate si es posible.
– Sí, coincido en esa postura Calhoun. No tengo demasiada fama entre la gente de por aquí, no por mi, sino por los míos... Un trabajo limpio y en silencio será mejor recibido, por todos; no me cabe duda. – Sopesé las palabras que diría, después de analizar la opinión del brujo. Me alegraba que opinase como yo que lo mejor era actuar por partes y con diligencia; la fuerza bruta estaba bien, pero no siempre era lo mejor. – La mujer... Me has preguntado por ella, no estoy muy segura del por qué de ese tono de piel, aunque tengo cierta teoría... El mestizo, tampoco tengo idea, huele a animal, tal vez sea mezcla de lobo y algo más, o tal vez una bestia, o mestizo de bestia... No estoy segura, no lo he visto en acción.
– ¿Hay algún cuartel de la guardia por aquí? Algunos milicianos tal vez. Si conseguimos algunos efectivos más, será más fácil convencerles de que depongan las armas sin derramamiento de sangre. Si no es así, opto por el sigilo. ¿Qué opinas?
Me paré en seco. – No tengo por costumbre trabajar tan.. tan acompañada. – volví la cabeza, algo molesta y básicamente, sorprendida.– Además, la mayoría son críos que acaban de entrar, son a ellos a los que dejan a cargo del cuartelillo. Al final del camino siguiendo por la posada hay uno. Si deseas trabajar con ellos... Prefiero seguir sola. – alcé una ceja. Y después.... después me arrepentí, muy a mi pesar; no debí hablarle tan fríamente. Traté de cambiar el gesto por otro más afable y señalé con el brazo enfundado en la camisa ceñida hacia un sendero que se internaba en el bosque.– Por ahí, siguiendo hacia dentro una media hora, rodeamos el camino principal, entramos a la aldea que hay más allá por el extremo donde se encuentra la casa... Sus luces se ven desde aquí, allá a lo lejos. Tal vez puedas verlas.
Volví a reanudar la marcha mientras hablaba con cierta desazón en el pecho.– El.... El sigilo estará bien, soy buena en eso, y sé que tú eres cuidadoso. Si quieres... Me adelantaré, echaré un ojo y veré a quienes han dejado allí abajo guardando el sótano. Luego puedo darte vía libre y entonces entramos... Actuamos, y después, esperamos a que vuelva el resto.
Le di vueltas al pequeño misterio que creía que encerraba aquel asunto. Miré de soslayo a Vincent y volví el rostro sonriendo de nuevo.– Siento mucho haberte hablado así antes. No me lo... Tengas en cuenta; a veces me cuesta controlarme. – Me estaba disculpando. Yo. Por todos los dioses... Respiré hondo: "es necesario Ireth, esta vez lo es"– me dije. Debería ser Ébano, y no Ireth...
Sacudí la cabeza y agarré su brazo atrayéndolo más hacia mi. – No te separes, Calhoun; esta noche han salido, y puede que hayan tomado algún puesto en el bosque... Supongo que no queremos contratiempos. Quería contarte algo que tal vez nos ayude en la refriega más tarde..
Off: lo he dejado un poco en el aire, para alargar el tema y no meternos de sopetón; he pensado algo que te cuento en el siguiente post. ^^
Me volví para contestar y sonreí ante su comentario, pero antes de que dijese nada, siguió hablando. – No, todos no. Mejor hacerlo esta noche. Ya se sabe. Divide y vencerás. Atacarlos a todos juntos nos da la posibilidad de atraparlos a todos, pero siendo nosotros tan pocos, acabará en un inevitable combate. Como me expones los hechos, parece que la mayoría solo son unos tipos intentando sobrevivir de alguna forma. Prefiero evitar el combate si es posible.
– Sí, coincido en esa postura Calhoun. No tengo demasiada fama entre la gente de por aquí, no por mi, sino por los míos... Un trabajo limpio y en silencio será mejor recibido, por todos; no me cabe duda. – Sopesé las palabras que diría, después de analizar la opinión del brujo. Me alegraba que opinase como yo que lo mejor era actuar por partes y con diligencia; la fuerza bruta estaba bien, pero no siempre era lo mejor. – La mujer... Me has preguntado por ella, no estoy muy segura del por qué de ese tono de piel, aunque tengo cierta teoría... El mestizo, tampoco tengo idea, huele a animal, tal vez sea mezcla de lobo y algo más, o tal vez una bestia, o mestizo de bestia... No estoy segura, no lo he visto en acción.
– ¿Hay algún cuartel de la guardia por aquí? Algunos milicianos tal vez. Si conseguimos algunos efectivos más, será más fácil convencerles de que depongan las armas sin derramamiento de sangre. Si no es así, opto por el sigilo. ¿Qué opinas?
Me paré en seco. – No tengo por costumbre trabajar tan.. tan acompañada. – volví la cabeza, algo molesta y básicamente, sorprendida.– Además, la mayoría son críos que acaban de entrar, son a ellos a los que dejan a cargo del cuartelillo. Al final del camino siguiendo por la posada hay uno. Si deseas trabajar con ellos... Prefiero seguir sola. – alcé una ceja. Y después.... después me arrepentí, muy a mi pesar; no debí hablarle tan fríamente. Traté de cambiar el gesto por otro más afable y señalé con el brazo enfundado en la camisa ceñida hacia un sendero que se internaba en el bosque.– Por ahí, siguiendo hacia dentro una media hora, rodeamos el camino principal, entramos a la aldea que hay más allá por el extremo donde se encuentra la casa... Sus luces se ven desde aquí, allá a lo lejos. Tal vez puedas verlas.
Volví a reanudar la marcha mientras hablaba con cierta desazón en el pecho.– El.... El sigilo estará bien, soy buena en eso, y sé que tú eres cuidadoso. Si quieres... Me adelantaré, echaré un ojo y veré a quienes han dejado allí abajo guardando el sótano. Luego puedo darte vía libre y entonces entramos... Actuamos, y después, esperamos a que vuelva el resto.
Le di vueltas al pequeño misterio que creía que encerraba aquel asunto. Miré de soslayo a Vincent y volví el rostro sonriendo de nuevo.– Siento mucho haberte hablado así antes. No me lo... Tengas en cuenta; a veces me cuesta controlarme. – Me estaba disculpando. Yo. Por todos los dioses... Respiré hondo: "es necesario Ireth, esta vez lo es"– me dije. Debería ser Ébano, y no Ireth...
Sacudí la cabeza y agarré su brazo atrayéndolo más hacia mi. – No te separes, Calhoun; esta noche han salido, y puede que hayan tomado algún puesto en el bosque... Supongo que no queremos contratiempos. Quería contarte algo que tal vez nos ayude en la refriega más tarde..
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Off: lo he dejado un poco en el aire, para alargar el tema y no meternos de sopetón; he pensado algo que te cuento en el siguiente post. ^^
Ébano
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Re: Viejos conocidos [Interpretativo][Libre][1/3] [Cerrado]
La mujer contestó a sus preguntas, y desgraciadamente no pudo ayudarle mucho a tener una idea mejor de sus enemigos, al menos sobre las personas más misteriosas del grupo. Sabía poco de la chica parda y el mestizo, sin embargo tenía la teoría de que el hombre podría ser un licántropo. De la chica también tenía una hipótesis pero se guardó en última instancia.
Vincent no pudo evitar reír ante los comentarios de la mujer. Como le gustaban a los vampiros jugar.
- Es usted la señora del misterio, lady Ébano-, dijo al fin. - Que ocurre con esa mujer, parece que tienes una idea sobre ella, pero que no quieres decirme nada por temor a equivocarte. ¿O se debe tu precaución a otro motivo?
El rubio no estaba muy seguro de por qué actuaba así. Quizás era algo difícil de explicar, o quizás simplemente aún no confiaba en él como para decírselo. De todas formas a la vampiresa no le gustó su mención de los guardias. Se notaba su rechazo a cooperar con más personas.
- Así que eres de las que gusta de trabajar solas, eh-, sonrió. - No querer aliados suele ser uno de los mayores síntomas de muerte en este mundo, señorita, no obstante, tal como expones a esos guardias, será mejor olvidarlo. No es momento para llevar a novatos que solo conseguirán matarse.
La vampiresa se relajó un poco, volviendo a su estado anterior afable, a la vez que le señalaba la casa donde debían ir.
- Las veo. Unos faroles de aceite. Sí, me parece bien. Entras y sales para contarme cuantos hay. Si no quieres que te vean, luego puedo actuar yo solo. Parece un poco chulesco por mi parte, pero realmente estoy acostumbrado a situaciones bastante malas. Bueno, salvo que salgas diciéndome que hay veinte tíos armados hasta los dientes, porque entonces solo te diré que mi cama está caliente y esperándome para dormir-, rió su propia broma. - ¿Por qué te disculpas? Tampoco ha sido para tanto. Estoy acostumbrado a que las personas no se controlen ante mí. Sobre todo las mujeres-, sonrió. - En realidad, parece ser que soy un cabronazo demasiado burlesco para algunas gentes. No se puede caer bien a todo el mundo ¿no?-, dijo encogiéndose de hombros.
El brujo sintió como la rubia lo agarraba del brazo acercándolo hacia ella. Estaba un poco intrigado por su forma de actuar. No recordaba que fuera así, aunque era cierto que poco se habían conocido. Solo se habían encarado por haber agarrado a su hermana de forma violenta, para que luego aparecieran más personas, confundiendo todo aún más, y seguidamente caer todos a un cueva de trasgos. Todo acabó bien, y como habían tenido que ayudarse para escapar, al final simplemente habían optado por cada uno seguir su camino.
- Los vampiros disfrutáis del secretismo del mismo modo que disfrutáis de la nocturnidad, pero no entiendo a donde quieres llegar a parar. Supongo que tienes un plan.
Vincent no pudo evitar reír ante los comentarios de la mujer. Como le gustaban a los vampiros jugar.
- Es usted la señora del misterio, lady Ébano-, dijo al fin. - Que ocurre con esa mujer, parece que tienes una idea sobre ella, pero que no quieres decirme nada por temor a equivocarte. ¿O se debe tu precaución a otro motivo?
El rubio no estaba muy seguro de por qué actuaba así. Quizás era algo difícil de explicar, o quizás simplemente aún no confiaba en él como para decírselo. De todas formas a la vampiresa no le gustó su mención de los guardias. Se notaba su rechazo a cooperar con más personas.
- Así que eres de las que gusta de trabajar solas, eh-, sonrió. - No querer aliados suele ser uno de los mayores síntomas de muerte en este mundo, señorita, no obstante, tal como expones a esos guardias, será mejor olvidarlo. No es momento para llevar a novatos que solo conseguirán matarse.
La vampiresa se relajó un poco, volviendo a su estado anterior afable, a la vez que le señalaba la casa donde debían ir.
- Las veo. Unos faroles de aceite. Sí, me parece bien. Entras y sales para contarme cuantos hay. Si no quieres que te vean, luego puedo actuar yo solo. Parece un poco chulesco por mi parte, pero realmente estoy acostumbrado a situaciones bastante malas. Bueno, salvo que salgas diciéndome que hay veinte tíos armados hasta los dientes, porque entonces solo te diré que mi cama está caliente y esperándome para dormir-, rió su propia broma. - ¿Por qué te disculpas? Tampoco ha sido para tanto. Estoy acostumbrado a que las personas no se controlen ante mí. Sobre todo las mujeres-, sonrió. - En realidad, parece ser que soy un cabronazo demasiado burlesco para algunas gentes. No se puede caer bien a todo el mundo ¿no?-, dijo encogiéndose de hombros.
El brujo sintió como la rubia lo agarraba del brazo acercándolo hacia ella. Estaba un poco intrigado por su forma de actuar. No recordaba que fuera así, aunque era cierto que poco se habían conocido. Solo se habían encarado por haber agarrado a su hermana de forma violenta, para que luego aparecieran más personas, confundiendo todo aún más, y seguidamente caer todos a un cueva de trasgos. Todo acabó bien, y como habían tenido que ayudarse para escapar, al final simplemente habían optado por cada uno seguir su camino.
- Los vampiros disfrutáis del secretismo del mismo modo que disfrutáis de la nocturnidad, pero no entiendo a donde quieres llegar a parar. Supongo que tienes un plan.
Vincent Calhoun
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Re: Viejos conocidos [Interpretativo][Libre][1/3] [Cerrado]
Escuché sus palabras. Era templado, hablaba con tranquilidad y encima medía la situación, y mis palabras. Supuse que lo hacía también con otros…. Diablos, trabajaba bien, sabía cómo.
Caminábamos adentrándonos en el bosque, cada vez más espeso. El sendero daba un rodeo a una gran piedra que marcaba el camino más adelante, después solo tendríamos que avanzar un poco más, y girar a nuestra izquierda para dar a un prado trasero del caserón. El bosque no era seguro para muchos en la noche pero para nosotros y para mí en especial, no era un problema precisamente, sino una baza.
– Las veo. Unos faroles de aceite. Sí, me parece bien. Entras y sales para contarme cuantos hay. Si no quieres que te vean, luego puedo actuar yo solo. Parece un poco chulesco por mi parte, pero realmente estoy acostumbrado a situaciones bastante malas. Bueno, salvo que salgas diciéndome que hay veinte tíos armados hasta los dientes, porque entonces solo te diré que mi cama está caliente y esperándome para dormir. – hizo una pausa, yo asentía; aunque pensaba que depende de las circunstancias incluso veinte hombres eran abatibles… Todo era siempre relativo. – ¿Por qué te disculpas? Tampoco ha sido para tanto. Estoy acostumbrado a que las personas no se controlen ante mí. Sobre todo las mujeres En realidad, parece ser que soy un cabronazo demasiado burlesco para algunas gentes. No se puede caer bien a todo el mundo ¿no?
– No, no se puede, y no, no ha sido para tanto. Pero no tengo por costumbre ser fría ni dar estufidos a quienes comparten ideas conmigo, trabajo, pan… Pensamientos. No está bien ser así con quienes nos sentimos afines, con los amigos supongo. – ¿Era eso, un amigo? Aquello sería en cierto modo nuevo para mí… Quienes me rodeaban acababan no en mi cama o saliendo de mi vida de un modo u otro. Tener amigos estaba bien. – No creo que seas ningún cabronazo, la verdad, te sorprenderías… Pero no, no ha estado bien mi trato de antes, no estoy pasando buena racha y tengo los nervios a flor de piel.
Llegamos a la piedra grande, y torcimos por el camino, a la izquierda, hacia el prado. Poco a poco la espesura se fue deshaciendo. – Calhoun. Antes te dije, que tenía cierta teoría que no han compartido conmigo, acerca de la banda. Como bien decías antes… Más que un plan, una intuición. Entraré, te queda fuera, veré cómo está la situación y me inventaré lo que sea para salir de nuevo, ni harta de hidromiel voy a dejar que entres solo y menos sin conocer el terreno. La cuestión… Es que creo que la mujer, y su líder… Creo que pueden estar embotando los sentidos del resto con algún tipo de pócima o método alquímico. Casi apuesto por algo alquímico. Si lo rompemos… actuaría como un… como un maleficio popular: si lo rompemos, saldrán de su embotamiento. – Guardé silencio durante un rato, pensando el verdadero por qué de mis sospechas e intenciones; preguntándome en qué punto me había convertido en alguien no tan brusca como hacía años – Si lo rompemos… Podremos evitar derramamiento de sangre innecesaria. Solo tendríamos que hacernos con los dos líderes, inconscientes y … Llevarlos ante la guardia.
Lo miré, esperando su respuesta, su parecer.
Caminábamos adentrándonos en el bosque, cada vez más espeso. El sendero daba un rodeo a una gran piedra que marcaba el camino más adelante, después solo tendríamos que avanzar un poco más, y girar a nuestra izquierda para dar a un prado trasero del caserón. El bosque no era seguro para muchos en la noche pero para nosotros y para mí en especial, no era un problema precisamente, sino una baza.
– Las veo. Unos faroles de aceite. Sí, me parece bien. Entras y sales para contarme cuantos hay. Si no quieres que te vean, luego puedo actuar yo solo. Parece un poco chulesco por mi parte, pero realmente estoy acostumbrado a situaciones bastante malas. Bueno, salvo que salgas diciéndome que hay veinte tíos armados hasta los dientes, porque entonces solo te diré que mi cama está caliente y esperándome para dormir. – hizo una pausa, yo asentía; aunque pensaba que depende de las circunstancias incluso veinte hombres eran abatibles… Todo era siempre relativo. – ¿Por qué te disculpas? Tampoco ha sido para tanto. Estoy acostumbrado a que las personas no se controlen ante mí. Sobre todo las mujeres En realidad, parece ser que soy un cabronazo demasiado burlesco para algunas gentes. No se puede caer bien a todo el mundo ¿no?
– No, no se puede, y no, no ha sido para tanto. Pero no tengo por costumbre ser fría ni dar estufidos a quienes comparten ideas conmigo, trabajo, pan… Pensamientos. No está bien ser así con quienes nos sentimos afines, con los amigos supongo. – ¿Era eso, un amigo? Aquello sería en cierto modo nuevo para mí… Quienes me rodeaban acababan no en mi cama o saliendo de mi vida de un modo u otro. Tener amigos estaba bien. – No creo que seas ningún cabronazo, la verdad, te sorprenderías… Pero no, no ha estado bien mi trato de antes, no estoy pasando buena racha y tengo los nervios a flor de piel.
Llegamos a la piedra grande, y torcimos por el camino, a la izquierda, hacia el prado. Poco a poco la espesura se fue deshaciendo. – Calhoun. Antes te dije, que tenía cierta teoría que no han compartido conmigo, acerca de la banda. Como bien decías antes… Más que un plan, una intuición. Entraré, te queda fuera, veré cómo está la situación y me inventaré lo que sea para salir de nuevo, ni harta de hidromiel voy a dejar que entres solo y menos sin conocer el terreno. La cuestión… Es que creo que la mujer, y su líder… Creo que pueden estar embotando los sentidos del resto con algún tipo de pócima o método alquímico. Casi apuesto por algo alquímico. Si lo rompemos… actuaría como un… como un maleficio popular: si lo rompemos, saldrán de su embotamiento. – Guardé silencio durante un rato, pensando el verdadero por qué de mis sospechas e intenciones; preguntándome en qué punto me había convertido en alguien no tan brusca como hacía años – Si lo rompemos… Podremos evitar derramamiento de sangre innecesaria. Solo tendríamos que hacernos con los dos líderes, inconscientes y … Llevarlos ante la guardia.
Lo miré, esperando su respuesta, su parecer.
Ébano
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La rubia se disculpó e inició la marcha nuevamente. Por sus palabras parecía que no estaba pasando un buen momento, mas no era momento para indagar en asuntos de ese tipo. Ya era lo suficientemente mayorcito para saber que las personas necesitaban soledad para asimilar por ellos mismos ciertas cosas, que ya buscarían a alguien para hablarlo cuando lo necesitaran. Además estaban en mitad de una misión, no había que distraerse por el momento.
La dama de la noche lo llevó hacia el prado en vez del camino directo hacia la casa. Era inteligente, pues tampoco iba a tocar la puerta como si de un invitado se tratara. Por medio de la hierba la joven al fin se dejó de secretismo, y le contó al brujo lo que suponía que pasaba entre los bandidos, para sorpresa de este.
- ¿Alquimia? ¿Algún tipo de droga de control mental? - preguntó con interés. La última vez que se había cruzado con un alquimista este le había dado una buena paliza gracias a su brebaje, al menos antes de hacerle morder el polvo. Hacía tiempo que no veía a Elen, y la echaba de menos por cosas como esta. Ella era toda una experta en lo referente al arte de las plantas. Su hermana sabría con exactitud de que se trataba. - Si, puedes conseguir liberar las mentes del resto, pues todo será más sencillo. Mucho mejor solo lidiar con dos, más aún cuando están manejando a su antojo a los otros.
Llegaron al límite del prado por la parte trasera de la casa objetivo. Observó pensativo el panorama un momento, calibrando si era buena opción gastar la carta de la doble agente ya.
- Ten cuidado-, dijo al fin, sabiendo que lo mejor era que entrara ella sola y consiguiera desembotar a los miembros de la banda drogados. - Te estaré esperando aquí en las sombras que vuelvas. Si tardas demasiado entraré por ti-, se dispuso a sentarse en el prado pero lo pensó mejor. - Espera. Tengo algo que puede serte de utilidad-, agarró el brazo de la mujer y sacó una tiza roja. Escribió sobre el brazalete de la vampiresa un glifo destinado a mejorar el sigilo. Y luego se concentró para pasar poder al símbolo haciendo que este se fusionara con el material del brazal, creando el hechizo. - Esto te ayudará a que sea más difícil detectarte. Por si necesitas una ayuda extra. No durará eternamente-, le sonrió. - Suerte.
El brujo la vio marchar y se sentó sobre el suelo terroso con las piernas cruzadas. Por el momento no podía hacer nada, solo esperar que todo le fuera bien a la vampiresa.
La dama de la noche lo llevó hacia el prado en vez del camino directo hacia la casa. Era inteligente, pues tampoco iba a tocar la puerta como si de un invitado se tratara. Por medio de la hierba la joven al fin se dejó de secretismo, y le contó al brujo lo que suponía que pasaba entre los bandidos, para sorpresa de este.
- ¿Alquimia? ¿Algún tipo de droga de control mental? - preguntó con interés. La última vez que se había cruzado con un alquimista este le había dado una buena paliza gracias a su brebaje, al menos antes de hacerle morder el polvo. Hacía tiempo que no veía a Elen, y la echaba de menos por cosas como esta. Ella era toda una experta en lo referente al arte de las plantas. Su hermana sabría con exactitud de que se trataba. - Si, puedes conseguir liberar las mentes del resto, pues todo será más sencillo. Mucho mejor solo lidiar con dos, más aún cuando están manejando a su antojo a los otros.
Llegaron al límite del prado por la parte trasera de la casa objetivo. Observó pensativo el panorama un momento, calibrando si era buena opción gastar la carta de la doble agente ya.
- Ten cuidado-, dijo al fin, sabiendo que lo mejor era que entrara ella sola y consiguiera desembotar a los miembros de la banda drogados. - Te estaré esperando aquí en las sombras que vuelvas. Si tardas demasiado entraré por ti-, se dispuso a sentarse en el prado pero lo pensó mejor. - Espera. Tengo algo que puede serte de utilidad-, agarró el brazo de la mujer y sacó una tiza roja. Escribió sobre el brazalete de la vampiresa un glifo destinado a mejorar el sigilo. Y luego se concentró para pasar poder al símbolo haciendo que este se fusionara con el material del brazal, creando el hechizo. - Esto te ayudará a que sea más difícil detectarte. Por si necesitas una ayuda extra. No durará eternamente-, le sonrió. - Suerte.
El brujo la vio marchar y se sentó sobre el suelo terroso con las piernas cruzadas. Por el momento no podía hacer nada, solo esperar que todo le fuera bien a la vampiresa.
Vincent Calhoun
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Re: Viejos conocidos [Interpretativo][Libre][1/3] [Cerrado]
Me iba ya, una vez habíamos llegado al prado, en dirección a la verja trasera de la casa, abajo se veía alguna luz en los ventanales tapiados con maderos. Asentí el brujo cuando me dijo que tuviese cuidado, mientras me cercioraba de que las pocas armas que llevaba encima fueran necesarias.
– Si lo tuviese probablemente ni siquiera estaría aquí. – dije como respuesta a su “Ten cuidado”. Por un momento iba a añadir algo más, había abierto la boca pero me di cuenta de que realmente no tenía nada más que decir. Definitivamente, antes no era tan cuidadosa… Decía lo necesario, trabajaba, y punto. Suspiré, sonreí en un amago de parecer cordial y me di la vuelta.
Pero su mano me agarró. Siseé en un acto reflejo girándome y mirando mi muñeca cogida por la suya y después lo miré a él. ¿Estás loca? ¿Por qué reaccionas así? Estúpida… Solo quiere ayudar. – me dije. Estaba desquiciada, y me estaba dando cuenta de ello ahora. Cerré los ojos serenándome mientras hablaba y esbocé media sonrisa de disculpa. – Perdona. Ahhhg –hice una mueca– quema…
– Esto te ayudará a que sea más difícil detectarte. Por si necesitas una ayuda extra. No durará eternamente–, le sonrió. – Suerte.
– Entiendo… Gracias otra vez. Entraré, trataré de deshacer el… sortilegio o lo que sea que mantiene a todos con la voluntad cercenada. Probablemente empezarán a salir entonces. A lo mejor lo más eficaz es dejarlos inconscientes... Lo digo porque saldrán en dirección a este prado, no creo que escojan el camino principal teniendo en cuenta que están ocupando esa casa. Me las veré con los dos cabecillas y trataré de darte tiempo con los aturdidos que salgan, pero no sé cuánto será. –presioné su brazo en señal de agradecimiento y me volví, tomando el camino.
Abrí la verja con cuidado y pasé dentro, anduve detrás de los arbustos hasta llegar a la entrada de un cobertizo y me colé dentro. Una vez salté, agudicé el oído.
Voces amortiguadas. Risas… Algún golpeteo. Probablemente estaban en algún salón de la planta baja… Parecían reunidos. Pero no oía las voces de todos. Un golpe contra la pared de enfrente me hizo sobresaltarme. Los colmillos me crecieron, alerta, los ojos rojos. Eso quería decir que estaban en el sótano contiguo al cobertizo por donde había entrado. Sacudí los hombros, flexioné el cuello y entré por la puerta. Los tres callaron, eran los humanos, los pobres diablos que de algún modo u otro habían sido embaucados para unirse a aquella banda extraña.
– Ni que fuese la primera vez que me veis… – dos levantaron la cabeza y un tercero rehuyó mi mirada. Suspiré.
– Jaren te ha estado buscando. –dijo uno de los dos que miraban, con el gesto hosco. Jaren era el hombre del que sospechaba.
– Ya dije que hoy estaría fuera, tengo asuntos pendientes.
– Eso no importa, –hizo una pausa. Le faltó algún improperio, estaba segura de que había estado a punto. Lo miré con desprecio igualando su mirada y crispé los nudillos en torno al borde de la mesa. – aquí todos nos debemos a la noble causa de…
– No me hagas reir…
– …ayudar a nuestro jefe en la limpieza de calaña.
– Calaña como tú.
– Tengamos la fiesta en paz, ni a Jaren ni a Éliva les gustará que discutamos.
Caminé hasta el otro lado de la estancia donde había una serie de troncos apilados para encender el fuego.
Sentí al humano levantarse, además hizo bastante ruido, acercándose por detrás.
– Yo no lo haría, no empieces tío… –dijo el muchacho más tímido.
– Deberías hacer caso a tu amigo. –dije de espaldas a él.
– ¿Por qué tengo que hacer caso de lo que me diga una rubia furcia que ni siquiera se relaciona con el equipo y de la que no sabemos nada..?
– Genial. Tienes razón. No vas a tener que hacerlo más.
Cogí el tronco más largo y firme que había a mi alcance y propiné con él un golpe en la cabeza del hombre, que no tuvo tiempo de reaccionar y se desplomó con un golpe sordo.
– ¡¿Pero qué haces?!
– Cállate o vas detrás, chico.
El otro se levantó corriendo y se abalanzó hacia mí con un cuchillo en la mano. Me aparté cuando lanzaba su ataque y golpeé con el codo en su espalda, se quedó brevemente sin respiración y movió el brazo a ciegas, tratando de darme y haciendo un corte limpio y la parte trasera de mi hombro. Le di un guantazo con ira y lo empujé mientras trataba de volver a atizarme, forcejeamos, en silencio mientras el otro muchacho nos miraba anonadado, el más tímido. El momento de distracción me costó un puñetazo en la cara; escupí sangre al suelo y nos detuvimos, respirando forzosamente. Tras el momento de tensión me abalancé sobre él, mordí su hombro y succioné parte de su sangre, con lo que se tambaleó intentando golpearme sin éxito. Levanté la mirada roja con la cara ensangrentada al muchacho y lo agarré de la pechera para llevarlo junto al otro, cogí unas cuerdas gruesas de un rincón y uno de los troncos, los arrastré al umbral de la puerta y los até bien fuerte de espaldas, en torno al tronco que hacía de impedimento para que no se desatasen.
– Si sois un poco listos esperaréis aquí y todo saldrá bien, estúpidos insensatos… –me alejé murmurando al interior de nuevo. – …que no saben qué hacer para no aburrirse, habrase visto…
Até bien fuerte también al inconsciente y lo llevé fuera junto a un candil y otro tronco. Los saqueé, les quité las armas y saqué unas pocas monedas del aturdido. Los puse a los tres juntos en la puerta trasera, en el exterior y estrellé el candil junto al tronco y unos matojos secos. Aquello alertaría a Calhoun. Y también a Éliva y Jared… El resto (eran unos ocho en total) habrían salido, como suponía. Esperaba que fuese tiempo suficiente como para deshacer el control del brujo. Me metí dentro a toda prisa, recogiendo mis cosas y guardándome las nuevas armas por si acaso antes de cruzar el sotanillo hacia las escaleras de la planta baja, seguramente me habrían oído y estarían a punto de bajar alertados, o también por el fuego.
– Si lo tuviese probablemente ni siquiera estaría aquí. – dije como respuesta a su “Ten cuidado”. Por un momento iba a añadir algo más, había abierto la boca pero me di cuenta de que realmente no tenía nada más que decir. Definitivamente, antes no era tan cuidadosa… Decía lo necesario, trabajaba, y punto. Suspiré, sonreí en un amago de parecer cordial y me di la vuelta.
Pero su mano me agarró. Siseé en un acto reflejo girándome y mirando mi muñeca cogida por la suya y después lo miré a él. ¿Estás loca? ¿Por qué reaccionas así? Estúpida… Solo quiere ayudar. – me dije. Estaba desquiciada, y me estaba dando cuenta de ello ahora. Cerré los ojos serenándome mientras hablaba y esbocé media sonrisa de disculpa. – Perdona. Ahhhg –hice una mueca– quema…
– Esto te ayudará a que sea más difícil detectarte. Por si necesitas una ayuda extra. No durará eternamente–, le sonrió. – Suerte.
– Entiendo… Gracias otra vez. Entraré, trataré de deshacer el… sortilegio o lo que sea que mantiene a todos con la voluntad cercenada. Probablemente empezarán a salir entonces. A lo mejor lo más eficaz es dejarlos inconscientes... Lo digo porque saldrán en dirección a este prado, no creo que escojan el camino principal teniendo en cuenta que están ocupando esa casa. Me las veré con los dos cabecillas y trataré de darte tiempo con los aturdidos que salgan, pero no sé cuánto será. –presioné su brazo en señal de agradecimiento y me volví, tomando el camino.
Abrí la verja con cuidado y pasé dentro, anduve detrás de los arbustos hasta llegar a la entrada de un cobertizo y me colé dentro. Una vez salté, agudicé el oído.
Voces amortiguadas. Risas… Algún golpeteo. Probablemente estaban en algún salón de la planta baja… Parecían reunidos. Pero no oía las voces de todos. Un golpe contra la pared de enfrente me hizo sobresaltarme. Los colmillos me crecieron, alerta, los ojos rojos. Eso quería decir que estaban en el sótano contiguo al cobertizo por donde había entrado. Sacudí los hombros, flexioné el cuello y entré por la puerta. Los tres callaron, eran los humanos, los pobres diablos que de algún modo u otro habían sido embaucados para unirse a aquella banda extraña.
– Ni que fuese la primera vez que me veis… – dos levantaron la cabeza y un tercero rehuyó mi mirada. Suspiré.
– Jaren te ha estado buscando. –dijo uno de los dos que miraban, con el gesto hosco. Jaren era el hombre del que sospechaba.
– Ya dije que hoy estaría fuera, tengo asuntos pendientes.
– Eso no importa, –hizo una pausa. Le faltó algún improperio, estaba segura de que había estado a punto. Lo miré con desprecio igualando su mirada y crispé los nudillos en torno al borde de la mesa. – aquí todos nos debemos a la noble causa de…
– No me hagas reir…
– …ayudar a nuestro jefe en la limpieza de calaña.
– Calaña como tú.
– Tengamos la fiesta en paz, ni a Jaren ni a Éliva les gustará que discutamos.
Caminé hasta el otro lado de la estancia donde había una serie de troncos apilados para encender el fuego.
Sentí al humano levantarse, además hizo bastante ruido, acercándose por detrás.
– Yo no lo haría, no empieces tío… –dijo el muchacho más tímido.
– Deberías hacer caso a tu amigo. –dije de espaldas a él.
– ¿Por qué tengo que hacer caso de lo que me diga una rubia furcia que ni siquiera se relaciona con el equipo y de la que no sabemos nada..?
– Genial. Tienes razón. No vas a tener que hacerlo más.
Cogí el tronco más largo y firme que había a mi alcance y propiné con él un golpe en la cabeza del hombre, que no tuvo tiempo de reaccionar y se desplomó con un golpe sordo.
– ¡¿Pero qué haces?!
– Cállate o vas detrás, chico.
El otro se levantó corriendo y se abalanzó hacia mí con un cuchillo en la mano. Me aparté cuando lanzaba su ataque y golpeé con el codo en su espalda, se quedó brevemente sin respiración y movió el brazo a ciegas, tratando de darme y haciendo un corte limpio y la parte trasera de mi hombro. Le di un guantazo con ira y lo empujé mientras trataba de volver a atizarme, forcejeamos, en silencio mientras el otro muchacho nos miraba anonadado, el más tímido. El momento de distracción me costó un puñetazo en la cara; escupí sangre al suelo y nos detuvimos, respirando forzosamente. Tras el momento de tensión me abalancé sobre él, mordí su hombro y succioné parte de su sangre, con lo que se tambaleó intentando golpearme sin éxito. Levanté la mirada roja con la cara ensangrentada al muchacho y lo agarré de la pechera para llevarlo junto al otro, cogí unas cuerdas gruesas de un rincón y uno de los troncos, los arrastré al umbral de la puerta y los até bien fuerte de espaldas, en torno al tronco que hacía de impedimento para que no se desatasen.
– Si sois un poco listos esperaréis aquí y todo saldrá bien, estúpidos insensatos… –me alejé murmurando al interior de nuevo. – …que no saben qué hacer para no aburrirse, habrase visto…
Até bien fuerte también al inconsciente y lo llevé fuera junto a un candil y otro tronco. Los saqueé, les quité las armas y saqué unas pocas monedas del aturdido. Los puse a los tres juntos en la puerta trasera, en el exterior y estrellé el candil junto al tronco y unos matojos secos. Aquello alertaría a Calhoun. Y también a Éliva y Jared… El resto (eran unos ocho en total) habrían salido, como suponía. Esperaba que fuese tiempo suficiente como para deshacer el control del brujo. Me metí dentro a toda prisa, recogiendo mis cosas y guardándome las nuevas armas por si acaso antes de cruzar el sotanillo hacia las escaleras de la planta baja, seguramente me habrían oído y estarían a punto de bajar alertados, o también por el fuego.
Ébano
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Al rato de verla marchar, el brujo se levantó del suelo y se acercó a unos arbustos cercanos. La vampira le había dicho que anteriormente que podían estar por fuera algunos integrantes de la banda, por lo que decidió tomar más precauciones, y esconderse en un lugar donde fuera difícil verle. Desde allí podría ver lo que pasaba enfrente de la casa, y también vería a Ébano si volvía al lugar donde hacía un instante estaba sentado.
Todo siguió en calma mientras vigilaba. Una tensa calma pues no sabía cómo le estaría yendo a la rubia dentro del caserón. Era experta, así que supuso que lo tendría todo controlado, sin embargo, estaba en inferioridad numérica, por lo que se estaba arriesgando mucho al entrar sola allí. Aunque si hubiera entrado con ella, el factor sigilo se hubiera ido al traste, y ahora mismo seguramente la casa estaría ardiendo en llamas.
Y precisamente unas llamas llamaron su atención, por lo que el brujo corrió en aquella dirección. Contempló a la vampiresa y el trabajo que había hecho con varios tipos.
- Impresionante. Me aseguraré de no cabrearte en el futuro-, bromeó. - Bueno, debemos movernos con rapidez. Si queda alguien en la casa ya debe estar alerta por todo esto-, le guiñó un ojo. - Las damas primero-, comentó antes de entrar a la casa.
La primera habitación de la primera planta era un salón que parecía con señales de una pelea, por lo que Vinc supuso que allí había tenido lugar la lucha con los hombres que estaban amarrados fuera.
- Mujer, allanamiento y destrucción del mobiliario privado. Parece que te gusta tener problemas con la guardia-, susurró y luego sonrió a la rubia.
Siguió avanzando, y mientras cruzaba el marco de una puerta, movió justo a tiempo la cabeza para evitar una daga que se clavó en la madera.
- Menudos modales amigo. Deberías ser más educado con los invitados-, saludó al hombre.
- Teniendo en cuenta que no he invitado a nadie, creo que mi recibimiento ha sido el adecuado-, contestó taciturno.
- Ohh que poco simpático-, giró un poco la cabeza para ver de reojo a la vampiresa. - Sigue con el plan. Yo me encargo de él.
Vinc ya llevaba la espada desenvainada, así que solo retrocedió unos pasos para alejarse de la puerta, donde tendría problemas para combatir y desenvolverse con su arma. Además era el sitio perfecto para acorralar a su enemigo.
El hombre corrió directo hacia él, por lo que el rubio puso en práctica su plan cuando pasó por el marco, pero el tajo de su espada no fue repelido. El que supuso que era el líder de la banda llamado Jared, no hizo movimiento de defensa, aunque tampoco lo necesitó, pues si acero lo atravesó. Una ilusión comprendió el brujo de fuego, que se movió con rapidez pues sabía que el emboscado había sido él, y no al revés.
El dolor en medio de su espalda fue suficiente para saber que no había conseguido evadirse con la suficiente rapidez. Por suerte, su coraza ligera había rechazado la mayor parte del ataque, por lo que solo tenía un pequeño corte donde la armadura ya no lo cubría. O eso creía.
Vinc se volvió para observar como el hombre tenía una risa marcada en los labios.
- Parece que te he sorprendido-, dijo con autosuficiencia.
- Sí, pero no me has matado. Ya no te será tan fácil volver a hacerlo-, respondió a la vez que atacaba hacia adelante.
El brujo de fuego no era tonto. Sabía que ese hombre que ataba era otra ilusión así que en cuanto la espada pasó por la imagen falsa, se giró para recibir al verdadero brujo ilusionista.
Jared seguía con la sonrisa en la cara, pues ya estaba lo suficientemente cerca para asestar su golpe, más el ilusionista no era el único con poderes en esa sala. El brujo de ilusiones no esperaba que el otro hombre fuera igualmente un brujo, y la ráfaga de aire de Vincent le impactó en pleno pecho, frenándolo y sacándole el aire del pecho. Jared, sin resuello, intentó defenderse con su daga, pero el bi-elemental lo desarmó con facilidad con su espada, y luego se impulsó hacia adelante, golpeándolo en la cara con la guarda del arma.
El sonido del crujido fue la señal de que todo terminó. La sangre corrió por la nariz rota del inconsciente ilusionista que cayó desplomado al suelo. Vinc le ató las manos a la espalda con una cuerda que vio en la sala, y de paso lo dejó también atado a una columna de madera que sostenía el piso superior.
- No eras el único que tenía truquitos de magia, eh-, bromeó al hombre inconsciente.
Con Jared atado, el brujo rubio se encaminó por donde se había ido Ébano. No podía estar seguro de que no hubieran más personas en la casa, y si necesitaría su ayuda.
Todo siguió en calma mientras vigilaba. Una tensa calma pues no sabía cómo le estaría yendo a la rubia dentro del caserón. Era experta, así que supuso que lo tendría todo controlado, sin embargo, estaba en inferioridad numérica, por lo que se estaba arriesgando mucho al entrar sola allí. Aunque si hubiera entrado con ella, el factor sigilo se hubiera ido al traste, y ahora mismo seguramente la casa estaría ardiendo en llamas.
Y precisamente unas llamas llamaron su atención, por lo que el brujo corrió en aquella dirección. Contempló a la vampiresa y el trabajo que había hecho con varios tipos.
- Impresionante. Me aseguraré de no cabrearte en el futuro-, bromeó. - Bueno, debemos movernos con rapidez. Si queda alguien en la casa ya debe estar alerta por todo esto-, le guiñó un ojo. - Las damas primero-, comentó antes de entrar a la casa.
La primera habitación de la primera planta era un salón que parecía con señales de una pelea, por lo que Vinc supuso que allí había tenido lugar la lucha con los hombres que estaban amarrados fuera.
- Mujer, allanamiento y destrucción del mobiliario privado. Parece que te gusta tener problemas con la guardia-, susurró y luego sonrió a la rubia.
Siguió avanzando, y mientras cruzaba el marco de una puerta, movió justo a tiempo la cabeza para evitar una daga que se clavó en la madera.
- Menudos modales amigo. Deberías ser más educado con los invitados-, saludó al hombre.
- Teniendo en cuenta que no he invitado a nadie, creo que mi recibimiento ha sido el adecuado-, contestó taciturno.
- Ohh que poco simpático-, giró un poco la cabeza para ver de reojo a la vampiresa. - Sigue con el plan. Yo me encargo de él.
Vinc ya llevaba la espada desenvainada, así que solo retrocedió unos pasos para alejarse de la puerta, donde tendría problemas para combatir y desenvolverse con su arma. Además era el sitio perfecto para acorralar a su enemigo.
El hombre corrió directo hacia él, por lo que el rubio puso en práctica su plan cuando pasó por el marco, pero el tajo de su espada no fue repelido. El que supuso que era el líder de la banda llamado Jared, no hizo movimiento de defensa, aunque tampoco lo necesitó, pues si acero lo atravesó. Una ilusión comprendió el brujo de fuego, que se movió con rapidez pues sabía que el emboscado había sido él, y no al revés.
El dolor en medio de su espalda fue suficiente para saber que no había conseguido evadirse con la suficiente rapidez. Por suerte, su coraza ligera había rechazado la mayor parte del ataque, por lo que solo tenía un pequeño corte donde la armadura ya no lo cubría. O eso creía.
Vinc se volvió para observar como el hombre tenía una risa marcada en los labios.
- Parece que te he sorprendido-, dijo con autosuficiencia.
- Sí, pero no me has matado. Ya no te será tan fácil volver a hacerlo-, respondió a la vez que atacaba hacia adelante.
El brujo de fuego no era tonto. Sabía que ese hombre que ataba era otra ilusión así que en cuanto la espada pasó por la imagen falsa, se giró para recibir al verdadero brujo ilusionista.
Jared seguía con la sonrisa en la cara, pues ya estaba lo suficientemente cerca para asestar su golpe, más el ilusionista no era el único con poderes en esa sala. El brujo de ilusiones no esperaba que el otro hombre fuera igualmente un brujo, y la ráfaga de aire de Vincent le impactó en pleno pecho, frenándolo y sacándole el aire del pecho. Jared, sin resuello, intentó defenderse con su daga, pero el bi-elemental lo desarmó con facilidad con su espada, y luego se impulsó hacia adelante, golpeándolo en la cara con la guarda del arma.
El sonido del crujido fue la señal de que todo terminó. La sangre corrió por la nariz rota del inconsciente ilusionista que cayó desplomado al suelo. Vinc le ató las manos a la espalda con una cuerda que vio en la sala, y de paso lo dejó también atado a una columna de madera que sostenía el piso superior.
- No eras el único que tenía truquitos de magia, eh-, bromeó al hombre inconsciente.
Con Jared atado, el brujo rubio se encaminó por donde se había ido Ébano. No podía estar seguro de que no hubieran más personas en la casa, y si necesitaría su ayuda.
Vincent Calhoun
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Sonreí de lado con el comentario del brujo sobre cabrearme en un futuro y me di la vuelta decidida. Tenía los sentidos y los nervios a flor de piel, las pupilas dilatadas y los colmillos fuera, y quería conservar ese estado mientras pudiese para aprovecharlo con los últimos dos individuos.
– Digamos que atraigo a los problemas... Así que toca resolverlos, ¿no? –susurré también. Estabamos en el pequeño salón donde me había deshecho de los otros tres. Pensé que faltaban dos que habrían salido por ahí, y esperaba que no volviesen en toda la noche, al menos. Siseé y me moví instintivamente a un lado como Vincent, cuando la daga pasó a clavarse en el marco de la puerta donde estababamos.
– Jared... –mascullé. Tan vehemente como siempre, estaba en la penumbra, observándonos, y visiblemente molesto. En realidad... No era para menos. Me moví lentamente a un lado sacando dos dagas, calibrando la situación, si daba la vuelta por el lado derecho, cercano a las ventanas, podría subir por las escaleras, estaba segura de que ella estaba arriba, y de que estaba haciendo algo importante o de lo contrario habría bajado con Jared a combatir sabiendo que éramos dos, las voces y el olor los había alertado de ello, estaba segura. Y eso no hacía más que confirmar mis sospechas.... Ella o él mantenían una ilusión, una manipulación y por eso el resto tenían esa fe ciega en ellos, en las órdenes que acataban tan fielmente. Y por eso había bajado solamente Jared.
Vincent y él intercambiaron unas palabras. No pude evitar sonreir, el humor de mi compañero me gustaba, era estupendo para esas ocasiones... Tragué, asentí a sus palabras y salí corriendo amparada por el sigilo de mi raza y el de la runa. Jared se volvió precipitadamente hacia mí, pero acto seguido devolvió su atención al brujo y ambos comenzaron una danza mortífera aderezada por el enfado de Jared, tan prepotente y arrogante.
Me perdí en las sombras y recorrí todo el pasillo superior, abrí y cerré un par de puertas en una zona totalmente opuesta para distraer a la mujer, que estaría, esperaba, nerviosa. Tras ello tomé una portezuela secundaria en la que había unas escaleras de caracol que llevaban a un piso superior solo accesible por sus extremos... Y en cuyo centro estaba el cuarto que compartían aquellos dos, sospechaba, para fines totalmente ajenos a la vida en pareja. Nunca había entrado allí, no me lo permitían, igual que al resto. La diferencia entre mi persona y los demás, era que yo me había unido al grupo más tarde, y la ilusión había comenzado mucho antes... No podían meterme dentro.
Sonreí, con los colmillos fuera y la sed apremiando en mi garganta después de semanas... Sentía las fuerzas menguadas sobre todo después del altercado abajo, y un trago se me hacían tan sumamente interesante ahora...
En penumbra, la habitación guardaba un resplandor blanquecino a la izquierda, tras un biombo, cuya luz se resbalaba por debajo dejándome ver una estancia totalmente en madera, las ventanas con postigos y maderos, ropa tirada en el suelo y una mesa llena de pequeños artilugios y recipientes de cristal. ¿Alquimia? Tal vez. Todo se asemejaba demasiado a lo que llevaba tiempo suponiendo. Un pequeño zumbido que temblaba en sintonía con las ondas sonoras se hacía más agudo cada vez, vibrante. Algo de cristal cayó tras el biombo y un grito agudo de rabia se interpuso entre el silencio de la noche, la mujer, y yo.
– Éliva.
– ¡No! Estúpida... ¿¡Cómo te atreves!? –rodeé el biombo al escuchar el trasiego de pasos y objetos, llevaba una daga en la mano y en la otra, una pequeña garra engarzada en forma de anillo a mi dedo. La mujer, de oscuro cabello castaño cenizo y con gesto de ira y asco, estaba pegada a la pared, sosteniendo con las manos un arco de luz blanquecina que supuse, era alguna fuente de energía externa creada para potenciar su magia.
– No, cómo te atreves tú. Hay mucha gente dispuesta a todo. No tenías derecho a manipular a nadie.
– Jajaja. No me hagas reir. ¿Quién te crees para hablarme de eso? ¿Tú? Un asqueroso vampiro que se vale de sus habilidades para manipular y servirse de los demás como un asqueroso parási...
Siseé cerniéndome sobre ella, con la boca abierta y la garra amenazante, el gesto contraído. Parecía un animal, más que una persona. Había momentos en que el rostro de un vampiro adquiería dimensiones desconocidas para un rostro normal, la fuerza interior, el animal y la sed se apoderan de uno y se deja ver en el rostro, en la ira; y eso era en ese momento. El halo de luz de Éliva tembló, pero yo sabía que no era tan fácil. – No voy a consentir que hables de mi como de uno más. No me conoces... Y tampoco necesito que lo hagas. –escupí al suelo, con vehemencia, y la tensión se sobrevino encima de nosotras, densa, pastosa y burlona. El aire mismo sabía que era cuestión de tiempo.
La mujer rompió el halo de luz que hacía de fuente de energía para su poder y agarró una botella de cristal del suelo, girandose en un ángulo extraño para atizarme; esquivé, traté de atacar con la garra y lo esquivó a su vez, pero estampó el líquido de cristal entre mi cuello y mi hombro, que escocía bastante como pude comprobar. Chillé y agité el brazo hasta rajar parte de su antebrazo y comenzamos a forcejear.
Silencio cortado por zumbidos y siseos de ambas mujeres.... bañado en las luces extrañas de aquellas pócimas y la luz de la luna por los maderos. Un empujón mío la llevó a caer contra la mesa antes mencionada, corrí hacia ella y le asesté un puñetazo en la cara empuñando la daga, traté de cortar su abdomen después y recibí un guantazo a mano abierta, me cogió del pelo y me giró, agarrando otro frasco, el brazo me escocía y estaba tan cerca de su cuello... tanto....
Siseé de nuevo, propiné un codazo en el estómago que la dejó sin respiraicón y me revolví para clavar mis dientes en su cuello, dulce, fuerte y abundante... Oh dioses... La sensación vigorizante y la adrenalina pasando por mis dientes... La mujer me apartó con una fuerza sorprendente para ese estado y volvimos a lanzar puñetazos y golpes a mano abierta, chorreaba sangre y ella se tambaleaba. ¿Debería tapar su herida...?
– Déjalo Éliva.
El zumbido aminoraba, su fuerza se debilitaba. Apreté los dientes. No la quería muerta. En el fondo me daba igual... Pero diablos, quería mi dinero. O al menos, cumplir con mi palabra. – ¿Te crees una chica buena por eso...? –se rió de forma despectiva y se tocó el cuello, empapado– Mírate. Mírame...
Algo dentro de mi se tambaleó. Una parte interna de mí creía sus palabras, se sentía destrozada y asqueada de lo que era. Sea lo que fuese, no era el momento ni el lugar. Apreté los dientes, más cargada de indecisión que de seguridad y me acerqué a ella velozmente, cruzando unos últimos golpes, ella buscaba mi cuello con las manos, a cada ápice de fuerza que hacía, gotaba sangre de su cuello mi daga se acercaba al mismo. Negué con la cabeza antes de que desfalleciese y se derrumbase, cargando su peso en mi. La recogí y até sus manos volviendo atrás con ella. Tenía sangre seca por la barbilla y el cuello, el gesto serio y desaliñada, como ella. El aspecto era un poco deplorable.
Antes siquiera de asomar a las escaleras, escuché pasos subiendo. La solté y saqué la daga siseando, agresiva y encogida; justo a tiempo para ver que se trataba del brujo.
– Pues ya está... Está inconsciente. –Ahora que estaba allí, me arrodillé, arranqué un pedazo de su vestido y presioné en su cuello anudandolo, taponando la herida.– No me lo tomes en cuenta, lo necesitaba y lo que cuenta es que está viva... Si estás aquí supongo que todo está solucionado. –dije, alzando una ceja, inquisitiva.
Mientras aparejábamos los últimos detalles me froté la marca en la piel, que desaparecía lentamente. – Gracias, Calhoun. No sé hasta qué punto habría podido hacerlo yo sola o con otro...
Tras la breve charla, bajaríamos los dos y tras cerciorarnos de que no iban a ir a ninguna parte, cargaríamos con los dos bandidos más importantes hasta el cuartelillo más cercano para dar aviso de la localización del resto y cobrar.
– Digamos que atraigo a los problemas... Así que toca resolverlos, ¿no? –susurré también. Estabamos en el pequeño salón donde me había deshecho de los otros tres. Pensé que faltaban dos que habrían salido por ahí, y esperaba que no volviesen en toda la noche, al menos. Siseé y me moví instintivamente a un lado como Vincent, cuando la daga pasó a clavarse en el marco de la puerta donde estababamos.
– Jared... –mascullé. Tan vehemente como siempre, estaba en la penumbra, observándonos, y visiblemente molesto. En realidad... No era para menos. Me moví lentamente a un lado sacando dos dagas, calibrando la situación, si daba la vuelta por el lado derecho, cercano a las ventanas, podría subir por las escaleras, estaba segura de que ella estaba arriba, y de que estaba haciendo algo importante o de lo contrario habría bajado con Jared a combatir sabiendo que éramos dos, las voces y el olor los había alertado de ello, estaba segura. Y eso no hacía más que confirmar mis sospechas.... Ella o él mantenían una ilusión, una manipulación y por eso el resto tenían esa fe ciega en ellos, en las órdenes que acataban tan fielmente. Y por eso había bajado solamente Jared.
Vincent y él intercambiaron unas palabras. No pude evitar sonreir, el humor de mi compañero me gustaba, era estupendo para esas ocasiones... Tragué, asentí a sus palabras y salí corriendo amparada por el sigilo de mi raza y el de la runa. Jared se volvió precipitadamente hacia mí, pero acto seguido devolvió su atención al brujo y ambos comenzaron una danza mortífera aderezada por el enfado de Jared, tan prepotente y arrogante.
Me perdí en las sombras y recorrí todo el pasillo superior, abrí y cerré un par de puertas en una zona totalmente opuesta para distraer a la mujer, que estaría, esperaba, nerviosa. Tras ello tomé una portezuela secundaria en la que había unas escaleras de caracol que llevaban a un piso superior solo accesible por sus extremos... Y en cuyo centro estaba el cuarto que compartían aquellos dos, sospechaba, para fines totalmente ajenos a la vida en pareja. Nunca había entrado allí, no me lo permitían, igual que al resto. La diferencia entre mi persona y los demás, era que yo me había unido al grupo más tarde, y la ilusión había comenzado mucho antes... No podían meterme dentro.
Sonreí, con los colmillos fuera y la sed apremiando en mi garganta después de semanas... Sentía las fuerzas menguadas sobre todo después del altercado abajo, y un trago se me hacían tan sumamente interesante ahora...
En penumbra, la habitación guardaba un resplandor blanquecino a la izquierda, tras un biombo, cuya luz se resbalaba por debajo dejándome ver una estancia totalmente en madera, las ventanas con postigos y maderos, ropa tirada en el suelo y una mesa llena de pequeños artilugios y recipientes de cristal. ¿Alquimia? Tal vez. Todo se asemejaba demasiado a lo que llevaba tiempo suponiendo. Un pequeño zumbido que temblaba en sintonía con las ondas sonoras se hacía más agudo cada vez, vibrante. Algo de cristal cayó tras el biombo y un grito agudo de rabia se interpuso entre el silencio de la noche, la mujer, y yo.
– Éliva.
– ¡No! Estúpida... ¿¡Cómo te atreves!? –rodeé el biombo al escuchar el trasiego de pasos y objetos, llevaba una daga en la mano y en la otra, una pequeña garra engarzada en forma de anillo a mi dedo. La mujer, de oscuro cabello castaño cenizo y con gesto de ira y asco, estaba pegada a la pared, sosteniendo con las manos un arco de luz blanquecina que supuse, era alguna fuente de energía externa creada para potenciar su magia.
– No, cómo te atreves tú. Hay mucha gente dispuesta a todo. No tenías derecho a manipular a nadie.
– Jajaja. No me hagas reir. ¿Quién te crees para hablarme de eso? ¿Tú? Un asqueroso vampiro que se vale de sus habilidades para manipular y servirse de los demás como un asqueroso parási...
Siseé cerniéndome sobre ella, con la boca abierta y la garra amenazante, el gesto contraído. Parecía un animal, más que una persona. Había momentos en que el rostro de un vampiro adquiería dimensiones desconocidas para un rostro normal, la fuerza interior, el animal y la sed se apoderan de uno y se deja ver en el rostro, en la ira; y eso era en ese momento. El halo de luz de Éliva tembló, pero yo sabía que no era tan fácil. – No voy a consentir que hables de mi como de uno más. No me conoces... Y tampoco necesito que lo hagas. –escupí al suelo, con vehemencia, y la tensión se sobrevino encima de nosotras, densa, pastosa y burlona. El aire mismo sabía que era cuestión de tiempo.
La mujer rompió el halo de luz que hacía de fuente de energía para su poder y agarró una botella de cristal del suelo, girandose en un ángulo extraño para atizarme; esquivé, traté de atacar con la garra y lo esquivó a su vez, pero estampó el líquido de cristal entre mi cuello y mi hombro, que escocía bastante como pude comprobar. Chillé y agité el brazo hasta rajar parte de su antebrazo y comenzamos a forcejear.
Silencio cortado por zumbidos y siseos de ambas mujeres.... bañado en las luces extrañas de aquellas pócimas y la luz de la luna por los maderos. Un empujón mío la llevó a caer contra la mesa antes mencionada, corrí hacia ella y le asesté un puñetazo en la cara empuñando la daga, traté de cortar su abdomen después y recibí un guantazo a mano abierta, me cogió del pelo y me giró, agarrando otro frasco, el brazo me escocía y estaba tan cerca de su cuello... tanto....
Siseé de nuevo, propiné un codazo en el estómago que la dejó sin respiraicón y me revolví para clavar mis dientes en su cuello, dulce, fuerte y abundante... Oh dioses... La sensación vigorizante y la adrenalina pasando por mis dientes... La mujer me apartó con una fuerza sorprendente para ese estado y volvimos a lanzar puñetazos y golpes a mano abierta, chorreaba sangre y ella se tambaleaba. ¿Debería tapar su herida...?
– Déjalo Éliva.
El zumbido aminoraba, su fuerza se debilitaba. Apreté los dientes. No la quería muerta. En el fondo me daba igual... Pero diablos, quería mi dinero. O al menos, cumplir con mi palabra. – ¿Te crees una chica buena por eso...? –se rió de forma despectiva y se tocó el cuello, empapado– Mírate. Mírame...
Algo dentro de mi se tambaleó. Una parte interna de mí creía sus palabras, se sentía destrozada y asqueada de lo que era. Sea lo que fuese, no era el momento ni el lugar. Apreté los dientes, más cargada de indecisión que de seguridad y me acerqué a ella velozmente, cruzando unos últimos golpes, ella buscaba mi cuello con las manos, a cada ápice de fuerza que hacía, gotaba sangre de su cuello mi daga se acercaba al mismo. Negué con la cabeza antes de que desfalleciese y se derrumbase, cargando su peso en mi. La recogí y até sus manos volviendo atrás con ella. Tenía sangre seca por la barbilla y el cuello, el gesto serio y desaliñada, como ella. El aspecto era un poco deplorable.
Antes siquiera de asomar a las escaleras, escuché pasos subiendo. La solté y saqué la daga siseando, agresiva y encogida; justo a tiempo para ver que se trataba del brujo.
– Pues ya está... Está inconsciente. –Ahora que estaba allí, me arrodillé, arranqué un pedazo de su vestido y presioné en su cuello anudandolo, taponando la herida.– No me lo tomes en cuenta, lo necesitaba y lo que cuenta es que está viva... Si estás aquí supongo que todo está solucionado. –dije, alzando una ceja, inquisitiva.
Mientras aparejábamos los últimos detalles me froté la marca en la piel, que desaparecía lentamente. – Gracias, Calhoun. No sé hasta qué punto habría podido hacerlo yo sola o con otro...
Tras la breve charla, bajaríamos los dos y tras cerciorarnos de que no iban a ir a ninguna parte, cargaríamos con los dos bandidos más importantes hasta el cuartelillo más cercano para dar aviso de la localización del resto y cobrar.
Off: Éb te seguirá allá donde necesites para cerrar, confío en tu buen criterio. Cualquier cosa, me dices y edito.
Ébano
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El brujo tenía que darse prisa en encontrar a su compañera. Dejar atado al ilusionista era lo menos salvaje que podía hacer con él, pero evidentemente se exponía a que otro de los miembros de su banda llegara y lo desatara. Tenía que ayudar a Ébano a acabar con los métodos que estaban usando los líderes para el control mental de su grupo, o se meterían en problemas si volvían los que no se hallaban en ese momento en la casa.
Vinc subió los escalones con rapidez, pero sin dejar llevarse por el ansia. No sabía dónde estaba la pareja de Jared, y si ya se había encontrado con la vampiresa, por lo que era mejor seguir actuando con cautela y sigilo. Eran demasiadas las veces que actuar de ese modo le había mantenido con vida, sobre todo contra rivales que le superaban en número. Ahora eran ellos los que supuestamente tenían superioridad numérica, más la experiencia le decía que era mejor no confiarse.
El rubio recorrió el pasillo superior de la sala donde había luchado con el ilusionista, el lugar a donde se había dirigido la rubia. Pero con el retraso de su combate con Jared, hacía tiempo que la mujer había pasado por allí, por lo que no tenía ni idea hacia qué zona concreta de la casa había ido. Inspeccionó habitación por habitación, hasta que el ruido sobre las maderas de un piso por encima de él le llamó la atención. No le cabía la menor duda de que eran los pasos de dos personas, así que el brujo se dio prisa en buscar una manera de subir, ya que sin duda eran Ébano y Éliva.
Tardó más de lo que hubiera deseado en encontrar la escalera en un extremo del pasillo que llevaba al siguiente piso. Vinc subió esta vez con mayor velocidad que la anterior vez, pues la vampira necesitaba su ayuda y el factor sorpresa ya no le era útil. Siguió hasta la zona donde consideraba que había escuchado los ruidos, y se encontró con una habitación. Tenía pinta de ser el lugar donde descansaba la pareja de brujos, y también el lugar de algo más por la cantidad de pócimas que contemplaba ante sus ojos.
- ¿Te has quedado toda la diversión para ti? - bromeó, a la vez que envainaba la espada. - Supongo que era lo que tocaba porque el estúpido de Jared me retuvo más tiempo de lo que hubiera deseado-, comentó acercándose al centro de la habitación, acariciándose las lumbares donde tendría algún rasguño, fruto del ataque del ilusionista que había rebasado su coraza ligera justo en la base.
La rubia tenía ese aspecto tenebroso que solían tener los vampiros cuando combatían. Un gesto más propio de la maldición que llevaba que de su propio pensamiento, o eso creía el brujo. Algún día debería preguntarlo para estar seguro con certeza. Además tenía mucha sangre en la cara, por lo que entendía que se había alimentado de Éliva, no obstante, la mujer castaña seguía viva. El ritmo de la respiración sobre su pecho era una señal inequívoca de que la vampira solo había tomado una parte de su sangre y no toda. Había hecho bien en confiar en la rubia, no era de las que se dejaban segar por la sed, y eso era algo imprescindible para no caer en actos que ya no le gustarían tanto. Algo imprescindible para trabajar con él.
- Tienes algo aquí-, comentó en broma, señalándose su propia comisura de los labios, en clara alusión a toda la sangre que tenía la mujer bajo los labios. Luego sonrió. - Supongo que ya hemos acabado aquí. Parecía algo complicado de hacer, pero hemos tenido suerte de que solo sus cabecillas fueran realmente los artífices de todo. También de contar con una vampiresa que patease el culo a tres hombres-, rió. - Iré al cuartel de la guardia a dar aviso. No tardaré en volver con ayuda-, dijo más serio. Después se acercó hasta la mujer castaña y se la echó al hombro. - Dejaré a esta junto a su pareja en el salón, así te será más fácil vigilarlos mientras voy y vengo. Iré rápido, para que no aparezcan los demás de la banda. Aunque ahora se supone que ya no están controlados mentalmente y seguramente ni aparezcan-, razonó antes de salir con la mujer a cuestas.
Una vez llegó al piso inferior, el rubio dejó a la mujer en el suelo, y dejó a los líderes de la banda a cargo de Ébano mientras iba al cuartel. Partió sin perder tiempo, ligero como el viento, solo con la idea fija de llegar cuanto antes con la guardia. Aunque también pensaba que había conseguido un buen dinero con ese trabajito, y lo que era más importante, una chica competente con la que podría trabajar en el futuro.
Vinc subió los escalones con rapidez, pero sin dejar llevarse por el ansia. No sabía dónde estaba la pareja de Jared, y si ya se había encontrado con la vampiresa, por lo que era mejor seguir actuando con cautela y sigilo. Eran demasiadas las veces que actuar de ese modo le había mantenido con vida, sobre todo contra rivales que le superaban en número. Ahora eran ellos los que supuestamente tenían superioridad numérica, más la experiencia le decía que era mejor no confiarse.
El rubio recorrió el pasillo superior de la sala donde había luchado con el ilusionista, el lugar a donde se había dirigido la rubia. Pero con el retraso de su combate con Jared, hacía tiempo que la mujer había pasado por allí, por lo que no tenía ni idea hacia qué zona concreta de la casa había ido. Inspeccionó habitación por habitación, hasta que el ruido sobre las maderas de un piso por encima de él le llamó la atención. No le cabía la menor duda de que eran los pasos de dos personas, así que el brujo se dio prisa en buscar una manera de subir, ya que sin duda eran Ébano y Éliva.
Tardó más de lo que hubiera deseado en encontrar la escalera en un extremo del pasillo que llevaba al siguiente piso. Vinc subió esta vez con mayor velocidad que la anterior vez, pues la vampira necesitaba su ayuda y el factor sorpresa ya no le era útil. Siguió hasta la zona donde consideraba que había escuchado los ruidos, y se encontró con una habitación. Tenía pinta de ser el lugar donde descansaba la pareja de brujos, y también el lugar de algo más por la cantidad de pócimas que contemplaba ante sus ojos.
- ¿Te has quedado toda la diversión para ti? - bromeó, a la vez que envainaba la espada. - Supongo que era lo que tocaba porque el estúpido de Jared me retuvo más tiempo de lo que hubiera deseado-, comentó acercándose al centro de la habitación, acariciándose las lumbares donde tendría algún rasguño, fruto del ataque del ilusionista que había rebasado su coraza ligera justo en la base.
La rubia tenía ese aspecto tenebroso que solían tener los vampiros cuando combatían. Un gesto más propio de la maldición que llevaba que de su propio pensamiento, o eso creía el brujo. Algún día debería preguntarlo para estar seguro con certeza. Además tenía mucha sangre en la cara, por lo que entendía que se había alimentado de Éliva, no obstante, la mujer castaña seguía viva. El ritmo de la respiración sobre su pecho era una señal inequívoca de que la vampira solo había tomado una parte de su sangre y no toda. Había hecho bien en confiar en la rubia, no era de las que se dejaban segar por la sed, y eso era algo imprescindible para no caer en actos que ya no le gustarían tanto. Algo imprescindible para trabajar con él.
- Tienes algo aquí-, comentó en broma, señalándose su propia comisura de los labios, en clara alusión a toda la sangre que tenía la mujer bajo los labios. Luego sonrió. - Supongo que ya hemos acabado aquí. Parecía algo complicado de hacer, pero hemos tenido suerte de que solo sus cabecillas fueran realmente los artífices de todo. También de contar con una vampiresa que patease el culo a tres hombres-, rió. - Iré al cuartel de la guardia a dar aviso. No tardaré en volver con ayuda-, dijo más serio. Después se acercó hasta la mujer castaña y se la echó al hombro. - Dejaré a esta junto a su pareja en el salón, así te será más fácil vigilarlos mientras voy y vengo. Iré rápido, para que no aparezcan los demás de la banda. Aunque ahora se supone que ya no están controlados mentalmente y seguramente ni aparezcan-, razonó antes de salir con la mujer a cuestas.
Una vez llegó al piso inferior, el rubio dejó a la mujer en el suelo, y dejó a los líderes de la banda a cargo de Ébano mientras iba al cuartel. Partió sin perder tiempo, ligero como el viento, solo con la idea fija de llegar cuanto antes con la guardia. Aunque también pensaba que había conseguido un buen dinero con ese trabajito, y lo que era más importante, una chica competente con la que podría trabajar en el futuro.
Vincent Calhoun
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Vincent Calhoun.
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No es necesario que solicites adición de dicho punto, ya está en tu perfil.
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