Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
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Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
Nadie quedaba indiferente ante los rumores que empezaban a extenderse por la apacible ciudad de Lunargenta, mucho menos cuando estos tenían que ver directamente con el cementerio de las afueras. Noche tras noche, y desde hacía ya tres semanas, alguien se había dedicado a desenterrar cadáveres de sus tumbas, para luego llevarse partes de los mismos y dejar el resto a la vista, cosa que de inmediato había alertado al enterrador.
Las viudas que solían pasar por allí a llevar flores de inmediato pusieron el grito en el cielo, temiendo que los cuerpos de sus difuntos maridos fuesen mancillados, lo que para el pobre vigilante del cementerio solo supuso mucho más trabajo. Pero por más que rondase la zona, el escurridizo ladrón conseguía hacerse con algo cada noche, ya que disponía de un área bastante amplia para escoger.
Cansados de aquella situación, tanto el vigilante como el enterrador buscaban desesperadamente algo de ayuda, pero la guardia de la ciudad estaba demasiado ocupada para atenderlos, lo que les obligaría a apelar a la moral de los ciudadanos, con el fin de que les prestasen sus servicios de forma gratuita. Los primeros intentos no dieron fruto, varios hombres se habían acercado hasta el lugar pero ninguno estaba dispuesto a trabajar sin recibir retribución por ello.
- Otra más, ¡maldito sea! - exclamó el enterrador, mientras revisaba con enfado la nueva tumba abierta de aquella mañana. El anciano empezaba a notar como los años le pasaban factura físicamente, ya no estaba para aquellos trotes sino para empezar a buscar un sucesor, pero aquel desgraciado no le daría tregua. - No podemos seguir así, tenemos que conseguir más gente o no lo atraparemos. - intervino el vigilante, cuyas marcadas ojeras delataban lo poco que se permitía dormir desde que aquellos incidentes habían comenzado.
- ¿De dónde la vamos a sacar? Los únicos que se acercan son cazarrecompensas, nadie vendrá a ayudarnos desinteresadamente. - contestó el viejo, visiblemente nervioso y disgustado por la situación. El silencio se adueñó del momento, mientras ambos hombres se devanaban los sesos en busca de una solución para aquel problema. No tenían muchas opciones, la guardia ignoraba sus peticiones y había quedado claro que ellos solos no podrían dar caza al ladrón, así que solo quedaba esperar o resignarse.
La bruja había escuchado los rumores en la taberna la tarde anterior, y por mera curiosidad, decidió acercarse al cementerio, para comprobar por sí misma si eran ciertos o las cotillas estaban exagerando. Vio desde lejos al anciano, cabizbajo y con los brazos apoyados sobre el mango de la pala, mientras su compañero se adelantaba para hacer revisión del cadáver y determinar qué le faltaba.
- Uhmm que raro… parece que no se ha llevado nada de este. - indicó, con expresión confundida. - ¿Qué? No puede ser. - dijo el enterrador, incrédulo. La hechicera los alcanzó mientras ambos se encontraban agachados a ambos lados de la tumba, y para evitar sobresaltos carraspeó sonoramente, de modo que se percatasen de su presencia. - Disculpen, he escuchado los rumores sobre lo que está pasando, ¿son ciertos? - preguntó, en cuanto posaron las miradas sobre ella.
- Me temo que sí. - comentó el vigilante, al tiempo que se levantaba. - Huesos, eso es lo que suele llevarse el canalla, pero ésta vez se ha equivocado al elegir, el cuerpo es demasiado reciente y no se ha descompuesto lo suficiente. - añadió el anciano, ligeramente más animado por el fallo que había cometido aquel delincuente. - Supongo que necesitan ayuda para detenerlo, quisiera ofrecerles la mía. - anunció la maga, para sorpresa de ambos.
- No tenemos dinero para pagar a nadie muchacha. - dijo el mayor, mientras comenzaba a tapar la tumba con tierra. - No pienso cobrarles nada. - respondió ella, y esas palabras sí tuvieron mayor efecto sobre el enterrador, que se detuvo para mirarla directamente. - Si no lo veo no lo creo…- susurró, al tiempo que dejaba de lado su tarea para tenderle la mano. - Agradecemos cualquier ayuda, pero ese desgraciado solo viene de noche así que tendrás que pasarte por aquí más tarde, cuando el sol comience a ocultarse. - añadió, esperanzado. Quizá entre tres pudiesen tener alguna oportunidad.
- Aquí estaré. - tras estrechar la mano que el anciano le ofrecía. Luego emprendería el camino de vuelta a la ciudad y se prepararía para una noche cuanto menos agitada, aquel ladrón no iba a dejarse atrapar fácilmente.
Las viudas que solían pasar por allí a llevar flores de inmediato pusieron el grito en el cielo, temiendo que los cuerpos de sus difuntos maridos fuesen mancillados, lo que para el pobre vigilante del cementerio solo supuso mucho más trabajo. Pero por más que rondase la zona, el escurridizo ladrón conseguía hacerse con algo cada noche, ya que disponía de un área bastante amplia para escoger.
Cansados de aquella situación, tanto el vigilante como el enterrador buscaban desesperadamente algo de ayuda, pero la guardia de la ciudad estaba demasiado ocupada para atenderlos, lo que les obligaría a apelar a la moral de los ciudadanos, con el fin de que les prestasen sus servicios de forma gratuita. Los primeros intentos no dieron fruto, varios hombres se habían acercado hasta el lugar pero ninguno estaba dispuesto a trabajar sin recibir retribución por ello.
- Otra más, ¡maldito sea! - exclamó el enterrador, mientras revisaba con enfado la nueva tumba abierta de aquella mañana. El anciano empezaba a notar como los años le pasaban factura físicamente, ya no estaba para aquellos trotes sino para empezar a buscar un sucesor, pero aquel desgraciado no le daría tregua. - No podemos seguir así, tenemos que conseguir más gente o no lo atraparemos. - intervino el vigilante, cuyas marcadas ojeras delataban lo poco que se permitía dormir desde que aquellos incidentes habían comenzado.
- ¿De dónde la vamos a sacar? Los únicos que se acercan son cazarrecompensas, nadie vendrá a ayudarnos desinteresadamente. - contestó el viejo, visiblemente nervioso y disgustado por la situación. El silencio se adueñó del momento, mientras ambos hombres se devanaban los sesos en busca de una solución para aquel problema. No tenían muchas opciones, la guardia ignoraba sus peticiones y había quedado claro que ellos solos no podrían dar caza al ladrón, así que solo quedaba esperar o resignarse.
La bruja había escuchado los rumores en la taberna la tarde anterior, y por mera curiosidad, decidió acercarse al cementerio, para comprobar por sí misma si eran ciertos o las cotillas estaban exagerando. Vio desde lejos al anciano, cabizbajo y con los brazos apoyados sobre el mango de la pala, mientras su compañero se adelantaba para hacer revisión del cadáver y determinar qué le faltaba.
- Uhmm que raro… parece que no se ha llevado nada de este. - indicó, con expresión confundida. - ¿Qué? No puede ser. - dijo el enterrador, incrédulo. La hechicera los alcanzó mientras ambos se encontraban agachados a ambos lados de la tumba, y para evitar sobresaltos carraspeó sonoramente, de modo que se percatasen de su presencia. - Disculpen, he escuchado los rumores sobre lo que está pasando, ¿son ciertos? - preguntó, en cuanto posaron las miradas sobre ella.
- Me temo que sí. - comentó el vigilante, al tiempo que se levantaba. - Huesos, eso es lo que suele llevarse el canalla, pero ésta vez se ha equivocado al elegir, el cuerpo es demasiado reciente y no se ha descompuesto lo suficiente. - añadió el anciano, ligeramente más animado por el fallo que había cometido aquel delincuente. - Supongo que necesitan ayuda para detenerlo, quisiera ofrecerles la mía. - anunció la maga, para sorpresa de ambos.
- No tenemos dinero para pagar a nadie muchacha. - dijo el mayor, mientras comenzaba a tapar la tumba con tierra. - No pienso cobrarles nada. - respondió ella, y esas palabras sí tuvieron mayor efecto sobre el enterrador, que se detuvo para mirarla directamente. - Si no lo veo no lo creo…- susurró, al tiempo que dejaba de lado su tarea para tenderle la mano. - Agradecemos cualquier ayuda, pero ese desgraciado solo viene de noche así que tendrás que pasarte por aquí más tarde, cuando el sol comience a ocultarse. - añadió, esperanzado. Quizá entre tres pudiesen tener alguna oportunidad.
- Aquí estaré. - tras estrechar la mano que el anciano le ofrecía. Luego emprendería el camino de vuelta a la ciudad y se prepararía para una noche cuanto menos agitada, aquel ladrón no iba a dejarse atrapar fácilmente.
Última edición por Elen Calhoun el Dom 10 Ene - 21:17, editado 2 veces
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
Explorar las afueras de la península de Verisar resultaba entretenido para los intrépidos aventureros, pero tras la disconformidad que tuvo en Lunargenta, el minino estaba negativo al respecto. Para ser un tipo de tan baja estatura era un sujeto que tenía mucho atrevimiento a la hora de ir y venir, tal vez por eso la mayor parte de sus relaciones no suelen ser muy bien recibidas. Considera bastante que la educación es esencial, pero cuando le conviene. Ahora tan solo aquello era un viaje más de lo que entre horas y horas de caminar sin siquiera una montura, la noche ya había alcanzado su punto prolífico. El frío en el ambiente era contrarrestado gracias al humo que emanaba de su pipa que, afortunadamente, servía para una ocasión como esa.
Los arbustos y las herbáceas en el bosque se habían convertido desde simple maleza muerta como cualquiera a una naturaleza un tanto más retorcida y siniestra, eso combinaba mucho contando su mala fertilidad. Le hacía recordar un poco a sus días en Sacrestic Ville en aquel noche de fiesta en el territorio de los chupasangre, vestidos como payasos, pero era desalentador que no hubiese logrado llegar a un lugar prolífico en la calificación de la gente. Tal vez fuese por su carácter cínico, pero el gato se sentía cómodo de una manera antipática de sentirse solo, no había gente intolerante con su vicio a fumar. Su desventaja estaba en que el alcohol no estaba en esa noche, solo los acosadores sonidos de los búhos acechando en la penumbra nocturna.
— ¡Ah! —Trato de comentar la actitud del ambiente en aquella noche, parecía un poco optimista.— Una noche más andando entre la estúpida maleza. Que buena idea fue la de gastar todo el oro, pero entre más vino era mejor. O eso creo.
Su largo camino entre los búhos ululando en la noche a terminar como un pasaje de graznidos, del que bastante notorios indicaban la estancia de varios cuervos en aquel lugar. Pronto, no podía dejar de percatarse del sin número de figuras ennegrecidas y poco notorias a su alrededor. Era como una pradera repleta de diferentes lápidas de las que, inseguro en aquella oscuridad, el minino se encamino a una de ellas. Sintió la tierra llenar de mugre sus botas de las que no dio mucha importancia como lo haría algún abanderado. Dudaba de estar ebrio o no como para verlas de esa manera a la luz de la luna, que lucía mucho mas resplandeciente que su largo camino entre los bosques.
— Vamos a ver... —Trataba de leer una de las figuras clavadas en la tierra.— Des... des... cansa en p..az.
Sorprendido de que se hubiese perdido en una pradera repleta de lápidas de difuntos, el minino tropezó de una forma un tanto torpe gracias al fango entre sus botas. La tierra bajó del hueco hacia el difunto debajo de sí, acompañado del felino. Hundido en aquel pasadizo con un cadáver que poco a poco comenzaba a pudrirse, el gato tan solo pudo soltar un grito de aquel espantosa bienvenida.
— ¡Por un demonio! —Gritó, su rabia por haber caído era mas notoria que su miedo.— ¡¿Quién se le ocurre poner pasadizos a esto?! ¡Vamos, no volveré a tomar si me sacan de este lío!
Los arbustos y las herbáceas en el bosque se habían convertido desde simple maleza muerta como cualquiera a una naturaleza un tanto más retorcida y siniestra, eso combinaba mucho contando su mala fertilidad. Le hacía recordar un poco a sus días en Sacrestic Ville en aquel noche de fiesta en el territorio de los chupasangre, vestidos como payasos, pero era desalentador que no hubiese logrado llegar a un lugar prolífico en la calificación de la gente. Tal vez fuese por su carácter cínico, pero el gato se sentía cómodo de una manera antipática de sentirse solo, no había gente intolerante con su vicio a fumar. Su desventaja estaba en que el alcohol no estaba en esa noche, solo los acosadores sonidos de los búhos acechando en la penumbra nocturna.
— ¡Ah! —Trato de comentar la actitud del ambiente en aquella noche, parecía un poco optimista.— Una noche más andando entre la estúpida maleza. Que buena idea fue la de gastar todo el oro, pero entre más vino era mejor. O eso creo.
Su largo camino entre los búhos ululando en la noche a terminar como un pasaje de graznidos, del que bastante notorios indicaban la estancia de varios cuervos en aquel lugar. Pronto, no podía dejar de percatarse del sin número de figuras ennegrecidas y poco notorias a su alrededor. Era como una pradera repleta de diferentes lápidas de las que, inseguro en aquella oscuridad, el minino se encamino a una de ellas. Sintió la tierra llenar de mugre sus botas de las que no dio mucha importancia como lo haría algún abanderado. Dudaba de estar ebrio o no como para verlas de esa manera a la luz de la luna, que lucía mucho mas resplandeciente que su largo camino entre los bosques.
— Vamos a ver... —Trataba de leer una de las figuras clavadas en la tierra.— Des... des... cansa en p..az.
Sorprendido de que se hubiese perdido en una pradera repleta de lápidas de difuntos, el minino tropezó de una forma un tanto torpe gracias al fango entre sus botas. La tierra bajó del hueco hacia el difunto debajo de sí, acompañado del felino. Hundido en aquel pasadizo con un cadáver que poco a poco comenzaba a pudrirse, el gato tan solo pudo soltar un grito de aquel espantosa bienvenida.
— ¡Por un demonio! —Gritó, su rabia por haber caído era mas notoria que su miedo.— ¡¿Quién se le ocurre poner pasadizos a esto?! ¡Vamos, no volveré a tomar si me sacan de este lío!
Desidenius Rex
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
Tras reunir todo lo que creía necesario para aquella misión de caza, la de ojos verdes volvió a emprender el camino hacia las afueras, justo cuando el sol empezaba a ponerse tras el horizonte. No tardó mucho en llegar y encontrarse nuevamente con el enterrador, que ya preparaba varias lámparas de aceite para dejarlas repartidas por entre las tumbas, de modo que pudiesen tener algo para guiarse cuando el oscuro manto de la noche se les hubiese echado encima.
Sabía de sobra que no eran suficientes para iluminar todo el cementerio, pero quizá si las colocaban estratégicamente pudiesen ver al escurridizo ladrón, que tantos quebraderos de cabeza les estaba dando con sus actos. - Me alegra verte de nuevo, la verdad no creíamos que nadie se prestase voluntariamente para ayudarnos. - dijo el anciano nada más verla, para luego entregarle una de las lámparas ya encendidas. - Toma esto, te servirá para no tropezar con las lápidas durante la ronda. - indicó, pero la joven negó con la cabeza.
- No me hace falta, tengo mis propios recursos. - respondió con tono amable, provocando la curiosidad en el viejo. - Las luces pueden ser de ayuda pero también podrían alertar al ladrón de nuestras posiciones, será mejor que las dejéis en el suelo en vez de llevarlas con vosotros. - prosiguió, mientras echaba un rápido vistazo a la zona. - Es muy amplio, demasiadas opciones. - musitó para sí. - Ese es el problema, aunque estemos vigilando siempre consigue colarse por algún lado, no somos suficientes para proteger todo el cementerio. - comentó el anciano, dejando escapar un suspiro de resignación.
- Hoy nos dividiremos para abarcar más terreno, puede que entre tres tengamos alguna oportunidad. - intervino el vigilante, que regresaba al trabajo tras un breve descanso. Dispusieron las lámparas de forma que casi todo el lugar quedase algo más iluminado, luego solo quedó esperar, junto a la caseta del enterrador hasta que el sol hubiese abandonado completamente el cielo.
Elen se había vestido especialmente para la ocasión, con ropajes oscuros que la ayudasen a pasar desapercibida, solo así tendría ocasión de tomar por sorpresa al ladrón, si es que lo encontraba. Sus botas apenas hacían ruido, lo que dio más de un susto al vigilante, por no escucharla llegar. - Bien, es la hora. - comentó el hombretón, tras uno de aquellos sobresaltos repentinos. - Tened cuidado, no sabemos de qué será capaz si se ve arrinconado. - añadió, para luego girar sobre sus talones y marcharse a la zona que le tocaba vigilar.
Iba armado con una espada, mientras el anciano se negaba a llevar consigo otra cosa que no fuera su pala, con la que aseguraba ser muy diestro. La de ojos verdes tenía sus poderes y la daga, más que suficiente para reducir a cualquier individuo, aunque lo complicado no sería acertarle sino encontrarlo, o eso pensaba ella. Mientras caminaba entre las tumbas empezó a escuchar una voz no muy lejana, que pronto se tornó más intensa, cuando el dueño comenzó a gritar a pleno pulmón.
Aquello no encajaba con la imagen que tenía del ladrón, sigiloso y rápido, pero de todos modos se acercaría para ver qué estaba pasando. Manipuló la electricidad conforme se acercaba, creando una esfera de energía para alumbrar el camino hasta el origen de aquellos gritos. La luz celeste pronto se detuvo sobre una de las tumbas, que al parecer habían abierto recientemente. En su interior se revolvía un minino, que parecía estar bastante incómodo con la compañía del cadáver, lo que tampoco encajaba con el delincuente que la bruja intentaba atrapar.
- Cálmese, vamos agárrese para que pueda sacarlo de ahí. - dijo, al tiempo que tendía una mano al extraño. Nadie quedó indiferente ante los gritos del hombre bestia, con lo que pronto tanto el vigilante como el enterrador también llegaron a la escena, creyendo que la joven había atrapado al ladrón.
Sabía de sobra que no eran suficientes para iluminar todo el cementerio, pero quizá si las colocaban estratégicamente pudiesen ver al escurridizo ladrón, que tantos quebraderos de cabeza les estaba dando con sus actos. - Me alegra verte de nuevo, la verdad no creíamos que nadie se prestase voluntariamente para ayudarnos. - dijo el anciano nada más verla, para luego entregarle una de las lámparas ya encendidas. - Toma esto, te servirá para no tropezar con las lápidas durante la ronda. - indicó, pero la joven negó con la cabeza.
- No me hace falta, tengo mis propios recursos. - respondió con tono amable, provocando la curiosidad en el viejo. - Las luces pueden ser de ayuda pero también podrían alertar al ladrón de nuestras posiciones, será mejor que las dejéis en el suelo en vez de llevarlas con vosotros. - prosiguió, mientras echaba un rápido vistazo a la zona. - Es muy amplio, demasiadas opciones. - musitó para sí. - Ese es el problema, aunque estemos vigilando siempre consigue colarse por algún lado, no somos suficientes para proteger todo el cementerio. - comentó el anciano, dejando escapar un suspiro de resignación.
- Hoy nos dividiremos para abarcar más terreno, puede que entre tres tengamos alguna oportunidad. - intervino el vigilante, que regresaba al trabajo tras un breve descanso. Dispusieron las lámparas de forma que casi todo el lugar quedase algo más iluminado, luego solo quedó esperar, junto a la caseta del enterrador hasta que el sol hubiese abandonado completamente el cielo.
Elen se había vestido especialmente para la ocasión, con ropajes oscuros que la ayudasen a pasar desapercibida, solo así tendría ocasión de tomar por sorpresa al ladrón, si es que lo encontraba. Sus botas apenas hacían ruido, lo que dio más de un susto al vigilante, por no escucharla llegar. - Bien, es la hora. - comentó el hombretón, tras uno de aquellos sobresaltos repentinos. - Tened cuidado, no sabemos de qué será capaz si se ve arrinconado. - añadió, para luego girar sobre sus talones y marcharse a la zona que le tocaba vigilar.
Iba armado con una espada, mientras el anciano se negaba a llevar consigo otra cosa que no fuera su pala, con la que aseguraba ser muy diestro. La de ojos verdes tenía sus poderes y la daga, más que suficiente para reducir a cualquier individuo, aunque lo complicado no sería acertarle sino encontrarlo, o eso pensaba ella. Mientras caminaba entre las tumbas empezó a escuchar una voz no muy lejana, que pronto se tornó más intensa, cuando el dueño comenzó a gritar a pleno pulmón.
Aquello no encajaba con la imagen que tenía del ladrón, sigiloso y rápido, pero de todos modos se acercaría para ver qué estaba pasando. Manipuló la electricidad conforme se acercaba, creando una esfera de energía para alumbrar el camino hasta el origen de aquellos gritos. La luz celeste pronto se detuvo sobre una de las tumbas, que al parecer habían abierto recientemente. En su interior se revolvía un minino, que parecía estar bastante incómodo con la compañía del cadáver, lo que tampoco encajaba con el delincuente que la bruja intentaba atrapar.
- Cálmese, vamos agárrese para que pueda sacarlo de ahí. - dijo, al tiempo que tendía una mano al extraño. Nadie quedó indiferente ante los gritos del hombre bestia, con lo que pronto tanto el vigilante como el enterrador también llegaron a la escena, creyendo que la joven había atrapado al ladrón.
Elen Calhoun
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
Cubierto de tierra y durmiendo con un cadáver, no era lo que una persona pudiese sentirse cómodo. Y menos un bohemio como Desidenius, que incluso un hedonista como él tenía claro que aquellas parafilias con cadáveres no eran su estilo y menos de su interés. Habían sido pocos minutos, pero que junto con un cuerpo pútrido e inmundo como aquel con el que estaba acostado junto al gato lo hacían horas y horas de pavor junto con aquella figura escalofriante, contando con su olor nada satisfactorio. Una luz celeste se ilumino sobre su cabeza que resplandeció el rostro demacrado por la putrefacción de su difunta compañera y el peludo rostro del gato, cuyas patillas se habían alborotado tras la caída junto con la posición de su sombrero. Una mujer con una cicatriz que cruzaba su mejilla y cubierta de ropas negras había ofrecido su mano para el rescate, por la luz que giraba entorno a su mano parecía indicar que no era nada más que una hechicera. Aquel control y maleabilidad con el elemento no era capaz de lograrse por algún dragón, de lo que a Desidenius no le importaba mucho.
Se agarró de la mano de la compañera que, a pesar de lo cooperativa que podía parecer, Rex no dejaba de pensar la humillación que sentía al ser salvado por una chica. Ahora parecía una doncella al peligro como lo veía en los clichés de los cuentos de hadas que desde su juventud les habían parecido entretenidos, hasta hora. Junto con su otra mano y sus pies se alzaron más de lo que podía su agarre con la mano de la bruja, quedando de pie al lado de su salvadora. Soltó la mano de la bruja de una manera brusca; se había disgustado de la tierra que había dejado como regalo la tumba tras su caída, necesito de sus manos para quitársela de su pelo. Dudaba de que si ahora estaba mucho más calmado o enojado tras ver como se había deteriorado su estilo de romanticista que había sido característico para el gato.
— ¡Te odio, Odin! —Elevo su puño enguantado al cielo, furioso.— No puede ser que tan solo en un simple viaje llegue a estar apunto de darle un beso de lengua a un cadáver. —Se percató una vez más del brillo de la luz, la bruja aún estaba ahí.— ¡Oh, lo lamento, señorita! creo que estamos en deuda. Desidenius Rex. —Quitó su sombrero y dio una cortés reverencia.— O mejor conocido como el Sombrero, a sus servicios. —Puso de vuelta su sombrero sobre su cabeza.— ¿No se creyó lo de que no volvería a tomar? ¿verdad? eso espero.
Agarró uno de los lados de su capa de color negro, cuya textura combinaba mucho para una noche como esa. Limpió la cabeza de su pipa de la que exhalaba humo frecuentemente, mientras movía de lado a lado la boquilla a base de su boca para percatarse de que su sabor no tuviese alguna muestra de tierra tras aquella caída. Tan pronto como se puso al tanto de su aspecto, escuchó el sonido de pisadas llegar por el pasto de lo cual la penumbra de la noche, percatándose de dos peculiares sujetos que parecían mas fenómenos de circo que personas comunes. Uno de ellos era tan solo un anciano portando una pala de una manera que recordaba a la de un leñador con su hacha y mientras, un hombre de ojos risueños de los que denotaban ojeras portaba el típico y práctico filo de la espada. Aquel hombre lo había tomado del brazo de manera algo brusca, apretando de una forma que disgustaba bastante al felino como si fuese un animal cualquiera del que podía agarrarse del pellejo.
— ¡Lo tengo! —Gritó al sujeto de la pala, había acelerado tras escucharlo.— ¡Buen trabajo, señorita! ahora vamos a llevarte a la ley para que no vuelvas robar a los muertos, tu, trozo de pulgas.
— ¿Muertos qué? —Contestó, se percató de la aglomeración de linternas en el cementerio.— ¿Ahora es que ponen luces? por esta maldita noche caí en una de sus tumbas y ahora me confundes con un desconocido. —Con la ayuda de su mano desenvainó su estoque con el que apuntó de forma amenazante al brazo del hombre.— ¡Voy a cortarte el brazo si no me sueltas!
— ¡Espera, espera! —El anciano llegó mas agitado que nunca, puso su mano sobre el hombro de su compañero.— Cálmate, eres un vigilante, no un asesino. Este tipo... tiene cara de ladrón, pero es bastante tonto como para caer en una tumba de la que nunca habíamos colgado una trampa. Deberías dejarlo, aparte, es bastante pequeño. —Frunció el ceño, notando la pipa del gato.— ¿Qué hace un niño fumando a estas horas de la noche?
— ¿Niño? ¿estás acaso ciego? —Devolvió el mismo ceño al anciano, a su vez que era soltado.— Soy un adulto, anciano. ¡Y cuidado con tus palabras! el Sombrerero no es ningún patán, si no fuese por la señorita créanme que hubiese acabado con vosotros al instante.
— Ah, claro. —Asintió, incrédulo de lo que decía un hombre de tan baja estatura. Para ser hombre bestia, no tenía ningún aspecto que marcase alguna bestialidad sobresaliente en el minino.
— Veo que hay un problema de robos, por lo que acabo de escuchar. ¿Puedo inmiscuirme?.
El anciano y su compañero se dieron media vuelta, estaban planeando las cosas al margen de la dama para verificar si unían al gato en su plan. A pesar de que no eran muchos como para cubrir a un ladrón por su poca cantidad de vigía nocturna, el gato parecía que les había causado desconfianza y más aún, atrevimiento de su parte. Pronto, ambos se giraron tras lo acordado en ese susurrante breve acuerdo entre ambos.
— Vale. —Comentó el anciano.— Pero trata de que no te vuelvas a caer, me cuesta mucho enterrar los cadáveres. No aseguramos nada de oro, lamentablemente, pero serías tal vez de gran ayuda...
— No sé preocupe, lo haré para cumplir una deuda. —Miró desde el rabillo del ojo a la bruja, indicando exactamente a la persona que estaba dispuesta a dar sus favores en aquella noche.
Se agarró de la mano de la compañera que, a pesar de lo cooperativa que podía parecer, Rex no dejaba de pensar la humillación que sentía al ser salvado por una chica. Ahora parecía una doncella al peligro como lo veía en los clichés de los cuentos de hadas que desde su juventud les habían parecido entretenidos, hasta hora. Junto con su otra mano y sus pies se alzaron más de lo que podía su agarre con la mano de la bruja, quedando de pie al lado de su salvadora. Soltó la mano de la bruja de una manera brusca; se había disgustado de la tierra que había dejado como regalo la tumba tras su caída, necesito de sus manos para quitársela de su pelo. Dudaba de que si ahora estaba mucho más calmado o enojado tras ver como se había deteriorado su estilo de romanticista que había sido característico para el gato.
— ¡Te odio, Odin! —Elevo su puño enguantado al cielo, furioso.— No puede ser que tan solo en un simple viaje llegue a estar apunto de darle un beso de lengua a un cadáver. —Se percató una vez más del brillo de la luz, la bruja aún estaba ahí.— ¡Oh, lo lamento, señorita! creo que estamos en deuda. Desidenius Rex. —Quitó su sombrero y dio una cortés reverencia.— O mejor conocido como el Sombrero, a sus servicios. —Puso de vuelta su sombrero sobre su cabeza.— ¿No se creyó lo de que no volvería a tomar? ¿verdad? eso espero.
Agarró uno de los lados de su capa de color negro, cuya textura combinaba mucho para una noche como esa. Limpió la cabeza de su pipa de la que exhalaba humo frecuentemente, mientras movía de lado a lado la boquilla a base de su boca para percatarse de que su sabor no tuviese alguna muestra de tierra tras aquella caída. Tan pronto como se puso al tanto de su aspecto, escuchó el sonido de pisadas llegar por el pasto de lo cual la penumbra de la noche, percatándose de dos peculiares sujetos que parecían mas fenómenos de circo que personas comunes. Uno de ellos era tan solo un anciano portando una pala de una manera que recordaba a la de un leñador con su hacha y mientras, un hombre de ojos risueños de los que denotaban ojeras portaba el típico y práctico filo de la espada. Aquel hombre lo había tomado del brazo de manera algo brusca, apretando de una forma que disgustaba bastante al felino como si fuese un animal cualquiera del que podía agarrarse del pellejo.
— ¡Lo tengo! —Gritó al sujeto de la pala, había acelerado tras escucharlo.— ¡Buen trabajo, señorita! ahora vamos a llevarte a la ley para que no vuelvas robar a los muertos, tu, trozo de pulgas.
— ¿Muertos qué? —Contestó, se percató de la aglomeración de linternas en el cementerio.— ¿Ahora es que ponen luces? por esta maldita noche caí en una de sus tumbas y ahora me confundes con un desconocido. —Con la ayuda de su mano desenvainó su estoque con el que apuntó de forma amenazante al brazo del hombre.— ¡Voy a cortarte el brazo si no me sueltas!
— ¡Espera, espera! —El anciano llegó mas agitado que nunca, puso su mano sobre el hombro de su compañero.— Cálmate, eres un vigilante, no un asesino. Este tipo... tiene cara de ladrón, pero es bastante tonto como para caer en una tumba de la que nunca habíamos colgado una trampa. Deberías dejarlo, aparte, es bastante pequeño. —Frunció el ceño, notando la pipa del gato.— ¿Qué hace un niño fumando a estas horas de la noche?
— ¿Niño? ¿estás acaso ciego? —Devolvió el mismo ceño al anciano, a su vez que era soltado.— Soy un adulto, anciano. ¡Y cuidado con tus palabras! el Sombrerero no es ningún patán, si no fuese por la señorita créanme que hubiese acabado con vosotros al instante.
— Ah, claro. —Asintió, incrédulo de lo que decía un hombre de tan baja estatura. Para ser hombre bestia, no tenía ningún aspecto que marcase alguna bestialidad sobresaliente en el minino.
— Veo que hay un problema de robos, por lo que acabo de escuchar. ¿Puedo inmiscuirme?.
El anciano y su compañero se dieron media vuelta, estaban planeando las cosas al margen de la dama para verificar si unían al gato en su plan. A pesar de que no eran muchos como para cubrir a un ladrón por su poca cantidad de vigía nocturna, el gato parecía que les había causado desconfianza y más aún, atrevimiento de su parte. Pronto, ambos se giraron tras lo acordado en ese susurrante breve acuerdo entre ambos.
— Vale. —Comentó el anciano.— Pero trata de que no te vuelvas a caer, me cuesta mucho enterrar los cadáveres. No aseguramos nada de oro, lamentablemente, pero serías tal vez de gran ayuda...
— No sé preocupe, lo haré para cumplir una deuda. —Miró desde el rabillo del ojo a la bruja, indicando exactamente a la persona que estaba dispuesta a dar sus favores en aquella noche.
Desidenius Rex
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
El hombre bestia no dudó en aceptar la ayuda que se le tendía, tomó la mano de la hechicera y aprovechó el impulso de ella para salir del hueco, abandonando de ese modo a su cadavérica compañía. Parecía visiblemente disgustado, aunque más por su imagen que por el hecho de haber caído dentro de la tumba, hecho que terminaba de descartarle como sospechoso, probablemente solo estuviese pasando por allí, tras haber tomado algunas copas en la taberna.
Después de mostrar su desagrado con palabras, el felino volvió a reparar en la presencia de la bruja y optó por disculparse, para luego proceder a presentarse. - Elen Calhoun, y no ha sido nada. - dijo ella, quitando importancia al asunto mientras observaba como el recién llegado limpiaba su pipa. No era frecuente encontrar gente rondando el cementerio de noche, pero aquel individuo no tenía ninguna de las cosas que caracterizaban al ladrón de huesos, cuya rapidez y habilidad para el sigilo lo habían mantenido fuera del alcance del vigilante durante semanas.
Justo cuando la de ojos verdes traía a la mente esos pensamientos, el hombretón apareció por entre las lápidas, con el enterrador siguiéndolo de cerca. Sin preguntar, tomó del brazo al minino y dio por hecho que se trataba del tipo al que buscaban, pero Desidenius no estaba dispuesto a dejarse tratar de ese modo, mucho menos cuando no tenía idea de lo que estaba pasando.
Sacó su espada con la mano que aún tenía libre y apuntó al brazo del vigilante, al tiempo que amenazaba con cortarle el brazo si no dejaba de agarrarlo, añadiendo aún más tensión al momento. Sin embargo, y antes de que Elen pudiese interceder por él para que desechasen la idea de que era el delincuente al que intentaban dar caza aquella noche, intervino el enterrador, para calmar a su compañero.
Joseph reaccionó de inmediato ante el toque del anciano, relajando el agarre y escuchando al mismo tiempo sus palabras. Emmet tomaba al hombre bestia como un niño, debido a la baja estatura que tenía en comparación con el resto de los presentes, pero aquello no hizo sino aumentar el enfado del felino, que no dudó en responderle mientras se liberaba totalmente del vigilante. La tensión podía palparse en el ambiente pero apenas duró unos instantes, lo justo para que el recién llegado pasara a interesarse por los robos que estaban teniendo lugar en el cementerio.
Por alguna extraña razón Desidenius quería tomar parte en la misión, a pesar del desafortunado recibimiento que había recibido por parte de Joseph, acto que al menos la hechicera valoraría para bien. Enterrador y vigilante se apartaron un poco, para ponerse de acuerdo sobre si aceptar la nueva ayuda que se les presentaba o no, decisión que les resultó fácil de tomar. Tres personas no eran suficientes para abarcar tanto terreno y ambos lo sabían de sobra, con lo que no tardaron en dirigirse nuevamente hacia el felino con la respuesta afirmativa.
Por supuesto decidieron aclarar el hecho de que no tenían con qué pagar por sus servicios, pero esto no echó para atrás al hombre bestia, que se tomaba la acción como una forma de pagar la deuda contraída con la bruja, por haberlo sacado de aquella tumba. - Estupendo, entonces podemos volver al trabajo. - musitó ella, al tiempo que se agachaba junto al hueco en que había caído Desidenius.
La esfera de energía descendió con lentitud hasta situarse a escasos centímetros por encima del cadáver, luego empezó a moverse desde el cráneo hasta los pies, permitiendo a la de cabellos cenicientos revisar que no faltase ningún hueso. - Está completa, al menos de momento. - comenzó a decir, mientras se levantaba. - Revisé las tumbas antes de que el sol se pusiera, y ésta no estaba así cuando me marché. - indicó el anciano, confirmando las sospechas de la maga.
- Ha estado aquí hace poco, quizá la llegada de Desidenius lo espantase pero al reunirnos aquí tiene libertad para elegir cualquier otra, pongámonos en marcha. - comentó la joven, que ya volvía a manipular la electricidad para que se fuese desvaneciendo, solo así complicarían al ladrón la tarea de localizarlos.
Después de mostrar su desagrado con palabras, el felino volvió a reparar en la presencia de la bruja y optó por disculparse, para luego proceder a presentarse. - Elen Calhoun, y no ha sido nada. - dijo ella, quitando importancia al asunto mientras observaba como el recién llegado limpiaba su pipa. No era frecuente encontrar gente rondando el cementerio de noche, pero aquel individuo no tenía ninguna de las cosas que caracterizaban al ladrón de huesos, cuya rapidez y habilidad para el sigilo lo habían mantenido fuera del alcance del vigilante durante semanas.
Justo cuando la de ojos verdes traía a la mente esos pensamientos, el hombretón apareció por entre las lápidas, con el enterrador siguiéndolo de cerca. Sin preguntar, tomó del brazo al minino y dio por hecho que se trataba del tipo al que buscaban, pero Desidenius no estaba dispuesto a dejarse tratar de ese modo, mucho menos cuando no tenía idea de lo que estaba pasando.
Sacó su espada con la mano que aún tenía libre y apuntó al brazo del vigilante, al tiempo que amenazaba con cortarle el brazo si no dejaba de agarrarlo, añadiendo aún más tensión al momento. Sin embargo, y antes de que Elen pudiese interceder por él para que desechasen la idea de que era el delincuente al que intentaban dar caza aquella noche, intervino el enterrador, para calmar a su compañero.
Joseph reaccionó de inmediato ante el toque del anciano, relajando el agarre y escuchando al mismo tiempo sus palabras. Emmet tomaba al hombre bestia como un niño, debido a la baja estatura que tenía en comparación con el resto de los presentes, pero aquello no hizo sino aumentar el enfado del felino, que no dudó en responderle mientras se liberaba totalmente del vigilante. La tensión podía palparse en el ambiente pero apenas duró unos instantes, lo justo para que el recién llegado pasara a interesarse por los robos que estaban teniendo lugar en el cementerio.
Por alguna extraña razón Desidenius quería tomar parte en la misión, a pesar del desafortunado recibimiento que había recibido por parte de Joseph, acto que al menos la hechicera valoraría para bien. Enterrador y vigilante se apartaron un poco, para ponerse de acuerdo sobre si aceptar la nueva ayuda que se les presentaba o no, decisión que les resultó fácil de tomar. Tres personas no eran suficientes para abarcar tanto terreno y ambos lo sabían de sobra, con lo que no tardaron en dirigirse nuevamente hacia el felino con la respuesta afirmativa.
Por supuesto decidieron aclarar el hecho de que no tenían con qué pagar por sus servicios, pero esto no echó para atrás al hombre bestia, que se tomaba la acción como una forma de pagar la deuda contraída con la bruja, por haberlo sacado de aquella tumba. - Estupendo, entonces podemos volver al trabajo. - musitó ella, al tiempo que se agachaba junto al hueco en que había caído Desidenius.
La esfera de energía descendió con lentitud hasta situarse a escasos centímetros por encima del cadáver, luego empezó a moverse desde el cráneo hasta los pies, permitiendo a la de cabellos cenicientos revisar que no faltase ningún hueso. - Está completa, al menos de momento. - comenzó a decir, mientras se levantaba. - Revisé las tumbas antes de que el sol se pusiera, y ésta no estaba así cuando me marché. - indicó el anciano, confirmando las sospechas de la maga.
- Ha estado aquí hace poco, quizá la llegada de Desidenius lo espantase pero al reunirnos aquí tiene libertad para elegir cualquier otra, pongámonos en marcha. - comentó la joven, que ya volvía a manipular la electricidad para que se fuese desvaneciendo, solo así complicarían al ladrón la tarea de localizarlos.
Elen Calhoun
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
No estaba al tanto de lo que sucedía, pero lo que estaba claro en el ambiente era la presencia de un ladrón entre las tumbas de una forma tan astuta y precavida que podía robar a los cadáveres sin que aquellos hombres obsoletos pudiesen hacerse cargo de las artimañas sigilosas del empedernido cleptómano que tenían rondando en su cementerio. Era notorio tras el felino percatarse de los ojos risueños de uno de ellos y en cambio, el anciano que por como parecía indicar su pala se encargaba de los entierros no estaba en la edad estable como para combatir, tenía la suerte de que su pala no le rompiese la espalda. Colocando su mano bajo la cabeza de su pipa, presionaba su cazoleta para esparcir el humo de una forma grumosa y moldeada como si fuesen nubes, mientras echaba un ojo meticulosamente al enterrador y su compañero. En una noche como esa, sus ojos azules compartían las mismas características que las de un gato en la noche.
Si bien no era tan diestro en pasar con astucia delante de la penumbra de la oscuridad como un gato, tenía la molesta pero útil fuente de luz que tenía la bruja sobre su mano, cosa que daba una aire místico a los poderes de la hechicera de cabellos blanquecinos. A su suerte, la hechicera había insistido con continuar con la investigación en la tumba en la que el felino había caído, bajando así su esfera de luz hacia los aposentos del cadáver del que el felino había caído, un fallo terrible que no quería recordar por más que lo necesitase. Ver de nuevo ese rostro de cuencas vacías y repleto de gusanos ahora brillando en el manto energético de la esfera daría mas pesadillas de lo esperado, sobretodo por su complexión demacrada y piel carcomida casi inexistente.
— ¿Exactamente que roba el bastardo? —Preguntó, golpeando con su codo el brazo del anciano.
— Pensé que os habíais dado cuenta. El ladrón que nos asola esta robando los huesos de los cadáveres, es extraño, lo sé. No le interesa las pertenencias que tienen, ni siquiera le interesan la ropa de algunos cuerpos enterrados. Por algo y por el hecho de nuestra mala paga no podemos dar recompensa por este desgraciado, pero la bruja se ha ofrecido y ahora tu.
Justamente después, el enterrador prosiguió explicando a la bruja que el cadáver no estaba como antes. Extraño, posiblemente por el hecho de que el revoloteo del minino entre la tierra junto al cadavérico ser que estaba bajo el grupo de búsqueda. Tras el ascenso de la bola de luz de la maga, Desidenius soltó unas palabras de la boca. La intuición se clavaba en la punta de su lengua con el deseo de escapar.
— Cuando leía la lápida, la tierra me tragó. —Comentó el Sombrerero, sus palabras parecían no tener sentido.— Pero pensando sobre el anciano, dice que anteriormente había revisado la tumba. Tal vez el ladrón ya se ha enterado de que lo buscamos y por ello ha empezado a colocar trampas para detenerlos o quizás para que algún forastero suplante su identidad, no sé, tal vez yo soy el ejemplo más claro. —Mostró sus pequeños incisivos en una sonrisa burlesca y cortante.
— Tal vez sí, tal vez no... —El vigilante colocó sus dedos bajo su barbilla, pensante.— ¿Pero entonces cuál es exactamente su método de juego? quiero decir, sus artimañas. Eres nuevo, pero no creo que con eso baste para que puedas deducir a donde va este ladrón en particular. No te tenemos confianza como a la señorita y cabe mencionar que, llevo toda mi vida vigilando estas tierras donde descansan los muertos como para que un supuesto experto venga a decirme algo que no he notado.
— Es claro que no lo vas a notar con esas pestañas que se caen a cada rato por no dormir. —Respondió de forma brusca.— No me interesa cuanto tiempo malgastas tu vida en este vertedero, es lo que me parece en todo esto de lo poco que llevo aquí. ¿Acaso no estudian a sus enemigos? si les roba por orden, por colección o aleatorio. —Prosiguió, un tanto más serio.— O si la investigación de sus crímenes podría costares su vida.
El vigilante tragó saliva, así como había ido de una forma tan brusca a tomar al gato por ser el presunto ladrón, fue como calló en el mismo instante. No era algo que había pensado en la seguridad de su espada y probablemente el anciano tampoco, probablemente la hechicera era la más adiestrada en temas de combate, su cicatriz la hacía ver mucho más experimentada en esos temas que los dos hombres e incluso el minino, que parecía mas un bardo pero que curiosamente era tan solo un bocazas.
— Por los dioses. —Con desespero en la situación, sacó una moneda del pequeño saco de aeros en su cinturón.— ¿Les parece bien una jugada? elegiremos una cara de la moneda y el ganador decidirá a que lápida ir exactamente.
— Ya me sé lo del juego de la moneda. —El anciano mostró una cara de disgusto, a su vez tiró un escupitajo al suelo.
— ¿Crees que lo hago de bromas por el hecho de que solo sepa hablar y hablar? bueno, sí, peor no porque solo sepa hablar y hablar. Uno va a por esto y otro a su gana, viendo de diferentes perspectivas no nos ayudará mucho si distorsionamos el plan por alguna teoría ridícula que se nos cruce. Vuestra euforia esta tan muerta como este lugar.
— ¿De qué servirá decidir por suerte quién dará la idea para el plan que tenemos en curso, joder? el ladrón esta por venir y perdemos el tiempo con tu juego. No debimos meterte en esto, lo lamento bastante.
— Si ustedes no tienen algún plan para la búsqueda, la bruja podrá participar. —Fijó su vista en la señorita.— Elijo cara.
Si bien no era tan diestro en pasar con astucia delante de la penumbra de la oscuridad como un gato, tenía la molesta pero útil fuente de luz que tenía la bruja sobre su mano, cosa que daba una aire místico a los poderes de la hechicera de cabellos blanquecinos. A su suerte, la hechicera había insistido con continuar con la investigación en la tumba en la que el felino había caído, bajando así su esfera de luz hacia los aposentos del cadáver del que el felino había caído, un fallo terrible que no quería recordar por más que lo necesitase. Ver de nuevo ese rostro de cuencas vacías y repleto de gusanos ahora brillando en el manto energético de la esfera daría mas pesadillas de lo esperado, sobretodo por su complexión demacrada y piel carcomida casi inexistente.
— ¿Exactamente que roba el bastardo? —Preguntó, golpeando con su codo el brazo del anciano.
— Pensé que os habíais dado cuenta. El ladrón que nos asola esta robando los huesos de los cadáveres, es extraño, lo sé. No le interesa las pertenencias que tienen, ni siquiera le interesan la ropa de algunos cuerpos enterrados. Por algo y por el hecho de nuestra mala paga no podemos dar recompensa por este desgraciado, pero la bruja se ha ofrecido y ahora tu.
Justamente después, el enterrador prosiguió explicando a la bruja que el cadáver no estaba como antes. Extraño, posiblemente por el hecho de que el revoloteo del minino entre la tierra junto al cadavérico ser que estaba bajo el grupo de búsqueda. Tras el ascenso de la bola de luz de la maga, Desidenius soltó unas palabras de la boca. La intuición se clavaba en la punta de su lengua con el deseo de escapar.
— Cuando leía la lápida, la tierra me tragó. —Comentó el Sombrerero, sus palabras parecían no tener sentido.— Pero pensando sobre el anciano, dice que anteriormente había revisado la tumba. Tal vez el ladrón ya se ha enterado de que lo buscamos y por ello ha empezado a colocar trampas para detenerlos o quizás para que algún forastero suplante su identidad, no sé, tal vez yo soy el ejemplo más claro. —Mostró sus pequeños incisivos en una sonrisa burlesca y cortante.
— Tal vez sí, tal vez no... —El vigilante colocó sus dedos bajo su barbilla, pensante.— ¿Pero entonces cuál es exactamente su método de juego? quiero decir, sus artimañas. Eres nuevo, pero no creo que con eso baste para que puedas deducir a donde va este ladrón en particular. No te tenemos confianza como a la señorita y cabe mencionar que, llevo toda mi vida vigilando estas tierras donde descansan los muertos como para que un supuesto experto venga a decirme algo que no he notado.
— Es claro que no lo vas a notar con esas pestañas que se caen a cada rato por no dormir. —Respondió de forma brusca.— No me interesa cuanto tiempo malgastas tu vida en este vertedero, es lo que me parece en todo esto de lo poco que llevo aquí. ¿Acaso no estudian a sus enemigos? si les roba por orden, por colección o aleatorio. —Prosiguió, un tanto más serio.— O si la investigación de sus crímenes podría costares su vida.
El vigilante tragó saliva, así como había ido de una forma tan brusca a tomar al gato por ser el presunto ladrón, fue como calló en el mismo instante. No era algo que había pensado en la seguridad de su espada y probablemente el anciano tampoco, probablemente la hechicera era la más adiestrada en temas de combate, su cicatriz la hacía ver mucho más experimentada en esos temas que los dos hombres e incluso el minino, que parecía mas un bardo pero que curiosamente era tan solo un bocazas.
— Por los dioses. —Con desespero en la situación, sacó una moneda del pequeño saco de aeros en su cinturón.— ¿Les parece bien una jugada? elegiremos una cara de la moneda y el ganador decidirá a que lápida ir exactamente.
— Ya me sé lo del juego de la moneda. —El anciano mostró una cara de disgusto, a su vez tiró un escupitajo al suelo.
— ¿Crees que lo hago de bromas por el hecho de que solo sepa hablar y hablar? bueno, sí, peor no porque solo sepa hablar y hablar. Uno va a por esto y otro a su gana, viendo de diferentes perspectivas no nos ayudará mucho si distorsionamos el plan por alguna teoría ridícula que se nos cruce. Vuestra euforia esta tan muerta como este lugar.
— ¿De qué servirá decidir por suerte quién dará la idea para el plan que tenemos en curso, joder? el ladrón esta por venir y perdemos el tiempo con tu juego. No debimos meterte en esto, lo lamento bastante.
— Si ustedes no tienen algún plan para la búsqueda, la bruja podrá participar. —Fijó su vista en la señorita.— Elijo cara.
Desidenius Rex
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
Desidenius, a pesar de ser el último en llegar a escena, parecía tener varias ideas en mente, para explicar el porqué de que aquella tumba en particular estuviese manipulada. No se podía descartar ninguna de las opciones, ya que desconocían lo que tenía en mente el ladrón, pero tanto el anciano como el vigilante no tomaron bien que un forastero fuese a decirles lo que ellos no habían considerado antes.
Sin embargo, el minino tenía razón en algo, debían estudiar al criminal que pretendían atrapar, o no conseguirían dar con él aquella noche ni ninguna otra. ¿Qué lo movía a robar a los cadáveres? Y lo que era más importante, ¿tenía un patrón? ¿algún tipo de víctima que se repitiese? Dar con eso podría ayudarles mucho, permitiéndoles restar algunas lápidas y centrarse en las que albergasen a personas semejantes a las que ya había mutilado.
Mientras los demás seguían debatiendo, la de ojos verdes paseó la mirada por el cementerio, fijándose en las lámparas de aceite para comprobar que ninguna se hubiese apagado, señal que podría indicar la presencia del escurridizo delincuente. Solo devolvió la mirada al resto cuando el hombre bestia se dirigió a ella, para echar a suertes con una moneda el lugar al que ir.
- Antes de nada, no podemos seguir buscando a ciegas, tenéis que darnos información. - indicó, girándose levemente hacia el enterrador. - Quiero saber cuántas tumbas ha saqueado ya y a quiénes pertenecían, tal como dice nuestro nuevo compañero, debemos estudiar a ese individuo, o no lo capturaremos. - añadió, tras una brevísima pausa. - Veintiuna. - respondió el vigilante con tono molesto, por no haber parado los pies a aquel ladrón antes de que la cifra aumentase tanto.
- No hace distinción entre mujeres u hombres, pero nos hemos dado cuenta de que los busca algo mayores, y cómo pudiste ver esta mañana los cadáveres recientes no los toca. - intervino Emmet, al tiempo que se apoyaba sobre su pala. - Algunas mañanas hemos encontrado varias tumbas abiertas, se ve que no acertaba a la primera y tuvo que hacer doble trabajo. - prosiguió con desgana.
- Aunque…- musitó Joseph, como si no quisiera pronunciar las palabras que venían a continuación. - También se ha llevado algunos huesos de niños, pocos en comparación con el resto pero es un dato a tomar en cuenta. - explicó, bajando la vista apenado. Se suponía que él debía velar por la seguridad de los muertos, pero ya había tenido que encarar a tres madres destrozadas por enterarse de lo que le habían hecho a sus hijos.
- Por desgracia, lo más probable es que ese criminal esté usando lo robado para rituales siniestros, tenemos que detenerlo. - dijo la bruja con firmeza, mientras la imagen de los nigromantes venía a su cabeza. En Terpoli aquellos hechiceros habían levantado a los muertos para tomar la villa, pero esto no parecía lo mismo, aunque quien sabe qué consecuencias traería.
Una vez obtenida la información, volvió la vista hacia el minino y esperó a que lanzara la moneda, si tocaba cara y ella debía decidir el plan, el objetivo principal serían las tumbas de personas más ancianas.
Sin embargo, el minino tenía razón en algo, debían estudiar al criminal que pretendían atrapar, o no conseguirían dar con él aquella noche ni ninguna otra. ¿Qué lo movía a robar a los cadáveres? Y lo que era más importante, ¿tenía un patrón? ¿algún tipo de víctima que se repitiese? Dar con eso podría ayudarles mucho, permitiéndoles restar algunas lápidas y centrarse en las que albergasen a personas semejantes a las que ya había mutilado.
Mientras los demás seguían debatiendo, la de ojos verdes paseó la mirada por el cementerio, fijándose en las lámparas de aceite para comprobar que ninguna se hubiese apagado, señal que podría indicar la presencia del escurridizo delincuente. Solo devolvió la mirada al resto cuando el hombre bestia se dirigió a ella, para echar a suertes con una moneda el lugar al que ir.
- Antes de nada, no podemos seguir buscando a ciegas, tenéis que darnos información. - indicó, girándose levemente hacia el enterrador. - Quiero saber cuántas tumbas ha saqueado ya y a quiénes pertenecían, tal como dice nuestro nuevo compañero, debemos estudiar a ese individuo, o no lo capturaremos. - añadió, tras una brevísima pausa. - Veintiuna. - respondió el vigilante con tono molesto, por no haber parado los pies a aquel ladrón antes de que la cifra aumentase tanto.
- No hace distinción entre mujeres u hombres, pero nos hemos dado cuenta de que los busca algo mayores, y cómo pudiste ver esta mañana los cadáveres recientes no los toca. - intervino Emmet, al tiempo que se apoyaba sobre su pala. - Algunas mañanas hemos encontrado varias tumbas abiertas, se ve que no acertaba a la primera y tuvo que hacer doble trabajo. - prosiguió con desgana.
- Aunque…- musitó Joseph, como si no quisiera pronunciar las palabras que venían a continuación. - También se ha llevado algunos huesos de niños, pocos en comparación con el resto pero es un dato a tomar en cuenta. - explicó, bajando la vista apenado. Se suponía que él debía velar por la seguridad de los muertos, pero ya había tenido que encarar a tres madres destrozadas por enterarse de lo que le habían hecho a sus hijos.
- Por desgracia, lo más probable es que ese criminal esté usando lo robado para rituales siniestros, tenemos que detenerlo. - dijo la bruja con firmeza, mientras la imagen de los nigromantes venía a su cabeza. En Terpoli aquellos hechiceros habían levantado a los muertos para tomar la villa, pero esto no parecía lo mismo, aunque quien sabe qué consecuencias traería.
Una vez obtenida la información, volvió la vista hacia el minino y esperó a que lanzara la moneda, si tocaba cara y ella debía decidir el plan, el objetivo principal serían las tumbas de personas más ancianas.
Elen Calhoun
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
Su forma para sacar información a aquellos dos cuidadores obsoletos del cementerio había salido a la perfección. Poco confiables frente al minino de que lo que decía era una verdad tras haber sido encontrado en medio de lo que parecía ser una escena del crimen incompleta del ladrón, tenía a la bruja de su lado, a la que podría manipular para salirse con la suya. Tal vez eso funcionaría, si no podía sacar información de aquellos desconfiados, la bruja lo haría de su parte. Pero era un tanto hipócrita de parte del Sombrerero permitir que aquella mujer que lo sacó de su velada nocturna con una cadavérica compañera fuese manipulada por él para un asunto serio como se trataba el hecho de robar a un cadáver. Deshonroso y más aún, cuando se trataba de las partes de aquellos hombres y mujeres que aún no se habían hecho polvo bajo la tierra.
El número de tumba saqueadas por el ladrón era una total sorpresa. Veintiuno, un número que contando con el deseo insaciable de aquellos hombres por encontrarlo, parecía indicar que habían sido robados por unas cuantas semanas. Desidenius lanzó la moneda tras un golpe en ascenso de su pulgar enguantado contra ella, haciéndola girar en medio del aire. Paró la moneda con su mano enguantada y la hizo chocar con la otra como comúnmente era en aquel juego, el resultado: cruz. La bruja decidiría, parecía que el minino tenía la peor suerte en aquella noche. Pero no dejaría las cosas por vencido.
— Odin me detesta. Estuve por follar con un cadáver y ahora pierdo en un simple juego. Aún así, creo que parece ser que te toca a ti decidir el plan, bruja. Pero, ¡tengo una idea que podría resultar útil!
— Lo lamento, pero creo que ella decidirá. —Dijo el vigilante con un tono un tanto reprochable, cada cosa que soltaba de la boca el gato le resultaba molesto con aquel cinismo en un momento que requería seriedad.
— ¿No viste que el bribón colocó una trampa en esa tumba? ¡Me trago la tierra, hombre! ¡Sabe que lo buscan!
— Ha de haber sido tu peso, quien sabe. —Esta vez, contestó el anciano.— Señorita, estamos con usted.
Desidenius dedicó un bufido, mientras que la nube de humo ascendía a su costado. Siempre había preferido trabajar solo por aquella razón, siempre resultaba molesto que los inexpertos soliesen impedir a el gato tomar sus decisiones, en aquel caso era el anciano y el vigilante, presintiendo que el segundo no sabría manejar exactamente la espada y el anciano, probablemente se le rompiese la espalda con esa maldita pala alzándola como un hacha.
— Aún así, tengo una idea para el plan. —Puso una sonrisa tan cortante como un cuchillo.— ¿Qué os parece si alguien se ofrece a ser enterrado en una de las tumbas? no sufrirá algún peligro, si es que entra en el ataúd. Podremos atrapar así al ladrón desprevenido al tocarse con alguno de los ataúdes... ¿o prefieren ir como idiotas rondando cada tumba? mueren un montón de imbéciles por día, hasta por pisar una rata. ¿O tienen un plan en mente?
— ¿Haz perdido la cabeza? —Contestó el anciano, indignado de aquel plan.— Yo no sería capaz de ello y aparte, no durarían muchas horas ahí tras irse el oxígeno, sin embargo, si os ponéis nerviosos dentro del ataúd duraréis menos. Debe haber un vigía para un plan como ese y separados no somos muchos contra el ladrón.
— ¿Es mejor ir por tumba en tumba? no sabemos cual es la que va a robar ahora, solo sabemos que prefiere ir por los muertos. ¿Y si colocó alguna trampa por quien sabe dónde? —Desidenius estaba un tanto mas dudoso e inseguro de lo que era, no era paranoia en lo absoluto, parecía ser que el felino había entrado en desesperación en aquella pradera de lápidas. — Da el plan, hechicera. Si no lo encontramos allí o no tenemos alguna pista, entonces será mi turno.
El número de tumba saqueadas por el ladrón era una total sorpresa. Veintiuno, un número que contando con el deseo insaciable de aquellos hombres por encontrarlo, parecía indicar que habían sido robados por unas cuantas semanas. Desidenius lanzó la moneda tras un golpe en ascenso de su pulgar enguantado contra ella, haciéndola girar en medio del aire. Paró la moneda con su mano enguantada y la hizo chocar con la otra como comúnmente era en aquel juego, el resultado: cruz. La bruja decidiría, parecía que el minino tenía la peor suerte en aquella noche. Pero no dejaría las cosas por vencido.
— Odin me detesta. Estuve por follar con un cadáver y ahora pierdo en un simple juego. Aún así, creo que parece ser que te toca a ti decidir el plan, bruja. Pero, ¡tengo una idea que podría resultar útil!
— Lo lamento, pero creo que ella decidirá. —Dijo el vigilante con un tono un tanto reprochable, cada cosa que soltaba de la boca el gato le resultaba molesto con aquel cinismo en un momento que requería seriedad.
— ¿No viste que el bribón colocó una trampa en esa tumba? ¡Me trago la tierra, hombre! ¡Sabe que lo buscan!
— Ha de haber sido tu peso, quien sabe. —Esta vez, contestó el anciano.— Señorita, estamos con usted.
Desidenius dedicó un bufido, mientras que la nube de humo ascendía a su costado. Siempre había preferido trabajar solo por aquella razón, siempre resultaba molesto que los inexpertos soliesen impedir a el gato tomar sus decisiones, en aquel caso era el anciano y el vigilante, presintiendo que el segundo no sabría manejar exactamente la espada y el anciano, probablemente se le rompiese la espalda con esa maldita pala alzándola como un hacha.
— Aún así, tengo una idea para el plan. —Puso una sonrisa tan cortante como un cuchillo.— ¿Qué os parece si alguien se ofrece a ser enterrado en una de las tumbas? no sufrirá algún peligro, si es que entra en el ataúd. Podremos atrapar así al ladrón desprevenido al tocarse con alguno de los ataúdes... ¿o prefieren ir como idiotas rondando cada tumba? mueren un montón de imbéciles por día, hasta por pisar una rata. ¿O tienen un plan en mente?
— ¿Haz perdido la cabeza? —Contestó el anciano, indignado de aquel plan.— Yo no sería capaz de ello y aparte, no durarían muchas horas ahí tras irse el oxígeno, sin embargo, si os ponéis nerviosos dentro del ataúd duraréis menos. Debe haber un vigía para un plan como ese y separados no somos muchos contra el ladrón.
— ¿Es mejor ir por tumba en tumba? no sabemos cual es la que va a robar ahora, solo sabemos que prefiere ir por los muertos. ¿Y si colocó alguna trampa por quien sabe dónde? —Desidenius estaba un tanto mas dudoso e inseguro de lo que era, no era paranoia en lo absoluto, parecía ser que el felino había entrado en desesperación en aquella pradera de lápidas. — Da el plan, hechicera. Si no lo encontramos allí o no tenemos alguna pista, entonces será mi turno.
Desidenius Rex
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
La moneda se alzó en el aire, para instantes después regresar a la zarpa del minino, revelando quién sería el encargado de decidir el siguiente paso en la misión de caza. Cruz, ganaba la bruja, aunque el pequeño hombre bestia tenía en mente una idea y quería compartirla, cosa que ni el vigilante ni el enterrador parecían dispuestos a escuchar. Elen en cambio estaba abierta a sugerencias o diferentes teorías, a fin de cuentas podrían ser tan acertadas como las que ella misma poseía.
Sin embargo, las palabras de Desidenius pronto la hicieron arrepentirse de ello. Pedir un voluntario para enterrarlo vivo no resultaba una idea atractiva, y conllevaba riesgos que de momento la hechicera no pensaba correr. El reducido espacio del ataúd de madera no permitiría aguantar mucho tiempo dentro, a lo que tendrían que sumar el hecho de que el individuo agotase su oxígeno más rápido de lo planeado, a causa de los nervios o de movimientos bruscos.
- No es mi intención arriesgar la vida de nadie, primero agotaremos otras opciones. - indicó la de ojos verdes, antes de desviar la mirada hacia el enterrador. - Decís que prefiere las tumbas de personas mayores y con cuerpos ya en avanzado estado de descomposición, eso nos ayudará a eliminar algunas, siempre y cuando llevéis un orden a la hora de colocar a los muertos. - añadió, echando un fugaz vistazo a la multitud de lápidas que los rodeaban.
- Así es, el cementerio comenzó siendo mucho más pequeño de lo que veis ahora, hemos tenido que expandirlo conforme pasaban los años, sobre todo en épocas de conflictos. - explicó el anciano, al tiempo que giraba sobre sus talones. - Esa de allí es la zona más antigua, luego tuvimos que ampliar hacia el bosque, talando los árboles y construyendo la caseta en que vivimos Joseph y yo. - dijo, mientras señalaba con el brazo para que tanto la maga como el minino pudiesen identificar los lugares que mencionaba.
- Entonces teniendo en cuenta lo que busca supongo que la mayoría de incidentes se han dado en la parte más antigua, ¿me equivoco? - preguntó Elen, sin dejar de vigilar las lámparas que iluminaban el cementerio. - No se equivoca, al menos quince de las tumbas abiertas se encontraron allí. - ésta vez respondió el vigilante, tras aclararse la garganta y llevar la mano a la empuñadura de su espada. - Ese miserable, que ganas tengo de echarle el guante para terminar con todo esto. - añadió, con el ceño fruncido.
- Bien, probaremos a vigilar la zona. - musitó la joven. - Si nos separamos tendremos más posibilidades de dar con el ladrón, pero debemos tener en cuenta algún otro plan, por si no encontramos nada. - continuó, al tiempo que empezaba a caminar hacia el lugar elegido. - Una hora, a lo sumo dos, si para entonces no lo hemos visto tendremos que cambiar de estrategia. - comentó, mirando hacia Desidenius. - Quizá enterrar a alguien sea demasiado arriesgado, pero si dejamos la tumba abierta para llamar su atención podría funcionar, tendría un modo de ahorrarse el trabajo de retirar la tierra. - prosiguió.
Ella misma podría esperar dentro del ataúd, lista para soltar una descarga en cuanto el ladrón tratase de desplazar la tapa del mismo, tomándolo por sorpresa. La idea no le agradaba, el espacio era escaso y no sabían cuánto podría tardar el delincuente en llegar hasta la tumba, pero a decir verdad contaban con pocas opciones.
Off: Disculpa la demora, me cuesta sacar tiempo desde que tengo exámenes todas las semanas.
Sin embargo, las palabras de Desidenius pronto la hicieron arrepentirse de ello. Pedir un voluntario para enterrarlo vivo no resultaba una idea atractiva, y conllevaba riesgos que de momento la hechicera no pensaba correr. El reducido espacio del ataúd de madera no permitiría aguantar mucho tiempo dentro, a lo que tendrían que sumar el hecho de que el individuo agotase su oxígeno más rápido de lo planeado, a causa de los nervios o de movimientos bruscos.
- No es mi intención arriesgar la vida de nadie, primero agotaremos otras opciones. - indicó la de ojos verdes, antes de desviar la mirada hacia el enterrador. - Decís que prefiere las tumbas de personas mayores y con cuerpos ya en avanzado estado de descomposición, eso nos ayudará a eliminar algunas, siempre y cuando llevéis un orden a la hora de colocar a los muertos. - añadió, echando un fugaz vistazo a la multitud de lápidas que los rodeaban.
- Así es, el cementerio comenzó siendo mucho más pequeño de lo que veis ahora, hemos tenido que expandirlo conforme pasaban los años, sobre todo en épocas de conflictos. - explicó el anciano, al tiempo que giraba sobre sus talones. - Esa de allí es la zona más antigua, luego tuvimos que ampliar hacia el bosque, talando los árboles y construyendo la caseta en que vivimos Joseph y yo. - dijo, mientras señalaba con el brazo para que tanto la maga como el minino pudiesen identificar los lugares que mencionaba.
- Entonces teniendo en cuenta lo que busca supongo que la mayoría de incidentes se han dado en la parte más antigua, ¿me equivoco? - preguntó Elen, sin dejar de vigilar las lámparas que iluminaban el cementerio. - No se equivoca, al menos quince de las tumbas abiertas se encontraron allí. - ésta vez respondió el vigilante, tras aclararse la garganta y llevar la mano a la empuñadura de su espada. - Ese miserable, que ganas tengo de echarle el guante para terminar con todo esto. - añadió, con el ceño fruncido.
- Bien, probaremos a vigilar la zona. - musitó la joven. - Si nos separamos tendremos más posibilidades de dar con el ladrón, pero debemos tener en cuenta algún otro plan, por si no encontramos nada. - continuó, al tiempo que empezaba a caminar hacia el lugar elegido. - Una hora, a lo sumo dos, si para entonces no lo hemos visto tendremos que cambiar de estrategia. - comentó, mirando hacia Desidenius. - Quizá enterrar a alguien sea demasiado arriesgado, pero si dejamos la tumba abierta para llamar su atención podría funcionar, tendría un modo de ahorrarse el trabajo de retirar la tierra. - prosiguió.
Ella misma podría esperar dentro del ataúd, lista para soltar una descarga en cuanto el ladrón tratase de desplazar la tapa del mismo, tomándolo por sorpresa. La idea no le agradaba, el espacio era escaso y no sabían cuánto podría tardar el delincuente en llegar hasta la tumba, pero a decir verdad contaban con pocas opciones.
Off: Disculpa la demora, me cuesta sacar tiempo desde que tengo exámenes todas las semanas.
Elen Calhoun
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
La hechicera pese a su deuda con ella, le demostraba inseguridad de si podía tomar o no la misión como requería. No aceptaba el extraño plan que había ideado tan solo para cumplir el favor que le debía, ¿por qué no podían aceptar su ayuda? era la primera vez que hacía algo sin que fuese para sus propios deseos y caprichos. Era su primera vez obrando por ayudar a los necesitados que parecían estar más interesados en la ayuda de la hechicera, las características de ambos probablemente infundían al respecto. Por un lado la hechicera era mucho más alta que él, su cicatriz decía ya mucho de lo que había vivido y su dominio mágico ya eran algo que podían destacar como eficaz para su búsqueda, pero en cambio ese enano minino tan solo tenía su estoque y sus oscuras formas de conseguir ganar; cuando la hechicera trató de recolectar información con el anciano y aquel vigilante de nombre Joseph, pudo conseguir más información de la que el gato había podido sin atascar la investigación en discusiones.
— Luego de esto debes de decirme tu nombre, bruja. —Dijo el minino, viéndola con sus penetrantes ojos azules—. Al final no me habré roto una pierna para ayudar a una desconocida. —Se dio la vuelta e ignoró al trío de compañeros que tenía, se encargó de explorar solo el prado en el que descansaban los muertos y escuchaba el ulular de alguno que otro búho. El pasto, ennegrecido por la oscuridad que caía en esa noche, era el único ruido que podía hallar mientras avanzaba a lo largo de la pradera de difuntos que no podrían descansar en paz mientras siguiesen siendo profanadas sus tumbas.
Se percató de un tronco muerto a la deriva del cementerio; de una de las raíces torcidas del árbol colgaba una lámpara de aceite, cuya luz iba y venía por como estaban las corrientes de aire en aquella fría noche, arremetiendo a esa pequeña flama. El minino tomó esa única linterna que colgaba entre las ramas, ahora era como una pequeña luciérnaga en una pradera oscura y repleta de cadáveres, con un ladrón del que dudaba si pudiese ser dañino o no. Si robaba tan solo huesos como se presuponía tras las investigaciones con la bruja y sus cascarrabias compañeros, entonces no podría tratarse para la perspectiva del felino como una gran amenaza.
El sonido de los búhos comenzó a descender de manera drástica, apenas llegaba escuchar el sonido de unos cuantos grillos en la pradera. Ya era tarde: se había perdido. Se dio media vuelta hacia atrás, tal vez unos cuantos gritos diesen una señal a sus compañeros o quizás, tan solo pudiese esperar a ser encontrado mañana por la mañana, pero con las afirmaciones de un ladrón en la zona no lo dejaban conforme con esperar hasta el día. Seguramente quedaría con ojeras hasta la mañana siguiente, no podría siquiera seguir el curso nómada que el mercenario solía tener. — ¡Elen, anciano! —Gritó a los cuatro vientos—. ¡¿Joseph?! ¡¿dónde se han metido?! —Continuó con un susurro para sí mismo—. Las tonterías que hago para no endeudarme, ahora parece que me he perdido. ¿No quieres salvar a esta doncella perdida, Odin? —Preguntaba a la nada de manera sarcástica.
Ya no sabía si deliraba o no, por lo que lo único precavido que pudo venir al gato a su cabeza había sido el desenvainar de su estoque. Su arma, era junto con su sombrero, lo más sobresaliente de su estilo bohemio de vida. Aún siendo peligrosa pese a su ligera anchura, su espada no era comparada con su lengua... pero tal vez sí en ese momento. Conversar con un ladrón en la noche no le serviría de mucho si llegaba a encontrarlo y menos aún, huir. Notó como una colina estaba frente a sus ojos con dos portones unidos a rejas negras de una arquitectura gótica. Subiendo la colina, solo pudo percatarse de como las rejas de la puerta se movían de lado a lado por la corriente del viento, rechinando de forma molesta.
¿Podrá ser? ¡Sí, llegué antes que esos dos idiotas y que la bruja! tal vez con esto llegué a demostrar que no hay ningún ladrón rondando aquí, así podré yo tomar las riendas de esto. pensaba, decisivo a cumplir con su travesía. De una vez por todas, se adentró a aquella vieja y abandonada zona del gran cementerio, pasando sobre la puerta. No había nada intrigante tras llegar, pero pronto, escuchó como alguien desenterraba con una pala lo que parecía ser la tierra de alguna de las lápidas presentes con su linterna, de la que apenas podía notar algo... vagamente humanoide en la oscuridad, escarbaba la tierra sin parar hasta percatarse de que el gato estaba ahí, observándolo. No escucho algún sonido venir de esa figura, ¿podría ser el ladrón? tal vez, pero ahora no era lo que le preocupaba, si no el hecho de que aquel misterioso sujeto comenzaba a girarse lentamente.
— Algo me dice que debí esperar.
— Luego de esto debes de decirme tu nombre, bruja. —Dijo el minino, viéndola con sus penetrantes ojos azules—. Al final no me habré roto una pierna para ayudar a una desconocida. —Se dio la vuelta e ignoró al trío de compañeros que tenía, se encargó de explorar solo el prado en el que descansaban los muertos y escuchaba el ulular de alguno que otro búho. El pasto, ennegrecido por la oscuridad que caía en esa noche, era el único ruido que podía hallar mientras avanzaba a lo largo de la pradera de difuntos que no podrían descansar en paz mientras siguiesen siendo profanadas sus tumbas.
Se percató de un tronco muerto a la deriva del cementerio; de una de las raíces torcidas del árbol colgaba una lámpara de aceite, cuya luz iba y venía por como estaban las corrientes de aire en aquella fría noche, arremetiendo a esa pequeña flama. El minino tomó esa única linterna que colgaba entre las ramas, ahora era como una pequeña luciérnaga en una pradera oscura y repleta de cadáveres, con un ladrón del que dudaba si pudiese ser dañino o no. Si robaba tan solo huesos como se presuponía tras las investigaciones con la bruja y sus cascarrabias compañeros, entonces no podría tratarse para la perspectiva del felino como una gran amenaza.
El sonido de los búhos comenzó a descender de manera drástica, apenas llegaba escuchar el sonido de unos cuantos grillos en la pradera. Ya era tarde: se había perdido. Se dio media vuelta hacia atrás, tal vez unos cuantos gritos diesen una señal a sus compañeros o quizás, tan solo pudiese esperar a ser encontrado mañana por la mañana, pero con las afirmaciones de un ladrón en la zona no lo dejaban conforme con esperar hasta el día. Seguramente quedaría con ojeras hasta la mañana siguiente, no podría siquiera seguir el curso nómada que el mercenario solía tener. — ¡Elen, anciano! —Gritó a los cuatro vientos—. ¡¿Joseph?! ¡¿dónde se han metido?! —Continuó con un susurro para sí mismo—. Las tonterías que hago para no endeudarme, ahora parece que me he perdido. ¿No quieres salvar a esta doncella perdida, Odin? —Preguntaba a la nada de manera sarcástica.
Ya no sabía si deliraba o no, por lo que lo único precavido que pudo venir al gato a su cabeza había sido el desenvainar de su estoque. Su arma, era junto con su sombrero, lo más sobresaliente de su estilo bohemio de vida. Aún siendo peligrosa pese a su ligera anchura, su espada no era comparada con su lengua... pero tal vez sí en ese momento. Conversar con un ladrón en la noche no le serviría de mucho si llegaba a encontrarlo y menos aún, huir. Notó como una colina estaba frente a sus ojos con dos portones unidos a rejas negras de una arquitectura gótica. Subiendo la colina, solo pudo percatarse de como las rejas de la puerta se movían de lado a lado por la corriente del viento, rechinando de forma molesta.
¿Podrá ser? ¡Sí, llegué antes que esos dos idiotas y que la bruja! tal vez con esto llegué a demostrar que no hay ningún ladrón rondando aquí, así podré yo tomar las riendas de esto. pensaba, decisivo a cumplir con su travesía. De una vez por todas, se adentró a aquella vieja y abandonada zona del gran cementerio, pasando sobre la puerta. No había nada intrigante tras llegar, pero pronto, escuchó como alguien desenterraba con una pala lo que parecía ser la tierra de alguna de las lápidas presentes con su linterna, de la que apenas podía notar algo... vagamente humanoide en la oscuridad, escarbaba la tierra sin parar hasta percatarse de que el gato estaba ahí, observándolo. No escucho algún sonido venir de esa figura, ¿podría ser el ladrón? tal vez, pero ahora no era lo que le preocupaba, si no el hecho de que aquel misterioso sujeto comenzaba a girarse lentamente.
— Algo me dice que debí esperar.
Desidenius Rex
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
El plan a seguir estaba decidido, aunque aquello al gato pudiese no gustarle demasiado, por no coincidir con la idea que él tenía en mente para dar con el ladrón. El grupo tendría que vigilar la zona más antigua del cementerio y separarse para cubrir la mayor cantidad de terreno posible, atentos a cualquier sonido o movimiento sospechoso en las sombras. Sin perder tiempo, tanto el enterrador como su compañero se pusieron en marcha, seguidos de cerca por la hechicera, que escrutaba con la mirada todo lo que la rodeaba, en busca de alguna pista.
Desidenius se había adelantado al resto, lo suficiente para que en la oscuridad de la noche pronto se le perdiese de vista, cosa que alarmó al anciano en cuanto se percató de ello. - ¿Pero qué demonios…? ¿Dónde se ha metido el gato? - preguntó ligeramente nervioso, mientras buscaba al hombre bestia por los alrededores y aferraba con más firmeza el mango de la pala. - ¿Qué? No puede haberse esfumado. - respondió Joseph, mientras el cuerpo se le tensaba.
- Calmaos un poco no puede estar lejos, solo tenemos que encontrarlo. - intervino la de ojos verdes, al tiempo que dirigía la vista hacia el suelo en busca de alguna huella que pudiese rastrear. La escasa visibilidad no ayudaba, así que tuvo que echar mano nuevamente a sus poderes, creando otra brillante esfera de energía para iluminar el terreno sobre el que se encontraban. Pero ni aun así sería fácil, por el cementerio pasaban muchas personas cada día, y hallar una pisada entre las demás resultaría complicado.
Tras unos minutos, sin dar con nada que pudiese llevarlos hasta el minino, levantó la mirada y optó por lo más simple. - ¡¿Desidenius?! ¡¿Puedes oírnos?! - exclamó, pero no obtuvo respuesta alguna. - Increíble, lo hemos perdido. - comentó el vigilante con tono molesto, sin alejar demasiado la mano del pomo de su arma, por si acaso. El ladrón no podía haberlo atacado de forma tan silenciosa, así que lo más probable era que el felino se hubiese alejado del resto demasiado rápido.
- Rex conocía el plan, estoy segura de que se habrá dirigido a la zona que señalaste, démonos prisa antes de que se encuentre con el delincuente él solo. - instó, acelerando el paso para salvar la escasa distancia que los separaba ya del lugar que debían vigilar. En cuestión de un par de minutos todos estaban ya en la parte más vieja del cementerio, posición desde la cual tendrían que empezar a revisar las hileras de tumbas.
Algunas llevaban allí desde hacía casi un siglo, desde los tiempos del padre de Emmet, que también había ejercido de enterrador y con los años le había traspasado su profesión, así que esas serían las primeras de la lista. Las pertenecientes a personas de importancia o riqueza destacaban sobre el resto, no eran meras lápidas sino ornamentados mausoleos de piedra, pero estos se encontraban bien sellados, dejando su contenido fuera del alcance de los malhechores.
Tras descartar aquella zona siguieron avanzando en abanico, hasta ver a lo lejos como un farol oscilaba levemente, delatando la presencia de un individuo que bien podría ser Desidenius. - ¡Allí! - exclamó a los demás, para que la siguiesen de inmediato.
Desidenius se había adelantado al resto, lo suficiente para que en la oscuridad de la noche pronto se le perdiese de vista, cosa que alarmó al anciano en cuanto se percató de ello. - ¿Pero qué demonios…? ¿Dónde se ha metido el gato? - preguntó ligeramente nervioso, mientras buscaba al hombre bestia por los alrededores y aferraba con más firmeza el mango de la pala. - ¿Qué? No puede haberse esfumado. - respondió Joseph, mientras el cuerpo se le tensaba.
- Calmaos un poco no puede estar lejos, solo tenemos que encontrarlo. - intervino la de ojos verdes, al tiempo que dirigía la vista hacia el suelo en busca de alguna huella que pudiese rastrear. La escasa visibilidad no ayudaba, así que tuvo que echar mano nuevamente a sus poderes, creando otra brillante esfera de energía para iluminar el terreno sobre el que se encontraban. Pero ni aun así sería fácil, por el cementerio pasaban muchas personas cada día, y hallar una pisada entre las demás resultaría complicado.
Tras unos minutos, sin dar con nada que pudiese llevarlos hasta el minino, levantó la mirada y optó por lo más simple. - ¡¿Desidenius?! ¡¿Puedes oírnos?! - exclamó, pero no obtuvo respuesta alguna. - Increíble, lo hemos perdido. - comentó el vigilante con tono molesto, sin alejar demasiado la mano del pomo de su arma, por si acaso. El ladrón no podía haberlo atacado de forma tan silenciosa, así que lo más probable era que el felino se hubiese alejado del resto demasiado rápido.
- Rex conocía el plan, estoy segura de que se habrá dirigido a la zona que señalaste, démonos prisa antes de que se encuentre con el delincuente él solo. - instó, acelerando el paso para salvar la escasa distancia que los separaba ya del lugar que debían vigilar. En cuestión de un par de minutos todos estaban ya en la parte más vieja del cementerio, posición desde la cual tendrían que empezar a revisar las hileras de tumbas.
Algunas llevaban allí desde hacía casi un siglo, desde los tiempos del padre de Emmet, que también había ejercido de enterrador y con los años le había traspasado su profesión, así que esas serían las primeras de la lista. Las pertenecientes a personas de importancia o riqueza destacaban sobre el resto, no eran meras lápidas sino ornamentados mausoleos de piedra, pero estos se encontraban bien sellados, dejando su contenido fuera del alcance de los malhechores.
Tras descartar aquella zona siguieron avanzando en abanico, hasta ver a lo lejos como un farol oscilaba levemente, delatando la presencia de un individuo que bien podría ser Desidenius. - ¡Allí! - exclamó a los demás, para que la siguiesen de inmediato.
Elen Calhoun
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
La figura que había aparecido repentinamente tras la penumbra nocturna pronto se acercaba cada vez más pero de una forma lenta y que por suerte, el gato podía poco a poco distinguirla más próximo a una figura humana gracias a su linterna. Un hombre con una pala se le acercaba arrastrando consigo uno de sus pies, mientras que su mandíbula hacia abajo dejaba entrar moscas al interior de su boca sin importarle en lo más mínimo. Sus ojos denotaban una mirada inerte clavada en la oscuridad sin siquiera parecer haberse percatado de que el gato estaba ahí, lo había pillado en medio de su operación.
— ¿Hola? —Le dijo un poco extraviado al respecto. Aquel imbécil no podía ser el ladrón—. ¿Qué clase de pócima fue que te bebiste para andar así en una noche como esta? espera, déjame adivinar. ¿Estás ebrio?
La figura no contestó y en ves de tratar de socializar así como el gato, se encamino a lanzar unos golpes con su pala al gato. A su suerte, el minino era mucho más diestro que el sujeto como para poder evadir uno por uno, mientras que el sujeto trataba de impulsarse aún cuando estaba cojo. Desidenius no tuvo que otra, con un rápido movimiento sacó su estoque y pinchó la rodilla de la única pierna útil del aparente ladrón de tumbas. Cayó como una pluma pese a su robusto cuerpo, el sujeto era un poco gordo. Cayó al suelo, tratando de buscar la pala en toda esa oscuridad, pero antes de tomarla su mano fue aplastada por la bota del gato. Rex esbozó una sonrisa con sus afilados y pequeños dientes mientras que el humo de su pipa se alzaba por encima de su sombrero, como señal de una victoria fácil y sin mucho esfuerzo.
— No lo entiendo. —Comentaba, mientras que soltaba unas leves y breves carcajadas—. ¿Cómo es que esos imbéciles les ha costado tanto atraparte? pero si he visto niños que son mucho más diestros que tu. Y te haces llamar ladrón, estos tiempos de ahora. Los violadores, los asesinos, los ladrones, ya no son los mismos bastardos que eran. —Amplió su sonrisa una vez más—. ¡Ahora parecen las víctimas! —Explotó en carcajadas mientras que comenzó a patear el rostro del ladrón.
Desde la oscuridad, salió volando una daga contra la nuca del ladrón. Clavándose detrás del cráneo, dejo inerte el cuerpo del ladrón de tumbas en el suelo mientras la sangre empapaba la bota del gato. Sorprendido, el bohemio felino alzó su mirada a una nueva figura entre las sombras que se movía cada vez más cerca hacia él.
— ¿Cómo puedes ser tan ciego? —Comentó aquella sombra que poco a poco era iluminada por la luz de la luna y vagamente por la pequeña linterna del gato. Un hombre de pelo largo y una barba cuidada, ambas de color negro como lo eran los ropajes de aquel misterioso asesino, eran lo más emblemático en su figura tan misteriosa—. Cuando matas a la ficha del rey, este saca a su mejor postor contra tu jugada. Pero ahora no tengo a mi ficha y tu no tienes a las tuyas que te ayuden aquí, ¿no es así? —Esbozó una tranquila sonrisa, resultaba ser cortés en aquella situación pese a que no parecía ser un aliado. Pero pronto como tan rápido se había mostrado al gato, el asesino sacó cuatro dagas que colocó entre los espacios de sus dedos.
— ¿Asustado? —Prosiguió con otro comentario más, para pronto advertirle al gato—. Espabila de aquí. No tienes nada que hacer frente a un vampiro de grandes habilidades como yo, gato. Huye y no sigas los pasos de ese anciano y su compañero, este cementerio se ha vuelto mío. Las fuerzas vitales de los brujos, elfos, humanos... nada de eso me llena, los míos han estado interesados en la vida, pero, busco un misterio oculto entre los muertos.
— No me iré sin un porque. —Escupió al suelo como señal de reto—. Aparte, no me jodas. ¿Crees que duré todo esto para que al final me adviertas que tengo que largarme? primero muerto. Pero no lo tendrás tan fácil de este pequeño gato.
Esbozó una sonrisa y cerró sus ojos, bajó su cabeza tras sentirse confiado. — Veo que eres alguien muy atrevido a pesar de que eres así de pequeño. —Elevó su rostro y clavo su mirada en el felino, mientras ampliaba su sonrisa a una mucho más retorcida y macabra, mostrando toda la fila de dientes de arriba abajo—. ¡Pero eso no significa nada conmigo, quítate del medio!
Lanzó como ráfagas los cuatro pares de dagas entre sus dedos hacia el minino, que con suerte pudo esquivarlas tras lanzarse a uno de sus lados. Derrapando en el suelo, notó como una de las dagas había surcado en su cola y le había dejado una marca que comenzaba a mostrarse en un tono carmesí aún lo pequeña que era. — Sangre fresca. —Comentó el vampiro, mientras sacaba dos pares de dagas mucho más grandes que sus dagas arrojadizas. El verdadero ladrón de huesos, no robaba del todo, sus fines habían llegado de robar simples tumbas a tratar de asesinarlo. — ¿Más carne para la fiesta? bravo.
Tras escuchar lo que dijo el vampiro, el Sombrerero se giró hacia atrás para verlo con sus propios ojos. Se trataba del vigilante y el anciano que, si bien habían sido unos tercos, habían ido a su rescate. Pero sin embargo, la acción empezaría tras el momento de que su compañera se adentrase al combate. Dos contra uno, sus dagas no lo salvarían de una muerte anunciada.
— Llegamos justo a tiempo. —Comentó el vigilante, notando el cadáver y al ladrón—. Parece que vas a tener que formular una disculpa por haberte ido y tal vez, te debamos una después de esto como a la bruja.
— Tan solo te pido una cosa, vigilante. —Le respondió, mientras se reincorporaba del suelo—. Tras matar a este desgraciado y cuando en el final de mis aventuras fallezca, quiero que me entierres junto con él. —Le comentó, esbozando poco después su icónica sonrisa de pícaro—. Pero ponle el cráneo entre mis huevos al bastardo.
— ¿Hola? —Le dijo un poco extraviado al respecto. Aquel imbécil no podía ser el ladrón—. ¿Qué clase de pócima fue que te bebiste para andar así en una noche como esta? espera, déjame adivinar. ¿Estás ebrio?
La figura no contestó y en ves de tratar de socializar así como el gato, se encamino a lanzar unos golpes con su pala al gato. A su suerte, el minino era mucho más diestro que el sujeto como para poder evadir uno por uno, mientras que el sujeto trataba de impulsarse aún cuando estaba cojo. Desidenius no tuvo que otra, con un rápido movimiento sacó su estoque y pinchó la rodilla de la única pierna útil del aparente ladrón de tumbas. Cayó como una pluma pese a su robusto cuerpo, el sujeto era un poco gordo. Cayó al suelo, tratando de buscar la pala en toda esa oscuridad, pero antes de tomarla su mano fue aplastada por la bota del gato. Rex esbozó una sonrisa con sus afilados y pequeños dientes mientras que el humo de su pipa se alzaba por encima de su sombrero, como señal de una victoria fácil y sin mucho esfuerzo.
— No lo entiendo. —Comentaba, mientras que soltaba unas leves y breves carcajadas—. ¿Cómo es que esos imbéciles les ha costado tanto atraparte? pero si he visto niños que son mucho más diestros que tu. Y te haces llamar ladrón, estos tiempos de ahora. Los violadores, los asesinos, los ladrones, ya no son los mismos bastardos que eran. —Amplió su sonrisa una vez más—. ¡Ahora parecen las víctimas! —Explotó en carcajadas mientras que comenzó a patear el rostro del ladrón.
Desde la oscuridad, salió volando una daga contra la nuca del ladrón. Clavándose detrás del cráneo, dejo inerte el cuerpo del ladrón de tumbas en el suelo mientras la sangre empapaba la bota del gato. Sorprendido, el bohemio felino alzó su mirada a una nueva figura entre las sombras que se movía cada vez más cerca hacia él.
— ¿Cómo puedes ser tan ciego? —Comentó aquella sombra que poco a poco era iluminada por la luz de la luna y vagamente por la pequeña linterna del gato. Un hombre de pelo largo y una barba cuidada, ambas de color negro como lo eran los ropajes de aquel misterioso asesino, eran lo más emblemático en su figura tan misteriosa—. Cuando matas a la ficha del rey, este saca a su mejor postor contra tu jugada. Pero ahora no tengo a mi ficha y tu no tienes a las tuyas que te ayuden aquí, ¿no es así? —Esbozó una tranquila sonrisa, resultaba ser cortés en aquella situación pese a que no parecía ser un aliado. Pero pronto como tan rápido se había mostrado al gato, el asesino sacó cuatro dagas que colocó entre los espacios de sus dedos.
— ¿Asustado? —Prosiguió con otro comentario más, para pronto advertirle al gato—. Espabila de aquí. No tienes nada que hacer frente a un vampiro de grandes habilidades como yo, gato. Huye y no sigas los pasos de ese anciano y su compañero, este cementerio se ha vuelto mío. Las fuerzas vitales de los brujos, elfos, humanos... nada de eso me llena, los míos han estado interesados en la vida, pero, busco un misterio oculto entre los muertos.
— No me iré sin un porque. —Escupió al suelo como señal de reto—. Aparte, no me jodas. ¿Crees que duré todo esto para que al final me adviertas que tengo que largarme? primero muerto. Pero no lo tendrás tan fácil de este pequeño gato.
Esbozó una sonrisa y cerró sus ojos, bajó su cabeza tras sentirse confiado. — Veo que eres alguien muy atrevido a pesar de que eres así de pequeño. —Elevó su rostro y clavo su mirada en el felino, mientras ampliaba su sonrisa a una mucho más retorcida y macabra, mostrando toda la fila de dientes de arriba abajo—. ¡Pero eso no significa nada conmigo, quítate del medio!
Lanzó como ráfagas los cuatro pares de dagas entre sus dedos hacia el minino, que con suerte pudo esquivarlas tras lanzarse a uno de sus lados. Derrapando en el suelo, notó como una de las dagas había surcado en su cola y le había dejado una marca que comenzaba a mostrarse en un tono carmesí aún lo pequeña que era. — Sangre fresca. —Comentó el vampiro, mientras sacaba dos pares de dagas mucho más grandes que sus dagas arrojadizas. El verdadero ladrón de huesos, no robaba del todo, sus fines habían llegado de robar simples tumbas a tratar de asesinarlo. — ¿Más carne para la fiesta? bravo.
Tras escuchar lo que dijo el vampiro, el Sombrerero se giró hacia atrás para verlo con sus propios ojos. Se trataba del vigilante y el anciano que, si bien habían sido unos tercos, habían ido a su rescate. Pero sin embargo, la acción empezaría tras el momento de que su compañera se adentrase al combate. Dos contra uno, sus dagas no lo salvarían de una muerte anunciada.
— Llegamos justo a tiempo. —Comentó el vigilante, notando el cadáver y al ladrón—. Parece que vas a tener que formular una disculpa por haberte ido y tal vez, te debamos una después de esto como a la bruja.
— Tan solo te pido una cosa, vigilante. —Le respondió, mientras se reincorporaba del suelo—. Tras matar a este desgraciado y cuando en el final de mis aventuras fallezca, quiero que me entierres junto con él. —Le comentó, esbozando poco después su icónica sonrisa de pícaro—. Pero ponle el cráneo entre mis huevos al bastardo.
Desidenius Rex
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
Todos echaron a correr de inmediato en dirección al farol, esquivando las lápidas que encontraban a su paso y manteniendo la vista clavada en el objetivo, con la esperanza de encontrar al minino antes de que fuese tarde. Emmet debido a su avanzada edad y al peso añadido de cargar con la pala, no tardó en quedarse algo atrás, pero hizo acopio de buena parte de sus fuerzas para seguir adelante, sin perder de vista a los demás. Joseph por su parte era el que tenía mayor resistencia de los tres, así que no le costó llegar a la zona en que se encontraba el hombre bestia, acompañado de un cadáver y de otra figura.
La de ojos verdes y el anciano llegaron un poco después, con la respiración agitada a causa de la carrera, pero dispuestos a hacer lo que estuviese en sus manos por detener a aquel ladrón. El individuo en cuestión vestía ropajes oscuros, a juego con su larga melena, que ondeaba levemente con la brisa. Tenía la piel pálida y una mirada extraña, maligna.
Mientras Elen se preparaba para entrar en acción, escuchó las palabras que cruzaban Desidenius y el vigilante, palabras que provocaron una exagerada carcajada al extraño. - ¿Matarme? ¿Crees de verdad que este atajo de cazadores de pacotilla va a lograrlo? Ni siquiera llegareis a tocarme. - dijo con voz segura, al tiempo que hinchaba el pecho y jugueteaba con un par de dagas. El ladrón los estaba infravalorando, y aunque se hubiese salido con la suya durante varias semanas, ahora que la hechicera y el minino iban también tras él no tendría opciones.
- Yo no estaría tan seguro de eso bastardo. - contestó Joseph, que mucho se estaba conteniendo para no saltarle encima. - ¿Quieres probar? Adelante. - desafió, extendiendo los brazos hacia los lados y sonriendo ampliamente, de modo que sus afilados dientes pudiesen verse con los reflejos del farol. - Chupasangre, criatura inmunda ¡pagarás por lo que has hecho aquí! - exclamó el enterrador, también alterado y con ganas de dar su merecido a aquel delincuente que tantos quebraderos de cabeza les había dado.
- Cuidado viejo, podría darte un ataque. - provocó el vampiro, que se divertía viendo las caras de aquel par de ineptos, incapaces de hacer nada por su cuenta. - La realidad es que no sabéis hacer vuestro trabajo, llevo semanas robando delante de vuestras narices y hasta esta noche ni os habíais acercado a encontrarme. - continuó, pero no tuvo tiempo de decir nada más. Impulsivamente, Joseph se lanzó contra él espada en mano, pero su ataque no llegó a rozar al oscuro ser, que con un ágil movimiento se echó a un lado y evitó la trayectoria del arma.
Aprovechando el momento, el vampiro se giró repentinamente y golpeó al vigilante en el vientre, para luego apartarse y encarar al resto del grupo. - ¡Joseph! - exclamó con preocupación el anciano, pero su compañero lo tranquilizó con un gesto de la mano, antes de levantarse y volver a aferrar con fuerza la empuñadura de su hoja. - Estás en desventaja, asúmelo esto se ha acabado. - intervino la hechicera, adelantándose para posicionarse en un lugar mejor, desde el que poder utilizar sus poderes.
- ¿En serio? ¿Qué puedes hacer tú muchacha? - preguntó con cierta curiosidad, tomándola por una mera entrometida que no tenía nada que hacer allí. - ¿Acaso me he llevado algo de tu familia? ¿Vienes en busca de venganza? - prosiguió, midiéndola con la mirada. - Más te valdría volver a casa chica, antes de que te haga daño. - comentó volviendo a mostrar los colmillos, pero la de ojos verdes había visto muchas cosas peores en su vida, criaturas y seres que dejarían al vampiro a la altura del betún.
- ¿Daño? Más quisieras. - musitó, antes de soltar una potente descarga en su contra. El rayo baño con su luz buena parte del cementerio, antes de chocar contra el suelo en el punto exacto en que había estado el ladrón hacía solo un par de segundos. Sí, el desgraciado había conseguido esquivarlo por una vez, pero ya no la miraba del mismo modo, ahora si podía considerarla como una amenaza.
La de ojos verdes y el anciano llegaron un poco después, con la respiración agitada a causa de la carrera, pero dispuestos a hacer lo que estuviese en sus manos por detener a aquel ladrón. El individuo en cuestión vestía ropajes oscuros, a juego con su larga melena, que ondeaba levemente con la brisa. Tenía la piel pálida y una mirada extraña, maligna.
Mientras Elen se preparaba para entrar en acción, escuchó las palabras que cruzaban Desidenius y el vigilante, palabras que provocaron una exagerada carcajada al extraño. - ¿Matarme? ¿Crees de verdad que este atajo de cazadores de pacotilla va a lograrlo? Ni siquiera llegareis a tocarme. - dijo con voz segura, al tiempo que hinchaba el pecho y jugueteaba con un par de dagas. El ladrón los estaba infravalorando, y aunque se hubiese salido con la suya durante varias semanas, ahora que la hechicera y el minino iban también tras él no tendría opciones.
- Yo no estaría tan seguro de eso bastardo. - contestó Joseph, que mucho se estaba conteniendo para no saltarle encima. - ¿Quieres probar? Adelante. - desafió, extendiendo los brazos hacia los lados y sonriendo ampliamente, de modo que sus afilados dientes pudiesen verse con los reflejos del farol. - Chupasangre, criatura inmunda ¡pagarás por lo que has hecho aquí! - exclamó el enterrador, también alterado y con ganas de dar su merecido a aquel delincuente que tantos quebraderos de cabeza les había dado.
- Cuidado viejo, podría darte un ataque. - provocó el vampiro, que se divertía viendo las caras de aquel par de ineptos, incapaces de hacer nada por su cuenta. - La realidad es que no sabéis hacer vuestro trabajo, llevo semanas robando delante de vuestras narices y hasta esta noche ni os habíais acercado a encontrarme. - continuó, pero no tuvo tiempo de decir nada más. Impulsivamente, Joseph se lanzó contra él espada en mano, pero su ataque no llegó a rozar al oscuro ser, que con un ágil movimiento se echó a un lado y evitó la trayectoria del arma.
Aprovechando el momento, el vampiro se giró repentinamente y golpeó al vigilante en el vientre, para luego apartarse y encarar al resto del grupo. - ¡Joseph! - exclamó con preocupación el anciano, pero su compañero lo tranquilizó con un gesto de la mano, antes de levantarse y volver a aferrar con fuerza la empuñadura de su hoja. - Estás en desventaja, asúmelo esto se ha acabado. - intervino la hechicera, adelantándose para posicionarse en un lugar mejor, desde el que poder utilizar sus poderes.
- ¿En serio? ¿Qué puedes hacer tú muchacha? - preguntó con cierta curiosidad, tomándola por una mera entrometida que no tenía nada que hacer allí. - ¿Acaso me he llevado algo de tu familia? ¿Vienes en busca de venganza? - prosiguió, midiéndola con la mirada. - Más te valdría volver a casa chica, antes de que te haga daño. - comentó volviendo a mostrar los colmillos, pero la de ojos verdes había visto muchas cosas peores en su vida, criaturas y seres que dejarían al vampiro a la altura del betún.
- ¿Daño? Más quisieras. - musitó, antes de soltar una potente descarga en su contra. El rayo baño con su luz buena parte del cementerio, antes de chocar contra el suelo en el punto exacto en que había estado el ladrón hacía solo un par de segundos. Sí, el desgraciado había conseguido esquivarlo por una vez, pero ya no la miraba del mismo modo, ahora si podía considerarla como una amenaza.
Elen Calhoun
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
— Bueno, bueno... —Comentó el vampiro, pasaba el filo de su daga sobre otra y viceversa, tratando de dar la impresión de que lo que hacía estaba afilando cada vez más sus dagas. — Tienes agallas, bruja.
Estos idiotas... se reincorporó lentamente del suelo, Desidenius le había resultado mas molesto que satisfactorio la intervención del vigilante a fin de cuentas, que había caído pronto de un golpe a diestra y siniestra de parte del ladrón de huesos. Tras el repentino haz de luz provocado por una descarga fugaz de la electricidad de la hechicera, algo le decía que era más experimentada que él en lo que hacía. Tan solo había pasado años siendo un adulador y protegerse a espaldas de mercenarios para regocijarse en el oro que ellos recolectaban, pero ahora en solitario, la ayuda de una bruja con experiencia parecía resultarle útil para el duelo que armaba con el vampiro, en cambio, tanto el vigilante como el enterrador parecían ser mas que una carga.
Acomodo moviendo los labios la pipa sobre su boca y tomó su gran sombrero. Al momento en el que el vampiro se distraía poniendo atención a la bruja, Desidenius puso su sombrero en su rostro para lanzar una serie de estocadas al vampiro. Inesperadamente, la criatura de la noche resulto ser por excelencia mucho más diestro entre las sombras como había sido durante todos sus crímenes en el cementerio, esquivando cada una de las estocadas lanzadas por el felino hasta un desenlace inesperado. Notó esbozando una sonrisa con su pipa entre los dientes como había clavado aunque de manera leve, su filo sobre el antebrazo del vampiro, que no había cambiado mucho tras el momento de hacerlo.
Retrocedió su cuerpo hacia atrás para deshacerse del estoque clavado sobre su antebrazo. — Me toca a mi. —Comentó el vampiro, abalanzándose de una manera apresurada y con ataques mucho más agresivos que alguna vez fueron sus dagas arrojadizas contra el felino. Desidenius paso de evadirlo de forma ágil a esquivarlo por azar de una manera torpe, incapaz de seguir por mucho tiempo la destreza de su enemigo que cada vez más se hacía mas impredecible. Colocó su sombrero de vuelta a su cabeza y bajó su cuerpo ante la llegada de la próxima estocada del vampiro, donde aprovechó para dar un tajo bajo aquel brazo. De la herida pronto, la sangre emanó de forma que empapo las mangas negras de sus ropajes de rojo.
— Oh, no no. —Lanzó una de sus dagas al felino que pretendía vencerlo de una manera sencilla—. Primero me encargaré de ti y luego, estaré dispuesto a matar a tu amiga y a sus ineptos compañeros. —Esbozó una sonrisa en la que ambas pilas de dientes sobresalían de una manera que resultaba desagradable y poco satisfactoria, mientras que su daga arrojada, se había clavado sobre el tronco del árbol tras haber fallado al pasar por alto del sombrero del gato.
— ¡Hey, eso no es justo! —Dijo, notando como la mano del vampiro se abalanzó en contra de su garganta, estrujándola mientras que lo tenía contra el tronco del árbol al que había arrojado aquella daga, cercano a la lápida que su sirviente había estado desenterrando. El vampiro colocó su daga sobre la mejilla del gato, lentamente haciéndola girar para provocar un minúsculo rasguño en su rostro, quería ver del gato una gota de sangre cruzando cerca de su cínica sonrisa. — Bueno, parece que quieres que juguemos al mismo juego... —Contestó con un tono que trataba de mantenerse estable, aún cuando comenzaba a sentir el filo de la daga a poco tiempo de perforarle, escupió a un ojo del vampiro y mordió su mano.
El vampiro lo soltó del dolor, a su vez, su pipa había caído al suelo. Rex gritó bajo la intención de buscar auxilio de su compañera. — ¡Hey, hechicera! .—Gritó hacia la chica de cabello albino—. ¡Aprovecha ahora, tienes un chance!
Estos idiotas... se reincorporó lentamente del suelo, Desidenius le había resultado mas molesto que satisfactorio la intervención del vigilante a fin de cuentas, que había caído pronto de un golpe a diestra y siniestra de parte del ladrón de huesos. Tras el repentino haz de luz provocado por una descarga fugaz de la electricidad de la hechicera, algo le decía que era más experimentada que él en lo que hacía. Tan solo había pasado años siendo un adulador y protegerse a espaldas de mercenarios para regocijarse en el oro que ellos recolectaban, pero ahora en solitario, la ayuda de una bruja con experiencia parecía resultarle útil para el duelo que armaba con el vampiro, en cambio, tanto el vigilante como el enterrador parecían ser mas que una carga.
Acomodo moviendo los labios la pipa sobre su boca y tomó su gran sombrero. Al momento en el que el vampiro se distraía poniendo atención a la bruja, Desidenius puso su sombrero en su rostro para lanzar una serie de estocadas al vampiro. Inesperadamente, la criatura de la noche resulto ser por excelencia mucho más diestro entre las sombras como había sido durante todos sus crímenes en el cementerio, esquivando cada una de las estocadas lanzadas por el felino hasta un desenlace inesperado. Notó esbozando una sonrisa con su pipa entre los dientes como había clavado aunque de manera leve, su filo sobre el antebrazo del vampiro, que no había cambiado mucho tras el momento de hacerlo.
Retrocedió su cuerpo hacia atrás para deshacerse del estoque clavado sobre su antebrazo. — Me toca a mi. —Comentó el vampiro, abalanzándose de una manera apresurada y con ataques mucho más agresivos que alguna vez fueron sus dagas arrojadizas contra el felino. Desidenius paso de evadirlo de forma ágil a esquivarlo por azar de una manera torpe, incapaz de seguir por mucho tiempo la destreza de su enemigo que cada vez más se hacía mas impredecible. Colocó su sombrero de vuelta a su cabeza y bajó su cuerpo ante la llegada de la próxima estocada del vampiro, donde aprovechó para dar un tajo bajo aquel brazo. De la herida pronto, la sangre emanó de forma que empapo las mangas negras de sus ropajes de rojo.
— Oh, no no. —Lanzó una de sus dagas al felino que pretendía vencerlo de una manera sencilla—. Primero me encargaré de ti y luego, estaré dispuesto a matar a tu amiga y a sus ineptos compañeros. —Esbozó una sonrisa en la que ambas pilas de dientes sobresalían de una manera que resultaba desagradable y poco satisfactoria, mientras que su daga arrojada, se había clavado sobre el tronco del árbol tras haber fallado al pasar por alto del sombrero del gato.
— ¡Hey, eso no es justo! —Dijo, notando como la mano del vampiro se abalanzó en contra de su garganta, estrujándola mientras que lo tenía contra el tronco del árbol al que había arrojado aquella daga, cercano a la lápida que su sirviente había estado desenterrando. El vampiro colocó su daga sobre la mejilla del gato, lentamente haciéndola girar para provocar un minúsculo rasguño en su rostro, quería ver del gato una gota de sangre cruzando cerca de su cínica sonrisa. — Bueno, parece que quieres que juguemos al mismo juego... —Contestó con un tono que trataba de mantenerse estable, aún cuando comenzaba a sentir el filo de la daga a poco tiempo de perforarle, escupió a un ojo del vampiro y mordió su mano.
El vampiro lo soltó del dolor, a su vez, su pipa había caído al suelo. Rex gritó bajo la intención de buscar auxilio de su compañera. — ¡Hey, hechicera! .—Gritó hacia la chica de cabello albino—. ¡Aprovecha ahora, tienes un chance!
Desidenius Rex
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
El vampiro aceptó que tenía ante sí a una adversaria valiente, pero no iba a darse por vencido fácilmente, afiló sus dagas y se preparó para atacar nuevamente, aunque esta vez su objetivo sería otro. Desidenius no perdió el tiempo, y aprovechando que la atención del ladrón se centraba momentáneamente en la bruja, se lanzó contra él, para tratar de acertarle con el estoque que portaba. Por desgracia el enemigo era muy ágil, cualidad que le permitió esquivar casi todos los tajos, excepto el último, que le alcanzó en el brazo.
La de cabellos cenicientos se mantenía alerta y lista para entrar en la pelea, pero también debía controlar que ni Joseph ni mucho menos Emmet intentasen involucrarse, no tenían la formación ni experiencia necesaria para hacer frente a un ser como aquel. Había accedido a ayudarlos y cumpliría con su misión, pero no estaba dispuesta a permitir que hubiese bajas en aquel grupo, así que prefería encargarse del tema contando únicamente con el hombre bestia.
- Quedaos aquí y estad atentos, a mi señal cubríos los ojos. - musitó hacia ambos, mientras el vampiro contraatacaba tras recibir la estocada del felino. Sangraba, lo que en principio había sido un corte leve en el brazo ahora se había transformado en una herida abierta, dando opciones a la hechicera de aplicar la electricidad de forma directa, pero primero tendría que acercarse lo suficiente al criminal, del modo más seguro posible.
En realidad podía llamar su atención y esperar a que él mismo viniese hasta ella, en cuanto le pusiese una mano encima estaría acabado, la energía lo alcanzaría y recorrería todo su cuerpo en cuestión de segundos, dejándolo totalmente a merced de la maga. Pero el combate no parecía desarrollarse en esa dirección, el vampiro pretendía acabar con Desidenius para luego centrarse en ella, dejando al vigilante y al enterrador para el final.
La mano del ladrón se cernió alrededor del cuello del minino, mientras con la otra situaba una daga peligrosamente cerca del rostro del hombre bestia, buscando hacerle un pequeño corte para que comenzase a sangrar. Pero no contaba con lo que el felino estaba a punto de hacer. Desidenius tenía sus métodos para salir de la complicada situación, y tras morder la mano de su atacante, éste no pudo sino retroceder al tiempo que profería un quejido de dolor y rabia.
Fue entonces cuando el hombre bestia pidió ayuda a la bruja, que se había ido acercando a ambos lentamente mientas peleaban, para situarse en una mejor posición desde la que atacar al vampiro. Tenía que aprovechar el momento, así que hizo un gesto a su compañero para que cerrase los ojos o se diese la vuelta, antes de concentrar de forma repentina su electricidad en una esfera de gran tamaño. - ¡Ahora! - exclamó para avisar a los demás, que obedeciendo sus indicaciones optaron por girarse. La intensidad del brillo del orbe aumentó hasta volverse molesta para quienes no estaban acostumbrados a la claridad en solo un par de segundos, y para un ser que no podía ni ver el sol, resultaría cegador e insoportable.
- ¡Agghhh, mis ojos! ¡Maldita bruja! - gritó el vampiro, al ver mermado uno de sus mejores sentidos. Estaba hecho, el enemigo carecía de una de sus mejores bazas y ahora se encontraba en desventaja frente al resto, pero eso solo duraría unos minutos, tiempo que tendrían que aprovechar para atraparlo y desarmarlo. Combinando su telequinesis con la daga que llevaba en el cinturón, la de ojos verdes lanzó el arma en dirección al ladrón, acertándole en un hombro mientras aún no podía ver.
Otro quejido brotó de la garganta del vampiro, antes de que se llevase la mano a la zona afectada y mostrase los colmillos amenazante. Extrajo la hoja y la tiró al suelo, para acto seguido echar a correr en dirección al bosque, guiándose únicamente por el oído, que también tenía muy desarrollado. Su guarida estaba cerca y conocía el camino de vuelta perfectamente, así que no le costaría demasiado llegar hasta ella, una vez allí se resguardaría hasta recuperar la vista, tramando la venganza.
- ¡Que no escape! - exclamó la hechicera, dirigiéndose a Desidenius. - Vosotros esperad aquí. - indicó al par de humanos, antes de lanzarse en persecución del vampiro.
La de cabellos cenicientos se mantenía alerta y lista para entrar en la pelea, pero también debía controlar que ni Joseph ni mucho menos Emmet intentasen involucrarse, no tenían la formación ni experiencia necesaria para hacer frente a un ser como aquel. Había accedido a ayudarlos y cumpliría con su misión, pero no estaba dispuesta a permitir que hubiese bajas en aquel grupo, así que prefería encargarse del tema contando únicamente con el hombre bestia.
- Quedaos aquí y estad atentos, a mi señal cubríos los ojos. - musitó hacia ambos, mientras el vampiro contraatacaba tras recibir la estocada del felino. Sangraba, lo que en principio había sido un corte leve en el brazo ahora se había transformado en una herida abierta, dando opciones a la hechicera de aplicar la electricidad de forma directa, pero primero tendría que acercarse lo suficiente al criminal, del modo más seguro posible.
En realidad podía llamar su atención y esperar a que él mismo viniese hasta ella, en cuanto le pusiese una mano encima estaría acabado, la energía lo alcanzaría y recorrería todo su cuerpo en cuestión de segundos, dejándolo totalmente a merced de la maga. Pero el combate no parecía desarrollarse en esa dirección, el vampiro pretendía acabar con Desidenius para luego centrarse en ella, dejando al vigilante y al enterrador para el final.
La mano del ladrón se cernió alrededor del cuello del minino, mientras con la otra situaba una daga peligrosamente cerca del rostro del hombre bestia, buscando hacerle un pequeño corte para que comenzase a sangrar. Pero no contaba con lo que el felino estaba a punto de hacer. Desidenius tenía sus métodos para salir de la complicada situación, y tras morder la mano de su atacante, éste no pudo sino retroceder al tiempo que profería un quejido de dolor y rabia.
Fue entonces cuando el hombre bestia pidió ayuda a la bruja, que se había ido acercando a ambos lentamente mientas peleaban, para situarse en una mejor posición desde la que atacar al vampiro. Tenía que aprovechar el momento, así que hizo un gesto a su compañero para que cerrase los ojos o se diese la vuelta, antes de concentrar de forma repentina su electricidad en una esfera de gran tamaño. - ¡Ahora! - exclamó para avisar a los demás, que obedeciendo sus indicaciones optaron por girarse. La intensidad del brillo del orbe aumentó hasta volverse molesta para quienes no estaban acostumbrados a la claridad en solo un par de segundos, y para un ser que no podía ni ver el sol, resultaría cegador e insoportable.
- ¡Agghhh, mis ojos! ¡Maldita bruja! - gritó el vampiro, al ver mermado uno de sus mejores sentidos. Estaba hecho, el enemigo carecía de una de sus mejores bazas y ahora se encontraba en desventaja frente al resto, pero eso solo duraría unos minutos, tiempo que tendrían que aprovechar para atraparlo y desarmarlo. Combinando su telequinesis con la daga que llevaba en el cinturón, la de ojos verdes lanzó el arma en dirección al ladrón, acertándole en un hombro mientras aún no podía ver.
Otro quejido brotó de la garganta del vampiro, antes de que se llevase la mano a la zona afectada y mostrase los colmillos amenazante. Extrajo la hoja y la tiró al suelo, para acto seguido echar a correr en dirección al bosque, guiándose únicamente por el oído, que también tenía muy desarrollado. Su guarida estaba cerca y conocía el camino de vuelta perfectamente, así que no le costaría demasiado llegar hasta ella, una vez allí se resguardaría hasta recuperar la vista, tramando la venganza.
- ¡Que no escape! - exclamó la hechicera, dirigiéndose a Desidenius. - Vosotros esperad aquí. - indicó al par de humanos, antes de lanzarse en persecución del vampiro.
Elen Calhoun
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
— Vamos, da la maldita señal. —Contestó Rex a su compañera, alterado y sentado en el suelo tras bajar lentamente con su espalda contra el tronco, al fin podía tener un descanso del ahorque, o no. El vampiro ya estaba decidido a matarlo una vez por todas. Su rostro estaba girado a su compañera, con una gota de sangre cruzando hacia abajo sobre una de sus mejillas.
El vampiro se contuvo durante unos momentos, trataba de extraer su daga atrapada en el tronco del árbol. El negro azabache en sus dagas era la esencia de que su mano había estado ahí, que había actuado una vez más en la noche para cumplir mas fechorías. Eso no podía ser descubierto, y eso el vampiro lo sabía bien. — No vale rogar. —Contestó el vampiro, lamiendo la sangre de su brazo para poder acabar de alguna u otra forma con el sangrado, pero le entregaba consigo al gato la imagen de su horrorosa sonrisa amplia y apilada entre las filas de dientes de arriba abajo, cada una era mostrada acompañada de sus incisivos de vampiro. Como si hubiese sido un milagro, la bruja dio la señal.
Ahora solo tuvo que rodar a un costado y su sombrero haría el resto, taparía su rostro mientras giraba el suelo. Pero exactamente, ¿para qué la bruja requería de ello? no se dio cuenta antes si no después, cuando notó como un destello intenso provocado por una descarga enviada por la magia de la hechicera fue directo hacia el vampiro. Ese era su plan y pese a que fue su único ataque relevante en el combate, fue mucho más relevante que las estocadas sin rumbo del felino. Era una buena señal, indicaba que el vampiro no estaría vivo, si no más bien pulverizado gracias al estallido eléctrico de la hechicera. Un golpe de suerte y tal vez eso terminaría con un final feliz, pero todavía no había cedido aquel miserable chupasangre.
— ¡¿Tus ojos?! —Contestó el gato, desconcertado.— ¿¡Cómo demonios puedes seguir todavía vivo y encima quejándote de un simple alumbramiento a tus ojos!? —Se levantó del suelo, Rex se había enfadado, cada vez más el vampiro no representaba mucho reto al estar acompañado de la poderosa hechicera. Tenía todas las de ganar, era lo suyo, manipular a la gente para que cumpliesen lo que el quería. La hechicera volvió a respaldar al sombrerero cuando la daga de esta intervino en los quejidos tras su desorientación visual provocada por el destello, que logró asestar contra uno de sus hombros. Rex se acercó al vampiro con seguridad, un tanto lento, pero estaba a pocos pasos para ir a por su pipa y si tenía la suerte, acabar una vez por todas con aquel intrépido y ágil bastardo nocturno.
— ¿No estabas de muy sádico? parece que los colmillos son de adorno. —Se había dedicado ahora a humillarlo a base de una broma un tanto pesada, e incómoda para la ocasión. Tomó su pipa del suelo y la agitó, quería verificar que su boquilla estaba intacta y sin la suciedad que provenía de la tierra. Se la colocó en su boca, pero ya era tarde. El vampiro había dejado la daga y ahora los había dejado ahí, como si fuese tan solo un día como todos los demás. Ese zoquete iba a pagarlo caro por haberse burlado de las habilidades de ambos y más que todo, por la rabia que había provocado a Rex.
Se quitó su sombrero y poco después había guardado su estoque. Trató de limpiarlo un poco del polvo del suelo y pronto, se dirigió a sus compañeros. Se percató de como el enterrador, con una mano que parecía iba a clavar sus dedos en todo su pecho y mientras, el vigilante a su lado como su fiel servidor. — El enterrador no se siente bien. —Comentó, preocupado.— Deberé llevarlo a descansar un rato. Es suficiente aventura como para un hombre viejo... deben de detenerlo.
— Ya me di cuenta. —Contestó de manera poco educada, luego arrojo un escupitajo al pasto gracias al profundo tedio que se hallaba tras fallar su cometido. Desidenius todavía seguía preparándose y pese a lo tensa que se había puesto la situación, aún no estaba conforme con apresurarse a acabar con el miserable ladrón. Colocó su sombrero sobre su cabeza y pronto, dirigió un comentario en especial hacia la bruja. — Ya se escapó, bruja. Se fue al caño...
O no. —Arqueó una ceja, raramente mostrando una sonrisa junto con unas cuantas carcajadas, extrañas para el momento. Una idea había prendido de vuelta su motivación.— ¡Espera! Ahora que lo pienso, podrías volver a iluminar el lugar, solo no exageres. El corte que le hice, todo parece indicar que la sangre nos guiará en un recorrido nocturno hacia su morada. ¡Podremos recuperar los huesos y llevarnos la cabeza de ese bastardo de un golpe! —Apretó sus dientes, aún estaba enfurecido con el ladrón con tan solo recordar su breve combate—. Va a pagar caro.
El vampiro se contuvo durante unos momentos, trataba de extraer su daga atrapada en el tronco del árbol. El negro azabache en sus dagas era la esencia de que su mano había estado ahí, que había actuado una vez más en la noche para cumplir mas fechorías. Eso no podía ser descubierto, y eso el vampiro lo sabía bien. — No vale rogar. —Contestó el vampiro, lamiendo la sangre de su brazo para poder acabar de alguna u otra forma con el sangrado, pero le entregaba consigo al gato la imagen de su horrorosa sonrisa amplia y apilada entre las filas de dientes de arriba abajo, cada una era mostrada acompañada de sus incisivos de vampiro. Como si hubiese sido un milagro, la bruja dio la señal.
Ahora solo tuvo que rodar a un costado y su sombrero haría el resto, taparía su rostro mientras giraba el suelo. Pero exactamente, ¿para qué la bruja requería de ello? no se dio cuenta antes si no después, cuando notó como un destello intenso provocado por una descarga enviada por la magia de la hechicera fue directo hacia el vampiro. Ese era su plan y pese a que fue su único ataque relevante en el combate, fue mucho más relevante que las estocadas sin rumbo del felino. Era una buena señal, indicaba que el vampiro no estaría vivo, si no más bien pulverizado gracias al estallido eléctrico de la hechicera. Un golpe de suerte y tal vez eso terminaría con un final feliz, pero todavía no había cedido aquel miserable chupasangre.
— ¡¿Tus ojos?! —Contestó el gato, desconcertado.— ¿¡Cómo demonios puedes seguir todavía vivo y encima quejándote de un simple alumbramiento a tus ojos!? —Se levantó del suelo, Rex se había enfadado, cada vez más el vampiro no representaba mucho reto al estar acompañado de la poderosa hechicera. Tenía todas las de ganar, era lo suyo, manipular a la gente para que cumpliesen lo que el quería. La hechicera volvió a respaldar al sombrerero cuando la daga de esta intervino en los quejidos tras su desorientación visual provocada por el destello, que logró asestar contra uno de sus hombros. Rex se acercó al vampiro con seguridad, un tanto lento, pero estaba a pocos pasos para ir a por su pipa y si tenía la suerte, acabar una vez por todas con aquel intrépido y ágil bastardo nocturno.
— ¿No estabas de muy sádico? parece que los colmillos son de adorno. —Se había dedicado ahora a humillarlo a base de una broma un tanto pesada, e incómoda para la ocasión. Tomó su pipa del suelo y la agitó, quería verificar que su boquilla estaba intacta y sin la suciedad que provenía de la tierra. Se la colocó en su boca, pero ya era tarde. El vampiro había dejado la daga y ahora los había dejado ahí, como si fuese tan solo un día como todos los demás. Ese zoquete iba a pagarlo caro por haberse burlado de las habilidades de ambos y más que todo, por la rabia que había provocado a Rex.
Se quitó su sombrero y poco después había guardado su estoque. Trató de limpiarlo un poco del polvo del suelo y pronto, se dirigió a sus compañeros. Se percató de como el enterrador, con una mano que parecía iba a clavar sus dedos en todo su pecho y mientras, el vigilante a su lado como su fiel servidor. — El enterrador no se siente bien. —Comentó, preocupado.— Deberé llevarlo a descansar un rato. Es suficiente aventura como para un hombre viejo... deben de detenerlo.
— Ya me di cuenta. —Contestó de manera poco educada, luego arrojo un escupitajo al pasto gracias al profundo tedio que se hallaba tras fallar su cometido. Desidenius todavía seguía preparándose y pese a lo tensa que se había puesto la situación, aún no estaba conforme con apresurarse a acabar con el miserable ladrón. Colocó su sombrero sobre su cabeza y pronto, dirigió un comentario en especial hacia la bruja. — Ya se escapó, bruja. Se fue al caño...
O no. —Arqueó una ceja, raramente mostrando una sonrisa junto con unas cuantas carcajadas, extrañas para el momento. Una idea había prendido de vuelta su motivación.— ¡Espera! Ahora que lo pienso, podrías volver a iluminar el lugar, solo no exageres. El corte que le hice, todo parece indicar que la sangre nos guiará en un recorrido nocturno hacia su morada. ¡Podremos recuperar los huesos y llevarnos la cabeza de ese bastardo de un golpe! —Apretó sus dientes, aún estaba enfurecido con el ladrón con tan solo recordar su breve combate—. Va a pagar caro.
Desidenius Rex
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
Elen apenas escuchaba ya las voces de sus compañeros, inmersa como estaba en perseguir al vampiro a través del bosque, pero alcanzó a oír un comentario de Rex, que le pedía que iluminase la zona para seguir el posible rastro de sangre. No hacía falta en realidad, pues entre ella y su objetivo no podía haber mucha distancia, al menos de momento. Sabía que los de su raza eran rápidos, pero si mantenía el ritmo no le daría ventaja ni le permitiría huir, tarde o temprano lo encontraría.
Haciendo uso de sus poderes, lanzó varias esferas de energía que se movieron varios metros por delante de su cuerpo, para luego estallar formando una brillante onda, que le permitió atisbar la silueta del vampiro mientras éste corría entre la vegetación. Así podía seguirlo sin equivocarse ni perderlo de vista, y además conseguiría ponerlo nervioso, ya no volvería a salirse con la suya.
La agilidad del enemigo era envidiable, pero ni eso le ayudaría a escapar en aquella ocasión, no mientras la bruja le pisara los talones. Elen tuvo que agradecer los múltiples entrenamientos a que se había sometido, pues sin ellos no hubiese sido capaz de seguir corriendo durante tanto tiempo, no entraba dentro de las características de los brujos el estar en buena forma. Siguió avanzando a toda prisa sin saber siquiera si Desidenius la acompañaba, su ayuda en combate podría decantar la balanza a favor pero de no aparecer tampoco pasaría nada, ya estaba más que acostumbrada a enfrentarse sola a los problemas.
El vampiro, aún con la vista algo irritada y seguro de que lo perseguían, trató por todos los medios de darle esquinazo entre la frondosa vegetación, pero esto no le sirvió de nada, tendría que regresar a su guarida y esperar que en su terreno las cosas cambiasen. Así pues, prosiguió la huida hasta alcanzar la entrada de una cueva, cuyo considerable tamaño la convertía en un hogar estupendo para criaturas no muy grandes. Dentro parecía haber algo de luz pero pronto se extinguió, en cuanto el ladrón entró en la guarida.
Ese era su último recurso, valerse de la oscuridad y su ventaja visual en esta para atacar a la hechicera y a su compañero de forma ruin, por la espalda. Sin embargo, debía ocuparse primero de la bruja o ésta iluminaría el interior, cosa que no podía permitir si quería salir airoso de la situación. - Veamos quien ríe el último…- musitó, mientras sus ojos volvían a recuperarse lentamente y se ajustaban al ambiente.
- Se ha metido ahí. - comentó la maga, deteniéndose a unos diez metros de la caverna para tomar aire y recuperarse tras la carrera. Si no tenía más que una salida la caza del vampiro podría resultar fácil, siempre y cuando éste no tuviese algún truco o trampa para atraparlos. Dándose media vuelta, buscó con la mirada al felino para cerciorarse de que la hubiese seguido hasta allí, luego comenzaría a avanzar hacia la entrada tratando de hacer el menor ruido posible.
- Seguro que tiene un oído muy fino, así que descartado el factor sorpresa. - susurró, antes de concentrar la electricidad en ambas manos para crear una esfera similar a la que había utilizado anteriormente para cegar al enemigo. En cuanto estuviesen preparados, tanto ella como su compañero, el brillante orbe saldría disparado al interior de la cueva y estallaría iluminándolo por completo, quizá así volviese a dejar al ladrón sin su sentido más preciado.
Haciendo uso de sus poderes, lanzó varias esferas de energía que se movieron varios metros por delante de su cuerpo, para luego estallar formando una brillante onda, que le permitió atisbar la silueta del vampiro mientras éste corría entre la vegetación. Así podía seguirlo sin equivocarse ni perderlo de vista, y además conseguiría ponerlo nervioso, ya no volvería a salirse con la suya.
La agilidad del enemigo era envidiable, pero ni eso le ayudaría a escapar en aquella ocasión, no mientras la bruja le pisara los talones. Elen tuvo que agradecer los múltiples entrenamientos a que se había sometido, pues sin ellos no hubiese sido capaz de seguir corriendo durante tanto tiempo, no entraba dentro de las características de los brujos el estar en buena forma. Siguió avanzando a toda prisa sin saber siquiera si Desidenius la acompañaba, su ayuda en combate podría decantar la balanza a favor pero de no aparecer tampoco pasaría nada, ya estaba más que acostumbrada a enfrentarse sola a los problemas.
El vampiro, aún con la vista algo irritada y seguro de que lo perseguían, trató por todos los medios de darle esquinazo entre la frondosa vegetación, pero esto no le sirvió de nada, tendría que regresar a su guarida y esperar que en su terreno las cosas cambiasen. Así pues, prosiguió la huida hasta alcanzar la entrada de una cueva, cuyo considerable tamaño la convertía en un hogar estupendo para criaturas no muy grandes. Dentro parecía haber algo de luz pero pronto se extinguió, en cuanto el ladrón entró en la guarida.
Ese era su último recurso, valerse de la oscuridad y su ventaja visual en esta para atacar a la hechicera y a su compañero de forma ruin, por la espalda. Sin embargo, debía ocuparse primero de la bruja o ésta iluminaría el interior, cosa que no podía permitir si quería salir airoso de la situación. - Veamos quien ríe el último…- musitó, mientras sus ojos volvían a recuperarse lentamente y se ajustaban al ambiente.
- Se ha metido ahí. - comentó la maga, deteniéndose a unos diez metros de la caverna para tomar aire y recuperarse tras la carrera. Si no tenía más que una salida la caza del vampiro podría resultar fácil, siempre y cuando éste no tuviese algún truco o trampa para atraparlos. Dándose media vuelta, buscó con la mirada al felino para cerciorarse de que la hubiese seguido hasta allí, luego comenzaría a avanzar hacia la entrada tratando de hacer el menor ruido posible.
- Seguro que tiene un oído muy fino, así que descartado el factor sorpresa. - susurró, antes de concentrar la electricidad en ambas manos para crear una esfera similar a la que había utilizado anteriormente para cegar al enemigo. En cuanto estuviesen preparados, tanto ella como su compañero, el brillante orbe saldría disparado al interior de la cueva y estallaría iluminándolo por completo, quizá así volviese a dejar al ladrón sin su sentido más preciado.
Elen Calhoun
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
— ¡Oye, espera! —Gritó el felino, notando como la hechicera se perdía entre los arbustos tratando de perseguir al vampiro. Había roto con el estereotipo de los hechiceros débiles y sabelotodos muy fácilmente, por un momento parecía mas humana que hechicera para los ojos del felino. Desidenius trató de perseguirla por los arbustos, siendo un poco precavido de que el sombrero no se cayese a medida que corría, temiendo un poco el tropezar por alguna artimaña del vampiro. — Otra noche llena de peligro. —Suspiró, sin el mismo ánimo de aventura que la bruja.
Comenzaba a hartarse un poco de la falta de valentía del vampiro, si se hubiese puesto en la piel del vampiro también hubiese hecho lo mismo, pero en esa misión ya comenzaba a hartarse. Que bien hubiese estado si se hubiese tendido con ese cadáver en vez de gritar como una niña y ser salvado por una chica. Al menos eso había quedado entre dos pelmazos que no vería y por la bruja, más decidida y preparada que un bocazas como él a darle captura. Algunos charcos de agua entre los arbustos mojaban sus botas, haciendo que llegase con mayor lentitud. Si no hubiese sido por la ayuda de la hechicera dejando esas esferas mágicas que lo orientaban con esos despampanantes rayos de luz, se hubiese perdido por segunda vez.
Eres un estúpido, Rex. Debiste pedir dinero, ahora estás haciendo ejercicio gratuito pensó mientras que la bruja había dado las indicaciones de la ubicación del vampiro. Echó un vistazo a la profundidad del abismo que era la entrada de la caverna, que ya de por si le daba escalofríos el encontrar una daga arrojadiza volar hacia su cuello mientras iba por ese camino. Se apresuró a advertir a la hechicera, respaldándose de las capacidades y la valía de su compañera para evitar recibir el daño. Ya se había encarado con el vampiro como para saber el peligro. Era listo, la primera vez que lo vio, había manipulado a un pobre zoquete para hacer su trabajo sin ensuciarse las manos. — Cuidado entrando allí. El maldito lanza sus dagas, no solo suelta tonterías de su boca para verse bien. —Continuaba, pese a la ironía de ese comentario que reflejaba mucho lo que él hacía para verse valiente. — Yo...¡vigilaré el terreno! —Dijo tras pensarlo dos veces, no estaba seguro si entrar o no allí en primer lugar.
Corrió para alejarse de la bruja para pasar a un costado de la cueva, no podía verla a la cara tras eso. Tal vez dejaría que ella se encargase e irse, era lo mejor. Pero mientras lo pensaba con el sabor agrío de su pipa entre sus dientes, razonó con una idea mucho más ingeniosa y no tan patética. Podía buscar alguna entrada a la cueva para ser algo más discreto, así tal vez la bruja no tomaría lo que había hecho él como un acto de cobardía. Si le hubiesen pagado seguramente hubiese dado más.
— La última vez no volveré a caminar en la noche en un cementerio. —Comentó, agachándose ante el cúmulo de rocas que había en el costado de la puerta. Parecía ser alguna especie de tumba improvisada. — Aquí debe haber un tesoro... o algo importante de este bastardo. —Murmuraba, tratando de no ser escuchado pese al silencio que emanaba de la penumbra.— No puede ser que de tanto robar solo sepa llevarse huesos el muy imbécil. —Apartó las rocas con desesperación, pronto notó un gran hueco que se asemejaba a la entrada a una madriguera, pero algo tan simple no podía ser. — Veamos...
Se metió en aquel hueco estrecho del que por suerte su pequeño cuerpo podía caber, teniendo que sujetar entre sus brazos el amplio sombrero que no podría entrar mientras siguiese en su cabeza y sin estrujarse. Derrapó en ese agujero de tierra, oscuro y frío, sin saber que destino le traería el ir hacia su interior. Con lo que tenía en mente, y esperaba que fuese así, no podía ser una trampa abandonada o puesta allí por un motivo, y si lo era, rogaba a Odin una esperanza. Notó en el abismo inesperadamente un cráneo humano, que termino aplastando con su cuerpo al caer del agujero.
El cráneo había quedado hecho trizas, pero eso no importaba ahora. Notó a su alrededor las docenas de huesos que habían recogidos como objeto de colección, cada uno ordenado cuidadosamente y uno que otro mostraba carencia de algunas partes. Le recordaba a uno de los muchos cuentos de horror que había leído entre las noches de la biblioteca en la que fue acogido, cuando aún ansiaba ocio sin importar las consecuencias. De eso hizo nacer en él un centenar de pesadillas durante aquella tierna juventud... pero ahora, una pesadilla se había hecho realidad. ¿Qué parte de la cueva se había metido?
Se colocó el sombrero un tanto estrujado en su cabeza y caminó agazapado cuidadosamente entre los escombros y los huesos que servían de trofeo en la guarida del ladrón. No parecía ser un acto improvisto por parte del vampiro el refugiarse aquí, parecía haber conocido cada parte de su plan como para conocer al momento de huir una ruta a una caverna. El muy idiota nos guió a su caverna, todo parece indicar que esto acabará pronto. Resiste, Rex pensaba mientras que se percató de la falta de humo de su pipa. Al haber bajado, se había apagado. — ¡Por un demonio, ¿porqué ahora?! —Gritó, al verse abandonado por lo único que le podía ayudar a relajar los nervios en aquella delicada situación y pronto, comenzó a escuchar unas pisadas acercándose....
Por segunda vez todo parecía indicar que irían por su cabeza a primeras, pero al menos había llegado a encontrar los huesos robados de cada una de las tumbas. La bruja no tardaría en llegar a respaldar al gato, mientras tanto, debería seguir su naturaleza felina en ese manto de oscuridad, si es que quería sobrevivir frente a un ser de la noche como un vampiro.
Comenzaba a hartarse un poco de la falta de valentía del vampiro, si se hubiese puesto en la piel del vampiro también hubiese hecho lo mismo, pero en esa misión ya comenzaba a hartarse. Que bien hubiese estado si se hubiese tendido con ese cadáver en vez de gritar como una niña y ser salvado por una chica. Al menos eso había quedado entre dos pelmazos que no vería y por la bruja, más decidida y preparada que un bocazas como él a darle captura. Algunos charcos de agua entre los arbustos mojaban sus botas, haciendo que llegase con mayor lentitud. Si no hubiese sido por la ayuda de la hechicera dejando esas esferas mágicas que lo orientaban con esos despampanantes rayos de luz, se hubiese perdido por segunda vez.
Eres un estúpido, Rex. Debiste pedir dinero, ahora estás haciendo ejercicio gratuito pensó mientras que la bruja había dado las indicaciones de la ubicación del vampiro. Echó un vistazo a la profundidad del abismo que era la entrada de la caverna, que ya de por si le daba escalofríos el encontrar una daga arrojadiza volar hacia su cuello mientras iba por ese camino. Se apresuró a advertir a la hechicera, respaldándose de las capacidades y la valía de su compañera para evitar recibir el daño. Ya se había encarado con el vampiro como para saber el peligro. Era listo, la primera vez que lo vio, había manipulado a un pobre zoquete para hacer su trabajo sin ensuciarse las manos. — Cuidado entrando allí. El maldito lanza sus dagas, no solo suelta tonterías de su boca para verse bien. —Continuaba, pese a la ironía de ese comentario que reflejaba mucho lo que él hacía para verse valiente. — Yo...¡vigilaré el terreno! —Dijo tras pensarlo dos veces, no estaba seguro si entrar o no allí en primer lugar.
Corrió para alejarse de la bruja para pasar a un costado de la cueva, no podía verla a la cara tras eso. Tal vez dejaría que ella se encargase e irse, era lo mejor. Pero mientras lo pensaba con el sabor agrío de su pipa entre sus dientes, razonó con una idea mucho más ingeniosa y no tan patética. Podía buscar alguna entrada a la cueva para ser algo más discreto, así tal vez la bruja no tomaría lo que había hecho él como un acto de cobardía. Si le hubiesen pagado seguramente hubiese dado más.
— La última vez no volveré a caminar en la noche en un cementerio. —Comentó, agachándose ante el cúmulo de rocas que había en el costado de la puerta. Parecía ser alguna especie de tumba improvisada. — Aquí debe haber un tesoro... o algo importante de este bastardo. —Murmuraba, tratando de no ser escuchado pese al silencio que emanaba de la penumbra.— No puede ser que de tanto robar solo sepa llevarse huesos el muy imbécil. —Apartó las rocas con desesperación, pronto notó un gran hueco que se asemejaba a la entrada a una madriguera, pero algo tan simple no podía ser. — Veamos...
Se metió en aquel hueco estrecho del que por suerte su pequeño cuerpo podía caber, teniendo que sujetar entre sus brazos el amplio sombrero que no podría entrar mientras siguiese en su cabeza y sin estrujarse. Derrapó en ese agujero de tierra, oscuro y frío, sin saber que destino le traería el ir hacia su interior. Con lo que tenía en mente, y esperaba que fuese así, no podía ser una trampa abandonada o puesta allí por un motivo, y si lo era, rogaba a Odin una esperanza. Notó en el abismo inesperadamente un cráneo humano, que termino aplastando con su cuerpo al caer del agujero.
El cráneo había quedado hecho trizas, pero eso no importaba ahora. Notó a su alrededor las docenas de huesos que habían recogidos como objeto de colección, cada uno ordenado cuidadosamente y uno que otro mostraba carencia de algunas partes. Le recordaba a uno de los muchos cuentos de horror que había leído entre las noches de la biblioteca en la que fue acogido, cuando aún ansiaba ocio sin importar las consecuencias. De eso hizo nacer en él un centenar de pesadillas durante aquella tierna juventud... pero ahora, una pesadilla se había hecho realidad. ¿Qué parte de la cueva se había metido?
Se colocó el sombrero un tanto estrujado en su cabeza y caminó agazapado cuidadosamente entre los escombros y los huesos que servían de trofeo en la guarida del ladrón. No parecía ser un acto improvisto por parte del vampiro el refugiarse aquí, parecía haber conocido cada parte de su plan como para conocer al momento de huir una ruta a una caverna. El muy idiota nos guió a su caverna, todo parece indicar que esto acabará pronto. Resiste, Rex pensaba mientras que se percató de la falta de humo de su pipa. Al haber bajado, se había apagado. — ¡Por un demonio, ¿porqué ahora?! —Gritó, al verse abandonado por lo único que le podía ayudar a relajar los nervios en aquella delicada situación y pronto, comenzó a escuchar unas pisadas acercándose....
Por segunda vez todo parecía indicar que irían por su cabeza a primeras, pero al menos había llegado a encontrar los huesos robados de cada una de las tumbas. La bruja no tardaría en llegar a respaldar al gato, mientras tanto, debería seguir su naturaleza felina en ese manto de oscuridad, si es que quería sobrevivir frente a un ser de la noche como un vampiro.
Desidenius Rex
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
Mientras la hechicera esperaba al momento adecuado para lanzar su orbe de energía, Desidenius le recordó lo peligroso que era el vampiro, basándose en la destreza que tenía para lanzar dagas a sus oponentes. Eso para el hombre bestia quizá fuese un problema, pero para ella que contaba con la telequinesis de su lado, no resultaba tan preocupante, siempre y cuando los proyectiles viniesen de uno en uno o como máximo en pares. De todos modos podía echar mano de una ráfaga de viento para desviar las dagas, pero para ello debía contar con algo de tiempo, el suficiente como para reaccionar.
Su felino compañero parecía dudar acerca del siguiente paso, y tras unos instantes decidió encargarse de vigilar el lugar, tras lo cual se apartó de ella y pasó al costado de la caverna, dejándola a su suerte. Elen no esperaba algo semejante, observó con ojos muy abiertos al minino hasta perderlo de vista, momento en que respiró hondo y centró su atención en la entrada de la cueva, dispuesta a enfrentarse en solitario al vampiro que sin duda la esperaba en el interior.
La idea era hacer el mayor daño posible con la brillante esfera eléctrica antes de internarse en la caverna, para luego aprovechar la ventaja y aturdir al ladrón con una descarga, pero la de cabellos cenicientos estaba segura de que no se lo pondría tan fácil. Liberó el orbe y este cruzó la cueva hasta perderse en lo más profundo de la misma, momento en que estalló, llenando de una intensa luz el lugar. Ahora debía moverse rápido, echó a correr hacia el interior y manipuló nuevamente su elemento para crear más esferas, que flotarían por delante de su cuerpo para servirle de guías y evitar que cayese en trampas o tropezase durante la carrera.
Un asqueroso hedor se fue haciendo patente conforme avanzaba, obligándola a cubrirse nariz y boca con la manga de la camisa mientras se preguntaba interiormente qué demonios había allí dentro. Solo unos segundos después descubrió el origen de tan nauseabundo olor, varias pilas de huesos y restos de animales en descomposición, que se amontonaban en los bordes de lo que podría considerarse como el espacio central de la caverna. En mitad de lugar había un extraño altar, toscamente construido con madera y piedra, sobre el que descansaba el cadáver de una mujer, ataviada con un vaporoso vestido rojo.
De haber tenido algo más de tiempo se habría acercado a examinarla, pero el ladrón ya se agazapaba en las sombras para atacarla, haciendo uso de un par de dagas muy semejantes a las que había utilizado ya contra Desidenius. Manteniendo la espalda hacia la pared, para eliminar la posibilidad de un ataque por sorpresa, Elen hizo brillar intensamente las esferas que la rodeaban, acción que le reveló la posición de su enemigo. Se encontraba a algunos metros, con la oscura mirada clavada en ella y enseñando los colmillos, lo que le daba un aspecto feroz, semejante al de las bestias cuando ponían la vista sobre una presa.
No tardó en arrojar las dagas contra ella, pero la hechicera ya esperaba que lo hiciese, creó una potente corriente de viento y las desvió hacia un lado, haciendo que chocasen contra una de las paredes. - ¿Vienes sola bruja?, que terrible error…- dijo amenazante, mientras cambiaba de lugar para encontrar un punto por el que atacarla sin que fuese de forma directa. - Esta cueva será tu tumba. - añadió segundos después, para luego abalanzarse sobre la de ojos verdes desde un lateral.
Elen podría haber optado por dejar que la atrapase, pero en vez de eso se lanzó al suelo y rodó por el mismo, esquivando al vampiro, que tras haber cometido un fallo regresó al cobijo de las sombras. - Te equivocas, acabarás encerrado y yo devolveré lo que has robado del cementerio, luego reduciré este lugar a cenizas. - espetó la bruja, al tiempo que volvía a hacer brillar los orbes que la rodeaban. - No quedará nada, ni siquiera ella. - prosiguió, refiriéndose a la dama que yacía en el centro de la sala.
Era fácil deducir que se trataba de alguien importante para el ladrón, principalmente por la forma en que estaba apartada de la inmundicia, a lo que había que sumar ciertos detalles, como que siguiese vestida y que en sus manos sostuviese un ramillete de flores, que a juzgar por su aspecto debían haberse cortado hacía menos de un día. - ¡No le pondrás un dedo encima! - exclamó el vampiro, lanzándose nuevamente contra la maga. Su provocación había funcionado tal como esperaba, así que permitió que el enemigo la alcanzase y consiguiese tirarla al suelo, momento en que la electricidad comenzó a recorrerla por entero.
El ladrón la tenía sujeta por los brazos, pero no pudo hacer nada antes de que la corriente se transmitiese a su cuerpo, hecho que lo dejó incapacitado, sin posibilidad de reaccionar. Solo entonces la hechicera lo lanzó hacia un lado, valiéndose de una ráfaga de aire para estamparlo bruscamente contra una de las paredes. Ya casi estaba, solo tenía que terminar el trabajo y reducirlo, pero unos ruidos hicieron que se despistase, ¿habría algún otro enemigo cerca o sería Rex? No tenía tiempo de comprobarlo, pues su oponente comenzaba a recuperar la movilidad y en breve volvería al ataque.
Off: He considerado que aunque Desidenius llega al interior primero, el ataque con la esfera de luz distrae al vampiro lo suficiente como para que no vaya directamente a por él.
Su felino compañero parecía dudar acerca del siguiente paso, y tras unos instantes decidió encargarse de vigilar el lugar, tras lo cual se apartó de ella y pasó al costado de la caverna, dejándola a su suerte. Elen no esperaba algo semejante, observó con ojos muy abiertos al minino hasta perderlo de vista, momento en que respiró hondo y centró su atención en la entrada de la cueva, dispuesta a enfrentarse en solitario al vampiro que sin duda la esperaba en el interior.
La idea era hacer el mayor daño posible con la brillante esfera eléctrica antes de internarse en la caverna, para luego aprovechar la ventaja y aturdir al ladrón con una descarga, pero la de cabellos cenicientos estaba segura de que no se lo pondría tan fácil. Liberó el orbe y este cruzó la cueva hasta perderse en lo más profundo de la misma, momento en que estalló, llenando de una intensa luz el lugar. Ahora debía moverse rápido, echó a correr hacia el interior y manipuló nuevamente su elemento para crear más esferas, que flotarían por delante de su cuerpo para servirle de guías y evitar que cayese en trampas o tropezase durante la carrera.
Un asqueroso hedor se fue haciendo patente conforme avanzaba, obligándola a cubrirse nariz y boca con la manga de la camisa mientras se preguntaba interiormente qué demonios había allí dentro. Solo unos segundos después descubrió el origen de tan nauseabundo olor, varias pilas de huesos y restos de animales en descomposición, que se amontonaban en los bordes de lo que podría considerarse como el espacio central de la caverna. En mitad de lugar había un extraño altar, toscamente construido con madera y piedra, sobre el que descansaba el cadáver de una mujer, ataviada con un vaporoso vestido rojo.
De haber tenido algo más de tiempo se habría acercado a examinarla, pero el ladrón ya se agazapaba en las sombras para atacarla, haciendo uso de un par de dagas muy semejantes a las que había utilizado ya contra Desidenius. Manteniendo la espalda hacia la pared, para eliminar la posibilidad de un ataque por sorpresa, Elen hizo brillar intensamente las esferas que la rodeaban, acción que le reveló la posición de su enemigo. Se encontraba a algunos metros, con la oscura mirada clavada en ella y enseñando los colmillos, lo que le daba un aspecto feroz, semejante al de las bestias cuando ponían la vista sobre una presa.
No tardó en arrojar las dagas contra ella, pero la hechicera ya esperaba que lo hiciese, creó una potente corriente de viento y las desvió hacia un lado, haciendo que chocasen contra una de las paredes. - ¿Vienes sola bruja?, que terrible error…- dijo amenazante, mientras cambiaba de lugar para encontrar un punto por el que atacarla sin que fuese de forma directa. - Esta cueva será tu tumba. - añadió segundos después, para luego abalanzarse sobre la de ojos verdes desde un lateral.
Elen podría haber optado por dejar que la atrapase, pero en vez de eso se lanzó al suelo y rodó por el mismo, esquivando al vampiro, que tras haber cometido un fallo regresó al cobijo de las sombras. - Te equivocas, acabarás encerrado y yo devolveré lo que has robado del cementerio, luego reduciré este lugar a cenizas. - espetó la bruja, al tiempo que volvía a hacer brillar los orbes que la rodeaban. - No quedará nada, ni siquiera ella. - prosiguió, refiriéndose a la dama que yacía en el centro de la sala.
Era fácil deducir que se trataba de alguien importante para el ladrón, principalmente por la forma en que estaba apartada de la inmundicia, a lo que había que sumar ciertos detalles, como que siguiese vestida y que en sus manos sostuviese un ramillete de flores, que a juzgar por su aspecto debían haberse cortado hacía menos de un día. - ¡No le pondrás un dedo encima! - exclamó el vampiro, lanzándose nuevamente contra la maga. Su provocación había funcionado tal como esperaba, así que permitió que el enemigo la alcanzase y consiguiese tirarla al suelo, momento en que la electricidad comenzó a recorrerla por entero.
El ladrón la tenía sujeta por los brazos, pero no pudo hacer nada antes de que la corriente se transmitiese a su cuerpo, hecho que lo dejó incapacitado, sin posibilidad de reaccionar. Solo entonces la hechicera lo lanzó hacia un lado, valiéndose de una ráfaga de aire para estamparlo bruscamente contra una de las paredes. Ya casi estaba, solo tenía que terminar el trabajo y reducirlo, pero unos ruidos hicieron que se despistase, ¿habría algún otro enemigo cerca o sería Rex? No tenía tiempo de comprobarlo, pues su oponente comenzaba a recuperar la movilidad y en breve volvería al ataque.
Off: He considerado que aunque Desidenius llega al interior primero, el ataque con la esfera de luz distrae al vampiro lo suficiente como para que no vaya directamente a por él.
Elen Calhoun
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
No tenía que perder el tiempo en preocuparse en prender su pipa, lo que debería de ser era ahora saber como valerse entre la oscuridad para evitar que el vampiro llegase a por él. Tendría que haber escuchado sus pisadas, o al menos haberlo olfateado. Pero el sentido del vampiro no era como un perro, probablemente eran solo leyendas de las cuales afirmaban una superioridad racial de los vampiros entre las sombras o simplemente su visión se había acostumbrado a tantos días en la penumbra. Era mejor verlo desde ese lado a que, aún en la seguridad que le confortaba la discreción entre las sombras, el ladrón ya supiese de su ubicación. Sin desespero, se abalanzó agazapado con un poco más de prisa entre las pilas de huesos de la caverna que dejaban la peste marcarse completamente. ¿Para qué tener tantos huesos por doquier robados de un cementerio cuándo no tenían valor alguno?
Los vampiros y los cuentos que había visto el felino siempre los hacían ver como seres oscuros, más sanguinarios que pacíficos. El felino no era un experto en la magia, pero para tener tantos huesos no podría tratarse de algún fetiche o artículo de colección, iba mucho más allá para los conocimientos del felino. Así como había dominado a aquel zoquete que asesinó cuando intentaba profanar una tumba, ¿así era como quería el vampiro hacer con los muertos? en su incomprensión en el mundo mágico solo pudo atribuir que algo de lo que hacía el vampiro tenía un índole mágico, no había otra cosa que pudiese ser. Aunque todo podría cambiar tras el vampiro mostrar otra de sus muchas sorpresas... excepto sus dagas, esta vez ya se esperaría la llegada de esos malditos cuchillos arrojadizos ir hacia su rostro.
Notó leves y escasas presencias de luz dentro del manto de oscuridad que lo encubría, desde lo que pudo llegar a notar en su precavida discreción encontró lo que parecía ser un cadáver que resaltaba entre el resto. En perfectas condiciones, es más, había sido adornado por el mismo ladrón con flores y unas cuantas velas alrededor del ataúd abierto en la que descansaba aquella damisela. Joven y hermosa, una desilusión para aquellos bienaventurados para conquistarla. Su vestido blanco hacía pensar que se trataba de una novia, parecía que la muerte se apresuró a separar a la doncella de su amado. El felino se cubrió con el ataúd que tenía al frente, al empezar escuchar el vocifero de ira del ladrón y el de una voz familiar... la bruja estaba allí.
Esta vez estaba otra vez con sus malditas esferas mágicas que amenazaban con irrumpir en el sigilo que era su único medio de seguridad, pero por suerte, distraía al vampiro. Aunque no era alguien honorable, menos lo sería si dejaba morir a la joven que le había rescatado de su tonta caída en el ataúd. No era una deuda de vida, pero deudas eran deudas y debía de ser cumplido. En el combate que mantenían la hechicera y el vampiro, el gato pudo percatarse de que lo que buscaba el ladrón tal vez iba más allá de lo que parecía ser un miserable que robaba huesos. ¿Estaría tratando de hallar conocimientos del más allá para recuperar a esa mujer que tenía postrada como si fuese un tesoro? lo había comprendido tan pronto como su compañera aventó a el vampiro contra una de las paredes de piedra de la caverna. A cualquier persona normal le hubiese roto la columna aquella ráfaga de aire que había utilizado la hechicera, pero el vampiro había puesto toda su voluntad por matar de una vez por todas a la bruja.
Si abandonaba lo que tenía ahora, probablemente por esa insuperable resistencia el vampiro terminaría una vez por todas dejando por fin malparada la estrategia de la hechicera. Pero no tenía nada que hacer allí. Su ingenio acabaría tan pronto como se viese inmiscuido en aquel asunto gracias a la habilidad que tenían ambos que superaba con creces a la suya, por lo que terminaría siendo un simple estorbo hacia la bruja y un bocazas en todo el combate. Tuvo una idea, pero era muy inmoral como para llevarla a acabo. Pero no tenía otra, si debía de presenciar una paliza entre ambos o hacer que todo ello acabase una vez por todas. La mujer no lo merecería, pero tal vez lo que estaría por hacerle al ladrón si que lo tendría merecido. La difunta doncella tristemente sería usada como cebo, pero al menos, tendría al ladrón consigo para hacerle compañía.
Desidenius tomó una de las velas que habían alrededor del ataúd y la arrojó contra la mujer. Así como las flores y el vestido ardían en llamas, su carne se derretía tras prenderse al rojo vivo de fuego como un infierno. El humo, aunque con una lenta llegada, ya comenzaba a emerger del cuerpo de la dama llegando con una negra nube a topar el techo lleno de estalagmitas de la caverna. El vampiro no tardó de olerlo cuando se reincorporó del empujón de aire que había usado la hechicera para zafarse de él.
— ¡Entiende que no importa cuanta magia uses, aquí en mi terreno, soy más que un ladrón! —Gritó, alzando sus dagas hacia delante en dirección a la bruja como un signo de amenaza. Pronto, su rostro se tornó en una mueca de duda al empezar a olfatear lo que parecía ser, inesperadamente para el vampiro, fuego en su morada. Apenas había luz, tan solo simples velas para hacer especial aquella difunta entre el resto de esqueletos. Pero cuando se giró entorno a donde provenía, todo parecía concluir con que su doncella, tras la muerte, estaba ardiendo en llamas. — ¡No, ahora no! ¡Estoy tan cerca de tenerte en mis brazos!
Corrió, no tenía siquiera lo necesario para poder apagar el fuego, pero a veces el proverbio de que el amor nos hacía hacer cosas estúpidas, había funcionado en el vampiro. Corrió sin tener que tras el ataúd se hallaba el felino, que lentamente desenvainó su estoque de su cinturón mientras que olía la carne de la difunta carcomiéndose por el fuego. Cuando el vampiro estuvo lo suficiente cerca del cadáver solo para poder apagar las llamas con su capa tan negra como la sombras, el gato saltó sobre el fuego que envolvía a la dama y lanzó una estocada contra el pecho de su enemigo.
Cayó de espaldas y acostado, mientras que el gato había concluido el trabajo del que su compañera se había esforzado mucho más que él. La caída había terminado con sus botas sobre el estomago del vampiro, pero su florete se empapaba de su roja y oscura sangre como la que salía de su boca al momento de que la misma comenzaba a ahogarlo. Un charco de sangre se hizo debajo del cuerpo del vampiro y al final, su última acción en el mundo de los vivos fue el simple cerrar de sus ojos. Al menos, en la muerte encontraría la paz con una mujer como la que perdió durante su oscura vida...
Como si se tratase de un cínico inmoral, el sombrerero se paró sobre el cadáver y recostó su codo sobre el pomo de su espada. Viendo con una sonrisa descarada a su compañera mientras que jugaba con la pipa entre sus dientes.
— Te dije que inspeccionaba el terreno. —Comentó, burlón.— ¿Cuál es tu nombre, hechicera? vamos, ya como trabajamos juntos, merezco saberlo. —Continuó, soltando con unas cuantas carcajadas. — ¿Qué harás ahora que termino esta locura?
Los vampiros y los cuentos que había visto el felino siempre los hacían ver como seres oscuros, más sanguinarios que pacíficos. El felino no era un experto en la magia, pero para tener tantos huesos no podría tratarse de algún fetiche o artículo de colección, iba mucho más allá para los conocimientos del felino. Así como había dominado a aquel zoquete que asesinó cuando intentaba profanar una tumba, ¿así era como quería el vampiro hacer con los muertos? en su incomprensión en el mundo mágico solo pudo atribuir que algo de lo que hacía el vampiro tenía un índole mágico, no había otra cosa que pudiese ser. Aunque todo podría cambiar tras el vampiro mostrar otra de sus muchas sorpresas... excepto sus dagas, esta vez ya se esperaría la llegada de esos malditos cuchillos arrojadizos ir hacia su rostro.
Notó leves y escasas presencias de luz dentro del manto de oscuridad que lo encubría, desde lo que pudo llegar a notar en su precavida discreción encontró lo que parecía ser un cadáver que resaltaba entre el resto. En perfectas condiciones, es más, había sido adornado por el mismo ladrón con flores y unas cuantas velas alrededor del ataúd abierto en la que descansaba aquella damisela. Joven y hermosa, una desilusión para aquellos bienaventurados para conquistarla. Su vestido blanco hacía pensar que se trataba de una novia, parecía que la muerte se apresuró a separar a la doncella de su amado. El felino se cubrió con el ataúd que tenía al frente, al empezar escuchar el vocifero de ira del ladrón y el de una voz familiar... la bruja estaba allí.
Esta vez estaba otra vez con sus malditas esferas mágicas que amenazaban con irrumpir en el sigilo que era su único medio de seguridad, pero por suerte, distraía al vampiro. Aunque no era alguien honorable, menos lo sería si dejaba morir a la joven que le había rescatado de su tonta caída en el ataúd. No era una deuda de vida, pero deudas eran deudas y debía de ser cumplido. En el combate que mantenían la hechicera y el vampiro, el gato pudo percatarse de que lo que buscaba el ladrón tal vez iba más allá de lo que parecía ser un miserable que robaba huesos. ¿Estaría tratando de hallar conocimientos del más allá para recuperar a esa mujer que tenía postrada como si fuese un tesoro? lo había comprendido tan pronto como su compañera aventó a el vampiro contra una de las paredes de piedra de la caverna. A cualquier persona normal le hubiese roto la columna aquella ráfaga de aire que había utilizado la hechicera, pero el vampiro había puesto toda su voluntad por matar de una vez por todas a la bruja.
Si abandonaba lo que tenía ahora, probablemente por esa insuperable resistencia el vampiro terminaría una vez por todas dejando por fin malparada la estrategia de la hechicera. Pero no tenía nada que hacer allí. Su ingenio acabaría tan pronto como se viese inmiscuido en aquel asunto gracias a la habilidad que tenían ambos que superaba con creces a la suya, por lo que terminaría siendo un simple estorbo hacia la bruja y un bocazas en todo el combate. Tuvo una idea, pero era muy inmoral como para llevarla a acabo. Pero no tenía otra, si debía de presenciar una paliza entre ambos o hacer que todo ello acabase una vez por todas. La mujer no lo merecería, pero tal vez lo que estaría por hacerle al ladrón si que lo tendría merecido. La difunta doncella tristemente sería usada como cebo, pero al menos, tendría al ladrón consigo para hacerle compañía.
Desidenius tomó una de las velas que habían alrededor del ataúd y la arrojó contra la mujer. Así como las flores y el vestido ardían en llamas, su carne se derretía tras prenderse al rojo vivo de fuego como un infierno. El humo, aunque con una lenta llegada, ya comenzaba a emerger del cuerpo de la dama llegando con una negra nube a topar el techo lleno de estalagmitas de la caverna. El vampiro no tardó de olerlo cuando se reincorporó del empujón de aire que había usado la hechicera para zafarse de él.
— ¡Entiende que no importa cuanta magia uses, aquí en mi terreno, soy más que un ladrón! —Gritó, alzando sus dagas hacia delante en dirección a la bruja como un signo de amenaza. Pronto, su rostro se tornó en una mueca de duda al empezar a olfatear lo que parecía ser, inesperadamente para el vampiro, fuego en su morada. Apenas había luz, tan solo simples velas para hacer especial aquella difunta entre el resto de esqueletos. Pero cuando se giró entorno a donde provenía, todo parecía concluir con que su doncella, tras la muerte, estaba ardiendo en llamas. — ¡No, ahora no! ¡Estoy tan cerca de tenerte en mis brazos!
Corrió, no tenía siquiera lo necesario para poder apagar el fuego, pero a veces el proverbio de que el amor nos hacía hacer cosas estúpidas, había funcionado en el vampiro. Corrió sin tener que tras el ataúd se hallaba el felino, que lentamente desenvainó su estoque de su cinturón mientras que olía la carne de la difunta carcomiéndose por el fuego. Cuando el vampiro estuvo lo suficiente cerca del cadáver solo para poder apagar las llamas con su capa tan negra como la sombras, el gato saltó sobre el fuego que envolvía a la dama y lanzó una estocada contra el pecho de su enemigo.
Cayó de espaldas y acostado, mientras que el gato había concluido el trabajo del que su compañera se había esforzado mucho más que él. La caída había terminado con sus botas sobre el estomago del vampiro, pero su florete se empapaba de su roja y oscura sangre como la que salía de su boca al momento de que la misma comenzaba a ahogarlo. Un charco de sangre se hizo debajo del cuerpo del vampiro y al final, su última acción en el mundo de los vivos fue el simple cerrar de sus ojos. Al menos, en la muerte encontraría la paz con una mujer como la que perdió durante su oscura vida...
Como si se tratase de un cínico inmoral, el sombrerero se paró sobre el cadáver y recostó su codo sobre el pomo de su espada. Viendo con una sonrisa descarada a su compañera mientras que jugaba con la pipa entre sus dientes.
— Te dije que inspeccionaba el terreno. —Comentó, burlón.— ¿Cuál es tu nombre, hechicera? vamos, ya como trabajamos juntos, merezco saberlo. —Continuó, soltando con unas cuantas carcajadas. — ¿Qué harás ahora que termino esta locura?
Desidenius Rex
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
Elen se levantó del suelo escasos segundos antes de que también lo hiciera su oponente, que parecía furioso pero seguro de tener ventaja en el interior de la cueva, cosa que pronto dejó de importar. El olor del humo tomó a ambos por sorpresa, intensificándose por encima del hedor a muerte y descomposición que embargaban el lugar. La hechicera vio primero el origen, que no era otro sino la mujer del vestido blanco, ahora en llamas por culpa de una de las velas que el vampiro había colocado a su alrededor. ¿Cómo había llegado hasta el cuerpo? Se preguntó la hechicera, segura de no haber dirigido ninguno de sus ataques de viento hacia el centro de la caverna.
Horrorizado ante aquella imagen de su amada, el ladrón corrió hacia ella para hacer lo posible por apagar las llamas que estaban consumiendo lo que quedaba de su cuerpo, revelando a voz en grito que no podía pasara aquello cuando estaba tan cerca de volver a tenerla entre sus brazos. Eso lo explicó todo, los robos de huesos, la presencia de restos animales en la cueva, todo tenía que ver con algún ritual de nigromancia, por el que el vampiro intentaba devolver la vida a la mujer.
La de ojos verdes ya había visto de lo que era capaz aquella magia maligna hacía algún tiempo, cuando los muertos de Terpoli se levantaron para extender la muerte, siguiendo las órdenes de los hechiceros que los habían despertado. Tras ser testigo de esto no era difícil creer que aquel extraño intentase lo mismo, recuperar a su amada y mantenerla a su lado aunque fuese en ese estado, pero quizá no tenía idea de lo que estaba pidiendo. Ella no regresaría tal como estaba, su cuerpo se consumiría y terminaría siendo más un zombi que una persona, hecho que tarde o temprano destrozaría al ladrón, por haberla transformado en algo semejante.
Sin embargo, ya no tendría ocasión de intentarlo, Rex le esperaba agazapado al otro lado del altar, listo para terminar el trabajo. Mientras el vampiro echaba mano de su capa para hacer hasta lo imposible por extinguir el fuego, el felino abandonó su posición y saltó hacia él blandiendo su hoja, que en cuestión de segundos se hundió en el pecho del ladrón. Ante tal repentino ataque no pudo hacer nada, cayó de espaldas sobre el suelo y poco después exhaló su último aliento, al tiempo que cerraba los ojos.
Aquel no era el final que la hechicera hubiese querido pero teniendo en cuenta los problemas que el vampiro estaba dando, y que no se rendiría de ningún modo, tenía que acabar así. Sobre su cuerpo ya sin vida, Desidenius parecía satisfecho con el resultado, incluso se permitió soltar alguna que otra carcajada. La dama ya casi había quedado consumida por el fuego, pero por suerte su altar de piedra la mantenía alejada del resto de huesos, con lo que las llamas no tendrían a donde propagarse, podía estar tranquila por esa parte.
- Elen Calhoun. - respondió primero, apartando la vista del charco de sangre que se había formado bajo el vampiro. - Me hubiese gustado llevárselo vivo a la guardia pero está claro que no quería colaborar, buscaré al enterrador y lo traeré hasta aquí, quizá él pueda reconocer los cadáveres y darles una digna sepultura de nuevo. - prosiguió instantes después, con cierta esperanza. Muchos de los huesos estaban mezclados entre sí y con los restos de animales, pero si alguien podía separarlos ese era Emmet.
- La guardia de la ciudad no tardará en aparecer por el cementerio para hacer preguntas y asegurarse de que nadie hable del tema, después de todo se supone que este tipo de trabajos les corresponden a ellos, me encargaré de explicarles lo sucedido. - añadió al poco, antes de comenzar a andar hacia la salida de la cueva. - ¿Y tú que harás? - preguntó sin detenerse, cuanto antes se alejase del hedor que embargaba la caverna mejor.
Una vez fuera se encargaría de marcar el lugar para no perderse cuando trajese consigo al anciano y al vigilante, después iniciaría el camino hacia el cementerio, donde seguramente ambos esperaban con el alma en vilo. Probablemente Desidenius quisiese ahorrarse los problemas de tratar con la guardia, algo comprensible, así que si decidía dirigirse a otro lugar llegaría la despedida, Elen continuaría hasta considerar el trabajo terminado y luego volvería a la posada, de la que tardaría un par de días en volver a salir. De un modo u otro siempre acababa metida en líos extraños, así que se tomaría un descanso para retomar sus estudios de alquimia.
Horrorizado ante aquella imagen de su amada, el ladrón corrió hacia ella para hacer lo posible por apagar las llamas que estaban consumiendo lo que quedaba de su cuerpo, revelando a voz en grito que no podía pasara aquello cuando estaba tan cerca de volver a tenerla entre sus brazos. Eso lo explicó todo, los robos de huesos, la presencia de restos animales en la cueva, todo tenía que ver con algún ritual de nigromancia, por el que el vampiro intentaba devolver la vida a la mujer.
La de ojos verdes ya había visto de lo que era capaz aquella magia maligna hacía algún tiempo, cuando los muertos de Terpoli se levantaron para extender la muerte, siguiendo las órdenes de los hechiceros que los habían despertado. Tras ser testigo de esto no era difícil creer que aquel extraño intentase lo mismo, recuperar a su amada y mantenerla a su lado aunque fuese en ese estado, pero quizá no tenía idea de lo que estaba pidiendo. Ella no regresaría tal como estaba, su cuerpo se consumiría y terminaría siendo más un zombi que una persona, hecho que tarde o temprano destrozaría al ladrón, por haberla transformado en algo semejante.
Sin embargo, ya no tendría ocasión de intentarlo, Rex le esperaba agazapado al otro lado del altar, listo para terminar el trabajo. Mientras el vampiro echaba mano de su capa para hacer hasta lo imposible por extinguir el fuego, el felino abandonó su posición y saltó hacia él blandiendo su hoja, que en cuestión de segundos se hundió en el pecho del ladrón. Ante tal repentino ataque no pudo hacer nada, cayó de espaldas sobre el suelo y poco después exhaló su último aliento, al tiempo que cerraba los ojos.
Aquel no era el final que la hechicera hubiese querido pero teniendo en cuenta los problemas que el vampiro estaba dando, y que no se rendiría de ningún modo, tenía que acabar así. Sobre su cuerpo ya sin vida, Desidenius parecía satisfecho con el resultado, incluso se permitió soltar alguna que otra carcajada. La dama ya casi había quedado consumida por el fuego, pero por suerte su altar de piedra la mantenía alejada del resto de huesos, con lo que las llamas no tendrían a donde propagarse, podía estar tranquila por esa parte.
- Elen Calhoun. - respondió primero, apartando la vista del charco de sangre que se había formado bajo el vampiro. - Me hubiese gustado llevárselo vivo a la guardia pero está claro que no quería colaborar, buscaré al enterrador y lo traeré hasta aquí, quizá él pueda reconocer los cadáveres y darles una digna sepultura de nuevo. - prosiguió instantes después, con cierta esperanza. Muchos de los huesos estaban mezclados entre sí y con los restos de animales, pero si alguien podía separarlos ese era Emmet.
- La guardia de la ciudad no tardará en aparecer por el cementerio para hacer preguntas y asegurarse de que nadie hable del tema, después de todo se supone que este tipo de trabajos les corresponden a ellos, me encargaré de explicarles lo sucedido. - añadió al poco, antes de comenzar a andar hacia la salida de la cueva. - ¿Y tú que harás? - preguntó sin detenerse, cuanto antes se alejase del hedor que embargaba la caverna mejor.
Una vez fuera se encargaría de marcar el lugar para no perderse cuando trajese consigo al anciano y al vigilante, después iniciaría el camino hacia el cementerio, donde seguramente ambos esperaban con el alma en vilo. Probablemente Desidenius quisiese ahorrarse los problemas de tratar con la guardia, algo comprensible, así que si decidía dirigirse a otro lugar llegaría la despedida, Elen continuaría hasta considerar el trabajo terminado y luego volvería a la posada, de la que tardaría un par de días en volver a salir. De un modo u otro siempre acababa metida en líos extraños, así que se tomaría un descanso para retomar sus estudios de alquimia.
Elen Calhoun
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Re: Ladrón de huesos [Interpretativo][Libre][1/1][Noche][CERRADO]
Apartó su codo del pomo de su estoque y agarró su empuñadura, para así poder sacar a la espada que ahora había sido teñida con el rojo oscuro de la sangre del vampiro. Pasó sus dedos enguantados de una mano sobre la hoja del estoque, limpiándola de la manera más sencilla. Así no tendría dificultades con la guardia si la hechicera, de nombre Elen, estaba dispuesta a llamarlos. Pese a toda la paliza que había recibido el vampiro de parte de la magia de la bruja, ella había tratado de llevarlo ante la ley sin que Desidenius se hubiese dado cuenta. A fin de cuentas, el bastardo ya estaba muerto, su cadáver ya no servía para nada.
— El maldito insistía tanto que tuve que hacerlo. —Comentó, mientras que salpico de una de sus manos la sangre que había limpiado de su estoque. Se levantó del cadáver del vampiro, no buscaba dejar huellas de sangre tras salir y ver que la guardia estaba por venir gracias al aviso de su compañera. — Bueno, es una lástima haber quemado el cuerpo de esa pobre chica. Descansó en el infierno antes de alcanzar la paz, pero algo es algo. —Continuó, ahora hablaba del enterrador con rencor.— Ese maldito anciano va a llegar y se hará cargo del resto, me parece bien, pero espero que no le de otro ataque.
Fue caminando hacia el cuerpo que aún continuaba siendo incinerado por el fuego, que tan solo había dejado una figura irreconocible tras empezar a ser carcomida por las llamas. Acercó su pipa a la llama y la prendió de vuelta, mientras que ignoraba lo que decía su compañera acerca de la guardia y su responsable decisión de explicarles todo lo sucedido. Se dio la vuelta y caminó hacia la caverna de la que su compañera ya había tomado la delantera, supuso que no eran de las mujeres que hablaban mucho. No había mucho que decir, el trabajo había sido cumplido a la antigua.
— ¿Yo? —Giró su rostro dudoso ante la pregunta de Elen. — Es curioso que lo preguntes luego de que me encontrases en esa tumba decrépita. Supongo que volveré a las andadas, aunque no sé por donde empezar... pero deberías llevarte el crédito de todo esto, aunque lo haya matado, mereces ese honor más que yo. Solo diles a los de la guardia que no he hecho nada malo por aquí, ¿vale? no tengo un pasado muy bonito. —Esbozó una sonrisa descarada.
— El maldito insistía tanto que tuve que hacerlo. —Comentó, mientras que salpico de una de sus manos la sangre que había limpiado de su estoque. Se levantó del cadáver del vampiro, no buscaba dejar huellas de sangre tras salir y ver que la guardia estaba por venir gracias al aviso de su compañera. — Bueno, es una lástima haber quemado el cuerpo de esa pobre chica. Descansó en el infierno antes de alcanzar la paz, pero algo es algo. —Continuó, ahora hablaba del enterrador con rencor.— Ese maldito anciano va a llegar y se hará cargo del resto, me parece bien, pero espero que no le de otro ataque.
Fue caminando hacia el cuerpo que aún continuaba siendo incinerado por el fuego, que tan solo había dejado una figura irreconocible tras empezar a ser carcomida por las llamas. Acercó su pipa a la llama y la prendió de vuelta, mientras que ignoraba lo que decía su compañera acerca de la guardia y su responsable decisión de explicarles todo lo sucedido. Se dio la vuelta y caminó hacia la caverna de la que su compañera ya había tomado la delantera, supuso que no eran de las mujeres que hablaban mucho. No había mucho que decir, el trabajo había sido cumplido a la antigua.
— ¿Yo? —Giró su rostro dudoso ante la pregunta de Elen. — Es curioso que lo preguntes luego de que me encontrases en esa tumba decrépita. Supongo que volveré a las andadas, aunque no sé por donde empezar... pero deberías llevarte el crédito de todo esto, aunque lo haya matado, mereces ese honor más que yo. Solo diles a los de la guardia que no he hecho nada malo por aquí, ¿vale? no tengo un pasado muy bonito. —Esbozó una sonrisa descarada.
Desidenius Rex
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