El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
Página 1 de 1. • Comparte
El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Níniel había esperado algo más sutil que un explosión de llamas para poder sacar a aquel extraño personaje que afirmaba ser un druida de su celda. Quizá una concentración de fuego sobre la cerradura del enrejado hasta fundirla e inutilizarla, pero lo importante era sacarlo de allí y el resultado positivo no podía negarse e incluso resultaba bastante impresionante. El poder destructivo de los brujos era realmente sorprendente y en cierto modo recordaba a la elfa a los purificadores aunque de un modo más...Agresivo. La peliblanca miró ambos lados del pasillo con cierta inquietud eso sí, por si el ruido de aquella explosión de llamas había llamado la atención de algún indeseable como los del puente o algo peor, al fin y al cabo estaban en un sueño, pero al igual que el resto de las celdas el lugar parecía totalmente vacío a excepción de ellos mismos. Nada ni nadie pareció alertarse.
Por supuesto el druida se alarmó al saber que uno de sus rescatadores era un brujo, un miembro de la raza que lo había apresado y a saber qué más escondían los recuerdos inventados de aquella ensoñación sobre ellos. Quizá fue capturado durante una ataque a una aldea, quizá toda su familia hubiese muerto a manos de los brujos, puede que el fuego rememorara momentos especialmente dolorosos...O Quizá si le preguntaran por su pasado el druida descubriría que no recordaba nada porque no había nada que recordar. En cualquier caso no tenían tiempo para averiguarlo ni para comenzar a trazar debates metafísicos sobre la naturaleza de las ensoñaciones, aunque el tema podría ser interesante una vez lograran salir de allí, si es que lo conseguían. Tampoco había mucho tiempo para convencer al druida sobre si Vincent era o no amigo o enemigo así que fue una suerte que el prisionero tampoco tuviera más opción que creer en sus palabras o continuar pudriéndose en la celda. Y es que por mucho que desconocieran hasta que punto podría ser un peligro aquel druida o qué tipo de habilidades dominaba, si es que dominaba alguna, estaba en un estado tan deplorable que Níniel dudaba incluso que pudiera realizar el más básico de los usos de maná o físicos.
-Está bien, pero ten cuidado y no hagas ninguna locura, a saber qué hay al final del pasillo.- Le dijo al brujo mientras se quedaba atrás ayudando al druida a recuperar algo de sus energías perdidas con su luz y se aseguraba de que podía llegar hasta el portal y cruzarlo. Continuaba teniendo la sensación de que muy posiblemente estuviera perdiendo el tiempo, que poco importaba el estado de aquel tipo ya que en cuanto despertaran o el sueño cambiase muy posiblemente se desvanecería o algo por el estilo, pero aún así quiso ayudarle. Con sus habilidades mágicas restituyó una parte de sus fuerzas y curó algunas de sus heridas antes de acompañarlo hasta el punto de inicio de aquel pasillo y una vez allí se despidió de él. No obstante y a pesar de haber contribuido en su rescate, sus últimas palabras para la elfa fueron una advertencia sobre el brujo.
-Gracias druida con orejas de punta, me las apañaré para regresar a casa. Veo en tí la luz del gran dragón y no puedo dudar de tus buenas intenciones...Pero no confíes en ese brujo por muy amable que parezca, ni en él ni en Otrore ni en ninguno de ellos. Su naturaleza es destructiva, cruel y egoísta. Tarde o temprano se quitará su mascara.- Le dijo con el tono de un maestro y mirándola directamente a los ojos. No había duda en ellos.
Dicho aquello el druida desapareció a través del portal dejando allí sola a la sacerdotisa, tomándose unos instantes para pensar en aquellas palabras, en todo lo que sabía a través de otros y de la historia sobre los brujos. Pensó en sus experiencias personales y una vez más en lo ocurrido en la sala de los espejos. Había visto algo más que egoísmo en los brujos que había conocido, incluso en aquel chiquillo falto de respeto que siempre iba con Chimar y que no dudaba en colocar sus dagas en el cuello de cualquiera que se interpusiera en sus objetivos...Pero aún así aquellas palabras pesaban como una losa y no parecían faltas de verdad, no del todo. Con aquellos pensamientos en la cabeza, la peliblanca se puso nuevamente en marcha, corriendo hasta el final del pasillo.
No pasó desapercibido para la sacerdotisa que cuanto mas recorría de aquel pasillo, mas densa se tornaba la niebla en torno a ella. Hasta alcanzar la celda del druida casi lo había podido considerar como algo normal debido a la humedad del lugar pero con cada nuevo paso estaba más y más segura de que, como la que se formaba en su visión de Sandorai, tenía origen mágico o era mágica en sí misma. Aún así no se detuvo, iluminó una vez más su bastón y continuó avanzando sin descanso. Metro tras metro
recorrió aquel pasillo que parecía no tener final y llegó a pensar que tal como le pasó en el bosque había quedado atrapada sin lógica alguna, en un bucle laberíntico en el que andar en una dirección o en otra no daba resultado alguno. Buscó entonces algo más que pudiera tocar, como la flor que la llevase antes ante la torre de los brujos, pero allí no había nada que llamara su atención y tocar las piedras de las paredes o los fríos barrotes de metal de las celdas no tuvo efecto alguno. Entonces por fin llegó hasta el final y al mencionado cruce de caminos y pudo suspirar aliviada.
-Bien, ahora hacia la derecha está la salida y hacia la izquierda la sala de torturas...Ya debería haberme encontrado con Vincent...Separarnos no ha sido muy buena idea.-
Comentó para sí misma tratando tranquilizarse al hablar en voz alta. Tomó un levísimo respiro y continuó andando por el camino de la izquierda donde la niebla llegó a ser tan espesa que incluso con su magia apenas podía iluminar unos pocos pasos por delante. Resultaba realmente opresiva y casi podía sentirse con las manos como si pudiera cogerse un pedazo y darle forma. Pero lo peor llegó cuando las paredes comenzaron a estar teñidas de rojo, formas de manos y marcas de arrastre por las paredes y el suelo, sangre fresca, mucha, demasiada para ser solo de una persona. ¿Podía ser de Vincent? y en ese caso, ¿De quién era el resto?. Quiso gritar, llamar al brujo y esperar que respondiera, que le dijera que estaba bien o que necesitaba ayuda pero sabía que no debía hacerlo, que el silencio era su aliado ante un hipotético enemigo, dió un par de pasos más y salió de la niebla de repente situándose delante de una puerta de madera cerrada. Con cuidado la abrió y se asomó lo justo para ver en su interior. suspirando aliviada y entrando del todo al ver a Vincent delante de alguna especie de mesa de torturas con un hombre con los ojos vendados sobre la misma. Parecía inconsciente y muy magullado, la peliblanca vio también muchas marcas de golpes de puñetazos algunos y otras con algún objeto parecido a un palo.
-Vincent, vi la sangre y pensé que estabas herido. ¿Estás bien?. ¿Es Otrore?.- Le preguntó cláramente preocupada, acercándose hasta el centro de la sala tratando de hacer caso omiso de los extraños artilugios de la sala aunque sin conseguirlo del todo. Contra las paredes había un potro de tortura y una dama de hierro cerrada que por un instante a la peliblanca le pareció tener en su interior a alguien que la miraba en silencio y con los ojos abiertos en expresión de dolor. un segundo vistazo demostró que se lo había imaginado. Las columnas del lugar estaban llenas de cadenas en las que colgar o colocar a los prisioneros en cualquier posición que se desease y a la derecha había un par de mesas llenas de objetos de tortura de todas las formas y tamaño al lado de objetos comunes cuya función original se había pervertido con el único propósito de causar el mayor daño posible. -Está bastante herido, pero nada demasiado grave, parece que se han contentado con darle una paliza.- Continuó diciendo la elfa tras acercarse al cautivo y comprobar sus constantes y su estado. -Tiene que haber algún modo de hacer que esta mesa recupere su horizontalidad, algún mecanismo o algo así que active estas ruedas dentadas.-
-No os lo llevaréis, es mi invitado. -Dijo una voz abisal profunda como el bramido de un oso y que reverberó por todo el lugar como si proviniese de todas partes a la vez. -A vosotros no os necesito, aunque ha sido ver en vuestros recuerdos y fantasías, muy instructivo.-Cuando la voz se disipó fue sustituida por los gemidos de placer de la sala de los espejos aunque sin las imágenes, como si tratara de una especie de regodeo falto del más mínimo gusto. -Marchaos ahora y no volváis, de lo contrario acabaréis como Otrore, alimentandome.!Marchaos!.-La voz hizo una pausa dejando que se notara el eco de su última palabra hasta desvanecerse. -!Ahora!.-
La niebla comenzó a colarse por las rendijas de la puerta y tan pronto como se acercaba hasta ellos en el centro de la sala de torturas abandonaba su color blanco para tornarse cada vez más oscura hasta volverse totálmente negra y a arremolinarse como si estuviera viva. Entonces de ella comenzaron a surgir formas corpóreas de personas, algunas de las cuales Níniel reconocía aunque otras no. Estaba Beor, el posadero, Bio el vampiro pelinegro, Martha, la jefa de enfermeras del hospital, incluso reconocía a aquel gordo nauseabundo que la compró como esclava con la intención de usarla sexualmente como un juguete. Eran ellos aunque hechos de niebla negra y retorcidos de forma grotesca. Por el momento se mantenían cerca de la puerta, como si esperaran la respuesto de la pareja con respecto a la invitación de aquella siniestra voz para actuar o no. Níniel podía imaginarse lo que pasaría si se negaban a obedecer.
Por supuesto el druida se alarmó al saber que uno de sus rescatadores era un brujo, un miembro de la raza que lo había apresado y a saber qué más escondían los recuerdos inventados de aquella ensoñación sobre ellos. Quizá fue capturado durante una ataque a una aldea, quizá toda su familia hubiese muerto a manos de los brujos, puede que el fuego rememorara momentos especialmente dolorosos...O Quizá si le preguntaran por su pasado el druida descubriría que no recordaba nada porque no había nada que recordar. En cualquier caso no tenían tiempo para averiguarlo ni para comenzar a trazar debates metafísicos sobre la naturaleza de las ensoñaciones, aunque el tema podría ser interesante una vez lograran salir de allí, si es que lo conseguían. Tampoco había mucho tiempo para convencer al druida sobre si Vincent era o no amigo o enemigo así que fue una suerte que el prisionero tampoco tuviera más opción que creer en sus palabras o continuar pudriéndose en la celda. Y es que por mucho que desconocieran hasta que punto podría ser un peligro aquel druida o qué tipo de habilidades dominaba, si es que dominaba alguna, estaba en un estado tan deplorable que Níniel dudaba incluso que pudiera realizar el más básico de los usos de maná o físicos.
-Está bien, pero ten cuidado y no hagas ninguna locura, a saber qué hay al final del pasillo.- Le dijo al brujo mientras se quedaba atrás ayudando al druida a recuperar algo de sus energías perdidas con su luz y se aseguraba de que podía llegar hasta el portal y cruzarlo. Continuaba teniendo la sensación de que muy posiblemente estuviera perdiendo el tiempo, que poco importaba el estado de aquel tipo ya que en cuanto despertaran o el sueño cambiase muy posiblemente se desvanecería o algo por el estilo, pero aún así quiso ayudarle. Con sus habilidades mágicas restituyó una parte de sus fuerzas y curó algunas de sus heridas antes de acompañarlo hasta el punto de inicio de aquel pasillo y una vez allí se despidió de él. No obstante y a pesar de haber contribuido en su rescate, sus últimas palabras para la elfa fueron una advertencia sobre el brujo.
-Gracias druida con orejas de punta, me las apañaré para regresar a casa. Veo en tí la luz del gran dragón y no puedo dudar de tus buenas intenciones...Pero no confíes en ese brujo por muy amable que parezca, ni en él ni en Otrore ni en ninguno de ellos. Su naturaleza es destructiva, cruel y egoísta. Tarde o temprano se quitará su mascara.- Le dijo con el tono de un maestro y mirándola directamente a los ojos. No había duda en ellos.
Dicho aquello el druida desapareció a través del portal dejando allí sola a la sacerdotisa, tomándose unos instantes para pensar en aquellas palabras, en todo lo que sabía a través de otros y de la historia sobre los brujos. Pensó en sus experiencias personales y una vez más en lo ocurrido en la sala de los espejos. Había visto algo más que egoísmo en los brujos que había conocido, incluso en aquel chiquillo falto de respeto que siempre iba con Chimar y que no dudaba en colocar sus dagas en el cuello de cualquiera que se interpusiera en sus objetivos...Pero aún así aquellas palabras pesaban como una losa y no parecían faltas de verdad, no del todo. Con aquellos pensamientos en la cabeza, la peliblanca se puso nuevamente en marcha, corriendo hasta el final del pasillo.
No pasó desapercibido para la sacerdotisa que cuanto mas recorría de aquel pasillo, mas densa se tornaba la niebla en torno a ella. Hasta alcanzar la celda del druida casi lo había podido considerar como algo normal debido a la humedad del lugar pero con cada nuevo paso estaba más y más segura de que, como la que se formaba en su visión de Sandorai, tenía origen mágico o era mágica en sí misma. Aún así no se detuvo, iluminó una vez más su bastón y continuó avanzando sin descanso. Metro tras metro
recorrió aquel pasillo que parecía no tener final y llegó a pensar que tal como le pasó en el bosque había quedado atrapada sin lógica alguna, en un bucle laberíntico en el que andar en una dirección o en otra no daba resultado alguno. Buscó entonces algo más que pudiera tocar, como la flor que la llevase antes ante la torre de los brujos, pero allí no había nada que llamara su atención y tocar las piedras de las paredes o los fríos barrotes de metal de las celdas no tuvo efecto alguno. Entonces por fin llegó hasta el final y al mencionado cruce de caminos y pudo suspirar aliviada.
-Bien, ahora hacia la derecha está la salida y hacia la izquierda la sala de torturas...Ya debería haberme encontrado con Vincent...Separarnos no ha sido muy buena idea.-
Comentó para sí misma tratando tranquilizarse al hablar en voz alta. Tomó un levísimo respiro y continuó andando por el camino de la izquierda donde la niebla llegó a ser tan espesa que incluso con su magia apenas podía iluminar unos pocos pasos por delante. Resultaba realmente opresiva y casi podía sentirse con las manos como si pudiera cogerse un pedazo y darle forma. Pero lo peor llegó cuando las paredes comenzaron a estar teñidas de rojo, formas de manos y marcas de arrastre por las paredes y el suelo, sangre fresca, mucha, demasiada para ser solo de una persona. ¿Podía ser de Vincent? y en ese caso, ¿De quién era el resto?. Quiso gritar, llamar al brujo y esperar que respondiera, que le dijera que estaba bien o que necesitaba ayuda pero sabía que no debía hacerlo, que el silencio era su aliado ante un hipotético enemigo, dió un par de pasos más y salió de la niebla de repente situándose delante de una puerta de madera cerrada. Con cuidado la abrió y se asomó lo justo para ver en su interior. suspirando aliviada y entrando del todo al ver a Vincent delante de alguna especie de mesa de torturas con un hombre con los ojos vendados sobre la misma. Parecía inconsciente y muy magullado, la peliblanca vio también muchas marcas de golpes de puñetazos algunos y otras con algún objeto parecido a un palo.
-Vincent, vi la sangre y pensé que estabas herido. ¿Estás bien?. ¿Es Otrore?.- Le preguntó cláramente preocupada, acercándose hasta el centro de la sala tratando de hacer caso omiso de los extraños artilugios de la sala aunque sin conseguirlo del todo. Contra las paredes había un potro de tortura y una dama de hierro cerrada que por un instante a la peliblanca le pareció tener en su interior a alguien que la miraba en silencio y con los ojos abiertos en expresión de dolor. un segundo vistazo demostró que se lo había imaginado. Las columnas del lugar estaban llenas de cadenas en las que colgar o colocar a los prisioneros en cualquier posición que se desease y a la derecha había un par de mesas llenas de objetos de tortura de todas las formas y tamaño al lado de objetos comunes cuya función original se había pervertido con el único propósito de causar el mayor daño posible. -Está bastante herido, pero nada demasiado grave, parece que se han contentado con darle una paliza.- Continuó diciendo la elfa tras acercarse al cautivo y comprobar sus constantes y su estado. -Tiene que haber algún modo de hacer que esta mesa recupere su horizontalidad, algún mecanismo o algo así que active estas ruedas dentadas.-
-No os lo llevaréis, es mi invitado. -Dijo una voz abisal profunda como el bramido de un oso y que reverberó por todo el lugar como si proviniese de todas partes a la vez. -A vosotros no os necesito, aunque ha sido ver en vuestros recuerdos y fantasías, muy instructivo.-Cuando la voz se disipó fue sustituida por los gemidos de placer de la sala de los espejos aunque sin las imágenes, como si tratara de una especie de regodeo falto del más mínimo gusto. -Marchaos ahora y no volváis, de lo contrario acabaréis como Otrore, alimentandome.!Marchaos!.-La voz hizo una pausa dejando que se notara el eco de su última palabra hasta desvanecerse. -!Ahora!.-
La niebla comenzó a colarse por las rendijas de la puerta y tan pronto como se acercaba hasta ellos en el centro de la sala de torturas abandonaba su color blanco para tornarse cada vez más oscura hasta volverse totálmente negra y a arremolinarse como si estuviera viva. Entonces de ella comenzaron a surgir formas corpóreas de personas, algunas de las cuales Níniel reconocía aunque otras no. Estaba Beor, el posadero, Bio el vampiro pelinegro, Martha, la jefa de enfermeras del hospital, incluso reconocía a aquel gordo nauseabundo que la compró como esclava con la intención de usarla sexualmente como un juguete. Eran ellos aunque hechos de niebla negra y retorcidos de forma grotesca. Por el momento se mantenían cerca de la puerta, como si esperaran la respuesto de la pareja con respecto a la invitación de aquella siniestra voz para actuar o no. Níniel podía imaginarse lo que pasaría si se negaban a obedecer.
Última edición por Níniel Thenidiel el Miér Feb 10 2016, 02:00, editado 1 vez
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1149
Nivel de PJ : : 10
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
Vinc sopesó sus posibilidades de rescatar al alquimista de forma sigilosa, sin llamar la atención de nadie, pero por mucho que pensara no hallaba una solución al problema. Estaba atado por correas en mitad de una zona sin ningún obstáculo que le permitiera cubrir sus movimientos hacia allí. Apoyó la punta de la espada sobre el liso suelo, y se arrodilló con una de sus piernas calibrando un poco más sus opciones. Sus nulas opciones sinceramente.
El brujo suspiró resignado cuando una voz llamó su atención a su espalda. Era la hermosa elfa. Le había alcanzado mientras pensaba un modo de liberar a Otrore, por lo que su intención de sacar al brujo sin poner en peligro a la mujer ya no era válida. Su voz estaba tintada de una evidente preocupación, lo que hizo recordar al rubio que no estaba solo en esto, que ella se preocupaba tanto por él como al revés. Dejándola sola solo había conseguido alarmarla y dejarla en peligro.
- Imaginaba que esta sala sería una trampa, por eso me adelanté-, se sinceró, sintiéndose un estúpido por haberla dejado sola en ese pasillo tan tétrico. - No quería exponerte al peligro de forma directa, pero no me separaré de ti más. Todo este sueño es una trampa en sí mismo y estaremos más seguros juntos-, le sonrió, olvidando por un momento el daño que le había hecho en la sala de los espejos.
Vinc se acercó hasta la mesa junto a la peliblanca, sin embargo, antes de poder revisar la mesa para encontrar el posible mecanismo que había mencionado Níniel, resonó una voz en la sala. Sonaba desde ninguna parte, o mejor dicho, desde todas partes. Era gutural e inflexible, y no daba oportunidad a la réplica. El rubio se sintió nuevamente avergonzado cuando el ente volvió a emitir los gemidos de la pareja practicando el coito, aunque esta vez ese sentimiento vino acompañado por una rabia interior fruto de la manipulación del sueño.
El ser que controlaba el sueño, o el propio sueño, usaba y manipulaba sus recuerdos e imaginación para debilitarlos como había pensado después de lo ocurrido en la sala de los espejos. Ahora no le cabía duda y le enfurecía que esa cosa lo expusiera de un modo en el que no era en realidad. Sí, una parte de él deseaba yacer con la elfa, ese deseo por ella existía, pero existía porque había sentido algo por ella, por su forma de ser, no por su bello cuerpo. Se había enamorado demasiado rápido quizás, encontrándose en el futuro que al final ella no sentiría nada por él, que el futuro le deparaba otra cosa. No obstante, el sueño obviaba toda esa parte, en un claro intento de exponerlo como un hombre que solo quería utilizar a Níniel para obtener placer carnal. En definitiva, odiaba como sesgaba pensamientos para minar la confianza del uno con el otro, ahora que necesitaban confiar más que nunca entre ellos para salir vivos de allí.
Vincent no pudo replicarle a la voz como hubiera deseado, pues la niebla se tornó oscura y amenazante, haciendo algo que había evitado hasta ahora. Entrar en el cuarto. La niebla de color negro como la noche empezó a dibujar formas reconocibles en algunos casos, como su hermana, su amiga Caroline, su madre, e incluso la forma de un vampiro que se había ostiado, en una curva de una carrera de upeleros en la que habían participado.
El rubio se cuadró en posición de combate, y probó un ataque mágico para experimentar con la niebla. La ráfaga de aire apartó el humo, deshaciendo las formas que se habían creado, para luego volver a su posición inicial. Las formas grotescas volvieron a salir en cuanto la niebla se recompuso, aunque se mantuvieron nuevamente expectantes en la puerta, sin realizar movimiento alguno de ataque.
- Ese ha quedado peor de lo esperado después de estrellarse con su upelero-, bromeó, señalando con su espada al vampiro.
La broma era más para sí mismo que para Níniel, pues ella no lo conocía de nada. Solo era para rebajar la tensión, y distraer la mente un poco del problema que tenían delante. Aunque era un poco extraño que apareciera el vampiro. Se llamaba Bio creyó recordar, y era raro que apareciera, pues solo lo conocía de una noche, no como el resto de personas que reconocía en la niebla. De todos modos no le dio más importancia, y se acercó hasta la mesa junto a la elfa.
- No hay tiempo que perder-, dijo envainando su espada, para seguidamente extraer su daga. Cortó las correas de los pies, y solo con eso, puedo observar de reojo como la niebla se envalentonaba un poco. Estaba seguro de lo que pasaría cuando liberase del todo a Otrore, así que se preparó para ello. Cortó las ataduras que lo sostenían del pecho, desde una posición baja, para que el cuerpo cayera sobre su hombro, y en cuanto notó el peso de hombre guardó la daga, y conjuró su vórtice de aire, aunque sin encenderlo en llamas.
Vincent lo hizo lo suficientemente grande para dejar en el ojo de su pequeño huracán a la dama de los bosques, para protegerla de la niebla, ahora en un modo totalmente agresivo.
- Vámonos, no sé cuánto tiempo podré contenerlos con mi hechizo-, dijo de un modo que no admitía contestación. No quería que la mujer dudara en seguirlo, pese a que no había necesidad de decirlo realmente.
Corrió lo más rápido que pudo, encontrando que en el pasillo, al ser bajo, le era más sencillo mantener la niebla a raya. Era una suerte, pues si tenía que gastar muchas energías en hacer un vórtice tan alto como en la sala no llegaría al portal antes de agotarse. La niebla giraba alrededor de su hechizo, mostrando caras a veces reconocibles, pese a que se veían totalmente deformadas y espeluznantes.
El peso de Otrore era llevadero hasta cierto punto, ya que no era un hombre musculoso y, por tanto, ligero en parte, pues si que era tan alto como él, lo que si le dificultaba la marcha. Así que no era imposible de llevar, pero si lo suficientemente molesto para que le agotara con mayor rapidez. Esto le preocupaba, ya estaba muy cansado y no había ni siquiera llegado al cruce hacia la derecha, y aún tendrían que andar todo ese pasillo hasta el portal.
Vinc se comenzó a sentir débil, cruzándole por la mente la idea de que morirían allí por no haber encontrado un modo mejor para salir. Quizás debió realizar algo menos impulsivo, aunque no lo entendía del todo, había calculado el recorrido en su llegada, y debería haberle dado suficientemente tiempo para llegar hasta la salida.
Pronto lo comprendió todo, al ver al final del pasillo un portal como el que los había traído hasta allí. El maldito sueño había modificado los pasillos, haciendo que ya no existiera el cruce. No sabía a dónde lo llevarían pero daba igual, si no lo cruzaban morirían allí mismo.
El rubio sintió como el conjuro se desvanecía, como el vórtice perdía fuerza, y como un frío helado le recorría el cuerpo al sentir el toque de la niebla negra, justo para luego no sentir nada.
Había cruzado. Miró a su alrededor desde su posición, pues había caído con el cuerpo de Otrore nada más cruzar el portal, y observó como la elfa estaba justo a su lado, para su alivio.
Lo habían conseguido, aunque no estaba seguro de a qué precio. Estaban en una sala que parecía de la academia, sin embargo, más allá de la propia arquitectura que la definía como parte del colegio, no había nada más que se le pareciese. La piedra blanca estaba teñida de sangre, reseca en algunos sitios, fresca en otros, dejando muy poco del blanco impoluto que debía tener. Las luces mágicas brillaban con tono rojo, en vez del azulado o amarillo que solían tener, y era difícil ver más allá de varios pasos, pues una niebla invadía el lugar. Por suerte para ellos, una niebla que no era como la que habían dejado atrás, esta era normal, si se podía considerar normal que la academia de brujos estuviera llena de niebla.
- ¿Estás bien? - preguntó preocupado, acercándose al lado de la elfa, y colocando su mano con suavidad en su hombro, para luego retirarla al ver su movimiento instintivo. No quería ofenderla, solo lo había hecho de modo impulsivo por su preocupación - Ha faltado muy poco-, comentó, mirando nuevamente alrededor. - Estamos en la academia de nuevo, aunque no reconozco este sitio-, de lo poco que veía tendría que haber dicho.
Otrore estaba vivo. Respiraba pero parecía que estaba en algún tipo de letargo, como el verdadero Francesco que estaba en su casa. Tenía un aspecto similar, salvo que no articulaba las palabras extrañas como el postrado en su cama, solo temblaba como si tiritara de frío.
- ¿Puedes conseguir que despierte? No puedo luchar como es debido cargándolo-, comentó con tono afable a Níniel. Ella era una experta ayudando a la gente, y eso le gustaba de ella. - Echaré un vistazo, no me alejaré mucho-, la miró a los ojos. - Lo prometo-, le sonrió.
Un escrutinio del lugar le sirvió para comprobar que estaban en una sala rectangular bastante amplia, aunque sin nada destacable, salvo la sangre y los braseros mágicos. Una escalera subía hacia otro piso, de destino desconocido para él.
- Solo hay una salida posible-, comentó a la elfa desde su posición. No demasiado alejado de donde se encontraba ella con el alquimista.
Este sueño se estaba convirtiendo en una pesadilla a pasos agigantados, al menos se consolaba pensando que habían conseguido sobrevivir a todas las trampas hasta ahora, y que juntos conseguirían vencer a todo lo que el sueño les echara por delante.
El brujo suspiró resignado cuando una voz llamó su atención a su espalda. Era la hermosa elfa. Le había alcanzado mientras pensaba un modo de liberar a Otrore, por lo que su intención de sacar al brujo sin poner en peligro a la mujer ya no era válida. Su voz estaba tintada de una evidente preocupación, lo que hizo recordar al rubio que no estaba solo en esto, que ella se preocupaba tanto por él como al revés. Dejándola sola solo había conseguido alarmarla y dejarla en peligro.
- Imaginaba que esta sala sería una trampa, por eso me adelanté-, se sinceró, sintiéndose un estúpido por haberla dejado sola en ese pasillo tan tétrico. - No quería exponerte al peligro de forma directa, pero no me separaré de ti más. Todo este sueño es una trampa en sí mismo y estaremos más seguros juntos-, le sonrió, olvidando por un momento el daño que le había hecho en la sala de los espejos.
Vinc se acercó hasta la mesa junto a la peliblanca, sin embargo, antes de poder revisar la mesa para encontrar el posible mecanismo que había mencionado Níniel, resonó una voz en la sala. Sonaba desde ninguna parte, o mejor dicho, desde todas partes. Era gutural e inflexible, y no daba oportunidad a la réplica. El rubio se sintió nuevamente avergonzado cuando el ente volvió a emitir los gemidos de la pareja practicando el coito, aunque esta vez ese sentimiento vino acompañado por una rabia interior fruto de la manipulación del sueño.
El ser que controlaba el sueño, o el propio sueño, usaba y manipulaba sus recuerdos e imaginación para debilitarlos como había pensado después de lo ocurrido en la sala de los espejos. Ahora no le cabía duda y le enfurecía que esa cosa lo expusiera de un modo en el que no era en realidad. Sí, una parte de él deseaba yacer con la elfa, ese deseo por ella existía, pero existía porque había sentido algo por ella, por su forma de ser, no por su bello cuerpo. Se había enamorado demasiado rápido quizás, encontrándose en el futuro que al final ella no sentiría nada por él, que el futuro le deparaba otra cosa. No obstante, el sueño obviaba toda esa parte, en un claro intento de exponerlo como un hombre que solo quería utilizar a Níniel para obtener placer carnal. En definitiva, odiaba como sesgaba pensamientos para minar la confianza del uno con el otro, ahora que necesitaban confiar más que nunca entre ellos para salir vivos de allí.
Vincent no pudo replicarle a la voz como hubiera deseado, pues la niebla se tornó oscura y amenazante, haciendo algo que había evitado hasta ahora. Entrar en el cuarto. La niebla de color negro como la noche empezó a dibujar formas reconocibles en algunos casos, como su hermana, su amiga Caroline, su madre, e incluso la forma de un vampiro que se había ostiado, en una curva de una carrera de upeleros en la que habían participado.
El rubio se cuadró en posición de combate, y probó un ataque mágico para experimentar con la niebla. La ráfaga de aire apartó el humo, deshaciendo las formas que se habían creado, para luego volver a su posición inicial. Las formas grotescas volvieron a salir en cuanto la niebla se recompuso, aunque se mantuvieron nuevamente expectantes en la puerta, sin realizar movimiento alguno de ataque.
- Ese ha quedado peor de lo esperado después de estrellarse con su upelero-, bromeó, señalando con su espada al vampiro.
La broma era más para sí mismo que para Níniel, pues ella no lo conocía de nada. Solo era para rebajar la tensión, y distraer la mente un poco del problema que tenían delante. Aunque era un poco extraño que apareciera el vampiro. Se llamaba Bio creyó recordar, y era raro que apareciera, pues solo lo conocía de una noche, no como el resto de personas que reconocía en la niebla. De todos modos no le dio más importancia, y se acercó hasta la mesa junto a la elfa.
- No hay tiempo que perder-, dijo envainando su espada, para seguidamente extraer su daga. Cortó las correas de los pies, y solo con eso, puedo observar de reojo como la niebla se envalentonaba un poco. Estaba seguro de lo que pasaría cuando liberase del todo a Otrore, así que se preparó para ello. Cortó las ataduras que lo sostenían del pecho, desde una posición baja, para que el cuerpo cayera sobre su hombro, y en cuanto notó el peso de hombre guardó la daga, y conjuró su vórtice de aire, aunque sin encenderlo en llamas.
Vincent lo hizo lo suficientemente grande para dejar en el ojo de su pequeño huracán a la dama de los bosques, para protegerla de la niebla, ahora en un modo totalmente agresivo.
- Vámonos, no sé cuánto tiempo podré contenerlos con mi hechizo-, dijo de un modo que no admitía contestación. No quería que la mujer dudara en seguirlo, pese a que no había necesidad de decirlo realmente.
Corrió lo más rápido que pudo, encontrando que en el pasillo, al ser bajo, le era más sencillo mantener la niebla a raya. Era una suerte, pues si tenía que gastar muchas energías en hacer un vórtice tan alto como en la sala no llegaría al portal antes de agotarse. La niebla giraba alrededor de su hechizo, mostrando caras a veces reconocibles, pese a que se veían totalmente deformadas y espeluznantes.
El peso de Otrore era llevadero hasta cierto punto, ya que no era un hombre musculoso y, por tanto, ligero en parte, pues si que era tan alto como él, lo que si le dificultaba la marcha. Así que no era imposible de llevar, pero si lo suficientemente molesto para que le agotara con mayor rapidez. Esto le preocupaba, ya estaba muy cansado y no había ni siquiera llegado al cruce hacia la derecha, y aún tendrían que andar todo ese pasillo hasta el portal.
Vinc se comenzó a sentir débil, cruzándole por la mente la idea de que morirían allí por no haber encontrado un modo mejor para salir. Quizás debió realizar algo menos impulsivo, aunque no lo entendía del todo, había calculado el recorrido en su llegada, y debería haberle dado suficientemente tiempo para llegar hasta la salida.
Pronto lo comprendió todo, al ver al final del pasillo un portal como el que los había traído hasta allí. El maldito sueño había modificado los pasillos, haciendo que ya no existiera el cruce. No sabía a dónde lo llevarían pero daba igual, si no lo cruzaban morirían allí mismo.
El rubio sintió como el conjuro se desvanecía, como el vórtice perdía fuerza, y como un frío helado le recorría el cuerpo al sentir el toque de la niebla negra, justo para luego no sentir nada.
Había cruzado. Miró a su alrededor desde su posición, pues había caído con el cuerpo de Otrore nada más cruzar el portal, y observó como la elfa estaba justo a su lado, para su alivio.
Lo habían conseguido, aunque no estaba seguro de a qué precio. Estaban en una sala que parecía de la academia, sin embargo, más allá de la propia arquitectura que la definía como parte del colegio, no había nada más que se le pareciese. La piedra blanca estaba teñida de sangre, reseca en algunos sitios, fresca en otros, dejando muy poco del blanco impoluto que debía tener. Las luces mágicas brillaban con tono rojo, en vez del azulado o amarillo que solían tener, y era difícil ver más allá de varios pasos, pues una niebla invadía el lugar. Por suerte para ellos, una niebla que no era como la que habían dejado atrás, esta era normal, si se podía considerar normal que la academia de brujos estuviera llena de niebla.
- ¿Estás bien? - preguntó preocupado, acercándose al lado de la elfa, y colocando su mano con suavidad en su hombro, para luego retirarla al ver su movimiento instintivo. No quería ofenderla, solo lo había hecho de modo impulsivo por su preocupación - Ha faltado muy poco-, comentó, mirando nuevamente alrededor. - Estamos en la academia de nuevo, aunque no reconozco este sitio-, de lo poco que veía tendría que haber dicho.
Otrore estaba vivo. Respiraba pero parecía que estaba en algún tipo de letargo, como el verdadero Francesco que estaba en su casa. Tenía un aspecto similar, salvo que no articulaba las palabras extrañas como el postrado en su cama, solo temblaba como si tiritara de frío.
- ¿Puedes conseguir que despierte? No puedo luchar como es debido cargándolo-, comentó con tono afable a Níniel. Ella era una experta ayudando a la gente, y eso le gustaba de ella. - Echaré un vistazo, no me alejaré mucho-, la miró a los ojos. - Lo prometo-, le sonrió.
Un escrutinio del lugar le sirvió para comprobar que estaban en una sala rectangular bastante amplia, aunque sin nada destacable, salvo la sangre y los braseros mágicos. Una escalera subía hacia otro piso, de destino desconocido para él.
- Solo hay una salida posible-, comentó a la elfa desde su posición. No demasiado alejado de donde se encontraba ella con el alquimista.
Este sueño se estaba convirtiendo en una pesadilla a pasos agigantados, al menos se consolaba pensando que habían conseguido sobrevivir a todas las trampas hasta ahora, y que juntos conseguirían vencer a todo lo que el sueño les echara por delante.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
Aquella voz destilaba malicia con cada sílaba que pronunciaba mientras hablaba de abandonar a Otrore a su suerte en el sueño a cambio de permitirles a ellos salir de allí. No tenían ningún modo de comprobarlo, incluso aunque estuvieran tan desesperados como para aceptar, cosa que a la elfa no se le pasó por la cabeza, nada les garantizaba que tras abandonar aquella sala podrían escapar de un sueño cada vez más extraño y oscuro. Volver a escucharse a sí misma gritar y gemir de placer junto a Vincent solo sirvió para tener aún más claro la naturaleza perversa de aquella voz, fuera lo que fuera. Una creación de sueño, alguna especie de manifestación de la conciencia o el subconsciente del alquimista tomando las riendas de aquel mundo onírico. Tampoco pasó desapercibido para Níniel que aquellas cortas frases contenían más información de la que pretendían transmitir, que tras las amenazas y extraños pactos se ocultaba una verdad importante a la que por desgracia no tenía tiempo para dar vueltas. La niebla había penetrado en la sala de torturas sin cesar y conforme lo hacía tomaba grotescas formas familiares que parecían con cada instante que pasaba cada vez más dispuestas a abalanzarse sobre ellos, y no precisamente con buenas intenciones.
-No podemos aceptar algo así, tenemos que salir de aquí por nuestra cuenta, y rápido.- Le Dijo a Vincent totalmente decidida y sin hacer ningún comentario al respecto de los intentos de manipulación de la omnipresente voz. Tampoco compartió con el sus inquietudes con respecto a aquellas frases y la verdad subyacente en las mismas, no era momento para eso, si lograban salir de allí y contar con un minuto de respiro lo haría.
El brujo usó sus habilidades contra la oscura niebla logrando que algunas de las figuras se descompusieran durante un instante pero pronto quedó patente que de ese modo solo malgastarían sus energías a cambio de poco más de unos instantes, pues en tan breve espacio de tiempo las figuras volvieron a formarse aunque incluso de un modo más esperpéntico que antes del ataque, con los brazos donde no debían estar y las cabezas giradas en extraños ángulos y con expresiones irreales en sus rostros. Por raro que resultara parecía que continuaban sin considerar aquel ataque como un respuesta, o quizá sí pero que tras ver lo infructuoso que resultaba atacarles la pareja terminara por rendirse y aceptara las condiciones de "la voz" sin intentar ningún truco más. Se equivocaban.
-¿Bio?. Siempre ha sido así, es bastante guapo y buena persona a pesar de ser...- No continuó con la frase porque ni era el momento de hablar de esas cosas ni quería revelar uno de los secretos que mejor guardaba el pelinegro. Puede que Vincent le conociera pero que no supiera que era un vampiro, una raza aún menos popular que los brujos y con razón, aunque Bio fuera la extraña excepción. Además tampoco hubo tiempo, pues tras un par de cortes a las correas que mantenían a Otrore inmovilizado el grupo de soñadores al completo fue rodeado por una espiral de viento mágica y llegó el momento de salir corriendo de allí como si su vidas dependieran de ello, lo cual era cierto.
-Estoy detrás de tí.- Le comunicó al brujo para hacerle entender que le seguía de cerca mientras el viento agitaba su blanco cabello en todas direcciones y causaba que la larga chaqueta prestada que llevaba se levantara revelando sus piernas e impidiendo que pudiese correr todo lo rápido que podía, aunque si lo suficiente como para no quedarse atrás. Aquel plan parecía una locura, un intento desesperado de huída, pero a pesar de su forma corpórea cada vez que una de las figuras de niebla negra trataba de alcanzarles terminaba por desvanecerse sin lograr su objetivo. Podían lograrlo, el portal no debería de estar mucho más lejos. ¿O sí?. Entonces pudo verlo, faltaban apenas unos metros pero la fuerza de la barrera de viento disminuía y ya no devolvía a aquellos seres oscuros a su forma de niebla. -Solo un poco más-. Dijo tratando de darle ánimos al brujo y de paso a sí misma, centrándose únicamente en dar los últimos pasos que les pondrían a salvo y tentada incluso en cerrar los ojos para evitar que el miedo a ser atrapada la hiciera fracasar. Entonces notó la ya conocida sensación de tirón del viaje mediante portal y se encontró sentada de culo al pie de uno con una sensación de opresión en su tobillo izquierdo. Se llevó una mano hasta allí y vio como una garra sombría separada del resto de un cuerpo la tenía firmemente agarrada. Asustada comenzó a golpear aquella masa de niebla negra y esta se esfumó como si fuera simple humo, revelando allí donde había agarrado una zona enrojecida en la blanca piel una marca que sin embargo no dolía y que comenzó a desaparecer de inmediato.
-Malditas cosas...- Dijo poniéndose en pie enseguida y desactivando el portal desde aquel lado por si servía para algo, lo cual resultaba bastante improbable. Entonces sintió una mano en su hombro y se apartó como movida por un resorte poniéndose en posición de guardia, o algo por el estilo porque la peliblanca de combate sin armas sabía aún menos que con armas. Aquella pose junto con el pelo revuelto debieron de ser toda una imagen. Suspiró aliviada bajando los brazos al darse cuenta de que se trataba de Vincent y no de otra de aquellas figuras de tinieblas. -Lo siento, estaba maldiciendo y me sobresalté.- Sonrió.- Sí, estoy bien. -Respondió comenzando a apartarse mechones de pelo de la cara y a devolverlos a su posición original, lo cual le llevó muy poco tiempo a pesar del estropicio capilar causado por el viento. Su pelo era muy liso por sí mismo. -¿Cómo estás tú?. Ha sido increíble cómo has logrado mantener todo el tiempo a raya a esas cosas mientras corrías cargando con Otrore, ha sido épico, pensé que no lo contábamos.- Le dijo elogiándolo con sinceridad y, al menos por esos instantes, dejando de lado si consideraba que era o no un pervertido. -Hay sangre por todas partes...- Comentó tras mirar alrededor aunque sin que aquello la afectara demasiado, estaba más que acostumbrada a la sangre, de hecho en su corta vida había visto mucha más de la que verían muchos grandes guerreros.
-En este mundo no puedo dar por sentado nada. Si lo que le mantiene inconsciente son golpes...Sí, sin problema. Si tiene que ver con el sueño la cosa podría ser mucho más complicada.- Explicó arrodillándose sobre el cuerpo inerte de Otrore y examinándolo mejor de lo que había podido hacer en la sala de torturas. -Está bien, veré que puedo hacer, ten cuidado.- Le respondió al rubio respondiendo también a su sonrisa sin darse cuenta, pensando en que era encantador cuando quería, al menos de mente para fuera. Continuó revisando el cuerpo del brujo sin encontrar rastro de nada más que las contusiones, tampoco parecía estar bajo el efecto de ninguna sustancia extraña. Colocó ambas manos sobre su pecho y comenzó a usar sus habilidades sanadoras, haciendo que los maretones comenzaran a perder color y finalmente desaparecieran así como los pequeños cortes. Con su cuerpo totalmente restablecido la sacerdotisa no sabía por qué no despertaba.
-Si solo hay un camino, la decisión es fácil haya lo que haya al otro lado. Lamentablemente tendrás que seguir cargando con Otrore. He sanado todas sus heridas, incluso los más nimios cortes. Está mejor que nosotros físicamente...Pero no responde.-Dijo elevando un poco la voz para que el rubio la oyera.
En ese momento y totalmente por sorpresa el alquimista abrió los ojos de par en par mirando al techo y comenzó a recitar en voz alta las extrañas palabras que el autentico Otrore balbuceaba en su lecho en el mundo real. La mayoría eran cosas sin sentido, palabras sueltas y frases inconexas pero entre tanto galimatías comenzó a decir cosas que sí que podían significar algo importante.-Las runas abren puertas donde no las hay. La alquimia traza caminos donde las voces no pueden llegar. Todo lo que tiene un comienzo tiene un final, el final está donde todo comenzó.- Entonces volvió a cerrar los ojos y cuando volvió a abrirlos miró alrededor con extrañeza y perplejidad pero sin el más mínimo rastro de miedo. -Señor Otrore, ¿se encuentra bien?, ¿Puede oírme?, ¿Entiende mis palabras?.- Le preguntó la peliblanca tratando de no asustarlo más, hablándole de forma suave con su siempre melódica voz. -Vincent, ven rápido.-Pidió con urgencia pues el famoso alquimista trataba de ponerse en pie desatendiendo las súplicas de su cuidadora.
-¿Dónde estoy?, ¿quiénes sois?. Jovencita, tienes unas orejas muy extrañas, son muy largas y puntiagudas...¿Quién ese ese Otrore del que hablas?.- La peliblanca miró hacia Vincent con preocupación. Parecía que el maestro alquimista no solo no parecía saber nada sobre los elfos aún siendo brujo, si no que además no parecía recordar nada de nada, ni siquiera quién era. Por si no tuvieran ya bastante problemas, las cosas no hacían más que complicarse cada vez más. -Abrió los ojos y comenzó a decir cosas sin sentido. Luego dijo:"Las runas abren puertas donde no las hay. La alquimia traza caminos donde las voces no pueden llegar. Todo lo que tiene un comienzo tiene un final, el final está donde todo comenzó". Y ahora parece no saber ni de qué color es el cielo.- Trato de explicarle a su compañero por si él veía más sentido que ella en todo aquello. -Yo no he dicho nada de eso jovencita, pero sí que sé que el cielo es negro.- Interrumpió el brujo causando que la elfa se mordiera el labio inferior con preocupación.
-No podemos aceptar algo así, tenemos que salir de aquí por nuestra cuenta, y rápido.- Le Dijo a Vincent totalmente decidida y sin hacer ningún comentario al respecto de los intentos de manipulación de la omnipresente voz. Tampoco compartió con el sus inquietudes con respecto a aquellas frases y la verdad subyacente en las mismas, no era momento para eso, si lograban salir de allí y contar con un minuto de respiro lo haría.
El brujo usó sus habilidades contra la oscura niebla logrando que algunas de las figuras se descompusieran durante un instante pero pronto quedó patente que de ese modo solo malgastarían sus energías a cambio de poco más de unos instantes, pues en tan breve espacio de tiempo las figuras volvieron a formarse aunque incluso de un modo más esperpéntico que antes del ataque, con los brazos donde no debían estar y las cabezas giradas en extraños ángulos y con expresiones irreales en sus rostros. Por raro que resultara parecía que continuaban sin considerar aquel ataque como un respuesta, o quizá sí pero que tras ver lo infructuoso que resultaba atacarles la pareja terminara por rendirse y aceptara las condiciones de "la voz" sin intentar ningún truco más. Se equivocaban.
-¿Bio?. Siempre ha sido así, es bastante guapo y buena persona a pesar de ser...- No continuó con la frase porque ni era el momento de hablar de esas cosas ni quería revelar uno de los secretos que mejor guardaba el pelinegro. Puede que Vincent le conociera pero que no supiera que era un vampiro, una raza aún menos popular que los brujos y con razón, aunque Bio fuera la extraña excepción. Además tampoco hubo tiempo, pues tras un par de cortes a las correas que mantenían a Otrore inmovilizado el grupo de soñadores al completo fue rodeado por una espiral de viento mágica y llegó el momento de salir corriendo de allí como si su vidas dependieran de ello, lo cual era cierto.
-Estoy detrás de tí.- Le comunicó al brujo para hacerle entender que le seguía de cerca mientras el viento agitaba su blanco cabello en todas direcciones y causaba que la larga chaqueta prestada que llevaba se levantara revelando sus piernas e impidiendo que pudiese correr todo lo rápido que podía, aunque si lo suficiente como para no quedarse atrás. Aquel plan parecía una locura, un intento desesperado de huída, pero a pesar de su forma corpórea cada vez que una de las figuras de niebla negra trataba de alcanzarles terminaba por desvanecerse sin lograr su objetivo. Podían lograrlo, el portal no debería de estar mucho más lejos. ¿O sí?. Entonces pudo verlo, faltaban apenas unos metros pero la fuerza de la barrera de viento disminuía y ya no devolvía a aquellos seres oscuros a su forma de niebla. -Solo un poco más-. Dijo tratando de darle ánimos al brujo y de paso a sí misma, centrándose únicamente en dar los últimos pasos que les pondrían a salvo y tentada incluso en cerrar los ojos para evitar que el miedo a ser atrapada la hiciera fracasar. Entonces notó la ya conocida sensación de tirón del viaje mediante portal y se encontró sentada de culo al pie de uno con una sensación de opresión en su tobillo izquierdo. Se llevó una mano hasta allí y vio como una garra sombría separada del resto de un cuerpo la tenía firmemente agarrada. Asustada comenzó a golpear aquella masa de niebla negra y esta se esfumó como si fuera simple humo, revelando allí donde había agarrado una zona enrojecida en la blanca piel una marca que sin embargo no dolía y que comenzó a desaparecer de inmediato.
-Malditas cosas...- Dijo poniéndose en pie enseguida y desactivando el portal desde aquel lado por si servía para algo, lo cual resultaba bastante improbable. Entonces sintió una mano en su hombro y se apartó como movida por un resorte poniéndose en posición de guardia, o algo por el estilo porque la peliblanca de combate sin armas sabía aún menos que con armas. Aquella pose junto con el pelo revuelto debieron de ser toda una imagen. Suspiró aliviada bajando los brazos al darse cuenta de que se trataba de Vincent y no de otra de aquellas figuras de tinieblas. -Lo siento, estaba maldiciendo y me sobresalté.- Sonrió.- Sí, estoy bien. -Respondió comenzando a apartarse mechones de pelo de la cara y a devolverlos a su posición original, lo cual le llevó muy poco tiempo a pesar del estropicio capilar causado por el viento. Su pelo era muy liso por sí mismo. -¿Cómo estás tú?. Ha sido increíble cómo has logrado mantener todo el tiempo a raya a esas cosas mientras corrías cargando con Otrore, ha sido épico, pensé que no lo contábamos.- Le dijo elogiándolo con sinceridad y, al menos por esos instantes, dejando de lado si consideraba que era o no un pervertido. -Hay sangre por todas partes...- Comentó tras mirar alrededor aunque sin que aquello la afectara demasiado, estaba más que acostumbrada a la sangre, de hecho en su corta vida había visto mucha más de la que verían muchos grandes guerreros.
-En este mundo no puedo dar por sentado nada. Si lo que le mantiene inconsciente son golpes...Sí, sin problema. Si tiene que ver con el sueño la cosa podría ser mucho más complicada.- Explicó arrodillándose sobre el cuerpo inerte de Otrore y examinándolo mejor de lo que había podido hacer en la sala de torturas. -Está bien, veré que puedo hacer, ten cuidado.- Le respondió al rubio respondiendo también a su sonrisa sin darse cuenta, pensando en que era encantador cuando quería, al menos de mente para fuera. Continuó revisando el cuerpo del brujo sin encontrar rastro de nada más que las contusiones, tampoco parecía estar bajo el efecto de ninguna sustancia extraña. Colocó ambas manos sobre su pecho y comenzó a usar sus habilidades sanadoras, haciendo que los maretones comenzaran a perder color y finalmente desaparecieran así como los pequeños cortes. Con su cuerpo totalmente restablecido la sacerdotisa no sabía por qué no despertaba.
-Si solo hay un camino, la decisión es fácil haya lo que haya al otro lado. Lamentablemente tendrás que seguir cargando con Otrore. He sanado todas sus heridas, incluso los más nimios cortes. Está mejor que nosotros físicamente...Pero no responde.-Dijo elevando un poco la voz para que el rubio la oyera.
En ese momento y totalmente por sorpresa el alquimista abrió los ojos de par en par mirando al techo y comenzó a recitar en voz alta las extrañas palabras que el autentico Otrore balbuceaba en su lecho en el mundo real. La mayoría eran cosas sin sentido, palabras sueltas y frases inconexas pero entre tanto galimatías comenzó a decir cosas que sí que podían significar algo importante.-Las runas abren puertas donde no las hay. La alquimia traza caminos donde las voces no pueden llegar. Todo lo que tiene un comienzo tiene un final, el final está donde todo comenzó.- Entonces volvió a cerrar los ojos y cuando volvió a abrirlos miró alrededor con extrañeza y perplejidad pero sin el más mínimo rastro de miedo. -Señor Otrore, ¿se encuentra bien?, ¿Puede oírme?, ¿Entiende mis palabras?.- Le preguntó la peliblanca tratando de no asustarlo más, hablándole de forma suave con su siempre melódica voz. -Vincent, ven rápido.-Pidió con urgencia pues el famoso alquimista trataba de ponerse en pie desatendiendo las súplicas de su cuidadora.
-¿Dónde estoy?, ¿quiénes sois?. Jovencita, tienes unas orejas muy extrañas, son muy largas y puntiagudas...¿Quién ese ese Otrore del que hablas?.- La peliblanca miró hacia Vincent con preocupación. Parecía que el maestro alquimista no solo no parecía saber nada sobre los elfos aún siendo brujo, si no que además no parecía recordar nada de nada, ni siquiera quién era. Por si no tuvieran ya bastante problemas, las cosas no hacían más que complicarse cada vez más. -Abrió los ojos y comenzó a decir cosas sin sentido. Luego dijo:"Las runas abren puertas donde no las hay. La alquimia traza caminos donde las voces no pueden llegar. Todo lo que tiene un comienzo tiene un final, el final está donde todo comenzó". Y ahora parece no saber ni de qué color es el cielo.- Trato de explicarle a su compañero por si él veía más sentido que ella en todo aquello. -Yo no he dicho nada de eso jovencita, pero sí que sé que el cielo es negro.- Interrumpió el brujo causando que la elfa se mordiera el labio inferior con preocupación.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1149
Nivel de PJ : : 10
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
El sueño no había dado muchas alternativas esta vez para avanzar. Descartado, por evidentes razones, volver por la cárcel de la niebla, solo podían ir escaleras arriba por el único camino existente.
Vinc, desde su posición podía vigilar que nadie bajara y, pese a la niebla tan molesta que no paraba de aparecer en cada trazo de sueño, podía observar a la elfa y sus progresos con el alquimista, aunque no sabía si estos estaban teniendo éxito o no.
- Se me olvidó agradecerte tus palabras por la tensión del momento. Me distraje comprobando que todo estaba en su sitio y no te di las gracias-, comentó desde su posición, caminando y revisando que no se le hubiera pasado alguna puerta por la pared del fondo. - Para mí es sencillo mantener la concentración en situaciones preocupantes, pues fui entrenado para ser un brujo guerrero, no solo en el sentido clásico, sino de que soy de los que tienen… otras habilidades, por así decirlo, a parte de su magia-, sus andares observando la pared eran inútiles, pues solo alcanzaba ver sangre y más sangre. - Las demás razas no suelen percatarse, para ellos somos todos iguales, pero históricamente los brujos siempre hemos luchado solos, así que alguien tenía que ser más fuerte físicamente para ir en primera línea, y sobre todo, mantener la mente serena para no fallar con los hechizos-, se giró hacia la elfa un momento.
Incluso desde la distancia, podía apreciar su hermosa cabellera blanca caer en cascada sobre sus hombros mientras ayudaba a Otrore.
- La carne de cañón de las islas. Aunque una carne de cañón muy bonita en mi caso-, sonrió a la chica, aunque no podía saber si notaría su gesto sonriente y puede que pensara que lo decía en serio. - Bromas aparte, además de ser consciente de mis posibilidades para los hechizos, este lugar me alimenta y me ayuda a desgastarme menos. Es más, al poco de caer por el portal ya había recuperado mis energías, cuando realmente debería haber estado agotado por el esfuerzo. No es de extrañar, este sitio es todo magia en realidad. Supongo que también lo habrás notado. Menuda broma más estúpida Vinc, se reprendió mentalmente.
El brujo volvió al pie de la escalera, observando cómo giraba en círculo hacia el piso superior, por lo que no podía ver más allá de unos metros del camino. Para ver más tramo de la subida tendría que alejarse y no quería perder de vista a Níniel. Dio unos pasos laterales cuando notó algo pegajoso bajo su pie. Más sangre, como no. Estaba especialmente coagulada, de un modo totalmente antinatural, y le costó algo de esfuerzo sacar su pierna del charco, pues llegó un momento en el que la sangre estaba tan afianzada a la suela de su bota que parecieron tiras elásticas mientras el brujo alejaba la pierna.
- Menuda mierda de sitio. Tendré que tener cuidado para no pisarlos-, musitó para sí mismo malhumorado, teniendo presente lo peligroso que podía ser quedar retenido en otro charco como ese, durante un combate.
La voz de Otrore llamó su atención, pero fue la llamada de Níniel la que le hizo correr hasta donde ella estaba.
- ¿Ha dicho algo respecto a unas runas? - preguntó a la elfa, pues había oído la voz del alquimista de forma sesgada.
Algo de unas runas y unas puertas. Las siguientes palabras del hombre solo sirvieron para dejarlo aún más confuso, por lo que no sabía si tomar en serio su primer comentario.
- Otrore, ¿se encuentra bien? - se dirigió esta vez al brujo.
- Claro que me encuentro bien. ¿Pero quienes sois? ¿Y quién es Otrore? - respondió.
Genial. El color del cielo es negro. El alquimista estaba como una maldita cabra, seguramente por los efectos negativos de estar tanto tiempo dentro del sueño, siendo maltratado por el ente que lo controlaba. Al menos estaba de una sola pieza, y gracias a Níniel estaba completamente sano físicamente, por lo que ya no tendría que cargar con él a cuestas. No obstante era impresionante tener a una eminencia como Francesco delante de sus ojos nuevamente. No lo había visto desde que era un muchacho, y por razones obvias estaba más envejecido, sin embargo, mantenía suficientes rasgos como para reconocer que se trataba del gran profesor de alquimia de la academia. Solo que con diez años más, y un cacahuete por cerebro.
"Las runas abren puertas donde no las hay. La alquimia traza caminos donde las voces no pueden llegar. Todo lo que tiene un comienzo tiene un final, el final está donde todo comenzó" le recitó la mujer. Así que eso era lo que había dicho, pensó Vinc, acariciándose el mentón. No tenía mucho sentido para él, pero al menos era una frase con lógica, y no una tontería como todas las demás que había dicho el alquimista. Puede que sirviera para algo, o puede que solo fuera una estupidez más.
- Somos amigos de su hija. ¿Recuerda a su hija? Nos ha enviado para devolverlo a casa-, comentó el rubio.
Un brillo pareció aparecer brevemente en sus ojos, como si algo hubiera recordado.
- Sí, tengo una hija. Se llama...-, el hombre pareció quedarse en blanco unos segundo. - Se llama Clarisse. Si eso es, se llama Clarisse y yo soy Otrore-, dijo muy contento de repente. - ¿Sois amigos de ella?
- Así es, y lo devolveremos junto a ella-, le dijo con una sonrisa. - Solo tiene que acompañarnos.
Por lo menos había algo de esperanza para el antiguo profesor. Podía recordar cosas a cuenta gotas, con lo cual debería ser el mismo con el tiempo. Quizás nada más salir del sueño recuperara todos sus recuerdos.
Vincent se encaminó hasta la única salida, y subió las escaleras con cautela. No sabría decir cuánto tiempo tardó en alcanzar el segundo piso, mas había sido más largo de lo que pensaba. Desgraciadamente el piso superior era exactamente igual que el anterior, salvo que no tenía ninguna vía posible de escape. Ni escaleras, ni puertas, solo una especie de altar delante de un muro, donde parecía haber una puerta, pero que había sido tapiada hacía mucho tiempo, pues parecía haber un marco resaltado de piedra, con forma de arco en su parte superior. En realidad no sabría decir si era una antigua puerta o solo una mera decoración de la pared.
El brujo se acercó hasta la supuesta puerta, y pasó la mano enguantada por la superficie, notando al tacto que era tan maciza como cualquier piedra, y que no era una ilusión. No obstante notaba algo raro en ella, así que se quitó el guante un momento para palparla mejor. Era mágica, de eso no tuvo ninguna duda nada más tocarla, pues sintió el poder que tenían imbuidas las piedras. También observó que había tres ranuras con forma hexagonal en el centro de la misma.
- Qué extraño-, dijo enfundándose el guante nuevamente. - Estas piedras son mágicas-, comentó al grupo.
Se acercó hasta la especie de columnata baja que había justo detrás, la que parecía una altar, y después de inspeccionarla vio algo que llamó su atención.
- Las runas abren puertas-, musitó.
Engarzadas en la columna había varias runas hexagonales, justo del tamaño necesario para colocarlas en la pared, pero cuales serían las adecuadas.
- Creo que se como salir de aquí-, dijo a sus compañeros. - Aunque no tengo ni puta idea de cómo hacerlo-, musitó bajo para sí mismo.
- Dos elementos se enfrentan, y en líquido se convierten-, contestó Otrore, como si hubiera podido escucharlo.
- ¿Cómo? - preguntó al alquimista de lo más extrañado.
- Dos elementos se enfrentan, y en líquido se convierten-, volvió a decir, con aspecto ido.
Vinc volvió a observar la columna baja, y creyó entender lo que el profesor le intentaba decir. Había luchado suficientes veces contra tensais de ese tipo como para saber lo que pasaba cuando sus elementos entrechocaban. Puede que Francesco no estuviera tan loco como aparentaba, razonó, a la vez que escogía las tres runas correspondientes. Estaban descargadas, así que usó su energía para rellenarlas, consiguiendo que sus símbolos palpitaran. Uno en rojo, el otro en blanco, y el último en azul.
Ahora solo quedaba colocarlas en el orden correcto. Había dos huecos más juntos a la izquierda, y un tercero más alejado a la derecha. Todos en el centro de la “puerta” pero con esa ligera diferencia. El brujo colocó la runa de fuego en primer lugar, a su derecha, en el hueco cercano a ella, colocó la runa de hielo, y finalmente, en el hueco más alejado colocó la runa de agua.
Un gran poder salió desprendido de todas las piedras mágicas, haciendo que el rubio diera unos pasos hacia atrás por la intensidad y virulencia despedida. Cuando la energía desprendida por la pared se estabilizó, pudo observar como las losas de piedra brillaban con una tenue luz azul, y como se fusionaban unas con otras como si nunca hubieran sido losas distintas de la pared.
Finalmente solo quedó el marco con arco, y una luz azul en su interior. Se movía como si fuera líquido. Como si fuera agua en extraña ingravidez.
Vinc alargó la mano, y en cuando tocó la masa de agua notó un ligero cosquilleo mágico a lo largo de su cuerpo. Parecido al de los portales convencionales, aunque diferente. Era más intensa la sensación, y al mismo tiempo más delicada. El brujo tomó valor y decidió atravesarlo, encontrando una maravilla al otro lado.
Se encontraba encima de un puente mágico, totalmente azul como el portal que lo había llevado hasta allí. Y atravesaba una zona oscura, donde casi todo era negro, pero a la vez estaba todo bien iluminado. Era como estar entre las estrellas.
- Otrore tiene una imaginación desbordante-, bromeó a la peliblanca. - Aunque esta vez es realmente hermoso.
Vinc, desde su posición podía vigilar que nadie bajara y, pese a la niebla tan molesta que no paraba de aparecer en cada trazo de sueño, podía observar a la elfa y sus progresos con el alquimista, aunque no sabía si estos estaban teniendo éxito o no.
- Se me olvidó agradecerte tus palabras por la tensión del momento. Me distraje comprobando que todo estaba en su sitio y no te di las gracias-, comentó desde su posición, caminando y revisando que no se le hubiera pasado alguna puerta por la pared del fondo. - Para mí es sencillo mantener la concentración en situaciones preocupantes, pues fui entrenado para ser un brujo guerrero, no solo en el sentido clásico, sino de que soy de los que tienen… otras habilidades, por así decirlo, a parte de su magia-, sus andares observando la pared eran inútiles, pues solo alcanzaba ver sangre y más sangre. - Las demás razas no suelen percatarse, para ellos somos todos iguales, pero históricamente los brujos siempre hemos luchado solos, así que alguien tenía que ser más fuerte físicamente para ir en primera línea, y sobre todo, mantener la mente serena para no fallar con los hechizos-, se giró hacia la elfa un momento.
Incluso desde la distancia, podía apreciar su hermosa cabellera blanca caer en cascada sobre sus hombros mientras ayudaba a Otrore.
- La carne de cañón de las islas. Aunque una carne de cañón muy bonita en mi caso-, sonrió a la chica, aunque no podía saber si notaría su gesto sonriente y puede que pensara que lo decía en serio. - Bromas aparte, además de ser consciente de mis posibilidades para los hechizos, este lugar me alimenta y me ayuda a desgastarme menos. Es más, al poco de caer por el portal ya había recuperado mis energías, cuando realmente debería haber estado agotado por el esfuerzo. No es de extrañar, este sitio es todo magia en realidad. Supongo que también lo habrás notado. Menuda broma más estúpida Vinc, se reprendió mentalmente.
El brujo volvió al pie de la escalera, observando cómo giraba en círculo hacia el piso superior, por lo que no podía ver más allá de unos metros del camino. Para ver más tramo de la subida tendría que alejarse y no quería perder de vista a Níniel. Dio unos pasos laterales cuando notó algo pegajoso bajo su pie. Más sangre, como no. Estaba especialmente coagulada, de un modo totalmente antinatural, y le costó algo de esfuerzo sacar su pierna del charco, pues llegó un momento en el que la sangre estaba tan afianzada a la suela de su bota que parecieron tiras elásticas mientras el brujo alejaba la pierna.
- Menuda mierda de sitio. Tendré que tener cuidado para no pisarlos-, musitó para sí mismo malhumorado, teniendo presente lo peligroso que podía ser quedar retenido en otro charco como ese, durante un combate.
La voz de Otrore llamó su atención, pero fue la llamada de Níniel la que le hizo correr hasta donde ella estaba.
- ¿Ha dicho algo respecto a unas runas? - preguntó a la elfa, pues había oído la voz del alquimista de forma sesgada.
Algo de unas runas y unas puertas. Las siguientes palabras del hombre solo sirvieron para dejarlo aún más confuso, por lo que no sabía si tomar en serio su primer comentario.
- Otrore, ¿se encuentra bien? - se dirigió esta vez al brujo.
- Claro que me encuentro bien. ¿Pero quienes sois? ¿Y quién es Otrore? - respondió.
Genial. El color del cielo es negro. El alquimista estaba como una maldita cabra, seguramente por los efectos negativos de estar tanto tiempo dentro del sueño, siendo maltratado por el ente que lo controlaba. Al menos estaba de una sola pieza, y gracias a Níniel estaba completamente sano físicamente, por lo que ya no tendría que cargar con él a cuestas. No obstante era impresionante tener a una eminencia como Francesco delante de sus ojos nuevamente. No lo había visto desde que era un muchacho, y por razones obvias estaba más envejecido, sin embargo, mantenía suficientes rasgos como para reconocer que se trataba del gran profesor de alquimia de la academia. Solo que con diez años más, y un cacahuete por cerebro.
"Las runas abren puertas donde no las hay. La alquimia traza caminos donde las voces no pueden llegar. Todo lo que tiene un comienzo tiene un final, el final está donde todo comenzó" le recitó la mujer. Así que eso era lo que había dicho, pensó Vinc, acariciándose el mentón. No tenía mucho sentido para él, pero al menos era una frase con lógica, y no una tontería como todas las demás que había dicho el alquimista. Puede que sirviera para algo, o puede que solo fuera una estupidez más.
- Somos amigos de su hija. ¿Recuerda a su hija? Nos ha enviado para devolverlo a casa-, comentó el rubio.
Un brillo pareció aparecer brevemente en sus ojos, como si algo hubiera recordado.
- Sí, tengo una hija. Se llama...-, el hombre pareció quedarse en blanco unos segundo. - Se llama Clarisse. Si eso es, se llama Clarisse y yo soy Otrore-, dijo muy contento de repente. - ¿Sois amigos de ella?
- Así es, y lo devolveremos junto a ella-, le dijo con una sonrisa. - Solo tiene que acompañarnos.
Por lo menos había algo de esperanza para el antiguo profesor. Podía recordar cosas a cuenta gotas, con lo cual debería ser el mismo con el tiempo. Quizás nada más salir del sueño recuperara todos sus recuerdos.
Vincent se encaminó hasta la única salida, y subió las escaleras con cautela. No sabría decir cuánto tiempo tardó en alcanzar el segundo piso, mas había sido más largo de lo que pensaba. Desgraciadamente el piso superior era exactamente igual que el anterior, salvo que no tenía ninguna vía posible de escape. Ni escaleras, ni puertas, solo una especie de altar delante de un muro, donde parecía haber una puerta, pero que había sido tapiada hacía mucho tiempo, pues parecía haber un marco resaltado de piedra, con forma de arco en su parte superior. En realidad no sabría decir si era una antigua puerta o solo una mera decoración de la pared.
El brujo se acercó hasta la supuesta puerta, y pasó la mano enguantada por la superficie, notando al tacto que era tan maciza como cualquier piedra, y que no era una ilusión. No obstante notaba algo raro en ella, así que se quitó el guante un momento para palparla mejor. Era mágica, de eso no tuvo ninguna duda nada más tocarla, pues sintió el poder que tenían imbuidas las piedras. También observó que había tres ranuras con forma hexagonal en el centro de la misma.
- Qué extraño-, dijo enfundándose el guante nuevamente. - Estas piedras son mágicas-, comentó al grupo.
Se acercó hasta la especie de columnata baja que había justo detrás, la que parecía una altar, y después de inspeccionarla vio algo que llamó su atención.
- Las runas abren puertas-, musitó.
Engarzadas en la columna había varias runas hexagonales, justo del tamaño necesario para colocarlas en la pared, pero cuales serían las adecuadas.
- Creo que se como salir de aquí-, dijo a sus compañeros. - Aunque no tengo ni puta idea de cómo hacerlo-, musitó bajo para sí mismo.
- Dos elementos se enfrentan, y en líquido se convierten-, contestó Otrore, como si hubiera podido escucharlo.
- ¿Cómo? - preguntó al alquimista de lo más extrañado.
- Dos elementos se enfrentan, y en líquido se convierten-, volvió a decir, con aspecto ido.
Vinc volvió a observar la columna baja, y creyó entender lo que el profesor le intentaba decir. Había luchado suficientes veces contra tensais de ese tipo como para saber lo que pasaba cuando sus elementos entrechocaban. Puede que Francesco no estuviera tan loco como aparentaba, razonó, a la vez que escogía las tres runas correspondientes. Estaban descargadas, así que usó su energía para rellenarlas, consiguiendo que sus símbolos palpitaran. Uno en rojo, el otro en blanco, y el último en azul.
Ahora solo quedaba colocarlas en el orden correcto. Había dos huecos más juntos a la izquierda, y un tercero más alejado a la derecha. Todos en el centro de la “puerta” pero con esa ligera diferencia. El brujo colocó la runa de fuego en primer lugar, a su derecha, en el hueco cercano a ella, colocó la runa de hielo, y finalmente, en el hueco más alejado colocó la runa de agua.
Un gran poder salió desprendido de todas las piedras mágicas, haciendo que el rubio diera unos pasos hacia atrás por la intensidad y virulencia despedida. Cuando la energía desprendida por la pared se estabilizó, pudo observar como las losas de piedra brillaban con una tenue luz azul, y como se fusionaban unas con otras como si nunca hubieran sido losas distintas de la pared.
Finalmente solo quedó el marco con arco, y una luz azul en su interior. Se movía como si fuera líquido. Como si fuera agua en extraña ingravidez.
Vinc alargó la mano, y en cuando tocó la masa de agua notó un ligero cosquilleo mágico a lo largo de su cuerpo. Parecido al de los portales convencionales, aunque diferente. Era más intensa la sensación, y al mismo tiempo más delicada. El brujo tomó valor y decidió atravesarlo, encontrando una maravilla al otro lado.
Se encontraba encima de un puente mágico, totalmente azul como el portal que lo había llevado hasta allí. Y atravesaba una zona oscura, donde casi todo era negro, pero a la vez estaba todo bien iluminado. Era como estar entre las estrellas.
- Otrore tiene una imaginación desbordante-, bromeó a la peliblanca. - Aunque esta vez es realmente hermoso.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
Vincent tampoco parecía encontrar sentido a las crípticas palabras del alquimista. Quizá a pesar de ser las únicas frases que había pronunciado que parecían tener al menos un mínimo de sentido solo fueran más balbuceos con una estructura únicamente fruto del azar, o una referencia fragmentada a algo que nada tenía que ver con aquel irreal mundo y que de nada podía servirles. Aún así resultaba extraño que hiciera referencia a puertas, caminos y voces pues era justo lo que estaban viviendo en esos momentos. Cruzaban puertas, recorrían caminos y una voz se les había revelado como enemiga. Ante la falta de respuestas quedó claro que su único camino a seguir seguía siendo aquel que les conduciría escaleras arriba, una vez allí era posible que supieran cómo continuar o quizá encontraran algo útil, de lo contrario la cosa iba a ponerse muy fea para ellos.
Entonces Vincent mencionó a Clarisse, la hija del alquimista soñador, y como un rayo de luz del sol atravesando los oscuros nubarrones de tormenta por primera vez tras largos días de lluvias un pequeño brillo apareció en los ojos del hombre a la vez que parecía haber recordado algo muy importante y querido, algo que nadie creería jamás que podría llegar a olvidar. Aquello era una buena señal, una muy buena señal, no era demasiado tarde para Otrore, aún podía recordar. Si había recordado a su hija era posible que pudieran usar esos recuerdos para despertar más conocimientos dormidos, no solo sobre su familia si no también sobre su creación, sobre aquel mundo onírico, sobre la poción y las runas usadas para llegar hasta allí, sobre modos de salir de allí y despertar.
-Clary...- Dijo la elfa tratando de activar mejor su memoria usando el diminutivo que la joven pelinegra había mencionado que usaba su padre para referirse a ella. -...Estaba muy preocupada y nos pidió ayuda. ¿Recuerda los experimentos sobre crecimiento de cultivos?. También estaba trabajando en una poción que le permitiría trabajar y estudiar sin limitaciones...- El alquimista se quedó pensativo pero tras unos instantes negó con la cabeza con expresión dolorida, como si tratar de recordar le causara alguna clase de molestia. -No recuerdo nada de eso...Pero tampoco recordaba quien soy ni a mi propia hija...¿Qué rayos ha pasado?.- La peliblanca no pudo evitar cierta decepción por que no hubiesen regresado más recuerdos pero igual que con ciertas enfermedades y heridas sabía que a veces lo mejor era tomarse las cosas con calma y no tratar de forzarlas. No podía perder aún la esperanza. -Un experimento que no salió del todo bien pero que por suerte podemos arreglar. Cualquier cosa que recuerde, díganosla, mientras será mejor que nos movamos.-
La expresión de Otrore era de consternación e impotencia y permaneció inmóvil mientras Vincent comenzaba a avanzar. También había rabia en sus ojos y Níniel no podía reprochárselo. No podía ni imaginarse cómo se sentiría ella al no poder recordar nada de lo que le importaba, nada de lo que era o de cuál era su sitio en el mundo. No podía saber cómo se podía sentir alguien que se había olvidado incluso de su propia hija pues no era madre, pero bastaba con imaginarse no recordar a sus propios padres para hacerse una idea. -Recuperará sus recuerdos, el de su hija solo ha sido el primero porque es lo más importante para usted. Lo lograremos.- Le dijo acercándose e instándole a que comenzara a caminar tomándolo suavemente por el brazo. No se resistió, pero continuó con la mirada perdida, seguramente tratando de encontrar algo en un océano de oscuridad. Ni siquiera trató de obtener más respuestas de la elfa mientras ascendían por las largas escaleras que como la sala inferior estaban manchadas con sangre reseca que se adhería a las suelas de sus botas y si bien no les ralentizaba sí que hacía un sonido repugnante a cada paso. Cuando llegaron arriba Vincent, que había ganado unos metros de ventaja, se encontraba examinando un arco de piedra.
-¿Mágicas?- Preguntó acercándose hasta allí y pudiendo comprobar ella misma aquella sensación al tocar aquellas piedras con la mano.- Es extraño, como dijiste antes todo el lugar es mágico, hay magia por todas partes, prácticamente se respira maná...Pero este lugar es como si fuera mágico para lo mágico. Me pone la piel de gallina.- Se apartó de allí y echó un vistazo al resto de la sala sin encontrar nada más, ni portales, ni puertas, ni ventanas...Y el único objeto que había allí era aquel altar con forma de media columna. -Tiene que ser lo que buscamos, aquí no hay nada más.- La respuesta a sus interrogantes la dieron las runas y lo que pareció un nuevo recuerdo de Otrore. -Dos elementos se enfrentan y en líquido se convierten...Eso es fácil...-Comentó la peliblanca, pero ignoraba qué runas implicaban o cómo debían colocarse. Como pasaba con alquimia, en la que no bastaba con conocer los ingredientes, en arcanos bien podía haber más secretos de los que parecía. Por suerte no eran secretos desconocidos para Vincent. La oleada de magia que siguió a la activación del altar agitó una vez más el cabello de la joven y la hizo levantar una mano para protegerse los ojos pero no le hizo mal alguno. Poco después, donde antes solo había habido piedras, había una especie de portal.
-Normalmente me negaría siquiera a tocar una magia que no conozco...Pero no tenemos opción. Tenemos que seguir el sueño.- Aún así entrecerró los ojos al ver a Vincent tocar con la mano la extraña puerta semi-líquida por temor a que le ocurriera algo malo. La superficie del portal se agitó ligeramente y unas ondas, como las que se dibujan en un lago al lanzar una piedra se dibujaron durante unos segundos antes de desaparecer. Aquello demostraba que no era peligroso...En realidad no demostraba nada, pero ante la necesidad de cruzarlo aquella pequeña prueba tendría que bastar. Tras cruzar Vincent, fue el turno de Otrore al que no quería dejar solo a aquel lado de la puerta por si en su estado volvía a quedarse allí parado y tras ambos brujos fue su turno. Tomó aire, infló los mofletes y se lanzó con un fuerte impulso. Sintió como aquel extraño líquido la envolvía y notó como si volviera a estar en las cálidas aguas del río cercano a su casa. Todo se tornó oscuridad a su alrededor aunque juraría que no había cerrado los ojos en ningún momento y de repente comenzó a ver millares, millones de puntitos luminosos rodeándola por todas partes, como si contemplara las estrellas en una noche despejada. Estaba tan sorprendida y absorta tratando de reconocer alguna constelación que le fuera familiar que ni siquiera se había dado cuenta de que continuaba aguantando la respiración con los mofletes inflados.
-Sí que es bonito pero...¿Qué sitio es este?.- Dijo por fin tomando aire y tratando de caminar con cuidado sobre aquel puente traslúcido que emanaba una agradable energía que recorría todo su cuerpo desde las plantas de sus piés hasta las puntas de sus orejas. Tenía miedo de que con cualquier movimiento brusco aquel material mágico dejara de sostenerla y cayera hasta...El infinito por lo que podía verse bajo sus pies y a su alrededor. -Un puente en mitad del cielo...No reconozco estas estrellas..- Continuó, mirando a su alrededor y vigilando mucho dónde pisaba. Dió unos pasos más aún temerosa, asegurándose de tener bien en fime un pie antes de mover el otro durante los primeros metros antes de poder volver a caminar con normalidad, aunque sin terminar de confiarse del todo y revisando el suelo cada pocos pasos. Parecía que el único que podía responder a aquellas dudas era Otrore, pero una vez más guardaba silencio y de hecho parecía tan extrañado como los demás. -Sigamos, a ver a dónde conduce. No nos queda otra.-
Recorrió aquel extraño puente sin permitirse disfrutar demasiado su belleza por las circunstancias, hasta que, a un par de cientos de metros de donde habían aparecido el puente acababa de forma abrupta, no como si fuera el final del camino si no como si algo muy grande hubiese golpeado la estructura y destrozado un tramo, impidiendo a cualquiera que no supiera volar el pasar al otro lado, el cual se veía a unas decenas de metros, de distancia, demasiada para intentar cualquier salto. No había ninguna puerta, portal o arco por allí, sencillamente algo había destrozado su camino. En ese momento, una densa niebla comenzó a cubrir todo bajo el puente. Ocurrió tan deprisa que casi parecía que no se detendría hasta cubrirlo todo pero cuando llegó hasta la altura del puente se detuvo, causando el efecto de que ya no estaban sobre el cielo si no sobre un mar de densa bruma blanquecina. La sensación agradable que hasta ese momento transmitía el puente se transformó en una de intenso frío y humedad y aunque el lugar seguía estando iluminado, las pequeñas luces titilantes como estrellas habían desaparecido por completo.
-Esto no me gusta nada...-Dijo la elfa tratando de contener un escalofrío y frotándose los brazos con las manos tratando de obtener algo de calor sin conseguirlo. No era su cuerpo el que se congelaba, aquella sensación estaba en su cabeza. -Mirad allí.- Señaló de repente pues juraría haber visto como la bruma se agitaba como si algo se hubiera movido entre ella, aunque apenas duró un instante y para cuando señaló ya no se veía nada. -Creo que he visto algo entre la niebla...- Aclaró, pero como si quisiera dejarla por mentirosa la bruma se mantuvo totalmente inmóvil ante un nuevo y prolongado escrutinio. A punto estaba de darse por vencida y reconocer que debía de haberse equivocado y que debería centrarse en qué hacer a continuación cuando una vez más algo se movió allí abajo de forma más que visible, de hecho la cantidad de niebla que se agitó aquella vez dejaba claro que fuera lo que fuera o era muy rápido o era muy grande. -¿Lo habéis visto?.-
Como respuesta a su pregunta una enorme figura emergió de entre la boira llena de escamas doradas cada una de las cuales parecía emitir su propia luz. Era tan grande que la peliblanca no sabía de qué se trataba pues no alcanzaba a ver más que un muro interminable de escamas delante suyo. Miró hacía arriba tanto como su cuello se lo permitió y entonces, al ver tres gigantescas garras entendió que lo que veía era un brazo, un único brazo de algo mucho mayor. -Por todos los dioses...!Tenemos que salir de aquí.!- Advirtió por si no era ya más que evidente mientras aquella gigantesca garra descendía y para su desgracia destrozaba un tramo más de puente, esta vez por el que habían llegado hasta allí, dejándolos atrapados en medio de dos secciones derrumbadas, sin lugar al que escapar o en el que esconderse. En ese momento la dracónica cabeza dorada emergió de la niebla. Era tan grande que incluso el término titánica se quedaba corto. Cuando terminó de emerger un gran ojo de iris refulgente de una luz muy similar a la que la sacerdotisa podía usar para iluminar pero con una intensidad mil veces mayor y de pupila rasgada les miró con un odio infinito. Níniel no pudo evitarlo y, aunque en lo más profundo de su mente sabía que estaba en el mundo de los sueños se quedó petrificada ante aquella portentosa criatura, con la boca abierta y los ojos como platos. Estaba ante el dragón de luz. Una segunda garra ascendió de entre la bruma dispuesta a derribar la sección de puente en la que el grupo se encontraba, dispuesta para sellar su destino para siempre.
Entonces Vincent mencionó a Clarisse, la hija del alquimista soñador, y como un rayo de luz del sol atravesando los oscuros nubarrones de tormenta por primera vez tras largos días de lluvias un pequeño brillo apareció en los ojos del hombre a la vez que parecía haber recordado algo muy importante y querido, algo que nadie creería jamás que podría llegar a olvidar. Aquello era una buena señal, una muy buena señal, no era demasiado tarde para Otrore, aún podía recordar. Si había recordado a su hija era posible que pudieran usar esos recuerdos para despertar más conocimientos dormidos, no solo sobre su familia si no también sobre su creación, sobre aquel mundo onírico, sobre la poción y las runas usadas para llegar hasta allí, sobre modos de salir de allí y despertar.
-Clary...- Dijo la elfa tratando de activar mejor su memoria usando el diminutivo que la joven pelinegra había mencionado que usaba su padre para referirse a ella. -...Estaba muy preocupada y nos pidió ayuda. ¿Recuerda los experimentos sobre crecimiento de cultivos?. También estaba trabajando en una poción que le permitiría trabajar y estudiar sin limitaciones...- El alquimista se quedó pensativo pero tras unos instantes negó con la cabeza con expresión dolorida, como si tratar de recordar le causara alguna clase de molestia. -No recuerdo nada de eso...Pero tampoco recordaba quien soy ni a mi propia hija...¿Qué rayos ha pasado?.- La peliblanca no pudo evitar cierta decepción por que no hubiesen regresado más recuerdos pero igual que con ciertas enfermedades y heridas sabía que a veces lo mejor era tomarse las cosas con calma y no tratar de forzarlas. No podía perder aún la esperanza. -Un experimento que no salió del todo bien pero que por suerte podemos arreglar. Cualquier cosa que recuerde, díganosla, mientras será mejor que nos movamos.-
La expresión de Otrore era de consternación e impotencia y permaneció inmóvil mientras Vincent comenzaba a avanzar. También había rabia en sus ojos y Níniel no podía reprochárselo. No podía ni imaginarse cómo se sentiría ella al no poder recordar nada de lo que le importaba, nada de lo que era o de cuál era su sitio en el mundo. No podía saber cómo se podía sentir alguien que se había olvidado incluso de su propia hija pues no era madre, pero bastaba con imaginarse no recordar a sus propios padres para hacerse una idea. -Recuperará sus recuerdos, el de su hija solo ha sido el primero porque es lo más importante para usted. Lo lograremos.- Le dijo acercándose e instándole a que comenzara a caminar tomándolo suavemente por el brazo. No se resistió, pero continuó con la mirada perdida, seguramente tratando de encontrar algo en un océano de oscuridad. Ni siquiera trató de obtener más respuestas de la elfa mientras ascendían por las largas escaleras que como la sala inferior estaban manchadas con sangre reseca que se adhería a las suelas de sus botas y si bien no les ralentizaba sí que hacía un sonido repugnante a cada paso. Cuando llegaron arriba Vincent, que había ganado unos metros de ventaja, se encontraba examinando un arco de piedra.
-¿Mágicas?- Preguntó acercándose hasta allí y pudiendo comprobar ella misma aquella sensación al tocar aquellas piedras con la mano.- Es extraño, como dijiste antes todo el lugar es mágico, hay magia por todas partes, prácticamente se respira maná...Pero este lugar es como si fuera mágico para lo mágico. Me pone la piel de gallina.- Se apartó de allí y echó un vistazo al resto de la sala sin encontrar nada más, ni portales, ni puertas, ni ventanas...Y el único objeto que había allí era aquel altar con forma de media columna. -Tiene que ser lo que buscamos, aquí no hay nada más.- La respuesta a sus interrogantes la dieron las runas y lo que pareció un nuevo recuerdo de Otrore. -Dos elementos se enfrentan y en líquido se convierten...Eso es fácil...-Comentó la peliblanca, pero ignoraba qué runas implicaban o cómo debían colocarse. Como pasaba con alquimia, en la que no bastaba con conocer los ingredientes, en arcanos bien podía haber más secretos de los que parecía. Por suerte no eran secretos desconocidos para Vincent. La oleada de magia que siguió a la activación del altar agitó una vez más el cabello de la joven y la hizo levantar una mano para protegerse los ojos pero no le hizo mal alguno. Poco después, donde antes solo había habido piedras, había una especie de portal.
-Normalmente me negaría siquiera a tocar una magia que no conozco...Pero no tenemos opción. Tenemos que seguir el sueño.- Aún así entrecerró los ojos al ver a Vincent tocar con la mano la extraña puerta semi-líquida por temor a que le ocurriera algo malo. La superficie del portal se agitó ligeramente y unas ondas, como las que se dibujan en un lago al lanzar una piedra se dibujaron durante unos segundos antes de desaparecer. Aquello demostraba que no era peligroso...En realidad no demostraba nada, pero ante la necesidad de cruzarlo aquella pequeña prueba tendría que bastar. Tras cruzar Vincent, fue el turno de Otrore al que no quería dejar solo a aquel lado de la puerta por si en su estado volvía a quedarse allí parado y tras ambos brujos fue su turno. Tomó aire, infló los mofletes y se lanzó con un fuerte impulso. Sintió como aquel extraño líquido la envolvía y notó como si volviera a estar en las cálidas aguas del río cercano a su casa. Todo se tornó oscuridad a su alrededor aunque juraría que no había cerrado los ojos en ningún momento y de repente comenzó a ver millares, millones de puntitos luminosos rodeándola por todas partes, como si contemplara las estrellas en una noche despejada. Estaba tan sorprendida y absorta tratando de reconocer alguna constelación que le fuera familiar que ni siquiera se había dado cuenta de que continuaba aguantando la respiración con los mofletes inflados.
-Sí que es bonito pero...¿Qué sitio es este?.- Dijo por fin tomando aire y tratando de caminar con cuidado sobre aquel puente traslúcido que emanaba una agradable energía que recorría todo su cuerpo desde las plantas de sus piés hasta las puntas de sus orejas. Tenía miedo de que con cualquier movimiento brusco aquel material mágico dejara de sostenerla y cayera hasta...El infinito por lo que podía verse bajo sus pies y a su alrededor. -Un puente en mitad del cielo...No reconozco estas estrellas..- Continuó, mirando a su alrededor y vigilando mucho dónde pisaba. Dió unos pasos más aún temerosa, asegurándose de tener bien en fime un pie antes de mover el otro durante los primeros metros antes de poder volver a caminar con normalidad, aunque sin terminar de confiarse del todo y revisando el suelo cada pocos pasos. Parecía que el único que podía responder a aquellas dudas era Otrore, pero una vez más guardaba silencio y de hecho parecía tan extrañado como los demás. -Sigamos, a ver a dónde conduce. No nos queda otra.-
Recorrió aquel extraño puente sin permitirse disfrutar demasiado su belleza por las circunstancias, hasta que, a un par de cientos de metros de donde habían aparecido el puente acababa de forma abrupta, no como si fuera el final del camino si no como si algo muy grande hubiese golpeado la estructura y destrozado un tramo, impidiendo a cualquiera que no supiera volar el pasar al otro lado, el cual se veía a unas decenas de metros, de distancia, demasiada para intentar cualquier salto. No había ninguna puerta, portal o arco por allí, sencillamente algo había destrozado su camino. En ese momento, una densa niebla comenzó a cubrir todo bajo el puente. Ocurrió tan deprisa que casi parecía que no se detendría hasta cubrirlo todo pero cuando llegó hasta la altura del puente se detuvo, causando el efecto de que ya no estaban sobre el cielo si no sobre un mar de densa bruma blanquecina. La sensación agradable que hasta ese momento transmitía el puente se transformó en una de intenso frío y humedad y aunque el lugar seguía estando iluminado, las pequeñas luces titilantes como estrellas habían desaparecido por completo.
-Esto no me gusta nada...-Dijo la elfa tratando de contener un escalofrío y frotándose los brazos con las manos tratando de obtener algo de calor sin conseguirlo. No era su cuerpo el que se congelaba, aquella sensación estaba en su cabeza. -Mirad allí.- Señaló de repente pues juraría haber visto como la bruma se agitaba como si algo se hubiera movido entre ella, aunque apenas duró un instante y para cuando señaló ya no se veía nada. -Creo que he visto algo entre la niebla...- Aclaró, pero como si quisiera dejarla por mentirosa la bruma se mantuvo totalmente inmóvil ante un nuevo y prolongado escrutinio. A punto estaba de darse por vencida y reconocer que debía de haberse equivocado y que debería centrarse en qué hacer a continuación cuando una vez más algo se movió allí abajo de forma más que visible, de hecho la cantidad de niebla que se agitó aquella vez dejaba claro que fuera lo que fuera o era muy rápido o era muy grande. -¿Lo habéis visto?.-
Como respuesta a su pregunta una enorme figura emergió de entre la boira llena de escamas doradas cada una de las cuales parecía emitir su propia luz. Era tan grande que la peliblanca no sabía de qué se trataba pues no alcanzaba a ver más que un muro interminable de escamas delante suyo. Miró hacía arriba tanto como su cuello se lo permitió y entonces, al ver tres gigantescas garras entendió que lo que veía era un brazo, un único brazo de algo mucho mayor. -Por todos los dioses...!Tenemos que salir de aquí.!- Advirtió por si no era ya más que evidente mientras aquella gigantesca garra descendía y para su desgracia destrozaba un tramo más de puente, esta vez por el que habían llegado hasta allí, dejándolos atrapados en medio de dos secciones derrumbadas, sin lugar al que escapar o en el que esconderse. En ese momento la dracónica cabeza dorada emergió de la niebla. Era tan grande que incluso el término titánica se quedaba corto. Cuando terminó de emerger un gran ojo de iris refulgente de una luz muy similar a la que la sacerdotisa podía usar para iluminar pero con una intensidad mil veces mayor y de pupila rasgada les miró con un odio infinito. Níniel no pudo evitarlo y, aunque en lo más profundo de su mente sabía que estaba en el mundo de los sueños se quedó petrificada ante aquella portentosa criatura, con la boca abierta y los ojos como platos. Estaba ante el dragón de luz. Una segunda garra ascendió de entre la bruma dispuesta a derribar la sección de puente en la que el grupo se encontraba, dispuesta para sellar su destino para siempre.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1149
Nivel de PJ : : 10
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
Algo no le terminaba de gustar de este nuevo trazo de sueño. Era precioso, como andar entre las estrellas, más algo en su interior le decía que estuviera alerta. Desde el momento en el que habían entrado a la ensoñación de Otrore, esta, cada vez se había vuelto más hostil hacia ellos, tanto por sus pruebas como por el ambiente que los rodeaba. Más tétrico a cada paso que daban.
Por ello, al verse en un momento del sueño tan bonito, con tanta belleza, el brujo no podía terminar de confiar en lo que veía a su alrededor. Y eso era bueno, pues si algo sabía de la guerra, era que confiarse era uno de los primeros síntomas de mortalidad. Mantenerse cauto siempre le había salvado la vida, y esta vez no iba a ser menos, de eso estaba seguro.
Pese a todo no podía hacer mucho más que seguir el camino, ya que el sueño, o mejor dicho pesadilla por bonita que fuera ahora, como en la vez anterior no había dado elecciones posibles. Solo podían avanzar por el camino luminoso.
- No tengo ni la más remota idea-, dijo, mirando a su alrededor. - En la academia hay una sala que proyecta las constelaciones por medio de magia sobre el techo. Es un auténtico espectáculo, aunque a mí me gustaba más ver las estrellas sobre la colina cercana a mi casa.
Pensar en ello le trajo recuerdos de su infancia y adolescencia. Casi podía sentir la fresca hierba en su espalda mientras contemplaba las hermosas luces del cielo, a veces acompañado de su familia, a veces solo con la grata compañía de un libro. Tampoco podía dejar de cavilar sobre si el ente que dominaba todo a su alrededor, corrompería más recuerdos para atormentarlo. La respuesta para esa cuestión la encontró con rapidez.
- De todos modos, el planetario es muy bonito, y te permitía estudiar constelaciones que estaban fuera del rango de las islas. Es toda una joya, pero esto…-, volvió a mirar a su alrededor para volver a mirar a la elfa a los ojos, - esto es increíble. Nunca he visto nada parecido y tampoco reconozco mucho de lo que veo en el cielo.
Las luces que conformaban la estrellas titilaban provocando reflejos en los ojos aguamarinos de la mujer, que distrajeron al brujo unos segundos. Bueno, algo tan hermoso sí que había visto anteriormente.
- En definitiva-, movió a la cabeza a los lados para volver en sí. - Esto no es cosa mía, debe ser un recuerdo de Otrore.
- ¿Mío? Si yo no me acuerdo de nada. Y en todo caso ¿Cómo que un recuerdo mío? ¿Dónde estamos? - preguntó confuso.
- Es difícil de explicar ahora, solo puedo pedirte que confíes en nosotros-, le contestó. Al ver como su cara denotaba pesadumbre lo consoló agarrándolo del hombro. - Tranquilo, todo saldrá bien-, le sonrió. - Níniel cuidará de ti hasta que salgamos-, le susurró a la vez que le guiñaba un ojo. - Iré delante para variar-, comentó sonriente al grupo poniéndose en cabeza.
No avanzó demasiado hasta que una rotura en el puente les impidió seguir el camino previsto.
- Y ahora qué-, dijo sin dirigirse a nadie, movido por la frustración.
Como si de una reacción a sus palabras se tratara, una intensa niebla apareció de repente, quizás pensando que la habían echado de menos todo este tiempo. Esta nueva bruma tenía un color natural, como la que había en las salas con la puerta que los había llevado hasta allí, pero a diferencia de aquella, esta traía consigo una fuerte humedad y un frío intenso. Era como una madrugada en una zona portuaria de día nublado, con la brisa azotando y congelando todo lo que alguna vez hubiera tenido calor dentro.
- ¿Qué has visto? - preguntó en respuesta a la dama, pues no había apreciado nada. Una gran masa de aire azotó la bruma que se agitó con fuerza, por lo que no tuvo que esperar respuesta de la elfa. - Sí, lo he visto, y no me gusta nada. Es mejor que volvamos por donde hemos venido-, sugirió.
La criatura hizo acto de presencia. Una presencia no deseada la verdad, aunque no es que el bicho que los atacara fuera muy considerado, pues además de hacerlo había cortado su ruta de escape con una ¿pata? Menuda bestia tenía que ser para tener una extremidad de ese tamaño, y el rubio no estuvo desacertado en sus cálculos cuando su cabeza apareció entre la bruma. Se quedó un momento pasmado, observando sus inmensos ojos luminosos, que a pesar de parecer puros, no dejaron de mirarlo de un modo rabioso. Ese dragón lo odiaba con todo su ser.
- ¿Los dorados no eran los buenos? - preguntó con tono burlón, para darse ánimos con una broma. Ya retornando hacia donde estaban sus compañeros.
La inmensa pata del dragón subió y bajo con lentitud, pero lo suficientemente rápida para destrozar el puente donde había posado la extremidad, rompiéndolo y dejándolos atrapados en una sección sin tener camino a donde ir. Por el rabillo del ojo observó una segunda pata que apareció justo encima y al saltar hacia adelante, salvó el pellejo por poco. Se giró tumbado en el suelo para observar como la extremidad del dragón volvía alzarse, y se arrastró hacia atrás para no caer por el precipicio de la zona rota y combada que era ahora el sitio donde había estado hacía un momento.
El rubio se limpió la cara de unos minicristales del puente, que se le habían adherido a la cara, y notó la sangre que le habían provocado los cortes en el rostro, y una cosa curiosa. Como se deshacían en agua los cristales en su guante. Así que el camino estaba creado con algún tipo de hielo mágico. El sonido de cristales rompiéndose debajo suyo también llamó su atención.
- ¡Hay suelo debajo de nosotros! - gritó a sus compañeros, aunque realmente no sabía cómo demonios iba a conseguir bajar.
El brujo se levantó con presteza, fruto de la tensión y se acercó hasta los dos.
- Tenemos que bajar-, dijo mirando por la rotura que había hecho el dragón por primera vez.
¿Pero cómo? Esa era la cuestión. ¿Una ráfaga de aire? Quizás si creaba una ascendente durante el suficiente tiempo podrían amortiguar el golpe, pero no sabía la distancia exacta hasta el suelo, podrían matarse de todos modos. No le dio tiempo de pensar más, ni de decirle a sus amigos que saltaran, pues la pata se aproximó de nuevo.
Vinc se pudo en medio, de espaldas al dragón, como si sirviera de algo, como si su cuerpo pudiera frenar el golpe de tremenda bestia. Solo fue un acto reflejo por intentar salvar a la elfa y el alquimista, para refrenar un poco la embestía y que los dioses decidieran ser compasivos. Cerró los ojos pensados que moriría, esperando el golpe… más no paso nada. No sintió nada. Giró el rostro y observó como el dragón había parado su golpe, para volver a recular la pata. ¿¡Que extraño!? ¿Por qué no los había matado?
- ¡Por aquí! - escuchó un grito que lo sacó de su asombro.
Era Otrore. Había construido un cilindro de hielo al lado de la rotura. Vinc sonrió ante la inteligencia del profesor, pues había usado la humedad del ambiente para crear ese palo de hielo hasta el suelo por el que se podrían deslizar. Parecía que los dioses sí que estaban de su lado después de todo, y habían dejado los recuerdos a Otrore de sus capacidades de tensai de agua.
- ¡No os lo penséis, bajad por ahí rápido! - los apremió a que bajaran.
Esperó que ambos bajaran, y cubrió su retirada, pues el dragón no había cejado en su intento de matarles. Notó como la bruma se metía por el hocico de la bestia, y Vinc supo en el acto lo que pretendía hacer. Los había estudiado lo suficiente para saberlo, además, sus homónimos pequeños medio humanos hacían lo mismo.
El calor se extendió a su alrededor, mientras evitaba el choque directo de la ola de calor desviándola con sus poderes de aire. Era una suerte que ese sitio lo fortaleciera tanto, porque si lo hubiera intentando fuera del sueño, ahora mismo sería una antorcha humana, o directamente cenizas. El dorado reptil frenó su ataque de fuego, para volver a atacar con su pata. Además, el puente comenzó a deshacerse, pues el calor del dragón había derretido su estructura de hielo, por lo que Vincent decidió que ya había tenido suficiente por hoy de dragones. Se abalanzó sobre la barra creada por Otrore y se deslizó con rapidez por el tubo, sintiendo como estallaba en añicos la sección del puente donde estaba hace un momento.
El rubio llegó al suelo, helado en el pecho y los muslos por deslizarse por puro hielo, y miró a sus compañeros.
- ¡Corred! Seguid por la base del puente, debe llevarnos hasta el final del camino, aunque sea por aquí abajo-, dijo, para luego volver a mirar al cielo, y observar de nuevo aquellas pupilas llenas de odio. - Perdámonos en la niebla.
El brujo lanzó un ataque de viento hacia el hocico de su enemigo, sabiendo que no conseguiría hacerle ni un rasguño, pero con ello consiguió lo que quería. Que la bruma entorpeciera la visión del animal.
Vincent corrió detrás de los pasos de Francesco y le bella elfa, perdiéndose en la niebla junto a ellos. Nunca hubiera imaginado que le alegrara tanto esa maldita niebla antinatural, que los había acompañado en el sueño hasta ahora en distintas formas. Solo podía razonar una cosa mientras corría, que prefería mil veces paredes y suelos llenos de sangre, que las hermosas estrellas con dragón de regalo.
Por ello, al verse en un momento del sueño tan bonito, con tanta belleza, el brujo no podía terminar de confiar en lo que veía a su alrededor. Y eso era bueno, pues si algo sabía de la guerra, era que confiarse era uno de los primeros síntomas de mortalidad. Mantenerse cauto siempre le había salvado la vida, y esta vez no iba a ser menos, de eso estaba seguro.
Pese a todo no podía hacer mucho más que seguir el camino, ya que el sueño, o mejor dicho pesadilla por bonita que fuera ahora, como en la vez anterior no había dado elecciones posibles. Solo podían avanzar por el camino luminoso.
- No tengo ni la más remota idea-, dijo, mirando a su alrededor. - En la academia hay una sala que proyecta las constelaciones por medio de magia sobre el techo. Es un auténtico espectáculo, aunque a mí me gustaba más ver las estrellas sobre la colina cercana a mi casa.
Pensar en ello le trajo recuerdos de su infancia y adolescencia. Casi podía sentir la fresca hierba en su espalda mientras contemplaba las hermosas luces del cielo, a veces acompañado de su familia, a veces solo con la grata compañía de un libro. Tampoco podía dejar de cavilar sobre si el ente que dominaba todo a su alrededor, corrompería más recuerdos para atormentarlo. La respuesta para esa cuestión la encontró con rapidez.
- De todos modos, el planetario es muy bonito, y te permitía estudiar constelaciones que estaban fuera del rango de las islas. Es toda una joya, pero esto…-, volvió a mirar a su alrededor para volver a mirar a la elfa a los ojos, - esto es increíble. Nunca he visto nada parecido y tampoco reconozco mucho de lo que veo en el cielo.
Las luces que conformaban la estrellas titilaban provocando reflejos en los ojos aguamarinos de la mujer, que distrajeron al brujo unos segundos. Bueno, algo tan hermoso sí que había visto anteriormente.
- En definitiva-, movió a la cabeza a los lados para volver en sí. - Esto no es cosa mía, debe ser un recuerdo de Otrore.
- ¿Mío? Si yo no me acuerdo de nada. Y en todo caso ¿Cómo que un recuerdo mío? ¿Dónde estamos? - preguntó confuso.
- Es difícil de explicar ahora, solo puedo pedirte que confíes en nosotros-, le contestó. Al ver como su cara denotaba pesadumbre lo consoló agarrándolo del hombro. - Tranquilo, todo saldrá bien-, le sonrió. - Níniel cuidará de ti hasta que salgamos-, le susurró a la vez que le guiñaba un ojo. - Iré delante para variar-, comentó sonriente al grupo poniéndose en cabeza.
No avanzó demasiado hasta que una rotura en el puente les impidió seguir el camino previsto.
- Y ahora qué-, dijo sin dirigirse a nadie, movido por la frustración.
Como si de una reacción a sus palabras se tratara, una intensa niebla apareció de repente, quizás pensando que la habían echado de menos todo este tiempo. Esta nueva bruma tenía un color natural, como la que había en las salas con la puerta que los había llevado hasta allí, pero a diferencia de aquella, esta traía consigo una fuerte humedad y un frío intenso. Era como una madrugada en una zona portuaria de día nublado, con la brisa azotando y congelando todo lo que alguna vez hubiera tenido calor dentro.
- ¿Qué has visto? - preguntó en respuesta a la dama, pues no había apreciado nada. Una gran masa de aire azotó la bruma que se agitó con fuerza, por lo que no tuvo que esperar respuesta de la elfa. - Sí, lo he visto, y no me gusta nada. Es mejor que volvamos por donde hemos venido-, sugirió.
La criatura hizo acto de presencia. Una presencia no deseada la verdad, aunque no es que el bicho que los atacara fuera muy considerado, pues además de hacerlo había cortado su ruta de escape con una ¿pata? Menuda bestia tenía que ser para tener una extremidad de ese tamaño, y el rubio no estuvo desacertado en sus cálculos cuando su cabeza apareció entre la bruma. Se quedó un momento pasmado, observando sus inmensos ojos luminosos, que a pesar de parecer puros, no dejaron de mirarlo de un modo rabioso. Ese dragón lo odiaba con todo su ser.
- ¿Los dorados no eran los buenos? - preguntó con tono burlón, para darse ánimos con una broma. Ya retornando hacia donde estaban sus compañeros.
La inmensa pata del dragón subió y bajo con lentitud, pero lo suficientemente rápida para destrozar el puente donde había posado la extremidad, rompiéndolo y dejándolos atrapados en una sección sin tener camino a donde ir. Por el rabillo del ojo observó una segunda pata que apareció justo encima y al saltar hacia adelante, salvó el pellejo por poco. Se giró tumbado en el suelo para observar como la extremidad del dragón volvía alzarse, y se arrastró hacia atrás para no caer por el precipicio de la zona rota y combada que era ahora el sitio donde había estado hacía un momento.
El rubio se limpió la cara de unos minicristales del puente, que se le habían adherido a la cara, y notó la sangre que le habían provocado los cortes en el rostro, y una cosa curiosa. Como se deshacían en agua los cristales en su guante. Así que el camino estaba creado con algún tipo de hielo mágico. El sonido de cristales rompiéndose debajo suyo también llamó su atención.
- ¡Hay suelo debajo de nosotros! - gritó a sus compañeros, aunque realmente no sabía cómo demonios iba a conseguir bajar.
El brujo se levantó con presteza, fruto de la tensión y se acercó hasta los dos.
- Tenemos que bajar-, dijo mirando por la rotura que había hecho el dragón por primera vez.
¿Pero cómo? Esa era la cuestión. ¿Una ráfaga de aire? Quizás si creaba una ascendente durante el suficiente tiempo podrían amortiguar el golpe, pero no sabía la distancia exacta hasta el suelo, podrían matarse de todos modos. No le dio tiempo de pensar más, ni de decirle a sus amigos que saltaran, pues la pata se aproximó de nuevo.
Vinc se pudo en medio, de espaldas al dragón, como si sirviera de algo, como si su cuerpo pudiera frenar el golpe de tremenda bestia. Solo fue un acto reflejo por intentar salvar a la elfa y el alquimista, para refrenar un poco la embestía y que los dioses decidieran ser compasivos. Cerró los ojos pensados que moriría, esperando el golpe… más no paso nada. No sintió nada. Giró el rostro y observó como el dragón había parado su golpe, para volver a recular la pata. ¿¡Que extraño!? ¿Por qué no los había matado?
- ¡Por aquí! - escuchó un grito que lo sacó de su asombro.
Era Otrore. Había construido un cilindro de hielo al lado de la rotura. Vinc sonrió ante la inteligencia del profesor, pues había usado la humedad del ambiente para crear ese palo de hielo hasta el suelo por el que se podrían deslizar. Parecía que los dioses sí que estaban de su lado después de todo, y habían dejado los recuerdos a Otrore de sus capacidades de tensai de agua.
- ¡No os lo penséis, bajad por ahí rápido! - los apremió a que bajaran.
Esperó que ambos bajaran, y cubrió su retirada, pues el dragón no había cejado en su intento de matarles. Notó como la bruma se metía por el hocico de la bestia, y Vinc supo en el acto lo que pretendía hacer. Los había estudiado lo suficiente para saberlo, además, sus homónimos pequeños medio humanos hacían lo mismo.
El calor se extendió a su alrededor, mientras evitaba el choque directo de la ola de calor desviándola con sus poderes de aire. Era una suerte que ese sitio lo fortaleciera tanto, porque si lo hubiera intentando fuera del sueño, ahora mismo sería una antorcha humana, o directamente cenizas. El dorado reptil frenó su ataque de fuego, para volver a atacar con su pata. Además, el puente comenzó a deshacerse, pues el calor del dragón había derretido su estructura de hielo, por lo que Vincent decidió que ya había tenido suficiente por hoy de dragones. Se abalanzó sobre la barra creada por Otrore y se deslizó con rapidez por el tubo, sintiendo como estallaba en añicos la sección del puente donde estaba hace un momento.
El rubio llegó al suelo, helado en el pecho y los muslos por deslizarse por puro hielo, y miró a sus compañeros.
- ¡Corred! Seguid por la base del puente, debe llevarnos hasta el final del camino, aunque sea por aquí abajo-, dijo, para luego volver a mirar al cielo, y observar de nuevo aquellas pupilas llenas de odio. - Perdámonos en la niebla.
El brujo lanzó un ataque de viento hacia el hocico de su enemigo, sabiendo que no conseguiría hacerle ni un rasguño, pero con ello consiguió lo que quería. Que la bruma entorpeciera la visión del animal.
Vincent corrió detrás de los pasos de Francesco y le bella elfa, perdiéndose en la niebla junto a ellos. Nunca hubiera imaginado que le alegrara tanto esa maldita niebla antinatural, que los había acompañado en el sueño hasta ahora en distintas formas. Solo podía razonar una cosa mientras corría, que prefería mil veces paredes y suelos llenos de sangre, que las hermosas estrellas con dragón de regalo.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
Ni siquiera la muerte segura que se acercaba en forma de garra hizo que la peliblanca reaccionara. Fue una suerte que su objetivo último no fuera ella si no Vincent porque no hubiese hecho nada para evitar el impacto, así de sorprendida se hallaba. En aquel momento entendía toda la magnitud de la creación de Otrore y al auténtico alcance de lo que podría llegar a lograrse si aquel espacio de sueños pudiese controlarse por los soñadores y no por extrañas perversiones de la imaginación y los recuerdos. ¿Cuántos en el mundo real podrían afirmar haber luchado contra un dios? Aquel mundo podía ser el campo de entrenamiento definitivo...Eso y mucho más. Hasta ese momento apenas habían visto un puñado de recuerdos y lujuriosas fantasías pero su auténtico valor ni siquiera figuraba en las notas del alquimista, seguramente ni él mismo hubiese podido llegar a imaginar lo que podía llegar a hacerse allí.
El impacto y la lluvia de cristales de hielo la sacaron de su ensimismamiento justo a tiempo para reaccionar a las palabras del rubio aunque sin entender del todo qué pretendía. ¿Qué quería decir con bajar?, ¿cómo y a dónde?. Aún así le siguió hasta el límite de aquella corta sección de puente que menguaba con cada nuevo golpe del falso dragón de luz. Desde el borde la niebla impedía saber qué había más abajo y a qué distancia estaba, además ni siquiera había un modo de bajar incluso aunque lo supieran. La única opción que Níniel veía era usar los restos del puente e intentar bajar por los escombros buscando una ruta de descenso practicable, pero incluso aunque la encontraran, los bordes de aquel extraño hielo-cristal eran afilados como cuchillas. Sujetarse sin cortarse sería toda una azaña y el más mínimo traspiés acabaría con su sangre tintando de rojo el azulado puente. Parecía que sus opciones se limitaban a dos, saltar a ciegas y esperar sobrevivir, o quedarse allí y ser aplastados. A las malas saltar al menos les permitía una mínima esperanza, quedarse allí era una muerte segura.
De nuevo la poderosa garra de aquella criatura se elevó preparando un nuevo golpe y la peliblanca se preparó para saltar encomendándose a los dioses del bosque en busca de su intervención. Miró a Otrore, tratando de decirle con la mirada que era su única salida y que debía saltar con ella y con Vincent. Estaba totalmente decidida pero el alquimista la tomó por el brazo y le impidió llevar a cabo aquel auténtico salto de fe. Sin poder saltar y ya con la sombra de la portentosa garra sobre sus cabezas la sacerdotisa cerró los ojos y esperó a sentir el golpe...Cual fue su sorpresa cuando al abrirlos no solo seguía viva, si no que el dragón había desistido de su potente ataque y se preparaba para lanzar otro de naturaleza muy diferente. -Dioses...- Solo parecía haber desistido del zarpazo para darles una muerte aún peor.
Otrore no tuvo que repetírselo dos veces para conseguir que la elfa le siguiera a través del tubo de hielo que había creado. Ni siquiera prestó atención a la sensación de quemadura por frío que sintió en las manos nada más sujetarse a aquella ingeniosa invención del brujo. Rodeó el tubo con sus piernas y se dejó deslizar agradeciendo la chaqueta larga de Vincent que evitaba que sus muslos tocaran directamente el hielo. Mientras descendía alzó la mirada hacia arriba para ver como un fogonazo iluminaba de rojo la zona. -!Vincent!- Gritó la peliblanca temiéndose lo peor, que el brujo no había logrado descender a tiempo y había sucumbido ante las feroces llamas de la deidad corrompida. Llegó al suelo y se quedó mirando hacía arriba conteniendo la respiración hasta que pudo ver que el brujo descendía tras ella solo unos segundos más tarde. Nunca se había alegrado tanto de ver el culo de nadie descendiendo por una barra de hielo. -Gracias a los dioses que estás bien.- Musitó antes de obedecer a sus apremiantes instrucciones de continuar corriendo entre la brumo y entre los pilares que sujetaban las secciones del puente que aún no habían sido derruidas por el gigantesco enemigo que rugía causando que incluso el propio suelo temblara.
Las buenas noticias eran que resultaban tan minúsculos al lado de aquella ensoñación que debían de resultar poco menos que invisibles a su lado. Las malas eran que bastaría que aquella cosa diera un pisotón con algo de tiento para que el ingenio del alquimista al final no hubiese servido más que para prolongar unos segundos sus vidas. No obstante la elfa no se dejó dominar por aquellos pensamientos pesimistas y corrió tan rápido como pudo usando las bases del puente como referencia, escuchando las fuertes pisadas del dragón, sintiendo como su ira crecía y pagaba su frustración al no hallar a sus escurridizas presas destrozando más y más la estructura cristalina, causando que una lluvia de cristales cayera sobre ellos, causando a la sacerdotisa más de un corte que no obstante podía sanar tan rápido como se producían. -Vincent, cúbrete con tu viento, conjuraré una defensa mágica sobre mi y sobre Otrore para protegernos de los cristales del puente.- Indicó tratando de no alzar la voz para no delatar su posición y generando una armadura mágica sobre ellos tal y como había dicho antes de seguir corriendo*. ¿Habría una salida por allí abajo?. Esperaba que sí porque si tenían que volver a subir el truco de la barra no iba a funcionarles de nuevo.
Finalmente llegaron hasta el final del puente logrando dejar a cierta distancia al dragón que en esos momentos parecía buscarles en dirección al principio de aquel lugar y no hacía donde habían seguido corriendo. Un enorme muro de roca tan alto como para no poderse ver el final y tan largo como para que tampoco pidiera ni tan siquiera intuirse hasta dónde se extendía aquella pared. Por todas partes había runas que brillaban de forma intermitente y en el suelo a distancia equidistantes había seis columnas talladas en la piedra llenas de inscripciones que trazaban una espiral de letras descendente desde lo alto de las columnas, a unos tres metros de altura, hasta la base de las mismas, a nivel del suelo. Dos de ellas, las centrales, tenían además en su base una especie de cuencos de piedra pulida. Sobre sus cabezas lo poco que quedaba de puente parecía indicar que era allí arriba donde estaba la puerta. -Parece que habrá que subir, y sin que nos vea ese falso dragón...Quizá unas escaleras de hielo o algo así...-
-Jovencita, soy bueno pero no tanto...No puedo crear tanto hielo, ya tengo una edad. Una cosa era crear una simple barra pero algo como lo que pides excede mis capacidades.-
-Pero aquí la magia es fuerte, podemos hacer cosas que normalmente no podríamos hacer.- Indicó la peliblanca en un intento de que el brujo volviera a calcular si era o no capaz de hacer algo así.
-Ya lo sé, lo he notado desde que desperté, es como si siguiésemos en la academia...Pero mi respuesta sigue siendo no. No es posible. No para mi solo.-
Níniel soltó un suspiro y miró a Vincent por si a él se le ocurría alguna idea para enseguida comenzar a buscar algo que pudiera serles útil. No había llegado tan lejos para rendirse ante una pared. Enseguida se percató de que lo que había escrito en las columnas no eran frases al azar o en una lengua desconocida. Estaban escritas en lengua común y eran fragmentos de fórmulas de alquimia. Pasó de una a otra comprobando que cada columna mostraba un fragmento diferente, de hecho las tres de la derecha indicaban cómo crear un preparado, y las tres de la izquierda juntas completaban una segunda receta. Se acercó hasta la primera columna y trató de moverla sin lograrlo, tal y como parecían las columnas estaban talladas.
-Son instrucciones para crear dos cosas mediante alquimia...Diría que lo primero es una poción de curación y lo segundo es un preparado destinado a aumentar la resistencia al frío...Pero están incompletas, el resto de las fórmulas es como si estuvieran en el otro lado de las columnas, el que está en la pared de roca...Pero no giran. Rezuman magia, creo que las runas pueden ser la clave.- Dijo retrocediendo un par de pasos de vuelta denuevo con los demás. -¿Significan algo?, ¿Puedes hacer algo con ellas?.- Le preguntó a Vincent percatándose ya con más calma de que algunos de sus cortes tenían mal aspecto y confiando en que de nuevo sus conocimientos de runas les abrieran paso. Mientras, sin decir nada al respecto, llevó sus manos hasta su rostro y comenzó a sanar sus cortes dedicándole una suave caricia por cada uno de ellos, haciéndolos desaparecer. -Realmente eres un imán para las heridas...-.
Subrayado uso de la pasiva alquimia.El impacto y la lluvia de cristales de hielo la sacaron de su ensimismamiento justo a tiempo para reaccionar a las palabras del rubio aunque sin entender del todo qué pretendía. ¿Qué quería decir con bajar?, ¿cómo y a dónde?. Aún así le siguió hasta el límite de aquella corta sección de puente que menguaba con cada nuevo golpe del falso dragón de luz. Desde el borde la niebla impedía saber qué había más abajo y a qué distancia estaba, además ni siquiera había un modo de bajar incluso aunque lo supieran. La única opción que Níniel veía era usar los restos del puente e intentar bajar por los escombros buscando una ruta de descenso practicable, pero incluso aunque la encontraran, los bordes de aquel extraño hielo-cristal eran afilados como cuchillas. Sujetarse sin cortarse sería toda una azaña y el más mínimo traspiés acabaría con su sangre tintando de rojo el azulado puente. Parecía que sus opciones se limitaban a dos, saltar a ciegas y esperar sobrevivir, o quedarse allí y ser aplastados. A las malas saltar al menos les permitía una mínima esperanza, quedarse allí era una muerte segura.
De nuevo la poderosa garra de aquella criatura se elevó preparando un nuevo golpe y la peliblanca se preparó para saltar encomendándose a los dioses del bosque en busca de su intervención. Miró a Otrore, tratando de decirle con la mirada que era su única salida y que debía saltar con ella y con Vincent. Estaba totalmente decidida pero el alquimista la tomó por el brazo y le impidió llevar a cabo aquel auténtico salto de fe. Sin poder saltar y ya con la sombra de la portentosa garra sobre sus cabezas la sacerdotisa cerró los ojos y esperó a sentir el golpe...Cual fue su sorpresa cuando al abrirlos no solo seguía viva, si no que el dragón había desistido de su potente ataque y se preparaba para lanzar otro de naturaleza muy diferente. -Dioses...- Solo parecía haber desistido del zarpazo para darles una muerte aún peor.
Otrore no tuvo que repetírselo dos veces para conseguir que la elfa le siguiera a través del tubo de hielo que había creado. Ni siquiera prestó atención a la sensación de quemadura por frío que sintió en las manos nada más sujetarse a aquella ingeniosa invención del brujo. Rodeó el tubo con sus piernas y se dejó deslizar agradeciendo la chaqueta larga de Vincent que evitaba que sus muslos tocaran directamente el hielo. Mientras descendía alzó la mirada hacia arriba para ver como un fogonazo iluminaba de rojo la zona. -!Vincent!- Gritó la peliblanca temiéndose lo peor, que el brujo no había logrado descender a tiempo y había sucumbido ante las feroces llamas de la deidad corrompida. Llegó al suelo y se quedó mirando hacía arriba conteniendo la respiración hasta que pudo ver que el brujo descendía tras ella solo unos segundos más tarde. Nunca se había alegrado tanto de ver el culo de nadie descendiendo por una barra de hielo. -Gracias a los dioses que estás bien.- Musitó antes de obedecer a sus apremiantes instrucciones de continuar corriendo entre la brumo y entre los pilares que sujetaban las secciones del puente que aún no habían sido derruidas por el gigantesco enemigo que rugía causando que incluso el propio suelo temblara.
Las buenas noticias eran que resultaban tan minúsculos al lado de aquella ensoñación que debían de resultar poco menos que invisibles a su lado. Las malas eran que bastaría que aquella cosa diera un pisotón con algo de tiento para que el ingenio del alquimista al final no hubiese servido más que para prolongar unos segundos sus vidas. No obstante la elfa no se dejó dominar por aquellos pensamientos pesimistas y corrió tan rápido como pudo usando las bases del puente como referencia, escuchando las fuertes pisadas del dragón, sintiendo como su ira crecía y pagaba su frustración al no hallar a sus escurridizas presas destrozando más y más la estructura cristalina, causando que una lluvia de cristales cayera sobre ellos, causando a la sacerdotisa más de un corte que no obstante podía sanar tan rápido como se producían. -Vincent, cúbrete con tu viento, conjuraré una defensa mágica sobre mi y sobre Otrore para protegernos de los cristales del puente.- Indicó tratando de no alzar la voz para no delatar su posición y generando una armadura mágica sobre ellos tal y como había dicho antes de seguir corriendo*. ¿Habría una salida por allí abajo?. Esperaba que sí porque si tenían que volver a subir el truco de la barra no iba a funcionarles de nuevo.
Finalmente llegaron hasta el final del puente logrando dejar a cierta distancia al dragón que en esos momentos parecía buscarles en dirección al principio de aquel lugar y no hacía donde habían seguido corriendo. Un enorme muro de roca tan alto como para no poderse ver el final y tan largo como para que tampoco pidiera ni tan siquiera intuirse hasta dónde se extendía aquella pared. Por todas partes había runas que brillaban de forma intermitente y en el suelo a distancia equidistantes había seis columnas talladas en la piedra llenas de inscripciones que trazaban una espiral de letras descendente desde lo alto de las columnas, a unos tres metros de altura, hasta la base de las mismas, a nivel del suelo. Dos de ellas, las centrales, tenían además en su base una especie de cuencos de piedra pulida. Sobre sus cabezas lo poco que quedaba de puente parecía indicar que era allí arriba donde estaba la puerta. -Parece que habrá que subir, y sin que nos vea ese falso dragón...Quizá unas escaleras de hielo o algo así...-
-Jovencita, soy bueno pero no tanto...No puedo crear tanto hielo, ya tengo una edad. Una cosa era crear una simple barra pero algo como lo que pides excede mis capacidades.-
-Pero aquí la magia es fuerte, podemos hacer cosas que normalmente no podríamos hacer.- Indicó la peliblanca en un intento de que el brujo volviera a calcular si era o no capaz de hacer algo así.
-Ya lo sé, lo he notado desde que desperté, es como si siguiésemos en la academia...Pero mi respuesta sigue siendo no. No es posible. No para mi solo.-
Níniel soltó un suspiro y miró a Vincent por si a él se le ocurría alguna idea para enseguida comenzar a buscar algo que pudiera serles útil. No había llegado tan lejos para rendirse ante una pared. Enseguida se percató de que lo que había escrito en las columnas no eran frases al azar o en una lengua desconocida. Estaban escritas en lengua común y eran fragmentos de fórmulas de alquimia. Pasó de una a otra comprobando que cada columna mostraba un fragmento diferente, de hecho las tres de la derecha indicaban cómo crear un preparado, y las tres de la izquierda juntas completaban una segunda receta. Se acercó hasta la primera columna y trató de moverla sin lograrlo, tal y como parecían las columnas estaban talladas.
-Son instrucciones para crear dos cosas mediante alquimia...Diría que lo primero es una poción de curación y lo segundo es un preparado destinado a aumentar la resistencia al frío...Pero están incompletas, el resto de las fórmulas es como si estuvieran en el otro lado de las columnas, el que está en la pared de roca...Pero no giran. Rezuman magia, creo que las runas pueden ser la clave.- Dijo retrocediendo un par de pasos de vuelta denuevo con los demás. -¿Significan algo?, ¿Puedes hacer algo con ellas?.- Le preguntó a Vincent percatándose ya con más calma de que algunos de sus cortes tenían mal aspecto y confiando en que de nuevo sus conocimientos de runas les abrieran paso. Mientras, sin decir nada al respecto, llevó sus manos hasta su rostro y comenzó a sanar sus cortes dedicándole una suave caricia por cada uno de ellos, haciéndolos desaparecer. -Realmente eres un imán para las heridas...-.
*Uso de la habilidad abrazo de Isil.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1149
Nivel de PJ : : 10
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
El brujo sentía un fuerte frío en el pecho. La barra de Otrore le había robado gran parte de su calor corporal durante el descenso por ella, y la bruma húmeda no ayudaba a recuperar su temperatura normal. Sin embargo, no tenía tiempo para estar perdiéndolo en pensamientos tan banales. Esa bestia seguía ahí, en alguna parte, y si la niebla no ayudaba a recuperar su calor, al menos si había ayudado a esconderlos.
El dragón golpeaba el suelo con furia, con rabia. Se oían a veces el sonido de cristales rotos, y como los pilares, que seguían como referencia, se tambaleaban por los impactos de la montaña de escamas. Era una buena señal, pues Vinc consideraba que el reptil se estaba desquitando con todo lo que encontraba a su paso fruto de la frustración de haber perdido el rastro de sus objetivos.
Una montaña de cristales pequeños sorprendió al brujo con sus aristas cortantes. Había llegado hasta ellos, por lo que el dragón aunque estuviera atacando al azar podía terminar matándolos con fortuna si no se alejaban más de allí. Los cristales pese a haberle hecho tantos cortes, no dejaban de fascinarlo. Eran muy curiosos. Se estaban derritiendo como ya había visto con anterioridad, haciéndole sacar la conclusión de que era hielo mágico. No obstante, ese hielo no desprendía frío como lo haría cualquiera poder de esa índole. No había sentido frío bajo sus botas, ni en sus palmas enguantadas al entrar en contacto con el puente al caerse. Ni siquiera en los codos al apoyarse para no caer al vacío, donde solo su fina camisa lo separaba del contacto piel con hielo. Todo lo contrario que el poder de Otrore, que si le había arrebatado calor cuando bajó por su barra. ¿Quizás un tensai de agua, pudiera a llegar a crear algo parecido al puente alguna vez en la realidad? Era imposible de saber, y dejó a un lado sus pensamientos siguiendo las indicaciones de la elfa.
Vinc creó un torbellino a su alrededor, pero no le dio demasiada intensidad. No quería desplazar demasiada niebla y delatar su posición. El dragón se escuchaba lejos y no quería que comenzara una persecución de final incierto. Lo único incierto era si encontrarían una salida, porque el hecho de que los mataría sin problemas, si que era evidente para él, y para cualquiera que tuviera dos dedos de frente.
El reptil, enajenado en su furia, se escuchaba cada vez más lejano. Solo el eco de sus chillidos y golpes más contundentes contra el suelo llegaban hasta ellos, pero el final del camino no fue el deseado. Una gran pared les cortaba el paso, y parecía que la única manera de salir de allí era escalando, pero no tenía ni idea de cómo lo harían. Sus poderes no servirían para subir, y menos para subirlos a todos, y Francesco tampoco parecía poder hacer nada ayudar.
Vinc intentó pensar algo que pudiera servir, más no halló nada. No podía unir sus fuerzas con Otrore para crear la escalera, pues no dominaba los poderes del hielo. Eso solo lo podían hacer los tensai de agua. Para colmo uno de los elementos que dominaba era totalmente contrario al suyo.
La elfa volvió a sacarlo de sus pensamientos al descubrir notas en la pared que ella podía entender.
- ¿Instrucciones de alquimia? Puede que sea una prueba como en la puerta que nos llevó aquí-, dijo acercándose a la columna.
Intentó hacerla girar con todas sus fuerzas como había hecho Níniel. Nada. Estaba atascada y no giraría por fuerza física, necesitarían desvelar el misterio para continuar como había ocurrido antes.
- No sé, voy a mirarlas de cerca a ver si se puede hacer algo con ellas-, contestó a la mujer, pero antes de que pudiera hacer nada ella se acercó hasta él y empezó a curarle.
El tacto de sus dedos era delicado y suave. Era una sensación agradable más allá del placer que daba que las heridas sanaran, y el brujo pudo mirarle directamente a los ojos mientras lo hacía. Entonces se dio cuenta de que no la había mirado tan de cerca desde que ocurriera el problema de la sala de espejos, y que tampoco lo había tocado desde entonces.
- No es nada-, dijo con una sonrisa. Cogiendo con suavidad su mano cuando terminó de curarle. - Aunque sin ti no hubiera llegado tan lejos. No hubiera sobrevivido mucho en este sueño yo solo-, rió, luego le dio un beso tierno en el dorso de la mano, para finalmente acercarse hasta las columnas.
La primera había sido en la casa de Otrore, en el mundo real, la segunda después de que lo salvara de las copias de ella, cuando realmente la había jodido mucho. Y ahora, era la tercera vez que recordaba que había calmado sus ansias de darle un beso en los labios. Hubiera sido el momento perfecto para hacerlo, pero tenía miedo de precipitarse. Sobre todo por lo ocurrido en la sala de espejos.
Vinc decidió centrarse en lo que tenía entre las manos, y al poco de observar las seis columnas que tenía delante, pudo percatarse de que tenían orificios como los que tenían la puerta. Solo uno esta vez, de forma octogonal en vez de hexagonal, y sin ninguna señal que mostrase que runa usar. Y esta vez tampoco había runas, o al menos no las veía por ninguna parte.
- Solo el dragón os flanqueará el paso-, escuchó decir a Otrore.
Al volverse vio que estaba ido como la otra vez, pero no dijo nada más. Solo se quedó de pie con los ojos en blanco. ¿Qué demonios quería decir? ¿Tenía que vencer al dragón para conseguir las runas? Estaba loco, ni con todo el poder que le aportase el sueño podía vencerlo.
Francesco sin salir de su trance caminó varios pasos acercándose al muro, y extendió el brazo pulsando una losa que hizo que una parte de la pared se desplazara hacia arriba. Como si de un armario oculto en la montaña se tratara. Un armario con lo que necesitaba para proseguir.
- Que ha pasado. Me duele mucho la cabeza-, dijo Otrore confuso.
- Níniel, ayuda a Francesco-, comentó acercándose al sitio que había abierto.
Las runas allí estaban. Con una leve inspección comprobó que había de cuatro tipos, agua, aire, fuego y tierra. Los elementales. Eran algunos de los poderes que podían manejar los brujos pero, ¿que quería decir lo del dragón?.
- Un momento-, musitó Vinc
No solo los brujos dominaban los elementos, los dragones también lo hacían. Eran los poderes que ellos podían controlar, pero no le ayudaba mucho más el comentario de Otrore. Todas las runas eran de poderes de dragón, así que ¿cuál debía encajar?
No le quedaban muchas opciones, así que cogió una de cada y las rellenó de poder con su propia energía. Una roja, otra marrón, una azulada, casi blanca, y la última azul. Los símbolos de los cuatros poderes brillaban en las piedras octogonales mientras Vinc pensaba cual usar en la columna.
El rubio suspiró resignado, y se preparó para lo peor. Colocó la de fuego, que era el elemento que solía ser el más común entre los dragones de verdad, no sus homónimos medio humanos. Aunque tampoco es que hubiera visto muchos dragones, pero era lo que solían decir los libros. La columna giró soltando una llamarada que casi lo abrasa. Vinc estuvo lo suficientemente ágil para evitar la ola, pero no ocurrió nada más. Tenía un color distinto la columna pero nada más, incluso tenía el hueco para la runa. Probó otra en la de al lado y pasó lo mismo. Aunque esta vez salió un chorro de agua. Por lo demás solo cambió el color de la columna.
- Menuda broma-, se dijo cabreado consigo mismo por no encontrar solución. Al menos no había saltado por los aires, ni le había pasado nada gracias a su agilidad.
Insistió con otra de las runas y le sorprendió un ojo amenazante, junto a una brisa suave de aire. Ya había contemplado ese ojo con anterioridad, como si se pudiera olvidar algo así.
El brujo rellenó con su poder mágico otras cinco runas de aire, y se acercó hasta las otras cinco columnas para ir insertándolas en los correspondientes huecos. Poco a poco, con cada columna que giraba el brujo entendió el mensaje del alquimista.
El rostro amenazante de un dragón, con la boca abierta en posición de ataque, quedó dibujado en un mosaico. Las columnas eran como un puzle del rostro del dragón dorado que los había atacado un instante antes. En cuanto el dibujo estuvo completo se sintió una ola de magia como en la puerta de la academia. Una ola de viento esta vez, que los azotó para ir disminuyendo poco a poco. Las columnas se fusionaron las unas con las otras, haciendo que el dibujo se uniera sin fisuras. La tierra tembló y el hocico del dragón comenzó a salir de la propia pared, y a la vez sus escamas doradas fueron cambiando de color, tornándose negras a la vez que iban saliendo de la pared.
Al cabo de unos minutos todo cesó. La cabeza del dragón sobresalía del muro, y su boca abierta era un especie de acceso hacia las profundidades. Un chillido resonó en el aire.
- Vamos rápido, bajad-, apremió a sus compañeros.
Vinc entró en último lugar, y sintió temblar la tierra nuevamente mientras accedía a la gruta descendente. Miró hacia atrás y vio como una ola de fuego se dirigía directo hacia ellos, por lo que lanzó un torrente de aire para intentar detenerla, pero antes de que las fuerzas mágicas chocaran, una gran pared de roca se cerró por donde habían entrado.
El brujo suspiró aliviado, y luego encendió una llama para iluminar el descenso, pues ahora que se había sellado la galería estaban totalmente a oscuras.
- Será mejor que sigamos-, comentó.
Había faltado un pelo para que hubieran quedado abrasados por el dragón que los había atacado. Era distinto, y sin embargo tuvo la sensación de que era el mismo, por como lo había mirado. Era negro como la noche en vez de dorado, pero como había pensado cuando había terminado el mosaico, nunca olvidaría ese ojo. Nunca olvidaría esa mirada.
El dragón golpeaba el suelo con furia, con rabia. Se oían a veces el sonido de cristales rotos, y como los pilares, que seguían como referencia, se tambaleaban por los impactos de la montaña de escamas. Era una buena señal, pues Vinc consideraba que el reptil se estaba desquitando con todo lo que encontraba a su paso fruto de la frustración de haber perdido el rastro de sus objetivos.
Una montaña de cristales pequeños sorprendió al brujo con sus aristas cortantes. Había llegado hasta ellos, por lo que el dragón aunque estuviera atacando al azar podía terminar matándolos con fortuna si no se alejaban más de allí. Los cristales pese a haberle hecho tantos cortes, no dejaban de fascinarlo. Eran muy curiosos. Se estaban derritiendo como ya había visto con anterioridad, haciéndole sacar la conclusión de que era hielo mágico. No obstante, ese hielo no desprendía frío como lo haría cualquiera poder de esa índole. No había sentido frío bajo sus botas, ni en sus palmas enguantadas al entrar en contacto con el puente al caerse. Ni siquiera en los codos al apoyarse para no caer al vacío, donde solo su fina camisa lo separaba del contacto piel con hielo. Todo lo contrario que el poder de Otrore, que si le había arrebatado calor cuando bajó por su barra. ¿Quizás un tensai de agua, pudiera a llegar a crear algo parecido al puente alguna vez en la realidad? Era imposible de saber, y dejó a un lado sus pensamientos siguiendo las indicaciones de la elfa.
Vinc creó un torbellino a su alrededor, pero no le dio demasiada intensidad. No quería desplazar demasiada niebla y delatar su posición. El dragón se escuchaba lejos y no quería que comenzara una persecución de final incierto. Lo único incierto era si encontrarían una salida, porque el hecho de que los mataría sin problemas, si que era evidente para él, y para cualquiera que tuviera dos dedos de frente.
El reptil, enajenado en su furia, se escuchaba cada vez más lejano. Solo el eco de sus chillidos y golpes más contundentes contra el suelo llegaban hasta ellos, pero el final del camino no fue el deseado. Una gran pared les cortaba el paso, y parecía que la única manera de salir de allí era escalando, pero no tenía ni idea de cómo lo harían. Sus poderes no servirían para subir, y menos para subirlos a todos, y Francesco tampoco parecía poder hacer nada ayudar.
Vinc intentó pensar algo que pudiera servir, más no halló nada. No podía unir sus fuerzas con Otrore para crear la escalera, pues no dominaba los poderes del hielo. Eso solo lo podían hacer los tensai de agua. Para colmo uno de los elementos que dominaba era totalmente contrario al suyo.
La elfa volvió a sacarlo de sus pensamientos al descubrir notas en la pared que ella podía entender.
- ¿Instrucciones de alquimia? Puede que sea una prueba como en la puerta que nos llevó aquí-, dijo acercándose a la columna.
Intentó hacerla girar con todas sus fuerzas como había hecho Níniel. Nada. Estaba atascada y no giraría por fuerza física, necesitarían desvelar el misterio para continuar como había ocurrido antes.
- No sé, voy a mirarlas de cerca a ver si se puede hacer algo con ellas-, contestó a la mujer, pero antes de que pudiera hacer nada ella se acercó hasta él y empezó a curarle.
El tacto de sus dedos era delicado y suave. Era una sensación agradable más allá del placer que daba que las heridas sanaran, y el brujo pudo mirarle directamente a los ojos mientras lo hacía. Entonces se dio cuenta de que no la había mirado tan de cerca desde que ocurriera el problema de la sala de espejos, y que tampoco lo había tocado desde entonces.
- No es nada-, dijo con una sonrisa. Cogiendo con suavidad su mano cuando terminó de curarle. - Aunque sin ti no hubiera llegado tan lejos. No hubiera sobrevivido mucho en este sueño yo solo-, rió, luego le dio un beso tierno en el dorso de la mano, para finalmente acercarse hasta las columnas.
La primera había sido en la casa de Otrore, en el mundo real, la segunda después de que lo salvara de las copias de ella, cuando realmente la había jodido mucho. Y ahora, era la tercera vez que recordaba que había calmado sus ansias de darle un beso en los labios. Hubiera sido el momento perfecto para hacerlo, pero tenía miedo de precipitarse. Sobre todo por lo ocurrido en la sala de espejos.
Vinc decidió centrarse en lo que tenía entre las manos, y al poco de observar las seis columnas que tenía delante, pudo percatarse de que tenían orificios como los que tenían la puerta. Solo uno esta vez, de forma octogonal en vez de hexagonal, y sin ninguna señal que mostrase que runa usar. Y esta vez tampoco había runas, o al menos no las veía por ninguna parte.
- Solo el dragón os flanqueará el paso-, escuchó decir a Otrore.
Al volverse vio que estaba ido como la otra vez, pero no dijo nada más. Solo se quedó de pie con los ojos en blanco. ¿Qué demonios quería decir? ¿Tenía que vencer al dragón para conseguir las runas? Estaba loco, ni con todo el poder que le aportase el sueño podía vencerlo.
Francesco sin salir de su trance caminó varios pasos acercándose al muro, y extendió el brazo pulsando una losa que hizo que una parte de la pared se desplazara hacia arriba. Como si de un armario oculto en la montaña se tratara. Un armario con lo que necesitaba para proseguir.
- Que ha pasado. Me duele mucho la cabeza-, dijo Otrore confuso.
- Níniel, ayuda a Francesco-, comentó acercándose al sitio que había abierto.
Las runas allí estaban. Con una leve inspección comprobó que había de cuatro tipos, agua, aire, fuego y tierra. Los elementales. Eran algunos de los poderes que podían manejar los brujos pero, ¿que quería decir lo del dragón?.
- Un momento-, musitó Vinc
No solo los brujos dominaban los elementos, los dragones también lo hacían. Eran los poderes que ellos podían controlar, pero no le ayudaba mucho más el comentario de Otrore. Todas las runas eran de poderes de dragón, así que ¿cuál debía encajar?
No le quedaban muchas opciones, así que cogió una de cada y las rellenó de poder con su propia energía. Una roja, otra marrón, una azulada, casi blanca, y la última azul. Los símbolos de los cuatros poderes brillaban en las piedras octogonales mientras Vinc pensaba cual usar en la columna.
El rubio suspiró resignado, y se preparó para lo peor. Colocó la de fuego, que era el elemento que solía ser el más común entre los dragones de verdad, no sus homónimos medio humanos. Aunque tampoco es que hubiera visto muchos dragones, pero era lo que solían decir los libros. La columna giró soltando una llamarada que casi lo abrasa. Vinc estuvo lo suficientemente ágil para evitar la ola, pero no ocurrió nada más. Tenía un color distinto la columna pero nada más, incluso tenía el hueco para la runa. Probó otra en la de al lado y pasó lo mismo. Aunque esta vez salió un chorro de agua. Por lo demás solo cambió el color de la columna.
- Menuda broma-, se dijo cabreado consigo mismo por no encontrar solución. Al menos no había saltado por los aires, ni le había pasado nada gracias a su agilidad.
Insistió con otra de las runas y le sorprendió un ojo amenazante, junto a una brisa suave de aire. Ya había contemplado ese ojo con anterioridad, como si se pudiera olvidar algo así.
El brujo rellenó con su poder mágico otras cinco runas de aire, y se acercó hasta las otras cinco columnas para ir insertándolas en los correspondientes huecos. Poco a poco, con cada columna que giraba el brujo entendió el mensaje del alquimista.
El rostro amenazante de un dragón, con la boca abierta en posición de ataque, quedó dibujado en un mosaico. Las columnas eran como un puzle del rostro del dragón dorado que los había atacado un instante antes. En cuanto el dibujo estuvo completo se sintió una ola de magia como en la puerta de la academia. Una ola de viento esta vez, que los azotó para ir disminuyendo poco a poco. Las columnas se fusionaron las unas con las otras, haciendo que el dibujo se uniera sin fisuras. La tierra tembló y el hocico del dragón comenzó a salir de la propia pared, y a la vez sus escamas doradas fueron cambiando de color, tornándose negras a la vez que iban saliendo de la pared.
Al cabo de unos minutos todo cesó. La cabeza del dragón sobresalía del muro, y su boca abierta era un especie de acceso hacia las profundidades. Un chillido resonó en el aire.
- Vamos rápido, bajad-, apremió a sus compañeros.
Vinc entró en último lugar, y sintió temblar la tierra nuevamente mientras accedía a la gruta descendente. Miró hacia atrás y vio como una ola de fuego se dirigía directo hacia ellos, por lo que lanzó un torrente de aire para intentar detenerla, pero antes de que las fuerzas mágicas chocaran, una gran pared de roca se cerró por donde habían entrado.
El brujo suspiró aliviado, y luego encendió una llama para iluminar el descenso, pues ahora que se había sellado la galería estaban totalmente a oscuras.
- Será mejor que sigamos-, comentó.
Había faltado un pelo para que hubieran quedado abrasados por el dragón que los había atacado. Era distinto, y sin embargo tuvo la sensación de que era el mismo, por como lo había mirado. Era negro como la noche en vez de dorado, pero como había pensado cuando había terminado el mosaico, nunca olvidaría ese ojo. Nunca olvidaría esa mirada.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
Otrore se encontraba bien, como cuando entró en aquel extraño estado de clarividencia por primera vez, justo antes de despertar y que la peliblanca sospechaba no eran visiones ni pistas de los dioses si no recuerdos reprimidos pugnando por salir y consiguiendolo de aquel extraño modo. Era bastante posible que el alquimista conociera sin saberlo todo cuanto había que saber de aquel sueño, incluso qué estaba causando que se tornara en una pesadilla de la que tanto les estaba costando escapar. Debía de saber qué era aquella voz, cómo había aparecido y como silenciarla, al fin y al cabo, aunque en esos momentos su sueño hubiese sido invadido por los sueños de Vincent Y Níniel, aquello seguía siendo en su mayor parte una creación suya.
Con cuidado la peliblanca retiró su mano de la frente de Francesco, su temperatura corporal era correcta, un poco baja, pero nada preocupante viniendo de un brujo de agua capaz de crear hielo rodeado por una fría bruma y tras haber descendido por una barra de varios metros de pura agua helada. -He dicho que estoy mayor no enfermo joven elfa, agradezco tu preocupación pero tantas atenciones no son necesarias.- La sacerdotisa le miró con interés, acababa de llamarla elfa por primera vez. Hasta ese momento parecía haber olvidado la existencia de su especie por completo del mismo modo que aquel falso druida se extrañase por la forma de sus puntiagudas orejas. Eso solo podía significar que acababa de recordar algo más...Por suerte no que elfos y brujos no solían llevarse precisamente bien, o al menos a este en concreto como para Vincent aquellos viejos odios no significaban nada. -Ha pasado por una mala experiencia señor, nunca está de más prevenir. además mientras Vincent no consiga resolver esta prueba no es que podamos ir a ninguna parte.- Respondió la peliblanca dejando, no obstante, de tratar de encontrar algún síntoma o efecto. -¿Recuerda algo más?.-
-¿Sobre qué?. Recuerdo quién soy, recuerdo a mi familia, a mi esposa fallecida. Recuerdo que daba clase a gente como tu Vincent en la academia...Aunque por alguna razón no sería capaz de dar ninguna ahora mismo. Recuerdo que me había mudado a Vulwulfar y que vine aquí buscando el modo de ayudarles con algo...- Aquello era mucho más de lo que pudo contarle la vez anterior, puede que aún no se acordara de lo que realmente les podría ser de ayuda pero eran buenas noticias. Si seguía recordando a ese ritmo pronto podría decirles algo útil. -Por cierto. Puede que me falle la memoria pero...¿No es un tanto inusual que una elfa y un brujo sean pareja?- La peliblanca abrió los ojos por la sorpresa y sintió que se atragantaba ante las prisas por quitarle al alquimista aquella extraña idea de la cabeza sin poder evitar que el rubor inundara sus mejillas. -No, no...¿Pareja?, ¿qué dice?.- Negó con grandes aspavientos y moviendo la cabeza hacia los lados con rotundidad. -Ah, mis disculpas, como le acariciaste el rostro y no apartaste la mirada...Y cómo te mira. Lo malinterpreté. Ya me parecía algo muy poco usual...Aunque se han dado casos. Cuando era joven tuve un amigo perdídamente enamorado de una mujer de tu raza. Era realmente una belleza, con esos ojos almendrados y esa belleza casi etérea como la tuya. De hecho se parecía a tí, claro que estoy tan poco acostumbrado a tratar con los tuyos que seguramente todos me parecéis iguales, sin querer faltar.-
En ese momento, mientras Níniel miraba con curiosidad a Otrore mientras contaba aquella historia, una llamarada y poco después un potente chorro de agua que casi consigue volver a dejarla empapada la distrajeron, preocupada por si Vincent hubiese resultado malherido lo que por fortuna no sucedió. Parecía que aquel puzzle se le resistía aunque ni siquiera aquellos contratiempos evitaron que siguiera intentándolo.
-Desde luego no se puede decir que no es tenaz, creo que lo conozco, quizá fuera alumno mío, o quizá solo se parece mucho a su padre y sea a su padre a quien conozca.- Cambió de tema como si ya no quisiese continuar el relato sobre su amigo de juventud o puede que no lo considerara importante. Pero a Níniel le encantaban las historias y aquella le resultaba muy interesante. -¿Qué le ocurrió a su amigo y a la elfa?.- Preguntó esperando no resultarle impertinente al hombre, que no tenía ninguna obligación de seguir contándole nada. -¿Qué amigo?. !Ah!, sí. Su familia le repudió cuando decidió quedarse en el continente con la elfa. Ella tampoco pudo volver con los suyos, no con un marido brujo, aunque algunos familiares sí que fueron a visitarla. Creo que fueron bastante felices...Aunque mi amigo falleció ya. Creo que ella trabaja aún en el hospital de Lunargenta, aunque no recuerdo su nombre.- Níniel solo conocía a una elfa que trabajara en el hospital, la conoció durante la crisis de Terpoli aunque nunca habían coincidido demasiado. ¿Podría ser la misma?.
En ese momento Vincent logró resolver aquella prueba y ante ellos poco a poco una cabeza de un dragón de piedra cobró vida, mostrando entre sus feroces fauces el camino que tanto necesitaban. Sin embargo el estrépito de la roca en movimiento no pasó mucho tiempo desapercibida para otro furioso dragón que encontró en aquel sonido la pista que creía haber perdido. Un potente rugido que hizo que el suelo temblara de nuevo fue la señal para todos los allí presentes de que debían apresurarse a adentrarse a través de la roca antes de acabar en otra boca peor. Níniel no necesito que se lo dijeran dos veces antes de adentrarse en lo que sería el cuello del dragón de piedra, de hecho el túnel descendente parecía diseñado para continuar creando la sensación de estar caminando en el interior de un segundo dragón. Por un instante todo se iluminó ante la llamarada del dragón de luz y tan de repente como se hizo la luz se hizo la oscuridad cuando la piedra se cerró salvándoles de morir achicharrados. Níniel generó una esfera de luz para poder ver dónde pisaba y con curiosidad se acercó hasta la piedra salvadora que bloqueaba el camino de regreso. Pequeños hilitos de vapor brotaban de ella. Con cuidado la tocó con el bastón y luego el bastón con la mano notando que se había calentado. -Está caliente...Incluso a pesar de que debe de tener varios metros de grosor se podría cocinar encima...justo a tiempo Vincent, bien hecho.- Comentó antes de hacerle caso al brujo y continuar andando.
La garganta del dragón de piedra era un camino descendente que se alargó varios cientos de metros. Pronto la sensación de frío transmitido por la niebla en la zona del puente de cristal desapareció sustituida por otra más agradable que se fue tornando en calor sofocante conforme descendían. Tanto era así que Níniel tuvo que prescindir de la chaqueta larga, e incluso admitiría que llegados a un punto, incluso su fina y vaporosa túnica le daba demasiado calor, aunque no lo haría en público, al menos ante aquel público tan masculino. -Esto me recuerda a los días calurosos en Sandorai y las largas tardes en el río con mi prima Chandra y mis amigas. Las tardes estudiando con los pies a remojo...Y la vez que Chandra me tiró al agua echando a perder un volumen ilustrado de plantas del norte bastante valioso. Mi madre casi nos mata...- No pudo evitar esbozar una sonrisa al recordar aquello.
-Clary siempre ha sido un culo inquieto, de pequeña usó un tomo de "Ingrediens Arcana" para dibujar en él. Tuve que pujar por ese libro una cantidad absurda de dinero, superando la puja del gran maestro de fuego...Desde esa puja no volvió a invitarme a sus fiestas. Es curioso que recuerde esas cosas pero no qué demonios está pasando. Cuando llegó a sus oídos el destino del libro me consta que casi prende fuego a la mitad de su mansión...Y claro, ninguno de sus aprendices podía conjurar agua para apagarlo...-El alquimista comenzó a reír y el modo en el que lo había contado consiguió que Níniel compartiera aquella risa imaginándose la situación de modo cómico. Curiosamente mientras las risas se extendían aquel túnel comenzó a iluminarse solo hasta el punto de no necesitar más iluminarlo con luz o fuego. -Que raro...-Musito la elfa ante aquel cambio. -Oh, no es raro, yo soy el soñador de este mundo, mi estado de ánimo afecta a este lugar...Vaya, mira, creo que acabo de recordar algo importante. Así que funcionó, bueno más o menos. Nada mal para un brujo acabado ¿verdad?. Aunque parece que os he metido en un pequeño lío- La sacerdotisa le miró esperanzada, si había conseguido acceder a esa parte de sus recuerdos quizá pudiera por fin sacarles de allí a todos, o al menos ponérselo más fácil Una vez fuera podrían debatir tranquilamente otros aspectos de aquella creación. Quería saber qué era aquella voz entre otras cosas, pero prefería hacerlo sin que un dragón intentara comérsela. -¿Recuerda cómo salir?-
-Las runas abren puertas y la alquimia traza caminos donde no los hay. Debemos usar la alquimia para tomar un atajo hasta el punto donde inicié mi sueño. Una vez allí despertaremos. Creo. Hay cosas que se me escapan de todo esto, como por ejemplo cómo quedé atrapado aquí. Debemos seguir y llegar hasta el laboratorio de la academia, el otro laboratorio sería el de mi casa...Pero ese es el punto donde inicié mi sueño, si pudiésemos llegar hasta el no necesitaríamos el atajo.- Aquello tenía cierta lógica y sentido y les daba un plan a seguir, lamentablemente su estancia en la academia no les había llevado hasta ningún laboratorio de alquimia a pesar de haber cruzado hasta en dos ocasiones un portal que debería haberles conducido hasta allí.
-Tratamos de encontrar ese laboratorio mientras le buscábamos a usted, pero creo que la voz ha modificado el sueño allí para hacerlo inaccesible...- Comentó Níniel lamentando dar tan mala noticia que Vincent podría confirmar. -¿No hay otra manera de llegar?.- Otrore negó con la cabeza claramente apesadumbrado ante aquella revelación y una vez más el túnel comenzó a quedar a oscuras -No, la alquimia es la clave, alquimia y runas, este sueño debía servirme para practicar ambas y usé ambas para poder moverme por él, sin alquimia o sin runas es como perder una de las llaves de un candado doble. Medidas de seguridad que ahora se vuelven contra mi...Así fue como debí quedarme atrapado.- El hombre dio una patada a una piedra inexistente por pura frustración. -Lo siento de veras, pero sin alquimia todos estamos aquí prisioneros.- Níniel sintió como si le clavaran un puñal en el pecho al oír aquello, era lo mismo que decir que iban a morir allí o algo peor, estar encerrados para siempre mientras en el mundo real sus cuerpos se pudrían en aquella buhardilla donde difícilmente nadie más iría a ayudarles...E incluso aunque alguien fuera se quedaría atrapado igual que ellos. Daban ganas de llorar de desesperación, a punto estaba de hacerlo mientras la oscuridad volvía a rodearla pero en ese momento Níniel dio con algo.
-Un momento. Puede que no podamos llegar al laboratorio de la academia...Pero cuando yo llegué al sueño lo hice en mi hogar...Y mi casa en Sandorai tiene un equipo de alquimia maestro, el de mi madre. Lo sé acabo de estar allí, puede que aún podamos acceder a él.- Dijo llevando la esperanza pintada en el rostro y esperando que Otrore confirmase que aquello podría funcionar. Como respuesta la luz regresó a aquel camino tan brillante o incluso más que antes.
-Soñaste tu entrada en un lugar con un equipo de alquimia de la más alta calidad...Eso amiga mía, es lo que yo llamo un golpe de suerte.-
Con cuidado la peliblanca retiró su mano de la frente de Francesco, su temperatura corporal era correcta, un poco baja, pero nada preocupante viniendo de un brujo de agua capaz de crear hielo rodeado por una fría bruma y tras haber descendido por una barra de varios metros de pura agua helada. -He dicho que estoy mayor no enfermo joven elfa, agradezco tu preocupación pero tantas atenciones no son necesarias.- La sacerdotisa le miró con interés, acababa de llamarla elfa por primera vez. Hasta ese momento parecía haber olvidado la existencia de su especie por completo del mismo modo que aquel falso druida se extrañase por la forma de sus puntiagudas orejas. Eso solo podía significar que acababa de recordar algo más...Por suerte no que elfos y brujos no solían llevarse precisamente bien, o al menos a este en concreto como para Vincent aquellos viejos odios no significaban nada. -Ha pasado por una mala experiencia señor, nunca está de más prevenir. además mientras Vincent no consiga resolver esta prueba no es que podamos ir a ninguna parte.- Respondió la peliblanca dejando, no obstante, de tratar de encontrar algún síntoma o efecto. -¿Recuerda algo más?.-
-¿Sobre qué?. Recuerdo quién soy, recuerdo a mi familia, a mi esposa fallecida. Recuerdo que daba clase a gente como tu Vincent en la academia...Aunque por alguna razón no sería capaz de dar ninguna ahora mismo. Recuerdo que me había mudado a Vulwulfar y que vine aquí buscando el modo de ayudarles con algo...- Aquello era mucho más de lo que pudo contarle la vez anterior, puede que aún no se acordara de lo que realmente les podría ser de ayuda pero eran buenas noticias. Si seguía recordando a ese ritmo pronto podría decirles algo útil. -Por cierto. Puede que me falle la memoria pero...¿No es un tanto inusual que una elfa y un brujo sean pareja?- La peliblanca abrió los ojos por la sorpresa y sintió que se atragantaba ante las prisas por quitarle al alquimista aquella extraña idea de la cabeza sin poder evitar que el rubor inundara sus mejillas. -No, no...¿Pareja?, ¿qué dice?.- Negó con grandes aspavientos y moviendo la cabeza hacia los lados con rotundidad. -Ah, mis disculpas, como le acariciaste el rostro y no apartaste la mirada...Y cómo te mira. Lo malinterpreté. Ya me parecía algo muy poco usual...Aunque se han dado casos. Cuando era joven tuve un amigo perdídamente enamorado de una mujer de tu raza. Era realmente una belleza, con esos ojos almendrados y esa belleza casi etérea como la tuya. De hecho se parecía a tí, claro que estoy tan poco acostumbrado a tratar con los tuyos que seguramente todos me parecéis iguales, sin querer faltar.-
En ese momento, mientras Níniel miraba con curiosidad a Otrore mientras contaba aquella historia, una llamarada y poco después un potente chorro de agua que casi consigue volver a dejarla empapada la distrajeron, preocupada por si Vincent hubiese resultado malherido lo que por fortuna no sucedió. Parecía que aquel puzzle se le resistía aunque ni siquiera aquellos contratiempos evitaron que siguiera intentándolo.
-Desde luego no se puede decir que no es tenaz, creo que lo conozco, quizá fuera alumno mío, o quizá solo se parece mucho a su padre y sea a su padre a quien conozca.- Cambió de tema como si ya no quisiese continuar el relato sobre su amigo de juventud o puede que no lo considerara importante. Pero a Níniel le encantaban las historias y aquella le resultaba muy interesante. -¿Qué le ocurrió a su amigo y a la elfa?.- Preguntó esperando no resultarle impertinente al hombre, que no tenía ninguna obligación de seguir contándole nada. -¿Qué amigo?. !Ah!, sí. Su familia le repudió cuando decidió quedarse en el continente con la elfa. Ella tampoco pudo volver con los suyos, no con un marido brujo, aunque algunos familiares sí que fueron a visitarla. Creo que fueron bastante felices...Aunque mi amigo falleció ya. Creo que ella trabaja aún en el hospital de Lunargenta, aunque no recuerdo su nombre.- Níniel solo conocía a una elfa que trabajara en el hospital, la conoció durante la crisis de Terpoli aunque nunca habían coincidido demasiado. ¿Podría ser la misma?.
En ese momento Vincent logró resolver aquella prueba y ante ellos poco a poco una cabeza de un dragón de piedra cobró vida, mostrando entre sus feroces fauces el camino que tanto necesitaban. Sin embargo el estrépito de la roca en movimiento no pasó mucho tiempo desapercibida para otro furioso dragón que encontró en aquel sonido la pista que creía haber perdido. Un potente rugido que hizo que el suelo temblara de nuevo fue la señal para todos los allí presentes de que debían apresurarse a adentrarse a través de la roca antes de acabar en otra boca peor. Níniel no necesito que se lo dijeran dos veces antes de adentrarse en lo que sería el cuello del dragón de piedra, de hecho el túnel descendente parecía diseñado para continuar creando la sensación de estar caminando en el interior de un segundo dragón. Por un instante todo se iluminó ante la llamarada del dragón de luz y tan de repente como se hizo la luz se hizo la oscuridad cuando la piedra se cerró salvándoles de morir achicharrados. Níniel generó una esfera de luz para poder ver dónde pisaba y con curiosidad se acercó hasta la piedra salvadora que bloqueaba el camino de regreso. Pequeños hilitos de vapor brotaban de ella. Con cuidado la tocó con el bastón y luego el bastón con la mano notando que se había calentado. -Está caliente...Incluso a pesar de que debe de tener varios metros de grosor se podría cocinar encima...justo a tiempo Vincent, bien hecho.- Comentó antes de hacerle caso al brujo y continuar andando.
La garganta del dragón de piedra era un camino descendente que se alargó varios cientos de metros. Pronto la sensación de frío transmitido por la niebla en la zona del puente de cristal desapareció sustituida por otra más agradable que se fue tornando en calor sofocante conforme descendían. Tanto era así que Níniel tuvo que prescindir de la chaqueta larga, e incluso admitiría que llegados a un punto, incluso su fina y vaporosa túnica le daba demasiado calor, aunque no lo haría en público, al menos ante aquel público tan masculino. -Esto me recuerda a los días calurosos en Sandorai y las largas tardes en el río con mi prima Chandra y mis amigas. Las tardes estudiando con los pies a remojo...Y la vez que Chandra me tiró al agua echando a perder un volumen ilustrado de plantas del norte bastante valioso. Mi madre casi nos mata...- No pudo evitar esbozar una sonrisa al recordar aquello.
-Clary siempre ha sido un culo inquieto, de pequeña usó un tomo de "Ingrediens Arcana" para dibujar en él. Tuve que pujar por ese libro una cantidad absurda de dinero, superando la puja del gran maestro de fuego...Desde esa puja no volvió a invitarme a sus fiestas. Es curioso que recuerde esas cosas pero no qué demonios está pasando. Cuando llegó a sus oídos el destino del libro me consta que casi prende fuego a la mitad de su mansión...Y claro, ninguno de sus aprendices podía conjurar agua para apagarlo...-El alquimista comenzó a reír y el modo en el que lo había contado consiguió que Níniel compartiera aquella risa imaginándose la situación de modo cómico. Curiosamente mientras las risas se extendían aquel túnel comenzó a iluminarse solo hasta el punto de no necesitar más iluminarlo con luz o fuego. -Que raro...-Musito la elfa ante aquel cambio. -Oh, no es raro, yo soy el soñador de este mundo, mi estado de ánimo afecta a este lugar...Vaya, mira, creo que acabo de recordar algo importante. Así que funcionó, bueno más o menos. Nada mal para un brujo acabado ¿verdad?. Aunque parece que os he metido en un pequeño lío- La sacerdotisa le miró esperanzada, si había conseguido acceder a esa parte de sus recuerdos quizá pudiera por fin sacarles de allí a todos, o al menos ponérselo más fácil Una vez fuera podrían debatir tranquilamente otros aspectos de aquella creación. Quería saber qué era aquella voz entre otras cosas, pero prefería hacerlo sin que un dragón intentara comérsela. -¿Recuerda cómo salir?-
-Las runas abren puertas y la alquimia traza caminos donde no los hay. Debemos usar la alquimia para tomar un atajo hasta el punto donde inicié mi sueño. Una vez allí despertaremos. Creo. Hay cosas que se me escapan de todo esto, como por ejemplo cómo quedé atrapado aquí. Debemos seguir y llegar hasta el laboratorio de la academia, el otro laboratorio sería el de mi casa...Pero ese es el punto donde inicié mi sueño, si pudiésemos llegar hasta el no necesitaríamos el atajo.- Aquello tenía cierta lógica y sentido y les daba un plan a seguir, lamentablemente su estancia en la academia no les había llevado hasta ningún laboratorio de alquimia a pesar de haber cruzado hasta en dos ocasiones un portal que debería haberles conducido hasta allí.
-Tratamos de encontrar ese laboratorio mientras le buscábamos a usted, pero creo que la voz ha modificado el sueño allí para hacerlo inaccesible...- Comentó Níniel lamentando dar tan mala noticia que Vincent podría confirmar. -¿No hay otra manera de llegar?.- Otrore negó con la cabeza claramente apesadumbrado ante aquella revelación y una vez más el túnel comenzó a quedar a oscuras -No, la alquimia es la clave, alquimia y runas, este sueño debía servirme para practicar ambas y usé ambas para poder moverme por él, sin alquimia o sin runas es como perder una de las llaves de un candado doble. Medidas de seguridad que ahora se vuelven contra mi...Así fue como debí quedarme atrapado.- El hombre dio una patada a una piedra inexistente por pura frustración. -Lo siento de veras, pero sin alquimia todos estamos aquí prisioneros.- Níniel sintió como si le clavaran un puñal en el pecho al oír aquello, era lo mismo que decir que iban a morir allí o algo peor, estar encerrados para siempre mientras en el mundo real sus cuerpos se pudrían en aquella buhardilla donde difícilmente nadie más iría a ayudarles...E incluso aunque alguien fuera se quedaría atrapado igual que ellos. Daban ganas de llorar de desesperación, a punto estaba de hacerlo mientras la oscuridad volvía a rodearla pero en ese momento Níniel dio con algo.
-Un momento. Puede que no podamos llegar al laboratorio de la academia...Pero cuando yo llegué al sueño lo hice en mi hogar...Y mi casa en Sandorai tiene un equipo de alquimia maestro, el de mi madre. Lo sé acabo de estar allí, puede que aún podamos acceder a él.- Dijo llevando la esperanza pintada en el rostro y esperando que Otrore confirmase que aquello podría funcionar. Como respuesta la luz regresó a aquel camino tan brillante o incluso más que antes.
-Soñaste tu entrada en un lugar con un equipo de alquimia de la más alta calidad...Eso amiga mía, es lo que yo llamo un golpe de suerte.-
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1149
Nivel de PJ : : 10
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
Níniel se acercó hasta la piedra que había cerrado el paso, y comprobó el calor que emanaba de esta con su bastón.
- No, si yo no he hecho nada-, se sinceró. - Hemos tenido suerte-, sonrió a la peliblanca, para luego seguir sus pasos por el túnel.
El camino semejaba una garganta, la garganta de un dragón supuso ya que la entrada había sido la boca de uno de esos seres mágicos. Según iban descendiendo, le rubio comenzó a notar más calor a su alrededor. Si la sensación había sido húmeda y fría en el exterior, donde el dorado reptil los había acosado, aquí en cambio era caliente. La humedad sí que no los había abandonado en esta nueva zona, aumentando aún más la sensación de calor, de por sí ya bastante agobiante.
Vinc imaginó que era lo más parecido a estar dentro de un ser vivo, por lo que no pudo evitar pensar, que el arquitecto de tal sitio no había escatimado en detalles para hacerlo lo más real posible. Níniel se quitó la chaqueta que le había ofrecido, y que ciertamente, ahora no era de ninguna utilidad. El sudor comenzó a volverse algo incomodo para el brujo, y producía algunos destellos sobre la piel por la esfera de luz que llevaba la dama para iluminar el camino. La túnica ligera que llevaba la mujer era vaporosa y se contoneaba con su movimiento, y en algunas partes por culpa del sudor se quedó algo más pegada a su cuerpo, aunque no estaba seguro de si era así o fruto de su imaginación, ya que desvió la atención de la mujer y la centró mejor en el profesor. Ya había tenido suficiente por hoy con la sala de los espejos, como para volver a dar pie a una situación incómoda para que lo aprovechara el sueño nuevamente.
Ese sitio le estaba pasando factura, no el calor en sí, ya que su cuerpo estaba acostumbrado a las altas temperaturas. Demasiados entrenamientos para dominar el arte del fuego, como para que no fuera de este modo. No. Era el sueño, que le hacía sentir como una marioneta en manos de un titiritero loco. Tenía que salir de allí lo más rápido posible, pues tenía la sensación de que mientras más tiempo estuvieran dentro del sueño, peor sería para ellos. Ese ente que maneja la ensoñación hurgaba en sus mentes cada minuto que pasaba, no tenía una prueba de ello, pero estaba totalmente convencido de ello.
Al menos la conversación agradable de sus compañeros lo distraía de pensamientos tan negativos. Las tarde en el río de Níniel con su prima sonaba algo bastante bonito y la historia de Otrore era bastante divertida, por lo que pudo olvidarse por unos instantes del pesar que le causaba el sueño. Por no decir la pesadilla.
- Los conjuradores de fuego tenemos que tener cuidado con nuestro temperamento-, bromeó junto al brujo.
Sin embargo, el parpadeo luminoso cortó su risa y no pudo evitar pararse. Quieto, observando si ocurría por segunda vez tan curioso acontecimiento. Desde que había entrado al sueño, ya había visto demasiadas cosas raras como para no alertarse cada vez que ocurriera alguna.
- ¿Entonces esto ha sido cosa suya? - preguntó de manera retórica. Más por asimilar la idea de que por buscar una respuesta.
Esto le dio un detalle que había pasado por alto, y que ahora le hacía entender mucho mejor el lugar que los rodeaba, incluidas acciones que le eran extrañas antes, y que ahora cobraban sentido en su cabeza. Como el profesor siguió comentando como salir del sueño no lo interrumpió, ya tendría momento para conversar con sus compañeros y explicar lo que había descubierto.
- Eso es genial, ¿pero cómo llegamos hasta allí? - preguntó. - Por ahora solo podemos seguir el camino preestablecido, y tal vez si pensamos a donde queremos ir, consigamos convertir ese pensamiento en algo real aquí. Al fin y al cabo entramos al sueño pensando en llegar hasta Otrore, y pese a los trabas del sueño, los distintos trazos de sueño nos lleví hasta él. Si hacemos lo propio con tu aldea…-, pausó un momento para sopesar sus palabras, - quizás funcione-, comentó, aunque no estaba seguro de estar siendo una ayuda o de estar diciendo estupideces.
Siguieron avanzando por el sofocante túnel que hacía de garganta hasta que al final llegaron a un extenso puente que estaba en una gruta. La mejor definición que se le podía hacer al puente era que era una copia exacta del que estaba a la entrada de la academia, el que habían usado para llegar al islote. Por no decir que era el mismo, esto era un sueño, así que apareciera el gran puente de los brujos en mitad de una cueva pues no tenía que ser extraño. No obstante, pese al tiempo que ya llevaba allí dentro, no terminaba de acostumbrarse a estos cambios de posición.
El puente cruzaba un río de… ¿lava? Esto debía ser cosa de Otrore, pues no recordaba un sitio así. Puede que fuera algo leído alguna vez, algún cuento que habría olvidado. Llegados a este punto, ya no le importaba demasiado por qué se creaban los trazos de sueño, ni tampoco de quien provenían. Solo debía concentrarse en superar la nueva prueba y proseguir.
Unas puertas de piedra, si que se distinguían a cada varios metros de andas por el puente. No eran puertas propiamente dichas, sino solo los marcos de pura piedra, que realmente eran parte de la caverna, pues estaban unidas a ella. Era como si alguien hubiera horadado la roca donde estorbaba para construir el puente, dejándolo con una forma cincelada y rectangular allá donde sucedía. Realmente era algo impresionante de ver.
El calor se hizo atroz mientras cruzaban el puente, si había sudado bajando por la garganta imaginaria del dragón, ahora sentía que la camisa se pegaba como una lapa a su torso.
- Madre mía, esto debe sentir la merienda de un dragón-, bromeó, para levantar un poco el ánimo.
Pero no tuvo demasiado tiempo para que su broma hiciera efecto, pues una roca cayó justo delante de él. Estuvo a punto de aplastarlo y quedó entre sus compañeros y él. Vinc miró al techo de la caverna para observar de donde había caído.
- Me parece que será mejor que pasemos rápi…-, su voz se vio cortada de repente por una asfixia repentina.
Sentía un dolor atroz en su cuello, que parecía que iba a quebrarse como un palito ante la fuerza impresionante del agarre, y a la vez notó como se elevaba del suelo poco a poco.
La roca, ya no era tal. Ahora era un hombre que lo alzaba sobre el suelo. Vinc lo golpeó con su brazo y sintió las punzadas de dolor al chocar contra su cuerpo como si estuviera recubierto de piedra. Y en verdad así era, pues el brazo que lo estaba matando era de pura roca. El rubio, viendo su mala situación, cogió su pedernal con rapidez, y con ambas manos concentró una llamarada sobre el hombre que lo atacaba. Poco a poco su enemigo fue aliviando la prensa de su cuello, para finalmente soltarlo.
- Veo que no has olvidado todo lo que te enseñé-, dijo la masa.
Vinc intentó pasar, pero cada vez que lo hacía, el individuo se movía con extrema velocidad cortándole el paso.
- ¡Níniel, corre! - gritó. - Mientras estés con Otrore estarás a salvo. Confía en mí-, pero viendo que la chica duda insistió. - Vamos vete, ya os alcanzaré.
- Siempre has sido todo un caballero Vincent-, se chanceó la voz tan familiar.
La piedra se desprendió de la cara para mostrar el rostro, aunque realmente no necesitaba que se mostrara para saber quién era.
- Primero mi padre, luego mi hermana y otros conocidos en la niebla que nos atacó en la prisión de Francesco, ya pensaba que nunca vendrías, maestro-, le dio una entonación de puro odio a la palabra maestro, pues ese hombre, o mejor dicho esa cosa, no era su maestro en absoluto.
No era su maestro propiamente dicho, pues Robert manejaba el elemento de la tierra como nadie que conociera. Más bien era su padre adoptivo, el hombre que lo había acogido junto a su mujer cuando sus padres se fueron a su travesía al norte. Fue más un padre para Elen que para él, pues ella era más joven cuando se quedaron en casa de los Stone, más Rob tenía mucha culpa de que Vincent a día de hora fuera un brujo con ese estilo cercano. Un brujo de guerra cuerpo a cuerpo. Sin embargo, fue el hombretón el que le enseñó la utilidad de ser alguien así, y de que no tenía porque usarse con efectos negativos contra las personas, sino para ayudar, pues la familia Stone estaba muy ligada a los Calhoun. Los pensamientos en ambos senos familiares eran similares, con los ideales que había ya aprendido de niño Vinc, y el motivo por el que sus padres decidieron dejarlos al cuidado de dicha familia, y no otra.
En definitiva, era el hombre que le había enseñado su faceta de combate con armas, el que le había inculcado ese estilo, y el que había completado su entrenamiento con sus enseñanzas en el campo no elemental, por decirlo de algún modo.
Vinc pensó en desenvainar su espada, pero luego se lo pensó mejor y desistió de hacerlo. Que podía hacer contra su coraza de roca con su arma de filo, si al menos tuviera un arma roma tendría alguna posibilidad de dañarlo internamente con el impacto. Aunque tampoco era muy buena idea, Robert controlaba el metal como la misma roca.
Robert se movió como si no llevara un kilo de piedra encima, y el rubio lo esquivó por los pelos. Reaccionó a su ataque lanzándole uno de sus proyectiles de fuego, que al explotar lanzaron piedrecitas en todas direcciones. Otro hubiera pensado que había destruido al tensai de tierra, más Vinc sabía que solo le había hecho cosquillas. El hombretón salió con fiereza de la nube de polvo, con su coraza renovada, y una cuchilla en la mano. Era larga, fina y por supuesto del material que lo cubría de pies a cabeza Salía de su propia mano de la parte de los nudillos, generada de la propia roca que tan bien sabía manejar.
La sangre brotó de un corte en su cara, más suerte tenía de seguir teniendo cara. Robert se movía como si las leyes que controlaban el mundo no fueran con él. Maldito sueño, hasta ventajas les daban a sus enemigos.
- Vamos Vinc, no tienes ninguna posibilidad. Todo lo que sabes te lo enseñé yo-, dijo con una sonrisa.
- Eso ya lo veremos-, respondió, aunque realmente Rob no estaba muy desencaminado en lo que decía.
Notó la piedra a su espalda, y supo que estaba pegado a uno de esos grandes marcos de la caverna. Bien, eso se ponía interesante, pensó el rubio esperando el nuevo ataque.
Este no se hizo esperar, y dejó hasta el último momento su maniobra para esquivarlo. La lanza de roca lisa y dura que usaba como arma se enterró varios metros en la caverna como había esperado, así que echó a correr por el camino hacia la salida. Vinc corrió pero un golpe en la rodilla lo hizo caer al suelo, y sintió como lo alzaban del suelo nuevamente.
- No tan rápido-, comentó un Robert exultante.
La maniobra no había servido de nada, el tensai de tierra se había librado de su arma punzante liberándola de su armadura. Los golpes de pura roca se sucedieron uno tras otro, mientras el brujo los sostenía por el cuello con su mano poco hábil.
- Hasta aquí has llegado mi querido alumno.
Lo agarró por ambas manos y apretó asfixiándolo como había hecho la primera vez. El rubio sentía la vida como se le iba del cuerpo, como se debilitaba.
- Tienes razón. Casi todo lo que se, lo aprendí de ti-, dijo a duras penas por el apriete del mastodonte de piedra.
Lo agarró por el rostro, y enterró los pulgares de sus guantes metálicos en sus ojos. El único punto débil de su armadura, pues necesitaba que esa zona no fuera de piedra, para poder observar los movimientos enemigos.
Vinc apretó con todas sus fuerzas, haciendo caso omiso de los gritos de dolor de su maestro, pues aunque lo atormentaban, sabía que eran gritos falsos. Ese no era su maestro. Pronto Robert dejó de asfixiarlo para intentar coger las manos con las que le estaba destrozando los ojos, por lo que el rubio se zafó con rapidez del tensai, para no ser atrapado.
Cayó contra el marco de piedra de la caverna, y nada más chocar contra ella se le ocurrió algo. Si este sitio había aumentado sus poderes conocidos ¿podría ayudarlo con los poderes que practicaba y aún no dominaba?
- Que pasa, ¿te has quedado ciego al contemplar mi belleza? - bromeó ahora el bi-elemental.
- ¡Maldito! ¡Pagarás por esto!-, gritó enajenado Robert, que corrió hacia donde había escuchado la voz de Vinc.
Más él ya no estaba allí, pues se había movido con sigilo hacia la salida. La explosión de su trampa glifo resonó por toda la caverna, y el marco explotó en mil pedazos, resquebrajándose por la fuerza de la energía liberada. La rotura avanzó por toda la pared hasta el techo, provocando que una gran toca cayera, llevándose marco, puente, y al propio Robert con él al fondo del río de lava. Si es que aún seguía entero, pues no estaba muy seguro de ello por la fuerza de la explosión.
El suelo tembló por el impacto de la gran roca, y observó como la grieta se movía por el puente y lo que era peor, por todo el techo, provocando más desprendimientos.
- Es hora de largarse de aquí-, se auto animó el brujo, que no tardó en correr con todas sus fuerzas por el puente que se venía abajo aquí y allá, junto al resto de la caverna.
Vinc corrió como nunca había corrido en toda su vida, y cuando sus fuerzas estaban desfalleciendo vio la luz al final del camino. Una puerta que lo llevaba a algún lugar estaba solo a unos metros, solo debía aguantar la carrera unos metros. Solo unos metros más.
Salió lanzándose por el portón, a la vez que una nube de polvo y piedritas saltaban fuera justo después que él.
El rubio se levantó mientras se quitaba el polvo que lo cubría de pies a cabezas, y se giró para observar como aún se seguían derrumbado partes del puente y de la gruta en general.
- ¡Joder! ¿Todo eso lo he hecho yo? - rió, mirando el desastre que era ahora la caverna, y luego suspiró aliviado.
Estaba vivo y no sabía ni como lo había conseguido. Pero estaba vivo, y eso era lo que importaba. Sonrió ante la felicidad que le producía seguir de una pieza.
- No, si yo no he hecho nada-, se sinceró. - Hemos tenido suerte-, sonrió a la peliblanca, para luego seguir sus pasos por el túnel.
El camino semejaba una garganta, la garganta de un dragón supuso ya que la entrada había sido la boca de uno de esos seres mágicos. Según iban descendiendo, le rubio comenzó a notar más calor a su alrededor. Si la sensación había sido húmeda y fría en el exterior, donde el dorado reptil los había acosado, aquí en cambio era caliente. La humedad sí que no los había abandonado en esta nueva zona, aumentando aún más la sensación de calor, de por sí ya bastante agobiante.
Vinc imaginó que era lo más parecido a estar dentro de un ser vivo, por lo que no pudo evitar pensar, que el arquitecto de tal sitio no había escatimado en detalles para hacerlo lo más real posible. Níniel se quitó la chaqueta que le había ofrecido, y que ciertamente, ahora no era de ninguna utilidad. El sudor comenzó a volverse algo incomodo para el brujo, y producía algunos destellos sobre la piel por la esfera de luz que llevaba la dama para iluminar el camino. La túnica ligera que llevaba la mujer era vaporosa y se contoneaba con su movimiento, y en algunas partes por culpa del sudor se quedó algo más pegada a su cuerpo, aunque no estaba seguro de si era así o fruto de su imaginación, ya que desvió la atención de la mujer y la centró mejor en el profesor. Ya había tenido suficiente por hoy con la sala de los espejos, como para volver a dar pie a una situación incómoda para que lo aprovechara el sueño nuevamente.
Ese sitio le estaba pasando factura, no el calor en sí, ya que su cuerpo estaba acostumbrado a las altas temperaturas. Demasiados entrenamientos para dominar el arte del fuego, como para que no fuera de este modo. No. Era el sueño, que le hacía sentir como una marioneta en manos de un titiritero loco. Tenía que salir de allí lo más rápido posible, pues tenía la sensación de que mientras más tiempo estuvieran dentro del sueño, peor sería para ellos. Ese ente que maneja la ensoñación hurgaba en sus mentes cada minuto que pasaba, no tenía una prueba de ello, pero estaba totalmente convencido de ello.
Al menos la conversación agradable de sus compañeros lo distraía de pensamientos tan negativos. Las tarde en el río de Níniel con su prima sonaba algo bastante bonito y la historia de Otrore era bastante divertida, por lo que pudo olvidarse por unos instantes del pesar que le causaba el sueño. Por no decir la pesadilla.
- Los conjuradores de fuego tenemos que tener cuidado con nuestro temperamento-, bromeó junto al brujo.
Sin embargo, el parpadeo luminoso cortó su risa y no pudo evitar pararse. Quieto, observando si ocurría por segunda vez tan curioso acontecimiento. Desde que había entrado al sueño, ya había visto demasiadas cosas raras como para no alertarse cada vez que ocurriera alguna.
- ¿Entonces esto ha sido cosa suya? - preguntó de manera retórica. Más por asimilar la idea de que por buscar una respuesta.
Esto le dio un detalle que había pasado por alto, y que ahora le hacía entender mucho mejor el lugar que los rodeaba, incluidas acciones que le eran extrañas antes, y que ahora cobraban sentido en su cabeza. Como el profesor siguió comentando como salir del sueño no lo interrumpió, ya tendría momento para conversar con sus compañeros y explicar lo que había descubierto.
- Eso es genial, ¿pero cómo llegamos hasta allí? - preguntó. - Por ahora solo podemos seguir el camino preestablecido, y tal vez si pensamos a donde queremos ir, consigamos convertir ese pensamiento en algo real aquí. Al fin y al cabo entramos al sueño pensando en llegar hasta Otrore, y pese a los trabas del sueño, los distintos trazos de sueño nos lleví hasta él. Si hacemos lo propio con tu aldea…-, pausó un momento para sopesar sus palabras, - quizás funcione-, comentó, aunque no estaba seguro de estar siendo una ayuda o de estar diciendo estupideces.
Siguieron avanzando por el sofocante túnel que hacía de garganta hasta que al final llegaron a un extenso puente que estaba en una gruta. La mejor definición que se le podía hacer al puente era que era una copia exacta del que estaba a la entrada de la academia, el que habían usado para llegar al islote. Por no decir que era el mismo, esto era un sueño, así que apareciera el gran puente de los brujos en mitad de una cueva pues no tenía que ser extraño. No obstante, pese al tiempo que ya llevaba allí dentro, no terminaba de acostumbrarse a estos cambios de posición.
El puente cruzaba un río de… ¿lava? Esto debía ser cosa de Otrore, pues no recordaba un sitio así. Puede que fuera algo leído alguna vez, algún cuento que habría olvidado. Llegados a este punto, ya no le importaba demasiado por qué se creaban los trazos de sueño, ni tampoco de quien provenían. Solo debía concentrarse en superar la nueva prueba y proseguir.
Unas puertas de piedra, si que se distinguían a cada varios metros de andas por el puente. No eran puertas propiamente dichas, sino solo los marcos de pura piedra, que realmente eran parte de la caverna, pues estaban unidas a ella. Era como si alguien hubiera horadado la roca donde estorbaba para construir el puente, dejándolo con una forma cincelada y rectangular allá donde sucedía. Realmente era algo impresionante de ver.
El calor se hizo atroz mientras cruzaban el puente, si había sudado bajando por la garganta imaginaria del dragón, ahora sentía que la camisa se pegaba como una lapa a su torso.
- Madre mía, esto debe sentir la merienda de un dragón-, bromeó, para levantar un poco el ánimo.
Pero no tuvo demasiado tiempo para que su broma hiciera efecto, pues una roca cayó justo delante de él. Estuvo a punto de aplastarlo y quedó entre sus compañeros y él. Vinc miró al techo de la caverna para observar de donde había caído.
- Me parece que será mejor que pasemos rápi…-, su voz se vio cortada de repente por una asfixia repentina.
Sentía un dolor atroz en su cuello, que parecía que iba a quebrarse como un palito ante la fuerza impresionante del agarre, y a la vez notó como se elevaba del suelo poco a poco.
La roca, ya no era tal. Ahora era un hombre que lo alzaba sobre el suelo. Vinc lo golpeó con su brazo y sintió las punzadas de dolor al chocar contra su cuerpo como si estuviera recubierto de piedra. Y en verdad así era, pues el brazo que lo estaba matando era de pura roca. El rubio, viendo su mala situación, cogió su pedernal con rapidez, y con ambas manos concentró una llamarada sobre el hombre que lo atacaba. Poco a poco su enemigo fue aliviando la prensa de su cuello, para finalmente soltarlo.
- Veo que no has olvidado todo lo que te enseñé-, dijo la masa.
Vinc intentó pasar, pero cada vez que lo hacía, el individuo se movía con extrema velocidad cortándole el paso.
- ¡Níniel, corre! - gritó. - Mientras estés con Otrore estarás a salvo. Confía en mí-, pero viendo que la chica duda insistió. - Vamos vete, ya os alcanzaré.
- Siempre has sido todo un caballero Vincent-, se chanceó la voz tan familiar.
La piedra se desprendió de la cara para mostrar el rostro, aunque realmente no necesitaba que se mostrara para saber quién era.
- Primero mi padre, luego mi hermana y otros conocidos en la niebla que nos atacó en la prisión de Francesco, ya pensaba que nunca vendrías, maestro-, le dio una entonación de puro odio a la palabra maestro, pues ese hombre, o mejor dicho esa cosa, no era su maestro en absoluto.
No era su maestro propiamente dicho, pues Robert manejaba el elemento de la tierra como nadie que conociera. Más bien era su padre adoptivo, el hombre que lo había acogido junto a su mujer cuando sus padres se fueron a su travesía al norte. Fue más un padre para Elen que para él, pues ella era más joven cuando se quedaron en casa de los Stone, más Rob tenía mucha culpa de que Vincent a día de hora fuera un brujo con ese estilo cercano. Un brujo de guerra cuerpo a cuerpo. Sin embargo, fue el hombretón el que le enseñó la utilidad de ser alguien así, y de que no tenía porque usarse con efectos negativos contra las personas, sino para ayudar, pues la familia Stone estaba muy ligada a los Calhoun. Los pensamientos en ambos senos familiares eran similares, con los ideales que había ya aprendido de niño Vinc, y el motivo por el que sus padres decidieron dejarlos al cuidado de dicha familia, y no otra.
En definitiva, era el hombre que le había enseñado su faceta de combate con armas, el que le había inculcado ese estilo, y el que había completado su entrenamiento con sus enseñanzas en el campo no elemental, por decirlo de algún modo.
Vinc pensó en desenvainar su espada, pero luego se lo pensó mejor y desistió de hacerlo. Que podía hacer contra su coraza de roca con su arma de filo, si al menos tuviera un arma roma tendría alguna posibilidad de dañarlo internamente con el impacto. Aunque tampoco era muy buena idea, Robert controlaba el metal como la misma roca.
Robert se movió como si no llevara un kilo de piedra encima, y el rubio lo esquivó por los pelos. Reaccionó a su ataque lanzándole uno de sus proyectiles de fuego, que al explotar lanzaron piedrecitas en todas direcciones. Otro hubiera pensado que había destruido al tensai de tierra, más Vinc sabía que solo le había hecho cosquillas. El hombretón salió con fiereza de la nube de polvo, con su coraza renovada, y una cuchilla en la mano. Era larga, fina y por supuesto del material que lo cubría de pies a cabeza Salía de su propia mano de la parte de los nudillos, generada de la propia roca que tan bien sabía manejar.
La sangre brotó de un corte en su cara, más suerte tenía de seguir teniendo cara. Robert se movía como si las leyes que controlaban el mundo no fueran con él. Maldito sueño, hasta ventajas les daban a sus enemigos.
- Vamos Vinc, no tienes ninguna posibilidad. Todo lo que sabes te lo enseñé yo-, dijo con una sonrisa.
- Eso ya lo veremos-, respondió, aunque realmente Rob no estaba muy desencaminado en lo que decía.
Notó la piedra a su espalda, y supo que estaba pegado a uno de esos grandes marcos de la caverna. Bien, eso se ponía interesante, pensó el rubio esperando el nuevo ataque.
Este no se hizo esperar, y dejó hasta el último momento su maniobra para esquivarlo. La lanza de roca lisa y dura que usaba como arma se enterró varios metros en la caverna como había esperado, así que echó a correr por el camino hacia la salida. Vinc corrió pero un golpe en la rodilla lo hizo caer al suelo, y sintió como lo alzaban del suelo nuevamente.
- No tan rápido-, comentó un Robert exultante.
La maniobra no había servido de nada, el tensai de tierra se había librado de su arma punzante liberándola de su armadura. Los golpes de pura roca se sucedieron uno tras otro, mientras el brujo los sostenía por el cuello con su mano poco hábil.
- Hasta aquí has llegado mi querido alumno.
Lo agarró por ambas manos y apretó asfixiándolo como había hecho la primera vez. El rubio sentía la vida como se le iba del cuerpo, como se debilitaba.
- Tienes razón. Casi todo lo que se, lo aprendí de ti-, dijo a duras penas por el apriete del mastodonte de piedra.
Lo agarró por el rostro, y enterró los pulgares de sus guantes metálicos en sus ojos. El único punto débil de su armadura, pues necesitaba que esa zona no fuera de piedra, para poder observar los movimientos enemigos.
Vinc apretó con todas sus fuerzas, haciendo caso omiso de los gritos de dolor de su maestro, pues aunque lo atormentaban, sabía que eran gritos falsos. Ese no era su maestro. Pronto Robert dejó de asfixiarlo para intentar coger las manos con las que le estaba destrozando los ojos, por lo que el rubio se zafó con rapidez del tensai, para no ser atrapado.
Cayó contra el marco de piedra de la caverna, y nada más chocar contra ella se le ocurrió algo. Si este sitio había aumentado sus poderes conocidos ¿podría ayudarlo con los poderes que practicaba y aún no dominaba?
- Que pasa, ¿te has quedado ciego al contemplar mi belleza? - bromeó ahora el bi-elemental.
- ¡Maldito! ¡Pagarás por esto!-, gritó enajenado Robert, que corrió hacia donde había escuchado la voz de Vinc.
Más él ya no estaba allí, pues se había movido con sigilo hacia la salida. La explosión de su trampa glifo resonó por toda la caverna, y el marco explotó en mil pedazos, resquebrajándose por la fuerza de la energía liberada. La rotura avanzó por toda la pared hasta el techo, provocando que una gran toca cayera, llevándose marco, puente, y al propio Robert con él al fondo del río de lava. Si es que aún seguía entero, pues no estaba muy seguro de ello por la fuerza de la explosión.
El suelo tembló por el impacto de la gran roca, y observó como la grieta se movía por el puente y lo que era peor, por todo el techo, provocando más desprendimientos.
- Es hora de largarse de aquí-, se auto animó el brujo, que no tardó en correr con todas sus fuerzas por el puente que se venía abajo aquí y allá, junto al resto de la caverna.
Vinc corrió como nunca había corrido en toda su vida, y cuando sus fuerzas estaban desfalleciendo vio la luz al final del camino. Una puerta que lo llevaba a algún lugar estaba solo a unos metros, solo debía aguantar la carrera unos metros. Solo unos metros más.
Salió lanzándose por el portón, a la vez que una nube de polvo y piedritas saltaban fuera justo después que él.
El rubio se levantó mientras se quitaba el polvo que lo cubría de pies a cabezas, y se giró para observar como aún se seguían derrumbado partes del puente y de la gruta en general.
- ¡Joder! ¿Todo eso lo he hecho yo? - rió, mirando el desastre que era ahora la caverna, y luego suspiró aliviado.
Estaba vivo y no sabía ni como lo había conseguido. Pero estaba vivo, y eso era lo que importaba. Sonrió ante la felicidad que le producía seguir de una pieza.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
Otrore meditó sobre las palabras de Vincent relacionadas con el modo de afectar a aquel mundo formado a base de retazos de recuerdos unidos con hilo de imaginación. Su memoria aún tenía lagunas importantes pero no parecía que sus cavilaciones tuvieran nada que ver con ninguna de ellas si no más bien que parecía no saber responder a aquello pues tal y como había dicho aún había cosas sobre su propia creación que se le escapaban. Al fin y al cabo, tal y como decían las notas que Níniel había podido leer en casa del alquimista, todo aquello por muy impresionante que resultara era un experimento. Dichas pruebas se hacían precisamente para refinar los resultados y rara vez se conseguía un éxito rotundo a la primera o a la segunda. Para la peliblanca no era una idea tan descabellada, de hecho había llegado a una conclusión similar minutos antes aunque por culpa de cierto lagarto gigante a imagen de una deidad no había tenido tiempo para darle vueltas al asunto y mucho menos para compartirla con los demás.
-Se me ocurrió algo parecido hace un momento. Incluso inconscientemente estamos alterando el sueño, añadiendo partes propias de cada uno.-No pudo evitar recordar la sala de espejos desechando rápidamente ese pensamiento, auqnue no pudo evitar mirar a Vincent de soslayo. De todos modos la rabia de aquel momento ya había amainado por lo que su mirada ya no amenazaba con un segundo tortazo inminente. - Quizá de algún modo también podamos hacerlo de forma consciente.- El anciano brujo asintió lentamente con la cabeza aunque aún perdido en sus pensamientos.
-Lo cierto es que yo no creé este lugar tal y como es por gusto. Me lo encontré así, con sus extrañas conexiones entre recuerdos y la realidad mezclada con historias que alguna vez leí. Nunca trate de alterarlo proactivamente y me limité a aprovechar lo que había pues era cuanto necesitaba. Pero ahora que lo pienso muy a mano me vino disponer de la academia para mi trabajo. Puede que no sea tan aleatorio como pensaba.- Explicó el alquimista. -O así era antes de acabar en aquella celda.- Níniel hubiese preferido escuchar un "sí, es así y estamos cerca de lograr salir de aquí" pero al menos había esperanza, una razón para no rendirse y quedarse en aquel caluroso túnel hasta que todo acabara de un modo u otro. Quizá tuvieran que cruzar otras zonas, afrontar nuevas pruebas y peligros, pero saber que existía la posibilidad era suficiente para que al menos se decidiera a creer que seguía mereciendo la pena poner un pie delante de otro y continuar avanzando.
El túnel continuaba más y más durante largos metros, siempre bajando. Con cada metro descendido el calor era cada vez peor y parecía querer robarle las fuerzas. Notaba como su túnica se pegaba a su cuerpo marcando su silueta y su ropa interior por culpa del sudor y era más que consciente de que mostraba más de lo que consideraría decente pero no podía hacer nada al respecto, por mucho que tratara de separarla de su piel la ligera tela volvía a adherirse a ella en pocos instantes por lo que terminó dejando de hacerlo. Pensó en obligarse a ponerse una vez más la chaqueta de Vincent pero hacer algo así sería como permitir que el decoro la asfixiase lo cual no sería muy inteligente por su parte. Al menos mantener la chaqueta entre sus brazos permitió que pudiera cubrir aquellas partes de su anatomía que las transparencias más traicionaban y que de otro modo la harían parecer prácticamente desnuda. Puede que normalmente sus ropajes dejaran relativamente poco a la imaginación, si se comparaba con el estilo humano, pero tapaban lo que debían tapar que era mucho más de lo que aquel calor permitía. Sin embargo, y a pesar de sus desvelos por salvaguardar su dignidad tanto como le fuera posible, pudo darse cuenta de otra cosa curiosa: El calor la hacía sudar, pegaba su ropa a su piel y le causaba fatiga...Pero no sed. Debía de estar sedienta, e incluso hambrienta después de todo lo ocurrido y de ese calor pero no sentía ninguna de las dos.
-Señor Otrore. ¿Ha comido o bebido algo en todo el tiempo que lleva aquí atrapado?.- Preguntó por mera curiosidad tratando de confirmar aquella nueva teoría sobre el funcionamiento del mundo de los sueños.
-Pues...La verdad es que no...Otro pequeño detalle del que no me había percatado, eres perspicaz joven elfa. Debo recordar esto para mis notas. Puede tener su importancia.-
Respondió el alquimista justo cuando por fin el túnel dejaba de descender y daba paso a una zona totalmente diferente aunque no precisamente mejor. Con razón hacía tanto calor, habían estado acercándose a una zona llena de lava cruzada por un gran puente que la elfa reconoció como idéntico o muy parecido a aquel en el que un par de brujos casi la matan. -Pensaba que acabar en aquel lago había sido malo, pero lo prefiero mil veces a esto. Si un brujo apareciera aquí como en el otro puente...- Comento tratando de resultar graciosa mientras trataba de ver si en algunas de esas puertas talladas a lo largo de aquel lugar había alguna marca o pista que indicase que era lo que estaban buscando. Una nueva puerta para cambiar a otra zona.
-Me encantaba este puente, a veces incluso dí las clases en él en vez de en el aula. No me extraña nada que aparezca recurrentemente en mis sueños. Aunque seguro que preferiríais que soñara con verdes y frescos prados que con esto...Creo que representa mi camino a través de las dificultades. Ya sabéis, soy tensai de agua.-
No obstante no hubo tiempo para hablar sobre la interpretación de los sueños del brujo ya que ni en aquel lugar infernal cuyo calor resultaba asfixiante iban a poder continuar sin más. Habían descendido hasta los infiernos abrasadores e incluso hasta allí les había seguido el enemigo. Como respondiendo al intento de broma de Níniel un brujo con la capacidad de convertir su cuerpo en dura roca hizo su aparición atacando por sorpresa a Vincent y causando que el pequeño grupo de soñadores quedara separado. La sacerdotisa inmediatamente se puso en guardia y comenzó a reunir maná para ayudar al rubio en su lucha pero en aquella ocasión Vincent la instó a no quedarse allí si no a seguir avanzando. Por supuesto la peliblanca iba a ignorar completamente aquellas palabras, no iba a dejarlo solo, aquel enemigo parecía peligroso y podía ayudarle. Pero al mencionar la confianza se detuvo, dudó y al final no tuvo más remedio que morderse el labio inferior con preocupación y hacerle caso comenzando a alejarse de allí en dirección al final de aquel puente sobre la lava. Algo tendría en mente para hacer esa petición.
-Más te vale no morir brujo, si alguien va a matarte seré yo- Gritó girándose tras comenzar a correr junto a Otrore. No sabía porque había dicho aquello, no tenía ninguna intención de matarle, quizá de arrearle un poco y hasta eso parecía ya una bobada a esas alturas. La peliblanca culpó a la situación de aquello y siguió corriendo lanzando constantes miradas hacia atrás. Tendría que aclarar esas palabras después, cuando el brujo volviera junto a ella.
Aquel puente no era tan largo como el de la academia y a diferencia de éste último no conducía a ninguna torre mágica ni a nada similar. Terminaba en una pared de piedra maciza con una gran apertura por la cual cruzar al otro lado y nada más. Tan pronto como Níniel y Otrore cruzaron aquel enorme umbral el calor desapareció a cambio de un frescor típico de las grandes estructuras de piedra tales como castillos o grandes bóvedas de piedra naturales aunque aquel lugar no era ni lo uno ni lo otro. Era una enorme habitación perfectamente cuadrada tan grande como para poder caber dentro de ella toda la posada donde vivía y aún sobraría espacio. Nada adornaba sus paredes, suelo o techo y aunque estaba iluminada no se veía antorcha o lámpara alguna.No había más entrada, puerta o indicio de una que aquella que acababan de dejar atrás El único mobiliario que había era una mesa cuadrada de madera en el centro cubierta por un buen número de matraces, frascos y viales llenos de sustancia de todo tipo y color. Tras acercarse hasta allí Níniel vio también que había una única página de un libro entre todos aquellos recipientes y en cada extremo de la mesa sendas manos talladas sujetaban dos copas doradas bellamente adornadas, una con perlas la otra con coral.
-Otro callejón sin salida...Y otra prueba. Pero bueno ahora que ha recuperado la memoria no habrá que resolverlo. ¿Qué hay que hacer?. Debemos darnos prisa, en cuanto podamos seguir iré a por Vincent aunque se enfade.- Le dijo la elfa a Otrore que enseguida comenzó a revisar todo cuanto había sobre la mesa.
-Lamento decir que no tengo ni idea. Esta página contiene dos recetas pero ambas están incompletas.- Níniel se giró y acercó dedicándole a Otrore una mirada con la que parecía querer culparle de todo. -Lo siento, sé que te preocupa el brujo y no quieres estar aquí perdiendo el tiempo con él peleando con ese tipo pero...-
-Se supone que son tus pruebas...- Fueron las palabras de Níniel controlando su voz para evitar gritarle a aquel hombre. Tal y como había dicho resultaba insufrible tener que jugar a pruebitas con Vincent en peligro. -Resuélvelo, yo volveré al puente. Espera, ¿dos recetas incompletas?. En las columnas de antes había también otras dos recetas incompletas. Déjame ver eso.- La peliblanca cogió la página y leyó aquellas instrucciones a toda prisa confirmando sus sospechas. Aquella página completaba la parte que pudo leer de las recetas talladas en las columnas. Dos recetas, una mesa llena de los ingredientes ya preparados para mezclar y dos manos sosteniendo dos copas vacías. Así que debía averiguar qué frascos contenían lo que necesitaba y preparar dichas pociones...Sonaba sencillo pero no lo era.
Aunque había frascos con contenidos de todo tipo, algunas esencias y preparados podían llegar a resultar muy parecidos unos a otros incluso habiendo sido preparados con ingredientes muy diferentes. Hasta había sustancia muy venenosas que podían engañar a más de un ojo experto y pasar por brebajes curativos, por eso un buen alquimista siempre tenía su laboratorio perfectamente ordenado y todo claramente etiquetado para evitar confusiones letales. No se podía negar que la prueba estaba bien pensada para resultar todo un desafío.
-Vale, necesito extracto de fruto de sinforicarpo, esencia de mirrían de escarcha y solución líquida de sal de fuego para la poción de resistencia al frío.- Pensó en voz alta juntando mentalmente las recetas. La solución de sal de fuego era sencilla de identificar, pues era la única sustancia líquida que se mantenía permanentemente caliente por si misma. la esencia de mirrían tenía un color verde muy claro con pequeñas partículas de un verde más oscuro en suspensión. El extracto de sinforicarpo era curioso pues a pesar de ser extraído de un fruto rojo tomaba tonos de un azul como el del hielo puro en invierno. Aquellos tres resultó sencillo encontrarlos y separarlos de los demás. -Y ahora germen de trigo, esencia de flor azul de la montaña y concentrado de tallo de seta brillante.- Una vez más encontrar los dos primeros resultó sencillo. el germen era fácilmente identificable, la flor azul era uno de los ingredientes más utilizados por la sacerdotisa y era la base de muchas pociones curativas. Por desgracia el último no fue capaz de reconocerlo con precisión aunque redujo las posibilidades a solo dos. El primero era un vial con un líquido blancuzco, el segundo una vial de forma retorcida con una sustancia del mismo color aunque un poco más espesa.
-No lo tengo claro, si estuviera en mi laboratorio tiraría ambos solo por no estar segura...-
-Creo que es este, pero como tú no puedo asegurarlo del todo, dependiendo de la concentración y la frescura de los ingredientes puede ser cualquiera de las dos...- Dijo el brujo señalando uno de los frascos pero arrugando la nariz por la falta de certeza.
-Un buen alquimista siempre usa productos en su mejor estado para la preparación...La seta brillante es preferible usarla fresca. Y si la seta es fresca su concentrado es más líquido. Aquí hay dos soñadores alquimistas y ambos son buenos alquimistas ¿no?.- Sugirió la elfa confiando en que el sueño respetaría aquella lógica y decidiéndose por dicha sustancia realizando las mezclas. -Las perlas reaccionan ante las sales de fuego y el coral ante la seta brillante...Esperemos que no haya errado en mi suposición.- Dijo vertiendo cada mezcla en su respectiva copa y apartándose mientras Otrore observaba inquieto si se producía algún resultado.
En ese momento todo el lugar comenzó a temblar y un par de bloques de piedra cayeron desde el techo aunque por suerte lejos de ellos y de la mesa llenando parte del suelo de escombros. Un continuo estruendo llenó todo el lugar salpicado por puntuales sonidos más fuertes aún de piedra golpeando fuertemente contra piedra. La peliblanca pensó que era alguna especie de trampa activada por su culpa, por haber escogido mal los ingredientes. Trató de vaciar las copas pensando que quizá así se detendría el proceso y quizá tuviera una segunda oportunidad pero aquellas manos de madera tenían las doradas copas tan firmemente sujetas que ni siquiera con una patada consiguió vaciar su contenido. En ese momento Vincent hizo su entrada triunfal y su comentario causó que la peliblanca le mirara con extrañeza. Sí había sido Vincent quién había causado esos temblores y desprendimientos, ¿Qué había pasado con la prueba?.
Como respuesta, las manos de madera cobraron movimiento y alzaron las copas imitando una especie de brindis. En cuanto dejaron de moverse al fondo de aquella sala apareció un portal circular que mostraba una imagen del bosque de Sandorai y una casa árbol que Níniel conocía muy bien. -Larguémonos de aquí ya.- Sugirió elevando la voz en un grito para poder ser oída por encima del estruendo y corrimiento de roca lanzándose a la carrera contra aquel portal a casa. Durante su carrera un nuevo bloque de piedra se desprendió del techo cayendo muy cerca de ella, sobre la mesa de frascos que se hicieron añicos por el impacto. Como si la mesa fuera la que mantenía el portal activo, la imagen de Sandorai comenzó a agitarse y a distorsionarse, amenazando con desaparecer. Cuando Níniel llegó hasta el portal saltó sin pensárselo dos veces cerrando los ojos. Cuando los abrió, estaba en tumbada en la verde hierba de su hogar y ante ella estaba su padre ataviado con su armadura de combate y la miraba con su eterna sonrisa y mirada de curiosidad.
-Mi pequeña estrella. ¿De dónde sales?.- Preguntó antes de que Vincent y Otrore aparecieran también allí y causaran que elfo peliblanco enarcara una ceja. -¿Brujos en mi casa?, vaya, y yo que pensaba que la sesión de entrenamiento de hoy iba a ser aburrida.- Dijo ampliando su sonrisa y poniendo su espada en el cuello de Vincent a la vez que media docena más de elfos rodeaban al grupo.
Subrayado el uso de la pasiva alquimia.-Se me ocurrió algo parecido hace un momento. Incluso inconscientemente estamos alterando el sueño, añadiendo partes propias de cada uno.-No pudo evitar recordar la sala de espejos desechando rápidamente ese pensamiento, auqnue no pudo evitar mirar a Vincent de soslayo. De todos modos la rabia de aquel momento ya había amainado por lo que su mirada ya no amenazaba con un segundo tortazo inminente. - Quizá de algún modo también podamos hacerlo de forma consciente.- El anciano brujo asintió lentamente con la cabeza aunque aún perdido en sus pensamientos.
-Lo cierto es que yo no creé este lugar tal y como es por gusto. Me lo encontré así, con sus extrañas conexiones entre recuerdos y la realidad mezclada con historias que alguna vez leí. Nunca trate de alterarlo proactivamente y me limité a aprovechar lo que había pues era cuanto necesitaba. Pero ahora que lo pienso muy a mano me vino disponer de la academia para mi trabajo. Puede que no sea tan aleatorio como pensaba.- Explicó el alquimista. -O así era antes de acabar en aquella celda.- Níniel hubiese preferido escuchar un "sí, es así y estamos cerca de lograr salir de aquí" pero al menos había esperanza, una razón para no rendirse y quedarse en aquel caluroso túnel hasta que todo acabara de un modo u otro. Quizá tuvieran que cruzar otras zonas, afrontar nuevas pruebas y peligros, pero saber que existía la posibilidad era suficiente para que al menos se decidiera a creer que seguía mereciendo la pena poner un pie delante de otro y continuar avanzando.
El túnel continuaba más y más durante largos metros, siempre bajando. Con cada metro descendido el calor era cada vez peor y parecía querer robarle las fuerzas. Notaba como su túnica se pegaba a su cuerpo marcando su silueta y su ropa interior por culpa del sudor y era más que consciente de que mostraba más de lo que consideraría decente pero no podía hacer nada al respecto, por mucho que tratara de separarla de su piel la ligera tela volvía a adherirse a ella en pocos instantes por lo que terminó dejando de hacerlo. Pensó en obligarse a ponerse una vez más la chaqueta de Vincent pero hacer algo así sería como permitir que el decoro la asfixiase lo cual no sería muy inteligente por su parte. Al menos mantener la chaqueta entre sus brazos permitió que pudiera cubrir aquellas partes de su anatomía que las transparencias más traicionaban y que de otro modo la harían parecer prácticamente desnuda. Puede que normalmente sus ropajes dejaran relativamente poco a la imaginación, si se comparaba con el estilo humano, pero tapaban lo que debían tapar que era mucho más de lo que aquel calor permitía. Sin embargo, y a pesar de sus desvelos por salvaguardar su dignidad tanto como le fuera posible, pudo darse cuenta de otra cosa curiosa: El calor la hacía sudar, pegaba su ropa a su piel y le causaba fatiga...Pero no sed. Debía de estar sedienta, e incluso hambrienta después de todo lo ocurrido y de ese calor pero no sentía ninguna de las dos.
-Señor Otrore. ¿Ha comido o bebido algo en todo el tiempo que lleva aquí atrapado?.- Preguntó por mera curiosidad tratando de confirmar aquella nueva teoría sobre el funcionamiento del mundo de los sueños.
-Pues...La verdad es que no...Otro pequeño detalle del que no me había percatado, eres perspicaz joven elfa. Debo recordar esto para mis notas. Puede tener su importancia.-
Respondió el alquimista justo cuando por fin el túnel dejaba de descender y daba paso a una zona totalmente diferente aunque no precisamente mejor. Con razón hacía tanto calor, habían estado acercándose a una zona llena de lava cruzada por un gran puente que la elfa reconoció como idéntico o muy parecido a aquel en el que un par de brujos casi la matan. -Pensaba que acabar en aquel lago había sido malo, pero lo prefiero mil veces a esto. Si un brujo apareciera aquí como en el otro puente...- Comento tratando de resultar graciosa mientras trataba de ver si en algunas de esas puertas talladas a lo largo de aquel lugar había alguna marca o pista que indicase que era lo que estaban buscando. Una nueva puerta para cambiar a otra zona.
-Me encantaba este puente, a veces incluso dí las clases en él en vez de en el aula. No me extraña nada que aparezca recurrentemente en mis sueños. Aunque seguro que preferiríais que soñara con verdes y frescos prados que con esto...Creo que representa mi camino a través de las dificultades. Ya sabéis, soy tensai de agua.-
No obstante no hubo tiempo para hablar sobre la interpretación de los sueños del brujo ya que ni en aquel lugar infernal cuyo calor resultaba asfixiante iban a poder continuar sin más. Habían descendido hasta los infiernos abrasadores e incluso hasta allí les había seguido el enemigo. Como respondiendo al intento de broma de Níniel un brujo con la capacidad de convertir su cuerpo en dura roca hizo su aparición atacando por sorpresa a Vincent y causando que el pequeño grupo de soñadores quedara separado. La sacerdotisa inmediatamente se puso en guardia y comenzó a reunir maná para ayudar al rubio en su lucha pero en aquella ocasión Vincent la instó a no quedarse allí si no a seguir avanzando. Por supuesto la peliblanca iba a ignorar completamente aquellas palabras, no iba a dejarlo solo, aquel enemigo parecía peligroso y podía ayudarle. Pero al mencionar la confianza se detuvo, dudó y al final no tuvo más remedio que morderse el labio inferior con preocupación y hacerle caso comenzando a alejarse de allí en dirección al final de aquel puente sobre la lava. Algo tendría en mente para hacer esa petición.
-Más te vale no morir brujo, si alguien va a matarte seré yo- Gritó girándose tras comenzar a correr junto a Otrore. No sabía porque había dicho aquello, no tenía ninguna intención de matarle, quizá de arrearle un poco y hasta eso parecía ya una bobada a esas alturas. La peliblanca culpó a la situación de aquello y siguió corriendo lanzando constantes miradas hacia atrás. Tendría que aclarar esas palabras después, cuando el brujo volviera junto a ella.
Aquel puente no era tan largo como el de la academia y a diferencia de éste último no conducía a ninguna torre mágica ni a nada similar. Terminaba en una pared de piedra maciza con una gran apertura por la cual cruzar al otro lado y nada más. Tan pronto como Níniel y Otrore cruzaron aquel enorme umbral el calor desapareció a cambio de un frescor típico de las grandes estructuras de piedra tales como castillos o grandes bóvedas de piedra naturales aunque aquel lugar no era ni lo uno ni lo otro. Era una enorme habitación perfectamente cuadrada tan grande como para poder caber dentro de ella toda la posada donde vivía y aún sobraría espacio. Nada adornaba sus paredes, suelo o techo y aunque estaba iluminada no se veía antorcha o lámpara alguna.No había más entrada, puerta o indicio de una que aquella que acababan de dejar atrás El único mobiliario que había era una mesa cuadrada de madera en el centro cubierta por un buen número de matraces, frascos y viales llenos de sustancia de todo tipo y color. Tras acercarse hasta allí Níniel vio también que había una única página de un libro entre todos aquellos recipientes y en cada extremo de la mesa sendas manos talladas sujetaban dos copas doradas bellamente adornadas, una con perlas la otra con coral.
-Otro callejón sin salida...Y otra prueba. Pero bueno ahora que ha recuperado la memoria no habrá que resolverlo. ¿Qué hay que hacer?. Debemos darnos prisa, en cuanto podamos seguir iré a por Vincent aunque se enfade.- Le dijo la elfa a Otrore que enseguida comenzó a revisar todo cuanto había sobre la mesa.
-Lamento decir que no tengo ni idea. Esta página contiene dos recetas pero ambas están incompletas.- Níniel se giró y acercó dedicándole a Otrore una mirada con la que parecía querer culparle de todo. -Lo siento, sé que te preocupa el brujo y no quieres estar aquí perdiendo el tiempo con él peleando con ese tipo pero...-
-Se supone que son tus pruebas...- Fueron las palabras de Níniel controlando su voz para evitar gritarle a aquel hombre. Tal y como había dicho resultaba insufrible tener que jugar a pruebitas con Vincent en peligro. -Resuélvelo, yo volveré al puente. Espera, ¿dos recetas incompletas?. En las columnas de antes había también otras dos recetas incompletas. Déjame ver eso.- La peliblanca cogió la página y leyó aquellas instrucciones a toda prisa confirmando sus sospechas. Aquella página completaba la parte que pudo leer de las recetas talladas en las columnas. Dos recetas, una mesa llena de los ingredientes ya preparados para mezclar y dos manos sosteniendo dos copas vacías. Así que debía averiguar qué frascos contenían lo que necesitaba y preparar dichas pociones...Sonaba sencillo pero no lo era.
Aunque había frascos con contenidos de todo tipo, algunas esencias y preparados podían llegar a resultar muy parecidos unos a otros incluso habiendo sido preparados con ingredientes muy diferentes. Hasta había sustancia muy venenosas que podían engañar a más de un ojo experto y pasar por brebajes curativos, por eso un buen alquimista siempre tenía su laboratorio perfectamente ordenado y todo claramente etiquetado para evitar confusiones letales. No se podía negar que la prueba estaba bien pensada para resultar todo un desafío.
-Vale, necesito extracto de fruto de sinforicarpo, esencia de mirrían de escarcha y solución líquida de sal de fuego para la poción de resistencia al frío.- Pensó en voz alta juntando mentalmente las recetas. La solución de sal de fuego era sencilla de identificar, pues era la única sustancia líquida que se mantenía permanentemente caliente por si misma. la esencia de mirrían tenía un color verde muy claro con pequeñas partículas de un verde más oscuro en suspensión. El extracto de sinforicarpo era curioso pues a pesar de ser extraído de un fruto rojo tomaba tonos de un azul como el del hielo puro en invierno. Aquellos tres resultó sencillo encontrarlos y separarlos de los demás. -Y ahora germen de trigo, esencia de flor azul de la montaña y concentrado de tallo de seta brillante.- Una vez más encontrar los dos primeros resultó sencillo. el germen era fácilmente identificable, la flor azul era uno de los ingredientes más utilizados por la sacerdotisa y era la base de muchas pociones curativas. Por desgracia el último no fue capaz de reconocerlo con precisión aunque redujo las posibilidades a solo dos. El primero era un vial con un líquido blancuzco, el segundo una vial de forma retorcida con una sustancia del mismo color aunque un poco más espesa.
-No lo tengo claro, si estuviera en mi laboratorio tiraría ambos solo por no estar segura...-
-Creo que es este, pero como tú no puedo asegurarlo del todo, dependiendo de la concentración y la frescura de los ingredientes puede ser cualquiera de las dos...- Dijo el brujo señalando uno de los frascos pero arrugando la nariz por la falta de certeza.
-Un buen alquimista siempre usa productos en su mejor estado para la preparación...La seta brillante es preferible usarla fresca. Y si la seta es fresca su concentrado es más líquido. Aquí hay dos soñadores alquimistas y ambos son buenos alquimistas ¿no?.- Sugirió la elfa confiando en que el sueño respetaría aquella lógica y decidiéndose por dicha sustancia realizando las mezclas. -Las perlas reaccionan ante las sales de fuego y el coral ante la seta brillante...Esperemos que no haya errado en mi suposición.- Dijo vertiendo cada mezcla en su respectiva copa y apartándose mientras Otrore observaba inquieto si se producía algún resultado.
En ese momento todo el lugar comenzó a temblar y un par de bloques de piedra cayeron desde el techo aunque por suerte lejos de ellos y de la mesa llenando parte del suelo de escombros. Un continuo estruendo llenó todo el lugar salpicado por puntuales sonidos más fuertes aún de piedra golpeando fuertemente contra piedra. La peliblanca pensó que era alguna especie de trampa activada por su culpa, por haber escogido mal los ingredientes. Trató de vaciar las copas pensando que quizá así se detendría el proceso y quizá tuviera una segunda oportunidad pero aquellas manos de madera tenían las doradas copas tan firmemente sujetas que ni siquiera con una patada consiguió vaciar su contenido. En ese momento Vincent hizo su entrada triunfal y su comentario causó que la peliblanca le mirara con extrañeza. Sí había sido Vincent quién había causado esos temblores y desprendimientos, ¿Qué había pasado con la prueba?.
Como respuesta, las manos de madera cobraron movimiento y alzaron las copas imitando una especie de brindis. En cuanto dejaron de moverse al fondo de aquella sala apareció un portal circular que mostraba una imagen del bosque de Sandorai y una casa árbol que Níniel conocía muy bien. -Larguémonos de aquí ya.- Sugirió elevando la voz en un grito para poder ser oída por encima del estruendo y corrimiento de roca lanzándose a la carrera contra aquel portal a casa. Durante su carrera un nuevo bloque de piedra se desprendió del techo cayendo muy cerca de ella, sobre la mesa de frascos que se hicieron añicos por el impacto. Como si la mesa fuera la que mantenía el portal activo, la imagen de Sandorai comenzó a agitarse y a distorsionarse, amenazando con desaparecer. Cuando Níniel llegó hasta el portal saltó sin pensárselo dos veces cerrando los ojos. Cuando los abrió, estaba en tumbada en la verde hierba de su hogar y ante ella estaba su padre ataviado con su armadura de combate y la miraba con su eterna sonrisa y mirada de curiosidad.
-Mi pequeña estrella. ¿De dónde sales?.- Preguntó antes de que Vincent y Otrore aparecieran también allí y causaran que elfo peliblanco enarcara una ceja. -¿Brujos en mi casa?, vaya, y yo que pensaba que la sesión de entrenamiento de hoy iba a ser aburrida.- Dijo ampliando su sonrisa y poniendo su espada en el cuello de Vincent a la vez que media docena más de elfos rodeaban al grupo.
- El padre de Nín y una idea de la casa.:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1149
Nivel de PJ : : 10
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
Vinc había caído hecho una bola de polvo en medio de la habitación, pero hasta que no escuchó la voz de Níniel no fue consciente de donde estaba, pues sus ojos solo se habían concentrado en el puente que se venía abajo con el resto de la caverna.
El brujo entonces se percató que estaban en una habitación cerrada, y al ver como el techo y suelo temblaban, le pareció que quizás se había excedido con su trampa al tensai de tierra. Tampoco es que hubiera previsto tirar abajo toda la maldita gruta, pero parecía que el aumento de poder en el sueño era más fuerte de lo que había calculado.
Las manos de madera se movieron, y en cuanto se detuvieron activaron el portal que había justo al fondo de la sala. El grito de Nín no fue necesario para que los hombres corrieran detrás de ella, para salir de aquel desastre que había provocado el brujo. Una roca cayó sobre una mesa, provocando que la imagen del portal se turbara, y otra casi estuvo a punto de aplastar a Otrore, más el rubio estuvo ágil para salvarlo. Con un impulso se lanzó hacia adelante, como había hecho anteriormente para no caer junto al puente, arrastrando al tensai de agua con él.
Al caer notó que ya no temblaba el suelo, y que ya no escuchaba el ruido atronador del derrumbe, por lo que concluyó, antes de abrir los ojos y ponerse en pie, que habían conseguido cruzar el portal de una pieza. Eso o que estaban muertos.
El frío acero en su cuello fue un indicativo más que notable de que seguía vivo. Aunque ciertamente no deseado. Acababa de sobrevivir a duras penas a su maestro en combate, y se encontraba con un hombre de un singular atractivo amenazándolo con su espada. Sus características orejas mostraba la raza a la que pertenecía, pero fueron sus palabras las que habían sorprendido al brujo.
El padre de Níniel. Como no. Si ya habían aparecido su padre y su maestro, ¿por qué no iba de aparecer el padre de la elfa? Esto lo complicaba todo. No solo porque estaba rodeado y en una posición delicada, sino porque le iba a costar matar al padre de la sacerdotisa, más allá de las capacidades de combate que este tuviera. No sabía qué efecto podía producir en la mente de la mujer matar a su padre, aunque este fuera falso. A él mismo le había costado luchar contra su maestro, y destruir a una de las Níniel falsas. Y aunque ella había hecho lo propio con una, no había tenido oportunidad de hablarlo con la dama. Puede que le estuviera afectando más de lo que parecía, y dañar más a la elfa no le agradaba en absoluto.
El acero se posó con mayor fuerza sobre su cuello provocando que el brujo tuviera que ladear la cabeza para no cortarse en profundidad. Un hilillo de sangre corrió hacia abajo, adentrándose en su pecho oculto tras su camisa y coraza ligera.
- Tranquilo. Somos amigos, estamos junto a su hija-, comentó Vinc, consciente de que el elfo intentaba llamar su atención de ese modo ortodoxo.
- Ya claro, unos brujos amistosos-, contestó con un tono medio en broma. - No te preocupes, sé que no todos los brujos sois unos malnacidos destructores, pero lo siento, no puedo creer que unos que andan merodeando por Sandorai tengan buenas intenciones-, el padre de Nín hizo un gesto con su cabeza y uno de los elfos comenzó a desatarle el cinto. Adiós a sus armas. Lo que le faltaba. - ¿Qué ocurre? ¿Os llegaron los rumores que se cuentan en tierras humanas? ¿Lo de las chicas elfas desnudas en el lago? - retiró la espada de su cuello y acercó mucho su rostro con una sonrisa. - Estabas tentado de ver a mi dulce estrellita desnuda ¿verdad?
El brujo cayó de rodillas por la fuerza del impacto en su vientre. El golpe de su mano libre vino como un rayo. En un visto y no visto, su brazo se había movido con una rapidez que nunca hubiera imaginado que pudiera existir. Más rápido que su maestro, lo cual era bastante asombroso.
- Dice la verdad, no venimos con maldad. Somos amigos de Níniel-, se apresuró a decir Otrore, que fue silenciado por un golpe de otro elfo por detrás de su pierna, lo que provocó que el tensai de agua acabara de rodillas como el propio Vincent.
- Sacadlos de aquí. No le hagáis daño pero echadlos de este suelo sagrado. No quiero volver a verles-, gritó sus hombres. - Y si volvéis a aparecer por aquí, no seré tan benevolente-, susurró al odio del rubio. - Llevaos a mi hija dentro, no sabe lo que dice. No quiero oír más tonterías por hoy-, ordenó haciendo caso omiso a las explicaciones de la peliblanca.
Al ver la situación Vincent pensó que hacer. Si arrestaban a Níniel, esta no podría llegar hasta la sala de alquimia, o si lo hacía con ellos apartados, puede que solo consiguiera salir ella. Ellos se quedarían atrapados, y sin la ayuda de la elfa nunca conseguiría salvar al alquimista. Si no fuese por la mujer, ya hacía tiempo que habría muerto.
- Un segundo. Has dicho que ibas a entrenar-, se aventuró a decir, zafándose de las manos de uno de sus captores.
- Sí, eso había dicho-, respondió algo intrigado el padre. - Que maquinas hechicero.
- Nada serio. Solo un entrenamiento. Sin armas ni magia. Nada peligroso. Os doy mi palabra de que no usaré mis poderes, aunque penséis que mi palabra no valga nada, os juro que así lo haré-, razonó con el líder de los hombres.
- Tú mismo lo has dicho, la palabra de un brujo no vale nada-, contestó. - Pero has picado mi curiosidad. ¿De verdad pretendes ganar a un elfo en un combate cuerpo a cuerpo? - rió, aunque sin duda se mostraba interesado. - Y que ganarías con ello.
- Si gano, mi amigo y yo podremos quedarnos y aprender de la cultura elfa, que es por lo que hemos venido aquí-, mintió. - Si pierdo, nos iremos al linde del bosque y no volveremos nunca más.
- Ya os había ordenado eso, pero está bien. Veamos de lo que eres capaz-, comentó con autosuficiencia el elfo, a la vez que envainaba su espada, para luego desabrocharse la coraza. - Sin armas.
- Así es, le daré mis cosas a mi amigo-, le asintió, y el padre de Nín le hizo un gesto dándole permiso.
Vincent se rasgó un brazo de la camisa mientras avanzaba hacia Francesco, y con ella se hizo una venda provisional en el cuello, ante la herida leve, pero molesta, que le había ocasionado el guerrero.
- Que haces Vinc. Te va a dar una paliza-, dijo Otrore.
- Me lo dices o me lo cuentas-, le contestó quitándose su propia coraza y dándosela al alquimista. Luego se rompió la camisa, haciendo saltar los hilos que la ataban, pues estaba para al arrastre con tanta pelea, y realmente ya no servía para nada. La tiró al suelo y comenzó a quitarse los guantes con sus preciados dedos metálicos, ya que el elfo no toleraría que luchara con ellos, con toda la razón. - Cuídamelos eh. Por cierto, en cuando comience el espectáculo acércate a Níniel, y dile que se escabulla para hacer lo que tenga que hacer en la sala de alquimia. Algo me dice que todos se van a distraer observando como un brujo es golpeado por su amado líder-, susurró, luego sonrió y le guiñó un ojo.
- Eres un idiota Vincent-, replicó, negando con la cabeza.
- Lo sé-, dijo sin perder la sonrisa. - Antes de que me vaya, ahora no puedo explayarme mucho, pero tú no estás en peligro como el resto de nosotros. Tú eres esencial para el sueño, lo comprendí cuando alteraste la luz en el túnel.
- ¿Qué quieres decir? - preguntó extrañado
- El sueño te necesita vivo. Por eso el dragón no nos mató cuando estábamos todos juntos.
- Esto es para hoy muchacho-, dijo el elfo, cansado de esperar.
- No puedo decirte más ahora. Alguien está impaciente en machacarme-, rió. - Coméntaselo a Nín si puedes, aunque lo importante ahora es hacer lo que tengas que hacer en la sala de alquimia. Confío en vosotros-, y dicho esto se alejó, acercándose al padre de la elfa.
- Ya pensaba que te ibas a acobardar-, bromeó el hombre.
- No es mi estilo-, sonrió. Le caía bien el padre de Níniel pese a las circunstancias. - Vaya, con todo esto se me ha pasado preguntaros vuestro nombre. Mi nombre es Vincent Calhoun.
- Eres un tipo de lo más extraño-, rió. - Aunque me gusta tu educación. Soy Aldaron Thenidiel. ¿Preparado?
Vicent asintió.
El elfo se movió con suma rapidez, acortando la distancia entre ambos en un suspiro. El brujo lo esquivó a duras penas. Pronto, el combate de los hombres con el pecho descubierto, atrajo la vista de los demás elfos, olvidándose de lo que tenían entre manos. ¿Qué podía hacer un brujo anciano cargado con una coraza después de todo? ¿Y quién iba a sospechar que la hija del hombre que luchaba contra el otro brujo iba a ayudarle?
El siguiente golpe no lo pudo esquivar, y le golpeó en la base del esternón, robándole el aire. Aldaron disfrutó su momento y decidió no golpearlo de seguido, sino dejar que se su contrincante se recuperase con la rodilla clavada en el suelo. Lo tenía todo controlado después de todo, si mostraba todo su potencial de inicio, el combate no duraría ni un suspiro. Cosa que debía evitar Vincent a toda costa, pues el combate era lo que le daba tiempo a la elfa.
Otro combo casi lo alcanza, pero esta vez el rubio estuvo rápido para esquivarlo y contraatacar. Su pierna impactó contra la de su adversario, y este, trastabillado, no puedo evitar el directo que le dio el brujo.
- No está mal. No está mal-, sonrió el elfo dolorido. Estaba disfrutando con la lucha parecía.
Vinc volvió a esquivar los ataques del elfo, aunque esta vez al contraatacar el padre de Nín lo estaba esperando. Apresó su brazo con una llave, para luego retorcérselo dejándolo en una posición incómoda. El brujo consiguió zafarse con un codazo de su brazo libre en el muslo de su opresor, pero este, antes de que el mago pudiera alejarse, lo pateó.
El rubio cayó al suelo de lado, y pese a que se estaba llevando una somanta de golpes, estaba feliz, pues al echar una leve ojeada no apreció a sus amigos entre los observadores. Níniel y Otrore se había escabullido.
Calhoun atacó con su pierna desde su mala posición. Un ataque que fue fácilmente evadido por Aldaron, para luego realizar varios ataques con sus brazos que fueron esquivados a medias por el brujo, ya que se llevó en el rostro más de los deseados, siendo el clímax un gancho que lo tiró de espaldas al suelo.
Vincent escupió sangre, provocada por los cortes en la boca que le había ocasionado los golpes diestros del elfo. Le estaba dando una autentica paliza, y aún así no podía dejar de admirar su destreza.
- Tienes un aguante considerable para ser un brujo-, comentó el elfo, con cierto deje de reconocimiento en su voz.
- Gracias, pero creo que tenemos cosas peores de las que preocuparnos-, respondió a Aldaron, que lo miró con extrañeza por esas palabras.
Al brujo, no se le ocurrió una mejor manera de hacer ver el problema a su interlocutor, que señalar al cielo. En cuanto el padre de Níniel miró el firmamento comprendió a que se refería.
- Que has hecho maldito brujo-, dijo enfadado, volviendo a mirarle.
- ¿De verdad crees que yo tengo poder para hacer algo así? - respondió, levantándose el suelo, aún dolorido por los golpes. - ¿Aún cuando me estabas dando una paliza? Esto no es cosa mía. Créeme.
Aldaron dudó en creerle, más pareció que tuvo que hacerlo a la fuerza. Realmente, crear algo así le parecía imposible por un brujo que no estaba en las mejores condiciones para conjurar nada.
El cielo se fue volviendo cada vez más negro, cada vez más insondable. Y de su punto más negro, la oscuridad se fue extendiendo, poco a poco pero sin detenerse, por el cielo antes claro. Era como si un portal de pura oscuridad se hubiera creado en el firmamento. A Vincent no le causaba demasiada conmoción, sabiendo que se hallaba en un sueño, más para los elfos, totalmente ajenos a ello, les debía parecer que el mundo se acababa.
Unas rocas, con una estela de humo negro, cayeron de la especie de portal. O eso parecía a simple vista. De forma aleatoria, la mayoría cayeron alejadas de su zona, salvo una, que cuando impactó demostró solo ser solo una bola de humo, nada tangible. Sin embargo, la sombra se movió con rapidez hacia uno de los elfos cercanos. A este se le volvió la mirada gélida y azul, algo que ya había contemplado en Dundarak una vez. Algo extremadamente peligroso.
- Rápido, debemos refugiarnos en tu casa-, avisó al padre de Níniel, pero este pareció demasiado conmocionado para hacerle caso, o simplemente no confiaba en él.
La sombra se movió con una velocidad que superaba a la del propio Aldaron, y cuando estuvo a punto de ensartarlo, una ráfaga de viento lo lanzó varios metros hacia atrás. El demonio cayó contra la corteza de una de las casas, perdiéndose de vista por ahora al desaparecer su cuerpo entre el follaje.
- Vamos, tenemos que ir al laboratorio de alquimia-, volvió a apremiar al elfo, que pareció que perdió la susceptibilidad con el brujo al ver como lo salvaba. - Necesitas un arma, y yo las mías.
- Por qué nos ayudas-, respondió, acercándose al elfo que sostenía sus cosas. Luego lo guió hasta la casa en cuanto estuvo pertrechado de nuevo. - Lo siento, no veo al elfo que te desarmó, pero puedes usar esta espada, yo tengo otra en mi propia casa-, comentó entrando por la puerta, después de cederle su acero.
Vincent cerró tras de sí, haciendo caso omiso al caos que se estaba formando fuera.
- ¿Que está pasando? ¿Y cómo sabes que en casa hay un sala de alquimia? - preguntó Aldaron, armado con una nueva espada.
- Ya te lo dije, somos amigos de Níniel, pero ahora es difícil de explicar. Te lo contaré cuando lleguemos al laboratorio. Necesito mis guantes para no estar limitado en mis poderes-, comentó y el elfo se encaminó guiándolo por la casa.
Necesitaba sus guantes para crear fuego con mayor facilidad, y poder combatir bien a esos demonios sombríos. Y sobre todo, sabía que a Otrore no le pasaría nada, que el sueño lo respetaría, pero necesitaba asegurarse de que Níniel estaba sana y salva.
El brujo entonces se percató que estaban en una habitación cerrada, y al ver como el techo y suelo temblaban, le pareció que quizás se había excedido con su trampa al tensai de tierra. Tampoco es que hubiera previsto tirar abajo toda la maldita gruta, pero parecía que el aumento de poder en el sueño era más fuerte de lo que había calculado.
Las manos de madera se movieron, y en cuanto se detuvieron activaron el portal que había justo al fondo de la sala. El grito de Nín no fue necesario para que los hombres corrieran detrás de ella, para salir de aquel desastre que había provocado el brujo. Una roca cayó sobre una mesa, provocando que la imagen del portal se turbara, y otra casi estuvo a punto de aplastar a Otrore, más el rubio estuvo ágil para salvarlo. Con un impulso se lanzó hacia adelante, como había hecho anteriormente para no caer junto al puente, arrastrando al tensai de agua con él.
Al caer notó que ya no temblaba el suelo, y que ya no escuchaba el ruido atronador del derrumbe, por lo que concluyó, antes de abrir los ojos y ponerse en pie, que habían conseguido cruzar el portal de una pieza. Eso o que estaban muertos.
El frío acero en su cuello fue un indicativo más que notable de que seguía vivo. Aunque ciertamente no deseado. Acababa de sobrevivir a duras penas a su maestro en combate, y se encontraba con un hombre de un singular atractivo amenazándolo con su espada. Sus características orejas mostraba la raza a la que pertenecía, pero fueron sus palabras las que habían sorprendido al brujo.
El padre de Níniel. Como no. Si ya habían aparecido su padre y su maestro, ¿por qué no iba de aparecer el padre de la elfa? Esto lo complicaba todo. No solo porque estaba rodeado y en una posición delicada, sino porque le iba a costar matar al padre de la sacerdotisa, más allá de las capacidades de combate que este tuviera. No sabía qué efecto podía producir en la mente de la mujer matar a su padre, aunque este fuera falso. A él mismo le había costado luchar contra su maestro, y destruir a una de las Níniel falsas. Y aunque ella había hecho lo propio con una, no había tenido oportunidad de hablarlo con la dama. Puede que le estuviera afectando más de lo que parecía, y dañar más a la elfa no le agradaba en absoluto.
El acero se posó con mayor fuerza sobre su cuello provocando que el brujo tuviera que ladear la cabeza para no cortarse en profundidad. Un hilillo de sangre corrió hacia abajo, adentrándose en su pecho oculto tras su camisa y coraza ligera.
- Tranquilo. Somos amigos, estamos junto a su hija-, comentó Vinc, consciente de que el elfo intentaba llamar su atención de ese modo ortodoxo.
- Ya claro, unos brujos amistosos-, contestó con un tono medio en broma. - No te preocupes, sé que no todos los brujos sois unos malnacidos destructores, pero lo siento, no puedo creer que unos que andan merodeando por Sandorai tengan buenas intenciones-, el padre de Nín hizo un gesto con su cabeza y uno de los elfos comenzó a desatarle el cinto. Adiós a sus armas. Lo que le faltaba. - ¿Qué ocurre? ¿Os llegaron los rumores que se cuentan en tierras humanas? ¿Lo de las chicas elfas desnudas en el lago? - retiró la espada de su cuello y acercó mucho su rostro con una sonrisa. - Estabas tentado de ver a mi dulce estrellita desnuda ¿verdad?
El brujo cayó de rodillas por la fuerza del impacto en su vientre. El golpe de su mano libre vino como un rayo. En un visto y no visto, su brazo se había movido con una rapidez que nunca hubiera imaginado que pudiera existir. Más rápido que su maestro, lo cual era bastante asombroso.
- Dice la verdad, no venimos con maldad. Somos amigos de Níniel-, se apresuró a decir Otrore, que fue silenciado por un golpe de otro elfo por detrás de su pierna, lo que provocó que el tensai de agua acabara de rodillas como el propio Vincent.
- Sacadlos de aquí. No le hagáis daño pero echadlos de este suelo sagrado. No quiero volver a verles-, gritó sus hombres. - Y si volvéis a aparecer por aquí, no seré tan benevolente-, susurró al odio del rubio. - Llevaos a mi hija dentro, no sabe lo que dice. No quiero oír más tonterías por hoy-, ordenó haciendo caso omiso a las explicaciones de la peliblanca.
Al ver la situación Vincent pensó que hacer. Si arrestaban a Níniel, esta no podría llegar hasta la sala de alquimia, o si lo hacía con ellos apartados, puede que solo consiguiera salir ella. Ellos se quedarían atrapados, y sin la ayuda de la elfa nunca conseguiría salvar al alquimista. Si no fuese por la mujer, ya hacía tiempo que habría muerto.
- Un segundo. Has dicho que ibas a entrenar-, se aventuró a decir, zafándose de las manos de uno de sus captores.
- Sí, eso había dicho-, respondió algo intrigado el padre. - Que maquinas hechicero.
- Nada serio. Solo un entrenamiento. Sin armas ni magia. Nada peligroso. Os doy mi palabra de que no usaré mis poderes, aunque penséis que mi palabra no valga nada, os juro que así lo haré-, razonó con el líder de los hombres.
- Tú mismo lo has dicho, la palabra de un brujo no vale nada-, contestó. - Pero has picado mi curiosidad. ¿De verdad pretendes ganar a un elfo en un combate cuerpo a cuerpo? - rió, aunque sin duda se mostraba interesado. - Y que ganarías con ello.
- Si gano, mi amigo y yo podremos quedarnos y aprender de la cultura elfa, que es por lo que hemos venido aquí-, mintió. - Si pierdo, nos iremos al linde del bosque y no volveremos nunca más.
- Ya os había ordenado eso, pero está bien. Veamos de lo que eres capaz-, comentó con autosuficiencia el elfo, a la vez que envainaba su espada, para luego desabrocharse la coraza. - Sin armas.
- Así es, le daré mis cosas a mi amigo-, le asintió, y el padre de Nín le hizo un gesto dándole permiso.
Vincent se rasgó un brazo de la camisa mientras avanzaba hacia Francesco, y con ella se hizo una venda provisional en el cuello, ante la herida leve, pero molesta, que le había ocasionado el guerrero.
- Que haces Vinc. Te va a dar una paliza-, dijo Otrore.
- Me lo dices o me lo cuentas-, le contestó quitándose su propia coraza y dándosela al alquimista. Luego se rompió la camisa, haciendo saltar los hilos que la ataban, pues estaba para al arrastre con tanta pelea, y realmente ya no servía para nada. La tiró al suelo y comenzó a quitarse los guantes con sus preciados dedos metálicos, ya que el elfo no toleraría que luchara con ellos, con toda la razón. - Cuídamelos eh. Por cierto, en cuando comience el espectáculo acércate a Níniel, y dile que se escabulla para hacer lo que tenga que hacer en la sala de alquimia. Algo me dice que todos se van a distraer observando como un brujo es golpeado por su amado líder-, susurró, luego sonrió y le guiñó un ojo.
- Eres un idiota Vincent-, replicó, negando con la cabeza.
- Lo sé-, dijo sin perder la sonrisa. - Antes de que me vaya, ahora no puedo explayarme mucho, pero tú no estás en peligro como el resto de nosotros. Tú eres esencial para el sueño, lo comprendí cuando alteraste la luz en el túnel.
- ¿Qué quieres decir? - preguntó extrañado
- El sueño te necesita vivo. Por eso el dragón no nos mató cuando estábamos todos juntos.
- Esto es para hoy muchacho-, dijo el elfo, cansado de esperar.
- No puedo decirte más ahora. Alguien está impaciente en machacarme-, rió. - Coméntaselo a Nín si puedes, aunque lo importante ahora es hacer lo que tengas que hacer en la sala de alquimia. Confío en vosotros-, y dicho esto se alejó, acercándose al padre de la elfa.
- Ya pensaba que te ibas a acobardar-, bromeó el hombre.
- No es mi estilo-, sonrió. Le caía bien el padre de Níniel pese a las circunstancias. - Vaya, con todo esto se me ha pasado preguntaros vuestro nombre. Mi nombre es Vincent Calhoun.
- Eres un tipo de lo más extraño-, rió. - Aunque me gusta tu educación. Soy Aldaron Thenidiel. ¿Preparado?
Vicent asintió.
El elfo se movió con suma rapidez, acortando la distancia entre ambos en un suspiro. El brujo lo esquivó a duras penas. Pronto, el combate de los hombres con el pecho descubierto, atrajo la vista de los demás elfos, olvidándose de lo que tenían entre manos. ¿Qué podía hacer un brujo anciano cargado con una coraza después de todo? ¿Y quién iba a sospechar que la hija del hombre que luchaba contra el otro brujo iba a ayudarle?
El siguiente golpe no lo pudo esquivar, y le golpeó en la base del esternón, robándole el aire. Aldaron disfrutó su momento y decidió no golpearlo de seguido, sino dejar que se su contrincante se recuperase con la rodilla clavada en el suelo. Lo tenía todo controlado después de todo, si mostraba todo su potencial de inicio, el combate no duraría ni un suspiro. Cosa que debía evitar Vincent a toda costa, pues el combate era lo que le daba tiempo a la elfa.
Otro combo casi lo alcanza, pero esta vez el rubio estuvo rápido para esquivarlo y contraatacar. Su pierna impactó contra la de su adversario, y este, trastabillado, no puedo evitar el directo que le dio el brujo.
- No está mal. No está mal-, sonrió el elfo dolorido. Estaba disfrutando con la lucha parecía.
Vinc volvió a esquivar los ataques del elfo, aunque esta vez al contraatacar el padre de Nín lo estaba esperando. Apresó su brazo con una llave, para luego retorcérselo dejándolo en una posición incómoda. El brujo consiguió zafarse con un codazo de su brazo libre en el muslo de su opresor, pero este, antes de que el mago pudiera alejarse, lo pateó.
El rubio cayó al suelo de lado, y pese a que se estaba llevando una somanta de golpes, estaba feliz, pues al echar una leve ojeada no apreció a sus amigos entre los observadores. Níniel y Otrore se había escabullido.
Calhoun atacó con su pierna desde su mala posición. Un ataque que fue fácilmente evadido por Aldaron, para luego realizar varios ataques con sus brazos que fueron esquivados a medias por el brujo, ya que se llevó en el rostro más de los deseados, siendo el clímax un gancho que lo tiró de espaldas al suelo.
Vincent escupió sangre, provocada por los cortes en la boca que le había ocasionado los golpes diestros del elfo. Le estaba dando una autentica paliza, y aún así no podía dejar de admirar su destreza.
- Tienes un aguante considerable para ser un brujo-, comentó el elfo, con cierto deje de reconocimiento en su voz.
- Gracias, pero creo que tenemos cosas peores de las que preocuparnos-, respondió a Aldaron, que lo miró con extrañeza por esas palabras.
Al brujo, no se le ocurrió una mejor manera de hacer ver el problema a su interlocutor, que señalar al cielo. En cuanto el padre de Níniel miró el firmamento comprendió a que se refería.
- Que has hecho maldito brujo-, dijo enfadado, volviendo a mirarle.
- ¿De verdad crees que yo tengo poder para hacer algo así? - respondió, levantándose el suelo, aún dolorido por los golpes. - ¿Aún cuando me estabas dando una paliza? Esto no es cosa mía. Créeme.
Aldaron dudó en creerle, más pareció que tuvo que hacerlo a la fuerza. Realmente, crear algo así le parecía imposible por un brujo que no estaba en las mejores condiciones para conjurar nada.
El cielo se fue volviendo cada vez más negro, cada vez más insondable. Y de su punto más negro, la oscuridad se fue extendiendo, poco a poco pero sin detenerse, por el cielo antes claro. Era como si un portal de pura oscuridad se hubiera creado en el firmamento. A Vincent no le causaba demasiada conmoción, sabiendo que se hallaba en un sueño, más para los elfos, totalmente ajenos a ello, les debía parecer que el mundo se acababa.
Unas rocas, con una estela de humo negro, cayeron de la especie de portal. O eso parecía a simple vista. De forma aleatoria, la mayoría cayeron alejadas de su zona, salvo una, que cuando impactó demostró solo ser solo una bola de humo, nada tangible. Sin embargo, la sombra se movió con rapidez hacia uno de los elfos cercanos. A este se le volvió la mirada gélida y azul, algo que ya había contemplado en Dundarak una vez. Algo extremadamente peligroso.
- Rápido, debemos refugiarnos en tu casa-, avisó al padre de Níniel, pero este pareció demasiado conmocionado para hacerle caso, o simplemente no confiaba en él.
La sombra se movió con una velocidad que superaba a la del propio Aldaron, y cuando estuvo a punto de ensartarlo, una ráfaga de viento lo lanzó varios metros hacia atrás. El demonio cayó contra la corteza de una de las casas, perdiéndose de vista por ahora al desaparecer su cuerpo entre el follaje.
- Vamos, tenemos que ir al laboratorio de alquimia-, volvió a apremiar al elfo, que pareció que perdió la susceptibilidad con el brujo al ver como lo salvaba. - Necesitas un arma, y yo las mías.
- Por qué nos ayudas-, respondió, acercándose al elfo que sostenía sus cosas. Luego lo guió hasta la casa en cuanto estuvo pertrechado de nuevo. - Lo siento, no veo al elfo que te desarmó, pero puedes usar esta espada, yo tengo otra en mi propia casa-, comentó entrando por la puerta, después de cederle su acero.
Vincent cerró tras de sí, haciendo caso omiso al caos que se estaba formando fuera.
- ¿Que está pasando? ¿Y cómo sabes que en casa hay un sala de alquimia? - preguntó Aldaron, armado con una nueva espada.
- Ya te lo dije, somos amigos de Níniel, pero ahora es difícil de explicar. Te lo contaré cuando lleguemos al laboratorio. Necesito mis guantes para no estar limitado en mis poderes-, comentó y el elfo se encaminó guiándolo por la casa.
Necesitaba sus guantes para crear fuego con mayor facilidad, y poder combatir bien a esos demonios sombríos. Y sobre todo, sabía que a Otrore no le pasaría nada, que el sueño lo respetaría, pero necesitaba asegurarse de que Níniel estaba sana y salva.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
Por mucho que Níniel trató de convencer a su padre de que apartase su arma del cuello de Vincent no consiguió nada, solo que el comandante de los caballeros esmeralda la mirara como si aún fuera una niña pequeña que no entendía nada y a la que cualquiera podría fácilmente manipular, en aquel caso aquellos brujos. Mientras que su madre la lanzaba a una prueba tras otra para comprobar su crecimiento, Aldaron se mostraba sobreprotector de un modo tan excesivo como tierno, siempre había sido así. Por supuesto seguían en el sueño y aquel no era su auténtico padre, pero lo cierto es que se comportaba de un modo fácilmente reconocible, incluso comentó aquella historia sobre jóvenes elfas desnudas danzando en el lago tal y como a su verdadero progenitor gustaba de hacer pues encontraba divertido observar las reacciones de los intrusos ante aquellas palabras, por otro lado ciertas. Sí que era verdad que en algunos ritos las sacerdotisas y a veces otras elfas bailaban desnudas a la luz de la luna, con sus cuerpos pintados para ser más precisos. No obstante su padre no solía ser tan violento gratuitamente y golpear prisioneros. Si un intruso era encontrado en las tierras del clan lo expulsaban tras darle un buen susto y quitarle las ganas de volver, si había cometido algún crimen durante su incursión lo mataban y su cuerpo alimentaba al bosque, la tortura y el causar dolor innecesario no entraban en su modo de actuar. Eso era más bien típico de humanos y otras razas.
Para más inri el elfo ordenó que la llevaran adentro, como si fuera el castigo de una infante por haber dejado de lado la lección obligatoria del día para ir con sus amigas al río. Lamentablemente poco podía hacer, si aquellos caballeros del bosque eran tal y como los recordaba serían demasiado fuertes, y Aldaron sencillamente resultaría invencible. Nunca en dieciocho años le vio perder, ni siquiera tener la necesidad de esforzarse de verdad durante sus entrenamientos. Nunca le había visto regresar de una patrulla con herida o mella alguna en su armadura y todo el clan alababa sus habilidades. Incluso con la determinación de hacerles daño, pues no eran reales, no podría hacerles nada. Por ello cuando Vincent lo retó a un combate cuerpo a cuerpo uno contra uno la peliblanca no pudo si no morderse el labio con preocupación. Vincent era valiente y buen luchador, la hacía sentir segura estando a su lado, pero no tenía ni idea de con quien iba a medirse. Al menos la anterior orden de su padre seguía vigente y dentro de la casa no tendría que ver aquella lucha.
Una vez dentro, los caballeros, deseosos de ver el combate la dejaron sola limitándose a cerrar la puertas al salir. No tenían motivos para pensar que la joven elfa desafiaría la voluntad de su padre, y de estar en el mundo real aquello sería cierto, por muy en desacuerdo que estuviera acataría el castigo. Pero aquello no era el mundo real si no un sueño y la peliblanca iba por primera vez a ignorar a uno de sus progenitores, lo cual incluso en aquellas circunstancias la hacía sentir culpable y sucia. -Esto no es real, no estoy desobedeciendo a mi padre. Solo es un sueño.- Se dijo a sí misma en voz alta mientras echaba un vistazo al resto de aquella planta de su casa para comprobar que estaba sola. En ese momento un sonoro golpe que la sacerdotisa identificó como un puñetazo directo en la cara se escuchó desde fuera y la elfa rogó que no fuera la de Vincent la que lo había encajado. La puerta de la entrada comenzó a abrirse muy despacio y entró Otrore cargando con las cosas del rubio en un brazo poniendo su mejor cara de sigilo lo cual le daba un aspecto bastante cómico junto a su modo de caminar de puntillas como si aquello sirviera para algo.
-!Otrore!. ¿Cómo te has zafado de los caballeros?- Preguntó la elfa en cuanto el brujo volvió a cerrar la puerta sorprendida de verle allí pero alegrándose inmensamente de ello. -¿Cómo está Vincent?, ¿Ese golpe...?-
-Ese golpe ha ido directo a Vincent, pero está dando buena pelea. Quiere que aprovechemos para fabricar el atajo mientras los elfos están distraídos con el espectáculo. Para ser amantes de la paz, la naturaleza y la vida, tu padre reparte golpes que da gusto.- Respondió el hombre colocándose la coraza ligera de Vincent por encima para que no le estorbara tanto llevarla. -Debemos darnos prisa, no creo que aguante muchos directos más. ¿Dónde está ese laboratorio maestro?. Por cierto bonita casa, por fuera parecía más pequeña-
-Arriba.- Indicó la elfa comenzando a caminar apresuradamente por la escalera de caracol en torno al tronco del árbol de la casa en dirección al laboratorio, situado en lo más alto lo cual significaba que había que subir no pocos escalones hasta llegar hasta el. A medio camino Otrore comenzó a disminuir el ritmo sintiendo que su resistencia, mermada por la edad, ya no era lo que un día fue, pero aún así, a su ritmo siguió ascendiendo hasta llegar al laboratorio, intacto y totalmente funcional. Trabajar con aquellos materiales y herramientas también suponía un hito para la peliblanca pues tenía prohibido usar los instrumentos e ingredientes de su madre, para sus lecciones usaba uno diferente. Usar aquel equipo maestro era un privilegio que aún no se había ganado aunque el destino había querido que ya usara uno de esas características en la mansión de una familia noble y había sido una delicia poder hacerlo.
-Fiuuuu.- Silbó el brujo alquimista al alcanzar a la peliblanca y observar todo aquello. -Tu madre y yo tendríamos mucho de qué hablar...Hacía décadas que no veía un equipo así.- Añadió echando un vistazo aunque comenzando rápidamente a seleccionar los ingredientes que necesitaba para crear aquel "camino donde no lo hay".
-Mi madre nunca desprecia una buena conversación y menos si es entre maestros de alquimia. No obstante me alegra que no esté en este sueño de mi hogar, sería complicado explicar por qué hay un brujo usando su laboratorio. Si cree que mi padre es fuerte, debería verla a ella.- Respondió la elfa con su voz teñida del más reverencial de los respetos. Entonces la sala, hasta ese momento bien iluminada, comenzó a quedar a oscuras a un ritmo alarmante. Inquieta, la peliblanca generó una buena cantidad de luz con su magia y se acercó a la ventana alzando su vista al cielo y comprobando como las nubes negras se arremolinaban ocultando al mismo sol como hicieran la primera vez que estuvo allí. Dos sueños diferentes del mismo lugar, con personas diferentes pero que acababa igual...Como en sus pesadillas. -¿Tardará mucho en realizar la poción?.- Inquirió en un tono que indicaba que sería mejor no estar allí mucho más tiempo.
-Solo unos minutos. Ayúdame con esto. Extrae la esencia de esta raíz de xandria y haz polvo fino con las alas de dardo naranja.- Fue la respuesta del anciano a la par que tendía dichos ingredientes en bruto a la peliblanca que no dudó un instante en ponerse manos a la obra. Incluso con aquellas tareas secundarias, Níniel podía notar cómo aprendía del brujo. Solo con observarle manejar el cuchillo para obtener una parte muy concreta de una pluma de halcón y luego ponerla a hervir en agua con un poco de lágrima de doncella, la planta, no de una doncella de verdad, para que el resultado se produjese antes la joven mejoraba su propia habilidad. Incluso la corrigió mientras molía las alas mostrándo un modo de conseguir un resultado óptimo en menos tiempo. Era un gran maestro, eso se notaba incluso en apenas unos minutos, si pudiera ser su aprendiza durante una temporada, por breve que fuera...El hombre pareció leerle la mente pues sonrió mientras trabajaba. -Tienes buena mano, si salimos de esta hay mucho más que puedo enseñarte. Además a mi Clary le vendría bien tener una amiga.- En el rostro de la peliblanca se dibujó también una amplia sonrisa ante su ofrecimiento. -Será un honor, yo...Lamento haberle alzado la voz antes. Estaba...- El brujo hizo un gesto con la palma de la mano mostrando que no consideraba que hubiera nada que perdonar. -Estabas preocupada por ese joven brujo. Si hubiera más como vosotros...El mundo sería un lugar mejor. Al fin y al cabo ambas razas compartimos el mismo don.- Níniel asintió ante aquellas palabras, puede que fuera una utopía pero ella mejor que nadie sabía que elfos y brujos podían colaborar y lograr grandes cosas.
-Bien esto ya está...Ahora solo tenemos que ir a por Vincent y conseguir que beba un poco de esto...Ya casi estamos fuera, puedo oler la libertad y el aire no tan limpio de Vulwulfar.- El brujo alzó victorioso un frasco con un líquido de color verde anaranjado justo cuando a través de la puerta al laboratorio se pudieron escuchar los pasos de varias personas subiendo por las escaleras. Poco podría haber supuesto que Vincent y su padre hubieran hecho las paces y ahora fueran aliados por ello pensó que debían tratarse de guardias que se habían percatado de la ausencia de Otrore e iban para volver a detenerlo a pesar de que el oscuro cielo era a todas luces prueba de que todo cuanto habían intentado explicarles era cierto. Rápidamente la sacerdotisa pensó en un modo de escapar y abrió la ventana. Desde allí había un modo para usar los tejados de las diferentes secciones de la casa árbol y lograr descender hasta el suelo, era algo que aprendió jugando de niña. A Otrore no le iba a hacer gracia la idea pero tampoco es que pudieran elegir.
Fue en ese momento, justo antes de explicar su plan, cuando una gran mano totalmente negra y acabada en afiladas garras apareció de repente atravesando la ventana recién abierta, arrancando buena parte de la pared con un gran estruendo y capturando al alquimista entre sus dedos sacándolo con suma facilidad entre gritos y llevándose consigo también la poción de atajo en posesión de Otrore. A través del agujero de la pared, cuando la mano retrocedió con su captura completada, un gran viento azotó la habitación entera destrozando herramientas y materiales y rompiendo los armarios repletos de ingredientes causando que muchos de ellos salieran volando o se echaran a perder. La peliblanca no podía creerse lo que acababa de ocurrir y cómo de un simple gesto el laboratorio de su madre podía haber acabado así. Se asomó para ver al causante de aquel destrozo a través del boquete y pudo ver a una enorme criatura hecha de negrura, tan alta como la casa árbol con brillantes ojos rojos y afilados dientes mostrados en una sonrisa terrible en su rostro de pesadilla coronado por cuernos. Aquella cosa tenía largos brazos y fuertes piernas, caminaba sobre sus cuartos traseros pero parecía que podía moverse también a cuatro patas equilibrándose con una larga cola tan negra como el resto de su cuerpo. No era la primera vez que Níniel la veía, era la visión que la atormentaba en sus pesadillas, el mal que en la visión de la piedra del vidente llevaba la muerte a su amado hogar. Ella lo llamaba, "Ojos de rubí" y tenía a Otrore y a su único modo de escapar de allí.
-Os di una oportunidad para salir de aquí pero la rechazasteis. ¿Acaso pensabais que podríais escapar de MI mundo?. Solo correteáis de un lado a otro como pequeños y molestos ratoncitos, quitándome mi sustento. Otrore es mio pues yo soy Otrore y este es mi mundo. Ahora morid.- Dijo la voz de la sala de torturas en el aquel cuerpo de oscuridad. Y como si aquello fuera una señal, por todas partes comenzaron a aparecer más y más de aquellas deformes sombras que imitaban de forma grotesca a personas conocidas por los soñadores a la par que la enorme bestia demoníaca comenzaba a llenar todo el aire con su risa.Rápidamente los caballeros esmeralda trabaron combate contra laquellas figuras pero la cosa no pintaba nada bien, no paraban de aparecer y eran muchísimas.
Subrayo el uso de la pasiva alquimiaPara más inri el elfo ordenó que la llevaran adentro, como si fuera el castigo de una infante por haber dejado de lado la lección obligatoria del día para ir con sus amigas al río. Lamentablemente poco podía hacer, si aquellos caballeros del bosque eran tal y como los recordaba serían demasiado fuertes, y Aldaron sencillamente resultaría invencible. Nunca en dieciocho años le vio perder, ni siquiera tener la necesidad de esforzarse de verdad durante sus entrenamientos. Nunca le había visto regresar de una patrulla con herida o mella alguna en su armadura y todo el clan alababa sus habilidades. Incluso con la determinación de hacerles daño, pues no eran reales, no podría hacerles nada. Por ello cuando Vincent lo retó a un combate cuerpo a cuerpo uno contra uno la peliblanca no pudo si no morderse el labio con preocupación. Vincent era valiente y buen luchador, la hacía sentir segura estando a su lado, pero no tenía ni idea de con quien iba a medirse. Al menos la anterior orden de su padre seguía vigente y dentro de la casa no tendría que ver aquella lucha.
Una vez dentro, los caballeros, deseosos de ver el combate la dejaron sola limitándose a cerrar la puertas al salir. No tenían motivos para pensar que la joven elfa desafiaría la voluntad de su padre, y de estar en el mundo real aquello sería cierto, por muy en desacuerdo que estuviera acataría el castigo. Pero aquello no era el mundo real si no un sueño y la peliblanca iba por primera vez a ignorar a uno de sus progenitores, lo cual incluso en aquellas circunstancias la hacía sentir culpable y sucia. -Esto no es real, no estoy desobedeciendo a mi padre. Solo es un sueño.- Se dijo a sí misma en voz alta mientras echaba un vistazo al resto de aquella planta de su casa para comprobar que estaba sola. En ese momento un sonoro golpe que la sacerdotisa identificó como un puñetazo directo en la cara se escuchó desde fuera y la elfa rogó que no fuera la de Vincent la que lo había encajado. La puerta de la entrada comenzó a abrirse muy despacio y entró Otrore cargando con las cosas del rubio en un brazo poniendo su mejor cara de sigilo lo cual le daba un aspecto bastante cómico junto a su modo de caminar de puntillas como si aquello sirviera para algo.
-!Otrore!. ¿Cómo te has zafado de los caballeros?- Preguntó la elfa en cuanto el brujo volvió a cerrar la puerta sorprendida de verle allí pero alegrándose inmensamente de ello. -¿Cómo está Vincent?, ¿Ese golpe...?-
-Ese golpe ha ido directo a Vincent, pero está dando buena pelea. Quiere que aprovechemos para fabricar el atajo mientras los elfos están distraídos con el espectáculo. Para ser amantes de la paz, la naturaleza y la vida, tu padre reparte golpes que da gusto.- Respondió el hombre colocándose la coraza ligera de Vincent por encima para que no le estorbara tanto llevarla. -Debemos darnos prisa, no creo que aguante muchos directos más. ¿Dónde está ese laboratorio maestro?. Por cierto bonita casa, por fuera parecía más pequeña-
-Arriba.- Indicó la elfa comenzando a caminar apresuradamente por la escalera de caracol en torno al tronco del árbol de la casa en dirección al laboratorio, situado en lo más alto lo cual significaba que había que subir no pocos escalones hasta llegar hasta el. A medio camino Otrore comenzó a disminuir el ritmo sintiendo que su resistencia, mermada por la edad, ya no era lo que un día fue, pero aún así, a su ritmo siguió ascendiendo hasta llegar al laboratorio, intacto y totalmente funcional. Trabajar con aquellos materiales y herramientas también suponía un hito para la peliblanca pues tenía prohibido usar los instrumentos e ingredientes de su madre, para sus lecciones usaba uno diferente. Usar aquel equipo maestro era un privilegio que aún no se había ganado aunque el destino había querido que ya usara uno de esas características en la mansión de una familia noble y había sido una delicia poder hacerlo.
-Fiuuuu.- Silbó el brujo alquimista al alcanzar a la peliblanca y observar todo aquello. -Tu madre y yo tendríamos mucho de qué hablar...Hacía décadas que no veía un equipo así.- Añadió echando un vistazo aunque comenzando rápidamente a seleccionar los ingredientes que necesitaba para crear aquel "camino donde no lo hay".
-Mi madre nunca desprecia una buena conversación y menos si es entre maestros de alquimia. No obstante me alegra que no esté en este sueño de mi hogar, sería complicado explicar por qué hay un brujo usando su laboratorio. Si cree que mi padre es fuerte, debería verla a ella.- Respondió la elfa con su voz teñida del más reverencial de los respetos. Entonces la sala, hasta ese momento bien iluminada, comenzó a quedar a oscuras a un ritmo alarmante. Inquieta, la peliblanca generó una buena cantidad de luz con su magia y se acercó a la ventana alzando su vista al cielo y comprobando como las nubes negras se arremolinaban ocultando al mismo sol como hicieran la primera vez que estuvo allí. Dos sueños diferentes del mismo lugar, con personas diferentes pero que acababa igual...Como en sus pesadillas. -¿Tardará mucho en realizar la poción?.- Inquirió en un tono que indicaba que sería mejor no estar allí mucho más tiempo.
-Solo unos minutos. Ayúdame con esto. Extrae la esencia de esta raíz de xandria y haz polvo fino con las alas de dardo naranja.- Fue la respuesta del anciano a la par que tendía dichos ingredientes en bruto a la peliblanca que no dudó un instante en ponerse manos a la obra. Incluso con aquellas tareas secundarias, Níniel podía notar cómo aprendía del brujo. Solo con observarle manejar el cuchillo para obtener una parte muy concreta de una pluma de halcón y luego ponerla a hervir en agua con un poco de lágrima de doncella, la planta, no de una doncella de verdad, para que el resultado se produjese antes la joven mejoraba su propia habilidad. Incluso la corrigió mientras molía las alas mostrándo un modo de conseguir un resultado óptimo en menos tiempo. Era un gran maestro, eso se notaba incluso en apenas unos minutos, si pudiera ser su aprendiza durante una temporada, por breve que fuera...El hombre pareció leerle la mente pues sonrió mientras trabajaba. -Tienes buena mano, si salimos de esta hay mucho más que puedo enseñarte. Además a mi Clary le vendría bien tener una amiga.- En el rostro de la peliblanca se dibujó también una amplia sonrisa ante su ofrecimiento. -Será un honor, yo...Lamento haberle alzado la voz antes. Estaba...- El brujo hizo un gesto con la palma de la mano mostrando que no consideraba que hubiera nada que perdonar. -Estabas preocupada por ese joven brujo. Si hubiera más como vosotros...El mundo sería un lugar mejor. Al fin y al cabo ambas razas compartimos el mismo don.- Níniel asintió ante aquellas palabras, puede que fuera una utopía pero ella mejor que nadie sabía que elfos y brujos podían colaborar y lograr grandes cosas.
-Bien esto ya está...Ahora solo tenemos que ir a por Vincent y conseguir que beba un poco de esto...Ya casi estamos fuera, puedo oler la libertad y el aire no tan limpio de Vulwulfar.- El brujo alzó victorioso un frasco con un líquido de color verde anaranjado justo cuando a través de la puerta al laboratorio se pudieron escuchar los pasos de varias personas subiendo por las escaleras. Poco podría haber supuesto que Vincent y su padre hubieran hecho las paces y ahora fueran aliados por ello pensó que debían tratarse de guardias que se habían percatado de la ausencia de Otrore e iban para volver a detenerlo a pesar de que el oscuro cielo era a todas luces prueba de que todo cuanto habían intentado explicarles era cierto. Rápidamente la sacerdotisa pensó en un modo de escapar y abrió la ventana. Desde allí había un modo para usar los tejados de las diferentes secciones de la casa árbol y lograr descender hasta el suelo, era algo que aprendió jugando de niña. A Otrore no le iba a hacer gracia la idea pero tampoco es que pudieran elegir.
Fue en ese momento, justo antes de explicar su plan, cuando una gran mano totalmente negra y acabada en afiladas garras apareció de repente atravesando la ventana recién abierta, arrancando buena parte de la pared con un gran estruendo y capturando al alquimista entre sus dedos sacándolo con suma facilidad entre gritos y llevándose consigo también la poción de atajo en posesión de Otrore. A través del agujero de la pared, cuando la mano retrocedió con su captura completada, un gran viento azotó la habitación entera destrozando herramientas y materiales y rompiendo los armarios repletos de ingredientes causando que muchos de ellos salieran volando o se echaran a perder. La peliblanca no podía creerse lo que acababa de ocurrir y cómo de un simple gesto el laboratorio de su madre podía haber acabado así. Se asomó para ver al causante de aquel destrozo a través del boquete y pudo ver a una enorme criatura hecha de negrura, tan alta como la casa árbol con brillantes ojos rojos y afilados dientes mostrados en una sonrisa terrible en su rostro de pesadilla coronado por cuernos. Aquella cosa tenía largos brazos y fuertes piernas, caminaba sobre sus cuartos traseros pero parecía que podía moverse también a cuatro patas equilibrándose con una larga cola tan negra como el resto de su cuerpo. No era la primera vez que Níniel la veía, era la visión que la atormentaba en sus pesadillas, el mal que en la visión de la piedra del vidente llevaba la muerte a su amado hogar. Ella lo llamaba, "Ojos de rubí" y tenía a Otrore y a su único modo de escapar de allí.
-Os di una oportunidad para salir de aquí pero la rechazasteis. ¿Acaso pensabais que podríais escapar de MI mundo?. Solo correteáis de un lado a otro como pequeños y molestos ratoncitos, quitándome mi sustento. Otrore es mio pues yo soy Otrore y este es mi mundo. Ahora morid.- Dijo la voz de la sala de torturas en el aquel cuerpo de oscuridad. Y como si aquello fuera una señal, por todas partes comenzaron a aparecer más y más de aquellas deformes sombras que imitaban de forma grotesca a personas conocidas por los soñadores a la par que la enorme bestia demoníaca comenzaba a llenar todo el aire con su risa.Rápidamente los caballeros esmeralda trabaron combate contra laquellas figuras pero la cosa no pintaba nada bien, no paraban de aparecer y eran muchísimas.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1149
Nivel de PJ : : 10
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
El atlético elfo se movió con rapidez hacia unas escaleras, y sin dudarlo inició el ascenso por ellas. Vinc tampoco lo dudó, y se convirtió en la sombra del padre de Níniel, pues el guerrero sabía perfectamente donde estaba el laboratorio, y allí por fin se reuniría con sus compañeros para salir de esa maldita pesadilla.
El ascenso le estaba pareciendo eterno al brujo, pues no paraban de superar escalones, uno tras otro, en una subida interminable, por lo que al rato de ir escalando ya se supuso que irían hasta lo más alto de la casa árbol. Como no. Si algo se podía complicar siempre se complicaría en ese maldito sueño, y si tenía prisa por llegar hasta Níniel, pues lo mínimo que tendría que superar eran cientos de escalones. Suerte tendría si además no debía cruzar otro río de lava para llegar hasta la sala de alquimia.
Un gran estruendo le sacó de sus pensamientos, provocando que el corazón se le agitase con fuerza. El brujo corrió con todas sus fuerzas, y quedó asombrado ante el estropicio que se encontró ante sus ojos. Probetas, viales, alambiques, armarios enteros estaban tirados por el suelo en una caos que estaba seguro que era impropio del lugar. Además, un enorme boquete lucía en una de las paredes de la casa árbol, desde donde la joven elfa se asomaba con estupefacción. Vinc suspiró aliviado. Al menos la elfa estaba bien, aunque le extrañaba no ver a Otrore con ella. ¿No habría podido seguir el plan que le había comentado?
- ¿Y Francesco? Pensaba que estaría contigo-, preguntó acercándose hasta la peliblanca.
Pero no necesitó contestación. En cuando se acercó hasta el agujero pudo ver en el exterior una gran bestia que pareciera creada a partir de la misma noche. Era tan alta como los árboles donde los elfos habían construido sus viviendas, y tenía los ojos de un rojo intenso. Sus dientes sonreían en una mueca que poco tenía de amistosa, y sus dos cuernos sobresalían por encima de su cabeza de demonio. Era una auténtico monstruo de pesadilla, aunque después de estar a punto de ser calcinado por aquella mezcla de dragón de luz y oscuridad, no le impresionó hasta el punto de dejarlo tan paralizado como la otra vez.
Su voz gutural resonó, haciendo que el brujo comprendiera que era el ente que estaba manejando el sueño a su antojo. El que les ponía pruebas a cada paso que daban, y que había convertido la ensoñación en una pesadilla. Eso le gustó mucho menos que su aspecto, pues significaba que era el ser con mayor poder dentro del sueño, y ver a Otrore en una de sus garras aún le gustó menos. No podría salir del sueño simplemente, sino que tendría que luchar contra esa cosa, teniendo todas las de perder.
- Nín, que te ocurre-, comentó a la mujer poniéndose justo delante, tapando su visión de la bestia. - Pareces absorta mirando a esa criatura.
No estaba seguro de que le pasaba, pero miraba fijamente a la bestia como si la estuviera impresionando. Sin duda, no era para menos, más tenía que volverla a la realidad. Todo lo real que podía ser ese sueño claro. Necesitaba los poderes de la elfa más que nunca, y sobre todo, necesitaba que estuviera alerta para que sobreviviera. No sabía si los tres conseguirían salir del sueño, pero el rubio tenía una cosa clara, Níniel sería de las que conseguiría salir en caso de que los demás no lo hicieran.
- Solo es una prueba más-, sonrió a la elfa, a la vez que le colocaba un mechón de pelo. - El último reto antes de volver a casa-, le susurró y luego la besó.
Sus labios eran suaves y delicados, tal y como había imaginado desde el primer momento en el que había deseado besarla en cada de Otrore. El calor que corría por sus venas de brujo fue traspasado lentamente en el dulce contacto, e hicieron sentir al rubio en un paraíso. Como si ya no estuviera todo magullado, lleno de golpes y con una bestia a punto de convertirlo en papilla. Eso le hizo recordar al brujo su aspecto, que debería ser penoso a la vista de la elfa, con el torso desnudo, sin camisa ni coraza, con los pantalones sucios y llenos de polvo de la gruta que tiró abajo, con un trozo de camisa al cuello como venda improvisada, y con la cara llena de moratones cortesía de su padre. Debía parecer un muerto viviente.
- Lo siento, no podía esperar más para besarte-, volvió a sonreír, mientras le acariciaba el rostro con delicadeza. - Vamos, tenemos una bestia que destruir-, comentó antes de volverse ante el problema que tenía entre manos.
Lo había dicho para alentarla, pero realmente sentía que podía ser su última batalla. Era una sensación que lo había acompañado desde la sala de los espejos, ya que el control del ente sobre sueño era muy poderoso. Por eso mismo la había besado, pues no iba a irse de este mundo sin sentir su cuerpo una vez al menos en su vida.
- Amigos de Níniel-, dijo Aldaron, recordando las palabras del brujo. - Supongo que no iba muy desencaminado con lo que de que venían a ver a las elfas.
- Bueno, en todo caso yo solo vendría a ver a una en concreto-, le contestó,
Aunque no sabía muy bien por qué se explicaba ante el padre de la peliblanca. A fin de cuentas no era su verdadero padre el que veía ante sus ojos.
- Me temo que no podré quitarte el ojo de encima cuanto esto acabe-, comentó en un tono menos serio que antes, casi medio en broma.
- Solo si sobrevivo-, rió como acto reflejo, sin poder evitarlo. - Acabemos con esto-, hizo un movimiento afirmativo con la cabeza a Aldaron, y luego hizo lo propio con la elfa.
Vincent bajó por los tejados, pues desde el agujero había visto un modo de descender al suelo. Tuvo cuidado de no caerse, ya que la altura era considerable, e hizo entender al brujo todas las escaleras que había subido para llegar al laboratorio. Sin duda ese árbol era tan alto como una torre, aunque no se había fijado anteriormente. Los problemas al pasar el portal no le habían dado tiempo de fijarse en el panorama hasta ahora.
Por fortuna, la criatura, tan alta como los árboles, estaba concentrada ante el ataque de varios elfos que le disparaban flechas incendiadas, por lo que no se mostró motivada de aplastarlo con el resto de la casa de un manotazo. Así que el brujo consiguió llegar al suelo sin mayores problemas, dándose cuenta que era poco más que una hormiga contra frente a la bestia, ahora que estaba a sus pies.
Un grupo de sombras lo atacó, y el brujo notó al instante la calidad del acero que le había dejado Aldaron. Era ligera, al mismo tiempo afilada como la mejor de las espadas, y además estaba perfectamente equilibrada, por lo que era muy sencilla manejarla.
- Tengo que pillarme una de estas-, comentó para sí mismo, lidiando con las sombras.
El acero no era suficiente, las sombras eran demasiado poderosas y, sobre todo, demasiado numerosas, así que no dudó un instante en aprovechar el fuego creado por los arqueros elfos para usarlo contra ellas. Ya que no tenía sus guantes aprovecharía el ya existente. Las sombras no se esperaron la llamarada que pronto las consumió, desapareciendo como si nunca hubieran existido, no obstante, no dejaban de aparecer más y más, por lo que si querían salir vivos de allí sería mejor rescatar a Otrore primero, y luego escapar al mundo real.
Vincent salvó por los pelos un pisotón de la mole de oscuridad, que se rió disfrutando del caos que había originado. La aldea élfica se había convertido en una batalla campal, y pese a que los elfos luchaban muy bien, cada vez se veían más superados por la superioridad numérica.
El brujo inició un ataque de viento que había practicado con su espada. Consistía en una corte de aire originado con sus poderes y el uso acertado de su acero en el momento preciso. No lo tenía muy bien desarrollado, pero si anteriormente había dado resultado su trampa explosiva, con tan buenos resultados además, ahora podría serle igualmente útil su ataque cortante. Vinc se concentró, y con un movimiento rápido de su espada, como si diera un tajo a un enemigo imaginario, una ráfaga de viento superfino y cortante salió despedida de ella en dirección a la bestia.
El ente dominador del sueño gritó de dolor, y el brazo con el que agarraba a Otrore quedó seccionado desde el antebrazo.
- ¡Maldito, pagarás cara tu osadía! -, gritó con su característica voz gutural.
La mano que sostenía a Francesco, cayó agarrando aún al tensai de agua, y esta atravesó la pared de la casa árbol contra la que impactó, perdiéndose dentro de ella.
- Iré a por él y volveré-, gritó a Níniel y a su padre que estaban cerca.
Vincent volvió a correr con toda su alma una vez más, salvando otro ataque de la mole por poco, e internándose en la casa sin pensárselo dos veces. Pronto vio al alquimista, aún atorado por la mano que lo apresaba.
- No he soltado el elixir en ningún momento-, comentó eufórico Otrore.
- Vaya, menudo talante más alegre llevas. Cualquiera diría que te divierte ser secuestrado por monstruos-, respondió el rubio asombrado.
- Es que este líquido es nuestro pasaporte a casa-, contestó nuevamente Otrore.
Así que ese frasco era la puerta de salida a esa pesadilla. Tenía que llevárselo a Níniel cuanto antes.
- Salgamos de aquí entonces-, dijo Vinc, forcejeando con los dedos de la mano, que no se movían en absoluto. -Maldita bestia, como te ama-, ironizó mientras luchaba en vano.
De repente, la mano comenzó a deshacerse en humo como había ocurrido otras veces con los enemigos que había derrotado, haciendo que el tensai quedara liberado por fin.
- Salgamos de aquí-, comentó dirigiéndose a la salida
- No me lo digas dos veces.
El brazo de la criatura apareció delante de los brujos, destrozando parte de la casa y cortándoles el paso.
- ¡No os llevaréis a Otrore! ¡Es mio!-, dijo furioso el ente.
Vinc al alzar los ojos, comprobó como el humo que salía de la mano muerta volvía hacia la bestia, regenerando su maltrecha extremidad nuevamente. Maldita sea. Esa cosa no dejaba de complicarlo todo y le estaba hartando. Se concentró para realizar otro ataque como el anterior, pero dirigido esta vez al cuello, cuando unas ramas vivas agarraron a su objetivo, precisamente al cuello que iba a atacar. ¿Qué demonios? No sabía que estaba pasando, pero más y más ramas se arrimaban hasta el ente para agarrarlo y paralizarlo.
- ¡Noooooooo! ¡No me detendréis!-, gritó forcejeando para liberarse.
- Larguémonos-, apremió el rubio al alquimista.
Salieron por el boquete que había hecho la bestia en su intento de capturarles, y corrieron hasta donde Níniel se encontraba, para darle de beber la poción.
- Rápido, toma un sorbo-, dijo a la peliblanca, que hizo lo propio. - Ahora tú Francesco-, el alquimista no se lo pensó y después de beber su poción se la pasó a Vinc.
El rubio iba a beber como el resto de sus amigos cuando sintió un dolor en su vientre. Miró hacia el origen del dolor y pudo apreciar una enorme garra atravesándolo de lado a lado. Una de las uñas afiladas que adornaban cada uno de los dedos de la manaza del monstruo. Vinc tomó un sorbo de la poción de todos modos, justo antes de que su mente se perdiera en la más absoluta oscuridad.
El ascenso le estaba pareciendo eterno al brujo, pues no paraban de superar escalones, uno tras otro, en una subida interminable, por lo que al rato de ir escalando ya se supuso que irían hasta lo más alto de la casa árbol. Como no. Si algo se podía complicar siempre se complicaría en ese maldito sueño, y si tenía prisa por llegar hasta Níniel, pues lo mínimo que tendría que superar eran cientos de escalones. Suerte tendría si además no debía cruzar otro río de lava para llegar hasta la sala de alquimia.
Un gran estruendo le sacó de sus pensamientos, provocando que el corazón se le agitase con fuerza. El brujo corrió con todas sus fuerzas, y quedó asombrado ante el estropicio que se encontró ante sus ojos. Probetas, viales, alambiques, armarios enteros estaban tirados por el suelo en una caos que estaba seguro que era impropio del lugar. Además, un enorme boquete lucía en una de las paredes de la casa árbol, desde donde la joven elfa se asomaba con estupefacción. Vinc suspiró aliviado. Al menos la elfa estaba bien, aunque le extrañaba no ver a Otrore con ella. ¿No habría podido seguir el plan que le había comentado?
- ¿Y Francesco? Pensaba que estaría contigo-, preguntó acercándose hasta la peliblanca.
Pero no necesitó contestación. En cuando se acercó hasta el agujero pudo ver en el exterior una gran bestia que pareciera creada a partir de la misma noche. Era tan alta como los árboles donde los elfos habían construido sus viviendas, y tenía los ojos de un rojo intenso. Sus dientes sonreían en una mueca que poco tenía de amistosa, y sus dos cuernos sobresalían por encima de su cabeza de demonio. Era una auténtico monstruo de pesadilla, aunque después de estar a punto de ser calcinado por aquella mezcla de dragón de luz y oscuridad, no le impresionó hasta el punto de dejarlo tan paralizado como la otra vez.
Su voz gutural resonó, haciendo que el brujo comprendiera que era el ente que estaba manejando el sueño a su antojo. El que les ponía pruebas a cada paso que daban, y que había convertido la ensoñación en una pesadilla. Eso le gustó mucho menos que su aspecto, pues significaba que era el ser con mayor poder dentro del sueño, y ver a Otrore en una de sus garras aún le gustó menos. No podría salir del sueño simplemente, sino que tendría que luchar contra esa cosa, teniendo todas las de perder.
- Nín, que te ocurre-, comentó a la mujer poniéndose justo delante, tapando su visión de la bestia. - Pareces absorta mirando a esa criatura.
No estaba seguro de que le pasaba, pero miraba fijamente a la bestia como si la estuviera impresionando. Sin duda, no era para menos, más tenía que volverla a la realidad. Todo lo real que podía ser ese sueño claro. Necesitaba los poderes de la elfa más que nunca, y sobre todo, necesitaba que estuviera alerta para que sobreviviera. No sabía si los tres conseguirían salir del sueño, pero el rubio tenía una cosa clara, Níniel sería de las que conseguiría salir en caso de que los demás no lo hicieran.
- Solo es una prueba más-, sonrió a la elfa, a la vez que le colocaba un mechón de pelo. - El último reto antes de volver a casa-, le susurró y luego la besó.
Sus labios eran suaves y delicados, tal y como había imaginado desde el primer momento en el que había deseado besarla en cada de Otrore. El calor que corría por sus venas de brujo fue traspasado lentamente en el dulce contacto, e hicieron sentir al rubio en un paraíso. Como si ya no estuviera todo magullado, lleno de golpes y con una bestia a punto de convertirlo en papilla. Eso le hizo recordar al brujo su aspecto, que debería ser penoso a la vista de la elfa, con el torso desnudo, sin camisa ni coraza, con los pantalones sucios y llenos de polvo de la gruta que tiró abajo, con un trozo de camisa al cuello como venda improvisada, y con la cara llena de moratones cortesía de su padre. Debía parecer un muerto viviente.
- Lo siento, no podía esperar más para besarte-, volvió a sonreír, mientras le acariciaba el rostro con delicadeza. - Vamos, tenemos una bestia que destruir-, comentó antes de volverse ante el problema que tenía entre manos.
Lo había dicho para alentarla, pero realmente sentía que podía ser su última batalla. Era una sensación que lo había acompañado desde la sala de los espejos, ya que el control del ente sobre sueño era muy poderoso. Por eso mismo la había besado, pues no iba a irse de este mundo sin sentir su cuerpo una vez al menos en su vida.
- Amigos de Níniel-, dijo Aldaron, recordando las palabras del brujo. - Supongo que no iba muy desencaminado con lo que de que venían a ver a las elfas.
- Bueno, en todo caso yo solo vendría a ver a una en concreto-, le contestó,
Aunque no sabía muy bien por qué se explicaba ante el padre de la peliblanca. A fin de cuentas no era su verdadero padre el que veía ante sus ojos.
- Me temo que no podré quitarte el ojo de encima cuanto esto acabe-, comentó en un tono menos serio que antes, casi medio en broma.
- Solo si sobrevivo-, rió como acto reflejo, sin poder evitarlo. - Acabemos con esto-, hizo un movimiento afirmativo con la cabeza a Aldaron, y luego hizo lo propio con la elfa.
Vincent bajó por los tejados, pues desde el agujero había visto un modo de descender al suelo. Tuvo cuidado de no caerse, ya que la altura era considerable, e hizo entender al brujo todas las escaleras que había subido para llegar al laboratorio. Sin duda ese árbol era tan alto como una torre, aunque no se había fijado anteriormente. Los problemas al pasar el portal no le habían dado tiempo de fijarse en el panorama hasta ahora.
Por fortuna, la criatura, tan alta como los árboles, estaba concentrada ante el ataque de varios elfos que le disparaban flechas incendiadas, por lo que no se mostró motivada de aplastarlo con el resto de la casa de un manotazo. Así que el brujo consiguió llegar al suelo sin mayores problemas, dándose cuenta que era poco más que una hormiga contra frente a la bestia, ahora que estaba a sus pies.
Un grupo de sombras lo atacó, y el brujo notó al instante la calidad del acero que le había dejado Aldaron. Era ligera, al mismo tiempo afilada como la mejor de las espadas, y además estaba perfectamente equilibrada, por lo que era muy sencilla manejarla.
- Tengo que pillarme una de estas-, comentó para sí mismo, lidiando con las sombras.
El acero no era suficiente, las sombras eran demasiado poderosas y, sobre todo, demasiado numerosas, así que no dudó un instante en aprovechar el fuego creado por los arqueros elfos para usarlo contra ellas. Ya que no tenía sus guantes aprovecharía el ya existente. Las sombras no se esperaron la llamarada que pronto las consumió, desapareciendo como si nunca hubieran existido, no obstante, no dejaban de aparecer más y más, por lo que si querían salir vivos de allí sería mejor rescatar a Otrore primero, y luego escapar al mundo real.
Vincent salvó por los pelos un pisotón de la mole de oscuridad, que se rió disfrutando del caos que había originado. La aldea élfica se había convertido en una batalla campal, y pese a que los elfos luchaban muy bien, cada vez se veían más superados por la superioridad numérica.
El brujo inició un ataque de viento que había practicado con su espada. Consistía en una corte de aire originado con sus poderes y el uso acertado de su acero en el momento preciso. No lo tenía muy bien desarrollado, pero si anteriormente había dado resultado su trampa explosiva, con tan buenos resultados además, ahora podría serle igualmente útil su ataque cortante. Vinc se concentró, y con un movimiento rápido de su espada, como si diera un tajo a un enemigo imaginario, una ráfaga de viento superfino y cortante salió despedida de ella en dirección a la bestia.
El ente dominador del sueño gritó de dolor, y el brazo con el que agarraba a Otrore quedó seccionado desde el antebrazo.
- ¡Maldito, pagarás cara tu osadía! -, gritó con su característica voz gutural.
La mano que sostenía a Francesco, cayó agarrando aún al tensai de agua, y esta atravesó la pared de la casa árbol contra la que impactó, perdiéndose dentro de ella.
- Iré a por él y volveré-, gritó a Níniel y a su padre que estaban cerca.
Vincent volvió a correr con toda su alma una vez más, salvando otro ataque de la mole por poco, e internándose en la casa sin pensárselo dos veces. Pronto vio al alquimista, aún atorado por la mano que lo apresaba.
- No he soltado el elixir en ningún momento-, comentó eufórico Otrore.
- Vaya, menudo talante más alegre llevas. Cualquiera diría que te divierte ser secuestrado por monstruos-, respondió el rubio asombrado.
- Es que este líquido es nuestro pasaporte a casa-, contestó nuevamente Otrore.
Así que ese frasco era la puerta de salida a esa pesadilla. Tenía que llevárselo a Níniel cuanto antes.
- Salgamos de aquí entonces-, dijo Vinc, forcejeando con los dedos de la mano, que no se movían en absoluto. -Maldita bestia, como te ama-, ironizó mientras luchaba en vano.
De repente, la mano comenzó a deshacerse en humo como había ocurrido otras veces con los enemigos que había derrotado, haciendo que el tensai quedara liberado por fin.
- Salgamos de aquí-, comentó dirigiéndose a la salida
- No me lo digas dos veces.
El brazo de la criatura apareció delante de los brujos, destrozando parte de la casa y cortándoles el paso.
- ¡No os llevaréis a Otrore! ¡Es mio!-, dijo furioso el ente.
Vinc al alzar los ojos, comprobó como el humo que salía de la mano muerta volvía hacia la bestia, regenerando su maltrecha extremidad nuevamente. Maldita sea. Esa cosa no dejaba de complicarlo todo y le estaba hartando. Se concentró para realizar otro ataque como el anterior, pero dirigido esta vez al cuello, cuando unas ramas vivas agarraron a su objetivo, precisamente al cuello que iba a atacar. ¿Qué demonios? No sabía que estaba pasando, pero más y más ramas se arrimaban hasta el ente para agarrarlo y paralizarlo.
- ¡Noooooooo! ¡No me detendréis!-, gritó forcejeando para liberarse.
- Larguémonos-, apremió el rubio al alquimista.
Salieron por el boquete que había hecho la bestia en su intento de capturarles, y corrieron hasta donde Níniel se encontraba, para darle de beber la poción.
- Rápido, toma un sorbo-, dijo a la peliblanca, que hizo lo propio. - Ahora tú Francesco-, el alquimista no se lo pensó y después de beber su poción se la pasó a Vinc.
El rubio iba a beber como el resto de sus amigos cuando sintió un dolor en su vientre. Miró hacia el origen del dolor y pudo apreciar una enorme garra atravesándolo de lado a lado. Una de las uñas afiladas que adornaban cada uno de los dedos de la manaza del monstruo. Vinc tomó un sorbo de la poción de todos modos, justo antes de que su mente se perdiera en la más absoluta oscuridad.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
La peliblanca se había quedado inmóvil mirando a la materialización de sus peores pesadillas, reviviendo las escenas de aguas teñidas con la sangre de sus hermanos y hermanas y el bosque en llamas. Comparada con el tamaño del falso dragón de luz aquella criatura era mucho más pequeña, incluso si pudiera pensarlo de manera fría resultaba menos terrible, pero había algo al ver su hogar devastado que atenazaba su corazón y la impedía actuar. Era consciente de la lucha a los pies de su casa, era consciente de que si no actuaba ya aquel mal sueño no terminaría nunca...Pero su cuerpo se negaba a obedecerla y una desagradable sensación crecía en su pecho. Era consciente de todo, incluso de la llegada de Vincent y su padre al laboratorio y del brujo acercándose hasta el agujero en la pared para ver lo que ocurría ante la falta de respuesta de la peliblanca.
Tras la segunda pregunta del brujo pudo por fin comenzar a reaccionar y le miró con expresión neutra aunque con el miedo pintado en sus ojos aguamarina. Quiso responder, explicarle qué era aquella cosa y de dónde venía pero solo consiguió tratar de hacerse entender en su idioma natal, incapaz de encontrar las palabras adecuadas en el idioma común. Al darse cuenta de aquello trato de volver al idioma en el que el brujo pudiera entenderla. -Yo...- Comenzó a balbucear sin éxito. Entonces Vincent, con suma delicadeza colocó uno de uno de sus mechones blancos tras una de sus orejas, casi como si la situación fuera de la casa no fuera con ellos, convirtiendo aquella acción prácticamente en una caricia que causó que Níniel le mirara diréctamente a los ojos. -¿Qué...?- Trató de preguntar la peliblanca, pero antes de poder terminar de formular la pregunta los labios del brujo se habían posado suavemente sobre los suyos.
No supo qué hacer, se quedó totálmente quieta sin reaccionar, sintiendo el sabor de Vincent en los labios y una sensación de agradable calidez que parecía prometer hacerla olvidar todos sus males si se dejaba llevar. Movida por instinto y sin saber si aquello debía hacerse así o no, si estaba bien o no, cerró los ojos y comenzó a mover la boca buscando que encajara mejor con la de Vincent, que más de él tocara con aquella delicadeza y calor más de ella. Pronto el beso terminó, y aunque jamás lo admitiría, no fue ella quien lo detuvo. Cuando se separaron la peliblanca volvió a clavar su mirada en la de Vincent incrédula por lo que acababa de pasar y apartándola con vergüenza enseguida mientras un ligero rubor llegaba hasta sus mejillas para acompañar la caricia del brujo de la que finalmente se apartó. -No sin mi permiso...- Murmuró en voz muy baja, aunque no había rastro de rabia o ira en sus palabras. En ese momento su padre habló y Níniel regresó de vuelta de su ensoñación dentro de una ensoñación dando un brinco al volver a ser consciente de que no estaban allí solos. Ni siquiera ubicar de nuevo a aquel Aldaron como un falso progenitor evitó que la sacerdotisa se envarase y se pusiera muy tensa al no poder evitar pensar que acababa de recibir su primer beso con su padre delante...De un brujo...Y encima ambos bromeaban al respecto...El rubor de Níniel subió hasta la punta de las orejas. Por suerte tanto Vincent como el falso Aldaron abandonaron el lugar comenzando a bajar hasta el suelo por los tejados, porque no habría sido capaz de recuperar la compostura de no haber tenido unos instantes sola.
Cuando por fin se sintió preparada, la elfa siguió a los demás hasta abajo donde estaba teniendo lugar una pequeña batalla campal entre las sombras y aquella parte del sueño que aún no había sido corrompida y se enfrentaba a la oscuridad con el valor que cabría esperar de los caballeros del bosque. Por cada elfo había al menos dos o tres de aquellos enemigos, por no hablar de ojos de rubí, pero sus hermanos y hermanas se mantenían firmes y conseguían mantener las posiciones entorno a la casa, al menos por el momento. Incluso llegaban a causarle daños a la gran bestia con sus flechas de luz y le obligaban a defenderse con la garra libre. La voz no había tenido aquello en cuenta, podía alterar ese mundo al que llamaba suyo, pero mientras lo conseguía debía enfrentarse a los Thenidiel tal y como Níniel los recordaba, una imagen idealizada que le estaba dando más problemas de los que esperaba. y aún faltaba lo mejor. Tan pronto como la sacerdotisa llegó al suelo comenzó a elevar una plegaria hacia los dioses de Sandorai y señalando a sus compañeros comenzó a otorgarles bendiciones que aumentaban sus aptitudes. Algunos recibieron armadura mágica, otros un aumento en su ya más que destacable destreza y para Vincent y Aldaron armas imbuidas para causar aún más daño con cada golpe.
-Cada vez te pareces más a tu madre estrella mía. Estoy orgulloso de tí, aunque traigas brujos a casa.- Comentó su falso padre al recibir aquella ventaja que tan bien complementaba sus propias habilidades. Incluso viniendo de un sueño la peliblanca no pudo evitar sonreír, aunque lo último sobraba. Y lo peor de todo era que su auténtico padre, seguramente haría la misma broma, si aceptara al brujo claro. No obstante era pronto para celebrar pues por cada sombra que caía dos más se levantaban.
Con el combate igualado pero el cansancio en contra de los soñadores y sus aliados, un corte de viento mágico consiguió cercenar el brazo de la bestia que mantenía sujeto a Otrore y dándoles la oportunidad que necesitaban. Vincent fue a por él al lugar donde había ido a caer, causando aún más destrozos en la casa. Aldaron tomó la iniciativa del ataque al demonio para darle tiempo, pero a pesar de haber perdido un miembro la voz vio peligrar su propia existencia y con un giró sobre sí mismo golpeó a varios de los elfos que lo mantenían a raya y de un potente salto se abalanzó sobre la casa lanzando un fuerte golpe con el brazo que le quedaba atravesando una de las paredes. Sabía que si los soñadores bebían aquella poción despertarían y se mostraba desesperado por conseguirlo. En su desesperación encajó varios golpes más pero las sombras habían empezado a superar a los cada vez menores en núnero elfos y cada vez quedaban menos para contener la oleada de sombras y atacar a la bestia. Sí tan solo Ashara estuviera allí....
Entonces Níniel volvió a pensar en aquella conversación sobre tratar de alterar el sueño de manera consciente y ante la desesperada situación pensó en su madre con todas sus fuerzas. Todos los buenos recuerdos, las lecciones, el tiempo junto a ella, los cumpleaños, los ritos de iniciación, su mirada de orgullo cuando superó las pruebas de madurez...Pero no pasaba nada, puede que al final no funcionara así o que hiciera falta algo más que aquello para poder alterar algo de aquello. Su concentración en aquel intento inútil le costó que una sombra que se había abierto paso casi la alcanzara pero allí estaba su padre para evitarlo en el último momento. ¿Qué más podía hacer ella?.
-No es momento de rendirse. Aguantaremos hasta que el último de nosotros caiga. Este es nuestro hogar. Si alguien quiere arrebatárnoslo se lo haremos pagar. Somos el clan Thenidiel.- La aleccionó el elfo sin dejar de usar su espada y acabando con otras dos sombras más. A su alrededor los últimos de los suyos caían dando su último aliento tratando de frenar incluso con sus cuerpos a las sombras, una lágrima solitaria recorrió las mejillas de la peliblanca. Níniel miró a su padre y recordó las frases rituales durante su rito de madurez. Ya no era una niña que corría por el bosque, era una mujer que defendía el bosque, como los dragones buscaban vivir en paz pero lucharían con ferocidad si era necesario. Era una sacerdotisa, una Thenidiel, la hija de Ashara. -No me he rendido, solo descansaba unos instantes.- Respondió a su padre deteniendo el avance de aquella lágrima y comenzando a acumular tanto maná como podía...Y más y más. Volvió a pensar en su madre, y comenzó a imitar los movimientos que una vez la viera usar durante una de sus escasas demostraciones de su poder a las sacerdotisas. Finalmente colocó ambas palmas de sus manos sobre la tierra y canalizó toda su energía hacia la madre tierra con un fuerte grito, una humilde ofrenda, un ruego desesperado.
El suelo comenzó a temblar y la tierra a removerse como si algo bajo ella se moviera. De repente una gruesa raíz surgió y azotó a varias de las sombras convirtiéndolas en humo ante el golpe. Luego apareció una segunda raíz y una tercera y una cuarta que se lanzaban una y otra vez hacia las sombras y hacia la gran bestia negra. Pronto las ramas de la casa árbol también cobraron vida y se lanzaron a por el demonio que trató de resistirse y partió varias de ellas, pero por cada una que partía, dos se lanzaban a por él y terminaron inmovilizándolo comenzando a apretar, a estrangularlo y a arrastrarlo hacia la tierra. Pudieron escucharse el crujir de los huesos al ser aplastados pero aún así la criatura no se rendía. Acabaría consiguiendo zafarse, era ahora o nunca.
Cuando Vincent salió de la casa y le ofreció la anaranjada poción Níniel tomó un trago y sintió cómo caía brevemente dejando atrás el bosque y apareciendo ante la casa de Otrore en el mundo de los sueños, la cual era para ser sinceros bastante más bonita que la real...Parecía que cierto alquimista trataba de autoengañarse pensando que su casa no era tan mala. Luego apareció Otrore y enseguida Vincent, aunque este cayó desplomado al suelo al aparecer, sangrando mucho por una grave herida en el costado. -!Vincent!.-Exclamo la peliblanca tendiendose en el suelo junto al brujo comprobando la gravedad de la herida e inmediatamente tratando de curarla con su magia solo para descubrir que su último ataque contra las sombras y el demonio la habían dejado sin fuerzas como para curar semejante herida. -Vamos, vamos...-
-Rápido Níniel, ayúdame a llevarlo dentro, bastará con eso para despertar, en casa tengo pociones de curación, allí podremos sanarlo.- Instó el anciano tratando de tirar de Vincent, pero ni los dos juntos eran capaces de llevarlo lo bastante rápido hasta la puerta de la casa. Entonces Francesco se retiró un paso y con su magia creó un pequeño pasillo de hielo en el suelo a través del cual pudieron deslizar al rubio. Tal y como el anciano predijo, en cuanto entraron en la casa la oscuridad les envolvió.
Níniel despertó y tan pronto estuvo ubicada y supo que lo había logrado trató de levantarse del suelo con un dolor de cabeza espantoso y tan desorientada que tropezó con un mueble y casi acaba en el suelo de nuevo. No estaba sobre el glifo del suelo si no en el laboratorio de alquimia. Parecía que alguien, Clary seguramente, la había llevado hasta allí y colocado sobre unas mantas. A su lado estaba Vincent, sobre un charco de sangre a pesar de que ni sus ropas reales ni su cuerpo real tenían herida alguna. -Vincent, despierta. ¿Puedes oírme?- Preguntó la peliblanca dándole unos golpecitos en la cara. Como una exhalación fue hasta los estantes de pociones de Otrore y cogió la poción de curación más potente disponible y ante la inconsciencia del brujo se la inyectó usando el gran invento de Chimar que siempre llevaba consigo. -Venga...Solo era un rasguño...Si mueres no podrás repetir lo del beso...- Decía inclinada sobre él atenta a sus constantes vitales.
Subrayado uso de pasiva alquimia.Tras la segunda pregunta del brujo pudo por fin comenzar a reaccionar y le miró con expresión neutra aunque con el miedo pintado en sus ojos aguamarina. Quiso responder, explicarle qué era aquella cosa y de dónde venía pero solo consiguió tratar de hacerse entender en su idioma natal, incapaz de encontrar las palabras adecuadas en el idioma común. Al darse cuenta de aquello trato de volver al idioma en el que el brujo pudiera entenderla. -Yo...- Comenzó a balbucear sin éxito. Entonces Vincent, con suma delicadeza colocó uno de uno de sus mechones blancos tras una de sus orejas, casi como si la situación fuera de la casa no fuera con ellos, convirtiendo aquella acción prácticamente en una caricia que causó que Níniel le mirara diréctamente a los ojos. -¿Qué...?- Trató de preguntar la peliblanca, pero antes de poder terminar de formular la pregunta los labios del brujo se habían posado suavemente sobre los suyos.
No supo qué hacer, se quedó totálmente quieta sin reaccionar, sintiendo el sabor de Vincent en los labios y una sensación de agradable calidez que parecía prometer hacerla olvidar todos sus males si se dejaba llevar. Movida por instinto y sin saber si aquello debía hacerse así o no, si estaba bien o no, cerró los ojos y comenzó a mover la boca buscando que encajara mejor con la de Vincent, que más de él tocara con aquella delicadeza y calor más de ella. Pronto el beso terminó, y aunque jamás lo admitiría, no fue ella quien lo detuvo. Cuando se separaron la peliblanca volvió a clavar su mirada en la de Vincent incrédula por lo que acababa de pasar y apartándola con vergüenza enseguida mientras un ligero rubor llegaba hasta sus mejillas para acompañar la caricia del brujo de la que finalmente se apartó. -No sin mi permiso...- Murmuró en voz muy baja, aunque no había rastro de rabia o ira en sus palabras. En ese momento su padre habló y Níniel regresó de vuelta de su ensoñación dentro de una ensoñación dando un brinco al volver a ser consciente de que no estaban allí solos. Ni siquiera ubicar de nuevo a aquel Aldaron como un falso progenitor evitó que la sacerdotisa se envarase y se pusiera muy tensa al no poder evitar pensar que acababa de recibir su primer beso con su padre delante...De un brujo...Y encima ambos bromeaban al respecto...El rubor de Níniel subió hasta la punta de las orejas. Por suerte tanto Vincent como el falso Aldaron abandonaron el lugar comenzando a bajar hasta el suelo por los tejados, porque no habría sido capaz de recuperar la compostura de no haber tenido unos instantes sola.
Cuando por fin se sintió preparada, la elfa siguió a los demás hasta abajo donde estaba teniendo lugar una pequeña batalla campal entre las sombras y aquella parte del sueño que aún no había sido corrompida y se enfrentaba a la oscuridad con el valor que cabría esperar de los caballeros del bosque. Por cada elfo había al menos dos o tres de aquellos enemigos, por no hablar de ojos de rubí, pero sus hermanos y hermanas se mantenían firmes y conseguían mantener las posiciones entorno a la casa, al menos por el momento. Incluso llegaban a causarle daños a la gran bestia con sus flechas de luz y le obligaban a defenderse con la garra libre. La voz no había tenido aquello en cuenta, podía alterar ese mundo al que llamaba suyo, pero mientras lo conseguía debía enfrentarse a los Thenidiel tal y como Níniel los recordaba, una imagen idealizada que le estaba dando más problemas de los que esperaba. y aún faltaba lo mejor. Tan pronto como la sacerdotisa llegó al suelo comenzó a elevar una plegaria hacia los dioses de Sandorai y señalando a sus compañeros comenzó a otorgarles bendiciones que aumentaban sus aptitudes. Algunos recibieron armadura mágica, otros un aumento en su ya más que destacable destreza y para Vincent y Aldaron armas imbuidas para causar aún más daño con cada golpe.
-Cada vez te pareces más a tu madre estrella mía. Estoy orgulloso de tí, aunque traigas brujos a casa.- Comentó su falso padre al recibir aquella ventaja que tan bien complementaba sus propias habilidades. Incluso viniendo de un sueño la peliblanca no pudo evitar sonreír, aunque lo último sobraba. Y lo peor de todo era que su auténtico padre, seguramente haría la misma broma, si aceptara al brujo claro. No obstante era pronto para celebrar pues por cada sombra que caía dos más se levantaban.
Con el combate igualado pero el cansancio en contra de los soñadores y sus aliados, un corte de viento mágico consiguió cercenar el brazo de la bestia que mantenía sujeto a Otrore y dándoles la oportunidad que necesitaban. Vincent fue a por él al lugar donde había ido a caer, causando aún más destrozos en la casa. Aldaron tomó la iniciativa del ataque al demonio para darle tiempo, pero a pesar de haber perdido un miembro la voz vio peligrar su propia existencia y con un giró sobre sí mismo golpeó a varios de los elfos que lo mantenían a raya y de un potente salto se abalanzó sobre la casa lanzando un fuerte golpe con el brazo que le quedaba atravesando una de las paredes. Sabía que si los soñadores bebían aquella poción despertarían y se mostraba desesperado por conseguirlo. En su desesperación encajó varios golpes más pero las sombras habían empezado a superar a los cada vez menores en núnero elfos y cada vez quedaban menos para contener la oleada de sombras y atacar a la bestia. Sí tan solo Ashara estuviera allí....
Entonces Níniel volvió a pensar en aquella conversación sobre tratar de alterar el sueño de manera consciente y ante la desesperada situación pensó en su madre con todas sus fuerzas. Todos los buenos recuerdos, las lecciones, el tiempo junto a ella, los cumpleaños, los ritos de iniciación, su mirada de orgullo cuando superó las pruebas de madurez...Pero no pasaba nada, puede que al final no funcionara así o que hiciera falta algo más que aquello para poder alterar algo de aquello. Su concentración en aquel intento inútil le costó que una sombra que se había abierto paso casi la alcanzara pero allí estaba su padre para evitarlo en el último momento. ¿Qué más podía hacer ella?.
-No es momento de rendirse. Aguantaremos hasta que el último de nosotros caiga. Este es nuestro hogar. Si alguien quiere arrebatárnoslo se lo haremos pagar. Somos el clan Thenidiel.- La aleccionó el elfo sin dejar de usar su espada y acabando con otras dos sombras más. A su alrededor los últimos de los suyos caían dando su último aliento tratando de frenar incluso con sus cuerpos a las sombras, una lágrima solitaria recorrió las mejillas de la peliblanca. Níniel miró a su padre y recordó las frases rituales durante su rito de madurez. Ya no era una niña que corría por el bosque, era una mujer que defendía el bosque, como los dragones buscaban vivir en paz pero lucharían con ferocidad si era necesario. Era una sacerdotisa, una Thenidiel, la hija de Ashara. -No me he rendido, solo descansaba unos instantes.- Respondió a su padre deteniendo el avance de aquella lágrima y comenzando a acumular tanto maná como podía...Y más y más. Volvió a pensar en su madre, y comenzó a imitar los movimientos que una vez la viera usar durante una de sus escasas demostraciones de su poder a las sacerdotisas. Finalmente colocó ambas palmas de sus manos sobre la tierra y canalizó toda su energía hacia la madre tierra con un fuerte grito, una humilde ofrenda, un ruego desesperado.
El suelo comenzó a temblar y la tierra a removerse como si algo bajo ella se moviera. De repente una gruesa raíz surgió y azotó a varias de las sombras convirtiéndolas en humo ante el golpe. Luego apareció una segunda raíz y una tercera y una cuarta que se lanzaban una y otra vez hacia las sombras y hacia la gran bestia negra. Pronto las ramas de la casa árbol también cobraron vida y se lanzaron a por el demonio que trató de resistirse y partió varias de ellas, pero por cada una que partía, dos se lanzaban a por él y terminaron inmovilizándolo comenzando a apretar, a estrangularlo y a arrastrarlo hacia la tierra. Pudieron escucharse el crujir de los huesos al ser aplastados pero aún así la criatura no se rendía. Acabaría consiguiendo zafarse, era ahora o nunca.
Cuando Vincent salió de la casa y le ofreció la anaranjada poción Níniel tomó un trago y sintió cómo caía brevemente dejando atrás el bosque y apareciendo ante la casa de Otrore en el mundo de los sueños, la cual era para ser sinceros bastante más bonita que la real...Parecía que cierto alquimista trataba de autoengañarse pensando que su casa no era tan mala. Luego apareció Otrore y enseguida Vincent, aunque este cayó desplomado al suelo al aparecer, sangrando mucho por una grave herida en el costado. -!Vincent!.-Exclamo la peliblanca tendiendose en el suelo junto al brujo comprobando la gravedad de la herida e inmediatamente tratando de curarla con su magia solo para descubrir que su último ataque contra las sombras y el demonio la habían dejado sin fuerzas como para curar semejante herida. -Vamos, vamos...-
-Rápido Níniel, ayúdame a llevarlo dentro, bastará con eso para despertar, en casa tengo pociones de curación, allí podremos sanarlo.- Instó el anciano tratando de tirar de Vincent, pero ni los dos juntos eran capaces de llevarlo lo bastante rápido hasta la puerta de la casa. Entonces Francesco se retiró un paso y con su magia creó un pequeño pasillo de hielo en el suelo a través del cual pudieron deslizar al rubio. Tal y como el anciano predijo, en cuanto entraron en la casa la oscuridad les envolvió.
Níniel despertó y tan pronto estuvo ubicada y supo que lo había logrado trató de levantarse del suelo con un dolor de cabeza espantoso y tan desorientada que tropezó con un mueble y casi acaba en el suelo de nuevo. No estaba sobre el glifo del suelo si no en el laboratorio de alquimia. Parecía que alguien, Clary seguramente, la había llevado hasta allí y colocado sobre unas mantas. A su lado estaba Vincent, sobre un charco de sangre a pesar de que ni sus ropas reales ni su cuerpo real tenían herida alguna. -Vincent, despierta. ¿Puedes oírme?- Preguntó la peliblanca dándole unos golpecitos en la cara. Como una exhalación fue hasta los estantes de pociones de Otrore y cogió la poción de curación más potente disponible y ante la inconsciencia del brujo se la inyectó usando el gran invento de Chimar que siempre llevaba consigo. -Venga...Solo era un rasguño...Si mueres no podrás repetir lo del beso...- Decía inclinada sobre él atenta a sus constantes vitales.
Níniel Thenidiel
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
Cantidad de envíos : : 1149
Nivel de PJ : : 10
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
El brujo sintió como caía en medio de la oscuridad, exactamente como la vez que había llegado al sueño, no obstante esta vez la caída no duró tanto como en aquella ocasión. A los pocos segundos de desvanecerse en la oscuridad sintió el suelo a sus pies, solo un instante antes de caer rendido hacia adelante.
El rubio intentó levantarse en vano, pues sus manos carecían de fuerza para realizar movimiento alguno, y curiosamente casi no sentía nada en la zona herida. Le dolía, pero no tanto como hacía unos segundos. Sumada a su debilidad no presagiaba nada bueno. Ya había visto a suficiente gente morir como para saber los síntomas que sufrían antes de perecer. Debilidad, frío en el cuerpo, carencia de sensibilidad.
Ya padecía dos de los tres más comunes, cuando sintió que Níniel dijo su nombre. O tal vez lo gritó, pues la escuchó como si estuviera muy lejos, y al mirar a su alrededor observó que en realidad estaba muy cerca.
- Parece que esta vez no he sido lo suficientemente rápido-, bromeó con voz queda.
Intentó animar a la elfa como de costumbre, pues parecía muy preocupada al ver su estado, aunque sonó tan débil que seguramente no consiguió su propósito, sino tal vez todo lo contrario. Pronto apareció Otrore, con el gesto igual de preocupado que Níniel, y se puso a su lado para ayudarlo a caminar junto a la peliblanca
Vinc hizo lo que pudo por seguirles el paso, pero no conseguía avanzar casi nada, por lo que el tensai de agua creó un pasillo de hielo para poder arrástralo. El frío en su espalda mientras lo arrastraban era casi nulo, por lo que ya comprendió que estaba en la fase de sentirse muy frío, y por lo tanto, no había mucho cambio de temperatura entre la magia de Otrore y su cuerpo. La oscuridad lo envolvió de nuevo, y como había sentido cuando se tomó el frasco anaranjado, justo después de que la bestia lo atravesara con su enorme garra, no supo si era su fin. Si esa oscuridad era lo que ocurría cuando morías o parte del sueño.
El brujo comenzó a sentir calor en su cuerpo nuevamente, como si alguien estuviera posado sobre su cuerpo levemente. Al abrir los ojos, se encontró los hermosos zafiros que llamaban tanto la atención del rostro de la elfa mirándolos con preocupación. Aunque al ver que el rubio despertaba la mujer cambió su gesto por uno más calmado. Vinc miró a su alrededor, y pese a que seguía muy confundido, observar la habitación del alquimista le devolvió la lucidez.
Lo habían conseguido, pensó animado, a la vez que se relajaba sobre el suelo y soltaba un resoplido. No había muerto, la oscuridad solo había sido el camino de vuelta a la realidad. Luego, casi como acto reflejo, se inclinó hacia adelante y le dio un abrazo a la elfa.
- Gracias, sin ti no lo habría conseguido-, le dijo a la vez que la abrazaba, recordando ahora las palabras que le había dicho mientras despertaba. - ¿Y si vivo podré repetirlo? - comentó pícaro, con un sonrisa en los labios, y alejándose de la joven para darle espacio.
El rubio sintió algo húmedo debajo de la palma de su mano al apoyarla, y al mirársela observó cómo estaba llena de sangre. Se levantó preocupado, y con una inspección se dio cuenta de que en la manta donde reposaba había un charco de sangre. Se tocó el cuerpo preocupado por esa sangre, pero no encontró que tuviera ninguna herida. En cuando terminó, se tanteó los bolsillos, suspirando aliviado al notar sus guantes en uno de ellos. Clarisse debía de haberlos guardado por algún motivo, igual que los había colocado sobre las mantas.
- Supongo que toda esta sangre es mía-, dijo intrigado. - Que interesante.
Así que las heridas en el sueño se abrían en el cuerpo real igualmente. Cada corte dentro del sueño, provocaba una herida gemela real.
- Eso parece. Nunca te acostarás sin aprender algo nuevo-, lo sorprendió la voz de Otrore desde la cama. - Aunque me tendrás que ayudar a limpiarla. Muchos golpes te has llevado, así que debe haber un montón-, rió. - Es broma, ya habéis hecho mucho por salvarme. Os estaré eternamente agradecido. Seguro que puedo encontrar algún modo de compensaros.
- No es necesario que me dé nada…- estaba por decir el brujo pero el grito de alegría de una mujer le cortó la frase.
- ¡Padre! - gritó la joven Clarisse a la vez que se abalanzaba sobre él para abrazarlo. - Temía por ti-, dijo con los ojos llorosos.
- Tranquila, tranquila, mi pequeña. He tenido un ligero error de cálculo, pero estas personas me han salvado-, intentó quitarle hierro al asunto el alquimista.
Vincent no dijo nada, pero pensó que si eso era un ligero erro de cálculo, no quería imaginarse uno bien gordo.
- Gracias-, comentó la joven abrazándose al rubio ahora. - De verdad, que sois maravillosos-, dijo haciendo lo propio con la elfa. Sin duda la chica estaba emocionada. - Tengo algo que quisiera daros. No vale nada pero… Ahora vuelvo-, comentó antes de volver a bajar.
El brujo sintió un agarre en su hombro, y al desviar la mirada, contempló a un Francesco sonriente.
- Os lo agradezco mucho-, dijo mirando al brujo y luego a la peliblanca. - Tengo que daros algo a cambio de esto. No puede quedar así. Recuerdo que le dije a Níniel que sería su maestro de alquimia todo el tiempo que ella desee estar en esta ciudad, más también debería darte algo a ti, que por cierto, me resultas muy familiar.
- No se preocupe de verdad. Yo me conformo con que todo haya salido bien, y si le dará clases a Nín, ya con eso me considero pagado-, sonrió. - Y seguramente a mi no me recuerde mucho, pero mi padre era John Calhoun, así que básicamente se conocían bastante bien. Me suelen decir que me parezco mucho a él.
- Ahhh, tu eres el pequeño de los Calhoun. El hijo mayor. Recuerdo que le di algunas clases a tu hermana cuando era solo una niña. Luego me fui de Beltrexus para no volver. Que casualidades tiene la vida. Que el hijo de otro profesor de la academia viniese a rescatarme-, miró a su lado. - Y con una bella elfa a su lado. El mundo es un lugar curioso. A veces puede ser muy cruel, pero otras veces es un lugar realmente hermoso-, sonrió.
La hija de Francesco apareció de nuevo como una exhalación y se volvió a abrazar al brujo de fuego.
- Hey chica, cuanta efusividad-, bromeó a la joven.
- Ten, te devuelvo tu colgante-, dijo alargando su mano con el colgante de lobo. - Toma también estos, como dije no vale mucho… pero no tengo nada más y los he hecho yo misma.
- Mi pequeña es toda una artista de las manualidades-, dijo Otrore hinchado de orgullo.
- Si que lo es. Y ahora que se que son tuyos me parecen aún más bonitos, señorita Clarisse-, contestó dándole una caricia amistosa en el rostro. - Los guardaré como recuerdo del día en que nos conocimos.
El brujo observó por la ventana, y se percató que era noche cerrada.
- Madre mía. Si que llevamos tiempo metidos en ese sueño. Ya es de noche.
- Lleváis todo el día en él. Por eso os acomodé-, respondió. - Espero que no les molestase.
- No, al contrario, hiciste bien-, contestó. - Pero es tarde y es mejor dejarlos solos. Es mejor que descansen. Nosotros volveremos a nuestras posadas.
- Pueden quedarse. Tenemos más camas abajo. Puedo prepararlas en un momento-, comenzó a decir la joven.
- Mi hija es un encanto ¿verdad?-, cortó a la pequeña. - Nuestros invitados seguro que prefieren dormir en sus propias habitaciones-, le guiñó un ojo con disimulo a Clary. - Seguro que mañana vendrán a visitarnos.
- Sí, en cuanto despierte vendré a verles. Lo prometo, Pasen buena noche-, se despidió con una sonrisa.
Ya fuera, el brujo esperó a la elfa, que si era bella, a la luz de la luna no podía estar más bonita.
- Mira lo que me ha regalado Clarisse-, dijo mostrando los colgantes de estrella. - Son muy bonitos. Es una jovencita muy encantadora-, comentó acercándose mucho a la mujer.
Pasó uno de los colgantes por su cabeza, que lucía ahora junto a la cabeza de lobo que perteneció a su padre, y luego pasó el cordón del otro por encima de la cabeza de la elfa y lo dejó reposar sobre su cuello. Con suavidad pasó su pelo por detrás para que no quedara por debajo del cordón.
- Un caballero debería acompañar a una dama hasta su posada por la noche. Aunque…-, hizo una pequeña pausa, - creo que es un buen momento para repetir ese beso-, dijo zalamero, con una sonrisa en los labios.
Una silueta los observaba, sin que ellos se percataran, desde el cristal de la ventana del segundo piso de la casa.
- Oye papá. Tenías razón, diría que son pareja como me has dicho-, dijo con una sonrisa alejándose de la ventana.
El rubio intentó levantarse en vano, pues sus manos carecían de fuerza para realizar movimiento alguno, y curiosamente casi no sentía nada en la zona herida. Le dolía, pero no tanto como hacía unos segundos. Sumada a su debilidad no presagiaba nada bueno. Ya había visto a suficiente gente morir como para saber los síntomas que sufrían antes de perecer. Debilidad, frío en el cuerpo, carencia de sensibilidad.
Ya padecía dos de los tres más comunes, cuando sintió que Níniel dijo su nombre. O tal vez lo gritó, pues la escuchó como si estuviera muy lejos, y al mirar a su alrededor observó que en realidad estaba muy cerca.
- Parece que esta vez no he sido lo suficientemente rápido-, bromeó con voz queda.
Intentó animar a la elfa como de costumbre, pues parecía muy preocupada al ver su estado, aunque sonó tan débil que seguramente no consiguió su propósito, sino tal vez todo lo contrario. Pronto apareció Otrore, con el gesto igual de preocupado que Níniel, y se puso a su lado para ayudarlo a caminar junto a la peliblanca
Vinc hizo lo que pudo por seguirles el paso, pero no conseguía avanzar casi nada, por lo que el tensai de agua creó un pasillo de hielo para poder arrástralo. El frío en su espalda mientras lo arrastraban era casi nulo, por lo que ya comprendió que estaba en la fase de sentirse muy frío, y por lo tanto, no había mucho cambio de temperatura entre la magia de Otrore y su cuerpo. La oscuridad lo envolvió de nuevo, y como había sentido cuando se tomó el frasco anaranjado, justo después de que la bestia lo atravesara con su enorme garra, no supo si era su fin. Si esa oscuridad era lo que ocurría cuando morías o parte del sueño.
El brujo comenzó a sentir calor en su cuerpo nuevamente, como si alguien estuviera posado sobre su cuerpo levemente. Al abrir los ojos, se encontró los hermosos zafiros que llamaban tanto la atención del rostro de la elfa mirándolos con preocupación. Aunque al ver que el rubio despertaba la mujer cambió su gesto por uno más calmado. Vinc miró a su alrededor, y pese a que seguía muy confundido, observar la habitación del alquimista le devolvió la lucidez.
Lo habían conseguido, pensó animado, a la vez que se relajaba sobre el suelo y soltaba un resoplido. No había muerto, la oscuridad solo había sido el camino de vuelta a la realidad. Luego, casi como acto reflejo, se inclinó hacia adelante y le dio un abrazo a la elfa.
- Gracias, sin ti no lo habría conseguido-, le dijo a la vez que la abrazaba, recordando ahora las palabras que le había dicho mientras despertaba. - ¿Y si vivo podré repetirlo? - comentó pícaro, con un sonrisa en los labios, y alejándose de la joven para darle espacio.
El rubio sintió algo húmedo debajo de la palma de su mano al apoyarla, y al mirársela observó cómo estaba llena de sangre. Se levantó preocupado, y con una inspección se dio cuenta de que en la manta donde reposaba había un charco de sangre. Se tocó el cuerpo preocupado por esa sangre, pero no encontró que tuviera ninguna herida. En cuando terminó, se tanteó los bolsillos, suspirando aliviado al notar sus guantes en uno de ellos. Clarisse debía de haberlos guardado por algún motivo, igual que los había colocado sobre las mantas.
- Supongo que toda esta sangre es mía-, dijo intrigado. - Que interesante.
Así que las heridas en el sueño se abrían en el cuerpo real igualmente. Cada corte dentro del sueño, provocaba una herida gemela real.
- Eso parece. Nunca te acostarás sin aprender algo nuevo-, lo sorprendió la voz de Otrore desde la cama. - Aunque me tendrás que ayudar a limpiarla. Muchos golpes te has llevado, así que debe haber un montón-, rió. - Es broma, ya habéis hecho mucho por salvarme. Os estaré eternamente agradecido. Seguro que puedo encontrar algún modo de compensaros.
- No es necesario que me dé nada…- estaba por decir el brujo pero el grito de alegría de una mujer le cortó la frase.
- ¡Padre! - gritó la joven Clarisse a la vez que se abalanzaba sobre él para abrazarlo. - Temía por ti-, dijo con los ojos llorosos.
- Tranquila, tranquila, mi pequeña. He tenido un ligero error de cálculo, pero estas personas me han salvado-, intentó quitarle hierro al asunto el alquimista.
Vincent no dijo nada, pero pensó que si eso era un ligero erro de cálculo, no quería imaginarse uno bien gordo.
- Gracias-, comentó la joven abrazándose al rubio ahora. - De verdad, que sois maravillosos-, dijo haciendo lo propio con la elfa. Sin duda la chica estaba emocionada. - Tengo algo que quisiera daros. No vale nada pero… Ahora vuelvo-, comentó antes de volver a bajar.
El brujo sintió un agarre en su hombro, y al desviar la mirada, contempló a un Francesco sonriente.
- Os lo agradezco mucho-, dijo mirando al brujo y luego a la peliblanca. - Tengo que daros algo a cambio de esto. No puede quedar así. Recuerdo que le dije a Níniel que sería su maestro de alquimia todo el tiempo que ella desee estar en esta ciudad, más también debería darte algo a ti, que por cierto, me resultas muy familiar.
- No se preocupe de verdad. Yo me conformo con que todo haya salido bien, y si le dará clases a Nín, ya con eso me considero pagado-, sonrió. - Y seguramente a mi no me recuerde mucho, pero mi padre era John Calhoun, así que básicamente se conocían bastante bien. Me suelen decir que me parezco mucho a él.
- Ahhh, tu eres el pequeño de los Calhoun. El hijo mayor. Recuerdo que le di algunas clases a tu hermana cuando era solo una niña. Luego me fui de Beltrexus para no volver. Que casualidades tiene la vida. Que el hijo de otro profesor de la academia viniese a rescatarme-, miró a su lado. - Y con una bella elfa a su lado. El mundo es un lugar curioso. A veces puede ser muy cruel, pero otras veces es un lugar realmente hermoso-, sonrió.
La hija de Francesco apareció de nuevo como una exhalación y se volvió a abrazar al brujo de fuego.
- Hey chica, cuanta efusividad-, bromeó a la joven.
- Ten, te devuelvo tu colgante-, dijo alargando su mano con el colgante de lobo. - Toma también estos, como dije no vale mucho… pero no tengo nada más y los he hecho yo misma.
- Mi pequeña es toda una artista de las manualidades-, dijo Otrore hinchado de orgullo.
- Si que lo es. Y ahora que se que son tuyos me parecen aún más bonitos, señorita Clarisse-, contestó dándole una caricia amistosa en el rostro. - Los guardaré como recuerdo del día en que nos conocimos.
El brujo observó por la ventana, y se percató que era noche cerrada.
- Madre mía. Si que llevamos tiempo metidos en ese sueño. Ya es de noche.
- Lleváis todo el día en él. Por eso os acomodé-, respondió. - Espero que no les molestase.
- No, al contrario, hiciste bien-, contestó. - Pero es tarde y es mejor dejarlos solos. Es mejor que descansen. Nosotros volveremos a nuestras posadas.
- Pueden quedarse. Tenemos más camas abajo. Puedo prepararlas en un momento-, comenzó a decir la joven.
- Mi hija es un encanto ¿verdad?-, cortó a la pequeña. - Nuestros invitados seguro que prefieren dormir en sus propias habitaciones-, le guiñó un ojo con disimulo a Clary. - Seguro que mañana vendrán a visitarnos.
- Sí, en cuanto despierte vendré a verles. Lo prometo, Pasen buena noche-, se despidió con una sonrisa.
Ya fuera, el brujo esperó a la elfa, que si era bella, a la luz de la luna no podía estar más bonita.
- Mira lo que me ha regalado Clarisse-, dijo mostrando los colgantes de estrella. - Son muy bonitos. Es una jovencita muy encantadora-, comentó acercándose mucho a la mujer.
Pasó uno de los colgantes por su cabeza, que lucía ahora junto a la cabeza de lobo que perteneció a su padre, y luego pasó el cordón del otro por encima de la cabeza de la elfa y lo dejó reposar sobre su cuello. Con suavidad pasó su pelo por detrás para que no quedara por debajo del cordón.
- Un caballero debería acompañar a una dama hasta su posada por la noche. Aunque…-, hizo una pequeña pausa, - creo que es un buen momento para repetir ese beso-, dijo zalamero, con una sonrisa en los labios.
Una silueta los observaba, sin que ellos se percataran, desde el cristal de la ventana del segundo piso de la casa.
- Oye papá. Tenías razón, diría que son pareja como me has dicho-, dijo con una sonrisa alejándose de la ventana.
Vincent Calhoun
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 975
Nivel de PJ : : 9
Re: El mundo de los sueños. Parte 2.Libre [Cerrado].
puntos de h.p
Niniel: 3
Vincent: 3
Recuerda registrar los puntos de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], así como los [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], en los apartados correspondientes.
Niniel: 3
Vincent: 3
Recuerda registrar los puntos de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], así como los [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], en los apartados correspondientes.
Wyn
Master
Master
Cantidad de envíos : : 882
Nivel de PJ : : 0
Temas similares
» El mundo de los sueños. Libre (2/3) [Cerrado]
» [Cerrado] El Ladrón de Sueños [Libre][Noche][2/4]
» El Reino del Terror - Parte 1 [Libre] [3/4] [+18] [Cerrado]
» [Guerra de Lunargenta] [Libre] [3/3] Formando Parte... [Cerrado]
» Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
» [Cerrado] El Ladrón de Sueños [Libre][Noche][2/4]
» El Reino del Terror - Parte 1 [Libre] [3/4] [+18] [Cerrado]
» [Guerra de Lunargenta] [Libre] [3/3] Formando Parte... [Cerrado]
» Como vulgar humana, parte uno [Libre][Noche][Cerrado]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 14:43 por Eilydh
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Ayer a las 23:14 por Iori Li
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Ayer a las 19:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Ayer a las 16:18 por Mina Harker
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Ayer a las 05:53 por Lukas
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Mar Nov 19 2024, 22:49 por Eltrant Tale
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Mar Nov 19 2024, 22:42 por Cohen
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun Nov 18 2024, 12:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Lun Nov 18 2024, 04:12 por Amice M. Hidalgo
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb Nov 16 2024, 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie Nov 08 2024, 18:40 por Lukas
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Vie Nov 08 2024, 01:19 por Tyr