[Quest] La liga de los descorazonados
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[Quest] La liga de los descorazonados
Universidad de Roilkat
Licántropos, vampiros, dragones… miles de bardos relatan las leyendas gestadas por estas magníficas criaturas. Se trata de epopeyas épicas que todos conocemos, ¡narraciones impresionantes! Y no os lo voy a negar. Pero muchachos, puedo aseguraros que la más increíble aventura que he vivido en mi amplia vida es la que os voy a contar hoy. Se trata de una narración diferente. Una aventura sobre el origen de una de las razas más desconocidas y a la vez enigmáticas de Aerandir, y sobre cómo me vi envuelto en una serie de asesinatos junto con otros dos valientes sin tan siquiera esperarlo.
Soy el profesor Francis Montgomerie, y ésta es mi historia.
Soy el profesor Francis Montgomerie, y ésta es mi historia.
* * * * * * * *
Caminos de Verisar
Una elegante carroza tirada por dos caballos avanzaba por los bosques de la península de Verisar, en dirección este. En lo que era una oscura y fría noche lluviosa. En aquella ornamentada diligencia, tirada por dos bellos caballos negros, iban cuatro personas.
El que parecía más reseñable de los cuatro era el profesor-doctor en criminología, Francis Montgomerie, de la universidad de Roilkat. Leía una novela de terror. Una vieja historia de detectives y asesinatos que ya había disfrutado en otras ocasiones, pero se trataba de esos libros que uno nunca se cansaba de leer. Y es que, ¿quién podría cansarse de Sir Arthur Conan Doyle?
El profesor era un hombre de mediana edad, alcanzando ya los 50 años. Vestido con un traje negro y una camisa de lino blanca. Lucía una cuidada barba de una semana y pelo corto, peinado hacia atrás, de un tono blanquecino.
- PROFESOR MONTGOMERIE:
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Sentada, a su lado, permanecía su alumna más ventajada, Ágata Lena, que conoció al profesor en la facultad y ahora, ya graduada en medicina, desarrolla sus estudios de tesis a su lado. Se trataba de una joven delgada y erguida que vestía un vestido largo de tonalidades marrón con un pañuelo en el cuello y un sombrero de paja con el que cubría su pelo corto.
- AGATA:
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En cuanto a los otros dos presentes en la carroza, se trataba de los dos valientes expedicionarios que decidieron acompañar al profesor Montgomerie a investigar el misterioso caso.
-Un libro de lo más interesante. Recomiendo su lectura. – dijo el profesor cerrando el libro de repente, rompiendo el incómodo silencio que había en el carruaje. Miró por la ventana. – Parece que vamos a tener una mala noche – rió, observando las gotas de agua cubrir su ventana. - Recuerden que estamos aquí para investigar una serie de asesinatos, debemos permanecer discretos y tratar de no alterar las pruebas del crimen. – miró ahora a su pupila. - Por favor, Ágata, ¿puedes comprobar que traemos todo lo necesario? – pidió elegantemente a su alumna.
-Por supuesto, profesor. – respondió esta, sonriente y con los ojos brillantes, e inclinando la cabeza en forma de reverencia. A continuación sacó tras de sí de una caja roja en la que traían equipamiento. – Tenemos todo. - Se dirigió a las dos personas que iban en la carroza. - ¿Habéis traído lo necesario para realizar vuestra labor? - les preguntó.
Un estruendoso trueno muy cercano interrumpió la conversación, alterando a la joven mujer, que gritó y se llevó la mano al corazón claramente asustada. El profesor sonrió al ritmo que la carroza se detenía. En la intensa lluvia podía verse que habían llegado a una enorme verja.
-Parece que ya hemos llegado. – dijo con una sonrisa. – Bienvenidos al complejo biocibernético.
* * * * * * * *
Requisitos e información
- Esta es una quest diseñada para 2 personajes. Los primeros que escriban de cualquier nivel, edad o raza. Investigaréis las causas de una serie de asesinatos que se están llevando a cabo en el complejo.
- Para participar, no se debe estar participando en otro rol mastereado, trabajo, duelo o entrenamiento simultáneamente.
- Mínimo de 15 posts on rol.
- La recompensa será una suma de aeros y objetos muy especiales.
- 15 ptos de experiencia + 10 en función del desarrollo.
- Hasta 7 ptos de habilidad pasiva en función de uso y utilidad en el desarrollo de la queso. Habilidades pasivas posibles: Herrería, conocimiento antiguo, medicina, alquimia.
- Riesgo de heridas graves. No hay peligro de maldición.
- El posteo debe ser ágil.
Si cumples los requisitos…
-Serás uno de los dos acompañantes de la carroza. Todo cuanto sabes es que el profesor te ha contratado como médico, alquimista, herrero o historiador (en caso de que quieras usar una profesión) para investigar el crimen, o bien como mercenario (si no encajas en ninguno de los anteriores) en caso de que haya peligro. Lo dejaréis claro en la respuesta que le daréis a Ágata, así que elegid bien. También conoces la labor del profesor, que es investigar una serie de asesinatos que se están desarrollando en la zona.
Debes describir las motivaciones que te llevan a aceptar el encargo y acompañar al profesor Montgomerie y su pupila Ágata a la base de los biocibernéticos.
En esta aventura, serán tus decisiones y la voluntad de los dioses los únicos que decidirán tu destino.
Ger
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Re: [Quest] La liga de los descorazonados
-Sí.- Contesto inmediatamente con un gesto afirmativo después de la que la chica humana me pregunte. - Lo tengo todo.-
Son las mentiras quienes hablan, las mismas que me han traído hasta aquí y las mismas que gobiernan mi vida. Mis decisiones y lo que yo quiera, hacía días que dejaron de importar. Las mentiras, después de estas últimas semanas luchando contra ellas, al fin se han apoderado de mí. Jamás me he sentido tan inútil ni tan miserable. Solo podía asentir en mi interior y aceptar que las voces mentirosas son ahora las dueñas de mis palabras.
Pero lo peor no son las voces; son los demás. Todo aquel que se me acerca acaba pasándolo mal. Windorin, Jericó, Cleo y, ahora, el viejo y la joven son víctimas del mal de mis mentiras. A Windorin la engañé diciendo que era un asesino de estrellas, a Jericó le dije que dominaba la magia de los elfos, a Cleo que un grupo de asesinos la estaban dando caza y, a esta pareja de humanos, que era un mercenario alquimista y que podía ayudarles con su investigación. Ellos se lo creyeron. Recuerdo que el viejo se rascó la barba mientras pensaba y la chica dio un aplauso de felicidad al ver que aceptaba el trabajo. Es por mi aspecto. Todos los humanos creen que los elfos con arco saben de plantas y de asesinatos.
Fuera como fuera, no pude evitar entrar en la carroza que ahora estoy. Ellos necesitan ayuda y, por muy mentirosas que sean las voces, creo poder ayudar. Me resigno y vuelvo a asentir en mi interior el mal de las mentiras. Ellas hacen que mi cuerpo vuelva a asentir ante las palabras de los dos humanos; palabras que, la mayoría, no sé que significan. Hay una palabra en especial, cri-mi-no-lo-gí-a, que el viejo no deja de repetir. Esa, ni siquiera se pronunciarla. Cuando las mentiras la dicen suena como ci-mi-no-lo-í-a.
Un trueno suena fuera de la carroza. La chica se asusta y el viejo sonríe. Los humanos son extraños. Es un simple trueno. He oído muchos como él. Este no tiene nada de especial. No da miedo ni tampoco alegría. No entiendo por qué los humanos se comportan así. Me asomo por la ventanilla de la carroza apoyando una mano en la ventana para ver la tormenta. Tal vez, tenga algo especial que solo los humanos ven o, quizás, la tormenta sea una mentirosa y ella esté engañando a los humanos. Entonces, ya somos dos los mentirosos.
El viejo habla cuando se detiene la carroza. Dice que estamos en el complejo de una palabra extraña que solo soy capaz de memorizar las tres primeras letras: Bio. Esas mismas tres letras acompañadas de muchas más que no recuerdo usó Woodpecker para llamar a los hombres de hierro.
-Estoy preparado para hacer ciminoloía.- Me hacen decir las mentiras a la vez que me levanto del asiento.
Son las mentiras quienes hablan, las mismas que me han traído hasta aquí y las mismas que gobiernan mi vida. Mis decisiones y lo que yo quiera, hacía días que dejaron de importar. Las mentiras, después de estas últimas semanas luchando contra ellas, al fin se han apoderado de mí. Jamás me he sentido tan inútil ni tan miserable. Solo podía asentir en mi interior y aceptar que las voces mentirosas son ahora las dueñas de mis palabras.
Pero lo peor no son las voces; son los demás. Todo aquel que se me acerca acaba pasándolo mal. Windorin, Jericó, Cleo y, ahora, el viejo y la joven son víctimas del mal de mis mentiras. A Windorin la engañé diciendo que era un asesino de estrellas, a Jericó le dije que dominaba la magia de los elfos, a Cleo que un grupo de asesinos la estaban dando caza y, a esta pareja de humanos, que era un mercenario alquimista y que podía ayudarles con su investigación. Ellos se lo creyeron. Recuerdo que el viejo se rascó la barba mientras pensaba y la chica dio un aplauso de felicidad al ver que aceptaba el trabajo. Es por mi aspecto. Todos los humanos creen que los elfos con arco saben de plantas y de asesinatos.
Fuera como fuera, no pude evitar entrar en la carroza que ahora estoy. Ellos necesitan ayuda y, por muy mentirosas que sean las voces, creo poder ayudar. Me resigno y vuelvo a asentir en mi interior el mal de las mentiras. Ellas hacen que mi cuerpo vuelva a asentir ante las palabras de los dos humanos; palabras que, la mayoría, no sé que significan. Hay una palabra en especial, cri-mi-no-lo-gí-a, que el viejo no deja de repetir. Esa, ni siquiera se pronunciarla. Cuando las mentiras la dicen suena como ci-mi-no-lo-í-a.
Un trueno suena fuera de la carroza. La chica se asusta y el viejo sonríe. Los humanos son extraños. Es un simple trueno. He oído muchos como él. Este no tiene nada de especial. No da miedo ni tampoco alegría. No entiendo por qué los humanos se comportan así. Me asomo por la ventanilla de la carroza apoyando una mano en la ventana para ver la tormenta. Tal vez, tenga algo especial que solo los humanos ven o, quizás, la tormenta sea una mentirosa y ella esté engañando a los humanos. Entonces, ya somos dos los mentirosos.
El viejo habla cuando se detiene la carroza. Dice que estamos en el complejo de una palabra extraña que solo soy capaz de memorizar las tres primeras letras: Bio. Esas mismas tres letras acompañadas de muchas más que no recuerdo usó Woodpecker para llamar a los hombres de hierro.
-Estoy preparado para hacer ciminoloía.- Me hacen decir las mentiras a la vez que me levanto del asiento.
Sarez
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Re: [Quest] La liga de los descorazonados
Vemos al héroe corriendo, en medio de la lluvia, con seriedad en sus ojos y ni siquiera mostrando semblantes de cansancio. Su cuerpo se encontraba completamente empapado, al igual que sus músculos parecían relucir ante el clima del lugar. Se movía con velocidad, al mismo ritmo que una carroza que se hallaba justo al lado de él. El frío no le afectaba, quizá estaba acostumbrado. También, su pecho estaba cubierto de cicatrices, lo que prácticamente mostraba la dureza de él, una salud resistente y conectada con la naturaleza. Detrás de su presencia, le seguía un tigre, con demasiada nobleza, acompañándolo como si el dragón fuera su dueño. Los movimientos eran fuertes y veloces, haciendo que los pisotones logren esparcir charcos completos de agua. El diluvio también caía con agresividad, pero el alma del guerrero era aún más audaz.
-Ya vamos a llegar, no te rindas, Zarpitas.-Pronunció a su animal, que por cada segundo, perdía su velocidad y probablemente en pocos minutos caería desmayado. El dúo, por otro lado, no dejaba de respaldar la carroza, escoltándola por cada paso, vigilándola y asegurándose de que ningún animal fuese a acercarse, así sea para crear un conflicto. La pregunta era obvia, ¿qué hacían ellos allá?, ¿cómo se habían envuelto en semejante aventura?.
__________________________________________
La conversación era bastante tranquila, el moreno estaba con los brazos cruzados, observando dudosamente a la muchacha, que con una sonrisa, esperaba la respuesta ante la proposición de unirse a una especie de investigación. El joven, con su ceño levemente fruncido y la misma "sonrisa" que transmitía odio, se encargó de hablar, así se asemejara a un arduo trabajo, teniendo en cuenta de que al muchacho no le gustaba intercambiar palabras con razas ajenas. -Está bien, señorita.-Musitó luego de un largo suspiro. Acomodó la espada en su cintura y vociferó verdades hacia la dama. -Estoy dispuesto a cuidar sus espaldas.-Apenas parpadeó, pero al abrir sus ojos de nuevo, le vio con un rostro aún más intimidatorio que el anterior. -Y haré lo posible para que mis conocimientos de investigación les ayude en su inspección.-.
Cuando llegaron al medio de transporte donde iban a ser trasladados, el joven negó con su cabeza, teniendo una mejor idea, o quizá, peor para algunos. -Disculpe, pero no deseo ir dentro.-Sus párpados se entrecerraron, ahora demostrando una facción más descarada, de valentía, como si en pocos segundos se propusiera a manifestar un bizarro plan para si mismo. ¿Sería tachado de loco, de mentecato o de sabio?. Su mascota apenas observó a su amo y, similar a que le conociese, soltó un rugido que radiaba obligación y tristeza al mismo tiempo. "Con qué saldrá Sakun ahora".
-Iré a pie.-El silencio quedó plasmado en la situación. Varios prefirieron no dar sus opiniones, era un pensamiento estúpido, algo evidente para cualquiera. Pero, para el musculoso, se trataba de una oportunidad para volverse más poderoso. En su mente, siempre había soñado en asesinar a su padre, pero debía incrementar su vigor. Acto seguido, se despojó de la camisa y la guardó en su mochila tejida, la que sí introdujo en la carroza, así no se mojaría su ropa.
________________________________________________
Un trueno embistió la localización, logrando que la mayoría se preocupara de la tempestad. Definitivamente se detuvieron en una tenebrosa zona. Sakun se quedó inmóvil y examinó el lugar desde fuera. Zarpitas no tardó en llegar detrás de él, pero el tigre albino simplemente se desparramó en el suelo, cansado del tremendo ejercicio que se atrevió a hacer. Recostó su hocico en el suelo y con suplica en sus ojos, empezó a lamer el líquido que dejó la lluvia en el suelo.
-¿Aquí es?-Preguntó el muchacho, acercándose a sus compañeros.
-Ya vamos a llegar, no te rindas, Zarpitas.-Pronunció a su animal, que por cada segundo, perdía su velocidad y probablemente en pocos minutos caería desmayado. El dúo, por otro lado, no dejaba de respaldar la carroza, escoltándola por cada paso, vigilándola y asegurándose de que ningún animal fuese a acercarse, así sea para crear un conflicto. La pregunta era obvia, ¿qué hacían ellos allá?, ¿cómo se habían envuelto en semejante aventura?.
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La conversación era bastante tranquila, el moreno estaba con los brazos cruzados, observando dudosamente a la muchacha, que con una sonrisa, esperaba la respuesta ante la proposición de unirse a una especie de investigación. El joven, con su ceño levemente fruncido y la misma "sonrisa" que transmitía odio, se encargó de hablar, así se asemejara a un arduo trabajo, teniendo en cuenta de que al muchacho no le gustaba intercambiar palabras con razas ajenas. -Está bien, señorita.-Musitó luego de un largo suspiro. Acomodó la espada en su cintura y vociferó verdades hacia la dama. -Estoy dispuesto a cuidar sus espaldas.-Apenas parpadeó, pero al abrir sus ojos de nuevo, le vio con un rostro aún más intimidatorio que el anterior. -Y haré lo posible para que mis conocimientos de investigación les ayude en su inspección.-.
Cuando llegaron al medio de transporte donde iban a ser trasladados, el joven negó con su cabeza, teniendo una mejor idea, o quizá, peor para algunos. -Disculpe, pero no deseo ir dentro.-Sus párpados se entrecerraron, ahora demostrando una facción más descarada, de valentía, como si en pocos segundos se propusiera a manifestar un bizarro plan para si mismo. ¿Sería tachado de loco, de mentecato o de sabio?. Su mascota apenas observó a su amo y, similar a que le conociese, soltó un rugido que radiaba obligación y tristeza al mismo tiempo. "Con qué saldrá Sakun ahora".
-Iré a pie.-El silencio quedó plasmado en la situación. Varios prefirieron no dar sus opiniones, era un pensamiento estúpido, algo evidente para cualquiera. Pero, para el musculoso, se trataba de una oportunidad para volverse más poderoso. En su mente, siempre había soñado en asesinar a su padre, pero debía incrementar su vigor. Acto seguido, se despojó de la camisa y la guardó en su mochila tejida, la que sí introdujo en la carroza, así no se mojaría su ropa.
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Un trueno embistió la localización, logrando que la mayoría se preocupara de la tempestad. Definitivamente se detuvieron en una tenebrosa zona. Sakun se quedó inmóvil y examinó el lugar desde fuera. Zarpitas no tardó en llegar detrás de él, pero el tigre albino simplemente se desparramó en el suelo, cansado del tremendo ejercicio que se atrevió a hacer. Recostó su hocico en el suelo y con suplica en sus ojos, empezó a lamer el líquido que dejó la lluvia en el suelo.
-¿Aquí es?-Preguntó el muchacho, acercándose a sus compañeros.
Sakun
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Re: [Quest] La liga de los descorazonados
-Excelente, caballero. Excelente. – replicó el profesor Montgomerie con una sonrisa a la respuesta del elfo, que aseguraba tener todo cuanto el profesor le había requerido. Por otra parte, el segundo de los presentes había decidido ir fuera. Ambos se mostraban serios y se creían suficientemente poderosos como para desenvolverse.
-Sí, aquí es. – replicó la estudiante cuando el segundo de ellos se asomó a la ventana para preguntar si habían llegado.
La enorme verja que daba lugar al complejo comenzó a abrirse lenta pero continuadamente. Y de ahí, saldrían tres hombres. Dos de ellos eran dos guardias de aspecto metálico. El otro, un hombre alto y de raza negra, ataviado con una larga gabardina y gafas oscuras, y portando una espada ligera. No sonreía ni un ápice. Esperaba a que los visitantes bajaran de la diligencia. El profesor Montgomerie en primer lugar, seguido de su alumna. Bajarían de la mencionada carroza.
-Bienvenidos a la base biocibernética, caballeros. Mi nombre es Face, responsable de seguridad de la base. – saludó con educación el anfitrión, inclinando la cabeza. Sus dos acompañantes, sin previo aviso comenzaron a cachear a los visitantes. – Disculpad el proceso, pero como sabrán, se están produciendo episodios sangrientos durante las últimas semanas. Es mi deber conocer todo tipo de herramienta peligrosa que entre en la instalación. – explicó el hombre.
Tras asegurarse y tomar nota del equipamiento y armas que llevaban, se giró e hizo un gesto con la mano para que le siguieran. No titubeaba ni un instante, ni pestañeaba. Por su forma de expresarse dejaba bastante claro que aquel hombre se trataba de un biocibernético.
Llevó a los huéspedes a un edificio no muy alejado de la entrada. Cerca del bosque y junto a una pequeña carretera, dentro de la propia base. El lugar no podía ser menos acogedor. De una única planta aunque alto y circular, pintado en un intenso color rojo. Era poco “moderno”, o al menos no tanto como cabría esperar para un local biocibernético.
-Aquí podrán dormir seguros. Los asesinatos se están cometiendo durante la noche, así que es mejor que no abandonen la habitación. – comentó el hombre – Por la mañana, podrán comenzar la investigación, y la doctora Hyre y yo nos reuniremos con ustedes al medio día. – explicó, al ritmo que había la puerta que daba acceso al lugar.
Si fuera daba un aspecto aterrador, el interior del sitio era aún más descuidado si cabía. Tenía pinta de ser un antiguo corral, pero armado por dentro en una estructura repleta de barrotes de madera, a los que se accedía por pequeñas compuertas, también de madera. Daba a pequeñas celdas.
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-Estas son sus habitaciones. Por favor, accedan a las mismas. – dijo el hombre, con rostro serio. Ni el profesor Montgomerie ni Ágata parecían muy convencidos del calor recibido en aquel lugar. Cada uno ocuparía una celda, habría unas veinte, pero nadie más había en aquel lugar, únicamente estaría ocupado por los ahora huéspedes. No más que un montón de heno serviría como cama para los visitantes, que sin duda se encontrarían extrañados ante tal misteriosa acojida.
Nada más acceder a las mismas. Face pulsaría un botón que cerraría y sellaría las compuertas de cada celda, impidiéndoles salir. – Es todo lo que puedo ofrecerles por su seguridad. No podemos permitir que ninguno corra la temeridad de salir con todo los peligros que hay fuera. Al amanecer, las puertas se abrirán y podrán abandonar sus habitaciones. Que pasen una buena noche.
Una vez Face y sus hombres abandonaron el pesebre, desde cada celda los huéspedes podían verse unos a otros, pues eran abiertas con rejilla de madera, no muy resistente. La estudiante Ágata estaba muerta de miedo y así lo patente cada vez que hablaba con su temblorosa voz.
-Esto es muy extraño, profesor. – dijo la chica, temblorosa. - ¿Y si no nos dejan salir? – preguntó.
-¿Por qué no van a hacerlo? Es su cultura y habrá que adaptarse a sus costumbres. – dijo el profesor Montgomerie con resignación, desde su celda. – Mañana podremos comenzar la investigación.
¡Sed “bienvenidos” a la base biocibernética, mortales!
De momento, en este turno tendréis que pasar la noche en las “habitaciones” tan curiosas que Face os ha dejado. Durante la noche escucharéis gritos desgarradores fuera del granero que asustarán a Ágata y que incluso harán dudar al profesor sobre si fue buena idea haber aceptado aquel contrato. No recomiendo romper la seguridad y salir fuera, aunque podéis hacerlo. Si optáis por esta opción, nada veréis ante la nublada y lluviosa noche.
Concluiréis el turno al amanecer, las puertas que os mantienen encerrados se abrirán automáticamente y podréis volver a salir.
Recordad que las decisiones que toméis, tienen sus consecuencias.
-Sí, aquí es. – replicó la estudiante cuando el segundo de ellos se asomó a la ventana para preguntar si habían llegado.
La enorme verja que daba lugar al complejo comenzó a abrirse lenta pero continuadamente. Y de ahí, saldrían tres hombres. Dos de ellos eran dos guardias de aspecto metálico. El otro, un hombre alto y de raza negra, ataviado con una larga gabardina y gafas oscuras, y portando una espada ligera. No sonreía ni un ápice. Esperaba a que los visitantes bajaran de la diligencia. El profesor Montgomerie en primer lugar, seguido de su alumna. Bajarían de la mencionada carroza.
- Face:
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-Bienvenidos a la base biocibernética, caballeros. Mi nombre es Face, responsable de seguridad de la base. – saludó con educación el anfitrión, inclinando la cabeza. Sus dos acompañantes, sin previo aviso comenzaron a cachear a los visitantes. – Disculpad el proceso, pero como sabrán, se están produciendo episodios sangrientos durante las últimas semanas. Es mi deber conocer todo tipo de herramienta peligrosa que entre en la instalación. – explicó el hombre.
Tras asegurarse y tomar nota del equipamiento y armas que llevaban, se giró e hizo un gesto con la mano para que le siguieran. No titubeaba ni un instante, ni pestañeaba. Por su forma de expresarse dejaba bastante claro que aquel hombre se trataba de un biocibernético.
Llevó a los huéspedes a un edificio no muy alejado de la entrada. Cerca del bosque y junto a una pequeña carretera, dentro de la propia base. El lugar no podía ser menos acogedor. De una única planta aunque alto y circular, pintado en un intenso color rojo. Era poco “moderno”, o al menos no tanto como cabría esperar para un local biocibernético.
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-Aquí podrán dormir seguros. Los asesinatos se están cometiendo durante la noche, así que es mejor que no abandonen la habitación. – comentó el hombre – Por la mañana, podrán comenzar la investigación, y la doctora Hyre y yo nos reuniremos con ustedes al medio día. – explicó, al ritmo que había la puerta que daba acceso al lugar.
Si fuera daba un aspecto aterrador, el interior del sitio era aún más descuidado si cabía. Tenía pinta de ser un antiguo corral, pero armado por dentro en una estructura repleta de barrotes de madera, a los que se accedía por pequeñas compuertas, también de madera. Daba a pequeñas celdas.
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-Estas son sus habitaciones. Por favor, accedan a las mismas. – dijo el hombre, con rostro serio. Ni el profesor Montgomerie ni Ágata parecían muy convencidos del calor recibido en aquel lugar. Cada uno ocuparía una celda, habría unas veinte, pero nadie más había en aquel lugar, únicamente estaría ocupado por los ahora huéspedes. No más que un montón de heno serviría como cama para los visitantes, que sin duda se encontrarían extrañados ante tal misteriosa acojida.
Nada más acceder a las mismas. Face pulsaría un botón que cerraría y sellaría las compuertas de cada celda, impidiéndoles salir. – Es todo lo que puedo ofrecerles por su seguridad. No podemos permitir que ninguno corra la temeridad de salir con todo los peligros que hay fuera. Al amanecer, las puertas se abrirán y podrán abandonar sus habitaciones. Que pasen una buena noche.
Una vez Face y sus hombres abandonaron el pesebre, desde cada celda los huéspedes podían verse unos a otros, pues eran abiertas con rejilla de madera, no muy resistente. La estudiante Ágata estaba muerta de miedo y así lo patente cada vez que hablaba con su temblorosa voz.
-Esto es muy extraño, profesor. – dijo la chica, temblorosa. - ¿Y si no nos dejan salir? – preguntó.
-¿Por qué no van a hacerlo? Es su cultura y habrá que adaptarse a sus costumbres. – dijo el profesor Montgomerie con resignación, desde su celda. – Mañana podremos comenzar la investigación.
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¡Sed “bienvenidos” a la base biocibernética, mortales!
De momento, en este turno tendréis que pasar la noche en las “habitaciones” tan curiosas que Face os ha dejado. Durante la noche escucharéis gritos desgarradores fuera del granero que asustarán a Ágata y que incluso harán dudar al profesor sobre si fue buena idea haber aceptado aquel contrato. No recomiendo romper la seguridad y salir fuera, aunque podéis hacerlo. Si optáis por esta opción, nada veréis ante la nublada y lluviosa noche.
Concluiréis el turno al amanecer, las puertas que os mantienen encerrados se abrirán automáticamente y podréis volver a salir.
Recordad que las decisiones que toméis, tienen sus consecuencias.
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Re: [Quest] La liga de los descorazonados
Todo huele a hierro: El hombre de negro, los dos hombres que van con él y la casa circular. No me gusta este olor, me recuerda a los hombres férricos que me intentaron matar hace meses junto con la chica loba Wood. No confío en los hombres de metal ni en nada que hace olor a hierro. Si hacer criminología está relacionado con el olor a hierro no quiero hacerlo; aunque con eso ayude a esta gente.
Estoy a punto de abrir las puertas de la casa circular donde nos metió el hombre de negro cuando la joven humana alza la voz para hablar. Tiene miedo. Está asustada de los hombres férricos, lo noto. El hombre más anciano la tranquiliza con unas vagas palabras pero no será suficiente. Las palabras no son nunca suficiente. La chica seguirá teniendo miedo por mucho que el viejo diga. Lo única que calmar el miedo de la joven somos nosotros, el luchador moreno, su tigre blanco y yo. Ella no deja de mirarnos de refilón, como buscase algo en nosotros que solo ella puede encontrar. Sé qué busca pues yo miraba de esa misma forma a Idril. Busca protección y busca que la cuiden.
Con gesto desganado y brusco, me doy media vuelta más por obligación que por quiera hacerlo realmente. Decido quedarme en la casa circular para que la chica humana se sienta protegida y deje de tener miedo. Es lo mejor para ella.
-¿Tú sabes qué es la ciminoloía? –Le pregunto al chico moreno cuando los otros dos humanos están lo bastante lejos para no oírnos. –Creo que no. Estás aquí por los aeros no porque sepas hacer ciminoloía como yo.- Esto último lo dicen las voces mentirosas de mi cabeza.
Rápidamente y antes de que la conversación vaya a más, saco una rama de pino del bolsillo de chaleco y me la pongo en la boca. Eso hará callar a las voces durante un largo rato y evitará que me meta en otro problema aun mayor que estar encerrado en una casa circular en el hogar de los hombres que apestan a hierro.
Subo las escaleras de madera hacia el piso superior. Quiero ver por la ventana si hay algún hombre férrico a los alrededores. Desconfío de ellos, sobre todo del hombre negro. Me asomo por una de las ventanas, la más cercana a la escalera. No veo nada fuera. Si hay un asesinato o algo haciendo criminología, es imposible de saber diferenciarlo. Una espesa niebla oscura cubre todo el hogar de los hombres de metal. Ni con mi aguda visión de elfo entrenada para el tiro de arco puedo ver nada fuera.
-Están haciendo ciminoloía. Debemos salir a reunirnos con ellos.- Dicen las voces mentirosos. Por fortuna, los demás están demasiado lejos para poder escuchar las mentiras.
Estoy a punto de abrir las puertas de la casa circular donde nos metió el hombre de negro cuando la joven humana alza la voz para hablar. Tiene miedo. Está asustada de los hombres férricos, lo noto. El hombre más anciano la tranquiliza con unas vagas palabras pero no será suficiente. Las palabras no son nunca suficiente. La chica seguirá teniendo miedo por mucho que el viejo diga. Lo única que calmar el miedo de la joven somos nosotros, el luchador moreno, su tigre blanco y yo. Ella no deja de mirarnos de refilón, como buscase algo en nosotros que solo ella puede encontrar. Sé qué busca pues yo miraba de esa misma forma a Idril. Busca protección y busca que la cuiden.
Con gesto desganado y brusco, me doy media vuelta más por obligación que por quiera hacerlo realmente. Decido quedarme en la casa circular para que la chica humana se sienta protegida y deje de tener miedo. Es lo mejor para ella.
-¿Tú sabes qué es la ciminoloía? –Le pregunto al chico moreno cuando los otros dos humanos están lo bastante lejos para no oírnos. –Creo que no. Estás aquí por los aeros no porque sepas hacer ciminoloía como yo.- Esto último lo dicen las voces mentirosas de mi cabeza.
Rápidamente y antes de que la conversación vaya a más, saco una rama de pino del bolsillo de chaleco y me la pongo en la boca. Eso hará callar a las voces durante un largo rato y evitará que me meta en otro problema aun mayor que estar encerrado en una casa circular en el hogar de los hombres que apestan a hierro.
Subo las escaleras de madera hacia el piso superior. Quiero ver por la ventana si hay algún hombre férrico a los alrededores. Desconfío de ellos, sobre todo del hombre negro. Me asomo por una de las ventanas, la más cercana a la escalera. No veo nada fuera. Si hay un asesinato o algo haciendo criminología, es imposible de saber diferenciarlo. Una espesa niebla oscura cubre todo el hogar de los hombres de metal. Ni con mi aguda visión de elfo entrenada para el tiro de arco puedo ver nada fuera.
-Están haciendo ciminoloía. Debemos salir a reunirnos con ellos.- Dicen las voces mentirosos. Por fortuna, los demás están demasiado lejos para poder escuchar las mentiras.
Sarez
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Re: [Quest] La liga de los descorazonados
Estaban en el lugar que se había especulado. Había sido un largo camino, más para el dragón y su mascota. El dúo se quedó perplejo, incluso el animal que con pocas expresiones, lograba enseñar sorpresa ante la construcción que tenía delante de sus ojos amarillentos. La lluvia refrescaba el cuerpo del muchacho, y las gotas bajaban por la esquina de su mentón, hasta simplemente resbalarse en una línea recta por la división de sus pectorales. Esperó la respuesta con paciencia, mientras que tragaba un mar de saliva, quizá preocupado por las circunstancias.
La dama asentó, y no tuvieron otra opción que esperar algún aviso de cortesía. La verja, sin dar tanto preámbulo, empezaría a abrirse a la mirada de los presentes, que con probables ansias esperaban aquella aparición. Un robot de aspecto fuerte emergería junto con dos acompañantes, los cuales no pidieron permiso para revisar los cuerpos del elfo junto con el moreno. Después de la presentación, serían llevados adentro de la cabaña cibernética, si así podría llamarse. En segunda instancia, también se encargó de dar información acerca de los asesinatos ocurridos en la localización. Sakun cruzó sus brazos, y después de inspeccionar muy bien a los sofisticados androides, se dirigió hasta las habitaciones, donde posiblemente dormirían los invitados. No habría ningún riesgo, o al menos eso Face aclaraba.
Entretanto, el de orejas puntiagudas no tardaría en acercarse para cuestionar las habilidades del guerrero sobre la "ciminoloía". -Alguna especie de técnica moderna, o una religión.-Pronunció sin tanta atención, aún manteniendo el semblante serio. Zarpitas no tardaría en escoger el cuarto para dormir, entrando a uno al azar. La pieza estaría ubicada en la esquina al fondo, a mano izquierda exactamente. Fairsteur al captar al felino cansado y ansioso por dormir, simplemente se despidió de su nuevo colega. Las puertas se cerraron y el dúo no tardó en descansar, había sido una larga travesía.
______________
El tigre despertó a su musculoso dueño, haciendo que una voz ronca se escuchase entre susurros en medio de la noche. -¿Qué quieres, Zarpitas?...-Los gritos desgarradores retumbaron su cabeza, y reaccionó con un rostro de perplejidad. Las sábanas salieron disparatadas al techo. El joven calló al albino, para luego flexionar sus rodillas, tratando de oír lo que sucedía en el exterior. No saldría, pero no sería por miedo, si no más bien por el simple hecho de seguir su trabajo al pie de la letra.
La dama asentó, y no tuvieron otra opción que esperar algún aviso de cortesía. La verja, sin dar tanto preámbulo, empezaría a abrirse a la mirada de los presentes, que con probables ansias esperaban aquella aparición. Un robot de aspecto fuerte emergería junto con dos acompañantes, los cuales no pidieron permiso para revisar los cuerpos del elfo junto con el moreno. Después de la presentación, serían llevados adentro de la cabaña cibernética, si así podría llamarse. En segunda instancia, también se encargó de dar información acerca de los asesinatos ocurridos en la localización. Sakun cruzó sus brazos, y después de inspeccionar muy bien a los sofisticados androides, se dirigió hasta las habitaciones, donde posiblemente dormirían los invitados. No habría ningún riesgo, o al menos eso Face aclaraba.
Entretanto, el de orejas puntiagudas no tardaría en acercarse para cuestionar las habilidades del guerrero sobre la "ciminoloía". -Alguna especie de técnica moderna, o una religión.-Pronunció sin tanta atención, aún manteniendo el semblante serio. Zarpitas no tardaría en escoger el cuarto para dormir, entrando a uno al azar. La pieza estaría ubicada en la esquina al fondo, a mano izquierda exactamente. Fairsteur al captar al felino cansado y ansioso por dormir, simplemente se despidió de su nuevo colega. Las puertas se cerraron y el dúo no tardó en descansar, había sido una larga travesía.
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El tigre despertó a su musculoso dueño, haciendo que una voz ronca se escuchase entre susurros en medio de la noche. -¿Qué quieres, Zarpitas?...-Los gritos desgarradores retumbaron su cabeza, y reaccionó con un rostro de perplejidad. Las sábanas salieron disparatadas al techo. El joven calló al albino, para luego flexionar sus rodillas, tratando de oír lo que sucedía en el exterior. No saldría, pero no sería por miedo, si no más bien por el simple hecho de seguir su trabajo al pie de la letra.
Sakun
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Re: [Quest] La liga de los descorazonados
Gritos desgarradores llegaban a los oídos del pajar en el que se encontraban los ahora huéspedes de la base biocibernética. Ágata se despertaría asustada.
-¿Q-Qué es eso? – preguntó a todo el mundo de la instancia la del sombrero, temblorosa y muerta de miedo. La estudiante comenzaba a plantearse si había sido buena idea haber aceptado acompañar al profesor Montgomerie a aquel encargo.
-No lo sé. Lo mejor será que esperemos a que amanezca – dijo el profesor, haciendo clara alusión al elfo que trabajaba la “ciminoloía”, que se encontraba contemplando por el ventanuco algo que nada vería, pues la niebla cubría por completo aquello.
El dragón musculado prefería no salir, aunque en su caso no parecía sentir miedo, sino por disciplina. Parecía tener un sentido del honor y el orden muy marcado entre sus principios.
Con la luz del nuevo sol al alba, llegaría un nuevo día. Y de manera automática las puertas del pajar se abrirían, tal y como había indicado el hombre negro. Ahora los investigadores profesionales eran libres y debían decidir cómo y de qué manera debían llevar a cabo su investigación. El profesor Montgomerie sacaría de su maletín un pequeño papel que hacía de plano.
-Deberíamos dividirnos. Podría haber más asesinatos pronto y tenemos que conseguir información rápidamente. – dijo el profesor, mostrando el plano del que disponía a sus compañeros. – Habría que preguntar a la doctora Hyre. Ella es quien mejor conoce el comportamiento de sus creaciones.
-¿Y el señor Face? Es el encargado de seguridad y no nos ha explicado nada. Tiene que saber algo. – se percató Ágata en voz bastante baja y mirando a su alrededor, como si tuviera miedo a ser escuchada. – Además tiene algo que no me termina de convencer.
-Cierto. También deberíamos ir. Creo que su casa está cerca de la escena del crimen, podríamos matar dos pájaros de un tiro. – dijo el profesor alejándose un poco del grupo. Algo llamó su atención en la verde pradera que tenía frente a sí, un rastro de sangre que conducía hasta la entrada a una arboleda algo alejada – Sangre… - indicó al resto del grupo. - ¿Tal vez de los ruidos tan cercanos que sonaron anoche? ¿Qué pueden ser?
El sol no brillaba en el cielo. Estaba nublado, y además había una ligera neblina que daba un ambiente tétrico. Iba a ser un día largo, pero había que tomar decisiones rápidamente pues al caer la noche podrían tener problemas. El asesino podría andar suelto por el complejo, o incluso otras bestias podrían correr libres por el lugar. Debían decidir cómo se repartían el trabajo cada uno.
-Bueno, habrá que ir moviéndose. – reía el profesor mirando a Sarez, que parecía bastante más confiado que su pupila. Después miró a Sakun. – ¿Qué preferís hacer? Yo estaré en la escena del crimen. Creo que es lo primero que debo estudiar. Vosotros tenéis libertad.
-Yo... Yo iré a donde me digáis. - dijo la joven refiriéndose al elfo y el dragón, pero mirando a Sakun, el musculoso le daba más confianza. Estaba muy insegura y temblorosa.
-¿Q-Qué es eso? – preguntó a todo el mundo de la instancia la del sombrero, temblorosa y muerta de miedo. La estudiante comenzaba a plantearse si había sido buena idea haber aceptado acompañar al profesor Montgomerie a aquel encargo.
-No lo sé. Lo mejor será que esperemos a que amanezca – dijo el profesor, haciendo clara alusión al elfo que trabajaba la “ciminoloía”, que se encontraba contemplando por el ventanuco algo que nada vería, pues la niebla cubría por completo aquello.
El dragón musculado prefería no salir, aunque en su caso no parecía sentir miedo, sino por disciplina. Parecía tener un sentido del honor y el orden muy marcado entre sus principios.
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Con la luz del nuevo sol al alba, llegaría un nuevo día. Y de manera automática las puertas del pajar se abrirían, tal y como había indicado el hombre negro. Ahora los investigadores profesionales eran libres y debían decidir cómo y de qué manera debían llevar a cabo su investigación. El profesor Montgomerie sacaría de su maletín un pequeño papel que hacía de plano.
-Deberíamos dividirnos. Podría haber más asesinatos pronto y tenemos que conseguir información rápidamente. – dijo el profesor, mostrando el plano del que disponía a sus compañeros. – Habría que preguntar a la doctora Hyre. Ella es quien mejor conoce el comportamiento de sus creaciones.
-¿Y el señor Face? Es el encargado de seguridad y no nos ha explicado nada. Tiene que saber algo. – se percató Ágata en voz bastante baja y mirando a su alrededor, como si tuviera miedo a ser escuchada. – Además tiene algo que no me termina de convencer.
-Cierto. También deberíamos ir. Creo que su casa está cerca de la escena del crimen, podríamos matar dos pájaros de un tiro. – dijo el profesor alejándose un poco del grupo. Algo llamó su atención en la verde pradera que tenía frente a sí, un rastro de sangre que conducía hasta la entrada a una arboleda algo alejada – Sangre… - indicó al resto del grupo. - ¿Tal vez de los ruidos tan cercanos que sonaron anoche? ¿Qué pueden ser?
El sol no brillaba en el cielo. Estaba nublado, y además había una ligera neblina que daba un ambiente tétrico. Iba a ser un día largo, pero había que tomar decisiones rápidamente pues al caer la noche podrían tener problemas. El asesino podría andar suelto por el complejo, o incluso otras bestias podrían correr libres por el lugar. Debían decidir cómo se repartían el trabajo cada uno.
-Bueno, habrá que ir moviéndose. – reía el profesor mirando a Sarez, que parecía bastante más confiado que su pupila. Después miró a Sakun. – ¿Qué preferís hacer? Yo estaré en la escena del crimen. Creo que es lo primero que debo estudiar. Vosotros tenéis libertad.
-Yo... Yo iré a donde me digáis. - dijo la joven refiriéndose al elfo y el dragón, pero mirando a Sakun, el musculoso le daba más confianza. Estaba muy insegura y temblorosa.
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Bien, ahora empieza la queso de verdad. Soy una master a la que le gusta dar libertad en sus quests, así que vamos a reinventar el concepto de “quest” aerandiano y jugar a rol clásico.
A partir de ahora la misión es totalmente libre. Y cuando digo libre, me refiero a que tenéis libertad absoluta para hacer lo que queráis. Partís del pajar y podéis recorrer de la manera que deseéis el plano. Debéis de seguir los caminos, aunque podéis acceder a cualquier parte si os interesa explorar. Únicamente terminad el turno indicando a donde llegáis. Yo os indicaré lo que encontráis allí. Tal vez encontréis jugosas recompensas en algunos de los puntos que no obtendréis si no exploráis, pero ello puede conllevar un riesgo para vuestros personajes. Tened en cuenta que hay criaturas libres por ahí.
Lo que no podéis hacer es ignorar los puntos por los que pasáis. De manera que en primera instancia podéis estudiar los “cuerpos descuartizados recientemente”, ir al “cementerio de metalizados”o encontraros con un “hombre sospechoso” cerca de un puente. No os preocupéis pues a medida que investiguéis yo os diré hacia donde podéis ir en el siguiente turno o lo que encontráis. No tenéis por qué ir juntos ni colaborar, cada uno es libre de decidir, pero los enfrentamientos se solucionarán mejor de manera conjunta.
De hecho el caso tiene una solución fija y podéis solucionarla en pocos turnos. El final es abierto y hay muchos distintos dependiendo de vuestras acciones. Si queréis comprender el por qué de la historia, probablemente tengáis que investigar bastante más.
También he decidido reinventar el concepto de “acompañante”. De momento os siguen el profesor y la estudiante, aunque podréis reclutar más que encontréis. Podéis enviarlos a investigar lo que creáis en soledad o acompañarlos vosotros mismos. Tened en cuenta sus perfiles y cuidaos sobre a quién dejáis solo y dónde lo dejáis. En este turno, tendréis que dejar claro a dónde enviáis a Ágata (el profesor irá hacia la escena del crimen).
Recordad que tenéis tiempo límite para completar la misión, y si no lo hacéis podéis tener consecuencias severas, vosotros o el resto de personajes.
- Perfil de Francis Montgomerie:
- Francis Montgomerie
Edad: 42
Habilidad en combate: Media. Con bastón-espada.
Especialidad investigadora: Inteligencia. Experto en crímenes.
- Perfil de Ágata:
- Ágata Lena.
Edad: 23
Habilidad en combate: Nula.
Especialidad investigadora: Medicina. Autopsias de cadáveres.
Ger
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Re: [Quest] La liga de los descorazonados
El viejo es el que más habla. Luego estaría la chica, ayer también habló mucho, pero hoy apenas dice nada; está asustada. El tercero más hablador, por desgracia, soy yo. Mis mentiras no me dejan mantenerme callado a no ser que tenga una de las muchas ramas de pino que guardo en mi bolsillo. Llevan toda la mañana diciendo que lo de anoche no fueron gritos lo que se escuchó de fuera sino mi barriga hambrienta. Por fortuna, el cuarto y ultimo es el chico. No dice nada y si tiene que responder a algunas de mentiras lo hace de forma escueta y sin hacerme mucho caso. Eso es bueno. Agradezco mucho que no hable.
Están repartiendo los lugares donde va a ir cada uno a hacer criminología. Por un lado, no quiero ir solo. Sigo sin saber qué es la criminología y ayer el chico no me ayudó en averiguar. El viejo y la chica sí que saben, si voy con ellos me guiaré de sus indicaciones y haré crimilogía de verdad. Pero, por otro lado, sé que debo ir solo. Las mentiras irán cada vez a peor. Si me quedo sin ramitas que ponerme en la boca, las mentiras aprovecharán la oportunidad para hacer heridas que no sangran.
-Yo voy aquí.- Señalo el grupo de puntos verdes en el mapa. Hace muchos años, Merry, me enseñó a leer los mapas. No había visto ninguno en años y hay muchas cosas en éste que desconozco. Tan solo sé que los grupos de puntos verdes son árboles. –Solo.- Contesto mirando al viejo, a la chica y al chico de uno en uno y en ese orden. Antes que las mentiras digan algo con lo que me pueda arrepentir, me pongo un nuevo palo en la boca.
Los árboles es el lugar donde me lleva el rastro de sangre que el viejo indicó antes de sacar el mapa. Me aseguro el arco en mi espalda y empiezo a andar siguiendo el camino de sangre. Es peligroso, sé que lo va a ser. Los caminos de sangre nunca llevan a ningún lugar bueno, aunque haya árboles. Aprieto con los dientes la ramita de mi boca con tal de reprimir el recuerdo de la primera vez que seguí un camino de sangre; por aquel entonces era un niño que entendía menos de lo que entendiendo ahora y pensé que alguien estaba en peligro y que tal vez podría ayudar. Me equivoqué. Los caminos sangre solo traen a la muerte.
Están repartiendo los lugares donde va a ir cada uno a hacer criminología. Por un lado, no quiero ir solo. Sigo sin saber qué es la criminología y ayer el chico no me ayudó en averiguar. El viejo y la chica sí que saben, si voy con ellos me guiaré de sus indicaciones y haré crimilogía de verdad. Pero, por otro lado, sé que debo ir solo. Las mentiras irán cada vez a peor. Si me quedo sin ramitas que ponerme en la boca, las mentiras aprovecharán la oportunidad para hacer heridas que no sangran.
-Yo voy aquí.- Señalo el grupo de puntos verdes en el mapa. Hace muchos años, Merry, me enseñó a leer los mapas. No había visto ninguno en años y hay muchas cosas en éste que desconozco. Tan solo sé que los grupos de puntos verdes son árboles. –Solo.- Contesto mirando al viejo, a la chica y al chico de uno en uno y en ese orden. Antes que las mentiras digan algo con lo que me pueda arrepentir, me pongo un nuevo palo en la boca.
Los árboles es el lugar donde me lleva el rastro de sangre que el viejo indicó antes de sacar el mapa. Me aseguro el arco en mi espalda y empiezo a andar siguiendo el camino de sangre. Es peligroso, sé que lo va a ser. Los caminos de sangre nunca llevan a ningún lugar bueno, aunque haya árboles. Aprieto con los dientes la ramita de mi boca con tal de reprimir el recuerdo de la primera vez que seguí un camino de sangre; por aquel entonces era un niño que entendía menos de lo que entendiendo ahora y pensé que alguien estaba en peligro y que tal vez podría ayudar. Me equivoqué. Los caminos sangre solo traen a la muerte.
Sarez
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Re: [Quest] La liga de los descorazonados
Las cosas se volvían más y más confusas, hasta el punto de llegar a una desconfianza extrema. Habíamos salido de nuestros cuartos, y absolutamente todos estábamos conscientes de lo que sucedió aquella noche; gritos, suplicas, y sangre. El dragón aún seguía inexpresivo, con su rostro paralizado, ni siquiera dando un asomo de asombro o de miedo. Él sabía en lo que se encontraba, y lo que fuera a pasar, lo controlaría como siempre. Su tigre se molestó en olfatearlos de nuevo, sólo para corroborarse de que todo iría bien. Era el momento de la verdad, el lazo decisivo para comenzar una jornada de aventuras. La noche fue fría, gélida, algo nada esperaba para nuestro dragón, que acostumbrado al calor, se sintió abandonado por primera vez.
Ahora el profesor no tenía otra manera de atender al caso separándose. El joven lo vio bastante peligroso, pero recordando que no era el único contratado, soltó un suspiro suave, uno que perduraría hasta la parte donde hallaron la sangre, la cual hizo que todos empezaran a enseñar sus propias teorías, demostrando que Zarpitas no era el único preocupado en la situación. Las preguntas no quería salir de sus cabezas, y el señor vio que la alternativa era seguir adelante y dividirse. El musculoso asintió con la cabeza, como si la verdadera respuesta estuviera en ese fragmento de palabras que regaló el hombre. La dama demostró su nerviosismo ante el problema y quedó dependiente de los presentes, el dúo en específico.
El escamoso descubrió que no se llevaría bien con el elfo cuando éste prefirió irse solo, dejando al grupo a la deriva. Frunció el ceño y aguantó su llamarada, que desde sus entrañas, pedían zamparle un buen puñetazo. -*A ver qué tanta criminoloía usa en soledad... Debió pedir un poco de compañía.*-Al verlo apartarse, el dragón tuvo preocupación por las vidas de sus jefes y se dirigió con ellos hacia el puente. -Deberíamos ir los tres hacia allá. Al menos estaremos a salvo si vamos juntos...-Volvió a maldecir al de orejas puntiagudas, para luego, emprender su viaje hasta allí.
Atravesaron arbustos, árboles, y revisaron la fauna con detenimiento. Nada parecía estar en un lugar extraño, sin embargo se saboreaba la extraña sensación de que en algún momento saltaría un enemigo a atacarles. Desde la lejanía, el río se asomó, tan cristalino y limpio, aunque con piedras oscuras y sucias, que simplemente se dejaban llevar por la impetuosa corriente. El silencio se apoderó de la escena cuando apareció un hombre sospechoso.
La silueta fue difícil de descifrar, pero tampoco era necesario esforzarse... En sí ya todo era peligroso.
Ahora el profesor no tenía otra manera de atender al caso separándose. El joven lo vio bastante peligroso, pero recordando que no era el único contratado, soltó un suspiro suave, uno que perduraría hasta la parte donde hallaron la sangre, la cual hizo que todos empezaran a enseñar sus propias teorías, demostrando que Zarpitas no era el único preocupado en la situación. Las preguntas no quería salir de sus cabezas, y el señor vio que la alternativa era seguir adelante y dividirse. El musculoso asintió con la cabeza, como si la verdadera respuesta estuviera en ese fragmento de palabras que regaló el hombre. La dama demostró su nerviosismo ante el problema y quedó dependiente de los presentes, el dúo en específico.
El escamoso descubrió que no se llevaría bien con el elfo cuando éste prefirió irse solo, dejando al grupo a la deriva. Frunció el ceño y aguantó su llamarada, que desde sus entrañas, pedían zamparle un buen puñetazo. -*A ver qué tanta criminoloía usa en soledad... Debió pedir un poco de compañía.*-Al verlo apartarse, el dragón tuvo preocupación por las vidas de sus jefes y se dirigió con ellos hacia el puente. -Deberíamos ir los tres hacia allá. Al menos estaremos a salvo si vamos juntos...-Volvió a maldecir al de orejas puntiagudas, para luego, emprender su viaje hasta allí.
Atravesaron arbustos, árboles, y revisaron la fauna con detenimiento. Nada parecía estar en un lugar extraño, sin embargo se saboreaba la extraña sensación de que en algún momento saltaría un enemigo a atacarles. Desde la lejanía, el río se asomó, tan cristalino y limpio, aunque con piedras oscuras y sucias, que simplemente se dejaban llevar por la impetuosa corriente. El silencio se apoderó de la escena cuando apareció un hombre sospechoso.
La silueta fue difícil de descifrar, pero tampoco era necesario esforzarse... En sí ya todo era peligroso.
Sakun
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Re: [Quest] La liga de los descorazonados
Ágata Lena estudió los cadáveres cuidadosamente. Presentaban arañazos, mordiscos y otro tipo de heridas de carácter severo, además, un rastro de sangre los guiaba hacia el interior de una enorme espesura que se erguía delante de ellos. La forense utilizó sus utensilios de análisis para descubrir qué era lo que presentaban aquellas dos. Martillo con gancho, tijeras, cortahuesos. Estudió cuidadosamente qué era lo que les había sucedido.
-Hematomas varios, desgarro de tendones y nervios en cuádriceps. Fisuras en cráneo y en el occipital. – todavía de rodillas, se levantó un poco para descansar, echando el vistazo a todos lados. - ¿Quién pudo haberles hecho esto? – se preguntó, mientras investigaba en sus ropajes, para tratar de identificar los cadáveres, cuyos rostros estaban desfigurados.
En aquel momento, la espabilada Ágata encontró un pequeño papel en los bolsillos de la chaqueta de una de las víctimas. Allí pudo encontrar una tarjeta con un nombre y una profesión: “Jared Callaway. Detective privado. Lunargenta” – ¡Ay! – se llevó las manos a la boca. Y gateó hasta el siguiente cuerpo nerviosa. – “Colder Jameson. Médico forense” y, por último, se fue al tercero, el de una mujer “Jane Cole. Guardia de Lunargenta”. Rápidamente, Agata se dio cuenta de que todos tenían una cosa en común: Probablemente habían sido contratados para investigar los extraños asesinatos, convirtiéndose ellos mismos en las víctimas.
Entre sus cadáveres, además, Ágata encontró un pequeño cofre cerrado, con una nota manchada en sangre. El cofre estaba, tenía además dos filas, en cada una resortes que se podían girar. El primero hacía alusión a nombres, el segundo a objetos. Y tenía cinco posibilidades. El lazo que cerraba la nota, ensangrentado, rezaba el siguiente texto: “Dentro se encuentra la llave de la puerta da acceso a la torre-laboratorio de la doctora Hyre. Allí está toda la verdad.”
El acertijo en sí mismo, rezaba lo siguiente:
“A una cena asistieron las señoras Tamare, Laure y Anne y los caballeros Joe y Charles.
Todos ellos se sentaron en una fila, y todos vestían de colores diferentes, Laure llevaba un alegre sombrero de color blanco. Joe estaba situado en el extremo izquierdo, junto al invitado que llevaba una chaqueta de color verde. La persona de morado se sentaba a la izquierda de otra vestida de azul. Recuerdo ese traje morado porque su portador derramó su cerveza sobre él mismo. El viajero de Sacrestic iba vestido completamente de rojo. Cuando uno de los invitados a la cena presumió de su arco de cazador, la persona que estaba a su lado afirmó que se podían encontrar mejores en Sacrestic, donde vivía.
Así que Charles mostró presumido su ballesta, de gran valor, que mereció las burlas del viajero de Beltrexus, que afirmó que no era rival para su hacha de guerra. Otra persona llevaba un martillo de guerra, también de gran valor, y la visitante de Dundarak, que se sentaba a su lado, casi derrama la copa de absenta de su vecina. Anne levantó entonces su ron para brindar. La persona de Ulmer, hasta arriba de vino, saltó sobre la mesa y cayó sobre el invitado del asiento central, derramando el vaso de whisky de dicha persona. Entonces, la señora Tamare dejó a todos cautivados con una historia de su juventud salvaje en Lunargenta.
Por la mañana, las cuatro armas aparecieron debajo de la mesa: el arco, el bastón, el hacha de guerra y el martillo de guerra. ¿Pero a quién pertenecía cada una?”
-Dios mío. – rezó la forense, que alzó la mirada asustada en busca de sus compañeros. Al dragón no lo vio por ninguna parte, ¿dónde se habría metido? Pero sí que vio al elfo rarito adentrarse en la espesura nublada ante ella. Siguiendo el rastro de sangre. - ¡Espera, Sarez! – gritó, y corrió tras él, pero para cuando quiso acceder, éste ya había llegado hasta el bosque.
El bosque tampoco era un lugar cálido ni receptivo, y toda la bruma que cubría la península también estaba presente en aquella arboleda: La reserva de la biosfera. Un cartel a la entrada así le hacía referencia: Una reserva, ¿y qué es lo que hay en una reserva? Animales. Muchos animales. Pero aquel bosque no tenía nada de natural, y es que la taiga o bosque de coníferas no era típico de aquellas latitudes. Era un bosque bastante abierto, con árboles espigados y distanciados. Distinto a los espesos bosques de Sandorái o el Este. Pero la niebla, aquella densa niebla, calaba en los huesos y daba una sensación de humedad.
En cuanto a las criaturas, desde ardilla a sapos, pasando por venados o jabalís. Una enorme variedad de animales que poco o nada tenía que ver con la ambientación del sitio. Pero poco importaba pues todos ellos eran mecánicos. Creaciones sacadas de la propia factoría de biocibernéticos. Creaciones descorazonadas y faltas de alma, programadas como mero espectáculo. Si bien las que se habían encontrado de momento no parecían peligrosas.
Ágata seguía al elfo, que continuaba el rastro de sangre. – Sarez, los muertos de ahí fuera eran investigadores como nosotros. Temo que alguien nos haya traído hasta aquí con el mismo fin. Además, encontré este cofre con un acertijo. – explicó ella, entregándole el mismo. También rebuscó en su faltriquera. - Tómate esto, te vendrá bien. – le ofreció un pequeño vial con un líquido de color rosado y se mantuvo siempre a su espalda. En su cabeza pensaba qué suerte habría corrido el profesor Montgomery, que se dirigió a la torre de Alice Hyre, siempre visible desde cualquier de parte de la península una vez atravesado el gran muro que cerraba la base.
Las manchas de sangre comenzaron a hacerse más y más grandes. Y los aventureros terminaron llegando a una especie de caverna o cubil, donde se adentraba la sangre. Un oso mecánico entraba hacia su interior, y una vez dentro de la cueva, como si estuviese programado para ello, se echó a dormir. – Igual es mejor dejarlo en paz, ¿no crees?. – propuso.
Tal y como Ágata propuso, su alternativa era obviar el cubil y continuar el camino, éste seguía rumbo al Sur, a una montaña también en el interior del bosque desde el que, tal vez, pudiesen tener una mejor visión de toda la zona, si es que la visibilidad lo permitía.
En su día pausé la misión a petición del usuario Sarez. Meses después y a petición del mismo, vuelvo a abrirla. He preguntado al usuario de Sakun de continuar la misma, pero como no he obtenido respuesta en dos semanas continuará sólo con el elfo. Sakun, si lees esto, en cualquier momento puedes volver a unirte sin consecuencias para ti, simplemente envíame un MP y en el siguiente turno encontraré la manera de que vuelvas a entrar a la misión.
Al ser un mundo abierto, confiaba en que la misión fuese lo suficientemente larga para poder resolverse entre dos, si Sakun no aparece, tendrás que resolverla tu solo. E imagino que eso llevará bastantes turnos. El astuto de mí guardaba a buen recaudo gran cantidad de imágenes y retorcidos eventos pensados para la misma. Así que prepárate.
Sarez: Ágata te ha dado una poción que te permitirá volver a decir la verdad. Así que podrás volver a comportarte como alguien decente. Te vendrá bien siendo tu solo. La forense, además, ha encontrado heridas severas en los cuerpos de todo tipo de desgarros violentos, así como un pequeño cofre con un acertijo. Dentro se encuentra la llave de la torre-laboratorio de Alice Hyre. No es necesario que resuelvas el acertijo en este turno, ni siquiera en toda la misión. Habrá alternativas de resolverla exitosamente. Simplemente te lo propongo como un pequeño desafío personal como tanto te gustan. Puedes postearla on rol, tendréis que dirigiros a la torre de Alice y una vez allí… encontraréis sorpresas… y recompensas.
De momento, delante vuestra se planta la guarida de alguna criatura que intuís será de aspecto robótico. Los rastros de sangre conducen al interior. Llegados a este punto tienes dos opciones:
-Hematomas varios, desgarro de tendones y nervios en cuádriceps. Fisuras en cráneo y en el occipital. – todavía de rodillas, se levantó un poco para descansar, echando el vistazo a todos lados. - ¿Quién pudo haberles hecho esto? – se preguntó, mientras investigaba en sus ropajes, para tratar de identificar los cadáveres, cuyos rostros estaban desfigurados.
En aquel momento, la espabilada Ágata encontró un pequeño papel en los bolsillos de la chaqueta de una de las víctimas. Allí pudo encontrar una tarjeta con un nombre y una profesión: “Jared Callaway. Detective privado. Lunargenta” – ¡Ay! – se llevó las manos a la boca. Y gateó hasta el siguiente cuerpo nerviosa. – “Colder Jameson. Médico forense” y, por último, se fue al tercero, el de una mujer “Jane Cole. Guardia de Lunargenta”. Rápidamente, Agata se dio cuenta de que todos tenían una cosa en común: Probablemente habían sido contratados para investigar los extraños asesinatos, convirtiéndose ellos mismos en las víctimas.
Entre sus cadáveres, además, Ágata encontró un pequeño cofre cerrado, con una nota manchada en sangre. El cofre estaba, tenía además dos filas, en cada una resortes que se podían girar. El primero hacía alusión a nombres, el segundo a objetos. Y tenía cinco posibilidades. El lazo que cerraba la nota, ensangrentado, rezaba el siguiente texto: “Dentro se encuentra la llave de la puerta da acceso a la torre-laboratorio de la doctora Hyre. Allí está toda la verdad.”
El acertijo en sí mismo, rezaba lo siguiente:
“A una cena asistieron las señoras Tamare, Laure y Anne y los caballeros Joe y Charles.
Todos ellos se sentaron en una fila, y todos vestían de colores diferentes, Laure llevaba un alegre sombrero de color blanco. Joe estaba situado en el extremo izquierdo, junto al invitado que llevaba una chaqueta de color verde. La persona de morado se sentaba a la izquierda de otra vestida de azul. Recuerdo ese traje morado porque su portador derramó su cerveza sobre él mismo. El viajero de Sacrestic iba vestido completamente de rojo. Cuando uno de los invitados a la cena presumió de su arco de cazador, la persona que estaba a su lado afirmó que se podían encontrar mejores en Sacrestic, donde vivía.
Así que Charles mostró presumido su ballesta, de gran valor, que mereció las burlas del viajero de Beltrexus, que afirmó que no era rival para su hacha de guerra. Otra persona llevaba un martillo de guerra, también de gran valor, y la visitante de Dundarak, que se sentaba a su lado, casi derrama la copa de absenta de su vecina. Anne levantó entonces su ron para brindar. La persona de Ulmer, hasta arriba de vino, saltó sobre la mesa y cayó sobre el invitado del asiento central, derramando el vaso de whisky de dicha persona. Entonces, la señora Tamare dejó a todos cautivados con una historia de su juventud salvaje en Lunargenta.
Por la mañana, las cuatro armas aparecieron debajo de la mesa: el arco, el bastón, el hacha de guerra y el martillo de guerra. ¿Pero a quién pertenecía cada una?”
-Dios mío. – rezó la forense, que alzó la mirada asustada en busca de sus compañeros. Al dragón no lo vio por ninguna parte, ¿dónde se habría metido? Pero sí que vio al elfo rarito adentrarse en la espesura nublada ante ella. Siguiendo el rastro de sangre. - ¡Espera, Sarez! – gritó, y corrió tras él, pero para cuando quiso acceder, éste ya había llegado hasta el bosque.
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El bosque tampoco era un lugar cálido ni receptivo, y toda la bruma que cubría la península también estaba presente en aquella arboleda: La reserva de la biosfera. Un cartel a la entrada así le hacía referencia: Una reserva, ¿y qué es lo que hay en una reserva? Animales. Muchos animales. Pero aquel bosque no tenía nada de natural, y es que la taiga o bosque de coníferas no era típico de aquellas latitudes. Era un bosque bastante abierto, con árboles espigados y distanciados. Distinto a los espesos bosques de Sandorái o el Este. Pero la niebla, aquella densa niebla, calaba en los huesos y daba una sensación de humedad.
En cuanto a las criaturas, desde ardilla a sapos, pasando por venados o jabalís. Una enorme variedad de animales que poco o nada tenía que ver con la ambientación del sitio. Pero poco importaba pues todos ellos eran mecánicos. Creaciones sacadas de la propia factoría de biocibernéticos. Creaciones descorazonadas y faltas de alma, programadas como mero espectáculo. Si bien las que se habían encontrado de momento no parecían peligrosas.
Ágata seguía al elfo, que continuaba el rastro de sangre. – Sarez, los muertos de ahí fuera eran investigadores como nosotros. Temo que alguien nos haya traído hasta aquí con el mismo fin. Además, encontré este cofre con un acertijo. – explicó ella, entregándole el mismo. También rebuscó en su faltriquera. - Tómate esto, te vendrá bien. – le ofreció un pequeño vial con un líquido de color rosado y se mantuvo siempre a su espalda. En su cabeza pensaba qué suerte habría corrido el profesor Montgomery, que se dirigió a la torre de Alice Hyre, siempre visible desde cualquier de parte de la península una vez atravesado el gran muro que cerraba la base.
Las manchas de sangre comenzaron a hacerse más y más grandes. Y los aventureros terminaron llegando a una especie de caverna o cubil, donde se adentraba la sangre. Un oso mecánico entraba hacia su interior, y una vez dentro de la cueva, como si estuviese programado para ello, se echó a dormir. – Igual es mejor dejarlo en paz, ¿no crees?. – propuso.
Tal y como Ágata propuso, su alternativa era obviar el cubil y continuar el camino, éste seguía rumbo al Sur, a una montaña también en el interior del bosque desde el que, tal vez, pudiesen tener una mejor visión de toda la zona, si es que la visibilidad lo permitía.
- Oso mecánico:
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- Mapa actualizado del trayecto elegido:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
En su día pausé la misión a petición del usuario Sarez. Meses después y a petición del mismo, vuelvo a abrirla. He preguntado al usuario de Sakun de continuar la misma, pero como no he obtenido respuesta en dos semanas continuará sólo con el elfo. Sakun, si lees esto, en cualquier momento puedes volver a unirte sin consecuencias para ti, simplemente envíame un MP y en el siguiente turno encontraré la manera de que vuelvas a entrar a la misión.
Al ser un mundo abierto, confiaba en que la misión fuese lo suficientemente larga para poder resolverse entre dos, si Sakun no aparece, tendrás que resolverla tu solo. E imagino que eso llevará bastantes turnos. El astuto de mí guardaba a buen recaudo gran cantidad de imágenes y retorcidos eventos pensados para la misma. Así que prepárate.
Sarez: Ágata te ha dado una poción que te permitirá volver a decir la verdad. Así que podrás volver a comportarte como alguien decente. Te vendrá bien siendo tu solo. La forense, además, ha encontrado heridas severas en los cuerpos de todo tipo de desgarros violentos, así como un pequeño cofre con un acertijo. Dentro se encuentra la llave de la torre-laboratorio de Alice Hyre. No es necesario que resuelvas el acertijo en este turno, ni siquiera en toda la misión. Habrá alternativas de resolverla exitosamente. Simplemente te lo propongo como un pequeño desafío personal como tanto te gustan. Puedes postearla on rol, tendréis que dirigiros a la torre de Alice y una vez allí… encontraréis sorpresas… y recompensas.
De momento, delante vuestra se planta la guarida de alguna criatura que intuís será de aspecto robótico. Los rastros de sangre conducen al interior. Llegados a este punto tienes dos opciones:
- Entrar al cubil siguiendo el rastro de sangre. Te encontrarás un oso mecanizado durmiendo. Parece muy fuerte, pero la cueva sigue hacia el interior… y también el rastro de sangre. Quién sabe, tal vez haya una salida al otro lado. Utiliza el sigilo, pero tendrás que tirar una runa para ver si despiertas o no a la criatura.
- Continuar el camino hacia el Sur por el interior del bosque, se ve una montaña en el centro del mismo. Parece el camino más rápido hacia el laboratorio de Alice Hyrecon el mapa que llevas. En este caso no tendrás que tirar runa, pero perderás la posibilidad de saber qué ocurre con la sangre y los cuerpos. No se puede tener todo en la vida. Tendrás libertad para describir el bosque y lo que te vayas encontrando.
Ger
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Re: [Quest] La liga de los descorazonados
Paso un dedo por el rastro de sangre del suelo. Tiene el tacto pringoso propio de la sangre fresca. Es reciente. De hace tres o tres horas a lo sumo. Miro el cielo y me fijo que el sol lleva pocas horas en el cielo. Rectifico mentalmente, una hora más. Teniendo en cuenta la humedad de la isla, puede que la sangre le pertenezca a la misma persona que gritaba anoche. Las horas coinciden. Con tal de asegurar mi deducción, acerco el dedo a la nariz y lo huelo. Si estuviera en el bosque donde vivo, podría saber a qué animal pertenecía la sangre con solo olerla. El olor de la sangre de los jabalíes es más fuerte que la de los conejos porque los primeros tienen más grasa corporal. Pero, aquí no puedo saber nada. No conozco ninguno de los animales que veo a mi rededor. Se parecen a los animales que conozco, pero son diferentes. Hay cosas que tienen la forma de ciervos, pájaros y conejos. A mí no me engañan. Sé que no lo son. Son cosas de metal. Junto con Woodpecker, luché contra cosas que parecían personas pero que, en realidad, no lo eran. Hombres del metal, los llamé yo. Biocibernéticos, me corrigió Wood. Los animales de ésta isla son biocibernéticos. No sangran como los animales normales. Esta sangre, la que tengo sobre mi dedo y la sigo oliendo, no pertenece a la de ningún animal.
Oigo un ruido de arbusto meciéndose detrás de mí. Alguien me está siguiendo. Me doy la vuelta de un salto y me armo con mi arco. Y tengo una flecha apunto de ser tensada cuando veo a la joven humana aparecer entre los arbusto. Agata es su nombre.
-No quiero estar solo.- las mentiras empiezan a apoderarse de mi lengua- Si vienes conmigo estarás segura. No soy una persona problemática.-
Antes de que diga algo que, realmente, lamente, arranco una ramita del árbol que tengo al lado y me la meto en la boca. Mastico con fuerza con tal de hacer callar a las mentiras.
Tengo suerte. A Ágata no le parece importar lo que diga. Comprende que estoy nervioso, pero no dice nada sobre mí. Sus primeras palabras están destinadas a los cadáveres que hemos visto antes. Dice que son investigadores como lo somos nosotros. Pero yo no soy investigador. En ningún momento he dicho tal cosa. Las mentiras fueron las que dijeron que estaba preparado para hacer ciminología. ¿Es eso ser investigador? Ágata aprovecha que estoy despistado pensando en lo que habían dicho las mentiras por mí para hacerme beber una extraña poción. Sabe a arándanos. Es un buen sabor.
-¿Qué me has dado?- le pregunto arqueando una ceja- No tiene un mal sabor. Me ha gustado-.
Me sorprendo por lo que acabo de decir. No he mentido. Es cierto que me ha gustado el sabor a arándano de la poción. No es una mentira. Es una verdad.
-La poción era de color rosa.- estoy tan sorprendido que empiezo a decir todas las verdades que se me cruzan por la cabeza.- Las hojas de los árboles son verdes. La tierra es marrón. No te estoy mintiendo.- sonrío.- Gracias Ágata. Estaba maldito. Solo podía mentir. Decía muchas mentiras- estoy tan entusiasmado que no dejo de hablar. - Ya no digo mentiras gracias a la poción rosa. Me has curado.- unos segundos de silencio y continuo. - No soy investigador ni sé nada de ciminología. Soy un elfo desterrado. No soy nada. Pero te ayudaré. Me has curado y yo te quiero ayudar-.
Pronto, nos pusimos a seguir la sangre. Llegamos a una caverna donde un oso de metal (Wood los llamó biocibernéticos) frena el paso. Parece durmiendo y hace un ruido parecido a un ronquido seco. Ignoro si los osos de metal pueden dormir como los osos de verdad. No me arriesgo.
-Toma- le pongo a Ágata el collar de Calypse que protege de los animales- si despierta no te hará daño-.
-¿Y qué hay de ti? Si despierta el oso te atacará-.
-No me importa. Soy fuerte-.
Ágata entra primero. No le ocurre nada. El collar la protege. Me mira desde el otro lado, a espaldas del oso de metal. Me hace una señal con la mano para que avance. Venga, con cuidado. Paso a paso, lentamente. Camino con las puntillas para no hacer ruido al chafar la hojarasca seca. Los biocibernéticos que maté junto con Wood tenían muy buen oído. El oso de metal, también lo tendrá. No tengo que hacer ruido. Tengo que ir despacio. Me echo a un lado de la cueva y camino por uno de los laterales. El oso duerme (creo que duerme) en medio.
Hago una señal con la mano a Ágata para que se eche atrás. Necesito espacio. Si despierta la máquina, no quiero verme acorralado por la oscuridad de la cueva y las garras del oso. La chica obedece. Parece entenderme, es una chica lista.
Offrol: Elijo la caverna y el oso.
Tyr sabes te amo, se buena gente y dame una runita buena que quiero esquivar al oso.
Oigo un ruido de arbusto meciéndose detrás de mí. Alguien me está siguiendo. Me doy la vuelta de un salto y me armo con mi arco. Y tengo una flecha apunto de ser tensada cuando veo a la joven humana aparecer entre los arbusto. Agata es su nombre.
-No quiero estar solo.- las mentiras empiezan a apoderarse de mi lengua- Si vienes conmigo estarás segura. No soy una persona problemática.-
Antes de que diga algo que, realmente, lamente, arranco una ramita del árbol que tengo al lado y me la meto en la boca. Mastico con fuerza con tal de hacer callar a las mentiras.
Tengo suerte. A Ágata no le parece importar lo que diga. Comprende que estoy nervioso, pero no dice nada sobre mí. Sus primeras palabras están destinadas a los cadáveres que hemos visto antes. Dice que son investigadores como lo somos nosotros. Pero yo no soy investigador. En ningún momento he dicho tal cosa. Las mentiras fueron las que dijeron que estaba preparado para hacer ciminología. ¿Es eso ser investigador? Ágata aprovecha que estoy despistado pensando en lo que habían dicho las mentiras por mí para hacerme beber una extraña poción. Sabe a arándanos. Es un buen sabor.
-¿Qué me has dado?- le pregunto arqueando una ceja- No tiene un mal sabor. Me ha gustado-.
Me sorprendo por lo que acabo de decir. No he mentido. Es cierto que me ha gustado el sabor a arándano de la poción. No es una mentira. Es una verdad.
-La poción era de color rosa.- estoy tan sorprendido que empiezo a decir todas las verdades que se me cruzan por la cabeza.- Las hojas de los árboles son verdes. La tierra es marrón. No te estoy mintiendo.- sonrío.- Gracias Ágata. Estaba maldito. Solo podía mentir. Decía muchas mentiras- estoy tan entusiasmado que no dejo de hablar. - Ya no digo mentiras gracias a la poción rosa. Me has curado.- unos segundos de silencio y continuo. - No soy investigador ni sé nada de ciminología. Soy un elfo desterrado. No soy nada. Pero te ayudaré. Me has curado y yo te quiero ayudar-.
Pronto, nos pusimos a seguir la sangre. Llegamos a una caverna donde un oso de metal (Wood los llamó biocibernéticos) frena el paso. Parece durmiendo y hace un ruido parecido a un ronquido seco. Ignoro si los osos de metal pueden dormir como los osos de verdad. No me arriesgo.
-Toma- le pongo a Ágata el collar de Calypse que protege de los animales- si despierta no te hará daño-.
-¿Y qué hay de ti? Si despierta el oso te atacará-.
-No me importa. Soy fuerte-.
Ágata entra primero. No le ocurre nada. El collar la protege. Me mira desde el otro lado, a espaldas del oso de metal. Me hace una señal con la mano para que avance. Venga, con cuidado. Paso a paso, lentamente. Camino con las puntillas para no hacer ruido al chafar la hojarasca seca. Los biocibernéticos que maté junto con Wood tenían muy buen oído. El oso de metal, también lo tendrá. No tengo que hacer ruido. Tengo que ir despacio. Me echo a un lado de la cueva y camino por uno de los laterales. El oso duerme (creo que duerme) en medio.
Hago una señal con la mano a Ágata para que se eche atrás. Necesito espacio. Si despierta la máquina, no quiero verme acorralado por la oscuridad de la cueva y las garras del oso. La chica obedece. Parece entenderme, es una chica lista.
Offrol: Elijo la caverna y el oso.
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Sarez
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Re: [Quest] La liga de los descorazonados
El miembro 'Sarez' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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