[Quest] Después de la gravidez (Elen)
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[Quest] Después de la gravidez (Elen)
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¿Cuanto tiempo puede pasar hasta que un huevo eclosiona? ¿Cuantas aventuras puede aguantar antes de desvelar quien abita su interior?
Bruja, al parecer estas preguntas ya no son un misterio para ti, ya que el bueno se esta abriendo.
El huevo rojo y brillante comienza a moverse de manera impaciente, mientras lo que pereces escamas de dragón, que cubren la cascara, comienzan a caerse como si los pétalos de una flor se tratasen, dejando a la vista una capa fina y frágil. No llega a ser transparente, pero casi se puede ver, o mejor dicho distinguir, algo en su interior. Una criatura pequeña y enroscada, con largas tapas... ¿o quizás es una cola?
La ultima de las capas empieza a agrietarse, arrugarse, cogiendo poco poco la forma del animal de su interior. Y finalmente se rompe. una pequeño bola de color blanco, mojada con restos de la cascara del huevo abre sus pequeños ojos, o al menos lo intenta, intentando ver y encontrar a su madre, aquella que la amará y protegerá hasta su madurez.
Bruja, al parecer estas preguntas ya no son un misterio para ti, ya que el bueno se esta abriendo.
El huevo rojo y brillante comienza a moverse de manera impaciente, mientras lo que pereces escamas de dragón, que cubren la cascara, comienzan a caerse como si los pétalos de una flor se tratasen, dejando a la vista una capa fina y frágil. No llega a ser transparente, pero casi se puede ver, o mejor dicho distinguir, algo en su interior. Una criatura pequeña y enroscada, con largas tapas... ¿o quizás es una cola?
La ultima de las capas empieza a agrietarse, arrugarse, cogiendo poco poco la forma del animal de su interior. Y finalmente se rompe. una pequeño bola de color blanco, mojada con restos de la cascara del huevo abre sus pequeños ojos, o al menos lo intenta, intentando ver y encontrar a su madre, aquella que la amará y protegerá hasta su madurez.
- bebe:
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· Elen, por motivos personales de los que ya estamos ambos al corriente, este tema será algo más lento de lo normal (mínimo un post por semana)
· Nadie sin autorización puede entrar en la quets.
· Debes explicar como llegas o porque estas en la cuidad, y donde esta el huevo cuando comienza a romperse.
· Cuando tienes a la criatura en tus manos... ¿donde te encuentras? ¿Escuchas algo raro?
Wyn
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Re: [Quest] Después de la gravidez (Elen)
Los últimos días en la ciudad habían sido caóticos para la bruja, que había pasado de ayudar a la guardia con un puñado de vampiros a encontrarse con Huracán, y el posterior ataque que Mortagglia lanzó sobre Lunargenta para atraparla. La sangre aún teñía las calles cuando el sol alcanzó su cenit, pero gracias al trabajo de las autoridades aquel era el único indicio visible de la matanza que había tenido lugar la noche anterior, algo que la aterrada población agradecería enormemente. Los cuerpos habían sido retirados antes del amanecer, y aunque en algunos puntos el humo aún persistía, los incendios estaban ya sofocados desde hacía unas horas, y poco a poco se iba recuperando la normalidad.
Muchos acudieron en tropel al hospital tras saber la noticia de que los heridos que habían arrastrado hasta la plaza de la torre del reloj seguían con vida, pero no todos encontrarían allí a quienes buscaban, aquel sería un amargo día para Lunargenta y todos cuantos vivían en ella. Con expresión cansada y el semblante notablemente pálido, a excepción de las oscuras ojeras que enmarcaban su mirada, Elen esperaba sentada al borde de la cama, con los dedos entrelazados y la vista clavada en el suelo de madera. - Ya tendría que estar en los caminos. - se dijo mentalmente, pero la verdad es que no se encontraba en las mejores condiciones para iniciar su viaje a las tierras del oeste.
Sin embargo, la hechicera seguía estando en deuda con Sammuel tras lo sucedido en Dundarak, y no podía darle la espalda cuando las vidas de dos de sus caballeros dragones estaban en juego. Dejando escapar un suspiro de resignación, la tensai se levantó y comenzó a preparar sus bártulos para partir de inmediato, sin tener en cuenta que había perdido unas valiosísimas horas de luz, y que por tanto poco podría avanzar antes de verse obligada a acampar. No es que no pudiese continuar su camino durante la noche, gracias a su electricidad la joven podía guiarse perfectamente a través de los árboles a pesar de la oscuridad, pero debía reponer fuerzas antes de cruzar el Tymer e internarse en Midgar, así que se obligaría a dormir un poco, siempre y cuando encontrase dónde refugiarse.
Una vez preparada, la benjamina de los Calhoun recogió sus alforjas y depositó con cuidado en una de ellas el huevo que Karen le había entregado, para acto seguido abandonar la habitación y bajar a la taberna, donde el nuevo propietario del local intentaba ganarse la confianza de los clientes. El hombre había tenido a bien mantener el trato al que habían llegado la anterior dueña y la bruja, y parecía realmente emocionado por tener la oportunidad de regentar su propio negocio, pero solo el tiempo diría si servía para aquello. ¿Sabría lidiar con los borrachos de turno? ¿Y con aquellos que tras saciar su hambre o sed se negasen a pagarle? Todo tenía su lado negativo, y aquel caballero pronto se daría cuenta de las complicaciones que acarreaba un puesto como suyo.
Tras cruzar unas palabras con el propietario, lo justo para adquirir las provisiones que necesitaba para su viaje, Elen salió de la posada y se dirigió al establo en busca de su montura, pero antes de que pudiese colgar sus pertenencias de la silla algo comenzó a moverse en el interior de una de las alforjas, captando toda su atención. Nuevamente, la criatura que se encontraba en el interior del huevo parecía reaccionar, pero ésta vez lo hacía con mayor intensidad, tanto que la tensai se apresuró a sacarlo de la bolsa, justo a tiempo de ver cómo las escamas que lo cubrían empezaban a caerse solas.
A través de la fina capa que quedó a la vista, la de cabellos cenicientos pudo atisbar la forma del pequeño ser que luchaba por salir de su cascarón, pero no pudo verlo con claridad hasta que ésta última se rompió por completo, dejando sobre su mano a una frágil criatura de color blanco, que intentaba abrir los ojos. - Kot’hiku. - susurró la hechicera, mientras apartaba delicadamente los restos de cáscara que quedaban pegados al animal. Recordando las palabras de la bailarina, que le había pedido en su nota que cuidase bien de aquel ser, Elen acarició levemente la cabeza del pequeño, mientras lo escrutaba con la mirada para tratar de determinar qué era.
Por fin tenía ante sí al misterioso animal, pero la verdad es que no sabía mucho sobre bestias, con lo que tendría que informarse acerca de la cría y rápido, para poder proporcionarle el alimento y cuidados que necesitase. - ¿Cómo voy a viajar ahora? - se preguntó la joven, preocupada por lo frágil que parecía el recién nacido. Ignorando el barullo tan característico de la ciudad, la tensai abandonó el establo y se dirigió nuevamente a la entrada de la posada, donde esperaba poder atender mejor a su nuevo amiguito.
Muchos acudieron en tropel al hospital tras saber la noticia de que los heridos que habían arrastrado hasta la plaza de la torre del reloj seguían con vida, pero no todos encontrarían allí a quienes buscaban, aquel sería un amargo día para Lunargenta y todos cuantos vivían en ella. Con expresión cansada y el semblante notablemente pálido, a excepción de las oscuras ojeras que enmarcaban su mirada, Elen esperaba sentada al borde de la cama, con los dedos entrelazados y la vista clavada en el suelo de madera. - Ya tendría que estar en los caminos. - se dijo mentalmente, pero la verdad es que no se encontraba en las mejores condiciones para iniciar su viaje a las tierras del oeste.
Sin embargo, la hechicera seguía estando en deuda con Sammuel tras lo sucedido en Dundarak, y no podía darle la espalda cuando las vidas de dos de sus caballeros dragones estaban en juego. Dejando escapar un suspiro de resignación, la tensai se levantó y comenzó a preparar sus bártulos para partir de inmediato, sin tener en cuenta que había perdido unas valiosísimas horas de luz, y que por tanto poco podría avanzar antes de verse obligada a acampar. No es que no pudiese continuar su camino durante la noche, gracias a su electricidad la joven podía guiarse perfectamente a través de los árboles a pesar de la oscuridad, pero debía reponer fuerzas antes de cruzar el Tymer e internarse en Midgar, así que se obligaría a dormir un poco, siempre y cuando encontrase dónde refugiarse.
Una vez preparada, la benjamina de los Calhoun recogió sus alforjas y depositó con cuidado en una de ellas el huevo que Karen le había entregado, para acto seguido abandonar la habitación y bajar a la taberna, donde el nuevo propietario del local intentaba ganarse la confianza de los clientes. El hombre había tenido a bien mantener el trato al que habían llegado la anterior dueña y la bruja, y parecía realmente emocionado por tener la oportunidad de regentar su propio negocio, pero solo el tiempo diría si servía para aquello. ¿Sabría lidiar con los borrachos de turno? ¿Y con aquellos que tras saciar su hambre o sed se negasen a pagarle? Todo tenía su lado negativo, y aquel caballero pronto se daría cuenta de las complicaciones que acarreaba un puesto como suyo.
Tras cruzar unas palabras con el propietario, lo justo para adquirir las provisiones que necesitaba para su viaje, Elen salió de la posada y se dirigió al establo en busca de su montura, pero antes de que pudiese colgar sus pertenencias de la silla algo comenzó a moverse en el interior de una de las alforjas, captando toda su atención. Nuevamente, la criatura que se encontraba en el interior del huevo parecía reaccionar, pero ésta vez lo hacía con mayor intensidad, tanto que la tensai se apresuró a sacarlo de la bolsa, justo a tiempo de ver cómo las escamas que lo cubrían empezaban a caerse solas.
A través de la fina capa que quedó a la vista, la de cabellos cenicientos pudo atisbar la forma del pequeño ser que luchaba por salir de su cascarón, pero no pudo verlo con claridad hasta que ésta última se rompió por completo, dejando sobre su mano a una frágil criatura de color blanco, que intentaba abrir los ojos. - Kot’hiku. - susurró la hechicera, mientras apartaba delicadamente los restos de cáscara que quedaban pegados al animal. Recordando las palabras de la bailarina, que le había pedido en su nota que cuidase bien de aquel ser, Elen acarició levemente la cabeza del pequeño, mientras lo escrutaba con la mirada para tratar de determinar qué era.
Por fin tenía ante sí al misterioso animal, pero la verdad es que no sabía mucho sobre bestias, con lo que tendría que informarse acerca de la cría y rápido, para poder proporcionarle el alimento y cuidados que necesitase. - ¿Cómo voy a viajar ahora? - se preguntó la joven, preocupada por lo frágil que parecía el recién nacido. Ignorando el barullo tan característico de la ciudad, la tensai abandonó el establo y se dirigió nuevamente a la entrada de la posada, donde esperaba poder atender mejor a su nuevo amiguito.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
Aerandiano de honor
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Re: [Quest] Después de la gravidez (Elen)
De detrás de una columna de madera del establo, asomó la cabecilla un pequeño hombre delgado y escuálido, con el cabello escaso y negro, pegado a la frente por el sudor, o por la falta de higiene, quizás. Este había observado a la de cabellos blancos mientras el animal nacía. No le hubiese parecido un nacimiento de lo más interesante de no ser... aquel nombre. Kot'hiku. Habia escuchado aquello antes, y sabía donde debía ir, sin perder tiempo alguno, aunque mejor esperaría a que la mujer se fuese del lugra, ya que portaba armas encima, y él había salido sin siquiera un cuchillo para el queso.
Corrió por los callejones, adentrándose en las zonas más oscuras de la cuidad, aquella gente a la que iba a ver o les gustaba que les hiciesen esperar.
En una mesa de madera, pegajosa de lo que un día fue cerveza, habían dos hombres hablando. Más bien eran tres, pero uno de ellos dormía con la cabeza apoyada en dicha mesa, con la boca ligeramente abierta y con un ojo entre abierto, parecía estar dañado por el alcohol. Ambos hombres sujetaban una barra con la mano, hablaban bajo, nadie les miraba. estaba oscuro,pero se podía ver que había un para de mesas mas, con hombres dispersos en ellas. Pero aquella llamaba la atención ya que estaba al final de la alargada sala, justamente en un vacío de luz, la tenue luz que había en el lugar, y quedaba situada justo en el media, al contrario de la demás que estaban más pegadas a la mugrienta pared de piedra vieja.
El lugar olía a orín y a decadencia, mezclado con el fuerte olor del alcohol más puro y fuerte de todo Aerandir, mezclado con unas gotas de una mezcla especial...
-Se-señor... tengo información sobre Kot'Hikou...-
-Kot'hiku idiota- sonó la voz alta y grave, raspando el aire. Todo el mundo se calló en la habitación. -Vamos, ¿a que estás esperando salamandra asquerosa? acércate...- dijo mientras el delgaducho de cabellos lamidos se acercaba como un pobre animalillo. - Venga, no tengo toda la noche, alimaña- dio un fuerte golpe con la jarra en la mesa redonda, bañándola con nuevas manchas de cerveza.
-U-na mujer, con el pelo muy claro y una cicatriz que le afea la cara. Ella lo tiene, no se más. Parece que sabe lo que es, dijo el hombre en voz alta.- parecía nervioso, ya que sus finitas piernas empezaban a temblar.
El hombre que había junto al que había hablado ni siquiera había mirado al delgaducho. Tenía una mano metida bajo la mesa, con la que jugaba con una navaja de hueso de dragón.
-¿No... sabes mas?- preguntó alzando una ceja- ¿Estas totalmente seguro de que no sabes nada más?- el hombrecillo negó con la cabeza nerviosamente. Al parecer había más de una oreja puesta en la conversación, pero todos los ahí presentes intentaban no mirar hacia la mesa central. -Muy bien, has hecho un buen trabajo, alimaña de cloaca. Karl, mátalo- dijo secamente mientras se levantaba de la mesa y se dirigía a las escaleras de manos que conducían a la salida de aquel antro. -A él y a todos los presentes, que no salga nadie más que tu de aquí. - dijo antes de empezar a ascender por la escalera.
todos los hombres de la habitación, anonadados, intentaron levantarse y defenderse. Aquel lugar no tardó ni mucho tiempo ni mucho esfuerzo en terminar bañado de sangre.
No había constancia de aquel animalejo en los libros convencionales de la cuidad, tampoco había mucha gente que conociera de su existencia, por lo que averiguar sobre él iba a ser algo más complicad de lo que parecía en un principio.
Corrió por los callejones, adentrándose en las zonas más oscuras de la cuidad, aquella gente a la que iba a ver o les gustaba que les hiciesen esperar.
En una mesa de madera, pegajosa de lo que un día fue cerveza, habían dos hombres hablando. Más bien eran tres, pero uno de ellos dormía con la cabeza apoyada en dicha mesa, con la boca ligeramente abierta y con un ojo entre abierto, parecía estar dañado por el alcohol. Ambos hombres sujetaban una barra con la mano, hablaban bajo, nadie les miraba. estaba oscuro,pero se podía ver que había un para de mesas mas, con hombres dispersos en ellas. Pero aquella llamaba la atención ya que estaba al final de la alargada sala, justamente en un vacío de luz, la tenue luz que había en el lugar, y quedaba situada justo en el media, al contrario de la demás que estaban más pegadas a la mugrienta pared de piedra vieja.
El lugar olía a orín y a decadencia, mezclado con el fuerte olor del alcohol más puro y fuerte de todo Aerandir, mezclado con unas gotas de una mezcla especial...
-Se-señor... tengo información sobre Kot'Hikou...-
-Kot'hiku idiota- sonó la voz alta y grave, raspando el aire. Todo el mundo se calló en la habitación. -Vamos, ¿a que estás esperando salamandra asquerosa? acércate...- dijo mientras el delgaducho de cabellos lamidos se acercaba como un pobre animalillo. - Venga, no tengo toda la noche, alimaña- dio un fuerte golpe con la jarra en la mesa redonda, bañándola con nuevas manchas de cerveza.
-U-na mujer, con el pelo muy claro y una cicatriz que le afea la cara. Ella lo tiene, no se más. Parece que sabe lo que es, dijo el hombre en voz alta.- parecía nervioso, ya que sus finitas piernas empezaban a temblar.
El hombre que había junto al que había hablado ni siquiera había mirado al delgaducho. Tenía una mano metida bajo la mesa, con la que jugaba con una navaja de hueso de dragón.
-¿No... sabes mas?- preguntó alzando una ceja- ¿Estas totalmente seguro de que no sabes nada más?- el hombrecillo negó con la cabeza nerviosamente. Al parecer había más de una oreja puesta en la conversación, pero todos los ahí presentes intentaban no mirar hacia la mesa central. -Muy bien, has hecho un buen trabajo, alimaña de cloaca. Karl, mátalo- dijo secamente mientras se levantaba de la mesa y se dirigía a las escaleras de manos que conducían a la salida de aquel antro. -A él y a todos los presentes, que no salga nadie más que tu de aquí. - dijo antes de empezar a ascender por la escalera.
todos los hombres de la habitación, anonadados, intentaron levantarse y defenderse. Aquel lugar no tardó ni mucho tiempo ni mucho esfuerzo en terminar bañado de sangre.
No había constancia de aquel animalejo en los libros convencionales de la cuidad, tampoco había mucha gente que conociera de su existencia, por lo que averiguar sobre él iba a ser algo más complicad de lo que parecía en un principio.
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· Elen, puedes escoger si quedarte en la cuidad investigator ya sea en la biblioteca o en lugares relacionados, o salir de la cuidad y buscar suerte en otros lugares. Tu decides. En cualquier caso sientes que alguien te esta observando.
· Para el final de tu post, debes encontrarte con un contratiempo: alguien te ataca sin previo aviso. Al parecer va a nombre de un tal Nagcio y anda buscando algo que tu portas.
Wyn
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Re: [Quest] Después de la gravidez (Elen)
Sin prestar mucha atención a cuanto la rodeaba, Elen comenzó a subir los escasos peldaños que llevaban a la puerta de la posada, pero se detuvo durante un instante ante la entrada, con una extraña sensación recorriéndole el cuerpo. Ya había experimentado aquello en otras ocasiones, cuando viajaba por los caminos o se internaba en territorio peligroso, era como si alguien la estuviese observando, y eso no le gustaba. La tensión se apoderó de su ser en cuestión de segundos, pero teniendo en cuenta que se encontraba en una gran ciudad, densamente poblada, quizá estuviese dando demasiada importancia a una tontería. - Será el mozo del establo. - pensó para sí, antes de cruzar el umbral y regresar a su habitación, tratando de no llamar la atención de los presentes.
Una vez arriba, cerró tras de sí y depositó sus alforjas sobre la cama, para luego centrarse única y exclusivamente en la pequeña criatura que seguía en su mano, intentando abrir los ojos. - No puedo llevarte así a todas partes. - musitó, al tiempo que dejaba cuidadosamente al recién nacido sobre la almohada. Parecía tan frágil que cualquier cosa podría acabar con él, ya fuera el calor del mediodía o la falta de alimento, así que debía darse prisa en encontrar algo de información que le permitiese cuidar adecuadamente al pequeño que Karen le había encomendado antes de morir.
Echando mano a una de las bolsas de cuero que colgaban de su cinturón, la hechicera vació su contenido y colocó en su interior algunas vendas y retazos de tela limpios, de modo que formasen una especie de nido blando en que pudiese transportar al Kot’hiku de manera segura mientras trataba de averiguar qué era. En cuanto estuvo listo, tomó de nuevo al recién nacido y lo depositó en el que sería su nuevo huevo por así decirlo, ya que le ofrecería toda la protección posible. Lo siguiente de que debía preocuparse estaba claro, el pequeño acababa de nacer y probablemente tuviese hambre, así que solo tenía dos opciones, probar a darle un poco de leche tibia o esperar a encontrar algo en la biblioteca, arriesgándose a tardar demasiado.
- En condiciones normales, ¿qué le había dado su madre? - Se preguntó la bruja, con cierta preocupación. El Kot’hiku había nacido de un huevo pero no parecía un pájaro sino más bien un mamífero, así que probaría con la leche, esperando que eso sirviese para mantenerlo bien hasta que se hubiese informado algo más sobre él. Sin perder tiempo, la de ojos verdes bajó de nuevo a la taberna y se sentó junto a la barra, donde no tuvo que esperar mucho para conseguir un cuenco de lo que necesitaba. Elen se deshizo de los guantes y llevó un dedo al tibio líquido, para luego acercarlo a la boca del recién nacido y tratar de estimularlo, aunque no estaba segura de que aquello fuera a funcionar.
Repitió la acción unas cuantas veces, esperando que el Kot’hiku reaccionase y al menos comiese un poco, luego abandonó el local y se dirigió a la biblioteca, el único lugar que podría darle las respuestas que buscaba. La tensai conocía bien el edificio y sus secciones, pero siempre se había centrado en estudiar las plantas y sus propiedades alquímicas, así que de bestias sabía más bien poco, lo justo para salir del paso cuando le surgía algún problema en los caminos. Revisó los pasillos hasta dar con la estantería dedicada a las diferentes criaturas que poblaban Aerandir, pero por mucho que leyese hasta el último libro, no hallaría nada relacionado con el ser que llevaba en la bolsa de su cinturón.
Tras terminar de ojear el quinto tomo, buscando bocetos que pudiesen parecerse al huevo o al Kot’hiku, la benjamina de los Calhoun asumió que estaba perdiendo el tiempo, y optó por algo que en un principio no hubiese querido hacer, preguntar al responsable de la sección. El hombre en cuestión rondaba los cincuenta, tenía los cabellos blancos y una larga barba a juego, que se mesaba de vez en cuando. Estaba sentado frente a un ornamentado escritorio de madera, sobre el cual descansaba un grueso libro que él mismo estaba escribiendo. La pluma se movía con rapidez sobre las páginas de pergamino, mientras el anciano pensaba en cuáles de sus investigaciones serían más interesantes de leer.
- Disculpe, ¿es usted el especialista en bestias? - preguntó la maga, sin apenas levantar la voz. El caballero detuvo su pluma y se giró para escrutarla con sus oscuros ojos, de un marrón que recordaba la tierra mojada. - Así es, ¿en qué puedo ayudarla? - respondió, sin molestarse porque lo hubiese interrumpido. - ¿Ha oído hablar alguna vez de una criatura llamada Kot’hiku? - formuló ella, optando por no mostrar al pequeño de momento. - ¿Kot’hiku? No he escuchado nada parecido, y eso que llevo veinte años en esto…- dijo él, con expresión pensativa. Las esperanzas de la joven se desvanecieron en un instante, y sin querer molestar más al amable señor, se despidió cordialmente y salió de la biblioteca, sin saber a dónde iría a continuación.
¿Quién podía ayudarla? Puede que solo Karen supiese lo que era aquel animal, y con su muerte se habría llevado el secreto a la tumba. Con la extraña sensación de ser observada nuevamente, Elen decidió no rendirse todavía, pero tampoco tenía idea de a dónde acudir, así que se limitó a recorrer las calles principales, esperando que se le ocurriese otra cosa. Conforme comenzaba a caer la tarde, bañando con su anaranjado brillo las casas y establecimientos de Lunargenta, aquella incómoda sensación empezó a hacerse cada vez más fuerte, casi como si la hechicera predijese que algo malo iba a pasar, y en efecto, así fue.
El extraño salió de la nada con una rapidez pasmosa, armado con una daga y dispuesto a hundirla a traición en la espalda de la bruja, pero ésta escuchó sus pasos y pudo esquivar el arma por muy poco, con un ágil movimiento evasivo. Ya encarando al enemigo, la tensai frunció el ceño y se preparó para defenderse, permitiendo que la electricidad le envolviese ambos brazos. No le convenía entrar en una pelea teniendo al pequeño con ella, cualquier impacto podría herirlo o matarlo accidentalmente, así que mantendría las distancias, o al menos lo intentaría. - ¿Qué demonios te pasa? - preguntó, pues no conocía a su atacante y por tanto, no entendía el motivo que podría tener para abalanzarse contra ella.
- Sé que tienes algo valioso, dámelo y a cambio yo te daré una muerte rápida. - contestó el hombre, muy confiado de sí mismo. ¿Se trataba de un vulgar ladrón o sabía algo más? ¿Acaso venía buscando el medallón solar que tanto trabajo le había costado conseguir? No, ir solo contra una centinela era un suicidio, debía ser otra cosa. - Has decidido asaltar a la persona equivocada. - dijo Elen, con tono cortante. - No me asustas bruja, Nagcio lo quiere y lo tendrá. - aseguró, antes de volver a lanzarse contra la de cabellos cenicientos. El extraño era realmente rápido, tanto que consiguió esquivar las dos primeras descargas, pero no la tercera, que lo alcanzó de lleno en el pecho, dejándolo momentáneamente aturdido y vulnerable.
Una vez arriba, cerró tras de sí y depositó sus alforjas sobre la cama, para luego centrarse única y exclusivamente en la pequeña criatura que seguía en su mano, intentando abrir los ojos. - No puedo llevarte así a todas partes. - musitó, al tiempo que dejaba cuidadosamente al recién nacido sobre la almohada. Parecía tan frágil que cualquier cosa podría acabar con él, ya fuera el calor del mediodía o la falta de alimento, así que debía darse prisa en encontrar algo de información que le permitiese cuidar adecuadamente al pequeño que Karen le había encomendado antes de morir.
Echando mano a una de las bolsas de cuero que colgaban de su cinturón, la hechicera vació su contenido y colocó en su interior algunas vendas y retazos de tela limpios, de modo que formasen una especie de nido blando en que pudiese transportar al Kot’hiku de manera segura mientras trataba de averiguar qué era. En cuanto estuvo listo, tomó de nuevo al recién nacido y lo depositó en el que sería su nuevo huevo por así decirlo, ya que le ofrecería toda la protección posible. Lo siguiente de que debía preocuparse estaba claro, el pequeño acababa de nacer y probablemente tuviese hambre, así que solo tenía dos opciones, probar a darle un poco de leche tibia o esperar a encontrar algo en la biblioteca, arriesgándose a tardar demasiado.
- En condiciones normales, ¿qué le había dado su madre? - Se preguntó la bruja, con cierta preocupación. El Kot’hiku había nacido de un huevo pero no parecía un pájaro sino más bien un mamífero, así que probaría con la leche, esperando que eso sirviese para mantenerlo bien hasta que se hubiese informado algo más sobre él. Sin perder tiempo, la de ojos verdes bajó de nuevo a la taberna y se sentó junto a la barra, donde no tuvo que esperar mucho para conseguir un cuenco de lo que necesitaba. Elen se deshizo de los guantes y llevó un dedo al tibio líquido, para luego acercarlo a la boca del recién nacido y tratar de estimularlo, aunque no estaba segura de que aquello fuera a funcionar.
Repitió la acción unas cuantas veces, esperando que el Kot’hiku reaccionase y al menos comiese un poco, luego abandonó el local y se dirigió a la biblioteca, el único lugar que podría darle las respuestas que buscaba. La tensai conocía bien el edificio y sus secciones, pero siempre se había centrado en estudiar las plantas y sus propiedades alquímicas, así que de bestias sabía más bien poco, lo justo para salir del paso cuando le surgía algún problema en los caminos. Revisó los pasillos hasta dar con la estantería dedicada a las diferentes criaturas que poblaban Aerandir, pero por mucho que leyese hasta el último libro, no hallaría nada relacionado con el ser que llevaba en la bolsa de su cinturón.
Tras terminar de ojear el quinto tomo, buscando bocetos que pudiesen parecerse al huevo o al Kot’hiku, la benjamina de los Calhoun asumió que estaba perdiendo el tiempo, y optó por algo que en un principio no hubiese querido hacer, preguntar al responsable de la sección. El hombre en cuestión rondaba los cincuenta, tenía los cabellos blancos y una larga barba a juego, que se mesaba de vez en cuando. Estaba sentado frente a un ornamentado escritorio de madera, sobre el cual descansaba un grueso libro que él mismo estaba escribiendo. La pluma se movía con rapidez sobre las páginas de pergamino, mientras el anciano pensaba en cuáles de sus investigaciones serían más interesantes de leer.
- Disculpe, ¿es usted el especialista en bestias? - preguntó la maga, sin apenas levantar la voz. El caballero detuvo su pluma y se giró para escrutarla con sus oscuros ojos, de un marrón que recordaba la tierra mojada. - Así es, ¿en qué puedo ayudarla? - respondió, sin molestarse porque lo hubiese interrumpido. - ¿Ha oído hablar alguna vez de una criatura llamada Kot’hiku? - formuló ella, optando por no mostrar al pequeño de momento. - ¿Kot’hiku? No he escuchado nada parecido, y eso que llevo veinte años en esto…- dijo él, con expresión pensativa. Las esperanzas de la joven se desvanecieron en un instante, y sin querer molestar más al amable señor, se despidió cordialmente y salió de la biblioteca, sin saber a dónde iría a continuación.
¿Quién podía ayudarla? Puede que solo Karen supiese lo que era aquel animal, y con su muerte se habría llevado el secreto a la tumba. Con la extraña sensación de ser observada nuevamente, Elen decidió no rendirse todavía, pero tampoco tenía idea de a dónde acudir, así que se limitó a recorrer las calles principales, esperando que se le ocurriese otra cosa. Conforme comenzaba a caer la tarde, bañando con su anaranjado brillo las casas y establecimientos de Lunargenta, aquella incómoda sensación empezó a hacerse cada vez más fuerte, casi como si la hechicera predijese que algo malo iba a pasar, y en efecto, así fue.
El extraño salió de la nada con una rapidez pasmosa, armado con una daga y dispuesto a hundirla a traición en la espalda de la bruja, pero ésta escuchó sus pasos y pudo esquivar el arma por muy poco, con un ágil movimiento evasivo. Ya encarando al enemigo, la tensai frunció el ceño y se preparó para defenderse, permitiendo que la electricidad le envolviese ambos brazos. No le convenía entrar en una pelea teniendo al pequeño con ella, cualquier impacto podría herirlo o matarlo accidentalmente, así que mantendría las distancias, o al menos lo intentaría. - ¿Qué demonios te pasa? - preguntó, pues no conocía a su atacante y por tanto, no entendía el motivo que podría tener para abalanzarse contra ella.
- Sé que tienes algo valioso, dámelo y a cambio yo te daré una muerte rápida. - contestó el hombre, muy confiado de sí mismo. ¿Se trataba de un vulgar ladrón o sabía algo más? ¿Acaso venía buscando el medallón solar que tanto trabajo le había costado conseguir? No, ir solo contra una centinela era un suicidio, debía ser otra cosa. - Has decidido asaltar a la persona equivocada. - dijo Elen, con tono cortante. - No me asustas bruja, Nagcio lo quiere y lo tendrá. - aseguró, antes de volver a lanzarse contra la de cabellos cenicientos. El extraño era realmente rápido, tanto que consiguió esquivar las dos primeras descargas, pero no la tercera, que lo alcanzó de lleno en el pecho, dejándolo momentáneamente aturdido y vulnerable.
Elen Calhoun
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Re: [Quest] Después de la gravidez (Elen)
Aturdido y vulnerable.
Elen podía acabar con su atacante en aquel mismo instante, o podía jugársela y dejarlo con vida, sin saber con certeza que sucedería cuando este recobrase el conocimiento y sus plenas facultades.
El recién nacido emite leves y entrecortados sonidos, similar al llanto de un cachorro de lobo, aunque algo más agudo y débil. Al parecer ha sentido en traqueteo producido por la sorpresa del ataque. Su cola se enrosca en su cuerpo, casi intentando taparse la cara con ella, pero su cabeza aun es desproporcionadamente más grande que es resto de su cuerpo, y eso se convierte en una misión imposible. Sin dejar de "llorar" la cría, ya con el estomago lleno, empieza a abrir los ojos. Al parecer la leche ha realizado su cometido, aunque como todo recién nacido, entre cada toma de comida hay un corto periodo de tiempo.
El hombre estaba tumbado ene l suelo boca arriba, con los brazos extendidos a cada lado, las piernas ligeramente abiertas y los ojos mirando a la nada. Sus extremidades padecían de leves espasmos, en cortos espacios de tiempo, lo que indicaba que su cuerpo aun no estaba ganando la pelea contra la electricidad con la que la joven le había obsequiado. Portaba unas ropas oscuras y algo raídas, con cinturones y cintas en piernas y brazos, en los que sujetaba pequeñas cuchillas. Tenía pinta de ser un asesino, o quizás de haberlo sido en sus mejores años, ya que el maltrato de las ropas lo indicaban. Parecía joven, unos veintisiete años humanos, aunque su rostro parecía envejecer por cada una de las cicatrices que le llenaban, mal sanadas, como quemaduras. Sus manos, bajo unos guantes de un verde muy oscuro, parecía grande y fuertes, capaces de poder partir una cabeza cal nuez. Pero al parecer no tubo tiempo ni de pensárselo, la bruja había sido más rápida.
A pesar de que había mandado matar a todos los presentes, las palabras vuelan más rápido que los halcones, corren más que las liebres y llegan a cada rincón, incluyendo las zonas más oscuras y de mala muerte. Ladrones, asesinos y demás calaña de la cuidad ya conocía la existencia de aquel nacimiento, cosa que no parecía muy bueno, al parecer.
De nuevo, unos pasos tras de ti, aunque esta vez no parecían perder el tiempo en no ser escuchados. Rápido, cada vez más rápido.
-Espera, no hullas. Tengo que hablar contigo...- la voz se iba volviendo más tenue tras cada palabra. -No puedo creer que sea cierto.- susurro dirigiendo la mirada hacía donde se suponía que estaba el retoño. -¿Puedo verlo? No, no hay tiempo, vamos hay que esconderlo. Vamos rayos blancos. - se autocontestó en un instinto de coger a la bruja del brazo, aunque no lo hizo, recordando lo del otro hombre. -Tengo información sobre Kot'hiku que te puede ser vital- añadió para cerciorarse de que había llamado su atención- pero tenemos que salir de aquí, muchos te están buscando...
Entre calles y callejuelas, malolientes y estrechas, donde la luz del sol parecía no colarse nunca. esquivando a gente tirada e el suelo borracha ¿o muerta? Adrenalina, tu corazón late muy deprisa. Mareos, las calles se tornan laberintos, creando la sensación de visión de túnel, distorsionando el tiempo y el trayecto.
Al final se cuelan por una puerta de madera, que se abre de manera corredera, tras ellas, la elfa pone un tablo a la ancho, haciendo de cierre, continúan corriendo escaleras abajo, pasando por lo que parecen unas cocinas pestilentes en las que se cocina todo tempo de comida, raramente nada apetecible. Salen por una ventana, tirando a su paso una bolsa de pan seco que estaba apoyada en ella. -Ya casi estamos...- susurro una de ellas antes de dar un salto y enfilarse a un árbol, para colarse después por una ventana. el edificio en el que se encuentran parece no tener puerta. -¿te ayudo con el Kot' hi...?- no terminó la pregunta. Seguramente no se fiaba aun de ella, así que aquella era una pregunta estúpida sin respuesta a la vista.
Estaban en una habitación iluminada por una ventaba en el techo, una cama una mesa y dos sillas eran su único mobiliario. No era muy espaciosa, pero la falta de objetos hacia que pareciese más de lo que era. Un par de toallas sobre la silla hacían romper el eco.
Cerró la ventana.
-Siento todo esto...- susurró tomándose unos instante para respirar. Era una elfa pelirroja, alta y delgada, armada con unas dagas que colgaban de su doble cinturón. Con simple y cuidada armadura color naturaleza, que iba desde los verdes de las plantas hasta los marrones de los troncos. Ojos negros y algo pequeños llamaban la atención en su pálida piel. Portaba un collar pegado al cuello, con una piedra en el centro. -Soy Naess, supongo que querrás una explicación...
Elen podía acabar con su atacante en aquel mismo instante, o podía jugársela y dejarlo con vida, sin saber con certeza que sucedería cuando este recobrase el conocimiento y sus plenas facultades.
El recién nacido emite leves y entrecortados sonidos, similar al llanto de un cachorro de lobo, aunque algo más agudo y débil. Al parecer ha sentido en traqueteo producido por la sorpresa del ataque. Su cola se enrosca en su cuerpo, casi intentando taparse la cara con ella, pero su cabeza aun es desproporcionadamente más grande que es resto de su cuerpo, y eso se convierte en una misión imposible. Sin dejar de "llorar" la cría, ya con el estomago lleno, empieza a abrir los ojos. Al parecer la leche ha realizado su cometido, aunque como todo recién nacido, entre cada toma de comida hay un corto periodo de tiempo.
El hombre estaba tumbado ene l suelo boca arriba, con los brazos extendidos a cada lado, las piernas ligeramente abiertas y los ojos mirando a la nada. Sus extremidades padecían de leves espasmos, en cortos espacios de tiempo, lo que indicaba que su cuerpo aun no estaba ganando la pelea contra la electricidad con la que la joven le había obsequiado. Portaba unas ropas oscuras y algo raídas, con cinturones y cintas en piernas y brazos, en los que sujetaba pequeñas cuchillas. Tenía pinta de ser un asesino, o quizás de haberlo sido en sus mejores años, ya que el maltrato de las ropas lo indicaban. Parecía joven, unos veintisiete años humanos, aunque su rostro parecía envejecer por cada una de las cicatrices que le llenaban, mal sanadas, como quemaduras. Sus manos, bajo unos guantes de un verde muy oscuro, parecía grande y fuertes, capaces de poder partir una cabeza cal nuez. Pero al parecer no tubo tiempo ni de pensárselo, la bruja había sido más rápida.
A pesar de que había mandado matar a todos los presentes, las palabras vuelan más rápido que los halcones, corren más que las liebres y llegan a cada rincón, incluyendo las zonas más oscuras y de mala muerte. Ladrones, asesinos y demás calaña de la cuidad ya conocía la existencia de aquel nacimiento, cosa que no parecía muy bueno, al parecer.
De nuevo, unos pasos tras de ti, aunque esta vez no parecían perder el tiempo en no ser escuchados. Rápido, cada vez más rápido.
-Espera, no hullas. Tengo que hablar contigo...- la voz se iba volviendo más tenue tras cada palabra. -No puedo creer que sea cierto.- susurro dirigiendo la mirada hacía donde se suponía que estaba el retoño. -¿Puedo verlo? No, no hay tiempo, vamos hay que esconderlo. Vamos rayos blancos. - se autocontestó en un instinto de coger a la bruja del brazo, aunque no lo hizo, recordando lo del otro hombre. -Tengo información sobre Kot'hiku que te puede ser vital- añadió para cerciorarse de que había llamado su atención- pero tenemos que salir de aquí, muchos te están buscando...
Entre calles y callejuelas, malolientes y estrechas, donde la luz del sol parecía no colarse nunca. esquivando a gente tirada e el suelo borracha ¿o muerta? Adrenalina, tu corazón late muy deprisa. Mareos, las calles se tornan laberintos, creando la sensación de visión de túnel, distorsionando el tiempo y el trayecto.
Al final se cuelan por una puerta de madera, que se abre de manera corredera, tras ellas, la elfa pone un tablo a la ancho, haciendo de cierre, continúan corriendo escaleras abajo, pasando por lo que parecen unas cocinas pestilentes en las que se cocina todo tempo de comida, raramente nada apetecible. Salen por una ventana, tirando a su paso una bolsa de pan seco que estaba apoyada en ella. -Ya casi estamos...- susurro una de ellas antes de dar un salto y enfilarse a un árbol, para colarse después por una ventana. el edificio en el que se encuentran parece no tener puerta. -¿te ayudo con el Kot' hi...?- no terminó la pregunta. Seguramente no se fiaba aun de ella, así que aquella era una pregunta estúpida sin respuesta a la vista.
Estaban en una habitación iluminada por una ventaba en el techo, una cama una mesa y dos sillas eran su único mobiliario. No era muy espaciosa, pero la falta de objetos hacia que pareciese más de lo que era. Un par de toallas sobre la silla hacían romper el eco.
Cerró la ventana.
-Siento todo esto...- susurró tomándose unos instante para respirar. Era una elfa pelirroja, alta y delgada, armada con unas dagas que colgaban de su doble cinturón. Con simple y cuidada armadura color naturaleza, que iba desde los verdes de las plantas hasta los marrones de los troncos. Ojos negros y algo pequeños llamaban la atención en su pálida piel. Portaba un collar pegado al cuello, con una piedra en el centro. -Soy Naess, supongo que querrás una explicación...
- naess:
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Wyn
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Re: [Quest] Después de la gravidez (Elen)
El llanto del Kot’hiku hizo que Elen bajase la vista a su bolsa, para de inmediato abrirla ligeramente y comprobar que el pequeño se encontraba bien, puede que el repentino movimiento evasivo de la hechicera lo hubiese alterado, o que de algún modo se percatase de que no estaba seguro. - No pasa nada, tranquilo pequeño. - musitó la hechicera, acariciando con un dedo la cabeza de la criatura, en un intento por calmarlo. Era demasiado frágil para aquel tipo de situaciones, una mala caída de ella bastaría para acabar con su vida, así que no tenía tiempo que perder, debía encontrar la información que necesitaba y regresar a la posada cuanto antes, solo allí podría estar a salvo.
Sin miramientos, la joven se acercó al extraño que acababa de atacarla y le puso la mano en el cuello, para acto seguido transmitirle una descarga directa, suficientemente potente como para dejarlo inconsciente. Tardaría un par de horas en despertarse después de aquello, pero por si no era el único que la buscaba, Elen tiró de él hasta esconderlo entre unos barriles cercanos, alejándolo de la vista y asegurándose así que ningún compinche suyo pudiese dar con él fácilmente. Una vez colocado, la tensai lo escrutó con la mirada durante unos instantes, para luego registrar los bolsillos de sus raídas ropas en busca de alguna pista, pero no halló nada que pudiese aclararle lo que buscaba aquel hombre que había mencionado, Nagcio.
Aun así, no cabía duda de que aquel individuo le daría problemas, ya había mandado en su contra a lo que parecía ser un asesino, y seguramente no sería el único. Unos pasos a su espalda volvieron a ponerla en tensión, tanto que se apartó del cuerpo e instintivamente trató de ganar distancia para hacer frente a una nueva pelea desde una posición ventajosa, pero la mujer que se acercaba no parecía tener intención de atacarla, al menos no de primeras. La elfa de cabellos rojizos aseguró que tenía que hablar con ella, dirigiendo la vista hacia la bolsa de la que aún se podían escuchar los lastimeros sollozos del Kot’hiku. Pidió verlo, pero de inmediato añadió que no había tiempo para ello, que debían esconderlo y algo más, que conocía una información que podía ser vital acerca de la criatura.
- Muchos te están buscando. - fue lo último que dijo antes de echarse a correr, y sin apenas tiempo para pensarlo, la centinela optó por seguirla, teniendo cuidado de no mover demasiado la bolsa en que descansaba el pequeño. ¿Por qué lo buscaban? ¿Qué tenía de especial aquel ser? Quizá pronto lo descubriese, o puede que aquella elfa no fuese más que otra enviada del tal Nagcio, que en vez de afrontar un combate prefería tenderle una trampa. Elen no permitiría que se le acercase demasiado, al menos no por el momento, primero tendría que ganarse su confianza y explicarle qué estaba pasando.
Sin perderla de vista, la benjamina de los Calhoun notó como su respiración se agitaba, mientras el corazón le latía con fuerza dentro del pecho a causa de la carrera, no estaba acostumbrada a mantener aquel ritmo por mucho tiempo. El laberinto de callejuelas consiguió que empezara a marearse, sin ver muy bien cuanto la rodeaba, pues su atención estaba totalmente centrada en aquella extraña que iba por delante de ella a toda prisa. Cuando por fin abandonó las calles, la pelirroja se coló a través de una puerta y esperó a que la de ojos verdes hiciese lo mismo, para de inmediato colocar un tablón a modo de seguro y volver a correr escaleras abajo.
- ¿A dónde me llevas? - preguntó Elen, con un deje de cansancio en la voz. Tras atravesar unas cocinas, y salir del edificio a través de una ventana, la elfa dio un salto hacia un árbol y trepó hasta colarse en otro edificio, cosa que para la bruja no fue tan sencillo. Era ágil pero no tanto, así que le llevó algo más de tiempo, aunque no tanto como para que la joven se impacientase. Cuando por fin se encontró dentro de la habitación, la elfa comenzó a formular una pregunta que no llegó a terminar, a fin de cuentas no había motivo para que la maga confiase en ella.
- Te he seguido hasta aquí, pero si esto es una treta de ese Nagcio te lo advierto, más vale que os rindáis, no voy a darle nada. - aseguró con tono cortante, situándose a cierta distancia de la pelirroja y permitiendo que la electricidad le envolviese uno de los brazos de forma visible y amenazadora. La extraña se disculpó y optó por presentarse, acto que al menos le dio el beneficio de la duda. - Dime qué sabes acerca de esta criatura, y por qué la buscan. - indicó, al tiempo que recuperaba el aliento y bajaba la vista un instante para comprobar que la carrera no hubiese afectado al pequeño.
Sin miramientos, la joven se acercó al extraño que acababa de atacarla y le puso la mano en el cuello, para acto seguido transmitirle una descarga directa, suficientemente potente como para dejarlo inconsciente. Tardaría un par de horas en despertarse después de aquello, pero por si no era el único que la buscaba, Elen tiró de él hasta esconderlo entre unos barriles cercanos, alejándolo de la vista y asegurándose así que ningún compinche suyo pudiese dar con él fácilmente. Una vez colocado, la tensai lo escrutó con la mirada durante unos instantes, para luego registrar los bolsillos de sus raídas ropas en busca de alguna pista, pero no halló nada que pudiese aclararle lo que buscaba aquel hombre que había mencionado, Nagcio.
Aun así, no cabía duda de que aquel individuo le daría problemas, ya había mandado en su contra a lo que parecía ser un asesino, y seguramente no sería el único. Unos pasos a su espalda volvieron a ponerla en tensión, tanto que se apartó del cuerpo e instintivamente trató de ganar distancia para hacer frente a una nueva pelea desde una posición ventajosa, pero la mujer que se acercaba no parecía tener intención de atacarla, al menos no de primeras. La elfa de cabellos rojizos aseguró que tenía que hablar con ella, dirigiendo la vista hacia la bolsa de la que aún se podían escuchar los lastimeros sollozos del Kot’hiku. Pidió verlo, pero de inmediato añadió que no había tiempo para ello, que debían esconderlo y algo más, que conocía una información que podía ser vital acerca de la criatura.
- Muchos te están buscando. - fue lo último que dijo antes de echarse a correr, y sin apenas tiempo para pensarlo, la centinela optó por seguirla, teniendo cuidado de no mover demasiado la bolsa en que descansaba el pequeño. ¿Por qué lo buscaban? ¿Qué tenía de especial aquel ser? Quizá pronto lo descubriese, o puede que aquella elfa no fuese más que otra enviada del tal Nagcio, que en vez de afrontar un combate prefería tenderle una trampa. Elen no permitiría que se le acercase demasiado, al menos no por el momento, primero tendría que ganarse su confianza y explicarle qué estaba pasando.
Sin perderla de vista, la benjamina de los Calhoun notó como su respiración se agitaba, mientras el corazón le latía con fuerza dentro del pecho a causa de la carrera, no estaba acostumbrada a mantener aquel ritmo por mucho tiempo. El laberinto de callejuelas consiguió que empezara a marearse, sin ver muy bien cuanto la rodeaba, pues su atención estaba totalmente centrada en aquella extraña que iba por delante de ella a toda prisa. Cuando por fin abandonó las calles, la pelirroja se coló a través de una puerta y esperó a que la de ojos verdes hiciese lo mismo, para de inmediato colocar un tablón a modo de seguro y volver a correr escaleras abajo.
- ¿A dónde me llevas? - preguntó Elen, con un deje de cansancio en la voz. Tras atravesar unas cocinas, y salir del edificio a través de una ventana, la elfa dio un salto hacia un árbol y trepó hasta colarse en otro edificio, cosa que para la bruja no fue tan sencillo. Era ágil pero no tanto, así que le llevó algo más de tiempo, aunque no tanto como para que la joven se impacientase. Cuando por fin se encontró dentro de la habitación, la elfa comenzó a formular una pregunta que no llegó a terminar, a fin de cuentas no había motivo para que la maga confiase en ella.
- Te he seguido hasta aquí, pero si esto es una treta de ese Nagcio te lo advierto, más vale que os rindáis, no voy a darle nada. - aseguró con tono cortante, situándose a cierta distancia de la pelirroja y permitiendo que la electricidad le envolviese uno de los brazos de forma visible y amenazadora. La extraña se disculpó y optó por presentarse, acto que al menos le dio el beneficio de la duda. - Dime qué sabes acerca de esta criatura, y por qué la buscan. - indicó, al tiempo que recuperaba el aliento y bajaba la vista un instante para comprobar que la carrera no hubiese afectado al pequeño.
Elen Calhoun
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Re: [Quest] Después de la gravidez (Elen)
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