El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
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El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Este nuevo trabajo era de lo más interesante. Algo que suponía que no tardaría en pasar después de todo lo ocurrido en las islas.
Todo lo que había hablado con su madre los días posteriores a la noche del ataque, le indicaba perfectamente que Yennfer pensaba lo mismo que él. Que aquello no iba a terminar en un ataque fallido en las islas Illidenses sin más. No. No sería así. Todo aquello formaba parte de algo mucho mayor. Un plan de los vampiros que escapaba de su control y que era imposible que pudieran entender, pero el problema iría mucho más lejos que esos.
Atacar las islas de los brujos no era algo que saliera gratis. Además, era algo deseado para muchos de los habitantes en ellas. Una excusa para una guerra. El mayor entretenimiento de los brujos arcaicos y con ganas de que nada cambiara. Y ahora la próxima ficha del juego se movería en Sacrestic Ville.
Su madre había recibido una carta de una amistad importante en las islas, que le anunciaba que necesitaban ayuda para resolver el asunto antes de fueran a mayores. De los Stone precisamente. Su viejo maestro era quien había contactado con su madre para esta nueva misión. Era en parte extraño que para este nuevo trabajo fuera contratado por Robert, así como por su madre en cierto sentido. Igualmente era nuevo para él tener que trabajar con el compañero que llevaría en esta ocasión. No porque no estuviera acostumbrado a tratar con él, así como a luchar en cientos de ocasiones a su lado, sino porque nunca había trabajo como mercenario a su lado. Aunque debería decir ella y no él.
Realmente no podría haber encontrado acompañante más fuerte para el trabajo. Pocos podían superar en poder a su hermana, pues desde niña siempre un prodigio que superaba a todos a quienes conocía. Solo sabía de dos personas que manejaran la magia mejor que ella. Una, su madre precisamente, la otra, su maestro.
Salieron con destino a la ciudad de los vampiros sin perder más tiempo del justo y necesario para prepararse para el viaje. Allí tendrían un enlace que les informaría de la posición de sus objetivos. Según palabras de su madre sería un brujo como ellos, así que sería fácilmente reconocible para ellos. ¿Fácilmente reconocible por ser un brujo? No entendía esa parte, pero Yennefer con su talante misterioso no quiso decirle más sobre el tema.
Le extrañaba bastante que la morena se guardara información cuando era vital para el cumplimiento de su misión. Sin embargo, confiaba en su madre, y sabía que si no lo había querido decir sería por algún motivo importante. Aunque ese motivo era de momento algo que se le escapaba al rubio.
El viaje fue rápido. No perdieron el tiempo durante el trayecto salvo lo justo para comprar provisiones en alguna aldea y proseguir. Comprando y cazando por el camino conseguían no tener que llevar exceso de equipaje. Un exceso de provisiones. Se lo podían permitir. Cuan distinto era de ese primer trayecto que realizaron al norte, al Poblado abandonado. En aquella ocasión tardaron mucho en remontar las montañas, aunque esta vez no irían tan lejos.
Sacrestic Ville apareció una madrugada ante sus ojos, recortando su silueta a duras penas en la oscuridad de la aún noche. ¿Era peligroso internarse en esa ciudad sin el sol en lo alto del firmamento? Bastante. Pero que podía temer un brujo de fuego de un vampiro. No mucho.
Sus pasos no tardaron en llevarlos ante la puerta de la posada donde se suponía que verían a su contacto. Era un lugar lúgubre, de aspecto siniestro como la mayor parte de la ciudad. Pese a todo era fácil de encontrar pues estaba cerca de la entrada este de Sacrestic, una de las más concurrida le habían dicho unos guardias.
- ¿Preparada? - preguntó a su hermana.
Después asintió sin dejar de mirar su rostro para inflarse ánimos. La madera cedió sin oposición, desvelando un enorme bullicio tras de sí. Toda una fiesta se celebraba en ese comedor, con bailes, música y… ¿vino? Mejor sería no saberlo, aunque no era de los que les importara que los vampiros bebieran sangre ante sus ojos. Ya había conocido a varios a lo largo de su vida.
De todos modos no duraría mucho esa velada. Era madrugada y pronto tendrían que volver a sus casas todos menos los que se hospedaran allí. El sol no tardaría muchas horas en hacer su aparición.
- ¿Cómo demonios se supone que debo reconocer a alguien entre toda esta multitud? - comentó a Elen nada más entrar y avanzar unos pasos.
Sin más datos salvo el de que era un brujo poco podía hacer. ¿Iba a mirar a todos los presentes si tenían colmillos o no?
- A lo mejor soy yo la que debe reconocerte, Vincent-, dijo una voz a su espalda, algo hacia su izquierda.
La visión de la persona ante sus ojos no podía ser más sorprenderte.
- ¿Que pasa Vinc? ¿Te ha comido la lengua el gato? - comentó la mujer acercándose sonriente. - Elen, me alegra verte. Parece que tenemos trabajo por delante-, dijo finalmente Leonora Stone.
El rubio salió de su sorpresa y meneó la cabeza. En ese trabajo todo quedaba en familia.
Todo lo que había hablado con su madre los días posteriores a la noche del ataque, le indicaba perfectamente que Yennfer pensaba lo mismo que él. Que aquello no iba a terminar en un ataque fallido en las islas Illidenses sin más. No. No sería así. Todo aquello formaba parte de algo mucho mayor. Un plan de los vampiros que escapaba de su control y que era imposible que pudieran entender, pero el problema iría mucho más lejos que esos.
Atacar las islas de los brujos no era algo que saliera gratis. Además, era algo deseado para muchos de los habitantes en ellas. Una excusa para una guerra. El mayor entretenimiento de los brujos arcaicos y con ganas de que nada cambiara. Y ahora la próxima ficha del juego se movería en Sacrestic Ville.
Su madre había recibido una carta de una amistad importante en las islas, que le anunciaba que necesitaban ayuda para resolver el asunto antes de fueran a mayores. De los Stone precisamente. Su viejo maestro era quien había contactado con su madre para esta nueva misión. Era en parte extraño que para este nuevo trabajo fuera contratado por Robert, así como por su madre en cierto sentido. Igualmente era nuevo para él tener que trabajar con el compañero que llevaría en esta ocasión. No porque no estuviera acostumbrado a tratar con él, así como a luchar en cientos de ocasiones a su lado, sino porque nunca había trabajo como mercenario a su lado. Aunque debería decir ella y no él.
Realmente no podría haber encontrado acompañante más fuerte para el trabajo. Pocos podían superar en poder a su hermana, pues desde niña siempre un prodigio que superaba a todos a quienes conocía. Solo sabía de dos personas que manejaran la magia mejor que ella. Una, su madre precisamente, la otra, su maestro.
Salieron con destino a la ciudad de los vampiros sin perder más tiempo del justo y necesario para prepararse para el viaje. Allí tendrían un enlace que les informaría de la posición de sus objetivos. Según palabras de su madre sería un brujo como ellos, así que sería fácilmente reconocible para ellos. ¿Fácilmente reconocible por ser un brujo? No entendía esa parte, pero Yennefer con su talante misterioso no quiso decirle más sobre el tema.
Le extrañaba bastante que la morena se guardara información cuando era vital para el cumplimiento de su misión. Sin embargo, confiaba en su madre, y sabía que si no lo había querido decir sería por algún motivo importante. Aunque ese motivo era de momento algo que se le escapaba al rubio.
El viaje fue rápido. No perdieron el tiempo durante el trayecto salvo lo justo para comprar provisiones en alguna aldea y proseguir. Comprando y cazando por el camino conseguían no tener que llevar exceso de equipaje. Un exceso de provisiones. Se lo podían permitir. Cuan distinto era de ese primer trayecto que realizaron al norte, al Poblado abandonado. En aquella ocasión tardaron mucho en remontar las montañas, aunque esta vez no irían tan lejos.
Sacrestic Ville apareció una madrugada ante sus ojos, recortando su silueta a duras penas en la oscuridad de la aún noche. ¿Era peligroso internarse en esa ciudad sin el sol en lo alto del firmamento? Bastante. Pero que podía temer un brujo de fuego de un vampiro. No mucho.
Sus pasos no tardaron en llevarlos ante la puerta de la posada donde se suponía que verían a su contacto. Era un lugar lúgubre, de aspecto siniestro como la mayor parte de la ciudad. Pese a todo era fácil de encontrar pues estaba cerca de la entrada este de Sacrestic, una de las más concurrida le habían dicho unos guardias.
- ¿Preparada? - preguntó a su hermana.
Después asintió sin dejar de mirar su rostro para inflarse ánimos. La madera cedió sin oposición, desvelando un enorme bullicio tras de sí. Toda una fiesta se celebraba en ese comedor, con bailes, música y… ¿vino? Mejor sería no saberlo, aunque no era de los que les importara que los vampiros bebieran sangre ante sus ojos. Ya había conocido a varios a lo largo de su vida.
De todos modos no duraría mucho esa velada. Era madrugada y pronto tendrían que volver a sus casas todos menos los que se hospedaran allí. El sol no tardaría muchas horas en hacer su aparición.
- ¿Cómo demonios se supone que debo reconocer a alguien entre toda esta multitud? - comentó a Elen nada más entrar y avanzar unos pasos.
Sin más datos salvo el de que era un brujo poco podía hacer. ¿Iba a mirar a todos los presentes si tenían colmillos o no?
- A lo mejor soy yo la que debe reconocerte, Vincent-, dijo una voz a su espalda, algo hacia su izquierda.
La visión de la persona ante sus ojos no podía ser más sorprenderte.
- ¿Que pasa Vinc? ¿Te ha comido la lengua el gato? - comentó la mujer acercándose sonriente. - Elen, me alegra verte. Parece que tenemos trabajo por delante-, dijo finalmente Leonora Stone.
El rubio salió de su sorpresa y meneó la cabeza. En ese trabajo todo quedaba en familia.
- Leonora Stone:
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Última edición por Vincent Calhoun el Vie 11 Nov 2016, 23:29, editado 1 vez (Razón : Cerrar)
Vincent Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Ataviada con su cómoda armadura, Elen iba de un lado para otro en el interior de su modesta habitación, preparando a toda prisa el equipaje que llevaría consigo en la nueva misión que le habían encomendado. Fue toda una sorpresa que tanto Robert como Yennefer se hubiesen puesto de acuerdo para contratarlos a ella y a su hermano, pero ¿qué podía decir? Aún estaba en deuda con los Stone por haberse ocupado de ambos cuando apenas eran unos críos, así que no dudó en aceptar el trabajo que le proponían, sobre todo teniendo en cuenta que su compañero sería su propio hermano, y que todavía no había tenido ocasión de contarle todo lo sucedido en el norte.
Quizá aquella fuese la oportunidad que esperaba para revelarle todo, pero primero se centraría en completar su misión, ya habría tiempo luego para hablar. Agua, provisiones, vendas, hierbas y remedios, todo ello iba dentro de las alforjas, mientras el par de espadas ya estaban colocadas a su espalda, aunque esperaba no tener que utilizarlas. Elen seguía sintiéndose más cómoda peleando con ayuda de sus poderes y la daga, pero sabía de sobra que en ocasiones eso no bastaba, así que pondría en práctica las habilidades que había estado desarrollando gracias a los entrenamientos con su madre.
Una vez lista, la hechicera se reunió con su hermano y partió de inmediato hacia las tierras del oeste, recordando lo que le habían contado acerca de aquel trabajo. Al parecer algunos vampiros habían atacado las islas no hacía mucho, y con ello habían dado a los brujos la excusa perfecta para entrar en batalla, cosa que a la mayoría les atraía enormemente. Aquel gusto por la guerra formaba parte de su carácter bélico y destructivo, y es más, muchos de su raza aún se jactaban de haber participado en el conflicto contra los elfos, aquel por el que habían sido expulsados de las islas y se había sembrado el odio en los corazones de ambos bandos.
Elen no podía considerarse inocente del todo, muchas vidas había segado aunque siempre tuviese razón para ello, pero al menos no estaba dispuesta a participar en una guerra sin sentido, así que debían darse prisa, antes de que vampiros y hechiceros iniciasen una nueva contienda. Esa premura llevó a los hermanos Calhoun a realizar el trayecto en el menor tiempo posible, parando únicamente cuando era realmente necesario o se les acababan las provisiones. Tampoco es que hubiese muchas aldeas en el camino, pero cuando encontraban una aprovechaban la ocasión, el resto de los días les tocaba autoabastecerse de la naturaleza, pescando o colocando pequeñas trampas para cazar.
Aquel viaje se parecía al que habían hecho juntos hacía ya varios años, cuando su destino los llevó a las frías tierras del norte en busca de su madre, pero a la vez era muy diferente. Ambos habían pasado por mucho desde entonces y no eran los mismos, aunque por suerte, el buen humor de Vincent seguía intacto, Elen en cambio comenzaba a notar los efectos de la oscuridad que portaba consigo en el medallón, y temía perderse a sí misma antes de reunir al resto de centinelas. Esa era la razón de que quisiese contar al rubio lo que le pasaba, tarde o temprano necesitaría ayuda para controlarse y ¿quién mejor que la familia para eso? Jamás se atrevería a hacerles daño, y justo por eso quería tenerlos a su lado, para que de comenzar a flaquear ante la maldad de las almas que colgaban de su cuello, ellos pudiesen detenerla.
Con la madrugada, el par de hechiceros alcanzó por fin su destino, la sombría ciudad de los vampiros, Sacrestic Ville. Manchas de sangre recientes teñían los adoquines de rojo, pero allí eso era lo normal, ya lo había visto varias veces. Sin perder tiempo, dirigieron sus monturas hacia la taberna más concurrida del lugar, allí donde según las palabras de su madre, encontrarían a un tercer miembro que los ayudaría a completar el trabajo. Elen bajó de su caballo y ató las riendas a un poste cercano, escrutando con la mirada los alrededores con cierta desconfianza, aunque pobre del que intentase robar a Sombra, probablemente saliese mal parado. Tras asegurar al animal, siguió a Vincent hasta la puerta, y en respuesta a su pregunta asintió con la cabeza, mientras utilizaba una de las habilidades que Yennefer le había ayudado a desarrollar.
- Es un brujo. - recordó mentalmente, al tiempo que su atención se centraba en los flujos de maná del interior, así lograría determinar a quién buscaban, siempre y cuando no hubiese demasiados congéneres en la taberna. - Solo capto la energía de dos individuos. - comentó en voz baja, como respuesta a la pregunta que su hermano acababa de formular, pero no le hizo falta seguir buscando, una figura se acercó a ambos y no tardó en intervenir. Aquella voz la hubiese reconocido en cualquier parte, así que cambió de expresión, esbozando una leve sonrisa mientras se giraba para ver a Leonora, la que había sido su amiga desde la infancia y casi como una hermana para ella.
- No esperaba encontrarte aquí pero me alegro de que seas nuestra compañera. - dijo animada, permitiéndose dar un abrazo a la bruja de cabellos oscuros antes de centrarse en la tarea que los había reunido. - ¿A qué nos enfrentamos exactamente? - preguntó a continuación, controlando por el rabillo del ojo que el resto de los clientes de la taberna no prestasen demasiada atención a lo que hablaban. - El ataque a las islas ha conseguido que algunos quieran vengarse, ya conoces a los nuestros, si tienen ocasión de pelear lo harán, debemos evitar un conflicto mayor. - explicó, resumiendo lo que ella ya sabía. - Mi padre me advirtió de la situación y me envió para que vigilase hasta que vinieseis, pero de momento solo han llegado un par de viajeros aparte de vosotros, creo que nuestro objetivo se mantiene oculto, hasta que decida atacar. - prosiguió, sin apenas alzar la voz.
- Entonces no hay tiempo que perder. - dijo la centinela, dispuesta a iniciar la búsqueda de inmediato.
Quizá aquella fuese la oportunidad que esperaba para revelarle todo, pero primero se centraría en completar su misión, ya habría tiempo luego para hablar. Agua, provisiones, vendas, hierbas y remedios, todo ello iba dentro de las alforjas, mientras el par de espadas ya estaban colocadas a su espalda, aunque esperaba no tener que utilizarlas. Elen seguía sintiéndose más cómoda peleando con ayuda de sus poderes y la daga, pero sabía de sobra que en ocasiones eso no bastaba, así que pondría en práctica las habilidades que había estado desarrollando gracias a los entrenamientos con su madre.
Una vez lista, la hechicera se reunió con su hermano y partió de inmediato hacia las tierras del oeste, recordando lo que le habían contado acerca de aquel trabajo. Al parecer algunos vampiros habían atacado las islas no hacía mucho, y con ello habían dado a los brujos la excusa perfecta para entrar en batalla, cosa que a la mayoría les atraía enormemente. Aquel gusto por la guerra formaba parte de su carácter bélico y destructivo, y es más, muchos de su raza aún se jactaban de haber participado en el conflicto contra los elfos, aquel por el que habían sido expulsados de las islas y se había sembrado el odio en los corazones de ambos bandos.
Elen no podía considerarse inocente del todo, muchas vidas había segado aunque siempre tuviese razón para ello, pero al menos no estaba dispuesta a participar en una guerra sin sentido, así que debían darse prisa, antes de que vampiros y hechiceros iniciasen una nueva contienda. Esa premura llevó a los hermanos Calhoun a realizar el trayecto en el menor tiempo posible, parando únicamente cuando era realmente necesario o se les acababan las provisiones. Tampoco es que hubiese muchas aldeas en el camino, pero cuando encontraban una aprovechaban la ocasión, el resto de los días les tocaba autoabastecerse de la naturaleza, pescando o colocando pequeñas trampas para cazar.
Aquel viaje se parecía al que habían hecho juntos hacía ya varios años, cuando su destino los llevó a las frías tierras del norte en busca de su madre, pero a la vez era muy diferente. Ambos habían pasado por mucho desde entonces y no eran los mismos, aunque por suerte, el buen humor de Vincent seguía intacto, Elen en cambio comenzaba a notar los efectos de la oscuridad que portaba consigo en el medallón, y temía perderse a sí misma antes de reunir al resto de centinelas. Esa era la razón de que quisiese contar al rubio lo que le pasaba, tarde o temprano necesitaría ayuda para controlarse y ¿quién mejor que la familia para eso? Jamás se atrevería a hacerles daño, y justo por eso quería tenerlos a su lado, para que de comenzar a flaquear ante la maldad de las almas que colgaban de su cuello, ellos pudiesen detenerla.
Con la madrugada, el par de hechiceros alcanzó por fin su destino, la sombría ciudad de los vampiros, Sacrestic Ville. Manchas de sangre recientes teñían los adoquines de rojo, pero allí eso era lo normal, ya lo había visto varias veces. Sin perder tiempo, dirigieron sus monturas hacia la taberna más concurrida del lugar, allí donde según las palabras de su madre, encontrarían a un tercer miembro que los ayudaría a completar el trabajo. Elen bajó de su caballo y ató las riendas a un poste cercano, escrutando con la mirada los alrededores con cierta desconfianza, aunque pobre del que intentase robar a Sombra, probablemente saliese mal parado. Tras asegurar al animal, siguió a Vincent hasta la puerta, y en respuesta a su pregunta asintió con la cabeza, mientras utilizaba una de las habilidades que Yennefer le había ayudado a desarrollar.
- Es un brujo. - recordó mentalmente, al tiempo que su atención se centraba en los flujos de maná del interior, así lograría determinar a quién buscaban, siempre y cuando no hubiese demasiados congéneres en la taberna. - Solo capto la energía de dos individuos. - comentó en voz baja, como respuesta a la pregunta que su hermano acababa de formular, pero no le hizo falta seguir buscando, una figura se acercó a ambos y no tardó en intervenir. Aquella voz la hubiese reconocido en cualquier parte, así que cambió de expresión, esbozando una leve sonrisa mientras se giraba para ver a Leonora, la que había sido su amiga desde la infancia y casi como una hermana para ella.
- No esperaba encontrarte aquí pero me alegro de que seas nuestra compañera. - dijo animada, permitiéndose dar un abrazo a la bruja de cabellos oscuros antes de centrarse en la tarea que los había reunido. - ¿A qué nos enfrentamos exactamente? - preguntó a continuación, controlando por el rabillo del ojo que el resto de los clientes de la taberna no prestasen demasiada atención a lo que hablaban. - El ataque a las islas ha conseguido que algunos quieran vengarse, ya conoces a los nuestros, si tienen ocasión de pelear lo harán, debemos evitar un conflicto mayor. - explicó, resumiendo lo que ella ya sabía. - Mi padre me advirtió de la situación y me envió para que vigilase hasta que vinieseis, pero de momento solo han llegado un par de viajeros aparte de vosotros, creo que nuestro objetivo se mantiene oculto, hasta que decida atacar. - prosiguió, sin apenas alzar la voz.
- Entonces no hay tiempo que perder. - dijo la centinela, dispuesta a iniciar la búsqueda de inmediato.
Elen Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Una corta visita a la base de los informantes me había servido no solo para enterarme de acontecimientos que hasta ahora desconocía, como aquellos recientes y misteriosos ataques de vampiros tanto a las islas como también a la ciudad de los humanos; sino que también me había hecho con un nuevo encargo de parte de Manuela; debía ir a Sacrestic en busca de algo más de información que nos permitiera estar preparados para lo que estuviera pasando o pudiera suceder luego.
Por otro lado, volver tan cerca de las tierras de los dragones podría suponer un serio peligro, así que al menos a lo largo de los caminos debía buscar la manera de pasar desapercibido, para eso el gremio me dio prestada una gabardina oscura cuyo cuello servía para cubrirme medio rostro, y un sombrero para el resto de mi cabeza; a simple vista era difícil identificarme, por lo que pude viajar tranquilo durante una gran parte del camino.
Por suerte los recursos del gremio no eran pocos, y algunos carromatos dispuestos a lo largo del camino me permitieron llegar a la ciudad de los vampiros en apenas unos días pudiendo ir cubierto a la luz del sol -Hemos llegado- Escuché decir al conductor del carruaje justo antes que sus pisadas en el fangoso suelo llegaran a abrir la puerta -Oye, esto no es Sacrestic, apenas y veo la entrada- Protesté alzando una ceja -Lo siento vampiro, tengo mujer e hijos, hasta aquí te traigo- Se justificó el muy cobarde y a fin de cuentas podía entender sus reservas.
Me dejé caer de un salto y avancé directo hasta aquella ciudad en la que no había estado hace mucho, sin embargo cualquiera sabía que el mejor lugar para reunir información era de boca de borrachos en una taberna así que ese sería el punto de partida.
Me quedé sentado en la barra muy cerca de la entrada pero cubierto por otro par de sujetos para ver a cualquiera que entrara, cual sería mi sorpresa al cabo de unos instantes cuando entre las nuevas entradas pudiera ver no solo al brujo aquel que había corrido en la carrera de upeleros, sino además, justo la persona que me debía tantas respuestas y explicaciones Elen.
Ajusté el cuello de mi abrigo para mantenerlo cubriendo mi rostro y los seguí con la vista hasta donde iban, me acerqué un poco más de manera discreta y me ubiqué en una solitaria mesa cuyos asientos apenas estaban siendo desocupados, luego de eso preparé mi oído mientras intentaba detallar con el rabillo del ojo tanto al par de conocidos brujos como a su contertulio... ¿O contertulia?
Por otro lado, volver tan cerca de las tierras de los dragones podría suponer un serio peligro, así que al menos a lo largo de los caminos debía buscar la manera de pasar desapercibido, para eso el gremio me dio prestada una gabardina oscura cuyo cuello servía para cubrirme medio rostro, y un sombrero para el resto de mi cabeza; a simple vista era difícil identificarme, por lo que pude viajar tranquilo durante una gran parte del camino.
Por suerte los recursos del gremio no eran pocos, y algunos carromatos dispuestos a lo largo del camino me permitieron llegar a la ciudad de los vampiros en apenas unos días pudiendo ir cubierto a la luz del sol -Hemos llegado- Escuché decir al conductor del carruaje justo antes que sus pisadas en el fangoso suelo llegaran a abrir la puerta -Oye, esto no es Sacrestic, apenas y veo la entrada- Protesté alzando una ceja -Lo siento vampiro, tengo mujer e hijos, hasta aquí te traigo- Se justificó el muy cobarde y a fin de cuentas podía entender sus reservas.
Me dejé caer de un salto y avancé directo hasta aquella ciudad en la que no había estado hace mucho, sin embargo cualquiera sabía que el mejor lugar para reunir información era de boca de borrachos en una taberna así que ese sería el punto de partida.
Me quedé sentado en la barra muy cerca de la entrada pero cubierto por otro par de sujetos para ver a cualquiera que entrara, cual sería mi sorpresa al cabo de unos instantes cuando entre las nuevas entradas pudiera ver no solo al brujo aquel que había corrido en la carrera de upeleros, sino además, justo la persona que me debía tantas respuestas y explicaciones Elen.
Ajusté el cuello de mi abrigo para mantenerlo cubriendo mi rostro y los seguí con la vista hasta donde iban, me acerqué un poco más de manera discreta y me ubiqué en una solitaria mesa cuyos asientos apenas estaban siendo desocupados, luego de eso preparé mi oído mientras intentaba detallar con el rabillo del ojo tanto al par de conocidos brujos como a su contertulio... ¿O contertulia?
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Que inesperado era volver a ver a Leonora. E imaginaba que era el motivo por el cual su madre se había mostrado tan mística. A Vinc no le hacía gracia que su hermana se expusiera al peligro, por poderosa y mayorcita que fuera, y tener a su “segunda” hermana allí no hacía más que aumentar esa sensación. Su madre se había evitado que le expusiera sus quejas simplemente manteniendo la información en secreto.
Y ahora no podía decirles que se mantuvieran al margen. En primer lugar porque esas dos eran demasiado cabezotas como para hacerle caso, y sobre todo, porque en segundo lugar le darían una paliza con lo poderosas que eran. Mejor desviar su furia contra otra persona que no fuera él. Por el bien de todos. Bueno, de todos no, de él. Pero qué demonios, había que ser un poco egoísta en esta vida. ¿O no?
- Siempre un placer verte Leonora-, saludó a la fémina. - Has crecido… bien-, comentó en broma, haciendo alusión a su buen físico.
La hija de Robert siempre había sido una chica hermosa. De las que levantaban pasiones en las islas. No solo por su bello cuerpo, sino también por su carácter fuerte y agradable. No obstante para el brujo siempre había sido como una hermana para él, ya antes incluso de haberse tenido que ir a vivir con los Stone por el viaje de sus padres al Norte. Eso sin contar que desde hacía mucho tiempo solo tenía pensamientos así con una mujer en particular. Una dama de los bosques de pelo blanco, cuerpo ligero, y una inmensa bondad bajo su pecho.
- Sí. Ese ataque es todo un problema-, comentó siguiendo el hilo con asuntos más serios que bromas de belleza. - ¿Pero ya sabes a donde atacaran o eso tampoco? - susurró.
- Tengo una ligera idea, pero no sé exactamente donde y cuando será-, comentó encaminándose hacia una mesa libre donde se acomodó. - Estamos seguros de que atacaran a una persona de la nobleza vampira. Por la localización no creamos que se alejen demasiado de la ciudad. Así que creemos saber que mansión será la elegida, pero aparte de eso no sabemos nada más. Ni cuántos son, ni cuando atacarán.
El brujo se sentó a la mesa junto a su amiga, y se quedó callado escuchando sus palabras. La situación no pintaba bien. Un ataque a la nobleza podría ser la mecha de esa guerra tan ansiada.
- Lo normal es que ataquen de día en un sitio como este. Pero siendo un lugar alejado de la ciudad, puede que opten por moverse de día y atacar de noche. A fin de cuentas, pasarán más desapercibidos de día que noche en este territorio-, dijo pensativo. - Si ya están en la ciudad saldrán esta tarde hacia su objetivo. O esta misma mañana, dentro de unas horas. ¿Está muy lejos el posible lugar del atentado?
- No mucho. Si saliéramos de noche llegaríamos la misma noche. Pero si quieren prepararlo bien y no ser vistos, pues supongo que podrían hacerlo como dices. Saldrían por la tarde entonces-, comentó la mujer. - Aunque aún no los hemos visto en la ciudad.
Vincent se acarició la barba antes de contestar.
- Puede que decidan no hospedarse en la ciudad. Que estén en algún campamento en los bosques-, razonó.
Era probable, aunque estando cerca de la ciudad se la jugaban a parecer sospechosos. ¿Quién acampaba tan cerca de una ciudad pudiendo dormir en ella? Nadie en una ciudad corriente. El problema es que Sacrestic Ville no lo era. Más bien era un lugar que muchos temían, y que por lo tanto no haría tan raro que las personas de paso decidieran hacerlo. Irónicamente, la capital de los vampiros no era un lugar tan siniestro, pues no era bien visto por las autoridades vampiras que se atacaran a visitantes. Sería una mala publicidad. Así que era más seguro estar en la población, que en mitad del bosque donde si te podría cazar un grupo de vampiros desalmados.
Pero lo que a ellos les interesaba, es que realmente esos brujos podrían estar acampados en el bosque, y que no sería tan raro como en otro lugar por la ignorancia de muchos viajeros que así lo hacían.
- Igualmente si acampan en el bosque se exponen a que los ataquen. Siempre es un riesgo hacerlo-, comentó, haciendo una señal a una moza. - A nadie le parecería raro que hubiera un campamento, por el temor de muchos a venir a Sacrestic. Pero se exponen a ataques, y no creo que con algo tan importante entre las manos tome ese riesgo. ¿Qué opináis? - preguntó a sus acompañantes antes de pedir una jarra de hidromiel a la chica.
Muy bella y joven. Aunque seguramente tendría más años que él. Así era la condición de los vampiros. Malditos por un lado. Eternamente jóvenes por el otro.
- Por cierto-, dijo entre susurros en cuento tuvo su jarra de cerámica en la mano, escondiendo el rostro tras ella. - Creo que ese hombre de allí nos está observando-, comentó señalando con la mirada oculta tras el recipiente para el supuesto espía.
Y ahora no podía decirles que se mantuvieran al margen. En primer lugar porque esas dos eran demasiado cabezotas como para hacerle caso, y sobre todo, porque en segundo lugar le darían una paliza con lo poderosas que eran. Mejor desviar su furia contra otra persona que no fuera él. Por el bien de todos. Bueno, de todos no, de él. Pero qué demonios, había que ser un poco egoísta en esta vida. ¿O no?
- Siempre un placer verte Leonora-, saludó a la fémina. - Has crecido… bien-, comentó en broma, haciendo alusión a su buen físico.
La hija de Robert siempre había sido una chica hermosa. De las que levantaban pasiones en las islas. No solo por su bello cuerpo, sino también por su carácter fuerte y agradable. No obstante para el brujo siempre había sido como una hermana para él, ya antes incluso de haberse tenido que ir a vivir con los Stone por el viaje de sus padres al Norte. Eso sin contar que desde hacía mucho tiempo solo tenía pensamientos así con una mujer en particular. Una dama de los bosques de pelo blanco, cuerpo ligero, y una inmensa bondad bajo su pecho.
- Sí. Ese ataque es todo un problema-, comentó siguiendo el hilo con asuntos más serios que bromas de belleza. - ¿Pero ya sabes a donde atacaran o eso tampoco? - susurró.
- Tengo una ligera idea, pero no sé exactamente donde y cuando será-, comentó encaminándose hacia una mesa libre donde se acomodó. - Estamos seguros de que atacaran a una persona de la nobleza vampira. Por la localización no creamos que se alejen demasiado de la ciudad. Así que creemos saber que mansión será la elegida, pero aparte de eso no sabemos nada más. Ni cuántos son, ni cuando atacarán.
El brujo se sentó a la mesa junto a su amiga, y se quedó callado escuchando sus palabras. La situación no pintaba bien. Un ataque a la nobleza podría ser la mecha de esa guerra tan ansiada.
- Lo normal es que ataquen de día en un sitio como este. Pero siendo un lugar alejado de la ciudad, puede que opten por moverse de día y atacar de noche. A fin de cuentas, pasarán más desapercibidos de día que noche en este territorio-, dijo pensativo. - Si ya están en la ciudad saldrán esta tarde hacia su objetivo. O esta misma mañana, dentro de unas horas. ¿Está muy lejos el posible lugar del atentado?
- No mucho. Si saliéramos de noche llegaríamos la misma noche. Pero si quieren prepararlo bien y no ser vistos, pues supongo que podrían hacerlo como dices. Saldrían por la tarde entonces-, comentó la mujer. - Aunque aún no los hemos visto en la ciudad.
Vincent se acarició la barba antes de contestar.
- Puede que decidan no hospedarse en la ciudad. Que estén en algún campamento en los bosques-, razonó.
Era probable, aunque estando cerca de la ciudad se la jugaban a parecer sospechosos. ¿Quién acampaba tan cerca de una ciudad pudiendo dormir en ella? Nadie en una ciudad corriente. El problema es que Sacrestic Ville no lo era. Más bien era un lugar que muchos temían, y que por lo tanto no haría tan raro que las personas de paso decidieran hacerlo. Irónicamente, la capital de los vampiros no era un lugar tan siniestro, pues no era bien visto por las autoridades vampiras que se atacaran a visitantes. Sería una mala publicidad. Así que era más seguro estar en la población, que en mitad del bosque donde si te podría cazar un grupo de vampiros desalmados.
Pero lo que a ellos les interesaba, es que realmente esos brujos podrían estar acampados en el bosque, y que no sería tan raro como en otro lugar por la ignorancia de muchos viajeros que así lo hacían.
- Igualmente si acampan en el bosque se exponen a que los ataquen. Siempre es un riesgo hacerlo-, comentó, haciendo una señal a una moza. - A nadie le parecería raro que hubiera un campamento, por el temor de muchos a venir a Sacrestic. Pero se exponen a ataques, y no creo que con algo tan importante entre las manos tome ese riesgo. ¿Qué opináis? - preguntó a sus acompañantes antes de pedir una jarra de hidromiel a la chica.
Muy bella y joven. Aunque seguramente tendría más años que él. Así era la condición de los vampiros. Malditos por un lado. Eternamente jóvenes por el otro.
- Por cierto-, dijo entre susurros en cuento tuvo su jarra de cerámica en la mano, escondiendo el rostro tras ella. - Creo que ese hombre de allí nos está observando-, comentó señalando con la mirada oculta tras el recipiente para el supuesto espía.
Vincent Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
La hechicera barrió con la mirada la taberna mientras su hermano trataba de obtener algo más de información acerca del posible ataque, centrándose en identificar el objetivo del mismo, de modo que de ser necesario pudiesen defender el lugar o impedir que sus congéneres llegasen hasta él. Antes de revelarles la respuesta, Leonora se dirigió hacia una de las mesas vacías y tomó asiento, quizá por consideración hacia los hermanos, que acababan de llegar a Sacrestic y aún no habían tenido tiempo de descansar debidamente, pero para la centinela hablar de un asunto como aquel el público no parecía lo más adecuado, nunca se sabe quién puede estar escuchando.
Tras sentarse frente a ambos, la joven escuchó con atención lo que su amiga tenía que decir, pero a juzgar por sus palabras no sería un trabajo sencillo, no estaban seguros de quién sería la víctima elegida ni cuándo la atacarían, solo sabían que el golpe se lo llevaría la nobleza de Sacrestic, acto que sin duda desataría la guerra que tanto ansiaban los de su raza. Tampoco tenían idea de cuántos hechiceros iban a participar en aquella provocación, pero debían darse prisa y encontrarlos, antes de que fuese demasiado tarde.
Vincent y Leonora siguieron hablando del tema, lanzando teorías sobre el momento en que podía tener lugar el ataque y dónde podían estarse ocultando los magos, ya que al parecer habían optado por no dejarse ver en la ciudad. Seguramente estuviesen acampados en los alrededores, pero el riesgo que eso implicaba era alto, los bosques no eran buen lugar para pasar la noche, mucho menos en territorio de vampiros. Sin embargo, muchos viajeros llevaban a cabo esta práctica por miedo a la oscura Sacrestic, con lo que no llamarían la atención de quienes se los topasen en el camino, hecho que dificultaría también la misión de los hermanos.
No podían perder el tiempo recorriendo las afueras de la ciudad para revisar los campamentos uno por uno, y de hacerlo probablemente su objetivo terminaría enterándose de que estaban allí, con lo que perderían el factor sorpresa. - Han venido para iniciar una guerra, si están dispuestos a matar a alguien de la nobleza en su propia casa no me extrañaría que se quedasen en el bosque, cualquier vampiro que intentase atacarlos se convertiría en un mero entretenimiento. - comentó con tono frío, sin apenas elevar la voz. Evitar que aquello llegase a más era una gran responsabilidad para los tres, y probablemente tuviesen que enfrentarse a sus propios congéneres, cosa que la de cabellos cenicientos no solía hacer.
Instantes después de su intervención, una joven camarera se acercó a la mesa para atenderlos, y no hizo falta más que un vistazo para saber que se trataba de una vampira, su pálida piel la delataba, junto con el par de pequeños colmillos que dejó a la vista al sonreír al rubio, tras entregarle la bebida que había pedido. Aquella muchacha podía ser un ejemplo, trabajaba atendiendo a los viajeros en vez de esperarlos en los caminos para abalanzarse sobre ellos, pero de algún modo tenía que alimentarse, y la maldición que llevaba consigo seguramente fuese complicada de sobrellevar estando en presencia de tantas personas.
La sed debía ser difícil de controlar, o al menos eso suponía la centinela, aunque nunca se lo había preguntado a ningún vampiro. Lo cierto era que ninguno de ellos elegía estar maldito, pero podían marcar la diferencia con sus actos, y con la forma de superar los instintos que aquel castigo les había dado.
En cuanto la muchacha se alejó de la mesa, Vincent ocultó a medias su rostro tras la jarra que acababa de entregarle, para informar a ambas con un susurro, alguien los observaba. Sin girarse para mirar en la dirección que marcaban los ojos de su hermano, ya que teniendo en cuenta su posición dejaría en evidencia que se habían fijado en el individuo en cuestión, Elen clavó la vista en la mesa y se concentró para repetir lo que había hecho antes de entrar al local. Desde fuera había detectado dos flujos de maná, y eso indicaba que aparte de Leonora había otra persona capaz de usar magia, ¿pero quién?
- No es de los nuestros. - musitó al cabo de unos segundos, tras comprobar que el segundo flujo de energía no se encontraba tras de sí, sino al otro lado de la taberna, en una mesa junto al fuego. Aquella magia pertenecía a una elfa de aspecto asustado, que seguramente se preguntaba por qué había abandonado los tranquilos bosques de Sandorai para meterse en un sombrío lugar como aquel. - ¿Qué aspecto tiene? - preguntó a su hermano, manteniendo un tono de voz tan bajo como para que solo pudiesen escucharla los de su mesa, aunque sabía de sobra que los vampiros habían desarrollado bastante su sentido del oído.
Tras sentarse frente a ambos, la joven escuchó con atención lo que su amiga tenía que decir, pero a juzgar por sus palabras no sería un trabajo sencillo, no estaban seguros de quién sería la víctima elegida ni cuándo la atacarían, solo sabían que el golpe se lo llevaría la nobleza de Sacrestic, acto que sin duda desataría la guerra que tanto ansiaban los de su raza. Tampoco tenían idea de cuántos hechiceros iban a participar en aquella provocación, pero debían darse prisa y encontrarlos, antes de que fuese demasiado tarde.
Vincent y Leonora siguieron hablando del tema, lanzando teorías sobre el momento en que podía tener lugar el ataque y dónde podían estarse ocultando los magos, ya que al parecer habían optado por no dejarse ver en la ciudad. Seguramente estuviesen acampados en los alrededores, pero el riesgo que eso implicaba era alto, los bosques no eran buen lugar para pasar la noche, mucho menos en territorio de vampiros. Sin embargo, muchos viajeros llevaban a cabo esta práctica por miedo a la oscura Sacrestic, con lo que no llamarían la atención de quienes se los topasen en el camino, hecho que dificultaría también la misión de los hermanos.
No podían perder el tiempo recorriendo las afueras de la ciudad para revisar los campamentos uno por uno, y de hacerlo probablemente su objetivo terminaría enterándose de que estaban allí, con lo que perderían el factor sorpresa. - Han venido para iniciar una guerra, si están dispuestos a matar a alguien de la nobleza en su propia casa no me extrañaría que se quedasen en el bosque, cualquier vampiro que intentase atacarlos se convertiría en un mero entretenimiento. - comentó con tono frío, sin apenas elevar la voz. Evitar que aquello llegase a más era una gran responsabilidad para los tres, y probablemente tuviesen que enfrentarse a sus propios congéneres, cosa que la de cabellos cenicientos no solía hacer.
Instantes después de su intervención, una joven camarera se acercó a la mesa para atenderlos, y no hizo falta más que un vistazo para saber que se trataba de una vampira, su pálida piel la delataba, junto con el par de pequeños colmillos que dejó a la vista al sonreír al rubio, tras entregarle la bebida que había pedido. Aquella muchacha podía ser un ejemplo, trabajaba atendiendo a los viajeros en vez de esperarlos en los caminos para abalanzarse sobre ellos, pero de algún modo tenía que alimentarse, y la maldición que llevaba consigo seguramente fuese complicada de sobrellevar estando en presencia de tantas personas.
La sed debía ser difícil de controlar, o al menos eso suponía la centinela, aunque nunca se lo había preguntado a ningún vampiro. Lo cierto era que ninguno de ellos elegía estar maldito, pero podían marcar la diferencia con sus actos, y con la forma de superar los instintos que aquel castigo les había dado.
En cuanto la muchacha se alejó de la mesa, Vincent ocultó a medias su rostro tras la jarra que acababa de entregarle, para informar a ambas con un susurro, alguien los observaba. Sin girarse para mirar en la dirección que marcaban los ojos de su hermano, ya que teniendo en cuenta su posición dejaría en evidencia que se habían fijado en el individuo en cuestión, Elen clavó la vista en la mesa y se concentró para repetir lo que había hecho antes de entrar al local. Desde fuera había detectado dos flujos de maná, y eso indicaba que aparte de Leonora había otra persona capaz de usar magia, ¿pero quién?
- No es de los nuestros. - musitó al cabo de unos segundos, tras comprobar que el segundo flujo de energía no se encontraba tras de sí, sino al otro lado de la taberna, en una mesa junto al fuego. Aquella magia pertenecía a una elfa de aspecto asustado, que seguramente se preguntaba por qué había abandonado los tranquilos bosques de Sandorai para meterse en un sombrío lugar como aquel. - ¿Qué aspecto tiene? - preguntó a su hermano, manteniendo un tono de voz tan bajo como para que solo pudiesen escucharla los de su mesa, aunque sabía de sobra que los vampiros habían desarrollado bastante su sentido del oído.
Elen Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
La noche transcurría despacio, tranquila y fría como las noches comunes en Villa Vampiro, lugar que pese a ser mi hábitat ideal no me generaba nada de tranquilidad, era la parte mala de andar a escondidas, nunca se sabe quién pueda reconocerte en un lugar con tantos rostros; la información que me habían ofrecido en el gremio estaba más construida a base de rumores y suposiciones que de pruebas concretas, sin embargo parecían apuntar a que tanto los vampiros que habían atacado las islas, como los nuevos atacantes que darían el atentado contra los vampiros, formaban parte de algo más grande, bien porque lo supieran o porque estuvieran siendo manipulados sin saberlo para desencadenar una inminente guerra.
Bastante tiempo había pasado sin venir a este lugar, sin embargo una ventaja de la longevidad de mi raza era que en un pueblo de vampiros difícilmente las cosas cambiaban con el tiempo, al menos desde el punto de vista social, las mismas cabezas de familias pudientes se mantenían durante muchos años, al menos hasta que algún novato inconforme intentara despachar a los ancianos antes de tiempo.
Frente a mí, el par de brujos del que Elen formaba parte no tardó en agrandar su número, sumando también a una guapa y misteriosa mujer que por su arrogante apariencia de presumida soberbia, parecía ser también una bruja, tres brujos reunidos en un lugar donde se suponía que unos brujos planeaban un atentado era algo bastante sospechoso, no solo para mí, sino también incluso para otros vampiros que a ratos miraban en dirección a los forasteros y los señalaban de manera sospechosa.
Sabía que Elen no había dudado en atacar el palacio de Dundarak, pero planear un atentado contra los vampiros en una taberna llena de vampiros, algunos de ellos seguro con buen oído no era la cosa más prudente del mundo; mi mirada se cruzó directamente con la del rubio barbudo que la acompañaba, justo antes que la jarra lo cubriera durante un misterioso rato.
Los susurros en las mesas cercanas no cesaban, la situación se volvería más y más tensa hasta que alguien con mucha curiosidad y poca paciencia acabara por interrogar a los brujos -Vamos, Elen, dime que no vienes a iniciar una guerra- Pensé mientras me levantaba de la silla y caminaba justo en dirección a donde se habían sentado los magos -Estás muy lejos de casa- Dije a Elen mientras bajaba el cuello de mi abrigo y lo abría para dejarle ver mi rostro.
Apoyé mis nudillos en la mesa quedando justo al lado del brujo y de frente a la peliblanca, ignorando de momento a la otra bruja por querer enfocarme más en mantener la vista sobre las demás mesas solo para asegurarme de que, al menos de momento nadie más intentara acercarse -Donde sea que te encuentro hay problemas, dime que vienes en paz- Dije en tono bajo, al menos tanto como podía serlo y al mismo tiempo garantizar que me escuchara -Si me lo permiten, podría llevarlos a un lugar menos... Tenso...- Murmuré dejando un espacio en la última palabra para señalar discretamente con la mirada a un pequeño grupo de vampiros que murmuraban en dirección a la mesa de los magos -Y no es que tema por tu seguridad, temo por la de ellos- Bromeé un poco para dejar claro que mis intenciones, al menos hasta tener más información, no eran hostiles.
Bastante tiempo había pasado sin venir a este lugar, sin embargo una ventaja de la longevidad de mi raza era que en un pueblo de vampiros difícilmente las cosas cambiaban con el tiempo, al menos desde el punto de vista social, las mismas cabezas de familias pudientes se mantenían durante muchos años, al menos hasta que algún novato inconforme intentara despachar a los ancianos antes de tiempo.
Frente a mí, el par de brujos del que Elen formaba parte no tardó en agrandar su número, sumando también a una guapa y misteriosa mujer que por su arrogante apariencia de presumida soberbia, parecía ser también una bruja, tres brujos reunidos en un lugar donde se suponía que unos brujos planeaban un atentado era algo bastante sospechoso, no solo para mí, sino también incluso para otros vampiros que a ratos miraban en dirección a los forasteros y los señalaban de manera sospechosa.
Sabía que Elen no había dudado en atacar el palacio de Dundarak, pero planear un atentado contra los vampiros en una taberna llena de vampiros, algunos de ellos seguro con buen oído no era la cosa más prudente del mundo; mi mirada se cruzó directamente con la del rubio barbudo que la acompañaba, justo antes que la jarra lo cubriera durante un misterioso rato.
Los susurros en las mesas cercanas no cesaban, la situación se volvería más y más tensa hasta que alguien con mucha curiosidad y poca paciencia acabara por interrogar a los brujos -Vamos, Elen, dime que no vienes a iniciar una guerra- Pensé mientras me levantaba de la silla y caminaba justo en dirección a donde se habían sentado los magos -Estás muy lejos de casa- Dije a Elen mientras bajaba el cuello de mi abrigo y lo abría para dejarle ver mi rostro.
Apoyé mis nudillos en la mesa quedando justo al lado del brujo y de frente a la peliblanca, ignorando de momento a la otra bruja por querer enfocarme más en mantener la vista sobre las demás mesas solo para asegurarme de que, al menos de momento nadie más intentara acercarse -Donde sea que te encuentro hay problemas, dime que vienes en paz- Dije en tono bajo, al menos tanto como podía serlo y al mismo tiempo garantizar que me escuchara -Si me lo permiten, podría llevarlos a un lugar menos... Tenso...- Murmuré dejando un espacio en la última palabra para señalar discretamente con la mirada a un pequeño grupo de vampiros que murmuraban en dirección a la mesa de los magos -Y no es que tema por tu seguridad, temo por la de ellos- Bromeé un poco para dejar claro que mis intenciones, al menos hasta tener más información, no eran hostiles.
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
A priori, conversar de esos temas en una mesa de la taberna no parecía la mejor de las ideas. O obstante, que tres extraños conversaran de esa manera era lo más natural del mundo. Además, su objetivo no eran los vampiros, sino precisamente todo lo contrario. Desde allí podían ver si había movimiento de personas que no fueran de esa raza. Justo lo que estaban esperando.
Sin embargo, al brujo le costaba pensar de ese modo ahora mismo. Sentir la mirada curiosa, del hombre de la otra mesa, lo había puesto en alerta. Podría ser solo un vampiro con exceso de curiosidad, con ganas de enterarse de algo para entretenerse, o simplemente solo un chico mirando a unas jóvenes bonitas sentadas con un feo barbudo. Podían ser todo eso, sí, pero también podía ser un espía.
Con esa ropa no podía saber si era un vampiro en realidad o un brujo. Ni tampoco podía descartar del todo que los brujos asaltantes no tuvieran ayuda de dentro. Seguramente habría vampiros belicosos como ellos en el territorio del oeste, sin contar que muchos se vendían por unas simples monedas. Era irónico lo racista que eran muchos, y lo parecidos que podían llegar a ser todos en algunos casos. Ese en particular podía ser considerado un nexo común entre todas las razas del mundo.
- Tiene aspecto del tipo de personas que se acercaría a saludarnos-, comentó en susurros, medio en broma, al ver como se incorporaba y comenzaba a dar pasos claramente en su dirección.
Eso lo descartaba como espía ¿no? Nadie en su sano juicio haría un movimiento tan descarado si querían enterarse de sus palabras. De todos modos puede que preparasen un ataque contra ellos. Por ello el rubio miró a su alrededor. Ahora cada mesa del local era sospechosa en su mente de un intento de asalta, así que no perdió el tiempo y dejó la jarra sobra la mesa, mientras llevaba su otra mano con disimulo al interior de su bolsillo.
Leonora parecía que había entendido la situación, y sin decir nada se preparó para el posible combate. Lo sabía por su cara de concentración. Concentración que él también tenía en esos momentos, y que se hubiera roto de no ser por su larga experiencia.
- Joder. Elen eres más conocida que un noble de Lunargenta-, bromeó, entendiendo que ese hombre los miraba porque había reconocido a su hermana. - Tranquilo. Somos gente de paz-, comentó antes de que este se bajara el cuello.
Parecía que no se acababan las sorpresas. No solo Elen conocía a ese hombre, sino que él también. Al principio sintió que debía saber quién era, sin terminar de ubicarlo. Luego su cerebro hizo su trabajo y pronto recordó que era el muchacho que había competido con él en una carrera de upeleros. El que luego lo ayudó a rescatar a la hija del dueño de la granja. El mismo que había aparecido como una silueta de sombra en el sueño de Otrore sin saber muy bien por qué. El que…
- Tú te estrellaste con un upelero en una carrera ¿verdad? - dijo mientras esos recuerdos se abrían paso por su mente. - Sí, eres tú. No te veía desde entonces.
Tenía que reconocer que era la última persona que pensaba ver por allí. Estaba centrado en la misión como para pensar que el hombre que una vez compitió en una carrera amistosa apareciera de por medio.
- ¿Os conocéis? ¿Todos os conocéis? - preguntó extrañada Leonora.
- El mundo es un pañuelo-, sonrió. - Un autentico pañuelo-, comentó mirando por encima de su hombro.
Había notado las miradas del corredor nocturno. Pero no se había percatado de las de ese grupo, hasta el momento en el que se había preparado para una posible batalla en la taberna.
- No tienen nada que temer-, dijo volviendo a mirar al hombre. - Pero me parece bien. Podemos hablar en un lugar más discreto si sabes de uno-, contestó.
Su misión era secreta. No podía fiarse de nadie a primeras de cambio, no obstante, ese hombre lo había ayudado en un rescate. No le había parecido mala persona en aquella ocasión. Y de momento no perdían nada por charlar con él, aunque en última instancia no le dijeran nada del trabajo. Eso dependería de la confianza que despertara en ellos. Además, puede que supiera algo de los brujos que buscaban si era de allí.
Vincent dio un largo trago a su jarra y siguió bebiendo hasta que la apuró del todo. No dejando una sola gota en el interior del recipiente de cerámica. Luego miró a sus acompañantes
- Ehm. A lo mejor queríais un poco-, comentó pensando ahora en la posibilidad de que quisieran beber algo. - Bueno, ya es tarde para eso me temo-, sonrió y dejó unas monedas sobre la mesa. - Vamos muchacho. Guíanos hasta ese lugar. Y espero que no sea una encerrona. Ya ves que somos gente que no quiere problemas-, lo sonrió con picardía esta vez. - ¿Por cierto, cómo te llamas?
Sin embargo, al brujo le costaba pensar de ese modo ahora mismo. Sentir la mirada curiosa, del hombre de la otra mesa, lo había puesto en alerta. Podría ser solo un vampiro con exceso de curiosidad, con ganas de enterarse de algo para entretenerse, o simplemente solo un chico mirando a unas jóvenes bonitas sentadas con un feo barbudo. Podían ser todo eso, sí, pero también podía ser un espía.
Con esa ropa no podía saber si era un vampiro en realidad o un brujo. Ni tampoco podía descartar del todo que los brujos asaltantes no tuvieran ayuda de dentro. Seguramente habría vampiros belicosos como ellos en el territorio del oeste, sin contar que muchos se vendían por unas simples monedas. Era irónico lo racista que eran muchos, y lo parecidos que podían llegar a ser todos en algunos casos. Ese en particular podía ser considerado un nexo común entre todas las razas del mundo.
- Tiene aspecto del tipo de personas que se acercaría a saludarnos-, comentó en susurros, medio en broma, al ver como se incorporaba y comenzaba a dar pasos claramente en su dirección.
Eso lo descartaba como espía ¿no? Nadie en su sano juicio haría un movimiento tan descarado si querían enterarse de sus palabras. De todos modos puede que preparasen un ataque contra ellos. Por ello el rubio miró a su alrededor. Ahora cada mesa del local era sospechosa en su mente de un intento de asalta, así que no perdió el tiempo y dejó la jarra sobra la mesa, mientras llevaba su otra mano con disimulo al interior de su bolsillo.
Leonora parecía que había entendido la situación, y sin decir nada se preparó para el posible combate. Lo sabía por su cara de concentración. Concentración que él también tenía en esos momentos, y que se hubiera roto de no ser por su larga experiencia.
- Joder. Elen eres más conocida que un noble de Lunargenta-, bromeó, entendiendo que ese hombre los miraba porque había reconocido a su hermana. - Tranquilo. Somos gente de paz-, comentó antes de que este se bajara el cuello.
Parecía que no se acababan las sorpresas. No solo Elen conocía a ese hombre, sino que él también. Al principio sintió que debía saber quién era, sin terminar de ubicarlo. Luego su cerebro hizo su trabajo y pronto recordó que era el muchacho que había competido con él en una carrera de upeleros. El que luego lo ayudó a rescatar a la hija del dueño de la granja. El mismo que había aparecido como una silueta de sombra en el sueño de Otrore sin saber muy bien por qué. El que…
- Tú te estrellaste con un upelero en una carrera ¿verdad? - dijo mientras esos recuerdos se abrían paso por su mente. - Sí, eres tú. No te veía desde entonces.
Tenía que reconocer que era la última persona que pensaba ver por allí. Estaba centrado en la misión como para pensar que el hombre que una vez compitió en una carrera amistosa apareciera de por medio.
- ¿Os conocéis? ¿Todos os conocéis? - preguntó extrañada Leonora.
- El mundo es un pañuelo-, sonrió. - Un autentico pañuelo-, comentó mirando por encima de su hombro.
Había notado las miradas del corredor nocturno. Pero no se había percatado de las de ese grupo, hasta el momento en el que se había preparado para una posible batalla en la taberna.
- No tienen nada que temer-, dijo volviendo a mirar al hombre. - Pero me parece bien. Podemos hablar en un lugar más discreto si sabes de uno-, contestó.
Su misión era secreta. No podía fiarse de nadie a primeras de cambio, no obstante, ese hombre lo había ayudado en un rescate. No le había parecido mala persona en aquella ocasión. Y de momento no perdían nada por charlar con él, aunque en última instancia no le dijeran nada del trabajo. Eso dependería de la confianza que despertara en ellos. Además, puede que supiera algo de los brujos que buscaban si era de allí.
Vincent dio un largo trago a su jarra y siguió bebiendo hasta que la apuró del todo. No dejando una sola gota en el interior del recipiente de cerámica. Luego miró a sus acompañantes
- Ehm. A lo mejor queríais un poco-, comentó pensando ahora en la posibilidad de que quisieran beber algo. - Bueno, ya es tarde para eso me temo-, sonrió y dejó unas monedas sobre la mesa. - Vamos muchacho. Guíanos hasta ese lugar. Y espero que no sea una encerrona. Ya ves que somos gente que no quiere problemas-, lo sonrió con picardía esta vez. - ¿Por cierto, cómo te llamas?
Vincent Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
La respuesta del rubio la dejó algo confusa, pero antes de que pudiese formular ninguna otra pregunta al respecto, la de ojos verdes notó como sus compañeros se preparaban disimuladamente para una situación que podía desembocar en conflicto, justo lo que no querían. - Viene hacia aquí. - pensó la bruja, mientras la tensión se apoderaba de su cuerpo. Estar de espaldas al extraño no le permitía valorar que intenciones podía tener, ni tampoco escrutarlo con la mirada para determinar si se trataba de una amenaza o simplemente era un curioso más, como aquellos que comenzaban a interesarse por el pequeño grupo de hechiceros.
Puede que reunirse en aquella taberna hubiese sido un error, pero poco se podía hacer ya, solo quedaba esperar a que el desconocido hiciese su movimiento, que de ser hostil podría ser el último. Sin apenas moverse, la centinela aguardó a que el hombre se acercase lo suficiente como para poder verlo, y una extraña sensación de alivio la recorrió al reconocer la voz de quien le hablaba. Sí, sin duda se trataba del vampiro al que le debía más de una, sobre todo después de los acontecimientos de Dundarak, donde de no ser por él, no habría conseguido la pócima de estrellas a tiempo.
Relajando los hombros, la benjamina de los Calhoun esbozó una leve sonrisa al escuchar las palabras de su hermano, que parecía bastante sorprendido y no tardó en dejar claro que venían sin intención de causar problemas. Pero al parecer, ella no era la única que conocía al vampiro, Vincent también se había topado con él en una carrera de upeleros, actividad que hasta el momento no sabía que practicaba. - Un pañuelo muy pequeño sí. - afirmó, para luego responder a lo que el recién llegado había dicho instantes antes. - No debes preocuparte, tal como dice Vincent, no estamos aquí para daros problemas sino para evitarlos. - comento sin elevar apenas la voz, pues ya no cabía duda de que algunos de los presentes se estaban interesando demasiado en ellos.
Lo más sensato era abandonar el local antes de que las cosas se pusiesen feas, no habían viajado hasta allí para pelearse con los vampiros de la zona y echar por tierra la misión que les habían encomendado. - Puede que este encuentro fortuito nos venga bien, a fin de cuentas seguro que conoces estas tierras mejor que nosotros. - musitó, mientras el rubio se terminaba su jarra y depositaba unas monedas sobre la mesa. Sin perder ni un instante, la de cabellos cenicientos se levantó y comenzó a caminar hacia la salida, seguida de cerca por Leonora, que de momento era la única que no tenía idea de quien era aquel hombre que se había acercado a ellos.
Una vez fuera, Elen se dirigió hacia su montura y le acarició el cuello para calmarlo, sabiendo que la presencia de Bio no le agradaría demasiado, pues no solo era un extraño sino también vampiro y de algún modo el animal sentía la amenaza que su raza representaba. Allí esperó al resto del grupo, y solo cuando los cuatro volvieron a estar reunidos decidió hablar de nuevo, ésta vez para informar un poco al moreno y que pudiese estar tranquilo. - No sé si estarás al tanto de lo que ha ocurrido recientemente en las islas. - comenzó, aunque ella no era la persona más adecuada para explicarlo ya que tampoco había estado presente durante lo ocurrido. Vincent podría arrojar más luz al respecto, pero con mencionar los datos más relevantes sería suficiente, de momento.
- Unos vampiros se organizaron para llevar a cabo un ataque y ahora algunos hechiceros quieren venganza, nosotros estamos aquí para evitar que eso ocurra y de paso a un conflicto mayor. - reveló, ante la atónita mirada de Leonora, que no podía creer que estuviese diciendo abiertamente aquello al recién llegado. - Cambia esa cara, me ha ayudado antes y de hecho estoy en deuda con él, puede que no lo entiendas ahora pero te lo explicaré más tarde, bueno, a los dos. - añadió casi de inmediato, llevando una mano a la tela de su camisa que cubría el medallón solar. Ni la que consideraba su hermana desde la infancia ni Vincent tenían idea de todo lo que había pasado para obtener aquel colgante, pero pronto eso cambiaría, ya era hora de contarles todo, incluyendo el oscuro temor que la atormentaba desde que abandonó isla lunar.
- ¿Y bien? Si quisieras causar el mayor daño posible en Sacrestic y provocar a cuantos viven en ella para que inicien una guerra, ¿quién sería tu víctima? - preguntó, con la esperanza de que la respuesta de Bio coincidiese con la teoría que tenía Leonora.
Puede que reunirse en aquella taberna hubiese sido un error, pero poco se podía hacer ya, solo quedaba esperar a que el desconocido hiciese su movimiento, que de ser hostil podría ser el último. Sin apenas moverse, la centinela aguardó a que el hombre se acercase lo suficiente como para poder verlo, y una extraña sensación de alivio la recorrió al reconocer la voz de quien le hablaba. Sí, sin duda se trataba del vampiro al que le debía más de una, sobre todo después de los acontecimientos de Dundarak, donde de no ser por él, no habría conseguido la pócima de estrellas a tiempo.
Relajando los hombros, la benjamina de los Calhoun esbozó una leve sonrisa al escuchar las palabras de su hermano, que parecía bastante sorprendido y no tardó en dejar claro que venían sin intención de causar problemas. Pero al parecer, ella no era la única que conocía al vampiro, Vincent también se había topado con él en una carrera de upeleros, actividad que hasta el momento no sabía que practicaba. - Un pañuelo muy pequeño sí. - afirmó, para luego responder a lo que el recién llegado había dicho instantes antes. - No debes preocuparte, tal como dice Vincent, no estamos aquí para daros problemas sino para evitarlos. - comento sin elevar apenas la voz, pues ya no cabía duda de que algunos de los presentes se estaban interesando demasiado en ellos.
Lo más sensato era abandonar el local antes de que las cosas se pusiesen feas, no habían viajado hasta allí para pelearse con los vampiros de la zona y echar por tierra la misión que les habían encomendado. - Puede que este encuentro fortuito nos venga bien, a fin de cuentas seguro que conoces estas tierras mejor que nosotros. - musitó, mientras el rubio se terminaba su jarra y depositaba unas monedas sobre la mesa. Sin perder ni un instante, la de cabellos cenicientos se levantó y comenzó a caminar hacia la salida, seguida de cerca por Leonora, que de momento era la única que no tenía idea de quien era aquel hombre que se había acercado a ellos.
Una vez fuera, Elen se dirigió hacia su montura y le acarició el cuello para calmarlo, sabiendo que la presencia de Bio no le agradaría demasiado, pues no solo era un extraño sino también vampiro y de algún modo el animal sentía la amenaza que su raza representaba. Allí esperó al resto del grupo, y solo cuando los cuatro volvieron a estar reunidos decidió hablar de nuevo, ésta vez para informar un poco al moreno y que pudiese estar tranquilo. - No sé si estarás al tanto de lo que ha ocurrido recientemente en las islas. - comenzó, aunque ella no era la persona más adecuada para explicarlo ya que tampoco había estado presente durante lo ocurrido. Vincent podría arrojar más luz al respecto, pero con mencionar los datos más relevantes sería suficiente, de momento.
- Unos vampiros se organizaron para llevar a cabo un ataque y ahora algunos hechiceros quieren venganza, nosotros estamos aquí para evitar que eso ocurra y de paso a un conflicto mayor. - reveló, ante la atónita mirada de Leonora, que no podía creer que estuviese diciendo abiertamente aquello al recién llegado. - Cambia esa cara, me ha ayudado antes y de hecho estoy en deuda con él, puede que no lo entiendas ahora pero te lo explicaré más tarde, bueno, a los dos. - añadió casi de inmediato, llevando una mano a la tela de su camisa que cubría el medallón solar. Ni la que consideraba su hermana desde la infancia ni Vincent tenían idea de todo lo que había pasado para obtener aquel colgante, pero pronto eso cambiaría, ya era hora de contarles todo, incluyendo el oscuro temor que la atormentaba desde que abandonó isla lunar.
- ¿Y bien? Si quisieras causar el mayor daño posible en Sacrestic y provocar a cuantos viven en ella para que inicien una guerra, ¿quién sería tu víctima? - preguntó, con la esperanza de que la respuesta de Bio coincidiese con la teoría que tenía Leonora.
Elen Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Caminaba despacio aun dudando a ratos de que fuera lo correcto, sin embargo, si no lo hacía se formaría un alboroto más pronto que tarde, así que por el bien de todos habría que seguir aquel viejo proverbio que cita que la única batalla ganada es la que se evita, con la cantidad de involucrados que podría haber y la escasa cantidad de brujos, no es que tuvieran mucho a su favor.
Aunque los brujos no se veían especialmente amenazantes, sí se mostraban bastante preparados para responder a la menor hostilidad, sin embargo eso cambió al cruzar las primeras palabras, el barbudo se mostraba bastante simpático y bromista a pesar de la evidente tensión del momento, lo que daba a entender que confiaba mucho en sus habilidades o simplemente era muy descuidado.
Gente de paz- Murmuré dirigiendo la vista a Elen hasta que el comentario del rubio llamó mi atención -Oh, vamos, aún intento olvidar esa carrera- Protesté alzando una ceja y mirando fijamente al sujeto -También te recuerdo, estabas con Davinna esa vez- Agregué en respuesta a sus recuerdos aunque para mí era algo que desearía no tener que recordar.
La metáfora del pañuelo no me parecía especialmente agradable pero sí resultaba bastante apropiada -Evitar es la palabra indicada- Dije mientras miraba hacia la salida invitándolos discretamente a abandonar el lugar -Por ahora solo salgamos de acá- Advertí en tono más serio para luego ver con cierto asombro el largo trajo con el que el barbudo se devoraba lo que quedaba en la jarra -Vaya capacidad- Le dije al rubio mientras le tendía la mano para ayudarlo a levantarse y seguir a la peliblanca que había sido la primera en iniciar la salida -Me llaman Bio- Respondí de camino a la puerta esperando no desencadenar la típica cadena de confusiones entre mi apodo y la raza robótica.
Al salir me detuve un instante para mirar a los sujetos inquietantes de la mesa y mostrar mis colmillos maliciosamente, con algo de suerte pensarían que los había tomado como mis presas y si algo se respetaba en Sacrestic era la comida ajena; una vez fuera Elen comenzó a explicarme la situación, o al menos la parte que ellos sabían a pesar de que su compañera no parecía estar completamente de acuerdo con tal generosidad informativa -Sé algunas cosas, solo lo que me informaron al tomar esta misión- Expresé para luego escuchar lo que tenían ellos.
Ignoré la desconfianza de la otra mujer para concentrarme en las revelaciones de Elen -Si es como dices, hay dos posibles blancos que desencadenarían reacciones sin importar quién ataque- Dije bajando la mirada para recordar -Por un lado la mansión Bluteng sería la opción más rápida, el señor Elsen Bluteng controla varias hordas de vampiros muy bien entrenados, atacarlo ocasionaría una guerra inmediata- Expliqué sin dejar mucho espacio antes de continuar -Aunque esas mismas hordas harían muy difícil llegar a él- Refuté mi propia teoría antes de pasar a la siguiente.
Por otro lado- Continué de inmediato -La solitaria Syra sería un detonante más sencillo, vive sola en una casa pequeña casi a las afueras de Sacrestic, no tiene dinero, poder ni controla nada, pero dicen que mantiene una relación amorosa a escondidas con el señor Elsen, atacarla serviría para provocarlo con menos esfuerzo- Aclaré dejando claras las dos opciones que me parecían más probables, dependiendo de la cantidad de atacantes, de los riesgos que quisieran asumir y de lo bajo que pudieran atacar, cualquiera de las dos opciones resultaba una opción válida para desatar una guerra -No hay tiempo para asegurar ambos lugares, habrá que escoger uno de ellos- Añadí esperando ver si la decisión de los forasteros coincidía con la mía o tendríamos que tomar caminos separados.
Aunque los brujos no se veían especialmente amenazantes, sí se mostraban bastante preparados para responder a la menor hostilidad, sin embargo eso cambió al cruzar las primeras palabras, el barbudo se mostraba bastante simpático y bromista a pesar de la evidente tensión del momento, lo que daba a entender que confiaba mucho en sus habilidades o simplemente era muy descuidado.
Gente de paz- Murmuré dirigiendo la vista a Elen hasta que el comentario del rubio llamó mi atención -Oh, vamos, aún intento olvidar esa carrera- Protesté alzando una ceja y mirando fijamente al sujeto -También te recuerdo, estabas con Davinna esa vez- Agregué en respuesta a sus recuerdos aunque para mí era algo que desearía no tener que recordar.
La metáfora del pañuelo no me parecía especialmente agradable pero sí resultaba bastante apropiada -Evitar es la palabra indicada- Dije mientras miraba hacia la salida invitándolos discretamente a abandonar el lugar -Por ahora solo salgamos de acá- Advertí en tono más serio para luego ver con cierto asombro el largo trajo con el que el barbudo se devoraba lo que quedaba en la jarra -Vaya capacidad- Le dije al rubio mientras le tendía la mano para ayudarlo a levantarse y seguir a la peliblanca que había sido la primera en iniciar la salida -Me llaman Bio- Respondí de camino a la puerta esperando no desencadenar la típica cadena de confusiones entre mi apodo y la raza robótica.
Al salir me detuve un instante para mirar a los sujetos inquietantes de la mesa y mostrar mis colmillos maliciosamente, con algo de suerte pensarían que los había tomado como mis presas y si algo se respetaba en Sacrestic era la comida ajena; una vez fuera Elen comenzó a explicarme la situación, o al menos la parte que ellos sabían a pesar de que su compañera no parecía estar completamente de acuerdo con tal generosidad informativa -Sé algunas cosas, solo lo que me informaron al tomar esta misión- Expresé para luego escuchar lo que tenían ellos.
Ignoré la desconfianza de la otra mujer para concentrarme en las revelaciones de Elen -Si es como dices, hay dos posibles blancos que desencadenarían reacciones sin importar quién ataque- Dije bajando la mirada para recordar -Por un lado la mansión Bluteng sería la opción más rápida, el señor Elsen Bluteng controla varias hordas de vampiros muy bien entrenados, atacarlo ocasionaría una guerra inmediata- Expliqué sin dejar mucho espacio antes de continuar -Aunque esas mismas hordas harían muy difícil llegar a él- Refuté mi propia teoría antes de pasar a la siguiente.
Por otro lado- Continué de inmediato -La solitaria Syra sería un detonante más sencillo, vive sola en una casa pequeña casi a las afueras de Sacrestic, no tiene dinero, poder ni controla nada, pero dicen que mantiene una relación amorosa a escondidas con el señor Elsen, atacarla serviría para provocarlo con menos esfuerzo- Aclaré dejando claras las dos opciones que me parecían más probables, dependiendo de la cantidad de atacantes, de los riesgos que quisieran asumir y de lo bajo que pudieran atacar, cualquiera de las dos opciones resultaba una opción válida para desatar una guerra -No hay tiempo para asegurar ambos lugares, habrá que escoger uno de ellos- Añadí esperando ver si la decisión de los forasteros coincidía con la mía o tendríamos que tomar caminos separados.
Bio
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Era evidente que el sujeto que los había saludado también tenía buena memoria. No solo lo recordaba a él, sino que también tenía espacio en su mente para rememorar a la impulsiva pelirroja a la que había dado clases durante aquel tiempo.
La mera mención del nombre de la tensai de fuego le obligaba a pensar en el paradero de esta. Después de estar un tiempo en Lunargenta recibiendo clases por parte de él, luego no la había vuelto a ver después de partir al Norte en una de sus misiones. Cuando regresó ya no estaba en su vivienda de la ciudad. Aunque no era de extrañar. Siempre fue una chica inquieta y poco sedentaria.
- Sí, fue mi compañera de carreras en aquella ocasión-, comentó nada más salir al exterior, mientras se colocaba bien la chaqueta para soportar el frío de la madrugada. - Y tenía un manejo interesante con el upelero-. Eso o tenía mucha suerte con esos bichos. - Interesante nombre. Seguramente me lo mencionaste en su día. Cuando la carrera, pero no recuerdo tantos detalle de ese día-, sonrió. - Yo me llamo Vincent, como ha dicho Elen, y la exuberante mujer de su lado es Leonora.
- Encantada-, dijo la conjuradora nada más salir junto a Elen, justo detrás de ellos.
A partir de ahí comenzaron a andar por la calle, siguiendo la dirección escogida por el vampiro. Aunque se sorprendió por las palabras de su hermana. Su misión era secreta, y aunque entendía que la peliblanca le había dicho su cometido para encontrar ayuda en él, no esperaba que esa situación ocurriera tan pronto. Pensaba llegar a ese punto cuando supiera más del vampiro, pero sin duda la tensai de aire conocía al hombre mucho más que él. Tanto como para confiarle información.
- Así que a ti también te han enviado para esta misión-, dijo acariciándose el mentón.
Era normal que los vampiros también tuvieran su red de espionaje, pero había sido de lo más curioso que se encontraran precisamente con la persona encargada de recabar información por parte de los vampiros. ¿O quizás no trabajara para los vampiros? Difícil era de saber, pero los datos que había aportado eran jugosos, y serían aliados esa noche fuera quien fuera para quien trabajara.
- Elsen es el candidato que habíamos imaginado como primera elección-, contestó Leonora dejando a un lado su desconfianza.
- Bueno, no hay mucho más que contar con respecto a la situación. Lo que ha dicho Elen es suficiente. Hubo un ataque en las islas illedenses hace una temporada. Yo estuve presente, y aunque había un hombre extremadamente peligroso en sus filas, era un ataque con pocos efectivos. Desde el primer instante pensamos que se trataba de un modo de incitar a los brujos a la guerra. Un cebo-, detalló un poco más lo dicho por su hermana, aunque si alargarlo demasiado. Era innecesario explayarse más de la cuenta. - Ahora estamos en la segunda fase de esa historia, y ya que estamos del mismo lado y compartiendo información. ¿Crees que pueden tener ayuda de dentro? Eso facilitaría su ataque en la mansión-, puntualizó.
Desde que Bio mencionara a la chica, había pensado que esa sería el objetivo. Pero igualmente no podía descartar nada. El ataque de los vampiros podría ser una provocación o directamente una conspiración. Si era lo segundo, brujos sabrían del ataque vampiro aquella noche, y ahora los vampiros de este perpetrado por los hechiceros. Una alianza en las sombras para provocar una guerra. Sin embargo, no tenía más pruebas que las meras sospechas sobre ello.
- Imagino que atacarán a esa mujer. A Syra. Si vive sola y cerca será una opción asequible. ¿Pero no tendrá algo de vigilancia al ser la amante de Elsen? - preguntó decantándose por esa opción.
- Puede que sea para no levantar sospechas. Nosotros no llegamos a saber que Elsen tuviera una relación con ella, así que deber ser algo bastante oculto por ahora-, respondió Leonora.
Era una posibilidad. Quizás Elsen no le pusiera protección, porque precisamente al ser un hombre tan poderoso, nadie se atrevería a hacerle daño a la chica. Y como decía la Stone, parecía algo que no se aireaba a la ligera.
- Opto por ir a ver a Syra. No creo que tengamos muchas posibilidades de éxito dividiéndonos, así que tendremos que jugar solo una carta. ¿Qué opináis?
La mera mención del nombre de la tensai de fuego le obligaba a pensar en el paradero de esta. Después de estar un tiempo en Lunargenta recibiendo clases por parte de él, luego no la había vuelto a ver después de partir al Norte en una de sus misiones. Cuando regresó ya no estaba en su vivienda de la ciudad. Aunque no era de extrañar. Siempre fue una chica inquieta y poco sedentaria.
- Sí, fue mi compañera de carreras en aquella ocasión-, comentó nada más salir al exterior, mientras se colocaba bien la chaqueta para soportar el frío de la madrugada. - Y tenía un manejo interesante con el upelero-. Eso o tenía mucha suerte con esos bichos. - Interesante nombre. Seguramente me lo mencionaste en su día. Cuando la carrera, pero no recuerdo tantos detalle de ese día-, sonrió. - Yo me llamo Vincent, como ha dicho Elen, y la exuberante mujer de su lado es Leonora.
- Encantada-, dijo la conjuradora nada más salir junto a Elen, justo detrás de ellos.
A partir de ahí comenzaron a andar por la calle, siguiendo la dirección escogida por el vampiro. Aunque se sorprendió por las palabras de su hermana. Su misión era secreta, y aunque entendía que la peliblanca le había dicho su cometido para encontrar ayuda en él, no esperaba que esa situación ocurriera tan pronto. Pensaba llegar a ese punto cuando supiera más del vampiro, pero sin duda la tensai de aire conocía al hombre mucho más que él. Tanto como para confiarle información.
- Así que a ti también te han enviado para esta misión-, dijo acariciándose el mentón.
Era normal que los vampiros también tuvieran su red de espionaje, pero había sido de lo más curioso que se encontraran precisamente con la persona encargada de recabar información por parte de los vampiros. ¿O quizás no trabajara para los vampiros? Difícil era de saber, pero los datos que había aportado eran jugosos, y serían aliados esa noche fuera quien fuera para quien trabajara.
- Elsen es el candidato que habíamos imaginado como primera elección-, contestó Leonora dejando a un lado su desconfianza.
- Bueno, no hay mucho más que contar con respecto a la situación. Lo que ha dicho Elen es suficiente. Hubo un ataque en las islas illedenses hace una temporada. Yo estuve presente, y aunque había un hombre extremadamente peligroso en sus filas, era un ataque con pocos efectivos. Desde el primer instante pensamos que se trataba de un modo de incitar a los brujos a la guerra. Un cebo-, detalló un poco más lo dicho por su hermana, aunque si alargarlo demasiado. Era innecesario explayarse más de la cuenta. - Ahora estamos en la segunda fase de esa historia, y ya que estamos del mismo lado y compartiendo información. ¿Crees que pueden tener ayuda de dentro? Eso facilitaría su ataque en la mansión-, puntualizó.
Desde que Bio mencionara a la chica, había pensado que esa sería el objetivo. Pero igualmente no podía descartar nada. El ataque de los vampiros podría ser una provocación o directamente una conspiración. Si era lo segundo, brujos sabrían del ataque vampiro aquella noche, y ahora los vampiros de este perpetrado por los hechiceros. Una alianza en las sombras para provocar una guerra. Sin embargo, no tenía más pruebas que las meras sospechas sobre ello.
- Imagino que atacarán a esa mujer. A Syra. Si vive sola y cerca será una opción asequible. ¿Pero no tendrá algo de vigilancia al ser la amante de Elsen? - preguntó decantándose por esa opción.
- Puede que sea para no levantar sospechas. Nosotros no llegamos a saber que Elsen tuviera una relación con ella, así que deber ser algo bastante oculto por ahora-, respondió Leonora.
Era una posibilidad. Quizás Elsen no le pusiera protección, porque precisamente al ser un hombre tan poderoso, nadie se atrevería a hacerle daño a la chica. Y como decía la Stone, parecía algo que no se aireaba a la ligera.
- Opto por ir a ver a Syra. No creo que tengamos muchas posibilidades de éxito dividiéndonos, así que tendremos que jugar solo una carta. ¿Qué opináis?
Vincent Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Para sorpresa de la centinela, y probablemente del resto de brujos presentes, Bio también estaba involucrado en el asunto de algún modo, aunque su misión se la hubiesen encomendado otros. ¿De qué lado estaría el vampiro? ¿Colaboraba para impedir un mal mayor o estaba del lado de aquellos que buscaban iniciar el conflicto? Por lo poco que lo conocía, la de ojos verdes apostaba a que la primera opción era lo más probable, pero no podía estar segura del todo, al menos no hasta que el moreno mostrase sus cartas.
Sin interrumpirlo, Elen escuchó lo que Bio tenía que decir sobre los posibles objetivos, y sobre la marcha fue sopesando las posibilidades, aunque parecía bastante claro cuál sería el elegido. ¿Asaltar una mansión llena de enemigos bien entrenados para tratar de llegar hasta Elsen Bluteng? Por mucho que a los de su raza les gustase la guerra no estaban hechos para afrontar un enfrentamiento físico prolongado, y teniendo en cuenta las habilidades de los vampiros, que destacaban por su agilidad y destreza, la balanza se decantaría sin duda a favor de los hombres de Bluteng, haciendo que el intento fuese en vano.
En cambio, un solitario objetivo a las afueras parecía mucho más asequible, aunque aún no tenían idea de cuantos de los suyos estarían implicados en el ataque. Leonora reveló enseguida que su información se centraba en Elsen, pero Vincent intervino para apoyar la opción de que Syra fuese el objetivo, ya que era uno mucho más sencillo y fácil de alcanzar. - Por mucho que quieran desencadenar una guerra no estarán dispuestos a perder la vida antes de que ésta comience, según lo que dices asaltar la mansión sería un suicidio casi seguro, Syra por su parte está desprotegida, lo que les facilitaría la tarea. - dijo con cierta lentitud, paseando la mirada entre el moreno y el par de hechiceros.
Tanto los Stone como su madre habían hecho lo posible por obtener información acerca de la misión, pero la existencia de aquella mujer se les había escapado, aunque quizá a otros no. Ahora debían contar con que los atacantes se hubiesen enterado de la supuesta relación entre Elsen y Syra, ya fuera a través de investigaciones desde las islas o por mera casualidad, eso no importaba. - Démonos prisa, no tenemos idea de cuando atacarán pero será mejor que aseguremos la zona antes de que lleguen, eso nos dará ventaja. - instó, justo antes de subirse a la silla de montar.
Una vez estuviesen todos preparados para iniciar el camino, la tensai espolearía su caballo y pondría rumbo a las afueras de la ciudad, dándose prisa para aprovechar las horas de oscuridad que aún quedaban, pues de llegar el alba, Bio se vería limitado a causa del sol, aunque en un bosque como aquel pocos rayos conseguían filtrarse a través de la densa vegetación. Con una esfera de energía del tamaño de la palma de su mano como guía, la de cabellos cenicientos avanzó por entre los árboles, prestando mucha atención a cuanto la rodeaba, tanto los sonidos como las sensaciones que el sombrío bosque la transmitía.
Hubo momentos en los que sintió observada, e incluso juraría haber visto el brillo de unos ojos salvajes entre los matorrales, pero tras unos instantes decidió no darle mayor importancia, debía tratarse de algún animal curioso. Tras media hora de camino, Elen atisbó la silueta de una modesta casa de madera que se alzaba en el horizonte, en un pequeño claro que probablemente se había creado artificialmente, talando los árboles de la zona. El humo que escapaba por la chimenea revelaba que había alguien en su interior, y eso fue suficiente para que la bruja desvaneciese el orbe de energía, habían llegado a su destino.
- Debe ser aquí. - musitó, al tiempo que detenía su montura y se bajaba de ella. La vivienda se encontraba a unos setenta metros de su posición, pero el oscuro ambiente reinante apenas permitía ver con claridad, los que les daba algo de cobertura. Tras atar a Sombra a un árbol cercano y tranquilizarlo, para que los relinchos del animal no delatasen su presencia allí, la joven se acercó al resto del grupo con el fin de trazar un plan. - Bien, ¿y ahora qué? ¿Reconocemos el terreno? - preguntó, sin apenas levantar la voz.
Off: He adelantado un poco, si queréis que edite algo avisad. (Sobre todo tú Bio, que he dado por supuesto que sigues con nosotros el viaje en vez de irte a la mansión)
Sin interrumpirlo, Elen escuchó lo que Bio tenía que decir sobre los posibles objetivos, y sobre la marcha fue sopesando las posibilidades, aunque parecía bastante claro cuál sería el elegido. ¿Asaltar una mansión llena de enemigos bien entrenados para tratar de llegar hasta Elsen Bluteng? Por mucho que a los de su raza les gustase la guerra no estaban hechos para afrontar un enfrentamiento físico prolongado, y teniendo en cuenta las habilidades de los vampiros, que destacaban por su agilidad y destreza, la balanza se decantaría sin duda a favor de los hombres de Bluteng, haciendo que el intento fuese en vano.
En cambio, un solitario objetivo a las afueras parecía mucho más asequible, aunque aún no tenían idea de cuantos de los suyos estarían implicados en el ataque. Leonora reveló enseguida que su información se centraba en Elsen, pero Vincent intervino para apoyar la opción de que Syra fuese el objetivo, ya que era uno mucho más sencillo y fácil de alcanzar. - Por mucho que quieran desencadenar una guerra no estarán dispuestos a perder la vida antes de que ésta comience, según lo que dices asaltar la mansión sería un suicidio casi seguro, Syra por su parte está desprotegida, lo que les facilitaría la tarea. - dijo con cierta lentitud, paseando la mirada entre el moreno y el par de hechiceros.
Tanto los Stone como su madre habían hecho lo posible por obtener información acerca de la misión, pero la existencia de aquella mujer se les había escapado, aunque quizá a otros no. Ahora debían contar con que los atacantes se hubiesen enterado de la supuesta relación entre Elsen y Syra, ya fuera a través de investigaciones desde las islas o por mera casualidad, eso no importaba. - Démonos prisa, no tenemos idea de cuando atacarán pero será mejor que aseguremos la zona antes de que lleguen, eso nos dará ventaja. - instó, justo antes de subirse a la silla de montar.
Una vez estuviesen todos preparados para iniciar el camino, la tensai espolearía su caballo y pondría rumbo a las afueras de la ciudad, dándose prisa para aprovechar las horas de oscuridad que aún quedaban, pues de llegar el alba, Bio se vería limitado a causa del sol, aunque en un bosque como aquel pocos rayos conseguían filtrarse a través de la densa vegetación. Con una esfera de energía del tamaño de la palma de su mano como guía, la de cabellos cenicientos avanzó por entre los árboles, prestando mucha atención a cuanto la rodeaba, tanto los sonidos como las sensaciones que el sombrío bosque la transmitía.
Hubo momentos en los que sintió observada, e incluso juraría haber visto el brillo de unos ojos salvajes entre los matorrales, pero tras unos instantes decidió no darle mayor importancia, debía tratarse de algún animal curioso. Tras media hora de camino, Elen atisbó la silueta de una modesta casa de madera que se alzaba en el horizonte, en un pequeño claro que probablemente se había creado artificialmente, talando los árboles de la zona. El humo que escapaba por la chimenea revelaba que había alguien en su interior, y eso fue suficiente para que la bruja desvaneciese el orbe de energía, habían llegado a su destino.
- Debe ser aquí. - musitó, al tiempo que detenía su montura y se bajaba de ella. La vivienda se encontraba a unos setenta metros de su posición, pero el oscuro ambiente reinante apenas permitía ver con claridad, los que les daba algo de cobertura. Tras atar a Sombra a un árbol cercano y tranquilizarlo, para que los relinchos del animal no delatasen su presencia allí, la joven se acercó al resto del grupo con el fin de trazar un plan. - Bien, ¿y ahora qué? ¿Reconocemos el terreno? - preguntó, sin apenas levantar la voz.
Off: He adelantado un poco, si queréis que edite algo avisad. (Sobre todo tú Bio, que he dado por supuesto que sigues con nosotros el viaje en vez de irte a la mansión)
Elen Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Una parte de mí deseaba preguntarle al brujo acerca de la salvaje chica de rizos rojos, pero por ahora no era el momento indicado, así que en lugar de atender a esas trivialidades prefería enfocarme en el grave problema al que nos enfrentábamos ahora -Es más un apodo, no acostumbro decir mi nombre real- Aclaré al barbudo al que tal vez luego le sería revelado mi nombre, bien porque alguien se lo dijera o bien porque lo viera junto a mi rostro en uno de los muchos afiches de búsqueda que decoraban las tierras del norte.
Asentí con la cabeza y una media sonrisa a la presentación de Leonora quien no terminaba de darme su aprobación para acompañarles, no obstante, no le quedaba de otra y tal vez podría disfrutar un poco la situación para alegrarme un poco la noche -No creo que sea la misma misión- Respondí al rubio -Pero parece que tenemos objetivos similares y la necesidad de colaborar, tal vez sea cosa del destino- Dije de manera pícara mirando de medio lado al brujo para no apartar la vista de su hermana.
Los datos del brujo aportaban un poco más de luz al asunto -Dices que eran pocos efectivos, si van del mismo modo entonces no se arriesgarán en la mansión de Elsen, estarían muertos antes de cruzar las ventanas, además, sus hombres son muy leales, difícilmente conseguirían ayuda dentro- Aclaré dando un poco más de detalles acerca de aquel misterioso señor de Sacrestic.
No había mucho qué discutir, desde el momento que dijeron provocación yo ya me había decantado por la mujer quien era el objetivo más vulnerable -Mi organización dispone de muy buenas fuentes- Dije con cierta presunción -Pero no hace mucho, el mensajero que llevaba la correspondencia entre Elsen y Syra fue asesinado y sus cartas robadas, quien quiera que esté detrás de esto, se ha tomado su tiempo para planearlo, están enterados de todo- Aclaré para intuir el modo como los atacantes podrían haberse enterado del romance secreto entre aquellos dos personajes.
Mi encargo era muy diferente a esto en lo que me estaba metiendo y lo sabía, pero saber que algo iba a suceder y no hacer nada era lo mismo que ayudar a que sucediera -Mi misión era tan solo reconocimiento y reporte, pero dada la situación creo que estaremos juntos hasta terminar esto- Dije aceptando unirme al pequeño grupo de brujos y seguir a Elen en dirección a la casa de la amante de Elsen.
Avanzamos con tanto silencio como las pisadas del caballo nos lo permitían y al cabo de un rato por fin logramos atisbar la modesta casa de la mujer que parecía haberse preocupado más por la estética que por la seguridad, con muros relativamente bajos por los que bastaría con un buen salto para llegar al otro lado en donde un muy trabajado jardín decoraba todo el exterior rodeando la pequeña fuente circular que se encontraba frente a la entrada -Ahí es- Respondí a Elen señalando la casa y caminando con cuidado.
Ahora guíanos, intrépido líder- Dije al brujo al que por su aspecto rudo y tosco había reconocido como el líder de tan femenino escuadrón -Si fueras un brujo a punto de atacar a una frágil e indefensa mujer en una casa con pocas defensas ¿Por dónde lo harías?- Pregunté al brujo esperando una respuesta rápida, aunque pensaba apurarlo un poco más con mi siguiente afirmación -Teniendo en cuenta que si yo fuera un vampiro y tuviera una amante, la protegería en secreto, con guerreros que se oculten en las sombras y eliminen las amenazas antes que lleguen siquiera a mirar los muros- Agregué más como una advertencia que como un simple comentario, pues desde algunos metros atrás había tenido la sospecha de que no éramos los únicos en ese lugar, aunque de momento no quería alertar al grupo por no saber si se trataba de los atacantes o los protectores de la dama.
Asentí con la cabeza y una media sonrisa a la presentación de Leonora quien no terminaba de darme su aprobación para acompañarles, no obstante, no le quedaba de otra y tal vez podría disfrutar un poco la situación para alegrarme un poco la noche -No creo que sea la misma misión- Respondí al rubio -Pero parece que tenemos objetivos similares y la necesidad de colaborar, tal vez sea cosa del destino- Dije de manera pícara mirando de medio lado al brujo para no apartar la vista de su hermana.
Los datos del brujo aportaban un poco más de luz al asunto -Dices que eran pocos efectivos, si van del mismo modo entonces no se arriesgarán en la mansión de Elsen, estarían muertos antes de cruzar las ventanas, además, sus hombres son muy leales, difícilmente conseguirían ayuda dentro- Aclaré dando un poco más de detalles acerca de aquel misterioso señor de Sacrestic.
No había mucho qué discutir, desde el momento que dijeron provocación yo ya me había decantado por la mujer quien era el objetivo más vulnerable -Mi organización dispone de muy buenas fuentes- Dije con cierta presunción -Pero no hace mucho, el mensajero que llevaba la correspondencia entre Elsen y Syra fue asesinado y sus cartas robadas, quien quiera que esté detrás de esto, se ha tomado su tiempo para planearlo, están enterados de todo- Aclaré para intuir el modo como los atacantes podrían haberse enterado del romance secreto entre aquellos dos personajes.
Mi encargo era muy diferente a esto en lo que me estaba metiendo y lo sabía, pero saber que algo iba a suceder y no hacer nada era lo mismo que ayudar a que sucediera -Mi misión era tan solo reconocimiento y reporte, pero dada la situación creo que estaremos juntos hasta terminar esto- Dije aceptando unirme al pequeño grupo de brujos y seguir a Elen en dirección a la casa de la amante de Elsen.
Avanzamos con tanto silencio como las pisadas del caballo nos lo permitían y al cabo de un rato por fin logramos atisbar la modesta casa de la mujer que parecía haberse preocupado más por la estética que por la seguridad, con muros relativamente bajos por los que bastaría con un buen salto para llegar al otro lado en donde un muy trabajado jardín decoraba todo el exterior rodeando la pequeña fuente circular que se encontraba frente a la entrada -Ahí es- Respondí a Elen señalando la casa y caminando con cuidado.
Ahora guíanos, intrépido líder- Dije al brujo al que por su aspecto rudo y tosco había reconocido como el líder de tan femenino escuadrón -Si fueras un brujo a punto de atacar a una frágil e indefensa mujer en una casa con pocas defensas ¿Por dónde lo harías?- Pregunté al brujo esperando una respuesta rápida, aunque pensaba apurarlo un poco más con mi siguiente afirmación -Teniendo en cuenta que si yo fuera un vampiro y tuviera una amante, la protegería en secreto, con guerreros que se oculten en las sombras y eliminen las amenazas antes que lleguen siquiera a mirar los muros- Agregué más como una advertencia que como un simple comentario, pues desde algunos metros atrás había tenido la sospecha de que no éramos los únicos en ese lugar, aunque de momento no quería alertar al grupo por no saber si se trataba de los atacantes o los protectores de la dama.
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Los demás no tardaron en decantar por la segunda opción. Mucho más probable, cierto, aunque quizás no tanto como para olvidar tan rápidamente un ataque a la mansión de Elsen. Que el noble vampiro tenía una gran guarnición lo hacía muy improbable, pero en realidad tampoco sabían cuantos atacarían. Podía ser un grupo reducido como el de los vampiros que atacaron en las islas, no obstante, también podría ser un grupo nutrido de mercenarios. Esos brujos bien podrían haber sumado a su magia y poder, una cantidad importante de soldados a golpe de monedas, sin contar que tampoco sabía el nivel de los brujos que atacarían.
Seguramente Elsen tenía a la flor y nata entre los vampiros como sus guardias, más también podría estar igualmente los brujos más poderosos de las islas allí. Si ese era el caso…
De todos modos no dijo nada. Solo asintió y fue a por su caballo junto a su hermana. La naturaleza del ataque, siendo una provocación nada más, le hacía pensar que la rama belicosa de las islas tampoco arriesgaría tanto mandado a sus mejores hombres. Mandarían a los más sutiles, antes que a los más fuertes, y con los pocos datos que tenían era mejor ir a la casa de Syra. Era el punto más débil, y si los asaltantes mandaban una fuerza tan grande como para poder atacar a Elsen en su casa, pues ellos poco podrían hacer. Si ese era el caso solo podían confiar en que las fuerzas defensoras prevalecieran ante tal ataque. Y si no lo conseguían… pues que el noble hubiera contratado a mejores soldados. Él no era un dios dragón que pudiera influir tanto en los acontecimientos.
Además, las palabras del vampiro sobre el asesinato del mensajero, eran un indicio claro de que cuerdas estaban tocando los brujos.
- El destino puede ser algo muy caprichoso. Eso bien lo sé-, comentó amable alargando el brazo para que el vampiro montase con él. Las chicas irían en sus propias monturas y los hombres sobre Alphonse.
El camino por el bosque fue rápido con la guía del vampiro. No tardando en estar cerca de la casa al cabo de un rato. Como bien había dicho el caballero de la noche, no era un lugar alejado, y eso era bueno para el propio guía. El tiempo siempre avanzaba de manera inexorable, y eso hacía que el amanecer se acercara de forma problemática para el vampiro. Lo ideal sería actuar rápido, pero había una complicación con ello. Dependían de los brujos más que de ellos para ese asunto, y si eran listos, esperarían al amanecer para atacar. Es lo que él haría, y seguramente es lo que ellos también harían. La única opción que se le pasaba por la cabeza, de que se adelantaran al sol, era que prefirieran sorprender a la guardia de la señorita. Seguramente más atenta en las horas más vulnerables para ellos.
El rubio desmontó y dejó a Alphonse junto al resto de caballos, escondidos entre el follaje. Y luego se acercó donde se encontraban el resto de sus camaradas. Allí escuchó los comentarios de los dos.
- Pues yo estoy mirando los muros de esa casa y sigo vivo. Esos guardias deben practicar más-, dijo en broma. - Y supongo que iría y tocaría la puerta. A uno se le acaba la sal en los momentos más inesperados-, continuó rebajando tensión con su talante, aunque sin perder ojo y revisando cada detalle de la casa. - Mmmm, un ataque directo es complicado, hay buena visión y largo terreno desde la casa hasta los lindes del bosque-, comentó ya serio, metiéndose en materia. - Pero claro. No todo el mundo necesita atacar de forma directa ¿no? - dijo acariciándose la barba. Se recostó contra un árbol cercano sin dejar de mirar la casa. - Un grupo poderoso de brujos de fuego y aire. Podrían crear una tormenta de fuego sobre el objetivo. Todos arderían allí dentro, solo pudiendo salir fuera para salvarse. Una pena, porque fuera los esperaría el sol. Ya que si yo fuera los brujos haría el ataque con el astro luminoso en lo alto.
Ese era el principal motivo por el cual no había descartado del todo, anteriormente, que atacaran directamente a Elsen. Sin embargo, para que eso fuera posible debían ser muy fuertes esos brujos de fuego y aire, e ir con una fuerte escolta para hacer ese tipo de ataque en una mansión que sería muy amplia. Con muchas salidas que vigilar para que no escapara nadie del infierno de fuego. Por ello había decidido en Sacrestic, que sería más apetecible el ataque a Syra. Esa pequeña casa en mitad del bosque sí que sería fácil de quemar.
- Debemos inspeccionar el resto del límite del bosque. Adelantarnos a sus movimientos. Y lo mejor será que no nos dividamos demasiado por si nos encontramos con ellos. Bio vendrá conmigo-, señaló el lado derecho del linde, - y Elen y Leonora irán por la izquierda. Nos encontraremos al otro lado. Si os parece bien-, comentó finalmente, caminando unos pasos en la dirección que había elegido.
- Me parece bien. Tened cuidado-, contestó la conjuradora a la espalda de Vincent.
El brujo se giró y asintió con la cabeza. Para luego seguir su camino. Desenganchó la cuerda de seguridad de la guarda de la espada, y desenvainó un poco el acero para mirarlo unos instantes antes de volver a meterlo dentro de la funda. Pronto lo iba a necesitar. Una vez más. Aunque mientras lo había observado solo había pensado en una cosa. En las palabras que Bio le había dedicado nada más llegar junto a ellos en el linde. ¿Quién demonios le había convertido en el líder? Y sobre todo. ¿A quién se le había ocurrido la genial idea de hacerlo?
Ah sí, a su madre. Solo a ella se le podía ocurrir mandarle a él a liderar algo así. Vincent suspiró resignado. Esperaba que hubiera elegido bien, pues de otro modo una guerra empezaría por su culpa. Si no era lo suficientemente bueno como para completar la misión con éxito.
Un grito rasgó la paz de la madrugada. Cortando el hilo de sus pensamientos.
- ¿Has oído eso? -, preguntó como acto reflejo, era evidente que un ruido así el vampiro debía haberlo escuchado con su mejor oído. - Démonos prisa-, contestó, encaminándose en la dirección por donde lo había oído.
El lugar donde el cristalino grito de una mujer se había escuchado rompiendo la monotonía. La falsa calma que predecía a una tormenta.
Seguramente Elsen tenía a la flor y nata entre los vampiros como sus guardias, más también podría estar igualmente los brujos más poderosos de las islas allí. Si ese era el caso…
De todos modos no dijo nada. Solo asintió y fue a por su caballo junto a su hermana. La naturaleza del ataque, siendo una provocación nada más, le hacía pensar que la rama belicosa de las islas tampoco arriesgaría tanto mandado a sus mejores hombres. Mandarían a los más sutiles, antes que a los más fuertes, y con los pocos datos que tenían era mejor ir a la casa de Syra. Era el punto más débil, y si los asaltantes mandaban una fuerza tan grande como para poder atacar a Elsen en su casa, pues ellos poco podrían hacer. Si ese era el caso solo podían confiar en que las fuerzas defensoras prevalecieran ante tal ataque. Y si no lo conseguían… pues que el noble hubiera contratado a mejores soldados. Él no era un dios dragón que pudiera influir tanto en los acontecimientos.
Además, las palabras del vampiro sobre el asesinato del mensajero, eran un indicio claro de que cuerdas estaban tocando los brujos.
- El destino puede ser algo muy caprichoso. Eso bien lo sé-, comentó amable alargando el brazo para que el vampiro montase con él. Las chicas irían en sus propias monturas y los hombres sobre Alphonse.
El camino por el bosque fue rápido con la guía del vampiro. No tardando en estar cerca de la casa al cabo de un rato. Como bien había dicho el caballero de la noche, no era un lugar alejado, y eso era bueno para el propio guía. El tiempo siempre avanzaba de manera inexorable, y eso hacía que el amanecer se acercara de forma problemática para el vampiro. Lo ideal sería actuar rápido, pero había una complicación con ello. Dependían de los brujos más que de ellos para ese asunto, y si eran listos, esperarían al amanecer para atacar. Es lo que él haría, y seguramente es lo que ellos también harían. La única opción que se le pasaba por la cabeza, de que se adelantaran al sol, era que prefirieran sorprender a la guardia de la señorita. Seguramente más atenta en las horas más vulnerables para ellos.
El rubio desmontó y dejó a Alphonse junto al resto de caballos, escondidos entre el follaje. Y luego se acercó donde se encontraban el resto de sus camaradas. Allí escuchó los comentarios de los dos.
- Pues yo estoy mirando los muros de esa casa y sigo vivo. Esos guardias deben practicar más-, dijo en broma. - Y supongo que iría y tocaría la puerta. A uno se le acaba la sal en los momentos más inesperados-, continuó rebajando tensión con su talante, aunque sin perder ojo y revisando cada detalle de la casa. - Mmmm, un ataque directo es complicado, hay buena visión y largo terreno desde la casa hasta los lindes del bosque-, comentó ya serio, metiéndose en materia. - Pero claro. No todo el mundo necesita atacar de forma directa ¿no? - dijo acariciándose la barba. Se recostó contra un árbol cercano sin dejar de mirar la casa. - Un grupo poderoso de brujos de fuego y aire. Podrían crear una tormenta de fuego sobre el objetivo. Todos arderían allí dentro, solo pudiendo salir fuera para salvarse. Una pena, porque fuera los esperaría el sol. Ya que si yo fuera los brujos haría el ataque con el astro luminoso en lo alto.
Ese era el principal motivo por el cual no había descartado del todo, anteriormente, que atacaran directamente a Elsen. Sin embargo, para que eso fuera posible debían ser muy fuertes esos brujos de fuego y aire, e ir con una fuerte escolta para hacer ese tipo de ataque en una mansión que sería muy amplia. Con muchas salidas que vigilar para que no escapara nadie del infierno de fuego. Por ello había decidido en Sacrestic, que sería más apetecible el ataque a Syra. Esa pequeña casa en mitad del bosque sí que sería fácil de quemar.
- Debemos inspeccionar el resto del límite del bosque. Adelantarnos a sus movimientos. Y lo mejor será que no nos dividamos demasiado por si nos encontramos con ellos. Bio vendrá conmigo-, señaló el lado derecho del linde, - y Elen y Leonora irán por la izquierda. Nos encontraremos al otro lado. Si os parece bien-, comentó finalmente, caminando unos pasos en la dirección que había elegido.
- Me parece bien. Tened cuidado-, contestó la conjuradora a la espalda de Vincent.
El brujo se giró y asintió con la cabeza. Para luego seguir su camino. Desenganchó la cuerda de seguridad de la guarda de la espada, y desenvainó un poco el acero para mirarlo unos instantes antes de volver a meterlo dentro de la funda. Pronto lo iba a necesitar. Una vez más. Aunque mientras lo había observado solo había pensado en una cosa. En las palabras que Bio le había dedicado nada más llegar junto a ellos en el linde. ¿Quién demonios le había convertido en el líder? Y sobre todo. ¿A quién se le había ocurrido la genial idea de hacerlo?
Ah sí, a su madre. Solo a ella se le podía ocurrir mandarle a él a liderar algo así. Vincent suspiró resignado. Esperaba que hubiera elegido bien, pues de otro modo una guerra empezaría por su culpa. Si no era lo suficientemente bueno como para completar la misión con éxito.
Un grito rasgó la paz de la madrugada. Cortando el hilo de sus pensamientos.
- ¿Has oído eso? -, preguntó como acto reflejo, era evidente que un ruido así el vampiro debía haberlo escuchado con su mejor oído. - Démonos prisa-, contestó, encaminándose en la dirección por donde lo había oído.
El lugar donde el cristalino grito de una mujer se había escuchado rompiendo la monotonía. La falsa calma que predecía a una tormenta.
Vincent Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Bio estaba seguro de que a pesar de ser el objetivo más sencillo, Syra no estaría del todo desprotegida, y aunque a simple vista no podían detectar a ninguna otra persona en los alrededores, lo más probable era que algunos hombres de Elsen esperasen entre la vegetación, alertas ante cualquier amenaza. - Venimos con un vampiro, puede que ese sea el motivo de que aún no se hayan dejado ver. - comentó sin apenas levantar la voz, para luego escuchar las indicaciones de su hermano y asentir levemente con la cabeza. Leonora sería su compañera de reconocimiento así que se moverían sin apenas hacer ruido, aunque difícilmente podrían esconder el sonido de sus pasos ante el desarrollado oído de los guardianes de la casa.
Ambas avanzaron lentamente, escrutando con la mirada todo cuanto las rodeaba, en busca de algún rastro o pista que pudiese revelarles la presencia de atacantes o defensores. No tardaron en encontrar huellas recientes cerca de la vivienda, y observando la dirección que tomaban estaba claro que habían estado rodeando la casa, quizá en busca de un punto débil o puede que perteneciesen a uno de los hombres de Elsen durante su guardia. Sin perder ni un instante, la de ojos verdes se concentró y volvió a buscar los flujos de maná que había en la zona, descartando de inmediato el de Leonora y el que se encontraba al otro lado de la cabaña, ya que pertenecería a Vincent.
Pudo captar sin problemas la energía de tres individuos extraños, y en cuanto consiguió situarlos se dio cuenta de que estaban muy cerca de la casa, debían darse prisa. - Están aquí, rápido Leonora. - instó, avanzando con paso ligero hacia la vivienda, aunque no tardó mucho en detenerse nuevamente. Tendido entre la vegetación, uno de los protectores de Syra luchaba por respirar, con el miedo grabado en la mirada y una afilada esquirla de hielo clavada en la base del cuello. Se asustó al verlas, temiendo que también estuviesen aliadas con aquel que lo había dejado moribundo, pero en cuando la centinela se arrodilló a su lado, intentando buscar un modo de ayudarlo o aliviarle aquel dolor, entendió que pesar de no ser de los suyos, aquellas extrañas habían venido para evitar el ataque.
- Syra, sálvenla. - consiguió susurrar de forma gutural, aunque cada palabra que salía de su boca incrementaba su sufrimiento. - Haremos todo lo que podamos. - respondió la tensai de aire, mientras Leonora buscaba con la mirada al resto de vampiros, que podrían haber corrido la misma suerte o peor. - Sálvenla. - repitió el moribundo, utilizando sus últimas fuerzas para sujetar la muñeca de la bruja por un instante, luego el brillo de sus ojos se fue apagando rápidamente, hasta extinguirse por completo.
- Creo que son tres, y al menos ya sabemos el elemento que maneja uno de ellos, tenemos que detenerlos. - indicó a su compañera, poniéndose en pie justo cuando un grito de mujer cortó el aire. Elen maldijo interiormente, creyendo por un momento que habían fracasado, pero aun así debían acudir al origen de aquella voz antes de dar nada por sentado. Quizá los magos hubiesen alcanzado a la amante de Elsen pero podía seguir con vida, aunque no por mucho tiempo. Sin decir nada, ambas echaron a correr en dirección al lugar del que había llegado el grito, con la esperanza de que no fuese demasiado tarde.
Mientras corría, la de cabellos cenicientos pudo sentir cómo una de las energías que acababa de percibir se desvanecía, y solo tuvo que avanzar unos metros para hallar el cuerpo sin vida de uno de los atacantes, junto al vampiro que había logrado vencerlo, aunque no sin esfuerzo. El defensor estaba herido de gravedad, y probablemente no consiguiese salir de aquella, pero al menos había cumplido con su trabajo, eliminando una de las amenazas, aunque eso podía no ser suficiente. - ¿Dónde están los otros? - preguntó la centinela, mientras su mirada se posaba en el hielo que quedaba en las manos del brujo. - ¿Otros? No he visto a ninguno más. - respondió el herido, al tiempo que intentaba apoyarse contra el tronco de un árbol.
Sin tiempo para detenerse a atenderlo, la benjamina de los Calhoun solo pudo instarle a aguantar hasta que aquello hubiese terminado, entonces acudiría a ayudarlo, cuando hubiese comprobado el estado de Syra y acabado con el par de brujos que aún seguían en pie.
Ambas avanzaron lentamente, escrutando con la mirada todo cuanto las rodeaba, en busca de algún rastro o pista que pudiese revelarles la presencia de atacantes o defensores. No tardaron en encontrar huellas recientes cerca de la vivienda, y observando la dirección que tomaban estaba claro que habían estado rodeando la casa, quizá en busca de un punto débil o puede que perteneciesen a uno de los hombres de Elsen durante su guardia. Sin perder ni un instante, la de ojos verdes se concentró y volvió a buscar los flujos de maná que había en la zona, descartando de inmediato el de Leonora y el que se encontraba al otro lado de la cabaña, ya que pertenecería a Vincent.
Pudo captar sin problemas la energía de tres individuos extraños, y en cuanto consiguió situarlos se dio cuenta de que estaban muy cerca de la casa, debían darse prisa. - Están aquí, rápido Leonora. - instó, avanzando con paso ligero hacia la vivienda, aunque no tardó mucho en detenerse nuevamente. Tendido entre la vegetación, uno de los protectores de Syra luchaba por respirar, con el miedo grabado en la mirada y una afilada esquirla de hielo clavada en la base del cuello. Se asustó al verlas, temiendo que también estuviesen aliadas con aquel que lo había dejado moribundo, pero en cuando la centinela se arrodilló a su lado, intentando buscar un modo de ayudarlo o aliviarle aquel dolor, entendió que pesar de no ser de los suyos, aquellas extrañas habían venido para evitar el ataque.
- Syra, sálvenla. - consiguió susurrar de forma gutural, aunque cada palabra que salía de su boca incrementaba su sufrimiento. - Haremos todo lo que podamos. - respondió la tensai de aire, mientras Leonora buscaba con la mirada al resto de vampiros, que podrían haber corrido la misma suerte o peor. - Sálvenla. - repitió el moribundo, utilizando sus últimas fuerzas para sujetar la muñeca de la bruja por un instante, luego el brillo de sus ojos se fue apagando rápidamente, hasta extinguirse por completo.
- Creo que son tres, y al menos ya sabemos el elemento que maneja uno de ellos, tenemos que detenerlos. - indicó a su compañera, poniéndose en pie justo cuando un grito de mujer cortó el aire. Elen maldijo interiormente, creyendo por un momento que habían fracasado, pero aun así debían acudir al origen de aquella voz antes de dar nada por sentado. Quizá los magos hubiesen alcanzado a la amante de Elsen pero podía seguir con vida, aunque no por mucho tiempo. Sin decir nada, ambas echaron a correr en dirección al lugar del que había llegado el grito, con la esperanza de que no fuese demasiado tarde.
Mientras corría, la de cabellos cenicientos pudo sentir cómo una de las energías que acababa de percibir se desvanecía, y solo tuvo que avanzar unos metros para hallar el cuerpo sin vida de uno de los atacantes, junto al vampiro que había logrado vencerlo, aunque no sin esfuerzo. El defensor estaba herido de gravedad, y probablemente no consiguiese salir de aquella, pero al menos había cumplido con su trabajo, eliminando una de las amenazas, aunque eso podía no ser suficiente. - ¿Dónde están los otros? - preguntó la centinela, mientras su mirada se posaba en el hielo que quedaba en las manos del brujo. - ¿Otros? No he visto a ninguno más. - respondió el herido, al tiempo que intentaba apoyarse contra el tronco de un árbol.
Sin tiempo para detenerse a atenderlo, la benjamina de los Calhoun solo pudo instarle a aguantar hasta que aquello hubiese terminado, entonces acudiría a ayudarlo, cuando hubiese comprobado el estado de Syra y acabado con el par de brujos que aún seguían en pie.
Elen Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
El brujo no parecía preocuparse mucho por mis advertencias acerca de los guardias, ni siquiera parecía tomarlo en serio, no sabía si por su inocencia con respecto a lo que se enfrentaba o simplemente era muy poderoso y confiado en sus habilidades, aunque si era tan diestro como Elen seguramente sería la segunda opción -Si planean atacar de día habrá que encontrarlos antes- Advertí para luego percatarme de algo entre las bromas del barbudo -En condiciones normales no habríamos llegado aquí tan fácilmente- Dije escrutando el entorno con la vista -Elsen no es tan descuidado y al menos un par de sigilosos guardianes debe haber asignado a la chica, sin embargo no hay rastros de nadie- Dije preocupado pensando en los motivos para aquella inquietante calma.
La opinión de Elen podría ser cierta, tal vez por ir conmigo les habían dado más oportunidad de acercarse -O tal vez un grupo de brujos acompañados de un guía vampiro pueden parecer sospechosos del ataque- mencioné con preocupación, debía estar muy atento para saltar en defensa del grupo en caso de ser sorprendidos por guardianes vampiros, y a la vez vigilante por si encontrábamos al grupo agresor.
Finalmente tocaba ya entrar en acción, el rubio señaló la necesidad de dividir el grupo para cubrir más terreno, cosa que de hecho no era una mala idea -Cuídense- Dije a Elen y la otra bruja mientras me alejaba siguiendo al intrépido líder hasta llegar cerca de los muros de la casa en donde Vincent se detuvo por unos instantes -De prisa- Dije instándolo a seguir adelante, en nuestra situación lo mejor era mantenernos en movimiento, pues la permanencia en un lugar nos convertiría en un blanco fácil.
Avanzábamos en silencio cuando de pronto un grito rasgó el silencio de la noche -Vino de allá- Dije señalando la dirección desde donde lo había escuchado venir, un grito de mujer ¿Podría ser Syra? Por el bien de todos esperaba que no se tratara de ella o estaríamos en una severa desventaja -Olvida esto, iremos por Syra- Le dije al brujo señalándole el interior de la casa, no quería arriesgarme más de la cuenta y lo mejor sería cuando menos advertirle a la vampira de la inminente amenaza; salté para trepar el muro y una vez arriba ofrecí la mano al brujo por si necesitaba ayuda; luego de un vistazo rápido deberíamos emprender el viaje hacia el interior del lugar esperando no ser identificados como los agresores.
La opinión de Elen podría ser cierta, tal vez por ir conmigo les habían dado más oportunidad de acercarse -O tal vez un grupo de brujos acompañados de un guía vampiro pueden parecer sospechosos del ataque- mencioné con preocupación, debía estar muy atento para saltar en defensa del grupo en caso de ser sorprendidos por guardianes vampiros, y a la vez vigilante por si encontrábamos al grupo agresor.
Finalmente tocaba ya entrar en acción, el rubio señaló la necesidad de dividir el grupo para cubrir más terreno, cosa que de hecho no era una mala idea -Cuídense- Dije a Elen y la otra bruja mientras me alejaba siguiendo al intrépido líder hasta llegar cerca de los muros de la casa en donde Vincent se detuvo por unos instantes -De prisa- Dije instándolo a seguir adelante, en nuestra situación lo mejor era mantenernos en movimiento, pues la permanencia en un lugar nos convertiría en un blanco fácil.
Avanzábamos en silencio cuando de pronto un grito rasgó el silencio de la noche -Vino de allá- Dije señalando la dirección desde donde lo había escuchado venir, un grito de mujer ¿Podría ser Syra? Por el bien de todos esperaba que no se tratara de ella o estaríamos en una severa desventaja -Olvida esto, iremos por Syra- Le dije al brujo señalándole el interior de la casa, no quería arriesgarme más de la cuenta y lo mejor sería cuando menos advertirle a la vampira de la inminente amenaza; salté para trepar el muro y una vez arriba ofrecí la mano al brujo por si necesitaba ayuda; luego de un vistazo rápido deberíamos emprender el viaje hacia el interior del lugar esperando no ser identificados como los agresores.
Bio
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Había intentado ser lo más sigiloso posible. Que sus pasos fueran lo menos ruidos que podía conseguir, pero era complicado. Tanto por el terreno que no ayudaba, siempre era difícil no hacer ruido al caminar por la floresta de un bosque, como por los guardias, ya que los vampiros tenían un buen oído.
Y eso le preocupaba. Antes de que Bio mencionara nada, ya imaginaba que esa mujer tendría guardia si era la amante de un hombre tan importante, así que se imaginaba un recibimiento por parte de ellos. Ya fuera amistoso o no. Pero al menos esperaba que alguno de ellos se aproximara para preguntar por los motivos de su paso por allí.
No le gustaba nada esta situación de calma. Absolutamente nada. Cabía la posibilidad de que los defensores de la casa se limitaran a permanecer ocultos y observar sus movimientos. Ver que hacían antes de decidirse por una acción, pensando que quizás solo fueran unos viajeros atravesando el bosque. No obstante, en su fuero interno, y más sabiendo del posible ataque de los brujos, sentía que algo iba mal, pese a que anteriormente intentara quitarle hierro al asunto con su actitud desenfadada. Alarmar a los demás no hubiera servido de nada, salvo para actuar precipitadamente. Por ello había optado por hablar con naturalidad y trazar ese plan de búsqueda antes de que el sol saliera.
Así había sido hasta que el grito de una mujer había roto la calma que no le gustaba. De todos modos, hubiera preferido que esa calma hubiese terminado de un modo distinto, aunque sabía que era imposible de otro modo. Había luchado en suficientes batallas como para reconocer esa calma y desazón que sentía un hombre antes de enfrentarse a ella.
- Te sigo-, respondió al vampiro, que tomó la iniciativa en cuanto escuchó el grito.
Ese grito desgarrador había traído a su mente un nombre concreto. Syra. Y estaba seguro de que lo había hecho con toda persona que estuviera en los alrededores, guardianes incluidos si seguían vivos. Solo esperaba que pudieran llegar a tiempo para salvarla. Sino ellos al menos Elen y Leonore que también habrían escuchado el grito, o en última instancia los vigilantes que aún no estuvieran muertos.
El vampiro subió un muro con tremenda agilidad, y el brujo que lo seguía de cerca, se apoyó en la pared para saltar y subir ayudado por el propio vampiro que ya estaba encima.
- Impresionante, eres un tipo bastante fuerte-, comentó oteando el prado delante de sus ojos.
La empalizada de madera cercaba la casa del resto del bosque. Era un forma sencilla de tener la certeza de que si alguien entraba allí no era por accidente, ni por su paso por el bosque. Si cruzaban esa defensa sencilla era que querían algo de los habitantes de esa casa. Una forma de simple de descartar transeúntes.
- Cuidado, puede que haya trampas-, dijo dejándose caer al otro lado de la barrera de madera.
No era muy probable, pues serían un riesgo para la propia inquilina de la casa, y en realidad la empalizada solo tenía la función de desviar a los curiosos. No tenía la esperanza de que hubiera un nivel muy elevado de guardias tampoco, y eso sería un problema para que Syra continuara con vida, aunque ahora era una bendición para poder aproximarse a la cabaña sin problemas.
Vincent no tardó en alcanzar el marco de la puerta, y le hizo una señal con la cabeza a Bio de que iba a entrar. La coordinación sería importante en momento así, y si él caía al asaltar la casa, el vampiro tendría una oportunidad sencilla de abatir al que lo hiciera.
El rubio mentalizó un conjuro justo antes de patear la puerta entreabierta y lanzarse al interior lanzando el poder delante de él nada más hacerlo. Y menos mal, pues el golpe de viento desvió un virote a un lado que de otro modo lo habría atravesado. Además, la ráfaga de viento lanzó varias cosas del interior por los aires, así como al sujeto que le había disparado creando un gran desconcierto.
- Espera. Vengo en son…-, intentó explicarse cuando otro de los hombres en su interior se abalanzó contra él.
No pudo terminar la frase por el esfuerzo de detener el ataque con su propia espada. El choque de aceros resonó en el ambiente, aunque no era una de las personas con las que buscaba luchar el mercenario en esa noche.
Detrás del defensor, su compañero, o mejor dicho compañera, se recobró del golpe de aire para desenvainar la espada y sumarse al ataque contra el asaltante de aire, que no era otro que él.
- Maldición-, solo pudo decir entre dientes, para luego empujar hacia atrás a su enemigo con una de sus piernas. - Yo no soy el enemigo-, consiguió decir al fin, mientras esquivaba el ataque de la vampiresa por un pelo. - He venido a ayu…
Una fuerte explosión reventó la parte trasera de la casa, y barrió la estancia con una onda de fuerza que lanzó a todos en su interior por los aires contra la pared contraria. El fuerte impacto lo dejó sin respiración, y el ruido a su alrededor comenzó a apagarse, poco a poco, mientras una negrura se abría paso a través de su mente entre golpes de tos, alejándolo del mundo terrenal.
Y eso le preocupaba. Antes de que Bio mencionara nada, ya imaginaba que esa mujer tendría guardia si era la amante de un hombre tan importante, así que se imaginaba un recibimiento por parte de ellos. Ya fuera amistoso o no. Pero al menos esperaba que alguno de ellos se aproximara para preguntar por los motivos de su paso por allí.
No le gustaba nada esta situación de calma. Absolutamente nada. Cabía la posibilidad de que los defensores de la casa se limitaran a permanecer ocultos y observar sus movimientos. Ver que hacían antes de decidirse por una acción, pensando que quizás solo fueran unos viajeros atravesando el bosque. No obstante, en su fuero interno, y más sabiendo del posible ataque de los brujos, sentía que algo iba mal, pese a que anteriormente intentara quitarle hierro al asunto con su actitud desenfadada. Alarmar a los demás no hubiera servido de nada, salvo para actuar precipitadamente. Por ello había optado por hablar con naturalidad y trazar ese plan de búsqueda antes de que el sol saliera.
Así había sido hasta que el grito de una mujer había roto la calma que no le gustaba. De todos modos, hubiera preferido que esa calma hubiese terminado de un modo distinto, aunque sabía que era imposible de otro modo. Había luchado en suficientes batallas como para reconocer esa calma y desazón que sentía un hombre antes de enfrentarse a ella.
- Te sigo-, respondió al vampiro, que tomó la iniciativa en cuanto escuchó el grito.
Ese grito desgarrador había traído a su mente un nombre concreto. Syra. Y estaba seguro de que lo había hecho con toda persona que estuviera en los alrededores, guardianes incluidos si seguían vivos. Solo esperaba que pudieran llegar a tiempo para salvarla. Sino ellos al menos Elen y Leonore que también habrían escuchado el grito, o en última instancia los vigilantes que aún no estuvieran muertos.
El vampiro subió un muro con tremenda agilidad, y el brujo que lo seguía de cerca, se apoyó en la pared para saltar y subir ayudado por el propio vampiro que ya estaba encima.
- Impresionante, eres un tipo bastante fuerte-, comentó oteando el prado delante de sus ojos.
La empalizada de madera cercaba la casa del resto del bosque. Era un forma sencilla de tener la certeza de que si alguien entraba allí no era por accidente, ni por su paso por el bosque. Si cruzaban esa defensa sencilla era que querían algo de los habitantes de esa casa. Una forma de simple de descartar transeúntes.
- Cuidado, puede que haya trampas-, dijo dejándose caer al otro lado de la barrera de madera.
No era muy probable, pues serían un riesgo para la propia inquilina de la casa, y en realidad la empalizada solo tenía la función de desviar a los curiosos. No tenía la esperanza de que hubiera un nivel muy elevado de guardias tampoco, y eso sería un problema para que Syra continuara con vida, aunque ahora era una bendición para poder aproximarse a la cabaña sin problemas.
Vincent no tardó en alcanzar el marco de la puerta, y le hizo una señal con la cabeza a Bio de que iba a entrar. La coordinación sería importante en momento así, y si él caía al asaltar la casa, el vampiro tendría una oportunidad sencilla de abatir al que lo hiciera.
El rubio mentalizó un conjuro justo antes de patear la puerta entreabierta y lanzarse al interior lanzando el poder delante de él nada más hacerlo. Y menos mal, pues el golpe de viento desvió un virote a un lado que de otro modo lo habría atravesado. Además, la ráfaga de viento lanzó varias cosas del interior por los aires, así como al sujeto que le había disparado creando un gran desconcierto.
- Espera. Vengo en son…-, intentó explicarse cuando otro de los hombres en su interior se abalanzó contra él.
No pudo terminar la frase por el esfuerzo de detener el ataque con su propia espada. El choque de aceros resonó en el ambiente, aunque no era una de las personas con las que buscaba luchar el mercenario en esa noche.
Detrás del defensor, su compañero, o mejor dicho compañera, se recobró del golpe de aire para desenvainar la espada y sumarse al ataque contra el asaltante de aire, que no era otro que él.
- Maldición-, solo pudo decir entre dientes, para luego empujar hacia atrás a su enemigo con una de sus piernas. - Yo no soy el enemigo-, consiguió decir al fin, mientras esquivaba el ataque de la vampiresa por un pelo. - He venido a ayu…
Una fuerte explosión reventó la parte trasera de la casa, y barrió la estancia con una onda de fuerza que lanzó a todos en su interior por los aires contra la pared contraria. El fuerte impacto lo dejó sin respiración, y el ruido a su alrededor comenzó a apagarse, poco a poco, mientras una negrura se abría paso a través de su mente entre golpes de tos, alejándolo del mundo terrenal.
Vincent Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
La situación parecía ir de mal en peor, no solo habían caído algunos de los guardias de Syra, sino que ahora ella misma podía estar ya en manos de los atacantes, que no tardarían en darle muerte para completar su misión y regresar a las islas cuanto antes, esperando que el conflicto entre razas estallase de un momento a otro. Ignorando el estado en que se encontrarían el resto de hombres de Elsen, ambas hechiceras pusieron rumbo a la casa, apresurándose a saltar el muro que la rodeaba en cuanto comenzaron a escuchar los inconfundibles chasquidos metálicos propios de una pelea. ¿Estarían Bio y su hermano plantando cara a los magos?
A toda prisa, Elen avanzó hacia la entrada de la vivienda, percatándose de que alguien la había abierto y que en el interior se podían distinguir al menos tres siluetas, que parecían estar en mitad de un enfrentamiento con espadas. - Los atacantes no se sentirán cómodos luchando cuerpo a cuerpo contra enemigos tan ágiles, pero entonces… ¿quiénes son? - se preguntó interiormente, justo antes de reconocer a Vincent en medio de la estancia. Por la rapidez con que se movían los otros dos individuos, el rubio no estaba peleando con sus congéneres sino con la última línea de defensa de Syra, que quizá no se había tomado bien la llegada de aquellos extraños.
La de ojos verdes maldijo por lo bajo, no buscaban problemas con los defensores sino ayudarlos a proteger a la vampira, y si comenzaban a enfrentarse entre ellos solo conseguirían poner las cosas más fáciles a los atacantes, que debían estar al caer. Casi como si lo hubiese adivinado, una sonora explosión en la parte trasera de la casa hizo temblar la estructura, al tiempo que barría la sala en que hasta hacía tan solo un momento estaba su hermano, que acabó tendido en el suelo, al igual que sus oponentes.
Elen ni siquiera había tenido tiempo de cruzar el umbral, pero tuvo que cubrirse el rostro con ambos brazos para protegerse de la onda expansiva, luego se descubrió y volvió a mirar hacia el interior de la vivienda, mientras la preocupación se adueñaba de su expresión, al ver que Vincent apenas se movía. Sin pensarlo corrió hacia él y se arrodilló a su lado, sujetándolo por los hombros con fuerza en un intento por mantenerlo despierto, pero el impacto había sido bastante intenso, tanto como para dejarlo al borde de la inconsciencia.
- No me hagas esto Vince, ahora no. - dijo la centinela, mientras Leonora barría con la mirada el lugar en busca de Syra, que yacía también semi inconsciente al otro lado de la estancia. El par de vampiros que la protegían habían corrido la misma suerte, dejando a la mujer en un estado vulnerable que no les ayudaría. Antes de que la benjamina de los Calhoun pudiese hacer algo más por reanimar a su hermano, una nueva figura entró en escena a través del enorme boquete que la explosión había dejado, con paso firme y una leve sonrisa en los labios. Se trataba de un hombre, de ojos claros y cabello oscuro, que sacudía el polvo de sus elegantes ropas sin dar importancia a la presencia de otros tres hechiceros en el interior de la casa.
El maná fluía a través de su cuerpo con tanta intensidad que no cabía duda, era un brujo poderoso, con el que sería mejor tener cuidado. - Un método algo primitivo pero efectivo. - comentó, hacia el individuo que venía justo detrás de él. También era un hombre, pero algo más mayor y curtido a juzgar por las cicatrices que le decoraban el rostro. En sus manos aún se podía ver el fuego que había utilizado para provocar la explosión, así que compartía elemento con el rubio, solo quedaba conocer el del que había hablado.
Leonora no quiso darles tiempo para actuar, y de inmediato comenzó a conjurar afiladas dagas, que salieron disparadas hacia el par de atacantes, cortando el aire a toda prisa. Sin embargo, el mago que parecía más tranquilo y elegante no mostró preocupación alguna por los proyectiles que avanzaban hacia él, alzó una mano y con un leve gesto de la misma consiguió que se detuvieran en seco, para luego manipularlos y hacerlos girar sobre sí mismos, de modo que se volviesen contra la lanzadora. Telequinesis, ese era su poder, y a juzgar por la facilidad con que podía desviar y manejar los objetos debía estar muy desarrollado.
La morena consiguió esquivar sus propias dagas por los pelos, y sabiendo la poca efectividad que tendrían sus ataques contra aquel extraño, esperó a que el resto de los presentes tomasen la iniciativa.
A toda prisa, Elen avanzó hacia la entrada de la vivienda, percatándose de que alguien la había abierto y que en el interior se podían distinguir al menos tres siluetas, que parecían estar en mitad de un enfrentamiento con espadas. - Los atacantes no se sentirán cómodos luchando cuerpo a cuerpo contra enemigos tan ágiles, pero entonces… ¿quiénes son? - se preguntó interiormente, justo antes de reconocer a Vincent en medio de la estancia. Por la rapidez con que se movían los otros dos individuos, el rubio no estaba peleando con sus congéneres sino con la última línea de defensa de Syra, que quizá no se había tomado bien la llegada de aquellos extraños.
La de ojos verdes maldijo por lo bajo, no buscaban problemas con los defensores sino ayudarlos a proteger a la vampira, y si comenzaban a enfrentarse entre ellos solo conseguirían poner las cosas más fáciles a los atacantes, que debían estar al caer. Casi como si lo hubiese adivinado, una sonora explosión en la parte trasera de la casa hizo temblar la estructura, al tiempo que barría la sala en que hasta hacía tan solo un momento estaba su hermano, que acabó tendido en el suelo, al igual que sus oponentes.
Elen ni siquiera había tenido tiempo de cruzar el umbral, pero tuvo que cubrirse el rostro con ambos brazos para protegerse de la onda expansiva, luego se descubrió y volvió a mirar hacia el interior de la vivienda, mientras la preocupación se adueñaba de su expresión, al ver que Vincent apenas se movía. Sin pensarlo corrió hacia él y se arrodilló a su lado, sujetándolo por los hombros con fuerza en un intento por mantenerlo despierto, pero el impacto había sido bastante intenso, tanto como para dejarlo al borde de la inconsciencia.
- No me hagas esto Vince, ahora no. - dijo la centinela, mientras Leonora barría con la mirada el lugar en busca de Syra, que yacía también semi inconsciente al otro lado de la estancia. El par de vampiros que la protegían habían corrido la misma suerte, dejando a la mujer en un estado vulnerable que no les ayudaría. Antes de que la benjamina de los Calhoun pudiese hacer algo más por reanimar a su hermano, una nueva figura entró en escena a través del enorme boquete que la explosión había dejado, con paso firme y una leve sonrisa en los labios. Se trataba de un hombre, de ojos claros y cabello oscuro, que sacudía el polvo de sus elegantes ropas sin dar importancia a la presencia de otros tres hechiceros en el interior de la casa.
El maná fluía a través de su cuerpo con tanta intensidad que no cabía duda, era un brujo poderoso, con el que sería mejor tener cuidado. - Un método algo primitivo pero efectivo. - comentó, hacia el individuo que venía justo detrás de él. También era un hombre, pero algo más mayor y curtido a juzgar por las cicatrices que le decoraban el rostro. En sus manos aún se podía ver el fuego que había utilizado para provocar la explosión, así que compartía elemento con el rubio, solo quedaba conocer el del que había hablado.
Leonora no quiso darles tiempo para actuar, y de inmediato comenzó a conjurar afiladas dagas, que salieron disparadas hacia el par de atacantes, cortando el aire a toda prisa. Sin embargo, el mago que parecía más tranquilo y elegante no mostró preocupación alguna por los proyectiles que avanzaban hacia él, alzó una mano y con un leve gesto de la misma consiguió que se detuvieran en seco, para luego manipularlos y hacerlos girar sobre sí mismos, de modo que se volviesen contra la lanzadora. Telequinesis, ese era su poder, y a juzgar por la facilidad con que podía desviar y manejar los objetos debía estar muy desarrollado.
La morena consiguió esquivar sus propias dagas por los pelos, y sabiendo la poca efectividad que tendrían sus ataques contra aquel extraño, esperó a que el resto de los presentes tomasen la iniciativa.
- Maestro telequinético:
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Elen Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Todo está en la buena alimentación- Respondí bromeando acerca de su comentario sobre mi fuerza, entendiendo que sabría a lo que me refería con alimentación; una vez que alcanzó mi mano lo halé para ayudarle a subir hasta que ambos estuvimos sobre el muro, y luego de mirar a los lados y confirmar que no hubiera trampas continuamos la marcha -Parece estar limpio- Respondí en referencia a las trampas para luego seguir al brujo hasta la puerta, aunque me detuve unos instantes para mirar hacia el segundo piso de la casa donde una ventana misteriosamente abierta me resultaba muy sospechosa.
Bajé la vista para mirar la seña del brujo que estaba decidido a entrar, la ventana tendría que esperar, pues antes que pudiera hacer advertencia alguna el brujo ya estaba pateando puertas y derribando enemigos -Rayos, hombre, con prudencia- Murmuré mientras me acercaba para tratar de calmar a los guardianes que se encontraran dentro, siendo yo vampiro tal vez tendrían que escucharme explicar.
Me apresuré en llegar al lugar pero mi presencia vampírica fue ignorada por completo, tomándome como si fuera otro brujo de aquel grupo; sin embargo, tal vez por ganar eficacia, me habían dejado a un lado para atacar ambos al brujo con el fin de eliminarlo más rápido -¡¡Basta!!- Grité mostrando los colmillos y distrayendo con ello a la vampiresa cuyo ataque fue finalmente evitado por el rubio quien a pesar de todo se había mantenido a la defensiva; estaba a punto de usar mi magia para detener la batalla y aunque lo había evitado para que el efecto no atrapara también al brujo, al parecer resultaba necesario antes que todo se pusiera peor.
A ese paso nos mataríamos entre nosotros mismos facilitando el trabajo a los agresores quienes a estas alturas ya no tendrían que hacer nada más que esparcir rumores del ataque, fue entonces cuando una violenta explosión dibujó un agujero en la casa y generando una onda expansiva que no solo me envió hacia atrás, sino que además me estrelló contra una puerta haciéndome derribarla y dejándome un intenso dolor de espalda.
Menuda sorpresa me había encontrado al notar que tras aquella puerta, encerrada en la habitación se encontraba Syra, quien parecía también estar algo mareada por la explosión; yo por mi parte me encontraba atrapado por un completo silencio; me retorcí en el piso intentando aliviarme con ello el dolor en la espalda; no podía escuchar nada pero al menos podía moverme, así que llevé mi dedo índice a los labios para indicarle a Syra que guardara silencio; se veía tal como la recordaba pues el tiempo no pasa para los vampiros.
Con algo de esfuerzo conseguí sentarme sobre la puerta que con la espalda había derribado, el dolor de espalda seguía presente aunque el silencio comenzaba a disiparse; a unos metros observé cómo Elen sostenía al rubio en sus brazos, parecía no haberle ido bien al pobre y aunque la situación se veía bastante mal, parecía que iba a ponerse peor cuando los verdaderos atacantes por fin se presentaron ante nosotros; uno de ellos repelió el ataque de dagas con mucha facilidad mientras el otro se mantenía sin mostrar sus capacidades.
Se mostraban bastante confiados, no solo por lo fuertes que parecían ser, sino porque además su labor ya estaba hecha, tuviéramos éxito deteniéndolos o no, de igual modo se correría la voz del ataque, la sola osadía de atacar a Syra ya representaba una ofensa contra Elsen, quien enojado, seguro se dejaría llevar por cualquiera para buscar culpables -Los necesitamos con vida- [1] Dije a Elen en un susurro que se escucharía justo al lado de su oído permitiendo que solo ella lo escuchara -Detener el ataque no fue posible, pero si entregamos los culpables a Elsen, calmaremos su sed de venganza- Susurré del mismo modo a la bruja esperando que la nueva tarea, aunque resultara más difícil, tuviera alguna manera de ser lograda.
Si podíamos capturar con vida al menos a uno, y sumábamos el testimonio de Syra de ser salvada por otros brujos, serviría para evitar lo que ya los agresores pensaban haber logrado; me levanté del piso tomando mis dagas en ambas manos, más por asunto de intimidación que por querer asesinarlos y sacudí la cabeza pues aún me encontraba un poco mareado por la explosión; avancé hasta donde se encontraba el rubio para ponerme frente a él y tratar de protegerlo al menos mientras se recuperaba o dándole algo de tiempo a Elen para llorarlo en caso de que no lograra salir con vida -Cuando acabe con ustedes van a implorar la muerte- Dije intimidante mientras tomaba con fuerza mis dagas para evitar que algún truco de telequinesis me las arrancara de las manos.
[1] Habilidad de nivel 6 Bajé la vista para mirar la seña del brujo que estaba decidido a entrar, la ventana tendría que esperar, pues antes que pudiera hacer advertencia alguna el brujo ya estaba pateando puertas y derribando enemigos -Rayos, hombre, con prudencia- Murmuré mientras me acercaba para tratar de calmar a los guardianes que se encontraran dentro, siendo yo vampiro tal vez tendrían que escucharme explicar.
Me apresuré en llegar al lugar pero mi presencia vampírica fue ignorada por completo, tomándome como si fuera otro brujo de aquel grupo; sin embargo, tal vez por ganar eficacia, me habían dejado a un lado para atacar ambos al brujo con el fin de eliminarlo más rápido -¡¡Basta!!- Grité mostrando los colmillos y distrayendo con ello a la vampiresa cuyo ataque fue finalmente evitado por el rubio quien a pesar de todo se había mantenido a la defensiva; estaba a punto de usar mi magia para detener la batalla y aunque lo había evitado para que el efecto no atrapara también al brujo, al parecer resultaba necesario antes que todo se pusiera peor.
A ese paso nos mataríamos entre nosotros mismos facilitando el trabajo a los agresores quienes a estas alturas ya no tendrían que hacer nada más que esparcir rumores del ataque, fue entonces cuando una violenta explosión dibujó un agujero en la casa y generando una onda expansiva que no solo me envió hacia atrás, sino que además me estrelló contra una puerta haciéndome derribarla y dejándome un intenso dolor de espalda.
Menuda sorpresa me había encontrado al notar que tras aquella puerta, encerrada en la habitación se encontraba Syra, quien parecía también estar algo mareada por la explosión; yo por mi parte me encontraba atrapado por un completo silencio; me retorcí en el piso intentando aliviarme con ello el dolor en la espalda; no podía escuchar nada pero al menos podía moverme, así que llevé mi dedo índice a los labios para indicarle a Syra que guardara silencio; se veía tal como la recordaba pues el tiempo no pasa para los vampiros.
Con algo de esfuerzo conseguí sentarme sobre la puerta que con la espalda había derribado, el dolor de espalda seguía presente aunque el silencio comenzaba a disiparse; a unos metros observé cómo Elen sostenía al rubio en sus brazos, parecía no haberle ido bien al pobre y aunque la situación se veía bastante mal, parecía que iba a ponerse peor cuando los verdaderos atacantes por fin se presentaron ante nosotros; uno de ellos repelió el ataque de dagas con mucha facilidad mientras el otro se mantenía sin mostrar sus capacidades.
Se mostraban bastante confiados, no solo por lo fuertes que parecían ser, sino porque además su labor ya estaba hecha, tuviéramos éxito deteniéndolos o no, de igual modo se correría la voz del ataque, la sola osadía de atacar a Syra ya representaba una ofensa contra Elsen, quien enojado, seguro se dejaría llevar por cualquiera para buscar culpables -Los necesitamos con vida- [1] Dije a Elen en un susurro que se escucharía justo al lado de su oído permitiendo que solo ella lo escuchara -Detener el ataque no fue posible, pero si entregamos los culpables a Elsen, calmaremos su sed de venganza- Susurré del mismo modo a la bruja esperando que la nueva tarea, aunque resultara más difícil, tuviera alguna manera de ser lograda.
Si podíamos capturar con vida al menos a uno, y sumábamos el testimonio de Syra de ser salvada por otros brujos, serviría para evitar lo que ya los agresores pensaban haber logrado; me levanté del piso tomando mis dagas en ambas manos, más por asunto de intimidación que por querer asesinarlos y sacudí la cabeza pues aún me encontraba un poco mareado por la explosión; avancé hasta donde se encontraba el rubio para ponerme frente a él y tratar de protegerlo al menos mientras se recuperaba o dándole algo de tiempo a Elen para llorarlo en caso de que no lograra salir con vida -Cuando acabe con ustedes van a implorar la muerte- Dije intimidante mientras tomaba con fuerza mis dagas para evitar que algún truco de telequinesis me las arrancara de las manos.
Bio
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
El brujo sintió que el mundo le daba vueltas, y el agarra de alguien que le hablaba que era quien lo había despertado.
- ¿Dónde estoy? - preguntó desorientado, levantándose del todo e intentando mantenerse erguido por su propio pie.
Mala idea. Le costaba un poco estar de pie sin ayuda y era como si se hubiera bebido toda una destilería de alcohol él solo. Eso sí que era una resaca y lo demás eran tonterías. Aunque poco a poco su mente fue recobrando el sentido y comenzó a comprender donde estaba. Y no, no era una resaca lo que lo tenía mareado de esa manera.
- ¿Por qué no? Es un buen día para morir como otro cualquiera-, bromeó a su hermana recordando ahora sus palabras exactas.
Delante de él había un hombre muy seguro de sí mismo, como se podía apreciar por el porte tranquilo que exhibía. Las palabras templadas que le dedicó a su compinche no fueran sino una demostración más de su carácter calmado. Y la facilidad con la que devolvió las dagas conjuradas por Leonora fue donde demostró su poder.
Ya se había enfrentado en más de una ocasión con telequinéticos. Sin poderes elementales que los hacían aparentar vulnerables y débiles. Una total ilusión. Los especialistas en telequinesis no tenían ventajas contra nadie, pero no tenían tampoco debilidades contra nadie. Eran completos y equilibrados y podían luchar contra cualquier ser. Sobre todo cuando eran tan fuertes como el tipo que tenían delante.
- Estas muy lejos de casa ¿no? - preguntó con desprecio, recogiendo la espada del suelo y mirándolo fijamente.
- No solo yo, por lo que veo-, contestó este sin perder la sonrisa.
Como odiaba a la mayoría de los especializados en las escuela de telequinesis. Solían ser altivos y menospreciar al resto de tipos de brujo al que consideraban inferiores. Pues para ellos no había mayor pureza, que manejar exclusivamente el poder que tenían los brujos por nacimiento. El poder exclusivo de los isleños.
De todos modos Bio intervino, seguramente para enfrentarse en primer lugar al dúo de brujos, pues consideraría que era el que estaba en mejores facultades para hacerlo. Evidentemente Elen también lo estaba, pero por ahora tenía que sostenerlo levemente a él.
- Aquí dentro estamos en desventaja-, susurró a su hermana, conocedor de las habilidades de los telequinéticos y de las explosiones que podía crear el bi-elemental.
No se había olvidado de él. Aún estaba bajo los efectos del golpe que había recibido por su culpa. Y en realidad podía dar gracias a los dioses por seguir vivo, pues si conocía bien las capacidad del telequinético. Sabía perfectamente de lo que era capaz de hacer su camarada. Un brujo con sus mismos poderes.
Le hizo un gesto a Leonora para que saliera. No tenía que explicarle nada porque ella era bruja como él y sabía del peligro.
- Ve con Leonora por detrás y asáltalos para que no puedan centrar todos sus esfuerzos en la casa o estamos perdidos-, volvió a susurrar a su hermana mientras el vampiro los distraía. - Haré una distracción para haceros ganar tiempo-, le guiñó un ojo a Elen.
- ¿Por qué estáis luchando por proteger a la vampiresa? - preguntó el bi-elemental de fuego.
- ¿Y por qué no íbamos a hacerlo? - comentó el rubio poniéndose al lado de Bio, ya repuesto del golpe contra la pared. - Cualquiera con sentido común lo haría.
- ¿Sentido común? - se mofó
El telequinético rió a carcajadas y con un movimiento de su brazo un armario entero del salón salió despedido contra los hombres que tenía delante.
Vincent usó su telequinesis para frenar el objeto, pero solo consiguió reducir un poco su velocidad. Lo justo para poder esquivarlo tirándose a un lado. No había que ser un genio para saber que no podía competir contra un telequinético en su maestría. No obstante, si no lo intentaba a veces, se comería con la cara los objetos que iba lanzando aleatoriamente el brujo, pues la habitación se había vuelto una locura. Objetos por doquier volaban y giraban en el aire en una danza hermosa y peligra. Y algunos salían despedidos contra ellos mientras el brujo rival reía y sonreía, disfrutando.
- Eres un puto sádico, eh-, maldijo al imbécil al que tenía que enfrentar.
Imbécil pero peligroso. Pocos brujos en el mundo tenían la capacidad de manejar tantos objetos a la vez, y lo peor de todo es que daría tiempo para que su compañero hiciera cenizas esa maldita cabaña. Por fortuna esperaba que las chicas dieran la vuelta a la casa lo suficientemente rápido para que eso no pasara.
Una espada pasó demasiada cerca de él provocándole un corte leve en el abdomen. Era una de las armas de los vampiros que le habían atacado cuando había entrado en la casa de una patada. Ahora estaban inconscientes y sus armas se habían convertido en uno de los múltiples juguetes del telequinético.
- Bio, debemos coordinarnos-, habló con el vampiro, y luego se centró en su enemigo sin decir nada más. Seguro que el vampiro sabría cuando actuar.
Vincent creó un vórtice de aire a su alrededor, pero sin hacerlo arder en llamas, pues esto solo provocarías que prendiera fuego. Lo hizo lo suficientemente grande para meter dentro al vampiro a su lado y protegerlo de este modo de los objetos enemigos, y luego lo aumentó en diámetro poco a poco, con gran esfuerzo por su parte, a lo máximo que pudo. De este modo Bio tenía mayor espacio para realizar un ataque.
- Todo tuyo-, dijo exhausto por el esfuerzo que le suponía mantener un vórtice tan ancho.
- ¿Dónde estoy? - preguntó desorientado, levantándose del todo e intentando mantenerse erguido por su propio pie.
Mala idea. Le costaba un poco estar de pie sin ayuda y era como si se hubiera bebido toda una destilería de alcohol él solo. Eso sí que era una resaca y lo demás eran tonterías. Aunque poco a poco su mente fue recobrando el sentido y comenzó a comprender donde estaba. Y no, no era una resaca lo que lo tenía mareado de esa manera.
- ¿Por qué no? Es un buen día para morir como otro cualquiera-, bromeó a su hermana recordando ahora sus palabras exactas.
Delante de él había un hombre muy seguro de sí mismo, como se podía apreciar por el porte tranquilo que exhibía. Las palabras templadas que le dedicó a su compinche no fueran sino una demostración más de su carácter calmado. Y la facilidad con la que devolvió las dagas conjuradas por Leonora fue donde demostró su poder.
Ya se había enfrentado en más de una ocasión con telequinéticos. Sin poderes elementales que los hacían aparentar vulnerables y débiles. Una total ilusión. Los especialistas en telequinesis no tenían ventajas contra nadie, pero no tenían tampoco debilidades contra nadie. Eran completos y equilibrados y podían luchar contra cualquier ser. Sobre todo cuando eran tan fuertes como el tipo que tenían delante.
- Estas muy lejos de casa ¿no? - preguntó con desprecio, recogiendo la espada del suelo y mirándolo fijamente.
- No solo yo, por lo que veo-, contestó este sin perder la sonrisa.
Como odiaba a la mayoría de los especializados en las escuela de telequinesis. Solían ser altivos y menospreciar al resto de tipos de brujo al que consideraban inferiores. Pues para ellos no había mayor pureza, que manejar exclusivamente el poder que tenían los brujos por nacimiento. El poder exclusivo de los isleños.
De todos modos Bio intervino, seguramente para enfrentarse en primer lugar al dúo de brujos, pues consideraría que era el que estaba en mejores facultades para hacerlo. Evidentemente Elen también lo estaba, pero por ahora tenía que sostenerlo levemente a él.
- Aquí dentro estamos en desventaja-, susurró a su hermana, conocedor de las habilidades de los telequinéticos y de las explosiones que podía crear el bi-elemental.
No se había olvidado de él. Aún estaba bajo los efectos del golpe que había recibido por su culpa. Y en realidad podía dar gracias a los dioses por seguir vivo, pues si conocía bien las capacidad del telequinético. Sabía perfectamente de lo que era capaz de hacer su camarada. Un brujo con sus mismos poderes.
Le hizo un gesto a Leonora para que saliera. No tenía que explicarle nada porque ella era bruja como él y sabía del peligro.
- Ve con Leonora por detrás y asáltalos para que no puedan centrar todos sus esfuerzos en la casa o estamos perdidos-, volvió a susurrar a su hermana mientras el vampiro los distraía. - Haré una distracción para haceros ganar tiempo-, le guiñó un ojo a Elen.
- ¿Por qué estáis luchando por proteger a la vampiresa? - preguntó el bi-elemental de fuego.
- ¿Y por qué no íbamos a hacerlo? - comentó el rubio poniéndose al lado de Bio, ya repuesto del golpe contra la pared. - Cualquiera con sentido común lo haría.
- ¿Sentido común? - se mofó
El telequinético rió a carcajadas y con un movimiento de su brazo un armario entero del salón salió despedido contra los hombres que tenía delante.
Vincent usó su telequinesis para frenar el objeto, pero solo consiguió reducir un poco su velocidad. Lo justo para poder esquivarlo tirándose a un lado. No había que ser un genio para saber que no podía competir contra un telequinético en su maestría. No obstante, si no lo intentaba a veces, se comería con la cara los objetos que iba lanzando aleatoriamente el brujo, pues la habitación se había vuelto una locura. Objetos por doquier volaban y giraban en el aire en una danza hermosa y peligra. Y algunos salían despedidos contra ellos mientras el brujo rival reía y sonreía, disfrutando.
- Eres un puto sádico, eh-, maldijo al imbécil al que tenía que enfrentar.
Imbécil pero peligroso. Pocos brujos en el mundo tenían la capacidad de manejar tantos objetos a la vez, y lo peor de todo es que daría tiempo para que su compañero hiciera cenizas esa maldita cabaña. Por fortuna esperaba que las chicas dieran la vuelta a la casa lo suficientemente rápido para que eso no pasara.
Una espada pasó demasiada cerca de él provocándole un corte leve en el abdomen. Era una de las armas de los vampiros que le habían atacado cuando había entrado en la casa de una patada. Ahora estaban inconscientes y sus armas se habían convertido en uno de los múltiples juguetes del telequinético.
- Bio, debemos coordinarnos-, habló con el vampiro, y luego se centró en su enemigo sin decir nada más. Seguro que el vampiro sabría cuando actuar.
Vincent creó un vórtice de aire a su alrededor, pero sin hacerlo arder en llamas, pues esto solo provocarías que prendiera fuego. Lo hizo lo suficientemente grande para meter dentro al vampiro a su lado y protegerlo de este modo de los objetos enemigos, y luego lo aumentó en diámetro poco a poco, con gran esfuerzo por su parte, a lo máximo que pudo. De este modo Bio tenía mayor espacio para realizar un ataque.
- Todo tuyo-, dijo exhausto por el esfuerzo que le suponía mantener un vórtice tan ancho.
Vincent Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Tarde, habían llegado tarde para evitar el desastre, pero aún podían hacer algo para que no desencadenase un conflicto mayor, aunque no sería nada fácil. La voz de Bio le llegó como un leve susurro, y tras escuchar lo que le decía, la hechicera se limitó a asentir levemente con la cabeza para que su compañero supiese que estaba de acuerdo con lo que proponía. Atrapar con vida al par de brujos no iba a ser sencillo, pero solo así conseguirían aplacar a Elsen en cuanto se enterase de lo ocurrido, y teniendo en cuenta que se lo habían buscado, la suerte que corriesen los atacantes no despertaría en ella ni la más mínima preocupación.
En un intento por darles algo de tiempo, Bio se interpuso entre el par de hermanos y el maestro telequinético, mientras Leonora se mantenía a un lado, ligeramente frustrada porque sus dagas no hubiesen servido de nada. Para alivio de la tensai, Vincent no tardó en empezar a reaccionar, primero algo desorientado, pero esto no duró mucho, ya que en cuestión de segundos volvió a incorporarse. Una vez en pie, el rubio se permitió bromear e incluso intercambió unas palabras con el enemigo, que siguió mostrándose despreocupado y confiado, cosa que tarde o temprano lamentaría.
Sin duda estaba subestimando al grupo que tenía delante, pero no era el primero ni sería el último que pecase de creerse más fuerte que los demás, actitud que solía llevar al fracaso. Atendiendo a las palabras de su hermano, Elen se preparó para abandonar la estancia en el momento preciso, haciendo un gesto a Leonora para que la siguiese en cuanto el rubio crease la distracción que cubriría sus movimientos.
Vince optó por situarse junto al vampiro, y tras evitar un armario que avanzaba hacia ellos a toda prisa, comenzó a concentrar corrientes de aire hasta crear un remolino en torno a su persona, hechizo que la centinela también solía usar de vez en cuando a modo defensivo. Con ambos dentro del vórtice, algo más protegidos de los proyectiles que el telequinético les lanzaba desde todas direcciones, la de cabellos cenicientos supo que era el momento, así que abandonó la casa a toda prisa, para bordearla y atacar por la espalda al segundo enemigo, el que amenazaba con hacer que las llamas engullesen la modesta vivienda de Syra.
- Los necesitamos vivos. - susurró a Leonora, que no perdió el tiempo haciendo preguntas. La estrategia estaba clara, ambas intentarían neutralizar al mago de fuego para decantar la balanza en su favor, y de conseguirlo, el telequinético tendría serios problemas para enfrentarse a cuatro enemigos, que fácilmente podrían rodearlo y atacarlo desde todas partes. Las hechiceras rodearon el lateral de la cabaña en cuestión de segundos, y sin pensarlo, Elen tomó la iniciativa, disparando una potente descarga contra su objetivo por la espalda. Por supuesto, su electricidad era menos efectiva cuando se recibía a través de la ropa, pero la tensai no pretendía tumbarlo con un solo ataque, sino aturdirlo para poder sacarlo de escena.
Sujetándolo con fuerza por el cuello de la túnica, la joven tiró de él hacia el exterior, pero a pesar de conseguir apartarlo unos metros del telequinético, su oponente reaccionó con rapidez, y girando sobre sí mismo para encarar a la benjamina de los Calhoun, conjuró una pequeña bola de fuego, que lanzó de inmediato contra el vientre de la centinela. Gracias a los dioses las últimas mejoras en su armadura consiguieron que no llegase a quemarse, pero si salió disparada hacia atrás, aterrizando bruscamente contra el suelo. Leonora pasó entonces a la ofensiva, volviendo a concentrar sus poderes para crear media docena de dagas, que cortaron el aire a una velocidad vertiginosa y alcanzaron de refilón al mago, provocándole algunos rasguños poco profundos en la parte superior del cuerpo.
- ¿Eso es todo lo que tienes?, disfrutaré reduciéndote a cenizas. - espetó, mientras sus manos volvían a verse cubiertas de llamas. La morena volvió a intentarlo de forma más contundente, pero el hecho de no poder lanzar a matar la limitaba bastante, así que debían colaborar de algún modo para ocuparse de aquel individuo. El brujo esquivó las dagas sin demasiado problema y contraatacó disparando un par de llamaradas, que acertaron en un hombro a la Stone, consiguiendo arrancar un quejido de su garganta.
- ¡Clávale una! - instó la centinela, que volvía a estar en pie y tenía los brazos envueltos en electricidad.
En un intento por darles algo de tiempo, Bio se interpuso entre el par de hermanos y el maestro telequinético, mientras Leonora se mantenía a un lado, ligeramente frustrada porque sus dagas no hubiesen servido de nada. Para alivio de la tensai, Vincent no tardó en empezar a reaccionar, primero algo desorientado, pero esto no duró mucho, ya que en cuestión de segundos volvió a incorporarse. Una vez en pie, el rubio se permitió bromear e incluso intercambió unas palabras con el enemigo, que siguió mostrándose despreocupado y confiado, cosa que tarde o temprano lamentaría.
Sin duda estaba subestimando al grupo que tenía delante, pero no era el primero ni sería el último que pecase de creerse más fuerte que los demás, actitud que solía llevar al fracaso. Atendiendo a las palabras de su hermano, Elen se preparó para abandonar la estancia en el momento preciso, haciendo un gesto a Leonora para que la siguiese en cuanto el rubio crease la distracción que cubriría sus movimientos.
Vince optó por situarse junto al vampiro, y tras evitar un armario que avanzaba hacia ellos a toda prisa, comenzó a concentrar corrientes de aire hasta crear un remolino en torno a su persona, hechizo que la centinela también solía usar de vez en cuando a modo defensivo. Con ambos dentro del vórtice, algo más protegidos de los proyectiles que el telequinético les lanzaba desde todas direcciones, la de cabellos cenicientos supo que era el momento, así que abandonó la casa a toda prisa, para bordearla y atacar por la espalda al segundo enemigo, el que amenazaba con hacer que las llamas engullesen la modesta vivienda de Syra.
- Los necesitamos vivos. - susurró a Leonora, que no perdió el tiempo haciendo preguntas. La estrategia estaba clara, ambas intentarían neutralizar al mago de fuego para decantar la balanza en su favor, y de conseguirlo, el telequinético tendría serios problemas para enfrentarse a cuatro enemigos, que fácilmente podrían rodearlo y atacarlo desde todas partes. Las hechiceras rodearon el lateral de la cabaña en cuestión de segundos, y sin pensarlo, Elen tomó la iniciativa, disparando una potente descarga contra su objetivo por la espalda. Por supuesto, su electricidad era menos efectiva cuando se recibía a través de la ropa, pero la tensai no pretendía tumbarlo con un solo ataque, sino aturdirlo para poder sacarlo de escena.
Sujetándolo con fuerza por el cuello de la túnica, la joven tiró de él hacia el exterior, pero a pesar de conseguir apartarlo unos metros del telequinético, su oponente reaccionó con rapidez, y girando sobre sí mismo para encarar a la benjamina de los Calhoun, conjuró una pequeña bola de fuego, que lanzó de inmediato contra el vientre de la centinela. Gracias a los dioses las últimas mejoras en su armadura consiguieron que no llegase a quemarse, pero si salió disparada hacia atrás, aterrizando bruscamente contra el suelo. Leonora pasó entonces a la ofensiva, volviendo a concentrar sus poderes para crear media docena de dagas, que cortaron el aire a una velocidad vertiginosa y alcanzaron de refilón al mago, provocándole algunos rasguños poco profundos en la parte superior del cuerpo.
- ¿Eso es todo lo que tienes?, disfrutaré reduciéndote a cenizas. - espetó, mientras sus manos volvían a verse cubiertas de llamas. La morena volvió a intentarlo de forma más contundente, pero el hecho de no poder lanzar a matar la limitaba bastante, así que debían colaborar de algún modo para ocuparse de aquel individuo. El brujo esquivó las dagas sin demasiado problema y contraatacó disparando un par de llamaradas, que acertaron en un hombro a la Stone, consiguiendo arrancar un quejido de su garganta.
- ¡Clávale una! - instó la centinela, que volvía a estar en pie y tenía los brazos envueltos en electricidad.
Elen Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
A pesar de lo delicada que se había vuelto la situación aún quedaban esperanzas, Elen asintió con un gesto a la idea de entregarlos con vida, seguramente bastaría con eso; Elsen tendría los medios para hacerlos confesar y sacarles algo de información, aunque eso último era bastante tentador y tendríamos que intentarlo nosotros mismos antes de llevarlos con el adinerado vampiro.
Mi intento de darle tiempo a los brujos para reponerse había funcionado y al parecer el barbudo comenzaba a dar señales de vida, estaba algo aturdido al parecer, pero con vida y no tardaría mucho en volver a escupir sus frases cargadas con ese irritantemente gracioso sentido del humor que ahora alteraría a los atacantes; aunque antes parecía haber planeado algo en serio junto al par de brujas que en instantes abandonaron la casa; por un momento pensé que escapaban pero luego la idea se fue de mi cabeza, Elen no haría algo así; algún plan debían tener en mente.
No tendrán éxito, Syra ni siquiera está aquí- Dije con una seguridad que resultaba bastante creíble, o al menos así sería de no ser porque la mujer decidió asomar la cabeza por la puerta de la habitación donde se encontraba -¡Oh, vamos mujer! Intentamos salvarte- Protesté al darme cuenta que la chica había enviado mi mentira por el caño, por suerte Vincent intervino también de una manera que haría perder la paciencia a cualquiera en poco tiempo.
No entendía muy bien la estrategia del compañero de Elen, pero lo que sí entendí de inmediato era que un armario se nos venía encima; aunque el barbudo intentó detenerlo, apenas lo consiguió por unos instantes para darnos tiempo de saltar a un lado evitando ser aplastados; rodé por el piso antes de parar agachado, posición que me salvaría de ser golpeado por alguno de los tantos objetos que ahora volaban por la habitación; saqué mis dagas para ayudarme a bloquear objetos aunque eran demasiados como para esquivarlos todos; había un festival de objetos flotando hacia nosotros, dagas, espadas, jarrones, peluches, e incluso una sartén voló directo hasta la parte posterior de mi cabeza -¿Pero qué rayos?- Protesté ante el insulto que significaba dicho golpe, aunque el objeto en cuestión, bien que me podría servir de escudo; lo tomé antes de que se alejara de nuevo y lo usé en lugar de una de mis dagas para repeler la mayoría de las cosas que se acercaban.
No obstante, a pesar de mi nuevo y flamante escudo eran demasiados objetos y un jarrón se estrelló contra mi rodilla, rompiéndose en varios fragmentos cuyos filos dibujaron algunas heridas en mi pierna y de no haber sido por el grosor de mi ropa seguramente se habrían incrustado; por más que me defendía aquello parecía no tener fin; al menos hasta que el barbudo propuso coordinarnos; por separado sería difícil enfrentar a alguien que podía hacernos la noche difícil sin siquiera moverse, así que asentí a Vincent acercándome un poco más a dónde él se encontraba -Necesitamos distraerlo con algo- Dije para luego ver cómo comenzaba a formar una especie de torbellino de viento que repelía los objetos voladores.
El telequinético parecía un poco frustrado al no poder hacer que sus objetos atravesaran la barrera de viento que cada vez se expandía más y más, aunque era evidente que también suponía un gran esfuerzo para Vincent por lo que seguramente no duraría mucho; justo entonces el compañero del telequinético fue halado hacia atrás, la distracción que necesitábamos llegó de forma inesperada, causada seguro por Elen y la otra mujer; la acción distrajo al atacante que confundido bajó la guardia por unos instantes; Vincent ya no daba para más pero su compañera me había dado la mejor oportunidad así que antes que el barbudo terminara de hablar yo ya estaba saltando hacia adelante para aprovechar la breve distracción del brujo; tras algunos pasos y unos pocos golpes de objetos que flotaban por inercia y sin control, me lancé sobre el brujo para darle un sartenazo en la cabeza con todas mis fuerzas esperando al menos atontarlo unos instantes para poder dominarlo o con algo de suerte dejarlo inconsciente por un rato.
Mi intento de darle tiempo a los brujos para reponerse había funcionado y al parecer el barbudo comenzaba a dar señales de vida, estaba algo aturdido al parecer, pero con vida y no tardaría mucho en volver a escupir sus frases cargadas con ese irritantemente gracioso sentido del humor que ahora alteraría a los atacantes; aunque antes parecía haber planeado algo en serio junto al par de brujas que en instantes abandonaron la casa; por un momento pensé que escapaban pero luego la idea se fue de mi cabeza, Elen no haría algo así; algún plan debían tener en mente.
No tendrán éxito, Syra ni siquiera está aquí- Dije con una seguridad que resultaba bastante creíble, o al menos así sería de no ser porque la mujer decidió asomar la cabeza por la puerta de la habitación donde se encontraba -¡Oh, vamos mujer! Intentamos salvarte- Protesté al darme cuenta que la chica había enviado mi mentira por el caño, por suerte Vincent intervino también de una manera que haría perder la paciencia a cualquiera en poco tiempo.
No entendía muy bien la estrategia del compañero de Elen, pero lo que sí entendí de inmediato era que un armario se nos venía encima; aunque el barbudo intentó detenerlo, apenas lo consiguió por unos instantes para darnos tiempo de saltar a un lado evitando ser aplastados; rodé por el piso antes de parar agachado, posición que me salvaría de ser golpeado por alguno de los tantos objetos que ahora volaban por la habitación; saqué mis dagas para ayudarme a bloquear objetos aunque eran demasiados como para esquivarlos todos; había un festival de objetos flotando hacia nosotros, dagas, espadas, jarrones, peluches, e incluso una sartén voló directo hasta la parte posterior de mi cabeza -¿Pero qué rayos?- Protesté ante el insulto que significaba dicho golpe, aunque el objeto en cuestión, bien que me podría servir de escudo; lo tomé antes de que se alejara de nuevo y lo usé en lugar de una de mis dagas para repeler la mayoría de las cosas que se acercaban.
No obstante, a pesar de mi nuevo y flamante escudo eran demasiados objetos y un jarrón se estrelló contra mi rodilla, rompiéndose en varios fragmentos cuyos filos dibujaron algunas heridas en mi pierna y de no haber sido por el grosor de mi ropa seguramente se habrían incrustado; por más que me defendía aquello parecía no tener fin; al menos hasta que el barbudo propuso coordinarnos; por separado sería difícil enfrentar a alguien que podía hacernos la noche difícil sin siquiera moverse, así que asentí a Vincent acercándome un poco más a dónde él se encontraba -Necesitamos distraerlo con algo- Dije para luego ver cómo comenzaba a formar una especie de torbellino de viento que repelía los objetos voladores.
El telequinético parecía un poco frustrado al no poder hacer que sus objetos atravesaran la barrera de viento que cada vez se expandía más y más, aunque era evidente que también suponía un gran esfuerzo para Vincent por lo que seguramente no duraría mucho; justo entonces el compañero del telequinético fue halado hacia atrás, la distracción que necesitábamos llegó de forma inesperada, causada seguro por Elen y la otra mujer; la acción distrajo al atacante que confundido bajó la guardia por unos instantes; Vincent ya no daba para más pero su compañera me había dado la mejor oportunidad así que antes que el barbudo terminara de hablar yo ya estaba saltando hacia adelante para aprovechar la breve distracción del brujo; tras algunos pasos y unos pocos golpes de objetos que flotaban por inercia y sin control, me lancé sobre el brujo para darle un sartenazo en la cabeza con todas mis fuerzas esperando al menos atontarlo unos instantes para poder dominarlo o con algo de suerte dejarlo inconsciente por un rato.
Bio
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Pese a la defensa de aire que había creado, seguía sin ser fácil aproximarse al telequinético. El diámetro de su vórtice de aire era limitado y no podía ser tan grande como para abrirle un paso franco al vampiro. Había una franja de recorrido donde Bio estaría expuesto a los objetos voladores, y necesitarían algo más que la protección de aire para poder atacarle. Básicamente solo había conseguido tiempo para que el vampiro pudiera ingeniar el ataque sin ser acosado constantemente por los objetos arrojados.
Quizás pudiera conseguir que el telequinético se distrajera con alguna de sus pullas. Aunque después de pensarlo un poco, llegó a la conclusión de que no daría resultado. Ese brujo manejaba una cantidad elevada de objetos, por lo cual estaba seguro de que era todo un maestro en su arte. Pese a ser su enemigo, y un imbécil redomado, tenía que rendirse a la evidencia de que pocas personas en el mundo podrían tener su misma maestría en telequinesis.
Igualmente puede que estuviera pensando demasiado, Bio podía perfectamente contar con algún ataque de distancia. Algún poder vampírico que fuera útil para aquella ocasión. Pero qué demonios. No podía solo centrarse en mantener el vórtice de aire sin hacer nada más al respecto. No tenía muchas posibilidades para distraer al brujo así que optaría por hacer la única que podía realizar aunque la considerara inútil.
- ¿En serio? ¿Esto es todo lo que puedes hacer? - bromeó hiriente, buscando desconcentrar al telequinético.
Justo en ese instante vio desaparecer al otro brujo, al de fuego, y como Bio aprovechaba la circunstancia para lanzarse hacia adelante con una ¿sartén? ¿De verdad estaba atacando con una sartén o eran imaginaciones suyas?
Lo cierto es que no pudo fijarse más tiempo en la escena. No porque no quisiera, sino porque un gran cajón impactó contra su cabeza pocos segundos después de que el vampiro se lanzara a la carga. Vinc cayó al suelo, y se agarró la cabeza dolorida. Sentía punzadas constantes por toda la frente, y poco a poco se volvió a incorporar. Aunque había algo distinto en la sala para cuando se levantó, algo que ya notó nada más caer al suelo anteriormente, por el ruido a su alrededor de cosas chocando contra el suelo y las paredes. El telequinético había perdido el control sobre los objetos.
Vincent miró al suelo, y vio el cajón lleno ropa que le había golpeado. Era de una cómoda, grande y pesado. Su cabeza bien lo sabía. Eso iba a dejarle un buen chichón durante una temporada. Rabioso cogió el cajón del suelo, y se acercó al telequinético para golpearlo con todas sus fuerzas con él, dejándolo inconsciente en el acto.
- ¿Solo esto es lo que puedes hacer? - parodió su anterior broma con pretensiones de ofender al brujo y dejó caer el pesado cajón a un lado. - Dioses, que cabrón. Casi me deja sin cabeza-, comentó antes de volver a acariciarse la parte dolorida.
- Que está pasando. ¿Quiénes son ustedes? ¿Y quiénes son ellos? - preguntó una mujer asustada desde el marco de su habitación, haciéndose para atrás paso a paso por el miedo.
- Tranquilícese. Venimos en son de paz. Nosotros hemos venido a ayudarla y ellos pues no tanto. Digamos que son los malos. Pero no se preocupe, ya lo tenemos todo bajo control-, contestó amable, intentando calmarla.
Todo control o casi todo mejor dicho. Hablar en plural de los rivales le recordó que aún quedaba un brujo en pie. Puede que su hermana necesitara ayuda.
- Vale-, dijo la mujer titubeando si creerle. Evidentemente que no le hubiera hecho nada y la lucha contra el telequinético había ayudado a pensar que le decía la verdad. - Pero no entiendo nada de lo que está pasando.
- Es una larga historia, pero ahora no tengo tiempo para contársela. Quédese aquí, estará a salvo con mi amigo-, le contestó. - Bio-, susurró. - ¿Puedes encargarte de atar a este idiota y de ver como se encuentran los vampiros de la guardia? A lo mejor hay alguna soga entre las pertenencias de Syra, pregúntale si es así. Yo iré a ver como se encuentra Elen y Leonora. Te espero allí en cuanto termines-, le guiñó un ojo,
Vinc dio unos pasos acercándose a su espada tirada en el suelo, y alargó el brazo para recogerla en la distancia con su telequinesis. Luego salió como una exhalación por el boquete aún humeante que había creado el brujo de fuego y aire. Sabía de lo poderosa que era su hermana, y que con la ayuda de Leonora seguramente no tendría problemas para vencer a su oponente. Pero no podía quedarse de brazos cruzados mientras estuvieran en peligro.
Quizás pudiera conseguir que el telequinético se distrajera con alguna de sus pullas. Aunque después de pensarlo un poco, llegó a la conclusión de que no daría resultado. Ese brujo manejaba una cantidad elevada de objetos, por lo cual estaba seguro de que era todo un maestro en su arte. Pese a ser su enemigo, y un imbécil redomado, tenía que rendirse a la evidencia de que pocas personas en el mundo podrían tener su misma maestría en telequinesis.
Igualmente puede que estuviera pensando demasiado, Bio podía perfectamente contar con algún ataque de distancia. Algún poder vampírico que fuera útil para aquella ocasión. Pero qué demonios. No podía solo centrarse en mantener el vórtice de aire sin hacer nada más al respecto. No tenía muchas posibilidades para distraer al brujo así que optaría por hacer la única que podía realizar aunque la considerara inútil.
- ¿En serio? ¿Esto es todo lo que puedes hacer? - bromeó hiriente, buscando desconcentrar al telequinético.
Justo en ese instante vio desaparecer al otro brujo, al de fuego, y como Bio aprovechaba la circunstancia para lanzarse hacia adelante con una ¿sartén? ¿De verdad estaba atacando con una sartén o eran imaginaciones suyas?
Lo cierto es que no pudo fijarse más tiempo en la escena. No porque no quisiera, sino porque un gran cajón impactó contra su cabeza pocos segundos después de que el vampiro se lanzara a la carga. Vinc cayó al suelo, y se agarró la cabeza dolorida. Sentía punzadas constantes por toda la frente, y poco a poco se volvió a incorporar. Aunque había algo distinto en la sala para cuando se levantó, algo que ya notó nada más caer al suelo anteriormente, por el ruido a su alrededor de cosas chocando contra el suelo y las paredes. El telequinético había perdido el control sobre los objetos.
Vincent miró al suelo, y vio el cajón lleno ropa que le había golpeado. Era de una cómoda, grande y pesado. Su cabeza bien lo sabía. Eso iba a dejarle un buen chichón durante una temporada. Rabioso cogió el cajón del suelo, y se acercó al telequinético para golpearlo con todas sus fuerzas con él, dejándolo inconsciente en el acto.
- ¿Solo esto es lo que puedes hacer? - parodió su anterior broma con pretensiones de ofender al brujo y dejó caer el pesado cajón a un lado. - Dioses, que cabrón. Casi me deja sin cabeza-, comentó antes de volver a acariciarse la parte dolorida.
- Que está pasando. ¿Quiénes son ustedes? ¿Y quiénes son ellos? - preguntó una mujer asustada desde el marco de su habitación, haciéndose para atrás paso a paso por el miedo.
- Tranquilícese. Venimos en son de paz. Nosotros hemos venido a ayudarla y ellos pues no tanto. Digamos que son los malos. Pero no se preocupe, ya lo tenemos todo bajo control-, contestó amable, intentando calmarla.
Todo control o casi todo mejor dicho. Hablar en plural de los rivales le recordó que aún quedaba un brujo en pie. Puede que su hermana necesitara ayuda.
- Vale-, dijo la mujer titubeando si creerle. Evidentemente que no le hubiera hecho nada y la lucha contra el telequinético había ayudado a pensar que le decía la verdad. - Pero no entiendo nada de lo que está pasando.
- Es una larga historia, pero ahora no tengo tiempo para contársela. Quédese aquí, estará a salvo con mi amigo-, le contestó. - Bio-, susurró. - ¿Puedes encargarte de atar a este idiota y de ver como se encuentran los vampiros de la guardia? A lo mejor hay alguna soga entre las pertenencias de Syra, pregúntale si es así. Yo iré a ver como se encuentra Elen y Leonora. Te espero allí en cuanto termines-, le guiñó un ojo,
Vinc dio unos pasos acercándose a su espada tirada en el suelo, y alargó el brazo para recogerla en la distancia con su telequinesis. Luego salió como una exhalación por el boquete aún humeante que había creado el brujo de fuego y aire. Sabía de lo poderosa que era su hermana, y que con la ayuda de Leonora seguramente no tendría problemas para vencer a su oponente. Pero no podía quedarse de brazos cruzados mientras estuvieran en peligro.
Vincent Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Dentro de la semi destruida vivienda la pelea continuaba, pero ni Elen ni Leonora podían saber qué bando iba ganando, aunque por supuesto esperaban que sus compañeros encontrasen el modo de neutralizar al maestro telequinético cuanto antes. Sin posibilidad de intervenir de momento en aquel enfrentamiento que estaba teniendo lugar en el interior, ambas se centraron en el segundo objetivo, el tensai de fuego que ya se preparaba para repeler cualquier ataque que tuviesen planeado intentar.
Haciendo caso a la petición de la centinela, Leonora volvió a conjurar sus dagas y las lanzó contra el brujo, pero éste consiguió echarse a un lado justo a tiempo para evitar que lo alcanzasen, y sin perder ni un segundo, contraatacó disparando dos bolas de fuego, una contra cada enemiga. La hija de los Stone tuvo más suerte ésta vez, y con un ágil movimiento se lanzó al suelo, esquivando el proyectil que iba directamente hacia su cabeza. Elen en cambio no trató de evitarlo, alzó el brazo izquierdo y lo colocó delante de su cuerpo a modo de barrera, consiguiendo que la bola de fuego impactase en el metálico brazal de su armadura y no le causase ningún daño.
Dedicando una gélida mirada a su oponente, la de cabellos cenicientos desenfundó su propia daga, y tomándola por la punta, echó la diestra hacia atrás para tomar impulso y arrojarla contra él. No esperaba acertarle, pues el lanzamiento sería fácil de evadir, pero el objetivo de la bruja era otro muy distinto, distraer al enemigo para dar a su compañera un tiro sencillo. Tal como esperaba, el tensai de fuego consiguió librarse de la hoja sin problemas, pero una mueca de sorpresa y dolor se adueñó de su rostro en cuanto otro proyectil se le hundió en la pierna. La daga de Leonora se le había clavado justo por encima de la rodilla, en un punto en que no le causaría daños graves ni habría riesgo de que se desangrase antes de llegar a Elsen, pero suficiente para decantar la balanza en favor de las jóvenes y que la pelea terminase.
Dirigiendo su elemento hacia la empuñadura, Elen transmitió una potente descarga al hechicero, aprovechando el metal conductor para que ésta recorriese por entero el cuerpo de su enemigo, que no tardó en desplomarse pesadamente sobre el suelo. - Con esto bastará. - musitó, al tiempo que se acercaba al inconsciente para retirar la daga y ocuparse de vendarle lo justo para que no perdiese mucha sangre. Cuando despertase él mismo podría cauterizarse la herida de ser necesario, pero el futuro de aquel hombre quedaría en manos de Elsen en cuando se lo entregasen.
Teniendo en cuenta lo que habían intentado, acabar con la vida de su amante, probablemente el vampiro terminase cobrándose venganza con aquel par de atrevidos, pero a decir verdad se lo habían buscado con sus acciones, así que llegado el momento la centinela se mantendría al margen, aunque trataría de obtener algo de información antes de que todo aquello acabase, a fin de cuentas, alguien de las islas quería iniciar una guerra entre razas, cosa que no podía permitir.
El jaleo proveniente del interior de la casa cesó de forma repentina, e instantes después, Vincent apareció a través del hueco que había causado la explosión, espada en mano y listo para ayudarlas. - Espero que hayáis dejado fuera de combate al telequinético, este no despertará hasta dentro de un par de horas. - informó, mientras se levantaba y devolvía la daga a Leonora. Tras recuperar la suya, que yacía a unos metros del cuerpo del mago, la benjamina de los Calhoun se asomó al interior y pudo observar al segundo enemigo, tendido en mitad de la estancia y con un notable golpe en la sien izquierda.
Syra se encontraba en el marco de la puerta que daba a la habitación contigua, y con expresión entre confundida y desconfiada, observaba a los extraños que habían convertido su casa en un campo de batalla. - ¿Syra? ¿Es usted? - preguntó la tensai, tratando de sonar tranquilizadora. La mujer asintió con la cabeza, mientras su preocupación comenzaba a disiparse, sus guardias empezaban a reaccionar tras la onda de energía provocada por la explosión. - Bien, no tema, estos hombres pretendían matarla pero por suerte hemos llegado a tiempo de evitarlo. - explicó, para que pudiese diferenciar entre aliados y enemigos.
- Los entregaremos a quien corresponda para que paguen por esto, pero primero necesitaría sacarles algo de información, puede que no sean los únicos involucrados. - continuó, sin llegar a entrar en la vivienda. - ¿Nos permitiría interrogarlos aquí? - preguntó, sin demasiadas esperanzas. - Emm… claro. - respondió la vampira tras unos segundos, aunque sin demasiada convicción. - Estupendo, Vince ayúdame a traer a ese dentro. - pidió, volviendo junto al tensai de fuego para tomarlo por las piernas.
Off: El tensai de fuego tardará en despertar así que podríamos hacer las preguntas al telequinético, si queréis hacerlo así Elen puede ser vuestro seguro, podéis utilizarla para que lo controle con sus poderes, rollo manteniendo una mano siempre en su cuello y amenazando con aplicarle descargas si intenta mover algo.
Haciendo caso a la petición de la centinela, Leonora volvió a conjurar sus dagas y las lanzó contra el brujo, pero éste consiguió echarse a un lado justo a tiempo para evitar que lo alcanzasen, y sin perder ni un segundo, contraatacó disparando dos bolas de fuego, una contra cada enemiga. La hija de los Stone tuvo más suerte ésta vez, y con un ágil movimiento se lanzó al suelo, esquivando el proyectil que iba directamente hacia su cabeza. Elen en cambio no trató de evitarlo, alzó el brazo izquierdo y lo colocó delante de su cuerpo a modo de barrera, consiguiendo que la bola de fuego impactase en el metálico brazal de su armadura y no le causase ningún daño.
Dedicando una gélida mirada a su oponente, la de cabellos cenicientos desenfundó su propia daga, y tomándola por la punta, echó la diestra hacia atrás para tomar impulso y arrojarla contra él. No esperaba acertarle, pues el lanzamiento sería fácil de evadir, pero el objetivo de la bruja era otro muy distinto, distraer al enemigo para dar a su compañera un tiro sencillo. Tal como esperaba, el tensai de fuego consiguió librarse de la hoja sin problemas, pero una mueca de sorpresa y dolor se adueñó de su rostro en cuanto otro proyectil se le hundió en la pierna. La daga de Leonora se le había clavado justo por encima de la rodilla, en un punto en que no le causaría daños graves ni habría riesgo de que se desangrase antes de llegar a Elsen, pero suficiente para decantar la balanza en favor de las jóvenes y que la pelea terminase.
Dirigiendo su elemento hacia la empuñadura, Elen transmitió una potente descarga al hechicero, aprovechando el metal conductor para que ésta recorriese por entero el cuerpo de su enemigo, que no tardó en desplomarse pesadamente sobre el suelo. - Con esto bastará. - musitó, al tiempo que se acercaba al inconsciente para retirar la daga y ocuparse de vendarle lo justo para que no perdiese mucha sangre. Cuando despertase él mismo podría cauterizarse la herida de ser necesario, pero el futuro de aquel hombre quedaría en manos de Elsen en cuando se lo entregasen.
Teniendo en cuenta lo que habían intentado, acabar con la vida de su amante, probablemente el vampiro terminase cobrándose venganza con aquel par de atrevidos, pero a decir verdad se lo habían buscado con sus acciones, así que llegado el momento la centinela se mantendría al margen, aunque trataría de obtener algo de información antes de que todo aquello acabase, a fin de cuentas, alguien de las islas quería iniciar una guerra entre razas, cosa que no podía permitir.
El jaleo proveniente del interior de la casa cesó de forma repentina, e instantes después, Vincent apareció a través del hueco que había causado la explosión, espada en mano y listo para ayudarlas. - Espero que hayáis dejado fuera de combate al telequinético, este no despertará hasta dentro de un par de horas. - informó, mientras se levantaba y devolvía la daga a Leonora. Tras recuperar la suya, que yacía a unos metros del cuerpo del mago, la benjamina de los Calhoun se asomó al interior y pudo observar al segundo enemigo, tendido en mitad de la estancia y con un notable golpe en la sien izquierda.
Syra se encontraba en el marco de la puerta que daba a la habitación contigua, y con expresión entre confundida y desconfiada, observaba a los extraños que habían convertido su casa en un campo de batalla. - ¿Syra? ¿Es usted? - preguntó la tensai, tratando de sonar tranquilizadora. La mujer asintió con la cabeza, mientras su preocupación comenzaba a disiparse, sus guardias empezaban a reaccionar tras la onda de energía provocada por la explosión. - Bien, no tema, estos hombres pretendían matarla pero por suerte hemos llegado a tiempo de evitarlo. - explicó, para que pudiese diferenciar entre aliados y enemigos.
- Los entregaremos a quien corresponda para que paguen por esto, pero primero necesitaría sacarles algo de información, puede que no sean los únicos involucrados. - continuó, sin llegar a entrar en la vivienda. - ¿Nos permitiría interrogarlos aquí? - preguntó, sin demasiadas esperanzas. - Emm… claro. - respondió la vampira tras unos segundos, aunque sin demasiada convicción. - Estupendo, Vince ayúdame a traer a ese dentro. - pidió, volviendo junto al tensai de fuego para tomarlo por las piernas.
Off: El tensai de fuego tardará en despertar así que podríamos hacer las preguntas al telequinético, si queréis hacerlo así Elen puede ser vuestro seguro, podéis utilizarla para que lo controle con sus poderes, rollo manteniendo una mano siempre en su cuello y amenazando con aplicarle descargas si intenta mover algo.
Elen Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Estábamos sumergidos en un tornado de cosas que volaban a diestra y siniestra y justo cuando pensaba que no se podía poner más difícil, mi compañero decidió ponerse gracioso e irritar al brujo, con lo cual se pondría furioso y arremetería contra nosotros con más fuerza, aunque a la vez también lo haría con menos control, lo que podría suponer una ventaja, al final no supe si fue gracias a eso, o a la misteriosa desaparición de su compañero, o simplemente un golpe de suerte, o más bien de sartén; pero al final acabé impactando al sujeto que fue a dar al piso mareado; una vez atontado le di un segundo golpe de sartén solo por precaución, y un tercero ya por diversión hasta que parecía no saber dónde estaba.
Como era de esperarse, la situación hostil había hecho mella los nervios de la pobre Syra quien se asomó confundida preguntando lo que sucedía para tratar de entenderlo, aunque el barbudo le explicó, tal vez no sería suficiente y aunque asintió con la cabeza aún se veía desconfiada mirando a sus guardianes tirados en el piso -Tranquila mujer, vas a estar bien- Dije en un tono serio que a fin de cuentas tampoco sería de ayuda para calmarla; no fue sino hasta la aparición de Elen, tal vez porque entre mujeres se entienden, cuando finalmente mostraría un semblante más calmado.
Yo por mi parte buscaba con qué amarrar al sujeto que se tambaleaba en el piso y sería la misma Syra quien me ofrecería una soga sacada de quien sabe dónde, a fin de cuentas no era más importante la procedencia que la función de atar al prisionero; antes de comenzar a atarlo tomé la sartén y le di un último golpe solo porque a esas alturas ya me resultaba entre divertido y placentero y finalmente lo dejé sentado con las manos detrás de su espalda mientras me quedaba parado frente a él con la sartén en la mano; o al menos así era hasta que Syra casi me lo arranca con todo y mano para dar un par de golpes más al sujeto que a estas alturas ya debía tener algún tipo de trauma con dicho objeto.
Al igual que Elen, me gustaba la idea de obtener respuestas, si habían venido con esta misión, entregarlos a Elsen solo resolvería una parte del problema y costaría más trabajo de investigación estar atentos al próximo ataque para volver a frustrarlo, lo mejor era cortar el problema de raíz y ver quién había orquestado todo aquello. Ni siquiera necesité acercarme, pues la peliblanca se encargaría de colocarle una mano en el cuello de forma que al espabilarse y asimilar la situación sentiría el cosquillero de la electricidad en su cuello -Eres un brujo, sabes que esa mano en tu cuello puede causar mucho dolor- Dije al brujo en tono serio -Solo lo preguntaré una vez, entre más tardes en contestar, más fuertes serán las descargas... ¿Quién te envió?- Amenacé disfrutando sentirme poderoso, aunque no era yo el de los rayos, al menos contar con ello de mi parte me daba cierta satisfacción.
No obstante, a pesar de estar atento a lo que pudiera decir; también me mantenía vigilante del entorno en caso de que el brujo decidiera tratar de golpearnos con algo; aunque en su estado seguramente fallaría y sería severamente lastimado por los rayos de Elen y la sartén que ahora se había agenciado Syra.
Como era de esperarse, la situación hostil había hecho mella los nervios de la pobre Syra quien se asomó confundida preguntando lo que sucedía para tratar de entenderlo, aunque el barbudo le explicó, tal vez no sería suficiente y aunque asintió con la cabeza aún se veía desconfiada mirando a sus guardianes tirados en el piso -Tranquila mujer, vas a estar bien- Dije en un tono serio que a fin de cuentas tampoco sería de ayuda para calmarla; no fue sino hasta la aparición de Elen, tal vez porque entre mujeres se entienden, cuando finalmente mostraría un semblante más calmado.
Yo por mi parte buscaba con qué amarrar al sujeto que se tambaleaba en el piso y sería la misma Syra quien me ofrecería una soga sacada de quien sabe dónde, a fin de cuentas no era más importante la procedencia que la función de atar al prisionero; antes de comenzar a atarlo tomé la sartén y le di un último golpe solo porque a esas alturas ya me resultaba entre divertido y placentero y finalmente lo dejé sentado con las manos detrás de su espalda mientras me quedaba parado frente a él con la sartén en la mano; o al menos así era hasta que Syra casi me lo arranca con todo y mano para dar un par de golpes más al sujeto que a estas alturas ya debía tener algún tipo de trauma con dicho objeto.
Al igual que Elen, me gustaba la idea de obtener respuestas, si habían venido con esta misión, entregarlos a Elsen solo resolvería una parte del problema y costaría más trabajo de investigación estar atentos al próximo ataque para volver a frustrarlo, lo mejor era cortar el problema de raíz y ver quién había orquestado todo aquello. Ni siquiera necesité acercarme, pues la peliblanca se encargaría de colocarle una mano en el cuello de forma que al espabilarse y asimilar la situación sentiría el cosquillero de la electricidad en su cuello -Eres un brujo, sabes que esa mano en tu cuello puede causar mucho dolor- Dije al brujo en tono serio -Solo lo preguntaré una vez, entre más tardes en contestar, más fuertes serán las descargas... ¿Quién te envió?- Amenacé disfrutando sentirme poderoso, aunque no era yo el de los rayos, al menos contar con ello de mi parte me daba cierta satisfacción.
No obstante, a pesar de estar atento a lo que pudiera decir; también me mantenía vigilante del entorno en caso de que el brujo decidiera tratar de golpearnos con algo; aunque en su estado seguramente fallaría y sería severamente lastimado por los rayos de Elen y la sartén que ahora se había agenciado Syra.
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Al salir al exterior pudo comprobar con sus propios ojos que no había errado al no tener nada que temer por sus hermanas. Sí, hermanas, porque aunque solo compartía sangre con Elen, tenía un vínculo especial con Leonora creado por todos los años que vivieron juntos. Los Stone eran como una segunda familia para él, que los había criado cuando sus padres partieron de las islas para no volver.
Esa era una larga historia que ahora no tenía tiempo de recordar. Debía centrarse en lo que tenían entre las manos para acabar con todo aquel asunto antes de que se convirtiera en algo peor. De momento habían dos guardias inconscientes en la casa, pero dudaba que solo hubieran dos vigilantes en la casa de la amante de Elsen, así que por descarte ya imaginaba que habían más heridos o muertos por los alrededores.
Que desastre. Esto no provocaría ningún conflicto, pero no era una buena imagen. Además, ellos estaban allí en medio sin poder certificar el bando al que pertenecían. A ninguno realmente, solo era un grupo intentando evitar una guerra. Pero no tenían nada para poder demostrarlo. Salvo por la palabra de Syra. Conseguir mantener viva a la chica, al menos les había dado una posibilidad de dar veracidad a sus motivaciones para estar metidos en todo ese follón.
- Lo está. Pero no es grave, será fácil reanimarlo-, contestó envainando su espada, colocándose al lado de su hermana en el umbral del boquete de la pared de la casa.
Si un sartenazo en la cabeza, y un golpetazo con un cajón de cómoda lleno de cosas no era suficiente, al poco de entrar pudo ver como la mujer vampira daba una dosis más de metal contra el cráneo del telequinético.
- A este paso no quedará mucho que interrogar-, comentó Leonora justo a su espalda, con una sonrisa y una mirada pizpireta, como pudo observar al medio voltearse para mirar en su dirección.
Tenía razón aunque lo dijera medio en broma. De todas formas, al menos le sirvió para ver que el brujo ya no estaba inconsciente después del golpe del cajón, como pudo comprobar por las quejas de dolor que ocasionaba cada golpe de la vampiresa.
Sabía que necesitaba la información que pudiera retener el telequinético. Pero aún así, no le hacía demasiada gracia hacerle daño delante de Syra. La chica ya estaba nerviosa y para que este tipo hablara Elen tendría que recurrir a un gran dolor físico para ello. Por lo menos estaba más tranquila ahora.
- Déjalo. Leonora y yo nos encargaremos de él. Tú ve con el telequinético y mira si puedes sonsacarle algo-, contestó a su hermana, agarrando al tensai de fuego por debajo de los sobacos y arrastrándolo al interior sin esperar ayuda de nadie.
Pesaba como un… como un muerto. Al fin y al cabo, toda persona noqueada pesaba tanto como un fiambre, y era mucho más complicado llevarlo así que si estuviera vivo. Un vivo que colaborara claro, pues uno que no deseara ser arrastrado sería aún peor.
Igualmente, la distancia hasta la casa era corta, e irónicamente, el agujero que había provocado el tipo que ahora mismo arrastraba le acortaba el camino a su destino. No tardó en dejarlo en el salón donde había combatido unos minutos antes, mirando de reojo como Bio y su hermana se encargaban del otro.
- Podrías haber esperado a que te ayudara-, comentó Leonora poniéndose a su lado.
- No te preocupes. No era mucha distancia. Necesitaba alguien desocupado por si aparece alguien más a atacarnos. No podemos bajar la guardia-, dijo con una media sonrisa a la joven.
No le cabía ninguna duda de que los dos brujos que habían combatido no estaban solos en esto. Precisamente por eso mismo uno iba a ser interrogado en breve. Pero no podía descartar que una parte de ellos estuvieran en las inmediaciones.
- ¿Tiene otra cuerda? - preguntó de pasada a la vampiresa.
- Ah sí, claro. Espere un momento-, contestó la dama de la noche, justo antes de rebuscar entre sus cosas y alcanzarle una al cabo de un rato. - Aquí tiene.
- Muchas gracias-, sonrió a la chica, pero cediendo la cuerda a Leonora. - Encárgate de atarlo. Voy a ver cómo están los demás.
Su amiga asintió agarrando la soga y poniéndose manos a la obra con el tensai. Él por su parte inspeccionó a los guardias de Syra. Aún respiraban y no parecían tener heridas graves, así que se pondrían bien. No tenían nada, salvo las contusiones por el golpe provocado por la onda expansiva de la explosión de la pared, que los había alcanzado a ellos con más fuerza que a él.
El rubio recogió el cuerpo del varón y se lo echó al hombro, para luego avanzar hacia la habitación de la dueña de la casa.
- Espero que no le importe que use su cama-, comentó mientras pasaba a su lado en dirección a la habitación.
- ¿Cómo? ¿Mi cama? - preguntó distraída, algo aturdida. Seguramente impactada por ver por primera vez en su vida cómo un hombre recibía una descarga eléctrica por todo su cuerpo.
- Sí. Su cama-, contestó justo después de dejar a uno de los vampiros sobre el lecho. Dejando hueco para colocar allí a la segunda persona.
- Ah vale-, rió ligeramente. - Perdone. No había entendido para que pudiera necesitar mi cama ahora mismo. Sí, por supuesto, deje descansar allí a mis guardias. Lo van a necesitar-, comentó amable.
- Solo tiene dos guardias. Imaginaba que una persona tan importante como vos tendría una vigilancia más extensa-, comentó recogiendo al otro guardia, el que en realidad era una mujer, y la colocó sobre el hombro como el anterior.
- Tengo más. Suelen vigilar en el perímetro y se van turnando-, dijo con preocupación. Seguramente por la tensión había olvidado a los demás y ahora le preocupaba como estuvieran.
- No tema. ¿Cuántos más son? Inspeccionaremos los alrededores y comprobaremos su estado-. Realmente no creía que estuvieran vivos, pero no quería alarmar a la señorita. - Venga conmigo-, comentó posando su brazo libre en alas lumbares de la vampira e instándola a caminar hacia la habitación con él. - En su cuarto estará mejor-, hizo un movimiento con la cabeza a Leonora para que los acompañara.
Lo hizo para alejarla de Bio y Elen, y del espectáculo que se iría formando allí con respecto al brujo telequinético. Una vez en la habitación dejó el cuerpo de la guardiana junto a su compañero.
- Tranquila. Pronto la llevaremos junto a Elsen-, comentó mientras colocaba derecha una silla que había caído al suelo. Como estaba dentro del cuarto, no creía que fuera por la explosión o la telequinesis del brujo rival, así que debería haber sido por el susto que se habría llevado la joven con todo el alboroto formado en su salón. - Ahora siéntese aquí y espere paciente-, le dijo con su mejor sonrisa.
- Muchas gracias, así lo haré. Oh, antes de que se me olvide. Son dos hombres los que faltan-, dijo algo más calmada, aunque en todo momento mantenía la sartén agarrada entre sus manos.
No iba a ser él quien se la quitara. Si le daba una sensación de seguridad sostenerla, que así fuera. Eso ayudaría a que se mantuviera calmada.
- Perfecto, los buscaré cuanto antes-, respondió a la vampira y asintió con al cabeza para recalcar sus palabras. - Leonora. Quédate con ella por seguridad. Hasta que esté en la mansión de Bluteng no podemos confiarnos-, susurró a su amiga.
- Bien. Me quedaré aquí dentro con ella-, contestó igualmente en un tono bajo. - Espero que no le importe que me quede con usted, lady Syra-, escuchó decir a su amiga mientras cerraba la puerta tras de sí.
La contestación de la vampiresa ya quedó amortiguada y fuera de su alcance tras la madera. Aunque, sinceramente, tampoco es que estuviera prestándole mucha atención. Ahora tenía su cabeza puesta en otra parte.
- Como va. ¿Ha dicho algo que sea útil? - preguntó a sus compañeros a la vez que avanzaba hacia ellos. - Parece que no es un tipo muy colaborador-, bromeó colocándose junto a ellos. - Por cierto, supongo que lo habréis escuchado. Hay dos guardias desaparecidos. Habrá que buscarlos antes de partir.
No confiaba en que siguieran vivos. Pero tendrían que intentarlo antes de llevar a Syra hasta la mansión de su amante. Por lo menos un rato, ya que tampoco podrían perder las pocas horas que quedaban hasta el amanecer, y arriesgarse a dar una nueva oportunidad para que la mujer fuera asaltada
Esa era una larga historia que ahora no tenía tiempo de recordar. Debía centrarse en lo que tenían entre las manos para acabar con todo aquel asunto antes de que se convirtiera en algo peor. De momento habían dos guardias inconscientes en la casa, pero dudaba que solo hubieran dos vigilantes en la casa de la amante de Elsen, así que por descarte ya imaginaba que habían más heridos o muertos por los alrededores.
Que desastre. Esto no provocaría ningún conflicto, pero no era una buena imagen. Además, ellos estaban allí en medio sin poder certificar el bando al que pertenecían. A ninguno realmente, solo era un grupo intentando evitar una guerra. Pero no tenían nada para poder demostrarlo. Salvo por la palabra de Syra. Conseguir mantener viva a la chica, al menos les había dado una posibilidad de dar veracidad a sus motivaciones para estar metidos en todo ese follón.
- Lo está. Pero no es grave, será fácil reanimarlo-, contestó envainando su espada, colocándose al lado de su hermana en el umbral del boquete de la pared de la casa.
Si un sartenazo en la cabeza, y un golpetazo con un cajón de cómoda lleno de cosas no era suficiente, al poco de entrar pudo ver como la mujer vampira daba una dosis más de metal contra el cráneo del telequinético.
- A este paso no quedará mucho que interrogar-, comentó Leonora justo a su espalda, con una sonrisa y una mirada pizpireta, como pudo observar al medio voltearse para mirar en su dirección.
Tenía razón aunque lo dijera medio en broma. De todas formas, al menos le sirvió para ver que el brujo ya no estaba inconsciente después del golpe del cajón, como pudo comprobar por las quejas de dolor que ocasionaba cada golpe de la vampiresa.
Sabía que necesitaba la información que pudiera retener el telequinético. Pero aún así, no le hacía demasiada gracia hacerle daño delante de Syra. La chica ya estaba nerviosa y para que este tipo hablara Elen tendría que recurrir a un gran dolor físico para ello. Por lo menos estaba más tranquila ahora.
- Déjalo. Leonora y yo nos encargaremos de él. Tú ve con el telequinético y mira si puedes sonsacarle algo-, contestó a su hermana, agarrando al tensai de fuego por debajo de los sobacos y arrastrándolo al interior sin esperar ayuda de nadie.
Pesaba como un… como un muerto. Al fin y al cabo, toda persona noqueada pesaba tanto como un fiambre, y era mucho más complicado llevarlo así que si estuviera vivo. Un vivo que colaborara claro, pues uno que no deseara ser arrastrado sería aún peor.
Igualmente, la distancia hasta la casa era corta, e irónicamente, el agujero que había provocado el tipo que ahora mismo arrastraba le acortaba el camino a su destino. No tardó en dejarlo en el salón donde había combatido unos minutos antes, mirando de reojo como Bio y su hermana se encargaban del otro.
- Podrías haber esperado a que te ayudara-, comentó Leonora poniéndose a su lado.
- No te preocupes. No era mucha distancia. Necesitaba alguien desocupado por si aparece alguien más a atacarnos. No podemos bajar la guardia-, dijo con una media sonrisa a la joven.
No le cabía ninguna duda de que los dos brujos que habían combatido no estaban solos en esto. Precisamente por eso mismo uno iba a ser interrogado en breve. Pero no podía descartar que una parte de ellos estuvieran en las inmediaciones.
- ¿Tiene otra cuerda? - preguntó de pasada a la vampiresa.
- Ah sí, claro. Espere un momento-, contestó la dama de la noche, justo antes de rebuscar entre sus cosas y alcanzarle una al cabo de un rato. - Aquí tiene.
- Muchas gracias-, sonrió a la chica, pero cediendo la cuerda a Leonora. - Encárgate de atarlo. Voy a ver cómo están los demás.
Su amiga asintió agarrando la soga y poniéndose manos a la obra con el tensai. Él por su parte inspeccionó a los guardias de Syra. Aún respiraban y no parecían tener heridas graves, así que se pondrían bien. No tenían nada, salvo las contusiones por el golpe provocado por la onda expansiva de la explosión de la pared, que los había alcanzado a ellos con más fuerza que a él.
El rubio recogió el cuerpo del varón y se lo echó al hombro, para luego avanzar hacia la habitación de la dueña de la casa.
- Espero que no le importe que use su cama-, comentó mientras pasaba a su lado en dirección a la habitación.
- ¿Cómo? ¿Mi cama? - preguntó distraída, algo aturdida. Seguramente impactada por ver por primera vez en su vida cómo un hombre recibía una descarga eléctrica por todo su cuerpo.
- Sí. Su cama-, contestó justo después de dejar a uno de los vampiros sobre el lecho. Dejando hueco para colocar allí a la segunda persona.
- Ah vale-, rió ligeramente. - Perdone. No había entendido para que pudiera necesitar mi cama ahora mismo. Sí, por supuesto, deje descansar allí a mis guardias. Lo van a necesitar-, comentó amable.
- Solo tiene dos guardias. Imaginaba que una persona tan importante como vos tendría una vigilancia más extensa-, comentó recogiendo al otro guardia, el que en realidad era una mujer, y la colocó sobre el hombro como el anterior.
- Tengo más. Suelen vigilar en el perímetro y se van turnando-, dijo con preocupación. Seguramente por la tensión había olvidado a los demás y ahora le preocupaba como estuvieran.
- No tema. ¿Cuántos más son? Inspeccionaremos los alrededores y comprobaremos su estado-. Realmente no creía que estuvieran vivos, pero no quería alarmar a la señorita. - Venga conmigo-, comentó posando su brazo libre en alas lumbares de la vampira e instándola a caminar hacia la habitación con él. - En su cuarto estará mejor-, hizo un movimiento con la cabeza a Leonora para que los acompañara.
Lo hizo para alejarla de Bio y Elen, y del espectáculo que se iría formando allí con respecto al brujo telequinético. Una vez en la habitación dejó el cuerpo de la guardiana junto a su compañero.
- Tranquila. Pronto la llevaremos junto a Elsen-, comentó mientras colocaba derecha una silla que había caído al suelo. Como estaba dentro del cuarto, no creía que fuera por la explosión o la telequinesis del brujo rival, así que debería haber sido por el susto que se habría llevado la joven con todo el alboroto formado en su salón. - Ahora siéntese aquí y espere paciente-, le dijo con su mejor sonrisa.
- Muchas gracias, así lo haré. Oh, antes de que se me olvide. Son dos hombres los que faltan-, dijo algo más calmada, aunque en todo momento mantenía la sartén agarrada entre sus manos.
No iba a ser él quien se la quitara. Si le daba una sensación de seguridad sostenerla, que así fuera. Eso ayudaría a que se mantuviera calmada.
- Perfecto, los buscaré cuanto antes-, respondió a la vampira y asintió con al cabeza para recalcar sus palabras. - Leonora. Quédate con ella por seguridad. Hasta que esté en la mansión de Bluteng no podemos confiarnos-, susurró a su amiga.
- Bien. Me quedaré aquí dentro con ella-, contestó igualmente en un tono bajo. - Espero que no le importe que me quede con usted, lady Syra-, escuchó decir a su amiga mientras cerraba la puerta tras de sí.
La contestación de la vampiresa ya quedó amortiguada y fuera de su alcance tras la madera. Aunque, sinceramente, tampoco es que estuviera prestándole mucha atención. Ahora tenía su cabeza puesta en otra parte.
- Como va. ¿Ha dicho algo que sea útil? - preguntó a sus compañeros a la vez que avanzaba hacia ellos. - Parece que no es un tipo muy colaborador-, bromeó colocándose junto a ellos. - Por cierto, supongo que lo habréis escuchado. Hay dos guardias desaparecidos. Habrá que buscarlos antes de partir.
No confiaba en que siguieran vivos. Pero tendrían que intentarlo antes de llevar a Syra hasta la mansión de su amante. Por lo menos un rato, ya que tampoco podrían perder las pocas horas que quedaban hasta el amanecer, y arriesgarse a dar una nueva oportunidad para que la mujer fuera asaltada
Vincent Calhoun
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