El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Vincent insistió en ocuparse del tensai de fuego, así que tras asentir levemente con la cabeza, la de ojos verdes se adentró en la vivienda y avanzó directamente hacia el lugar en que descansaba el maestro telequinético, semi inconsciente a causa de los golpes recibidos, tanto por parte de Bio y su hermano como de Syra. La vampira no desperdició su oportunidad, y sartén en mano, esperaba a que el extraño atacante hiciese el más mínimo movimiento sospechoso para volver a atizarle con ella. - Veamos qué podemos sacarle. - comentó la hechicera, mientras colocaba la diestra en torno al cuello del brujo y permitía que una leve corriente lo espabilase.
Bio tomó entonces la iniciativa para llevar el interrogatorio, haciendo hincapié en el daño que recibiría si optaba por no cooperar. - ¿Qué os hace pensar que hay alguien más detrás de esto? - fue la respuesta del telequinético, que se permitió esbozar una maligna sonrisa. - ¿Por qué iba a mancharse las manos el cerebro de toda esta operación pudiendo enviar a otros a hacer el trabajo sucio por él? - formuló la de cabellos cenicientos, acercándose ligeramente al oído del enemigo. - No, tú no has ideado esto, niégalo cuanto quieras, me divertiré sacándote la verdad a gritos. - continuó, con voz fría y amenazadora.
De nuevo la oscuridad que cargaba consigo empezaba a manifestarse, y teniendo en cuenta la situación ante la que se encontraban, la benjamina de los Calhoun consideró que de modo excepcional, podía dejar de reprimirla por unos minutos, lo justo para sacar a aquel desgraciado todo cuanto sabía. La descarga recorrió por entero al mago, haciendo que su cuerpo se tensase y tuviese que apretar los dientes para no dar a la centinela el gusto de escucharlo gritar. - Eso no ha sido nada, habla o te entregaré a Elsen cadáver. - advirtió, preparando la siguiente descarga. Syra era testigo más que suficiente para dar veracidad a lo que el grupo dijese, y de todos modos aún contaban con el tensai de fuego, que terminaría en manos del noble vampiro para pagar por lo que había hecho.
- Haz lo que quieras traidora, tú más que nadie deberías estar de nuestro lado. - replicó el telequinético, al tiempo que concentraba sus poderes para tratar de mover una de las espadas que aún yacían en el suelo. Elen atisbó el movimiento de la hoja por el rabillo del ojo, y de inmediato volvió a dirigir su elemento a través del cuerpo del brujo, ésta vez con más intensidad. El arma cayó en cuanto el dolor rompió la concentración del mago, provocando que se retorciese y un grito escapase de su garganta. - No permitiré que iniciéis otra guerra entre razas, así que habla o te haré maldecir el día en que viniste a este mundo. - espetó la joven, que empezaba a perder la paciencia.
Entretanto, Vincent y Leonora se encargaron de atar al segundo atacante y de revisar a los guardias de Syra, para posteriormente trasladarlos a la habitación de la vampira y dejar que se recuperasen allí. - No diré nada. - aseguró el maestro, dirigiendo una mirada cargada de odio a Bio y al resto de los presentes. - Eso lo veremos. - le contestó la hechicera, antes de aplicarle una descarga mucho más potente, tanto que los gritos del hombre resonaron por toda la casa y el exterior, espantando a cualquier animal que pudiese encontrarse en los alrededores. - Bien, ¿Y ahora? ¿Me dirás lo que quiero saber? - formuló la centinela, manteniendo aquel frío tono de voz que solía usar cuando la oscuridad del medallón nublaba su juicio.
Unos finos hilos de humo comenzaron a salir de las ropas del mago, que aturdido y con la respiración entrecortada, empezaba a temer que en la siguiente descarga le fallase el corazón. - ¿Sabes lo que se siente al ser quemado desde dentro? Puedo destrozarte en cuestión de segundos o alargar tu sufrimiento durante horas, solo tengo que clavarte mi daga y dejar que el metal haga el resto. - amenazó, desenvainando el arma y acercándola peligrosamente al pecho del brujo, que pudo notar la afilada punta contra sus ropas. La electricidad era sumamente dolorosa, pero cuando se utilizaba un material conductor para llevarla por venas, arterias y órganos, el dolor se volvía mucho peor.
- ¡No! ¡Espera! - exclamó, con una expresión que hasta el momento no había mostrado, miedo. - No conozco su nombre real, solo sé que se hace llamar Aedus el Rojo. - reveló, tragando saliva al terminar la frase. - Bien, eso está mejor, veamos si Elsen se lo cree. - fue lo último que alcanzaría a escuchar de labios de la centinela, antes de que una nueva corriente eléctrica lo dejase sumido en la oscuridad, inconsciente. - Al final casi todos cooperan, por las malas pero lo hacen. - comentó, en respuesta a lo que su hermano acababa de decir instantes atrás. - Sobre los guardias, uno está muerto, nos lo encontramos al bordear la casa, el otro está herido pero consiguió abatir al tercer atacante, un brujo de hielo. - informó, antes de dirigirse hacia la entrada de la vivienda. - Iré a atenderlo para que podamos irnos de aquí. - añadió antes de desaparecer a través de la puerta.
El vampiro seguía apoyado contra el tronco en que lo habían dejado minutos antes, pero su estado empeoraba por momentos, aunque al menos seguía consciente. - ¿Qué ha pasado? - preguntó en un susurro, sin dejar de hacer presión en la herida que una esquirla le había causado. - Syra está bien, nos hemos ocupado de los atacantes. - dijo ella, al tiempo que sacaba un par de frascos de distintas pociones de su bolso. - Te daré algo para el dolor y que corte la hemorragia, luego intentaremos trasladarte a la mansión de Elsen, allí tendrás más posibilidades. - continuó, sin perder ni un instante.
Cuando consiguiese estabilizar al herido y vendarlo, Elen regresaría al camino de entrada para pedir ayuda el resto y poder subirlo al caballo, esperando que el trayecto hasta la mansión del noble vampiro no fuese demasiado largo.
Bio tomó entonces la iniciativa para llevar el interrogatorio, haciendo hincapié en el daño que recibiría si optaba por no cooperar. - ¿Qué os hace pensar que hay alguien más detrás de esto? - fue la respuesta del telequinético, que se permitió esbozar una maligna sonrisa. - ¿Por qué iba a mancharse las manos el cerebro de toda esta operación pudiendo enviar a otros a hacer el trabajo sucio por él? - formuló la de cabellos cenicientos, acercándose ligeramente al oído del enemigo. - No, tú no has ideado esto, niégalo cuanto quieras, me divertiré sacándote la verdad a gritos. - continuó, con voz fría y amenazadora.
De nuevo la oscuridad que cargaba consigo empezaba a manifestarse, y teniendo en cuenta la situación ante la que se encontraban, la benjamina de los Calhoun consideró que de modo excepcional, podía dejar de reprimirla por unos minutos, lo justo para sacar a aquel desgraciado todo cuanto sabía. La descarga recorrió por entero al mago, haciendo que su cuerpo se tensase y tuviese que apretar los dientes para no dar a la centinela el gusto de escucharlo gritar. - Eso no ha sido nada, habla o te entregaré a Elsen cadáver. - advirtió, preparando la siguiente descarga. Syra era testigo más que suficiente para dar veracidad a lo que el grupo dijese, y de todos modos aún contaban con el tensai de fuego, que terminaría en manos del noble vampiro para pagar por lo que había hecho.
- Haz lo que quieras traidora, tú más que nadie deberías estar de nuestro lado. - replicó el telequinético, al tiempo que concentraba sus poderes para tratar de mover una de las espadas que aún yacían en el suelo. Elen atisbó el movimiento de la hoja por el rabillo del ojo, y de inmediato volvió a dirigir su elemento a través del cuerpo del brujo, ésta vez con más intensidad. El arma cayó en cuanto el dolor rompió la concentración del mago, provocando que se retorciese y un grito escapase de su garganta. - No permitiré que iniciéis otra guerra entre razas, así que habla o te haré maldecir el día en que viniste a este mundo. - espetó la joven, que empezaba a perder la paciencia.
Entretanto, Vincent y Leonora se encargaron de atar al segundo atacante y de revisar a los guardias de Syra, para posteriormente trasladarlos a la habitación de la vampira y dejar que se recuperasen allí. - No diré nada. - aseguró el maestro, dirigiendo una mirada cargada de odio a Bio y al resto de los presentes. - Eso lo veremos. - le contestó la hechicera, antes de aplicarle una descarga mucho más potente, tanto que los gritos del hombre resonaron por toda la casa y el exterior, espantando a cualquier animal que pudiese encontrarse en los alrededores. - Bien, ¿Y ahora? ¿Me dirás lo que quiero saber? - formuló la centinela, manteniendo aquel frío tono de voz que solía usar cuando la oscuridad del medallón nublaba su juicio.
Unos finos hilos de humo comenzaron a salir de las ropas del mago, que aturdido y con la respiración entrecortada, empezaba a temer que en la siguiente descarga le fallase el corazón. - ¿Sabes lo que se siente al ser quemado desde dentro? Puedo destrozarte en cuestión de segundos o alargar tu sufrimiento durante horas, solo tengo que clavarte mi daga y dejar que el metal haga el resto. - amenazó, desenvainando el arma y acercándola peligrosamente al pecho del brujo, que pudo notar la afilada punta contra sus ropas. La electricidad era sumamente dolorosa, pero cuando se utilizaba un material conductor para llevarla por venas, arterias y órganos, el dolor se volvía mucho peor.
- ¡No! ¡Espera! - exclamó, con una expresión que hasta el momento no había mostrado, miedo. - No conozco su nombre real, solo sé que se hace llamar Aedus el Rojo. - reveló, tragando saliva al terminar la frase. - Bien, eso está mejor, veamos si Elsen se lo cree. - fue lo último que alcanzaría a escuchar de labios de la centinela, antes de que una nueva corriente eléctrica lo dejase sumido en la oscuridad, inconsciente. - Al final casi todos cooperan, por las malas pero lo hacen. - comentó, en respuesta a lo que su hermano acababa de decir instantes atrás. - Sobre los guardias, uno está muerto, nos lo encontramos al bordear la casa, el otro está herido pero consiguió abatir al tercer atacante, un brujo de hielo. - informó, antes de dirigirse hacia la entrada de la vivienda. - Iré a atenderlo para que podamos irnos de aquí. - añadió antes de desaparecer a través de la puerta.
El vampiro seguía apoyado contra el tronco en que lo habían dejado minutos antes, pero su estado empeoraba por momentos, aunque al menos seguía consciente. - ¿Qué ha pasado? - preguntó en un susurro, sin dejar de hacer presión en la herida que una esquirla le había causado. - Syra está bien, nos hemos ocupado de los atacantes. - dijo ella, al tiempo que sacaba un par de frascos de distintas pociones de su bolso. - Te daré algo para el dolor y que corte la hemorragia, luego intentaremos trasladarte a la mansión de Elsen, allí tendrás más posibilidades. - continuó, sin perder ni un instante.
Cuando consiguiese estabilizar al herido y vendarlo, Elen regresaría al camino de entrada para pedir ayuda el resto y poder subirlo al caballo, esperando que el trayecto hasta la mansión del noble vampiro no fuese demasiado largo.
Elen Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
No pude evitar reír ante el acertado comentario de la bruja que finalmente ya comenzaba a agradarme -Quedará lo suficiente- Le respondí con cierta malicia para luego ver cómo el barbudo se llevaba al brujo de fuego y a la dueña de la casa sacándolos de la escena. Que el barbudo se llevara a la asustada Syra era una ventaja para poder torturar con más brutalidad al prisionero, el cual como todo asesino prometía no tener la más mínima intensión de soltar nada.
El interrogatorio no tardó mucho en comenzar, y pocos implementos necesitaba la bruja quien solo con apretarlo del cuello ya tenía cómo causarle mucho dolor, y yo tomaría nota mental de no permitir jamás que ella se acercara a mi cuello; reí de manera burlesca cuando el hombre negó que hubiera alguien más, Elen había pensado lo mismo que yo pero ella sí se atrevió a decirlo, no parecía por ningún lado un estratega para planear semejante golpe en el que todo parecía haber estado medido con semanas de planeación, era una estrategia sistemática en la que no habían dejado errores hasta que se enfrentaron al elemento sorpresa, tal vez si entre sus planes hubiera estado nuestra intervención ahora la historia sería diferente.
A pesar de toda la insistencia de Elen y el dolor que evidentemente le causaban las descargas, el hombre resistía con firmeza, tal vez haría falta más que solo dolor, si no hablaba por falta de miedo entonces lo ideal sería darle un poco -Más vale que hables rápido, ella no tiene paciencia- Mencioné al sujeto poniéndome cerca de su oído izquierdo -Solo necesitamos a uno de ustedes con vida y si tu compañero habla antes que tú...- Hice una pequeña pausa para generar suspenso -Serás... Descartado- [1] Dije encerrando en la última palabra una discreta carga de magia de voz, apenas lo suficiente para afectarlo sin llegar a causar efectos en la bruja; el efecto sería discreto, casi imperceptible, pero inevitable, el hombre comenzaría a sentir un miedo inexplicable que tomó forma ante la última amenaza de la relampagueante bruja.
Finalmente el asustado brujo habló, aunque había sido poco y en lo personal me había dejado con más preguntas que respuestas, deseaba saber más pero la bruja lo mandó a dormir al tiempo que regresaba su acompañante, el brujo de fuego con el que no había resultado nada mal hacer equipo -Elsen va a estar muy enojado- Mencioné mientras la peliblanca salía para asistir al guardia que había sobrevivido -¿Tú sí sabes quién es Aedus el Rojo?- Pregunté al brujo esperando no ser yo el único en ignorar tal cosa o al menos reunir un poco más de información -Por cierto, siempre que te veo te rodean mujeres hermosas, has de ser un casanova- Le dije al barbudo bromeando un poco tal vez para relajar la tensión que todos los acontecimientos habían dejado en el ambiente.
[1] Habilidad de nivel 3: El miedo que acecha. El interrogatorio no tardó mucho en comenzar, y pocos implementos necesitaba la bruja quien solo con apretarlo del cuello ya tenía cómo causarle mucho dolor, y yo tomaría nota mental de no permitir jamás que ella se acercara a mi cuello; reí de manera burlesca cuando el hombre negó que hubiera alguien más, Elen había pensado lo mismo que yo pero ella sí se atrevió a decirlo, no parecía por ningún lado un estratega para planear semejante golpe en el que todo parecía haber estado medido con semanas de planeación, era una estrategia sistemática en la que no habían dejado errores hasta que se enfrentaron al elemento sorpresa, tal vez si entre sus planes hubiera estado nuestra intervención ahora la historia sería diferente.
A pesar de toda la insistencia de Elen y el dolor que evidentemente le causaban las descargas, el hombre resistía con firmeza, tal vez haría falta más que solo dolor, si no hablaba por falta de miedo entonces lo ideal sería darle un poco -Más vale que hables rápido, ella no tiene paciencia- Mencioné al sujeto poniéndome cerca de su oído izquierdo -Solo necesitamos a uno de ustedes con vida y si tu compañero habla antes que tú...- Hice una pequeña pausa para generar suspenso -Serás... Descartado- [1] Dije encerrando en la última palabra una discreta carga de magia de voz, apenas lo suficiente para afectarlo sin llegar a causar efectos en la bruja; el efecto sería discreto, casi imperceptible, pero inevitable, el hombre comenzaría a sentir un miedo inexplicable que tomó forma ante la última amenaza de la relampagueante bruja.
Finalmente el asustado brujo habló, aunque había sido poco y en lo personal me había dejado con más preguntas que respuestas, deseaba saber más pero la bruja lo mandó a dormir al tiempo que regresaba su acompañante, el brujo de fuego con el que no había resultado nada mal hacer equipo -Elsen va a estar muy enojado- Mencioné mientras la peliblanca salía para asistir al guardia que había sobrevivido -¿Tú sí sabes quién es Aedus el Rojo?- Pregunté al brujo esperando no ser yo el único en ignorar tal cosa o al menos reunir un poco más de información -Por cierto, siempre que te veo te rodean mujeres hermosas, has de ser un casanova- Le dije al barbudo bromeando un poco tal vez para relajar la tensión que todos los acontecimientos habían dejado en el ambiente.
Bio
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
El rubio escuchó atentamente las palabras de su hermana, mientras esta dejaba inconsciente al telequinético con otra descarga de eléctrica. El hombre ya había soportado más de que lo que su cuerpo pudiera aguantar sin que su mente lo desconectara del mundo terrenal. Ahora estaría un buen rato plácidamente dormido, viajando por los sueños mientras ellos lo llevaban ante el noble vampiro.
Iba a contestar a Elen cuando sintió un brazo en su hombro que llamó su atención. Era Leonora.
- Así que ya habían visto a los otros guardias-, comentó a las dos mujeres.
- Sí. No te lo había dicho antes para no comentarlo delante de la vampira. Ya estaba muy alterada sin esa información-, comentó por lo bajo.
- Entiendo. Es comprensible esa forma de actuar en los atacantes. Librándose primero de los guardias del perímetro, se aseguraban que nadie los pillara por sorpresa cuando atacaran directamente la casa. Ni que alguno pudiera ir por refuerzos.
- Y eso nos indica que tenían información exacta del número de guardias que tenía Syra-, apuntilló su amiga leyendo su pensamiento.
- Así es. Lo habían planificando muy bien. Por suerte no contaban con nuestra intervención. Esto les ha destrozado los planes-, se acarició la barba, pensativo.
Era intrigante de donde podrían haber sacado tan buena información, aunque probablemente la hubieran obtenido ellos mismo con algunas vigilancias para controlar las rutas de las patrullas y su número. Irónicamente, esa misma planificación exhaustiva les había proporcionado un tiempo precioso para que su grupo pudiera interceptarlos. Si hubieran atacado otra noche antes de que llegaran… el resultado hubiera sido desastroso.
- ¿Cómo está Syra? - preguntó cambiando de tema.
- Mejor. Volveré con ella-, respondió Len. - Te dejo con el vampiro-, le guiñó un ojo a Bio con una sonrisa antes de girarse para volver a la habitación de la vampiresa.
Vincent sonrió negando con la cabeza ante las formas de su “segunda” hermana. Había olvidado por un rato lo extrovertida que podía llegar a ser la única hija de los Stone.
De todos modos, su mente pasó rápidamente a los asuntos importantes que tenía entre manos. Elen había partido a curar al vampiro que quedaba vivo. Esperaba que fuera así, tanto por salvarle la vida al guarda, como para que los hombres del noble solo sufrieran como mucho una baja. Todo lo que sirviera para minimizar el enfado de Elsen era bueno en estos momentos. Pues ello alejaba una posible idea de represalias por parte del vampiro que no conseguiría sino provocar esa guerra que había venido a evitar.
Sin embargo no le hacía gracia que fuera sola al bosque para ayudar a ese guardia herido. Pero no podía hacer otra cosa por el momento. No podían dividirse más, quedando tan solo dos para cuidar de Syra y vigilar a los presos. Aparte de que su hermana había salido con gran decisión por la puerta de la casa. Estaría bien, o eso esperaba.
- Confío en que no esté tan enfadado como para iniciar una guerra pese a nuestro esfuerzo. O tanto como para lanzarnos al foso de los cocodrilos-, bromeó al vampiro, con esa típica escena de fosa de castillos de las novelas caballerescas, tan acostumbradas a ser leídas por los humanos. Como si alguien se fuera a molestar en llevar cocodrilos a la defensa de su castillo. Que imaginación podían a llegar a tener. - No. Nunca he escuchado ese nombre. Pero no me extraña, no me cabe duda de que es un sobrenombre. Un apodo que oculta la verdadera identidad del líder-, miró a los hombres inconscientes en el desastre que era ahora el salón de la cabaña. - Y estos tipos ni siquiera sabrán cómo se llamará esa persona en realidad. Así que será inútil seguir torturándoles. Solo podemos conseguir pistas por nuestra cuenta, para tirar de los hilos necesarios para alcanzar al hombre tras la careta de mentiras-, miró de reojo al vampiro. - ¿Te animas a una cacería vampiro? He notado que eres un hombre bien relacionado, seguro que tu ayuda será inestimable para cortarle la cabeza a la serpiente-, comentó con una sonrisa lobuna dibujada en su cara.
Una tela en el suelo llamó la atención del brujo, que había estado inspeccionando la sala con la mirada buscando algo así. Se acercó hasta ella y la rasgó en dos partes antes de encaminarse hacia el telequinético para atar uno de los trozos en su cabeza, tapando de este modo su visión. Estaba inconsciente, y seguramente estaría mucho tiempo así, pero era mejor prevenir que curar.
- ¿Yo? ¿Un Casanova? ¿Y me lo dice el hombre que provoca guiños en las mujeres? - bromeó y rió quedamente, mientras terminaba su labor de ocultar la visión del brujo telequinético. - En otro tiempo, fui algo así-, se sinceró avanzando hacia el otro brujo. - Pero ese tiempo ya pasó. Ahora solo una mujer ocupa un lugar pasional dentro de mi mente-, ató el otro trozo en la cabeza del tensai de fuego. Este también tenía telequinesis como todo brujo, así que no estaba de más evitar que la usara aunque no tuviera la maestría del otro. - Como conoces a Elen pensé que ella te habría hablado de mí-, comentó acercándose nuevamente al vampiro. - Aunque ya veo que no. Como dije en la posada soy Vincent. Vincent Calhoun-. A diferencia de entonces, esta vez aportó su apellido. - Soy el hermano de Elen-, hizo una leve reverencia un tanto cómica. - Y Leonora es una vieja amiga. Nos criamos juntos en las islas.
La situación permitía relajarse un poco. No demasiado por si cabía la posibilidad de que los atacaban refuerzos extras de los brujos, pero si lo suficiente para contestarle de manera desenfada.
- Dime Bio. ¿De qué conoces a mi hermana? ¿Alguna aventura que puedas contarme? - preguntó esta vez él, haciendo una señal para que lo acompañara. - Como habrás podido comprobar. A veces mi hermana puede ser…-, pensó una forma bonito de decirlo. - una persona parca en palabras. A mí me suele contar sus andanzas, pero a veces se deja algunas por el camino-, sonrió mientras caminaban hacia el bosque.
Iba ligero, con prisa pese a la conversación. Pues no quería que Leonora se quedara mucho tiempo sola con Syra y los brujos, ante la posible amenaza de que hubiera más. Era difícil que fuera así, pues no había dado señales de vida, y lo normal es que hubieran actuado para ayudar a sus camaradas cuando se enfrentaban a ellos. No ahora tan tarde.
Sus pasos no tardaron en llevarlo hasta donde se encontraba su montura y las de las mujeres.
- Ten. Lleva las riendas del mío-, comentó al vampiro a la vez de que le cedía las correas. Después desató los otros caballos y los guió hacia la casa agarrando una rienda con cada mano.
No tardaron en llegar hasta la casa, donde pronto se acercó hasta uno de los brujos para echárselo al hombro y llevarlo hasta su caballo. Alphonse llevaría a los prisioneros, Sombra a los guardias inconscientes, y la montura de Leonora llevaría al herido que estaría tratando su hermana.
- Ayúdame Bio-, comentó al vampiro. - Debemos darnos prisa. Pronto amanecerá y no es conveniente que eso ocurra antes de que lleguemos a casa de Elsen. Por evidentes razones-, bromeó, aunque no le faltaba verdad a sus palabras.
No tardaron en tener a los dos brujos atados y vendados sobre su caballo, y a los dos guardias inconscientes en el otro, todos fijados con la ayuda de más correas que había conseguido la dueña de la cabaña, cuando pudo observar a su hermana en la entrada del camino.
- Creo que quiere que vayamos hasta ella-, dijo al resto, pues Syra ya había salido de su habitación y se encontraba junto a Leonora cerca del umbral de la puerta.
Ató las riendas de uno de los caballos, a la silla de montar del que iba delante, y así con el segundo al primero. De este modo tendría una caravana sencilla de tres caballos, que solo necesitarían de la guía de un hombre para ser llevados. Eso dejaría libres al resto para que vigilaran y protegieran el convoy y a la vampiresa.
- ¿Qué tal está el herido? - preguntó a su hermana nada más llegar. - Hay espacio en el caballo de Leonora para llevarlo hasta la mansión de Elsen.
- ¿Qué herido? - preguntó Syra.
- Uno de los guardias del perímetro-, contestó rápidamente Leonora.
- Oh ya veo. ¿Y el otro como se encuentra?
Esta vez la conjuradora solo negó con la cabeza con cara apesadumbrada. Eso fue suficiente para que la vampira entendiera que había pasado con el otro guardia. Y en su rostro se reflejó la tristeza.
- Lo siento, Lady Syra-, intentó consolarla. - La muerte de ese hombre no ha sido en vano. Ha servido para salvarla y será recordado por ello.
Sabía que esas palabras ahora no tendrían ningún valor para la mujer, pero era lo mínimo que podía hacer dadas las circunstancias. Y por ahora solo podía centrarse en ir hasta donde se encontraba el herido para ayudarlo a subir al caballo, y luego seguir hasta la mansión.
Lugar al que estaba deseando llegar. Antes llegara, antes se libraría del marrón en el que se había metido. Y tampoco es que el tiempo jugara a su favor, con el sol al acecho, esperando su momento para aparecer y echarse encima de los desafortunados vampiros. Además, en cuanto terminara esta misión, podría centrarse en su nuevo objetivo. Aedus el Rojo.
Iba a contestar a Elen cuando sintió un brazo en su hombro que llamó su atención. Era Leonora.
- Así que ya habían visto a los otros guardias-, comentó a las dos mujeres.
- Sí. No te lo había dicho antes para no comentarlo delante de la vampira. Ya estaba muy alterada sin esa información-, comentó por lo bajo.
- Entiendo. Es comprensible esa forma de actuar en los atacantes. Librándose primero de los guardias del perímetro, se aseguraban que nadie los pillara por sorpresa cuando atacaran directamente la casa. Ni que alguno pudiera ir por refuerzos.
- Y eso nos indica que tenían información exacta del número de guardias que tenía Syra-, apuntilló su amiga leyendo su pensamiento.
- Así es. Lo habían planificando muy bien. Por suerte no contaban con nuestra intervención. Esto les ha destrozado los planes-, se acarició la barba, pensativo.
Era intrigante de donde podrían haber sacado tan buena información, aunque probablemente la hubieran obtenido ellos mismo con algunas vigilancias para controlar las rutas de las patrullas y su número. Irónicamente, esa misma planificación exhaustiva les había proporcionado un tiempo precioso para que su grupo pudiera interceptarlos. Si hubieran atacado otra noche antes de que llegaran… el resultado hubiera sido desastroso.
- ¿Cómo está Syra? - preguntó cambiando de tema.
- Mejor. Volveré con ella-, respondió Len. - Te dejo con el vampiro-, le guiñó un ojo a Bio con una sonrisa antes de girarse para volver a la habitación de la vampiresa.
Vincent sonrió negando con la cabeza ante las formas de su “segunda” hermana. Había olvidado por un rato lo extrovertida que podía llegar a ser la única hija de los Stone.
De todos modos, su mente pasó rápidamente a los asuntos importantes que tenía entre manos. Elen había partido a curar al vampiro que quedaba vivo. Esperaba que fuera así, tanto por salvarle la vida al guarda, como para que los hombres del noble solo sufrieran como mucho una baja. Todo lo que sirviera para minimizar el enfado de Elsen era bueno en estos momentos. Pues ello alejaba una posible idea de represalias por parte del vampiro que no conseguiría sino provocar esa guerra que había venido a evitar.
Sin embargo no le hacía gracia que fuera sola al bosque para ayudar a ese guardia herido. Pero no podía hacer otra cosa por el momento. No podían dividirse más, quedando tan solo dos para cuidar de Syra y vigilar a los presos. Aparte de que su hermana había salido con gran decisión por la puerta de la casa. Estaría bien, o eso esperaba.
- Confío en que no esté tan enfadado como para iniciar una guerra pese a nuestro esfuerzo. O tanto como para lanzarnos al foso de los cocodrilos-, bromeó al vampiro, con esa típica escena de fosa de castillos de las novelas caballerescas, tan acostumbradas a ser leídas por los humanos. Como si alguien se fuera a molestar en llevar cocodrilos a la defensa de su castillo. Que imaginación podían a llegar a tener. - No. Nunca he escuchado ese nombre. Pero no me extraña, no me cabe duda de que es un sobrenombre. Un apodo que oculta la verdadera identidad del líder-, miró a los hombres inconscientes en el desastre que era ahora el salón de la cabaña. - Y estos tipos ni siquiera sabrán cómo se llamará esa persona en realidad. Así que será inútil seguir torturándoles. Solo podemos conseguir pistas por nuestra cuenta, para tirar de los hilos necesarios para alcanzar al hombre tras la careta de mentiras-, miró de reojo al vampiro. - ¿Te animas a una cacería vampiro? He notado que eres un hombre bien relacionado, seguro que tu ayuda será inestimable para cortarle la cabeza a la serpiente-, comentó con una sonrisa lobuna dibujada en su cara.
Una tela en el suelo llamó la atención del brujo, que había estado inspeccionando la sala con la mirada buscando algo así. Se acercó hasta ella y la rasgó en dos partes antes de encaminarse hacia el telequinético para atar uno de los trozos en su cabeza, tapando de este modo su visión. Estaba inconsciente, y seguramente estaría mucho tiempo así, pero era mejor prevenir que curar.
- ¿Yo? ¿Un Casanova? ¿Y me lo dice el hombre que provoca guiños en las mujeres? - bromeó y rió quedamente, mientras terminaba su labor de ocultar la visión del brujo telequinético. - En otro tiempo, fui algo así-, se sinceró avanzando hacia el otro brujo. - Pero ese tiempo ya pasó. Ahora solo una mujer ocupa un lugar pasional dentro de mi mente-, ató el otro trozo en la cabeza del tensai de fuego. Este también tenía telequinesis como todo brujo, así que no estaba de más evitar que la usara aunque no tuviera la maestría del otro. - Como conoces a Elen pensé que ella te habría hablado de mí-, comentó acercándose nuevamente al vampiro. - Aunque ya veo que no. Como dije en la posada soy Vincent. Vincent Calhoun-. A diferencia de entonces, esta vez aportó su apellido. - Soy el hermano de Elen-, hizo una leve reverencia un tanto cómica. - Y Leonora es una vieja amiga. Nos criamos juntos en las islas.
La situación permitía relajarse un poco. No demasiado por si cabía la posibilidad de que los atacaban refuerzos extras de los brujos, pero si lo suficiente para contestarle de manera desenfada.
- Dime Bio. ¿De qué conoces a mi hermana? ¿Alguna aventura que puedas contarme? - preguntó esta vez él, haciendo una señal para que lo acompañara. - Como habrás podido comprobar. A veces mi hermana puede ser…-, pensó una forma bonito de decirlo. - una persona parca en palabras. A mí me suele contar sus andanzas, pero a veces se deja algunas por el camino-, sonrió mientras caminaban hacia el bosque.
Iba ligero, con prisa pese a la conversación. Pues no quería que Leonora se quedara mucho tiempo sola con Syra y los brujos, ante la posible amenaza de que hubiera más. Era difícil que fuera así, pues no había dado señales de vida, y lo normal es que hubieran actuado para ayudar a sus camaradas cuando se enfrentaban a ellos. No ahora tan tarde.
Sus pasos no tardaron en llevarlo hasta donde se encontraba su montura y las de las mujeres.
- Ten. Lleva las riendas del mío-, comentó al vampiro a la vez de que le cedía las correas. Después desató los otros caballos y los guió hacia la casa agarrando una rienda con cada mano.
No tardaron en llegar hasta la casa, donde pronto se acercó hasta uno de los brujos para echárselo al hombro y llevarlo hasta su caballo. Alphonse llevaría a los prisioneros, Sombra a los guardias inconscientes, y la montura de Leonora llevaría al herido que estaría tratando su hermana.
- Ayúdame Bio-, comentó al vampiro. - Debemos darnos prisa. Pronto amanecerá y no es conveniente que eso ocurra antes de que lleguemos a casa de Elsen. Por evidentes razones-, bromeó, aunque no le faltaba verdad a sus palabras.
No tardaron en tener a los dos brujos atados y vendados sobre su caballo, y a los dos guardias inconscientes en el otro, todos fijados con la ayuda de más correas que había conseguido la dueña de la cabaña, cuando pudo observar a su hermana en la entrada del camino.
- Creo que quiere que vayamos hasta ella-, dijo al resto, pues Syra ya había salido de su habitación y se encontraba junto a Leonora cerca del umbral de la puerta.
Ató las riendas de uno de los caballos, a la silla de montar del que iba delante, y así con el segundo al primero. De este modo tendría una caravana sencilla de tres caballos, que solo necesitarían de la guía de un hombre para ser llevados. Eso dejaría libres al resto para que vigilaran y protegieran el convoy y a la vampiresa.
- ¿Qué tal está el herido? - preguntó a su hermana nada más llegar. - Hay espacio en el caballo de Leonora para llevarlo hasta la mansión de Elsen.
- ¿Qué herido? - preguntó Syra.
- Uno de los guardias del perímetro-, contestó rápidamente Leonora.
- Oh ya veo. ¿Y el otro como se encuentra?
Esta vez la conjuradora solo negó con la cabeza con cara apesadumbrada. Eso fue suficiente para que la vampira entendiera que había pasado con el otro guardia. Y en su rostro se reflejó la tristeza.
- Lo siento, Lady Syra-, intentó consolarla. - La muerte de ese hombre no ha sido en vano. Ha servido para salvarla y será recordado por ello.
Sabía que esas palabras ahora no tendrían ningún valor para la mujer, pero era lo mínimo que podía hacer dadas las circunstancias. Y por ahora solo podía centrarse en ir hasta donde se encontraba el herido para ayudarlo a subir al caballo, y luego seguir hasta la mansión.
Lugar al que estaba deseando llegar. Antes llegara, antes se libraría del marrón en el que se había metido. Y tampoco es que el tiempo jugara a su favor, con el sol al acecho, esperando su momento para aparecer y echarse encima de los desafortunados vampiros. Además, en cuanto terminara esta misión, podría centrarse en su nuevo objetivo. Aedus el Rojo.
Vincent Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Una vez colocados los prisioneros y heridos sobre los caballos, la improvisada caravana que su hermano había montado emprendió el camino hacia la mansión de Elsen, bajo las indicaciones de Syra, que caminaba a la cabeza del grupo junto con la centinela. El sol pronto comenzaría a salir por el horizonte, así que como precaución, todos los vampiros iban cubiertos con mantas o prendas de abrigo, de modo que de no llegar a su destino antes que de amaneciese, no les ocurriese nada. Ya habían tenido bastante aquella noche, pero quizá Elsen se tomase mal aquella provocación y decidiese actuar, lo que solo conllevaría más problemas.
- Gracias por ayudar a mi guardia. - musitó Syra, bajo un largo abrigo oscuro con capucha. - No ha sido nada, en cuanto lleguemos tendrá más opciones de salir de esta. - respondió la hechicera, tratando de sonar amable. Un breve silencio se hizo entre ambas, hasta que la de cabellos cenicientos volvió a tomar la palabra. - ¿Cree que Elsen caerá en la provocación? - preguntó, temiendo que la respuesta fuese positiva, ya que eso implicaría que sus esfuerzos hubiesen sido en vano. - La verdad es que no lo sé, es un hombre impulsivo pero le explicaré lo que ha pasado, quizá con eso consiga aplacar su enfado. - contestó la vampira, al tiempo que señalaba un ligero cambio de dirección.
Los altos árboles seguían dando un aspecto tétrico al camino, pero pronto se encontraron en una zona con menos vegetación, y no mucho después, la tensai pudo atisbar en la lejanía el lugar al que se dirigían. La mansión era bastante grande y se encontraba a las afueras de Sacrestic, donde los viajeros y curiosos que visitasen la ciudad no pudiesen causar molestias. Tenía un par de guardias apostados a las puertas, y una negra verja rodeando el perímetro, de modo que no se pudiese acceder con facilidad desde otro lado. - Dejad que hable yo. - comentó Syra, mientras se aproximaban al par de vampiros que custodiaban la entrada.
Ambos la reconocieron de inmediato, pero se mostraron desconfiados con el resto de la caravana, sobre todo por la cantidad de extraños que había en ella. - Tengo que hablar con Elsen, y ellos deben acompañarme. - indicó la mujer, y tras unos interminables segundos, los guardias le permitieron el paso. - Ayudadles con los heridos, que los lleven a alguna habitación y traigan al médico. - pidió, para acto seguido cruzar el umbral y dirigirse al salón principal de la mansión. Los hombres asintieron con la cabeza y se acercaron al primero de los caballos, Sombra, que cargaba con los dos custodios de Syra que habían quedado inconscientes a causa de la explosión.
Una vez descargado, Elen ató su caballo y se acercó al de Leonora para bajar al herido cuanto antes, ya que era el que necesitaba cuidados con más urgencia. Uno de los guardias de Elsen regresó para ayudarla, y tomando al vampiro con cuidado, lo trasladó al interior de la imponente vivienda, donde por fin tendría la oportunidad de ser tratado debidamente. Por último quedaba el par de brujos, al que Vincent había vendado los ojos por precaución antes de abandonar la semi destruida cabaña del bosque. - Estos dos deben ser llevados ante Elsen. - indicó, sin dar de momento más explicaciones, ya que de eso se encargaría Syra.
En cuanto bajaron a los atacantes de la montura de su hermano, la tensai siguió a los guardias hasta el interior, donde esperaba la vampira junto al que debía ser Elsen, un vampiro de porte regio y con la mirada seria. ¿Le habría contado ya lo sucedido? ¿Qué haría él al respecto? Como centinela del Sur, y sabiendo que las labores de Vladimir en las tierras del oeste dejaban mucho que desear, Elen quería evitar el conflicto entre razas de cualquier modo, aunque eso supusiese volver a las islas y encargarse por sí misma de terminar con el cabecilla de aquella operación.
- Aquí están, ellos me salvaron. - dijo la vampira, mientras el par de guardias colocaba en el suelo los cuerpos del maestro telequinético y el tensai de fuego. - Lamento que esto haya pasado, pero llegamos a tiempo de evitar un mal mayor. - comenzó a decir la bruja, esperando que el vampiro realmente la escuchase. - Aquí tiene a los atacantes, puede hacer con ellos lo que le plazca, yo ya los he interrogado y tengo una pista que seguir, me encargaré de encontrar al que los ha enviado y me aseguraré de que esto no vuelva a repetirse, tiene mi palabra. - continuó, para luego quedar en silencio, expectante ante la posible respuesta de Elsen.
- Gracias por ayudar a mi guardia. - musitó Syra, bajo un largo abrigo oscuro con capucha. - No ha sido nada, en cuanto lleguemos tendrá más opciones de salir de esta. - respondió la hechicera, tratando de sonar amable. Un breve silencio se hizo entre ambas, hasta que la de cabellos cenicientos volvió a tomar la palabra. - ¿Cree que Elsen caerá en la provocación? - preguntó, temiendo que la respuesta fuese positiva, ya que eso implicaría que sus esfuerzos hubiesen sido en vano. - La verdad es que no lo sé, es un hombre impulsivo pero le explicaré lo que ha pasado, quizá con eso consiga aplacar su enfado. - contestó la vampira, al tiempo que señalaba un ligero cambio de dirección.
Los altos árboles seguían dando un aspecto tétrico al camino, pero pronto se encontraron en una zona con menos vegetación, y no mucho después, la tensai pudo atisbar en la lejanía el lugar al que se dirigían. La mansión era bastante grande y se encontraba a las afueras de Sacrestic, donde los viajeros y curiosos que visitasen la ciudad no pudiesen causar molestias. Tenía un par de guardias apostados a las puertas, y una negra verja rodeando el perímetro, de modo que no se pudiese acceder con facilidad desde otro lado. - Dejad que hable yo. - comentó Syra, mientras se aproximaban al par de vampiros que custodiaban la entrada.
Ambos la reconocieron de inmediato, pero se mostraron desconfiados con el resto de la caravana, sobre todo por la cantidad de extraños que había en ella. - Tengo que hablar con Elsen, y ellos deben acompañarme. - indicó la mujer, y tras unos interminables segundos, los guardias le permitieron el paso. - Ayudadles con los heridos, que los lleven a alguna habitación y traigan al médico. - pidió, para acto seguido cruzar el umbral y dirigirse al salón principal de la mansión. Los hombres asintieron con la cabeza y se acercaron al primero de los caballos, Sombra, que cargaba con los dos custodios de Syra que habían quedado inconscientes a causa de la explosión.
Una vez descargado, Elen ató su caballo y se acercó al de Leonora para bajar al herido cuanto antes, ya que era el que necesitaba cuidados con más urgencia. Uno de los guardias de Elsen regresó para ayudarla, y tomando al vampiro con cuidado, lo trasladó al interior de la imponente vivienda, donde por fin tendría la oportunidad de ser tratado debidamente. Por último quedaba el par de brujos, al que Vincent había vendado los ojos por precaución antes de abandonar la semi destruida cabaña del bosque. - Estos dos deben ser llevados ante Elsen. - indicó, sin dar de momento más explicaciones, ya que de eso se encargaría Syra.
En cuanto bajaron a los atacantes de la montura de su hermano, la tensai siguió a los guardias hasta el interior, donde esperaba la vampira junto al que debía ser Elsen, un vampiro de porte regio y con la mirada seria. ¿Le habría contado ya lo sucedido? ¿Qué haría él al respecto? Como centinela del Sur, y sabiendo que las labores de Vladimir en las tierras del oeste dejaban mucho que desear, Elen quería evitar el conflicto entre razas de cualquier modo, aunque eso supusiese volver a las islas y encargarse por sí misma de terminar con el cabecilla de aquella operación.
- Aquí están, ellos me salvaron. - dijo la vampira, mientras el par de guardias colocaba en el suelo los cuerpos del maestro telequinético y el tensai de fuego. - Lamento que esto haya pasado, pero llegamos a tiempo de evitar un mal mayor. - comenzó a decir la bruja, esperando que el vampiro realmente la escuchase. - Aquí tiene a los atacantes, puede hacer con ellos lo que le plazca, yo ya los he interrogado y tengo una pista que seguir, me encargaré de encontrar al que los ha enviado y me aseguraré de que esto no vuelva a repetirse, tiene mi palabra. - continuó, para luego quedar en silencio, expectante ante la posible respuesta de Elsen.
Elen Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Las brujas comentaban acerca de los guardias caídos, habían sido pérdidas lamentables, afortunadamente habíamos evitado que el plan de ataque fuera un completo éxito, sin embargo el solo atrevimiento de atacar a la mujer de aquel vampiro podría desencadenar un violento caos -Tenían más información de la que sabemos, lo planearon por semanas al parecer- Aporté uniéndome a la conversación que tenían, procurando prestar atención a los detalles que revelaban para incluirlos en mi informe para el gremio.
Alcé una ceja ante el gesto de la bruja que parecía haberme guiñado un ojo, cosa que me había tomado enteramente por sorpresa y no había sabido cómo reaccionar ante eso; me perdí en mis pensamientos hasta que fui sacado del limbo en que había caído gracias a la voz del barbudo -Elsen Estará enfadado, siempre está enfadado- Dije con la total seguridad de que así sería; y casualmente encontrarlo en ese estado era algo que planeaba evitar, sin embargo dejar solos a los brujos podría ser peligroso, así que me quedaría junto a ellos tanto como pudiera.
El brujo respondió a mis preguntas anteriores, coincidí con varios de sus planteamientos incluso animándome a una cacería; cazar brujos era una parte de mi vida a la que pensé que jamás volvería, sin embargo esta vez parecía ser realmente necesario para mantener la paz en todo Aerandir -Ese guiño ha sido más perturbador que sensual- Respondí entre risas mientras el barbudo ataba los ojos de los brujos para que no pudieran ver -Esa ha de ser una mujer especial, si hablas tan bien de ella- Dije con sinceridad -¿Cómo se llama?- Pregunté por mera casualidad, igual el nombre me resultaría seguramente irrelevante.
Este Vincent resultaba ser, por mucho, el compañero más parlanchín con que me hubiera topado jamás, en contraste andaba con la bruja menos habladora del mundo, vaya contraste de pareja que me había encontrado, jamás habría imaginado que eran hermanos si nadie me lo decía -¿Hermanos?- Pregunté impresionado -Ah, claro, se parecen en... Pues, ambos andan a caballo- Dije intentando buscar similitudes entre personalidades tan distintas -Conocí a Elen en las afueras de la ciudad, luchando contra una banda de roba-órganos, pero ella los mató a todos- Dije exagerando un poco aunque ciertamente sí había dejado inconsciente a la gran mayoría -Y luego, le ayudé en una batalla así que ahora mi cabeza vale 5000 aeros en todo Dundarak- Dije sin pensarlo aunque luego caí en cuenta que tal vez no había sido buena idea.
Afortunadamente salimos rápidamente y la conversación pareció perderse, tomé las riesdas de su caballo como me indicaba y luego alcanzamos a su hermana más adelante; el camino hacia la mansión fue rápido o al menos así me pareció pues me había mantenido callado durante la mayor parte de la travesía, pensando en lo que podría suceder al llegar; afortunadamente Syra tomó de inmediato las riendas del asunto para hacernos entrar hasta llevarnos a donde se encontraba Elsen.
Me había mantenido de bajo perfil mientras Syra convencía a los guardias, aunque mientras entraba noté que uno de ellos me miraba de manera sospechosa, aunque esto sería poco para lo que vendría después cuando por fin llegamos con Elsen, que tras escuchar las explicaciones de Elen, bajó las largas escaleras de su casa hacia nosotros y avanzando entre los otros se detuvo frente a mí -¿Cómo te atreves a pisar mi casa después de lo que hiciste?- Retrocedí ligeramente sin decir nada atento a lo que pudiera pasar, afortunadamente Syra parecía haberlo calmado antes y su acostumbrado mal humor estaba reducido -¿Tu palabra? ¿Cuánto vale tu palabra?- Preguntó el vampiro incrédulo ante la oferta de la bruja pero al final la mirada de Syra acabaría por calmarlo y convencerlo -Solo espero que encuentren al culpable antes que yo- Dijo de manera amenazante -O lo haré pagar con lágrimas de sangre- Amenazó el imponente vampiro mientras se preparaba para retirarse y volver a sus asuntos.
Alcé una ceja ante el gesto de la bruja que parecía haberme guiñado un ojo, cosa que me había tomado enteramente por sorpresa y no había sabido cómo reaccionar ante eso; me perdí en mis pensamientos hasta que fui sacado del limbo en que había caído gracias a la voz del barbudo -Elsen Estará enfadado, siempre está enfadado- Dije con la total seguridad de que así sería; y casualmente encontrarlo en ese estado era algo que planeaba evitar, sin embargo dejar solos a los brujos podría ser peligroso, así que me quedaría junto a ellos tanto como pudiera.
El brujo respondió a mis preguntas anteriores, coincidí con varios de sus planteamientos incluso animándome a una cacería; cazar brujos era una parte de mi vida a la que pensé que jamás volvería, sin embargo esta vez parecía ser realmente necesario para mantener la paz en todo Aerandir -Ese guiño ha sido más perturbador que sensual- Respondí entre risas mientras el barbudo ataba los ojos de los brujos para que no pudieran ver -Esa ha de ser una mujer especial, si hablas tan bien de ella- Dije con sinceridad -¿Cómo se llama?- Pregunté por mera casualidad, igual el nombre me resultaría seguramente irrelevante.
Este Vincent resultaba ser, por mucho, el compañero más parlanchín con que me hubiera topado jamás, en contraste andaba con la bruja menos habladora del mundo, vaya contraste de pareja que me había encontrado, jamás habría imaginado que eran hermanos si nadie me lo decía -¿Hermanos?- Pregunté impresionado -Ah, claro, se parecen en... Pues, ambos andan a caballo- Dije intentando buscar similitudes entre personalidades tan distintas -Conocí a Elen en las afueras de la ciudad, luchando contra una banda de roba-órganos, pero ella los mató a todos- Dije exagerando un poco aunque ciertamente sí había dejado inconsciente a la gran mayoría -Y luego, le ayudé en una batalla así que ahora mi cabeza vale 5000 aeros en todo Dundarak- Dije sin pensarlo aunque luego caí en cuenta que tal vez no había sido buena idea.
Afortunadamente salimos rápidamente y la conversación pareció perderse, tomé las riesdas de su caballo como me indicaba y luego alcanzamos a su hermana más adelante; el camino hacia la mansión fue rápido o al menos así me pareció pues me había mantenido callado durante la mayor parte de la travesía, pensando en lo que podría suceder al llegar; afortunadamente Syra tomó de inmediato las riendas del asunto para hacernos entrar hasta llevarnos a donde se encontraba Elsen.
Me había mantenido de bajo perfil mientras Syra convencía a los guardias, aunque mientras entraba noté que uno de ellos me miraba de manera sospechosa, aunque esto sería poco para lo que vendría después cuando por fin llegamos con Elsen, que tras escuchar las explicaciones de Elen, bajó las largas escaleras de su casa hacia nosotros y avanzando entre los otros se detuvo frente a mí -¿Cómo te atreves a pisar mi casa después de lo que hiciste?- Retrocedí ligeramente sin decir nada atento a lo que pudiera pasar, afortunadamente Syra parecía haberlo calmado antes y su acostumbrado mal humor estaba reducido -¿Tu palabra? ¿Cuánto vale tu palabra?- Preguntó el vampiro incrédulo ante la oferta de la bruja pero al final la mirada de Syra acabaría por calmarlo y convencerlo -Solo espero que encuentren al culpable antes que yo- Dijo de manera amenazante -O lo haré pagar con lágrimas de sangre- Amenazó el imponente vampiro mientras se preparaba para retirarse y volver a sus asuntos.
Bio
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
El camino hacia la mansión fue tranquilo y silencioso, salvo por algunas palabras que se cruzaron su hermana y la vampiresa, que en cierto modo dejaron mal cuerpo al rubio. Auxiliar a la chica podría no ser suficiente para detener la guerra si el noble se tomaba la justicia por su mano, y era algo muy probable según las palabras de ella. La mujer lo definió como un hombre impulsivo, y esa era la clase de adjetivo que prefería no haber escuchado en lo que quedaba de noche.
Igualmente el trayecto fue rápido y a buen ritmo. Cuanto antes llegaran, antes los guardias tendrían una mejor atención, Syra estaría mejor protegida, y ellos podrían terminar su trabajo allí. En tierra de vampiros, pues su misión estaba lejos de terminar pese a haber salvado la vida de la amante de Elsen. Quien quiera que hubiera obrado ese ataque se había tomado demasiadas molestias para calcular bien sus movimientos. El asalto a la cabaña de Syra hubiera sido un rotundo éxito de no haber intercedido ellos. Y esa forma tan metódica de actuar, le daba la sensación de que la persona detrás de todo no se detendría tan fácilmente. Es más, ya presuponía que el líder en las sombras ya tendría calculado un posible fracaso, así que era esperable que tuviera un plan alternativo en la manga.
Sin contar lo que había dicho la mujer vampira. Si Elsen era tan impulsivo como decía puede que los brujos hubieran conseguido esa guerra de todos modos, incluso con el fracaso.
Debía encontrar a la persona tras el seudónimo de Aedus el Rojo pronto. O todo el esfuerzo por detenerlos habría sido en vano.
Syra se adelantó cuando llegaron a la casa, y se acercó a los guardias junto a la entrada. Evidentemente reconocieron de inmediato a la chica, pero eso no hizo que se mostraran menos desconfiados con el resto de personas. Seguro que debían de pensar, que hacía Syra con cuatro desconocidos, que a su vez llevaban una caravana de caballos con personas sobre ellos. Ante ojos ajenos debían parecer un grupo extraño cuanto menos.
El tiempo parecía detenerse unos instantes mientras los guardias sopesaban que hacer. Sin embargo, finalmente obedecieron a Syra. Era la amante de Elsen, después de todo. Que fuera acompañada con personas que no conocían, no significaba que estas fueran hostiles. Más bien al contrario, ya que la vampiresa era libre de actuar en todo momento y se mostraba tranquila, algo que no sería así si los que iban detrás de ella eran unos secuestradores o asaltantes encubiertos que la tuvieran de rehén.
Los guardias se llevaron a sus compañeros inconscientes, y uno de ellos volvió para ayudar a su hermana a entrar al que estaba en peores condiciones. Él por su parte se mantuvo en segundo plano vigilando el perímetro, igual que hacía Len y suponía que hacía Bio. Después de que los heridos fueran llevados al interior de la vivienda, dos guardias bajaron a los presos para conducirlos al interior, mientras ellos eran escoltados por otros soldados de Elsen hasta la presencia de este. Syra estaba a su lado, y por las palabras que comentó nada más llegar ellos, sin duda la mujer ya había puesto en antecedentes al noble vampiro.
Su hermana tomó la iniciativa por ellos, y les dio a los brujos asaltantes como muestra de buena fe. Quizás eso aplacaría la ira del aristócrata. Pero no, no fue así. O no del todo para ser exactos.
El hombre bajó con gran enfado las escaleras de la casa hasta ellos, y les dedicó varias palabras que denotaban su furia, aunque por fortuna no tanto como para hacer más sangre del asunto. No por ahora. Era clara su amenaza de que iría tras el culpable de lo sucedido, por lo que no pudo evitar recordar, que había sido acertado pensar que tendría que encontrar a Aedus el Rojo lo antes posible. Por lo demás, la velada con el noble fue tan corta como un suspiro.
- Siento que Elsen se haya puesto así. Pero comprendedle, está afectado por esta situación-, dijo Syra acercándose hasta ellos.
- No se preocupe señorita Syra. Es comprensible-, contestó amable Leonora.
Los guardias que habían trasladado a los presos ante el noble, se los llevaron de la habitación mientras hablaban. Seguramente a alguna mazmorra con la que contaría la mansión, o por lo menos a algún almacén donde podrían encerrarlos sin problemas. En cualquier caso, esos dos brujos ya no eran su problema.
- Gracias. De verás. Por todo lo que habéis hecho esta noche. Sin vosotros… De verdad. Muchas gracias-, comentó la vampiresa. - Ahora debo ir con Elsen. Espero poder calmarlo aún más y que vea la situación con perspectiva.
- Tranquila Syra. Solo hacíamos nuestro trabajo-, contestó el brujo, pero haciendo parecer su respuesta como una broma. La mujer no sabía a qué trabajo se refería. - Pasábamos por allí, y salvarla era lo mínimo que podíamos hacer-, mintió. - Espero de veras que pueda tranquilizar a Elsen. Podría ocurrir una desgracia mayor si decidiera vengarse-, alentó a la chica en sus deseos de pacificar al noble vampiro.
- Lo intentaré al menos-, sonrió. - De nuevo, muchas gracias por todo. Confío que puedan tener un viaje tranquilo a partir de ahora-, se despidió.
- Así sea. Tenga buen día Lady Syra-, hizo una leve reverencia como despedida, e inmediatamente, los mismos guardias que los habían conducido hasta Elsen, los guiaron hacia la salida.
- ¿A que ha venido eso? - preguntó a Bio, con una media sonrisa pícara la bella Leonora. - Parece ser que no solo los Calhoun saben meterse en problemas-, bromeó la joven sin perder la sonrisa.
Vincent rió ante la ocurrencia de la Stone, aproximándose a su caballo para desatarlo.
- Parece que no es algo exclusivo de mi familia, dulce Leonora-, comentó divertido, apoyando su pie sobre el estribo para auparse sobre Alphonse. - Aunque a lo mejor ese don lo adquirió al conocer a mi hermana-, dijo con una sonrisa.
No había olvidado lo que le había dicho el vampiro en la casa, pero era algo que por entonces prefirió dejar pasar para centrarse en la misión.
- Algo me dice, que me tienes que contar una buena historia, hermanita-, se dirigió esta vez hacia Elen, con el apelativo que le dedicaba cuando descubría que se había metido en problemas y no se lo había contado.
El rubio rió. Menudo equipo se había congregado para salvar al mundo de una nueva guerra.
- Vamos Bio-, dijo extendiendo el brazo para ayudar al vampiro a subir a su montura. - No queda mucho tiempo de oscuridad. Te acercaremos a la ciudad. Nos pilla de paso.
Igualmente el trayecto fue rápido y a buen ritmo. Cuanto antes llegaran, antes los guardias tendrían una mejor atención, Syra estaría mejor protegida, y ellos podrían terminar su trabajo allí. En tierra de vampiros, pues su misión estaba lejos de terminar pese a haber salvado la vida de la amante de Elsen. Quien quiera que hubiera obrado ese ataque se había tomado demasiadas molestias para calcular bien sus movimientos. El asalto a la cabaña de Syra hubiera sido un rotundo éxito de no haber intercedido ellos. Y esa forma tan metódica de actuar, le daba la sensación de que la persona detrás de todo no se detendría tan fácilmente. Es más, ya presuponía que el líder en las sombras ya tendría calculado un posible fracaso, así que era esperable que tuviera un plan alternativo en la manga.
Sin contar lo que había dicho la mujer vampira. Si Elsen era tan impulsivo como decía puede que los brujos hubieran conseguido esa guerra de todos modos, incluso con el fracaso.
Debía encontrar a la persona tras el seudónimo de Aedus el Rojo pronto. O todo el esfuerzo por detenerlos habría sido en vano.
Syra se adelantó cuando llegaron a la casa, y se acercó a los guardias junto a la entrada. Evidentemente reconocieron de inmediato a la chica, pero eso no hizo que se mostraran menos desconfiados con el resto de personas. Seguro que debían de pensar, que hacía Syra con cuatro desconocidos, que a su vez llevaban una caravana de caballos con personas sobre ellos. Ante ojos ajenos debían parecer un grupo extraño cuanto menos.
El tiempo parecía detenerse unos instantes mientras los guardias sopesaban que hacer. Sin embargo, finalmente obedecieron a Syra. Era la amante de Elsen, después de todo. Que fuera acompañada con personas que no conocían, no significaba que estas fueran hostiles. Más bien al contrario, ya que la vampiresa era libre de actuar en todo momento y se mostraba tranquila, algo que no sería así si los que iban detrás de ella eran unos secuestradores o asaltantes encubiertos que la tuvieran de rehén.
Los guardias se llevaron a sus compañeros inconscientes, y uno de ellos volvió para ayudar a su hermana a entrar al que estaba en peores condiciones. Él por su parte se mantuvo en segundo plano vigilando el perímetro, igual que hacía Len y suponía que hacía Bio. Después de que los heridos fueran llevados al interior de la vivienda, dos guardias bajaron a los presos para conducirlos al interior, mientras ellos eran escoltados por otros soldados de Elsen hasta la presencia de este. Syra estaba a su lado, y por las palabras que comentó nada más llegar ellos, sin duda la mujer ya había puesto en antecedentes al noble vampiro.
Su hermana tomó la iniciativa por ellos, y les dio a los brujos asaltantes como muestra de buena fe. Quizás eso aplacaría la ira del aristócrata. Pero no, no fue así. O no del todo para ser exactos.
El hombre bajó con gran enfado las escaleras de la casa hasta ellos, y les dedicó varias palabras que denotaban su furia, aunque por fortuna no tanto como para hacer más sangre del asunto. No por ahora. Era clara su amenaza de que iría tras el culpable de lo sucedido, por lo que no pudo evitar recordar, que había sido acertado pensar que tendría que encontrar a Aedus el Rojo lo antes posible. Por lo demás, la velada con el noble fue tan corta como un suspiro.
- Siento que Elsen se haya puesto así. Pero comprendedle, está afectado por esta situación-, dijo Syra acercándose hasta ellos.
- No se preocupe señorita Syra. Es comprensible-, contestó amable Leonora.
Los guardias que habían trasladado a los presos ante el noble, se los llevaron de la habitación mientras hablaban. Seguramente a alguna mazmorra con la que contaría la mansión, o por lo menos a algún almacén donde podrían encerrarlos sin problemas. En cualquier caso, esos dos brujos ya no eran su problema.
- Gracias. De verás. Por todo lo que habéis hecho esta noche. Sin vosotros… De verdad. Muchas gracias-, comentó la vampiresa. - Ahora debo ir con Elsen. Espero poder calmarlo aún más y que vea la situación con perspectiva.
- Tranquila Syra. Solo hacíamos nuestro trabajo-, contestó el brujo, pero haciendo parecer su respuesta como una broma. La mujer no sabía a qué trabajo se refería. - Pasábamos por allí, y salvarla era lo mínimo que podíamos hacer-, mintió. - Espero de veras que pueda tranquilizar a Elsen. Podría ocurrir una desgracia mayor si decidiera vengarse-, alentó a la chica en sus deseos de pacificar al noble vampiro.
- Lo intentaré al menos-, sonrió. - De nuevo, muchas gracias por todo. Confío que puedan tener un viaje tranquilo a partir de ahora-, se despidió.
- Así sea. Tenga buen día Lady Syra-, hizo una leve reverencia como despedida, e inmediatamente, los mismos guardias que los habían conducido hasta Elsen, los guiaron hacia la salida.
- ¿A que ha venido eso? - preguntó a Bio, con una media sonrisa pícara la bella Leonora. - Parece ser que no solo los Calhoun saben meterse en problemas-, bromeó la joven sin perder la sonrisa.
Vincent rió ante la ocurrencia de la Stone, aproximándose a su caballo para desatarlo.
- Parece que no es algo exclusivo de mi familia, dulce Leonora-, comentó divertido, apoyando su pie sobre el estribo para auparse sobre Alphonse. - Aunque a lo mejor ese don lo adquirió al conocer a mi hermana-, dijo con una sonrisa.
No había olvidado lo que le había dicho el vampiro en la casa, pero era algo que por entonces prefirió dejar pasar para centrarse en la misión.
- Algo me dice, que me tienes que contar una buena historia, hermanita-, se dirigió esta vez hacia Elen, con el apelativo que le dedicaba cuando descubría que se había metido en problemas y no se lo había contado.
El rubio rió. Menudo equipo se había congregado para salvar al mundo de una nueva guerra.
- Vamos Bio-, dijo extendiendo el brazo para ayudar al vampiro a subir a su montura. - No queda mucho tiempo de oscuridad. Te acercaremos a la ciudad. Nos pilla de paso.
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Tal como había imaginado, Elsen no estaba de muy buen humor para recibirlos, pero aun así se acercó a ellos y les dirigió unas palabras, primero a Bio y luego a la hechicera. A juzgar por lo que dijo ya conocía de antes al vampiro, y éste había hecho algo en el pasado que no le agradaba en absoluto, pero no añadió nada más a su comentario, así que fuese lo que fuese, el resto del grupo no se enteraría de lo ocurrido. Tras soltar una amenaza del todo comprensible, Elsen se giró y se dispuso a abandonar la sala, dando por zanjada la charla con los recién llegados.
Un par de guardias se encargaron de trasladar a los prisioneros a otra estancia de la casa, donde sin duda serían duramente interrogados y probablemente hasta perdiesen la vida, pero eso era lo que se habían buscado con sus actos. Con una disculpa y sus mejores deseos, Syra se despidió del grupo para acudir junto a su amante y terminar de calmarlo, mientras los guardias restantes los acompañaban hasta la salida de la mansión, en la que apenas habrían pasado unos minutos. Por el camino, Vincent y Leonora abordaron el tema del extraño comentario de Elsen hacia Bio, mientras la de ojos verdes se mantenía al margen y avanzaba hacia su montura, que estaba algo inquieta por la presencia de tantos seres de la noche juntos.
Tras calmarlo con unas palmaditas en el cuello, la joven desató las riendas y se subió a la silla, sin sumarse a las preguntas y teorías que sus hermanos ya estaban formulando. Ella era la primera que tenía secretos y no le gustaba hurgar en los ajenos, si Bio así lo decidía explicaría el porqué de las palabras de Elsen, pero si no deseaba hacerlo estaba en todo su derecho.
Cuando las palabras del rubio se centraron en ella Elen asintió con la cabeza, asumiendo que ya no podía ocultarle más todo lo relacionado con su nuevo cargo, Yennefer ya conocía la verdad, ahora le tocaba el turno a su hermano. - Sí, tengo mucho que contaros, pero será mejor buscar un sitio cómodo para ello. - comentó, antes de espolear a su caballo y ponerse en marcha, de regreso a Sacrestic. No faltaba mucho para el amanecer y eso les apremiaba a llegar a la ciudad cuanto antes, o su compañero podría tener problemas a pesar de la cobertura que la densa vegetación del bosque proporcionaba.
Por suerte el trayecto de vuelta fue bastante tranquilo, con lo que en cuestión de algo menos de una hora, volvieron a encontrarse ante las oscuras casas y locales de Sacrestic. Algunos clientes aprovechaban los últimos minutos en la taberna antes de retirarse a sus hogares, mientras el resto de la ciudad parecía desierta, el sol se acercaba y probablemente muchos estuviesen ya a buen resguardo para evitar los primeros rayos de la mañana, mientras otros, los humanos y miembros de las demás razas, estarían esperando para salir sin peligro a iniciar el nuevo día en aquellas lejanas y peligrosas tierras.
Elen se frotó los ojos pensativa, también debía una explicación a Bio después de todo lo que había pasado en Dundarak, sobre todo teniendo en cuenta que por ayudarla, ahora él también estaba en busca y captura. No, era más que eso, estaba en deuda con él y no tenía idea de cómo podría saldar su cuenta, ya que sin la pócima de estrellas no habría conseguido nada, el tiempo se le habría acabado y su misión hubiese fracasado. - Aún te debo una por ayudarme en Dundarak, si tienes alguna pregunta al respecto este es el momento de formularla, lo menos que puedo hacer es explicarte lo que pasó. - dijo con tono tranquilo, mientras su mirada se clavaba en el vampiro.
Un par de guardias se encargaron de trasladar a los prisioneros a otra estancia de la casa, donde sin duda serían duramente interrogados y probablemente hasta perdiesen la vida, pero eso era lo que se habían buscado con sus actos. Con una disculpa y sus mejores deseos, Syra se despidió del grupo para acudir junto a su amante y terminar de calmarlo, mientras los guardias restantes los acompañaban hasta la salida de la mansión, en la que apenas habrían pasado unos minutos. Por el camino, Vincent y Leonora abordaron el tema del extraño comentario de Elsen hacia Bio, mientras la de ojos verdes se mantenía al margen y avanzaba hacia su montura, que estaba algo inquieta por la presencia de tantos seres de la noche juntos.
Tras calmarlo con unas palmaditas en el cuello, la joven desató las riendas y se subió a la silla, sin sumarse a las preguntas y teorías que sus hermanos ya estaban formulando. Ella era la primera que tenía secretos y no le gustaba hurgar en los ajenos, si Bio así lo decidía explicaría el porqué de las palabras de Elsen, pero si no deseaba hacerlo estaba en todo su derecho.
Cuando las palabras del rubio se centraron en ella Elen asintió con la cabeza, asumiendo que ya no podía ocultarle más todo lo relacionado con su nuevo cargo, Yennefer ya conocía la verdad, ahora le tocaba el turno a su hermano. - Sí, tengo mucho que contaros, pero será mejor buscar un sitio cómodo para ello. - comentó, antes de espolear a su caballo y ponerse en marcha, de regreso a Sacrestic. No faltaba mucho para el amanecer y eso les apremiaba a llegar a la ciudad cuanto antes, o su compañero podría tener problemas a pesar de la cobertura que la densa vegetación del bosque proporcionaba.
Por suerte el trayecto de vuelta fue bastante tranquilo, con lo que en cuestión de algo menos de una hora, volvieron a encontrarse ante las oscuras casas y locales de Sacrestic. Algunos clientes aprovechaban los últimos minutos en la taberna antes de retirarse a sus hogares, mientras el resto de la ciudad parecía desierta, el sol se acercaba y probablemente muchos estuviesen ya a buen resguardo para evitar los primeros rayos de la mañana, mientras otros, los humanos y miembros de las demás razas, estarían esperando para salir sin peligro a iniciar el nuevo día en aquellas lejanas y peligrosas tierras.
Elen se frotó los ojos pensativa, también debía una explicación a Bio después de todo lo que había pasado en Dundarak, sobre todo teniendo en cuenta que por ayudarla, ahora él también estaba en busca y captura. No, era más que eso, estaba en deuda con él y no tenía idea de cómo podría saldar su cuenta, ya que sin la pócima de estrellas no habría conseguido nada, el tiempo se le habría acabado y su misión hubiese fracasado. - Aún te debo una por ayudarme en Dundarak, si tienes alguna pregunta al respecto este es el momento de formularla, lo menos que puedo hacer es explicarte lo que pasó. - dijo con tono tranquilo, mientras su mirada se clavaba en el vampiro.
Elen Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
El momento incómodo y peligroso había pasado; afortunadamente Elsen tenía cosas más importantes de qué ocuparse y eso al menos de momento me mantenía fuera de sus prioridades; esperaba que todo aquello pasara por alto para mis acompañantes pero no fue así y apenas salimos ya la apuesta bruja me estaba interrogando aunque lamentablemente no iba a responderle -Historias pasadas- Respondí con una sonrisa sin querer decir nada más -Ah, claro, Elen es una mala influencia- Dije bromeando con el barbudo -Tu hermana tiene mucho que contarnos- Dije como una indirecta por lo ocurrido en Dundarak.
Tomé el brazo que me ofrecía el brujo y me impulsé para subir al caballo; no tenía muy buenas experiencias en esos animales pero realmente quedaba poco tiempo y no quería que el día me sorprendiera a la interperie; sonreí aliviado ante la respuesta de Elen, pues aunque habíamos compartido un par de aventuras, no teníamos tanta confianza para bromear, al menos no como a la que había llegado con su hermano el barbudo bromista; no pasó mucho tiempo antes de volver al lugar donde todo había comenzado; lo mejor era buscar un techo donde pudiera pasar el día, o al menos un buen rato.
Sin embargo primero tendría la oportunidad de saber por fin cuál era la causa por la que la intrépida bruja había decidido enfrentarse a todo un palacio lleno de poderosos magos y a enemistarse con toda una ciudad -Pues en principio- Busqué una manera de comenzar a preguntar aunque eran muchas las cosas que quería saber -¿Por qué era tan importante el collar?- Dije en primer lugar pues era ese objeto lo que había hecho que se cruzaran nuestros caminos -¿Lograste tu objetivo?- Continué interrogando hasta llegar a la pregunta definitiva -¿Qué pretendías lograr?- Dije fijando la vista en ella esperando una serie de respuestas que le darían sentido a todo lo ocurrido aquella noche; sabía que no era una persona malvada y habría tenido sus motivos para hacer lo que hizo, pero en el fondo también sabía que necesitaba conocer esos motivos.
No sabía realmente si decirle o no pero al final acabé por darle un voto de confianza y contarle mis planes -Pienso volver a Dundarak y aclarar todo eso- Dije en tono muy serio -Pero conocer tus motivos es vital para saber su puedo confiar en esas personas- Expresé un poco de preocupación en esto pues ciertamente ir solo era una completa locura, sobre todo porque no sabía mucho de ellos, tal vez sería un mejor plan asomarme primero a buscar algo de información antes de realizar cualquier acción directa.
Tomé el brazo que me ofrecía el brujo y me impulsé para subir al caballo; no tenía muy buenas experiencias en esos animales pero realmente quedaba poco tiempo y no quería que el día me sorprendiera a la interperie; sonreí aliviado ante la respuesta de Elen, pues aunque habíamos compartido un par de aventuras, no teníamos tanta confianza para bromear, al menos no como a la que había llegado con su hermano el barbudo bromista; no pasó mucho tiempo antes de volver al lugar donde todo había comenzado; lo mejor era buscar un techo donde pudiera pasar el día, o al menos un buen rato.
Sin embargo primero tendría la oportunidad de saber por fin cuál era la causa por la que la intrépida bruja había decidido enfrentarse a todo un palacio lleno de poderosos magos y a enemistarse con toda una ciudad -Pues en principio- Busqué una manera de comenzar a preguntar aunque eran muchas las cosas que quería saber -¿Por qué era tan importante el collar?- Dije en primer lugar pues era ese objeto lo que había hecho que se cruzaran nuestros caminos -¿Lograste tu objetivo?- Continué interrogando hasta llegar a la pregunta definitiva -¿Qué pretendías lograr?- Dije fijando la vista en ella esperando una serie de respuestas que le darían sentido a todo lo ocurrido aquella noche; sabía que no era una persona malvada y habría tenido sus motivos para hacer lo que hizo, pero en el fondo también sabía que necesitaba conocer esos motivos.
No sabía realmente si decirle o no pero al final acabé por darle un voto de confianza y contarle mis planes -Pienso volver a Dundarak y aclarar todo eso- Dije en tono muy serio -Pero conocer tus motivos es vital para saber su puedo confiar en esas personas- Expresé un poco de preocupación en esto pues ciertamente ir solo era una completa locura, sobre todo porque no sabía mucho de ellos, tal vez sería un mejor plan asomarme primero a buscar algo de información antes de realizar cualquier acción directa.
Bio
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Un lugar cómodo para ello. En eso mismo estaba pensando cuando su hermana mencionó tales palabras. Ya había tenido suficientes golpes, situaciones peligrosas, vampiros cabreados, y por supuesto, brujos psicópatas por esa noche. Por tanto, lo que ahora necesitaba era una buena cama en alguna de las posadas de la ciudad. Un gran y merecido descanso, sí señor.
Aunque para ello tendría que esperar, no solo por el tiempo que tendría que emplear para volver a Sacrestic Ville, sino porque por fin podría conocer concretamente que había pasado en el Norte. No podía dormir cuando se le prestaba la oportunidad de enterarse en que había estado metida Elen durante ese tiempo, sobre todo porque intuía que la mitad de las cosas que escucharía no le agradarían en absoluto.
El vampiro aceptó ser llevado en su montura, y no tardaron en atravesar la entrada de la ciudad. La misma, que no hacía tanto, habían cruzado para ir la cabaña de Syra.
Podrían haber buscado un lugar distinto en el que pasar la mañana, que se iba aproximando, pero realmente poco importaba donde se hospedaran ese día. Y la posada donde todo había comenzado, era un sitio tan bueno como cualquiera para hacerlo. Además de que ya era conocida por todos.
Dejaron los caballos en el establo para los huéspedes, y luego, nada más entrar, el rubio se dirigió a la barra, donde pidió para todos la misma bebida que había tomado antes. Así como habitaciones para Leonora, Elen y él. Suponía que Bio también se quedaría allí, pues pronto la calle no sería lugar para un vampiro que amara seguir viviendo, pero era mejor no inmiscuirse en sus asuntos. El moreno ya alquilaría alguna si lo necesitara.
- ¿Qué collar? - preguntó acercándose con dos jarras de hidromiel, y dejando una delante del vampiro.
Después, Vinc se sentó en una mesa con la otra jarra en la mano, dejándola sobre la mesa después de tomar un pequeño trago. Bio siguió hablando, dándole más información, aunque realmente podía decir sin equivocarse, de que esta llegaba a cuenta gotas. Era evidente de que Elen era la única que podía poner luz a todo aquello. Lo cual no dejaba de asombrarlo, pues pensaba que el vampiro sabría más de los asuntos de su hermana si había estado con ella en aquellos momentos.
- Dundarak es una hermosa ciudad-, dijo asintiendo con la cabeza. En ese mismo instante, la moza del local llegó para dejar las otras dos bebidas que había pedido para las chicas. - Quizás algún día vuelva. Pero no quiero desviarme del tema. ¿Qué ocurrió allí? ¿Tan grave es? - preguntó, nada más partir la vampiresa.
Notaba la preocupación en las cuestiones que había realizado Bio. Y teniendo en cuenta que había demostrado ser un hombre muy capaz en la casa de Syra, esto no dejaba de ser curioso e inquietante. Pues no era tonto. Más allá de la destreza que había demostrado el vampiro en combate, estaba claro que era una persona con buenos contactos y bien relacionada. Incluso Elsen lo conocía personalmente, aunque era cierto que el noble no parecía feliz de verlo.
En cualquier caso, el moreno sabía desenvolverse y parecía preocupado por lo ocurrido en la capital de los dragones.
- Parece que se divirtieron en el Norte-, se recostó contra el espaldar de la silla, y miró a su amiga Leonora que se mantenía en silencio
Seguramente permanecía en ese mutismo, solo tomando su bebida, porque francamente no tenía nada que decir como él. Realmente, todos tenían que esperar la contestación de Elen para sacar algo en claro de todo aquello.
Vincent pasó la mirada de su amiga, al vampiro, y finalmente de este a su hermana, donde posó sus ojos antes de volver a hablar.
- Dime Elen. ¿Qué pasó en las montañas y a que collar se refiere Bio? - preguntó más serio, acariciándose el mentón.
Aunque para ello tendría que esperar, no solo por el tiempo que tendría que emplear para volver a Sacrestic Ville, sino porque por fin podría conocer concretamente que había pasado en el Norte. No podía dormir cuando se le prestaba la oportunidad de enterarse en que había estado metida Elen durante ese tiempo, sobre todo porque intuía que la mitad de las cosas que escucharía no le agradarían en absoluto.
El vampiro aceptó ser llevado en su montura, y no tardaron en atravesar la entrada de la ciudad. La misma, que no hacía tanto, habían cruzado para ir la cabaña de Syra.
Podrían haber buscado un lugar distinto en el que pasar la mañana, que se iba aproximando, pero realmente poco importaba donde se hospedaran ese día. Y la posada donde todo había comenzado, era un sitio tan bueno como cualquiera para hacerlo. Además de que ya era conocida por todos.
Dejaron los caballos en el establo para los huéspedes, y luego, nada más entrar, el rubio se dirigió a la barra, donde pidió para todos la misma bebida que había tomado antes. Así como habitaciones para Leonora, Elen y él. Suponía que Bio también se quedaría allí, pues pronto la calle no sería lugar para un vampiro que amara seguir viviendo, pero era mejor no inmiscuirse en sus asuntos. El moreno ya alquilaría alguna si lo necesitara.
- ¿Qué collar? - preguntó acercándose con dos jarras de hidromiel, y dejando una delante del vampiro.
Después, Vinc se sentó en una mesa con la otra jarra en la mano, dejándola sobre la mesa después de tomar un pequeño trago. Bio siguió hablando, dándole más información, aunque realmente podía decir sin equivocarse, de que esta llegaba a cuenta gotas. Era evidente de que Elen era la única que podía poner luz a todo aquello. Lo cual no dejaba de asombrarlo, pues pensaba que el vampiro sabría más de los asuntos de su hermana si había estado con ella en aquellos momentos.
- Dundarak es una hermosa ciudad-, dijo asintiendo con la cabeza. En ese mismo instante, la moza del local llegó para dejar las otras dos bebidas que había pedido para las chicas. - Quizás algún día vuelva. Pero no quiero desviarme del tema. ¿Qué ocurrió allí? ¿Tan grave es? - preguntó, nada más partir la vampiresa.
Notaba la preocupación en las cuestiones que había realizado Bio. Y teniendo en cuenta que había demostrado ser un hombre muy capaz en la casa de Syra, esto no dejaba de ser curioso e inquietante. Pues no era tonto. Más allá de la destreza que había demostrado el vampiro en combate, estaba claro que era una persona con buenos contactos y bien relacionada. Incluso Elsen lo conocía personalmente, aunque era cierto que el noble no parecía feliz de verlo.
En cualquier caso, el moreno sabía desenvolverse y parecía preocupado por lo ocurrido en la capital de los dragones.
- Parece que se divirtieron en el Norte-, se recostó contra el espaldar de la silla, y miró a su amiga Leonora que se mantenía en silencio
Seguramente permanecía en ese mutismo, solo tomando su bebida, porque francamente no tenía nada que decir como él. Realmente, todos tenían que esperar la contestación de Elen para sacar algo en claro de todo aquello.
Vincent pasó la mirada de su amiga, al vampiro, y finalmente de este a su hermana, donde posó sus ojos antes de volver a hablar.
- Dime Elen. ¿Qué pasó en las montañas y a que collar se refiere Bio? - preguntó más serio, acariciándose el mentón.
Vincent Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Como cabía esperar, el vampiro tenía muchas preguntas acerca de lo ocurrido en Dundarak, pero no era algo que pudiese contestar sin más, primero debía ponerlo en situación para que fuese capaz de entender el porqué de sus actos, cosa que les llevaría algo más de tiempo. Consciente de ello, la mejor opción era buscar un lugar tranquilo y seguro en el que tratar el tema con los tres, motivo por el que terminaron en la misma taberna en que se habían reunido hacía unas horas.
Nada más entrar, la de ojos verdes escrutó con la mirada el local en busca de una mesa apartada del resto, donde pudiese hablar sin preocuparse de que la estuviesen escuchando, una vez sentada en el lugar apropiado, esperó a que su hermano regresase de la barra para comenzar su relato, pues aunque el rubio conocía parte de la historia también se había perdido mucho. Leonora por su parte no tenía idea de nada, Elen lo había preferido así para no preocuparla, pero ahora que su futuro dependía en parte de rodearse de sus seres queridos, aquella confesión era necesaria.
- Antes de responder a tus preguntas tengo que retroceder un poco en el tiempo, hasta hace casi cuatro años. - comenzó a decir, instantes después de que la camarera se hubiese alejado de la mesa. - Vincent y yo abandonamos las islas y llegamos a Lunargenta, donde por desgracia acabé maldita. - dijo con tranquilidad, mientras una mezcla de sorpresa e incredulidad se adueñaba del rostro de la joven Stone. - Como resultado de ello empecé a tener unas horribles pesadillas, a padecer fiebres e incluso desvanecimientos repentinos, que me obligaron a buscar ayuda y retrasaron nuestros planes de seguir el viaje hacia el norte. - prosiguió, sin querer entrar demasiado en detalle.
- Por desgracia no hallé a nadie que pudiese darme una solución para mi problema, así que solo cabía hacer una cosa, acostumbrarme a ello y aprender a controlarlo en la medida de lo posible, cosa que tras un tiempo conseguí. - dijo, desviando momentáneamente su mirada hacia la jarra que le habían puesto delante. - Pasaron los años y seguí adelante como pude, creyendo que no había forma de librarme de este mal, hasta que hace unos meses me topé con la viuda negra de Beltrexus. - explicó, rememorando su visita a la tienda de Rine. - Ella percibió lo que cargaba conmigo y me envió al bosque en busca de un poderoso hechicero, dándome esperanza después de tanto tiempo sumida en la oscuridad. - relató, llevándose la diestra a la marca que Tarivius le había dejado en el interior de la muñeca izquierda.
- El brujo me recibió y decidió ayudarme, pero no iba a resultar fácil, debía pasar una dura prueba. - siguió, tras una leve pausa. - Para poder mantener a raya los efectos de la maldición debía reunir tres fragmentos de una antigua gema y forjar con ellos un amuleto, pero cada uno de ellos estaba en manos de un guardián al que tendría que derrotar para conseguirlos. Todo esto en solo tres días y tres noches. - explicó, sin siquiera tocar su bebida. - El primero lo protegía un dragón de humo de la llanura nevada, y he de admitir que no tuve mucha suerte en esa pelea, de no ser por la ayuda del hechicero no habría salido con vida. - confesó sin temor a parecer débil, pues Ravnik había sido un oponente de lo más complicado.
- El segundo lo obtuve tras vencer por mí misma a otra hechicera y a un hombre bestia, y el tercero… se encontraba dentro del collar que tú tenías. - reveló, mirando al vampiro. - De no ser por la gran encantadora todo habría sido más sencillo, pero finalmente tuve que hacerle frente a ella también, lo que en cierto modo la convirtió en la tercera guardiana. - continuó, esperando que sus hermanos también comprendiesen todo por lo que había pasado. - De todos modos seguía faltando algo, yo creía que con reunir los fragmentos antes de que se me acabase el tiempo bastaría, pero para realizar el ritual y obtener el amuleto también necesitaba un catalizador, es por esto que estoy doblemente en deuda contigo, porque tú me lo entregaste sin pensártelo. - dijo, esbozando una leve sonrisa.
- La pócima de estrellas era el último ingrediente, y en cuanto tuve todo lo necesario fui teletransportada a isla lunar. - continuó con calma, aunque los recuerdos que tenía de aquel lugar no le resultaban nada agradables. - Debía subir hasta la cima de la misma y así lo hice, aunque por el camino cometí un terrible error, que espero enmendar en el futuro. - un leve suspiro escapó de los labios de la centinela, seguido de una breve pausa. - Liberé a otro jinete oscuro, que me siguió y a punto estuvo de impedir que cumpliese mi misión. Conseguí completar el ritual y obtener este amuleto, pero el hechicero no me había contado todo, no sirve únicamente para mantener a raya los efectos de mi maldición sino que también me permite combatir a los seres que han estado atormentándome durante años. - reveló, al tiempo que tiraba de la cadena para sacar el medallón solar del interior de su camisa.
- Me enfrenté al jinete que yo misma había liberado y conseguí desterrarlo a otro plano, pero eso no significa que haya muerto. - dijo con voz algo más seria. - Mi misión ahora es reunir a otros portadores de este tipo de amuletos y cruzar al plano en que se encuentran, solo venciéndolos allí podré matarlos de una vez. - terminó, permitiéndose respirar profundamente. Su tarea era complicada solo con esa primera parte pero luego vendría lo peor, y la benjamina de los Calhoun era consciente de que existía la posibilidad de que no lograse su objetivo, y que ello supusiera su muerte. - Eso es todo, al igual que Bio yo también estoy en busca y captura por lo sucedido en Dundarak, pero espero poder arreglar las cosas en cuanto se enfríen los ánimos. - añadió, bajando de nuevo la vista hacia su jarra.
Nada más entrar, la de ojos verdes escrutó con la mirada el local en busca de una mesa apartada del resto, donde pudiese hablar sin preocuparse de que la estuviesen escuchando, una vez sentada en el lugar apropiado, esperó a que su hermano regresase de la barra para comenzar su relato, pues aunque el rubio conocía parte de la historia también se había perdido mucho. Leonora por su parte no tenía idea de nada, Elen lo había preferido así para no preocuparla, pero ahora que su futuro dependía en parte de rodearse de sus seres queridos, aquella confesión era necesaria.
- Antes de responder a tus preguntas tengo que retroceder un poco en el tiempo, hasta hace casi cuatro años. - comenzó a decir, instantes después de que la camarera se hubiese alejado de la mesa. - Vincent y yo abandonamos las islas y llegamos a Lunargenta, donde por desgracia acabé maldita. - dijo con tranquilidad, mientras una mezcla de sorpresa e incredulidad se adueñaba del rostro de la joven Stone. - Como resultado de ello empecé a tener unas horribles pesadillas, a padecer fiebres e incluso desvanecimientos repentinos, que me obligaron a buscar ayuda y retrasaron nuestros planes de seguir el viaje hacia el norte. - prosiguió, sin querer entrar demasiado en detalle.
- Por desgracia no hallé a nadie que pudiese darme una solución para mi problema, así que solo cabía hacer una cosa, acostumbrarme a ello y aprender a controlarlo en la medida de lo posible, cosa que tras un tiempo conseguí. - dijo, desviando momentáneamente su mirada hacia la jarra que le habían puesto delante. - Pasaron los años y seguí adelante como pude, creyendo que no había forma de librarme de este mal, hasta que hace unos meses me topé con la viuda negra de Beltrexus. - explicó, rememorando su visita a la tienda de Rine. - Ella percibió lo que cargaba conmigo y me envió al bosque en busca de un poderoso hechicero, dándome esperanza después de tanto tiempo sumida en la oscuridad. - relató, llevándose la diestra a la marca que Tarivius le había dejado en el interior de la muñeca izquierda.
- El brujo me recibió y decidió ayudarme, pero no iba a resultar fácil, debía pasar una dura prueba. - siguió, tras una leve pausa. - Para poder mantener a raya los efectos de la maldición debía reunir tres fragmentos de una antigua gema y forjar con ellos un amuleto, pero cada uno de ellos estaba en manos de un guardián al que tendría que derrotar para conseguirlos. Todo esto en solo tres días y tres noches. - explicó, sin siquiera tocar su bebida. - El primero lo protegía un dragón de humo de la llanura nevada, y he de admitir que no tuve mucha suerte en esa pelea, de no ser por la ayuda del hechicero no habría salido con vida. - confesó sin temor a parecer débil, pues Ravnik había sido un oponente de lo más complicado.
- El segundo lo obtuve tras vencer por mí misma a otra hechicera y a un hombre bestia, y el tercero… se encontraba dentro del collar que tú tenías. - reveló, mirando al vampiro. - De no ser por la gran encantadora todo habría sido más sencillo, pero finalmente tuve que hacerle frente a ella también, lo que en cierto modo la convirtió en la tercera guardiana. - continuó, esperando que sus hermanos también comprendiesen todo por lo que había pasado. - De todos modos seguía faltando algo, yo creía que con reunir los fragmentos antes de que se me acabase el tiempo bastaría, pero para realizar el ritual y obtener el amuleto también necesitaba un catalizador, es por esto que estoy doblemente en deuda contigo, porque tú me lo entregaste sin pensártelo. - dijo, esbozando una leve sonrisa.
- La pócima de estrellas era el último ingrediente, y en cuanto tuve todo lo necesario fui teletransportada a isla lunar. - continuó con calma, aunque los recuerdos que tenía de aquel lugar no le resultaban nada agradables. - Debía subir hasta la cima de la misma y así lo hice, aunque por el camino cometí un terrible error, que espero enmendar en el futuro. - un leve suspiro escapó de los labios de la centinela, seguido de una breve pausa. - Liberé a otro jinete oscuro, que me siguió y a punto estuvo de impedir que cumpliese mi misión. Conseguí completar el ritual y obtener este amuleto, pero el hechicero no me había contado todo, no sirve únicamente para mantener a raya los efectos de mi maldición sino que también me permite combatir a los seres que han estado atormentándome durante años. - reveló, al tiempo que tiraba de la cadena para sacar el medallón solar del interior de su camisa.
- Me enfrenté al jinete que yo misma había liberado y conseguí desterrarlo a otro plano, pero eso no significa que haya muerto. - dijo con voz algo más seria. - Mi misión ahora es reunir a otros portadores de este tipo de amuletos y cruzar al plano en que se encuentran, solo venciéndolos allí podré matarlos de una vez. - terminó, permitiéndose respirar profundamente. Su tarea era complicada solo con esa primera parte pero luego vendría lo peor, y la benjamina de los Calhoun era consciente de que existía la posibilidad de que no lograse su objetivo, y que ello supusiera su muerte. - Eso es todo, al igual que Bio yo también estoy en busca y captura por lo sucedido en Dundarak, pero espero poder arreglar las cosas en cuanto se enfríen los ánimos. - añadió, bajando de nuevo la vista hacia su jarra.
Elen Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
El brujo se mostraba interesado en la historia que Elen debía contar y de hecho, yo también estaba ansioso por saber más acerca de tan entramado misterio -No, te aseguro que no fue divertido el norte- Respondí al brujo alzando una ceja ante lo serio que había resultado ese problema en el que aún estaba metido y que en algún momento podría ponerme incluso en contra de ellos, aunque esperaba que no tuviera que ser así.
Sí, Elen, explícanos de qué collar habla Bio- Le dije divertido mientras tomaba la jarra que me había traído el barbudo y daba un pequeño sorbo para luego prestar atención a la intrigante historia que tenía por contar; y sin duda que era intrigante, llena de brujos extraños y jinetes oscuros -¿Qué rayos son los jinetes oscuros?- Pensé sin decir nada para no interrumpir el relato de la bruja.
El asunto resultaba ser más serio de lo que yo había imaginado al principio; al momento de encontrarnos en Dundarak jamás imaginé que estuviera metida en algo tan grave, aunque eso explicaba el por qué había atacado al palacio sin detenerse a pensar en consecuencias -¿Pócima de las estrellas?- Pregunté intrigado hasta que recordé ese extraño frasco que había llevado desde la tierra de los lobos sin saber siquiera lo que era -Ah, claro, la recuerdo- Dije cuando vino a mi mente todo con más claridad.
El relato seguía adelante después que me despedí de la bruja aquella vez, la Isla Lunar figuraba como uno de los lugares más peligrosos de Aerandir, de haber sabido que estaba metida en tal embrollo habría tratado de ayudarle más de lo poco que pude hacer aquella vez.
¿A qué te refieres con “Otros Portadores”? ¿Dónde buscarás a los otros?- Pregunté con mucha curiosidad esperando no interrumpir demasiado su relato, pues ciertamente me daba mucha curiosidad el tema -Yo ya estoy planeando ir a arreglar las cosas en Dundarak, tal vez nos veamos por allá- Le dije con una media sonrisa aunque realmente no sabría si ir con ella era una buena idea para evitar conflictos, tal vez si nos veían juntos podrían suponer que volvíamos a atacar y lanzarse contra nosotros.
¿A dónde irán después de aquí?- Pregunté dirigiéndome ahora al grupo entero; si me invitaban a su cacería deberíamos planear un punto de reunión y un tiempo específico, de modo que nos diera oportunidad de reunir un poco más de información antes de trazar un nuevo plan.
Sí, Elen, explícanos de qué collar habla Bio- Le dije divertido mientras tomaba la jarra que me había traído el barbudo y daba un pequeño sorbo para luego prestar atención a la intrigante historia que tenía por contar; y sin duda que era intrigante, llena de brujos extraños y jinetes oscuros -¿Qué rayos son los jinetes oscuros?- Pensé sin decir nada para no interrumpir el relato de la bruja.
El asunto resultaba ser más serio de lo que yo había imaginado al principio; al momento de encontrarnos en Dundarak jamás imaginé que estuviera metida en algo tan grave, aunque eso explicaba el por qué había atacado al palacio sin detenerse a pensar en consecuencias -¿Pócima de las estrellas?- Pregunté intrigado hasta que recordé ese extraño frasco que había llevado desde la tierra de los lobos sin saber siquiera lo que era -Ah, claro, la recuerdo- Dije cuando vino a mi mente todo con más claridad.
El relato seguía adelante después que me despedí de la bruja aquella vez, la Isla Lunar figuraba como uno de los lugares más peligrosos de Aerandir, de haber sabido que estaba metida en tal embrollo habría tratado de ayudarle más de lo poco que pude hacer aquella vez.
¿A qué te refieres con “Otros Portadores”? ¿Dónde buscarás a los otros?- Pregunté con mucha curiosidad esperando no interrumpir demasiado su relato, pues ciertamente me daba mucha curiosidad el tema -Yo ya estoy planeando ir a arreglar las cosas en Dundarak, tal vez nos veamos por allá- Le dije con una media sonrisa aunque realmente no sabría si ir con ella era una buena idea para evitar conflictos, tal vez si nos veían juntos podrían suponer que volvíamos a atacar y lanzarse contra nosotros.
¿A dónde irán después de aquí?- Pregunté dirigiéndome ahora al grupo entero; si me invitaban a su cacería deberíamos planear un punto de reunión y un tiempo específico, de modo que nos diera oportunidad de reunir un poco más de información antes de trazar un nuevo plan.
Bio
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Su hermana pronto comenzó el relato que esclarecería todo el asunto con Bio en el norte, y de paso, arrojaría un poco de luz sobre el tema también para él. Poco o nada sabía de los asuntos que habían llevado a Elen a la tierra de los dragones, y tampoco tenía conocimiento del resultado de su viaje.
De momento solo conocía que era algo relacionado con un collar, y que ello había provocado graves problemas tanto para el vampiro como para su hermana. Aunque el hombre de la noche parecía que había sido el más perjudicado por lo ocurrido. Eso entendía por la respuesta del moreno ante su forma de hablar. Solo era una expresión hecha, con la que había querido decir que se había formado un buen problema en el norte, más que fuera algo divertido de verdad. Pero Bio no había pillado el sentido real del comentario.
No importaba realmente. Su frase solo servía para incitar a su hermana a tomar la palabra, como ya había hecho, y hacer comprender el verdadero sentido de ella ahora no valía la pena. Menos aún, cuando cada frase de Elen demostraba que la peliblanca le había ocultado tantas cosas, como para ponerse furioso con ella veinte veces por cada una de estas.
La maldición la conocía de tiempo atrás, algo que siempre pesaba sobre sus hombros, pues por su culpa su hermanita había quedado dañada de forma irremediable. Si no la hubiera arrastrado a ese viaje con él, nunca habrían llegado a la ciudad donde la pequeña de los Calhoun adquiriera tal maldición. Si tan solo hubiera esperado unos años más para partir… Quizás entonces su madre no habría sobrevivido, pero su hermana estaría sana. A veces el destino jugaba estas pasadas, donde cada elección podía ser igual de horrible. Solo que afectando a un ser querido distinto dependiendo de la decisión final.
En cualquier caso, Elen había descubierto una forma de frenar su maldición. Y no le había dicho nada. Si por si esto no fuera suficiente para cabrearlo, la benjamina se había metido en toda una odisea de aventura, que además se caracterizaba por su dificultad, y por ende peligrosidad.
- ¿Un dragón de humo? - preguntó sin esperar respuesta, solo para enfatizarlo. Como si un dragón fuera un rival mundano al que se pudiera enfrentar pensando en salir airoso.
Indudablemente su hermana tenía un don natural para la magia. Su control y aprendizaje superaba con creces a la media entre los brujos. No tenía problema en confesar que hacía años que lo había superado en sus actitudes. Porque se alegraba de la fortaleza de su hermanita, y porque no serviría de nada ocultarlo. Cualquiera que los conociera sabía que Elen era más poderosa que él.
- Menos mal que estaba ese brujo para ayudarte y salvarte-, comentó irónico, colocando su bebida sobre la mesa, y meneando la cabeza, molesto. Se había enfrentado a un dragón, era un milagro que estuviera entera y de una pieza.
Sabía perfectamente que ese brujo debía ser más fuerte que él, y que era una mejor ayuda para la peliblanca de lo que nunca sería su hermano mayor. No obstante, bien podían haber ido los tres juntos. Nadie tenía que decirle que su hermana sabía defenderse sola, pero embarcarse en una misión tan peligrosa sin consultarle ni decirle nada, era lo que lo molestaba de todo ello.
Desde la partida de sus padres, Vincent había sido más que un hermano mayor para Elen. Y ciertamente, pese a que vivían sus vidas por separado hasta cierto punto, pensaba que en algo de tal calado lo tendría en cuenta.
- Dragones, pócimas de estrellas, proscritos de Dundarak. Maldita sea, solo falta el dragón oscuro en toda esta historia-, comentó acariciándose la frente, pensativo. Inclinándose hacia adelante para apoyarse sobre la mesa con sus brazos.
- ¿Hay algún modo de ayudarte? - fueron las palabras de Leonora, que se había mantenido al margen y callada desde que llegara, pero ahora veía que su amiga necesitaba mucha ayuda. - Seguro que tu hermano y yo podemos hacer algo. Aunque sea hablar en el norte en tu nombre y devolverte la reputación. Devolveros-, se corrigió al final contando al vampiro.
Era evidente que Len habló primero de la ayuda y el futuro, antes que en el pasado, para desviar la conversación hacia asuntos donde no hubiera reproches. Y donde podrían ser útiles.
Vincent suspiró resignado.
- ¿Le has contado algo de esto a madre? - preguntó. Según había llevado las cosas su hermana, bien podría habérselo ocultado como a él. - Bio tiene razón. ¿Qué otros portadores? Supongo que para acceder a ese plano donde están los jinetes, se necesita un collar como el tuyo obligatoriamente.
No había hecho el comentario en vano. Sabía que eso significaba que lo dejaría atrás para ponerse en peligro nuevamente sin su ayuda. El problema es que esta vez no podría ir con ella aunque quisiera.
- ¿Dónde se podría conseguir uno de esos colgantes? - dijo esta vez. Imaginaba que algo parecido a lo que había hecho Elen, o directamente sería imposible, pero tenía que intentarlo. - Me gustaría poder ayudar de algún modo. Si no puedo conseguir ir contigo a ese plano, al menos poder solucionar vuestros problemas en Dundarak. He tenido mis historias allí, y conozco gente entre los dragones. Seguro que alguno puede ayudarnos para limpiar vuestros nombres-, comentó buscando opciones. - Será un placer verte por la capital de los dragones, Bio. Has ayudado a mi hermana y es algo que no olvidaré. Así que también estaré encantado de poder ayudarte con eso. Y en respuesta a tu pregunta, por ahora volveremos a Lunargenta. Después de allí, imagino que iremos a Beltrexus para buscar información de Aedus el Rojo. A fin de cuentas, la historia de esta noche está lejos de haber acabado. Me gusta cumplir mis misiones hasta el final-, dijo recostándose sobre el espaldar de la silla otra vez.
De momento solo conocía que era algo relacionado con un collar, y que ello había provocado graves problemas tanto para el vampiro como para su hermana. Aunque el hombre de la noche parecía que había sido el más perjudicado por lo ocurrido. Eso entendía por la respuesta del moreno ante su forma de hablar. Solo era una expresión hecha, con la que había querido decir que se había formado un buen problema en el norte, más que fuera algo divertido de verdad. Pero Bio no había pillado el sentido real del comentario.
No importaba realmente. Su frase solo servía para incitar a su hermana a tomar la palabra, como ya había hecho, y hacer comprender el verdadero sentido de ella ahora no valía la pena. Menos aún, cuando cada frase de Elen demostraba que la peliblanca le había ocultado tantas cosas, como para ponerse furioso con ella veinte veces por cada una de estas.
La maldición la conocía de tiempo atrás, algo que siempre pesaba sobre sus hombros, pues por su culpa su hermanita había quedado dañada de forma irremediable. Si no la hubiera arrastrado a ese viaje con él, nunca habrían llegado a la ciudad donde la pequeña de los Calhoun adquiriera tal maldición. Si tan solo hubiera esperado unos años más para partir… Quizás entonces su madre no habría sobrevivido, pero su hermana estaría sana. A veces el destino jugaba estas pasadas, donde cada elección podía ser igual de horrible. Solo que afectando a un ser querido distinto dependiendo de la decisión final.
En cualquier caso, Elen había descubierto una forma de frenar su maldición. Y no le había dicho nada. Si por si esto no fuera suficiente para cabrearlo, la benjamina se había metido en toda una odisea de aventura, que además se caracterizaba por su dificultad, y por ende peligrosidad.
- ¿Un dragón de humo? - preguntó sin esperar respuesta, solo para enfatizarlo. Como si un dragón fuera un rival mundano al que se pudiera enfrentar pensando en salir airoso.
Indudablemente su hermana tenía un don natural para la magia. Su control y aprendizaje superaba con creces a la media entre los brujos. No tenía problema en confesar que hacía años que lo había superado en sus actitudes. Porque se alegraba de la fortaleza de su hermanita, y porque no serviría de nada ocultarlo. Cualquiera que los conociera sabía que Elen era más poderosa que él.
- Menos mal que estaba ese brujo para ayudarte y salvarte-, comentó irónico, colocando su bebida sobre la mesa, y meneando la cabeza, molesto. Se había enfrentado a un dragón, era un milagro que estuviera entera y de una pieza.
Sabía perfectamente que ese brujo debía ser más fuerte que él, y que era una mejor ayuda para la peliblanca de lo que nunca sería su hermano mayor. No obstante, bien podían haber ido los tres juntos. Nadie tenía que decirle que su hermana sabía defenderse sola, pero embarcarse en una misión tan peligrosa sin consultarle ni decirle nada, era lo que lo molestaba de todo ello.
Desde la partida de sus padres, Vincent había sido más que un hermano mayor para Elen. Y ciertamente, pese a que vivían sus vidas por separado hasta cierto punto, pensaba que en algo de tal calado lo tendría en cuenta.
- Dragones, pócimas de estrellas, proscritos de Dundarak. Maldita sea, solo falta el dragón oscuro en toda esta historia-, comentó acariciándose la frente, pensativo. Inclinándose hacia adelante para apoyarse sobre la mesa con sus brazos.
- ¿Hay algún modo de ayudarte? - fueron las palabras de Leonora, que se había mantenido al margen y callada desde que llegara, pero ahora veía que su amiga necesitaba mucha ayuda. - Seguro que tu hermano y yo podemos hacer algo. Aunque sea hablar en el norte en tu nombre y devolverte la reputación. Devolveros-, se corrigió al final contando al vampiro.
Era evidente que Len habló primero de la ayuda y el futuro, antes que en el pasado, para desviar la conversación hacia asuntos donde no hubiera reproches. Y donde podrían ser útiles.
Vincent suspiró resignado.
- ¿Le has contado algo de esto a madre? - preguntó. Según había llevado las cosas su hermana, bien podría habérselo ocultado como a él. - Bio tiene razón. ¿Qué otros portadores? Supongo que para acceder a ese plano donde están los jinetes, se necesita un collar como el tuyo obligatoriamente.
No había hecho el comentario en vano. Sabía que eso significaba que lo dejaría atrás para ponerse en peligro nuevamente sin su ayuda. El problema es que esta vez no podría ir con ella aunque quisiera.
- ¿Dónde se podría conseguir uno de esos colgantes? - dijo esta vez. Imaginaba que algo parecido a lo que había hecho Elen, o directamente sería imposible, pero tenía que intentarlo. - Me gustaría poder ayudar de algún modo. Si no puedo conseguir ir contigo a ese plano, al menos poder solucionar vuestros problemas en Dundarak. He tenido mis historias allí, y conozco gente entre los dragones. Seguro que alguno puede ayudarnos para limpiar vuestros nombres-, comentó buscando opciones. - Será un placer verte por la capital de los dragones, Bio. Has ayudado a mi hermana y es algo que no olvidaré. Así que también estaré encantado de poder ayudarte con eso. Y en respuesta a tu pregunta, por ahora volveremos a Lunargenta. Después de allí, imagino que iremos a Beltrexus para buscar información de Aedus el Rojo. A fin de cuentas, la historia de esta noche está lejos de haber acabado. Me gusta cumplir mis misiones hasta el final-, dijo recostándose sobre el espaldar de la silla otra vez.
Vincent Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
El relato de la bruja suscitó más preguntas entre los miembros del grupo, lo cual era comprensible ya que se trataba de un tema complicado, así que tras esperar pacientemente a que terminasen de formular las nuevas cuestiones, Elen volvió a tomar la palabra. - Agradezco tú intención pero prefiero encargarme yo misma de arreglarlo, no sé hasta qué punto se me han complicado las cosas en el norte y no quiero que os veáis involucrados en más problemas. - respondió, en primer lugar a Leonora. - Madre lo sabe todo, se lo conté la noche en que nos reencontramos en las afueras de Lunargenta, cuando aquella joven vampira nos ayudó a entrar a la ciudad. - continuó, ésta vez para Vincent.
Revelar que Yennefer la había estado entrenando para cumplir con su misión no era necesario, así que omitió ese detalle para centrarse en la siguiente pregunta. - En cuanto a los otros portadores… somos cuatro centinelas en total, cada uno de ellos tiene un artefacto como el mío y se encuentra en una región diferente, Amaterasu en el norte, Vladimir en el oeste, Melena Blanca en el este y yo en el sur. - explicó, aunque quizá estaba dando demasiada información. - Nuestra misión es proteger estas tierras de cualquier mal, así que tanto las islas como Verisar están ahora bajo mi custodia. - añadió, para luego centrarse en la cuestión de su hermano.
- No puedes acompañarme Vince, no hay modo de que consigas otro de estos objetos y tampoco te permitiría llevar tal carga. - aseguró, para instantes después explicarse un poco mejor. - Veréis, el medallón me permite luchar contra ellos pero también contiene almas malignas, que tarde o temprano comenzarán a cambiarme, del mismo modo que han hecho con los demás centinelas. - reveló, con un deje de preocupación en la voz, apenas perceptible. - Por desgracia mi artefacto es el que más oscuridad guarda de los cuatro, eso implica que tengo menos tiempo que mis compañeros antes de que empiece a afectarme, ahí es donde entráis vosotros dos. - continuó, mirando a Vincent y a Leonora.
- Necesito que estéis muy atentos a cualquier cambio en mi comportamiento mientras nos mantengamos juntos, y que no permitáis que haga nada de lo que me pueda arrepentir luego. - indicó, aunque sabía que su camino no tardaría en separarse del de sus hermanos. - Sé que a vosotros no os haré daño ni siquiera bajo el influjo de esas almas, por eso os acompañaré hasta haber solucionado el tema de Aedus, luego seguiré mi camino en solitario, será mejor así. - dijo a modo de final, al menos en cuanto a su nuevo cargo de centinela se refería. - Quizá nos encontremos en Dundarak más adelante, cuando las cosas se calmen y podamos finalmente limpiar nuestros nombres y desvincularnos de Lazid y su banda. - agregó, ésta vez mirando al vampiro.
Elen iba a tener mucho trabajo, no solo debía proteger el sur, también tenía que seguir entrenando de forma constante antes de iniciar su búsqueda del resto de centinelas, y teniendo en cuenta que el tiempo estaba en su contra, cuanta más prisa se diese en volver a las islas mejor. Aedus el Rojo sería su próximo objetivo, pero luego tendría que centrarse en su misión y comenzar a reunir pistas sobre el paradero de Vladimir, cosa que no resultaría fácil ya que llevaba años desaparecido. Además con la escasa información que Tarivius le había dado acerca del inmortal tampoco sabía muy bien cómo debía tratar con él, llevaba más de un siglo bajo el influjo de su rubí de sangre y eso sin duda lo habría vuelto malvado y egoísta, a lo que había que sumar su creencia de que los vampiros estaban por encima del resto de razas.
No sería fácil convencerlo para que luchase, pero la de cabellos cenicientos tenía que intentarlo, y sabiendo la afinidad que existía entre el inmortal y Amaterasu, convencer a uno ayudaría mucho a que el otro también accediese a participar en la batalla contra los jinetes. Melena Blanca sería el último de los cuatro, y de algún modo la hechicera tendría que conseguir que se uniese al resto, a pesar de no soportar ni al vampiro ni a la ilusionista del norte.
Revelar que Yennefer la había estado entrenando para cumplir con su misión no era necesario, así que omitió ese detalle para centrarse en la siguiente pregunta. - En cuanto a los otros portadores… somos cuatro centinelas en total, cada uno de ellos tiene un artefacto como el mío y se encuentra en una región diferente, Amaterasu en el norte, Vladimir en el oeste, Melena Blanca en el este y yo en el sur. - explicó, aunque quizá estaba dando demasiada información. - Nuestra misión es proteger estas tierras de cualquier mal, así que tanto las islas como Verisar están ahora bajo mi custodia. - añadió, para luego centrarse en la cuestión de su hermano.
- No puedes acompañarme Vince, no hay modo de que consigas otro de estos objetos y tampoco te permitiría llevar tal carga. - aseguró, para instantes después explicarse un poco mejor. - Veréis, el medallón me permite luchar contra ellos pero también contiene almas malignas, que tarde o temprano comenzarán a cambiarme, del mismo modo que han hecho con los demás centinelas. - reveló, con un deje de preocupación en la voz, apenas perceptible. - Por desgracia mi artefacto es el que más oscuridad guarda de los cuatro, eso implica que tengo menos tiempo que mis compañeros antes de que empiece a afectarme, ahí es donde entráis vosotros dos. - continuó, mirando a Vincent y a Leonora.
- Necesito que estéis muy atentos a cualquier cambio en mi comportamiento mientras nos mantengamos juntos, y que no permitáis que haga nada de lo que me pueda arrepentir luego. - indicó, aunque sabía que su camino no tardaría en separarse del de sus hermanos. - Sé que a vosotros no os haré daño ni siquiera bajo el influjo de esas almas, por eso os acompañaré hasta haber solucionado el tema de Aedus, luego seguiré mi camino en solitario, será mejor así. - dijo a modo de final, al menos en cuanto a su nuevo cargo de centinela se refería. - Quizá nos encontremos en Dundarak más adelante, cuando las cosas se calmen y podamos finalmente limpiar nuestros nombres y desvincularnos de Lazid y su banda. - agregó, ésta vez mirando al vampiro.
Elen iba a tener mucho trabajo, no solo debía proteger el sur, también tenía que seguir entrenando de forma constante antes de iniciar su búsqueda del resto de centinelas, y teniendo en cuenta que el tiempo estaba en su contra, cuanta más prisa se diese en volver a las islas mejor. Aedus el Rojo sería su próximo objetivo, pero luego tendría que centrarse en su misión y comenzar a reunir pistas sobre el paradero de Vladimir, cosa que no resultaría fácil ya que llevaba años desaparecido. Además con la escasa información que Tarivius le había dado acerca del inmortal tampoco sabía muy bien cómo debía tratar con él, llevaba más de un siglo bajo el influjo de su rubí de sangre y eso sin duda lo habría vuelto malvado y egoísta, a lo que había que sumar su creencia de que los vampiros estaban por encima del resto de razas.
No sería fácil convencerlo para que luchase, pero la de cabellos cenicientos tenía que intentarlo, y sabiendo la afinidad que existía entre el inmortal y Amaterasu, convencer a uno ayudaría mucho a que el otro también accediese a participar en la batalla contra los jinetes. Melena Blanca sería el último de los cuatro, y de algún modo la hechicera tendría que conseguir que se uniese al resto, a pesar de no soportar ni al vampiro ni a la ilusionista del norte.
Elen Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
No podía siquiera imaginar cómo podría haber sido enfrentar a un dragón de humo; bastante difícil que era enfrentar a un hombre mitad dragón, así que luchar contra uno completo debía ser un completo suicidio, tendría que haber estado muy desesperada para aceptar semejante tarea -De hecho, un dragón de humo es técnicamente un dragón oscuro- Acoté al comentario del brujo a modo de chiste para romper la tensión del momento -Porque es, humo, y el humo es... Ya sabes, oscuro... Olvídalo- Dije finalmente tras tratar de explicar el triste intento de chiste acerca del dragón de humo, aunque me quedaba la curiosidad de saber si semejante criatura podría ser capturada.
Yo ya iré a recuperar mi reputación, aunque tampoco es que haya mucho que recuperar- Respondí a la oferta pues la verdad, me parecía más sensato ir por mi cuenta para que nadie saliera herido en caso de que me atacaran antes de querer hablar para arreglar las cosas; era un problema que necesitaba resolver con palabras y no con violencia, por lo que ir solo podría ser la opción más prudente ¿O no?
Tras escuchar la historia de la bruja me comenzaba a generar más curiosidad ese collar -Tal vez debí quedármelo- Pensé sin decir nada ante lo extraño y poderoso que resultaba, no estaría de más tratar de ponerle las manos encima una vez más para estudiarlo de forma adecuada -Se me da bien la magia arcana y la oscuridad es aliada de los vampiros- Mencioné a la bruja -Tal vez pueda ayudarte un poco con los efectos negativos del collar- Ofrecí a la bruja usando más la lógica que la sensatez, pues antes de intentar cualquier cosa sería necesario investigar acerca de tales objetos para evitar causar un desastre mayor.
Vincent me había ofrecido ayuda para resolver las cosas en Dundarak, mencionando que conocía personas, cosa que en cierto modo me preocupaba, pues si esos conocidos eran de la Logia seguramente podría meterlo en problemas -Espero que conozcas a las personas correctas- Dije al brujo en tono jocoso aunque era un comentario bastante serio en el fondo -Debo resolver algunas cosas aún, espero poder seguirles el paso y alcanzarlos en Beltrexus- Expliqué al grupo de magos -Aunque una vez en la isla ¿Dónde puedo buscarlos?- Pregunté algo que hasta ahora no me pasaba por la mente, la isla no era tan pequeña como para encontrar a cualquiera, así que lo correcto sería establecer un día y un punto de reunión para volver a encontrarnos sin problemas.
Me recosté en la silla pensando en todo lo que aún me faltaba por hacer y en lo poco que había logrado de las cosas que había planeado a comienzos de año, el tiempo pasaba de prisa y muchas distracciones surgían de todos lados para evitar que cumpliera mis planes para cerrar ciertos ciclos de mi vida que se venían postergando cada vez más y más.
Yo ya iré a recuperar mi reputación, aunque tampoco es que haya mucho que recuperar- Respondí a la oferta pues la verdad, me parecía más sensato ir por mi cuenta para que nadie saliera herido en caso de que me atacaran antes de querer hablar para arreglar las cosas; era un problema que necesitaba resolver con palabras y no con violencia, por lo que ir solo podría ser la opción más prudente ¿O no?
Tras escuchar la historia de la bruja me comenzaba a generar más curiosidad ese collar -Tal vez debí quedármelo- Pensé sin decir nada ante lo extraño y poderoso que resultaba, no estaría de más tratar de ponerle las manos encima una vez más para estudiarlo de forma adecuada -Se me da bien la magia arcana y la oscuridad es aliada de los vampiros- Mencioné a la bruja -Tal vez pueda ayudarte un poco con los efectos negativos del collar- Ofrecí a la bruja usando más la lógica que la sensatez, pues antes de intentar cualquier cosa sería necesario investigar acerca de tales objetos para evitar causar un desastre mayor.
Vincent me había ofrecido ayuda para resolver las cosas en Dundarak, mencionando que conocía personas, cosa que en cierto modo me preocupaba, pues si esos conocidos eran de la Logia seguramente podría meterlo en problemas -Espero que conozcas a las personas correctas- Dije al brujo en tono jocoso aunque era un comentario bastante serio en el fondo -Debo resolver algunas cosas aún, espero poder seguirles el paso y alcanzarlos en Beltrexus- Expliqué al grupo de magos -Aunque una vez en la isla ¿Dónde puedo buscarlos?- Pregunté algo que hasta ahora no me pasaba por la mente, la isla no era tan pequeña como para encontrar a cualquiera, así que lo correcto sería establecer un día y un punto de reunión para volver a encontrarnos sin problemas.
Me recosté en la silla pensando en todo lo que aún me faltaba por hacer y en lo poco que había logrado de las cosas que había planeado a comienzos de año, el tiempo pasaba de prisa y muchas distracciones surgían de todos lados para evitar que cumpliera mis planes para cerrar ciertos ciclos de mi vida que se venían postergando cada vez más y más.
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Vincent no se sorprendió antes las respuestas de su hermana. Pues entraban dentro de lo normal. La conocía perfectamente, y antes de que la peliblanca dijera nada, ya sabía que preferiría hacer las cosas sin ayuda de nadie, antes que acabar involucrando a otra persona.
- ¿Qué madre lo sabe todo? ¿Y desde el día que llegué a Lunargenta con ella? - preguntó sin dar crédito. Aunque su reacción era más bien fruto de la sorpresa, y no porque pensara que su hermana le hubiera mentido. - ¿Y cuando pensabas decírmelo? - dijo un tanto molesto, pero sin dejarse embargar por el desazón.
Ya había tenido suficiente ración de secretos impactantes, como para que ahora esta nueva información lo volviera a molestar como había ocurrido antes. Todo lo que le había contado sobre su viaje, le hacía indicar que había sido una aventura sumamente peligrosa. Y al no haber contado con él para esa situación arriesgada, así como por ni tan siquiera haberle dicho nada al respecto, había llegado hasta el punto de enfadarse.
Que desde hacía tanto tiempo se hubiera decidido por contarlo a su madre, pero a él no, era algo que lo disgustaba, más no tanto como lo otro.
Aunque después de pensar un poco, el rubio no podía calibrar si estaba más molesto con la actitud de su hermana, o con la de su madre. Había pasado suficiente tiempo para que alguna de las dos se hubiera pronunciado y contarle todo lo sucedido. Seguramente, Elen habría pedido expresamente a Yennefer que no dijera nada, pero aún, él era si hijo también. Tampoco es que se lo hubiera ido contando a un total desconocido.
- Hey, eso ha tenido gracia-, contestó al vampiro en referencia al dragón, una vez había dejado atrás su molestia, así como los por qué de tanto secretismo hacia su persona. - Suena bien-, prosiguió tomando un sorbo del hidromiel. - Entonces eres un experto en arcanos, además de en la magia oscura. Con tus conocimientos en ambas materias, quizás puedas hacer algo que mitigue esos efectos negativos-, comentó acariciándose la barba.
Él también era experto en arcanos, por ello entendía perfectamente que la combinación de esos conocimientos con la magia oscura podría ser muy útil con el collar. El vampiro podría ayudar con los efectos negativos mucho mejor que él.
- No permitirías que llevara esa carga, pero sabes bien que eso no me detendría-, respondió esta vez a su hermana. Aunque entendía, resignado, que tampoco era probable que consiguiera uno de esos medallones a tiempo para la misión que tenía pensado Elen. - ¿Qué tipo de cambio? - preguntó con cierta preocupación.
No sonaba bien esa parte de la historia. Sobre todo lo de: “no permitáis que haga nada de lo que me pueda arrepentir luego” Eso ya no es que no sonara bien, es que rechinaba en su cabeza directamente.
- No tengo tan claro que sea mejor dejarte ir sola. Eso ya lo hablaremos en su momento-, comentó para no seguir insistiendo demasiado en ese punto. Por esa noche ya había mareado la perdiz suficientemente. - Pero estaremos a tu lado hasta entonces, decidas lo que decidas al final. Veremos que en claro podemos sacar de ese nombre. No tenemos mucho más aparte de eso, y es evidente que debe ser algún apodo o nombre falso.
Sería complicado llegar hasta ese personaje teniendo tan pocos datos, pero igualmente no serían muchos los que se arriesgarían a mover ficha para provocar a los vampiros.
- Pregunta por los Stone cuando llegues a la isla. Son conocidos allí, y será la forma más fácil de llegar hasta nosotros-, contestó esta vez al moreno. - Aunque ellos te encontrarán a ti, para ser exactos. En cuanto preguntes por ellos, llamarás su atención.
- Oh. Para un chico tan guapo, es fácil llamar la atención, querido Vinc-, dijo con una media sonrisa Leonora. - Pero Vinc tiene razón, pregunta por mi familia en las islas. Será la forma más sencilla de reunirnos cuando visites las islas.
El rubio rió ligeramente ante la picardía y osadía de su amiga. No había cambiado nada desde la última vez que la viera.
- Pues creo que todo ha quedado claro, y no hay mucho más que decir. Si les parece bien, será mejor que dejemos que el tiempo siga su curso, y dejarlo por ahora. Ha sido una noche larga y será mejor que nos retiremos y descansemos todos-, comentó después de apurar su bebida. - Mi hermana y yo volveremos a Lunargenta, y Len a las islas. Nos veremos todos allí dentro de un mes o dos, si les parece. Será tiempo suficiente para recabar información de ese tipo. Y como ya dije antes, puedes contactar con los Stone allí. Aunque también puedes hacerlo directamente conmigo, en Lunargenta. Vivo en la zona portuaria de la ciudad. Tengo un negocio allí llamado “La Espada Arcana”. Te será fácil encontrarlo. No hay muchos brujos por esa zona-, sonrió. - Si creen que queda algo en el tintero. Ahora es el momento de pronunciarse. Antes de irnos a nuestras habitaciones-, dijo finalmente.
No creía que hubiera mucho más que decir. Pero aún así debía esperar las respuestas de sus compañeros, para luego poder retirarse a su dormitorio alquilado. Su cuerpo bien que necesitaba un lugar cómodo en el cual poder echarse, pues estaba muy cansado después del viaje a caballo hasta allí, del que no pudo descansar antes de embarcarse en la pelea contra brujos. Que, por otra parte, había salido mejor de lo esperado.
Al menos habían conseguido salvar a Syra. Quizás también detener la guerra, si Elsen no se dejaba llevar por la venganza. E incluso habían logrado una información valiosa. Un nombre. Aedus el Rojo.
- ¿Qué madre lo sabe todo? ¿Y desde el día que llegué a Lunargenta con ella? - preguntó sin dar crédito. Aunque su reacción era más bien fruto de la sorpresa, y no porque pensara que su hermana le hubiera mentido. - ¿Y cuando pensabas decírmelo? - dijo un tanto molesto, pero sin dejarse embargar por el desazón.
Ya había tenido suficiente ración de secretos impactantes, como para que ahora esta nueva información lo volviera a molestar como había ocurrido antes. Todo lo que le había contado sobre su viaje, le hacía indicar que había sido una aventura sumamente peligrosa. Y al no haber contado con él para esa situación arriesgada, así como por ni tan siquiera haberle dicho nada al respecto, había llegado hasta el punto de enfadarse.
Que desde hacía tanto tiempo se hubiera decidido por contarlo a su madre, pero a él no, era algo que lo disgustaba, más no tanto como lo otro.
Aunque después de pensar un poco, el rubio no podía calibrar si estaba más molesto con la actitud de su hermana, o con la de su madre. Había pasado suficiente tiempo para que alguna de las dos se hubiera pronunciado y contarle todo lo sucedido. Seguramente, Elen habría pedido expresamente a Yennefer que no dijera nada, pero aún, él era si hijo también. Tampoco es que se lo hubiera ido contando a un total desconocido.
- Hey, eso ha tenido gracia-, contestó al vampiro en referencia al dragón, una vez había dejado atrás su molestia, así como los por qué de tanto secretismo hacia su persona. - Suena bien-, prosiguió tomando un sorbo del hidromiel. - Entonces eres un experto en arcanos, además de en la magia oscura. Con tus conocimientos en ambas materias, quizás puedas hacer algo que mitigue esos efectos negativos-, comentó acariciándose la barba.
Él también era experto en arcanos, por ello entendía perfectamente que la combinación de esos conocimientos con la magia oscura podría ser muy útil con el collar. El vampiro podría ayudar con los efectos negativos mucho mejor que él.
- No permitirías que llevara esa carga, pero sabes bien que eso no me detendría-, respondió esta vez a su hermana. Aunque entendía, resignado, que tampoco era probable que consiguiera uno de esos medallones a tiempo para la misión que tenía pensado Elen. - ¿Qué tipo de cambio? - preguntó con cierta preocupación.
No sonaba bien esa parte de la historia. Sobre todo lo de: “no permitáis que haga nada de lo que me pueda arrepentir luego” Eso ya no es que no sonara bien, es que rechinaba en su cabeza directamente.
- No tengo tan claro que sea mejor dejarte ir sola. Eso ya lo hablaremos en su momento-, comentó para no seguir insistiendo demasiado en ese punto. Por esa noche ya había mareado la perdiz suficientemente. - Pero estaremos a tu lado hasta entonces, decidas lo que decidas al final. Veremos que en claro podemos sacar de ese nombre. No tenemos mucho más aparte de eso, y es evidente que debe ser algún apodo o nombre falso.
Sería complicado llegar hasta ese personaje teniendo tan pocos datos, pero igualmente no serían muchos los que se arriesgarían a mover ficha para provocar a los vampiros.
- Pregunta por los Stone cuando llegues a la isla. Son conocidos allí, y será la forma más fácil de llegar hasta nosotros-, contestó esta vez al moreno. - Aunque ellos te encontrarán a ti, para ser exactos. En cuanto preguntes por ellos, llamarás su atención.
- Oh. Para un chico tan guapo, es fácil llamar la atención, querido Vinc-, dijo con una media sonrisa Leonora. - Pero Vinc tiene razón, pregunta por mi familia en las islas. Será la forma más sencilla de reunirnos cuando visites las islas.
El rubio rió ligeramente ante la picardía y osadía de su amiga. No había cambiado nada desde la última vez que la viera.
- Pues creo que todo ha quedado claro, y no hay mucho más que decir. Si les parece bien, será mejor que dejemos que el tiempo siga su curso, y dejarlo por ahora. Ha sido una noche larga y será mejor que nos retiremos y descansemos todos-, comentó después de apurar su bebida. - Mi hermana y yo volveremos a Lunargenta, y Len a las islas. Nos veremos todos allí dentro de un mes o dos, si les parece. Será tiempo suficiente para recabar información de ese tipo. Y como ya dije antes, puedes contactar con los Stone allí. Aunque también puedes hacerlo directamente conmigo, en Lunargenta. Vivo en la zona portuaria de la ciudad. Tengo un negocio allí llamado “La Espada Arcana”. Te será fácil encontrarlo. No hay muchos brujos por esa zona-, sonrió. - Si creen que queda algo en el tintero. Ahora es el momento de pronunciarse. Antes de irnos a nuestras habitaciones-, dijo finalmente.
No creía que hubiera mucho más que decir. Pero aún así debía esperar las respuestas de sus compañeros, para luego poder retirarse a su dormitorio alquilado. Su cuerpo bien que necesitaba un lugar cómodo en el cual poder echarse, pues estaba muy cansado después del viaje a caballo hasta allí, del que no pudo descansar antes de embarcarse en la pelea contra brujos. Que, por otra parte, había salido mejor de lo esperado.
Al menos habían conseguido salvar a Syra. Quizás también detener la guerra, si Elsen no se dejaba llevar por la venganza. E incluso habían logrado una información valiosa. Un nombre. Aedus el Rojo.
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
Vincent, como era de esperar, no se tomó demasiado bien el hecho de que su madre se hubiese enterado de todo aquello antes que él, pero tras unos instantes, la intervención del vampiro hizo que su enfado disminuyese un poco. Por su parte, Bio, al igual que el rubio, tenía experiencia con la magia arcana, pero además contaba con la ventaja de que su raza estuviese relacionada con la oscuridad, razón por la cual se ofreció a ayudarla, usando ambas cosas para intentar paliar los efectos negativos que las sombrías almas del medallón tenían sobre ella. - Os doy las gracias pero no hay nada que se pueda hacer al respecto, debo cumplir mi misión lo antes posible, solo así podré estar en paz. - aseguró la joven, guardando nuevamente el colgante dentro de sus ropajes.
La verdad era que se había vuelto reacia a desprenderse de aquel artefacto, desde que lo llevó al artesano de Beltrexus para arreglarle la cadena no había vuelto a dárselo a nadie, y no pensaba hacerlo ahora. Elen había pasado por mucho para conseguirlo y era el único objeto que le permitiría luchar contra sus demonios, no podía arriesgarse a perderlo. - En cuanto al cambio… - comenzó a decir, antes de que pudiesen intervenir para insistir en revisar el medallón. - La oscuridad que contiene termina malogrando a su portador, dos de los centinelas ya han sucumbido a ella, es muy probable que me ocurra lo mismo si no me doy prisa. - continuó, dando por hecho que Melena Blanca tardaría más en cambiar dado que portaba el artefacto con menos almas malignas.
- Por ahora terminemos con este asunto, Aedus debe rendir cuentas. Luego podré seguir mi camino. - añadió, justo antes de que su hermano diese al vampiro las indicaciones pertinentes para su reencuentro en las islas. Leonora también intervino, dejando entrever un ligero interés por el moreno, cosa que sorprendió a la de ojos verdes, pues no estaba acostumbrada a ver a la joven Stone en aquel tipo de situaciones.
Vince no tardó en proponer que todos se retirasen a descansar, dando la jornada por finalizada a pesar de que el sol estaba a punto de salir. Luego los hechiceros regresarían al sur, Leonora a las islas y los Calhoun a Lunargenta, aunque la centinela no disponía del tiempo que su hermano proponía. - Como comprenderás no puedo perder dos meses para resolver esto, te acompañaré a la ciudad pero solo con el fin de reabastecerme, luego viajaré a las islas e intentaré dar con ese tal Aedus lo antes posible. - indicó, para acto seguido hacer un barrido con la mirada por el local.
La cercanía del amanecer había conseguido que el número de clientes se redujese con respecto a su visita anterior, pero aun así no era prudente hablar de más en aquel lugar, sobre todo teniendo en cuenta que cualquiera de los presentes podía ser un trabajador del Elsen, y que por tanto, de seguir las indicaciones del rubio el noble tendría de uno a dos meses para cobrar su venganza, lo que desencadenaría un nuevo conflicto entre razas, echando por tierra todo el trabajo del grupo. - En cuanto me haya ocupado de ese problemático hechicero podré volver a centrarme en la misión que me dejó Tarivius. - pensó para sí, consciente de que eso englobaría tanto el proteger de amenazas las islas Illidenses y Verisar, encontrar el resto de centinelas y además, vigilar isla lunar para que nadie más cometiese el error de liberar a otro Tarmúnil.
Era mucho trabajo para una sola persona, pero no le quedaba de otra, debía cumplir con su nuevo cargo. Llevándose una mano al rostro, la de cabellos cenicientos se frotó levemente los ojos en señal de cansancio y se levantó de su asiento, era hora de irse a descansar al menos unas horas, hasta que pudiesen emprender el trayecto de regreso al sur. - Si me disculpan, me retiro. - comentó, antes de volver el rostro hacia el vampiro. - Hasta la próxima Bio, seguramente nos volvamos a encontrar muy pronto. - añadió, para luego centrar su atención en el par de brujos. - A vosotros os veo luego. - dijo sin apenas elevar la voz, dando unos escasos segundos para posibles respuestas antes de encaminarse hacia el piso de arriba.
La verdad era que se había vuelto reacia a desprenderse de aquel artefacto, desde que lo llevó al artesano de Beltrexus para arreglarle la cadena no había vuelto a dárselo a nadie, y no pensaba hacerlo ahora. Elen había pasado por mucho para conseguirlo y era el único objeto que le permitiría luchar contra sus demonios, no podía arriesgarse a perderlo. - En cuanto al cambio… - comenzó a decir, antes de que pudiesen intervenir para insistir en revisar el medallón. - La oscuridad que contiene termina malogrando a su portador, dos de los centinelas ya han sucumbido a ella, es muy probable que me ocurra lo mismo si no me doy prisa. - continuó, dando por hecho que Melena Blanca tardaría más en cambiar dado que portaba el artefacto con menos almas malignas.
- Por ahora terminemos con este asunto, Aedus debe rendir cuentas. Luego podré seguir mi camino. - añadió, justo antes de que su hermano diese al vampiro las indicaciones pertinentes para su reencuentro en las islas. Leonora también intervino, dejando entrever un ligero interés por el moreno, cosa que sorprendió a la de ojos verdes, pues no estaba acostumbrada a ver a la joven Stone en aquel tipo de situaciones.
Vince no tardó en proponer que todos se retirasen a descansar, dando la jornada por finalizada a pesar de que el sol estaba a punto de salir. Luego los hechiceros regresarían al sur, Leonora a las islas y los Calhoun a Lunargenta, aunque la centinela no disponía del tiempo que su hermano proponía. - Como comprenderás no puedo perder dos meses para resolver esto, te acompañaré a la ciudad pero solo con el fin de reabastecerme, luego viajaré a las islas e intentaré dar con ese tal Aedus lo antes posible. - indicó, para acto seguido hacer un barrido con la mirada por el local.
La cercanía del amanecer había conseguido que el número de clientes se redujese con respecto a su visita anterior, pero aun así no era prudente hablar de más en aquel lugar, sobre todo teniendo en cuenta que cualquiera de los presentes podía ser un trabajador del Elsen, y que por tanto, de seguir las indicaciones del rubio el noble tendría de uno a dos meses para cobrar su venganza, lo que desencadenaría un nuevo conflicto entre razas, echando por tierra todo el trabajo del grupo. - En cuanto me haya ocupado de ese problemático hechicero podré volver a centrarme en la misión que me dejó Tarivius. - pensó para sí, consciente de que eso englobaría tanto el proteger de amenazas las islas Illidenses y Verisar, encontrar el resto de centinelas y además, vigilar isla lunar para que nadie más cometiese el error de liberar a otro Tarmúnil.
Era mucho trabajo para una sola persona, pero no le quedaba de otra, debía cumplir con su nuevo cargo. Llevándose una mano al rostro, la de cabellos cenicientos se frotó levemente los ojos en señal de cansancio y se levantó de su asiento, era hora de irse a descansar al menos unas horas, hasta que pudiesen emprender el trayecto de regreso al sur. - Si me disculpan, me retiro. - comentó, antes de volver el rostro hacia el vampiro. - Hasta la próxima Bio, seguramente nos volvamos a encontrar muy pronto. - añadió, para luego centrar su atención en el par de brujos. - A vosotros os veo luego. - dijo sin apenas elevar la voz, dando unos escasos segundos para posibles respuestas antes de encaminarse hacia el piso de arriba.
Elen Calhoun
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Re: El credo del brujo {Libre} {Cerrado}
El brujo no parecía nada contento con el hecho de que le hubiesen ocultado varias cosas, más aun sabiendo que otras personas sí se habían enterado, yo por mi parte no tenía el derecho a exigir nada más allá que el conocer los eventos que me habían llevado a mi situación actual como un proscrito de la tierra de los dragones, cosa que no era nada agradable, sobre todo porque me había impedido cumplir con la promesa de visitar la familia de una compañera del norte; me quedé atrapado en mis pensamientos pensando en lo que habría sido de ella hasta que el comentario del rubio me hizo volver a este plano -Bueno, tanto como un experto no- Expliqué con modestia -Pero ahí le vamos- Dije finalmente ya sin querer llamar demasiado la atención del brujo que por el simple hecho de pertenecer a esa raza posiblemente supiera más del tema que yo.
Posteriormente Elen nos advirtió de lo peligroso que era el fulano collar y los efectos que podía llegar a causar en sus portadores, negándose con ello a recibir cualquier ayuda, sin embargo aquello no hizo más que llamar mi atención acerca de esos fulanos centinelas, jamás había escuchado tal cosa pero parecían ser bastante reales, por lo que ya me dedicaría a investigar acerca de ello cuando tuviera tiempo suficiente para hacer algo que no fuera luchar por mi vida o por la vida de alguien más.
El rubio por su parte se mostraba ahora bastante sobreprotector con su hermana, cosa que me causaba algo de gracia porque a mi parecer sería más bien la bruja quien se encargaría sin problemas de protegerlo, ya la había visto en acción y me parecía la bruja más poderosa que hubiera visto jamás, y había visto ya unas cuantas, aunque tal vez el barbudo se había guardado sus mejores trucos y aún no había visto lo mejor de él, a fin de cuentas yo también me había guardado los míos... Por precaución.
Escuché con atención las indicaciones de Vincent, levantando una ceja ante los coqueteos de la simpática bruja -Preguntar por los Stone, entiendo- Asentí con la cabeza creando una nota mental que esperaba no olvidar para entonces; un mes me parecía tiempo más que suficiente para volver a la isla, igual debía volver para informar en el gremio que quedaba justo en Beltrexus, así que de ahí pasaría de inmediato a buscar a los famosos Stone, considerando lo poco amigables que me resultaban los habitantes de la zona, me haría bien contar con algún refugio adicional en tierra de brujos.
Además de eso el rubio me ofreció otra opción que resultaba bastante interesante, un negocio en el puerto de Lunargenta con un nombre tan peculiar no debía ser difícil de encontrar; además al presumir de la palabra “Arcana” en el nombre, seguramente él sí era un verdadero experto -Algo me dice que ciertamente nos veremos pronto- Dije en un comentario dirigido a Elen aunque finalmente había englobado a todos, eran un grupo de brujos bastante peculiar -Yo también debo irme- Dije levantándome de la silla -Aunque me temo que me quedaré en otro lugar- Señalé sin querer dar más detalles de los debidos -Si llego antes, los estaré esperando en las islas, espero que no comiencen sin mí- Advertí con picardía -Y no le digo eso a todo el mundo- Mencioné mientras me daba la vuelta para dirigirme hacia la salida.
Posteriormente Elen nos advirtió de lo peligroso que era el fulano collar y los efectos que podía llegar a causar en sus portadores, negándose con ello a recibir cualquier ayuda, sin embargo aquello no hizo más que llamar mi atención acerca de esos fulanos centinelas, jamás había escuchado tal cosa pero parecían ser bastante reales, por lo que ya me dedicaría a investigar acerca de ello cuando tuviera tiempo suficiente para hacer algo que no fuera luchar por mi vida o por la vida de alguien más.
El rubio por su parte se mostraba ahora bastante sobreprotector con su hermana, cosa que me causaba algo de gracia porque a mi parecer sería más bien la bruja quien se encargaría sin problemas de protegerlo, ya la había visto en acción y me parecía la bruja más poderosa que hubiera visto jamás, y había visto ya unas cuantas, aunque tal vez el barbudo se había guardado sus mejores trucos y aún no había visto lo mejor de él, a fin de cuentas yo también me había guardado los míos... Por precaución.
Escuché con atención las indicaciones de Vincent, levantando una ceja ante los coqueteos de la simpática bruja -Preguntar por los Stone, entiendo- Asentí con la cabeza creando una nota mental que esperaba no olvidar para entonces; un mes me parecía tiempo más que suficiente para volver a la isla, igual debía volver para informar en el gremio que quedaba justo en Beltrexus, así que de ahí pasaría de inmediato a buscar a los famosos Stone, considerando lo poco amigables que me resultaban los habitantes de la zona, me haría bien contar con algún refugio adicional en tierra de brujos.
Además de eso el rubio me ofreció otra opción que resultaba bastante interesante, un negocio en el puerto de Lunargenta con un nombre tan peculiar no debía ser difícil de encontrar; además al presumir de la palabra “Arcana” en el nombre, seguramente él sí era un verdadero experto -Algo me dice que ciertamente nos veremos pronto- Dije en un comentario dirigido a Elen aunque finalmente había englobado a todos, eran un grupo de brujos bastante peculiar -Yo también debo irme- Dije levantándome de la silla -Aunque me temo que me quedaré en otro lugar- Señalé sin querer dar más detalles de los debidos -Si llego antes, los estaré esperando en las islas, espero que no comiencen sin mí- Advertí con picardía -Y no le digo eso a todo el mundo- Mencioné mientras me daba la vuelta para dirigirme hacia la salida.
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