Marcas en la tierra [Interpretativo] [Libre]

Una simple tarde en la aldea de Ulmer, donde su clima, hacía que incluso en invierno a ciertas horas del día, hiciese calor caminaba deprisa como de costumbre, con la capa cubriéndome el rostro sin dejar que nadie se fijara en mi. Es un no parar, con el tiempo he aprendido que solo los más fuertes sobreviven y no soy tan fuerte. Maldita sea, si solo hubiese ignorado aquella sombra ya habría acabado todo y no estaría sufriendo, pero la vida me dio una oportunidad, la cual no pensaba desaprovechar. A veces los recuerdos me atormentan, hay algo en mi que me lleva a creer que aquello no pasó, pero ya es tarde, debo concentrarme en cazar, si no, no podré cenar, como usualmente pasaba. Seguramente esa noche volvería a dormir en el bosque,
subsisto a base de lo que encuentro y ciertos trabajos que hago para conseguir objetos que son difíciles de conseguir para alguien como yo, de todos modos, aguanto como puedo.

Una vez fuera de la ciudad y cercano al bosque, me transformo. Ese estado me mantenía en una libertad indescriptible, corro lo más rápido que puedo, a veces parece que intente huir de algo, mi pasado, a cada piedra que salto o árbol que rodeo, ahí está.
Intento mantenerme cuerdo en el frondoso bosque, ya debería tenerlo dominado, conozco los alrededores de memoria, nada puede alterarlos pero sigo alerta, la última vez que confíe en algo, todo mi alrededor se esfumó y no va a volver a pasar, no si puedo impedirlo. Hace años que dejó de doler físicamente, pero todo queda en la mente y hago uso de la furia que recorrió mi cuerpo ese día en momentos en los que haga falta, pero no la he usado aún.

Llevo casi dos horas de caza y no he encontrado nada más que dos liebres, algo me pasa, ¿quizá me esté volviendo débil?, no creo. Me vuelvo a transformar a humano, necesito respirar, hay muchos rastros que seguir pero no se por donde empezar, tengo cosas que hacer pero no finalizo ninguna, no me puedo concentrar. Me siento mareado, allí sentado, abrigado por las raíces de un árbol rasco la tierra, como si intentase excavar  sin lograrlo. Arrastrándome, dejo un rastro de marcas en la tierra, de aproximadamente diez metros. Me duelen los dedos  empiezan a sangrar, he acabado arañando con las uñas una roca cubierta de musgo y tras este solo quedan marcas de sangre. No se que estaba ocurriendo, después de respirar profundamente unos segundos, volví en si, me miraba las manos asustado, no sentía dolor por las uñas, las cuales estaban a la mitad de su estado anterior, con un tono negruzco y sangre cayendo como si unas gotas de lluvia se estuviesen deslizando por mis brazos. Debo volver a Ulmer, pero estoy desorientado y debe de estar anocheciendo en el exterior, una vez más he vuelto a sucumbir a los engaños de mi mente.

Sobrevolaba nuevamente los cielos sin un rumbo fijo, allá donde me llevase el viento estaría bien, e iba persiguiendo a un halcón que se había cruzado conmigo, así que iba entretenido. Como tampoco tengo muy buena orientación, no sabía hacia dónde estaba yendo ni por dónde había venido. Ya me las apañaría. Aunque tampoco tenía un sitio donde volver, y mi viaje por todo Aerandir aún no había acabado.Tenía cosas por aprender y misterios por resolver, y como no, mucha gente por conocer.

Al menos sabía que estaba yendo hacia el Este, porque el Sol se estaba poniendo hacia el lado contrario. En el Este vivían los licántropos si no me equivocaba. Me preguntaba cómo serían, siempre me los había imaginado como yo, salvo que se transformaban en lobo en lugar de dragón. Una transformación que si se me permite decirlo me parecía algo aburrida, no podían volar ni nada por el estilo; sólo corrían, mordían, saltaban y a saber qué más. Um, tenía curiosidad por encontrarme con uno.

Después de un rato fantaseando sobre hombres lobo decidí bajar al bosque que tenía debajo. Había cerca una aldea, pero preferí ir primero al bosque, por curiosear el entorno. Bueno, por eso y porque estaba tan cansado de mover las alas que no podría volar ni un metro más. Así que descendí y una vez toqué el suelo me transformé en humano dejando caer antes mi mochila al suelo, la llevaba en la espalda. De ahí saqué mi ropa y me vestí. Ahora parecía un humano corriente.

Empecé a andar dirección al pueblo que había visto antes, pero luego de unos minutos me pareció ver a alguien sentado y decidí acercarme. Efectivamente, había un hombre sentado bajo un árbol. Pero estaba desnudo y al acercarme un poco más pude ver que tenía las manos sangrando. - Buenas tardes. O no tan buenas.. dije por su aspecto. - No deberías estar sin ropa, podrías enfermar. Por suerte para ti yo siempre llevo ropa extra en mi bolsa. Busqué en el interior y saqué un pantalón y una camisa. Si hay algo que he aprendido en este tiempo es que uno nunca lleva suficiente ropa cuando se transforma. Me acerqué para dárselo. - ¿Estás bien? Pareces un poco.. masacrado. Me llamo Zouter, por cierto. Es un placer.

offrol:

Yacía de nuevo apoyado en unas grandes raíces, desnudo y herido, seguía algo desorientado pero supuse que se me pasaría pronto. En ese momento no podía pensar en nada más que en mi pasado, absorbido. Tras estar un tiempo solo una voz se metía en mi cabeza, una voz masculina, parecía que estaba susurrando. Abro los ojos lo suficiente para ver a un hombre, otro lobo pienso, pero no lo había visto antes. -Quien eres-Digo tajante mientras se acercaba con esa ropa. El chico se llama Zouter, no lo he escuchado antes, ignoro de donde viene, pero no descarto la posibilidad de que sea un cazador, aunque va solo e intenta conocerme. Cuando se acerca lo suficiente, de un movimiento ágil apoyado en cuclillas agarro la ropa y me aparto, sin dejar de advertir los alrededores. Fácilmente podía ser un señuelo y sabiendo que estaba herido, me atacarían sin  problemas.

Saltando la raíz que tenía atrás, examino la ropa y después de concretar que era normal, me la pongo rápidamente, nadie había sido tan amable conmigo. Vuelvo a saltar la raíz y ahí esta plantado como antes, me mira curioso, parece que espera una contestación.
-Estoy bien, solo que estaba pensando, llamame Lycon.-Aprieto mis puños hacía atrás, pero me duele demasiado. Un dolor que antes no estaba presente ahora me angustiaba. Mi rostro se vuelve turbio, estremecido. A qué has venido, el bosque esta lleno de horrores..Sentencio esperando una respuesta mientras examino al hombre de arriba abajo al igual que observando rutas de escape por si acaso.

Offrol::

Debería haberlo asimilado y a pesar de que las estaciones siguen filtrándose a través de la Tierra, la cual cambia de estado y nos obsequia todo tipo de vistas y confines engalanados en incógnitas y misterios que resolver, el mío propio prosigue a la deriva, hostigándome por dentro, donde nace mi fuero interno y eufóricas sensaciones. El sabio que recitó que todo en esta vida pasa por algo, mintió desmesurado. ¿Acaso los días amanecen debido a que el sol sale? Podría emplear dichas falacias cuales puñales ofensivos, a fin de cuentas y versátiles como las mentiras, también surgen efecto y conciben daños colaterales. Cabizbaja y con ambas cuencas férreas en las cicatrices que abarcan mis brazos y van sanando, me percato de que el resultado será nulo cuando vuelva a abrírmelas el doble, en eso consiste surcar la superficie de los bosques, conectar con cada árbol, cada tallo y flor; animales que venerar antes de servirlos cual plato de comida. Me llena, perdí mi hogar hace décadas más he aprendido que mi hogar será donde me sienta cómoda con la naturaleza, extraordinaria y valiosa. No recuerdo con exactitud cuantos poblado he observado y analizado desde la zona frondosa, los mares que he surcado como polizón o las redadas en las que he participado, bueno, "participar" a hurtadillas y llevarme un buen motín que no debería haber sido mío. Eretria, ¿entonces por qué lo cogiste? Fácil, vivimos en un mundo libre donde la sangre sigue cayendo en afluencia, donde el más fuerte pisará al más débil, donde... Donde las enseñanzas se pierden.

Perenigrando en los Reinos del Este me he topado con todo tipo de seres, aventuras tanteadas y delicadeces que jamás hubiese imaginado llegando a la conyuntura de que si requiero olvidar, solo tengo que viajar e instruirme gracias a la sabiduría de los mayores, cultivar nuevos movimientos y por supuesto, gozar de la artesanía y situarla sobre mi silueta, fortaleciendo zonas de mi armadura enteriza. En mi caso no he seguido a las aldeas, más bien a los bosques, me hallo en uno de copas altas donde las sombras se esparcen creando una extensión de tinieblas por donde los extranjeros exploran en busca de pieles con las que adornar sus extremidades. Mis piernas caen desde uno de los troncos más gordos de un abeto blanco, la espalda la mantengo erguida y apoyada en el contiguo por mera comodidad, el aire pulcro regresa a mis pulmones antes de finalizar expulsado por las fosas nasales, alguien se acerca. Con los párpados semi cerrados, los latidos del corazón bajo un control insospechado y desde mi ubicación observo al melenas entretenerse con la tierra, escarbando en busca de riquezas si tengo que encontrarle lógica alguna a sus actos, que siguen extrañándome. Parece estar en un trance de lo más inhóspito, no obstante, elevo las piernas y las entrecruzo en la casta del árbol donde mis nalgas siguen descansando, intrigada y con ganas de seguir viendo cual espectadora, no me apetece todavía unirme a la función, como el fortachón que aparece desde las arboledas más cercanas, auxiliando al que todavía permanece desnudo, menudas bolas. Frunzo el ceño, oyéndolos, uno se presenta demasiado atento y el otro... Bueno, desconfiado inicia un interrogatorio que me hace reír de manera socarrona, un ronroneo prospera en las paredes de mi garganta e inevitablemente lo hago sonar, traviesa.

─ Qué aguafiestas. ─ Manifesté cual fantasma desde la penumbra, una de mis palmas contiene un fruto silvestre mientras que la contraria se afianza a una de mis preciosas dagas, voy pelándola con sumo cuidado para no llevarme parte de lo jugoso, las cáscaras las voy tirando desde lo alto, plácida. Por fin pelada, troceo una de las esquinas y la llevo a mi boca masticándola. Tantísimas preguntas, desconfianzas y una aquí cenando con el culebrón a medias, volví a reír, esta vez con más regusto ante la advertencias del melenas, tiene razón, muchísima. El bosque está repleto de peligros, y mira tú por donde que... ─ Hay uno aquí. ─ Un horror, tanto por fuera como por dentro, aunque no estoy de humor para aunarme a una posible cruzada entre dos desconocidos que doblan mi tamaño y seguramente, destaquen por alguna habilidad o truquito sucio.

Spoiler:

Su reacción fue como el que está asustado, no acostumbrado a tratar con alguien. Prácticamente me quitó la ropa de la mano y se alejó para ponérsela. Me sorprendió que actuara así. Me esperaba una actitud más normal, tampoco esperaba un gracias, pero actuaba extraño. - Pensando con los dedos ensangrentados.. interesante. Vaya pensamientos más profundos debía tener. Aunque bueno, eso no era de mi incumbencia.

Dijo que se llamaba Lycon. - Bueno, Lycon. ¿Qué hacías por aquí desnud- Me interrumpí al escuchar una voz proveniente de los árboles. La busqué con la mirada y no la encontré hasta que volvió a hablar. Era una mujer, estaba sentada en una rama comiéndose lo que me pareció una especie de fruta. - ¿Uno? ¿Quieres decir que tú eres un horror? No parecía tener intenciones de atacarme, pero no bajé la guardia, parecía peligrosa, y más con una daga en la mano.

Miré a Lycon, a juzgar por su reacción tampoco debía de conocerla. La idea de que los dos fueran asaltantes y trabajasen juntos estaba perdiendo peso. De todas formas no tenían mucho que robarme. Otra muda de ropa que me quedaba, un poco de comida y un par de monedas. Ah, y mi desgastada espada que antes olvidé mencionar y llevaba colgando de la espalda. La llevaba por pura apariencia, apenas sabía usarla y nunca había peleado. Y tampoco esperaba hacerlo, aunque lo haría si fuera necesario. - ¿La conoces? Le pregunté al que ahora llevaba mi ropa.

Acto seguido de vestirme, otra voz penetra en mi cabeza justo después de que mis palabras rompiesen el silencio del ambiente. Una voz de mujer, no parecía muy fina. Me muevo hacia un lado, de forma que pueda ver a Zouter y el lugar del que proviene la voz.
-No sé quien demonios es. ¿Está contigo verdad?- Rápidamente alcanzo mi daga atada en su funda de mi cintura pero al intentar cogerla me doy cuenta de que no estaba. Lo había dejado todo escondido a la entrada del bosque, que buen día para dejarlo todo.

Cierro los ojos durante unos segundos intentando detectar otros sonidos en el ambiente sin transformarme, pero era inútil. Es más, si la mujer, a la que posteriormente había visto subida a un árbol, no la había detectado antes era que me había visto, podría haberme matado perfectamente en el estado en el que estaba y todo por culpa de mi estado mental.

Ahora dirigiéndome a la mujer que se hacía llamar a sí misma horror pregunto: -¿Y tu, mujer, quien eres? Cabía la posibilidad de que mis temores fuesen acertados, que iba a morir ese mismo día, pero parecía que Zouter estaba igual de perdido que yo.

No me gusta llamar la atención, pero con mis ropajes y de por sí la entrada triunfante fue inevitable. Están en mi territorio, no porque tenga repartidas trampas de toda índole o mi coexistir entre estos árboles y riachuelos sea vital; no, están en mi territorio porque no sabrán hacia donde correr, temerán los entresijos que oculta la maleza cítrica o las bramantes y delgadas ramas que descienden desde lo más alto de las castas. Si pavor revelas, en cebo te convertirás hasta finalizar como una víctima más de las ilusiones del bosque. Caras habrán donde hay ramas, serpientes donde hay regaderas, todo un espectáculo bajo la luminiscencia de la luna y las trazadas  estrellas. A mi espalda retorna una especie de escalofrío que sube por la espina dorsal y promete una satisfacción alarmante. Así fue, soy una elfa reacia y violenta, no negaré mi esencia, pero donde preveo juego y diversión, allí me hallo, sacando tajo. ─ A saber, puede que el horror al final de la noche seáis vos. ─ Pérfida, repaso las medidas del moreno avispado. ¿Acaso cree que por escupir un par de términos genuinos nos tragaremos sus afables credos? En absoluto, y el melenas está en la misma posición, altivo y con ganas de hincarse en la primera yugular que termine de amedrentarlo, fascinante.

Dubitativos ante mi presencia y con una tensión palpable en el ambiente, originan todo tipo de especulaciones, meh, error. Terminarán más rápido si se acercan y preguntan, así es, que se acerquen un poquito más. ─ [color=#cc0000Solo soy un animal del bosque. [/color]─ Inquirí enigmática, la pieza de fruta realiza todo tipo de saltos y piruetas desde mi mano, ¿tendré que acercarme yo? Maldición, con una de las cejas arqueadas y los labios firmes formando una línea me dispongo a girar el torso, las piernas me cuelgan y sin miramientos doy un salto de lo más prometedor, mis ropajes dejan al descubierto mis atezados muslos hasta que las plantas de mis pies hacen contacto con la naturaleza, fría y húmeda. ─ Aunque si buscas un nombre con el cual dirigirte a mi, ─ vociferé aterciopelada, cada vocal y letra van colmada en un tono sensitivo y epicúreo, me dirijo hacia ellos directamente hasta que unos treinta centímetros separan nuestros alientos. Las palmas las llevo a ras de la espalda, justamente sobre mi cintura donde la segunda daga descansa, por fin junto a su hermana. Mis notorios pasos persiguen un patrón, uno circular que los cataloga como trofeos después de una larga espera y posible contienda.

─ Anfaüglir servirá. ─ Sentencié, deteniéndome. La pieza de fruta que mantenía oculta bajo la capa, se la lanzo al moreno con rigor, llamando su atención. ─ ¿Sois así con todos o solo con los más desesperados donde podáis sacar partido? ─ Soy sincera y no tengo pelos en la lengua, nuestras miradas conectan y en la mía un hilo provocativo, incuestionable aguarda por una contesta, al menos lo suficientemente buena como para creérmela.

Tal como pensaba, Lycon no tenía nada que ver con ella, eso me alivió en parte. Se describió a sí misma como un animal del bosque antes de saltar del árbol. No tenía pinta de estar loca, las personas locas que yo había visto reían todo el rato y actuaban raro; ella sólo estaba siendo precavida. Aunque su forma de ser me resultaba curiosa, me agradaba. Actuaba extraño y eso me gustaba, no era como las demás personas, sus actos y palabras eran desconcertantes y me dejaban con duda sobre qué quería decir. Quería que fuese mi amiga, sería divertido.

Así que su nombre era Anfaüglir. - Creo que ya me escuchaste antes, pero soy Zouter. Me preguntaba si también me habría visto a mí llegar. Se paró de repente, y no fue para otra cosa más que para lanzarme la fruta que estaba comiendo. Y con bastante fuerza. Cualquiera diría que lo que quería era golpearme con ella. Por suerte como dragón que era, tenía bastante agilidad y reflejos, y no me costó atraparla con la mano derecha. - Vaya, gracias. Le di un mordisco a la fruta mientras escuchaba su pregunta para nada discreta y que hizo que entrecerrara los ojos un segundo. ¿Uno no puede ser amable con otro hombre desnudo sin que piensen que quiere algo obsceno? Bueno.. dicho así suena raro, pero aseguro que mis intenciones son buenas.

Afirmé rotundamente. A mí simplemente me gustaba ayudar a la gente de forma desinteresada. Sí, a veces me devolvían el favor e incluso me daban algún tipo de compensación por mi ayuda, así como otras veces no lo hacían y no me importaba. Es cierto que podría hacer como esas personas que van por ahí haciendo favores y luego se los cobran caros, pero no soy ese tipo de persona, de momento no tenía ninguna necesidad.

Esa mujer se hacía de cuidar, se creía la reina del bosque más sería tan quebradiza como una simple rama, pero había algo en su voz, su sincera forma de hablar le hacía parecer más peligrosa de lo que era a no ser que su ego la tuviese cegada. Mantengo el silencio unos segundos, mientras Zouter habla con ella no sé con que motivo.
Mantengo mis ojos en la mujer, observando como era y intentando calcular sus capacidades, tenia una buena agilidad, no mucha gente hace saltos desde tan alto y cae con tanta maestría. Debía haber pasado mucho tiempo en el bosque pero nunca la había visto ni olido, extraño.

-Anfaüglir- susurro acto seguido de que la mujer lanzase la fruta a Zouter. Al ver que este la mordía, de forma rápida hago que la escupa.-Por tonterías como esta ha muerto mucha gente. ¿No sabes nada de esta mujer y aceptas algo que podría estar envenenado?-Era muy desconfiado, no me gusta conocer gente por que siempre hay débiles que caen en la tentación y te apuñalan por la espalda, sea del modo que sea, mi pasado me había marcado.

Vuelvo a mirar a la mujer que se hacia llamar Anfaüglir y exclamo -Pareces conocer muy bien este bosque, ¿a que se debe tu intromisión entre dos hombres desconocidos. No sabes si hay más escondidos a punto de matarnos, si yo he sido lo suficientemente débil para no detectar tu presencia tu lo puedes ser...- Me aparto lentamente volviendo a la posición inicial, dejando a los tres en forma triangular.

Ejemplares fáciles para una coleccionista de mi jerarquía. Con andares atestados en movimientos refinados y algún que otro meneo de cadera voluptuoso y libertino voy rodeándolos, cauta y con una risita socarrona surcar mis pómulos. Deduzco, por supuesto, que no se percataron a tiempo de los latidos aminorados de mi corazón o la simple presencia que impongo, no requiero de sus nombres puesto que ya los sé, los oí desde la casta del roble la mar de intrigada y con mi sistema nervioso gritándome por adrenalina, oh sí, la tendrá en cantidades excesivas. ─ ¿Algo obsceno? ─ Pregunté, deteniéndome en seco para debatir sus palabras y analizarlas, no hay en donde indagar puesto que mis ideales y pensamientos recorren un camino distinto, en mi caso, no asaltaría a un desconocido para ayudarle o yacer bajo la luna durante horas, ¿para qué? Prefiero despojarlo de cualquier valor ya sea sentimental o el saco de monedas. Supongo que hacer tanto daño ha convergido a través de la coraza que guarda mi órgano vital, un corazón bruno y carbonizado que disfruta, gime de placer y vitorea cuando se sale con la suya y la sangre brota en armonía.

─ Oh, disculpadme. ─ Le rogué, farsante al de melena oscura.─ Creo que no soy lo suficiente concisa, por eso no llegáis a entender a lo que deseo llegar.─ Sus buenas intenciones me valen madre, y mi dialecto trabajado y servicial acabará haciéndome regurgitar si la conversación llega a alargarse. Con parsimonia voy acercándome al centro de los dos hombres, uno demasiado amable y el otro con un carácter tan volátil que permanezco alerta y con las manos cerca de mis armas. Me nombra, áspero y con un tono imprevisto que produce en mí un escalofrío desde mi columna hasta cualquier vello corporal, éste me gusta más. Le recrimina que es un gilipollas sin la suficiente capacidad para diferenciar de lo que sería una buena ofrenda, de una terrible. Reprimo exasperada lo que vendría siendo una carcajada que, inevitablemente aparece, sin tapujos ni vergüenza, una que incluso me produce arcadas. ─ Calmaos, "fiera" ─ La última palabra, plagada en sorna y con una pronunciación específica va para el melenas, sé que es, de lo que es capaz o las huellas que ha ido dejando a través del bosque. ─ No la he envenenado. ─ Con la comida no se juega, sería un desperdicio.

─ ¿Intromisión? Qué equivocado. Llevo en estos bosques lo suficiente como para deciros, que los intrusos sois vosotros. ─ Encojo los hombros, percibo seres vivos en los bosquejos, ninguno peligroso y que ande a dos patas. ─ No temáis por vuestra vida, o quizás deberíais. ─ Estos juegos mentales. ─ No hay nadie más alrededor nuestro, ─ porque soy una elfa, no un dios todopoderoso. Nunca se sabe qué puede llegar desde kilómetros, raudo, veloz, y sorprendernos. ─ Con las manos frágiles y martirizadas por escarbar en la tierra madre, no seréis lo suficientemente fuerte. ─ Le recriminé, ¿que más da quien venga? Si es presa fácil. ─ Aunque, le tenéis a él. ─ Con un gesto de cabeza le señalo al moreno. ─ O a mí. ─ Con un guiño acompañado de un ronroneo incómodo e incluso altivo los observo, alternando desde uno a otro. ─ Podría curaros, sólo si me dais permiso. ─ Loca me hallo por tocar esas manos ensangrentadas y embutidas en heridas dolorosas, presionar, sacar toda la suciedad y escucharle bramar de aflicción. Oh, mi pecho en un vaivén sube y baja, la sangre me arde e impaciente; descuelgo del cinto una valija con hierbas medicinales, enseñándosela muy de cerca. ─ ¿Veis? Todas inofensivas.

Mordí la manzana y de forma casi instantánea Lycon me golpeó en la espalda, del golpe escupí el trozo que tenía en la boca. - ¿Pero qué.. ..haces? Iba a decir, pero me cortó la frase para hablar él. Eh, que no soy tonto. Había empezado a comer porque ella lo había hecho antes de esta misma fruta, la había visto en el árbol y el trozo que faltaba lo demostraba. Yo tomaba mis precauciones. Seguramente era mayor que él, tenía 46 años, y él aparentaba unos 20 y pocos; podía cuidar de mí mismo. Estaba molesto, sí. Y se me notaba. No porque por precaución me hubiese hecho escupir, si no por el golpetazo en la espalda, que picó bastante.

Me estuve rascando un rato mientras que ellos dos hablaban. Anfaüglir hablaba como si llevase en este bosque mucho tiempo, o al menos eso entendí. Dijo que llevaba lo bastante para saber que nosotros éramos los intrusos. Eso quería decir que prácticamente vivía aquí, ¿no?. Eso o era una apasionada de la naturaleza y tenía como todos los bosques su hogar, que también era posible. Dado cómo actuaba, de ella no me sorprendería casi nada. Me seguía acariciando la espalda hasta que dijo algo sobre que me tenía a mí. Alcé la cabeza y la miré. - ¿Eh? Dije. Sin saber del todo lo que había dicho, la verdad era que no estaba muy atento a la conversación. Estaba despistado.

Pero luego se ofreció a curarle las manos a Lycon, ¡e incluso le enseñó sus hierbas para que no desconfiara! - Vaya, qué amable. ¿Ves Lycon? No hay de qué preocuparse. Un pensamiento cruzó mi mente y estuve a punto de preguntarle a Anfaüglir lo mismo que me preguntó ella hace un momento, eso de: "¿Sois así con todos o solo con los más desesperados donde podáis sacar partido?" pero me lo callé, me causó gracia. Y aún con eso en mente tendría mi atención puesta en ella, por si quería 'sacar partido' de la situación. Pasado este rato ya no me daba tanta desconfianza como antes, aunque como he dicho antes, no soy tonto.

Ahora el viento soplaba al oeste. Cada vez, las intenciones de la mujer del bosque eran más claras, da a entender que lleva largo tiempo sin entablar una mínima conversación con una persona, en el fondo es gracioso verla.No parece muy normal, que una mujer, se descuelgue de un árbol y ofrezca en el mejor de los sentidos, servicios a otras personas sin querer sacar tajada. No siento nada por los bienes de otras personas, hace tiempo que no siento pena por nadie.
Cuando la escucho carcajear y pedir que me calme algo en mi interior se mueve, que se cree esa mujer. De todos modos me quedo quieto, me echo la melena a un lado y me cruzo de brazos mientras habla de su larga estancia en el bosque.

Está hablando de presencias cercanas..ni que supiese todo lo que nos rodea la extraña. Cada vez que habla, me da más motivos para creer que esta loca, el movimiento de sus labios, sus expresiones corporales..todo una mezcla, por así decirlo.-
Mis manos son mas duras de lo que creéis y mis desvarios son mellas en el pasado.-Me había hecho heridas parecidas trabajando en la aldea pero no esperaba que doliese tanto. Mi voz sonaba ronca y a veces me temblaban las manos mientras caía la roja sangre. Viendo sus hierbas pienso un instante pero niego con la cabeza apretando la mandíbula.-
¿Qué demonios te pasa? - Hay bastante sangre en el suelo. -No se que puede llevar alguien como vos en eso- Señalo su bolsa -Solo hay que veros la cara, estáis impaciente, estáis deseando esto..¿verdad? - De un movimiento con la mano cortante hago salir con mas fuerza la sangre que acaba dejando un rastro en la cara de Anfaüglir.

Me sentía cansado y mis sentidos podían fallar pero no iba a decaer, no en una desconocida, podría transformarme, pero no tengo fuerzas. Ahora mismo solo quiero respirar aire fresco y descansar cerca del fuego del hogar..si tuviese uno. Giro mi cabeza mirando a Zouter. -Creo que no te he dado las gracias por esto- Toco la camisa con un lado de la mano para no mancharla demasiado de sangre.-Gracias, tengo mis cosas fuera, me precipité al venir así.- Bajo un poco la cabeza para luego, recomponerme.

Zarandeo la valija de un costado hacia el otro como si el movimiento engendrado fuera hipnotizador. Que no lo es, siendo certeros. La mano exenta la llevo a mis caderas, donde la coloco hasta formar una postura que indica espera, impaciente y sin ganas de estar todo el día esperando a que el licántropo participase en la charla. Ojeo al moreno por el rabillo del ojo, agradable y con un sentido desalentador de lo que podría matarle, más feliz que nadie, decreta seguirme la corriente o simplemente ser amable y confianzudo. ─ Exacto. ─ Aclaré yo también ante el no hay nada de qué preocuparse, en mis hierbas medicinales no se encuentra ninguna capaz de intoxicarle o empeorar sus maulladoras, valga la redundancia, simplemente son hierbas del bosque con propiedades calmantes y curativas. ─ No pongo en duda vuestras palabras ni decretos. ─ Espeté, malhumorada ante su actitud reacia. Es cierto que me gusta, pero también logra sacarme de quicio cuando en realidad, sólo quiero pasarlo bien.

─ Estáis ofendiéndome. ─ En esta ocasión, mis palabras van acaecidas de un tono solvente y seco, chasqueo con ayuda de la lengua hasta producir un sonido de desaprobación, ¿pero qué se ha creído? Desarmándome todo el trabajo en cuestión de minutos. ─ No hay verdad que valga en tus palabras. ─ Añadí, sin educación mientras guardo la valija bajo mi capa, amarrándola a mi cinturón.  En un cabeceo y tras girar también mi cuerpo, me dirijo al moreno, Zouter si creo recordar. ─ Al menos ofrécele agua si tienes para que lave sus heridas. Me he cansado de ser educada con alguien que no lo merece, y encima niega mi ayuda. ─ Escupí, iracunda y sin señalar, los tres sabemos para quien van mis palabras bañadas en recelo y aversión que contengo por los pelos.

─ Sinceramente, no entiendo a los extranjeros. Os arriesgáis a adentraros en el bosque, os volvéis locos como si fueseis dioses y  os dais de bruces. Luego, cuando alguien con experiencia os ofrece su ayuda la negáis por desconfianza. Como si estar en esa condición, reacio y sin cabeza para entender de que a este paso perderás más sangre y no llegarás al final del bosque fuese mejor, en fin. Te lo encargo, moreno. ─ Tras manifestar mi malestar y encoger los hombros, me separo de ellos dos, cruzando mis brazos yo también, a espera de lo que dirá, seguramente en su defensa con un sabor metálico en la boca, me he mordido una de las paredes hasta crear una grieta de donde gota por gota, van colmando mi paladar y lengua.

La tensión entre los dos estaba aumentando y yo comenzaba a sentirme incómodo. ¿Por qué Lycon desconfiaba tanto de alguien que le ofrecía ayuda? Se mostraba muy reacio. Vale que la forma de ser de Anfaüglir era curiosa, pero no por eso merecía tanta desconfianza. Todo el mundo tenía una forma de actuar distinta, y no había que juzgar a nadie por la primera impresión que podía causar. De esa forma ¿cómo se iban a hacer amigos? Hacer amigos es importante, tener amigos te hace fuerte y débil. Sí, la familia también es importante, pero no es lo mismo.

La familia no te hace avanzar, está ahí por si caes o lo pierdes todo. Los amigos son los que te acompañan en el camino, viven aventuras contigo, son personas en quien confías y por las que arriesgas tu vida. Los amigos son lo más importante que puede haber en la vida de alguien. O al menos así pienso yo. No por eso quiero decir que todo el mundo tenga que ser amigo tuyo, también hay personas malas con las que no congenias, pero hasta esos tienen amigos. Alguien sin amigos está completamente sólo, no tiene a nadie con quién hablar, a quien pedir o dar consejo, e incluso entrenar para ser mejor en las batallas.

Y es por eso mismo por lo que me resultaba incómodo estar junto a ellos dos, que parecían no llevarse bien. Lycon me agradeció el dejarle ropa, negué con la cabeza. - No tienes por qué darlas. Anfaüglir me dijo que le ofreciese agua si llevaba encima, para limpiarse las heridas. Me di un golpe en la frente. Qué tonto, cómo no se me habría ocurrido a mí. - Claro, perdona..Busqué en mi bolsa y cogí la bota* que estaba llena de agua. Se la di a Lycon. - Aquí tienes, perdona.

Ahora me dirigí a Anfaüglir, realmente hablaba como si viviera en el bosque. Ladeé un poco la cabeza mientras la escuchaba. - ¿Tienes experiencia en heridas? ¿Entonces eres médica? O eso o estaba acostumbrada a pelear y tenerlas, pero preferí pensar lo primero. Me acerqué a ella y le tendí la mano, sonriéndole, para mostrarle que no desconfiaba de ella. Me había dado una fruta, había ofrecido su ayuda e incluso había aconsejado que Lycon se limpiase las heridas con agua. Alguien que se preocupaba de otro no podía ser mala persona.

*:

Desde un principio había desconfiado de esa mujer, pero Zouter se empeñaba en que nuestra relación no fuese por el camino del caos y la guerra, por un lado lo entendía pero al no conocerla no podía hacer otra cosa, bueno, para ser sinceros, si que había algo, tratar de acercarme a ella pese a que mis instintos me lo negaban. Nunca estaba demás conocer a más gente, pero era mi estilo de vida, tan simple como siempre.
El joven me contesta, sonrío de medio lado ante sus modestas palabras y me ofrece su bota de agua después de que Anfaüglir se lo recomendase ya que tampoco había insistido en usar sus dotes medicinales las cuales aún estaban por definir. Cierro los ojos un momento, nunca me había enfrentado a una herida, mejor dicho, múltiples heridas, en una zona tan débil del cuerpo. Las yemas de los dedos eran blandas y una vez estaban heridas, el dolor era casi insoportable, más si afecta a las uñas como es mi caso.

Abro la bota como puedo, al peso parecía estar llena, pero debía faltar algo. Debía usar los dedos muy cuidadosamente para no seguir haciéndome daño. Se sentía bien cuando tenías a alguien para ayudarte, me da a entender que no siempre es bueno hacer las cosas tu solo, que debes contar con un equipo para no decaer.-Gracias de nuevo- Digo mirando a Zouter y tras unos segundos y mirando a la mujer, esperando algo, dejo caer el agua en mis manos. No debía estar muy fría pero en las heridas así parecía y eso que solo era agua. La sangre seca empieza a irse, dejando ver las heridas, las uñas la mitad con toda la carne de por medio vapuleada. No había acortado los dedos como para perder esa parte, pero si para tenerla muy sensible durante mucho tiempo.

Me estremezco levemente mientras el chico habla con Anfaüglir sobre sus conocimientos médicos, parece convencida de lo que dice aunque nunca deja de lado su tono embelesado. Me maldigo por dentro por ser tan débil, esto no habría  pasado si hubiese entrenado más, si hubiese sido más fuerte.
Sigo pensando en las palabras de la mujer del bosque, nos llama extranjeros, por lo menos a mi, que nunca he ido más allá de Ulmer  ni cruzado el bosque puesto que no estoy preparado. Sentía dolor pero aún podía dar juego.-Hablas de extraviados, pero realmente ¿sabes algo? No pareces haber pasado mucho tiempo fuera de aquí, el bosque es tu zona de confort ¿Qué decís al respecto? Yo solo veo a una mujer a la que no conozco y si nos has dado tu nombre, pese a que ya sabías el nuestro, me llamo Lycon. Puedes llamarme así.-Digo mientras le devolvía la bota a la mitad a Zouter mientras volvía a agradecerle con una expresión facial amigable.

Menudo par, cómo se nota que son principiantes en cuanto a bosques, a los secretos que entierra la frondosidad y la claridad de sus acciones, algunas más ingenuas que otras. El tema de la bota agua, poco faltó para que alzara el mentón y se lo mostrase a mis ancestros, rodando las cuencas hasta ponerlas perfectamente de un tono blanquecido. ¡Pero porque no le está ayudando! Refunfuño evidente y aún con los brazos entrecruzados, apretándome el busto. ─ ¿Y podrás tú sólo? ─ Le recriminé a sabiendas de que será doloroso, Zouter podría haberse ofrecido a ser él quien vertiera el agua para limpiar la profundidad de cada herida abierta, pero no, que se busque la vida. Y por esa razón, ilógica y sin punto de partida es por lo que me río de los demás. Me pregunta acerca de mis experiencias entre las llanuras verdemar, de las heridas que conforme el tiempo va deteriorándose, gratifican mi silueta con cicatrices, algunas pequeñas, otras tantas grandes.

─ No, no soy médica. Simplemente me limito a instruirme lo suficiente como para curar las heridas que voy haciéndome. ─ A través de los árboles, cazando o en medio de contiendas violentas. ─ Pero sé lo que hago, y también sé que con agua, sus manos no sanarán. ─ Reitero el tema, porque me ha indignado bastante más dejaré de darle vueltas. Con sospecha, el moreno va acercándose hasta tenderme la mano, la observo, lo observo a él y tras torcer el gesto accedo, tendiéndole yo la mía para confraternizar cuales extraños con un posible trato cordial. ─ ¿Acaso no te "asusto"? ─ Que mira que me estoy comportando de fábula, más sus reacciones tan claras como el agua me intrigan. Por un momento, mis luceros buscan los suyos, ignorando al licántropo con mal temperamento, que exige unirse a la conversación después de un rato. Tiro del brazo del moreno, acercándoselo al melenas con un breve empujón en cuanto le agradece sus maneras. Sin sofisticad ni intención, cómo si le importase un bledo todo. Arrugo el ceño, provocando que mis adentros ardan cual cañón, con la pólvora lista y la cerilla a espera de una señal.

─ Paso tiempo en este bosque, en aquel, en el otro y en el contrario. ─ No especifiqué nombres porque tardaría siglos, y tampoco es que le importe. Sólo pretendo hacerle ver que ningún lado es mi zona de confort. ─ Lo que digo al respecto es que he visto, tocado y experimentado más de lo que tu harás en el resto de tu vida. Por mi longevidad, por mi osadía y sobretodo, por que auxilio a la gente como tú para que luego, balbuceen excusas y se enfurruñen conmigo por ser cordial. ─ Exploto con una pericia meritoria, más son sólo falacias para quedar caritativa y solícita. ─ Te llamaré capullo. ─ Murmuré bajito, cerca de Zouter, que como mucho él sólo me habrá oído.

Cogió la bota y como pudo se limpió las heridas. Pillé la indirecta que lanzó Anfaüglir, no lo ayudé porque él podía hacerlo sólo, y quería darle un poco de autonomía. Lo hacía por él. Si por mí fuese le habría ayudado hasta a vestirse, por si él no podía, claro. No es que tuviera otro tipo de intenciones, lo aclaro por si acaso. Mi mente no iba más allá de los límites.

Me devolvió el agarrón de manos y me preguntó si no me asustaba. - Pues.. no, la verdad. Después de eso me empujó hacia Lycon, por suerte paré justo para no chocarme, pero quedamos a unos palmos. Lo miré a los ojos unos segundos. - Estarías más atractivo con el pelo algo más corto, ¿sabías? Le sonreí y me giré hacia la mujer. - Sí que tienes fuerza.. eso se avisa, creí que me caería. Aunque ellos seguían discutiendo y lanzándose puyas. Hice una mueca de desaprobación y ahora fui yo el que se cruzó de brazos esperando que acabasen. Me reí por lo bajo cuando dijo que lo llamaría capullo. No sé por qué pero me hizo gracia.

La verdad no quería que siguieran de esa forma, así que busqué una manera de desviar el tema. - Eh. Dije llamando su atención. - ¿A que vosotros no sabéis hacer esto? Con tono alegre e infantil me quité la camiseta, me estiré un poco y contraje los omóplatos. Me curvé un poco hacia delante y dos grandes alas de un bonito color azul turquesa salieron de mi espalda. Los miré. - ¿Y bien? Me quedé observándolos, con suerte no eran dragones y los había impresionado.

Mientras los dos acababan de, alguna forma, saludarse y haber limpiado mi mano que por cierto aún dolía, me mantengo en silencio, mientras ella hablaba. Una vez acabada su conversación, ella le empuja sobre mi, espero que sin intenciones violentas y el consigue mantener el equilibrio aunque pongo mi antebrazo para pararlo. Zouter hablaba de mi pelo, que estaría mejor corto pero tampoco iba a hacerle caso, mi pelo es como mi salvaguarda, una forma de recordarme cuanto tiempo llevo luchando por la supervivencia y pensaba mantenerlo. Cuando el se gira dándome la espalda me echo a un lado mientras Anfaüglir me contestaba. Se las daba de salvadora pero de la forma en la que nos trataba, no estaba muy seguro. De lo que si estaba seguro era de su experiencia, no dudaba en que era capaz de todo lo que se propusiese.

Tras acabar de hablar la mujer, ambos se ríen por algo que dice ella pero que no llego a escuchar, no le doy importancia y de repente Zouter interrumpe. Ante su llamada de atención me quedo quieto mientras saca, de su cuerpo dos alas color azul, como si fuese un dragón. Abro los ojos y lo miro un poco extrañado. No era muy usual ver un par de alas en la espalda de un hombre y el color le quitaba cierta masculinidad.-Vaya, ciertamente..como decirlo..- Hago un movimiento extraño con las manos.-Vaya..-No sabía como explicarlo, era algo que nunca había visto y me pilló un poco por sorpresa.

Sin obviar el tema de las alas de Zouter y su sonrisa un tanto contagiosa, miro alrededor y menciono-Ulmer no queda lejos de aquí supongo, si me ubico podría curar esto fácilmente, pero si tú-Miro a Anfaüglir-Me ayudas, llegaría antes- Que recordase no había caminado tanto, pero después de perder la cabeza temporalmente no sabía donde estaba. La mujer, que me había visto desde hace tiempo y no sabía si me había seguido muy posiblemente sabría la localización de la aldea.

Tras el empujón amistoso, porque lo hice de esa forma por supuesto, que viva la amistad, me dirijo una vez más al lado del moreno, es alto, fuerte y tiene ese retintín que me atrae, esconde algo y yo lo sé, mi instinto pocas veces erra. ─ Qué raro. ─ Expuse, quizá sea por esa personalidad tan abierta y positiva donde todos somos buenas personas que no ocultan en sus bolsas venenos o bajo la ropa armas letales en contra de una vida mortal, pero bueno, para compensar tiene que haber de todo. Las palabras del licántropo ni me van ni me vienen, más si el espectáculo que monta Zouter al quitarse la camiseta y que desde su espalda dos enormes alas sobresalgan. La sangre se me templa y a pesar de que llevo el rostro cubierto, mis cejas que son visibles las enarco. Un puto dragón, con osadía y sin importarme un bledo lo que piensen me acerco hasta colocarme a un lateral de su ala derecha, mis palmas la acarician y en un estado de rebeldía las estiro para ver cuan largas pueden llegar a ser. Si, no hay duda de que es un dragón y no un murciélago mutante, que hubiese preferido lo segundo puesto que ahora la forma en la que lo veo es muy diferente, más racista y cretina.

─ Nada mal. ─ Espeté con un tono formal, si quería presumir lo estaba haciendo muy bien. Pero yo, que soy como una fogata con exceso de leñas intento unirme a su juego de quien impresiona más. Con una sonrisa traviesa me acerco al melenas entre contorneos de cadera, observo sus manos de cerca y antes de que intente agredirme sujeto sus muñecas con cuidado, que seguramente sea una nena y con un roce propiciado ya se ponga a llorar. Una luz cálida y que emana naturalidad va curando los rasguños y restaurando el malestar bajo sus uñas. Hacía años que no la usaba pues conmigo misma, no lo hago porque me odio y no merezco sobre mi cuerpo el don élfico. ─ ¿Y bien? ─ Pregunté, las manos del licántropo están curadas aunque el dolor no cesará del todo, al menos por un rato. ¿Quién es más impresionante ahora? Río hasta que un sonsonete juguetón se me escapa de entre los labios. ─ Y no te ayudaré a salir del bosque. ─ Escupí con rabia tras separarme. ─ Si quieres salir, que sea por tu propio pie, licántropo. ─ Cojo aire, furiosa hasta que mis luceros se clavan en la mirada del moreno. ─ Y dragón.─ Bastante ya he hecho curándole con tal de sumarme al juego y evadir un poco el aburrimiento.

Parece que mi pequeña distracción tuvo éxito; dejaron de discutir y echarse indirectas y.. directas. Anfaüglir se colocó a un lateral y me estiró las alas. Aún no eran muy fuertes, pero con el tiempo podría incluso volar así, sólo había que practicar y tener paciencia. A Lycon también pareció sorprenderle, eso me animó. Pero volvió a cambiar de tema pidiéndole a la chica que lo ayudase a llegar a Ulmer. Porque claro, es mejor pedir ayuda a alguien con quien caminar a alguien que te puede llevar por el aire sin que tengas que moverte. Pero da igual, por algo lo habría dicho.

Ella se le acercó y puso sus manos sobre las suyas, y una luz salió de ellas. Me acerqué un poco para mirarlo bien, y no me fijé en el momento en que mi boca se abrió sorprendida, pero así estuve un rato. - Ala.. Cuando hubo terminado miré de cerca las manos de Lycon. - ¡Lo has curado! Exclamé sorprendido. Así que ella era una elfa. Sabía que los elfos tenían poderes curativos, pero nunca había visto a alguien hacerlo en persona.

En seguida descarté de mi mente el pedirle que me enseñara a hacerlo, porque sería lo mismo que si ella me pidiese que le enseñara a transformarse, simplemente no se podía. Con esa pequeña decepción mental le negó el ayudarle a ir a Ulmer. Bueno, si ya estaba curado no necesitaba ayuda. Me pregunto si lo curó realmente porque no le dolieran las heridas o para no tener que ayudarlo a ir hasta la aldea.

Si no hubiese dicho que Lycon era un licántropo yo ni me habría dado cuenta. Lo miré curioso unos segundos. ¿Por eso estaba desnudo? ¿Porque se había transformado en lobo? Vaya, y yo que pensaba que le habían asaltado o algo. No le di importancia a cómo se había herido entonces las manos aunque tenía curiosidad. Anfaüglir dijo la palabra dragón y fui a mirarla sonriente, me encontré que sus ojos ya estaban puestos en mí. - Bueno.. ¿qué hacemos ahora? Miré a Lycon - ¿Nos enseñas tu aldea? Pregunté emocionado, puede que allí hubiese más licántropos, quería aprender de ellos, y también de los elfos aprovechando que Anfaüglir estaba aquí.

Ignorando las acciones de la mujer, me quedo observando el cuerpo de Zouter,era una transformación incompleta, había escuchado historias de personas mayores, ya seguramente muertas, hombres y mujeres que podían controlar sus transformaciones, lobos que podían caminar a dos patas y ahora humanos que podían hacer crecer alas. No era algo que me esperaba, pero me ayuda a confiar más en él. Si era capaz de mostrarnos tales cosas descarté por completo la opción de que era enemigo.

Ahora habla la mujer sin rostro, por su voz parece sorprendida y sus movimientos mueren delante mía, no sabía que iba a hacer pero rápidamente coge mis manos, intento soltarme pero sus manos empiezan a emanar luz, duele, pero al ver mis heridas ¡Estaban desapareciendo! parecía increíble, no se hablaba mucho de personas así, pero conocía su existencia, gente que usa la magia para sanar heridas y era privilegiado, por lo menos a mi parecer de ser curado por ella. Cuando se separa de mi sigue doliendo, pero no quedan ni cicatrices, juntando las yemas de los dedos y aplicando un poco de presión puedo notar como arde en el interior. No todos los rumores podían ser ciertos al fin y al cabo.-Nunca había visto algo así..me has sorprendido gratamente....- Su dicha no dura demasiado, ni para mi ni para ella, parecía tener repentinos cambios de humor. Escupe en el suelo.por lo que mi cara de agradecimiento se borra.-Ahora puedo salir yo. Gracias-Digo sin miramientos y miro a Zouter cuando esta le habla, me habla a mi aunque era Anfaüglir quien le había llamado.-Comerciantes y viajeros atraviesan Ulmer continuamente, no será un problema, necesitaré guiarme y solo tendrás que seguirme- Si no se transformaba era irreconocible, no causaría problemas, el verdadero problema era la chica.-¿Que dices tú? ¿Vendrás? Dejo una pausa de unos segundos entre pregunta y pregunta girando la cabeza hacia la derecha, donde se encontraba la chica.

Volví a contornearme ante los dos y la dicha de ser alabada, porque soy una guerrera, y aparte de eso, una diosa exótica. En mi rostro se dibuja una sonrisa parcial y ladeada, aunque con la tela que oculta mi rostro de nariz hacia abajo poco se puede apreciar, sólo unos ojos avellanados y color pardo. ─ Estaba oxidada, al menos has servido como práctica. ─ Manifesté al clavar mis orbes en el licántropo que a pesar de haberle curado, sigue sin estar contento. ¿Pero qué le pasa a esta criatura, pulgas? Ladeo el semblante de un costado hacia otro, negando a la par que bufo exasperada. ─ No hay de qué. ─ Al menos sabe apreciar las delicadeces de mi raza, un punto a favor, cinco o seis en contra y es que he perdido la cuenta e inclusive, se nota a leguas que por nuestros caracteres jamás estaremos en la misma sinfonía. ─ Las voces del bosque me han comentado que los licántropos os dejáis llevar demasiado por vuestras emociones, lo que vendría siendo un suicidio. ─ Para Zouter, no para mí, que sé cuidarme a la perfección.

─ El moreno puede pasar desapercibido si oculta sus alas, más yo, ─ hice una pauta, señalando mis orejas, una de ellas adornada. ─ Soy un punto rojo en una marea negra, lo que quiere decir, que destacaré lo suficiente como para que alguien pida respuestas. ─ Siempre es así, y no me gusta hablar de más o sentirme presionada, mucho menos por estos perros que se pierden al son de la madre naturaleza y la insultan marcando sus árboles. ─ Si no te caigo bien a ti, que eres uno de ellos. No creo que sea bienvenida en tu pueblo. ─ Porque es la verdad, soy volátil y sincera aunque las palabras duelan.

Seguía sin saber por qué tendríamos que ocultar nuestra naturaleza. Lycon lo había dicho, comerciantes y viajeros pasaban mucho por allí, no pasaría nada porque una elfa y un dragón diesen un paseo. Recuerdo que a Dundarak a veces también venía gente extranjera, si lograban llegar, y no les pasaba nada. ¿Es que los lobos sólo permitían la entrada a otros lobos? Qué tontería. Aunque eran ellos los que vivían ahí, nadie debería tener prohibida la entrada, ni en esa aldea ni en ningún sitio, todos caminábamos sobre la misma tierra al fin y al cabo.

Pero en fin, supongo que debía de ser para su propia protección, o sería algo más complicado, no lo entendía de todas formas. - No entiendo por qué tenemos que ocultarnos dije haciendo desaparecer mis alas y poníendome la camiseta de nuevo. - Pero en fin.. supongo que podrías esconder tus orejas con el pelo, o no esconderlas directamente. Lycon era licántropo y no la había atacado ni hecho ascos ni nada, sólo había desconfiado un poco, pero no notaba ningún odio o algo por el estilo.

¿No eran parecidos? A los licántropos les gustaba la naturaleza, y había quedado claro que a Anfaüglir también. Apuesto a que yo podría ir transformado y no me harían nada, quizá me miraran raro y me evitaran, pero no creo que llegase a más. Y todavía no había visto en ningún sitio un cartel que pusiera "Prohibidas otras razas" - Yo voto por ir sin más. Si no pasa nada perfecto, y si no siempre podemos irnos, no hay problema. Me decepcionaría bastante que nos echasen, yo sólo quería echar un vistazo, y además, siempre podría observar desde el aire en caso de querer volver.

Permanezco cruzado de brazos el tiempo en el hablan dando sus opiniones sobre la idea de ir a Ulmer. Sigo pensando que no debería pasar nada, no por que a primera vista Anfaüglir no hubiese sido de mi confianza no significa que con el tiempo no pudiese ser amiga, por lo menos conocida.-Anfaüglir, por mi parte no hay ningún problema en tu condición y no creo que en Ulmer lo haya. de cualquier forma, si sientes que te van a decir algo puedes cubrirlas con tu pelo. De todos modos, Zouter ya había decidido y asintiendo a sus ultimas palabras me ausento unos segundos y desaparezco de su vista para poder transformarme.

Respiro profundamente y puedo notar como mi cuerpo empieza a cambiar, los huesos deformarse, el pelo crecer, hacerme más pequeño, era un dolor al que nunca iba a acostumbrarme pero es parte de mi. Una vez convertido camino hasta donde estaban ellos dejándome ver, me sentía mas libre al menos más que antes. Acercándome a Zouter le insto a que me siga moviendo la cabeza y cuando empieza a caminar, me adelanto a su paso, agarrando la ropa prestada con la boca, ofreciéndole las prendas.
Volviendo al lugar miro a la elfa y me siento sobre mis patas traseras esperando su respuesta, estoy bastante seguro de que aceptará. Mientras habla, me levanto y comienzo a rastrear el entorno, ahora, si podía saber el rumbo hacia la aldea y no tardo mucho en encontrarlo. Doy unos leves ladridos y les espero.

Spoiler:

¿Qué si surgen problemas, podremos irnos? Yo no huyo con el rabo entre las piernas, yo arremeto. Las cuencas las ruedo hasta ponerlas en blanco, como se nota que son hombres y su cerebro no da mas de sí porque ya me diréis, no pienso ocultar mi razón de ser o lo que me identifica para que unos cuantos chuchos me den el visto bueno, vivimos en un mundo libre, l i b r e, si quieren buscar pelea, yo se las daré encantada. ─ No tengo suficiente pelo para ocultarlas. ─ Le reñí, lo llevo por los hombros y resulta que en mi valija de hierbas, no tengo ninguna mágica que me haga crecer la melena en cero coma, ¡demonios! Y me llaman loca a mí.

─ Que no se diga más. ─ Opté por participar, que al bosque puedo volver cuando me apetezca o me aburra, no obstante, ¿Ulmer? Río pícara antes de encoger los hombros y llevar ambas palmas a mi cintura, contorneándola y crear una postura informal. ─ Voy armada hasta los dientes y no dudaré en defenderme. ─ No debería decirlo en voz alta, pero si lo hago es para advertirles de que esto último, también va dirigido hacia el dragón y al licántropo que facilitarán el camino. Que hablando del perro, cambia otra vez a su forma más instintiva, el aroma que desprende, el pelo que suelta hacen que desde mi espina dorsal parta un escalofrío repulsivo que infecta la sangre que va recorriéndome las extremidades, fogosas e impacientes por ponerse en macha.

Giro el rostro, contemplando al moreno que ya está preparado para salir de excursión, como yo, que los voy siguiendo desde atrás para evitar charlas estúpidas o se atrevan a mostrar curiosidad de más, que, como bien dice el dicho; la curiosidad mató al gato.