Tierra de Máquinas [Interpretativo/Noche] [2/3] [CERRADO]

¿Porque había seguido con ese par de viajeros? Realmente no entendía mucho porque había tomado esa decisión, simplemente les seguí cuando empezaron a caminar. Podía ser por la traumática situación que nos había acontecido, o porque me sentía segura y en presencia de seres confiables después de largo tiempo. Porque no estaba acostumbrada a la soledad, o por miedo a otros intentando desmembrarme para vender mis miembros a algún comprador sin escrúpulos. Pero la verdad, poco importaba, ya que podía volver volando cuando quisiera, y ese medio, era mucho mas rápido que el de la mayoría de viajeros.

El frío de la noche en esas tierras me resultaba agradable. Habría sido molesto quizás, para otros dragones, menos acostumbrados a soportar esos climas con su cuerpo expuesto, mas habituados a su forma humana y a las ropas gruesas, pero para mi y los de mi linaje, ese frio no era tan intenso, y me hacía entrar un poco de nostalgia, como si estuviera mas cerca de casa, incluso calma.

Mis compañeros de viaje hablaban,  les dedicaba una atención moderada hasta que oí que se referían a mi como "Dragón vomitador".
En respuesta a eso le dí un latigazo con la cola en la pierna al humano, no con fuerza, solo para que picase y pudiera hacerle entender mi molestia hacia ese término, estirando a su vez el cuello para alzar la cabeza con orgullo. No era un ser "vomitador" era una hermosa criatura replica en miniatura de uno de los seis, con el don de uno de sus elementos.

Si hubo respuesta ya no la escuchó, pues la silueta de la ciudad y la inmensa estatua se presentaron ante mis ojos, ávidos y curiosos hicieron que me adelantase al grupo, apurando el paso, sin sentir apenas el dolor de las heridas por la emoción del momento. Siempre era fascinante ver cosas nuevas, pero jamás habría imaginado nada como aquello. Tardé en darme cuenta de que estaba dejando el grupo atrás, sacudí la cabeza y me obligué a centrarme, reculando hasta volver a la altura del grupo.
El hombre se paro ante mí advirtiéndome de que no me alarmara, mala señal, eso sonaba a que iba a ver algo que no me agradaría. Arrugue con desagrado el hocico, haciendo que se superpusieran las escamas alrededor de las narinas y en el entrecejo. Abrí las fauces dispuesta a replicar, en  gruñidos pese que esos resultaran inentendibles para el interlocutor, pero me interrumpí ante su ultima frase que denotaba cuidado y preocupación por mi persona. Cerré el hocico,  asentí, aflojando visiblemente el gesto.

No pensaba hacer que me percibieran como una amenaza, tampoco era un ser violento ni nada por el estilo, me protegía, claro, como cualquier persona cuerda, pero solo mataba para comer, y hasta el momento, no había intentado comerme ningún humanoide.

Le roce la pierna con el hocico, de forma brebe y amable, con gratitud por su preocupación. Luego tome el morral del suelo entre los dientes, por la correa, que se habia caido cuando estaba a punto de replicarle, y prosegui caminando a lado de la peculiar dupla.

Si algo tenia bien claro, es que no me faltarían historias que contar cuando volviera a las montañas.

El humano parecía estar diciendo algo, pero ay no alcance a oírle, ese lugar brillante era tan.. extraño. ¿Como lo habían construido?¿como funcionaba?¿que clase de magia hacia que brillase de un modo tan intenso? Aun cuando ya habíamos llegado delante de ese gran portón mi mente bullía de preguntas sobre esa magnifica estructura que conformaba un misterio en si misma.

Una esfera roja nos irradió con su luz, intente apartarme de ella como si fuera a quemarme hasta que me di cuenta que su tacto no generaba nada en absoluto. Una voz extraña emitió una especie de resultado, igual de peculiar que el resto de cosas que salían de ese lugar. Quería replicarle a esa voz que yo no era ninguna clase de amenaza, pero nuevamente, dudaba mucho que me entendiese, así que me limite a refunfuñar algo en mi gutural gorgojeo entre dientes, y en tonos bajos.

Un temblor interrumpió mi queja, y ante nosotros apareció una criatura titánica de metal, un rugido de alerta escapo de entre mis fauces mientras observaba a esa criatura, en cierto modo similar al cibernetico que me acompañaba, pero mucho mas grande y terrorífico.
 Me retorcí y erice las púas con nerviosismo, agazapandome, y busque a mis compañeros para ver su reacción, pero estaban todos tan calmados, que termine por asumir, que esa cosa no era violenta, ni peligrosa, y que era algo..normal para ese sitio. Así que respiré profundamente hasta volver a mi estado normal.

El humano se habia acercado a mi, eso me daba cierta tranquilidad, me hacia acordar a como había logrado calmar el dolor de las heridas, me resulto agradable hasta que volvió a llamarme "vomitador", y el di otro coletazo en las piernas, un poquito mas fuerte que el anterior, pero cuidando de no lastimarlo. 
 Alargue el cuello hasta que mi reptiliano rostro quedo a la misma altura que el suyo y resople por la nariz en señal de desagrado, soltando otro gruido entre dientes a modo queja, dejando que el vapor de mir espiracion empañase su rostro.


El humano estaba mencionando la atención que precisábamos, pero omitió la suya,quizás no quería que permaneciésemos allí mas de lo justo, o no le daba confianza que lo tratasen esas maquinas. Pero se había dado unos golpes bastante fuertes, seguro que mientras nos atendían a nosotros podían atenderlo a el también. 

Aparté con el hocico la capa, y señale con el mismo sus magulladuras, mirando de a estas al robot gigantesco, haciendo ruidos para llamar su atención, y buscando con la mirada, la ayuda del cibernetico que nos había hecho de guía para ayudarme a hacerme entender.

Las luces de neón que ascendían por los edificios metálicos resultaban cegadoras, el perenne zumbido de los circuitos y los tubos fluorescentes sustituía la fauna del lugar. Aun y el brillo, no dejaba de desprender una sensación fría, inhóspita y estéril, ordenada, carente del caos, desorden y calor de la vida, que habitaba en todos los bosques, en cualquier paraje ocupado por los orgánicos. 

Sentía como si hubiera entrado en otra dimensión, como si esas grandes edificaciones me escrutaran con sus ojos invisibles. Era una intrusa en ese mundo de fulgor y metal, un cuerpo extraño. No debería estar allí. Aun que nadie lo dijera, podía percibirlo, ese no era mi lugar. Y sin llegar a comprender porque, compadecía a todo aquel que debiese morar entre esos muros, pues las respuestas a todas esas incógnitas no me parecían precio suficiente por tener que vivir en ese lugar.  ¿Se sentirían así los bio-cibernéticos en nuestro mundo?¿ Fuera de lugar, señalados a leguas como un ente extraño?


Miré al cibernetico que formaba parte del grupo, ahora con una perspectiva completamente distinta. 
Oía de mientras el parloteo técnico de nuestro guía, y me conmovió aun mas. Estaban condenados a la soledad, los suyos jamás tendrían una familia, aquel que los creaba se encargaba de asegurarlo.
 Me deslice de lado del humano hasta quedar entre este y nuestro compañero metálico. Le roce la pierna con el hocico, una caricia que no sabia si iba a sentir, pero un pequeño gesto, quería decirle de algún modo que no estaba solo, o quizás que compendia lo que era estarlo en un lugar extraño.
La compasión por esos seres barrió de un plumazo todo el miedo que me inspiraba ese lugar, como si jamás hubiera existido. 

Como si algo quisiera corroborar mis elucubraciones llegaron a nuestros oídos los terribles ruidos de pánico y desesperación de la parte superior de las edificaciones. Alargue el cuello mirando en esa dirección, pero no podía alcanzar a verlos. 
Esa gente encerada sería despojada de todo en contra de su voluntad, obligada a servir sin tener la capacidad de vivir en muchos aspectos, no era justo, nadie merecía un castigo peor que la muerte. Instintivamente las púas y cuernos de mi cuerpo empezaron a erizarse mientras observaba con una mirada teñida de desprecio a nuestro guía. No me importaba quien era, o si solo seguía ordenes, en ese momento tenia ganas de destripar todos sus circuitos con los dientes y liberar a esos pobres desdichados de su suerte.

La mano del humano se poso sobre mi frente antes de que hiciera ninguna tontería, inmediatamente relaje el gesto, y resople por las narinas.

la amenaza de nuestro guía no hizo si no augmentar mi antipatía por el susodicho, pero por mucho que me desagradaran sus métodos, objetivamente no tenia ninguna posibilidad de hacer nada para cambiar la situación de ese lugar, y tanto yo como mis compañeros necesitábamos de los servicios que pudieran brindarnos. Tocaba, a disgusto, resignarse y ver que deparaba ese doctor, y lo que nos aguardase mas allá de las escaleras.

Las palabras del cibernetico eran razonables, pero aun así, pesaban como losas de piedra gigantes. Era una triste realidad ser tan consciente de la desaparición no solo de uno mismo, si no de todos los tuyos. 
Intenté imaginarme eso por un instante, estar en esa situación, ver un mundo donde los hombres dragón ya no estuviesen mas, ni mi familia, ni mis conocidos, ni todos aquellos que vivían en las montañas, los edificios y cavernas desmoronándose, la nieve adueñándose de todo nuevamente, hasta que solo formásemos parte del olvido. Noté entonces que había dejado de respirar, y la tremenda opresión que sentía en el pecho se acrecentaba segundo a segundo, incluso la película vidriosa que cubría mis ojos al presenciar ese sino. 

Era un destino cruel, tanto por lo que deparaba si no por la conciencia que tenían sobre lo que les auguraba el futuro.  Las palabras del humano resultaban un pobre consuelo, aun que podía entender su intención. Seguro que el ya lo sabía, daba la sensación de que se conocían de antemano, una realidad que tendría asumida también. ¿Estaría triste por su compañero?

La oscuridad, la frialdad y la esterilidad del lugar lucían acentuadas con las palabras de nuestro compañero de metal, y no había palabra alguna que pudiera servir para aliviar esa fatídica afirmación.  Quizás habría sido menos impactante si el cibernetico no hubiera mencionado el sufrimiento, disipando mi duda de si aquellos seres eran capaces de sentir. Era posible que no lo hicieran del mismo modo que el resto, pero algo había mas que análisis como los que había escuchado. 

Aminoré el paso quedando en la retaguardia del grupo, aprovechando la impenetrable oscuridad del lugar y que el centinela precedía el grupo. No me inspiraba seguridad, y si había de estar vulnerable, no quería que fuera en su presencia, asi que entre las tinieblas, y aprovechando que me encontraba en la cola de la expedición, me tome unos instantes ara dejar de lado mi zona de confort, y adoptar mi forma originaria.


Rodeé al cibernetico por atrás con los brazos, con el mismo cuidado que hubiese tenido para con un ser humano, pero sin impedirle avanzar, estriñendole con cuidado en un abrazo. No era mucho, pero era un gesto que podría entender, uno de los pocos gestos que siempre me había calmado de mis padres las escasas veces que habían tomado esa forma en mi presencia.

-La gente sufre cuando sus seres queridos padecen, mas de lo que les aflige una herida. Vive, no solo por otros si no por ti, porque así como sufres, hay otro lado en  la balanza. Vivir es mas que un propósito.-susurre en tonos bajos ya que mis palabras no estaban destinadas a otros. De nuevo mi hablar era lento, arrastrando cada palabra, marcando la poca costumbre de hablar que tenia, pero esta vez percibí otras cosas en mi voz, compasión y tristeza por esa criatura que se había arriesgado en protegerme. Todas esas emociones que se acumulaban en mi interior, y que tanto costaba darles una vía de salida comprensible para otros siendo un dragón, manaban de forma clara en el lenguaje común de las otras especies.

Solté al hombre de metal, retirándome unos pasos en las sombras, tomándome unos momentos de mas para volver a mi forma habitual. Jadeé, era agotador cambiar de forma en tan corto lapso. Y el cansancio me pesaba ahora haciendo mas notables las heridas, mi respiración se había hecho mas fatigosa y audible que antes, pero me force en tomar envión, e impulsándome con las patas traseras, saltar y avanzar mas rápido hasta alcanza al humano y al perro.

Un repentino brillo verde me desorientó, pero la procedencia del mismo era aun peor, tuve que reprimir una arcada al ver esos cuerpos semi descompuestos flotando en esa solución química. Las palabras del centinela llegaban lejanas a mi mente embotada y centrada en contener la mas que digerida ultima comida que había tomado. Ese doctor me daba ahora aun mas mala espina, y observe al humano con ojos de reproché cuando pregunto por el mismo. ¿que clase de criatura tenia esa macabra colección como obra de su trabajo?. 
Pero el mareo las heridas y el cansancio hacían mella mas rápido de lo que me podía permitir replicar por que clase de doctor iba a atenderme y finalmente me deje caer con la panza contra el suelo, para descansar mientras llegaba el tan nombrado ya dr.Brainiac.

Noté como era levantada sin ningún esfuerzo,y gire la cabeza por encima del torso para observar quien me cargaba como si fuera una pluma. Agradecí cien veces en mi mente que fuera el cibernético en vez de nuestro guía, porque si no, habría usando las pocas fuerzas que me quedaban para escupirle, y correr.
Y no pude haber pensado eso en peor momento, ya que el cibernético me puso en manos del centinela, a lo cual me empece a retorcer y a lanzar coletazos y zarpazos hacia cualquier lado hasta que logra zafarme de su abrazo y caer estrepitosamente al suelo.

Poco me importo el docto, o su cháchara cibernética, lo único que quería era acercarme de ese mastodonte de metal que podía aplastarme entre sus extremidades como si fuera un insecto. Me escurrí sacando energía de donde no sabia que me quedaba para huir en dirección contraria, escondiéndome entre los tubos luminiscentes que contenían los restos de cibernéticos.
Poderosa motivación el miedo. 

Asomé la cabeza des de uno de los tubos para ver al doctor, tampoco me daba confianza alguna, de hecho se veía mucho mas siniestro que el centinela.Volví a esconderme entre los tubos fluorescentes y a serpentear entre ellos buscando un escondite, pero el liquido translucido les permitiría ver fácilmente tras cual me encontraba.

Maldición. Quería salir de allí...¿porque me habían entregado a esa cosa?

Finalmente, viéndome encerrada en ese espantoso lugar, me encogí tras el vial con el cibernético en suspensión mas grane, para que se me viera lo menos posible, con las púas erizadas como un puercoespin y centre todos mis esfuerzos en no llorar para no hacer ruido alguno.

Quería irme a casa, ese lugar era aterrador, y una parte de mi deseaba que fuera una pesadilla, pero sabía que mi mente no era capaz de imaginar esa clase de cosas que jamás había visto de forma tan precisa y detallada, ni tampoco de crear algo tan siniestro. demás, los pinchazos de las heridas me recordaban constantemente cuan real era la situación en la que me encontraba, para mi desgracia.

Unos pasos llamaron mi atención, y apenas si asome la cabeza para ver quien se había acercado. La luz verdosa iluminaba precariamente la silueta del humano, que parecía no haberme visto. Sentí un alivio bastante profundo al percatarme de que era el, y no uno de los sintéticos.

Estaba a punto de hacerme un ovillo del todo de nuevo cuando vi como se agarraba los costados, y su voz sufrida, estaba peor de lo que pensaba...y, ¿realmente no lo iban a atender si  no me encontraban?... ¿esa pobre criatura iba a sufrir por mi miedo? Pero cualquier balance que quisiera hacer se decantó automáticamente hacia el lado del humano cuando este se desplomo sobre el suelo.

Salí de mi escondite rápidamente y me acerque al mismo, toqueteandolo con cuidado con el hocico, soltando gruñidos de clara preocupación. Intente pasar la cabeza por debajo de su cuerpo, alzándolo despacio con el hocico para colocarlo sobre mi espalda, donde las púas ya se encontraban plegadas para poder cargarlo hacia los doctores.

Al menos yo no cometería la estupidez de dejarlo solo con esas bestias de metal.  Tan rápido como pude lo cargue en dirección al lugar del que había huido, semi-desplegando las alas para que hicieran de barandilla y no se cayese de mi espalda mientras lo transportaba. Por los seis. ¡como pesaba!
Entre mi caminata, no dejaba de retorcer el cuello para ver como estaba, y soltar gorgojeos a modo disculpa, aun que no sabia si podía entender mis gestos, tampoco podía quedarme en silencio. ¡Debería haber avisado a esas cosas que estaba tan malherido en vez de tratar de ocultarlo! Si, eran aterradoras, y lo comprendía, y ese, posiblemente, era el único motivo por el cual no le iba a dar una reprimenda. porque a fin de cuentas, yo había hecho lo mismo, me había asustado tanto como para huir de los médicos.

Solo por eso, me contendría de coletazos y similares por lo de dragón vomitador..oh mierda.. ¿se habría puesto peor por culpa de mis golpes...? Apuré el paso hasta que llegue hacia el cumulo de gente, y empece a hacer ruidos para llamar su atención, señalando al humano que portaba en mi espalda con la cabeza mientras lo depositaba cuidadosamente al suelo, para que lo atendiesen de forma prioritaria. 

Aun que ignoré deliberadamente al centinela, centrándome principalmente en sajin, que esperaba, me hiciera de traductor, y al tipo siniestro de los cables y el trono, que suponía el medico del lugar.

El medico propuso intercambiar mi lugar con el del humano para que lo atendiesen primeo, el cibernetico se negó. Mi carga  se bajo de la espalda y se sentó con visible dolor. Me sorprendió lo mucho se se había repuesto en unos segundos, acababa de desmayarse hacia nada, pero el cibernetico confirmo que me atenderían a mi primero.

El hombre me dijo unas pocas palabras para calmarme y por alguna razón lo hicieron, quizás porque confiaba en el en ese aspecto, después de que viniera atender las heridas. Tome aire, decidí ser una dragona valiente y me subí a la camilla de acero, desparramandome sobre la misma con las heridas hacia arriba para facilitar el trabajo del doctor.

Y caí en la cuenta, tarde pero lo hice.

 Un gruñido de desaprobación salio de mi hocico, mientras asomaba el cuello por el borde de la camilla observando el humano con recriminación. No estaba tan herido, no cuando vi sus heridas en la entrada, y ahora parecía estar bastante bien en comparación con el numerito de los tubos. ¡¿Me había tomado el pelo?!  Resople por la nariz, y le recrimine, de nuevo en mis gorgojeos animales, al susodicho.

Entonces me percate de la marcha del cibernético, de como se metía en ese receptáculo y se llenaba poco a poco de esa sustancia de aspecto viscoso y color que inspiraba escasa confianza. ¿No quedaría como el resto no?¿suspendido en ese almíbar hasta pudrirse?. Mire al humano, con una mirada levemente mas severa, y algo preocupada,, hice ruidos para llamar su atención y luego apunte la capsula con el hocico, repitiendo ese gesto varias veces, esperando, tal y como me parecía, que mi mensaje resultara lo suficientemente claro.

Entones sentí como me obligaban a quedarme quieta, era el hombre siniestro con el tercer brazo y la piel metálica que ostentaba el titulo de doctor, y empezaba a trastear con cosas que prefería no ver. 
Cerré los ojos con fuerza y apoye el rostro sobre la fría camilla, buscando consuelo en la baja temperatura del acero que me transportaba ligeramente al suelo de la caverna de mis padres, deseando que todo terminase pronto.