[Quest] Arboles de sangre.
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[Quest] Arboles de sangre.
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Los pies se te entierran en la húmeda tierra, las lluvias aún no habían cesado. El camino se hace pesado, por el frio, la humedad, el silencio, la poca claridad…
Te han mandado a las profundidades del bosque, donde están pasadas cosas realmente raras, incluso para la zona en la que te encuentras. El camino parece no acabar nunca, te sientes realmente extraño. Esperemos que no aparezca ningún vampiro…
___________________________________
•Bienvenido, mortal. Debes empezar la quest explicando cómo te contratan para esta misión, como has llegado a la zona, todo.
•La explicación principal es poca, pero en esta quest jugaremos mucho con las cosas… secretas u ocultas. Hay cosas que son mejor no saber… hasta que te las encuentras de frente, ¿no?
•Buena suerte, y que los dioses te acompañen.
Wyn
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
Intriga. La intriga, contra todo pronóstico era lo que me había llevado a aceptar aquello. Cuando salía de las tierras de Sacrestic paré en una posada, una muy sencilla saliendo de una aldea.
Había cogido el colgante de aquella que había intentado matarme con MIS propias manos y había salido huyendo. No entendía nada. Yo sabía muy bien que la naturaleza puede alterar a los hombres, puede llenarte el alma y puede alzarte en el éxito, en la felicidad, o bien puede arrastrarte a los más oscuros abismos. Pero aquello era muy extraño, nunca me había topado con un ser así...
Corrí durante toda esa noche. Fui a la posada donde me hospedaba y corrí de allí, huí entre los bosques durante toda la noche hasta llegar a una aldea a medio camino de Sacrestic. Entré en una posada tratando de pensar con claridad...: si alguien me quería coger, me estaría persiguiendo y yo estaría brindándole huellas.
Por otra parte, si era un ataque fortuito, casual... No tenía tanto de qué preocuparme, pero no tenía intención alguna de volver a toparme con una criatura así. De modo que decidí serenarme y trazar un plan de vuelta a Lunargenta. Circenn me esperaba allí... Había huído porque me agobiaba saberme tan anclada, siempre había estado libre, corriendo y estudiando los bosques.. Cuando le dije que quería emprender un viaje, me entendió. Y eso me hizo tan feliz... Yo no quería hacerle daño, y su permiso me alivió mucho. Ahora había conocido otros sitios, con experiencias buenas y también malas, pero eso era gratificante: ya no era la misma niña inocente e ingenua que era. Tenía mi culto más arraigado, mi fe en la Luna, pero ahora sabía parte de los peligros que encierra el mundo; la cuidad. Las personas.
Sacudí la cabeza mirando la jarra de cerveza que estaba consumiendo en aquella posada... La camarera me puso un cuenco de estofado con la jarra y me sonrió. Era un sitio agradable... Una familia que regentaba aquello sin meterse en problemas, lo cual allí era difícil...
Los problemas. La mujer cambiante. Volvió a mi mente como un latigazo de miedo, y aquello no me gustaba. Vale que yo no fuese muy buena peleando ni en muchas cosas pero... Yo tenía mi conocimiento del mundo, de la natura, más allá del que otras personas poseían... Quería plantarle cara y saber qué había pasado. Tal vez emprendiese una acción estúpida... Pero quería indagar sobre qué había pasado: quería saber cuál era el peligro para prevenirlo y quedarme tranquila. Y después podría volver a Lunargenta. Sí... Eso era.
Suspiré y apuré la jarra y el último pedazo de patata del estofado a la vez que veía un cartel recién colgado. Alguien había entrado y se había sentado en una mesa, un señor. Alto, muy alto, con el pelo oscuro y los ojos claros, almendrados y profundos miraba alrededor. Me levanté hacia el cartel y lo leí.
Era una persona curiosa, muy curiosa, pero también temía al mundo en muchos aspectos, despiadado. De ahí que la intriga que me llevó a aceptar el encargo no era muy natural en mi, pero como ya he dicho, me había decidido a cambiar en ese periplo.
Así que se busca alguien que inspeccione ciertas... zonas... del bosque... Supongo que se referirá a esta bosque, debí mirar o comprar algunos mapas antes de salir. - "¿Tendrá que ver esto con la mujer...?" Suspiré. Probablemente no, pero mi alma me pedía paz y para ello, me pedía acción, me pedía ver qué ocurría con todo aquello, aunque por entonces no tenía ni idea de lo que se avecinaría.
Miré al hombre ahí sentado, con capa, y sombrero. Traté de mostrarme firme de modo que cogí el papel del anuncio y me acerqué. Llevaba una camisa blanca de lino con cordones en el escote y pantalones muy sueltos, azules, con unas botas... para aparentar. Prefería ir descalza.
Buenos días. - lo miré fijamente y puse el cartel en la mesa - ¿Qué hay que hacer? Me he topado con algún... individuo extraño y me encantará desvelar qué tiene que ver con esto.
Él me examinó receloso, mirandome con extrañeza. Tragué y me crucé de brazos. Luego sonrió con sorna y me miró a los ojos - Bien, muchacha. Si te ves con fuerza... Inténtalo si quieres, cuanto antes, mejor; el pago se hace al finalizar el trabajo. Te aconsejo que utilices el día y... - se detuvo, pensativo, pero cerró la boca omitiendo lo que iba a decir. Suspiró y asintió lentamente con la cabeza - Fuerza, valor.
Llovía a cántaros cuando recogí mis cosas y las dejé a buen recaudo en la posada. Llené mi zurrón de lo necesario: frutas, hierbas, alguna mezcla analgésica... Paños limpios para vendajes, y una camisa de recambio. Una pequeña bolsa de monedas y una cantimplora de agua.
Salí cuando llovía aún un poco, a medio día. El sol estaría pleno de no ser por todas las nubes que cubrían el cielo. Me paré, inspiré y seguí las indicaciones del hombre... Un camino, luego una colina, y hasta el valle. Luego de nuevo un sendero que se metía en zonas más profundas y llegué al claro. Allí, tras dos horas paré a descansar; bebí agua y dejé que la lluvia me mojase un tanto.. Me resultaba gratificante, me hacía recordar que mi hogar era la Madre Luna, la Madre Tierra. Caminé y poco a poco la hierba se hundía en la tierra: fango.
Oh, no... Jolin... - suspiré y saqué los pies. Me quité las botas, las enjuague en un charco enorme que había en una gran roca y me las eché al hombro mientras caminaba... Los pies se hundían y allí, bajo los árboles, llovía doblemente, poco, pero constante. - Algo extraño. Tengo que buscar el origen de lo extraño que acontece en este sitio.... Siempre sufren los bosques... - dije, para mi, alzando la vista a las copas de los árboles.
Había cogido el colgante de aquella que había intentado matarme con MIS propias manos y había salido huyendo. No entendía nada. Yo sabía muy bien que la naturaleza puede alterar a los hombres, puede llenarte el alma y puede alzarte en el éxito, en la felicidad, o bien puede arrastrarte a los más oscuros abismos. Pero aquello era muy extraño, nunca me había topado con un ser así...
Corrí durante toda esa noche. Fui a la posada donde me hospedaba y corrí de allí, huí entre los bosques durante toda la noche hasta llegar a una aldea a medio camino de Sacrestic. Entré en una posada tratando de pensar con claridad...: si alguien me quería coger, me estaría persiguiendo y yo estaría brindándole huellas.
Por otra parte, si era un ataque fortuito, casual... No tenía tanto de qué preocuparme, pero no tenía intención alguna de volver a toparme con una criatura así. De modo que decidí serenarme y trazar un plan de vuelta a Lunargenta. Circenn me esperaba allí... Había huído porque me agobiaba saberme tan anclada, siempre había estado libre, corriendo y estudiando los bosques.. Cuando le dije que quería emprender un viaje, me entendió. Y eso me hizo tan feliz... Yo no quería hacerle daño, y su permiso me alivió mucho. Ahora había conocido otros sitios, con experiencias buenas y también malas, pero eso era gratificante: ya no era la misma niña inocente e ingenua que era. Tenía mi culto más arraigado, mi fe en la Luna, pero ahora sabía parte de los peligros que encierra el mundo; la cuidad. Las personas.
Sacudí la cabeza mirando la jarra de cerveza que estaba consumiendo en aquella posada... La camarera me puso un cuenco de estofado con la jarra y me sonrió. Era un sitio agradable... Una familia que regentaba aquello sin meterse en problemas, lo cual allí era difícil...
Los problemas. La mujer cambiante. Volvió a mi mente como un latigazo de miedo, y aquello no me gustaba. Vale que yo no fuese muy buena peleando ni en muchas cosas pero... Yo tenía mi conocimiento del mundo, de la natura, más allá del que otras personas poseían... Quería plantarle cara y saber qué había pasado. Tal vez emprendiese una acción estúpida... Pero quería indagar sobre qué había pasado: quería saber cuál era el peligro para prevenirlo y quedarme tranquila. Y después podría volver a Lunargenta. Sí... Eso era.
Suspiré y apuré la jarra y el último pedazo de patata del estofado a la vez que veía un cartel recién colgado. Alguien había entrado y se había sentado en una mesa, un señor. Alto, muy alto, con el pelo oscuro y los ojos claros, almendrados y profundos miraba alrededor. Me levanté hacia el cartel y lo leí.
Era una persona curiosa, muy curiosa, pero también temía al mundo en muchos aspectos, despiadado. De ahí que la intriga que me llevó a aceptar el encargo no era muy natural en mi, pero como ya he dicho, me había decidido a cambiar en ese periplo.
Así que se busca alguien que inspeccione ciertas... zonas... del bosque... Supongo que se referirá a esta bosque, debí mirar o comprar algunos mapas antes de salir. - "¿Tendrá que ver esto con la mujer...?" Suspiré. Probablemente no, pero mi alma me pedía paz y para ello, me pedía acción, me pedía ver qué ocurría con todo aquello, aunque por entonces no tenía ni idea de lo que se avecinaría.
Miré al hombre ahí sentado, con capa, y sombrero. Traté de mostrarme firme de modo que cogí el papel del anuncio y me acerqué. Llevaba una camisa blanca de lino con cordones en el escote y pantalones muy sueltos, azules, con unas botas... para aparentar. Prefería ir descalza.
Buenos días. - lo miré fijamente y puse el cartel en la mesa - ¿Qué hay que hacer? Me he topado con algún... individuo extraño y me encantará desvelar qué tiene que ver con esto.
Él me examinó receloso, mirandome con extrañeza. Tragué y me crucé de brazos. Luego sonrió con sorna y me miró a los ojos - Bien, muchacha. Si te ves con fuerza... Inténtalo si quieres, cuanto antes, mejor; el pago se hace al finalizar el trabajo. Te aconsejo que utilices el día y... - se detuvo, pensativo, pero cerró la boca omitiendo lo que iba a decir. Suspiró y asintió lentamente con la cabeza - Fuerza, valor.
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Llovía a cántaros cuando recogí mis cosas y las dejé a buen recaudo en la posada. Llené mi zurrón de lo necesario: frutas, hierbas, alguna mezcla analgésica... Paños limpios para vendajes, y una camisa de recambio. Una pequeña bolsa de monedas y una cantimplora de agua.
Salí cuando llovía aún un poco, a medio día. El sol estaría pleno de no ser por todas las nubes que cubrían el cielo. Me paré, inspiré y seguí las indicaciones del hombre... Un camino, luego una colina, y hasta el valle. Luego de nuevo un sendero que se metía en zonas más profundas y llegué al claro. Allí, tras dos horas paré a descansar; bebí agua y dejé que la lluvia me mojase un tanto.. Me resultaba gratificante, me hacía recordar que mi hogar era la Madre Luna, la Madre Tierra. Caminé y poco a poco la hierba se hundía en la tierra: fango.
Oh, no... Jolin... - suspiré y saqué los pies. Me quité las botas, las enjuague en un charco enorme que había en una gran roca y me las eché al hombro mientras caminaba... Los pies se hundían y allí, bajo los árboles, llovía doblemente, poco, pero constante. - Algo extraño. Tengo que buscar el origen de lo extraño que acontece en este sitio.... Siempre sufren los bosques... - dije, para mi, alzando la vista a las copas de los árboles.
Nübian
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
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A lo lejos, entre dos árboles, se podía a llegar a ver un pequeño claro, entraba luz, aunque no demasiada, por lo que reclamaba ser visto. A un lado de este claro, una casa, o mejor dicho una choza de maderos.
Sin puerta, con algunas tablas colgando… no era precisamente una mansión de verano. Delante de la casa, entre esta y la elfa, había un pequeño riachuelo, de agua tan fría como el hielo, pero limpia. Un árbol caído, pero no parecía que lo había hecho de manera natural. Aquella zona parecía algo más verde, quizás por la mayor claridad.
Todo estaba en un silencio incomodo, no cantaban los pájaros, ni se escuchaban ranas ni insectos. Parecía que las hojas de las plantas y árboles no se movían, a pesar del aire que soplaba. Ya no llovía, pero todo el suelo estaba mojado y con gotas brillantes. El musgo resbalaba, al igual que la hierba y las rocas.
**
Pero las cosas no mejoraban. Cuando Nübian se acercase a la casa, podría ver un espectáculo… lamentable.
El interior de la casa estaba iluminado por la luz que se colaba entre las tablas. El suelo parecía estar levantado, y él había suerte de que el techo aun siguiese en pie. Por lo menos una decena de jaulas, de dimensiones grandes, estaban contra las paredes de la choza. Todas estaban vacías, con restos de sangre o excrementos. Menos una, en una descansaba el cadáver con la cara contra el cuelo, tenía dos apuñaladas en la espalda. Apenas portaba ropas, pero tenía un collar, algo… extraño. Una luz de color rojo lo iluminaba por el centro.
El lugar era horrible para la vista, pero también para el olfato, ya que olía a sudor, heces, sangre, muerte…
El interior de la casa estaba iluminado por la luz que se colaba entre las tablas. El suelo parecía estar levantado, y él había suerte de que el techo aun siguiese en pie. Por lo menos una decena de jaulas, de dimensiones grandes, estaban contra las paredes de la choza. Todas estaban vacías, con restos de sangre o excrementos. Menos una, en una descansaba el cadáver con la cara contra el cuelo, tenía dos apuñaladas en la espalda. Apenas portaba ropas, pero tenía un collar, algo… extraño. Una luz de color rojo lo iluminaba por el centro.
El lugar era horrible para la vista, pero también para el olfato, ya que olía a sudor, heces, sangre, muerte…
- jaulas:
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Wyn
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
Anduve más metros mirando las copas, pues el resto del bosque había ido adquiriendo más o menos la misma apariencia, como un patrón repetitivo; las copas de los árboles cambiaban en cambio, veía los nidos y veía las nubes más allá.
Al cabo de un tiempo noté el suelo más húmedo, más… líquido. Miré al suelo. No era agua del todo, pero la tierra que ya de por si estaba mojada, era más fluida, más embarrada. Escudriñé al fondo y pude vislumbrar lo que parecía una pared a lo lejos, entre árboles. Desenfundé el hacha como por instinto, flexioné las rodillas y avancé de forma precavida entre los árboles.
Agudicé el oído: podía notar el leve rumor del arroyo fino que tenía un poco más adelante, el sonido de más pájaros que probablemente se habrían asentado cerca del agua, y luego…. Nada. Había un claro allí delante, con lo que supuse que aquella pared que se veía era parte de una cabaña afincada ahí. También parecía deshabitada, por el sonido… Y alrededor de las paredes no parecía haber nada que indicase vida allí dentro. Fruncí el ceño: ¿una cabaña solitaria y vacía era algo extraño que buscar? Podría ser. Si estuviese abandonada, sin duda, pero eso aún no lo sabía.
Cuando llegué al arroyo, advertí un árbol caído, de forma extraña, como forzada. Aquello llamó mi atención… No parecía que se precisase de un paso especial por el arroyo que solo cubría mis tobillos de agua clara. Crucé y llegué con cautela hasta la casa.
El estado no era el ideal precisamente. Examiné con cuidado y cautela el exterior: algunas tablas de madera estaban caídas, parte de los cristales de las ventanas, rotos, y la puerta colgaba inerte de los goznes. Me detuve a escuchar atentamente antes de entrar: tal como había supuesto, nada. Ni pájaros, ni insectos. Nada. Allí en el claro no había sonido alguno, tal vez por la lejanía de los árboles, la presencia de humanos o de la misma casa los habría ahuyentado… Todo estaba muy verde, y ya no llovía, ni lloviznaba; las nubes seguían cubriendo el cielo y todo parecía bañado y reluciente.
Sin embargo, todo estaba quieto, callado. Como cubierto por un manto mudo, pero a la vez era un silencio expectante. Una pausa, una quietud que indicaba el momento previo a algo importante. El silencio que invita a entrar, que atrae, que espera tu reacción.
Inspiré y me pareció que el sonido era estruendoso. Expulsé el aire a medida que me aventuraba a entrar allí.
Y cuando entré… Empecé a dudar seriamente de si debí o no hacerlo. La casa estaba finalmente abandonada. El suelo a partes levantado; el techo, caído. La luz entraba por las rendijas de tablas caídas y las ventanas rotas….
Las paredes, rodeadas de jaulas, abiertas, con el metal oxidado y manchas inquietantemente grandes de lo que parecía sangre. Tragué, mientras me quedaba absolutamente quieta, con los ojos muy abiertos y observándolo todo, con las orejas alerta, vibrantes. Giré en torno a mi, con miedo, con la terrible sensación de poder ser detectada si hacía el menor ruido o un movimiento algo brusco.
Estaba atenazada, el espectáculo era impactante, pues no solo restos de sangres adornaban las jaulas… Cerré fuertemente los ojos y los abrí, concienciándome de que podía con ello, de que vería cosas peores y de que eso era un entrenamiento para mí, una lección, un trabajo.
A mi espalda vi tras girar una jaula diferente al resto: estaba llena. Había un cadáver, parecía haber… ¿Intentado huir? Tal vez me estaba precipitando. Me acerqué con cautela arrugando la nariz por el olor y examiné: a simple vista, había muerto por dos puñaladas en la espalda, uno de los cuchillos era muy fino y aún estaba dentro. La ropa la tenía hecha girones, estaba contra el suelo, el cuerpo era fino, delgado, sin mucha masa muscular y el pelo cortado muy corto. Si era un cautivo, podía ser hombre o mujer, tanto daba…. Por el olor parecía muerto un tiempo ya.
Decidí darle la vuelta. Al hacerlo, advertí que llevaba un artilugio extraño al cuello, una especie de collar grisáceo, metalizado, que despedía un leve resplandor rojo en el centro, una pequeña luz. También estaba manchado pero al parecer funcionaba..
“¿Un utensilio de los bio - cibernéticos?” – pensé. Había oído hablar de ellos pero jamás había visto uno… Ni siquiera me fijé en su cara, no sabía si era hombre o mujer, pero pensé que el collar era extraño. Acerqué las manos al collar con cautela, acuclillada junto al cuerpo, y procedí a tocarlo, a buscar el cierre para soltarlo.
Sin embargo, a pesar de todo, siempre he sido una elfa de fijaciones y una vez me había comprometido, debía cumplir mi palabra. Quería acabar con aquello y quería hacerlo bien.
Y aquel lugar, aquel cadáver, aquel colgante era sin duda.. Algo extraño.
– Vamos Nübian… Puedes con esto… – susurré para mi.
Al cabo de un tiempo noté el suelo más húmedo, más… líquido. Miré al suelo. No era agua del todo, pero la tierra que ya de por si estaba mojada, era más fluida, más embarrada. Escudriñé al fondo y pude vislumbrar lo que parecía una pared a lo lejos, entre árboles. Desenfundé el hacha como por instinto, flexioné las rodillas y avancé de forma precavida entre los árboles.
Agudicé el oído: podía notar el leve rumor del arroyo fino que tenía un poco más adelante, el sonido de más pájaros que probablemente se habrían asentado cerca del agua, y luego…. Nada. Había un claro allí delante, con lo que supuse que aquella pared que se veía era parte de una cabaña afincada ahí. También parecía deshabitada, por el sonido… Y alrededor de las paredes no parecía haber nada que indicase vida allí dentro. Fruncí el ceño: ¿una cabaña solitaria y vacía era algo extraño que buscar? Podría ser. Si estuviese abandonada, sin duda, pero eso aún no lo sabía.
Cuando llegué al arroyo, advertí un árbol caído, de forma extraña, como forzada. Aquello llamó mi atención… No parecía que se precisase de un paso especial por el arroyo que solo cubría mis tobillos de agua clara. Crucé y llegué con cautela hasta la casa.
El estado no era el ideal precisamente. Examiné con cuidado y cautela el exterior: algunas tablas de madera estaban caídas, parte de los cristales de las ventanas, rotos, y la puerta colgaba inerte de los goznes. Me detuve a escuchar atentamente antes de entrar: tal como había supuesto, nada. Ni pájaros, ni insectos. Nada. Allí en el claro no había sonido alguno, tal vez por la lejanía de los árboles, la presencia de humanos o de la misma casa los habría ahuyentado… Todo estaba muy verde, y ya no llovía, ni lloviznaba; las nubes seguían cubriendo el cielo y todo parecía bañado y reluciente.
Sin embargo, todo estaba quieto, callado. Como cubierto por un manto mudo, pero a la vez era un silencio expectante. Una pausa, una quietud que indicaba el momento previo a algo importante. El silencio que invita a entrar, que atrae, que espera tu reacción.
Inspiré y me pareció que el sonido era estruendoso. Expulsé el aire a medida que me aventuraba a entrar allí.
Y cuando entré… Empecé a dudar seriamente de si debí o no hacerlo. La casa estaba finalmente abandonada. El suelo a partes levantado; el techo, caído. La luz entraba por las rendijas de tablas caídas y las ventanas rotas….
Las paredes, rodeadas de jaulas, abiertas, con el metal oxidado y manchas inquietantemente grandes de lo que parecía sangre. Tragué, mientras me quedaba absolutamente quieta, con los ojos muy abiertos y observándolo todo, con las orejas alerta, vibrantes. Giré en torno a mi, con miedo, con la terrible sensación de poder ser detectada si hacía el menor ruido o un movimiento algo brusco.
Estaba atenazada, el espectáculo era impactante, pues no solo restos de sangres adornaban las jaulas… Cerré fuertemente los ojos y los abrí, concienciándome de que podía con ello, de que vería cosas peores y de que eso era un entrenamiento para mí, una lección, un trabajo.
A mi espalda vi tras girar una jaula diferente al resto: estaba llena. Había un cadáver, parecía haber… ¿Intentado huir? Tal vez me estaba precipitando. Me acerqué con cautela arrugando la nariz por el olor y examiné: a simple vista, había muerto por dos puñaladas en la espalda, uno de los cuchillos era muy fino y aún estaba dentro. La ropa la tenía hecha girones, estaba contra el suelo, el cuerpo era fino, delgado, sin mucha masa muscular y el pelo cortado muy corto. Si era un cautivo, podía ser hombre o mujer, tanto daba…. Por el olor parecía muerto un tiempo ya.
Decidí darle la vuelta. Al hacerlo, advertí que llevaba un artilugio extraño al cuello, una especie de collar grisáceo, metalizado, que despedía un leve resplandor rojo en el centro, una pequeña luz. También estaba manchado pero al parecer funcionaba..
“¿Un utensilio de los bio - cibernéticos?” – pensé. Había oído hablar de ellos pero jamás había visto uno… Ni siquiera me fijé en su cara, no sabía si era hombre o mujer, pero pensé que el collar era extraño. Acerqué las manos al collar con cautela, acuclillada junto al cuerpo, y procedí a tocarlo, a buscar el cierre para soltarlo.
Sin embargo, a pesar de todo, siempre he sido una elfa de fijaciones y una vez me había comprometido, debía cumplir mi palabra. Quería acabar con aquello y quería hacerlo bien.
Y aquel lugar, aquel cadáver, aquel colgante era sin duda.. Algo extraño.
– Vamos Nübian… Puedes con esto… – susurré para mi.
Nübian
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
El collar, por su parte posterior, tenía una hendidura con una forma extraña, aprecia una especie de entrada para una llave, pero era imposible de quitar con las manos o con cualquier arma. Si Nübian insistía, el collar le produciría un calambre, y de seguir, el collar se apretaría al cuello del hombre, ya muerto, cortando la entrada del aire que ya no necesitaba, haciendo que al final, se le rompiese el cuello.
Todo seguía en silencio, aunque no tranquilo, que la joven elfa no detectase o escuchase nada no quería decir que todo fuese bien.
No muy lejos de ahí, una daga se clavaba en el pecho de un hombre, haciendo que la sangre saliese como el agua en una fuerte, bajando la corteza de los árboles y las flores de carmín. El cuerpo caía sobre la hierba mojada, amortiguando el suido. El hombre repleto de sangre, del atacante, apenas sin la respiración quebrada, se volvió y siguió su camino, su collar marcaba luz verde, seguir vivo. Aún quedaban unos tres, calculó.
Fuera de la casa no había nadie, pero si la elfa agudizaba los sentidos se podía olor, ver e incluso escuchar. Podría llegar a encontrar gente, algunos muertos, otros vivos, algunos encuentros mejor que otros.
Nübian no podía ya regresar por donde había venido, el camino ahora estaba siendo vigilado, había sido un fallo que aquella elfa entrase, pero ahora formaba parte del juego, ya no se podía salir.
Todo seguía en silencio, aunque no tranquilo, que la joven elfa no detectase o escuchase nada no quería decir que todo fuese bien.
No muy lejos de ahí, una daga se clavaba en el pecho de un hombre, haciendo que la sangre saliese como el agua en una fuerte, bajando la corteza de los árboles y las flores de carmín. El cuerpo caía sobre la hierba mojada, amortiguando el suido. El hombre repleto de sangre, del atacante, apenas sin la respiración quebrada, se volvió y siguió su camino, su collar marcaba luz verde, seguir vivo. Aún quedaban unos tres, calculó.
Fuera de la casa no había nadie, pero si la elfa agudizaba los sentidos se podía olor, ver e incluso escuchar. Podría llegar a encontrar gente, algunos muertos, otros vivos, algunos encuentros mejor que otros.
Nübian no podía ya regresar por donde había venido, el camino ahora estaba siendo vigilado, había sido un fallo que aquella elfa entrase, pero ahora formaba parte del juego, ya no se podía salir.
Wyn
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
Pero no tenía tan claro si podía con eso. Tenía entre manos la circunferencia fría del collar, ceñido al cuello sin vida de alguien. Tragué, sintiendo el rostro contraído por lo repugnante de la situación que tenía, literalmente entre manos. Traté de ceñirme a mi cometido con determinación. Cogí el collar con ambas manos, lo torcí, lo examiné...
– Parece adecuado para una llave.. – pasé el dedo por un orificio de una llave que no tenía. Aunque eso indicaba claramente un cierre. Cogí con ambas manos y tiré de él, bien fuerte... – ¡Ay!
Un calambre me recorría los brazos, me había resbalado hacia el suelo manchado y destrozado, y me zumbaba completamente la cabeza, los oídos estaban embotados, por completo. Tragué, de pronto muy asustada y miré alrededor. Estaba claro que en un entorno como aquel no iba a encontrar la llave... Me habría gustado, aunque estuviese muerto... ¿Quien me decía que no hubiese más como aquel... individuo? Además, seria una buena
Suspiré. Me levanté y me froté los brazos, más por incomodidad que por el calambre. Volví a tragar, bastante angustiada y salí de la cabaña pensando que cualquier cosa que hubiese pasado ahí, debería buscarla fuera. Debía haber algún rastro... Ese pensamiento rondaba mi mente cuando salí. Nada, ni pájaros, ni brisa... Solo mis latidos y el sonido de mi sistema nervioso. Como hija de los bosques... yo sabía que eso no era normal.
La extraña sensación de que yo estaba el lugar adecuado en el momento adecuado para alguien era horrorosamente fuerte; y no era precisamente buena para mi. Me serené, tratando de pensar con frialdad y di la vuelta mientras a la cabaña, sigilosamente.
Si realmente algo ocurría, algo más que encontrar una cabaña con restos de sangre, desastre y matanza quiero decir, debía ser precavida, y no sería bueno pasar por el mismo camino. De pronto, mis orejas se alertaron, se movieron. Agudicé la vista... Una sombra, a lo lejos. Un roce en unas hojas. Movimiento....
Aspiré, a ojos cerrados incapaz aún de sentir nada pero me encaminé allí donde había escuchado el susurro de unas hojas, el paso de alguien. Peligroso, o no.
Eché a andar, con fuerza, oliendo algo extraño.. O no tan extraño, familiar. Fruncí el ceño y corrí fluidamente por la hierba alta, siguiendo lo que creía más lejos, cuando tropecé con algo, rodé y caí. Me mordí la lengua para no hacer ruido y al girarme... Otro cadaver. Pero esta vez, reciente, y brutalmente asesinado. Palidecí. ¿Qué demonios estaba persiguiendo en aquel claro?
– Parece adecuado para una llave.. – pasé el dedo por un orificio de una llave que no tenía. Aunque eso indicaba claramente un cierre. Cogí con ambas manos y tiré de él, bien fuerte... – ¡Ay!
Un calambre me recorría los brazos, me había resbalado hacia el suelo manchado y destrozado, y me zumbaba completamente la cabeza, los oídos estaban embotados, por completo. Tragué, de pronto muy asustada y miré alrededor. Estaba claro que en un entorno como aquel no iba a encontrar la llave... Me habría gustado, aunque estuviese muerto... ¿Quien me decía que no hubiese más como aquel... individuo? Además, seria una buena
Suspiré. Me levanté y me froté los brazos, más por incomodidad que por el calambre. Volví a tragar, bastante angustiada y salí de la cabaña pensando que cualquier cosa que hubiese pasado ahí, debería buscarla fuera. Debía haber algún rastro... Ese pensamiento rondaba mi mente cuando salí. Nada, ni pájaros, ni brisa... Solo mis latidos y el sonido de mi sistema nervioso. Como hija de los bosques... yo sabía que eso no era normal.
La extraña sensación de que yo estaba el lugar adecuado en el momento adecuado para alguien era horrorosamente fuerte; y no era precisamente buena para mi. Me serené, tratando de pensar con frialdad y di la vuelta mientras a la cabaña, sigilosamente.
Si realmente algo ocurría, algo más que encontrar una cabaña con restos de sangre, desastre y matanza quiero decir, debía ser precavida, y no sería bueno pasar por el mismo camino. De pronto, mis orejas se alertaron, se movieron. Agudicé la vista... Una sombra, a lo lejos. Un roce en unas hojas. Movimiento....
Aspiré, a ojos cerrados incapaz aún de sentir nada pero me encaminé allí donde había escuchado el susurro de unas hojas, el paso de alguien. Peligroso, o no.
Eché a andar, con fuerza, oliendo algo extraño.. O no tan extraño, familiar. Fruncí el ceño y corrí fluidamente por la hierba alta, siguiendo lo que creía más lejos, cuando tropecé con algo, rodé y caí. Me mordí la lengua para no hacer ruido y al girarme... Otro cadaver. Pero esta vez, reciente, y brutalmente asesinado. Palidecí. ¿Qué demonios estaba persiguiendo en aquel claro?
Nübian
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
Un olor…diferente se colaba por sus fosas nasales, un olor… ¿familiar? Pensó el hombre frunciendo el ceño, sin acabar de identificar aquel olor que ya había olido antes.
Lastia… pensó con una leve sonrisa ladeada al ver aquella curiosa planta. Había comido numerosas veces, de niño, dulces a base de aquella especie de musgo. Se agacho mientras, más rápido que un relámpago, se dejaba empapar por aquellos recuerdos felices de la niñez, mientras arrancaba la planta del mojado suelo y se lo llevaba a la boca.
Tiró el rabo al suelo, volviendo a la realidad. Aquel collar le asfixiaba, y aquella situación aun más. La sangre que había en espada ya estaba seca y su armadura lista, debía continuar su camino, debía saber que estaba haciendo allí, porque, y lo más importante…quien le había metido en aquello.
Sus pies pisaban la hierba verde y mojaba, dejando un camino de sangre, sin importarle que alguien pudiese verlo y seguirle, si alguien se acercaba a él, lo mataría. Un ruido, parecía que algo se había movido tras él, pero no le importó, es más, le fue indiferente porque pudo ver humo. Un pobre tonto había sido tan poco prudente de hacer fuego, y dejar su posición al descubierto. Aquel podre idiota seria su siguiente objetivo.
-Lo….lo siento…- dijo una voz temblorosa y al borde del llanto. La chica pudo oírlo, y posiblemente a tiempo, ya que el hombre se lanzó sobre ella. Su collar marcaba verde.
Lastia… pensó con una leve sonrisa ladeada al ver aquella curiosa planta. Había comido numerosas veces, de niño, dulces a base de aquella especie de musgo. Se agacho mientras, más rápido que un relámpago, se dejaba empapar por aquellos recuerdos felices de la niñez, mientras arrancaba la planta del mojado suelo y se lo llevaba a la boca.
Tiró el rabo al suelo, volviendo a la realidad. Aquel collar le asfixiaba, y aquella situación aun más. La sangre que había en espada ya estaba seca y su armadura lista, debía continuar su camino, debía saber que estaba haciendo allí, porque, y lo más importante…quien le había metido en aquello.
Sus pies pisaban la hierba verde y mojaba, dejando un camino de sangre, sin importarle que alguien pudiese verlo y seguirle, si alguien se acercaba a él, lo mataría. Un ruido, parecía que algo se había movido tras él, pero no le importó, es más, le fue indiferente porque pudo ver humo. Un pobre tonto había sido tan poco prudente de hacer fuego, y dejar su posición al descubierto. Aquel podre idiota seria su siguiente objetivo.
-Lo….lo siento…- dijo una voz temblorosa y al borde del llanto. La chica pudo oírlo, y posiblemente a tiempo, ya que el hombre se lanzó sobre ella. Su collar marcaba verde.
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•Bueno, Nübian, ya que te has demorado más de lo debía y sin avisar, tu encuentro con este hombre será… perfecta. Debes ganar si quieres seguir viva, pero para eso este hombre debe morir. Tú decides como, pero te dejo aquí una imagen de algo que terminará formando parte de ti el final del post. Suerte.
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Wyn
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
Tirada para runas...
Ha salido: buena suerte.
"Tu suerte será buena, tus cosechas serán buenas y tu cuerpo fértil, así como tus músculos resistentes como la piedra más dura. Pero no tientes a tu suerte demasiado, podría fallarte."
Ha salido: buena suerte.
"Tu suerte será buena, tus cosechas serán buenas y tu cuerpo fértil, así como tus músculos resistentes como la piedra más dura. Pero no tientes a tu suerte demasiado, podría fallarte."
Última edición por Nübian el Sáb 13 Jun - 23:57, editado 1 vez
Nübian
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
El miembro 'Nübian' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
Había caído rodando, tropezando con aquel cadáver y estaba paralizada. Había visto algunos en mi vida, pero aquella manera de morir… con tantos golpes, algunos miembros machacados y toda la sangre… Junto a aquel lugar que inspiraba una sensación horrenda, casi claustrofóbica.
La ausencia de todo parecía hacer notar que allí nada podía tener vida, y la vida de mi misma parecía… Como un carrito de fuegos artificiales en medio de un claro a la luz de la Luna: el blanco perfecto. Sin embargo todo aquello había rondado mi mente en un momento fugaz. Estaba aturdida por la caída, enfocaba regular los objetos, sus contornos. Me sujeté la cabeza con ambas manos mientras trataba de incorporarme…
– Lo….lo siento… – Cuando una voz me alertó. Se aceleró mi pulso y me giré alzando la vista con cautela, profiriendo una exclamación ahogada. Un hombre, con expresión apenada, y ansiosa. Los ojos como platos. Y abalanzándose sobre mí. Pero desde el encontronazo con la mujer que parecía ser yo, mis reflejos habían aumentado y rodé pasando casi enredada entre sus piernas, por delante de él hacia el otro lado, situándome en su flanco posterior derecho. – ¿Quién eres? ¡Qué pasa aquí, con todo esto? Vamos, dímelo, ¡tenemos que salir de aquí! Pero necesito saber qué ocurre.
Escuchaba mi voz, pero fuera de mí, lejana. No sabía por qué intentaba razonar con aquel individuo… Al ver sus ojos, el momento fugaz en que me volví y estaba más cerca, vi que sus ojos me decían que no estaba bien, que estaba histérico, nervioso y casi obsesivo. Por no mencionar las manchas de sangre… Y su voz lastimera. ¿Hacía algo que no quería? Desenfundé el hacha de mi espalda cuando vi que se daba la vuelta blandiendo una espada de hoja gruesa, no muy larga con expresión salvaje y lágrimas en los ojos.
– ¡No! ¡¡No lo hagas!! – exclamé, viéndolo venir. Se me echó encima y lancé un hachazo a desviar su golpe, que me hizo estremecer por un calambre importante en el hombro izquierdo, de la sobre carga repentina. – Por favor, ¡habla conmigo! – mascullé entre dientes mientras volvía a parar otro golpe,…. ..Golpe que al relajar, logró rozarme con la espada en el otro hombro, haciéndome un corte superficial, pero suficiente para proclamar el ardor por toda la zona de la herida.
No quería hacerlo, no quería matarle… Yo era una hija digna de la Madre Luna, y aquel un pobre necio que probablemente estuviese siendo obligado o… A saber. De pronto, alzó las manos, con la espada y chilló en un alarido de pena, más un grito de socorro y auxilio que de combate. Y lanzó la espada otra vez sobre mí, alcé el hacha, golpeé su filo en un estruendo de metales y de la fuerza del choque y la velocidad, fue a parar a mi muslo descubierto y adelantado para el ataque. Cortó mi piel, mi carne, chillé al sentirla desgarrada y ardiendo y momentáneamente entumecida. Pero en aquel momento de debilidad, la alegría iluminó su rostro y aquellos instantes fueron suficientes para que yo viese su collar, como los de la casa. Pero verde.
Aquellos momentos de parálisis de ambos fueron cruciales. Retiré la pierna, adelanté la otra y aticé un hachazo que no vio venir, no pudo esquivar o… O no quiso, tal vez, por su expresión de dolor, pero fue a parar a sus costillas, rompiendo algunas de ellas, bajo el corazón. Se dejó caer, expulsando todo el aire en el golpe y rápidamente, ladeé la espada de su mano, sin fuerza por la sorpresa del golpe. No quería que muriese, pero la expresión de horror mudo de la cara, la boca abierta, contrastaban con el alivio de sus ojos. Habría querido preguntarle, pero, no pude. Había muerto. Tragué, me levanté y vi las estrellas, el muslo me dolía como cien demonios, lagrimeaba del ardor… Y no tenía con qué coserme.
Me eché al lado contrario de ambos cadáveres, entre la hierba alta y localicé algunas raíces y hojas que conocía, las machaqué con las manos y la apliqué a mi herida, con una mueca de escozor, mientras miraba el collar del hombre, con curiosidad, frío razonamiento y miedo. Mucho miedo encubierto por lo que acababa de pasar. Era una vida atormentada y yo había terminado con ella… Era una luz verde. El collar de la casa, una luz roja, una luz muerta. Un escalofrío recorrió mi espalda.
----
Off: espero haber comprendido bien la escena, cualquier detalle me comentas y edito; espero también haber actuado bien con las runas. Y lamento mucho mi tardanza...
La ausencia de todo parecía hacer notar que allí nada podía tener vida, y la vida de mi misma parecía… Como un carrito de fuegos artificiales en medio de un claro a la luz de la Luna: el blanco perfecto. Sin embargo todo aquello había rondado mi mente en un momento fugaz. Estaba aturdida por la caída, enfocaba regular los objetos, sus contornos. Me sujeté la cabeza con ambas manos mientras trataba de incorporarme…
– Lo….lo siento… – Cuando una voz me alertó. Se aceleró mi pulso y me giré alzando la vista con cautela, profiriendo una exclamación ahogada. Un hombre, con expresión apenada, y ansiosa. Los ojos como platos. Y abalanzándose sobre mí. Pero desde el encontronazo con la mujer que parecía ser yo, mis reflejos habían aumentado y rodé pasando casi enredada entre sus piernas, por delante de él hacia el otro lado, situándome en su flanco posterior derecho. – ¿Quién eres? ¡Qué pasa aquí, con todo esto? Vamos, dímelo, ¡tenemos que salir de aquí! Pero necesito saber qué ocurre.
Escuchaba mi voz, pero fuera de mí, lejana. No sabía por qué intentaba razonar con aquel individuo… Al ver sus ojos, el momento fugaz en que me volví y estaba más cerca, vi que sus ojos me decían que no estaba bien, que estaba histérico, nervioso y casi obsesivo. Por no mencionar las manchas de sangre… Y su voz lastimera. ¿Hacía algo que no quería? Desenfundé el hacha de mi espalda cuando vi que se daba la vuelta blandiendo una espada de hoja gruesa, no muy larga con expresión salvaje y lágrimas en los ojos.
– ¡No! ¡¡No lo hagas!! – exclamé, viéndolo venir. Se me echó encima y lancé un hachazo a desviar su golpe, que me hizo estremecer por un calambre importante en el hombro izquierdo, de la sobre carga repentina. – Por favor, ¡habla conmigo! – mascullé entre dientes mientras volvía a parar otro golpe,…. ..Golpe que al relajar, logró rozarme con la espada en el otro hombro, haciéndome un corte superficial, pero suficiente para proclamar el ardor por toda la zona de la herida.
No quería hacerlo, no quería matarle… Yo era una hija digna de la Madre Luna, y aquel un pobre necio que probablemente estuviese siendo obligado o… A saber. De pronto, alzó las manos, con la espada y chilló en un alarido de pena, más un grito de socorro y auxilio que de combate. Y lanzó la espada otra vez sobre mí, alcé el hacha, golpeé su filo en un estruendo de metales y de la fuerza del choque y la velocidad, fue a parar a mi muslo descubierto y adelantado para el ataque. Cortó mi piel, mi carne, chillé al sentirla desgarrada y ardiendo y momentáneamente entumecida. Pero en aquel momento de debilidad, la alegría iluminó su rostro y aquellos instantes fueron suficientes para que yo viese su collar, como los de la casa. Pero verde.
Aquellos momentos de parálisis de ambos fueron cruciales. Retiré la pierna, adelanté la otra y aticé un hachazo que no vio venir, no pudo esquivar o… O no quiso, tal vez, por su expresión de dolor, pero fue a parar a sus costillas, rompiendo algunas de ellas, bajo el corazón. Se dejó caer, expulsando todo el aire en el golpe y rápidamente, ladeé la espada de su mano, sin fuerza por la sorpresa del golpe. No quería que muriese, pero la expresión de horror mudo de la cara, la boca abierta, contrastaban con el alivio de sus ojos. Habría querido preguntarle, pero, no pude. Había muerto. Tragué, me levanté y vi las estrellas, el muslo me dolía como cien demonios, lagrimeaba del ardor… Y no tenía con qué coserme.
Me eché al lado contrario de ambos cadáveres, entre la hierba alta y localicé algunas raíces y hojas que conocía, las machaqué con las manos y la apliqué a mi herida, con una mueca de escozor, mientras miraba el collar del hombre, con curiosidad, frío razonamiento y miedo. Mucho miedo encubierto por lo que acababa de pasar. Era una vida atormentada y yo había terminado con ella… Era una luz verde. El collar de la casa, una luz roja, una luz muerta. Un escalofrío recorrió mi espalda.
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Off: espero haber comprendido bien la escena, cualquier detalle me comentas y edito; espero también haber actuado bien con las runas. Y lamento mucho mi tardanza...
Nübian
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
Y delante de sus propios ojos, con el cuerpo inerte, la luz del collar, verde, se tornó roja para siempre.
Los dos cadáveres ensuciaban el suelo y el ambiente, ya no había nada que hacer ahí, lo mejor sería avanzar… el camino seguía siendo húmedo y dificultoso a causa de las lluvias, se podía ir campo atreves, aunque la hierba y el barro resbalaban un poco.
Hacia largo rato que no se cruzaba con nadie, y no sabía si pensar que aquello era bueno o malo. Aun recordaba algunas cosas de la destrozada casa de madera, recordaba la jaula, aunque estaba hasta arriba de narcóticos, y las conversaciones que llegó a escuchar le sonaron a elfico. Recordaba el hambre y la sed. Recordaba el olor, el mal olor. El dolor de cabeza y la humedad. Cuando las drogas se atenuaron en su cuerpo, para entonces, las puertas de todas las celdas ya estaban abiertas, y el collar ya adornaba su cuello. Fue de los primeros en despertar, de los primeros en leer aquel papel que había por las paredes… supongo que tuve suerte de poder ser de los primeros en despertar… pensaba Connor mientras buscaba un lugar donde pasar la noche sin sobresaltos, aunque aquello parecía tarea difícil, posiblemente dormiría en lo alto de un árbol como las noches anteriores.
Estaba cerca del humo, podre idiota. Se relamió los labios, aunque no se les pudiese ver bajo el casco. Sus manos volaron hacia su arma, una espada no muy común, mortífera, con bonitos relieves que destrozarían cualquier carne en un solo tajo.
La carnicería empezaba de nuevo.
Un hombre y una mujer estaban sentados sobre unos tocones junto a una hoguera, muy cerca del fuego, ya que el frio empezaba a calar en sus ropas mojadas. Estaban juntos, pero no tenían cara de fiarse al completo el uno del otro. El hombre portaba la parte inferior de una armadura de cuero, con el pecho desnudo, a excepción de unas correas que sujetaban sus dos hachas de mano. La mujer tenía un largo arco entre las manos y un carcaj de plumas azules a la espalda. Ella vestía unas ropas verdes, con una pechera de acero solo negro.
Los primeros pasos del hombre de la espada alertaron a la arquera, haciendo que se levantase del tocón. No hacía falta preguntar para saber a venia el nuevo, la primera flecha tocó su pie, pero el material de la bota la hizo resbalar. La segunda flecha, ya por los nervios de la mujer, se clavó en el suelo.
El hombre se levantó y empezó a correr mientras cogió a ambas hachas, con un grito de guerra.
Los dos cadáveres ensuciaban el suelo y el ambiente, ya no había nada que hacer ahí, lo mejor sería avanzar… el camino seguía siendo húmedo y dificultoso a causa de las lluvias, se podía ir campo atreves, aunque la hierba y el barro resbalaban un poco.
Hacia largo rato que no se cruzaba con nadie, y no sabía si pensar que aquello era bueno o malo. Aun recordaba algunas cosas de la destrozada casa de madera, recordaba la jaula, aunque estaba hasta arriba de narcóticos, y las conversaciones que llegó a escuchar le sonaron a elfico. Recordaba el hambre y la sed. Recordaba el olor, el mal olor. El dolor de cabeza y la humedad. Cuando las drogas se atenuaron en su cuerpo, para entonces, las puertas de todas las celdas ya estaban abiertas, y el collar ya adornaba su cuello. Fue de los primeros en despertar, de los primeros en leer aquel papel que había por las paredes… supongo que tuve suerte de poder ser de los primeros en despertar… pensaba Connor mientras buscaba un lugar donde pasar la noche sin sobresaltos, aunque aquello parecía tarea difícil, posiblemente dormiría en lo alto de un árbol como las noches anteriores.
Estaba cerca del humo, podre idiota. Se relamió los labios, aunque no se les pudiese ver bajo el casco. Sus manos volaron hacia su arma, una espada no muy común, mortífera, con bonitos relieves que destrozarían cualquier carne en un solo tajo.
La carnicería empezaba de nuevo.
Un hombre y una mujer estaban sentados sobre unos tocones junto a una hoguera, muy cerca del fuego, ya que el frio empezaba a calar en sus ropas mojadas. Estaban juntos, pero no tenían cara de fiarse al completo el uno del otro. El hombre portaba la parte inferior de una armadura de cuero, con el pecho desnudo, a excepción de unas correas que sujetaban sus dos hachas de mano. La mujer tenía un largo arco entre las manos y un carcaj de plumas azules a la espalda. Ella vestía unas ropas verdes, con una pechera de acero solo negro.
Los primeros pasos del hombre de la espada alertaron a la arquera, haciendo que se levantase del tocón. No hacía falta preguntar para saber a venia el nuevo, la primera flecha tocó su pie, pero el material de la bota la hizo resbalar. La segunda flecha, ya por los nervios de la mujer, se clavó en el suelo.
El hombre se levantó y empezó a correr mientras cogió a ambas hachas, con un grito de guerra.
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•Nübian, debes avanzar, y en tu camino, debes incluir una de estas situaciones:
-te encuentras con una persona que quiere aliarse contigo, una persona con collar, quizás una niña. Pero la niña, después, por motivos que no puede ser una persona asesinando, muere.
-encuentras un cadáver con una nota en la mano. El cadáver tiene que estar visible de alguna madera morbosa (quien lo ha matado se ha ocupado de hacer de su muerte toda una exhibición)
Wyn
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
Respiraba agitadamente. Estaba atenazada… Aquello era algo demasiado surrealista, increíble. Me escocía mucho la herida, aunque gracias a la cataplasma improvisada entre hierbas aplastadas había entumecido un pozo la zona, y limpiado con agua acumulada en un hueco grande de una roca.
El hombre estaba en el suelo. Herido, quieto. Silencioso. Su collar pasó de verde a rojo y esa imagen persistía en mi cabeza mientras veía ambos cadáveres juntos, con collares en rojo. La imagen mental de la casa me vino a la cabeza mientras me incorporaba con la mirada sombría enfundaba mi hacha a la espalda y seguí caminando.
Me aparté el pelo de la cara, levantaba mucho las rodillas para caminar bien entre la hierba y el pasto mojado. Estaba algo más relajada aunque más que eso, simplemente estaba más confusa, embotada y ausente por lo grave de la situación. La imagen de la casa cruzó por mi cabeza otra vez. Empezaba a hacerme un espeluznante esquema mental de todo aquello mientras caminaba.
Más rápido… Empezaba a trotar, veloz y silenciosa entre la hierba, con el pelo alborotado. Un recinto, enorme. Un anuncio extraño. Cientos de metros de vegetación, espacio natural, alrededor de una cabaña abandonada y destrozada. Alrededor: silencio. Empecé a notar lágrimas cayendo por mi cara, sin darme apenas cuenta de ello. Corría más rápido, jadeaba. Estaba agobiada y quería salir de allí como fuese, estaba teniendo una crisis de nervios y descontrol. La cabaña estaba sucia, de deshechos humanos, sangre. Jaulas. Collares rojos en gente muerta. Collar verde en quien había intentado matarme.
Y silencio, en todo el perímetro.
A esas alturas ya corría, veloz, jadeando fuertemente, tratando de no hacer ruido… Tropecé, caí rodando un metro hacia abajo como en un terraplén, sollozando ya sin poder evitarlo, tratando de contener los sonidos cuando me vi empapada en un pequeño salto de agua, por eso me había caído. Me levanté, me aparté a una orilla (el caudal era de un metro de ancho o dos, a lo sumo) y me restregué la cara, para quitarme las lágrimas…
…Rojo. Mis manos eran rojas, mis ropas manchadas, las puntas de mi pelo. Volví a respirar con dificultad y alcé la vista: el efímero caudal estaba completamente manchado de rojo. Me di la vuelta negando en una súplica con la cabeza, para ver algo escandalosamente desgarrador. Allá, en lo alto, justo por donde había pasado y me había caído hacia abajo, había un cadáver. Atado entre dos árboles gruesos, en forma de cruz de aspa. Colgaba sobre el río con la cabeza colgando, todo manchado. Goteando. Muerto. Desgarrado… Agujereado por completo, por lo que se estaba desangrando en el río.
No podía dejar de mirarlo, me agarré del pelo, me miré las manos de nuevo, luego al cadáver otra vez y chillé al ver su collar rojo. Un chillido agudo y fuerte, desesperanzado, que terminó en más sollozos y preguntas lanzadas al aire. – Oh… Dioses.. No…. ¿Qué demonios es esto..?
Respiré agitadamente y miré alrededor. Traté de limpiarme con algo de los extremos de mi ropa pero tanto daba, la sangre era sumamente escandalosa… Escandalosa. Había gritado. Palidecí y automáticamente me puse a la defensiva, miré alrededor y desenfundé el hacha, decidida a no guardarla a no ser que fuese estrictamente necesario. Miré en derredor mío, todo parecía en calma… Excepto por aquel cadáver que parecía lanzar una macabra señal de advertencia a aquellos que se adentrasen en aquel juego mortal, o que simplemente siguiesen el caudal del arroyo, ahora manchado. Parecía que tenía una nota en una mano, sujeta con un clavo a la carne.
Respiré hondo varias veces y me acerqué a ese lado del arroyo, trepé por el terraplén y me subí al árbol, a lo cual estaba habituada… Una vez cerca del cadáver tendí la mano hasta la nota, tratando de cogerla para leerla. No me atrevía siquiera a mirar al difunto.
El hombre estaba en el suelo. Herido, quieto. Silencioso. Su collar pasó de verde a rojo y esa imagen persistía en mi cabeza mientras veía ambos cadáveres juntos, con collares en rojo. La imagen mental de la casa me vino a la cabeza mientras me incorporaba con la mirada sombría enfundaba mi hacha a la espalda y seguí caminando.
Me aparté el pelo de la cara, levantaba mucho las rodillas para caminar bien entre la hierba y el pasto mojado. Estaba algo más relajada aunque más que eso, simplemente estaba más confusa, embotada y ausente por lo grave de la situación. La imagen de la casa cruzó por mi cabeza otra vez. Empezaba a hacerme un espeluznante esquema mental de todo aquello mientras caminaba.
Más rápido… Empezaba a trotar, veloz y silenciosa entre la hierba, con el pelo alborotado. Un recinto, enorme. Un anuncio extraño. Cientos de metros de vegetación, espacio natural, alrededor de una cabaña abandonada y destrozada. Alrededor: silencio. Empecé a notar lágrimas cayendo por mi cara, sin darme apenas cuenta de ello. Corría más rápido, jadeaba. Estaba agobiada y quería salir de allí como fuese, estaba teniendo una crisis de nervios y descontrol. La cabaña estaba sucia, de deshechos humanos, sangre. Jaulas. Collares rojos en gente muerta. Collar verde en quien había intentado matarme.
Y silencio, en todo el perímetro.
A esas alturas ya corría, veloz, jadeando fuertemente, tratando de no hacer ruido… Tropecé, caí rodando un metro hacia abajo como en un terraplén, sollozando ya sin poder evitarlo, tratando de contener los sonidos cuando me vi empapada en un pequeño salto de agua, por eso me había caído. Me levanté, me aparté a una orilla (el caudal era de un metro de ancho o dos, a lo sumo) y me restregué la cara, para quitarme las lágrimas…
…Rojo. Mis manos eran rojas, mis ropas manchadas, las puntas de mi pelo. Volví a respirar con dificultad y alcé la vista: el efímero caudal estaba completamente manchado de rojo. Me di la vuelta negando en una súplica con la cabeza, para ver algo escandalosamente desgarrador. Allá, en lo alto, justo por donde había pasado y me había caído hacia abajo, había un cadáver. Atado entre dos árboles gruesos, en forma de cruz de aspa. Colgaba sobre el río con la cabeza colgando, todo manchado. Goteando. Muerto. Desgarrado… Agujereado por completo, por lo que se estaba desangrando en el río.
No podía dejar de mirarlo, me agarré del pelo, me miré las manos de nuevo, luego al cadáver otra vez y chillé al ver su collar rojo. Un chillido agudo y fuerte, desesperanzado, que terminó en más sollozos y preguntas lanzadas al aire. – Oh… Dioses.. No…. ¿Qué demonios es esto..?
Respiré agitadamente y miré alrededor. Traté de limpiarme con algo de los extremos de mi ropa pero tanto daba, la sangre era sumamente escandalosa… Escandalosa. Había gritado. Palidecí y automáticamente me puse a la defensiva, miré alrededor y desenfundé el hacha, decidida a no guardarla a no ser que fuese estrictamente necesario. Miré en derredor mío, todo parecía en calma… Excepto por aquel cadáver que parecía lanzar una macabra señal de advertencia a aquellos que se adentrasen en aquel juego mortal, o que simplemente siguiesen el caudal del arroyo, ahora manchado. Parecía que tenía una nota en una mano, sujeta con un clavo a la carne.
Respiré hondo varias veces y me acerqué a ese lado del arroyo, trepé por el terraplén y me subí al árbol, a lo cual estaba habituada… Una vez cerca del cadáver tendí la mano hasta la nota, tratando de cogerla para leerla. No me atrevía siquiera a mirar al difunto.
Nübian
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
“Enhorabuena, sois los afortunados. Afortunados de poder participar en este entretenido y didáctico juego de supervivencia. Todos vosotros sois la escoria de las calles y ciudades, borrachos y asesinos, violadores y ladrones, todos vosotros sois ratas de la misma calaña. No merecéis vivir, pero nosotros creemos en que aun tenéis salvación.
Tenéis que jugar entre vosotros por la supervivencia. Solo el mejor y más fuerte será el vencedor de este juego. El merecedor de formar parte de nuestro circulo…
No os daremos más detalles, ya que es más divertido que lo descubráis vosotros solos.
Buena suerte, futuro hermano”
Tenéis que jugar entre vosotros por la supervivencia. Solo el mejor y más fuerte será el vencedor de este juego. El merecedor de formar parte de nuestro circulo…
No os daremos más detalles, ya que es más divertido que lo descubráis vosotros solos.
Buena suerte, futuro hermano”
La nota estaba manchada de sangre, igual que todo lo que le rodeaba en aquel entonces a la elfa.
Algo se movía entre las hojas, cerca de la elfa, muy cerca, prácticamente a su lado. No estaba sola, nunca lo estaba.
La luna empezaba a hacerse un sitio en el cielo, quitando la poca visibilidad de los restos del día. En apenas una hora, toda luz natural desaparecería. Nübian debería empezar a pensar en cómo y dónde pasar la noche… no se avecina muy tranquila.
Connor estaba sobre la copa de un árbol, viendo como bajo él, un hombre con una daga pasaba corriendo. Miraba de un lado a otro, estaba muy asustado y nervioso. Se tropezó con una raíz y cayó al suelo, dándose un fuerte golpe en la cabeza con un tocón. La luz aun era verde. Unos minutos después el hombre se levantó y siguió su camino. Connor sabía perfectamente el sonido que producían las flechas cuando volaban, y más aun cuando impactaban contra un cuerpo. Pudo oírlo poco después de que el hombre de la daga desapareciese de su campo de visión.
Algo se movía entre las hojas, cerca de la elfa, muy cerca, prácticamente a su lado. No estaba sola, nunca lo estaba.
La luna empezaba a hacerse un sitio en el cielo, quitando la poca visibilidad de los restos del día. En apenas una hora, toda luz natural desaparecería. Nübian debería empezar a pensar en cómo y dónde pasar la noche… no se avecina muy tranquila.
Connor estaba sobre la copa de un árbol, viendo como bajo él, un hombre con una daga pasaba corriendo. Miraba de un lado a otro, estaba muy asustado y nervioso. Se tropezó con una raíz y cayó al suelo, dándose un fuerte golpe en la cabeza con un tocón. La luz aun era verde. Unos minutos después el hombre se levantó y siguió su camino. Connor sabía perfectamente el sonido que producían las flechas cuando volaban, y más aun cuando impactaban contra un cuerpo. Pudo oírlo poco después de que el hombre de la daga desapareciese de su campo de visión.
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•Explica tu noche, elfa. Una noche en la que debes pasarlo… no muy bien. ¿No tienes idea de que poner? Te dejo aquí unas palabras que debes incluir… para que no te aburras. (Subráyalas en el texto, como mínimo debes incluir 5)
Corazón – peces – lila – perca – madre – somnífero – perro – gorila
Wyn
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
Respiraba muy rápidamente, en aspiraciones cortas con el corazón acelerado.
– Vamos, cálmate... No pasa nada. Puedes con esto... Oh, Madre, no, no puedo. Un.. un juego.... gente peligrosa... ¿Sobrevivir? Un círculo. – Suspiré, traté de serenarme.
Ahora que sabía de qué iba todo aquello, empezaba a encajar piezas como los collares, la casa abandonada en medio del claro... El completo silencio y por supuesto, los brutales asesinatos.
Alguien se toma la molestia de limpiar de seres vivos toda una zona del bosque, alrededor de una vieja cabaña. ¿Alguien que vivía ahí? Me dije a mi misma que debía recordar aquello para investigarlo más tarde. Porque tenía muy claro que iba a tener un más tarde y muchos años más de vida, o al menos lo deseaba con todas mis fuerzas.
Además, ese alguien se había tomado la molestia también de traer a personas acusadas de cargos, ¿o simplemente era gente de la calle, delincuentes sin apresar? Demasiadas incógnitas. ¿Habría alguien contratado a otros para hacer todo el trabajo sucio...?
Quien quiera que fuese, había sido listo, para lograr su propósito había hecho que todos los "jugadores" se eliminasen entre sí, lavándose las manos. Probablemente se habría cubierto el rostro para meterlos en las jaulas, o tal vez los sujetos estaban aturdidos... ¿Drogados? ¿Somníferos tal vez?
Me froté la cabeza y miré al cielo: oscurecía, luces de color lila y anaranjadas manchaban el firmamento.. Ahogué un grito al escuchar algo moverse, miré fijamente al lugar de donde venía. Al tiempo, me alejé lentamente, consciente de una horrible sensación de ser observada y me subí a un árbol unos veinte metros alejada al norte del río y el cadáver, en perpendicular. Guardé la nota en mi bolsa y me tumbé en una rama, angustiada. Fijé la mirada en el arroyo, que pasaba un poco alejado... Cerré los ojos, y me recorrió un escalofrío.
El sonido del agua era lo único que rompía la noche, nada de animales. Tal vez sí hubiese peces en el riachuelo... – Mmmmm...– dejé escapar, divagando. Recordaba jugar con las percas del río cercano a la casa de mis padres.. Cuando era niña...
No tardé en caer dormida. Soñé cosas extrañas esa noche, pesadillas, tal vez tenía algo de fiebre por la herida, por el estrés de aquella situación... Corría en el claro, detrás de mi había perros que ladraban rabiosos en las jaulas de la cabaña, pero yo no quería hacerles daño así que huía. Caía, tropezaba y me daba cuenta de que tenía un collar, pero con un resplandor rojo. Entonces escuchaba un gruñido, un grito de los perros pero con una voz distinta y entonces veía que eran cinco gorilas que corrían hacia mi con las jaulas en la mano.
Yo chillaba y chillaba, y cuando se acercaban...
Me incorporé de golpe, de un sobresalto con un grito ahogado por una inhalación. Miré alrededor desorientada y me di cuenta de que podría pensar que continuaba mi pesadilla... Fruncí el ceño, había movimiento. Miré abajo pero... Era tade. Vi com un hombre tropezaba; y su luz la apagaba para siempre una flecha.
Tenía la horrible sensación de que me gustase o no, yo estaba jugando a ese juego.
– Vamos, cálmate... No pasa nada. Puedes con esto... Oh, Madre, no, no puedo. Un.. un juego.... gente peligrosa... ¿Sobrevivir? Un círculo. – Suspiré, traté de serenarme.
Ahora que sabía de qué iba todo aquello, empezaba a encajar piezas como los collares, la casa abandonada en medio del claro... El completo silencio y por supuesto, los brutales asesinatos.
Alguien se toma la molestia de limpiar de seres vivos toda una zona del bosque, alrededor de una vieja cabaña. ¿Alguien que vivía ahí? Me dije a mi misma que debía recordar aquello para investigarlo más tarde. Porque tenía muy claro que iba a tener un más tarde y muchos años más de vida, o al menos lo deseaba con todas mis fuerzas.
Además, ese alguien se había tomado la molestia también de traer a personas acusadas de cargos, ¿o simplemente era gente de la calle, delincuentes sin apresar? Demasiadas incógnitas. ¿Habría alguien contratado a otros para hacer todo el trabajo sucio...?
Quien quiera que fuese, había sido listo, para lograr su propósito había hecho que todos los "jugadores" se eliminasen entre sí, lavándose las manos. Probablemente se habría cubierto el rostro para meterlos en las jaulas, o tal vez los sujetos estaban aturdidos... ¿Drogados? ¿Somníferos tal vez?
Me froté la cabeza y miré al cielo: oscurecía, luces de color lila y anaranjadas manchaban el firmamento.. Ahogué un grito al escuchar algo moverse, miré fijamente al lugar de donde venía. Al tiempo, me alejé lentamente, consciente de una horrible sensación de ser observada y me subí a un árbol unos veinte metros alejada al norte del río y el cadáver, en perpendicular. Guardé la nota en mi bolsa y me tumbé en una rama, angustiada. Fijé la mirada en el arroyo, que pasaba un poco alejado... Cerré los ojos, y me recorrió un escalofrío.
El sonido del agua era lo único que rompía la noche, nada de animales. Tal vez sí hubiese peces en el riachuelo... – Mmmmm...– dejé escapar, divagando. Recordaba jugar con las percas del río cercano a la casa de mis padres.. Cuando era niña...
No tardé en caer dormida. Soñé cosas extrañas esa noche, pesadillas, tal vez tenía algo de fiebre por la herida, por el estrés de aquella situación... Corría en el claro, detrás de mi había perros que ladraban rabiosos en las jaulas de la cabaña, pero yo no quería hacerles daño así que huía. Caía, tropezaba y me daba cuenta de que tenía un collar, pero con un resplandor rojo. Entonces escuchaba un gruñido, un grito de los perros pero con una voz distinta y entonces veía que eran cinco gorilas que corrían hacia mi con las jaulas en la mano.
Yo chillaba y chillaba, y cuando se acercaban...
Me incorporé de golpe, de un sobresalto con un grito ahogado por una inhalación. Miré alrededor desorientada y me di cuenta de que podría pensar que continuaba mi pesadilla... Fruncí el ceño, había movimiento. Miré abajo pero... Era tade. Vi com un hombre tropezaba; y su luz la apagaba para siempre una flecha.
Tenía la horrible sensación de que me gustase o no, yo estaba jugando a ese juego.
Nübian
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
…un juego del que ya no podía escapar.
Los primeros rayos del sol empezaban a acariciar las montañas, lejos de donde se encontraba la elfa, pero la claridad que estos proporcionaban era suficientes como para poder ver en todo el bosque.
Las hojas estaban bañadas por un leve roció, aumentando la sensación de humedad y de frio en aquella mañana tan silenciosa. Los árboles se mecían con la leve brisa, no se escuchaban animales ni personas.
Algo se había quedado enganchado en una de las rocas que rompía el agua del riachuelo: una camisola. La tela era de color azulada, con una especia de insignia o marca en uno de los lados del pecho, aparentemente cadente de significado. La camisa tenia algunos arañazos y manchas de sangre, posiblemente era la ropa de uno de los víctimas que ya habían perdido el juego. Si había llegado hasta allí, lo más seguro es que si la mujer seguía el curso del rio, encontraría el cuerpo.
¿Cuánto tiempo llevaba allí? El hambre y la fatiga comenzaban a causar estragos en la joven, haciendo que se sintiese cansada y algo más débil a medida que iba pasando el tiempo.
Connor bajó del árbol antes de que el sol dotase de mayor visibilidad. Su intención era encontrar algo que llevarse al estómago, no le importaba si se trataba de un conejo o un vegetal, pero debía comer algo, no se puede pelear con hambre.
El hombre fue siguiendo el curso del rio, donde vio un cadáver a los pies de este. Mejor no comer peces, a saber cuánto tiempo lleva este bañándose… pensó pasando por el lado del cuerpo sin vida. Continuó río abajo, haciendo el menos ruido posible, esperando encontrar algo no muy tarde.
Los primeros rayos del sol empezaban a acariciar las montañas, lejos de donde se encontraba la elfa, pero la claridad que estos proporcionaban era suficientes como para poder ver en todo el bosque.
Las hojas estaban bañadas por un leve roció, aumentando la sensación de humedad y de frio en aquella mañana tan silenciosa. Los árboles se mecían con la leve brisa, no se escuchaban animales ni personas.
Algo se había quedado enganchado en una de las rocas que rompía el agua del riachuelo: una camisola. La tela era de color azulada, con una especia de insignia o marca en uno de los lados del pecho, aparentemente cadente de significado. La camisa tenia algunos arañazos y manchas de sangre, posiblemente era la ropa de uno de los víctimas que ya habían perdido el juego. Si había llegado hasta allí, lo más seguro es que si la mujer seguía el curso del rio, encontraría el cuerpo.
¿Cuánto tiempo llevaba allí? El hambre y la fatiga comenzaban a causar estragos en la joven, haciendo que se sintiese cansada y algo más débil a medida que iba pasando el tiempo.
Connor bajó del árbol antes de que el sol dotase de mayor visibilidad. Su intención era encontrar algo que llevarse al estómago, no le importaba si se trataba de un conejo o un vegetal, pero debía comer algo, no se puede pelear con hambre.
El hombre fue siguiendo el curso del rio, donde vio un cadáver a los pies de este. Mejor no comer peces, a saber cuánto tiempo lleva este bañándose… pensó pasando por el lado del cuerpo sin vida. Continuó río abajo, haciendo el menos ruido posible, esperando encontrar algo no muy tarde.
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·¿Porque no añadir una animal del bestiario?
Wyn
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
No quise moverme de donde estaba nada más despertar, necesitaba despejarme y sobre todo pensar en un esquema, en un protocolo de acción… Un orden, no podía dejar que el miedo me dejase atenazada ni mucho menos que decidiese mis pasos por mí, aquel día más que nunca; mi interior sabía que estaba en juego mi supervivencia.
Miré en derredor: todo estaba en absoluta quietud. Algún insecto solitario volaba entre los árboles y todo estaba cubierto de rocío, humedad. Seguiría así un buen rato, había salido el sol pero no lo suficiente como paliar toda la humedad, teniendo en cuenta la cercanía del río.
Bien; sin comida, sin ayuda, sin sonido y sin más presencia que la mía… El agua era importante, el riachuelo parecía una buena fuente potable. Me acordé de pronto mientras miraba alrededor en silencio de lo que había presenciado con anterioridad. Un hombre, tambaleante, el silbido de una flecha cortando el aire y de nuevo como ahora: silencio.
Bajé con cuidado tras asegurarme de que nada acechaba, al menos demasiado cerca y sigilosamente anduve pegada a los árboles. En seguida, con el movimiento y antes de llegar a la corriente de agua noté la pesada ausencia en mi estómago. Me froté la tripa e hice un mohín, pensando en qué podría hacer; lo más fácil y menos peligroso dada la delicada situación en que parecía me había metido, “Tonta, eres tonta” – me dije, era coger algún fruto, mora o incluso hojas para saciarme hasta que no lograse encontrar un lugar seguro de verdad, ya que al igual que yo, alguien más podría trepar a un árbol.
Una vez delante del agua suspiré, aliviada en cierto modo, como si fuese una señal de algo bueno para mí. Parecía clara y limpia, algunos insectos del hábitat saltaban, y habían caído cáscaras y frutos. Sin embargo no logré ver ningún otro animalillo. Me incliné dispuesta a beber con mis manos en cuenco cuando algo en movimiento llamó mi atención, miré por encima hasta conseguir enfocar la vista en lo que parecía un paño azulado, empapado por supuesto y deshilachado, con rasgaduras tintadas en rojo. Lo cogí con cuidado y lo examiné. Lo escurrí, lo estrujé y lo extendí delante de mí para encontrar una especie de escudo o distintiva en un lado de la tela, rasgada como podía ver ahora por lo que parecían garras, y además, aquel rojo no era ni por asomo tinte de manufactura… Era sangre. Tragué, me puse seria y lo extendí en una roca seca para tratar de llevármelo en mi bolsa, aunque el sol no es que alumbrase mucho por ahora. Si el dueño de aquello estaba ahí, era probable que más arriba en el río hubiese algo más o puede que el mismo alguien, los dioses quisieran que no…
Suspiré pensando si aquello no terminaría por sobrepasarme… Pero tenía que terminar con todo. Había llegado allí con la intención de esclarecer el asunto de la doble que había tratado de matarme, aquello me escamaba pero conforme avanzó mi tiempo en esta especie de trabajo cogido por impulso me daba cuenta de que nada tenía que ver con la segunda Nübian, que el mundo simplemente era cruel y sobre todo era sumamente extraño.
Decidí que no iba a beber nada aún. Deambulé alrededor del río sin quitar ojo del paño y arranqué un par de hojas de unos árboles que me comí sin mucho entusiasmo, no era suficiente si quería resistir en aquel bosque y esclarecer el asunto. Pasadas un par de horas buscando moras de un lado a otro y mirando el interior del riachuelo cogí el paño un tanto más seco y lo guardé en mi bolsa. Emprendí el camino corriente arriba varios metros más, lo cual parecía haber sido una gran idea cuando torcí en una curva más adelante y localicé diez metros más arriba un bulto, sin embargo, me quedé paralizada. Delante de mí, saliendo de detrás de un arbusto frondoso estaba un hombre, que parecía seguir la corriente río abajo, en dirección contraria a la mía. Nos separaban dos metros. Abrí mucho los ojos y me quedé mirándolo inmóvil, sin atreverme a dar un paso o siquiera a hablar. Tragué. Tenía el hacha en mi cinto, la bolsa con escasas cosas dentro y el paño azul.
– Yo… Yo… N-no… – me latía el corazón a mil, había visto las jaulas, los collares, el color verde y el color rojo en señal de muerte. Personas. El papel con la nota sobre el juego. Supervivencia. El hombre con el puñal, la flecha. Todo en pocas horas. Todos estaban cerca y no tenía ni idea de a quién tenía delante, de si su cabeza aún guardaba algún resquicio de cordura o si se la habían lavado por completo en pos de una supervivencia sádica y macabra, cruenta. Un movimiento, hojas moviéndose y el susurro de las ramas entre chocando, a la derecha. Me aletearon las orejas al tiempo que volví el rostro a lo que parecía el origen del nuevo ruido en aquel bosque de silencio extraño, como una muestra del cruel designio que unos pocos habían preparado, en forma de juego. Miré al hombre, todo había ocurrido en una fracción de segundo y me preguntaba cuánto tardaría en tratar de matarme. Alcé las manos. – Shhh… Shhh. – incliné la cabeza hacia el ruido en los arbustos tratando de hacerle entender que algo más estaba ocurriendo.
Dos minutos más tarde cinco criaturas diminutas salían revoloteando del enorme matorral. Cuerpo diminuto alas translúcidas, piel pálida, ojos negros y sonrisa extremecedora, macabra. – Hadas… Hadas sonrientes. Por todos los dioses.
Tragué, estábamos perdidos si no hacíamos algo, y lo peor de todo era que ni siquiera estaba segura de las intenciones del que tenía delante que casi con toda seguridad eran las de querer exterminarme. Las pequeñas hadas carnívoras aleteaban lentamente, en grupo, como el pequeño enjambre que era iban de un lado a otro en dirección a nosotros olisqueando. No entendía muy bien qué hacían aquí, siendo un bosque… Probablemente estuvieran en una cueva y los recientes cadáveres las habrían hecho salir. Mi mente iba a toda velocidad, me moví lentamente con lo que parecía un plan en mi cabeza y rezaba a los dioses y a la madre que aquel hombre no intentase nada demasiado arriesgado.
Miré en derredor: todo estaba en absoluta quietud. Algún insecto solitario volaba entre los árboles y todo estaba cubierto de rocío, humedad. Seguiría así un buen rato, había salido el sol pero no lo suficiente como paliar toda la humedad, teniendo en cuenta la cercanía del río.
Bien; sin comida, sin ayuda, sin sonido y sin más presencia que la mía… El agua era importante, el riachuelo parecía una buena fuente potable. Me acordé de pronto mientras miraba alrededor en silencio de lo que había presenciado con anterioridad. Un hombre, tambaleante, el silbido de una flecha cortando el aire y de nuevo como ahora: silencio.
Bajé con cuidado tras asegurarme de que nada acechaba, al menos demasiado cerca y sigilosamente anduve pegada a los árboles. En seguida, con el movimiento y antes de llegar a la corriente de agua noté la pesada ausencia en mi estómago. Me froté la tripa e hice un mohín, pensando en qué podría hacer; lo más fácil y menos peligroso dada la delicada situación en que parecía me había metido, “Tonta, eres tonta” – me dije, era coger algún fruto, mora o incluso hojas para saciarme hasta que no lograse encontrar un lugar seguro de verdad, ya que al igual que yo, alguien más podría trepar a un árbol.
Una vez delante del agua suspiré, aliviada en cierto modo, como si fuese una señal de algo bueno para mí. Parecía clara y limpia, algunos insectos del hábitat saltaban, y habían caído cáscaras y frutos. Sin embargo no logré ver ningún otro animalillo. Me incliné dispuesta a beber con mis manos en cuenco cuando algo en movimiento llamó mi atención, miré por encima hasta conseguir enfocar la vista en lo que parecía un paño azulado, empapado por supuesto y deshilachado, con rasgaduras tintadas en rojo. Lo cogí con cuidado y lo examiné. Lo escurrí, lo estrujé y lo extendí delante de mí para encontrar una especie de escudo o distintiva en un lado de la tela, rasgada como podía ver ahora por lo que parecían garras, y además, aquel rojo no era ni por asomo tinte de manufactura… Era sangre. Tragué, me puse seria y lo extendí en una roca seca para tratar de llevármelo en mi bolsa, aunque el sol no es que alumbrase mucho por ahora. Si el dueño de aquello estaba ahí, era probable que más arriba en el río hubiese algo más o puede que el mismo alguien, los dioses quisieran que no…
Suspiré pensando si aquello no terminaría por sobrepasarme… Pero tenía que terminar con todo. Había llegado allí con la intención de esclarecer el asunto de la doble que había tratado de matarme, aquello me escamaba pero conforme avanzó mi tiempo en esta especie de trabajo cogido por impulso me daba cuenta de que nada tenía que ver con la segunda Nübian, que el mundo simplemente era cruel y sobre todo era sumamente extraño.
Decidí que no iba a beber nada aún. Deambulé alrededor del río sin quitar ojo del paño y arranqué un par de hojas de unos árboles que me comí sin mucho entusiasmo, no era suficiente si quería resistir en aquel bosque y esclarecer el asunto. Pasadas un par de horas buscando moras de un lado a otro y mirando el interior del riachuelo cogí el paño un tanto más seco y lo guardé en mi bolsa. Emprendí el camino corriente arriba varios metros más, lo cual parecía haber sido una gran idea cuando torcí en una curva más adelante y localicé diez metros más arriba un bulto, sin embargo, me quedé paralizada. Delante de mí, saliendo de detrás de un arbusto frondoso estaba un hombre, que parecía seguir la corriente río abajo, en dirección contraria a la mía. Nos separaban dos metros. Abrí mucho los ojos y me quedé mirándolo inmóvil, sin atreverme a dar un paso o siquiera a hablar. Tragué. Tenía el hacha en mi cinto, la bolsa con escasas cosas dentro y el paño azul.
– Yo… Yo… N-no… – me latía el corazón a mil, había visto las jaulas, los collares, el color verde y el color rojo en señal de muerte. Personas. El papel con la nota sobre el juego. Supervivencia. El hombre con el puñal, la flecha. Todo en pocas horas. Todos estaban cerca y no tenía ni idea de a quién tenía delante, de si su cabeza aún guardaba algún resquicio de cordura o si se la habían lavado por completo en pos de una supervivencia sádica y macabra, cruenta. Un movimiento, hojas moviéndose y el susurro de las ramas entre chocando, a la derecha. Me aletearon las orejas al tiempo que volví el rostro a lo que parecía el origen del nuevo ruido en aquel bosque de silencio extraño, como una muestra del cruel designio que unos pocos habían preparado, en forma de juego. Miré al hombre, todo había ocurrido en una fracción de segundo y me preguntaba cuánto tardaría en tratar de matarme. Alcé las manos. – Shhh… Shhh. – incliné la cabeza hacia el ruido en los arbustos tratando de hacerle entender que algo más estaba ocurriendo.
Dos minutos más tarde cinco criaturas diminutas salían revoloteando del enorme matorral. Cuerpo diminuto alas translúcidas, piel pálida, ojos negros y sonrisa extremecedora, macabra. – Hadas… Hadas sonrientes. Por todos los dioses.
Tragué, estábamos perdidos si no hacíamos algo, y lo peor de todo era que ni siquiera estaba segura de las intenciones del que tenía delante que casi con toda seguridad eran las de querer exterminarme. Las pequeñas hadas carnívoras aleteaban lentamente, en grupo, como el pequeño enjambre que era iban de un lado a otro en dirección a nosotros olisqueando. No entendía muy bien qué hacían aquí, siendo un bosque… Probablemente estuvieran en una cueva y los recientes cadáveres las habrían hecho salir. Mi mente iba a toda velocidad, me moví lentamente con lo que parecía un plan en mi cabeza y rezaba a los dioses y a la madre que aquel hombre no intentase nada demasiado arriesgado.
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Off: señor master wyn, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Con su visto bueno procederé a tratar de arreglar el asunto.
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Nübian
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
Procede a resolver este entuerto, Nübian...aunque antes de todo deberás lanzar dos runas, una por tu suerte y otra por Conno.
Espero que los dioses os sonrían...aunque no como esas hadas
Espero que los dioses os sonrían...
Wyn
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
Tenía que pensar a toda velocidad. Me sentía tensa, miraba a todas partes y me aterraba pensar que pudiese oirse mi corazón o mi respiración que alertase fatídicamente a las hadas. Había oído hablar de ellas, y más aún, de su veneno... Sentí un escalofrío mirando su mandíbula repleta de afilados dientes amarillentos y... *Brrrrr*
Miré al muchacho, moreno, con barba algo larga como de dos semanas, y pelo más o menos largo. Sacudí la cabeza, reprendiendome por fijarme en eso, en un momento así, y pensando en cómo la cabeza actúa de modos insospechados en las situaciones más tensas como aquella...
Gesticulé, llevándome un dedo a los labios y pensando en cómo podíamos deshacernos de las hadas sonrientes... Un "clin" sonó en mi cabeza recordando el famoso veneno que emana de sus dientes, tan preciado.... Quería intentarlo, estaba allí para demostrarme mi valor, ¿no? Pues quería hacerlo.
No tenía idea de si el hombre intentaría algo... Supuse que de ocurrir... Ocurriría después o... Daba igual. Yo tenía que hacer lo que debía, debía intentarlo. Y si cabía posibilidad de que el muchacho no tuviese malas intenciones... ¿debería... ayudar? La Madre así lo dictaba....
Las hadas avanzaban lentamente deambulando, buscaban por el olor y por suerte, el cadaver era reciente. Caminé lentamente, casi imperceptiblemente hasta meterme en el agua y gesticulé, esperando que el muchacho hiciese lo propio. Una vez estuve en el agua, dejé mi bolsa en la orilla, y pensaba usar el paño azul encontrado pero tal vez... Tal vez fuese util más tarde, para aclarar la identidad del muerto... Tragué, metí las manos bajo el agua para amortiguar el sonido y no llamar la atención de las hadas, y rasqué los paños que me envolvían la parte superior del cuerpo hasta abajo, cruzadas; ahora se me veía bastante piel... Me sonrojé, tratando de no mirar al desconocido y cerré los ojos mentalizandome.
Ni siquiera sabía qué hacía, era lo primero que se me había ocurrido y dicen, que en estas ocasiones la supervivencia y el institon se apoderan de la mente.. ¿no? Anduve lentamente hasta el cadáver, las hadas estaban enzarzadas devorándolo y ni siquiera prestaban atención. Era francamente asqueroso: carne, sangre, sonido de pequeños dientes con saña moliendo, serrando huesos a su paso y el olor... Las arcadas acudieron pronto y cuando me faltaba un escaso metro para llegar hasta ellas, eché el amplio pliego de tela empapada sobre las seis hadas , mojándoles las halas.
Cayeron, chillaron y me eché encima presionando con piedras para evitar tocarlas con las manos. Una vez mojadas, recé por que estuviesen casi del todo inertes... O al menos... inconscientes. Tal vez así podría extraerles un par de dientes con veneno, sabía lo valioso que era.
– Por todos los dioses.... –dije, apoyada en el borde, con el bulto escasamente en movimiento. Mi voz sonaba extraña después de estar guardando silencio. Mi respiración templaba un poco, igual que el ritmo de mi corazón y entonces volví a reparar en el hombre. – ¡Oh...! –exclamé, de forma ahogada y volviéndome tremendamente asustada, palpitando otra vez con toda la tensión acumulada; ¿habría neutralizado a las hadas? ¿Iban a matarme ahora? ¿Sería él? Llevé una mano a mi hacha, temerosa, tratando de no aparentarlo.
Miré al muchacho, moreno, con barba algo larga como de dos semanas, y pelo más o menos largo. Sacudí la cabeza, reprendiendome por fijarme en eso, en un momento así, y pensando en cómo la cabeza actúa de modos insospechados en las situaciones más tensas como aquella...
Gesticulé, llevándome un dedo a los labios y pensando en cómo podíamos deshacernos de las hadas sonrientes... Un "clin" sonó en mi cabeza recordando el famoso veneno que emana de sus dientes, tan preciado.... Quería intentarlo, estaba allí para demostrarme mi valor, ¿no? Pues quería hacerlo.
No tenía idea de si el hombre intentaría algo... Supuse que de ocurrir... Ocurriría después o... Daba igual. Yo tenía que hacer lo que debía, debía intentarlo. Y si cabía posibilidad de que el muchacho no tuviese malas intenciones... ¿debería... ayudar? La Madre así lo dictaba....
Las hadas avanzaban lentamente deambulando, buscaban por el olor y por suerte, el cadaver era reciente. Caminé lentamente, casi imperceptiblemente hasta meterme en el agua y gesticulé, esperando que el muchacho hiciese lo propio. Una vez estuve en el agua, dejé mi bolsa en la orilla, y pensaba usar el paño azul encontrado pero tal vez... Tal vez fuese util más tarde, para aclarar la identidad del muerto... Tragué, metí las manos bajo el agua para amortiguar el sonido y no llamar la atención de las hadas, y rasqué los paños que me envolvían la parte superior del cuerpo hasta abajo, cruzadas; ahora se me veía bastante piel... Me sonrojé, tratando de no mirar al desconocido y cerré los ojos mentalizandome.
Ni siquiera sabía qué hacía, era lo primero que se me había ocurrido y dicen, que en estas ocasiones la supervivencia y el institon se apoderan de la mente.. ¿no? Anduve lentamente hasta el cadáver, las hadas estaban enzarzadas devorándolo y ni siquiera prestaban atención. Era francamente asqueroso: carne, sangre, sonido de pequeños dientes con saña moliendo, serrando huesos a su paso y el olor... Las arcadas acudieron pronto y cuando me faltaba un escaso metro para llegar hasta ellas, eché el amplio pliego de tela empapada sobre las seis hadas , mojándoles las halas.
Cayeron, chillaron y me eché encima presionando con piedras para evitar tocarlas con las manos. Una vez mojadas, recé por que estuviesen casi del todo inertes... O al menos... inconscientes. Tal vez así podría extraerles un par de dientes con veneno, sabía lo valioso que era.
– Por todos los dioses.... –dije, apoyada en el borde, con el bulto escasamente en movimiento. Mi voz sonaba extraña después de estar guardando silencio. Mi respiración templaba un poco, igual que el ritmo de mi corazón y entonces volví a reparar en el hombre. – ¡Oh...! –exclamé, de forma ahogada y volviéndome tremendamente asustada, palpitando otra vez con toda la tensión acumulada; ¿habría neutralizado a las hadas? ¿Iban a matarme ahora? ¿Sería él? Llevé una mano a mi hacha, temerosa, tratando de no aparentarlo.
Off: señor master wyn, dos runas, las... ¿damas primero? Una para mi, otra para Connor.
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
El miembro 'Nübian' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
Consigues neutralizar a las hadas, pero una de ella al parecer te ha arañado. Deberías controlar esa herida, si es que tienes algún conocimiento para ello. O quizás el hombre pueda ayudarte, parece, por sus cicatrices, que no es la primera herida que ve.
Connor es un hombre, se ha fijado en tus atributos femeninos, pero ha procurado que no se le notase. Te repasa, como examinandote, despues se decide por pensar que no eres peligrosa para él. En un principio parece que vaya a irse y dejarte ahí, pero tras hacer una mueca extraña, como intentando luchar contra algo en su interior, se aproxima ante ti e inspecciona la herida.
Parece que no es como los demás, al menos él no intenta matarte.
-Vamos, no es un buen lugar para quedarse. Pronto anochecerá, y debemos buscar un "escondite", algunos aprovechan la penumbra para alcanzar puestos. Vamos, despues miraremos más detenidamente eso - dijo señalando cogiendo a la elfa del brazo para ayudarle.
No quedaría muchas horas de luz, y mucho menos bajo aquellas espesura.
Incorpora todo esto en tu siguiente post, además del camino hasta encontrar un refugio. Connor no es muy hablados, pero se mostrara protector hacia tu persona.
Connor es un hombre, se ha fijado en tus atributos femeninos, pero ha procurado que no se le notase. Te repasa, como examinandote, despues se decide por pensar que no eres peligrosa para él. En un principio parece que vaya a irse y dejarte ahí, pero tras hacer una mueca extraña, como intentando luchar contra algo en su interior, se aproxima ante ti e inspecciona la herida.
Parece que no es como los demás, al menos él no intenta matarte.
-Vamos, no es un buen lugar para quedarse. Pronto anochecerá, y debemos buscar un "escondite", algunos aprovechan la penumbra para alcanzar puestos. Vamos, despues miraremos más detenidamente eso - dijo señalando cogiendo a la elfa del brazo para ayudarle.
No quedaría muchas horas de luz, y mucho menos bajo aquellas espesura.
Incorpora todo esto en tu siguiente post, además del camino hasta encontrar un refugio. Connor no es muy hablados, pero se mostrara protector hacia tu persona.
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
¿Habéis tenido alguna vez la sensación de que todo ocurre de forma rápida pero alrededor el mundo no se mueve y está… estático? Pues eso mismo. Era consciente de mi corazón, de mi respiración y del frío repentino que me recorría la espalda y que no tenía muy claro que fuese por estar mojada en el riachuelo. El hombre me miraba desde un poco más abajo en el río, me examinaba y me miraba fijamente a partes iguales y yo… Yo me sentía casi del todo desnuda. Tenía la mirada penetrante y para más inri, me faltaba la mitad de la ropa, sin embargo…
Zumbido.
Ardor, fuego.
– ¡Ah…!
Miré abajo, el hombre era la última de mis preocupaciones en ese instante. Un hada sonriente del enjambre se había liberado por un agujero en la tela y volaba a medio gas con un hala torcida y un zumbido quejumbroso y pese a ello, me había herido. Cogí el hacha del cinturón y la golpeé con la hoja, de canto. Cayó al agua y se fue, río allá… Al agitar el brazo noté de nuevo el ardor en el hombro y joder, cómo escocía… Podría intentar sanarme a mí misma, pero si me había infectado de alguna enfermedad de la podredumbre… Eso iba a ser más complicado.
El chico se apartó del agua y del rumbo del hada muerta que rodaba en dirección sur varada. – Mierda… Si con el cadáver ya estaba el agua estropeada, ahora ya… –tragué. Miré a mi callado interlocutor y salí del agua con cuidado, sin quitarle ojo de encima y tratando de mostrarme amenazante aunque sabía en mi interior que para nada estaba resultándolo. Él, en cambio, no tenía ningún reparo en observarme detenidamente. Me crucé de brazos sosteniendo el hacha y miré a otro lado, esperando que se diese cuenta de que por muy halagador que fuese, por muchas… cosquillas que estuviese sintiendo en determinado lugar, no era el momento –y tampoco es que yo fuese por aquel entonces la persona más avispada–.
De pronto, se dio la vuelta. ¿Y yo que hacía ahí parada? ¿No se suponía que tenía que huir ya que el individuo no parecía tener intención de matarme…? Digo yo, que de haber querido ya lo habría intentado. Se giró de nuevo hacia mí con una extraña mueca de incomodidad y exasperación. Yo ladeé el rostro sin comprender del todo. ¿Qué demonios le pasaba?– Oye… –empecé, pero ahogué la frase en un gemido sordo de sorpresa cuando se acercó y me agarró del brazo para mirarme el hombro. Estaba atenazada, pese al momento de tranquilidad y pacifismo, no tenía muy claro que debiese confiar en él. Miré de soslayo el bulto en el agua, debería coger uno de esos colmillitos infectados de veneno y salir corriendo hacia otro árbol…
Me soltó, me miró.– Vamos, no es un buen lugar para quedarse. Pronto anochecerá, y debemos buscar un "escondite", algunos aprovechan la penumbra para alcanzar puestos. Vamos, después miraremos más detenidamente eso – dijo, y me cogió otra vez, señalando mi herida. Hice una mueca de escozor y le miré, detenidamente. Parecía que no iba a matarme. Esbocé media sonrisa, de lado y asentí siguiendo sus pasos.
Caminamos cruzando el río de manera perpendicular en silencio, unos cien metros. Se podía escuchar aún el rumor del agua y después, comenzamos a hacer zigzag y caminar en círculos entre árboles, rocas, salientes… La espesura se iba cerrando y con ella, la luz. Empezaba a cansarme, tenía hambre y llevábamos prácticamente todo el día así, comenzaba a intuir cosas. – Estamos dejando huellas sin sentido, ¿verdad?
Él se giró y me miró, se apoyó en un árbol y dejó caer su peso en las rodillas posando las manos sobre ellas.– Muy lista. Así es.
Asentí despacio, sin saber bien qué decir. No me había matado y bueno, yo tampoco… Habíamos compartido un momento de tensión y ahora parecía que íbamos a pasar tiempo juntos, pese a ello no sabía qué decirle. El miedo eligió por mi aquella vez.– ¿No vas a matarme? ¿No deberíamos buscar una cueva o algo…? –Silencio.– ¿Hola?
Levantó la mirada y puso un gesto huraño, gruñó. – De haber querido, lo habría hecho, ¿no crees comehojas?
Abrí la boca para protestar y me acerqué envalentonada. Me agarró, me dio la vuelta y me tapó la boca.– Shhh. Aquí el silencio es vital. ¿Ves ese árbol? –dijo, señalando con el otro brazo, me soltó la boca mientras hablaba.– Podemos subir ahí, es muy alto.
Me separé bruscamente, airada y le miré con enfado. “¿Cómo que habría podido matarme? ¿Y comehojas? Encima me manda callar, es estúpido. Yo también podría haberle matado, o bueno, no… Pero eso él no lo sabe." – pensaba, aunque de cuando en cuando murmuraba alguna palabra mientras subía lentamente al árbol, gruñendo de cuando en cuando por la herida, me dolía todo el brazo y no terminaba de cerrarse.
Le esperé allí arriba. Necesitaba calmarme y controlarme, lo necesitaba para salir de allí y ser libre; de todos modos… Por mucho que me hubiese molestado su actitud callada y de superioridad no podía evitar alegrarme de haber dado con alguien así que además según había dicho, iba a ayudarme con la herida… Suspiré, y esperé a que subiese.
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Re: [Quest] Arboles de sangre.
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