La Canción de la Reina de los Lobos [Megaevento: Historial del juglar]

Había nevado toda la noche y al otro día el frio aun calaba los huesos, Anthelios entendía muy bien que el frio no era escusa para quedarse en casa, viviendo solo en el bosque o te haces las ganas de salir y cazar o te quedas en casa y pasas hambre. Por lo que tomo el arco de plata, único recuerdo de su amada Selene y salió en busca de algún animal al que llevar a casa.

Se metió en el bosque con el arco empuñado, sigiloso como un verdadero depredador, una flecha encajada en el arco. Iba cubierto de pieles, su pelo largo al viento y su mirada atenta, su olfato también al 100% esperando encontrar una señal – la nieve ahuyento a todos – dijo para si mismo mientras caminaba cada vez más en las profundidades del bosque. Tuvo que caminar sus cuantas horas, aun así no tuvo éxito, ya se estaba cansando, podría convertirse en lobo fácilmente y hacer la tarea más fácil, pero nunca ha tenido un gran aprecio por su forma de lobo, con el tiempo ha aprendido a controlarlo, mas nunca ha estado completamente confiado en ello.

-Por aquí – arrugo la nariz al sentir un rastro, se escabullo entre la maleza y los arboles frondosos para encontrar a unos niños completamente abrigados, tan abrigados que parecían unas bolas de pelos, podía reconocer el aroma de su gente, eran como el, pequeños niños lobos que jugaban con la nieve. Se detuvo un momento, se apoyó en un árbol y no pude evitar sonreír al verlos, la soledad lo ha hecho un hombre sensible a estos temas.

Por un momento pensé en acercárseles y jugar con ellos como un cachorro mas, pero entonces su nariz siente otro aroma, un aroma peligroso, no tarda en aparecen en escena una mujer completamente desnuda acompaña, su aroma no le gustaba, su entrecejo se frunce estando atento a cada acción. Tenía mala espina y sus malos augurios se cumplen, no eran buenas personas, eran Licantropos como ellos pero no podría considerarlos como su gente.

Sin dudarle un momento entra a escena, calmadamente camina hacia ellos, con el arco a su espalda se pone de cuclillas y llama amablemente a los niños – venid para acá cachorros – le dijo sonriente con voz paternal.

“Reina de los lobos” pensó, que clase de locos son estos…. - Que clase de lobos casa a su gente! - grito al ver a los lobos perseguir a los niños. parado esta vez su vista era férrea hacia los cazadores.

La pequeña camada de cachorros estaba en problemas, los perseguían lobos, los peor lobos con los que se había topado Anthelios. Ya no había risas, ya no habían juegos, en pocos segundo la expresión del cazador se petrifico ante la carnicería, su mano quedó tendida ante el viento gélido, solo 4 de los niños alcanzaron a llegar donde el, se consolaban entre ellos. La sangre de los 3 niños asesinados tiñó la nieve, lo lobos siguen en pie de guerra, Anthelios debía hacer algo, no era tiempo para temer a su rabia interior. Debía liberar a la bestia.

Los ojos empezaron a brillan de un rojo intento, su cuerpo empezó a crecer, un pelaje completamente blanco cubrió su cuerpo, sus pieles y abrigos cayeron a la nieve rasgados, ya no era un hombre, ahora era un lobo bípedo bestial. Empezó aullar, fue un aullido largo y triste, lamentando las pérdidas de los niños, entonces fijo su vista en los lobos, sus ojos hervían en rabia, sus enormes patas se hunden en la nieve.

De inmediato se lanzó al ataque, como un fantasma de ojos rojos, Anthelios envistió a uno de los lobos con tal brutalidad que lo lanzo contra un árbol sacudiéndolo por completo, la nieve que se encontraba depositada en las ramas y hojas caen y cubren al licántropo. De igual forma empezo la carrera contra el otro lobo para golpearlo con sus garras, el lobo surcó los cielos por varios metros antes de caer aparatosamente contra el suelo. Pero esto es solo el comienzo, los lobos caen sobre el cazador uno tras otro. Sus dientes se entierran en su piel, su pelaje blanco se torna carmesí. Sacudiéndose y tomándolos con sus garras logró sacándoselos de encima, pero una y otra vez volvieron a caer sobre él. Les superan en número, el combate se volvió feroz, la sangro regó la nieve, zarpazos, mordiscos y patadas, Anthelios hacia uso de todas sus habilidades de combate para poder mantenerse en pie.

Una de sus rodillas estaba hincada, estaba jadeando, la baba le colgaba del hocico, el cazador necesitaba cambiar de estrategia. Tras del estaban los niños aun asustados y llorando, trataban de calmarse entre sí, no tenían otra opción, “es como la canción” logro escuchar Anthelios – es como la canción… - pensó sin perder de vista a los lobos de la “reina”. Claro, Anthelios criado en la zona de los licántropos por una familia elfica, cuya afición por las viejas historias lo hacía alguien conocedor del tema. Recordó aquella canción de la reina de los lobos. Claro era imposible que se tratase de la misma canción, seguro era una loca recreando el tema.

Aprovechó que las amenazas estaban semi aturdidos para acercarse a los niños. Vuelve a transformarse en su forma humana, quedando con el torso desnudo, tomó sus pieles que estaban tiradas – No sigáis llorando niños, ahora sus hermanos están corriendo por las praderas infinitas de la madre tierra – le dijo tratando de calmarlos – ahora como uds lo dijeron, esta mujer está loca y no sabe que esta desnuda, cree que salió de una canción ¿vamos ayudarla? – Cambiando ahora su tono algo más divertido – vamos a vestirla para que tengamos que ver por más tiempo ese blanco gordo trasero que se asemeja a la luna llena.

Si cree que es una reina de cuentos, vamos a darle su canción – dijo para sí mismo, empezó a caminar directo hacia la reina, ya no había nada que perder, era una loca con un montón de licántropos a sus órdenes, tenía que intentar todo lo podía. Se paró frente a ella, podía ver por el rabillo del ojo como los lobos empezaban a levantarse, pronto se lanzarían al ataque, era ahora o nunca. Arrojo sus pieles sobre la mujer, una cae sobre su rostro y otro cae sobre el pecho de esta – es hora de que se marche reina, esta abrigada, ahora no podrá sacarle un ojo a nadie con sus pezones endurecidos, es hora de volver al hoyo del que salieron – el cazador sabía que la probabilidad que esto terminara acá eran casi nula, por eso mismo su organismo estaba atento, al mínimo intento volvería a su forma de lobo bestial.