¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
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¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
- disfraz :
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No fue hasta que se intentó poner el pantalón, cuando se dio cuenta del aspecto que tenía. - ¿P-Pero qué demonios…? - Se tocó las telas de la falda del disfraz e intentó discernir por qué llevaba puesto el disfraz del primer día. Lo cierto era que con el sueño que aún tenía y el hambre creciente que sentía no podía pensar con claridad, así que sin pensarlo mucho más intentó quitarse la falda para vestirse… Al fin y al cabo, tampoco tenía prisa por averiguar qué había sucedido... ¿O sí?
Cuando la elfa comenzó a tirar de la cadera de su traje y ésta no se movía, comenzó a preocuparse, pero más le preocupaba que la parte dorada de la falda pareciera salir de su propio cuerpo “¿Qué ocurrió anoche?...Quizás bebí algo…”Aquella suposición hizo que la elfa decidiera rememorar todos y cada uno de los pasos de la noche anterior, así que se sentó en el borde de la cama y comenzó a repasar todo lo ocurrido la noche anterior, desde el masaje a Turion hasta su despedida, pasando por el disfraz tan oscuro que llevaba y la chica pelirroja que tocaba el arpa en la plaza, pero nada parecía lo suficientemente extraño como para haber acabado con el disfraz del primer día de festejos pegado al cuerpo. “Tal vez en la posada…” Así que, con esa idea en la cabeza, comenzó a recordar su llegada a la posada, pero tampoco había sucedido nada extraño, la noche anterior llegó a su habitación, se quitó el disfraz y se metió en la cama. Ni siquiera había bebido nada durante la fiesta… aquello cada vez tenía menos sentido.
Wind se pasó las manos por la cara preocupada y decidió levantarse para lavarse la cara con agua bien fría, tal vez eso la haría estar más lúcida.
No llegó a secarse la cara cuando un grito involuntario salió de su boca a modo de demostración de que aquella situación era cada vez más extraña -Cielos…Pero… ¿Qué…? - Dijo mientras se tocaba la pintura de la cara. Una cosa era llevar el disfraz pegado, pero ¿La pintura también? La elfa estaba comenzando a sentirse nerviosa y el ponerse a llorar era cada vez una idea que cobraba más relevancia en su mente. Al ver la pintura, cogió una toalla y comenzó a frotarse la cara con fuerza, intentando hacerla desaparecer, pero lo único que consiguió fue enrojecerse el rostro entero y que la pintura no se moviera de su sitio. Tras aquello y sin poder evitarlo, las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro ¿Iba a quedarse así para siempre? ¿Acaso lo de su rostro era un tatuaje? La situación superaba a la elfa, que ya no sabía qué hacer.
Lo que no se esperaba de ninguna manera era que aquello podía empeorar aún más. Cuando volvió a mirarse en el espejo se percató de que había algo de lo que no se había dado cuenta… Las alas. Las alas estaban ahí. Wind se quedó ojiplatica, “¿Las alas también?” Se echó las manos a la espalda y se dio cuenta de que no eran un postizo como el que llevaba la primera noche, no había asas que cruzaran sus brazos, las alas estaban pegadas a su cuerpo… o más bien, saliendo de él.
Palpó el comienzo de las alas con las yemas de los dedos, pero no era capaz de saber dónde terminaba su cuerpo y comenzaba el postizo, así que comenzó a tirar de las alas, pero lo único que consiguió fue dolor. Quien hubiera hecho eso, sabía bien cómo hacer que no se movieran… el único inconveniente era que sí se movían.
Fue un movimiento ligero, apenas perceptible, pero estaba ahí, el movimiento estaba ahí. La elfa podía mover las alas. Y fue entontes cuando Wind comenzó a verle el lado divertido a todo aquello - ¿Podré volar? - Murmuró con cierta emoción infantil en el rostro. Aquella idea era lo mejor que le había sucedido en toda la mañana, así que, sin planteárselo mucho, dio un salto y trato de mover las alas. Nada. Otro intento. Nada. Un último intento. Nada. “Así que son solo de adorno” Eso no era divertido, pero al menos había dejado de compadecerse de sí misma.
Ahora que ya parecía haberse calmado Wind decidió que en cualquier caso debía irse de la ciudad, tenía un largo camino que emprender y no podía perder más tiempo compadeciéndose de sí misma, así que intentó ponerse su ropa encima del disfraz pero las alas impedían que pudiera ponerse la parte de arriba y las vaporosas telas de la falda, hacían que el pantalón no le subiera más allá de mitad de los muslos así que suspiró resignada y metió sus cosas en la bolsa, se colocó el carcaj como pudo entre las alas y salió de la habitación.
El atuendo de la joven no pasó desapercibido entre la gente que estaba bebiendo y comiendo en la posada, los cuales lanzaron unos cuantos improperios y piropos a la elfa, haciendo que ésta se ruborizara y aligerara el paso para salir de allí cuanto antes.
En las calles aún había gente disfrazada o al menos, llevaban algo parecido a lo que se habían puesto la noche anterior. La elfa era casi la única que parecía recién maquillada y vestida, lo cual sólo consiguió que siguiera acelerando el paso hasta que salió de la ciudad y, a pesar de que llamaba más la atención en las afueras que en la propia ciudad, la menor afluencia de personas hacía que se sintiera menos observada.
Con semejantes pintas, prefirió internarse en el bosque con la esperanza de encontrarse la menor cantidad de gente posible que pudiera verla con semejantes atavíos.
Una vez allí, ya pudo relajarse al fin. No había gente por ningún sitio, así que comenzó a andar con más calma mientras jugueteaba con sus nuevas alas, aunque continuaba atenta a cualquier ruido que pudiera ser provocado por personas, al fin y al cabo, iba por el bosque, sola y medio desnuda.
Tras un buen rato de caminata, comenzó a escuchar voces a lo lejos, aunque más que voces, parecían gritos y, a pesar de que sabía que era mejor tomar una dirección opuesta a la procedencia de las voces, decidió acercarse porque la curiosidad era mas fuerte que su instinto de supervivencia.
El griterío no procedía de ningún sitio demasiado lejano así que, con cuidado y escondiéndose tras los árboles, se acercó poco a poco al origen del alboroto hasta que comenzó a ver siluetas humanas.
Siguió acercándose, con la misma lentitud, mientras los gritos cada vez eran más claros -…Culpa-Y Wind se acercaba un árbol más -¡…Es mío!- Cada vez la elfa tenía más clara la escena que estaba viendo, pero no podía dejar de mirar -¡Yo lo encontré! ¡He dicho que es mío maldito hijo de puta! - ¿Cuánta gente había allí? La muchacha ya estaba todo lo cerca que podía estar sin ser descubierta y la escena que se desarrollaba frente a sus ojos era más cruel de que lo que esperaba.
Era un claro, con tres troncos tumbados que hacían de asiento y una hoguera en medio, con un cubo encima y por lo menos dios o doce cubos más a su alrededor. A su alrededor había 3 hombres luchando entre ellos con grandes espadas y otros 3 estaban tirados en el suelo como muñecos rotos, con sus ropajes teñidos de rojo y profundas heridas en distintos lugares de su cuerpo. Wind sólo podía ver las heridas de dos de ellos, uno moreno y regordete, el cual tenía un largo corte que le atravesaba todo el pecho y el otro, también moreno, pero más esbelto, que no tenía cabeza.
La elfa agradeció a todos los dioses que se le pasaron por la cabeza que un tronco tumbado le impidiera ver al tercer hombre por completo, no quería saber cómo había sido asesinado, no le interesaba y a ese punto, sólo se arrepentía de no haber seguido su camino, pero ahora tenía miedo de moverse y que la vieran, así que se quedó allí, petrificada sin siquiera respirar.
Otro hombre cayó, un muchacho rubio, no mucho mayor que ella, que se había quedado sin brazo y con un agujero en el corazón –¡Lo que queda es mío maldito gordo cabrón!¡Por tu culpa ya hemos perdido la mitad! - Ya solo quedaban dos, un hombre regordete pero alto y bastante habilidoso con la espada y el otro, con una cara angulosa, delgado y alto como un espárrago que se defendía como podía de la mole de carne que no paraba de atacar - ¡Cállate gilipollas, es mío! ¡Yo lo encontré! - Otro empujón y el cubo cayó al suelo por culpa de una patada del hombre delgado. - ¡¿Pero qué haces imbécil?!- Aquello distrajo lo suficiente al hombre enorme para que el delgado le clavara la espalda en el pecho pero sin fuerza suficiente como asestarle una herida mortal inmediata, así que la mole, con un movimiento algo torpe, hundió su espada en el estómago del delgaducho, haciendo que cayera al suelo de cara mientras la sangre hacía un charco a su alrededor. -Es…mi…o…- Y la mole cayó encima del delgado.
Wind se quedó allí petrificada unos minutos, sin ser capaz de moverse por miedo a que, si daba un paso, sus temblorosas piernas fallarían y ella caería al suelo también, así que se quedó quieta intentando descifrar por qué se habían matado aquellos hombres, hasta que, una vez más, la curiosidad pudo con su instinto de supervivencia. Miró a su alrededor y, al no ver a nadie, se acercó al centro de aquel pequeño claro y comenzó a mirar dentro de los cubos - ¿Qué demonios es esto? ¿Caramelo? – Murmuró al ver una especie de disco pegajoso al del cubo.
Aquello tenía intrigada a la elfa, ¿Por qué se matarían un grupo de hombres con cubos llenos de caramelo?
Última edición por Windorind Crownguard el Miér 5 Abr 2017 - 11:14, editado 3 veces
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
La luz de la mañana se filtró por las hojas de forma insidiosa, la maleza había dejado un hueco exacto para que los primeros rayos del sol golpearan directamente sobre los parpados cerrados del trovador, separandolo de un reparador sueño tras el Bragiväl.
Su mano, perezosa, tanteó el pasto a su alrededor, en busca del sombrero de ala ancha de cuero oscuro, o de los dijes que pendían de un costado del mismo, que formaba parte del disfraz del que había logrado agenciarse para la ocasión de la pasada noche. Sin embargo parecía haberlo tirado demasiado lejos cuando se había dejado caer exhausto sobre el césped.
Sus parpados se abrieron lentamente, con el ceño fruncido por la luz dañina sobre sus celestinos orbes. Se hizo una visera con la mano y miró a su alrededor.
No tardó en localizar su sombrero, el cual colocó en su cabeza con un gesto grácil y natural, mientras escrutaba su entorno.
Recordaba vagamente haber escapado hacia el bosque al tener un pequeño infortunio en una de las fiestas, pero no por que lado había venido, y sus cosas habían terminado, casi todas en la habitación de la posada en la que se había alojado antes de sumarse a los festejos.
Por lo menos tenía el disfraz, la cimitarra a juego, el sombrero para cubrirse del sol, y una botella de ron casi vacia, que, a juzgar por su propio olor, había vaciado el mismo casi por completo.
Sin otra alternativa mejor que ponerse a caminar, esperando encontrar el camino, un río o cualquier señal que la fortuna quisiera proporcionarle, el trovador se puso a caminar, botella en mano, y tanteando sus ropajes para ver que cosas aun poseía y cuales podía dar por perdidas.
Las botas de cuero altas, con un dobladillo un poco mas allá de la rodilla, hacían crujir la maleza a cada paso. Los pantalones anchos, de hilo y mas claro, se hallaban cruzados en la cadera por un par de cinturones con grandes hebillas de los que pendían algunas bolsitas de cuero, un par de dagas en sus fundas y la cimitarra al descubierto. Todo aquello sobre un pañuelo de un vistoso rojo, en cuyos bordes, dijes dorados como si fueran finas monedas tintineaban a cada paso.
Una camisa nueva, blanca y holgada, de anchas manchas que se estrechaban en la muñeca, se hallaba abierta hasta el ombligo, con los cordeles flojos, dejando ver su colgante de anillos, y el dije de bellota que siempre portaba consigo, así como la cicatriz de garrazo que cruzaba su pecho y le daba un aspecto falaz de aguerrido.
El sombrero de pirata que cubría su faz del sol y los pendientes de su oreja, detalle que no pertenecía al disfraz, pero conjuntaba con el mismo, eran la guinda para darle aquel aspecto de corsario que tan poco le había costado conseguir.
La melena cobriza del trovador tenía alguna que otra trenza muy fina entre las hebras cobrizas de su pelo, que terminaba en dijes o pequeñas piezas coloridas, dándole un aspecto mas exotico, y finalmente asumiendo su edad, y habiendo dejado de arrancarse las canas como un poseso, algunos mechones blancos cruzaban ese mar y su chiva.
Lo mas vistoso y particular era un falso garfio que ocultaba su mano tras esa punzante herramienta, y que le había parecido una excentricidad ingeniosa y divertida a aquel de quien se había agenciado el disfraz, y que aun despierto no se quitó por la propia gracia de manejarse con tan extraño artilugio, como si fuera un juego con el que entretenerse en el viaje.
El Aski, mas compañero que mascota, que lo acompañaba desde que había abandonado las heladas tierras del norte, no tardó en hacerse presente, había despertado mucho antes y a juzgar por el cordel que colgaba de la comisura de su hocico, enganchado entre los dientes, se había propiciado un sustancioso desayuno.
El hijo de los bosques lo atusto en la cabeza cariñosamente, miró a su alrededor, y completamente al tun tun escogió un camino invisible entre los matorrales. El felino lo siguio un trecho y se perdió entre la maleza. El bardo sabía que no quedaría muy lejos, y como siempre que viajaban, se presentaría cuando tuviese hambre, sueño, o ganas de jugar con el.
La mano del juglar tanteó las bolsas, hallo solo algunas monedas, su caja de canutos que, sin fuego no podía consumir, un par de sobres de polvo de corteza de sauce para la migraña, uno de los cuales hizo desaparecer en el mismo instante de su hallazgo, y lo bajó con un trago del escaso ron que le quedaba, y poco mas que aquello, un par de anillos nuevos que luego tendría que pulir para añadir a su colgante.
Iltharion caminaba como si estuviera por su casa, de haber tenido alguna, hasta que el ruido de la discusión llego a su oído, y, adoptando una actitud mas sigilosa, se desvió hacia allí en busca de lo que fuera de tanto valor como para generar semejante escándalo.
El falso capitán pirata se escondió tras un árbol, y observando entre el follaje de arbustos altos contemplo como aquellos hombres se daban muerte entre si. Con frialdad calculada empezó a sacar su sable, dispuesto a asestar el ultimo golpe al malherido ganador para poder saquear los cuerpos, cuando la figura de una muchacha escondida no muy lejos lo detuvo en el lugar, con escepticismo y sorpresa.
Aun creció mas su asombro cuando observo esa figura salir de su escondite, cuando todos los participantes de esa contienda habían exhalado su ultimo aliento. Iltharion la observó estupefacto. Quizás en otra ocasión lo primero que habrían explorado sus orbes hubieran sido sus pálidas curvas a través de las translucidas telas, y todas las delicias que quedaban expuestas, pero las alas que emergían naturalmente de su espalda acapararon toda su atención hasta el instante en el que logró atisbar su faz.
-¿Windorind?.-La llamó en voz alta anonadado, mientras emergía de forma inconsciente de su escondite, y pasaba por encima de los cuerpos como si no fueran mas que pedruscos y alfombras.
Su mano, perezosa, tanteó el pasto a su alrededor, en busca del sombrero de ala ancha de cuero oscuro, o de los dijes que pendían de un costado del mismo, que formaba parte del disfraz del que había logrado agenciarse para la ocasión de la pasada noche. Sin embargo parecía haberlo tirado demasiado lejos cuando se había dejado caer exhausto sobre el césped.
Sus parpados se abrieron lentamente, con el ceño fruncido por la luz dañina sobre sus celestinos orbes. Se hizo una visera con la mano y miró a su alrededor.
No tardó en localizar su sombrero, el cual colocó en su cabeza con un gesto grácil y natural, mientras escrutaba su entorno.
Recordaba vagamente haber escapado hacia el bosque al tener un pequeño infortunio en una de las fiestas, pero no por que lado había venido, y sus cosas habían terminado, casi todas en la habitación de la posada en la que se había alojado antes de sumarse a los festejos.
Por lo menos tenía el disfraz, la cimitarra a juego, el sombrero para cubrirse del sol, y una botella de ron casi vacia, que, a juzgar por su propio olor, había vaciado el mismo casi por completo.
Sin otra alternativa mejor que ponerse a caminar, esperando encontrar el camino, un río o cualquier señal que la fortuna quisiera proporcionarle, el trovador se puso a caminar, botella en mano, y tanteando sus ropajes para ver que cosas aun poseía y cuales podía dar por perdidas.
Las botas de cuero altas, con un dobladillo un poco mas allá de la rodilla, hacían crujir la maleza a cada paso. Los pantalones anchos, de hilo y mas claro, se hallaban cruzados en la cadera por un par de cinturones con grandes hebillas de los que pendían algunas bolsitas de cuero, un par de dagas en sus fundas y la cimitarra al descubierto. Todo aquello sobre un pañuelo de un vistoso rojo, en cuyos bordes, dijes dorados como si fueran finas monedas tintineaban a cada paso.
Una camisa nueva, blanca y holgada, de anchas manchas que se estrechaban en la muñeca, se hallaba abierta hasta el ombligo, con los cordeles flojos, dejando ver su colgante de anillos, y el dije de bellota que siempre portaba consigo, así como la cicatriz de garrazo que cruzaba su pecho y le daba un aspecto falaz de aguerrido.
El sombrero de pirata que cubría su faz del sol y los pendientes de su oreja, detalle que no pertenecía al disfraz, pero conjuntaba con el mismo, eran la guinda para darle aquel aspecto de corsario que tan poco le había costado conseguir.
La melena cobriza del trovador tenía alguna que otra trenza muy fina entre las hebras cobrizas de su pelo, que terminaba en dijes o pequeñas piezas coloridas, dándole un aspecto mas exotico, y finalmente asumiendo su edad, y habiendo dejado de arrancarse las canas como un poseso, algunos mechones blancos cruzaban ese mar y su chiva.
Lo mas vistoso y particular era un falso garfio que ocultaba su mano tras esa punzante herramienta, y que le había parecido una excentricidad ingeniosa y divertida a aquel de quien se había agenciado el disfraz, y que aun despierto no se quitó por la propia gracia de manejarse con tan extraño artilugio, como si fuera un juego con el que entretenerse en el viaje.
El Aski, mas compañero que mascota, que lo acompañaba desde que había abandonado las heladas tierras del norte, no tardó en hacerse presente, había despertado mucho antes y a juzgar por el cordel que colgaba de la comisura de su hocico, enganchado entre los dientes, se había propiciado un sustancioso desayuno.
El hijo de los bosques lo atusto en la cabeza cariñosamente, miró a su alrededor, y completamente al tun tun escogió un camino invisible entre los matorrales. El felino lo siguio un trecho y se perdió entre la maleza. El bardo sabía que no quedaría muy lejos, y como siempre que viajaban, se presentaría cuando tuviese hambre, sueño, o ganas de jugar con el.
La mano del juglar tanteó las bolsas, hallo solo algunas monedas, su caja de canutos que, sin fuego no podía consumir, un par de sobres de polvo de corteza de sauce para la migraña, uno de los cuales hizo desaparecer en el mismo instante de su hallazgo, y lo bajó con un trago del escaso ron que le quedaba, y poco mas que aquello, un par de anillos nuevos que luego tendría que pulir para añadir a su colgante.
Iltharion caminaba como si estuviera por su casa, de haber tenido alguna, hasta que el ruido de la discusión llego a su oído, y, adoptando una actitud mas sigilosa, se desvió hacia allí en busca de lo que fuera de tanto valor como para generar semejante escándalo.
El falso capitán pirata se escondió tras un árbol, y observando entre el follaje de arbustos altos contemplo como aquellos hombres se daban muerte entre si. Con frialdad calculada empezó a sacar su sable, dispuesto a asestar el ultimo golpe al malherido ganador para poder saquear los cuerpos, cuando la figura de una muchacha escondida no muy lejos lo detuvo en el lugar, con escepticismo y sorpresa.
Aun creció mas su asombro cuando observo esa figura salir de su escondite, cuando todos los participantes de esa contienda habían exhalado su ultimo aliento. Iltharion la observó estupefacto. Quizás en otra ocasión lo primero que habrían explorado sus orbes hubieran sido sus pálidas curvas a través de las translucidas telas, y todas las delicias que quedaban expuestas, pero las alas que emergían naturalmente de su espalda acapararon toda su atención hasta el instante en el que logró atisbar su faz.
-¿Windorind?.-La llamó en voz alta anonadado, mientras emergía de forma inconsciente de su escondite, y pasaba por encima de los cuerpos como si no fueran mas que pedruscos y alfombras.
Iltharion Dur'Falas
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Mientras miraba el cubo que tenía en las manos, intentaba descifrar si aquello sería por lo que aquellos hombres se estaban matando, ¿Se mataban por caramelo? Además, allí había caramelo suficiente para que todos los pudieran haberse quedado con un par de cubos…Quizá era ella la que había perdido la perspectiva de cuánto dinero daban los dulces.
El disco pegajoso del fondo del cubo no se movía, por lo que ya debía estar seco y, por culpa del color negruzco del cubo, no se podía ver bien el color del caramelo, parecía tener un color amarronado transparente, como los cientos de dulces que se pueden encontrar en las tiendas. Definitivamente, la elfa no estaba entiendo nada.
Wind continuó cavilando unos segundos más hasta que una voz la sacó de sus pensamientos. Del susto cayó del culo al suelo e intentó sacar el arco y las flechas de su espalda, aunque no pudo hacerlo a tiempo pues las alas resultaban más incomodas de lo que parecía y resultaban estar constantemente en medio de los brazos y las flechas de la elfa.
De primeras la joven no reconoció la voz y, debido a que no paraba de mirar para atrás maldiciendo su suerte con las flechas y las alas le costó unos segundos extra ver quien la había nombrado. Antes de darse cuenta de que era Iltharion quien estaba allí, la escena resultaba simplemente lamentable -Por todos los demonios…- Mascullaba entre dientes cuando intentaba sacar las flechas y se acababa golpeando con las alas, las cuales parecía que se movían con vida propia - ¡Y-Yo soy peligrosa!¡He matado a todos estos hombres yo sola! - Dijo a viva voz a la vez que cargaba el arco al fin. - ¡S-Soy una asesina sanguinaria! - Gritó mientras intentaba dejar de tropezarse con las telas de la falda al levantarse "¿Eso que ha salido de mi boca ha sido un gallo?" Los nervios eran traicioneros y Wind no tenía suficiente con tartamudear y no coordinar palabras sino que ahora tambien le salían gallos, como si fuera un puberto al que le está cambiando la voz.
Cuando consiguió parecer una persona más o menos coordinada y fijó la vista en el origen de la voz, se encontró con, probablemente, la persona que menos se esperaba - ¿Iltharion?- Murmuró al ver al elfo pelirrojo -Cielos…Cuanto tiempo- Wind destensó la flecha y bajó el arco mientras en su rostro comenzaba a asomar una pequeña sonrisa -Desde nuestra pequeña aventura salvando Askki- amplió un poco más la sonrisa al recordarlo y observó al elfo con detenimiento por primera vez desde que había aparecido -¿Se puede saber qué hacías espiándome….Y así vestido?- Comentó jocosa al ver el disfraz del elfo mientras intentaba aguantarse una carcajada, después guardó la flecha con las mismas dificultades con las que la había sacado y se quedó con el arco en la mano.
Tardó unos cuantos segundos en darse cuenta de que estaba rodeada de cadáveres, pues había comenzado a acostumbrarse al olor a oxido y a hierro del ambiente y ya no le resultaba tan incómodo como hacía unos minutos, y que ella se había autoproclamado como autora de semejante masacre. A lo que dejó caer el arco al suelo con un pequeño y agudo grito e intentó explicarse mientras hacía aspavientos exagerados con las manos y su rostro adquiría un tono rojizo - ¡Y-Yo no he sido! ¡Lo juro! Lo han hecho entre ellos, de verdad- No paraba de tartamudear y las alas se movían constantemente, al mismo son que sus manos, como si intentaran desvelar que la elfa estaba al borde un ataque de pánico -E-Estaban discutiendo por algo… p-p-por el caramelo creo de los cubos y, y entonces yo los oí y me acerqué…- Cuando lo dijo en voz alta se dio cuenta de lo ridículo que sonaba todo aquello, pero esperaba que su amigo comprendiera que estaba diciendo la verdad, así que mientras tartamudeaba una serie de silabas inconexas entre ellas decidió que lo mejor sería callar de una vez y esperar a que Iltharion hablara.
El disco pegajoso del fondo del cubo no se movía, por lo que ya debía estar seco y, por culpa del color negruzco del cubo, no se podía ver bien el color del caramelo, parecía tener un color amarronado transparente, como los cientos de dulces que se pueden encontrar en las tiendas. Definitivamente, la elfa no estaba entiendo nada.
Wind continuó cavilando unos segundos más hasta que una voz la sacó de sus pensamientos. Del susto cayó del culo al suelo e intentó sacar el arco y las flechas de su espalda, aunque no pudo hacerlo a tiempo pues las alas resultaban más incomodas de lo que parecía y resultaban estar constantemente en medio de los brazos y las flechas de la elfa.
De primeras la joven no reconoció la voz y, debido a que no paraba de mirar para atrás maldiciendo su suerte con las flechas y las alas le costó unos segundos extra ver quien la había nombrado. Antes de darse cuenta de que era Iltharion quien estaba allí, la escena resultaba simplemente lamentable -Por todos los demonios…- Mascullaba entre dientes cuando intentaba sacar las flechas y se acababa golpeando con las alas, las cuales parecía que se movían con vida propia - ¡Y-Yo soy peligrosa!¡He matado a todos estos hombres yo sola! - Dijo a viva voz a la vez que cargaba el arco al fin. - ¡S-Soy una asesina sanguinaria! - Gritó mientras intentaba dejar de tropezarse con las telas de la falda al levantarse "¿Eso que ha salido de mi boca ha sido un gallo?" Los nervios eran traicioneros y Wind no tenía suficiente con tartamudear y no coordinar palabras sino que ahora tambien le salían gallos, como si fuera un puberto al que le está cambiando la voz.
Cuando consiguió parecer una persona más o menos coordinada y fijó la vista en el origen de la voz, se encontró con, probablemente, la persona que menos se esperaba - ¿Iltharion?- Murmuró al ver al elfo pelirrojo -Cielos…Cuanto tiempo- Wind destensó la flecha y bajó el arco mientras en su rostro comenzaba a asomar una pequeña sonrisa -Desde nuestra pequeña aventura salvando Askki- amplió un poco más la sonrisa al recordarlo y observó al elfo con detenimiento por primera vez desde que había aparecido -¿Se puede saber qué hacías espiándome….Y así vestido?- Comentó jocosa al ver el disfraz del elfo mientras intentaba aguantarse una carcajada, después guardó la flecha con las mismas dificultades con las que la había sacado y se quedó con el arco en la mano.
Tardó unos cuantos segundos en darse cuenta de que estaba rodeada de cadáveres, pues había comenzado a acostumbrarse al olor a oxido y a hierro del ambiente y ya no le resultaba tan incómodo como hacía unos minutos, y que ella se había autoproclamado como autora de semejante masacre. A lo que dejó caer el arco al suelo con un pequeño y agudo grito e intentó explicarse mientras hacía aspavientos exagerados con las manos y su rostro adquiría un tono rojizo - ¡Y-Yo no he sido! ¡Lo juro! Lo han hecho entre ellos, de verdad- No paraba de tartamudear y las alas se movían constantemente, al mismo son que sus manos, como si intentaran desvelar que la elfa estaba al borde un ataque de pánico -E-Estaban discutiendo por algo… p-p-por el caramelo creo de los cubos y, y entonces yo los oí y me acerqué…- Cuando lo dijo en voz alta se dio cuenta de lo ridículo que sonaba todo aquello, pero esperaba que su amigo comprendiera que estaba diciendo la verdad, así que mientras tartamudeaba una serie de silabas inconexas entre ellas decidió que lo mejor sería callar de una vez y esperar a que Iltharion hablara.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
La mirada aguamarina del elfo paseo, con un total asombro, por encima de las alas que batían nerviosamente tras los pequeños y suaves hombros de la muchacha. Iltharion sabía que no habían estado allí antes, pues había tenido la oportunidad de explorar cada recondido lugar de su cuerpo antaño, y no había ni rastro de ellas, sin embargo, ahora se presentaban ante sus ojos tan nítidas y reales que resultaba desconcertante.
El corsario contemplo la opción de hallarse dormido, sin embargo, de ser así, que mente extraña o curioso azar le habría hecho retornar a aquella dulce jovencita que había cercenado su melena color mar en pro de las alas de una ninfa.
Las primeras palabras de la muchacha llegaron lejanas, y el trovador no les hizo demasiado caso, mientras se limitaba a contemplar con esa expresión turbada el peculiar apéndice que sobresalía y dificultaba a la muchacha el apuntarle con su arma.
Sin embargo fue aquella irregularidad en la voz, el tono discordate fruto del pánico o los nervios que lo hizo volver un poco a la realidad, a través de una risa medida entre los dientes que salió sin que el mismo se diera cuenta.
Iltharion adelanto ambos brazos, tanto aquel con el garfio, para que se aferrara del mismo o del antebrazo, como su mano con la que intento sostenerla cuando ella se levantó con tal torpeza que el riesgo de caerse era casi palpable.
Con tranquilidad, y una sonrisa torcida que demostraba una escasez total de miedo iltharion alzo los brazos en señal de inocencia y disposición cuando la joven lo apuntó con el arco, aguantándose la risa de ver que, sin haberse tomado el momento para mirarle, no lo había reconocido.
-El que viste y calza.-Esbozó una sonrisa, y viendo que ella ya destensaba el arco tomó el ala del sombrero entre los dedos y le dedicó una teatral y cordial reverencia trazando un arco con el sombrero antes de devolverlo sobre su testa.
-¿Espiando?:-encaró una ceja el elfo.- Que terrible acusación.-Se llevó el garfio al pecho y lo apoyó sobre el corazón haciéndose el dolido.
-En cuanto a las vestimentas, querida.-Aparto el garfio de su pecho para extenderlo hacia la muchacha, y hacer un movimiento vertical abarcándola entera.-Me parece que yo podría preguntarte lo mismo.-Y una vez mas su mirada fue hacia aquellas alas que lo anonadaban y fascinaban por igual, y tuvo que sacudir la cabeza para no verse presa de su encanto.
El trovador contuvo una carcajada cuando al joven reparó en que se había declarado artífice de semejante masacre sobre la que estaban parados, hablando tranquilamente, o por lo menos, ajenos a los cuerpos que aun no habían empezado a oler.
La forma en la que se ponía nerviosa, tartamudeaba y se revolvía no estaba exenta de cierto encanto, un contraste de su carácter cándido que resaltaba en grado sumo con la reveladora apariencia que envolvía ese ser aun ingenuo.
-Tranquila, llegué por atrapar el ruido de la pelea, y logré ver lo suficiente de la misma como para saber que no eres la culpable de todo esto.-Le aseguró el bardo, con una voz tranquilizadora y firme, con esa seguridad apacible que poseía.-Además, estarías llena de sangre si fuera el caso.
La historia de la joven era algo que el daba, cuanto poco, curiosidad, también la de todos aquellos hombres muertos, pero también imaginaba que si pasaba el estupor inicial y la chiquilla seguía rodeada de cadáveres en semejante estado podía terminar teniendo otro ataque de nervios, de pánico o peor.
El aski anaranjado entro nuevamente en escena, saltironando por encima de los cuerpos como si nada. Había mucho a lo que se había acostumbrado el pequeño felino en los viajes con su amo.
Iltharion aprovechó esa aparición para tomar a la rolliza cri dle pescuezo, de ese punto especial que hacía que se plegase sobre si mismo cual bola de pelo, y lo alzó hasta que quedó delante de los ojos de la elfa.
-Este es Arëannor, lo conseguí de la misma granja a la que ayudamos. ¿Podrías sostenerlo un rato?.-El elfo esperaba que aquello fuera suficiente para mantener entretenida a la joven, o con la mirada sobre un lugar que no fueran los cuerpos, así que nada mas quedaron libres sus manos, empezó a arrastrar los despojos de aquellos sujetos tras los arbustos. Además, eso evitaría que el aski terminara con una gran indigestión por intentar rapiñar carne, sangre o cualquier despojo de los cuerpos como segundo desayuno.
-Imagino que vienes de celebrar el Bragiväl.¿Como te fue?-Comentó el trovador, buscando con eso mantener la mente de la chica lejos de aquel claro también, por lo menos hasta que quedara despejado. Tomó una cabeza que parecía haber rodado lejos de su cuerpo, y tras comprobar tanto que no tenía pendientes, como que no lo estaban viendo, la arrojó tan lejos como pudo, intentando hacerla pasar por encima de una rama bastante alta, como si aquello fuera un juego.
-Bien!.-Susurró bien bajito, con euforia para si mismo, entre dientes, cuando logro archivar aquel logro. Seguidamente tomó al cuerpo que pertenecía a la cabeza perdida por los tobillos y empezó a arrastrarlo lejos.
El corsario contemplo la opción de hallarse dormido, sin embargo, de ser así, que mente extraña o curioso azar le habría hecho retornar a aquella dulce jovencita que había cercenado su melena color mar en pro de las alas de una ninfa.
Las primeras palabras de la muchacha llegaron lejanas, y el trovador no les hizo demasiado caso, mientras se limitaba a contemplar con esa expresión turbada el peculiar apéndice que sobresalía y dificultaba a la muchacha el apuntarle con su arma.
Sin embargo fue aquella irregularidad en la voz, el tono discordate fruto del pánico o los nervios que lo hizo volver un poco a la realidad, a través de una risa medida entre los dientes que salió sin que el mismo se diera cuenta.
Iltharion adelanto ambos brazos, tanto aquel con el garfio, para que se aferrara del mismo o del antebrazo, como su mano con la que intento sostenerla cuando ella se levantó con tal torpeza que el riesgo de caerse era casi palpable.
Con tranquilidad, y una sonrisa torcida que demostraba una escasez total de miedo iltharion alzo los brazos en señal de inocencia y disposición cuando la joven lo apuntó con el arco, aguantándose la risa de ver que, sin haberse tomado el momento para mirarle, no lo había reconocido.
-El que viste y calza.-Esbozó una sonrisa, y viendo que ella ya destensaba el arco tomó el ala del sombrero entre los dedos y le dedicó una teatral y cordial reverencia trazando un arco con el sombrero antes de devolverlo sobre su testa.
-¿Espiando?:-encaró una ceja el elfo.- Que terrible acusación.-Se llevó el garfio al pecho y lo apoyó sobre el corazón haciéndose el dolido.
-En cuanto a las vestimentas, querida.-Aparto el garfio de su pecho para extenderlo hacia la muchacha, y hacer un movimiento vertical abarcándola entera.-Me parece que yo podría preguntarte lo mismo.-Y una vez mas su mirada fue hacia aquellas alas que lo anonadaban y fascinaban por igual, y tuvo que sacudir la cabeza para no verse presa de su encanto.
El trovador contuvo una carcajada cuando al joven reparó en que se había declarado artífice de semejante masacre sobre la que estaban parados, hablando tranquilamente, o por lo menos, ajenos a los cuerpos que aun no habían empezado a oler.
La forma en la que se ponía nerviosa, tartamudeaba y se revolvía no estaba exenta de cierto encanto, un contraste de su carácter cándido que resaltaba en grado sumo con la reveladora apariencia que envolvía ese ser aun ingenuo.
-Tranquila, llegué por atrapar el ruido de la pelea, y logré ver lo suficiente de la misma como para saber que no eres la culpable de todo esto.-Le aseguró el bardo, con una voz tranquilizadora y firme, con esa seguridad apacible que poseía.-Además, estarías llena de sangre si fuera el caso.
La historia de la joven era algo que el daba, cuanto poco, curiosidad, también la de todos aquellos hombres muertos, pero también imaginaba que si pasaba el estupor inicial y la chiquilla seguía rodeada de cadáveres en semejante estado podía terminar teniendo otro ataque de nervios, de pánico o peor.
El aski anaranjado entro nuevamente en escena, saltironando por encima de los cuerpos como si nada. Había mucho a lo que se había acostumbrado el pequeño felino en los viajes con su amo.
Iltharion aprovechó esa aparición para tomar a la rolliza cri dle pescuezo, de ese punto especial que hacía que se plegase sobre si mismo cual bola de pelo, y lo alzó hasta que quedó delante de los ojos de la elfa.
-Este es Arëannor, lo conseguí de la misma granja a la que ayudamos. ¿Podrías sostenerlo un rato?.-El elfo esperaba que aquello fuera suficiente para mantener entretenida a la joven, o con la mirada sobre un lugar que no fueran los cuerpos, así que nada mas quedaron libres sus manos, empezó a arrastrar los despojos de aquellos sujetos tras los arbustos. Además, eso evitaría que el aski terminara con una gran indigestión por intentar rapiñar carne, sangre o cualquier despojo de los cuerpos como segundo desayuno.
-Imagino que vienes de celebrar el Bragiväl.¿Como te fue?-Comentó el trovador, buscando con eso mantener la mente de la chica lejos de aquel claro también, por lo menos hasta que quedara despejado. Tomó una cabeza que parecía haber rodado lejos de su cuerpo, y tras comprobar tanto que no tenía pendientes, como que no lo estaban viendo, la arrojó tan lejos como pudo, intentando hacerla pasar por encima de una rama bastante alta, como si aquello fuera un juego.
-Bien!.-Susurró bien bajito, con euforia para si mismo, entre dientes, cuando logro archivar aquel logro. Seguidamente tomó al cuerpo que pertenecía a la cabeza perdida por los tobillos y empezó a arrastrarlo lejos.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Wind soltó una pequeña risa ante la pequeña actuación del elfo cuando le acusó de estar espiando -Lamento la ofensa- Hizo una pequeña reverencia y al incorporarse de nuevo se fijó en aquel extraño garfio que llevaba en la mano ¿Era parte del disfraz? O ¿Era el disfraz algo acorde con el garfio real? La elfa abrió los ojos más de lo normal y decidió quedarse con esa duda… al menos por el momento, ya que, si aquello significaba que Iltharion se había quedado sin mano, probablemente fuera un tema delicado de tratar.
En cuanto al comentario sobre las ropas... El elfo tenía razón. Ella iba considerablemente más extraña, por no hablar del aleteo de su espalda que ahora, aunque más lento y armonioso, no cesaba del todo. -Y-Yo… no voy así porque quiera… Dioses ojalá fuera voluntad propia para poder quitármelo cuando desee…- Más que una explicación, parecía que la joven estaba compadeciéndose de sí misma. Mientras hablaba no paraba de toquetear las telas de la falda, como si así se hicieran menos transparentes o más grandes -Esta mañana me desperté así, con mi disfraz del primer día de Bragiväl y las alas saliendo de mi espalda... pero no me puedo quitar, ni una cosa, ni la otra y aun no sé por qué- Mientras lo explicaba despacio y cierto deje de enojo en su voz, se miraba las alas, que seguían moviéndose lentamente, como el péndulo de un reloj -Al menos son bonitas ¿No crees?- Esbozó una pequeña sonrisa para quitarle hierro a la cuestión y aleteó las alas unas cuantas veces con fuerza. Lo cierto era que ya le estaba cogiendo el truco a manejarlas.
-Menos mal…- Murmuró mientras suspiraba sonoramente y relajaba los músculos -El dia que sea capaz de hacer todo esto yo sola, me convertiré en la elfa más bajita y fuerte de Aerandir- Dijo en tono burlón mientras miraba la masacre que se había montado allí. “Que tonta puede ser la gente…” Era lo único que se ocurría al ver semejante estropicio. Habían acabado por matarse entre ellos por a saber qué y ahora ninguno podría disfrutarlo “O todos o ninguno” Parecía haber sido el lema de aquella pelea.
Mientras miraba la escena, vio algo que destacaba. Demasiado adorable para estar en un lugar como aquel y demasiado pequeño para haber llegado hasta allí solo. Era un pequeño askki que caminaba despreocupado hacia el elfo pelirrojo ¿Acaso era suyo? No tardó demasiado en conocer la respuesta.
Ahogó un grito al ver al pequeño felino hecho una pequeña bola de pelo y los ojos se le iluminaron como si aquello fuera un muñeco y ella tuviera cinco años -¡Oh cielos! Es una preciosidad- Si hubiera podido, la elfa se lo hubiera robado a su dueño en aquel mismo momento, pero el dueño era un conocido y el askki parecía tenerle cariño. Eran tan adorable… -C-Claro… Déjamelo- Extendió las manos y cogió al pequeño animal. Apenas cayó en sus manos cuando la elfa lo abrazó y comenzó a acariciarle la cabecita mientras pensaba si tenía algo de comida que pudiera darle al felino -Pero que cosita tan tierna…- Murmuraba en voz baja de vez en cuando a la vez que ensanchaba su sonrisa.
El felino, por su parte no parecía poner demasiadas pegas a las caricias de la joven, así que esta continuó concentrada en el askki hasta que el elfo llamó su atención.
-Efectivamente- Comentó sin perder la sonrisa por tener a la bola de pelo en brazos -Oh, no fue mal… del todo- Al decir aquello no pudo evitar rememorar el enfrentamiento con aquella mujer disfrazada de cabra. Tardaría en olvidar aquella afrenta, la elfa no era de las que tenían enfrentamientos y tenía tendencia a recordar los pocos que le ocurrían. -Puedo suponer que tú también vienes de Bragiväl… ¿Qué tal te fue a ti? ¿Puedo suponer que, al menos bebiste en condiciones? - El olor que desprendía el elfo no pasó desapercibido para la joven, la cual se echó a reír y observó a su compañero moverse por todas partes mientras arrastraba los cuerpos detrás de los arbustos.
Cuando vio desaparecer el último de ellos detrás de un matorral, enarcó una ceja - ¿Tenían algo de dinero encima? – Preguntó mientras volvía a mirar al felino que tenía en brazos. Lo cierto era que, a pesar de que la moral de la elfa le impedía ir por ahí robando a los muertos, necesitaba dinero para costear su viaje y aquellos hombres ya no lo iban a necesitar -Y no vale que mientas- Concluyó mientras esbozaba una sonrisa y seguía acariciando al askki.
Después de todo aquello, la elfa decidió preguntar al elfo, a ver si él era capaz de comprender lo que había sucedido allí -Iltharion, tal vez tu entiendas algo de lo que ha ocurrido aquí… Se estaban peleando por algo… creo que por lo de los cubos… pero en los cubos solo hay unos discos como de caramelo ¿Acaso ha subido el precio del caramelo? – Aquella teoría, aunque ridícula, le seguía pareciendo la más factible… Tal vez su compañero tuviera alguna idea más verosímil.
En cuanto al comentario sobre las ropas... El elfo tenía razón. Ella iba considerablemente más extraña, por no hablar del aleteo de su espalda que ahora, aunque más lento y armonioso, no cesaba del todo. -Y-Yo… no voy así porque quiera… Dioses ojalá fuera voluntad propia para poder quitármelo cuando desee…- Más que una explicación, parecía que la joven estaba compadeciéndose de sí misma. Mientras hablaba no paraba de toquetear las telas de la falda, como si así se hicieran menos transparentes o más grandes -Esta mañana me desperté así, con mi disfraz del primer día de Bragiväl y las alas saliendo de mi espalda... pero no me puedo quitar, ni una cosa, ni la otra y aun no sé por qué- Mientras lo explicaba despacio y cierto deje de enojo en su voz, se miraba las alas, que seguían moviéndose lentamente, como el péndulo de un reloj -Al menos son bonitas ¿No crees?- Esbozó una pequeña sonrisa para quitarle hierro a la cuestión y aleteó las alas unas cuantas veces con fuerza. Lo cierto era que ya le estaba cogiendo el truco a manejarlas.
-Menos mal…- Murmuró mientras suspiraba sonoramente y relajaba los músculos -El dia que sea capaz de hacer todo esto yo sola, me convertiré en la elfa más bajita y fuerte de Aerandir- Dijo en tono burlón mientras miraba la masacre que se había montado allí. “Que tonta puede ser la gente…” Era lo único que se ocurría al ver semejante estropicio. Habían acabado por matarse entre ellos por a saber qué y ahora ninguno podría disfrutarlo “O todos o ninguno” Parecía haber sido el lema de aquella pelea.
Mientras miraba la escena, vio algo que destacaba. Demasiado adorable para estar en un lugar como aquel y demasiado pequeño para haber llegado hasta allí solo. Era un pequeño askki que caminaba despreocupado hacia el elfo pelirrojo ¿Acaso era suyo? No tardó demasiado en conocer la respuesta.
Ahogó un grito al ver al pequeño felino hecho una pequeña bola de pelo y los ojos se le iluminaron como si aquello fuera un muñeco y ella tuviera cinco años -¡Oh cielos! Es una preciosidad- Si hubiera podido, la elfa se lo hubiera robado a su dueño en aquel mismo momento, pero el dueño era un conocido y el askki parecía tenerle cariño. Eran tan adorable… -C-Claro… Déjamelo- Extendió las manos y cogió al pequeño animal. Apenas cayó en sus manos cuando la elfa lo abrazó y comenzó a acariciarle la cabecita mientras pensaba si tenía algo de comida que pudiera darle al felino -Pero que cosita tan tierna…- Murmuraba en voz baja de vez en cuando a la vez que ensanchaba su sonrisa.
El felino, por su parte no parecía poner demasiadas pegas a las caricias de la joven, así que esta continuó concentrada en el askki hasta que el elfo llamó su atención.
-Efectivamente- Comentó sin perder la sonrisa por tener a la bola de pelo en brazos -Oh, no fue mal… del todo- Al decir aquello no pudo evitar rememorar el enfrentamiento con aquella mujer disfrazada de cabra. Tardaría en olvidar aquella afrenta, la elfa no era de las que tenían enfrentamientos y tenía tendencia a recordar los pocos que le ocurrían. -Puedo suponer que tú también vienes de Bragiväl… ¿Qué tal te fue a ti? ¿Puedo suponer que, al menos bebiste en condiciones? - El olor que desprendía el elfo no pasó desapercibido para la joven, la cual se echó a reír y observó a su compañero moverse por todas partes mientras arrastraba los cuerpos detrás de los arbustos.
Cuando vio desaparecer el último de ellos detrás de un matorral, enarcó una ceja - ¿Tenían algo de dinero encima? – Preguntó mientras volvía a mirar al felino que tenía en brazos. Lo cierto era que, a pesar de que la moral de la elfa le impedía ir por ahí robando a los muertos, necesitaba dinero para costear su viaje y aquellos hombres ya no lo iban a necesitar -Y no vale que mientas- Concluyó mientras esbozaba una sonrisa y seguía acariciando al askki.
Después de todo aquello, la elfa decidió preguntar al elfo, a ver si él era capaz de comprender lo que había sucedido allí -Iltharion, tal vez tu entiendas algo de lo que ha ocurrido aquí… Se estaban peleando por algo… creo que por lo de los cubos… pero en los cubos solo hay unos discos como de caramelo ¿Acaso ha subido el precio del caramelo? – Aquella teoría, aunque ridícula, le seguía pareciendo la más factible… Tal vez su compañero tuviera alguna idea más verosímil.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Iltharion contemplo de soslayo los tirones de la muchacha mientras explicaba su peculiar apariencia, y como no había podido desprenderse de las ropas. El trovador no tenía ninguna clase de problema con ayudarla a intentar quitárselas, pero también estaba seguro que poner ese pensamiento en voz alta de un modo tan ostentoso no le haría ningún bien a ninguno de los dos. Por ahora se conformaba con lo que la tela translucida dejaba entrever, que no era poco.
-Son preciosas, y te quedan muy bien, realmente pareces un hada de cuento.-Admitió el bardo con total sinceridad, y es que por algo lo había dejado anonadado como si fuera un ser mítico de sus leyendas y cuentos.
Iltharion rió un poco por lo bajo ante la perspectiva de que algún día la pequeña Windorind fuera capaz de acometer contra tantos hombres y matarlos a todos quedando indemne, no era un dia que pareciera que podía llegar pronto por el acero, pero sin embargo no era una gesta difícil de conseguir por otros medios. Otro pensamiento que se guardaría para si mismo.
-Cuando llegue ese día te tendré que contratar como escolta para los caminos.-Bromeó.
El pequeño felino logró su cometido, iltharion lo había comprado por muchas cosas, y una de ellas era por la euforia que generaba en las mujeres, era un buen modo tanto de animarlas, como de distraerlas o hacerles bajar la guardia, y en aquel caso util para limpiar ese estropicio sin tener que ir apuradamente.
-Oh no no, yo me he unido a una tripulación pirata, pero mientras hacíamos puerto se me fue la fiesta de la manos.-Bromeó. Esta historia era cierta, a medias, era la del dueño de los ropajes que ahora el portaba, y que se hallaba muerto y apretujado en el fondo de una zanja cercana a una de las aldeas que lindaban con la ciudad. -Bien a ratos, la gente se pone un poco especial cuando bebe, y tube que huir de la fiesta, parece que termine durmiendo en el bosque no muy lejos de aquí.-Explico por fin, riendo de buen humor con la acotación de la muchacha.- Era una celebración. ¿No bebiste a caso? Aun queda algo de ron si eres capaz de beberlo en la botella que dejé por allí.-Señaló con el garfio vagamente a los pies de donde se hallaba al toparse con la chiquilla.
Iltharion termino de esconder y desvalijar, y palmeándose la pano con el acero salió entre los arbustos dispuesto a dilucidar el misterio de las cubetas. Su mirada aguamarina dejo estas para contemplar de nuevo la muchacha y su seductora apariencia, un misterio igualmente tentador que a cada instante asediaba su curiosidad con las promesas de unos descubrimientos mas apacibles y placenteros.
-Tenían.-Sonrió con picardía el bardo, después de verse atrapado en su desvalijo.-¿Necesitas dinero?.-Se acercó con paso tranquilo a las cubetas, mientras el tacón de su bota repiqueteaba contra la tierra compacta, o se hundían un poco en los pequeños charcos de arena y sangre que se habían formado allí donde hacia unos instantes yacían los cuerpos.
-El caramelo siempre es caro, pero no tanto como una vida, si me preguntas a mi, aun no se les había pasado la cogorza, y habían bebido demasiado en las fiestas. ¿Que clase de necio mata por eso si no? .-Chasqueó la lengua mientras se inclinaba hacia uno de los cubos, y le daba unos golpes al costado para despegar de los costados el disco de caramelo.
Se inclinó sobre los mismos, haciendo deslizarse los dijes de las puntas de las trenzas, y aquellos que eran metálicos o de cristal, reflejar sus colores y la luz sobre las hebras cobrizas.
Con el garfio sostuvo el asa, y con la mano libre fue despegando uno de los discos hasta extraerlo, y lo alzó al sol, dejando que la luz del gran astro atravesara su translucida superficie.
-De cualquier modo. Golosinas gratis.-Sonrió y miro a la muchacha.-Ahora vienen las preguntas importantes. ¿Has desayunado? y ¿Te gusta el caramelo?.-Le extendió el disco a la misma para que pudiera tomarlo y observarlo, o en el caso de gustar, ser la primera en comerlo.
-Son preciosas, y te quedan muy bien, realmente pareces un hada de cuento.-Admitió el bardo con total sinceridad, y es que por algo lo había dejado anonadado como si fuera un ser mítico de sus leyendas y cuentos.
Iltharion rió un poco por lo bajo ante la perspectiva de que algún día la pequeña Windorind fuera capaz de acometer contra tantos hombres y matarlos a todos quedando indemne, no era un dia que pareciera que podía llegar pronto por el acero, pero sin embargo no era una gesta difícil de conseguir por otros medios. Otro pensamiento que se guardaría para si mismo.
-Cuando llegue ese día te tendré que contratar como escolta para los caminos.-Bromeó.
El pequeño felino logró su cometido, iltharion lo había comprado por muchas cosas, y una de ellas era por la euforia que generaba en las mujeres, era un buen modo tanto de animarlas, como de distraerlas o hacerles bajar la guardia, y en aquel caso util para limpiar ese estropicio sin tener que ir apuradamente.
-Oh no no, yo me he unido a una tripulación pirata, pero mientras hacíamos puerto se me fue la fiesta de la manos.-Bromeó. Esta historia era cierta, a medias, era la del dueño de los ropajes que ahora el portaba, y que se hallaba muerto y apretujado en el fondo de una zanja cercana a una de las aldeas que lindaban con la ciudad. -Bien a ratos, la gente se pone un poco especial cuando bebe, y tube que huir de la fiesta, parece que termine durmiendo en el bosque no muy lejos de aquí.-Explico por fin, riendo de buen humor con la acotación de la muchacha.- Era una celebración. ¿No bebiste a caso? Aun queda algo de ron si eres capaz de beberlo en la botella que dejé por allí.-Señaló con el garfio vagamente a los pies de donde se hallaba al toparse con la chiquilla.
Iltharion termino de esconder y desvalijar, y palmeándose la pano con el acero salió entre los arbustos dispuesto a dilucidar el misterio de las cubetas. Su mirada aguamarina dejo estas para contemplar de nuevo la muchacha y su seductora apariencia, un misterio igualmente tentador que a cada instante asediaba su curiosidad con las promesas de unos descubrimientos mas apacibles y placenteros.
-Tenían.-Sonrió con picardía el bardo, después de verse atrapado en su desvalijo.-¿Necesitas dinero?.-Se acercó con paso tranquilo a las cubetas, mientras el tacón de su bota repiqueteaba contra la tierra compacta, o se hundían un poco en los pequeños charcos de arena y sangre que se habían formado allí donde hacia unos instantes yacían los cuerpos.
-El caramelo siempre es caro, pero no tanto como una vida, si me preguntas a mi, aun no se les había pasado la cogorza, y habían bebido demasiado en las fiestas. ¿Que clase de necio mata por eso si no? .-Chasqueó la lengua mientras se inclinaba hacia uno de los cubos, y le daba unos golpes al costado para despegar de los costados el disco de caramelo.
Se inclinó sobre los mismos, haciendo deslizarse los dijes de las puntas de las trenzas, y aquellos que eran metálicos o de cristal, reflejar sus colores y la luz sobre las hebras cobrizas.
Con el garfio sostuvo el asa, y con la mano libre fue despegando uno de los discos hasta extraerlo, y lo alzó al sol, dejando que la luz del gran astro atravesara su translucida superficie.
-De cualquier modo. Golosinas gratis.-Sonrió y miro a la muchacha.-Ahora vienen las preguntas importantes. ¿Has desayunado? y ¿Te gusta el caramelo?.-Le extendió el disco a la misma para que pudiera tomarlo y observarlo, o en el caso de gustar, ser la primera en comerlo.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Wind se echó a reír ante la perspectiva de llegar a ser una escolta -Pero te aviso que no seré barata- Respondió sin dejar de reír. Lo cierto es que sería curioso que ella, con su escasa fuerza y su baja altura, pudiera llegar a ser, algún día, tomada en serio como guardaespaldas por alguien.
Al principio, cuando el elfo comenzó a contar la historia de que se había unido a una tripulación pirata, Wind realmente llegó a creérselo. Iltharion era un viajero y cosas más extrañas se han visto que que aquel elfo se convirtiera en pirata, aunque fuera, solamente, temporalmente. Cuando terminó la historia, miró con cierta duda a su compañero y al final se dio cuenta que estaba bromeando -Pues lo cierto es que te pega, podrías llegar a ser un buen pirata… al menos el traje te queda bien- Comentó jocosa la elfa sin dejar de acariciar al felino como si este fuera un peluche.
-Lamento decepcionarte, pero no bebí nada. Algo de agua si acaso…- Desvió la mirada del askki para mirar al elfo de nuevo – No me parecía correcto tomar nada que pusiera en riesgo mi cordura, sobretodo vestida con este traje- Aquello era cierto. La elfa no había probado ni un sorbo siquiera de la cerveza que rodaba por toda la fiesta y, aunque mayormente era porque no quería dar mala imagen a Turion, otro gran motivo eran sus ropajes, no podía dejar a un lado el control sobre sí misma llevando únicamente esas telas encima.
Wind se rio ante el comentario del elfo sobre las pertenencias de los cadáveres -Todos necesitamos dinero ¿No es así? - Sonrió mientras enarcaba una ceja y le dedicó una mirada perspicaz a Iltharion - ¿Sabes que repartir es uno de los mayores dones que nos otorgaron los Dioses? - Ensanchó aún más la sonrisa y se acercó al elfo dando pequeños saltos por las zonas que no estaban encharcadas hasta que le alcanzó. Se puso de puntillas e, intentando sonar zalamera y aterciopelada, a escasos centímetros del rostro de su amigo añadió -Deberías probar… por ejemplo… conmigo ¿Qué te parece? No me interesan los objetos que portaban, con las monedas me vale- Se separó rápidamente al terminar la petición y le dedicó una sonrisa infantil y alegre con la esperanza de que el elfo repartiera parte de aquel botín con ella.
La teoría del elfo tenía bastante más sentido que la de Wind -Es posible que fuera así… Ningún caramelo vale tantas vidas- A ella ni siquiera se le había ocurrido que aquellos hombres hubieran estado ebrios, pero sin duda era lo más lógico.
La elfa se quedó rumiando aquella idea unos segundos, hasta que un brillo reflejó en el pelo de Iltharion, sacándola de sus pensamientos y volviendo a prestarle atención. Se acercó al elfo como hipnotizada por aquellos brillos y metales y, sin pensarlo dos veces, cogió una de las trenzas que tenía una pequeña pieza metalizada al final y comenzó a examinarla con cuidado mientras sostenía, con la otra mano, al askki contra su pecho -Son muy bonitas- Tras aquel comentario, la soltó delicadamente y posó los ojos en el garfio. Ese garfio la tenía intrigada y estaba deseando saber si tenía alguna historia detrás.
Aun con aquella idea en la cabeza, el caramelo llamó aún más su atención. Era un disco amarronado, translúcido a la luz del sol y sin ningún tipo de peculiaridad o detalle que lo hiciera parecer distinto a las paletas de caramelo que vendían en las tiendas -Eso es verdad- Devolvió la sonrisa a su amigo y respondió – Oh… si he desayunado, pero… A nadie le amarga un dulce ¿No? - Ensanchó la sonrisa y dejó al pequeño askki en el suelo -Como coja al caramelo y tu pequeño compañero a la vez, él acabara siendo más pegajoso que el propio dulce- Se rió por su propio comentario y cogió caramelo con ambas manos.
Ahora que lo tenía en sus manos, la elfa podía examinarlo un poco más. Al tacto también parecía un dulce normal, lo acercó un poco a su nariz y no olía a nada así que enarcó una ceja y volvió a mirarlo a trasluz -Realmente parece caramelo…- volvió a sonreír como una niña pícara y miró al elfo -Con tu permiso, voy a probarlo- Y antes de obtener respuesta, le dio un mordisco rompiendo así un trozo del dulce que quedó, a medias, fuera de su boca.
Comenzó a lamerlo, como si fuera un caramelo normal, pero a diferencia de éstos, el dulce comenzó a deshacerse dentro de su boca, como si fuera polvo. Al sentir aquello, Wind hizo una mueca, lo tragó y sacó la lengua -Está demasiado dulce, resulta amargo y… ¡Pica! - Exclamó mientras comenzaba a sentirse estúpida por haberlo probado -Oh cielos, Iltharion esto no está bueno. Es polvoso, como una mala manzana… que digo… ¡Peor! Es como comer arena comprimida- Acentuó aún más la mueca y siguió explicándole a su amigo -Además se han pasado con el azúcar, no entiendo cómo se les ha ocurrido matarse por algo como esto…- Refunfuñó mientras le tendía el disco de caramelo al pelirrojo sin perder la extraña mueca de su rostro- ¿Quieres probarlo? Es que... es difícil de describir-Preguntó Wind mientras sacaba la lengua e intentaba tragar aire para que la incómoda sensación de la lengua le desapareciera.
-Yo no hubiera pagado ni un solo aero por ello- Suspiró y cogió la bota con agua que tenía en la bolsa. Dio un largo trago como si no hubiera bebido nada en años para intentar quitarse aquella amargura de la boca y volvió a guardarla mientras esbozaba una sonrisa.
Lo cierto era que, a pesar del sabor, comenzaba sentirse bien y su rostro comenzaba adoptar un color rosado, como cuando se ruborizaba por algún halago inesperado. Además, si alguien se hubiera acercado lo suficiente, podría ver que las pupilas de la elfa comenzaban a dilatarse poco a poco. Cuando una pequeña rafaga de aire cruzó el claro, se le erizó la piel… Incluso su piel se estaba sensibilizando.
Wind aun no se había percatado de aquellos pequeños cambios, pero si se sentía ligeramente más contenta que antes.
-A pesar del sabor tan extraño que tiene… Al final acaba dejando cierto regusto agradable…Tal vez tenga algo de alcohol- Continuó sonriendo y se rió ligeramente cuando otra rafaga de aire le hizo cosquillas en la espalda.
Al principio, cuando el elfo comenzó a contar la historia de que se había unido a una tripulación pirata, Wind realmente llegó a creérselo. Iltharion era un viajero y cosas más extrañas se han visto que que aquel elfo se convirtiera en pirata, aunque fuera, solamente, temporalmente. Cuando terminó la historia, miró con cierta duda a su compañero y al final se dio cuenta que estaba bromeando -Pues lo cierto es que te pega, podrías llegar a ser un buen pirata… al menos el traje te queda bien- Comentó jocosa la elfa sin dejar de acariciar al felino como si este fuera un peluche.
-Lamento decepcionarte, pero no bebí nada. Algo de agua si acaso…- Desvió la mirada del askki para mirar al elfo de nuevo – No me parecía correcto tomar nada que pusiera en riesgo mi cordura, sobretodo vestida con este traje- Aquello era cierto. La elfa no había probado ni un sorbo siquiera de la cerveza que rodaba por toda la fiesta y, aunque mayormente era porque no quería dar mala imagen a Turion, otro gran motivo eran sus ropajes, no podía dejar a un lado el control sobre sí misma llevando únicamente esas telas encima.
Wind se rio ante el comentario del elfo sobre las pertenencias de los cadáveres -Todos necesitamos dinero ¿No es así? - Sonrió mientras enarcaba una ceja y le dedicó una mirada perspicaz a Iltharion - ¿Sabes que repartir es uno de los mayores dones que nos otorgaron los Dioses? - Ensanchó aún más la sonrisa y se acercó al elfo dando pequeños saltos por las zonas que no estaban encharcadas hasta que le alcanzó. Se puso de puntillas e, intentando sonar zalamera y aterciopelada, a escasos centímetros del rostro de su amigo añadió -Deberías probar… por ejemplo… conmigo ¿Qué te parece? No me interesan los objetos que portaban, con las monedas me vale- Se separó rápidamente al terminar la petición y le dedicó una sonrisa infantil y alegre con la esperanza de que el elfo repartiera parte de aquel botín con ella.
La teoría del elfo tenía bastante más sentido que la de Wind -Es posible que fuera así… Ningún caramelo vale tantas vidas- A ella ni siquiera se le había ocurrido que aquellos hombres hubieran estado ebrios, pero sin duda era lo más lógico.
La elfa se quedó rumiando aquella idea unos segundos, hasta que un brillo reflejó en el pelo de Iltharion, sacándola de sus pensamientos y volviendo a prestarle atención. Se acercó al elfo como hipnotizada por aquellos brillos y metales y, sin pensarlo dos veces, cogió una de las trenzas que tenía una pequeña pieza metalizada al final y comenzó a examinarla con cuidado mientras sostenía, con la otra mano, al askki contra su pecho -Son muy bonitas- Tras aquel comentario, la soltó delicadamente y posó los ojos en el garfio. Ese garfio la tenía intrigada y estaba deseando saber si tenía alguna historia detrás.
Aun con aquella idea en la cabeza, el caramelo llamó aún más su atención. Era un disco amarronado, translúcido a la luz del sol y sin ningún tipo de peculiaridad o detalle que lo hiciera parecer distinto a las paletas de caramelo que vendían en las tiendas -Eso es verdad- Devolvió la sonrisa a su amigo y respondió – Oh… si he desayunado, pero… A nadie le amarga un dulce ¿No? - Ensanchó la sonrisa y dejó al pequeño askki en el suelo -Como coja al caramelo y tu pequeño compañero a la vez, él acabara siendo más pegajoso que el propio dulce- Se rió por su propio comentario y cogió caramelo con ambas manos.
Ahora que lo tenía en sus manos, la elfa podía examinarlo un poco más. Al tacto también parecía un dulce normal, lo acercó un poco a su nariz y no olía a nada así que enarcó una ceja y volvió a mirarlo a trasluz -Realmente parece caramelo…- volvió a sonreír como una niña pícara y miró al elfo -Con tu permiso, voy a probarlo- Y antes de obtener respuesta, le dio un mordisco rompiendo así un trozo del dulce que quedó, a medias, fuera de su boca.
Comenzó a lamerlo, como si fuera un caramelo normal, pero a diferencia de éstos, el dulce comenzó a deshacerse dentro de su boca, como si fuera polvo. Al sentir aquello, Wind hizo una mueca, lo tragó y sacó la lengua -Está demasiado dulce, resulta amargo y… ¡Pica! - Exclamó mientras comenzaba a sentirse estúpida por haberlo probado -Oh cielos, Iltharion esto no está bueno. Es polvoso, como una mala manzana… que digo… ¡Peor! Es como comer arena comprimida- Acentuó aún más la mueca y siguió explicándole a su amigo -Además se han pasado con el azúcar, no entiendo cómo se les ha ocurrido matarse por algo como esto…- Refunfuñó mientras le tendía el disco de caramelo al pelirrojo sin perder la extraña mueca de su rostro- ¿Quieres probarlo? Es que... es difícil de describir-Preguntó Wind mientras sacaba la lengua e intentaba tragar aire para que la incómoda sensación de la lengua le desapareciera.
-Yo no hubiera pagado ni un solo aero por ello- Suspiró y cogió la bota con agua que tenía en la bolsa. Dio un largo trago como si no hubiera bebido nada en años para intentar quitarse aquella amargura de la boca y volvió a guardarla mientras esbozaba una sonrisa.
Lo cierto era que, a pesar del sabor, comenzaba sentirse bien y su rostro comenzaba adoptar un color rosado, como cuando se ruborizaba por algún halago inesperado. Además, si alguien se hubiera acercado lo suficiente, podría ver que las pupilas de la elfa comenzaban a dilatarse poco a poco. Cuando una pequeña rafaga de aire cruzó el claro, se le erizó la piel… Incluso su piel se estaba sensibilizando.
Wind aun no se había percatado de aquellos pequeños cambios, pero si se sentía ligeramente más contenta que antes.
-A pesar del sabor tan extraño que tiene… Al final acaba dejando cierto regusto agradable…Tal vez tenga algo de alcohol- Continuó sonriendo y se rió ligeramente cuando otra rafaga de aire le hizo cosquillas en la espalda.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
El trovador había viajado por los mares, no solo con marinos si no también con piratas, y aunque no era uno propiamente dicho, tampoco podía decir que no hubiera compartido esa vida por unos meses. Aun así el mar no era su sitio, demasiados meses alejado de los encantos de las mujeres del continente para su gusto, y la libertad que se sentía con las olas y el aire lleno de salnitre podía conseguirlo con viajes mas cortos de puerto a puerto siguiendo la costa.
-No se si eso es un halago o un insulto.-Dijo bromista, porque los corsarios además de marinos eran ladrones desalmados, con una fama mas negra aun que sus dientes y encías.
Iltharion rió entre dientes quedamente, viendo el contraste de la muchacha ahora y la primera vez que la había visto, cuando sus precauciones para con ella misma eran escasas, y no se daba cuenta cuando daba un paso en una dirección que no le convenía, y que invitaba a otros, como el, a explorar placeres prohibidos.
-Una elección prudente.-Le dió toda la razón a la muchacha, porque el tampoco se había estado de espiar el contorno de sus curvas que se dibujaba tras aquella tela translucida y azulada, y contra la que peleaba todo el tiempo para no tirarsele encima cual lobo con un cordero.
Iltharion rió cuando la muchacha empezó a responderle sobre el dinero, y a acercarse para convencerle con aquel truquito picarón. Tener las manos sosteniendo los cubos evitó que, cuando se acercó tanto como para que pudiera sentir en el rostro su aliento, la jalara de la cadera, por provocadora e inconsciente. Pero ella se apartó muy rápido, y el no tenía tanta habilidad con el garfio todavía.
-¿Te acuerdas de lo que hablamos sobre jugar con fuego?.-Le recordó el hijo de los bosques, encarando una ceja, y tratando de ver como tomarse aquello.
Iltharion volvió a entretenerse despegando el caramelo, cuando sintió la mano de Windorind en su pelo. Sus ojos aguamarina se desviaron hacia el rabillo del ojo, por donde la espiaron mientras terminaba de sacar aquel disco.
-Gracias, los dijes de cristal son de Roilkat, creo que los metálicos de aleaciones de los restos de los trabajos de un herrero de Basolodia.-Explicó el elfo, dejando que la muchacha agarrara y jugara con su pelo cuanto gustara, acostumbrado a que fuera algo que llamara la atencion de las féminas, no por nada lo cuidaba tanto, y contemplando silenciosamente la reacción de la muchacha ante los mechones canos que se hallaban salpicados por toda la cascada cobriza.
Ya con el disco en la mano, la muchacha parecía entretenida en el mismo. El aski corrió rápidamente donde los cuerpos, aquel animalito tenía un gran espíritu carroñero, y había agarrado un gusto que Iltharion no se molestaba en corregir, por la carne humana. Por lo menos sabría donde encontrarle cuando quisiera llevárselo.
Las explicaciones de la muchacha no le dieron al trovador las mas mínimas ganas de probar aquel disco, sin embargo la dificultad de la misma por probar aquella cosa si que le generó cierta curiosidad. Se acercó a la misma, y sin robarle lo que le quedaba del disco se inclinó en la punta del mismo y le pego una lamida. Paladeó y frunció el ceño un poco, como si intentara inútilmente mantener y juzgar el sabor, y termino inclinándose una segunda vez, royendo una pequeña punta, no mas que una falange que cortó con los dientes y se zampó mientras se enderezaba.
-Empalagoso.-Declaró, arrugando la nariz. No era un gran fanático de los dulces y aquello lo era en exceso.
El corsario caminó hacia su botella casi vacía y la apuró por completo, dejando que el regusto amargo del alcohol barriera aquel dulzor excesivo que se había adueñado de su lengua.
-Mucho mejor.-Se giró hacia la joven que reía, a santo de algo de lo que el no tenía la mas mínima idea.
El trovador metió la mano dentro de una de las bolsas de su cinto, sacó algunas monedas y las encerró en su puño, luego se acercó a la joven por la espalda, asomando la cabeza por encima del hombro de esta, buscando con la mirada aquello que la había hecho reír, y rodeándola con el brazo cuya mano estaba expuesta abrió la palma delante del vientre de ella en la que habían unos cuantos Aeros tal y como había pedido.
-Yo también quiero ver eso tan gracioso.- Comento, haciendo rebotar las monedas en la palma de su mano. El otro brazo, aquel que poseía el garfio se elevó hasta el cuello de la joven, y viró para que la punta quedara lejos de su delicada piel. La curva de frío metal se poyó debajo de su mentón y presionó un poco, para que alzara el rostro, puesto que el bardo era muchísimo mas alto que ella. Ese se inclinó hacia su oído, dejando caer la cascada de pelo y trenzas por encima del hombro derecho de ambos, y su aliento chocó contra el lóbulo mientras hablaba.-Deberías tener cuidado como pides las cosas, no vaya a funcionar tu juego de picardía.- Susurró con un tono de sátiro.
Seguidamente y con la misma presteza que ella había exhibido al huir, se enderezó y caminó distendidamente por aquel panorama, serpenteando entre los cubos de caramelo todos los utensilios del lugar, intentando figurarse de donde había salido el caramelo y si lo estaban fabricando en aquel lugar.
-Quizás podríamos venderlo a un buen precio en alguna aldea, siempre y cuando no lo prueben antes.-Dijo medio en serio medio en broma.
-No se si eso es un halago o un insulto.-Dijo bromista, porque los corsarios además de marinos eran ladrones desalmados, con una fama mas negra aun que sus dientes y encías.
Iltharion rió entre dientes quedamente, viendo el contraste de la muchacha ahora y la primera vez que la había visto, cuando sus precauciones para con ella misma eran escasas, y no se daba cuenta cuando daba un paso en una dirección que no le convenía, y que invitaba a otros, como el, a explorar placeres prohibidos.
-Una elección prudente.-Le dió toda la razón a la muchacha, porque el tampoco se había estado de espiar el contorno de sus curvas que se dibujaba tras aquella tela translucida y azulada, y contra la que peleaba todo el tiempo para no tirarsele encima cual lobo con un cordero.
Iltharion rió cuando la muchacha empezó a responderle sobre el dinero, y a acercarse para convencerle con aquel truquito picarón. Tener las manos sosteniendo los cubos evitó que, cuando se acercó tanto como para que pudiera sentir en el rostro su aliento, la jalara de la cadera, por provocadora e inconsciente. Pero ella se apartó muy rápido, y el no tenía tanta habilidad con el garfio todavía.
-¿Te acuerdas de lo que hablamos sobre jugar con fuego?.-Le recordó el hijo de los bosques, encarando una ceja, y tratando de ver como tomarse aquello.
Iltharion volvió a entretenerse despegando el caramelo, cuando sintió la mano de Windorind en su pelo. Sus ojos aguamarina se desviaron hacia el rabillo del ojo, por donde la espiaron mientras terminaba de sacar aquel disco.
-Gracias, los dijes de cristal son de Roilkat, creo que los metálicos de aleaciones de los restos de los trabajos de un herrero de Basolodia.-Explicó el elfo, dejando que la muchacha agarrara y jugara con su pelo cuanto gustara, acostumbrado a que fuera algo que llamara la atencion de las féminas, no por nada lo cuidaba tanto, y contemplando silenciosamente la reacción de la muchacha ante los mechones canos que se hallaban salpicados por toda la cascada cobriza.
Ya con el disco en la mano, la muchacha parecía entretenida en el mismo. El aski corrió rápidamente donde los cuerpos, aquel animalito tenía un gran espíritu carroñero, y había agarrado un gusto que Iltharion no se molestaba en corregir, por la carne humana. Por lo menos sabría donde encontrarle cuando quisiera llevárselo.
Las explicaciones de la muchacha no le dieron al trovador las mas mínimas ganas de probar aquel disco, sin embargo la dificultad de la misma por probar aquella cosa si que le generó cierta curiosidad. Se acercó a la misma, y sin robarle lo que le quedaba del disco se inclinó en la punta del mismo y le pego una lamida. Paladeó y frunció el ceño un poco, como si intentara inútilmente mantener y juzgar el sabor, y termino inclinándose una segunda vez, royendo una pequeña punta, no mas que una falange que cortó con los dientes y se zampó mientras se enderezaba.
-Empalagoso.-Declaró, arrugando la nariz. No era un gran fanático de los dulces y aquello lo era en exceso.
El corsario caminó hacia su botella casi vacía y la apuró por completo, dejando que el regusto amargo del alcohol barriera aquel dulzor excesivo que se había adueñado de su lengua.
-Mucho mejor.-Se giró hacia la joven que reía, a santo de algo de lo que el no tenía la mas mínima idea.
El trovador metió la mano dentro de una de las bolsas de su cinto, sacó algunas monedas y las encerró en su puño, luego se acercó a la joven por la espalda, asomando la cabeza por encima del hombro de esta, buscando con la mirada aquello que la había hecho reír, y rodeándola con el brazo cuya mano estaba expuesta abrió la palma delante del vientre de ella en la que habían unos cuantos Aeros tal y como había pedido.
-Yo también quiero ver eso tan gracioso.- Comento, haciendo rebotar las monedas en la palma de su mano. El otro brazo, aquel que poseía el garfio se elevó hasta el cuello de la joven, y viró para que la punta quedara lejos de su delicada piel. La curva de frío metal se poyó debajo de su mentón y presionó un poco, para que alzara el rostro, puesto que el bardo era muchísimo mas alto que ella. Ese se inclinó hacia su oído, dejando caer la cascada de pelo y trenzas por encima del hombro derecho de ambos, y su aliento chocó contra el lóbulo mientras hablaba.-Deberías tener cuidado como pides las cosas, no vaya a funcionar tu juego de picardía.- Susurró con un tono de sátiro.
Seguidamente y con la misma presteza que ella había exhibido al huir, se enderezó y caminó distendidamente por aquel panorama, serpenteando entre los cubos de caramelo todos los utensilios del lugar, intentando figurarse de donde había salido el caramelo y si lo estaban fabricando en aquel lugar.
-Quizás podríamos venderlo a un buen precio en alguna aldea, siempre y cuando no lo prueben antes.-Dijo medio en serio medio en broma.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Wind se sonrojó hasta las orejas cuando el elfo le recordó que, hacía ya bastante tiempo, le advirtió sobre aquellas artimañas tan pícaras -Supongo que nunca aprendo- Le sacó la lengua a su compañero y esbozó una sonrisa sin perder aun el tono encendido de su rostro -No tengo buena memoria para algunas cosas- Ensanchó la sonrisa y notó como las alas de su espalda, aleteaban más deprisa de lo que deberían, demostrando así que el comentario sí la había puesto nerviosa. “Sin duda son una maldición de algún Dios que debía sentirse especialmente gracioso” Pensó mientras miraba sus alas de reojo y las condenaba en silencio.
-Mmmmm…- Murmuró la elfa sin llegar a abrir la boca “Hasta las decoraciones de su pelo vienen de distintos lugares” Pensó mientras pasaba a examinar uno de los cristales. Al coger la trenza que tenía el cristal en la punta, se percató de algo que no le había visto nunca antes al elfo. Algunos mechones blanquecinos cruzaban su melena como si fueran estelas de estrellas fugaces en un atardecer -Oh…- Susurró Wind mientras dejaba a un lado el cristal y tocaba uno de aquellos mechones, como si fueran a desaparecer en cuanto los rozara -Esto es nuevo- Una sonrisa asomó en la comisura de sus labios y añadió – Así que la primera vez que nos encontramos no me mentiste… realmente eres tan mayor- Ensanchó la sonrisa y, como colofón a aquella afrenta hacia la juventud del elfo sentenció -Y además ahora se te empieza a notar- Lo tomó como una pequeña venganza personal, era un pago por el comentario sobre no jugar con fuego. Concluyó que aquel comentario, era más que suficiente para estar en paz.
Cuando Iltharion probó el dulce y aquella pequeña mueca salió en su cara, se aguantó las ganas de reír – Te avisé que era dulce- Y fue entonces cuando la ligera risa de la elfa, salió de sus labios sin ningún motivo aparente. Era curioso lo gracioso que le resultaba ver al elfo reaccionando de un modo tan natural en vez de intentar parecer siempre tan caballeroso… o al menos, eso pensaba ella.
Wind se quedó completamente absorta y mirando a la nada cuando el elfo se fue a por el licor, como si mirar al infinito fuera lo más interesante del mundo. De hecho, no fue hasta que sintió las cosquillas en la espalda, que volvió en sí.
Otra ráfaga de aire, otra ligera risa que salía de los labios de la joven y cuando se reía, las alas se movían al mismo son, como si aletearan al mismo son que la elfa contraía los músculos de su cuerpo. Al final, dejó de reir, pero la sonrisa quedó permanente en su rostro, como si se la hubieran pegado y no pudiera deshacerse de ella.
Fue entonces cuando vio la mano del elfo en su vientre. Dio una palmada y exclamó -¡Las monedas! ¡Ya se me había olvidado! - A pesar de que realmente no se acordaba del saqueo anterior, se alegró sinceramente cuando el elfo se las mostró, así que abrió ambas manos, formando con ellas un pequeño cuenco y, cuando los aeros cayeron en su mano, pensó en todo lo que podría comprar con ellos. - ¡Esto me hace más feliz que las caricias que antes me estaba haciendo el viento en la espalda! - Dijo contenta mientras las guardaba en su bolsa.
Cuando terminó de guardar las monedas, notó el frio hierro en su garganta lo cual provocó, inevitablemente, que su piel volviera a erizarse -Cielos… está frio- Comentó mientras el rubor generalizado que tenía antes, aumentaba hasta sus orejas. -Y eso hace cosquillas ¿Lo sabias? - Murmuró refiriéndose al cabello de Iltharion que le acariciaba el hombro. Pero ninguna de aquellas sensaciones la notó tan fuerte como el susurro del elfo en su oido. En cuanto notó el aliento en su oreja, Wind se estremeció haciendo que un pequeño gemido se escapara de sus labios. Ni siquiera pudo escuchar bien lo que le dijo el pelirrojo, sólo podía pensar en lo sensible que sentía toda la piel.
Por suerte o desgracia, Iltharion se alejó rápidamente, haciendo que Wind pudiera recuperar el aliento por fin -Tu tampoco deberías acercarte así a una dama, nunca sabes lo que puede ocurrir- Mostró una sonrisa pícara y miró al elfo con detenimiento… ¿Acaso se había vuelto más atractivo?
A pesar de que aquella pregunta quedó marcada en su cabeza, decidió ignorarla e intentar actuar con normalidad... o con algo parecido a la normalidad.
- ¡Tienes razón! Podríamos vendérselo a algún incauto- sonrió con alegría y se acercó al elfo rápidamente, sin prestar atención a sus pasos, lo cual acabó irremediablemente, en un resbalón con su consiguiente caída de culo.
Aquella caída, fue uno de esos resbalones tontos que dejan alguna herida demasiado llamativa para lo que en realidad había pasado. En este caso fue en la palma de su mano derecha, se había hecho una herida, no demasiado profunda ni demasiado grande, pero sí demasiado aparatosa. A pesar de ella y, como si aquello no hubiera ocurrido nunca, se levantó, se sacudió la parte de atrás de sus ropajes obviando por completo la sangre que emanaba de su mano y suspiró aliviada -Parece que no se han roto- Comentó refiriéndose a las finas telas del traje.
- ¡Como te decía antes…! ¡Las vendemos y sacamos un buen dinero! Podremos ir a una taberna a celebrar esta noche, ¡En una taberna una con dormitorios! Para no tener que caminar a ningún sitio después ¿Qué te parece? - Propuso sin perder la sonrisa. Antes de que el elfo tuviera tiempo para decir nada, Wind continuó con sus emocionantes planes -Tienes razón… Sera difícil colarle estos caramelos a alguien sin que los pruebe antes…- Aquella idea hizo que se le esfumara la sonrisa de repente, lo cual tampoco duró mucho -Pero sino, ¡Podemos comernos los caramelos nosotros! No están demasiado buenos, pero al menos no se desperdiciarán ¿Y esta idea? ¿Qué te parece? ¿Mejor? - Dio unos cuantos saltitos y palmadas mientras sus alas se movían como locas. La voz de la joven salía deprisa, sin dejar apenas tiempo entre frase y frase, como si relamente estuviera hablando consigo misma -Aunque parecía que no te gustaban demasiado- La sonrisa volvió a desaparecer - ¡Sino siempre puedes comerme a mí! - La sonrisa, los saltitos y las palmadas ensangrentadas volvieron a escena -Eso será más divertido ¿Si? ¿Verdad que sí? - Ensanchó la sonrisa y continuó dando saltitos y manchándose de sangre con su mano, la cual no parecía tener ganas de detener el flujo del líquido rojo que emanaba de ella, aunque, al menos ahora, esperaba una respuesta del elfo antes de volver a su monologo.
-Mmmmm…- Murmuró la elfa sin llegar a abrir la boca “Hasta las decoraciones de su pelo vienen de distintos lugares” Pensó mientras pasaba a examinar uno de los cristales. Al coger la trenza que tenía el cristal en la punta, se percató de algo que no le había visto nunca antes al elfo. Algunos mechones blanquecinos cruzaban su melena como si fueran estelas de estrellas fugaces en un atardecer -Oh…- Susurró Wind mientras dejaba a un lado el cristal y tocaba uno de aquellos mechones, como si fueran a desaparecer en cuanto los rozara -Esto es nuevo- Una sonrisa asomó en la comisura de sus labios y añadió – Así que la primera vez que nos encontramos no me mentiste… realmente eres tan mayor- Ensanchó la sonrisa y, como colofón a aquella afrenta hacia la juventud del elfo sentenció -Y además ahora se te empieza a notar- Lo tomó como una pequeña venganza personal, era un pago por el comentario sobre no jugar con fuego. Concluyó que aquel comentario, era más que suficiente para estar en paz.
Cuando Iltharion probó el dulce y aquella pequeña mueca salió en su cara, se aguantó las ganas de reír – Te avisé que era dulce- Y fue entonces cuando la ligera risa de la elfa, salió de sus labios sin ningún motivo aparente. Era curioso lo gracioso que le resultaba ver al elfo reaccionando de un modo tan natural en vez de intentar parecer siempre tan caballeroso… o al menos, eso pensaba ella.
Wind se quedó completamente absorta y mirando a la nada cuando el elfo se fue a por el licor, como si mirar al infinito fuera lo más interesante del mundo. De hecho, no fue hasta que sintió las cosquillas en la espalda, que volvió en sí.
Otra ráfaga de aire, otra ligera risa que salía de los labios de la joven y cuando se reía, las alas se movían al mismo son, como si aletearan al mismo son que la elfa contraía los músculos de su cuerpo. Al final, dejó de reir, pero la sonrisa quedó permanente en su rostro, como si se la hubieran pegado y no pudiera deshacerse de ella.
Fue entonces cuando vio la mano del elfo en su vientre. Dio una palmada y exclamó -¡Las monedas! ¡Ya se me había olvidado! - A pesar de que realmente no se acordaba del saqueo anterior, se alegró sinceramente cuando el elfo se las mostró, así que abrió ambas manos, formando con ellas un pequeño cuenco y, cuando los aeros cayeron en su mano, pensó en todo lo que podría comprar con ellos. - ¡Esto me hace más feliz que las caricias que antes me estaba haciendo el viento en la espalda! - Dijo contenta mientras las guardaba en su bolsa.
Cuando terminó de guardar las monedas, notó el frio hierro en su garganta lo cual provocó, inevitablemente, que su piel volviera a erizarse -Cielos… está frio- Comentó mientras el rubor generalizado que tenía antes, aumentaba hasta sus orejas. -Y eso hace cosquillas ¿Lo sabias? - Murmuró refiriéndose al cabello de Iltharion que le acariciaba el hombro. Pero ninguna de aquellas sensaciones la notó tan fuerte como el susurro del elfo en su oido. En cuanto notó el aliento en su oreja, Wind se estremeció haciendo que un pequeño gemido se escapara de sus labios. Ni siquiera pudo escuchar bien lo que le dijo el pelirrojo, sólo podía pensar en lo sensible que sentía toda la piel.
Por suerte o desgracia, Iltharion se alejó rápidamente, haciendo que Wind pudiera recuperar el aliento por fin -Tu tampoco deberías acercarte así a una dama, nunca sabes lo que puede ocurrir- Mostró una sonrisa pícara y miró al elfo con detenimiento… ¿Acaso se había vuelto más atractivo?
A pesar de que aquella pregunta quedó marcada en su cabeza, decidió ignorarla e intentar actuar con normalidad... o con algo parecido a la normalidad.
- ¡Tienes razón! Podríamos vendérselo a algún incauto- sonrió con alegría y se acercó al elfo rápidamente, sin prestar atención a sus pasos, lo cual acabó irremediablemente, en un resbalón con su consiguiente caída de culo.
Aquella caída, fue uno de esos resbalones tontos que dejan alguna herida demasiado llamativa para lo que en realidad había pasado. En este caso fue en la palma de su mano derecha, se había hecho una herida, no demasiado profunda ni demasiado grande, pero sí demasiado aparatosa. A pesar de ella y, como si aquello no hubiera ocurrido nunca, se levantó, se sacudió la parte de atrás de sus ropajes obviando por completo la sangre que emanaba de su mano y suspiró aliviada -Parece que no se han roto- Comentó refiriéndose a las finas telas del traje.
- ¡Como te decía antes…! ¡Las vendemos y sacamos un buen dinero! Podremos ir a una taberna a celebrar esta noche, ¡En una taberna una con dormitorios! Para no tener que caminar a ningún sitio después ¿Qué te parece? - Propuso sin perder la sonrisa. Antes de que el elfo tuviera tiempo para decir nada, Wind continuó con sus emocionantes planes -Tienes razón… Sera difícil colarle estos caramelos a alguien sin que los pruebe antes…- Aquella idea hizo que se le esfumara la sonrisa de repente, lo cual tampoco duró mucho -Pero sino, ¡Podemos comernos los caramelos nosotros! No están demasiado buenos, pero al menos no se desperdiciarán ¿Y esta idea? ¿Qué te parece? ¿Mejor? - Dio unos cuantos saltitos y palmadas mientras sus alas se movían como locas. La voz de la joven salía deprisa, sin dejar apenas tiempo entre frase y frase, como si relamente estuviera hablando consigo misma -Aunque parecía que no te gustaban demasiado- La sonrisa volvió a desaparecer - ¡Sino siempre puedes comerme a mí! - La sonrisa, los saltitos y las palmadas ensangrentadas volvieron a escena -Eso será más divertido ¿Si? ¿Verdad que sí? - Ensanchó la sonrisa y continuó dando saltitos y manchándose de sangre con su mano, la cual no parecía tener ganas de detener el flujo del líquido rojo que emanaba de ella, aunque, al menos ahora, esperaba una respuesta del elfo antes de volver a su monologo.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
La mirada del trovador se desviaba asiduamente hacia las alas doradas y su revoloteo, sumamente revelador de los estados en los que su portadora se hallaba. No había ninguna duda para el trovador que aquello, fruto de la magia o algún encanto, era real y no un adorno, porque variaba con tal naturalidad que no creía que la muchacha fuera tan audaz, sutil y buena actriz como para moverlas artificialmente con ese patrón y para mas inri, sin que el se percatara de ello.
-De cualquier modo, no me molesta recordartelo, el rubor no te sienta nada mal.-Comentó con una bondad maliciosa mientras reía quedamente entre dientes por aquella picardía suya.
El elfo parecía sumamente clamado mientras le tocaba el pelo, o al menos hasta que escuchó aquel comentario de la edad, que le pegó justo en la juventud que ya no poseía. Su ceño se frunció un momento, no con enojo, si no que su faz mostró de forma fugaz una expresión dolorida. -Las canas se han vuelto muchas como para ir arracando cada vez que veo una.-Suspiró el trovador, quien había escogido intentar envejecer con dignidad, algo mas difícil de hacer que de decir. Revelar su edad cuando su aspecto seguía siendo tan lozano como el de un humano rozando su treintena era una cosa, aceptar que por lo menos equivalía a uno una década mas a hombros, y que encima se notara, otra cosa. Por ahora solo esperaba que aquello no nublase sus encantos, o empezaría a buscar algo para teñir el pelo y ocultar los mechones blancos que cruzaban su melena cobriza.
-Que cruel de tu parte recordarle a un pobre anciano su edad.-La reprendió, ya de mejor humor, pasada la afectación inicial de la pulla de la jovencita.
La euforia repentina de la joven no terminaba de cuadrarle al hijo de los bosques, quien resolvió que quizás intentaba forzarse a cierto jubilo con tal de barrer la huella funesta de aquel lugar, así como su imagen y recuerdo, o disimular alguna reacción a sus comentarios anteriores que pudiera haberla puesta lo suficientemente nerviosa como para actuar de aquel modo desmedido en in intento torpe de taparlo.
Lo del viento le hizo encarar una ceja. Algo no le quería decir la muchacha y ocultaba con aquello, algo en lo que no insistiría, pues encontró en su rubor una distracción mas amena.
En ese momento recordó el trovador una de las cosas que lo habían entretenido en grado sumo de la muchacha que tenía entre sus brazos, y era que tan cándida y vergonzosa podía llegar a ser.
El trovador se vió casi atrapado por su propio juego y cuando aquel gemido escapo entre los labios de la chicha, tuvo que obligarse a apartarse para poder contener a la parte mas salvaje que le instaba a saltarle encima y tomarla en el bosque una vez mas.
El trovador se fue a pasar ambas manos por la cara, con tal de echarse el pelo atrás, y casi se saca un ojo por accidente, poco acostumbrado como estaba al garfio. Lo giró, y se acomodo con el también el pelo, después de evitar por los pelos aquel accidente. Inspiró profundamente, esperando que el aire lleno del olor a oxido y sangre le aclarase la mente, por lo menos aquel aroma a carnaza no le evocaba los recuerdos de su primer encuentro con la joven.
Ya mas tranquilo la muchacha hizo otro desafortunado comentario. Con el indice y el pulgar el trovador se pinzó el puente de la nariz mientras trataba del caramelo, por lo menos intentaba tener el tacto de no tomarla entre la sangre y el barro y a dos palmos de una pila de cuerpos desvalijados, aunque aquello solo fuera por el mal recuerdo, de que, la ultima vez que no había tenido esa consideración, la chica había empezado a procesar la masacre a medio tema y se había quedado a medias mientras la mocosa lloraba y temblaba.
El elfo volvió al presente cuando escuchó el impacto de la jovencilla en el suelo, y se acercó a la misma para ayudarla a ponerse en pie, solo para ver como ella se levantaba como si nada y con la mano sangrante solo se preocupaba de las vestiduras.
-Estas herida.-Le señalo la mano, mientras extendía el garfio para que le ofreciera la misma y así pudiera ver en que tan mal estado o no se hallaba dicha extremidad. Pero la chiquilla siguió hablando en aquel estado de exaltación que cada vez llamaba mas la atención al trovador y no para bien.
La muchacha no se hallaba así cuando la había encontrado, y empezaba a creer que aquel caramelo podía tener que ver con esa euforia tan peculiar, y quizás también con la masacre que había acontecido en el claro.
El trovador se dirigió entonces a los cubos, despegó todas las planchas del fondo de los mismos, y las apiló en uno solo, de modo que aquel fondillo que compartian todos fuera una sola torra que ocupaba una cubeta entera casi hasta su borde. Con el garfio enganchó el asa del cubo y lo alzó, dispuesto a cargarlo. Luego se dirigió hacia la muchacha.
-Vamos a hacer algo divertido ¿Si?.-Le sonrió de aquella forma arrebatadora que tendía a utilizar cuando quería algo de alguna mujer.-Vamos a buscar el Tylmer.-La tomó de la mano como si pretendiera que fueran tomados de aquel modo por el bosque, aunque el objetivo real era que no saliera escopeteada entre la maleza persiguiendo una mariposa, o vete tu a saber que.-Y ya cuando se te pase el caramelo si eso te como.-Murmuró mas para si que para ella, mientras negaba en la cabeza, con una mezcla de diversión y fastidio, porque en el fondo era gracioso verla de aquella guisa, pero por otro lado, era un engorro tener que contenerse ante tales insinuaciones.
Al trovador le estaba costando mas de lo que dejaba translucir a simple vista, pero tenía la clara firmeza de no abusar de nadie, aprovecharse de ella ahora que no era consciente de lo que hacía, eso era algo que el nunca haría, uno de los pocos principios que poseía aquel libertino. La chica claramente no era consciente de lo que hacia, lo que decía, y probablemente tampoco de lo que quería. Por ello lo mas seguro era llevarla cerca del río, donde limpiar su herida, conseguir algo de comer si le entraba el hambre, donde pudiera vomitar y limpiarse si se descomponía, y donde pudieran orientarse si al pasarsele quería volver a una aldea, a la que en este estado no podía llevarla.
Con su mano aferrada a la sana de la muchacha empezó a guiarla entre la maleza y los arbustos en la dirección en la que sabía se hallaba el río, pese a que no conocía la distancia que los separaba del mismo. Aunque su mirada iba al frente tanto como para no perderse ni caerse, también la oteaba de soslayo cada dos por tres para ver su estado y estar alerta por si tropezaba asirla bien de la mano y que no volviera a lastimarse.-Bueno, cuéntame, ¿Que aventuras me he perdido desde nuestro ultimo encuentro?.-Preguntó el bardo, intentando distraerla.
El aski por su parte al escuchar los pasos de como se alejaba su dueño emergió de los arbustos con el pelaje manchado de sangre, y una oreja medio roída entre los dientes, dando pequeños saltos de roca en roca, esquivando los troncos y las ramas caídas, y masticando su trofeo, el cual cuidaba celosamente, y cuando se le caía por comer y correr al mismo tiempo, lo volvía a buscar presto como si le fuera la vida en ello.
-De cualquier modo, no me molesta recordartelo, el rubor no te sienta nada mal.-Comentó con una bondad maliciosa mientras reía quedamente entre dientes por aquella picardía suya.
El elfo parecía sumamente clamado mientras le tocaba el pelo, o al menos hasta que escuchó aquel comentario de la edad, que le pegó justo en la juventud que ya no poseía. Su ceño se frunció un momento, no con enojo, si no que su faz mostró de forma fugaz una expresión dolorida. -Las canas se han vuelto muchas como para ir arracando cada vez que veo una.-Suspiró el trovador, quien había escogido intentar envejecer con dignidad, algo mas difícil de hacer que de decir. Revelar su edad cuando su aspecto seguía siendo tan lozano como el de un humano rozando su treintena era una cosa, aceptar que por lo menos equivalía a uno una década mas a hombros, y que encima se notara, otra cosa. Por ahora solo esperaba que aquello no nublase sus encantos, o empezaría a buscar algo para teñir el pelo y ocultar los mechones blancos que cruzaban su melena cobriza.
-Que cruel de tu parte recordarle a un pobre anciano su edad.-La reprendió, ya de mejor humor, pasada la afectación inicial de la pulla de la jovencita.
La euforia repentina de la joven no terminaba de cuadrarle al hijo de los bosques, quien resolvió que quizás intentaba forzarse a cierto jubilo con tal de barrer la huella funesta de aquel lugar, así como su imagen y recuerdo, o disimular alguna reacción a sus comentarios anteriores que pudiera haberla puesta lo suficientemente nerviosa como para actuar de aquel modo desmedido en in intento torpe de taparlo.
Lo del viento le hizo encarar una ceja. Algo no le quería decir la muchacha y ocultaba con aquello, algo en lo que no insistiría, pues encontró en su rubor una distracción mas amena.
En ese momento recordó el trovador una de las cosas que lo habían entretenido en grado sumo de la muchacha que tenía entre sus brazos, y era que tan cándida y vergonzosa podía llegar a ser.
El trovador se vió casi atrapado por su propio juego y cuando aquel gemido escapo entre los labios de la chicha, tuvo que obligarse a apartarse para poder contener a la parte mas salvaje que le instaba a saltarle encima y tomarla en el bosque una vez mas.
El trovador se fue a pasar ambas manos por la cara, con tal de echarse el pelo atrás, y casi se saca un ojo por accidente, poco acostumbrado como estaba al garfio. Lo giró, y se acomodo con el también el pelo, después de evitar por los pelos aquel accidente. Inspiró profundamente, esperando que el aire lleno del olor a oxido y sangre le aclarase la mente, por lo menos aquel aroma a carnaza no le evocaba los recuerdos de su primer encuentro con la joven.
Ya mas tranquilo la muchacha hizo otro desafortunado comentario. Con el indice y el pulgar el trovador se pinzó el puente de la nariz mientras trataba del caramelo, por lo menos intentaba tener el tacto de no tomarla entre la sangre y el barro y a dos palmos de una pila de cuerpos desvalijados, aunque aquello solo fuera por el mal recuerdo, de que, la ultima vez que no había tenido esa consideración, la chica había empezado a procesar la masacre a medio tema y se había quedado a medias mientras la mocosa lloraba y temblaba.
El elfo volvió al presente cuando escuchó el impacto de la jovencilla en el suelo, y se acercó a la misma para ayudarla a ponerse en pie, solo para ver como ella se levantaba como si nada y con la mano sangrante solo se preocupaba de las vestiduras.
-Estas herida.-Le señalo la mano, mientras extendía el garfio para que le ofreciera la misma y así pudiera ver en que tan mal estado o no se hallaba dicha extremidad. Pero la chiquilla siguió hablando en aquel estado de exaltación que cada vez llamaba mas la atención al trovador y no para bien.
La muchacha no se hallaba así cuando la había encontrado, y empezaba a creer que aquel caramelo podía tener que ver con esa euforia tan peculiar, y quizás también con la masacre que había acontecido en el claro.
El trovador se dirigió entonces a los cubos, despegó todas las planchas del fondo de los mismos, y las apiló en uno solo, de modo que aquel fondillo que compartian todos fuera una sola torra que ocupaba una cubeta entera casi hasta su borde. Con el garfio enganchó el asa del cubo y lo alzó, dispuesto a cargarlo. Luego se dirigió hacia la muchacha.
-Vamos a hacer algo divertido ¿Si?.-Le sonrió de aquella forma arrebatadora que tendía a utilizar cuando quería algo de alguna mujer.-Vamos a buscar el Tylmer.-La tomó de la mano como si pretendiera que fueran tomados de aquel modo por el bosque, aunque el objetivo real era que no saliera escopeteada entre la maleza persiguiendo una mariposa, o vete tu a saber que.-Y ya cuando se te pase el caramelo si eso te como.-Murmuró mas para si que para ella, mientras negaba en la cabeza, con una mezcla de diversión y fastidio, porque en el fondo era gracioso verla de aquella guisa, pero por otro lado, era un engorro tener que contenerse ante tales insinuaciones.
Al trovador le estaba costando mas de lo que dejaba translucir a simple vista, pero tenía la clara firmeza de no abusar de nadie, aprovecharse de ella ahora que no era consciente de lo que hacía, eso era algo que el nunca haría, uno de los pocos principios que poseía aquel libertino. La chica claramente no era consciente de lo que hacia, lo que decía, y probablemente tampoco de lo que quería. Por ello lo mas seguro era llevarla cerca del río, donde limpiar su herida, conseguir algo de comer si le entraba el hambre, donde pudiera vomitar y limpiarse si se descomponía, y donde pudieran orientarse si al pasarsele quería volver a una aldea, a la que en este estado no podía llevarla.
Con su mano aferrada a la sana de la muchacha empezó a guiarla entre la maleza y los arbustos en la dirección en la que sabía se hallaba el río, pese a que no conocía la distancia que los separaba del mismo. Aunque su mirada iba al frente tanto como para no perderse ni caerse, también la oteaba de soslayo cada dos por tres para ver su estado y estar alerta por si tropezaba asirla bien de la mano y que no volviera a lastimarse.-Bueno, cuéntame, ¿Que aventuras me he perdido desde nuestro ultimo encuentro?.-Preguntó el bardo, intentando distraerla.
El aski por su parte al escuchar los pasos de como se alejaba su dueño emergió de los arbustos con el pelaje manchado de sangre, y una oreja medio roída entre los dientes, dando pequeños saltos de roca en roca, esquivando los troncos y las ramas caídas, y masticando su trofeo, el cual cuidaba celosamente, y cuando se le caía por comer y correr al mismo tiempo, lo volvía a buscar presto como si le fuera la vida en ello.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
-Pero no está mal- Comentó la joven cuando escuchó la pequeña reprimenda del elfo -En cierto sentido son hermosas- Concluyó sonriente, sin querer darle más explicaciones a su compañero, mientras soltaba el mechón de pelo y se erguía sin perder la pequeña sonrisa que asomaba por las comisuras de sus labios.
Mientras Wind intentaba recuperar el aliento y le advertía sobre los riesgos de acercarse así a ella, pensó que el elfo no estaba siendo consecuente con sus actos, ahora la elfa estaba ruborizada y con cosquilleos en la zona más baja del abdomen mientras que él, se había alejado sin mayor problema. Aquello no era justo y pensaba hacérselo saber, tal vez en ese momento no, pero lo haría más pronto que tarde (O esa era su intención) y comenzaría por hacerle entender que no podía jugar con ella de aquella manera -Ya verás, ya…- Murmuró más para sí que para que Iltharion la escuchara realmente.
Wind ignoró casi por completo el comentario del elfo sobre su herida, pero fue la indicación hacia su mano que logró que prestara algo de atención -No, no, debe ser de la sangre de esos muertos de ahí- Dijo sonriente mientras señalaba el arbusto tras el que se encontraban los cadáveres -No me duele, así que no puede ser que me haya herido- Añadió mientras se tocaba la herida y la apretaba con cierta fuerza ensanchando aún más la sonrisa con la esperanza de que aquello tranquilizara a su amigo -¿Ves?- Dejó de tocarse la herida que seguía manando sangre y esperó realmente que aquella escena tan extraña hubiera calmado los temores del pelirrojo sobre su herida.
- ¿Algo divertido? ¿Más divertido que mi propuesta? - Wind dejó de saltar y levantó ambas cejas con incredulidad. Aquello no sonaba bien, no podía haber nada más divertido que su última propuesta… pero con la sonrisa tan arrebatadora que le mostró a Wind tal vez tenía realmente un plan mejor “¿Acaso será que me lo coma yo a él?” Pensó mientras el rubor de su rostro se incrementaba y abría más los ojos por la vergüenza de aquella idea y la excitación de llevarla a cabo.
A pesar de que su mente iba más deprisa que su boca, no tuvo tiempo de decir en voz alta su suposición cuando Iltharion propuso aquel plan que aparentaba ser tan aburrido- ¿Ehhhh? P-Pero yo…- Comenzó a refunfuñar como una niña pequeña a la que no le dejaban hacer lo que querían, aunque, por suerte, la pequeña acción de darle la mano hizo que no quiera quejarse más. Aquello la hacía feliz, tanto a ella como a su bajo vientre, que no paraba de temblar desde que el elfo le rozó la mano. -Supongo que caminar por el bosque también está bien… ¡Pero mis planes eran mejores! - Concluyó Wind con solemnidad. Debido a que estaba centrada en sus propias cavilaciones sobre el rechazo que sentía que había recibido ignoró involuntariamente el susurro de Iltharion y siguió centrada en su hilo de pensamiento -Además tenía otro plan, que no te voy a contar, por rechazarme de esa manera- Después de aquel comentario en tono inofensivo, sonrió y miró al elfo contenta y esperando que aquello le hubiera turbado, aunque fuera solo un poco.
Wind siguió al elfo sin rechistar cuando comenzaron a caminar, no sabía si era el camino correcto, pero tampoco es que le importara lo más mínimo. Estaba con Iltharion en mitad del bosque, con un montón de caramelo en un cubo y ella semidesnuda, aquello prometía ser divertido y estaba deseando que lo fuera. Con esas ideas en mente, comenzó a caminar dando pequeños saltitos mientras sonreía contenta y miraba al elfo de vez en cuando, fijándose en pequeños detalles en los que antes no se había fijado como, por ejemplo, lo marcados que tenía algunos músculos del abdomen o las facciones armoniosas de su rostro y lo bien que le quedaba el cabello largo. ¿Quería besarle? Si ¿Podía? No. Aquel elfo era demasiado alto y ni si quiera de puntillas hubiera llegado hasta sus labios, así que frunció los labios por la frustración de no poder hacer lo que quería y bufó ligeramente.
Aquel tonto enfado no duró demasiado pues la voz del elfo hizo que volviera a asomar una sonrisa - ¿Aventuras? ¡Un montón! – Soltó una pequeña carcajada y comenzó a explicarle todas las aventuras desde su último encuentro - ¡Fui a la guerra! Maté a un montón de Nórdegos, aunque hice trampa porque no los asesiné de uno en uno sino que les prendí fuego en masa- Examinó el rostro del elfo y, antes de que éste pudiese hablar, añadió -Pero no te asustes, ¡Lo más grave que me pasó a mí fue que me corté el pelo!- Ensanchó la sonrisa, se quedó pensativa unos instantes y comenzó a contarle otra historia -También salvé una serpiente en Cos, había una bruja horrible y los pueblerinos querían matar a la serpiente como venganza- Volvió a mirar al elfo y se rió al recordar aquella aventura -Pero un hombre bestia me ayudó y salvamos a la pobre serpiente, era una monada, pero pesaba un montón- Aquellas últimas palabras las remarcó especialmente, como si fuera lo más increíble de toda la historia -Y… ¡Vi sirenas! Eran horribles, intentaron comerme… - Refunfuñó la elfa al recordar su incomoda travesía bajo el agua. No tardó demasiado en percatarse de que tal vez no debería hacer contado eso así que, ahogó un grito y añadió -Pero es un secreto ¿Si? ¡No se lo puedes decir a nadie! Tal vez ni tu deberías saberlo… Pero no importa porque me vas a guardar el secreto ¿Verdad? - Volvió a sonreír y a mirar al elfo contenta. -Creo que eso es todo, no han sido demasiadas cosas, ¡Pero algunas fueron muy divertidas! - En realidad no fueron especialmente graciosas ninguna, pero para ella, en aquel momento, recordar la masacre que hicieron contra los Nordegos Roilkat le parecía incluso chistoso.
Después de toda aquella sarta de aventuras contadas a medias y con una velocidad pasmosa, decidió que era el momento de conocer las aventuras de Iltharion - ¿Y tú? ¿Cuántas aventuras nuevas tienes para contar? ¿Dónde está tu laúd? ¿Y tú cuaderno de dibujo? ¿Te cortaron la mano? - Terminó de hacer la última pregunta y se quedó callada un instante mientras analizaba lo que acababa de decir - ¡Oh cielos! ¿He sido muy brusca? Tal vez debería haber tenido más cuidado… ¿Te he ofendido? ¿Te has enfadado? Dime que no te has enfadado por favor, lo siento de veras- Apretó con fuerza la mano de su amigo y lo miró como si fuera un cachorrillo que ha mordido a su dueño.
Mientras Wind intentaba recuperar el aliento y le advertía sobre los riesgos de acercarse así a ella, pensó que el elfo no estaba siendo consecuente con sus actos, ahora la elfa estaba ruborizada y con cosquilleos en la zona más baja del abdomen mientras que él, se había alejado sin mayor problema. Aquello no era justo y pensaba hacérselo saber, tal vez en ese momento no, pero lo haría más pronto que tarde (O esa era su intención) y comenzaría por hacerle entender que no podía jugar con ella de aquella manera -Ya verás, ya…- Murmuró más para sí que para que Iltharion la escuchara realmente.
Wind ignoró casi por completo el comentario del elfo sobre su herida, pero fue la indicación hacia su mano que logró que prestara algo de atención -No, no, debe ser de la sangre de esos muertos de ahí- Dijo sonriente mientras señalaba el arbusto tras el que se encontraban los cadáveres -No me duele, así que no puede ser que me haya herido- Añadió mientras se tocaba la herida y la apretaba con cierta fuerza ensanchando aún más la sonrisa con la esperanza de que aquello tranquilizara a su amigo -¿Ves?- Dejó de tocarse la herida que seguía manando sangre y esperó realmente que aquella escena tan extraña hubiera calmado los temores del pelirrojo sobre su herida.
- ¿Algo divertido? ¿Más divertido que mi propuesta? - Wind dejó de saltar y levantó ambas cejas con incredulidad. Aquello no sonaba bien, no podía haber nada más divertido que su última propuesta… pero con la sonrisa tan arrebatadora que le mostró a Wind tal vez tenía realmente un plan mejor “¿Acaso será que me lo coma yo a él?” Pensó mientras el rubor de su rostro se incrementaba y abría más los ojos por la vergüenza de aquella idea y la excitación de llevarla a cabo.
A pesar de que su mente iba más deprisa que su boca, no tuvo tiempo de decir en voz alta su suposición cuando Iltharion propuso aquel plan que aparentaba ser tan aburrido- ¿Ehhhh? P-Pero yo…- Comenzó a refunfuñar como una niña pequeña a la que no le dejaban hacer lo que querían, aunque, por suerte, la pequeña acción de darle la mano hizo que no quiera quejarse más. Aquello la hacía feliz, tanto a ella como a su bajo vientre, que no paraba de temblar desde que el elfo le rozó la mano. -Supongo que caminar por el bosque también está bien… ¡Pero mis planes eran mejores! - Concluyó Wind con solemnidad. Debido a que estaba centrada en sus propias cavilaciones sobre el rechazo que sentía que había recibido ignoró involuntariamente el susurro de Iltharion y siguió centrada en su hilo de pensamiento -Además tenía otro plan, que no te voy a contar, por rechazarme de esa manera- Después de aquel comentario en tono inofensivo, sonrió y miró al elfo contenta y esperando que aquello le hubiera turbado, aunque fuera solo un poco.
Wind siguió al elfo sin rechistar cuando comenzaron a caminar, no sabía si era el camino correcto, pero tampoco es que le importara lo más mínimo. Estaba con Iltharion en mitad del bosque, con un montón de caramelo en un cubo y ella semidesnuda, aquello prometía ser divertido y estaba deseando que lo fuera. Con esas ideas en mente, comenzó a caminar dando pequeños saltitos mientras sonreía contenta y miraba al elfo de vez en cuando, fijándose en pequeños detalles en los que antes no se había fijado como, por ejemplo, lo marcados que tenía algunos músculos del abdomen o las facciones armoniosas de su rostro y lo bien que le quedaba el cabello largo. ¿Quería besarle? Si ¿Podía? No. Aquel elfo era demasiado alto y ni si quiera de puntillas hubiera llegado hasta sus labios, así que frunció los labios por la frustración de no poder hacer lo que quería y bufó ligeramente.
Aquel tonto enfado no duró demasiado pues la voz del elfo hizo que volviera a asomar una sonrisa - ¿Aventuras? ¡Un montón! – Soltó una pequeña carcajada y comenzó a explicarle todas las aventuras desde su último encuentro - ¡Fui a la guerra! Maté a un montón de Nórdegos, aunque hice trampa porque no los asesiné de uno en uno sino que les prendí fuego en masa- Examinó el rostro del elfo y, antes de que éste pudiese hablar, añadió -Pero no te asustes, ¡Lo más grave que me pasó a mí fue que me corté el pelo!- Ensanchó la sonrisa, se quedó pensativa unos instantes y comenzó a contarle otra historia -También salvé una serpiente en Cos, había una bruja horrible y los pueblerinos querían matar a la serpiente como venganza- Volvió a mirar al elfo y se rió al recordar aquella aventura -Pero un hombre bestia me ayudó y salvamos a la pobre serpiente, era una monada, pero pesaba un montón- Aquellas últimas palabras las remarcó especialmente, como si fuera lo más increíble de toda la historia -Y… ¡Vi sirenas! Eran horribles, intentaron comerme… - Refunfuñó la elfa al recordar su incomoda travesía bajo el agua. No tardó demasiado en percatarse de que tal vez no debería hacer contado eso así que, ahogó un grito y añadió -Pero es un secreto ¿Si? ¡No se lo puedes decir a nadie! Tal vez ni tu deberías saberlo… Pero no importa porque me vas a guardar el secreto ¿Verdad? - Volvió a sonreír y a mirar al elfo contenta. -Creo que eso es todo, no han sido demasiadas cosas, ¡Pero algunas fueron muy divertidas! - En realidad no fueron especialmente graciosas ninguna, pero para ella, en aquel momento, recordar la masacre que hicieron contra los Nordegos Roilkat le parecía incluso chistoso.
Después de toda aquella sarta de aventuras contadas a medias y con una velocidad pasmosa, decidió que era el momento de conocer las aventuras de Iltharion - ¿Y tú? ¿Cuántas aventuras nuevas tienes para contar? ¿Dónde está tu laúd? ¿Y tú cuaderno de dibujo? ¿Te cortaron la mano? - Terminó de hacer la última pregunta y se quedó callada un instante mientras analizaba lo que acababa de decir - ¡Oh cielos! ¿He sido muy brusca? Tal vez debería haber tenido más cuidado… ¿Te he ofendido? ¿Te has enfadado? Dime que no te has enfadado por favor, lo siento de veras- Apretó con fuerza la mano de su amigo y lo miró como si fuera un cachorrillo que ha mordido a su dueño.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
El trovador se estuvo de mencionarle a la chica, que si no había tocado los cuerpos la sangre no podía ser de los mismos. A parte que por la cantidad y la frescura, manaba claramente de la palma de la misma. El hecho de que se tocase la herida de aquel modo sin exhibir una pequeña mueca de dolor tampoco era una buena señal, y entre aquello y el estado de excitación de la joven, el elfo tuvo bien en claro que el caramelo de los cubos no era un caramelo normal, si es quera siquiera alguna clase de caramelo.
Por suerte el corte no era profundo, pararía de sangrar pronto si evitaba que la chiquilla empezara a jugar con el mismo, algo que lucía poco probable. Por ese mismo motivo el trovador decidió dejar pasar aquello, y si a caso veía que no se cerraba, ya haría acopio de sus poderes para cerrar la lastimadura.
El elfo no se dio con la mano en la cara porque tenía ambas de ellas ocupadas, pero no le faltaron las ganas cuando la pequeña siguió haciendo alusión a su propuesta, como si aquella hubiera sido en serio. El hijo de los bosque se limitó a intentar caminar algo mas rápido e ignorar la calificación de los planes, hasta que el ultimo comentario de la joven dio otro cáliz al inesperado y repentino rubor que había dominado las dulces facciones de Windorind una vez mas.
-¿Otro plan?.-Encaró una ceja con total desconfianza. Tan trastornada como estaba con aquel peculiar caramelo, no sabía muy bien ni a que atenerse ni que pensar.-Y no te he rechazado, lo he... Pospuesto.-Comentó con seguridad, sin dejar de verla de soslayo mientras caminaban por el bosque, cuidando que de alguno de esos saltitos que daba no terminara aterrizando mal y cayéndose una vez mas.
Iltharion tenia que agacharse de vez en cuando, cuando alguna de las ramas era demasiado baja y amenazaba con estamparse contra su faz, pero fuera de aquello el trovador no parecía tener el mas mínimo problema para transitar la foresta, y conducir a su acompañante entre la maleza salvaje.
El trovador suspiró con alivio cuando la joven pareció picar el anzuelo de las aventuras, aunque esa tranquilidad duró poco, a medida que podía comprobar que tanto volaba la imaginación de la pequeña hada, hacia aventuras inverosímiles y pintorescas que parecían sacadas de los peores cuentos que borracho se atrevía a inventar en el calor de alguna taberna de mala muerte, o de la hoguera de algún campamento.
-Guardaré tu secreto.-Le prometió a la joven, creyendo que llevarle la contraria no serviría para nada, y que solo le replicaría como había hecho con la herida de la mano.-De hecho, ya ni me acuerdo de lo que habías dicho después de la historia de la serpiente.-Le guió un ojo.
El rumor del agua empezó a escucharse lejano entre el silencio del bosque, que rompían sus pisadas, los pájaros, las hojas siendo mecidas por el viento, y el incesante parloteo de ambos que echaba por los suelos la armonía de los bosques en aquella hermosa mañana.
-Yo me enfrenté a un dríope que me usó de piñata.-Movió el hombro de modo que la camisa se abriera del todo, y que el borde del cuello cayera un poco por encima del brazo con el que le daba la mano a Windorind. Parte de su pectoral y su torso se mostraron con mas plenitud, y sobre los mismos, la cicatriz de una garra inmensa que cruzaba por encima de su corazón hasta la mitad del abdomen.-En realidad un mago estaba escondido en el bosque y secuestraba gente de una aldea, despertó a un enfurecido espíritu del bosque y sin poder encontrar al objeto de su odio se puso a atacar las partidas de búsqueda de los aldeanos. Logramos hacer que la bestia y el hechicero se enfrentaran, pero tuvo su coste.-Señaló con la cabeza la cicatriz antes mostrada, que seguía al aire porque no tenía mano con la que re acomodarse la camisa.
-Mi laúd, mi cuaderno y casi todas mis cosas están en una habitación de una taberna a las afueras de la ciudad.-Explicó el trovador, desviando su curso y el de la joven hacia donde se escuchaba el ruido del agua discurrir.-Mi mano se la comió un oso mientras intentaba proteger a un grupo de pequeños niños bestia que se habían extraviado en los bosques del norte.-Mintió descaradamente.-Ahora llevo un garfio, que no es tan útil, pero da al pego, e incluso estoy aprendiendo a tocar el laúd con el.-Bromeó.
El elfo rió de buena gana al verla tan preocupada por su indiscreción. Quizás no la podía abordar, pero como mínimo se echaba unas risas con las curiosas reacciones y ocurrencias de la muchacha mientras estaba en aquel estado de confusión, creatividad y excitación.
-No me he enfadado demasiado.- Dijo en tono serio, pero sin molestarse en ocultar la divertida sonrisa que le generaba aquella situación.
Finalmente salieron de la ultima hilera de arboles, y una desnivel se alzaba ante ellos, por cuya ladera discurría un riachuelo que terminaba en un gorg de aguas claras y bastante profundo, pero de escasa superficie en el terreno. La vegetación llegaba casi hasta su orilla, y las rocas pedregosas de la pared por la que caía el agua formaban pequeños estrados y rodeaban el lugar haciendo una medialuna de rocas pulidas y de redondeados bordes.
-Hm... ¿Que te voy a pedir para compensar tu poco tacto?.-Hizo ver que rumiaba el trovador mientras dejaba la cubeta en el suelo cerca de las rocas, y se sacaba con el gancho el sombrero que dejó encima cual tapón para evitar la tentación en la chica de tomar otro poco de aquel nocivo dulce.
-Te vas a limpiarte bien la sangre de la mano, así luego practico en leer el futuro en las lineas de tu palma.-Tiró, esperando que aquello llamara la atencion de la moza lo suficiente como para cumplir bien la comanda.-Pero tienes que limpiarla bien o no veré las lineas de la misma.- Apuntó, mientras le hacía un par de gestos para que se dirigiera a la fuente de agua.
El corsario caminó entorno al lago y se dejó caer sobre una roca que quedaba a la altura perfecta para hacerle de asiento. Se reclinó un poco sobre si mismo, apoyando los antebrazos sobre los muslos, con las piernas separadas y dejando sus manos colgar lacias entre las piernas. Alzó la libre para apartarse el pelo de la cara, haciendo tintinear los dijes, y movio el garfio sobre si mismo distraidamente, mientras su mirada aguamarina contemplaba a la pequeña hada controlando que en su embriaguez, por decirlo de algún modo, no sufriera percance alguno.
Por suerte el corte no era profundo, pararía de sangrar pronto si evitaba que la chiquilla empezara a jugar con el mismo, algo que lucía poco probable. Por ese mismo motivo el trovador decidió dejar pasar aquello, y si a caso veía que no se cerraba, ya haría acopio de sus poderes para cerrar la lastimadura.
El elfo no se dio con la mano en la cara porque tenía ambas de ellas ocupadas, pero no le faltaron las ganas cuando la pequeña siguió haciendo alusión a su propuesta, como si aquella hubiera sido en serio. El hijo de los bosque se limitó a intentar caminar algo mas rápido e ignorar la calificación de los planes, hasta que el ultimo comentario de la joven dio otro cáliz al inesperado y repentino rubor que había dominado las dulces facciones de Windorind una vez mas.
-¿Otro plan?.-Encaró una ceja con total desconfianza. Tan trastornada como estaba con aquel peculiar caramelo, no sabía muy bien ni a que atenerse ni que pensar.-Y no te he rechazado, lo he... Pospuesto.-Comentó con seguridad, sin dejar de verla de soslayo mientras caminaban por el bosque, cuidando que de alguno de esos saltitos que daba no terminara aterrizando mal y cayéndose una vez mas.
Iltharion tenia que agacharse de vez en cuando, cuando alguna de las ramas era demasiado baja y amenazaba con estamparse contra su faz, pero fuera de aquello el trovador no parecía tener el mas mínimo problema para transitar la foresta, y conducir a su acompañante entre la maleza salvaje.
El trovador suspiró con alivio cuando la joven pareció picar el anzuelo de las aventuras, aunque esa tranquilidad duró poco, a medida que podía comprobar que tanto volaba la imaginación de la pequeña hada, hacia aventuras inverosímiles y pintorescas que parecían sacadas de los peores cuentos que borracho se atrevía a inventar en el calor de alguna taberna de mala muerte, o de la hoguera de algún campamento.
-Guardaré tu secreto.-Le prometió a la joven, creyendo que llevarle la contraria no serviría para nada, y que solo le replicaría como había hecho con la herida de la mano.-De hecho, ya ni me acuerdo de lo que habías dicho después de la historia de la serpiente.-Le guió un ojo.
El rumor del agua empezó a escucharse lejano entre el silencio del bosque, que rompían sus pisadas, los pájaros, las hojas siendo mecidas por el viento, y el incesante parloteo de ambos que echaba por los suelos la armonía de los bosques en aquella hermosa mañana.
-Yo me enfrenté a un dríope que me usó de piñata.-Movió el hombro de modo que la camisa se abriera del todo, y que el borde del cuello cayera un poco por encima del brazo con el que le daba la mano a Windorind. Parte de su pectoral y su torso se mostraron con mas plenitud, y sobre los mismos, la cicatriz de una garra inmensa que cruzaba por encima de su corazón hasta la mitad del abdomen.-En realidad un mago estaba escondido en el bosque y secuestraba gente de una aldea, despertó a un enfurecido espíritu del bosque y sin poder encontrar al objeto de su odio se puso a atacar las partidas de búsqueda de los aldeanos. Logramos hacer que la bestia y el hechicero se enfrentaran, pero tuvo su coste.-Señaló con la cabeza la cicatriz antes mostrada, que seguía al aire porque no tenía mano con la que re acomodarse la camisa.
-Mi laúd, mi cuaderno y casi todas mis cosas están en una habitación de una taberna a las afueras de la ciudad.-Explicó el trovador, desviando su curso y el de la joven hacia donde se escuchaba el ruido del agua discurrir.-Mi mano se la comió un oso mientras intentaba proteger a un grupo de pequeños niños bestia que se habían extraviado en los bosques del norte.-Mintió descaradamente.-Ahora llevo un garfio, que no es tan útil, pero da al pego, e incluso estoy aprendiendo a tocar el laúd con el.-Bromeó.
El elfo rió de buena gana al verla tan preocupada por su indiscreción. Quizás no la podía abordar, pero como mínimo se echaba unas risas con las curiosas reacciones y ocurrencias de la muchacha mientras estaba en aquel estado de confusión, creatividad y excitación.
-No me he enfadado demasiado.- Dijo en tono serio, pero sin molestarse en ocultar la divertida sonrisa que le generaba aquella situación.
Finalmente salieron de la ultima hilera de arboles, y una desnivel se alzaba ante ellos, por cuya ladera discurría un riachuelo que terminaba en un gorg de aguas claras y bastante profundo, pero de escasa superficie en el terreno. La vegetación llegaba casi hasta su orilla, y las rocas pedregosas de la pared por la que caía el agua formaban pequeños estrados y rodeaban el lugar haciendo una medialuna de rocas pulidas y de redondeados bordes.
-Hm... ¿Que te voy a pedir para compensar tu poco tacto?.-Hizo ver que rumiaba el trovador mientras dejaba la cubeta en el suelo cerca de las rocas, y se sacaba con el gancho el sombrero que dejó encima cual tapón para evitar la tentación en la chica de tomar otro poco de aquel nocivo dulce.
-Te vas a limpiarte bien la sangre de la mano, así luego practico en leer el futuro en las lineas de tu palma.-Tiró, esperando que aquello llamara la atencion de la moza lo suficiente como para cumplir bien la comanda.-Pero tienes que limpiarla bien o no veré las lineas de la misma.- Apuntó, mientras le hacía un par de gestos para que se dirigiera a la fuente de agua.
El corsario caminó entorno al lago y se dejó caer sobre una roca que quedaba a la altura perfecta para hacerle de asiento. Se reclinó un poco sobre si mismo, apoyando los antebrazos sobre los muslos, con las piernas separadas y dejando sus manos colgar lacias entre las piernas. Alzó la libre para apartarse el pelo de la cara, haciendo tintinear los dijes, y movio el garfio sobre si mismo distraidamente, mientras su mirada aguamarina contemplaba a la pequeña hada controlando que en su embriaguez, por decirlo de algún modo, no sufriera percance alguno.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Objetivo conseguido, Iltharion parecía sentir curiosidad por el plan que tan solo existía en su mente -Excusas…- Murmuró la elfa con tono de reproche. Si no quería participar en sus divertidos planes, debería haberlo dicho directamente en vez de inventar excusas. Ella podría buscar a cualquier otra persona que estuviera dispuesta a jugar con ella… pero, en cualquier caso, quisiera el elfo o no quisiera, Wind no pensaba desistir en su afán por poner en práctica con el pelirrojo los planes que tenía en mente. Estuviera él de acuerdo o no.
Con aquella determinación en mente, siguió al elfo por el camino hasta el rio.
-Menos mal… Si llegaran a enterarse no sé lo que me harían… ¡Podrían matarme! O peor… ¡Torturarme! - Exclamó aliviada de que el elfo estuviera dispuesto a guardar su secreto -Imagínate… ¡Yo en un calabozo… allí no hay luz, ni animales bonitos y peludos… ni siquiera tendría a mi pequeño peluche! ¡No podría dormir! ¿Te imaginas? - La simple idea de no tener a su pequeño animal de felpa al lado mientras dormía hacía que se estremeciera del miedo, aquello sí que sería una autentica crueldad y un verdadero suplicio.
Aquella primera historia dejó completamente atónita a la joven - ¿De piñata? ¿Te hizo daño? -Wind se quedó asombrada, eso era un lío gordo y no tenía a Iltharion como un elfo que se metiera en líos gordos. La elfa se paró en seco y se quedó pasmada mirando la herida del hombro. Sin pensarlo, pasó la mano, de la que aún seguía saliendo sangre, por una de las garras de la cicatriz -Parece doloroso- Susurró más para ella que para que su amigo la escuchara. Después se quedó callada varios segundos, más de los necesarios mientras seguía con la mano apoyada sobre el torso de su compañero como si estuviera ausente. Mantuvo un silencio casi sepulcral mientras Iltharion terminaba de contar la historia - ¡Al menos salvasteis a la gente! - Volvió a sonreír como si la tristeza que mostraba hacía unos segundos nunca hubiera estado ahí y reemprendió la marcha sin inmutarse por las manchas de sangre que le había dejado al elfo en la piel.
Lo de sus objetos personales tenía cierta lógica, pues si pensaba salir en Bragiväl, lo normal era que no llevara aquellas pertenencias tan preciadas para él - ¡Me hubiera gustado ver tus nuevos dibujos! Seguro que son muchos y muy bonitos. Así podría haber visto ilustradas tus aventuras ¿No crees? ¿Quieres que volvamos a Lunargenta y me los enseñas? Sería divertido ¿No crees? - Lo dijo todo seguido, sin apenas respirar entre frases y con una sonrisa que, a estas alturas, ya debería estar propiciándole calambres en el rostro. Además, el rubor de su rostro no desaparecía y su piel seguía erizándose de vez en cuando, cuando el viento quería volver a jugar con su espalda.
-U-Un… ¿Oso? - La sonrisa que debería estar provocándole calambres, había desaparecido dejando tras de sí una mueca de tristeza inconmensurable -Y-Yo… lo siento…- quería llorar, pero algo dentro de su cuerpo no se lo permitía. Tanto era así que la tristeza de su rostro desapareció y la sonrisa volvió inmediatamente - ¡Eso es bueno! Puedes llevar cubos, peinarte, rascarte, comer sin tenedor… ¡Puedes volver a tocar el laúd incluso! – Se rio ante sus propias ocurrencias y añadió - ¡Y además brilla! - Aquello fue como el colofón a aquella pequeña lista de mejoras y utilidades para el garfio. Tanto era así que comenzaba a pensar que tal vez sería divertido que ella también usara uno.
A pesar de sus intentos por redimirse por preguntar de aquella manera tan brusca, el elfo parecía seguir molesto - ¿Entonces te has enfadado? Pero te he pedido perdón. No quiero que te enfades conmigo… Perdóname… Porfi…- La elfa ignoró por completo la sonrisa divertido que tenía el elfo en el rostro, sólo se había percatado del tono de voz y para ella, en aquel momento, era suficiente para dilucidad el estado de animo de una persona (O eso creía ella).
Cuando llegaron al lugar, Wind examinó todo el paraje con la mirada mientras pensaba en lo divertido que sería quedarse allí para siempre. Sin gente y sin problemas, sólo con el agua para bañarse eternamente. - ¿Nos quedaremos aquí? Di que sí, di que sí, di que sí… Venga, porfaaaaaa…- Exigió la elfa mientras tiraba de la mano de Iltharion para que le prestara atención -Pídeme lo que quieras… pero ¡No me pidas que nos vayamos! ¡Eso no vale! ¡Hemos tardado horas en llegar al Tylmer! No sería justo, yo no me quiero ir y no me voy a ir- Sonrió como una niña pequeña y se soltó de la mano del elfo con la esperanza de poder zambullirse en el agua cuanto antes y que, de esa manera, el elfo no pudiera obligarla a abandonar el lugar.
Apenas había dado un par de pasos cuando el elfo comenzó a hablar. Wind se quedó quieta como si la hubieran echado una maldición de petrificación y se volvió a acercar a su amigo - ¿Me vas a leer la mano? - Aquello la emocionó. La emocionó tanto que tenía ganas de gritar. Tenía tantas ganas de gritar, que gritó. - ¡Qué bien! ¡Sí, sí, sí! ¡Ahora mismo me lavo! ¡La lavaré bien! ¡Tan bien que verás mi futuro con una claridad cristalina! - Dio un par de saltitos en el sitio mientras las alas aleteaban como locas y echó a correr hasta el lago como una niña, haciendo que las telas de su falda se contonearan en todas direcciones y, por ende, dejando al descubierto su parte trasera en más de una ocasión.
Una vez en el borde del lago, se giró para dedicarle una amplia sonrisa a su amigo y se zambulló en el agua sin reparos. El agua probablemente estaría fría, muy fría para ser exactos, pero ella no sentía la temperatura, tan solo notaba el líquido en todo su cuerpo haciéndola flotar.
Las telas no tardaron en salir a flote por todas partes dejando a la elfa en medio de aquel circulo descontinuado de tul azul, con su cuerpo, ahora sí, completamente medio desnudo de cintura para abajo; las puntas de las alas, ahora mojadas, estaban inclinadas había abajo por el exceso de peso. - ¡Ven! ¡Es divertido! - volvió a ensanchar la sonrisa permanente de su rostro y se acercó nadando hasta su amigo, que permanecía en la orilla. - ¿No te quieres bañar conmigo? - Se agarró a la roca con una mano e intentó coger un pie de Ilth con la otra, con la esperanza de que éste cayera al agua.
A pesar de sus intenciones, su escasa fuerza no fue suficiente para hacerle caer, así que infló los mofletes de aire y frunció el ceño mientras miraba al elfo -No vale, no tengo fuerza. Venga Iltharioon, ven conmigo al aguaaa…- Suplicó Wind sin soltar la roca ni el pie y pegando pequeños tirones de la bota del elfo. - ¿Acaso no quieres venir a divertirte conmigo? Que el agua no está fría…- Continuó suplicando la peliazul en tono zalamero.
Con aquella determinación en mente, siguió al elfo por el camino hasta el rio.
-Menos mal… Si llegaran a enterarse no sé lo que me harían… ¡Podrían matarme! O peor… ¡Torturarme! - Exclamó aliviada de que el elfo estuviera dispuesto a guardar su secreto -Imagínate… ¡Yo en un calabozo… allí no hay luz, ni animales bonitos y peludos… ni siquiera tendría a mi pequeño peluche! ¡No podría dormir! ¿Te imaginas? - La simple idea de no tener a su pequeño animal de felpa al lado mientras dormía hacía que se estremeciera del miedo, aquello sí que sería una autentica crueldad y un verdadero suplicio.
Aquella primera historia dejó completamente atónita a la joven - ¿De piñata? ¿Te hizo daño? -Wind se quedó asombrada, eso era un lío gordo y no tenía a Iltharion como un elfo que se metiera en líos gordos. La elfa se paró en seco y se quedó pasmada mirando la herida del hombro. Sin pensarlo, pasó la mano, de la que aún seguía saliendo sangre, por una de las garras de la cicatriz -Parece doloroso- Susurró más para ella que para que su amigo la escuchara. Después se quedó callada varios segundos, más de los necesarios mientras seguía con la mano apoyada sobre el torso de su compañero como si estuviera ausente. Mantuvo un silencio casi sepulcral mientras Iltharion terminaba de contar la historia - ¡Al menos salvasteis a la gente! - Volvió a sonreír como si la tristeza que mostraba hacía unos segundos nunca hubiera estado ahí y reemprendió la marcha sin inmutarse por las manchas de sangre que le había dejado al elfo en la piel.
Lo de sus objetos personales tenía cierta lógica, pues si pensaba salir en Bragiväl, lo normal era que no llevara aquellas pertenencias tan preciadas para él - ¡Me hubiera gustado ver tus nuevos dibujos! Seguro que son muchos y muy bonitos. Así podría haber visto ilustradas tus aventuras ¿No crees? ¿Quieres que volvamos a Lunargenta y me los enseñas? Sería divertido ¿No crees? - Lo dijo todo seguido, sin apenas respirar entre frases y con una sonrisa que, a estas alturas, ya debería estar propiciándole calambres en el rostro. Además, el rubor de su rostro no desaparecía y su piel seguía erizándose de vez en cuando, cuando el viento quería volver a jugar con su espalda.
-U-Un… ¿Oso? - La sonrisa que debería estar provocándole calambres, había desaparecido dejando tras de sí una mueca de tristeza inconmensurable -Y-Yo… lo siento…- quería llorar, pero algo dentro de su cuerpo no se lo permitía. Tanto era así que la tristeza de su rostro desapareció y la sonrisa volvió inmediatamente - ¡Eso es bueno! Puedes llevar cubos, peinarte, rascarte, comer sin tenedor… ¡Puedes volver a tocar el laúd incluso! – Se rio ante sus propias ocurrencias y añadió - ¡Y además brilla! - Aquello fue como el colofón a aquella pequeña lista de mejoras y utilidades para el garfio. Tanto era así que comenzaba a pensar que tal vez sería divertido que ella también usara uno.
A pesar de sus intentos por redimirse por preguntar de aquella manera tan brusca, el elfo parecía seguir molesto - ¿Entonces te has enfadado? Pero te he pedido perdón. No quiero que te enfades conmigo… Perdóname… Porfi…- La elfa ignoró por completo la sonrisa divertido que tenía el elfo en el rostro, sólo se había percatado del tono de voz y para ella, en aquel momento, era suficiente para dilucidad el estado de animo de una persona (O eso creía ella).
Cuando llegaron al lugar, Wind examinó todo el paraje con la mirada mientras pensaba en lo divertido que sería quedarse allí para siempre. Sin gente y sin problemas, sólo con el agua para bañarse eternamente. - ¿Nos quedaremos aquí? Di que sí, di que sí, di que sí… Venga, porfaaaaaa…- Exigió la elfa mientras tiraba de la mano de Iltharion para que le prestara atención -Pídeme lo que quieras… pero ¡No me pidas que nos vayamos! ¡Eso no vale! ¡Hemos tardado horas en llegar al Tylmer! No sería justo, yo no me quiero ir y no me voy a ir- Sonrió como una niña pequeña y se soltó de la mano del elfo con la esperanza de poder zambullirse en el agua cuanto antes y que, de esa manera, el elfo no pudiera obligarla a abandonar el lugar.
Apenas había dado un par de pasos cuando el elfo comenzó a hablar. Wind se quedó quieta como si la hubieran echado una maldición de petrificación y se volvió a acercar a su amigo - ¿Me vas a leer la mano? - Aquello la emocionó. La emocionó tanto que tenía ganas de gritar. Tenía tantas ganas de gritar, que gritó. - ¡Qué bien! ¡Sí, sí, sí! ¡Ahora mismo me lavo! ¡La lavaré bien! ¡Tan bien que verás mi futuro con una claridad cristalina! - Dio un par de saltitos en el sitio mientras las alas aleteaban como locas y echó a correr hasta el lago como una niña, haciendo que las telas de su falda se contonearan en todas direcciones y, por ende, dejando al descubierto su parte trasera en más de una ocasión.
Una vez en el borde del lago, se giró para dedicarle una amplia sonrisa a su amigo y se zambulló en el agua sin reparos. El agua probablemente estaría fría, muy fría para ser exactos, pero ella no sentía la temperatura, tan solo notaba el líquido en todo su cuerpo haciéndola flotar.
Las telas no tardaron en salir a flote por todas partes dejando a la elfa en medio de aquel circulo descontinuado de tul azul, con su cuerpo, ahora sí, completamente medio desnudo de cintura para abajo; las puntas de las alas, ahora mojadas, estaban inclinadas había abajo por el exceso de peso. - ¡Ven! ¡Es divertido! - volvió a ensanchar la sonrisa permanente de su rostro y se acercó nadando hasta su amigo, que permanecía en la orilla. - ¿No te quieres bañar conmigo? - Se agarró a la roca con una mano e intentó coger un pie de Ilth con la otra, con la esperanza de que éste cayera al agua.
A pesar de sus intenciones, su escasa fuerza no fue suficiente para hacerle caer, así que infló los mofletes de aire y frunció el ceño mientras miraba al elfo -No vale, no tengo fuerza. Venga Iltharioon, ven conmigo al aguaaa…- Suplicó Wind sin soltar la roca ni el pie y pegando pequeños tirones de la bota del elfo. - ¿Acaso no quieres venir a divertirte conmigo? Que el agua no está fría…- Continuó suplicando la peliazul en tono zalamero.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
El ritmo frenético de las palabras de la elfa hacía que su jubilo o tristeza según le agarrara en cada momento,s e sintieran mas extremos, y el aleteo a juego con su nervioso estado solo hacía que acentuar la percepción del mismo. Mas que a un hada, a Iltharion le recordaba a un colibrí, revoloteando prestamente de un lado a otro, mientras su voz dejaba a translucir hilos inconexos de un montón de pensamientos y desvarios, fruto, mayormente, de las drogas, si le preguntaban al bardo.
-¿A Lunagrenta?¿Tan rápido te has cansado de mi que quieres ir con otra gente?.-Encaró una ceja el trovador. Claro que no pensaba nada de aquello, pero si ya tenía su complicación mesurar y controlar a Windorind de ese medio salvaje donde solo estaban ellos, en un lugar lleno de gente, y con tan provocadores ropajes, itlharion estaba mas que seguro que tendrían muchos problemas. Era una pésima idea, y el no tenía intencion de terminar con un ojo morado.
Por suerte la chiquilla se entretuvo con el garfio. Lo que parecía primero una pena que calmaba su euforia, solo resultó ser un minuto de paz, como el ojo de un huracán. Pronto, la perorata llena de jubilo volvió a aparecer enumerando todas las ventajas de tener un garfio en vez de una mano, y el hijo de los bosques no pudo evitar reír ante lo crudo que habría sido recibir aquella respuesta si realmente hubiera perdido una extremidad.
Aquel gorg que no era el Tylmer, aunque quizás su agua viniera de una desviación, o algún riachuelo derivado, es dio la bienvenida, logrando que la joven barriera por completo su interés en volver hacia la capital o cualquier núcleo urbano. El trovador agradeció a los divinos semejante hallazgo mientras se acomodaba, al son del parloteo incesante de la muchacha.
-Si, nos vamos a quedar un rato, hasta que te tranquilices.-Prometió el trovador tomando asiento en la roca.
En aquel lugar había flores, había agua, incluso algunas ramitas de Lastia, suficientes cosas para mantener a la muchacha entretenida por un buen rato. Había agua y comida, por si la intoxicación era larga, y podrían apañar un refugio si por aquello mismo se les hacía tarde.
-Si te voy a leer la...mano.-El trovador se paso la mano por la cara cuando, tras otear el ambiente, al volver su mirada sobre la joven, el bailoteo de las telas descubrió mas que silueta que dejaba entrever cuando se hallaban en su sitio. Soltó un resoplido y musitó una maldición contra la deidad que se estuviera haciendo la graciosilla con el en aquel momento.
El trovador cerro los ojos y respiró profundamente. Sus orejas se movieron al captar el rumor del agua, y el inconfundible sonido de alguien nadando hacia el. La voz de la chiquilla llamándole tampoco velaba la escena pese a que el no pudiera verla.
El corsario abrió los ojos cuando sintió la pequeña mano de la chiquilla tironear de su bota en un intento vacuo de lanzarlo al agua.
-Esta bien, esta bien, solo no me tires al lago. ¿Si?.-Cedió el trovador poniéndose en pie, y pasándose por enésima vez la mano por la cara. Dudaba en bañarse, pero mojarse la cabeza con agua fría no era una mala idea, y por mucho que la muchacha dijera, el chapoteo que generaba al nadar le había salpicado lo suficiente como para tener una idea de la temperatura del agua.
El trovador se sacó las botas y las dejó a un costado de la roca. Se arremangó los pantalones de hilo anchos que se ajustaban en la pantorrilla hasta la rodilla, para que estos no se mojaran. Desató el pañuelo colorido de su cintura, así como los cintos con las dagas, las bolsas y la cimitarra, depositan dolo todo sobre la roca en la que tomaba asiento antes de levantarse.
La camisa fue a parar al mismo lado, dejando a la vista el mecanismo del garfio. Este emergía de una pieza de cuero y metal pensada para cubrir el muñón hasta la mitad del antebrazo, y de allí un par de correas lo reafirmaban hasta el codo. Dudo un instante en sacarse dicha parafernalia, pero tampoco es que le impidieran hacer nada de lo que hacía, así que lo dejó donde estaba.
Sobre su pecho pendían dos colgantes, un dije con forma de bellota, y una cadena llena de anillos de oro pulido, similares a los de sus orejas, que refulgían con el sol que golpeaba contra su tez de alabastro.
El trovador sin embargo no fue a meterse al agua, empezó a trepar enganchándose de los salientes y raices con el gancho, de una de las paredes de la caída que formaba la cascada del lago, así fue moviéndose por la formación rocosa hasta llegar bajo la cascada y meter la cabeza bajo la misma, buscando despejarse.
El trovador empapó por completo su cabellera, y permaneció además otro rato, para luego emerger y sacudirse, salpicando a su alrededor, y dejando el agua de su melena cobriza escurrirse por su cuerpo, ya mas calmado. Una vez con la mente mas despejada, tomó agua con la mano y se limpió las manchas de sangre del pecho con las que la elfa lo había obsequiado a medio camino.
-Lo dioses saben que tengo una voluntad férrea, porque a lo que me sometes es inhumano.-Acusó a la mocosa, que nadaba con las telas flotantes y cuyo cuerpo se entreveía ahora mas no solo a través de las cristalinas aguas, si no de los tules mas translucidos que antes.
No era solo aquella visión, atractiva y vulnerable, si no las múltiples invitaciones las que hacían aquella situación complicada para el bardo, quien se veía en la coyuntura de tener que repetirse internamente todo el tiempo que aquella joven no era consciente de sus actos.
Iltharion bajó de las rocas hasta sentarse en una que daba la orilla y sumergir sus piernas en el agua hasta las rodillas. Apoyó una de sus manos en el margen, y reclinándose contra dicho brazo, se dedico a repiquetear contra la roca con el metálico garfio.
-Ven, trae la mano.-Golpeo uno de sus muslos con el acero para indicarle que se acercase, dispuesto a tratar de sanar aquel corte, en parte para ocuparse con algo.
-¿A Lunagrenta?¿Tan rápido te has cansado de mi que quieres ir con otra gente?.-Encaró una ceja el trovador. Claro que no pensaba nada de aquello, pero si ya tenía su complicación mesurar y controlar a Windorind de ese medio salvaje donde solo estaban ellos, en un lugar lleno de gente, y con tan provocadores ropajes, itlharion estaba mas que seguro que tendrían muchos problemas. Era una pésima idea, y el no tenía intencion de terminar con un ojo morado.
Por suerte la chiquilla se entretuvo con el garfio. Lo que parecía primero una pena que calmaba su euforia, solo resultó ser un minuto de paz, como el ojo de un huracán. Pronto, la perorata llena de jubilo volvió a aparecer enumerando todas las ventajas de tener un garfio en vez de una mano, y el hijo de los bosques no pudo evitar reír ante lo crudo que habría sido recibir aquella respuesta si realmente hubiera perdido una extremidad.
Aquel gorg que no era el Tylmer, aunque quizás su agua viniera de una desviación, o algún riachuelo derivado, es dio la bienvenida, logrando que la joven barriera por completo su interés en volver hacia la capital o cualquier núcleo urbano. El trovador agradeció a los divinos semejante hallazgo mientras se acomodaba, al son del parloteo incesante de la muchacha.
-Si, nos vamos a quedar un rato, hasta que te tranquilices.-Prometió el trovador tomando asiento en la roca.
En aquel lugar había flores, había agua, incluso algunas ramitas de Lastia, suficientes cosas para mantener a la muchacha entretenida por un buen rato. Había agua y comida, por si la intoxicación era larga, y podrían apañar un refugio si por aquello mismo se les hacía tarde.
-Si te voy a leer la...mano.-El trovador se paso la mano por la cara cuando, tras otear el ambiente, al volver su mirada sobre la joven, el bailoteo de las telas descubrió mas que silueta que dejaba entrever cuando se hallaban en su sitio. Soltó un resoplido y musitó una maldición contra la deidad que se estuviera haciendo la graciosilla con el en aquel momento.
El trovador cerro los ojos y respiró profundamente. Sus orejas se movieron al captar el rumor del agua, y el inconfundible sonido de alguien nadando hacia el. La voz de la chiquilla llamándole tampoco velaba la escena pese a que el no pudiera verla.
El corsario abrió los ojos cuando sintió la pequeña mano de la chiquilla tironear de su bota en un intento vacuo de lanzarlo al agua.
-Esta bien, esta bien, solo no me tires al lago. ¿Si?.-Cedió el trovador poniéndose en pie, y pasándose por enésima vez la mano por la cara. Dudaba en bañarse, pero mojarse la cabeza con agua fría no era una mala idea, y por mucho que la muchacha dijera, el chapoteo que generaba al nadar le había salpicado lo suficiente como para tener una idea de la temperatura del agua.
El trovador se sacó las botas y las dejó a un costado de la roca. Se arremangó los pantalones de hilo anchos que se ajustaban en la pantorrilla hasta la rodilla, para que estos no se mojaran. Desató el pañuelo colorido de su cintura, así como los cintos con las dagas, las bolsas y la cimitarra, depositan dolo todo sobre la roca en la que tomaba asiento antes de levantarse.
La camisa fue a parar al mismo lado, dejando a la vista el mecanismo del garfio. Este emergía de una pieza de cuero y metal pensada para cubrir el muñón hasta la mitad del antebrazo, y de allí un par de correas lo reafirmaban hasta el codo. Dudo un instante en sacarse dicha parafernalia, pero tampoco es que le impidieran hacer nada de lo que hacía, así que lo dejó donde estaba.
Sobre su pecho pendían dos colgantes, un dije con forma de bellota, y una cadena llena de anillos de oro pulido, similares a los de sus orejas, que refulgían con el sol que golpeaba contra su tez de alabastro.
El trovador sin embargo no fue a meterse al agua, empezó a trepar enganchándose de los salientes y raices con el gancho, de una de las paredes de la caída que formaba la cascada del lago, así fue moviéndose por la formación rocosa hasta llegar bajo la cascada y meter la cabeza bajo la misma, buscando despejarse.
El trovador empapó por completo su cabellera, y permaneció además otro rato, para luego emerger y sacudirse, salpicando a su alrededor, y dejando el agua de su melena cobriza escurrirse por su cuerpo, ya mas calmado. Una vez con la mente mas despejada, tomó agua con la mano y se limpió las manchas de sangre del pecho con las que la elfa lo había obsequiado a medio camino.
-Lo dioses saben que tengo una voluntad férrea, porque a lo que me sometes es inhumano.-Acusó a la mocosa, que nadaba con las telas flotantes y cuyo cuerpo se entreveía ahora mas no solo a través de las cristalinas aguas, si no de los tules mas translucidos que antes.
No era solo aquella visión, atractiva y vulnerable, si no las múltiples invitaciones las que hacían aquella situación complicada para el bardo, quien se veía en la coyuntura de tener que repetirse internamente todo el tiempo que aquella joven no era consciente de sus actos.
Iltharion bajó de las rocas hasta sentarse en una que daba la orilla y sumergir sus piernas en el agua hasta las rodillas. Apoyó una de sus manos en el margen, y reclinándose contra dicho brazo, se dedico a repiquetear contra la roca con el metálico garfio.
-Ven, trae la mano.-Golpeo uno de sus muslos con el acero para indicarle que se acercase, dispuesto a tratar de sanar aquel corte, en parte para ocuparse con algo.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
- ¿Eh? ¡No! No me cansaría de ti… al menos no tan rápido- Miró al elfo contenta y añadió -Además en Lunargenta podrías enseñarme los dibujos a solas, en una habitación o en alguna calle vacía ¿No? Y eso sería divertido, tanto como la propuesta de que me comas- Se rió ligeramente y volvió a mirar al frente, satisfecha con su respuesta.
Wind abrió mucho los ojos y ensanchó su sonrisa tanto como pudo - ¡Bieeen! ¿Entonces ya no tengo que correr para que no me pilles? Aunque eso también podemos hacerlo ¿Si? Quieres que juguemos al pilla-pilla? ¡Venga! ¡Vamos a jugar! Y si me pillas, te doy un beso, te lo prometo. Divertido ¿Verdad? - Se acercó de nuevo al elfo y le cogió la mano con ambas manos, dio un par de tirones y volvió a insistir -Venga, vamos ¡No seas aburrido! - Y en aquel momento, lo único que ella hubiera querido, era poder darle un adelanto de lo que sucedería si fuera pillada en el juego, pero el elfo seguía siendo muy alto y ella, demasiado bajita.
- ¿Eso es que te vas a meter conmigo en el agua? ¡Yupiii! - chapoteó un par de veces en el agua con ambas manos a modo de aplauso y observó como el elfo se desprendía de sus ropajes y pertenencias. Mientras se quitaba prenda tras prenda, la elfa comenzó a pensar que aquello lo estaba haciendo por y para ella, lo que consiguió que el tono encendido de su rostro volviera a subir hasta las orejas. Sólo quedó sorprendida por un momento cuando vió el mecanismo del garfio, pero la sorpresa apenas duró unos segundos, pues la vista volvió a deslizarse hasta otras zonas más interesantes de su cuerpo. Cielos, como quería darle un beso.
Pero Wind frunció el ceño cuando se percató de que Iltharion no tenía planeado quitarse el pantalón. Eso no era justo, si ella hubiera podido, se hubiera quitado hasta la última prenda que cubría su cuerpo y el pelirrojo debía hacer lo mismo, tanto creía que debía ser así, que decidió hacérselo saber - ¡Eh! ¡No vale! ¡Debes quitártelo todo! ¡Pantalón incluido! - Y tras aquella exigencia, dio un pequeño salto apoyándose sobre la roca con las manos e intentó alcanzar el pantalón del elfo, pero, otra vez, había fallado en su intento. El pantalón, que ya estaba doblado, estaba demasiado alto como para que Wind pudiera alcanzarlo con un simple impulso. Comenzaba a sentirse estúpida, no tenía fuerza ni altura suficiente para conseguir nada de lo que quería… pero sabía de algo que sí la tenía y estaba deseando encontrar el momento de usarlo.
Cuando la elfa se percató de que Iltharion no pretendía meterse en el agua con ella, volvió a fruncir el ceño - ¿A dónde vas? ¡Vente conmigo! Que el agua está agradable… y yo lo estoy más- Comentó mientras la sonrisa volvía a asomar por sus labios -Venga, báñate conmigo- La elfa no pensaba darse por vencida, sabía que en algún momento el elfo acabaría cediendo, era cuestión de tiempo y paciencia y de eso a ella, le sobraba.
Siguió nadando, recorriendo el mismo trayecto que el elfo y, cuando este metió la cabeza bajo el agua, Wind comenzó a refunfuñar -Yo quería que te bañaras conmigo, no que te mojaras la cabeza allí solo… Prefería que nos mojáramos los dos juntos aquí…- Murmuró mientras el elfo aún tenía la cabeza bajo el agua. Después suspiró y comenzó a nadar despacio por toda la superficie de la laguna mientras intentaba cavilar algún plan para conseguir su tan ansiado beso.
No dejó de nadar hasta que el elfo se sentó de nuevo en una roca y entonces vio clara su oportunidad. Aquel era el momento perfecto así que, sin pensárselo más y mientras nadaba hacia el elfo, sonrió pícaramente e invocó al golem a unos escasos pasos de él.
Era probable que el elfo notara la presencia de la mole de arcilla, pero para entonces ya sería tarde.
En cuanto el golem apareció, Wind le dio la mano a Iltharion, ensanchó la sonrisa e hizo que la mole se acercara lo más rápido posible mientras ella mantenía sujeto al elfo y tiraba de él hacia el agua - ¡Ven! ¡Ahora no te puedes escapar! – El golem llegó al elfo y le empujó sin mayor dificultad -No pensaba volver a jugármela con mi fuerza- Ahora el elfo estaba en el agua y ella, por fin lo tenía entre los brazos - ¡Ahora eres mío! -
La elfa no tardó en percatarse que no estaría en ventaja demasiado tiempo, así que lo abrazó por la cintura y sin pensarlo más, se lanzó hacia delante para besarle.
Sin dejar de hacer fuerza para que el elfo no pudiera escapar o, al menos le costara bastante, comenzó a toquetear la cintura del pantalón con la intención de deshacerse de él. Ahora parecía más fácil conseguir lo que quería y no pensaba desaprovecharlo.
Wind abrió mucho los ojos y ensanchó su sonrisa tanto como pudo - ¡Bieeen! ¿Entonces ya no tengo que correr para que no me pilles? Aunque eso también podemos hacerlo ¿Si? Quieres que juguemos al pilla-pilla? ¡Venga! ¡Vamos a jugar! Y si me pillas, te doy un beso, te lo prometo. Divertido ¿Verdad? - Se acercó de nuevo al elfo y le cogió la mano con ambas manos, dio un par de tirones y volvió a insistir -Venga, vamos ¡No seas aburrido! - Y en aquel momento, lo único que ella hubiera querido, era poder darle un adelanto de lo que sucedería si fuera pillada en el juego, pero el elfo seguía siendo muy alto y ella, demasiado bajita.
- ¿Eso es que te vas a meter conmigo en el agua? ¡Yupiii! - chapoteó un par de veces en el agua con ambas manos a modo de aplauso y observó como el elfo se desprendía de sus ropajes y pertenencias. Mientras se quitaba prenda tras prenda, la elfa comenzó a pensar que aquello lo estaba haciendo por y para ella, lo que consiguió que el tono encendido de su rostro volviera a subir hasta las orejas. Sólo quedó sorprendida por un momento cuando vió el mecanismo del garfio, pero la sorpresa apenas duró unos segundos, pues la vista volvió a deslizarse hasta otras zonas más interesantes de su cuerpo. Cielos, como quería darle un beso.
Pero Wind frunció el ceño cuando se percató de que Iltharion no tenía planeado quitarse el pantalón. Eso no era justo, si ella hubiera podido, se hubiera quitado hasta la última prenda que cubría su cuerpo y el pelirrojo debía hacer lo mismo, tanto creía que debía ser así, que decidió hacérselo saber - ¡Eh! ¡No vale! ¡Debes quitártelo todo! ¡Pantalón incluido! - Y tras aquella exigencia, dio un pequeño salto apoyándose sobre la roca con las manos e intentó alcanzar el pantalón del elfo, pero, otra vez, había fallado en su intento. El pantalón, que ya estaba doblado, estaba demasiado alto como para que Wind pudiera alcanzarlo con un simple impulso. Comenzaba a sentirse estúpida, no tenía fuerza ni altura suficiente para conseguir nada de lo que quería… pero sabía de algo que sí la tenía y estaba deseando encontrar el momento de usarlo.
Cuando la elfa se percató de que Iltharion no pretendía meterse en el agua con ella, volvió a fruncir el ceño - ¿A dónde vas? ¡Vente conmigo! Que el agua está agradable… y yo lo estoy más- Comentó mientras la sonrisa volvía a asomar por sus labios -Venga, báñate conmigo- La elfa no pensaba darse por vencida, sabía que en algún momento el elfo acabaría cediendo, era cuestión de tiempo y paciencia y de eso a ella, le sobraba.
Siguió nadando, recorriendo el mismo trayecto que el elfo y, cuando este metió la cabeza bajo el agua, Wind comenzó a refunfuñar -Yo quería que te bañaras conmigo, no que te mojaras la cabeza allí solo… Prefería que nos mojáramos los dos juntos aquí…- Murmuró mientras el elfo aún tenía la cabeza bajo el agua. Después suspiró y comenzó a nadar despacio por toda la superficie de la laguna mientras intentaba cavilar algún plan para conseguir su tan ansiado beso.
No dejó de nadar hasta que el elfo se sentó de nuevo en una roca y entonces vio clara su oportunidad. Aquel era el momento perfecto así que, sin pensárselo más y mientras nadaba hacia el elfo, sonrió pícaramente e invocó al golem a unos escasos pasos de él.
Era probable que el elfo notara la presencia de la mole de arcilla, pero para entonces ya sería tarde.
En cuanto el golem apareció, Wind le dio la mano a Iltharion, ensanchó la sonrisa e hizo que la mole se acercara lo más rápido posible mientras ella mantenía sujeto al elfo y tiraba de él hacia el agua - ¡Ven! ¡Ahora no te puedes escapar! – El golem llegó al elfo y le empujó sin mayor dificultad -No pensaba volver a jugármela con mi fuerza- Ahora el elfo estaba en el agua y ella, por fin lo tenía entre los brazos - ¡Ahora eres mío! -
La elfa no tardó en percatarse que no estaría en ventaja demasiado tiempo, así que lo abrazó por la cintura y sin pensarlo más, se lanzó hacia delante para besarle.
Sin dejar de hacer fuerza para que el elfo no pudiera escapar o, al menos le costara bastante, comenzó a toquetear la cintura del pantalón con la intención de deshacerse de él. Ahora parecía más fácil conseguir lo que quería y no pensaba desaprovecharlo.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
La euforia de la chiquilla no la mantuvo lo suficientemente entretenida como para que no se percatase de que el trovador iba a cumplir sus exigencias solo a medias, y fue por puro instinto que el bardo dio un salto hacia atrás evitando las atrevidas manitas de la muchacha, y logrando, casi por los pelos, mantener los pantalones en su sitio.
-Pobres pantalones ¿Que te han hecho? Y yo que pensaba que me quedaban bien.-Negó el bardo para si, mientras se prometía para sus adentros, localizar hasta el ultimo templo de los divinos de cada una de las malditas razas de Aerandir, y mear sobre sus altares, por cabrones todos.
-Windorind, a ver, preciosa.-Empezó a explicar el bardo mientras se acomodaba en la piedra, peinándose la melena con una mano, y echándola hacia atrás donde se pegaba a su espalda lisa y clara.-No es que no tenga ganas, te lo aseguro.-Prosiguió el trovador, resoplando para si mismo, casi sin poder creer que por una vez en vez de correr tras unos faldones tuviera que mantenerse alejado de los mismos. La veracidad de sus palabras se hacía palpable y visible en un pantalón, cuya holgada tela no caía con suficiente vuelo como para ocultar los estragos que las picardías de la muchacha generaban en el corsario.
-Pero vamos a esperar un rato. ¿Si? ¿A caso no está buena el agua y no te diviertes nadando?.-En los ojos del bardo había hasta una chispa de suplica para que no siguiera poniéndoselo tan, pero tan difícil, una que no sería escuchada.
Cuando la joven le dió la mano, iltharion agradeció tener algo en lo que entretenerse, y convocó aquella magia antigua que manipulaba su gente y que tendía a rehuir de forma esquiva. La luz envolvió su palma y cerro presto el pequeño corte en la mano de la muchacha, o parte del mismo, pues a medio proceso fue presa de la artera treta de la muchacha y cayó al agua.
El trovador hizo pie en el fondo, y se empujó contra las rocas del lecho del río para emerger de nuevo, tomando una bocanada de aire casi desesperada, por haberse sumergido sin oxigeno en los pulmones.
Nada mas emerger la muchacha lo apresó entre sus brazos, y proclamando su victoria le beso. iltharion dejó de pensar por un momento, le devolvió el beso, rodeó la cintura de ella con el garfio y la apresó contra cuerpo casi derrotado.
Durante unos segundos ganó la bestia en vez de la razón, pero fue una victoria temporal, y el trovador al apartarse para respirar aprovecho apra tomar el rostro de la joven entre su mano y su garfio, mientras esta se peleaba con el margen de sus pantalones.
-Windorind.-Su expresión torturada por el esfuerzo exceso no se limitaba al gesto de su faz, si no que teñía el rostro con algo de angustia, por la difícil batalla que estaba librando.-Ese caramelo que tomaste es nocivo, y te ha intoxicado, no estas pensando con claridad. ¿Entiendes? .-Apoyó la frente sobre la de ella y entorno los ojos, intentando mantener la parte racional en el timón de su cuerpo.-Y luego si se te pasa puedes arrepentirte de cualquiera de las cosas que estás haciendo, y yo me habré aprovechado de tu mal estado. Eso no está bien.-Se detuvo, tragando saliva ostentosamente, fruto de las travesuras de la muchacha con las telas.-Cuando te mejores hacemos lo que quieras ¿Si? Te dejo afónica.-Prometió el trovador intentando desesperadamente aferrarse al clavo ardiente que suponía intentar apelar al raciocinio de la muchacha, o a lo que quedaba del mismo, para que lo ayudase a poner unas barreras que el solo ya no podía mantener, y que se derrumbaban como un castillo de arena ante el oleaje a cada pequeña victoria que archivaba la elfa.
-Pobres pantalones ¿Que te han hecho? Y yo que pensaba que me quedaban bien.-Negó el bardo para si, mientras se prometía para sus adentros, localizar hasta el ultimo templo de los divinos de cada una de las malditas razas de Aerandir, y mear sobre sus altares, por cabrones todos.
-Windorind, a ver, preciosa.-Empezó a explicar el bardo mientras se acomodaba en la piedra, peinándose la melena con una mano, y echándola hacia atrás donde se pegaba a su espalda lisa y clara.-No es que no tenga ganas, te lo aseguro.-Prosiguió el trovador, resoplando para si mismo, casi sin poder creer que por una vez en vez de correr tras unos faldones tuviera que mantenerse alejado de los mismos. La veracidad de sus palabras se hacía palpable y visible en un pantalón, cuya holgada tela no caía con suficiente vuelo como para ocultar los estragos que las picardías de la muchacha generaban en el corsario.
-Pero vamos a esperar un rato. ¿Si? ¿A caso no está buena el agua y no te diviertes nadando?.-En los ojos del bardo había hasta una chispa de suplica para que no siguiera poniéndoselo tan, pero tan difícil, una que no sería escuchada.
Cuando la joven le dió la mano, iltharion agradeció tener algo en lo que entretenerse, y convocó aquella magia antigua que manipulaba su gente y que tendía a rehuir de forma esquiva. La luz envolvió su palma y cerro presto el pequeño corte en la mano de la muchacha, o parte del mismo, pues a medio proceso fue presa de la artera treta de la muchacha y cayó al agua.
El trovador hizo pie en el fondo, y se empujó contra las rocas del lecho del río para emerger de nuevo, tomando una bocanada de aire casi desesperada, por haberse sumergido sin oxigeno en los pulmones.
Nada mas emerger la muchacha lo apresó entre sus brazos, y proclamando su victoria le beso. iltharion dejó de pensar por un momento, le devolvió el beso, rodeó la cintura de ella con el garfio y la apresó contra cuerpo casi derrotado.
Durante unos segundos ganó la bestia en vez de la razón, pero fue una victoria temporal, y el trovador al apartarse para respirar aprovecho apra tomar el rostro de la joven entre su mano y su garfio, mientras esta se peleaba con el margen de sus pantalones.
-Windorind.-Su expresión torturada por el esfuerzo exceso no se limitaba al gesto de su faz, si no que teñía el rostro con algo de angustia, por la difícil batalla que estaba librando.-Ese caramelo que tomaste es nocivo, y te ha intoxicado, no estas pensando con claridad. ¿Entiendes? .-Apoyó la frente sobre la de ella y entorno los ojos, intentando mantener la parte racional en el timón de su cuerpo.-Y luego si se te pasa puedes arrepentirte de cualquiera de las cosas que estás haciendo, y yo me habré aprovechado de tu mal estado. Eso no está bien.-Se detuvo, tragando saliva ostentosamente, fruto de las travesuras de la muchacha con las telas.-Cuando te mejores hacemos lo que quieras ¿Si? Te dejo afónica.-Prometió el trovador intentando desesperadamente aferrarse al clavo ardiente que suponía intentar apelar al raciocinio de la muchacha, o a lo que quedaba del mismo, para que lo ayudase a poner unas barreras que el solo ya no podía mantener, y que se derrumbaban como un castillo de arena ante el oleaje a cada pequeña victoria que archivaba la elfa.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Wind ignoró por completo las súplicas del elfo. -Pero más divertido sería si estuviéramos los dos juntitos aquí… ¿No? - Sonrió de forma pícara y continuó con su plan. Ella quería su beso, y su diversión, y no pensaba ni por un momento, que no iba a conseguirlos. Así que, haciendo oídos sordos, tiró a Iltharion al agua… tal vez con más fuerza de la necesaria pues nada más caer, se le escurrió entre los brazos y el pelirrojo llegó hasta el fondo del lago -Ups…- Murmuró la elfa sonriente cuando no pudo alcanzarle en su primer intento. “Es más difícil de lo que parecía…” Pensó mientras esperaba que el elfo saliera del agua.
Una vez con la cabeza fuera, el elfo ya era suyo, por fin podía besarle y no pensaba desaprovechar tal oportunidad. Se sentía como una sirena atrapando a un incauto pescador y aquello, le provocaba una enorme sonrisa que no se molestaba en intentar disimular.
Con los brazos alrededor de la cintura del elfo, comenzó a besarle con urgencia. No quería que Iltharion se apartara, pero sabía que acabaría haciéndolo, así que necesitaba darse prisa y convencerle y ninguna manera era tan efectiva como un beso. Aquel beso le serviría para poder continuar con el juego tan divertido que le exigía su bajo vientre desde hacía un buen rato.
El plan pareció surgir efecto. El elfo abrazó a Wind, lo que indicaba que estaba dispuesto a continuar junto a ella aquel día tan divertido. Aquel abrazó lo sintió como una pequeña victoria, al fin estaba consiguiendo lo que quería y la parte más baja de su abdomen comenzaba a lanzar pequeñas ráfagas de ansiedad hacia todo su cuerpo.
A pesar de que Iltharion parecía dispuesto a continuar, algo le detuvo. Algo que hizo que se alejara de los labios de Wind y que obligó a esta a fruncir el ceño indignada con ese nuevo rechazo. No pensaba escuchar nada de lo que le dijera, ella solo quería divertirse, no le importaba si era por culpa de aquel caramelo o si era porque los dioses se lo estaban ordenando, ella sólo quería al elfo y pensaba conseguirlo a cualquier precio. -A mí me parece que pienso con mucha claridad. Estoy haciendo lo que quiero ¿No? Y además es divertido ¿Verdad? - Contestó con una mirada pícara mientras continuaba jugueteando con la cintura del pantalón. - ¿Arrepentirme? ¿Por qué? ¡Ya lo hicimos una vez! ¿Qué más da hacerlo mil más? Si la primera vez fue divertido… ¡Esta lo será más! ¡Sin duda! ¡Puedes enseñarme cosas nuevas para que sea más divertido! – Las manos del elfo sobre su rostro se sentían bien, demasiado bien, habían hecho que se le erizara la piel de todo el cuerpo y esa sensación sólo hacía que tuviera más claras sus intenciones - ¿Cuándo mejore? ¿Cuándo mejore de qué? ¡Si estoy bien! Estoy feliz y la parte más baja de mi abdomen me dice que me sentiré mejor si nos divertimos. Venga, porfi…- Miró al elfo una vez más, con más picardía aun en la mirada y volvió a abalanzarse sobre él antes de obtener una respuesta, a la vez que conseguía deshacer el nudo que mantenía firmes sus pantalones.
Ahora, con los pantalones sueltos, Wind pudo centrarse más en el beso. Abrazó mas fuerte al elfo e intentó que no tuviera demasiadas oportunidades para huir de su cariñosa prisión. El beso volvió a ser urgente pero con cierta delicadeza que no había mostrado antes, intentando que el elfo no pudiera recapacitar demasiado sobre lo que estaba haciendo y confiaba en que, esta vez, diera resultado.
Una vez con la cabeza fuera, el elfo ya era suyo, por fin podía besarle y no pensaba desaprovechar tal oportunidad. Se sentía como una sirena atrapando a un incauto pescador y aquello, le provocaba una enorme sonrisa que no se molestaba en intentar disimular.
Con los brazos alrededor de la cintura del elfo, comenzó a besarle con urgencia. No quería que Iltharion se apartara, pero sabía que acabaría haciéndolo, así que necesitaba darse prisa y convencerle y ninguna manera era tan efectiva como un beso. Aquel beso le serviría para poder continuar con el juego tan divertido que le exigía su bajo vientre desde hacía un buen rato.
El plan pareció surgir efecto. El elfo abrazó a Wind, lo que indicaba que estaba dispuesto a continuar junto a ella aquel día tan divertido. Aquel abrazó lo sintió como una pequeña victoria, al fin estaba consiguiendo lo que quería y la parte más baja de su abdomen comenzaba a lanzar pequeñas ráfagas de ansiedad hacia todo su cuerpo.
A pesar de que Iltharion parecía dispuesto a continuar, algo le detuvo. Algo que hizo que se alejara de los labios de Wind y que obligó a esta a fruncir el ceño indignada con ese nuevo rechazo. No pensaba escuchar nada de lo que le dijera, ella solo quería divertirse, no le importaba si era por culpa de aquel caramelo o si era porque los dioses se lo estaban ordenando, ella sólo quería al elfo y pensaba conseguirlo a cualquier precio. -A mí me parece que pienso con mucha claridad. Estoy haciendo lo que quiero ¿No? Y además es divertido ¿Verdad? - Contestó con una mirada pícara mientras continuaba jugueteando con la cintura del pantalón. - ¿Arrepentirme? ¿Por qué? ¡Ya lo hicimos una vez! ¿Qué más da hacerlo mil más? Si la primera vez fue divertido… ¡Esta lo será más! ¡Sin duda! ¡Puedes enseñarme cosas nuevas para que sea más divertido! – Las manos del elfo sobre su rostro se sentían bien, demasiado bien, habían hecho que se le erizara la piel de todo el cuerpo y esa sensación sólo hacía que tuviera más claras sus intenciones - ¿Cuándo mejore? ¿Cuándo mejore de qué? ¡Si estoy bien! Estoy feliz y la parte más baja de mi abdomen me dice que me sentiré mejor si nos divertimos. Venga, porfi…- Miró al elfo una vez más, con más picardía aun en la mirada y volvió a abalanzarse sobre él antes de obtener una respuesta, a la vez que conseguía deshacer el nudo que mantenía firmes sus pantalones.
Ahora, con los pantalones sueltos, Wind pudo centrarse más en el beso. Abrazó mas fuerte al elfo e intentó que no tuviera demasiadas oportunidades para huir de su cariñosa prisión. El beso volvió a ser urgente pero con cierta delicadeza que no había mostrado antes, intentando que el elfo no pudiera recapacitar demasiado sobre lo que estaba haciendo y confiaba en que, esta vez, diera resultado.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Iltharion empezaba a arrepentirse de no haber intentado encontrar una aldea, un centro urbano lleno de gente que refrenara lo que se escurría entre las manos de su autocontrol. Un pensamiento necio y fugaz, pues probablemente acercarla así de vulnerable a la vera de hombres más rudos y con menos principios acarrearía un sino mucho peor para la joven que el que ella intentaba conseguir con sus triquiñuelas.
Las palabras melosas, la mirada picara y los juguetones dedos de la muchacha en su cintura no ayudaban al trovador, tampoco los pretextos con los que la joven le comía la oreja intentando convencerle de que cediera en sus reparos, en pro de una diversión que podía salirle muy cara.
Los pantalones de hilo se hundieron hasta el fondo del lago, olvidados, el trovador ni se molestó en intentar retenerlos, no los iba a necesitar en un buen rato. La muchacha había ganado, y sellado su victoria con un beso que el trovador respondió con cierta urgencia, fruto de todas las ansias acumuladas que le había hecho sufrir la muchacha.
El brazo que la asía contra su torso la aferró con más firmeza, y con la parte curva del garfio recorrió la extensión de la espalda con el frío acero, resiguiendo la columna hasta a nuca, en donde se quedó para ahondar más en el beso, y explorar como había hecho antaño hasta el rincón más sórdido de su boca, con un apremio inusitado para su habitual calma.
La mano que acariciaba el rostro de la muchacha hizo el recorrido contrario, bajo por su hombro, por sus clavículas trazando sendos caminos con todos los dedos, bajó por su costado, pues sus senos se hallaban prietos contra el pecho de el, y viró hacia la parte baja de la espalda.
Sin detenerse en su recorrido clavo más las yemas en esa carne blanda, surco la redondez de sus nalgas, y se adentró con los dedos por la cara trasera de sus muslos, y aquel lugar en donde se unían del que ella había hablado.
-No quiero ni una queja después. -Le advirtió el bardo contra sus labios, antes de separarse de ellos, no para irse como antes, si no para dedicarlos a otros menesteres. Recorrió la mandíbula con la nariz, y bajó por el cuello con la lengua.
Aprovechando que estaban en el agua, bajó la mano del garfio y la pasó por debajo de una de las piernas de ella, extendió a lo largo de su muslo el antebrazo, y la alzó de modo que dicha extremidad quedara de asiento para la muchacha. Pataleó en el agua para apegarse a una roca en donde hiciera fondo, y con ese asidero y el cuerpo de ella alzado, la contempló con unos ojos voraces a la altura de sus omóplatos, que incluso cuando inclinó el rostro para recorrer sus senos con los labios, seguían fijos sobre su mirada.
Con esa postura aventajada, y envuelto por los finos tules azules que flotaban a su alrededor, como si fe alguna flor marina se tratara, las yemas de sus dedos surcaron indecorosas las latitudes más delicadas, profanando con caricias suaves y apasionadas cada pliegue que quedaba a su alcance.
Las palabras melosas, la mirada picara y los juguetones dedos de la muchacha en su cintura no ayudaban al trovador, tampoco los pretextos con los que la joven le comía la oreja intentando convencerle de que cediera en sus reparos, en pro de una diversión que podía salirle muy cara.
Los pantalones de hilo se hundieron hasta el fondo del lago, olvidados, el trovador ni se molestó en intentar retenerlos, no los iba a necesitar en un buen rato. La muchacha había ganado, y sellado su victoria con un beso que el trovador respondió con cierta urgencia, fruto de todas las ansias acumuladas que le había hecho sufrir la muchacha.
El brazo que la asía contra su torso la aferró con más firmeza, y con la parte curva del garfio recorrió la extensión de la espalda con el frío acero, resiguiendo la columna hasta a nuca, en donde se quedó para ahondar más en el beso, y explorar como había hecho antaño hasta el rincón más sórdido de su boca, con un apremio inusitado para su habitual calma.
La mano que acariciaba el rostro de la muchacha hizo el recorrido contrario, bajo por su hombro, por sus clavículas trazando sendos caminos con todos los dedos, bajó por su costado, pues sus senos se hallaban prietos contra el pecho de el, y viró hacia la parte baja de la espalda.
Sin detenerse en su recorrido clavo más las yemas en esa carne blanda, surco la redondez de sus nalgas, y se adentró con los dedos por la cara trasera de sus muslos, y aquel lugar en donde se unían del que ella había hablado.
-No quiero ni una queja después. -Le advirtió el bardo contra sus labios, antes de separarse de ellos, no para irse como antes, si no para dedicarlos a otros menesteres. Recorrió la mandíbula con la nariz, y bajó por el cuello con la lengua.
Aprovechando que estaban en el agua, bajó la mano del garfio y la pasó por debajo de una de las piernas de ella, extendió a lo largo de su muslo el antebrazo, y la alzó de modo que dicha extremidad quedara de asiento para la muchacha. Pataleó en el agua para apegarse a una roca en donde hiciera fondo, y con ese asidero y el cuerpo de ella alzado, la contempló con unos ojos voraces a la altura de sus omóplatos, que incluso cuando inclinó el rostro para recorrer sus senos con los labios, seguían fijos sobre su mirada.
Con esa postura aventajada, y envuelto por los finos tules azules que flotaban a su alrededor, como si fe alguna flor marina se tratara, las yemas de sus dedos surcaron indecorosas las latitudes más delicadas, profanando con caricias suaves y apasionadas cada pliegue que quedaba a su alcance.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Wind había ganado. Tras una insistencia casi tediosa, había obtenido su pequeño gran triunfo y pudo asegurar, que nunca antes obtuvo una victoria tan dulce. Todas sus palabras cargadas de diversión y lascivia habían conseguido traspasar aquella barrera que el elfo había construido, la cual no pensaba dejar que volviera a aparecer, en ese momento tenía la sensación de que Iltharion era suyo y que, por fin, podría disfrutarlo como ella deseara.
Cuando el elfo apretó el cuerpo de la joven contra el suyo, a Wind le recorrió una ola de electricidad por toda la espalda, haciendo que se irguiera aún más, no sin cierta dificultad, mientras devolvía el beso con la misma pasión con la que lo recibía.
Después de tanto tiempo, Wind pudo volver a saborear al elfo que tenía entre los brazos. A pesar de que no había encendido ningún canuto desde que estaban juntos, él seguía manteniendo ese aroma que tanto había acabado por gustar a la elfa. Continuó jugando y explorando durante unos segundos, hasta que notó cómo la mano del bardo se aferraba a su parte trasera. Dio un pequeño bote mientras esbozaba una pequeña sonrisa en mitad del beso y otra ráfaga de calor salió de la parte más baja de su vientre, la cual se acrecentó hasta un punto insostenible cuando Iltharion rozó la mencionada zona. En aquel momento, un pequeño jadeo se escapó de entre sus labios, teniendo que cortar el beso en aquel punto para intentar recuperar la respiración, la cual desaparecía constantemente de su pecho sin llegar a hacer ninguna respiración realmente profunda.
Las palabras del elfo sacaron a Wind una sonrisa pícara, pero, aprovechó el primer momento para terminar de normalizar la respiración con un par de jadeos descontinuados y fue entonces cuando encontró fuerza para hablar -No te preocupes por eso- Comentó entre respiraciones irregulares mientras el elfo recorría su cuerpo con la boca.
Una risa tonta se le escapó de los labios cuando notó aquel asiento improvisado. Era mucho más cómodo que estar en constante movimiento, así que, lejos de quejarse por haber subido en altura, le devolvió una mirada llena de lascivia al elfo apoyó ambas manos sobre sus hombros -Ahora mismo pagaría cualquier precio por poder quitarme las pocas telas que me cubren- Comentó mientras veía al elfo disfrutar de su cuerpo.
Las manos de la elfa pasearon desde los hombros del elfo hasta su nuca y entonces volvió a inclinarse hacia delante, con más calma pero la misma pasión de antes. Ahora ya no sentía la urgencia de que Iltharion se le fuera a deshacer en los dedos si no lo sujetaba bien así que ya no tenía por qué intentar mantenerle alejado de la cordura, ahora ambos podrían pensar con claridad que hacer a continuación y aquello Wind se le antojó como una gran diversión.
Los labios de la elfa se separaron despacio de la boca del bardo y, cuando apenas los separan un par de centímetros, comenzó a delinear lentamente con la lengua los labios de su compañero. Terminó aquella delicada tarea y la boca siguió rodando por su mandíbula, marcándola con ligeros besos que llegaron hasta el lóbulo de su oreja izquierda. Una vez allí y con la misma lentitud mortificante movió su mano derecha hasta la punta de la oreja, la cual comenzó a acariciar mientras continuaba dando pequeños besos por la zona del lóbulo más cercana al rostro, confiando en que, aquella zona fuera tan sensible para él como lo era para ella.
Cuando decidió que aquello era suficiente, se separó de nuevo con el rostro aún más encendido que antes y observó al elfo, intentando averiguar que pasaba por su mente… o si es que en es momento, no tenía nada en ella.
A pesar de que realmente quería saber que pasaba por la cabeza de Iltharion, la joven tenía bastante con intentar entender lo que estaba pasando por la suya, ya que, en su primer encuentro, el elfo guió toda situación, pero ahora, ella también quería participar y para eso, requería que su compañero la enseñara que hacer, así que, cogió aire y con voz aterciopelada y melosa se acercó al oído del elfo de nuevo - ¿Te acuerdas lo que dije antes? Pues no era mentira, quiero que me enseñes a divertirnos- Se separó de nuevo y volvió a mirar el rostro de Iltharion con una mirada pícara, lujuriosa y dulce que dejaba entrever la inexperiencia de la joven en aquel aspecto de la vida.
Cuando el elfo apretó el cuerpo de la joven contra el suyo, a Wind le recorrió una ola de electricidad por toda la espalda, haciendo que se irguiera aún más, no sin cierta dificultad, mientras devolvía el beso con la misma pasión con la que lo recibía.
Después de tanto tiempo, Wind pudo volver a saborear al elfo que tenía entre los brazos. A pesar de que no había encendido ningún canuto desde que estaban juntos, él seguía manteniendo ese aroma que tanto había acabado por gustar a la elfa. Continuó jugando y explorando durante unos segundos, hasta que notó cómo la mano del bardo se aferraba a su parte trasera. Dio un pequeño bote mientras esbozaba una pequeña sonrisa en mitad del beso y otra ráfaga de calor salió de la parte más baja de su vientre, la cual se acrecentó hasta un punto insostenible cuando Iltharion rozó la mencionada zona. En aquel momento, un pequeño jadeo se escapó de entre sus labios, teniendo que cortar el beso en aquel punto para intentar recuperar la respiración, la cual desaparecía constantemente de su pecho sin llegar a hacer ninguna respiración realmente profunda.
Las palabras del elfo sacaron a Wind una sonrisa pícara, pero, aprovechó el primer momento para terminar de normalizar la respiración con un par de jadeos descontinuados y fue entonces cuando encontró fuerza para hablar -No te preocupes por eso- Comentó entre respiraciones irregulares mientras el elfo recorría su cuerpo con la boca.
Una risa tonta se le escapó de los labios cuando notó aquel asiento improvisado. Era mucho más cómodo que estar en constante movimiento, así que, lejos de quejarse por haber subido en altura, le devolvió una mirada llena de lascivia al elfo apoyó ambas manos sobre sus hombros -Ahora mismo pagaría cualquier precio por poder quitarme las pocas telas que me cubren- Comentó mientras veía al elfo disfrutar de su cuerpo.
Las manos de la elfa pasearon desde los hombros del elfo hasta su nuca y entonces volvió a inclinarse hacia delante, con más calma pero la misma pasión de antes. Ahora ya no sentía la urgencia de que Iltharion se le fuera a deshacer en los dedos si no lo sujetaba bien así que ya no tenía por qué intentar mantenerle alejado de la cordura, ahora ambos podrían pensar con claridad que hacer a continuación y aquello Wind se le antojó como una gran diversión.
Los labios de la elfa se separaron despacio de la boca del bardo y, cuando apenas los separan un par de centímetros, comenzó a delinear lentamente con la lengua los labios de su compañero. Terminó aquella delicada tarea y la boca siguió rodando por su mandíbula, marcándola con ligeros besos que llegaron hasta el lóbulo de su oreja izquierda. Una vez allí y con la misma lentitud mortificante movió su mano derecha hasta la punta de la oreja, la cual comenzó a acariciar mientras continuaba dando pequeños besos por la zona del lóbulo más cercana al rostro, confiando en que, aquella zona fuera tan sensible para él como lo era para ella.
Cuando decidió que aquello era suficiente, se separó de nuevo con el rostro aún más encendido que antes y observó al elfo, intentando averiguar que pasaba por su mente… o si es que en es momento, no tenía nada en ella.
A pesar de que realmente quería saber que pasaba por la cabeza de Iltharion, la joven tenía bastante con intentar entender lo que estaba pasando por la suya, ya que, en su primer encuentro, el elfo guió toda situación, pero ahora, ella también quería participar y para eso, requería que su compañero la enseñara que hacer, así que, cogió aire y con voz aterciopelada y melosa se acercó al oído del elfo de nuevo - ¿Te acuerdas lo que dije antes? Pues no era mentira, quiero que me enseñes a divertirnos- Se separó de nuevo y volvió a mirar el rostro de Iltharion con una mirada pícara, lujuriosa y dulce que dejaba entrever la inexperiencia de la joven en aquel aspecto de la vida.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
La notoria sensibilidad de la elfa empoderaba al trovador, cada jadeo, cada respiración truncada por aquellas caricias que apenas empezaban a surcar su cuerpo, eran una inyección no solo de libido y lujuria, para aquel hombre que no carecía de ninguna de ambas, sino también de un orgullo desmedido tan solo propio de un narcisista de su talla.
El hijo de los bosques ansiaba muchas cosas en aquel momento, ansiaba escuchar el sonido turbado de la voz de ella, que aun hacía eco en el recuerdo. Sentir la piel erizada bajo su mano, sentir su tez arder como si escondiera en sus entrañas un astro, quería devorarla y zambullirse en su cuerpo hasta dejarla exhausta, y por encima de todo, ansiaba hacerla estremecerse hasta el olvido por cada una de esas veces que había tentado su cordura, que lo había torturado con su tentadora presencia, y sometido a la dura tarea de refrenar unos instintos en los que solía recrearse.
De cualquier modo, por mucho que ambicionara, se deleitaba con aquello que podía, que se había procurado a su alcance. Escaló sus senos con la lengua, trazando sinuosos senderos obre la piel húmeda por el agua, mordisqueó su contorno con la suavidad suficiente como para no lastimar su delicada tez, pero bastante firmeza como para dejar sintiendo sus dientes, y con los mismos atrapó la cumbre, que succionó para si mismo, y torturó con sus desaforados besos.
Exploró esa cordillera tanto como ella se lo permitió antes de que se encorvara sobre el reclamando sus labios para si misma, y colmándolos de besos, tan dedicados como los primeros, pero sin esa ansia de temer perderlo.
El trovador se estremeció al sentir el tacto sobre la lengua, siendo aquel un punto especialmente sensible del mismo, que no hizo más que reafirmar la dureza de su cuerpo, y enronquecer una voz que no se había pronunciado desde las ultimas suplicas que habían terminado en la nada.
Dispuesto a cumplir con la petición de ella la bajó del asiento que componía su brazo, llevándola a donde pudiera hacer pie aunque fuera de puntillas, dejándola en pie sobre uno de los salientes subacuáticos del lago.
Dejó de explorar el epicentro de la muchacha, para buscar con la propia su mano, y la condujo por su cuerpo haciéndola bajar por el propio abdomen sobre la dura excitación que se erguía entre ambos.
-Con cuidado. -Le advirtió, inclinándose hacia ella, mientras conducía sus dedos para que le envolviera con la mano, y empezaba a guiar en suaves movimientos rítmicos la pequeña extremidad de la elfa, resiguiendo lo largo de su falo.
El elfo apoyó el puente de la nariz sobre el costado de la cabeza de la muchacha, de modo que el aire que exhalara golpeara sobre una de sus orejas, y sintiera en el oído como aquel atrevido masaje afectaba su respiración, la hacía más pesada, irregular, y arrancaba algún que otro quejido quedo, gutural y sutil fruto. Dejando que se supiera artífice de cada pequeño cambio sobre su cuerpo, no solo con la creciente dureza que apresaba, y que crecía a medida que bombeaba.
No paso mucho para que el elfo abandonara la guía que ofrecía a la joven sobre aquella mano, con la tranquilidad de que si, seguía su consejo de ser cuidadosa, podría experimentar con la presión y el vaivén sin lastimarlo. En vez de seguir con el control de dicha extremidad, fue a buscar la otra, la cual tomó como a la primera, y condujo por todo su cuerpo, dejando que explorara aquella anatomía tan distinta a la suya. A veces era tan simple como eso, no hacía falta tocar algún punto que hiciera ver las estrellas, simplemente el hecho el explorar la geografía de la tez ajena ya despertaba la lujuria y colmaba de placer.
La extremidad con el garfio no se quedó quieta, subió una vez más por la columna de ella, y se afianzó en la nuca, que recorria constantemente, mientras el bardo ahogaba su aliento contra la oreja e intercalaba sus reacciones con besos y lamidas intermitentes sobre el cartílago, al que arañaba, muy esporádicamente con los dientes.
El hijo de los bosques ansiaba muchas cosas en aquel momento, ansiaba escuchar el sonido turbado de la voz de ella, que aun hacía eco en el recuerdo. Sentir la piel erizada bajo su mano, sentir su tez arder como si escondiera en sus entrañas un astro, quería devorarla y zambullirse en su cuerpo hasta dejarla exhausta, y por encima de todo, ansiaba hacerla estremecerse hasta el olvido por cada una de esas veces que había tentado su cordura, que lo había torturado con su tentadora presencia, y sometido a la dura tarea de refrenar unos instintos en los que solía recrearse.
De cualquier modo, por mucho que ambicionara, se deleitaba con aquello que podía, que se había procurado a su alcance. Escaló sus senos con la lengua, trazando sinuosos senderos obre la piel húmeda por el agua, mordisqueó su contorno con la suavidad suficiente como para no lastimar su delicada tez, pero bastante firmeza como para dejar sintiendo sus dientes, y con los mismos atrapó la cumbre, que succionó para si mismo, y torturó con sus desaforados besos.
Exploró esa cordillera tanto como ella se lo permitió antes de que se encorvara sobre el reclamando sus labios para si misma, y colmándolos de besos, tan dedicados como los primeros, pero sin esa ansia de temer perderlo.
El trovador se estremeció al sentir el tacto sobre la lengua, siendo aquel un punto especialmente sensible del mismo, que no hizo más que reafirmar la dureza de su cuerpo, y enronquecer una voz que no se había pronunciado desde las ultimas suplicas que habían terminado en la nada.
Dispuesto a cumplir con la petición de ella la bajó del asiento que componía su brazo, llevándola a donde pudiera hacer pie aunque fuera de puntillas, dejándola en pie sobre uno de los salientes subacuáticos del lago.
Dejó de explorar el epicentro de la muchacha, para buscar con la propia su mano, y la condujo por su cuerpo haciéndola bajar por el propio abdomen sobre la dura excitación que se erguía entre ambos.
-Con cuidado. -Le advirtió, inclinándose hacia ella, mientras conducía sus dedos para que le envolviera con la mano, y empezaba a guiar en suaves movimientos rítmicos la pequeña extremidad de la elfa, resiguiendo lo largo de su falo.
El elfo apoyó el puente de la nariz sobre el costado de la cabeza de la muchacha, de modo que el aire que exhalara golpeara sobre una de sus orejas, y sintiera en el oído como aquel atrevido masaje afectaba su respiración, la hacía más pesada, irregular, y arrancaba algún que otro quejido quedo, gutural y sutil fruto. Dejando que se supiera artífice de cada pequeño cambio sobre su cuerpo, no solo con la creciente dureza que apresaba, y que crecía a medida que bombeaba.
No paso mucho para que el elfo abandonara la guía que ofrecía a la joven sobre aquella mano, con la tranquilidad de que si, seguía su consejo de ser cuidadosa, podría experimentar con la presión y el vaivén sin lastimarlo. En vez de seguir con el control de dicha extremidad, fue a buscar la otra, la cual tomó como a la primera, y condujo por todo su cuerpo, dejando que explorara aquella anatomía tan distinta a la suya. A veces era tan simple como eso, no hacía falta tocar algún punto que hiciera ver las estrellas, simplemente el hecho el explorar la geografía de la tez ajena ya despertaba la lujuria y colmaba de placer.
La extremidad con el garfio no se quedó quieta, subió una vez más por la columna de ella, y se afianzó en la nuca, que recorria constantemente, mientras el bardo ahogaba su aliento contra la oreja e intercalaba sus reacciones con besos y lamidas intermitentes sobre el cartílago, al que arañaba, muy esporádicamente con los dientes.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Al parecer la elfa estaba en lo cierto, las contracciones de los músculos del elfo entre sus brazos se lo dejaron bien claro, los besos en la oreja eran tan placenteros para el bardo como lo eran para ella. Por lo que, comenzó a intercalar esos pequeños besos con su propia respiración y algunas caricias con la lengua, con la certeza de que, ver al elfo revolverse entre sus brazos iba a convertir aquel juego en algo aún más divertido para ella.
Como si fuera una hoja mecida por el viento, Wind se dejó llevar por las manos del elfo a través del agua, hasta una losa que brotaba de la pared, en la cual apenas era capaz de hacer pie, por lo que se puso de puntillas sobre la misma y una risa tonta volvió a salir de sus labios. Le parecía realmente divertido permanecer de pie y estar a la misma altura que Iltharion, era la primera vez que podía mirarlo de frente sin que ninguno de los dos tuviera que contorsionarse para ello.
Aquella sensación de tener la misma altura que el elfo, hizo que se sintiera más poderosa de lo que ya se sentía antes, como si la pequeña victoria la hubiera hecho crecer en estatura y ese pensamiento, le provocaba una risa ligera que se entremezclaba con las respiraciones entre cortadas y los jadeos que salían de su boca.
Tampoco tuvo demasiado tiempo para recrearse en aquellos pensamientos tan divertidos pues su atención se centró en la guía de Iltharion hacia la erección que permanecía bajo el agua.
La sonrisa no se esfumaba de sus labios y cuando sus frías manos rodearon la cálida excitación del elfo, ensanchó aún más la sonrisa. Resultaba curiosa la percepción selectiva de la temperatura que tenía Wind, pues, a pesar de que no había sentido en ningún momento lo frío del agua, si era capaz de percibir con una sensibilidad asombrosa la calidez de su compañero y el contraste con su propia piel, que, tras estar un buen rato en el agua, comenzaba a estar realmente helada al tacto. - ¿Así? - Preguntó en cuanto comenzó a mover rítmicamente su mano, guiada aun por la mano del elfo.
Wind no podía mirar demasiado a través del agua, pues si agachaba demasiado la cabeza, la sumergiría sin querer, por lo que continuó mirando pícaramente al elfo desde aquella altura tan distinta a la que estaba acostumbrada mientras movía rítmicamente la mano, sonriente por las reacciones que aquel simple movimiento provocaba en el elfo.
Las constantes respiraciones y jadeos en su oído, no tardaron en conseguir que a la elfa le volvieran las ráfagas de calor directamente desde el epicentro de sus piernas que mostraba a través de ligeros jadeos y una piel que permanecía permanentemente erizada.
La elfa no tardó demasiado en seguir la guía de su otra mano y en comenzar a explorar el cuerpo de su compañero. Con las yemas de los dedos siguió los surcos de los músculos de su espalda y bajó con la misma delicadeza, como si le estuviera acariciando y no paró hasta llegar a la parte más baja de su espalda, la cual antes permanecía tan resguardada tras los pantalones de tela, pero que ahora, era libre de tocar y acariciar todo lo que quisiera.
Cuando alcanzó su trasero, con un movimiento suave, abrió la mano y siguió explorando, tal y como había hecho con su espalda unos segundos atrás. Con la meno juguetona, comenzó a acariciar, de arriba hacia abajo, despacio, hasta que su mano se alejó y volvió a rozarle únicamente con las yemas de los dedos. Giró por la cadera y quedó con la mano pegada al torso del elfo.
Los gemidos en su oído comenzaban a resultar algo realmente mortificante, sus entrañas comenzaban a exigirle que aquello fuera a más, mientras amenazaban con actuar por cuenta propia si no conseguían saciar el apetito que emanaba de ellas, así que, siguiendo las órdenes que le daba su cuerpo, aceleró el ritmo mientras aumentaba la presión con el que masajeaba la excitación de Iltharion.
Estaba segura de que en cualquier momento acabaría estallando si no alejaba al elfo de su lóbulo, así que giró el rostro, movió la mano que tenía libre hasta su nuca y comenzó de nuevo a besarle entre jadeos. Explorando su boca con la lengua y separándose cada pocos segundos para intentar recuperar la respiración a escasos centímetros de los labios del elfo hasta que se alejó y se acercó al oído del elfo - ¿Y cuándo será mi turno? También quiero que me hagas sentir bien- Susurró melosa, sin perder la sonrisa y expectante a lo que podría suceder a continuación mientras le daba pequeñas lamidas a la oreja del elfo y algún mordisco ligero.
Como si fuera una hoja mecida por el viento, Wind se dejó llevar por las manos del elfo a través del agua, hasta una losa que brotaba de la pared, en la cual apenas era capaz de hacer pie, por lo que se puso de puntillas sobre la misma y una risa tonta volvió a salir de sus labios. Le parecía realmente divertido permanecer de pie y estar a la misma altura que Iltharion, era la primera vez que podía mirarlo de frente sin que ninguno de los dos tuviera que contorsionarse para ello.
Aquella sensación de tener la misma altura que el elfo, hizo que se sintiera más poderosa de lo que ya se sentía antes, como si la pequeña victoria la hubiera hecho crecer en estatura y ese pensamiento, le provocaba una risa ligera que se entremezclaba con las respiraciones entre cortadas y los jadeos que salían de su boca.
Tampoco tuvo demasiado tiempo para recrearse en aquellos pensamientos tan divertidos pues su atención se centró en la guía de Iltharion hacia la erección que permanecía bajo el agua.
La sonrisa no se esfumaba de sus labios y cuando sus frías manos rodearon la cálida excitación del elfo, ensanchó aún más la sonrisa. Resultaba curiosa la percepción selectiva de la temperatura que tenía Wind, pues, a pesar de que no había sentido en ningún momento lo frío del agua, si era capaz de percibir con una sensibilidad asombrosa la calidez de su compañero y el contraste con su propia piel, que, tras estar un buen rato en el agua, comenzaba a estar realmente helada al tacto. - ¿Así? - Preguntó en cuanto comenzó a mover rítmicamente su mano, guiada aun por la mano del elfo.
Wind no podía mirar demasiado a través del agua, pues si agachaba demasiado la cabeza, la sumergiría sin querer, por lo que continuó mirando pícaramente al elfo desde aquella altura tan distinta a la que estaba acostumbrada mientras movía rítmicamente la mano, sonriente por las reacciones que aquel simple movimiento provocaba en el elfo.
Las constantes respiraciones y jadeos en su oído, no tardaron en conseguir que a la elfa le volvieran las ráfagas de calor directamente desde el epicentro de sus piernas que mostraba a través de ligeros jadeos y una piel que permanecía permanentemente erizada.
La elfa no tardó demasiado en seguir la guía de su otra mano y en comenzar a explorar el cuerpo de su compañero. Con las yemas de los dedos siguió los surcos de los músculos de su espalda y bajó con la misma delicadeza, como si le estuviera acariciando y no paró hasta llegar a la parte más baja de su espalda, la cual antes permanecía tan resguardada tras los pantalones de tela, pero que ahora, era libre de tocar y acariciar todo lo que quisiera.
Cuando alcanzó su trasero, con un movimiento suave, abrió la mano y siguió explorando, tal y como había hecho con su espalda unos segundos atrás. Con la meno juguetona, comenzó a acariciar, de arriba hacia abajo, despacio, hasta que su mano se alejó y volvió a rozarle únicamente con las yemas de los dedos. Giró por la cadera y quedó con la mano pegada al torso del elfo.
Los gemidos en su oído comenzaban a resultar algo realmente mortificante, sus entrañas comenzaban a exigirle que aquello fuera a más, mientras amenazaban con actuar por cuenta propia si no conseguían saciar el apetito que emanaba de ellas, así que, siguiendo las órdenes que le daba su cuerpo, aceleró el ritmo mientras aumentaba la presión con el que masajeaba la excitación de Iltharion.
Estaba segura de que en cualquier momento acabaría estallando si no alejaba al elfo de su lóbulo, así que giró el rostro, movió la mano que tenía libre hasta su nuca y comenzó de nuevo a besarle entre jadeos. Explorando su boca con la lengua y separándose cada pocos segundos para intentar recuperar la respiración a escasos centímetros de los labios del elfo hasta que se alejó y se acercó al oído del elfo - ¿Y cuándo será mi turno? También quiero que me hagas sentir bien- Susurró melosa, sin perder la sonrisa y expectante a lo que podría suceder a continuación mientras le daba pequeñas lamidas a la oreja del elfo y algún mordisco ligero.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
El trovador se limitó a sentir ante su pregunta, dudaba que realmente necesitara mas confirmación que las propias reacciones que su cuerpo proporcionaba a la joven, contra su oreja, bajo la suave piel de sus manos, dejando poco espacio a las dudas sobre el placer que despertaba sobre su anatomía, cada atención que aprendía y dedicaba la joven.
Nada mas abandonar sus manos, dejando que la muchacha se recreara y experimentara por su cuenta, dedicó las suyas a entretenerse, no solo como objetivo del afecto, si no buscando ser artífice de aquel primitivo idioma que pertenecía solo al cuerpo.
Una risa escapó entre los dientes del trovador, interrumpiendo sus exhalaciones, pesadas y gustosas, cuando escuchó esa endulzante pregunta melosa, impaciente, tras buscar sus labios con aquella pasión desvergonzada fruto de unas inhibiciones con las que aquel caramelo misterioso la había obsequiado.
Iltharion exploró esta vez el cuerpo de ella con la mano, lo recorrió por segunda vez en aquel corto baño, reptando por sus sinuosas curvas , con el pulgar exploró la unión de las alas, masajeo esas articulaciones, y las rozó con los dedos en su extensión son sumo cuidado y suavidad, mas por una fascinación personal que por otra cosa, pues desconocía si la joven podía sensibilidad alguna en ellas. Y, finalmente, obedeció su mandato, dirigiendo sus dedos a latitudes mas cálidas, surcándola cintura, repasando con la calidez de su palma el hueso de la cadera y adentrándose una vez mas en aquel punto candente que escondían los pliegues de la muchacha, recorriendo su superficie con los dedos, en caricias externas e imperiosas, que se negaban a dejar un solo rincón en solitario.
Contra los labios de ella, ahogó el trovador los quedos gruñidos de gozo y las sendas exhalaciones que arrancaban sin dificultad las pequeñas manos de su acompañante, pero no permanecieron sobre estos mucho tiempo, y con un reguero de besos, el rostro del trovador descendió por su cuello, y se detuvo en aquel lugar preferido, entre el mismo y los hombros, donde la carne, mas sensible y blanca, era fácil de atrapar entre los labios y arañar con los dientes.
Mordisqueó la misma en toda su extensión, la cubrió de sendas caricias con la lengua, y esporádicos besos que llegaba hasta la oreja antes de volver a bajar por ese valle de alabastro.
La mano del garfio bajó como había hecho su homologa antes, arañando finamente con su punta, sin rasgar la piel, todo su camino descendiente. Bajo y bajó por los glúteos y los muslos, para detenerse en la cara interna de la rodilla, y girando el gancho para no lastimarla, la asió de allí abajo para hacerle alzar esa pierna, jaló de la misma para aunar sus cuerpos, y dejó justos sus sexos. Viró para que la espalda de ella presionara contra la roca, pared y borde del lago natural en el que estaban, y mientras con pausados y concienzudos movimientos, dejaba que sus géneros se rozaran, levantó la extremidad entera hacia el torso de ella, atrapando un seno con la mano.
-Mueve un poco la cadera.-Le indicó con un tono grave, para que con el movimiento combinado, fuera mas viva la fricción que compartían, y que enronquecía su voz con la clara huella del deseo.
Nada mas abandonar sus manos, dejando que la muchacha se recreara y experimentara por su cuenta, dedicó las suyas a entretenerse, no solo como objetivo del afecto, si no buscando ser artífice de aquel primitivo idioma que pertenecía solo al cuerpo.
Una risa escapó entre los dientes del trovador, interrumpiendo sus exhalaciones, pesadas y gustosas, cuando escuchó esa endulzante pregunta melosa, impaciente, tras buscar sus labios con aquella pasión desvergonzada fruto de unas inhibiciones con las que aquel caramelo misterioso la había obsequiado.
Iltharion exploró esta vez el cuerpo de ella con la mano, lo recorrió por segunda vez en aquel corto baño, reptando por sus sinuosas curvas , con el pulgar exploró la unión de las alas, masajeo esas articulaciones, y las rozó con los dedos en su extensión son sumo cuidado y suavidad, mas por una fascinación personal que por otra cosa, pues desconocía si la joven podía sensibilidad alguna en ellas. Y, finalmente, obedeció su mandato, dirigiendo sus dedos a latitudes mas cálidas, surcándola cintura, repasando con la calidez de su palma el hueso de la cadera y adentrándose una vez mas en aquel punto candente que escondían los pliegues de la muchacha, recorriendo su superficie con los dedos, en caricias externas e imperiosas, que se negaban a dejar un solo rincón en solitario.
Contra los labios de ella, ahogó el trovador los quedos gruñidos de gozo y las sendas exhalaciones que arrancaban sin dificultad las pequeñas manos de su acompañante, pero no permanecieron sobre estos mucho tiempo, y con un reguero de besos, el rostro del trovador descendió por su cuello, y se detuvo en aquel lugar preferido, entre el mismo y los hombros, donde la carne, mas sensible y blanca, era fácil de atrapar entre los labios y arañar con los dientes.
Mordisqueó la misma en toda su extensión, la cubrió de sendas caricias con la lengua, y esporádicos besos que llegaba hasta la oreja antes de volver a bajar por ese valle de alabastro.
La mano del garfio bajó como había hecho su homologa antes, arañando finamente con su punta, sin rasgar la piel, todo su camino descendiente. Bajo y bajó por los glúteos y los muslos, para detenerse en la cara interna de la rodilla, y girando el gancho para no lastimarla, la asió de allí abajo para hacerle alzar esa pierna, jaló de la misma para aunar sus cuerpos, y dejó justos sus sexos. Viró para que la espalda de ella presionara contra la roca, pared y borde del lago natural en el que estaban, y mientras con pausados y concienzudos movimientos, dejaba que sus géneros se rozaran, levantó la extremidad entera hacia el torso de ella, atrapando un seno con la mano.
-Mueve un poco la cadera.-Le indicó con un tono grave, para que con el movimiento combinado, fuera mas viva la fricción que compartían, y que enronquecía su voz con la clara huella del deseo.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Sin dejar de juguetear con el lóbulo de la oreja, Wind comenzó a sentir cómo la mano de su compañero recorría de nuevo su cuerpo, aunque con demasiada lentitud para su gusto. Quería que llegara ya a la parte más baja de su vientre y lo quería en ese mismo momento, pero decidió disfrutar del camino en vez de obcecarse con la meta, así que le dio un mordisco ligeramente más fuerte que los demás como venganza por aquella espera tan desesperante.
Como si aquel mordisco fuera una lámpara mágica que cuando frotas se concede tu deseo, el elfo llegó, al fin, al ansiado destino que anhelaba la joven.
Wind comenzó a jadear impaciente por las caricias del elfo, pero sonriente por el placer que le provocaban aquellos movimientos que recorrían su zona más sensible. Sus caderas comenzaron a moverse despacio, involuntariamente, como si de aquella manera pudiera calmar el hambre que comenzaba a consumirla desde su epicentro.
Entre las respiraciones entrecortadas y las ráfagas de electricidad que recorrían su espalda, la elfa dejó de masajear por unos segundos la erección del elfo. No era capaz de llevar a cabo aquella tarea y respirar al mismo tiempo, así que, mientras el elfo continuaba acariciando el cuerpo de la joven, ésta sacó los brazos del agua, con premura y los pasó por el cuello de su acompañante mientras le besaba con premura entre jadeos y contracciones de sus músculos, como si aquel beso pudiera calmar las exigencias que seguían llegando desde sus adentros.
No tardó demasiado en percatarse de que aquello no era suficiente, así que, sin separarse de sus labios y sin perder ni un ápice de la premura ni la pasión que había puesto en el beso, bajó una mano para volver a masajear la excitación del bardo, intercalando movimientos más suaves cuando no era capaz de coordinar su respiración con el vaivén de su mano, y movimientos más fuertes cuando recuperaba parte de sus fuerzas. La elfa quería más, lo quería y lo necesitaba o sino, tenía la sensación de que iba a volverse loca.
Cuando Iltharion comenzó a bajar, Wind aprovechó para tomar algunas bocanadas de aire más profundas, intentando llenar su pecho al completo por primera vez desde que le había besado. Apartó la mano de la nuca del elfo y aprovechó la mano libre para volver a recorrer la espalda de su acompañante, pero esta vez con osadía y ardor. No quería examinar su espalda, quería que calmara las llamas que sentía dentro de sus entrañas y no sabía cómo hacérselo entender, así que, sin mayores miramientos, comenzó a clavar las yemas de sus pequeñas manos en la espalda del elfo cuando éste acariciaba el lugar que le proporcionaba espasmos de placer.
Pero no fue hasta que comenzó a sentir los pequeños mordiscos, que se olvidó por completo del cuidado que debería tener con las uñas. El primer contacto con los dientes hizo que un gemido más alto que los demás saliera de sus labios, dejara de mover la mano que sostenía la excitación y clavara por puro instinto, las uñas en la espalda de su compañero, aunque hubiera jurado que no llegaron a hacerle una herida.
Wind no podía controlarse, hubiera obligado al elfo en aquel mismo momento a que acabara con aquellos juegos preliminares y la tomara al completo de una vez, pero sabía que dejar aquellos juegos tan excitantes abruptamente, no sería nada divertido. Así que, haciendo acopio del poco autocontrol que poseía, decidió dejarse hacer y disfrutar de las caricias que le estaba proporcionando Iltharion.
La mano que ahora ella misma había liberado, se fue directa a los hombros del elfo para sujetarse con mayor firmeza mientras levantaba la pierna sonriente. Al final tuvo que esperar tanto como ella esperaba, por fin iba a calmar las ráfagas de calor que le subían desde el vientre. Colocó la otra mano también sobre los hombros y sonrió pícara al elfo mientras le miraba el rostro, excitada por aquello que sabía que iba a ocurrir.
A pesar de intuir lo que iba a suceder, no pudo evitar soltar un gemido al notar como ahora estaban tan cerca, como se rozaban y cómo el elfo jugaba con su pecho. Estaba segura de que, con un simple movimiento, podrían haberse unido, pero aquel no parecía ser el plan del elfo, que no paraba de moverse, mortificando cada vez más a la joven que estaba deseando que entrara dentro de ella.
Juntarse de aquella manera no era justo, no era justo para ella por supuesto. Ella dejaba que su compañero la moviera como si fuera una muñeca, adoptando las posiciones que él deseaba y a cambio ella recibía roces y caricias. Aquello no podía ser así, ella debía complacer a su bajo vientre que parecía estar a punto de comenzar a arder y era Iltharion el que debía aceptarlo y ayudarla.
Wind tenía todo aquello claro o, al menos, lo tenía más o menos claro pero la voz ronca y grave del elfo hizo que un escalofrío de placer recorriera su espalda y olvidara casi por completo sus exigencias y deseos. Como si aquello hubiera sido la orden de un general, la elfa obedeció, comenzó a mover la cadera para que la fricción fuera mayor... y funcionó.
La joven comenzó a gemir y a jadear con fuerza mientras apretaba con las manos la nuca del elfo hasta que consiguió que se acercase lo suficiente como para comenzar a besarle con fiereza, como si aquellos labios fueran la última gota de agua en el desierto. Se separaba, mordía los mismos y volvía juntarlos para recorrer la boca del elfo con su lengua, pero aquello seguía siendo menos de lo que necesitaba, el autocontrol se esfumó de un plumazo y, con una sonrisa pícara, levantó el pie que la mantenía en el suelo y pasó la pierna por la cadera de su compañero hasta que quedó rodeado y, llevando la voz cantante por primera vez desde que había comenzado aquel encuentro apasionado, movió la mano derecha hasta encontrar la erección del elfo y dio un pequeño bote con el trasero para colocarse justo encima de la excitación. Se acercó al oído del elfo y murmuró -Yo quiero esto- Dio una pequeña lamida al lóbulo y con un simple movimiento de cadera, sintió al elfo dentro de ella al fin.
Un suspiro de placer mezclado con un jadeo por sentirse llena salió de sus labios, aun contra la oreja del elfo. Ahora sí había conseguido lo que anhelaba.
Como si aquel mordisco fuera una lámpara mágica que cuando frotas se concede tu deseo, el elfo llegó, al fin, al ansiado destino que anhelaba la joven.
Wind comenzó a jadear impaciente por las caricias del elfo, pero sonriente por el placer que le provocaban aquellos movimientos que recorrían su zona más sensible. Sus caderas comenzaron a moverse despacio, involuntariamente, como si de aquella manera pudiera calmar el hambre que comenzaba a consumirla desde su epicentro.
Entre las respiraciones entrecortadas y las ráfagas de electricidad que recorrían su espalda, la elfa dejó de masajear por unos segundos la erección del elfo. No era capaz de llevar a cabo aquella tarea y respirar al mismo tiempo, así que, mientras el elfo continuaba acariciando el cuerpo de la joven, ésta sacó los brazos del agua, con premura y los pasó por el cuello de su acompañante mientras le besaba con premura entre jadeos y contracciones de sus músculos, como si aquel beso pudiera calmar las exigencias que seguían llegando desde sus adentros.
No tardó demasiado en percatarse de que aquello no era suficiente, así que, sin separarse de sus labios y sin perder ni un ápice de la premura ni la pasión que había puesto en el beso, bajó una mano para volver a masajear la excitación del bardo, intercalando movimientos más suaves cuando no era capaz de coordinar su respiración con el vaivén de su mano, y movimientos más fuertes cuando recuperaba parte de sus fuerzas. La elfa quería más, lo quería y lo necesitaba o sino, tenía la sensación de que iba a volverse loca.
Cuando Iltharion comenzó a bajar, Wind aprovechó para tomar algunas bocanadas de aire más profundas, intentando llenar su pecho al completo por primera vez desde que le había besado. Apartó la mano de la nuca del elfo y aprovechó la mano libre para volver a recorrer la espalda de su acompañante, pero esta vez con osadía y ardor. No quería examinar su espalda, quería que calmara las llamas que sentía dentro de sus entrañas y no sabía cómo hacérselo entender, así que, sin mayores miramientos, comenzó a clavar las yemas de sus pequeñas manos en la espalda del elfo cuando éste acariciaba el lugar que le proporcionaba espasmos de placer.
Pero no fue hasta que comenzó a sentir los pequeños mordiscos, que se olvidó por completo del cuidado que debería tener con las uñas. El primer contacto con los dientes hizo que un gemido más alto que los demás saliera de sus labios, dejara de mover la mano que sostenía la excitación y clavara por puro instinto, las uñas en la espalda de su compañero, aunque hubiera jurado que no llegaron a hacerle una herida.
Wind no podía controlarse, hubiera obligado al elfo en aquel mismo momento a que acabara con aquellos juegos preliminares y la tomara al completo de una vez, pero sabía que dejar aquellos juegos tan excitantes abruptamente, no sería nada divertido. Así que, haciendo acopio del poco autocontrol que poseía, decidió dejarse hacer y disfrutar de las caricias que le estaba proporcionando Iltharion.
La mano que ahora ella misma había liberado, se fue directa a los hombros del elfo para sujetarse con mayor firmeza mientras levantaba la pierna sonriente. Al final tuvo que esperar tanto como ella esperaba, por fin iba a calmar las ráfagas de calor que le subían desde el vientre. Colocó la otra mano también sobre los hombros y sonrió pícara al elfo mientras le miraba el rostro, excitada por aquello que sabía que iba a ocurrir.
A pesar de intuir lo que iba a suceder, no pudo evitar soltar un gemido al notar como ahora estaban tan cerca, como se rozaban y cómo el elfo jugaba con su pecho. Estaba segura de que, con un simple movimiento, podrían haberse unido, pero aquel no parecía ser el plan del elfo, que no paraba de moverse, mortificando cada vez más a la joven que estaba deseando que entrara dentro de ella.
Juntarse de aquella manera no era justo, no era justo para ella por supuesto. Ella dejaba que su compañero la moviera como si fuera una muñeca, adoptando las posiciones que él deseaba y a cambio ella recibía roces y caricias. Aquello no podía ser así, ella debía complacer a su bajo vientre que parecía estar a punto de comenzar a arder y era Iltharion el que debía aceptarlo y ayudarla.
Wind tenía todo aquello claro o, al menos, lo tenía más o menos claro pero la voz ronca y grave del elfo hizo que un escalofrío de placer recorriera su espalda y olvidara casi por completo sus exigencias y deseos. Como si aquello hubiera sido la orden de un general, la elfa obedeció, comenzó a mover la cadera para que la fricción fuera mayor... y funcionó.
La joven comenzó a gemir y a jadear con fuerza mientras apretaba con las manos la nuca del elfo hasta que consiguió que se acercase lo suficiente como para comenzar a besarle con fiereza, como si aquellos labios fueran la última gota de agua en el desierto. Se separaba, mordía los mismos y volvía juntarlos para recorrer la boca del elfo con su lengua, pero aquello seguía siendo menos de lo que necesitaba, el autocontrol se esfumó de un plumazo y, con una sonrisa pícara, levantó el pie que la mantenía en el suelo y pasó la pierna por la cadera de su compañero hasta que quedó rodeado y, llevando la voz cantante por primera vez desde que había comenzado aquel encuentro apasionado, movió la mano derecha hasta encontrar la erección del elfo y dio un pequeño bote con el trasero para colocarse justo encima de la excitación. Se acercó al oído del elfo y murmuró -Yo quiero esto- Dio una pequeña lamida al lóbulo y con un simple movimiento de cadera, sintió al elfo dentro de ella al fin.
Un suspiro de placer mezclado con un jadeo por sentirse llena salió de sus labios, aun contra la oreja del elfo. Ahora sí había conseguido lo que anhelaba.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
La muchacha tenía algunos problemas aun para coordinar su cuerpo, aquello que le sucedía con lo que quería hacer, normal y signo inequívoco de su escasa experiencia, la cual, el elfo dudaba que se limitara a algo mas que su encuentro hacía ya casi un año. Aún así, sus caricias y atenciones no dejaban de ser placenteras, y sus labios una ambrosía de la que el trovador bebía gustoso y ávidamente cada vez que abandonaba la suavidad y dulzura de la piel de su cuello, su hombro y su oreja.
No había sido poco lo que había contenido el trovador en pro de aquella petición de enseñanza, y la tensión acumulada que la joven había generado con sus insinuaciones y picardías la había tenido que soltar a cuenta gotas. Pero así como había cedido una primera vez, la muchacha había usado su empezó en hacerle caer una segunda. A fin de cuentas, Iltharion era un mortal como cualquier otro.
Un gemido grave, profundo y sorprendido emergió de su garganta ante la audacia de la muchacha, que le sumergió en sus entrañas con una viveza inusitada, mientras su voz de melaza rompía contra la oreja de el.
Como si acabaran de soltarle de una cárcel invisible el trovador la empujó con brusquedad contra la roca que estaba tras la muchacha, ahondando esa misma estocada de la que ella era culpable. El garfio que asía a la chica bajo su rodilla le obligó a subir mas dicha pierna hasta pasarla por encima de su hombro, y seguidamente se agarró al borde del estanque, haciendo que el metal arañara la roca con estrépito hasta lograr engancharse a uno de sus relieves.
Con un buen asidero, el trovador empezó a moverse, acometiendo sobre el pequeño cuerpo que tenía preso entre si mismo y el paisaje con una pasión fervorosa, y una sutileza inexistente de la que en sus cuidados modos no había parecido capaz hasta aquel momento.
Los embates no eran rápidos en exceso, pero sí profundos, emergiendo casi por completo de su cuerpo, y ahondando tanto como el mismo le permitía, como si dejar el mas mínimo espacio entre sus existencias fuera un crimen.
Cada acometida arrancaba guturales gruñidos, que si bien no destacaban por ser de un elevado tono, se hallaban cargados de lascivia, y venían acompañados de una mirada entrecerrada que la devoraba con un hambre desatada.
La mano caprichosa que se había mantenido sobre uno de los senos de la muchacha lo retorcía con menos cuidado, lo estreñía entre sus dedos, y lo escurría entre los mismos, tironeando de la cumbre que pellizcaba o mortificaba con el roce de sus falanges.
No había sido poco lo que había contenido el trovador en pro de aquella petición de enseñanza, y la tensión acumulada que la joven había generado con sus insinuaciones y picardías la había tenido que soltar a cuenta gotas. Pero así como había cedido una primera vez, la muchacha había usado su empezó en hacerle caer una segunda. A fin de cuentas, Iltharion era un mortal como cualquier otro.
Un gemido grave, profundo y sorprendido emergió de su garganta ante la audacia de la muchacha, que le sumergió en sus entrañas con una viveza inusitada, mientras su voz de melaza rompía contra la oreja de el.
Como si acabaran de soltarle de una cárcel invisible el trovador la empujó con brusquedad contra la roca que estaba tras la muchacha, ahondando esa misma estocada de la que ella era culpable. El garfio que asía a la chica bajo su rodilla le obligó a subir mas dicha pierna hasta pasarla por encima de su hombro, y seguidamente se agarró al borde del estanque, haciendo que el metal arañara la roca con estrépito hasta lograr engancharse a uno de sus relieves.
Con un buen asidero, el trovador empezó a moverse, acometiendo sobre el pequeño cuerpo que tenía preso entre si mismo y el paisaje con una pasión fervorosa, y una sutileza inexistente de la que en sus cuidados modos no había parecido capaz hasta aquel momento.
Los embates no eran rápidos en exceso, pero sí profundos, emergiendo casi por completo de su cuerpo, y ahondando tanto como el mismo le permitía, como si dejar el mas mínimo espacio entre sus existencias fuera un crimen.
Cada acometida arrancaba guturales gruñidos, que si bien no destacaban por ser de un elevado tono, se hallaban cargados de lascivia, y venían acompañados de una mirada entrecerrada que la devoraba con un hambre desatada.
La mano caprichosa que se había mantenido sobre uno de los senos de la muchacha lo retorcía con menos cuidado, lo estreñía entre sus dedos, y lo escurría entre los mismos, tironeando de la cumbre que pellizcaba o mortificaba con el roce de sus falanges.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Wind se quedó allí pegada al oído del elfo mientras intentaba recuperar la respiración a base de pequeñas inspiraciones irregulares y algunos gemidos esporádicos que salían de sus labios sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Pero no tuvo demasiado tiempo para intentar recuperarse de aquel primer embiste que ella misma había procurado pues, como si acabara de desatar a una bestia hambrienta el elfó la empujó, haciendo que su espalda golpeara contra la pared mientras el agua amortiguaba el pequeño empellón.
Aquella brusquedad sólo consiguió que se su sexo latiera con fuerza y gimiera desde lo profundo de su garganta por la fiereza del embiste. Parecía que el elfo había perdido gran parte de la delicadeza que estaba mostrando antes, lo cual agradó a Wind pues ahora no seguirían aquel ritmo calmado tan mortificante para ella y, además, siempre tenían más tiempo después para continuar con las lecciones sobre la diversión, así que se dejó llevar. Como si ella también hubiera estado enjaulada hasta aquel momento, comenzó a disfrutar de lo que había anhelado durante las últimas horas.
Se dejó guiar una vez más, hasta que su pierna salió del agua y pasó por encima del hombro de su compañero. Aquella torsión no era la más cómoda del mundo, pero no le importaba, no le importaba lo más mínimo pues los embistes en aquella posición le causaban un placer que nunca antes se había imaginado. Notaba como las cosquillas le subían desde el fondo de su abdomen, como si dentro de ella hubiera otro epicentro de placer que desconocía y el elfo estuviera descubriendolo.
Con cada embate del elfo, Wind soltaba un pequeño gemido escondido dentro de una exhalación corta y superficial. Aquellos sonidos armonizaban de un modo casi perfecto con los del elfo, más graves y profundos que no hacían sino, excitar aún más a la joven, que se sujetaba como podía a los hombros de su compañero, clavando los dedos para no resbalarse ni separarse de él más de lo necesario.
A pesar de que ella no pudiera sujetarse a otro sitio a parte de a los hombros de Iltharion, éste si pareció encontrar un sitio más entretenido donde tocar.
Los pellizcos incesantes en la cumbre de su pecho, hacían que la elfa se revolviera constantemente con una mezcla de placer y dolor que sólo conseguía excitarla aún más y hacerla desear aquellas caricias tan salvajes con más urgencia.
En cierta medida tenía envidia del elfo, ella también quería poder jugar con él, pero aquella postura no le permitía acercar sus rostros demasiado tiempo seguido y tampoco con la cercanía que le gustaría a la joven. Así que sonrió pícara, sin dejar de mirar al elfo a los ojos con una única intención: Divertirse aún más.
Soltó su mano derecha con cuidado de no perder el extraño equilibrio en el que se encontraba, la bajó, sin perder de vista los ojos del elfo y con dos de sus falanges comenzó a rozar su centro de placer, tal y como había hecho Iltharion un rato antes. En cuanto notó su propia mano rozándose a sí misma, cerró los ojos y soltó un pequeño gemido desde lo profundo de su garganta, no demasiado alto, pero si profundo.
Se aferró con más fuerza al elfo y los gemidos aumentaron, eran tantos estímulos en el pequeño cuerpo de la elfa que no podía atenderlos todos. Solo sentía un placer inconmensurable, divertido y con ciertos tintes dolorosos que sólo añadían más excitación.
Era posible que, si seguía a ese ritmo, no aguantara mucho más. La electricidad que recorría su espalda era insostenible y el calor que sentía en sus entrañas estaba a punto de estallar, amenazando con quemar todo a su alrededor por lo que, sin darle más vueltas le pidió al elfo lo que quería tal y como había hecho ya numerosas veces -Estoy…A punto…- Respiró profundamente y volvió a intentar explicarle lo que quería -No…puedo…mas- Gimió una vez más y apartó la mano con la que seguía dándose placer para volver a sujetarse al elfo, apretándole los hombros.
Después de aquello no tardó en explotar como unos fuegos artificiales, ain prestar atencion al volumen de su voz, mientras se dejaba llevar por aquel inmenso placer entre los brazos de su compañero.
Aquella brusquedad sólo consiguió que se su sexo latiera con fuerza y gimiera desde lo profundo de su garganta por la fiereza del embiste. Parecía que el elfo había perdido gran parte de la delicadeza que estaba mostrando antes, lo cual agradó a Wind pues ahora no seguirían aquel ritmo calmado tan mortificante para ella y, además, siempre tenían más tiempo después para continuar con las lecciones sobre la diversión, así que se dejó llevar. Como si ella también hubiera estado enjaulada hasta aquel momento, comenzó a disfrutar de lo que había anhelado durante las últimas horas.
Se dejó guiar una vez más, hasta que su pierna salió del agua y pasó por encima del hombro de su compañero. Aquella torsión no era la más cómoda del mundo, pero no le importaba, no le importaba lo más mínimo pues los embistes en aquella posición le causaban un placer que nunca antes se había imaginado. Notaba como las cosquillas le subían desde el fondo de su abdomen, como si dentro de ella hubiera otro epicentro de placer que desconocía y el elfo estuviera descubriendolo.
Con cada embate del elfo, Wind soltaba un pequeño gemido escondido dentro de una exhalación corta y superficial. Aquellos sonidos armonizaban de un modo casi perfecto con los del elfo, más graves y profundos que no hacían sino, excitar aún más a la joven, que se sujetaba como podía a los hombros de su compañero, clavando los dedos para no resbalarse ni separarse de él más de lo necesario.
A pesar de que ella no pudiera sujetarse a otro sitio a parte de a los hombros de Iltharion, éste si pareció encontrar un sitio más entretenido donde tocar.
Los pellizcos incesantes en la cumbre de su pecho, hacían que la elfa se revolviera constantemente con una mezcla de placer y dolor que sólo conseguía excitarla aún más y hacerla desear aquellas caricias tan salvajes con más urgencia.
En cierta medida tenía envidia del elfo, ella también quería poder jugar con él, pero aquella postura no le permitía acercar sus rostros demasiado tiempo seguido y tampoco con la cercanía que le gustaría a la joven. Así que sonrió pícara, sin dejar de mirar al elfo a los ojos con una única intención: Divertirse aún más.
Soltó su mano derecha con cuidado de no perder el extraño equilibrio en el que se encontraba, la bajó, sin perder de vista los ojos del elfo y con dos de sus falanges comenzó a rozar su centro de placer, tal y como había hecho Iltharion un rato antes. En cuanto notó su propia mano rozándose a sí misma, cerró los ojos y soltó un pequeño gemido desde lo profundo de su garganta, no demasiado alto, pero si profundo.
Se aferró con más fuerza al elfo y los gemidos aumentaron, eran tantos estímulos en el pequeño cuerpo de la elfa que no podía atenderlos todos. Solo sentía un placer inconmensurable, divertido y con ciertos tintes dolorosos que sólo añadían más excitación.
Era posible que, si seguía a ese ritmo, no aguantara mucho más. La electricidad que recorría su espalda era insostenible y el calor que sentía en sus entrañas estaba a punto de estallar, amenazando con quemar todo a su alrededor por lo que, sin darle más vueltas le pidió al elfo lo que quería tal y como había hecho ya numerosas veces -Estoy…A punto…- Respiró profundamente y volvió a intentar explicarle lo que quería -No…puedo…mas- Gimió una vez más y apartó la mano con la que seguía dándose placer para volver a sujetarse al elfo, apretándole los hombros.
Después de aquello no tardó en explotar como unos fuegos artificiales, ain prestar atencion al volumen de su voz, mientras se dejaba llevar por aquel inmenso placer entre los brazos de su compañero.
Windorind Crownguard
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