¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
El frío de las aguas se desvaneció, pues el calor que emanaba del cuerpo del hombre en el lago, era suficiente par que el fluir del liquido elemento no fuera capaz de aliviar aquel fuego cuando discurría contra su piel.
Aún así la superficie cristalina no era muda compañera de aquellos huéspedes improvistos, las ondas se tallaban, movían y crecían entorno a los cuerpos con los movimientos, y se formaban pequeñas olas que rompían y salpicaban las rocas, acompañando el asedió inmisericorde del hijo de los bosques, a la vez que dificultaban dicho movimiento, por el capricho de haber tomado el agua como lecho.
El garfio arañando la roca y desprendiendo polvillo de la misma mientras trazaba rayones sin sentido u objetivo más allá del asirse, unía su chirrido a la sinfonía que el entorno acompañaba cual isntrumentos y cuyas voces cantaban con un idioma tán antiguo como el ser en el tiempo.
El corsario implacable, y dan doblado sobre la joven como la elesticidad de la misma permitía, ahogaba, no por verguenza si no por voracidad, su voz contra la piel que quedaba a su alcance, la cara interna de la pierna que tenía contra su cuerpo, o los besos esporádicos que ambos se estiraban para darse.
La piel erizada, los trémulos espasmos del cuerpo de la joven era tan tentador como la mirada picara, la voz melosa que le había dedicado, o las vistas fugaces de un cuerpo joven que se mostraba a cada cata distinto.
El trovador le facilitó escurrir un brazo entre ambos, sabía que caprichosa y voraz podía permitirse el morir en sus brazos mas veces de las que el trovador hubiera soñado por su propia condición de género.
Una sonrisa se esbozó entre los resoplidos que rompían el posado natural de su faz, cuando los susurros cortados advirtieron al hijo de los bosques. Este se limitó entonces a arremeter con mas brío, ya tenía el rostro colorado del calor y el esfuerzo, la respiración embravecida por el placer y la contienda, el mal ya estaba hecho y su cuerpo aun podía dar de sí.
Mientras los estertores de la muchacha comprimían su miembro, le ahogaban con una vesania sublime y las falanges se clavaban en sus hombros en busca de un férreo asidero, el trovador tensó la mandíbula por la presión de lo intenso, y embistió sin detenerse a la pequeña ninfa.
Aún y cuando el ultimo de los temblores abandonó la suave morfología de la moza que, hasta hacia unos minutos, en sus brazos se retorcía, no se detuvo el bardo, quien soltando su seno la aferró pro el cuello, apoyando la palma en la nuca, y los largos dedos ante la clara tez y el pelo.
Golpeó con presteza su cuerpo contra el de ella, en un runrun gutural y perenne que se cortaba, quedo, cuando perdía el aire por constricción o por esfuerzo, y tras un vaivén fulminante e insano, quedó sumamente quieto.. Los músculos y la piel se tensaron sobre su cuerpo, como si fuera una estatua de piedra, impidiéndole moverse en lo mas mínimo por unos segundos que se sentían eternos mientras se vivían y efímeros cuando pasaban. Iltharion creció en los adentros de ella, y murió en los mismos, dejando allí su huella.
Durante unos segundos ni respiró el bardo. Pasados, rompió ese silencio y tensión tomando una gran bocanada de aire. Soltó el garfio de la roca, y con cuidado de no arañar a la muchacha con el mismo la ayudó a bajar la pierna de su hombro para que pudiera hacer pié de puntillas en la roca.
La mano sana se dirigió al margen del lago, y se encorvó un poco, esperando recuperar la respiración agitada, que fruto de la edad y el vicio, se negaba a recomponerse tan rápido como hubiese debido.
El pelo cobrizo y plagado de mechones canos caía en cortina ocultando las faciónes del trovador, sus hombros exhibían un color rojizo por la presión, y su espalda se balanceaba al ritmo de la respiración exhaltada que dominaba el delgado cuerpo del elfo. Cuando Iltharion empezó a sentir el discurrir del aire en sus adentros soltó el bordillo, se hecho el pelo hacia atrás, y usando la mano de cuenco se mojó el rostro para refrescarse.
Aún así la superficie cristalina no era muda compañera de aquellos huéspedes improvistos, las ondas se tallaban, movían y crecían entorno a los cuerpos con los movimientos, y se formaban pequeñas olas que rompían y salpicaban las rocas, acompañando el asedió inmisericorde del hijo de los bosques, a la vez que dificultaban dicho movimiento, por el capricho de haber tomado el agua como lecho.
El garfio arañando la roca y desprendiendo polvillo de la misma mientras trazaba rayones sin sentido u objetivo más allá del asirse, unía su chirrido a la sinfonía que el entorno acompañaba cual isntrumentos y cuyas voces cantaban con un idioma tán antiguo como el ser en el tiempo.
El corsario implacable, y dan doblado sobre la joven como la elesticidad de la misma permitía, ahogaba, no por verguenza si no por voracidad, su voz contra la piel que quedaba a su alcance, la cara interna de la pierna que tenía contra su cuerpo, o los besos esporádicos que ambos se estiraban para darse.
La piel erizada, los trémulos espasmos del cuerpo de la joven era tan tentador como la mirada picara, la voz melosa que le había dedicado, o las vistas fugaces de un cuerpo joven que se mostraba a cada cata distinto.
El trovador le facilitó escurrir un brazo entre ambos, sabía que caprichosa y voraz podía permitirse el morir en sus brazos mas veces de las que el trovador hubiera soñado por su propia condición de género.
Una sonrisa se esbozó entre los resoplidos que rompían el posado natural de su faz, cuando los susurros cortados advirtieron al hijo de los bosques. Este se limitó entonces a arremeter con mas brío, ya tenía el rostro colorado del calor y el esfuerzo, la respiración embravecida por el placer y la contienda, el mal ya estaba hecho y su cuerpo aun podía dar de sí.
Mientras los estertores de la muchacha comprimían su miembro, le ahogaban con una vesania sublime y las falanges se clavaban en sus hombros en busca de un férreo asidero, el trovador tensó la mandíbula por la presión de lo intenso, y embistió sin detenerse a la pequeña ninfa.
Aún y cuando el ultimo de los temblores abandonó la suave morfología de la moza que, hasta hacia unos minutos, en sus brazos se retorcía, no se detuvo el bardo, quien soltando su seno la aferró pro el cuello, apoyando la palma en la nuca, y los largos dedos ante la clara tez y el pelo.
Golpeó con presteza su cuerpo contra el de ella, en un runrun gutural y perenne que se cortaba, quedo, cuando perdía el aire por constricción o por esfuerzo, y tras un vaivén fulminante e insano, quedó sumamente quieto.. Los músculos y la piel se tensaron sobre su cuerpo, como si fuera una estatua de piedra, impidiéndole moverse en lo mas mínimo por unos segundos que se sentían eternos mientras se vivían y efímeros cuando pasaban. Iltharion creció en los adentros de ella, y murió en los mismos, dejando allí su huella.
Durante unos segundos ni respiró el bardo. Pasados, rompió ese silencio y tensión tomando una gran bocanada de aire. Soltó el garfio de la roca, y con cuidado de no arañar a la muchacha con el mismo la ayudó a bajar la pierna de su hombro para que pudiera hacer pié de puntillas en la roca.
La mano sana se dirigió al margen del lago, y se encorvó un poco, esperando recuperar la respiración agitada, que fruto de la edad y el vicio, se negaba a recomponerse tan rápido como hubiese debido.
El pelo cobrizo y plagado de mechones canos caía en cortina ocultando las faciónes del trovador, sus hombros exhibían un color rojizo por la presión, y su espalda se balanceaba al ritmo de la respiración exhaltada que dominaba el delgado cuerpo del elfo. Cuando Iltharion empezó a sentir el discurrir del aire en sus adentros soltó el bordillo, se hecho el pelo hacia atrás, y usando la mano de cuenco se mojó el rostro para refrescarse.
Iltharion Dur'Falas
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La elfa se estremió en los brazos de su compañero mientras pequeños espasmos recorrían todo su cuerpo, obligándola a respirar superficialmente mientras los gemidos salían de sus labios entrelazándose y cruzándose con las cortas respiraciones que no podía evitar.
Pero lo cierto era, que esperaba que aquello hubiera quedado ahí, que el elfo hubiera alcanzado su culmen al mismo tiempo que ella y que sus cuerpos se hubieran separado… pero la pasión no finalizó ahí, de hecho, parecía que para Iltharion la diversión recién estaba comenzando.
Sin llegar a recuperar las fuerzas que había consumido aquel estallido de placer, comenzó a sentir nuevas ráfagas de calor desde dentro que le indicaban que aquello no había terminado.
La nueva posición de la mano del elfo ayudó a que la joven no acabara por perder el equilibro debido a su reciente disminución de fuerza en los brazos, lo que agradeció infinitamente cuando su cuerpo comenzó a tensarse de nuevo, amenazando con volver a estallar.
Ahora tenía la piel más sensible y las sensaciones que le llegaban desde sus entrañas eran incluso más fuertes que antes que, junto con los embistes más salvajes y urgentes que su compañero hacía ahora, convertían el cuerpo de la joven en una torpe mezcla de temblores y gemidos irregulares que trataba de ahogar antes de que salieran de su garganta.
Notaba su rostro cada vez más cálido, cada vez más encendido y su bajo vientre comenzó a temblar al mismo compás que su cuerpo. Junto con los graves sonidos que salían de los labios del elfo, no tardó en volver a alcanzar aquel éxtasis que le ofrecía Iltharion por segunda vez.
Con un gemido agudo, más alto que los demás y esta vez sin tiempo para avisar al bardo, apretó con las fuerzas que le quedaban los hombros del elfo y se dejó llevar de nuevo por aquella vorágine de placer que le ofrecía su propio cuerpo.
Después de aquella segunda ráfaga de placer, confiaba en que su compañero llegara a también pronto a tan ansiado clímax, no porque ella realmente quisiera, sino porque no estaba segura de poder aguantar mucho más. Los espasmos y lo complicado de mantener la postura habían mermado gran parte de sus fuerzas y un tercer asalto, sentía que podría acabar con ella.
Por suerte o por desgracia, Iltharion se tensó, permaneciendo quieto dentro de la joven, que con un pequeño suspiro mezclado con un gemido de deleite sintió como éste se derramaba en su interior.
Wind esbozó una sonrisa pícara mientras trataba de recuperar el aliento con inspiraciones cortas y poco profundas, sin moverse aún ni un solo centímetro y percatándose del ruido tan abrumador que había en el bosque. Había dejado de escuchar desde hacía un buen rato la cascada, los pájaros o el viento para centrarse únicamente en los sonidos que emitían tanto sus labios como los de su compañero, por lo que volver a la realidad, la dejó con cierto asombro.
Mientras continuaba normalizando su respiración, el elfo comenzó a moverse de nuevo por lo que, al fin podía bajar la pierna y separarse de las rocas para que sus alas retomaran su forma original. No le costó demasiado esfuerzo recuperar las fuerzas, tanto era así, que con apenas un par de bocanas de aire mientras estaba de pie, más tranquila, recuperó gran parte de su energía, por no decir toda. Miró al elfo un momento y se alejó un poco con la intención de dejarle más espacio para que se recuperara del esfuerzo.
Sin mayor demora, Wind se alejó con un par de brazadas, aun sonriente y con el tono encendido en el rostro -Supongo que es más cansado para ti que para mí…- Comentó la elfa a medio metro de distancia -La próxima vez puedo cansarme yo ¿Si? ¡Eso también sería divertido! Además, me tienes que enseñar a divertirnos aún más y de más maneras- Añadió mientras se alejaba nadando de espaldas -Antes he sido ansiosa, no te he dejado enseñarme más cosas…Pero yo quería aprender, ¡Lo prometo! - Se acercó de nuevo, esta vez nadando boca abajo y se quedó en frente del elfo que terminaba de lavarse el rostro y, en cuanto las manos se alejaron del rostro, de depositó un pequeño beso en los labios -Luego podemos divertirnos más, ¿Sí? ¿Verdad que sí? Y me enseñarás más cosas... ¡O si no te tiraré al agua de nuevo! - Ensanchó la sonrisa y volvió a nadar de espaldas por toda la superficie del lago, intentando descubrir si podría usar las alas para mantenerse a flote en aquella posición, como si el esfuerzo que acababan de hacer no la hubiera cansado lo más mínimo.
Pero lo cierto era, que esperaba que aquello hubiera quedado ahí, que el elfo hubiera alcanzado su culmen al mismo tiempo que ella y que sus cuerpos se hubieran separado… pero la pasión no finalizó ahí, de hecho, parecía que para Iltharion la diversión recién estaba comenzando.
Sin llegar a recuperar las fuerzas que había consumido aquel estallido de placer, comenzó a sentir nuevas ráfagas de calor desde dentro que le indicaban que aquello no había terminado.
La nueva posición de la mano del elfo ayudó a que la joven no acabara por perder el equilibro debido a su reciente disminución de fuerza en los brazos, lo que agradeció infinitamente cuando su cuerpo comenzó a tensarse de nuevo, amenazando con volver a estallar.
Ahora tenía la piel más sensible y las sensaciones que le llegaban desde sus entrañas eran incluso más fuertes que antes que, junto con los embistes más salvajes y urgentes que su compañero hacía ahora, convertían el cuerpo de la joven en una torpe mezcla de temblores y gemidos irregulares que trataba de ahogar antes de que salieran de su garganta.
Notaba su rostro cada vez más cálido, cada vez más encendido y su bajo vientre comenzó a temblar al mismo compás que su cuerpo. Junto con los graves sonidos que salían de los labios del elfo, no tardó en volver a alcanzar aquel éxtasis que le ofrecía Iltharion por segunda vez.
Con un gemido agudo, más alto que los demás y esta vez sin tiempo para avisar al bardo, apretó con las fuerzas que le quedaban los hombros del elfo y se dejó llevar de nuevo por aquella vorágine de placer que le ofrecía su propio cuerpo.
Después de aquella segunda ráfaga de placer, confiaba en que su compañero llegara a también pronto a tan ansiado clímax, no porque ella realmente quisiera, sino porque no estaba segura de poder aguantar mucho más. Los espasmos y lo complicado de mantener la postura habían mermado gran parte de sus fuerzas y un tercer asalto, sentía que podría acabar con ella.
Por suerte o por desgracia, Iltharion se tensó, permaneciendo quieto dentro de la joven, que con un pequeño suspiro mezclado con un gemido de deleite sintió como éste se derramaba en su interior.
Wind esbozó una sonrisa pícara mientras trataba de recuperar el aliento con inspiraciones cortas y poco profundas, sin moverse aún ni un solo centímetro y percatándose del ruido tan abrumador que había en el bosque. Había dejado de escuchar desde hacía un buen rato la cascada, los pájaros o el viento para centrarse únicamente en los sonidos que emitían tanto sus labios como los de su compañero, por lo que volver a la realidad, la dejó con cierto asombro.
Mientras continuaba normalizando su respiración, el elfo comenzó a moverse de nuevo por lo que, al fin podía bajar la pierna y separarse de las rocas para que sus alas retomaran su forma original. No le costó demasiado esfuerzo recuperar las fuerzas, tanto era así, que con apenas un par de bocanas de aire mientras estaba de pie, más tranquila, recuperó gran parte de su energía, por no decir toda. Miró al elfo un momento y se alejó un poco con la intención de dejarle más espacio para que se recuperara del esfuerzo.
Sin mayor demora, Wind se alejó con un par de brazadas, aun sonriente y con el tono encendido en el rostro -Supongo que es más cansado para ti que para mí…- Comentó la elfa a medio metro de distancia -La próxima vez puedo cansarme yo ¿Si? ¡Eso también sería divertido! Además, me tienes que enseñar a divertirnos aún más y de más maneras- Añadió mientras se alejaba nadando de espaldas -Antes he sido ansiosa, no te he dejado enseñarme más cosas…Pero yo quería aprender, ¡Lo prometo! - Se acercó de nuevo, esta vez nadando boca abajo y se quedó en frente del elfo que terminaba de lavarse el rostro y, en cuanto las manos se alejaron del rostro, de depositó un pequeño beso en los labios -Luego podemos divertirnos más, ¿Sí? ¿Verdad que sí? Y me enseñarás más cosas... ¡O si no te tiraré al agua de nuevo! - Ensanchó la sonrisa y volvió a nadar de espaldas por toda la superficie del lago, intentando descubrir si podría usar las alas para mantenerse a flote en aquella posición, como si el esfuerzo que acababan de hacer no la hubiera cansado lo más mínimo.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Iltharion envidió apra sus adentros la energía que poseía la pequeña como apra reponerse presta y ponerse a nadar, tal y como antes revoloteaba en el suelo, lo hacía por el lago, y de no haber visto que pese a aletear con fuerza no salía por los aires, el elfo la habría visto capaz de hacer como un picaflor, y surcar los cielos con errático vuelo.
Envidió la lozanía que le había abandonado hace tiempo, y esa energía y emoción, excitación constante que si bien acentuaba la droga, provenía siempre de una primavera que había quedado, muy, muy atrás en el tiempo.
-La próxima vez que no sea en el agua.-Pidió el trovador, alzando una mano mostrando la palma, como si pidiera celemcia, pues la fuerza que exigía el liquido elemento para moverse en el de aquella forma era mas de la que parecía, y si la muchacha quería hacer el intento, una complicación mas que notable para una novata.
-No pasa nada.-Comentó el bardo, mientras alzaba la faz tras refrescarse para recibir un beso de la muchacha a la que había escuchado acercarse nadando.-No es que nos apure el tiempo.-Todo lo contrario, y es que aunque había cedido a los reclamos de una cabeza a la que no debería de haber escuchado, el corsario volvía a sus cabales, y a los reparos de repetir un hecho que no sabía como se tomaría la joven una vez los efectos del caramelo no fueran mas que un recuerdo.-Luego, pero mucho mas tarde ¿Si?.-Intentó sonsacarle esa promesa a la muchacha, porque la veía capaz de volver a asediarle implacable en cuando se le pasara por la cabeza volver a esos juegos.
La mano del bardo cruzó su faz, hecho de nuevo el pelo hacía atrás, aunque ya no hacía falta, y suspiró pesadamente. Su respiración se había ido calmando, pero aun no era regular, y el hijo de los bosques temía, para sus adentros, de que en uno de esos excesos se quedara algún día.
-Te enseñaré mas cosas luego, si aun quieres, pero a cambio de que no me tires mas al agua. Si no no jugamos mas.-La amenazó con firmeza en el tono, pero sin dureza.
El elfo tomó aire y se sumergió hacia tocar el fondo, el agua dulce del arroyo le permitía abrir los ojos y contemplar las rocas de colores, las algas, los peces, y sus pantalones que por suerte habían quedado enganchados y no se los había llevado la corriente.
Emergió con su trofeo y subiendo a la orilla los extendió al sol sobre una roca, después de escurrirlos sobre el lago.
Ahora no le quedaba mas que bañarse o ponerse a pasearse por el claro con el cimbrel al aire. Y, estando con la piel húmeda al amparo de la brisa, pese que el sol ofreciera cierto calor de mañana, prefirió volver a las claras aguas por lo menos hasta que el mediodía con su luz fuerte y su calidez le permitieran estar a fuera sin ser presa del frío. Sin embargo, antes de sumergirse por segunda vez, tomó de entre sus cosas el paño escarlata.
Nadando a amplias brazadas se acercó a la chica, y hablo mostrandole el paño.
-Ven que jugaremos a un juego.-La llamó, con tal de mantenerla entretenida con menesteres mas inocuos, y una vez los suficientemente cerca viró a su espalda dispuesto a vendarle los ojos.- Sin ver donde estoy tienes que intentar atraparme. Si lo consigues puedes escojer otro juego que se te antoje menos el de antes, ese es para luego.-Le recordó, anudando el palo tras la nuca de ella antes de alejarse nadando.
-Tienes que atraparme por el sonido de la voz, o por el del agua al nadar.-Le explicó mientras se alejaba, siempre atento a que por algún efecto nocivo de la droga no se ahogase.
Envidió la lozanía que le había abandonado hace tiempo, y esa energía y emoción, excitación constante que si bien acentuaba la droga, provenía siempre de una primavera que había quedado, muy, muy atrás en el tiempo.
-La próxima vez que no sea en el agua.-Pidió el trovador, alzando una mano mostrando la palma, como si pidiera celemcia, pues la fuerza que exigía el liquido elemento para moverse en el de aquella forma era mas de la que parecía, y si la muchacha quería hacer el intento, una complicación mas que notable para una novata.
-No pasa nada.-Comentó el bardo, mientras alzaba la faz tras refrescarse para recibir un beso de la muchacha a la que había escuchado acercarse nadando.-No es que nos apure el tiempo.-Todo lo contrario, y es que aunque había cedido a los reclamos de una cabeza a la que no debería de haber escuchado, el corsario volvía a sus cabales, y a los reparos de repetir un hecho que no sabía como se tomaría la joven una vez los efectos del caramelo no fueran mas que un recuerdo.-Luego, pero mucho mas tarde ¿Si?.-Intentó sonsacarle esa promesa a la muchacha, porque la veía capaz de volver a asediarle implacable en cuando se le pasara por la cabeza volver a esos juegos.
La mano del bardo cruzó su faz, hecho de nuevo el pelo hacía atrás, aunque ya no hacía falta, y suspiró pesadamente. Su respiración se había ido calmando, pero aun no era regular, y el hijo de los bosques temía, para sus adentros, de que en uno de esos excesos se quedara algún día.
-Te enseñaré mas cosas luego, si aun quieres, pero a cambio de que no me tires mas al agua. Si no no jugamos mas.-La amenazó con firmeza en el tono, pero sin dureza.
El elfo tomó aire y se sumergió hacia tocar el fondo, el agua dulce del arroyo le permitía abrir los ojos y contemplar las rocas de colores, las algas, los peces, y sus pantalones que por suerte habían quedado enganchados y no se los había llevado la corriente.
Emergió con su trofeo y subiendo a la orilla los extendió al sol sobre una roca, después de escurrirlos sobre el lago.
Ahora no le quedaba mas que bañarse o ponerse a pasearse por el claro con el cimbrel al aire. Y, estando con la piel húmeda al amparo de la brisa, pese que el sol ofreciera cierto calor de mañana, prefirió volver a las claras aguas por lo menos hasta que el mediodía con su luz fuerte y su calidez le permitieran estar a fuera sin ser presa del frío. Sin embargo, antes de sumergirse por segunda vez, tomó de entre sus cosas el paño escarlata.
Nadando a amplias brazadas se acercó a la chica, y hablo mostrandole el paño.
-Ven que jugaremos a un juego.-La llamó, con tal de mantenerla entretenida con menesteres mas inocuos, y una vez los suficientemente cerca viró a su espalda dispuesto a vendarle los ojos.- Sin ver donde estoy tienes que intentar atraparme. Si lo consigues puedes escojer otro juego que se te antoje menos el de antes, ese es para luego.-Le recordó, anudando el palo tras la nuca de ella antes de alejarse nadando.
-Tienes que atraparme por el sonido de la voz, o por el del agua al nadar.-Le explicó mientras se alejaba, siempre atento a que por algún efecto nocivo de la droga no se ahogase.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Wind no pudo evitar reír ante aquella suplica por parte del elfo. Supuso que realmente él había realizado mucho más esfuerzo y que la dificultad de mover el agua en esa situación era mayor de la que ella podía imaginar -Podemos hacerlo en el suelo o en un árbol ¡O en el aire si pudiera usar mis alas!, Da igual el sitio, siempre es divertido y la diversión es buena ¿No crees? - Contestó Wind con aquella velocidad tan asombrosa en sus palabras.
- ¿Verdad que no? Podemos estar aquí para siempre. Este sitio es mágico, hay un lago precioso y un montón de plantas y flores preciosas por todas partes. Podríamos quedarnos aquí divirtiéndonos hasta que el mundo terminase- Ensanchó su pequeña sonrisa y continuó nadando como si todo aquello que estuviera diciendo estuviera cargado de sentido. No dejó de nadar hasta que escuchó la petición de su compañero ¿Mucho más tarde? ¿Cuánto era mucho más tarde?, frunció el ceño e infló los mofletes como una chiquilla enfurruñada -Mucho más tarde parece que sea de mucho tiempo, yo no quiero que sea dentro de mucho tiempo, yo quiero seguir divirtiéndome pronto. ¡En cuanto tu estés bien yo quiero volver a jugar! – Las últimas palabras sonaron contundentes, como si aquello fuera una profecía de sus intenciones, por lo que volvió a sonreír y añadió -Y si no estás de acuerdo, siempre puedo irme a buscar a alguien que sí quiera jugar conmigo- Nadó hacia la orilla e hizo un ademán de salir del lago, sacando media pierna y quedando en una postura bastante comprometida, como si aquella acción reforzara la idea de que, si no conseguía lo que quería de Iltharion, lo buscaría en cualquier otra persona que pudiera encontrar.
- ¡Bieeen! ¿Si aún quiero? Claro que quiero, de hecho, yo querría aprenderlas ahora mismo, pero igual estás cansado por el agua. El agua cansa mucho, sobre todo para ti que te has movido un montón, así que jugar en tierra suena bien, suena divertido. Me portaré bien, no te tiraré al agua, lo prometo, pero me pregunto si podré levantar la pierna tan alto como antes en el suelo… ¿Tú crees que podré? - Otra vez volvía a hablar con aquellos monólogos tan escasos de aire y tan entretenidos para ella.
Después observó al elfo comenzar a bucear y salir con los pantalones en la mano victorioso. Continuó observándole mientras los ponía a secar y comenzó a darle envidia, ella también quería bucear y también quería encontrar un trofeo, así que, sin pensarlo mucho más, dio una bocanada de aire y se metió bajo el agua intentando abrir los ojos. Al segundo intento lo consiguió, podía ver el fondo del lago con una claridad casi asombrosa por lo que, empezó a bajar impulsándose con los brazos, las piernas e incluso las alas, que, aunque no sirvieran para volar, sí que le hacían la tarea de nadar más cómoda.
En unos segundos, llegó al fondo, hasta una piedra color turquesa brillante la cual cogió y, disfrutando de lo que le quedaba de oxígeno, comenzó a emerger haciendo algunas piruetas por el camino.
Al salir, levantó la mano feliz, ahora ella también tenía una victoria y se acercó hacia la orilla donde estaba el elfo, para demostrárselo - ¡Mira Ilth! Tengo una piedra y es preciosa, yo también he conseguido un trofeo del fondo del lago ¿No es bonita? Seguro que podría hacer un collar o unos pendientes o ambas cosas con ella y sería la joya más bonita del mundo, porque estaría hecha con la piedra hallada en el lugar más bonito del mundo ¿No te parece? - Dejó la piedra sobre una roca del borde y ensanchó la sonrisa por su maravillosa victoria. -Oh, he decidido llamarte Ilth, es más corto y más fácil ¿No te importa verdad? Acorta mi nombre también, será más cómodo para ti también- Añadió la joven y tras aquello, comenzó a nadar de nuevo hacia el centro del lago mientras tarareaba, donde volvió juguetear con las posibilidades que tenían aquellas alas en el agua.
La elfa no se percató que su compañero se acercaba hasta que escuchó su voz - ¿Un juego? ¿Un juego divertido? ¿Tanto como el de antes? ¡¿O más?!- Nadó ella también hasta el encuentro de Iltharion y, excitada por conocer el nuevo juego del elfo, salpicó en el agua un par de veces cuando éste se puso tras de ella -Los juegos nuevos siempre son divertidos, nunca he conocido un nuevo juego malo y menos, contigo- Se rió por aquel comentario y se colocó las manos sobre la venda, emocionada y sin comprender qué clase de juego iban a hacer ahora, pero podía asegurar, que comenzaba tan entretenido como los juegos a los que habían jugado antes.
- ¿Atraparte? ¿Y te podré dar un beso cuando lo haga? Cuando te dije que podíamos jugar al pilla pilla, podía darte un beso, es una buena recompensa ¿verdad? Venga anda, di que sí… Un beso, prometo que solo un beso pequeñito- Se giró hacia donde creía que estaba el elfo y sonrió contenta, intentando que éste aceptara.
- ¿Solo por eso? ¡Eso es difícil! La catarata hace muchas ondas- Refunfuñó la joven sin ver absolutamente nada. A pesar de sus quejas, comenzó a nadar despacio, intentando hacer la menor cantidad de movimientos posibles - ¿Por dónde estás? - Preguntaba mientras, con los brazos estirados, iba trazando arcos delante de ella.
Giró tantas veces que casi se mareó mientras intentaba encontrar al elfo - ¡No vale hacer trampa! Tienes que quedarte en el agua eh- Tras unos pocos intentos, la elfa comenzaba a desesperarse, ella quería encontrarle, pero no podía romper las normas, así que, al ver que no había manera de encontrarle por el movimiento del agua, comenzó a usar únicamente la voz -Venga porfi… ¿Por dónde estás? - Dio un par de brazadas y tocó algo, lo cogió y tiró con fuerza. Tardó varios segundos en percatarse de que aquello era una raíz y no el brazo del elfo. Refunfuñó por lo bajo y comenzó otra vez con sus súplicas -Ilth... ¿Dónde estás? Háblame más… con frases más largas- Alargaba las letras más de lo necesario en un vano intento de parecer desvalida -Vengaaa, háblame más… ¿Te lo has pasado bien antes?- Preguntó pícara, con un plan en mente -Si no me dices nada, me pondré triste… significará que no lo he hecho bien- Ensanchó aún más la sonrisa y añadió -Y si no lo he hecho bien, tendrás que enseñarme más… y yo quiero aprender pronto, para divertirnos más rato- Confiaba en que aquella pequeña triquiñuela hubiera servido para que el elfo hablara algo más y así poder capturarle al fin pero lo que tenía claro era que si conseguía ganar aquel juego alguna vez, iba a ser el turno de Iltharion para encontrarla a ella y pensaba no decir ni una sola palabra, como venganza por lo difícil que se lo estaba poniendo a ella.
- ¿Verdad que no? Podemos estar aquí para siempre. Este sitio es mágico, hay un lago precioso y un montón de plantas y flores preciosas por todas partes. Podríamos quedarnos aquí divirtiéndonos hasta que el mundo terminase- Ensanchó su pequeña sonrisa y continuó nadando como si todo aquello que estuviera diciendo estuviera cargado de sentido. No dejó de nadar hasta que escuchó la petición de su compañero ¿Mucho más tarde? ¿Cuánto era mucho más tarde?, frunció el ceño e infló los mofletes como una chiquilla enfurruñada -Mucho más tarde parece que sea de mucho tiempo, yo no quiero que sea dentro de mucho tiempo, yo quiero seguir divirtiéndome pronto. ¡En cuanto tu estés bien yo quiero volver a jugar! – Las últimas palabras sonaron contundentes, como si aquello fuera una profecía de sus intenciones, por lo que volvió a sonreír y añadió -Y si no estás de acuerdo, siempre puedo irme a buscar a alguien que sí quiera jugar conmigo- Nadó hacia la orilla e hizo un ademán de salir del lago, sacando media pierna y quedando en una postura bastante comprometida, como si aquella acción reforzara la idea de que, si no conseguía lo que quería de Iltharion, lo buscaría en cualquier otra persona que pudiera encontrar.
- ¡Bieeen! ¿Si aún quiero? Claro que quiero, de hecho, yo querría aprenderlas ahora mismo, pero igual estás cansado por el agua. El agua cansa mucho, sobre todo para ti que te has movido un montón, así que jugar en tierra suena bien, suena divertido. Me portaré bien, no te tiraré al agua, lo prometo, pero me pregunto si podré levantar la pierna tan alto como antes en el suelo… ¿Tú crees que podré? - Otra vez volvía a hablar con aquellos monólogos tan escasos de aire y tan entretenidos para ella.
Después observó al elfo comenzar a bucear y salir con los pantalones en la mano victorioso. Continuó observándole mientras los ponía a secar y comenzó a darle envidia, ella también quería bucear y también quería encontrar un trofeo, así que, sin pensarlo mucho más, dio una bocanada de aire y se metió bajo el agua intentando abrir los ojos. Al segundo intento lo consiguió, podía ver el fondo del lago con una claridad casi asombrosa por lo que, empezó a bajar impulsándose con los brazos, las piernas e incluso las alas, que, aunque no sirvieran para volar, sí que le hacían la tarea de nadar más cómoda.
En unos segundos, llegó al fondo, hasta una piedra color turquesa brillante la cual cogió y, disfrutando de lo que le quedaba de oxígeno, comenzó a emerger haciendo algunas piruetas por el camino.
Al salir, levantó la mano feliz, ahora ella también tenía una victoria y se acercó hacia la orilla donde estaba el elfo, para demostrárselo - ¡Mira Ilth! Tengo una piedra y es preciosa, yo también he conseguido un trofeo del fondo del lago ¿No es bonita? Seguro que podría hacer un collar o unos pendientes o ambas cosas con ella y sería la joya más bonita del mundo, porque estaría hecha con la piedra hallada en el lugar más bonito del mundo ¿No te parece? - Dejó la piedra sobre una roca del borde y ensanchó la sonrisa por su maravillosa victoria. -Oh, he decidido llamarte Ilth, es más corto y más fácil ¿No te importa verdad? Acorta mi nombre también, será más cómodo para ti también- Añadió la joven y tras aquello, comenzó a nadar de nuevo hacia el centro del lago mientras tarareaba, donde volvió juguetear con las posibilidades que tenían aquellas alas en el agua.
La elfa no se percató que su compañero se acercaba hasta que escuchó su voz - ¿Un juego? ¿Un juego divertido? ¿Tanto como el de antes? ¡¿O más?!- Nadó ella también hasta el encuentro de Iltharion y, excitada por conocer el nuevo juego del elfo, salpicó en el agua un par de veces cuando éste se puso tras de ella -Los juegos nuevos siempre son divertidos, nunca he conocido un nuevo juego malo y menos, contigo- Se rió por aquel comentario y se colocó las manos sobre la venda, emocionada y sin comprender qué clase de juego iban a hacer ahora, pero podía asegurar, que comenzaba tan entretenido como los juegos a los que habían jugado antes.
- ¿Atraparte? ¿Y te podré dar un beso cuando lo haga? Cuando te dije que podíamos jugar al pilla pilla, podía darte un beso, es una buena recompensa ¿verdad? Venga anda, di que sí… Un beso, prometo que solo un beso pequeñito- Se giró hacia donde creía que estaba el elfo y sonrió contenta, intentando que éste aceptara.
- ¿Solo por eso? ¡Eso es difícil! La catarata hace muchas ondas- Refunfuñó la joven sin ver absolutamente nada. A pesar de sus quejas, comenzó a nadar despacio, intentando hacer la menor cantidad de movimientos posibles - ¿Por dónde estás? - Preguntaba mientras, con los brazos estirados, iba trazando arcos delante de ella.
Giró tantas veces que casi se mareó mientras intentaba encontrar al elfo - ¡No vale hacer trampa! Tienes que quedarte en el agua eh- Tras unos pocos intentos, la elfa comenzaba a desesperarse, ella quería encontrarle, pero no podía romper las normas, así que, al ver que no había manera de encontrarle por el movimiento del agua, comenzó a usar únicamente la voz -Venga porfi… ¿Por dónde estás? - Dio un par de brazadas y tocó algo, lo cogió y tiró con fuerza. Tardó varios segundos en percatarse de que aquello era una raíz y no el brazo del elfo. Refunfuñó por lo bajo y comenzó otra vez con sus súplicas -Ilth... ¿Dónde estás? Háblame más… con frases más largas- Alargaba las letras más de lo necesario en un vano intento de parecer desvalida -Vengaaa, háblame más… ¿Te lo has pasado bien antes?- Preguntó pícara, con un plan en mente -Si no me dices nada, me pondré triste… significará que no lo he hecho bien- Ensanchó aún más la sonrisa y añadió -Y si no lo he hecho bien, tendrás que enseñarme más… y yo quiero aprender pronto, para divertirnos más rato- Confiaba en que aquella pequeña triquiñuela hubiera servido para que el elfo hablara algo más y así poder capturarle al fin pero lo que tenía claro era que si conseguía ganar aquel juego alguna vez, iba a ser el turno de Iltharion para encontrarla a ella y pensaba no decir ni una sola palabra, como venganza por lo difícil que se lo estaba poniendo a ella.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
El parloteo constante, incesante y a una velocidad casi histérica que salia de la muchacha cada vez que se dignaba a abrir la boca empezaba a resultarle algo agobiante al trovador, y sin duda demasiado similar a la euforia de los niños aldeanos cuando se hallaban en un exaltado de excitación. En ese mismo momento iltharion recordó porque siempre había evitado ejercer de padre pese a no poner reparos nunca en engendrar una criatura, y se bendijo a si mismo mil veces por haber tenido el cuidado de huir siempre de la sombra y el reclamo de la paternidad.
El trovador se limitó a seguir pasándose la mano por la cara, como si en vez de despejar el pelo de su faz pudiera hacerlo con las distracciones, los pesares y las cargas, y conseguir una claridad y lucidez iluminadoras que le concedieran alguna magnifica idea.
En vez de eso aquella peculiar amenaza llegó a sus oídos, haciendo tintinear los pendientes de oro ante el sutil movimiento del mencionado apéndice.
Iltharion no respondió, si accedía se comprometía a algo que iba en contra de su interés, si se negaba, o dejaba a la muchacha ante un funesto futuro proximo, o la perseguía por los bosques para que evitara en alguna aldea presa de cualquier garrulo de pueblo, con menos tacto y consideración que una cabra montesa.
El corsario asentía, prestando una superficial atención real a las palabras de la chiquilla, aunque su mirada estuviera sobre ella como si sus palabras fueran lo mas fascinante que Aeradir tenía para ofrecer. La elasticidad de la joven no era un tema en el que le convenía pensar en aquel momento, y el zambullido de la misma fue un instante de paz que le dió la calma que necesitaba para formular una idea.
-Puedes llamarme ilth.-Accedió sin problemas, no era la primera vez que le escogían aquel sobrenombre de escasa originalidad, pero practico y con una connotación cariñosa al mismo tiempo.-La piedra es preciosa. Será diferente al de antes, y el beso te lo daré yo si me cazas.-Respondió a sus tres mini discursos de forma concisa, porque ya creía que si intentaba formular algo mas rápido, no alcanzaría a llenar el pequeño tiempo que la jovencita dejara sin que su voz dominara el aire.
Iltharion comenzó a nadar hacia donde el lago rompía en el pequeño arroyo, y sin salir del mismo, arrancó un par de ramas de Lastia que crecían entre las piedras, evitando que las burbujas rojas, jalea dulce de la planta, tocase el agua del lago para que no se disolvieran.
-Lo has hecho bien.-Respondió el trovador antes de abandonar ese lugar y dirigirse a otro, cuidando de mantener la distancia, esta vez bordeando el linde del lago por allí donde habían quedado sus cosas. Extendió la mano fuera del agua una segunda vez para tomar el cinto y rebuscó en el en la bolsa de las plantas.
No llevaba muchos suministros, pero si lo justo para salir de situaciones apretadas, y la pasiflora en polvo le venía como un guante, aunque para lograr su cometido tuviera que arriesgarse a tomar el también de aquel calmante. Agarro un pellizco y dejando sus cosas en su sitio, nado lejos de allí antes de hablar.
-Pero para enseñarte mas primero tienes que atraparme.-Le recordó a la muchacha, dispuesto a dejarse atrapar esa vez.
El trovador encerró con los labios las ramitas y tiró de su tallo para que toda la melaza rojiza quedara en su lengua, luego en la misma dejó caer el pellizco de pasiflora. Tiró lejos los restos de planta, y se puso de espaldas fingiendo un intento de huida, para que la muchacha creyera que por fin lo había atrapado.
Se volteó entre sus brazos, y la tomó del mentón con la mano libre. Depositó sobre sus labios un beso insidioso, apasionado y profundo que vertió en su boca aquella droga camuflada con el dulce de las plantas, y con tal de asegurarse que tragara, trató de ahondar con su lengua hasta que el aire le faltara, y no le quedara mas remedio que dejar pasar aquella golosina.
Iltharion contaba con el gusto de la joven por lo dulce, y la lastia era menos empalagosa que la droga que habían encontrado, lo suficiente para encandilar a los niños, pero no tan intensa como para que a el le resultara desagradable el sabor.
Por otro lado la pasiflora, pese a que estaba seca y concentrada tardaría un rato en hacer efecto, aquel polvillo de aspecto inocuo no solo era capaz de apaciguar, si no de dejar traspuesto a cada mastodonte que parecía hasta mágica y asombrosa, era por ello que el trovador la portaba siempre a mano.
El trovador se limitó a seguir pasándose la mano por la cara, como si en vez de despejar el pelo de su faz pudiera hacerlo con las distracciones, los pesares y las cargas, y conseguir una claridad y lucidez iluminadoras que le concedieran alguna magnifica idea.
En vez de eso aquella peculiar amenaza llegó a sus oídos, haciendo tintinear los pendientes de oro ante el sutil movimiento del mencionado apéndice.
Iltharion no respondió, si accedía se comprometía a algo que iba en contra de su interés, si se negaba, o dejaba a la muchacha ante un funesto futuro proximo, o la perseguía por los bosques para que evitara en alguna aldea presa de cualquier garrulo de pueblo, con menos tacto y consideración que una cabra montesa.
El corsario asentía, prestando una superficial atención real a las palabras de la chiquilla, aunque su mirada estuviera sobre ella como si sus palabras fueran lo mas fascinante que Aeradir tenía para ofrecer. La elasticidad de la joven no era un tema en el que le convenía pensar en aquel momento, y el zambullido de la misma fue un instante de paz que le dió la calma que necesitaba para formular una idea.
-Puedes llamarme ilth.-Accedió sin problemas, no era la primera vez que le escogían aquel sobrenombre de escasa originalidad, pero practico y con una connotación cariñosa al mismo tiempo.-La piedra es preciosa. Será diferente al de antes, y el beso te lo daré yo si me cazas.-Respondió a sus tres mini discursos de forma concisa, porque ya creía que si intentaba formular algo mas rápido, no alcanzaría a llenar el pequeño tiempo que la jovencita dejara sin que su voz dominara el aire.
Iltharion comenzó a nadar hacia donde el lago rompía en el pequeño arroyo, y sin salir del mismo, arrancó un par de ramas de Lastia que crecían entre las piedras, evitando que las burbujas rojas, jalea dulce de la planta, tocase el agua del lago para que no se disolvieran.
-Lo has hecho bien.-Respondió el trovador antes de abandonar ese lugar y dirigirse a otro, cuidando de mantener la distancia, esta vez bordeando el linde del lago por allí donde habían quedado sus cosas. Extendió la mano fuera del agua una segunda vez para tomar el cinto y rebuscó en el en la bolsa de las plantas.
No llevaba muchos suministros, pero si lo justo para salir de situaciones apretadas, y la pasiflora en polvo le venía como un guante, aunque para lograr su cometido tuviera que arriesgarse a tomar el también de aquel calmante. Agarro un pellizco y dejando sus cosas en su sitio, nado lejos de allí antes de hablar.
-Pero para enseñarte mas primero tienes que atraparme.-Le recordó a la muchacha, dispuesto a dejarse atrapar esa vez.
El trovador encerró con los labios las ramitas y tiró de su tallo para que toda la melaza rojiza quedara en su lengua, luego en la misma dejó caer el pellizco de pasiflora. Tiró lejos los restos de planta, y se puso de espaldas fingiendo un intento de huida, para que la muchacha creyera que por fin lo había atrapado.
Se volteó entre sus brazos, y la tomó del mentón con la mano libre. Depositó sobre sus labios un beso insidioso, apasionado y profundo que vertió en su boca aquella droga camuflada con el dulce de las plantas, y con tal de asegurarse que tragara, trató de ahondar con su lengua hasta que el aire le faltara, y no le quedara mas remedio que dejar pasar aquella golosina.
Iltharion contaba con el gusto de la joven por lo dulce, y la lastia era menos empalagosa que la droga que habían encontrado, lo suficiente para encandilar a los niños, pero no tan intensa como para que a el le resultara desagradable el sabor.
Por otro lado la pasiflora, pese a que estaba seca y concentrada tardaría un rato en hacer efecto, aquel polvillo de aspecto inocuo no solo era capaz de apaciguar, si no de dejar traspuesto a cada mastodonte que parecía hasta mágica y asombrosa, era por ello que el trovador la portaba siempre a mano.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Aquellas respuestas tan claras no eran divertidas, pero entre ellas, con una naturalidad que Wind no comprendía, se encontraba su deseo cumplido de nuevo -Me parece bien- Contestó contenta la elfa, la cual no intentó negociar quien daría el beso a quien ya que no le importaba quien sería el emisor del propio beso, lo que realmente quería era contacto con sus labios y lo que vendría después de ello.
Wind se rió ante la respuesta del elfo, él tenía razón, no iban a jugar ni a aprender hasta que le encontrara, así que volvió a prestar atención a su entorno, esta vez con más ganas intentando poner sus cinco sentidos en encontrar el origen de los movimientos del agua y de las voces.
Tras unos minutos de nadar por la laguna, volvió a dar con algo. No quería volver a pasar por la humillación de tratar de coger una rama, así que palpó un poco más y se percató de aquel aquello era piel, así que debía ser Iltharion o una sirena perdida. Decidió decantarse por la primera opción, así que abrió los brazos y le atrapó entre ellos al grito de - ¡Ya eres mío! - Sonrió pícaramente como una niña pequeña que había vuelto a conseguir lo que quería por décima vez aquel día y, cuando su mano fue a quitarse la venda, un apasionado beso la asombró.
Aquel beso la había pillado completamente por sorpresa ¿Ni siquiera iba a esperar a quitarse la venda? Aquel beso tan urgente, realmente llegó a sorprenderla sin tener si quiera suficiente aire en los pulmones como para corresponderlo de la misma manera más de allá de unos escasos segundos.
Colocó las manos sobre los brazos del elfo y comenzó a responder a aquel beso que tenía un sabor tan extraño. No quedaba ni rastro del sabor mentolado, sino que un líquido dulzón comenzó a cerrarse dentro de su boca. Con la sorpresa del beso y el añadido de aquella pequeña sorpresa dulce, Wind comenzó a quedarse realmente sin aire, apretó los brazos el elfo e intentó continuar con aquel apasionado que, al fin y al cabo, ella había pedido con tanta insistencia.
A pesar de su intentó por seguir con aquello hasta el límite de sus fuerzas, acabó por asestar un pequeño empellón al elfo para que la dejara respirar mientras ella misma se retiraba hacia atrás unos centímetros para tratar de recuperar el aliento y se quitaba la venda.
Tosió un par de veces y parecía que volvía a la normalidad -Cielos…- Murmuró en tono bajo cuando fue capaz de respirar de nuevo. Se percató de que, en ese momento, el no ser capaz de hacer pie, era un impedimento para poder llenar sus pulmones, así que, sin mediar palabra, se acercó a la orilla y salió del agua, para quedar sentada en una roca con las piernas aun dentro del lago, tal y como había estado su compañero hacía un rato.
-Ilth, no tengo nada en contra de la efusividad tan repentina… pero deberías avisar antes. Avisar, sobre todo para evitar un ahogamiento- Aclaró Wind cuando recuperó gran parte de una respiración regular -Quiero decir… Casi me asfixias y ese sabor dulzón… No se que sería, pero no ha sido tan agradable como... me hubiera gustado- Continuó Wind mientras se pasaba las manos por el pelo, atusándoselo y movía las piernas hacia delante y atrás intercaladamente -Me gusta más cuando tus besos solo saben a ti ¿Sabes? - Dedicó una mirada dulce al elfo y le sonrió con más tranquilidad de la que había sido capaz de mostrar hasta el momento. -Aunque he de decirte que estoy dispuesta a continuar ese beso que he dejado a medias, si tu quieres, pero esta vez aquí en tierra, dónde puedo recuperar el aliento cuando me hagas volver a perderlo ¿Sí? – Aquella última petición, la hizo más calmada, sin perder el rubor de su rostro o la sensibilidad de la piel, pero darse cuenta de lo que era dar un beso de aquella, le hizo reflexionar, al menos un poco, sobre cómo debería hacer las cosas para que fuera divertido para todos y no solo para ella.
Wind se rió ante la respuesta del elfo, él tenía razón, no iban a jugar ni a aprender hasta que le encontrara, así que volvió a prestar atención a su entorno, esta vez con más ganas intentando poner sus cinco sentidos en encontrar el origen de los movimientos del agua y de las voces.
Tras unos minutos de nadar por la laguna, volvió a dar con algo. No quería volver a pasar por la humillación de tratar de coger una rama, así que palpó un poco más y se percató de aquel aquello era piel, así que debía ser Iltharion o una sirena perdida. Decidió decantarse por la primera opción, así que abrió los brazos y le atrapó entre ellos al grito de - ¡Ya eres mío! - Sonrió pícaramente como una niña pequeña que había vuelto a conseguir lo que quería por décima vez aquel día y, cuando su mano fue a quitarse la venda, un apasionado beso la asombró.
Aquel beso la había pillado completamente por sorpresa ¿Ni siquiera iba a esperar a quitarse la venda? Aquel beso tan urgente, realmente llegó a sorprenderla sin tener si quiera suficiente aire en los pulmones como para corresponderlo de la misma manera más de allá de unos escasos segundos.
Colocó las manos sobre los brazos del elfo y comenzó a responder a aquel beso que tenía un sabor tan extraño. No quedaba ni rastro del sabor mentolado, sino que un líquido dulzón comenzó a cerrarse dentro de su boca. Con la sorpresa del beso y el añadido de aquella pequeña sorpresa dulce, Wind comenzó a quedarse realmente sin aire, apretó los brazos el elfo e intentó continuar con aquel apasionado que, al fin y al cabo, ella había pedido con tanta insistencia.
A pesar de su intentó por seguir con aquello hasta el límite de sus fuerzas, acabó por asestar un pequeño empellón al elfo para que la dejara respirar mientras ella misma se retiraba hacia atrás unos centímetros para tratar de recuperar el aliento y se quitaba la venda.
Tosió un par de veces y parecía que volvía a la normalidad -Cielos…- Murmuró en tono bajo cuando fue capaz de respirar de nuevo. Se percató de que, en ese momento, el no ser capaz de hacer pie, era un impedimento para poder llenar sus pulmones, así que, sin mediar palabra, se acercó a la orilla y salió del agua, para quedar sentada en una roca con las piernas aun dentro del lago, tal y como había estado su compañero hacía un rato.
-Ilth, no tengo nada en contra de la efusividad tan repentina… pero deberías avisar antes. Avisar, sobre todo para evitar un ahogamiento- Aclaró Wind cuando recuperó gran parte de una respiración regular -Quiero decir… Casi me asfixias y ese sabor dulzón… No se que sería, pero no ha sido tan agradable como... me hubiera gustado- Continuó Wind mientras se pasaba las manos por el pelo, atusándoselo y movía las piernas hacia delante y atrás intercaladamente -Me gusta más cuando tus besos solo saben a ti ¿Sabes? - Dedicó una mirada dulce al elfo y le sonrió con más tranquilidad de la que había sido capaz de mostrar hasta el momento. -Aunque he de decirte que estoy dispuesta a continuar ese beso que he dejado a medias, si tu quieres, pero esta vez aquí en tierra, dónde puedo recuperar el aliento cuando me hagas volver a perderlo ¿Sí? – Aquella última petición, la hizo más calmada, sin perder el rubor de su rostro o la sensibilidad de la piel, pero darse cuenta de lo que era dar un beso de aquella, le hizo reflexionar, al menos un poco, sobre cómo debería hacer las cosas para que fuera divertido para todos y no solo para ella.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Una sensación de alivió embriago al trovador cuando ella lo apartó de un emepllon, en una búsqueda desesperada de aire. No era que el elfo no hubiera disfrutado de aquel beso, pero la urgencia por transmitir aquel jarabe nocivo a la muchacha, y sobre todo, de sacarlo de su boca para no correr el riesgo de tomarlo el, habían dominado su mente todo el rato, mermando mucho cualquier beneficio lucido de aquel acto estratégico.
El hecho de la inconsciencia de ella también le permitía tener un cuidado mas escaso para esconder esas triquiñuelas, que difícilmente desconocería o la alertarían, no solo por su estado de embriaguez, si no por su juventud.
Mientras Windorind nadaba hasta la orilla, el buceó hasta el mismo lugar, aprovechando el estar sumergido para enjugarse la boca con la certeza de que no sería visto.
Emergió como si nada, y quedó apoyado en la orilla, con los brazos cruzados sobre la roca, cálida por el sol, y el mentón recostado sobre sus antebrazos. Su mirada se alzó buscando la de la muchacha, escuchando a la jovencita corregirle mientras se atustaba el pelo.
-Es lastia, crece cerca del agua, antes parecía que te había gustado el dulce.-Se encogió de hombros, dejando pasar su picardía como un intento fallido de darle una agradable sorpresa. Ahora solo tenía que esperar, y encima estando la chica fuera del agua, ni siquiera tenía que preocuparse por que no se ahogase.
-Lo tendré presente para la próxima vez.-Asevero iltharion ante las correcciones de la muchacha, que no dejaban de tener un tinte halagador en parte.
El elfo hincó el codo de la mano oculta en la roca, y la palma de la útil en el borde, de aquel modo alzó su cuerpo hasta enganchar la orilla con la rodilla y poder ponerse en pie.
De lado sobre el lago se inclinó hacia el mismo, y ladeó el rostro para que todo su pelo cayera sobre un solo hombro. Con el garfio lo unió y giro para que quedara como una sola coleta, y con la mano libre lo escurrió para sacar el máximo de agua de ella.
Luego se volteó hacia la muchacha, sentada al lado de donde el se alzaba, y se inclinó hacia la misma, haciendole levantar el mentón con la parte curva del garfio.
-Dame unos minutos que me seque.¿si?.-Le dio un beso casto, corto sobre los labios, en parte para tenerla tranquila, y apaciguarla, en parte para compensar el exabrupto de antes, y por ultimo porque esperaba que si lo veía calmo y predispuesto ella fuera mas mansa.
Se enderezó el bardo, se alejó su garfio, y le revolvió el pelo cariñosamente con la mano a la jovencita. Le había fascinado cuando era largo, pero no le quedaba mal corto, y con ese gesto los suaves mechones se escurrían entre sus dedos de forma agradable.
El trovador buscó una roca amplia, en la que el sol diera de lleno, fuerte como estaba a medida que se alzaba en el cielo, y ya que su ropa aun estaba mojada, y que vestirse podía ser interpretado por la chica como una privación a la promesa que le había pedido hacía un rato, se limitó a reclinarse sobre la pétrea superficie dejando que el calor de aquel hermoso día le secara. No sería a esas alturas de su vida que le entraría vergüenza repentina.
Cerró los parpados casi pro completo, dejando una fina rendija, apra que la luz directa no lastimara sus ojos claros, y contempló de soslayo el garfio con el que venía manejándose bastante bien, contento de haber podido llevar aquel juego tan lejos, pero seguro de que se hallaba a punto de llegar a su fin, por lo menos durante un buen rato.
Sus ojos no tardaron en volver hacia la elfa, quien se hallaba muy cerca del agua para gusto del elfo, quien empezó a temer que en un mareo o debilidad se cayera sobre el estanque.
-Winny.-La llamó con el mote que ella misma había solicitado momentos antes.-¿Vienes a secarte conmigo?.-le ofreció, moviéndose hacia un costado para dar unos golpes con la mano sobre la superficie de piedra en la que estaba tirado cual lagarto, imaginando que la expectativa de tumbarse a su lado sería mas atractiva que la de quedarse chapoteando con los pies en las aguas del lago.
El hecho de la inconsciencia de ella también le permitía tener un cuidado mas escaso para esconder esas triquiñuelas, que difícilmente desconocería o la alertarían, no solo por su estado de embriaguez, si no por su juventud.
Mientras Windorind nadaba hasta la orilla, el buceó hasta el mismo lugar, aprovechando el estar sumergido para enjugarse la boca con la certeza de que no sería visto.
Emergió como si nada, y quedó apoyado en la orilla, con los brazos cruzados sobre la roca, cálida por el sol, y el mentón recostado sobre sus antebrazos. Su mirada se alzó buscando la de la muchacha, escuchando a la jovencita corregirle mientras se atustaba el pelo.
-Es lastia, crece cerca del agua, antes parecía que te había gustado el dulce.-Se encogió de hombros, dejando pasar su picardía como un intento fallido de darle una agradable sorpresa. Ahora solo tenía que esperar, y encima estando la chica fuera del agua, ni siquiera tenía que preocuparse por que no se ahogase.
-Lo tendré presente para la próxima vez.-Asevero iltharion ante las correcciones de la muchacha, que no dejaban de tener un tinte halagador en parte.
El elfo hincó el codo de la mano oculta en la roca, y la palma de la útil en el borde, de aquel modo alzó su cuerpo hasta enganchar la orilla con la rodilla y poder ponerse en pie.
De lado sobre el lago se inclinó hacia el mismo, y ladeó el rostro para que todo su pelo cayera sobre un solo hombro. Con el garfio lo unió y giro para que quedara como una sola coleta, y con la mano libre lo escurrió para sacar el máximo de agua de ella.
Luego se volteó hacia la muchacha, sentada al lado de donde el se alzaba, y se inclinó hacia la misma, haciendole levantar el mentón con la parte curva del garfio.
-Dame unos minutos que me seque.¿si?.-Le dio un beso casto, corto sobre los labios, en parte para tenerla tranquila, y apaciguarla, en parte para compensar el exabrupto de antes, y por ultimo porque esperaba que si lo veía calmo y predispuesto ella fuera mas mansa.
Se enderezó el bardo, se alejó su garfio, y le revolvió el pelo cariñosamente con la mano a la jovencita. Le había fascinado cuando era largo, pero no le quedaba mal corto, y con ese gesto los suaves mechones se escurrían entre sus dedos de forma agradable.
El trovador buscó una roca amplia, en la que el sol diera de lleno, fuerte como estaba a medida que se alzaba en el cielo, y ya que su ropa aun estaba mojada, y que vestirse podía ser interpretado por la chica como una privación a la promesa que le había pedido hacía un rato, se limitó a reclinarse sobre la pétrea superficie dejando que el calor de aquel hermoso día le secara. No sería a esas alturas de su vida que le entraría vergüenza repentina.
Cerró los parpados casi pro completo, dejando una fina rendija, apra que la luz directa no lastimara sus ojos claros, y contempló de soslayo el garfio con el que venía manejándose bastante bien, contento de haber podido llevar aquel juego tan lejos, pero seguro de que se hallaba a punto de llegar a su fin, por lo menos durante un buen rato.
Sus ojos no tardaron en volver hacia la elfa, quien se hallaba muy cerca del agua para gusto del elfo, quien empezó a temer que en un mareo o debilidad se cayera sobre el estanque.
-Winny.-La llamó con el mote que ella misma había solicitado momentos antes.-¿Vienes a secarte conmigo?.-le ofreció, moviéndose hacia un costado para dar unos golpes con la mano sobre la superficie de piedra en la que estaba tirado cual lagarto, imaginando que la expectativa de tumbarse a su lado sería mas atractiva que la de quedarse chapoteando con los pies en las aguas del lago.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Wind soltó una risa ligera cuando el elfo le hizo notar que ella había dado a entender primeramente que el dulce era una de sus pequeñas pasiones -Y me gusta el dulce, me gusta mucho, pero siempre y cuando pueda respirar para saborearlo- Aunque realmente, más que gustar, lo adoraba, pero no pensaba decirlo, no fuera a ser que su compañero intentara de nuevo asfixiarla en pos de disfrutar de una dulce ambrosía.
Ensanchó la sonrisa cuando Iltharion le hizo saber que lo había entendido y le observó en silencio mientras se colocaba la melena. Realmente le gustaba el nuevo aspecto del elfo, aquellas canas hacían cierto juego con su rostro y, lejos de darle un aspecto mal envejecido, le ofrecían una apariencia de hombre experimentado que le aparecía ciertamente excitante a la pequeña elfa y, por su puesto, cuando éste terminó, se lo hizo saber - ¿Sabes? Realmente me gusta tu cabello. No mentía antes, cuando dije que los mechones blancos te quedaban bien- Y, como si no pudiera guardarse nada para ella, añadió -Son como las estelas de las estrellas fugaces. A lo mejor cada una de ellas sea un momento feliz de tu vida… Tal vez por eso te dan ese aspecto tan interesante- Quizás aquella explicación podría sonar infantil o absurda, pero era lo que realmente pensaba y, aunque quisiera, tampoco era capaz de mantenerse callada demasiado tiempo, sus pensamientos salían de sus labios seguidos de una pequeña sonrisa antes de que ella misma se diera cuenta.
Wind recibió aquel beso tan escaso con cierto enojo, ella seguía queriendo más. A pesar de la escena en al lago, ella no se iba a conformar con beso tan escaso como ese, aunque sí tenía su encanto, no era tan divertido como lo que a ella se le pasaba por la cabeza. -Está bien, pero no vale mentirme. Solo unos minutos ¿Sí? – Sonrió y miró al elfo contenta, como si aquella pequeña frase que le había dicho a la joven, fuera una promesa irrompible.
Aún ensanchó más la sonrisa y soltó una risa suave cuando notó la mano de Iltharion sobre su pelo. Aquello era agradable, tanto como el pequeño beso con el que la había obsequiado hacía unos instantes, pero no lo suficiente como para no anhelar otras diversiones. - ¿Sabes? Me dio mucha pena tener que cortármelo. Me gustaba realmente mi pelo, pero cuando terminó la batalla de Roilkat, resultaba mucho más sencillo cercenarlo que intentar quitarle todo el polvo y la sangre, por no hablar de intentar peinarlo… ¡Cielos, rompí al menos dos peines tratando de solucionar aquel nido de pájaros! - Se rio de aquella pequeña anécdota y se percató de que hablaba de un modo más pausado. Aun hablaba con una velocidad que no era ni por asomo normal, pero como si la pequeña reflexión sobre la diversión realmente la hubiera calmado, ahora parecía ligeramente más normal.
Mientras el bardo caminaba por aquel paraje, Wind seguía chapoteando en el agua, pensando si volver a meterse o permanecer en tierra y, mientras permanecía absorta mirando el agua del lago como si ésta ocultara la verdad absoluta, las alas comenzaron a moverse de nuevo como si ellas quisieran echar a volar dejando a la joven en tierra.
No fue hasta que el elfo habló que la joven volvió a la realidad - ¿Eh? A-Ah sí- Tartamudeó mientras alejaba la vista de la superficie del agua y se ponía en pie.
Las telas le resultaban francamente incómodas, ahora, empapadas como estaban, se le pegaban absolutamente a la piel, haciéndola tener una sensación de molestia constante. Si hubiera podido, sin duda se las hubiera quitado y, quizás hasta las hubiera quemado, para no volver a verlas nunca más. No le gustaba estar incómoda, resultaba francamente molesto sentir como tenía los tules pegados a las piernas, pero, ante la sensación de impotencia, solamente dio un pequeño bufido y se tumbó junto al pelirrojo mientras se tocaba las telas con una mano -No me gusta, las telas mojadas son incómodas. Tienes suerte, yo también quiero quitarme mi ropa- Comentó con un tono de enojo infantil mientras se intentaba colocar lo más cómodamente posible.
Al final quedó de lado, apoyando el codo sobre la roca y su cabeza sobre la mano, quedando ligeramente elevada. Sin duda era más cómodo que estar tumbada sobre las alas.
La elfa se percató de que aún tenía aquel pañuelo rojo en la mano y se le ocurrió una idea - ¿Sabes? No es justo, yo estoy incomoda con las telas y tú estás tan a gusto… pero eso lo voy a solucionar. Si yo he de estar incómoda, tú también deberías. - Sonrió pícaramente y estiró la fría tela con una mano, sin perder la postura. Después como si aquello fuera una hoja de papel la dejó caer sobre la parte más baja del abdomen del elfo, quedando así, tapada y confiaba, en que también fuera incómodo -Ahora los dos estamos con telas molestas encima- Se rio de su propio comentario y cerró los ojos, tratando de disfrutar del calor del sol.
Aquel momento de relax no duró mucho más de un escaso minuto, aquello era aburrido. Relajante, pero aburrido. Así que volvió a abrir los ojos y miró el rostro del elfo ¿Ya habían pasado unos minutos no? Ahora ya debería poder hacer lo que quisiera y pensaba hacerlo, hubiera pasado el tiempo suficiente o no. Así que se inclinó sobre la oreja del elfo y comenzó a darle pequeños besos, mezclados con algunos mordiscos suaves. Aquello sí era divertido y, además, estaba en su oreja, nadie podría acabar asfixiado. Por lo que continuó delineando el lóbulo, mientras pasaba la mano libre por el abdomen de su compañero.
Si el elfo no la detenía, pensaba seguir con aquellos delicados besos por la mandíbula, hasta llegar a sus labios y ahora sí, advertido como estaba, no iba a irse de allí sin volver a explorar su boca en busca de algún resquicio del sabor mentolado que tanto le gustaba.
Ensanchó la sonrisa cuando Iltharion le hizo saber que lo había entendido y le observó en silencio mientras se colocaba la melena. Realmente le gustaba el nuevo aspecto del elfo, aquellas canas hacían cierto juego con su rostro y, lejos de darle un aspecto mal envejecido, le ofrecían una apariencia de hombre experimentado que le aparecía ciertamente excitante a la pequeña elfa y, por su puesto, cuando éste terminó, se lo hizo saber - ¿Sabes? Realmente me gusta tu cabello. No mentía antes, cuando dije que los mechones blancos te quedaban bien- Y, como si no pudiera guardarse nada para ella, añadió -Son como las estelas de las estrellas fugaces. A lo mejor cada una de ellas sea un momento feliz de tu vida… Tal vez por eso te dan ese aspecto tan interesante- Quizás aquella explicación podría sonar infantil o absurda, pero era lo que realmente pensaba y, aunque quisiera, tampoco era capaz de mantenerse callada demasiado tiempo, sus pensamientos salían de sus labios seguidos de una pequeña sonrisa antes de que ella misma se diera cuenta.
Wind recibió aquel beso tan escaso con cierto enojo, ella seguía queriendo más. A pesar de la escena en al lago, ella no se iba a conformar con beso tan escaso como ese, aunque sí tenía su encanto, no era tan divertido como lo que a ella se le pasaba por la cabeza. -Está bien, pero no vale mentirme. Solo unos minutos ¿Sí? – Sonrió y miró al elfo contenta, como si aquella pequeña frase que le había dicho a la joven, fuera una promesa irrompible.
Aún ensanchó más la sonrisa y soltó una risa suave cuando notó la mano de Iltharion sobre su pelo. Aquello era agradable, tanto como el pequeño beso con el que la había obsequiado hacía unos instantes, pero no lo suficiente como para no anhelar otras diversiones. - ¿Sabes? Me dio mucha pena tener que cortármelo. Me gustaba realmente mi pelo, pero cuando terminó la batalla de Roilkat, resultaba mucho más sencillo cercenarlo que intentar quitarle todo el polvo y la sangre, por no hablar de intentar peinarlo… ¡Cielos, rompí al menos dos peines tratando de solucionar aquel nido de pájaros! - Se rio de aquella pequeña anécdota y se percató de que hablaba de un modo más pausado. Aun hablaba con una velocidad que no era ni por asomo normal, pero como si la pequeña reflexión sobre la diversión realmente la hubiera calmado, ahora parecía ligeramente más normal.
Mientras el bardo caminaba por aquel paraje, Wind seguía chapoteando en el agua, pensando si volver a meterse o permanecer en tierra y, mientras permanecía absorta mirando el agua del lago como si ésta ocultara la verdad absoluta, las alas comenzaron a moverse de nuevo como si ellas quisieran echar a volar dejando a la joven en tierra.
No fue hasta que el elfo habló que la joven volvió a la realidad - ¿Eh? A-Ah sí- Tartamudeó mientras alejaba la vista de la superficie del agua y se ponía en pie.
Las telas le resultaban francamente incómodas, ahora, empapadas como estaban, se le pegaban absolutamente a la piel, haciéndola tener una sensación de molestia constante. Si hubiera podido, sin duda se las hubiera quitado y, quizás hasta las hubiera quemado, para no volver a verlas nunca más. No le gustaba estar incómoda, resultaba francamente molesto sentir como tenía los tules pegados a las piernas, pero, ante la sensación de impotencia, solamente dio un pequeño bufido y se tumbó junto al pelirrojo mientras se tocaba las telas con una mano -No me gusta, las telas mojadas son incómodas. Tienes suerte, yo también quiero quitarme mi ropa- Comentó con un tono de enojo infantil mientras se intentaba colocar lo más cómodamente posible.
Al final quedó de lado, apoyando el codo sobre la roca y su cabeza sobre la mano, quedando ligeramente elevada. Sin duda era más cómodo que estar tumbada sobre las alas.
La elfa se percató de que aún tenía aquel pañuelo rojo en la mano y se le ocurrió una idea - ¿Sabes? No es justo, yo estoy incomoda con las telas y tú estás tan a gusto… pero eso lo voy a solucionar. Si yo he de estar incómoda, tú también deberías. - Sonrió pícaramente y estiró la fría tela con una mano, sin perder la postura. Después como si aquello fuera una hoja de papel la dejó caer sobre la parte más baja del abdomen del elfo, quedando así, tapada y confiaba, en que también fuera incómodo -Ahora los dos estamos con telas molestas encima- Se rio de su propio comentario y cerró los ojos, tratando de disfrutar del calor del sol.
Aquel momento de relax no duró mucho más de un escaso minuto, aquello era aburrido. Relajante, pero aburrido. Así que volvió a abrir los ojos y miró el rostro del elfo ¿Ya habían pasado unos minutos no? Ahora ya debería poder hacer lo que quisiera y pensaba hacerlo, hubiera pasado el tiempo suficiente o no. Así que se inclinó sobre la oreja del elfo y comenzó a darle pequeños besos, mezclados con algunos mordiscos suaves. Aquello sí era divertido y, además, estaba en su oreja, nadie podría acabar asfixiado. Por lo que continuó delineando el lóbulo, mientras pasaba la mano libre por el abdomen de su compañero.
Si el elfo no la detenía, pensaba seguir con aquellos delicados besos por la mandíbula, hasta llegar a sus labios y ahora sí, advertido como estaba, no iba a irse de allí sin volver a explorar su boca en busca de algún resquicio del sabor mentolado que tanto le gustaba.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Los dijes de las trenzas chocaban entre si, mientras el pelirrojo escurría su melena cual trapo de cocina sobre el lago. La brisa, que mucho antes le había parecido demasiado fría, rozaba su cuerpo entonces con la calidez de un sol, que picaba con mucho mas brío, y se reflejaba sobre su piel de alabastro en donde blancas y casi invisibles cicatrices se revelaban por la luz. La mayoría de ellas puñaladas, en la espalda o en las piernas, y un intento fallido bajo el hombro izquierdo, cuyo objetivo inalcanzado era el corazón de elfo.
Aún así, esas marcas ancianas, que las décadas difuminaban con dedicación, era eclipsadas por el reflejo de los cristales del pelo, y los abalorios de metal y piedra, que reflejaban sobre aquel lienzo blanco que era su cuerpo, un sinfín de colores y formas cuando los rayos del sol rebotaban sobre sus coloridas superficies.
De algún modo, Itlharion pareció sentir a la joven mas tranquila, como si su parloteo, lejos de sonar normal, por lo menos se hubiera tranquilizado un poco. Sabía que la pasiflora tardaría aun mas en hacer efecto, y de que quizás solo lograría mantenerla extremadamente calmada y adormecida, sin conseguir el trance que había intentando, con las drogas nunca se sabía, sobre todo con las desconocidas, pero por lo menos, imaginaba que cuando el efecto se manifestara en todo su esplendor, Windorind sería más manejable.
Tan seca como había logrado dejarla, el trovador se peinó la melena con los dedos, sin molestarse en deshacer las trenzas aún, sabiendo que esa parte de su pelo sería, sin lugar a dudas, la mas libre de nudos. El pelo, húmedo, apenas regaba el cuerpo con alguna que otra gota de agua, que discurría por su ligera musculatura, aquel camino interminable que era su imponente altura.
-¿Hm?.-Antes de emprender su camino hacía la roca se detuvo el trovador, quien esbozó una sonrisa extraña, calma y ligera, mucho mas sutil que las que solía crear para el resto.-Gracias.-Contestó de forma genuina, tomando de su propia melena una de esas estelas blancas, como si contemplara en la misma la poética posibilidad que había presentado la joven.-Quizás tengas razón.-Soltó su propio cabello, y por un momento su mente voló muy lejos, y un silencioso y breve deseo que no se formuló en palabras ni siquiera en su propia mente se elevó hacia los cielos.
-¿A si que me hacen interesarte he?.-No tardó en volver ese tono mas jovial y divertido, carismático que le era tan propio.
Una breve risa, grave y apacible, emergió de entre los dientes del elfo, mientras sacudía la cabeza como un can, salpicando lo poco que quedaba de agua de su cuerpo en las inmediaciones, a mitad de camino de la roca que había marcado, para si, como lecho.
-¡Que falta de confianza!¿A caso crees que te mentiría yo?.-Encaró una ceja al trovador, quien gustaba de dar vuelta a las palabras ajenas para que pareciera que estaban sugiriendo alguna monstruosidad, solo por la gracia de ver a la gente azorarse y apurarse a corregir dicho malentendido.
-Unos minutos.-Pero no dijo cuantos, y en ello estabala trampa. Tantos como ella le permitiera sin armarle un alboroto.
La piedra estaba hirviendo, y los primeros segundos la tez le ardió en los muslos y los glúteos, así como el la palma de la mano o la espalda cuando tomaron contacto con ese lecho, un calor demasiado intenso para ser agradable, que no tardó en disiparse lo justo para transmitir una calidez cómoda al cuerpo.
La faz la giró hacía la joven, quien, de espaldas, seguía chapoteando en aquel gesto infantil, que a ratos le parecía adorable, pero que prolongado, como el resto de actitudes propias de una edad muy temprana, terminarían por incomodarle si no cesaban, punto al que aun no había llegado.
-Tenías un pelo hermoso, pero también es bello así, y volverá a crecer.-Le aseguró el elfo.-Si quieres mantenerlo, luego te puedo enseñar como. Así la sangre, la tierra, o cualquier cosa que caiga encima no será tanto problema.-Le aseguro.-Pero debes de tenerle paciencia.-"La belleza cuesta" aunque no tanto para un elfo.
Iltharion entornó los ojos, pues no se atrevía a cerrarlos por completo, temiendo que en un descuido suyo fuera cuando cayera la muchacha, y así como no quería que se ahogara en el lago, tampoco que se abriera la cabeza contra una roca.
-Eso te pasa por bañarte con ropa, se suponía que solo ibas a lavarte la mano.-Le recordó. El trovador no sabía porque no podía sacarse aquellas vestimentas, pero recordaba dicho aviso, y sospechaba que tenía que ver con lo que fuera que le había proporcionado las alas.
-La vida no es just....-La voz del bardo quedó interrumpida por el ruido húmedo del choque de la tela contra su piel, y por el estremecimiento resultante al tacto de la tela sobre su cuerpo, tibio de sol.-Esta fría.-Se quejó el elfo.
Iltharion disfruto de la breve paz del silencio, de los rayos que se aventuraban al mediodía, el rumor de las cascadas que rompían en el lago y sobre las rocas, el runrún de las hojas siendo mecidas por la brisa, y los pájaros que volvían a cantar, después de enmudecer durante casi todo el invierno.
Pero tambien sabía el hijo de los bosques, que aquella paz sería efímera, y no tardó en confirmar sus sospechas cuando cazó, por el rabillo del ojo, casi cerrado por completo, la sombra de su acompañante inclinarse hacía su oreja, y los insidiosos besos sobre ella, intentando despertar una pasión que ansiaba para ella.
Dejo que recorriera su mandíbula con los labios, el mentón y que le robara un beso, al que correspondió tranquilamente, el tiempo muerto había terminado, y entre una discusión y una carrera como los dioses lo habían traído al mundo por la foresta, y dar unas lecciones sesgadas de los placeres del cuerpo, el trovador había resuelto en lo segundo.
A las malas y tristes, por lo menos le serviría aquello a la joven para cuando se consiguiera un esposo.
Se alzó un poco sobre el codo que tenia el antebrazo cubierto, por el garfio y el cuero mojado, y con la otra mano le rodeó tranquilamente la espalda, sin ejercer fuerza sobre ella, mientras la besaba.
-Querías aprender. ¿No?.-Le preguntó abriendo los ojos, y dejando chocar su aliento sobre sus labios, en una pequeña pausa, antes de volver a besarla.- Vamos a jugar a la búsqueda del tesoro. El cuerpo tiene muchos puntos divertidos.-La mano del corsario subió hasta la oreja de la joven, ilustrando sus palabras con una caricia medida.-Intenta encontrarlos.-Viró el rostro para ir hacia esa misma oreja que había tenido entre sus dedos hacía apenas un segundo.-Si lo haces bien haré lo que tu quieras.-Prometió con un tono sugerente antes de lamer el contorno de la misma, y atrapar el lóbulo entre los dientes, en un arañazo breve y travieso.
Aún así, esas marcas ancianas, que las décadas difuminaban con dedicación, era eclipsadas por el reflejo de los cristales del pelo, y los abalorios de metal y piedra, que reflejaban sobre aquel lienzo blanco que era su cuerpo, un sinfín de colores y formas cuando los rayos del sol rebotaban sobre sus coloridas superficies.
De algún modo, Itlharion pareció sentir a la joven mas tranquila, como si su parloteo, lejos de sonar normal, por lo menos se hubiera tranquilizado un poco. Sabía que la pasiflora tardaría aun mas en hacer efecto, y de que quizás solo lograría mantenerla extremadamente calmada y adormecida, sin conseguir el trance que había intentando, con las drogas nunca se sabía, sobre todo con las desconocidas, pero por lo menos, imaginaba que cuando el efecto se manifestara en todo su esplendor, Windorind sería más manejable.
Tan seca como había logrado dejarla, el trovador se peinó la melena con los dedos, sin molestarse en deshacer las trenzas aún, sabiendo que esa parte de su pelo sería, sin lugar a dudas, la mas libre de nudos. El pelo, húmedo, apenas regaba el cuerpo con alguna que otra gota de agua, que discurría por su ligera musculatura, aquel camino interminable que era su imponente altura.
-¿Hm?.-Antes de emprender su camino hacía la roca se detuvo el trovador, quien esbozó una sonrisa extraña, calma y ligera, mucho mas sutil que las que solía crear para el resto.-Gracias.-Contestó de forma genuina, tomando de su propia melena una de esas estelas blancas, como si contemplara en la misma la poética posibilidad que había presentado la joven.-Quizás tengas razón.-Soltó su propio cabello, y por un momento su mente voló muy lejos, y un silencioso y breve deseo que no se formuló en palabras ni siquiera en su propia mente se elevó hacia los cielos.
-¿A si que me hacen interesarte he?.-No tardó en volver ese tono mas jovial y divertido, carismático que le era tan propio.
Una breve risa, grave y apacible, emergió de entre los dientes del elfo, mientras sacudía la cabeza como un can, salpicando lo poco que quedaba de agua de su cuerpo en las inmediaciones, a mitad de camino de la roca que había marcado, para si, como lecho.
-¡Que falta de confianza!¿A caso crees que te mentiría yo?.-Encaró una ceja al trovador, quien gustaba de dar vuelta a las palabras ajenas para que pareciera que estaban sugiriendo alguna monstruosidad, solo por la gracia de ver a la gente azorarse y apurarse a corregir dicho malentendido.
-Unos minutos.-Pero no dijo cuantos, y en ello estabala trampa. Tantos como ella le permitiera sin armarle un alboroto.
La piedra estaba hirviendo, y los primeros segundos la tez le ardió en los muslos y los glúteos, así como el la palma de la mano o la espalda cuando tomaron contacto con ese lecho, un calor demasiado intenso para ser agradable, que no tardó en disiparse lo justo para transmitir una calidez cómoda al cuerpo.
La faz la giró hacía la joven, quien, de espaldas, seguía chapoteando en aquel gesto infantil, que a ratos le parecía adorable, pero que prolongado, como el resto de actitudes propias de una edad muy temprana, terminarían por incomodarle si no cesaban, punto al que aun no había llegado.
-Tenías un pelo hermoso, pero también es bello así, y volverá a crecer.-Le aseguró el elfo.-Si quieres mantenerlo, luego te puedo enseñar como. Así la sangre, la tierra, o cualquier cosa que caiga encima no será tanto problema.-Le aseguro.-Pero debes de tenerle paciencia.-"La belleza cuesta" aunque no tanto para un elfo.
Iltharion entornó los ojos, pues no se atrevía a cerrarlos por completo, temiendo que en un descuido suyo fuera cuando cayera la muchacha, y así como no quería que se ahogara en el lago, tampoco que se abriera la cabeza contra una roca.
-Eso te pasa por bañarte con ropa, se suponía que solo ibas a lavarte la mano.-Le recordó. El trovador no sabía porque no podía sacarse aquellas vestimentas, pero recordaba dicho aviso, y sospechaba que tenía que ver con lo que fuera que le había proporcionado las alas.
-La vida no es just....-La voz del bardo quedó interrumpida por el ruido húmedo del choque de la tela contra su piel, y por el estremecimiento resultante al tacto de la tela sobre su cuerpo, tibio de sol.-Esta fría.-Se quejó el elfo.
Iltharion disfruto de la breve paz del silencio, de los rayos que se aventuraban al mediodía, el rumor de las cascadas que rompían en el lago y sobre las rocas, el runrún de las hojas siendo mecidas por la brisa, y los pájaros que volvían a cantar, después de enmudecer durante casi todo el invierno.
Pero tambien sabía el hijo de los bosques, que aquella paz sería efímera, y no tardó en confirmar sus sospechas cuando cazó, por el rabillo del ojo, casi cerrado por completo, la sombra de su acompañante inclinarse hacía su oreja, y los insidiosos besos sobre ella, intentando despertar una pasión que ansiaba para ella.
Dejo que recorriera su mandíbula con los labios, el mentón y que le robara un beso, al que correspondió tranquilamente, el tiempo muerto había terminado, y entre una discusión y una carrera como los dioses lo habían traído al mundo por la foresta, y dar unas lecciones sesgadas de los placeres del cuerpo, el trovador había resuelto en lo segundo.
A las malas y tristes, por lo menos le serviría aquello a la joven para cuando se consiguiera un esposo.
Se alzó un poco sobre el codo que tenia el antebrazo cubierto, por el garfio y el cuero mojado, y con la otra mano le rodeó tranquilamente la espalda, sin ejercer fuerza sobre ella, mientras la besaba.
-Querías aprender. ¿No?.-Le preguntó abriendo los ojos, y dejando chocar su aliento sobre sus labios, en una pequeña pausa, antes de volver a besarla.- Vamos a jugar a la búsqueda del tesoro. El cuerpo tiene muchos puntos divertidos.-La mano del corsario subió hasta la oreja de la joven, ilustrando sus palabras con una caricia medida.-Intenta encontrarlos.-Viró el rostro para ir hacia esa misma oreja que había tenido entre sus dedos hacía apenas un segundo.-Si lo haces bien haré lo que tu quieras.-Prometió con un tono sugerente antes de lamer el contorno de la misma, y atrapar el lóbulo entre los dientes, en un arañazo breve y travieso.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Wind se sorprendió ante la reacción del elfo, parecía que le había gustado. Aunque no era demasiado habitual que tomaran en serio aquella comparación, por eso dejó de ponerla en palabras hacía ya mucho tiempo, tal vez aquella comparación parecía demasiado tonta para alguna gente, pero para ella tenía mucho sentido. La metáfora sobre las canas y la felicidad era algo que le dijo el anciano cuando ella era más pequeña y le pareció tan real, que creía que casi podía tocar con las yemas de los dedos los momentos felices de sus conocidos cuando les veía el pelo blanquecino. -Interesante y atractivo, sí- Matizó la joven volviendo a su sonrisa habitual.
Wind imitó al bardo, levantó una ceja escéptica y contestó con total sinceridad -Sí que lo considero una posibilidad- Después volvió a sonreír y le sacó la lengua contenta. Ahora parecía que el elfo estaba más tranquilo y eso realmente la hacía feliz. Lo prefería tranquilo en vez de nervioso y esquivo, ya que así parecía estar más predispuesto a cumplir sus caprichos.
-Sería maravilloso, así podría tener el pelo tan bonito como el tuyo, aunque la verdad es que el pelo corto es cómodo. Así no tardo tanto en secarlo- Se encogió de hombros sonriente y añadió -Aunque paciencia sí que tengo, no estaría de más que me enseñaras alguno de tus trucos- Tal vez, conociendo aquellos trucos, podría llegar alguna vez a tenerlo largo de nuevo.
-Pero mi manera era más efectiva- Ensanchó la sonrisa y se miró a mano que estaba completamente limpia - ¿Ves? Impoluta. Mi mano y el resto de mi cuerpo- Se rio por aquel comentario y terminó de colocarse al lado del elfo mientras la roca le daba cierta sensación de sequedad en la piel.
Wind soltó una carcajada cuando Iltharion se quejó por la tela -No es para tanto. El agua no estaba fría. De hecho, casi estaba caliente. Era como estar en una nube. - Comentó mientras tocaba sus telas que caían como plomo cada vez que las levantaba y las dejaba caer.
Wind disfrutó de aquel beso con tranquilidad, como si compensara el último que se habían dado mientras pensaba que aquel beso si era digno de una victoria, no hubo urgencia, ni pasión desmedida, solo una sensación de felicidad embriagadora por conseguir algo que, a pesar de que era su deseo, no era forzado para la otra parte. Se separó, mientras respiraba tranquila, pero con la respiración superficial.
Ante la pregunta de Iltharion, wind asintió con una sonrisa en sus labios, la cual, se vio envuelta en un nuevo y pequeño beso antes de que su compañero siguiera hablando. Cuando la explicación comenzó, la joven abrió los ojos de nuevo mientras notaba como un pequeño cosquilleo comenzaba a aparecer en su bajo vientre -Mmmm… ¿Muchos? - Wind se preocupó ligeramente, ¿Cuántos eran muchos? Ella apenas conocía dos o tres como mucho y ni siquiera estaba segura de que realmente fueran divertidos también para los hombres y mientras le daba vueltas a esa pregunta, se dejó hacer. Aquel primer roce en su oreja le subió el tono del rostro y movió la cabeza para que el elfo se pudiera acertar tanto como deseara hacia ella - ¿Lo que yo quiera? - Repitió en un susurro, excitada ante la promesa de que si lo hacía bien, podría conseguir lo que quería sin obligarle, así que será divertido para los dos, podría volver a obtener lo que quería y solo debía encontrar los puntos divertidos del cuerpo de su compañero, lo cual, aunque sonaba fácil, le parecía una tarea bastante complicada.
Sin perder la postura en la que se encontraba, pero sí alejando su oreja de la boca de su compañero, comenzó a explorar el cuerpo del elfo despacio. Comenzó en su oreja y, tal y como había hecho él instantes antes, la rozó con la yema de los dedos, después continuó su recorrido, siguiendo la línea de su mandíbula hasta los labios, que rozó con los dedos y se acercó para depositar un casto beso sobre ellos. Se alejó de nuevo y le pasó la mano por la melena que guió a la joven hasta el pecho de Iltharion, el cual, ahora, con su pequeña mano al entero, recorrió hacia arriba, hacia el cuello. Posó su mano en la nuca y, como si fuera algo natural, acercó el rostro hasta el cuello donde depositó un beso y un pequeño mordisco para alejarse justo después y volver a observar el rostro de su compañero, intentando averiguar si iba bien o iba mal.
Después, continuando con su recorrido, bajó la mano de nuevo, hasta encontrarse con la parte más alta de su pecho. Lo acarició unas pocas veces y, mientras lo mantenía entre su dedo índice y el corazón, apretó ligeramente y sin soltarlo, movió la mano hacia abajo hasta que llegó al ombligo. Sabía que ahí había una zona que sí era divertida, pero no pensaba romper la delicadeza con la que estaba examinando el cuerpo del elfo, así que quitó la tela con cuidado para que fuera más sencillo y, con las yemas de los dedos, continuó donde lo había dejado.
Bajó hasta dar con el lugar que, sabía, era un sitio divertido, pero en ese momento, no debía hacer nada que enfadara a su compañero de juegos, así que, con las puntas de los dedos, recorrió la largura de éste y sin perder el cuidado, también lo que había debajo. Después, volvió a subir, desandando el camino que había trazado, hasta llegar de nuevo a sus labios, en los cuales depositó otro beso, esta vez un beso de verdad, como el que le había dado antes de empezar aquel juego de descubrimientos.
- ¿Y bien? ¿He ganado? ¿Me vas a enseñar más cosas? - Preguntó con una sonrisa, feliz de pensar que sí que lo había hecho bien.
Wind imitó al bardo, levantó una ceja escéptica y contestó con total sinceridad -Sí que lo considero una posibilidad- Después volvió a sonreír y le sacó la lengua contenta. Ahora parecía que el elfo estaba más tranquilo y eso realmente la hacía feliz. Lo prefería tranquilo en vez de nervioso y esquivo, ya que así parecía estar más predispuesto a cumplir sus caprichos.
-Sería maravilloso, así podría tener el pelo tan bonito como el tuyo, aunque la verdad es que el pelo corto es cómodo. Así no tardo tanto en secarlo- Se encogió de hombros sonriente y añadió -Aunque paciencia sí que tengo, no estaría de más que me enseñaras alguno de tus trucos- Tal vez, conociendo aquellos trucos, podría llegar alguna vez a tenerlo largo de nuevo.
-Pero mi manera era más efectiva- Ensanchó la sonrisa y se miró a mano que estaba completamente limpia - ¿Ves? Impoluta. Mi mano y el resto de mi cuerpo- Se rio por aquel comentario y terminó de colocarse al lado del elfo mientras la roca le daba cierta sensación de sequedad en la piel.
Wind soltó una carcajada cuando Iltharion se quejó por la tela -No es para tanto. El agua no estaba fría. De hecho, casi estaba caliente. Era como estar en una nube. - Comentó mientras tocaba sus telas que caían como plomo cada vez que las levantaba y las dejaba caer.
Wind disfrutó de aquel beso con tranquilidad, como si compensara el último que se habían dado mientras pensaba que aquel beso si era digno de una victoria, no hubo urgencia, ni pasión desmedida, solo una sensación de felicidad embriagadora por conseguir algo que, a pesar de que era su deseo, no era forzado para la otra parte. Se separó, mientras respiraba tranquila, pero con la respiración superficial.
Ante la pregunta de Iltharion, wind asintió con una sonrisa en sus labios, la cual, se vio envuelta en un nuevo y pequeño beso antes de que su compañero siguiera hablando. Cuando la explicación comenzó, la joven abrió los ojos de nuevo mientras notaba como un pequeño cosquilleo comenzaba a aparecer en su bajo vientre -Mmmm… ¿Muchos? - Wind se preocupó ligeramente, ¿Cuántos eran muchos? Ella apenas conocía dos o tres como mucho y ni siquiera estaba segura de que realmente fueran divertidos también para los hombres y mientras le daba vueltas a esa pregunta, se dejó hacer. Aquel primer roce en su oreja le subió el tono del rostro y movió la cabeza para que el elfo se pudiera acertar tanto como deseara hacia ella - ¿Lo que yo quiera? - Repitió en un susurro, excitada ante la promesa de que si lo hacía bien, podría conseguir lo que quería sin obligarle, así que será divertido para los dos, podría volver a obtener lo que quería y solo debía encontrar los puntos divertidos del cuerpo de su compañero, lo cual, aunque sonaba fácil, le parecía una tarea bastante complicada.
Sin perder la postura en la que se encontraba, pero sí alejando su oreja de la boca de su compañero, comenzó a explorar el cuerpo del elfo despacio. Comenzó en su oreja y, tal y como había hecho él instantes antes, la rozó con la yema de los dedos, después continuó su recorrido, siguiendo la línea de su mandíbula hasta los labios, que rozó con los dedos y se acercó para depositar un casto beso sobre ellos. Se alejó de nuevo y le pasó la mano por la melena que guió a la joven hasta el pecho de Iltharion, el cual, ahora, con su pequeña mano al entero, recorrió hacia arriba, hacia el cuello. Posó su mano en la nuca y, como si fuera algo natural, acercó el rostro hasta el cuello donde depositó un beso y un pequeño mordisco para alejarse justo después y volver a observar el rostro de su compañero, intentando averiguar si iba bien o iba mal.
Después, continuando con su recorrido, bajó la mano de nuevo, hasta encontrarse con la parte más alta de su pecho. Lo acarició unas pocas veces y, mientras lo mantenía entre su dedo índice y el corazón, apretó ligeramente y sin soltarlo, movió la mano hacia abajo hasta que llegó al ombligo. Sabía que ahí había una zona que sí era divertida, pero no pensaba romper la delicadeza con la que estaba examinando el cuerpo del elfo, así que quitó la tela con cuidado para que fuera más sencillo y, con las yemas de los dedos, continuó donde lo había dejado.
Bajó hasta dar con el lugar que, sabía, era un sitio divertido, pero en ese momento, no debía hacer nada que enfadara a su compañero de juegos, así que, con las puntas de los dedos, recorrió la largura de éste y sin perder el cuidado, también lo que había debajo. Después, volvió a subir, desandando el camino que había trazado, hasta llegar de nuevo a sus labios, en los cuales depositó otro beso, esta vez un beso de verdad, como el que le había dado antes de empezar aquel juego de descubrimientos.
- ¿Y bien? ¿He ganado? ¿Me vas a enseñar más cosas? - Preguntó con una sonrisa, feliz de pensar que sí que lo había hecho bien.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Iltharion no tenía problemas en compartir trucos de belleza con la muchacha, o de como mantener la apariencia pese a la dureza delos caminos, pero tenía la certera sensación de que la estética no le inquietaba lo suficiente por el momento como para distraerla de otros menesteres que ocupaban con mas ahínco su mente e intenciones.
-Para ti no estaría fría.-Se mordió la lengua el bardo para no hacer un comentario soez de como acababa de congelarle las bolas con su pequeña triquiñuela.
La tregua llegó pronto a su fin, y así se lo hizo saber la joven con los besos que pronto llegaron a sus labios.
La expresión de asombro de la muchacha ensancho la sonrisa placida del trovador, quien siempre encontraba placentero el hecho de tener la llave a mundos, para otros, desconocidos, e irselos descubriendo a sus aprendices o amantes, según diera el tema y la situación.
-Muchos.-De algún modo todo el cuerpo podía serlo si se acariciaba de la forma correcta. Sobre la promesa, iltharion estaba bastante seguro de a que rubro se limitarían las peticiones de la joven como para poder comprometerse a ello, y en ultima instancia, siempre podía retractarse o distraerla, hacerla olvidarse de dicha petición como se había olvidado de la lectura de manos cuando había aparecido algo mas apetitoso ante su vista.
Quieto y dócil, pero sin perderla con una mirada intensa, el trovador dejó a la joven hacer. Un suspiro profundo y cargado de dicha emanó de sus labios entreabiertos cuando sintió otra vez los cariños sobre su oreja, la joven iba sobre seguro, con tal de conseguir su premio, aunque el trovador había esperado que, teniéndolo a su entera disposición, se aventurase a jugar al prueba y error e ir viendo con todo el cuerpo, zonas otora abandonadas o que poco había explorado con sus besos.
El elfo extendió el cuello cuando la joven se acercó a este, poniéndole las cosas fáciles, y un breve gruñido de gozo correspondió a esa atención, denotando otro éxito fácil para la joven.
Aunque la ultima baza de la joven no fue una sorpresa, y la tela retirarse fue un claro preludio del siguiente destino de sus manos, el hijo de los bosques no pudo contener una exhalación queda y el tomar aire de forma entrecortada al sentir las primeras caricias, que para su desagrado y conveniencia, fueron breves.
-Vamos a darlo por valido.-Le concedió a la joven tras el primer beso, y le devolvió uno igual de intenso.
Iltharion se levantó de la roca, y lanzó el pañuelo mojado lejos, para que la chiquilla no volviera a congelare ninguna otra parte del cuerpo. luego doblo el brazo con el garfio por delante de su faz, y entre la mano libre y los dientes fue zafando las correas, hasta que aquel adorno festivo se desprendió por completo. Sin especial cuidado lo arrojó con el resto de sus cosas, y alargo el brazo, estirando tanto este como los dedos entumecidos mientras rodeaba la piedra a algunos pasos, deteniéndose a los pies de la muchacha.
El hijo de Sandorai se arrodilló ante la roca, y tomó el tobillo de la joven, apoyando la palma en la cara trasera. Se inclinó dejando que sus labios rozaran la pelota de hueso, y mientras una de sus manos subía por el gemelo, por la cara interna de la pierna trazaba un reguero de besos.
-Todo el cuerpo puede ser placentero, si uno se dedica a el.-Le explicó a la joven, en un tono sugerente que rompía contra la fina piel de la rodilla de la misma. A medida que ascendía su palma iba alzando la pierna, trazando con los dedos caricias dispersas, senderos sinuosos por la parte baja de la extremidad. Sus labios, mas insidiosos, intercalaban los besos para detenerse de vez en cuando, y atrapar con los dientes algo de carne de la que tironear con suavidad y así arañar con los dedos.
A medida que subía su recorrido se volvía mas lento, y para la mitad del muslo, la mano libre apartó el tul mojado haciéndolo pasar por encima de la pierna y despejando el resto del camino.
-Por lo general.-Prosiguió cada vez mas cerca del final de su pierna, dejando que el aliento de sus palabras rozara la piel como lo hacían sus labios, sus manos o su nariz.-Cualquier cosa que se sienta bien con las manos, se siente aun mejor con la lengua.-Le explicó, e ilustrando aquel mismo consejo, terminó de escalar la pierna para llegar al epicentro del placer de la joven.
Con cuidada dedicación abrió su sexo con los dedos, y lo recorrió de arriba abajo con las yemas, dejando solo sentir su respiración sobre el mismo antes de humedecerlo con la lengua. Lamidas largas, lentas e insidiosas, que presionaban la oculta entrada de su género y la pasaban de largo hasta llegar al secreto punto de placer que constituía un mito para muchos de su género.
Paulatinamente fue dejando la lentitud atrás, y adentrándose en cada milímetro de aquel delicado terreno, presionando a ratos cuando ahondaba mas don el apéndice, cerrando esporadicamente los labios entorno a su presa, y acompañando con los dedos los margenes, o dedicando ocasionales caricias mas intensas con los mismos en diversas partes de su sexo, con una avidez paciente, para dejarla sentir, identificar y disfrutar de cada atención que le obsequiaba sobre el cuerpo.
-Para ti no estaría fría.-Se mordió la lengua el bardo para no hacer un comentario soez de como acababa de congelarle las bolas con su pequeña triquiñuela.
La tregua llegó pronto a su fin, y así se lo hizo saber la joven con los besos que pronto llegaron a sus labios.
La expresión de asombro de la muchacha ensancho la sonrisa placida del trovador, quien siempre encontraba placentero el hecho de tener la llave a mundos, para otros, desconocidos, e irselos descubriendo a sus aprendices o amantes, según diera el tema y la situación.
-Muchos.-De algún modo todo el cuerpo podía serlo si se acariciaba de la forma correcta. Sobre la promesa, iltharion estaba bastante seguro de a que rubro se limitarían las peticiones de la joven como para poder comprometerse a ello, y en ultima instancia, siempre podía retractarse o distraerla, hacerla olvidarse de dicha petición como se había olvidado de la lectura de manos cuando había aparecido algo mas apetitoso ante su vista.
Quieto y dócil, pero sin perderla con una mirada intensa, el trovador dejó a la joven hacer. Un suspiro profundo y cargado de dicha emanó de sus labios entreabiertos cuando sintió otra vez los cariños sobre su oreja, la joven iba sobre seguro, con tal de conseguir su premio, aunque el trovador había esperado que, teniéndolo a su entera disposición, se aventurase a jugar al prueba y error e ir viendo con todo el cuerpo, zonas otora abandonadas o que poco había explorado con sus besos.
El elfo extendió el cuello cuando la joven se acercó a este, poniéndole las cosas fáciles, y un breve gruñido de gozo correspondió a esa atención, denotando otro éxito fácil para la joven.
Aunque la ultima baza de la joven no fue una sorpresa, y la tela retirarse fue un claro preludio del siguiente destino de sus manos, el hijo de los bosques no pudo contener una exhalación queda y el tomar aire de forma entrecortada al sentir las primeras caricias, que para su desagrado y conveniencia, fueron breves.
-Vamos a darlo por valido.-Le concedió a la joven tras el primer beso, y le devolvió uno igual de intenso.
Iltharion se levantó de la roca, y lanzó el pañuelo mojado lejos, para que la chiquilla no volviera a congelare ninguna otra parte del cuerpo. luego doblo el brazo con el garfio por delante de su faz, y entre la mano libre y los dientes fue zafando las correas, hasta que aquel adorno festivo se desprendió por completo. Sin especial cuidado lo arrojó con el resto de sus cosas, y alargo el brazo, estirando tanto este como los dedos entumecidos mientras rodeaba la piedra a algunos pasos, deteniéndose a los pies de la muchacha.
El hijo de Sandorai se arrodilló ante la roca, y tomó el tobillo de la joven, apoyando la palma en la cara trasera. Se inclinó dejando que sus labios rozaran la pelota de hueso, y mientras una de sus manos subía por el gemelo, por la cara interna de la pierna trazaba un reguero de besos.
-Todo el cuerpo puede ser placentero, si uno se dedica a el.-Le explicó a la joven, en un tono sugerente que rompía contra la fina piel de la rodilla de la misma. A medida que ascendía su palma iba alzando la pierna, trazando con los dedos caricias dispersas, senderos sinuosos por la parte baja de la extremidad. Sus labios, mas insidiosos, intercalaban los besos para detenerse de vez en cuando, y atrapar con los dientes algo de carne de la que tironear con suavidad y así arañar con los dedos.
A medida que subía su recorrido se volvía mas lento, y para la mitad del muslo, la mano libre apartó el tul mojado haciéndolo pasar por encima de la pierna y despejando el resto del camino.
-Por lo general.-Prosiguió cada vez mas cerca del final de su pierna, dejando que el aliento de sus palabras rozara la piel como lo hacían sus labios, sus manos o su nariz.-Cualquier cosa que se sienta bien con las manos, se siente aun mejor con la lengua.-Le explicó, e ilustrando aquel mismo consejo, terminó de escalar la pierna para llegar al epicentro del placer de la joven.
Con cuidada dedicación abrió su sexo con los dedos, y lo recorrió de arriba abajo con las yemas, dejando solo sentir su respiración sobre el mismo antes de humedecerlo con la lengua. Lamidas largas, lentas e insidiosas, que presionaban la oculta entrada de su género y la pasaban de largo hasta llegar al secreto punto de placer que constituía un mito para muchos de su género.
Paulatinamente fue dejando la lentitud atrás, y adentrándose en cada milímetro de aquel delicado terreno, presionando a ratos cuando ahondaba mas don el apéndice, cerrando esporadicamente los labios entorno a su presa, y acompañando con los dedos los margenes, o dedicando ocasionales caricias mas intensas con los mismos en diversas partes de su sexo, con una avidez paciente, para dejarla sentir, identificar y disfrutar de cada atención que le obsequiaba sobre el cuerpo.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Wind esbozaba una pequeña sonrisa cada vez que cambiaba la respiración del elfo, consideraba cada suspiro como una pequeña victoria y un punto divertido del que debería acordarse después. No eran muchos los que había descubierto, pero para ella aquello se sintió como si hubiera descubierto un mundo nuevo, nunca antes había podido acariciar así el cuerpo de un hombre y, a pesar de que tal vez su compañero esperara algo más de aquella exploración, para ella eso fue suficiente.
Aquella frase le hizo reducir la sonrisa - ¿Eso es que me he dejado muchos sitios? - Preguntó con curiosidad mientras pensaba si debía volverlo a intentar. No estaba conforme con ganar a medias, pero no sabía que más sitios divertidos había y, aunque volviera a intentarlo, su pequeño escrutinio no cambiaría demasiado -No me gusta ganar a medias, eso es que no ha sido tan divertido como debería- Refunfuñó tras el segundo beso.
La elfa se quedó mascullando aquella idea, no había ganado, la había dejado ganar y, aunque eso también era bueno en cierta medida porque significaba que él sí que quería seguir divirtiéndose, no era suficiente, tenía que mejorar si quería divertirse todo lo posible y, también que el elfo se divirtiera y no se aburriera con ella.
Cuando Iltharion se levantó, Wind se sorprendió ¿Por qué se levantaba? ¿Se iba? ¿Tantos sitios había dejado sin descubrir? Aquellas preguntas se agolparon en su cabeza hasta el punto que comenzó a sentirla pesada - ¿Tan malo ha sido…? - Preguntó con un hilo de voz, mientras se incorporaba en la roca preocupada por sus escasas habilidades. Pero, de nuevo y sin quererlo, el optimismo volvió a ella unos segundos después -Por eso te dije que quería aprender ¿Sabes? - Comentó mientras miraba como el elfo comenzaba a quitarse el garfio.
No perdió de vista ni uno solo de los movimientos que su compañero hacía, Wind realmente sentía curiosidad por saber lo que se escondía tras ese garfio a pesar, de que la respuesta era obvia - ¿Por qué te lo quitas? ¿Es incómodo? - Sentía curiosidad pues él en ningún momento se había quejado y no se lo había quitado ni siquiera cuando entraron en el agua y, todo aquello le hacía sentir aún más curiosidad tanto por ver la herida como por averiguar cómo combinaría con el aspecto general del elfo.
Lo que no se esperaba en lo absoluto era lo que se escondía tras aquel trozo de cuero.
-Pero… ¿Qué…? - Murmuró Wind mientras miraba atónita la mano del bardo estirarse sin siquiera haber mediado una disculpa ¿Acaso no pensaba disculparse por haberla mentido? La elfa terminó de sentarse, quedándose erguida, con las piernas dobladas y las rodillas en su rostro mientras las abrazaba - ¿Tenias bien la mano… y me has mentido? Sin ningún tipo de consideración… Realmente me había preocupado- Quería pegarle, quería pegarle tan fuerte que le doliera y recordara aquel golpe para siempre. Realmente se sintió mal cuando preguntó sin cuidado sobre el garfio, pero peor se sintió cuando le dijo que realmente era de verdad y la historia de cómo perdió la mano -Eso ha sido cruel- A pesar de que quería llorar, las lágrimas volvieron a quedársele dentro, como si su cuerpo no la permitiera derramar su tristeza por las mejillas provocándole una voz queda y triste -E innecesario- Matizó con voz apagada mientras pensaba que las mentiras no eran nada divertidas.
Wind se tumbó de nuevo, esta vez sobre su espalda mientras esperaba expectante aquel nuevo conocimiento que estaba a punto de recibir. Se dejó hacer mientras la piel se le erizaba cada vez que sentía un susurro o una caricia contra ella, aquello sí que era divertido. Las palabras del bardo resonaron en su cabeza como si fuera una campana -Todo el cuerpo sí son muchos sitios- Comentó en un murmuro mientras se le arqueaba ligeramente la espalda por las cosquillas.
Cuando Iltharion retiró la tela, la parte más baja de su vientre no tardó en comenzar a lanzarle ráfagas de calor por todo el cuerpo, seguidos de algunos pequeños latidos que surgían desde lo profundo de su ser junto con un rubor que se le extendía hasta las puntas de las orejas. Ahora, en tierra podía notar como aquella zona tan privada comenzaba a humedecerse con cada latido, mostrando un deseo que Wind reafirmaba con cada pequeño suspiro que salía de sus labios.
Más palabras, aquel aliento de nuevo contra su piel le hizo ahogar un gemido contra su propio antebrazo izquierdo, el cual tenía ahora sobre sus labios, con la intención de que su piel ayudara a no llamar la atención de algún viajero sobre aquel lago.
Otra nueva lección que debía recordar, una lección que su cuerpo pedía a gritos que fuera ilustrada y, por suerte, así fue - ¿Para ti también? – Preguntó, ávida de aquel conocimiento placentero del que deseaba saber más.
En cuanto notó los dedos sobre ella, Wind arqueó la espalda un poco más mientras se le escapaba un nuevo gemido. El calor ahora era intenso en todo su cuerpo, pero aún se acrecentó más cuando los dedos comenzaron a moverse, despacio, al mismo son que el aliento del elfo chocaba contra ella.
Nuevos gemidos y respiraciones entrecortadas aparecieron cuando la lengua de su compañero comenzó a acariciar aquella zona tan privada. Las rodillas cedieron ligeramente hacia dentro, como si intentara esconder aquello que ella consideraba su tesoro, a pesar de que sus intenciones estaban bastante lejos de ello y, cuando comenzó a juguetear con su centro de placer, volvió a arquear la espalda mientras ahogaba otro gemido contra su brazo y su otra mano se movía hacia su propio pecho inconscientemente.
Aquel placer tan calmado y medido que le proporcionaba la experiencia del elfo no la permitía respirar en profundidad, tan solo unas cortas y superficiales exhalaciones era a lo que podía aspirar que, a veces, cuando ltharion cambiaba de foco de atención, le permitía tomar aire con más profundidad para que, acto seguido saliera rápidamente al notar de nuevo el placer de aquel juego.
Los jadeos lentos, que se mezclaban con su respiración irregular se veían acrecentados cuando su cuerpo comenzó a moverse solo, para complementar aquel placer con movimientos en la cumbre de sus pechos, tratando de imitar lo que el elfo había hecho hacía un rato. Pequeños tirones y pellizcos, que, a pesar de que no eran lo mismo que antes, eran también muy placenteros.
Eso sí que era divertido, mucho más que lo que había hecho ella antes, en ese juego, sin duda alguna había perdido.
Aquella frase le hizo reducir la sonrisa - ¿Eso es que me he dejado muchos sitios? - Preguntó con curiosidad mientras pensaba si debía volverlo a intentar. No estaba conforme con ganar a medias, pero no sabía que más sitios divertidos había y, aunque volviera a intentarlo, su pequeño escrutinio no cambiaría demasiado -No me gusta ganar a medias, eso es que no ha sido tan divertido como debería- Refunfuñó tras el segundo beso.
La elfa se quedó mascullando aquella idea, no había ganado, la había dejado ganar y, aunque eso también era bueno en cierta medida porque significaba que él sí que quería seguir divirtiéndose, no era suficiente, tenía que mejorar si quería divertirse todo lo posible y, también que el elfo se divirtiera y no se aburriera con ella.
Cuando Iltharion se levantó, Wind se sorprendió ¿Por qué se levantaba? ¿Se iba? ¿Tantos sitios había dejado sin descubrir? Aquellas preguntas se agolparon en su cabeza hasta el punto que comenzó a sentirla pesada - ¿Tan malo ha sido…? - Preguntó con un hilo de voz, mientras se incorporaba en la roca preocupada por sus escasas habilidades. Pero, de nuevo y sin quererlo, el optimismo volvió a ella unos segundos después -Por eso te dije que quería aprender ¿Sabes? - Comentó mientras miraba como el elfo comenzaba a quitarse el garfio.
No perdió de vista ni uno solo de los movimientos que su compañero hacía, Wind realmente sentía curiosidad por saber lo que se escondía tras ese garfio a pesar, de que la respuesta era obvia - ¿Por qué te lo quitas? ¿Es incómodo? - Sentía curiosidad pues él en ningún momento se había quejado y no se lo había quitado ni siquiera cuando entraron en el agua y, todo aquello le hacía sentir aún más curiosidad tanto por ver la herida como por averiguar cómo combinaría con el aspecto general del elfo.
Lo que no se esperaba en lo absoluto era lo que se escondía tras aquel trozo de cuero.
-Pero… ¿Qué…? - Murmuró Wind mientras miraba atónita la mano del bardo estirarse sin siquiera haber mediado una disculpa ¿Acaso no pensaba disculparse por haberla mentido? La elfa terminó de sentarse, quedándose erguida, con las piernas dobladas y las rodillas en su rostro mientras las abrazaba - ¿Tenias bien la mano… y me has mentido? Sin ningún tipo de consideración… Realmente me había preocupado- Quería pegarle, quería pegarle tan fuerte que le doliera y recordara aquel golpe para siempre. Realmente se sintió mal cuando preguntó sin cuidado sobre el garfio, pero peor se sintió cuando le dijo que realmente era de verdad y la historia de cómo perdió la mano -Eso ha sido cruel- A pesar de que quería llorar, las lágrimas volvieron a quedársele dentro, como si su cuerpo no la permitiera derramar su tristeza por las mejillas provocándole una voz queda y triste -E innecesario- Matizó con voz apagada mientras pensaba que las mentiras no eran nada divertidas.
Wind se tumbó de nuevo, esta vez sobre su espalda mientras esperaba expectante aquel nuevo conocimiento que estaba a punto de recibir. Se dejó hacer mientras la piel se le erizaba cada vez que sentía un susurro o una caricia contra ella, aquello sí que era divertido. Las palabras del bardo resonaron en su cabeza como si fuera una campana -Todo el cuerpo sí son muchos sitios- Comentó en un murmuro mientras se le arqueaba ligeramente la espalda por las cosquillas.
Cuando Iltharion retiró la tela, la parte más baja de su vientre no tardó en comenzar a lanzarle ráfagas de calor por todo el cuerpo, seguidos de algunos pequeños latidos que surgían desde lo profundo de su ser junto con un rubor que se le extendía hasta las puntas de las orejas. Ahora, en tierra podía notar como aquella zona tan privada comenzaba a humedecerse con cada latido, mostrando un deseo que Wind reafirmaba con cada pequeño suspiro que salía de sus labios.
Más palabras, aquel aliento de nuevo contra su piel le hizo ahogar un gemido contra su propio antebrazo izquierdo, el cual tenía ahora sobre sus labios, con la intención de que su piel ayudara a no llamar la atención de algún viajero sobre aquel lago.
Otra nueva lección que debía recordar, una lección que su cuerpo pedía a gritos que fuera ilustrada y, por suerte, así fue - ¿Para ti también? – Preguntó, ávida de aquel conocimiento placentero del que deseaba saber más.
En cuanto notó los dedos sobre ella, Wind arqueó la espalda un poco más mientras se le escapaba un nuevo gemido. El calor ahora era intenso en todo su cuerpo, pero aún se acrecentó más cuando los dedos comenzaron a moverse, despacio, al mismo son que el aliento del elfo chocaba contra ella.
Nuevos gemidos y respiraciones entrecortadas aparecieron cuando la lengua de su compañero comenzó a acariciar aquella zona tan privada. Las rodillas cedieron ligeramente hacia dentro, como si intentara esconder aquello que ella consideraba su tesoro, a pesar de que sus intenciones estaban bastante lejos de ello y, cuando comenzó a juguetear con su centro de placer, volvió a arquear la espalda mientras ahogaba otro gemido contra su brazo y su otra mano se movía hacia su propio pecho inconscientemente.
Aquel placer tan calmado y medido que le proporcionaba la experiencia del elfo no la permitía respirar en profundidad, tan solo unas cortas y superficiales exhalaciones era a lo que podía aspirar que, a veces, cuando ltharion cambiaba de foco de atención, le permitía tomar aire con más profundidad para que, acto seguido saliera rápidamente al notar de nuevo el placer de aquel juego.
Los jadeos lentos, que se mezclaban con su respiración irregular se veían acrecentados cuando su cuerpo comenzó a moverse solo, para complementar aquel placer con movimientos en la cumbre de sus pechos, tratando de imitar lo que el elfo había hecho hacía un rato. Pequeños tirones y pellizcos, que, a pesar de que no eran lo mismo que antes, eran también muy placenteros.
Eso sí que era divertido, mucho más que lo que había hecho ella antes, en ese juego, sin duda alguna había perdido.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Iltharion esbozó una media sonrisa cuando la muchacha pareció casi sorprendida de lo que pudiera haberse dejado, pero se esto de responder, así como de aclararle algo mientras refunfuñaba. Era mejor que lo sintiese a que en frío tratara de explicarlo, y sobre todo, menos dañino para el orgullo, porque con caricias a veces las malas noticias no herían tanto.
El elfo tuvo que contener una risa cuando la joven interpreto el hecho de que se levantara como un rechazo, y su voz se volvió un hilillo lastimero, y su cuerpo se alzaba como si se hubiera alterado, justificándose con la petición de enseñanza que había realizado ya varias veces.
-No, no ha sido malo.-Aseguró el elfo, con una de las correas entre los dientes, mientras terminaba de desabrocharse el garfio, buscando liberar su mano.
Una pequeña risa escapó finalmente cuando la joven desorientada, dejó atrás su desempeño para centrarse en como se quitaba el garfio.-Prefiero tener libres las dos manos.-Contestó con descaro, sin molestarse en ocultar la mano que emergió tras su engaño.
No se esperaba el hijo de los bosques tamaña tristeza porque aun conservase la mano, la cual se paso por la cara mientras se acercaba a la muchacha.-Era una broma, y parecías tan contenta con que me faltara una mano.-Iltharion no podía creer que lot acharan de cruel cuando la chica casi había celebrado que un oso le hubiera comido la mano apenas unas horas antes, aunque sospechaba que la droga tenía mucho que ver con aquella euforia incluso en los momentos negros que la joven había exhibido.-No quería lastimarte.-Comentó el elfo, con un tono tan genuino, como si aquellas palabras salieran de lo mas profundo de su corazón. Aunque no sintiera un gran pesar por ello, era cierto, el trovador no había tenido intenciones de herirla.
El corsario disfrutaba de arquear el pequeño cuerpo de la joven con sus gestos, sus besos y sus caricias, se deleitaba al atrapar en su oído la respiración irregular de la muchacha, y los plañidos que escapaban entre sus labios, como si fuera alguna clase de melodía que pudiera dirigir a su antojo a través de las delicadas atenciones que no solo dedicaba, si no que enseñana a medida que iba recorriendo aquel terreno de marfil.
-Si, para mi también.-Aseveró, empezando a ascender nuevamente por el cuerpo de la joven. Con la lengua trazó un sendero que cruzó su vientre, y con las manos repasó su sinuosa cintura deslizando por dichas curvas sus palmas.
No pararon al final e las costillas si no que se adentraron por su torso, y como había hecho antes en el agua, el corsario apresó los senos entre sus manos, presionó haciendo que se deslizaran entre estas,recorrió con el pulgar su contorno, y tironeó de sus cumbres mientras escalaba uno de ellos con los labios.
Allí se regodeó un rato, enredando la lengua entorno sus pezones, besando y mordisqueando sus echos, y dejando pequeñas marcas rojizas sobre los mismos, por ahínco y no por rudeza, manteniendo esa lentitud sin perder la pasión, para que nuevamente no se perdiera un solo gesto o caricia, y cada atención dejara huella.
Como antes, dejó atrás también ese reino, ascendió en lo ultimo por el cuello, y las orejas, lleno esa tez mas fragil de roces, de mordidas cuidadas, y sinuosos trazos con la lengua, antes de dar por finalizado ese recorrido primero y sencillo, culminando con un ferviente beso en los labios.
-¿Sigues molesta?.-Susurró sobre los mismos, con cierto deje travieso.
El elfo tuvo que contener una risa cuando la joven interpreto el hecho de que se levantara como un rechazo, y su voz se volvió un hilillo lastimero, y su cuerpo se alzaba como si se hubiera alterado, justificándose con la petición de enseñanza que había realizado ya varias veces.
-No, no ha sido malo.-Aseguró el elfo, con una de las correas entre los dientes, mientras terminaba de desabrocharse el garfio, buscando liberar su mano.
Una pequeña risa escapó finalmente cuando la joven desorientada, dejó atrás su desempeño para centrarse en como se quitaba el garfio.-Prefiero tener libres las dos manos.-Contestó con descaro, sin molestarse en ocultar la mano que emergió tras su engaño.
No se esperaba el hijo de los bosques tamaña tristeza porque aun conservase la mano, la cual se paso por la cara mientras se acercaba a la muchacha.-Era una broma, y parecías tan contenta con que me faltara una mano.-Iltharion no podía creer que lot acharan de cruel cuando la chica casi había celebrado que un oso le hubiera comido la mano apenas unas horas antes, aunque sospechaba que la droga tenía mucho que ver con aquella euforia incluso en los momentos negros que la joven había exhibido.-No quería lastimarte.-Comentó el elfo, con un tono tan genuino, como si aquellas palabras salieran de lo mas profundo de su corazón. Aunque no sintiera un gran pesar por ello, era cierto, el trovador no había tenido intenciones de herirla.
El corsario disfrutaba de arquear el pequeño cuerpo de la joven con sus gestos, sus besos y sus caricias, se deleitaba al atrapar en su oído la respiración irregular de la muchacha, y los plañidos que escapaban entre sus labios, como si fuera alguna clase de melodía que pudiera dirigir a su antojo a través de las delicadas atenciones que no solo dedicaba, si no que enseñana a medida que iba recorriendo aquel terreno de marfil.
-Si, para mi también.-Aseveró, empezando a ascender nuevamente por el cuerpo de la joven. Con la lengua trazó un sendero que cruzó su vientre, y con las manos repasó su sinuosa cintura deslizando por dichas curvas sus palmas.
No pararon al final e las costillas si no que se adentraron por su torso, y como había hecho antes en el agua, el corsario apresó los senos entre sus manos, presionó haciendo que se deslizaran entre estas,recorrió con el pulgar su contorno, y tironeó de sus cumbres mientras escalaba uno de ellos con los labios.
Allí se regodeó un rato, enredando la lengua entorno sus pezones, besando y mordisqueando sus echos, y dejando pequeñas marcas rojizas sobre los mismos, por ahínco y no por rudeza, manteniendo esa lentitud sin perder la pasión, para que nuevamente no se perdiera un solo gesto o caricia, y cada atención dejara huella.
Como antes, dejó atrás también ese reino, ascendió en lo ultimo por el cuello, y las orejas, lleno esa tez mas fragil de roces, de mordidas cuidadas, y sinuosos trazos con la lengua, antes de dar por finalizado ese recorrido primero y sencillo, culminando con un ferviente beso en los labios.
-¿Sigues molesta?.-Susurró sobre los mismos, con cierto deje travieso.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Wind miró al elfo sin perder la mueca de tristeza que tenía su rostro - ¿Contenta? - Repitió en un susurro mientras recordaba la pequeña lista de ventajas que tenía el garfio y se percataba de que, efectivamente, esa era la sensación que podía haber dado -Cielos, ¿Cómo iba a estar contenta…? Pero decir algunas cosas buenas sobre el garfio me pareció buena idea para alegrarte… o que al menos, no estuvieras triste. No quería que estuvieras triste, estar triste no es divertido y yo quería que nos divirtiéramos- Explicó la joven, primero despacio y al final, con la misma velocidad que caracterizaba sus últimas conversaciones.
A pesar de que la elfa sí que estaba dolida por aquella broma que consideró, de mal gusto decidió creer en las palabras de Iltharion pues parecían sinceras y ella ni quería ni podía permanecer triste o enojada por mucho más tiempo. La sonrisa quería volver a salir y ella, a pesar de sus esfuerzos por reprimirla, acabó cediendo, aunque solo fuera por no tener una mueca extraña en el rostro -Supongo que no pasa nada… Es una buena noticia que realmente no hubieras perdido la mano- Y la sonrisa volvió, como si tuviera un resorte y hubiera estado demasiado tiempo aplastada, apareció de nuevo tímidamente por las comisuras al principio hasta convertirse en la sonrisa habitual con la que llevaba todo aquel día.
Cuando el elfo comenzó a moverse, trazando un camino hacia su rostro la elfa hizo un mohín, era divertido, podían haber seguido un rato más, a ella no le hubiera importado que aquellas atenciones tan placenteras continuaran durante más tiempo, pero ahora tenía algo en mente, aunque antes de ponerlo en marcha, prefería disfrutar del resto de atenciones que estaba recibiendo así que, olvidándose por un momento de todas las ideas, preguntas y pensamientos que rondaban su mente, se dejó hacer mientras disfrutaba de cada caricia que Iltharion depositaba sobre su cuerpo.
Suspiraba con cada roce y la piel se le erizaba cuando, seguido de un gemido, el elfo jugaba con las cumbres de sus pechos. Incluso se le escapaba alguna risa suave, involuntaria cuando el pelo húmedo del elfo le acariciaba el vientre. En comparación, lo que había hecho ella antes, a pesar de ser la misma idea, quedaba muy lejos de ser lo mismo, como si sus caricias fueran burdos intentos de conseguir una ínfima parte del placer que era capaz de darle el elfo con la mitad de movimientos.
Wind Intentó centrarse en cómo lo hacía, con la esperanza de poder aprender algo más, pero, a pesar de sus intentos, no era capaz de centrarse en la técnica, sino que las olas de placer que salían de sus pechos y acababan en sus entrañas, hacían que la joven gimiera y suspirara mientras movía ligeramente las piernas en un vano esfuerzo por cerrarlas intentando calmar los latidos de su sexo, sin llegar a tener capacidad suficiente como para poder aprender tanto como le hubiera gustado.
Cuando Iltharion abandonó aquella zona también, la elfa aprovechó para respirar más profundamente unas pocas veces, hasta que, sus siguientes destinos volvieron a sacarle a la joven pequeños suspiros y un rubor algo más intenso por las cosquillas tan excitantes que los roces conseguían hacerle. Una vez ya en su rostro, pasó una mano tras su nuca para poder devolverle el beso con la misma intensidad con la que lo recibía.
Aquella pregunta le sacó una sonrisa pícara, le hubiera encantado decirle que sí pero no iba a ser el caso, aunque por supuesto, no iba a callarse ese pensamiento -Me encantaría decirte que sí, como venganza y para que siguieras más tiempo… Pero tienes suerte de que no mienta y menos, para conseguir placer- Le dio un beso casto y añadió -Además, he aprendido mucho… Tanto que quiero repetir el juego. Esta vez sí que voy a ganar de verdad- Le dio un beso apasionado a modo de demostración de intenciones y volvió a separarse.
Aquella postura no era cómoda, así que abrazó al elfo con ambos brazos y, con una suave risa se impulsó para que las posiciones dieran la vuelta -Así mejor- Comentó con aire feliz mientras, sin moverse de aquella posición, volvía a besar al elfo con tranquilidad. -Esta vez, va a ser más divertido. Es una promesa. – Sentenció Wind mientras, encima del elfo, comenzaba acariciarle, tal y como había hecho en su primer intento. A pesar de que Iltharion había subidos desde los pies de la joven, a ella se le hacía, como poco, ridículo comenzar haciendo lo mismo. La imagen de ella levantando la pierna del elfo mientras le daba besos sobre la misma le pareció una escena más graciosa que erótica, así que, siguiendo su propio instinto, prefirió comenzar desde arriba, desde los labios.
Recorrió de nuevo su oreja, con los labios y las yemas de los dedos, depositando sobre ella pequeños besos y mordiscos mezclados con una respiración suave, que dejaba denotar que la elfa no tenía ninguna prisa. Comenzó a bajar por su mandíbula y comenzó a recrearse sobre su cuello, con algunos mordiscos suaves seguidos de pequeñas caricias con la lengua e, intentando averiguar si los suspiros sobre la humedad resultaban tan placenteros en todas partes del cuerpo, después suspiraba sobre el mordisco. Repitió aquello varias veces por el cuello, para después, continuar bajando hasta su torso, donde, imitando los movimientos que había intentado aprender unos minutos antes, comenzó a mordisquear mientras acariciaba el otro con las puntas de sus dedos. Juagaba con ellos, con pequeños mordiscos y suaves besos, dando pequeños tirones e, intentando descifrar si aquello lo estaba haciendo bien o si era divertido. Levantó la mirada e intento descubrirlo por el rostro del elfo.
Después continuó bajando, trazando un camino de besos y caricias con la lengua mientras con las manos, acariciaba el abdomen del elfo. Cuando llegó a la excitación del elfo, realmente no tenía muy claro que hacer, pero no debía ser tan complicado, así que, comenzó a acariciarlo con las puntas de los dedos, tal y como había hecho antes, pero esta vez, tenía unas intenciones bastante distintas.
Acarició toda la largura, hasta llegar a la punta y, sin llegar a separar la mano comenzó a acariciarlo, primero con las yemas de los dedos y, después con la palma, mientras hacia un masaje suave por toda la erección.
No tardó mucho en sujetarla con la mano y acercar el rostro con una lentitud enfermiza, sacó la lengua y la posó sobre la punta, comenzó a acariciar, tan solo esa parte con la lengua, primero pequeñas lamidas y después, cuando comenzó a sentirse más cómoda, trazando círculos, rodeando todo su diámetro. Levantó la mirada para observar el rostro del elfo, intentando discernir si lo estaba haciendo bien o no.
Cuando le pareció suficiente, comenzó a introducirlo más en su boca, despacio, intentando tantear hasta donde podría entrar. Al llegar al límite, Wind comenzó a moverse, sacando y volviendo a meter la erección en su boca, primero despacio para ir aumentando el ritmo poco a poco mientras jugaba con la lengua por toda su largura. Aquello sí que era divertido, muy divertido y las reacciones del bardo lo eran aún más, pero, a pesar de la excitación que sentía, comenzaba a estar cansada, como si la energía la estuviera abandonando a marchas forzadas a pesar de que ella no quería.
A pesar del sueño que comenzaba a tener, no quería parar, no quería privar al elfo de aquella diversión de la que ella había podido disfrutar antes, así que continuó jugando mientras los ojos comenzaban a pesarle. Se la sacó de la boca y comenzó a lamerla de abajo arriba mientras jugueteaba con la punta con sus dedos, acariciándola despacio, recreándose en aquel momento.
Volvió a meterla en la boca y ahora, deprisa, comenzó a recorrerla hasta donde podía, lo hizo varias veces hasta que le llegó una duda que sería fácil de resolver con la práctica. Intentó levantar la mirada para ver la reacción del elfo, pero no fue capaz de hacerlo, sus parpados pesaban demasiado, así que, con los ojos cerrados paró y apretó ligeramente con los dientes cuando estaba cerca de la punta, intentando no ser brusca por si acaso aquello fuera más doloroso que divertido. Apenas medio segundo después, sintió como su cerebro se embotaba y los brazos le fallaban, así que se sacó la erección de la boca y miró al elfo un instante antes de bostezar y caer desplomada sobre él.
A pesar de que la elfa sí que estaba dolida por aquella broma que consideró, de mal gusto decidió creer en las palabras de Iltharion pues parecían sinceras y ella ni quería ni podía permanecer triste o enojada por mucho más tiempo. La sonrisa quería volver a salir y ella, a pesar de sus esfuerzos por reprimirla, acabó cediendo, aunque solo fuera por no tener una mueca extraña en el rostro -Supongo que no pasa nada… Es una buena noticia que realmente no hubieras perdido la mano- Y la sonrisa volvió, como si tuviera un resorte y hubiera estado demasiado tiempo aplastada, apareció de nuevo tímidamente por las comisuras al principio hasta convertirse en la sonrisa habitual con la que llevaba todo aquel día.
Cuando el elfo comenzó a moverse, trazando un camino hacia su rostro la elfa hizo un mohín, era divertido, podían haber seguido un rato más, a ella no le hubiera importado que aquellas atenciones tan placenteras continuaran durante más tiempo, pero ahora tenía algo en mente, aunque antes de ponerlo en marcha, prefería disfrutar del resto de atenciones que estaba recibiendo así que, olvidándose por un momento de todas las ideas, preguntas y pensamientos que rondaban su mente, se dejó hacer mientras disfrutaba de cada caricia que Iltharion depositaba sobre su cuerpo.
Suspiraba con cada roce y la piel se le erizaba cuando, seguido de un gemido, el elfo jugaba con las cumbres de sus pechos. Incluso se le escapaba alguna risa suave, involuntaria cuando el pelo húmedo del elfo le acariciaba el vientre. En comparación, lo que había hecho ella antes, a pesar de ser la misma idea, quedaba muy lejos de ser lo mismo, como si sus caricias fueran burdos intentos de conseguir una ínfima parte del placer que era capaz de darle el elfo con la mitad de movimientos.
Wind Intentó centrarse en cómo lo hacía, con la esperanza de poder aprender algo más, pero, a pesar de sus intentos, no era capaz de centrarse en la técnica, sino que las olas de placer que salían de sus pechos y acababan en sus entrañas, hacían que la joven gimiera y suspirara mientras movía ligeramente las piernas en un vano esfuerzo por cerrarlas intentando calmar los latidos de su sexo, sin llegar a tener capacidad suficiente como para poder aprender tanto como le hubiera gustado.
Cuando Iltharion abandonó aquella zona también, la elfa aprovechó para respirar más profundamente unas pocas veces, hasta que, sus siguientes destinos volvieron a sacarle a la joven pequeños suspiros y un rubor algo más intenso por las cosquillas tan excitantes que los roces conseguían hacerle. Una vez ya en su rostro, pasó una mano tras su nuca para poder devolverle el beso con la misma intensidad con la que lo recibía.
Aquella pregunta le sacó una sonrisa pícara, le hubiera encantado decirle que sí pero no iba a ser el caso, aunque por supuesto, no iba a callarse ese pensamiento -Me encantaría decirte que sí, como venganza y para que siguieras más tiempo… Pero tienes suerte de que no mienta y menos, para conseguir placer- Le dio un beso casto y añadió -Además, he aprendido mucho… Tanto que quiero repetir el juego. Esta vez sí que voy a ganar de verdad- Le dio un beso apasionado a modo de demostración de intenciones y volvió a separarse.
Aquella postura no era cómoda, así que abrazó al elfo con ambos brazos y, con una suave risa se impulsó para que las posiciones dieran la vuelta -Así mejor- Comentó con aire feliz mientras, sin moverse de aquella posición, volvía a besar al elfo con tranquilidad. -Esta vez, va a ser más divertido. Es una promesa. – Sentenció Wind mientras, encima del elfo, comenzaba acariciarle, tal y como había hecho en su primer intento. A pesar de que Iltharion había subidos desde los pies de la joven, a ella se le hacía, como poco, ridículo comenzar haciendo lo mismo. La imagen de ella levantando la pierna del elfo mientras le daba besos sobre la misma le pareció una escena más graciosa que erótica, así que, siguiendo su propio instinto, prefirió comenzar desde arriba, desde los labios.
Recorrió de nuevo su oreja, con los labios y las yemas de los dedos, depositando sobre ella pequeños besos y mordiscos mezclados con una respiración suave, que dejaba denotar que la elfa no tenía ninguna prisa. Comenzó a bajar por su mandíbula y comenzó a recrearse sobre su cuello, con algunos mordiscos suaves seguidos de pequeñas caricias con la lengua e, intentando averiguar si los suspiros sobre la humedad resultaban tan placenteros en todas partes del cuerpo, después suspiraba sobre el mordisco. Repitió aquello varias veces por el cuello, para después, continuar bajando hasta su torso, donde, imitando los movimientos que había intentado aprender unos minutos antes, comenzó a mordisquear mientras acariciaba el otro con las puntas de sus dedos. Juagaba con ellos, con pequeños mordiscos y suaves besos, dando pequeños tirones e, intentando descifrar si aquello lo estaba haciendo bien o si era divertido. Levantó la mirada e intento descubrirlo por el rostro del elfo.
Después continuó bajando, trazando un camino de besos y caricias con la lengua mientras con las manos, acariciaba el abdomen del elfo. Cuando llegó a la excitación del elfo, realmente no tenía muy claro que hacer, pero no debía ser tan complicado, así que, comenzó a acariciarlo con las puntas de los dedos, tal y como había hecho antes, pero esta vez, tenía unas intenciones bastante distintas.
Acarició toda la largura, hasta llegar a la punta y, sin llegar a separar la mano comenzó a acariciarlo, primero con las yemas de los dedos y, después con la palma, mientras hacia un masaje suave por toda la erección.
No tardó mucho en sujetarla con la mano y acercar el rostro con una lentitud enfermiza, sacó la lengua y la posó sobre la punta, comenzó a acariciar, tan solo esa parte con la lengua, primero pequeñas lamidas y después, cuando comenzó a sentirse más cómoda, trazando círculos, rodeando todo su diámetro. Levantó la mirada para observar el rostro del elfo, intentando discernir si lo estaba haciendo bien o no.
Cuando le pareció suficiente, comenzó a introducirlo más en su boca, despacio, intentando tantear hasta donde podría entrar. Al llegar al límite, Wind comenzó a moverse, sacando y volviendo a meter la erección en su boca, primero despacio para ir aumentando el ritmo poco a poco mientras jugaba con la lengua por toda su largura. Aquello sí que era divertido, muy divertido y las reacciones del bardo lo eran aún más, pero, a pesar de la excitación que sentía, comenzaba a estar cansada, como si la energía la estuviera abandonando a marchas forzadas a pesar de que ella no quería.
A pesar del sueño que comenzaba a tener, no quería parar, no quería privar al elfo de aquella diversión de la que ella había podido disfrutar antes, así que continuó jugando mientras los ojos comenzaban a pesarle. Se la sacó de la boca y comenzó a lamerla de abajo arriba mientras jugueteaba con la punta con sus dedos, acariciándola despacio, recreándose en aquel momento.
Volvió a meterla en la boca y ahora, deprisa, comenzó a recorrerla hasta donde podía, lo hizo varias veces hasta que le llegó una duda que sería fácil de resolver con la práctica. Intentó levantar la mirada para ver la reacción del elfo, pero no fue capaz de hacerlo, sus parpados pesaban demasiado, así que, con los ojos cerrados paró y apretó ligeramente con los dientes cuando estaba cerca de la punta, intentando no ser brusca por si acaso aquello fuera más doloroso que divertido. Apenas medio segundo después, sintió como su cerebro se embotaba y los brazos le fallaban, así que se sacó la erección de la boca y miró al elfo un instante antes de bostezar y caer desplomada sobre él.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
El pequeño regaño tardío con el que le contesto la muchacha llego mas tarde de lo que había creído, y a esas alturas ya no se lo esperaba, pero fue mucho mas placido de lo que habría imaginado, seguramente amansada por los mimos y caricias de las que había sido receptora segundos antes.
-La venganza es algo muy feo.-Chasqueó la lengua el bardo, aceptando el casto beso con el que le obsequiaba la jovencita.-Y ser honesta es una gran virtud.-La alabó, antes de ahondar en ese segundo beso apasionado que convenció a un nada reticente iltharion de dejarse querer.
Dócil, el falso corsario desnudo dejó que lo acomodaran al gusto sobre la piedra. De nuevo las atenciones sobre la oreja erizaron su piel y arrancaron suspiros placenteros, y breves escalofríos sobre sus hombros, cálidos no solo por el sol, si no por la cercanía de sus cuerpos. Sobre el cuello no mermaron los suspiros a cada gesto, ni la expresión de gozo que generaban los mordiscos y los besos, solo cuando la muchacha bajó por su torso, encontró en otro punto una sensibilidad mas sesgada que la de ella, y aunque había cierta gracia en los tironeos y los mordiscos sobre los pectorales, no rivalizaban con la del resto del cuerpo.
Iltharion perdió el aire cuando sintió el tacto sobre su sexo, los suspiros y los pequeños gruñidos de gozo se acentuaron a cada caricia, pero fue cuando el cálido tacto de la lengua rozó su bálano que tomo mucho aire de repente. Sus brazos se tensaron ante las suaves lamidas, su respiración se entrecortó rápidamente, como si la joven acabara de encontrar un tesoro, la forma perfecta de controlar su cuerpo.
La anatomía del elfo se erizo, se encorvó de gozo, y su voz se quebró enronquecida y sin pudor para emerger en claras señal de un deleite magno y delirante a cada insidiosa lamida, subida y abrazo de los labios de la moza sobre su sexo.
Una de sus manso araño la roca, mientras la otra se separó de la misma para tantear el rostro de la elfa, acomodarla semi en la nuca y el lateral de su cabeza, y masajear el cuero cabelludo y la parte trasera de su oreja mientras acompañaba sus movimientos, parecía embaucado por completo, sometido a las corrientes de jubilo que emanaban de aquel punto tan sensible, que desaparecía una vez tras otra entre los labios de la elfa.
Cada vez mas presta hacía crecer su miembro, y lo tentaba de forma excesa, en ese punto de abandono y sensibilidad estaba el bardo cuando un tacto atroz sustituyó aquella dicha por un dolor agónico. Los dientes rozando el bálano fueron la peor parte, y si iltharion gritó fuerte esa vez no fue de entusiasmo, si no de un sufrimiento inusitado.
Se sentó casi de golpe sobre la roca, intentando conseguir aire, y buscando protegerse de tal tacto lacerante, pero la muchacha ya se hallaba separada y dormida, medio sobre la roca y medio en el suelo.
E trovador soltó una ristra de insultos, no porque se hubiera quedado traspuesta si no por el dolor y la incomoda sensación que se le había quedado en el miembro, citó barbaridades en todos los idiomas que conocía, y en unos cuantos que se inventó en el momento, y seguidamente se levantó,buscando agua fría, esperando que aquello calmara un poco su agonía.
Tras intentar calmar el asunto con agua fría, iltharion se puso los pantalones para evitar que nada mas malmetiera contra su "amigo", y finalmente fue a hacerse cargo de la muchacha. La tomó en brazos y la acomodó debidamente a la sombra del margen del claro, para que no se insolara con el astro ya en su zenit.
Incapaz de quedarse quieto, para no centrarse en el molesto tacto que no quería desaparecer de su cuerpo pero a su vez, negándose a abandonar a la chiquilla en aquel lugar, se dedicó a escalar la formación rocosa hasta llegar a las plantas de arriba de la misma, y sin perder a windorind nunca de vista aunque fuera de soslayo, se hizo con un buen acopio de ojos del bosque frescos para comer, que eran mejor que no tomar nada, y el estomago empezaba a reclamar atención. Usando su pañuelo húmedo como cesta, lo llenó con cuatro puñados, y tuvo la suerte de encontrar un par de arbustos llenos de cerecitas de madroño.
Con tamaño botín descendió por la cascada y tomó asiento en el pasto del linde del claro, acomodó a la joven para que uno de los muslos de el le sirvieran de almohada, y pudiera reposar cómoda mientras se le pasaba la curda, y colocó el paño con los frutos a la vera de ambos, abierto, del que picoteó distraidamente mientras reposaba, descansaba, y calmaba lentamente el hambre. La espalda del elfo se recostaba sobre el grueso tronco de un árbol, sus piernas se hallaban, aquella que hacía de apoyo, estirada por completo, y la otra doblada, con al rodilla en alto sobre la que se apoyaba el codo de ese mismo brazo, dándole un aspecto distendido a aquel hombre torturado.
-La venganza es algo muy feo.-Chasqueó la lengua el bardo, aceptando el casto beso con el que le obsequiaba la jovencita.-Y ser honesta es una gran virtud.-La alabó, antes de ahondar en ese segundo beso apasionado que convenció a un nada reticente iltharion de dejarse querer.
Dócil, el falso corsario desnudo dejó que lo acomodaran al gusto sobre la piedra. De nuevo las atenciones sobre la oreja erizaron su piel y arrancaron suspiros placenteros, y breves escalofríos sobre sus hombros, cálidos no solo por el sol, si no por la cercanía de sus cuerpos. Sobre el cuello no mermaron los suspiros a cada gesto, ni la expresión de gozo que generaban los mordiscos y los besos, solo cuando la muchacha bajó por su torso, encontró en otro punto una sensibilidad mas sesgada que la de ella, y aunque había cierta gracia en los tironeos y los mordiscos sobre los pectorales, no rivalizaban con la del resto del cuerpo.
Iltharion perdió el aire cuando sintió el tacto sobre su sexo, los suspiros y los pequeños gruñidos de gozo se acentuaron a cada caricia, pero fue cuando el cálido tacto de la lengua rozó su bálano que tomo mucho aire de repente. Sus brazos se tensaron ante las suaves lamidas, su respiración se entrecortó rápidamente, como si la joven acabara de encontrar un tesoro, la forma perfecta de controlar su cuerpo.
La anatomía del elfo se erizo, se encorvó de gozo, y su voz se quebró enronquecida y sin pudor para emerger en claras señal de un deleite magno y delirante a cada insidiosa lamida, subida y abrazo de los labios de la moza sobre su sexo.
Una de sus manso araño la roca, mientras la otra se separó de la misma para tantear el rostro de la elfa, acomodarla semi en la nuca y el lateral de su cabeza, y masajear el cuero cabelludo y la parte trasera de su oreja mientras acompañaba sus movimientos, parecía embaucado por completo, sometido a las corrientes de jubilo que emanaban de aquel punto tan sensible, que desaparecía una vez tras otra entre los labios de la elfa.
Cada vez mas presta hacía crecer su miembro, y lo tentaba de forma excesa, en ese punto de abandono y sensibilidad estaba el bardo cuando un tacto atroz sustituyó aquella dicha por un dolor agónico. Los dientes rozando el bálano fueron la peor parte, y si iltharion gritó fuerte esa vez no fue de entusiasmo, si no de un sufrimiento inusitado.
Se sentó casi de golpe sobre la roca, intentando conseguir aire, y buscando protegerse de tal tacto lacerante, pero la muchacha ya se hallaba separada y dormida, medio sobre la roca y medio en el suelo.
E trovador soltó una ristra de insultos, no porque se hubiera quedado traspuesta si no por el dolor y la incomoda sensación que se le había quedado en el miembro, citó barbaridades en todos los idiomas que conocía, y en unos cuantos que se inventó en el momento, y seguidamente se levantó,buscando agua fría, esperando que aquello calmara un poco su agonía.
Tras intentar calmar el asunto con agua fría, iltharion se puso los pantalones para evitar que nada mas malmetiera contra su "amigo", y finalmente fue a hacerse cargo de la muchacha. La tomó en brazos y la acomodó debidamente a la sombra del margen del claro, para que no se insolara con el astro ya en su zenit.
Incapaz de quedarse quieto, para no centrarse en el molesto tacto que no quería desaparecer de su cuerpo pero a su vez, negándose a abandonar a la chiquilla en aquel lugar, se dedicó a escalar la formación rocosa hasta llegar a las plantas de arriba de la misma, y sin perder a windorind nunca de vista aunque fuera de soslayo, se hizo con un buen acopio de ojos del bosque frescos para comer, que eran mejor que no tomar nada, y el estomago empezaba a reclamar atención. Usando su pañuelo húmedo como cesta, lo llenó con cuatro puñados, y tuvo la suerte de encontrar un par de arbustos llenos de cerecitas de madroño.
Con tamaño botín descendió por la cascada y tomó asiento en el pasto del linde del claro, acomodó a la joven para que uno de los muslos de el le sirvieran de almohada, y pudiera reposar cómoda mientras se le pasaba la curda, y colocó el paño con los frutos a la vera de ambos, abierto, del que picoteó distraidamente mientras reposaba, descansaba, y calmaba lentamente el hambre. La espalda del elfo se recostaba sobre el grueso tronco de un árbol, sus piernas se hallaban, aquella que hacía de apoyo, estirada por completo, y la otra doblada, con al rodilla en alto sobre la que se apoyaba el codo de ese mismo brazo, dándole un aspecto distendido a aquel hombre torturado.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
La luz del principio de la tarde hizo que la elfa comenzara a despertar. Aunque lo cierto era, que habría deseado no hacerlo. Aquella luz se le clavaba a través de sus párpados como si fueran agujas ardientes dispuestas a acabar con su sentido de la vista, tanto era así que no era capaz de abrirlos por miedo a quedar cegada por culpa de aquella luz tan espantosa.
Sumándose a esos terribles rayos de sol que parecían disfrutar torturando a la joven, un dolor de cabeza como no había conocido nunca antes incrementaba su incomodidad, haciendo que el malestar se le extendiera por todo el cuerpo debido al dolor tan pesado que sentía en su cabeza. Sentía también el estómago revuelto, como si sus entrañas estuvieran luchando por salir de allí mientras un extraño sabor dulzón le invadía la garganta incrementando aún más su malestar.
El sonido de los pájaros piar, el agua caer y discurrir, los pequeños animales moviéndose por el bosque e incluso la respiración o el masticar del elfo suponían poco menos que una tortura espantosa para la joven, que seguía sin ser capaz de mover ni un solo musculo, en parte por el dolor y en parte por el frio helador que sentía.
Pasaron así algunos segundos, minutos y, si le hubieran preguntado a Wind, incluso horas y según pasaba el tiempo, el cuerpo de la elfa comenzaba a perder temperatura. El tiempo pasaba lento, tan lento que no era capaz de distinguir entre días y segundos, podría haber estado en aquella posición durante semanas y ella seguiría sin ser capaz de decir cuánto tiempo había transcurrido. Por lo que comenzó a intentar contar los minutos con los sonidos que hacía el elfo al masticar, tarea que no fue capaz de llevar a cabo más de un minuto pues el dolor de cabeza era insoportable y no podía concentrarse en nada que emitiera cualquier estímulo. Intentó pasar todo el tiempo posible pensando en negro, centrándose en la parte trasera de sus párpados, como si aquello fuera el mejor analgésico que existía.
Al final, la elfa, intentó moverse poco a poco. Primero unos pequeños movimientos con la cabeza para intentar desentumecer el cuello, después movió los brazos y por ultimo las piernas. Fueron movimientos ligeros, apenas imperceptibles, pero, por el dolor, parecía que le estaba dislocando cada articulación de la fuerza sobrenatural que hacía.
Mientras pensaba en el malestar, al menos no pensaba en lo que había pasado desde que comió el caramelo hasta ese mismo momento. Por lo menos tenía la cabeza en otra parte.
Siguió intentando mover las articulaciones, esta vez comenzando por los brazos, siguiendo el mismo recorrido de antes, volvió a mover todas las articulaciones. Permaneció haciendo eso durante días o incluso años, hasta conseguir colocarse de lado, esperando que el dolor de estómago disminuyese, pero ese dolor no desaparecía e Iltharion seguía comiendo demasiado alto, aumentando así el dolor de su cabeza.
Cuando intentó abrir los ojos, deseó haber perecido en aquel mismo instante. Tal era el dolor y la incomodidad que no lo volvió a intentar. No pensaba volver a abrir los ojos jamás si lo único que iba a conseguir era recibir semejante cantidad de dolor en los mismos. Gimoteó ligeramente y una lagrima cayó por su rostro cuando no pudo soportar más aquel suplicio, a la que le siguió otra, y otra más. Aquel malestar era insostenible, no podía moverse e incluso respirar le provocaba dolor y, las lagrimas le acrecentaban el sentimiento de tener la cabeza embotada pero no podía detenerlas, ahora ya no. Caían por su rostro como un reguero sin fin hasta la pierna del elfo donde tenía apoyada la cabeza.
Intentó hablar mientras seguía llorando, pero tenía la garganta seca y la notaba pegajosa como si algo se hubiera pegado a ella impidiéndole emitir sonidos coherentes. Aun así, hizo acopio de toda la fuerza que poseía y dijo tres palabras en tono ronco, sólo tres que sabía que podían acabar con aquel espantoso dolor -Ilth…Due…le…Cr-car..amelo…- Lo sabía, se lo decía su propio cuerpo, desde lo más profundo de sus entrañas “Un trocito más y se acabará esta tortura” Era como un susurro que tomaba cada vez más fuerza en su cabeza, hasta acabar con cualquier otro intento de solución que podía pasarle por la cabeza.
Movió la mano como si aquello fuera otra increíble proeza y la colocó sobre el pantalón del elfo sin dejar de llorar, con la boca apretada y el ceño fruncido, esperando que él la ayudara -Por…favor- Añadió en tono de súplica. Necesitaba aquel dulce, solo un poco sería suficiente, unas migas podrían volver a llenarla de vida, pero ella no se podía mover y su cuerpo hormigueaba como si estuviera cubierta de insectos.
Con la respiración débil como la tenía, llenar los pulmones era una tarea imposible, así que, con respiraciones superficiales y rápidas, intentó acomodarse un poco más, intentando hacerse un ovillo para conservar el poco calor que sentía -F-Frio...- Dijo cuándo fue capaz de convertirse lo más que pudo en un ovillo sobre la hierba, bajando la cabeza de la pierna del elfo, como si sus lagrimas, ahora regaran aquel suelo.
Sumándose a esos terribles rayos de sol que parecían disfrutar torturando a la joven, un dolor de cabeza como no había conocido nunca antes incrementaba su incomodidad, haciendo que el malestar se le extendiera por todo el cuerpo debido al dolor tan pesado que sentía en su cabeza. Sentía también el estómago revuelto, como si sus entrañas estuvieran luchando por salir de allí mientras un extraño sabor dulzón le invadía la garganta incrementando aún más su malestar.
El sonido de los pájaros piar, el agua caer y discurrir, los pequeños animales moviéndose por el bosque e incluso la respiración o el masticar del elfo suponían poco menos que una tortura espantosa para la joven, que seguía sin ser capaz de mover ni un solo musculo, en parte por el dolor y en parte por el frio helador que sentía.
Pasaron así algunos segundos, minutos y, si le hubieran preguntado a Wind, incluso horas y según pasaba el tiempo, el cuerpo de la elfa comenzaba a perder temperatura. El tiempo pasaba lento, tan lento que no era capaz de distinguir entre días y segundos, podría haber estado en aquella posición durante semanas y ella seguiría sin ser capaz de decir cuánto tiempo había transcurrido. Por lo que comenzó a intentar contar los minutos con los sonidos que hacía el elfo al masticar, tarea que no fue capaz de llevar a cabo más de un minuto pues el dolor de cabeza era insoportable y no podía concentrarse en nada que emitiera cualquier estímulo. Intentó pasar todo el tiempo posible pensando en negro, centrándose en la parte trasera de sus párpados, como si aquello fuera el mejor analgésico que existía.
Al final, la elfa, intentó moverse poco a poco. Primero unos pequeños movimientos con la cabeza para intentar desentumecer el cuello, después movió los brazos y por ultimo las piernas. Fueron movimientos ligeros, apenas imperceptibles, pero, por el dolor, parecía que le estaba dislocando cada articulación de la fuerza sobrenatural que hacía.
Mientras pensaba en el malestar, al menos no pensaba en lo que había pasado desde que comió el caramelo hasta ese mismo momento. Por lo menos tenía la cabeza en otra parte.
Siguió intentando mover las articulaciones, esta vez comenzando por los brazos, siguiendo el mismo recorrido de antes, volvió a mover todas las articulaciones. Permaneció haciendo eso durante días o incluso años, hasta conseguir colocarse de lado, esperando que el dolor de estómago disminuyese, pero ese dolor no desaparecía e Iltharion seguía comiendo demasiado alto, aumentando así el dolor de su cabeza.
Cuando intentó abrir los ojos, deseó haber perecido en aquel mismo instante. Tal era el dolor y la incomodidad que no lo volvió a intentar. No pensaba volver a abrir los ojos jamás si lo único que iba a conseguir era recibir semejante cantidad de dolor en los mismos. Gimoteó ligeramente y una lagrima cayó por su rostro cuando no pudo soportar más aquel suplicio, a la que le siguió otra, y otra más. Aquel malestar era insostenible, no podía moverse e incluso respirar le provocaba dolor y, las lagrimas le acrecentaban el sentimiento de tener la cabeza embotada pero no podía detenerlas, ahora ya no. Caían por su rostro como un reguero sin fin hasta la pierna del elfo donde tenía apoyada la cabeza.
Intentó hablar mientras seguía llorando, pero tenía la garganta seca y la notaba pegajosa como si algo se hubiera pegado a ella impidiéndole emitir sonidos coherentes. Aun así, hizo acopio de toda la fuerza que poseía y dijo tres palabras en tono ronco, sólo tres que sabía que podían acabar con aquel espantoso dolor -Ilth…Due…le…Cr-car..amelo…- Lo sabía, se lo decía su propio cuerpo, desde lo más profundo de sus entrañas “Un trocito más y se acabará esta tortura” Era como un susurro que tomaba cada vez más fuerza en su cabeza, hasta acabar con cualquier otro intento de solución que podía pasarle por la cabeza.
Movió la mano como si aquello fuera otra increíble proeza y la colocó sobre el pantalón del elfo sin dejar de llorar, con la boca apretada y el ceño fruncido, esperando que él la ayudara -Por…favor- Añadió en tono de súplica. Necesitaba aquel dulce, solo un poco sería suficiente, unas migas podrían volver a llenarla de vida, pero ella no se podía mover y su cuerpo hormigueaba como si estuviera cubierta de insectos.
Con la respiración débil como la tenía, llenar los pulmones era una tarea imposible, así que, con respiraciones superficiales y rápidas, intentó acomodarse un poco más, intentando hacerse un ovillo para conservar el poco calor que sentía -F-Frio...- Dijo cuándo fue capaz de convertirse lo más que pudo en un ovillo sobre la hierba, bajando la cabeza de la pierna del elfo, como si sus lagrimas, ahora regaran aquel suelo.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Iltharion viró su mirada hacia la muchacha cuando observó los primeros gestos. Sin embargo, creyéndolo fruto de un sueño inquieto, no hizo mas que controlarla de soslayo hasta que esta misma entreabrió los labios, y formuló esa suplica lastimera y entrecortada, que parecía costar, cada sola silaba, un tremendo esfuerzo.
El elfo desvió su mirada hacia el cubo cubierto, empezando a entender que había acontecido con ese grupo de gente. Tras el efecto y con el malestar de la resaca demasiado intenso, el deseo de seguir consumiendo los había llevado a la muerte.
Mudo, sumido en esos pensamientos, no fue hasta que el trabajoso y débil gesto de la mano de ella sobre su pantalón llamó su atención, que volvió hacia la muchacha, y las palabras desesperadas que salían de entre sus afligido cuerpo.
-No.-Su tono fue suave, pero firme. Dejó en paz los frutos, y se limpió las manos en el pantalón, dispuesto a examinar a la muchacha para ver que tan mal la había dejado aquel producto. Sorprendido en grado sumo de que estuviera pidiendo mas de aquel toxico habiendo sido presa de sus efectos una sola vez, y ansiandolo en su etapa mas perjudicial en vez de renegar falsamente antes de recaer, como había visto a muchos antes que ella, caer prisioneros del yugo de las drogas.
Con la mano limpió las lagrimas de su rostro helado, frunciendo el ceño al percatarse de tan baja temperatura, y sin mas demora la tomó en ambos brazos, poniéndose en pie y cargándola en volandas. Se sentó sobre esa roca impía en donde se habían querido y lastimado, y dejando que los cálidos rayos del mediodía bañaran su pequeño cuerpo la rodeó con los brazos para transmitirle calor corporal, y mantenerla presa, por si lograba conseguir fuerzas para tomar de aquel caramelo. En cuanto pudiera se desharía del mismo, suponía demasiado riesgo portarlo consigo.
Las palmas frotaron vigorosamente los pequeños brazos de la muchacha, esperando que aquel contacto la ayudase a tomar temperatura.
-Ya veo que te sientes mal.-Su tono era suave, pero serio, buscando no acrecentar el malestar de ella, y al mismo tiempo dispuesto a tomar las riendas para que no fuera a peor ni causara problemas.-No te voy a dar mas caramelo, lo he quemado todo.-Mintió con descaro y con gran convicción. Aunque no era cierto, pensaba hacerlo.-Así que vamos a tener que arreglárnoslas sin el. ¿Que mas necesitas?.-Preguntó, porque a fin de cuentas no podía leer la mente.
La soltó con una mano cuando la noto cómoda en el regazo, al menos para el, y estiró su cuerpo y los dedos para alcanzar la tela de su camisa, que había quedado abandonada al sol, y cuya tela estaba cálida y limpia.
-Bien, esto no va a ser fácil.-Murmuro para si mismo, mirando a la elfa y a la camisa en su mano.-Si por algo yo no tengo hijos....-Suspiró, mientras trataba de figurarse como hacer pasar las alas y los brazos de la chica por su camisa sin lastimarla. Lo primero que hizo fue sacarle los cordeles que servían para atar el amplio corte del pecho, y los dejó sobre la roca sin demasiada atención.
-A ver....-La apoyó sobre el pecho de el, para liberar sus dos brazos, y acomodó la camisa en su regazo, con la parte de la espalda sobre los muslos y la del frente encarandole. Arrugó el torso hasta enganchar ese agujero con el de las muñecas, y pasó ambas manos de la chiquilla por las mangas de la camisa.-Bien... esto no está saliendo tan mal...-Musitó aun para el mismo, porque la chica poco parecía poder aportar a su aventura. Iltharion estaba acostumbrado a desvestir a gente, no a vestirla, y mucho menos a chicas con extrañas protuberancias aladas.
Llegados a ese punto, iltharion separo el torso de la chica del suyo, apoyando la palma en su espalda, y con al otra mano tomó la camisa pro el hueco de su parte superior y lo paso por la cabeza de la joven. La camisa al estar del revés, y con el corte amplio que debía estar en el pecho en la parte trasera y sin cordeles, podía sacar las alas por la camisa sin que estas interrumpieran la tela, o se doblaran por su corte. Un suspiro de alivio y satisfacción emanó de los labios del bardo que volvió a abrazarla para que no perdiera el poco calor que intentaba hacerle conseguir a la chiquilla.
-¿Mejor?.-Le preguntó a la chica, mientras, para sus adentros, se preguntaba como había terminado haciendo de cuidador de una adolescente resacosa.
El elfo desvió su mirada hacia el cubo cubierto, empezando a entender que había acontecido con ese grupo de gente. Tras el efecto y con el malestar de la resaca demasiado intenso, el deseo de seguir consumiendo los había llevado a la muerte.
Mudo, sumido en esos pensamientos, no fue hasta que el trabajoso y débil gesto de la mano de ella sobre su pantalón llamó su atención, que volvió hacia la muchacha, y las palabras desesperadas que salían de entre sus afligido cuerpo.
-No.-Su tono fue suave, pero firme. Dejó en paz los frutos, y se limpió las manos en el pantalón, dispuesto a examinar a la muchacha para ver que tan mal la había dejado aquel producto. Sorprendido en grado sumo de que estuviera pidiendo mas de aquel toxico habiendo sido presa de sus efectos una sola vez, y ansiandolo en su etapa mas perjudicial en vez de renegar falsamente antes de recaer, como había visto a muchos antes que ella, caer prisioneros del yugo de las drogas.
Con la mano limpió las lagrimas de su rostro helado, frunciendo el ceño al percatarse de tan baja temperatura, y sin mas demora la tomó en ambos brazos, poniéndose en pie y cargándola en volandas. Se sentó sobre esa roca impía en donde se habían querido y lastimado, y dejando que los cálidos rayos del mediodía bañaran su pequeño cuerpo la rodeó con los brazos para transmitirle calor corporal, y mantenerla presa, por si lograba conseguir fuerzas para tomar de aquel caramelo. En cuanto pudiera se desharía del mismo, suponía demasiado riesgo portarlo consigo.
Las palmas frotaron vigorosamente los pequeños brazos de la muchacha, esperando que aquel contacto la ayudase a tomar temperatura.
-Ya veo que te sientes mal.-Su tono era suave, pero serio, buscando no acrecentar el malestar de ella, y al mismo tiempo dispuesto a tomar las riendas para que no fuera a peor ni causara problemas.-No te voy a dar mas caramelo, lo he quemado todo.-Mintió con descaro y con gran convicción. Aunque no era cierto, pensaba hacerlo.-Así que vamos a tener que arreglárnoslas sin el. ¿Que mas necesitas?.-Preguntó, porque a fin de cuentas no podía leer la mente.
La soltó con una mano cuando la noto cómoda en el regazo, al menos para el, y estiró su cuerpo y los dedos para alcanzar la tela de su camisa, que había quedado abandonada al sol, y cuya tela estaba cálida y limpia.
-Bien, esto no va a ser fácil.-Murmuro para si mismo, mirando a la elfa y a la camisa en su mano.-Si por algo yo no tengo hijos....-Suspiró, mientras trataba de figurarse como hacer pasar las alas y los brazos de la chica por su camisa sin lastimarla. Lo primero que hizo fue sacarle los cordeles que servían para atar el amplio corte del pecho, y los dejó sobre la roca sin demasiada atención.
-A ver....-La apoyó sobre el pecho de el, para liberar sus dos brazos, y acomodó la camisa en su regazo, con la parte de la espalda sobre los muslos y la del frente encarandole. Arrugó el torso hasta enganchar ese agujero con el de las muñecas, y pasó ambas manos de la chiquilla por las mangas de la camisa.-Bien... esto no está saliendo tan mal...-Musitó aun para el mismo, porque la chica poco parecía poder aportar a su aventura. Iltharion estaba acostumbrado a desvestir a gente, no a vestirla, y mucho menos a chicas con extrañas protuberancias aladas.
Llegados a ese punto, iltharion separo el torso de la chica del suyo, apoyando la palma en su espalda, y con al otra mano tomó la camisa pro el hueco de su parte superior y lo paso por la cabeza de la joven. La camisa al estar del revés, y con el corte amplio que debía estar en el pecho en la parte trasera y sin cordeles, podía sacar las alas por la camisa sin que estas interrumpieran la tela, o se doblaran por su corte. Un suspiro de alivio y satisfacción emanó de los labios del bardo que volvió a abrazarla para que no perdiera el poco calor que intentaba hacerle conseguir a la chiquilla.
-¿Mejor?.-Le preguntó a la chica, mientras, para sus adentros, se preguntaba como había terminado haciendo de cuidador de una adolescente resacosa.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Aquella simple palabra, sumió a la joven en lo más profundo de un abismo del que no sabía cómo salir ¿No? Pero entonces… ¿Cómo iba ella a volver a vivir? ¿A ser feliz? ¿A algo tan simple como moverse? Quería levantarse, hubiera pagado todo lo que tenía por poder levantarse y coger un trozo de aquel veneno que la tenía embaucada, pero no era sólo deseo, era una necesidad, algo que le pedía el cuerpo. Necesitaba coger aunque fuera unas migas de aquel caramelo.
A pesar de esa determinación que le tenía el cerebro ocupado, su cuerpo no funcionaba de la misma manera. Sus extremidades seguían sin estar dispuestas a moverse y, si lo hacían, era con un dolor e incomodidad horribles que le quitaban las ganas de volver a intentarlo.
La mano del elfo se sintió cálida, tan cálida que quemaba al contraste con la helada piel de la muchacha, pero a pesar de ello, era agradable, allí por donde posaba su mano, el cosquilleo incesante se detenía, como si el calor fuera capaz de aniquilar aquellos insectos que recorrían su piel. Aquello le dio los instantes necesarios a su cabeza para pensar con cierta claridad, ella no quería el caramelo y no debía ansiarlo, eso era algo que en aquel momento tenía claro, pero en cuanto el calor de fue desvaneciendo, la idea de recurrir a aquel dulce nocivo volvía a crecer dentro de ella.
A pesar de que el ligero roce de antes había resultado agradable, levantarla fue como una tortura constante. Las manos del elfo le ardían allí donde la rozaba y sentía que iba a partirse en cualquier momento, como una muñeca rota que ya no servía para nada, seguía necesitando el caramelo. Era lo único que podía salvarla, estaba claro, el dolor sólo desaparecería cuando volviera a saborear aquel amargo veneno.
Podía sentir como, en cualquier momento acabarían dislocándosele los hombros si no la soltaban pronto, pero a parte de algunos quejidos suaves, como si fuera un bebé inútil, no podía expresarlo de otra manera pues las lágrimas seguían cayendo por su rostro y la mueca que seguía en ella, era la de auténtica angustia.
Más calor, Wind comenzaba a creer que estaba realmente rodeada de lava y que, al tener los ojos cerrados no era capaz averiguarlo, pero las manos del elfo seguían siendo agradables, el tacto de otra persona la ayudaba a calmarse como si aquello significara que no estaba sola pasando por aquello. Aun así, volvió a suplicar con voz queda -Cara…melo- ¿Sentirse mal? Eso era un eufemismo, en aquel momento prefería yacer en las profundidades de la tierra en una caja de madera que seguir con vida sufriendo semejante tortura.
Un nuevo quejido, más alto que los demás, como si aquello realmente sí que la hubiera dolido en lo más profundo de su ser, salió de sus labios mientras trataba con todas sus fuerzas de girarse, como si pudiera llegar a verle a pesar de tener los ojos cerrados. Tras un dolor inimaginable lo consiguió, estaba contorsionada frente al elfo mientras intentaba abrir los ojos como un intento desesperado de averiguar di aquellas palabras eran ciertas -N-No… Yo lo…necesito- consiguió decir las palabras del tirón, como si aquella noticia le hubiera dado las fuerzas que no poseía. Posó las manos sobre el torso del elfo mientras respiraba con dificultad e intentó abrir los ojos, aunque sólo consiguió una pequeña rendija que quedaba emborronada por las lágrimas -Du…lce... necesito… se..r fel..iz- Murmuró mientras agachaba la cabeza, la apoyaba sobre su compañero y volvía a cerrar los ojos con abatimiento. Definitivamente, el don de la visión no iba a ser algo que pudiera obtener próximamente de nuevo, pero tampoco le preocupaba, no quería ver, no le importaba perderlo todo, solo quería volver a ser feliz y dejar de sentir aquel dolor tan infernal que le recorría el cuerpo con cada suspiro.
A pesar de no darle una respuesta sencilla o clara, el cuerpo de la joven pedía las cosas por sí sólo. El pequeño cuerpo de la elfa, comenzó a tener pequeños temblores que hacían que se sacudiera esporádicamente, seguido de un dolor agudo que la hacía irregularizar su respiración aún más. Volvió a colocarse de espaldas al elfo con cierta resignación y se dejó hacer nuevo y, a pesar de lo duro y difícil de la situación, la elfa soltó una pequeña risa con la que incluso sus alas se movieron unos centímetros, que contrastaba con sus lágrimas al escuchar aquel comentario mientras le pasaba por la cabeza que, probablemente, solo aquel día había hecho más de progenitor que en toda su vida junta.
La risa no duró mucho pues, los nuevos movimientos no tardaron en llegar. Con punzadas de dolor que mostraba con pequeños gemidos lastimeros se dejó subir los brazos mientras intentaba con todas sus fuerzas ponerle la tarea más fácil al elfo, aunque sin visión no tenía muy claro si en realidad ayudaba o, más bien, todo lo contrario.
Wind se dejó quemar por las manos del elfo que, aunque mucho menos habilidosas que antes, habían solventado el problema de las alas mucho mejor de lo que ella había conseguido mientras estaba en Lunargenta. -S-Si- respondió la joven mientras se dejaba abrazar por aquellos brazos que parecían estar hechos de fuego -Huele…a ti- Comentó tímidamente, mientras intentaba arrebujarse todo lo posible dentro de la camisa.
Aun así, aquella tranquilidad duró poco. El dolor de cabeza seguía teniéndole el cuerpo completamente del revés mientras que la voz dentro de su mente que parecía haberse callado, volvía a resonar, cada vez con más fuerza intentando convencerla de que, si buscaba bien seguro que aún había algo de aquella sustancia por allí, aunque fuera en las cenizas del fuego, seguro que quedaba algo “No quemaría si dieras un mordisquito” “Podríais volver a divertiros” Aquellas frases que resonaban en su mente eran tentadoras, muy tentadoras tanto, que comenzaba a pensar en hacerles caso. Si tan sólo pudiera abrir los ojos…
Después de aquellas atenciones y de no sentirse tan sola y desprotegida como antes, las lágrimas habían disminuido hasta el punto de quedar únicamente la humedad sobre sus mejillas, así que, volvió a intentar abrir los ojos, aunque fuera solo un poco y sorprendentemente lo consiguió, dos pequeñas aberturas le permitían intuir o incluso ver lo que tenía enfrente y decidió hacérselo saber al elfo. Aclaró la garganta todo lo que pudo -Puedo…abr…ir…lo…s… ojos- Esbozó algo que debería haber sido una sonrisa para sí misma y volvió a hablar - ¿A…gua? - Parecía que estaba afónica, como si aquello que sentía pegado a la garganta le impidiera hablar con claridad, lo que, unido a su cabeza embotada, la hacía parecer como alguien que está aprendiendo a decir sus primeras palabras.
Con el dolor tan insoportable que sentía, giró la cabeza para mirar al elfo y, ya de paso buscar el dulce con la mirada o al menos, lo que quedara de él.
Después de que unas lágrimas volvieran a recorrer su rostro por el esfuerzo titánico de mover el cuello, se quedó girada hacia el elfo y no pudo evitar preguntar - ¿Dónde...est…á el…car...am…elo? - Respiró unas cuantas veces y añadió -O las…cenizas- Si no podía comerlo, al menos sí verlo u olerlo, aunque fuera sólo sentirlo en sus manos -Déjame ole...rlas o… tocarlas- Sonaba patético, lo sabía, parecía una de esas adictas que se veían en los callejones oscuros de los bajos fondos de las ciudades, pero no podía evitarlo, lo necesitaba. -Por... favor- En vez de dejar caer la cabeza hacia abajo, esta vez la levantó, intentando mirar a Iltharion a los ojos con la esperanza de que, una vez más en aquel día y como si fuera un mago de cuento, cumpliera su deseo.
A pesar de esa determinación que le tenía el cerebro ocupado, su cuerpo no funcionaba de la misma manera. Sus extremidades seguían sin estar dispuestas a moverse y, si lo hacían, era con un dolor e incomodidad horribles que le quitaban las ganas de volver a intentarlo.
La mano del elfo se sintió cálida, tan cálida que quemaba al contraste con la helada piel de la muchacha, pero a pesar de ello, era agradable, allí por donde posaba su mano, el cosquilleo incesante se detenía, como si el calor fuera capaz de aniquilar aquellos insectos que recorrían su piel. Aquello le dio los instantes necesarios a su cabeza para pensar con cierta claridad, ella no quería el caramelo y no debía ansiarlo, eso era algo que en aquel momento tenía claro, pero en cuanto el calor de fue desvaneciendo, la idea de recurrir a aquel dulce nocivo volvía a crecer dentro de ella.
A pesar de que el ligero roce de antes había resultado agradable, levantarla fue como una tortura constante. Las manos del elfo le ardían allí donde la rozaba y sentía que iba a partirse en cualquier momento, como una muñeca rota que ya no servía para nada, seguía necesitando el caramelo. Era lo único que podía salvarla, estaba claro, el dolor sólo desaparecería cuando volviera a saborear aquel amargo veneno.
Podía sentir como, en cualquier momento acabarían dislocándosele los hombros si no la soltaban pronto, pero a parte de algunos quejidos suaves, como si fuera un bebé inútil, no podía expresarlo de otra manera pues las lágrimas seguían cayendo por su rostro y la mueca que seguía en ella, era la de auténtica angustia.
Más calor, Wind comenzaba a creer que estaba realmente rodeada de lava y que, al tener los ojos cerrados no era capaz averiguarlo, pero las manos del elfo seguían siendo agradables, el tacto de otra persona la ayudaba a calmarse como si aquello significara que no estaba sola pasando por aquello. Aun así, volvió a suplicar con voz queda -Cara…melo- ¿Sentirse mal? Eso era un eufemismo, en aquel momento prefería yacer en las profundidades de la tierra en una caja de madera que seguir con vida sufriendo semejante tortura.
Un nuevo quejido, más alto que los demás, como si aquello realmente sí que la hubiera dolido en lo más profundo de su ser, salió de sus labios mientras trataba con todas sus fuerzas de girarse, como si pudiera llegar a verle a pesar de tener los ojos cerrados. Tras un dolor inimaginable lo consiguió, estaba contorsionada frente al elfo mientras intentaba abrir los ojos como un intento desesperado de averiguar di aquellas palabras eran ciertas -N-No… Yo lo…necesito- consiguió decir las palabras del tirón, como si aquella noticia le hubiera dado las fuerzas que no poseía. Posó las manos sobre el torso del elfo mientras respiraba con dificultad e intentó abrir los ojos, aunque sólo consiguió una pequeña rendija que quedaba emborronada por las lágrimas -Du…lce... necesito… se..r fel..iz- Murmuró mientras agachaba la cabeza, la apoyaba sobre su compañero y volvía a cerrar los ojos con abatimiento. Definitivamente, el don de la visión no iba a ser algo que pudiera obtener próximamente de nuevo, pero tampoco le preocupaba, no quería ver, no le importaba perderlo todo, solo quería volver a ser feliz y dejar de sentir aquel dolor tan infernal que le recorría el cuerpo con cada suspiro.
A pesar de no darle una respuesta sencilla o clara, el cuerpo de la joven pedía las cosas por sí sólo. El pequeño cuerpo de la elfa, comenzó a tener pequeños temblores que hacían que se sacudiera esporádicamente, seguido de un dolor agudo que la hacía irregularizar su respiración aún más. Volvió a colocarse de espaldas al elfo con cierta resignación y se dejó hacer nuevo y, a pesar de lo duro y difícil de la situación, la elfa soltó una pequeña risa con la que incluso sus alas se movieron unos centímetros, que contrastaba con sus lágrimas al escuchar aquel comentario mientras le pasaba por la cabeza que, probablemente, solo aquel día había hecho más de progenitor que en toda su vida junta.
La risa no duró mucho pues, los nuevos movimientos no tardaron en llegar. Con punzadas de dolor que mostraba con pequeños gemidos lastimeros se dejó subir los brazos mientras intentaba con todas sus fuerzas ponerle la tarea más fácil al elfo, aunque sin visión no tenía muy claro si en realidad ayudaba o, más bien, todo lo contrario.
Wind se dejó quemar por las manos del elfo que, aunque mucho menos habilidosas que antes, habían solventado el problema de las alas mucho mejor de lo que ella había conseguido mientras estaba en Lunargenta. -S-Si- respondió la joven mientras se dejaba abrazar por aquellos brazos que parecían estar hechos de fuego -Huele…a ti- Comentó tímidamente, mientras intentaba arrebujarse todo lo posible dentro de la camisa.
Aun así, aquella tranquilidad duró poco. El dolor de cabeza seguía teniéndole el cuerpo completamente del revés mientras que la voz dentro de su mente que parecía haberse callado, volvía a resonar, cada vez con más fuerza intentando convencerla de que, si buscaba bien seguro que aún había algo de aquella sustancia por allí, aunque fuera en las cenizas del fuego, seguro que quedaba algo “No quemaría si dieras un mordisquito” “Podríais volver a divertiros” Aquellas frases que resonaban en su mente eran tentadoras, muy tentadoras tanto, que comenzaba a pensar en hacerles caso. Si tan sólo pudiera abrir los ojos…
Después de aquellas atenciones y de no sentirse tan sola y desprotegida como antes, las lágrimas habían disminuido hasta el punto de quedar únicamente la humedad sobre sus mejillas, así que, volvió a intentar abrir los ojos, aunque fuera solo un poco y sorprendentemente lo consiguió, dos pequeñas aberturas le permitían intuir o incluso ver lo que tenía enfrente y decidió hacérselo saber al elfo. Aclaró la garganta todo lo que pudo -Puedo…abr…ir…lo…s… ojos- Esbozó algo que debería haber sido una sonrisa para sí misma y volvió a hablar - ¿A…gua? - Parecía que estaba afónica, como si aquello que sentía pegado a la garganta le impidiera hablar con claridad, lo que, unido a su cabeza embotada, la hacía parecer como alguien que está aprendiendo a decir sus primeras palabras.
Con el dolor tan insoportable que sentía, giró la cabeza para mirar al elfo y, ya de paso buscar el dulce con la mirada o al menos, lo que quedara de él.
Después de que unas lágrimas volvieran a recorrer su rostro por el esfuerzo titánico de mover el cuello, se quedó girada hacia el elfo y no pudo evitar preguntar - ¿Dónde...est…á el…car...am…elo? - Respiró unas cuantas veces y añadió -O las…cenizas- Si no podía comerlo, al menos sí verlo u olerlo, aunque fuera sólo sentirlo en sus manos -Déjame ole...rlas o… tocarlas- Sonaba patético, lo sabía, parecía una de esas adictas que se veían en los callejones oscuros de los bajos fondos de las ciudades, pero no podía evitarlo, lo necesitaba. -Por... favor- En vez de dejar caer la cabeza hacia abajo, esta vez la levantó, intentando mirar a Iltharion a los ojos con la esperanza de que, una vez más en aquel día y como si fuera un mago de cuento, cumpliera su deseo.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Iltarion ignoro las escasas y suplicantes quejas de la chiquilla mientras intentaba vestirla, y agradecía que fuera esta pequeña y fragil, la sola idea de tener que lidiar del mismo modo con algún espécimen mucho mas fuerte y peligroso en la misma coyuntura le parecía demasiado para lo que estaba dispuesto a hacer.
La joven parecía no ver, y entre lo poco que podía abrir los ojos, y las profusas lagrimas que no dejaban de cruzar sus mejillas, el cubo de caramelo estaba a salvo de su mirada, mientras no hubiera aquello, no habría pelea, y el elfo no quería cruzarse con el golem que lo había empujado de nuevo.
Un plan de actuación empezó a ir formándose en su mente mientras su flamante camisa nueva terminaba de amoldarse a su nuevo sitio. El cordel abandonado lo tomó una vez mas el elfo para pasarlo por los dos agujeros del cuello, solo esos dos y que la camisa no se deslizara por los estrechos hombros de ella cuando la movía, por la diferencia de tamaño que tenían los cuerpos de ambos.
-Espero que eso sea algo bueno.-Comentó el elfo distraídamente, mientras ella se arrebujaba en su camisa, y la mirada aguamarina oteaba el entorno viendo como ir recogiendo todas sus cosas sin pasar cerca del cubo que había quedado trás una roca mal escondido, por la pura casualidad de donde lo había dejado al llegar.
Que pudiera abrir los ojos fue una noticia pésima, y el trovador, sin soltarla por si en un rejunte de fuerzas, salía de su regazo, empezó a hacer malabares con la mano libre y las botas que lo aguardaban a sus pies, para calzárselas antes de marchar de allí.
-Ahora iremos a por agua.-Le dijo para calmarla, y seguidamente al inclinarse tanteo buscando las cosas de la propia joven, para alcanzar la filcreta con agua de la misma. La destapo y se la colocó entre los labios, ya sabiendo o habiendo intuido mejor dicho, lo difícil que era para la muchacha hacer cualquier gesto con el propio cuerpo.
Le permitió beber solo un poco, para que recuperara fuerzas pero no tanto como para que si su estomago se hallaba herido, le sentara mal y vomitara al instante.
Su cinturón también fue a encontrar el sitio entre las vestiduras, y al mismo ató no solo sus pertenencias, si no las de la joven también. De aquella guisa y abandonando tras ellos el cubo y el sombrero, se puso en pie el bardo y emprendió camino hacia la aldea, habiendo visto el cielo despejado en el claro, la posición del sol, y el agua, ayudado con el musgo.
La respiración de iltharion se hizo pesada al poco rato, cuando ya el claro era indistinguible entre los arboles, y su paso no era ni de lejos tan rápido que cuando la había llevado de la mano. El cuerpo del elfo no estaba acostumbrado a cargar tanto peso, ni a maniobrar con el, y aquel esfuerzo le repercutía en los brazos, la pierna y la espalda. Hacía que su pechos e hinchara profusamente a cada respiración, que sus exhalaciones fueran entrecortadas, y dotó su rostro blanquecino de un rubor lozano por el esfuerzo físico.
-No hay, nada, lo quemé lejos, y ya ni me acuerdo por donde fui, sabía asqueroso, así que pensé que nadie querría siquiera comprarlo.-Fue toda la respuesta que dio a la muchacha ante las suplicas, buscando erradicar tanto como pudiera el ansia de consumir aquella mierda. La prefería triste y desconsolada, que peleando por buscar algo, si no había nada que conseguir, tampoco nada que se llevara a la pequeña y le causara aun mas inconvenientes.
-¿Viniste sola a las fiestas?-La voz del elfo estaba truncada por su denuedo, aún así era perfectamente clara, su ceño ligeramente fruncido no teñía su tono con enojo, parecía mas fruto de las ramas bajas que se enredaban en su cabello cuando agachaba un poco la cabeza, sin atreverse a bajar mas con tal peso por si en una de esas luego no lograba enderezarse por completo.
La joven parecía no ver, y entre lo poco que podía abrir los ojos, y las profusas lagrimas que no dejaban de cruzar sus mejillas, el cubo de caramelo estaba a salvo de su mirada, mientras no hubiera aquello, no habría pelea, y el elfo no quería cruzarse con el golem que lo había empujado de nuevo.
Un plan de actuación empezó a ir formándose en su mente mientras su flamante camisa nueva terminaba de amoldarse a su nuevo sitio. El cordel abandonado lo tomó una vez mas el elfo para pasarlo por los dos agujeros del cuello, solo esos dos y que la camisa no se deslizara por los estrechos hombros de ella cuando la movía, por la diferencia de tamaño que tenían los cuerpos de ambos.
-Espero que eso sea algo bueno.-Comentó el elfo distraídamente, mientras ella se arrebujaba en su camisa, y la mirada aguamarina oteaba el entorno viendo como ir recogiendo todas sus cosas sin pasar cerca del cubo que había quedado trás una roca mal escondido, por la pura casualidad de donde lo había dejado al llegar.
Que pudiera abrir los ojos fue una noticia pésima, y el trovador, sin soltarla por si en un rejunte de fuerzas, salía de su regazo, empezó a hacer malabares con la mano libre y las botas que lo aguardaban a sus pies, para calzárselas antes de marchar de allí.
-Ahora iremos a por agua.-Le dijo para calmarla, y seguidamente al inclinarse tanteo buscando las cosas de la propia joven, para alcanzar la filcreta con agua de la misma. La destapo y se la colocó entre los labios, ya sabiendo o habiendo intuido mejor dicho, lo difícil que era para la muchacha hacer cualquier gesto con el propio cuerpo.
Le permitió beber solo un poco, para que recuperara fuerzas pero no tanto como para que si su estomago se hallaba herido, le sentara mal y vomitara al instante.
Su cinturón también fue a encontrar el sitio entre las vestiduras, y al mismo ató no solo sus pertenencias, si no las de la joven también. De aquella guisa y abandonando tras ellos el cubo y el sombrero, se puso en pie el bardo y emprendió camino hacia la aldea, habiendo visto el cielo despejado en el claro, la posición del sol, y el agua, ayudado con el musgo.
La respiración de iltharion se hizo pesada al poco rato, cuando ya el claro era indistinguible entre los arboles, y su paso no era ni de lejos tan rápido que cuando la había llevado de la mano. El cuerpo del elfo no estaba acostumbrado a cargar tanto peso, ni a maniobrar con el, y aquel esfuerzo le repercutía en los brazos, la pierna y la espalda. Hacía que su pechos e hinchara profusamente a cada respiración, que sus exhalaciones fueran entrecortadas, y dotó su rostro blanquecino de un rubor lozano por el esfuerzo físico.
-No hay, nada, lo quemé lejos, y ya ni me acuerdo por donde fui, sabía asqueroso, así que pensé que nadie querría siquiera comprarlo.-Fue toda la respuesta que dio a la muchacha ante las suplicas, buscando erradicar tanto como pudiera el ansia de consumir aquella mierda. La prefería triste y desconsolada, que peleando por buscar algo, si no había nada que conseguir, tampoco nada que se llevara a la pequeña y le causara aun mas inconvenientes.
-¿Viniste sola a las fiestas?-La voz del elfo estaba truncada por su denuedo, aún así era perfectamente clara, su ceño ligeramente fruncido no teñía su tono con enojo, parecía mas fruto de las ramas bajas que se enredaban en su cabello cuando agachaba un poco la cabeza, sin atreverse a bajar mas con tal peso por si en una de esas luego no lograba enderezarse por completo.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Wind intentaba centrar su atención en cualquier cosa que la ayudara a olvidar el dolor de sus articulaciones y lo costoso de respirar. La distracción de la camisa fue realmente útil, pudo centrarse en el olor a alcohol mezclado con el olor del propio bardo, que aun desprendía aquella prenda. Intentó realizar respiraciones más profundas y más pausadas ahora que tenía la cabeza en algo que no era aquel dulce veneno que seguía pidiéndole su cuerpo.
La promesa del agua, hizo que la joven emitiera algo parecido a un suspiro de alivio. Tal vez aclarándose la garganta podría acabar con aquella sensación de acuciante sed que invadía su garganta, o con un poco de suerte eliminar aquella sustancia pegajosa que, sentía iba a acabar por asfixiarla. Los movimientos del elfo, a pesar de parecer suaves, movieron a la joven lo suficiente como para que a ella le pareciera que estaba en el epicentro d un terremoto que podía haberla partido en trozos sin mayor problema, tanto era así, que a pesar del dolor, se inclinó más hacia el elfo para que le diera estabilidad y así no tuviera esa sensación de desequilibrio, la cual hacía que la joven que apenas se había movido, tuviera la sensación de que podía caer a la roca en cualquier momento.
El agua se sintió terriblemente fría, contrastando así con la calidad que le proporcionaba el elfo. Aquel tacto frio por sus labios hizo que se humedecieran de nuevo los ojos y que cayeran de nuevo algunas lágrimas cuando el líquido comenzó a discurrir por su sensible garganta sin cuidado, raspándola como si estuviera tragando arena en vez de agua. Pero el sabor dulzón no desaparecía, seguía ahí, como si aquel fuera su lugar en el mundo y no pensara moverse hasta que volviera a darle un mordisco al caramelo.
A pesar de que el agua no calmaba su angustia, al menos sí resultaba agradable, después de unos pocos tragos, cuando ya se había acostumbrado a la temperatura. Un quejido salió de sus labios al dejar de notar el borde de la botella en sus labios - ¿Más? - Preguntó Wind cuando el elfo separó la botella de sus labios -Aun du..ele la gar…ganta- Añadió mientras abría los ojos un poco más, intentando acostumbrarse a la cantidad cegadora de sol que había en el claro, como si aquel líquido le devolviese el don que la droga le había robado. Si alguien la hubiera mirado, habría quedado horriblemente sorprendido al descubrir que las pupilas estaban dilatadas hasta el punto de que el iris era una mera sombra de lo que debería ser, siendo este el motivo de la increíble incomodidad que le causaba la luz.
Otra vez en volandas y otra vez sintiéndose como una muñeca rota que podría deshacerse en los brazos del elfo en cualquier momento. Probablemente, lo que más de dolía no era el cuerpo o la cabeza, sino el poco orgullo que poseía y que estaba cada vez más hecho añicos. Su suplica ni siquiera recibió respuesta, tan patético resultaba que ni siquiera era merecedora de una respuesta ¿Acariciar unas cenizas? ¿Acaso se había vuelto loca o simplemente era idiota? ¿Cómo aquello podría salvarla de aquel dolor? Un susurro, ligero como el viento salió de entre sus labios cuando aquella herida llegó a lo más profundo de su pecho -Lo siento - Lo dijo seguido, sin suspiros por en medio, tan solo tosió un par de veces al final, intentando aclararse la garganta de nuevo. No sabía por qué lo sentía exactamente ¿Por haber comido aquel veneno? ¿Por haberle hecho pasar por aquel tormento hasta que pudieron yacer juntos? ¿Por hacerle responsable de cuidarla? No lo sabía, no quería saberlo y no podía saberlo, su cabeza tampoco la dejaba pensarlo demasiado, pero aquellas palabras iban cargadas de significado, cargadas de disculpas por todo lo que estaba pasando por ella aquel día.
Cuando comenzaron a salir del claro, la elfa vislumbró algo se escondido ¿El sombrero? Era posible, lo más seguro era que ella hubiera visto el sombrero, pero algo en su cabeza le decía que podía ser el caramelo, aquel caramelo que tanto deseaba, aquel dulce veneno que le exigían sus entrañas para acabar con aquel incesante dolor. Pero no podía hacer nada, no podía bajarse de los brazos del bardo, no tenía fuerza para ello y, a pesar de todo el elfo la estaba cuidando bien ¿No? Aquel dolor se iría con el tiempo si seguía cuidándola… pero no iba a ser así para siempre. Iltharion la dejaría donde fuera que la estuviera llevando para que ella misma solucionara sus problemas, él no era su padre, ni Turion, ni mucho menos su pareja, aquella consideración que estaba teniendo con ella acabaría por terminar en algún momento y ella debería lidiar con aquel dolor sola. Aquel pensamiento le sacó un llanto fuerte, mucho más que las suaves lagrimas que habían recorrido un rato antes sus mejillas. Wind no podía lidiar con aquello sola, sentía que acabaría usando sus propias flechas para acabar con el sufrimiento que la carcomía… Pero si aquel cubo sí era el caramelo, aquello tenía solución, podría volver a sonreír sin dolor.
El bardo comenzó a respirar con cierta dificultad y la elfa comenzó a sentirse mal de nuevo, por hacer que aquel que la había hecho tan feliz aquella mañana, ahora estuviera respirando de esa manera. Pero la compasión duró poco, otra frase que dañaba aún más su salud mental ¿Ni siquiera se acordaba? Aquello de lo que pendía la salud mental de la joven… ¿Ni siquiera se acordaba de que había hecho con ello? Wind levantó la cabeza, estupefacta por lo que acababa de escuchar, como si hubiera sido ella la que hubiera escuchado mal - ¿No… te acuerdas? - Repitió mientras notaba como el enojo comenzaba a subírsele al rostro, olvidando el dolor de la garganta e ignorando la pregunta por completo. Su cabeza, aun pesada, había cambiado de pensamiento, el horror se agolpaba en sus oídos haciéndolos latir con fuerza y, sin previo aviso, como si aquello saliera de lo más profundo de sus adentros, gritó, gritó tan fuerte que se hizo daño en todo su cuerpo, un grito grave, casi animal, que parecía que no podía haber salido del cuerpo de aquella joven hada. Las manos se le fueron instintivamente al rostro, tratando de pensar con claridad, pero no podía, su cabeza no podía pensar con claridad y el dolor que se acentuaba en cada punto su cuerpo era cada vez mayor.
El dolor de su garganta parecía haberse esfumado de repente dejando tras de sí una voz ronca muy distinta a la suya habitual -Tú…- Susurró mientras giraba el rostro hacia el del bardo -Ni siquiera recueras que has hecho con lo único que puede salvarme de semejante agonía…- Añadió con voz tosca y dolor en cada una de sus palabras. Una pequeña risa, como si estuviera a un hilo de perder la cordura salió de sus labios mientras agachaba de nuevo la cabeza y comenzaba a revolverse nerviosa en los brazos de Iltharion. Unos pequeños espasmos recorrían su espalda, haciéndole soltar pequeños gemidos de dolor -No está… y no sabes dónde…- Volvió a murmurar, como si aquella idea fuera inconcebible. -Bájame… suéltame, déjame bajar- Comenzó despacio pero acrecentaba el tono de su voz mientras se revolvía cada vez más. Necesitaba bajar de allí, recuperar el veneno que podía hacerla sentir feliz y que hacía que no tuviera que depender de nadie para que pasara por aquel horrible trance.
Una vez de pie, la elfa comenzó a caminar, con pasos cortos, encorvada mientras se agarraba a las cortezas de los arboles con las manos. Quería el caramelo, pero no pensaba dañar al bardo que tanto había hecho por ella por conseguirlo así que, con el dolor en el cuerpo y la cabeza embotada, mientras el enfado pasaba y dejaba tras de sí una profunda desesperación, siguió dando aquellos pasos tan ridículos desde fuera, pero tan heroicos para ella mientras, en voz baja hablaba. Hablaba sola, como si aquello reafirmara sus convicciones -Lo necesito…- Murmuró cuando apenas dio el primer paso -Si no... yo…- Otro paso, se agarró a la corteza del árbol más próximo -No puedo… sola yo… no…puedo- Respirar comenzaba a suponer un auténtico calvario, como si aquellos movimientos fueran esfuerzos titánicos -El dolor…- No alcanzó a dar un paso cuando cayó de costado, aun de pie, sobre el tronco del árbol como si las fuerzas que había conseguido acumular hasta ese momento se hubieran esfumado -No quiero... sufrir más- Susurró contra la corteza del árbol con lásgrimas en los ojos.
La promesa del agua, hizo que la joven emitiera algo parecido a un suspiro de alivio. Tal vez aclarándose la garganta podría acabar con aquella sensación de acuciante sed que invadía su garganta, o con un poco de suerte eliminar aquella sustancia pegajosa que, sentía iba a acabar por asfixiarla. Los movimientos del elfo, a pesar de parecer suaves, movieron a la joven lo suficiente como para que a ella le pareciera que estaba en el epicentro d un terremoto que podía haberla partido en trozos sin mayor problema, tanto era así, que a pesar del dolor, se inclinó más hacia el elfo para que le diera estabilidad y así no tuviera esa sensación de desequilibrio, la cual hacía que la joven que apenas se había movido, tuviera la sensación de que podía caer a la roca en cualquier momento.
El agua se sintió terriblemente fría, contrastando así con la calidad que le proporcionaba el elfo. Aquel tacto frio por sus labios hizo que se humedecieran de nuevo los ojos y que cayeran de nuevo algunas lágrimas cuando el líquido comenzó a discurrir por su sensible garganta sin cuidado, raspándola como si estuviera tragando arena en vez de agua. Pero el sabor dulzón no desaparecía, seguía ahí, como si aquel fuera su lugar en el mundo y no pensara moverse hasta que volviera a darle un mordisco al caramelo.
A pesar de que el agua no calmaba su angustia, al menos sí resultaba agradable, después de unos pocos tragos, cuando ya se había acostumbrado a la temperatura. Un quejido salió de sus labios al dejar de notar el borde de la botella en sus labios - ¿Más? - Preguntó Wind cuando el elfo separó la botella de sus labios -Aun du..ele la gar…ganta- Añadió mientras abría los ojos un poco más, intentando acostumbrarse a la cantidad cegadora de sol que había en el claro, como si aquel líquido le devolviese el don que la droga le había robado. Si alguien la hubiera mirado, habría quedado horriblemente sorprendido al descubrir que las pupilas estaban dilatadas hasta el punto de que el iris era una mera sombra de lo que debería ser, siendo este el motivo de la increíble incomodidad que le causaba la luz.
Otra vez en volandas y otra vez sintiéndose como una muñeca rota que podría deshacerse en los brazos del elfo en cualquier momento. Probablemente, lo que más de dolía no era el cuerpo o la cabeza, sino el poco orgullo que poseía y que estaba cada vez más hecho añicos. Su suplica ni siquiera recibió respuesta, tan patético resultaba que ni siquiera era merecedora de una respuesta ¿Acariciar unas cenizas? ¿Acaso se había vuelto loca o simplemente era idiota? ¿Cómo aquello podría salvarla de aquel dolor? Un susurro, ligero como el viento salió de entre sus labios cuando aquella herida llegó a lo más profundo de su pecho -Lo siento - Lo dijo seguido, sin suspiros por en medio, tan solo tosió un par de veces al final, intentando aclararse la garganta de nuevo. No sabía por qué lo sentía exactamente ¿Por haber comido aquel veneno? ¿Por haberle hecho pasar por aquel tormento hasta que pudieron yacer juntos? ¿Por hacerle responsable de cuidarla? No lo sabía, no quería saberlo y no podía saberlo, su cabeza tampoco la dejaba pensarlo demasiado, pero aquellas palabras iban cargadas de significado, cargadas de disculpas por todo lo que estaba pasando por ella aquel día.
Cuando comenzaron a salir del claro, la elfa vislumbró algo se escondido ¿El sombrero? Era posible, lo más seguro era que ella hubiera visto el sombrero, pero algo en su cabeza le decía que podía ser el caramelo, aquel caramelo que tanto deseaba, aquel dulce veneno que le exigían sus entrañas para acabar con aquel incesante dolor. Pero no podía hacer nada, no podía bajarse de los brazos del bardo, no tenía fuerza para ello y, a pesar de todo el elfo la estaba cuidando bien ¿No? Aquel dolor se iría con el tiempo si seguía cuidándola… pero no iba a ser así para siempre. Iltharion la dejaría donde fuera que la estuviera llevando para que ella misma solucionara sus problemas, él no era su padre, ni Turion, ni mucho menos su pareja, aquella consideración que estaba teniendo con ella acabaría por terminar en algún momento y ella debería lidiar con aquel dolor sola. Aquel pensamiento le sacó un llanto fuerte, mucho más que las suaves lagrimas que habían recorrido un rato antes sus mejillas. Wind no podía lidiar con aquello sola, sentía que acabaría usando sus propias flechas para acabar con el sufrimiento que la carcomía… Pero si aquel cubo sí era el caramelo, aquello tenía solución, podría volver a sonreír sin dolor.
El bardo comenzó a respirar con cierta dificultad y la elfa comenzó a sentirse mal de nuevo, por hacer que aquel que la había hecho tan feliz aquella mañana, ahora estuviera respirando de esa manera. Pero la compasión duró poco, otra frase que dañaba aún más su salud mental ¿Ni siquiera se acordaba? Aquello de lo que pendía la salud mental de la joven… ¿Ni siquiera se acordaba de que había hecho con ello? Wind levantó la cabeza, estupefacta por lo que acababa de escuchar, como si hubiera sido ella la que hubiera escuchado mal - ¿No… te acuerdas? - Repitió mientras notaba como el enojo comenzaba a subírsele al rostro, olvidando el dolor de la garganta e ignorando la pregunta por completo. Su cabeza, aun pesada, había cambiado de pensamiento, el horror se agolpaba en sus oídos haciéndolos latir con fuerza y, sin previo aviso, como si aquello saliera de lo más profundo de sus adentros, gritó, gritó tan fuerte que se hizo daño en todo su cuerpo, un grito grave, casi animal, que parecía que no podía haber salido del cuerpo de aquella joven hada. Las manos se le fueron instintivamente al rostro, tratando de pensar con claridad, pero no podía, su cabeza no podía pensar con claridad y el dolor que se acentuaba en cada punto su cuerpo era cada vez mayor.
El dolor de su garganta parecía haberse esfumado de repente dejando tras de sí una voz ronca muy distinta a la suya habitual -Tú…- Susurró mientras giraba el rostro hacia el del bardo -Ni siquiera recueras que has hecho con lo único que puede salvarme de semejante agonía…- Añadió con voz tosca y dolor en cada una de sus palabras. Una pequeña risa, como si estuviera a un hilo de perder la cordura salió de sus labios mientras agachaba de nuevo la cabeza y comenzaba a revolverse nerviosa en los brazos de Iltharion. Unos pequeños espasmos recorrían su espalda, haciéndole soltar pequeños gemidos de dolor -No está… y no sabes dónde…- Volvió a murmurar, como si aquella idea fuera inconcebible. -Bájame… suéltame, déjame bajar- Comenzó despacio pero acrecentaba el tono de su voz mientras se revolvía cada vez más. Necesitaba bajar de allí, recuperar el veneno que podía hacerla sentir feliz y que hacía que no tuviera que depender de nadie para que pasara por aquel horrible trance.
Una vez de pie, la elfa comenzó a caminar, con pasos cortos, encorvada mientras se agarraba a las cortezas de los arboles con las manos. Quería el caramelo, pero no pensaba dañar al bardo que tanto había hecho por ella por conseguirlo así que, con el dolor en el cuerpo y la cabeza embotada, mientras el enfado pasaba y dejaba tras de sí una profunda desesperación, siguió dando aquellos pasos tan ridículos desde fuera, pero tan heroicos para ella mientras, en voz baja hablaba. Hablaba sola, como si aquello reafirmara sus convicciones -Lo necesito…- Murmuró cuando apenas dio el primer paso -Si no... yo…- Otro paso, se agarró a la corteza del árbol más próximo -No puedo… sola yo… no…puedo- Respirar comenzaba a suponer un auténtico calvario, como si aquellos movimientos fueran esfuerzos titánicos -El dolor…- No alcanzó a dar un paso cuando cayó de costado, aun de pie, sobre el tronco del árbol como si las fuerzas que había conseguido acumular hasta ese momento se hubieran esfumado -No quiero... sufrir más- Susurró contra la corteza del árbol con lásgrimas en los ojos.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Iltharion negó con la cabeza cuando la chiquilla pidió mas agua. -Si te doy mas vas a vomitar, y solo te sentirás peor.-Aunque aquello no era seguro, solía pasar con los malestares y las ingestas apuradas de liquido, el cuerpo lo rechazaba, no había que darle nada en grandes cantidades y de forma forzada al cuerpo cuando intentaba sanarse y purgar el mal que uno le había metido dentro.
-Encontraré el modo que te deje de doler.-Comentó, aunque no podía prometerlo, si intentarlo. i la llevaba a la aldea donde tenía sus utensilios y remedios, y el mercado a mano para todo aquello que no poseyera de antemano, era muy posible que encontrara medios para paliar el malestar que sentía la muchacha.
El trovador se detuvo unos instantes cunado se percató de que el llanto de la muchacha se hacía mas intenso, como si no solo fuera una reacción de su cuerpo si no que algo la afligiera incluso mas que antes, pero no se detuvo mucho tiempo, temiendo que si no no le darían las fuerzas para alcanzar de aquel modo la aldea.
Por lo menos sus palabras parecían haber alejado un poco esa angustia que la hacía llorar lo suficiente como para que pareciera querer inundar el bosque.-No, fui para cualquier lado, solo quería deshacerme de esa porquería.-Aseveró.
El alivio duró poco, pues la desolación dio paso a una ira inusitada. Del bote que pegó el trovador ante el grito casi fueron los dos al suelo, pero en vez de eso solo trastabillo, casi haciendo malabares con la chica en los brazos, intentando no perder el equilibrio y dando pasos hacia diversos lados para mantener el mismo. Finalmente logro evitar el golpe apoyando el cuerpo en un árbol cercano, y soltando un gran suspiro de alivio.
El elfo quedó allí apoyado, recuperando el aliento y las fuerzas, mientras de paso recibía los nada cariñosos reproches de la pequeña hada.
-No. Simplemente he destruido la droga que te ha hecho sentirté así de mal.-Mientras la chica exigia que la soltase de forma brusca.-Ya estoy viejo para estas cosas.-Suspiró pesadamente, y depositó cuidadosamente a la chica sobre el suelo. Entonces aprovecho los brazos libres para peinarse el pelo hacía atrás con las manos, y tomar un poco de agua de la filcreta de la jovencita, que ahora pendía, como casi todas las pertenencias de la misma, de su cinto.
Iltharion contemplo los pasos descoordinados y laboriosos de la pequeña, sus palabras quebradas de determinación y desesperación, y negó para si mismo mientras se separaba del árbol y salvaba la distancia entre ambos.
-No lo necesitas, se te pasará en un tiempo.-O eso esperaba, y además, tampoco sabía cuanto.-Puedo darte un calmante para que duermas el camino, quizás te sientas mejor al despertar, o quizás igual de mal. No puedo prometerte nada, pero tenemos que seguir caminando, aquí en el bosque no encontraremos nada que te ayude a sentirte mejor, necesito mis suministros médicos.-Explicó el bardo, dispuesta a agotar la vía del dialogo antes de tomarla como un saco de papas, o algo peor y llevarla casi a la fuerza a la aldea si la muchacha decidía no colaborar.
-Encontraré el modo que te deje de doler.-Comentó, aunque no podía prometerlo, si intentarlo. i la llevaba a la aldea donde tenía sus utensilios y remedios, y el mercado a mano para todo aquello que no poseyera de antemano, era muy posible que encontrara medios para paliar el malestar que sentía la muchacha.
El trovador se detuvo unos instantes cunado se percató de que el llanto de la muchacha se hacía mas intenso, como si no solo fuera una reacción de su cuerpo si no que algo la afligiera incluso mas que antes, pero no se detuvo mucho tiempo, temiendo que si no no le darían las fuerzas para alcanzar de aquel modo la aldea.
Por lo menos sus palabras parecían haber alejado un poco esa angustia que la hacía llorar lo suficiente como para que pareciera querer inundar el bosque.-No, fui para cualquier lado, solo quería deshacerme de esa porquería.-Aseveró.
El alivio duró poco, pues la desolación dio paso a una ira inusitada. Del bote que pegó el trovador ante el grito casi fueron los dos al suelo, pero en vez de eso solo trastabillo, casi haciendo malabares con la chica en los brazos, intentando no perder el equilibrio y dando pasos hacia diversos lados para mantener el mismo. Finalmente logro evitar el golpe apoyando el cuerpo en un árbol cercano, y soltando un gran suspiro de alivio.
El elfo quedó allí apoyado, recuperando el aliento y las fuerzas, mientras de paso recibía los nada cariñosos reproches de la pequeña hada.
-No. Simplemente he destruido la droga que te ha hecho sentirté así de mal.-Mientras la chica exigia que la soltase de forma brusca.-Ya estoy viejo para estas cosas.-Suspiró pesadamente, y depositó cuidadosamente a la chica sobre el suelo. Entonces aprovecho los brazos libres para peinarse el pelo hacía atrás con las manos, y tomar un poco de agua de la filcreta de la jovencita, que ahora pendía, como casi todas las pertenencias de la misma, de su cinto.
Iltharion contemplo los pasos descoordinados y laboriosos de la pequeña, sus palabras quebradas de determinación y desesperación, y negó para si mismo mientras se separaba del árbol y salvaba la distancia entre ambos.
-No lo necesitas, se te pasará en un tiempo.-O eso esperaba, y además, tampoco sabía cuanto.-Puedo darte un calmante para que duermas el camino, quizás te sientas mejor al despertar, o quizás igual de mal. No puedo prometerte nada, pero tenemos que seguir caminando, aquí en el bosque no encontraremos nada que te ayude a sentirte mejor, necesito mis suministros médicos.-Explicó el bardo, dispuesta a agotar la vía del dialogo antes de tomarla como un saco de papas, o algo peor y llevarla casi a la fuerza a la aldea si la muchacha decidía no colaborar.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Wind apenas sintió al elfo trastabillar, su cabeza estaba únicamente centrada en aquel drama que consumía su mente y su cuerpo. Aquella perdida era irreparable, no sabía que iba a hacer ahora, tan sólo podía intentar regresar al lago y rezar para que aquello que había visto, no fuera el sombrero del disfraz del bardo sino el cubo lleno de aquel producto tóxico.
Para su sorpresa, Iltharion la bajó sin mayor problema, como si supiera perfectamente que no podría caminar más de una docena de pasos seguidos sin desplomarse. Aquello fue otra escena ridícula que se sumaba a su orgullo herido, un orgullo que parecía estarse quedando nada. A pesar de su agotamiento, ella quería realmente pegar a su compañero, pegarle más fuerte que cuando descubrió que no había perdido la mano, pero él la había cuidado… no pensaba dañar a la única persona que podía ofrecerle la ayuda que ella necesitaba a pesar de que mostrara algo muy distinto.
Cuando estuvo allí contra el árbol, la desesperación resultaba absoluta. Si aquel árbol se hubiera abierto y la hubiera consumido allí mismo, no le hubiera importado lo más mínimo, pero aquello no ocurrió y ella se quedó allí, escuchando las palabras del elfo mientras respiraba con dificultad. ¿Podía dormirla? ¿Aquello era posible? ¿realmente tenía las plantas necesarias? Aquellas preguntas golpearon su cabeza con fuerza, con tanta fuerza que se mareó. Así que cerró los ojos y respiró tan profundamente como sus músculos le permitieron.
Una vez recuperó la poca compostura que le quedaba, abrió los ojos y se giró para mirar al elfo, con una mirada de súplica y desesperación. Si podía dormir, quería dormir, quería dormir hasta que aquella tortura terminase no le importaba que fueran días o semanas, si podía dormir, quería hacerlo.
Observó por un momento al elfo mientras ésta se separaba del tronco y se quedaba de pie, apoyando una mano contra el tronco mientras sus pequeños pies hacían lo que podían por sujetar a la joven, que se balanceaba constantemente con cada respiración. Iba cargado con todas las cosas de la elfa “Con eso no puede moverse bien” Pensó por un instante al verle y las lágrimas volvieron a rodar por sus mejillas - ¿Realmente… puedes dormirme?- Preguntó la joven en un susurró apenas audible para cualquiera que no estuviera prestando atención a sus palabras -Si no puedes… puedes golpearme ¿Sí?- Respiró de nuevo con dificultad y explicó aún más aquella idea -Si me…dejas incons…ciente no te… lo pondré más difícil- Trastabilleó hasta llegar al elfo y agachó la cabeza mientras se sujetaba sobre él.
-Y…- si dejar de sujetarse en Iltharion, suspiró, tan fuerte que sintió que se le romperían todas costillas y el golem apareció detrás de la muchacha, a la vista de su compañero -Pon... mis cosas sobre... él ¿Vale? - apoyó la cabeza sobre su pecho y volvió a respirar varias veces con dificultad -Aunque me duerma… él nos seguirá…- Levantó la cabeza otra vez, para dedicarle una mirada tierna y una sonrisa escasa y volvió a caer, como si no tuviera fuerza suficiente en el cuello para sujetar su propia cabeza, mientras esperaba a que su compañero decidiera que hacer.
Para su sorpresa, Iltharion la bajó sin mayor problema, como si supiera perfectamente que no podría caminar más de una docena de pasos seguidos sin desplomarse. Aquello fue otra escena ridícula que se sumaba a su orgullo herido, un orgullo que parecía estarse quedando nada. A pesar de su agotamiento, ella quería realmente pegar a su compañero, pegarle más fuerte que cuando descubrió que no había perdido la mano, pero él la había cuidado… no pensaba dañar a la única persona que podía ofrecerle la ayuda que ella necesitaba a pesar de que mostrara algo muy distinto.
Cuando estuvo allí contra el árbol, la desesperación resultaba absoluta. Si aquel árbol se hubiera abierto y la hubiera consumido allí mismo, no le hubiera importado lo más mínimo, pero aquello no ocurrió y ella se quedó allí, escuchando las palabras del elfo mientras respiraba con dificultad. ¿Podía dormirla? ¿Aquello era posible? ¿realmente tenía las plantas necesarias? Aquellas preguntas golpearon su cabeza con fuerza, con tanta fuerza que se mareó. Así que cerró los ojos y respiró tan profundamente como sus músculos le permitieron.
Una vez recuperó la poca compostura que le quedaba, abrió los ojos y se giró para mirar al elfo, con una mirada de súplica y desesperación. Si podía dormir, quería dormir, quería dormir hasta que aquella tortura terminase no le importaba que fueran días o semanas, si podía dormir, quería hacerlo.
Observó por un momento al elfo mientras ésta se separaba del tronco y se quedaba de pie, apoyando una mano contra el tronco mientras sus pequeños pies hacían lo que podían por sujetar a la joven, que se balanceaba constantemente con cada respiración. Iba cargado con todas las cosas de la elfa “Con eso no puede moverse bien” Pensó por un instante al verle y las lágrimas volvieron a rodar por sus mejillas - ¿Realmente… puedes dormirme?- Preguntó la joven en un susurró apenas audible para cualquiera que no estuviera prestando atención a sus palabras -Si no puedes… puedes golpearme ¿Sí?- Respiró de nuevo con dificultad y explicó aún más aquella idea -Si me…dejas incons…ciente no te… lo pondré más difícil- Trastabilleó hasta llegar al elfo y agachó la cabeza mientras se sujetaba sobre él.
-Y…- si dejar de sujetarse en Iltharion, suspiró, tan fuerte que sintió que se le romperían todas costillas y el golem apareció detrás de la muchacha, a la vista de su compañero -Pon... mis cosas sobre... él ¿Vale? - apoyó la cabeza sobre su pecho y volvió a respirar varias veces con dificultad -Aunque me duerma… él nos seguirá…- Levantó la cabeza otra vez, para dedicarle una mirada tierna y una sonrisa escasa y volvió a caer, como si no tuviera fuerza suficiente en el cuello para sujetar su propia cabeza, mientras esperaba a que su compañero decidiera que hacer.
Windorind Crownguard
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Iltharion dejó que lo fulminara con la mirada, que se recreara en ese odio vesánico fruto de la ansiedad, del profundo malestar de su resaca, de la manipulación insidiosa de la adicción que conocía sobradamente, y que hacía años que no observaba a los ojos.
El hombre torció un poco el gesto, darle mas de aquel veneno para dormir no era lo ideal, pero en esas circunstancias, parecía la mejor opción que tenían entre manos, y la muchacha estaba tan desesperada, que un poco de pasiflora para paliar ese dolor atroz que la carcomía por dentro parecía hasta una buena idea.
Por ver esas cosas era que el elfo, pese la vida dispar que había tenido, no se había abandonado en los cálidos y adictivos brazos de los estupefacientes, como muchos de los que habían compartido sus penurias y caminos.
Le alcanzó a la joven la filcreta que le pertenecía a ella, así como un pellizco de aquel polvillo de un violeta tan claro que parecía blanco. Aguardó pacientemente a que lo tragase, y guardó dicho utensilio atado en el cinto, mientras aguardaba a que tuviera efecto.
-Así es mas lento, pero no es necesario que te golpee.-Aclaró el sujeto,girándose hacía el golem que la muchacha le había ofrecido, y empezando a cargar al mismo con los utensilios propios y de la muchacha.-Así que esta cosa es la que me ha empujado antes.-Murmuró para si mismo.
Libre de cargas se acercó a la muchacha, y la tomó en volandas una vez más, aun despierta, ya se dormiría a medio camino. Tomó aire y se puso a caminar entre la foresta, a esquivar ramas y raices, atravesar arbustos y bajar con cuidado pequeñas cuestas, hasta que finalmente un camino de tierra pisada lo empezó a conducir hacia una aldea cercana.
Cuando la silueta de la aldea no era lo único que llegaba al bardo, si no también los ruidos de la tarde, del mercado y de la gente, este bajo a la muchacha y la recostó en un lado del camino. Se tomó unos minutos para recobrar el aire, respirar tranquilamente y descansar sus brazos cansados, y también para sacar un par de anillos de su collar. El mas amplio, de una mujer de voluminoso cuerpo se lo calzó en el dedo y le entraba perfecto, luego fue buscando entre los que quedaban mas pequeños hasta lograr hallar uno que le quedara perfecto a windorind, y se lo colocó en su respectivo lugar, como si fuera casada.
Una risa irónica escapó de la boca del barco.
-Toda mi vida huyendo de chicas que me piden esto, y mira por donde que al final he terminado poniéndole a alguien un anillo en el dedo.-Siguió riendo para si mismo, cerrando el colgante, sacándolo de su torso desnudo y escondiéndolo en un bolsillo.
-Vamos, que ya falta menos.-Se dio ánimos a si mismo, y con su fiel mula el golem, volvió a avanzar y se adentró en la aldea, llevando a la pequeña hada en brazos, como si fuera una princesa de cuento.
La mirada inquisitiva del posadero no se hizo esperar cuando el bardo atravesó la puerta con la muchacha inconsciente.
-Mi esposa.-La señaló con la cabeza.-Se pasó mucho con la fiesta, y no pudo mantenerse despierta todo el camino.-Prosiguió el elfo.
El tabernero los miró dudosos,pero dos elfos, y tras captar el destello dorado de sus manos, le permitió subir sin hacer mas preguntas ni requerir mas datos. El elfo pagaba, y no causaba problemas, no necesitaba mas aquel hombre.
La habitación era sencilla, no muy amplia, y con un mobiliario sencillo. Las paredes de madera estaban desnudas casi por completo, menos una de ellas donde había un balcón con ventanales de vidrio grueso que daba una callejuela lateral.
Una cama doble con sabanas delgadas por la temporada, y una colcha a los pies por si la noche se tornaba fría, presidia la habitación, e irrumpía el paso hacia la ventana.
Contra una esquina un biombo tenía atrás una palangana amplia y vacía, asi como la vacinilla, y una espejo viejo. En la otra una mesa pequeña con una silla formaban un precario escritorio.
Un armario sustituía la mesilla de noche del lado del balcón, y contenía apenas un poco de ropa extra que poseía el bardo, mientras el lado que daba a la puerta de entrada tenía una mesa baja con la superficie de piedra, y un velador apagado.
Iltharion abrió la puerta haciendo malabares, y dejó a la hada en la cama, después tomó las cosas del golem y lo dejó aparcado en el pasillo.
Sus cosas y las de la muchacha las colocó de cualquier modo en el armario, y fue hacía la muchacha, a quien desprendió de su camisa y arropó con la sabana en la cama.
Las siguientes horas fueron productivas y a la vez silenciosas, el elfo preparó agua caliente con miel que dejó en la mesilla de noche para cuando la chiquilla despertase, con una paperina que contenía corteza de sauce rallada, para que le pasaran los dolores mas fáciles de tratar. Dejó su mortero y sus hierbas a mano, por si necesitaba mas ayudas, desconocedor de los males con los que podía levantarse. Aprovechó para comer algo en el salón, y volvió a velar a la joven.
Para hacer rendir las horas de sol de la tarde, sacó un taburete al balcón, dejó las puertas del mismo abiertas para poder controlar el sueño de la elfa, y se puso a leer tranquilamente, fumando todo lo que no había podido en el bosque, llenando la habitación y la calle de su característico olor a menta, y dejando que su cuerpo, por fin, se relajara.
El hombre torció un poco el gesto, darle mas de aquel veneno para dormir no era lo ideal, pero en esas circunstancias, parecía la mejor opción que tenían entre manos, y la muchacha estaba tan desesperada, que un poco de pasiflora para paliar ese dolor atroz que la carcomía por dentro parecía hasta una buena idea.
Por ver esas cosas era que el elfo, pese la vida dispar que había tenido, no se había abandonado en los cálidos y adictivos brazos de los estupefacientes, como muchos de los que habían compartido sus penurias y caminos.
Le alcanzó a la joven la filcreta que le pertenecía a ella, así como un pellizco de aquel polvillo de un violeta tan claro que parecía blanco. Aguardó pacientemente a que lo tragase, y guardó dicho utensilio atado en el cinto, mientras aguardaba a que tuviera efecto.
-Así es mas lento, pero no es necesario que te golpee.-Aclaró el sujeto,girándose hacía el golem que la muchacha le había ofrecido, y empezando a cargar al mismo con los utensilios propios y de la muchacha.-Así que esta cosa es la que me ha empujado antes.-Murmuró para si mismo.
Libre de cargas se acercó a la muchacha, y la tomó en volandas una vez más, aun despierta, ya se dormiría a medio camino. Tomó aire y se puso a caminar entre la foresta, a esquivar ramas y raices, atravesar arbustos y bajar con cuidado pequeñas cuestas, hasta que finalmente un camino de tierra pisada lo empezó a conducir hacia una aldea cercana.
Cuando la silueta de la aldea no era lo único que llegaba al bardo, si no también los ruidos de la tarde, del mercado y de la gente, este bajo a la muchacha y la recostó en un lado del camino. Se tomó unos minutos para recobrar el aire, respirar tranquilamente y descansar sus brazos cansados, y también para sacar un par de anillos de su collar. El mas amplio, de una mujer de voluminoso cuerpo se lo calzó en el dedo y le entraba perfecto, luego fue buscando entre los que quedaban mas pequeños hasta lograr hallar uno que le quedara perfecto a windorind, y se lo colocó en su respectivo lugar, como si fuera casada.
Una risa irónica escapó de la boca del barco.
-Toda mi vida huyendo de chicas que me piden esto, y mira por donde que al final he terminado poniéndole a alguien un anillo en el dedo.-Siguió riendo para si mismo, cerrando el colgante, sacándolo de su torso desnudo y escondiéndolo en un bolsillo.
-Vamos, que ya falta menos.-Se dio ánimos a si mismo, y con su fiel mula el golem, volvió a avanzar y se adentró en la aldea, llevando a la pequeña hada en brazos, como si fuera una princesa de cuento.
La mirada inquisitiva del posadero no se hizo esperar cuando el bardo atravesó la puerta con la muchacha inconsciente.
-Mi esposa.-La señaló con la cabeza.-Se pasó mucho con la fiesta, y no pudo mantenerse despierta todo el camino.-Prosiguió el elfo.
El tabernero los miró dudosos,pero dos elfos, y tras captar el destello dorado de sus manos, le permitió subir sin hacer mas preguntas ni requerir mas datos. El elfo pagaba, y no causaba problemas, no necesitaba mas aquel hombre.
La habitación era sencilla, no muy amplia, y con un mobiliario sencillo. Las paredes de madera estaban desnudas casi por completo, menos una de ellas donde había un balcón con ventanales de vidrio grueso que daba una callejuela lateral.
Una cama doble con sabanas delgadas por la temporada, y una colcha a los pies por si la noche se tornaba fría, presidia la habitación, e irrumpía el paso hacia la ventana.
Contra una esquina un biombo tenía atrás una palangana amplia y vacía, asi como la vacinilla, y una espejo viejo. En la otra una mesa pequeña con una silla formaban un precario escritorio.
Un armario sustituía la mesilla de noche del lado del balcón, y contenía apenas un poco de ropa extra que poseía el bardo, mientras el lado que daba a la puerta de entrada tenía una mesa baja con la superficie de piedra, y un velador apagado.
Iltharion abrió la puerta haciendo malabares, y dejó a la hada en la cama, después tomó las cosas del golem y lo dejó aparcado en el pasillo.
Sus cosas y las de la muchacha las colocó de cualquier modo en el armario, y fue hacía la muchacha, a quien desprendió de su camisa y arropó con la sabana en la cama.
Las siguientes horas fueron productivas y a la vez silenciosas, el elfo preparó agua caliente con miel que dejó en la mesilla de noche para cuando la chiquilla despertase, con una paperina que contenía corteza de sauce rallada, para que le pasaran los dolores mas fáciles de tratar. Dejó su mortero y sus hierbas a mano, por si necesitaba mas ayudas, desconocedor de los males con los que podía levantarse. Aprovechó para comer algo en el salón, y volvió a velar a la joven.
Para hacer rendir las horas de sol de la tarde, sacó un taburete al balcón, dejó las puertas del mismo abiertas para poder controlar el sueño de la elfa, y se puso a leer tranquilamente, fumando todo lo que no había podido en el bosque, llenando la habitación y la calle de su característico olor a menta, y dejando que su cuerpo, por fin, se relajara.
Iltharion Dur'Falas
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Re: ¿Las hadas pueden volar? [Interpretativo] [Privado] [+18] [Cerrado]
Parecía que al fin iba a poder olvidar el malestar, aunque fuera sólo un rato, por unas horas iba a ser capaz de respirar tranquila o, si no lo hacía, al menos no se daría cuenta. Cogió la pasiflora con la mano temblorosa y se la echó en la boca con ansiedad, como si de aquella manera el efecto fuera a ocurrir antes, después, dio un trago de agua que le raspó la garganta, igual que había pasado la primera vez y respiró, respiró aliviada por primera vez desde hacía muchas horas.
Ahora, con la seguridad y la promesa de que iba a mejorar, podía tranquilizarse un poco, aunque solo fuera ligeramente, ya era una gran mejoría para el dolor de su cabeza o la tensión acumulada de sus músculos -El golpe… iba en…serio- Murmuró en tono serio mientras pensaba que, si él no hubiera dado una solución, probablemente ella misma hubiera hecho que el golem le asestara un buen golpe en la cabeza para dejarla seca.
La pequeña mole de arcilla de escaso 1,20 m comenzó a llenarse de las cosas de la elfa poco a poco. Ella pocas veces lo había usado como tal, pero había que reconocer que era bastante cómodo cuando había exceso de equipaje.
Cuando el elfo volvió a cogerla, Wind se acercó aún más a su pecho, intentando encajar en él como si aquello pudiera aliviar el dolor de cabeza y el dolor de sus músculos. Podía escuchar la respiración de Iltharion y los latidos de su corazón que, aunque tal vez en algún otro momento hubiera sido una escena incluso romántica, en ese momento sólo resultaba ciertamente molesto el constante sonido en sus oídos.
A pesar de lo doloroso que era, le sirvió para centrarse en algo mientras la medicina hacía efecto. Entre las respiraciones del elfo y sus latidos, acabó por quedar dormida, como si aquello fuera una nana.
Ahora, con la seguridad y la promesa de que iba a mejorar, podía tranquilizarse un poco, aunque solo fuera ligeramente, ya era una gran mejoría para el dolor de su cabeza o la tensión acumulada de sus músculos -El golpe… iba en…serio- Murmuró en tono serio mientras pensaba que, si él no hubiera dado una solución, probablemente ella misma hubiera hecho que el golem le asestara un buen golpe en la cabeza para dejarla seca.
La pequeña mole de arcilla de escaso 1,20 m comenzó a llenarse de las cosas de la elfa poco a poco. Ella pocas veces lo había usado como tal, pero había que reconocer que era bastante cómodo cuando había exceso de equipaje.
Cuando el elfo volvió a cogerla, Wind se acercó aún más a su pecho, intentando encajar en él como si aquello pudiera aliviar el dolor de cabeza y el dolor de sus músculos. Podía escuchar la respiración de Iltharion y los latidos de su corazón que, aunque tal vez en algún otro momento hubiera sido una escena incluso romántica, en ese momento sólo resultaba ciertamente molesto el constante sonido en sus oídos.
A pesar de lo doloroso que era, le sirvió para centrarse en algo mientras la medicina hacía efecto. Entre las respiraciones del elfo y sus latidos, acabó por quedar dormida, como si aquello fuera una nana.
Última edición por Windorind Crownguard el Miér 5 Abr - 15:06, editado 1 vez
Windorind Crownguard
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