La sorpresa de las setas [Interpretativo] [Privado]
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La sorpresa de las setas [Interpretativo] [Privado]
Ese día en particular no sería igual a los demás. No, definitivamente tenía que ser especial, pues no todos los días se cumplían 18 años. La pequeña princesa de los Elaynor se encontraba de fiesta y no dudaría en celebrarlo de la mejor manera. Se despertó temprano con una sonrisa en el rostro, soñando en que, con algo de suerte, lograría encontrarse con el apuesto joven del armario. Nada le gustaría más que volver a verlo, y, tal vez, terminar lo que habían dejado inconcluso en aquel extraño barco pescador de queleas. Esta idea la hizo sonreír con las mejillas sonrosadas, manteniendo un increíble buen humor durante el resto de su jornada en el hospital. Sus compañeros le dieron algunos obsequios y alguno que otro postre, permitiéndole que saliera temprano para celebrar el cumpleaños con su familia, cosa que no tenía muy conforme a la rubia, menos cuando todo podría pasar al reencontrarse con ellos.
No estaba segura de lo que pasaría al volver a Sandorai, de hecho, no esperaba que las cosas resultasen bien, especialmente porque técnicamente le estaba mintiendo a su clan y eso no era algo que la tuviese muy conforme. Aparte había que sumarle la desilusión de que otro día pasase sin ver al muchacho del barco; lo que finalmente podía presagiar una receta destinada al desastre. Afortunadamente Allen se las había apañado para salvarla —una vez más— de su familia, inventándoles que ella solo podría visitarlos un par de horas, puesto que debía volver a sus estudios con los sacerdotes sanadores, algo que la princesa de los Elaynor agradeció internamente. Pasar el día con su hermano y su padre no fue tan malo como creyó. Habían comido la sopa de avellanas que tanto adoraba e intercambió regalos con Allen como todos los años; y por un instante se replanteó la idea de volver con ellos, aunque esto quedó descartado inmediatamente al recordar que tenía una elfita que la esperaba en casa.
Después de despedirse de sus seres queridos la rubia tomó el camino a los bosques del este, pensando en lo mucho que le hubiese gustado ver a su héroe en ese día tan especial, pero aún mantenía las esperanzas de volver a encontrarlo en un futuro cercano. Su imaginación se disparó, recordando aquellos momentos con el inusual ‘‘Mr. Chu’’. ¿Por qué le había puesto así? La verdad es que su mente se preguntaba constantemente qué tipo de sabor tendrían los labios del muchacho, riñéndola por no haber tenido el valor de averiguarlo en aquel momento en que él se encontraba encima de su cuerpo. Entró a la rustica vivienda que compartía con el cazador y la elfita, ignorando por completo las palabras que su colega le dirigía acerca de su extraño comportamiento; pero la ojiazul se encontraba tan absorta en su mundo de sueños, que poca atención le prestaría al pobre arquero.
—Candau… ¿me decías algo? —Parpadeó confundida cuando él le lanzó una bellota a la cabeza para llamar su atención—. No te escuché, lo siento —No era la primera vez que le sucedía aquello. Hacía semanas que ni siquiera notaba a Candau, a quien, por cierto, había vuelto a llamar por su apellido de manera sorpresiva—. Hoy en el hospital me dieron un montón de obsequios y golosinas, les traje algunos a Iliaki y a ti, puedes tomarlos de mi bolsa —tomó asiento en una de las sillas de la pequeña mesita que tenían y volvió a pensar en Mr. Chu con las mejillas ruborizadas—. ¿Motivo? —Preguntó cuándo Candau le cuestiono el origen de los regalos—. Ah…pues por mi cumpleaños —se puso de pie, buscando ingredientes para preparar la cena—. Descuida, estoy consciente de que no lo sabías y tampoco es como que te importe mucho, ¿o sí? —Sonrió restándole importancia—. Si no quieres los dulces, por favor guárdaselos a nuestra hija.
Hacía ya un tiempo que su relación para con su compañero había cambiado bastante. Desde su último trabajo en el Estrella Azul, ella había dejado de pelear con él. Cada que el arquero hacía algún comentario, simplemente sonreía en silencio, recordando que afuera estaba su preciado Mr. Chu y perdiéndose en sus pensamientos, ignorando abismalmente al arquero, quien, por alguna extraña razón parecía haber pasado a ser un ser invisible para la ojiazul. Ashy ya no lo arrastraba a ninguna de sus travesuras y solo hablaba con él cuando era muy necesario, siendo el cazador el iniciador de las conversaciones en la mayoría de las ocasiones. No tener las constantes peleas había logrado una extraña aura de armonía en aquel hogar, aunque solo los dioses sabrían cuánto pasaría antes de que todo se descontrolara de nuevo.
No estaba segura de lo que pasaría al volver a Sandorai, de hecho, no esperaba que las cosas resultasen bien, especialmente porque técnicamente le estaba mintiendo a su clan y eso no era algo que la tuviese muy conforme. Aparte había que sumarle la desilusión de que otro día pasase sin ver al muchacho del barco; lo que finalmente podía presagiar una receta destinada al desastre. Afortunadamente Allen se las había apañado para salvarla —una vez más— de su familia, inventándoles que ella solo podría visitarlos un par de horas, puesto que debía volver a sus estudios con los sacerdotes sanadores, algo que la princesa de los Elaynor agradeció internamente. Pasar el día con su hermano y su padre no fue tan malo como creyó. Habían comido la sopa de avellanas que tanto adoraba e intercambió regalos con Allen como todos los años; y por un instante se replanteó la idea de volver con ellos, aunque esto quedó descartado inmediatamente al recordar que tenía una elfita que la esperaba en casa.
Después de despedirse de sus seres queridos la rubia tomó el camino a los bosques del este, pensando en lo mucho que le hubiese gustado ver a su héroe en ese día tan especial, pero aún mantenía las esperanzas de volver a encontrarlo en un futuro cercano. Su imaginación se disparó, recordando aquellos momentos con el inusual ‘‘Mr. Chu’’. ¿Por qué le había puesto así? La verdad es que su mente se preguntaba constantemente qué tipo de sabor tendrían los labios del muchacho, riñéndola por no haber tenido el valor de averiguarlo en aquel momento en que él se encontraba encima de su cuerpo. Entró a la rustica vivienda que compartía con el cazador y la elfita, ignorando por completo las palabras que su colega le dirigía acerca de su extraño comportamiento; pero la ojiazul se encontraba tan absorta en su mundo de sueños, que poca atención le prestaría al pobre arquero.
—Candau… ¿me decías algo? —Parpadeó confundida cuando él le lanzó una bellota a la cabeza para llamar su atención—. No te escuché, lo siento —No era la primera vez que le sucedía aquello. Hacía semanas que ni siquiera notaba a Candau, a quien, por cierto, había vuelto a llamar por su apellido de manera sorpresiva—. Hoy en el hospital me dieron un montón de obsequios y golosinas, les traje algunos a Iliaki y a ti, puedes tomarlos de mi bolsa —tomó asiento en una de las sillas de la pequeña mesita que tenían y volvió a pensar en Mr. Chu con las mejillas ruborizadas—. ¿Motivo? —Preguntó cuándo Candau le cuestiono el origen de los regalos—. Ah…pues por mi cumpleaños —se puso de pie, buscando ingredientes para preparar la cena—. Descuida, estoy consciente de que no lo sabías y tampoco es como que te importe mucho, ¿o sí? —Sonrió restándole importancia—. Si no quieres los dulces, por favor guárdaselos a nuestra hija.
Hacía ya un tiempo que su relación para con su compañero había cambiado bastante. Desde su último trabajo en el Estrella Azul, ella había dejado de pelear con él. Cada que el arquero hacía algún comentario, simplemente sonreía en silencio, recordando que afuera estaba su preciado Mr. Chu y perdiéndose en sus pensamientos, ignorando abismalmente al arquero, quien, por alguna extraña razón parecía haber pasado a ser un ser invisible para la ojiazul. Ashy ya no lo arrastraba a ninguna de sus travesuras y solo hablaba con él cuando era muy necesario, siendo el cazador el iniciador de las conversaciones en la mayoría de las ocasiones. No tener las constantes peleas había logrado una extraña aura de armonía en aquel hogar, aunque solo los dioses sabrían cuánto pasaría antes de que todo se descontrolara de nuevo.
Ashryn Elaynor
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Re: La sorpresa de las setas [Interpretativo] [Privado]
Había tardado algún par de días en volver a adaptarme a los bosques, realmente desde la última vez que partí de aquellos no había tenido tiempo de volver a descansar tal como antes, extrañaba dormir bajo la sombra de los árboles o hasta escondido en un arbusto sin la necesidad de hacer una fogata. Lo mejor de todo el asunto es que ya podía buscar fruta y animales sin necesidad de vagar por horas, admitía que a veces aventurarse por el mundo era agradable pero no había mejor sensación que conocer el sitio donde uno camina.
Mientras mordía una manzana observé el lento pasar de las nubes, sabía que debía descansar todo lo posible que pudiera, no sería raro que algo raro sucediera o que tuviese que partir de nuevo… además aquellos raros sueños seguían ocurriendo y sabía que no era buena señal, creía que eran señales de lo sucedido en Dundarark, pero en este momento podía ser de algo más “Quizá te estás volviendo loco, después de estar solo tanto tiempo no es raro”. Aunque si realmente me volvía loco podían ser otras razones… quizá un truco vil de la elfa rubia, como siempre ella buscaba hacer el mal pero ya me había resignado a tener que soportarla si eso alejaba el riesgo de los otros “Aunque últimamente anda rara… quizá si trae algo entre manos".
Terminé de comer a gusto la manzana y me levanté dando un leve bostezo, si quería eliminar las sospechas que poseía lo mejor que podía hacer era vigilar a la elfa, si lograba descubrir rápido que era lo que sucedía más tranquilo o preocupado estaría acerca del peligro que me esperaba… aunque sabía bien que de todos modos algo malo me iba a esperar, siempre que Ashryn estaba cerca terminaba metiéndome en un problema mucho peor que el anterior.
La única alternativa que tenía era esperar en el “Hogar” que a veces compartía con la elfa, generalmente yp prefería dormir afuera pero un sitio donde habitar quedaba mejor para la ojos azules e Iliaki… aunque dudaba realmente que un tronco pudiese considerante hogar, realmente yo lo veía más como un refugio. Era raro que Ashryn no estuviese en el hogar, mientras llegaba opté por esperar sentado en una ventana mientras le sacaba filo a las flechas, debía distraerme de una manera y dudaba que esperar sin hacer nada ayudara mucho.
Fue un largo rato el que tuve que esperar hasta que la rubia llegó, lo bueno es que había logrado afilar la mayoría de flechas del carcaj, si debía temerle a algo al menos tendría con que defenderme. La actitud de la elfa seguía rara, una clara mala señal de que algo sucedía “Seguro envenenó toda la fruta del bosque para matarme”.
- Ashryn, ¿Qué traes ahora entre manos? – Comenté a la rubia esperando que soltara su malvado plan de una vez. – Se muy bien que algo sucede, no creas que no he notado tu actitud… ¿Planeas matarme de nuevo? - Lo ofensivo fue notar como las palabras habían seguido de largo, por lo visto ni me había prestado atención. Tomé una bellota que había sacado del escondite de unas ardillas y la tiré fijamente a la cabeza de la rubia, aquello le debía enseñar a escuchar.
El impacto había funcionado a la perfección, y lo que había dicho Ashryn resultaba más que obvio, muy bien había notado que no me había escuchado. Aquel podía ser un gesto alarmante, estaba usando toda su concentración en algo, algo macabro.
- ¿Por qué te darían obsequios? No es como si hubieses hecho una hazaña… ¿O si la hiciste? – Comenté mientras buscaba la bolsa de la joven y sacaba una golosina, no planeaba desperdiciar comida gratis.
Estaba por tragar el bocadillo cuando la elfa expuso el motivo de los regalos, era su cumpleaños, traté de no atragantarme ante la noticia y mi di un par de golpes en el pecho para pasar el dulce pero mal trago. Eso explicaba el comportamiento de idiota que tenía, era una chica que ansiaba su cumpleaños y eso la había vuelto más torpe de lo usual.
- Claro que recordaba que… cumplías años. – Mentí descaradamente, era un riesgo que debía correr. Una cosa era ser cruel y otra olvidar un cumpleaños, muchas personas se tomaban muy en serio eso del cumpleaños.– Te tengo hasta una sorpresa… si, una sorpresa. – “Es tan sorpresa que hasta yo estoy sorprendido”. – Planeaba ayudarte a buscar tus cosas raras de venenos en el bosque, también buscar la cena si es posible... algo así como un paseo o yo que se ¿Qué opinas? – Aquello no podía resultar bien pero no podía quedar como un ser malvado que quita golosinas de cumpleaños y no daba regalos, algo que había aprendido en el pasado era que más valía un detalle mínimo que nada, era momento de aplicar aquello.
Mientras mordía una manzana observé el lento pasar de las nubes, sabía que debía descansar todo lo posible que pudiera, no sería raro que algo raro sucediera o que tuviese que partir de nuevo… además aquellos raros sueños seguían ocurriendo y sabía que no era buena señal, creía que eran señales de lo sucedido en Dundarark, pero en este momento podía ser de algo más “Quizá te estás volviendo loco, después de estar solo tanto tiempo no es raro”. Aunque si realmente me volvía loco podían ser otras razones… quizá un truco vil de la elfa rubia, como siempre ella buscaba hacer el mal pero ya me había resignado a tener que soportarla si eso alejaba el riesgo de los otros “Aunque últimamente anda rara… quizá si trae algo entre manos".
Terminé de comer a gusto la manzana y me levanté dando un leve bostezo, si quería eliminar las sospechas que poseía lo mejor que podía hacer era vigilar a la elfa, si lograba descubrir rápido que era lo que sucedía más tranquilo o preocupado estaría acerca del peligro que me esperaba… aunque sabía bien que de todos modos algo malo me iba a esperar, siempre que Ashryn estaba cerca terminaba metiéndome en un problema mucho peor que el anterior.
La única alternativa que tenía era esperar en el “Hogar” que a veces compartía con la elfa, generalmente yp prefería dormir afuera pero un sitio donde habitar quedaba mejor para la ojos azules e Iliaki… aunque dudaba realmente que un tronco pudiese considerante hogar, realmente yo lo veía más como un refugio. Era raro que Ashryn no estuviese en el hogar, mientras llegaba opté por esperar sentado en una ventana mientras le sacaba filo a las flechas, debía distraerme de una manera y dudaba que esperar sin hacer nada ayudara mucho.
Fue un largo rato el que tuve que esperar hasta que la rubia llegó, lo bueno es que había logrado afilar la mayoría de flechas del carcaj, si debía temerle a algo al menos tendría con que defenderme. La actitud de la elfa seguía rara, una clara mala señal de que algo sucedía “Seguro envenenó toda la fruta del bosque para matarme”.
- Ashryn, ¿Qué traes ahora entre manos? – Comenté a la rubia esperando que soltara su malvado plan de una vez. – Se muy bien que algo sucede, no creas que no he notado tu actitud… ¿Planeas matarme de nuevo? - Lo ofensivo fue notar como las palabras habían seguido de largo, por lo visto ni me había prestado atención. Tomé una bellota que había sacado del escondite de unas ardillas y la tiré fijamente a la cabeza de la rubia, aquello le debía enseñar a escuchar.
El impacto había funcionado a la perfección, y lo que había dicho Ashryn resultaba más que obvio, muy bien había notado que no me había escuchado. Aquel podía ser un gesto alarmante, estaba usando toda su concentración en algo, algo macabro.
- ¿Por qué te darían obsequios? No es como si hubieses hecho una hazaña… ¿O si la hiciste? – Comenté mientras buscaba la bolsa de la joven y sacaba una golosina, no planeaba desperdiciar comida gratis.
Estaba por tragar el bocadillo cuando la elfa expuso el motivo de los regalos, era su cumpleaños, traté de no atragantarme ante la noticia y mi di un par de golpes en el pecho para pasar el dulce pero mal trago. Eso explicaba el comportamiento de idiota que tenía, era una chica que ansiaba su cumpleaños y eso la había vuelto más torpe de lo usual.
- Claro que recordaba que… cumplías años. – Mentí descaradamente, era un riesgo que debía correr. Una cosa era ser cruel y otra olvidar un cumpleaños, muchas personas se tomaban muy en serio eso del cumpleaños.– Te tengo hasta una sorpresa… si, una sorpresa. – “Es tan sorpresa que hasta yo estoy sorprendido”. – Planeaba ayudarte a buscar tus cosas raras de venenos en el bosque, también buscar la cena si es posible... algo así como un paseo o yo que se ¿Qué opinas? – Aquello no podía resultar bien pero no podía quedar como un ser malvado que quita golosinas de cumpleaños y no daba regalos, algo que había aprendido en el pasado era que más valía un detalle mínimo que nada, era momento de aplicar aquello.
Fredericksen
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Re: La sorpresa de las setas [Interpretativo] [Privado]
La ojiazul no pudo evitar parpadear varias veces, tratando de asimilar que aquello estaba pasando. ¿Candau le estaba ofreciendo dar un paseo con ella? El cielo debía estar por caerse, pues de ninguna manera eso podría ser cierto. Aunque debía admitir que era un lindo gesto por parte de él, especialmente porque debía estarle costando mucho tal ofrecimiento, considerando que el arquero preferiría morir quemado en una hoguera antes que pasar un segundo en compañía de la elfa. Semanas atrás nada le hubiese hecho más feliz que escuchar esas palabras, pero en estos momentos todo lo que ella podía hacer era pensar en el joven del armario. Quería verlo de nuevo, eso era lo que de verdad ansiaba para su cumpleaños, solo que el sentimiento no parecía ser mutuo, puesto que en todo ese tiempo él no se había aparecido. No sería la primera vez que sufría de un amor no correspondido, aunque eso no quitaba las ansias de poder perderse en esos ojos chocolate una vez más, y pasaría un tiempo antes de que ese sueño se desvaneciese.
Nunca se imaginó que así terminarían sus sentimientos por el arquero, suplantados por un nuevo sentimiento de ilusión y atracción, tan diferente al que tuvo por su compañero de gremio en su momento. Y ahora que tenía al muchacho frente a ella, ofreciéndole dar un paseo como regalo de cumpleaños, quien ocupaba su mente era el apuesto chico salvador de piricuecos. Vaya que era egoísta. En ese tiempo en que su relación con Candau había cambiado, ella se acostumbró a hacer las cosas sin la compañía de éste; recogía sus ingredientes después de su trabajo en el hospital y volvía a casa a pasar tiempo con Iliaki, pues estaba tan ilusionada por el otro joven, que ya pasaba de la existencia de su compañero de gremio. Ojalá ambos hubiesen aprendido a llevarse bien mucho antes, así habrían podido trabar una amistad que les ayudase en ese par de años que seguirían criando a la elfita.
—Es un lindo ofrecimiento —le sonrió—, pero no quisiera importunarte —tomó su bolso y sacó todas las cajitas con golosinas y postres que le habían dado, dejándolas sobre la mesa—. Seguramente tienes mejores cosas que hacer que desperdiciar tu tiempo conmigo, ¿no crees? —Acomodó los frascos de medicina en el gabinete que había dispuesto para su uso—. Aun así, te agradezco el gesto por mi cumpleaños, creo que fue un bonito esfuerzo de tu parte —volvió a colocarse el bolso y se dirigió a la entrada de la vivienda—. No olvides guardar algunas para Iliaki, por favor no te las vayas a terminar tú solo —se despidió con un gesto de su mano—. Volveré en un rato.
Con una discreta sonrisa abandonó el lugar, dirigiéndose a la parte del bosque donde solía buscar las hierbas necesarias para sus remedios. ¿Cuándo había empezado a comportarse tan cortés con el cazador? Ah sí, desde que fijó sus ojos en alguien más. Al menos tanta diplomacia había servido para evitar las peleas entre ambos, considerando que no se podía sostener una graciosa discusión cuando solo una de las partes estaba presente mental y físicamente. Comenzó a tararear una suave canción, tratando de alejar los recuerdos del Mary de su mente, pero esto parecía completamente imposible. Una vez que llegó a su destino comenzó a repasar mentalmente la lista de las cosas que le hacían falta, buscándolas con la mirada.
Eso era lo que necesitaba, concentrar su mente en algo que no fuese ‘‘Mr. Chu’’. Lamentablemente esto no parecía ser algo que su mente quisiese y terminó evocando aquel momento donde se le ocurrió la ‘‘brillantísima’’ idea de acariciar la mejilla del apuesto muchacho. Soltó un largo suspiro, resignándose a que su corazón y su mente no la dejarían en paz hasta que no volviese a verlo, así que por el momento no le quedaría de otra que perderse en los hermosos recuerdos que tenía de él. Tomó asiento, apoyando su espalda en el tronco de un enorme roble y abrazó sus piernas, sintiendo como sus mejillas volvían a ruborizarse. Estaba experimentando tantas sensaciones nuevas, que inclusive había llegado a asustarse de todo lo que Mr. Chu había despertado en ella. ¡Si tan solo lo hubiese besado no estaría en ese dilema existencial!
—Lo tuviste a unos centímetros y no fuiste capaz de besarle… —se regañó a si misma—. Menuda cobarde estás hecha, Ryn —apoyó la frente en sus rodillas—. Solo pensar en él te tiene en este estado, ¿qué hubieses hecho si las cosas hubiesen llegado a más en aquel armario? —Los latidos se le dispararon, haciéndola avergonzar de sus propios pensamientos—. Tal vez no eres su tipo…
Aquella idea le apachurró el corazón y rápidamente buscó la manera de disiparla de sus pensamientos. Tener debates consigo misma era algo que había vuelto a hacer desde que volvió de aquel viaje en el Mary y desde entonces era una lucha constante, entre la parte que le decía que no se diese por vencida y la parte que la regañaba por no haber sido más atrevida. ¡Sus rostros estaban a solo unos centímetros! Un solo movimiento y ella se habría quitado la duda del sabor de sus labios, y, tal vez, hubiese habido algo más. Definitivamente se estaba volviendo loca, ya incluso pensaba cosas extrañas y apenas si había cumplido dieciocho. Afortunadamente su frustración fue interrumpida por las palabras de su compañero, quien, de la nada, se había aparecido al lado de ella, sacándole un susto de muerte.
—Candau… —se llevó la mano al pecho, tomando una bocanada de aire—. ¿Qué haces aquí? Creí que te quedarías a comer los postres con Iliaki —lo miró confundida, últimamente se comportaba muy raro con ella—. Ah…yo…pues… —se sonrojó. No esperaba que él escuchase todo aquello. A su juicio era él quién se comportaba extraño. ¿A qué venía ese interrogatorio? No entendía—. Lo que dije de besar a alguien no lo decía por ti —se apresuró a decir, desviando la mirada con el rostro ardiéndole de vergüenza—. Ya no te veo de esa manera…tampoco pienso en ti más allá que como un compañero de gremio, así que puedes estar tranquilo. Ni siquiera quiero acercarme a ti —parecía difícil de creer que le estuviese diciendo aquello—. Me gusta alguien más…quería verlo hoy en mi cumpleaños, pero no fue posible… —suspiró poniéndose de pie—. Lamento si te incomodé de alguna forma. No deseo pelear...
Avanzó para seguir con su labor de recolección. No creía que le hubiese hablado a su colega de su nuevo amor, debía estar volviéndose loca o algo similar. Necesitaba cambiar de tema pronto, aunque hablar con el arquero ya no era una actividad que le incomodase, sentía que había una delgada línea entre ambos a punto de romperse, solo que no podría decir a ciencia cierta de que se trataba. Bajó a una parte más humeda del bosque, donde normalmente crecían plantas y hongos con propiedades medicinales envidiables y comenzó a buscar algo de Boldori. Con las lluvias primaverales podría conseguir aquel envidiable analgésico natural, que pocas veces crecía en los bosques del este. Lamentablemente su tarea no sería tan armoniosa al tener a su compañero con ella todo el tiempo, poniéndola nerviosa con su mera presencia.
Nunca se imaginó que así terminarían sus sentimientos por el arquero, suplantados por un nuevo sentimiento de ilusión y atracción, tan diferente al que tuvo por su compañero de gremio en su momento. Y ahora que tenía al muchacho frente a ella, ofreciéndole dar un paseo como regalo de cumpleaños, quien ocupaba su mente era el apuesto chico salvador de piricuecos. Vaya que era egoísta. En ese tiempo en que su relación con Candau había cambiado, ella se acostumbró a hacer las cosas sin la compañía de éste; recogía sus ingredientes después de su trabajo en el hospital y volvía a casa a pasar tiempo con Iliaki, pues estaba tan ilusionada por el otro joven, que ya pasaba de la existencia de su compañero de gremio. Ojalá ambos hubiesen aprendido a llevarse bien mucho antes, así habrían podido trabar una amistad que les ayudase en ese par de años que seguirían criando a la elfita.
—Es un lindo ofrecimiento —le sonrió—, pero no quisiera importunarte —tomó su bolso y sacó todas las cajitas con golosinas y postres que le habían dado, dejándolas sobre la mesa—. Seguramente tienes mejores cosas que hacer que desperdiciar tu tiempo conmigo, ¿no crees? —Acomodó los frascos de medicina en el gabinete que había dispuesto para su uso—. Aun así, te agradezco el gesto por mi cumpleaños, creo que fue un bonito esfuerzo de tu parte —volvió a colocarse el bolso y se dirigió a la entrada de la vivienda—. No olvides guardar algunas para Iliaki, por favor no te las vayas a terminar tú solo —se despidió con un gesto de su mano—. Volveré en un rato.
Con una discreta sonrisa abandonó el lugar, dirigiéndose a la parte del bosque donde solía buscar las hierbas necesarias para sus remedios. ¿Cuándo había empezado a comportarse tan cortés con el cazador? Ah sí, desde que fijó sus ojos en alguien más. Al menos tanta diplomacia había servido para evitar las peleas entre ambos, considerando que no se podía sostener una graciosa discusión cuando solo una de las partes estaba presente mental y físicamente. Comenzó a tararear una suave canción, tratando de alejar los recuerdos del Mary de su mente, pero esto parecía completamente imposible. Una vez que llegó a su destino comenzó a repasar mentalmente la lista de las cosas que le hacían falta, buscándolas con la mirada.
Eso era lo que necesitaba, concentrar su mente en algo que no fuese ‘‘Mr. Chu’’. Lamentablemente esto no parecía ser algo que su mente quisiese y terminó evocando aquel momento donde se le ocurrió la ‘‘brillantísima’’ idea de acariciar la mejilla del apuesto muchacho. Soltó un largo suspiro, resignándose a que su corazón y su mente no la dejarían en paz hasta que no volviese a verlo, así que por el momento no le quedaría de otra que perderse en los hermosos recuerdos que tenía de él. Tomó asiento, apoyando su espalda en el tronco de un enorme roble y abrazó sus piernas, sintiendo como sus mejillas volvían a ruborizarse. Estaba experimentando tantas sensaciones nuevas, que inclusive había llegado a asustarse de todo lo que Mr. Chu había despertado en ella. ¡Si tan solo lo hubiese besado no estaría en ese dilema existencial!
—Lo tuviste a unos centímetros y no fuiste capaz de besarle… —se regañó a si misma—. Menuda cobarde estás hecha, Ryn —apoyó la frente en sus rodillas—. Solo pensar en él te tiene en este estado, ¿qué hubieses hecho si las cosas hubiesen llegado a más en aquel armario? —Los latidos se le dispararon, haciéndola avergonzar de sus propios pensamientos—. Tal vez no eres su tipo…
Aquella idea le apachurró el corazón y rápidamente buscó la manera de disiparla de sus pensamientos. Tener debates consigo misma era algo que había vuelto a hacer desde que volvió de aquel viaje en el Mary y desde entonces era una lucha constante, entre la parte que le decía que no se diese por vencida y la parte que la regañaba por no haber sido más atrevida. ¡Sus rostros estaban a solo unos centímetros! Un solo movimiento y ella se habría quitado la duda del sabor de sus labios, y, tal vez, hubiese habido algo más. Definitivamente se estaba volviendo loca, ya incluso pensaba cosas extrañas y apenas si había cumplido dieciocho. Afortunadamente su frustración fue interrumpida por las palabras de su compañero, quien, de la nada, se había aparecido al lado de ella, sacándole un susto de muerte.
—Candau… —se llevó la mano al pecho, tomando una bocanada de aire—. ¿Qué haces aquí? Creí que te quedarías a comer los postres con Iliaki —lo miró confundida, últimamente se comportaba muy raro con ella—. Ah…yo…pues… —se sonrojó. No esperaba que él escuchase todo aquello. A su juicio era él quién se comportaba extraño. ¿A qué venía ese interrogatorio? No entendía—. Lo que dije de besar a alguien no lo decía por ti —se apresuró a decir, desviando la mirada con el rostro ardiéndole de vergüenza—. Ya no te veo de esa manera…tampoco pienso en ti más allá que como un compañero de gremio, así que puedes estar tranquilo. Ni siquiera quiero acercarme a ti —parecía difícil de creer que le estuviese diciendo aquello—. Me gusta alguien más…quería verlo hoy en mi cumpleaños, pero no fue posible… —suspiró poniéndose de pie—. Lamento si te incomodé de alguna forma. No deseo pelear...
Avanzó para seguir con su labor de recolección. No creía que le hubiese hablado a su colega de su nuevo amor, debía estar volviéndose loca o algo similar. Necesitaba cambiar de tema pronto, aunque hablar con el arquero ya no era una actividad que le incomodase, sentía que había una delgada línea entre ambos a punto de romperse, solo que no podría decir a ciencia cierta de que se trataba. Bajó a una parte más humeda del bosque, donde normalmente crecían plantas y hongos con propiedades medicinales envidiables y comenzó a buscar algo de Boldori. Con las lluvias primaverales podría conseguir aquel envidiable analgésico natural, que pocas veces crecía en los bosques del este. Lamentablemente su tarea no sería tan armoniosa al tener a su compañero con ella todo el tiempo, poniéndola nerviosa con su mera presencia.
Ashryn Elaynor
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Re: La sorpresa de las setas [Interpretativo] [Privado]
Algo realmente turbio y oscuro estaba sucediendo, ahora estaba totalmente seguro de ello. El comportamiento de la rubia no era debido a su cumpleaños, había algo más, algo oculto y maligno “¿Acaso si planea aniquilarme?” Generalmente Ashryn era quien me arrastraba a sus aburridas caminatas en busca de plantas, que lo rechazase era algo extraño y preocupante, era una clara señal de que algo estaba ocurriendo… “Si, definitivamente planea matarme”.
Si algo malo estaba pasando solo me quedaba la opción de seguir investigando, el problema era ser lo suficiente cuidadoso para que Ashryn no notara mi presencia, no quería que atacara con sus poderes malignos antes de que fuese demasiado tarde. Volví a salir por la ventana y desde la copa de los árboles me tomé el tiempo por rastrear la ubicación de la rubia, el sigilo era mi único y mejor aliado en aquel momento.
Ashryn había tomado la ruta de costumbre para su recolección de plantas, por el momento no presenciaba señales algunas de que otra cosa diferente estuviese sucediendo “¿Y si está buscando plantas toxicas?” Esa podía ser la otra alternativa, que estuviese buscando en la misma fauna un veneno tan letal como para que sus enemigos no pudieran decir ni sus últimas palabras.
En medio de la labor que ejecutaba la joven se tomó una pausa, se había sentado junto a un tronco y parecía estar hablándose a sí misma. -Lo que faltaba, está loca y se habla a sí misma. – Le comenté por lo bajo a una pequeña ardilla que rondaba por las ramas, el animal se quedó quieto unos segundos y luego escapó a su escondite.
Estaba posicionándome calmadamente en las ramas cuando una de las que estaba pisando terminó sucumbiendo ante mi peso; terminé gritando mientras caía y terminaba estrellándome en el suelo, caí desgraciadamente cerca de la rubia. No fue raro que Ashryn comenzara a hacer preguntas sobre mi presencia, por suerte tenía como contestar.
- No sé qué clase de insensato crees que soy, no me comeré las golosinas de una niña... al menos no de Iliaki, ella me pegaría – Respondí mientras me levantaba adolorido y sacudía la tierra de mis ropas. – La verdadera pregunta es ¿Qué rayos haces tú aquí hablando sola? – Aquel plan siempre funcionaba, alejar las interrogantes sobre uno y hacer que el contrario o la contraria entrara en pánico.
Como de costumbre la elfa soltó otro argumento sin sentido, no sabía porque no podía solo soltar algo coherente y con sentido, siempre divagaba y se salía del punto… “Seguramente lo hace para distraerme”. No sería raro aquello, ella sabía que yo tenía un mal presentimiento y no quería. – ¿Y eso resulta importante por? – Volví a preguntar tratando de sacar las verdaderas respuestas.
La elfa en vez de dar una respuesta optó por seguir en búsqueda de sus plantas “Bueno… deberé seguirla de cerca”. – Supongo que ya solo me queda acompañarte por lo del regalo de cumpleaños. - Tenía la excusa perfecta para observar que tomaba la rubia, así comprobaría mejor que se disponía a hacer y qué clase de toxinas estaba buscando.
- Que sitio más agradable. – Comenté con cierto sarcasmo en la nueva parte del bosque, generalmente las zonas húmedas no eran agradable, el ambiente en esas partes resultaba molesto. - ¿Qué se supone que debes buscar aquí? Esto no parece un sitio donde crezcan plantas muy medicinales… claro, a excepción del musgo. – Toqué con cuidado un poco de musgo que crecía en el borde de un árbol y mire a Ashryn. - ¿Y bien? ¿En qué debo ayudar?
Si algo malo estaba pasando solo me quedaba la opción de seguir investigando, el problema era ser lo suficiente cuidadoso para que Ashryn no notara mi presencia, no quería que atacara con sus poderes malignos antes de que fuese demasiado tarde. Volví a salir por la ventana y desde la copa de los árboles me tomé el tiempo por rastrear la ubicación de la rubia, el sigilo era mi único y mejor aliado en aquel momento.
Ashryn había tomado la ruta de costumbre para su recolección de plantas, por el momento no presenciaba señales algunas de que otra cosa diferente estuviese sucediendo “¿Y si está buscando plantas toxicas?” Esa podía ser la otra alternativa, que estuviese buscando en la misma fauna un veneno tan letal como para que sus enemigos no pudieran decir ni sus últimas palabras.
En medio de la labor que ejecutaba la joven se tomó una pausa, se había sentado junto a un tronco y parecía estar hablándose a sí misma. -Lo que faltaba, está loca y se habla a sí misma. – Le comenté por lo bajo a una pequeña ardilla que rondaba por las ramas, el animal se quedó quieto unos segundos y luego escapó a su escondite.
Estaba posicionándome calmadamente en las ramas cuando una de las que estaba pisando terminó sucumbiendo ante mi peso; terminé gritando mientras caía y terminaba estrellándome en el suelo, caí desgraciadamente cerca de la rubia. No fue raro que Ashryn comenzara a hacer preguntas sobre mi presencia, por suerte tenía como contestar.
- No sé qué clase de insensato crees que soy, no me comeré las golosinas de una niña... al menos no de Iliaki, ella me pegaría – Respondí mientras me levantaba adolorido y sacudía la tierra de mis ropas. – La verdadera pregunta es ¿Qué rayos haces tú aquí hablando sola? – Aquel plan siempre funcionaba, alejar las interrogantes sobre uno y hacer que el contrario o la contraria entrara en pánico.
Como de costumbre la elfa soltó otro argumento sin sentido, no sabía porque no podía solo soltar algo coherente y con sentido, siempre divagaba y se salía del punto… “Seguramente lo hace para distraerme”. No sería raro aquello, ella sabía que yo tenía un mal presentimiento y no quería. – ¿Y eso resulta importante por? – Volví a preguntar tratando de sacar las verdaderas respuestas.
La elfa en vez de dar una respuesta optó por seguir en búsqueda de sus plantas “Bueno… deberé seguirla de cerca”. – Supongo que ya solo me queda acompañarte por lo del regalo de cumpleaños. - Tenía la excusa perfecta para observar que tomaba la rubia, así comprobaría mejor que se disponía a hacer y qué clase de toxinas estaba buscando.
- Que sitio más agradable. – Comenté con cierto sarcasmo en la nueva parte del bosque, generalmente las zonas húmedas no eran agradable, el ambiente en esas partes resultaba molesto. - ¿Qué se supone que debes buscar aquí? Esto no parece un sitio donde crezcan plantas muy medicinales… claro, a excepción del musgo. – Toqué con cuidado un poco de musgo que crecía en el borde de un árbol y mire a Ashryn. - ¿Y bien? ¿En qué debo ayudar?
Fredericksen
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Re: La sorpresa de las setas [Interpretativo] [Privado]
El susto que el cazador le había provocado no era tan grande como su desconcierto. Candau tenía semanas comportándose extraño con ella, pero esta vez la había tomado completamente por sorpresa, pues nunca se imaginó que la seguiría después de que ella le dijese que no era necesario. No iba a negarlo, aquello comenzaba a preocuparla demasiado, considerando que ellos no eran amigos y tanta atención de parte del arquero no era natural. Afortunadamente su compañero pasó completamente de ella y de sus sentimientos, dándole a entender que al menos algo no había cambiado entre ambos, algo que finalmente era un alivio, ya que sería muy irónico que luego de todo él comenzara a verla de otra forma, especialmente ahora que la de orbes azulados sentía algo por otra persona. La princesa de los Elaynor quiso reafirmarle a su colega que no había necesidad de que la acompañase, aunque conociendo al joven, sería muy difícil hacerlo desistir de esa decisión.
—Boldori —habló con tranquilidad, inclinándose para buscar aquellas setas—. Hongos pequeños y azulados, además parece que llora gotita de savia marrón —sonrió—. No es difícil reconocerlos, no se parecen en nada a los que normalmente crecen aquí.
No le reveló más información. De antemano sabía que al cazador poco le importaba la explicación que ella diese sobre el uso de aquel analgésico, simplemente terminaría diciendo que era un ingrediente toxico que ella usaría para algún tipo de ritual maligno. Estaba tan acostumbrada a ese tipo de cosas que ya desistía de querer hacerle entender. Además, si él la creía mala pese a todo no era algo que le afectase, especialmente ahora que su corazón comenzaba a latir por alguien más, alguien que la trataba con cariño y amabilidad. Nuevamente su mente divagó hasta el Mary Catú, rememorando el calor que desprendía aquel joven y lo dulce que se había comportado con ella. Incluso se le había olvidado que estaba ahí para recoger ingredientes y no para ponerse a soñar despierta. Pensar en él solo le hizo despertar una duda mucho mayor, una que tal vez fuese la más egoísta al pensar solo en ella misma.
—Candau… —lo llamó después de un rato de mantenerse en silencio—. ¿No crees que Iliaki estaría mejor sin nosotros? —Mantuvo la mirada fija en las hierbas del piso, buscando no sentirse una mala persona por tener esos pensamientos—. Sobrevive mejor que tú y es más lista que yo… —hizo una pausa—. No creo que nos necesite…ni siquiera un poco… —sí, bueno, ella lo decía por pensar en su propia felicidad, aunque no lo reconocería a viva voz—. He pensado que tal vez sea mejor para ella que disolvamos este acuerdo…es lo más sano para los tres —siguió con su búsqueda del Boldori—. Especialmente para ti y para mí…no tener que vernos nunca más…al final de cuentas ni si quiera nos agradamos.
Eso no era del todo cierto. Hace no mucho que la rubia adoraba al arquero, pero ahora no creía sentir nada más por él. Aparte estaba el hecho de que aquella desastrosa convivencia solo se volvía más pesada con el pasar de los días, y, aunque la ojiazul ignorase por completo la existencia de su compañero, podría decir que llegaría un punto donde él haría algo que no terminaría nada bien y eso solo lastimaría a la pequeña elfita. Si retomaba su egoísmo la ojiazul quería hacer su vida al lado de alguien más, huir de esa verdad era completamente inútil, así que era momento de aceptar que entre más pronto dejara al cazador y a la niña, más pronto podría ser feliz con su nueva ilusión. Claro que estábamos hablando de Candau y llegar a un acuerdo con él jamás funcionaba, de hecho, la pobre rubia comenzaba a regañarse por haberle hablado más de lo meramente necesario, ahora tendría que soportar todas las cosas horribles que él tuviese que decirle.
— ¿Encontraste algo?
Decidió cambiar de tema, igual y al cazador poco le importaban sus sentimientos o lo que ella pensase, así que no le costaría trabajo pasar de lo que ella le había dicho. Cuando volviese a casa hablaría con la elfita y abandonaría aquella situación. Muy a su pesar, era hora de avanzar.
—Boldori —habló con tranquilidad, inclinándose para buscar aquellas setas—. Hongos pequeños y azulados, además parece que llora gotita de savia marrón —sonrió—. No es difícil reconocerlos, no se parecen en nada a los que normalmente crecen aquí.
No le reveló más información. De antemano sabía que al cazador poco le importaba la explicación que ella diese sobre el uso de aquel analgésico, simplemente terminaría diciendo que era un ingrediente toxico que ella usaría para algún tipo de ritual maligno. Estaba tan acostumbrada a ese tipo de cosas que ya desistía de querer hacerle entender. Además, si él la creía mala pese a todo no era algo que le afectase, especialmente ahora que su corazón comenzaba a latir por alguien más, alguien que la trataba con cariño y amabilidad. Nuevamente su mente divagó hasta el Mary Catú, rememorando el calor que desprendía aquel joven y lo dulce que se había comportado con ella. Incluso se le había olvidado que estaba ahí para recoger ingredientes y no para ponerse a soñar despierta. Pensar en él solo le hizo despertar una duda mucho mayor, una que tal vez fuese la más egoísta al pensar solo en ella misma.
—Candau… —lo llamó después de un rato de mantenerse en silencio—. ¿No crees que Iliaki estaría mejor sin nosotros? —Mantuvo la mirada fija en las hierbas del piso, buscando no sentirse una mala persona por tener esos pensamientos—. Sobrevive mejor que tú y es más lista que yo… —hizo una pausa—. No creo que nos necesite…ni siquiera un poco… —sí, bueno, ella lo decía por pensar en su propia felicidad, aunque no lo reconocería a viva voz—. He pensado que tal vez sea mejor para ella que disolvamos este acuerdo…es lo más sano para los tres —siguió con su búsqueda del Boldori—. Especialmente para ti y para mí…no tener que vernos nunca más…al final de cuentas ni si quiera nos agradamos.
Eso no era del todo cierto. Hace no mucho que la rubia adoraba al arquero, pero ahora no creía sentir nada más por él. Aparte estaba el hecho de que aquella desastrosa convivencia solo se volvía más pesada con el pasar de los días, y, aunque la ojiazul ignorase por completo la existencia de su compañero, podría decir que llegaría un punto donde él haría algo que no terminaría nada bien y eso solo lastimaría a la pequeña elfita. Si retomaba su egoísmo la ojiazul quería hacer su vida al lado de alguien más, huir de esa verdad era completamente inútil, así que era momento de aceptar que entre más pronto dejara al cazador y a la niña, más pronto podría ser feliz con su nueva ilusión. Claro que estábamos hablando de Candau y llegar a un acuerdo con él jamás funcionaba, de hecho, la pobre rubia comenzaba a regañarse por haberle hablado más de lo meramente necesario, ahora tendría que soportar todas las cosas horribles que él tuviese que decirle.
— ¿Encontraste algo?
Decidió cambiar de tema, igual y al cazador poco le importaban sus sentimientos o lo que ella pensase, así que no le costaría trabajo pasar de lo que ella le había dicho. Cuando volviese a casa hablaría con la elfita y abandonaría aquella situación. Muy a su pesar, era hora de avanzar.
Ashryn Elaynor
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Re: La sorpresa de las setas [Interpretativo] [Privado]
La descripción de lo que estaba buscando Ashryn era lo más extraño “¿Qué clase de plantas lloraba savia?” Pues por lo visto ese tal hongo bodoque lo hacía. – Dudo que se parezcan a alguno que crezca en cualquier otro lado. – Comenté mientras observaba los alrededores en busca de tal hongo, por su rara descripción realmente no debería ser complicado hallarlo.
Preferí tomar cierta distancia de la rubia y de vez en cuando le dirigía una mirada asegurándome que no tomase cosas venenosas, si me descuidaba podía aprovechar para tomar cualquier cosa toxica y no podía permitir eso… o tal vez ella acabara conmigo con un ataque por la espalda, eso también podía suceder. Por otro lado también iba cumpliendo con mi labor de recolecta, realmente tomaba diferentes setas con dicha descripción aunque dudaba que todos fuesen los mismos, resultaba extraño no conocer de aquel tipo de plantas.
Tuve que girarme nuevamente cuando la elfa me llamó ¿Ahora que necesitaba? Lo que dijo Ashryn me tomó totalmente desprevenido, era un asunto al cual no podía contestar con sarcasmo o con alguna broma. Centré mi vista en la elfa mientras dejaba las setas en el suelo, por primera vez en mucho tiempo debería volver a compórtame y a hablar con seriedad.
- No sé qué rayos esté pasándote realmente, pero esto no está bien. – Tomé un poco de aire tratando de controlar las palabras sin apartar la vista de la rubia. – Si, posiblemente Iliaki pueda vivir más que bien si nosotros, acepto que se sabe cuidar mejor que yo y es hasta más lista que tú, eso era obvio… pero aun así no me atrevería a dejarla a su suerte de nuevo. – Chasqueé la lengua evitando sacar una flecha y comenzar a acariciar el filo de esta. - No creo que disolver este acuerdo sea tan sano dices, sobre todo para ella; a mi me da igual tener que aguantarte. – Regresé a mi labor recogiendo setas quitando la mirada finalmente de Ashryn. – No me es de extrañar que quieras volver a dejarla huérfana. – Refunfuñé mientras tomaba de mala manera otro par de setas.
Aquello realmente era el colmo, querer deshacer la torpe y nada estable “familia” de Iliaki. Generalmente no me molestaba si había algo en contra de mi persona, pero sabía de primera mano cómo se podía sentir alguien que no tenía familia y era lo último que deseaba en aquel momento para la elfa disparatada, de darse el caso de que aquel acuerdo terminase yo mismo le comentaría a la joven la posibilidad de seguir cuidándola si era necesario.
- Supongo que sí. – Contesté sin muchos ánimos a la rubia mientras tiraba una pequeña bolsa con diferentes setas a sus pies. – Revisa tú si quieres, yo estaré descansando en las ramas… avísame cuando debamos partir. – Comenté finalmente trepando a uno de los árboles, por lo visto aquello era lo que tramaba Ashryn desde el inicio… era mucho más cruel que el asesinato de una persona después de todo.
Preferí tomar cierta distancia de la rubia y de vez en cuando le dirigía una mirada asegurándome que no tomase cosas venenosas, si me descuidaba podía aprovechar para tomar cualquier cosa toxica y no podía permitir eso… o tal vez ella acabara conmigo con un ataque por la espalda, eso también podía suceder. Por otro lado también iba cumpliendo con mi labor de recolecta, realmente tomaba diferentes setas con dicha descripción aunque dudaba que todos fuesen los mismos, resultaba extraño no conocer de aquel tipo de plantas.
Tuve que girarme nuevamente cuando la elfa me llamó ¿Ahora que necesitaba? Lo que dijo Ashryn me tomó totalmente desprevenido, era un asunto al cual no podía contestar con sarcasmo o con alguna broma. Centré mi vista en la elfa mientras dejaba las setas en el suelo, por primera vez en mucho tiempo debería volver a compórtame y a hablar con seriedad.
- No sé qué rayos esté pasándote realmente, pero esto no está bien. – Tomé un poco de aire tratando de controlar las palabras sin apartar la vista de la rubia. – Si, posiblemente Iliaki pueda vivir más que bien si nosotros, acepto que se sabe cuidar mejor que yo y es hasta más lista que tú, eso era obvio… pero aun así no me atrevería a dejarla a su suerte de nuevo. – Chasqueé la lengua evitando sacar una flecha y comenzar a acariciar el filo de esta. - No creo que disolver este acuerdo sea tan sano dices, sobre todo para ella; a mi me da igual tener que aguantarte. – Regresé a mi labor recogiendo setas quitando la mirada finalmente de Ashryn. – No me es de extrañar que quieras volver a dejarla huérfana. – Refunfuñé mientras tomaba de mala manera otro par de setas.
Aquello realmente era el colmo, querer deshacer la torpe y nada estable “familia” de Iliaki. Generalmente no me molestaba si había algo en contra de mi persona, pero sabía de primera mano cómo se podía sentir alguien que no tenía familia y era lo último que deseaba en aquel momento para la elfa disparatada, de darse el caso de que aquel acuerdo terminase yo mismo le comentaría a la joven la posibilidad de seguir cuidándola si era necesario.
- Supongo que sí. – Contesté sin muchos ánimos a la rubia mientras tiraba una pequeña bolsa con diferentes setas a sus pies. – Revisa tú si quieres, yo estaré descansando en las ramas… avísame cuando debamos partir. – Comenté finalmente trepando a uno de los árboles, por lo visto aquello era lo que tramaba Ashryn desde el inicio… era mucho más cruel que el asesinato de una persona después de todo.
Fredericksen
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Re: La sorpresa de las setas [Interpretativo] [Privado]
La situación se había salido totalmente de control, al punto que la ojiazul no sabía dónde meterse para evitar aquel arranque por parte de su compañero. Normalmente ella le respondería a gritos, recriminándole por ser tan cerrado de mentalidad; solo que en esta ocasión debía admitir que él tenía razón, ella no estaba actuando por el bien de la niña, simplemente pensaba en sí misma y en su propia felicidad. Claro que el tono que el arquero usó para ponerla en su lugar solo consiguió reafirmar la idea de disolver el acuerdo, al final de cuentas no tenía que soportar aquella situación. Solo que su amor por la elfita era demasiado como para aceptar causarle ese dolor, así que solo atinó a asentir en silencio, acercándose a la bola que Candau le había arrojado antes de subirse a la rama de un árbol.
Examinó las setas con cuidado, encontrándose con una excelente selección hecha por el cazador. Aquel Boldori era de una calidad excelente y seguro sus propiedades medicinales también. Sonrió un poco al pensar en toda la experiencia que su compañero tenía, sino fuese tan obstinado podría considerarse un gran herborista. Levantó la bolsa y comenzó a caminar de regreso a su hogar, imaginando la cantidad de medicinas que sacaría de aquella colecta, seguramente le quedarían bastantes para donarlas en el hospital de Lunargenta. Aunque ahora que lo pensaba nunca se había atrevido a probar la savia que emanaba del Boldori, aunque había escuchado que tenía un sabor bastante dulce y agradable al paladar, por lo que no dudó en tomar uno de los honguitos, tomando una de las gotitas marrones en su dedo. Con un gesto dubitativo la rubia se llevó el dedo a la boca, probando aquel extraño sabor, difícil de describir.
—Dulce… —sentenció con satisfacción, levantando la mirada para encontrarse con su compañero—. ¿Quieres un poco? —Colocó un poco más de savia en su dedo, repitiendo el mismo proceso anterior—. Está deliciosa —hizo una pausa para disfrutar del sabor—. Es extraño…tiene un sabor exquisito, pero no se parece a ninguno de los caramelos que hay en Lunargenta.
Casi lamentaba tener que usar el Boldori para las medicinas, pues se imaginaba la cantidad de postres que podría crear con la savia de las setas, era un desperdicio tener que desecharla. Faltaba un rato para llegar a su ‘‘hogar’’, y la ojiazul había acabado con la savia de uno de los Boldoris, sintiéndose extrañamente animada. Parecía que su cuerpo tenía más energía de la esperada y tenía una extraña sonrisa ladina en el rostro; además, podía jurar que la temperatura ambiental había aumentado varios grados, aunque el ocaso ya se estuviese despidiendo. Comenzó a andar con pasos alegres, soltando leves risitas de vez en cuando, ante la eufórica felicidad que de la nada le había surgido. De pronto comenzó a tararear canciones alegres, pese a que las letras no parecían tener ningún sentido, pero poco le importaría a la rubia.
—Paso, paso, ¡salto! —Exclamó dando un ligero brinco—. ¡Tienes cara de zapato! —Canturreó mirando a su compañero—. ¡Candil, candilero, tienes cara de sombrero! —Soltó pequeñas risas burlescas, adentrándose en la propiedad—. ¡Cariño, estoy en caaaasaaaa! —El tonito con el que llamó a la pequeña elfita no sería lo peor de aquel estado, pues apenas poner un pie en la cocina terminó tropezando dando traspiés—. No me empujes —Hizo un leve puchero, culpando al arquero por su propio descuido—. Shhhh —Se apresuró a decir—. Vas a despertar al señorinvisiblemudo… —sus mejillas obtuvieron un bonito color rojizo, sintiendo como la temperatura seguía en aumento—. Honguitos, honguitos, honguitos —volvió a canturrear, colocando la bolsa con los Boldori sobre la mesa—. Parece que hoy solo seremos tú y yo…
Le habló a la bolsa con un tono meloso, después de leer la nota que Iliaki les había dejado, avisándoles que esa noche no llegaría a dormir. Con algunos tropiezos la ojiazul logró llegar hasta el perchero en donde tuvo una batalla campal para desabotonar su capa, refunfuñando en más de una ocasión. El calor iba en aumento, junto con las risitas y la extraña felicidad, solo faltaba ver cuánto tiempo le duraría aquel efecto y si su compañero seguía cuerdo como para cuidarla.
Examinó las setas con cuidado, encontrándose con una excelente selección hecha por el cazador. Aquel Boldori era de una calidad excelente y seguro sus propiedades medicinales también. Sonrió un poco al pensar en toda la experiencia que su compañero tenía, sino fuese tan obstinado podría considerarse un gran herborista. Levantó la bolsa y comenzó a caminar de regreso a su hogar, imaginando la cantidad de medicinas que sacaría de aquella colecta, seguramente le quedarían bastantes para donarlas en el hospital de Lunargenta. Aunque ahora que lo pensaba nunca se había atrevido a probar la savia que emanaba del Boldori, aunque había escuchado que tenía un sabor bastante dulce y agradable al paladar, por lo que no dudó en tomar uno de los honguitos, tomando una de las gotitas marrones en su dedo. Con un gesto dubitativo la rubia se llevó el dedo a la boca, probando aquel extraño sabor, difícil de describir.
—Dulce… —sentenció con satisfacción, levantando la mirada para encontrarse con su compañero—. ¿Quieres un poco? —Colocó un poco más de savia en su dedo, repitiendo el mismo proceso anterior—. Está deliciosa —hizo una pausa para disfrutar del sabor—. Es extraño…tiene un sabor exquisito, pero no se parece a ninguno de los caramelos que hay en Lunargenta.
Casi lamentaba tener que usar el Boldori para las medicinas, pues se imaginaba la cantidad de postres que podría crear con la savia de las setas, era un desperdicio tener que desecharla. Faltaba un rato para llegar a su ‘‘hogar’’, y la ojiazul había acabado con la savia de uno de los Boldoris, sintiéndose extrañamente animada. Parecía que su cuerpo tenía más energía de la esperada y tenía una extraña sonrisa ladina en el rostro; además, podía jurar que la temperatura ambiental había aumentado varios grados, aunque el ocaso ya se estuviese despidiendo. Comenzó a andar con pasos alegres, soltando leves risitas de vez en cuando, ante la eufórica felicidad que de la nada le había surgido. De pronto comenzó a tararear canciones alegres, pese a que las letras no parecían tener ningún sentido, pero poco le importaría a la rubia.
—Paso, paso, ¡salto! —Exclamó dando un ligero brinco—. ¡Tienes cara de zapato! —Canturreó mirando a su compañero—. ¡Candil, candilero, tienes cara de sombrero! —Soltó pequeñas risas burlescas, adentrándose en la propiedad—. ¡Cariño, estoy en caaaasaaaa! —El tonito con el que llamó a la pequeña elfita no sería lo peor de aquel estado, pues apenas poner un pie en la cocina terminó tropezando dando traspiés—. No me empujes —Hizo un leve puchero, culpando al arquero por su propio descuido—. Shhhh —Se apresuró a decir—. Vas a despertar al señorinvisiblemudo… —sus mejillas obtuvieron un bonito color rojizo, sintiendo como la temperatura seguía en aumento—. Honguitos, honguitos, honguitos —volvió a canturrear, colocando la bolsa con los Boldori sobre la mesa—. Parece que hoy solo seremos tú y yo…
Le habló a la bolsa con un tono meloso, después de leer la nota que Iliaki les había dejado, avisándoles que esa noche no llegaría a dormir. Con algunos tropiezos la ojiazul logró llegar hasta el perchero en donde tuvo una batalla campal para desabotonar su capa, refunfuñando en más de una ocasión. El calor iba en aumento, junto con las risitas y la extraña felicidad, solo faltaba ver cuánto tiempo le duraría aquel efecto y si su compañero seguía cuerdo como para cuidarla.
Ashryn Elaynor
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Re: La sorpresa de las setas [Interpretativo] [Privado]
Fue una fortuna que la elfa no hubiese replicado a mi comentario, aunque ahora se encontraba haciendo el típico berrinche del silencio “¿Por qué debe ser siempre tan predecibe?". Cuando no reaccionaba de una manera terminaba optando por la otra aun mucho más conocida, al menos esta vez no había comenzado a llorar y escapado a quien sabe dónde.
Mientras esperaba en las ramas observé el liquido marrón que había quedado en mis manos, lo que desprendía aquel hongo era extraño, tanto en olor como en sensación. Lamí uno de mis dedos quitando la curiosa sabía del hongo, era extraño que aquel tipo de setas pudiese crear algo con un sabor dulce ¿Acaso la seta en general poseía tal sabor o solo era la savia? Esa sería una duda que debería averiguar por mi cuenta cuando estuviese solo.
No era extraño que la elfa no hubiese avisado de su partida, tuve que saltar de la rama y seguirla mientras yo seguía limpiando el dulce de los dedos, ciertamente no estaba nada mal aquel sabor. La ofrenda de un poco más de dulce se hizo presente por la rubia, era extraño aquello pero simplemente me encogí de hombros y tomé un poco de la savia acaramelada para luego comerla. – Claramente porque no sabes donde conseguir buenas golosinas. – Comenté a la rubia, aunque era cierto que aquel dulce era extraño.
El ambiente general de la zona estaba cambiando poco a poco, era como si el mismo aire se hubiese animado. Tuve que observar a Ashryn para estar seguro si no eran solo ideas mías, lo peor del caso es que la misma elfa estaba mucho más alegre que de costumbre, hasta parecía haber olvidado su berrinche pasado. Supe que la cosa estaba grave cuando inconscientemente reí del torpe canturreo de la rubia “Oh Dios ¿Qué está pasando?”
- Deberías intentar hacer menos ruido. – Comenté a la joven mientras seguía con sus palabrerías en la casa, lo peor es que aunque quisiera tratar de usar un tono de reproche las palabras sonaban gentiles y amables. – No te empujé ¿De qué estás hablando? – Le di una palmada en el hombro a la rubia y me acerqué a la ventana. – Y dudo que se señor señorinvisiblemundo se despierte. – Pensé un momento mis palabras y tuve que morder el interior de mi mejilla para obligarme a pensar bien “¿De qué estoy hablando?” El ambiente estaba raro y la palabrería sin sentido iba y venía, la misma Ashryn parecía estar alucinando “¿Alucinaciones?”
Observé la bolsa de setas cuando la rubia se dirigió a esta, repentinamente caí en cuenta de que demonios estaba pasando “Oh cielos, no de nuevo” otra vez estaba drogado por error. No sabía que efectos tenía aquella cosa, había pasado por múltiples tipos de estados pero no todos eran iguales, siempre variaban. Me apresuré a la mesa y tome la bolsa de hongos para mirarlas fijamente “Que no tengan efectos adictivos, es lo único que ruego” Nuevamente observé a la elfa que parecía luchar por quitarse su capa, ella también había caído en los efectos pero no parecía notarlo.
No pude evitar reír ante los torpes movimientos de la chica y me tuve que reprochar de aquello mentalmente, mi mente nuevamente volvía a caer bajo el efecto de aquella cosa y no sabía que podía pasar cuando dejara de pensar. – Y…yo creo, que es mejor esconder estos honguitos tal como dices… ya sabes, guardar para Iliaki. – Mis palabras temblaban en parte al temor que tenía pero entre frases una que otra risa sin sentido salía; tomé las setas y las coloqué a una altura donde la joven no pudiese tomarlas, debía mantenernos seguros de aquella droga. – Para celebrar tu cumpleaños ¿Qué te agradaría hacer? – Debía alejar los pensamientos de Ashryn de los hongos y a la vez mantenerme ocupado con algo mientras trataba de descubrir que otros efectos surgirían “Mantente cuerdo Fred”.
Mientras esperaba en las ramas observé el liquido marrón que había quedado en mis manos, lo que desprendía aquel hongo era extraño, tanto en olor como en sensación. Lamí uno de mis dedos quitando la curiosa sabía del hongo, era extraño que aquel tipo de setas pudiese crear algo con un sabor dulce ¿Acaso la seta en general poseía tal sabor o solo era la savia? Esa sería una duda que debería averiguar por mi cuenta cuando estuviese solo.
No era extraño que la elfa no hubiese avisado de su partida, tuve que saltar de la rama y seguirla mientras yo seguía limpiando el dulce de los dedos, ciertamente no estaba nada mal aquel sabor. La ofrenda de un poco más de dulce se hizo presente por la rubia, era extraño aquello pero simplemente me encogí de hombros y tomé un poco de la savia acaramelada para luego comerla. – Claramente porque no sabes donde conseguir buenas golosinas. – Comenté a la rubia, aunque era cierto que aquel dulce era extraño.
El ambiente general de la zona estaba cambiando poco a poco, era como si el mismo aire se hubiese animado. Tuve que observar a Ashryn para estar seguro si no eran solo ideas mías, lo peor del caso es que la misma elfa estaba mucho más alegre que de costumbre, hasta parecía haber olvidado su berrinche pasado. Supe que la cosa estaba grave cuando inconscientemente reí del torpe canturreo de la rubia “Oh Dios ¿Qué está pasando?”
- Deberías intentar hacer menos ruido. – Comenté a la joven mientras seguía con sus palabrerías en la casa, lo peor es que aunque quisiera tratar de usar un tono de reproche las palabras sonaban gentiles y amables. – No te empujé ¿De qué estás hablando? – Le di una palmada en el hombro a la rubia y me acerqué a la ventana. – Y dudo que se señor señorinvisiblemundo se despierte. – Pensé un momento mis palabras y tuve que morder el interior de mi mejilla para obligarme a pensar bien “¿De qué estoy hablando?” El ambiente estaba raro y la palabrería sin sentido iba y venía, la misma Ashryn parecía estar alucinando “¿Alucinaciones?”
Observé la bolsa de setas cuando la rubia se dirigió a esta, repentinamente caí en cuenta de que demonios estaba pasando “Oh cielos, no de nuevo” otra vez estaba drogado por error. No sabía que efectos tenía aquella cosa, había pasado por múltiples tipos de estados pero no todos eran iguales, siempre variaban. Me apresuré a la mesa y tome la bolsa de hongos para mirarlas fijamente “Que no tengan efectos adictivos, es lo único que ruego” Nuevamente observé a la elfa que parecía luchar por quitarse su capa, ella también había caído en los efectos pero no parecía notarlo.
No pude evitar reír ante los torpes movimientos de la chica y me tuve que reprochar de aquello mentalmente, mi mente nuevamente volvía a caer bajo el efecto de aquella cosa y no sabía que podía pasar cuando dejara de pensar. – Y…yo creo, que es mejor esconder estos honguitos tal como dices… ya sabes, guardar para Iliaki. – Mis palabras temblaban en parte al temor que tenía pero entre frases una que otra risa sin sentido salía; tomé las setas y las coloqué a una altura donde la joven no pudiese tomarlas, debía mantenernos seguros de aquella droga. – Para celebrar tu cumpleaños ¿Qué te agradaría hacer? – Debía alejar los pensamientos de Ashryn de los hongos y a la vez mantenerme ocupado con algo mientras trataba de descubrir que otros efectos surgirían “Mantente cuerdo Fred”.
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Re: La sorpresa de las setas [Interpretativo] [Privado]
El condenado botón de su capa nada más no cedía y ella que comenzaba a sentirse sofocada. Después de varios tirones por fin consiguió dejar esa tela en el perchero, soltando varias risitas en el proceso. Al volver la vista notó que los honguitos habían sido guardados por Candau, quien le decía que sería mejor guardar las setas para que la pequeña Iliaki también las probase. Esto hubiese resultado bien, sino fuera porque la ojiazul tenía demasiadas ganas de disfrutar aquellas cositas dulces por sí sola y sin compañía, así que todo lo que hizo fue atinar a inflar las mejillas, acercándose con dificultad hasta donde se hallaba el cazador. Dio algunos saltitos, buscando alcanzar su objetivo, pero no importaba cuánto se esforzase, al final no consiguió ningún resultado positivo.
—Honguitos —dijo con un puchero—. Quiero comer los honguitos para mi cumpleaños.
Las mejillas de porcelana volvieron a inflarse de manera graciosa, mientras intentaba convencer a su compañero de que le permitiese volver a comer la savia del Boldori; total, si la elfita ni siquiera llegaría esa noche, así que no había motivos para privarse de aquel extraño dulzor. Decidida a no darse por vencida, la rubia tomó una de las sillas y se subió en ella a fin de bajar la bolsa que el arquero había subido. El único problema es que las setas no se encontraban en ese lugar, ya que, en medio de tan extraña euforia, la ojiazul había llevado la silla hasta el estante equivocado, cosa que le hizo soltar una risa graciosa. Ya no sabía qué le causaba más gracia, si el hecho de haberse subido a una silla o que se equivocara de sitio. Dando saltitos en la silla comenzó a cantar animadamente, como si realmente se encontrase dando un espectáculo para una multitud y no para su compañero de gremio.
—Nunca te cepillas el cabello, ¿verdad? —cortó el show de tajo, mirando la cabeza del cazador—. Está larguito.
Sin previo aviso comenzó a toquetear la cabellera de su compañero de gremio, haciéndole alguno que otro peinadito poco varonil. Tenía tanta energía que sentía que podría correr hasta Lunargenta y no se cansaría, aunque ya casi anochecía y seguramente el trayecto sería peligroso. Bueno, al menos podía divertirse en las últimas horas que le quedaban de cumpleaños, pese a que el calor pareciese querer matarle el ánimo, pues juraría que cada vez aumentaba más. Había muchas cosas que deseaba para su cumpleaños, pero la primera de ellas tenía nombre y no había sabido nada de él hacía tiempo, y desgraciadamente dudaba que alguien pudiese darle algo mejor que la compañía del protector de piricuecos, ya que, ni siquiera en esa condición era capaz de borrarlo de su mente.
—Honguitos —dijo con un puchero—. Quiero comer los honguitos para mi cumpleaños.
Las mejillas de porcelana volvieron a inflarse de manera graciosa, mientras intentaba convencer a su compañero de que le permitiese volver a comer la savia del Boldori; total, si la elfita ni siquiera llegaría esa noche, así que no había motivos para privarse de aquel extraño dulzor. Decidida a no darse por vencida, la rubia tomó una de las sillas y se subió en ella a fin de bajar la bolsa que el arquero había subido. El único problema es que las setas no se encontraban en ese lugar, ya que, en medio de tan extraña euforia, la ojiazul había llevado la silla hasta el estante equivocado, cosa que le hizo soltar una risa graciosa. Ya no sabía qué le causaba más gracia, si el hecho de haberse subido a una silla o que se equivocara de sitio. Dando saltitos en la silla comenzó a cantar animadamente, como si realmente se encontrase dando un espectáculo para una multitud y no para su compañero de gremio.
—Nunca te cepillas el cabello, ¿verdad? —cortó el show de tajo, mirando la cabeza del cazador—. Está larguito.
Sin previo aviso comenzó a toquetear la cabellera de su compañero de gremio, haciéndole alguno que otro peinadito poco varonil. Tenía tanta energía que sentía que podría correr hasta Lunargenta y no se cansaría, aunque ya casi anochecía y seguramente el trayecto sería peligroso. Bueno, al menos podía divertirse en las últimas horas que le quedaban de cumpleaños, pese a que el calor pareciese querer matarle el ánimo, pues juraría que cada vez aumentaba más. Había muchas cosas que deseaba para su cumpleaños, pero la primera de ellas tenía nombre y no había sabido nada de él hacía tiempo, y desgraciadamente dudaba que alguien pudiese darle algo mejor que la compañía del protector de piricuecos, ya que, ni siquiera en esa condición era capaz de borrarlo de su mente.
Ashryn Elaynor
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Alanna Delteria
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