[Cerrado]Acompáñenme a ver esta triste historia...[Interpretativo-Fred/Iliaki] [Libre]

Era agradable estar de regreso en el bosque de Lunargenta, explorar y recorrer la tierra era agradable pero estar en casa era único, adoraba el clima fresco y el movimiento de las hojas con la suave brisa. Realmente no era por haber pasado el mayor tiempo de mi vida en aquel sitio, simplemente era un lugar grandioso, con un clima grandioso y comida grandiosa, dudaba que alguien pudiese arruinar aquello.

Comencé a recorrer los alrededores con el arco en mano en busca de mi almuerzo, también debía hacer la primer revisión diaria de los caminos para ver si alguien había entrado las ultimas horas en la zona, siempre debía estar alerta con los visitantes sorpresa que podían haber. Mientras caminaba tomé un par de manzanas y las guardé en la pequeña bolsa de cuero, siempre era bueno tomar comida para los paseos, de igual manera me incliné y tome una planta del suelo, cualquiera creería que era una flor decorativa o perfecta para regalarle a alguien, pero realmente era una planta amarga y deliciosa.

Ya una vez cerca del camino me incliné junto a este para revisar indicios de presencia ajena, a simple vista no parecía nada raro pero luego de un momento revisando con detenimiento logré notar cambios en la superficie, alguien había entrado en la zona hace poco. Me llevé la pequeña planta que había tomado a la boca y comencé a masticarla mientras pensaba que hacer, debía buscar al intruso y sacarlo de allí a las buenas o a las malas, aun existían muchos riesgos pero mientras hubiese sol no debían haber problemas.

Seguí con cuidado el mínimo rastro que había dejado aquel intruso, algo que disminuía mi preocupación es que parecía ser alguien que viajaba solo, quizá no era otro cazador o algún bandido, podía ser alguien perdido... aunque era improbable. Llegué hasta el final del rastro y logré notar que acababa en un árbol, aquello era muy mala señal, pudo haber sido una trampa todo este tiempo y había caído en ella. Corrí a los arbustos más cercanos en busca de protección antes de que salieran a emboscarme y degollarme para darse un festín con las manzanas que había recolectado, una vez preparado para defenderme tensé una flecha en el arco listo para disparar al menor indicio de vida.

Al sentir un ronquido colosal saliendo del árbol no dudé disparar en aquella dirección cortando la mejilla de la bestia que estaba durmiendo en las ramas, salí de los arbustos para observar con cuidado a mi objetivo... "Esto debe ser una broma." ¿De nuevo aquella elfa? Las ultimas dos veces que la había encontrado había intentado quitarme el alma con su magia lasciva y oscura, por lo visto no se daría pro vencida hasta lograr su cometido.

Por un momento pensé en huir y dejarla morir desangrada por aquella mínima herida, pero eso no estaba en los principios que me habían enseñado en el pasado. Me di un leve golpe en la frente con el arco y caminé fuera del arbusto mientras levantaba la vista para observar a la elfa. - ¿ Qué demonios estás haciendo aquí? No recuerdo haberte invitado.- Quizá aquel no era el comentario más amable que pudiese hacer, pero algo era mejor que nada.

Planta que mastica:

No había pasado mucho desde las últimas personas con las que Iliaki se había topado en el camino y no obstante, con eso había sido más que suficiente para hacer que la chica se encontrase en sus límites. Los delirios de inanición habían dado pie a la inauguración de un concurso de talentos, de donde la elfina se encontraba como única participante.

- Aha, aha, aha, aha, I'm on my way to what I want from this world - tarareaba mientras bailaba con rítmicos pasos que sonaban "tap tap tap" al chocar sus pies contra las hojas y las rocas del suelo vegetal, usando una vara que había usado como apoyo en un principio para hacer malabares con él - And years from now I'm searching Lunargenta ¡Ay, ay, ay!

¡Damas y caballeros, con ustedes la grandiosa, la magnífica, Iliaki la cantante! Oh, oh, pastelillos de carne, creo que me he perdido en el bosque ¡No me importa, yo llegaré a quién sabe dónde, a la boca de la muerte si es necesario! ¡No he comido nada y ni maldita idea de dónde estoy! Pero no se preocupen, el espectáculo debe continuar ¡Hora de las marometas!

Dando así su presentación, se colocó de cabeza y comenzó a caminar de manos mientras continuaba con su melodía, con la idea de llegar a Lunargenta como único pensamiento claro en su nublada mentecilla.

- Haré lo mejor, lo mejor que pueda - decía débilmente balanceándose sobre sus manos como si fueran sus piernas las que hicieran los pasos, manipulando el improvisado bastón con sus botas, dándole giros y lanzándolo al aire.

Ya... ya no aguanto, ¡Quiero dormir!

- Aha, aha, aha, aha.

Y cayendo sobre su cara estrepitosamente como quien da el pésame a un rábano, sus versos quedaron silenciados en el bosque, seguidos de pronto por sonoros ronquidos producidos por su cuello doblado al tener el mentón demasiado cerca del pecho. Pasó mucho tiempo así, con el gran milagro que, aún estando boca abajo, pudiese respirar de forma más o menos aceptable.

Sin embargo, en sus sueños el tiempo no había pasado tan rápido como uno se imaginaría. Grandes luces de colores se trazaban en su realidad onírica, viendo cómo gigantes criaturas aladas la llevaban a través del aire hasta dejarla en un camino multicolor en medio de las nubes hecho de galletas y frutas. En él, su canción continuaba alegre, soñando que ese camino la llevaría hasta Lunargenta.

Pequeñas criaturillas azules volaban hacia ella llevándole pastelillos y frambuesas. Al seguir el camino, encontró una ciudad hecha de carne y de pan, todo recién horneado. Tan impresionante visión animó a que tomara velocidad, lanzándose sobre aquello que parecía un paraíso hecho explícitamente para ella. Pero tan pronto como comenzaba a chocar contra las paredes de un edificio fabricado con crema blanca, sus visiones se transformaron. La crema se había vuelto nieve, y las amarillentas frutas se habían convertido en fuego.

nota offrol:

En Dundarak hubo bastantes cosas que jamás habría querido imaginarme ni ver, cosas que me hicieron ver que yo no había pasado de lo peor. Hubo un niño cuyos padres fueron calcinados al instante por la bestia de fuego. Quedó solo.

La imagen del niño se esculpió en la nieve, quien lloraba buscando desconsolado a su familia, vueltos un juego de luces azules que se disipaban en un cielo estrellado, que iba cubriendo rápidamente sus estrellas con nubes de tormenta y con ello, todo a un entorno negro. Iliaki, sin saber a dónde dirigirse, caminó un poco hasta encontrarse con Astaroth, el biocibernético que había cuidado de ella en su infancia. Éste, al verla, le tendió la mano. Alegre, Iliaki aceptó. Cuál fue sus sorpresa que al tomar aquella mano conocida, el bio fue transformado de pronto en un no-muerto.

Asustada, la chica corrió con la sensación de pesadez en sus zancadas, sintiendo que no podría librarse de aquello. No pasó mucho cuando se dio cuenta que se encontraba parada sobre la superficie de un lago tan quieto que parecía un enorme espejo. La luna se miraba brillante tanto como en el agua como en el cielo. Su primer pensamiento fue acercarse a la orilla. Sus pasos la fueron acercando a un par de personas que ella no había alcanzado a reconocer a lo lejos.

Movida por la curiosidad, se acercó sigilosamente para reconocer a aquellos dos rostros que, sin parecerles conocidos, le inspiraban gran confianza.

Una sensación de tranquilidad y calidez llenó su pecho. Una elfina de cabello tan blanco como la luz de la Luna y a un humano de porte firme y culto se miraban frente a frente, tomando sus manos como enlazándose en un juramento. Conmovida, Iliaki dio un paso más, en donde el agua comenzó a hacerse líquida.

Aquella desconocida pareja se dio un último beso, llenando de temor el corazón de la elfilla. En un momento el agua la tragó en un remolino hasta escupirla de nuevo en el puerto de Lunargenta, donde una batalla de fuego amarillento y luces azules daban pie a una flecha que estaba a punto de impactar en su frente. Seguido de esto, un grito que trascendió de su sueño salió al mundo exterior.

- ¡¡¡ARAÑAAAAAAAAAAAAAAAASSSS!!! - gritó de forma ensordecedora al despertar, tomando de nuevo su palo. Y sin saber qué cosa era real y qué cosa era parte de su sueño, corrió hasta toparse con un par de viejos conocidos para ella, dando con el palo con todas sus fuerzas a la nuca de Candau para caer en el suelo nuevamente rendida a los pies del sueño. Un ronquido, dos ronquidos...

La reacción de la elfa fue caerse de las ramas por la inofensiva flecha,  al parecer se había quebrado todos los huesos del cuerpo con aquella simple caída, debería darle vergüenza que algo tan simple le hubiese lastimado tanto.  Por si fuera poco la elfa casi estalla tan solo al con notar mi presencia, seguramente no iba a tardar en amenazarme con colgarme de un árbol por aquello o quizá de  enviar a su ejército de orejas punzantes para  hacerme pagar.

Me preparé para defenderme de las palabras que pudieron salir de ella… pero simplemente no dijo nada, se puso a sanar su heridas mientras hacía como si nadie estuviese cerca  "¿Acaso es una ilusión?" Parecía imposible que aquella fuese la elfa que le había tratado de succionar el alma las anteriores veces, seguro era un error mío y me estaba confundiendo de persona, si, seguramente era aquello.

-  Por lo visto me estoy equivocando de persona, perdóname por aquel comentario ¿Necesitas ayuda? -  Me acerqué lentamente desde mi zona segura tratando de guardar espacio para un caso de emergencia, todavía podía arrojar una manzana a modo de defensa y salir corriendo.

La persona herida se levantó y allí pude notar que si se parecía gravemente a la chupa almas, pero podía ser una coincidencia ¿Cierto?  Espere un momento desconcertado rogando porque aun fuese una confusión, lastimosamente la prueba final se hizo presente, al ella hablar pude saber que no me había equivocado, era la elfa que quería asesinarme a través de su magia oscura y extraña.  Aunque parecía tener cierto problema al hablar, ¿Había sido el golpe tan grave? Ahora me sentía culpable por haberla dejado alelada de por vida, quizá debería ayudarla a regresar a algún sitio donde no se la comiese un oso, solo necesitaba buscar una rama lo suficientemente larga para irla empujando a distancia.

La elfa ya había comenzado a retirarse, aquello era un peligro para cualquier ser con medio cerebro en el bosque, saqué rápidamente una flecha del Carcaj y con el índice acaricié la punta hasta sangrar “Esta es perfecta”. Una vez con la flecha perfecta para picar y guiar a la elfa di unos pequeños pasos para acercarme.

- Espera un momento, déjame ayudarte… pareces un poco, perdida. – Quizá pudiese ser algo cruel, pero había aprendido a ser respetuoso con las personas que tenían cierta discapacidad, fuese quien fuese… aunque en el pasado esa persona me hubiese tratado de despojar de mi preciada y valiosa alma.

Estaba demasiado concentrado en ser buena persona que no me percaté que alguien se había acercado peligrosamente por mi espalda,  cuando me percaté del grito y el nuevo integrante ya me había dado un palazo en mi punto ciego. Era doloroso no lo puedo negar, caí de rodillas llevándome las manos a la nuca y conteniendo múltiples maldiciones solo para que la elfa con cierto retraso no las repitiera después.

Ashryn por lo visto se acercó preocupada después de ver aquel incidente, quizá quisiera morir a manos del asaltante sorpresa. Sorprendentemente ahora la elfa hablaba a la perfección por así decirlo, todo había sido una trampa nuevamente, siempre que mostraba la mínima confianza por aquella persona cosas malas sucedían, aquello si era una maldición.

- Genial me buscaste hasta en mi propio lado del bosque solo para asesinarme, hasta fingiste tener problemas en la cabeza, eso es insano hasta para ti. – Respiré hondo tratando de contener un poco la ira que comenzaba a crecer en mi interior, principalmente porque sabía que había otro atacante que me aplastaría la cabeza con un palo.

Esperé el golpe de gracia que nunca llego, en vez de eso la elfa se dirigió al atacante como “Iliaki”… un momento, conocía aquel nombre, me giré para asegurarme si era la misma Iliaki que había conocido en Lunargenta. Efectivamente era la misma pequeña elfa, parecía estar en una pésima condición y ahora estaba en manos de Ashryn, aquello era muy malo.

- Aleja tus perversas manos de ella. – Dije mientras me levantaba y acercaba a ambas elfas. – Una cosa es que quieras asesinarme a mí, pero debería darte vergüenza querer también despojarla a ella, ¡Es solo una niña! – No sabía exactamente porque defendía a la enana, quizá por el hecho de que era una de esas desafortunadas sin hogar de Lunargenta o tal vez el hecho de que una vez confié mi vida en ella y no me defraudo, debía regresarle aquel favor y ese era el momento perfecto. – Solamente dime qué quieres para dejarla vivir, algo debe existir para que no desees arrancarle la vida.


Aunque no sabía exactamente porque negociaba, en aquel momento podía solamente disparar una flecha y acabar con todo ¿Acaso todavía confiaba un poco en Ashryn?  No, eso era absolutamente imposible.

El vórtice continuaba tragando poco a poco el alma de la elfina, alejándola de aquella imágenes pasadas. Si alguna vez vio esos escenarios quedaría como una incógnita que Iliaki no recordaría al despertar, no así con lo que se presentaba a continuación en sus sueños, fruto de el esfuerzo que realizaba su mente por juntar en un solo proceso la realidad y el descanso.

Sin detenerse el remolino, algunas luces azules aladas comenzaban a bailar alrededor de ella quien, confusa, intentaba sostenerse de ellas, alcanzar alguna de las figuras a como diese lugar, recibiendo simplemente burlas y risas de las criaturillas de luz. A cada manotazo, las luces se disolvían en la oscuridad para volver a integrarse a los pocos segundos. Harta de aquello, Iliaki murmuró:

- Mi sueño, mis reglas ¡Carapescados! - decía firmemente, tomando con fuerza el pie de una de las criaturas. La visión se deformó una vez más, dando pie a una danza más complicada: Aquellas figuras comenzaban a formarse en círculos, y a cada paso, un tambor, hasta compactarse todos en una imagen de colores fríos.

Una mano ahora tomaba la suya, y con ella, unos ojos bondadosos y preocupados y una silueta cazadora ahogaban el recuerdo del sueño anterior. Por fin despertaba.

Al abrir sus ojos, se encontró a dos personas que la observaban fijamente. Su primera reacción fue levantarse tan rápido como pudo, lanzando golpes al aire con las palmas rectas, tal cual estuviese inventando un arte marcial. No tardó mucho su defensa hasta que reconoció a los muchachos.

- ¡Ca - Candilero! - exclamó sorprendida, viendo luego a la chica. - ¿Ash?

¡Qué coincidencia! ¡Pero también estoy yo aquí! Ellos dos, y conmigo somos diez. Oh, no espera, así no era... Pero que yo recuerde, ellos no se conocen y no se me ocurre nada para que ambos estén aquí ¡Anda, ya voy entendiendo! Je, je, estoy alucinando de nuevo ¿No es cierto?

Un nuevo gruñido se desprendió más fuerte y atemorizante del estómago de la elfina, quien daba convenidamente su veredicto.

- ¡Ya caigo! A mí no me engañan, ustedes son producto de mi imaginación ¡Tal como era Doña Josefina la Delfina! - gritó señalándolos con ambas manos. - Es más, para descubrirlos no hace falta más que un dedo ¡Toma! - dijo picando con su índice el ojo izquierdo de Ashryn, cayendo en cuenta de una nueva incongruencia.

¡No! ¡Esta vez no se ha desvanecido en el aire! Esto se está yendo de control, si no lo paro a tiempo, terminaré convencida de que soy un personaje de cuento o algo así. Yaaa ¡basta, estómago! ¡No necesito tus reclamos! Lo mejor en estos casos es mantener la calma e irse lentamente.

Con un porte estático, salió corriendo con una aceleración brusca, dejando su silueta en una nube de polvo que flotaba libremente. No tardaría en recorrer los bosques a increíble velocidad, cruzando ríos y el mar entero para darse cuenta de que no había dado más de 10 pasos antes de desplomarse de nuevo. Alcanzando un palo delgado, procedió a picarse las piernas que, en efecto, ya no le respondían.

Un nuevo gruñido hizo que la elfina volviese a retorcerse, apretando su vientre contra sus brazos cada vez más débiles.

¿De verdad serán los Ash y Candau auténticos, los de carne y hueso? ¿Qué carajos hacen aquí?

- Comida... - fue lo último que alcanzó a decir antes de que sus fuerzas la abandonasen por completo.

Al parecer la chupa almas había llegado a perder la paciencia y estaba lista para asesinarnos brutalmente, escondió su mirada bajo su rubia cabellera preparándose para la hora fatídica. Dejo la cabeza de Iliaki cuidadosamente en el césped, luego la tirana se levantó y llevo la capa hasta su rostro por lo visto secando algo “Rayos, es tan cruel que llora de alegría cuando va a asesinar.”  Primero me quedé paralizado de miedo, luego me di cuenta que no estaba llorando de felicidad ¿Acaso lloraba porque no quería asesinar? ¿Estaba bajo algún tipo de hechizo o algo?  Eso explicaba sus drásticos cambios de actitud.

Pero las palabras que dijo la elfa eran mucho peores que cualquier hechizo o maldición, eran sentimiento, al parecer Ashryn tenía sentimientos raros por mi persona.  Por lo visto yo había sido el ser cruel y desalmado todo este tiempo, podía escuchar en mi cabeza como mi maestro me reprendía por mis actos, debía conseguir la manera de escapar de allí antes de que todo terminara peor… podía dejarla inconsciente a causa de un golpe con una rama, no, nada de crueldad por ahora.

Ahora que me fijaba, había dejado de hacerle caso a la elfa hace rato, por lo visto la impresión me habría librado de más culpa de la que sentía en ese momento, no sabía si alegrarme o no por ello, solo reafirmaba mi teoría de que era un ser despiadado.  También me había equivocado por lo visto con las intenciones que tenía hacia la pequeña elfa, merecía ganarme el premio al mejor paranoico o quizá al ser más precavido, los dos me caían a la perfección. Solo había una manera de solucionar todo, tal como lo había empezado “con desinterés”. Saqué una manzana de las que tenía guardada en la bolsa y se la tiré a la elfa dramática, mis planes siempre eran perfectos, no veía porque aquel no pudiese funcionar.

- Como digas, ahora sécate la cara y come, de nada te va a servirle chuparle el alma a una niña moribunda. -  Si aquellas palabras no ayudaban, no sabía exactamente que lo haría, pero debía apegarme al plan para que no me castigaran en la otra vida.

Una vez encargado el problema más grave me acerqué con cuidado a Iliaki que parecía estar más del otro lado que de este. Estaba lo suficientemente cerca cuando la pequeña reaccionó nuevamente, por lo visto no estaba tan grave ya que usó otro de esos motes que tanto despreciaba, en vez de “Candelabro” fue “Candilero” esta vez, aquel era mucho peor.  Y también reconoció a Ashryn, después de todo si se conocían, vaya malentendido.

La pequeña en medio de su agonía siguió con sus frases sin sentido, aunque según recordaba aquello no era tan raro, de por si su estomago también hablaba, gritaba por comida. Ashryn parecía querer darle algo pero la pequeña orejas puntiagudas acabó apuñalándole el ojo con su dedo, buena técnica defensiva si me lo preguntaban, luego se dio a la fuga. Recorrió la misma distancia que una paloma sin alas… o sea, no mucho.

Iliaki estaba agonizando del hambre, se podía notar que llevaba tiempo en aquel estado deplorable y necesitaba ayuda.  Ashryn le pasó algo con comida, en aquel momento me fije en que posiblemente la que estaba chiflada era la elfa mayor, ¿Cómo pretendía que aquel pequeño ser pudiese siquiera levantar una semilla? Tenía más fuerza una araña en una de sus patas que Iliaki en todo el cuerpo, era momento de que yo tomase cartas en el asunto.

Me acerqué al posible cadáver de Iliaki y lo primero que hice fue patear lejos la rama que tenía cerca, lo último que necesitaba en aquel momento era otro golpe.  Luego con cuidado la levanté del suelo y la cargué sobre mi espalda como si fuese un saco de papas, una manera muy amigable de tratar a la gente herida.

- Es un gusto verte de nuevo pequeña. – Dije mientras acomodaba a la elfa para que no se cayese. Luego me giré y vi a Ashryn tratando de elegir bien mis palabras está vez. – Y si ya acabaste de llorar, agradecería que me ayudaras a ver qué tan grave está Iliaki, supongo que debes ser una enfermera decente o algo por el estilo… mientras no termines de matarla para luego comerte sus órganos, todo bien. – Bien, no podía evitar aquellos comentarios, ya me había acostumbrado.

Caminé adentrándome en el bosque con la pequeña a los hombros, esperaba que Ashryn olvidara por un momento sus crisis existenciales y me ayudara en aquello. Ahora que lo pensaba, había leído que las mujeres humanas sangraban cada cierto tiempo y les cambiaba el humor, seguramente con las elfas era igual, eso explicaba todo.

El instinto de conservación había avivado ligeramente las manos de la elfina, haciendo que sus dedos se aferraran a la caja con provisiones. De pronto, su cuerpo se elevaba hasta hallarse en la espalda de Candau. Sin mucho reparo, abrió la caja y comenzó a consumir salvajemente su contenido hasta dejarla vacía. Su primer sentido en recuperarse fue el del olfato.

No alcanzo a comprender esto, todo luce borroso y los árboles giran alrededor de mis orejas. Todo lo que dicen es difuso y ya ni siquiera siento las piernas. Pero por mucho que no alcance a reconocer nada, este olor no lo olvido: Mhhh ¡Vainilla! ¡Eh, caramelos, vainilla...!

- Ashryn... hueles a... Ashryn - dijo débilmente, adhiriendo su naricilla al cuello del arquero. - se... se nota que no tocas el agua muy a menudo.

Je, je, nadie huele al aroma de otra persona a no ser que hayan estado muuuuy cerca uno de otro. Estos loquillos ¡Eh, pero si este madera de pino es Candau! Entonces él y Ashryn... ¿Dónde está Ashryn?

La energía de la comida por fin era absorbida por su cuerpo, logrando recuperar también el sentido de la vista. Como pudo alzó su cabeza para comenzar a buscar a su amiga con la mirada. Sin embargo, cuando por fin la encontró, lo que captaron sus pupilas le estrujó el corazón: ¡Ash estaba sufriendo, y ella no sabía  el porqué!

- ¿Qué le hiciste? - musitó con aspereza - ¡¿Qué le sucedió?! ¡Detente!

Sus ansias habían regresado, impulsando a su cuerpo a separarse de la espalda de Candau, forzando una caída no muy grata. Sin importarle el dolor del impacto, utilizó todas sus fuerzas en tratar de levantarse y en pedir una explicación de aquello. Tambaleando sobre sus pies, Iliaki procedió a su interrogatorio.

- Muy bien, no sé cómo es que estamos todos aquí a punto de la hora del té ¡Ahora no, Doña Josefina! - decía dando manotazos al aire - pero creo que merezco una explicación ¡Candirú, Ashryn no es malvada! ¡No entiendo de dónde sacas todas esas cosas! - reprendía mientras con paso lento intentaba dirigirse a su amiga, no obstante, sus piernas comenzaron a fallar de nuevo, cayendo de rodillas.

Con mucho esfuerzo, puso sus manos sobre el suelo, tratando de que éstas le sirviesen de apoyo para levantarse. Pero para sus piernas era la hora de organizar una huelga coordinada, elevando la furia de la ladronzuela.

- ¡Oh, vamos, no tengo su tiempo! ¡A andar! -decía dando ligeros golpes a sus muslos.  Al darse cuenta que tardaría en reponer su paso, optó por rendirse y quedarse sentada.

Ahora es tiempo de poner toda mi fortaleza en mantener mis párpados abiertos ¡Wah, qué sueño tengo! Y no creo que sea la mejor hora de dormir, que he tenido sueños muy locos. Me pregunto si aquellas coloridas setas de hace dos días tendrán que ver con esto...

Profiriendo un gran bostezo, puso una mano sobre la cintura y continuó:

- ¿Y bien? ¿Algo de lo que deban contarme? -dijo en tono burlesco, alcanzando la manzana que el arquero había arrojado antes. Dio un giro a la fruta, una buena inspección rápida y en diez segundos ya no había quedado nada de lo que había sido una manzana.

La enana al parecer me estaba olfateando como si fuese un lobo, ¿Acaso los elfos robaban el alma a través de algún sentido? Ya comenzaba a asustarme tenerla cargada en la espalda, seguramente en un par de segundos aspiraría con todas sus fuerzas y drenaría mi fuerza vital momentáneamente,  podía tirarla al suelo y que pareciera un accidente… si, era una buena idea.

La pequeña sacó una conclusión de su rastreo con el olfato, tenía el olor de la elfa, aquello era imposible a menos que su magia maligna fuese presente en mí ser, lo más probable es que estuviese el mejor momento para estallarme con su magia. No, seguro aquel olor se lo había imaginado Iliaki, estaba muy cansada y su mente ya no sabía distinguir lo real y lo falso.

La enana comenzó a removerse inquieta, al parecer comenzaba a recuperar sus fuerzas, también parecía preocupada por Ashryn, los orejas puntiagudas siempre se preocupaban por ellos por lo visto.

- Yo no le hice nada, ella solita se puso a llorar a moco suelto con sus palabras… lo único que hice fue cortarla un poco, pero por error. – Chasqueé la lengua con cierta disconformidad, ella sola se había puesto de aquella manera, yo no había hecho nada malo.

Iliaki de alguna forma logró saltar al vacío propinándose un buen golpe, algo estaba mal con aquella niña, debía aprender que caerse de grandes distancias resultaba peligroso.  La pequeña siguiendo con sus alucinaciones nombro a alguna tal Doña Josefina,  luego uso otro mote de mal gusto para referirse a mí ¿Acaso no se cansaba de inventarlos?

Me  quedé observando mientras la pequeña elfa trataba de poner a andar sus piernas con una manera algo brusca, la elfa mayor se le acercó quizá para examinarla o quizá para amputarle ambas piernas. Sacudí la cabeza tratando de evitar aquel pensamiento, debía comenzar a dejar de pensar en el peor escenario, posiblemente Ashryn si pretendiera ayudar a Iliaki, si no era así claramente iba a intervenir y salvar a la pequeña.

La pequeña insistía en respuestas, yo no pretendía decir nada aun, por ley básica de la vida siempre que abría de primero la boca algo malo acababa sucediendo así que simplemente esperaría y luego me defendería con lo que pudiese. Podía planear detenidamente mi argumento y no inventarlo en el proceso, eso sonaba realmente bien, debía aplicarlo en el futuro posiblemente.

Ashryn no demoró en responder, por lo visto creía que me caía mal, eso no era tan cierto, también me daba miedo, temía que acabara asesinándome con sus artes oscuras de elfo malvado.  Mientras ella continuaba hablando logré también fijarme en que ambas si se conocían ¿Para que buscaba Ashryn a la pequeña? O mejor aun ¿Qué quería proponerle?

- Olvidaste añadir en tu historia cuando intentaste arrancarme el alma. - Dije mientras sacaba una flecha de mi carcaj y recorría el filo con los dedos. – Y que casi me asesinaban en Sandorai porque se te ocurrió la brillante idea de dejarme tirado en medio de tus amables y agradables amigos. – Viéndolo de esa manera, era lógico que tuviese miedo a morir estando cerca de la elfa.

Consideré la idea sobre ayudar a Ashryn en buscar las cosas, no confiaba en su estado actual, con lo que había pasado seguramente entraba en otra crisis y terminaría asesinándome con ramas u hojas. Suspire y asentí con la cabeza, era un riesgo que debía correr, por lo visto parecía sabía qué hacer para ayudar a Iliaki y la salud de la enana era la prioridad en aquel momento.

- De acuerdo, mientras no termines envenenándola supongo que está bien.- Aquello posiblemente no acabaría bien. - Y mientras tanto quiero saber ¿ Qué haces en el bosque, Iliaki? Pareciera que llevas semanas perdida.

Tantos días de descuido y de inanición eran el resultado de, irónicamente, la falta de conocimientos del bosque de la elfina, sin embargo, los esfuerzos de aquellos ángeles de última hora habían logrado recuperar poco a poco las fuerzas de su cuerpo, hasta lograr sacar una carcajada de ella.

Arrancar… ¿El alma? ¡Estaré alucinando, pero no soy tonta! ¡Ashryn no haría ni puede hacer eso! ¡Qué cosas!

- ¡Ja, ja, ja! ¡Ella no haría tal cosa, de hacerlo ya estarías muerto! Y eso que no has visto muertos que… - se detuvo de inmediato. Aquellos recuerdos dolosos en Dundarak se arremolinaban en su mente como una punzada, borrando su sonrisa bruscamente. - No hablemos de eso ¿Quieres? Simplemente regreso de viaje, gracias por preguntar.

No había más de qué hablar, y eso lo mantendría con uñas y dientes si era necesario. No obstante, su estómago gradualmente había estado dejando de atormentarla hasta el punto de agradecerle liberando un eructo que reprendió con la fuerza de su abdomen, sin embargo, aquel esfuerzo no le serviría mucho, manifestándose inflando sus mejillas cual sapo.

Desvió su mirada a un costado hasta ver un pequeño papel que yacía en la vegetación del suelo. Movida por la curiosidad, estiró su brazo hasta alcanzar aquel trozo de manuscrito. Lo tomó con ambas manos hasta enfocar las letras que contenía con sus grandes ojos. El mensaje simplemente la llenó de intriga.

- Hey, Candril, ¿Volverás a Lunargenta? – preguntó mientras leía el papel. – He aprendido a pescar… bueno ¡No precisamente! He encontrado a un pescador que deja sus mercancías sin vigilancia alguna muy seguido.

Sus ojos leían y releían el mensaje, pues su cabeza no daba con algún asunto pendiente que tuviese con su congénere. Se preguntaba si por fin había llegado a esa “ansiada” edad en la que la Guardia comenzaba a poner precio a la cabeza de delincuentes. Sin dar con alguna idea, tomó valor y se atrevió a preguntar.

- Emm… Ash ¿Para qué querías verme en Lunargenta?

Esperó un buen momento a la respuesta de su amiga, sin embargo, un dolor agudo emergió de pronto en su antebrazo hasta sentirse como una flama, arrancando un poderoso grito de la boca de la  elfilla.

- ¡AAAAAYYYYJOETOALA! ¡Esa cosa arde! ¡Deja, deja, deja! ¡Peor que un susto en ayunas! ¡Ya, ya, estoy bien, lo juro, lo juro! - decía en un intento de que la dejase. Iliaki sabía muy bien que de no curarse sus heridas podrían ir a peor ¡Pero no lograba soportar aquel ardor!

La pequeña parecía tomarse con humor el hurto de almas que realizaba Ashryn, aunque en algo tenía razón, si ella hacía tal cosa lo más probable es que yo estuviese más que muerto… a menos que estuviese chupándome el alma poco a poco, allí la cosa era diferente.  Lo preocupante fue el cambio de comportamiento de actitud en Iliaki, de un momento a otro su humor desapareció para dar una respuesta normal, tal cual lo haría cualquier otra persona.

Luego de mis comentarios Ahsryn volvió a dar uno de sus discursos de elfa ofendida ¿Acaso iba a ser así cada vez que yo dijese algo? Porque si la cosa iba a estar así prefería simplemente no decir nada, me ahorraría muchos problemas. Ella afirmaba que cualquiera sabía cuál era la función de un beso, aquello era falso, mitos y leyendas afirmaban que de aquella manera se podía sustraer el alma de un cuerpo. También afirmaba que aquella vez en Sandorai me había abandonado por culpa de pánico ¿Cómo no iba a saber que un humano en aquel bosque se metería en problemas? Estaba claro que tenía problemas apenas pisar aquella zona y yo ni lo sabía, siempre me metía en problemas sin saberlo.

Respiré tratando de calmar las ganas de responderle, lo que menos necesitaba era seguir aquella situación, lo importante en aquel momento era ayudar a Iliaki a recuperarse. Desgraciadamente Ashryn no logró cerrar su boca por un momento y soltó un comentario algo salido de tono, no era la primera vez que lo escuchaba pero por algún motivo en aquel momento me fue totalmente desagradable, antes hasta había hecho bromas con aquello pero esa vez me había molestado más que nada, quizá por la manera en la que lo había dicho.

- ¿Sabes algo? Tienes razón, los humanos somos monstruos. – Dije mientras miraba fijamente a la elfa con cierto enfado, mientras hablaba clavaba inconscientemente el filo de la flecha en mi mano tratando de contenerme. – Somos unos malditos monstruos, asesinamos, robamos y abusamos de los nuestros. No nos importa asesinar a algún otro humano o cualquier cosa de otra raza, claro que no, no tenemos empatía.– Cerré los ojos tratando de alejar las imágenes de mi pasado que siempre trataba de olvidar, no las imágenes de cuando había asesinado al primer bandido o de la gente que mis flechas habían dejado sin vida,  eran las imágenes de los restos de mis padres de sangre. – Los humanos somos los únicos capaces de tomar gente y quemarla por diversión, claro que si, somos seres detestables… no nos importan las consecuencias mientras nos parezca adecuado. – La flecha había logrado cortar parte de la palma de mi mano y ahora un chorro de sangre se comenzaba a deslizar desde está, pero aquello no era importante. – Yo también he asesinado, no estoy totalmente orgulloso de eso pero si lo suficiente para no tener pesadillas ¿Por qué? Porque lo hago para bien. He tenido que enterrar bandidos, mercenarios, violadores… es raro conseguirse a alguien de fiar en estos lados, son muy pocas veces donde un simple sonido pueda ser buena señal ¡Los humanos somos monstruos! – En aquel momento de la conversación ya mis manos comenzaban a temblar, tiré la flecha al suelo antes de que terminara de dañarme la manó y me acerqué a uno de los árboles para tratar de calmarme ¿Realmente yo era una buena persona?

 Mientras trataba de calmar mi ataque de ansiedad Iliaki me había hecho otra pregunta, al parecer volvía a estar entusiasmada. Respiré hondo y limpié en el árbol la sangre que seguía corriendo por mi mano, no iba a ensuciar con manchas rojas mi atuendo predilecto para cazar, revisé los matorrales y saqué una planta que revisé rápidamente para luego comenzar a comerla. Pude sentir como todo mi cuerpo comenzaba a relajarse poco a poco, esperaba que fuese solamente un calmante y no un alucinógeno.

- Yo… supongo que puedo ir a Lunargenta de nuevo. – Traté de mantener la vista en la pequeña pero no lo logré, tras mi ataque había quedado como un total demente o un loco, sentía vergüenza de lo que había hecho.– Creí que solo robabas dulces, al parecer vas avanzando a pasos agigantados… cuando consigas una mercancía de carne de ciervo no dudes en invitarme. – Volví a respirar mientras mi ansiedad iba pasando y buscaba la manera de que el humor me ayudara a recomponerme más rápido.

 La pequeña elfa había comenzado a quejarse de los tratamientos de Ashryn, lo sabía, estaba tratando de hacerle algún daño. Traté de avanzar pero mi cuerpo había quedado más entumecido de lo debido “Maldita valeriana, la idea era que solo me calmaras no que me súper relajaras.” Aquel era el problema de no calcular lo que comía, al menos no me había intoxicado.  Por suerte pareció ser otra falsa alarma, Ashryn siguió con su tratamiento hasta que Iliaki expuso otra de sus dudas,  aunque aquello también me interesaba de cierto modo ¿Para que la estaba buscando la elfa chupa almas?  La respuesta era más impactante de lo que esperaba ¿Pretendía llevarse Ashryn a Iliaki? Debía de ser algún tipo de broma aquello.

- ¿Estás demente?  Llevarla a Sandorai sería firmar su sentencia de muerte, los elfos de aquella parte están desquiciados. – Traté de acercarme a aquel par pero cuando fui a separarme del árbol casi me caigo de boca, preferí quedarme en mi cómodo sitio. - ¿Además como planeas mantenerla? Al mínimo problema comienzas a llorar a moco suelto, realmente no conozco mucho a Iliaki pero puedo asegurar que Sandorai es un sitio donde nadie de afuera quisiera estar, ni mi propio maestro aguantó a los suyos y prefirió salir. – En aquel momento me preguntaba si Gillidan apoyaría mi noción o simplemente me lanzaría un balde de agua para hacerme notar mis errores.

Finalmente Ashryn se había decidido por ir a buscar las plantas, afortunadamente no debería acompañarla aquel tramo, mi tarea sería quedarme mientras tanto con Iliaki, aquello no sonaba tan difícil.

- Ve de una vez, ya me aseguraré que no trates de intoxicarla. – Dije a modo de respuesta para Ashryn, lo que menos necesitaba ahora es otro sermón de aquella elfa.

Miré a Iliaki por unos momentos, tenía curiosidad por saber donde había estado metida y porque estaba en esa condición pero sabía muy bien que con mi alteración de hace unos momentos quizá no sería tan buena idea hablarle. Dejé que el peso de mi cuerpo descansar en el tronco del árbol para luego deslizarme hasta el suelo, ya no me preocuparía porque mis piernas terminaran de dormirse en el peor momento, los efectos de la planta deberían irse en un rato.

- Quiero disculparme por… mi comportamiento de hace rato.- Le dije a la pequeña mientras miraba las copas de los árboles, no sabía porque me disculpaba exactamente pero veía que aquello era lo más adecuado. – Comprendería muy bien que no me quisieras dirigir la palabra, muchas personas evitan a los dementes… pero en tal caso que lo hagas deja de ponerme esos apodos tan malos, hasta preferiría que me llamaras por mi nombre.– Sonreí ante la idea de volver a decirlo, la última vez que había compartido mi nombre había sido para ayudar en Roilkat. – Es Fredericksen, por si te lo preguntas. – Ahora que lo volvía a decir me pareció mala idea, si con Candau sacaba motes tan horribles, Fredericksen le daba más letras para jugar “ Rayos ¿Qué acabo de hacer?"

Iliaki, ante los reclamos que se suscitaban de la boca de la ojiazul, permaneció estática, intentando moverse lo menos posible para evitar ser posible objetivo de un atentado, sin embargo, sus ansias para dar mordisco a los bocadillos que aún quedaban a un lado suyo lograron ser más fuertes.

Después de un rato muy tenso, Ashryn por fin había revelado sus verdaderas intenciones, dando un convincente monólogo de ofrecimiento.

- ¡No son actos delictivos, son…! Son... ¿Obras de… caridad? – simplemente se quedó en silencio, sin esperar respuesta alguna. Luego de un rato, la muchacha había desaparecido entre la maleza del bosque.

Oh, Ashryn es tan considerada, qué bueno haberla conocido.
Vaya, mi viejo archienemigo ha desaparecido de mis tripas, ahora siento cómo puedo ser capaz de pensar más claramente.

Las palabras de Candau habían provocado cierto impacto, logrando que vagas imágenes oníricas se posaran sobre su recuerdo, desvanecido de nuevo por la revelación personal del arquero.

- Jo, Fredericksen ¿Eh? – quedó unos momentos meditabunda hasta que consiguió articular unas pocas palabras. – No creo que toooodos los humanos sean tan malos ¿Sabes? – dijo lanzando una mirada comprensiva al cazador.

Después de todo, aunque no sé mucho sobre nada, mi padre también era un humano, y eso me hace a mí en cierta parte  una humana, la mejor elfilla de todas. Oh, quién hubiera sabido esa parte de Ash…

De pronto, se quedó varios minutos mirando a la nada, inmersa en el vacío del sonido. Las palabras de Ashryn habían comenzado a resonar una y otra vez en su cabeza, analizando cada palabra que esperaba a ser comprendida. Llegado el momento, abrió los ojos cual platos y exclamó desconcertada a todo lo que dio su garganta.

- ¡¿QUIERE ADOPTARME?! – gritaba dando un poderoso brinco, el cual para su condición no resultaba comprensible.

¡Adoptarme! ¡¿Pero por qué?! Ya soy muy grande para estas cosas, ya ni siquiera sufro cuando dejan todo totalmente a oscuras… bueno, sí ¡Pero no es el punto! ¿Y qué clase de madre dejaría a su cría llevarse todo lo que quisiera tal cual lo va viendo? ¡Entonces no me podría ofrecer mucho! Ash… ¿Ash no sabe cocinar?

Sin darse muchas luces de su debilidad corporal, comenzó a caminar en círculos, haciendo crujir la hojarasca que había a sus pies. Su mirada giraba a todas partes, con un aire notablemente nervioso e incómodo.

Quiere adoptarme, sin duda eso es lo que quiso decir, adoptarme ¡Adoptarme! No puedo decirle nada sobre Dundarak ni del gremio ¡Se enfadaría! ¡Y más si se entera de Astaroth! Pero qué rayos ¿Estoy aceptando ya que quiero que me lleven? ¡No! ¡Esto es tan confuso!

- ¡YAYAAAAAAAAAAAA! – gritó llevándose las manos a la cabeza.

De acuerdo, esto será sencillo, si sabe cocinar aceptaré, de lo contrario huiré al otro lado de Aerandir, listo ¡Solucionado! Una solución fácil y rápida, qué buena soy en esto de resolver problemas…

Con le mente más calma y despejada, puso las manos sobre la cadera y resopló relajadamente. Repentinamente, recordó que el cazador seguía ahí, como un testigo más de su ataque de histeria. Sin embargo, la elfina, cual pícara continuaba su mente, comenzó a urdir una segunda parte en su plan.

Je, je, pues no me iré sola.

- Y dime, Fredoodles ¿Te gustan los niños? – preguntaba mirando malévolamente al rostro oculto Candau.

Al parecer la pequeña elfa no sabía que decir, debía de ser normal, cualquiera se quedaría en blanco luego de ver semejante acto. Finalmente las palabras que salieron de Iliaki me sorprendieron un poco, después de todo lo que yo había dicho aun confiaba que habían buenos humanos, aquello resultaba sorprendente de cierto modo.

- Pues los pocos que quedan deben estar ocultos en algún sitió. – Dije mirando a la pequeña. – Posiblemente en una cueva, con aire y comida… quien sabe.

Iliaki volvío a sumirse en sus pensamientos, increíblemente existía un lado de la elfa que pensaba, parecía que siempre actuara al azar sin importar el resultado… aunque la mayoría de niños hacían eso a decir verdad. Demoró en un poco en entender lo que sea que pensara, lo cual según su rostro daba a entender que era alarmante, pero todo quedó claro con su grito.

- Creí que lo habías entendido desde el inicio… aunque puede ser que también te quiera secuestrar, ya sabes, te endulzan el oído y luego estás fabricando sandalias en un sótano. – Ambas eran opciones solidas, en el bosque había visto varias veces como trataban de traficar niños dopados para experimentos. – Te recomendaría correr y nunca parar, puedes regresar en un par de días con otro nombre, quizá con un bigote, eso ayuda.

Cada vez que la elfa pensaba más en el asunto parecía desquiciarse más, eso daba a entender porque siempre actuaba tan raro, si pensaba terminaba traumándose solita.  Aun seguía dopado por los efectos de las plantas pero podía pensar en una forma de calamar a Iliaki, rebusqué en el suelo y tomé una nuez, aquello sería útil para traerla de regreso. Calculé con calma y respiré profundamente, el tiro perfecto siempre debía hacerse con tranquilidad, luego de estar totalmente relajado tiré la  nuez a la cabeza de la pequeña. “Trabajo completo”.

Iliaki una vez estuvo calmada volvió a dirigirme la palabra, pero con una pregunta algo rara y de por sí con el peor podo que nunca nadie había logrado imaginar.

- Ahora prefiero mil veces que me digas Candilero o Candelabro, suenan mucho mejor. – Pensé un momento en la respuesta que le daría a Iliaki, era algo que no se debía tomar a la ligera. – Bueno, depende de a lo que te refieras… me agradan como amigos y eso, pero decir “Mira como a Fredericksen le gustan esos niños” no creo, todo adulto cuerdo gusta de una persona de su edad o algo similar, no de niños. – Era mejor claro especificar de que hablaba para no meterme en problemas, al menos por primera vez en la vida debía pensar lo que decía.

Afortunadamente Ashryn volvió de quien sabe dónde, no es que su presencia fuese lo mejor pero al menos evitaría que Iliaki hiciera otra rara pregunta. Las cosas cada vez se ponían más raras, ahora era ella quien se estaba disculpando conmigo ¿Acaso había confundido la valeriana con otra planta y ahora alucinaba? Imposible, había revisado bien aquello.  Por si fuera poco volvía a dar a luz sus sentimientos hacía mi, aquello nunca acababa.

Me tiré al piso tratando de ignorar los comentarios sentimentales, era un comportamiento muy infantil de mi parte pero prefería hacer eso a que la elfa siguiera incomodándome. Parecía una de esas viejitas que hablaba de lo mucho que quería a sus nietos, aunque estos la hubiesen dejado hace años, pero aun así seguía y seguía.

La charla dio un giro drástico que no era muy agradable, ahora resultaba que yo debía ser el cuidador de Iliaki, bueno, aquello no sonaba tan mal ya que de cierto modo me recordaba a mi infancia y sería como regresarle el favor a los elfos… pero aun así, dudaba poder hacerlo. Volví a incorporarme y me levanté tratando de que mis piernas no me traicionaran de nuevo, ya habían vuelto a despertar al menos.

- De suerte se cuidarme yo solo y no es que se me dé muy bien ¿Cómo planeas dejarla bajo mi cuidado? De lo cual no veo problema, aun así es decisión de ella aceptar estar con alguien o ser un alma libre. – Vi a Iliaki tratando de imaginar cómo estaría su mente en aquel momento, Ashryn había llegado simplemente a decir que se la quería llevar y por lo visto ya lo daba por hecho, pero no había esperado la respuesta de la pequeña. – Ella no es un objeto el cual se pueda simplemente transferir, ella es una persona.

Ashryn estaba apresurando su partida, aquello no tenía sentido, cada vez que se sentía dolida o alterada buscaba la forma de escapar, algo estaba mal con aquella elfa. De por si me pretendía dar de regalo una mochila con cosas que ni sabía usar, estaba terminando de darme la bolsa cuando de la nada la dejo caer al simple contacto de las pieles. Algo muy hiriente, que yo fuese del bosque no me hacía venenoso.  Con la caída de la mochila algo más dio a parar en el suelo, era un tipo de caja por lo visto, la elfa simplemente se altero más de lo que estaba y tomó aquel objeto para luego huir.

- Se que siempre mi paranoia arruina las cosas, pero algo realmente va mal ¿Viste como se puso? Estaba más roja que tomate. – Miré a Iliaki pensando que hacer. – Y tampoco te dio tiempo a que le contestaras si querías ir con ella o no.

Pensé en las diferentes maneras que podía detener a Ashryn antes de que se fuera, tirarle otra manzana estaba absolutamente descartado… quizá si tensaba el arco y la asustaba con el sonido, no, aquello tampoco funcionaría, solo me quedaba una opción
.
- Perdóname por esto pequeña. – Dije mientras tomaba a la pequeña elfa de la camisa y rogaba porque las piernas no me fallasen. – Confía en mí, creo saber lo que hago… y por cierto, trata de quitarle lo que sea que trata de esconder,  ese objeto seguro tiene algo que ver en todo esto. – Tomé algo de impulso y luego lancé a Iliaki contra la espalda de Ashryn.

¡Esperen! ¿Qué sucede? Oh, sí, claro, respeten mi opinión ¡Ni siquiera me he enterado de lo que planeaban hacer conmigo!

Es gracioso y a la vez difícil de comprender la actitud de los adultos con los más jóvenes. Es como si quisieran que no se lastimaran desde la rodilla hasta el alma. Pero, por mucho que ellos lo intenten, su protección tarde o temprano desaparece (o muere, en mi caso). Quizá ellos no lo sepan, pero he estado gran parte de mi vida valiéndome por mi cuenta.

Y por más innecesario que sea un cuidado, nunca se desagradece de los amigos, pero ¿Por qué quiere irse? Bah, que así es el amor, que así es el amor…

- ¡Ashryn, no! – dijo dando saltitos intercalados de forma desesperada – Ay… ¿Qué hacemos? ¡Sí, háganme caso los dos, agradezco su atención!

La muchacha se iba alejando poco a poco, poniendo a Iliaki en una gran encrucijada, pues, a pesar de no estar segura de si quería estar a plena libertad o tener a alguien seguro con quien contar, no era así con la partida de Ashryn.

- Sé que siempre mi paranoia arruina las cosas, pero algo realmente va mal ¿Viste cómo se puso? Estaba más roja que tomate. – comentó el cazador.

- Nooo ¿En serio? – contestó sarcásticamente mientras preparaba su Lanzarrocas para darle un golpe a Fredericksen.

“No, Ashryn no te vayas”, diría sujetando firmemente la tela de su espalda y con la mirada baja. “No dejes que el dolor domine tu corazón, habrá otras opciones, otros caminos, pero dejar que nos abandones no es una opción”, así, con una voz profunda y calahuesos. Luego la tomaría de la mano y la llevaría suavemente hasta Candau, tomando la del cazador y uniendo ambas manos por el resto de sus vidas. Excelso.

No, cómo iba a ser, qué va. Señoras y señoras, con ustedes, la primera elfina que vuela sin alas.

Como pudo, se acomodó lo mejor posible en el aire para recibir el aparatoso impacto, alcanzando a poner sus antebrazos en la cabeza para protegerse lo más posible. Lo único que se podía hacer era gritar:

- ¡Ay, Mamá Carlota, allá vaaaaa! – fueron sus últimas palabras. Todos en el mundo la recordarían como una gran heroína.

El impacto la había dejado viendo las estrellas, conduciéndola de nuevo a un sueño profundo. Varios trozos de pan flotaban para alejarse en el infinito, en el vacío negro. Otra vez era aquel sitio. Caminó un poco, volteó a todos lados sin saber qué esperar, quedándose en su mismo lugar nuevamente.

De las penumbras, una figura familiar aparecía serena, imperturbable, quedándose lejos pero lo suficientemente cerca para que Iliaki pudiese verlo. Astaroth asintió, como aprobando algo, luego dio media vuelta y se marchó para no volver.

Por lo visto Iliaki se había dado cuenta de que las cosas iban mal, lo único es que había algo en su tono de voz diferente ¿Trataba de insinuar algo? No, imposible de que tratase de insinuar algo, las personitas de su edad nunca insinuaban cosas, seguramente había escuchado mal… si, aquello era lo más probable.

Como de costumbre mi puntería fue perfecta e Iliaki terminó dando en la espalda de Ashryn, no pude evitar una sonrisa de satisfacción por otro tiro perfecto.  Ashryn parecía totalmente desubicada  e Iliaki parecía haber muerto "Oh rayos, ¿Se partió el cuello?” Era imposible que se hubiese partido el cuello, el impacto fue limpio… yo no planeaba matarla.

Estaba por empezar a correr cuando la elfa mayor me deseó la muerte solo con mirarme, ahora sí que me iba a matar… quizá si la dejaba fuera de combate yo podría huir, sí, eso era.  Estaba buscando con la mirada una piedra lo suficientemente grande para dejarla inconsciente, lo único que detuvo mi búsqueda fue la última parte de lo que dijo Ashryn  ¿Pudo haberse lastimado? Significa que no le pasó mucho a la pequeña elfa, eso era un alivio muy grande, ya no debía correr sin mirar atrás.

- Pues no se lastimó, significa que no hay problema ¿Cierto? – Dije mientras miraba a la pequeña a un paso del más allá. – Tenía todo casi calculado, así que relájate.

Fui a dar un paso para comprobar el estado de la enana cuando mi pie topó con algo, bajé la mirada para fijarme que era la cosa que Ashryn tanto se esforzaba por ocultar, mi plan había salido mejor de lo que esperaba por lo visto. Sacudí con cuidado la caja para darme una idea de lo que había adentro, tenía miedo que el sonido que viniese de adentro fueran almas aullando pero no era nada por el estilo, sonaba como un objeto cualquiera.

Abrí la caja para darme cuenta que lo que había dentro no era nada del otro mundo, un collar simple ¿Por qué aquella cosa le daría tanto miedo a Ashryn? Dudaba que fuese una fobia a los collares, después de todo ella me había prestado el suyo una vez… habían muchas posibilidades, quizá era un collar maldito o había algo más oculto en la caja. Revisé la caja esperando conseguir algo más pero no había nada, que raro.

Justamente la elfa se había acercado a buscar quien sabe qué, seguramente cloroformo o algo para dejar dormida a Iliaki más tiempo, milagrosamente retrocedió un par de pasos, su cara daba a entender que algo estaba muy mal ¿Acaso el collar tenía poderes mágicos?  “Eso es, ahora todo está claro.”

- Le temes a este collar, por eso lo tienes guardado… no es un arma para dañar al resto ¡Es algo que te daña a ti!. – Las piezas encajaban a la perfección, la caja seguro repelía su magia pero el collar por si solo aturdía a Ashryn, por eso ahora su rostro estaba tan pálido, casi se moría por la cercanía al artefacto.

Rodeé a Ashryn sujetando en alto el collar para que no atacase y me acerqué a Iliaki, aquel artefacto le sería de más ayuda a la enana, yo al menos podía defenderme solo. Le di leves sacudidas a Iliaki tratando de traerla de vuelta, si aquello no funcionaba un dedo ensalivado en la oreja sería efectivo.

- Iliaki despierta, conseguí el artefacto que Ashryn trataba de ocultar.

Observé a la elfa mayor, debía tener cuidado con que tratase de arrebatarme aquel objeto. Tal como seres algunas leyendas seguro comprometería su salud para volver a liberarse de la maldición, un tiempo mínimo de dolor no significaría nada para los estragos que pudiese causar en el futuro.

- Ya tus planes de hacernos creer que eras una florecilla de la pradera no tienen resultados. – Dije sin quitarle el ojo de encima a Ashryn, ya estaba claro que era imposible que yo me estuviese equivocando. Dejé el collar en la mano de la pequeña elfa, al menos si la cosa se ponía fea ella tendría mayor protección.- Tranquila Iliaki, todo va a estar bien.- Ahora que veía mejor la situación... posiblemente la pequeña fuese también un amuleto de mala suerte, la primera vez que la vi casi nos transformaban en sopa, ahora la historia se repetía al parecer.

Iliaki divagaba por los mundos oníricos, buscando de nuevo a su antiguo cuidador. Alrededor de ella poco a poco se fueron agolpando voces que repetían al unísono frases incomprensibles, resolviéndose luego en un solo mensaje: “Despierta”.

- Tranquila Iliaki, todo va a estar bien. - decía finalmente Fredericksen en el mundo real.

- ¿Mñeh, qué sucedió? - decía volviendo de nuevo en sí, despabilándose lo más rápido que podía - ¿Artefacto, florecillas? ¿De qué rayos hablas? - interrogaba a Candau, observando que su paranoia crecía a cada momento que se encontraba junto a Ashryn.


La mente de la elfilla poco a poco se aclaraba hasta recordar de nuevo el por qué se encontraba con sus carnes en el suelo, agitándose de nueva manera para buscar frenéticamente a su amiga, no tardando demasiado en ello.

- ¡Ashryn, dónde está…! Oh, je, je, ahí estás, lo siento - se levantaba disculpándose con una risita nerviosa, sacudiendo el polvo que tenía en su propia ropa. Sin previo aviso, obtuvo de pronto un suntuoso collar en sus manos - ¿Qué es esto?

Curiosa, comenzó a examinar detenidamente el collar, logrando apreciar con mayor detalle que la joya no se trataba de una pertenencia cualquiera. Abriendo los ojos tan grandes como platos, dio un pequeño gemido de exaltación y miró preocupada a Ashryn.

- Oh, Ash, no puede ser… ¿Es… en serio? - preguntó con un halo de tristeza y preocupación en su voz.

En Lunargenta se dan anillos y flores, en Dundarak se ofrecen grandes banquetes y extraños minerales, en varios otros pueblos ofrecen música y materias primas difíciles de conseguir. Aquí y en la Luna, si no es que entre la gente de orejas puntiagudas se tiene una excepción, esto significa una sola cosa: Matrimonio. Ugh.


Lentamente, la elfilla se dirigió a la muchacha, entregándola suavemente la joya… o de eso quizá era la finta, pues en menos de lo que se leen estas palabras, ella introdujo la magnífica obra de orfebrería en su resortera, tirando de ella para ser lanzada hasta donde la vista no pudiera seguirle el trayecto.

- Ash, yo tengo una propuesta mejor, – decía sacando un pequeño pan que, la muy distraída, había olvidado que tenía en sus bolsillos. - tú te olvidas de todo el… asuntillo que tengas por ahí guardado – continuaba mientras hacía señas con su bocadillo, dándole una generosa mordida a este – y así aceptamos generar un nuevo núcleo familiar completamente innovador como habías dicho en un principio ¿Te parece? ¡Perfecto!

Guardando un rato de silencio, proseguía con la minuciosa tarea de masticar su trozo de pan, no dudando en buscar los restos de los víveres que le había dado su amiga para su recuperación. Una vez terminada su merienda, continuó con su monólogo, chupándose a la vez los restos de comida que tenía entre sus dedos.

- Sólo tengo una condición para esto. -­ declaró de de pronto de  una forma tan severa y profunda que hasta los pájaros habían pausado su canto para escucharla.

Los segundos pasaron impasibles, con la mirada fría y albina de la ladronzuela clavada en la mirada serena y azul de la practicante de enfermería. Nada podía adivinarse de lo que ella pudiese querer, hasta la muerte se volvía una opción… ¿O no? La condición simplemente dejó a la muerte como la mejor opción posible en ese momento:

- ¡Quiero que Godo Fredus también me adopte! ¡Adóptenme ambos, si no…! - amenazó repentinamente la elfina - ¡Si no, me partiré el cráneo contra ese enorme árbol! Oh, jo, jo, ustedes dos saben que no miento.

La elfilla había comenzado la carrera de su vida, tomando impulso contra el tronco de un grueso árbol, después de todo, no dejaría que el enorme corazón de Ashryn se rompiera, ni tampoco que el cabezadura de Fredericksen se dejara corroer por la paranoia. Diez segundos para el impacto, nueve, ocho...

Milagrosamente la pequeña elfa había salido viva del impacto… bueno, tenía todo calculado, claramente saldría bien de aquel terrible golpe.  Ahora solo faltaba confirmar que no tuviese un traumatismo grave, eso podría causar que su actitud empeorara, podía desvariar mucho más de lo que ya hacía.

- Sucedió que te use como proyectil, muy aerodinámica si me lo preguntas. El punto es, logramos quitarle el artefacto maldito a Ashryn. – Dije aquellas últimas palabras con orgullo, al fin mi paranoia servía para algo.

Iliaki al fin se había dado cuenta del artefacto, por lo visto el golpe la había hecho reaccionar mejor, ahora se acercaba hacía Ashryn como si esta fuese un animal herido, se notaba el dolor en Iliaki al saber que la elfa estaba maldita. La pequeña elfa llego al punto de casi entregarle el collar a Ashryn ¿Acaso planeaba desperdiciar así aquel artefacto tan valioso? Iba a algo para que la pequeña no lo hiciese pero de un momento a otro cargó el collar en su arma y lo disparo a la nada.

- ¿Qué rayos acabas de hacer? – No podía creerlo, ahora no teníamos aquel valioso escudo maldito.

Ashryn también parecía alterada por aquello, ahora cualquier persona que consiguiese esa cosa tendría poder sobre ella, estaba claro. Aunque por las palabras de Ashryn el collar tenía otro significado, según ella sin esa cosa no podría casarse. Las miré confundido y analizando las palabras ¿Casarse? Aquello debía de ser una broma.

- Creí que no sabías contar chistes. – Dije finalmente conteniendo la risa, que buena broma estaba tratando hacer Ashryn. – Como si fuese a ser posible eso.

Iliaki al parecer también era parte de la broma, seguía con el monologo y esta vez parecía darle nuevas ideas a Ashryn, aquello resultaba tan irreal, solo me daba más risa cada una de las palabras. Solo que… Iliaki ahora me había añadido en aquel gracioso monologo y amenazó con partirse la cabeza con un árbol, aunque la cosa no funcionara realmente así.

Ashryn seguía pareciendo alterada e Iliaki se tomaba muy en serio el papel, ya comenzaba a creerme aquello. Deje de reírme y vi la situación con calma, Iliaki iba en serio con su fallido intento de revolverse la papilla que ya tenía en la cabeza y Ashryn estaba a punto de infatarse… ¿Aquello no era una broma?

 Resultaba tedioso tener que volver a escuchar a Ashryn dando uno de sus monólogos negativos, si existía una pizca de posibilidad en aquella chica seguramente ya estaría muerta, tanto asesinar pobres niños le había endurecido el alma por lo visto, su vita era tan gris. Me aclaré la garganta y paseé la mirada entre las dos elfas pensando que decir, en aquel momento la improvisación no me sería nada útil.

Froté ambas manos pensando que hacer, ¿Debía dar una respuesta? Si, una respuesta era lo correcto… pero no sabía qué tipo de respuesta. Todo aquello era por el bien de Iliaki ¿No? Parecía que la pequeña estaba de acuerdo de cierta manera con todo ese asunto, pero ¿Yo lo estaba?

- Veamos, suponiendo que esto no es una mala broma,  estas pidiendo que seamos tus… padres ¿Cierto? – Mire a Iliaki esperando estar equivocándome en algo. – Y digamos que, llego a aceptar tu condición de que… tanto Ashryn como yo nos hagamos cargo, olvidando su claro uso de la magia explosiva y sus intentos de asesinato. – Aquello era muy importante para recordar en ese momento. – Me gustaría saber ¿Por qué te agradaría que te cuidemos? Es decir, ella es una elfa llorona y yo creo que hasta mi propia sombra trama algo en contra mía, existen mejores personas para hacerse cargo de ti pero… ¿Por qué nosotros?

Estaba claro que cada uno tenía su cualidad, no iba a admitir que tal vez Ashryn si fuese una sanadora y no una asesina mágica, nunca lo admitiría, y yo conocía del bosque… pero tenía entendido que la pequeña nos conocía casi que nada, a menos que fuese una espía.

- Si tu respuesta me convence… aceptaré sin rechistar el trato. – Chasqueé la lengua pensando si aquello era correcto, bueno, aun podía existir la posibilidad de que ella no supiese el porqué. -  Oh y lo olvidaba, si eso de “Familia con problemas” llegase a suceder… ni se te ocurra llevarla a Sandorai.– Miré fijamente a Ashryn después de decir aquello, la gente de aquel bosque estaba mal y lo menos adecuado para Iliaki era terminar de atrofiarle los pensamientos rodeándola de locos.

Ambos pusieron sus cartas sobre la mesa. Se oponen fervientemente, quizá por orgullo, quizá por miedo. Oh, Ashryn, ¿De verdad fuiste la que más sufrió en esto?

- ¿Y eres mala persona? - interrogaba con tal de restablecer los ánimos de la chica.

A pesar de todo, y aunque no hemos compartido mucho tiempo juntos, sé que pueden vivir con esto.

-Sí, muy segura, tanto como de que en esta mano hay cinco dedos – decía mostrando para poner más credibilidad en sus palabras. - Y si quiero que ustedes me cuiden… bueno, “cuidar” es un decir, igual les traeré más problemas que un desmayado con diarrea… - haciendo una ligera pausa, intentó de nuevo muy confusamente retomar el hilo de conversación – De acuerdo, si quiero que ustedes me cuiden es por una sencilla razón, la misma que has dicho Federico.

Tomó a ambos suavemente de las manos y los atrajo hacia ella. Dio una mirada comprensiva a ambas partes, imaginando los topes que se darían intentando resolver los motes de una familia “ordinaria”. Una vez estando en una ronda, tomó sus narices y las estrujó con tal fuerza que hasta a la misma elfina le habían tronado las articulaciones de los dedos. Hecho esto continuó.

- Porque ustedes, par de dramáticos, necesitan saber lo dura que es la vida, ¿Pero saben qué? ¡Más dura la verdura! Así que tú dejarás tus paranoias para cuando estés en peligro y tú dejarás de hacer actos dramáticos por despecho.

Un incómodo silencio comenzó a abrirse paso entre ellos, roto de pronto por una estruendosa carcajada de la chica.

- ¡Ja, ja, ja, a que lucí como un jefe de la Guardia Real! - continuaba riendo sin control.

Si me preguntara alguien porqué lo he hecho, porqué pido algo así cuando hace una semana parecería que ni siquiera esto estaría en mis posibilidades de aceptarlo, es por una sencilla razón: Nunca he visto una vez en que en toda Aerandir haya existido una familia íntegra, sin tragedias, sin pasado el cual no hayan superado. ¿Por qué no reunir los trozos para crear algo más hermoso?

Fredericksen luce como (¡O ha de ser!) un ermitaño, y Ashryn está en la frontera de dos mundos al igual que yo. ¿No merecen acaso tener algo suyo, sin miedo a nada? ¿No merecen acaso ser felices?

- Ustedes podrían ser mis hermanos, no lo dudo, pero les ofrezco este beneficio, si quieren. – continuó la ladronzuela -Y Ashryn, ¿Tanto te preocupa casarte? Yo no lo haría por olvidar. - concluía Iliaki con una sonrisa picarona, dirigiéndose luego al cazador. - No te preocupes, Candado, yo seguiré viviendo en Lunargenta.

Sonreía, sonreía sutilmente, cuando todo comenzó a desvanecerse: Ashryn y Fredericksen desaparecieron de pronto de sus ojos, dejando ver a una llanura carbonizada y el bosque entero derruido; Dundarak había dejado huella en ella.

Sus pupilas se dilataron, intentando encontrar paz. Solamente un árbol, uno de tronco fuerte y follaje profundo permanecía de pie, iluminándose en un rayo de sol. La paz de aquel roble la devolvió de nuevo a la realidad, donde aún se encontraban sus amigos con una mueca de entera confusión por tan improvisada adopción.