Deambulando en Sacrestic Ville [Noche] [Libre] [3/3]
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Deambulando en Sacrestic Ville [Noche] [Libre] [3/3]
En ciertas épocas, una sensación de angustia comenzaba a invadir a Belisario. Los recuerdos comenzaban a pesarle cada día más y la ansiedad, producida por el no poder hacer nada, era cada vez peor. Era en esos momentos cuando buscaba hacer cualquier cosa para encontrar al menos una pista que lo guié hacia los responsables de lo que paso. Era así hasta que llegaba un punto en el que toda información que podría parecer una pista no lo llevaba a ningún lado y terminaba rindiéndose.
Sin embargo, esta vez era diferente. En el camino hasta aquella extraña villa varias veces se pregunto si estaba yendo muy lejos con todo esto. En el instante en el que descubrió que los vampiros podrían tener alguna información sobre estos brujos (aunque la posibilidad sea mínima) sintió algo que no había sentido con ningún otra “pista” y en ese mismo momento decidió ponerse en marcha.
Hacía tiempo habían comenzado los días fríos, por lo tanto empaco un poco de provisiones, abrigos y partió. El viaje hasta Sacrestic Ville. Era un viaje largo desde donde vivía pero Bel llevaba un incentivo que además despertó en él su espíritu de la aventura.
Cuando empezó a entrar en razón, darse cuenta de cuál era exactamente su situación y a donde estaba yendo, era muy tarde para volver. Faltaban un par de días para llegar cuando se dio cuenta «¿Qué hare cuando llegue? ¿Dónde iré? No puedo simplemente toparme con el primer vampiro y preguntar “Hola, ¿escuchaste hablar alguna vez de brujos piratas?”». Las únicas respuestas que encontraba Belisario a estos pensamientos estaban basadas en resignación y seguir caminado.
Los últimos rayos del sol bañaban a lo lejos los techos de las casas de Sacrestic Ville cuando Bel diviso la ciudad. La mula ya estaba muy cansada y se notaba en su paso ahora más forzoso, que cada vez le pesaban más las bolsas con provisiones y abrigos.
Con la desaparición del sol en el horizonte y una ventisca helado, el frió comenzó a sentirse rápidamente. Belisario se coloco la gran capucha de su abrigo: esperaba que lo encubriese un poco pero no tenía muchas esperanzas de pasar desapercibido por aquel lugar. Su espíritu de aventura y deseo de encontrar la verdad sobrepasaban su miedo de lo que sea que le esperaba en aquel oscuro lugar.
Luego de entrar busco algún lugar donde pudiese dejar su mula. Encontró una posada, entro a hablar con el dueño para dejar a su mula y ver si podía pasar la noche ahí. Luego de dejar atado al animal, Bel comenzó a recorrer las calles de aquella ciudad ya sumida en la oscuridad de la noche y bajo un cielo despejado y lleno de estrellas.
Con la cabeza tapada con su capucha y el cuello envuelto en una bufanda, Belisario siguió deambulando por las calles de aquella ciudad, perdido, sin saber exactamente donde debía ir.
Sin embargo, esta vez era diferente. En el camino hasta aquella extraña villa varias veces se pregunto si estaba yendo muy lejos con todo esto. En el instante en el que descubrió que los vampiros podrían tener alguna información sobre estos brujos (aunque la posibilidad sea mínima) sintió algo que no había sentido con ningún otra “pista” y en ese mismo momento decidió ponerse en marcha.
Hacía tiempo habían comenzado los días fríos, por lo tanto empaco un poco de provisiones, abrigos y partió. El viaje hasta Sacrestic Ville. Era un viaje largo desde donde vivía pero Bel llevaba un incentivo que además despertó en él su espíritu de la aventura.
Cuando empezó a entrar en razón, darse cuenta de cuál era exactamente su situación y a donde estaba yendo, era muy tarde para volver. Faltaban un par de días para llegar cuando se dio cuenta «¿Qué hare cuando llegue? ¿Dónde iré? No puedo simplemente toparme con el primer vampiro y preguntar “Hola, ¿escuchaste hablar alguna vez de brujos piratas?”». Las únicas respuestas que encontraba Belisario a estos pensamientos estaban basadas en resignación y seguir caminado.
Los últimos rayos del sol bañaban a lo lejos los techos de las casas de Sacrestic Ville cuando Bel diviso la ciudad. La mula ya estaba muy cansada y se notaba en su paso ahora más forzoso, que cada vez le pesaban más las bolsas con provisiones y abrigos.
Con la desaparición del sol en el horizonte y una ventisca helado, el frió comenzó a sentirse rápidamente. Belisario se coloco la gran capucha de su abrigo: esperaba que lo encubriese un poco pero no tenía muchas esperanzas de pasar desapercibido por aquel lugar. Su espíritu de aventura y deseo de encontrar la verdad sobrepasaban su miedo de lo que sea que le esperaba en aquel oscuro lugar.
Luego de entrar busco algún lugar donde pudiese dejar su mula. Encontró una posada, entro a hablar con el dueño para dejar a su mula y ver si podía pasar la noche ahí. Luego de dejar atado al animal, Bel comenzó a recorrer las calles de aquella ciudad ya sumida en la oscuridad de la noche y bajo un cielo despejado y lleno de estrellas.
Con la cabeza tapada con su capucha y el cuello envuelto en una bufanda, Belisario siguió deambulando por las calles de aquella ciudad, perdido, sin saber exactamente donde debía ir.
Rascal
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Re: Deambulando en Sacrestic Ville [Noche] [Libre] [3/3]
La noche era perfecta para continuar mi viaje de regreso a Sacrestic Ville. Había pasado un tiempo desde la última vez que vi a mis ‘‘hermanas’’ y estaba ansiosa por regresar a la taberna. No podría quejarme, pues durante las últimas semanas tuve el placer de satisfacer mis más bajas pasiones con los exquisitos bocadillos que encontré en Lunargenta y Baslodia. Vaya que había disfrutado, aunque en estos tiempos era prácticamente imposible encontrar un compañero sexual que me complaciera lo suficiente como para no terminar muerto entre mis brazos, pero soñar no costaba nada. Jugueteé con una de mis dagas, buscando divertirme durante mi largo camino; amaba atravesar por el bosque, no obstante, odiaba los viajes largos y este sin duda valía la pena con tal de volver a casa. El frío comenzaba a hacerse presente, pronosticando una posible nevada, que seguramente llegaría en un par de días; eso traería a viajeros a la taberna y, por ende, tendría entretenimiento para un buen rato.
Alcé la cabeza y divisé la lúgubre aldea, esbozando una sonrisa ladina al encontrarme en mi hogar. Apresuré mis pasos hasta llegar a la taberna de mi familia y rápidamente entré en el lugar, colgando mi chaqueta en la entrada de la cocina, buscando a las rubias con la mirada. En el salón principal se encontraban algunos hombres bebiendo; unas mesas más a lo lejos divisó unos rizados cabellos rubios, pertenecientes a una hermosa joven, quien no dudaba en devolver las sonrisas coquetas y los besos que recibía por parte de los caballeros que la rodeaban. Asumí que mis otras dos hermanas estarían en sus habitaciones, haciendo lo que tanto nos gustaba hacer con las pobres almas que arribaban a nuestra posada, así que decidí quedarme en el salón hasta que todas hubiesen terminado de alimentarse a base del placer. Claro que eso solo fue una idea, pues apenas si logré tomar asiento, cuando unos delgados brazos blanquecinos rodearon mi cuello con euforia, seguidos por emocionados gritos femeninos.
— ¡Querida, estas en casa! —Dominika propinó algunos besos en mi mejilla—. ¡Te extrañamos tanto!
—Hermana…basta —traté de zafarme—, me estas asfixiando.
— ¡Isobel! ¡Leika! —Comenzó a gritar con más fuerza, sin soltarme ni un poco—. ¡Terminen con lo que están haciendo, Lexie está en casa!
De pronto la chica empezó a correr a los hombres restantes, mientras yo la miraba con una sonrisa, extrañaba estar en casa, donde podía ser yo misma. Las otras dos rubias no tardaron en aparecer, bajando las escaleras con su ropa a medio vestir y gritando emocionadas al verme.
— ¡Oh linda! ¡Que gusto que estes de regreso! —Isobel me abrazó tan fuerte que casi sentí mis costillas romperse.
—Mamá...eso duele —espeté intentando salir de ahí.
Después de una larga y empalagosa bienvenida, comencé a contarles mis travesuras recientes y de todos los ‘‘aperitivos’’ que habían estado entre mis brazos, haciendo especial énfasis en las mejoras de mis habilidades sexuales. Mis hermanas no dudaron en emocionarse ante mis historias, contándome como habían sido las cosas últimamente en los alrededores; hacía tanto que no estaba en casa, que casi había olvidado lo cálido que era estar en familia. Comenzaba a hacerse tarde y había sido un largo viaje, por lo que la sed no tardó en aparecer, desafortunadamente Dominika había expulsado a todos mis posibles bocadillos hacía horas y ahora tendría que esperar al primer incauto que osara atravesarse en mi camino o salir a buscar mi propio alimento. La ultima idea terminó por convencerme, por lo que tomé mi chaqueta y me puse en marcha.
Las calles de Sacrestic Ville rara vez eran transitadas de noche, la mayoría de los viajeros eran lo bastante sensatos como para no atravesar la aldea al ocultarse el sol, aunque nunca faltaba algún idiota que ignorara el peligro o que curiosamente no supiera de él y encontrar uno sería mi cometido. No pasó mucho tiempo para que la suerte me sonriera con un joven solitario y con semblante algo perdido. Afiné mis sentidos y lo seguí con sigilo. Primero esperaría, si merecía la pena de llevarlo a mi cama lo haría, sino simplemente me lanzaría de lleno a comerlo, solo esperaba que esta vez nadie me interrumpiera en mi cacería.
Alcé la cabeza y divisé la lúgubre aldea, esbozando una sonrisa ladina al encontrarme en mi hogar. Apresuré mis pasos hasta llegar a la taberna de mi familia y rápidamente entré en el lugar, colgando mi chaqueta en la entrada de la cocina, buscando a las rubias con la mirada. En el salón principal se encontraban algunos hombres bebiendo; unas mesas más a lo lejos divisó unos rizados cabellos rubios, pertenecientes a una hermosa joven, quien no dudaba en devolver las sonrisas coquetas y los besos que recibía por parte de los caballeros que la rodeaban. Asumí que mis otras dos hermanas estarían en sus habitaciones, haciendo lo que tanto nos gustaba hacer con las pobres almas que arribaban a nuestra posada, así que decidí quedarme en el salón hasta que todas hubiesen terminado de alimentarse a base del placer. Claro que eso solo fue una idea, pues apenas si logré tomar asiento, cuando unos delgados brazos blanquecinos rodearon mi cuello con euforia, seguidos por emocionados gritos femeninos.
— ¡Querida, estas en casa! —Dominika propinó algunos besos en mi mejilla—. ¡Te extrañamos tanto!
—Hermana…basta —traté de zafarme—, me estas asfixiando.
— ¡Isobel! ¡Leika! —Comenzó a gritar con más fuerza, sin soltarme ni un poco—. ¡Terminen con lo que están haciendo, Lexie está en casa!
De pronto la chica empezó a correr a los hombres restantes, mientras yo la miraba con una sonrisa, extrañaba estar en casa, donde podía ser yo misma. Las otras dos rubias no tardaron en aparecer, bajando las escaleras con su ropa a medio vestir y gritando emocionadas al verme.
— ¡Oh linda! ¡Que gusto que estes de regreso! —Isobel me abrazó tan fuerte que casi sentí mis costillas romperse.
—Mamá...eso duele —espeté intentando salir de ahí.
Después de una larga y empalagosa bienvenida, comencé a contarles mis travesuras recientes y de todos los ‘‘aperitivos’’ que habían estado entre mis brazos, haciendo especial énfasis en las mejoras de mis habilidades sexuales. Mis hermanas no dudaron en emocionarse ante mis historias, contándome como habían sido las cosas últimamente en los alrededores; hacía tanto que no estaba en casa, que casi había olvidado lo cálido que era estar en familia. Comenzaba a hacerse tarde y había sido un largo viaje, por lo que la sed no tardó en aparecer, desafortunadamente Dominika había expulsado a todos mis posibles bocadillos hacía horas y ahora tendría que esperar al primer incauto que osara atravesarse en mi camino o salir a buscar mi propio alimento. La ultima idea terminó por convencerme, por lo que tomé mi chaqueta y me puse en marcha.
Las calles de Sacrestic Ville rara vez eran transitadas de noche, la mayoría de los viajeros eran lo bastante sensatos como para no atravesar la aldea al ocultarse el sol, aunque nunca faltaba algún idiota que ignorara el peligro o que curiosamente no supiera de él y encontrar uno sería mi cometido. No pasó mucho tiempo para que la suerte me sonriera con un joven solitario y con semblante algo perdido. Afiné mis sentidos y lo seguí con sigilo. Primero esperaría, si merecía la pena de llevarlo a mi cama lo haría, sino simplemente me lanzaría de lleno a comerlo, solo esperaba que esta vez nadie me interrumpiera en mi cacería.
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Lexie Ivannovich
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Re: Deambulando en Sacrestic Ville [Noche] [Libre] [3/3]
Fueron días, meses, incluso años desde que desaparecí de la zona, no dejando ni siquiera un rastro o señal de mi presencia. Había vuelto una vez, pero en ese entonces estaba perdido y sumergido en litros de alcohol. Aquello no contaba como un regreso, si no más bien como la despedida oficial, una que posiblemente iba a ser eterna, considerando que la villa dejó de escuchar mi nombre durante un buen tiempo. Los rumores se expandieron de que morí en manos de los humanos, que un príncipe de los reinos del norte me había decapitado, que entré en una tristeza tan terrible como para suicidarme... En fin, un montón de cotilleo estúpido y sin sentido se oyó en la querida tierra de los vampiros.
Los cuervos volaban en varias direcciones, surcando el firmamento con sus negras alas y encargándose de tapar cualquier luz molesta. Entre ellas, hacían que los cielos se vieran oscuros, sin ninguna especie de nube. Sus ruidos eran delatadores, como gritos desgarradores de mortal, esos agudos y tenebrosos. Unas aves se posicionaban en árboles marchitos para presumir de sus ojos carmesíes y espantar a cualquier aventurero. Sacrestic no era para cualquier ser, ni siquiera para la raza más poderosa que pueda existir. Cualquiera correrían el riesgo de morir en segundos, de ser succionados y convertidos en un costal de huesos empellejados.
Los animales vieron mi presencia, y comenzaron a cantar en unisono, quizá alborotados de ver otra criatura dirigirse a la puerta principal. No musité nada, seguí mi camino con tranquilidad. Estaba acostumbrado a ello, aunque tenía en cuenta que aquellos alados solían respetarme como su maestro. No dudé en tapar mi rostro con la capa cuando pasé justo por debajo de las ramas. .
Los hambrientos cuervos volaron en mi dirección, en busca de arrancarme la piel. No tuve otra alternativa que revelar mi rostro ante los carnívoros, quienes se detuvieron de golpe al presenciar semejantes ojos azules, los mismos con los que se criaron viendo desde que aprendieron a volar. Quedaron en el aire, estupefactos, inseguros de continuar con sus himnos. -Cuánto tiempo...-Murmuré con una expresión divertida, extendiendo mi brazo izquierdo para que estos se apoyaran con comodidad.
Aletearon hasta este, estrellándose entre sí para pelearse por un espacio más cercano a mi presencia. Al quedar ahí, caminaron hasta mis hombros y se quedaron en estos por un buen tiempo. Seguí mi rumbo hasta la villa, ahora sin nada de qué preocuparme. Las aves volaron al notar que ya entraba a la villa, manteniendo su gran promesa de mantenerse en las afueras para atraer turistas.
Coloqué mi pie derecho en el pavimento de la zona. Me hallaba oficialmente en la calles de Sacrestic; desoladas, silenciosas, apagadas, pero sobretodo, impregnadas de un buen hedor a sangre fresca. Eso nunca cambiaba. El olor era más fuerte que antes, como si una buena multitud de humanos estuviese dando un paseo por la villa. Nunca me había sentido tan en casa, tan bienvenido, tan enamorado de mi propio territorio.
Varios vampiros me reconocieron, sin embargo no dijeron nada para mantenerse escondidos y agarrar a sus presas con una mejor suerte. Lo supuse, sin quejarme al respecto. Crucé mis brazos y di varios pasos hacia adelante, deambulando por la zona. No sentí miedo ni horror, si no más bien comodidad. Estaba mezclado entre mi gente, entre personas que eran exactamente igual a mí, solo con el único defecto de comer con salvajismo, y no seducir con maestría. Acaricié mi barbilla y examiné alrededor de la zona.
No tardé en captar una situación bastante interesante. Era la depredadora persiguiendo a su ciervo, que como un conejillo perdido trataba de buscar algo. La chica estaba tan decidida, y cegada en una pasión por ese jugoso líquido granate que me hacía morder el labio. No estaba mal, no obstante, no era una de las maneras más convencionales para atrapar a su "comida". El sujeto tampoco se veía de fiar, sus ojos no eran tan inocentes como los de cualquier mortal estúpido. Este al parecer sabría defenderse, así que no terminaría bien las cosas.
Escolté a la muchacha con cautela, pero a la vez, también pisé con agresividad para llamar su atención. Estaba concentrada, casi entre lanzarse a comérselo, o quedarse quieta y esperar el momento. Así lo percibía, y los segundos se acababan. Podría evitar todo, podría modificar el destino de la cacería, podría hasta salvar la vida del castaño. ¿Qué decidiría al fin y al cabo?.
-¡Error!-Lancé una botella justo en medio de los dos, viendo cómo el vidrio se esparcía a todas las direcciones. -Son cien latidos por minuto...-Sonreí con travesura, y luego acaricié mi mentón, viéndolos fijamente. -El corazón de un humano late cien veces por minuto... Puedo oírlo...-Le dediqué mi mirada azulada al joven de cabellos cafés. -Cincuenta veces por minuto es en estado de reposo...-Sin tanto esfuerzo, revisé el cuerpo de la señorita.
-Cordial saludo, queridos.-
Los cuervos volaban en varias direcciones, surcando el firmamento con sus negras alas y encargándose de tapar cualquier luz molesta. Entre ellas, hacían que los cielos se vieran oscuros, sin ninguna especie de nube. Sus ruidos eran delatadores, como gritos desgarradores de mortal, esos agudos y tenebrosos. Unas aves se posicionaban en árboles marchitos para presumir de sus ojos carmesíes y espantar a cualquier aventurero. Sacrestic no era para cualquier ser, ni siquiera para la raza más poderosa que pueda existir. Cualquiera correrían el riesgo de morir en segundos, de ser succionados y convertidos en un costal de huesos empellejados.
Los animales vieron mi presencia, y comenzaron a cantar en unisono, quizá alborotados de ver otra criatura dirigirse a la puerta principal. No musité nada, seguí mi camino con tranquilidad. Estaba acostumbrado a ello, aunque tenía en cuenta que aquellos alados solían respetarme como su maestro. No dudé en tapar mi rostro con la capa cuando pasé justo por debajo de las ramas. .
Los hambrientos cuervos volaron en mi dirección, en busca de arrancarme la piel. No tuve otra alternativa que revelar mi rostro ante los carnívoros, quienes se detuvieron de golpe al presenciar semejantes ojos azules, los mismos con los que se criaron viendo desde que aprendieron a volar. Quedaron en el aire, estupefactos, inseguros de continuar con sus himnos. -Cuánto tiempo...-Murmuré con una expresión divertida, extendiendo mi brazo izquierdo para que estos se apoyaran con comodidad.
Aletearon hasta este, estrellándose entre sí para pelearse por un espacio más cercano a mi presencia. Al quedar ahí, caminaron hasta mis hombros y se quedaron en estos por un buen tiempo. Seguí mi rumbo hasta la villa, ahora sin nada de qué preocuparme. Las aves volaron al notar que ya entraba a la villa, manteniendo su gran promesa de mantenerse en las afueras para atraer turistas.
Coloqué mi pie derecho en el pavimento de la zona. Me hallaba oficialmente en la calles de Sacrestic; desoladas, silenciosas, apagadas, pero sobretodo, impregnadas de un buen hedor a sangre fresca. Eso nunca cambiaba. El olor era más fuerte que antes, como si una buena multitud de humanos estuviese dando un paseo por la villa. Nunca me había sentido tan en casa, tan bienvenido, tan enamorado de mi propio territorio.
Varios vampiros me reconocieron, sin embargo no dijeron nada para mantenerse escondidos y agarrar a sus presas con una mejor suerte. Lo supuse, sin quejarme al respecto. Crucé mis brazos y di varios pasos hacia adelante, deambulando por la zona. No sentí miedo ni horror, si no más bien comodidad. Estaba mezclado entre mi gente, entre personas que eran exactamente igual a mí, solo con el único defecto de comer con salvajismo, y no seducir con maestría. Acaricié mi barbilla y examiné alrededor de la zona.
No tardé en captar una situación bastante interesante. Era la depredadora persiguiendo a su ciervo, que como un conejillo perdido trataba de buscar algo. La chica estaba tan decidida, y cegada en una pasión por ese jugoso líquido granate que me hacía morder el labio. No estaba mal, no obstante, no era una de las maneras más convencionales para atrapar a su "comida". El sujeto tampoco se veía de fiar, sus ojos no eran tan inocentes como los de cualquier mortal estúpido. Este al parecer sabría defenderse, así que no terminaría bien las cosas.
Escolté a la muchacha con cautela, pero a la vez, también pisé con agresividad para llamar su atención. Estaba concentrada, casi entre lanzarse a comérselo, o quedarse quieta y esperar el momento. Así lo percibía, y los segundos se acababan. Podría evitar todo, podría modificar el destino de la cacería, podría hasta salvar la vida del castaño. ¿Qué decidiría al fin y al cabo?.
-¡Error!-Lancé una botella justo en medio de los dos, viendo cómo el vidrio se esparcía a todas las direcciones. -Son cien latidos por minuto...-Sonreí con travesura, y luego acaricié mi mentón, viéndolos fijamente. -El corazón de un humano late cien veces por minuto... Puedo oírlo...-Le dediqué mi mirada azulada al joven de cabellos cafés. -Cincuenta veces por minuto es en estado de reposo...-Sin tanto esfuerzo, revisé el cuerpo de la señorita.
-Cordial saludo, queridos.-
Paul Brown Moreau
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Re: Deambulando en Sacrestic Ville [Noche] [Libre] [3/3]
Un repentino sentimiento de angustia y ansiedad subió por el pecho de Belisario, dejando una sensación de calor y presión. Luego de estar caminando unos cuantos minutos, se dio cuenta que sus pasos no lo llevaban a ningún lado y comenzó a pensar todas las cosas que podrían sucederle si pasaba más tiempo en aquellas calles. Se saco la capucha para poder respirar mejor y disipar un poco el repentino calor que había empezado a sentir. Se desabrocho el abrigo y saco su bastón de combate para mantenerlo en su mano, escondido entre sus ropas.
Para regresar a la posada, debía girar en la próxima esquina. En un momento le pareció escuchar algunas pisadas y acelero su paso. Antes de que pudiese girar en la esquina escucho el ruido de una botella de vidrio que cayó a su lado y se rompió en varios pedazos. Sobresaltado, Bel dio media vuelta y divisa dos siluetas: una mujer de cabello rojizo que parecía haber estado acechando y un hombre. No tardo en llegar a lo conclusión de que eran vampiros. ¿Qué otro ser podrían estar merodeando en una noche como esta en Sacrestic Ville?
Belisario pareció congelarse por unos momentos ante la presencia de aquellos seres. Por un momento pensó que no podría escapar y estaba totalmente perdido. Cuando aquel hombre empezó a revisar a aquella mujer, Bel pensó en salir corriendo en aquel mismo momento. Sin embargo, un pensamiento evito que moviese un musculo «¿Si me voy ahora, para que vine? Además, seguramente podrán alcanzarme y será peor. No sé si llamar a esto “oportunidad” pero dudo de que se presente algo parecido».
Belisario apretó fuertemente los dedos en su bastón de combate, aun oculto en su abrigo. Respiro profundamente y exhalo disimuladamente.
—Buenas noches —hablo con la mayor tranquilidad que le fue posible en aquel momento—. Yo soy Belisario Bifröst. ¿Podría saber quiénes son ustedes?
Para regresar a la posada, debía girar en la próxima esquina. En un momento le pareció escuchar algunas pisadas y acelero su paso. Antes de que pudiese girar en la esquina escucho el ruido de una botella de vidrio que cayó a su lado y se rompió en varios pedazos. Sobresaltado, Bel dio media vuelta y divisa dos siluetas: una mujer de cabello rojizo que parecía haber estado acechando y un hombre. No tardo en llegar a lo conclusión de que eran vampiros. ¿Qué otro ser podrían estar merodeando en una noche como esta en Sacrestic Ville?
Belisario pareció congelarse por unos momentos ante la presencia de aquellos seres. Por un momento pensó que no podría escapar y estaba totalmente perdido. Cuando aquel hombre empezó a revisar a aquella mujer, Bel pensó en salir corriendo en aquel mismo momento. Sin embargo, un pensamiento evito que moviese un musculo «¿Si me voy ahora, para que vine? Además, seguramente podrán alcanzarme y será peor. No sé si llamar a esto “oportunidad” pero dudo de que se presente algo parecido».
Belisario apretó fuertemente los dedos en su bastón de combate, aun oculto en su abrigo. Respiro profundamente y exhalo disimuladamente.
—Buenas noches —hablo con la mayor tranquilidad que le fue posible en aquel momento—. Yo soy Belisario Bifröst. ¿Podría saber quiénes son ustedes?
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Re: Deambulando en Sacrestic Ville [Noche] [Libre] [3/3]
La sed comenzaba a hacerse más intensa, mientras trataba de mantenerme serena para no delatar mi posición. Tenía ciertos sentimientos encontrados con respecto a la cacería, en ocasiones me parecía excitante y en otras —como esta— me era totalmente fastidioso. Ciertamente prefería a los bocadillos que me hacían gritar de placer antes de llegar a la deliciosa parte en donde se convertían en mi cena, pero en vista de lo ocurrido en la taberna, no tenía más remedio que adaptarme a las odiosas circunstancias. Modulé mi respiración, enfoqué mis instintos y me preparé para el momento oportuno. No había puesto mucha atención en mi presa, aunque por su espalda no me parecía demasiado interesante. A veces me gustaba jugar un poco con mi comida, solo que ese privilegio estaba reservado para los bocadillos más interesantes y este seguramente tendría el infortunio de una muerte rápida y sin dolor.
Al parecer el momento había llegado, estaba lista, estaba enfocada y me encontraba muy cerca de mi aperitivo. Tomé una de mis hermosas dagas y me preparé para atraparlo, cuando un objeto se atravesó en mi camino, echando a perder mi cacería. ¡Oh madre de todas las cortesanas! ¿Qué no podría tener una cacería sin que alguien se interpusiera? Chasqueé la lengua hastiada y miré al intruso, tomando mi daga con firmeza. Lo destriparía, lo convertiría en una bonita chaqueta de cuero, lo…bueno, era demasiado apuesto como para no darse cuenta de eso y no solo él, también mi aperitivo también estaba de buen ver; con lo mucho que adoro a los hombres con ojos de color. Giré mi daga con destreza antes de guardarla y crucé mis brazos, escuchando al que había osado detenerme. La verdad no entendía a que venía tanta palabrería e incluso comenzaba a replantearme la idea de acabar con sus problemas mentales; de nada me servía un rostro bonito sin nada de cerebro. Estaba en pleno debate, cuando mi aperitivo tomó la palabra, captando mi total atención.
Arqueé una ceja ante su curiosa amabilidad, ¿qué no se daba cuenta de donde estaba? Preguntar mi identidad era bastante innecesario, aunque yo también deseaba saber quién era el apuesto intruso. Mordí mi labio inferior, escudriñando a ambos con la mirada, mientras comenzaba a pensar en las miles de cosas que haría con ambos en otras circunstancias y planeando como haría para volver esas fantasías realidad. La verdad es que las charlas fuera del flirteo no eran lo mío, por lo que para mi gusto este encuentro estaba durando más de la cuenta. Claro que si al final tenía retribuciones placenteras no iba a quejarme, pero hasta ahora dudaba que tanto mi aperitivo como el extraño me brindaran lo que tanto anhelaba. Solté una pequeña risa burlesca, ante la cortesía con la que mi presa se refería a nosotros, los humanos jamás dejaban de sorprenderme.
—Normalmente no le doy mucha importancia a brindarle mi nombre a mis aperitivos —sonreí con malicia—, pero tú eres lindo, así que te lo diré —lo miré—. Lexie Ivannovich —hablé con cierta picardía—, aunque puede llamarme como lo desees, bocadillo —llevé mi mirada al intruso—. ¿Y se puede saber quién eres y por qué interrumpiste mi cena?
No era común encontrarme en una situación similar, después de todo, la paciencia era una virtud que por desgracia yo poseía en pequeñas cantidades; no obstante, tenía el presentimiento de que podría sacar provecho de ambos caballeros y con suerte, sería tan excitante como lo esperaba.
Al parecer el momento había llegado, estaba lista, estaba enfocada y me encontraba muy cerca de mi aperitivo. Tomé una de mis hermosas dagas y me preparé para atraparlo, cuando un objeto se atravesó en mi camino, echando a perder mi cacería. ¡Oh madre de todas las cortesanas! ¿Qué no podría tener una cacería sin que alguien se interpusiera? Chasqueé la lengua hastiada y miré al intruso, tomando mi daga con firmeza. Lo destriparía, lo convertiría en una bonita chaqueta de cuero, lo…bueno, era demasiado apuesto como para no darse cuenta de eso y no solo él, también mi aperitivo también estaba de buen ver; con lo mucho que adoro a los hombres con ojos de color. Giré mi daga con destreza antes de guardarla y crucé mis brazos, escuchando al que había osado detenerme. La verdad no entendía a que venía tanta palabrería e incluso comenzaba a replantearme la idea de acabar con sus problemas mentales; de nada me servía un rostro bonito sin nada de cerebro. Estaba en pleno debate, cuando mi aperitivo tomó la palabra, captando mi total atención.
Arqueé una ceja ante su curiosa amabilidad, ¿qué no se daba cuenta de donde estaba? Preguntar mi identidad era bastante innecesario, aunque yo también deseaba saber quién era el apuesto intruso. Mordí mi labio inferior, escudriñando a ambos con la mirada, mientras comenzaba a pensar en las miles de cosas que haría con ambos en otras circunstancias y planeando como haría para volver esas fantasías realidad. La verdad es que las charlas fuera del flirteo no eran lo mío, por lo que para mi gusto este encuentro estaba durando más de la cuenta. Claro que si al final tenía retribuciones placenteras no iba a quejarme, pero hasta ahora dudaba que tanto mi aperitivo como el extraño me brindaran lo que tanto anhelaba. Solté una pequeña risa burlesca, ante la cortesía con la que mi presa se refería a nosotros, los humanos jamás dejaban de sorprenderme.
—Normalmente no le doy mucha importancia a brindarle mi nombre a mis aperitivos —sonreí con malicia—, pero tú eres lindo, así que te lo diré —lo miré—. Lexie Ivannovich —hablé con cierta picardía—, aunque puede llamarme como lo desees, bocadillo —llevé mi mirada al intruso—. ¿Y se puede saber quién eres y por qué interrumpiste mi cena?
No era común encontrarme en una situación similar, después de todo, la paciencia era una virtud que por desgracia yo poseía en pequeñas cantidades; no obstante, tenía el presentimiento de que podría sacar provecho de ambos caballeros y con suerte, sería tan excitante como lo esperaba.
Lexie Ivannovich
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Re: Deambulando en Sacrestic Ville [Noche] [Libre] [3/3]
La oscuridad era incitante, fría, y adictiva. Me encantaba sentir el manto de la niebla en la piel, a pesar de que esta afectara el clima de mi cuerpo. No me preocupé en absolutamente nada, y todo porque conocía mis habilidades. Como de costumbre, tenía un exceso de confianza en mi presencia. No era púdico, inseguro, o un simple hombre indeciso; a veces me sentía como el rey de la tierra. Sin más preámbulo, di unos pasos hacia adelante, ahora posicionando mi cuerpo en la mitad. Me crucé de brazos, completamente relajado de la situación. Sonreí al notar que los dos me observaban con diferentes sensaciones; desde la inocencia más pura, hasta el genuino odio de la vampira. -*¿Se van a llevar callados para siempre, o...?*-De repente, percibí el comportamiento dudoso del mortal que, con una mirada vacilante, empezó a preocuparse de la escena. Nada se veía bien para él, ni mucho menos el hecho de estar rodeado por dos vampiros.
Sin más preámbulo, examiné el cuerpo del muchacho. Era un sujeto guapo, de unos ojos coloridos semejantes a los míos. Su semblante era bastante interesante, pese a su comportamiento inestable. Él era la representación exacta de un mortal; simple, limpio, virgen de pecados sucios. Mientras que, nosotros, éramos la mismísima representación de la maldad. Vivimos para morder, beber, y succionar. Somos egoístas, y no existe ningún remordimiento al devorar o al asesinar; estoy acostumbrado a todo lo que sería infamia. Sin embargo, la edad te vuelve un vampiro más civilizado. Al fin y al cabo, somos chupasangres, no unos despreciables licántropos. -¿Bueno?...-Susurré en tono bajo, justo antes de que el castaño se decidiera a hablar.
El joven, justo como esperaba, fue sencillo en su respuesta. No tuvo problema en presentarse con modales, aunque también preguntándonos sobre nuestra vida. Al principio, no reaccioné ante sus palabras, pero luego no aguanté una ligera carcajada por su expresiones "puras". Era bastante inocente como para ser verdad. ¿Acaso era nuevo en Aerandir?, ¿Este era su primer viaje en las tierras Aerandianas? Menudo estilo tan casto. Si fuese un vikingo, estaría insultándome por aquella la aparición tan impactante. En fin, ignoré las última frase del ojiverde. Dirigí mi atención a la mujer que se hallaba en el otro extremo, quien no le gustó para mi aparición.
En cuanto a la Femme Fatale, su respuesta fue bastante cautivadora. Una pizca de travesura fue suficiente para verse atractiva, lujuriosa, y deseosa de sangre. Era buena, incluso conocía de la hipnosis y la fascinante magia del vampiro. Me quedé estupefacto, porque primeramente no creía en lo que veía. Su voz estaba afinada en el tono correcto para parecer aún más irresistible. Además, su aspecto personal era considerablemente embelesador. Al terminar de engatusar aquel humano, se enfocó en mí para cuestionarme varias cosas. Como primera instancia, interrogó mi aparición en aquellos lares.
-Vale, vale...-Extendí mi mano a los dos, y enseñé la palma a los dos. -Cálmense, están un poco alterados-Solté un suspiro, para después colocar las extremidades en mi pecho. -Me llamo Paul-Murmuré con paciencia y una buena pronunciación.
Cuando finalicé mi presentación, giré mi rostro para ver al hombre. -Si no es obvio aún, somos vampiros, guapetón.-Dije de forma sarcástica. Acto seguido, volteé mi cabeza y aprecié a la señorita. -Y no estoy interrumpiendo tu cena...-
-Incluso te traje más...-Desenvainé mi espada, y empecé a trazar el filo por mi muñeca. -¿Te interesaría?, ¿uhm?...-Dejé que la sangre se desplace lentamente por el antebrazo.
-Pero primero relájate y seamos respetuosos con el turista...-Esperaba que mi movimiento fuera eficaz para calmar a Lexie. Por último, volví a hablar con Belisario.
-¿Y tú qué haces aquí?-
Sin más preámbulo, examiné el cuerpo del muchacho. Era un sujeto guapo, de unos ojos coloridos semejantes a los míos. Su semblante era bastante interesante, pese a su comportamiento inestable. Él era la representación exacta de un mortal; simple, limpio, virgen de pecados sucios. Mientras que, nosotros, éramos la mismísima representación de la maldad. Vivimos para morder, beber, y succionar. Somos egoístas, y no existe ningún remordimiento al devorar o al asesinar; estoy acostumbrado a todo lo que sería infamia. Sin embargo, la edad te vuelve un vampiro más civilizado. Al fin y al cabo, somos chupasangres, no unos despreciables licántropos. -¿Bueno?...-Susurré en tono bajo, justo antes de que el castaño se decidiera a hablar.
El joven, justo como esperaba, fue sencillo en su respuesta. No tuvo problema en presentarse con modales, aunque también preguntándonos sobre nuestra vida. Al principio, no reaccioné ante sus palabras, pero luego no aguanté una ligera carcajada por su expresiones "puras". Era bastante inocente como para ser verdad. ¿Acaso era nuevo en Aerandir?, ¿Este era su primer viaje en las tierras Aerandianas? Menudo estilo tan casto. Si fuese un vikingo, estaría insultándome por aquella la aparición tan impactante. En fin, ignoré las última frase del ojiverde. Dirigí mi atención a la mujer que se hallaba en el otro extremo, quien no le gustó para mi aparición.
En cuanto a la Femme Fatale, su respuesta fue bastante cautivadora. Una pizca de travesura fue suficiente para verse atractiva, lujuriosa, y deseosa de sangre. Era buena, incluso conocía de la hipnosis y la fascinante magia del vampiro. Me quedé estupefacto, porque primeramente no creía en lo que veía. Su voz estaba afinada en el tono correcto para parecer aún más irresistible. Además, su aspecto personal era considerablemente embelesador. Al terminar de engatusar aquel humano, se enfocó en mí para cuestionarme varias cosas. Como primera instancia, interrogó mi aparición en aquellos lares.
-Vale, vale...-Extendí mi mano a los dos, y enseñé la palma a los dos. -Cálmense, están un poco alterados-Solté un suspiro, para después colocar las extremidades en mi pecho. -Me llamo Paul-Murmuré con paciencia y una buena pronunciación.
Cuando finalicé mi presentación, giré mi rostro para ver al hombre. -Si no es obvio aún, somos vampiros, guapetón.-Dije de forma sarcástica. Acto seguido, volteé mi cabeza y aprecié a la señorita. -Y no estoy interrumpiendo tu cena...-
-Incluso te traje más...-Desenvainé mi espada, y empecé a trazar el filo por mi muñeca. -¿Te interesaría?, ¿uhm?...-Dejé que la sangre se desplace lentamente por el antebrazo.
-Pero primero relájate y seamos respetuosos con el turista...-Esperaba que mi movimiento fuera eficaz para calmar a Lexie. Por último, volví a hablar con Belisario.
-¿Y tú qué haces aquí?-
Paul Brown Moreau
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Re: Deambulando en Sacrestic Ville [Noche] [Libre] [3/3]
Un frio y fuerte viento rozo la nuca de Belisario. Esto, junto con la persistente sensación de peligro provocada por la presencia de no uno si no dos vampiros le provoco un escalofrió que recorrió toda su espina dorsal. Rápidamente, intento desvanecer todos estos pensamientos para concentrarse y pensar que podía hacer para salir vivo y, de ser posible, con lo que vino a buscar.
Bel llego a tal nivel de tranquilidad, teniendo en cuenta su situación, que dio un paso adelante dispuesto a darle la mano a Lexie luego de su presentación. Por suerte, se dio cuenta de lo que estaba por hacer y dio dos pasos hacia atrás, dedicándole una leve sonrisa. «No creo que los vampiros tengan la costumbre de saludar. Menos aun a lo que estaba a punto de ser su cena». Pensó Bel, conteniendo una sonrisa.
No era exactamente la primera vez que se encontraba con vampiros en persona, pero si la primera vez que lo hacía tan expuesto. Algunos negocios nocturnos eran muy rentables aunque peligrosos. Eran contadas las veces que Belisario acompaño a su padre alguna noche a cerrar algún negocio con gente de esta raza.
Y aun así, pensado conocer lo suficientemente bien el comportamiento y costumbres de los vampiros, Belisario se sorprendió cuando vio que el hombre, quien se presento como Paul, desenvaino su espada y la utilizo sobre su propia muñeca. Sin embargo Belisario logro mantener el semblante tranquilo y no bajar la vista.
Cuando Paul le pregunto qué hacía allí, Bel se mantuvo en silencio. Contar todo inmediatamente no iba a ser una buena estrategia (sin tener en cuenta lo difícil que seria para él). En aquel momento, la única forma que se le ocurría por medio de la cual podría intentar obtener lo que necesitaba y no ser cenado por vampiros era buscar alguna forma de generar un interés de parte de ellos.
No iba a ser nada fácil, pero lo único que podía hacer en aquel momento era intentarlo y para esto debía pensar.
—Busco respuestas —se limito a decir luego de quedarse callado por unos cuantos segundos.
Bel llego a tal nivel de tranquilidad, teniendo en cuenta su situación, que dio un paso adelante dispuesto a darle la mano a Lexie luego de su presentación. Por suerte, se dio cuenta de lo que estaba por hacer y dio dos pasos hacia atrás, dedicándole una leve sonrisa. «No creo que los vampiros tengan la costumbre de saludar. Menos aun a lo que estaba a punto de ser su cena». Pensó Bel, conteniendo una sonrisa.
No era exactamente la primera vez que se encontraba con vampiros en persona, pero si la primera vez que lo hacía tan expuesto. Algunos negocios nocturnos eran muy rentables aunque peligrosos. Eran contadas las veces que Belisario acompaño a su padre alguna noche a cerrar algún negocio con gente de esta raza.
Y aun así, pensado conocer lo suficientemente bien el comportamiento y costumbres de los vampiros, Belisario se sorprendió cuando vio que el hombre, quien se presento como Paul, desenvaino su espada y la utilizo sobre su propia muñeca. Sin embargo Belisario logro mantener el semblante tranquilo y no bajar la vista.
Cuando Paul le pregunto qué hacía allí, Bel se mantuvo en silencio. Contar todo inmediatamente no iba a ser una buena estrategia (sin tener en cuenta lo difícil que seria para él). En aquel momento, la única forma que se le ocurría por medio de la cual podría intentar obtener lo que necesitaba y no ser cenado por vampiros era buscar alguna forma de generar un interés de parte de ellos.
No iba a ser nada fácil, pero lo único que podía hacer en aquel momento era intentarlo y para esto debía pensar.
—Busco respuestas —se limito a decir luego de quedarse callado por unos cuantos segundos.
Rascal
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Re: Deambulando en Sacrestic Ville [Noche] [Libre] [3/3]
Un extraño intercambio de miradas se había suscitado entre los tres individuos que nos encontrábamos presentes. Bueno, no podría decir que era lo que ellos pensaban, pero mi mente estaba absorta en devorar a ambos con la mirada. Mordí mi labio inferior con satisfacción, poniendo especial atención a la duda que se mostraba en el humano al momento de acercarse a mí para después volver a retroceder. No sabía lo mucho que me emocionaba cuando una presa mantenía inútilmente su distancia; era como un juego en el que me sentía con poder y eso era por de más excitante. Mis pensamientos se vieron interrumpidos por la pequeña carcajada del extraño, quien logró sacarme una sonrisa burlesca al notar que no era la única que encontraba curiosa la actitud del humano. Por otro lado, tenía cierta intriga por el apuesto intruso, quien se presentó como Paul, después de hacer alusión a la evidente tensión que se había formado en nuestro pequeño grupo.
Guiñé un ojo con una sonrisa pícara cuando Paul reafirmó nuestra condición vampírica, mientras yo volvía a arquear una ceja incrédula a su sorpresivo ofrecimiento de convertirse en mi cena también. Mis ojos se abrieron de impresión cuando por su muñeca comenzó a correr aquel delicioso liquido rojo que tanto adoraba y no pude evitar que mis instintos se afilaran. Comencé a replantearme la idea de darle una mordida al apuesto humano y dejarlo un poco atontado, considerando lanzarme después contra el suculento vampiro, cuando este último se tomó el atrevimiento de interrumpir mis fantasías una vez más; solicitándome que fuese amable con el visitante. Normalmente yo lo mandaría de paseo y haría lo que me viniese en gana, pero ciertamente pasar una noche sin alguna aventura sexual era algo imperdonable; por lo que no me vendría mal esperar un poco si así conseguía mi cometido.
—No desperdicies tan delicioso manjar si vas a querer escucharlo primero —Me acerqué hasta Paul, sacando un pañuelo de mi bolsillo para limpiarle la muñeca. ¡Exquisito elixir de los dioses y este hombre lo desperdiciaba! Bufé un poco y dirigí mi mirada al humano—. Es un lugar bastante peculiar para buscar respuestas, ¿no lo crees, bocadillo?
La verdad es que me intrigaba que alguien tuviese la necesidad de arriesgar su pellejo a cambio de respuestas, por lo que tal hazaña proveniente de un apuesto mortal era sumamente intrigante. Crucé mis brazos, controlando mis ansias por morderlo y me dispuse a escuchar con atención. Esa sería la primera fase de mi plan, así que debía asegurarme no cometer ningún error si quería que todo saliese de acuerdo a lo deseado.
Guiñé un ojo con una sonrisa pícara cuando Paul reafirmó nuestra condición vampírica, mientras yo volvía a arquear una ceja incrédula a su sorpresivo ofrecimiento de convertirse en mi cena también. Mis ojos se abrieron de impresión cuando por su muñeca comenzó a correr aquel delicioso liquido rojo que tanto adoraba y no pude evitar que mis instintos se afilaran. Comencé a replantearme la idea de darle una mordida al apuesto humano y dejarlo un poco atontado, considerando lanzarme después contra el suculento vampiro, cuando este último se tomó el atrevimiento de interrumpir mis fantasías una vez más; solicitándome que fuese amable con el visitante. Normalmente yo lo mandaría de paseo y haría lo que me viniese en gana, pero ciertamente pasar una noche sin alguna aventura sexual era algo imperdonable; por lo que no me vendría mal esperar un poco si así conseguía mi cometido.
—No desperdicies tan delicioso manjar si vas a querer escucharlo primero —Me acerqué hasta Paul, sacando un pañuelo de mi bolsillo para limpiarle la muñeca. ¡Exquisito elixir de los dioses y este hombre lo desperdiciaba! Bufé un poco y dirigí mi mirada al humano—. Es un lugar bastante peculiar para buscar respuestas, ¿no lo crees, bocadillo?
La verdad es que me intrigaba que alguien tuviese la necesidad de arriesgar su pellejo a cambio de respuestas, por lo que tal hazaña proveniente de un apuesto mortal era sumamente intrigante. Crucé mis brazos, controlando mis ansias por morderlo y me dispuse a escuchar con atención. Esa sería la primera fase de mi plan, así que debía asegurarme no cometer ningún error si quería que todo saliese de acuerdo a lo deseado.
Lexie Ivannovich
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Re: Deambulando en Sacrestic Ville [Noche] [Libre] [3/3]
El líquido brotaba por mi brazo, y se sentía aquella vena en latidos apresurados. No estaba nervioso, pocas veces lo estaba, sin embargo me provocaba ver mi brazo adquiriendo un color rojo. Si fuese por mí, ya habría bebido de mi propio néctar, pero varias cosas mantenían expectante y controlado. Mucho tiempo había entrenado para dejar de reaccionar como un licántropo, solo para dejar de actuar como uno de esos grotescos lobos hambrientos. Me daba grima, y varias veces tenía que detenerme para darme cuenta como actuaba. ¿Qué clase de movimientos elegantes eran esos?, eran carentes de cuidado, carentes de arte, carentes de libido sexual. Poco después descubrí que era mejor seducir a la victima, justo antes de asesinarla; aunque si la presa me gustaba demasiado, la convertía en uno de nosotros. En pocas palabras, adopté un nuevo término en ser un "chupasangre"; entre ellos, ser un vampiro significaba ser afrodisíaco. Siempre buscábamos colmar nuestras necesidades, y de varias maneras lo hacíamos, incluso teniendo en cuenta esa sutileza, habilidad y maestría que nos caracteriza. Existimos para "amar" y ser odiados, para hablar y ser callados, para elogiar y ser criticados.
Examiné el rostro disgustado de la señorita, que con expresiones peculiares, prefirió calmar sus instintos. Sonreí al respecto, porque entre más desagrado, más era la tensión que se rompería en unos instantes. Al girar, observé de nuevo al humano perdido en su propia mente. Pude deducir algo: Lexie lo deseaba mucho, más de lo que yo imaginaba; no obstante, ¿cuál era mi papel en ese sitio? Era como el alma en pena, o el bardo que toca el Laúd para incrementar las ganas. Yo no me moví de mi lugar, sabía perfectamente que algo podría sacar de esto. No era sangre, ni sexo... Eran objetivos más oscuros. Me aseguré de que ninguno se atreviera a desenfundar algún arma, o a querer agredir al otro. No quería que se mataran entre sí; al contrario, soñaba que los dos seres se acercasen más.
-¿Desperdiciar?... Pensé que beberías, sin importar mis palabras...-Susurré a la muchacha, lo suficientemente bajo para que el hombre no me oyese. Su olor era magnífico, semejante a la de una dama joven y llena de energía. Cuántas posibilidades habían entre dos muchachos llenos de vida, casi que presumiendo sus edades del nuevo siglo. Eran la nueva generación, y rodearme con adolescentes me hacía sentir muy bien. Mientras ella limpiaba la sangre, no tuve otra idea mejor que tensar mi brazo para que la hemorragia sea aún peor. Empapé la tela de un color carmesí. Era brillante como la luna inmaculada.
Volví a observar el humano, quien finalmente había respondido mi pregunta. Qué misterioso, ahora venía en una misión para tratar de hallar respuestas. Pero, ¿qué lo traía a un lugar tan inhóspito y gélido? ¿Quería morir en las manos de millones y millones de colmilludos?, tenía suerte que era época de turistas, o ya hubiese muerto hace muchas horas atrás. También los dioses estaban con él, porque justamente se encontró conmigo. No le haría daño, al menos no en los próximos minutos. El joven me interesaba, aunque no en un propósito sexual. Consideré en hacer algo por él, en volver con mis fantasías de transformar un alma inocente.
-¿Venganza, justicia, libertad?-Conté cada una con mis dedos, enseñándole los tres de una forma teatral. Así era yo, un completo payaso cuando tenía que ver con actuación. -¿Qué es lo que te inspira a venir, hombre?-Me crucé de brazos.
-¿La inmortalidad, eso es lo que quieres?...-Fui bastante directo.
Examiné el rostro disgustado de la señorita, que con expresiones peculiares, prefirió calmar sus instintos. Sonreí al respecto, porque entre más desagrado, más era la tensión que se rompería en unos instantes. Al girar, observé de nuevo al humano perdido en su propia mente. Pude deducir algo: Lexie lo deseaba mucho, más de lo que yo imaginaba; no obstante, ¿cuál era mi papel en ese sitio? Era como el alma en pena, o el bardo que toca el Laúd para incrementar las ganas. Yo no me moví de mi lugar, sabía perfectamente que algo podría sacar de esto. No era sangre, ni sexo... Eran objetivos más oscuros. Me aseguré de que ninguno se atreviera a desenfundar algún arma, o a querer agredir al otro. No quería que se mataran entre sí; al contrario, soñaba que los dos seres se acercasen más.
-¿Desperdiciar?... Pensé que beberías, sin importar mis palabras...-Susurré a la muchacha, lo suficientemente bajo para que el hombre no me oyese. Su olor era magnífico, semejante a la de una dama joven y llena de energía. Cuántas posibilidades habían entre dos muchachos llenos de vida, casi que presumiendo sus edades del nuevo siglo. Eran la nueva generación, y rodearme con adolescentes me hacía sentir muy bien. Mientras ella limpiaba la sangre, no tuve otra idea mejor que tensar mi brazo para que la hemorragia sea aún peor. Empapé la tela de un color carmesí. Era brillante como la luna inmaculada.
Volví a observar el humano, quien finalmente había respondido mi pregunta. Qué misterioso, ahora venía en una misión para tratar de hallar respuestas. Pero, ¿qué lo traía a un lugar tan inhóspito y gélido? ¿Quería morir en las manos de millones y millones de colmilludos?, tenía suerte que era época de turistas, o ya hubiese muerto hace muchas horas atrás. También los dioses estaban con él, porque justamente se encontró conmigo. No le haría daño, al menos no en los próximos minutos. El joven me interesaba, aunque no en un propósito sexual. Consideré en hacer algo por él, en volver con mis fantasías de transformar un alma inocente.
-¿Venganza, justicia, libertad?-Conté cada una con mis dedos, enseñándole los tres de una forma teatral. Así era yo, un completo payaso cuando tenía que ver con actuación. -¿Qué es lo que te inspira a venir, hombre?-Me crucé de brazos.
-¿La inmortalidad, eso es lo que quieres?...-Fui bastante directo.
Paul Brown Moreau
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Re: Deambulando en Sacrestic Ville [Noche] [Libre] [3/3]
Belisario pudo tranquilizarse completamente para aquel entonces y siguió calmadamente con su plan. Miro a Lexie y le dedico una leve sonrisa
—Llevo mucho tiempo buscando sin resultados. Podríamos decir que la desesperación y un ataque de irracionalidad me llevaron hasta aquí, casi sin tener en cuenta todos los peligros.
Si tenía que explicar algo usaría la misma historia que contaba siempre que entraba en algún lugar en buscar de información. Pasó tanto tiempo y fueron tantas las veces que narro esa historia que no solamente podía decirla normalmente como si fuese completamente verdadera, si no que en algunos momentos hasta el mismo creía que era verdadera.
Ante las palabras de Paul, Bel soltó una pequeña risa y bajo la cabeza «¿La inmortalidad? Deben recibir a muchos visitantes buscando ese mismo “don”»
—Venganza, justicia… —Belisario levanto la cabeza— Eso es lo que busco. Busco a unos brujos piratas. En una ciudad de la península escuche que podría encontrar información sobre ellos aquí. Aun así este dato fuese poco confiable y venir hasta aquí muy arriesgado, era todo lo que tenia. Es todo lo que tengo.
Desde cuando había emprendido el último tramo del camino para llegar a Sacrestic Ville, Belisario había perdido las esperanzas de encontrar algo. Buscaría y preguntaría en cualquier lugar que se le ocurriese, aun así sin esperanzas. Lo mejor de esto sería que no se decepcionaría tanto cuando cada vez que pregunte no obtenga nada que lo pueda llevar a ningún lado.
Bel comenzaba a sentirse un poco cansado y sus piernas costosamente resistían su peso. Por lo tanto, decidió sacarse el abrigo (antes de acomodar su bastón de combate de nuevo en su espalda cruzado) para que el viento frio pueda despertarlo un poco y fue a sentarse en un banco que estaba a unos pocos metros de donde estaban. Finalmente reviso el abrigo para sacar su cantimplora y tomar las últimas gotas de agua que tenia.
—Llevo mucho tiempo buscando sin resultados. Podríamos decir que la desesperación y un ataque de irracionalidad me llevaron hasta aquí, casi sin tener en cuenta todos los peligros.
Si tenía que explicar algo usaría la misma historia que contaba siempre que entraba en algún lugar en buscar de información. Pasó tanto tiempo y fueron tantas las veces que narro esa historia que no solamente podía decirla normalmente como si fuese completamente verdadera, si no que en algunos momentos hasta el mismo creía que era verdadera.
Ante las palabras de Paul, Bel soltó una pequeña risa y bajo la cabeza «¿La inmortalidad? Deben recibir a muchos visitantes buscando ese mismo “don”»
—Venganza, justicia… —Belisario levanto la cabeza— Eso es lo que busco. Busco a unos brujos piratas. En una ciudad de la península escuche que podría encontrar información sobre ellos aquí. Aun así este dato fuese poco confiable y venir hasta aquí muy arriesgado, era todo lo que tenia. Es todo lo que tengo.
Desde cuando había emprendido el último tramo del camino para llegar a Sacrestic Ville, Belisario había perdido las esperanzas de encontrar algo. Buscaría y preguntaría en cualquier lugar que se le ocurriese, aun así sin esperanzas. Lo mejor de esto sería que no se decepcionaría tanto cuando cada vez que pregunte no obtenga nada que lo pueda llevar a ningún lado.
Bel comenzaba a sentirse un poco cansado y sus piernas costosamente resistían su peso. Por lo tanto, decidió sacarse el abrigo (antes de acomodar su bastón de combate de nuevo en su espalda cruzado) para que el viento frio pueda despertarlo un poco y fue a sentarse en un banco que estaba a unos pocos metros de donde estaban. Finalmente reviso el abrigo para sacar su cantimplora y tomar las últimas gotas de agua que tenia.
Rascal
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Re: Deambulando en Sacrestic Ville [Noche] [Libre] [3/3]
Tuve que morder mi labio incontables ocasiones para no tirarle una mordida al vampiro y traté de centrar mi atención en el bocadillo que buscaba respuestas. Oprimí con fuerza el pañuelo sobre la herida, lamentándome ante el desperdicio de alimento que tal imprudencia había generado. Guiñé un ojo de forma picara cuando Paul asumió que no me importaría que le diese al extraño la oportunidad de explicar su estadía en el lugar y que aun así bebería sin reparo alguno. Bueno, en otras circunstancias lo haría, pero no quería asustar al extraño aperitivo, considerando el hecho de que también deseaba cenarlo. Unas gotas de sangre del vampiro quedaron en mis dedos y sin poder controlarlo no dudé en limpiarlas con la punta de mi lengua, escuchándolos a ambos una vez más.
Vaya que el joven era descuidado, pues mira que venir a un lugar como este en su condición; debía ser muy confiado o muy idiota como para arriesgarse a tantos peligros. Yo no era partidaria de devorar gente como si fuese una bestia salvaje, por el contrario, prefería disfrutar de los placeres carnales que una vida ofrecía, antes de arrebatarla por completo, pero no podía decir lo mismo de la demás gente de mi raza; aunque me costara admitirlo, no todos tenían las mismas creencias que mis hermanas y yo, y eso era deplorable. Solté una pequeña risa burlesca cuando Belisario explicó sus motivos para su estadía, pues por muchas respuestas que buscase, estaba arriesgando su pellejo de manera muy insolente. ¿Brujos piratas? Eso sí que era inesperado. Posiblemente yo no prestaba mucha atención a los pastelillos que entraban en mi cama, pero no lograba recordar a alguien con aquella descripción, aun así, no iba a desaprovechar esa oportunidad.
—Y si te ayudo en tu búsqueda, ¿qué me darás a cambio, bocadillo? —No podía hablar por Paul, sin embargo, por mi parte lo quería en mi cama y en mi estómago a como diera lugar—. No es seguro que deambules por las calles con ese…aroma a exquisita sangre fresca.
Me acerqué con cuidado y comencé a rodearlo sin quitar mis ojos de su persona. No me acercaría de manera imprudente, puesto que aún tenía que cuidar no espantar a Paul. Nunca en mi vida me había debatido entre dos exquisitos aperitivos y esta idea estaba explotando mi paciencia y mis ganas, solo restaba intentar calmarme y llevar las cosas conforme al plan.
Vaya que el joven era descuidado, pues mira que venir a un lugar como este en su condición; debía ser muy confiado o muy idiota como para arriesgarse a tantos peligros. Yo no era partidaria de devorar gente como si fuese una bestia salvaje, por el contrario, prefería disfrutar de los placeres carnales que una vida ofrecía, antes de arrebatarla por completo, pero no podía decir lo mismo de la demás gente de mi raza; aunque me costara admitirlo, no todos tenían las mismas creencias que mis hermanas y yo, y eso era deplorable. Solté una pequeña risa burlesca cuando Belisario explicó sus motivos para su estadía, pues por muchas respuestas que buscase, estaba arriesgando su pellejo de manera muy insolente. ¿Brujos piratas? Eso sí que era inesperado. Posiblemente yo no prestaba mucha atención a los pastelillos que entraban en mi cama, pero no lograba recordar a alguien con aquella descripción, aun así, no iba a desaprovechar esa oportunidad.
—Y si te ayudo en tu búsqueda, ¿qué me darás a cambio, bocadillo? —No podía hablar por Paul, sin embargo, por mi parte lo quería en mi cama y en mi estómago a como diera lugar—. No es seguro que deambules por las calles con ese…aroma a exquisita sangre fresca.
Me acerqué con cuidado y comencé a rodearlo sin quitar mis ojos de su persona. No me acercaría de manera imprudente, puesto que aún tenía que cuidar no espantar a Paul. Nunca en mi vida me había debatido entre dos exquisitos aperitivos y esta idea estaba explotando mi paciencia y mis ganas, solo restaba intentar calmarme y llevar las cosas conforme al plan.
Lexie Ivannovich
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Re: Deambulando en Sacrestic Ville [Noche] [Libre] [3/3]
Pocas cosas me cautivaban, pero esta era una situación que se conectaba con mi humanidad, aunque parezca inexistente. En su mirada lo tenía todo, sentimientos, emociones, sensaciones; justa de un mortal perdido, de ojos inocentes. Aún me parecía curioso, a pesar de que intentara mostrarnos ese lado duro. A pesar de todo, los humanos seguían siendo los seres menos experimentados en la vida. Un brujo conoce la energía sobrenatural, un elfo es capaz de vivir por años, un licántropo existe por su instinto, un robot no conoce de inocencia, un dragón tiene la cualidad de conocer los cielos, y un vampiro es tan malévolo como beberse la vida de otro; sin embargo, los humanos sólo se resignan a ver toda esa inmensidad de poderes. Ser efímero significaba presenciar el todo, siendo prácticamente nada. De eso se trataba, de lo que era yo hace un siglo atrás. De ser alguien temporal, que iba a envejecer y a morir como cualquier sujeto.
Allí estaba, en un hábitat que no era de él. Sin saber qué su destreza no decía nada frente a la infinidad de monstruos que vivían en Sacrestic. Ni siquiera leones, o animales; eran colmilludos hambrientos. Son veloces, implacables, feroces a la hora de cazar. Nada le serviría, ni siquiera una espada afilada. Si lograba a matar uno, tendría que enfrentarse luego con millones. Era una mala idea pasar otro territorio, y menos cuando el lugar desea más de su especie. Ahora sufriría las consecuencias, si es que llegaba a suceder algo trágico.
Sonrió ante los movimientos provocativos de la chica. En verdad era buena en seducir, y no se me haría raro si el sujeto terminaba bajo los talentos de ella. No rechistaría, y es más, me encantaría ver la escena. La imaginaba en mi cabeza, provocándome quizá de participar en ella. Cualquier cosa podría ocurrir, era una zona misteriosa, donde la muerte podría llegar tarde o temprano para alguno de los tres. Era un error fiarse de los alrededores, de la noche tan fría y oscura que nos brindaba la naturaleza.
Le di tiempo al muchacho para que hablase. Primero nos hizo un resumen del por qué al lugar, contándonos sobre el motivo de su aparición. Eran unos brujos piratas, algo que fue completamente estúpido. ¿Cómo unos brujos vendrían a un lugar donde son altamente detestados? Era ilógico. La mayoría de las razas conocen la fama de Sacrestic, y todas se unen para procurar venir aquí. Somos, y siempre seremos la "peste", el peligro de Aerandir, la casa de las bestias. Varios fallaron en conquistarnos, y el que pisara la tierra sería hombre muerto. -No hallarás nada, hombre. Sólo la muerte...-Señalé mi espada, y la desenvainé un poco para enseñarle el filo de ésta. -Quizá te convertirías es vampiro, es lo único aceptable.-.
-Podría ayudarte, pero también necesito algo a cambio...-
Allí estaba, en un hábitat que no era de él. Sin saber qué su destreza no decía nada frente a la infinidad de monstruos que vivían en Sacrestic. Ni siquiera leones, o animales; eran colmilludos hambrientos. Son veloces, implacables, feroces a la hora de cazar. Nada le serviría, ni siquiera una espada afilada. Si lograba a matar uno, tendría que enfrentarse luego con millones. Era una mala idea pasar otro territorio, y menos cuando el lugar desea más de su especie. Ahora sufriría las consecuencias, si es que llegaba a suceder algo trágico.
Sonrió ante los movimientos provocativos de la chica. En verdad era buena en seducir, y no se me haría raro si el sujeto terminaba bajo los talentos de ella. No rechistaría, y es más, me encantaría ver la escena. La imaginaba en mi cabeza, provocándome quizá de participar en ella. Cualquier cosa podría ocurrir, era una zona misteriosa, donde la muerte podría llegar tarde o temprano para alguno de los tres. Era un error fiarse de los alrededores, de la noche tan fría y oscura que nos brindaba la naturaleza.
Le di tiempo al muchacho para que hablase. Primero nos hizo un resumen del por qué al lugar, contándonos sobre el motivo de su aparición. Eran unos brujos piratas, algo que fue completamente estúpido. ¿Cómo unos brujos vendrían a un lugar donde son altamente detestados? Era ilógico. La mayoría de las razas conocen la fama de Sacrestic, y todas se unen para procurar venir aquí. Somos, y siempre seremos la "peste", el peligro de Aerandir, la casa de las bestias. Varios fallaron en conquistarnos, y el que pisara la tierra sería hombre muerto. -No hallarás nada, hombre. Sólo la muerte...-Señalé mi espada, y la desenvainé un poco para enseñarle el filo de ésta. -Quizá te convertirías es vampiro, es lo único aceptable.-.
-Podría ayudarte, pero también necesito algo a cambio...-
Paul Brown Moreau
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Re: Deambulando en Sacrestic Ville [Noche] [Libre] [3/3]
A medida que avanzaba cada vez más la noche, el frio se volvía más intenso. Una fuerte brisa de aire rozo el cuello descubierto de Belisario provocándole escalofríos (como si aquel lugar y aquellos vampiros no fuesen suficientes). Cuando Lexie termino de hablar, Bel miro sus manos y sus muñecas un poco descubiertas. Luego de unos cuantos segundos de silencio, Belisario respondió.
—Yo… la verdad… — comenzó a acariciarse la nuca con la mano izquierda — No tengo nada para darles a cambio. Ni siquiera el haber venido aquí fue planeado, ¿Piensan que si lo hubiese pensado estaría aquí realmente? Pues bueno, menos aun pensé en traer algo para dar a cambio de información.
Tomo aire y largo un suspiro intentando calmarse y relajarse, aunque esta situación lo estaba volviendo cada vez más nervioso. Aunque el frio había ayudado a Belisario a despertarse, ahora se estaba volviendo un poco insoportable. Por lo tanto decidió tomar el abrigo y volver a ponérselo.
En el momento en el que Paul termino de hablar, Belisario dirigió su mirada hacia el.
—Creo que tienes razón, no hallare nada aquí — se encogió de hombros —. Cuando estaba por llegar no tenía esperanzas de encontrar información sobre donde puede estar estos brujos… pero fue un viaje muy largo… — hizo una pausa que por un momento pareció muy larga, mientras miraba al suelo. Finalmente levanto la cabeza — ¿Tienen idea donde podría comer algo?
El sueño era algo que podía soportar por bastante tiempo, pero el hambre y la sed, después de un viaje tan largo, eran necesidades que iba a tener que satisfacer lo antes posible
—Yo… la verdad… — comenzó a acariciarse la nuca con la mano izquierda — No tengo nada para darles a cambio. Ni siquiera el haber venido aquí fue planeado, ¿Piensan que si lo hubiese pensado estaría aquí realmente? Pues bueno, menos aun pensé en traer algo para dar a cambio de información.
Tomo aire y largo un suspiro intentando calmarse y relajarse, aunque esta situación lo estaba volviendo cada vez más nervioso. Aunque el frio había ayudado a Belisario a despertarse, ahora se estaba volviendo un poco insoportable. Por lo tanto decidió tomar el abrigo y volver a ponérselo.
En el momento en el que Paul termino de hablar, Belisario dirigió su mirada hacia el.
—Creo que tienes razón, no hallare nada aquí — se encogió de hombros —. Cuando estaba por llegar no tenía esperanzas de encontrar información sobre donde puede estar estos brujos… pero fue un viaje muy largo… — hizo una pausa que por un momento pareció muy larga, mientras miraba al suelo. Finalmente levanto la cabeza — ¿Tienen idea donde podría comer algo?
El sueño era algo que podía soportar por bastante tiempo, pero el hambre y la sed, después de un viaje tan largo, eran necesidades que iba a tener que satisfacer lo antes posible
Rascal
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Re: Deambulando en Sacrestic Ville [Noche] [Libre] [3/3]
Parecía que Paul y yo compartíamos los mismos modos de ser, cosa que realmente era divertida, pues pocos hombres eran capaces de desprender tal sensualidad con una sola mirada. Aunque el platillo principal de la noche era el exótico humano que decía buscar respuestas en una aldea donde la muerte asechaba en cada esquina. Tuve que morderme la lengua en numerosas ocasiones para evitar lanzarme de lleno contra él y ciertamente estaba siendo una batalla campal contra mi propia naturaleza. Pobre bocadillo, mira que hacer un viaje tan largo solo para buscar respuestas de las que nadie sabía nada, eso sí que era triste. Sonreí para mis adentros cuando él comenzó a excusarse, dándonos una catedra acerca del viaje improvisado que había hecho, en su búsqueda de información.
Miré a mi compañero vampiro, esbozando una pequeña sonrisa ladina. La verdad es que no me importaba mucho lo que el joven Belisario quisiera, pero tal vez eso llevaría a una pequeña satisfacción para mí y no iba a desaprovechar la oportunidad. Además, la idea de ver a los famosos brujos piratas también me intrigaba, ya que no había oído nada de ellos antes. Quienes si podían tener información serían mis hermanas, pero llevarlos ahí era una espada de doble filo, pues ellas tenían más experiencia que yo a la hora de conseguir lo que querían y no tenía muchas ganas de compartir tan suculentos aperitivos. Me crucé de brazos dándole vueltas a mi mente, acomodando mis pensamientos y trazando el mejor plan que se me pudiese ocurrir, cuando el humano volvió a tomar la palabra. ¡Madre de todas las cortesanas! ¡Este debía ser mi día de suerte!
—Si —respondí con seguridad—. Conozco un lugar donde podrás comer algo y descansar un poco —le guiñé el ojo—, pero tendrás que apañártelas para mantenerte con vida —no iba a mentir, me agradaba la idea de asustarlo un poco—. Aunque puede que salgas con más que el estómago lleno, bocadillo —dirigí mi mirada a Paul, mordiéndome el labio inferior—. ¿Vienes también?
Aun me encontraba debatiendo la idea de ir hasta mi hogar, a pesar de que esa era la opción mas sensata, habría que evaluar las opiniones de ambos caballeros y esperaba que fuesen beneficiosas para mis planes.
Miré a mi compañero vampiro, esbozando una pequeña sonrisa ladina. La verdad es que no me importaba mucho lo que el joven Belisario quisiera, pero tal vez eso llevaría a una pequeña satisfacción para mí y no iba a desaprovechar la oportunidad. Además, la idea de ver a los famosos brujos piratas también me intrigaba, ya que no había oído nada de ellos antes. Quienes si podían tener información serían mis hermanas, pero llevarlos ahí era una espada de doble filo, pues ellas tenían más experiencia que yo a la hora de conseguir lo que querían y no tenía muchas ganas de compartir tan suculentos aperitivos. Me crucé de brazos dándole vueltas a mi mente, acomodando mis pensamientos y trazando el mejor plan que se me pudiese ocurrir, cuando el humano volvió a tomar la palabra. ¡Madre de todas las cortesanas! ¡Este debía ser mi día de suerte!
—Si —respondí con seguridad—. Conozco un lugar donde podrás comer algo y descansar un poco —le guiñé el ojo—, pero tendrás que apañártelas para mantenerte con vida —no iba a mentir, me agradaba la idea de asustarlo un poco—. Aunque puede que salgas con más que el estómago lleno, bocadillo —dirigí mi mirada a Paul, mordiéndome el labio inferior—. ¿Vienes también?
Aun me encontraba debatiendo la idea de ir hasta mi hogar, a pesar de que esa era la opción mas sensata, habría que evaluar las opiniones de ambos caballeros y esperaba que fuesen beneficiosas para mis planes.
Lexie Ivannovich
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