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Gárgolas en la Torre del Reloj [Evento-Guardián del Tiempo]

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Mensaje  Ansur Jue Dic 22 2016, 20:46


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  El grito del pequeño Tomy se escuchó varias calles a la redonda, y ante lo intrigante que era la situación ocasionó que algunos guardias y ciudadanos curiosos se acercaran hasta la escena, el niño señalaba claramente aterrado hacia la cima de la torre del reloj en donde se encontraban 4 estatuas de gárgolas, las mismas que durante años habían sido usadas en historias para asustar a los niños -Se mueven, se mueven- Gritaba el niño -Mami, mami, no dejes que me lleven- Lloraba y se aferraba a la falda de su madre que junto al resto de curiosos miraban hasta arriba incrédulos ante las palabras del niño.

Y es que las palabras del chico eran algo no solo imposible, sino que además parecía ser tan solo el efecto de haberle contado tantas historias acerca de la magia que despertaba a las gárgolas con el único fin de llevarse a los niños que no se comían todos sus vegetales, o a los que se quedaban despiertos hasta tarde, o cualquier uso creativo que se les quisiera dar.

Mientras la mujer intentaba calmar a su hijo, comenzaron a llegar algunos de los principales constructores del reino con el fin de analizar las razones por las que el reloj podría haberse detenido; todos estaban tan enfocados en el reloj que no llegarían a notar los lentos y sutiles movimientos de las figuras de piedra hasta que ya fuera demasiado tarde...

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El primer post debe contener el comienzo de la ejecución de la labor, cómo se llega y qué es lo primero que se hace. A continuación el master posteará agregando una dificultad y finalmente se terminará con un post donde se resuelve la dificultad y se termina el evento.
Todos los temas del evento se desarrollan en la oscuridad de la noche.
Es importante mantenerse dentro de los límites establecidos por el evento, ya que cada uno forma parte de una historia mayor.
Se permite la creatividad y el control de sucesos o PNJs, siempre y cuando esto no vaya en contra de la regla anterior.
El evento debe ser completado en un máximo de 2 semanas luego de comenzado.
Se aceptan entre 1 y 2 personajes (se esperará hasta tres días luego de iniciado para el posible ingreso de otro, luego de eso, si no hay nadie más, se comenzará con uno solo).
Habrá recompensa en puntos (Máximo 5) y aeros (Máximo 300).
Para unirte, debes primero postear en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
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Mensaje  Zatch Vie Dic 23 2016, 01:29

Zatch pasó frente a la torre del reloj cuando éste marcaba las 9:40 horas de la noche. Realizaba su paseo habitual por Lunargenta, con el cuello de la capa tapándole la mitad inferior del rostro y manteniendo las respingonas orejas en alto, siempre alerta y en búsqueda de víctimas desprevenidas que quisiesen compartir con él todos sus bienes. La víspera del final de año era la época perfecta para llenarse los bolsillos de aeros ajenos; los ciudadanos emocionados y distraídos por el clima festivo eran las presas ideales para el zorro, quien observaba con las cejas en alto y expresión audaz a quien le pasase por al lado, suplantando en su imaginación las cabezas de las personas por brillantes y redondas monedas.

Solía hacer meticulosas rondas por las callejuelas de la ciudad, calculando con exactitud el tiempo que le llevaba transitar tal cantidad de cuadras para saber cuándo exactamente debía pasar por cierta intersección para no toparse con la guardia, de quienes ya tenía memorizados los horarios y circuitos usuales. El zorro se había hecho de cierta fama en los últimos tiempos y, aunque su concepto de los protectores de Lunargenta sostenía que eran unos tontos torpes, ineficaces y haraganes, sabía que existían unos pocos miembros lo suficientemente avispados como para reconocer su inconfundible rostro zorruno, lamentablemente demasiado difícil de esconder, y arruinarle todo el trabajo.

Trajinó durante varias horas antes de regresar a su punto de referencia: la Torre del Reloj. Se arrebujó en su capa y giró a la izquierda, dando por terminada la última ronda con una sonrisilla de satisfacción amenizándole el rostro. En su bolsillo tintineaba el monedero de una anciana que se había descuidado dejándolo sobre el mostrador de un puesto callejero de comida y también le pesaba la billetera de un incauto al cual bastó enseñarle los colmillos para que soltase toda la pasta, ¡vaya timorato! No era un gran botín, pero jamás le haría ascos a un sonoro montón de monedas. Alzó el rostro y observó el gran círculo que señalaba el inevitable y asfixiante paso del tiempo para encontrarse, esperaba, con las agujas marcando alrededor de las seis de la mañana. Entreabrió los labios con sorpresa al ver que indicaba las 10:35 y pestañeó reiteradas veces, asegurándose de que no era su visión la que fallaba. ¡Imposible! Las plantas de las patas le dolían porque había estado caminando por horas, ¡el cacharro ese tenía que estar roto! Pero… ¿acaso no debía haber salido ya el sol?

Bajó la mirada para encontrarse con una multitud que admiraba la torre con su misma estupefacción, mascullando nacientes teorías respecto a lo que acontecía. Frunció el entrecejo y volvió los ojos a la cúspide del edificio. Las agujas no se movían ni un milímetro. No obstante, entrecerró los párpados al notar allá en lo alto una negra silueta encorvada y bestial cuyo brazo izquierdo parecía levantarse con lentitud.
–¿Qué demonios…?
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Mensaje  Eltrant Tale Sáb Dic 24 2016, 02:59

A diferencia de todos los presentes en el lugar, Eltrant no tenía sus ojos clavados en la majestuosa torre que coronaba aquella plaza en mitad de la ciudad que, como guarda, estaba encargado de defender.

Tras dejar escapar un bostezo que, muy probablemente, habría hecho palidecer a cualquier depredador que se jactase de su mandíbula, se dedicó a otear los habitantes de la ciudad, los cuales, entre murmullos, señalaban edificio que el castaño tenia justo tras él.

- Sí, es un inmenso reloj roto – Dijo abriéndose paso entre los ciudadanos, encaminándose a la base de la torre – Y no se va a arreglar por más que lo miréis – Un grito atronador le había atraído hasta el lugar, en concreto, el de un joven infante que miraba con autentico terror la torre del reloj.

El muchacho apenas había respondido a ninguna de sus preguntas, no de forma coherente, sin mucho que hacer, se alejó del joven, dejándolo al cuidado de un par de novatos a los que le había tocado cuidar aquella noche.

No comprendía exactamente que sucedía allí, la torre del reloj se había parado y la gente estaba alterada, ¿Pero por qué motivo? “Las gárgolas se mueven” había oído decir, y con cada repetición de aquellas palabras en sus oídos había encontrado lo mismo en lo alto de la torre.

Nada.

Imponentes figuras de piedra totalmente inmóviles, impasibles, siempre vigilantes, totalmente inmóviles; Por otro lado, no le sorprendía oír esas cosas, él mismo había oído las historias acerca de las gárgolas que custodiaban la torre del reloj, pero no eran más que eso, leyendas, cuentos que los padres contaban a los niños para que estos se comportasen. O eso pensaba, porque finalmente, cuando estuvo justo al pie de la atalaya, comprendió porqué la gente estaba asustada, porqué el joven había gritado y se negaba a articular más de dos palabras seguidas antes de caer presa del llanto.

- ¿Por qué tiene que ser en mi turno…? - Desenvainó lentamente su espada, el fulgor azulado que emitía iluminó su armadura y a las personas cercanas, que se giraron a ver al uniformado que ahora tenía un arma en su poder. - Alejaos de la plaza – Ordenó, algunas personas asintieron enseguida, otras tardaron en reaccionar. – Comentadselos a todos, la guardia no quiere a nadie aquí, puede haber heridos, nosotros nos encargaremos del… problema – No tenia rango ni autorización para hacer aquello, ¿Pero quien más había allí con autoridad para hacerlo? Suspiró y se giró a buscar a sus acompañantes quienes, también, se habían esfumado. - ¿Dónde se han...?

Frunció el ceño a la vez que clavaba los ojos en la solemne silueta oscura que, ahora claramente, se movía en lo alto de la torre, ¿Eran las gárgolas? No podía distinguirlo con exactitud, pero por la forma que dicha silueta poseía, podía ser casi cualquier criatura alada de grandes proporciones que al castaño se le pasase por la cabeza, sintió como un escalofrió recorría su espalda, esperaba no tener a un dragón dentro de la ciudad.

Tras pasarse la mano por el pelo, peinándolo pobremente, se envolvió aún más en su capa añil, resguardándose de la gélida brisa nocturna que parecía ignorar las leyes de la lógica y atravesaba las capas de su armadura como si de afilados cuchillos se tratasen.

A su alrededor había familias, niños, casi una decena de eruditos habían aparecido en la escena, atraídos por el siempre funcional reloj, ahora parado.

La voz de que la guardia había llegado al lugar se estaba corriendo y aunque muchos se estaban marchando, acatando la orden que el castaño había dado, otros simplemente se habían alejado del centro del lugar, esperando ver a los defensores de lugar hacer su trabajo.

Tragó saliva y volvió a mirar hacia arriba, “La Guardia” en aquel momento se reducía a él y a dos novatos más, los cuales, desde que los dejó con el joven que le había sacado de su apacible patrulla, se habían desvanecido en la nada.

- …Las gárgolas se mueven… ¿Por qué no me sorprende? - ¿Es que no podía tener un trabajo que no conllevase enfrentarse a lo desconocido? ¿No podía, simplemente, perder algunas horas de su vida tratando de cazar al clásico ladrón?

Se atusó la barba, si aquella cosa decidía bajar a tierra firme muchas personas acabarían heridas.

- …Parece que voy a tener que subir ahí arriba.
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Mensaje  Ger Jue Dic 29 2016, 21:20

Nota:

Debajo de la torre las personas comenzaban a arremolinarse en una ola de pánico y caos, y es que no era para menos, pues las gárgolas que tanto habían servido para fabricar cuentos de horror, habían convertido la noche en uno de estos; muchas veces alguien había dicho que esas gárgolas eran criaturas del mal pero le habían tomado por loco; estas gárgolas eran simples trozos de piedra tallada, no como las del Castillo Urd, sin embargo parecían haber cobrado vida por alguna razón y sin más, comenzaron a descender clavando sus manos en los muros de la torre para bajar lentamente hasta que finalmente se dejaban caer para romper el piso bajo sus pies.

Las pocas personas que quedaba corrieron a donde se encontraba Eltrant, tu heróico porte y la figura de la Guardia les daba cierta seguridad, la falsa creencia de que colocarse detrás de él los mantendría a salvo; el niño y su madre no tuvieron la suerte de alcanzar al resto de personas y en su lugar solo consiguieron a un amable y peludo hombre bestia -Ayúdenos señor peludo- Dijo el niño al tiempo que se aferraba con todas sus fuerzas a la pierna de Zatch.

Una de las gárgolas se dejó caer desde lo alto y al estrellarse contra el piso se convirtió en un festival de fragmentos de piedra cuyas extremidades dispersas por la zona aún se movían; al menos ahora sabrían que tales criaturas no eran invencibles y no podían volar; de las 4 Gárgolas en la torre, una se había hecho pedazos al caer, otra se dirigía al joven guardia, la otra avanzaría hacia Zatch y una tercera se mantendría inmutable en la parte superior de la torre, dedicándose simplemente a mirar lo que estaba ocurriendo debajo y dirigiendo su vista inútilmente en dirección a las islas de los brujos a cada cierto tiempo.

Las criaturas en el piso rugían de una manera escalofriante y siniestra, pudiendo asustar incluso a los más valientes, y es que no era común ver a una de esas cosas deformes y robustas moverse hacia las personas sin saber exactamente para qué los querrían; mientras tanto la gárgola en la parte superior parecía seguir a la espera de algo, generaba cierta intriga, sin embargo nuestros héroes estaban demasiado ocupados lidiando con aquellas dos criaturas ¿Lograrían resistir aquel ataque inesperado al corazón de Lunargenta?
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* * * * * * * * * * * * * *

La amenaza ha despertado y el peligro se cierne sobre la ciudad, dependerá de vuestras elecciones el desenlace del evento, solo necesitais cumplir el objetivo principal, el resto es opcional pero podéis obtener mejores recompensas.

Además de las gárgolas hay otra cosa que tal vez no notaréis al principio más allá de simples sospechas, pero podréis confirmarlo al pasar el tiempo, extrañamente las luces de la ciudad parecen menguar lentamente, las antorchas que iluminan las calles parecen extinguirse de manera simultánea.

El objetivo principal de vuestro evento será mantener a salvo a las personas y alejarlos tanto como sea posible de aquellas gárgolas, sin dejar que las criaturas salgan del perímetro de la torre.

El objetivo secundario, si os sentís con suerte, será acabar con las criaturas, tienen cuerpos de piedra, por lo que atacarlos con golpes y espadazos no sería muy eficaz, en su lugar deben hallar maneras creativas de neutralizarlos, usad el entorno como arma, podéis lanzarlos a un pozo, usar una estructura frágil para aplastarlos, siempre manteniendo la coherencia.

Como objetivo adicional podéis intentar derribar a la gárgola que sigue en la cima de la torre, para ello debéis subir las escaleras hasta el último piso y enfrentar a la criatura con el riesgo de caer desde lo alto, si osáis tomar el riesgo debéis lanzar una runa y rogar que los dioses los apoyen.
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Mensaje  Zatch Vie Dic 30 2016, 02:08

Se preguntó hacía cuánto tiempo que no tenía una noche simplemente normal, rutinaria y monótona, y por qué cada vez se encontraba más seguido diciéndose: “esta es la noche más extraña de mi vida”. Si no estaba luchando contra alguna criatura extraña, se veía envuelto en intrincadas tramas de asesinatos o su cogote terminaba bajo el filo de algún arma punzocortante. A pesar de esto, podía decir que era la primera vez que estaba bajo una situación tan fantasiosa, donde las criaturas de piedra de los cuentos cobraban vida para aterrorizar a un grupo de temerosos pacatos que salían corriendo ante la primer dificultad, pasándole por al lado como una estampida de gacelas aterrorizadas.

El zorro frunció el ceño cuando vio cómo, inevitablemente atraídos por la baraúnda, la (ineficaz y torpe, por supuesto) Guardia de Lunargenta hacía acto de presencia. Instintivamente levantó aún más el cuello de su capa para esconder su largo hocico tras éste y analizó cautelosamente al hombre cuya espada refulgía con opulencia, ¡vaya presumido! La tensión abandonó lentamente sus músculos al ver que aparentemente no era reconocido por el muchacho; su orgullo le dolió al darse cuenta de que no era tan famoso como creía, aunque, a decir verdad, resultaba mucho más conveniente disfrutar de un perfil bajo. Él tampoco reconocía a aquel hombre y pronto, como si una chispa se encendiese en su cerebro, un plan puso en acción sus neuronas y una sonrisa socarrona le adornó las facciones.

El guardia no sabía que él era un ladrón, parecía ser el único hombre medianamente apto para defender a los civiles, la situación se tornaba peligrosamente comprometedora y, casualmente, él era un fuerte hombre-bestia cuyas habilidades podían serle de gran ayuda. Aquellas situaciones solían contar con una recompensa monetaria para los valientes que se aventurasen a resolverlas, y para Zatch la palabra “dinero” lo justificaba absolutamente todo. Además, que lo viesen realizando la buena acción del día podría llegar a salvarle el pellejo en un futuro. ¿Renegaría ese guardia de la ayuda de un buen samaritano zorruno?

Las gárgolas comenzaron a descender ágilmente desde lo alto de la Torre y Zatch achaparró con hastío las orejas cuando la gente comenzó a lanzar agudos e insoportables chillidos, como si gritando fuesen a espantar a los enemigos. Por si eso fuera poco, muchos corrían a resguardarse tras los pocos presentes cuya presencia inspiraba seguridad. ¡Qué nulo criterio tenían los que se lo elegían a él para ocultarse! Cuando sintió que algo se agarraba a su pierna derecha, bajó la mirada con los labios apretados y el ceño arrugado para clavarla en los vidriosos ojos del… niño llorón que se aferraba tan fuerte a los vellos de su pierna que terminaría arrancándoselos de un tirón.

–¡Iugh! ¡Maldito mocoso, te voy a…! –Inhaló profundamente para controlar sus violentos pensamientos y no lanzarlo lejos con una buena patada. En vez de eso sonrió, tanto a él como luego a la madre, y les dijo con la más lograda amabilidad: –No teman y vayan a un lugar seguro, ¡rápido! Nosotros nos encargaremos de esto.
Ni siquiera él sabía a quiénes se refería con “nosotros”, pero tanto la mujer como su pequeño parásito se vieron tranquilizados y no tardaron en acatar el consejo de la bestia, marchándose para esconderse tras un frondoso árbol de la plaza. Zatch lanzó una mirada furtiva al resto de las personas que se habían quedado cerca de él para humear y alzó la mano, dedo índice en alto, para señalar el camino por donde se habían ido los otros dos. –¿¡Acaso creen que esto es un espectáculo!? ¡Fuera, fisgones! –Quizás por la agresividad en su tono o porque sus fauces exhibían una brillante hilera de colmillos, muchos recularon y se pusieron a la labor de encontrar sus propios escondites.

La primer gárgola que bajó terminó despedazándose en el suelo tras caer torpemente y el zorro se dio la vuelta de inmediato para presenciar cómo los trozos se esparcían por doquier. No hacía falta ser un genio para deducir que se trataban de criaturas frágiles y bastante imbéciles. La segunda y la tercera fueron hacia la bestia y el guardia respectivamente, mientras que una cuarta se mantenía en lo alto. Zatch inmediatamente perdió el interés en esta última, pues no podía saltar desde allá arriba sin destrozarse y tenía tiempo, según creía, de ocuparse de la más cercana antes que la última decidiese bajar. La criatura se acercaba con tétricos movimientos articulados, traqueteando con cada paso y vociferando rugidos que le erizaron cada vello del cuerpo. Ni siquiera tuvo tiempo de preguntarse cómo rayos esos seres habían cobrado vida, pues la gárgola se abalanzó sobre él con las pétreas garras en alto. El zorro dio un salto hacia atrás, evadiendo por poco el ataque y respondió a éste con una patada que atinó a la frente del monstruo. –¡Agh, me cago en…! –No obtuvo nada más allá del crujir de sus propios huesos y tuvo que recular saltando hacia atrás con la pata sana mientras se agarraba la herida, soltando gemiditos de dolor (totalmente viriles, claro). La criatura ni siquiera se inmutó y retomó sus movimientos ofensivos. No era muy rápida, pero Zatch intuyó que con un solo golpe podría romperle un hueso, con lo cual se esforzó por evitarlos con ágiles evasiones. A cada esquive, el monstruo parecía consternarse más y más y descuidaba sus ataques con el afán de golpear más rápido y más fuerte, pero con menos precisión. El zorro analizó sus movimientos y rápidamente formuló un plan de acción. Ya que no contaba con una gran fuerza física, debería remediar dicha carencia con su innata agilidad.

Disimuladamente, comenzó a llevar a la gárgola hacia un extremo de la plaza lindado por viejos árboles cuyos troncos eran gruesos y resistentes– ¡Quítense, quítense! –A su paso las personas huían de detrás de sus escondites para alejarse del conflicto. La gárgola, cada vez más frustrada y violenta, arremetía contra el zorro con todas sus fuerzas. Apenas podía esquivar los ataques y luego de un salto trastabilló, perdiendo el equilibrio por un instante. El enemigo aprovechó su oportunidad con creces; el zorro gimió de dolor cuando un golpe seco le hundió el estómago y lo expelió hacia atrás. La muchedumbre ahogó un gemido cuando vieron a la bestia rodar por el suelo abrazándose el abdomen y gritaron a coro cuando la gárgola se le acercó, puños en alto, para asestarle el golpe definitivo. Entonces, alentado por su instinto de supervivencia, el zorro rodó con un segundo de ventaja y los antebrazos de la criatura aporrearon el suelo que su cuerpo ocupara un instante atrás. Impulsándose con las manos se puso de pie y retrocedió, debiendo apartar con molestia la capa en cuya tela se enredaba y entorpecía sus acciones. Un segundo. ¡La capa!

Mientras andaba hacia atrás, a pocos metros de chocar la espalda contra un árbol, se llevó la mano al cuello para desprenderse la prenda y quitársela de un manotazo. La verde tela dibujó un arco sobre su cabeza y, cual torero, la mostró a la gárgola con una sonrisa taimada que le llegaba, casi literalmente, de oreja a oreja. La criatura, cuyos pedregosos ojos parecían brillar de furia, tomó impulso y arremetió contra él con toda su ira contenida, lanzando un potente rugido que acalló a los espectadores. Zatch esperó hasta el último instante para impulsarse con sus enormes patas y saltar hacia arriba, dejando caer la capa sobre la cabeza del contrincante. La gárgola, cegada y enfurecida, continuó la carrera con la seguridad de que daría fin al zorro hundiéndole los cuernos en la barriga. No obstante su cabeza se topó con el duro árbol delante del cual Zatch se había encargado de posicionarse y, con un placentero sonido, se quebró en cientos de pequeños pedazos.

Algunas personas no pudieron contener la emoción y vociferaron gritos de júbilo. La bestia hinchó el pecho y exhibió su larga hilera de colmillos en triunfales y pedantes carcajadas, acercándose al rival caído para quitarle la capa y volver a ponérsela. –¡Ja! ¿Quién sigue, ah, ah? –Cebado con su victoria, se acercó al hombre de la espada fulgurosa y exclamó:
–¡Recuerda mi rostro, Guardia! ¡No olvides al zorro que te ha ayudado! –Entonces miró hacia arriba, a la cima de la torre, y gritó– ¡Ve por esa, yo te cubro aquí!

Las acciones de Zatch se regían nada más que por interés y conveniencia. Sin embargo, no podía negar que muy dentro de sí disfrutaba ser vitoreado por las personas. Tras notar que el ambiente se había puesto más oscuro y varias de las antorchas comenzaban a extinguirse, el zorro se encargó de acercarse a la muchedumbre para dirigirla a sus hogares, quizás con poca amabilidad pero lo suficientemente asertivo, despejando la plaza para que el guardia tuviese una mayor libertad de acción.
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Mensaje  Eltrant Tale Lun Ene 09 2017, 00:19

-…ya bajan ellas… - Frunció el ceño, y suspiró, colocando su espada a escasos centímetros de su rostro. Estaba habituado a matar cosas, por mucho que le costase admitirlo, a lo largo de sus viajes por el mundo se había enfrentado a bestias y bandidos, de todos los tamaños, a cada cual más vil que el anterior.

Pero no sabía cómo iba a lidiar con cosas que, muy a su pesar , no estaban hechas de carne.

- Muy bien, primero les golpeo, y ya veremos qué pasa después – Se pasó la espada de una mano a la otra, una de las criaturas perdió pie y se estrelló contra el suelo de la plaza, a escasos centímetros de dónde se encontraba, lanzando pequeños fragmentos de roca en todas direcciones – Interesante.

Las personas comenzaban a acumularse a sus espaldas, y no le extrañaba, después de todo era el único individuo uniformado del lugar - ¡¿A qué esperáis?! – Vocifero, extrañamente aquello fue lo que hizo que la gran mayoría de los ciudadanos emprendiesen la retirada y no el hecho de que una de las estatuas se hubiese convertido en añicos a escasos metros de dónde se escondían - ¡Vamos!

Una segunda estatua no tardó en descender, el animal de roca miró a su alrededor buscando una presa, era evidente que aquella cosa no era precisamente amistosa. Eltrant avanzó un par de pasos, no iba a permitir que ninguna persona se convirtiese en el objetivo de aquella bestia, iba a cumplir con su trabajo.

Sin embargo, de algún modo, un sujeto emergió de entre el público, un individuo lo suficientemente valiente como para encarar a un ser hecho del mismo material que los edificios que le rodeaban.

Frunció el ceño y sacándole partido a la situación se giró sobre sí mismo - ¡Vamos! – Volvió a gritar a los transeúntes que, ahora, miraban como el hombre-bestia encapuchado lidiaba con la gárgola - ¡Moveos! – Señaló a la salida más cercana, y al mismo tiempo, a la que se encontraba más alejada del problema que el valiente desconocido tenía entre manos - ¡Rápido! – Aquella sucesión de palabras que acompañaba con algún suave empujón para que se dieran prisa se vio acallada cuando un fuerte rugido a su espalda le hizo girarse de inmediato, afianzando ambas manos en su espada.

La gárgola se había cansado de los juegos del homínido y, henchida de ira homicida, cargó contra este, dispuesto a convertirle en una amalgama de vísceras y carne - ¡Cuidado! – En aquel instante, cada vida en aquel lugar era su responsabilidad, él era quien debería de estar luchando contra aquella cosa, no él hombre-bestia.

Sus temores eran infundados, el heroico desconocido se las ingenió para que el animal se estrellase contra el grueso tronco de un árbol, convirtiendo su cabeza en un montón de arenisca en el proceso.

Dejando caer la espada sobre su hombro, no pudo sino silbar asombrado ante esto. Los pocos ciudadanos que aún no había abandonado el lugar estallaron en vítores y aplausos, detectó algún insulto hacía el guarda que no había hecho nada salvo dar órdenes, se encogió de hombros y los ignoró, lo importante es que estaban a salvo.

Bien hecho – Dijo al hombre según se acercaba, las palabras que este dijo, sin ocultar un ápice el orgullo que sentía por haber derrotado a la gárgola, hicieron que el castaño enarcara una ceja - ¿Tú cara? – Se atusó la barba y, después de estudiar el rostro del zorro, siguió el dedo del mismo, que señalaba a lo alto de la torre.

Al alzar su mirada, contemplando como la última de las gárgolas curioseaba desde lo alto de la torre, no pudo evitar ver como todo se oscurecía tenuemente, exceptuando la espada que blandía, que tenía pegada a su cuerpo.

- Descuida – Sonrió y depositó una de sus manos en el hombro del astuto héroe – No olvidare quien eres – Rebuscando en apenas unos segundos en uno de los muchos bolsillos que portaba consigo, extrajo un papel amarillento y se lo entregó al hombre, un papel en el que la cara de aquel joven yacía pintada junto a la cuantiosa suma de dinero que ofrecían por su vida.

No había reconocido en un principio a aquella persona, pero una vez este hizo énfasis en que recordase su cara, Eltrant no tardó en hacerlo, no sabía exactamente por qué se le buscaba, pero debía de haber enfadado a alguien muy importante, pues su cara yacía en uno de los famosos papeles de “Se Busca” con los que él se ganaba la vida antes de ingresar en la guardia, y la cantidad que ofrecían por él era la suficiente como para que cualquier mercenario no se lo pensase y arriesgara su vida para cazarle.

Gracias por la ayuda, héroe – Le dio otra palmada en el hombro sonriendo y, una vez más, clavó sus ojos en la gárgola. – Asegúrate de que todas las personas aquí abajo están a salvo ¿Vale? …No tardaré mucho… espero – Nervioso, comenzó a pasarse la espada de una mano a otra, comenzó a andar - …Y hazme el favor de no robarles nada, creo que ya son demasiadas emociones por un día - Dejando escapar una carcajada nerviosa se encaminó a la base de la torre, la gárgola que aguardaba en la cima pareció notarlo, pues se ocultó de la vista de todos, internándose en el interior de la atalaya. – Parece contento… - Sonrió para sí y abrió la puerta del inmenso reloj, adentrándose inmediatamente en él segundos después.

La subida no fue sencilla, principalmente, porque lo único que le indicaba el camino era la luz de su espada, y en segundo lugar porque estaba empezando a sospechar que el hecho de que las antorchas, de que la misma luz estuviese apagándose no eran imaginaciones suyas.

Demasiadas preguntas a las que no tenía respuesta rondaban sus pensamientos ¿Qué significaba aquello? ¿Magia como la de Térpoli? ¿Se encontrarían con muertos vivos después de que llegase a lo alto de la torre?

Finalmente, llegó hasta el lugar en el que la gárgola debía de estar esperándole, una amplia habitación pobremente iluminada, repleta de engranajes de metal, de mecanismos. La visibilidad era básicamente nula salvo la tenue luz de la luna que se filtraba por la amplia cristalera de cristal que hacía las veces de reloj.

- Sí que es bonito esto… - Por lo que sabía, aquellos extraños mecanismos eran cuidadosamente vigilados por un elevado número de eruditos, siempre controlando que todo estuviese en su posición, que el tictac no cesase nunca.

Fuesen quienes fuesen los que mantenían en marcha aquel edificio, lo cierto es que muy pocos sabían cómo funcionaba realmente, lo cual conllevaba a que apenas dejasen que nadie entrase en aquel lugar, salvo en contadas excepciones, por supuesto, siendo aquella una de ellas.

Un gruñido gutural le dio la bienvenida, instintivamente levantó su espada, alumbrando lo máximo posible la tétrica habitación. – Sal que te… - No llegó a terminar la frase, la gárgola emergió de las sombras y, ágilmente, le lanzó contra el mobiliario con un fuerte zarpazo en el pecho. Gruñendo levemente volvió a levantarse, llevándose la mano hasta la parte de la armadura que se había encargado de frenar el golpe. - ¿No te gustan las visitas?  - La estatua respondió a aquella pregunta cargando contra él de nuevo, Eltrant, aprovechando que por una vez en su corta vida era más rápido que su oponente se apartó del camino de la bestia, haciendo que esta se precipitase contra la pared. – Sí, tu amigo ahí abajo hizo lo mismo y ahora no es más que polvo, no te conviene hacerlo más.

Un feroz rugido que hizo temblar hasta los cimientos de la torre indicó al guarda que aquella frase no le había gustado demasiado al ser de granito, que volvió a acometer contra él haciendo gala de su fuerza desmedida.

Respirando agitadamente, el exmercenario se agachó justo a tiempo para evitar ser decapitado por una de las macizas zarpas de la gárgola, contratacando sin apenas dejar un instante a que su oponente retrocediese.

Con un fuerte sonido metálico, su espada rebotó contra el cuerpo del monstruo, no había conseguido siquiera arañar el cuerpo de la bestia– … No sé qué esperaba que pasase. – Murmuró instantes antes de que la gárgola le propinase un fuerte golpe que le hizo surcar los aires y acabar chocando contra la vidriera de cristal, haciendo que uno de los números se tambalease débilmente por su peso y, finalmente, cayese al vacío.

Gruñendo en voz baja sacudió la cabeza – Seguro que me lo descuentan del salario. – Volvió a levantarse y, sin perder tiempo, trató de localizar a su oponente. Aquellas cosas no tenían demasiada capacidad de raciocinio, pues volvió a cargar contra él, dispuesta a atravesar la armadura del guarda como si de papel se tratase. A pesar de contemplar como la gárgola se lanzaba sobre él, el castaño no tuvo tiempo para apartarse y, ambos, gárgola y humano, traspasaron la vidriera de cristal.

Arrastrando un centenar de pedacitos de cristal, de engranajes, y de trozos doblados de metal se precipitó al vacío - ¡No, no, no, no! – Exclamó mientras forcejeaba con la cosa de granito que estaba tratando de matar - ¡No! – El tiempo pareció detenerse cuando tocaron tierra, y, aunque evidentemente estaba magullado, no se mató, principalmente por que no llegó a tocar el suelo de la plaza. La embestida de la gárgola había tenido el suficiente impulso como para que ambos acabasen en uno de los edificios de alrededor, uno lo suficientemente alto como para que Eltrant, no acabase convertido en un Aero de color gris gracias a su armadura.

Gritó cuando sintió como las fauces de la gárgola se hundían en su armadura, doblándola bajo sus colmillos de igual forma que Eltrant haría con la envoltura de una manzana - ¡Si ni siquiera tienes estomago! – Se zafó de la criatura después de varios intentos y, arrastrándose a toda prisa, buscó su espada. - ¡¿Por qué siempre acabas lejos de mí!? – No llegó a agarrarla, ante de que pudiese hacerlo, una de las gruesas manos de la criatura se cerró en torno a su pierna, arrastrándole en la dirección opuesta a dónde esta se encontraba. - ¡Mierda, mierda, mierda! – Infructuosamente, trató de agarrarse las pocas piezas sueltas de aquel patio en lo alto de la segunda edificación más alta de la plaza, pero cada vez que conseguía aferrarse a algo la gárgola, simplemente, tiraba con más fuerza.

Cerró los ojos, ¿Acaso pensaba terminar con su vida arrojándolo al vacío una vez más? Incluso una bestia con un cerebro de granito como la que encaraba parecía ser consciente de que las alturas mataban. - ¿¡No podemos hacer un trato!? – Recibió un gruñido como respuesta, Eltrant masculló varios insultos inconexos en voz baja -  ¡Suéltame! -Comenzó a patear a la estatua con la pierna que tenía libre, una y otra vez, debía de estar dando un espectáculo realmente dantesco desde la plaza, pero no podía pretender ser heroico cuando un monstruo de media tonelada le estaba arrastrando hacía una muerte segura. - ¡Que me sueltes! – Un crujido hizo que la efigie se detuviese, soltándole a la vez que lo hacía, la greba que rodeaba su pierna había quedado básicamente destrozada, tendría que usar muchas herramientas para liberar su pierna de aquel pedazo doblado de armadura, pero Eltrant había conseguido partir la parte más frágil de aquel ser, una de sus alas, y por su aspecto, parecía haberle dolido. - No eres tan duro como te piensas – Dijo levantándose de nuevo, ignorando la herida sangrante que tenía en el hombro y quitándose inmediatamente el guantelete que rodeaba su mano derecha, desvelando uno más pequeño que ocultaba tras este, uno de cuero.  

Hacía tiempo que tenía aquel objeto, pero nunca había tenido la opción de utilizarlo, según le habían dicho cuando lo adquirió tenia propiedades mágicas, propiedades que estaba a punto de descubrir.

- ¡No te muevas! – Usando la mano en la que esgrimía su guantelete cerró su puño en torno a la cola de la gárgola, que seguía gruñendo desconsolada moviendo el apéndice al que segundos atrás había estado pegada una de sus pesadas alas.

Sorpresivamente, como por arte de magia, la estatua se volvió inusualmente ligera, frunció el ceño, una parte de él siempre había pensado que lo que le habían dicho de aquel guante no eran más que mentiras, sonrió, se alegraba de estar equivocado.

- ¡¿Qué te parece esto!? – Girando sobre sí mismo, levantando a la bestia de roca con una mano, como si estuviese alzando una simple almohada, soltó el rabo del monstruo después de dar varios giros, de forma que, inevitablemente, esta acabó empotrada contra uno de los muros de la torre, convirtiéndose en polvo debido al impacto. - ¿¡Puedes volar sin alas?! - Exclamó sin ocultar absolutamente nada el entusiasmo que sentía al ver como pequeñas piedras caían del lugar en el que se había estrellado la estatua.*


Tras asegurarse, ignorando todo a su alrededor, que lo que quedaba de la gárgola no eran más que un puñado de piedras, tomó aire y se volvió a enfundar su brazo derecho con el guantelete de metal.

Miró hacia abajo, no eran pocas las personas que habían visto el espectáculo. Suspiró y se agachó a recoger su espada, para entonces girarse hacía el agujero que había hecho a uno de los lados de la torre. - …Eso también me lo van a descontar del sueldo.

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Uso Objeto: Guante de cuero.

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Gárgolas en la Torre del Reloj [Evento-Guardián del Tiempo] Empty Re: Gárgolas en la Torre del Reloj [Evento-Guardián del Tiempo]

Mensaje  Ger Lun Ene 09 2017, 19:58

Las personas se habían arremolinado a mirar hasta que las gárgolas atacaron, entonces el pánico se había llenado de todos, y habría sido mucho peor de no ser por las intrépidas acciones de aquellos héroes, el zorro sería el primero en dar algo de esperanza y es que parecía tener un plan y a pesar de su actitud repelente, más de uno de los niños presentes ya lo consideraba su héroe favorito; la carrera del hombre bestia hacia el árbol estaría acompañada de gritos de parte de la multitud, algunos de emoción y otros de miedo, y aunque todos se silenciaron un instante para dar paso al sonido que destruyó a la bestia al estrellarla contra el árbol; un grupo de niños salieron emocionados a abrazar al zorro pero la cara de amargura de éste los hizo replantearse la meta y prefirieron vitorearlo desde lejos.

El guardia por su parte, figura de autoridad como era, no estaba dando una buena impresión a los presentes que parecían ver aquella retorcida escena como un espectáculo gracias a las acciones osadas del hombre bestia, mientras el guardia recibía algunos abucheos al dar la impresión de que huía para refugiarse en la torre del reloj; algunos se mantuvieron mirando a la espera de que algo sucediera y así fue, primero uno de los números del reloj se vino abajo -Allá arriba- Señalaban algunos en dirección a donde la espalda de Eltrant se veía con intermitencia hasta que finalmente guardia y gárgola salieron disparados en lo que parecía una inevitable muerte para ambos.

Por suerte la fuerza del impulso les habría llevado hasta un tejado cercano en donde continuaría la batalla; debajo las personas se movían para tratar de ver algo y gritaban cada vez que aquella bestia dejaba ver una parte de su rocoso cuerpo; un grito rompió el silencio cuando un ala de la criatura se estrelló contra el piso pero fue seguida de un profundo nuevo silencio; parecía ser el fin, se miraban unos a otros comenzando a lamentar el terrible destino de aquel hombre hasta que emergió de la nada sosteniendo a la criatura con una mano y la luna a su espalda en una escena que resultaría bastante teatral.

La euforia estalló cuando la gárgola se deshizo contra un muro aunque tal alboroto fue silenciado de nuevo por un poderoso estruendo que parecía venir desde Sandorai, en donde una luz se elevaba hasta decorar el cielo con relámpagos que dibujaron fisuras como si el manto celestial fuera un cristal roto del que se comenzaban a desprender los pedazos; los fragmentos negros de la noche se desvanecían dando paso a la luz de un nuevo día, lo que fuera que había pasado en el bosque de los elfos había acabado con aquel caos de tiempo; pero aun así, no parecía un final feliz, aún algo andaba mal...


* * * * * * * * * * * * * *

Han hecho un buen trabajo para el logro de los objetivos principales.

Zatch parece haber ganado el favor de un guardia, algo que le podría ser útil después, Eltrant por su parte, desde su elevada posición tenía una mejor visión del extraño fenómeno, tal vez deba avisar a la Guardia Real para investigar.

Por su desempeño reciben ambos 5 puntos de experiencia y 300 aeros.

Los puntos y aeros ya han sido sumados a sus perfiles, gracias por participar.
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