La Leyenda del hada y el mago [Megaevento: Historial del juglar]
Página 1 de 1. • Comparte
La Leyenda del hada y el mago [Megaevento: Historial del juglar]
Un mago, tenía como única amiga la Luna que desde lo alto del cielo lo acompañaba en sus noches de pena. El hombre lloraba de amor. El único motivo por el que lloran los hombres. Lloraba hacia la Luna, su amiga compañera, la única que le acompañaba todas las noches y le aconsejaba sobre su destino. Las cosas que la Luna le decía se las guardaba para él. Sus palabras eran preciosas y muy útiles para el mago.
Con firmeza y valentía, el mago le preguntó a la Luna: ¿Dónde estaba el hada que amaba? Esta luna, la de aquella noche, no contestó. Era diferente en muchos sentidos. Esta Luna no era o no quería ser su amiga.
El mago, confuso, intentó usar su magia para invocar sus poderes. No funcionaron. Como la Luna, su magia tampoco le reconocía.
Solo, más solo de lo que había llegado en un principio a la ciudad llamada Belltrexus, el mago fue llamando a las puertas de cada edificio preguntando por su amiga la Luna y por el hada que amaba con locura. Miradas de desaprobación y grabes palabras de rechazo fue lo que el Mago recibió a cambio.
Aquel no era su mundo. No el que había conocido.
Perdido, el mago siguió deambulando y preguntando a todo a quién que se encontraba: ¿Qué le ha pasado a la Luna? ¿Habéis visto un hada en el bosque?
Sus historias favoritas eran las de aventuras. Cuando un juglar las cantaba, rápido, desenvainaba su espada de madera y fingía luchar contra los monstruos de leyenda como si fuera el héroe de la canción.
¿Canciones de amor? También le encantaban. Le enamoraban tanto o más como las canciones de héroes y villanos. Aunque, eso jamás lo reconocería. Hont, quería el mayor héroe de toda Aerandir. No había lugar para poemas de amor para los valientes guerreros.
Entre todas las canciones de amor, había una en especial que llenaba los ojos de Hont de lágrimas. La leyenda del hada y el mago. Hont, juntaba sus pequeñas manitas, se las ponía sobre la boca para que nadie escuchase su llanto y cerraba sus ojos con mucha fuerza para que nadie viera sus lágrimas. Los guerreros valientes no lloraban. Nadie le tomaría si le vieran llorar.
Seguramente, cuando el mago le vio llorar no le hubiera tomado en serio. Pero es que no podía resistirlo. El mago estaba perdido buscando a su hada. ¡Igual que en la canción!
-Yo te ayudaré- dijo Hont.
Cogió al mago de la mano y lo llevo hacia el bosque de la isla de los brujos. El hada de su canción apareció en un bosque. Si tenía que aparecer una segunda lo haría ahí.
* Bienhallado: Estás en la isla de los brujos y reconoces al mago de la canción. Debo señalar que no me importa cómo has llegado a formar parte de esta guarnición, aunque si deseas explicarlo, estás en tu derecho. Yo, por mi parte, no voy a ser estricto con la cronología de tu personaje. Tu deber, en este evento. Es al mago a su canción. Para ello necesitarás tres cosas: un pañuelo donde llorar, un lugar perfecto para tener una cita y un misterio. El misterio se te revelará en el siguiente turno. En éste, deberás coger los dos primeros objetos. Tienes total libertad en controlar al mago y a Hont (puedes encontrar su ficha [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]), además de describir el lugar y la forma en que consigues los dos primeros objetos necesarios para devolver al mago su canción. Una última cosa: si ha aparecido el mago también lo hará el hada de la canción, pero en el siguiente turno.
Con firmeza y valentía, el mago le preguntó a la Luna: ¿Dónde estaba el hada que amaba? Esta luna, la de aquella noche, no contestó. Era diferente en muchos sentidos. Esta Luna no era o no quería ser su amiga.
El mago, confuso, intentó usar su magia para invocar sus poderes. No funcionaron. Como la Luna, su magia tampoco le reconocía.
Solo, más solo de lo que había llegado en un principio a la ciudad llamada Belltrexus, el mago fue llamando a las puertas de cada edificio preguntando por su amiga la Luna y por el hada que amaba con locura. Miradas de desaprobación y grabes palabras de rechazo fue lo que el Mago recibió a cambio.
Aquel no era su mundo. No el que había conocido.
Perdido, el mago siguió deambulando y preguntando a todo a quién que se encontraba: ¿Qué le ha pasado a la Luna? ¿Habéis visto un hada en el bosque?
_____________________
Sus historias favoritas eran las de aventuras. Cuando un juglar las cantaba, rápido, desenvainaba su espada de madera y fingía luchar contra los monstruos de leyenda como si fuera el héroe de la canción.
¿Canciones de amor? También le encantaban. Le enamoraban tanto o más como las canciones de héroes y villanos. Aunque, eso jamás lo reconocería. Hont, quería el mayor héroe de toda Aerandir. No había lugar para poemas de amor para los valientes guerreros.
Entre todas las canciones de amor, había una en especial que llenaba los ojos de Hont de lágrimas. La leyenda del hada y el mago. Hont, juntaba sus pequeñas manitas, se las ponía sobre la boca para que nadie escuchase su llanto y cerraba sus ojos con mucha fuerza para que nadie viera sus lágrimas. Los guerreros valientes no lloraban. Nadie le tomaría si le vieran llorar.
Seguramente, cuando el mago le vio llorar no le hubiera tomado en serio. Pero es que no podía resistirlo. El mago estaba perdido buscando a su hada. ¡Igual que en la canción!
-Yo te ayudaré- dijo Hont.
Cogió al mago de la mano y lo llevo hacia el bosque de la isla de los brujos. El hada de su canción apareció en un bosque. Si tenía que aparecer una segunda lo haría ahí.
_____________________
_____________________
ESTROFA: Canción ven-or
El mago busca su amor
Tiene forma de hada
¿Sabes por dónde anda?
RESPUESTA: Canción ven-nueve
La pena es lo que le mueve
Porque busca su amor
Ayúdale con ese dolor
El mago busca su amor
Tiene forma de hada
¿Sabes por dónde anda?
RESPUESTA: Canción ven-nueve
La pena es lo que le mueve
Porque busca su amor
Ayúdale con ese dolor
_____________________
* Bienhallado: Estás en la isla de los brujos y reconoces al mago de la canción. Debo señalar que no me importa cómo has llegado a formar parte de esta guarnición, aunque si deseas explicarlo, estás en tu derecho. Yo, por mi parte, no voy a ser estricto con la cronología de tu personaje. Tu deber, en este evento. Es al mago a su canción. Para ello necesitarás tres cosas: un pañuelo donde llorar, un lugar perfecto para tener una cita y un misterio. El misterio se te revelará en el siguiente turno. En éste, deberás coger los dos primeros objetos. Tienes total libertad en controlar al mago y a Hont (puedes encontrar su ficha [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]), además de describir el lugar y la forma en que consigues los dos primeros objetos necesarios para devolver al mago su canción. Una última cosa: si ha aparecido el mago también lo hará el hada de la canción, pero en el siguiente turno.
Sigel
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2297
Nivel de PJ : : 0
Re: La Leyenda del hada y el mago [Megaevento: Historial del juglar]
Aquellos bosques eran mágicos, se sentía en el aire. Lucían como el lugar donde viviría su amigo. Ingela había llegado allí buscando a su amigo brujo, tenían lecciones pendientes y ella le debía la tarea que le dejó la última vez que se vieron.
Avanzaba dejándose guiar por sus instintos, los cuales había aprendido a escuchar con el transcurrir de los sucesos ocurridos en su viaje. -Nada de esto lo hubiese aprendido en casa, ni con las lecciones de papá- solía decir cuando le entraba la nostalgia al recordar que hacía un tiempo era una niña y ahora se sentía adulta y capaz de enfrentar cualquier situación.
Buscaba una casita, tenía que ser una muy humilde y poco llamativa, pensaba que quizás le había echado algún encantamiento y esta sería invisible... pero seguiría buscando, echaba de menos a aquel hombrecito de pocas palabras, pero del quien tanto había aprendido.
Iba pensando en él, en sus letras arcanas y las palabras en lenguaje dragoniano, buscando cualquier indicio de viviendas, cualquier cosa, así fuese los restos de una fogata. Comenzó a mirar las ramas de los árboles, quizás habría alguna señal; había aprendido que para no perderse, quienes se adentraban en los bosque solían amarrar trozos de tela en las ramas bajas de los árboles y dejar así señalado el camino. Quizás habría alguna señal. Y aparentemente, no se había equivocado; avistó un trozo de tela enredado entre las ramas de un pequeño árbol.
Corrió a tomarlo, pero al acercarse y tomarlo entre sus manos se dio cuenta que este era un pañuelo de mujer, como los que usaba su oma Elle, para secarse el sudor, sonarse los mocos o limpiarse las lágrimas. Además no estaba viejo ni sucio, lucía limpio. Extrañada, lo guardó en su bolsillo trasero, al fin y al cabo, ella era una mujer, le gustó porque le recordó a su Oma y no habían más trapos amarrados en ninguna parte, seguramente se le había perdido a alguien... y por como lucía, no hacía mucho tiempo. Con un rayo de esperanza entrándole al pecho, sintió que estaba cerca de encontrar a su amigo.
Comenzó a caminar más y más rápido, casi a correr, segura de sus pasos buscando... no sabía qué buscaba, pero sabía que estaba cerca. O quizás no. Tuvo que detenerse en seco al llegar a un acantilado. Resopló desilusionada, triste y frustrada. La boca de su estómago se apretó y pensó que quizás no encontraría a su amigo, que quizás todo era en vano... que mejor se iba de aquel lugar.
Pateó una piedra, la siguió con la mirada hasta que cayó por el precipicio. Fue allí cuando se encontró con la magnificencia del paisaje, la inmensidad del mundo la sobrecogía. Inhaló hondo y cerró los ojos para sentir el viento que le movía el cabello y acariciaba el rostro, abrió los brazos, y este la envolvió con su corriente fresca. Era un lugar precioso. -Seguro por las noches deben verse las estrellas llenar el cielo y los barcos a lo lejos, con sus luces parpadeantes- se dijo sonriendo. Pensó en quedarse allí, pero tenía que aprovechar la luz. Volvería para acampar allí si acaso no encontraba la casa.
Volvió a adentrarse en el bosque, caminó largo rato, quizás una hora, cuando escuchó voces. -¡Es él!- exclamó emocionada. Pero no, no era uno, eran dos y ninguno era a quien ella buscaba.
El más pequeño y curioso de los dos la miró con enormes ojos tristes -Busca a su hada, a su amada- dijo con su vocecilla chillona. El corazón de Ingela se encogió de tristeza, quizás por la mirada del hombrecito bestia, quizás porque ella también buscaba a un ser querido, quizás porque ella no podía evitar ayudar a todo aquel en desgracia que apareciera frente a ella, dijo sin siquiera pensar en lo que se estaba metiendo -Yo les ayudaré a encontrarla-.
Avanzaba dejándose guiar por sus instintos, los cuales había aprendido a escuchar con el transcurrir de los sucesos ocurridos en su viaje. -Nada de esto lo hubiese aprendido en casa, ni con las lecciones de papá- solía decir cuando le entraba la nostalgia al recordar que hacía un tiempo era una niña y ahora se sentía adulta y capaz de enfrentar cualquier situación.
Buscaba una casita, tenía que ser una muy humilde y poco llamativa, pensaba que quizás le había echado algún encantamiento y esta sería invisible... pero seguiría buscando, echaba de menos a aquel hombrecito de pocas palabras, pero del quien tanto había aprendido.
Iba pensando en él, en sus letras arcanas y las palabras en lenguaje dragoniano, buscando cualquier indicio de viviendas, cualquier cosa, así fuese los restos de una fogata. Comenzó a mirar las ramas de los árboles, quizás habría alguna señal; había aprendido que para no perderse, quienes se adentraban en los bosque solían amarrar trozos de tela en las ramas bajas de los árboles y dejar así señalado el camino. Quizás habría alguna señal. Y aparentemente, no se había equivocado; avistó un trozo de tela enredado entre las ramas de un pequeño árbol.
Corrió a tomarlo, pero al acercarse y tomarlo entre sus manos se dio cuenta que este era un pañuelo de mujer, como los que usaba su oma Elle, para secarse el sudor, sonarse los mocos o limpiarse las lágrimas. Además no estaba viejo ni sucio, lucía limpio. Extrañada, lo guardó en su bolsillo trasero, al fin y al cabo, ella era una mujer, le gustó porque le recordó a su Oma y no habían más trapos amarrados en ninguna parte, seguramente se le había perdido a alguien... y por como lucía, no hacía mucho tiempo. Con un rayo de esperanza entrándole al pecho, sintió que estaba cerca de encontrar a su amigo.
Comenzó a caminar más y más rápido, casi a correr, segura de sus pasos buscando... no sabía qué buscaba, pero sabía que estaba cerca. O quizás no. Tuvo que detenerse en seco al llegar a un acantilado. Resopló desilusionada, triste y frustrada. La boca de su estómago se apretó y pensó que quizás no encontraría a su amigo, que quizás todo era en vano... que mejor se iba de aquel lugar.
Pateó una piedra, la siguió con la mirada hasta que cayó por el precipicio. Fue allí cuando se encontró con la magnificencia del paisaje, la inmensidad del mundo la sobrecogía. Inhaló hondo y cerró los ojos para sentir el viento que le movía el cabello y acariciaba el rostro, abrió los brazos, y este la envolvió con su corriente fresca. Era un lugar precioso. -Seguro por las noches deben verse las estrellas llenar el cielo y los barcos a lo lejos, con sus luces parpadeantes- se dijo sonriendo. Pensó en quedarse allí, pero tenía que aprovechar la luz. Volvería para acampar allí si acaso no encontraba la casa.
Volvió a adentrarse en el bosque, caminó largo rato, quizás una hora, cuando escuchó voces. -¡Es él!- exclamó emocionada. Pero no, no era uno, eran dos y ninguno era a quien ella buscaba.
El más pequeño y curioso de los dos la miró con enormes ojos tristes -Busca a su hada, a su amada- dijo con su vocecilla chillona. El corazón de Ingela se encogió de tristeza, quizás por la mirada del hombrecito bestia, quizás porque ella también buscaba a un ser querido, quizás porque ella no podía evitar ayudar a todo aquel en desgracia que apareciera frente a ella, dijo sin siquiera pensar en lo que se estaba metiendo -Yo les ayudaré a encontrarla-.
- Objetos encontrados:
Ingela
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 689
Nivel de PJ : : 4
Re: La Leyenda del hada y el mago [Megaevento: Historial del juglar]
Al principio, nadie les iba a ayudar a buscar al hada que el mago amaba. Tendría cosas mejores que hacer, suponía Hont. ¿Pero, qué era mejor que ayudar al mago? El hombrecillo zarigüeya había visto cosas horribles en los últimos meses. Calamares monstruosos, plagas de ratas, falsos reyes, payasos que daban miedo…. Para vencer esos peligros, Hont necesitó mucha ayuda. Si todos en Belltrexus estaban tan ocupados para no ayudar al mago, es que estaban ocurriendo cosas muy malas. ¡Malísimas de verdad! Pero no importaba, Hont era tan buena para ayudar, primero al mago, y luego a las cosas malísimas que tenían la gente de Belltrexus ocupada.
Pero luego vino una chica, una muy guapa de largos cabellos rubios. A Hont le gustó mucho la sonrisa de esa chica. Era una sonrisa sincera, igual que la ayuda que proporcionó al mago y al hombrecillo. ¡Qué bien! Ahora eran tres personas buscando al hada. Así seguro que la encontrarían.
Antes de que el mago contestase a la chica, Hont dio un salto, desenvainó su espada de madera y habló con su típica voz orgullosa a la vez que infantil.
-¡Maravilloso! Así la encontraremos en seguida-.
Llevaba un vestido vaporoso de color blanco casi transparente. Corría un bosque que no conocía asustada por no saber dónde estaba. Todo era nuevo y todo daba miedo. Los árboles, con sus largas ramas como brazos, no eran a los que estaba acostumbrada. En el bosque que conocía los árboles no daban miedo. Cuando ella corría, las ramas se alejaban a su paso para no dañarla. Aquí no, nadie se apartaba. Una de las ramas como brazos del bosque que no conocía desgarró un trozo de tela de su vestido; de la parte de la cintura.
Cansada de correr y víctima del miedo que la tenía presa, el hada se arrodilló en la tierra del bosque que no conocía y lloró. En el bosque que conocía jamás había tenido que llorar. Los animales y los árboles la acurrucaban en su triste soledad. Nunca antes, el hada, había echado tanto de menos el abrazo del mago.
* Inglea: Me alegra verte Inglea, creo que no hemos tenido ocasión de conocernos en un tema. Déjame hacerte una pregunta, ¿te gustan las canciones de amor? A mí sí. Ellas son prueba fidedigna de que el amor es algo mágico. Tú objetivo en el siguiente post, en último post que harás en este tema, es hacer un amor mágico. El misterio que antes no desvelé es la propia hada. Tienes un pañuelo que pertenece al hada para encontrarla, tienes un lugar perfecto para tener una cita; solo falta unir al mago con el hada. ¿Te gustan las canciones de amor? Ahora, formas parte de una de ella.
Pero luego vino una chica, una muy guapa de largos cabellos rubios. A Hont le gustó mucho la sonrisa de esa chica. Era una sonrisa sincera, igual que la ayuda que proporcionó al mago y al hombrecillo. ¡Qué bien! Ahora eran tres personas buscando al hada. Así seguro que la encontrarían.
Antes de que el mago contestase a la chica, Hont dio un salto, desenvainó su espada de madera y habló con su típica voz orgullosa a la vez que infantil.
-¡Maravilloso! Así la encontraremos en seguida-.
_____________________
Llevaba un vestido vaporoso de color blanco casi transparente. Corría un bosque que no conocía asustada por no saber dónde estaba. Todo era nuevo y todo daba miedo. Los árboles, con sus largas ramas como brazos, no eran a los que estaba acostumbrada. En el bosque que conocía los árboles no daban miedo. Cuando ella corría, las ramas se alejaban a su paso para no dañarla. Aquí no, nadie se apartaba. Una de las ramas como brazos del bosque que no conocía desgarró un trozo de tela de su vestido; de la parte de la cintura.
Cansada de correr y víctima del miedo que la tenía presa, el hada se arrodilló en la tierra del bosque que no conocía y lloró. En el bosque que conocía jamás había tenido que llorar. Los animales y los árboles la acurrucaban en su triste soledad. Nunca antes, el hada, había echado tanto de menos el abrazo del mago.
_____________________
* Inglea: Me alegra verte Inglea, creo que no hemos tenido ocasión de conocernos en un tema. Déjame hacerte una pregunta, ¿te gustan las canciones de amor? A mí sí. Ellas son prueba fidedigna de que el amor es algo mágico. Tú objetivo en el siguiente post, en último post que harás en este tema, es hacer un amor mágico. El misterio que antes no desvelé es la propia hada. Tienes un pañuelo que pertenece al hada para encontrarla, tienes un lugar perfecto para tener una cita; solo falta unir al mago con el hada. ¿Te gustan las canciones de amor? Ahora, formas parte de una de ella.
Sigel
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2297
Nivel de PJ : : 0
Re: La Leyenda del hada y el mago [Megaevento: Historial del juglar]
La mirada taciturna del mago, buscaba sin buscar. Lucía como un alma en pena, lánguido y pálido. Caminaba en silencio, al igual que ella. A la cabeza el hombrecillo bestia de nombre Hont, no lo olvidaría. Corría con sus patitas cortas, trepaba a los árboles, subía a las rocas, cantando todo el tiempo lindas canciones de aventuras, de peligros y de valientes héroes. Entendió que era un juglar errante, y lo encontró por demás curioso pero muy tierno, con sus orejitas y sus patitas... básicamente le recordaba a sus adorados gatos y por le daban ganas de abrazarlo, apretarle sus mejillas regordetas, llenarlo de besos y darle galletas.
Pensaba en ello cuando notó que había pasado el medio día, la tarde avanzaba y pronto ya no habría luz. -Hont, esta manera es muy lenta... caminando no conseguiremos nada. Tengo una mejor idea- dijo Ingela mientras se detenía y se desembarazaba de su mochila. -Necesito que se den vuelta y miren hacia el frente...- dijo y tomó aire -¡SIN VOLTEAR!- exclamó muy seriamente. Ambos dieron un respingo sin entender la súbita seriedad de la sonriente chica.
Y no era para menos, pues ella se desnudaba por completo para transformarse, así evitaba romper sus prendas con la transformación. Para asegurarse que no la vieran, decidió sostener su capa mientras lo hacía. Cerró los ojos, inhaló hondo y exhaló muy despacio, vació su mente para enfocarse únicamente en una llama que flameaba, pequeña primero e iba creciendo lentamente. A medida que en su mente crecía la llama, su cuerpo lo hacía también. Dolía bastante y a veces gritaba, sentía un fuerte ardor en todo el cuerpo, pero era un momento, no duraba un minuto completo.
Cuando abrió los ojos el mundo era distinto, los colores más vívidos, con mayor contraste. Lograba enfocar a mayores distancias, olfatear muchos más aromas, escuchaba ruidos mínimos y percibir presencias que antes no podía. -Listo, ya pueden voltear- dijo con timidez. El mago y Hont giraron y dieron un paso atrás espantados. No era para menos, en donde hacía unos segundos estaba la dulce chica había ahora un enorme dragón rojo, de largos colmillos, afiladas garras y un par de poderosas alas. Ambos tenían caras de asombro y terror en distintas medidas. -Bueno, no me miren así...- les dijo con una voz mucho más gruesa y gutural, pero que seguía sonando femenina -Tomen mis cosas y suban a mi lomo, vamos a buscar desde las alturas- dijo y en su cara se vio una mueca que pretendía ser una sonrisa, pero que los dejó más aterrados aún, ya que pudieron ver la larga fila de colmillos. Ambos obedecieron sin chistar y se encaramaron presurosos.
Una vez acomodados, agitó sus alas y comenzó a elevarse no sin que le costara un poco al principio ya que tenía mucho más peso del que estaba acostumbrada a cargar. Una vez en el aire, tanto la joven como sus jinetes se sintieron más cómodos y retomaron la tarea de buscar al hada.
Todo parecía infructuoso, no habían señales del objeto de cariño del mago y eso a Ingela le comenzaba a frustrar. Sentía que tenía que encontrarla a como diera lugar. Los miró de reojo y encontró en las facciones del mago y del juglar cansancio. -¿Qué les parece si descansamos?- dijo ella y ambos asintieron. -Sí... hay que echarle algo al buche- dijo Hont.
Con cuidado comenzó el descenso hasta tocar tierra con suavidad. Hont bajó de un salto a besar la tierra. Ella ayudó al mago a descender y al tocarlo, sintió lo débil que estaba, era como si su corazón latiera más despacio y su cuerpo se enfriaba. Sintió miedo de que si no conseguían encontrar al hada, el mago moriría.
Ella se echó a descansar un rato mientras el mago y Hont se sentaban y sacaban algo que merendar. Hont sacó una fruta -Mmmmm... ¡miren qué jugosa está! Dulce, dulce y jugosa...- dijo antes de darle un gran mordisco a la fruta, la cual al contacto con los afilados dientes del roedor, estalló manchándolo por completo. Ingela soltó una alegre carcajada de verlo todo empapado y enojado, soltando improperios a diestra y siniestra. Sin dejar de recitar el rosario de improperios, sacó un paño de tela de su bolso y comenzó a limpiarse el rostro. El mago que había estado mirando todo desde su lejano estado, de repente se llenó de vida -¡Espera! ¿De dónde sacaste ese paño? ¡Esa tela es de la que está hecho el traje de mi amada!- exclamó mientras saltaba sobre Hont y le arrebataba el trozo de tela. -Lo encontré enredado en una rama- dijo avergonzado el hombre roedor.
El mago tomó el paño con ambas manos y se largó a llorar. Se tapó la cara con el paño mientras sollozaba sin consuelo alguno. Tanto Ingela como Hont lo miraron acongojados; su llanto hizo encoger el pequeño corazón del roedor y el enorme corazón de fuego del dragón. -Hont, espera aquí, yo traeré al hada. Por el nombre de mis ancestros, prometo que la traeré pronto- dijo resuelta la dragona. Se un salto tomó vuelo y en el aire sopló una enorme y magnífica llamarada seguida de un fuerte rugido que calló todos los sonidos del bosque. Agudizó vista y oído, escudriñando los rincones del bosque.
De repente, escuchó un sollozo tenue, prácticamente imperceptible. Lo siguió con la certeza de que era el hada. Encontró un enorme nudo de ramas que se entrelazaban, apretándose, anudándose. Los árboles y arbustos lucían como si hubiesen cobrado vida y atrapaban a una mujer vestida de blanco que emitía una tenue y pálida luz plateada como la luna. -¡La encontré!- gritó de júbilo y se lanzó en picada hacia el hada. Cuando estuvo a punto de aterrizar, una enorme rama la golpeó con un latigazo que la envió lejos.
Luego de rebotar en el suelo y arrasar con un par de árboles, logró detenerse y correr en pos del hada, pero unas ramas la atraparon y apretaron con fuerza. De las sombras, se conjuró un hombre de aterradores ojos negros que la miró furioso -¿Cómo te atreves?- inquirió. -Ella es mía, no te la llevarás- dijo con su voz de ultratumba. Las ramas apretaron más, con púas en la piel de la dragona que intentaban enterrarse. Ingela lo miró y sonrió, para la sorpresa del mago. -Debes ser muy tonto para pensar que la madera va a detener a un dragón de fuego- dijo y exhaló una llama enorme que quemó las ramas que la apretaban, incinerando también los árboles a su alrededor.
El mago oscuro movió su báculo y desapareció en las sombras. Ingela se zafó y avanzó incendiando los árboles encantados que apresaban al hada. Llegó hasta ella y la abrazó con sus patas delanteras; el pobre hada estaba tan débil como el mago, tanto que ni siquiera luchó por defenderse. Alzó el vuelo y se dirigió hasta donde estaban Hont con el mago enamorado.
Al verlas, Hont saltó emocionado -¿Es ella? ¡Es ella! Mago, ¡mire! ¡Es el hada!- gritaba el hombrecillo dando saltos, señalando a la mujer que sostenía la dragona y que posaba con suavidad en la tierra. El mago levantó la mirada pero solo vio a la dragona -Hont, no soporto tus bromas... ya no tengo fuerzas para ellas...- murmuró con debilidad el mago. -¿Pero cómo? ¿No la ves? Ingela la sostiene en sus patas, mírala- dijo el hombre roedor mirándolo y señalando a la dragona. Ingela no entendía, miró al hada y le señaló al mago -¿Lo ves?- preguntó suavemente -¿A quién?- respondió el hada.
La dragona y el hombre bestia se miraron atónitos -Tiene que ser un hechizo de ese mago oscuro- dijo Ingela a Hont, quien le respondió con una expresión de desconcierto.
La noche se cerraba sobre ellos, e Ingela decidió que tenían que buscar un sitio dónde pasar la noche -Hoy antes de encontrarlos, encontré un lugar precioso para acampar, vamos allí y pensaremos en cómo solucionar esto- le dijo a Hont mientras, uno al lado del otro, el hada y el mago seguían sin saber que estaban juntos. Hont aceptó y se acercó al mago para tomarlo de la mano, la dragona indicó al hada que se subiera a su lomo y esta lo hizo sin chistar. En silencio, Ingela los guió hasta el final del bosque, al acantilado que había encontrado.
Una vez sentados, el mago y el hada miraron hacia el horizonte con la mirada perdida, Hont e Ingela se dispusieron a armar una fogata para calentar los cuerpos, la comida y las almas. La noche estaba nublada y la luz de la luna no llegaba a ellos, haciendo la noche aún más oscura.
Solo sonaba el crepitar del fuego. Hacía un buen rato Ingela había decidido volver a su cuerpo humano y miraba en silencio el cielo, deseando que la noche estuviera despejada para ver las estrellas. De repente, el pequeño Hont hizo lo que mejor sabía hacer: cantar.
La luna blanca... y el frío...
y el dulce corazón mío
tan lejano... tan lejano...
¡tanto distante su mano!
Cantó el hombrecillo apesadumbrado y algo mágico ocurrió, las nubes comenzaron a desaparecer.
La luna blanca y el frío
y el dulce corazón mío
tan lejano...
De pronto la luna comenzó a salir y la noche clareaba, su luz plateada los iluminó.
Y vagas notas del piano..
del bosque un aroma arcano..
Y el remurmurar del río..
Y el dulce corazón mío tan lejano...
Cuando las nubes se dispersaron la luna apareció frente a ellos, enorme, brillante. Todos la miraron sobrecogidos.
-Es hermosa- murmuró el hada, apenas audible, pero suficiente
como para que quien estaba a su lado escuchara. Y él asintió girando lentamente si rostro. Al verla sus ojos se llenaron de lágrimas. Ella sintió su mirada y también giro su rostro. él tomó el rostro de ella, ella por su parte posó sus manos en las del mago. Se fundieron en un beso y la luna los iluminó.
Ingela tomó a Hont en brazos y se lo llevó, como el hombrecillo comenzó a llorar de ternura, le pasó el pañuelo que había encontrado en la mañana para que se limpiara la carita.
-Encontraremos otro lugar para pasar la noche, ¿verdad Ingela?-
-Claro que sí Hont, al fin y al cabo, es peligroso dormir en riscos mágicos.-
Pensaba en ello cuando notó que había pasado el medio día, la tarde avanzaba y pronto ya no habría luz. -Hont, esta manera es muy lenta... caminando no conseguiremos nada. Tengo una mejor idea- dijo Ingela mientras se detenía y se desembarazaba de su mochila. -Necesito que se den vuelta y miren hacia el frente...- dijo y tomó aire -¡SIN VOLTEAR!- exclamó muy seriamente. Ambos dieron un respingo sin entender la súbita seriedad de la sonriente chica.
Y no era para menos, pues ella se desnudaba por completo para transformarse, así evitaba romper sus prendas con la transformación. Para asegurarse que no la vieran, decidió sostener su capa mientras lo hacía. Cerró los ojos, inhaló hondo y exhaló muy despacio, vació su mente para enfocarse únicamente en una llama que flameaba, pequeña primero e iba creciendo lentamente. A medida que en su mente crecía la llama, su cuerpo lo hacía también. Dolía bastante y a veces gritaba, sentía un fuerte ardor en todo el cuerpo, pero era un momento, no duraba un minuto completo.
Cuando abrió los ojos el mundo era distinto, los colores más vívidos, con mayor contraste. Lograba enfocar a mayores distancias, olfatear muchos más aromas, escuchaba ruidos mínimos y percibir presencias que antes no podía. -Listo, ya pueden voltear- dijo con timidez. El mago y Hont giraron y dieron un paso atrás espantados. No era para menos, en donde hacía unos segundos estaba la dulce chica había ahora un enorme dragón rojo, de largos colmillos, afiladas garras y un par de poderosas alas. Ambos tenían caras de asombro y terror en distintas medidas. -Bueno, no me miren así...- les dijo con una voz mucho más gruesa y gutural, pero que seguía sonando femenina -Tomen mis cosas y suban a mi lomo, vamos a buscar desde las alturas- dijo y en su cara se vio una mueca que pretendía ser una sonrisa, pero que los dejó más aterrados aún, ya que pudieron ver la larga fila de colmillos. Ambos obedecieron sin chistar y se encaramaron presurosos.
Una vez acomodados, agitó sus alas y comenzó a elevarse no sin que le costara un poco al principio ya que tenía mucho más peso del que estaba acostumbrada a cargar. Una vez en el aire, tanto la joven como sus jinetes se sintieron más cómodos y retomaron la tarea de buscar al hada.
Todo parecía infructuoso, no habían señales del objeto de cariño del mago y eso a Ingela le comenzaba a frustrar. Sentía que tenía que encontrarla a como diera lugar. Los miró de reojo y encontró en las facciones del mago y del juglar cansancio. -¿Qué les parece si descansamos?- dijo ella y ambos asintieron. -Sí... hay que echarle algo al buche- dijo Hont.
Con cuidado comenzó el descenso hasta tocar tierra con suavidad. Hont bajó de un salto a besar la tierra. Ella ayudó al mago a descender y al tocarlo, sintió lo débil que estaba, era como si su corazón latiera más despacio y su cuerpo se enfriaba. Sintió miedo de que si no conseguían encontrar al hada, el mago moriría.
Ella se echó a descansar un rato mientras el mago y Hont se sentaban y sacaban algo que merendar. Hont sacó una fruta -Mmmmm... ¡miren qué jugosa está! Dulce, dulce y jugosa...- dijo antes de darle un gran mordisco a la fruta, la cual al contacto con los afilados dientes del roedor, estalló manchándolo por completo. Ingela soltó una alegre carcajada de verlo todo empapado y enojado, soltando improperios a diestra y siniestra. Sin dejar de recitar el rosario de improperios, sacó un paño de tela de su bolso y comenzó a limpiarse el rostro. El mago que había estado mirando todo desde su lejano estado, de repente se llenó de vida -¡Espera! ¿De dónde sacaste ese paño? ¡Esa tela es de la que está hecho el traje de mi amada!- exclamó mientras saltaba sobre Hont y le arrebataba el trozo de tela. -Lo encontré enredado en una rama- dijo avergonzado el hombre roedor.
El mago tomó el paño con ambas manos y se largó a llorar. Se tapó la cara con el paño mientras sollozaba sin consuelo alguno. Tanto Ingela como Hont lo miraron acongojados; su llanto hizo encoger el pequeño corazón del roedor y el enorme corazón de fuego del dragón. -Hont, espera aquí, yo traeré al hada. Por el nombre de mis ancestros, prometo que la traeré pronto- dijo resuelta la dragona. Se un salto tomó vuelo y en el aire sopló una enorme y magnífica llamarada seguida de un fuerte rugido que calló todos los sonidos del bosque. Agudizó vista y oído, escudriñando los rincones del bosque.
De repente, escuchó un sollozo tenue, prácticamente imperceptible. Lo siguió con la certeza de que era el hada. Encontró un enorme nudo de ramas que se entrelazaban, apretándose, anudándose. Los árboles y arbustos lucían como si hubiesen cobrado vida y atrapaban a una mujer vestida de blanco que emitía una tenue y pálida luz plateada como la luna. -¡La encontré!- gritó de júbilo y se lanzó en picada hacia el hada. Cuando estuvo a punto de aterrizar, una enorme rama la golpeó con un latigazo que la envió lejos.
Luego de rebotar en el suelo y arrasar con un par de árboles, logró detenerse y correr en pos del hada, pero unas ramas la atraparon y apretaron con fuerza. De las sombras, se conjuró un hombre de aterradores ojos negros que la miró furioso -¿Cómo te atreves?- inquirió. -Ella es mía, no te la llevarás- dijo con su voz de ultratumba. Las ramas apretaron más, con púas en la piel de la dragona que intentaban enterrarse. Ingela lo miró y sonrió, para la sorpresa del mago. -Debes ser muy tonto para pensar que la madera va a detener a un dragón de fuego- dijo y exhaló una llama enorme que quemó las ramas que la apretaban, incinerando también los árboles a su alrededor.
El mago oscuro movió su báculo y desapareció en las sombras. Ingela se zafó y avanzó incendiando los árboles encantados que apresaban al hada. Llegó hasta ella y la abrazó con sus patas delanteras; el pobre hada estaba tan débil como el mago, tanto que ni siquiera luchó por defenderse. Alzó el vuelo y se dirigió hasta donde estaban Hont con el mago enamorado.
Al verlas, Hont saltó emocionado -¿Es ella? ¡Es ella! Mago, ¡mire! ¡Es el hada!- gritaba el hombrecillo dando saltos, señalando a la mujer que sostenía la dragona y que posaba con suavidad en la tierra. El mago levantó la mirada pero solo vio a la dragona -Hont, no soporto tus bromas... ya no tengo fuerzas para ellas...- murmuró con debilidad el mago. -¿Pero cómo? ¿No la ves? Ingela la sostiene en sus patas, mírala- dijo el hombre roedor mirándolo y señalando a la dragona. Ingela no entendía, miró al hada y le señaló al mago -¿Lo ves?- preguntó suavemente -¿A quién?- respondió el hada.
La dragona y el hombre bestia se miraron atónitos -Tiene que ser un hechizo de ese mago oscuro- dijo Ingela a Hont, quien le respondió con una expresión de desconcierto.
La noche se cerraba sobre ellos, e Ingela decidió que tenían que buscar un sitio dónde pasar la noche -Hoy antes de encontrarlos, encontré un lugar precioso para acampar, vamos allí y pensaremos en cómo solucionar esto- le dijo a Hont mientras, uno al lado del otro, el hada y el mago seguían sin saber que estaban juntos. Hont aceptó y se acercó al mago para tomarlo de la mano, la dragona indicó al hada que se subiera a su lomo y esta lo hizo sin chistar. En silencio, Ingela los guió hasta el final del bosque, al acantilado que había encontrado.
Una vez sentados, el mago y el hada miraron hacia el horizonte con la mirada perdida, Hont e Ingela se dispusieron a armar una fogata para calentar los cuerpos, la comida y las almas. La noche estaba nublada y la luz de la luna no llegaba a ellos, haciendo la noche aún más oscura.
Solo sonaba el crepitar del fuego. Hacía un buen rato Ingela había decidido volver a su cuerpo humano y miraba en silencio el cielo, deseando que la noche estuviera despejada para ver las estrellas. De repente, el pequeño Hont hizo lo que mejor sabía hacer: cantar.
La luna blanca... y el frío...
y el dulce corazón mío
tan lejano... tan lejano...
¡tanto distante su mano!
Cantó el hombrecillo apesadumbrado y algo mágico ocurrió, las nubes comenzaron a desaparecer.
La luna blanca y el frío
y el dulce corazón mío
tan lejano...
De pronto la luna comenzó a salir y la noche clareaba, su luz plateada los iluminó.
Y vagas notas del piano..
del bosque un aroma arcano..
Y el remurmurar del río..
Y el dulce corazón mío tan lejano...
Cuando las nubes se dispersaron la luna apareció frente a ellos, enorme, brillante. Todos la miraron sobrecogidos.
-Es hermosa- murmuró el hada, apenas audible, pero suficiente
como para que quien estaba a su lado escuchara. Y él asintió girando lentamente si rostro. Al verla sus ojos se llenaron de lágrimas. Ella sintió su mirada y también giro su rostro. él tomó el rostro de ella, ella por su parte posó sus manos en las del mago. Se fundieron en un beso y la luna los iluminó.
Ingela tomó a Hont en brazos y se lo llevó, como el hombrecillo comenzó a llorar de ternura, le pasó el pañuelo que había encontrado en la mañana para que se limpiara la carita.
-Encontraremos otro lugar para pasar la noche, ¿verdad Ingela?-
-Claro que sí Hont, al fin y al cabo, es peligroso dormir en riscos mágicos.-
Ingela
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 689
Nivel de PJ : : 4
Re: La Leyenda del hada y el mago [Megaevento: Historial del juglar]
El Mago abrazó por la cintura a la Hada, ella le puso las manos en los hombros. Después de darle las gracias repetidas veces a la dragona y al hombrecillo animal, llegó la hora de que los amantes estuvieran solos. Necesitaban estar solos, era lo único que deseaban.
Esa luna que no era amiga, se unió a los amantes. Desde el otro lado del desfiladero, daba la cálida luz que los dos amantes necesitaban para cuando llegase el beso de los dos. Aunque no fuera la luna amiga, ella también esperó con ansias el momento del beso del Hada y el Mago. Vamos ya faltaba poco.
El Mago se acercó muy lentamente hacia el Hada, ella se echó para atrás en el primer instante de timidez, pero luego rompió todas las barreras y juntó sus labios con los del Mago como él le pidió al acercarse y como ella había deseado desde el primer momento que le vio.
* Ingela: En cuanto los amantes se encontraron con su beso, se convirtieron en polvo. Volvieron a su leyenda y allí pensaron en la chica que les había reunido de nuevo. Gracias Ingela.
Recompensas:
* +2 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
* +3 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 5 ptos totales de experiencia
Los puntos han sido sumados directamente a tu perfil.
Objeto: Pañuelo de lino blanco
Esa luna que no era amiga, se unió a los amantes. Desde el otro lado del desfiladero, daba la cálida luz que los dos amantes necesitaban para cuando llegase el beso de los dos. Aunque no fuera la luna amiga, ella también esperó con ansias el momento del beso del Hada y el Mago. Vamos ya faltaba poco.
El Mago se acercó muy lentamente hacia el Hada, ella se echó para atrás en el primer instante de timidez, pero luego rompió todas las barreras y juntó sus labios con los del Mago como él le pidió al acercarse y como ella había deseado desde el primer momento que le vio.
_____________________
* Ingela: En cuanto los amantes se encontraron con su beso, se convirtieron en polvo. Volvieron a su leyenda y allí pensaron en la chica que les había reunido de nuevo. Gracias Ingela.
Recompensas:
* +2 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
* +3 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 5 ptos totales de experiencia
Los puntos han sido sumados directamente a tu perfil.
Objeto: Pañuelo de lino blanco
- Pañuelo de lino blanco:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Es el pañuelo de lino blanco que has recogido del trozo de prenda que se desgarró del vestido del Hada. Es suave, elegante e ideal para hacerlo caer al suelo con la intención que el caballero que te siga se agache pare recogértelo.
Sigel
Master
Master
Cantidad de envíos : : 2297
Nivel de PJ : : 0
Temas similares
» La Leyenda de Gambrinus [Megaevento: Historial del juglar]
» La Leyenda de los seis vientos [Megaevento: Historial del juglar]
» La Leyenda del Capitán Gareth [Megaevento: Historial del juglar]
» El Círculo Juglar [Megaevento: Historial del juglar]
» La Canción del Flautista [Megaevento: Historial del juglar]
» La Leyenda de los seis vientos [Megaevento: Historial del juglar]
» La Leyenda del Capitán Gareth [Megaevento: Historial del juglar]
» El Círculo Juglar [Megaevento: Historial del juglar]
» La Canción del Flautista [Megaevento: Historial del juglar]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Ayer a las 23:14 por Iori Li
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Ayer a las 19:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Ayer a las 16:18 por Mina Harker
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Ayer a las 05:53 por Lukas
» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Ayer a las 00:33 por Vincent Calhoun
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Mar Nov 19 2024, 22:49 por Eltrant Tale
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Mar Nov 19 2024, 22:42 por Cohen
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun Nov 18 2024, 12:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Lun Nov 18 2024, 04:12 por Amice M. Hidalgo
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb Nov 16 2024, 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie Nov 08 2024, 18:40 por Lukas
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Vie Nov 08 2024, 01:19 por Tyr