No te cases [Misión de mensajería]
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No te cases [Misión de mensajería]
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Trece eran las cartas que tenía que repartir entre los habitantes de Vulwulfar. No eran muchas, no para un cibernético que podría correr más rápido que dos caballos juntos. Con un poco de suerte, acabaría de repartir las trece cartas antes de la hora del almuerzo. A Adie le encantaba comer. Aunque saborear no estaba dentro de sus muchas funciones, le gustaba llevarse objetos a la boca y masticarlos con sus dientes de metal. ¿A eso se le podía llamar comer? Probablemente no. Casi seguro que no. Sesenta y cinco por ciento seguro que no. Aun así, Adie, se enorgullecía de que comer estaba dentro de sus muchas funciones.
Diecisiete punto dos minutos, tardó en repartir las trece cartas. ¡Hora del almuerzo! (Aunque seguía sin llamarse almuerzo). El mensajero cibernético se sentó en el tocón de un roble viejo que estaba en el jardín de la casa que había dejado la carta número trece. Puso las palmas de sus manos sobre el tocón y empezó a coger trozos de madera húmeda y vieja para metérselo en la boca. Efectivamente, esos eran los objetos favoritos del cibernético: ¡Los crujientes! Por cada mordisco que daba, Adie notaba lo blanda, húmeda y crujiente que estaba la vieja madera de roble. Era divertido. Pocos objetos tenían ese tacto. ¿Se podía llamar tacto a algo que se sentía con los dientes de metal? Quizás llamarlo así sería tan incorrecto como decir que Adie comía.
Pasada la hora del almuerzo, el tronco tenía tantos agujeros que parecía que una plaga de zarigüeñas habían hecho miles de madrigueras en su interior.
-¡Menudo estropicio!- sentenció Adie poniéndose una mano en la frente imitando a los humanos cuando se indignaban.
Miro de lado a lado en busca de los propietarios de la casa de la carta trece y, al no verlos, comenzó a realizar la función de arreglar estropicios. Gracias a sus buenas manos de metal, cogió grandes bloques de tierra del jardín con los que rellenó los agujeros del tocón. Luego, con sus grandes pies, aplanó la tierra del jardín dejándola toda a un mismo nivel. Los humanos, con un intervalo de acierto del ochenta y siete por ciento, no se darían cuenta que su jardín era ahora cero punto dos milímetros más bajo de lo que era antes; y si lo hacían, echarían la culpa a los topos y no al mensajero de metal.
Mientras aplanaba la tierra vio algo que le llamó su atención. Era una caja de madera, una madera tan deliciosa y vieja como el roble que acababa de comer. Adie, curioso cómo era, no pudo evitar desenterrar por completo la cajita y abrirla a ver lo que contenía. ¡Una carta!
“Emitente: un poeta. Destinatario: Mi amada.” Estas eran las peores cartas, las que hacían enfadar a Adie. Si se pensaban que entre sus funciones estaba la de hacer de adivino estaban muy equivocado. Cien por cien equivocados. Para más inri, la tinta del papel era muy antigua. Adie se lo puso en la boca y dictaminó cuán antigua era: Cinco años, ocho meses y seis días. ¡Un mensajero nunca llega tarde!
Adie leyó atentamente la carta de pe a pa. Nada que pudiera darle una pista de quién la había escrito o hacia donde iba. ¡Pues una carta no podía estar sin entregar! Adie ya había decidido que haría lo posible por entregar la carta, fuera quien fuera el destinatario final.
Se plantó en la plaza de Vulwulfar y paró a cada hombre y a cada mujer para preguntarle, en el caso de los hombres -¿Eres el poeta que ha escrito la carta número catorce?- y en el caso de las mujeres-¿Eres la mujer a quién escribieron la carta número catorce?-
Ayudante de mensajería: Es una carta muy vieja pero Adie está dispuesto a entregarla. ¿Por qué? Creo que ni tú ni yo tenemos las funciones necesarias para comprender a un cibernético como Adie ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). Aun así, hay que ayudarle. En esta misión, deberemos entregar la carta a su destinatario y ayudar, después de tanto tiempo, al poeta y a la mujer. Debo reconocerlo, tengo debilidad por las historias de amor y, ésta, parece ser muy interesante. Me pregunto si entre las funciones de Adie estará la de comprender el amor….
En el siguiente turno, por ahora, deberás limitarte a encontrarte con Adie en la plaza de Vulwulfar. Él te hará la pregunta que le está haciendo a todo el mundo que pasa delante suya; es ahí cuando deberás ofrecerte para ayudar al cibernético. Solo una notación: No temas en controlar las acciones de Adie y de ningún otro npc que nos vayamos encontrando. A medida que avance la misión te iré indicando qué personajes puedes utilizar para el próximo turno y qué no.
Para más información acerca de la misión, pinchar ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]).
Diecisiete punto dos minutos, tardó en repartir las trece cartas. ¡Hora del almuerzo! (Aunque seguía sin llamarse almuerzo). El mensajero cibernético se sentó en el tocón de un roble viejo que estaba en el jardín de la casa que había dejado la carta número trece. Puso las palmas de sus manos sobre el tocón y empezó a coger trozos de madera húmeda y vieja para metérselo en la boca. Efectivamente, esos eran los objetos favoritos del cibernético: ¡Los crujientes! Por cada mordisco que daba, Adie notaba lo blanda, húmeda y crujiente que estaba la vieja madera de roble. Era divertido. Pocos objetos tenían ese tacto. ¿Se podía llamar tacto a algo que se sentía con los dientes de metal? Quizás llamarlo así sería tan incorrecto como decir que Adie comía.
Pasada la hora del almuerzo, el tronco tenía tantos agujeros que parecía que una plaga de zarigüeñas habían hecho miles de madrigueras en su interior.
-¡Menudo estropicio!- sentenció Adie poniéndose una mano en la frente imitando a los humanos cuando se indignaban.
Miro de lado a lado en busca de los propietarios de la casa de la carta trece y, al no verlos, comenzó a realizar la función de arreglar estropicios. Gracias a sus buenas manos de metal, cogió grandes bloques de tierra del jardín con los que rellenó los agujeros del tocón. Luego, con sus grandes pies, aplanó la tierra del jardín dejándola toda a un mismo nivel. Los humanos, con un intervalo de acierto del ochenta y siete por ciento, no se darían cuenta que su jardín era ahora cero punto dos milímetros más bajo de lo que era antes; y si lo hacían, echarían la culpa a los topos y no al mensajero de metal.
Mientras aplanaba la tierra vio algo que le llamó su atención. Era una caja de madera, una madera tan deliciosa y vieja como el roble que acababa de comer. Adie, curioso cómo era, no pudo evitar desenterrar por completo la cajita y abrirla a ver lo que contenía. ¡Una carta!
“Emitente: un poeta. Destinatario: Mi amada.” Estas eran las peores cartas, las que hacían enfadar a Adie. Si se pensaban que entre sus funciones estaba la de hacer de adivino estaban muy equivocado. Cien por cien equivocados. Para más inri, la tinta del papel era muy antigua. Adie se lo puso en la boca y dictaminó cuán antigua era: Cinco años, ocho meses y seis días. ¡Un mensajero nunca llega tarde!
Adie leyó atentamente la carta de pe a pa. Nada que pudiera darle una pista de quién la había escrito o hacia donde iba. ¡Pues una carta no podía estar sin entregar! Adie ya había decidido que haría lo posible por entregar la carta, fuera quien fuera el destinatario final.
Se plantó en la plaza de Vulwulfar y paró a cada hombre y a cada mujer para preguntarle, en el caso de los hombres -¿Eres el poeta que ha escrito la carta número catorce?- y en el caso de las mujeres-¿Eres la mujer a quién escribieron la carta número catorce?-
- Carta del poeta hacia su amada:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Mi Amada
Hoy los versos no llegan a mi pluma y me tengo que redimir a escribirte en prosa. Todo buen poeta odia la prosa y yo no soy una excepción. Que sea esto una prueba más de mi amor por ti y, a su vez, prueba del desamor que sufrirás si te casas con él. No lo hagas. Solo me queda por decirte estás tres últimas palabras antes que mis ojos se llenen de lágrimas: No lo hagas.
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Ayudante de mensajería: Es una carta muy vieja pero Adie está dispuesto a entregarla. ¿Por qué? Creo que ni tú ni yo tenemos las funciones necesarias para comprender a un cibernético como Adie ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]). Aun así, hay que ayudarle. En esta misión, deberemos entregar la carta a su destinatario y ayudar, después de tanto tiempo, al poeta y a la mujer. Debo reconocerlo, tengo debilidad por las historias de amor y, ésta, parece ser muy interesante. Me pregunto si entre las funciones de Adie estará la de comprender el amor….
En el siguiente turno, por ahora, deberás limitarte a encontrarte con Adie en la plaza de Vulwulfar. Él te hará la pregunta que le está haciendo a todo el mundo que pasa delante suya; es ahí cuando deberás ofrecerte para ayudar al cibernético. Solo una notación: No temas en controlar las acciones de Adie y de ningún otro npc que nos vayamos encontrando. A medida que avance la misión te iré indicando qué personajes puedes utilizar para el próximo turno y qué no.
Para más información acerca de la misión, pinchar ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]).
Sigel
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Re: No te cases [Misión de mensajería]
Levante la mano saludando a lo lejos y gritando bendiciones al aire, Senner, mercader de paso y un fiel creyente de los Antiguos Celestiales sumado a mi causa me escoltó generosamente desde los fríos y húmedos callejones de Roilkat hasta el poblado mas cercano: Vulwulfar, para así, yo podría seguir con mi noble peregrinación.
Este lugar a diferencia del poblado anterior se veía alegre, esplendoroso, y el color azul que teñía los altos y empinados tejados enmarcaba la ciudad como un mágico lugar de cuentos de hadas, estaba segura, el sol alumbraba con más fuerza allí y en pocos otros lugares su luz se contemplaba de igual manera. Una obra de arte.
Estaba maravillada, era la primera vez que llegaba a un lugar con tan buenos presentimientos, no tenía hambre, no tenía sueño, y el buen clima era un regalo de los Dioses que no desperdiciaría. Camine por la entrada principal como si fuera una simple visitante. Este lugar no guardaba relaciones con mi padre, por lo que me dedicaría de lleno a mi labor como sierva de los Altísimos.
« Paso de los Dioses que nos vigilan:
Ellos unen para siempre la tierra y el cielo.
Grano de trigo, sus cuerpos, sembrados en la tierra,
Nos dan hoy fruto abundante, preciado alimento. »
Cantaba en mi marcha hacia la el centro, donde veía a otros convergiendo, a mis cálculos, seguramente, la plaza de comercio o plaza central.
Al llegar, me encontraba ahora en un lugar tan movilizado que el acceso era un caos en pueblerinos.
Buscaría allí el mejor lugar donde situarme y pregonar, emocionada apresure mi paso distraída pero algo corto esa emoción con palabras claras y precisas. "carta número catorce"
- Ehhh... Disculpe, de que me hab-... - dije sin levantar la cabeza en un inicio por respeto, pero al levantar la mirada no pude terminar mis palabras - Ah! - un grito seco escapo de mis labios, retrocedí instintivamente y mire aquella cosa hacia arriba absorta y sorprendida. Jamás había visto algo igual, pero eso, lo que sea que fuera, insistió con su pregunta clavando en mi sus vidrios cristalinos brillosos - De que carta me hablas... he escrito muchas cartas, pero porque alguien me escribiría?...
Palabras temblorosas pero ciertas, no sé si se refería a las mismas, pero había escrito muchas cartas a diferentes congregaciones en toda la Península de Verisar. Quizás esta era una cordial bienvenida, aunque no lograba encontrar lógica a mis ideas.
Este lugar a diferencia del poblado anterior se veía alegre, esplendoroso, y el color azul que teñía los altos y empinados tejados enmarcaba la ciudad como un mágico lugar de cuentos de hadas, estaba segura, el sol alumbraba con más fuerza allí y en pocos otros lugares su luz se contemplaba de igual manera. Una obra de arte.
Estaba maravillada, era la primera vez que llegaba a un lugar con tan buenos presentimientos, no tenía hambre, no tenía sueño, y el buen clima era un regalo de los Dioses que no desperdiciaría. Camine por la entrada principal como si fuera una simple visitante. Este lugar no guardaba relaciones con mi padre, por lo que me dedicaría de lleno a mi labor como sierva de los Altísimos.
« Paso de los Dioses que nos vigilan:
Ellos unen para siempre la tierra y el cielo.
Grano de trigo, sus cuerpos, sembrados en la tierra,
Nos dan hoy fruto abundante, preciado alimento. »
Cantaba en mi marcha hacia la el centro, donde veía a otros convergiendo, a mis cálculos, seguramente, la plaza de comercio o plaza central.
Al llegar, me encontraba ahora en un lugar tan movilizado que el acceso era un caos en pueblerinos.
Buscaría allí el mejor lugar donde situarme y pregonar, emocionada apresure mi paso distraída pero algo corto esa emoción con palabras claras y precisas. "carta número catorce"
- Ehhh... Disculpe, de que me hab-... - dije sin levantar la cabeza en un inicio por respeto, pero al levantar la mirada no pude terminar mis palabras - Ah! - un grito seco escapo de mis labios, retrocedí instintivamente y mire aquella cosa hacia arriba absorta y sorprendida. Jamás había visto algo igual, pero eso, lo que sea que fuera, insistió con su pregunta clavando en mi sus vidrios cristalinos brillosos - De que carta me hablas... he escrito muchas cartas, pero porque alguien me escribiría?...
Palabras temblorosas pero ciertas, no sé si se refería a las mismas, pero había escrito muchas cartas a diferentes congregaciones en toda la Península de Verisar. Quizás esta era una cordial bienvenida, aunque no lograba encontrar lógica a mis ideas.
No te cases [Misión de mensajería] Península de Verisar. :: Vulwulfar |
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Saurin
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Re: No te cases [Misión de mensajería]
Otra respuesta negativa. Adie estaba desesperanzado. Empezaba a creer que jamás entregaría la carta número catorce. Una carta que tenía ocho años, cinco meses y seis días. Ni uno más ni uno menos. Esa fecha tan larga era una eternidad para el mensajero. Había analizado cosas más viejas. El árbol que había comedio durante la hora del almuerzo tenía casi un centenar de años. ¡Un centenar! Pero, esa edad era una edad común a la hora de probar árboles. Pero una carta con más de ocho años era algo que sobresalía de las funciones de Adie. Si lo pensaba bien, al día siguiente la carta catorce cumpliría ocho años, cinco meses y siete días; el mensajero cumpliría apenas dos años, tres meses y veintidós días. ¡La carta catorce era más vieja que él! Era lógico, al menos para las funciones del cibernético, que se sintiera desanimado a la hora de encontrar ni emitente ni destinatario de la carta catorce.
Con una sonrisa forzada y metalizada, Adie hizo un gesto con los hombros en modo de incertidumbre y hablo con voz clara y pausada: - Los hombres y las mujeres de carne escribís por muchas cuestiones; por probabilidad, alguna de ellas será la razón por la que el poeta podría escribirte.- de nuevo el mismo gesto de hombros-Soy muy bueno en las matemáticas, mis mejores funciones están relacionadas con ellas. Con papel y tinta podría explicarte detalladamente ésta probabilidad. Tus funciones entenderán a la perfección mis explicaciones. ¿Deseas que te lo explique?- acompañó su propuesta con una pequeña reverencia.
Adie quería hacer lo que fuera antes de seguir con la tarea de entregar la carta número catorce. No era una rendición, rendirse no entraban dentro de las muchas funciones del cibernético, era una pausa en la que realizaría otra tarea más sencilla antes de seguir con encontrando información sobre la vieja carta número catorce.
Mentir, o lo que es lo mismo, ocultar información, tampoco estaba dentro de las funciones de Adie. Antes de que la chica respondiese a la petición y a la reverencia, añadió con un tono de voz de súplica.
-Por favor, no me haga explicarle matemáticamente la razón por la que alguien le escribiría. Sé que usted lo desea- a nadie le gustaba cuando Adie se ponía a hablar de números- y yo tengo una tarea muy importante que realizar. Muy difícil y muy importante. - si no fuera porque gran parte de su cuerpo estaba hecho de metal y la otra gran parte por cadáveres en avanzado estado de putrefacción habría llorado de pura desesperación. - ¡MUY Difícil!-
Sauron Guardia Gris: Adie está en una situación desesperada. Necesita ayuda para llevar la carta a su destino. Tal vez tú se la puedes ofrecer. En el siguiente turno tienes libertad de seguir a Adie con su pequeña gesta, dejarlo pasar o cualquier cosa que se te ocurra. Hagas lo que hagas, la aventura relacionada con esa carta te atrapará como si ésta fuera un tornado y tú una ramita de olivo.
Con una sonrisa forzada y metalizada, Adie hizo un gesto con los hombros en modo de incertidumbre y hablo con voz clara y pausada: - Los hombres y las mujeres de carne escribís por muchas cuestiones; por probabilidad, alguna de ellas será la razón por la que el poeta podría escribirte.- de nuevo el mismo gesto de hombros-Soy muy bueno en las matemáticas, mis mejores funciones están relacionadas con ellas. Con papel y tinta podría explicarte detalladamente ésta probabilidad. Tus funciones entenderán a la perfección mis explicaciones. ¿Deseas que te lo explique?- acompañó su propuesta con una pequeña reverencia.
Adie quería hacer lo que fuera antes de seguir con la tarea de entregar la carta número catorce. No era una rendición, rendirse no entraban dentro de las muchas funciones del cibernético, era una pausa en la que realizaría otra tarea más sencilla antes de seguir con encontrando información sobre la vieja carta número catorce.
Mentir, o lo que es lo mismo, ocultar información, tampoco estaba dentro de las funciones de Adie. Antes de que la chica respondiese a la petición y a la reverencia, añadió con un tono de voz de súplica.
-Por favor, no me haga explicarle matemáticamente la razón por la que alguien le escribiría. Sé que usted lo desea- a nadie le gustaba cuando Adie se ponía a hablar de números- y yo tengo una tarea muy importante que realizar. Muy difícil y muy importante. - si no fuera porque gran parte de su cuerpo estaba hecho de metal y la otra gran parte por cadáveres en avanzado estado de putrefacción habría llorado de pura desesperación. - ¡MUY Difícil!-
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Sauron Guardia Gris: Adie está en una situación desesperada. Necesita ayuda para llevar la carta a su destino. Tal vez tú se la puedes ofrecer. En el siguiente turno tienes libertad de seguir a Adie con su pequeña gesta, dejarlo pasar o cualquier cosa que se te ocurra. Hagas lo que hagas, la aventura relacionada con esa carta te atrapará como si ésta fuera un tornado y tú una ramita de olivo.
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Re: No te cases [Misión de mensajería]
PAUSADO
Espero que regreses pronto. Mientras tanto, te estaremos esperando.
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Re: No te cases [Misión de mensajería]
Aviso
Son muchos los meses que he estado esperando una respuesta en este tema o una explicación sobre tu ausencia. Lo siento, mi paciencia tiene un límite. Tienes tres días para enviarme un mp y decirme si vas a poder continuar el tema en un futuro; no me importa pausarlo si es que vas a regresar. Si no recibo ningún mp, ofreceré el tema a otro usuario para que lo termine. Hay muchos que tienen muchas ganas de participar en temas como este.
Además, recuerda que el abandono se sanciona con 3puntos de experiencia.
Además, recuerda que el abandono se sanciona con 3puntos de experiencia.
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Re: No te cases [Misión de mensajería]
Tema abandonado
Como se suele decir: Quien avisa no es traidor.
Se ha sancionado con la perdida de 3puntos de experiencia.
Se ha sancionado con la perdida de 3puntos de experiencia.
Sigel
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