Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
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Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
La noche acariciaba el cielo tiñéndolo de negro, las estrellas ahondaban dándole profundidad al pasaje y el viento producía un sinfónico musical que provocaba que aquel frió no destruyera la moral de aquel viejo que a solas y con dolor en su cuerpo caminaba hacia los famosos círculos de piedra. Tallados por el mismísimo Dios de las escrituras, esas que Erad escribió pronunciándose, así como el único conocedor y primer creyente de la verdadera religión.
Había partido desde hace un mes en busca de aquellas piedras, en cada pueblo que pasaba alzaba su voz al grito de una cruzada, de que todos los iluminados se alzaran y caminaran junto a él, que el final sería dulce, que Dios les compensaría. Que desgracia fue cuando ni el más pequeño ser le acompaño en su camino, más eso nunca cambio su rostro, en todos estos años, esa barba nunca arrugo una mala cara por el desasosiego de la gente. Esta noche, sería el ultimo descanso antes de llegar a su destino. "Dios es grande" escribía Erad en su Diario mientras le llamaba Charlie por momentos, hablando como si el mismo fuera a entenderle,
-"Aun me pregunto qué clase de Don habrá visto Dios en aquella mujer de aquel pueblo por que pasamos hace una semana Charlie, ¿viste aquel estomago abultado? Imagino que de ahí saldrán bendiciones que Dios, en su gloriosa imagen mandara a mi cuidado, es una pena que aquella pagana respondiera mis plegarias con una cachetada, que ignorante. ¿Verdad Charlie?"-
Tras terminar de escribir aquel párrafo y poner la fecha, basto un abrazo al gran libro sagrado y un "Gracias por dejarme vivir otro día más, para expandir tu palabra, Dios" para que el sueño recorriera su piel y provocara que el tiempo pasara a una velocidad tan rápida, tan rápida que las horas fueron segundos, tal vez menos que ello y una vez mas, como toda la semana el cielo se teñiría con nubes que llamaban a la lluvia y un color gris intenso, más eso no detendría a una persona que buscaba seguidores, nada lo detendría.
Un paso, luego el otro y así comenzó el camino un día más hacia las ruinas, carentes de sentido desde un punto lógico, ¿pero a un loco como podías denegarle un deseo? ¿Podrías? Antes de emprenderse en el viaje el hombre reviso a recelo lo que había en su mochila mientras hablaba consigo mismo confirmándose lo que veía, claro está, "Charlie, listo. Piedras pequeñas sagradas, listas. El pan de hace una semana, hace una semana se quedó, que bueno soy, debería ser humorista" tras su reconfortante charla consigo mismo y con Charlie agarro el libro sagrado y caminó y caminó, a pesar de que el día prácticamente pedía a gritos detenerse.
Por suerte para él, el frio que hacía se veía aplacado por el poco viento que solo a destiempo provocaba un poco de fresco. En una de esas ráfagas el libro se le soltó de las manos y Erad, desesperado se tiró a recogerlo, cayo de cara contra la hierba mas sus brazos sirvieron de almohada para la portada, por lo cual este no sufrió ningún daño, "Que alegría" pensó Erad y siguió su camino.
¿Era la vista la que le fallaba, era la falta de sueño, tal vez de agua o de comida? "No" Se respondió a si mismo gritando y corriendo hacia las columnas de piedras que se alzaban majestuosas en el campo. No fue llegar y abrazarlas mientras las llenaba de besos, los cuales por su expresión en el rostro puedo decir que sabían horribles.
Una vez ahí estuvo aproximadamente una hora midiendo la circunferencia con pasos para saber cuál era el medio, el exacto centro, aunque honestamente, estoy muy seguro que se pasó, al menos 10 metros del centro de la circunferencia, pero estaba bien, su rostro rebotaba de emoción y de ganas de servirle a Dios.
Al final, mal sentado y sin poder esperar más voltio su mochila en el piso, dejando caer las piedras que hacían cinco en total y a Charlie, que posteriormente lo acomodo para que estuviera a su lado observando el ritual. Las escrituras sagradas abiertas en la página 320 y puesto lo que él creía que era simétricamente en lo que él creía el centro de las ruinas comenzó a dialogar con el cielo, "Dios, que hermoso esto que has construido, me da dolor ver como esos druidas idiotas lo toman en honor a unos dioses paganos, asesinando gente que mejor asesinada estuviera en tus brazos, en tus bondadosos y fuertes brazos, aquí estoy, para ti." Tras unos segundos de silencio continuó, "Trate de traer personas, trate de traerte seguidores, mas todos los infieles se han quedado en sus casas por miedo a ser criticados, pues yo se Dios, yo sé, que, en el fondo de sus corazones, al escucharme ellos han descubierto cual es el verdadero, el único, el inigualable, por supuesto hablo de ti, y ahora, demuéstrame una vez más tu sabiduría, demostrándome que este lugar es nuestro, y solo nuestro."
Mientras hablaba un halo de luz blanca comenzaba a surgir alrededor del libro, iluminando aquel día nublado, siendo un rayo de luz, que según Erad, Iluminaba el mundo, por unos segundos tuvo que cerrar los ojos debido a que estaba muy cerca y le había cegado. La paz duro unos segundos mientras se desvanecía esa luz, debido al silencio. Cuando esta se extinguió del todo el profeta abrió los ojos y grito mientras tiraba las piedras hacia el cielo, "Dios ha escuchado mi llamado, paganos temblad ante su poder, oídme de todas partes del mundo, escuchadnos, a mí y a Charlie, Dios ha hablado y ahora su lluvia de agua solida caerá sobre nosotros por su desobediencia."
A medida que las piedras caían Erad las volvía a agarrar y las tiraba una vez más con toda la fuerza que le quedaba hacia lo alto, estas volvían a caer y así se repetía el proceso una y otra vez mientras en el rostro de aquel hombre se dibujaba algo que era más que felicidad, era esperanza.
Había partido desde hace un mes en busca de aquellas piedras, en cada pueblo que pasaba alzaba su voz al grito de una cruzada, de que todos los iluminados se alzaran y caminaran junto a él, que el final sería dulce, que Dios les compensaría. Que desgracia fue cuando ni el más pequeño ser le acompaño en su camino, más eso nunca cambio su rostro, en todos estos años, esa barba nunca arrugo una mala cara por el desasosiego de la gente. Esta noche, sería el ultimo descanso antes de llegar a su destino. "Dios es grande" escribía Erad en su Diario mientras le llamaba Charlie por momentos, hablando como si el mismo fuera a entenderle,
-"Aun me pregunto qué clase de Don habrá visto Dios en aquella mujer de aquel pueblo por que pasamos hace una semana Charlie, ¿viste aquel estomago abultado? Imagino que de ahí saldrán bendiciones que Dios, en su gloriosa imagen mandara a mi cuidado, es una pena que aquella pagana respondiera mis plegarias con una cachetada, que ignorante. ¿Verdad Charlie?"-
Tras terminar de escribir aquel párrafo y poner la fecha, basto un abrazo al gran libro sagrado y un "Gracias por dejarme vivir otro día más, para expandir tu palabra, Dios" para que el sueño recorriera su piel y provocara que el tiempo pasara a una velocidad tan rápida, tan rápida que las horas fueron segundos, tal vez menos que ello y una vez mas, como toda la semana el cielo se teñiría con nubes que llamaban a la lluvia y un color gris intenso, más eso no detendría a una persona que buscaba seguidores, nada lo detendría.
Un paso, luego el otro y así comenzó el camino un día más hacia las ruinas, carentes de sentido desde un punto lógico, ¿pero a un loco como podías denegarle un deseo? ¿Podrías? Antes de emprenderse en el viaje el hombre reviso a recelo lo que había en su mochila mientras hablaba consigo mismo confirmándose lo que veía, claro está, "Charlie, listo. Piedras pequeñas sagradas, listas. El pan de hace una semana, hace una semana se quedó, que bueno soy, debería ser humorista" tras su reconfortante charla consigo mismo y con Charlie agarro el libro sagrado y caminó y caminó, a pesar de que el día prácticamente pedía a gritos detenerse.
Por suerte para él, el frio que hacía se veía aplacado por el poco viento que solo a destiempo provocaba un poco de fresco. En una de esas ráfagas el libro se le soltó de las manos y Erad, desesperado se tiró a recogerlo, cayo de cara contra la hierba mas sus brazos sirvieron de almohada para la portada, por lo cual este no sufrió ningún daño, "Que alegría" pensó Erad y siguió su camino.
¿Era la vista la que le fallaba, era la falta de sueño, tal vez de agua o de comida? "No" Se respondió a si mismo gritando y corriendo hacia las columnas de piedras que se alzaban majestuosas en el campo. No fue llegar y abrazarlas mientras las llenaba de besos, los cuales por su expresión en el rostro puedo decir que sabían horribles.
Una vez ahí estuvo aproximadamente una hora midiendo la circunferencia con pasos para saber cuál era el medio, el exacto centro, aunque honestamente, estoy muy seguro que se pasó, al menos 10 metros del centro de la circunferencia, pero estaba bien, su rostro rebotaba de emoción y de ganas de servirle a Dios.
Al final, mal sentado y sin poder esperar más voltio su mochila en el piso, dejando caer las piedras que hacían cinco en total y a Charlie, que posteriormente lo acomodo para que estuviera a su lado observando el ritual. Las escrituras sagradas abiertas en la página 320 y puesto lo que él creía que era simétricamente en lo que él creía el centro de las ruinas comenzó a dialogar con el cielo, "Dios, que hermoso esto que has construido, me da dolor ver como esos druidas idiotas lo toman en honor a unos dioses paganos, asesinando gente que mejor asesinada estuviera en tus brazos, en tus bondadosos y fuertes brazos, aquí estoy, para ti." Tras unos segundos de silencio continuó, "Trate de traer personas, trate de traerte seguidores, mas todos los infieles se han quedado en sus casas por miedo a ser criticados, pues yo se Dios, yo sé, que, en el fondo de sus corazones, al escucharme ellos han descubierto cual es el verdadero, el único, el inigualable, por supuesto hablo de ti, y ahora, demuéstrame una vez más tu sabiduría, demostrándome que este lugar es nuestro, y solo nuestro."
Mientras hablaba un halo de luz blanca comenzaba a surgir alrededor del libro, iluminando aquel día nublado, siendo un rayo de luz, que según Erad, Iluminaba el mundo, por unos segundos tuvo que cerrar los ojos debido a que estaba muy cerca y le había cegado. La paz duro unos segundos mientras se desvanecía esa luz, debido al silencio. Cuando esta se extinguió del todo el profeta abrió los ojos y grito mientras tiraba las piedras hacia el cielo, "Dios ha escuchado mi llamado, paganos temblad ante su poder, oídme de todas partes del mundo, escuchadnos, a mí y a Charlie, Dios ha hablado y ahora su lluvia de agua solida caerá sobre nosotros por su desobediencia."
A medida que las piedras caían Erad las volvía a agarrar y las tiraba una vez más con toda la fuerza que le quedaba hacia lo alto, estas volvían a caer y así se repetía el proceso una y otra vez mientras en el rostro de aquel hombre se dibujaba algo que era más que felicidad, era esperanza.
Última edición por Erad el Sáb Jul 21 2018, 17:49, editado 1 vez
Erad
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Re: Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
Sango se dio cuenta de que olía demasiado a sudor. Se dio cuenta después de agacharse a recoger unas briznas de hierba para masticar durante el camino. El olor que provenía de sus axilas, pies y entrepierna casi lo había tumbado y decidió que era el momento de darse un baño y asearse. Su viaje hacia Roilkat aun era largo y no aguantaría mucho más con ese olor. Andaba despistado y desorientado pues sus últimas aventuras por el norte lo habían dejado tocado, pero nada que no pudiera solucionar, además, ¿no estaba él en busca de aventuras? ¿Qué mejor aventura que desviarse del camino preestablecido? No obstante habría que ser precavido pues experiencias pasadas le habían enseñado bastantes cosas. Decidió atravesar los reinos del sur para trazar una diagonal hasta la península de Verisar. Al menos así lo tenía planeado, pero entonces se topó con alguien.
- Señor, oiga, ¿me ayuda?- Un niño lo llamaba desde un lado del camino, Sango no lo había visto. Se acercó y escupió al suelo las briznas de hierba. Le sonrió.
- Claro pequeño, ¿qué pasa?- Le preguntó Ben acercándose un poco más.
- Tiene que ver una cosa, creo que... creo que, creo, creo, mis. Venga por favor.- Sango frunció el ceño al no entender al chiquillo, pero lo siguió "¿Aventura? Allá vamos"
Por lo visto el chiquillo lo condujo hasta su casa que se estaba quemando. Había varios hombres y mujeres corriendo de una lado para otro con cubos llenos de agua. Por suerte las llamas no había cogido fuerza. Sango se unió a la cadena y ayudó en lo que pudo. Pero al tercer cubo que entregaba a un hombre, una mujer con una lanza se acercó y le pidió que le acompañara y así lo hizo pues las llamas estaban casi extinguidas. La mujer era de mediana edad, el pelo negro y vestía un ropaje sencillo adornado con un manto de piel de algún animal de la zona, Ben no pudo distinguir cual. Al lado del pozo había dos hombres atados.
- Si quieres ayudar, cárgalos en esa carreta, nos los llevamos al círculo para su juicio.- Le espetó y después se marchó. Sango, de manera diligente agarró a uno de ellos. Los dos parecían inconscientes por algún golpe. Lo arrastró hasta el carro y después lo lanzó con poco cuidado sobre la madera. Hizo lo mismo con el segundo pero la diferencia era que este murmuraba algo sobre su inocencia. Sango se sacudió el polvo de la ropa y se dirigió a la mujer de la lanza que supervisaba la cadena de suministro de agua.
- Ya están en el carro. Bien, si no hay nada más en lo que pueda ayudar, me gustaría... asearme un poco, ¿dónde pod- La mujer lo cortó.
- Tú como ciudadano imparcial, serás el brazo ejecutor y mediarás en el juicio que va a llevarse a cabo. Han tenido suerte, a veces pasan semanas sin que ningún extranjero pase por aquí.- Miro al chico que había llevado a Sango al poblado. Ben le miró con cara de sorprendido, exagerando los gestos para hacer que el niño riera, cosa que consiguió. Por dentro Sango se sentía frustrado por no poder darse un baño pero a la vez estaba expectante ante aquel cargo impuesto. Pidió explicaciones de lo que tenía que hacer pero le respondieron con un simple gesto con la mano y que todo llegaría a su debido tiempo. Sango se encogió de hombros y se sentó en la carreta con los reos a la espera de la hora convenida.
Poco tiempo después llegaron al circulo de piedra. Era una construcción bellísima y el lugar era espectacular. Ben se dio cuenta de que eran piedras muy grandes, tan grandes como para resultar una obra tremendamente difícil para los hombres. Había mucho trabajo y tiempo allí invertido y además, ¿por qué hacerlo de piedra? ¿Por qué no de madera? O bueno, si se hace con piedra, ¿por qué no usar piedra pequeñas y unirlas con adobe? Estaba claro que todo formaba parte del símbolo, cosa que si bien llegaba a entender, no comprendía. Ben seguía embobado admirando el monumento e inmerso en sus pensamientos hasta que su vista dio con un hombre lanzando lo que parecían piedras al aire.
- Si lo llego a saber no hubiera pedido tu ayuda, pelirrojo.- Le dijo la mujer de la lanza que empezó a dar órdenes a todo el mundo. Sango no fue menos y se colocó de pie dentro del círculo de piedra. Los reos quedaron a quince pasos enfrente de él a su derecha. La mujer de la lanza y un hombre y una mujer, visiblemente afectados, a su izquierda, a la misma distancia. El hombre de las piedras se apartó y miró con curiosidad lo que estaba pasando y cómo durante todo el despliegue le habían ignorado. El juicio iba a comenzar y las únicas instrucciones que le dieron fueron:
- Hablarás en nombre de los Dioses y obrarás con justicia.- Algo que, obviamente, una persona poco leída como él no entendía mucho, pero allí estaba él, a punto de decidir sobre el destino de dos hombres. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Sacudió la cabeza y habló.
- Como voz imparcial de esta confrontación y con los Dioses como testigos, da comienzo el juicio. La familia afectada a mi izquierda y los acusados a mi derecha. La falta que se les imputa es quemar la casa de la familia sin motivo alguno.-
- Soy inocente, lo prometo por todos los Dioses.- Dijo uno de los prisioneros con frustración y angustia. Ben levantó las manos y pidió silencio. Le iba cogiendo el truco.
- Veremos. Bien, por la familia hablará Taja y por los prisioneros... ¿hay alguien que quiera hablar en su nombre?- Preguntó Ben mirando al hombre de las piedras. Hasta el propio Sango sabía que si nadie intercedía por ellos, los argumentos los llevarían a una muerte segura.
Hubo un silencio que Sango prolongó un poco más. Sólo lo justo.
- Señor, oiga, ¿me ayuda?- Un niño lo llamaba desde un lado del camino, Sango no lo había visto. Se acercó y escupió al suelo las briznas de hierba. Le sonrió.
- Claro pequeño, ¿qué pasa?- Le preguntó Ben acercándose un poco más.
- Tiene que ver una cosa, creo que... creo que, creo, creo, mis. Venga por favor.- Sango frunció el ceño al no entender al chiquillo, pero lo siguió "¿Aventura? Allá vamos"
Por lo visto el chiquillo lo condujo hasta su casa que se estaba quemando. Había varios hombres y mujeres corriendo de una lado para otro con cubos llenos de agua. Por suerte las llamas no había cogido fuerza. Sango se unió a la cadena y ayudó en lo que pudo. Pero al tercer cubo que entregaba a un hombre, una mujer con una lanza se acercó y le pidió que le acompañara y así lo hizo pues las llamas estaban casi extinguidas. La mujer era de mediana edad, el pelo negro y vestía un ropaje sencillo adornado con un manto de piel de algún animal de la zona, Ben no pudo distinguir cual. Al lado del pozo había dos hombres atados.
- Si quieres ayudar, cárgalos en esa carreta, nos los llevamos al círculo para su juicio.- Le espetó y después se marchó. Sango, de manera diligente agarró a uno de ellos. Los dos parecían inconscientes por algún golpe. Lo arrastró hasta el carro y después lo lanzó con poco cuidado sobre la madera. Hizo lo mismo con el segundo pero la diferencia era que este murmuraba algo sobre su inocencia. Sango se sacudió el polvo de la ropa y se dirigió a la mujer de la lanza que supervisaba la cadena de suministro de agua.
- Ya están en el carro. Bien, si no hay nada más en lo que pueda ayudar, me gustaría... asearme un poco, ¿dónde pod- La mujer lo cortó.
- Tú como ciudadano imparcial, serás el brazo ejecutor y mediarás en el juicio que va a llevarse a cabo. Han tenido suerte, a veces pasan semanas sin que ningún extranjero pase por aquí.- Miro al chico que había llevado a Sango al poblado. Ben le miró con cara de sorprendido, exagerando los gestos para hacer que el niño riera, cosa que consiguió. Por dentro Sango se sentía frustrado por no poder darse un baño pero a la vez estaba expectante ante aquel cargo impuesto. Pidió explicaciones de lo que tenía que hacer pero le respondieron con un simple gesto con la mano y que todo llegaría a su debido tiempo. Sango se encogió de hombros y se sentó en la carreta con los reos a la espera de la hora convenida.
Poco tiempo después llegaron al circulo de piedra. Era una construcción bellísima y el lugar era espectacular. Ben se dio cuenta de que eran piedras muy grandes, tan grandes como para resultar una obra tremendamente difícil para los hombres. Había mucho trabajo y tiempo allí invertido y además, ¿por qué hacerlo de piedra? ¿Por qué no de madera? O bueno, si se hace con piedra, ¿por qué no usar piedra pequeñas y unirlas con adobe? Estaba claro que todo formaba parte del símbolo, cosa que si bien llegaba a entender, no comprendía. Ben seguía embobado admirando el monumento e inmerso en sus pensamientos hasta que su vista dio con un hombre lanzando lo que parecían piedras al aire.
- Si lo llego a saber no hubiera pedido tu ayuda, pelirrojo.- Le dijo la mujer de la lanza que empezó a dar órdenes a todo el mundo. Sango no fue menos y se colocó de pie dentro del círculo de piedra. Los reos quedaron a quince pasos enfrente de él a su derecha. La mujer de la lanza y un hombre y una mujer, visiblemente afectados, a su izquierda, a la misma distancia. El hombre de las piedras se apartó y miró con curiosidad lo que estaba pasando y cómo durante todo el despliegue le habían ignorado. El juicio iba a comenzar y las únicas instrucciones que le dieron fueron:
- Hablarás en nombre de los Dioses y obrarás con justicia.- Algo que, obviamente, una persona poco leída como él no entendía mucho, pero allí estaba él, a punto de decidir sobre el destino de dos hombres. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Sacudió la cabeza y habló.
- Como voz imparcial de esta confrontación y con los Dioses como testigos, da comienzo el juicio. La familia afectada a mi izquierda y los acusados a mi derecha. La falta que se les imputa es quemar la casa de la familia sin motivo alguno.-
- Soy inocente, lo prometo por todos los Dioses.- Dijo uno de los prisioneros con frustración y angustia. Ben levantó las manos y pidió silencio. Le iba cogiendo el truco.
- Veremos. Bien, por la familia hablará Taja y por los prisioneros... ¿hay alguien que quiera hablar en su nombre?- Preguntó Ben mirando al hombre de las piedras. Hasta el propio Sango sabía que si nadie intercedía por ellos, los argumentos los llevarían a una muerte segura.
Hubo un silencio que Sango prolongó un poco más. Sólo lo justo.
Sango
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Re: Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
No paso mucho tiempo hasta que llegaron los primeros fieles a otra religión pagana, entre ellos dos atados, parecía que habían cometido algún crimen, por supuesto esto no fue impedimento para que Erad continuara lanzando rocas al cielo, enloquecido en su propia locura, no obstante, ante tanto ruido tuvo que detenerse y girar su cabeza ante los hechos, "¿qué sucedía?" Paso por la mente de aquel anciano mientras un joven comenzaba a dar órdenes en voz alta, por un momento creyó que el mismo era el líder, sin embargo, observando bien noto que había una señora con lanza, las lanzas siempre dan más prestigio, ¿verdad? Se preguntaba Erad mientras se encogía de hombros y observaba aquella lamentable escena de herejes.
El oído ya roído por los años de aquel anciano escucho las palabras mágicas, "Soy inocente, lo prometo por todos los Dioses." Fue como una especie de trance durante el cual, en aquella conversación no había escuchado más que esa pequeña línea, su cerebro reacciono y cerro con una potencia digna del mayor de los guerreros el libro que tenía entre las manos, se levantó con ímpetu y guardo bajo el brazo el sagrado tomo. Las piedras yacían en el puño de aquel hombre mientras caminaba con una lentitud dada por su edad hacia el lugar de los hechos.
La mirada de aquel hombre que el mismo había confundido por líder se fijó en Erad mientras preguntaba al aire "¿hay alguien que quiera hablar en su nombre?" Refiriéndose al mismo que decía ser inocente, basado en Dios. En ese momento sus piernas aceleraron su paso y fueron unos pocos segundos antes de que estuviera al lado de uno de los hombres atados en el césped, - ¿en nombre de Dios? - Pregunto casi asustado mientras alzaba la mirada al cielo se agacho en una posición de rezo mientras habría en el piso el libro sagrado en la página 270 y grito inmediatamente al cielo, -Y Dios, dará al profeta un discípulo, y el profeta, salvara al discípulo, y el discípulo, salvara al profeta- mientras hablaba el libro emanaba la luz que había acumulado en su interior durante aquella tarde de rezos. Su voz parecía tanto a la de un bardo que podría llegar a todo aquel que estuviera a cien metros en la redonda, un bardo ya cansado por el tiempo y con una voz deteriorada, pero potente.
-No escucháis, herejes, este hombre dice y jura que es inocente, bajo el único Dios verdadero, que es el mío, no el de ustedes, sucios herejes, que mancillan el nombre de la religión -, la mirada de Erad se dirigió hacia el individuo en problemas. - Tranquilo, fiel hijo de nuestro Padre todopoderoso, yo te protegeré y desde hoy, tú serás mi Leal discípulo, las historias cantaran nuestro nombre, de cómo extendimos la voluntad de Dios por el mundo -.
Decidido a salvar al que para él era su nuevo discípulo levanto la vista hasta toparse con la del hombre joven, - ¿Qué ha hecho un hombre, en nombre de Dios, que no pueda ser perdonado? - giro su cabeza hacia la mujer con lanza, - ¿o es más bien que queréis uniros a mi religión y tenéis miedo de decirlo en voz alta? No tengan miedo, dios es piedad y los aceptara a todos en su reino. -
La locura de aquel hombre se notaba a simple vista, cada una de sus oraciones estaban guiadas por su fe a algo que solo existía en su mente, sin embargo, sus palabras eran tan directas y llenas de convicción que podrían convencer al más devoto de los ateos.
Si algo le había enseñado la experiencia es que la paz era algo que solo se lograba a través de la guerra, por lo cual mantenía un par de las piedras que según él, Dios le había concedido en su mano derecha para lanzarles por la cabeza a los enemigos en caso de ser necesario.
Por fin estaba ante una situación donde podría ganar sus primeros feligreses, "Obsérvame Dios" pensaba para sí mismo mientras sonreía y esperaba a la respuesta de aquel hombre, que parecía estar dirigiendo el chiringuito aun sin ser el líder del lugar, todas eran conclusiones de un loco, mas, creía estar en lo correcto, su experiencia le había dado las situaciones necesarias como para saber quién estaba el mando, y quienes eran peones, actuando bajo la fe de algún Dios pagano, falso.
Aprovechando el silencio que aquel hombre le había otorgado ojeo a su alrededor observando a todos los ahí presentes, meros peones, y antes de que todo reanudara observo nuevamente a aquel hombre, juez y verdugo, - Esa posición en la que estas solo puede ser ocupada por dios, juez y verdugo, más si te entregas a él, aun estas a tiempo de no caer en los infiernos, aun puedes estar en el sitio correcto, ven conmigo, hijo mío. - en su mente tal vez podría salir de ahí con más de un fiel, tenía la esperanza de que todos vieran su verdad, a fin y al cabo el libre pensamiento estaba bien, siempre y cuando pensaran como él.
El oído ya roído por los años de aquel anciano escucho las palabras mágicas, "Soy inocente, lo prometo por todos los Dioses." Fue como una especie de trance durante el cual, en aquella conversación no había escuchado más que esa pequeña línea, su cerebro reacciono y cerro con una potencia digna del mayor de los guerreros el libro que tenía entre las manos, se levantó con ímpetu y guardo bajo el brazo el sagrado tomo. Las piedras yacían en el puño de aquel hombre mientras caminaba con una lentitud dada por su edad hacia el lugar de los hechos.
La mirada de aquel hombre que el mismo había confundido por líder se fijó en Erad mientras preguntaba al aire "¿hay alguien que quiera hablar en su nombre?" Refiriéndose al mismo que decía ser inocente, basado en Dios. En ese momento sus piernas aceleraron su paso y fueron unos pocos segundos antes de que estuviera al lado de uno de los hombres atados en el césped, - ¿en nombre de Dios? - Pregunto casi asustado mientras alzaba la mirada al cielo se agacho en una posición de rezo mientras habría en el piso el libro sagrado en la página 270 y grito inmediatamente al cielo, -Y Dios, dará al profeta un discípulo, y el profeta, salvara al discípulo, y el discípulo, salvara al profeta- mientras hablaba el libro emanaba la luz que había acumulado en su interior durante aquella tarde de rezos. Su voz parecía tanto a la de un bardo que podría llegar a todo aquel que estuviera a cien metros en la redonda, un bardo ya cansado por el tiempo y con una voz deteriorada, pero potente.
-No escucháis, herejes, este hombre dice y jura que es inocente, bajo el único Dios verdadero, que es el mío, no el de ustedes, sucios herejes, que mancillan el nombre de la religión -, la mirada de Erad se dirigió hacia el individuo en problemas. - Tranquilo, fiel hijo de nuestro Padre todopoderoso, yo te protegeré y desde hoy, tú serás mi Leal discípulo, las historias cantaran nuestro nombre, de cómo extendimos la voluntad de Dios por el mundo -.
Decidido a salvar al que para él era su nuevo discípulo levanto la vista hasta toparse con la del hombre joven, - ¿Qué ha hecho un hombre, en nombre de Dios, que no pueda ser perdonado? - giro su cabeza hacia la mujer con lanza, - ¿o es más bien que queréis uniros a mi religión y tenéis miedo de decirlo en voz alta? No tengan miedo, dios es piedad y los aceptara a todos en su reino. -
La locura de aquel hombre se notaba a simple vista, cada una de sus oraciones estaban guiadas por su fe a algo que solo existía en su mente, sin embargo, sus palabras eran tan directas y llenas de convicción que podrían convencer al más devoto de los ateos.
Si algo le había enseñado la experiencia es que la paz era algo que solo se lograba a través de la guerra, por lo cual mantenía un par de las piedras que según él, Dios le había concedido en su mano derecha para lanzarles por la cabeza a los enemigos en caso de ser necesario.
Por fin estaba ante una situación donde podría ganar sus primeros feligreses, "Obsérvame Dios" pensaba para sí mismo mientras sonreía y esperaba a la respuesta de aquel hombre, que parecía estar dirigiendo el chiringuito aun sin ser el líder del lugar, todas eran conclusiones de un loco, mas, creía estar en lo correcto, su experiencia le había dado las situaciones necesarias como para saber quién estaba el mando, y quienes eran peones, actuando bajo la fe de algún Dios pagano, falso.
Aprovechando el silencio que aquel hombre le había otorgado ojeo a su alrededor observando a todos los ahí presentes, meros peones, y antes de que todo reanudara observo nuevamente a aquel hombre, juez y verdugo, - Esa posición en la que estas solo puede ser ocupada por dios, juez y verdugo, más si te entregas a él, aun estas a tiempo de no caer en los infiernos, aun puedes estar en el sitio correcto, ven conmigo, hijo mío. - en su mente tal vez podría salir de ahí con más de un fiel, tenía la esperanza de que todos vieran su verdad, a fin y al cabo el libre pensamiento estaba bien, siempre y cuando pensaran como él.
Erad
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Re: Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
Sango creyó haber cometido un terrible error al dejar que aquel hombre intercediera por los prisioneros. Sus gritos sobre un Dios y un profeta se habían oído hasta en las islas Illidenses, por lo menos. Su discurso tranquilizó levemente al que se creía inocente aunque se le veía conmocionado e intranquilo con las palabras del hombre, pero se aferraba a cualquier resquicio de esperanza por salvarse del castigo que él, Ben, debía imponerle en nombre de los Dioses. Y aquel libro... ¿por qué brillaba? Estaba claro que aquel anciano era un hechicero, loco, seguramente por tantos años de estudio encerrado en una celda de algún edificio de brujos.
- Esa posición en la que estas solo puede ser ocupada por dios, juez y verdugo, más si te entregas a él, aun estas a tiempo de no caer en los infiernos, aun puedes estar en el sitio correcto, ven conmigo, hijo mío.- Dijo el anciano dirigiéndose a él. Ben sacudió la cabeza y sonrió, no sabía qué decir, en parte tenía razón, ¿qué hacía él, un simple mortal con desconocimiento absoluto de las leyes de aquella tierra juzgando a dos hombres? Volvió a observar a los reos. El que se creía inocente tenía la cabeza en alto y su compañero miraba hacia abajo. Cuando se disponía a contestar, Taja se adelantó.
- ¿Pero qué tonterías estás diciendo? En estas tierras siempre se ha juzgado de la misma manera desde tiempos muy antiguos. Y vigila esa lengua, los Dioses nos están mirando y los insultas al negar su existencia.- Se volvió hacia Sango haciendo caso omiso de lo que el anciano le repetía. Ben levantó las manos.
- A ver, a ver, calmaos todos.- Cerró los ojos y respiró profundamente para después expulsar el aire lentamente.- Creo que las partes están bien definidas ahora. Taja por los afectados y el anciano que aún no ha dicho su nombre por los acusados. No me interrumpas aún. Ahora los afectados contarán lo sucedido. Luego los acusados contarán su versión y después las partes argumentarán a favor y en contra de lo expuesto por las partes.- Cedió la palabra a la familia. El hombre dio un paso al frente. La mujer estaba en el suelo, rendida por el dolor y la angustia. El hombre se quitó el sombrero y jugó con él en sus manos mientras hablaba.
- Pues mire, estaba en el bosque cortando un árbol caído por las tormentas de este invierno. Se hace mucho bien al limpiar... bueno, sí, perdone... Cuando volvía a casa con los bueyes tirando del carro, no pude evitar fijarme en el humo que salía del poblado así que apresuramos el paso y era mi casa la que ardía señor.- Tragó saliva y jugó con más ansiedad con el sombrero.- Y juro por los Dioses que vi a ese hombre, sí, el que mira hacia el suelo salir de detrás de mi casa corriendo en dirección a la del otro sujeto. Te puedes esconder de mi, pero no de los Dioses. Y en cuanto a ti, ¿por qué afirmas ser inocente si escondías en tu cuadra a este animal?- Taja lo cogió del hombro y le dijo que se tranquilizara, cosa que no tardó en hacer.- Perdone... así fue como pasó, así fue como lo vi y como al parecer lo vieron todos los aquí presentes, porque de otra forma, ¿íbamos a estar aquí si no hubiera ocurrido del modo en el que lo cuento? Gracias.- Dio un paso hacia atrás y se acuclilló junto a su mujer para abrazarla y darle palabras de consuelo. El inocente se alzó y habló.
- Yo, señor, le juro que no sabía que este hombre estaba en mi cuadra. Yo de hecho ni estaba en casa, estaba en la taberna "El saco roto" y entonces entraron a por mi sin saber qué era lo que estaba pasando. Me dijeron que había conspirado junto a este de aqui, que ni siquiera he visto por el pueblo, usted lo ha visto, no es un pueblo muy grande casi todos nos conocemos de vista. Señor, soy inocente, nunca he hecho nada malo y tampoco iba a empezar ahora a hacerlo.- El otro hombre le interrumpió casi de repente.
- Yo también soy inocente. Deberíamos escuchar lo que tiene que decir ella.- Sonrió y acto seguido señaló con la cabeza a la mujer del leñador. Acto seguido volvió a mirar al suelo. La trama parecía complicarse, era eso o aquel hombre dijo aquello para defenderse. Sango intentaba mantener la expresión más neutral e impasible que podía, no era fácil escuchando los testimonios y con aquella sensación de opresión en el pecho por tener que decidir el destino de dos hombres. Cedió la palabra a Taja.
- Está claro que ese... hombre lo único que intenta es salvarse haciendo esa clase de comentarios. Palabras que hacen dudar al juez de esta contienda, pero que no son más que palabras vacías para los Dioses. Está claro que esta familia ha perdido parte de su casa y de sus pertenencias, tú lo has visto. Tú has ayudado a apagar el fuego y las pruebas están claras. Estas personas que aquí nos acompañan vieron claramente a esta persona correr a esconderse y justo después las llamas se hicieron visibles en esa casa. Pero, claro, el escondite tenía que estar cerca y alejado de las casas. La cuadra era el lugar perfecto. Pero lo que no se puede prever es que los Dioses tienen ojos en todas partes y pronto descubrimos su escondite. El resto está claro, el cómplice es necesario, ¿quién dejaría que un desconocido entrara en su propiedad?- Taja terminó de hablar. Se había limitado a ordenar, a su manera, los hechos. Era el turno del anciano, pero antes de que hablara, Ben pensó que sería buena idea tener otro punto de vista.
- Su turno, pero antes... si su Dios habla de justicia, ¿qué es la justicia para él?- Miró a Taja que le devolvía una mirada llena de incredulidad y asombro. Los murmullos de los presentes tampoco ayudaron a normalizar aquella situación. Sin embargo Ben se limitó a mirar al anciano y a hacerle un gesto con la mano. Aquello tenía pinta de convertirse en un debate filosófico más que en un juicio y Ben necesitaba ganar tiempo para poner en orden sus pensamientos.
"Tiempo que me vais a dar vosotros." Y entonces, escuchó.
- Esa posición en la que estas solo puede ser ocupada por dios, juez y verdugo, más si te entregas a él, aun estas a tiempo de no caer en los infiernos, aun puedes estar en el sitio correcto, ven conmigo, hijo mío.- Dijo el anciano dirigiéndose a él. Ben sacudió la cabeza y sonrió, no sabía qué decir, en parte tenía razón, ¿qué hacía él, un simple mortal con desconocimiento absoluto de las leyes de aquella tierra juzgando a dos hombres? Volvió a observar a los reos. El que se creía inocente tenía la cabeza en alto y su compañero miraba hacia abajo. Cuando se disponía a contestar, Taja se adelantó.
- ¿Pero qué tonterías estás diciendo? En estas tierras siempre se ha juzgado de la misma manera desde tiempos muy antiguos. Y vigila esa lengua, los Dioses nos están mirando y los insultas al negar su existencia.- Se volvió hacia Sango haciendo caso omiso de lo que el anciano le repetía. Ben levantó las manos.
- A ver, a ver, calmaos todos.- Cerró los ojos y respiró profundamente para después expulsar el aire lentamente.- Creo que las partes están bien definidas ahora. Taja por los afectados y el anciano que aún no ha dicho su nombre por los acusados. No me interrumpas aún. Ahora los afectados contarán lo sucedido. Luego los acusados contarán su versión y después las partes argumentarán a favor y en contra de lo expuesto por las partes.- Cedió la palabra a la familia. El hombre dio un paso al frente. La mujer estaba en el suelo, rendida por el dolor y la angustia. El hombre se quitó el sombrero y jugó con él en sus manos mientras hablaba.
- Pues mire, estaba en el bosque cortando un árbol caído por las tormentas de este invierno. Se hace mucho bien al limpiar... bueno, sí, perdone... Cuando volvía a casa con los bueyes tirando del carro, no pude evitar fijarme en el humo que salía del poblado así que apresuramos el paso y era mi casa la que ardía señor.- Tragó saliva y jugó con más ansiedad con el sombrero.- Y juro por los Dioses que vi a ese hombre, sí, el que mira hacia el suelo salir de detrás de mi casa corriendo en dirección a la del otro sujeto. Te puedes esconder de mi, pero no de los Dioses. Y en cuanto a ti, ¿por qué afirmas ser inocente si escondías en tu cuadra a este animal?- Taja lo cogió del hombro y le dijo que se tranquilizara, cosa que no tardó en hacer.- Perdone... así fue como pasó, así fue como lo vi y como al parecer lo vieron todos los aquí presentes, porque de otra forma, ¿íbamos a estar aquí si no hubiera ocurrido del modo en el que lo cuento? Gracias.- Dio un paso hacia atrás y se acuclilló junto a su mujer para abrazarla y darle palabras de consuelo. El inocente se alzó y habló.
- Yo, señor, le juro que no sabía que este hombre estaba en mi cuadra. Yo de hecho ni estaba en casa, estaba en la taberna "El saco roto" y entonces entraron a por mi sin saber qué era lo que estaba pasando. Me dijeron que había conspirado junto a este de aqui, que ni siquiera he visto por el pueblo, usted lo ha visto, no es un pueblo muy grande casi todos nos conocemos de vista. Señor, soy inocente, nunca he hecho nada malo y tampoco iba a empezar ahora a hacerlo.- El otro hombre le interrumpió casi de repente.
- Yo también soy inocente. Deberíamos escuchar lo que tiene que decir ella.- Sonrió y acto seguido señaló con la cabeza a la mujer del leñador. Acto seguido volvió a mirar al suelo. La trama parecía complicarse, era eso o aquel hombre dijo aquello para defenderse. Sango intentaba mantener la expresión más neutral e impasible que podía, no era fácil escuchando los testimonios y con aquella sensación de opresión en el pecho por tener que decidir el destino de dos hombres. Cedió la palabra a Taja.
- Está claro que ese... hombre lo único que intenta es salvarse haciendo esa clase de comentarios. Palabras que hacen dudar al juez de esta contienda, pero que no son más que palabras vacías para los Dioses. Está claro que esta familia ha perdido parte de su casa y de sus pertenencias, tú lo has visto. Tú has ayudado a apagar el fuego y las pruebas están claras. Estas personas que aquí nos acompañan vieron claramente a esta persona correr a esconderse y justo después las llamas se hicieron visibles en esa casa. Pero, claro, el escondite tenía que estar cerca y alejado de las casas. La cuadra era el lugar perfecto. Pero lo que no se puede prever es que los Dioses tienen ojos en todas partes y pronto descubrimos su escondite. El resto está claro, el cómplice es necesario, ¿quién dejaría que un desconocido entrara en su propiedad?- Taja terminó de hablar. Se había limitado a ordenar, a su manera, los hechos. Era el turno del anciano, pero antes de que hablara, Ben pensó que sería buena idea tener otro punto de vista.
- Su turno, pero antes... si su Dios habla de justicia, ¿qué es la justicia para él?- Miró a Taja que le devolvía una mirada llena de incredulidad y asombro. Los murmullos de los presentes tampoco ayudaron a normalizar aquella situación. Sin embargo Ben se limitó a mirar al anciano y a hacerle un gesto con la mano. Aquello tenía pinta de convertirse en un debate filosófico más que en un juicio y Ben necesitaba ganar tiempo para poner en orden sus pensamientos.
"Tiempo que me vais a dar vosotros." Y entonces, escuchó.
Sango
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Re: Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
Las palabras eran de un lado a otro con cruel misericordia, pareciera que nadie quería acabar aquel juicio, a excepción de aquel joven, que innecesario era aquella discusión, ya estaba todo claro, al menos la mente senil del anciano ya lo había dejado todo claro, sin embargo, bañado de sus anteriores experiencias en la vida decidió que lo mejor era escuchar, no atacar, no hablar, por ahora, simplemente escuchar. Todo aquello poco a poco se estaba transformando en un debate filosófico, ¿qué era la filosofía?
"si su Dios habla de justicia, ¿qué es la justicia para él?" Una sonrisa casi maníaca se dibujó en su rostro, sabia la respuesta, la justicia para ¿su dios?, más bien, para Dios no existía, para ahorrarnos tal debate podríamos sacarles las tripas a aquellos que estuvieran en desacuerdo y dárselas en ofrenda, pues la filosofía asesina a los Dioses, bajo el yugo de un justo dictador como su Dios la pregunta "¿Por qué?" Era el mayor de los pecados, inclusive, aunque Erad tuviera el suyo propio, este podría morir por tales preguntas, por esa razón esas preguntas no debían de ser preguntadas, pero, ¿no son todos inventados?
. Su mano se dirigió hacia el rostro del juez apuntándolo con la palma de su mano señalándole un "detente". Dirigió su mirada al cielo y abriendo y cerrando su libro rápidamente acuso a la señora que portaba una lanza - ¿Osas, llamar a Dios falso y decir que los tuyos son verdaderos? ¿Si es así, porque titubeas, porque hablas sin saber la respuesta, por que necesitas un juicio, si tu Dios es verdadero pro que no sabes la respuesta? Está bien que no sepas la respuesta, la razón es porque tu Dios es falso y que me parta un rayo si me equivoco, te lo puedo adelantar, no lo hará. -
Tantas veces le habían negado la existencia de su Dios ante-poniendo sus Dioses falsos por delante que tenía más que estudiada todas y cada una de las respuestas, la mano que apuntaba al joven se cerró y volvió hacia su cuerpo. Roto su rostro hasta estar frente a frente con quien podría ser su verdugo, - En cuanto a tu pregunta, la responderé. En el reino del señor, no existe la justicia, no existe y nunca existirá pues justicia significaría que, en ocasiones, nosotros simples humanos tenemos la razón sobre él y eso es imposible, su justicia es lo que él y nosotros, sus creyentes creamos correcto, y hoy, la justicia es que este hombre salga libre de juicios, y si mañana su justicia es que el mismo sea sacrificado entonces, ese día yo seré un hombre justo, al igual que hoy -
Antes de proseguir le otorgo una mirada de esperanza al prisionero, solo duro unos segundos, pero no hacía falta más que eso para otorgarla la fe a un hombre que necesita ayuda, para eso ha sido creada, por y para dar consuelo. - ¿Te das cuenta, joven, si mi cliente estuvo en el bar, como podría el saber que el culpable se escondía en su hogar? Al mismo tiempo me parece que aquí hay algo escondido, ¿Por qué tartamudean al decir su argumento? Así han de tartamudear cuando os deis cuenta de que el verdadero Dios lo porto yo, con sus palabras en mis libros y sus exigencias en mi cuerpo -
Dos años atrás Erad había estado en una situación similar, sin embargo lo trataban a él como hereje, para liberarse de aquella vez tuvo que convencer a todos de que su Dios era el real y para ello utilizo un método que estaba por utilizar nuevamente en aquel momento, "Un par de sacrificios frescos nunca vienen mal, está escrito" solía decir y este era el mejor momento para que fueran otorgados, y de no ser posible asesinar a los herejes, al menos se llevare a un fiel creyente agradecido por haberle salvado la vida, era todo ganancia.
El anciano comenzó a arrodillarse, lo primero que hizo fue poner el libro en el suelo, abierto, tras eso levanto sus brazos al cielo y calló durante un par de segundos, solo para coger el aire necesario para volver a gritar – Dios, que en los cielos observas, demuéstrales, a estos infieles que están equivocados y dame el poder para imponerles tu visión, oh Dios mío, " God is big, give me the strengh to kill my enemy" ... – a medida que hablaba en ese idioma inentendible para todos ya que fue creado por el mismo su libro comenzaba a absorber energía de luz y comenzaba a brillar, según él era el poder que Dios le había otorgado, mas no era más que la aptitud con la que los elfos nacen, el poder de controlar la luz, sin embargo, esa era una de sus bases para creer en ese Dios que el mismo había creado.
"si su Dios habla de justicia, ¿qué es la justicia para él?" Una sonrisa casi maníaca se dibujó en su rostro, sabia la respuesta, la justicia para ¿su dios?, más bien, para Dios no existía, para ahorrarnos tal debate podríamos sacarles las tripas a aquellos que estuvieran en desacuerdo y dárselas en ofrenda, pues la filosofía asesina a los Dioses, bajo el yugo de un justo dictador como su Dios la pregunta "¿Por qué?" Era el mayor de los pecados, inclusive, aunque Erad tuviera el suyo propio, este podría morir por tales preguntas, por esa razón esas preguntas no debían de ser preguntadas, pero, ¿no son todos inventados?
. Su mano se dirigió hacia el rostro del juez apuntándolo con la palma de su mano señalándole un "detente". Dirigió su mirada al cielo y abriendo y cerrando su libro rápidamente acuso a la señora que portaba una lanza - ¿Osas, llamar a Dios falso y decir que los tuyos son verdaderos? ¿Si es así, porque titubeas, porque hablas sin saber la respuesta, por que necesitas un juicio, si tu Dios es verdadero pro que no sabes la respuesta? Está bien que no sepas la respuesta, la razón es porque tu Dios es falso y que me parta un rayo si me equivoco, te lo puedo adelantar, no lo hará. -
Tantas veces le habían negado la existencia de su Dios ante-poniendo sus Dioses falsos por delante que tenía más que estudiada todas y cada una de las respuestas, la mano que apuntaba al joven se cerró y volvió hacia su cuerpo. Roto su rostro hasta estar frente a frente con quien podría ser su verdugo, - En cuanto a tu pregunta, la responderé. En el reino del señor, no existe la justicia, no existe y nunca existirá pues justicia significaría que, en ocasiones, nosotros simples humanos tenemos la razón sobre él y eso es imposible, su justicia es lo que él y nosotros, sus creyentes creamos correcto, y hoy, la justicia es que este hombre salga libre de juicios, y si mañana su justicia es que el mismo sea sacrificado entonces, ese día yo seré un hombre justo, al igual que hoy -
Antes de proseguir le otorgo una mirada de esperanza al prisionero, solo duro unos segundos, pero no hacía falta más que eso para otorgarla la fe a un hombre que necesita ayuda, para eso ha sido creada, por y para dar consuelo. - ¿Te das cuenta, joven, si mi cliente estuvo en el bar, como podría el saber que el culpable se escondía en su hogar? Al mismo tiempo me parece que aquí hay algo escondido, ¿Por qué tartamudean al decir su argumento? Así han de tartamudear cuando os deis cuenta de que el verdadero Dios lo porto yo, con sus palabras en mis libros y sus exigencias en mi cuerpo -
Dos años atrás Erad había estado en una situación similar, sin embargo lo trataban a él como hereje, para liberarse de aquella vez tuvo que convencer a todos de que su Dios era el real y para ello utilizo un método que estaba por utilizar nuevamente en aquel momento, "Un par de sacrificios frescos nunca vienen mal, está escrito" solía decir y este era el mejor momento para que fueran otorgados, y de no ser posible asesinar a los herejes, al menos se llevare a un fiel creyente agradecido por haberle salvado la vida, era todo ganancia.
El anciano comenzó a arrodillarse, lo primero que hizo fue poner el libro en el suelo, abierto, tras eso levanto sus brazos al cielo y calló durante un par de segundos, solo para coger el aire necesario para volver a gritar – Dios, que en los cielos observas, demuéstrales, a estos infieles que están equivocados y dame el poder para imponerles tu visión, oh Dios mío, " God is big, give me the strengh to kill my enemy" ... – a medida que hablaba en ese idioma inentendible para todos ya que fue creado por el mismo su libro comenzaba a absorber energía de luz y comenzaba a brillar, según él era el poder que Dios le había otorgado, mas no era más que la aptitud con la que los elfos nacen, el poder de controlar la luz, sin embargo, esa era una de sus bases para creer en ese Dios que el mismo había creado.
Erad
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Re: Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
-Voz de los Dioses en este juicio, ¿acaso no veis la locura de ese hombre? Está completamente loco, además maldice a los Dioses en una lengua extranjera. Es una prueba más en contra de esos dos hombres que se escudan en mentiras y argumentos que no se sostienen. Por otra parte el anciano loco no hace más que usar esa hechicería para tratar de intimidarnos, pero no... Nosotros no caeremos ante las argucias de un anciano loco y con la cabeza llena de fantasías.- Taja dejó de hablar durante unos instantes y miró a sus representados posteriormente se volvió para mirar a los presentes. - ¿Alguien en su sano juicio creería a ese loco?- Un coro de murmullos y asentimientos surgió de la multitud. Sango se limitaba a escuchar no daba atisbo alguno de lo que pensaba, no obstante tenía que empezar a decidir cosas, pero antes debía aclarar una cosa.
- ¿Qué es lo que se supone que tiene que decir esta afligida mujer?- Preguntó Ben en voz alta. Para su sorpresa el reo contestó al instante. Los murmullos se habían apagado justo después de que Sango lanzara la pregunta.
- Juré que nunca en mi vida dañaría al amor de mi vida.- Soltó de repente y un coro de voces se alzó, la gente le gritaba e incluso escupían. Taja los mantuvo a raya para no llegar a mayores, cosa que Sango agradeció con una sonrisa cansada mientras observaba a la mujer que tenía la mirada perdida pese al jaleo. El prisionero que había dicho aquello miraba a la mujer y la llamaba. Pero entonces una voz resonó ante todas.
- ¿Qué clases de juicio es este? ¿Por qué tan siquiera escuchamos a ese maldito viejo? ¿No lo veis? Está jugando con todos nosotros con hechicería, nos está volviendo locos y encima está empezando a dominar a esos dos para soltarlos contra nosotros y asesinarnos mientras dormimos.- El marido gritaba en medio de la muchedumbre y esta empezaba a revolucionarse aún más, tanto que Sango se acercó a calmar al hombre. Pero según llegaba, el hombre le empujó e hizo caer a Sango y se dirigió rápidamente al anciano para cogerlo del cuello de la ropa. - Este hombre ha perdido el favor de los Dioses, los Dioses reclaman sangre, ¡aniquilemosles!- En el tiempo que le hombre se iba hacia el anciano y hablaba, Sango se levantó y corrió hacia él para embestirlo con brutalidad. Después de rodar por el suelo sintió que había gente yendo hacia él y trató de levantarse como pudo pero una patada le devolvió al suelo. Rodó hacia un lado, todavía dolorido, y esquivó como pudo la siguiente patada. Se incorporó y sacó el hacha para lanzar un hachazo delante de derecha a izquierda.
- ¡Atrás!- Los perseguidores asustados se echaron hacia atrás. Sango vio detrás de sus agresores cómo se acercaban a los prisioneros y al anciano, que les gritaba algo. Sango volvió a amenazar a sus perseguidores y estos empezaron a gritar a sus compañeros. Había algunos que iban armados con palos, otros con hachas y alguno lanzaba piedras. Era increíble cómo se había salido todo de lugar en cuestión de segundos. Estaba claro que entre aquellos hombres había algo, una historia. Sango sacudió la cabeza y se lanzó a la carrera hacia el anciano y los presos. Por el camino se llevó por delante a dos personas, que cayeron al suelo por el empujón. Se fijó que Taja trataba detener a la multitud, al igual que la mujer. Erad seguía gritando cosas. Los reos se habían escondido detrás del viejo y se arrastraba hacia atrás. Cuando llegó Sango las cosas cambiaron. Ben se pasó el hacha a la mano izquierda y le soltó un puñetazo con la diestra al primero que tuvo en frente. Las voces y los gritos se intensificaron. No habían pasado ni diez segundos desde que Ben embistiera a aquel hombre y todo se estaba yendo de las manos. Había gente que estaba pateando a los prisioneros. Sango se dio la vuelta y arrastró al viejo fuera de allí. Pero este se sacudió y volvió con sus representados que parecían estar desatados y se defendían a duras penas.
- ¡Joder! Tu puñetero Dios es el señor del puto caos o qué...- Sango volvió a meterse en la refriega y sistematizó su sistema de defensa. Agarraba a una persona de los hombros y la empujaba hacia atrás, una vez en el suelo lo pateaba. Lo malo es que cuando llevaba tres, el primero se volvía a levantar. Los esfuerzos de la muchedumbre se centraron en Sango y así fue porque tres (o quizá cuatro) se lanzaron a golpearle con todo. Sango terminó por derrumbarse y se cubrió como pudo.
Que los Dioses me guarden.- Pensó mientras recibía golpes.
- ¿Qué es lo que se supone que tiene que decir esta afligida mujer?- Preguntó Ben en voz alta. Para su sorpresa el reo contestó al instante. Los murmullos se habían apagado justo después de que Sango lanzara la pregunta.
- Juré que nunca en mi vida dañaría al amor de mi vida.- Soltó de repente y un coro de voces se alzó, la gente le gritaba e incluso escupían. Taja los mantuvo a raya para no llegar a mayores, cosa que Sango agradeció con una sonrisa cansada mientras observaba a la mujer que tenía la mirada perdida pese al jaleo. El prisionero que había dicho aquello miraba a la mujer y la llamaba. Pero entonces una voz resonó ante todas.
- ¿Qué clases de juicio es este? ¿Por qué tan siquiera escuchamos a ese maldito viejo? ¿No lo veis? Está jugando con todos nosotros con hechicería, nos está volviendo locos y encima está empezando a dominar a esos dos para soltarlos contra nosotros y asesinarnos mientras dormimos.- El marido gritaba en medio de la muchedumbre y esta empezaba a revolucionarse aún más, tanto que Sango se acercó a calmar al hombre. Pero según llegaba, el hombre le empujó e hizo caer a Sango y se dirigió rápidamente al anciano para cogerlo del cuello de la ropa. - Este hombre ha perdido el favor de los Dioses, los Dioses reclaman sangre, ¡aniquilemosles!- En el tiempo que le hombre se iba hacia el anciano y hablaba, Sango se levantó y corrió hacia él para embestirlo con brutalidad. Después de rodar por el suelo sintió que había gente yendo hacia él y trató de levantarse como pudo pero una patada le devolvió al suelo. Rodó hacia un lado, todavía dolorido, y esquivó como pudo la siguiente patada. Se incorporó y sacó el hacha para lanzar un hachazo delante de derecha a izquierda.
- ¡Atrás!- Los perseguidores asustados se echaron hacia atrás. Sango vio detrás de sus agresores cómo se acercaban a los prisioneros y al anciano, que les gritaba algo. Sango volvió a amenazar a sus perseguidores y estos empezaron a gritar a sus compañeros. Había algunos que iban armados con palos, otros con hachas y alguno lanzaba piedras. Era increíble cómo se había salido todo de lugar en cuestión de segundos. Estaba claro que entre aquellos hombres había algo, una historia. Sango sacudió la cabeza y se lanzó a la carrera hacia el anciano y los presos. Por el camino se llevó por delante a dos personas, que cayeron al suelo por el empujón. Se fijó que Taja trataba detener a la multitud, al igual que la mujer. Erad seguía gritando cosas. Los reos se habían escondido detrás del viejo y se arrastraba hacia atrás. Cuando llegó Sango las cosas cambiaron. Ben se pasó el hacha a la mano izquierda y le soltó un puñetazo con la diestra al primero que tuvo en frente. Las voces y los gritos se intensificaron. No habían pasado ni diez segundos desde que Ben embistiera a aquel hombre y todo se estaba yendo de las manos. Había gente que estaba pateando a los prisioneros. Sango se dio la vuelta y arrastró al viejo fuera de allí. Pero este se sacudió y volvió con sus representados que parecían estar desatados y se defendían a duras penas.
- ¡Joder! Tu puñetero Dios es el señor del puto caos o qué...- Sango volvió a meterse en la refriega y sistematizó su sistema de defensa. Agarraba a una persona de los hombros y la empujaba hacia atrás, una vez en el suelo lo pateaba. Lo malo es que cuando llevaba tres, el primero se volvía a levantar. Los esfuerzos de la muchedumbre se centraron en Sango y así fue porque tres (o quizá cuatro) se lanzaron a golpearle con todo. Sango terminó por derrumbarse y se cubrió como pudo.
Que los Dioses me guarden.- Pensó mientras recibía golpes.
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Re: Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
"El puto dios del caos" podría ser, pensó Erad mientras observaba como el joven caía siendo golpeado por aquella horda enfurecida, enfurecida a costa de un dios pagano. El tiempo parecía pasar a una velocidad extraordinariamente lenta, un golpe, luego el otro, era demasiado complicado entender los bandos en esa situación, sin embargo al parecer la horda estaba del lado de el Dios verdadero, por lo cual el hombre aporreado seria un aliado ¿Verdad?
- Deteneos - grito la voz de aquel anciano mientras utilizaba sus habilidades curativas para intentar que el sujeto obtuviera el menor daño posible, al fin y al cabo no eran mas que golpes de puños, no deberían ser un problema, o al menos eso esperaba, aprovechando la confusión y toda la acción que de golpe estaba sucediendo para desatar únicamente al hombre que se encontraba a su lado, por otro lado no se vio con la confianza de ayudar al mas alejado, puesto que sus gritos no parecían ser reales, ademas de ello en ningún momento había jurado unirse a la religión verdadera.
- Ten - Decía el anciano con una sonrisa mientras ponía un par de piedras en la mano de aquel hombre que disfrutaba ahora de su libertad, - Solo lánzala con toda tu fuerza, el objetivo son, ojos, boca, entre pierna y bueno, ya como cosa muy loca el cuello – Lanzo una carcajada e intentando que le imitara lanzo la primera de las piedras con su máxima fuerza ( Que no era mucha ) hacia la muchedumbre, apuntando a la parte trasera del cuello. - Ahora es tu turno, el tuyo también hombre golpeado, yo intentare curarte, pero solo funcionara claro, si Dios lo permite – Tras decir eso lanzo otra piedra siguiendo la anterior, esta segunda si dio en el cuello de uno de los abusones, el cual reacciono saliendo de la turba enfurecida debido al dolor.
El cansancio agotaba rápidamente al anciano, que de no ser por su ejercicio diario ya estaría en el suelo, he de decir que Erad era mucho mas duro de lo que parecía, sin embargo estar intentando curar a aquel chico a la vez que gritaba y lanzaba piedras a diestra y siniestra era realmente agotador para el.
Aerendir había demostrado ser un lugar cruel, donde personas morían y vivían por igual en diferentes situaciones, por ello aquel anciano de carne y hueso podía aguantar tanta presión, de igual manera esto no duraría mucho, como mucho unos diez minutos mas tras los cuales tendría que decidir entre sentarse en el suelo a sanar o seguir lanzando piedras, claro esta, no iba a dejar de gritar, esa no era siquiera una opción que pasara por su mente.
- Ahora es tu turno chico, - Le dijo al joven que embestían – Dios te recompensara, el verdadero por supuesto, si te portas bien te presentare a Charlie, ademas de que te dejare seguir las verdaderas enseñanzas - dijo en tono confiado, para el todos creían en la verdad de su Dios, para el nadie podría resistirse a la sabiduría que su Dios otorgaba, la cual era nula, al menos para las personas normales, sin embargo muchas de sus experiencias estaban escritas en el "Libro sagrado" que guardaba con tanto recelo, eso era algo que muchas personas entendían como las "enseñanzas" de su Dios, muchas personas, como si realmente le siguieran muchas, de estar mas solo debería de asesinar a Charlie.
- Que Dios nos guarde - Grito al cielo intentando animar a su bando mientras agarraba y lanzaba otra piedra, - El único dios verdadero, claro -
- Deteneos - grito la voz de aquel anciano mientras utilizaba sus habilidades curativas para intentar que el sujeto obtuviera el menor daño posible, al fin y al cabo no eran mas que golpes de puños, no deberían ser un problema, o al menos eso esperaba, aprovechando la confusión y toda la acción que de golpe estaba sucediendo para desatar únicamente al hombre que se encontraba a su lado, por otro lado no se vio con la confianza de ayudar al mas alejado, puesto que sus gritos no parecían ser reales, ademas de ello en ningún momento había jurado unirse a la religión verdadera.
- Ten - Decía el anciano con una sonrisa mientras ponía un par de piedras en la mano de aquel hombre que disfrutaba ahora de su libertad, - Solo lánzala con toda tu fuerza, el objetivo son, ojos, boca, entre pierna y bueno, ya como cosa muy loca el cuello – Lanzo una carcajada e intentando que le imitara lanzo la primera de las piedras con su máxima fuerza ( Que no era mucha ) hacia la muchedumbre, apuntando a la parte trasera del cuello. - Ahora es tu turno, el tuyo también hombre golpeado, yo intentare curarte, pero solo funcionara claro, si Dios lo permite – Tras decir eso lanzo otra piedra siguiendo la anterior, esta segunda si dio en el cuello de uno de los abusones, el cual reacciono saliendo de la turba enfurecida debido al dolor.
El cansancio agotaba rápidamente al anciano, que de no ser por su ejercicio diario ya estaría en el suelo, he de decir que Erad era mucho mas duro de lo que parecía, sin embargo estar intentando curar a aquel chico a la vez que gritaba y lanzaba piedras a diestra y siniestra era realmente agotador para el.
Aerendir había demostrado ser un lugar cruel, donde personas morían y vivían por igual en diferentes situaciones, por ello aquel anciano de carne y hueso podía aguantar tanta presión, de igual manera esto no duraría mucho, como mucho unos diez minutos mas tras los cuales tendría que decidir entre sentarse en el suelo a sanar o seguir lanzando piedras, claro esta, no iba a dejar de gritar, esa no era siquiera una opción que pasara por su mente.
- Ahora es tu turno chico, - Le dijo al joven que embestían – Dios te recompensara, el verdadero por supuesto, si te portas bien te presentare a Charlie, ademas de que te dejare seguir las verdaderas enseñanzas - dijo en tono confiado, para el todos creían en la verdad de su Dios, para el nadie podría resistirse a la sabiduría que su Dios otorgaba, la cual era nula, al menos para las personas normales, sin embargo muchas de sus experiencias estaban escritas en el "Libro sagrado" que guardaba con tanto recelo, eso era algo que muchas personas entendían como las "enseñanzas" de su Dios, muchas personas, como si realmente le siguieran muchas, de estar mas solo debería de asesinar a Charlie.
- Que Dios nos guarde - Grito al cielo intentando animar a su bando mientras agarraba y lanzaba otra piedra, - El único dios verdadero, claro -
Erad
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Re: Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
Dicen que cuando una persona está en peligro tiene dos opciones: o bien acurrucarse y aguantar los golpes o dar la cara e intentar esquivarlos y seguir adelante. Ben no tenía ninguna intención de enfrentarse a aquella jauría de salvajes y por eso se cubría las partes donde le daban más fuerte. Sabía o más bien, confiaba en que el anciano lanzara algún tipo de hechizo e hiciera volar a aquellas personas, "pero, espera... un momento... ¿no debería estar inconsciente a estas alturas?" pensó mientras seguía recibiendo patadas. Pese a todo se encontraba con fuerzas y planeaba lanzarse a por ellos pero aún eran demasiados, "vamos viejo, ayúdame" se dijo. Y como si alguien le hubiera escuchado, algunas piernas parecieron desvanecerse, momento que Sango aprovechó para descargar todas las fuerzas que había ido acumulando(1) en el suelo.
Se levantó como si no le hubieran hecho nada, como cuando un niño cae al suelo en un juego y rápidamente vuelve a él para no perderse nada. Lo primero que hizo Ben fue coger del cuello a dos de los sorprendidos y lanzarlos hacia atrás con una facilidad asombrosa. Cuando se dio la vuelta le sorprendió ver a una mujer lanzarse en plancha hacia él, la cogió en el vuelo con los dos brazos y aprovechando el movimiento, la inercia, Ben giró sobre sí mismo y estampó la mujer contra el suelo. Se levantó de nuevo, esta vez algo más lento que la primera vez, el cansancio empezaba a hacer mella, y tras dar dos pasos corriendo, se abalanzó como si fuera una lanza contra un grupo de hombres y mujeres. La embestida fue tan brutal que le pareció oír algún hueso crujir. Entonces Ben rodó hacia un lado y vio como una piedra impactaba en la cara de uno de los salvajes que aún estaba en pie. Miró en dirección contraria y vio que el anciano y los prisioneros lanzaban piedras, de manera muy acertada de hecho. Todo aquello ocurrió en menos de quince latidos (unos diez segundos). Ben se reagrupó con los reos y el anciano. Aún jadeando se fijó en que había gente arrastrándose por el suelo, otros no se movían y otros simplemente se dedicaban a permanecer quietos expectantes. Pero a lo lejos se estaba llevando a cabo un espectáculo grotesco. Sango hizo un gesto a sus compañeros para que le siguieran. Empuñaba el hacha (no sabía cómo había llegado hasta su manos) que creía perdida con fuerza.
Al llegar a donde el que había empezado la revuelta y sus leales estaban golpeando a su esposa. Taja yacía a un lado, inconsciente y con la cara ensangrentada.
-Si no paras ahora mismo te arranco la cabeza de un hachazo.- El marido miró hacia atrás y los cuatro hombres que estaban con él se dieron la vuelta. El marido sonrió y le pateó la cabeza a la mujer. Un latido después el reo que había prometido no dañar al amor de su vida le lanzó tal puñetazo, que aquel hombre cayó al suelo casi como si no tuviera vida. En los instantes siguientes se desató otra pelea, pero esta fue mucho más corta ya que Sango y el otro reo neutralizaron cualquier reacción por parte de los matones. El amante de la esposa se tiró al suelo junto a ella para consolarla. El otro se fue a tratar de sanar las heridas de Taja y Sango arrastró al marido y causante de toda aquella revuelta a los pies del viejo. Se dio cuenta de que el resto de caídos no se levantaban y miraban expectantes lo que sucedería a continuación. Ben miró al anciano, luego al que estaba en el suelo que empezaba a gemir y después otra vez al anciano. Y casi sorprendido por sus propias palabras le preguntó:
-¿Qué hacemos con él, maestro?- Dicho aquello se volvió rápidamente para ver cómo estaban la mujer y Taja. El reo que se afanaba por limpiar las heridas de Taja lo hacía con diligencia y con una sutileza casi increíble. Ben suspiró y murmuró entre dientes.
-Que los Dioses nos guarden.- Y el hombre que seguía a lo suyo dijo sin inmutarse.
- No amigo, que Dios nos guarde.- Sango se quedó mirando como trabajaba aquel hombre y reflexionando sobre su última frase.
Se levantó como si no le hubieran hecho nada, como cuando un niño cae al suelo en un juego y rápidamente vuelve a él para no perderse nada. Lo primero que hizo Ben fue coger del cuello a dos de los sorprendidos y lanzarlos hacia atrás con una facilidad asombrosa. Cuando se dio la vuelta le sorprendió ver a una mujer lanzarse en plancha hacia él, la cogió en el vuelo con los dos brazos y aprovechando el movimiento, la inercia, Ben giró sobre sí mismo y estampó la mujer contra el suelo. Se levantó de nuevo, esta vez algo más lento que la primera vez, el cansancio empezaba a hacer mella, y tras dar dos pasos corriendo, se abalanzó como si fuera una lanza contra un grupo de hombres y mujeres. La embestida fue tan brutal que le pareció oír algún hueso crujir. Entonces Ben rodó hacia un lado y vio como una piedra impactaba en la cara de uno de los salvajes que aún estaba en pie. Miró en dirección contraria y vio que el anciano y los prisioneros lanzaban piedras, de manera muy acertada de hecho. Todo aquello ocurrió en menos de quince latidos (unos diez segundos). Ben se reagrupó con los reos y el anciano. Aún jadeando se fijó en que había gente arrastrándose por el suelo, otros no se movían y otros simplemente se dedicaban a permanecer quietos expectantes. Pero a lo lejos se estaba llevando a cabo un espectáculo grotesco. Sango hizo un gesto a sus compañeros para que le siguieran. Empuñaba el hacha (no sabía cómo había llegado hasta su manos) que creía perdida con fuerza.
Al llegar a donde el que había empezado la revuelta y sus leales estaban golpeando a su esposa. Taja yacía a un lado, inconsciente y con la cara ensangrentada.
-Si no paras ahora mismo te arranco la cabeza de un hachazo.- El marido miró hacia atrás y los cuatro hombres que estaban con él se dieron la vuelta. El marido sonrió y le pateó la cabeza a la mujer. Un latido después el reo que había prometido no dañar al amor de su vida le lanzó tal puñetazo, que aquel hombre cayó al suelo casi como si no tuviera vida. En los instantes siguientes se desató otra pelea, pero esta fue mucho más corta ya que Sango y el otro reo neutralizaron cualquier reacción por parte de los matones. El amante de la esposa se tiró al suelo junto a ella para consolarla. El otro se fue a tratar de sanar las heridas de Taja y Sango arrastró al marido y causante de toda aquella revuelta a los pies del viejo. Se dio cuenta de que el resto de caídos no se levantaban y miraban expectantes lo que sucedería a continuación. Ben miró al anciano, luego al que estaba en el suelo que empezaba a gemir y después otra vez al anciano. Y casi sorprendido por sus propias palabras le preguntó:
-¿Qué hacemos con él, maestro?- Dicho aquello se volvió rápidamente para ver cómo estaban la mujer y Taja. El reo que se afanaba por limpiar las heridas de Taja lo hacía con diligencia y con una sutileza casi increíble. Ben suspiró y murmuró entre dientes.
-Que los Dioses nos guarden.- Y el hombre que seguía a lo suyo dijo sin inmutarse.
- No amigo, que Dios nos guarde.- Sango se quedó mirando como trabajaba aquel hombre y reflexionando sobre su última frase.
- (1) :
- Uso de habilidad: Aguanta Nelad (Adrenalina)
Sango
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Re: Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
Que fuerza, que bárbaro, que voraz, lo único que le falta es arrancarles la cabeza a sus enemigos. Pensó Erad al ver tal espectáculo, la gente prácticamente volaba de un sitio a otro, esta era la oportunidad para obtener creyentes, fieles, feligreses, como se les ocurra llamarse.
La pelea principal acababa con una firma amenaza del protagonista y este se situaba al lado del anciano, inmediatamente comenzó una segunda pelea, fugaz, sin demasiada sangre, no lo suficientemente buena como para complacer a los Dioses, sin embargo, por hoy ya habían sido saciados, o eso se suponía.
La segunda pelea giraba alrededor de uno de los acusantes, la esposa, esta recibía patada tras patada, hasta que uno de los reos junto con aquel hombre con el hacha les separó, casi al instante el reo que decía amarla se tiró a su lado para intentar como por arte de magia quitarle las heridas, ingenuo.
Sin embargo, eso no era más que el precursor del clímax - ¿Qué hacemos con él, maestro? - aquello era lo que buscaba, aunque Dios no buscaba fama, ni poder, solo buscaba personas.
El anciano puso la mano en el hacha de aquel joven sugiriendo calma y comenzó con su discurso, hace unos años vio como el cristianismo ganaba adeptos con el mismo discurso, esta vez era su turno en lo que claramente era un caso de adulterio - Maldito sea el hombre que confía en otro hombre, dijo dirigiéndose a todos los que escucharan, primero daré mi veredicto, el divino, está claro que este hombre que acusa a mis dos pobres feligreses miente, dice que ellos quemaron la casa, cuando todos nos hemos dado cuenta que fue el mismo el que lo hizo para poder acusar a este hombre, que a escondidas se acostaba con su mujer, es más que obvio ¿Verdad? - La pregunta iba dirigida al acusador - Puedes hablar con la verdad por delante - Erad esperaba que aquel hombre fuera sensato y dijera que si, de esa manera podría evitar asesinarlo, sin embargo, eso solo lo sabría en el momento.
En caso de que el acusador dijera que es verdad seguramente seria desterrado o ejecutado, en caso contrario, también, ¿empujar a un hombre hacia el destino, eso es lo que haría Dios? claro.
- Sin embargo, amigos aquí vemos algo mucho más grave que una simple mentira de unos miles de Aeros, aquí vemos como ustedes, confundidos y aturdidos por el mal han negado al Dios verdadero erigiendo los suyos como verdaderos, cuando claramente no lo es, pues díganme, ¿que Dios bondadoso permitirá esto? y si no tiene control sobre esto, entonces no es super-poderoso. Es por eso que hoy, amigos del pueblo, os revelo la verdadera dirección, a donde mirar y alguien que nunca os fallara, podéis llamarlo como queráis, pero es el único, y el verdadero Dios. - Para darle más credibilidad a su discurso mientras hablaba prácticamente gritando utilizaba toda la energía que le quedaba para ir curando a los golpeados, aun necesitaban primeros auxilios (Todos) pero no morirían y el dolor era más que soportable. - Lo veis, Dios habla a través de gestos, y hoy nos ha permitido otro día para vivir. -
En su mente la gente entraba en euforia gritaba y rezaba al Dios verdadero, se sacudía sin poder más, y comenzaba el reinado de su nueva creencia, sin embargo, al menos los primeros segundos todo parecía demasiado tranquilo, ¿la calma antes de la tormenta? Pensó Erad, ¿o era después?
Que más daba, lo importante era que hubiera tormenta, todo estaba puesto, plantado, solo faltaba que explotase.
Mientras pensaba en su trono de aire observo al hombre que le había llamado maestro – Todos somos aprendices en sus ojos Joven con Hacha, todos, incluso yo, incluso Charlie, todos aprendemos de quien nos observa cada día, quien nos concibe, para mi más que un maestro es un padre, que, a la vez, como todos los padres es maestro - al terminar la frase se arrodillo con el libro abierto e invito a todos los allí presentes, devotos o no devotos a darle un segundo a algo, que tal vez verdadero o falso, pero que ese día por unos segundos era verdadero en todo corazón presente.
- Si hacen algo peligroso puedes cortarles la cabeza, o lo que desees - Susurro en voz baja para que solo el lo escuchase.
La pelea principal acababa con una firma amenaza del protagonista y este se situaba al lado del anciano, inmediatamente comenzó una segunda pelea, fugaz, sin demasiada sangre, no lo suficientemente buena como para complacer a los Dioses, sin embargo, por hoy ya habían sido saciados, o eso se suponía.
La segunda pelea giraba alrededor de uno de los acusantes, la esposa, esta recibía patada tras patada, hasta que uno de los reos junto con aquel hombre con el hacha les separó, casi al instante el reo que decía amarla se tiró a su lado para intentar como por arte de magia quitarle las heridas, ingenuo.
Sin embargo, eso no era más que el precursor del clímax - ¿Qué hacemos con él, maestro? - aquello era lo que buscaba, aunque Dios no buscaba fama, ni poder, solo buscaba personas.
El anciano puso la mano en el hacha de aquel joven sugiriendo calma y comenzó con su discurso, hace unos años vio como el cristianismo ganaba adeptos con el mismo discurso, esta vez era su turno en lo que claramente era un caso de adulterio - Maldito sea el hombre que confía en otro hombre, dijo dirigiéndose a todos los que escucharan, primero daré mi veredicto, el divino, está claro que este hombre que acusa a mis dos pobres feligreses miente, dice que ellos quemaron la casa, cuando todos nos hemos dado cuenta que fue el mismo el que lo hizo para poder acusar a este hombre, que a escondidas se acostaba con su mujer, es más que obvio ¿Verdad? - La pregunta iba dirigida al acusador - Puedes hablar con la verdad por delante - Erad esperaba que aquel hombre fuera sensato y dijera que si, de esa manera podría evitar asesinarlo, sin embargo, eso solo lo sabría en el momento.
En caso de que el acusador dijera que es verdad seguramente seria desterrado o ejecutado, en caso contrario, también, ¿empujar a un hombre hacia el destino, eso es lo que haría Dios? claro.
- Sin embargo, amigos aquí vemos algo mucho más grave que una simple mentira de unos miles de Aeros, aquí vemos como ustedes, confundidos y aturdidos por el mal han negado al Dios verdadero erigiendo los suyos como verdaderos, cuando claramente no lo es, pues díganme, ¿que Dios bondadoso permitirá esto? y si no tiene control sobre esto, entonces no es super-poderoso. Es por eso que hoy, amigos del pueblo, os revelo la verdadera dirección, a donde mirar y alguien que nunca os fallara, podéis llamarlo como queráis, pero es el único, y el verdadero Dios. - Para darle más credibilidad a su discurso mientras hablaba prácticamente gritando utilizaba toda la energía que le quedaba para ir curando a los golpeados, aun necesitaban primeros auxilios (Todos) pero no morirían y el dolor era más que soportable. - Lo veis, Dios habla a través de gestos, y hoy nos ha permitido otro día para vivir. -
En su mente la gente entraba en euforia gritaba y rezaba al Dios verdadero, se sacudía sin poder más, y comenzaba el reinado de su nueva creencia, sin embargo, al menos los primeros segundos todo parecía demasiado tranquilo, ¿la calma antes de la tormenta? Pensó Erad, ¿o era después?
Que más daba, lo importante era que hubiera tormenta, todo estaba puesto, plantado, solo faltaba que explotase.
Mientras pensaba en su trono de aire observo al hombre que le había llamado maestro – Todos somos aprendices en sus ojos Joven con Hacha, todos, incluso yo, incluso Charlie, todos aprendemos de quien nos observa cada día, quien nos concibe, para mi más que un maestro es un padre, que, a la vez, como todos los padres es maestro - al terminar la frase se arrodillo con el libro abierto e invito a todos los allí presentes, devotos o no devotos a darle un segundo a algo, que tal vez verdadero o falso, pero que ese día por unos segundos era verdadero en todo corazón presente.
- Si hacen algo peligroso puedes cortarles la cabeza, o lo que desees - Susurro en voz baja para que solo el lo escuchase.
Erad
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Re: Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
El viejo se había alzado como la voz de la cordura -y eso que para Sango estaba loco-, acusando al hombre que había empezado toda aquella pelea y relatando los hechos desde una perspectiva que cuadraba con todo lo que se había dicho anteriormente. Para sorpresa de Ben, se encontraba bien pese a las docenas de golpes que había recibido. Sospechaba que en aquellas runas había algo más o alguien, ¿tendría razón el anciano?
Sí, es verdad y ante los Dioses, lo confieso.- Dijo el hombre que tenía entre sus brazos a la mujer cuya cara estaba ensangrentada. No dejaba de de acariciarle la cabeza.- Sí, me acostaba con ella y de hecho quería fugarme con ella, no, queríamos fugarnos, huir de este lugar, irnos a Lunargenta tal vez. Queríamos alejarnos de ese maldito tirano y, oh, lo que habéis visto aquí era la culminación de lo que le ocurría en casa a esta pobre mujer. Que Dios me lleve si miento cuando digo que esta no es la primera paliza que se lleva. Y sí, este hombre que está a mi lado, prejuzgado por todos vosotros es tan inocente y se ha visto envuelto en todo esto sin tener oportunidad de defensa. Vosotros, malditos bárbaros sin cerebro sois los verdaderos culpables de todo lo que ha pasado hoy y espero que lo recordéis el resto de vuestras vidas.
El discurso fue contundente y le salía desde el corazón. Sango echó un vistazo a todos los allí presentes. Algunos le miraban con odio, otros con comprensión, otros, avergonzados, no se atrevían a levantar la cabeza del suelo. Ben aún no comprendía cómo todo se podía torcido de aquella manera: el caos se dasató en un intervalo de tiempo muy corto, entonces Sango comprendió cuál era el verdadero enemigo del mundo: el caos. Cualquier sentimiento negativo engendraba caos y el este causaba daño y el daño dolor, pérdida e incluso muerte. Ben fue consciente, por primera vez de las fuerzas que dominaban el mundo: orden y caos, ¿en qué bando estaba él?
Taja se incorporó, el otro hombre seguía hablándole en voz baja con el fin de tranquilizarla y situarla. El anciano hablaba y predicaba las doctrinas de su Dios, al menos todo el mundo estaba tranquilo. Parecía que algunos le escuchaban con curiosidad, otros simplemente lo ignoraban y como no, alguno querían matarle en aquel momento por soltar aquellas blasfemias, pero no se atrevían porque estaba Sango dos pasos por detrás con el hacha en la mano, vigilando, pero un chillido les hizo volverse.
La mujer con la cara ensangrentada estaba despierta y gritaba conmocionada por lo que veían sus ojos: su marido no estaba tan inconsciente como había parecido, además, guardaba un puñal que había clavado en el vientre del hombre que cuidaba a la mujer. Sango vio cómo huía junto a dos hombres en dirección al pueblo. Miró al anciano, y a su espalda otros grupos de gente también salían corriendo. En medio de las carreras algunos gritaban: "los Dioses os castigarán", "sois una vergüenza", "lo pagaréis caro".
- Si llegan al pueblo y se arman estamos perdidos, debemos irnos de aquí.- Aconsejó Sango. Pero el otro prisionero cogió la lanza de Taja se puso de pie y con una calma asombrosa caminó en dirección al anciano. Se dio cuenta de que quería intentar un lanzamiento, pero debía darse prisa si quería alcanzar al hombre que había desatado el caos en las runas. El viejo y el hombre llegaron a un acuerdo, o eso apreció porque ambos asintieron. El hombre se preparó para lanzar: uno, dos, cuatro zancadas y la lanza salió de su mano.
Sango la siguió con la mirada.
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OFF: Erad, queda en tu mano ver si acierta o no Por cierto, perdona por responder tan tarde los post, espero que esta semana me venga mejor y poder avanzar más rápido, te pido disculpas.
Sí, es verdad y ante los Dioses, lo confieso.- Dijo el hombre que tenía entre sus brazos a la mujer cuya cara estaba ensangrentada. No dejaba de de acariciarle la cabeza.- Sí, me acostaba con ella y de hecho quería fugarme con ella, no, queríamos fugarnos, huir de este lugar, irnos a Lunargenta tal vez. Queríamos alejarnos de ese maldito tirano y, oh, lo que habéis visto aquí era la culminación de lo que le ocurría en casa a esta pobre mujer. Que Dios me lleve si miento cuando digo que esta no es la primera paliza que se lleva. Y sí, este hombre que está a mi lado, prejuzgado por todos vosotros es tan inocente y se ha visto envuelto en todo esto sin tener oportunidad de defensa. Vosotros, malditos bárbaros sin cerebro sois los verdaderos culpables de todo lo que ha pasado hoy y espero que lo recordéis el resto de vuestras vidas.
El discurso fue contundente y le salía desde el corazón. Sango echó un vistazo a todos los allí presentes. Algunos le miraban con odio, otros con comprensión, otros, avergonzados, no se atrevían a levantar la cabeza del suelo. Ben aún no comprendía cómo todo se podía torcido de aquella manera: el caos se dasató en un intervalo de tiempo muy corto, entonces Sango comprendió cuál era el verdadero enemigo del mundo: el caos. Cualquier sentimiento negativo engendraba caos y el este causaba daño y el daño dolor, pérdida e incluso muerte. Ben fue consciente, por primera vez de las fuerzas que dominaban el mundo: orden y caos, ¿en qué bando estaba él?
Taja se incorporó, el otro hombre seguía hablándole en voz baja con el fin de tranquilizarla y situarla. El anciano hablaba y predicaba las doctrinas de su Dios, al menos todo el mundo estaba tranquilo. Parecía que algunos le escuchaban con curiosidad, otros simplemente lo ignoraban y como no, alguno querían matarle en aquel momento por soltar aquellas blasfemias, pero no se atrevían porque estaba Sango dos pasos por detrás con el hacha en la mano, vigilando, pero un chillido les hizo volverse.
La mujer con la cara ensangrentada estaba despierta y gritaba conmocionada por lo que veían sus ojos: su marido no estaba tan inconsciente como había parecido, además, guardaba un puñal que había clavado en el vientre del hombre que cuidaba a la mujer. Sango vio cómo huía junto a dos hombres en dirección al pueblo. Miró al anciano, y a su espalda otros grupos de gente también salían corriendo. En medio de las carreras algunos gritaban: "los Dioses os castigarán", "sois una vergüenza", "lo pagaréis caro".
- Si llegan al pueblo y se arman estamos perdidos, debemos irnos de aquí.- Aconsejó Sango. Pero el otro prisionero cogió la lanza de Taja se puso de pie y con una calma asombrosa caminó en dirección al anciano. Se dio cuenta de que quería intentar un lanzamiento, pero debía darse prisa si quería alcanzar al hombre que había desatado el caos en las runas. El viejo y el hombre llegaron a un acuerdo, o eso apreció porque ambos asintieron. El hombre se preparó para lanzar: uno, dos, cuatro zancadas y la lanza salió de su mano.
Sango la siguió con la mirada.
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OFF: Erad, queda en tu mano ver si acierta o no Por cierto, perdona por responder tan tarde los post, espero que esta semana me venga mejor y poder avanzar más rápido, te pido disculpas.
Sango
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Re: Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
Todo era emocionante, pareciera que la música inundaba la mente de Erad mientras la huida era épica, gente sangrando y muriendo y una lanza en vuelo.
La lanza presionada por el tiempo avanzaba y para suerte pego en una de las ruedas destrozando el carro. Erad levanto los brazos apuntando hacia ellos y utilizo su pulgar y su cuello para hacer la forma de "os cortare la cabeza" hacia los que huían hacia el pueblo, tal vez con la intención de rearmarse.
-Tranquilos, todos, irán, se recrearán y nosotros esperaremos, al amanecer los atacaremos, guardad fuerzas, energía y vamos a chocar nuestros corazones, vamos a hacer que nuestro Dios les demuestre una valiosa lección este día-
Sin más que decir se sentó observando a la gente recuperándose de tanta acción. Desde su sitio intentaba curar a quienes podía, más su habilidad era limitada y ya había alcanzado un límite por lo cual casi al instante cayo rendido en sueños.
"Abro los ojos y es asombroso, Dios me habla invitándome al odio hablándome de blasfemos e invitándome al odio, pestañeo para verlo bien y noto que no estoy loco o tal vez un poco, cada noche cuando duermo el viene a mi lado y me acoge, gracias a ello sigo aquí, en parte está bien ¿Dios por qué nunca enseñas tu rostro a otros? Se que no responderá, nunca lo hace, al menos le agradezco por su amistad, gracias a el conozco a Charlie y a muchas otras personas.
Cada vez que me preguntan que, si sé que es real respondo que, sí y es porque aquí esta, lo estoy viendo esta justo frente a mí, sonriéndome diciendo que traiga a otros aquí y les haga sentir lo que yo sienta, es un Dios bondadoso, no como todos los otros, no como aquel que asesina mediante el medio llamado tiempo"
No habían pasado ni diez minutos cuando Erad despertó abrupto con una gran sonrisa en su rostro y sin ningún tipo de lógica renovado, para su edad era impresionante, según él extendía la palabra de dios por el campamento, las horas pasaron fugaces y un poco más serio levantó a los que estaban de su lado – Los que tengáis miedo pueden irse, los que no, síganme, nos doblan, pero nosotros tenemos algo que ellos no, a Dios – había vivido suficientes años como para que la muerte no fuera algo a tener en cuenta, comenzó con aquella marcha con los que quisieran seguirle, la muerte les esperaba en ese poblado, tal vez no a su bando, pero seguía siendo muerte.
Con el libro sagrado en mano y la esperanza de que todo saliera bien partió hacia el pueblo con su fiel amigo Charlie en la mochila, siempre protegiendo su espalda.
Off - Eres libre de poner las bases del combate como desees aunque no participes si no lo deseas, teóricamente el pueblo nos dobla o triplica en fuerza, así que hagamos esto interesante.
La lanza presionada por el tiempo avanzaba y para suerte pego en una de las ruedas destrozando el carro. Erad levanto los brazos apuntando hacia ellos y utilizo su pulgar y su cuello para hacer la forma de "os cortare la cabeza" hacia los que huían hacia el pueblo, tal vez con la intención de rearmarse.
-Tranquilos, todos, irán, se recrearán y nosotros esperaremos, al amanecer los atacaremos, guardad fuerzas, energía y vamos a chocar nuestros corazones, vamos a hacer que nuestro Dios les demuestre una valiosa lección este día-
Sin más que decir se sentó observando a la gente recuperándose de tanta acción. Desde su sitio intentaba curar a quienes podía, más su habilidad era limitada y ya había alcanzado un límite por lo cual casi al instante cayo rendido en sueños.
"Abro los ojos y es asombroso, Dios me habla invitándome al odio hablándome de blasfemos e invitándome al odio, pestañeo para verlo bien y noto que no estoy loco o tal vez un poco, cada noche cuando duermo el viene a mi lado y me acoge, gracias a ello sigo aquí, en parte está bien ¿Dios por qué nunca enseñas tu rostro a otros? Se que no responderá, nunca lo hace, al menos le agradezco por su amistad, gracias a el conozco a Charlie y a muchas otras personas.
Cada vez que me preguntan que, si sé que es real respondo que, sí y es porque aquí esta, lo estoy viendo esta justo frente a mí, sonriéndome diciendo que traiga a otros aquí y les haga sentir lo que yo sienta, es un Dios bondadoso, no como todos los otros, no como aquel que asesina mediante el medio llamado tiempo"
No habían pasado ni diez minutos cuando Erad despertó abrupto con una gran sonrisa en su rostro y sin ningún tipo de lógica renovado, para su edad era impresionante, según él extendía la palabra de dios por el campamento, las horas pasaron fugaces y un poco más serio levantó a los que estaban de su lado – Los que tengáis miedo pueden irse, los que no, síganme, nos doblan, pero nosotros tenemos algo que ellos no, a Dios – había vivido suficientes años como para que la muerte no fuera algo a tener en cuenta, comenzó con aquella marcha con los que quisieran seguirle, la muerte les esperaba en ese poblado, tal vez no a su bando, pero seguía siendo muerte.
Con el libro sagrado en mano y la esperanza de que todo saliera bien partió hacia el pueblo con su fiel amigo Charlie en la mochila, siempre protegiendo su espalda.
Off - Eres libre de poner las bases del combate como desees aunque no participes si no lo deseas, teóricamente el pueblo nos dobla o triplica en fuerza, así que hagamos esto interesante.
Erad
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Re: Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
La lanza destrozó uno de los enganches de una rueda del carro haciendo que cayera al suelo al instante. Sango se quedó asombrado con la habilidad de aquel (por lo que había entendido antes) ganadero con la lanza. La gente ya estaba lejos de las runas y la calma fue desplazando al alboroto causado anteriormente. Sango quiso compartir sus pensamientos con el anciano, pero este se había puesto a hablar. Lo que dijo puso en guardia a Ben.
- A ver... atacar, sin armas y sin un plan no es buena idea. Yo sugiero marcharnos de aquí.- De pronto el anciano se derrumbó y Sango empezó a notar los lugares en los que le habían pegado que era, prácticamente, la totalidad del cuerpo. Sin embargo, no lo sentía con tanta intensidad como debería, "esto me ha pasado antes" pensó. Aquel hombre era un brujo con habilidades curativas y además parecía que había alguien más. Un tal Charlie, según dijo antes y al que Ben no le dio mucha importancia, le acompañaba o al menos era eso lo que decía. Ben supuso que era algún tipo de ser que sólo él podía ver, "quizá algún alumno aniquilado por algún hechizo" pensó mientras se sentaba en el suelo debido a una fatiga creciente. Se quedó pensativo unos minutos hasta que una voz le interrumpió.
- ¿Tú crees que vendrán ahora a por nosotros? Lo dudo, ellos se han llevado su parte, además, entre ellos, habrá gente que no quiera luchar, de hecho estoy convencido.- Dijo el hombre que estaba con la mujer. Ben le miró y después desvió la mirada hacia Taja, que se había levantado y se dirigía a recoger su lanza ayudado por el otro reo.- Creo que el viejo tiene razón, deberíamos atacarles, en ese pueblo viven ellos y nosotros, no tienen ningún derecho a quedarse con él. Y sí, si pedimos ayuda al gobernador podemos esperar un par de meses hasta que se resuelva el conflicto... No, debemos resolverlo, es más lo único que deberíamos hacer sería atrapar a ese malnacido que nos ha hecho esto. Muerto el líder, se acabó.- Sentenció el reo que se había quitado el puñal del vientre y parecía que la herida se había cerrado casi por completo. Era un milagro que aquel anciano, aquel loco predicador estuviera allí. El anciano le había salvado la vida. La mujer que había llorado de manera desconsolada estaba dormida. Todo gracias a aquel hombre. El anciano los había salvado a todos. Pero quizá nadie fuera consciente de ello. Porque aquel hombre, en aquel preciso momento, no parecía ni tan siquiera conmocionado... "¿habrán visto a ese Dios?" se preguntó con curiosidad Ben.
-Tiene razón. Debemos ir a por ellos, no vendrán a por nosotros, tampoco nos esperan. Quizá manden una partida para buscarnos o para tenernos controlados... Por todos los Dioses, no son soldados, seguramente se pongan a saquear todo el pueblo yo creo que deberíamos asestar el golpe final ahora.- Dijo Taja. Sus palabras tuvieron más recorrido en todos los que allí estaban. Se ve que al mencionar el saqueo la gente se puso a la defensiva y era lógico, nadie quería perder toda una vida de trabajo.- Además, aún queda gente en el pueblo que no saben lo que ha pasado, sin embargo si llegan ellos pueden contarles cualquier cosa.- Todo lo que contaba cobraba forma en la cabeza de Ben que se había convertido en una especie de líder por su papel de mediador en aquel juicio que había salido bastante mal. Además contaba con formación militar y un arma bien afilada, "más bien será por el hacha..." se dijo. El anciano asustó a todos.
- Los que tengáis miedo pueden irse, los que no, síganme, nos doblan, pero nosotros tenemos algo que ellos no, a Dios- Sango se levantó de inmediato como el resto de personas que se apresuraron para coger palos piedras que había por allí. El anciano se colocó al lado de Sango y le indicó con un gesto que marchara en dirección al pueblo. Se detuvieron en el carro averiado para arrancar algunos maderos más y las pocas piezas de hierro que poseía. Continuaron la marcha y era evidente que un grupo numeroso había pasado momentos antes, con suerte llegarían a tiempo.
- ¿Sabe? Yo lo único que quería era bañarme... lavarme un poco. Hace mucho desde la última vez. Sin embargo aquí estoy, envuelto en una guerra civil a pequeña escala... ¿qué clase de fuerzas actúan para permitir este tipo de atrocidades? Es repugnante.- Comentó Sango mientras caminaban en dirección al pueblo. Al llegar, lo que vieron fue una imagen surgida de los relatos del fin del mundo.
Algunas casas empezaron a arder, había gente peleando, forcejeando; otros destrozaban muebles que había, por alguna extraña razón, en mitad de la calle principal; de la taberna salía gente con jarras pegando gritos... locos. Aquellas personas estaba locas. Varios del grupo de Sango se lanzaron hacia el pueblo esgrimiendo palos y lanzando piedras. Ben, junto con el anciano, los reos, la mujer y Taja se quedaron observando el espectáculo. Muchas más peleas sucedieron por todo el pueblo, más gritos, más fuegos... más caos. En medio de todo estaba aquel hombre, el mismísimo paladín del caos, dando órdenes y asestando puñetazos si era necesario. De repente Taja se lanzó a la carrera con la lanza en sus manos. Ben, sin pensarlo dos veces, salió tras ella. Dejaron atrás gente peleándose.
Al instante siguiente, Sango estaba en el suelo, se había pegado un golpazo contra el suelo y oía alguien a sus espaldas reír. Se dio la vuelta lentamente y vio a un hombre con una brecha en la cabeza de la que salía sangre. Se acercó a él y le vertió el contenido de una jarra en la cara. El hombre no esperaba que Sango fuera a reaccionar tan rápido, por eso no vio cómo le asestaba un hachazo en la pierna. Mientras Ben se ponía de pie, el hombre se retorcía de dolor en el suelo. Ben trató de buscar a Taja y cuando la encontró, la vió rodeada por tres personas que lanzaban ataques para tantearla. Se dirigió hacia ella pero esta vez sin correr tanto por el dolor del golpe, aún así llegó a tiempo para agarrar a uno de los hombres y tirarlo al suelo para patearle. Acto seguido se giró para esquivar una patada, pero no pudo e impactó contra su costado, desequilibrandole lo que hizo que cayera al suelo. Se puso a gatas lo más rápido posible y saltó hacia adelante, impulsándose con las piernas, e impactó como si fuera una lanza contra el hombre que iba a volver a atacarle. Después de caer rodó hacia un lado y se puso de pie todo lo rápido que pudo. Por un instante se desorientó y no supo donde estaba Taja y su agresor, pero en dos latidos fue consciente de que estaban forcejeando en el suelo. Sango se acercó hacia ello y agarró al hombre por los hombres y lo levantó con una facilidad increíble para después arrojarlo contra el suelo.
- Ya has causado bastante daño en este pueblo. ¡Renuncia al señor del caos!- Le dijo Ben mientras le volvía a poner de pie y le sacudía un guantazo tras otro. Lo único que obtuvo por respuesta fue un escupitajo, con sangre, en la cara. Sango, ciego de ira le asestó un rodillazo en el vientre y luego un puñetazo en la cara. Le dolían las manos. El hombre al final cayó de rodillas y Sango alzó el hacha para asestarle un golpe mortal pero lo que vio a continuación hizo que diera dos pasos hacia atrás, conmocionado. La cabeza del hombre había explotado y estaba atravesada por la lanza. En un extremo estaba Taja y en el otro, de la punta, colgaban restos del interior de la cabeza de aquel hombre. Sus ojos se habían deformado de todos sus orificios salía sangre. Todo a su alrededor se silenció. El cuerpo sin vida cayó a los pies de Sango que todavía tenía el brazo en alto con el hacha. Ben dio dos pasos más atrás y bajando el hacha se dio la vuelta. Taja caminaba sin rumbo, seguramente conmocionada por lo que acababa de hacer. El anciano estaba por allí y Ben decidió acercarse a él.
- De... deberías decir algo, esta gente necesita algo a lo que aferrarse ahora.- Le dijo casi en estado de shock.
Después de sus palabras debían ponerse a trabajar en aquel pueblo. Los incendios aún se podían controlar y algunos muebles aún se podían salvar. En cuanto a los criminales...
"Bueno, el anciano sabrá qué hacer con ellos" se dijo mientras se colocaba detrás de él.
- A ver... atacar, sin armas y sin un plan no es buena idea. Yo sugiero marcharnos de aquí.- De pronto el anciano se derrumbó y Sango empezó a notar los lugares en los que le habían pegado que era, prácticamente, la totalidad del cuerpo. Sin embargo, no lo sentía con tanta intensidad como debería, "esto me ha pasado antes" pensó. Aquel hombre era un brujo con habilidades curativas y además parecía que había alguien más. Un tal Charlie, según dijo antes y al que Ben no le dio mucha importancia, le acompañaba o al menos era eso lo que decía. Ben supuso que era algún tipo de ser que sólo él podía ver, "quizá algún alumno aniquilado por algún hechizo" pensó mientras se sentaba en el suelo debido a una fatiga creciente. Se quedó pensativo unos minutos hasta que una voz le interrumpió.
- ¿Tú crees que vendrán ahora a por nosotros? Lo dudo, ellos se han llevado su parte, además, entre ellos, habrá gente que no quiera luchar, de hecho estoy convencido.- Dijo el hombre que estaba con la mujer. Ben le miró y después desvió la mirada hacia Taja, que se había levantado y se dirigía a recoger su lanza ayudado por el otro reo.- Creo que el viejo tiene razón, deberíamos atacarles, en ese pueblo viven ellos y nosotros, no tienen ningún derecho a quedarse con él. Y sí, si pedimos ayuda al gobernador podemos esperar un par de meses hasta que se resuelva el conflicto... No, debemos resolverlo, es más lo único que deberíamos hacer sería atrapar a ese malnacido que nos ha hecho esto. Muerto el líder, se acabó.- Sentenció el reo que se había quitado el puñal del vientre y parecía que la herida se había cerrado casi por completo. Era un milagro que aquel anciano, aquel loco predicador estuviera allí. El anciano le había salvado la vida. La mujer que había llorado de manera desconsolada estaba dormida. Todo gracias a aquel hombre. El anciano los había salvado a todos. Pero quizá nadie fuera consciente de ello. Porque aquel hombre, en aquel preciso momento, no parecía ni tan siquiera conmocionado... "¿habrán visto a ese Dios?" se preguntó con curiosidad Ben.
-Tiene razón. Debemos ir a por ellos, no vendrán a por nosotros, tampoco nos esperan. Quizá manden una partida para buscarnos o para tenernos controlados... Por todos los Dioses, no son soldados, seguramente se pongan a saquear todo el pueblo yo creo que deberíamos asestar el golpe final ahora.- Dijo Taja. Sus palabras tuvieron más recorrido en todos los que allí estaban. Se ve que al mencionar el saqueo la gente se puso a la defensiva y era lógico, nadie quería perder toda una vida de trabajo.- Además, aún queda gente en el pueblo que no saben lo que ha pasado, sin embargo si llegan ellos pueden contarles cualquier cosa.- Todo lo que contaba cobraba forma en la cabeza de Ben que se había convertido en una especie de líder por su papel de mediador en aquel juicio que había salido bastante mal. Además contaba con formación militar y un arma bien afilada, "más bien será por el hacha..." se dijo. El anciano asustó a todos.
- Los que tengáis miedo pueden irse, los que no, síganme, nos doblan, pero nosotros tenemos algo que ellos no, a Dios- Sango se levantó de inmediato como el resto de personas que se apresuraron para coger palos piedras que había por allí. El anciano se colocó al lado de Sango y le indicó con un gesto que marchara en dirección al pueblo. Se detuvieron en el carro averiado para arrancar algunos maderos más y las pocas piezas de hierro que poseía. Continuaron la marcha y era evidente que un grupo numeroso había pasado momentos antes, con suerte llegarían a tiempo.
- ¿Sabe? Yo lo único que quería era bañarme... lavarme un poco. Hace mucho desde la última vez. Sin embargo aquí estoy, envuelto en una guerra civil a pequeña escala... ¿qué clase de fuerzas actúan para permitir este tipo de atrocidades? Es repugnante.- Comentó Sango mientras caminaban en dirección al pueblo. Al llegar, lo que vieron fue una imagen surgida de los relatos del fin del mundo.
Algunas casas empezaron a arder, había gente peleando, forcejeando; otros destrozaban muebles que había, por alguna extraña razón, en mitad de la calle principal; de la taberna salía gente con jarras pegando gritos... locos. Aquellas personas estaba locas. Varios del grupo de Sango se lanzaron hacia el pueblo esgrimiendo palos y lanzando piedras. Ben, junto con el anciano, los reos, la mujer y Taja se quedaron observando el espectáculo. Muchas más peleas sucedieron por todo el pueblo, más gritos, más fuegos... más caos. En medio de todo estaba aquel hombre, el mismísimo paladín del caos, dando órdenes y asestando puñetazos si era necesario. De repente Taja se lanzó a la carrera con la lanza en sus manos. Ben, sin pensarlo dos veces, salió tras ella. Dejaron atrás gente peleándose.
Al instante siguiente, Sango estaba en el suelo, se había pegado un golpazo contra el suelo y oía alguien a sus espaldas reír. Se dio la vuelta lentamente y vio a un hombre con una brecha en la cabeza de la que salía sangre. Se acercó a él y le vertió el contenido de una jarra en la cara. El hombre no esperaba que Sango fuera a reaccionar tan rápido, por eso no vio cómo le asestaba un hachazo en la pierna. Mientras Ben se ponía de pie, el hombre se retorcía de dolor en el suelo. Ben trató de buscar a Taja y cuando la encontró, la vió rodeada por tres personas que lanzaban ataques para tantearla. Se dirigió hacia ella pero esta vez sin correr tanto por el dolor del golpe, aún así llegó a tiempo para agarrar a uno de los hombres y tirarlo al suelo para patearle. Acto seguido se giró para esquivar una patada, pero no pudo e impactó contra su costado, desequilibrandole lo que hizo que cayera al suelo. Se puso a gatas lo más rápido posible y saltó hacia adelante, impulsándose con las piernas, e impactó como si fuera una lanza contra el hombre que iba a volver a atacarle. Después de caer rodó hacia un lado y se puso de pie todo lo rápido que pudo. Por un instante se desorientó y no supo donde estaba Taja y su agresor, pero en dos latidos fue consciente de que estaban forcejeando en el suelo. Sango se acercó hacia ello y agarró al hombre por los hombres y lo levantó con una facilidad increíble para después arrojarlo contra el suelo.
- Ya has causado bastante daño en este pueblo. ¡Renuncia al señor del caos!- Le dijo Ben mientras le volvía a poner de pie y le sacudía un guantazo tras otro. Lo único que obtuvo por respuesta fue un escupitajo, con sangre, en la cara. Sango, ciego de ira le asestó un rodillazo en el vientre y luego un puñetazo en la cara. Le dolían las manos. El hombre al final cayó de rodillas y Sango alzó el hacha para asestarle un golpe mortal pero lo que vio a continuación hizo que diera dos pasos hacia atrás, conmocionado. La cabeza del hombre había explotado y estaba atravesada por la lanza. En un extremo estaba Taja y en el otro, de la punta, colgaban restos del interior de la cabeza de aquel hombre. Sus ojos se habían deformado de todos sus orificios salía sangre. Todo a su alrededor se silenció. El cuerpo sin vida cayó a los pies de Sango que todavía tenía el brazo en alto con el hacha. Ben dio dos pasos más atrás y bajando el hacha se dio la vuelta. Taja caminaba sin rumbo, seguramente conmocionada por lo que acababa de hacer. El anciano estaba por allí y Ben decidió acercarse a él.
- De... deberías decir algo, esta gente necesita algo a lo que aferrarse ahora.- Le dijo casi en estado de shock.
Después de sus palabras debían ponerse a trabajar en aquel pueblo. Los incendios aún se podían controlar y algunos muebles aún se podían salvar. En cuanto a los criminales...
"Bueno, el anciano sabrá qué hacer con ellos" se dijo mientras se colocaba detrás de él.
Sango
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Re: Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
"¿Sabe? Yo lo único que quería era bañarme... lavarme un poco. Hace mucho desde la última vez. Sin embargo, aquí estoy, envuelto en una guerra civil a pequeña escala... ¿qué clase de fuerzas actúan para permitir este tipo de atrocidades? Es repugnante."
Hace ya un tiempo Erad había pasado por las mismas dudas, en la vida de todo buen creyente hay dudas, desde entonces aquel pobre hombre duda de quienes no dudan, según sus palabras si no hay dudas no hay ninguna razón para tener fe y en parte tenía razón. - No lo sé, es la verdad, no lo sé, seguramente Charlie tendría una especie de mejor respuesta, sin embargo, yo tengo la mía, aunque incierta. Creo que la fuerza que actúa tras bambalinas es la verdad, creo que Dios no tiene nada que ver a menos de que sea llamado, Dios creo sus engranajes y ahora estos se mueven solos, tal cual la magia. Creo profundamente que esa fuerza es la verdad, tras cada cosa están la verdad y los humanos, piénsalo. - Aprovechó una pausa de menos de un segundo para retomar el aire –Si no hubiéramos estado aquí, esto no hubiera pasado, estas personas sin nosotros hubieran asesinado a los dos inocentes y se hubieran evitado la muerte de muchos culpables, sin embargo, actuamos buscando la verdad, somos nobles al contrario de lo que muchos creen, sospecho que nos parecemos a Dios, cada uno de nosotros en una menor escala. Pero no lo sé, tal vez solo sean los delirios de un viejo, lo único que tengo seguro es que perseguimos la verdad porque así Dios lo quiere. - Tras eso solo hubo un silencio tenso hasta llegar al pueblo, ahí todo era un caos, no es que no lo esperaran, pero aun así se sorprendieron, no es que lo que paso les sorprendiera, pero, aun así, todos se sorprendieron.
No pasó mucho tiempo hasta que todos fueron corriendo hacia la pelea, era la pelea de ellos, de cada uno de ellos, en ningún momento fue Erad invitado sin embargo ahí estaba,observando cielo y pidiendo la paz, enseñando las costumbres pacíficas a la fuerza. Era la hora de ponerle fin a aquella guerra civil.
Un paso, luego el otro y así sucesivamente se convirtió en el caminar de un anciano, como objetivo el centro de la aldea, mientras caminaba todo parecía desmoronarse a su alrededor, todos parecían pedir piedad, un futuro, un fin. Las personas parecían hablarle, incluso aquel chico del hacha parecía decirle algo, pero en aquel momento Erad solo podía escuchar una voz en su
mente que le decía que era su deber detener aquella masacre.
Algunos le lanzaban piedras al anciano, una de ellas le pegó en la parte izquierda de la cabeza provocando que sangrara, aun así la marcha de aquel hombre no se había detenido y solo se detuvo cuando llegó al centro del lugar, el pueblo era pequeño, todos podrían verle, todos podrían escucharle y eso era parte del plan, divino, como lo llamaba él.
Antes de siquiera comenzar a hablar observo el cielo y clamó en silencio, pues su Dios lloraba al ver a su creación, era una mezcla de orgullo y dolor y en ese momento todo eso sucedía en la mente de Erad, donde su Dios debatía, y de repente sin ningún aviso el cielo comenzó a llorar. Te entiendo, pensó Erad y de su mochila dañada por el trayecto sacó el libro sagrado, un libro enorme de tal vez mil páginas hecho completamente por él.
A medida que las palabras comenzaban a salir de él la luz se iba aglomerando en su libro, siendo así el único foco de luz entre tanta lluvia y oscuridad. El agua apagaría las llamas, las palabras apagarían las llamas de la revolución.
Erad se había decidido a alzar su voz y casi en un eterno grito comenzó a hablar - Si no os detenéis en este instante os tendré que asesinar a cada uno de ustedes. No os he suficiente con hacer a Dios llorar por esta blasfemia. Si su deseo es continuar luchando hacedlo, hacedlo, pero esperen a que Dios termine su llanto, es por su culpa, desde encima de los cielos nos observan y esto es lo que le estamos mostrando a alguien que nos creó. - Tras decir esto dejó el libro en el piso y levantando las manos hacia el cielo lanzó un aura curativa que, debido a su extensidad, era poco efectiva y solo servía para curar levemente a las personas, al menos no morirían, no en ese preciso instante.
Charlie, tú lo hubieras hecho mejor, pensó antes de desmayarse ante la tensión que le provocaba utilizar en gran medida su hechizo. El señor que de los cielos observaba le protegería, o eso suponía Erad, una vez el mismo perdió la conciencia su libro provocó un destello majestuoso liberando toda la luz que había acumulado durante esos minutos solo para apagarse dejando tras de sí únicamente el recuerdo de una estela de luz, una hermosa estela de luz.
Hace ya un tiempo Erad había pasado por las mismas dudas, en la vida de todo buen creyente hay dudas, desde entonces aquel pobre hombre duda de quienes no dudan, según sus palabras si no hay dudas no hay ninguna razón para tener fe y en parte tenía razón. - No lo sé, es la verdad, no lo sé, seguramente Charlie tendría una especie de mejor respuesta, sin embargo, yo tengo la mía, aunque incierta. Creo que la fuerza que actúa tras bambalinas es la verdad, creo que Dios no tiene nada que ver a menos de que sea llamado, Dios creo sus engranajes y ahora estos se mueven solos, tal cual la magia. Creo profundamente que esa fuerza es la verdad, tras cada cosa están la verdad y los humanos, piénsalo. - Aprovechó una pausa de menos de un segundo para retomar el aire –Si no hubiéramos estado aquí, esto no hubiera pasado, estas personas sin nosotros hubieran asesinado a los dos inocentes y se hubieran evitado la muerte de muchos culpables, sin embargo, actuamos buscando la verdad, somos nobles al contrario de lo que muchos creen, sospecho que nos parecemos a Dios, cada uno de nosotros en una menor escala. Pero no lo sé, tal vez solo sean los delirios de un viejo, lo único que tengo seguro es que perseguimos la verdad porque así Dios lo quiere. - Tras eso solo hubo un silencio tenso hasta llegar al pueblo, ahí todo era un caos, no es que no lo esperaran, pero aun así se sorprendieron, no es que lo que paso les sorprendiera, pero, aun así, todos se sorprendieron.
No pasó mucho tiempo hasta que todos fueron corriendo hacia la pelea, era la pelea de ellos, de cada uno de ellos, en ningún momento fue Erad invitado sin embargo ahí estaba,observando cielo y pidiendo la paz, enseñando las costumbres pacíficas a la fuerza. Era la hora de ponerle fin a aquella guerra civil.
Un paso, luego el otro y así sucesivamente se convirtió en el caminar de un anciano, como objetivo el centro de la aldea, mientras caminaba todo parecía desmoronarse a su alrededor, todos parecían pedir piedad, un futuro, un fin. Las personas parecían hablarle, incluso aquel chico del hacha parecía decirle algo, pero en aquel momento Erad solo podía escuchar una voz en su
mente que le decía que era su deber detener aquella masacre.
Algunos le lanzaban piedras al anciano, una de ellas le pegó en la parte izquierda de la cabeza provocando que sangrara, aun así la marcha de aquel hombre no se había detenido y solo se detuvo cuando llegó al centro del lugar, el pueblo era pequeño, todos podrían verle, todos podrían escucharle y eso era parte del plan, divino, como lo llamaba él.
Antes de siquiera comenzar a hablar observo el cielo y clamó en silencio, pues su Dios lloraba al ver a su creación, era una mezcla de orgullo y dolor y en ese momento todo eso sucedía en la mente de Erad, donde su Dios debatía, y de repente sin ningún aviso el cielo comenzó a llorar. Te entiendo, pensó Erad y de su mochila dañada por el trayecto sacó el libro sagrado, un libro enorme de tal vez mil páginas hecho completamente por él.
A medida que las palabras comenzaban a salir de él la luz se iba aglomerando en su libro, siendo así el único foco de luz entre tanta lluvia y oscuridad. El agua apagaría las llamas, las palabras apagarían las llamas de la revolución.
Erad se había decidido a alzar su voz y casi en un eterno grito comenzó a hablar - Si no os detenéis en este instante os tendré que asesinar a cada uno de ustedes. No os he suficiente con hacer a Dios llorar por esta blasfemia. Si su deseo es continuar luchando hacedlo, hacedlo, pero esperen a que Dios termine su llanto, es por su culpa, desde encima de los cielos nos observan y esto es lo que le estamos mostrando a alguien que nos creó. - Tras decir esto dejó el libro en el piso y levantando las manos hacia el cielo lanzó un aura curativa que, debido a su extensidad, era poco efectiva y solo servía para curar levemente a las personas, al menos no morirían, no en ese preciso instante.
Charlie, tú lo hubieras hecho mejor, pensó antes de desmayarse ante la tensión que le provocaba utilizar en gran medida su hechizo. El señor que de los cielos observaba le protegería, o eso suponía Erad, una vez el mismo perdió la conciencia su libro provocó un destello majestuoso liberando toda la luz que había acumulado durante esos minutos solo para apagarse dejando tras de sí únicamente el recuerdo de una estela de luz, una hermosa estela de luz.
Erad
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Re: Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
Al día siguiente. Pueblo en el camino a la Península de Verisar.
Sango abrió los ojos y sintió una punzada de dolor en la espalda. No debía ser nada grave porque no se movió. Tampoco lo hizo cuando escuchó movimiento fuera. Pensó en lo que había ocurrido el día anterior y trató de olvidarlo, pero no pudo. Al menos no todo el día anterior puesto que había una imagen que persistía en su cabeza, en realidad eran dos: la primera de ella era cómo aqueñ hombre se había sacado el puñal del vientre y tan sólo había unas pequeñas manchas de sangre, para colmo, el hombre después cargó con aquella mujer maltratada; la segunda imagen está relacionada, estaba, con la mujer. La cabeza de aquel hombre atravesada por una lanza, con restos orgánicos en la punta de la lanza que sobresalía por uno de los lados, los ojos saliendose del hombre y la sangre cayendo a borbotones por todos los orificios posibles. Cuando le recorrió un escalofría, Sango se incorporó y se quedó sentado en la cama. Era una cama hecha con tablas de madera y utilizaban paja para que fuera mucho más cómodo el descanso. Aún con todo, estaba muy rígido y debía esperar unos instantes a que se le pasara y el cuerpo se acostumbrara a estar lejos de aquella cama. Se miró los pies, las piernas con sus cicatrices, luego los muslos donde se veían algunos moratones, las manos y lo brazos tenían ambas cosas y su torso estaba lleno de marcas de golpes y algún que otro corte.
- ¿Qué tal estás?- Sango alzó la cabeza rápidamente y vio que en la cama de en frente estaba Taja, sentada como él y mirándole. Sango la estudió por unos instantes. Estaba completamente desnuda, como él. El calor azotaba en aquellas tierras y además, en el caso de Ben, le habían propuesto lavar la ropa y remendar los agujeros. Ben esbozó una pequeña sonrisa y se pasó una mano por la cara para apartarse unos mechones de pelo que le caían por el rostro.
- He tenido mejores momentos... Pero, en términos generales... bien.- Contestó Sango. Tenía miedo de ponerse de pie y que aquella mujer le viera desnudo, "probablemente ya lo haya hecho, pero es distinto estando consciente" pensó mientras volvía a mirar a Taja. Parte de su pelo negro le tapaba el rostro y le caía hasta el pecho, tapando uno de sus senos, pese a la relativa oscuridad (la única luz que entraba era por las rendijas de la ventana que estaba entre las dos camas), se podía ver que había zonas de su cuerpo más oscuras que otras. Ben se pasó la lengua por los labios y le preguntó:
- ¿Y tú, cómo estás?- A la pregunta ella respondió agachando aún más la cabeza y negando. Acto seguido se echó a llorar. Ben sintió otra vez aquella punzada de dolor, pero esta vez en el corazón. No conocía de nada a aquella mujer pero había visto suficiente mundo como para ver que era alguien importante en el pueblo y que desde luego aquello le crearía mala reputación. Ben sabía cuál era la única solución posible en aquellos momentos para que Taja pudiera pasar página. Ben se levantó y se sentó a su lado, acto seguido le pasó un brazo por encima y la acurrucó contra él. Trataba de consolarla a pesar de saber que el único consuelo que ella encontraría sería la soledad del camino. Un camino que debía recorrer para poner distancia con lo que había pasado y quizá, el día de mañana estaría recuperada y lista para empezar de nuevo.
La puerta se abrió de golpe y un niño entró, cargado con la ropa de cada uno. Se quedó parado un instante pero entró y dejó la ropa en la cama que había dejado libre Sango instantes atrás. Les miró y pareció darse cuenta de que estaban los dos desnudos, para entonces Sango lo perdió de vista pues el niño se había ido corriendo dejando la puerta entreabierta. Taja parecía ir calmándose poco a poco.
- Muy considerada por tu parte. Sí, lo digo por no huir por culpa de este olor...- Sango se rió para hacer sentir mejor a Taja o al menos eso creía él.- Debería darme un baño, le preguntaré a alguien a ver dónde podría asearme un poco... Cuando estés mejor ven a verme o...- se puso nervioso - Sí, ven a verme.- No había sido capaz de pedirle que fuera con él a bañarse. Había oído historias subidas de tono en los que un hombre y una mujer pasaban largos intervalos de tiempo juntos en ríos o en lagos, historias subidas de tono cuando la noche aun era joven y la bebida corría a gran velocidad por las tabernas. Pero no fue capaz de emular a cualquiera de aquellos protagonistas. Al menos no de momento, "quizás deberías empezar por un lugar menos... exótico" se dijo a sí mismo mientras se ponía en pie. Taja quedó tumbada en la cama de nuevo, con las piernas encogidas y con el pelo tapándole el rostro. Sango se puso los pantalones y las botas y salió, tras de sí cerró la puerta.
La gente trabajaba, reconstruyendo los destrozos y limpiando todos los desastres. El pueblo volvía a trabajar unido. Sango vio que el anciano paseaba por allí, quería hablar con él, pero ahora no. Lo primero era lo primero en aquellos momentos. Preguntó a uno de los pequeños que corrían por allí y que parecían los mensajeros de los adultos. Le dijeron que no muy lejos al este había un arroyo y que podía bañarse allí. Cogió la ropa y le facilitaron una pastilla de jabón y unas tenazas para las uñas. Tal y como había dicho el niño, no muy lejos había un arroyo, poco profundo como comprobó Ben. El agua le llegaba un palmo por encima de los pies en la zona más profunda y allí se lavó. Se frotaba con dedicación y pasaba un buen rato con cada parte de su cuerpo, nunca sabía cuándo sería la próxima vez que podría lavarse. El jabón residual quedaba negro y en un momento puntual pareció que el agua de aquel arroyo bajaba turbia. Cuando estuvo satisfecho (el jabón ya no se oscurecía), tiró lo que quedaba de la pastilla de jabón cerca de la ropa, se sentó con las piernas estiradas en el arroyo, aspiró una bocanada de aire y se echó hacia atrás quedando casi completamente sumergido. Sentía el agua fluir a su alrededor, también la tierra y alguna hoja, quizá peces que aprovechaban la calma para sortear aquel obstáculo. Salió de nuevo y respiró con dificultad dado el contraste frio y el calor que empezaba a notarse aquella mañana. Salió del agua y se sacudió. Se agitó el pelo, que le llegaba por los hombros y se lo recogió en una coleta atada con una pequeña tira de cuero. Acto seguido se tumbó en la hierba y miró al cielo, azul claro, sin nubes y con el sol ascendiendo lentamente. Pensó en su próximo destino, Roilkat tenía noticias de un antiguo conocido y quería pasarse a verle, pero sabía que eran tiempos difíciles para la Península, puesto que parecía que los rumores de guerra cada vez se hacían más fuertes. No obstante, Sango desechó todos aquellos pensamientos y disfrutó de estar limpio.
- Una pequeña victoria frente al caos que me lanza el mundo. No ganas esta batalla, déjame ahora disfrutar de mi victoria.- Ben cerró los ojos y disfrutó de la brisa que le acariciaba el cuerpo con un sonrisa en la cara.
De vuelta en el pueblo, ya vestido y aseado aunque con el pelo todavía mojado devolvió las tenazas y fue a ver si Taja aún se encontraba en cama y se sorprendió de no verla allí. Aprovechó aquel momento para recuperar su hacha y la bolsa de viaje. Salió de nuevo y fue hacia el herrero. Le ofreció su ayuda para afilar cualquier cosa, sobre todo hachas, era lo único que sabía afilar, y el herrero, encantado, le puso a trabajar. El herrero se marchó a atender otros quehaceres, seguramente más importantes ahora que tenía alguien ayudándole. Al poco apareció por allí el anciano. Sango llamó atención mientras pasaba una piedra por el filo de un hacha de leñador.
- Oye, ¿puede venir un momento?- esperó a que el anciano se acercara. Dejó lo que estaba haciendo y le miró. - No he tenido ocasión de presentarme, soy Sango, quería darle las gracias por toda su ayuda ayer... Sin usted y sin...- hizo un gesto con la mano que tenía la piedra de afilar señalando el libro que llevaba con él- quién sabe qué nos podría haber pasado. Gracias.- Dió un par de pasadas más y volvió a alzar la cabeza para mirarle.- ¿Qué es lo que predicas? Sinceramente, me parecéis un hechicero que ha pasado largo tiempo encerrado en una torre, como en los cuentos infantiles.- Hizo una pausa y sonrió.- Siento verdadera curiosidad por saber más cosas de ese Dios.- Mientras esperaba respuesta volvió a pasar la piedra por el filo del hacha.
Sólo movía la piedra hacia adelante, despacio, una y otra vez.
Sango abrió los ojos y sintió una punzada de dolor en la espalda. No debía ser nada grave porque no se movió. Tampoco lo hizo cuando escuchó movimiento fuera. Pensó en lo que había ocurrido el día anterior y trató de olvidarlo, pero no pudo. Al menos no todo el día anterior puesto que había una imagen que persistía en su cabeza, en realidad eran dos: la primera de ella era cómo aqueñ hombre se había sacado el puñal del vientre y tan sólo había unas pequeñas manchas de sangre, para colmo, el hombre después cargó con aquella mujer maltratada; la segunda imagen está relacionada, estaba, con la mujer. La cabeza de aquel hombre atravesada por una lanza, con restos orgánicos en la punta de la lanza que sobresalía por uno de los lados, los ojos saliendose del hombre y la sangre cayendo a borbotones por todos los orificios posibles. Cuando le recorrió un escalofría, Sango se incorporó y se quedó sentado en la cama. Era una cama hecha con tablas de madera y utilizaban paja para que fuera mucho más cómodo el descanso. Aún con todo, estaba muy rígido y debía esperar unos instantes a que se le pasara y el cuerpo se acostumbrara a estar lejos de aquella cama. Se miró los pies, las piernas con sus cicatrices, luego los muslos donde se veían algunos moratones, las manos y lo brazos tenían ambas cosas y su torso estaba lleno de marcas de golpes y algún que otro corte.
- ¿Qué tal estás?- Sango alzó la cabeza rápidamente y vio que en la cama de en frente estaba Taja, sentada como él y mirándole. Sango la estudió por unos instantes. Estaba completamente desnuda, como él. El calor azotaba en aquellas tierras y además, en el caso de Ben, le habían propuesto lavar la ropa y remendar los agujeros. Ben esbozó una pequeña sonrisa y se pasó una mano por la cara para apartarse unos mechones de pelo que le caían por el rostro.
- He tenido mejores momentos... Pero, en términos generales... bien.- Contestó Sango. Tenía miedo de ponerse de pie y que aquella mujer le viera desnudo, "probablemente ya lo haya hecho, pero es distinto estando consciente" pensó mientras volvía a mirar a Taja. Parte de su pelo negro le tapaba el rostro y le caía hasta el pecho, tapando uno de sus senos, pese a la relativa oscuridad (la única luz que entraba era por las rendijas de la ventana que estaba entre las dos camas), se podía ver que había zonas de su cuerpo más oscuras que otras. Ben se pasó la lengua por los labios y le preguntó:
- ¿Y tú, cómo estás?- A la pregunta ella respondió agachando aún más la cabeza y negando. Acto seguido se echó a llorar. Ben sintió otra vez aquella punzada de dolor, pero esta vez en el corazón. No conocía de nada a aquella mujer pero había visto suficiente mundo como para ver que era alguien importante en el pueblo y que desde luego aquello le crearía mala reputación. Ben sabía cuál era la única solución posible en aquellos momentos para que Taja pudiera pasar página. Ben se levantó y se sentó a su lado, acto seguido le pasó un brazo por encima y la acurrucó contra él. Trataba de consolarla a pesar de saber que el único consuelo que ella encontraría sería la soledad del camino. Un camino que debía recorrer para poner distancia con lo que había pasado y quizá, el día de mañana estaría recuperada y lista para empezar de nuevo.
La puerta se abrió de golpe y un niño entró, cargado con la ropa de cada uno. Se quedó parado un instante pero entró y dejó la ropa en la cama que había dejado libre Sango instantes atrás. Les miró y pareció darse cuenta de que estaban los dos desnudos, para entonces Sango lo perdió de vista pues el niño se había ido corriendo dejando la puerta entreabierta. Taja parecía ir calmándose poco a poco.
- Muy considerada por tu parte. Sí, lo digo por no huir por culpa de este olor...- Sango se rió para hacer sentir mejor a Taja o al menos eso creía él.- Debería darme un baño, le preguntaré a alguien a ver dónde podría asearme un poco... Cuando estés mejor ven a verme o...- se puso nervioso - Sí, ven a verme.- No había sido capaz de pedirle que fuera con él a bañarse. Había oído historias subidas de tono en los que un hombre y una mujer pasaban largos intervalos de tiempo juntos en ríos o en lagos, historias subidas de tono cuando la noche aun era joven y la bebida corría a gran velocidad por las tabernas. Pero no fue capaz de emular a cualquiera de aquellos protagonistas. Al menos no de momento, "quizás deberías empezar por un lugar menos... exótico" se dijo a sí mismo mientras se ponía en pie. Taja quedó tumbada en la cama de nuevo, con las piernas encogidas y con el pelo tapándole el rostro. Sango se puso los pantalones y las botas y salió, tras de sí cerró la puerta.
La gente trabajaba, reconstruyendo los destrozos y limpiando todos los desastres. El pueblo volvía a trabajar unido. Sango vio que el anciano paseaba por allí, quería hablar con él, pero ahora no. Lo primero era lo primero en aquellos momentos. Preguntó a uno de los pequeños que corrían por allí y que parecían los mensajeros de los adultos. Le dijeron que no muy lejos al este había un arroyo y que podía bañarse allí. Cogió la ropa y le facilitaron una pastilla de jabón y unas tenazas para las uñas. Tal y como había dicho el niño, no muy lejos había un arroyo, poco profundo como comprobó Ben. El agua le llegaba un palmo por encima de los pies en la zona más profunda y allí se lavó. Se frotaba con dedicación y pasaba un buen rato con cada parte de su cuerpo, nunca sabía cuándo sería la próxima vez que podría lavarse. El jabón residual quedaba negro y en un momento puntual pareció que el agua de aquel arroyo bajaba turbia. Cuando estuvo satisfecho (el jabón ya no se oscurecía), tiró lo que quedaba de la pastilla de jabón cerca de la ropa, se sentó con las piernas estiradas en el arroyo, aspiró una bocanada de aire y se echó hacia atrás quedando casi completamente sumergido. Sentía el agua fluir a su alrededor, también la tierra y alguna hoja, quizá peces que aprovechaban la calma para sortear aquel obstáculo. Salió de nuevo y respiró con dificultad dado el contraste frio y el calor que empezaba a notarse aquella mañana. Salió del agua y se sacudió. Se agitó el pelo, que le llegaba por los hombros y se lo recogió en una coleta atada con una pequeña tira de cuero. Acto seguido se tumbó en la hierba y miró al cielo, azul claro, sin nubes y con el sol ascendiendo lentamente. Pensó en su próximo destino, Roilkat tenía noticias de un antiguo conocido y quería pasarse a verle, pero sabía que eran tiempos difíciles para la Península, puesto que parecía que los rumores de guerra cada vez se hacían más fuertes. No obstante, Sango desechó todos aquellos pensamientos y disfrutó de estar limpio.
- Una pequeña victoria frente al caos que me lanza el mundo. No ganas esta batalla, déjame ahora disfrutar de mi victoria.- Ben cerró los ojos y disfrutó de la brisa que le acariciaba el cuerpo con un sonrisa en la cara.
De vuelta en el pueblo, ya vestido y aseado aunque con el pelo todavía mojado devolvió las tenazas y fue a ver si Taja aún se encontraba en cama y se sorprendió de no verla allí. Aprovechó aquel momento para recuperar su hacha y la bolsa de viaje. Salió de nuevo y fue hacia el herrero. Le ofreció su ayuda para afilar cualquier cosa, sobre todo hachas, era lo único que sabía afilar, y el herrero, encantado, le puso a trabajar. El herrero se marchó a atender otros quehaceres, seguramente más importantes ahora que tenía alguien ayudándole. Al poco apareció por allí el anciano. Sango llamó atención mientras pasaba una piedra por el filo de un hacha de leñador.
- Oye, ¿puede venir un momento?- esperó a que el anciano se acercara. Dejó lo que estaba haciendo y le miró. - No he tenido ocasión de presentarme, soy Sango, quería darle las gracias por toda su ayuda ayer... Sin usted y sin...- hizo un gesto con la mano que tenía la piedra de afilar señalando el libro que llevaba con él- quién sabe qué nos podría haber pasado. Gracias.- Dió un par de pasadas más y volvió a alzar la cabeza para mirarle.- ¿Qué es lo que predicas? Sinceramente, me parecéis un hechicero que ha pasado largo tiempo encerrado en una torre, como en los cuentos infantiles.- Hizo una pausa y sonrió.- Siento verdadera curiosidad por saber más cosas de ese Dios.- Mientras esperaba respuesta volvió a pasar la piedra por el filo del hacha.
Sólo movía la piedra hacia adelante, despacio, una y otra vez.
Sango
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Re: Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
Había perdido la consciencia por unas diez horas, la tranquilidad reinaba dentro de la habitación aun no amanecía y todos dormían, la paz reinaba y esa era la señal de que algo andaba mal, Erad se levantó con la lentitud dada a su edad y con cuidado acudió a su mochila que alguien había puesto ahí sin fisgonear, por suerte, antes que revisar si estaba su tomo sagrado busco a Charlie casi con ansias y solo cuando lo encontró reviso ya con más calma a por el libro.
Sin más preámbulos comenzó a escribir aun sin recobrar sus fuerzas en Charlie – Hoy fue un día digno, todos me observaron caer en nombre de nuestro Dios, Charlie, he de irme de aquí, creo que al desmayarme alguien me trajo a esta cama tal vez para alimentarme y luego de ello comerme, deben de estar desesperados, no me queda más que unos huesos, pero aun así debo de irme, por ello hoy será bastante corto vale, nos vemos cuando este fuera de este lugar. -
Parecía una bala mientras recogía todo lo suyo y desempolvaba su mochila, una bala disparada a máxima velocidad por un puño de una persona bastante débil, pero una bala sin más decir. Cuando abrió la puerta intentando hacer el menor ruido posible el sol brillaba en los cielos y toda la aldea paseaba sin preocupaciones, debían de ser las 12 del día, sin embargo, al estar en una habitación cerrada el mismo lo había confundido con la madrugada. Su cara fue devastadora, todo está acabado pensó mientras unos niños sonreían y corrían por la aldea.
No tenían que decírselo dos veces, tenía que correr y encontrar algún lugar lejos de ahí donde no fuera a ser comido, por ello puso paso apresurado hacia cualquier lugar, mientras más rápido mejor, hasta que recibió una invitación a acercarse – Es mi fin – Se dijo a si mismo mientras miraba a un lado solo para observar que era su compañero de batalla el que le llamaba, estaba en el puesto de la herrería, solo podía significar una cosa, él vivía en esa aldea.
Se acerco lento y apretando con fuerza el libro de Dios, - No sabía que vivías en esta aldea – la pregunta que le hizo interrumpió sus palabras, preguntaba por Dios, y Erad no pudo hacer más que reír de la inocencia del joven por decirle que parecía salido de un cuento de hadas – ¿Qué predico? Predico la oportunidad de que todos puedan ver y acariciar a mi Dios y luego de ello decidir si seguirle o no, por ello prefiero decirles no a las guerras, supongo que es por eso que no todos creen en mi Dios, aunque muchos lo hacen – mentira – debido a que no entro en guerra ni crucifico a otras religiones por creer, sin embargo, claro, la mía es la verdadera, ya lo has comprobado. Sin embargo me preguntas que es Dios, eso es algo ya más complicado – se mantuvo en silencio durante unos segundos pensado la respuesta – No lo sé, como habrás notado no tenemos el control absoluto de todo, hay cosas que simplemente se nos escapan, por ejemplo, matar o morir, ambas están en nuestras manos, sin embargo no lo que sucederá después en la acción, eso es Dios, eso que falta, esa pregunta que siempre hemos tenido del porqué sucede esto, Dios es explicación, al mismo tiempo es aquello que te da fuerzas cuando no hay, es ese amor que sientes por tus padres, ese compañerismo que no tiene nombre, ese tipo de sentimientos son también Dios, Dios es un ser tan grande que no podríamos describir sin palabras, pero ten, este es su libro, abre cualquier página, la que sea –
Erad le dio el libro ya abierto al joven, en la página se podía leer todo escrito a mano: “Recuerda aquella batalla que perdiste, que caíste por décima vez al suelo noqueado y cuando pensaste que todo se teñiría de negro pudiste levantarte, tus heridas fueron mínimas y de repente venciste, hay algo que falta ahí, un porque, hay varias respuestas que nunca podrían ser respondidas, es ahí hijo mío, soy yo, eso que falta, soy yo y no te preocupes, aunque no me veas o reniegues de mi yo siempre estaré en esa última batalla y en otras ultimas
- Pagina 392 “
- Pero lo más importante de Dios es que es eso que late dentro de ti, tenemos una relación de ayuda mutua, él nos ayuda en momentos desdichados y nosotros se lo recompensamos creyendo en su verdad absoluta, aunque esa en muchas ocasiones sea mala, es como la justicia, hay que creer en ella, de otra manera estarás solo contra el mundo, incluso aunque yo por momentos piense estarlo nunca lo estoy, tengo unos ojos que me observan todo el tiempo, todo el tiempo Sango – Le dio unos segundos para que ojeara el libro a placer. - Tienes una bonita herrería aquí, imagino que también familia, es un buen pueblo, que pena tener que irme de aquí y sobre todo no puedo comer, me siento mal del estómago así que ni lo intentes, no pienso tragarme una sola gota de agua hasta sentirme mejor, pero precioso el pueblo claro – Por el momento no hacía más que excusas ante el pensamiento de que le iban a comer luego de engordarle, cuanto antes saliera de ese lugar mejor, más seguridad podría tener. Además de ello tenía que seguir su camino extendiendo la palabra de Dios por el mundo, ya no le quedaban tantos años como hace cien, poco a poco su vitalidad se iba apagando como el fuego, sin embargo, hasta su último suspiro seguiría y en sus últimos momentos entregar a Charlie para que otro continuara su legado, no era más que una ilusión, pero una ilusión en la que creía.
Sin más preámbulos comenzó a escribir aun sin recobrar sus fuerzas en Charlie – Hoy fue un día digno, todos me observaron caer en nombre de nuestro Dios, Charlie, he de irme de aquí, creo que al desmayarme alguien me trajo a esta cama tal vez para alimentarme y luego de ello comerme, deben de estar desesperados, no me queda más que unos huesos, pero aun así debo de irme, por ello hoy será bastante corto vale, nos vemos cuando este fuera de este lugar. -
Parecía una bala mientras recogía todo lo suyo y desempolvaba su mochila, una bala disparada a máxima velocidad por un puño de una persona bastante débil, pero una bala sin más decir. Cuando abrió la puerta intentando hacer el menor ruido posible el sol brillaba en los cielos y toda la aldea paseaba sin preocupaciones, debían de ser las 12 del día, sin embargo, al estar en una habitación cerrada el mismo lo había confundido con la madrugada. Su cara fue devastadora, todo está acabado pensó mientras unos niños sonreían y corrían por la aldea.
No tenían que decírselo dos veces, tenía que correr y encontrar algún lugar lejos de ahí donde no fuera a ser comido, por ello puso paso apresurado hacia cualquier lugar, mientras más rápido mejor, hasta que recibió una invitación a acercarse – Es mi fin – Se dijo a si mismo mientras miraba a un lado solo para observar que era su compañero de batalla el que le llamaba, estaba en el puesto de la herrería, solo podía significar una cosa, él vivía en esa aldea.
Se acerco lento y apretando con fuerza el libro de Dios, - No sabía que vivías en esta aldea – la pregunta que le hizo interrumpió sus palabras, preguntaba por Dios, y Erad no pudo hacer más que reír de la inocencia del joven por decirle que parecía salido de un cuento de hadas – ¿Qué predico? Predico la oportunidad de que todos puedan ver y acariciar a mi Dios y luego de ello decidir si seguirle o no, por ello prefiero decirles no a las guerras, supongo que es por eso que no todos creen en mi Dios, aunque muchos lo hacen – mentira – debido a que no entro en guerra ni crucifico a otras religiones por creer, sin embargo, claro, la mía es la verdadera, ya lo has comprobado. Sin embargo me preguntas que es Dios, eso es algo ya más complicado – se mantuvo en silencio durante unos segundos pensado la respuesta – No lo sé, como habrás notado no tenemos el control absoluto de todo, hay cosas que simplemente se nos escapan, por ejemplo, matar o morir, ambas están en nuestras manos, sin embargo no lo que sucederá después en la acción, eso es Dios, eso que falta, esa pregunta que siempre hemos tenido del porqué sucede esto, Dios es explicación, al mismo tiempo es aquello que te da fuerzas cuando no hay, es ese amor que sientes por tus padres, ese compañerismo que no tiene nombre, ese tipo de sentimientos son también Dios, Dios es un ser tan grande que no podríamos describir sin palabras, pero ten, este es su libro, abre cualquier página, la que sea –
Erad le dio el libro ya abierto al joven, en la página se podía leer todo escrito a mano: “Recuerda aquella batalla que perdiste, que caíste por décima vez al suelo noqueado y cuando pensaste que todo se teñiría de negro pudiste levantarte, tus heridas fueron mínimas y de repente venciste, hay algo que falta ahí, un porque, hay varias respuestas que nunca podrían ser respondidas, es ahí hijo mío, soy yo, eso que falta, soy yo y no te preocupes, aunque no me veas o reniegues de mi yo siempre estaré en esa última batalla y en otras ultimas
- Pagina 392 “
- Pero lo más importante de Dios es que es eso que late dentro de ti, tenemos una relación de ayuda mutua, él nos ayuda en momentos desdichados y nosotros se lo recompensamos creyendo en su verdad absoluta, aunque esa en muchas ocasiones sea mala, es como la justicia, hay que creer en ella, de otra manera estarás solo contra el mundo, incluso aunque yo por momentos piense estarlo nunca lo estoy, tengo unos ojos que me observan todo el tiempo, todo el tiempo Sango – Le dio unos segundos para que ojeara el libro a placer. - Tienes una bonita herrería aquí, imagino que también familia, es un buen pueblo, que pena tener que irme de aquí y sobre todo no puedo comer, me siento mal del estómago así que ni lo intentes, no pienso tragarme una sola gota de agua hasta sentirme mejor, pero precioso el pueblo claro – Por el momento no hacía más que excusas ante el pensamiento de que le iban a comer luego de engordarle, cuanto antes saliera de ese lugar mejor, más seguridad podría tener. Además de ello tenía que seguir su camino extendiendo la palabra de Dios por el mundo, ya no le quedaban tantos años como hace cien, poco a poco su vitalidad se iba apagando como el fuego, sin embargo, hasta su último suspiro seguiría y en sus últimos momentos entregar a Charlie para que otro continuara su legado, no era más que una ilusión, pero una ilusión en la que creía.
Erad
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Re: Las ruinas de un Dios pagano. [Cerrado]
Sango dejó la piedra de afilar y el hacha encima del yunque que tenía a dos pasos a su izquierda y cogió el libro que le tendía el anciano. El libro pesaba estaba lleno de texto tanto el escrito original como anotaciones hechas en los bordes. Sango hacía muchos años que no cogía un libro y su capacidad para leer estaba limitada, además, no sabía distinguir muy bien algunas letras, no obstante pudo leer lo que aquel anciano le enseñaba, con esfuerzo, pero pudo hacerlo. Ben movía los labios mientras leía. Al acabar, Ben reflexionó sobre lo que había leído.
Ben llevaba varios años viajando y se había cruzado con predicadores que defendían Dioses de lo más variopinto. Alguna de esas personas afirmaba que su Dios era único y verdadero, otros que un nuevo Dios había aparecido y había que adorarle. Sin embargo, todos ellos coincidían en un mismo método: mi Dios es bueno porque hace esto y castigará a los que no hagan tal y tal cosa. Sin embargo ninguno iba más allá, se quedaban en la superficie no profundizaban y se metían en un debate filosófico más profundo, muchas veces por ignorancia y otras, cuando el predicador tenía los conocimientos necesarios como para mantener una serie de argumentos de peso este pecaba de soberbia y acusaba al vulgo de ignorante, decía que no malgastaría su tiempo con ellos en cosas que ellos no entenderían. Quizás aquellos fueran los peores dado que subestimaban la capacidad del pueblo. Ben era indiferente a aquellos mensajes. Quizá al principio de viaje se había sentido intrigado, pero al ver que la misma fórmula se repetía por todo el continente, determinó que no perdería más tiempo con aquella gente. Sin embargo el anciano que tenía delante era distinto, él le había dado una fórmula para ver a un Dios desde una perspectiva diferente. Que Dios fuera el nexo entre causa y efecto era fácil de entender puesto que el destino estaba prefijado para cada ser que habitaba aquel mundo pero que un Dios se presente como lo que hay tras la ausencia de todo lo demás era algo que asustó a Ben debido a la facilidad que tuvo al comprender aquellas palabras.
Cuando el anciano dijo su nombre, su apodo más bien, volvió al mundo y se dio cuenta de que estaba conteniendo la respiración. Tras respirar un par de veces, para calmarse y asimilar todo aquello, pudo articular una respuesta.
- No, no. No es mi herrería, sólo ayudo a esta buena gente a recuperarse, eso es todo.- Ben aún seguía conmocionado y lo peor de todo es que no comprendía por qué estaba tan nervioso, "¿será esto Dios?"
- Sí, yo también debo partir. Me esperan y voy con un día de retraso... Señor, me ha dado mucho en lo que pensar, sus palabras me han causado un gran impacto y necesito meditarlas... Solo.- Ben se alejó de la herrería y del anciano con paso decidido hacia la casa donde estaban sus cosas. No hizo caso a lo que pasaba a su alrededor, las voces, los niños corriendo, la gente llevando cosas de un lado a otro, el olor a leña que auguraba una comida de reconciliación en aquel pueblo. Todo eso ocurría a su alrededor pero Ben se sentía como si estuviera en mitad de una tempestad. Sin embargo todo se desvaneció cuando al entrar en aquella habitación vio a Taja.
- ¡No!- Gritó mientras corría hacia ella. La mujer, sorprendida se quedó quieta en el acto. Ben llegó justo a tiempo para evitar una desgracia. Se arrodilló junto a ella y le quitó el cuchillo de las manos. Sango lo lanzó al otro extremo de la habitación y acto seguido abrazó a la mujer, todavía desnuda y que lloraba de manera desconsolada. Sango le acariciaba la cabeza mientras en su cabeza volvieron a resonar sus propios pensamientos. PAra desecharlos le habló.
- Taja, ¿quieres que este pueblo sufra más? Lo que ibas a hacer era una estupidez.- Le dijo mientras Taja empezaba a calmarse. - ¿No crees que ya han tenido bastante? Tú debe irte de este pueblo y vas a venir conmigo. Al menos la primera parte del viaje, ¿me oyes?- Sango la apartó con delicadeza de su lado para mirarle a los ojos.- Debes alejarte de aquí, coger perspectiva del mundo. Créeme, funciona.- Taja asintió y se sentó en la cama. Sango pudo ver con todo lujo de detalles a la mujer. Se puso nervioso y miró hacia otro lado, hacia su bolsa de viaje y su hacha que seguían en el mismo sitio.- Cuando estés lista, nos vamos. Estaré aquí, en la puerta, esperando.- Sango cogió la bolsa y se la colgó a la espalda. Cogió el hacha y lo colgó del cinturón, acto seguido miró a Taja que buscaba sus ropas y después salió y esperó en la puerta. Mientras esperaba miró hacia la herrería, el anciano ya no estaba. Hizo una mueca lamentándose por la forma tan brusca con la que se había despedido. Pero sobre todo porque...
- Estoy lista.- La voz a su espalda sobresaltó a Sango que se giró para mirar a Taja. Le dedicó una sonrisa y le hizo un gesto con la cabeza para que la siguiera. Taja obedeció y caminaron en paralelo, ella llevaba su lanza y una pequeña bolsa de viaje. Ben se detuvo para que Taja observara por última vez su pueblo. Nadie pareció ver que se marchaban y si lo hicieron nadie los iba a detener. Taja suspiró y reanudó la marcha. Ben le daría un par de horas antes de empezar a hablar con ella. En su cabeza debía haber mil cosas y Ben no interrumpiría aquello. Lo había aprendido por las malas y por experiencia propia.
Al salir del pueblo tomaron rumbo al este, hacia la península de Verisar, más concretamente a Roilkat, donde esperaban a Ben. Quizás fueran bordeando la costa o por los caminos que transcurrían por los bosques. "Como te decía, viejo, me habría gustado despedirme de otra forma, sobre todo cuando puede que tu Dios haya ganado un nuevo fiel" pensó mientras caminaba. A su alrededor el sonido de los pájaros, el viento entre los árboles y las pisadas en la tierra.
Ben, por primera vez en mucho tiempo, sonrió de felicidad.
Ben llevaba varios años viajando y se había cruzado con predicadores que defendían Dioses de lo más variopinto. Alguna de esas personas afirmaba que su Dios era único y verdadero, otros que un nuevo Dios había aparecido y había que adorarle. Sin embargo, todos ellos coincidían en un mismo método: mi Dios es bueno porque hace esto y castigará a los que no hagan tal y tal cosa. Sin embargo ninguno iba más allá, se quedaban en la superficie no profundizaban y se metían en un debate filosófico más profundo, muchas veces por ignorancia y otras, cuando el predicador tenía los conocimientos necesarios como para mantener una serie de argumentos de peso este pecaba de soberbia y acusaba al vulgo de ignorante, decía que no malgastaría su tiempo con ellos en cosas que ellos no entenderían. Quizás aquellos fueran los peores dado que subestimaban la capacidad del pueblo. Ben era indiferente a aquellos mensajes. Quizá al principio de viaje se había sentido intrigado, pero al ver que la misma fórmula se repetía por todo el continente, determinó que no perdería más tiempo con aquella gente. Sin embargo el anciano que tenía delante era distinto, él le había dado una fórmula para ver a un Dios desde una perspectiva diferente. Que Dios fuera el nexo entre causa y efecto era fácil de entender puesto que el destino estaba prefijado para cada ser que habitaba aquel mundo pero que un Dios se presente como lo que hay tras la ausencia de todo lo demás era algo que asustó a Ben debido a la facilidad que tuvo al comprender aquellas palabras.
Cuando el anciano dijo su nombre, su apodo más bien, volvió al mundo y se dio cuenta de que estaba conteniendo la respiración. Tras respirar un par de veces, para calmarse y asimilar todo aquello, pudo articular una respuesta.
- No, no. No es mi herrería, sólo ayudo a esta buena gente a recuperarse, eso es todo.- Ben aún seguía conmocionado y lo peor de todo es que no comprendía por qué estaba tan nervioso, "¿será esto Dios?"
- Sí, yo también debo partir. Me esperan y voy con un día de retraso... Señor, me ha dado mucho en lo que pensar, sus palabras me han causado un gran impacto y necesito meditarlas... Solo.- Ben se alejó de la herrería y del anciano con paso decidido hacia la casa donde estaban sus cosas. No hizo caso a lo que pasaba a su alrededor, las voces, los niños corriendo, la gente llevando cosas de un lado a otro, el olor a leña que auguraba una comida de reconciliación en aquel pueblo. Todo eso ocurría a su alrededor pero Ben se sentía como si estuviera en mitad de una tempestad. Sin embargo todo se desvaneció cuando al entrar en aquella habitación vio a Taja.
- ¡No!- Gritó mientras corría hacia ella. La mujer, sorprendida se quedó quieta en el acto. Ben llegó justo a tiempo para evitar una desgracia. Se arrodilló junto a ella y le quitó el cuchillo de las manos. Sango lo lanzó al otro extremo de la habitación y acto seguido abrazó a la mujer, todavía desnuda y que lloraba de manera desconsolada. Sango le acariciaba la cabeza mientras en su cabeza volvieron a resonar sus propios pensamientos. PAra desecharlos le habló.
- Taja, ¿quieres que este pueblo sufra más? Lo que ibas a hacer era una estupidez.- Le dijo mientras Taja empezaba a calmarse. - ¿No crees que ya han tenido bastante? Tú debe irte de este pueblo y vas a venir conmigo. Al menos la primera parte del viaje, ¿me oyes?- Sango la apartó con delicadeza de su lado para mirarle a los ojos.- Debes alejarte de aquí, coger perspectiva del mundo. Créeme, funciona.- Taja asintió y se sentó en la cama. Sango pudo ver con todo lujo de detalles a la mujer. Se puso nervioso y miró hacia otro lado, hacia su bolsa de viaje y su hacha que seguían en el mismo sitio.- Cuando estés lista, nos vamos. Estaré aquí, en la puerta, esperando.- Sango cogió la bolsa y se la colgó a la espalda. Cogió el hacha y lo colgó del cinturón, acto seguido miró a Taja que buscaba sus ropas y después salió y esperó en la puerta. Mientras esperaba miró hacia la herrería, el anciano ya no estaba. Hizo una mueca lamentándose por la forma tan brusca con la que se había despedido. Pero sobre todo porque...
- Estoy lista.- La voz a su espalda sobresaltó a Sango que se giró para mirar a Taja. Le dedicó una sonrisa y le hizo un gesto con la cabeza para que la siguiera. Taja obedeció y caminaron en paralelo, ella llevaba su lanza y una pequeña bolsa de viaje. Ben se detuvo para que Taja observara por última vez su pueblo. Nadie pareció ver que se marchaban y si lo hicieron nadie los iba a detener. Taja suspiró y reanudó la marcha. Ben le daría un par de horas antes de empezar a hablar con ella. En su cabeza debía haber mil cosas y Ben no interrumpiría aquello. Lo había aprendido por las malas y por experiencia propia.
Al salir del pueblo tomaron rumbo al este, hacia la península de Verisar, más concretamente a Roilkat, donde esperaban a Ben. Quizás fueran bordeando la costa o por los caminos que transcurrían por los bosques. "Como te decía, viejo, me habría gustado despedirme de otra forma, sobre todo cuando puede que tu Dios haya ganado un nuevo fiel" pensó mientras caminaba. A su alrededor el sonido de los pájaros, el viento entre los árboles y las pisadas en la tierra.
Ben, por primera vez en mucho tiempo, sonrió de felicidad.
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