La Puerta L.C II [quest] [Eltrant]
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La Puerta L.C II [quest] [Eltrant]
I. El.Maestro.Moon
El maestro estaba sentado bajo el alero de madera, con los brazos cruzados sobre su pecho. Veía la lluvia caer con tanto interés que parecía observar a una mujer mientras se duchaba. -Tú maestro de la perversión, ¿cuándo me vas a enseñar el secreto?- preguntó el joven Micaiah de unos trece años. Estaba en esa edad en la que los jóvenes comienzan a conocer su verdadera fuerza y descubren su potencial, también cuando tienen esos cambios súbitos de voz.
El maestro le ignoró y continuó viendo como las gotas caían pesadamente sobre la madera que tenía dispersa en su patio. Habían maderas de todo tipo, tamaño y color regadas por el suelo, d diferentes formas y en diferentes estados. Todas siendo empapadas con el agua de la primera luna de Mungir. -Eh, garañón sin dientes. Que te estoy hablando-
-Esa no es forma de tratar a tu maestro, ¡mocoso insolente!- dijo él dándose la vuelta violentamente para verle la cara al jovencito lleno de astillas que le observaba desde la espalda con gesto desafiante.
-Si maestro. Pero le estaba hablando y usted…- comenzó a replicar
- Te estaba ignorando. ¿Algún problema con eso muchacho imberbe?- preguntó él alzando una ceja y volviendo a su postura inicial. Aquél día sería largo, muy largo… Tenía en su mente un diseño, una idea, pero no lograba cristalizarla en nada decente. Y atrás de él Michaiah dele que te dele, como un mosquito al buey del arado. Era cierto que había tomado al niño como su aprendiz como un favor a sus padres, pero había momentos del día en las que pensaba en que mandarle con los herreros hubiera sido una mejor idea.
____________________
Eltrant, deberás relatar cómo llegas hasta la casa. Qué hacías en esos parajes, relatar su estancia allí, describir lo que reste de Micaiah y su maestro. Deberás interactuar con ellos y pedirles un lugar para pasar la noche. Veamos que tal te va yendo y el nivel de dificultad que pondremos luego de esto. Suerte
El maestro le ignoró y continuó viendo como las gotas caían pesadamente sobre la madera que tenía dispersa en su patio. Habían maderas de todo tipo, tamaño y color regadas por el suelo, d diferentes formas y en diferentes estados. Todas siendo empapadas con el agua de la primera luna de Mungir. -Eh, garañón sin dientes. Que te estoy hablando-
-Esa no es forma de tratar a tu maestro, ¡mocoso insolente!- dijo él dándose la vuelta violentamente para verle la cara al jovencito lleno de astillas que le observaba desde la espalda con gesto desafiante.
-Si maestro. Pero le estaba hablando y usted…- comenzó a replicar
- Te estaba ignorando. ¿Algún problema con eso muchacho imberbe?- preguntó él alzando una ceja y volviendo a su postura inicial. Aquél día sería largo, muy largo… Tenía en su mente un diseño, una idea, pero no lograba cristalizarla en nada decente. Y atrás de él Michaiah dele que te dele, como un mosquito al buey del arado. Era cierto que había tomado al niño como su aprendiz como un favor a sus padres, pero había momentos del día en las que pensaba en que mandarle con los herreros hubiera sido una mejor idea.
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Eltrant, deberás relatar cómo llegas hasta la casa. Qué hacías en esos parajes, relatar su estancia allí, describir lo que reste de Micaiah y su maestro. Deberás interactuar con ellos y pedirles un lugar para pasar la noche. Veamos que tal te va yendo y el nivel de dificultad que pondremos luego de esto. Suerte
Thorn
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Re: La Puerta L.C II [quest] [Eltrant]
¿Cuánto tiempo llevaba oculto bajo aquel árbol? Era un árbol bastante grande, tenía que admitirlo, Eltrant se frotó los brazos tratando de, en vano, darse algo de calor. Después de repetir aquella acción en varias ocasiones y viendo que aquel gesto no daba ningún resultado, suspiró y se pasó la mano por el pelo, estaba completamente empapado, si la lluvia no amainaba en un rato no le quedaría más remedio que salir a buscar refugio, no es que tuviese nada en contra de los árboles, pero a no ser que fueses un roedor aquel roble distaba mucho de ser un buen lugar para pasar la noche.
Entornando los ojos escudriñó todo a su alrededor, vale, se había perdido, y también estaba obligado a admitir que la ligera neblina que le rodeaba no ayudaba mucho a su sentido de la orientación, pero había escapado de cosas peores.
Sacó el pequeño mapa que llevaba en la bolsa de viaje y bajo el amparo de las ramas del árbol, lo sujetó con dos piedras para que el viento no se lo llevase -“A ver que me centre, giré dos veces a la izquierda… y tres a la derecha… pasé por un riachuelo… creo que este camino no estaba antes… ¿Se ha corrido la tinta?” – Dejó escapar un gemido lastimero e hizo una bola con el mapa.
Siguió esperando durante varios minutos, no solo el tiempo parecía estar en su contra, sino que, contra todo pronóstico, comenzó a llover con más fuerza, dejando escapar varios improperios que habrían hecho perder el conocimiento a las damas más sofisticadas de la corte real, Eltrant se cubrió la cabeza con la capucha de la capa, y salió de su resguardo.
Caminó tratando de protegerse la cara del viento que arrastraba a las pequeñas gotitas que se precipitaban sobre el suelo, haciendo de este modo que la capucha fuese bastante inútil en aquella situación, no llovía particularmente fuerte, lo suficiente como para que resultase molesto, pero después de varias horas bajo la lluvia el mercenario estaba empezando a cansarse.
–“Si es que no se por que dejé atrás Lunargenta” – Se dijo a si mismo mientras tiraba con fuerza para sacar uno de sus pies que se había quedado atrapado en el lodo –“Ahora podía estar lejos del barro, de la lluvia y de espadas afiladas… bueno, quizás de eso último…” – Siempre que el joven se quedaba más de una semana en un lugar, una extraña sensación de incomodidad recorría todo su ser, no soportaba quedarse sin nada que hacer, ansiaba ver mundo, por mucho que eso en muchas ocasiones acabase con objetos punzantes peligrosamente cerca de sus órganos vitales.
–“Tendría que haber ido a Beltrexus, playa, sol, camas cómodas…” – Siguió farfullando a la vez que avanzaba por el lodazal que parecía ser un camino. –“Incluso habría tolerado subirme a un barco” – Sentenció conforme, aunque sabía, muy en su interior, que aquello era mentira.
–“¿Dónde se habrá metido ese maldito caballo?” – Aunque llevaba a Mohr consigo para aquel viaje, el caballo, al ver como el mercenario decidía esperar a que la lluvia parase, se había marchado a trotar por su cuenta bajo la lluvia, como de costumbre; Afortunadamente para el joven, no tardó en vislumbrar al animal.
-“Tenías que irte ahora ¿Verdad?” – El corcel pareció comprender lo que decía el hombre, pues giró la cabeza y le miró fijamente, Eltrant simplemente sonrió y se subió a su grupa.
Ahora sobre su fiel montura, continuó avanzando a través de la lluvia, según su mapa no debería estar muy lejos del llamado “Lago de la Luna”, aunque tampoco podía pararse a comprobarlo, lo que quedaba del mapa era una pasta grisácea de papel al fondo de su bolsa de viaje.
Entonces, justo cuando pensó que no le quedaría más remedio que improvisar una cama junto a unos arbustos, una diminuta casa se alzó frente a él, emergiendo de entre la niebla. Sin pensarlo dos veces, bajo del caballo y después de dejarlo en un pequeño establo junto a la casa, buscó la entrada principal.
En su cabeza no cabía ser cauteloso en aquel momento, aquella podía ser una casa habitada por caníbales antropófagos y seguiría tratando de entrar por todos los medios.
Después del quinto golpe en la puerta, un joven muchacho al principio de su adolescencia abrió, Eltrant esbozó su mejor sonrisa y, cubierto de agua, pidió al joven si podía entrar, al menos a descansar.
El muchacho arqueó una ceja y se giró buscando a alguien, el mercenario vislumbro a un anciano sentado a pocos metros de la entrada principal, mirando inexpresivamente hacia lo que parecía ser patio en el que se amontonaban un centenar de tablones de madera de diferentes colores y tamaños, de todas formas no supo a ciencia cierta desde dónde se encontraba. –“¿Una carpintería? ¿Aquí?” – Se preguntó Eltrant instantes antes de que el chico, cubierto en serrín, le dejase pasar.
Una vez dentro agradeció al anciano, el cual resultó ser el maestro del muchacho. El octogenario se encogió de hombros ante las palabras de Eltrant y masculló–“Tú mismo” – Antes de volver a contemplar la extensa plancha de madera que se extendía en mitad del patio, Eltrant sonrió y no dijo nada, simplemente se acercó al fuego de la chimenea, el anciano le había permitido quedarse allí por lo pronto.
Había encontrado aquella casa en el momento justo, pues no tardó en caer la noche, Eltrant se quedó contemplando como la oscuridad lo cubría todo, poco a poco, a través de la ventana. –“Puedes quedarte aquí a pasar la noche si quieres” – La voz del chiquillo le sacó de sus cavilaciones – “Al maestro no le importará… creo” – El mercenario sonrió al muchacho y volvió junto a él a la hoguera.
Resultó que, como había afirmado el joven que se llamaba Micaiah, al maestro no le importó que Eltrant pasase allí la noche. El anciano era un hombre de pocas palabras y bastante arisco cuando hablaba, trataba con cierta condescendía al joven que vivia con él, probablemente debido a su juventud, cosa que Eltrant había visto en más de un artesano, por lo que se lo tomó a mal, probablemente el hombre solo estaba tratando de formar correctamente a su joven aprendiz, el cual no era especialmente brillante, aunque sí que era un buen chico.
Por otro lado sí que notó, a lo largo de su corta estancia en aquel lugar, fue que el carpintero parecía tener otra cosa en la cabeza, como si apenas fuese consciente de la presencia del joven mercenario, este tenía la mayor parte del tiempo la mirada perdida en algún punto indeterminado del patio en el que descansaban las diferentes tablas con las que el hombre trabajaba.
Mientras se terminaba la cena con sus dos anfitriones, Eltrant percibió como las gotas de lluvia repicaban contra el tejado de la morada, no parecía querer amainar pronto, pero al menos ahora tenía un techo sobre su cabeza.
Entornando los ojos escudriñó todo a su alrededor, vale, se había perdido, y también estaba obligado a admitir que la ligera neblina que le rodeaba no ayudaba mucho a su sentido de la orientación, pero había escapado de cosas peores.
Sacó el pequeño mapa que llevaba en la bolsa de viaje y bajo el amparo de las ramas del árbol, lo sujetó con dos piedras para que el viento no se lo llevase -“A ver que me centre, giré dos veces a la izquierda… y tres a la derecha… pasé por un riachuelo… creo que este camino no estaba antes… ¿Se ha corrido la tinta?” – Dejó escapar un gemido lastimero e hizo una bola con el mapa.
Siguió esperando durante varios minutos, no solo el tiempo parecía estar en su contra, sino que, contra todo pronóstico, comenzó a llover con más fuerza, dejando escapar varios improperios que habrían hecho perder el conocimiento a las damas más sofisticadas de la corte real, Eltrant se cubrió la cabeza con la capucha de la capa, y salió de su resguardo.
Caminó tratando de protegerse la cara del viento que arrastraba a las pequeñas gotitas que se precipitaban sobre el suelo, haciendo de este modo que la capucha fuese bastante inútil en aquella situación, no llovía particularmente fuerte, lo suficiente como para que resultase molesto, pero después de varias horas bajo la lluvia el mercenario estaba empezando a cansarse.
–“Si es que no se por que dejé atrás Lunargenta” – Se dijo a si mismo mientras tiraba con fuerza para sacar uno de sus pies que se había quedado atrapado en el lodo –“Ahora podía estar lejos del barro, de la lluvia y de espadas afiladas… bueno, quizás de eso último…” – Siempre que el joven se quedaba más de una semana en un lugar, una extraña sensación de incomodidad recorría todo su ser, no soportaba quedarse sin nada que hacer, ansiaba ver mundo, por mucho que eso en muchas ocasiones acabase con objetos punzantes peligrosamente cerca de sus órganos vitales.
–“Tendría que haber ido a Beltrexus, playa, sol, camas cómodas…” – Siguió farfullando a la vez que avanzaba por el lodazal que parecía ser un camino. –“Incluso habría tolerado subirme a un barco” – Sentenció conforme, aunque sabía, muy en su interior, que aquello era mentira.
–“¿Dónde se habrá metido ese maldito caballo?” – Aunque llevaba a Mohr consigo para aquel viaje, el caballo, al ver como el mercenario decidía esperar a que la lluvia parase, se había marchado a trotar por su cuenta bajo la lluvia, como de costumbre; Afortunadamente para el joven, no tardó en vislumbrar al animal.
-“Tenías que irte ahora ¿Verdad?” – El corcel pareció comprender lo que decía el hombre, pues giró la cabeza y le miró fijamente, Eltrant simplemente sonrió y se subió a su grupa.
Ahora sobre su fiel montura, continuó avanzando a través de la lluvia, según su mapa no debería estar muy lejos del llamado “Lago de la Luna”, aunque tampoco podía pararse a comprobarlo, lo que quedaba del mapa era una pasta grisácea de papel al fondo de su bolsa de viaje.
Entonces, justo cuando pensó que no le quedaría más remedio que improvisar una cama junto a unos arbustos, una diminuta casa se alzó frente a él, emergiendo de entre la niebla. Sin pensarlo dos veces, bajo del caballo y después de dejarlo en un pequeño establo junto a la casa, buscó la entrada principal.
En su cabeza no cabía ser cauteloso en aquel momento, aquella podía ser una casa habitada por caníbales antropófagos y seguiría tratando de entrar por todos los medios.
Después del quinto golpe en la puerta, un joven muchacho al principio de su adolescencia abrió, Eltrant esbozó su mejor sonrisa y, cubierto de agua, pidió al joven si podía entrar, al menos a descansar.
El muchacho arqueó una ceja y se giró buscando a alguien, el mercenario vislumbro a un anciano sentado a pocos metros de la entrada principal, mirando inexpresivamente hacia lo que parecía ser patio en el que se amontonaban un centenar de tablones de madera de diferentes colores y tamaños, de todas formas no supo a ciencia cierta desde dónde se encontraba. –“¿Una carpintería? ¿Aquí?” – Se preguntó Eltrant instantes antes de que el chico, cubierto en serrín, le dejase pasar.
Una vez dentro agradeció al anciano, el cual resultó ser el maestro del muchacho. El octogenario se encogió de hombros ante las palabras de Eltrant y masculló–“Tú mismo” – Antes de volver a contemplar la extensa plancha de madera que se extendía en mitad del patio, Eltrant sonrió y no dijo nada, simplemente se acercó al fuego de la chimenea, el anciano le había permitido quedarse allí por lo pronto.
Había encontrado aquella casa en el momento justo, pues no tardó en caer la noche, Eltrant se quedó contemplando como la oscuridad lo cubría todo, poco a poco, a través de la ventana. –“Puedes quedarte aquí a pasar la noche si quieres” – La voz del chiquillo le sacó de sus cavilaciones – “Al maestro no le importará… creo” – El mercenario sonrió al muchacho y volvió junto a él a la hoguera.
Resultó que, como había afirmado el joven que se llamaba Micaiah, al maestro no le importó que Eltrant pasase allí la noche. El anciano era un hombre de pocas palabras y bastante arisco cuando hablaba, trataba con cierta condescendía al joven que vivia con él, probablemente debido a su juventud, cosa que Eltrant había visto en más de un artesano, por lo que se lo tomó a mal, probablemente el hombre solo estaba tratando de formar correctamente a su joven aprendiz, el cual no era especialmente brillante, aunque sí que era un buen chico.
Por otro lado sí que notó, a lo largo de su corta estancia en aquel lugar, fue que el carpintero parecía tener otra cosa en la cabeza, como si apenas fuese consciente de la presencia del joven mercenario, este tenía la mayor parte del tiempo la mirada perdida en algún punto indeterminado del patio en el que descansaban las diferentes tablas con las que el hombre trabajaba.
Mientras se terminaba la cena con sus dos anfitriones, Eltrant percibió como las gotas de lluvia repicaban contra el tejado de la morada, no parecía querer amainar pronto, pero al menos ahora tenía un techo sobre su cabeza.
Eltrant Tale
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Re: La Puerta L.C II [quest] [Eltrant]
-Eso es Vaathera, ¿no es cierto muchacho? Puedo olerla de ti. ¿Dónde está?- preguntó el viejo, posando por vez primera su vista sobre el joven Tale y mirándole fijamente, como si la madera fuera a salir de él con un “pop” espontáneamente. -¿Quién eres? Y no quiero saber tú nombre. Quiero saber el resto. No pareces un jovenzuelo cualquiera. Necesito saber. ¿Por qué llevas esa madera contigo? ¿Alguien te ha enviado?- Con cada palabra el hombre se acercaba más al mercenario, ayudado por su viejo bastón labrado que siempre le acompañaba.
- Micaiah, ve a preparar otra cama en tu habitación. Esta noche y las siguientes él dormirá aquí ¿o es que acaso me equivoco jovencito?-
-¡Como mande maestro!- respondió el chico alegremente, que pronto desapareció tras una pesada puerta. -Eh, no olvides echarle leña al fuego, de la que hace cenizas, y trae algo caliente. ¿Supongo que café está bien?- agregó, Moon. Al parecer se preparaba para una noche larga.
-Quiero saberlo todo jovencito. Estos viejos huesos ya tienen poca vida y nada resulta un secreto cuando lo piensas bien. No me sorprenderé- finalizó sentándose a su lado y tomando una pipa de sobre el mueble que tenía al costado.
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Es momento de hablar, decir lo que quieras, hacer catarsis y esas cosas. También de hacer requerimientos y cuestionar a Moon. Serás testigo de algún problema de salud y la preocupación de su ayudante. Puedes manejar indirectamente a Micaiah
Thorn
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Re: La Puerta L.C II [quest] [Eltrant]
-“¿Enviarme alguien? No… que yo sepa” – El anciano dejando de lado su aparente estoicidad se dirigió directamente al muchacho, la primera vez que lo hacía desde que llegó y no tardó en hacerle preguntas inquisitivas, Eltrant arqueó una ceja cuando tuvo entre sus manos la taza de café que el joven Micaiah le había entregado y se giró hacia sus anfitriones.
–“Pues…” – Buscó exactamente las palabras que quería decir, pero por mucho que el hombre dijese que no se preocupase, no era fácil relatarle la historia de tu vida a un completo desconocido. Tras unos segundos sin decir nada, dio un sorbo al café, el cual resultó ser el mejor que había tomado en mucho tiempo y volvió a mirar al anciano y a su aprendiz –“…Euh, sí que tengo una plancha de Vatheera… está… en mi caballo” – Señaló a la entrada, según recordaba la había tratado con sumo cuidado, como si de un tesoro se tratase, y en aquel momento se encontraba envuelta en varias capas en las alforjas del animal; hasta dónde sabia era un tipo de madera muy especial, y aunque le había prometido a ese carpintero que conoció en el extraño mercado del barco que se la llevaría, no lo había hecho aún.
No le sorprendió que el anciano carpintero que tenía frente a él se interesase por ella, lo que no terminaba de comprender es como ese sabía que la tenía en su poder; Quiso preguntarle sobre ello, pero seguía siendo un huésped en aquel lugar y ahora el anciano parecía más interesado en lo que el mercenario tenía que contar que en todo lo demás.
-“Puede ir… si quiere a por ella y echarle un vistazo” – Dijo el joven mirando a Micaiah, lo cierto era que aquella iba a ser la primera vez que le encontraba utilidad a la tabla, no le importaba enseñarse la anciano, el hombre le hizo unas señas a su aprendiz, quien asintiendo salió de la habitación en busca del objeto. –“Esta en las alforjas de la izquierda, envuelto en varias capas” – Aclaró al joven antes de que este saliese al exterior.
La habitación volvió a quedare en silencio durante bastante más tiempo del que al mercenario le hubiese gustado, el maestro Moon se quedó mirándole durante unos segundos, esperando a que el muchacho comenzase a hablar.
-“No… no soy nadie especial” – Dijo al cabo de un rato, el hombre alzo una ceja y siguió escuchando –“Es decir… soy un granjero que… trabaja como mercenario como excusa para viajar, he llegado aquí por casualidad, en si, esperaba tener que pasar la noche bajo un árbol...” – Le dio otro sorbo a la taza de café y sonrió – “La madera la conseguí hace ya… ¿Un par de meses?” – Dejó escapar una carcajada nerviosa y le dio otro trago al café –“Fue en Ulmer, un carpintero… no recuerdo su nombre, pero creo recordar que el muchacho tenía que… entregar un pedido o algo así, el pobre estaba herido y no podía trabajar, así le ofrecí mi ayuda… aunque no tengo ni la más remota idea de carpintería…” – Se terminó la bebida de un último y largo trago, saboreándola –“Cuando estábamos a la mitad un tipo pomposo vino gritando algo… sobre que una mujer le pertenecía, así que le di una lección y el carpintero me lo agradeció con la tabla.” – Justo cuando terminó de contar aquella historia el joven Micaiah entró por la puerta y depositó la tabla, aún cubierta por las capas, junto a su maestro, quien asintió y siguió mirando al mercenario.
-“No hay mucho más que decir sobre mí” – Dijo tratando de explicarse mientras se atusaba la barba –“Viajo de aquí para allá, me gusta conocer la historia de los lugares y eso…” – Asintió conforme ante lo último que había dicho, puede que no fuese la mejor excusa para arriesgar la vida, pero le bastaba, aunque no pudo evitar pensar que quizás debería empezar a plantearse que aquello le bastase.
En el mismo instante en el que la habitación quedó en silenció el maestro Moon comenzó a toser copiosamente, el joven Micaiah le tendió un vaso de agua, preocupado, y le dijo a su maestro que se tranquilizase, a lo que el anciano negó con la cabeza y, como toda explicación, achacó aquello a la edad.
-“¿Puedo preguntarle por qué esta aquí, completamente aislado?” – Preguntó cuándo Moon aclaró por décima vez a su ayudante que estaba bien y que le dejase espacio para respirar.
No estaba seguro de si el anciano se tomaría bien aquellas palabras, pero no pudo evitar sentir curiosidad al respecto, mirase a dónde mirase había muebles y objetos fabricados con un aparente mimo y dedicación como no había visto en mucho tiempo, quizás nunca.
–“Es decir, maestro Moon, disculpe mi atrevimiento, pero si usted abriera un taller en cualquier ciudad importante, no creo que tuviese ningún problema para acabar como una de las personas más adineradas del lugar”
A Eltrant no le importaba mucho el dinero, nunca lo había hecho, en si casi que estaba acostumbrado a vivir con poco, su familia no era precisamente rica y no habían sido pocas las veces en las que se había visto forzado a dormir a la intemperie por no poder permitirse una habitación en una posada; probablemente por estos hechos le causaba aún más curiosidad saber que alguien que podía vivir sin ningún problema y todo tipo de lujos, había decidido aislarse de y vivir en un lugar apartado.
–“Pues…” – Buscó exactamente las palabras que quería decir, pero por mucho que el hombre dijese que no se preocupase, no era fácil relatarle la historia de tu vida a un completo desconocido. Tras unos segundos sin decir nada, dio un sorbo al café, el cual resultó ser el mejor que había tomado en mucho tiempo y volvió a mirar al anciano y a su aprendiz –“…Euh, sí que tengo una plancha de Vatheera… está… en mi caballo” – Señaló a la entrada, según recordaba la había tratado con sumo cuidado, como si de un tesoro se tratase, y en aquel momento se encontraba envuelta en varias capas en las alforjas del animal; hasta dónde sabia era un tipo de madera muy especial, y aunque le había prometido a ese carpintero que conoció en el extraño mercado del barco que se la llevaría, no lo había hecho aún.
No le sorprendió que el anciano carpintero que tenía frente a él se interesase por ella, lo que no terminaba de comprender es como ese sabía que la tenía en su poder; Quiso preguntarle sobre ello, pero seguía siendo un huésped en aquel lugar y ahora el anciano parecía más interesado en lo que el mercenario tenía que contar que en todo lo demás.
-“Puede ir… si quiere a por ella y echarle un vistazo” – Dijo el joven mirando a Micaiah, lo cierto era que aquella iba a ser la primera vez que le encontraba utilidad a la tabla, no le importaba enseñarse la anciano, el hombre le hizo unas señas a su aprendiz, quien asintiendo salió de la habitación en busca del objeto. –“Esta en las alforjas de la izquierda, envuelto en varias capas” – Aclaró al joven antes de que este saliese al exterior.
La habitación volvió a quedare en silencio durante bastante más tiempo del que al mercenario le hubiese gustado, el maestro Moon se quedó mirándole durante unos segundos, esperando a que el muchacho comenzase a hablar.
-“No… no soy nadie especial” – Dijo al cabo de un rato, el hombre alzo una ceja y siguió escuchando –“Es decir… soy un granjero que… trabaja como mercenario como excusa para viajar, he llegado aquí por casualidad, en si, esperaba tener que pasar la noche bajo un árbol...” – Le dio otro sorbo a la taza de café y sonrió – “La madera la conseguí hace ya… ¿Un par de meses?” – Dejó escapar una carcajada nerviosa y le dio otro trago al café –“Fue en Ulmer, un carpintero… no recuerdo su nombre, pero creo recordar que el muchacho tenía que… entregar un pedido o algo así, el pobre estaba herido y no podía trabajar, así le ofrecí mi ayuda… aunque no tengo ni la más remota idea de carpintería…” – Se terminó la bebida de un último y largo trago, saboreándola –“Cuando estábamos a la mitad un tipo pomposo vino gritando algo… sobre que una mujer le pertenecía, así que le di una lección y el carpintero me lo agradeció con la tabla.” – Justo cuando terminó de contar aquella historia el joven Micaiah entró por la puerta y depositó la tabla, aún cubierta por las capas, junto a su maestro, quien asintió y siguió mirando al mercenario.
-“No hay mucho más que decir sobre mí” – Dijo tratando de explicarse mientras se atusaba la barba –“Viajo de aquí para allá, me gusta conocer la historia de los lugares y eso…” – Asintió conforme ante lo último que había dicho, puede que no fuese la mejor excusa para arriesgar la vida, pero le bastaba, aunque no pudo evitar pensar que quizás debería empezar a plantearse que aquello le bastase.
En el mismo instante en el que la habitación quedó en silenció el maestro Moon comenzó a toser copiosamente, el joven Micaiah le tendió un vaso de agua, preocupado, y le dijo a su maestro que se tranquilizase, a lo que el anciano negó con la cabeza y, como toda explicación, achacó aquello a la edad.
-“¿Puedo preguntarle por qué esta aquí, completamente aislado?” – Preguntó cuándo Moon aclaró por décima vez a su ayudante que estaba bien y que le dejase espacio para respirar.
No estaba seguro de si el anciano se tomaría bien aquellas palabras, pero no pudo evitar sentir curiosidad al respecto, mirase a dónde mirase había muebles y objetos fabricados con un aparente mimo y dedicación como no había visto en mucho tiempo, quizás nunca.
–“Es decir, maestro Moon, disculpe mi atrevimiento, pero si usted abriera un taller en cualquier ciudad importante, no creo que tuviese ningún problema para acabar como una de las personas más adineradas del lugar”
A Eltrant no le importaba mucho el dinero, nunca lo había hecho, en si casi que estaba acostumbrado a vivir con poco, su familia no era precisamente rica y no habían sido pocas las veces en las que se había visto forzado a dormir a la intemperie por no poder permitirse una habitación en una posada; probablemente por estos hechos le causaba aún más curiosidad saber que alguien que podía vivir sin ningún problema y todo tipo de lujos, había decidido aislarse de y vivir en un lugar apartado.
Eltrant Tale
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Re: La Puerta L.C II [quest] [Eltrant]
-Pues ese carpintero debió estar muy agradecido- Dijo el viejo cuando se recuperó del ataque de tos. - Tienes aquí un pequeño tesoro… Me halagaría que me dejaras moldearla- estaba pidiendo su permiso genuinamente. - Como poder, puedes preguntar pero de aquí a que te responda…- comenzó a responder. Una sonrisa casi diabólica se dibujó en sus labios gastados. -Al parecer mi tiempo ya se ha agotado. Supe tener muchas cosas en mi juventud…- dejó escapar el humo de la pipa y se tomó unos momentos -Por ejemplo, tenía soberbia, orgullo y energía. La soberbia se volvió contra mí cuando mis creaciones cayeron en malas manos, el orgullo me lo tragué cuando la sociedad me condenó a vivir de una forma que no quería… o cuando me quité la venda de los ojos. La energía se fue con el tiempo. ¿Para qué quiero dinero muchachito? El dinero no compra tiempo ni felicidad-
Para cuando terminó de hablar, dejó a un lado la pipa y con ayuda de Micaiah se puso en pie.-Ponte cómodo porque mañana tendrás que trabajar. La madera no se labra sola y tú tendrás que ayudarme a crear mi última gran obra. Descansa muchacho- ordenó el viejo. Sin más se retiró a su habitación, de la que no volvió a salir por sus propios medios. A la mañana siguiente, Eltrant se encontraría con la noticia de que el maestro Moon había muerto. El joven Micaiah estaba destrozado, sin embargo tenían que realizar los ritos funerarios y dar un entierro digno al viejo. -Me ayudarás Eltrant ¿no es verdad?- preguntó el joven al borde de quebrarse. Entre sus manos tenía un papel con grabados y dibujos -El maestro estuvo trabajando en tu diseño… al parecer le diste un buen final. Gracias- dijo entregando la hoja arrugada.
-No tan rápido mocoso imberbe e insolente- dijo una voz joven desde sus espaldas, era como la del fallecido pero un poco más joven. -Señor, me temo que usted no hará nada con esa pieza de papel, pero yo, el nieto del viejo y nuevo maestro Moon, estaré complacido en continuar con el encargo…-
-Con que así son las cosas- comentó el nieto, tomando su cena luego de los ritos. Parecía estar de mejor humor que Micaiah. -Estuve mirando lo que dejó el abuelo. Hay algunos materiales que no se consiguen de este lado… hagamos un trato señor Tale. Trabajaré en esto gratis, incluso cuidaré de ese garañón grande que tiene en nuestros establos si usted se compromete a conseguir algunos materiales que le dejaré en una lista. Piénselo. Tiene toda la noche, mañana la luna estará llena y será el momento adecuado. Debe de saber usted que se está jugando el cuello y quizás ni siquiera consiga salir a la verdadera fiesta-. Con aquello se levantó de la mesa y desapareció tras la puerta de su habitación.
-¿Qué hará señor Tale?, se dice que cada ochenta años se abre una puerta hacia el otro lado. Donde las cosas se dan al revés. “Del otro lado del espejo”-
_________________________
Carta blanca de desarrollo hasta la cena. Deberás relatar la llegada del nieto. Hombre en sus treintas, atlético, firme y sereno. También relatar la muerte de Moon.
La puerta está en el lago, a tres metros sobre el nivel del mismo, justo sobre el reflejo de la Luna. Deberás hallar una forma de entrar a ella.
Pista: Tu conocimiento antiguo podría ayudar a descifrar la forma de atravesar la puerta. El agua bajo el reflejo de la luna tendrá una especie de manto que no te permitirá hundir. La puerta será casi transparente.
La última acción será traspasarla
Para cuando terminó de hablar, dejó a un lado la pipa y con ayuda de Micaiah se puso en pie.-Ponte cómodo porque mañana tendrás que trabajar. La madera no se labra sola y tú tendrás que ayudarme a crear mi última gran obra. Descansa muchacho- ordenó el viejo. Sin más se retiró a su habitación, de la que no volvió a salir por sus propios medios. A la mañana siguiente, Eltrant se encontraría con la noticia de que el maestro Moon había muerto. El joven Micaiah estaba destrozado, sin embargo tenían que realizar los ritos funerarios y dar un entierro digno al viejo. -Me ayudarás Eltrant ¿no es verdad?- preguntó el joven al borde de quebrarse. Entre sus manos tenía un papel con grabados y dibujos -El maestro estuvo trabajando en tu diseño… al parecer le diste un buen final. Gracias- dijo entregando la hoja arrugada.
-No tan rápido mocoso imberbe e insolente- dijo una voz joven desde sus espaldas, era como la del fallecido pero un poco más joven. -Señor, me temo que usted no hará nada con esa pieza de papel, pero yo, el nieto del viejo y nuevo maestro Moon, estaré complacido en continuar con el encargo…-
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-Con que así son las cosas- comentó el nieto, tomando su cena luego de los ritos. Parecía estar de mejor humor que Micaiah. -Estuve mirando lo que dejó el abuelo. Hay algunos materiales que no se consiguen de este lado… hagamos un trato señor Tale. Trabajaré en esto gratis, incluso cuidaré de ese garañón grande que tiene en nuestros establos si usted se compromete a conseguir algunos materiales que le dejaré en una lista. Piénselo. Tiene toda la noche, mañana la luna estará llena y será el momento adecuado. Debe de saber usted que se está jugando el cuello y quizás ni siquiera consiga salir a la verdadera fiesta-. Con aquello se levantó de la mesa y desapareció tras la puerta de su habitación.
-¿Qué hará señor Tale?, se dice que cada ochenta años se abre una puerta hacia el otro lado. Donde las cosas se dan al revés. “Del otro lado del espejo”-
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Carta blanca de desarrollo hasta la cena. Deberás relatar la llegada del nieto. Hombre en sus treintas, atlético, firme y sereno. También relatar la muerte de Moon.
La puerta está en el lago, a tres metros sobre el nivel del mismo, justo sobre el reflejo de la Luna. Deberás hallar una forma de entrar a ella.
Pista: Tu conocimiento antiguo podría ayudar a descifrar la forma de atravesar la puerta. El agua bajo el reflejo de la luna tendrá una especie de manto que no te permitirá hundir. La puerta será casi transparente.
La última acción será traspasarla
Thorn
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Re: La Puerta L.C II [quest] [Eltrant]
No dijo ninguna palabra cuando escuchó atentamente las palabras del anciano, estaba claro que había visto y vivido muchas cosas, quizás incluso demasiadas, aunque no podía decir que no estuviese de acuerdo con sus palabras.
–“… Por supuesto” – Dijo después de pensar la proposición del anciano un par de segundos –“Quien mejor que usted para aprovechar la madera” – Comentó encogiéndose de hombros, llevaba meses con aquel trozo de Vatheera desaprovechando el potencial que esta tenia, aquella era la mejor oportunidad en mucho tiempo de sacarle partido a la tabla.
Asintiendo a las palabras del maestro Moon, y prometiéndole ayudarle en la creación de su última gran obra se fue a la cama, había sido un día muy largo.
Antes de quedarse dormido miró por la ventana, la tormenta había amainado.
***
Dibujó un último trazo en el papel, sus manos ya no eran lo que solían ser tiempo atrás, temblorosas y marchitas por la edad, le daban problemas a la hora de hacer tareas aparentemente simples, sin embargo, durante aquella noche se habían movido con una agilidad y una precisión digna del más joven de los carpinteros.
Sonriendo le dio una larga calada a la pipa que descansaba en la mesa junto a él y alzó el papel para verlo mejor, bajo la tenue luz de la lámpara que tenía enfrente, aquella era su obra magna.
Delicadamente dejó el papel sobre el escritorio, no podía evitar sentirse como un muchacho al pensar que iba a ponerle las manos encima a una tabla de Vatheera, no obstante no era el único material que iba a usar en su último gran trabajo, también había añadido algunos materiales que solo se podían conseguir de una única manera, ya que el joven mercenario se encontraba allí, le pediría a él que los buscase.
Dejando escapar una sonrisa pícara miró por la ventana, las nubes se estaban desbandando y un pequeño trozo de la luna brillaba entre estas, solo dos noches más.
Tomó otra calada de la pipa y, cerrando los ojos, dejó que el humo penetrase en los pulmones, sí, por fin podría acabar, solo una gran pieza de artesanía más y estaría listo.
Mientras terminaba de fumar, se quedó contemplando el trozo de papel en el que había plasmado sus ideas, dónde había dibujado y descrito el objeto que iba a fabricar con la ayuda del muchacho al día siguiente; podría ser un viejo al final de su vida, pero el talento seguía estando de su parte.
Sonriendo con satisfacción gracias al trabajo realizado dejó su vieja pipa de fumar a un lado y se metió en su escueto lecho, dónde pasaría la noche pensando en la gran labor que le esperaba al día siguiente.
Poco a poco mientras un centenar de ideas aun revoloteaban en su cabeza, el sueño le fue venciendo, cuando se hubo quedado completamente dormido, el maestro Moon, no volvió a despertar.
***
Cuando los primeros rayos de sol comenzaron a alzarse sobre el bosque levantó el campamento, cargó sus enseres en su corcel y, sin perder más tiempo, continuó el viaje.
La carpintería era algo útil y necesario en el día a día de las personas, algo indispensable en cualquier lugar, desde las grandes ciudades hasta las más pequeñas precisaban de carpinteros, y su anciano abuelo había decidido olvidarse de todo y recluirse con su aprendiz en lo más profundo del bosque.
A pesar de que no compartiese la decisión que había tomado su abuelo no le culpaba, había oído historias por parte de otros familiares, el actual maestro Moon había vivido muchas cosas, y no todas ellas buenas, no solo volvieron sus obras contra él, sino que la familia Moon estuvo a punto de caer en desgracia a causa de esto, y mientras que el hombre solo hacía lo que le gustaba para vivir, no fueron pocos los que trataron de acercarse a él buscando fama y dinero, algo que, con el tiempo, acabó desgastando al hombre.
Se pasó la mano por la espesa cabellera de color negro tratando de situarse, no debía de estar muy lejos, la lluvia del día anterior le había retrasado y le había forzado a detenerse, pero no le importó, estaba acostumbrado a viajar, su cuerpo se había sido tallado en los caminos, cargando tablones de madera y trabajándola para los más necesitados, aquello era algo que le enseño su abuelo.
Siguió avanzando por el camino, aun encharcado a causa de la lluvia, hasta que la pequeña cabaña en la que su abuelo y el pequeño imberbe al que enseñaba las artes de la carpintería apareció frente a él. Arqueó una ceja cuando dejó a su montura en el establo, un caballo, que por su tamaño y constitución solo podía haber sido entrenado para la batalla, comía heno plácidamente, absorto en aquella acción; El nieto del maestro Moon dejó a su propio animal junto a este y se dirigió hacia la entrada de la casa.
¿Tenía su abuelo visita? Aquello sí que le había tomado por sorpresa, no era un hombre que se hubiese caracterizado por ser un gran anfitrión.
Se colocó frente a la puerta, suspiró profundamente y cerró los ojos, a decir verdad se llevaba fatal con el anciano, no podía negarlo, había muchas cosas en las que diferían, pero seguía siendo su antecesor, y el mejor de los maestros Moon que se conocía desde hacía varias generaciones, visitarlo de cuando en cuando era más una cuestión de respeto.
Cuando hubo esperado tres segundos entró sin siquiera llamar en la casa, como de costumbre no habían cerrado la puerta con llave, suspiró y se adentró en la sala de estar, el joven Micaiah ,con los ojos enrojecidos por el llanto, conversaba con un completo desconocido.
Al parecer su abuelo había fallecido.
***
El canto de los pájaros le despertó, como todas las mañanas, Eltrant dejó escapar un profundo y sonoro bostezo para después de un par de minutos remoloneando entre las sabanas, incorporarse hasta quedar sentado sobre el lecho en el que había pasado la noche.
Frotándose los ojos, intentando apartar de si la idea de volver a la cama, se obligó a levantarse para ayudar al viejo carpintero con todo lo que necesitase, aunque hubiese cedido su tabla de madera para su trabajo, seguía estando allí gratis.
Poco después estuvo totalmente arreglado y salió de la habitación, el joven Micaiah se encontraba desconsolado, Eltrant frunció el ceño y pregunto al muchacho que le sucedía; Este respondió, con lágrimas en los ojos, que su maestro había fallecido.
Eltrant respiró profundamente al oír estas palabras, y después de darle el pésame al muchacho, se ofreció a ayudarle en todo lo que hiciese falta.
El mercenario observó fijamente el trozo de papel que el aprendiz de carpintero le había entregado, según dijo el muchacho aquello era lo último que había hecho el anciano antes de morir, lo que pretendía fabricar con la madera de Eltrant; quien dejó escapar un suspiró y siguió contemplando los trazos dibujados en la hoja, parecía complejo de elaborar, el hombre debía de haber puesto mucho cariño en ello, era una lástima que jamás lo pudiese ver completo.
Contra todo pronóstico una voz similar a la del anciano maestro Moon sonó tras ellos, Micaiah se giró sobre sí mismo al instante, quizás esperando que su maestro no hubiese muerto y estuviese tras ellos.
Un hombre que decía ser nieto del maestro Moon acababa de entrar en la vivienda sin previo aviso, Eltrant enarcó una ceja, no sabía que pensar de aquel individuo, pero tampoco podía negar que aquel hombre era una versión más joven del anciano con el que había cenado la noche anterior.
Antes de que el mercenario pudiese siquiera darle el pésame al nuevo maestro Moon, este se ofreció a terminar el encargo que había aceptado su abuelo. Eltrant aceptó aquella proposición de inmediato, principalmente por que le daba algo de pena dejar la última obra de aquel anciano como un sueño inacabado, aunque no podía negar que sentía curiosidad por ver el trabajo terminado, aunque eso le volviese alguien egoísta.
El resto del día lo pasó con el joven Micaiah, primero le ayudó a cavar una zanja bajo el árbol más alto que estaba tras la casa, justo detrás del patio, tras aquello, él y el nieto del anciano trasladaron el cuerpo hasta el agujero, dónde lo enterraron.
Una vez con el hombre enterrado realizaron los ritos funerarios, Eltrant no tenía mucha idea de cómo funcionaban, curiosamente, a pesar de su trabajo, nunca se había visto obligado a asistir a ningún funeral, por lo que simplemente se mantuvo en un cortés silencio durante toda la ceremonia.
Más tarde, cuando los últimos rayos del crepúsculo comenzaron a desvanecerse, volvieron a la vivienda.
El mercenario se preguntó cómo se encontraba el joven aprendiz, quien aunque algo mejor, seguía visiblemente devastado por la pérdida de su maestro, Eltrant preguntó en un susurro al recién llegado si le mantendría como su aprendiz, a lo que el hombre asintió, aquel tipo parecía tener el mismo interés por educar al chico que el hombre al que acababan de enterrar, por otro lado, era un hecho que se preocupaba por él, pues aunque era alguien aparentemente distante, el nuevo maestro no se separó de él en toda la ceremonia.
Poco después, durante la cena, el nieto se encargó de desvelar a Eltrant que la tabla de Vatheera no era el único elemento necesario para hacer realidad la última voluntad de su abuelo, le habló sobre que estos objetos solo se consiguen en el otro lado y que si él estaba dispuesto a conseguirlos, trabajaría totalmente gratis.
–“¿El otro lado?” – Pensó el mercenario sin terminar de creerse lo que le estaban diciendo.
En el momento en el que el hombre terminó de hablar y se marchó, afirmando dejarle un día entero para pensar las cosas, Micaiah añadió también que la puerta solo se solía abrir cada ochenta años.
Aquella información activó algún tipo de mecanismo en la cabeza de Eltrant, o esto creyó él, porque estaba seguro de haber oído esa información antes. Pero no lo trataban como algo real, era más bien una especie de leyenda que databa de varios centenares de años, “El mundo del espejo” era referido en algunos libros, y “El otro lado” en otros ejemplares.
-“Sí, lo haré” – Contestó, le costaba pensar en aquella proposición como algo serio, pero había vivido demasiados sin sentidos, puede que la probabilidad fuese remota, pero de ser cierta la leyenda sería una experiencia digna de experimentar, y solo tenía que esperar hasta la noche siguiente para comprobarlo.
Micaiah, que se había quedado abstraído esperando la respuesta del hombre, dibujó una amplia sonrisa en su rostro al oír la respuesta de este, y después de excusarse, se marchó a su habitación –“Quizás debería de haberlo pensado un poco mejor” – Susurró el mercenario mientras miraba por la ventana.
El día siguiente lo pasó estudiando los libros de historia que había llevado con el hasta allí, y aunque le sirvió para desvelar algunas cosas sobre la leyenda, sus propios ejemplares estaban o demasiado desgastados como para entender lo que ponía, o le faltaban páginas y estaban incompletos.
Afortunadamente para el viaje se había encargado de llevarse un par de manuscritos que hablaban sobre el lago de la luna, y entre sus páginas, estaba bellamente descrita una leyenda que hablaba sobre una puerta que conducía a la luna, y que esta solo se abría cada ochenta años; Eltrant no podía considerarse a sí mismo un genio con la educación que había recibido, pero había que ser un completo idiota para no identificar aquellos patrones tan evidentes, tras pasarse el día entero tratando de arrojar más luz sobre el asunto, no pudo evitar percatarse de que la palabra “puerta” estaba íntimamente ligada con la palabra “Luna” y “Espejo”
Y por fin cayó la noche, después de contrastar las ideas que tenia con los otros dos habitantes de la casa, Eltrant afirmó que la puerta sería una luna reflejada en un espejo, el nieto del maestro negó con la cabeza disconforme con la suposición del mercenario, mientras que el joven Micaiah, sencillamente comentó que la luna solía reflejarse todas las noches en el lago.
El mercenario arqueó una ceja ante lo que dijo el aprendiz, aquella podía ser la respuesta, el lago siempre estaba presente en los escritos, en mayor o menor medida. No por nada se llamaba “El Lago de la Luna”
Después de despedirse de los carpinteros se subió en un bote que estos le dejaron, aunque no sin antes comprobar casi diez veces que este aguantaría su peso, puede que la curiosidad por la leyenda fuese grande, pero su miedo al agua era aún mayor.
Cuando se hubo asegurado de que no había peligro alguno y que las aguas estaban en calma,se deslizó sobre el pantano bajo la suave luz escarlata de la luna.
-“Alguien por ahí arriba tiene que tener mucho sentido del humor” – Dijo agarrándose la luna que estaba bordada en el hombro de su capa. La balsa se detuvo aproximadamente a la mitad del lago, de improviso, el mercenario estuvo a punto de gritar del susto, de hecho lo hizo cuando cayó por la borda.
Creyéndose muerto por seguir una leyenda absurda, no tardó en notar como tenía una superficie húmeda pero solida bajo él. Extrañado abrió los ojos, para encontrarse con que literalmente estaba tumbado sobre el agua, podía ver como bajo él no había nada, solo agua.
Sin saber muy bien a qué atenerse se incorporó lentamente –“Vale, estoy de pie en mitad de un lago, totalmente lógico” – Dijo tratando de no sonar completamente aterrado, aquello, para alguien como él que no sabía nadar, era vivir una auténtica pesadilla.
Apretando los dientes miró a tu alrededor, la barca en la que había llegado hasta allí, se marchaba por si sola en dirección a la orilla a causa de la inercia por el choque contra el suelo invisible –“No te tiemblan las piernas por miedo Eltrant, tienes frío, es eso” – Se siguió diciendo a si mismo mientras colocaba un pie frente a otro, en cualquier momento aquella magia iba a acabarse, y entonces se hundiría como una piedra.
Y de pronto, sin nada que indicase el por qué lo hizo, la puerta apareció. El joven no supo decir si simplemente se presentó frente a él o llevaba allí un rato pero no la había visto; Lo que tenia delante era una especie de rectángulo del tamaño de un hombre adulto, ligeramente brillante y traslucido, casi imperceptible por el ojo humano. Si algo sabia Eltrant, es que fuese lo que fuese aquella cosa, desde la orilla no lo iban a poder ver.
Llevándose la mano hasta el pomo de la espada que no estaba rota, avanzó lentamente hacia el rectángulo, los carpinteros no estaban equivocados, aquello era la puerta, si no siguiese de pie sobre varios metros de agua incluso se habría emocionado.
Tragando saliva y juntando toda la valentía que pudo, caminó hacia la entrada, y se perdió en su interior.
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Off: He subrayado el uso de la pasiva en este post.
Lo siento por el muro de texto que me ha quedado, T^T
–“… Por supuesto” – Dijo después de pensar la proposición del anciano un par de segundos –“Quien mejor que usted para aprovechar la madera” – Comentó encogiéndose de hombros, llevaba meses con aquel trozo de Vatheera desaprovechando el potencial que esta tenia, aquella era la mejor oportunidad en mucho tiempo de sacarle partido a la tabla.
Asintiendo a las palabras del maestro Moon, y prometiéndole ayudarle en la creación de su última gran obra se fue a la cama, había sido un día muy largo.
Antes de quedarse dormido miró por la ventana, la tormenta había amainado.
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Dibujó un último trazo en el papel, sus manos ya no eran lo que solían ser tiempo atrás, temblorosas y marchitas por la edad, le daban problemas a la hora de hacer tareas aparentemente simples, sin embargo, durante aquella noche se habían movido con una agilidad y una precisión digna del más joven de los carpinteros.
Sonriendo le dio una larga calada a la pipa que descansaba en la mesa junto a él y alzó el papel para verlo mejor, bajo la tenue luz de la lámpara que tenía enfrente, aquella era su obra magna.
Delicadamente dejó el papel sobre el escritorio, no podía evitar sentirse como un muchacho al pensar que iba a ponerle las manos encima a una tabla de Vatheera, no obstante no era el único material que iba a usar en su último gran trabajo, también había añadido algunos materiales que solo se podían conseguir de una única manera, ya que el joven mercenario se encontraba allí, le pediría a él que los buscase.
Dejando escapar una sonrisa pícara miró por la ventana, las nubes se estaban desbandando y un pequeño trozo de la luna brillaba entre estas, solo dos noches más.
Tomó otra calada de la pipa y, cerrando los ojos, dejó que el humo penetrase en los pulmones, sí, por fin podría acabar, solo una gran pieza de artesanía más y estaría listo.
Mientras terminaba de fumar, se quedó contemplando el trozo de papel en el que había plasmado sus ideas, dónde había dibujado y descrito el objeto que iba a fabricar con la ayuda del muchacho al día siguiente; podría ser un viejo al final de su vida, pero el talento seguía estando de su parte.
Sonriendo con satisfacción gracias al trabajo realizado dejó su vieja pipa de fumar a un lado y se metió en su escueto lecho, dónde pasaría la noche pensando en la gran labor que le esperaba al día siguiente.
Poco a poco mientras un centenar de ideas aun revoloteaban en su cabeza, el sueño le fue venciendo, cuando se hubo quedado completamente dormido, el maestro Moon, no volvió a despertar.
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Cuando los primeros rayos de sol comenzaron a alzarse sobre el bosque levantó el campamento, cargó sus enseres en su corcel y, sin perder más tiempo, continuó el viaje.
La carpintería era algo útil y necesario en el día a día de las personas, algo indispensable en cualquier lugar, desde las grandes ciudades hasta las más pequeñas precisaban de carpinteros, y su anciano abuelo había decidido olvidarse de todo y recluirse con su aprendiz en lo más profundo del bosque.
A pesar de que no compartiese la decisión que había tomado su abuelo no le culpaba, había oído historias por parte de otros familiares, el actual maestro Moon había vivido muchas cosas, y no todas ellas buenas, no solo volvieron sus obras contra él, sino que la familia Moon estuvo a punto de caer en desgracia a causa de esto, y mientras que el hombre solo hacía lo que le gustaba para vivir, no fueron pocos los que trataron de acercarse a él buscando fama y dinero, algo que, con el tiempo, acabó desgastando al hombre.
Se pasó la mano por la espesa cabellera de color negro tratando de situarse, no debía de estar muy lejos, la lluvia del día anterior le había retrasado y le había forzado a detenerse, pero no le importó, estaba acostumbrado a viajar, su cuerpo se había sido tallado en los caminos, cargando tablones de madera y trabajándola para los más necesitados, aquello era algo que le enseño su abuelo.
Siguió avanzando por el camino, aun encharcado a causa de la lluvia, hasta que la pequeña cabaña en la que su abuelo y el pequeño imberbe al que enseñaba las artes de la carpintería apareció frente a él. Arqueó una ceja cuando dejó a su montura en el establo, un caballo, que por su tamaño y constitución solo podía haber sido entrenado para la batalla, comía heno plácidamente, absorto en aquella acción; El nieto del maestro Moon dejó a su propio animal junto a este y se dirigió hacia la entrada de la casa.
¿Tenía su abuelo visita? Aquello sí que le había tomado por sorpresa, no era un hombre que se hubiese caracterizado por ser un gran anfitrión.
Se colocó frente a la puerta, suspiró profundamente y cerró los ojos, a decir verdad se llevaba fatal con el anciano, no podía negarlo, había muchas cosas en las que diferían, pero seguía siendo su antecesor, y el mejor de los maestros Moon que se conocía desde hacía varias generaciones, visitarlo de cuando en cuando era más una cuestión de respeto.
Cuando hubo esperado tres segundos entró sin siquiera llamar en la casa, como de costumbre no habían cerrado la puerta con llave, suspiró y se adentró en la sala de estar, el joven Micaiah ,con los ojos enrojecidos por el llanto, conversaba con un completo desconocido.
Al parecer su abuelo había fallecido.
***
El canto de los pájaros le despertó, como todas las mañanas, Eltrant dejó escapar un profundo y sonoro bostezo para después de un par de minutos remoloneando entre las sabanas, incorporarse hasta quedar sentado sobre el lecho en el que había pasado la noche.
Frotándose los ojos, intentando apartar de si la idea de volver a la cama, se obligó a levantarse para ayudar al viejo carpintero con todo lo que necesitase, aunque hubiese cedido su tabla de madera para su trabajo, seguía estando allí gratis.
Poco después estuvo totalmente arreglado y salió de la habitación, el joven Micaiah se encontraba desconsolado, Eltrant frunció el ceño y pregunto al muchacho que le sucedía; Este respondió, con lágrimas en los ojos, que su maestro había fallecido.
Eltrant respiró profundamente al oír estas palabras, y después de darle el pésame al muchacho, se ofreció a ayudarle en todo lo que hiciese falta.
El mercenario observó fijamente el trozo de papel que el aprendiz de carpintero le había entregado, según dijo el muchacho aquello era lo último que había hecho el anciano antes de morir, lo que pretendía fabricar con la madera de Eltrant; quien dejó escapar un suspiró y siguió contemplando los trazos dibujados en la hoja, parecía complejo de elaborar, el hombre debía de haber puesto mucho cariño en ello, era una lástima que jamás lo pudiese ver completo.
Contra todo pronóstico una voz similar a la del anciano maestro Moon sonó tras ellos, Micaiah se giró sobre sí mismo al instante, quizás esperando que su maestro no hubiese muerto y estuviese tras ellos.
Un hombre que decía ser nieto del maestro Moon acababa de entrar en la vivienda sin previo aviso, Eltrant enarcó una ceja, no sabía que pensar de aquel individuo, pero tampoco podía negar que aquel hombre era una versión más joven del anciano con el que había cenado la noche anterior.
Antes de que el mercenario pudiese siquiera darle el pésame al nuevo maestro Moon, este se ofreció a terminar el encargo que había aceptado su abuelo. Eltrant aceptó aquella proposición de inmediato, principalmente por que le daba algo de pena dejar la última obra de aquel anciano como un sueño inacabado, aunque no podía negar que sentía curiosidad por ver el trabajo terminado, aunque eso le volviese alguien egoísta.
El resto del día lo pasó con el joven Micaiah, primero le ayudó a cavar una zanja bajo el árbol más alto que estaba tras la casa, justo detrás del patio, tras aquello, él y el nieto del anciano trasladaron el cuerpo hasta el agujero, dónde lo enterraron.
Una vez con el hombre enterrado realizaron los ritos funerarios, Eltrant no tenía mucha idea de cómo funcionaban, curiosamente, a pesar de su trabajo, nunca se había visto obligado a asistir a ningún funeral, por lo que simplemente se mantuvo en un cortés silencio durante toda la ceremonia.
Más tarde, cuando los últimos rayos del crepúsculo comenzaron a desvanecerse, volvieron a la vivienda.
El mercenario se preguntó cómo se encontraba el joven aprendiz, quien aunque algo mejor, seguía visiblemente devastado por la pérdida de su maestro, Eltrant preguntó en un susurro al recién llegado si le mantendría como su aprendiz, a lo que el hombre asintió, aquel tipo parecía tener el mismo interés por educar al chico que el hombre al que acababan de enterrar, por otro lado, era un hecho que se preocupaba por él, pues aunque era alguien aparentemente distante, el nuevo maestro no se separó de él en toda la ceremonia.
Poco después, durante la cena, el nieto se encargó de desvelar a Eltrant que la tabla de Vatheera no era el único elemento necesario para hacer realidad la última voluntad de su abuelo, le habló sobre que estos objetos solo se consiguen en el otro lado y que si él estaba dispuesto a conseguirlos, trabajaría totalmente gratis.
–“¿El otro lado?” – Pensó el mercenario sin terminar de creerse lo que le estaban diciendo.
En el momento en el que el hombre terminó de hablar y se marchó, afirmando dejarle un día entero para pensar las cosas, Micaiah añadió también que la puerta solo se solía abrir cada ochenta años.
Aquella información activó algún tipo de mecanismo en la cabeza de Eltrant, o esto creyó él, porque estaba seguro de haber oído esa información antes. Pero no lo trataban como algo real, era más bien una especie de leyenda que databa de varios centenares de años, “El mundo del espejo” era referido en algunos libros, y “El otro lado” en otros ejemplares.
-“Sí, lo haré” – Contestó, le costaba pensar en aquella proposición como algo serio, pero había vivido demasiados sin sentidos, puede que la probabilidad fuese remota, pero de ser cierta la leyenda sería una experiencia digna de experimentar, y solo tenía que esperar hasta la noche siguiente para comprobarlo.
Micaiah, que se había quedado abstraído esperando la respuesta del hombre, dibujó una amplia sonrisa en su rostro al oír la respuesta de este, y después de excusarse, se marchó a su habitación –“Quizás debería de haberlo pensado un poco mejor” – Susurró el mercenario mientras miraba por la ventana.
El día siguiente lo pasó estudiando los libros de historia que había llevado con el hasta allí, y aunque le sirvió para desvelar algunas cosas sobre la leyenda, sus propios ejemplares estaban o demasiado desgastados como para entender lo que ponía, o le faltaban páginas y estaban incompletos.
Afortunadamente para el viaje se había encargado de llevarse un par de manuscritos que hablaban sobre el lago de la luna, y entre sus páginas, estaba bellamente descrita una leyenda que hablaba sobre una puerta que conducía a la luna, y que esta solo se abría cada ochenta años; Eltrant no podía considerarse a sí mismo un genio con la educación que había recibido, pero había que ser un completo idiota para no identificar aquellos patrones tan evidentes, tras pasarse el día entero tratando de arrojar más luz sobre el asunto, no pudo evitar percatarse de que la palabra “puerta” estaba íntimamente ligada con la palabra “Luna” y “Espejo”
Y por fin cayó la noche, después de contrastar las ideas que tenia con los otros dos habitantes de la casa, Eltrant afirmó que la puerta sería una luna reflejada en un espejo, el nieto del maestro negó con la cabeza disconforme con la suposición del mercenario, mientras que el joven Micaiah, sencillamente comentó que la luna solía reflejarse todas las noches en el lago.
El mercenario arqueó una ceja ante lo que dijo el aprendiz, aquella podía ser la respuesta, el lago siempre estaba presente en los escritos, en mayor o menor medida. No por nada se llamaba “El Lago de la Luna”
Después de despedirse de los carpinteros se subió en un bote que estos le dejaron, aunque no sin antes comprobar casi diez veces que este aguantaría su peso, puede que la curiosidad por la leyenda fuese grande, pero su miedo al agua era aún mayor.
Cuando se hubo asegurado de que no había peligro alguno y que las aguas estaban en calma,se deslizó sobre el pantano bajo la suave luz escarlata de la luna.
-“Alguien por ahí arriba tiene que tener mucho sentido del humor” – Dijo agarrándose la luna que estaba bordada en el hombro de su capa. La balsa se detuvo aproximadamente a la mitad del lago, de improviso, el mercenario estuvo a punto de gritar del susto, de hecho lo hizo cuando cayó por la borda.
Creyéndose muerto por seguir una leyenda absurda, no tardó en notar como tenía una superficie húmeda pero solida bajo él. Extrañado abrió los ojos, para encontrarse con que literalmente estaba tumbado sobre el agua, podía ver como bajo él no había nada, solo agua.
Sin saber muy bien a qué atenerse se incorporó lentamente –“Vale, estoy de pie en mitad de un lago, totalmente lógico” – Dijo tratando de no sonar completamente aterrado, aquello, para alguien como él que no sabía nadar, era vivir una auténtica pesadilla.
Apretando los dientes miró a tu alrededor, la barca en la que había llegado hasta allí, se marchaba por si sola en dirección a la orilla a causa de la inercia por el choque contra el suelo invisible –“No te tiemblan las piernas por miedo Eltrant, tienes frío, es eso” – Se siguió diciendo a si mismo mientras colocaba un pie frente a otro, en cualquier momento aquella magia iba a acabarse, y entonces se hundiría como una piedra.
Y de pronto, sin nada que indicase el por qué lo hizo, la puerta apareció. El joven no supo decir si simplemente se presentó frente a él o llevaba allí un rato pero no la había visto; Lo que tenia delante era una especie de rectángulo del tamaño de un hombre adulto, ligeramente brillante y traslucido, casi imperceptible por el ojo humano. Si algo sabia Eltrant, es que fuese lo que fuese aquella cosa, desde la orilla no lo iban a poder ver.
Llevándose la mano hasta el pomo de la espada que no estaba rota, avanzó lentamente hacia el rectángulo, los carpinteros no estaban equivocados, aquello era la puerta, si no siguiese de pie sobre varios metros de agua incluso se habría emocionado.
Tragando saliva y juntando toda la valentía que pudo, caminó hacia la entrada, y se perdió en su interior.
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Off: He subrayado el uso de la pasiva en este post.
Lo siento por el muro de texto que me ha quedado, T^T
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: La Puerta L.C II [quest] [Eltrant]
II. El.Jardin
Un excelente desarrollo Eltrant. Lo de la muerte de Moon fue un trabajo extra, en realidad me expresé mal, pero creo que fue bueno, porque te dio un buen pie. En fin, solo quería hacer el comentario
Del otro lado de la puerta, Eltrant aparecería en un jardín. Pero no se trataba de uno convencional, en él las flores más pequeñas eran tan altas como él.
Lo más curioso no era la diversidad de especies, sino que hablaban. Quizás esa no era la palabra, discutían. Las margaritas acusaban a las violetas de que eran unas charlatanas, y las acusadas contraatacaban con el argumento de que sus contrapartes eran muy amarillas y no las dejaban pensar. En medio de todo aquél alboroto estaba una mariquita intentando poner orden, el insecto era tan grande como una manzana.
-Señoritas, por favor…- su voz parecía cansada, tal vez aburrida. Observó a Eltrant y paró una de sus antenas, como si estuviese extrañado. -Estas flores no se cansan de pelear y me han puesto como juez. Es interminable este trabajo. ¿Por qué no me ayudas?- preguntó bajando sus antenas –Por cierto, me llamo Soto y no soy hembra- observó al joven con ojos de sospecha. -Quizás no quiera saber la respuesta, pero ¿Qué haces aquí hijo de los hombres? ¿Sabes que este lugar ya tiene dueño?- preguntó cordialmente, intentando ignorar los pétalos de las flores que buscaban llamar su atención.
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Este es un nuevo mundo, quiero ver cómo le sienta a Eltrant. Sé que harás un buen trabajo.
Pista: Ayuda a Soto, puedes resolver el dilema.
Del otro lado de la puerta, Eltrant aparecería en un jardín. Pero no se trataba de uno convencional, en él las flores más pequeñas eran tan altas como él.
- flore:
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Lo más curioso no era la diversidad de especies, sino que hablaban. Quizás esa no era la palabra, discutían. Las margaritas acusaban a las violetas de que eran unas charlatanas, y las acusadas contraatacaban con el argumento de que sus contrapartes eran muy amarillas y no las dejaban pensar. En medio de todo aquél alboroto estaba una mariquita intentando poner orden, el insecto era tan grande como una manzana.
-Señoritas, por favor…- su voz parecía cansada, tal vez aburrida. Observó a Eltrant y paró una de sus antenas, como si estuviese extrañado. -Estas flores no se cansan de pelear y me han puesto como juez. Es interminable este trabajo. ¿Por qué no me ayudas?- preguntó bajando sus antenas –Por cierto, me llamo Soto y no soy hembra- observó al joven con ojos de sospecha. -Quizás no quiera saber la respuesta, pero ¿Qué haces aquí hijo de los hombres? ¿Sabes que este lugar ya tiene dueño?- preguntó cordialmente, intentando ignorar los pétalos de las flores que buscaban llamar su atención.
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Este es un nuevo mundo, quiero ver cómo le sienta a Eltrant. Sé que harás un buen trabajo.
Pista: Ayuda a Soto, puedes resolver el dilema.
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Re: La Puerta L.C II [quest] [Eltrant]
Si hubiese decidido en el último momento quedarse sobre el lago, el mercenario no podría haber hecho mucho para cumplir aquel deseo, ya que en el mismo instante en el que tocó la entrada, la puerta tiró de él.
Segundos después de ver un brillante resplandor del que se tuvo que proteger los ojos, aún desorientado a causa de lo que acababa de suceder, el mercenario se encontró a si mismo bajo los rayos de un sol radiante.
Por fortuna se encontraba sobre tierra firme, no podía negar que aquello era, cuanto menos, un cambio agradable, cerró lo ojo unos segundos y dejó que el cálido abrazo del sol le cubriese.
-“Era de noche…” – Susurró avanzando un par de pasos – “¿Dónde estoy? ¿Un bosque? ¿Sandorai?” – Volvió a decir mirando ahora hacia el firmamento, no era un bosque, mucho menos de Aerandir, lo que le rodeaba no eran árboles, eran flores del tamaño de árboles.
Había miles de aquellas plantas, margaritas, rosas, tulipanes, y un sinfín de flores que no conocía. La más pequeña de su tamaño y las más altas podrían superar el tamaño de una casa de varios pisos sin problemas, lo más preocupante de todo era que estás se inclinaban lentamente hacia Eltrant cuando este se acercaba a ellas, como si supiesen que el hombre estaba allí.
Respiró hondo y, nervioso, miró tras él buscando el rectángulo de luz que le había llevado hasta aquel mundo desconocido, saber que podía abandonar la búsqueda de los objetos en cualquier momento le podía tranquilizar, pero no había nada, flores y más flores hasta dónde alcanzaba la vista, y aunque trataba de ignorar aquello por todos los medios, principalmente porque estaba bastante seguro de que no estaba loco, parecían murmurar entre ellas.
Con un nudo en la garganta continuó avanzando bajo la atenta mirada de las plantas, no tenía ninguna otra alternativa en aquel momento, primero encontraría los objetos necesarios para el trabajo del carpintero y después pensaría como regresar a casa, esperaba que hubiese algún otro modo de volver.
Entonces un grupo de voces llamarón su atención, parecían estar discutiendo por algo, el mercenario sonrió, después de todo no estaba en un mundo completamente deshabitado, agarrando firmemente la empuñadura de su espada como precaución, se acercó hasta el origen del sonido.
El rostro del mercenario se volvió de un evidente color blanco cuando contempló a una mariquita de un tamaño completamente desproporcionado conversar acaloradamente con un grupo de flores.
Mientras pensaba como afrontar aquella situación el muchacho trató de decir algo, no sabía por qué pensó en hacerlo, pero en aquel momento creyó que lo mejor sería hacerse notar, más solo un gemido inconexo salió de sus labios, lo cual llamó la atención de la mariquita, que pidió ayuda al “hijo de los hombres” a resolver aquel curioso conflicto, para después presentarse como Soto, haciendo claro énfasis en que era un varón.
-“Euh... ¿Dueño? No… yo solo he venido aquí a por unos… objetos…” – El mercenario no terminaba de entender por qué una mariquita del tamaño de un melocotón estaba hablando con él –“¿Qué… qué es lo que sucede?” – Preguntó tras unos segundos mirando como las flores seguían insultándose las unas a las otras.
Soto aclaró que las margaritas no soportaban a las violetas por ser estas muy habladoras y que las violetas no aguantaban el color de las margaritas, esto había llevado a una especie de disyuntiva entre ellas que no paraban de discutir usando los mismos argumentos una y otra vez.
-“Pues… yo creo que…” – Comenzó a decir Eltrant sin notar que las plantas hacían caso omiso del recién llegado, Soto bajó las antenas al oír al muchacho hablar, cosa que el mercenario no supo exactamente cómo interpretar, viendo que sus palabras no surtían efecto el joven decidió alzar un poco la voz .
–“Señoritas… por favor, no veo ningún…” – Pero las flores seguían a lo suyo, ignorantes de los que ocurría a su alrededor, Eltrant dejó escapar un suspiró y se atuso la barba, si aquella misma mañana le hubiesen dicho que iba a estar haciendo de mediador en una discusión entre flores se hubiese reído del loco que le hubiese contado tal cosa.
-“¡Por favor!” – Exclamó, ya furioso, tras otros cinco intentos infructuosos de conversar amablemente con las flores, había atravesado un lago sobre una tabla de madera a la que le decían barca, también había entrado a través de una puerta que se había desvanecido hacía un mundo que no conocía, no iba a permitir que un grupo de flores le siguiese ignorando.
- “¡Prestadme atención de una vez!” – Volvió a gritar, esto pareció surtir efecto, porque las plantas se callaron al momento y, aunque Eltrant no podía saber si estas tenían ojos, estaba seguro que ahora estaban atentas a las palabras del joven.
Soto alzó sus antenas curioso, si el mercenario pudiese comprender las expresiones de la mariquita habría comprobado que estaba sonriendo.
-“¡Es una tontería todo esto!” – Gritó moviendo los brazos desesperado –“¡Sí las margaritas decidiesen conversar con las violetas para algo más que discutir, comprenderían que son algo más que unas simples charlatanas! ” – Volvió a gritar tratando de hacerse oír sobre el murmullo de algunas flores que seguían dispuestas a continuar con el conflicto –“Y las violetas…” - Se giró hacia el tallo de una de estas –“¡¿Como podéis decir que es el color lo que no os deja pensar cuando no os calláis nunca!? ¡Dejad de hablar unos instantes y estoy seguro de que podréis escuchar vuestros propios pensamientos! ¡Incluso notareis que el amarillo no es un color tan horrible!”
Eltrant pateó una piedra que había por el suelo, la cual voló por el aire y se perdió entre las plantas –“¡Y ahora callaos todas y haced las paces!” – Dijo al final, jadeando –“Tenéis bastante más en común de lo que creéis”
Al mercenario le hubiese gustado añadir “Sois flores gigantes” pero no estaba seguro de si, en un mundo en el que aquellas plantas parecían predominar, iba a ser lo más acertado. Cuando terminó de hablar todo se quedó en silencio, Eltrant comprendió que se había dejado llevar y sonrió tímidamente a Soto en busca de alguna respuesta por parte de este, sin embargo, todo siguió en silencio.
–“Perfecto, me van a asesinar unas flores”
Segundos después de ver un brillante resplandor del que se tuvo que proteger los ojos, aún desorientado a causa de lo que acababa de suceder, el mercenario se encontró a si mismo bajo los rayos de un sol radiante.
Por fortuna se encontraba sobre tierra firme, no podía negar que aquello era, cuanto menos, un cambio agradable, cerró lo ojo unos segundos y dejó que el cálido abrazo del sol le cubriese.
-“Era de noche…” – Susurró avanzando un par de pasos – “¿Dónde estoy? ¿Un bosque? ¿Sandorai?” – Volvió a decir mirando ahora hacia el firmamento, no era un bosque, mucho menos de Aerandir, lo que le rodeaba no eran árboles, eran flores del tamaño de árboles.
Había miles de aquellas plantas, margaritas, rosas, tulipanes, y un sinfín de flores que no conocía. La más pequeña de su tamaño y las más altas podrían superar el tamaño de una casa de varios pisos sin problemas, lo más preocupante de todo era que estás se inclinaban lentamente hacia Eltrant cuando este se acercaba a ellas, como si supiesen que el hombre estaba allí.
Respiró hondo y, nervioso, miró tras él buscando el rectángulo de luz que le había llevado hasta aquel mundo desconocido, saber que podía abandonar la búsqueda de los objetos en cualquier momento le podía tranquilizar, pero no había nada, flores y más flores hasta dónde alcanzaba la vista, y aunque trataba de ignorar aquello por todos los medios, principalmente porque estaba bastante seguro de que no estaba loco, parecían murmurar entre ellas.
Con un nudo en la garganta continuó avanzando bajo la atenta mirada de las plantas, no tenía ninguna otra alternativa en aquel momento, primero encontraría los objetos necesarios para el trabajo del carpintero y después pensaría como regresar a casa, esperaba que hubiese algún otro modo de volver.
Entonces un grupo de voces llamarón su atención, parecían estar discutiendo por algo, el mercenario sonrió, después de todo no estaba en un mundo completamente deshabitado, agarrando firmemente la empuñadura de su espada como precaución, se acercó hasta el origen del sonido.
El rostro del mercenario se volvió de un evidente color blanco cuando contempló a una mariquita de un tamaño completamente desproporcionado conversar acaloradamente con un grupo de flores.
Mientras pensaba como afrontar aquella situación el muchacho trató de decir algo, no sabía por qué pensó en hacerlo, pero en aquel momento creyó que lo mejor sería hacerse notar, más solo un gemido inconexo salió de sus labios, lo cual llamó la atención de la mariquita, que pidió ayuda al “hijo de los hombres” a resolver aquel curioso conflicto, para después presentarse como Soto, haciendo claro énfasis en que era un varón.
-“Euh... ¿Dueño? No… yo solo he venido aquí a por unos… objetos…” – El mercenario no terminaba de entender por qué una mariquita del tamaño de un melocotón estaba hablando con él –“¿Qué… qué es lo que sucede?” – Preguntó tras unos segundos mirando como las flores seguían insultándose las unas a las otras.
Soto aclaró que las margaritas no soportaban a las violetas por ser estas muy habladoras y que las violetas no aguantaban el color de las margaritas, esto había llevado a una especie de disyuntiva entre ellas que no paraban de discutir usando los mismos argumentos una y otra vez.
-“Pues… yo creo que…” – Comenzó a decir Eltrant sin notar que las plantas hacían caso omiso del recién llegado, Soto bajó las antenas al oír al muchacho hablar, cosa que el mercenario no supo exactamente cómo interpretar, viendo que sus palabras no surtían efecto el joven decidió alzar un poco la voz .
–“Señoritas… por favor, no veo ningún…” – Pero las flores seguían a lo suyo, ignorantes de los que ocurría a su alrededor, Eltrant dejó escapar un suspiró y se atuso la barba, si aquella misma mañana le hubiesen dicho que iba a estar haciendo de mediador en una discusión entre flores se hubiese reído del loco que le hubiese contado tal cosa.
-“¡Por favor!” – Exclamó, ya furioso, tras otros cinco intentos infructuosos de conversar amablemente con las flores, había atravesado un lago sobre una tabla de madera a la que le decían barca, también había entrado a través de una puerta que se había desvanecido hacía un mundo que no conocía, no iba a permitir que un grupo de flores le siguiese ignorando.
- “¡Prestadme atención de una vez!” – Volvió a gritar, esto pareció surtir efecto, porque las plantas se callaron al momento y, aunque Eltrant no podía saber si estas tenían ojos, estaba seguro que ahora estaban atentas a las palabras del joven.
Soto alzó sus antenas curioso, si el mercenario pudiese comprender las expresiones de la mariquita habría comprobado que estaba sonriendo.
-“¡Es una tontería todo esto!” – Gritó moviendo los brazos desesperado –“¡Sí las margaritas decidiesen conversar con las violetas para algo más que discutir, comprenderían que son algo más que unas simples charlatanas! ” – Volvió a gritar tratando de hacerse oír sobre el murmullo de algunas flores que seguían dispuestas a continuar con el conflicto –“Y las violetas…” - Se giró hacia el tallo de una de estas –“¡¿Como podéis decir que es el color lo que no os deja pensar cuando no os calláis nunca!? ¡Dejad de hablar unos instantes y estoy seguro de que podréis escuchar vuestros propios pensamientos! ¡Incluso notareis que el amarillo no es un color tan horrible!”
Eltrant pateó una piedra que había por el suelo, la cual voló por el aire y se perdió entre las plantas –“¡Y ahora callaos todas y haced las paces!” – Dijo al final, jadeando –“Tenéis bastante más en común de lo que creéis”
Al mercenario le hubiese gustado añadir “Sois flores gigantes” pero no estaba seguro de si, en un mundo en el que aquellas plantas parecían predominar, iba a ser lo más acertado. Cuando terminó de hablar todo se quedó en silencio, Eltrant comprendió que se había dejado llevar y sonrió tímidamente a Soto en busca de alguna respuesta por parte de este, sin embargo, todo siguió en silencio.
–“Perfecto, me van a asesinar unas flores”
Eltrant Tale
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Re: La Puerta L.C II [quest] [Eltrant]
Las flores parecieron detenerse a pensar en las palabras del humano y hasta bajaron sus corolas avergonzadas de su comportamiento. Soto miró al joven -Vaya, siempre hay una primera vez, han sido unos buenos argumentos- comentó aplaudiendo sin sonido con todos los juegos de sus patas. -Vayámonos antes de que comiencen de nuevo…- comentó en voz baja -Te devolveré el favor- le informó -Lo primero que tienes que hacer es tomar en brazos a la retama aquella que está dormida. Si lo haces sigilosamente creo que tendrás tiempo de cortarla del tallo antes de que comience a gritar-. Bajó una de sus antenas -No pierdas el tiempo y no te preocupes, no le dolerá- informó tomando vuelo para luego posarse en su hombro.
La flor que el insecto había señalado estaba a unos cien metros del par, en un gran árbol con cientos de sus hermanas cantando una alegre melodía.
-Eh eh…¿a dónde vas muchachín? ¿Quién te crees que eres para darnos esas lecciones? ¿Acaso eres algo de la reina?- preguntó un jazmín moviendo violentamente sus enviciadas hojas. -De todas formas ya lo averiguaremos- amenazó. Y es que, atraída por la piedra que había caído a sus pies, la reina negra se acercaba velozmente a través de su jardín de flores. Pimpollos, insectos, incluso el viento guardaba silencio a su paso.
__________________________
Intenten esconderse de la reina, todavía no debe de verles. Si decides ver la lista, la retama estará dentro de las peticiones. También Moon te mandó un bolso pequeño que pronto revelará su utilidad
La flor que el insecto había señalado estaba a unos cien metros del par, en un gran árbol con cientos de sus hermanas cantando una alegre melodía.
- Retamas:
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-Eh eh…¿a dónde vas muchachín? ¿Quién te crees que eres para darnos esas lecciones? ¿Acaso eres algo de la reina?- preguntó un jazmín moviendo violentamente sus enviciadas hojas. -De todas formas ya lo averiguaremos- amenazó. Y es que, atraída por la piedra que había caído a sus pies, la reina negra se acercaba velozmente a través de su jardín de flores. Pimpollos, insectos, incluso el viento guardaba silencio a su paso.
- Reina:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
__________________________
Intenten esconderse de la reina, todavía no debe de verles. Si decides ver la lista, la retama estará dentro de las peticiones. También Moon te mandó un bolso pequeño que pronto revelará su utilidad
Thorn
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Re: La Puerta L.C II [quest] [Eltrant]
El mercenario suspiró aliviado, Soto rompió el silencio agradeciendo al joven su ayuda y añadiendo que le devolvería el favor, las flores, por su parte, callaron supuestamente avergonzadas por su comportamiento.
Había regañado a un grupo de flores y había funcionado, no podía negar que estaba viviendo uno de los días más extraños en mucho tiempo.
Antes de que el mercenario pudiese aceptar siquiera la ayuda de Soto, la mariquita se subió sobre su hombro después de trepar rápidamente por su capa, el mercenario estivo a punto de, en un acto reflejo, lanzar el insecto por los aires, pero este desde su nueva posición miró fijamente la lista de tareas que tenía el mercenario en la mano y después señaló un árbol no muy lejos de ellos, dónde al parecer se encontraba el primer elemento de la lista.
Soto le informó de que si se movía despacio y era sigiloso, podría arrancar fácilmente una retama que, casualmente, se encontraba dormida; El muchacho se pasó la mano por el pelo preguntándose cómo podría el insecto discernir entre las que estaban despiertas y las que no, pero al fin y al cabo le estaba ayudando, así que Eltrant asintió y, con la mariquita aún sobre su hombro, comenzó a caminar hacia el árbol.
Mientras avanzaba hacia el árbol, una de las flores con las que se cruzó le reprochó la manera en la que había tratado a las plantas momentos antes, el mercenario comprendía el tono con el que le hablaba, al fin y al cabo era un completo extraño en aquel lugar, no tenía ningún derecho a decirles a los lugareños cómo comportarse, al menos descubrió que aquel sitio lo gobernaba una reina.
Ignoró las últimas palabras de la flor y continuó yendo hacia el árbol, una vez estuvo lo suficientemente cerca, comenzó a caminar con más cuidado, tratando de ser lo más sigiloso posible.
Tan concentrado estaba en tratar de tomar la retama que no se percató de que por algún motivo, el incesante murmullo de las flores se había desvanecido, la alegre melodía que emanaba el árbol que tenía frente a él había cesado, justo se hubo colocado junto a la retama que debía obtener, fue cuando notó que incluso la brisa se había desvanecido.
-“Algo no va bien…” – Susurró mirando a su alrededor, Soto se quedó en silencio y bajo de su hombro sin decir nada, la mariquita parecía saber que sucedía, y le hizo varias indicaciones para que el joven le siguiera. El mercenario asintió, pero también le hizo señas para que se esperase un momento y, siguiendo las indicaciones de la mariquita, dio un fuerte tirón de la retama, la cual como había predicho Soto no tuvo tiempo de gritar antes de encontrarse entre los brazos del joven.
Sin tiempo que perder el mercenario introdujo la remata en la bolsa que llevaba colgada a la espalda y comenzó a correr hacia Soto, no sabía por qué, pero de pronto tenia frío, mucho frío, era como si el brillante sol que alumbraba desde el firmamento apenas existiese, por otro lado el silencio era tal, que ni las demás retamas dijeron nada al ver como Eltrant literalmente secuestraba a una de sus compañeras.
Cuando estuvo junto al insecto este le hizo señas para que se agachase junto a él, ocultándose entre la maleza –“Escóndete bien, que no te vea…” – Dijo como toda explicación, Eltrant trago saliva y se guarneció entre la hierba como le habían indicado.
Desde donde estaba podía ver perfectamente como una mujer, bella y de tez clara, no mucho mayor que él en apariencia, se acercaba hasta el árbol donde había estado segundo antes y deslizaba la mano por el lugar en el que había estado antes la planta que se había llevado.
Eltrant tragó saliva, no estaba muy seguro de por qué, pero de aquella mujer emanaba un poder que incluso el muchacho, él que no sería capaz de diferenciar la magia aunque se la pusiesen frente a él, podía distinguir.
¿Aquella persona era la reina de la que hablaban? De ser cierto no era buena señal que Soto hubiese decidido ocultarse, quizás no apreciase que extraños entrasen en sus dominios, el mercenario respiró profundamente y agachó aún más la cabeza, deseando que la hierba no hablase como las flores, y sobre todo, anhelando pasar desapercibido.
Contra todo pronóstico llevó su mano derecha hasta su espada y la dejó ahí, inerte, quizás el mismo supiese, muy en su interior, que si aquella mujer le veía todo acabaría en un instante, pero aquello le relajó un poco, no mucho, pero sirvió para sentirse ligeramente más seguro.
Y entonces, después de dirigir una larga mirada hacia la zona en la que Eltrant y Soto estaban ocultos, la mujer simplemente, se marchó.
El mercenario, aún sin atravesarse a levantar la cabeza del suelo se giró hacia la mariquita en busca de una explicación, el solo quería encontrar los objetos y marchase de allí, acarició la bolsa que le había entregado Moon nervioso, todo parecía indicar que aquel lugar escondía bastante más de lo que parecía a simple vista.
Había regañado a un grupo de flores y había funcionado, no podía negar que estaba viviendo uno de los días más extraños en mucho tiempo.
Antes de que el mercenario pudiese aceptar siquiera la ayuda de Soto, la mariquita se subió sobre su hombro después de trepar rápidamente por su capa, el mercenario estivo a punto de, en un acto reflejo, lanzar el insecto por los aires, pero este desde su nueva posición miró fijamente la lista de tareas que tenía el mercenario en la mano y después señaló un árbol no muy lejos de ellos, dónde al parecer se encontraba el primer elemento de la lista.
Soto le informó de que si se movía despacio y era sigiloso, podría arrancar fácilmente una retama que, casualmente, se encontraba dormida; El muchacho se pasó la mano por el pelo preguntándose cómo podría el insecto discernir entre las que estaban despiertas y las que no, pero al fin y al cabo le estaba ayudando, así que Eltrant asintió y, con la mariquita aún sobre su hombro, comenzó a caminar hacia el árbol.
Mientras avanzaba hacia el árbol, una de las flores con las que se cruzó le reprochó la manera en la que había tratado a las plantas momentos antes, el mercenario comprendía el tono con el que le hablaba, al fin y al cabo era un completo extraño en aquel lugar, no tenía ningún derecho a decirles a los lugareños cómo comportarse, al menos descubrió que aquel sitio lo gobernaba una reina.
Ignoró las últimas palabras de la flor y continuó yendo hacia el árbol, una vez estuvo lo suficientemente cerca, comenzó a caminar con más cuidado, tratando de ser lo más sigiloso posible.
Tan concentrado estaba en tratar de tomar la retama que no se percató de que por algún motivo, el incesante murmullo de las flores se había desvanecido, la alegre melodía que emanaba el árbol que tenía frente a él había cesado, justo se hubo colocado junto a la retama que debía obtener, fue cuando notó que incluso la brisa se había desvanecido.
-“Algo no va bien…” – Susurró mirando a su alrededor, Soto se quedó en silencio y bajo de su hombro sin decir nada, la mariquita parecía saber que sucedía, y le hizo varias indicaciones para que el joven le siguiera. El mercenario asintió, pero también le hizo señas para que se esperase un momento y, siguiendo las indicaciones de la mariquita, dio un fuerte tirón de la retama, la cual como había predicho Soto no tuvo tiempo de gritar antes de encontrarse entre los brazos del joven.
Sin tiempo que perder el mercenario introdujo la remata en la bolsa que llevaba colgada a la espalda y comenzó a correr hacia Soto, no sabía por qué, pero de pronto tenia frío, mucho frío, era como si el brillante sol que alumbraba desde el firmamento apenas existiese, por otro lado el silencio era tal, que ni las demás retamas dijeron nada al ver como Eltrant literalmente secuestraba a una de sus compañeras.
Cuando estuvo junto al insecto este le hizo señas para que se agachase junto a él, ocultándose entre la maleza –“Escóndete bien, que no te vea…” – Dijo como toda explicación, Eltrant trago saliva y se guarneció entre la hierba como le habían indicado.
Desde donde estaba podía ver perfectamente como una mujer, bella y de tez clara, no mucho mayor que él en apariencia, se acercaba hasta el árbol donde había estado segundo antes y deslizaba la mano por el lugar en el que había estado antes la planta que se había llevado.
Eltrant tragó saliva, no estaba muy seguro de por qué, pero de aquella mujer emanaba un poder que incluso el muchacho, él que no sería capaz de diferenciar la magia aunque se la pusiesen frente a él, podía distinguir.
¿Aquella persona era la reina de la que hablaban? De ser cierto no era buena señal que Soto hubiese decidido ocultarse, quizás no apreciase que extraños entrasen en sus dominios, el mercenario respiró profundamente y agachó aún más la cabeza, deseando que la hierba no hablase como las flores, y sobre todo, anhelando pasar desapercibido.
Contra todo pronóstico llevó su mano derecha hasta su espada y la dejó ahí, inerte, quizás el mismo supiese, muy en su interior, que si aquella mujer le veía todo acabaría en un instante, pero aquello le relajó un poco, no mucho, pero sirvió para sentirse ligeramente más seguro.
Y entonces, después de dirigir una larga mirada hacia la zona en la que Eltrant y Soto estaban ocultos, la mujer simplemente, se marchó.
El mercenario, aún sin atravesarse a levantar la cabeza del suelo se giró hacia la mariquita en busca de una explicación, el solo quería encontrar los objetos y marchase de allí, acarició la bolsa que le había entregado Moon nervioso, todo parecía indicar que aquel lugar escondía bastante más de lo que parecía a simple vista.
Eltrant Tale
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Re: La Puerta L.C II [quest] [Eltrant]
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