El monstruo del lago Ness... ¿O no? [Trabajo] [Elen-Cassandra- Windorind]
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Re: El monstruo del lago Ness... ¿O no? [Trabajo] [Elen-Cassandra- Windorind]
Sin detenerse, el grupo alcanzó las primeras casas y siguieron avanzando por entre las mismas, sin ver ni escuchar ni a un alma, algo que podía justificarse teniendo en cuenta la hora que era. Lo que había comenzado como una simple misión de caza se estaba alargando más de lo que les hubiese gustado, pero las cosas nunca eran sencillas cuando la tensai estaba de por medio. Elen reaccionó al toque de la cazadora, desviando su vista hacia el nervioso y asustado hombre, que había ralentizado su avance considerablemente, como si esperase que algo malo fuese a ocurrir al llegar al pueblo… pero ¿qué podía ser?
¿Temía que sus vecinos lo linchasen por haber traído hasta allí a tres forasteras o era algo más? Pronto lo descubrirían. Cassandra, adelantándose a lo que pudiese pasar, echó mano a su arco y colocó una flecha, con lo que estaba preparada para hacer frente a casi cualquier cosa que se les pusiese en el camino. La elfa por su parte tampoco parecía tranquila con el ambiente que se respiraba en la zona ni con el comportamiento de su guía, algo que sumado a la extraña sensación que llevaba rato incomodando a la benjamina de los Calhoun dejaba una cosa clara, no estaban solas. No, algo las observaba, Elen no tenía duda de ello, pero ¿cuándo se atrevería a dar la cara?
Al igual que su compañera, la de ojos verdes se preparó para hacer frente a la amenaza que se cernía sobre ellas, concentrando la forma avanzada de su elemento para que le envolviese ambos brazos de forma visible a pesar de que con ello la luz delatase su posición. Cualquier cosa que llegase a tocarla se llevaría una dolorosa descarga, pero no solo eso, la joven blandía ya su daga con la diestra, mientras en la zurda descansaban tres de los cuchillos arrojadizos que su hermano Vincent le había forjado, listos para salir disparados en cualquier dirección.
El crujir de las hojas delató la posición de quien las observaba, y con una agilidad pasmosa, la de cabellos cenicientos saltó hacia un lado para salir del alcance de la enorme bestia, que resultó ser un león muy parecido a Melena Blanca, al menos físicamente. Aquel ser atacó sin miramientos a Windorind pero no tuvo éxito, aunque la morena solo se libró por los pelos de sus afiladas garras. - Y aquí tenemos al monstruo. - comentó como respuesta a las palabras del animal, que pretendía convertirlas en su cena. Al final ese era el gran secreto de la isla, un lugar al que llevaban a los incautos viajeros para que terminasen comidos por la bestia, debía admitir que no lo hubiese imaginado de primeras, pero viendo el tamaño de aquel individuo quedaba claro que podía someter sin problemas a los escasos habitantes de la zona.
Su guía salió huyendo en cuanto el leónico entró en escena, escondiéndose tras una de las casas hasta que pasara la tormenta, esperando quizá que aquellas tres mujeres aplacasen a su amo. La sonrisa del león se ensanchó al escuchar que se referían a él como monstruo, no era un término que le molestase sino todo lo contrario, después de ser desterrado por los suyos había logrado mucho más de lo que nunca habría imaginado, y tener aterrorizado a todo un pueblo para mantenerlos a su servicio le resultaba incluso divertido. - Me temo que la cena de esta noche se te va a indigestar. - soltó Elen, pasando al ataque en primer lugar con los cuchillos arrojadizos, que salieron disparados gracias a una combinación de telequinesis y viento.
Teniendo en cuenta la robustez del enemigo decidió dirigirlos hacia la cabeza para con suerte acertarle en los ojos y cegarlo, pero el hombre bestia consiguió apartarse a tiempo, aunque una de las hojas le pasó rozando el hombro, causándole un corte poco profundo por el que la sangre comenzó a escapársele lentamente. - Vigilad vuestras espaldas chicas, sus hombres andan cerca estoy segura. - indicó a sus compañeras, antes de recuperar sus cuchillos por medio de la telequinesis. - No me durareis ni un asalto. - aseguró el confiado animal, abalanzándose hacia ella. Elen esperó al momento preciso, liberando dos fuertes descargas cuando su objetivo estaba tan cerca como para no poder fallar el tiro, luego se tiró al suelo y rodó para esquivar el impacto, esbozando una leve sonrisa al ver cómo su atacante chocaba contra el suelo y quedaba a cuatro patas, momentáneamente aturdido por la electricidad.
Le había acertado de lleno en el pecho, y sin perder ni un instante se levantó para volver a atacarlo, hundiendo su afilada daga en su espalda a la altura del omóplato derecho. Aprovechando la metálica hoja a modo de elemento conductor, la tensai liberó una nueva descarga que sacudió el cuerpo del leónico desde dentro, arrancando un sonoro gruñido de su garganta y provocando que la bestia se obligase a apartarla de sí con un brusco movimiento. No iba a ser tan fácil como había imaginado no, aquellas mujeres iban a darle más problemas de lo que esperaba, pero por suerte no estaba solo. Mientras Elen aterrizaba a un par de metros de su enemigo, dando con la espalda en el suelo pero conservando su daga en la mano, los hombres que hasta el momento se habían mantenido entre los árboles decidieron salir para decantar la balanza en favor de su amo.
Armados con toscas espadas, azadas y algunas hachas, avanzaron hacia las forasteras a toda prisa, consiguiendo que la atención de la centinela se centrase en ellos. La inferioridad numérica siempre era una complicación a tener en cuenta, así que decidió apartarse un poco de la bestia y dar una cálida bienvenida a los recién llegados. Una onda de viento barrió a los más cercanos, enviándolos contra los árboles y haciendo crujir sus huesos al impactar contra los duros troncos, pero esos habían tenido suerte. La bruja no estaba de humor para perder el tiempo, y eso la empujaba a ser drástica con sus hechizos y ataques, quería acabar con aquello de una vez para volver a la taberna, donde el imbécil que las había engañado también recibiría una buena paliza.
Dispuesta a freírlos y de paso a hacerles pasar algo de miedo, Elen se apresuró a concentrar la electricidad en un orbe de tamaño considerable, que salió disparado hacia el cielo. Pronto el hermoso sonido de los truenos obligó a los lugareños a elevar la vista, la tormenta se había desatado sobre sus cabezas y estaban en el peor sitio posible. Los rayos no tardaron en comenzar a caer sobre el pueblo, centrándose en la zona de la cual venían los refuerzos del hombre bestia. Aquellos que eran alcanzados por las fieras descargas caían desplomados casi al momento, con la respiración entrecortada y sin posibilidad de volverse a levantar, mientras el resto temiendo por sus vidas, optaban por alejarse y salir del radio de alcance de la hechicera.
Morir a manos de la joven parecía tan terrible como hacerlo a manos del leónico así que solo les quedaban dos opciones, buscar la forma de rodearla y atacar a las otras mujeres o huir. Consciente de ello, la de cabellos cenicientos volvió a girarse hacia el enorme ser que gobernaba la isla, dispuesta a arrancarle algún que otro gruñido de dolor más.
¿Temía que sus vecinos lo linchasen por haber traído hasta allí a tres forasteras o era algo más? Pronto lo descubrirían. Cassandra, adelantándose a lo que pudiese pasar, echó mano a su arco y colocó una flecha, con lo que estaba preparada para hacer frente a casi cualquier cosa que se les pusiese en el camino. La elfa por su parte tampoco parecía tranquila con el ambiente que se respiraba en la zona ni con el comportamiento de su guía, algo que sumado a la extraña sensación que llevaba rato incomodando a la benjamina de los Calhoun dejaba una cosa clara, no estaban solas. No, algo las observaba, Elen no tenía duda de ello, pero ¿cuándo se atrevería a dar la cara?
Al igual que su compañera, la de ojos verdes se preparó para hacer frente a la amenaza que se cernía sobre ellas, concentrando la forma avanzada de su elemento para que le envolviese ambos brazos de forma visible a pesar de que con ello la luz delatase su posición. Cualquier cosa que llegase a tocarla se llevaría una dolorosa descarga, pero no solo eso, la joven blandía ya su daga con la diestra, mientras en la zurda descansaban tres de los cuchillos arrojadizos que su hermano Vincent le había forjado, listos para salir disparados en cualquier dirección.
El crujir de las hojas delató la posición de quien las observaba, y con una agilidad pasmosa, la de cabellos cenicientos saltó hacia un lado para salir del alcance de la enorme bestia, que resultó ser un león muy parecido a Melena Blanca, al menos físicamente. Aquel ser atacó sin miramientos a Windorind pero no tuvo éxito, aunque la morena solo se libró por los pelos de sus afiladas garras. - Y aquí tenemos al monstruo. - comentó como respuesta a las palabras del animal, que pretendía convertirlas en su cena. Al final ese era el gran secreto de la isla, un lugar al que llevaban a los incautos viajeros para que terminasen comidos por la bestia, debía admitir que no lo hubiese imaginado de primeras, pero viendo el tamaño de aquel individuo quedaba claro que podía someter sin problemas a los escasos habitantes de la zona.
Su guía salió huyendo en cuanto el leónico entró en escena, escondiéndose tras una de las casas hasta que pasara la tormenta, esperando quizá que aquellas tres mujeres aplacasen a su amo. La sonrisa del león se ensanchó al escuchar que se referían a él como monstruo, no era un término que le molestase sino todo lo contrario, después de ser desterrado por los suyos había logrado mucho más de lo que nunca habría imaginado, y tener aterrorizado a todo un pueblo para mantenerlos a su servicio le resultaba incluso divertido. - Me temo que la cena de esta noche se te va a indigestar. - soltó Elen, pasando al ataque en primer lugar con los cuchillos arrojadizos, que salieron disparados gracias a una combinación de telequinesis y viento.
Teniendo en cuenta la robustez del enemigo decidió dirigirlos hacia la cabeza para con suerte acertarle en los ojos y cegarlo, pero el hombre bestia consiguió apartarse a tiempo, aunque una de las hojas le pasó rozando el hombro, causándole un corte poco profundo por el que la sangre comenzó a escapársele lentamente. - Vigilad vuestras espaldas chicas, sus hombres andan cerca estoy segura. - indicó a sus compañeras, antes de recuperar sus cuchillos por medio de la telequinesis. - No me durareis ni un asalto. - aseguró el confiado animal, abalanzándose hacia ella. Elen esperó al momento preciso, liberando dos fuertes descargas cuando su objetivo estaba tan cerca como para no poder fallar el tiro, luego se tiró al suelo y rodó para esquivar el impacto, esbozando una leve sonrisa al ver cómo su atacante chocaba contra el suelo y quedaba a cuatro patas, momentáneamente aturdido por la electricidad.
Le había acertado de lleno en el pecho, y sin perder ni un instante se levantó para volver a atacarlo, hundiendo su afilada daga en su espalda a la altura del omóplato derecho. Aprovechando la metálica hoja a modo de elemento conductor, la tensai liberó una nueva descarga que sacudió el cuerpo del leónico desde dentro, arrancando un sonoro gruñido de su garganta y provocando que la bestia se obligase a apartarla de sí con un brusco movimiento. No iba a ser tan fácil como había imaginado no, aquellas mujeres iban a darle más problemas de lo que esperaba, pero por suerte no estaba solo. Mientras Elen aterrizaba a un par de metros de su enemigo, dando con la espalda en el suelo pero conservando su daga en la mano, los hombres que hasta el momento se habían mantenido entre los árboles decidieron salir para decantar la balanza en favor de su amo.
Armados con toscas espadas, azadas y algunas hachas, avanzaron hacia las forasteras a toda prisa, consiguiendo que la atención de la centinela se centrase en ellos. La inferioridad numérica siempre era una complicación a tener en cuenta, así que decidió apartarse un poco de la bestia y dar una cálida bienvenida a los recién llegados. Una onda de viento barrió a los más cercanos, enviándolos contra los árboles y haciendo crujir sus huesos al impactar contra los duros troncos, pero esos habían tenido suerte. La bruja no estaba de humor para perder el tiempo, y eso la empujaba a ser drástica con sus hechizos y ataques, quería acabar con aquello de una vez para volver a la taberna, donde el imbécil que las había engañado también recibiría una buena paliza.
Dispuesta a freírlos y de paso a hacerles pasar algo de miedo, Elen se apresuró a concentrar la electricidad en un orbe de tamaño considerable, que salió disparado hacia el cielo. Pronto el hermoso sonido de los truenos obligó a los lugareños a elevar la vista, la tormenta se había desatado sobre sus cabezas y estaban en el peor sitio posible. Los rayos no tardaron en comenzar a caer sobre el pueblo, centrándose en la zona de la cual venían los refuerzos del hombre bestia. Aquellos que eran alcanzados por las fieras descargas caían desplomados casi al momento, con la respiración entrecortada y sin posibilidad de volverse a levantar, mientras el resto temiendo por sus vidas, optaban por alejarse y salir del radio de alcance de la hechicera.
Morir a manos de la joven parecía tan terrible como hacerlo a manos del leónico así que solo les quedaban dos opciones, buscar la forma de rodearla y atacar a las otras mujeres o huir. Consciente de ello, la de cabellos cenicientos volvió a girarse hacia el enorme ser que gobernaba la isla, dispuesta a arrancarle algún que otro gruñido de dolor más.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: El monstruo del lago Ness... ¿O no? [Trabajo] [Elen-Cassandra- Windorind]
El silencio que reinaba en esa isla me ponía los pelos de punta. Sí, era de noche y la gente normal debía estar durmiendo (como nosotras antes de embarcarnos en esa cochambrosa barcaza), pero tanto, tanto silencio… Algo no iba bien.
Y pronto descubrimos qué era lo que fallaba ahí. Un hombre bestia en forma de león apareció de la nada y se abalanzó sobre nosotras. Casi golpeó a Windorind, a mí me dio tiempo a apartarme y rodar por el suelo para cargar mi arco y apuntar. Era un animal bastante más grande que nosotras y de apariencia muy feroz, pero no nos detuvo a la hora de enfrentarnos a él, al menos, no a Elen, quien tomó las riendas de la batalla, luchando contra él. Por mi parte, todavía tenía tensa la cuerda del arco, pero no era capaz de disparar sin arriesgarme a dar a la tensai, pues se movían muy rápido. La bruja avisó que sus hombres estarían cerca y rápidamente me acerqué a Windorind para cubrir todos los puntos posibles.
El tipo que nos había guiado ya no estaba, había desaparecido. ¿Nos quiso guiar hasta esta isla y ofrecernos de sacrificio? ¿O quería alejarnos? Bueno, ahora eso me importaba un pepino, quería salir de allí cuanto antes, y si tenía que llevarme a unas cuantas bestias por el camino, lo haría. Estas aparecieron, armadas con espadas y cuchillos bastante rudimentarios. Elen no perdió el tiempo y con sus corrientes de aire barrió a unos pocos, pero luego empezaron a surgir rayos de un orbe que había lanzado la misma. Miré, ensimismada, como ella sola era capaz de atormentar a esas bestias. Pero dos segundos después me centré en la batalla. Por muy fuerte que era no podía permitirme dejarla sola ante todos esos enemigos. Lancé la flecha al que tenía más cercano y cuando cayó al suelo me abalancé sobre él y se la arranqué, haciéndole la herida más grande. Su grito fue como un rugido, pero lo ignoré mientras sacudía el virote, plagado de su sangre. - ¡Cuidado! - Con esa misma flecha hice el segundo disparo, alcanzando el tórax de un hombre bestia que se dirigía hacia Windorind, agazapado como los felinos lo hacían para cazar. Fue derribado, cayendo de espaldas.
Pero mi racha de suerte no iba a ser tan buena y la herida que tenía en mi brazo se estaba resintiendo del esfuerzo. Cuando fui a por otra flecha a mi carcaj, uno de los lacayos de ese león se abalanzó sobre mí, estampándome contra el suelo. El líder me vio y empezó a caminar hacia mí, ya que parecía un objetivo más fácil que la tensái de viento.
- ¡Suéltame, bestia!
El leónico se iba aproximando y podía ver cómo de sus dientes colgaba un hilo de baba. Estaba agotado por la pelea, enfadado por no haber podido acabar con la bruja en un instante… ¿Qué se pensaba? ¿Qué era un objetivo fácil una cazadora de vampiros? No eran chupasangres pero, por mi parte, el trato sería igual.
De una de mis manos salió arena que lancé a los ojos del que estaba sobre mí. Un truco sencillo pero muy efectivo, pues todos retrocedían. Y este no fue menos. Empezó a echarse para atrás y a quejarse. Al instante golpeé abdomen y su rodilla, haciéndole caer. Era muy fuerte, y posiblemente no consiguiese más que un tiempo antes de que se levantara. Pero era un tiempo que no iba a desaprovechar. Agarré el arco, una flecha y disparé. A esa distancia no fallé. Era imposible. Me giré y, con la tercera flecha, apunté al líder. - Vete.
No pareció querer escucharme, pues siguió avanzando. ¿En serio estaba dándole la espalda a mis compañeras? Aunque podía permitírselo, pues el resto de sus hombres estaban tratando de luchar y defender a su amo. El virote metálico de mi arco impactó contra su tórax, pero continuó su camino hacia mí, sin detenerse.
Quería hacer un socavón en el suelo y enterrarlo vivo, pero por ahora, sólo disparé una flecha más, apuntando más arriba, con intención de acerar en su cara. El siguiente rugido fue el indicador que le había atinado, aunque no donde deseaba, sino en el hombro. Ahora sí que estaba furioso.
Y pronto descubrimos qué era lo que fallaba ahí. Un hombre bestia en forma de león apareció de la nada y se abalanzó sobre nosotras. Casi golpeó a Windorind, a mí me dio tiempo a apartarme y rodar por el suelo para cargar mi arco y apuntar. Era un animal bastante más grande que nosotras y de apariencia muy feroz, pero no nos detuvo a la hora de enfrentarnos a él, al menos, no a Elen, quien tomó las riendas de la batalla, luchando contra él. Por mi parte, todavía tenía tensa la cuerda del arco, pero no era capaz de disparar sin arriesgarme a dar a la tensai, pues se movían muy rápido. La bruja avisó que sus hombres estarían cerca y rápidamente me acerqué a Windorind para cubrir todos los puntos posibles.
El tipo que nos había guiado ya no estaba, había desaparecido. ¿Nos quiso guiar hasta esta isla y ofrecernos de sacrificio? ¿O quería alejarnos? Bueno, ahora eso me importaba un pepino, quería salir de allí cuanto antes, y si tenía que llevarme a unas cuantas bestias por el camino, lo haría. Estas aparecieron, armadas con espadas y cuchillos bastante rudimentarios. Elen no perdió el tiempo y con sus corrientes de aire barrió a unos pocos, pero luego empezaron a surgir rayos de un orbe que había lanzado la misma. Miré, ensimismada, como ella sola era capaz de atormentar a esas bestias. Pero dos segundos después me centré en la batalla. Por muy fuerte que era no podía permitirme dejarla sola ante todos esos enemigos. Lancé la flecha al que tenía más cercano y cuando cayó al suelo me abalancé sobre él y se la arranqué, haciéndole la herida más grande. Su grito fue como un rugido, pero lo ignoré mientras sacudía el virote, plagado de su sangre. - ¡Cuidado! - Con esa misma flecha hice el segundo disparo, alcanzando el tórax de un hombre bestia que se dirigía hacia Windorind, agazapado como los felinos lo hacían para cazar. Fue derribado, cayendo de espaldas.
Pero mi racha de suerte no iba a ser tan buena y la herida que tenía en mi brazo se estaba resintiendo del esfuerzo. Cuando fui a por otra flecha a mi carcaj, uno de los lacayos de ese león se abalanzó sobre mí, estampándome contra el suelo. El líder me vio y empezó a caminar hacia mí, ya que parecía un objetivo más fácil que la tensái de viento.
- ¡Suéltame, bestia!
El leónico se iba aproximando y podía ver cómo de sus dientes colgaba un hilo de baba. Estaba agotado por la pelea, enfadado por no haber podido acabar con la bruja en un instante… ¿Qué se pensaba? ¿Qué era un objetivo fácil una cazadora de vampiros? No eran chupasangres pero, por mi parte, el trato sería igual.
De una de mis manos salió arena que lancé a los ojos del que estaba sobre mí. Un truco sencillo pero muy efectivo, pues todos retrocedían. Y este no fue menos. Empezó a echarse para atrás y a quejarse. Al instante golpeé abdomen y su rodilla, haciéndole caer. Era muy fuerte, y posiblemente no consiguiese más que un tiempo antes de que se levantara. Pero era un tiempo que no iba a desaprovechar. Agarré el arco, una flecha y disparé. A esa distancia no fallé. Era imposible. Me giré y, con la tercera flecha, apunté al líder. - Vete.
No pareció querer escucharme, pues siguió avanzando. ¿En serio estaba dándole la espalda a mis compañeras? Aunque podía permitírselo, pues el resto de sus hombres estaban tratando de luchar y defender a su amo. El virote metálico de mi arco impactó contra su tórax, pero continuó su camino hacia mí, sin detenerse.
Quería hacer un socavón en el suelo y enterrarlo vivo, pero por ahora, sólo disparé una flecha más, apuntando más arriba, con intención de acerar en su cara. El siguiente rugido fue el indicador que le había atinado, aunque no donde deseaba, sino en el hombro. Ahora sí que estaba furioso.
Cassandra C. Harrowmont
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Re: El monstruo del lago Ness... ¿O no? [Trabajo] [Elen-Cassandra- Windorind]
Para cuando la atención de la tensai volvió a centrarse sobre la bestia, una de sus compañeras ya estaba ocupándose de ella, o al menos intentándolo. Cassandra había tomado las riendas del combate y no dudó en disparar con su arco contra el leónico que gobernaba aquel pequeño pueblo, acertándole en el torso y volviendo a preparar su arma de inmediato para realizar otro tiro, que nuevamente alcanzó a su objetivo, aunque no en un punto crítico. A pesar de estar herido en tórax y hombro, aquella bestia se negaba a rendirse, así que siguió avanzando hacia la cazadora, ignorando el dolor y dejándose llevar por la furia. ¿Cómo se atrevían a ponerlo en ridículo frente a sus siervos? Aquello era imperdonable, y solo obtener las cabezas de las intrusas conseguiría aplacar su enfado.
Elen clavó su mirada en la espalda del animal y negó levemente con la cabeza mientras una media sonrisa se dibujaba en sus labios, sin duda su enemigo no pensaba con claridad ya que de hacerlo no se habría atrevido a darle la espalda. Empuñando con firmeza su daga, la de ojos verdes avanzó hacia el leónico librándose por el camino de aquellos aldeanos que a pesar de haberla visto en acción aún intentaban cortarle el paso, con descargas o enviándolos por los aires. Pocos eran ya los que querían seguir luchando contra ella, y no era de extrañar después de ver la suerte que habían corrido los que lo habían intentado.
La tormenta aún seguía descargando con furia sobre la isla, y los truenos acallaron sus pasos mientras caminaba hacia la bestia, que no la vio venir. El enemigo supo que la tenía justo detrás al sentir como la afilada daga le entraba por entre las costillas, acompañada inmediatamente de una poderosa corriente eléctrica, que recorrió el metal hasta dar con su cuerpo, por el cual se extendió en cuestión de segundos. La sacudida lo dejó momentáneamente aturdido e impidió que siguiese avanzando hacia Cassandra, pues sus músculos y extremidades ya no respondían de forma normal, sino que amenazaban con fallarle. La hechicera, que no estaba de humor para juegos ni mucho menos para seguir perdiendo el tiempo en aquella maldita isla, incrementó la potencia de la corriente hasta conseguir que las piernas de la bestia no pudiesen mantenerlo en pie, con lo que no tardó en quedar arrodillado ante los ojos de aquellos que tanto le habían temido.
Algunos, viendo que quizá la llegada de las intrusas no había sido tan desafortunada, decidieron no seguir peleando y dejar que acabasen con el tirano que los gobernaba, mientras otros más leales trataban de esquivar los rayos de la tormenta para alcanzar a su líder y defenderlo. Éstos últimos no tuvieron mucha suerte, ni siquiera lograron acercarse a menos de diez metros de la joven, que tenía en su mano la posibilidad de terminar con todo aquello y regresar finalmente a la taberna junto a su compañero, lo único que le interesaba en aquel momento.
Con una rapidez pasmosa, extrajo la daga del cuerpo de su víctima y la deslizó por su cuello, rajándole la garganta de un lado a otro sin que nadie pudiese evitarlo. - Se acabó. - dijo, dando un paso atrás mientras el leónico trataba en vano de detener el sangrado con una de sus zarpas. - ¿Alguien quiere compartir su suerte? - preguntó girándose hacia los demás, que aún tenían la oportunidad de elegir. Los pocos hombres que aún empuñaban sus armas se detuvieron en seco al ver como su amo se desangraba hasta la muerte, no había nada que pudiesen hacer por él y a ninguno de ellos le apetecía perder la vida tan pronto, así que se mantuvieron en silencio, soltando sus espadas y hachas en señal de rendición. - Así me gusta. - dijo Elen, ignorando por completo a su víctima, que estaba ya en sus últimos momentos.
La benjamina de los Calhoun envainó su daga y echó un vistazo al cielo, la tormenta había acabado y era hora de regresar junto a Alister, esperando que el dragón pudiese descansar algo hasta el amanecer mientras ella se encargaba de dar su merecido al imbécil que las había metido en aquel lío. - ¿Nos vamos? - preguntó, desviando la vista hacia la cazadora, a la cual se ofrecería a tratar en cuanto hubiesen llegado a la posada. Puede que no fuese una sanadora ni tuviese el don de los elfos, pero las hierbas no tenían secretos para ella, y eso podía resultar muy útil de cara a curar heridas.
Off: Cass tienes permiso para manejar a Elen en la vuelta a la taberna y que te cure.
Elen clavó su mirada en la espalda del animal y negó levemente con la cabeza mientras una media sonrisa se dibujaba en sus labios, sin duda su enemigo no pensaba con claridad ya que de hacerlo no se habría atrevido a darle la espalda. Empuñando con firmeza su daga, la de ojos verdes avanzó hacia el leónico librándose por el camino de aquellos aldeanos que a pesar de haberla visto en acción aún intentaban cortarle el paso, con descargas o enviándolos por los aires. Pocos eran ya los que querían seguir luchando contra ella, y no era de extrañar después de ver la suerte que habían corrido los que lo habían intentado.
La tormenta aún seguía descargando con furia sobre la isla, y los truenos acallaron sus pasos mientras caminaba hacia la bestia, que no la vio venir. El enemigo supo que la tenía justo detrás al sentir como la afilada daga le entraba por entre las costillas, acompañada inmediatamente de una poderosa corriente eléctrica, que recorrió el metal hasta dar con su cuerpo, por el cual se extendió en cuestión de segundos. La sacudida lo dejó momentáneamente aturdido e impidió que siguiese avanzando hacia Cassandra, pues sus músculos y extremidades ya no respondían de forma normal, sino que amenazaban con fallarle. La hechicera, que no estaba de humor para juegos ni mucho menos para seguir perdiendo el tiempo en aquella maldita isla, incrementó la potencia de la corriente hasta conseguir que las piernas de la bestia no pudiesen mantenerlo en pie, con lo que no tardó en quedar arrodillado ante los ojos de aquellos que tanto le habían temido.
Algunos, viendo que quizá la llegada de las intrusas no había sido tan desafortunada, decidieron no seguir peleando y dejar que acabasen con el tirano que los gobernaba, mientras otros más leales trataban de esquivar los rayos de la tormenta para alcanzar a su líder y defenderlo. Éstos últimos no tuvieron mucha suerte, ni siquiera lograron acercarse a menos de diez metros de la joven, que tenía en su mano la posibilidad de terminar con todo aquello y regresar finalmente a la taberna junto a su compañero, lo único que le interesaba en aquel momento.
Con una rapidez pasmosa, extrajo la daga del cuerpo de su víctima y la deslizó por su cuello, rajándole la garganta de un lado a otro sin que nadie pudiese evitarlo. - Se acabó. - dijo, dando un paso atrás mientras el leónico trataba en vano de detener el sangrado con una de sus zarpas. - ¿Alguien quiere compartir su suerte? - preguntó girándose hacia los demás, que aún tenían la oportunidad de elegir. Los pocos hombres que aún empuñaban sus armas se detuvieron en seco al ver como su amo se desangraba hasta la muerte, no había nada que pudiesen hacer por él y a ninguno de ellos le apetecía perder la vida tan pronto, así que se mantuvieron en silencio, soltando sus espadas y hachas en señal de rendición. - Así me gusta. - dijo Elen, ignorando por completo a su víctima, que estaba ya en sus últimos momentos.
La benjamina de los Calhoun envainó su daga y echó un vistazo al cielo, la tormenta había acabado y era hora de regresar junto a Alister, esperando que el dragón pudiese descansar algo hasta el amanecer mientras ella se encargaba de dar su merecido al imbécil que las había metido en aquel lío. - ¿Nos vamos? - preguntó, desviando la vista hacia la cazadora, a la cual se ofrecería a tratar en cuanto hubiesen llegado a la posada. Puede que no fuese una sanadora ni tuviese el don de los elfos, pero las hierbas no tenían secretos para ella, y eso podía resultar muy útil de cara a curar heridas.
Off: Cass tienes permiso para manejar a Elen en la vuelta a la taberna y que te cure.
Elen Calhoun
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Re: El monstruo del lago Ness... ¿O no? [Trabajo] [Elen-Cassandra- Windorind]
Por más que disparaba, las flechas parecían no hacerle nada. Estaba en un modo tan alterado que era imposible detenerlo. O al menos, eso parecía. A punto estaba de empezar a hacer temblar la tierra, quería que se abriera ante sus pies y cayera dentro. Podía enterrarlo si quería, pero Elen fue más rápida y su electricidad hizo efecto sobre los músculos de ese animal. Por más que intentaba avanzar no podía, se caía. Y eso supuso una gran ventaja para mí, pues le volví a disparar.
El resto de lugareños estaban en duda sobre qué hacer. Los más acérrimos trataban de atacar a la bruja de viento, pero los otros, los que vivían bajo el yugo de ese leónico, se quedaron callados y sin moverse, tratando de pasar desapercibidos en esta batalla y esquivar los rayos de la tensái para no acabar como su líder. Desde mi posición hice que las flechas regresaran a mí mediante la telequinesia, pero aunque recogiera mis virotes, el problema no había terminado. Uno de los seguidores del hombre bestia saltó hacia mí, pero de la nada creé un muro con mis manos, contra el que se empotró. Sin darle tiempo a reaccionar hice que cayera sobre él, quedándolo aplastado. Otro fuera.
Si tenían ganas de pelear, pelearíamos, no había llegado a esa mierda de isla para perder la vida ahí. Yo lo que quería era irme a la taberna, descansar y partir a Beltrexus al día siguiente. Y no iba a dejar que ningún hombre bestia me lo impidiera. Ni tampoco las cosas esas del lago. El viaje había sido un poco accidentado, pero la vuelta no iba a ser así. No lo permitiríamos.
Elen no dio ni la última advertencia al líder de la isla. Sin más, le rajó el cuello. Parecía que ni los cuchillos ni los virotes servían para nada, pues fue a un punto vital y lo dejó ahí, desangrándose. Aquello me hizo hacer una mueca, aunque no era porque realmente me diera asco, después de tratar con vampiros esas cosas desaparecían. Más bien fue porque tan fuerte que parecía, y al final éramos todos igual de débiles en ciertos puntos.
La bruja de viento hizo una advertencia al resto, que rápidamente se negaron a participar. Su líder estaba muriendo, ya no tendrían que rendir cuentas con él. Si aun así querían el mismo destino para ellos, sólo debían seguir la lucha, pero fueron pocos los que se animaron a sufrir las consecuencias. Teniendo algo de inteligencia no te dejabas matar por un tirano que ya estaba muriendo.
Resoplé cuando vi que todo parecía haber acabado. El charco de sangre que cubría al leónico era cada vez más grande, pero poco importaba ya, su vida había acabado. Me acerqué a Elen y a la elfa y asentí cuando dijo que nos fuéramos. No teníamos nada que hacer ahí ya. Ni monstruo, ni tesoro, ni nada…
Posiblemente, el monstruo al que se referían era ese que ahora estaba tendido en el suelo, aunque no estaba segura del todo. Lo que creía era que usaban la “atracción” del monstruo para mandar a los forasteros ante los impresionantes hombres bestia y así conseguir ellos algo a cambio. Viendo el tamaño de esos bichos, lo más probable es que lo que debían conseguir los aldeanos era no morir. Todas nos dirigimos hacia la barcaza que le habíamos quitado al hombre del lago y regresamos a la taberna.
Por suerte para nosotras, el viaje de vuelta estuvo menos accidentado que el anterior, sí que vimos a algún que otro siratopheo, pero no dieron tanto la murga como a la ida. Uno trató de engancharse a la barca, pero íbamos bastante más rápidas que él, así que se quedó en un intento que, personalmente, agradecí, ya que todavía me quedaba recuerdo del dolor que había pasado cuando me atacaron.
Atracamos y, lo más probable es que el tabernero estuviese buscando su barca, pero esa ya estaba en el fondo del lago si no le quedaba poco. La que llevábamos ahora flotaba mejor que la suya, sin duda, no estaba medio hundida. Que se lo tomase como un regalo por nuestra parte. Subimos a las habitaciones y dejé que Elen curase mis heridas, pues ella tenía buena mano con las plantas. Así que, aunque fuese molesto, dejé que obrase en mi cuerpo, era mejor que ir con las heridas abiertas y yo tenía los conocimientos básicos, solía llevar un botiquín pero, por suerte, no había tenido que usarlo mucho. Tan solo algunas telas para limpiarme heridas y ya, no era dicha con las plantas.
Después de toda esa gran aventura nocturna, me regresé a mi habitación y me dispuse a dormir, en parte decepcionada por no haber conseguido encontrar un tesoro. Los únicos aeros que recibiría al salir de aquel lugar, serían los que me correspondían por contrato, ni uno más, ni uno menos.
El resto de lugareños estaban en duda sobre qué hacer. Los más acérrimos trataban de atacar a la bruja de viento, pero los otros, los que vivían bajo el yugo de ese leónico, se quedaron callados y sin moverse, tratando de pasar desapercibidos en esta batalla y esquivar los rayos de la tensái para no acabar como su líder. Desde mi posición hice que las flechas regresaran a mí mediante la telequinesia, pero aunque recogiera mis virotes, el problema no había terminado. Uno de los seguidores del hombre bestia saltó hacia mí, pero de la nada creé un muro con mis manos, contra el que se empotró. Sin darle tiempo a reaccionar hice que cayera sobre él, quedándolo aplastado. Otro fuera.
Si tenían ganas de pelear, pelearíamos, no había llegado a esa mierda de isla para perder la vida ahí. Yo lo que quería era irme a la taberna, descansar y partir a Beltrexus al día siguiente. Y no iba a dejar que ningún hombre bestia me lo impidiera. Ni tampoco las cosas esas del lago. El viaje había sido un poco accidentado, pero la vuelta no iba a ser así. No lo permitiríamos.
Elen no dio ni la última advertencia al líder de la isla. Sin más, le rajó el cuello. Parecía que ni los cuchillos ni los virotes servían para nada, pues fue a un punto vital y lo dejó ahí, desangrándose. Aquello me hizo hacer una mueca, aunque no era porque realmente me diera asco, después de tratar con vampiros esas cosas desaparecían. Más bien fue porque tan fuerte que parecía, y al final éramos todos igual de débiles en ciertos puntos.
La bruja de viento hizo una advertencia al resto, que rápidamente se negaron a participar. Su líder estaba muriendo, ya no tendrían que rendir cuentas con él. Si aun así querían el mismo destino para ellos, sólo debían seguir la lucha, pero fueron pocos los que se animaron a sufrir las consecuencias. Teniendo algo de inteligencia no te dejabas matar por un tirano que ya estaba muriendo.
Resoplé cuando vi que todo parecía haber acabado. El charco de sangre que cubría al leónico era cada vez más grande, pero poco importaba ya, su vida había acabado. Me acerqué a Elen y a la elfa y asentí cuando dijo que nos fuéramos. No teníamos nada que hacer ahí ya. Ni monstruo, ni tesoro, ni nada…
Posiblemente, el monstruo al que se referían era ese que ahora estaba tendido en el suelo, aunque no estaba segura del todo. Lo que creía era que usaban la “atracción” del monstruo para mandar a los forasteros ante los impresionantes hombres bestia y así conseguir ellos algo a cambio. Viendo el tamaño de esos bichos, lo más probable es que lo que debían conseguir los aldeanos era no morir. Todas nos dirigimos hacia la barcaza que le habíamos quitado al hombre del lago y regresamos a la taberna.
Por suerte para nosotras, el viaje de vuelta estuvo menos accidentado que el anterior, sí que vimos a algún que otro siratopheo, pero no dieron tanto la murga como a la ida. Uno trató de engancharse a la barca, pero íbamos bastante más rápidas que él, así que se quedó en un intento que, personalmente, agradecí, ya que todavía me quedaba recuerdo del dolor que había pasado cuando me atacaron.
Atracamos y, lo más probable es que el tabernero estuviese buscando su barca, pero esa ya estaba en el fondo del lago si no le quedaba poco. La que llevábamos ahora flotaba mejor que la suya, sin duda, no estaba medio hundida. Que se lo tomase como un regalo por nuestra parte. Subimos a las habitaciones y dejé que Elen curase mis heridas, pues ella tenía buena mano con las plantas. Así que, aunque fuese molesto, dejé que obrase en mi cuerpo, era mejor que ir con las heridas abiertas y yo tenía los conocimientos básicos, solía llevar un botiquín pero, por suerte, no había tenido que usarlo mucho. Tan solo algunas telas para limpiarme heridas y ya, no era dicha con las plantas.
Después de toda esa gran aventura nocturna, me regresé a mi habitación y me dispuse a dormir, en parte decepcionada por no haber conseguido encontrar un tesoro. Los únicos aeros que recibiría al salir de aquel lugar, serían los que me correspondían por contrato, ni uno más, ni uno menos.
Cassandra C. Harrowmont
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Re: El monstruo del lago Ness... ¿O no? [Trabajo] [Elen-Cassandra- Windorind]
RECOMPENSAS
Al principio, pensar en 2 brujas rudas y una elfa kawaii solo parecía el inicio de un mal chiste, sin embargo lograron integrar sus personalidades tan diferentes, la historia estuvo llena de giros inesperados que mantienen al lector en suspenso hasta el final, lo que genera cierta adicción y una vez que se empieza no hay manera de parar; también es loable que han conseguido hilar la historia entre las 3 con aportes de cada una lo que tal vez lo hacía más impredecible, una pena que la elfa no haya llegado hasta el final; como única acotación a tan buen trabajo solo les mencionaré que en muchas ocasiones, los jefes finales caen demasiado pronto y con mucha facilidad; ciertamente cada ataque de Elen es letal, pero sería más interesante que el jefe sobreviva más de una sola ronda de modo que no se vea tan lineal la historia y añadirle ese toque de suspenso también al final.
Sin nada más que añadir les entrego a Elen y Cassandra sus merecidos 20 puntos de experiencia y 400 aeros que ya han sido sumados a sus respectivos perfiles.
Windorin que desertó al final obtiene 15 puntos de experiencia por su buen desempeño y 250 aeros.
Sin nada más que añadir les entrego a Elen y Cassandra sus merecidos 20 puntos de experiencia y 400 aeros que ya han sido sumados a sus respectivos perfiles.
Windorin que desertó al final obtiene 15 puntos de experiencia por su buen desempeño y 250 aeros.
Ansur
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