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Mensaje  Ger Jue Mar 23 2017, 23:07

Bosques de Sandorái - 08:00 a.m.
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Música :

Tras la muerte de Francesca Lombardi todo habían sido problemas para Helyare. Varios cazarrecompensas la habían perseguido desde que abandonó Vulwulfar. Del primero, un torpe joven, consiguió deshacerse con facilidad, a pesar de tener que haber escapado también de los ataques de la bruja Huracán y de la humana Runa Thorgil.

En su segundo enfrentamiento, contó con el apoyo del brujo Vincent Calhoun, pero ni siquiera eso fue suficiente para evitar que Franco Nero, un experto cazarrecompensas solitario, ducho en el uso de la ballesta corta, o de mano, así como en el manejo del lazo, terminara capturándola pese a la resistencia puesta por la chica.

Franco Nero era un cazarrecompensas distinto, lejos del estereotipo de bruto descerebrado y violento que trataba la “mercancía” como si fuera basura. No. Franco era un tipo elegante, tanto persona como en forma de vestir, siempre ataviado con un largo abrigo azul bajo el que escondía los brazos, también llevaba botas, y un sombrero ancho. Su única arma era una ballesta pequeña, de una mano, que utilizaba sin levantar jamás por encima de la cadera. Era un hombre de mirada de acero, penetrante, pero en cierto modo humana y reconfortable. Con una actitud seria, sin bromear. A diferencia de los distintos cazarrecompensas, Franco era un tipo que siempre trataba bien a sus “presas”. Trataba de dialogar y entender su psicología, comprender qué motivos les habían llevado a tener una recompensa sobre su cabeza, tratando de ponerse en su piel.
Franco Nero lleva a Helyare:

Acababa de amanecer un nuevo día en la parte más oriental del bosque de Sandorái. No muy lejos de sus límites con Vulwulfar, tras varios días de caminata desde que la capturara a orillas del Tymer. Cuando Helyare despertó. Franco ya llevaba un buen rato con los ojos abiertos, estaba sentado en un pequeño tocón junto a un fuego que había montado.

Franco Nero:

-Buenos días, Helyare. – saludó cortésmente sin sonreír, mientras calentaba algo de leche en una improvisada cacerola que no era sin una piedra con forma de cuenco, hueca. - ¿Has dormido bien? - Tomó un pequeño cuchillo, se levantó, y se acercó a ella, a continuación desesposó sus manos del árbol al que las había atado durante la noche y le quitó la manta que cuidadosamente le había colocado la noche anterior, para que no pasara frío. – Siento mucho tenerte así así. Pero entenderás que debo tomar precauciones.

Desató las manos de la elfa del árbol, que permanecieron así durante la noche para que no pudiese huir, aunque ésta aún seguía maniatada por las muñecas. Volvió a sentarse con dificultad en el tocón y en otra piedra hueca sirvió un poco de leche en la misma y se la tendió a las manos a la elfa.

-Toma un poco, te vendrá bien para recuperar fuerzas. – le dijo, y miró el sol lucir ya en lo más alto del firmamento, al este. Había amanecido. – Si el tiempo acompaña, hoy llegaremos a la casa de los Lombardi. – tendió la vista al cazo y, tras unos segundos a la elfa. – ¿Sabes? Conocí a Francesca en un trabajo anterior, era evidente que algún día algún elfo le haría pagar por su soberbia. – le relató con una sonrisa. Esperando alguna explicación por parte de la elfa. Sólo trataba de confraternizar con ella.

Entonces, se escuchó una risa femenina maquiavélica y prolongada en medio del bosque. ¿Una elfa? ¿O quizás algo peor? Parecía algo humano, desde luego.

-¿Qué ha sido eso? – le preguntó. – Tendré que ir a ver qué ha ocurrido. – indicó levantándose, y es que en el fondo, tenía un buen corazón. Se acercó a Helyare y la tomó del brazo. – Vamos.

* * * * * * * *

No demasiado lejos de allí se encontraban Schott, y el cuerpo inerte de Runa. Lord Tinegar, líder de la guardia, ya que conocía las habilidades del pelirrojo con la pala, había encargado al joven darle un merecido entierro en lugar sagrado: En el legendario bosque élfico de Sandorái. Era una tradición que la guardia enterrase a sus reclutas póstumos o “reclutas de honor”, como Runa, en terreno sagrado. Por ello, una vez la embarcación en la que persiguió a su compañera y amiga de la guardia llegó a terreno élfico, Schott disponía de una gran masa boscosa en la que enterrar a la humana.

Cargar con ella no era sencillo, y una vez se adentró unos metros en el bosque, pronto perdería el sentido de la orientación. ¿Cómo volvería ahora a la embarcación en la que había llegado? ¡Perdido en un bosque de elfos salvajes territoriales con el cadáver de una humana!

Por su parte, una Runa en forma de espíritu había sido consciente de todo lo que había hecho Schott. Y por la cuenta que le traía, no había perdido de vista su cuerpo siendo arrastrado y sufriendo las penurias de las torpezas de su compañero de la guardia. Todavía seguía buscando la manera de volver a poseerlo. Habían pasado ya tres días desde su… ¿fallecimiento? repentino, pero cuando un grito maligno silenció por completo en el bosque y asustó a todos los pájaros comenzó a sentir una fuerza que le volvería hacer sentirse apegada a su cuerpo. ¿Había resucitado?

* * * * * * * * * *
¡Bienvenidos a esta aventura! Esta misión es una recompensa para los eventos del fallecimiento de Runa Thorgil, en el que se encontraba involucrado Schott, y también para la captura de Helyare a manos de uno de los cazarrecompensas de los Lombardi.

Conoceréis a varios carismáticos personajes y, como siempre, vuestras acciones y la suerte sellarán vuestro destino y el de los NPC’s. En las misiones máster, a diferencia de los gremios donde todo está más guiado, toda acción tendrá sus consecuencias, buenas o malas, en el futuro. Pero las recompensas serán más jugosas.

Helyare: Tú comenzarás la primera. Ya conoces a Franco Nero tras tres días vagando con él por los bosques de Sandorái. No te ha tratado mal y ha sido cuidadoso contigo, pero el cariño/odio que le tengas es decisión tuya. Puedes ser amable con él y responder sus dudas o comentarios con educación. En determinado momento, te llevará a investigar el misterioso, puedes ofrecerle tu ayuda siendo necesario que te desate, si tiene confianza contigo, tal vez acceda.

Schott: Te diriges a enterrar a Runa Thorgil por encargo de Lord Tinegar, tu jefe en la guardia, pero te has perdido en el bosque y no sabes muy bien como volver. Finalmente encontrarás un sitio bonito en el que enterrar a Runa. Pero el chillido femenino te descentrará, puedes quedarte o dejar el cuerpo de Runa atrás y lanzarte a explorar tu solo en la dirección en la que lo has escuchado.

Runa: Serás la última en responder en este hilo. Al igual que en la playa, podrás ver y sentir todo a tu alrededor, pero estás despegada de tu cuerpo. Schott no te oye y se dispone a enterrarte. No tienes ni idea de cómo volver a tu cuerpo, pero todo cambia en cuanto escuchas el grito. Sentirás que volverás a la vida y, de pronto, tu cuerpo se levantará, contigo “dentro”. ¿Magia?


Última edición por Ger el Mar Abr 18 2017, 19:41, editado 1 vez
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Mensaje  Helyare Lun Mar 27 2017, 20:32

Hay veces que los problemas no parecen tener solución, sino todo lo contrario, es como si se complicasen más de la cuenta. Y era lo que ocurría con Helyare. Desde que había salido del bosque todo parecía volverse en su contra y convertirse en obstáculos que tenía que sortear.  En varias ocasiones se había llegado a preguntar por qué no había tomado la decisión más rápida después de su destierro, en lugar de aguantar y tratar de enmendar unos errores que escapan a su control.

Nunca se había tomado la muerte de Francesca como un premio. Debería, pero no lo hizo. El fallecimiento de Farnasse había eclipsado cualquier atisbo de alegría que pudiese sentir por haber cumplido con algo que sería honroso. Y la traición de ese humano también aportaba oscuridad a lo que debía haberse considerado un premio. Para más inri, la captura de Almereth añadía más negatividad al asunto. Sin duda, la muerte de esa bruja salió cara para Helyare, no podía ser considerada una buena obra. Y mucho menos cuando sus consecuencias las estaba pagando meses después.

Ya la había intentado atrapar un cazarrecompensas de los Lombardi cuando todavía estaba en Vulwulfar, un día después de lo sucedido. ¿Pero ahora? La habían seguido hasta orillas del Tymer para intentar llevarla ante los brujos. Todavía seguía pagando su intromisión con una familia poderosa.
A pesar de que la primera vez pudo escapar, aunque la situación fue muy peliaguda, en esta ocasión no había corrido la mejor de sus suertes y después de que un brujo Tensai de electricidad la paralizase, otro hombre aprovechó la ocasión para llevársela y recoger el dinero. Vincent había intentado que no la capturasen pero había sido imposible. ¡Un brujo ayudándola! Parecía tan surrealista que era impensable.

Poco tiempo después de que fuese recogida por otro cazarrecompensas, despertó. Notaba que le dolía la cabeza y casi la misma sensación que cuando había tratado de cruzar la linde de Sandorai, salvo porque el malestar era en todo el cuerpo en lugar de en un punto focalizado.

Abrió los ojos y no pudo evitar pensar que volvía a estar soñando o siendo presa las famosas visiones que le había comentado Vincent. Sobre su cabeza todo era verde, los árboles eran hermosos, sus hojas se agitaban suavemente con la brisa del viento como si bailasen, el canto de los pájaros formaba una especie de música melodiosa, una que ya sólo podía recordar en su mente. Aquel lugar le daba tanta paz que deseó no despertar por nada del mundo. Se pasaría toda la vida viendo ese paisaje tan verde y maravilloso que tenía ante sus ojos.

Sin duda, el mejor de sus sueños: había vuelto a Sandorai.

Pero pronto ese bello canto fue interrumpido por la voz de un hombre a quien no conocía. De golpe se incorporó y pudo ver que, como en casi todas las ocasiones, sus sueños se transformaban en pesadillas: estaba maniatada y junto a un tipejo a quien no había visto nunca. Vincent no estaba con ella y eso la alteró más todavía.

El hombre preguntó sobre su estado, mas Helyare no respondió, buscaba por todos lados a Vincent. Necesitaba saber cómo estaba y qué había pasado, porque volvía a estar confundida como hacía unas horas. De fondo se le oía decir algo más, pero ella no prestaba atención. Escuchaba otras voces, pero ninguna era del brujo a quien buscaba entre los árboles.

De repente quedó petrificada. Sí, había vuelto a Sandorai. Y no era un sueño.

En ese momento quiso irse de allí cuanto antes. No sabía cómo había podido entrar, pero sí tenía claro que se iba a ir. Tenía miedo de las consecuencias por haber pisado el bosque, estaba incumpliendo su destierro y la pena era máxima. Sin duda prefería encontrarse con los Lombardi antes que quedarse más tiempo en ese lugar. Pero no iba a decirle al tipo ese qué pasaba, por muy amable que intentase ser con ella, no se iba a fiar de alguien que iba a entregarla a cambio de dinero. Simplemente buscaba momentos para intentar huir.
Así estuvo dos días, apenas sin dirigirle la palabra a ese tipejo y con múltiples intentos de fuga. Y cuanto más se adentraban en el bosque, más lo intentaba. El camino se hacía eterno. Nunca había pensado que regresar a su territorio iba a hacer que sintiera tanto pánico. Posiblemente porque nunca pensó que pudiera volver.

Mientras caminaba estaba en constante alerta, oía muchísimas voces a lo largo del día y por la noche también. Eran luchas. Y también las veía. Durante el primer día que había estado recorriendo el bosque había visto a doce elfos que habían muerto a manos de los brujos y a siete del otro bando que también habían caído. El segundo día había visto a un pequeño elfo esconderse mientras dejaba atrás los cadáveres de sus familiares. Tampoco había conseguido sobrevivir; la sangre de ese pequeño se esparcía por la hierba. Helyare había intentado ir mirando solo al suelo, a sus pies, pero las voces seguían escuchándose y el terror se reflejaba en los gritos y el choque del metal de las espadas. A veces se hacía insoportable. Y eso que no sucedía de forma continua, sino a ratos.

Lo que era incontable eran los esfuerzos de la elfa por escapar. Cada minuto que pasaba en ese bosque temía por su vida.
Maldito cerdo, ¡suéltame! –Bramaba en varias ocasiones al hombre que la llevaba, entre tirones. Pero no surtía efecto. Por las noches intentaba raspar la cuerda con las ramas de los árboles para tratar de romperla. Todo lo que fuera necesario para salir del bosque, aunque canto más se adentraban, más complicado era salir sin ponerse en peligro.



Día 3 de viaje.



Ni siquiera al tercer día parecían ir mejor las cosas.

Esa noche, Helyare,  vio a un par de hechiceros escudriñarse entre los árboles para intentar dar caza a una partida de elfos que habían salido a proteger su territorio. Uno de los brujos murió cuando la flecha de uno de sus hermanos atravesó su ojo. Otro sonido ya típico para ella, el de la espada atravesando la piel, inundó el bosque. Y Franco no parecía darse cuenta, al igual que en las otras ocasiones. No sabía si estaba dormido, si no, le daba igual. El espadazo había sonado tan cerca que le heló la sangre. Lo siguiente fue el sonido del cuerpo caer en la oscuridad. A escasos metros de Helyare, detrás de uno de los árboles, pudo ver la figura que había caído, y la sangre manchar la hierba y las raíces. A pesar de haber visto escenas parecidas en varias ocasiones, se asustó. No podía hacer nada, simplemente forcejeó para escapar hasta que agotó sus fuerzas y, casi dos horas antes del amanecer, cayó dormida.

Pero al igual que estando despierta veía cosas, las noches no eran mejor. No veía a los elfos y brujos masacrarse y destruir Sandorai, veía cómo la destruían a ella y, lo que para ella parecían minutos después, despertó, aunque ya estaba amaneciendo. Ahí estaba Franco, con su maldita buena educación, la que había mostrado durante los dos días anteriores. ¡La ponía muy nerviosa! Fingía que se preocupaba por ella cuando acabaría por entregarla a esa manada de brujos adinerados. ¿Para qué ser tan amable? ¿De qué iba a servir tratar de llevarse bien con su “mercancía”? Era un estúpido. No respondió hasta que no se acercó a recoger la manta que le había dado y mencionó las precauciones.
No lo sientes. Sólo quieres el dinero por mi cabeza, deja de mentir, hijo de puta. –No solía usar ese insulto jamás, pues para ellos carecía de significado, pero sabía que a los humanos les hacía efecto oírlo.

Aun así tuvo la buena fe de servirle un poco de leche para desayunar. Sorprendentemente, ese tipo no trataba mal a Helyare, le daba de comer, la tapaba por las noches… Pero ella sólo quería irse y que la dejase en paz, estaba evitando eso y la enfadaba. Por tanto, no estaba por la labor de tratarlo decentemente.

Franco colocó sobre sus manos el cuenco de piedra. Ya la había soltado del árbol, pero todavía tenía cuerdas en torno a sus muñecas, y también sus armas. Podía irse, pero no quería dejar el arco en manos de ese tipo, y menos en el bosque, donde era obvio que sería reconocido. Con el cuenco de la leche en sus manos, por su cabeza pasaron varias cosas que podía hacer para escapar, al tener ese pedazo de roca hueca en las manos. Una de ellas, la primera, golpear al humano con el recipiente para dejarle inconsciente, recoger sus armas y huir lo antes posible. Esa eclipsaba a las demás, era la más factible.

Permaneció ahí quieta, como una estatua, mirando la leche del cuenco. Por ahora no escuchaba nada, no había voces ni nadie peleando, sólo la de Franco, que seguía con su pedantería. Dirigió la vista hacia él, con frialdad. –Se merecía morir. –Concluyó sin dar pie a más explicaciones.

No iba a decirle a ese estúpido qué había pasado en realidad, después de que la llevara por el peor sitio, maniatada y quisiera entregarla. Aquella bruja era una soberbia y pagó su merecido. Fin de la historia. No mencionó a Farnasse ni a Almereth, ni siquiera al encapuchado que mató a la elfa. Él tendría su versión y sólo era un trabajador más de los Lombardi, de nada serviría que ella contase su historia.

Fijó la vista de nuevo en el cuenco de leche, ignorando a Franco. Hasta que una risa femenina se escuchó por el bosque. Alarmada, alzó la vista por entre los árboles para tratar de ver de dónde procedía. ¿Otra visión? Desde que no estaba con Vincent no era capaz de diferenciar qué era real y qué era mentira. Para ella todo lo que vivía era real, en una de las ocasiones se había manchado una de sus botas con la sangre de un compañero caído, pero Franco no lo había visto o no le había dado importancia. ¿Sería esta risa igual? No. En este caso, el cazarrecompensas había escuchado lo mismo. Sorprendida miró al hombre que se acercaba a ella para llevarla a donde fuera él.

No quiero ir.

En otra ocasión hubiera sido la primera en aventurarse a ver qué ocurría, pero en esas circunstancias no se atrevía a moverse. Pero si él se iba quedaría sola en medio de Sandorai y no sabía qué era peor. Así que, aunque entre sus planes no estaba el de averiguar la fuente de cada sonido, siguió al hombre sin resistirse demasiado.

Jamás pensó que se sentiría tan insegura y vulnerable en la que fue su propia casa, pero ahí estaba, notando como sus piernas se volvían más pesadas que el plomo al aproximarse a la supuesta fuente de ese sonido tan maquiavélico.
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Mensaje  Schott Jue Mar 30 2017, 19:39

No podía aun creer lo que estaba haciendo.
Cuando Lord Tinegar me hizo llamar para una misión especial no podía llegar a imaginar que se trataría de esto, y aquí estaba, perdido en medio del bosque de Sandorai, un lugar en el que un humano habría de estar loco para atravesar y cargando con el cadáver de una buena amiga para buscarle un último y digno lugar de reposo.

La situación pintaba muy mal, yo no sabía nada de que a los reclutas póstumos se les concedía ser enterrados en tan sagrado bosque, lo cierto es que era todo un honor para Runa, pero me comía la amargura teniendo que ser precisamente yo el que lo llevase a cabo, su amigo, el que no pudo hacer nada para salvarla, ni siquiera llegamos a saber cómo murió, aunque por otro lado procurarla un entierro especial era lo menos que podía hacer por mi buena amiga y acataría con orgullo esta tarea.

La primera parte del viaje no fue muy difícil, navegué en un pequeño bote siguiendo las corrientes hasta encontrar la balsa de Runa embarrancada en una playa, no muy lejos de donde se celebró el funeral en la playa de los ancestros, atorada y medio hundida en la arena, la balsa estaba casi quemada por completo, pero por algún capricho del destino el cadáver de Runa no había ardido, estaba aún intacto con sus bellas y finas facciones aun sin corromper, lo que casi me hacía aun si cabe más dolorosa la tarea.

-Lo...lo siento Runa- La saque de la balsa y con cuidado y contenido las lágrimas la envolví en una tela que traje conmigo a fin de no ocasionarle ningún rasguño así por otro lado amortiguaría un poco el dolor de verla yacer quieta, callada y sin vida.
Con algo de habilidad y los restos de la balsa de Runa apañé una improvisada camilla para no tener que arrastrarla directamente habría sido un gesto terrible, y tampoco iba a cargarla a hombros como si de un saco de patatas se tratase, Runa no se merecía eso

Así que arrastrando la camilla y con la pala al hombro me interné en el bosque de Sandorai buscando el lugar de reposo definitivo de mi amiga, supongo que podría haberla enterrado junto a la costa, pero no tenía que buscar un buen lugar, un sitio especial para alguien especial.
No recuerdo cuanto avancé, apenas unos metros, buscaba un lugar que estuviese a la altura de su memoria, algún árbol con tupidas ramas, un montículo de piedras, un claro, un riachuelo o algo, pero cuando me quise dar cuenta ya no tenía el linde del bosque detrás.
-¿Eh? ¿Pero?...donde... ¿dónde estaba? Si...era por allí ¿no?- me preguntaba en voz alta, lo cual era una tontería, mi amiga ya no estaba ahí para escucharme.

Agarré de nuevo la camilla y me dirigí en sentido contrario buscando orientarme con el agua de nuevo, avance mucho tiempo, mucho más que el que tarde en llegar, nada, el bosque se hacía cada vez más y más espeso, yo estaba encontrando mucha dificultad en avanzar por él, los arboles eran grandiosos, y los rayos del sol apenas tocaban el suelo, el terreno era bastante complicado, y un par de veces caí de bruces al tropezarme con una raíz o golpearme la cabeza con una rama.
-Aggg…aggg.mierda Schott, eres idiota, eres un estúpido- maldije, me había perdido, una tarea tan sencilla y me había perdido, no era seguro para un humano estar en el bosque de Sandorai, era territorio elfo, y no les gustan nada los profanadores

-Maldita sea- Emprendí de nuevo la marcha buscando otra dirección, nada, además el precario trineo que había fabricado se resquebrajaba con cada golpe con piedras o raíces, no tardaría en romperse y tendría que cargar a hombros con ella.
Por suerte no tuve que vagar mucho más, llevaba ya a saber cuántas horas en el bosque, estaba exhausto, pero por fin hallé el lugar perfecto, era un diminuto claro donde los rayos del sol alcanzaban a atravesar las copas de los enormes árboles, nunca había visto arboles iguales como los de este bosque, aquí se respiraba paz y tranquilidad, era un lugar verdaderamente mágico.

Deposite con cuidado el cuerpo de Runa en el suelo, y con mi pala comencé a cavar una buena tumba, sería bien profunda, para que los animales del bosque ni nadie pudiera perturbar su descanso, pobre Runa, no podía sacármela de la cabeza, su risa, su valor en aquel torneo, la broma de las hermanas Bosquespeso, buenos momentos, como la iba a echar de menos.
Estuve otro buen rato cavando, estaba cansado pero tenía que darme prisa, no sé cuántas horas llevaba aquí, no podía ver el sol, y no quería estar aquí cuando anocheciera, además si los elfos me encontraban…mejor ni pensarlo.

La tumba ya casi estaba lista, cabría el cuerpo de Runa perfectamente y quedaría cubierto con una generosa capa de tierra, además había apartado unas rocas redondeadas, haría con ellas un hito o algo y grabaría el nombre de Runa –Quedará perfecto… ya verás- Sonreí al cuerpo de Runa secándome las lágrimas con el dorso de la mano sin dejar de cavar.
Pero de pronto un fuerte ruido me asustó haciendo que cayese de culo a la tumba que yo mismo cavaba –Ahhh...ay.uy ¿Qué es eso?- dije poniéndome de pie en el hoyo, ¿habia sido un grito? ¿Una risa? sonaba a algo humano, en aquella dirección, no podía ser muy lejos, alguien tenía problemas o necesitaba ayuda, tenía que ir.

Salí de un salto de la tumba pala en mano cuando me di cuenta de que no podía dejar aquí a Runa –Ohh.maldicion.- mascullé mirando a Runa y en la dirección del sonido una y otra vez, tampoco podía cargarla a hombros e ir corriendo para allá, estaba en un apuro, Runa no se iba a mover de su sitio, pero ella era mi responsabilidad, si algún animal o alguien la encontraba…no podría perdonármelo, pero si alguien se encontraba en peligro debía hacer algo, no podía quedarme aquí velando un cadáver, finalmente solté un grito de angustia y corrí en la dirección del grito, la zona de la tumba parecía tranquila, si me daba prisa no debería pasar nada.

-Runa tú no te muevas- Dije antes de irme, para luego rápidamente golpearme en la cabeza dándome cuenta del absurdo que había soltado. –Es que eres imbécil- maldije corriendo pala en mano buscando el origen de la voz, había sido por allí, estaba seguro, o casi
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Mensaje  Runa Thorgil Sáb Abr 01 2017, 23:53

La barca se hundió por la fuerza del poder que emitió y logró calmar las llamas para que no ardiera su propio cuerpo, pero aquella balsa remontó hacia arriba y fue a dar tras varios kilómetros de mar azul, a una simple playa pequeña que decoraba un enorme bosque frondoso.

Runa observaba como su cuerpo húmedo continuaba inerte a la vez de frío, como rozaba aquella suave arena, la cual no volvería a sentir entre los dedos de sus pies. Reconocía que el lugar, parecía un territorio elfo, aquellos arboles eran sumamente familiares, como cuando tuvo que irse en la huida con el capitán Werner, posiblemente el lugar estuviera infectado de aquellos agresivos elfos, o peor aun, algún brujo con ansias de venganza.

El ruido del oleaje calmaba la profunda aflicción que la recomía , el mar siempre le dejaba en la calma, sus lagrimas de desesperación por regresar tuvieron una gran fusión con la reina de las olas, que esta por capricho parecía traerle una recompensa antes de desaparecer. Llegaba un bote donde navegaba el pelirrojo, que desembarcando en la orilla, puso sus pies en la arena y sacó el cuerpo de la muchacha cubriéndolo con una tela.-Schott- Solo se hablaba para si misma, ya que él nunca escucharía sus palabras.

Con lo que aun quedaba en la balsa que llevaron su cuerpo mar adentro, el chico se las apaño habilidoso para hacer un trineo con en el que arrastrar su propio cuerpo. Schott cuando quería era realmente un manitas, ella no había tenido la oportunidad de decírselo ni siquiera en ninguna ocasión, pero realmente era algo que daba igual. Tarde o temprano, él se daría cuenta de sus habilidades, o quizás Alanna, de alguna forma se lo diría. Que importaba, ella ya no podría volver a reírse junto a él, ni volvería a ver esos intentos de bravura en los que hinchaba los mofletes de una forma graciosa, eran demasiados recuerdos que se llevaba sobre él, y estaba segura que él de ella.

Empezó a llevarse su cuerpo bosque adentro, y ella seguía los pasos del pelirrojo para no perder su cuerpo de vista.El camino era complicado sin duda para el humano, abundaban las raíces que se asomaban por gracia en el suelo, y las ramas que impedían fácilmente golpeando el rostro del joven, que torpemente solo pedía quejarse mientras se giraba para comprobar que el cuerpo de la ladrona se encontraba realmente bien.-¿A donde llevas mi cuerpo? - Empezó a preguntar a la nada temiéndose lo peor.

Se acercaban hacia un claro cuando Schott se frenó y dejo su cuerpo en el suelo, la ladrona pudo comprobar con sus propios ojos, como clavando la pala en la tierra, estaba tratando de hacerle una tumba en lo que aparentaba un sitio sagrado.-Espera..- Se aceleró al ver las intenciones de dejar su cuerpo por la eternidad.Se negaba a pecho y espada, gritaba porque no quería desaparecer, no quería que su amigo le quitará la oportunidad de regresar a la vida, lo había prometido, prometió que regresaría de alguna forma, y si enterraban su cuerpo aquella oportunidad al final sería apagada.

La tumba estaba casi finalizada. Había cogido unas piedras para hacer un hito, y él comenzó a sollozar. Quedaría preciosa le decía entre lagrimas mientras se restregaba el brazo por la cara mientras observaba su cuerpo.-No lo acabes...No Schott, para. No lo termines...- Otra vez el rostro de la joven volvió a empaparse de pena, mientras arrodillada y a la vez de invisible, no podía evitar ser escuchada por alguien que una vez la abrazo.

Un chillido, o quizás una risa interrumpió en la noche. Schott cayó en la misma tumba y ella se levantó mirando fijamente hacia el lugar donde procedía, mientras el pelirrojo se levantaba de la tumba y lograba salir, no cesaba de dudar mirando su cuerpo y el lugar, hasta decidir ir corriendo allí, sin poder evitar soltar una idiotez -¿En serio crees que voy a moverme?- Preguntó atónita mientras él desaparecía entre la oscuridad, y la atracción, existía una atracción extraña hacia su cuerpo, que con tan solo cerrar fuertemente y volver a abrir sus ojos confusa, descubrió que algo había cambiado.

Notaba como en sus labios, soltaba un pequeño suspiro de aire, que mostraba vida. Sus dedos comenzaron a juguetear entre la tierra, y su corazón comenzó a golpear tan fuerte su pecho, que se levantó de cuerpo arriba y comenzó a tocar todas sus facciones de la cara suavemente. No recordaba como había llegado allí, solo le llegaban pequeñas imágenes del funeral, de su gente llorando, de el bosque donde trataban de salir, de su madre y sus horrorosos tacones, del espantoso pelo de aquella bruja de las ilusiones. Había muerto, ella se había apagado y sin saber porqué estaba de regreso.

No entendía donde estaba su gente, solo notaba los latidos, y sonreía confusa, sonreía aunque no conocía realmente donde se encontraba, y no hallaba la forma de conocer realmente esa información, pero su cabeza le decía que algo no iba bien, el pecho se le apretó tan fuerte al tener la imagen del pelirrojo que se puso despacio en pie susurrando para si misma-Mierda Schott...- y caminó al principio con dificultad hacia una zona guiándose por su propia intuición.
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Mensaje  Ger Dom Abr 02 2017, 21:52

Toda la vitalidad del bosque de Sandorái parecía apagarse en aquel trozo de bosquecillo, muy pequeño, en el que la maldad parecía ser la gran dominante. Helyare y Franco terminaron encontrándose de bruces con una choza en medio del bosque. Una con ristras de ajos colgadas y un aspecto deleznable. - ¡Socorro! ¿Alguien me piensa tender la mano a una damisela en apuros? – se escuchaba en su interior, a la vez que, de vez en cuando, también se oía blasfemar en el interior de la misma. Todos los llantos pertenecían a la misma voz. Franco se acercó con su ballesta de mano en ristre, tomando a la elfa del brazo para que no huyera. - ¿Asustada, Helyare? - le preguntó con una sonrisa. Parecía un hombre curtido en mil batallas y aquel lugar no era suficiente como para amedentrarlo. Llegaron lentamente hasta la puerta. Estaba abierta.

Choza del bosque:

En su interior había una mujer de pelo corto y un mechón de cabello rojo, que con un bombín en su cabeza permanecía atada de cuerpo entero. Su rostro para Helyare era nuevo, pero no así para Franco, que rápidamente la reconoció. Alzó una ceja y se mostró extrañado.

Mujer atada:
Vestimenta:

-¿Qué haces tú aquí? – preguntó Franco, sin dejar de apuntarla.
-¡Franquito! ¡Cuánto tiempo! ¿Qué tal, amigo? – preguntó con una sonrisa falsísima. – Pues estaba recogiendo setas silvestres en el bosque para hacerme un salteado – explicó sonriendo con prisa. – Ten cuidado con las blancas con manchas rojas, me han dicho que son venenosas. – se fijó entonces en Helyare, a quien miró durante unos instantes, antes de que la voz de Franco volviese a llamar su atención.
-¿Recogiendo setas silvestres? No te lo crees ni tú… - respondió el ballestero poco convencido, sin dejar de apuntarle desde la cadera.
-¡Maldita sea, Franco! Hay una bruja rondando por ahí que piensa tomarme de ingrediente para su sopa. ¡Por eso he gritado! – puso los ojos en blanco. - ¿Piensas dejar así a una damisela en apuros?
-¿Acaso no ves cómo trato yo a las damiselas? – sonrió irónico tomando a Helyare del brazo, que también estaba atada. Trataba de presumir de algo que no había hecho, pues, en realidad, siempre había tratado bien a la elfa.
-Se me olvidaba que eras todo un caballero… - suspiró. El grito de una mujer desgarrador se volvió a escuchar fuera.
-¿Qué ha sido eso? – preguntó Franco, sin asustarse, pero serio.
-¡La bruja, Franco! ¡La bruja! – gritó. – Deja de ser terco y libéranos. ¿Piensas enfrentarte a una bruja tú solo? ¡Acabaremos los tres hechos picadillo en su olla! – pegó una patada a ésta. - ¡Mírala, está ardiendo!

Franco Nero alzó una ceja sospechosa, no parecía fiarse un pelo de la mujer. Pero no tenía muchas mejores opciones para hacer frente a una bruja. Helyare le había insultado durante todo el trayecto a pesar de su buen trato y no se fiaba de la misma como para liberarla. Temía que ésta escapara o, aún peor, que se vengase. - ¡Espabila! – instó la mujer. Tras esto, Franco abrió los ojos y con una daga decidió liberar a la compañera, dejando a Helyare maniatada.
-Pero ahora ayúdame con la bruja. Y cierra la puerta para que no escape la elfa. – insistió. Aunque la tipa comenzó a hacerse la remolona.
-Sí sí… voy ahora. Espera que encuentre mi ballesta, ¿vale? Ve tirando tú si eso. – y se arrastró por el suelo.

Franco suspiró y, en cuanto éste salió por la puerta, la mujer se acercó a Helyare.

-¿Tú debes ser Helyare, correcto? – le preguntó la mujer, aunque ya sabía la respuesta. – Me llamo Andrea, encantada de conocerte. He venido a rescatarte de parte de… - quedó pensativa. – ¿Armeled? ¿Meledeth? Agh. Qué más da. Un elfo rarito él, así, tuertecillo. – parpadeó un ojo varias veces, parodiándolo. – Ahora no tengo nada para desatarte, pero ya encontraré algo en el bosque. – lamentó, también con una mueca falsísima. – Larguémonos de aquí antes de que venga la bruja. Vivo en un pueblecito cercano, que a su vez no está muy lejos de Vulwulfar. – y tomó a la elfa y trató de incitarla a correr.

* * * * * * * * * *

Runa despertó con el mortuorio grito de la bruja y rápidamente tuvo que ir tras él. Por su parte, Schott decidió perderse hacia donde había escuchado el sonido, y tras unos minutos andando por el bosque terminó encontrándose una mujer con pelo en rastas, de aspecto desaliñado y con los dientes podridos. Una demente en toda regla que se encontraba generando un hechizo para resucitar un conejo.

-Shi… conejo… El conejo está más rico después de tres días muertito, cogiendo bacterias. Rico rico. Ñam. – susurró la bruja, arrodillada en el suelo. – Rico para la sopa de humana. – gruñó. – Rico. Rico. – la bruja alzó su mano al cielo y de ésta emanó un aura negra. - ¡Resucitad! ¡Animalitos del bosque! ¡Venid a mi sopita! Rica. Rica. Shi… Ñam. – hablaba con una demente, riéndose sola, sin ningún tipo de sentido. La bruja volvió a emitir un grito.

Se desplazaba a gatas olisqueando el suelo, como si se tratase de un animal. ¿Qué hacía semejante… ser, porque no se la podía llamar de otro modo, en un bosque tan sagrado como el de Sandorái? ¿Por qué los elfos no se habían atrevido a enfrentarse  a ella?

Schott se encontraría de bruces con ella, a gatas. La bruja sintió su presencia, olisqueó al pelirrojo de lejos y comenzó a reír.

Bruja:

-Hmmm… Humano. Jugoso humano. – rió demente, mientras comenzaba a levantarse. – Humano vivo. Harás compañía a humana. El pelo rojo dará un tinte bonito a la sopa. Bonito. Bonito. – y, alzó la sartén que llevaba en su mano.

Franco apareció en aquel momento. Colocó su ballesta a la altura de la cadera con la diestra y con la izquierda llevó la mano a la recámara desde la que distribuía los virotes. Disparó contra la sartén e hizo que la bruja la perdiese, llamando por completo su atención.

-¡Cuidado chaval! Parece cabreada. – comentó el justiciero.

* * * * * * * * * *

Helyare: Has tratado mal a Franco y éste no se fía de ti para liberarte. Por ello, en tu lugar ha liberado a Andrea. Deberás probar suerte con ella e ir con ella, tal vez sea más de tu agrado. Al menos es más parlanchina y parece estar de tu parte. No obstante, estás a tiempo de forcejear con ella e ir tras Franco si lo prefieres. También puedes liberarte de ella y tratar de huir sola por el bosque, pero estando atada como estás, como consejo de master, no te lo recomiendo demasiado. La elección es tuya. No tires runa.

Schott: Has dejado atrás a Runa y has seguido los gritos. De camino a la choza te has encontrado de bruces con esta bruja nigromante. Que es el primero de los jefes de la misión. Pero tranquilo, no voy a dejar que mueras ya en el segundo turno. No estás solo. Franco Nero está aquí para ayudarte, frente a ti y por tanto, de espaldas a la caseta de la que ves salir a dos mujeres. Puedes manejarlo para que te ayude. Y pronto también llegará Runa. Estás frente a frente con ella y es poderosa, no te dejará acercarte. Tendrás que defenderte de los ataques de la bruja, lanzando una runa para determinar tu fortuna en combate.

Runa: ¡Estás viva! Viva porque una nigromante anda lanzando hechizos de resurrección indiscriminadamente. Irás tras Schott rápidamente y te toparás de bruces con la bruja, Schott y Franco Nero. Tú no verás ni rastro de Helyare, por ahora, a menos que ella decida volver con Franco. Tu labor será ayudar a los chicos, la bruja se centrará en los chicos, así que tú puedes aprovecharte del sigilo para pillar desprevenida a la bruja. Lanza una runa. Un resultado bueno o muy bueno (no muy mala/mala/normal) servirá para acabar con ella definitivamente si te lo montas bien.

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Mensaje  Helyare Lun Abr 03 2017, 13:59

La sensación que recorría el cuerpo de Helyare era, cuanto menos, extraña. Estaba en su casa, en Sandorai, pero lo que más deseaba era salir corriendo y traspasar la linde del bosque sin ser descubierta. No sabía cómo había entrado, pero prefería estar fuera antes que buscar respuestas. La risa maléfica que escuchó  la puso en alerta, pues los mismos árboles conducían una energía negativa que nunca había visto en Sandorai. La curiosidad de saber qué pasaba con el bosque y el miedo a quedarse sola en el territorio que, supuestamente, estaba vetado para ella, la condujeron a seguir a Franco sin oponer resistencia, justo lo contrario que durante los tres días de viaje. Ante lo que dijo el cazarrecompensas, simplemente soltó un ruido de desacuerdo, pero de su boca no salió ninguna palabra. No la asustaba el ruido ese, Sandorai  era su territorio, en caso de luchar lo haría con ventaja.

La risotada no era algo que sólo hubiese escuchado ella, como los múltiples golpes de espadas y hechizos que estaba escuchando en esos momentos. No, la risa también la había escuchado su compañero y pronto fueron los dos a buscar la fuente del sonido. Pero de frente se encontraron con una casita de aspecto bastante penoso, que destacaba sobre la belleza impoluta de un bosque tan sagrado como era Sandorai. A Helyare no le gustó en absoluto, parecía que esa pequeña choza no pertenecía al bosque. ¡Incluso la decoración era fea! En un lugar donde cada cosa emanaba belleza, esa casa daba un aspecto de abandonado y maldito demasiado evidente. Al momento, ambos pasaron adentro y se encontraron a una mujer que pedía ayuda. Estaba atada por casi todo el cuerpo, algo que resultó chocante para la elfa. De hecho, desde que habían escuchado la risotada las cosas se estaban volviendo a cada cual más extraña. Y para más inri, esa tipa de la choza conocía a Franco.

Mantuvieron una “distendida” conversación a la que Helyare prestó mucha atención, a pesar de su sorpresa. Esos dos se conocían, y parecía evidente que la mujer estaba mintiendo a Franco, ¿quién se venía a este lado del bosque a buscar setas? Estaba claro que las de Sandorai eran las mejores pero los humanos podían encontrarlas en los mercados, pocos se acercaban a estos lugares a recoger hongos o frutas, y menos, solos. Pero también estaba en una posición en la que no convenía que mintiera demasiado. El cazarrecompensas parecía sorprendido de verla por ahí, tanto que ella tuvo que instarle para que la liberase, mencionando a una bruja. Eso captó mucho más, si cabía, la atención de la elfa. –¿¡Una bruja!? ¿¡Aquí!?

Al momento, cuando Franco la tomó del brazo le dio un empujón con su hombro para que la soltara y se quedó mirando la casa, buscando con urgencia dónde estaba esa hechicera. ¿¡Qué hacía alguien de su calaña en Sandora!? Aunque no la veía era evidente que estaba muy cerca, pues se volvió a escuchar un grito desgarrador que provenía de fuera de la choza, lo que hizo que la muchacha del pelo corto apresurase a Franco a soltarla. Y así lo hizo. Pero sólo a ella.

¡Eh! ¡Eh! ¡¡Libérame!! –Helyare se acercó con mala gana al humano cuando estaba acabando de soltar a la muchacha. –¡Suéltame las cuerdas, estúpido! –El hombre hizo caso omiso y salió de la cabaña. –¡¡Maldito desgraciado!! ¡Me necesitarás para luchar contra la bruja! ¡Ojalá te mate, imbécil! –Muy nerviosa, la elfa trató de salir corriendo antes de que cerrase la puerta, pero no pudo llegar a tiempo y con las manos así no podía hacer mucho más que tratar de patearla.

Por suerte, la mujer estaba desatada y se mostraba simpática y colaboradora con la elfa, aunque esta no se fiase de ella. En realidad, de nadie, pero era ella o quedarse en esa choza mientras una bruja pululaba por el bosque de Sandorai. Empezó a hablar pero no la prestó atención hasta que nombró a Almereth… O lo intentó. En ese momento se giró de forma impetuosa hacia Andrea. –¿¿Está vivo?? –Preguntó muy sorprendida y avanzó hacia ella apresuradamente, tratando de buscar información. –¿Está bien? ¿Cómo que has venido a rescatarme de su parte? ¿Y él dónde está?

La imagen de la caída de Farnasse volvió a su mente. Bueno, nunca se había ido. Igual que la que tenía del elfo agarrando el cuerpo de su compañera, rogando a los dioses, entre lágrimas, que la devolvieran a la vida, justo antes de que la guardia de Vulwulfar se le echase encima sin miramientos. Tuvo que huir y volver a abandonarlo, pero todos los días se acordaba de él, y todos los días se lamentaba de no haber podido ayudarlo. Creyó, hasta ese momento, que lo habían matado en las piras. ¡Pero estaba vivo! La cara de la elfa cambió, se iluminó su rostro, esa mujer le devolvió un atisbo de esperanza para reencontrarse con él. –Necesito saber dónde está. –Instó. Seguía sin fiarse del todo de la mujer, pero también mencionó que vivía cerca de Vulwulfar, lo que dedujo que sería salir del bosque, justo lo que Helyare deseaba.

Esa tal Andrea le estaba dando lo que quería en esos momentos, pero se resistía a soltarla y eso no le gustó en absoluto a la elfa. Mientras ella la incitaba a salir corriendo, cavilaba los pros y los contras de seguir a esa desconocida. Parecía simpática, pero eso no era un punto clave para creerla. Sí que pretendía sacarla de allí sin soltar sus cuerdas, aunque la elfa podría buscar algún medio de fortuna para soltarse, pues ya no tendría a Franco vigilándola y la cuerda estaba ya algo desgastada de las veces que había aprovechado para intentar romperla. Además, esa muchacha era una simple humana e iba desarmada, o eso parecía, así que en el bosque ella tendría la ventaja, después de todo, era su casa. Y conocía a Almereth.

Por ahora sólo quería salir de la cabaña, así que la siguió, sin dejar que la agarrara. Con sacarla de allí, Helyare tendría cierta ventaja que iba a aprovechar. Nada la unía a esa humana, ahora que sabía que el elfo estaba vivo podría ir a buscarlo, con o sin ella. Poco le importaba a Helyare si acababa de ingrediente principal en la sopa de una bruja, le preocupaba mucho más que hubiese una hechicera en su bosque. Y era evidente que estaba por ahí.

Sintió mucha rabia al pensar que una sucia bruja estaba pisando Sandorai. De haber estado con su clan hubiese liderado una campaña contra ella y hubiesen llevado su cabeza como trofeo de vuelta a casa. ¡Esos malditos no podían pisar el bosque! Pero no tenía a su ejército con ella, ni sus armas. Plantarse delante de una hechicera, maniatada y desarmada era una condena a muerte que no estaba dispuesta a pasar.

Pero, muy a su pesar, tuvo que dejar a la bruja de lado, al menos hasta que pudiera soltarse. Ese iba a ser su plan, encontraría cualquier medio para liberar sus cuerdas y regresaría a buscar sus armas. Al haber una hechicera, los elfos no tardarían en llegar y sería mejor que ella no estuviese presente, así que tenía que hacerlo lo más rápido posible. Recuperaría sus armas y se iría a buscar a Almereth. Ahora que sabía que estaba vivo tenía muchas ganas de reencontrarse con él. Eso le sorprendía incluso a ella, pues en un principio se había mostrado reacia a llevarse bien con elfos así… Marginales. Su concepción de los de su raza era distinta y el status inexistente de Almereth y los demás chocaba con su punto de vista. Pero después de mucho tiempo tuvo que admitir que su nueva posición era esa y, aunque le doliera, no podría cambiarlo. Y qué mejor que ese elfo, quien le había dado toda su confianza en Vulwulfar, para adaptarse a la que debería ser su nueva vida. Por eso deseaba encontrarse con él.

Siguió a la humana hasta que la casa quedó oculta entre los árboles, aunque todavía podía escuchar a la bruja. –Espera ahí, te guiaré por el camino más rápido a Vulwulfar. –Se detuvo y empezó a rozar las cuerdas con una rama de un árbol para tratar de romperlas.  Sabía que cuanto más tiempo estuviera atada menos ventaja tendría y si iba a merodear por el bosque, tendría que ser sin tener esa desventaja. Además, seguía sin fiarse de esa mujer. ¿Por qué tanta amabilidad? Y si Franco era tan “amigo”, como le había llamado. ¿Por qué no iba a ayudarle?  Si no acudía a ayudar a alguien a quien supuestamente apreciaba, nada garantizaba que esa mujer la ayudase a ella si se encontraba en problemas. Tendría que liberarse sola. –¿Qué hace una bruja en Sandorai? –Preguntó finalmente, con intención de que no descubriera que pretendía irse y no guiarla, mientras seguía frotando la cuerda de forma vigorosa. Una vez consiguiera soltarse, seguiría su plan. Incluso si esa muchacha seguía por allí, había pensado en entregársela a la bruja si le resultaba difícil recuperar sus armas y largarse cuanto antes. Ella sí se iría de Sandorai y encontraría a Almereth, pero no contaba en ningún momento con Andrea para ello, simplemente aceptó parte de su compañía para salir de la choza y librarse del cazarrecompensas.
Y la dolía mucho ver a una bruja por sus bosques, pero confiaba en que pronto llegasen los elfos para echarla de tan sagrado lugar.
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Mensaje  Schott Vie Abr 07 2017, 16:54

Quizas me habia aventurado demasiado a buscar ese ruido, conforme avanzaba saltando sobre las raíces me daba cuenta de que luego tendría que desandar lo andado y encontrar la tuma de Runa, como si no me hubiese perdido ya lo suficiente.

Por suerte al poco tiempo me encontré con la fuente del ruido en cuestión y casi me tropiezo de lleno con el, no podía ni imaginarme lo que me encontraría, a gatas como rebuscando por el suelo había una vieja con malas pintas, que daba bastante repelus y que ademas parecía no estar muy bien de la cabeza, andaba lanzando algún tipo de maleficio a lo que parecía un animal muerto.
-Agg…uggg.señora.mire yo…- traté de calmarla, creo que estaba frente a una bruja del bosque, de las de las historias, de las que no traman nada bueno.

La bruja comenzó a reir y a olisquearme, di un paso atrás tratando de alejarme, la bruja era bastante desagradable a los sentidos, olfato, oido, vista…y seguro que peor aun al gusto y al tacto.
Lentamente comenzó a levarnatse del suelo, apreté el mango de mi pala, aun manchado con la tierra de la tumba de Runa, esto se iba a poner feo, ella iba también armada con ¿una sarten?, no debía subestimarla, eso lo sabía mejor que nadie, un golpe mal dado de eso y sería su cena.

-Mire.no busco problemas..usted siga con lo suyo, cómase unas setas o lo que sea que yo ya….- dije alejándome lentamente, con la que estaba liando la bruja seguro que había alertado a los elfos del bosque, o bien no venían a por ella o bien estaban de camino, ambas opciones eran terribles para mi.
La bruja se abalanzó sobre mi de sopetón, ya iba a llevarme las manos a la cabeza tratando de esquivar la sartén cuando algo la golpeó e hizo que se le cayese al suelo.

Miré a mi salvador, un tipo vestido de oscuro y sombrero que empuaba una ballesta, la bruja también miro a su nuevo rival, detrás de el había un a chabola sucia en la que no había reparado, me pareció ver a dos mujeres que salían de ella.
-Ehhh…Gracias gracias, ayúdame, soy un guardia de Lunargenta en…ehhhh…misión especial…yo…- No sabia bien como explicar mi presencia en un bosque sagrado cargando un cadáver, supongo que resultaría bastante sospechoso, sin embargo no tuve tiempo siquiera para reaccionar la bruja se lanzó de nuevo sobre mi deseosa de llevarme a su puchero.
-Uaggg- exclamé tratando de esquivarla.

El tipo corrió para tratar de quitármela de encima, podía oir el silbido de los virotes cerca de mi, espero que tuviese buena puntería, yo daba paladas pero solo pillaba aire, la bruja era mucho mas agil de lo que parecía en un principio.
-Aggggg, déjame maldita bruja- gritaba, pero estaba claro que íbamos a necesitar un milagro para salir de esta.
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Mensaje  Tyr Vie Abr 07 2017, 16:54

El miembro 'Schott' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses


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Mensaje  Runa Thorgil Dom Abr 09 2017, 13:30

Schott, a donde diablos estaba guiándole la intuición, sin parar de meterse entre los arboles, mientras su cuerpo estaba aun rígido debido al tiempo en el que permaneció inerte. Su corazón estaba bombeando fuertemente contra el pecho, así dando la oportunidad de jadear mientras correteaba sin rumbo establecido,jadeaba mientras llegaba la noche, y la oscuridad,comenzaba a dificultarle la visión de todo lo que la rodeaba.

Sin saber todavía el porque, agarraba con sus finos y delicados dedos el bastón que siempre llevaba como arma, no era consciente de cuando lo cogió,tampoco lograba recordar nada después del entierro, vivía al limite, sin esperar por ahora ninguna respuesta.Solo quería regresar y volver a ver a los suyos, aunque todavía no era consciente que podrían morir de miedo, seguía la intuición que estaba tratando de decir algo relacionado con Schott. ¿Estaría él estos bosques?

Cada golpetazo en el rostro de las ramas, la tierra movida, incluso las rocas que aparecían estrategicamente para hacer el intento de que abrazara el suelo, la estaban atrasando, había disminuido la marcha y eso conllevo a que se sentía por un momento apagada, frenó su ritmo y ya no sentía nada, su intuición no le decía más, se apagó como una llama, lentamente hasta pasar la misma nada. A ella no se le ocurría que camino tomar, así que siguió recto, para probar que ocurriría,y tuvo que parar cuando algo realmente duro y largo se le clavo en el pie. La ladrona se lo arrancó y con el tacto comprobó que se trataba de un clavo-Mierda, como duele- Susurro para si misma, dándose cuenta , que ese clavo era la mejor señal para demostrar que estaba viva. Era una superviviente.


Lo tiró lejos y trató de caminar sin apoyar demasiado ese pie, con la fortuna de escuchar los gritos del pelirrojo escapando de algo.Runa se aceleró hacia la zona donde se escuchaba el sonido y se asomó a través de unos matorrales, agazapada. Una especie de bruja se estaba aproximando al chico del pelo rojo, una mujer por lo que aparentaba demasiado mugrienta, y por la forma de hablar, lunática y peligrosa.Miro a Schott, y sonrío al ver que su intuición no había fallado.¡Vaya que era él! ¿Pero que hacía también en ese bosque?.


La bruja alzó la sarten contra Schott, aquella tan graciosa mujer debía de tener unas ganas tremendas de hacer un cocido de humano, pero se le fastidiaron los planes cuando apareció un tercer hombre, con un sombrero y una ballesta apuntando a la mujer.Runa seguía quieta, como el depredador que esperaba la presa, por ahora no era buena idea entrar estando la presencia del otro hombre, o eso pensaba. Disparaba y aun así la bruja continuaba persiguiendo al pelirrojo, que atemorizado ya no sabia como quitarse a aquella indeseable de encima, el silbido de los virotes pasaban por el lado de ambos y en un pequeño tiempo de recarga, la chica como siempre tan silenciosa, salió de su escondrijo y trató de golpear a aquella bruja por las espaldas a la altura de su cogote.
Solo la suerte decidiría si dejaría durmiendo con los pajaritos a aquella pulgosa.
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Mensaje  Tyr Dom Abr 09 2017, 13:30

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Mensaje  Ger Jue Abr 13 2017, 19:10

Después de varios segundos corriendo por el bosque en dirección ascendente, y cuando por fin pudieron encontrarse lejos de la oscura influencia de la bruja, Andrea y Helyare, fatigadas, reposaron tras un árbol. La del bombín se sentó mientras la elfa trataba de liberarse de sus ataduras y le cuestionaba sorprendida por saber que Almereth había sido quien la había enviado tras ella.

-¡Ey, ey! No me atosigues que… uf. Estoy agotada. ¡Acaba de intentar zamparme una bruja! – dijo apoyándose en sus rodillas. Cuando cobró algo de aire pudo volver a dirigirse a ella. – ¿Por dónde íbamos? ¡Ah sí!, el elfo tuerto aquel. – continuó para la expectación de Helyare. – Él me pagó para que te liberara, y voy a cumplir mi palabra, mira. – tomó un cuchillo y cortó las cuerdas que ataban las manos de Helyare, había visto que ésta trataba de liberarse contra las ramas disimuladamente. - ¿Ves? Soy una chica de palabra, agradable y simpática. No como Franco. Así que podemos ser amigas un par de días, ¿vale? – continuó guardando su cuchillo de nuevo en el cinturón. Iba a continuar respondiendo a las preguntas de Helyare, que rápidamente volvió a insistir sobre el paradero del elfo. – Está en Vulwulfar. Pero sólo yo sé su paradero. A fin de cuentas es un proscrito, tiene que esconderse. – sonrió de una manera falsa para tratar de ganarse la confianza de Helyare, que rápidamente propuso un camino para llegar rápido a la ciudad. - ¡Quieta fiera! ¿Vas a ir sin armas? Te recuerdo que a ti te buscan. – indicó

Andrea no era tonta, y sabía que la elfa dudaba de su palabra. Acababa de dejar a un “amigo”, según ella, en peligro. ¿Tramaba algo? Aquello era una incertidumbre, pues lo único cierto era que Andrea era la única que la había ayudado hasta el momento, incluso liberándola. ¿Qué motivos había para desconfiar de ella más allá de su apariencia bromista?

-¿Y yo que sé? – contestó acerca de su pregunta sobre la bruja en Sandorái. – Yo sólo venía siguiéndoos a ti y a Franco esta noche, cuando recibí un sartenazo que me dejó más para allá que para acá. El resto de la historia ya la sabes. – informó en lo que quizás era lo más sincero que había dicho Andrea en todo el día. No sabía nada de la bruja, pero tampoco parecía importarle. – Anda, larguémonos no sea que vuelva por aquí. – comunicó.

Caminaron por el espeso bosque de Sandorái y pronto terminaron encontrando una carretera artificial que cruzaba la espesura. De esas que tan poco gustaban a los elfos, y que boicoteaban a todo aquel que pasara. Era el camino que unía Verisar con la zona de Sacrestic Ville, la dirección no era un problema gracias a la posta que adornaba aquella especie de cruce de caminos, pero allí había una especie de tablón de anuncios, situado en medio del pequeño cruce.

Villasauco:

Este: Vulwulfar 52 km
Oeste: Sacrestic Ville 215 km
Norte: Villasauco 0,3 km

Además, había un pequeño tablón de anuncios en el pueblo.

NOTICIAS DE VILLASAUCO

“Recordamos a todos los habitantes de Villa Sauco que hay una peligrosa bruja en los alrededores de la aldea. No alejarse demasiado de la villa hasta que los hombres de Crane solucionen la papeleta.”

“Plaga de jabalís atacan las cosechas por las noches. ¡Sacad vuestras patatas. Antes de que sea demasiado tarde! Firmado: Agricultor hastiado.”

“Ofrezo una jugosa recompensa de dos mil aeros a quien me entregue a (nombre tachado, cartel arrancado).  Dirigirse a (dirección ilegible) aquí en Villasauco. Firmado. Giovanni L.”

“Si alguien tiene alguna noticia o cotilleo interesante del pueblo, por favor, lo mande a Lunargenta. Pago bien. A la atención de Pipa Wright. Ocurrencias públicas”.

“Ordenanza: Queda totalmente prohibido a todo ciudadano el mantener ningún tipo de relación con esos elfos de cualquier clan, sin distinción: Nemanïel, Eytherzair, Elenssar. ¡Son todos la misma mierda! No dejaremos de talar árboles por muchas flechas que intenten clavarnos. Ellos mismos firmaron el pacto con tal de evitar una invasión de nuestro amado Rey Siegfried. ¿Y ahora tratan de romperlo? Si siguen boicoteando nuestras explotaciones será hora de informar a Lunargenta.” Firmado: el Alcalde.”.
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Finalmente había varios carteles de “Se Busca”. Todos ellos sellados con el sello de la casa de Lunargenta. Había malhechores, así como uno que llamaría especialmente la atención de Andrea, y que rápidamente se apresuró a quitar mientras supuestamente Helyare, aún leía el tablón de anuncios.
Fiona:
“Fiona. Acusada de estafar, timar, defraudar y mentir.”

Andrea, nerviosa, hizo una bolita de papel con este cartel y lo trató. A la vez que cambiaba de tema y apresuraba a Helyare. – Bueno, tengo un amigo aquí que nos dejará unas armas, pero igual es mejor rodear el pueblo, si no puede que te conozcan. – le comentó sonriente.


* * * * * * * * * *

En otro lado del bosque, no demasiado lejos, Schott estaba un poco nervioso. Bueno, bastante nervioso, lo cierto es que el pelirrojo lo disimulaba bastante mal. Y eso era lo peor que podía hacer con una bruja como ante la que se encontraba.

-¡Comida rica! ¡Comida rica! – gritaba la bruja, mirando sádica al guarda, que primero no lanzó ningún hechizo, sino que trataba de atacar a Schott con su sartén. – ¡Sin hechizos! ¡Sin sazón! Los humanos están más ricos si no se aplica magia sobre ellos. – y reía como una loca psicópata.

Sí, esto era cierto, y por ello había capturado a Andrea a golpes de sartén. El preciso ballestero Franco, situado a su espalda, consiguió desarmarla con su ballesta de precisión. Craso error, Franco. Somos conscientes de que tu intención era buena, y que no querías matar a esa bruja, quizás desarmar a una persona normal era lo más adecuado cuando tenías delante a un asaltador de caravanas, o a un bandido de carromatos. ¿Pero a una bruja del bosque? ¿De verdad pensabas que eso iba a ser efectivo, viejo lobo?

La bruja se enfadó demasiado al verse desposeída de su arma. Y ahora, que se sentía en peligro, no dudaría de hacer uso de su magia. Un disparo en la cabeza hubiese sido mejor. Pero no, tuvo que dispararle en la sartén. Haciendo que ésta se pusiese como una fiera. A gritar para todo el bosque desquiciada.

Ni siquiera la aparición de Runa sirvió de nada, la ladrona, para sorpresa de todos, especialmente de Schott, resurgió del interior de un matorral para tratar de golpear a la bruja en la nuca y dejarla así inconsciente. Tenía el factor sorpresa de su lado, pero no la suerte. Aunque el golpe iba bien dirigido, la bruja ya estaba en guardia y lanzó un potente hechizo a la ladrona que casi la mata por segunda vez en dos días, la hizo estamparse contra un árbol.

A continuación se giró hacia Schott, que era el que más cerca tenía e hizo lo propio. Estirando su mano para conjurar una magia tan negra que le haría salir estampado contra un nuevo árbol.

Sólo un nuevo disparo certero de Franco Nero, clavándose el virote en el hombro de la bruja, pudo hacer que ésta, en un agónico grito, se convirtiese en humo y desapareciera. Pero no estaba muerta, como indicaba la risa malévola que se escucharía en todo el bosque y que haría a todos los animales del mismo huir, así como a los árboles de los alrededores pudrirse aún más de lo que ya estaban. Aquella bruja era poderosa, demasiado. Y lo único que habían hecho, era asustarla… por momentos.

-¿Estáis bien? – preguntó Franco, acercándose a Runa y Schott y tomándolos por los hombros.

No. No lo estaban. Runa se había llevado la peor parte de nuevo, el chichón que tenía en su cabeza por golpearse contra aquel viejo roble era lo de menos. Tenía ahora brazo totalmente negro. Lleno de varices y dolorido, pero podía andar  o combatir perfectamente. Lo único apreciable era el olor a feromonas de bruja que desprendía la magia negra que imbuía la extremidad de Runa.

La bruja le había dejado una “esencia de repulsión élfica”. Maldición que utilizaba para atraer elfos hacia ella, y poder darles caza y añadirlo a sus marmitas. Y es que ahora, cualquier ser de raza élfica olería a Runa a kilómetros y, si se aproximaba a ella, sentiría unas ganas intensas de acabar con la ladrona de la manera más cruel que pudiese. Aquel elfo que se encontrase con Runa, tendría tantas ganas de matarla que no pararía hasta que uno dejase de respirar. Runa, por el contrario, tendría voluntad de decisión, por lo que a ella, en lo personal, únicamente le afectaría el hecho de que ahora era una diana para los elfos. Eso estaría muy bien de no ser porque se encontraba en un bosque de orejas puntiagudas.

Pero ella no sentía nada más de un leve picor que pronto se pasaría. Y tras ver que Schott estaba también dolorido, pero había corrido mejor suerte, Franco rápidamente volvería a la cabaña junto a sus dos nuevos compañeros, y pronto se percataría de que las dos mujeres ya no estaban.

-¡Fiona! ¿Dónde está Fiona? – preguntó el cazarrecompensas del sombrero al advertir que no había ya nadie en la cabaña. – ¡Fiona! ¿Dónde estás? – gritó con todas sus fuerzas en el bosque. Que tras el encuentro con la bruja estaba en completo con silencio. – ¡Joder! Había apresado a una elfa llamada Helyare, la dejé con la timadora de Fiona y se ha ido con ella. – se fijó en el símbolo de la guardia que portaban tanto Runa como Schott en sus pecheras. - ¿Sois guardias de Lunargenta? Supongo que sabréis que vuestro rey ofrece una recompensa también por ella, ¿no?. Este es el trato, las encontramos y nos quedamos yo con la elfa y vosotros con la estafadora. – ofreció.

* * * * * * * * * *

Helyare: Has decidido seguir a Andrea y habéis llegado a un cruce. Verás que he lanzado una runa, ésta delimitará si ves o no a la mujer arrancar el cartel. Sólo serás capaz de advertir que ha arrancado el mismo si sale una runa buena o muy buena. No así si sale normal, mala o muy mala. De cualquier modo, puedes leer el tablón de anuncios, puede que haya algo interesante en él… o puede que no. Finalmente, independientemente de tus conclusiones, tendrás que decidir si sigues con “Andrea” o escapas de ella, así como pedirle explicaciones o seguir haciendo preguntas... ¿Qué pretenderá? Si sigues con ella, tendrás que manejarla y atravesar el pueblo por un lateral rumbo a la casa que parece abandonada, donde está el amigo de Andrea que supuestamente os entregará armas. Si escapas, como siempre, tendrás que tirar una runa para ver si tu huida es efectiva, pues ella no te dejará marchar por las buenas.

Runa y Schott, no tuvisteis suerte ninguno de los dos y la bruja no sólo maldice a Runa, sino que escapa con vida y probablemente vuelva con ganas de venganza.

Schott: Estamos en Semana Santa y... ¡Runa ha resucitado! ¿No estás sorprendido? Menudo susto te supone su aparición. Lo cierto es que cuando vi tu mala runa ya pensé que el “regalo” que le ha caído a Runa te iba a caer a ti. Por suerte, ella es ahora la “punching ball” de los elfos. Tú no tienes más que una mera contusión que no tardará en pasársete. Como no tenéis manera de orientaros y volver a la balsa, deberás unirte a Franco en vuestra nueva expedición. Vuestro nuevo objetivo: Capturar a Fiona. Buscad pistas y seguid el rastro de elfa y humana.

Runa: Tienes la maldición “repulsión élfica”. En resumen: Ahora eres una diana de elfos andante, cualquiera en tu línea de visión vendrá a por ti con ganas de asesinarte irracionalmente. Esto no sería un problema si estuvieses en Beltrexus, Dundarak. Pero si ya es peligroso en la ciudad cosmopolita de Lunargenta, en el bosque de Sandorái ni te digo. Ni qué decir que esto afectará también a Helyare si te la encuentras. Por ahora (sólo por ahora) no parece haber ninguno a la redonda. Así que, al igual que Schott, deberás buscar la manera de seguir el rastro de Fiona.

Podéis preguntarle a Franco o Andrea lo que queráis.
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Mensaje  Tyr Jue Abr 13 2017, 19:10

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Mensaje  Helyare Dom Abr 16 2017, 02:30

La caminata por el bosque no estaba siendo del agrado de Helyare. Por mucho amor que le tuviera a su territorio, las visiones de los elfos y brujos matándose la saturaba, estar a solas con una desconocida no le gustaba nada y estar atada por un sitio donde no tenía que estar, la estresaba. Con las manos así era una presa fácil para cualquiera que quisiera atacarla.

Y la humana esa parecía no tener prisa por nada a pesar de haber corrido todo el camino arriba para escapar de la marmita de la bruja. Aunque parecía apresurarse sólo para los temas que a ella le convenían, pues poco había tardado en salir de la cabaña, pero para responder a cualquier pregunta daba muchos rodeos. La miró en varias ocasiones con desconfianza. Helyare no destacaba, precisamente, por confiar en la gente a primera vista y, ahora mismo, solo se fiaba de dos personas, nada más. Y ninguna estaba ahí con ella, no se sentía segura en Sandorai. ¿Y por qué se iba con una persona de la que no se fiaba? Porque había sido la única manera que tenía de escapar. El estúpido del cazarrecompensas la había dejado en la cabaña de la bruja y nadie garantizaba que regresase a por ella, aunque fuera a cobrar una cantidad de aeros por su cabeza. Ahora con más razón no confiaba en nadie, pues estaba en busca y captura por los Lombardi. Cualquier persona podía ser peligrosa para ella.
A pesar de eso, la tal Andrea cortó las cuerdas y, ligeramente estupefacta, Helyare la miró frotándose las muñecas para desentumecerlas. –Gracias. Pero no seremos amigas. –Siempre tan tajante. –¿Almereth sigue en Vulwulfar? ¿Qué te dijo? ¿De qué lo conoces?  

Escuchó, también, el testimonio de la muchacha sobre la bruja. Decía que les había seguido. ¿En serio? No había notado nada… Y siempre los árboles daban “pistas” sobre lo que sucedía en Sandorai, aunque tampoco podía fiarse mucho de eso, pues lo que más había visto ella desde que había entrado en el bosque habían sido las batallas tan cruentas entre brujos y elfos. No había podido prestar atención a otro tipo de señales, pues esas malditas luchas no dejaban de atormentarla día y noche.

Andrea tomó un camino y Helyare la siguió, no porque se fiase, por fin, de ella. Sino porque quería saber algo más sobre el paradero de Almereth. Echaba de menos a ese elfo.

Durante la andanza, la elfa se mantuvo en completo silencio. Sólo escuchaba los choques de los aceros chocar y el que se producía cuando una espada cortaba la carne. Estaba cansada por eso y su única forma de saber si esos elfos que aparecían eran reales o no, era viendo las reacciones de su acompañante. Si ella no se inmutaba pese al griterío, no eran reales. Al menos eso era lo que había aprendido con Vincent.

Estaban pasando por una carretera de esas que los humanos construían destrozando parte de Sandorai. ¡Era horrible! Se notaba cómo habían talado la parte de los árboles que estaban por donde debía cruzar el camino. ¿Acaso no podían respetar la naturaleza tal y como estaba? En lugar de fastidiar el paisaje, podrían, simplemente, caminar y ya. Pero no. Esos malditos humanos tenían que adaptarlo todo a sus estúpidas y superfluas necesidades. No tenían en cuenta lo que suponía cortar árboles así porque sí, ni lo que suponía para la fauna que varios kilómetros estuvieran despoblados para crear una inútil carretera. Viendo eso le daban ganas de quemar las poblaciones humanas, al igual que ellos destrozaban Sandorai. Apenas sabía de la existencia de esos caminos, pero ahora que los estaba viendo se estaba enervando más aún.

Ya en un cruce vieron un panel de madera donde se colgaban anuncios. La curiosidad de la elfa hizo que se acercase a ojear qué había ahí. De primeras se encontró con un cartel de anuncios de un pueblo cercano: Villasauco. Había escuchado hablar de esa villa, pero jamás había estado en ella. Informaban sobre la bruja, sobre jabalíes, cotilleos y una explotación del bosque. Helyare se quedó obnubilada leyendo la última noticia. Su clan estaba mencionado ahí. ¿Cuándo habían firmado y qué tratado era? ¿Por qué permitirían que explotaran el bosque? ¿Y qué tenían que ver con el rey? Había demasiadas incógnitas en solo un anuncio y la curiosidad iba en aumento. Todavía se preguntaba si estarían todos bien y cierta preocupación invadió su cuerpo al pensar que pudieran estar enfrentándose a los encargados de la explotación. Hubiera dado todo por saber qué sucedía en Sandorai, pues habían pasado meses desde su ida. Pero la parte racional de su mente tomó el mando de la elfa y le dio un buen choque de realidad cuando se dio cuenta que por mucho mal que hubiera en el bosque, ella ya no formaba parte.

De reojo pudo ver que Andrea arrancó otro trozo de papel e hizo una bola con él. La guerrera no pudo evitar mirarla con recelo, pues estaba claro que ocultaba algo. –¿Qué pone en ese cartel que has arrancado? –Preguntó de manera acusatoria, dejando entrever su tonito y girándose hacia ella. –Déjame verlo.

Agarró a su acompañante de la pechera pero al instante la soltó mediante un empujón, con rabia. Ella no parecía estar por la labor de enseñar a la elfa el cartel y rápidamente cambió de tema volviendo a Villasauco y a que debían ir para allá porque tenía un amigo con armas.

Sí, sí... –No dijo mucho más y empezó a andar.

Si ya no se fiaba de Andrea, la desconfianza aumentó cuando la vio arrancar el cartel con tanta prisa. ¿Qué ocultaba? Estaba claro que la mala espina que le daba a Helyare tenía algo de realidad. Ya no iba a seguirla más. No quería estar en un pueblo perdido de la mano de los dioses, a solas con ella y con “un amigo armado”. Sólo con ver cómo se comportaba, le caía mejor el otro cazarrecompensas, al menos parecía más sincero. Pero no quería encontrarse con ninguno.
Su idea era la misma que había tenido desde que había salido de la cabaña de la bruja: Recuperar sus armas y escapar.

Tú guías hasta Villasauco. –Añadió y comenzó a seguirla.
Pero no tardó más de tres minutos en deslizarse por entre la frondosa vegetación del bosque en silencio. Aquel era su medio, había estado tantos años allí que no tenía ninguna dificultad en localizar buenos escondites para despistar a Andrea si decidía ir a por ella. Ya había conseguido lo que quería, que la liberasen. Ahora sólo tendría que recuperar sus armas e irse de Sandorai lo más pronto posible.
Si la muchacha tenía razón y Almereth estaba por Vulwulfar, volvería para reencontrarse con él. Pero no lo haría con ella, sino sola.

Echó a correr por entre los árboles hasta que pudo subirse a uno, con bastante rapidez, y siguió saltando entre ellos. Le era mucho más fácil camuflarse entre las ramas y las espesas hojas, que en el suelo. Era algo que había estado entrenando durante muchos años y que la divertía cuando era más joven. Añoraba eso. Correr entre los árboles, saltar por las ramas y meterse entre los arbustos. En otras circunstancias lo habría disfrutado más, pero ahora estaba huyendo, tratando de alejarse lo máximo posible de Andrea y ese pequeño pueblecito. Tenía que volver, con sigilo, a donde estaba la cabaña de la bruja y tratar de recuperar su arco y la daga. Si Franco seguía vivo, estarían con él.

A pesar de que trataba de pensar poco en todo, para agilizar su huída, lo cierto es que tanto lo que había podido leer en el cartel, como lo que no le había dejado mirar Andrea, la perturbaban bastante. Demasiadas cosas raras en Sandorai. Incluso una bruja se había colado. Eso era lo que más rabia le daba, pero sabía que tarde o temprano acabaría reducida a cenizas.

Poco después de escapar de Andrea, agazapada en una frondosa rama de un árbol, se dio cuenta de el único inconveniente que suponía para ella que su acompañante no estuviera: No podía distinguir si lo que veía era cierto o no, así que empezó a moverse con muchísimo más cuidado, aminorando su velocidad en pos de su propia seguridad. El sigilo se volvió mucho mayor y si se movía lo hacía con sumo cuidado.

Tenía que regresar a donde estaban sus armas.

Off:


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Mensaje  Tyr Dom Abr 16 2017, 02:30

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Mensaje  Schott Mar Abr 18 2017, 16:24

-¡Aaahhhugggg..aaaaaa, quítamela!- Gritaba tratando de zafarme de la bruja, me estaba resultando imposible, era mucho más fuerte de lo que me imaginaba y mis intentos de golpearla eran infructuosos.
La maldita bruja volvió a golpearme y me tiró al suelo, noté la fría roca contra mi sesera, estaba mareado, no veía salvación posible, era muy poderosa, y mis ataques no la hacían ni cosquillas, estaba condenado, nada podría salvarme, o si, en ese fatídico momento sucedió algo muy muy  extraño, algo imposible, de un arbusto surgió golpeando a la bruja nada más y nada menos que Runa, si, el cadáver que estaba enterrando, ni pude evitar soltar un grito de puro terror
-¡UAAAAAAAAA, un fantasma!- grite asustado arrastrándome un par de pasos, con el rostro pálido y sosteniendo tembloroso mi pala como escasa defensa.

Pero extrañamente el fantasma de Runa estaba de mi lado y trató de golpear a la buja sin éxito y acabó lanzada contra un árbol, la sangre se me heló de nuevo cuando la bruja me clavó su mirada de nuevo en mí, pude ver como cargaba algún tipo de horrible hechizo que de seguro iba a acabar conmigo, apreté los dientes con escasas opciones, la aparición de Runa me había dejado completamente en shock, ¿estaría delirando?
Pero un nuevo acto del destino salvaría mi vida una vez más, el tipo de la ballesta logró acertar de lleno a la bruja que detuvo su ataque y se desvaneció en el aire con un aullido propio de las peores pesadillas.
Me quedé inmóvil en el suelo sin comprender aun la situación, Runa estaba tendida bajo un árbol junto a mí.

El tipo de la ballesta corrió hacia nosotros y me levantó preguntándome como estaba
-Nonono, no te acerques, es un espíritu, o o o un no muerto, e.ella estaba muerta yo yo la vi.estaba muerta no no pude ser.no…no es posible- Dije manteniendo una prudencial distancia entre Runa y yo, no podía creer lo que veía Runa, estaba, estaba viva, aquí conmigo, no podía ser, era imposible, vaya si la estaba enterrando hacia unos minutos.

Lentamente toqué a Runa, no, no podía ser un fantasma, era corpórea, estaba caliente y todo, aquello era real, no podía creerlo.
-No..no puede ser yo..estabas.estabas muerta yo te vi yo..- oculté la pala detrás de mi espalda, no quedaba demasiado bien decir que había estado a punto de enterrarla viva.
-Oh..por todos los cielos..Runa, estás viva, VIVA- exclamé dándome ya cuenta de la situación, no tengo ni idea de que había pasado, pero Runa estaba viva y con nosotros, le di un fortísimo abrazo levantándola del suelo y girando con el rostro envuelto en lágrimas de alegría.

-Runa Runa Runa, que bien estas viva, estas con nosotros, oh que bien que alegría- no cabía en mi de gozo, entonces me di cuenta de que no estaba tan entera, uno de sus brazos tenia mal aspecto y desprendía un olor bastante desagradable.
-Uf..uf..eso..eso tiene mala pinta- dije confuso -¿Estas bien?¿estás bien?¿como.como has..como has regresado?- le pregunté a Runa la cabeza me daba vueltas, y no solo por la contusión.

Reparé entonces en el tipo de ballesta, mi salvador, que nos había ayudado a ambos.
-Ah.yo..no..no me he presentado, soy Schott, y ella es Runa, una vieja amiga, que estaba…bueno no se…muchas gracias de veras, le debemos la vida- dije tendiéndole la mano al tipo.
El tipo preocupado nos condujo corriendo a la cabaña para percatarse de que había perdido algo, por lo visto era Cazarrecompensas, y estaba buscado a un par de fugitivas, a mí no me hacían mucha gracia los Cazarrecompensas, pero comprendía que eran necesarios, que llegaban donde la guardia no podía llegar, apenas había guardias para mantener el orden en las ciudades mucho menos en ir a la caza de delincuentes.

El tipo nos pidió ayuda y nos ofreció un buen trato, creo que me sonaba haber leído Fiona en alguno de los carteles de ser busca del cuartel, pero no estaba seguro, de todas formas le debía la vida al tipo, y si encima volvía al cuartel con una fugitiva y con la que se supone que debía enterrar vivita y coleando, uf, hasta el mismísimo lord de la guardia me felicitaría, ya podía verlo.
-Si, en efecto, somos guardias, le ayudaremos con las fugitivas, es lo mínimo que podemos hacer- sonreí tendiéndole la mano -¿Y tiene los papeles de captura?- pregunté de manera oficial, ya que estábamos en el lio quería saber a quién buscábamos y de que se las acusaba para saber cuál peligrosas eran.

Recordé haberlas visto salir fugazmente en la pelea, y efectivamente, a una dirección de la cabaña había restos de hierba pisada, supongo que con las prisas habían sido descuidadas y habían dejado un rastro.
-Jejeje, por aquí- sonreí orgulloso de mi mismo, se me daba fatal seguir rastros, pero supongo que su prioridad al menos de momento era huir, además la elfa no iba a dejar rastro en el bosque, pero la humana  si, aprovecharíamos eso.

Avanzamos un rato siguiendo las hierbas pisadas, cada vez era más complicado, y un par de veces creí perderme, hasta que por puro azar vi algo en el suelo que no era autóctono de allí.
-Mirad- sonreí recogiendo un trozo de cuerda cortada del suelo –Han estado aquí jeje, ¿alguna idea de dónde ir ahora?- dije revisando el bosque, todos las direcciones me parecían iguales, y no quería perderme otra vez.
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Mensaje  Runa Thorgil Sáb Abr 22 2017, 18:42

Que bien calculado tenía aquel golpe, cuanta precisión empeñaba la muchacha que la bruja, casi sin despeinarse, lanzó un hechizo contra ella mandando a volar su cuerpo contra un árbol. Fue un golpe bastante duro, en lo que trataba de recomponerse en el suelo, teniendo aun la sensación de vértigo, pero con la fortuna de aquel hombre que apuntaba que la ahuyentó tras los matorrales.

Solo, en esos escasos segundos. Podía escuchar la respiración acelerada de Schott, dando alarma al otro hombre que no se arrimara hacia ella, hablaba que era un espíritu entre temblores, no paraba de repetir que ella estaba muerta, y en cierta manera no estaba equivocado.
Estuvo muerta, había estado sin un soplido de vida, pero se encontraba de nuevo viva. Una forma un poco cruel de descubrirlo, pero como le enseñó su padre tiempo atrás, no había que temer al dolor, pues era la forma más bella de la vida.

Trataba de sacudir su cabeza con la esperanza que el mareo cesara en ese momento, al menos ya podía abrir los ojos lentamente para poder observar la hierba fresca que se encontraba bajo ella, era una sensación paranoica, era una sensación de vacío hasta que notó la mano áspera del pelirrojo tocar su brazo, por eso Runa levantó la cabeza hacia él observando como esas pupilas se agrandaban e iluminaban al estar mirándola, y de ahí sucedió algo realmente extraño a la vez de nuevo para ella.

Schott la levantó de un abrazo mientras frotaba su mejilla contra la suya emocionado. En ese mismo instante, para la ladrona se le paró el mundo, se frenó ante la felicidad que mostraba de volver a verla, de poder abrazarlo mientras continuaban girando sobre si mismos, y no tenía que decir nada, ahora estaba feliz de estar de vuelta, de realmente notar que le estaba echando de menos, y solo con ese silencio necesario, continuó abrazándolo hasta que pararon e intentaban permanecer de pie.

Su brazo le escocia, parecía haberse puesto un poco negro, con un olor un poco desagradable. Schott no paraba de observarlo y preguntar con preocupación si estaba bien, hasta él mismo se daba cuenta que no tenía buena pinta.-Estoy bien Schotty... No te preocupes, no me duele.- Trató de calmarle y no darle importancia al asunto, pero continuaba confuso y nervioso por lo que la ronda de las preguntas continuó.-No lo sé... - Respondió ella misma confusa también por lo acontecimientos.-Solo sé que algo me decía que estabas en peligro, pero te encuentras bien- Terminó de añadirle con una sonrisa.

Schott enseguida no tardó en presentar a ambos, sino que Franco, aquel misterioso hombre los conducía hacia una cabaña, que por la estética parecía casi derruida, no paraba de nombrar a una tal Fiona, que resultó ser una mujer en busca y captura la cual había liberado una elfa en su misma situación.

Franco viendo las insignias de la guardia de ambos, mencionó que ambos eran guardias de Lunargenta. Runa no pudo evitar mirar la insignia en silencio mientras el pelirrojo afirmaba y accedía al trato de quedarnos con la fugitiva humana a cambio de ayudarle a encontrarlas, para ella, realmente no era importante, pero si era cierto que ese hombre había luchado para proteger a Schott y salvarla las espaldas a ella.

Así que se pusieron en marcha tras un rastro de pisadas, que el pelirrojo dijo que ambas habían tomado cuando se produjo la pelea, y bosque adentro continuaron hasta que se borraron del todo, por suerte unos pasos adelante encontró el trozo de una cuerda que les dio una pequeña pista que dirección tomar. Runa se subió a una de las copas de los arboles, y a los lejos observó como un pequeño camino creado gracias a la hierba aplastada.

Era largo y parecía dar a un lugar menos frondoso.-¡Por allí!- Les indico con el dedo indice y bajo de nuevo para caminar junto a ellos. Si encontraban pronto a esa fugitiva, quizás ella y el pelirrojo antes de tener que pasar por más peligros, podrían regresar.

Aunque el recibimiento de una muerta a primera vista nunca fue feliz.

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Mensaje  Ger Lun Abr 24 2017, 22:52

Helyare fue tan inocente que ni siquiera le dio por echar un vistazo al cartel que Andrea guardaba entre manos. Aquel que la delataba como una traidora, embustera y estafadora en búsqueda y captura. Como que su verdadero nombre no era Andrea, sino Fiona.

La del bombín respiró tranquila cuando vio que la elfa no se había percatado de este detalle, pero cuando se deshacía del cartel, vio como ésta trataba de escapar aprovechando. ¿Perseguir a un elfo por su territorio? - ¡Eh! – gritó, comenzando a correr tras de la guardabosques.

Helyare corría muy bien y se camuflaba. Se notaba que se había pasado 76 años correteando por los bosques, más del triple de los que podría tener Andrea. Pero la estafadora tampoco era una torpe y, por fortuna de los dioses, pudo cogerla cuando Helyare tropezó contra aquel viejo roble como si fuera una novata y cayó tendida en el suelo. -Mira que lo intenté hacer por las buenas. – dijo poniéndole una especie de argollas o esposas en las manos. – No había necesidad de llevarse mal. – Y la levantó.

Con ella atada y arrastrándola, cruzó el pueblo de Villasauco por un lateral, sin tratar de ser vista por la población ya que estaba en búsqueda y captura. ¿Su objetivo? Lo tenía claro. El lugar donde supuestamente se encontraba el tipo que les entregaría armamento para poder luchar. Un viejo caserón semiabandonado y ruinoso. Perfecto para un contrabandista.

Fiona picó a la puerta. Cinco veces, recreando una melodía que servía a modo de contraseña para que quienquiera que estuviese en el interior de la casa. La puerta se abrió. – Entra, guapa. – instó la humana casi forzando a la elfa a entrar. Un tipo respigado, al que la sombra aún no permitía ver el rostro, aguardaba de espaldas.
-No contábamos con que alguien la trajera tan pronto. – ella le devolvió la sonrisa y se apartó de Helyare, por lo que pudiera pasar, acercándose al hombre para recuperar su recompensa.
-Es un placer hacer negocios con usted, señor Lombardi. – rió guardando la suculenta bolsa de aeros que la madre de la familia aguardaba para ella. – Bueno, creo que ya he terminado por aquí. – dio una palmada en la espalda a la elfa. – Buena suerte, chica, la necesitarás. – Antes de salir por la puerta. - Si necesitáis algo, estaré en la taberna. - comentó tras cerrar la puerta. Y se dirigió a la pequeña taberna del bar, a descansar después de una noche movida.

El padre, la madre, y los dos hermanos menores, de a lo sumo dieciocho y quince años respectivamente, permanecían mirando inquisitivamente con sus vestidos elegantes a Helyare. No dirían nada. Primero aguardarían a ver que era lo que aquella elfa tenía que decir. Lo único que podría concluir es que estaba en un problema, y en un problema bastante peliagudo.

-¿Qué te gusta, Helyare? - comentó el padre de familia, con unos ojos idos y totalmente psicóticos. Manteniendo una pequeña porción de suelo en su mano. - Tierra... - miró a su esposa, que guardaba un témpano de hielo en su mano - Hielo... - miró al hijo mayor - Electricidad... - y por último a la hija pequeña. - O Fuego. - Cada miembro manejaba un elemento distinto. Pero todos con una mirada enfermiza. ¿Qué clase de familia eran los Lombardi? Desde luego no una que alguien quisiera tener como suegros o cuñados.

Giovani Lombardi:
Frederica Lombardi:
Cesare Lombardi:
Lucrecia Lombardi:

* * * * * * * * * * * * *

-Todo en regla, chico, está todo en regla. – contestó Nero a los comentarios de Schott sobre si tenía los papeles de captura. El nuevo objetivo era dar caza a la elfa antes de que Fiona se la llevase lejos. ¿Pero por dónde buscar? El pelirrojo indicó al grupo la dirección en la que habían huido y, Runa, tras subirse a la copa de un árbol, pudo averiguar la dirección en la que habían huido.

-¿Ves algo, Runa? - Desde su posición podía ver columnas de humo salir a lo lejos. No a demasiados kilómetros había una pequeña villa en un claro en medio del bosque. Un lugar perfecto para realizar la búsqueda o preguntar por la tal Andrea. El ballestero no tardaría en dar su veredicto sobre el lugar. – Es Villasauco, el lugar en el que ofrecían una recompensa por Helyare. - Sí, tenía que ser allí a donde Fiona había llevado a la elfa.

Caminaron en dirección a éste, pero pronto comenzarían a escucharse pasos por el bosque. Alguien debía estar siguiéndolos… y alguien que sabía moverse bien entre los árboles. Arbustos comenzarían a moverse, a vibrar. – Acelerad el paso. Y no miréis atrás. - Tuvieron que acelerar el paso para tratar de llegar al poblado antes de ser emboscados por sólo los dioses saben qué. El bosque de Sandorái estaba plagado de elfos poco amistosos con los humanos y, además, una bruja andaba suelta.

El tablón de anuncios de Villasauco. Allí consiguieron llegar. El lugar no era demasiado turístico, sino más bien un poblado dedicado a la tala de árboles. Un campamento maderero en el que sólo habitaban las gentes que trabajaban allí o en los casos servicios que pudiese tener el pueblo, como la taberna o la botica.

-Esa humana… ¡Agh! – susurró una voz que acechaba tras los árboles, pero que en cuanto perdió de vista a Runa tras un árbol olvidó ese instinto asesino, esa necesidad que tenía por matar.

* * * * * * * * * * * *

Helyare: Has intentado huir, pero has obtenido una mala runa, por lo tanto tu éxito ha sido fallido. Andrea, lejos de prometer lo que te había dicho, te ha cambiado por una bolsita de moneda a la familia Lombardi. Sólo te miran. Tendrás que decidir si elegir un elemento, defender tus crímenes, insultar, decir algo… O callar para siempre. Tal vez consigas deshacerte de la furia de los Lombardi si, por una vez en tu vida, aprender a no decir lo que piensas. Andrea te ha abandonado y se ha ido a la taberna.

Runa & Schott: Aunque alguien os persigue. Parece que aún no se han pronunciado. No tenéis ni idea de dónde se pueden encontrar los Lombardi en el pueblecito, pero no parece haber mucha gente en las calles a la que podáis preguntar. Tal vez en la taberna (lugar cubierto) encontréis a alguien, o tal vez en el campamento maderero (lugar descubierto). Tendréis que decidir. En este turno nadie os atacará.

Ninguno tendréis que tirar runa este turno.
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Mensaje  Helyare Mar Abr 25 2017, 21:32

La huída por Sandorai no parecía tan sencilla como la había planeado Helyare en su mente. Bueno, realmente no es que hubiera planeado mucho, simplemente quería que Andrea soltase las cuerdas e irse de allí lo más rápido posible. Quería llegar a la playa de los Ancestros y salir del bosque a toda costa, pero no sin antes recuperar su arco. Era demasiado característico como para que al idiota del cazarrecompensas se le olvidase por algún lado o simplemente que se lo quedase. No iba a permitir que un humano lo tuviese.

Salió corriendo cuando vio a Andrea demasiado cerca. Pero los nervios, la ansiedad de estar en el bosque y un elfo saliendo de detrás de un roble luchando contra un brujo hasta que uno de los dos muriera, la hicieron tropezar y caer. Quedó levemente conmocionada, algo que aprovechó la humana para volver a atarla y llevarla, prácticamente a rastras, al dichoso pueblo. –¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡¡¡Que me sueltes!!!

Helyare trataba de retorcerse y dificultar que se la llevase pero no tuvo mucho efecto. Como mucho hizo que fueran más lentas, pero al final se encontró con el caserón abandonado donde Andrea tenía que entregarla. Dio unos cuantos tirones más para intentar escapar por todos los medios, pero tampoco fueron efectivos. Habían cruzado Villasauco sin ser vistas. ¿Qué le pasaba a ese pueblo? ¿Y la gente? La verdad es que en su paseo por la aldea, a Helyare le dio mala espina. Además que tenía pinta de ser un pueblo maderero, de esos que se dedicaban a talar los árboles de Sandorai. Los malditos humanos no tenían suficiente con no ser respetuosos con la naturaleza que rodeaba a sus apestosas villas, que también  trataban de acabar con un lugar sagrado para los elfos como era Sandorai.

Frente a la puerta del caserón, Andrea tocó la puerta de forma extraña y, al abrir la puerta, la oscuridad invadía la sala. Helyare podía presumir de tener mejor vista que un humano pero aun así era un lugar oscuro y lúgubre. La cazarrecompensas la empujón y ella se retorció un poco para que no la tocase. No quería que la metiera en ese lugar, pero, al igual que con su plan de huída, fracasó.

La elfa notó la presencia de alguien, y no se equivocaba, pues en cuanto entró una voz masculina invadió el lugar. La había escuchado antes, pero no recordaba dónde. Se quedó perpleja, no hizo falta que Andrea la sujetara más, pues permanecía como si fuera una estatua tratando de ver quiénes eran los que estaban allí. Su expresión se volvió más fría cuando vio al hombre que había hablado. ¡Ya se acordaba de él! Era el padre de la bruja de Vulwulfar, aquel que había ayudado al humano cuando Farnasse murió. Se le encogió el corazón al recordar aquella muerte y los lamentos de Almereth, que a día de hoy no se le borraban de la cabeza. ¿Estaría ahí? Avanzó medio paso mirando hacia todos lados, alertada. Pero no conseguía ver si esos brujos lo tenían ahí o no.

La tal Andrea salió de la casa como si estuviera en la suya propia y la elfa fue contra ella para intentar que no la dejara ahí con esa familia de locos. –¡Eh! ¡Eh! ¡No te vayas!

Se encontró de golpe con la puerta cerrada y tardó un par de segundos en girarse al escuchar la voz del patriarca de la familia, el padre de la difunta Francesca. Casi hubiese preferido en esos momentos tener la mediocre vista de un humano, apenas habría visto los detalles de la cara de esa gente. Sus ojos parecían de locos y sus expresiones la recordaban a las de las ilustraciones de los libros que había leído. Ellos eran la representación de los brujos: enfermos de la cabeza y con ganas de sangre. La elfa pasó la mirada por todos y cada uno de los hechiceros mientras su sangre se helaba al verse en esa situación. Cada miembro manejaba un elemento y ella estaba atada de manos con unos grilletes, encerrada en una casa con esos cuatro, y desarmada. No tenía muchas opciones donde elegir y estaba claro que buscaban venganza. La elección del elemento le parecía una especie de rito, parecían querer jugar o algo así. La elfa dio un paso hacia atrás, quedando contra la puerta y miró a todos lados buscando algo que usar para escapar o para atacar.
Pero eran cuatro brujos Tensáis, estaba en desventaja clarísima y la magia no era su punto fuerte ni de lejos. Si hubiese tenido el arco al menos podría haber intentado algo. ¿Y ahora qué? No dijo nada acerca de los elementos, simplemente permaneció callada a la espera de ver qué hacían.

Estaba en un gran aprieto si trataba de enfrentarse a ellos. Pero no quería morir ahí y menos sin hacer nada. ¡Hasta una cría había! No iba a permitir que una niñata la hiriese siquiera. Volvió a pasar la vista por los cuatro sin apenas mover la cabeza y avanzó un par de pasos. El sonido de los grilletes le dio una pista de una forma para defenderse. Le preocupaba, especialmente, el que era capaz de crear rayos, la podría paralizar en un segundo, tenía que pensar bien en qué hacer, pero tampoco volvería a sublevarse ante unos deleznables seres como aquellos. Avanzó otro paso más, dubitativa, sin perderles la vista, acercándose un poco más a la más pequeña.

Yo no maté a su hija. “Pero me hubiese encantado ser yo la que la hubiese matado con mis propias manos”, pensó. Miró a los dos adultos con seriedad y sin ocultar el odio en sus ojos verdes. –El camarlengo planificaba mataros. Y a ella igual. –No dijo su nombre porque no lo recordaba, y le daba igual. Para ella, Vulwulfar sólo tenía dos nombres, los de los dos elfos a los que dejó allí. –Nos hizo creer que ella era quien merecía morir. –“Y lo merecía”. –Y  también mandó a la guardia contra nosotros. –Trataba de sonar calmada y no pensar en lo que supuso para ella aquella misión y el tener que abandonar al elfo a su suerte. –Ese hombre sólo quería poder. –Continuó, escupiendo las palabras. –Pero ya está muerto.
También recordó cómo fue una de sus flechas la que acabó con la vida de ese miserable humano. Pero no porque hubiese atentado contra la bruja. A Helyare la bruja le importaba poquito. Pero había subido al cadalso a Almereth, a pesar de que el elfo se había ofrecido a ayudar al camarlengo. Ese cerdo estaba mejor muerto.

Parecía que no, pero la elfa tenía miedo de lo que pudieran hacer con ella. La habían enseñado a morir luchando contra los brujos, pero no en esas condiciones. No podía defenderse del todo. Su único plan era agarrar a la niña más pequeña del cuello ayudándose de sus grilletes y usarla como escudo. Pero si controlaba bien el elemento tenía que dejarla inconsciente demasiado rápido o la quemaría. Por ahora no estaba haciendo nada, sólo daba pequeños pasos, muy lentos. A pesar de estar en un buen lío, trataba de no hacer visible todo su ferviente odio hacia esa raza, aunque por una parte sentía que estaba fallando a quien era, más aún. Debería estar luchando, como pudiese, contra los brujos. Restregarles la muerte de su hija y reconocer, con orgullo, que había una hechicera menos en Aerandir. Pero las consecuencias que tuviera decir eso hace tiempo, no eran las mismas que las de ahora. En el pasado hubiese tenido el respaldo de quienes consideraba su familia. Ahora estaba sola en un sucio caserón y las consecuencias de sus actos no tendrían ningún tipo de repercusión. Al menos así se dibujaba en su mente el panorama. Sólo podía intentar escapar o tratar de defenderse.
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Mensaje  Schott Jue Abr 27 2017, 23:25

Aun no podía creer que Runa estuviese viva, vaya si hasta hace un rato había estado a punto de cubrirla de tierra, por los cielos menos mal que no lo hice, aun no entendía como esto podía estar pasando, había visto cosas extrañas en Aerandir, ¿pero resucitar a un muerto?

-Oye Runa…- le dije poniéndome  a su ritmo –Siento…haber estado a punto de enterrarte y tal, yo..no sabía, no tenía ni idea de…bueno…de esto- me disculpé torpemente –Y..quería preguntarte..emm..¿cómo es?...ya sabes…el más allá- pregunté curioso, no todos los días se ve a alguien que regresa de entre los muertos.

Por suerte no había señales de la bruja, lo cual era rodo un alivio, de no ser por Runa y el ballestero yo ahora estaría criando malvas, pero la pobre Runa ahora tenía esa fea herida en el brazo, debíamos ver a un médico o quizás mejor a un mago cuanto antes, aunque supongo que visto su estado anterior no podíamos quejarnos.

Runa, ágil como siempre, trepó hasta la copa de un árbol tratando de divisar algo, solo de verlo me agotaba, yo no creo ni que hubiese conseguido llegar a un cuarto de estos enormes árboles milenarios, pero por suerte ella sí, y divisó desde allí un pueblo lejano, Franco afirmó que se trataba de Villasauco, donde buscaban a la elfa.
-Bien, pues por allí empezaremos, buen trabajo Runa- sonreí, como en los viejos tiempos.

Conforme fuimos andando me pareció oír susurros tras nosotros, aunque con lo espeso que era el bosque podría estar asustándome de mi propia sombra, sin embargo mis compañeros parece que lo oyeron mejor que yo, el Cazarrecompensas sugirió acelerar el paso, no podía estar más de acuerdo, este bosque me ponía los pelos de punta.
Por fin llegamos a Villasauco, un pequeño pueblo como tantos otros, dedicado a la madera, que debía de ser de gran calidad vistos los árboles, supongo que habría que ser un tipo duro para talarlos con los grandes que eran, y más aun sabiendo quien los guardaba.

Me detuve un momento a contemplar el tablón de anuncios que estaba a la entrada del pueblo, estábamos bastante lejos de cualquier gran cuidad, lo demás eran los típicos anuncios que uno esperaba encontrar en un lugar así, supongo que la guardia no solía pasarse muy a menudo por estos lares.
-Jajajaja- reí leyendo tablón –Chicos, por lo visto hay por aquí una bruja peligrosa, tendremos que andarnos con cuidado Jajaja- bromeé maldiciendo la ironía, anda que…
Avanzamos por el pueblo, era un lugar pequeño, sin embargo no parecía haber nadie por las calles ¿Qué hora seria? ¿cuanto tiempo llevábamos en el bosque?

-Propongo ir a la taberna- comenté señalando el edificio al fondo  que tenía pinta de serlo –Allí seguro que hay gente a la que preguntar, ademas no se vosotros, pero yo me muero por un trago de algo, las peleas con entes malignos me dejan seco jaja- bromeé.
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Mensaje  Runa Thorgil Sáb Abr 29 2017, 12:32

Bajó de árbol con cautela, casi arrastrando sus pies mientras sus manos hacían el trabajo sucio, soportar la ruda y áspera madera hasta poner sus pies en el suelo. Franco les indico que el lugar que había visualizado a lo lejos se trataba de Villasauco, donde posiblemente se encontraba la elfa Helyare, aunque no conocía la portadora de dicho nombre, algo le hacía desconfiar a la pequeña ladrona ,que todavía permanecía parada limpiándose las manos en unas hojas caídas.

Continuaron dirección al este, mientras Schott iba la mar de contento, ella no paraba de pensar que minutos atrás se había disculpado por tratar de enterrarla en un gran agujero. Pobre Schott, la respiración de la chica se acortó mientras fue castigada al ver su propia muerte y él no conocía la mínima esperanza de ello. ¿Como iba a culparle después de todo lo que la lloró aun estando derrotado? , eran tan sumamente bondadoso e inocente que no podía dejar que cargara con ningún peso de lo sucedido-Schott...- Llamó su atención para responder ese silencio que le causo momentos anteriores.-No te preocupes por lo sucedido- Le devolvió la sonrisa más sincera que le llegaba en ese instante, y acto seguido comenzó a reir con esa risa risueña que la caracterizada.-¿Sabes que allí es un lugar inmenso lleno de los mejores manjares?- Respondió a su pregunta, diciendo así una pequeña mentira piadosa para no causarle más dolor e importancia al asunto.

Todavía no sabe como, pero Schott estaba feliz, y sin embargo Franco estaba tieso, aquel hombre se encontraba en tensión mientras avanzaban comentando que se dieran prisa sin mirar atrás, y comprendió dicha tensión cuando escuchó unas pisadas detrás de ellos, pero no era momento de darle importancia.

Llegaron a la entrada, donde yacía clavado el tablón de anuncios. Schott se acercó demasiado rápido a dicho tablón para ver el anuncio, donde salía aquella tan repugnante bruja que le había provocado ese estropicio en el brazo, no paraba de examinarse el brazo determinadamente mientras meditaba que tendría que zanjar asuntos con ella vieja. Necesitaba una cura, su brazo aunque no le dolía pintaba demasiado mal. Sonrío a Schott al echarle tanto humor al asunto pasando su mano derecha por su pelo rojizo como muestra de cariño y trató de estar serena.

-¿Franco volveremos a ver a esa mujer?- Le preguntó sin duda no con buenas intenciones, y mientras aun esperaba su respuesto continuó examinando el tablón hasta encontrar el rostro de aquella elfa egolatra a la que tatuó Huracán en el brazo, Helyare ponía, eran la elfa que estaban buscando.
-¡¿QUÉ?! ¡¿AQUELLA COMECARDOS ES LA ELFA QUE BUSCAMOS?!- El tonó de la ladrona se alteró un poco al recordar aquella elfa, que solo apestaba a odio y desigualdad.

-¡Muy bien! ¡Como dijo Schott! ¡A la taberna!- Trató de tranquilizar su tono , siendo ella la primera en ir adelante del grupo.

Atravesaron la villa, esa pequeña villa que parecía trabajar con la madera y parecía estar casi desierta. Daron con el lugar que parecía ser una pequeña taberna, construida por la misma madera que talaban,con unas puertas totalmente giratorias , y adornada con pequeños dibujos hechos con un arma de filo. Runa decidió entrar la primera para comprobar que existía allí, y sobre todo a quien se iban a encontrar.
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Mensaje  Ger Dom Abr 30 2017, 16:24

Cada uno de los Lombardi podía ver reflejado el miedo en los ojos de Helyare. La elfa podía ser racista, pero su sentido de supervivencia que aquella familia de brujos exterminaelfos no iba a augurarle nada bueno. Cada miembro lo miró con una emoción distinta Cuatro sentimientos distintos para reflejar lo mismo: El asesinato de un ser querido. Dolor, en la mirada del padre, odio, en la de la madre, pesadumbre, en la del hijo mayor y felicidad, en la de la menor de las hijas.

Guardaron silencio. No la creían, pero al menos el tono reconciliador de Helyare había servido para que no la mataran allí mismo. Quién sabe si no hubiese sido mejor, pues en cuanto el tensái de tierra se lo propuso, el suelo bajo el que se encontraba la elfa se abrió y la tragó por completo.

Helyare cayó a un oscuro sótano en el que no podía ver nada. Tal vez podría iluminarlo con alguna habilidad, pero todo estaba en la más absoluta penumbra, como si fuera de noche. Ni un atisbo de luz, el más mínimo. Tan sólo sintió el acompasado taconeo de uno de los miembros de los Lombardi bajar al piso inferior. Una puerta roída, de madera, que probablemente daría lugar a la estancia, se abrió, pero sólo había oscuridad.

Guiado por la oscuridad, el miembro de la familia no se acercaría a Helyare, sino a un lateral de la pared. Se escuchó el girar mecánico de una manivela y poco después comenzó a sonar una una caja de música.


Continuábamos en la más profunda oscuridad. El miembro de los Lombardi de pronto, convirtió sus manos en fuego, sirviendo las manos de la persona como la única fuente de luz de la estancia. Fue entonces cuando, al hacerse la luz, la elfa pudo distinguir de quién se trataba. Era la niña. La hija más pequeña de la familia. Con su sonrisa no expresaba tranquilidad, sino más bien demencia. Se quedó mirando fíjamente a Helyare durante unos instantes con sus brazos levantados, prendidos en fuego.

-Hola, Helyare. ¿Qué tal estás? – le dijo con aquella sonrisa, con aquella voz tan aguda e infantil. La chiquilla no parecía herida emocionalmente. La estancia era lo suficientemente grande como para que la tenue luz no permitiera ver el fondo de las paredes y causar en la elfa una sensación de angustia dado que la música no paraba de sonar. – ¿Quieres jugar? – le preguntó la inocente niña, tendiéndole una mano a la elfa para que se la estrechase. – Mira detrás de ti. – tras la pelirroja había un par de montañitas de ceniza. Nada perfectamente destacable. – Son elfos. Como tú. – explicó. – Mis padres me suelen traer elfos malos de Vulwulfar para que los haga inmolar. Pero desde que nos cambiamos de casa sólo me han traído esos dos. Si aguantas gritando más de cuarenta y tres segundos antes de que te derrita, habrás batido el récord. – rió y comenzó a acercarse a Helyare, con la llama en sus manos. – Comencemos a jugar.

La niña comenzó a correr hacia ella, con ambas manos convertidas, literalmente, en lava, persiguiendo a la elfa por toda la habitación, tratando de agarrarla por alguna parte en la que pudiese arder. Maniatada como estaba, la elfa no tenía modo de defenderse más. Y en cualquier caso, tampoco le interesaba.

* * * * * * * * * * * *

Más atrás, todavía a la entrada de Villasauco, se encontraba el dúo de guardias más el cazarrecompensas. Los tres leyeron las noticias del tablón de anuncios en busca de alguna pista, pero lo cierto es que más allá de los peligros ya conocidos como el de la bruja, o la recompensa por Helyare, el resto de noticias no eran nada aclaradoras. Por ello, Schott propuso dirigirse a la taberna, pero Runa saltó en cuanto vio el rostro de Helyare.

-¿Comecardos? – preguntó Franco a Runa tras ver como había saltado Runa al ver el cartel con el rostro de Helyare. – Sí. Esa es la elfa que buscamos. – afirmó. - Veo que Helyare tiene enemigos en todas partes. – aportó a la conversación, sin reír. Él nunca reía. – Veo bien la opción de la taberna, aunque será difícil que encontremos a Fiona. – comentó con cierta lamentación en relación a la pregunta de Runa, preguntándole si, tal vez, volviesen a toparse con la otra cazarrecompensas.

La taberna tenía poco ambiente por las mañanas, y aquella en concreto no era más que un lugar de descanso para los viajeros que viajaban hacia los dominios de los vampiros, o bien hacia Verisar. Un lugar de paso en el que no más de un par mulas y caballos permanecían atados a la posta de fuera.

El interior era igual de poco prometedor y falto de vida. Franco echó un vistazo por la ventana donde estaban amarrados los animales y vio un par de hombres jugando a las cartas, probablemente en su turno libre, un tabernero fregando la barra y una extraña con bombín en la mesa del fondo. - ¡¿Una extraña con bombín en la mesa del fondo?! – exclamó Franco a Runa sin ni siquiera dar los buenos días. – Tratad de disimular, como que no venís conmigo. – indicó. Capturar a Fiona podía ser interesante para Runa y Schott, pero era mejor no dar pistas.
Taberna:

Entró en primer lugar y Fiona, aborrecida, vio entrar al de la gabardina. Su única vía de escape factible era la puerta. Y la superioridad numérica la dejaba en clara desventaja como para poder utilizar una vía de escape alternativa. ¿Pero por qué huir de Franco? Quizás porque sobre su cabeza colgaba una nada despreciable recompensa, tanta como la que se acababa de cobrar por haber entregado a Helyare. Pero él no la entregaría en Lunargenta. El ballestero pidió ron y se sentó en la mesa, frente a ella, que cuando lo vio llegar bajó los pies de la mesa. Schott y Runa, que entrarían instantes después, podrían oír su conversación, que era la única del local.

-Franquito, franquito. – rió dando un sorbo, sin quitar los pies de encima de ésta. - ¿Vienes a felicitar a la campeona o, tal vez, a capturarme? ¿Tan mal perder tienes? – preguntó retóricamente. Franco no respondió. Se quedó pensativo durante unos segundos antes de pronunciarse, mirándola fíjamente.
-¿Dónde está, Fiona? – preguntó.
-¿Eso qué importa? Es mercancía ya pagada. – enseñó la bolsita. – Ya que he ganado una buena suma de dinero seré yo quien pague esta ronda. – aportó, levantándose de la mesa para proceder a lo mismo. Franco, la tomó de la muñeca fuertemente.
-Insisto. – dijo. – Había que entregarla en Vulwulfar.
-Estás desfasado, Franco. – aportó. – Los Lombardi ya no viven ahí desde que pusieron precio a su cabeza. – explicó. Tal vez la primera verdad que había dicho en todo el año. –Están aquí, en Villasauco, concretamente en el caserón del final del pueblo. Si tanto la quieres, ve a por ella, yo ya he cobrado. – concluyó, tras lo que el ballestero la liberó y permaneció sentado. Se dispuso a salir andando hacia la puerta, sin advertir que, ni Schott ni Runa eran aliados del ballestero.

* * * * * * * * * * * *

Helyare: Te has portado bien, por lo que eso te ha permitido llegar ilesa a este turno. Como no has contestado a la pregunta que te hicieron, elijo yo el desafío. Primero te tocará vértelas con la agradable Lucrecia Lombardi. Estoy seguro de que no quieres que te acaricie con esas manos. Tendrás que buscar una forma de liberarte, buscar la puerta y huir o contraatacar de alguna manera (puedes intentarlo cuerpo a cuerpo, pero no te lo aconsejo). Lo que decidas. Las manos de la niña son la única fuente de luz de la que dispones. Tendrás que tirar una runa.

Schott & Runa: Desde luego, elegir el lugar cubierto os ha hecho libraros, sólo por ahora, de alguien peor. En la taberna os habéis encontrado con Fiona, y ya sabéis dónde se encuentra Helyare. Quedará a vuestro criterio decidir ir a buscarla o no. Fiona se dispone a abandonar la taberna. En este turno tendréis que retenerla, bien sea por la vía diplomática, resultando convincentes, o bien a la fuerza. Tal vez consigáis una amiga para lo que resta de misión… o puede que una carga. No hará falta que tiréis runa en este turno. Schott, tú, que te veo más nervioso y temerario que Runa, además podrás distinguir la silueta de varios orejas puntiagudas pasar rápido tras los cristales, pero mientras permanezcáis dentro, no entrarán.
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Mensaje  Helyare Mar Mayo 02 2017, 13:32

Ni siquiera usando un discurso más apaciguado consiguió que la liberasen. Mirándoles al rostro se dio cuenta de que, posiblemente, ni la hubiesen escuchado. Sus expresiones eran las de unos dementes que ya no sabían qué era realidad y qué no. Por mucho que intentase hacerles entender no iban a creer en sus palabras. Aunque el tono que había empleado la elfa tampoco era el mejor, se notaba el odio salir de su boca. No estaba muy acostumbrada a tratar con brujos de buena manera, salvo con Vincent, tal vez, aunque siempre se había mostrado reacia a hablar con él. ¿Dónde estaría ahora? En esos momentos sí que se arrepentía de haberle tratado tan mal, al menos él intentaba mantener un diálogo, no la miraba con expresión de loco, como los Lombardi.

Su intención era usar sus propios grilletes para conseguir que la liberasen a cambio de la niña más pequeña, pero su plan se vio frustrado cuando el suelo desapareció ante sus pies y cayó al piso de abajo. Se golpeó en la espalda y la cabeza contra el suelo y quedó allí tendida unos segundos, confusa por lo que había pasado. Cuando se ubicó un poco parpadeó de seguido varias veces tratando de habituar sus ojos a la oscuridad, pero era tal la penumbra que no conseguía ver nada. Sólo se escuchaban unos pasos bajar, nada más. Lo más rápido que pudo se incorporó, justo en el momento en que se abría la puerta. Se fijo que era el único sitio por donde entraba luz… Si es que a eso se le podía llamar luz. Una tenue franja menos oscura, si acaso. Pero rápidamente desapareció, en cuanto la puerta se cerró.

La elfa no sabía qué ocurría y miraba para todos lados. Sólo notaba la presencia de una persona pero no sabía si los otros tres también bajarían o no. Las pisadas siguieron por un lateral de la pared, a donde Helyare dirigió la vista. Lo siguiente fueron sonidos: una manivela y, a continuación, música. Era una caja de esas que sonaban, ¿para qué la había puesto en marcha? La pelirroja no entendía qué pretendía hacer con eso, pero la melodía la estaba poniendo más nerviosa y estaba agobiándose más al no saber qué hacer.

Y de pronto apareció luz. Podría haber sido un candelabro, pero no, eran las manos  de la hija más pequeña de los Lombardi convertidas den fuego. Instintivamente, Helyare dio un paso hacia atrás. La voz de la chiquilla sonó por encima de la música, preguntándola qué tal estaba y si quería jugar. ¿¡Jugar!? La elfa miró hacia la fuente de luz, horrorizada ante la propuesta de esa pequeña bruja. Por más que intentaba enfocar con su vista el resto de la estancia, no podía, el fuego no daba para iluminar siquiera las paredes más cercanas. Dio otro paso hacia atrás, sin dejar de mirar desesperadamente a todos lados en busca de una ruta de escape, o simplemente saber dónde estaba. No sabía si tenía una pared a un metro o a diez, no conocía las dimensiones del lugar y ni siquiera la luz que emitía el fuego de la bruja era suficiente para medir las distancias.

Cuando empezó a decirle que mirase para atrás, lo hizo inconscientemente buscando algo que le sirviera para huir, pero no fue eso lo que encontró. Casi estaba pisando una pequeña montañita de ceniza de las dos que había, y ni siquiera se había dado cuenta. La bruja le dijo que eso eran elfos. Casi  de un salto se apartó de las cenizas, ahogando un grito entre respiraciones muy aceleradas. Ahora sí tenía miedo, pues estaba totalmente desconcertada sobre las prácticas sádicas que hacían en ese lugar. ¿Por qué había dos montañas de cenizas ahí? Y tal vez no fueran las únicas…

Le dio un vuelco el corazón al ver eso.

Cenizas…  

Se tapó la boca con ambas manos para ahogar otro grito y cerró los ojos por un instante tratando de relajarse un poco, pues le habían dado, incluso, ganas de vomitar. Se apretó con fuerza las manos contra la cara, temblando. Le había dado demasiada impresión ver, lo que se supone que serían elfos, convertidos en cenizas. Casi estaba al borde del colapso emocional.

Elfos… Convertidos en cenizas…

La muerte de Farnasse había sido dura, pero nada comparado con esto. Ella estaría junto a Imbar, Anar o Isil, pero esos pobres elfos sin identidad no podían estar a recaudo de los dioses ni ser parte del ciclo vital que la diosa mandaba. Les habían robado la posibilidad de seguir existiendo, ni un funeral, ni una oración a los dioses en sus nombres o la compañía de su familia. Habían muerto quemados, sin duda la peor muerte para un elfo, pues las cenizas no permitían que los dioses los acogieran. No se había dado cuenta de que se le caían las lágrimas al pensar en eso, y más aún al pensar que su muerte iba a ser así.

Apenas estaba escuchando lo que explicaba la niña, estaba ensimismada mirando los pequeños montoncitos de ceniza. Había oído lo de los cuarenta y tres segundos, pero no fue hasta que la niña comenzó a acercarse, que la elfa empezó a retroceder.
Solo cuarenta y tres segundos eran suficientes para acabar con la vida de un elfo de esas maneras. En menos de un minuto perdían la posibilidad de ir junto a sus dioses o siquiera despedirse. Y no morían en batalla o porque había llegado su hora, sino sufriendo como sus carnes acababan abrasadas por las manos de esa bruja. Y esa niña lo tomaba como un juego. Un simple juego en el que la victoria era llevar a la muerte a los elfos. ¿¡Qué clase de gente era esa!?

Tardó en reaccionar y por poco acaba quemada. En cuanto la niña se acercó demasiado, pudo esquivarla en el último segundo, aunque faltó mucho menos para que prendiese su capa. Echó a correr por la sala, aunque las cadenas sonaban demasiado para su gusto. Por suerte, la música no paraba de sonar y disimulaba un poco el sonido metálico. Chocó contra una de las paredes, aunque se mantuvo ahí para seguirla. Tarde o temprano encontraría la puerta. No tenía su arco para poder defenderse, ni siquiera la daga y, además, estaba maniatada con los grilletes. No podía hacer mucho más que tratar de huir o intentar que no la hiciera nada, aunque hasta Helyare veía eso muy difícil.

Agazapada contra la pared iba avanzando muy despacio, sin perder de vista la luz que desprendían las manos de la niña, que la buscaba fervientemente entre carreras. Muy, muy despacio, iba tanteando la pared en busca de algún atisbo de la puerta, pues ya había perdido su ubicación entre tanta oscuridad. La posible ventaja era que si Helyare no podía ver tan bien, siendo elfa, la niña menos aún. Pero su ventaja era que tenía las manos incendiadas y eso le aportaba luz y también un modo de ataque y defensa.
Cualquier posibilidad se le hacía añicos al pensarla. Era ridículo tratar de enfrentarse a esa niña, y pensar que había intentado ahorcarla con la cadena de los grilletes. Tal vez pudiese derretirla, pero había que ser muy certero y calentar el metal no era nada favorable para Hely, más aún si este rodeaba sus muñecas.

Siguió avanzando muy despacio por la pared, totalmente tensionada. Notaba la cara fría y el rastro de las lágrimas ya seco y pegajoso, también el sudor helado que recorría su frente. Tenía el corazón en un puño y le parecía que latía con demasiada fuerza y hacía mucho ruido.
Aprovechando los acordes se iba desplazando muy lentamente, tratando de aguantar la respiración y contener las lágrimas que aún caían. Incapaz de saber hacia dónde se dirigía o si conseguiría salir de ahí, el pánico se apoderaba de ella. ¿Así iba a morir? ¿Quemada por una bruja? ¿Convertida en un rastro de cenizas en una oscura habitación? Sin tener siquiera el resguardo de sus dioses, sin un lugar donde poder descansar en paz o donde recibir los rezos de su familia. ¿Rezarían por ella? ¿O aún seguían sin querer saber nada?  ¿Y si se enteraban que había muerto así, como esos dos elfos? Se mordió el labio, más agobiada por momentos. Sin ver hacia dónde se dirigía, siendo perseguida por una loca que la iba a matar en menos de un minuto y sin poder correr o defenderse.
Acurrucada contra algo que no supo qué era, su cabeza se debatía entre defenderse hasta el final o simplemente esperar a que la pequeña diese con ella. Pero eso le daba más miedo, el no poder defenderse y acabar siendo un triste montón de ceniza. Ese no podía ser el final para ningún elfo.

La pequeña se estaba acercando a ella y pronto la vería, tenía que hacer algo ya.

Con la mayor rapidez que le permitieron sus temblorosas manos y los grilletes –no quería hacerlos sonar –, consiguió desatarse los lazos que enganchaban su capucha y capa sobre los hombros. Se la quitó y, tanteando la tela, quitó el broche verde que solía llevar por dentro, símbolo de su clan. Era uno de sus únicos recuerdos y no quería perderlo por mucho que estuviese prohibido que lo tuviera ella.

Conteniendo la respiración con gran esfuerzo aguardó a que la niña la descubriese, la cual seguía muy animada por su jueguecito y Helyare cada vez más nerviosa, pues ahora sí que estaba desvelando su posición. En cuanto estuvo cerca, lanzó la larga prenda sobre la bruja, la taparía seguro, pero era más un modo de distracción, pues no conseguiría apagarla y lo más probable es que quemase la tela, pero su idea era tapar sus manos. En cuanto la vio tapada por la capa la propinó una patada para apartarla lo máximo posible de ella. Ahora se había quedado sin luz así que sin pensarlo salió corriendo siguiendo la pared, a toda velocidad. Eso que había hecho le daría un tiempo, pero no mucho, y tenía que aprovecharlo.  

Por suerte para ella, siguiendo el sonido de la música consiguió dar con la puerta, pues según los pasos que había escuchado de la pequeña, no estaba lejos de la caja de música. Una vez dio con la madera, trató de abrirla por la fuerza, desesperada por salir de allí, sin dejar de mirar hacia donde estaba la bruja cada medio segundo, tironeando de la manilla de la puerta. –¡Ábrete! ¡Vamos!

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Mensaje  Tyr Mar Mayo 02 2017, 13:32

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Mensaje  Schott Jue Mayo 04 2017, 22:56

Conforme avanzábamos por el pequeño pueblo no dejaba de rondarme la milagrosa resurrección de Runa, me vino a la cabeza lo que Runa me dijo del más allá, así que se trataba un banquete magnifico, genial, pensé en todos los seres queridos y personas que había visto fallecer en estos años, supongo que ahora estarán en un lugar mejor, hubiese sido muy triste que no hubiese nada, uff, un escalofrió me recorrió el cuerpo, mejor no pensar en estas cosas, es de mal augurio.

Por otra parte teníamos que estar bien alerta, la elfa era una fugitiva peligrosa, y yo ya sabía la habilidad de los elfos para tender emboscadas, además estaba la otra mujer, hmm, todo aquello no pintaba bien, todo estaba como demasiado calmado.

Finalmente llegamos a la taberna, un lugar tranquilo para que los trabajadores del pueblo y los viajeros recobrasen el aliento y se sacudiesen el polvo de los caminos, nos dispusimos a mirar con cautela a través de las ventanas, el Cazarrecompensas logró reconocer a la mujer que estábamos buscando, la tal Fiona y entró primero, nosotros cubriríamos la salida.
-Bien, no escapará, pero ten cuidado, hay civiles dentro- le dije asintiendo a su plan.

Al poco de entrar él entré yo, la taberna estaba claro que había vivido días mejores, y además  estas horas eran pocos los parroquianos que allí se hallaban, aunque si alguien destacaba entre ellos era la mujer del bombín que andábamos buscando.
Entré sin llamar la atención y me quedé cerca de la puerta contemplando una cabeza disecada de algún tipo de ciervo enorme, de fondo escuchaba la escena, parecía que estos dos ya se conocían de antes.

Sonreí cuando nos dijo la ubicación de la elfa ¿Quiénes serían los Lombardi? ¿Y qué les habría hecho?, supongo que cuando la encontraremos habría tiempo para las preguntas.
De repente me pareció ver algo cruzar fugazmente la ventana -¿Eh..como…?- extrañado me asomé, nada, tan solo el imponente bosque se alzaba tras las casas, que raro, me había parecido ver sombras cruzar, sombras muy rápidas y agiles -¿Has visto eso…me pareció que….- nah, serían imaginaciones mías, desde que entré en este bosque estaba con los nervios a flor de piel.

En estas que Fiona se levantó y se dispuso a salir de la taberna, no iba a permitirlo.
-Ch..Ch..Ch..adónde va señorita- dije situando mi brazo tapando la puerta, me miré el emblema de la guardia mal cosido en mi pecho para que ella también se fijase.

-Me suena su cara, creo que usted tiene algún asunto pendiente con las autoridades ¿me equivoco?- Sonreí, supongo que lo último que se esperaba eran dos guardias de Lunargenta en esta posada perdida, no era su día de suerte, pero tras el milagro de Runa está claro que el nuestro sí.
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Mensaje  Runa Thorgil Dom Mayo 07 2017, 13:30

Franco localizó a la chica del bombin gracias a una de las ventanas que no delataban su puesto, y los aconsejó que hicieran que no fueran  con él para levantar la mínima sospecha, y así como se adelantó ante la ladrona junto a su compañero , se dirigió hacia Fiona para emprender una poca amigable charla.

Runa permaneció pegada a la puerta mientras acariciaba la madera mientras escuchaba la conversación de fondo, tras varios intentos de recochineo por parte de aquella chica, soltó varia información y se dispuso a hacer el intento de salir por la misma puerta   en la que ambos guardas aun permanecían en silencio.
Antes de que la chica le frenase, el pelirrojo puso su mano tapando la puerta haciendo un sonido de chasquido y preguntando donde se dirigía , así mirando su pequeña placa de guardia para imponer respeto ante tal mujer.

Runa al ver la cara casi de mofa de aquella señorita,la cual en su cara podía notar que era "otro mal bicho "como exactamente era ella, la agarró del hombro con su mano derecha llamando su atención y añadió.-¿Sabes amiga?, yo no me lo tomaría a risa  cuando buscan también tu cabeza- Y sonrió, como hacía aquella tal Fiona para demostrarle con que personas se había dado a cruzar en ese mismo lugar.

-¿Quieres dinero?-Comenzó a preguntar  para desconcertarla y llevarla al terrero que ella quería,si Fiona trabajará para ellos le facilitarían las cosas por el momento,y sobre todo antes podrían regresar hacia la guardia, donde ya se vería la reacción de todos los presentes.-Supongo que el dinero no lo es todo..- Continuó mientras Fiona aun no se mostraba convencida del asunto, miró a los verdes ojos del herrero haciendo un gesto para que permaneciera y no se relajase quitándose de la puerta.

-¿Y la libertad?- Añadió viendo un pequeño brillo en ojos de la chica.-Puedes obtenerla si nos ayudas...- Acaricia el pelo de la presente mientras la rodeaba misteriosa y tajante.-Pero tendrás que trabajar con nosotros- Añadió su condición mientras se volvió a parar delante de su rostro , seria, con un carácter bastante frío y manipulador ante la circunstancia. Si Fiona aceptaba, tendrían una pequeña posibilidad de que las cosas salieran bien, por ello la sonrió falsamente, para hacerle entender que si ella buena, podría obtener beneficios, pero si los traicionaba, sería Runa la primera en darle sepulcro.
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