Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
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Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
No podía evitar juguetear puntualmente con ese maldito medallón. Era algo que, por razones desconocidas, tenia que llevar siempre encima. Casi me daba la impresión de que la aura mágica que habían dicho los fantasmas era la obsesión que podía generar... Pero tras mis años de estudio, no notaba en el nada que no notara en cualquier otra baratija.
Me giré entonces a Iredia, que iba unos pasos más atrás.
- ¿Mmm?
- Digo que cuanto falta.
Alcé la vista hacia el camino, recordando haberlo visto hacia cosa de un año, cuando conocí a la niña dragona. Apenas estábamos a un par de millas de la ciudad.
- Calculo que llegaremos en una hora... - Luego sospesé la posibilidad de hacernos con una montura. - ¿Los elfos sobre que vais montados? ¿Caballos? ¿Ciervos? ¿Ardillas gigantes?
Me imaginé saltando de un lado a otro sobre una ardilla del tamaño de un caballo, lanzando hechizos como un loco. Sonrei ante esa imagen.
- Pero lo cierto es que deberíamos tratar de hacernos con una montura u otra. Esto hasta los cojones de ir andando a todos lados...
De nuevo, volví mi mano de forma inconsciente al collar. No quedaba mucho para llegar a la ciudad.
Me giré entonces a Iredia, que iba unos pasos más atrás.
- ¿Mmm?
- Digo que cuanto falta.
Alcé la vista hacia el camino, recordando haberlo visto hacia cosa de un año, cuando conocí a la niña dragona. Apenas estábamos a un par de millas de la ciudad.
- Calculo que llegaremos en una hora... - Luego sospesé la posibilidad de hacernos con una montura. - ¿Los elfos sobre que vais montados? ¿Caballos? ¿Ciervos? ¿Ardillas gigantes?
Me imaginé saltando de un lado a otro sobre una ardilla del tamaño de un caballo, lanzando hechizos como un loco. Sonrei ante esa imagen.
- Pero lo cierto es que deberíamos tratar de hacernos con una montura u otra. Esto hasta los cojones de ir andando a todos lados...
De nuevo, volví mi mano de forma inconsciente al collar. No quedaba mucho para llegar a la ciudad.
Última edición por Karkaran el Mar Jul 04 2017, 23:25, editado 1 vez
Erenair
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Iredia iba caminando algo más atrás. Había realizado una plegaria para que se le fuera curando la pierna por el camino y había hecho lo mismo con el hombro de Karkaran. Sin embargo, estaba bastante agotada de caminar. Cuando le preguntó a Karkaran por primera vez cuánto faltaba y no le respondió, frunció el ceño. Algo le trastocaba la mente a su querido brujo. Algo en forma de colgante, no le había pasado desapercibido que no había dejado de tocarlo en todo el viaje.
En el momento en el que comentó el tema de las monturas, al decir "ardillas gigantes", alzó las cejas y sonrió abiertamente. Era un maldito idiota.
-Si existieran ardillas gigantes, por supuesto que las montaría. -dijo entre risas- Pero, de momento, nos conformamos con los caballos.
Y otra vez, volvió a mirar el colgante. Se preocupó, pero no dijo nada. Miró hacia el frente y caminaron un rato más hasta que divisaron a un feliz hombre aparentemente granjero montado en un carromato.
Le hizo una seña a Karkaran, pero de nuevo estaba mirando el colgante. Frunció los labios, le miró el culo.
<<Mmm...>>, pensó maliciosamente.
Se puso detrás y no le dio un cachete, no. Le hizo una guindilla, para que le picase un rato. En cuanto se diese la vuelta, la elfa sonreiría tan feliz y le señalaría el carromato.
-Te la debía de la playa. Y da gracias que soy yo y no un bandido, brujín. -le tiró el hacha con toda la intención del mundo.
No se había atrevido a volver a tocarlo mucho tras aquel incidente de la playa y, tras la torre, había notado al brujo distante. Sin embargo, no le pareció un problema. Él era frío e impredecible, ella cálida y también impredecible. Ya se iban conociendo bastante bien y sabía que no le gustaba ser forzado a hablar. Le había demostrado en muchas ocasiones que ella, de alguna manera, le importaba algo. Con eso le bastaba. Como siempre, pragmatismo.
Se aproximó entonces al carromato con una carrera ardillesca (esto es: cojeando un poco), agitando los brazos y voceando. El hombre vio a la elfa con los ojos como platos, tiró de los caballos para que frenasen y se quedó esperándolos.
-Aybah, la mozah. ¿Ki haceh tu aquí? -miró a la espalda y vio a Karkaran- ¿Os habéih perdío?
La elfa frunció el ceño momentáneamente, le había costado un poco entender el idioma común de aquel hombre.
-No, no, no, no -negó efusivamente con los brazos- Es que estamos cansados de andar.
¿Nos puedes llevar hasta...? ¿Cómo era el sitio este...? -se lo había dicho Karkaran, pero se le había olvidado-
¿Sargento Vil?
El hombre empezó a desternillarse de risa por el cambio de nombre de la elfa hacia la ciudad a la que se dirigían. Tardó unos segundos en recobrarse y, cuando lo hizo, miró a la elfa con lagrimones en los ojos. Iredia torció el morro, avergonzada.
-Eh SaCREStic VilLE, mozah. -le corrigió aquel granjero jovial entre risas.
-¡Eso! -corroboró la joven- Prometemos que somos buenos, majos y encantadores. Y no somos ladrones.
Se interrumpió y miró a su protector, quien mantenía un semblante serio, como siempre.
<<Bueno, al menos yo.>>
Eso no se lo dijo al granjero.
Éste pareció pensar lo mismo, pues Karkaran no tenía mucho aspecto de majo, bueno y encantador. Sin embargo, la elfa le había caído en gracia, no por deseo sexual (él estaba felizmente casado), sino porque le recordaba un poco a su hija.
-Tah bien, acomodaoh atráh. Tenéh cuidaico con loh jarroneh, que son de mi mujeh y tienen que llegar enteroh, ¿eh?
Esperó a que se subiesen. Iredia miró a Karkaran con una sonrisaza. Ser una chica encantadora a veces hacía que las cosas te saliesen gratis.
En el momento en el que comentó el tema de las monturas, al decir "ardillas gigantes", alzó las cejas y sonrió abiertamente. Era un maldito idiota.
-Si existieran ardillas gigantes, por supuesto que las montaría. -dijo entre risas- Pero, de momento, nos conformamos con los caballos.
Y otra vez, volvió a mirar el colgante. Se preocupó, pero no dijo nada. Miró hacia el frente y caminaron un rato más hasta que divisaron a un feliz hombre aparentemente granjero montado en un carromato.
Le hizo una seña a Karkaran, pero de nuevo estaba mirando el colgante. Frunció los labios, le miró el culo.
<<Mmm...>>, pensó maliciosamente.
Se puso detrás y no le dio un cachete, no. Le hizo una guindilla, para que le picase un rato. En cuanto se diese la vuelta, la elfa sonreiría tan feliz y le señalaría el carromato.
-Te la debía de la playa. Y da gracias que soy yo y no un bandido, brujín. -le tiró el hacha con toda la intención del mundo.
No se había atrevido a volver a tocarlo mucho tras aquel incidente de la playa y, tras la torre, había notado al brujo distante. Sin embargo, no le pareció un problema. Él era frío e impredecible, ella cálida y también impredecible. Ya se iban conociendo bastante bien y sabía que no le gustaba ser forzado a hablar. Le había demostrado en muchas ocasiones que ella, de alguna manera, le importaba algo. Con eso le bastaba. Como siempre, pragmatismo.
Se aproximó entonces al carromato con una carrera ardillesca (esto es: cojeando un poco), agitando los brazos y voceando. El hombre vio a la elfa con los ojos como platos, tiró de los caballos para que frenasen y se quedó esperándolos.
-Aybah, la mozah. ¿Ki haceh tu aquí? -miró a la espalda y vio a Karkaran- ¿Os habéih perdío?
La elfa frunció el ceño momentáneamente, le había costado un poco entender el idioma común de aquel hombre.
-No, no, no, no -negó efusivamente con los brazos- Es que estamos cansados de andar.
¿Nos puedes llevar hasta...? ¿Cómo era el sitio este...? -se lo había dicho Karkaran, pero se le había olvidado-
¿Sargento Vil?
El hombre empezó a desternillarse de risa por el cambio de nombre de la elfa hacia la ciudad a la que se dirigían. Tardó unos segundos en recobrarse y, cuando lo hizo, miró a la elfa con lagrimones en los ojos. Iredia torció el morro, avergonzada.
-Eh SaCREStic VilLE, mozah. -le corrigió aquel granjero jovial entre risas.
-¡Eso! -corroboró la joven- Prometemos que somos buenos, majos y encantadores. Y no somos ladrones.
Se interrumpió y miró a su protector, quien mantenía un semblante serio, como siempre.
<<Bueno, al menos yo.>>
Eso no se lo dijo al granjero.
Éste pareció pensar lo mismo, pues Karkaran no tenía mucho aspecto de majo, bueno y encantador. Sin embargo, la elfa le había caído en gracia, no por deseo sexual (él estaba felizmente casado), sino porque le recordaba un poco a su hija.
-Tah bien, acomodaoh atráh. Tenéh cuidaico con loh jarroneh, que son de mi mujeh y tienen que llegar enteroh, ¿eh?
Esperó a que se subiesen. Iredia miró a Karkaran con una sonrisaza. Ser una chica encantadora a veces hacía que las cosas te saliesen gratis.
Iredia
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Se oían ruidos de caballos al galope, ruedas avanzando por el suelo y entonces, silencio. De unos árboles más al fondo sonó una voz femenina, supuse que era una mujer haciendo parar un carromato.
De repente una voz de hombre con un acento peculiar gritó para darles rienda suelta a subirse al carro. Supuse que la mujer que hablaba estaba acompañada, y, o la persona que la acompañaba era tímida, o no hablaba, o no podía hablar. Y no sabía cuál de ellas me disgustaba más. Pero necesitaba llegar a la ciudad más cercana.
Estaba agotada, necesitaba dormir un rato y reponer fuerzas. Me había desplazado des de las montañas del norte, alternado ir a pie y sobrevolando lagos y ríos. Así que reuní valor e intenté poner buena cara.
Me acerqué al carromato por medio del camino directo a hablar con el campesino cuando me di cuenta que los dos forasteros ya no estaban. Seguramente solo querían consultar alguna cosa con él y ya se habían marchado, así que decidí pedirle ayuda igual al campesino del carromato.
- Perdone, ¿va usted hacia la ciudad o hacia un pueblo cercano? Me hallo exhausta de andar por estos lares y me preguntaba si podría usted ayudarme a llegar a un destino a poder ser con población.
El campesino contestó:
-Subeh detráh, ehpero que oh encontreih comodoh allí.
No entendí nada, hasta que al subir a la parte trasera del carromato me encontré con un hombre y una mujer ya acomodados. Me quedé allí parada, sin moverme, no sabía como reaccionar así que esperé que me invitasen a sentarme con ellos o que rompieran el silencio incómodo. A poder ser, antes que arrancara el carromato.
De repente una voz de hombre con un acento peculiar gritó para darles rienda suelta a subirse al carro. Supuse que la mujer que hablaba estaba acompañada, y, o la persona que la acompañaba era tímida, o no hablaba, o no podía hablar. Y no sabía cuál de ellas me disgustaba más. Pero necesitaba llegar a la ciudad más cercana.
Estaba agotada, necesitaba dormir un rato y reponer fuerzas. Me había desplazado des de las montañas del norte, alternado ir a pie y sobrevolando lagos y ríos. Así que reuní valor e intenté poner buena cara.
Me acerqué al carromato por medio del camino directo a hablar con el campesino cuando me di cuenta que los dos forasteros ya no estaban. Seguramente solo querían consultar alguna cosa con él y ya se habían marchado, así que decidí pedirle ayuda igual al campesino del carromato.
- Perdone, ¿va usted hacia la ciudad o hacia un pueblo cercano? Me hallo exhausta de andar por estos lares y me preguntaba si podría usted ayudarme a llegar a un destino a poder ser con población.
El campesino contestó:
-Subeh detráh, ehpero que oh encontreih comodoh allí.
No entendí nada, hasta que al subir a la parte trasera del carromato me encontré con un hombre y una mujer ya acomodados. Me quedé allí parada, sin moverme, no sabía como reaccionar así que esperé que me invitasen a sentarme con ellos o que rompieran el silencio incómodo. A poder ser, antes que arrancara el carromato.
Larienne
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Mire de reojo a Iredia, quien parecia estar echandome en cara que su encanto fuese más util que mi silenciosa intimidación.
Yo puse los ojos en blanco. Ya me gustaria a mi ver como la miraban a ella si tubiese la cara que yo tenia.
Despues de eso, subimos al carromato en silencio. Habia notado la preocupación de Iredia por el colgante. Por lo que decidí que seria mejor dejarlo estar por un rato.
No queria que me lo quitase.
Pero el movimiento de carro no duro demasiado. Pasados apenas unos metros, el carro volvio a detenerse y en el exterior sonó la voz de una joven que tambien pedia de subir al carro. Pocos segundos despues, allí estaba ella. Decidi que ya que la elfa era más agradable, que se encargara ella de presentarse y charlar.
– Voy a dormir. – declaré tapandome del todo con las ropas.
O al menos, iba a hacer ver que dormia. Asi al menos podría evitar tener que tener una conversación con nadie.
No estaba de humor.
Yo puse los ojos en blanco. Ya me gustaria a mi ver como la miraban a ella si tubiese la cara que yo tenia.
Despues de eso, subimos al carromato en silencio. Habia notado la preocupación de Iredia por el colgante. Por lo que decidí que seria mejor dejarlo estar por un rato.
No queria que me lo quitase.
Pero el movimiento de carro no duro demasiado. Pasados apenas unos metros, el carro volvio a detenerse y en el exterior sonó la voz de una joven que tambien pedia de subir al carro. Pocos segundos despues, allí estaba ella. Decidi que ya que la elfa era más agradable, que se encargara ella de presentarse y charlar.
– Voy a dormir. – declaré tapandome del todo con las ropas.
O al menos, iba a hacer ver que dormia. Asi al menos podría evitar tener que tener una conversación con nadie.
No estaba de humor.
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Ahora fue Iredia la que puso los ojos en blanco. Se le había olvidado que su protector también era un borde antisocial. Ella, en cambio, cuando vio a aquella joven que se quedaba parada justo al subir con ellos, la saludó con una leve sonrisa.
-Parece que este amable señor tiene carromato para todos. -comentó con cierto entusiasmo-
Acomódate donde puedas, hay un par de jarrones ahí y, ya que nos lleva este hombre amablemente, no es plan de rompérselos. -rió levemente.
-Quien rompe paga, ¿vale, mushashos?
Iredia asintió. Miró de reojo al brujo, quien dormía, descansaba o gruñía para sus adentros. Agitó levemente los cabellos. Ya lo arreglarían después.
Miró de nuevo a la nueva. Era guapa y parecía interesante.
-¿Tú también has caminado mucho?
Se fijó entonces en el rostro pálido de la chica, su delgadez y lo negro de su pelo.
<<Es bonita.>>, pensó la elfa con sinceridad.
-Ey, pisha -llamó entonces el granjero a su "tripulación"- Yo me quedo en la puertica, ¿eh? Luego ahí ende pa llá no puedo llevaroh, que tengo que haser cosah. Ojico con la noshe, que eh mu peligrosa.
Por primera vez en su vida, Iredia conoció al único hombre humano que realmente no le parecía un mamón violador.
-¡No se preocupe! Bastante hace vos con llevarnos a todos. -le guiñó un ojo cómplice a la muchacha. Miró de reojo a Karkaran- Con que acabemos vivos nos vale. -volvió a mirar a la muchacha- ¿Esperas a alguien en la ciudad o vas sola?
Por propia experiencia, las mujeres que viajaban solas siempre acababan en problemas. Probablemente no tardarían en llegar a la ciudad.
-Parece que este amable señor tiene carromato para todos. -comentó con cierto entusiasmo-
Acomódate donde puedas, hay un par de jarrones ahí y, ya que nos lleva este hombre amablemente, no es plan de rompérselos. -rió levemente.
-Quien rompe paga, ¿vale, mushashos?
Iredia asintió. Miró de reojo al brujo, quien dormía, descansaba o gruñía para sus adentros. Agitó levemente los cabellos. Ya lo arreglarían después.
Miró de nuevo a la nueva. Era guapa y parecía interesante.
-¿Tú también has caminado mucho?
Se fijó entonces en el rostro pálido de la chica, su delgadez y lo negro de su pelo.
<<Es bonita.>>, pensó la elfa con sinceridad.
-Ey, pisha -llamó entonces el granjero a su "tripulación"- Yo me quedo en la puertica, ¿eh? Luego ahí ende pa llá no puedo llevaroh, que tengo que haser cosah. Ojico con la noshe, que eh mu peligrosa.
Por primera vez en su vida, Iredia conoció al único hombre humano que realmente no le parecía un mamón violador.
-¡No se preocupe! Bastante hace vos con llevarnos a todos. -le guiñó un ojo cómplice a la muchacha. Miró de reojo a Karkaran- Con que acabemos vivos nos vale. -volvió a mirar a la muchacha- ¿Esperas a alguien en la ciudad o vas sola?
Por propia experiencia, las mujeres que viajaban solas siempre acababan en problemas. Probablemente no tardarían en llegar a la ciudad.
Iredia
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Dentro del carromato se encontró frente a un hombre con media cara cubierta del cual solo salieron las palabras: – Voy a dormir.
La otra muchacha era más simpática. Comentó que dentro del carromato había unas vasijas las cuales no debían romperse y me invitó amablemente a sentarme con ella. Me pareció una mujer distinta, de la que emanaba un olor a naturaleza embriagador. El hombre al mando del carromato nos advierte que si se rompen, tendríamos que pagarlas de nuestro bolsillo y como que a mi no me apetecía mucho.
Me preguntó que si había caminado mucho pero antes que pudiera responderla, el campesino advirtió que nos dejaría en la puerta de la ciudad, que no entraría, pero eso ya era más de lo que debería haber hecho aquél buen hombre.
La mujer me preguntó que si me esperaría alguien al llegar a la ciudad, pero la verdad es que no. No quería sonar como que estaba sola en este mundo, pero era cierto, así que cuando pude asentar mi trasero en el suelo del carromato y este se dignó a arrancar hacia nuevos rumbos, contesté todas las preguntas que se me habían hecho.
- La verdad es que sí, vengo andando días. Vengo de las montañas, cerca del Templo de Jade, aunque no se si sabe usted dónde se sitúan esos lares. - Estaba hablando demasiado, dando demasiada información a una muchacha que acababa de conocer. No sabía hasta que punto eso era bueno, pero el cansancio y la falta de socialización hacen que quiera seguir hablando con ella. - Y mucho a mi pesar, nadie me espera al llegar a la ciudad, me hallo sola en esta aventura.
Cómo no había socializado nunca con humanos antes decidí optar por un lenguaje formal. En caso que ellos decidieran que podía usar el tuteo, lo haría encantada. Ahora me tocaba preguntar a mi:
-¿Y ustedes... Viajan juntos? ¿Podría saber sus nombres? - Puede que las preguntas sonaran muy indiscretas, pero me gustaba saber con quien viajaba, para saber si podía dormirme a su lado, o mejor mantener la guardia activa, por si acaso.
La otra muchacha era más simpática. Comentó que dentro del carromato había unas vasijas las cuales no debían romperse y me invitó amablemente a sentarme con ella. Me pareció una mujer distinta, de la que emanaba un olor a naturaleza embriagador. El hombre al mando del carromato nos advierte que si se rompen, tendríamos que pagarlas de nuestro bolsillo y como que a mi no me apetecía mucho.
Me preguntó que si había caminado mucho pero antes que pudiera responderla, el campesino advirtió que nos dejaría en la puerta de la ciudad, que no entraría, pero eso ya era más de lo que debería haber hecho aquél buen hombre.
La mujer me preguntó que si me esperaría alguien al llegar a la ciudad, pero la verdad es que no. No quería sonar como que estaba sola en este mundo, pero era cierto, así que cuando pude asentar mi trasero en el suelo del carromato y este se dignó a arrancar hacia nuevos rumbos, contesté todas las preguntas que se me habían hecho.
- La verdad es que sí, vengo andando días. Vengo de las montañas, cerca del Templo de Jade, aunque no se si sabe usted dónde se sitúan esos lares. - Estaba hablando demasiado, dando demasiada información a una muchacha que acababa de conocer. No sabía hasta que punto eso era bueno, pero el cansancio y la falta de socialización hacen que quiera seguir hablando con ella. - Y mucho a mi pesar, nadie me espera al llegar a la ciudad, me hallo sola en esta aventura.
Cómo no había socializado nunca con humanos antes decidí optar por un lenguaje formal. En caso que ellos decidieran que podía usar el tuteo, lo haría encantada. Ahora me tocaba preguntar a mi:
-¿Y ustedes... Viajan juntos? ¿Podría saber sus nombres? - Puede que las preguntas sonaran muy indiscretas, pero me gustaba saber con quien viajaba, para saber si podía dormirme a su lado, o mejor mantener la guardia activa, por si acaso.
Larienne
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Escuche en silencio las palabras de la joven y trate de recordar de donde me sonaba ese nombre.
"Templo de Jade..." Traté de hacer memoria. Sabia que había oído ese nombre en algún momento... "Piensa, estúpido brujo... Odio cuando lo tengo tan cerca que casi puedo saborearlo..."
Seguí rumiando sin moverme y procurando aparentar estar tan dormido como me gustaría estar, pero no supe recordar de que me sonaba ese nombre.
Si bien esa joven misteriosa no tenia porque preocuparse por Iredia, yo habría supuesto para ella una amenaza de no ser un momento en el que tenia que estar pendiente de la elfa. Por un breve periodo de tiempo, lamenté un segundo tener un contrato con ella, pero esa idea no me duro demasiado, recordando verla desnuda de torso en el bosque y esos conocimientos de su magia que había adquirido.
A lo largo del viaje, habia ido guardandolos poco a poco, escribiendolos en unas pequeñas anotaciones que tenia preparadas para, tal vez, un día publicarlas de forma anonima.
Pero ya llegaría ese día.
Ante la pregunta que hizo después la joven, decidí que seria mejor aclarar las cosas, aun si quedaba claro que no estaba dormido:
- Karkaran. Mercenario a tiempo parcial contratado por la elfa. - Dije sin más. - Ey, cochero. ¿Falta mucho?
- Apeinash keda un rato, illo.
Me pregunté en silencio si realmente ese hombre era consciente de lo mal que utilizaba el lenguaje común. Volví mi atención a la chica. Era joven. De cabellos negros y ropas ceñidas. Parecía la vestimenta típica de una bruja de taller. No di comentarios, pues me fije en algo que me llamo la atención.
Sus curiosos iris y esa forma tan caracteristica en las pupilas.
"Otra cosa que no recuerdo donde la he visto..." Me dije a mi mismo. La escrute largamente con la mirada. Si era humana, había algo en ella que me hacia querer curiosear.
"Templo de Jade..." Traté de hacer memoria. Sabia que había oído ese nombre en algún momento... "Piensa, estúpido brujo... Odio cuando lo tengo tan cerca que casi puedo saborearlo..."
Seguí rumiando sin moverme y procurando aparentar estar tan dormido como me gustaría estar, pero no supe recordar de que me sonaba ese nombre.
Si bien esa joven misteriosa no tenia porque preocuparse por Iredia, yo habría supuesto para ella una amenaza de no ser un momento en el que tenia que estar pendiente de la elfa. Por un breve periodo de tiempo, lamenté un segundo tener un contrato con ella, pero esa idea no me duro demasiado, recordando verla desnuda de torso en el bosque y esos conocimientos de su magia que había adquirido.
A lo largo del viaje, habia ido guardandolos poco a poco, escribiendolos en unas pequeñas anotaciones que tenia preparadas para, tal vez, un día publicarlas de forma anonima.
Pero ya llegaría ese día.
Ante la pregunta que hizo después la joven, decidí que seria mejor aclarar las cosas, aun si quedaba claro que no estaba dormido:
- Karkaran. Mercenario a tiempo parcial contratado por la elfa. - Dije sin más. - Ey, cochero. ¿Falta mucho?
- Apeinash keda un rato, illo.
Me pregunté en silencio si realmente ese hombre era consciente de lo mal que utilizaba el lenguaje común. Volví mi atención a la chica. Era joven. De cabellos negros y ropas ceñidas. Parecía la vestimenta típica de una bruja de taller. No di comentarios, pues me fije en algo que me llamo la atención.
Sus curiosos iris y esa forma tan caracteristica en las pupilas.
"Otra cosa que no recuerdo donde la he visto..." Me dije a mi mismo. La escrute largamente con la mirada. Si era humana, había algo en ella que me hacia querer curiosear.
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Miró a Karkaran y luego puso los ojos en blanco. Su escueta presentación al principio le molestó, luego le hizó gracia. Agitó los cabellos rojizos sonriente.
-Yo soy Iredia. Una simple elfa con un mercenario contratado a su lado. -escupió con cierta ironía, mientras Karkaran le preguntaba al cochero cuánto faltaba.
Se le ensombreció el rostro. Por motivos que jamás admitiría, le había fastidiado que Karkaran resumiese así su relación. Después de todo lo que habían pasado, en parte le seguía molestando que la siguiese considerando un simple contrato. Por supuesto, jamás lo admitiría en voz alta. Al menos, sobria.
-¡El templo de Jade! En mi pueblo es allí donde empiezan todas las leyendas del mundo. -se le iluminó la cara de entusiasmo, tras lo cual, luego, miró con el ceño fruncido a la muchacha- Pues no es bueno que andes sola por ahí, los humanos son impredecibles. -sacudió la melena pelirroja.
El carromato por fin llegó a su destino. A las puertas, dos soldados les dieron el alto. Vieron cuánta compañía llevaba el granjero, pero examinaron más a fondo los jarrones del dueño. Empezó a formarse una fila tras ellos. Era por la tarde, no había tanta gente como por la mañana pero aún había unos pocos que querían refugiarse en la ciudad antes de la noche.
-¿Y vosotros quienes sois?
Iredia se encargó.
-¡Oh! Mire -cogió de golpe y se agarró del brazo de la nueva polizón- Ella es mi prima... -tuvo que hacer una pausa porque no había caído en preguntarle el nombre a la chiquilla de ojos azules-
Ágatha. Sí. Y estábamos un poco perdidillas, pero este amable señor ha accedido a recogernos y a traernos.
Es que además ha sido terrible, porque se supone que ella ha venido a mi pueblo, entonces... -soltó un rollo terrible durante un rato.
El guardia, aburrido, interrumpió a Iredia con un gesto.
-Vale, ya, déjalo, pasad. -entonces, el guardia se fijó en Karkaran- ¿Y tú? -dijo, más borde.
-Es mi guardaespaldas. No pensará usted que íbamos a viajar solas, ¿verdad?
El guardia entrecerró los ojos, mirando al brujo con recelo, pero al final los dejó pasar. Iredia sonrió, triunfal. Una vez dentro, la elfa se bajó del carromato con cuidadín, pues la pierna seguía un poco tocada, y se dirigió al dueño.
-Muchísimas gracias, de verdad. Oye, ¿algún sitio bueno por aquí donde podamos dormir?
-Ay, mi niña, poh mira. Tieneh la "Jarra del gladiadoh", ahí al laico, bahando ehta calle y un poquico a la deresha.
No tiene perdida, el letrerico es enorme. Teneh cuidaico por la noshe, ¿eh?
-¿Tienen cerveza?
-Uy, mija, aquí ezo eh una mierda. Mejoh pillate una buena tajá de vino claro. Aquí eh de lo mejorsito. -el granjero asintió muchas veces, corroborando sus palabras fervientemente.
Se dirigió entonces la elfa a sus compañeros.
-¿Vamos o qué? Y perdona... -se disculpó, dirigiéndose a la joven muchacha que había viajado con ellos y mordiéndose el labio inferior con culpa- Te he llamado Ágatha porque se me ha olvidado preguntarte tu verdadero nombre.
-Yo soy Iredia. Una simple elfa con un mercenario contratado a su lado. -escupió con cierta ironía, mientras Karkaran le preguntaba al cochero cuánto faltaba.
Se le ensombreció el rostro. Por motivos que jamás admitiría, le había fastidiado que Karkaran resumiese así su relación. Después de todo lo que habían pasado, en parte le seguía molestando que la siguiese considerando un simple contrato. Por supuesto, jamás lo admitiría en voz alta. Al menos, sobria.
-¡El templo de Jade! En mi pueblo es allí donde empiezan todas las leyendas del mundo. -se le iluminó la cara de entusiasmo, tras lo cual, luego, miró con el ceño fruncido a la muchacha- Pues no es bueno que andes sola por ahí, los humanos son impredecibles. -sacudió la melena pelirroja.
El carromato por fin llegó a su destino. A las puertas, dos soldados les dieron el alto. Vieron cuánta compañía llevaba el granjero, pero examinaron más a fondo los jarrones del dueño. Empezó a formarse una fila tras ellos. Era por la tarde, no había tanta gente como por la mañana pero aún había unos pocos que querían refugiarse en la ciudad antes de la noche.
-¿Y vosotros quienes sois?
Iredia se encargó.
-¡Oh! Mire -cogió de golpe y se agarró del brazo de la nueva polizón- Ella es mi prima... -tuvo que hacer una pausa porque no había caído en preguntarle el nombre a la chiquilla de ojos azules-
Ágatha. Sí. Y estábamos un poco perdidillas, pero este amable señor ha accedido a recogernos y a traernos.
Es que además ha sido terrible, porque se supone que ella ha venido a mi pueblo, entonces... -soltó un rollo terrible durante un rato.
El guardia, aburrido, interrumpió a Iredia con un gesto.
-Vale, ya, déjalo, pasad. -entonces, el guardia se fijó en Karkaran- ¿Y tú? -dijo, más borde.
-Es mi guardaespaldas. No pensará usted que íbamos a viajar solas, ¿verdad?
El guardia entrecerró los ojos, mirando al brujo con recelo, pero al final los dejó pasar. Iredia sonrió, triunfal. Una vez dentro, la elfa se bajó del carromato con cuidadín, pues la pierna seguía un poco tocada, y se dirigió al dueño.
-Muchísimas gracias, de verdad. Oye, ¿algún sitio bueno por aquí donde podamos dormir?
-Ay, mi niña, poh mira. Tieneh la "Jarra del gladiadoh", ahí al laico, bahando ehta calle y un poquico a la deresha.
No tiene perdida, el letrerico es enorme. Teneh cuidaico por la noshe, ¿eh?
-¿Tienen cerveza?
-Uy, mija, aquí ezo eh una mierda. Mejoh pillate una buena tajá de vino claro. Aquí eh de lo mejorsito. -el granjero asintió muchas veces, corroborando sus palabras fervientemente.
Se dirigió entonces la elfa a sus compañeros.
-¿Vamos o qué? Y perdona... -se disculpó, dirigiéndose a la joven muchacha que había viajado con ellos y mordiéndose el labio inferior con culpa- Te he llamado Ágatha porque se me ha olvidado preguntarte tu verdadero nombre.
Iredia
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Una elfa pelirroja que contrató los servicios de un mercenario, que puramente humano no terminaba de parecer. Iredia y Karkaran, bonitos nombres para una pareja de viajantes tan peculiar. Ella era guapa, con el pelo rojo intenso y ahora entendía el olor a naturaleza que desprendía, pero no se la veía una mujer débil, más bien al contrario. Él era un hombre realmente misterioso, con la capucha, la cara cubierta, pocas palabras... Estaba convencida que entre ellos tenía que haber algo más que un contrato, pero no era de mi incumbencia, así que despejé esas ideas de la mente y me centré en lo que realmente quería saber.
Pero aún ellos no sabían mi nombre, así que después del control de la puerta les dije: -Mi nombre es Larienne, pero si gustan pueden llamarme Lari, Lar o Agatha, que por cierto, es un bonito nombre. - La idea de hacerme pasar por su prima y contarle toda una historia al guarda para que no preguntara mucho me hizo ver que la elfa era ingeniosa, y a la vez buena persona, lo que se agradecía estos días.
- Gracias por dejarme acompañaros, pero en realidad me gustaría saber qué es lo que les ha llevado hasta Sacrestic Ville.
En realidad estaba sola, y si podía acompañar a la simpática elfa donde fuese que iban, sería un buen modo de conocer el territorio y de hacer compañeros de viaje. Sola no me sentía segura
No quería volver a encontrarme sola, por lo menos no ahora que me sentía bien acompañada por Iredia y protegida por la presencia de Karkaran. Como Iredia había comentado, los humanos son impredecibles, por lo que una mujer dragón sola por la ciudad no era la mejor idea que se me había ocurrido.
Añadí: -Lo pregunto por si vuestra dirección es la "Jarra del gladiadoh" o alguna ohtra. - Dije imitando el acento de nuestro antiguo conductor. Me pareció bien poner un toque de humor en la conversación.
Pero aún ellos no sabían mi nombre, así que después del control de la puerta les dije: -Mi nombre es Larienne, pero si gustan pueden llamarme Lari, Lar o Agatha, que por cierto, es un bonito nombre. - La idea de hacerme pasar por su prima y contarle toda una historia al guarda para que no preguntara mucho me hizo ver que la elfa era ingeniosa, y a la vez buena persona, lo que se agradecía estos días.
- Gracias por dejarme acompañaros, pero en realidad me gustaría saber qué es lo que les ha llevado hasta Sacrestic Ville.
En realidad estaba sola, y si podía acompañar a la simpática elfa donde fuese que iban, sería un buen modo de conocer el territorio y de hacer compañeros de viaje. Sola no me sentía segura
No quería volver a encontrarme sola, por lo menos no ahora que me sentía bien acompañada por Iredia y protegida por la presencia de Karkaran. Como Iredia había comentado, los humanos son impredecibles, por lo que una mujer dragón sola por la ciudad no era la mejor idea que se me había ocurrido.
Añadí: -Lo pregunto por si vuestra dirección es la "Jarra del gladiadoh" o alguna ohtra. - Dije imitando el acento de nuestro antiguo conductor. Me pareció bien poner un toque de humor en la conversación.
Larienne
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Escuche en silencio a la elfa comentarle a la desconocida ese punto algo tosco por parte de la pielverde.
- Pues no es bueno que andes sola por ahí, los humanos son impredecibles.
- No deberías hablar así a quien nos lleva de gratis en un carro. - Le dije por lo bajo. Por suerte, pareció que el hombre no estaba por la conversación. - Si no vigilas los comentarios, puede que te arrepientas en algún momento.
Seguí mirando a esa desconocida. Había algo más que lo que contó Iredia de ese templo que me sonaba mosca, pero no caía en que. Decidí que cuanto menos pensara en ello, antes me acordaría. Los caprichos del cerebro humano.
Cuando el soldado nos instigo a preguntas, la respuesta rápida de Iredia dejo claro varias cosas.
La primera, que la elfa ya se fiaba de la desconocida. Di un suspiro por dentro ante ese punto.
La segunda. El hombre, al creerse de verdad la posibilidad de que una chica de aspecto humano y una elfa fueran primas era un rematado imbécil. No hice ademan de decir nada cuando me miro. Era demasiado tonto como para darse cuenta que había gato encerrado. Ni siquiera merecía la pena tratar de inventar una treta.
- Si, por dios... - Dije ante la idea de ir la taberna, mostrando algo de entusiasmo por primera vez. - Hace semanas que no pruebo algo que no sea vino elfico... Y si, sabe horrible. - Dije mirando a la elfa con ese ultimo punto. - Lo mejor en este mundo para ahogar penas y quemar gargantas es el Sujamma. No existe mejor bebida.
Si bien podría echar un trago, de paso podríamos intentar hacer algún contrato del tablón de anuncios que debía andar cerca. Nunca estaban de más unas monedas. Ademas, cerca de un pueblo costero, quizá había misiones de barcos o de protección de navíos.
Un viaje gratis era un viaje gratis.
- Pues no es bueno que andes sola por ahí, los humanos son impredecibles.
- No deberías hablar así a quien nos lleva de gratis en un carro. - Le dije por lo bajo. Por suerte, pareció que el hombre no estaba por la conversación. - Si no vigilas los comentarios, puede que te arrepientas en algún momento.
Seguí mirando a esa desconocida. Había algo más que lo que contó Iredia de ese templo que me sonaba mosca, pero no caía en que. Decidí que cuanto menos pensara en ello, antes me acordaría. Los caprichos del cerebro humano.
Cuando el soldado nos instigo a preguntas, la respuesta rápida de Iredia dejo claro varias cosas.
La primera, que la elfa ya se fiaba de la desconocida. Di un suspiro por dentro ante ese punto.
La segunda. El hombre, al creerse de verdad la posibilidad de que una chica de aspecto humano y una elfa fueran primas era un rematado imbécil. No hice ademan de decir nada cuando me miro. Era demasiado tonto como para darse cuenta que había gato encerrado. Ni siquiera merecía la pena tratar de inventar una treta.
- Si, por dios... - Dije ante la idea de ir la taberna, mostrando algo de entusiasmo por primera vez. - Hace semanas que no pruebo algo que no sea vino elfico... Y si, sabe horrible. - Dije mirando a la elfa con ese ultimo punto. - Lo mejor en este mundo para ahogar penas y quemar gargantas es el Sujamma. No existe mejor bebida.
Si bien podría echar un trago, de paso podríamos intentar hacer algún contrato del tablón de anuncios que debía andar cerca. Nunca estaban de más unas monedas. Ademas, cerca de un pueblo costero, quizá había misiones de barcos o de protección de navíos.
Un viaje gratis era un viaje gratis.
Erenair
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Tomó nota del nombre de la muchacha. Ya no tenía que llamarle Ágatha más tiempo, aunque no pudo evitar pensar que le pegaba ese nombre.
-¿Que qué es lo que nos ha traído a Sacrestic Ville? Unas ganas terribles de meternos en una taberna y emborracharnos. -dijo con total sinceridad. -Como la que ha dicho ese buen hombre.
Se vio respaldada por el comentario motivado de Karkaran. Bien, ya había conseguido que se le mejorase el carácter.
-Vente, anda, igual necesitas cenar algo y reponer fuerzas en el "gladiadoh" -bromeó ella también con una carcajada cómplice con la muchacha- Y creo que voy a probar el Pijama este que le gusta a Kar.- casi, casi, casi acierta con el nombre.
Por supuesto, sabía cuál era la bebida, pero era evidente que no siempre tenía éxito con aprenderse palabras en el idioma común.
-¡Vamos! -instó con entusiasmo.
Se había quedado bien con las indicaciones de la calle, así que no tardaron mucho en encontrar un cartel enorme con la silueta de un hombre con una espada de perfil. Más que un gladiador, parecía un monigote blanco con un brazo deforme. El dibujante no había tenido mucho éxito. Sin embargo, la taberna estaba concurrida. Se asomó a la puerta, para sorpresa de un par de hombres que estaban apoyados en el marco y les hizo una seña a Karkaran y Larienne.
-Mirad, ahí hay una mesa. -señaló una mesa cerca de la puerta, con cuatro sillas, dos de ellas apoyadas en la pared y otras dos daban la espalda a la barra.
Sin esperar a nadie, se dirigió a la barra, ignorando completamente las miradas de varios hombres que se apoyaban ahí. Uno de ellos no se cortó un pelo al mirarle el culo. El camarero se acercó a ella y le hizo un gesto, indicando que hablase.
-Dos jarras de pijama y algo de comer.
El camarero, un hombre joven y con una enorme barba, soltó una carcajada ante el error de la elfa, además de mirarlo muy asombrado. Ésta sólo pensó que era simpático. Sin embargo, asintió comprendiendo lo que quería la joven y se fue. Uno de los hombres que estaba al lado de la elfa fue a darle un manotazo en el culo, pero falló y se dio una leche contra la pared, agitando la mano mientras soltaba maldiciones. Esto era un indicio del estado mental que llevaba. Iredia, tan feliz y sin coscarse, siguió esperando en la barra.
-¿Que qué es lo que nos ha traído a Sacrestic Ville? Unas ganas terribles de meternos en una taberna y emborracharnos. -dijo con total sinceridad. -Como la que ha dicho ese buen hombre.
Se vio respaldada por el comentario motivado de Karkaran. Bien, ya había conseguido que se le mejorase el carácter.
-Vente, anda, igual necesitas cenar algo y reponer fuerzas en el "gladiadoh" -bromeó ella también con una carcajada cómplice con la muchacha- Y creo que voy a probar el Pijama este que le gusta a Kar.- casi, casi, casi acierta con el nombre.
Por supuesto, sabía cuál era la bebida, pero era evidente que no siempre tenía éxito con aprenderse palabras en el idioma común.
-¡Vamos! -instó con entusiasmo.
Se había quedado bien con las indicaciones de la calle, así que no tardaron mucho en encontrar un cartel enorme con la silueta de un hombre con una espada de perfil. Más que un gladiador, parecía un monigote blanco con un brazo deforme. El dibujante no había tenido mucho éxito. Sin embargo, la taberna estaba concurrida. Se asomó a la puerta, para sorpresa de un par de hombres que estaban apoyados en el marco y les hizo una seña a Karkaran y Larienne.
-Mirad, ahí hay una mesa. -señaló una mesa cerca de la puerta, con cuatro sillas, dos de ellas apoyadas en la pared y otras dos daban la espalda a la barra.
Sin esperar a nadie, se dirigió a la barra, ignorando completamente las miradas de varios hombres que se apoyaban ahí. Uno de ellos no se cortó un pelo al mirarle el culo. El camarero se acercó a ella y le hizo un gesto, indicando que hablase.
-Dos jarras de pijama y algo de comer.
El camarero, un hombre joven y con una enorme barba, soltó una carcajada ante el error de la elfa, además de mirarlo muy asombrado. Ésta sólo pensó que era simpático. Sin embargo, asintió comprendiendo lo que quería la joven y se fue. Uno de los hombres que estaba al lado de la elfa fue a darle un manotazo en el culo, pero falló y se dio una leche contra la pared, agitando la mano mientras soltaba maldiciones. Esto era un indicio del estado mental que llevaba. Iredia, tan feliz y sin coscarse, siguió esperando en la barra.
Iredia
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Así que lo primero que vi de los humanos fue una taberna. En menudo sitio me puse... Gracias a los Dioses que Iredia supo de seguida que no iba a beber nada que no conociese. Pero el detalle de la comida fue espectacular. Hasta ese momento no me di cuenta del hambre que tenía.
Una vez dentro de la taberna el ambiente era cargado. Estaba bastante llena pero encontramos sitio de seguida en una mesa para cuatro. Mientras Iredia iba en busca de la barra, yo me senté en la mesa, esperando que Karkaran viniese conmigo. Me dediqué a observar la escena.
Parecía que los hombres de la taberna levaran mucho tiempo sin ver a una mujer, y ni mucho menos a una tan bella como Iredia. Al verla decidida a dirigirse a la barra más de uno y de dos se voltearon a verla. Hubo incluso uno que intentó darle un manotazo en el trasero de la elfa, pero gracias a que iba terriblemente embriagado, falló.
Me di cuenta que todo eran risas, que aunque la mayoría de los que estaban allí mañana ni se acordarían, creaban un buen ambiente. Eso e la taberna me parecía fascinante. Me sentía observada, es cierto, pero no me sentía indefensa, sino al contrario, segura. No sabía si era por la compañía pero ese lugar humano tenía incluso su punto de magia.
Esperé que Iredia volviera con nosotros a la mesa llevando las dos jaras de "Pijama" (de verdad, menudo nombre para una bebida alcohólica), con lo que le dije: -Gracias por traerme aquí con vosotros. Nunca había estado en un lugar así y la verdad es que me encanta. - Dije sonriendo de oreja a oreja. Supuse que la emoción se me notaba en los ojos, pero salir de mi pueblo donde todo era paz, tranquilidad y meditación para meterme en una taberna de mala muerte llena de hombres borrachos con una elfa y su guardaespaldas, no tenía precio.
Mientras esperábamos a la bebida y la comida, vi como en la mesa de al lado unos hombres jugaban a cartas. Supuse que apostando dinero real. Pero yo no tenía, así que le dije a Iredia: - ¿Tu sabes como jugar a eso? - Señalé al juego de cartas. - No tengo nada que apostar, pero me encantaría aprender. ¿Podrías enseñarme?.
Seguía mirando como jugaban y entonces lo vi, uno de ellos estaba haciendo levitar una carta por debajo de la mesa. ¿Había también brujos en esa taberna? Qué preguntas de hacer, obviamente que sí, pero pasaban desapercibidos. Y ese en concreto iba a ganar una buena cantidad de dinero haciendo trampas con las cartas.
- Mirad disimuladamente, ese brujo de allí está haciendo trampas. -Dije a mis compañeros de mesa en voz baja para pasar desapercibidos y no meternos en problemas con los jugadores. Luego me eché unas risas y esperé a ver si mis compañeros de mesa querían enseñarme a jugar un rato.
Una vez dentro de la taberna el ambiente era cargado. Estaba bastante llena pero encontramos sitio de seguida en una mesa para cuatro. Mientras Iredia iba en busca de la barra, yo me senté en la mesa, esperando que Karkaran viniese conmigo. Me dediqué a observar la escena.
Parecía que los hombres de la taberna levaran mucho tiempo sin ver a una mujer, y ni mucho menos a una tan bella como Iredia. Al verla decidida a dirigirse a la barra más de uno y de dos se voltearon a verla. Hubo incluso uno que intentó darle un manotazo en el trasero de la elfa, pero gracias a que iba terriblemente embriagado, falló.
Me di cuenta que todo eran risas, que aunque la mayoría de los que estaban allí mañana ni se acordarían, creaban un buen ambiente. Eso e la taberna me parecía fascinante. Me sentía observada, es cierto, pero no me sentía indefensa, sino al contrario, segura. No sabía si era por la compañía pero ese lugar humano tenía incluso su punto de magia.
Esperé que Iredia volviera con nosotros a la mesa llevando las dos jaras de "Pijama" (de verdad, menudo nombre para una bebida alcohólica), con lo que le dije: -Gracias por traerme aquí con vosotros. Nunca había estado en un lugar así y la verdad es que me encanta. - Dije sonriendo de oreja a oreja. Supuse que la emoción se me notaba en los ojos, pero salir de mi pueblo donde todo era paz, tranquilidad y meditación para meterme en una taberna de mala muerte llena de hombres borrachos con una elfa y su guardaespaldas, no tenía precio.
Mientras esperábamos a la bebida y la comida, vi como en la mesa de al lado unos hombres jugaban a cartas. Supuse que apostando dinero real. Pero yo no tenía, así que le dije a Iredia: - ¿Tu sabes como jugar a eso? - Señalé al juego de cartas. - No tengo nada que apostar, pero me encantaría aprender. ¿Podrías enseñarme?.
Seguía mirando como jugaban y entonces lo vi, uno de ellos estaba haciendo levitar una carta por debajo de la mesa. ¿Había también brujos en esa taberna? Qué preguntas de hacer, obviamente que sí, pero pasaban desapercibidos. Y ese en concreto iba a ganar una buena cantidad de dinero haciendo trampas con las cartas.
- Mirad disimuladamente, ese brujo de allí está haciendo trampas. -Dije a mis compañeros de mesa en voz baja para pasar desapercibidos y no meternos en problemas con los jugadores. Luego me eché unas risas y esperé a ver si mis compañeros de mesa querían enseñarme a jugar un rato.
Larienne
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Mientras andaba, mire de forma detenida a aquellos imbéciles que habían tratado de azotar el culo de la elfa. Ellos me miraron entre risas.
- Ni se os ocurra. - Dije simplemente.
Algunos pararon de reír. Seguramente, los que iban menos borrachos y se daban cuenta que era una amenaza a tener en cuenta.
Seguí a la desconocida hasta una mesa y apoyé el culo en la silla, bajándome las ropas de la cara, pero dejándome la capucha para evitar más miradas de las necesarias. El rocé de la ropa contra mi piel quemada y medio muerta me hizo hacer una mueca. No apreciaba demasiado ese contacto, pero si bien quería beber, no podía hacerlo con la bufanda puesta.
-Gracias por traerme aquí con vosotros. Nunca había estado en un lugar así y la verdad es que me encanta. - Dijo ella. Yo alcé la vista para mirarla mientras la elfa se sentaba también.
- Un placer... - Dije seco. - Veras que la depravación, el dinero y los caprichos son más importantes que otras cosas por esta zona.
Miro entonces la morena a su alrededor hasta ver a los hombres jugando al juego de cartas que meses atrás me había obligado a pelear junto con una elfa y un brujo, pero esa era historia de otro día. Hizo un comentario de un brujo tramposo. Esta vez, ese, hice ver que no lo había escuchado. Sabia que si se descubría mi identidad, en muchos casos, solía traer más problemas que no soluciones.
- Se llama "Asalto". - Dije mientras observaba venir al camarero. - Consiste en varios ejércitos representados por facciones, con diferentes tropas. Tus cartas de asalto tienen un valor numérico, que tiene que ser enfrentado al ejercito contrario en tres rondas repartidas por turnos. Si consigues vencer a todo el ejercito o eliminas las defensas del oponente, ganas. Mayormente se trata de estrategia... - Expliqué muy resumidamente. Las Sujammas habían llegado a la mesa.
- Vuestros Pijamas. - Dijo divertido el camarero mientras los servia.
Tomé un largo sorbo mientras miraba de reojo al brujo. Su magia activa era la telekinesis. Fácil de controlar y de poco coste energético. Era difícil saber de que escuela era. Y mucho más difícil era saber si era un especialista o un alquimista.
Meneé la cabeza dando otro sorbo. Lo cierto es que me importaba bien poco.
- Ni se os ocurra. - Dije simplemente.
Algunos pararon de reír. Seguramente, los que iban menos borrachos y se daban cuenta que era una amenaza a tener en cuenta.
Seguí a la desconocida hasta una mesa y apoyé el culo en la silla, bajándome las ropas de la cara, pero dejándome la capucha para evitar más miradas de las necesarias. El rocé de la ropa contra mi piel quemada y medio muerta me hizo hacer una mueca. No apreciaba demasiado ese contacto, pero si bien quería beber, no podía hacerlo con la bufanda puesta.
-Gracias por traerme aquí con vosotros. Nunca había estado en un lugar así y la verdad es que me encanta. - Dijo ella. Yo alcé la vista para mirarla mientras la elfa se sentaba también.
- Un placer... - Dije seco. - Veras que la depravación, el dinero y los caprichos son más importantes que otras cosas por esta zona.
Miro entonces la morena a su alrededor hasta ver a los hombres jugando al juego de cartas que meses atrás me había obligado a pelear junto con una elfa y un brujo, pero esa era historia de otro día. Hizo un comentario de un brujo tramposo. Esta vez, ese, hice ver que no lo había escuchado. Sabia que si se descubría mi identidad, en muchos casos, solía traer más problemas que no soluciones.
- Se llama "Asalto". - Dije mientras observaba venir al camarero. - Consiste en varios ejércitos representados por facciones, con diferentes tropas. Tus cartas de asalto tienen un valor numérico, que tiene que ser enfrentado al ejercito contrario en tres rondas repartidas por turnos. Si consigues vencer a todo el ejercito o eliminas las defensas del oponente, ganas. Mayormente se trata de estrategia... - Expliqué muy resumidamente. Las Sujammas habían llegado a la mesa.
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- Vuestros Pijamas. - Dijo divertido el camarero mientras los servia.
Tomé un largo sorbo mientras miraba de reojo al brujo. Su magia activa era la telekinesis. Fácil de controlar y de poco coste energético. Era difícil saber de que escuela era. Y mucho más difícil era saber si era un especialista o un alquimista.
Meneé la cabeza dando otro sorbo. Lo cierto es que me importaba bien poco.
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Iredia seguía en la barra más feliz que unas habichuelas. El camarero, al ver que no se iba, volvió a acercarse a ella.
-Vete a la mesa, anda, que esto os lo llevo yo. -dijo, amablemente, mientras miraba de reojo a los moscones que tenía Iredia a ambos lados de la barra.
Si bien la mirada de Karkaran había sido muy efectiva, el hombre del manotazo iba tan borracho que realmente, más que apreciar una mala mirada, se lo tomó como que tenía un rival sexual. No volvió a intentar darle un manotazo (veía dos culos y dos elfas, no sabía cuál era la de verdad y cuál no). Sin embargo, siguió sin cortarse un pelo cuando la elfa volvió a la mesa.
Se sentó en la mesa con ellos. La muchacha de los ojazos le agradeció haberla traído con ellos y ella hizo un gesto, restándole importancia.
-Sí... -comentó, dándole la razón a su protector- Aquí encontrarás a muchos que piensan con otras cosas que no son su cerebro.
Le agradó ver a la muchacha motivada. Cuando comentó lo del juego de cartas y si podía enseñarla, ella negó con la cabeza, sonriéndole con culpa.
-Yo no sé jugar tampoco, Lari. Los juegos de los humanos me son completamente desconocidos.
Entonces fue cuando Karkaran explicó el juego. La elfa asintió. El brujo tramposo estaba de nuevo haciendo trampas sobre la mesa. Una sonrisa maliciosa cruzó el rostro de la elfa. En ese momento, as bebidas y la comida llegaron a la mesa. Iredia le dio un par de monedas al camarero y éste le guiñó un ojo con una sonrisa. La elfa le sonrió a su vez y luego olió su jarra. Puso una mueca. Se podría embriagar solo con el olor. Aún así, tratando de mantener unas apariencias, le dio un pequeño sorbo a la bebida. Fue como si se hubiera tragado una llama, hubiera quemado todo su esófago y, al llegar al estómago, le hubiese achicharrado hasta su primera papilla. Se quedó un momento muy quieta, intentando no soltar un gemido. Carraspeó. Asumió que no se iba a poder acabar esa bebida.
-Oye, pues... podríamos intentar jugar, ¿no? -y, con una sonrisa socarrona, se levantó y se fue hasta la mesa del brujo tramposo.
Los jugadores se hallaban absortos en las jugadas de cartas, muy poco conscientes de las trampas de aquel brujo. Sin embargo, el brujo sí que miró a la elfa con una mezcla entre desdén e interés. Iredia dedujo que ese brujo tenía el mismo cariño a los elfos que ella a los tirabolas. Ninguno. Aunque lo de Iredia era más bien indiferencia.
-¿Os falta mucho? Mis amigos y yo queremos jugar también.
El brujo enarcó una ceja y los otros tres jugadores la miraron.
-No nos queda mucho, no. Espérate un poco, orejitas, que después te doy todo lo que tú quieras.
Ese comentario, que provocó carcajadas generales, no le gustó nada a la elfa. No importó, la venganza estaba servida.
-Ah, sí, tranquilo, puedo esperar a que termines de hacer trampas. -sonrió abiertamente, muy irónica.
El brujo borró instantáneamente su sonrisa de la cara. El resto de jugadores miró ahora a Iredia con interés.
-¿No os habíais dado cuenta? Perdón, pensé que era una costumbre jugar así en estos sitios. Al menos, jugar así con brujos. -escupió aquellas palabras envenenadas.
Si había algo que no le gustaba a Iredia en absoluto eran los creídos prepotentes. No tardó en desatarse el caos. Uno de los jugadores tendió una mano encima de la mesa y pilló las cartas altas que el brujo había escondido con telequinesis. Iredia retrocedió de nuevo hasta su mesa, satisfecha. Los integrantes de la mesa no tardarían en empezar a pegarse. Iredia no se planteó que Karkaran se tomase como ofensa el comentario, pues realmente no lo pretendía así, si bien las palabras no habían sido las mejores. Se sentó, dio otro trago de "pijama" y este le supo igual de mal o peor que el anterior. Se mareó.
-Pandalah... -resopló- ¡Este licor tumbaría a un gigante! ¿Quieres un poco? -le ofreció a Larienne.
-Vete a la mesa, anda, que esto os lo llevo yo. -dijo, amablemente, mientras miraba de reojo a los moscones que tenía Iredia a ambos lados de la barra.
Si bien la mirada de Karkaran había sido muy efectiva, el hombre del manotazo iba tan borracho que realmente, más que apreciar una mala mirada, se lo tomó como que tenía un rival sexual. No volvió a intentar darle un manotazo (veía dos culos y dos elfas, no sabía cuál era la de verdad y cuál no). Sin embargo, siguió sin cortarse un pelo cuando la elfa volvió a la mesa.
Se sentó en la mesa con ellos. La muchacha de los ojazos le agradeció haberla traído con ellos y ella hizo un gesto, restándole importancia.
-Sí... -comentó, dándole la razón a su protector- Aquí encontrarás a muchos que piensan con otras cosas que no son su cerebro.
Le agradó ver a la muchacha motivada. Cuando comentó lo del juego de cartas y si podía enseñarla, ella negó con la cabeza, sonriéndole con culpa.
-Yo no sé jugar tampoco, Lari. Los juegos de los humanos me son completamente desconocidos.
Entonces fue cuando Karkaran explicó el juego. La elfa asintió. El brujo tramposo estaba de nuevo haciendo trampas sobre la mesa. Una sonrisa maliciosa cruzó el rostro de la elfa. En ese momento, as bebidas y la comida llegaron a la mesa. Iredia le dio un par de monedas al camarero y éste le guiñó un ojo con una sonrisa. La elfa le sonrió a su vez y luego olió su jarra. Puso una mueca. Se podría embriagar solo con el olor. Aún así, tratando de mantener unas apariencias, le dio un pequeño sorbo a la bebida. Fue como si se hubiera tragado una llama, hubiera quemado todo su esófago y, al llegar al estómago, le hubiese achicharrado hasta su primera papilla. Se quedó un momento muy quieta, intentando no soltar un gemido. Carraspeó. Asumió que no se iba a poder acabar esa bebida.
-Oye, pues... podríamos intentar jugar, ¿no? -y, con una sonrisa socarrona, se levantó y se fue hasta la mesa del brujo tramposo.
Los jugadores se hallaban absortos en las jugadas de cartas, muy poco conscientes de las trampas de aquel brujo. Sin embargo, el brujo sí que miró a la elfa con una mezcla entre desdén e interés. Iredia dedujo que ese brujo tenía el mismo cariño a los elfos que ella a los tirabolas. Ninguno. Aunque lo de Iredia era más bien indiferencia.
-¿Os falta mucho? Mis amigos y yo queremos jugar también.
El brujo enarcó una ceja y los otros tres jugadores la miraron.
-No nos queda mucho, no. Espérate un poco, orejitas, que después te doy todo lo que tú quieras.
Ese comentario, que provocó carcajadas generales, no le gustó nada a la elfa. No importó, la venganza estaba servida.
-Ah, sí, tranquilo, puedo esperar a que termines de hacer trampas. -sonrió abiertamente, muy irónica.
El brujo borró instantáneamente su sonrisa de la cara. El resto de jugadores miró ahora a Iredia con interés.
-¿No os habíais dado cuenta? Perdón, pensé que era una costumbre jugar así en estos sitios. Al menos, jugar así con brujos. -escupió aquellas palabras envenenadas.
Si había algo que no le gustaba a Iredia en absoluto eran los creídos prepotentes. No tardó en desatarse el caos. Uno de los jugadores tendió una mano encima de la mesa y pilló las cartas altas que el brujo había escondido con telequinesis. Iredia retrocedió de nuevo hasta su mesa, satisfecha. Los integrantes de la mesa no tardarían en empezar a pegarse. Iredia no se planteó que Karkaran se tomase como ofensa el comentario, pues realmente no lo pretendía así, si bien las palabras no habían sido las mejores. Se sentó, dio otro trago de "pijama" y este le supo igual de mal o peor que el anterior. Se mareó.
-Pandalah... -resopló- ¡Este licor tumbaría a un gigante! ¿Quieres un poco? -le ofreció a Larienne.
Iredia
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Esa elfa me encantaba. Tenía la dosis perfecta de carácter y de bondad. Conmigo había sido muy simpática y amable, no todos los días te encuentras en compañía de gente tan buena, y con aquél brujo mal hablado había sido despiadada. Me encantaba, de verdad. Pero solo había un problema.
En las montañas de las que provenía alguna vez habíamos oído hablar de las famosas peleas de taberna. Des de fuera se veía gracioso, pero des de dentro, podía llegar a ser incluso peligroso. Y quieras o no, ese brujo tramposo se veía con malas pulgas.
- No gracias Iredia, muy amable. Por cierto, buena forma de pararle los pies a ese brujo engreído. - Respondí a la elfa justo antes que se desatara la batalla campal.
De repente, uno de los acompañantes de juego del brujo le soltó a este un puñetazo en la cara. Por como gimió él, debió de dolerle. Este se tambaleó atrás, parecía que iba a caer redondo encima de la mesa, pero entonces, con su telekinesis, estalló un baso que aún contenía líquido en la cabeza de su atacante. Una vez el hombre que le había soltado un puñetazo estuvo tendido en el suelo inconsciente, el brujo aún con una mano en la nariz se acercó a nosotros. Se colocó delante de la mesa en la que nos encontrábamos.
Con una voz amenazante y con la mano que no tenía ocupada señaló a Iredia. - Esto ha sido por tu culpa, me las vas a pagar, y caras. - Le espetó. Justo después, vi como el vaso con el pijama de Iredia se tambaleaba, y supuse que el brujo intentaba usar sus poderes para atacar a mi compañera.
No podía permitirlo. Uno de los defectos que tenemos los dragones es que somos muy protectores con los que nos han sido amables. E Iredia lo había sido mucho conmigo, hasta puntos insospechados. Así que la defendí.
- Yo de ti no lo haría. - Avisé al brujo sin siquiera mirarle. El vaso de Iredia dejó de tambalearse.
- ¿Y quien eres tu mocosa para decirme lo que debo y lo que no debo hacer? - Me soltó el brujo. Entonces el vaso volvió a moverse, pero esta vez hacia mí. Así que soplé un poco, y el vaso se hizo añicos, derramando todo el líquido de su interior sobre la mesa.
El brujo quedó asombrado de mi aliento de aire, y fue entonces cuando le dije: - Ahora, por favor, vete. Déjanos tener la velada tranquilos.
Y así lo hizo. Cogió todas sus cosas y se marchó. Pero quieras o no, una pelea siempre crea expectación, y ahora toda la taberna me observaba. Eso no me gustaba, pero en seguida el camarero puso orden y todo se restableció a la normalidad. Ahora se volvían a oír risas y carcajadas, pero de vez en cuando murmullos llegaban a mis oídos acerca de lo que acababa de ocurrir.
En las montañas de las que provenía alguna vez habíamos oído hablar de las famosas peleas de taberna. Des de fuera se veía gracioso, pero des de dentro, podía llegar a ser incluso peligroso. Y quieras o no, ese brujo tramposo se veía con malas pulgas.
- No gracias Iredia, muy amable. Por cierto, buena forma de pararle los pies a ese brujo engreído. - Respondí a la elfa justo antes que se desatara la batalla campal.
De repente, uno de los acompañantes de juego del brujo le soltó a este un puñetazo en la cara. Por como gimió él, debió de dolerle. Este se tambaleó atrás, parecía que iba a caer redondo encima de la mesa, pero entonces, con su telekinesis, estalló un baso que aún contenía líquido en la cabeza de su atacante. Una vez el hombre que le había soltado un puñetazo estuvo tendido en el suelo inconsciente, el brujo aún con una mano en la nariz se acercó a nosotros. Se colocó delante de la mesa en la que nos encontrábamos.
Con una voz amenazante y con la mano que no tenía ocupada señaló a Iredia. - Esto ha sido por tu culpa, me las vas a pagar, y caras. - Le espetó. Justo después, vi como el vaso con el pijama de Iredia se tambaleaba, y supuse que el brujo intentaba usar sus poderes para atacar a mi compañera.
No podía permitirlo. Uno de los defectos que tenemos los dragones es que somos muy protectores con los que nos han sido amables. E Iredia lo había sido mucho conmigo, hasta puntos insospechados. Así que la defendí.
- Yo de ti no lo haría. - Avisé al brujo sin siquiera mirarle. El vaso de Iredia dejó de tambalearse.
- ¿Y quien eres tu mocosa para decirme lo que debo y lo que no debo hacer? - Me soltó el brujo. Entonces el vaso volvió a moverse, pero esta vez hacia mí. Así que soplé un poco, y el vaso se hizo añicos, derramando todo el líquido de su interior sobre la mesa.
El brujo quedó asombrado de mi aliento de aire, y fue entonces cuando le dije: - Ahora, por favor, vete. Déjanos tener la velada tranquilos.
Y así lo hizo. Cogió todas sus cosas y se marchó. Pero quieras o no, una pelea siempre crea expectación, y ahora toda la taberna me observaba. Eso no me gustaba, pero en seguida el camarero puso orden y todo se restableció a la normalidad. Ahora se volvían a oír risas y carcajadas, pero de vez en cuando murmullos llegaban a mis oídos acerca de lo que acababa de ocurrir.
Larienne
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Ya estaba preparando para desenfundar mi cuchillo y atravesar el ojo de ese brujo incauto cuando la susodicha Larienne hizo muestra de un indiscutible y raro talento. En ese preciso instante, olvide por completo a mi congénere de especie y me centré en estudiar esa anomalia tan curiosa.
Si bien estaba claro que eso no era magia de la escuela Tensai ni Alquimica, mucho menos lo era elfica, pues los círculos y trazos que se utilizaban en esta distaban mucho de los que se hacían en los campos elficos. Ademas, no requirió de una conjuración para manipular de la forma en que lo hizo el aire, si es que se puede decir que lo manipuló.
Entrecerré los ojos mientras la miraba. De golpe ese personaje había ganado interés.
Aunque quizás demasiado y no solo por mi parte. A lo largo de la taberna, muchos hombres y alguna que otra aventurera la miraban curiosos. Los más inteligentes, hacían hipótesis sobre lo mismo que había cavilado yo. Los más estúpidos, quedaban embelesados por su cuerpo o por esa demostración de fuerza o magia de la que había dado gala.
Pese a que mi trabajo solo consistia en proteger a la elfa, si bien ella estaba con nosotros ahora debía encargarme también de su protección, y más si se tenia en cuenta que cabía la posibilidad de que podía ser tan ignorante del mundo común como lo era la elfa.
Di un sorbo largo a mi sujamma, aun clavando mis ojos en los suyos.
Para los que conocían un poco la magia, no era ningún secreto quien se escondía debajo de ese aspecto humano. No era la primera vez que veía un dragón. Pese a que aquella vez, años atrás, se trataba de un dragón infante incapaz de ocultar del todo algunos aspectos de su forma de bestia. Larienne, en cambio, parecía bastante habitualizada al moverse y al usar herramientas y utensilios con sus manos.
Mire a la elfa que iba a volver a empinar el codo. Le agarré la jarra al vuelo y se la quite.
- Suficiente, ardilla. No quiero tener que moverte a patadas o cargándote como un saco. Y tu, dragona... - Dije girandome a la nueva. - A menos que estés acostumbrada a licores fuertes ahí de donde vengas, no abuses del Sujamma. Es un destilado de boniatos de ceniza muy fuerte. Suele nublarle la vista a un hombre ciego, como aquel que dice.
No quería darle importancia al acontecimiento recién presenciado. Si ella no hubiera dicho ni echo nada, el hombre no habría respirado un nuevo amanecer. Pero para su suerte, aquella dragona mordaz y letal le había salvado la vida.
Si bien estaba claro que eso no era magia de la escuela Tensai ni Alquimica, mucho menos lo era elfica, pues los círculos y trazos que se utilizaban en esta distaban mucho de los que se hacían en los campos elficos. Ademas, no requirió de una conjuración para manipular de la forma en que lo hizo el aire, si es que se puede decir que lo manipuló.
Entrecerré los ojos mientras la miraba. De golpe ese personaje había ganado interés.
Aunque quizás demasiado y no solo por mi parte. A lo largo de la taberna, muchos hombres y alguna que otra aventurera la miraban curiosos. Los más inteligentes, hacían hipótesis sobre lo mismo que había cavilado yo. Los más estúpidos, quedaban embelesados por su cuerpo o por esa demostración de fuerza o magia de la que había dado gala.
Pese a que mi trabajo solo consistia en proteger a la elfa, si bien ella estaba con nosotros ahora debía encargarme también de su protección, y más si se tenia en cuenta que cabía la posibilidad de que podía ser tan ignorante del mundo común como lo era la elfa.
Di un sorbo largo a mi sujamma, aun clavando mis ojos en los suyos.
Para los que conocían un poco la magia, no era ningún secreto quien se escondía debajo de ese aspecto humano. No era la primera vez que veía un dragón. Pese a que aquella vez, años atrás, se trataba de un dragón infante incapaz de ocultar del todo algunos aspectos de su forma de bestia. Larienne, en cambio, parecía bastante habitualizada al moverse y al usar herramientas y utensilios con sus manos.
Mire a la elfa que iba a volver a empinar el codo. Le agarré la jarra al vuelo y se la quite.
- Suficiente, ardilla. No quiero tener que moverte a patadas o cargándote como un saco. Y tu, dragona... - Dije girandome a la nueva. - A menos que estés acostumbrada a licores fuertes ahí de donde vengas, no abuses del Sujamma. Es un destilado de boniatos de ceniza muy fuerte. Suele nublarle la vista a un hombre ciego, como aquel que dice.
No quería darle importancia al acontecimiento recién presenciado. Si ella no hubiera dicho ni echo nada, el hombre no habría respirado un nuevo amanecer. Pero para su suerte, aquella dragona mordaz y letal le había salvado la vida.
Erenair
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Puso una mueca de disgusto cuando Karkaran le quitó la jarra. La cosa no mejoró cuando, encima, aquel brujo quiso tomarse represalias por su pequeño y malintencionado comentario. No era culpa de la elfa que quisiese hacer trampas. Ella sólo estaba comentando un hecho.
Aún así, celebró en silencio el puñetazo que el brujo había recibido, aunque luego el pobre desgraciado hubiese acabado con un vaso en la cabeza e inconsciente en el suelo. La elfa frunció el ceño. Estuvo bastante tentada de ayudar a ese hombre, su instinto de curandera siempre se despertaba en estos casos (claro está, cuando no era alguien que quisiese hacerle daño).
El brujo, entonces, fue a la mesa donde estaban ellos y la amenazó directamente. Iredia le sostuvo la mirada de forma tranquila y penetrante. No sólo le daba seguridad el hecho de tener a Karkaran al lado (lo cual, hay que añadir, era un poco injusto para él), sino que, de alguna manera, ese licorcillo le hacía querer volverse osada.
Y así fue cómo, con los ojos como platos, la muchacha de su lado hizo estallar su vaso de un solo, único, magnífico e inquietante soplido. Fuuu. Como si hubiera soplado una pluma, pero en vez de eso, su pijama había estallado en mil pedazos y el líquido, ya de paso, le había empapado entera. Sin embargo, en esos momentos, no le importó un carajo. No había criatura que más admirase Iredia que los dragones. Los consideraba seres ancestrales, poderosos y sabios. Tenía ante sus narices a una, joven e implacable. Una crack. Lo sabía porque parte de su formación mágica también contemplaba cómo curar animales. Dragones entre ellos.
No fue capaz de reaccionar. Se quedó en un estado de shock, mirando a la dragona como si se le acabase de aparecer un ángel. Muy quieta, con la boca entreabierta y sus ojos violáceos brillando maravillados.
Aún así, celebró en silencio el puñetazo que el brujo había recibido, aunque luego el pobre desgraciado hubiese acabado con un vaso en la cabeza e inconsciente en el suelo. La elfa frunció el ceño. Estuvo bastante tentada de ayudar a ese hombre, su instinto de curandera siempre se despertaba en estos casos (claro está, cuando no era alguien que quisiese hacerle daño).
El brujo, entonces, fue a la mesa donde estaban ellos y la amenazó directamente. Iredia le sostuvo la mirada de forma tranquila y penetrante. No sólo le daba seguridad el hecho de tener a Karkaran al lado (lo cual, hay que añadir, era un poco injusto para él), sino que, de alguna manera, ese licorcillo le hacía querer volverse osada.
Y así fue cómo, con los ojos como platos, la muchacha de su lado hizo estallar su vaso de un solo, único, magnífico e inquietante soplido. Fuuu. Como si hubiera soplado una pluma, pero en vez de eso, su pijama había estallado en mil pedazos y el líquido, ya de paso, le había empapado entera. Sin embargo, en esos momentos, no le importó un carajo. No había criatura que más admirase Iredia que los dragones. Los consideraba seres ancestrales, poderosos y sabios. Tenía ante sus narices a una, joven e implacable. Una crack. Lo sabía porque parte de su formación mágica también contemplaba cómo curar animales. Dragones entre ellos.
No fue capaz de reaccionar. Se quedó en un estado de shock, mirando a la dragona como si se le acabase de aparecer un ángel. Muy quieta, con la boca entreabierta y sus ojos violáceos brillando maravillados.
Iredia
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
El protector de Iredia sabía lo que era, por lo que supuse que bajo ese manto de silencio se ocultaba un hombre que había recorrido mundo. El se bebía su pijama como si nada, pero yo rechacé su oferta: - No voy a beber. - Contesté educadamente a Karkaran. - Pero se agradece el ofrecimiento.
Me di cuenta que lo que acababa de hacer no estaba bien. Me había dejado llevar por mi instinto protector, y realmente no es lo que más me convenía. Lo más probable es que dentro de aquella taberna alguien fuera un buscarecompensas, lo que hacía que se pusiera un precio muy alto a mi cabeza. Es lo que tienen nacer bajo la maldición de ser un dragón.
Pero ser un dragón también tiene cosas buenas, como la cara de estupor que se le quedó a Iredia después de mi pequeña demostración. Su cara, con la boca entreabierta y los ojos como platos no tenía precio. Y fue entonces cuando la idea de mostrarles mi verdadero yo se metió en mi cabeza. Pero no era momento.
En realidad, me di cuenta que estaba acaparando demasiado la atención del lugar, y algo no me gustaba. Había olores en el aire que hacían que mis sentidos se activasen y eso no era bueno.
Por otro lado, un olor buenísimo de carne asada llegó a mi nariz, y de repente, el camarero apareció con nuestra cena. Dioses, cuanta hambre que tenía. Y que buena pinta que tenía todo. Pero antes de empezar a comer, tenía que tranquilizar a Iredia.
- Iredia, ¿estas bien? Cierra la boca o te van a entrar moscas. - Le dije guiñándole un ojo. Mientras esperaba que la elfa de ojos amatista le pregunté a su acompañante una pregunta que hacía rato que rondaba por mi cabeza.
- Karkaran, ¿cierto? ¿Exactamente qué es lo que os trae a Sacrestic Ville si se me permite preguntar? - Y mientras esperaba respuesta, me puse a mirar la cena como si fuese siglos que me encontrara en ayunas.
Me di cuenta que lo que acababa de hacer no estaba bien. Me había dejado llevar por mi instinto protector, y realmente no es lo que más me convenía. Lo más probable es que dentro de aquella taberna alguien fuera un buscarecompensas, lo que hacía que se pusiera un precio muy alto a mi cabeza. Es lo que tienen nacer bajo la maldición de ser un dragón.
Pero ser un dragón también tiene cosas buenas, como la cara de estupor que se le quedó a Iredia después de mi pequeña demostración. Su cara, con la boca entreabierta y los ojos como platos no tenía precio. Y fue entonces cuando la idea de mostrarles mi verdadero yo se metió en mi cabeza. Pero no era momento.
En realidad, me di cuenta que estaba acaparando demasiado la atención del lugar, y algo no me gustaba. Había olores en el aire que hacían que mis sentidos se activasen y eso no era bueno.
Por otro lado, un olor buenísimo de carne asada llegó a mi nariz, y de repente, el camarero apareció con nuestra cena. Dioses, cuanta hambre que tenía. Y que buena pinta que tenía todo. Pero antes de empezar a comer, tenía que tranquilizar a Iredia.
- Iredia, ¿estas bien? Cierra la boca o te van a entrar moscas. - Le dije guiñándole un ojo. Mientras esperaba que la elfa de ojos amatista le pregunté a su acompañante una pregunta que hacía rato que rondaba por mi cabeza.
- Karkaran, ¿cierto? ¿Exactamente qué es lo que os trae a Sacrestic Ville si se me permite preguntar? - Y mientras esperaba respuesta, me puse a mirar la cena como si fuese siglos que me encontrara en ayunas.
Larienne
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Di un largo sorbo a la Sujamma antes de responder a la pregunta, con la mirada gacha y medio muerta, recordando el maldito infierno del que acabábamos de escapar.
- Una puta torre se nos cayo encima después de que tuviéramos que pelear contra un puñeterisimo elfo que había conseguido hacerse con conocimientos arcanos de brujos y se le había ido la puta cabeza. Ademas, Iredia casi muere presa de una maldición. ¿SE OS HA PERDIDO ALGO? - Dije de pronto girándome a la mesa de al lado, que había acabado por voltear varias cabezas hacia la dragona. Todos se giraron de golpe.
Di un suspiro. Si no era bastante con tener a una elfa que ya de por si destacaba, estar en la misma mesa que una dragona que había mostrado su magia era algo que no prefería contar como "pasar desapercibido".
Volví la vista a la dragona.
- Hemos venido a este pueblo de jodidos chupasangres - Dije haciendo que varias miradas de odio se dirigieran hacia mi. - Porque estaba en el camino. Necesitamos un carro, dinero... En si, estaría bien tener trabajo...
Miré al camarero, que había vuelto tras la barra aun con una sonrisa en los labios. Mire a ambas chicas de la mesa.
"Ni de coña las dejo solas..." Pensé. Alcé la mano mirando al barman y este me atendió. Le hice una señal rectangular con el dedo indice y luego hice ver que escribía en ella. Este asintió, entendiendo a que me refería. Pasado un rato, me trajo unos cuantos folletos con diferentes ofertas de trabajo.
- Esto es lo que hay.
- Gracias... - Dije tomando el primero de los papeles, centrándome en el. - Tráeme una jarra de Flinn.
- Marchando.
No mire mucho más a las chicas. Si algo tenia Sacrestic Vile, era que no era buen lugar para ir de noche. No por nada se decía que las calles olían a sangre fresca.
Y el sol empezaba a ocultarse...
- Una puta torre se nos cayo encima después de que tuviéramos que pelear contra un puñeterisimo elfo que había conseguido hacerse con conocimientos arcanos de brujos y se le había ido la puta cabeza. Ademas, Iredia casi muere presa de una maldición. ¿SE OS HA PERDIDO ALGO? - Dije de pronto girándome a la mesa de al lado, que había acabado por voltear varias cabezas hacia la dragona. Todos se giraron de golpe.
Di un suspiro. Si no era bastante con tener a una elfa que ya de por si destacaba, estar en la misma mesa que una dragona que había mostrado su magia era algo que no prefería contar como "pasar desapercibido".
Volví la vista a la dragona.
- Hemos venido a este pueblo de jodidos chupasangres - Dije haciendo que varias miradas de odio se dirigieran hacia mi. - Porque estaba en el camino. Necesitamos un carro, dinero... En si, estaría bien tener trabajo...
Miré al camarero, que había vuelto tras la barra aun con una sonrisa en los labios. Mire a ambas chicas de la mesa.
"Ni de coña las dejo solas..." Pensé. Alcé la mano mirando al barman y este me atendió. Le hice una señal rectangular con el dedo indice y luego hice ver que escribía en ella. Este asintió, entendiendo a que me refería. Pasado un rato, me trajo unos cuantos folletos con diferentes ofertas de trabajo.
- Esto es lo que hay.
- Gracias... - Dije tomando el primero de los papeles, centrándome en el. - Tráeme una jarra de Flinn.
- Marchando.
No mire mucho más a las chicas. Si algo tenia Sacrestic Vile, era que no era buen lugar para ir de noche. No por nada se decía que las calles olían a sangre fresca.
Y el sol empezaba a ocultarse...
Erenair
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Reaccionó un poco ya cuando la muchacha le dijo que le iban a entrar moscas en la boca si seguía con ese careto. Sonrió, avergonzada.
-Es que... es que... nunca en mi vida había conocido a un... o sea. A ti. Quiero decir, a tu especie. A uno como tú, vamos. Me entiendes, ¿No?
Era levemente consciente de que estaba quedando como una auténtica lela, pero estaba tan encantada de haber conocido a una dragona que ahora mismo sólo pensaba en cómo sería su forma animal. Se moría de ganas de verlo. ¿Le dejaría montar en el lomo? Rápidamente, empezó a fantasear sobre lo que sería volar a lomos de un dragón. Tenía que ser fascinante tener el suelo lejos, volar entre las nubes...
Se había distraído tanto que dio un bote en la silla cuando Karkaran dio aquel vocinazo que provocó que los mirones se diesen la vuelta. Tragó saliva, deseando que no se hubiese notado mucho aquel respingo y, sobre todo, que no se notase que no había escuchado nada de lo que habían dicho antes. Después fue cuando vino el camarero con la comida. La elfa en ese momento no tenía hambre, tenía más bien una ligera inquietud. No lo reconocería en voz alta, pero la ansiedad de la aventura que acababan de vivir, el momento con el brujo, ese maldito pijama y el hecho de que estaban en una villa vampírica le hacía que, si bien era difícil que perdiese su apariencia tranquila, por dentro le creciese una cierta ansiedad que no le permitía dormir o comer. Quizás, en cambio, un poco de licor le ayudase a conciliar el sueño.
Cuando vino el camarero a traerle las ofertas de trabajo a Karkaran, la elfa escuchó con atención lo que pedía su protector. Antes de que se marcharse el camarero, ella alzó la mano.
-Tráeme a mí otra.
El camarero alzó las cejas y luego le sonrió a la elfa. Le había caído en gracia.
-Claro, pequeña.
No tenía ni repajolera idea de lo que acababa de pedir, pero se sentía osada, así que esa noche se atrevía con casi todo. Volvió a mirar a la dragona.
-Has tenido que tener un viaje larguísimo hasta aquí, ¿no? Aunque bueno... -miró a la espalda de Lari y puso cara simpática- Tú no tendrás problema con viajar, tardas poco.- rió.
Detrás de la elfa, caminando a trompicones, se acercó un anciano. Iredia lo notó por el olor, un penetrante olor a alcohol fuerte. Notó que se ponía detrás de Lari y de ella, pero no eran las chicas su objetivo. Era Karkaran. Se quitó la capucha, dejando ver su calva cabeza, su rostro anciano y sus ojos azules, otrora quizás vivaces y ahora cargados de experiencia.
-Tú, mozo. Sí, tú. -su voz era áspera y anciana, pero fuerte. Un marinero viejo-Si quieres trabajo tengo una oferta que quizás pueda interesarte. Pero te aviso: no es para mediocres. Quizás no salgas vivo. -y una torva sonrisa se deslizó en su rostro arrugado y moreno por los años en el mar. Le señaló con la mirada una mesa vacía al fondo, lejos de oídos indiscretos.
Iredia frunció el ceño y miró a Karkaran. Llegaron los Flinns a la mesa. El camarero miró a la dragona.
-¿Quieres tú algo, señorita?
-Es que... es que... nunca en mi vida había conocido a un... o sea. A ti. Quiero decir, a tu especie. A uno como tú, vamos. Me entiendes, ¿No?
Era levemente consciente de que estaba quedando como una auténtica lela, pero estaba tan encantada de haber conocido a una dragona que ahora mismo sólo pensaba en cómo sería su forma animal. Se moría de ganas de verlo. ¿Le dejaría montar en el lomo? Rápidamente, empezó a fantasear sobre lo que sería volar a lomos de un dragón. Tenía que ser fascinante tener el suelo lejos, volar entre las nubes...
Se había distraído tanto que dio un bote en la silla cuando Karkaran dio aquel vocinazo que provocó que los mirones se diesen la vuelta. Tragó saliva, deseando que no se hubiese notado mucho aquel respingo y, sobre todo, que no se notase que no había escuchado nada de lo que habían dicho antes. Después fue cuando vino el camarero con la comida. La elfa en ese momento no tenía hambre, tenía más bien una ligera inquietud. No lo reconocería en voz alta, pero la ansiedad de la aventura que acababan de vivir, el momento con el brujo, ese maldito pijama y el hecho de que estaban en una villa vampírica le hacía que, si bien era difícil que perdiese su apariencia tranquila, por dentro le creciese una cierta ansiedad que no le permitía dormir o comer. Quizás, en cambio, un poco de licor le ayudase a conciliar el sueño.
Cuando vino el camarero a traerle las ofertas de trabajo a Karkaran, la elfa escuchó con atención lo que pedía su protector. Antes de que se marcharse el camarero, ella alzó la mano.
-Tráeme a mí otra.
El camarero alzó las cejas y luego le sonrió a la elfa. Le había caído en gracia.
-Claro, pequeña.
No tenía ni repajolera idea de lo que acababa de pedir, pero se sentía osada, así que esa noche se atrevía con casi todo. Volvió a mirar a la dragona.
-Has tenido que tener un viaje larguísimo hasta aquí, ¿no? Aunque bueno... -miró a la espalda de Lari y puso cara simpática- Tú no tendrás problema con viajar, tardas poco.- rió.
Detrás de la elfa, caminando a trompicones, se acercó un anciano. Iredia lo notó por el olor, un penetrante olor a alcohol fuerte. Notó que se ponía detrás de Lari y de ella, pero no eran las chicas su objetivo. Era Karkaran. Se quitó la capucha, dejando ver su calva cabeza, su rostro anciano y sus ojos azules, otrora quizás vivaces y ahora cargados de experiencia.
-Tú, mozo. Sí, tú. -su voz era áspera y anciana, pero fuerte. Un marinero viejo-Si quieres trabajo tengo una oferta que quizás pueda interesarte. Pero te aviso: no es para mediocres. Quizás no salgas vivo. -y una torva sonrisa se deslizó en su rostro arrugado y moreno por los años en el mar. Le señaló con la mirada una mesa vacía al fondo, lejos de oídos indiscretos.
Iredia frunció el ceño y miró a Karkaran. Llegaron los Flinns a la mesa. El camarero miró a la dragona.
-¿Quieres tú algo, señorita?
Iredia
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
-No gracias caballero.- Le dije, le dirigí una sonrisa amable y me percaté que a pesar de ser un humano normal y corriente, poseía cierto atractivo. Se giró para volver a la barra y me encontré sorprendida observando el trasero del buen camarero. Aunque no estaba del todo mal, decidí prestar atención al viejo que se seguía dirigiendo a Karkaran.
- No será una misión fácil, pero hemos visto como barcos enteros son destruidos des de tierra a la que se acercan a las islas de aquí al lado. Algún superviviente asegura que el causante es un vampiro que se ha apoderado de un objeto peculiar con grandes poderes mágicos.
Los tres presentes lo escuchábamos con atención pero dentro de mi empezaba a correr la adrenalina. ¡Mi primera aventura! Pero el problema era que no sabía si Iredia y Karkaran seguirían queriendo de mi compañía. Puede, que al ser una aventurera novata les terminara estorbando.
Me di cuenta que el hombre viejo había seguido hablando, pero como me encontraba absorta en mis pensamientos y de la última parte no me había enterado. Así que esperé a que el marinero de fuera, pensando en lo fantástico que sería una aventura a estas alturas de mi vida.
- Antes que digáis si queréis emprender o no esta aventura, me gustaría añadir una cosa: en caso que no queráis que os acompañe, lo entenderé y me marcharé, ya habéis hecho demasiado por mi; En caso que pueda quedarme, que sepáis que contáis conmigo para lo que nos depare el futuro.
Y entonces me quedé callada, esperando que mis acompañantes decidieran mi futuro.
- No será una misión fácil, pero hemos visto como barcos enteros son destruidos des de tierra a la que se acercan a las islas de aquí al lado. Algún superviviente asegura que el causante es un vampiro que se ha apoderado de un objeto peculiar con grandes poderes mágicos.
Los tres presentes lo escuchábamos con atención pero dentro de mi empezaba a correr la adrenalina. ¡Mi primera aventura! Pero el problema era que no sabía si Iredia y Karkaran seguirían queriendo de mi compañía. Puede, que al ser una aventurera novata les terminara estorbando.
Me di cuenta que el hombre viejo había seguido hablando, pero como me encontraba absorta en mis pensamientos y de la última parte no me había enterado. Así que esperé a que el marinero de fuera, pensando en lo fantástico que sería una aventura a estas alturas de mi vida.
- Antes que digáis si queréis emprender o no esta aventura, me gustaría añadir una cosa: en caso que no queráis que os acompañe, lo entenderé y me marcharé, ya habéis hecho demasiado por mi; En caso que pueda quedarme, que sepáis que contáis conmigo para lo que nos depare el futuro.
Y entonces me quedé callada, esperando que mis acompañantes decidieran mi futuro.
Larienne
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Mientras atendía al viejo, observe con atención la reacción de mis dos compañeras de esa noche.
Por un lado, Iredia, que ya había tomado el Flinn entre sus dos manos, parecía atender las palabras de ese extraño hombrecillo como si se tratara del sabio más inteligente y maravilloso de la faz de la tierra. Probablemente, el alcohol de la Sujamma tenia algo que ver en aquella exagerada reacción.
Por su parte, Larienne parecía estar ligeramente emocionada ante la idea de salir de aventura. Yo mientras, sospesaba la posibilidad de que parte de todo lo que me estaba contando el viejo fuera o no real.
A juzgar por sus palabras, había pocos supervivientes, pero los había. Si queríamos empezar esa misión, habría que hacer varias tareas...
- Antes que digáis si queréis emprender o no esta aventura, - Me sorprendió la dragona de repente. - me gustaría añadir una cosa: en caso que no queráis que os acompañe, lo entenderé y me marcharé, ya habéis hecho demasiado por mi; En caso que pueda quedarme, que sepáis que contáis conmigo para lo que nos depare el futuro.
La miré un rato sin apartar la mirada.
- Nunca se dice que no a alguien que es capaz de matarte con un mordisco. - Dije tranquilo, girándome al hombrecillo. - Se trata de dos misiones, no de una. La primera es averiguar la verdadera causa de los ataques. La segunda es su eliminación. Cobraremos 600 Aeros por cada una de las misiones. Sin regatear. Eso harán un total de 1200 Aeros a repartir entre los tres. A unos 400 Aeros la cabeza. Ademas, nos facilitareis también información de quienes son los supervivientes, donde se realizaron los ataques y donde se han originado los rumores sobre el objeto mágico en cuestión. Quiero detalles en especial del aspecto de ese objeto.
El hombrecillo palideció ligeramente.
- Eso... Eso es una gran cantidad de solicitudes, mozo...
Me quite la cobertura del rostro para que me viera entero. Mis mutilaciones y mis arrugas, así como mis cicatrices.
- Vuelve a llamarme mozo y te meteré el puto vaso de chupito por el ojo.
El trago saliva. Las mesas de alrededor callaron y bajaron un poco la mirada.
- Eres tu, hombrecillo, quien ha venido ofreciendo trabajo. Son mis condiciones por un grupo de tres. También os aviso de algo: Si en algún momento de la primera misión decido que la segunda parte sera demasiado, las condiciones y el precio solicitado cambiaran.
- Sabéis regatear, eso no lo dudo... - Dijo el viejo mirándome con rabia. - Me pregunto si sabréis también llevar a cabo la misión también como sabéis pelear por vuestro dinero.
- Y yo me pregunto si realmente te sobra tanto el tiempo como para poner en duda a una persona que tu mismo has elegido.
Reino el silenció un momento, cosa que aproveche para pegarle un trago a la sustancia amarillenta que descansaba en mi vaso de Flin. Era denso, apestoso y ligeramente adulzado. No tan fuerte como el sujamma, pero entraba como si se tratara de fuego.
- Os daré los detalles de camino a mi estudio. - Dijo al fin.
Por un lado, Iredia, que ya había tomado el Flinn entre sus dos manos, parecía atender las palabras de ese extraño hombrecillo como si se tratara del sabio más inteligente y maravilloso de la faz de la tierra. Probablemente, el alcohol de la Sujamma tenia algo que ver en aquella exagerada reacción.
Por su parte, Larienne parecía estar ligeramente emocionada ante la idea de salir de aventura. Yo mientras, sospesaba la posibilidad de que parte de todo lo que me estaba contando el viejo fuera o no real.
A juzgar por sus palabras, había pocos supervivientes, pero los había. Si queríamos empezar esa misión, habría que hacer varias tareas...
- Antes que digáis si queréis emprender o no esta aventura, - Me sorprendió la dragona de repente. - me gustaría añadir una cosa: en caso que no queráis que os acompañe, lo entenderé y me marcharé, ya habéis hecho demasiado por mi; En caso que pueda quedarme, que sepáis que contáis conmigo para lo que nos depare el futuro.
La miré un rato sin apartar la mirada.
- Nunca se dice que no a alguien que es capaz de matarte con un mordisco. - Dije tranquilo, girándome al hombrecillo. - Se trata de dos misiones, no de una. La primera es averiguar la verdadera causa de los ataques. La segunda es su eliminación. Cobraremos 600 Aeros por cada una de las misiones. Sin regatear. Eso harán un total de 1200 Aeros a repartir entre los tres. A unos 400 Aeros la cabeza. Ademas, nos facilitareis también información de quienes son los supervivientes, donde se realizaron los ataques y donde se han originado los rumores sobre el objeto mágico en cuestión. Quiero detalles en especial del aspecto de ese objeto.
El hombrecillo palideció ligeramente.
- Eso... Eso es una gran cantidad de solicitudes, mozo...
Me quite la cobertura del rostro para que me viera entero. Mis mutilaciones y mis arrugas, así como mis cicatrices.
- Vuelve a llamarme mozo y te meteré el puto vaso de chupito por el ojo.
El trago saliva. Las mesas de alrededor callaron y bajaron un poco la mirada.
- Eres tu, hombrecillo, quien ha venido ofreciendo trabajo. Son mis condiciones por un grupo de tres. También os aviso de algo: Si en algún momento de la primera misión decido que la segunda parte sera demasiado, las condiciones y el precio solicitado cambiaran.
- Sabéis regatear, eso no lo dudo... - Dijo el viejo mirándome con rabia. - Me pregunto si sabréis también llevar a cabo la misión también como sabéis pelear por vuestro dinero.
- Y yo me pregunto si realmente te sobra tanto el tiempo como para poner en duda a una persona que tu mismo has elegido.
Reino el silenció un momento, cosa que aproveche para pegarle un trago a la sustancia amarillenta que descansaba en mi vaso de Flin. Era denso, apestoso y ligeramente adulzado. No tan fuerte como el sujamma, pero entraba como si se tratara de fuego.
- Os daré los detalles de camino a mi estudio. - Dijo al fin.
Erenair
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
A Iredia se le iluminaron los ojos cuando Larienne les sugirió unirse a ellos.
-¡Yo estaré encantada! -y le dio un achuchón de sopetón, muy contenta.
Definitivamente, la bebida no le había sentado bien a la joven elfa. El supuesto pijama (del que había bebido dos tragos contados y luego había pasado a mejor vida), mezclado con una buena dosis del tal Flinn (que sabía a rayos) se le subió más pronto de lo esperado a la cabeza.
El motivo por el cual la elfa miraba entre embobada y maravillada a aquel viejo era por dos motivos: Siempre le gustaba oír historias de misiones imposibles y era la primera vez que veía gemelos. Gemelos que hablaban y gesticulaban a la vez. Claro, era la primera vez que la elfa veía doble después de beber mucho, no entendía que eso era un efecto intrínseco del alcohol. Por supuesto, no se enteró de absolutamente nada de la misión. Consideraba mucho más interesante el hecho mágico de aquellos gemelos que actuaban y hablaban a la vez. Era casi mágico.
-Oye, pero esto es increíble. -entrecerró los ojos y miró al viejo sabio muy detenidamente-Tú y tu gemelo hablaish a llla vez. ¿Practicáis en casha? -dijo con voz pastosa.
El viejo la miró enarcando una ceja.
-Niña, creo que el alcohol te hace ver doble.
Iredia abrió los ojos como platos.
-¡Anda! Y si bebo mucho, ¿veré triple?
Pero antes de que la elfa pudiese dar otro trago, el viejo se había acercado a su rostro y la miraba fijamente. Y cometió un terrible e imperdonable error.
-No, elfita, lo que pasará es que dejarás de ver. No sé si vales para la misión que quiero proponerle a tu amigo. -soltó una risa amarga y le dio un toquecito burlón en la punta de una de sus picudas orejas, que sobresalía entre sus rojizos cabellos.
De golpe, en una milésima de segundo, Iredia agarró la jarra de Flinn y le tiró el contenido que le quedaba en la cara al viejo en plena cara. Su rictus se volvió iracundo mientras la elfa se incorporaba lentamente y miraba al viejo con sus ojos violetas brillando de rabia.
-Nadie. -le dio con el dedo índice en el pecho- Me. -otra vez-Toca.-una vez más-Las orejas.-y le dio un empujón- Pandalah.
El empujón no fue muy fuerte, pero consiguió el efecto deseado. No fue acojonar ni intimidar (la elfa era de todo menos intimidante), sino ganarse el respeto del viejo, que todavía se limpiaba los restos de Flinn del rostro con una sonrisa divertida. Ese empujón hizo que la elfa se tambalease un poco, pero mantuvo su pose orgullosa agarrándose a la silla.
-Definitivamente, los tienes bien puestos.- y miró a la dragona-Contigo, directamente, no me la juego. Siempre cometo el error de subestimar a las mujeres. -se ajustó la capa- Vamos. -y salió por la puerta.
Iredia, con los ojos vidriosos, miró cómo se alejaba y luego miró a sus compañeros.
-Ya es la shegunda bebida que pieldo. Mejor vvvvámonos, que no shé polqué eshtoy un poco mareada. Serrá guladehn el viejo, que fa y mi toca las orejash, blablablabla... -su voz refunfuñona se convirtió en un susurro etílico ininteligible mientras avanzaba un poco tambaleante hacia la puerta.
-¡Yo estaré encantada! -y le dio un achuchón de sopetón, muy contenta.
Definitivamente, la bebida no le había sentado bien a la joven elfa. El supuesto pijama (del que había bebido dos tragos contados y luego había pasado a mejor vida), mezclado con una buena dosis del tal Flinn (que sabía a rayos) se le subió más pronto de lo esperado a la cabeza.
El motivo por el cual la elfa miraba entre embobada y maravillada a aquel viejo era por dos motivos: Siempre le gustaba oír historias de misiones imposibles y era la primera vez que veía gemelos. Gemelos que hablaban y gesticulaban a la vez. Claro, era la primera vez que la elfa veía doble después de beber mucho, no entendía que eso era un efecto intrínseco del alcohol. Por supuesto, no se enteró de absolutamente nada de la misión. Consideraba mucho más interesante el hecho mágico de aquellos gemelos que actuaban y hablaban a la vez. Era casi mágico.
-Oye, pero esto es increíble. -entrecerró los ojos y miró al viejo sabio muy detenidamente-Tú y tu gemelo hablaish a llla vez. ¿Practicáis en casha? -dijo con voz pastosa.
El viejo la miró enarcando una ceja.
-Niña, creo que el alcohol te hace ver doble.
Iredia abrió los ojos como platos.
-¡Anda! Y si bebo mucho, ¿veré triple?
Pero antes de que la elfa pudiese dar otro trago, el viejo se había acercado a su rostro y la miraba fijamente. Y cometió un terrible e imperdonable error.
-No, elfita, lo que pasará es que dejarás de ver. No sé si vales para la misión que quiero proponerle a tu amigo. -soltó una risa amarga y le dio un toquecito burlón en la punta de una de sus picudas orejas, que sobresalía entre sus rojizos cabellos.
De golpe, en una milésima de segundo, Iredia agarró la jarra de Flinn y le tiró el contenido que le quedaba en la cara al viejo en plena cara. Su rictus se volvió iracundo mientras la elfa se incorporaba lentamente y miraba al viejo con sus ojos violetas brillando de rabia.
-Nadie. -le dio con el dedo índice en el pecho- Me. -otra vez-Toca.-una vez más-Las orejas.-y le dio un empujón- Pandalah.
El empujón no fue muy fuerte, pero consiguió el efecto deseado. No fue acojonar ni intimidar (la elfa era de todo menos intimidante), sino ganarse el respeto del viejo, que todavía se limpiaba los restos de Flinn del rostro con una sonrisa divertida. Ese empujón hizo que la elfa se tambalease un poco, pero mantuvo su pose orgullosa agarrándose a la silla.
-Definitivamente, los tienes bien puestos.- y miró a la dragona-Contigo, directamente, no me la juego. Siempre cometo el error de subestimar a las mujeres. -se ajustó la capa- Vamos. -y salió por la puerta.
Iredia, con los ojos vidriosos, miró cómo se alejaba y luego miró a sus compañeros.
-Ya es la shegunda bebida que pieldo. Mejor vvvvámonos, que no shé polqué eshtoy un poco mareada. Serrá guladehn el viejo, que fa y mi toca las orejash, blablablabla... -su voz refunfuñona se convirtió en un susurro etílico ininteligible mientras avanzaba un poco tambaleante hacia la puerta.
Iredia
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Después de ver maravillada la escena, me decidí a ayudar a mi amiga. Viendo como se tambaleaba hacia la puerta, me acerqué rápidamente hacia ella y le ofrecí mi hombro como apoyo para seguir hacia la casa del viejo. Este se quedó comentando algo con Karkaran y Iredia y yo nos quedamos fuera de la taberna a esperar a los hombres que salieran.
-A ver si el aire fresco de la noche te esclarece un poco la mente. - Le comenté a la elfa que estaba casi recostada en mi.
Una vez salieron de la taberna Karkaran y el viejo marinero nadie pronunció palabra. Seguimos al hombre por las calles de Sacrestic Ville. Al ser tierra de vampiros y al ser justo el principio de la noche las calles estaban casi desiertas. Los humanos que habitaban allí no se atrevían ya a salir y para los vampiros aún no era hora de caza, así que era un buen momento para desplazarnos por las calles.
Terminamos en el puerto. Los últimos pescadores preparaban sus barcas para salir a pescar y estaba todo inundado por un hedor a pescado que era nauseabundo. Por suerte nuestra, el marinero entró en la primera casa del puerto. Pude ver como la planta baja era una tiendecita pequeña de artilugios de pesca, como arpones, cañas y redes. Justo al lado había una puerta de madera por la que se introdujo nuestro guía.
- Esperad aquí, ahora vuelvo. - Y entró por la puerta de madera. Supuse que el marinero se dirigía a su estudio y que tarde o temprano nos dejaría pasar.
- Que peste más horrible hace. ¿Todos los puertos son así de asquerosos? -Pregunté en voz alta pero sin esperar respuesta.
De repente, el hombre volvió. - Podéis pasar tranquilamente. - Así que seguimos al viejo marinero por unas escaleras hasta encima de la tienda de objetos de pesca.
Entramos por una puerta de madera situada arriba a la derecha. Dentro, iluminada por candelas y por una chimenea entramos en un estudio lleno de mapas, trazados y rutas actuales y antiguas de bancos de peces. Había pergaminos abiertos y cerrados por toda la sala y olía a tinta y a madera quemada.
Era un lugar acogedor. Había unos sillones acomodados delante de la chimenea también llenos de pergaminos. El hombre se acercó allí y apartó rápidamente todos los que pudo mientras decía:
- Perdonad por el desorden, no acostumbro a tener visitas. Ya sabéis, pescador viejo y solitario.
Una vez los sillones despejados aposenté a mi lado a Iredia y esperé que los dos hombres volvieran a sentarse y llegar a un acuerdo para nuestra misión.
-A ver si el aire fresco de la noche te esclarece un poco la mente. - Le comenté a la elfa que estaba casi recostada en mi.
Una vez salieron de la taberna Karkaran y el viejo marinero nadie pronunció palabra. Seguimos al hombre por las calles de Sacrestic Ville. Al ser tierra de vampiros y al ser justo el principio de la noche las calles estaban casi desiertas. Los humanos que habitaban allí no se atrevían ya a salir y para los vampiros aún no era hora de caza, así que era un buen momento para desplazarnos por las calles.
Terminamos en el puerto. Los últimos pescadores preparaban sus barcas para salir a pescar y estaba todo inundado por un hedor a pescado que era nauseabundo. Por suerte nuestra, el marinero entró en la primera casa del puerto. Pude ver como la planta baja era una tiendecita pequeña de artilugios de pesca, como arpones, cañas y redes. Justo al lado había una puerta de madera por la que se introdujo nuestro guía.
- Esperad aquí, ahora vuelvo. - Y entró por la puerta de madera. Supuse que el marinero se dirigía a su estudio y que tarde o temprano nos dejaría pasar.
- Que peste más horrible hace. ¿Todos los puertos son así de asquerosos? -Pregunté en voz alta pero sin esperar respuesta.
De repente, el hombre volvió. - Podéis pasar tranquilamente. - Así que seguimos al viejo marinero por unas escaleras hasta encima de la tienda de objetos de pesca.
Entramos por una puerta de madera situada arriba a la derecha. Dentro, iluminada por candelas y por una chimenea entramos en un estudio lleno de mapas, trazados y rutas actuales y antiguas de bancos de peces. Había pergaminos abiertos y cerrados por toda la sala y olía a tinta y a madera quemada.
Era un lugar acogedor. Había unos sillones acomodados delante de la chimenea también llenos de pergaminos. El hombre se acercó allí y apartó rápidamente todos los que pudo mientras decía:
- Perdonad por el desorden, no acostumbro a tener visitas. Ya sabéis, pescador viejo y solitario.
Una vez los sillones despejados aposenté a mi lado a Iredia y esperé que los dos hombres volvieran a sentarse y llegar a un acuerdo para nuestra misión.
Larienne
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
- Aun no has olido cuando la orilla trae los cadaveres de la tormenta... - Dije en un susurro tras el comentario del olor del puerto que hizo la dragona. - ... Eso si que es hedor...
Tras un breve momento, el viejo nos dejo pasar dentro, donde, para que mentirnos, me sorprendí gratamente con lo que parecían ser pequeños documentos de información de varios tipos.
Ademas de los pergaminos y mapas sobre los bancos de peces, había también algún que otro libro ilustrado sobre la vida marina y sus peligros. Lo abrí y ojeé brevemente mientras el viejo se disculpaba por el desorden. Ni siquiera me moleste en girarme a mirarlo hasta que hubo acabado de ordenar lo que creyó conveniente. Yo cerré el libro con cuidado y lo coloqué de nuevo donde estaba. Si tenia tiempo, le echaría otra ojeada más adelante.
Di un par de pasos mientras colocaba a la elfa en el sofá un poquito con esfuerzo, puesto que parecía estar aun dispuesta a salir de fiesta antes que atender a la posibilidad de un negocio. Yo suspiré y la empecé a acariciar de la cabeza para que se quedara quieta. Ella pareció contentarse y se quedo algo más paradita. Me gire al viejo, que me miraba alzando una ceja.
- Al grano. - Espeté.
- Bien... - Dijo este tomando uno de los pergaminos que descansaba a su derecha. La dragona miraba al viejo también desde el otro sillón. - Puedo afirmar que el primer ataque tubo lugar... Aquí. - Dijo marcando con una X el lugar al este de la cala sud de la ciudad. - Aquí fue donde se hundió el primero de los barcos. Desde ese, varios galeones y veleros se han hundido con los mismos daños que ese.
- ¿Factores comunes?
- Si. Sobretodo en lo que se refiere al casco del barco. Varios arañazos de un brazo de grosor cada surco, pero irregulares, nada similar a una garra. Casi parecen piedras o aguijones que salen cuando el barco choca contra el hielo.
- Si no se tratara de una idiotez, diría que puede tratarse de hielo... Pero no sera tan sencillo, verdad?
- No. El primer ataque tubo lugar en temporada de soles y calores. No había hielo apenas para la nobleza, mucho menos lo habría en el mar.
Me rasqué la cabeza. Empezaba a divagar teorías por mi cabeza.
- ¿Que sabemos del objeto magico?
El sacó otro pergamino, algo más pequeño, con una especie de cetro dibujado en carbon. Tenia una especie de orbe agujereado en el final, seguramente era lo que transmitia el poder. No era un dibujo demasiado detallado.
- ¿Te suena de algo? - Preguntó esperanzado el viejo.
- Es un silfanio. - Dije tranquilo, mirando el dibujo. - No puedo decir mucho más al respecto, puesto que no es un dibujo demasiado detallado, pero la silueta es clásica de un tipo de bastón bastante conocido por su funcionamiento entre los brujos.
- ¿Que hace?
- Mayormente, se trata de una herramienta en la que un brujo imbuye de forma permanente un hechizo sobre el. Esto, tras un proceso largo y donde se gasta mucha energía, hace que la herramienta en cuestión imite profundamente el hechizo que el emisor trataba de emitir contra el de forma automática, absorbiendo la magia del ambiente... Seguramente se le embullo algún tipo de ataque de tierra o de agua en fricción helada para generar hielo... Pero eso requeriría de un poder enorme y muy extraordinario como para poder hundir un barco entero.
Me rasqué de nuevo la cabeza. Esa teoría era posible, pero no solventaba todas las dudas de esta a menos que tuviera también un nombre para el portador del cetro.
Me giré a la dragona, que era la más consciente de las chicas.
- ¿Sabes tu algo de magia, lagartilla?
Tras un breve momento, el viejo nos dejo pasar dentro, donde, para que mentirnos, me sorprendí gratamente con lo que parecían ser pequeños documentos de información de varios tipos.
Ademas de los pergaminos y mapas sobre los bancos de peces, había también algún que otro libro ilustrado sobre la vida marina y sus peligros. Lo abrí y ojeé brevemente mientras el viejo se disculpaba por el desorden. Ni siquiera me moleste en girarme a mirarlo hasta que hubo acabado de ordenar lo que creyó conveniente. Yo cerré el libro con cuidado y lo coloqué de nuevo donde estaba. Si tenia tiempo, le echaría otra ojeada más adelante.
Di un par de pasos mientras colocaba a la elfa en el sofá un poquito con esfuerzo, puesto que parecía estar aun dispuesta a salir de fiesta antes que atender a la posibilidad de un negocio. Yo suspiré y la empecé a acariciar de la cabeza para que se quedara quieta. Ella pareció contentarse y se quedo algo más paradita. Me gire al viejo, que me miraba alzando una ceja.
- Al grano. - Espeté.
- Bien... - Dijo este tomando uno de los pergaminos que descansaba a su derecha. La dragona miraba al viejo también desde el otro sillón. - Puedo afirmar que el primer ataque tubo lugar... Aquí. - Dijo marcando con una X el lugar al este de la cala sud de la ciudad. - Aquí fue donde se hundió el primero de los barcos. Desde ese, varios galeones y veleros se han hundido con los mismos daños que ese.
- ¿Factores comunes?
- Si. Sobretodo en lo que se refiere al casco del barco. Varios arañazos de un brazo de grosor cada surco, pero irregulares, nada similar a una garra. Casi parecen piedras o aguijones que salen cuando el barco choca contra el hielo.
- Si no se tratara de una idiotez, diría que puede tratarse de hielo... Pero no sera tan sencillo, verdad?
- No. El primer ataque tubo lugar en temporada de soles y calores. No había hielo apenas para la nobleza, mucho menos lo habría en el mar.
Me rasqué la cabeza. Empezaba a divagar teorías por mi cabeza.
- ¿Que sabemos del objeto magico?
El sacó otro pergamino, algo más pequeño, con una especie de cetro dibujado en carbon. Tenia una especie de orbe agujereado en el final, seguramente era lo que transmitia el poder. No era un dibujo demasiado detallado.
- ¿Te suena de algo? - Preguntó esperanzado el viejo.
- Es un silfanio. - Dije tranquilo, mirando el dibujo. - No puedo decir mucho más al respecto, puesto que no es un dibujo demasiado detallado, pero la silueta es clásica de un tipo de bastón bastante conocido por su funcionamiento entre los brujos.
- ¿Que hace?
- Mayormente, se trata de una herramienta en la que un brujo imbuye de forma permanente un hechizo sobre el. Esto, tras un proceso largo y donde se gasta mucha energía, hace que la herramienta en cuestión imite profundamente el hechizo que el emisor trataba de emitir contra el de forma automática, absorbiendo la magia del ambiente... Seguramente se le embullo algún tipo de ataque de tierra o de agua en fricción helada para generar hielo... Pero eso requeriría de un poder enorme y muy extraordinario como para poder hundir un barco entero.
Me rasqué de nuevo la cabeza. Esa teoría era posible, pero no solventaba todas las dudas de esta a menos que tuviera también un nombre para el portador del cetro.
Me giré a la dragona, que era la más consciente de las chicas.
- ¿Sabes tu algo de magia, lagartilla?
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