Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Apoyarse en el hombro de la dragona fue sin duda una gran ayuda, pues consiguió salir de la posada sin estamparse contra un suelo traicionero que se movía constantemente. ¿Y eso era lo que se bebía el brujo como agua? Era imposible. Un día tenía que comprobar cuánto de eso era capaz de beber sin desmayarse.
Hizo el camino del puerto dada del brazo de la dragona, sin abrir la boca hasta llegar al puerto. No porque no quisiese hablar, realmente es que cada vez que intentaba decir algo notaba su boca pastosa. Instintivamente, de vez en cuando, se tocaba las orejas para asegurarse de que seguían en su sitio.
Entonces llegaron al puerto. Almejas. Un olor tan característico y repugnante que no había echado de menos. Le traía recuerdos divertidos y horribles a la vez. Se llevó una mano a la boca, conteniendo con éxito (esta vez) una arcada que hubiera desencadenado en algo bastante peor. Su olfato refinado no aguantaba bien los malos olores, algo que había comprobado desde hacía tiempo. Pese a que podía llegar a acostumbrarse, su nariz élfica seguía siendo demasiado fina para ese mundo.
Entraron entonces tras el viejo duchado en Flinn. Ella seguía al resto como un zombie, sin atreverse a hablar. Se estaban metiendo en la casa o tienda o algo de un viejo sin saber por qué. ¿Había abierto la boca demasiado? ¿Cómo leches habían acabado ahí?
La amable dragona la sentó en uno de los sillones, a su lado. Pero Iredia no podía quedarse sentada mucho tiempo. Sin embargo, como siempre, su protector leía su mente (algún día tenía que preguntarle cómo lo hacía), pues acarició sus cabellos intentando disuadirla de que hiciese alguna tontería. Ella, con los ojos entrecerrados, lo miró un momento y, con una sonrisilla etílica, asintió.
Por supuesto, no duró así mucho tiempo.
-Ahorra....venngo. -balbuceó mientras se llevaba una mano a la boca.
Y, mientras el viejo daba las explicaciones pertinentes al brujo, Iredia salió apresuradamente de la estancia, salió al puerto, se arrodilló en la orilla y vomitó en el agua. Su propio sabor a vómito, junto con el resto de mezclas de olores de diversos pescados de la zona, provocó que siguiera vomitando al menos dos veces más.
<<No vuelvo a beber pijamas.>>, se juró a sí misma.
Se limpió los labios con el dorso de la mano, respiró hondo un par de veces. El agua ondulante le mareaba. Si alzaba la vista se mareaba. ¿En serio a los humanos les gustaba este estado de ánimo? ¡Si era horrible! Vomitó de nuevo.
Tras un rato agónico, una muy pálida elfa se volvió a sentar en el hueco al lado de Larienne. Iredia, por supuesto, creía que nadie se había percatado de su ausencia. Coincidió justo en el momento en el que el viejo le preguntaba a la dragona si conocía la magia.
Se le escapó un eructo como primera respuesta. Colorada como un absoluto tomate, se tapó la boca con las manos a toda prisa mientras sus violetas miraban avergonzados a los presentes.
-Perdddon. -musitó con un hilillo de voz.
Hizo el camino del puerto dada del brazo de la dragona, sin abrir la boca hasta llegar al puerto. No porque no quisiese hablar, realmente es que cada vez que intentaba decir algo notaba su boca pastosa. Instintivamente, de vez en cuando, se tocaba las orejas para asegurarse de que seguían en su sitio.
Entonces llegaron al puerto. Almejas. Un olor tan característico y repugnante que no había echado de menos. Le traía recuerdos divertidos y horribles a la vez. Se llevó una mano a la boca, conteniendo con éxito (esta vez) una arcada que hubiera desencadenado en algo bastante peor. Su olfato refinado no aguantaba bien los malos olores, algo que había comprobado desde hacía tiempo. Pese a que podía llegar a acostumbrarse, su nariz élfica seguía siendo demasiado fina para ese mundo.
Entraron entonces tras el viejo duchado en Flinn. Ella seguía al resto como un zombie, sin atreverse a hablar. Se estaban metiendo en la casa o tienda o algo de un viejo sin saber por qué. ¿Había abierto la boca demasiado? ¿Cómo leches habían acabado ahí?
La amable dragona la sentó en uno de los sillones, a su lado. Pero Iredia no podía quedarse sentada mucho tiempo. Sin embargo, como siempre, su protector leía su mente (algún día tenía que preguntarle cómo lo hacía), pues acarició sus cabellos intentando disuadirla de que hiciese alguna tontería. Ella, con los ojos entrecerrados, lo miró un momento y, con una sonrisilla etílica, asintió.
Por supuesto, no duró así mucho tiempo.
-Ahorra....venngo. -balbuceó mientras se llevaba una mano a la boca.
Y, mientras el viejo daba las explicaciones pertinentes al brujo, Iredia salió apresuradamente de la estancia, salió al puerto, se arrodilló en la orilla y vomitó en el agua. Su propio sabor a vómito, junto con el resto de mezclas de olores de diversos pescados de la zona, provocó que siguiera vomitando al menos dos veces más.
<<No vuelvo a beber pijamas.>>, se juró a sí misma.
Se limpió los labios con el dorso de la mano, respiró hondo un par de veces. El agua ondulante le mareaba. Si alzaba la vista se mareaba. ¿En serio a los humanos les gustaba este estado de ánimo? ¡Si era horrible! Vomitó de nuevo.
Tras un rato agónico, una muy pálida elfa se volvió a sentar en el hueco al lado de Larienne. Iredia, por supuesto, creía que nadie se había percatado de su ausencia. Coincidió justo en el momento en el que el viejo le preguntaba a la dragona si conocía la magia.
Se le escapó un eructo como primera respuesta. Colorada como un absoluto tomate, se tapó la boca con las manos a toda prisa mientras sus violetas miraban avergonzados a los presentes.
-Perdddon. -musitó con un hilillo de voz.
Iredia
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Era una dragona inexperimentada. Solo sabía como controlar de forma justa mi magia. Sabía crear una ventisca y romper cosas con mi aliento. Dominaba a la perfección mi transformación, pero no sabía realmente de magia.
Teóricamente, cuando consigues hacer tu primera transformación los instructores y los padres te muestran como debes emplear tus poderes y como debes controlar tu magia. Pero yo me había aprendido a transformar muy tarde. Además mis padres no eran del mismo elemento natural que yo ya que me enteré que era "adoptada" por ellos hasta que supieran si era un dragón. Pero todo este rollo no hacía falta soltárselo a los presentes. Así que simplemente negué con la cabeza.
Aún así, añadí: - Pero por favor, no me llames lagartija. Mi nombre es Larienne. Y ya que nos encontramos en su casa, me gustaría saber como se llama usted. - Miré acosadora al hombre que nos quería encomendar una misión.
- Podéis llamarme Morfeo. Me he dedicado toda la vida al estudio del mar, de las costas. La tienda de abajo es de mi propiedad. Pero no deja que algo está pasando, y creo que podéis ayudar a este viejo marinero y a todos los que viajan por estos lares.
-Encantada Morfeo. - Añadí al marinero.
Parecía sincero, y aunque me hubiese llamado lagartija, me causaba un sentimiento de compasión hacia él. Me miré a Iredia que ahora olía a rosas, madreselva y vómito. - ¿Te encuentras mejor Iredia? - Le dije mientras le daba un golpezito en la espalda.
No dejé que me contestara y me giré a Karkaran: - ¿Tu sabes algo acerca de esta magia? ¿Es muy potente? - Y luego interrogué a Morfeo otra vez: - ¿Se sabe ya quien podría ser el causante de todo esto?
Después de bombardear con tantas preguntas me di cuenta que estaba intentando asimilar demasiada información, lo que hacía que surgieran muchas dudas en mi mente y que las estuviera lanzando sin esperar respuesta a ellas. Así que me quedé callada y aprendí a guardarme todas mis dudas para mi.
Teóricamente, cuando consigues hacer tu primera transformación los instructores y los padres te muestran como debes emplear tus poderes y como debes controlar tu magia. Pero yo me había aprendido a transformar muy tarde. Además mis padres no eran del mismo elemento natural que yo ya que me enteré que era "adoptada" por ellos hasta que supieran si era un dragón. Pero todo este rollo no hacía falta soltárselo a los presentes. Así que simplemente negué con la cabeza.
Aún así, añadí: - Pero por favor, no me llames lagartija. Mi nombre es Larienne. Y ya que nos encontramos en su casa, me gustaría saber como se llama usted. - Miré acosadora al hombre que nos quería encomendar una misión.
- Podéis llamarme Morfeo. Me he dedicado toda la vida al estudio del mar, de las costas. La tienda de abajo es de mi propiedad. Pero no deja que algo está pasando, y creo que podéis ayudar a este viejo marinero y a todos los que viajan por estos lares.
-Encantada Morfeo. - Añadí al marinero.
Parecía sincero, y aunque me hubiese llamado lagartija, me causaba un sentimiento de compasión hacia él. Me miré a Iredia que ahora olía a rosas, madreselva y vómito. - ¿Te encuentras mejor Iredia? - Le dije mientras le daba un golpezito en la espalda.
No dejé que me contestara y me giré a Karkaran: - ¿Tu sabes algo acerca de esta magia? ¿Es muy potente? - Y luego interrogué a Morfeo otra vez: - ¿Se sabe ya quien podría ser el causante de todo esto?
Después de bombardear con tantas preguntas me di cuenta que estaba intentando asimilar demasiada información, lo que hacía que surgieran muchas dudas en mi mente y que las estuviera lanzando sin esperar respuesta a ellas. Así que me quedé callada y aprendí a guardarme todas mis dudas para mi.
Larienne
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Me rasqué la cabeza algo divertido, pero no deje que se representara en mi expresión. Lo cierto era que ese acoso de preguntas era algo en lo que yo pecaba para mi mismo y cuando estudiaba en la escuela, con mis maestros. Me hizo gracia ver esa situación desde otra perspectiva.
Miré largamente el suelo buscando las palabras adecuadas mientras, distraído, dibujaba círculos en el reposabrazos del asiento que me había asignado.
- Buscamos a alguien con un poder a su disposición de una cantidad considerable. Estamos hablando de un brujo de Rango B o un Archimago de bajo rango. Si se tratase de cualquiera de estos dos casos, se conocería el nombre de alguien asi de poderoso, por lo que solo nos quedan pocas opciones: La más probable es que se traté de alguien de a pie, vampiro seguramente, que haya obtenido un artefacto de la Vieja Era y lo convine de alguna forma con su magia de sangre.
La vieja Era, conocida así por ser la primera donde constaban datos escritos de las runas, era famosa por el descubrimiento de la magia tal y como se enseña hoy. También había sido causante de varios desastres a causa de su mal uso de esa magia.
- En tal caso, buscamos un vampiro que no destaque, pero con suficiente influencia como para conocer los movimientos de los barcos. Alguien en un puesto de pionero o de marinero. Quizás un mercenario contratado para defender los puertos...
- Lo cierto es que hay un vampiro que fue contratado para estar vigilando el puerto. - Dijo sorprendido el susodicho Morfeo.
Asentí sin mirar al postor.
- Es probable que sea el. Pero habría que hacer una comprobación. Seria mejor seguirlo de alguna forma, registrar sus puntos de ruta y averiguar si hay datos que podamos usar para entender como ha conseguido tal poder en el caso de ser el culpable. En caso de no serlo, estaremos en las mismas.
Gire mi cabeza hasta que mi cuello hizo un sonoro "crack".
- ¿Que opina la ardilla y la dragona de todo esto?
Miré largamente el suelo buscando las palabras adecuadas mientras, distraído, dibujaba círculos en el reposabrazos del asiento que me había asignado.
- Buscamos a alguien con un poder a su disposición de una cantidad considerable. Estamos hablando de un brujo de Rango B o un Archimago de bajo rango. Si se tratase de cualquiera de estos dos casos, se conocería el nombre de alguien asi de poderoso, por lo que solo nos quedan pocas opciones: La más probable es que se traté de alguien de a pie, vampiro seguramente, que haya obtenido un artefacto de la Vieja Era y lo convine de alguna forma con su magia de sangre.
La vieja Era, conocida así por ser la primera donde constaban datos escritos de las runas, era famosa por el descubrimiento de la magia tal y como se enseña hoy. También había sido causante de varios desastres a causa de su mal uso de esa magia.
- En tal caso, buscamos un vampiro que no destaque, pero con suficiente influencia como para conocer los movimientos de los barcos. Alguien en un puesto de pionero o de marinero. Quizás un mercenario contratado para defender los puertos...
- Lo cierto es que hay un vampiro que fue contratado para estar vigilando el puerto. - Dijo sorprendido el susodicho Morfeo.
Asentí sin mirar al postor.
- Es probable que sea el. Pero habría que hacer una comprobación. Seria mejor seguirlo de alguna forma, registrar sus puntos de ruta y averiguar si hay datos que podamos usar para entender como ha conseguido tal poder en el caso de ser el culpable. En caso de no serlo, estaremos en las mismas.
Gire mi cabeza hasta que mi cuello hizo un sonoro "crack".
- ¿Que opina la ardilla y la dragona de todo esto?
Erenair
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Iredia estaba apoyada sobre una mano. Cerraba y abría los ojos a intervalos, pues le costaba tanto dormir como permanecer despierta. Estaba en un limbo onírico, pues si cerraba los ojos del todo se mareaba y si los abría del todo el peso del cansancio y de la borrachera caía sobre sus párpados. .
Cuando Larienne le dio aquel golpecito, se le escapó otro eructo, mucho más breve, cortito y bajito de volumen. Esperó y deseó que sólo lo escuchase ella. No respondió, pues inmediatamente atacó con preguntas al resto de presentes y le relajó el hecho de que el peso de la conversación no cayese en su ebria persona.
Los oía hablar como si fuera un sueño, una especie de eco en su cabeza. Sus voces le rebotaban en las sienes como salpicaduras, era algo molesto. Aún así, se esforzó por prestar atención. Se había perdido absolutamente todo el principio de la conversación, pero sí que llegó a comprender que buscaban a un vampiro. Vampiro. La mera palabra hizo que tragase saliva y reflejase una chispa de temor en su rostro. Gracias a los dioses, estaba pálida de serie así que no se notaría demasiado que no le gustaban nada aquellos demonios.
Entrecerró los ojos. Hablaban de rastrear al vampiro, de acecharlo. Zarandeó la cabeza, mostrando su desaprobación. Esta vez si intervino en la conversación, tras la invitación de Karkaran.
-Laa arrdilla ooopina... qué...hayyy unnna... -carraspeó un poco. Hablaba despacio para intentar no trabarse-mmmanera másh fácil. -alzó un dedo índice de repente, remarcando que se le había ocurrido una idea- Tennnderle una traaa traaa... ¿cómo she dice en común...? Trrrapo... ¡trampa! -exclamó de súbito, contenta- Ellosh bebennn sangre. Ssshiempre tienen sed, ¿nno? -paseó la mirada por los presentes. Le lagrimeaban los ojos por el cansancio, pero estaba decidida a contarles lo que pensaba- Sssshi le damosh sangre, le tenntamosh... -una sonrisa pícara cruzó su rostro ebrio- Serrá másh fácil ccooogerlo.
Hizo una pausa, cogiendo aire. Esa boca pastosa no le dejaba hablar bien y encima se secaba pronto.
-Voshotros soish losss fuerrrtes. -dijo, paseando el dedo de su protector a la dragona y viceversa- Y a míii... me encannnta meterrr a personash, cosash y másh personash en proooproopobloblemas. -sugirió con una sonrisilla y encogiéndose de hombros simpáticamente. No se había dado cuenta de que se había trabado.
Instintivamente, una vez callada, se tocó las orejas. Sólo para asegurarse de que seguían ahí. Ya había dejado claro que no le importaba ser el cebo, aunque le preocupaban profundamente sus pequeñas picudas.
Cuando Larienne le dio aquel golpecito, se le escapó otro eructo, mucho más breve, cortito y bajito de volumen. Esperó y deseó que sólo lo escuchase ella. No respondió, pues inmediatamente atacó con preguntas al resto de presentes y le relajó el hecho de que el peso de la conversación no cayese en su ebria persona.
Los oía hablar como si fuera un sueño, una especie de eco en su cabeza. Sus voces le rebotaban en las sienes como salpicaduras, era algo molesto. Aún así, se esforzó por prestar atención. Se había perdido absolutamente todo el principio de la conversación, pero sí que llegó a comprender que buscaban a un vampiro. Vampiro. La mera palabra hizo que tragase saliva y reflejase una chispa de temor en su rostro. Gracias a los dioses, estaba pálida de serie así que no se notaría demasiado que no le gustaban nada aquellos demonios.
Entrecerró los ojos. Hablaban de rastrear al vampiro, de acecharlo. Zarandeó la cabeza, mostrando su desaprobación. Esta vez si intervino en la conversación, tras la invitación de Karkaran.
-Laa arrdilla ooopina... qué...hayyy unnna... -carraspeó un poco. Hablaba despacio para intentar no trabarse-mmmanera másh fácil. -alzó un dedo índice de repente, remarcando que se le había ocurrido una idea- Tennnderle una traaa traaa... ¿cómo she dice en común...? Trrrapo... ¡trampa! -exclamó de súbito, contenta- Ellosh bebennn sangre. Ssshiempre tienen sed, ¿nno? -paseó la mirada por los presentes. Le lagrimeaban los ojos por el cansancio, pero estaba decidida a contarles lo que pensaba- Sssshi le damosh sangre, le tenntamosh... -una sonrisa pícara cruzó su rostro ebrio- Serrá másh fácil ccooogerlo.
Hizo una pausa, cogiendo aire. Esa boca pastosa no le dejaba hablar bien y encima se secaba pronto.
-Voshotros soish losss fuerrrtes. -dijo, paseando el dedo de su protector a la dragona y viceversa- Y a míii... me encannnta meterrr a personash, cosash y másh personash en proooproopobloblemas. -sugirió con una sonrisilla y encogiéndose de hombros simpáticamente. No se había dado cuenta de que se había trabado.
Instintivamente, una vez callada, se tocó las orejas. Sólo para asegurarse de que seguían ahí. Ya había dejado claro que no le importaba ser el cebo, aunque le preocupaban profundamente sus pequeñas picudas.
Iredia
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Entendí de seguida lo que Iredia estaba sugiriendo y no me gustó nada. No íbamos a usarla a ella como cebo, así que ya podía sacárselo de la cabeza, eso primero. Aún así, la idea de la elfa de tenderle una trampa no era tan mala. Pero la verdad es que yo no entendía nada acerca de vampiros y había muchas cosas que me preocupaban. No quería fallar a mis amigos.
Me encaré a Iredia y con toda la tranquilidad del mundo le dije: - Iredia, no vamos a usarte de carnaza. No quiero que te hagas daño ni te pongas en peligro, y menos cuando hay sangre de por medio. - Me di cuenta que hablaba como si estuviese intentando que un recién nacido comprendiese mis palabras. Aún así añadí: - Aunque la idea de usar un cebo considero que es buena. - Y me giré para mirar a Karkaran, en busca de su aprobación.
Unas de las dudas que me rondaba por la cabeza eran acerca de los mismos vampiros. Así que se las solté a Karkaran: -Acerca de los vampiros... ¿Ellos de por sí son muy peligrosos? ¿Cuáles son sus costumbres? ¿Solo beben sangre humana?
Estaba volviendo a hacer lo mismo que antes, demasiadas preguntas a las que no podía responder. En el fondo me sabía mal, pero en mi situación creo que era lo normal, así que decidí contárselo a aquellos acompañantes, pero sin dar muchos detalles.
- Quiero que sepais que al ser un dragón he vivido toda mi vida en las montañas, alejada de humanos, vampiros o elfos - carraspeé un poco para poder seguir hablando, todo eso en el fondo me dolía - así que lo siento mucho si me hago pesada con las cosas que no se o no entiendo. Si lo preferís, dejaré de preguntar, porque me sabe mal que tengáis que explicarme hasta la mínima expresión, pero me gustaría que entendierais mi situación. Es mi primera vez fuera de mi lugar.
En esta última frase no añadí un "de nacimiento", porque ya no sabía ni quien eran mis padres ni dónde había nacido. Y eso me puso un poco triste. Un montón de recuerdos golpearon mi mente, con imágenes de mi feliz infancia y de mi partida, de la mirada de mis padres y de todo lo que dejé atrás. Pero intenté que no me afectara mucho, ya que teníamos asuntos más importantes entre manos.
Me encaré a Iredia y con toda la tranquilidad del mundo le dije: - Iredia, no vamos a usarte de carnaza. No quiero que te hagas daño ni te pongas en peligro, y menos cuando hay sangre de por medio. - Me di cuenta que hablaba como si estuviese intentando que un recién nacido comprendiese mis palabras. Aún así añadí: - Aunque la idea de usar un cebo considero que es buena. - Y me giré para mirar a Karkaran, en busca de su aprobación.
Unas de las dudas que me rondaba por la cabeza eran acerca de los mismos vampiros. Así que se las solté a Karkaran: -Acerca de los vampiros... ¿Ellos de por sí son muy peligrosos? ¿Cuáles son sus costumbres? ¿Solo beben sangre humana?
Estaba volviendo a hacer lo mismo que antes, demasiadas preguntas a las que no podía responder. En el fondo me sabía mal, pero en mi situación creo que era lo normal, así que decidí contárselo a aquellos acompañantes, pero sin dar muchos detalles.
- Quiero que sepais que al ser un dragón he vivido toda mi vida en las montañas, alejada de humanos, vampiros o elfos - carraspeé un poco para poder seguir hablando, todo eso en el fondo me dolía - así que lo siento mucho si me hago pesada con las cosas que no se o no entiendo. Si lo preferís, dejaré de preguntar, porque me sabe mal que tengáis que explicarme hasta la mínima expresión, pero me gustaría que entendierais mi situación. Es mi primera vez fuera de mi lugar.
En esta última frase no añadí un "de nacimiento", porque ya no sabía ni quien eran mis padres ni dónde había nacido. Y eso me puso un poco triste. Un montón de recuerdos golpearon mi mente, con imágenes de mi feliz infancia y de mi partida, de la mirada de mis padres y de todo lo que dejé atrás. Pero intenté que no me afectara mucho, ya que teníamos asuntos más importantes entre manos.
Larienne
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
La idea de la carnaza de Iredia no era mala.
Si atraíamos de alguna forma al chupasangres, seria más sencillo de atrapar, sin lugar a dudas. Desconocía por eso ninguna forma de pelear contra sus "encantos", por lo que mejor seria evitar todo contacto visual con él. Me rasqué sonoramente la barbilla, haciendo sonar los cuatro pelos que me habían ido creciendo esos días.
- Iredia, no vamos a usarte de carnaza. - Intervinó la dragona. - No quiero que te hagas daño ni te pongas en peligro, y menos cuando hay sangre de por medio. Aunque la idea de usar un cebo considero que es buena.
Tras decir eso, se giro para mirarme. Había pensado lo mismo que yo. Si bien podíamos atraerlo de alguna otra forma, seria más sencillo.
-Acerca de los vampiros... ¿Ellos de por sí son muy peligrosos? ¿Cuáles son sus costumbres? ¿Solo beben sangre humana?
De nuevo, la miré largamente un instante antes de responder. Me gustaba su parte curiosa, pues la compartía plenamente. Aparté la mirada y empecé despacio.
- Los vampiros se originaron del odio y de la corrupción, nacidos de un engaño por parte del Dragón de la oscuridad, quien doblego sus corazones y les obligo a beber la sangre del rey de los dragones. - Sabia que no era una historia que quizás le gustara oír a la dragona, pero si ella quería conocimiento, le daría el correcto. Ni decorado ni suavizado. El de verdad. - Los vampiros fueron originalmente los más fieles seguidores de los dragones, pero el odio de sus corazones les hizo matar y beber la sangre del rey dragón. Desde entonces, fueron malditos con la no-muerte y con la única posibilidad de alimentarse segando las vidas de los ajenos. Únicamente pueden alimentarse de sangre, pero les da igual la raza. Por norma, prefieren humanos. Fáciles de comer, fáciles de cazar. Los brujos tenemos una sangre algo más densa, por lo que muchos nos evitan. En lo referente a otras razas, lo desconozco.
Me acomodé un poco más en el asiento antes de continuar el relato. Incluso parecía que el marinero estaba atento a mis palabras.
- No suelen tener demasiadas costumbres propias puesto que la mayoría son independientes. Y de las que tienen, poco se sabe, pues no hay mucho ser viviente que entre y salga de la capital de los murciélagos. Son extremadamente fuertes y rápidos, ademas de poseer ciertos poderes mágicos increíblemente poderosos. Entre ellos, el "enchanto" o la seducción, según lo llamen, que consiste en la posibilidad de hipnotizar a la victima y hacerle creer que ama al vampiro. Cuanto más poderosa sea la criatura sobre la que se lanza ese conjuro, menos afecta, pero según tengo entendido, puede darse en cualquier raza.
- Quiero que sepáis que al ser un dragón he vivido toda mi vida en las montañas, alejada de humanos, vampiros o elfos, así que lo siento mucho si me hago pesada con las cosas que no se o no entiendo. Si lo preferís, dejaré de preguntar, porque me sabe mal que tengáis que explicarme hasta la mínima expresión, pero me gustaría que entendierais mi situación. Es mi primera vez fuera de mi lugar.
- Pregunta. - Dije tranquilo sin mirarla, mientras me levantaba. No dije nada más. No creí que fuera necesario. Pese a que esa dragona seguía sin darme del todo una sensación de confianza, veía en ella siento potencial. Ademas, siempre podía también descubrir cosas de ella del mismo modo que lo hacia con Iredia. - ¿Nos vamos?
Si atraíamos de alguna forma al chupasangres, seria más sencillo de atrapar, sin lugar a dudas. Desconocía por eso ninguna forma de pelear contra sus "encantos", por lo que mejor seria evitar todo contacto visual con él. Me rasqué sonoramente la barbilla, haciendo sonar los cuatro pelos que me habían ido creciendo esos días.
- Iredia, no vamos a usarte de carnaza. - Intervinó la dragona. - No quiero que te hagas daño ni te pongas en peligro, y menos cuando hay sangre de por medio. Aunque la idea de usar un cebo considero que es buena.
Tras decir eso, se giro para mirarme. Había pensado lo mismo que yo. Si bien podíamos atraerlo de alguna otra forma, seria más sencillo.
-Acerca de los vampiros... ¿Ellos de por sí son muy peligrosos? ¿Cuáles son sus costumbres? ¿Solo beben sangre humana?
De nuevo, la miré largamente un instante antes de responder. Me gustaba su parte curiosa, pues la compartía plenamente. Aparté la mirada y empecé despacio.
- Los vampiros se originaron del odio y de la corrupción, nacidos de un engaño por parte del Dragón de la oscuridad, quien doblego sus corazones y les obligo a beber la sangre del rey de los dragones. - Sabia que no era una historia que quizás le gustara oír a la dragona, pero si ella quería conocimiento, le daría el correcto. Ni decorado ni suavizado. El de verdad. - Los vampiros fueron originalmente los más fieles seguidores de los dragones, pero el odio de sus corazones les hizo matar y beber la sangre del rey dragón. Desde entonces, fueron malditos con la no-muerte y con la única posibilidad de alimentarse segando las vidas de los ajenos. Únicamente pueden alimentarse de sangre, pero les da igual la raza. Por norma, prefieren humanos. Fáciles de comer, fáciles de cazar. Los brujos tenemos una sangre algo más densa, por lo que muchos nos evitan. En lo referente a otras razas, lo desconozco.
Me acomodé un poco más en el asiento antes de continuar el relato. Incluso parecía que el marinero estaba atento a mis palabras.
- No suelen tener demasiadas costumbres propias puesto que la mayoría son independientes. Y de las que tienen, poco se sabe, pues no hay mucho ser viviente que entre y salga de la capital de los murciélagos. Son extremadamente fuertes y rápidos, ademas de poseer ciertos poderes mágicos increíblemente poderosos. Entre ellos, el "enchanto" o la seducción, según lo llamen, que consiste en la posibilidad de hipnotizar a la victima y hacerle creer que ama al vampiro. Cuanto más poderosa sea la criatura sobre la que se lanza ese conjuro, menos afecta, pero según tengo entendido, puede darse en cualquier raza.
- Quiero que sepáis que al ser un dragón he vivido toda mi vida en las montañas, alejada de humanos, vampiros o elfos, así que lo siento mucho si me hago pesada con las cosas que no se o no entiendo. Si lo preferís, dejaré de preguntar, porque me sabe mal que tengáis que explicarme hasta la mínima expresión, pero me gustaría que entendierais mi situación. Es mi primera vez fuera de mi lugar.
- Pregunta. - Dije tranquilo sin mirarla, mientras me levantaba. No dije nada más. No creí que fuera necesario. Pese a que esa dragona seguía sin darme del todo una sensación de confianza, veía en ella siento potencial. Ademas, siempre podía también descubrir cosas de ella del mismo modo que lo hacia con Iredia. - ¿Nos vamos?
Erenair
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Guiñó un ojo intentando enfocar la mirada mientras la dragona le decía que no iban a usarla como cebo. Eso era una pena, se sentía muy poco útil. Aunque bien es cierto que si alguno de los dos acababa herido, pasaría por sus sanadoras y actualmente ebrias manos.
De hecho, mientras ellos hablaban sobre dragones, la elfa se miró una mano. Pero vio dos. Zarandeó la cabeza, volvió a mirar su mano. Ladeó la cabeza. Ahora veía una y media. No podía ser, juraría que la otra mano estaba apoyada en algún punto del sofá junto a la dragona. No podía ser que tuviese dos manos pegadas en la misma muñeca, eso rompía los esquemas anatómicos que le enseñaron en su tribu. Definitivamente, ese brebaje que había probado ahí en la taberna era un asco que hacía ver doble.
Tanto mirar su mano le hizo ir poco a poco recostándose en el respaldo del sofá. Y, entonces, se quedó frita sin darse cuenta, con la boca abierta y el cuello echado para atrás como un auténtico despojo elfo. Soñó que tenía dos manos en cada muñeca y después, que una rana le cantaba al oído una letra un poco rara: "mira, tus orejas se van a caer. Ja, ja, ja, se van a caer".
Aquel "nos vamos" de su protector, le hizo incorporarse del sofá, despertándose de su sueño con los ojos violetas en par en par muy asustados. Buscó enseguida sus orejas con las manos.
-¡Se han caído, se han caído, se han ca....!...ido -cambió su rostro entonces a una cara de completo placer cuando se tocó la puntita de las orejas.
Tragó saliva entonces. Tenía la boca pastosa y le dolía un montón la cabeza. Seguía borracha. ¿Es que iba a vivir borracha para siempre? Al ver al brujo levantado, ella se levantó también pesadamente.
-¡Unnn placer, viejete! -y se fue derecha hacia la puerta.
Iredia no se percató muy bien de que, antes de salir de cualquier estancia, primero había que abrir la puerta. Se chocó de bruces dolorosamente contra ella, notando cómo le crujía hasta la nariz por el golpe. Soltó un bufido y cogió el tabique nasal, muy contrariada con la puerta.
-Mallllldita shea, ¿quién ha puesshto eshto in medio? -y, aún con la mano en la nariz, logró alcanzar con la otra el picaporte- Osh... osh eshpero fuera, qui me hago pish.
Y salió de la estancia, haciendo unas bellas eses por el camino.
De hecho, mientras ellos hablaban sobre dragones, la elfa se miró una mano. Pero vio dos. Zarandeó la cabeza, volvió a mirar su mano. Ladeó la cabeza. Ahora veía una y media. No podía ser, juraría que la otra mano estaba apoyada en algún punto del sofá junto a la dragona. No podía ser que tuviese dos manos pegadas en la misma muñeca, eso rompía los esquemas anatómicos que le enseñaron en su tribu. Definitivamente, ese brebaje que había probado ahí en la taberna era un asco que hacía ver doble.
Tanto mirar su mano le hizo ir poco a poco recostándose en el respaldo del sofá. Y, entonces, se quedó frita sin darse cuenta, con la boca abierta y el cuello echado para atrás como un auténtico despojo elfo. Soñó que tenía dos manos en cada muñeca y después, que una rana le cantaba al oído una letra un poco rara: "mira, tus orejas se van a caer. Ja, ja, ja, se van a caer".
Aquel "nos vamos" de su protector, le hizo incorporarse del sofá, despertándose de su sueño con los ojos violetas en par en par muy asustados. Buscó enseguida sus orejas con las manos.
-¡Se han caído, se han caído, se han ca....!...ido -cambió su rostro entonces a una cara de completo placer cuando se tocó la puntita de las orejas.
Tragó saliva entonces. Tenía la boca pastosa y le dolía un montón la cabeza. Seguía borracha. ¿Es que iba a vivir borracha para siempre? Al ver al brujo levantado, ella se levantó también pesadamente.
-¡Unnn placer, viejete! -y se fue derecha hacia la puerta.
Iredia no se percató muy bien de que, antes de salir de cualquier estancia, primero había que abrir la puerta. Se chocó de bruces dolorosamente contra ella, notando cómo le crujía hasta la nariz por el golpe. Soltó un bufido y cogió el tabique nasal, muy contrariada con la puerta.
-Mallllldita shea, ¿quién ha puesshto eshto in medio? -y, aún con la mano en la nariz, logró alcanzar con la otra el picaporte- Osh... osh eshpero fuera, qui me hago pish.
Y salió de la estancia, haciendo unas bellas eses por el camino.
Iredia
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Nos íbamos. Mis dos acompañantes sabían que era una dragona inexperta, que estaba desorientada y que no tenía ni idea del mundo en el que vivían ellos. Pero aún así habían aceptado mi compañía de buen grato. Estábamos a punto de meternos de lleno en una aventura de la que no sabíamos a lo que nos enfrentábamos, y realmente las cosas podían ir o muy bien, o muy mal.
Al ver a Iredia levantarse y literalmente comerse la puerta, me levanté yo también, dispuesta a seguirla. Pero antes me giré hacia el marinero. Le miré con ojos sinceros y le dije: -Muchas gracias por todo, Morfeo. Si conseguimos arreglar el problema, no dude que usted será el primero en saberlo. - Era un marinero viejo y a mi me habían enseñado que nunca se debe perder la cortesía delante de la gente mayor.
Saludé inclinando un poco la cabeza, y me giré para disponerme a salir. Me giré una última vez para ver a Morfeo, que aún me miraba, y le hice un gesto con la mano en señal de despido. Salí, esperando que nuestra elfa preferida no se hubiese metido ya en problemas ni se hubiese hecho más daño aún.
Dejé a los hombres dentro de la choza, y seguí a Iredia, que parecía ir más borracha que cuando llegamos. Esperé pacientemente que terminara de hacer "pish" y la senté en una caja de madera al lado de la puerta por donde habíamos salido. Me senté a su lado y disfruté del frío de la noche.
Aunque todo allí en el puerto apestaba a sucio y a pescado en mal estado, el aire que entraba de mar era reconfortante. Eché de menos mis montañas, mi nieve bajo los pies en invierno, los rayos de sol tibios en mi piel un día de primavera, el aire puro entrando en mis pulmones. Todos esos detalles podías hacértelos tuyos, amarlos con todo el corazón, pero en el lugar en el que me encontraba, sabía que nada sería mío.
Miré a Iredia, que aún se sujetaba la nariz. Se había pegado una buena torta. - A ver, déjame darle un vistazo a esa nariz. - Lo dije con un todo infantil, como si estuviese tratando con un niño. En realidad no tenía ni idea de como saber si una nariz estaba rota o no. Esperaba no hacerle mucho daño.
Solo quería hacer tiempo mientras esperábamos que Karkaran saliera de casa del marinero. Estaba entusiasmada por las ganas de aventura que pensé que nunca sentiría, pero estaba también aterrada, porque tenía miedo de no estar a la altura de mis acompañantes. Quieras o no, en situaciones así, te juegas la vida, la tuya y la de tus compañeros.
Al ver a Iredia levantarse y literalmente comerse la puerta, me levanté yo también, dispuesta a seguirla. Pero antes me giré hacia el marinero. Le miré con ojos sinceros y le dije: -Muchas gracias por todo, Morfeo. Si conseguimos arreglar el problema, no dude que usted será el primero en saberlo. - Era un marinero viejo y a mi me habían enseñado que nunca se debe perder la cortesía delante de la gente mayor.
Saludé inclinando un poco la cabeza, y me giré para disponerme a salir. Me giré una última vez para ver a Morfeo, que aún me miraba, y le hice un gesto con la mano en señal de despido. Salí, esperando que nuestra elfa preferida no se hubiese metido ya en problemas ni se hubiese hecho más daño aún.
Dejé a los hombres dentro de la choza, y seguí a Iredia, que parecía ir más borracha que cuando llegamos. Esperé pacientemente que terminara de hacer "pish" y la senté en una caja de madera al lado de la puerta por donde habíamos salido. Me senté a su lado y disfruté del frío de la noche.
Aunque todo allí en el puerto apestaba a sucio y a pescado en mal estado, el aire que entraba de mar era reconfortante. Eché de menos mis montañas, mi nieve bajo los pies en invierno, los rayos de sol tibios en mi piel un día de primavera, el aire puro entrando en mis pulmones. Todos esos detalles podías hacértelos tuyos, amarlos con todo el corazón, pero en el lugar en el que me encontraba, sabía que nada sería mío.
Miré a Iredia, que aún se sujetaba la nariz. Se había pegado una buena torta. - A ver, déjame darle un vistazo a esa nariz. - Lo dije con un todo infantil, como si estuviese tratando con un niño. En realidad no tenía ni idea de como saber si una nariz estaba rota o no. Esperaba no hacerle mucho daño.
Solo quería hacer tiempo mientras esperábamos que Karkaran saliera de casa del marinero. Estaba entusiasmada por las ganas de aventura que pensé que nunca sentiría, pero estaba también aterrada, porque tenía miedo de no estar a la altura de mis acompañantes. Quieras o no, en situaciones así, te juegas la vida, la tuya y la de tus compañeros.
Larienne
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Esperé pacientemente a que la dragona acabara de despedirse del marinero cuando esta salio por la puerta. Luego, me gire hacia el susodicho morfeo, que parecía estar mordiéndose la lengua conteniendo algo en ella.
- Escúpelo, viejo.
El me miro algo ofendido, pero igualmente respondió.
- Me da reparo mandar a dos damas a matar un vampiro.
- Una mea en la calle y la otra podría devorarte de un bocado. No entiendo donde ves a las "damas".
- Lo que vengo a decir es que un vampiro es poderoso. Y más uno que es también mago.
Me encogí de hombros.
- Todos tenemos una debilidad u otra. El único problema sera encontrar la suya.
- ¿Y luego?
- Usarla para ponerle la piel del revés mientras grita.
Con una mirada de horror dibujada en el rostro, deje al marinero atrás mientras me dirigía hacia la puerta entonando una amenaza.
- En dos días quiero la recompensa. He memorizado tus rutas de mar y el nombre de tus barcos. Si no tenemos lo acordado, destruiré tus barcos y posesiones. Ademas, y esto ya es detalle personal...
Me giré a el desde la puerta.
- ... Te mataré.
Justo llegué para poder ver a lo lejos, escondida entro unos arbustos, como la "dama" elfa acababa de cambiarle el agua al canario y como la dragona se acercaba a echarle un vistazo a la nariz por el mamporro contra la puerta.
Me acerqué a ellas mientras, con poca paciencia ya en el cuerpo, empezaba a dar indicaciones sin permiso y sin discusión.
- No creo que tenga que decirlo, pero seria mejor que guardaras tu "yo" escamoso durante esta misión a menos que nos veamos muy afectados en un espacio abierto. Destacaríamos. Ademas, no te preocupes demasiado por la elfa. Si aun puede conseguir juntar los dedos o dibujar con ellos, sera capaz de crear un sortilegio para remediar su nariz. Ahora por ahora, vayamos al puerto.
Y sin esperar respuesta ni mediar más palabra empecé a hacer camino, calle abajo.
- Escúpelo, viejo.
El me miro algo ofendido, pero igualmente respondió.
- Me da reparo mandar a dos damas a matar un vampiro.
- Una mea en la calle y la otra podría devorarte de un bocado. No entiendo donde ves a las "damas".
- Lo que vengo a decir es que un vampiro es poderoso. Y más uno que es también mago.
Me encogí de hombros.
- Todos tenemos una debilidad u otra. El único problema sera encontrar la suya.
- ¿Y luego?
- Usarla para ponerle la piel del revés mientras grita.
Con una mirada de horror dibujada en el rostro, deje al marinero atrás mientras me dirigía hacia la puerta entonando una amenaza.
- En dos días quiero la recompensa. He memorizado tus rutas de mar y el nombre de tus barcos. Si no tenemos lo acordado, destruiré tus barcos y posesiones. Ademas, y esto ya es detalle personal...
Me giré a el desde la puerta.
- ... Te mataré.
Justo llegué para poder ver a lo lejos, escondida entro unos arbustos, como la "dama" elfa acababa de cambiarle el agua al canario y como la dragona se acercaba a echarle un vistazo a la nariz por el mamporro contra la puerta.
Me acerqué a ellas mientras, con poca paciencia ya en el cuerpo, empezaba a dar indicaciones sin permiso y sin discusión.
- No creo que tenga que decirlo, pero seria mejor que guardaras tu "yo" escamoso durante esta misión a menos que nos veamos muy afectados en un espacio abierto. Destacaríamos. Ademas, no te preocupes demasiado por la elfa. Si aun puede conseguir juntar los dedos o dibujar con ellos, sera capaz de crear un sortilegio para remediar su nariz. Ahora por ahora, vayamos al puerto.
Y sin esperar respuesta ni mediar más palabra empecé a hacer camino, calle abajo.
Erenair
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Una vez salió al exterior, entrecerró los ojos. ¿Y dónde podía hacer pis? Miró a su alrededor hasta que vio dos cajas lo suficientemente altas como para ocultar su culo desnudo.
<<Perfectas>>.
Se metió entre ellas y soltó un suspiro de alivio bastante audible mientras hacia malabares para no mearse los pies. Oyó entonces unos pasos que se dirigían hacia ella. Asomó la cabeza entre las cajas y vio a la dragona. La saludó con un meneo de mano y una sonrisa feliz.
-Ahora ccccabo.
Una vez terminó, recibió ayuda para sentarse en una de las cajas que le habían servido de escondite. No pudo evitar dar un abrazo a aquella esbelta mozuela tras estar cómodamente sentadas.
-Pero, ¡qué maja eresh! Oyyye, y... ¿alllguna vezz te hash comido a alguien siendo bagón? Dagón. Daaaaagón.
-por algún motivo, no le salía bien pronunciar el nombre correcto del animal.
Empezó a sobrevenirle un dolor de cabeza agudo. Ella no lo sabía, pero era síntoma de que la borrachera empezaba a dar lugar a lo que sería una salvaje resaca. Le hizo gracia, sin embargo, que le mirase la nariz a ver si la tenía rota. Con una sonrisilla quiso tranquilizarla.
-Ah, trranquila. Eshto lo arreflo yo inseguida. -juntó las manos sobre la nariz. Entonces, frunció el ceño- Ahorra no puedo... se me hann olviddado las frasesh.
Se le quedó un pequeño puchero decepcionado hasta que su protector salió del lugar de reunión y empezó a hablar. Mucho. Pero mucho. Mientras él hablaba, Iredia lo miraba guiñando de nuevo un ojo y poniendo los labios en forma de "o". Lo único que le había quedado claro es el final, que iban al puerto. Pero... algo no le cuadraba. En cuanto echó a andar, Iredia frunció el ceño y se bajó de la caja.
-Kar... -le llamó.
Le salió la voz ronca. Lo volvió a intentar.
-Bruuuujin... -le volvió a llamar. Esta vez le salió un hilillo de voz.
Con visible impotencia porque su voz había decidido fallarle en ese momento, decidió llamarle de otra forma. Se inclinó, se desató una de las botas, cogió posición y se la lanzó con todas sus fuerzas. Aterrizó al lado izquierdo del brujo suavemente.
-¡Es que no mme salía la voz! -se quejó- El puerto eshtá para allá... -y señaló la dirección contraria a la que el brujo había tomado.
Fingió que se sentía culpable, pero tenía que reconocer que esos ratos en los cuales podía corregirlo le daban bastante placer.
<<Perfectas>>.
Se metió entre ellas y soltó un suspiro de alivio bastante audible mientras hacia malabares para no mearse los pies. Oyó entonces unos pasos que se dirigían hacia ella. Asomó la cabeza entre las cajas y vio a la dragona. La saludó con un meneo de mano y una sonrisa feliz.
-Ahora ccccabo.
Una vez terminó, recibió ayuda para sentarse en una de las cajas que le habían servido de escondite. No pudo evitar dar un abrazo a aquella esbelta mozuela tras estar cómodamente sentadas.
-Pero, ¡qué maja eresh! Oyyye, y... ¿alllguna vezz te hash comido a alguien siendo bagón? Dagón. Daaaaagón.
-por algún motivo, no le salía bien pronunciar el nombre correcto del animal.
Empezó a sobrevenirle un dolor de cabeza agudo. Ella no lo sabía, pero era síntoma de que la borrachera empezaba a dar lugar a lo que sería una salvaje resaca. Le hizo gracia, sin embargo, que le mirase la nariz a ver si la tenía rota. Con una sonrisilla quiso tranquilizarla.
-Ah, trranquila. Eshto lo arreflo yo inseguida. -juntó las manos sobre la nariz. Entonces, frunció el ceño- Ahorra no puedo... se me hann olviddado las frasesh.
Se le quedó un pequeño puchero decepcionado hasta que su protector salió del lugar de reunión y empezó a hablar. Mucho. Pero mucho. Mientras él hablaba, Iredia lo miraba guiñando de nuevo un ojo y poniendo los labios en forma de "o". Lo único que le había quedado claro es el final, que iban al puerto. Pero... algo no le cuadraba. En cuanto echó a andar, Iredia frunció el ceño y se bajó de la caja.
-Kar... -le llamó.
Le salió la voz ronca. Lo volvió a intentar.
-Bruuuujin... -le volvió a llamar. Esta vez le salió un hilillo de voz.
Con visible impotencia porque su voz había decidido fallarle en ese momento, decidió llamarle de otra forma. Se inclinó, se desató una de las botas, cogió posición y se la lanzó con todas sus fuerzas. Aterrizó al lado izquierdo del brujo suavemente.
-¡Es que no mme salía la voz! -se quejó- El puerto eshtá para allá... -y señaló la dirección contraria a la que el brujo había tomado.
Fingió que se sentía culpable, pero tenía que reconocer que esos ratos en los cuales podía corregirlo le daban bastante placer.
Iredia
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Una de las cosas que más me sorprendió fue el abrazo de Iredia, la verdad es que me cogió por sorpresa, pero la sensación que me transmitió fue fantástica. Llevaba demasiado tiempo ya sin muestras claras de afecto, por lo que la compañía de la elfa y del brujo me eran más que agradables.
Karkaran me avisó que mantubiese mi forma de dragón escondida, y así pensaba hacerlo. - No pasa nada Karkaran, me costó controlar la transformación, pero ahora ya la domino por completo. Mantendré mi forma original escondida.
Me hizo gracia como la elfa había conseguido olvidar sus palabras mágicas para arreglarse la nariz, por lo que supuse que ella era una sanadora, un elfo encargado de curar heridas y puede que incluso enfermedades. Pero viendo como aún tropezaba con sus propios pies al andar me propuse preguntarle por sus dones más adelante, cuando estuviese sobria.
Los intentos de hablar de Iredia me divirtieron. Tenía la voz ronca y le era imposible pronunciar el nombre de Karkaran. Pero cuando ella, aún borracha, consiguió corregir al brujo, nos encaminamos los tres hacia el puerto.
Andábamos en silencio, con Iredia entre Karkaran y yo, por lo que nos sería fácil recogerla en caso que cayese o tropezase. Cada uno de nosotros iba absorto en sus pensamientos cuando no muy lejos vi un enorme barco.
Sabía de barcos lo que me habían enseñado en la escuela, así que analizándolo pude ver una carabela enorme, llena de lámparas con pequeños fuegos que le daban un aspecto lúgubre y fantasmal. Aún era entrada la noche, pero un séquito de hombres voceaban cosas ininteligibles a la lejanía, procurando que la hilera que formaran para cargar el barco no se descompaginase. Se estaban pasando grandes baúles que parecían muy pesados, sacos enormes de lo que supuse que eran alimentos secos para un largo viaje y hacían rodar por la pasarela unos barriles llenos de algún líquido sospechoso.
Des de lejos pude ver como había un centenar de hombres en el muelle de carga y como poco a poco subían al barco una montaña de provisiones que cada momento que pasaba se iba haciendo más pequeña. Se pasaban la mercancía de un hombre a otro, en cadena, hasta desaparecer dentro de la barriga del barco.
Me quedé quieta, incapaz de pronunciar palabra alguna. Lo que más me fascinaba era el echo que ese pedazo enorme de madera estuviese flotando en el agua. Y que con todo lo que cargaban esos hombres no se hundiese. Milagros de la mente humana supongo. Aún hoy en día los barcos me fascinan, pero esa primera impresión de las estructuras que yo solo había visto en un libro de texto, aún me produce escalofríos al recordarlo.
Karkaran me avisó que mantubiese mi forma de dragón escondida, y así pensaba hacerlo. - No pasa nada Karkaran, me costó controlar la transformación, pero ahora ya la domino por completo. Mantendré mi forma original escondida.
Me hizo gracia como la elfa había conseguido olvidar sus palabras mágicas para arreglarse la nariz, por lo que supuse que ella era una sanadora, un elfo encargado de curar heridas y puede que incluso enfermedades. Pero viendo como aún tropezaba con sus propios pies al andar me propuse preguntarle por sus dones más adelante, cuando estuviese sobria.
Los intentos de hablar de Iredia me divirtieron. Tenía la voz ronca y le era imposible pronunciar el nombre de Karkaran. Pero cuando ella, aún borracha, consiguió corregir al brujo, nos encaminamos los tres hacia el puerto.
Andábamos en silencio, con Iredia entre Karkaran y yo, por lo que nos sería fácil recogerla en caso que cayese o tropezase. Cada uno de nosotros iba absorto en sus pensamientos cuando no muy lejos vi un enorme barco.
Sabía de barcos lo que me habían enseñado en la escuela, así que analizándolo pude ver una carabela enorme, llena de lámparas con pequeños fuegos que le daban un aspecto lúgubre y fantasmal. Aún era entrada la noche, pero un séquito de hombres voceaban cosas ininteligibles a la lejanía, procurando que la hilera que formaran para cargar el barco no se descompaginase. Se estaban pasando grandes baúles que parecían muy pesados, sacos enormes de lo que supuse que eran alimentos secos para un largo viaje y hacían rodar por la pasarela unos barriles llenos de algún líquido sospechoso.
Des de lejos pude ver como había un centenar de hombres en el muelle de carga y como poco a poco subían al barco una montaña de provisiones que cada momento que pasaba se iba haciendo más pequeña. Se pasaban la mercancía de un hombre a otro, en cadena, hasta desaparecer dentro de la barriga del barco.
Me quedé quieta, incapaz de pronunciar palabra alguna. Lo que más me fascinaba era el echo que ese pedazo enorme de madera estuviese flotando en el agua. Y que con todo lo que cargaban esos hombres no se hundiese. Milagros de la mente humana supongo. Aún hoy en día los barcos me fascinan, pero esa primera impresión de las estructuras que yo solo había visto en un libro de texto, aún me produce escalofríos al recordarlo.
Larienne
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
El puerto estaba demasiado vivo para mi gusto. Chasqueé la lengua la ver que uno de los barcos aun estaba en proceso de descarga. Busqué entre algunas de las posiciones elevadas que estaban repartidas por todo lo que era la construcción de madera del muelle, pero no hubo demasiada suerte en encontrar al vigía.
- Seguramente ande cerca del barco... - Dije en voz alta, más para mi que para nadie en concreto. - Deberíamos tratar de colarnos en la cubierta del barco o empezar a filtrar gente del muelle. Otra opción seria esperar a que se fueran a su jodida casa para ver quien queda defendiendo el puerto. Sin lugar a dudas, sera más cómodo de esa manera, pero no tan rápido.
Mire al agua que estaba a un par de metros por debajo de nosotros. A la luz de la luna, era oscura y opaca, prácticamente imposible de ver a través de ella. El barco, a más o menos doscientos metros cruzando el agua, parecía difícilmente escalable si se iba por los surcos que dejaban la madera de la base.... Pero no imposible.
- Tratad de localizar en cubierta al vigía... - Dije saltando al agua.
Entre de cabeza y en silencio. Estaba fría, pero no lo suficiente como para dificultar el nado. Modifiqué ademas con un pequeño sortilegio la oposición del agua a mi movimiento, para desplazarme con algo más de comodidad. Unos minutos más tarde, estaba en la parte posterior del barco, donde me asome con cuidado a la superficie solo para comprobar que no hubiera nadie que pudiera verme.
Con un par de empujones en el agua, me agarré al saliente de una de las ventanas del camarote del capitán, en la popa, que en ese momento, como era de esperar, estaba vació. Desde ahí, empecé a subir hasta llegar a cubierta, donde me deslice agachado para observar en silencio todo la nave. Desde la linea de crujía, todo estribor estaba lleno de cajas que iban sacando por ese mismo lado del barco. Observe el carajo del barco. Allí arriba parecía verse una figura. Supuse que seria el vigía.
Pero no me moví. No valía la pena. Esperé pacientemente escondido al lado del timón. Tarde o temprano, esos hombres se irían, y con suerte, el vigía también se movería.
- Seguramente ande cerca del barco... - Dije en voz alta, más para mi que para nadie en concreto. - Deberíamos tratar de colarnos en la cubierta del barco o empezar a filtrar gente del muelle. Otra opción seria esperar a que se fueran a su jodida casa para ver quien queda defendiendo el puerto. Sin lugar a dudas, sera más cómodo de esa manera, pero no tan rápido.
Mire al agua que estaba a un par de metros por debajo de nosotros. A la luz de la luna, era oscura y opaca, prácticamente imposible de ver a través de ella. El barco, a más o menos doscientos metros cruzando el agua, parecía difícilmente escalable si se iba por los surcos que dejaban la madera de la base.... Pero no imposible.
- Tratad de localizar en cubierta al vigía... - Dije saltando al agua.
Entre de cabeza y en silencio. Estaba fría, pero no lo suficiente como para dificultar el nado. Modifiqué ademas con un pequeño sortilegio la oposición del agua a mi movimiento, para desplazarme con algo más de comodidad. Unos minutos más tarde, estaba en la parte posterior del barco, donde me asome con cuidado a la superficie solo para comprobar que no hubiera nadie que pudiera verme.
Con un par de empujones en el agua, me agarré al saliente de una de las ventanas del camarote del capitán, en la popa, que en ese momento, como era de esperar, estaba vació. Desde ahí, empecé a subir hasta llegar a cubierta, donde me deslice agachado para observar en silencio todo la nave. Desde la linea de crujía, todo estribor estaba lleno de cajas que iban sacando por ese mismo lado del barco. Observe el carajo del barco. Allí arriba parecía verse una figura. Supuse que seria el vigía.
Pero no me moví. No valía la pena. Esperé pacientemente escondido al lado del timón. Tarde o temprano, esos hombres se irían, y con suerte, el vigía también se movería.
*************** RUNAS ***************
Runa mala / malisima: Me pillan y el vigía trata de escapar, iniciando una persecución.
Runa neutral: No me ven, pero el vigía sospecha de algo y empieza a buscarnos por el puerto.
Runa buena / Buenísima: No solo no me pillan si no que conseguir subir al barco también y el muy idiota del vampiro nos lleva derechitos a su guarida.
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
El miembro 'Karkaran' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
De camino al puerto, la elfa recogió su bota y se la volvió a poner con algún que otro desequilibrio. Para cuando llegaron allí, le dolía le forma intensa la cabeza y ya no estaba prácticamente borracha. Las fases de la borrachera las estaba viviendo despierta y ella no sabía diferenciarlas. Sólo sabía que le dolía la cabeza y que tenía un sueño terrible.
Para ella, no suponía un problema ver de noche, pues su visión era algo más aguda que la de los humanos corrientes, Quizás la dragona fuese como ella en ese sentido. Lo primero que vio fue un increíble cacharro de madera gigante que flotaba y a la que una cadena de personas iba sacando y metiendo cajas en hilera. Hubo un detalle que hubiera estado bien comentar antes si no hubiera estado demasiado ebria: era la primera vez que veía un barco. Y, además, no sabía nadar. De repente, le entró pánico y cuando su protector hizo alusión a que buscaran a un tal "vigía", se pensó que ese era el nombre del tío al que tenían que buscar. Claro, como se durmió en la charla con el hombre de la misión, no se había enterado de nada.
-Ten cuidado. -le susurró con preocupación mientras veía cómo se zambullía en el agua.
Miró entonces a la dragona.
-¿Y cómo se supone que vamos a encontrar al tal Vigía?
Zarandeó la cabeza, tratando de alejar las brumas del sueño de su mente. Miró entonces a su alrededor. Había una mujer unas casas más allá, con vestiduras cortas y unos grandes y despampanantes senos que le llegaban prácticamente al cuello. Estaba apoyada en una esquina y algunos de los hombres ya estaban más que distraídos mirándola. Empezaron a cuchichear entre ellos cuando algunas mujeres más aparecieron. Tras un rato más llevando cajas, se oyó un "a tomar por culo" y prácticamente el grupo se dispersó yéndose hacia las mujeres entre risas, besuqueos y carantoñas. Parecía que los dioses los habían sonreído.
Con una mirada de extrañeza, la elfa avanzó con cuidado y se asomó por la pasarela. No se veía ni un alma. Avanzó, esperando a la dragona por si se retrasaba, y entró entonces a la cubierta. Sintió de golpe un malestar estomacal. Su instinto le dijo que ese viaje en barco no le iba a resultar placentero.
-Kar... -llamó, buscándolo.
Para ella, no suponía un problema ver de noche, pues su visión era algo más aguda que la de los humanos corrientes, Quizás la dragona fuese como ella en ese sentido. Lo primero que vio fue un increíble cacharro de madera gigante que flotaba y a la que una cadena de personas iba sacando y metiendo cajas en hilera. Hubo un detalle que hubiera estado bien comentar antes si no hubiera estado demasiado ebria: era la primera vez que veía un barco. Y, además, no sabía nadar. De repente, le entró pánico y cuando su protector hizo alusión a que buscaran a un tal "vigía", se pensó que ese era el nombre del tío al que tenían que buscar. Claro, como se durmió en la charla con el hombre de la misión, no se había enterado de nada.
-Ten cuidado. -le susurró con preocupación mientras veía cómo se zambullía en el agua.
Miró entonces a la dragona.
-¿Y cómo se supone que vamos a encontrar al tal Vigía?
Zarandeó la cabeza, tratando de alejar las brumas del sueño de su mente. Miró entonces a su alrededor. Había una mujer unas casas más allá, con vestiduras cortas y unos grandes y despampanantes senos que le llegaban prácticamente al cuello. Estaba apoyada en una esquina y algunos de los hombres ya estaban más que distraídos mirándola. Empezaron a cuchichear entre ellos cuando algunas mujeres más aparecieron. Tras un rato más llevando cajas, se oyó un "a tomar por culo" y prácticamente el grupo se dispersó yéndose hacia las mujeres entre risas, besuqueos y carantoñas. Parecía que los dioses los habían sonreído.
Con una mirada de extrañeza, la elfa avanzó con cuidado y se asomó por la pasarela. No se veía ni un alma. Avanzó, esperando a la dragona por si se retrasaba, y entró entonces a la cubierta. Sintió de golpe un malestar estomacal. Su instinto le dijo que ese viaje en barco no le iba a resultar placentero.
-Kar... -llamó, buscándolo.
Iredia
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Karkaran se había ido, saltando al agua como si fuera un pez, y nos había dejado a las dos solas. Vi como nadaba hacia el barco con una facilidad más que cuestionable, y luego se subía a él. Cuando desapareció de nuestra vista, miré a mi acompañante dubitativa, preguntándome qué era lo que había dicho Karkaran acerca del vigía. Después de ver como todos los hombres eran seducidos por unas mujeres con intenciones poco puras, nos pusimos en marcha hacia el barco. Seguí a Iredia, pasando lo más desapercibidas posible y nos subimos al barco por una pasarela de madera. Me sorprendí a mi misma por el equilibrio que tenía. Era la primera vez que me subía a un trozo de madera gigante que flotaba en el agua, así que la emoción era intensa y me hacía estar atenta y perceptiva a todo lo que nos rodeaba.
Subimos la pasarela y nos encontramos en una cubierta vacía, aún con cajas como las que aquellos hombres ahora ausentes habían estado cargando. Había poca luz, solo unas antorchas iluminaban la cubierta y la luz de la luna daba un tono plateado al mar, haciéndolo realmente hermoso.
Pero algo se movió. Mis ojos se pusiero en modo radar, para poder captar todo lo que sucedía en esa cubierta. Y entonces me fijé. Creí ver una figura al fondo, justo al lado del timón, y otra un poco más allá, escudriñando todo lo que podía. Se me pusieron los pelos de punta al pensar que estábamos en peligro. En ese momento mi peor pesadilla era ser descubiertos.
Precupada me acerqué hacia el lugar dónde se encontraba el timón y vi que la silueta oscura que se encontraba allí era Karkaran, así que había una cosa menos de la que preocuparse. Entonces pensé en las palabras que había dicho el mago y me dicuenta que no sabía exactamente qué era un vigía, pero por la palabra supuse que era la persona que se encargaba de vigilar el barco. Me acerqué por la espalda al hombre que estaba de pie, mirando el reflejo del mar, de espaldas al puerto.
Cuando casi podía notar el olor corporal del vigía y sus pelos recogidos en una coleta casi me hacían consquillas, aspiré aire. Al ser un dragón de aire tenía la habilidad de crear y absorber aire des de mis entrañas por lo que me era fácil dejar, literalmente, a la gente sin aliento, induciéndola a un estado de desmayo. Y eso es lo que hice con el vigía. Cuando este fue cayendo despacio hacia atrás, le puse una mano en la espalda y le recliné su cuerpo sobre el mío. Lo dejé suavemente sobre la madera del barco y me levanté. Era un muchacho joven y la verdad es que era bastante apuesto.
Me giré hacia Karkaran y lo miré con satisfacción. Estabamos ya en la cubierta del barco y habíamos dejado inconsciente al vigía.
Me sentía realizada. Eso de las aventuras me estaba gustando más de lo normal. Era una muchacha impaciente por lo que en seguira le pregunté a Karkaran con un susurro: -¿Y ahora qué?
Subimos la pasarela y nos encontramos en una cubierta vacía, aún con cajas como las que aquellos hombres ahora ausentes habían estado cargando. Había poca luz, solo unas antorchas iluminaban la cubierta y la luz de la luna daba un tono plateado al mar, haciéndolo realmente hermoso.
Pero algo se movió. Mis ojos se pusiero en modo radar, para poder captar todo lo que sucedía en esa cubierta. Y entonces me fijé. Creí ver una figura al fondo, justo al lado del timón, y otra un poco más allá, escudriñando todo lo que podía. Se me pusieron los pelos de punta al pensar que estábamos en peligro. En ese momento mi peor pesadilla era ser descubiertos.
Precupada me acerqué hacia el lugar dónde se encontraba el timón y vi que la silueta oscura que se encontraba allí era Karkaran, así que había una cosa menos de la que preocuparse. Entonces pensé en las palabras que había dicho el mago y me dicuenta que no sabía exactamente qué era un vigía, pero por la palabra supuse que era la persona que se encargaba de vigilar el barco. Me acerqué por la espalda al hombre que estaba de pie, mirando el reflejo del mar, de espaldas al puerto.
Cuando casi podía notar el olor corporal del vigía y sus pelos recogidos en una coleta casi me hacían consquillas, aspiré aire. Al ser un dragón de aire tenía la habilidad de crear y absorber aire des de mis entrañas por lo que me era fácil dejar, literalmente, a la gente sin aliento, induciéndola a un estado de desmayo. Y eso es lo que hice con el vigía. Cuando este fue cayendo despacio hacia atrás, le puse una mano en la espalda y le recliné su cuerpo sobre el mío. Lo dejé suavemente sobre la madera del barco y me levanté. Era un muchacho joven y la verdad es que era bastante apuesto.
Me giré hacia Karkaran y lo miré con satisfacción. Estabamos ya en la cubierta del barco y habíamos dejado inconsciente al vigía.
Me sentía realizada. Eso de las aventuras me estaba gustando más de lo normal. Era una muchacha impaciente por lo que en seguira le pregunté a Karkaran con un susurro: -¿Y ahora qué?
Larienne
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Miré con una ceja levantada a la dragona. Tenia mil preguntas en la mente, sobretodo respecto a como había canalizado esa magia de aire... Pero la idea no había sido mala, y ya tendría tiempo de atacarla a preguntas después...
- Bien. - Dije simplemente girándome hacia la cubierta, ahora desierta de ese barco. No había nadie. Sonrei bajo mis ropajes mientras agarraba el cuerpo del joven y lo cargaba. - Ardilla, Dragona, abrid las rejillas hacia la bodega...
Si dudo alguien allí, fue la ardilla, que de tanto conocerme, ya debió ver cierto brillo en mi mirada. La dragona, en cambio, se encamino sonriente hacia la trampilla y me facilito enseguida el camino. Senté al joven en una silla que coloque justo al lado de una viga de madera que tomaba la parte central del barco. Tambien agarre algo de cuerda y lo ate fuertemente para que solo pudiera mover ligeramente la cabeza. No iba a escaparse.
Si pretendiese dejar vivo a ese hombre, habria que atarle los ojos, puesto que de esa forma no nos reconocería. Por otro lado... No era esa mi intencion. Puesto que cuando estuviéramos la información necesaria, pensaba ahogarlo en el mar.
Cuando estube seguro que su atadura no iba ni a aflojarse ni a requebrarse, tome otra silla y la coloque delate suyo, con el respaldo hacia el. Me senté del revés, poniendo mi mirada ante la suya.
- No os recomiendo que os quedéis aqui... - Dije a las chicas. - No sera agradable.
Con un par de dibujos en el aire, consegui regular el flujo de oxigeno que entraba, haciendo que poco a poco, recuperara el conocimiento.
- Hola. - Dije al ver que empezaba a despertar. - Ahora, vas a contestar unas preguntas.
- Bien. - Dije simplemente girándome hacia la cubierta, ahora desierta de ese barco. No había nadie. Sonrei bajo mis ropajes mientras agarraba el cuerpo del joven y lo cargaba. - Ardilla, Dragona, abrid las rejillas hacia la bodega...
Si dudo alguien allí, fue la ardilla, que de tanto conocerme, ya debió ver cierto brillo en mi mirada. La dragona, en cambio, se encamino sonriente hacia la trampilla y me facilito enseguida el camino. Senté al joven en una silla que coloque justo al lado de una viga de madera que tomaba la parte central del barco. Tambien agarre algo de cuerda y lo ate fuertemente para que solo pudiera mover ligeramente la cabeza. No iba a escaparse.
Si pretendiese dejar vivo a ese hombre, habria que atarle los ojos, puesto que de esa forma no nos reconocería. Por otro lado... No era esa mi intencion. Puesto que cuando estuviéramos la información necesaria, pensaba ahogarlo en el mar.
Cuando estube seguro que su atadura no iba ni a aflojarse ni a requebrarse, tome otra silla y la coloque delate suyo, con el respaldo hacia el. Me senté del revés, poniendo mi mirada ante la suya.
- No os recomiendo que os quedéis aqui... - Dije a las chicas. - No sera agradable.
Con un par de dibujos en el aire, consegui regular el flujo de oxigeno que entraba, haciendo que poco a poco, recuperara el conocimiento.
- Hola. - Dije al ver que empezaba a despertar. - Ahora, vas a contestar unas preguntas.
***************** Not-Runas time! *****************
Bien chicas, ahora os propondre un juego:Karkaran es la rata más sucia que conocereis (preguntadle a cualquiera) asi que no me importa hacer los trapos sucios de nadie.
Karkaran va a torturar a ese chico hasta que obtengamos las respuestas que queremos, posición y nombre del agresor vampiro.
Es vuestra decision el CUANTO torturo a este hombre y la personalidad de este.
Llegados a este punto, y dado que es con mi permiso, podéis controlar hasta cierto punto mis acciones con la tortura y todo lo divertido que eso implica, pues estoy abierto a todo: Arrancarle las uñas, un ojo, romperle los dedos una y otra vez, ahogarlo en agua hasta que se ponga azul... Lo que queráis. Cuantas mas ideas pongáis que haga Karkaran, mejor. No hace falta que estáis de acuerdo con el, simplemente... describáis lo que hace.
Sed malas!
Erenair
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Ella vio también al muchacho que miraba al horizonte al borde del barco. Había ya sacado la flecha y el arco, pero la dragona había sido mucho más sutil. Estos seres mágicos jugaban haciendo trampas. VIendo que el chico se desmayaba y que Karkaran ya se había puesto manos a la obra para coger al muchacho, la elfa volvió a guardar el arco. Cuando su protector le pidió ayuda para abrir la rejilla y llevarlo a la bodega, efectivamente, vio ese brillo en la mirada de su protector. Ese atisbo de maldad macabra que le daba escalofríos y que, a su vez, le había salvado la vida tantas veces.
En silencio, también ayudó a la dragona con la rejilla. Una vez dentro de la bodega con el muchacho atado, Iredia tenía rostro compungido. Sabía con certeza que esta situación no era evitable puesto que si querían obtener información, esa era la única manera (el diálogo con los humanos era bastante difícil). Sin embargo, las escenas de secuestro y tortura la espantaban más que ver tripas por los suelos. Por experiencia propia. La advertencia del brujo sabía que iba en parte por ella. No la desoyó.
-Yo os voy a esperar fuera. Por si...viene alguien. -se excusó.
Tampoco era mala idea: tenía buena vista y quizás alguien se metía en el barco sin que se dieran cuenta. Y así, ya de paso, se ahorraba tener que ver aquello.
-------------
El muchacho, confuso, miró a su alrededor. Un horrible rostro tapado con mirada de loco le observaba desde una silla lo suficientemente cerca como para que le diese escalofríos. Había otra chica al lado más delgada, aunque no sabía si más amigable.
-¿Quién coño sois?
Recibió al instante un tortazo que le hizo saltar hasta gotas de saliva.
-Aquí hago yo las preguntas. Quiero saber el nombre del chupasangres al que servís. Nombre, posición, todo. Habla.
El muchacho contestó con una risotada.
-Estás jodido de la cabeza si crees que te voy a decir algo.
Bajo la capucha, Karkaran esbozó una media sonrisa siniestra.
-Mejor. Más divertido.
Se levantó entonces para sacarse cómodamente una daga de su cinturón. En menos de tres segundos, sin preámbulos y sin historias, cogió la mano de su secuestrado y puso la daga entre la uña y la carne del dedo pulgar. Tiró hacia arriba. La uña saltó por los aires y un grito agónico de dolor recorrió toda la bodega. Las lágrimas brotaban de los ojos del muchacho.
-Te quedan diecinueve dedos todavía.
-¡SI HABLO, ME MATARÁ!
-Y, si no lo haces, te mataré yo.
Impasible, Karkaran cogió el dedo índice de la misma mano del muchacho y realizó la misma operación, esta vez a cámara más lenta. Había que añadir sufrimiento, no se podían permitir que ese muchacho pensase que no iba en serio.
-Las cajas... las cajas... son... joyas. -gimió el muchacho entre berridos y lágrimas- Él... él busca... un colgante.
Iredia, escondida entre las cajas, oía los berridos. Tragó saliva, metió un momento la cabeza en la bodega y les chistó.
-Chicos... -trató de no mirar al torturado- Se oyen los gritos desde aquí...
En silencio, también ayudó a la dragona con la rejilla. Una vez dentro de la bodega con el muchacho atado, Iredia tenía rostro compungido. Sabía con certeza que esta situación no era evitable puesto que si querían obtener información, esa era la única manera (el diálogo con los humanos era bastante difícil). Sin embargo, las escenas de secuestro y tortura la espantaban más que ver tripas por los suelos. Por experiencia propia. La advertencia del brujo sabía que iba en parte por ella. No la desoyó.
-Yo os voy a esperar fuera. Por si...viene alguien. -se excusó.
Tampoco era mala idea: tenía buena vista y quizás alguien se metía en el barco sin que se dieran cuenta. Y así, ya de paso, se ahorraba tener que ver aquello.
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El muchacho, confuso, miró a su alrededor. Un horrible rostro tapado con mirada de loco le observaba desde una silla lo suficientemente cerca como para que le diese escalofríos. Había otra chica al lado más delgada, aunque no sabía si más amigable.
-¿Quién coño sois?
Recibió al instante un tortazo que le hizo saltar hasta gotas de saliva.
-Aquí hago yo las preguntas. Quiero saber el nombre del chupasangres al que servís. Nombre, posición, todo. Habla.
El muchacho contestó con una risotada.
-Estás jodido de la cabeza si crees que te voy a decir algo.
Bajo la capucha, Karkaran esbozó una media sonrisa siniestra.
-Mejor. Más divertido.
Se levantó entonces para sacarse cómodamente una daga de su cinturón. En menos de tres segundos, sin preámbulos y sin historias, cogió la mano de su secuestrado y puso la daga entre la uña y la carne del dedo pulgar. Tiró hacia arriba. La uña saltó por los aires y un grito agónico de dolor recorrió toda la bodega. Las lágrimas brotaban de los ojos del muchacho.
-Te quedan diecinueve dedos todavía.
-¡SI HABLO, ME MATARÁ!
-Y, si no lo haces, te mataré yo.
Impasible, Karkaran cogió el dedo índice de la misma mano del muchacho y realizó la misma operación, esta vez a cámara más lenta. Había que añadir sufrimiento, no se podían permitir que ese muchacho pensase que no iba en serio.
-Las cajas... las cajas... son... joyas. -gimió el muchacho entre berridos y lágrimas- Él... él busca... un colgante.
Iredia, escondida entre las cajas, oía los berridos. Tragó saliva, metió un momento la cabeza en la bodega y les chistó.
-Chicos... -trató de no mirar al torturado- Se oyen los gritos desde aquí...
Iredia
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Re: Un merecido trago (3/4) [Karkaran - Iredia - Larienne] [Libre]
Iredia había salido. Yo, ingenua de mi, nunca había visto a nadie torturando ni a nadie siendo torturado, por lo que no tuve el instinto de salir y solo la inercia de quedarme. Nunca había pensado que alguien pudiese usar el dolor físico para obtener información. Eso era extraño y cruel. Pero Karkaran parecía que sabía lo que hacía, y eso me relajó un poco.
Le pregunté: - Karkaran, ¿todo esto es necesario? - Pero en realidad ya sabía la respuesta.
Él me miró: -Sí. - Dijo con voz cortante.
Miré al hombre al que estábamos información y aún lloraba del dolor. Sollozaba sonoramente y recordé lo que había dicho Iredia: estábamos haciendo mucho ruido. - ¿No podemos hacer algo más silencioso? - Propuse al brujo.
- ¿Qué me sugieres? - Me preguntó él a mi.
Supuse que quería que fuera yo quien tomara la iniciativa, así que le dije: - ¿Ahogarlo también es tortura?
Una mirada pícara apareció en los labios de Karkaran. Supe que había acertado con mis sugerencias, así que le pregunté:
- ¿Quieres que vaya a por agua o lo hago quitándole el aire? - Le pregunté. Recé para que me dijera que fuera a por agua ya que no quería involucrarme hasta tal punto con la tortura.
Supuse que él había visto mi nerviosismo en mis ojos y me dijo que fuera a por agua. Encontré un cubo de madera grande que llené con agua de mar. El tamaño era perfecto para que cupiese una cabeza humana. Se lo taje a Karkaran que me sonrió.
Obligó a nuestro informador a arrodillarse frente al cubo. - ¿Vas a decirnos donde está el vampiro? Terminaríamos mucho antes.
El muchacho contestó: - No lo se.
Karkaran cogió los pelos del hombre y con un fuerte tirón hizo que el hombre se quedara mirando hacia arriba, a los ojos del brujo. - ¿Seguro? - Y entonces, al ver que el hombre no hablaba, le sumergió la cabeza en el cubo. El hombre se agitaba espasmódicamente, se estaba ahogando.
Pasado poco tiempo, Karkaran sacó la cabeza del hombre del cubo. Este jadeando, hizo un gesto de suplica de que parara con las manos y Karkaran lo soltó.
- Los barcos... Salen de aquí... Con... Poca tripulación... Sólo... Unos pocos... Saben dónde van... Se dirigen al Sur... Por los acantilados... Yo nunca he estado allí...
Nos miramos con Karkaran. Ya no sabía qué más se le podía sonsacar a ese hombre. Así que desvié la mirada.
Le pregunté: - Karkaran, ¿todo esto es necesario? - Pero en realidad ya sabía la respuesta.
Él me miró: -Sí. - Dijo con voz cortante.
Miré al hombre al que estábamos información y aún lloraba del dolor. Sollozaba sonoramente y recordé lo que había dicho Iredia: estábamos haciendo mucho ruido. - ¿No podemos hacer algo más silencioso? - Propuse al brujo.
- ¿Qué me sugieres? - Me preguntó él a mi.
Supuse que quería que fuera yo quien tomara la iniciativa, así que le dije: - ¿Ahogarlo también es tortura?
Una mirada pícara apareció en los labios de Karkaran. Supe que había acertado con mis sugerencias, así que le pregunté:
- ¿Quieres que vaya a por agua o lo hago quitándole el aire? - Le pregunté. Recé para que me dijera que fuera a por agua ya que no quería involucrarme hasta tal punto con la tortura.
Supuse que él había visto mi nerviosismo en mis ojos y me dijo que fuera a por agua. Encontré un cubo de madera grande que llené con agua de mar. El tamaño era perfecto para que cupiese una cabeza humana. Se lo taje a Karkaran que me sonrió.
Obligó a nuestro informador a arrodillarse frente al cubo. - ¿Vas a decirnos donde está el vampiro? Terminaríamos mucho antes.
El muchacho contestó: - No lo se.
Karkaran cogió los pelos del hombre y con un fuerte tirón hizo que el hombre se quedara mirando hacia arriba, a los ojos del brujo. - ¿Seguro? - Y entonces, al ver que el hombre no hablaba, le sumergió la cabeza en el cubo. El hombre se agitaba espasmódicamente, se estaba ahogando.
Pasado poco tiempo, Karkaran sacó la cabeza del hombre del cubo. Este jadeando, hizo un gesto de suplica de que parara con las manos y Karkaran lo soltó.
- Los barcos... Salen de aquí... Con... Poca tripulación... Sólo... Unos pocos... Saben dónde van... Se dirigen al Sur... Por los acantilados... Yo nunca he estado allí...
Nos miramos con Karkaran. Ya no sabía qué más se le podía sonsacar a ese hombre. Así que desvié la mirada.
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