[MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
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[MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
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El Norte no olvida...
Incapaz de dejar pasar por alto aquel ‘‘artefacto’’ que había caído en las gélidas tierras de Dundarak, ahora podría decirse que aquel territorio ignoraba el enorme peligro que les acechaba.
¿Acaso se trataba de un regalo de los Dioses? ¿Cómo llegó hasta allí?
¡Gente ilusa e insensata! ¡Por supuesto que no se trataba de un regalo divino! Y muy tarde descubrirían que se trataba de una terrible maldición.
En un inicio todo sería oscuridad, pero pronto todo se convertiría en muerte o destrucción, como si el destino presagiase el fin de las razas, que hasta ahora habían conseguido convivir en los reinos del norte.
¿Qué eso que se puede observar saliendo de la pirámide? Una misteriosa neblina haría ocasionales apariciones, ensombreciendo el lugar más de una vez en el transcurso del día.
¡Bendita ignorancia! ¡Apiádate de aquellos imprudentes que osan aprovecharse de las insulsas adversidades!
Todo cultivo había perecido, el agua se hallaba contaminada y en las casas podían vislumbrarse los inicios de la terrible catástrofe. Niños, mujeres, padres, hermanos…muchos inocentes habían perecido a causa de una infausta enfermedad en este terrorífico capitulo en la historia de nuestro universo.
Dolor, desolación, mortandad…
No hay palabras que puedan describir el escenario que azotaba Dundarak. Cadáveres putrefactos adornaban las calles, apilándose a las afueras, como si deseasen crear una siniestra barricada que evitase el escape de los aterrados habitantes que aún seguían con vida.
La enfermedad cobraba centenares de vida con cada hora que pasaba. Nadie sabía cómo hacerle frente, ni que hacer para evitar el llamado de la dama de negro.
El caos era inimaginable, muchos intentaban huir sin conseguirlo, y por si fuera poco el terror era progresivo; pero esto…
Esto solo era el comienzo…
☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀
Las extrañas partículas desprendidas de aquella misteriosa pirámide habían llegado hasta los cultivos de donde provenían todos los alimentos que llegaban a Dundarak y las tierras circunvecinas.
En un inicio nadie creyó que aquellos síntomas pudiesen significar algo más que una simple enfermedad, más sería muy tarde cuando se diesen cuenta de la terrible mortandad, que había llegado con la contaminación del agua y los alimentos.
Después de debatirlo con la tensai de hielo, se llegó a la conclusión de que la respuesta podría encontrarse dentro de la misteriosa pirámide en cuyo perímetro vislumbrarían una inexplicable neblina.
¿Qué había en su interior? La respuesta podría ser la solución a la horrible situación por la que estaban atravesando.
Desafortunadamente entrar a la pirámide les costaría más trabajo del que ella creyó, puesto que haría falta una llave, para abrir el pasadizo que permitiría el acceso al interior del ‘‘artefacto’’, misma que posiblemente se había esparcido junto con las partículas culpables de tan terrible contaminación
Encontrar los fragmentos de la llave sería la tarea principal. Aunque pronto descubrirían que dicha tarea sería mucho más difícil de lo que imaginaron.
En un inicio nadie creyó que aquellos síntomas pudiesen significar algo más que una simple enfermedad, más sería muy tarde cuando se diesen cuenta de la terrible mortandad, que había llegado con la contaminación del agua y los alimentos.
Después de debatirlo con la tensai de hielo, se llegó a la conclusión de que la respuesta podría encontrarse dentro de la misteriosa pirámide en cuyo perímetro vislumbrarían una inexplicable neblina.
¿Qué había en su interior? La respuesta podría ser la solución a la horrible situación por la que estaban atravesando.
Desafortunadamente entrar a la pirámide les costaría más trabajo del que ella creyó, puesto que haría falta una llave, para abrir el pasadizo que permitiría el acceso al interior del ‘‘artefacto’’, misma que posiblemente se había esparcido junto con las partículas culpables de tan terrible contaminación
Encontrar los fragmentos de la llave sería la tarea principal. Aunque pronto descubrirían que dicha tarea sería mucho más difícil de lo que imaginaron.
Alisándose el cabello con cierta impaciencia, la experta tensai de Fuego aguardaba el arribo de aquellos a quienes había llamado.
La Gran Encantadora solía ser una persona mucho más tratable que su compañera, pero la misión requería una exhaustiva cautela, y ella, muy a su pesar, tendría que poner total seriedad en completar la tarea, si es que deseaban descubrir que ocultaba aquel ‘‘artefacto’’ en su interior.
- ¡Finalmente! -Miró a los recién llegados-. Unos minutos más y me habríais pillado convertida en un cubo de hielo -les guiñó un ojo, pues era bien sabido que el clima frío del exterior no era rival para alguien como Lucy Fireheart-. ¿Habéis venido solos? -Miró en busca de más miembros del gremio-. Bien, la situación es la siguiente. Hemos descubierto que los fragmentos de la llave para entrar en la pirámide han sido dispersados en algunos sectores a los alrededores de la ciudad -les entregó un pequeño mapa-. Vuestra misión será encontrarlos-. Lo que sea que esté afectando a la población debe provenir de la pirámide -hizo una pequeña pausa-. Vuestros compañeros ya se encuentran buscando otro de los fragmentos de la llave. Tendréis que investigar el sector agrónomo, pero debéis daros prisa, se ha dictado que los todos los cultivos sean quemados, para evitar la contaminación. Se están tomando medidas para que la enfermedad no trascienda fuera de Dundarak.
Les hizo entrega de otro pergamino con una serie de instrucciones y prohibiciones, mismas que se habían proclamado por toda la ciudad.
1.- Se prohíbe coger agua de lugares estancados
2.- Se prohíbe cualquier tipo de contacto físico entre los habitantes
3.- Se extrema la vigilancia en niños y ancianos.
- ¡Mirad que si he conseguido atraer a más gente a la causa! -Sonrió de forma picara, guiñándole un ojo al posible aliado sorpresa-. ¿Te gustaría ayudar a una damisela en peligro, guapo? Con ese sentido auditivo difícilmente no habrías podido enterarte de nuestra pequeña conversación -miró a los presentes, poniendo en orden sus ideas-. ¿Rachel? -Llamó a la muchacha con una sonrisa-. ¿Por qué no vas con nuestro nuevo amigo? Seguro sabréis apañároslas bien.
Pasó su mirada al brujo, indicándole que la siguiese, dejando la tarea de los plantíos en manos de la Biocibernetica y del misterioso Hombre-bestia; no sin antes describirles la forma que tendría el fragmento de llave.
Los cadáveres se apilarían a lo largo del camino que los llevaría hasta el sector agrario, una extensa nube proveniente de la pirámide haría su aparición, ensombreciendo el paisaje y dificultando la vista de todo transeúnte.
Lo mejor sería que cuidasen donde pisaban, pues el camino estaría atiborrado de cuerpos en descomposición. ¿Y así esperaban un alimento saludable? La verdad es que no me sorprende la enorme mortandad con tan bajos estándares higiénicos.
Después de caminar durante un buen rato, ambos colaboradores se encontrarían con un extraño plantío de maíz. ¿El problema? No sabrían cómo diantres terminaron a mitad del campo y algunas voces enfurecidas se escucharían alrededor, gritando incoherencias sobre designios divinos e intrusos malditos.
Aunque tristemente esto no sería ni siquiera el inicio de sus problemas…
La Gran Encantadora solía ser una persona mucho más tratable que su compañera, pero la misión requería una exhaustiva cautela, y ella, muy a su pesar, tendría que poner total seriedad en completar la tarea, si es que deseaban descubrir que ocultaba aquel ‘‘artefacto’’ en su interior.
- ¡Finalmente! -Miró a los recién llegados-. Unos minutos más y me habríais pillado convertida en un cubo de hielo -les guiñó un ojo, pues era bien sabido que el clima frío del exterior no era rival para alguien como Lucy Fireheart-. ¿Habéis venido solos? -Miró en busca de más miembros del gremio-. Bien, la situación es la siguiente. Hemos descubierto que los fragmentos de la llave para entrar en la pirámide han sido dispersados en algunos sectores a los alrededores de la ciudad -les entregó un pequeño mapa-. Vuestra misión será encontrarlos-. Lo que sea que esté afectando a la población debe provenir de la pirámide -hizo una pequeña pausa-. Vuestros compañeros ya se encuentran buscando otro de los fragmentos de la llave. Tendréis que investigar el sector agrónomo, pero debéis daros prisa, se ha dictado que los todos los cultivos sean quemados, para evitar la contaminación. Se están tomando medidas para que la enfermedad no trascienda fuera de Dundarak.
Les hizo entrega de otro pergamino con una serie de instrucciones y prohibiciones, mismas que se habían proclamado por toda la ciudad.
1.- Se prohíbe coger agua de lugares estancados
2.- Se prohíbe cualquier tipo de contacto físico entre los habitantes
3.- Se extrema la vigilancia en niños y ancianos.
- ¡Mirad que si he conseguido atraer a más gente a la causa! -Sonrió de forma picara, guiñándole un ojo al posible aliado sorpresa-. ¿Te gustaría ayudar a una damisela en peligro, guapo? Con ese sentido auditivo difícilmente no habrías podido enterarte de nuestra pequeña conversación -miró a los presentes, poniendo en orden sus ideas-. ¿Rachel? -Llamó a la muchacha con una sonrisa-. ¿Por qué no vas con nuestro nuevo amigo? Seguro sabréis apañároslas bien.
Pasó su mirada al brujo, indicándole que la siguiese, dejando la tarea de los plantíos en manos de la Biocibernetica y del misterioso Hombre-bestia; no sin antes describirles la forma que tendría el fragmento de llave.
Los cadáveres se apilarían a lo largo del camino que los llevaría hasta el sector agrario, una extensa nube proveniente de la pirámide haría su aparición, ensombreciendo el paisaje y dificultando la vista de todo transeúnte.
Lo mejor sería que cuidasen donde pisaban, pues el camino estaría atiborrado de cuerpos en descomposición. ¿Y así esperaban un alimento saludable? La verdad es que no me sorprende la enorme mortandad con tan bajos estándares higiénicos.
Después de caminar durante un buen rato, ambos colaboradores se encontrarían con un extraño plantío de maíz. ¿El problema? No sabrían cómo diantres terminaron a mitad del campo y algunas voces enfurecidas se escucharían alrededor, gritando incoherencias sobre designios divinos e intrusos malditos.
Aunque tristemente esto no sería ni siquiera el inicio de sus problemas…
- Escenario:
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- Fragmento de llave a encontrar:
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☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀ ☀
Ambos: Bueno ya que nos ha llegado un visitante inesperado, ¿por qué no incluirlo de lleno? Espero que no tengáis problema alguno en colaborar, pues de igual manera os lloverán los porrazos a ambos. En este primer turno no hay demasiada acción, salvo la información que Lucy os ha dado…pero os recomiendo no confiaros, ya que, aunque sea un desafío que se resolverá en 5 o 6 turnos, las cosas pueden ponerse feas. Como podrías imaginar el objetivo es encontrar el fragmento de la llave que se encuentra en este sector, aunque…no será tan fácil como parece. Por cuestión de tiempos priorizaré al máximo el ritmo de posteo, a fin de que mis amados masters puedan continuar con el orden del caos.
Wyn
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Re: [MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
La situación era mucho peor de lo que podría haber imaginado.
Había oído rumores, como todo el mundo. Pero siempre había creído que, como con todos los rumores, había más invención que verdad. Pero aquello... la plaga lo había arrasado todo. La pestilencia y la muerte estaban presentes por toda la ciudad. El hedor... era peor que cualquier masacre que hubiese presenciado. Peor que las catacumbas de Lunargenta. Me quedé paralizado. Aquello no era una simple epidemia. Era una catástrofe.
Irirgo se arrodilló, aturdido. Me acerqué al dragón, colocando una mano sobre su hombro, pero no reaccionó. Su respiración estaba entrecortada, y su mirada parecía... perdida. Empecé a sentir una gran angustia y preocupación. ¿Era eso parte de la enfermedad? ¿Se había contagiado tan deprisa? No, no era posible...
-Irirgo... ¡Eh!- llamé, agitándole.
-La ciudad... mi ciudad...- murmuró, aún sin fijar su vista sobre nada en concreto. Empecé a sentir nauseas, y no solo por el hedor. No podía ver a mi amigo así. Él siempre era un baluarte. Él siempre estaba allí cuando lo necesitábamos, resistiendo.
-¡Levántate!- exclamé, golpeandole en la cara con el dorso de mi mano. -Despierta. No podemos permitir que nos afecte. Aún no.-
El dolor pareció devolverle al mundo real. Se llevó la mano a la cara... y se levantó, frunciendo el ceño.
-¿¡Como demonios esperas que esto no me afecte!? ¡Esta es la ciudad que debía proteger!- dijo, furioso. Respiré hondo, algo aliviado. Por un momento, creía haberle perdido.
-No pienses en ello.- repliqué. -Aún no. Vamos. Discutir ahora no nos servirá de nada.- dije. Teniamos un objetivo, después de todo. Habíamos entrado a la ciudad a petición suya. El veterano tenía familia allí... y quería asegurarse de que estuviesen bien. Aunque en esa situación, no había forma de conseguirlo realmente: O encontrábamos sus cadáveres, o habían abandonado la ciudad. -¿Por donde es?-
-Aquí. Sígueme.- ordenó, aún molesto. Mejor molesto que destrozado, supuse. Caminé detrás del dragón, evitando los motones de restos orgánicos, los insectos, y los fluidos incalificables que inundaban las zonas bajas. Dann nos había advertido de las posibles formas de contagio. Habia gente que había huido, por lo que posiblemente no se transmitiese por aire. Las fuentes más probables eran comida, agua, y contacto físico... y, tal vez, la extraña neblina que aparecía de vez en cuando. Mientras evitásemos aquello, teníamos posibilidades.
No tardamos en llegar a nuestro destino. Una mansión en la zona alta. Su antiguo hogar. La puerta estaba cerrada con llave, por lo que tuvimos que derribarla entre los dos.
El interior de la estancia era lúgubre. Me sorprendía lo diferente que era de las mansiones de Lunargenta. Fuera como fuese, había sido abandonado. Había polvo por todas partes... pero no muerte. Nadie había estado allí durante un tiempo... ni siquiera habían forzado la puerta. Los jarrones, muebles y adornos estaban intactos.
-Tiene que ir realmente mal si ni siquiera llegan saqueadores a desvalijar...- musité. Irirgo subió por las escaleras sin decir nada. Le acompañé, inseguro. Visitamos cada habitación. Aparte de muebles y adornos, estaban casi vacías. Abrí uno de los armarios.
-No hay casi ropa... han debido de abandonar la casa. Muy apresurados, por lo que parece.- Noté una diferencia de color en algunas paredes. Sombras de retratos, probablemente recuerdos familiares. Se los habian llevado también. -No creo que nadie haya muerto aquí, Irirgo.-
-Si... gracias al cielo.- suspiró, algo aliviado. -Al menos mi hermano tuvo sentido común... esta vez.-
-Bueno. No podemos perder mucho tiempo aquí. ¿Tienes idea de adonde han ido? ¿O quieres recuperar algo que aún quede por aquí?- pregunté, colocando mi mano en su hombro una vez más. El hombre dragón cerró los ojos y respiró, pensativo. -Te daré algunos minutos. De todos modos... quiero ver algo. Esa pirámide... voy a investigar un poco. Quédate aquí, parece estar seguro de infecciones. Volveré en un rato.-
-¿...estás seguro? Bueno. Ten mucho cuidado, ¿vale?- dijo, aún con algo en su cabeza. -Y... gracias, Asher.-
Sonreí, bajando las escaleras. Esperaba que pudiese llevarlo bien. En parte, quería dejar que pensase las cosas a solas, en un lugar seguro. Lo necesitaba. Odiaba parecer vulnerable delante de los demás, pero mantener toda esa presión y no dejar que saliese... le estaba matando.
Salí de la mansión. No era difícil distinguir el lugar donde se encontraba la pirámide. La neblina parecía estar en torno a ella... tal vez protegiéndola de algo. Era difícil de decir. Lo que si era evidente era que aquella estructura había provocado la enfermedad. Un pequeño grupo de personas estaba cerca de la entrada... personas sanas. En Dundarak. Junto a la pirámide. Era suficiente como para hacerme sospechar.
Me acerqué tan sigilosamente como pude, hasta quedarme a una distancia desde la que pude oír su conversación claramente. Parecía ser que esa mujer estaba dando órdenes... y también se encontraba de un humor excelente a pesar del lugar en el que se encontraban. A pesar de todo, no me hizo falta escuchar demasiado para darme cuenta de su objetivo. Aislar y destruir la enfermedad. O algo así. Salí de mi escondite, aproximándome más al grupo.
-Lo de "damisela en peligro" no me lo termino de creer. Pero si vais a hacer algo para evitar que esto pase en todo el mundo, me apunto.- Espera, ¿ese no era...? -¿...Geralt? ¿Que haces aquí? ¿Vienes a quemar cadáveres o algo?- pregunté, frunciendo el ceño. No había visto a ese brujo en años, pero no podía olvidar aquel olor a azufre y ceniza que poseía el peliblanco. -...bueno, disfruta de... lo que sea que hagas.- dije, viendo como se alejaba con la lider.
Miré a la mujer que sería mi acompañante. Parecía humana, pero... olía ligeramente a metal. Daba igual. Mientras hiciese su trabajo, me valdría.
-...tu lider es muy rápida cogiendo confianza.- observé, negando con la cabeza. -Mi nombre es Asher.- Aquella situación se había vuelto incómoda muy rápidamente. Pero, desconocidos o no, teníamos un objetivo común.
El camino hasta los campos no fue placentero. El número de cadáveres aumentaba con cada paso. Como si intentase hacerlo más lúgubre, una nube oscureció toda la zona entre la ciudad y los campos. Y para cuando se disipó... estábamos en mitad de un cultivo de maíz.
-¿...qué demonios estamos haciendo aquí?- pregunté, desorientado. ¿Cuanto tiempo había pasado? -Espera. ¿Escuchas eso?- ¿Estaba teniendo alucinaciones? Era demasiado extraño. Llevé la mano a mi espada, sin entender muy bien lo que ocurría. Solo sabía que tenía que permanecer en guardia.
Asher Daregan
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Re: [MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
La desdicha y el infortunio no habían parado de acompañarme desde la gran batalla de Sacrestic Ville. Allí perdimos a la maestra Boisson, entre otra mucha gente que me importaba. Mi hermano había quedado muy tocado con la muerte de la maestra cazadora, tanto que Jules no quería seguir formando parte del gremio, que ahora se encontraba en manos de la maestra Harrowmont y por ello, decidimos abandonarlo en los días sucesivos, una vez regresamos a Beltrexus y recogimos nuestras cosas.
Entre medias, tuvo también lugar el episodio del pueblo de Tyretus, en las islas, con el fallecimiento de la familia del pequeño Matie, aquello también me hizo sentirme fatal. Parecía que allá donde iba, moría la gente.
Ante la falta de dinero y trabajo al renunciar mi hermano al suyo, que yo continuara sirviendo a la Logia, gremio al que me uní hace ya un tiempo, parecía la manera más rápida de conseguir aeros. Volvimos a nuestro hogar original, según Jules pues yo no recordaba nada, a Ulmer. Y yo me desplazaba al Norte por temporadas para continuar trabajando para el gremio de hechiceros. Pero Dundarak tampoco estaba como la había dejado meses atrás.
La alta encantadora Fireheart nos convocó a Geralt y a mí a las afuera de la ciudad, parecía que íbamos a comenzar una misión juntos para solucionar la aparición de la misteriosa pirámide. Tenía un lejano conocimiento de la misma. Por lo visto, Níniel, Eltrant y Catherine habían tenido algo que ver por equivocación, pero lo cierto es que con los acontecimientos de los cazadores estuve bastante ausente de todo lo relacionado con la Logia. En cualquier caso, nosotros se suponía que estábamos allí para solucionarlo, igual que Níniel y Vincent habían sido convocados por la Alta Encantadora Frost.
-Alta encantadora Fireheart, no os podéis convertir en un cubo de hielo porque no tenéis habilidades para ello. Sois tensái de fuego, ¿recordáis? – la tranquilicé con una sonrisa ante el miedo que parecía tener por convertirse en hielo. A continuación pasó a describir el objetivo de la misión, encontrar los fragmentos de una llave que nos permitiría acceder al interior de la pirámide y acabar con todo aquello. - ¿Una llave? Pero eso no es una llave, alta encantadora Fireheart. – le dije arrascándome la cabeza, y es que ese cuarto de forma circular no parecía una llave. ¡Y mira que había visto llaves alrededor del mundo! Ni las puertas de las bases de la Hermandad en Sacrestic, ni las de los Cazadores en Beltrexus, ni tampoco de mi hogar en Ulmer, tenían esa forma. “Imagen almacenada en la base de datos”, confirmó NIA.
De modo que Geralt y yo íbamos a buscar el fragmento de una llave que no era una llave en los campos colindantes de la ciudad. Una tarea cuanto menos complicada, pero confiaba en las habilidades del brujo, él era uno de los miembros más talentosos de la Logia, desde luego mucho más que yo.
Pero la alta encantadora hizo llamar a una extraña criatura que NIA rápidamente escaneó en cuanto puse mis ojos sobre él, llenándose mi vista de los ya clásicos círculos azules y la barra de completitud del escaneo, durante el cual tuve que mirarlo fíjamente: “Sujeto hombre bestia de tipo perro. Adulto. Diagnóstico de actitud: Indiferente. Pulsaciones normales. Nombre desconocido.”, entre otros datos identificados.
Todo iba bien hasta que la Alta Encantadora decidió asignarme a mí con él y llevarse a Geralt con ella. Lo cual hizo que me decepcionara y concluyese la despedida triste. ¿Acaso no confiaba en mí? Era evidente que no era una prodigiosa para la magia como Níniel, Vincent o Geralt. Está bien, ni siquiera sabía hacer magia, pero dejarme a mí con alguien que acababa de llegar no me parecía lo más apropiado. Ni siquiera sabíamos si era de fiar por mucho que dijera que quería ayudar. Bueno, al menos conocía a Geralt.
-Encantada. Yo soy Rachel Roche. – correspondí a su presentación con una sonrisa sincera y estirando el brazo para estrecharle la mano, o la pata. ¿Cómo se saludaba a los hombres bestia? – ¡Oh, sí! Ella es así de agradable. – comenté con una sonrisa un poco robótica. Aún me costaba mostrar algo de vida a mis expresiones.
Sin más, nos comenzamos a caminar hacia los campos. Una intensa niebla cubría toda la zona conforme nos acercábamos a la pirámide. Había muchos muertos fruto de la enfermedad que había traído la misma. El panorama era de todo menos halagüeño, aunque después de viajar con Jules y la maestra Boisson, ya estaba acostumbrada a ver muertos a cada paso.
Cuando quisimos darnos cuenta nos encontrábamos paseando por campos de maíz más altos que nosotros mismos. Asher parecía tener iniciativa y lideraba el camino, mientras yo iba detrás de él. En determinado momento, inexplicablemente el animal preguntó qué hacíamos ahí, y yo no tardé en recordárselo.
-Asher, nuestra misión consiste en encontrar un fragmento de la llave de entrada a la pirámide que se encuentra en algún punto desconocido en el sector agrónomo. – repetí en voz alta con una sonrisa toda la información acumulada en la base de datos de carrerilla, sin entonación alguna, dada mi dificultad para entender las preguntas de otra manera que no fuese la literal, por mi condición de biocibernética. Luego me dijo que si escuchaba algo. Parecían voces lejanas.
-Sí, Asher. Escucho algo. Pero no logro entender qué dicen. – afirmé. – Espera, los sensores de NIA son más sensibles que mis tímpanos. - Levanté un poco la cabeza, para que NIA realizara la audición correspondiente. “Realizando escucha auditiva”, una vez concluyó, me volví a mi compañero. – Ya está, NIA ha escuchado exactamente esto: Cri cri cri, Uuhh, uuhh. – lo que venían a ser el sonido de grillos y búhos, aunque puede que no fuese lo que Asher esperaba. Está bien, quizás tanta sensibilidad en estas ocasiones no fuese tan buena. Demasiado ruido secundario.
Entre medias, tuvo también lugar el episodio del pueblo de Tyretus, en las islas, con el fallecimiento de la familia del pequeño Matie, aquello también me hizo sentirme fatal. Parecía que allá donde iba, moría la gente.
Ante la falta de dinero y trabajo al renunciar mi hermano al suyo, que yo continuara sirviendo a la Logia, gremio al que me uní hace ya un tiempo, parecía la manera más rápida de conseguir aeros. Volvimos a nuestro hogar original, según Jules pues yo no recordaba nada, a Ulmer. Y yo me desplazaba al Norte por temporadas para continuar trabajando para el gremio de hechiceros. Pero Dundarak tampoco estaba como la había dejado meses atrás.
La alta encantadora Fireheart nos convocó a Geralt y a mí a las afuera de la ciudad, parecía que íbamos a comenzar una misión juntos para solucionar la aparición de la misteriosa pirámide. Tenía un lejano conocimiento de la misma. Por lo visto, Níniel, Eltrant y Catherine habían tenido algo que ver por equivocación, pero lo cierto es que con los acontecimientos de los cazadores estuve bastante ausente de todo lo relacionado con la Logia. En cualquier caso, nosotros se suponía que estábamos allí para solucionarlo, igual que Níniel y Vincent habían sido convocados por la Alta Encantadora Frost.
-Alta encantadora Fireheart, no os podéis convertir en un cubo de hielo porque no tenéis habilidades para ello. Sois tensái de fuego, ¿recordáis? – la tranquilicé con una sonrisa ante el miedo que parecía tener por convertirse en hielo. A continuación pasó a describir el objetivo de la misión, encontrar los fragmentos de una llave que nos permitiría acceder al interior de la pirámide y acabar con todo aquello. - ¿Una llave? Pero eso no es una llave, alta encantadora Fireheart. – le dije arrascándome la cabeza, y es que ese cuarto de forma circular no parecía una llave. ¡Y mira que había visto llaves alrededor del mundo! Ni las puertas de las bases de la Hermandad en Sacrestic, ni las de los Cazadores en Beltrexus, ni tampoco de mi hogar en Ulmer, tenían esa forma. “Imagen almacenada en la base de datos”, confirmó NIA.
De modo que Geralt y yo íbamos a buscar el fragmento de una llave que no era una llave en los campos colindantes de la ciudad. Una tarea cuanto menos complicada, pero confiaba en las habilidades del brujo, él era uno de los miembros más talentosos de la Logia, desde luego mucho más que yo.
Pero la alta encantadora hizo llamar a una extraña criatura que NIA rápidamente escaneó en cuanto puse mis ojos sobre él, llenándose mi vista de los ya clásicos círculos azules y la barra de completitud del escaneo, durante el cual tuve que mirarlo fíjamente: “Sujeto hombre bestia de tipo perro. Adulto. Diagnóstico de actitud: Indiferente. Pulsaciones normales. Nombre desconocido.”, entre otros datos identificados.
Todo iba bien hasta que la Alta Encantadora decidió asignarme a mí con él y llevarse a Geralt con ella. Lo cual hizo que me decepcionara y concluyese la despedida triste. ¿Acaso no confiaba en mí? Era evidente que no era una prodigiosa para la magia como Níniel, Vincent o Geralt. Está bien, ni siquiera sabía hacer magia, pero dejarme a mí con alguien que acababa de llegar no me parecía lo más apropiado. Ni siquiera sabíamos si era de fiar por mucho que dijera que quería ayudar. Bueno, al menos conocía a Geralt.
-Encantada. Yo soy Rachel Roche. – correspondí a su presentación con una sonrisa sincera y estirando el brazo para estrecharle la mano, o la pata. ¿Cómo se saludaba a los hombres bestia? – ¡Oh, sí! Ella es así de agradable. – comenté con una sonrisa un poco robótica. Aún me costaba mostrar algo de vida a mis expresiones.
Sin más, nos comenzamos a caminar hacia los campos. Una intensa niebla cubría toda la zona conforme nos acercábamos a la pirámide. Había muchos muertos fruto de la enfermedad que había traído la misma. El panorama era de todo menos halagüeño, aunque después de viajar con Jules y la maestra Boisson, ya estaba acostumbrada a ver muertos a cada paso.
Cuando quisimos darnos cuenta nos encontrábamos paseando por campos de maíz más altos que nosotros mismos. Asher parecía tener iniciativa y lideraba el camino, mientras yo iba detrás de él. En determinado momento, inexplicablemente el animal preguntó qué hacíamos ahí, y yo no tardé en recordárselo.
-Asher, nuestra misión consiste en encontrar un fragmento de la llave de entrada a la pirámide que se encuentra en algún punto desconocido en el sector agrónomo. – repetí en voz alta con una sonrisa toda la información acumulada en la base de datos de carrerilla, sin entonación alguna, dada mi dificultad para entender las preguntas de otra manera que no fuese la literal, por mi condición de biocibernética. Luego me dijo que si escuchaba algo. Parecían voces lejanas.
-Sí, Asher. Escucho algo. Pero no logro entender qué dicen. – afirmé. – Espera, los sensores de NIA son más sensibles que mis tímpanos. - Levanté un poco la cabeza, para que NIA realizara la audición correspondiente. “Realizando escucha auditiva”, una vez concluyó, me volví a mi compañero. – Ya está, NIA ha escuchado exactamente esto: Cri cri cri, Uuhh, uuhh. – lo que venían a ser el sonido de grillos y búhos, aunque puede que no fuese lo que Asher esperaba. Está bien, quizás tanta sensibilidad en estas ocasiones no fuese tan buena. Demasiado ruido secundario.
Rachel Roche
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Re: [MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
La alta Encantadora había dejado en manos de Rachel y del hombre-perro la misión de recuperar la pieza de la llave, que se hallaba en el sector agrario. Terrible decisión. ¿Ya había visto a ese par? Nada bueno podría resultar de esa combinación; pero como ya he mencionado en más de una ocasión, yo solo estoy aquí para narrar los hechos acontecidos.
¡Oh queridos lectores! ¡Si pudiese traeros historias con unicornios y jardines coloridos!
Tristemente no encontraréis finales felices en esta bizarra aventura, al menos no lo haréis en este capítulo inicial. Ya se verá si nuestros héroes son capaces de cambiar el curso de los hechos.
¡Damas y caballeros! En la esquina azul, pesando…un minuto, esto no es trascendental. Bueno, digamos solo que es un enorme perro con unas orejotas y mal humor. Esperemos que su habilidad de rastreo sea tan buena como su sarcasmo.
Por otro lado, tenemos a una jovencita con una coraza de metal que la volvería fácilmente uno de los mejores tanques...si no fuera por esa mentalidad ingenua con la que se cargaba. Fácilmente podríais decirle que el cielo era rosa y se lo creería, o al menos esa era la impresión que daba a primera vista. Que si era una llave, que si no era una llave. ¡Lo que sea! Ve a buscarlo y punto.
¿Quién era el de las grandes orejas? ¿En serio le vas a preguntar a tu compañera si logró escuchar algo? Bien, tacharé la ‘‘sensatez’’ de tu lista de cualidades. Esperad, de una vez también quitaré la ‘‘inteligencia’’, solo por si acaso.
Las voces se volverían más fuertes, gritos desaforados sobre encontrar a los intrusos y ‘‘entregarles’’, resonarían cada vez más cerca de ellos.
Yo en esa situación correría como niñita asustada, pero como a los mortales os gusta ir por la vida dándoos aires de grandeza, es obvio que nuestros héroes no huirían de aquello.
¡Oh cruel ironía! Ese ‘‘cri cri’’ sería lo que finalmente terminaría delatando la posición donde se encontraban.
¿Queréis saber un secreto? Esta es la parte donde salís corriendo.
Pequeños destellos de fuego iluminarían el ensombrecido campo de maíz, mostrando que, lastimosamente, no estaban rodeados de refugiados comunes.
Tras un rato escapando de sus perseguidores, Rachel y Asher se encontrarían con la cerca que separaba los campos con la aldea de los granjeros. Solo debían saltarla y ya, no debía haber mucho problema con ello, salvo por el pequeño detalle de que, el primero en poner pie del otro lado sería emboscado por un pequeño grupo de hombres, quienes presentarían diversos grados en el estado de la enfermedad.
Nuestros héroes podrían tener mucha fuerza y destreza en sus atributos, pero deshacerse del número de sus enemigos no sería nada sencillo…y aún si lo lograse, tendría que correr en una pequeña aldea desconocida, donde todos buscarían acabar con él…o ella.
¿Y el otro? ¿Aquel que quedó todavía en los campos?
Este tendría dos tareas: adentrarse sigilosamente en la comunidad y salvar a su compañero.
¡Oh queridos lectores! ¡Si pudiese traeros historias con unicornios y jardines coloridos!
Tristemente no encontraréis finales felices en esta bizarra aventura, al menos no lo haréis en este capítulo inicial. Ya se verá si nuestros héroes son capaces de cambiar el curso de los hechos.
¡Damas y caballeros! En la esquina azul, pesando…un minuto, esto no es trascendental. Bueno, digamos solo que es un enorme perro con unas orejotas y mal humor. Esperemos que su habilidad de rastreo sea tan buena como su sarcasmo.
Por otro lado, tenemos a una jovencita con una coraza de metal que la volvería fácilmente uno de los mejores tanques...si no fuera por esa mentalidad ingenua con la que se cargaba. Fácilmente podríais decirle que el cielo era rosa y se lo creería, o al menos esa era la impresión que daba a primera vista. Que si era una llave, que si no era una llave. ¡Lo que sea! Ve a buscarlo y punto.
¿Quién era el de las grandes orejas? ¿En serio le vas a preguntar a tu compañera si logró escuchar algo? Bien, tacharé la ‘‘sensatez’’ de tu lista de cualidades. Esperad, de una vez también quitaré la ‘‘inteligencia’’, solo por si acaso.
Las voces se volverían más fuertes, gritos desaforados sobre encontrar a los intrusos y ‘‘entregarles’’, resonarían cada vez más cerca de ellos.
Yo en esa situación correría como niñita asustada, pero como a los mortales os gusta ir por la vida dándoos aires de grandeza, es obvio que nuestros héroes no huirían de aquello.
¡Oh cruel ironía! Ese ‘‘cri cri’’ sería lo que finalmente terminaría delatando la posición donde se encontraban.
¿Queréis saber un secreto? Esta es la parte donde salís corriendo.
Pequeños destellos de fuego iluminarían el ensombrecido campo de maíz, mostrando que, lastimosamente, no estaban rodeados de refugiados comunes.
Tras un rato escapando de sus perseguidores, Rachel y Asher se encontrarían con la cerca que separaba los campos con la aldea de los granjeros. Solo debían saltarla y ya, no debía haber mucho problema con ello, salvo por el pequeño detalle de que, el primero en poner pie del otro lado sería emboscado por un pequeño grupo de hombres, quienes presentarían diversos grados en el estado de la enfermedad.
Nuestros héroes podrían tener mucha fuerza y destreza en sus atributos, pero deshacerse del número de sus enemigos no sería nada sencillo…y aún si lo lograse, tendría que correr en una pequeña aldea desconocida, donde todos buscarían acabar con él…o ella.
¿Y el otro? ¿Aquel que quedó todavía en los campos?
Este tendría dos tareas: adentrarse sigilosamente en la comunidad y salvar a su compañero.
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Ambos: Iba a colgar todas las respuestas al mismo tiempo cuando las tuviese listas, pero ya que me habéis pedido daros post, aquí lo tenéis. ¿Pensabais que quedaros en los campos iba a ser todo? Inocentes palomitas. La verdad es que me da igual quién de vosotros cruce la cerca y quién deba quedarse en los campos. Rachel ya conoce mi estilo, así que podéis decidirlo entre vosotros.
1.-Para el que entre en la aldea le daré la opción de dejarse atrapar y ver hacia dónde lo llevan (¡Já! Ni drogada me trago que llegaseis a considerar esta opción) o huir y buscar refugio en la ciudad. TODOS en la ciudad buscaran echarte mano…y no precisamente de la buena forma.
2.-Para aquel que ha quedado en los campos: tienes la instrucción de salvar a tu compañero/a. Cómo llegues a la ciudad correrá por tu cuenta, pero te aseguro que no será tan fácil como parece, pues a ti también continúan persiguiéndote.
Por ahora es el último post donde os doy instrucciones a ambos y solo me resta decir: Que empiece el juego.
1.-Para el que entre en la aldea le daré la opción de dejarse atrapar y ver hacia dónde lo llevan (¡Já! Ni drogada me trago que llegaseis a considerar esta opción) o huir y buscar refugio en la ciudad. TODOS en la ciudad buscaran echarte mano…y no precisamente de la buena forma.
2.-Para aquel que ha quedado en los campos: tienes la instrucción de salvar a tu compañero/a. Cómo llegues a la ciudad correrá por tu cuenta, pero te aseguro que no será tan fácil como parece, pues a ti también continúan persiguiéndote.
Por ahora es el último post donde os doy instrucciones a ambos y solo me resta decir: Que empiece el juego.
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Re: [MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
Irirgo suspiró, colocando el colgante de su hermana en una pequeña bolsa de viaje que había encontrado. Esperaba que estuviesen bien, donde quiera que se encontrasen. Parte de él se culpaba a si mismo. No debía haberlos abandonado. Pero tampoco podía manejar la familia. Era demasiada presión. Cada error se amontonaba en una pila que debía cargar sobre sus hombros. ¿Le guardarían rencor?
Era imposible de saber. Solo podía esforzarse en buscarlos... pero luego, ¿qué? ¿Se quedaría con ellos? ¿Y abandonar a Asher, Syl y Dann?
No podía. Les había cogido mucho aprecio en los meses anteriores. Necesitaban a alguien como él. El perro era demasiado impetuoso, y aunque Syl era mucho más precavido, no solía hacerse ver. No se imponía. Alguien tenia que mantener a Asher a raya cuando no pensaba con claridad. Y dar consejo: los demás eran demasiado jóvenes.
El dragón bajó las escaleras, aún pensando en que hacer. Por el momento, solo tenia que recoger las cosas que quisiera y esperar al can. Era extraño... faltaban cosas. El perro no lo había notado, puesto que aún quedaban muchos adornos, pero la mansión tenia un estilo mucho más recargado. Notaba que faltaban cosas pequeñas, como candelabros ornamentados, copas, joyeros y demás. ¿Los habian vendido mientras no estaba, o...?
Irirgo miró la trampilla que se encontraba bajo las escaleras. El sótano era el único lugar donde no habia buscado, puesto que servía como despensa y poco más. Lentamente, abrió la trampilla y se apoyó sobre la escalera de mano, bajando cuidadosamente. El veterano buscó a tientas en la oscuridad hasta encontrar la vieja lámpara de aceite y sopló una pequeña llama para encenderla.
Aquel sótano... era como si un par de brujos hubiesen realizado algún tipo de duelo en el. Botellas de vino vacias, recipientes de comida, platos y demás yacian en el suelo, apenas apartados. Manchas de todo tipo en la piedra, los estantes, barriles... y en el fondo de la habitación, durmiendo plácidamente en una hamaca improvisada con unas cortinas, se encontraba un hombre bestia.
-¿QUÉ DEMONIOS ESTÁS HACIENDO AQUÍ?- gritó Irirgo, acercándose con sus grandes zancadas. El intruso abrió los ojos, sobresaltado, e intentó levantarse... solo para perder el equilibrio al salir de la hamaca y caer torpemente al suelo. Con un quejido, el tipo se levantó. Era un cánido... probablemente un zorro, vestido con harapos. El tipo se levantó y miró a Irirgo con brillantes ojos verdes.
-Si vienes a saquear, búscate otro sitio. Yo lo encontré primero.- dijo, estirándose y encontrándose con la mirada iracunda del dragón. -¿Qué? Oh, no me lo digas. Eres de la guardia. Mi maldita suerte...
-No. Soy el *propietario* de la mansión que estás saqueando.
-Oh... que incómodo.- respondió entre dientes, mirando a la mochila que se encontraba bajo su cama improvisada. -Pero creía que estaba abandonada. Vi a los dueños irse. No me engañas.- resopló, elevando el hocico.
-¿¡Engañarte!? Maldito bastardo. Esa gente que has visto es mi familia.- gruñó, cerrando los puños. El dragón era consciente de que estaba perdiendo el control. Respiró hondo, intentando calmarse, y continuó. -Sea como sea. Quiero saber dónde están. Y que devuelvas lo que has robado antes de marcharte. ¿Entendido?
-No todos podemos conseguir lo que queremos.- dijo, cruzandose de brazos. La paciencia del dragón empezaba a agotarse, pero a aquel hombre no parecía importarle demasiado. -Hay una plaga ahí fuera. Y la única comida que no está infectada está en las despensas de los nobles.-
-Eso no es mi problema. Vete o te echaré yo, zorro.- respondió.
-¡Eh! Soy un coyote.- protestó. -Y no puedo irme. Me gusta vivir. Además... ¿de verdad necesitas lo que hay aquí? Si de verdad eres el dueño, no te va a sobrar comida. Y estás mucho más seguro en cualquier otra parte... ¿que haces aquí?- preguntó, arqueando una ceja.
-No soy *yo* el que tiene que dar explicaciones aquí.- se impuso Irirgo. Era evidente que el hombre bestia estaba intentando llevar la conversación a su favor. -Estoy buscando a los que vivían aquí.-
-Pues... buena suerte. No están aquí.- dijo, tumbandose sobre la hamaca de nuevo. -Cierra la puerta al salir.-
-Tienes mucho valor para comportarte así en *mi* casa.- gruñó. Irirgo extendió el brazo y cogió la mochila que el zorro había estado siguiendo con la mirada para examinar sus contenidos, ignorando las quejas del intruso. Como sospechaba, ahí se encontraban todos los objetos pequeños y valiosos que había echado en falta. Parecía el alijo de un cuervo, lleno de cosas brillantes. -Nada de esto te pertenece, ¿verdad?-
-Eso no es cierto. Mira...- dijo el zorro, llevando la mano a la mochila. En lugar de sacar algo, el hombre bestia cogió la bolsa y salió corriendo, evitando al dragón en dirección a la escalerilla. Irirgo emitió un gruñido, cansado, y salió detrás de él.
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Dí un largo suspiro al escuchar las respuestas de la mujer. Si tenia alguna duda, se había disipado por completo: era una biocibernetica, y... tal vez algo dañada. Su primera respuesta, sobre la mujer que estaba al mando, había sido rara. La segunda había sido irritante. Cuando mencionó algo llamado "NIA" y emitió sonidos de grillos, solo pude abrir la boca en un gesto de desesperación, preguntándome que decisiones erróneas me habían llevado hasta aquel cruel destino.
Era como si alguna fuerza mayor se estuviese riendo de mi. Como si los dioses tuviesen una actitud absúrdamente burlona e irritante, y disfrutasen poniéndome obstáculos extraños.
Si los dioses existían, los odiaba.
Porque el mismo sonido que emitió Rachel delató nuestra posición. Para entonces, los gritos eran mucho más claros. Querían encontrar a "intrusos", que podíamos o no ser nosotros. ¿Como sabían que estábamos allí? No nos habíamos encontrado con nadie de camino, y era difícil ver nada desde ese maizal. Unas antorchas iluminaron la zona... y revelaron el horrible aspecto de aquella gente.
Las pústulas e inflamaciones eran repulsivas. No parecían muy distintos de los cadáveres que se amontonaban en las calles de Dundarak. Probablemente, lo serían pronto... incluso por un momento dudé de si eran no-muertos. Esbocé una mueca. Nos iban a encontrar.
-¡Corre!- exclamé, siguiendo mi propio consejo. Eran demasiados para acabar con todos. Además, probablemente había muchos más, y no tenía ninguna intención de contraer aquella plaga. Me gustaba aquello de vivir.
Afortunadamente para nosotros, teniamos una gran ventaja. La máquina que me acompañaba no sentia cansancio... y yo era un hombre atlético, sano, y con un reciente encantamiento de velocidad en mi armadura. Me sentía más ligero que incluso cuando iba con el torso desnudo, y eso se notaba en mi ritmo. Por otra parte, aquellos enfermos estaban... enfermos. Algo que te hace vomitar tus entrañas en cuanto haces cualquier esfuerzo físico no te otorga una gran ventaja en una persecución.
Probablemente.
Llegamos hasta el límite del maizal, protegido por una valla. No era demasiado alta. Fácil de escalar.
-Vamos. Tu primero.- dije, señalando la parte superior de la reja. Había algo que quería intentar. Observé como una llama se agitaba de un lado a otro: un hombre corriendo, seguramente. En linea recta. Desenfundé mi espada, que empezó a brillar ligeramente, y lancé un largo corte horizontal en dirección a la llama. Una media luna de energía salió despedida, atravesando los gruesos tallos de maiz hasta encontrarse con el torso de un infectado.
La antorcha cayó al suelo, moviéndose peligrosamente cerca de una de las plantas. Era todo lo que hacia falta. No había llovido en días... y el campo estaba a punto de ser incinerado. Solo había adelantado lo inevitable. Después de todo, ninguna persona en su sano juicio se comería ese alimento infectado... salvo alguien ya infectado.
La primera planta empezó a arder. Pronto, el fuego se extendería a todas las que la rodeaban. Enfundé mi espada y empecé a escalar... solo para darme cuenta de que Rachel estaba rodeada. Más de esos infectados habían preparado una emboscada.
-!Defiéndete o corre!- grité. Los que estaban al otro lado de la verja eran manejables... pero si nos entreteníamos luchando, nuestros perseguidores se unirían al combate. Teníamos mejores posibilidades si los dividíamos. Salí corriendo, cambiando repentinamente de dirección y siguiendo la valla. Tarde o temprano, llegaría al otro límite.
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Utilizo mi habilidad de nivel 1: Corte de Energía
Disculpad la -sin duda, extraña- parte sobre mis NPCs. No me gustaba la idea de dejarlos sin hacer nada. Pero sus acciones no tienen nada que ver con la situación... por ahora.Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: [MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
¡Qué poco hablador era el hombre bestia Asher! Apenas se pronunciaba durante el camino. Seguro que era un hombre bestia perro que mordía bastante, y es que según decía Jules, los hombres bestia perros ladradores, eran poco mordedores. Y él no es que ladrara o hablara demasiado. No escuchaba apenas una palabra de su boca a pesar de todas las preguntas que le hacía.
Lo que sí se pude escuchar a lo lejos era como una estampida de gente corriendo hacia nosotros, todo después de mi onomatopeya. ¿Había alguien ahí? ¡Oh! ¡Ahora lo entiendo! Los ruidos que habíamos escuchado eran personas. Y ahora ellos me habían escuchado a mí.
-¡Ay! ¡Ay! – gimoteé en cuanto vi a aquellos locos gritando y venir corriendo hacia nosotros. “Enemigos. Actitud hostil. Se recomienda inmediata huida”, recomendó NIA, y Asher dijo la palabra mágica para que me arremangara la falda y comenzase la huida tan rápido como mis piernas se cruzaban, aunque el hombre bestia Asher era más rápido que yo. - ¡No me dejes atrás, hombre perro Asher! – le decía, que veía como cada vez me sacaba más distancia, pero yo a su vez se la sacaba a los hombres enfermos, y es que ellos estaban en peores condiciones que nosotros.
El mayor problema fue cuando tropezamos con aquella elevada valla infranqueable. “Camino inaccesible. Poblado identificado a lo lejos” fue todo cuanto NIA dijo, encuadrándome en la vista todo lo que no había visto aún.
-¡Ay! ¿Qué hacemos ahora? – pregunté nerviosa, sujetándome las manos sin saber qué hacer, mirando hacia atrás pensando cuánto tardarían en llegar. Fue entonces cuando aquel hombre bestia me dijo que subiese yo primero, cubriéndome la huida. - ¡Oh! ¡Qué caballeroso eres, hombre bestia Asher! – comenté con una sonrisa sincera mientras me enjaretaba a trepar por la verja. Y es que había leído novelas de nobles caballeros que, como el hombre bestia Asher, sacrificaban su vida para salvar a la damisela, alguno de esas novelas hablaban de un sapo, o de una bestia que vivía encerrada en su castillo por su maldad hasta que encontró el amor… Era bonito pensar que el hombre bestia Asher podía ser mi príncipe azul, como en los cuentos. Todos los chicos que me habían ayudado eran de carne y hueso, a diferencia de él. Me había perdido en mis pensamientos. – Te besaría para que te convirtieses en un bello príncipe azul. Pero perdóname, hombre bestia Asher, yo no puedo ser tu princesa porque mi hermano me dijo que mi padre era un granjero, y para que yo fuera princesa él tendría que ser rey. – le respondí casi arriba del todo de la verja con una sonrisa.
Perdí mi vista en el animal mientras me mantenía encaramada a la verja. Había prendido fuego al pastizal. ¡¿Pero qué hacía?! Eso dificultaría nuestra misión. Si ya era difícil encontrar una llave que no era una llave, con un incendio lo sería aún más. Eso si no la quemaba. - ¡No lo quemes! – grité, pero no me escuchó, de hecho miré abajo y vi como el “hombre enfermo” del número 8 al 17, según NIA, se encontraban debajo de mí empujando mi verja. - ¡No empujéis que me vais a tirar! – les comenté a los de abajo. ¿Qué hacían? Así sólo conseguirían tirarme…
… Y lo hicieron, terminé rodando por el suelo mientras aquellos tipos querían abalanzarse sobre mí emitiendo gritos guturales. El hombre bestia Asher desde el otro día me decía que corriera, pero yo estaba tan asustada que era incapaz. - ¡Ay! ¡No, por favor! ¡Dejadme! – les suplicaba caminando de espaldas por el suelo, ¿qué estaban haciendo? Trataban de morderme aunque sólo conseguían partirse los dientes. ¿Por qué la gente intentaba morderme cuando era de metal y siempre terminaban rompiéndose los dientes? - ¡Ayúdame, hombre bestia Asher! ¡Por favor! ¡Socorro! – supliqué mientras aquellos tipos se me echaban encima. Eran demasiados. Sobrepasaban mis capacidades ofensivas y no sabía qué hacer. ¿Iba a morir allí? ¿De verdad? Tenía toda la pinta. Estaba ya cubierta por ellos, y aunque sus mordiscos no me afectaban en absoluto pues tiraban a brazos y piernas, no sabía como reaccionar. Todo iba a terminar allí. - ¡No! ¡No! ¡No! – suplicaba ya llorando indefensa, tratando de protegerme como podía. Estaba perdida y noté como me desmayaba… - Ay… me muero... - suspiré, dejándome ir.
...
Asumiendo controles del biocibernético. Servicio de Inteligencia Artificial controlado. Evaluando el sistema de daños en armadura. Anulando sensor de daños. Por favor, espere un segundo.
…
Se detectan daños superficiales y arañazos en la parte superior del antebrazo izquierdo y gemelo derecho. Se requiere evacuación inmediata ante la elevada presencia de enemigos. Activando sistemas de defensa.
-Evacuación prevista en tres…
-¡Argñ! ¡Ñam! ¡Wuarh!
-Dos…
-¡Devorad! ¡Devorad!
-¡Uno!
...
Volví a la conciencia y abrí los ojos. Los cuatro enemigos que estaban abalanzados sobre mí salieron volando en cuanto NIA tomó el control de mi cuerpo. Y estiró los brazos para liberarse. Aquello lo podía ver y ser consciente como si lo hiciera yo misma, pero no era capaz de sentir de nada.
-¡Yiarj! ¡Suéltame la cabeza, enferma! – suplicaba uno de ellos.
-Petición denegada. – NIA lo tomó y comenzó a reventarle la cabeza contra el suelo a base de puñetazos, hasta que mi mano quedó impregnada en una mezcla de líquido cefalorraquídeo y sesos. – Ejecutando órdenes de eliminación de enemigos. - Hice lo mismo con otros dos, a los que reventé la cabeza literalmente a base de puñetazos y a uno incluso le atravesé la punta de mi aguijoneado tacón. Y aquellos que intentaban morderme en el hombro, terminaban con los dientes partidos. Mi mayor debilidad era la magia o el estómago, que era donde no tenía protección. Sus dientes no eran más que cosquillas para mi armadura, al menos hasta recibir mucha intensidad de golpes.
-Evacuando el área. Lugar más próximo: Aldea no identificada número doce en dirección Norte. Distancia estimada: 100 metros. – y comencé a correr de manera robótica hacia allí. Tropezándome con la falda y cayendo al suelo pero levantándome de manera instintiva y robótica, y es que los patrones de NIA no estaban programados para recoger la falda como tan cuidadosamente hacía yo. – Buscando lugar seguro. – comentó NIA tratando de dar esquinazo a aquellos monstruos.
NIA terminó escondiéndose en una pequeña vivienda familiar en la aldea, creyendo que nadie la había visto entrar. Una de las primeras del pueblo, tampoco se complicó demasiado. La inteligencia debía buscar un lugar seguro ya que sabía que no podía abusar mucho de aquel estado o terminaría por matarme a mí, ya que si bien NIA no sentía dolor y seguía luchando hasta la muerte, al volver en mí todos los dolores que hubiese recibido yo sí que los sufría.
*Off: Activo habilidad de nivel 1: Doppleganger. Seré una killer destructora durante este y otros dos turnos.
Lo que sí se pude escuchar a lo lejos era como una estampida de gente corriendo hacia nosotros, todo después de mi onomatopeya. ¿Había alguien ahí? ¡Oh! ¡Ahora lo entiendo! Los ruidos que habíamos escuchado eran personas. Y ahora ellos me habían escuchado a mí.
-¡Ay! ¡Ay! – gimoteé en cuanto vi a aquellos locos gritando y venir corriendo hacia nosotros. “Enemigos. Actitud hostil. Se recomienda inmediata huida”, recomendó NIA, y Asher dijo la palabra mágica para que me arremangara la falda y comenzase la huida tan rápido como mis piernas se cruzaban, aunque el hombre bestia Asher era más rápido que yo. - ¡No me dejes atrás, hombre perro Asher! – le decía, que veía como cada vez me sacaba más distancia, pero yo a su vez se la sacaba a los hombres enfermos, y es que ellos estaban en peores condiciones que nosotros.
El mayor problema fue cuando tropezamos con aquella elevada valla infranqueable. “Camino inaccesible. Poblado identificado a lo lejos” fue todo cuanto NIA dijo, encuadrándome en la vista todo lo que no había visto aún.
-¡Ay! ¿Qué hacemos ahora? – pregunté nerviosa, sujetándome las manos sin saber qué hacer, mirando hacia atrás pensando cuánto tardarían en llegar. Fue entonces cuando aquel hombre bestia me dijo que subiese yo primero, cubriéndome la huida. - ¡Oh! ¡Qué caballeroso eres, hombre bestia Asher! – comenté con una sonrisa sincera mientras me enjaretaba a trepar por la verja. Y es que había leído novelas de nobles caballeros que, como el hombre bestia Asher, sacrificaban su vida para salvar a la damisela, alguno de esas novelas hablaban de un sapo, o de una bestia que vivía encerrada en su castillo por su maldad hasta que encontró el amor… Era bonito pensar que el hombre bestia Asher podía ser mi príncipe azul, como en los cuentos. Todos los chicos que me habían ayudado eran de carne y hueso, a diferencia de él. Me había perdido en mis pensamientos. – Te besaría para que te convirtieses en un bello príncipe azul. Pero perdóname, hombre bestia Asher, yo no puedo ser tu princesa porque mi hermano me dijo que mi padre era un granjero, y para que yo fuera princesa él tendría que ser rey. – le respondí casi arriba del todo de la verja con una sonrisa.
Perdí mi vista en el animal mientras me mantenía encaramada a la verja. Había prendido fuego al pastizal. ¡¿Pero qué hacía?! Eso dificultaría nuestra misión. Si ya era difícil encontrar una llave que no era una llave, con un incendio lo sería aún más. Eso si no la quemaba. - ¡No lo quemes! – grité, pero no me escuchó, de hecho miré abajo y vi como el “hombre enfermo” del número 8 al 17, según NIA, se encontraban debajo de mí empujando mi verja. - ¡No empujéis que me vais a tirar! – les comenté a los de abajo. ¿Qué hacían? Así sólo conseguirían tirarme…
… Y lo hicieron, terminé rodando por el suelo mientras aquellos tipos querían abalanzarse sobre mí emitiendo gritos guturales. El hombre bestia Asher desde el otro día me decía que corriera, pero yo estaba tan asustada que era incapaz. - ¡Ay! ¡No, por favor! ¡Dejadme! – les suplicaba caminando de espaldas por el suelo, ¿qué estaban haciendo? Trataban de morderme aunque sólo conseguían partirse los dientes. ¿Por qué la gente intentaba morderme cuando era de metal y siempre terminaban rompiéndose los dientes? - ¡Ayúdame, hombre bestia Asher! ¡Por favor! ¡Socorro! – supliqué mientras aquellos tipos se me echaban encima. Eran demasiados. Sobrepasaban mis capacidades ofensivas y no sabía qué hacer. ¿Iba a morir allí? ¿De verdad? Tenía toda la pinta. Estaba ya cubierta por ellos, y aunque sus mordiscos no me afectaban en absoluto pues tiraban a brazos y piernas, no sabía como reaccionar. Todo iba a terminar allí. - ¡No! ¡No! ¡No! – suplicaba ya llorando indefensa, tratando de protegerme como podía. Estaba perdida y noté como me desmayaba… - Ay… me muero... - suspiré, dejándome ir.
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Asumiendo controles del biocibernético. Servicio de Inteligencia Artificial controlado. Evaluando el sistema de daños en armadura. Anulando sensor de daños. Por favor, espere un segundo.
…
Se detectan daños superficiales y arañazos en la parte superior del antebrazo izquierdo y gemelo derecho. Se requiere evacuación inmediata ante la elevada presencia de enemigos. Activando sistemas de defensa.
-Evacuación prevista en tres…
-¡Argñ! ¡Ñam! ¡Wuarh!
-Dos…
-¡Devorad! ¡Devorad!
-¡Uno!
...
Volví a la conciencia y abrí los ojos. Los cuatro enemigos que estaban abalanzados sobre mí salieron volando en cuanto NIA tomó el control de mi cuerpo. Y estiró los brazos para liberarse. Aquello lo podía ver y ser consciente como si lo hiciera yo misma, pero no era capaz de sentir de nada.
-¡Yiarj! ¡Suéltame la cabeza, enferma! – suplicaba uno de ellos.
-Petición denegada. – NIA lo tomó y comenzó a reventarle la cabeza contra el suelo a base de puñetazos, hasta que mi mano quedó impregnada en una mezcla de líquido cefalorraquídeo y sesos. – Ejecutando órdenes de eliminación de enemigos. - Hice lo mismo con otros dos, a los que reventé la cabeza literalmente a base de puñetazos y a uno incluso le atravesé la punta de mi aguijoneado tacón. Y aquellos que intentaban morderme en el hombro, terminaban con los dientes partidos. Mi mayor debilidad era la magia o el estómago, que era donde no tenía protección. Sus dientes no eran más que cosquillas para mi armadura, al menos hasta recibir mucha intensidad de golpes.
-Evacuando el área. Lugar más próximo: Aldea no identificada número doce en dirección Norte. Distancia estimada: 100 metros. – y comencé a correr de manera robótica hacia allí. Tropezándome con la falda y cayendo al suelo pero levantándome de manera instintiva y robótica, y es que los patrones de NIA no estaban programados para recoger la falda como tan cuidadosamente hacía yo. – Buscando lugar seguro. – comentó NIA tratando de dar esquinazo a aquellos monstruos.
NIA terminó escondiéndose en una pequeña vivienda familiar en la aldea, creyendo que nadie la había visto entrar. Una de las primeras del pueblo, tampoco se complicó demasiado. La inteligencia debía buscar un lugar seguro ya que sabía que no podía abusar mucho de aquel estado o terminaría por matarme a mí, ya que si bien NIA no sentía dolor y seguía luchando hasta la muerte, al volver en mí todos los dolores que hubiese recibido yo sí que los sufría.
*Off: Activo habilidad de nivel 1: Doppleganger. Seré una killer destructora durante este y otros dos turnos.
Rachel Roche
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Re: [MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
Hay personas que merecen medallas, otras que merecen el cielo y las estrellas; pero el hombre-perro y la mujer robot merecían una palmadita…en la cara…con una silla.
Habían sido descubiertos y ahora ambos corrían como niñitas asustadas, buscando escapar de sus persecutores, aunque la cerca sería uno de esos obstáculos que los Dioses disfrutamos de poner a vosotros los mortales, y que, desgraciadamente, solo permitiría el escape de uno de ellos.
En otras circunstancias elogiaría la caballerosidad del hombre-perro, pero me abstendré de hacerlo en esta ocasión, especialmente porque su compañera se encargaría de matarle las ilusiones con ese ofrecimiento fallido de convertirle en un príncipe.
¿Aun decís que yo soy la del bullying?
Asher tomó su espada, lanzando un corte en dirección hacia aquel que cargaba con una pequeña antorcha, arrasando también con una parte del maizal que los acorralaba.
He aquí una pequeña lección de reacciones básicas: fuego + materia orgánica = incendio.
Efectivamente el hombre-perro había adelantado lo inevitable, pero no creo tener que recordarle que eso no era asunto suyo, y que su tarea era encontrar el fragmento de la llave. Ahora se encontraría en un callejón sin salida, pues el fuego se extendería rápidamente, mucho más rápido que cualquier armadura encantada.
Sin duda el enorme can debió hacer caso a su compañera y no incendiar los campos, menos cuando aquella combustión no tenía nada de ordinaria.
Después de una larga carrera y con algo de esfuerzo, Asher conseguiría llegar al extremo de la cerca, misma que, para su mala suerte, se encontraría cerrada. Nada que sus piernas, su agilidad y su resistencia no pudiesen hacer frente.
Lamentablemente, una vez que saltará la entrada podría percatarse que se había alejado demasiado de la aldea, hallándose justo de cara a un nuevo problema. Un montón de herejes lanzarían sus redes y lazos, capturándole en un parpadeo, para llevarlo hasta el corazón del pequeño bosque, donde tenían sus campamentos.
Seguramente ahora el hombre-perro desearía agregar la sensatez y la inteligencia a sus atributos. Fuerza no mata a neurona, siempre lo he dicho.
Un pequeño inconveniente para un hombre atlético y sano, ¿no?
Y lo peor sería que varios de ellos cargarían consigo una enorme cruz, que, curiosamente, sería casi del mismo tamaño que el ex-guarda, y unos enormes clavos.
A veces la salvación a los problemas del mundo es un poco de fe en un ser supremo…aunque ser crucificado vivo por un grupo de lunáticos no es precisamente el mejor ejemplo de un milagro.
¿Por qué siempre insistís en hacer mi trabajo más complicado? Como si yo disfrutase con vuestras desdichas. Bueno, lo hago, pero el punto es que no me deis motivos para ello.
Después de saltar la cerca cual vil inmigrante, la mujer robot se vería acorralada por los aldeanos enfermos, mismos que la atacarían sin dudarlo un segundo.
¿Qué puede ser peor que una biocibernetica con la inocencia de una niña? Ah, si, una biocibernetica con una inteligencia artificial asesina.
NIA asumiría el control de las acciones de Rachel, acabando con todo aquel que se encontraba en su camino. Si, bueno, se lo merecían, pero existen métodos menos sádicos de acabar con toda una población. ¿No me creéis? Solo mirad la hazaña del ‘‘buen’’ Asher.
Después de hacer picadillo a una gran cantidad de enfermos, la joven correría en busca de un sitio seguro, una residencia familiar a unos cuantos metros de su posición.
¡Oh amiga! ¡El dolor será la menor de tus preocupaciones!
El caos comenzaría a desatarse fuera de la vivienda. Las personas correrían de un lado a otro, tratando con todas sus fuerzas de contener el fuego, mientras gritaban que su líder hacía todo lo posible por zozobrar a las llamas.
Algunos, los más sensatos, optaron por evacuar la aldea, temiendo que pronto aquel incendio se expandiese hasta sus hogares. Excelente decisión, diría yo. Esto dejaría a Rachel con una ventana de tiempo para buscar el fragmente de LLAVE, que había ido a buscar.
Seguramente NIA no tuviese dificultades para dar con la pequeña capilla subterránea, misma que se encontraría al otro lado de la aldea y dónde yacería el dichoso artefacto.
Solo habría un par de inconvenientes: el incendio habría sido controlado y las secuelas en el cuerpo de la joven comenzarían a cobrarle factura, pese a su estado de asesina serial.
¿Dije dos inconvenientes? Bueno, que sean tres: el líder de la aldea no estaría muy contento con lo que había sucedido con sus feligreses y ahora empezaría la cacería de los responsables de profanar su santa ciudad.
Nada bueno podría resultar de un maniático molesto…quien además tendría la fastidiosa habilidad de manejar el fuego a su conveniencia. Solo sería cuestión de tiempo; ellos no pondrían sus sucias manos sobre aquel objeto divino, de eso se encargaría personalmente.
Con lo mucho que detesto a los brujos de fuego… ¿no opinas lo mismo, Rachel?
Habían sido descubiertos y ahora ambos corrían como niñitas asustadas, buscando escapar de sus persecutores, aunque la cerca sería uno de esos obstáculos que los Dioses disfrutamos de poner a vosotros los mortales, y que, desgraciadamente, solo permitiría el escape de uno de ellos.
En otras circunstancias elogiaría la caballerosidad del hombre-perro, pero me abstendré de hacerlo en esta ocasión, especialmente porque su compañera se encargaría de matarle las ilusiones con ese ofrecimiento fallido de convertirle en un príncipe.
¿Aun decís que yo soy la del bullying?
Asher tomó su espada, lanzando un corte en dirección hacia aquel que cargaba con una pequeña antorcha, arrasando también con una parte del maizal que los acorralaba.
He aquí una pequeña lección de reacciones básicas: fuego + materia orgánica = incendio.
Efectivamente el hombre-perro había adelantado lo inevitable, pero no creo tener que recordarle que eso no era asunto suyo, y que su tarea era encontrar el fragmento de la llave. Ahora se encontraría en un callejón sin salida, pues el fuego se extendería rápidamente, mucho más rápido que cualquier armadura encantada.
Sin duda el enorme can debió hacer caso a su compañera y no incendiar los campos, menos cuando aquella combustión no tenía nada de ordinaria.
Después de una larga carrera y con algo de esfuerzo, Asher conseguiría llegar al extremo de la cerca, misma que, para su mala suerte, se encontraría cerrada. Nada que sus piernas, su agilidad y su resistencia no pudiesen hacer frente.
Lamentablemente, una vez que saltará la entrada podría percatarse que se había alejado demasiado de la aldea, hallándose justo de cara a un nuevo problema. Un montón de herejes lanzarían sus redes y lazos, capturándole en un parpadeo, para llevarlo hasta el corazón del pequeño bosque, donde tenían sus campamentos.
Seguramente ahora el hombre-perro desearía agregar la sensatez y la inteligencia a sus atributos. Fuerza no mata a neurona, siempre lo he dicho.
Un pequeño inconveniente para un hombre atlético y sano, ¿no?
Y lo peor sería que varios de ellos cargarían consigo una enorme cruz, que, curiosamente, sería casi del mismo tamaño que el ex-guarda, y unos enormes clavos.
A veces la salvación a los problemas del mundo es un poco de fe en un ser supremo…aunque ser crucificado vivo por un grupo de lunáticos no es precisamente el mejor ejemplo de un milagro.
- Puerta de la entrada:
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- Herejes:
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¿Por qué siempre insistís en hacer mi trabajo más complicado? Como si yo disfrutase con vuestras desdichas. Bueno, lo hago, pero el punto es que no me deis motivos para ello.
Después de saltar la cerca cual vil inmigrante, la mujer robot se vería acorralada por los aldeanos enfermos, mismos que la atacarían sin dudarlo un segundo.
¿Qué puede ser peor que una biocibernetica con la inocencia de una niña? Ah, si, una biocibernetica con una inteligencia artificial asesina.
NIA asumiría el control de las acciones de Rachel, acabando con todo aquel que se encontraba en su camino. Si, bueno, se lo merecían, pero existen métodos menos sádicos de acabar con toda una población. ¿No me creéis? Solo mirad la hazaña del ‘‘buen’’ Asher.
Después de hacer picadillo a una gran cantidad de enfermos, la joven correría en busca de un sitio seguro, una residencia familiar a unos cuantos metros de su posición.
¡Oh amiga! ¡El dolor será la menor de tus preocupaciones!
El caos comenzaría a desatarse fuera de la vivienda. Las personas correrían de un lado a otro, tratando con todas sus fuerzas de contener el fuego, mientras gritaban que su líder hacía todo lo posible por zozobrar a las llamas.
Algunos, los más sensatos, optaron por evacuar la aldea, temiendo que pronto aquel incendio se expandiese hasta sus hogares. Excelente decisión, diría yo. Esto dejaría a Rachel con una ventana de tiempo para buscar el fragmente de LLAVE, que había ido a buscar.
Seguramente NIA no tuviese dificultades para dar con la pequeña capilla subterránea, misma que se encontraría al otro lado de la aldea y dónde yacería el dichoso artefacto.
Solo habría un par de inconvenientes: el incendio habría sido controlado y las secuelas en el cuerpo de la joven comenzarían a cobrarle factura, pese a su estado de asesina serial.
¿Dije dos inconvenientes? Bueno, que sean tres: el líder de la aldea no estaría muy contento con lo que había sucedido con sus feligreses y ahora empezaría la cacería de los responsables de profanar su santa ciudad.
Nada bueno podría resultar de un maniático molesto…quien además tendría la fastidiosa habilidad de manejar el fuego a su conveniencia. Solo sería cuestión de tiempo; ellos no pondrían sus sucias manos sobre aquel objeto divino, de eso se encargaría personalmente.
Con lo mucho que detesto a los brujos de fuego… ¿no opinas lo mismo, Rachel?
- Escenario:
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Asher: Quemaste mis maizales, ¿qué esperabas? ¿Una medallita? No esta vez, amiguito. Ya que has decidido chamuscar mi escenario, te he trasladado a uno nuevo. ¿Te gusta? En lo personal es de mis favoritos. En este post lograrás escapar de las llamas, pero no de los herejes, quienes te echaran mano apenas cruzar la verja. Cada vez estás más lejos de la aldea...pero más cerca de reencontrarte con tus ancestros. Los herejes están más enfermos y locos que los sectarios, pero esto no quiere decir que te vayan a dejar ir tan fácil, pues ellos son mayoría y tú solo eres un hombre ágil y sano. Deberás lanzar una runa que determinará una serie de factores, entre ellos: si logras escapar de ser crucificado…o no. Ya se verá. Algo se me olvida… ¡Ah! ¡Si! Tus NPC’s no podrán salvarte en este turno. ¡Buena suerte!
Rachel Roche: Tu lado asesino prende mis ideas más rebuscadas. Ya que tu compañero tiene complejo de pirómano, ¿qué te parece si te dejo a ti la tarea de buscar la llave? ¿No? Bueno, de todos modos, no tendrás opción. En este turno lograrás escapar de tus enemigos y muchos de ellos huirán espavoridos por el terror de morir calcinados, pero esto no quiere decir que tu camino esté libre, pues pronto deberás enfrentarte al causante de tantos disparates. Como sé que te gusta hacer cosas sin que se te ordenen, me doy a la tarea de explicártelo con peras y manzanas: NO LANCES RUNAS. Llegarás a la capilla subterránea y te permitiré narrar dónde encuentras el fragmento de llave; no obstante, no podrás abandonar ese lugar. Simple, ¿no crees? Demasiado, diría yo. ¿Qué te parece si te doy más acción? Aunque estés en modo serial killer, comenzarás a sentir las consecuencias de los actos de NIA, dificultando tu tarea en dos terceras partes, volviendo tus robóticos movimientos mucho más lentos y lo que finalmente conseguirá delatarte. Mucho mejor. ¡Enjoy!
Wyn
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Re: [MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
Irirgo subió la escalera, solo para ver como el hombre bestia se deslizaba por la puerta principal de su casa. No tenía tiempo que perder. El dragón le persiguió entre maldiciones, saliendo de los límites de su propiedad y dirigiendose a las zonas bajas. El zorro no era estúpido: sabía perfectamente que tenía ventaja en carrera. Era más rápido y no llevaba armadura, de forma que tenía dos opciones: o le cansaba lo suficiente, o corría lo suficiente como para que le perdiese de vista.
Optó por lo segundo. Y, por lo tanto, corrió cuesta abajo, acelerando descontroladamente. Dudaba de que su perseguidor fuese capaz de frenar. Tal vez podía hacer que se estampase contra un edificio, o un farol, o algo similar.
Aun así, debía pensar rápido. El tipo tenia que ser el propietario... y tenía familia allí. Probablemente era un dragón. Si se transformaba, sería problemático. Tendría que esconderse en lugares lo suficientemente estrechos. Usar su tamaño contra él.
Esperaba que no le diese por lanzar bolas de fuego.
El zorro miró hacia atrás, esperando ver al hombre tirado en el suelo, o a metros de distancia. Lejos de eso, su perseguidor se estaba dirigiendo hacia él a gran velocidad, con la cara roja y llena de sudor.
-¡DEJA DE CORRER!- gritó Irirgo. El hombre bestia aceleró el paso, algo asustado. ¿De verdad esperaba que eso funcionase? ¿Como demonios le estaba siguiendo el ritmo?
El ladrón saltó, evitando por poco el putrefacto cadáver de un enfermo. Aquello le hizo aguantar la respiración y sentir un picor por todo su pelaje. Se las había arreglado para no ser infectado en todo ese tiempo, y eso requería cuidado. No podía arriesgarse a que un descuido absurdo le costase la vida de esa manera. Por lo que sabía, no había cura. Si se contagiaba, estaba seguro de que iba a morir.
Escuchó un estruendo detrás de él, y vió como el viejo caía al suelo y rodaba tórpemente. El hombre zorro esbozó una sonrisa arrogante, y se calmó un tanto. ¿Que esperaba? Era un anciano, frente a... bueno, no era "joven" precisamente, pero el canino aún consideraba que estaba en sus buenos años. Fuera como fuese, no tenía ninguna oportunidad.
O eso creía.
A diferencia de lo que esperaba el hombre bestia, Irirgo no se quedó en el suelo, sino que se levantó... y volvió a correr.
-Oh, por el amor de...- se quejó, exhalando y retomando su ritmo anterior. -¿Por qué nunca me cruzo con alguien normal? No, son siempre guerreros de la justicia, o asesinos encapuchados, o...- refunfuñó, buscando una salida. Había llegado hasta el final de la cuesta, y solo tenia dos opciones: izquierda o derecha. Siempre a la izquierda, es lo que decía.
Lamentablemente, ese camino no era el más apropiado. Tras unos cuantos giros y esquinas, el zorro se encontró frente a lo que era prácticamente una barricada de cuerpos. El pútrido olor que desprendian era abominable. Quería vomitar. El corazón le latió de forma aún más acelerada, y el zorro se detuvo, casi aturdido.
Claro. Esos eran los suburbios. Donde la gente no había sobrevivido.
Se dio la vuelta, solo para ver como un viejo con armadura de anillas se lanzaba hacia él en un placaje y le derribaba. El zorro dio un alarido de dolor al notar todo el peso del hombre sobre su torso.
Irirgo jadeó, agotado. Había ganado. Había atrapado al maldito ladrón. Sintió ganas de reir, eufórico. El cansancio, el calor y el sudor le habían dejado con una sensación de mareo, como si fuese a desmayarse. Sus piernas quemaban, y todo su cuerpo le escocia. Pero había ganado.
-¡Quitate de encima!- gruñó el zorro. El hombre bestia tosió, incapaz de respirar bien, mientras intentaba liberarse. Irirgo se levantó, pero agarró al ladrón por el brazo con fuerza. No se iba a volver a escapar.
"Caballeroso" no era una palabra que soliese nombrar en mi lista de virtudes. Sin embargo, la bio-cibernética pareció considerar mi órden como algún tipo de gesto o cortesía, lo cual no dejaba de resultar trágico y cómico al mismo tiempo. Su siguiente frase fue aún más confuso. ¿Pero que tenía esa chica en la cabeza? ¿Hollín? ¿Que demonios era eso de príncipes y princesas?
Las palabras de la mujer metálica se perdieron detrás de mi. El fuego estaba cubriendo mi huida, al menos en parte: había conseguido extenderse mucho más deprisa de lo que esperaba, lo cual me dejaba con un muro de llamas como protección. Lamentablemente, también me dejaba con una sola opción para seguir corriendo.
Continué hacia adelante, encontrandome de nuevo con una verja cerrada. Nada que no pudiese superar. Salté y me agarré a la valla, ascendiendo sin gran dificultad. Una vez en la cima, me detuve y escuché atentamente. Aparte del chasqueo de las llamas y gritos lejanos, no parecía haber nada fuera de lo normal. Sin embargo, olía algo raro.
Bajé de un salto, y se desató el caos. Gritos incomprensibles. Seres extraños. Y, lo más importante, proyectiles. Rodé por el suelo, evitándo una cuerda, y retrocedí de un salto. Eran demasiados. No podía ver cuantos. Esquivé todo lo que pude, pero no fue suficiente. Uno de aquellos... seres humanoides arrojó una red por mi espalda, ralentizandome lo suficiente como para ser derribado y capturado.
No aprovecharon esa oportunidad para matarme o herirme. Simplemente, me ataron los brazos con una cuerda. La situación era confusa. Aquellos seres eran inteligibles. Dudaba de que fuesen capaces de razonar, pero parecían... seguir órdenes. O algo. Era dificil distinguirlos en la oscuridad.
Me empujaron, obligandome a caminar en dirección a los bosques. Sonreí. Estaba claro que no sabian lo que hacian. Ni siquiera habían llegado a desarmarme. Tal vez no hubiesen visto mi espada. Tal vez fuesen simplemente idiotas. Como si no fuese suficiente, me estaban llevando a un lugar en el que tenía ventaja natural. Y, por si fuera poco, lo único que habían usado era una cuerda. ¡Una mísera cuerda, roida y usada!
En cualquier caso, parecian estar llevandome a un lugar en concreto. Aquello era prometedor. Tal vez pudiese usarlos a mi favor, después de todo. Una vez perdiesen el factor sorpresa, no tenían ninguna posibilidad. No eran cazadores. Empecé a arañar la cuerta, debilitandola con mis garras hasta que solo quedasen unidas por un fino hilo. No podian ver claramente lo que hacía, lo cual jugaba a mi favor.
Esperé pacientemente, caminando y haciendo caso omiso de sus "órdenes". En cierto momento, empezaron a entonar un extraño cántico. No tardamos en llegar a una especie de poblado. La iluminación allí era algo mejor, y podía ver con cierta claridad. Los rostros de aquellos "humanos" eran grotescos, como esperaba. Aquella plaga era peor aún de lo que había imaginado. Afortunadamente, no eran tantos como creía en un principio.
Por otra parte, estaban transportando una cruz de madera de dos metros, y unos clavos gigantescos.
Esbocé una mueca. El cristianismo era casi peor que la plaga. Aquello era demasiado. Era muchas cosas, pero no iba a ser un martir.
Desgarré mis ataduras, liberandome, y desenfundé mi espada. Fue casi instantaneo. Esa vez, la sorpresa estaba de mi parte. Lancé un primer ataque, cortando la piel y carne del hereje más cercano como si fuese mantequilla. Esos seres estaban mutados y debilitados por la plaga. Me lancé hacia un lado, colocándome de frente al grupo. No era momento para huir. Iba a acabar con esas cosas. Tenía que matarlos a todos.
Wyn: Si vas a insultarme gratuitamente, al menos se original. Robar las frases de otros no tiene mucha gracia.
Optó por lo segundo. Y, por lo tanto, corrió cuesta abajo, acelerando descontroladamente. Dudaba de que su perseguidor fuese capaz de frenar. Tal vez podía hacer que se estampase contra un edificio, o un farol, o algo similar.
Aun así, debía pensar rápido. El tipo tenia que ser el propietario... y tenía familia allí. Probablemente era un dragón. Si se transformaba, sería problemático. Tendría que esconderse en lugares lo suficientemente estrechos. Usar su tamaño contra él.
Esperaba que no le diese por lanzar bolas de fuego.
El zorro miró hacia atrás, esperando ver al hombre tirado en el suelo, o a metros de distancia. Lejos de eso, su perseguidor se estaba dirigiendo hacia él a gran velocidad, con la cara roja y llena de sudor.
-¡DEJA DE CORRER!- gritó Irirgo. El hombre bestia aceleró el paso, algo asustado. ¿De verdad esperaba que eso funcionase? ¿Como demonios le estaba siguiendo el ritmo?
El ladrón saltó, evitando por poco el putrefacto cadáver de un enfermo. Aquello le hizo aguantar la respiración y sentir un picor por todo su pelaje. Se las había arreglado para no ser infectado en todo ese tiempo, y eso requería cuidado. No podía arriesgarse a que un descuido absurdo le costase la vida de esa manera. Por lo que sabía, no había cura. Si se contagiaba, estaba seguro de que iba a morir.
Escuchó un estruendo detrás de él, y vió como el viejo caía al suelo y rodaba tórpemente. El hombre zorro esbozó una sonrisa arrogante, y se calmó un tanto. ¿Que esperaba? Era un anciano, frente a... bueno, no era "joven" precisamente, pero el canino aún consideraba que estaba en sus buenos años. Fuera como fuese, no tenía ninguna oportunidad.
O eso creía.
A diferencia de lo que esperaba el hombre bestia, Irirgo no se quedó en el suelo, sino que se levantó... y volvió a correr.
-Oh, por el amor de...- se quejó, exhalando y retomando su ritmo anterior. -¿Por qué nunca me cruzo con alguien normal? No, son siempre guerreros de la justicia, o asesinos encapuchados, o...- refunfuñó, buscando una salida. Había llegado hasta el final de la cuesta, y solo tenia dos opciones: izquierda o derecha. Siempre a la izquierda, es lo que decía.
Lamentablemente, ese camino no era el más apropiado. Tras unos cuantos giros y esquinas, el zorro se encontró frente a lo que era prácticamente una barricada de cuerpos. El pútrido olor que desprendian era abominable. Quería vomitar. El corazón le latió de forma aún más acelerada, y el zorro se detuvo, casi aturdido.
Claro. Esos eran los suburbios. Donde la gente no había sobrevivido.
Se dio la vuelta, solo para ver como un viejo con armadura de anillas se lanzaba hacia él en un placaje y le derribaba. El zorro dio un alarido de dolor al notar todo el peso del hombre sobre su torso.
Irirgo jadeó, agotado. Había ganado. Había atrapado al maldito ladrón. Sintió ganas de reir, eufórico. El cansancio, el calor y el sudor le habían dejado con una sensación de mareo, como si fuese a desmayarse. Sus piernas quemaban, y todo su cuerpo le escocia. Pero había ganado.
-¡Quitate de encima!- gruñó el zorro. El hombre bestia tosió, incapaz de respirar bien, mientras intentaba liberarse. Irirgo se levantó, pero agarró al ladrón por el brazo con fuerza. No se iba a volver a escapar.
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"Caballeroso" no era una palabra que soliese nombrar en mi lista de virtudes. Sin embargo, la bio-cibernética pareció considerar mi órden como algún tipo de gesto o cortesía, lo cual no dejaba de resultar trágico y cómico al mismo tiempo. Su siguiente frase fue aún más confuso. ¿Pero que tenía esa chica en la cabeza? ¿Hollín? ¿Que demonios era eso de príncipes y princesas?
Las palabras de la mujer metálica se perdieron detrás de mi. El fuego estaba cubriendo mi huida, al menos en parte: había conseguido extenderse mucho más deprisa de lo que esperaba, lo cual me dejaba con un muro de llamas como protección. Lamentablemente, también me dejaba con una sola opción para seguir corriendo.
Continué hacia adelante, encontrandome de nuevo con una verja cerrada. Nada que no pudiese superar. Salté y me agarré a la valla, ascendiendo sin gran dificultad. Una vez en la cima, me detuve y escuché atentamente. Aparte del chasqueo de las llamas y gritos lejanos, no parecía haber nada fuera de lo normal. Sin embargo, olía algo raro.
Bajé de un salto, y se desató el caos. Gritos incomprensibles. Seres extraños. Y, lo más importante, proyectiles. Rodé por el suelo, evitándo una cuerda, y retrocedí de un salto. Eran demasiados. No podía ver cuantos. Esquivé todo lo que pude, pero no fue suficiente. Uno de aquellos... seres humanoides arrojó una red por mi espalda, ralentizandome lo suficiente como para ser derribado y capturado.
No aprovecharon esa oportunidad para matarme o herirme. Simplemente, me ataron los brazos con una cuerda. La situación era confusa. Aquellos seres eran inteligibles. Dudaba de que fuesen capaces de razonar, pero parecían... seguir órdenes. O algo. Era dificil distinguirlos en la oscuridad.
Me empujaron, obligandome a caminar en dirección a los bosques. Sonreí. Estaba claro que no sabian lo que hacian. Ni siquiera habían llegado a desarmarme. Tal vez no hubiesen visto mi espada. Tal vez fuesen simplemente idiotas. Como si no fuese suficiente, me estaban llevando a un lugar en el que tenía ventaja natural. Y, por si fuera poco, lo único que habían usado era una cuerda. ¡Una mísera cuerda, roida y usada!
En cualquier caso, parecian estar llevandome a un lugar en concreto. Aquello era prometedor. Tal vez pudiese usarlos a mi favor, después de todo. Una vez perdiesen el factor sorpresa, no tenían ninguna posibilidad. No eran cazadores. Empecé a arañar la cuerta, debilitandola con mis garras hasta que solo quedasen unidas por un fino hilo. No podian ver claramente lo que hacía, lo cual jugaba a mi favor.
Esperé pacientemente, caminando y haciendo caso omiso de sus "órdenes". En cierto momento, empezaron a entonar un extraño cántico. No tardamos en llegar a una especie de poblado. La iluminación allí era algo mejor, y podía ver con cierta claridad. Los rostros de aquellos "humanos" eran grotescos, como esperaba. Aquella plaga era peor aún de lo que había imaginado. Afortunadamente, no eran tantos como creía en un principio.
Por otra parte, estaban transportando una cruz de madera de dos metros, y unos clavos gigantescos.
Esbocé una mueca. El cristianismo era casi peor que la plaga. Aquello era demasiado. Era muchas cosas, pero no iba a ser un martir.
Desgarré mis ataduras, liberandome, y desenfundé mi espada. Fue casi instantaneo. Esa vez, la sorpresa estaba de mi parte. Lancé un primer ataque, cortando la piel y carne del hereje más cercano como si fuese mantequilla. Esos seres estaban mutados y debilitados por la plaga. Me lancé hacia un lado, colocándome de frente al grupo. No era momento para huir. Iba a acabar con esas cosas. Tenía que matarlos a todos.
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Wyn: Si vas a insultarme gratuitamente, al menos se original. Robar las frases de otros no tiene mucha gracia.
Asher Daregan
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Re: [MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
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Tyr
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Re: [MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
¡Ay qué miedo tenía! NIA se abrió paso hasta el pueblo a base de puñetazos. El sistema de ataque de NIA respondía a determinados patrones. Así, según la posición del enemigo en el momento de realizar el ataque la inteligencia realizaba un rápido cálculo de las probabilidades de acierto en cada extremidad o en la cabeza. Por lo que si alguien estaba ladeado a la derecha, NIA sabía que tenía mayor probabilidad de acierto y golpe crítico pateando la rodilla contraria. No entendía muy bien aquel ataque que ella misma definía como Sistema de Ataque Asistido.
Aquellos hombres estaban enfermos. Me lo había dicho la Alta Encantadora Fireheart, y la Alta Encantadora Fireheart siempre tenía razón. Además era de mi conocimiento que los enfermos contagiaban enfermedades. Por fortuna, su sangre contagiosa nunca llegaba a la mía gracias a la férrea coraza de carburo de wolframio que recubría todo mi cuerpo bajo la piel. Eso sí, tendría que darme un buen baño para evitar que esa sangre tomara contacto con la mía natural o, seguramente, terminaría infectada.
Reventar cerebros y aplastar cabezas no estaba bien. Y era algo que odiaba que cualquier persona hiciera, más que NIA lo hiciese en mi nombre. Pero en aquella ocasión era la única manera de salir viva. Además, conforme golpeaba, iba cansándose más y más, y yo, con ella. “Autonomía de la batería al 40%”. El sistema de combate de NIA era circunstancial y únicamente se activaba en extrema necesidad cuando yo no sabía que hacer, como era el caso. Los movimientos eran más lentos cada vez y, una vez en el pueblo, la inteligencia rápidamente busco un refugio para devolverme el control del cuerpo.
Decidió ir bajo una capilla subterránea en la pequeña aldea. Que me parecía muy fea y oscura. Lo cierto es que me daba bastante miedo estar ahí. Tendría que salir más pronto que tarde de aquel lugar.
-Energía muy baja. Desactivando sistema de combate. – fueron las últimas palabras de NIA justo antes de caer al suelo y dejarme en medio de aquella capilla subterránea. ¡Pero qué sitio más horrible! ¿No podíamos habernos ido lejos del poblado? ¿Qué haría yo ahora sin NIA, con las manos teñidas en sangre? – Ay… Tengo miedo. – me dije. Estaba muy cansada después de toda la energía despilfarrada por NIA en meterme en un sitio en el corazón del problema.
Me puse a rebuscar en la pequeña estancia en busca de una vía de escape. – Tengo… Tengo que encontrar una salida. – me traté de autconvencer. Y comencé a revolver en el suelo y también tras los armarios hasta que, casualmente, encontré un objeto que representaba un cuarto de circunferencia con la misma imagen escaneada por NIA respecto al fragmento que la Alta Encantadora Fireheart nos había enviado obtener. - ¡Oh! ¡La llave que no tiene forma de llave! – grité alzándola con ilusión. Ahora sólo había que llevarla de vuelta a la torre de la Logia.
Ahora sólo tenía que salir de ahí. Pero para mi sorpresa, un hombre enorme comenzó a descender por la escalera. Lentamente. Paso a paso. Entrecerré los ojos y lo miré mientras un círculo identificador comenzó a aparecer en mi vista y a rellenar una barra de porcentaje. Cuando esta barra se completó, NIA hizo la descripción pertinente: “Sujeto identificado: Brujo de fuego. Pulsaciones aceleradas. Actitud ofensiva. Aproximarse con extrema precaución.”. Relató NIA. Era evidente que era un brujo de fuego por el aumento de temperatura que suponía su presencia.
-Ya me iba señor, yo… - traté de exculparme algo nerviosa. No quería comenzar un conflicto con aquel bruto. Pasando a su lado disimuladamente.
-¡No vas a ninguna parte! – el tipo me tomó por la muñeca y empezó a incrementar la temperatura en su mano. - ¡Arderás, mujer!
-¡Ay no! ¡Suélteme! - Pero lejos de hacerme daño, el brazo se me ponía de un color rojo que gradualmente se convertía en amarillo. “Sobrecalentamiento severo en antebrazo derecho. Se recomienda apartar la extremidad”. Pese a las advertencias de NIA, lejos de hacerme daño, no hacía sino causarme un leve cosquilleo. “Temperatura alcanzado los seiscientos treinta grados centígrados”, y notaba como el brazo se volvía cada vez más amarillo, llegando incluso a humear ligeramente. El hombre tenía cara de estar estreñido conforme seguía apretando, y aquello me preocupaba. - ¿Se encuentra bien, señor? – le pregunté. Pero no. Aquel hombre sólo quería cogerme el brazo. Parecía estar haciéndose daño a sí mismo por los gritos que emitía. - ¿Necesita ir al servicio? – Al final, dio un fuerte grito y me soltó, retrocediendo atrás, hacia la puerta. Yo ladeé la cabeza a un lado y me la arrasqué sin comprender nada.
-¿Es usted un pintor de antebrazos? – le dije al hombre mirando mi brazo. Me había quitado la piel en el trozo que iba entre mi muñeca y el antebrazo. – Me gusta más el color azul, ¿podría pintármelo de azul? Así iré a juego con el hombre bestia Asher, mi príncipe azul. Él también está en el poblado. – le respondí con una tierna sonrisa, volviendo a acercarle el brazo, que esta vez no me cogió. “Iniciando sistema de refrigeración”, decía NIA, que parecía ir a su rollo. El brazo comenzó a perder el color amarillo y volver a su tonalidad natural, algo de lo que me percaté. – Señor pintor, su tinte no parece muy permanente. – le indiqué y luego volví a recoger la llave que no tenía forma de llave del suelo, que se me había caído. - Bueno, sólo he venido a por esta llave que no tiene forma de llave. – le indique con una sonrisa tímida, con ganas de salir de allí cuando antes mejor ante aquel mastodonte que me sacaba casi medio cuerpo. A saber si me dejaría salir aquel extraño pintor. Yo ya me temía lo peor, conociendo la poca benevolencia con la que me solían tratar los dioses. Seguramente que ahora tampoco me ayudaban. - NIA, auméntame la resistencia, si puedes. El pintor no me transmite buenas sensaciones. - le susurré pidiendo a la inteligencia ante los visos de una batalla inminente. "Aumentando el límite del umbral de dolor e incrementando la resistencia de la coraza de carburo de Volframio.". Estaba muy cansada y no sabía si podría aguantar otra ronda de combate y mucho menos por mi cuenta. ¿Dónde se habría metido el príncipe Asher? Si era mi príncipe azul, tendría que venir a rescatarme.
*Off: Activo mi habilidad racial "coraza" y la habilidad de nivel 0 "dama de hierro". Que entre las dos me aumentan la resistencia al dolor un 200%. Ya que soy un personaje tanque, que se note I'm ready for the next round bitches!.
Aquellos hombres estaban enfermos. Me lo había dicho la Alta Encantadora Fireheart, y la Alta Encantadora Fireheart siempre tenía razón. Además era de mi conocimiento que los enfermos contagiaban enfermedades. Por fortuna, su sangre contagiosa nunca llegaba a la mía gracias a la férrea coraza de carburo de wolframio que recubría todo mi cuerpo bajo la piel. Eso sí, tendría que darme un buen baño para evitar que esa sangre tomara contacto con la mía natural o, seguramente, terminaría infectada.
Reventar cerebros y aplastar cabezas no estaba bien. Y era algo que odiaba que cualquier persona hiciera, más que NIA lo hiciese en mi nombre. Pero en aquella ocasión era la única manera de salir viva. Además, conforme golpeaba, iba cansándose más y más, y yo, con ella. “Autonomía de la batería al 40%”. El sistema de combate de NIA era circunstancial y únicamente se activaba en extrema necesidad cuando yo no sabía que hacer, como era el caso. Los movimientos eran más lentos cada vez y, una vez en el pueblo, la inteligencia rápidamente busco un refugio para devolverme el control del cuerpo.
Decidió ir bajo una capilla subterránea en la pequeña aldea. Que me parecía muy fea y oscura. Lo cierto es que me daba bastante miedo estar ahí. Tendría que salir más pronto que tarde de aquel lugar.
-Energía muy baja. Desactivando sistema de combate. – fueron las últimas palabras de NIA justo antes de caer al suelo y dejarme en medio de aquella capilla subterránea. ¡Pero qué sitio más horrible! ¿No podíamos habernos ido lejos del poblado? ¿Qué haría yo ahora sin NIA, con las manos teñidas en sangre? – Ay… Tengo miedo. – me dije. Estaba muy cansada después de toda la energía despilfarrada por NIA en meterme en un sitio en el corazón del problema.
Me puse a rebuscar en la pequeña estancia en busca de una vía de escape. – Tengo… Tengo que encontrar una salida. – me traté de autconvencer. Y comencé a revolver en el suelo y también tras los armarios hasta que, casualmente, encontré un objeto que representaba un cuarto de circunferencia con la misma imagen escaneada por NIA respecto al fragmento que la Alta Encantadora Fireheart nos había enviado obtener. - ¡Oh! ¡La llave que no tiene forma de llave! – grité alzándola con ilusión. Ahora sólo había que llevarla de vuelta a la torre de la Logia.
Ahora sólo tenía que salir de ahí. Pero para mi sorpresa, un hombre enorme comenzó a descender por la escalera. Lentamente. Paso a paso. Entrecerré los ojos y lo miré mientras un círculo identificador comenzó a aparecer en mi vista y a rellenar una barra de porcentaje. Cuando esta barra se completó, NIA hizo la descripción pertinente: “Sujeto identificado: Brujo de fuego. Pulsaciones aceleradas. Actitud ofensiva. Aproximarse con extrema precaución.”. Relató NIA. Era evidente que era un brujo de fuego por el aumento de temperatura que suponía su presencia.
-Ya me iba señor, yo… - traté de exculparme algo nerviosa. No quería comenzar un conflicto con aquel bruto. Pasando a su lado disimuladamente.
-¡No vas a ninguna parte! – el tipo me tomó por la muñeca y empezó a incrementar la temperatura en su mano. - ¡Arderás, mujer!
-¡Ay no! ¡Suélteme! - Pero lejos de hacerme daño, el brazo se me ponía de un color rojo que gradualmente se convertía en amarillo. “Sobrecalentamiento severo en antebrazo derecho. Se recomienda apartar la extremidad”. Pese a las advertencias de NIA, lejos de hacerme daño, no hacía sino causarme un leve cosquilleo. “Temperatura alcanzado los seiscientos treinta grados centígrados”, y notaba como el brazo se volvía cada vez más amarillo, llegando incluso a humear ligeramente. El hombre tenía cara de estar estreñido conforme seguía apretando, y aquello me preocupaba. - ¿Se encuentra bien, señor? – le pregunté. Pero no. Aquel hombre sólo quería cogerme el brazo. Parecía estar haciéndose daño a sí mismo por los gritos que emitía. - ¿Necesita ir al servicio? – Al final, dio un fuerte grito y me soltó, retrocediendo atrás, hacia la puerta. Yo ladeé la cabeza a un lado y me la arrasqué sin comprender nada.
-¿Es usted un pintor de antebrazos? – le dije al hombre mirando mi brazo. Me había quitado la piel en el trozo que iba entre mi muñeca y el antebrazo. – Me gusta más el color azul, ¿podría pintármelo de azul? Así iré a juego con el hombre bestia Asher, mi príncipe azul. Él también está en el poblado. – le respondí con una tierna sonrisa, volviendo a acercarle el brazo, que esta vez no me cogió. “Iniciando sistema de refrigeración”, decía NIA, que parecía ir a su rollo. El brazo comenzó a perder el color amarillo y volver a su tonalidad natural, algo de lo que me percaté. – Señor pintor, su tinte no parece muy permanente. – le indiqué y luego volví a recoger la llave que no tenía forma de llave del suelo, que se me había caído. - Bueno, sólo he venido a por esta llave que no tiene forma de llave. – le indique con una sonrisa tímida, con ganas de salir de allí cuando antes mejor ante aquel mastodonte que me sacaba casi medio cuerpo. A saber si me dejaría salir aquel extraño pintor. Yo ya me temía lo peor, conociendo la poca benevolencia con la que me solían tratar los dioses. Seguramente que ahora tampoco me ayudaban. - NIA, auméntame la resistencia, si puedes. El pintor no me transmite buenas sensaciones. - le susurré pidiendo a la inteligencia ante los visos de una batalla inminente. "Aumentando el límite del umbral de dolor e incrementando la resistencia de la coraza de carburo de Volframio.". Estaba muy cansada y no sabía si podría aguantar otra ronda de combate y mucho menos por mi cuenta. ¿Dónde se habría metido el príncipe Asher? Si era mi príncipe azul, tendría que venir a rescatarme.
*Off: Activo mi habilidad racial "coraza" y la habilidad de nivel 0 "dama de hierro". Que entre las dos me aumentan la resistencia al dolor un 200%. Ya que soy un personaje tanque, que se note I'm ready for the next round bitches!.
Rachel Roche
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Re: [MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
El tiempo apremia y el mío vale por dos, así que, en vez de brindarme insultos y quejas, podríais limitaros a continuar con vuestra bizarra cruzada.
Afortunadamente el hombre-perro se libraría lo suficientemente rápido como para evitar que los herejes lo convirtiesen en su nuevo icono de sacrificio, aunque no catalogaría sus acciones como ‘‘buenas’’; considerando que, si seguís el hilo de la lógica campirana, entenderíais lo que sucede cuando os plantáis a mitad de un grupo de infectados con una espada como arma.
Partes de cuerpos saldrían volando en distintas direcciones, un brazo por ahí, una cabeza por allá; este nuevo escenario se convertiría en una auténtica masacre, y Asher sería el único responsable.
Uno a uno los herejes irían cayendo, dando un pequeño y último esfuerzo por contener a su némesis, aunque poco les serviría al encontrarse de frente con la fuerza y agilidad del enorme can.
Sin nada que pudiese evitar el trágico destino de los herejes, la historia continuaría su curso de una manera bastante inesperada. El último de los dementes vomitaría encima de la cara de Asher, justo antes de morir desangrado. No era la manera más solemne de morir, pero aplaudo ese esfuerzo de ‘‘si me voy te llevo conmigo’’.
Ahora que los herejes habían caído podría buscar la manera de reencontrarse con su compañera, quien, seguramente, no se encontraría en una mejor situación que la suya propia. Aunque con ‘‘eso’’ extendiéndose por su torrente sanguíneo, no considero prudente catalogar su suerte como algo digno de admirarse.
Normalmente los príncipes azules suelen ser sujetos agradables que cabalgan grácilmente sobre un blanco corcel, pero en este retorcido cuento de hadas solo encontrareis a un héroe de dudosa singularidad, cuyo porte diferiría mucho al que Rachel debería tener sobre su hombre de ensueño. Aunque deberíais darle crédito por sus habilidades, especialmente por esa fastidiosa forma que poseía de salirse con la suya.
Una enorme explosión, proveniente de la aldea podría vislumbrarse desde la lejanía, y por el estruendo que se había formado, sería sensato correr en el auxilio de su compañera. Claro que la decisión final correría por su cuenta.
Especialmente porque volver a la aldea no sería tan simple como lo parecía, no solo por las náuseas, el dolor de cabeza y la debilidad…sino también por el peligro latente de tantas llamaradas continuas.
Nunca se había enfrentado a algo similar. Esa mujer no era alguien ordinaria y le había costado bastante comprenderlo.
Ahora que ella se había hecho con aquel artefacto sagrado no había manera de que pudiese dejarle escapar con vida. Su pueblo necesitaba de aquel trozo divino para sobrevivir al apocalipsis que se avecinaba, y él, como líder de todos ellos, no podía fallarles.
De alguna u otra manera se desharía de esa extraña y abominable criatura.
Sería bueno que Rachel siguiese los consejos de NIA y buscase escapar de aquella posible tumba subterránea, antes de que Alastor concentrase su magia, para expulsar una enorme bola de fuego por su boca, misma que haría explotar la capilla.
Una tras otra, la aldea iría sucumbiendo ante las llamas residuales de todas las explosiones ocasionadas por el brujo.
Afortunadamente la coraza con la que Rachel contaba la protegería en más de una ocasión, pero con NIA en modo de defensa y no de ataque, sería muy difícil que ella sola pudiese hacerle frente a alguien como Alastor.
Estando a veinte metros de la salida por la que Asher había saltado, Rachel podría notar como una gigantesca llamarada con forma de dragón comenzaba a rodear toda la región circunvecina, incendiando los bosques y creando una extensa barricada, que, de atravesarla podría tener graves consecuencias para la biocibernetica.
Estaba acorralada, pues a sus espaldas estaba la muralla de fuego y a espaldas del brujo solo se encontraría con el río que se extendía hasta la ciudad de Dundarak.
Las cosas poco a poco se iban calentando…y no en el buen sentido de la palabra.
Afortunadamente el hombre-perro se libraría lo suficientemente rápido como para evitar que los herejes lo convirtiesen en su nuevo icono de sacrificio, aunque no catalogaría sus acciones como ‘‘buenas’’; considerando que, si seguís el hilo de la lógica campirana, entenderíais lo que sucede cuando os plantáis a mitad de un grupo de infectados con una espada como arma.
Partes de cuerpos saldrían volando en distintas direcciones, un brazo por ahí, una cabeza por allá; este nuevo escenario se convertiría en una auténtica masacre, y Asher sería el único responsable.
Uno a uno los herejes irían cayendo, dando un pequeño y último esfuerzo por contener a su némesis, aunque poco les serviría al encontrarse de frente con la fuerza y agilidad del enorme can.
Sin nada que pudiese evitar el trágico destino de los herejes, la historia continuaría su curso de una manera bastante inesperada. El último de los dementes vomitaría encima de la cara de Asher, justo antes de morir desangrado. No era la manera más solemne de morir, pero aplaudo ese esfuerzo de ‘‘si me voy te llevo conmigo’’.
Ahora que los herejes habían caído podría buscar la manera de reencontrarse con su compañera, quien, seguramente, no se encontraría en una mejor situación que la suya propia. Aunque con ‘‘eso’’ extendiéndose por su torrente sanguíneo, no considero prudente catalogar su suerte como algo digno de admirarse.
Normalmente los príncipes azules suelen ser sujetos agradables que cabalgan grácilmente sobre un blanco corcel, pero en este retorcido cuento de hadas solo encontrareis a un héroe de dudosa singularidad, cuyo porte diferiría mucho al que Rachel debería tener sobre su hombre de ensueño. Aunque deberíais darle crédito por sus habilidades, especialmente por esa fastidiosa forma que poseía de salirse con la suya.
Una enorme explosión, proveniente de la aldea podría vislumbrarse desde la lejanía, y por el estruendo que se había formado, sería sensato correr en el auxilio de su compañera. Claro que la decisión final correría por su cuenta.
Especialmente porque volver a la aldea no sería tan simple como lo parecía, no solo por las náuseas, el dolor de cabeza y la debilidad…sino también por el peligro latente de tantas llamaradas continuas.
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Nunca se había enfrentado a algo similar. Esa mujer no era alguien ordinaria y le había costado bastante comprenderlo.
Ahora que ella se había hecho con aquel artefacto sagrado no había manera de que pudiese dejarle escapar con vida. Su pueblo necesitaba de aquel trozo divino para sobrevivir al apocalipsis que se avecinaba, y él, como líder de todos ellos, no podía fallarles.
De alguna u otra manera se desharía de esa extraña y abominable criatura.
Sería bueno que Rachel siguiese los consejos de NIA y buscase escapar de aquella posible tumba subterránea, antes de que Alastor concentrase su magia, para expulsar una enorme bola de fuego por su boca, misma que haría explotar la capilla.
Una tras otra, la aldea iría sucumbiendo ante las llamas residuales de todas las explosiones ocasionadas por el brujo.
Afortunadamente la coraza con la que Rachel contaba la protegería en más de una ocasión, pero con NIA en modo de defensa y no de ataque, sería muy difícil que ella sola pudiese hacerle frente a alguien como Alastor.
Estando a veinte metros de la salida por la que Asher había saltado, Rachel podría notar como una gigantesca llamarada con forma de dragón comenzaba a rodear toda la región circunvecina, incendiando los bosques y creando una extensa barricada, que, de atravesarla podría tener graves consecuencias para la biocibernetica.
Estaba acorralada, pues a sus espaldas estaba la muralla de fuego y a espaldas del brujo solo se encontraría con el río que se extendía hasta la ciudad de Dundarak.
Las cosas poco a poco se iban calentando…y no en el buen sentido de la palabra.
- Bolas de fuego:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Llama con forma de dragón:
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Asher: Estoy preparada para la enorme lista de quejas que seguramente tendré de tu parte, así que my body is ready. De acuerdo con tu runa media y tus decisiones te he permitido librarte de ser crucificado, pero no esperarías que enfrentarte a un grupo de infectados con una espada a corta distancia fuese a resultar bien, ¿o sí? Especialmente cuando se trata de una enfermedad altamente contagiosa. Ir a lo kamikaze siempre tiene un precio, aunque no sea de nuestro total agrado. Salvo por los síntomas de la enfermedad, he decidido darte libre acceso a la decisión que tomes, ya sea de volver a ayudar a Rachel o huir y dejarla a su suerte. Si optas por ayudarla, te permitiré narrar como es que te encuentras con ella, antes de que la llama con forma de dragón termine creando la barrera. Lo demás lo dejo a tu imaginación.
Rachel Roche: ¿Qué te parece si le subimos la temperatura a la situación? Ya tienes la llave, pero no creíste que salir te sería tan fácil, ¿verdad? Inocente palomita. Te enfrentarás de cara a Alastor un poderoso brujo de fuego. A dónde quiera que mires te encontrarás rodeada. ¿Quieres un consejo? Suplícale ayuda a tu compañero, tal vez se apiade de ti y ambos consigáis salir de ahí. En esta ocasión tienes dos opciones para elegir: atravesar la barrera de fuego o huir hacia el río. Ambas tienen sus consecuencias y dependerá de ti descubrirlas. Según tu decisión veremos cómo se desarrolla el siguiente turno. Ah, si, lo olvidé, entre más uses la ayuda de NIA más estragos habrá en ti, así que cuidado con el uso de tu sensual lado asesino.
Ambos: Dependerá de vosotros si el tema acaba en el siguiente turno o si se alarga otra ronda más. ¡Besos!
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Re: [MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
Me concentré. Tenia que preparar cada movimiento, cada ataque tenia que ser perfecto. En los pocos segundos que tenía, respiré hondo, y dejé que mi cuerpo se moviese por su propia cuenta.
La multitud empezó a correr hacia mi. Por suerte, estaban desorganizados, y pese a su superioridad numérica, tenía una oportunidad. El primero de los infectados se lanzó desarmado, intentando agarrarme. Un tajo certero fue suficiente para que cayese al suelo, desangrandose. Pero solo era uno de muchos. Tomé la iniciativa y cargué, empalando a un segundo con mi hoja, y me giré sobre mi mismo, cortando su costado y desgarrando el cuello de otro.
Retrocedí con un par de saltos rápidos. Sus cuerpos eran débiles. Brillo los atravesaba sin dificultad alguna, como si fuesen de mantequilla. Me agaché, esquivando la red de uno de los que me habían apresado. Si atacaba y corria, estarian desperdigados por su diferencia de velocidad. Emprendí una carrera hacia un lado, flanqueando el grupo que intentaba atraparme de nuevo. Cada vez que lanzaba un ataque, mi hoja continuaba su camino, a pesar de encontrarse con carne y huesos.
Me mantuve impasible ante los gritos agonizantes. La sangre del suelo no era mia. Las extremidades que perdian, una tras otra, era suficiente advertencia. Si me atacaban, moririan. Y aun así, su fé les hizo moverse. Nunca tuvieron ninguna oportunidad.
En medio del caos y la muerte, mi cuerpo se movia con... naturalidad, incluso. Como si mi instinto me dirigiese. No necesitaba pensar en cada paso y cada corte. Y, sin embargo, los realizaba de forma infalible. Si atacaba, mi enemigo no se levantaba de nuevo. Sus movimientos eran demasiado lentos. No podian alcanzarme. La adrenalina hacía que no sintiese nada que no formase parte de aquel combate.
Antes de que me diese cuenta, solo quedaba uno.
Respiré, algo aliviado. ¿Lo había conseguido? Solo faltaba matar al último. El infectado lanzó un chillido y corrió hacia mi. Saltó, intentando atraparme en un placaje. Esquivé...
Pero no fue suficiente. Había subestimado la distancia. Aquel ser estaba encima de mi, intentando respirar. Abrió la boca... y escupió sangre, encima de mi. Me cubrí el rostro con la mano libre. Ardía. Aquello era rojo, pero no era solo sangre. Era como si me hubiese lanzado sus propias entrañas. Aparté al monstruo de una patada, y me di cuenta de lo que había pasado. Para lanzarse hacia mi, también había tenido que lanzarse contra mi espada en un ataque suicida.
Pero no había conseguido nada, salvo mancharme de sangre. Sangre apestosa, pútrida y con... ¿bilis? Ugh. Daba igual. No era la primera vez que me manchaba. Me levanté... y noté un irritante dolor en mi cabeza, junto a un pitido en mis oidos. No le di importancia. Habian pasado muchas cosas en esos momentos.
Una explosión iluminó el bosque. Me volví, buscando el origen. Había aniquilado a... ¿Que era eso? ¿Un pueblo? Ni siquiera entendía por qué me habían atacado. Pero habían forzado mi mano. Fuera como fuese, aún tenía que encontrar la llave. Tal vez la mujer cibernética se hubiese topado con ella.
Y además, tenía cierta curiosidad por el origen de la explosión.
Eché a correr. Sin embargo, no tardé en notar los efectos de mi actividad física. Ya no estaba en peligro, y la adrenalina empezaba a desaparecer. Me sentía... débil. Tal vez me hubiese agotado demasiado. Pero sentía que mi meta estaba cerca. Me mantuve alejado de las llamas. Al menos, estas me otorgaban algo de visión. Lo suficiente como para ver una figura entre ellas.
-¡Rachel!- llamé, acercándome. -Oh, la llave. Bien hecho.- dije, fijandome en el objeto de su mano. Tal vez la mujer fuese útil después de todo. Honestamente, su bienestar me importaba muy poco, pero tenía lo que había ido a buscar. -Vale, vamonos entonces. ¿De donde ha venido la explo...?-
No terminé la frase. Una llamarada con forma de dragón salió de la capilla, rodeando una enorme zona y dejando un muro de llamas a su paso. Fuera lo que fuese eso, no era natural.
-Ah, mierda.- El fuego era intenso. Muy intenso. Lo suficiente como para convencerme de ni siquiera intentar saltar. Esbocé una mueca. Eso me pasaba por intentar ayudar a la gente.
Estaba temblando. Pero por algún motivo, sabía que hacer. Solo tenia una cosa. Mi espada. Pero el fuego no era un enemigo que pudiese cortar. No era una situación que pudiese arreglar con un arma.
¿...no?
Pero empezó a brillar. Y, de repente, el fuego frente al que me encontraba empezó a moverse... hacia la hoja. Brillo empezó a atraer aquel fuego mágico, despejando una sección lo suficientemente ancha como para que pudiesemos avanzar.
No lo cuestioné. Solo corrí, ignorando el calor que venia del suelo quemado y la enorme llamarada que amenazaba con fundirse de nuevo.
Uso mi habilidad de nivel 3: Absorber
La multitud empezó a correr hacia mi. Por suerte, estaban desorganizados, y pese a su superioridad numérica, tenía una oportunidad. El primero de los infectados se lanzó desarmado, intentando agarrarme. Un tajo certero fue suficiente para que cayese al suelo, desangrandose. Pero solo era uno de muchos. Tomé la iniciativa y cargué, empalando a un segundo con mi hoja, y me giré sobre mi mismo, cortando su costado y desgarrando el cuello de otro.
Retrocedí con un par de saltos rápidos. Sus cuerpos eran débiles. Brillo los atravesaba sin dificultad alguna, como si fuesen de mantequilla. Me agaché, esquivando la red de uno de los que me habían apresado. Si atacaba y corria, estarian desperdigados por su diferencia de velocidad. Emprendí una carrera hacia un lado, flanqueando el grupo que intentaba atraparme de nuevo. Cada vez que lanzaba un ataque, mi hoja continuaba su camino, a pesar de encontrarse con carne y huesos.
Me mantuve impasible ante los gritos agonizantes. La sangre del suelo no era mia. Las extremidades que perdian, una tras otra, era suficiente advertencia. Si me atacaban, moririan. Y aun así, su fé les hizo moverse. Nunca tuvieron ninguna oportunidad.
En medio del caos y la muerte, mi cuerpo se movia con... naturalidad, incluso. Como si mi instinto me dirigiese. No necesitaba pensar en cada paso y cada corte. Y, sin embargo, los realizaba de forma infalible. Si atacaba, mi enemigo no se levantaba de nuevo. Sus movimientos eran demasiado lentos. No podian alcanzarme. La adrenalina hacía que no sintiese nada que no formase parte de aquel combate.
Antes de que me diese cuenta, solo quedaba uno.
Respiré, algo aliviado. ¿Lo había conseguido? Solo faltaba matar al último. El infectado lanzó un chillido y corrió hacia mi. Saltó, intentando atraparme en un placaje. Esquivé...
Pero no fue suficiente. Había subestimado la distancia. Aquel ser estaba encima de mi, intentando respirar. Abrió la boca... y escupió sangre, encima de mi. Me cubrí el rostro con la mano libre. Ardía. Aquello era rojo, pero no era solo sangre. Era como si me hubiese lanzado sus propias entrañas. Aparté al monstruo de una patada, y me di cuenta de lo que había pasado. Para lanzarse hacia mi, también había tenido que lanzarse contra mi espada en un ataque suicida.
Pero no había conseguido nada, salvo mancharme de sangre. Sangre apestosa, pútrida y con... ¿bilis? Ugh. Daba igual. No era la primera vez que me manchaba. Me levanté... y noté un irritante dolor en mi cabeza, junto a un pitido en mis oidos. No le di importancia. Habian pasado muchas cosas en esos momentos.
Una explosión iluminó el bosque. Me volví, buscando el origen. Había aniquilado a... ¿Que era eso? ¿Un pueblo? Ni siquiera entendía por qué me habían atacado. Pero habían forzado mi mano. Fuera como fuese, aún tenía que encontrar la llave. Tal vez la mujer cibernética se hubiese topado con ella.
Y además, tenía cierta curiosidad por el origen de la explosión.
Eché a correr. Sin embargo, no tardé en notar los efectos de mi actividad física. Ya no estaba en peligro, y la adrenalina empezaba a desaparecer. Me sentía... débil. Tal vez me hubiese agotado demasiado. Pero sentía que mi meta estaba cerca. Me mantuve alejado de las llamas. Al menos, estas me otorgaban algo de visión. Lo suficiente como para ver una figura entre ellas.
-¡Rachel!- llamé, acercándome. -Oh, la llave. Bien hecho.- dije, fijandome en el objeto de su mano. Tal vez la mujer fuese útil después de todo. Honestamente, su bienestar me importaba muy poco, pero tenía lo que había ido a buscar. -Vale, vamonos entonces. ¿De donde ha venido la explo...?-
No terminé la frase. Una llamarada con forma de dragón salió de la capilla, rodeando una enorme zona y dejando un muro de llamas a su paso. Fuera lo que fuese eso, no era natural.
-Ah, mierda.- El fuego era intenso. Muy intenso. Lo suficiente como para convencerme de ni siquiera intentar saltar. Esbocé una mueca. Eso me pasaba por intentar ayudar a la gente.
Estaba temblando. Pero por algún motivo, sabía que hacer. Solo tenia una cosa. Mi espada. Pero el fuego no era un enemigo que pudiese cortar. No era una situación que pudiese arreglar con un arma.
¿...no?
Pero empezó a brillar. Y, de repente, el fuego frente al que me encontraba empezó a moverse... hacia la hoja. Brillo empezó a atraer aquel fuego mágico, despejando una sección lo suficientemente ancha como para que pudiesemos avanzar.
No lo cuestioné. Solo corrí, ignorando el calor que venia del suelo quemado y la enorme llamarada que amenazaba con fundirse de nuevo.
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Uso mi habilidad de nivel 3: Absorber
Asher Daregan
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Re: [MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
Aquel hombre no era un pintor, sino un mago como los de la logia. Sólo que parecía malo y dispuesto a hacerme daño. – Me t-tengo que ir. – comenté algo atragantada. – B-buenas noches. – e hice un cortés gesto con la cabeza, disponiéndome a abandonar el edificio. Subí por las escaleras con la llave que no tenía forma de llave bien resguardada en mi mano. Mientras subía las escaleras contemplé que el mago estaba concentrando unos poderes de fuego a decir por la luz que se veía tras la puerte. Me llevé la mano angustiada al corazón y corrí todo cuanto pude para salir.
Una llama iba a perseguirme, pero ya estaba muy arriba, por lo que me tiré al suelo allá en el exterior una vez terminé de subir las escaleras del pequeño subterráneo. Si no llego a tirarme me habría atravesado por completo la llamarada en forma de enorme dragón de fuego, pues pasó justo por encima de mi camisa. ¿Existían los dragones de fuego? Me refiero, a los de fuego literal. ¡Hasta pareció escucharse el rugido al pasar! Quedé tendida en el suelo con la boca abierta mirando aquel espectáculo que estaba destruyendo por completo el pueblo. Si el señor mago quería destruir la ciudad, lo estaba consiguiendo.
Me di la vuelta, el hombre venía a por mí a toda costa – Ay, ay. – jadeaba muy nerviosa, buscando la manera de huir, mirando a todas partes. Pero no podía. Todo estaba cubierto de fuego. Daba igual, tenía que salir de allí, así que continué corriendo hasta que me encontré con la barrera de fuego. También había un río cercano, era otra vía de escape factible. “Se recomienda no acercarse al agua. El sistema cibernético no lo resistiría”. Mencionó NIA, y es que todas mis herramientas tendían a llevarse mal con el agua. Aunque a un humano común le pareciese curioso, era preferible pasar por el fuego que por el río. Así que corrí hacia la barrera, donde pude distinguir un animal bípedo al otro lado.
¿Era él, mi príncipe azul? - ¡Hombre bestia Asher! – exclamé. Sí, era él. Había venido a rescatarme como en los cuentos. – ¡Hombre bestia Asher socorro! – pedí nerviosa, haciendo aspavientos con los brazos y con la llave en la mano, de una manera muy falsa, pero así era como pedían ayuda los humanos.
La llave parecía ser en lo primero que se fijó, y luego me preguntó acerca de la explosión, no hizo falta que le respondiera pues ya lo hizo por mí el pintor mago, un segundo dragón de fuego volvió a quemarlo todo. – Conocí a un pintor que utiliza magia de fuego. Intenté dialogar pero no habla mucho, sólo escupe fuego. Creo que mejor nos vamos. – comenté detrás de la barrera de fuego, quizás no era la mejor de las explicaciones, pero eran las evidencias que había sacado. Entonces, el hombre bestia Asher utilizó su espada cual caballero para comenzar a absorber ésta el fuego, abriendo así un pequeño paso entre las llamas. ¡Qué espada más buena! ¡Yo también quería un arma así!
Él tenía que liderar el camino, pues apartaba las llamas con su increíble arma. – No te alejes del camino central, hombre bestia Asher, desconozco el punto de fusión de tu tejido orgánico pero creo que es inferior a los ciento diecisiete con trece grados que según dice NIA hay a un escaso metro de tu ubicación. – Tal era el contraste de brillo, que sólo se veía fuego a los lados y penumbra en el cielo. Resultaba imposible orientarse. Por fortuna, los biocibernéticos contábamos con un sistema de posicionamiento que nos permitía conocer nuestra posición en cualquier momento. – NIA, estoy perdida. Envíame las coordenadas de la Torre de la Logia. – le pedí. “Estableciendo ruta. Destino: Torre de la Logia” Confirmó y, como siempre, tuve que mirar en todas direcciones hasta encontrar un cuadrado rojo con un número justo encima que indicaba la distancia. - ¡Hombre bestia Asher! ¡Por allí! ¡Por allí! – toqué en el hombro peludo de Asher con una mano, muy ajetreada detrás suya, mientras con la otra le señalaba y solicitaba un cambio en la dirección, pues íbamos bastante mal encaminados. – Estamos a una distancia de cinco kilómetros con cuarenta y ocho metros. – aún quedaba camino por andar, pero viendo los antecedentes no me extrañaría que algo nuevo nos sorprendiera.
Una llama iba a perseguirme, pero ya estaba muy arriba, por lo que me tiré al suelo allá en el exterior una vez terminé de subir las escaleras del pequeño subterráneo. Si no llego a tirarme me habría atravesado por completo la llamarada en forma de enorme dragón de fuego, pues pasó justo por encima de mi camisa. ¿Existían los dragones de fuego? Me refiero, a los de fuego literal. ¡Hasta pareció escucharse el rugido al pasar! Quedé tendida en el suelo con la boca abierta mirando aquel espectáculo que estaba destruyendo por completo el pueblo. Si el señor mago quería destruir la ciudad, lo estaba consiguiendo.
Me di la vuelta, el hombre venía a por mí a toda costa – Ay, ay. – jadeaba muy nerviosa, buscando la manera de huir, mirando a todas partes. Pero no podía. Todo estaba cubierto de fuego. Daba igual, tenía que salir de allí, así que continué corriendo hasta que me encontré con la barrera de fuego. También había un río cercano, era otra vía de escape factible. “Se recomienda no acercarse al agua. El sistema cibernético no lo resistiría”. Mencionó NIA, y es que todas mis herramientas tendían a llevarse mal con el agua. Aunque a un humano común le pareciese curioso, era preferible pasar por el fuego que por el río. Así que corrí hacia la barrera, donde pude distinguir un animal bípedo al otro lado.
¿Era él, mi príncipe azul? - ¡Hombre bestia Asher! – exclamé. Sí, era él. Había venido a rescatarme como en los cuentos. – ¡Hombre bestia Asher socorro! – pedí nerviosa, haciendo aspavientos con los brazos y con la llave en la mano, de una manera muy falsa, pero así era como pedían ayuda los humanos.
La llave parecía ser en lo primero que se fijó, y luego me preguntó acerca de la explosión, no hizo falta que le respondiera pues ya lo hizo por mí el pintor mago, un segundo dragón de fuego volvió a quemarlo todo. – Conocí a un pintor que utiliza magia de fuego. Intenté dialogar pero no habla mucho, sólo escupe fuego. Creo que mejor nos vamos. – comenté detrás de la barrera de fuego, quizás no era la mejor de las explicaciones, pero eran las evidencias que había sacado. Entonces, el hombre bestia Asher utilizó su espada cual caballero para comenzar a absorber ésta el fuego, abriendo así un pequeño paso entre las llamas. ¡Qué espada más buena! ¡Yo también quería un arma así!
Él tenía que liderar el camino, pues apartaba las llamas con su increíble arma. – No te alejes del camino central, hombre bestia Asher, desconozco el punto de fusión de tu tejido orgánico pero creo que es inferior a los ciento diecisiete con trece grados que según dice NIA hay a un escaso metro de tu ubicación. – Tal era el contraste de brillo, que sólo se veía fuego a los lados y penumbra en el cielo. Resultaba imposible orientarse. Por fortuna, los biocibernéticos contábamos con un sistema de posicionamiento que nos permitía conocer nuestra posición en cualquier momento. – NIA, estoy perdida. Envíame las coordenadas de la Torre de la Logia. – le pedí. “Estableciendo ruta. Destino: Torre de la Logia” Confirmó y, como siempre, tuve que mirar en todas direcciones hasta encontrar un cuadrado rojo con un número justo encima que indicaba la distancia. - ¡Hombre bestia Asher! ¡Por allí! ¡Por allí! – toqué en el hombro peludo de Asher con una mano, muy ajetreada detrás suya, mientras con la otra le señalaba y solicitaba un cambio en la dirección, pues íbamos bastante mal encaminados. – Estamos a una distancia de cinco kilómetros con cuarenta y ocho metros. – aún quedaba camino por andar, pero viendo los antecedentes no me extrañaría que algo nuevo nos sorprendiera.
Rachel Roche
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Re: [MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
El enorme perro de humor cuestionable logró librarse de los herejes, aunque no precisamente con su integridad intacta, pues por lanzarse de lleno a matar personas, había terminado como portador de tan bonita y desconocida afección.
En un inicio podríais pensar que se limitaría a salvar su trasero; no obstante, en una inimaginable obra de caridad, optó por regresar y reencontrarse con su compañera.
Ambos tenían que salir de ahí antes de morir chamuscados a manos de un loco tensai de fuego. Lástima que las opciones eran tan limitadas.
Afortunadamente los dos estaban llenos de sorpresas, y, la espada de Asher no tardó en abrir una brecha, absorbiendo una parte de la barrera de fuego, misma que les permitiría escapar.
Claro que esto no estaría en los planes de Alastor, quien prefería morir antes de permitir que tales invasores osasen escapar después de todo el revuelo que habían causado.
Concentró toda su magia restante en lo que él denominaría como su ‘‘mejor obra de arte’’, la cual se trataba de nada más y nada menos que una explosión a gran escala. Arrasaría con todo lo que estuviese en un radio de 3 kilómetros, cobrando su vida en el proceso.
Tanto Asher como Rachel no desaprovecharon ni un solo segundo, así que, para cuando la explosión tuviese lugar, ellos estarían justo en el límite del alcance de ésta.
Y así vemos que hay gente que nace con estrella…mientras que otros…pues…nacen estrellados, aunque en está ocasión mis dos bufones se hallaban en la primera clasificación. Algo triste, ¿no lo creéis así?
Miles de cosas volarían por todos lados, producto del desastre ocasionado por la última explosión, llegando incluso a caer cerca de los forasteros.
Dos cosas estarían claras en este punto:
1.- No debéis subestimar a un grupo de religiosos enfermos.
2.- Jamás volvería a haber una pareja tan peculiar en el mundo…
En un inicio podríais pensar que se limitaría a salvar su trasero; no obstante, en una inimaginable obra de caridad, optó por regresar y reencontrarse con su compañera.
Ambos tenían que salir de ahí antes de morir chamuscados a manos de un loco tensai de fuego. Lástima que las opciones eran tan limitadas.
Afortunadamente los dos estaban llenos de sorpresas, y, la espada de Asher no tardó en abrir una brecha, absorbiendo una parte de la barrera de fuego, misma que les permitiría escapar.
Claro que esto no estaría en los planes de Alastor, quien prefería morir antes de permitir que tales invasores osasen escapar después de todo el revuelo que habían causado.
Concentró toda su magia restante en lo que él denominaría como su ‘‘mejor obra de arte’’, la cual se trataba de nada más y nada menos que una explosión a gran escala. Arrasaría con todo lo que estuviese en un radio de 3 kilómetros, cobrando su vida en el proceso.
Tanto Asher como Rachel no desaprovecharon ni un solo segundo, así que, para cuando la explosión tuviese lugar, ellos estarían justo en el límite del alcance de ésta.
Y así vemos que hay gente que nace con estrella…mientras que otros…pues…nacen estrellados, aunque en está ocasión mis dos bufones se hallaban en la primera clasificación. Algo triste, ¿no lo creéis así?
Miles de cosas volarían por todos lados, producto del desastre ocasionado por la última explosión, llegando incluso a caer cerca de los forasteros.
Dos cosas estarían claras en este punto:
1.- No debéis subestimar a un grupo de religiosos enfermos.
2.- Jamás volvería a haber una pareja tan peculiar en el mundo…
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Ambos: Ha sido un placer teneros en mis manos, sois de los mejores. Hubo momentos graciosos, otros momentos extraños, pero bueno, ¿qué puedo decir? Soy una dama peculiar. Solo puedo deciros que sigáis así, que por el momento me declaro fan vuestra. Ahora pasaré a dejaros lo que os corresponde.
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Asher: Eres kamikaze, malhumorado y algo irritante. ¿Qué? Te estoy halagando. Me encanta esa manera que tienes de salirte siempre con la tuya, aunque en más de una ocasión echases a perder mis siniestros planes. Por tu desempeño te has ganado más que una estrellita dorada, pues ahora te encuentras en la lista de mis usuarios favoritos. ¡Es todo un honor! ¡Ahora arrodíllate ante tu Diosa!
+15 puntos de experiencia por calidad.
+5 puntos de experiencia por originalidad.
Maldición: Enfermedad.
Espero que aprendas a no acercarte a personas enfermas cuando hay una epidemia matando a la población. Al ser un hombre-bestia la afección tendrá un desarrollo lento en ti, por lo que presentarás síntomas paulatinos a lo largo de tus temas, mismos que debilitarán tus habilidades en un 25%. Puedes agradecer a cierta vampira por la destrucción de la cura, aunque fue un placer conocerte, todos te extrañaremos. Tu castigo durará 4 temas, al término de los cuales podrás recuperarte. Como tus acciones no han sido tan tontas no será necesario que hagas un mastereado para recuperarte. Sí, estoy siendo benévola, pero no te acostumbres.
Recompensa: Sortija encantada por la luna.
Una vez que pongas esta sortija en el mango de tu espada, la hoja obtendrá un encantamiento especial. La primera de sus habilidades será aumentar un 50% la resistencia de tu armadura, tanto físicamente como mágicamente con una duración de 3 turnos y 3 de enfriamiento. La segunda habilidad te permitirá aumentar en un 35% tus atributos y habilidades (una habilidad por uso), al tiempo que reducirá un turno el tiempo de enfriamiento de cada una (uso 1 vez cada 4 turnos). Y la última habilidad te permitirá convocar una pequeña criatura del vacío que podrá atacar o defender dependiendo del uso que desees otorgarle, este súbdito se desvanecerá al concluir su función (ya sea al recibir o brindar un ataque) y solo podrás convocarlo una vez cada 5 turnos.
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Maldición: Enfermedad.
Espero que aprendas a no acercarte a personas enfermas cuando hay una epidemia matando a la población. Al ser un hombre-bestia la afección tendrá un desarrollo lento en ti, por lo que presentarás síntomas paulatinos a lo largo de tus temas, mismos que debilitarán tus habilidades en un 25%. Puedes agradecer a cierta vampira por la destrucción de la cura, aunque fue un placer conocerte, todos te extrañaremos. Tu castigo durará 4 temas, al término de los cuales podrás recuperarte. Como tus acciones no han sido tan tontas no será necesario que hagas un mastereado para recuperarte. Sí, estoy siendo benévola, pero no te acostumbres.
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Una vez que pongas esta sortija en el mango de tu espada, la hoja obtendrá un encantamiento especial. La primera de sus habilidades será aumentar un 50% la resistencia de tu armadura, tanto físicamente como mágicamente con una duración de 3 turnos y 3 de enfriamiento. La segunda habilidad te permitirá aumentar en un 35% tus atributos y habilidades (una habilidad por uso), al tiempo que reducirá un turno el tiempo de enfriamiento de cada una (uso 1 vez cada 4 turnos). Y la última habilidad te permitirá convocar una pequeña criatura del vacío que podrá atacar o defender dependiendo del uso que desees otorgarle, este súbdito se desvanecerá al concluir su función (ya sea al recibir o brindar un ataque) y solo podrás convocarlo una vez cada 5 turnos.
- Sortija:
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Rachel Roche: Eres la biocibernetica más cuqui que existe en el foro. No he podido evitar reírme en más de una ocasión y emocionarme en otras tantas. Me gusta tu estilo, aunque es la primera vez que me topo de cara con un personaje tanque. Ha sido todo un placer. Ahora paso a dejarte lo que te corresponde.
+15 puntos de experiencia por calidad.
+5 puntos de experiencia por originalidad.
+10 puntos de influencia para el gremio.
Consecuencias: Foco de infección.
Aunque la enfermedad no logrará hacerte ni un solo rasguño te convertirás en un ser altamente contagioso. Durante los siguientes 4 temas que hagas todo aquel que se acerque a ti sufrirá un contagio inmediato. Al igual que tu compañero no necesitarás de un mastereado para deshacerte de las esporas que se han adherido a tu cuerpo, así que no debes preocuparte.
Recompensas: Velo de la banshee.
Este velo se hallaba entre los tesoros de Alastor y ahora ha caído en tus manos. Puede parecer un simple pedazo de tela común y corriente, pero una vez que te lo pongas desaparecerá a la vista, aumentando en un 50% tu resistencia mágica, al tiempo que reducirá el enfriamiento de tus habilidades un turno. Estas mejoras tendrán una duración de 3 turnos y podrás volver a utilizarlas una vez cada 4 turnos. Tus atributos se verán beneficiados en un 30% y las habilidades de NIA se verán reforzadas, reduciendo en un 25% los estragos ocasionados en tu cuerpo cuando toma el control, permitiéndote durar más en combate.
Plus: Puño de fuego
Todos los golpes que hagas con el brazo que Alastor intentó dañar ocasionarán un daño extra de tipo fuego. Podrás ocasionarle a tus enemigos unas cuantas quemaduras de 1er o 2do grado, dependiendo de la intensidad del golpe. No tendrán enfriamiento, pero usarlo continuamente podría ocasionar un efecto inverso y terminar dañándote a ti misma. Úsalo con sabiduría.
Las recompensas han sido añadidas a vuestros perfiles ^^.
Por petición de Asher dejaré el tema abierto para que él pueda colgar una respuesta más, para Rachel no habrá necesidad de responder, pero podrá hacerlo si así lo desea.
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Aunque la enfermedad no logrará hacerte ni un solo rasguño te convertirás en un ser altamente contagioso. Durante los siguientes 4 temas que hagas todo aquel que se acerque a ti sufrirá un contagio inmediato. Al igual que tu compañero no necesitarás de un mastereado para deshacerte de las esporas que se han adherido a tu cuerpo, así que no debes preocuparte.
Recompensas: Velo de la banshee.
Este velo se hallaba entre los tesoros de Alastor y ahora ha caído en tus manos. Puede parecer un simple pedazo de tela común y corriente, pero una vez que te lo pongas desaparecerá a la vista, aumentando en un 50% tu resistencia mágica, al tiempo que reducirá el enfriamiento de tus habilidades un turno. Estas mejoras tendrán una duración de 3 turnos y podrás volver a utilizarlas una vez cada 4 turnos. Tus atributos se verán beneficiados en un 30% y las habilidades de NIA se verán reforzadas, reduciendo en un 25% los estragos ocasionados en tu cuerpo cuando toma el control, permitiéndote durar más en combate.
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Plus: Puño de fuego
Todos los golpes que hagas con el brazo que Alastor intentó dañar ocasionarán un daño extra de tipo fuego. Podrás ocasionarle a tus enemigos unas cuantas quemaduras de 1er o 2do grado, dependiendo de la intensidad del golpe. No tendrán enfriamiento, pero usarlo continuamente podría ocasionar un efecto inverso y terminar dañándote a ti misma. Úsalo con sabiduría.
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Por petición de Asher dejaré el tema abierto para que él pueda colgar una respuesta más, para Rachel no habrá necesidad de responder, pero podrá hacerlo si así lo desea.
Wyn
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Re: [MEGAEVENTO] Los campos [El Norte no olvida] [Rachel-Asher]
El trayecto de vuelta fue largo. Estaba confuso y desorientado. Lo único que podía hacer era seguir las indicaciones de la mujer de metal, aunque no entendía por qué, ni a donde, ni que estabamos haciendo. No importaba. Solo quería estar a salvo. Había algo dentro de mi que no iba bien.
Temblé ligeramente. Tenía miedo. Quería que todo aquello acabase. Olía a muerte, y a sangre, y a pelo quemado. Todo estaba mal. Era lo único que sabía. Pero estaba cerca de acabar. Sólo un poco más.
Lentamente, llegamos a la ciudad, y desde ahí, a una extraña torre. Me tambaleé junto a la entrada, y caí de rodillas al suelo. Todos los sonidos estaban enmudecidos. Una mujer habló con otra, y le dio algo. La segunda me miró, con... ¿Lástima? ¿Compasión? Su brazo se extendió, y me dio algo pequeño. ¿Un anillo? "Espada." Las palabras eran confusas, pero reconocí esa palabra. Espada. ¿Brillo? Guardé el anillo en mi bolsillo. Parecía importante. Luego, recibí algo de beber.
Era cálido, lo cual era de agradecer, pero el sabor era extraño. Sin embargo, no me detuve. Algo me decía que era bueno. Al poco tiempo, mi cabeza empezó a despejarse. Al menos, lo suficiente para recordar un objetivo. Una mansión. Irirgo sabría que hacer. Con él, estaría a salvo. Devolví la taza, vacía, y empecé a caminar. Mis pies no se detuvieron hasta reconocer el lugar. ¿Cuanto tiempo pasó? ¿Minutos? ¿Horas? Pero finalmente, llegué.
Irirgo tiró del zorro, sin reducir su agarre. Ese tipo le debía muchas explicaciones.
-...dejame ir. ¿Por favor?- suplicó, emitiendo un gemido lastimero.
-Ya es bastante con que no te haya despellejado...- murmuró el dragón, negando con la cabeza. -Has estado viviendo gratis, aprovechándote de la comida de mi familia. Me debes unas respuestas, como mínimo.-
Kothán suspiró y miró alrededor. Se detuvo en seco.
-Por ahí no. Está lleno de cadáveres. Vamos por la izquierda, mejor.- advirtió, algo nervioso.
-¿...me tomas por idiota?-
-Si, pero estoy diciendo la verdad.- aseguró. -Mira, te diré lo que quieras, pero vamos por otra parte. No quiero infectarme.-
El dragón arqueó una ceja. Era extraño que hubiese sobrevivido tanto tiempo por su cuenta, sobre todo en ese sitio. Finalmente, accedió, y llevó al ladrón por la ruta que quería. No hubo ningún problema hasta que llegaron a la mansión. Una vez ahí, hizo que el zorro se sentase.
-Todo lo que sepas.- dijo simplemente.
El hombre bestia tomó aire, y empezó a contar su historia. Como era simplemente un vagabundo, que sobrevivía a base de estafar, robar, y aprovecharse de los incautos. Era duro, pero se aseguraba de comer en condiciones y tener un buen sitio donde dormir. Cuando llegó la plaga, la cosa cambió. Mucha gente se fue, dejando hogares repletos de comida y cosas de valor. El oro no servía de mucho, pero las casas eran buenos refugios. Cuando terminaba de saquear un lugar, se mudaba al siguiente.
-Lo único que vi de los dueños era un carruaje. Y una chica, joven. Escondió la llave debajo de una piedra y se fue. Ah, creo que mencionaron algo de una hacienda. "Espina Roja", creo.- confesó. El dragón le miró, pensativo. Aquello le serviría.
-Muy bien... y ahora, ¿que hago contigo?- preguntó el dragón. El castigo para los ladrones variaba según el territorio, pero solía ser severo.
-Eh, te he dicho lo que querías... simplemente, déjame ir.- dijo el zorro, molesto.
-Me temo que no puedo. No puedes vivir aquí. Morirías.- dijo, resoplando. Esperaba no encontrar supervivientes. -¿No tienes otro sitio a donde ir? ¿Fuera de la ciudad?-
-¿...que parte de "vagabundo" no entiendes?- replicó, arqueando una ceja. -Si pudiese salir de este infierno, ya me habría ido.-
-Cierto. Y sabes robar, engañar y persuadir, ¿hmm?- dijo el dragón. El zorro esbozó una sonrisa, orgulloso.
-Más que cualquiera que conozcas. Créeme. Es como he sobrevivido.-
-Vale. En ese caso, ¿por qué no vienes con nosotros?- preguntó Irirgo. El ladrón abrió los ojos, sorprendido. ¿Por qué le estaba ofreciendo ese extraño un lugar a donde ir?
-Espera, ¿quién es "vosotros"?-
-Somos... bueno. Lo llamarían un grupo de bandidos. Tan solo somos cuatro, pero... nos vendría bien alguien que ayude un poco.- respondió, encogiéndose de hombros. -Y tu pareces útil, y necesitas una forma de salir, así que... ¿por qué no?-
El intruso dudó. No podía quedarse allí para siempre, y aquello parecía una buena oportunidad. Si no la aprovechase, sería estúpido.
-Muy bien... ¿y tenéis nombres, o simplemente os ponéis cosas absurdas como "Búho" o "Espina" o "Geminis"?- sonrió el zorro.
-Irirgo. ¿Y tu eres...?
-Kothán.
-¿...cómo se escribe eso?
-¿Tengo pinta de saber escribir?- respondió, resoplando y dirigiendose a la entrada. Se detuvo un instante, y señaló al frente. -¿Quien es ese?-
Ahí, fuera de la mansión, yacía Asher, en el suelo. Irirgo corrió hacia él. ¿Que demonios le había pasado? Estaba cubierto de sangre, pero ya estaba fría y seca. Examinó su cuerpo rápidamente. No parecía estar herido. El perro abrió los ojos.
-¿Asher? ¿Qué demonios ha pasado?- preguntó. Su amigo gruñó, intentando incorporarse.
-¿...es de tu grupo? Parece... infectado.- murmuró Kothán, dando un paso hacia atrás.
-No lo está. Hemos llegado hoy, y estaba perfectamente.-
-Ugh... vamonos. A cualquier parte.- gimió el perro. Irirgo le ayudó a levantarse, apoyando el brazo de Asher sobre sus hombros. -¿Quien es el zorro?-
-Coyote. Nuevo miembro.- sonrió. ¿Realmente estaba bien? Parecía medio muerto.
-Si tu lo dices... bienvenido. Ahora... vamonos,antes de que esto vaya a peor.-
Cuestionarlo en ese momento no serviría de nada. Tenian que moverse. Dundarak había caido.
Era hora de dejarlo atrás.
Temblé ligeramente. Tenía miedo. Quería que todo aquello acabase. Olía a muerte, y a sangre, y a pelo quemado. Todo estaba mal. Era lo único que sabía. Pero estaba cerca de acabar. Sólo un poco más.
Lentamente, llegamos a la ciudad, y desde ahí, a una extraña torre. Me tambaleé junto a la entrada, y caí de rodillas al suelo. Todos los sonidos estaban enmudecidos. Una mujer habló con otra, y le dio algo. La segunda me miró, con... ¿Lástima? ¿Compasión? Su brazo se extendió, y me dio algo pequeño. ¿Un anillo? "Espada." Las palabras eran confusas, pero reconocí esa palabra. Espada. ¿Brillo? Guardé el anillo en mi bolsillo. Parecía importante. Luego, recibí algo de beber.
Era cálido, lo cual era de agradecer, pero el sabor era extraño. Sin embargo, no me detuve. Algo me decía que era bueno. Al poco tiempo, mi cabeza empezó a despejarse. Al menos, lo suficiente para recordar un objetivo. Una mansión. Irirgo sabría que hacer. Con él, estaría a salvo. Devolví la taza, vacía, y empecé a caminar. Mis pies no se detuvieron hasta reconocer el lugar. ¿Cuanto tiempo pasó? ¿Minutos? ¿Horas? Pero finalmente, llegué.
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Irirgo tiró del zorro, sin reducir su agarre. Ese tipo le debía muchas explicaciones.
-...dejame ir. ¿Por favor?- suplicó, emitiendo un gemido lastimero.
-Ya es bastante con que no te haya despellejado...- murmuró el dragón, negando con la cabeza. -Has estado viviendo gratis, aprovechándote de la comida de mi familia. Me debes unas respuestas, como mínimo.-
Kothán suspiró y miró alrededor. Se detuvo en seco.
-Por ahí no. Está lleno de cadáveres. Vamos por la izquierda, mejor.- advirtió, algo nervioso.
-¿...me tomas por idiota?-
-Si, pero estoy diciendo la verdad.- aseguró. -Mira, te diré lo que quieras, pero vamos por otra parte. No quiero infectarme.-
El dragón arqueó una ceja. Era extraño que hubiese sobrevivido tanto tiempo por su cuenta, sobre todo en ese sitio. Finalmente, accedió, y llevó al ladrón por la ruta que quería. No hubo ningún problema hasta que llegaron a la mansión. Una vez ahí, hizo que el zorro se sentase.
-Todo lo que sepas.- dijo simplemente.
El hombre bestia tomó aire, y empezó a contar su historia. Como era simplemente un vagabundo, que sobrevivía a base de estafar, robar, y aprovecharse de los incautos. Era duro, pero se aseguraba de comer en condiciones y tener un buen sitio donde dormir. Cuando llegó la plaga, la cosa cambió. Mucha gente se fue, dejando hogares repletos de comida y cosas de valor. El oro no servía de mucho, pero las casas eran buenos refugios. Cuando terminaba de saquear un lugar, se mudaba al siguiente.
-Lo único que vi de los dueños era un carruaje. Y una chica, joven. Escondió la llave debajo de una piedra y se fue. Ah, creo que mencionaron algo de una hacienda. "Espina Roja", creo.- confesó. El dragón le miró, pensativo. Aquello le serviría.
-Muy bien... y ahora, ¿que hago contigo?- preguntó el dragón. El castigo para los ladrones variaba según el territorio, pero solía ser severo.
-Eh, te he dicho lo que querías... simplemente, déjame ir.- dijo el zorro, molesto.
-Me temo que no puedo. No puedes vivir aquí. Morirías.- dijo, resoplando. Esperaba no encontrar supervivientes. -¿No tienes otro sitio a donde ir? ¿Fuera de la ciudad?-
-¿...que parte de "vagabundo" no entiendes?- replicó, arqueando una ceja. -Si pudiese salir de este infierno, ya me habría ido.-
-Cierto. Y sabes robar, engañar y persuadir, ¿hmm?- dijo el dragón. El zorro esbozó una sonrisa, orgulloso.
-Más que cualquiera que conozcas. Créeme. Es como he sobrevivido.-
-Vale. En ese caso, ¿por qué no vienes con nosotros?- preguntó Irirgo. El ladrón abrió los ojos, sorprendido. ¿Por qué le estaba ofreciendo ese extraño un lugar a donde ir?
-Espera, ¿quién es "vosotros"?-
-Somos... bueno. Lo llamarían un grupo de bandidos. Tan solo somos cuatro, pero... nos vendría bien alguien que ayude un poco.- respondió, encogiéndose de hombros. -Y tu pareces útil, y necesitas una forma de salir, así que... ¿por qué no?-
El intruso dudó. No podía quedarse allí para siempre, y aquello parecía una buena oportunidad. Si no la aprovechase, sería estúpido.
-Muy bien... ¿y tenéis nombres, o simplemente os ponéis cosas absurdas como "Búho" o "Espina" o "Geminis"?- sonrió el zorro.
-Irirgo. ¿Y tu eres...?
-Kothán.
-¿...cómo se escribe eso?
-¿Tengo pinta de saber escribir?- respondió, resoplando y dirigiendose a la entrada. Se detuvo un instante, y señaló al frente. -¿Quien es ese?-
Ahí, fuera de la mansión, yacía Asher, en el suelo. Irirgo corrió hacia él. ¿Que demonios le había pasado? Estaba cubierto de sangre, pero ya estaba fría y seca. Examinó su cuerpo rápidamente. No parecía estar herido. El perro abrió los ojos.
-¿Asher? ¿Qué demonios ha pasado?- preguntó. Su amigo gruñó, intentando incorporarse.
-¿...es de tu grupo? Parece... infectado.- murmuró Kothán, dando un paso hacia atrás.
-No lo está. Hemos llegado hoy, y estaba perfectamente.-
-Ugh... vamonos. A cualquier parte.- gimió el perro. Irirgo le ayudó a levantarse, apoyando el brazo de Asher sobre sus hombros. -¿Quien es el zorro?-
-Coyote. Nuevo miembro.- sonrió. ¿Realmente estaba bien? Parecía medio muerto.
-Si tu lo dices... bienvenido. Ahora... vamonos,antes de que esto vaya a peor.-
Cuestionarlo en ese momento no serviría de nada. Tenian que moverse. Dundarak había caido.
Era hora de dejarlo atrás.
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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