Las quiero vivas [LIBRE] [CERRADO]
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Re: Las quiero vivas [LIBRE] [CERRADO]
¿Qué clase de esclavista era si se dejaba escapar a las bestias? No quería ni escuchar las palabras de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] cuando se enterase. Ese estúpido se estaría riendo de él hasta sus últimos días. Y con la quema de su finca se le había jodido el negocio. ¿De qué iba a comer ahora? Porque vendiendo hortalizas y frutas era un negocio de mierda que no daba ni una cuarta parte de los aeros que recibía sólo con vender a una elfa de esas pequeñas que todavía no estaban ni en desarrollo. ¡Cuánto menos una adulta! Y una mujer bestia como la centáuride iba a valer mucho, mucho oro. Aunque las lobas también eran apreciadas. Y aparte de eso, él tenía a dos más que iban a ser las delicias del burdel. ¡Iban! El muy inútil de Eliah las había dejado escapar y se había dejado matar. Sin duda, Fergusson estaba rodeado de cafres que no sabían ni dónde estaban.
Por suerte, Abdón se encargaría. Ese ser de la noche era el único que tenía las papeletas para ayudar. Y no iba a perder el dinero porque se le hubieran escapado cuatro bestias. Tan convincente era que no dudó en recurrir a algunos de los hombres de más dudosa moralidad de las afueras de la ciudad. Ya se sabe que los mortales por cuatro aeros se venden. Ellos y sus cosas materiales…
Simplemente con hacer sonar el saquito de las monedas varios alzaron sus armas dispuestos a prestar sus servicios a Fergusson. Este les había ofrecido, ¿qué? ¿10 aeros a cada uno? Y bien contentos que iban, se conformaban con poco. Las prostitutas en ese lugar eran baratas y un cuerno de cerveza no valía más de un aero. ¿Para qué querían más? Aparte… no sabían demasiado del valor del dinero, con que les llegase para sus vicios… Y, bueno, tontos no eran y le habían hecho un trato a Fergusson: si ellos atrapaban a las bestias, querrían a una para disfrutar lo que quedaba de noche. El esclavista aceptó y les ofreció a la loba. Sólo a la loba.
Dejados llevar por sus instintos más primarios no dudaron en salir de la taberna en tropel, casi pisándose unos a otros para ser los primeros en buscar a esas bestias.
-¿Y estos serán quienes me ayuden? -el vampiro no parecía convencido. Sin duda era mejor confiar en sus perros que en esos.
-Serán los que te indiquen dónde están mis bestias. Recuerda que las quiero vivas.
Dicho eso, Abdón salió a por ellas también. Ya había visto a la loba anteriormente y allí fue a donde guió a los mercenarios… si es que se les podía llamar mercenarios. Más bien eran carniceros que se vendían al mejor postor. Estúpidos los humanos que idolatran al dinero.
Un total de siete hombres humanos, armados con mazas de hierro, espadas largas y hachas, fueron entre los árboles, rodeando a las bestias y los dos hombres. Sorprendentemente iban en silencio… O al menos todo lo silenciosos que podían ser con sus armaduras. Cuatro por un franco, tres por el otro y Abdón junto con sus perros, delante. Lo único que no rodeaban era en agua. Usando los árboles para emboscarles se fueron aproximando con sus armas en ristre. Estaban ansiosos por abalanzarse sobre las cuatro bestias y muy convencidos de sí mismos.
El vampiro, que iba delante, vio a una de las mujeres alejarse del grupo y sin previo aviso se ocultó tras los árboles para abalanzarse sobre ella, usando un movimiento muy rápido, propio de los de su especie. Los perros estaban gruñendo a su lado, listos para atacar a la señal de su dueño.
Mientras tanto, los bárbaros humanos no estaban muy por la labor de esperar y usar estrategias de despiste propias de los afeminados elfos. Ellos irían a por todas. Así que hicieron honra de su fuerte: lanzarse contra el enemigo. Sin previo aviso y entre gritos, avanzaron hasta rodear a los animales. -¡Os tenemos, bestias! ¡No escaparéis! -Parecían victoriosos antes de haber hecho nada, pero se veían más fuertes. Sabían que iban a ganar.
Uno de ellos miró a una de las bestias y le hizo un gesto obsceno llevándose la mano a su entrepierna. No estaba la que les habían prometido, o al menos ellos no la veían. Pero… el dinero es el dinero. Así que no dudaron en lanzarse a por las bestias, ignorando al humano que estaba con ellas, y también al brujo. Iban a por su premio.
Buen tema, mis mortales, pero a pesar de las dificultades que os habéis encontrado he pensado que os hacía falta alguna que otra más, así que he bajado del Valhalla para echaros una mano divina. Sois valientes, adelante, demostrad que no tenéis que acabar vuestros días siendo tratadas como esclavas sexuales en un burdel de degenerados. Ya sabéis cómo son los humanos… algunos tienen gustos raros.
Klinge y Akanke: Ambos estáis en la zona de la hoguera junto con Parajita y Ovejita. Frente a vosotros tenéis a siete personas armadas con machetes, hachas, espadas y mazas. No son grandes estrategas, más bien son bárbaros, jugad vuestra ventaja. Ellos se van a lanzar a por vosotros sin mesura, aunque no os maten, de acuerdo a las órdenes de Fergusson.
Tocaríais a dos guerreros contra los que pelear cada uno, excepto uno de vosotros o vuestros NPCs, que pelearían contra uno solo.
Ya podréis ver que he lanzado una runa, esta será la que decida la suerte en el combate de los guerreros.
Como siempre, en mis temas, tenéis varias opciones:
Akanke: Puedes huir, rendirte o luchar. Si te rindes no hará falta que tires runa, pero si decides huir o luchar deberás dejarlo a la Voluntad de los Dioses.
Si huyes:
• Runa muy buena/buena: escapas con éxito.
• Runa media: Escaparás, pero uno de los guerreros te perseguirá y tratará de buscarte.
• Runa mala/muy mala: no conseguirás escapar, serás atrapada.
Si luchas contra ellos tu runa deberá superar a la mía para salir victoriosa en este turno. Pero no olvides que hay más guerreros.
Tú deberás lanzar dos tiradas, una por ti y otra por los NPCs (Ovejita y Parajita, ambas irán en pack). Según la elección de las acciones de los NPCs, el resultado de las runas se valorará igual que para ti. Si huyen ocurrirá lo mismo que he puesto ahí arriba, y si luchan tendrán que superar mi runa.
Klinge: Te ha pillado la emboscada por invitar a la hoguera a unas mujeres bestia. Ya no se puede ser buena persona en estas fechas que corren…
Te toca decidir si luchas para defender a las muchachas, huyes, o ayudas a los bárbaros a atraparlas.
En tu caso, si huyes no tendrás que tirar runas. Si ayudas a las chicas, tendrás que lanzar runa, y tendrá que superar la mía.
Si ayudas a los guerreros a atraparlas tendrás que sacar una runa mayor que la que saque Akanke. De lo contrario fallarás en tu misión, durante este turno, y no vas a recibir un aero por parte de Fergusson.
Woodpecker: Te ha atrapado Abdón y tiene a sus perros rodeándote. Tu misión es más sencilla (o no), tienes que escapar de las garras del vampiro. También dejaremos tu suerte a los Dioses:
• Runa muy buena/buena: Escapas.
• Runa media: Te perseguirán sus perros
• Runa mala/muy mala: No conseguirás escapar en este turno.
Haré más de una intervención a lo largo de este hilo siguiendo vuestro orden de posteo.
Por suerte, Abdón se encargaría. Ese ser de la noche era el único que tenía las papeletas para ayudar. Y no iba a perder el dinero porque se le hubieran escapado cuatro bestias. Tan convincente era que no dudó en recurrir a algunos de los hombres de más dudosa moralidad de las afueras de la ciudad. Ya se sabe que los mortales por cuatro aeros se venden. Ellos y sus cosas materiales…
Simplemente con hacer sonar el saquito de las monedas varios alzaron sus armas dispuestos a prestar sus servicios a Fergusson. Este les había ofrecido, ¿qué? ¿10 aeros a cada uno? Y bien contentos que iban, se conformaban con poco. Las prostitutas en ese lugar eran baratas y un cuerno de cerveza no valía más de un aero. ¿Para qué querían más? Aparte… no sabían demasiado del valor del dinero, con que les llegase para sus vicios… Y, bueno, tontos no eran y le habían hecho un trato a Fergusson: si ellos atrapaban a las bestias, querrían a una para disfrutar lo que quedaba de noche. El esclavista aceptó y les ofreció a la loba. Sólo a la loba.
Dejados llevar por sus instintos más primarios no dudaron en salir de la taberna en tropel, casi pisándose unos a otros para ser los primeros en buscar a esas bestias.
-¿Y estos serán quienes me ayuden? -el vampiro no parecía convencido. Sin duda era mejor confiar en sus perros que en esos.
-Serán los que te indiquen dónde están mis bestias. Recuerda que las quiero vivas.
Dicho eso, Abdón salió a por ellas también. Ya había visto a la loba anteriormente y allí fue a donde guió a los mercenarios… si es que se les podía llamar mercenarios. Más bien eran carniceros que se vendían al mejor postor. Estúpidos los humanos que idolatran al dinero.
Un total de siete hombres humanos, armados con mazas de hierro, espadas largas y hachas, fueron entre los árboles, rodeando a las bestias y los dos hombres. Sorprendentemente iban en silencio… O al menos todo lo silenciosos que podían ser con sus armaduras. Cuatro por un franco, tres por el otro y Abdón junto con sus perros, delante. Lo único que no rodeaban era en agua. Usando los árboles para emboscarles se fueron aproximando con sus armas en ristre. Estaban ansiosos por abalanzarse sobre las cuatro bestias y muy convencidos de sí mismos.
El vampiro, que iba delante, vio a una de las mujeres alejarse del grupo y sin previo aviso se ocultó tras los árboles para abalanzarse sobre ella, usando un movimiento muy rápido, propio de los de su especie. Los perros estaban gruñendo a su lado, listos para atacar a la señal de su dueño.
Mientras tanto, los bárbaros humanos no estaban muy por la labor de esperar y usar estrategias de despiste propias de los afeminados elfos. Ellos irían a por todas. Así que hicieron honra de su fuerte: lanzarse contra el enemigo. Sin previo aviso y entre gritos, avanzaron hasta rodear a los animales. -¡Os tenemos, bestias! ¡No escaparéis! -Parecían victoriosos antes de haber hecho nada, pero se veían más fuertes. Sabían que iban a ganar.
Uno de ellos miró a una de las bestias y le hizo un gesto obsceno llevándose la mano a su entrepierna. No estaba la que les habían prometido, o al menos ellos no la veían. Pero… el dinero es el dinero. Así que no dudaron en lanzarse a por las bestias, ignorando al humano que estaba con ellas, y también al brujo. Iban a por su premio.
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Buen tema, mis mortales, pero a pesar de las dificultades que os habéis encontrado he pensado que os hacía falta alguna que otra más, así que he bajado del Valhalla para echaros una mano divina. Sois valientes, adelante, demostrad que no tenéis que acabar vuestros días siendo tratadas como esclavas sexuales en un burdel de degenerados. Ya sabéis cómo son los humanos… algunos tienen gustos raros.
Klinge y Akanke: Ambos estáis en la zona de la hoguera junto con Parajita y Ovejita. Frente a vosotros tenéis a siete personas armadas con machetes, hachas, espadas y mazas. No son grandes estrategas, más bien son bárbaros, jugad vuestra ventaja. Ellos se van a lanzar a por vosotros sin mesura, aunque no os maten, de acuerdo a las órdenes de Fergusson.
Tocaríais a dos guerreros contra los que pelear cada uno, excepto uno de vosotros o vuestros NPCs, que pelearían contra uno solo.
Ya podréis ver que he lanzado una runa, esta será la que decida la suerte en el combate de los guerreros.
Como siempre, en mis temas, tenéis varias opciones:
Akanke: Puedes huir, rendirte o luchar. Si te rindes no hará falta que tires runa, pero si decides huir o luchar deberás dejarlo a la Voluntad de los Dioses.
Si huyes:
• Runa muy buena/buena: escapas con éxito.
• Runa media: Escaparás, pero uno de los guerreros te perseguirá y tratará de buscarte.
• Runa mala/muy mala: no conseguirás escapar, serás atrapada.
Si luchas contra ellos tu runa deberá superar a la mía para salir victoriosa en este turno. Pero no olvides que hay más guerreros.
Tú deberás lanzar dos tiradas, una por ti y otra por los NPCs (Ovejita y Parajita, ambas irán en pack). Según la elección de las acciones de los NPCs, el resultado de las runas se valorará igual que para ti. Si huyen ocurrirá lo mismo que he puesto ahí arriba, y si luchan tendrán que superar mi runa.
Klinge: Te ha pillado la emboscada por invitar a la hoguera a unas mujeres bestia. Ya no se puede ser buena persona en estas fechas que corren…
Te toca decidir si luchas para defender a las muchachas, huyes, o ayudas a los bárbaros a atraparlas.
En tu caso, si huyes no tendrás que tirar runas. Si ayudas a las chicas, tendrás que lanzar runa, y tendrá que superar la mía.
Si ayudas a los guerreros a atraparlas tendrás que sacar una runa mayor que la que saque Akanke. De lo contrario fallarás en tu misión, durante este turno, y no vas a recibir un aero por parte de Fergusson.
Woodpecker: Te ha atrapado Abdón y tiene a sus perros rodeándote. Tu misión es más sencilla (o no), tienes que escapar de las garras del vampiro. También dejaremos tu suerte a los Dioses:
• Runa muy buena/buena: Escapas.
• Runa media: Te perseguirán sus perros
• Runa mala/muy mala: No conseguirás escapar en este turno.
Haré más de una intervención a lo largo de este hilo siguiendo vuestro orden de posteo.
Última edición por Fehu el Sáb 18 Nov 2017, 20:24, editado 1 vez
Fehu
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Re: Las quiero vivas [LIBRE] [CERRADO]
El miembro 'Fehu' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Las quiero vivas [LIBRE] [CERRADO]
Junto al fuego, con la calma, todo era mejor. Alahambra, la pajarita, comía, vigilada de cerca por Akanke. Nawali, la ovejita, traía agua para todos en los cuencos que el hombre les había facilitado. Wood, la lobita, había ido a hacer una ronda de vigilancia. Parecía que la noche terminaría en calma y podrían seguir su viaje durante el día con fuerzas renovadas.
Pero aquella maravillosa ilusión terminó cuando saltaron sobre ellas nada más y nada menos que siete hombres, armados hasta los dientes. Habían sido sigilosos, ninguno de los que estaban en la hoguera sintieron su llegada. ¿Y Wood? ¡No había aullado! Seguramente la habían atrapado. De solo pensar en eso, Nawali enfureció. -¡MALDITOS!- bramó enfurecida, arremetiendo contra uno de ellos, golpeándolo de lleno en el estómago con su cornamenta.
Ese fue el punto de partida. Otro hombre atacó a Nawali, quien, cegada por la rabia, se defendía con cabezazos y coces. Otros dos hombres se fueron sobre el humano que las estaba ayudando y los tres restantes se fueron sobre Akanke; uno de ellos, sin embargo, se desvió en último momento y se echó sobre Alahambra, viéndola más herida.
-¡NO! ¡NO! ¡NO!- gritaba Akanke, luchando con todas sus fuerzas por deshacerse de los hombres que la atacaban para ir a ayudar a Pajarita. Parada sobre sus patas traseras, con las delanteras pateaba a los hombres, quienes no cesaban en su ataque. La centáuride los apartaba con sus brazos, recibiendo cortes en ellos, pero no los sentía, ella estaba en un total frenesí, desesperada.
Logró empujarlos y embestirlos con su cuerpo, uno de ellos se agarró de una rama que se partió en su base y se la lanzó. Ella, logró esquivarla, de hecho, logró tomarla en el aire. *Era una rama larga y lo suficientemente fuerte como para usarla como un bastón. Se lanzó en pos de los hombres, anhelando acabar con ellos para poder ir a defender a Pajarita. Su cuerpo recordó el entrenamiento que recibió tiempo atrás, en el que le enseñaron a pelear con lanzas; aquel improvisado y mediocre bastón haría las veces de una.*
Pero aquella maravillosa ilusión terminó cuando saltaron sobre ellas nada más y nada menos que siete hombres, armados hasta los dientes. Habían sido sigilosos, ninguno de los que estaban en la hoguera sintieron su llegada. ¿Y Wood? ¡No había aullado! Seguramente la habían atrapado. De solo pensar en eso, Nawali enfureció. -¡MALDITOS!- bramó enfurecida, arremetiendo contra uno de ellos, golpeándolo de lleno en el estómago con su cornamenta.
Ese fue el punto de partida. Otro hombre atacó a Nawali, quien, cegada por la rabia, se defendía con cabezazos y coces. Otros dos hombres se fueron sobre el humano que las estaba ayudando y los tres restantes se fueron sobre Akanke; uno de ellos, sin embargo, se desvió en último momento y se echó sobre Alahambra, viéndola más herida.
-¡NO! ¡NO! ¡NO!- gritaba Akanke, luchando con todas sus fuerzas por deshacerse de los hombres que la atacaban para ir a ayudar a Pajarita. Parada sobre sus patas traseras, con las delanteras pateaba a los hombres, quienes no cesaban en su ataque. La centáuride los apartaba con sus brazos, recibiendo cortes en ellos, pero no los sentía, ella estaba en un total frenesí, desesperada.
Logró empujarlos y embestirlos con su cuerpo, uno de ellos se agarró de una rama que se partió en su base y se la lanzó. Ella, logró esquivarla, de hecho, logró tomarla en el aire. *Era una rama larga y lo suficientemente fuerte como para usarla como un bastón. Se lanzó en pos de los hombres, anhelando acabar con ellos para poder ir a defender a Pajarita. Su cuerpo recordó el entrenamiento que recibió tiempo atrás, en el que le enseñaron a pelear con lanzas; aquel improvisado y mediocre bastón haría las veces de una.*
- NOTA 1:
- Runa #1 corresponde a Akanke. La #2 a Ovejita y a Pajarita.
- NOTA 2:
- Uso de maestría en armas largas.
Última edición por Akanke el Miér 22 Nov 2017, 14:40, editado 1 vez
Akanke
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Re: Las quiero vivas [LIBRE] [CERRADO]
El miembro 'Akanke' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Las quiero vivas [LIBRE] [CERRADO]
Pasar la noche con unas mujeres bestias fugadas y su amiga mujer lobo no era su idea para una noche tranquila, pero seguro que esas cuatro eran mejor compañía que esa chusma que venía persiguiéndolas. De pronto siete basuras llenas de agua miel y estiércol, salieron del bosque cantando gritos de victoria y obscenidades con la intención de arrastrar a las mujeres de vuelta a cualquier pequeña jaula de la cual hubiesen escapado, el joven espadachín no era una persona piadosa ni alguien que tuviese cierto apego especial por los esclavos… ¿entonces porque se decidió a ayudarlas en primer lugar? La única respuesta que vino en su mente es que era muy tarde para cambiarse de bando en este conflicto, y ver al tal sin dientes perder su dinero sería suficiente satisfacción para tomarse la molestia de devolverle las cabezas de estas basuras en una bolsa.
Sin perder tiempo el espadachín se levanto de su posición de sentado en el piso con un ágil salto y desenfundo la espada del lado derecho de su cinturón con la mano derecha mientras que en su izquierda empuñaba una daga de forma extraña con la hoja esculpido de una forma irregular que recordaba la cola de una serpiente. Con armas en mano y una macabra sonrisa en el rostro se interpuso en el camino de dos de los bastardos, uno blandía un machete, mas una herramienta de de agricultura que un arma en sí, pero igual de capaz de cortar extremidades que cualquier espada, aunque en este caso el filo estuviese un poco descuidado. El otro contrincante empuñaba un arma que seguiría siendo efectiva incluso si sufriese de un poco de descuido de parte de su dueño, una maza de hierro, el joven guerrero mantenía su posición con recargando su espada sobre su hombro derecho mientras empuñaba su daga de forma invertida en frente a su pecho, esperando que los cazadores intentaran algo.
Los dos bandidos parecían confundidos al principio, el del machete intento lanzar un par de tajos para despachar al joven impertinente, uno a la cabeza y otro al costado, pero ambos ataques son rápidamente desviados con unas rápidas paradas ejecutadas con la espada larga del guerrero, el otro hombre intento aprovechar la distracción causada por su compañero para aplastarle el cráneo a su rival con su masa, pero el guerrero no deja de ser experimentado aunque sea joven, y con un simple paso a su izquierda logra quitarse de en medio del camino del golpe.
El espadachín intenta cortar a su atacante con su daga en la mano para deshabilitarlo, pero el bastardo se da cuenta y consigue parar el golpe a tiempo. Los dos bandoleros se notaban sorprendidos. ¡Matones de segunda! Dándole mal nombre a las espadas de alquiler decentes.
El joven guerrero se prepara calculando su próximo movimiento, cuando de pronto, los dos bárbaros deciden atacarlo al mismo tiempo desde distintos ángulos, aunque arriesgado, ninguno de los dos llevaba un escudo, un error que el joven guerrero decidió explotar. El mercenario decide interceptar sus ataques lanzando un tajo con sus armas a la altura de las desprotegidas manos de sus contrincantes, con las cuales blandían sus respectivas armas, con suerte lograría desarmarlos, e incluso, cercenarles algunos dedos.
Sin perder tiempo el espadachín se levanto de su posición de sentado en el piso con un ágil salto y desenfundo la espada del lado derecho de su cinturón con la mano derecha mientras que en su izquierda empuñaba una daga de forma extraña con la hoja esculpido de una forma irregular que recordaba la cola de una serpiente. Con armas en mano y una macabra sonrisa en el rostro se interpuso en el camino de dos de los bastardos, uno blandía un machete, mas una herramienta de de agricultura que un arma en sí, pero igual de capaz de cortar extremidades que cualquier espada, aunque en este caso el filo estuviese un poco descuidado. El otro contrincante empuñaba un arma que seguiría siendo efectiva incluso si sufriese de un poco de descuido de parte de su dueño, una maza de hierro, el joven guerrero mantenía su posición con recargando su espada sobre su hombro derecho mientras empuñaba su daga de forma invertida en frente a su pecho, esperando que los cazadores intentaran algo.
Los dos bandidos parecían confundidos al principio, el del machete intento lanzar un par de tajos para despachar al joven impertinente, uno a la cabeza y otro al costado, pero ambos ataques son rápidamente desviados con unas rápidas paradas ejecutadas con la espada larga del guerrero, el otro hombre intento aprovechar la distracción causada por su compañero para aplastarle el cráneo a su rival con su masa, pero el guerrero no deja de ser experimentado aunque sea joven, y con un simple paso a su izquierda logra quitarse de en medio del camino del golpe.
El espadachín intenta cortar a su atacante con su daga en la mano para deshabilitarlo, pero el bastardo se da cuenta y consigue parar el golpe a tiempo. Los dos bandoleros se notaban sorprendidos. ¡Matones de segunda! Dándole mal nombre a las espadas de alquiler decentes.
El joven guerrero se prepara calculando su próximo movimiento, cuando de pronto, los dos bárbaros deciden atacarlo al mismo tiempo desde distintos ángulos, aunque arriesgado, ninguno de los dos llevaba un escudo, un error que el joven guerrero decidió explotar. El mercenario decide interceptar sus ataques lanzando un tajo con sus armas a la altura de las desprotegidas manos de sus contrincantes, con las cuales blandían sus respectivas armas, con suerte lograría desarmarlos, e incluso, cercenarles algunos dedos.
- Daga del buscador::
- la daga de Klinge tiene mas peculiaridades que su forma, se trata de un arma encantada, aunque mi personaje no esta del todo seguro de que hace; aquí tienen una imagen de referencia:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Klinge
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Re: Las quiero vivas [LIBRE] [CERRADO]
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Re: Las quiero vivas [LIBRE] [CERRADO]
…Prometedor, claro. Tan prometedor que podría haberle hecho una fiesta de perrito al vampiro maldito que había vuelto con todo y a por todo. Cuando entré en mi fase feral había llegado a percibir algo raro, pero no me acusé por tonta… por confiada. Creí que se tardaría más en regresar o que no lo haría esa misma noche. Probablemente su base estuviese más cerca o se había encontrado a medio camino con sus colegas. Cualquiera fuese la razón, yo no había dado la alarma; había vuelto a fallarles. Sentía que no valía ni el mismo aire que estaba respirando. Probablemente un cachorro podría haber diferenciado un rastro nuevo de uno viejo.
El ataque fue sigiloso, el manto nocturno ayudaba al vampiro que con sus palabras cargadas de poder me sometía a su voluntad. No era la primera vez que uno de esos malditos asquerosos hacía que mis pelos se dieran vuelta del rencor que sentía cuando sólo lo que salía de su voz me obligaba, me detenía, me manipulaba… Afortunadamente para mí, su coordinación entre el uso de su voz y la velocidad de su cuerpo no eran equiparables. Cuando se lanzó hacia mi espalda para tomarme entre sus brazos y doblegarme, la fuerza de sus palabras se interrumpió apenas para que pudiese esquivarle ¡por los pelos! Nunca esa expresión había sido tan literal.
Aullé de dolor cuando se quedó entre sus dedos con un buen mechón de mi pelo. Sus rojos parecían refulgir como los de una bestia enferma y furiosa al sentir él también los efectos de mi propia habilidad; llevó mi pelo a su nariz y lo olió una sola vez de una forma profunda y escalofriante mientras me miraba a los ojos. Me mostró sus colmillos y emitió un sonido que era mezcla de un gruñido con un grito. Levantó los brazos y los dedos como si se tratasen de afiladas armas que ofrendaba a la luna justo antes de enviar a sus perros por mí y prepararse para lanzarse él mismo como una poderosa saeta de carne y hueso.
No podía sacar mis ojos de su figura, era como si el peligro me atrajese como la flama a una polilla. Podía sentir como mis pelos se habían convertido en alambre y mi modo alfa dejaba a sus perros como enanos que venían hacia el paredón. Un hilo de baba bajaba por entre mis colmillos, clavé mis garras en la tierra esperando el impacto del golpe de esos dos perros de caza. Esta vez no fallaría, tenía apenas una oportunidad para matarles, solamente una justo antes de que el vampiro rubio y sensual recobrase totalmente sus sentidos. El primero de los mastines salió despedido como una bola de carne rebotando por el suelo después de que le golpease de lleno con una de mis manos.
El chillido del animal reavivó la furia de su compañero perruno que sin pensarlo se tiró a la carga, directo a mi cuello. Con él no sería tan benevolente. Las agujas del reloj corrían y el vampiro estaba recobrando la expresión lívida en su rostro. Le tiré una mordida al siguiente y decidí comenzar a poner distancia y buscar una parte del terreno que me permitiese tener una ventaja absoluta sobre el vampiro para acabar de una buena vez con su vida. Él o yo, como en los viejos tiempos. Estaba cansada de esos vampiros cagados de la cabeza que se habían pegado a mi destino en las últimas semanas. En ese pequeño instante estaba dispuesta a terminar con toda esa maldita raza de plagas.
El ataque fue sigiloso, el manto nocturno ayudaba al vampiro que con sus palabras cargadas de poder me sometía a su voluntad. No era la primera vez que uno de esos malditos asquerosos hacía que mis pelos se dieran vuelta del rencor que sentía cuando sólo lo que salía de su voz me obligaba, me detenía, me manipulaba… Afortunadamente para mí, su coordinación entre el uso de su voz y la velocidad de su cuerpo no eran equiparables. Cuando se lanzó hacia mi espalda para tomarme entre sus brazos y doblegarme, la fuerza de sus palabras se interrumpió apenas para que pudiese esquivarle ¡por los pelos! Nunca esa expresión había sido tan literal.
Aullé de dolor cuando se quedó entre sus dedos con un buen mechón de mi pelo. Sus rojos parecían refulgir como los de una bestia enferma y furiosa al sentir él también los efectos de mi propia habilidad; llevó mi pelo a su nariz y lo olió una sola vez de una forma profunda y escalofriante mientras me miraba a los ojos. Me mostró sus colmillos y emitió un sonido que era mezcla de un gruñido con un grito. Levantó los brazos y los dedos como si se tratasen de afiladas armas que ofrendaba a la luna justo antes de enviar a sus perros por mí y prepararse para lanzarse él mismo como una poderosa saeta de carne y hueso.
No podía sacar mis ojos de su figura, era como si el peligro me atrajese como la flama a una polilla. Podía sentir como mis pelos se habían convertido en alambre y mi modo alfa dejaba a sus perros como enanos que venían hacia el paredón. Un hilo de baba bajaba por entre mis colmillos, clavé mis garras en la tierra esperando el impacto del golpe de esos dos perros de caza. Esta vez no fallaría, tenía apenas una oportunidad para matarles, solamente una justo antes de que el vampiro rubio y sensual recobrase totalmente sus sentidos. El primero de los mastines salió despedido como una bola de carne rebotando por el suelo después de que le golpease de lleno con una de mis manos.
El chillido del animal reavivó la furia de su compañero perruno que sin pensarlo se tiró a la carga, directo a mi cuello. Con él no sería tan benevolente. Las agujas del reloj corrían y el vampiro estaba recobrando la expresión lívida en su rostro. Le tiré una mordida al siguiente y decidí comenzar a poner distancia y buscar una parte del terreno que me permitiese tener una ventaja absoluta sobre el vampiro para acabar de una buena vez con su vida. Él o yo, como en los viejos tiempos. Estaba cansada de esos vampiros cagados de la cabeza que se habían pegado a mi destino en las últimas semanas. En ese pequeño instante estaba dispuesta a terminar con toda esa maldita raza de plagas.
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Re: Las quiero vivas [LIBRE] [CERRADO]
La suerte no siempre está del lado de quien la necesita y estaba claro que esos mortales no contaban con ella ni con la dicha de los dioses para continuar su camino sin problemas. Ya habían escapado de su encierro y ese parecía ser el único atisbo de buena fortuna que iban a experimentar, salvo para la loba.
Los hombres contratados por Fergusson no eran demasiado inteligentes; la inteligencia no le era necesaria, para eso ya estaba él, señor de los negocios en los burdeles. Lo que quería era a esas bestias atadas frente a la puerta de su casa, con que fueran eficientes y fuertes le servía.
Y lo eran.
En ese combate no se vio una danza perfectamente coordinada de luchadores expertos, sino una amalgama de golpes adornados por el estruendoso sonido de sus gritos y el metal chocando. Uno de ellos sufrió un buen golpe en el estómago que lo dejó en el suelo con ganas de echar hasta la primera papilla, pero sus amigos tomaron venganza por él. Pronto, la mujer-oveja había sido presa de uno de los maleantes. Un golpe con el pomo del hacha en la nuca y suficiente para apaciguar la rabia de esa bestia con cuernos. Y la centáuride tenía intenciones de ayudar a sus amigas, pero ellos no lo iban a permitir. El hombre que se había llevado el premio con la oveja la estaba atando, mientras otros dos trataban de echar cuerdas sobre la mujer con cuerpo de yegua, mientras intentaban reducirla a golpes con sus armas.
-¡Estate quieta, monstruo! –Gritaban cada vez que fallaban en su intento. Otro de ellos estaba perdiendo la paciencia de forma muy rápida y se contenía de darle un tajo con su hacha en las patas a esa mujer.
Por otro lado, la mujer con alas también había caído presa de esos hombres y acabo atada con Ovejita. ¡Dos premios! Faltaba la otra salvaje.
¿Y ese tipo de la armadura? Nadie importante, no podían prostituirlo a los fetichistas que frecuentaban los burdeles… ¿o tal vez sí? Cuando dije que los humanos tenían gustos extraños, era cierto. Y no solo los humanos. Muchos seres mágicos y bestias disfrutaban de tener sometido a un guerrero. Para muchos, muy excitante. Pero Fergusson no comercializaba aún con ese tipo de degeneraciones de sumisión a soldados, así que no tenían ninguna orden de capturarlo a él, pero no eran tan tontos como para dejarse abatir por un solo hombre.
Los que estaban batiéndose contra Klinge no hacían más que divertirse; ellos tenían otra misión pero luchar contra ese desconocido les estaba resultando muy gracioso. Hasta que ambos decidieron que era el momento de atacar a la vez, gran acierto. El guerrero quedó desarmado y tanto la maza como el machete impactaron contra él aunque, por suerte, los dioses no quisieron que se reuniera con ellos.
El que estaba tirado en el suelo se levantó y, después de propinarle una patada a Ovejita a modo de venganza, agarró sus cuerdas y la fue arrastrando por el bosque. Otro de sus compañeros, quien había propinado el golpe, hizo lo mismo con Pajarita, con ayuda de otro compañero, pues esa bestia no se estaba quieta.
Tres menos combatiendo y tres que iban a cobrar la recompensa en cuanto se reuniesen con Fergusson. ¿Y los otros? Directamente hacia la yegua, parecía tener el precio más valioso y estaba costando tanto atraparla que había tirado todas las cuerdas y ahora les desafiaba con un palo. Menos uno de ellos, quien se quedó junto a Klinge para intentar quedarse con todo lo que pudiese rapiñar.
-¿Qué vas a hacer con eso? –preguntó con sorna uno, el primero en blandir el machete a modo de amenaza hacia ella.
Los otros dos volvían a tener preparadas las cuerdas para atraparla en un descuido.
Abdón no iba a dejar que se escapase… no otra vez. Era la segunda vez que se había escurrido de sus manos esa loba, y esta vez había dañado a sus preciados animales. ¡No iba a quedar así!
Entre los árboles iba acechando a la joven Woodpecker, con sus garras listas para atraparla. Por desgracia, Fergusson las quería vivas pero, ¿y valía algún rasguño? Si luego iban a acabar peor, sus clientes solían ser bastante rudos en sus perversidades. Y siempre podía echarles la culpa a los bárbaros que había contratado. Su única ambición ahora era atrapar a la mujer lobo.
-Estás mejor de humana… los lobos me dais asco -murmuraba con su aterciopelada voz. Sabía que los sentidos de la loba harían que lo escuchara. Le gustaba jugar antes de atrapar a sus presas, sentir la sangre correr por sus venas, acelerada. Ese corazón bombeando a gran velocidad…
Se relamió al pensar en eso, pero no podía hacer lo que deseaba, tenía trabajo que hacer. La tenía enfrente pero aún no se lanzaba a por ella, iba caminando con relativa calma, sonriendo. Parecía un caballero intentando invitar a una joven a un baile. Pero nada más lejos de la realidad, su intenciones no eran nada buenas, iba a lanzarse sobre Woodpecker en el momento más oportuno.
-¿Por qué os molestáis en escapar? Volveréis al lugar que os corresponde, haréis una buena labor “ayudando a pobres viajeros” –después de eso sonrió más ampliamente, mostrando sus colmillos, y se abalanzó sobre la loba.
Se ve que los Dioses no estaban con vosotros, o sí, pero disfrutando de la lucha, mofándose de la mala suerte que os acompaña. Por desgracia, Pajarita y Ovejita han sido capturadas y llevadas ante Fergusson. No podrán ser rescatadas en este turno. Tal vez en otro… pero no ahora. Primero tendréis que mejorar vuestra situación, antes que la de ellas.
Miradlo por el lado positivo, tres de ellos se han ido. Ya sólo hay cuatro.
Akanke: Eres una luchadora salvaje y has peleado con valentía, pero los dioses estaban mirando para otro lado en la misión de prestarte ayuda. No han conseguido atraparte, pero tampoco has conseguido abatir a ninguno de ellos, así que siguen intentando capturarte tres de ellos.
Vuelves a tener varias opciones: huir, rendirte o luchar.
Eres más rápida que todos ellos, si huyes conseguirás librarte este turno. Si te rindes, tampoco hará falta que cuentes con la voluntad de los dioses (están a otra cosa en el Valhalla, por lo que parece…), ellos te atraparán y tu destino será el mismo que para tus dos amigas.
Si decides pelear tendrás que volver a dejar tu suerte a los Dioses.
• Runa muy mala/mala: Te atraparán y sufrirás varias heridas por haberte resistido.
• Runa media: Te atraparán, pero ellos habrán perdido a un compañero, lo que diezmará sus posibilidades de intentar controlarte. Tu ingenio es el que puede decantar la balanza. Sorprende a los dioses para que te acojan en su suerte.
• Runa buena/muy buena: Podrás acabar con los tres tú solita.
Klinge: ¿Qué le has hecho a los Dioses? ¿Acaso has blasfemado alguna vez? No te han brindado ayuda en este combate. Consecuencia: Tienes heridas. No son muy graves, podría haber sido peor, pero vas a necesitar una curación en un taller o comprar algún objeto que te ayude en el comercio al acabar este hilo. Soy un buen dios.
Uno de ellos está con intenciones de despojarte de tus armas.
En este turno tendrás que intentar que narrar tu estado e intentar que no te robe las armas. Dependiendo de tu ingenio a la hora de hacer este post, tu arma no se moverá de tu lado, o sí la perderás durante unos turnos. ¡Adelante, sorpréndeme! Muchos saben narrar combates, pero pocos saben qué pasa cuando un hombre cae.
No hará falta que dejes tu suerte en manos de los Dioses, no quiero tener que llamar a los altos elfos para reconstruirte. Los dioses, a veces, somos muy caprichosos con el destino de nuestros mortales.
Woodpecker: Tú sí has caído en gracia a los señores del Valhalla, ellos te apoyan y te brindan su gracia divina. Has conseguido escapar de Abdón y acabar con sus mascotas. Pero, ¿te ibas a librar tan fácilmente? No.
Tienes varias opciones, aunque se te ve con ánimos de pelear: puedes huir, rendirte y luchar.
Si te rindes no hará falta tirar runas, te atraparán y tu destino será el mismo que el de tus compañeras.
Si huyes o si luchas, tendrás que dejar tu destino en manos de las preciadas runas:
• Runa mala/muy mala: Hagas lo que hagas, Abdón te atrapará.
• Runa media: Si huyes acabarás en el claro donde están tus compañeras y Klinge, por tanto, te verán los otros maleantes; si luchas, Abdón acabará herido, una ventaja de un turno… aunque tú también tendrás heridas que te penalizarán en el siguiente turno.
• Runa buena/muy buena: Si huyes consigues escapar; si luchas acabarás con Abdón.
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Los hombres contratados por Fergusson no eran demasiado inteligentes; la inteligencia no le era necesaria, para eso ya estaba él, señor de los negocios en los burdeles. Lo que quería era a esas bestias atadas frente a la puerta de su casa, con que fueran eficientes y fuertes le servía.
Y lo eran.
En ese combate no se vio una danza perfectamente coordinada de luchadores expertos, sino una amalgama de golpes adornados por el estruendoso sonido de sus gritos y el metal chocando. Uno de ellos sufrió un buen golpe en el estómago que lo dejó en el suelo con ganas de echar hasta la primera papilla, pero sus amigos tomaron venganza por él. Pronto, la mujer-oveja había sido presa de uno de los maleantes. Un golpe con el pomo del hacha en la nuca y suficiente para apaciguar la rabia de esa bestia con cuernos. Y la centáuride tenía intenciones de ayudar a sus amigas, pero ellos no lo iban a permitir. El hombre que se había llevado el premio con la oveja la estaba atando, mientras otros dos trataban de echar cuerdas sobre la mujer con cuerpo de yegua, mientras intentaban reducirla a golpes con sus armas.
-¡Estate quieta, monstruo! –Gritaban cada vez que fallaban en su intento. Otro de ellos estaba perdiendo la paciencia de forma muy rápida y se contenía de darle un tajo con su hacha en las patas a esa mujer.
Por otro lado, la mujer con alas también había caído presa de esos hombres y acabo atada con Ovejita. ¡Dos premios! Faltaba la otra salvaje.
¿Y ese tipo de la armadura? Nadie importante, no podían prostituirlo a los fetichistas que frecuentaban los burdeles… ¿o tal vez sí? Cuando dije que los humanos tenían gustos extraños, era cierto. Y no solo los humanos. Muchos seres mágicos y bestias disfrutaban de tener sometido a un guerrero. Para muchos, muy excitante. Pero Fergusson no comercializaba aún con ese tipo de degeneraciones de sumisión a soldados, así que no tenían ninguna orden de capturarlo a él, pero no eran tan tontos como para dejarse abatir por un solo hombre.
Los que estaban batiéndose contra Klinge no hacían más que divertirse; ellos tenían otra misión pero luchar contra ese desconocido les estaba resultando muy gracioso. Hasta que ambos decidieron que era el momento de atacar a la vez, gran acierto. El guerrero quedó desarmado y tanto la maza como el machete impactaron contra él aunque, por suerte, los dioses no quisieron que se reuniera con ellos.
El que estaba tirado en el suelo se levantó y, después de propinarle una patada a Ovejita a modo de venganza, agarró sus cuerdas y la fue arrastrando por el bosque. Otro de sus compañeros, quien había propinado el golpe, hizo lo mismo con Pajarita, con ayuda de otro compañero, pues esa bestia no se estaba quieta.
Tres menos combatiendo y tres que iban a cobrar la recompensa en cuanto se reuniesen con Fergusson. ¿Y los otros? Directamente hacia la yegua, parecía tener el precio más valioso y estaba costando tanto atraparla que había tirado todas las cuerdas y ahora les desafiaba con un palo. Menos uno de ellos, quien se quedó junto a Klinge para intentar quedarse con todo lo que pudiese rapiñar.
-¿Qué vas a hacer con eso? –preguntó con sorna uno, el primero en blandir el machete a modo de amenaza hacia ella.
Los otros dos volvían a tener preparadas las cuerdas para atraparla en un descuido.
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Abdón no iba a dejar que se escapase… no otra vez. Era la segunda vez que se había escurrido de sus manos esa loba, y esta vez había dañado a sus preciados animales. ¡No iba a quedar así!
Entre los árboles iba acechando a la joven Woodpecker, con sus garras listas para atraparla. Por desgracia, Fergusson las quería vivas pero, ¿y valía algún rasguño? Si luego iban a acabar peor, sus clientes solían ser bastante rudos en sus perversidades. Y siempre podía echarles la culpa a los bárbaros que había contratado. Su única ambición ahora era atrapar a la mujer lobo.
-Estás mejor de humana… los lobos me dais asco -murmuraba con su aterciopelada voz. Sabía que los sentidos de la loba harían que lo escuchara. Le gustaba jugar antes de atrapar a sus presas, sentir la sangre correr por sus venas, acelerada. Ese corazón bombeando a gran velocidad…
Se relamió al pensar en eso, pero no podía hacer lo que deseaba, tenía trabajo que hacer. La tenía enfrente pero aún no se lanzaba a por ella, iba caminando con relativa calma, sonriendo. Parecía un caballero intentando invitar a una joven a un baile. Pero nada más lejos de la realidad, su intenciones no eran nada buenas, iba a lanzarse sobre Woodpecker en el momento más oportuno.
-¿Por qué os molestáis en escapar? Volveréis al lugar que os corresponde, haréis una buena labor “ayudando a pobres viajeros” –después de eso sonrió más ampliamente, mostrando sus colmillos, y se abalanzó sobre la loba.
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Se ve que los Dioses no estaban con vosotros, o sí, pero disfrutando de la lucha, mofándose de la mala suerte que os acompaña. Por desgracia, Pajarita y Ovejita han sido capturadas y llevadas ante Fergusson. No podrán ser rescatadas en este turno. Tal vez en otro… pero no ahora. Primero tendréis que mejorar vuestra situación, antes que la de ellas.
Miradlo por el lado positivo, tres de ellos se han ido. Ya sólo hay cuatro.
Akanke: Eres una luchadora salvaje y has peleado con valentía, pero los dioses estaban mirando para otro lado en la misión de prestarte ayuda. No han conseguido atraparte, pero tampoco has conseguido abatir a ninguno de ellos, así que siguen intentando capturarte tres de ellos.
Vuelves a tener varias opciones: huir, rendirte o luchar.
Eres más rápida que todos ellos, si huyes conseguirás librarte este turno. Si te rindes, tampoco hará falta que cuentes con la voluntad de los dioses (están a otra cosa en el Valhalla, por lo que parece…), ellos te atraparán y tu destino será el mismo que para tus dos amigas.
Si decides pelear tendrás que volver a dejar tu suerte a los Dioses.
• Runa muy mala/mala: Te atraparán y sufrirás varias heridas por haberte resistido.
• Runa media: Te atraparán, pero ellos habrán perdido a un compañero, lo que diezmará sus posibilidades de intentar controlarte. Tu ingenio es el que puede decantar la balanza. Sorprende a los dioses para que te acojan en su suerte.
• Runa buena/muy buena: Podrás acabar con los tres tú solita.
Klinge: ¿Qué le has hecho a los Dioses? ¿Acaso has blasfemado alguna vez? No te han brindado ayuda en este combate. Consecuencia: Tienes heridas. No son muy graves, podría haber sido peor, pero vas a necesitar una curación en un taller o comprar algún objeto que te ayude en el comercio al acabar este hilo. Soy un buen dios.
Uno de ellos está con intenciones de despojarte de tus armas.
En este turno tendrás que intentar que narrar tu estado e intentar que no te robe las armas. Dependiendo de tu ingenio a la hora de hacer este post, tu arma no se moverá de tu lado, o sí la perderás durante unos turnos. ¡Adelante, sorpréndeme! Muchos saben narrar combates, pero pocos saben qué pasa cuando un hombre cae.
No hará falta que dejes tu suerte en manos de los Dioses, no quiero tener que llamar a los altos elfos para reconstruirte. Los dioses, a veces, somos muy caprichosos con el destino de nuestros mortales.
Woodpecker: Tú sí has caído en gracia a los señores del Valhalla, ellos te apoyan y te brindan su gracia divina. Has conseguido escapar de Abdón y acabar con sus mascotas. Pero, ¿te ibas a librar tan fácilmente? No.
Tienes varias opciones, aunque se te ve con ánimos de pelear: puedes huir, rendirte y luchar.
Si te rindes no hará falta tirar runas, te atraparán y tu destino será el mismo que el de tus compañeras.
Si huyes o si luchas, tendrás que dejar tu destino en manos de las preciadas runas:
• Runa mala/muy mala: Hagas lo que hagas, Abdón te atrapará.
• Runa media: Si huyes acabarás en el claro donde están tus compañeras y Klinge, por tanto, te verán los otros maleantes; si luchas, Abdón acabará herido, una ventaja de un turno… aunque tú también tendrás heridas que te penalizarán en el siguiente turno.
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Fehu
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Re: Las quiero vivas [LIBRE] [CERRADO]
Akanke bufaba de rabia e ira. No se iba a dejar atrapar, no, nuca más volvería a estar amarrada, encadenada, encerrada. Nunca más un golpe, un azote. No. Nunca más.
Con aquel bastón largo hacía barridas en el aire, alejando a los hombres. Si uno se acercaba por el costado, daba coces con furia. Se agitaba en un frenesí desesperado por salvar su vida. Los hombres lanzaban las cuerdas y ella se las sacaba de encima saltando y pateando. Pero uno de ellos lanzó una cuerda que le atrapó el cuello. Sintió como esta le apretaba, buscando asfixiarla.
Tomó el bastón e hizo que la cuerda se enrollara en este, y corrió, arrastrando tras de si al hombre que se negaba a soltar el otro extremo de la cuerda. Al verlo pasar dando gritos, comiendo tierra, uno de los otros se tiró, abrazándose a las piernas del primero, intentando hacer más peso que detuviera a la centáuride. Eso no aminoró la carrera de Akanke. EL tercero corrió detrás de ellos, sujetándose los pantalones, que le quedaban anchos y se le caían, con una mano, mientras la otra blandía su espada en el aire. -¡Vuelve! ¡Monstruo!- gritaba el tipo. Pero Akanke no paraba de correr, arrastrando a los hombres que no entendían como, si ella estaba herida y golpeada, tenía tanto ímpetu para defenderse.
Corrió hasta meterse en el lago, los hombres chapoteaban, pero ella saltó sobre ellos y los golpeaba con sus cascos por todo el cuerpo; la cabeza, los brazos, el torso. Quería matarlos, que no se levantaran más.
El tercer hombre llegó corriendo hasta la orilla, pero al ver aquella escena, frenó en seco y dio media vuelta para salir corriendo. Pero Akanke salió tras de él, enfurecida, cegada por la ira, tomó su bastón y, al pasar junto a él en carrera, le golpeó las piernas, tirándolo al piso. Se subió sobre él y lo pisoteó, con incluso más fuerza que a los otros dos que flotaban en el agua. Cuando el hombre no se movió más, la centáuride se detuvo y escupió sobre el cuerpo.
Corrió hacia donde estaban sus amigas amarradas, tenía que sacarlas de allí ahora que esos tipos no se iban a levantar más.
Con aquel bastón largo hacía barridas en el aire, alejando a los hombres. Si uno se acercaba por el costado, daba coces con furia. Se agitaba en un frenesí desesperado por salvar su vida. Los hombres lanzaban las cuerdas y ella se las sacaba de encima saltando y pateando. Pero uno de ellos lanzó una cuerda que le atrapó el cuello. Sintió como esta le apretaba, buscando asfixiarla.
Tomó el bastón e hizo que la cuerda se enrollara en este, y corrió, arrastrando tras de si al hombre que se negaba a soltar el otro extremo de la cuerda. Al verlo pasar dando gritos, comiendo tierra, uno de los otros se tiró, abrazándose a las piernas del primero, intentando hacer más peso que detuviera a la centáuride. Eso no aminoró la carrera de Akanke. EL tercero corrió detrás de ellos, sujetándose los pantalones, que le quedaban anchos y se le caían, con una mano, mientras la otra blandía su espada en el aire. -¡Vuelve! ¡Monstruo!- gritaba el tipo. Pero Akanke no paraba de correr, arrastrando a los hombres que no entendían como, si ella estaba herida y golpeada, tenía tanto ímpetu para defenderse.
Corrió hasta meterse en el lago, los hombres chapoteaban, pero ella saltó sobre ellos y los golpeaba con sus cascos por todo el cuerpo; la cabeza, los brazos, el torso. Quería matarlos, que no se levantaran más.
El tercer hombre llegó corriendo hasta la orilla, pero al ver aquella escena, frenó en seco y dio media vuelta para salir corriendo. Pero Akanke salió tras de él, enfurecida, cegada por la ira, tomó su bastón y, al pasar junto a él en carrera, le golpeó las piernas, tirándolo al piso. Se subió sobre él y lo pisoteó, con incluso más fuerza que a los otros dos que flotaban en el agua. Cuando el hombre no se movió más, la centáuride se detuvo y escupió sobre el cuerpo.
Corrió hacia donde estaban sus amigas amarradas, tenía que sacarlas de allí ahora que esos tipos no se iban a levantar más.
Última edición por Akanke el Lun 04 Dic 2017, 17:36, editado 1 vez (Razón : Después de la runa, edito para incluir como termino con el tercero. Este día, en el que me salió una runa buena, pasará a la posteridad, quedando registrada en los anales de la historia.)
Akanke
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Re: Las quiero vivas [LIBRE] [CERRADO]
El miembro 'Akanke' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: Las quiero vivas [LIBRE] [CERRADO]
Los dioses son seres caprichosos, concediendo y quitando bendiciones y maldiciones por igual a los mortales que pisaban la tierra, Klinge era testigo que algún favor que tuviesen los dioses por él se desvanecía, siendo la primera ves en ser derribado en batalla desde que empezó su carrera como mercenario.
Los dos bandidos lograron evadir su ofensiva y contraatacar eficientemente causándole unas heridas que le dificultarían el resto de la lucha, su hombro derecho había recibido un tajo del machete de uno de los bandidos, lo cual le dificultaría el movimiento con ese brazo, pero lo mas doloroso serian las dos costillas de su costado izquierdo rotas por un porrazo del otro bandido lo que finalmente lo tumbo al piso.
El espadachín ahora yacía en el piso sangrando por sus heridas y apretando los dientes por el dolor, mientras veía como la yegua negra seguía luchando con furia contra los que la querían capturar, el guerrero no podía sino admirar su obstinación, de no ser por su mitad de caballo capaz y se hubiese enamorado de esa mujer.
Uno de los pordioseros en ves de tratar de ayudar a sus camaradas luchando con la fiera intento hacer pillaje de las armas de su rival caído, el joven entendió perfectamente su situación, los dioses no lo estaba castigando… ¡lo estaban desafiando!
¡nadie digno de brindar junto a Odín se rendiría ante unos meros rasguños! Cuando el pordiosero intento arrebatarle la bella daga que Klinge llevaba en su mano izquierda, este apretó su puño con fuerza para que no se la arrebatara, el bastardo grito y maldijo al debilucho que no se quería rendir aun tirando en el piso -¡ya muérete pedazo de basura tirada en el asqueroso lodo!- grito el infeliz mientras pateaba al guerrero caído, este se limito a sonreír con malicia, cosa que enfureció al bandido de sobre manera, el cual levanto su porra de nuevo para rematar al mercenario.
De repente el cretino del bandido sintió un fuerte apretón en su entre pierna. El espadachín agarro los genitales de su confiado enemigo con su derecha y les pego un tirón tan fuerte que parecía que le arrancaría la hombría en ese mismo instante -el lodo es mi padre imbécil…- dijo entre dientes el mercenario -¡será mejor que le tengas respeto!- grito con furia y emoción por igual mescladas en su voz, su enemigo soltó la mano izquierda del mercenario a causa de la sorpresa y el intenso dolor. Apenas su mano estuvo libre el espadachín se levanto sobre su rodilla lo más rápido que pudo y clavo su dagas tres veces en los genitales de su enemigo brutalmente, los aullidos de dolor del desdichado hicieron hecho por todo el bosque en un instante y fueron ahogados al siguiente cuando el espadachín finalmente cedió a sus instintos y se abalanzó contra la garganta de su enemigo no con fierro sino con dientes, desgarrándole la yugular cual lobo desgarra la carne de sus presas, llevándose carne y sangre a la boca.
El sabor metálico que inundaba su paladar y lengua lo devolvió a la vida, mientras el bandido caía al suelo muriendo por sus heridas, incapaz de gritar o pedir auxilio, sentía como la vida se le iba escapando por los agujeros en su sangre. El espadachín recogió su espada que estaba en el piso, y con sangre goteando de sus labios encaro a los bandidos que no estaba ocupados luchando contra la furia negra, quienes lo miraban horrorizados al ver su salvajismo y violencia. A pesar de ser un simple humano este hombre podía ser mas temible que cualquier vampiro o hombre lobo.
Los dos bandidos lograron evadir su ofensiva y contraatacar eficientemente causándole unas heridas que le dificultarían el resto de la lucha, su hombro derecho había recibido un tajo del machete de uno de los bandidos, lo cual le dificultaría el movimiento con ese brazo, pero lo mas doloroso serian las dos costillas de su costado izquierdo rotas por un porrazo del otro bandido lo que finalmente lo tumbo al piso.
El espadachín ahora yacía en el piso sangrando por sus heridas y apretando los dientes por el dolor, mientras veía como la yegua negra seguía luchando con furia contra los que la querían capturar, el guerrero no podía sino admirar su obstinación, de no ser por su mitad de caballo capaz y se hubiese enamorado de esa mujer.
Uno de los pordioseros en ves de tratar de ayudar a sus camaradas luchando con la fiera intento hacer pillaje de las armas de su rival caído, el joven entendió perfectamente su situación, los dioses no lo estaba castigando… ¡lo estaban desafiando!
¡nadie digno de brindar junto a Odín se rendiría ante unos meros rasguños! Cuando el pordiosero intento arrebatarle la bella daga que Klinge llevaba en su mano izquierda, este apretó su puño con fuerza para que no se la arrebatara, el bastardo grito y maldijo al debilucho que no se quería rendir aun tirando en el piso -¡ya muérete pedazo de basura tirada en el asqueroso lodo!- grito el infeliz mientras pateaba al guerrero caído, este se limito a sonreír con malicia, cosa que enfureció al bandido de sobre manera, el cual levanto su porra de nuevo para rematar al mercenario.
De repente el cretino del bandido sintió un fuerte apretón en su entre pierna. El espadachín agarro los genitales de su confiado enemigo con su derecha y les pego un tirón tan fuerte que parecía que le arrancaría la hombría en ese mismo instante -el lodo es mi padre imbécil…- dijo entre dientes el mercenario -¡será mejor que le tengas respeto!- grito con furia y emoción por igual mescladas en su voz, su enemigo soltó la mano izquierda del mercenario a causa de la sorpresa y el intenso dolor. Apenas su mano estuvo libre el espadachín se levanto sobre su rodilla lo más rápido que pudo y clavo su dagas tres veces en los genitales de su enemigo brutalmente, los aullidos de dolor del desdichado hicieron hecho por todo el bosque en un instante y fueron ahogados al siguiente cuando el espadachín finalmente cedió a sus instintos y se abalanzó contra la garganta de su enemigo no con fierro sino con dientes, desgarrándole la yugular cual lobo desgarra la carne de sus presas, llevándose carne y sangre a la boca.
El sabor metálico que inundaba su paladar y lengua lo devolvió a la vida, mientras el bandido caía al suelo muriendo por sus heridas, incapaz de gritar o pedir auxilio, sentía como la vida se le iba escapando por los agujeros en su sangre. El espadachín recogió su espada que estaba en el piso, y con sangre goteando de sus labios encaro a los bandidos que no estaba ocupados luchando contra la furia negra, quienes lo miraban horrorizados al ver su salvajismo y violencia. A pesar de ser un simple humano este hombre podía ser mas temible que cualquier vampiro o hombre lobo.
- Nota: :
- Lamento muchísimo la demora, tuve algunos asuntos que atender y no pude responder antes. Al master, si algo anda mal con mi post o me propase, puede avisarme que lo editare con gusto.
Klinge
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Re: Las quiero vivas [LIBRE] [CERRADO]
La venganza es un plato que se sirve frío y, por suerte para la mujer bestia, le llegó su turno. Los dioses, alabados donde los haya, le habían concedido a Akanke el poder de la venganza y, con ímpetu y fuerza consiguió arrastrar a dos de ellos hacia el lago. Las coces que recibieron y estar bajo el agua no fueron buena combinación para que su vida continuase. Pronto, se reunirían con los dioses. Mala suerte a esos mortales, que creían poder domar a una centáuride. Pero la cosa no iba a quedar así. No cuando habían intentado hacerle daño y habían echado cuerdas sobre ella. El tercero de los hombres, tosco pero delgaducho, no sería rival para ella. Y, al igual que sus compañeros, recibió una paliza que acabó con su vida. ¿Algún valiente más capaz de domar a esa mujer? Parecía que se habían largado todos. Menos uno de ellos, quien creía poder llevarse un pequeño tesoro. Si no podía con la salvaje, iría a por el guerrero abatido, pero tampoco es que fuera demasiado fácil quitarle un arma a un mercenario. La exacerbada confianza de los mortales era sorprendente. Tanto que los dioses se reirían de ellos antes de recibirlos en el Valhalla.
Incapaz de arrebatarle una simple daga, encontró el mismo destino que el resto de sus compañeros. Como si un maldito se tratase, el mercenario se abalanzó sobre él y acabó mordiendo su cuello, seccionando sus venas y dejando que la sangre se escapara de su cuerpo. ¿Iba a quedar alguien vivo? Al parecer, no.
La lucha de Klinge por su daga no había sido la más brava. Había decidido ir a la parte más débil del cuerpo del hombre, sin choque de espadas, sin combate con sangre. Pero había sido efectiva. A veces, un atajo era la clave para llegar a la victoria. Y, posiblemente, pudiera descansar sus heridas ahora que no quedaban enemigos. ¿O sí?
Akanke no parecía que fuera rendirse. Grandiosa voluntad y carácter acompañaban a la mujer.
Tres tipos avanzaban deprisa cargando a las dos mujeres bestia que había atrapado. Se iban riendo y celebrando su “hazaña”. - ¡Tenemos a estas dos! Fergusson va a estar contento –celebró uno.
-Ya, cabrón, pero nos faltan dos. Y no nos llevaremos el premio gordo entregando a estas. – Discutió otro.
-Pero le llevamos dos de ellas… por cantidad… -rebatió el primero. Para él era mejor llevar mucho, antes que una sola. A menos ganarían más que llegando con las manos vacías. Y llevaban a dos mujeres, así que les correspondería el doble, según su lógica. Pero desconocía que el precio de la loba y la centáuride era un poco más elevado. Eran las más cotizadas por los caminantes.
-Callaos ya. - Rodó los ojos el tercero, sujetando las patas a Ovejita, quien se retorcía para tratar de liberarse - mientras cobremos…
No eran muy dichos en la dialéctica, eso estaba claro. Frases cortas, toscas, simples… Pero a Fergusson le salían muy baratos esos bárbaros. Y les podría pagar menos, con una jarra de hidromiel seguro que se conformaban.
Por otro lado, Woodpecker y el vampiro empezarían una lucha feroz, pero alejados del resto de compañeros.
Klinge, el mercenario, había quedado solo, aunque acompañado de dos cadáveres en la tierra y otros dos en el agua, que empezaban a flotar. Su compañera, la furia negra, la había emprendido para buscar a las demás. ¿Qué haría?
Ambos: Último turno, mortales.
Debido a la ausencia de Woodpecker, lo continuaremos sin ella. Posiblemente, Abdón esté esperando su regreso, pero mientras tanto, concluiremos el tema nosotros. Y seré bueno.
Akanke: Buena pelea. Los dioses te han acompañado en esta batalla, pero no te acostumbres. No solemos guiar mucho a los mortales. Has acabado con los maleantes que intentaban capturarte y, honrada seas por intentar salvar a las otras dos reas. Viendo tus dotes para el combate, en este último turno no dejaremos a los dioses decidir tu destino. Simplemente tendrás que narrar cómo consigues liberar a Ovejita y Pajarita. Sin runas. Usando tu mejor narrativa para ello.
Klinge: Curiosa forma de acabar con tu enemigo. Curiosa y muy eficaz. Y, sobre todo, salvaje. A pesar de estar herido, has usado las “armas” que tenías a tu disposición y ha quedado una pelea sangrienta y rápida. Tienes dos opciones:
Bien puedes empezar a rapiñar en los cadáveres o ayudar a Akanke a batir a los enemigos y liberar a las mujeres bestia.
Si decides lootear, podrás elegir entre:
• Un arma de calidad pobre (son bárbaros sin dinero, ya sabes): un hacha, una espada o una maza.
• Dinero que tengan (55 aeros).
• Una parte de una armadura de calidad normal: guanteletes, manoplas, hombreras, rodilleras, brazales, grebas o un gorjal.
Podrás elegir dos cosas de las que te ofrezco aquí.
En cambio, si decides renunciar a “tomar prestado” lo que los mortales no van a necesitar ya, y vas a ayudar a Akanke, tendrás que narrar cómo luchas con ella. Sin la voluntad de los dioses de por medio, ya hemos comprobado que no tienes su apoyo.
Ten en cuenta que, por tus heridas y su ímpetu, serás su apoyo. Tendrás que ayudar a que acabe con esa gente. ¿Qué decidirás?
Incapaz de arrebatarle una simple daga, encontró el mismo destino que el resto de sus compañeros. Como si un maldito se tratase, el mercenario se abalanzó sobre él y acabó mordiendo su cuello, seccionando sus venas y dejando que la sangre se escapara de su cuerpo. ¿Iba a quedar alguien vivo? Al parecer, no.
La lucha de Klinge por su daga no había sido la más brava. Había decidido ir a la parte más débil del cuerpo del hombre, sin choque de espadas, sin combate con sangre. Pero había sido efectiva. A veces, un atajo era la clave para llegar a la victoria. Y, posiblemente, pudiera descansar sus heridas ahora que no quedaban enemigos. ¿O sí?
Akanke no parecía que fuera rendirse. Grandiosa voluntad y carácter acompañaban a la mujer.
Tres tipos avanzaban deprisa cargando a las dos mujeres bestia que había atrapado. Se iban riendo y celebrando su “hazaña”. - ¡Tenemos a estas dos! Fergusson va a estar contento –celebró uno.
-Ya, cabrón, pero nos faltan dos. Y no nos llevaremos el premio gordo entregando a estas. – Discutió otro.
-Pero le llevamos dos de ellas… por cantidad… -rebatió el primero. Para él era mejor llevar mucho, antes que una sola. A menos ganarían más que llegando con las manos vacías. Y llevaban a dos mujeres, así que les correspondería el doble, según su lógica. Pero desconocía que el precio de la loba y la centáuride era un poco más elevado. Eran las más cotizadas por los caminantes.
-Callaos ya. - Rodó los ojos el tercero, sujetando las patas a Ovejita, quien se retorcía para tratar de liberarse - mientras cobremos…
No eran muy dichos en la dialéctica, eso estaba claro. Frases cortas, toscas, simples… Pero a Fergusson le salían muy baratos esos bárbaros. Y les podría pagar menos, con una jarra de hidromiel seguro que se conformaban.
Por otro lado, Woodpecker y el vampiro empezarían una lucha feroz, pero alejados del resto de compañeros.
Klinge, el mercenario, había quedado solo, aunque acompañado de dos cadáveres en la tierra y otros dos en el agua, que empezaban a flotar. Su compañera, la furia negra, la había emprendido para buscar a las demás. ¿Qué haría?
_________________________
Ambos: Último turno, mortales.
Debido a la ausencia de Woodpecker, lo continuaremos sin ella. Posiblemente, Abdón esté esperando su regreso, pero mientras tanto, concluiremos el tema nosotros. Y seré bueno.
Akanke: Buena pelea. Los dioses te han acompañado en esta batalla, pero no te acostumbres. No solemos guiar mucho a los mortales. Has acabado con los maleantes que intentaban capturarte y, honrada seas por intentar salvar a las otras dos reas. Viendo tus dotes para el combate, en este último turno no dejaremos a los dioses decidir tu destino. Simplemente tendrás que narrar cómo consigues liberar a Ovejita y Pajarita. Sin runas. Usando tu mejor narrativa para ello.
Klinge: Curiosa forma de acabar con tu enemigo. Curiosa y muy eficaz. Y, sobre todo, salvaje. A pesar de estar herido, has usado las “armas” que tenías a tu disposición y ha quedado una pelea sangrienta y rápida. Tienes dos opciones:
Bien puedes empezar a rapiñar en los cadáveres o ayudar a Akanke a batir a los enemigos y liberar a las mujeres bestia.
Si decides lootear, podrás elegir entre:
• Un arma de calidad pobre (son bárbaros sin dinero, ya sabes): un hacha, una espada o una maza.
• Dinero que tengan (55 aeros).
• Una parte de una armadura de calidad normal: guanteletes, manoplas, hombreras, rodilleras, brazales, grebas o un gorjal.
Podrás elegir dos cosas de las que te ofrezco aquí.
En cambio, si decides renunciar a “tomar prestado” lo que los mortales no van a necesitar ya, y vas a ayudar a Akanke, tendrás que narrar cómo luchas con ella. Sin la voluntad de los dioses de por medio, ya hemos comprobado que no tienes su apoyo.
Ten en cuenta que, por tus heridas y su ímpetu, serás su apoyo. Tendrás que ayudar a que acabe con esa gente. ¿Qué decidirás?
Fehu
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Re: Las quiero vivas [LIBRE] [CERRADO]
El corazón de Akanke latía demasiado rápido, sentía un extraño vértigo, una agitación que más que obligarla a detenerse, la impulsaba a seguir luchando, a correr más rápido y golpear más fuerte. Los tres hombres que había matado no habían logrado agotarla y cada golpe que le dieron aumentó las fuerzas y ganas de luchar y ser libre que tenía la mujer equina. Esas mismas ganas que debían sentir sus compañeras que habían vuelto a ser capturadas y ahora iban camino de vuelta al infierno del cautiverio del Sin Dientes.
Con ese frenesí que la invadía, emprendió carrera tras sus amigas Ovejita y Pajarita, tenía que salvarlas. Ellos eran tres hombres armados y ella una sola centáuride con un palo, pero tenía a su favor que tenía todo por perder y estaba dispuesta a sacrificarlo con tal de librarse a si misma y a sus amigas de las cadenas de la esclavitud.
Los tres paletos que llevaban a las mujeres bestia corrían lo más rápido que podían sobre sus dos piernas fofas y lampiñas, no eran competencia para las fuertes y furiosas cuatro patas de Akanke. Uno de ellos llevaba a Pajarita al hombro, como un bulto inerte. Ella estaba muy débil y no oponía resistencia. No se había rendido, no se había entregado a su suerte. Aguardaba con paciencia por su amiga equina, pues sabía que las libraría de esta. Tenía el estómago apretado de la angustia y la quijada le temblaba de rabia por ser tan inútil en ese momento.
Ovejita sí que luchaba, briosa, terca y obstinada. Se sacudía y bramaba con fuerza, pateaba y se revolvía en la red en la que la habían envuelto tras amarrarla. Los otros dos tenían que usar todas sus fuerzas para cargarla, pero estaban saliendo muy magullados en el proceso. -¡Maldita bestia! ¡Quédate quieta!- gritó uno de ellos y alzó el brazo para golpearla. Pero detuvo el gesto al escuchar un grito de guerra que despertó e hizo volar a los pájaros de sus nidos. El hombre no tuvo tiempo de darse cuenta qué lo golpeó.
Akanke le dio un fuerte golpe en la cabeza que lo dejó tirado en el suelo. El desgraciado ya no se levantó más. Al otro hombre se le resbaló de las manos la carga, pues Ovejita en su obstinación no paró de moverse un instante. La dejó tirada y salió corriendo. Prefería salvarse antes que enfrentar a la centáuride. Y detrás de él, sin dudarlo ni un segundo, el que cargaba a Pajarita. Dejó a la mujer con delicadeza en el suelo junto a la otra mujer bestia, mirando asustado a Akanke -N-no me hagas daño ya-y-ya me voy- musitó y salió corriendo como alma que lleva el diablo. Imbéciles. Debieron dejar que la centáuride los matara, ella hubiese tenido más compasión que Fergusson.
Ella los persiguió hasta que estuvo segura que no se arrepentirían de su decisión y volvió junto a sus amigas para desamarrarlas. -¿Y Loba?- preguntó Ovejita. Akanke se encogió de hombros y negó con la cabeza. No tenía idea de qué suerte había tenido la Loba. Y tampoco tenían tiempo para averiguarlo. Las tres se quedaron calladas mientras se desataban los nudos y deshacían las de las cuerdas. -Nos tenemos que ir- Pajarita interrumpió el silencio y dijo lo que todas pensaban -Y yo sé dónde- miró a Ovejita y a Akanke -Tenemos que buscar a mi tribu, ellos nos darán cobijo, yo... a mí me atraparon en una incursión que hice con mi compañero. A él lo mataron y a mí me llevaron presa, pero con ellos estaremos seguras- les dijo. -¿Y el humano?- preguntó Ovejita -Podríamos ir por él, nos ha ayudado- comentó ella, ayudando a Pajarita a ponerse de pie.
La mujer ave sonrió -Tendríamos que preguntarle si nos quiere acompañar al reino de los hombres ave- respondió. Subió al lomo de Akanke y se afirmó -Hacia el sur, Negra, hay que viajar hacia el sur- dijo antes de acomodarse y relajarse, abrazada a su cintura.
Luego de encontrar al humano de nombre Klinge, las tres continuaron su viaje hacia el Reino de los Hombres Ave.
Con ese frenesí que la invadía, emprendió carrera tras sus amigas Ovejita y Pajarita, tenía que salvarlas. Ellos eran tres hombres armados y ella una sola centáuride con un palo, pero tenía a su favor que tenía todo por perder y estaba dispuesta a sacrificarlo con tal de librarse a si misma y a sus amigas de las cadenas de la esclavitud.
Los tres paletos que llevaban a las mujeres bestia corrían lo más rápido que podían sobre sus dos piernas fofas y lampiñas, no eran competencia para las fuertes y furiosas cuatro patas de Akanke. Uno de ellos llevaba a Pajarita al hombro, como un bulto inerte. Ella estaba muy débil y no oponía resistencia. No se había rendido, no se había entregado a su suerte. Aguardaba con paciencia por su amiga equina, pues sabía que las libraría de esta. Tenía el estómago apretado de la angustia y la quijada le temblaba de rabia por ser tan inútil en ese momento.
Ovejita sí que luchaba, briosa, terca y obstinada. Se sacudía y bramaba con fuerza, pateaba y se revolvía en la red en la que la habían envuelto tras amarrarla. Los otros dos tenían que usar todas sus fuerzas para cargarla, pero estaban saliendo muy magullados en el proceso. -¡Maldita bestia! ¡Quédate quieta!- gritó uno de ellos y alzó el brazo para golpearla. Pero detuvo el gesto al escuchar un grito de guerra que despertó e hizo volar a los pájaros de sus nidos. El hombre no tuvo tiempo de darse cuenta qué lo golpeó.
Akanke le dio un fuerte golpe en la cabeza que lo dejó tirado en el suelo. El desgraciado ya no se levantó más. Al otro hombre se le resbaló de las manos la carga, pues Ovejita en su obstinación no paró de moverse un instante. La dejó tirada y salió corriendo. Prefería salvarse antes que enfrentar a la centáuride. Y detrás de él, sin dudarlo ni un segundo, el que cargaba a Pajarita. Dejó a la mujer con delicadeza en el suelo junto a la otra mujer bestia, mirando asustado a Akanke -N-no me hagas daño ya-y-ya me voy- musitó y salió corriendo como alma que lleva el diablo. Imbéciles. Debieron dejar que la centáuride los matara, ella hubiese tenido más compasión que Fergusson.
Ella los persiguió hasta que estuvo segura que no se arrepentirían de su decisión y volvió junto a sus amigas para desamarrarlas. -¿Y Loba?- preguntó Ovejita. Akanke se encogió de hombros y negó con la cabeza. No tenía idea de qué suerte había tenido la Loba. Y tampoco tenían tiempo para averiguarlo. Las tres se quedaron calladas mientras se desataban los nudos y deshacían las de las cuerdas. -Nos tenemos que ir- Pajarita interrumpió el silencio y dijo lo que todas pensaban -Y yo sé dónde- miró a Ovejita y a Akanke -Tenemos que buscar a mi tribu, ellos nos darán cobijo, yo... a mí me atraparon en una incursión que hice con mi compañero. A él lo mataron y a mí me llevaron presa, pero con ellos estaremos seguras- les dijo. -¿Y el humano?- preguntó Ovejita -Podríamos ir por él, nos ha ayudado- comentó ella, ayudando a Pajarita a ponerse de pie.
La mujer ave sonrió -Tendríamos que preguntarle si nos quiere acompañar al reino de los hombres ave- respondió. Subió al lomo de Akanke y se afirmó -Hacia el sur, Negra, hay que viajar hacia el sur- dijo antes de acomodarse y relajarse, abrazada a su cintura.
Luego de encontrar al humano de nombre Klinge, las tres continuaron su viaje hacia el Reino de los Hombres Ave.
- KLINGE:
- Querido, te doy oficial permiso para metarrolear que nos encontramos y Pajarita te invita a acompañarnos,
si decides hacerlo, abrimos otro tema tú y yo (y de paso vemos si le pedimos ayuda a un máster, porque quiero pedir algo) en el que estamos allí. ¿Te parece? Besitos!
Akanke
Sacerdotisa del Templo de los Monos
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Re: Las quiero vivas [LIBRE] [CERRADO]
Klinge hizo a tiempo a levantarse para ver como la mujer caballo galopaba al rescate de sus amigas, quiso ir a ayudarla, pero el dolor de sus heridas lo detuvo un segundo en lo que tardaba a cambiar de mano su espada, de la derecha a la zurda, sosteniéndose el costado lastimado con su mano diestra, pero para cuando se dio cuenta la lucha había terminado, las mujeres bestia salieron triunfadoras sobre los bandidos, y por alguna razón que escapaba al entendimiento del mercenario, regresaron por él.
La mujer pájaro quiso preguntarle algo al mercenario –Klinge tu…- pero cuando vio la espantosa pinta que tenía el guerrero y el aspecto del cadáver que estaba junto a él se llevo un ala a la boca y exclamo –que acaba de pasar aquí?. El espadachín estaba cubierto de sangre en su boca y cara, se notaba que estaba herido, pero permanecía de pie, mientras su enemigo yacía muerto en el piso, el guerrero escupió la sangre que aun tenía en la boca y hablo –me derribaron, y este bastardo intento robarme antes de que estuviese muerto- dijo señalando al cadáver mutilado, sangre salía de su entrepierna y cuello, por la mirada en su rostro era fácil notar que después de recibir las heridas vivió unos últimos agonizantes momentos antes de morir, aun así, la mujer ave parecía más sorprendida que espantada, nunca había presenciado semejante muestra de ferocidad de parte de un humano en su vida –te encuentras bien?- le pregunto al guerrero con tono preocupado, mientras, este limpiaba y enfundaba sus armas –solo es un corte superficial y unas costillas rotas… viviré- respondió calmadamente.
El espadachín fue al rio a limpiarse la sangre y las heridas, aunque intentara hacerse el fuerte, como de costumbre, la forma en cómo cojeaba daba a entender que el dolor de las costillas rotas le afectaba bastante. Llego al rio y se quito la camisa y los guanteletes de cuero, mientras se lavaba la boca y la herida, era fácil notar el resto de cicatrices que recorrían su cuerpo, la mayoría en los brazos y el pecho, in vivo testimonio de la vida de un mercenario.
Una vez que se hubiese aseado, el espadachín se revistió y regreso, ya menos adolorido por su equipaje y a regresar con las mujeres bestia, entonces la pajarita le hablo de nuevo –Klinge, nosotras iremos de regreso a las tierras de mi gente a buscar refugio, sería el caso de que nos quisieras acompañar?- le pregunto, a lo que el mercenario respondió sonriendo –espero que tu gente pueda aceptar que vengas acompañada de alguien como yo- luego se hecho una risa y fue con la mujer caballo, saco una de sus espadas enfundadas y se la paso a la negra –toma, te la presto por el viaje, necesitaras una mejor arma que esa rama si quieres defender a tus amigas- después tomo la rama que la mujer caballo había estado usando como arma hasta ahora y la dispuso como un bastón para ayudarse a caminar y disponerse a emprender el viaje al sur.
La mujer pájaro quiso preguntarle algo al mercenario –Klinge tu…- pero cuando vio la espantosa pinta que tenía el guerrero y el aspecto del cadáver que estaba junto a él se llevo un ala a la boca y exclamo –que acaba de pasar aquí?. El espadachín estaba cubierto de sangre en su boca y cara, se notaba que estaba herido, pero permanecía de pie, mientras su enemigo yacía muerto en el piso, el guerrero escupió la sangre que aun tenía en la boca y hablo –me derribaron, y este bastardo intento robarme antes de que estuviese muerto- dijo señalando al cadáver mutilado, sangre salía de su entrepierna y cuello, por la mirada en su rostro era fácil notar que después de recibir las heridas vivió unos últimos agonizantes momentos antes de morir, aun así, la mujer ave parecía más sorprendida que espantada, nunca había presenciado semejante muestra de ferocidad de parte de un humano en su vida –te encuentras bien?- le pregunto al guerrero con tono preocupado, mientras, este limpiaba y enfundaba sus armas –solo es un corte superficial y unas costillas rotas… viviré- respondió calmadamente.
El espadachín fue al rio a limpiarse la sangre y las heridas, aunque intentara hacerse el fuerte, como de costumbre, la forma en cómo cojeaba daba a entender que el dolor de las costillas rotas le afectaba bastante. Llego al rio y se quito la camisa y los guanteletes de cuero, mientras se lavaba la boca y la herida, era fácil notar el resto de cicatrices que recorrían su cuerpo, la mayoría en los brazos y el pecho, in vivo testimonio de la vida de un mercenario.
Una vez que se hubiese aseado, el espadachín se revistió y regreso, ya menos adolorido por su equipaje y a regresar con las mujeres bestia, entonces la pajarita le hablo de nuevo –Klinge, nosotras iremos de regreso a las tierras de mi gente a buscar refugio, sería el caso de que nos quisieras acompañar?- le pregunto, a lo que el mercenario respondió sonriendo –espero que tu gente pueda aceptar que vengas acompañada de alguien como yo- luego se hecho una risa y fue con la mujer caballo, saco una de sus espadas enfundadas y se la paso a la negra –toma, te la presto por el viaje, necesitaras una mejor arma que esa rama si quieres defender a tus amigas- después tomo la rama que la mujer caballo había estado usando como arma hasta ahora y la dispuso como un bastón para ayudarse a caminar y disponerse a emprender el viaje al sur.
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